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¿Qué es el movimiento feminista?

El movimiento feminista es un conjunto diverso de posturas y modelos de pensamiento


político, económico, cultural y social, que busca alcanzar la igualdad de condiciones de
vida entre las mujeres y los hombres. Actualmente, se habla de movimientos feministas
en plural ya que el feminismo no responde a una única agrupación política, a un
liderazgo o a una jerarquía.

El feminismo, como creencia o forma de entender el mundo, cuestiona los roles


asignados tradicionalmente según el género, es decir, el lugar que se destina a hombres
y a mujeres en la sociedad dependiendo exclusivamente de su sexo y no de sus intereses,
talentos o capacidades.

En ese sentido, los movimientos feministas luchan contra el orden patriarcal de la


sociedad: un modelo cultural y social que otorga privilegios al varón y restringe los
derechos de la mujer.

En el último siglo, los diferentes movimientos feministas lograron mejorar de manera


general las condiciones de vida de las mujeres: permitieron una mayor participación en
los asuntos públicos, y garantizaron algunos de sus derechos fundamentales.

Sin embargo, en numerosas sociedades del mundo actual las mujeres siguen sometidas
al control masculino, ven sus libertades avasalladas y sufren violencias extremas. Por eso,
estas injusticias se encuentran en la agenda de lucha de los diferentes movimientos
feministas del presente.

Características del movimiento feminista


Entre diferentes características, se reconoce que el movimiento feminista es:

Heterogéneo. Está constituido por grupos feministas de diverso origen, con diferentes
posturas políticas y modalidades de acción, focalizados en distintas problemáticas
relativas al contexto específico de las mujeres en las diferentes sociedades del mundo.
No existe un organismo único que nuclee a todas las organizaciones feministas ni que
pueda imponer su visión por sobre la de los demás grupos feministas.
Pacifista. El activismo político y la revolución fomentada desde los grupos feministas no
tomó el camino de la violencia. Los logros de las feministas en las diferentes partes del
mundo se alcanzaron a través de la manifestación pública, del activismo político y de la
organización de instituciones que lucharon por la obtención de derechos.
Multidisciplinario. Desde sus orígenes, los grupos feministas se dedicaron a reconocer las
desigualdades entre hombres y mujeres en los diferentes aspectos de la vida. En este
sentido, los enfoques feministas atraviesan todas las ramas del conocimiento de las
ciencias naturales y sociales.

Historia del movimiento feminista


Antecedentes del feminismo
Desde el surgimiento de las primeras organizaciones estatales, en las sociedades
aparecieron jerarquías y privilegios que dividieron a la población. En la mayoría de los
casos, las mujeres quedaron excluidas de cualquier privilegio ligado a la participación
política, a la vida privada o a la autonomía económica.

A lo largo de la historia de la humanidad, en muchas sociedades, diferentes mujeres han


denunciado la situación en la que vivían por ser mujeres. Los movimientos feministas
posteriores destacan estos reclamos de las mujeres del pasado para visualizar las
injusticias, los abusos y la opresión de aquellas sociedades.

Sin embargo, estas quejas no se consideran parte de los movimientos feministas, porque
no cuestionaron el orden social establecido ni articularon una consigna, lucha o accionar
para reivindicar su posicionamiento social. Se trata más bien de antecedentes claros que
permiten reconocer la inconformidad en diferentes sociedades del pasado.
Algunas de las figuras reconocidas como antecedentes de los movimientos feministas
son:

Christine de Pizan (1364-1430). Autora de La Ciudad de las Damas (1405), fue la


primera mujer en participar de manera pública en el debate intelectual y literario
conocido como la Querella de las mujeres, que cuestionaba la capacidad intelectual de
las mujeres. Defendió una imagen positiva del cuerpo femenino, acusó la costumbre de
la violación y abogó por el acceso de las mujeres al conocimiento.
Moderata Fonte (1555-1592). En sus obras literarias Il merito delle donne y Giustizia
delle donne, en español “El mérito de la mujer” y “La justicia de la mujer”(1600), critica
las costumbres de los hombres, cuestiona la desigualdad en las relaciones privadas y
reivindica la importancia del acceso de las mujeres a la educación.
Marie de Gournay (1565-1645). Filósofa y escritora, publicó más de diez obras en las
que argumentó en contra de la desigualdad entre mujeres y hombres. Participó
activamente en clubes de política y puso en el eje del debate intelectual la subordinación
de la figura femenina. Denunció la supremacía masculina en ámbitos tanto de la vida
pública (como los derechos políticos y civiles) como de la vida privada (la sujeción al
hombre en el matrimonio o la dependencia económica).
Poulain de la Barre (1647-1725). Como clérigo y filósofo, en su libro La igualdad de los
sexos (1671) argumentó en contra de prejuicios masculinos y a favor de la educación de
las mujeres, con el lema “la mente no tiene sexo”.
Primera ola del feminismo
Movimiento feminista
Las sufragistas norteamericanas lograron el voto femenino en 1920.
Se conoce como “primera ola del feminismo” a los movimientos feministas que lucharon
por los derechos de las mujeres desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.

Desde finales del siglo XVIII, las sociedades europeas y americanas vivieron una época de
transición política y económica enmarcada en dos procesos revolucionarios: las
revoluciones liberales y la Primera Revolución Industrial. Tanto en las rebeliones para
derrotar a las monarquías como en las horas dedicadas al trabajo en las fábricas, las
mujeres tuvieron un rol fundamental.

En 1789, la Revolución francesa reivindicó la libertad, la igualdad y la fraternidad como


fundamento para el establecimiento de un nuevo orden social que terminara con los
privilegios de la nobleza. Las mujeres participaron de las manifestaciones populares
junto a los hombres, combatiendo en las calles y haciendo barricadas.

Protagonizaron la “Marcha sobre Versalles”, que obligó al rey y a la reina a retornar a


París, hito fundamental en el proceso revolucionario. Fundaron más de cincuenta clubes
republicanos femeninos activos que apoyaron la revolución a través de peticiones,
manifestaciones y organización de la lucha.

Sin embargo, luego del triunfo de los revolucionarios, la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano excluyó a las mujeres de los derechos políticos, que incluían el
acceso a la participación política, a la educación, al trabajo y a la propiedad.

En respuesta, Olimpia de Gouges publicó en 1791 la Declaración de los derechos de la


Mujer y la Ciudadana y denunció la hipocresía de los revolucionarios que pregonaban los
derechos “universales” de igualdad y libertad solo para una parte de la población. Por su
activismo político el mismo gobierno revolucionario la sentenció a la muerte por
guillotina, en 1793.

En toda Europa y América se repitió el mismo esquema: los gobiernos democráticos


instalados con las revoluciones excluyeron a las mujeres de la participación política y la
adquisición de derechos fundamentales.

Desde entonces, diferentes grupos feministas continuaron su lucha y se concentraron en


lograr que se reconozcan para las mujeres los mismos derechos que se les otorgaban a
los hombres: el derecho a la educación, derecho al trabajo, derecho a la propiedad,
derechos matrimoniales y sobre los hijos y el derecho a votar.

Para lograrlo, las asociaciones feministas se volcaron al activismo político a través de la


publicación de manifiestos, discursos y declaraciones, la fundación de periódicos y
asociaciones y la organización de convenciones y manifestaciones públicas.

Los primeros periódicos feministas se originaron a comienzos del siglo XIX y, desde
entonces, se constituyeron como base y sede de las nuevas asociaciones activistas. Desde
allí, las mujeres cuestionaron abiertamente la tiranía de las instituciones y las
costumbres que negaban sus derechos más elementales.
El sufragismo
Desde mediados del siglo XIX, las luchas feministas se concentraron especialmente en el
reconocimiento de su ciudadanía y la obtención del sufragio; por eso, este periodo de la
historia feminista también es conocido como el “sufragismo”.

Las sufragistas (así se conoce a las feministas de esta época) lograron el derecho al voto
por primera vez en 1861 en Australia del Sur a nivel provincial, y a nivel nacional en
1893 en Nueva Zelanda, ante la movilización de miles de mujeres y hombres.

Luego de la Primera Guerra Mundial, ante el papel decisivo que tuvieron las mujeres
trabajadoras para las economías nacionales, las sufragistas consiguieron el voto
femenino en 1918 en Inglaterra (con restricciones) y en Alemania (en la República de
Weimar), en 1920 en Estados Unidos e Islandia, en 1928 en Inglaterra y en 1931 en
España.

En América Latina, el sufragio femenino se logró a nivel nacional recién en 1947 en


Argentina, en 1949 en Chile, en 1953 en México y en 1955 en Perú.

En Asia, con la Revolución Rusa de 1917, las mujeres que participaron en las luchas
lograron presionar al gobierno provisional para obtener los mismos derechos políticos
que todos los hombres. En aquellos países que quedaron bajo la influencia de la URSS
durante las décadas siguientes, se fue implementando la equidad de género en los
derechos políticos.

Turquía fue el primero de los países de religión musulmana (que no estaban bajo el
régimen comunista) en otorgar el sufragio a las mujeres, en 1934. En la India y Japón, el
voto femenino se obtuvo en 1947, y en China en 1949 con la revolución comunista.

Segunda ola del feminismo


Movimiento feminista
Las feministas de los sesenta cuestionaron la desigualdad en el ámbito privado.
Se llama “segunda ola del feminismo” a los movimientos feministas de las décadas de
1960, 1970 y 1980 en las sociedades occidentales. En este periodo, surgieron dos
movimientos feministas de gran importancia en Estados Unidos, que sentaron las bases
para los movimientos posteriores.

El feminismo liberal, cuyo núcleo era la NOW (National Organization for Women),
definía la situación de las mujeres como una desigualdad (y no una opresión) y
planteaba que era necesario reformar el sistema hasta lograr la igualdad entre los sexos.
Las feministas liberales trabajaron por la inclusión de las mujeres en la esfera pública y en
el mercado laboral.

Entre las principales representantes de la NOW se destacó Betty Friedan, autora de La


mística de la feminidad (1963). A través de sus escritos, miles de mujeres de todo el
mundo pudieron reconocer que sus experiencias personales se correspondían con las
condiciones generales de desigualdad de género en la sociedad.

Por otro lado, se comenzaron a reconocer otras formas de desigualdad en la vida de las
mujeres: su situación dentro de las familias (como hijas, esposas y madres) y sus
aspiraciones por fuera de las familias (profesionales, económicas, académicas, etc.).
Tradicionalmente, se consideraba que estos aspectos de la vida pertenecían al ámbito
privado y personal.

Las feministas visualizaron la desigualdad entre las oportunidades de vida para hombres
y mujeres y, al reconocerse la desigualdad, mostraron las relaciones de poder que la
sostenían. De esta manera, redefinieron la situación de las mujeres en términos de
opresión y cuestionaron las bases mismas del sistema.

Bajo el lema de “lo personal es político”, el feminismo radical planteó la necesidad de


reformar el espacio privado además del espacio público. Desde el Movimiento por la
Liberación de la Mujer, el feminismo radical buscó cambiar la realidad de la vida
femenina y de las normas sociales que la regulaban.

Las feministas radicales hicieron tres grandes aportes en la lucha y la mejora de las
condiciones de vida de las mujeres: las grandes protestas públicas, el desarrollo de los
grupos de autoconciencia y la creación de instituciones y centros de apoyo específicos
para mujeres.

Tercera ola del feminismo


Se conoce como “tercera ola del feminismo”, también llamada “el feminismo de la
diferencia”, a la lucha que los diferentes movimientos feministas llevan desde mediados
de la década del 90 hasta la actualidad. Se caracteriza por el reconocimiento de la
diversidad de las condiciones de vida de las mujeres en el mundo y, por lo tanto, de la
necesidad de plantear una lucha que abarque las necesidades de los diferentes grupos
de mujeres.

En la década del ochenta, se comenzó a entrever el peligro de establecer una


homogeneidad absoluta en la identificación de las experiencias femeninas. Los
principales movimientos feministas habían tomado fuerza en las sociedades occidentales
europeas y americanas y se centraron en los reclamos relativos a las injusticias que vivían
las mujeres en aquellas culturas.

Sin embargo, la desigualdad entre hombres y mujeres tomaba diversas formas en las
diferentes sociedades. Las necesidades y urgencias de las mujeres árabes o
latinoamericanas no se correspondían con la agenda de lucha europea o
norteamericana.

De esta manera, surgieron movimientos feministas que se enfocaron en distintos


objetivos, respondieron a necesidades específicas relativas a la cultura y el origen de las
diferentes sociedades y tomaron caminos de lucha divergentes acordes a las
posibilidades y las urgencias de los reclamos. Entre ellos, se pueden diferenciar el
feminismo institucional, el ciberfeminismo, el ecofeminismo, los feminismos
latinoamericano, afrodescendiente y árabe, y el feminismo académico.

La aparición de las diferentes ramas del feminismo no significó negación ni


desvalorización de las posturas o necesidades de las mujeres en las distintas culturas. Al
contrario, los feminismos de la tercera ola resaltaron la necesidad de sororidad
(hermandad en la lucha) y apoyo entre los diferentes movimientos.

Otra característica fundamental de la tercera ola del feminismo es el crecimiento de los


estudios de género, en los que se profundizó el desarrollo conceptual y académico para
comprender los mecanismos a través de los cuales se mantiene la dominación masculina
en las diferentes sociedades del mundo.

Cuarta ola del feminismo


En la actualidad, algunos grupos feministas consideran que se ha iniciado una “cuarta
ola” que se diferencia de los movimientos surgidos en la década de los 90. Esta corriente
se caracteriza por la globalización, la concepción del feminismo como un movimiento de
masas y la conexión intercultural a través de las redes e internet.

El desarrollo de organismos internacionales focalizados en los derechos de las mujeres


da a conocer con más detalle las consecuencias de la desigualdad de género. Las
diferentes instituciones de la ONU y otras ONG de alcance regional permiten un nuevo
abordaje en contra de las injusticias y violencias que sufren las mujeres en diferentes
sociedades del mundo.

A su vez, las posibilidades de conexión digital dan a conocer las condiciones de opresión
en que viven millones de mujeres y permiten la creación de redes de cooperación
directa, que escapan a las instituciones u organismos estatales o internacionales. En este
sentido, las redes sociales cumplen un rol clave en la difusión de información y la
cooperación entre diferentes grupos de mujeres.

Estas características permitieron la incorporación de mujeres de diferentes edades y, de


esta manera, un crecimiento exponencial en la participación de mujeres en los
movimientos feministas a nivel mundial.

Reclamos del movimiento feminista en la actualidad


Actualmente, existen cientos de movimientos feministas que abogan por los derechos de
las mujeres en las diferentes partes del mundo. Si bien en el último siglo las sociedades
occidentales han reconocido muchos de los reclamos feministas, todavía existen
desigualdades e injusticias por las que se lucha de manera constante.

Entre los principales conflictos que abordan los movimientos feministas de la actualidad,
se encuentran:

Violencia de género. Según la ONU, una de cada tres mujeres del mundo ha sufrido
violencia sexual o física por parte de personas cercanas a ellas. De esta cifra, 150
millones de mujeres son niñas menores de 18 años que han sufrido agresión sexual.
Cada día mueren 137 mujeres a manos de su pareja o de un miembro de su familia.
Estos datos no incluyen las denuncias por acoso, las violaciones o agresiones en
contextos de guerra. Actualmente, existe legislación en más de 20 países que obliga a
las mujeres a casarse con sus violadores.
Desigualdad económica. A partir de los informes de ONU Mujeres, se estima que a nivel
mundial a las mujeres se les paga un 23 % menos que los hombres por un trabajo de
igual valor. Esta brecha salarial empeora para las mujeres no-blancas, las mujeres
inmigrantes y las mujeres que son madres. La probabilidad de desempleo entre las
mujeres es mayor que entre los hombres. El empleo femenino está concentrado en los
empleos con menor remuneración (empleos de servicio) y solo un 4 % de los puestos de
liderazgo de empresas privadas están ocupados por mujeres. Además, las mujeres llevan
a cabo 2,5 veces más trabajo de hogar y de cuidado no remunerado que los hombres.
Derechos sexuales y reproductivos. La ONU estima que el 43 % de las mujeres del
mundo de entre 15 y 49 años no puede decidir de manera autónoma sobre su salud
reproductiva, sus relaciones sexuales o el uso de anticonceptivos. Los matrimonios
forzados y los matrimonios infantiles siguen siendo una práctica habitual en decenas de
países y cada año 12 millones de niñas son casadas antes de llegar a la edad adulta. Hay
200 millones de mujeres y niñas que han sufrido procedimientos de mutilación genital
femenina (práctica cultural que se realiza en más de 30 países de Asia y África). Por otro
lado, más del 30 % de los países carecen de legislación para el acceso a la información
sobre salud sexual y reproductiva. Actualmente, el 45 % de los abortos del mundo se
realiza de manera insegura o ilegal.
Disparidad y falta de representación política. El acceso a los espacios de toma de
decisiones, poder gubernamental y puestos de liderazgo político tiene una alta tasa de
disparidad: actualmente, solo el 13 % de los países tienen una jefa de estado mujer,
solo el 26 % de los escaños parlamentarios nacionales del mundo están ocupados por
mujeres y solo el 21 % de los cargos ministeriales fueron otorgados a mujeres (que se
concentran en áreas relativas a la familia, la niñez, la paridad, la discapacidad o el
medioambiente).
Prohibición de libertades fundamentales. Actualmente, más de treinta países restringen
de manera legal el derecho de las mujeres a desplazarse fuera del hogar, heredar
propiedades, controlar sus ingresos salariales, tomar decisiones sobre sus hijos o sus
hogares, reunirse libremente con otras personas, vestir a su voluntad o elegir sus
prácticas religiosas.

Ideas fundamentales del movimiento feminista


Para explicar el origen y el funcionamiento de las desigualdades entre la vida de mujeres
y hombres a lo largo de la historia, los diferentes movimientos feministas se centraron en
algunos conceptos fundamentales.

La desigualdad de género es la discriminación que existe entre las personas en relación a


su género. Es un fenómeno estructural de las sociedades actuales y puede manifestarse
en formas jurídicas, económicas, sociales, profesionales, educativas, entre otras.
El machismo es la creencia de que el hombre es superior a la mujer. Con esta idea, se
legitiman las actitudes o acciones que generan las condiciones de desigualdad de
género.
La misoginia es el rechazo o el desprecio directo a las mujeres. El proceder misógino
puede abarcar desde comentarios despectivos hasta la violencia directa hacia una mujer
por su género.
La violencia de género es cualquier tipo de violencia que se ejerce contra una persona
por su sexo, orientación sexual o identidad de género. Puede ser efectuada de manera
física, verbal, psicológica, sexual, social o institucional. Abarca a la misoginia, la
homofobia y cualquier tipo violencia contra personas en relación a su condición de
género.
El patriarcado es el sistema social a través del cual se establece el poder de los hombres
por sobre las mujeres. Implica la organización de instituciones que mantienen las
desigualdades de género. En el patriarcado, los hombres monopolizan el poder político,
controlan los bienes económicos y poseen privilegios sociales que los diferencian de las
mujeres

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