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El sufragio femenino

En Argentina, el 23 de septiembre del año 1947 se sancionó la ley que le otorgó a la


mujer la
posibilidad de votar, convirtiéndose el sufragio en un derecho verdaderamente
universal. Este suceso se dio a lugar durante el gobierno de Juan Domingo Perón.
Eva Perón también se destacó por su trabajo en la integración de la mujer como
sujeto político. En este
sentido, fundó el Partido Peronista Femenino y su notable importancia en el proceso
para sancionar esa ley.
Sin embargo, anteriormente hubo un fuerte movimiento sufragista, el cual se originó
en función de distintos intereses comunes por la protección de derechos laborales
para las mujeres, acceso a la educación, derechos civiles y políticos, por ejemplo.
Fue emprendido principalmente y de manera individual o colectiva por tres figuras
de muy distinto posicionamiento, pero con causas en común: Julieta Lanteri, Alicia
Moreau de Justo y Elvira Rawson.

El movimiento sufragista es ideológicamente heterogéneo y se fue transformando


con los cambios sociales, políticos y culturales de la primera posguerra; el ascenso
del nacionalismo y los sucesos que la democracia suscitó a nivel local. A comienzos
del siglo XX, se daría lugar en primera ola del feminismo y lo catalogarían como un
movimiento burgués que sólo tenía interés por los derechos políticos y civiles y
privilegiaba la demanda por la igualdad.
Por ejemplo, idea del maternalismo como ideología hace más referencia a los
movimientos sociales y políticos de su tiempo, tiene relación con los distintos
contextos históricos, quiénes enunciaron aquella ideología y para qué, e incluso,
cuándo las mismas personas prescindieron de esa visión.

Investigaciones pioneras como las de Dora Barrancos y Asunción Lavrin, entre


otras- estaban inmersas en redes y debates que trascendían el marco nacional.
Coml el librepensamiento, el socialismo, instituciones feministas con centros en
Europa y foros panamericanos.
Los modos de organización y actuación pública pueden ser mejor comprendidos
cuando se reponen aquellas conexiones transnacionales. Hace ya varias décadas,
Francesca Miller en un viejo libro sobre las organizaciones de mujeres en América
Latina afirmó que la arena trasnacional atrajo a las feministas, y sufragistas,
latinoamericanas.

Junto a militancia del socialismo, con Alicia Moreau como exponente destacada, a
mediados de 1930 se creara un Comité Pro-Voto de la Mujer, liderado por Carmela
Horne de Burmeister, cuyo lema era Patria y Caridad, revelador de su alineamiento
con fuerzas nacionalistas y conservadoras.
la defensa de los derechos políticos de la mujer fue una causa sostenida por
mujeres y también por hombres, con base en argumentos diversos y motivados por
agendas múltiples, que no se reducían o priorizaban sólo el empoderamiento
femenino. El maternalismo constituyó un horizonte intelectual ineludible. Pero aquí
también, como con agudeza ha planteado Joan Scott en su estudio sobre los
derechos de las mujeres en Francia, se osciló entre una defensa de la diferencia
-con matices variopintos- y la defensa de la igualdad.

María Abella de Ramírez que tuvo singular presencia en el ámbito de la ciudad de


La Plata, donde residía luego de venir de su Uruguay natal. Su pluma posibilitó,
hasta donde se sabe, la publicación de la primera revista feminista en nuestro país,
concepción así asumida enNosotras y, luego, en La Nueva Mujer. Anticlerical, luchó
contras todas las injusticias sociales de su tiempo, en especial, las de género.
ayudando mediante los medios de comunicación y aportando al movimiento
feminista.
Trabajó junto con Lanteri en el movimiento del librepensamiento.

Asimismo, estimo que el interés por las representaciones, desde una perspectiva de
género, en las industrias culturales de entreguerras -las revistas de tirada masiva, el
cine, la radio- también puede ayudarnos a reconsiderar los rasgos del feminismo, en
general y, el sufragismo, en particular.
Investigando el lugar de las mujeres en la política electoral, puntualmente en la
campaña presidencial de 1916, me sorprendí sobre la cobertura que los magazines
o revistas ilustradas, como Caras y Caretas o Fray Mocho, dedican a las mujeres en
la política, sus derechos en Argentina y otras partes del mundo. Allí, por ejemplo,
hallé las referencias más generosas sobre la incansable labor proselitista de Juana
Begino, una poco conocida militante socialista, que sobresale por su activismo en el
contexto de la campaña. Y son estas revistas, quizás mejor que la propia prensa
partidaria, las responsables de visibilizarla.

Julieta Lanteri encaró la lucha por los derechos políticos. Sus batallas exitosas como
el poder votar en la ciudad de Buenos Aires o haber logrado que se reconocieran
sus boletas para la candidatura a legisladora se deben al fragoroso trabajo que
realizó junto con un importante colectivo de mujeres que acompañaron esas
gestiones.
Angélica Barreda, la primera abogada platense que también tuvo muchas batallas
que dar para estudiar la carrera y, luego, para que le permitieran matricularse.

Y una protagonista, cuya militancia sugiere la creatividad del sufragismo local en


favor de su causa. Múltiples estrategias podían combinarse: la batalla legal, la
acción individual, la conformación de un partido, la oratoria apropiada acorde al
lugar, la búsqueda de visibilización pública en las calles y en la prensa.

Indi: El voto era la bandera de muchas mujeres reunidas alrededor de grupos


sufragistas -algunos asumidos como feministas y otros, no. Era, asimismo, un
reclamo de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de
Mujeres y, luego de su creación, las Naciones Unidas
los derechos políticos de las mujeres, sobre todo la dimensión del sufragio, era un
indicador del nivel de modernización política, específicamente, de la
democratización de un país,
era una idea extendida para los años 30 y 40 Y siguió en los 50 y 60 Y había
fraguado en virtud de cabildeos en distintos foros; aunque en los hechos, no
siempre hubo una relación directa.
2Precisamente, la causa de los derechos políticos de la mujer había tenido distintos
defensores antes que el peronismo y se habían esgrimido a favor de ella diferentes
argumentos.al.

se puede hablar de una resignificación y/o relectura en la mirada historiográfica


sobre la conquista del voto femenino?
Cuando se sancionó el voto femenino (en 1947), Perón no podía ser reelecto, algo
que sucedió en 1949. Si no computamos el voto femenino vertido en las urnas en
1951/ Perón hubiera ganado igual en las elecciones.
la concesión del voto para brindar un derecho o para obtener un favor.

}Actualmente, en virtud del creciente lugar que ocupa el feminismo así como la
asunción por muchas dirigentes peronistas de este posicionamiento.
Por otro lado, como dije antes, el sufragismo no fue exclusivamente feminista.

La historia del sufragio femenino y, también la del masculino, en Argentina, pueden


ser un ejemplo de la dificultad para pensar la idea de democracia que no deja nunca
de presentar términos más bien idealizados y cuya consecución difícilmente
podamos encontrar en las investigaciones,

Pensaría que la historia de inestabilidad política de la Argentina del siglo XX, la


renovación de los movimientos en favor de derechos que se tradujeron en la ley de
cupos (1991) con un mínimo de participación femenina en las listas partidarias

las leyendas rosa y negra o al modo

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