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Este texto presenta la recepción del feminismo en Argentina en tiempos modernos, abordando su
evolución y los diferentes enfoques dentro del movimiento feminista. Inicia destacando que el
término "feminismo" fue inicialmente polisémico y poco ajustado al significado actual. En los
círculos elitistas de fines del siglo XIX, se asociaba el feminismo con estereotipos de género y
tareas femeninas.
Sin embargo, fueron las socialistas y librepensadoras, especialmente las más educadas, las
primeras en adherirse al feminismo para abordar la desigualdad y el sometimiento de las mujeres
al orden patriarcal. Se menciona que el Partido Socialista fue el primero en proponer el voto
femenino en Argentina, y muchas mujeres adherentes al partido se convirtieron en feministas.
También se destacan dos figuras destacadas del feminismo argentino: Cecilia Grierson y Elvira
Rawson de Dellepiane, quienes no se encuadraban necesariamente como socialistas o
librepensadoras.
El texto resalta la importancia del sufragio femenino en la lucha por los derechos de las mujeres.
Se mencionan varias sufragistas argentinas de la época, como María Abella Ramírez, Julieta
Lanteri y Alicia Moreau. María Abella Ramírez fundó en 1901 la revista "Nosotras", la primera
publicación periódica autodeclarada "feminista" en Argentina, y abogó por la igualdad civil y
política de las mujeres, así como contra la violencia de género. También se destaca la influencia de
Belén de Sárraga, una destacada activista del sufragio femenino, en la petición del voto en
Argentina.
Julieta Lanteri, por su parte, emigró desde Italia y se convirtió en médica en Buenos Aires. En 1911,
logró votar excepcionalmente en las elecciones de la ciudad de Buenos Aires, pero
posteriormente tuvo que luchar legalmente por el derecho al voto femenino. Alicia Moreau,
reconocida como una destacada voz femenina del socialismo, abogaba por la educación de las
mujeres como medio para su emancipación y apoyaba el sufragio, aunque consideraba que debía
implementarse por etapas (primero el voto de orden comunal, después el orden provincial y, por
último, el orden nacional).
El texto también menciona el Primer Congreso Femenino en Buenos Aires en 1910 propuesta por
la Asociación de Universitarias Argentinas, donde hubo diversidad de opiniones sobre el sufragio
femenino. Destaca la participación de la Liga Nacional de las Mujeres Librepensadoras y el Centro
Socialista Femenino, que demandaron el derecho al voto de manera contundente. El Centro había
sido taxativo en su solicitud, y el derecho al sufragio universal igual para varones y mujeres y
aparecía en el primer lugar de sus demandas. Estas manifestaciones pudieron confrontar con las
de la propia Alicia Moreau, y no apenas con ella. En el orden de prioridades del feminismo del
Centenario, la protección de las madres y de los niños desvalidos, la elevación educativa y desde
luego, la modificación del Código Civil, parecían encabezar la agenda. De esta manera, sin duda, el
debate sobre la oportunidad y alcances del sufragio, dividía las aguas de nuestras primeras
militantes por las causas de las mujeres.
En general, las feministas argentinas progresaron durante estos años y lograron reunir a nuevas
mujeres de los sectores medios altos. Incluso la Iglesia cambió de opinión en cierta medida y
algunos obispos apoyaron el sufragio, motivados por la idea de que el voto de las mujeres
consolidaría ideas conservadoras. Sin embargo, las fuerzas de derecha dieron un golpe militar en
1930 y derrocaron al gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, quien en realidad no apoyaba el voto
femenino ni el divorcio, lo que muestra las dificultades de las fuerzas políticas liberales en el país.
Es importante mencionar que en la provincia de San Juan se concedió el derecho al voto de las
mujeres en 1928 en circunstancias particulares debido al derrocamiento del gobierno radical en
esa provincia. En 1934, la abogada Emar Acosta obtuvo por primera vez un cargo representativo,
pero el voto femenino se ejerció y luego fue retirado debido a las intervenciones sucesivas en la
provincia.
A nivel nacional, en 1932, a pesar del avance de las fuerzas conservadoras, la Cámara Baja del
Parlamento discutió el sufragio femenino y el divorcio. Argentina estaba rezagada en relación con
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Uruguay en cuanto al divorcio, ya que este último lo había legalizado en 1907 y había ampliado sus
derechos progresivamente hasta 1912, cuando se permitió el divorcio a petición de la mujer.
Durante el debate parlamentario, el movimiento de mujeres se intensificó, aunque las
organizaciones más conservadoras se opusieron al divorcio pero apoyaron el sufragio siempre que
se aumentara la edad mínima para las mujeres. Finalmente, hubo avances en estas iniciativas en la
Cámara Baja, pero el debate no se abrió en el Senado, donde predominaban las fuerzas más
conservadoras.
Perplejidades del feminismo y conquista del sufragio bajo el signo del peronismo
Durante la década de 1930 e inicios de los años 40, las feministas argentinas enfocaron sus
esfuerzos en la lucha antifascista y en apoyar a las fuerzas republicanas durante la Guerra Civil
Española. Surgió la Junta de la Victoria, una organización que convocó a mujeres de diferentes
orientaciones políticas y religiosas en todo el país. Durante este tiempo, el principal foco de
preocupación de las feministas fue denunciar los regímenes reaccionarios y prevenir su influencia
en Argentina.
En 1943, ocurrió un golpe de Estado y comenzó el fenómeno conocido como "peronismo". Juan
Domingo Perón, quien llegó a ocupar la Secretaría de Trabajo y Previsión, estableció una conexión
directa con las fuerzas trabajadoras en pleno crecimiento. En las elecciones de 1946, casi todas
las fuerzas políticas prometieron el sufragio femenino, y el triunfo de Perón aseguró el camino
hacia su implementación.
Eva Perón desempeñó un papel crucial en la promoción del sufragio femenino. Realizó una
campaña activa, visitando sindicatos y fábricas para movilizar a favor del voto. Finalmente, el 9 de
septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13010 que otorgaba el derecho al voto a las mujeres
argentinas.
Aunque Argentina no fue uno de los primeros países en otorgar el sufragio femenino, se destacó
por tener un número notable de mujeres representantes en comparación con otros países de la
región y europeos.
La muerte de Eva Perón en julio de 1952 fue un golpe tanto para las sensibilidades populares
como para la Rama Femenina, la organización que había sido una creación destacada de su
liderazgo.
Coda
El feminismo argentino surgió a fines del siglo XIX con la participación de mujeres que
pertenecían principalmente al socialismo y al librepensamiento. La lucha por el sufragio fue un
tema importante en la agenda feminista, aunque hubo debates sobre la extensión y las
condiciones del voto. Después de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de las feministas
argentinas abogaron por la igualdad de ciudadanía con los hombres y se produjo un fuerte
movimiento a favor del sufragio que incluso involucró a mujeres conservadoras.
En 1932, la Cámara Baja debatió exitosamente el voto femenino, pero el Senado no trató la
cuestión. Durante el período de 1933 a 1944, las feministas cambiaron su enfoque debido a la
preocupación por la lucha antifascista, la ayuda a los refugiados de la Guerra Civil Española y la
oposición al ascenso de las fuerzas de derecha en el país.
En ese contexto, surgió el peronismo, que fue visto por las fuerzas liberales e izquierdistas como
una forma de fascismo. La propuesta de voto femenino del peronismo fue impulsada en gran
medida por Eva Perón, una figura central en el nuevo régimen. Finalmente, se aprobó el sufragio
en septiembre de 1947 y las mujeres votaron por primera vez en 1951. Aunque las mujeres
peronistas ocuparon una proporción significativa de escaños en el Congreso, las feministas
opositoras al régimen no estuvieron representadas en ese grupo inicial de legisladoras.
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LOBATO, MIRTA ZAIDA
Una mirada histórica sobre las trabajadoras argentinas
¿Cuáles han sido los principales riesgos para la salud en los diferentes sectores de
actividad en los que se desempeñaron las mujeres a lo largo del siglo XX?
El texto señala la importancia de analizar los diferentes sectores de actividad en los que
las mujeres han trabajado a lo largo del siglo XX. En el trabajo asalariado fuera del hogar, como
fábricas, talleres, comercios y oficinas públicas, existen diferencias en cuanto a los riesgos
laborales según el sector. Por ejemplo, en el comercio, los accidentes pueden afectar tanto a
hombres como a mujeres. Sin embargo, en la industria textil, especialmente en los telares, las
mujeres enfrentaban la amenaza de que su cabello se enredara en las máquinas, lo que podía
causar accidentes graves. Lo mismo ocurría en la industria frigorífica, donde las trabajadoras
utilizaban cuchillos y los cortes eran frecuentes.
Es importante destacar que estos riesgos laborales dependen de la actividad en la que las
mujeres estén insertas, al igual que los hombres. Las actividades masculinas, como la
construcción, la industria y la minería (aunque en menor medida en Argentina), también implican
mayores riesgos de accidentes. Por lo tanto, existe una diferencia de género en cuanto a los
riesgos laborales, pero está relacionada con las actividades desempeñadas.
¿De qué modos el concepto de género nos permite repensar la organización del trabajo
y el rol del Estado en las políticas de prevención de los riesgos en el trabajo?
El concepto de género nos permite repensar la organización del trabajo y el papel del
Estado en las políticas de prevención de riesgos laborales de diversas maneras. Al adoptar una
perspectiva de género, se cuestionan las diferencias de poder entre hombres y mujeres, lo que
lleva a replantear todo el panorama de las ciencias sociales, incluyendo el poder, la ciudadanía, la
democracia y el trabajo.
¿Cuáles eran los espacios laborales en los que se desempeñaban mayoritariamente las
mujeres a comienzos del siglo XX?
A comienzos del siglo XX, las mujeres se desempeñaban en una amplia variedad de
espacios laborales. Según el censo de 1869, realizado en Argentina, las mujeres desempeñaban
diversas ocupaciones como tejedoras en telares, elaboradoras de chicha, modistas, vendedoras,
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cantantes y prostitutas, entre otros roles. El mundo laboral de las mujeres era heterogéneo y
diverso.
Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo y se realizaban censos posteriores, como
el de 1895, se produjo un cambio en la forma de medir y registrar el trabajo. Los censos
comenzaron a enfocarse principalmente en el trabajo asalariado y las actividades económicas de
las mujeres quedaron invisibilizadas. Esto llevó a la concentración de la medición censal en los
empleos formales en fábricas, talleres, empleo público, educación, salud y comercio, donde el
salario era un factor clave.
Hacia fines del siglo XIX, surgió la preocupación pública por el trabajo femenino, conocido
como la "cuestión de la mujer". Esta preocupación se centraba en la tensión entre el trabajo
asalariado y el trabajo reproductivo de las mujeres. Se creía que las mujeres que trabajaban
descuidaban sus obligaciones naturales en el hogar, ya que se consideraba que sus roles
principales eran las tareas domésticas y el cuidado de la familia.
En algunos casos, como el trabajo en frigoríficos, donde tanto hombres como mujeres
utilizaban cuchillos, las habilidades asociadas al corte de carne y el manejo de cuchillos se
consideraban atributos masculinos, a pesar de que las mujeres también desempeñaban esas
tareas. Esta asociación de habilidades físicas, fuerza y destreza con los hombres tiene
implicaciones importantes, ya que también se asocia la figura masculina con la idea de violencia,
mientras que persiste la noción de debilidad femenina, incluso cuando las mujeres realizan
trabajos fuertes y pesados.
El lenguaje laboral sexuado también se relaciona con los accidentes laborales. Por
ejemplo, se menciona el caso de una obrera de una fábrica textil cuyo cabello se enredó en el
telar, provocando la pérdida de parte de su cabellera y dañando su rostro. En el discurso jurídico,
se argumentaba que, además del daño físico, este accidente afectaba la capacidad de seducción
de la mujer, lo que a su vez afectaba su capacidad de casarse y cumplir con los mandatos sociales
de matrimonio e hijos. Esta historia ilustra cómo incluso en el ámbito legal, la idea de la feminidad
y los roles de género se consideraban al evaluar indemnizaciones por accidentes laborales,
destacando la importancia que se le daba a la belleza y la capacidad de seducción como atributos
de la mujer.
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En resumen, el lenguaje laboral sexuado se caracteriza por ideas de debilidad y pasividad
asociadas a las mujeres, así como la asignación de ciertas habilidades y roles laborales como
exclusivamente masculinos. También se refleja en la valoración y la compensación de los
accidentes laborales, donde se considera el impacto en la belleza y la capacidad de seducción de
las mujeres.
En líneas generales, ¿cómo eran las condiciones laborales del trabajo remunerado
desempeñado por las mujeres durante este período? ¿Variaban según la actividad y el sector?
Sin embargo, hay dos aspectos que no se ajustan a esta dinámica general. En primer lugar,
está la cuestión del salario. En todas las actividades, el salario de las mujeres era inferior al de los
hombres. Incluso en el Convenio Colectivo Eva Perón de 1950, que no abordaba los roles laborales
y no implicaba un cambio social en ese aspecto, se mantenía esta desigualdad salarial. Esta
disparidad se evidencia en la investigación sobre los frigoríficos y se sostiene a lo largo del
tiempo.
¿Cómo era la relación entre las condiciones de trabajo y los riesgos para la salud de las
mujeres?
En cuanto a la relación entre las condiciones laborales y los riesgos para la salud de las
mujeres, estos riesgos dependen en gran medida de la actividad en la que se desempeñen. Sin
embargo, la mayoría de los accidentes ocurren durante los desplazamientos de ida y vuelta al
trabajo. Además, se ha prestado atención especial a la protección de la maternidad como un
riesgo potencial para las mujeres. Se han llevado a cabo debates sobre la necesidad de
proporcionar un salario y protección a las madres trabajadoras. Esta discusión ha involucrado
tanto al Estado como a los empresarios, quienes han debatido sobre quién debe asumir los costos
económicos de dicha protección.
La primera ley de protección para las mujeres trabajadoras estableció la licencia maternal,
aunque inicialmente sin un salario asociado. Sin embargo, en las décadas de 1920 y 1930 se
retomó el debate y se implementó un seguro de maternidad que se financiaba mediante
contribuciones solidarias de las propias mujeres afectadas. A través de bonos y libretas de
maternidad, las mujeres pagaban aportes mensuales para tener derecho a una licencia maternal
remunerada.
Es importante destacar que estos debates históricos sobre protección laboral a menudo
implicaban la cuestión de quién asumiría los costos económicos. Los empresarios argumentaban
que no podían hacer frente a estos gastos, mientras que el Estado buscaba soluciones. En general,
la mejora de las condiciones laborales y la implementación de seguros sociales han requerido
aportes económicos de los propios trabajadores. Los empresarios, en su mayoría, han mostrado
resistencia en cumplir con las obligaciones asociadas a estos seguros sociales.
Además, es relevante mencionar que las leyes protectoras, tanto para los trabajadores en
general como para las mujeres en particular, están condicionadas por el federalismo, ya que las
provincias tienen cierta autonomía en la toma de decisiones y la aplicación de legislación. Esto ha
generado situaciones en las que cada provincia tiene sus propias normas, lo cual complica la
aplicación de legislación uniforme en todo el país.
¿Qué características tuvo la participación femenina en las huelgas, las protestas y los
conflictos obreros de la primera mitad del siglo XX? ¿Existían reclamos particulares sobre las
condiciones de trabajo con relación al género?
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Además de participar en huelgas de forma similar a los hombres, las mujeres también
defendían a sus compañeros varones en la lucha por salarios justos, con el objetivo de mantener a
sus familias. También protagonizaron protestas específicamente relacionadas con cuestiones de
género, como la lucha contra el acoso sexual.
Durante el primer peronismo, que abarca el período de 1943 a 1955, las mujeres
trabajadoras fueron interpeladas de diversas maneras y se generaron representaciones sobre el
trabajo femenino. Aunque no se implementaron políticas especiales dirigidas específicamente a
las mujeres en este período, se creó un organismo dentro de la Secretaría de Trabajo y Previsión
para abordar los problemas relacionados con las mujeres trabajadoras, aunque su presencia y
práctica eran algo difusas.
En términos políticos y sindicales, tanto las mujeres como los hombres trabajadores
fueron interpelados por el gobierno y las organizaciones sindicales. Durante ese tiempo, Perón
contribuyó a la creación de sindicatos alternativos a los existentes, lo que generó tensiones con
los sindicatos previos. Sin embargo, con el tiempo, se produjo un proceso de peronización de los
sindicatos, y la Confederación General del Trabajo (CGT) se convirtió en la columna vertebral del
peronismo.
Las mujeres fueron interpeladas en diferentes contextos, como en los sindicatos, donde se
les animaba a afiliarse. En 1947, por ejemplo, el diario El Laborista organizó la elección de las
reinas del trabajo, y una condición para participar en la elección era estar afiliada a un sindicato.
La sindicalización se convirtió en un factor importante en el proceso político y la participación en
la elección de las reinas del trabajo.
¿La diferencia salarial entre varones y mujeres está regulada de alguna manera o se da
como producto de una especie de naturalización?
Está también la idea del cupo, por ejemplo, la del cupo político. La idea del cupo es la idea
de la reparación, de discriminación positiva. Si tuviste siglos de situaciones de inferioridad y
subordinación, entonces la idea del cupo viene a reparar en parte esto. Está la idea de la
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reparación. Yo pienso que en política el cupo está bien. Pero que haya mujeres no garantiza que
haya políticas de género.
La idea del cupo político se basa en la reparación y la discriminación positiva para superar
siglos de inferioridad y subordinación. Aunque el cupo en política es importante, la presencia de
mujeres no garantiza la implementación de políticas de género. Los convenios colectivos de
trabajo históricamente han establecido condiciones y salarios, pero el diferencial de género no ha
sido cuestionado. Si los convenios se enfocan únicamente en los salarios, se pasan por alto otras
cuestiones relevantes para las condiciones laborales. La representación masculina en los
sindicatos y empresas dificulta que la problemática de género sea abordada. La dirigencia sindical
y las organizaciones sindicales, incluida la Confederación General del Trabajo, suelen ser poco
permeables a estas temáticas. Aunque algunas organizaciones sindicales han comenzado a
discutir estos temas, se requiere una reflexión más profunda y cambios en las prácticas. Las
organizaciones empresariales y el Estado también necesitan abordar la cuestión de género de
manera más sistemática.
Resumen de la entrevista
En el siglo XX, las mujeres se enfrentaron a diferentes riesgos para la salud en los
distintos sectores de actividad en los que trabajaban. En el trabajo asalariado fuera del hogar,
como fábricas, talleres, comercios y oficinas públicas, los riesgos laborales variaban según el
sector. Por ejemplo, en la industria textil, las mujeres enfrentaban el peligro de que su cabello se
enredara en las máquinas, lo que podía causar accidentes graves. En la industria frigorífica, las
trabajadoras utilizaban cuchillos y los cortes eran frecuentes.
Los riesgos laborales dependen de la actividad en la que las mujeres estén insertas, al
igual que los hombres. En actividades masculinas como la construcción, la industria y la minería,
también existen riesgos de accidentes. Sin embargo, hay una diferencia de género en cuanto a los
riesgos laborales, pero está relacionada con las actividades desempeñadas.
El concepto de género nos permite repensar la organización del trabajo y el papel del
Estado en las políticas de prevención de riesgos laborales. Al adoptar una perspectiva de género,
se cuestionan las diferencias de poder entre hombres y mujeres, lo que lleva a replantear diversos
aspectos sociales. Se reconoce que no hay neutralidad de género en aspectos como la educación,
la tecnología y la regulación estatal. Esto implica que las políticas laborales no afectan por igual a
hombres y mujeres, sino que están influenciadas por su género. El concepto de género es
fundamental para repensar los procesos de trabajo, la educación, la tecnología, la presencia
estatal y las profesiones.
A comienzos del siglo XX, las mujeres se desempeñaban en una variedad de espacios
laborales. Según los censos de la época, las mujeres trabajaban como tejedoras, modistas,
vendedoras, cantantes y prostitutas, entre otros roles. Sin embargo, a medida que avanzaba el
tiempo, la medición y el registro del trabajo cambiaron y se enfocaron principalmente en el trabajo
asalariado. Esto invisibilizó otras actividades económicas realizadas por las mujeres. Es importante
replantear constantemente cómo se mide y se analiza el trabajo para comprender los problemas y
desafíos existentes en el mundo laboral desde una perspectiva de género.
Hacia fines del siglo XIX, el trabajo femenino se convirtió en un objeto de preocupación
pública debido a la tensión entre el trabajo asalariado y el trabajo reproductivo de las mujeres. Se
creía que las mujeres que trabajaban descuidaban sus obligaciones en el hogar. Las nociones
asociadas a la "naturaleza femenina" se consolidaron como fundamento de la inequidad laboral,
ya que se consideraba que las mujeres eran naturalmente débiles y aptas.
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MOUFFE, CHANTAL
La paradoja democrática
En una democracia liberal se ponen límites a la soberanía popular, esto se hace con el fin
de que una decisión democrática no termine vulnerando los derechos humanos, pero estos límites
son dictados por el bando que sobresale en el momento, de modo que estas se vuelven objeto de
debate, denotando nuevamente lo paradójica que suena al decir “se establecen límites a la
soberanía popular para garantizar la libertad”.
Ahora, para explorar esta paradoja que conocemos como democracia liberal, es
importante destacar el hecho de que esta nunca va a ser perfecta, ya que es la articulación de 2
lógicas incompatibles y estas solo pueden reducir la tensión entre ellas temporalmente mediante
negociaciones entre fuerzas políticas, pero estas siempre establecen la hegemonía de una de
ellas.
Muchas personas llegan a conformarse con la actual configuración del poder (en la cual la
ideología liberal parece absoluta), esta incuestionada hegemonía del neoliberalismo amenaza a
las instituciones democráticas, afectando a la sociedad, implantando sus dogmas y convirtiendo
gradualmente a los partidos de izquierda en partidos de derecho que se hacen llamar
“centro-izquierda”.
Otros por otro lado, buscan ignorar este conflicto pensando que es posible borrar la línea
que distingue entre izquierda y derecha, junto con la que distingue entre liberalismo y democracia.
Esto es algo riesgoso ya que puede comprometer el futuro de la democracia al crear un punto
muerto en las relaciones de poder que favorecen al neoliberalismo. De modo que la única forma
de resolver esto es entender que el antagonismo entre liberales y demócratas no puede ser
evitado mediante un “consenso de centro”. La democracia y el liberalismo siempre serán
ideologías irreconciliables, ya que el tratar de reconciliar estas dos ideologías siempre termina
favoreciendo a uno de estos dos lados, el cual de estos dos salga favorecido, depende únicamente
de quien sea la persona que idee esta reconciliación y con cuál de estas dos ideologías se halle
más representado.
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RAPOPORT, MARIO
Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000)
Entre los factores que precipitaron la apertura del sistema político deben señalarse los
conflictos intraoligárquicos, las revoluciones impulsadas por el radicalismo y los movimientos
obreros, que generaron un período de fuerte conflictividad social.
Una ruptura de la alianza, de Pellegrini en oposición a Roca, llevó a una resistencia interna
en el desmantelamiento de las posiciones roquistas y reformas del sistema político. Pese a la
derrota de los radicales en 1905, en su intento revolucionario, no perdieron sus iniciativas ya que
reivindicaron el sufragio libre en contra de la actividad conspirativa. La sucesión de huelgas y
hechos de violencia de principios del siglo XX contribuyó a que se planteara la necesidad de
ampliar la base social de sustentación del Estado.
Dicha reforma promovida por Roque S. Peña planteaba la elaboración del padrón electoral
sobre la base del Registro de Enrolamiento. En consecuencia el control se exteriorizaba,
quedando fuera las influencias de los grupos intraoligárquicos sobre el sistema electoral. También
se establecía la obligatoriedad y el secreto del voto, e implementaba el procedimiento de la lista
incompleta.
La ley de reforma electoral fue sancionada en 1912. La instauración del voto secreto y
obligatorio en el sufragio se hallaba limitada a varones nativos y naturalizados mayores de 18 años
quedando fuera la mujer y los extranjeros no nacionalizados, por lo que los ciudadanos habilitados
para votar representaba un bajo porcentaje sobre la población total.
Tanto el oficialismo como la oposición estaban convencidos de que con el sistema de lista
incompleta la mayoría correspondía a las fuerzas conservadoras y la minoría al radicalismo. Las
nuevas oposiciones no podrían, hasta 1916, hacer valer su peso electoral y desplazar el control
tradicional de los gobiernos oligárquicos de las provincias, ya que el Senado Nacional quedaba al
margen de la reforma.
Hacia fines de 1914 se fundó el Partido Demócrata Progresista liderado por Lisandro de la
Torre. Aunque los conservadores bonaerenses estaban en desacuerdo con el nuevo partido por
poseer un perfil reformista demasiado evidente.
Para las elecciones de 1916 la UCR y dos partidos oficialistas (el Demócrata progresista, y
el Conservador) demostraron poseer apoyos en todos los distritos del país. Los radicales
triunfaron en las regiones más prósperas tales como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba y Entre
Ríos. Los votos radicales se concentraron en las ciudades y en los distritos rurales dedicados
principalmente al cultivo de cereales. En las zonas ganaderas, aunque no lograron la mayoría,
obtuvieron un significativo aporte de sufragios. En las ciudades, sus votos provinieron de los
barrios de clase media, aunque también de distritos obreros. En el interior lograron la mayoría en
Mendoza y Tucumán, y fueron derrotados en aquellas zonas de menor crecimiento. Las
debilidades políticas de los conservadores se hicieron más evidentes en aquellas zonas más
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beneficiadas por el desarrollo económico iniciado hacia los años ́ 80. Los partidos oficialistas sólo
lograron apoyos electorales en las provincias del interior y en las zonas ganaderas del litoral
pampeano. El socialismo obtuvo el tercer lugar, el cual tuvo el apoyo de las clases obreras
concentradas en Buenos Aires.
En el terreno laboral, debió afrontar tres frotes de malestar obrero con distintas
reacciones:
2- En 1919, hubo una nueva agitación obrera, en que los trabajadores metalúrgicos
realizaron una huelga, por mejoras salariales y reducción de horas de trabajo. El gobierno recurrió
a la represión policial, lo que generó varias muertes (semana trágica), lo que derivó en una huelga
general. Para poner fin al conflicto intervino el ejército y la armada para disuadirlos y el Estado
como mediador reconoció y reivindicó los pedidos de los trabajadores.
En el terreno ideológico también se produjeron cambios, sobre todo a partir de los años
20, donde el sindicato se expandió. A medida que se fueron abandonando sus posturas
revolucionarias, su influencia anarquista, se fue desvaneciendo en el ámbito sindical. En lo
referente al socialismo, su presencia se manifestó en sectores laborales con mayor calificación.
Estos cambios contribuyeron a que en reemplazo del sindicalismo de acción apareciera el
sindicalismo de presión (buscaban la negociación pacífica).
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Procuró aislar y eliminar la acción de los sectores anarquistas y desplazar a los socialistas
de su ascendiente sobre los sectores obreros, este objeto era aspecto de rivalidad entre radicales
y socialistas. También, el gobierno dio curso favorable a las demandas de las organizaciones
representativas de ciertos sectores de la clase obrera. Finalmente, bajo la presión conservadora,
apeló a la utilización del aparato represivo para terminar con la protesta de los trabajadores.
Otros cambios en el movimiento obrero tuvieron que ver con las transformaciones en la
estructura de la clase trabajadora. Durante la década del ’20 se hizo evidente la creciente
estratificación de los sectores obreros. En el estatuto superior se encontraban los trabajadores de
los principales servicios públicos: ferroviarios y municipales, más tarde tranviarios y telefónicos.
Tenían buenos lazos con el Estado y con empresas monopólicas, lo que los ayudó a establecer
leyes sociales, convenios colectivos, sistema de cobertura mutual obrera y patronal, etc. El acceso
al crédito, a la casa propia y al consumismo operaron como mecanismos económicos de
integración social. Por debajo de este sector se encontraban los obreros calificados, en su mayoría
de las ramas industriales, en un mercado de trabajo que seguía caracterizado por la inestabilidad
y las fuertes variaciones estacionales. Sus condiciones de trabajo habían experimentado ciertas
mejoras, como la reducción de la jornada laboral y el incremento de los salarios. Los sindicalistas
impulsaron la modernización orgánica de los sindicatos, lo que significó la transformación de la
cultura institucional de los mismos: las organizaciones fueron ocupadas por representantes
gremiales rentados, cuyo número fue creciendo de manera significativa.
Los planteos del comunismo y de otros sectores en torno a los problemas de las clases
trabajadoras y el propósito de adjuntarle al movimiento obrero objetivos que iban más allá de los
meramente reivindicativos provocaron enfrentamientos entre tendencias ideológicas en el seno
del sindicalismo. De este modo, la división del movimiento obrero se profundizó. Como
consecuencia, hacia 1929 coexistían 4 centrales obreras: la FORJA (anarquista), la COA (socialista),
la USA (sindicalista) y el CUSC (comunista).
La creciente importancia del petróleo motivada por la expansión del parque automotor y
su utilización como combustible para el sector industrial lo convirtió en una fuente de debates
sobre los principios de la soberanía nacional, a medida que se descubrían nuevos yacimientos en
el país y se intensificaban su extracción. El progreso de la industria petrolera fue lento.
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Cap. 3: La Crisis Mundial, la industrialización y la intervención
del Estado (1930-1945)
3.1. De la crisis mundial a la Segunda Guerra: la coyuntura internacional
La crisis mundial que se inicia en 1929 marca el comienzo de la “Gran Depresión”, que se
extiende hasta la década de 1940.
Este proceso recesivo se caracterizó por una severa deflación, donde se manifestaron
fenómenos a través de reacciones en cadena, puesto que la “caída de la producción industrial”
indujo a una contracción de los mercados internacionales y a una disminución de de la demanda
de materias primas, cuyos precios bajaron acentuadamente. Los países productores de bienes
primarios redujeron las compras de maquinarias y manufacturas, al tiempo que entraron en
bancarrota o devaluaron sus monedas, ya que las deudas asumidas con anterioridad no podían ser
canceladas. Además, los países industriales debieron soportar la caída de los precios de sus
productos, aunque protegieron sus mercados con barreras arancelarias. Esto llevó a la quiebra del
sistema multilateral de comercio y pagos, incluyendo el patrón de cambio oro, retornando a
sistemas de preferencia imperial y a los convenios bilaterales. En este contexto surge también la
modalidad del clearing, que consiste en la apertura de cuentas en cada país, mediante las cuales
se realizaban todos los pagos de intercambio comercial.
En Estados Unidos, luego del comienzo de esta crisis, comenzaron a plantearse iniciativas
intervencionistas para hacer frente a la situación. Fue amplia la variedad de medidas que se
implementaron, desde aquellas destinadas a estimular el poder adquisitivo popular a través de
reducciones de impuestos, hasta la formulación de programas de reformas que comprendían un
control público sobre el crédito.
Cuando estalló la crisis el sistema monetario mundial recibió un duro golpe al generarse
una rápida huida del oro de Londres, forzando a GB a abandonar el patrón oro, ejemplo que sería
imitado por varios países.
Ante esta situación, en 1933, el mundo capitalista se dividió en 3 grupos de zonas
monetarias:
1- El “dólar” agrupó a los EE. UU. Y a los países con tendencia a la inflación.
En 1936, con el fin del Patrón Oro, se firmó un acuerdo tripartito entre Francia, EEUU y GB
para regular en común sus circulaciones monetarias. En 1939, frente a la continuidad de la crisis,
en varios países se optó por la devaluación para facilitar la expansión del comercio mundial. En
este período el capitalismo liberal daba paso a un capitalismo marcadamente nacionalista e
intervencionista y consecuentemente el comercio internacional se redujo. Esta tendencia se
fundamentó en el pensamiento económico Keynesiano.
Las ideas keynesianas tuvieron una fuerte influencia en la política económica y servirían
de fundamento al “Estado de Bienestar”.
En aquellos países que coexistían las estructuras del capitalismo con un poder autoritario,
como en Alemania, Italia y Japón, la acción estatal consistió en una reglamentación estricta de
todas las actividades económicas. En ellos, el Estado, tuvo un fuerte protagonismo en la caída de
los índices de desocupación, llevando a la práctica una intensa política de obras públicas, pero
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también favoreciendo sustancialmente el reequipamiento de las fuerzas armadas. Es así, como
aparecen en Europa ideologías nacionalistas, expansionistas y racistas.
El país más afectado por la crisis fue EEUU, en el cuál alcanzó a todas las clases sociales,
sobre todo a los trabajadores, sin ningún amparo estatal ni protección social para los desocupados
hasta 1933. En este año, asume Roosevelt y aplica la teoría de Keynes.
Según Roosevelt, las causas del colapso de 1929 obedecían a la sobre especulación y a la
sobreproducción.
Para contrarrestar la crisis, Roosevelt aplicó el programa económico “New Deal”, el cual se
sustentaba en un fuerte respaldo a la inversión mediante la intervención estatal, facilitando el
crédito y realizando obras públicas para estimular la demanda, al mismo tiempo, se procuraba
colaborar con las empresas privadas para crear nuevos puestos de trabajo. Con este fin se crearon
numerosos organismos públicos. A través de otras medidas intervencionistas, se procuró también,
salvar el sistema bancario, relanzar el crecimiento industrial e impedir la baja de los ingresos de
los agricultores. En el ámbito social se estableció el derecho a la negociación colectiva por parte
de los sindicatos, se instauró un salario mínimo para los asalariados y se creó un sistema de
seguridad social.
Entre 1933 y 1939, existió una notable reactivación, duplicándose el ingreso nacional y el
índice de la producción, debido a la mejora de la infraestructura productiva. Aunque la economía
norteamericana no alcanzó el auge de la década del ’20.
El comercio internacional en los años de la guerra revirtió las corrientes del intercambio,
siendo ahora los países de Europa occidental importadores de todo tipo de productos. Asimismo,
el conflicto mundial dio un nuevo impulso al desarrollo industrial en algunos países
latinoamericanos. Pero si bien la guerra permitió la actividad industrial sustitutiva de
importaciones, estos países debieron soportar la escasez de materias primas y maquinarias
esenciales para producir manufacturas, generando así, el crecimiento de aquellos sectores que
requerían una base tecnológica más sencilla.
En los comicios de 1930 el oficialismo radical tuvo sus primeras derrotas en la renovación
de diputados. Este hecho marca una gran oposición al gobierno de turno, de parte de diversos
partidos políticos y los medios de difusión.
La conspiración militar se desarrollaba entre las filas del ejército, en donde había 2
tendencias. Por un lado, Uriburu tenía tendencias nacionalistas, proponiendo una reforma
sustancial del régimen constitucional, la eliminación del sufragio popular y su reemplazo por una
suerte de corporativismo. La otra tendencia de corte liberal y pro- británica, estaba inspirada por
27
el ex ministro de guerra, Gral. Justo y respaldada por sectores mayoritarios de la clase política de
orientación conservadora. Estos coincidían con los nacionalistas en la necesidad de derrocar a
Yrigoyen, pero planteaban el mantenimiento del orden institucional, logrando imponer a los
nacionalistas la participación de políticos opositores y la introducción de algunas modificaciones
en la proclama revolucionaria.
3, 2, 1. El gobierno de Uriburu
La violencia política fue otro de los factores que utilizó el gobierno para su predominio
político. Es así como hubo asesinatos (de diputados y senadores), torturas para los presos políticos
y persecuciones a opositores con el pretexto de anticomunismo.
Hubo una preocupación por parte de Justo, temiendo un posible golpe militar en contra de
él. Mantuvo una relación diplomática con los jefes militares, teniendo como objetivo, lograr la
prescindencia política de los militares, afianzar una actitud legalista y un mayor profesionalismo
entre los uniformados. Los resultados de la política militar de Justo no fueron los esperados, ya
que hubo dos intentos de golpes militares apoyados por la oposición radical en 1932 y 1933,
aunque no tuvieron éxito. Por este motivo, el gobierno de Justo, intentó disciplinar y despolitizar a
los oficiales, pero con la muerte del Ministro de Guerra Rodríguez (máximo colaborador de Justo
en la tarea de imponer disciplina dentro de la oficialidad), la tendencia golpista no pudo ser
revertida.
En este marco, el General Ramón Molina, repudió el golpe de Estado de 1930 y planteó la
necesidad de elecciones libres y honestas, además de reformas socioeconómicas, por lo que
obtuvo consenso social y apoyo de sectores de izquierda. Según Justo, Molina representaba una
amenaza, por lo que dispuso su arresto y lo obligó a su retiro activo del servicio.
29
Justo buscó fundamentos para legitimar su gobierno, para ello recurrió al “tribunal de la
opinión” (la prensa), procuró el apoyo de las entidades intermedias y persiguió el respaldo de la
opinión técnica y calificada. Además buscó otras fuentes como la iglesia y el ejército.
Para los comicios presidenciales de 1937, Justo temía un triunfo de la oposición, debido a
los siguientes sucesos:
Para los comicios presidenciales de 1937, Justo, eligió como candidato de la Concordancia
a Ortiz, quien pertenecía a la UCR antipersonalista, y como vicepresidente al conservador Castillo,
además de contar con el apoyo de los mandos del ejército, lo que propiciaría un marco adecuado
para el triunfo electoral de 1943.
TORRES, SUSANA
Conflictos obreros y organizaciones gremiales
El texto describe el período entre 1917 y 1922 en el que los trabajadores petroleros
realizaron acciones colectivas y huelgas para exigir mejores condiciones laborales. La primera
huelga fue exitosa y condujo a la formación de sindicatos de trabajadores petroleros. Sin
embargo, en 1918, una huelga fracasó y los líderes fueron despedidos, lo que debilitó la moral de
los trabajadores. A pesar de esto, los trabajadores petroleros continuaron luchando y lograron
obtener algunas de sus demandas, lo que llevó a la creación de la Federación Obrera Petrolífera
(FOP). Durante este período, la etnicidad también desempeñó un papel importante en la
solidaridad de clase entre los trabajadores. A pesar de algunas derrotas, las huelgas de los
trabajadores petroleros demostraron su capacidad para desafiar a las empresas y llevaron a la
creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
31
Huelga de 1917:
Huelga de 1918:
Huelga de 1919-1920:
- En diciembre de 1919, los obreros petroleros iniciaron una prolongada huelga para
exigir mejores jornales y condiciones de vida.
- Las demandas incluyeron incremento de jornales, pago adicional por horas extras
y mejoras en los servicios médicos y la proveeduría estatal.
- Algunos obreros fueron desalojados y la FOP estableció una olla popular para
apoyar a los necesitados.
- A pesar de las dificultades, los obreros petroleros lograron ejercer presión sobre
las empresas y el gobierno, lo que condujo a la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales
(YPF).
Hubo nuevos conflictos laborales, pero las huelgas disminuyeron y la participación de los
obreros en ellas también. Durante este período, las demandas de los trabajadores no se centraron
en mejores condiciones de vida y trabajo, sino en protestas contra la ley nacional de jubilaciones
de 1924 y los despidos de compañeros.
En 1922, se declaró una huelga de obreros en empresas petroleras privadas, pero los de
Astra e YPF no se unieron. La Federación Obrera Petrolera (FOP) intentó reorganizarse, pero sin
mucho éxito debido a la desconfianza de los obreros argentinos. Después de una huelga en
1919-1920, muchos líderes obreros abandonaron los yacimientos y las empresas petroleras
33
ejercieron un control más estricto sobre los obreros y los líderes sindicales. Cuando Mosconi
asumió el cargo de director de YPF, disolvió la FOP.
La FOP fue perdiendo fuerza y desapareció a fines de la década de 1920. Los obreros no
pudieron contrarrestar las medidas represivas de las empresas petroleras. Sin embargo, hubo
algunos obreros que apoyaron la huelga en solidaridad con anarquistas italianos juzgados en los
Estados Unidos.
En la década del 30, hubo cambios significativos en las relaciones laborales de los
trabajadores petroleros y las empresas. Las ideologías predominantes evolucionaron, pasando de
anarquistas y sindicalistas a ideas comunistas. Se creó la Unión General de Obreros Petroleros
(UGOP) y se organizaron huelgas en 1932. Sin embargo, la UGOP se disolvió y los trabajadores
optaron por formar sindicatos por empresa en lugar de por industria. Hubo un período de baja
conflictividad debido al impacto de la Segunda Guerra Mundial y la situación del movimiento
obrero. Las actividades políticas y gremiales de los comunistas se incrementaron en la zona
petrolera, pero enfrentaron un estricto control policial. A pesar de algunas manifestaciones y
huelgas, las demandas de los trabajadores no prosperaron debido a la falta de participación de los
obreros de YPF y Astra. La UGOP organizó un Comité de Ayuda para apoyar a los obreros
encarcelados, pero las huelgas y la convocatoria a una huelga general fracasaron. A pesar de
esto, las actividades comunistas continuaron, aunque bajo un férreo control de las empresas
petroleras. En 1936, hubo un mayor activismo del movimiento obrero y los comunistas comenzaron
a militar en los sindicatos. En 1938, se formó la Seccional Comodoro Rivadavia de la Asociación de
Trabajadores del Estado (ATE), con una fuerte presencia de obreros de YPF.
Últimos intentos de agremiación
En la década de 1940, ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) estaba controlada por
los empleados de YPF en la zona petrolera. El administrador de YPF solicitó la autorización para
despedir a los trabajadores que participaran en actos de resistencia, pero la Segunda Guerra
Mundial vino en su ayuda y las organizaciones sindicales fueron clausuradas. En 1943, varias
organizaciones gremiales, incluido el Sindicato de Obreros y Empleados Petroleros, fueron
clausuradas por resolución ministerial. Los trabajadores petroleros privados tenían sindicatos por
industria, mientras que los estatales se adherían a ATE. Los trabajadores privados solicitaron
aumentos salariales en 1943 y el gobierno medió en las negociaciones. Los trabajadores de YPF
no estuvieron involucrados en estos reclamos, ya que la empresa decidió aumentar los salarios
para equilibrar el costo de vida. Durante esta época, las huelgas de las empresas privadas no
contaron con el apoyo de Astra ni de YPF. La crisis económica, el control de las empresas y las
divisiones étnicas e ideológicas debilitaron la solidaridad de clase en la zona petrolera. Sin
embargo, los trabajadores europeos se identificaron más fuertemente como obreros petroleros y
se sintieron orgullosos de sus logros. Se incrementaron las actividades sociales y las reuniones
étnicas debido a los conflictos en Europa.
Balance en perspectiva
Las condiciones económicas y políticas, así como las políticas laborales de las empresas,
influyeron en el desarrollo y la solución de los conflictos. Además, factores culturales también
influyeron en la conducta de los obreros.
Las empresas tuvieron que lidiar con una población étnicamente heterogénea, lo que llevó
a considerar la etnicidad como una forma en que los trabajadores buscaban sus intereses de
clase. La identidad étnica y la solidaridad de clase experimentaron procesos paralelos y a veces
se reforzaron mutuamente, pero otras veces tomaron caminos diferentes. Los cambios en la
composición étnica de la población obrera, como el aumento de trabajadores argentinos en la
empresa estatal, debilitaron la solidaridad de clase y generaron divisiones.
35
Hacia finales de 1943, los trabajadores de YPF no tenían un gremio propio y formaban
parte del sindicato de empleados del estado, que fue clausurado. Durante este período, las
divisiones étnicas e ideológicas debilitaron la solidaridad de clase en la zona petrolera. Los
conflictos mundiales profundizaron estas diferencias, ya que los inmigrantes estaban divididos por
sus identidades étnicas, pero todos se consideraban europeos en contraste con los argentinos
nativos. A medida que la población trabajadora se volvió más argentina debido a la migración
interna y los hijos de europeos, se fortaleció la identificación como obreros petroleros en cada una
de las "company towns".
37
PRIMERA PARTE
LACLAU, ERNESTO
La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana
La ruptura populista ocurre cuando tiene lugar una dicotomización del espacio social por
la cual los actores se ven a sí mismos como partícipes de uno u otro de dos campos enfrentados.
Implica la equivalencia entre las demandas insatisfechas, la cristalización de todas ellas en torno
de ciertos símbolos comunes y la emergencia de un líder. Esto no anticipa nada acerca de los
contenidos ideológicos del viraje populista. En el caso venezolano, la transición hacia una
sociedad más justa requería el desplazamiento de la élite, para lo cual era necesario construir un
nuevo actor colectivo –cuyo símbolo es el bolivarianismo y cuyo emergente es Hugo Chávez– a
través de una ruptura populista.
Construir al pueblo como actor colectivo significa apelar a “los de abajo”, en una oposición
frontal con el régimen existente.
Esto no anticipa, desde luego, nada acerca de los contenidos ideológicos del viraje
populista. Ideologías de la más diversa índole –desde el comunismo hasta el fascismo– pueden
adoptar un sesgo populista.
La prevalencia de una u otra nunca puede ser total. Nunca habrá una lógica popular
dicotómica que disuelva en un ciento por ciento el aparato institucional de la sociedad. Tampoco
habrá un sistema institucional que funcione como un mecanismo de relojería tan perfecto que no
dé lugar a antagonismos y a relaciones equivalenciales entre demandas heterogéneas.
El autor hace hincapié en la experiencia venezolana como un caso decisivo y el más claro
de su concepto. En el caso venezolano, la transición hacia una sociedad más justa y democrática
requería el desplazamiento y la ruptura radical con una élite corrupta y desprestigiada, sin
canales de comunicación política con la vasta mayoría de la población. Es decir, que cualquier
avance demandaba un cambio de régimen. Pero para lograrlo, era necesario construir un nuevo
actor colectivo de carácter popular. Es decir que, en nuestra terminología, no había posibilidad
alguna de cambio sin una ruptura populista. Ya hemos señalado los rasgos definitorios de esta
última, todos los cuales están presentes en el caso chavista: una movilización equivalencial de
masas; la constitución de un pueblo; símbolos ideológicos alrededor de los cuales se plasme esta
identidad colectiva (el bolivarismo); y, finalmente, la centralidad del líder como factor aglutinante.
Guía de lectura
Una ruptura populista se produce cuando ha tenido lugar una dicotomización del espacio
social por la cual los actores se ven a sí mismos como partícipes de uno u otro de los campos
enfrentados.
39
Implica la equivalencia entre las demandas insatisfechas, la cristalización de todas ellas
en torno de ciertos símbolos comunes y la emergencia de un líder. Sin embargo, esto no anticipa
nada acerca de los contenidos ideológicos del viraje populista.
Registren y expliquen las tres dimensiones que suponen la emergencia del populismo.
Teniendo en cuenta los conceptos anteriores, expliquen por qué puede considerarse
populismo el caso de Argentina o de Venezuela y qué particularidades los diferencian entre
ellos y de otros gobiernos de la región.
41
SEGUNDA PARTE
Introducción
Extremos discutibles
En principio, es preciso admitir que las fechas adoptadas como inicio y fin de un período
histórico son siempre convencionales y, por ello, discutibles. Y nuestro caso no es la excepción.
En cuanto a la fecha propuesta para el cierre del período -1976-, que remite al 24 de
marzo, momento aciago que marcó la irrupción en la superficie del “proceso de reorganización
nacional” y punto de partida del proyecto de la rendición incondicional ante el norte imperial,
también admitiría reparos: no puede ponerse en duda que el Proyecto de la Justicia Social quedó
herido de muerte con la desaparición física del teniente general Juan Domingo Perón, el 1o de julio
de 1974, y que lo que siguió hasta el inicio formal de la dictadura militar fueron los estertores de
un modelo cada vez más desdibujado en un acelerado tránsito de un proyecto de país al de
no-país.
El 17 de octubre de 1945 -el día en que los trabajadores organizados, sujetos privilegiados
de este proyecto, irrumpieron en la escena política nacional- constituyó un punto de inflexión en la
historia argentina del siglo XX, puesto que con ellos alumbró esa formidable expresión de masas
que es el peronismo.
Ahora bien, el peronismo no planteó una mera antinomia como podían ser las anteriores. El
peronismo planteó con claridad un modelo, y la reacción contrapuso su opuesto.
Todo Proyecto es “modelo” y “contra-modelo” para los proyectos nacionales que habrá de
seguir. (Principio 11o)
Cuando una propuesta predomina, los proyectos alternativos pasan a ser “discursos
excluidos” mientras que las críticas son discursos opositores pero dentro del Proyecto. (Principio
17o)
Si bien hay continuidades en estas tres décadas, también, obviamente, hay notorias
rupturas. Esto nos lleva a proponer, para un mejor análisis, desagregar el período en 4 subperíodos
(o 5, si consideramos su etapa de gestación), a saber:
3- entre 1966 y 1973 sería el tercer período, en el que hicieron su aparición las
organizaciones armadas, se produjo la ruptura sindical y las fuerzas armadas dejaron de
manipular a gobiernos semi-democráticos para conseguir sus objetivos y pasaron a detentar ellas
mismas el poder.
Los antecedentes
Los orígenes del peronismo están insoslayable y estrechamente vinculados con la Fuerza
de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). Este grupo, fundado en 1935 por jóvenes
radicales decepcionados por la claudicación alvearista, es el antecedente ideológico que,
seguramente, nutrió más y mejor al peronismo y, sobre todo, al proyecto de carácter nacional
43
No es posible comprender cabalmente el Proyecto de la Justicia Social si pasásemos por
alto el papel de construcción política que desempeñó FORJA. Porque los fenómenos históricos no
son hechos que surgen por generación espontánea, sino que recogen indefectiblemente su origen
en el “sustrato social” que los impulsa y que les genera su cauce, convirtiéndolos muchas veces en
ineludibles.
El GOU fue una logia militar que surgió en el marco de la profunda crisis institucional e
ideológica que gobernó el país hasta principios de la década del cuarenta.
El vínculo entre el GOU y los forjistas tuvo una fluidez intensa. Lo cierto es que luego de
que Fernando Estrada abandonara FORJA en el año 1940, siguió manteniendo vínculos con su
antigua organización, al mismo tiempo en que se convirtió, además, en uno de los hombres de
confianza del coronel Perón. Este punto sería sustancial para lograr los primeros encuentros entre
Perón y Jauretche, que luego se intensificarían con el transcurrir del tiempo y con el acontecer de
la revolución de 1943, transformándose prácticamente en cotidianos.
Perón, en la primera etapa del gobierno de facto, fue designado como jefe de la Secretaría
del Ministerio de Guerra. Este cargo no sería el único al que Perón accedería, pocos meses
después, exactamente el 27 de octubre de 1943, fue nombrado en la Dirección Nacional del
Trabajo -que a principios de diciembre se transformaría en Secretaría de Trabajo y Previsión-,
organismo que se convertiría en una herramienta fundamental en la construcción del peronismo y
del Proyecto de la Justicia Social.
Las disputas respecto de la posición a tomar en relación al curso de la “segunda guerra
mundial” y el enfoque “obrerista” de la gestión de Perón marcarían el final del GOU. Asimismo, a
principios de 1944, el presidente Ramírez, por presiones internas relacionadas con el conflicto
internacional, tuvo que renunciar y asumió la primera magistratura, el hasta ese entonces ministro
de Guerra, general Edelmiro Farrell, que fue reemplazado en ese cargo, precisamente, por el
coronel Perón.
Para ello, le asignó al coronel Domingo A. Mercante la función de estrechar vínculos con
los trabajadores organizados, convirtiéndose en este ámbito, en su principal colaborador. Así, ya
desde los tiempos iniciales de la Dirección Nacional del Trabajo, Perón comenzó a mantener
vínculos estrechos con representantes del mundo laboral.
En una primera instancia, tomó contacto con el doctor Juan Atilio Bramuglia, quien era, en
aquel entonces, asesor letrado y jefe del Departamento de Jubilaciones y Pensiones de la Unión
Ferroviaria , un sindicato que tuvo una participación decisiva en la gestación del Proyecto de la
Justicia Social. Para aceitar esta relación, lo reemplazó como interventor de la Unión Ferroviaria y
designó a Mercante como director de Acción Social Directa en la Secretaría de Trabajo y
Previsión, como un modo decisivo de influir y mediar en los conflictos sustanciales que afectaban
a la organización sindical.
Presionado por los militares descontentos con la posición “obrerista” de quien ya era
reconocido como el “coronel del pueblo”, encabezados por el general Eduardo Ávalos, el 9 de
octubre de 1945 Farrell intimó a Perón a que renunciara a sus tres cargos.
45
forjistas pero cabe destacar que, de ninguna manera, esta desavenencia distanció al grupo del
Proyecto de la Justicia Social ya en marcha.
Ante la negativa de Sabattini de hacerse cargo del gobierno, que supuestamente le había
ofrecido unos de los principales conspirados, el general Ávalos, Jauretche le envió una carta
diciéndole que había perdido una gran oportunidad, que entonces “no había otra alternativa para
el país que Perón o la oligarquía”, agregándole que “nosotros, nos vamos con Perón”.
Para ello convocó a participar en su gabinete a antiguos forjistas, quienes habían disuelto
la organización para integrarse al incipiente peronismo.
Todos estos hombres concebían al Estado como el eje central para lograr la tan ansiada
justicia social que proclamaba el proyecto. Es con Mercante donde se integran la mayor cantidad
de cuadros forjistas; sin embargo, otros, como por ejemplo Estrada, se sumaron directamente con
Perón.
Según el concepto de guerra total elaborado por Hobsbawm, desde su perspectiva, las
guerras del ́ 14 y del ́ 39 constituyeron un período ininterrumpido de guerra. Si bien tiene
diferencias el origen del conflicto se originó en la decadencia de Inglaterra como potencia
hegemónica, y la consiguiente lucha por su sucesión en el liderazgo mundial.
Al finalizar la guerra, en 1945, EEUU y la URSS emergieron como las nuevas potencias. El
enfrentamiento este-oeste, signó la política internacional de la última década del siglo XX. En ese
contexto deberá leerse el Proyecto de la Justicia Social y una de sus claves geopolíticas: la tercera
posición.
En 1945, con el nuevo secretario Rockefeller, las relaciones tuvieron una leve mejoría. Pero
al cambiar al embajador estadounidense, Braden, este se transformó en el líder de los sectores
políticos antiperonistas que se aglutinaron en la Unión Democrática.
Creo que no nos equivocamos, entonces, si decimos que el peronismo empezó a nacer
cuando Perón entró a la Secretaría de Trabajo y Previsión, o sea al viejo Departamento Nacional
del Trabajo. En este sentido, es clave considerar el discurso que Perón pronunció al asumir la
Secretaría.La organización sindical es la columna vertebral. Según su concepción el derecho
pertenecía al conjunto de la sociedad, no era solo patrimonio de un puñado de personas.
47
El peronismo nació al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión, nació cuando el primer
obrero argentino le dio la mano al Coronel Perón pensando “me gusta este coronel”. Desde ese
día, los obreros, o sea el pueblo, comenzaron a formar una sola fuerza con Perón. Perón
revolucionó este concepto al concretar una política de viviendas que realmente dignificaran a la
clase trabajadora.Perón no niega la existencia de organizaciones sindicales, las reconoce y aspira
a transformarlas. La organización sindical llegará a ser indestructible cuando las voluntades
humanas se encaminen al bien y a la justicia. Esto fue una característica fundamental, una
constante en la Secretaría, la creación de organizaciones sindicales. Todas estas acciones crearon
un fuerte vínculo entre Perón con la clase trabajadora que perdurará después de su muerte.
I.- El comienzo
El 17 de octubre
Desde la perspectiva de la historia, concebida como proceso y no como mero hecho, sería
difícil señalar el momento preciso del nacimiento del peronismo. La evolución histórica del
movimiento obrero, por una parte, y la ya mencionada del mismo coronel Perón a cargo de la
secretaría de Trabajo y Previsión. Con ellos entraban en escena los principios fundacionales del
peronismo.
Los trabajadores argentinos se introducían por primera vez, y para siempre, en la escena
política nacional y nada volvería a ser igual que antes. Al bloquear la acometida triunfal de la
oposición, la movilización de los trabajadores redefinió el campo de las alternativas institucionales
que la Argentina tenía por delante. No sólo fue el agradecimiento por determinadas mejoras lo
que entonces se expresó en la movilización de masas; eso sólo fue parte de las motivaciones.
3.c: Por su carácter totalizador, cada elemento componente del proyecto verifica al otro.
En esta estrategia (...) la industria se constituye como el objetivo central del proceso de
desarrollo. Se impulsa una industrialización sustitutiva basada en el aumento de la demanda de
bienes de consumo masivo en el mercado interno.
El argumento central del peronismo descansa sobre tres pilares: la justicia social, la
independencia económica y la soberanía política. Los mismos quedan plasmados claramente en
los fundamentos de la Constitución de 1949, donde... se ratifica la irrevocable decisión de
construir una nación socialmente justa, económicamente libre, políticamente soberana. Pero esta
49
libertad, como todas las libertades, llega a generar el más feroz egoísmo si en su ejercicio no se
articula la libertad de cada uno con la libertad de los demás.Un instinto universalmente
comprobado lleva a todos los seres a perseverar en su ser. Éste es el más radical, el más tenaz y el
más eficaz de todos los instintos. Empuja al hombre a procurarse lo necesario para la vida, buscar
un cierto bienestar, asegurar su porvenir. Comúnmente, llámase este instinto, interés personal.
En 1945 el nuevo bloque apoyado en una línea nacionalista de las fuerzas armadas, es
portador de un proyecto de desarrollo industrial radicalmente distinto al propugnado hasta ese
momento por las diversas fracciones de la antigua clase dominante. De sus frutos en los primeros
meses se destacan los estudios realizados, a partir de enero de 1945, para proyectar y financiar un
volumen de obras públicas a ejecutarse en cinco años. Sólo la ejecución de ese Primer Plan
Quinquenal (1947/1951) implicó la realización en todo el país de más de 75.000 obras, es preciso
señalar la virtual imposibilidad de incluir una visión totalizadora sobre la gestión llevada a cabo
por el peronismo desde el gobierno.
La salud
Hasta 1945, la medicina era considerada una actividad privada. A partir del advenimiento
del peronismo, esta situación tuvo un vuelco crucial. El concepto universalista de atención para la
salud que sostuvo Carrillo fundaba sus bases en la concepción de Estado y en los principios
sustentados por el Justicialismo. La sanidad es una rama del Justicialismo porque ambas cumplen
con un objetivo común: obtener el bienestar y la felicidad del ser humano y de la sociedad. Sólo el
Hombre de Estado tiene una comprensión completa de los factores profundos que producen
enfermedades de la población.
Dos factores atentan contra la sanidad y la salud. Uno de esos factores es el directo, es
decir, los agentes patógenos contra los cuales lucha la medicina sanitaria. Para el otro factor
Carrillo hace alusión a que tenía que llegar un hombre de Estado como Perón, que tiene un
inmenso observatorio, que tiene un enorme panorama dentro del país, para que nos aclarara y nos
diera un procedimiento a los médicos, a fin de llegar a las causas profundas y verdaderas de la
desintegración del ser humano, lo que llamamos factores indirectos de la sanidad.
El Justicialismo proporcionó un nuevo procedimiento que consistió en asegurar una
justicia integral que garantizaba todas las posibilidades del hombre. La justicia integral, en su
mirada, abarca una justicia biológica, económica, social, ética, jurídica y Estatal
La Fundación Eva Perón tuvo un rol central en ese plan sanitario, saliendo a cubrir las
necesidades coyunturales de aquellos que iban quedando fuera del sistema, ya sea por la
tardanza lógica en la implementación del proyecto, puesto que algunos procesos estaban
planteados en el mediano plazo, o cuando la celeridad de la necesidad individual así lo requería.
Durante los años 1946 y 1949 Carrillo estuvo al frente primero, de la Secretaría de Salud
Pública de la Nación; y del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, con
posterioridad a la reforma constitucional de 1949.
La educación
Esta política educativa tuvo por objetivo la inclusión de los sectores más postergados y las
cifras son elocuentes: entre 1945 y 1949 aumentó en gran medida tanto la matrícula primaria
como la secundaria y la universitaria.
Es importante destacar que este aumento del acceso a la educación no sólo fue el
resultado de las políticas oficiales, sino también por la elevación del nivel de vida como resultado
del conjunto de políticas del peronismo.
51
Durante el desarrollo de la primera etapa del Proyecto de la Justicia Social fueron
construidas 8.000 (ocho mil) escuelas, a la vez que fueron erradicadas todas las
“escuelas-rancho”, instaladas desde entonces en edificios dignos y acordes a su función social y
educativa.
Porque, como sostiene Gustavo Cirigliano “es el proyecto de país el que determina los
contenidos del sistema educativo”.
¿Cuáles habían sido hasta entonces esos contenidos, determinados por el proyecto del
’80? Los valores, los temas y los próceres canonizados en la historia de matriz mitrista y
sarmientina.
Si un nuevo proyecto implica nuevos valores, ¿cuáles son los nuevos valores, entonces,
sobre los que se estructura el proyecto de la Justicia Social? Sintéticamente, una sociedad libre,
justa, soberana. En fin, un país que sostiene como valor hegemónico (pero no excluyente) la
justicia social y como derivados: la lealtad, la organización y el trabajo.
La cultura
Con el Proyecto de la Justicia Social la conciencia cultural creció “de una masa numeral a
un pueblo esencial”.Por eso, la crítica de la oposición se centró básicamente en hablar
despectivamente de la “cultura de masas” y la “masificación de la cultura”, términos que no hacían
(ni hacen) otra cosas que encubrir el desprecio y el odio de clase que anidaba en los sectores
intelectuales pertenecientes a la oligarquía y a la burguesía.
Sin embargo, el gobierno peronista no sólo alentó las producciones artísticas sino que las
protegió. Perón crea una ley que exigía que un 50% de la música que se irradiase o integrara
programas de concierto debía ser nacional. Esta medida fue un estímulo para la creación y
producción de la música nacional, produciendo la gran eclosión del folklore y el tango (que
alcanzó su “década de oro”).
Pero ese estímulo no se limitó a la música popular.La difusión de la música alcanzó niveles
inigualados en nuestra historia cultural. Con la creación de grandes orquestas sinfónicas, de
importantes conservatorios, con la intensificación de los conciertos, de las transmisiones radiales
de gran calidad, la música se halla ahora identificada con el pueblo. El arte no ha necesitado
simplificarse, pues el pueblo ha adquirido una comprensión profunda de las más elevadas
manifestaciones de la cultura.
Las funciones gratuitas o a muy bajo costo en el Teatro Colón, el ingreso gratuito de los
niños al cine una vez por semana, fueron medidas que apuntaron a que el pueblo en su conjunto, y
especialmente los sectores más humildes, tuvieran acceso a todas las expresiones culturales que,
hasta el 45, estuvieron reservadas a la élite.
Quizás sea esa apropiación del espacio cultural por la clase trabajadora, lo que generó el
resentimiento en las clases hegemónicas
¿Qué fue, entonces, el Proyecto de la Justicia Social? Una profunda revolución cultural. De
allí su carácter revulsivo e inaceptable para los conservadores del status quo y la adhesión
permanente de las clases populares, protagonistas de su liberación.
El deporte
Por primera vez en la historia el Estado va a operar sobre esta área. Por una parte, la
vemos vinculada a la educación, desde la inclusión de la materia Educación Física en la escuela,
hasta la organización de torneos, y aquí también la Fundación Eva Perón cumplió un rol central, ya
que al someter a los niños a exámenes médicos hizo que la práctica deportiva se vinculara con el
área de salud.
53
primera vez en la historia el Estado creó organismos para organizar, promocionar y controlar las
actividades deportivas. Paralelamente a esto se dio el apoyo a deportistas de manera individual, a
quienes se les confirió rango diplomático y se les otorgaron asignaciones mensuales para
mantenerse en la actividad.
La conjugación de estos factores hizo que en la era del Proyecto de la Justicia Social se
desplegara un abanico de nombres rutilantes en todas las disciplinas deportivas; y que se
alcanzaran logros, impensados antes, en materia deportiva, tanto en el ámbito amateur como en el
profesional, en el plano internacional.
El peronismo también asignó un rol a las fuerzas armadas, no sólo en su función central de
defensa de la Nación, sino un papel dentro de la producción.Esto puede verse con claridad en la
función que cumplirá Fabricaciones Militares. Este organismo había sido creado en 1941 como
responsable del desarrollo de la capacidad armamentística y estuvo durante varios años bajo la
conducción del general Manuel Savio. En 1947, el proyecto de Savio de construir una planta
siderúrgica integrada comenzó a ponerse en marcha, pero no es hasta acero seis años después de
que Perón dejara la presidencia que la planta produjo acero
De todos modos, las bases habían sido sentadas. También se pusieron en funcionamiento
pequeñas fábricas de armas, y asociadas a capital privado se constituyeron una serie de
compañías mixtas en los campos minero, químico y metalúrgico.
Las fuerzas armadas estuvieron contenidas dentro del Proyecto, y tuvieron un rol en la
producción, industrial, científica y actuaron también como impulsoras del mercado,tal como se
puede observar en Córdoba. Sin embargo, en su mayoría, terminaron actuando como brazo
armado de las clases hegemónicas y fueron las artífices del derrocamiento del peronismo.
La “tercera posición”
Todo Proyecto tiene un comienzo y un cierre en vinculación con su viabilidad dentro del
marco mundial
Ante esto, el Estado Peronista planteó que la antinomia este-oeste no era tal, sino que el
corte que se planteaba a sus ojos era norte-sur. Un Norte de países ricos y poderosos, frente al
Sur dependiente, pobre y abrumado por las presiones y extorsiones de las potencias
hegemónicas. La respuesta del peronismo ante esta coyuntura internacional fue la “tercera
posición”,
Esta política fue seguida por la Cancillería argentina a lo largo de todos los años de
gobierno peronista, Sus ejes centrales los constituían los temas de la paz, el desarrollo, la equidad
y el respeto a la persona humana.
Esta política generó un rápido enfrentamiento con Washington, que consideraba que
quienes no estaban alineados bajo su esfera, estaba decididamente contra ellos, o sea siguiendo
el juego del enemigo comunista.
En definitiva, la posición hostil de los EEUU hacia la Argentina sumaba una página más a la
larga historia de relaciones tensas que ya venían arrastrándose desde principios de siglo. Y que se
siguieron profundizando cuando la Argentina se mantuvo neutral durante la segunda guerra.
55
La reforma constitucional de 1949
Pero fue, sin dudas, el artículo 40 el que más despertó las iras de los grupos concentrados
del capital contra la nueva Constitución.
Esto explica por qué, cuando las fuerzas del anti-modelo triunfen oponiendo las armas a la
soberanía popular, dedicarán no pocos esfuerzos a borrar del marco institucional argentino el
texto constitucional del ’49 que fue derogado por un bando militar de la dictadura que detentaba
el poder en 1956.
La comunidad organizada
57
Todo Proyecto es estructurante y totalizador. (Principio 3o)
3.a. Por ello, todo Proyecto opera como un criterio que permite interpretar la realidad y
sirve como guía para actuar.
Se infiere del discurso de Perón una determinada interpretación del particular tiempo
histórico en el cual emerge el peronismo: el avance material de la sociedad se ha realizado aún a
expensas del hombre. La justicia social, entendida en parte como la disminución de las diferencias
entre los hombres, se transforma así en un principio ético, en un imperativo moral.
La vía para alcanzarla no puede estar basada en una imposición violenta, sino en la
primacía de valores de superación del egoísmo: la imposición de la convivencia sobre las
proyecciones de la actitud individual. Parafraseando a Spencer: el sentido último de la ética es la
corrección del egoísmo.
He aquí otro de los aspectos esenciales del pensamiento peronista cristalizado en esta
conferencia: la construcción social, el sentido de comunidad, debe ser una obra del pueblo, no un
imperativo impuesto por grupos hegemónicos. La plena realización del ‘yo’ se halla en el bien
general, la comunidad organizada no es otra cosa que la construcción del ‘nosotros’. En este
sentido aparece como opuesta a la ‘comunidad mecanizada’ que anula al hombre como tal,
sacrificándolo al aparato externo del progreso.
Éste es el desafío que queda planteado y el que perfila la acción del peronismo en el
marco del Proyecto de la Justicia Social: el avance hacia una sociedad construida como suma de
los aportes de individuos persuadidos de la propia dignidad, individuos libres que puedan realizar
y a la vez realizarse en una comunidad que persiga bienes espirituales y materiales, una
comunidad que anhele superarse procurando ser cada vez más justa.
III.- Segundo Período: 1955-1966.
El golpe
Entre las principales fuerzas que se conjugaron para el derrocamiento de Perón podemos
encontrar a:
● la Iglesia, irritada por las leyes de divorcio vincular, la equiparación de los hijos legítimos
con los ilegítimos, el quite de subsidios estatales a las escuelas religiosas y el episodio de
la quema de iglesias.
● las Fuerzas Armadas, que expresaron su solidaridad con la clase dominante, actuando
como su brazo armado.
Si hubiese que buscar un motivo central que opere como fundamento del golpe
deberíamos descartar categóricamente el llamado “descalabro económico”. Porque, en definitiva,
la riqueza estaba mejor distribuida. Los argumentos de que la economía argentina estaba
paralizada o en una espiral inflacionaria eran absolutamente falsos y tendenciosos.
59
A partir del golpe, puede asegurarse que Perón fue apartado del gobierno, pero no de la
escena política. La actitud con respecto al movimiento peronista provocó incluso fracturas o
reacomodamientos en los partidos tradicionales, y en sectores del ejército.
De hecho, esto terminaría provocando un “estallido” de los partidos políticos que se fueron
fracturando en dos vertientes: una integrada por aquéllos que querían capturarlos votos
peronistas “vacantes” (ya que el peronismo fue absolutamente proscripto, el partido disuelto y por
eso imposibilitado de presentar candidatos a elecciones), y otra por los sectores ligados al
proyecto de la dictadura.
La proscripción
Estos “delitos” fueron penados con prisión. La imposición del silencio, el darle a Perón la
condición de innombrable y al peronismo el de hecho maldito de la historia, las persecuciones, la
cárcel y la muerte, fueron los primeros pasos de la instalación del contra-modelo.
El contra-modelo
Raúl Prebisch, que era asesor del gobierno a través del Consejo Económico y Social,
elaboró el Informe preliminar acerca de la situación económica, que presentó al gobierno de facto.
Sus propuestas tendientes a la apertura y “modernización” del país tenían en cuenta como algo
fundamental la participación del capital extranjero. Desde luego que todo intento de llevar
adelante esta propuesta, necesariamente debía contemplar la drástica reducción en la
participación del ingreso nacional de los trabajadores.
En 1956, la Argentina ingresó por primera vez al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al
Banco Mundial, y se aprobaron por decreto (decreto ley 7756), las recomendaciones contenidas
en los documentos “Moneda sana o inflación incontenible” y “Plan de restablecimiento
económico”.
La dictadura de Aramburu pudo mantener su frente unido durante cierto tiempo bajo la
bandera de la “democracia”, que oponían al carácter dictatorial que atribuían al peronismo. Señala
Cavarozzi, que muchos antiperonistas compartían la (por lo menos) ingenua noción de que los
peronistas habían sido convertidos a ese credo político por medio de una combinación de
demagogia, engaño y coerción. A pesar de todo esto, el peronismo sobrevivió a la caída de su
gobierno y se constituyó en el eje de un vigoroso movimiento opositor.
La situación del gobierno de facto fue tornándose cada vez más delicada e insostenible.
Comenzó a estructurarse la resistencia, hubo grandes huelgas, sabotaje de la producción y
desobediencia civil, y así se fue enrareciendo la atmósfera política.
El 9 de junio de 1956 el levantamiento militar liderado por los generales Juan José Valle y
Raúl Tanco, el primer intento del peronismo de recuperar el poder por la fuerza, fue sofocado
sangrienta y arteramente.
No es una cuestión menor señalar que los partidos políticos opositores, que tan rigurosos
habían sido cuestionando la convocatoria a la constituyente de 1949, realizada por un gobierno
popular y democrático, se sumaran alegremente y en tropel para participar de una convocada por
un gobierno de facto. Para colmo, y para desasosiego de la dictadura, la UCRI, liderada por Arturo
Frondizi, tras participar en el acto eleccionario, se retiró en la primera sesión de la convención,
argumentando su notoria ilegalidad.
61
En este sistema dual queda objetivada la política del contra-modelo que apunta a la
exclusión, el llamado “discurso excluido” referido por Cirigliano.
En este contexto, asumió la presidencia Arturo Frondizi, como producto directo del pacto
que suscribieron John William Cooke y Rogelio Frigerio, en nombre de Perón y el nuevo presidente
respectivamente, pero jaqueado por el partido militar que había apostado al triunfo de Balbín. Este
bloque, señala Torrado, representaba una alianza de la burguesía industrial y el capital extranjero,
Esta nueva estrategia, de corte concentrador, tal como apunta Torrado, sostiene a la
industria como objetivo central del proceso de desarrollo. Impulsa una industrialización sustitutiva
de bienes intermedios y de consumo durable, pero ya no apunta a un mercado interno extendido
sino que la demanda la asegura el gasto público y el consumo suntuario de un pequeño círculo de
altos ingresos.
Las medidas que se implementaron para asegurar la hegemonía de este nuevo modelo
fueron de distintas características: se eliminó toda restricción para el libre desplazamiento de
capitales, lo que era indispensable para el ingreso de las empresas transnacionales. A través del
manejo de la tasa de cambio y la imposición de retenciones a las exportaciones se transfirieron
ingresos del sector agropecuario hacia el empresariado urbano y, por último, un aspecto central
de la estrategia: la transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia las empresas
transnacionales, conseguida mediante la caída del salario real. El freno a esta estrategia estuvo
dado por la convergencia de factores económicos y políticos de índole adversa.
● la lucha que protagonizaron miles de activistas anónimos del peronismo que, a partir de
1955 y en un abierto enfrentamiento a la dictadura, articularon una red de solidaridades
entre la dirigencia barrial y fabril, organizada en forma totalmente clandestina.
Desde el derrocamiento del peronismo hasta el retorno de Perón, la Resistencia vino a
responder, en ese escenario, a la proscripción.
Cada Proyecto determina -decide- a quién hay que considerar como enemigo.(Principio 7o)
Y los hombres y mujeres que integraron la Resistencia lo tenían claro, y en cada una de
sus acciones lo señalaban.
Hasta entrada la década del ’60, las sucesivas irrupciones de las fuerzas armadas no
estuvieron destinadas a institucionalizar su control de forma permanente a través de regímenes
no democráticos. Pero la evolución de las modalidades de intervención militar parece ir en sentido
de una mayor publicidad, conforme la dominación militar se va institucionalizando.
A nivel internacional, la Guerra Fría entraba en una nueva etapa. En tanto que el triunfo de
la Revolución Cubana y su consecuente adopción del socialismo provocó en las doctrinas de
defensa de Latinoamérica un cambio de paradigma propiciado por los Estados Unidos.
Las fuerzas armadas asumieron el rol de custodios de la seguridad interior de los Estados,
entendiéndose por esto el control de las “fronteras ideológicas”, la vigilancia, persecución y
eliminación de todo lo que atentara contra la esencia “occidental y cristiana” de la sociedad y, en
definitiva, a su presente capitalista. Una palabra se demoniza y se multiplica: subversión.
Así, la adopción de la naciente Doctrina de Seguridad Nacional por parte de las fuerzas
armadas argentinas implicó una temprana asimilación de las acciones de la “resistencia peronista”
63
con la estrategia marxista y avaló el hecho de que abandonasen su política tutelar sobre el Estado
para asumir una responsabilidad excluyente sobre los asuntos públicos, eliminando el sistema de
partidos, cancelando los comicios y aboliendo todo mecanismo parlamentario.
Tras los enfrentamientos militares de 1962 y 1963, el general Juan Carlos Onganía surgió
como líder de las Fuerzas Armadas, y fue justamente él quien encabezó el golpe militar de 1966
en la autoproclamada “revolución argentina”. Las primeras medidas y objetivos de esta
“revolución” fueron, en principio, suspender las actividades de los partidos políticos y del
parlamento.
Después del derrocamiento del doctor Arturo Illía, la Doctrina de Seguridad Nacional le
dio sustento a los mecanismos cada vez más represivos del Estado. Tanto en la política interior
como en el ámbito de la educación, se ejerció un estricto control ideológico y las persecuciones se
hicieron más intensas. La orientación económica, por su parte, adoptó un modelo de neto corte
liberal-conservador, promoviendo la transferencia de ingresos hacia las grandes empresas en un
continuo proceso de concentración e internacionalización del capital que afectaron seriamente a
la pequeña y mediana industria nacional. En cuanto a los sectores obreros, los principales
perjudicados por este viraje económico, reclamaron una actitud de firmeza de los dirigentes. La
CGT se vio en una encrucijada. Los estallidos sociales no tardaron en producirse en medio de una
crisis de liderazgo del sindicalismo tradicional.
La fractura sindical
Pese a haber tenido una actitud golpista en el 66, la “revolución argentina” terminó
adoptando una serie de medidas antisindicales que si bien no liquidaron a los gremios ni a sus
dirigentes, sí forzaron a que estos aceptaran dócilmente las políticas gubernamentales.
En 1968 empezó a insinuarse un proceso, que se profundizó a partir de 1969, por el cual se
fueron deteriorando los complejos enlaces que, desde el inicio de la década, había mantenido
articulado al sindicalismo bajo la figura de Vandor. Pero, a partir de 1968, comenzó a perder buena
parte de esa capacidad.
La ruptura por parte del gobierno del diálogo con los vandoristas privó a estos de una de
las dos patas en la que se apoya su estrategia, la negociación con el Estado. Esto último
desvalorizó el argumento vandorista de que una postura menos intransigente (que la de los
“duros” o “combativos”) producía mejores resultados.
Todo Proyecto resignifica el pasado; por ello cambia o rehace la historia. (Principio 14o)
País que ha vivido según proyectos, no se resigna a existir sin proyectos. (Principio 20. a)
La lucha armada
Pueden detectarse dos puntos de partida para el fenómeno de la lucha armada que tuvo
lugar entre fines de la década del ’50 y la del ‘70, uno ligado al peronismo y otro al marxismo y al
trotskismo.
65
“resistencia” frente al Plan Conintes provocó una tendencia más evidente a la formación de
organizaciones “combativas” herederas proclamadas del accionar espontáneo de las masas de la
etapa anterior”.
Por otro lado, y en las antípodas ideológicas, se había formado el Movimiento Nacionalista
Tacuara, integrado por jóvenes de la derecha católica que, a principios de los 60, se fracturaron
por desavenencias ideológicas. Uno de los sectores, liderado por José Luis Nell y Joe Baxter, tuvo
un acercamiento con sindicatos y agrupaciones de izquierda. Ellos organizaron la primera acción
guerrillera urbana en la Argentina, el asalto al policlínico bancario.
Uno de los factores que resultó decisivo para el impulso de la aparición de las
“formaciones especiales” en la Argentina, sumado a la referencia ineludible del fenómeno de la
revolución cubana, fueron los sucesivos fracasos de las intentonas de levantamientos militares
pro-peronistas, comenzando por el del general Valle en junio de 1956 y el del general Iñiguez en
Rosario en 1960, que pusieron en evidencia que ya no funcionaría la estrategia de poder de la
aparición de un militar “providencial”, como había sido Perón, que restituyera el “orden popular”:
las fuerzas armadas se habían transformado en guardias pretorianas del imperialismo, sin fisuras,
y sólo quedaba la alternativa de armarse para combatir contra ellas. Amplios sectores de la
juventud fueron optando por la lucha armada:muchos de los integrantes de aquellos primeros
grupos fueron jóvenes trabajadores que habían adquirido sus primeras experiencias de lucha en la
“resistencia peronista”.
El aval que le diera el general Perón a las “formaciones especiales” que lo reivindicaban
como líder, fue también un factor determinante en su “peronización” y en el cada vez más intenso
apoyo popular que fueron recibiendo en su radicalizada lucha contra la dictadura y el
imperialismo.
En 1967, aparecieron las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR) se organizan a partir de la confluencia de sectores de la izquierda que se
inclinaron hacia el peronismo. Ya a mediados de los 60, comienza la génesis de la organización
Montoneros, tras el fugaz Comando Camilo Torres.
La luchar armada, fue una reacción frente a la represión brutal, a las proscripciones y a la
liquidación del Proyecto de la Justicia Social, en su intento de volver a un modelo liberal, de país
agroexportador, sostenido por una dictadura sangrienta, que hizo de las persecuciones y la
represión su fundamento.
La lucha armada tuvo sus tiempos, y es imposible analizarlas como un todo indiviso: una
cosa fueron cuando lucharon contra la dictadura, funcionales a la estrategia trazada desde el
exilio por Perón, y otra cuando parte de su dirigencia, en tiempos democráticos, optaron por
cuestionar la conducción de Perón y adoptar una estructura rígidamente militarizada. Así, fueron
perdiendo el apoyo popular y se diluyó su potencialidad revolucionaria.
El peronismo tiene una sinuosa vinculación con la Iglesia Católica. En la génesis del
movimiento peronista, un sector del catolicismo entendió que se abría la posibilidad de guiar a las
masas, nutriendo al naciente movimiento de un contenido doctrinario eminentemente católico.
Será a fines de la década del ’60 cuando una corriente de la Iglesia Católica adhiera,
pública y comprometidamente, al movimiento revolucionario que encarnaba el peronismo.
67
En medio de las perturbaciones e incertidumbres de la hora presente, la Iglesia tiene un
mensaje específico que proclamar, tiene que dar apoyo a los hombres en sus esfuerzos para
tomar en sus manos y orientar el futuro. En el marco de la realidad latinoamericana estas palabras
adquirieron tintes claramente revolucionarios.
La prédica de los Sacerdotes para el Tercer Mundo dotará de una vertiente religiosa de
legitimación al Movimiento Nacional. Construyendo sus argumentaciones a partir del Evangelio,
llegan a plasmar conclusiones que avalan el discurso del movimiento revolucionario:
Los Sacerdotes del Tercer Mundo propugnaba el socialismo en la Argentina como único
sistema en el cual se pueden dar relaciones de fraternidad entre los hombres. Este socialismo
invocado se concreta en nuestro país a través del Movimiento Nacional constituido por el
peronismo.
A partir de 1969, se superpusieron dos crisis; por un lado, la del régimen militar autoritario
y, por el otro, la crisis de la dominación social.
Las fuerzas populares no se resignaron a vivir sin un proyecto, tras haberlo conocido. Pese
a la proscripción y la represión, la persecución y la muerte, la lucha permaneció a lo largo de 18
años. El Proyecto de la Justicia Social inconcluso, esperaba una nueva etapa.
Las insurrecciones populares que se sucedieron a partir de 1969 evidenciaron una clara
crisis del régimen militar autoritario debido a que evidenció que el intento de Onganía de eliminar
las trincheras del juego político y pretendiendo canalizar y ‘ordenar’ los diversos intereses y
orientaciones sociales desde un estado supuestamente omnisciente y jerárquico, terminó por
producir lo que, de alguna manera, había venido a erradicar como posibilidad en la Argentina.
Pacto Social: plan económico ( con el que el gobierno peronista se propuso recomenzar un
proceso de crecimiento) que ponía el acento en el desarrollo industrial, restableciendo la alianza
del estado con el sector obrero y el empresariado nacional.
El Pacto Social constituyó la base sobre la que se gestó la planificación económica del
Proyecto de la Justicia Social en esta nueva etapa en el poder, y cuya expresión más cabal fue el
Plan Trienal para la Reconstrucción Nacional puesto en marcha durante la tercera presidencia
constitucional de Juan Domingo Perón
El Plan retoma varios de los aspectos centrales del Proyecto de la Justicia Social que
Perón vislumbró y comenzó a concretar durante sus primeras presidencias, y que fuera
ferozmente interrumpido en 1955.
69
Este plan de reactivación y desarrollo económico contemplaba diversas etapas de
concreción: Una política de corto plazo, basada en la ampliación de la ocupación y el consumo; y
una política de largo plazo, cuyo objetivo era mantener un ritmo sostenido de expansión. La
primera etapa apuntaba a ocupar la capacidad ociosa de la mayor parte de las empresas, y se
alcanzó con cierta rapidez. La segunda, tendiente a ampliarla, encontró mayores dificultades.
Tanto el Pacto Social como el Plan Trienal para la Reconstrucción y Liberación Nacional,
son productos que deben inscribirse en el marco de un modelo de país más abarcativo, modelo
que Perón anunció en su discurso ante la Asamblea Legislativa del 1° de mayo de 1974.
Perón fue plenamente consciente de que, para corregir el rumbo que había tomado el país
bajo la influencia liberal-conservadora, era necesario gestar un proyecto nacional abarcativo y a
largo plazo.
Con anterioridad, los gobiernos y regímenes que se habían venido sucediendo desde 1955,
y especialmente a partir de 1966, esbozaron sus propias versiones de proyecto, fuertemente
inspirados particularmente en las experiencias europeas de posguerra, en donde la
intelectualidad se volcó al estudio del futuro con la intención de prever y, en lo posible, evitar las
situaciones y conmociones que habían provocado la Segunda Guerra Mundial.
Es por eso que es correcto afirmar que el del teniente general Perón fue el primer
Proyecto Nacional viable, el Proyecto de la Justicia Social, incluyente y totalizador que le fuera
aportado a los habitantes de nuestro país.
El Modelo argentino para el proyecto nacional fue diseñado tanto para asegurar la paz
social, indispensable para ese presente, como así también con el objetivo de sentar las bases de
doctrinas políticas y sociales que permitirían a Argentina desarrollar su independencia económica,
social e ideológica en un futuro cada vez más polarizado e influenciado por los principales
contendientes de la guerra fría.
La identidad nacional es la conciencia del proyecto nacional (y en particular, la conciencia
de sus valores). (Principio 15o)
Perón supo vislumbrar que ningún pueblo podía ser realmente autónomo e independiente
si no contaba con una ideología propia que no fuera el trasplante acrítico de influencias externas.
Esto lo llevó a considerar la formación y evolución de la cultura nacional como una cuestión de
Estado y factor de unidad nacional.
Perón sabia muy bien que, de no adoptarse una ideología genuina y que reflejase al
verdadero pensar nacional, el camino a elegir nunca sería realmente independiente, y el Proyecto
de la Justicia Social estaría condenado en el mediano plazo.
Perón reconoce a la justicia social como un eje central en su Modelo, siendo un elemento
inescindible el avance hacia una equitativa distribución de la riqueza.
71
El trabajador asume así un rol preponderante. La realización humana se concreta a través
del trabajo. El trabajo dota de un rol y de una identidad social. En definitiva, el trabajo dignifica.
Si bien los primeros resultados del Pacto Social fueron satisfactorios, no pasaría mucho
tiempo sin que la política de concertación alentada por Perón mostrara sus limitaciones porque la
consolidación del proyecto de Perón hubiera requerido una considerable disminución del grado de
dramatismo de la política argentina.
El lunes 1° de julio de 1974 falleció Juan Domingo Perón. A partir de esa fecha, la
descomposición del frente nacional se aceleró y las pasiones, sobre todo las más bajas pasiones
políticas, se desataron.
Allí quedó el Modelo argentino para el proyecto nacional, devenido en su legado póstumo.
Legado no recogido por sus contemporáneos
Con la llegada al poder de María Estela Martínez se irá diluyendo cualquier aspiración a un
Proyecto Nacional. El poder quedó vacante y fue usufructuado por el sector más retrógrado y
reaccionario enquistado en el gobierno: el liderado por José López Rega. Y cuando éste salió de
escena (a mediados de 1975), ya no hubo posibilidad de recuperar la iniciativa política.
El sangriento golpe de 1976 había comenzado a gestarse mucho antes, en las entrañas de
un gobierno que fue languideciendo, atenazado por su incapacidad de retomar la marcha del
Proyecto de la Justicia Social que había quedado pendiente con la muerte de Perón. Porque a
partir del 28 de agosto de 1975, cuando la presidenta aceptó la renuncia del comandante en jefe
del Ejército, general Alberto Numa Laplane, y nombró en su lugar a Jorge Rafael Videla, sólo
restaba esperar el final.
VI.- Conclusiones.
Vigencias y herencias
A partir de la muerte del General Perón, las fuerzas del contra-proyecto se desataron con
violencia, primero a través del brazo armado parapolicial: la Triple A y, posteriormente, encarnadas
en los grupos de tareas de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.Estas últimas unidas a las fuerzas
económicas del capital concentrado terminaron desembarcando en un lockout del campo y en el
posterior golpe militar del 24 de marzo de 1976. En esta alianza se objetivan claramente los
lineamientos del contra-proyecto que exceden la esfera de lo económico apuntando a lograr un
disciplinamiento social generalizado por medio de un drástico cambio de la vieja estructura de
relaciones económicas, sociales y políticas cuya instauración exigió los 30.000 desaparecidos
Cirigliano sostiene que “cuando el pueblo se lanza a la acción, el proyecto pasa a ser
historia”. En este sentido, la definición se encuadra en el período que sucede a 1955 y en el que se
desarrolla la llamada “resistencia peronista”. Aunque recién con la crisis del 2001 comenzarán a
abrirse nuevos caminos y, consecuentemente, a abrirse un nuevo debate en torno al Proyecto
Nacional.
Es evidente que esa historia avala el presente y que la lucha se prolonga en el debate que
sigue centrado en el tipo de proyecto a llevar adelante. Ahí resurge la clara vigencia del Proyecto
de la Justicia Social y sus herencias; y también la persistencia de las fuerzas del contra-proyecto
que se parapetan tras los mismos discursos de antaño.
73
VII. Ejes del Proyecto (pendiente) de la Justicia Social (1945-1976)
“Evita”
Evita fue la primera esposa de un presidente argentino que usó su condición de primera
dama para hacer política. La carrera política de Evita, es tanto más notable puesto que a principios
de los años 40 las mujeres argentinas ni siquiera podían votar y la política era una actividad del
ámbito público normalmente reservada a los hombres
El tono del debate parlamentario fue muy distinto del que había predominado en la
década del 30. En ambas cámaras los legisladores ya no hicieron hincapié en las debilidades
mentales o físicas de las mujeres (especialmente su falta de musculatura) o en sus deficiencias
educacionales, sino que, muy por el contrario, recalcaron sus contribuciones, su participación en
la fuerza de trabajo y su presencia en los momentos importantes de la historia argentina.
Durante la campaña electoral de 1946, en la que Perón fue elegido, se incorporó a los
programas de los sectores principales que apoyaron a Perón el tema de voto femenino, aunque
este no encabezó las prioridades de la agenda electoral. Mientras que de a poco empieza a cobrar
visibilidad la figura de Evita.
75
(el Partido Laborista y la Unión Cívica Radical Junta Renovadora) crearon sus propias secretarías y
comisiones femeninas. A estas fuerzas políticas se les sumaba el Centro Universitario Femenino
(CUF) que llamaban directamente a las mujeres a afiliarse y manifestaban la urgente necesidad de
otorgar los derechos políticos a la mujer.
Cuando Perón asumió la presidencia, el sufragio femenino formó parte del conjunto de
leyes del Plan de Gobierno A partir de ese momento el gobierno peronista inició una fuerte
campaña que tuvo en Eva Perón su portavoz privilegiada. El voto femenino era un tema social y
políticamente aceptado por la mayor parte de la dirigencia nacional, y difícilmente encontraría
obstáculos para su implantación. Sin embargo, la campaña a favor del voto femenino fue una de
las aristas en que se apoyó Eva Perón para la construcción de su todavía incipiente liderazgo.
Sin embargo, la campaña a favor del voto femenino fue una de las aristas en que se apoyó
Eva Perón para la construcción de su todavía incipiente liderazgo. Los discursos de Evita la
convirtieron en la portavoz de un movimiento de mujeres cuyo origen social era muy diferente al
de las primeras feministas. Por eso, cuando se colocó al frente de la campaña, capitalizó toda una
historia de luchas infructuosas de grupos feministas y sufragistas que desde hacía varias décadas
atrás presionaban sobre el Estado y ayudaban a mantener el tema sobre el tapete.
Tras el decreto 20.564 firmado por Perón, nace la Fundación Eva Perón el 8 de julio de
1948. Esta la organizó Eva Perón porque entendió que los trabajadores podían conseguir sus
avances sociales a través de la CGT pero los que se encontraban fuera del circuito regular de
trabajo debían tener otro ámbito para canalizar sus pedidos y exigir sus derechos. Su
financiamiento inicial provino de un fondo instituido por el ministro de Hacienda Ramón Cereijo,
quién abrió una cuenta especial en el Banco Nación.Poco después el gobierno decretó que iría
directamente a la cuenta de la Fundación el aporte obligatorio proveniente de los descuentos
efectuados a todos los trabajadores del país por los feriados del 1 de mayo y el 17 de octubre.
La Fundación contó con expertos en el área sanitaria como el prestigioso cirujano Ricardo
Finochietto. En su escuela de enfermeras regenteada por Teresa Fiora, se graduaron unas 1300
enfermeras por año, que cumplían funciones en todos los hospitales del país, reemplazando en
muchos casos a las tradicionales monjas samaritanas.La obra de la fundación fue monumental.
77
Sus enemigos decían que la ayuda social era demagógica y ‘excesiva’, partiendo del
primitivo y mezquino concepto de que todo aquello era demasiado para ‘esa gente acostumbrada
a conformarse con poco’, por la que sentían un indisimulable desprecio, que se iba tornando cada
vez más recíproco.
Las primeras intervenciones claras del Estado dentro del campo de las políticas sociales
comienzan en nuestro país a partir de 1943. La Política Social empezará a dar un nuevo sentido a
las instituciones de salud, acción social o educación, incorporando nuevas modalidades de
intervención y generando una nueva simbolización de éstas, que aún hoy permanece en el
imaginario colectivo. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Estado asume un papel de
mediador entre el capital y el trabajo, ordenando esa relación y por otro lado gestando lo que más
tarde será denominado como Derechos del Trabajador. La puesta en marcha de una clara
demarcación de la jornada de trabajo en los convenios que se van elaborando, la extensión del
sueldo anual complementario, la jubilación, gestión de Juan D. Perón al frente de esa Secretaría.
Años más tarde, los Derechos del Trabajador se incluirán dentro de los Derechos Sociales y
tendrán forma constitucional (1949). Por otra parte, debido a una marcada política proteccionista
en la economía sumada a favorables factores externos, entre 1943 y 1947 se llegó a la ocupación
plena. El mismo crecimiento se da en la sindicalización de los trabajadores.
A partir de 1946, el Dr. Ramón Carrillo, ya a cargo del recientemente creado Ministerio de
Salud, llevará adelante políticas sanitarias que en principio buscaban extender la cobertura de
salud a prácticamente todo el país. Pero la elaboración y aplicación de éstas son definidas por
Carrillo como subsidiarias de la Política Social.Del mismo modo que no puede existir una política
sin una economía organizada en beneficio de la mayoría, tampoco puede existir una medicina
destinada a la protección de la colectividad sin una política social bien sistematizada para evitar el
hambre, el pauperismo y la desocupación.
Desde los organismos internacionales o desde las experiencias de otros países, si bien
comenzaba a declamarse (hablar en público) por los derechos sociales y por la búsqueda de
acción social que paliara las desigualdades, en ese momento estas cuestiones en muchos casos
no pasaban más que por el enunciado. Eva Perón viaja a Europa en 1947, en principio con el
objetivo de tomar contacto con organismos de Asistencia Social, en el momento que la Fundación
aún no se había creado. Recorre España, Francia, Italia y Portugal, tal vez con la idea de aprender
de la experiencia en Acción Social del viejo continente, pero vuelve decepcionada. Si analizamos
las diferentes disciplinas que se desenvolvían dentro de estas nuevas Instituciones creadas por el
Estado, en ellas aún perdura digamos una modalidad anterior, más relacionada con los parámetros
de la década de los treinta y cierta conformación liberal-positivista. La vinculación de las
disciplinas con los derechos sociales, marca una nueva lógica y direccionalidad. Es conveniente
tener en cuenta que la aparición de las Políticas Sociales marca nuevos sentidos y en este caso
nuevas direcciones que atarán a las prácticas del campo de lo social a éstas y en especial al
Trabajo Social. Con respecto a este punto, la Fundación contaba con las llamadas "células
mínimas" cuya función era detectar necesidades, o, en el lenguaje de la época; situaciones de
injusticia social. La organización del trabajo tuvo su primer escalón en las "Células Mínimas" que
tenían la función de detectar necesidades. Recorrieron los lugares más alejados del país,
elaborando fichas asistenciales y estadísticas, generalmente en compañía de médicos que
elaboraban breves diagnósticos sobre el estado sanitario de la población infantil. Luego del
79
informe socioeconómico del lugar, la Fundación planificaba la construcción y finalmente, Eva
Perón determinaba la construcción del Hogar. Este hecho tal vez sea una de los primeros
antecedentes de elaboración comunitaria o regional de diagnósticos sociales, mostrando por otra
parte el antecedente de una primera separación en lo que serán en el futuro las prácticas del
Trabajo Social con respecto a la concepción paramédica o para jurídica en las que había sido
fundado. La preocupación por lo social, conformará este desprendimiento, apareciendo quizás
como precursor de las primeras prácticas relacionadas con la ejecución de Políticas Sociales. Por
otra parte, podemos encontrar datos más concretos con respecto al Trabajo Social, en la
conformación administrativa de los Hogares. El Servicio Social trabajaba en relación al personal
docente y al personal médico, dividiéndose la tarea en dos etapas, pre ingreso y asistencia. En esa
segunda etapa una de las funciones del Servicio Social era en el caso de los niños huérfanos
ubicar un tutor para el niño. Era función del Asistente Social, mantener el vínculo de los menores
internados cuando lo tenían, con su grupo familiar de origen. Es interesante pensar que al igual de
los enunciados referidos a la política social, el paso de los menores por los Hogares de la
Fundación era visto como una transición o etapa, de ahí la permanente vinculación con el contexto
de las instituciones de minoridad o en las normas internas de funcionamiento. Otro elemento
interesante para el análisis de tipo institucional es el de la inserción de los menores en ceremonias
y celebraciones de tipo cultural o religioso.
Desde una perspectiva eficientista, hoy se podría decir que los gastos eran innecesarios o
excesivos. Aunque es en estos detalles, digamos más ligados a la cotidianidad, desde donde se
construyó una Acción Social que impactó en forma relevante en la subjetividad. Las Políticas
Sociales del Gobierno Peronista no sólo coadyuvaron para lograr indicadores sanitarios o sociales
importantes, sino que transformaron la vida cotidiana. Es decir, estructuraron un modelo de país
atravesado por la idea de Justicia Social. Esto nos plantea tal vez una nueva forma de relación con
el Estado, donde una necesidad se transforma en un derecho social no cumplido. Hasta ese
momento, las necesidades estaban fuera del lugar de lo legal, del "derecho" y eran cubiertas por
la filantropía, la caridad y el asistencialismo. En el caso de la Asistencia Legitimada, tanto las
necesidades como los derechos se mantuvieron fuertemente en ese espacio definido como legal y
ratificado desde la Constitución cuando ya estaban en marcha y no en forma declamativa. Las
prácticas, de esta forma, funcionaban como articulantes entre los derechos sociales y la política
social. Desde esta perspectiva, la formación de los asistentes sociales pasaba por la detección de
problemas y el armado de estrategias de socialización o resocialización, desde una mirada más
microsocial y vinculada a la idea de sociopatía. Si analizamos este proceso, veríamos que desde
las ideas, si se quiere "académicas" de la época, se planteaba a la pobreza como asociada a la
"desviación social". Por otro lado, tal vez el fuerte impacto de este tipo de Política Social está
asociado a correr a la Acción Social del lugar de la asociación pobreza-desviación. De esta forma,
la pobreza no se penalizaba al universalizarse las acciones. Mientras que se valorizaba la
cotidianidad cultural de los desposeídos, no se ponía el acento en cambiar el ethos popular,
solamente se hacía hincapié en la cuestión de la dignidad.
La idea de Comunidad, enunciada por el peronismo, no es algo fundado dentro de la ley,
sino que como la Justicia Social es algo a conseguir, a través de la lucha de la puja entre intereses
opuestos o a veces aliados. De ahí la figura de la asimetría, de la posibilidad de analizar las
relaciones de poder en términos de relaciones fuerza y no desde el esquema jurídico de la
soberanía. La política laboral iniciada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social en 1943,
impactó desde lo formal, pero a su vez desde la generación de nuevas formas de litigar,
organizarse y obtener fuerzas desde el sector del trabajo, ahí las nuevas relaciones de poder que
se construyen. La referencia a la dignidad y los derechos sociales que plantea la práctica de la
Fundación Eva Perón, hablaría enunciativamente de "derecho natural", pero en definitiva es un
llamado al litigio, justamente dentro de las relaciones de poder. Ahora esa lucha se presenta
nuevamente como un camino hacia la idea de "comunidad organizada". Si intentamos pensar el
poder en términos de relaciones de fuerza, podríamos visualizar la conformación de estos nuevos
sentidos. Es desde ese juego que se va construyendo una nueva subjetividad, que delimita los
diferentes espacios de la lucha, territorializando a los oponentes, construyendo nuevas
representaciones. Si dejamos de lado la posibilidad de analizar y estudiar al poder desde su
localización central, podemos ver cómo en este período que estamos analizando, aparecen en la
sociedad argentina nuevas manifestaciones del poder y que éstas se relacionan con la vida
cotidiana, la movilización y el Estado Social. Esto no quiere decir que nuevos actores poseen
poder, sino que éste se ejerce dentro de relaciones que cambian de sentido y que éstas tienen
conformaciones desiguales que torcerán la realidad hacia uno u otro lado. Es quizás en la
oposición entre necesidades y derechos donde se recrean los espacios de la lucha y de nuevas
relaciones de poder. Siendo la relación la que determina los elementos entre los cuales se mueve.
Y es justamente esa relación la que conforma nuevos sujetos que posteriormente pueden ser
enunciados en términos de derecho.
81
GERCHUNOFF, P. y ANTÚNEZ, D.
De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo
1945 fue el año de una fuerte inflación de casi el 20% que provocó la caída del nivel de
actividad, de los salarios reales y del ritmo de creación de empleo. También es el año en que
terminó la SGM. Y el año en que, por primera vez, la participación de la industria manufacturera en
el PBI superaba a la del sector agropecuario en la industria argentina.
Después de la guerra
Peron creía que la posguerra traería profundos problemas. Creía poco en el éxito de las
conferencias internacionales. Las idas y vueltas de Bretton Woods parecían darle la razón. El
objetivo de esta conferencia había sido diseñar instituciones y políticas que evitaran los errores
cometidos en el periodo de entreguerras, errores que acabaron por dejar sin un manejo unificado
y coherente al sistema de pagos internacionales al pretender una reedición del patrón oro que
había funcionado con éxito hasta 1914.
Tras la guerra, en Europa, las manufacturas estaban paralizadas, el comercio estaba por
los suelos y las comunicaciones estaban sumamente interrumpidas. Para Keynes, solo con la
ayuda norteamericana Europa se encaminaría a recuperar un potencial exportador que la dotara
de divisas que hicieran sostenible la aplicación de tipos de cambios fijos y convertibles.
Las dificultades del flamante orden económico internacional para resolver con eficacia los
recurrentes problemas de la posguerra, en combinación con el notorio crecimiento electoral de los
partidos comunistas en países como Italia, Francia, Holanda o Bélgica, impusieron una revisión de
la política ahorrativa norteamericana. Poco a poco los EEUU fueron acrecentando su disposición a
intervenir en forma directa y comprometida. Así, para 1947, el presidente Truman y su secretario
de estado Marshall retornaron al pensamiento de Keynes e idearon un programa financiero para
recuperar la capacidad productiva de la región occidental de Europa. Pero la evolución hasta
llegar a esa decisión sería lenta, y en 1945 ni siquiera estaba planteada.
Partidos políticos y coaliciones de muy distinta raigambre ideológica adoptaron, con sus
matices, programas en cuyo centro había una mayor intervención estatal (Francia, Gran Bretaña,
EEUU, el fascismo y el socialismo). Las guerras, la depresion y en muchos países el atraso
económico, eran los factores convocantes de la actividad del Estado.
La herencia de la industrialización
3 - En la década del 20, el presidente Alvear pudo recibir con beneplácito un flujo masivo
de intervenciones extranjeras en la industria, predominantemente de origen estadounidense, que
amplió aceleradamente la gama de la producción nacional.
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A pedido de Peron, Farrel había nacionalizado y reformado el sistema financiero y había
creado el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI). También a pedido de P,
Farrel nombró a Miranda presidente del Banco Central y al mismo tiempo titular del IAPI. Miranda
tenía una obsesión: convertirse en el custodio del desarrollo industrial argentino.
El periodo 46-49 se caracterizó por la persecución del ideal del pleno empleo, el aumento
de los salarios reales y un profundo cambio distributivo. Si la guerra hubiera sido industrialización
y empleo, la inmediata posguerra de Peron iba a ser un aumento acelerado del nivel de actividad
en todos los sectores vinculados al mundo urbano, un incremento inédito de las remuneraciones
populares y un salto en la participación de los trabajadores en el ingreso. En apenas tres años, los
estratos sociales más sumergidos experimentaron la multiplicación en el poder de compra de sus
ingresos y las clases medias accedieron a un conjunto de nuevos bienes que implicaron un salto
de calidad en su confort. Esa fue la impronta del Peronismo.
Esa razón hacía necesario que la Argentina se refugiase en su mercado interno como el
espacio económico y político donde asegurar su futuro. Desde luego, que si lo que había que
atender era el mercado interno, lo primero que había que hacer era darle forma. Para ello Perón
necesitaba consolidar una demanda interna que actuara como locomotora de un ciclo virtuoso de
crecimiento económico y cuyo punto de partida fuera la expansión del consumo. Como, a
diferencia de otros países, la inmensa mayoría de la población ya estaba integrada a través del
empleo al circuito capitalista, ello solo se podía lograr con un fuerte aumento en los salarios que
provocaran una redistribución del ingreso que actuaría como impulsora de la producción.
Con el final de la guerra y la gradual adaptación de las naciones beligerantes a los nuevos
tiempos de paz fue desapareciendo el racionamiento de bienes importados. Volvía a haber
productos para comprar y medios de transporte para acercarlos al país. La Argentina había estado
ahorrando en exceso y disponía de un sobrante de divisas; era por lo tanto una invitación a gastar.
Al recortarse los precios nacionales de los alimentos, los incrementos de los salarios
nominales, que se tornaron muy frecuentes con el nuevo gobierno, derivaron en mayores salarios
reales y en una expansión del consumo que adiciono demanda efectiva e incentivó la producción y
las inversiones. Otras iniciativas peronistas: los controles de precios, la institución del aguinaldo, la
ley de alquileres (el 63% de la fuerza de trabajo no tenía casa propia). Entre el 46 y el 48 los
salarios reales se incrementaron un 40%.
Los préstamos totales se quintuplicaron entre 1945-1948; los préstamos del sector privado
estuvieron cerca de triplicarse. Las tasas de interés no pasaron del 5% anual. Los préstamos a la
industria se sextuplicaron mientras que los destinados al sector agropecuario se duplicaron. El
privilegio mayor fue, durante los años iniciales del gobierno, para los empresarios industriales sin
distinciones. Para un Peron escéptico sobre un futuro de paz para el mundo, la cifra del progreso
económico era el autoabastecimiento.
85
Así como los precios internacionales altos de los bienes que exportaba la Argentina hacian
viables la mayoría substancial en el poder de compra de los trabajadores y la expansión de la
demanda de consumo, así como el arsenal proteccionista garantizaba la reserva del mercado
interno para quienes producían fronteras adentro, el crédito barato permitía a la industria pagar el
nuevo nivel de salarios. Cada pieza era necesaria.
La expansión del crédito a través de los redescuentos del Banco Central fue una lluvia de
pesos para la mayoría de los argentinos, gratamente sorprendidos por lo que era una novedad.
Naturalmente, la inflación se aceleró, pero menos de lo que cualquiera podría suponer.
- La intervención pública antes de Perón: Primero había sido la creación del Banco
Central, de las Juntas Reguladoras de granos y carnes y de la Corporación Argentina de
Productores. Con el golpe del 4 de junio comenzaba a prefigurarse un Estado empresario con un
rol central de los militares. Perón aceleró la transformación. Su prioridad fue poner al Estado
nacional al servicio del modelo de desarrollo económico naciente.
La participación del estado empresario en el gasto total pasó del 36% en 1946 al 47% en
1950. La obvia explicación de este fenómeno reside en el traspaso a manos del Estado de los
servicios públicos y de las fuentes de energía, hasta entonces de propiedad extranjera. Este
traspaso era central para la nueva politica económica.
A los ferrocarriles les siguieron los teléfonos, las usinas eléctricas, las empresas de gas,
los puertos con sus elevadores, las plantas de servicios sanitarios, los seguros, los silos de
campaña. De esas nacionalizaciones surgieron nuevas empresas estatales que impulsaron la
inversión pública.
Para 1949 el nuevo texto constitucional consagró legalmente esa politica al declarar al
estado dueño natural de los servicios públicos y de las fuentes de energía. El Primer Plan
Quinquenal 1947-1951 complementó las nacionalizaciones con una guía sistematizadora de las
inversiones públicas que incluyó la defensa exterior, un rubro que durante 1946 había explicado el
60% de los gastos de capital llevados a cabo por el sector público.
La politica social de Perón fue de naturaleza macroeconómica: los salarios altos y el pleno
empleo.
- La Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón: financiada con donaciones
empresariales obtenidas la mayoría de las veces con métodos cuasi compulsivos.
La fundación construyó hogares de tránsito para los indigentes y los ancianos, distribuyó
subsidios monetarios, edifico 21 hospitales policlínicos y 19 hogares-escuela en regiones
abandonadas, repartió ropas, muebles, cocinas, maquinas de coser, proporcionó equipos a quienes
querían instalar talleres independientes y útiles escolares a los chicos más necesitados.
Para que la expansión productiva y la justicia social se sostuvieran debían cumplirse dos
condiciones: la perdurabilidad de los beneficiosos términos del intercambio exterior y la inflación
bajo control. Desafortunadamente, desde 1949 y hasta 1952 los términos del salario cayeron un
36%, hasta el mismo nivel que en 1935; en cuanto a la inflación, las cosas también empeorarían: el
promedio simple del periodo 49-52 fue del 33%, significativamente más alto que el 10% de
América Latina. La economía permanecería estancada hasta 1952. Esta nueva etapa ya no contaría
87
con Miranda: Alfredo Gomez Morales ocuparía la cartera de Finanzas, la presidencia del Banco
Central y la conducción del Consejo Económico Nacional.
Durante 1947 y principios de 1948, Miranda había invertido las divisas en bienes de capital,
insumos críticos y repatriación de deuda. En su percepción, la conflictividad de las relaciones
internacionales derivaría en una nueva guerra y, con ello, en otra etapa de desabastecimiento y
altos precios de los alimentos y las materias primas. Pero un evento inesperado dio al traste con
su juego: el Plan Marshall.
La mutación del escenario internacional provocó una caída de los precios y una reducción
de volúmenes en la producción y en las exportaciones agropecuarias. La fuerte sequía de la
campaña 1949-1950 fue apenas un anuncio de la que con mayor rigor azotaría al campo durante
1951-1952. Durante 1952 la noticia cotidiana era la imposibilidad de sembrar, la muerte del ganado
por falta de agua, los incendios espontáneos de campos. Se comio pan negro, pero lo comieron
todos.
¿Qué hacer?
Caídas de precios y sequías derivaron entonces en una drástica reducción de las divisas
disponibles, y ello obligó a comprimir aún más las importaciones. Pero el país había llegado a un
punto en el que era imposible contraer las importaciones sin alterar la producción industrial, que
obtenía del exterior muchos de sus insumos. Entre 1942 y 1952, las importaciones para la industria
y el propio nivel de actividad del sector manufacturero cayó.
La verdadera solución consistía en aumentar las importaciones, recibir inversiones
extranjeras, o una combinación de ambas cosas. Al finalizar los años 40 las inversiones extranjeras
orientadas a países como la Argentina constituían un casillero vacío; si había por entonces un flujo
masivo de capitales entre naciones, este era el del Plan Marshall, y su destino era Europa.
Había, pues, un único camino: alentar la oferta de bienes que pudiesen colocarse en el
mundo para mitigar la escasez de divisas. La industria no estaba preparada para insertarse en el
comercio internacional: su expansión diversificada en un mercado relativamente pequeño le
quitaba escala y le aumentaba costos.
Había que ofrecerle al campo los insumos y los bienes de capital necesarios para
incrementar su productividad y por lo tanto su volumen de producción; había que tornar más
fructíferas las tareas de labranza y de cosecha, y hasta la propia actividad ganadera.
Sin embargo, la maldición de las repetidas sequías afectó tanto al agro que la economía
permaneció frenada: con las exportaciones hundidas en un nivel muy bajo, los salarios empezaron
a deteriorarse. Miranda no tenía una fórmula para resolver el problema y llamó a Gomez Morales.
¿Qué hizo, pues, el gobierno para contener la inflación? En primer lugar, reducir el
desequilibrio fiscal. A ello contribuyeron los nuevos impuestos sobre los salarios para financiar la
seguridad social, los gravámenes sobre los ingresos de las personas y las corporaciones y, en
menor medida, las cargas indirectas sobre el consumo.
89
tiempo que, por primera vez desde el golpe militar de 1943, las fuerzas armadas tuvieron que
ceder en sus pretensiones y contentarse con presupuestos sensiblemente más austeros. El déficit
fiscal cayó.
Gomez Morales pudo "desacelerar" la expansión del crédito sin afectar mayormente la
actividad privada.
Hubo también una mayor selectividad y condicionalidad del crédito para desactivarlo
como negocio especulativo y para desalentar inversiones que no fueran rentables. El desequilibrio
presupuestario cayó y esto permitió recortar el crédito sin generar problemas de liquidez en una
economía argentina que ya comenzaba a mostrar sus grietas.
Los precios subían porque los salarios subían, y los salarios subían porque los precios
subían. La argentina vivía ya en un régimen inflacionario y nadie quería perder las posiciones
ganadas. Sin embargo, a medida que los términos del intercambio se deterioraban, la ilusión de la
riqueza nacional se volvía crecientemente insostenible.
La inflación derrotada
En 1952, Perón asume su segunda presidencia. En febrero de ese año, anunció el Plan de
Emergencia. Gomez Morales pasaría del Ministerio de Finanzas al de Asuntos Económicos, Miguel
Revestido ocuparía su anterior puesto. Había que abatir la inflación.
Asi como no iba a haber una devaluación que redujera los salarios reales, tampoco se iba a
avanzar más de los que se había hecho por el camino de la redistribución progresiva del ingreso;
las remuneraciones de los trabajadores ya no aumentarÍan porque ahora eso implicaba un juego
de suma cero en el que algún otro sector tenía que perder. A partir de entonces el juego quedaba
cancelado. Si la austeridad y el equilibrio fiscal se habían convertido en mandato para el estado, la
productividad se colocaba en el centro del funcionamiento de los mercados.
Durante 1952 el incremento de los precios fue de casi el 39%. La inflación de 1953 fue del
4%; la de 1954, del 3,8%. El ministro Gomez Morales podía sentirse satisfecho.
A principios de 1952, hacía más de tres años que el país estaba prácticamente estancado.
El ahorro de los argentinos debía aumentar. Apareció una visión más permeable hacia la inversión
extranjera. El gobierno venía a descubrir que su nacionalismo inicial podía entrar en conflicto con
la defensa del nivel de vida popular, y que a la hora de elegir lo iba a hacer por lo segundo. Otro
obstáculo era la escasez de divisas.
El Plan de Emergencia de febrero del 52 sirvió para aumentar el ahorro por dos canales
distintos.
El trato al agro: el IAPI siguió subsidiando los productos agropecuarios. El Estado invirtió
significativamente en tecnologías de producción y en sanidad animal y vegetal; se amplió la
capacidad de almacenaje de granos; se siguió adelante con el programa de mecanización agraria,
ahora con la ayuda de inversiones extranjeras. La situación internacional no ayudaba: los precios
agrícolas fueron, durante 1954 y 1955, los más bajos de la década peronista.
91
El alivio definitivo a las dificultades del balance de pagos vendría de la mano de un gran
paso adelante en el proceso de industrialización. El plan de Emergencia abría una oportunidad.
Con estabilidad y más ahorro se generaban las condiciones para capitalizar al país sustituyendo
importaciones en sectores básicos: materias primas, siderurgia, petroquímica, bienes de capital,
energía, material de transporte.
Hubo una masiva propaganda oficial orientada a promocionar el nuevo plan quinquenal.
Correspondía al segundo plan arraigar la industria pesada. El consumo popular ya no diseñaría
espontáneamente el patrón productivo, ni la producción se llevaría a cabo exclusivamente para
satisfacer las demandas inmediatas del consumo popular.
Un objetivo explícito era el de "solventar las necesidades básicas del país" a través de la
acumulación de capital que podía realizar el estado. La distribución de la inversión pública entre
1952-1955: Aumentaron los porcentajes correspondientes a transportes, energía, comunicaciones
y siderurgia; descendieron las inversiones en defensa y las de carácter social. Había una nueva
prioridad: poner en orden las bases productivas de la nación.
El déficit de inversión golpeó el objetivo de forjar una industria pesada nacional y estatal.
Hubieron cortes de energía eléctrica que consumían el 70% del total del país.
Un gran debate fue el petróleo. La producción pasó a 5 millones en 1955, pero aun no
alcanzaba para abastecer la demanda nacional, lo que se reflejó en la creciente participación del
petróleo y sus derivados en las importaciones. Los críticos denunciaban la insuficiencia de la
producción petrolera como el principal factor explicativo de la vulnerabilidad exterior Argentina.
1953: Peron presenta un proyecto de ley de inversiones extranjeras. Para 1953 el mundo
estaba casi completamente normalizado, el comercio internacional se revitalizaba y había indicios
de que firmas poderosas con sede en las grandes potencias buscaban saltar por encima de las
barreras proteccionistas de las naciones subdesarrolladas y ganar sus mercados de consumo.
La ley de Perón fue sancionada en agosto de 1953. Apuntaba a un trato igualitario entre
compañías nacionales y compañías extranjeras.
YPF no tenía capacidad para explotar todos los yacimientos disponibles. En 1955, un
funcionario del gobierno argentino firmó con la California Argentina de Petróleo (Standard Oil) un
contrato de explotación petrolera por un término de cuarenta años, 50.000 km2 de tierra
santacruceña. Peron respondía a los desafíos de cada coyuntura histórica con los instrumentos
que consideraba más aptos. "Ellos sacan su ganancia y nosotros la nuestra: es lo justo" decía.
Pero el contrato con California fracasó. El proyecto de ley quedó estancado. El proyecto
fue altamente criticado por los partidos opositores e incluso dentro del peronismo. El gobierno
comprendía que en esa empresa estaba solo.
Habiendo transcurrido dos años de aplicación del Plan de Emergencia, parecía haberse
logrado el equilibrio estable al que se había apuntado con el cambio en la politica de ingresos.
Pero para marzo del 54 comenzaba la renegociación de salarios. Huelgas y movilizaciones
callejeras convulsionaron a las grandes ciudades hasta el mes de agosto. Las demandas obreras
fueron bastante exitosas y llevaron el salario real promedio del 54 a un nivel 12% superior al del
52. Hacia el segundo semestre comenzaron a percibirse aumentos de precios. Ya no era posible
beneficiar a un determinado sector mediante el aumento de su participación en el ingreso si ello
se hacía en detrimento del resto. La mayor retribución sólo se habría de lograr incrementando la
cantidad de bienes a repartir.
Así, pues, el gobierno estaba convencido de que solo existiría margen para aumentar los
salarios reales o las utilidades de las empresas si crecía la productividad. Eso podría conseguirse
tanto con un aumento de la inversión -que estaba siendo estimulada- como con cambios en la
organización laboral de las empresas que apuntaran hacia una mayor eficiencia. Con la intención
de alentar esas innovaciones en marzo del '55 se convocó al Congreso Nacional de la
Productividad y el Bienestar Social (CNP). Hubo mucho más conflicto que acuerdo. La CGT no
cedió prácticamente nada en materia de relaciones laborales. Los empresarios encontraron un
espacio institucional, hasta entonces inexistente, para dialogar con la cúpula gremial de los
trabajadores y para canalizar reclamos ante las autoridades económicas. El desgaste político del
gobierno se estaba acelerando, y cada vez sonaban más fuerte los rumores de un levantamiento
militar.
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Final
El panorama político se agravó a partir del innecesario y casi insólito conflicto de Peron
con la Iglesia Católica. El mismo presidente que había restablecido la enseñanza religiosa en las
escuelas públicas y que había elogiado la cláusula constitucional de apoyo oficial a la Iglesia se
lanzó a un enconado ataque a la jerarquía eclesiástica. Mientras el gobierno provocaba al
"obispero revuelto" suprimiendo la enseñanza religiosa, promoviendo el divorcio vincular y
proyectando una reforma constitucional que separara más tajantemente la Iglesia del Estado, la
oposición veía su oportunidad de resucitar. La tensión estalló el jueves 16 de junio. Un bombardeo
de aviones de la Marina sobre la Plaza de Mayo, operación que formaba parte de un plan para
asesinar a Peron, terminó con no menos de trescientas víctimas civiles. Adictos al gobierno
reaccionaron esa noche quemando varias iglesias de Bs As. En el marco de llamados a la
tranquilidad, se concedió a los opositores el uso de la radio, y fue en esos días de julio cuando
Arturo Frondizi pudo dar a conocer a los oyentes los puntos de vista del partido radical. El
miércoles 31 de agosto Peron "ofreció" su renuncia y retiró su oferta por la tarde ante una
concentración organizada por la CGT. El viernes 16 el general Eduardo Lonardi inició el
levantamiento militar en Córdoba y Cuyo. El lunes 19 inició la larga lluvia. Despues del mediodia, se
notifico la renuncia de Peron como manera de evitar un baño de sangre. Peron partió rumbo a la
embajada de Paraguay, donde solicitó asilo. No volvería a pisar tierra argentina hasta otro
tormentoso día de noviembre de 1972.
Crítica peronista: el gobierno no había resuelto sino que había agravado las dificultades de
la balanza de pagos y la inflación. Según el asesor del gobierno provisional Prebisch, la pasada
herencia negativa, el principal obstáculo para impulsar el desarrollo argentino, era la imposibilidad
de expandir las importaciones de maquinarias, materias primas y combustibles. A su vez, las
restricciones para importar se originaban en la escasez de divisas. Puesto que Peron y sus
colaboradores económicos habían postergado una y otra vez la necesaria devaluación, las
exportaciones agropecuarias estaban estancadas; la inversión en las industrias básicas para
sustituir importaciones era completamente insuficiente; no había, por fin, estímulos para aumentar
la producción petrolera. Los planes quinquenales habían acentuado la tendencia al estancamiento
al concentrar las inversiones públicas en actividades no productivas. Prueba de ello, para
Prebisch, era el cuadro desolador en las áreas eléctricas y de transporte. En definitiva, Peron no
había tenido una estrategia de crecimiento. La economía estaba paralizada.
Criticaba al gobierno por las expansivas políticas monetaria y salarial, generadoras de
inflación. En cuanto a politica salarial, hecho leña al fuego avivando la inflación por el lado de los
costos, mientras que el déficit fiscal lo hacía por el lado de la demanda. Los aumentos en las
remuneraciones habían sido mayores que los aumentos en la productividad y eso impuso una
presión al alza de los precios.
95
JAMES, DANIEL
17 y 18 de octubre de 1945: El peronismo, la protesta de las masas y
la clase obrera argentina
Pese a que en ese momento su derrota parecía definitiva, la política pro obrera de Perón
habría de rendir sus frutos en la semana posterior a su separación de los cargos. Desde la mañana
del 17 de octubre columnas de manifestantes llegaron al centro de Buenos Aires, provenientes de
la propia Capital Federal y de otros puntos del país, con el único propósito de reclamar que se
liberase a Perón y se lo restituyera en el gobierno. En las últimas horas de la tarde colmaban la
Plaza de Mayo frente a la Casa de Gobierno, y entrada la noche la movilización había obligado a
las autoridades a liberar a Perón y permitir que se dirigiera a las masas de trabajadores allí
reunidos desde los balcones de la Casa Rosada. Estos acontecimientos lanzaron a Perón por el
camino que lo llevó a la victoria en las elecciones de febrero de 1946, y consolidaron un
movimiento social y político que ha tenido un papel dominante en la Argentina en gran parte de
los últimos cuarenta años.
Siguiendo la exposición de James, dentro del debate sobre los orígenes del peronismo y
como se componen las masas obreras, la interpretación predominante en los años 50 y 60,
encabezada por Gino Germani, sostiene que el apoyo a Perón tiene como núcleo una nueva
camada migratoria, proveniente del interior del país más tradicionalista, fácilmente manipulable.
De carácter rural y que tenía internalizada la figura del patrón o caudillo y por ende era más fácil
de manipular.
Según este enfoque, la clase obrera estaba compuesta por un sector con más experiencia,
integrado en su mayoría por hijos de inmigrantes europeos llegados al país antes de 1930, que
ante el ascenso de Perón se habían mantenido “fieles” a sus ideologías e instituciones de clase.
James sostiene que los hechos del 17 y 18 de octubre de 1945 se debieron gracias a la
organización, movilización y la estructura del sindicalismo organizado. Si bien comparte el análisis
de Murmis y Portantiero, considera que el mismo no abarca en totalidad el complejo proceso.
Rescata la postura de Germani, pero para incorporar una nueva dimensión analítica que tiene que
ver con ¨la constitución de nuevas identidades colectivas populares ̈. Considera que el análisis de
los dos autores, focaliza en particular el problema social y descuida, en cierta medida, el político.
Si bien la clase trabajadora, actúa según un interés de clase, buscando ampliar sus beneficios a
través del Estado, para Torres, este proceso desemboca en una identificación política entre las
masas y el conductor. De allí que la acción política no solamente es emprendida con el objeto de
alcanzar mejoras materiales, sino que tiene como objeto, fortalecer la identidad política colectiva
de los actores sociales implicados.
Esto muestra que hubo grandes hechos de violencia que vistos desde el análisis que hace
Torres, se puede observar que el 17 de octubre es un emblema del surgimiento de la clase obrera
como fuerza auténtica y legítima dentro de la sociedad y política Argentina. Se les atribuyó
legitimidad.
Los obreros que rememoran los hechos del octubre lo hacen de forma de goce, orgullosos.
Como si fuesen las vacaciones de los obreros, en las marchas se comportaban cantando
canciones populares, danzaban. Esto en contraste con los hechos de violencia.
Esta atmósfera carnavalesca, en la que ponen el acento tanto los testimonios orales como
los escritos, nos hace reparar en la novedad que esto constituya como forma de expresión de la
clase obrera, y nos introduce en su posible significación más profunda. Si bien este espíritu festivo
fue más tarde glorificado y legitimado, representaba un apartamiento radical respecto de los
cánones de la época sobre el comportamiento público aceptable de los obreros. Esta transgresión
de las normas tradicionales que regían las manifestaciones obreras, este quebrantamiento de los
97
repertorios de conducta aceptados, fue resentido agudamente sobre todo por los comunistas,
anarquistas y socialistas.
Otro hecho importante es que la mayoría de los mov. Surgían desde la periferia, hacia al
centro administrativo, educativo y cultural: La Plata. El contraste entre estas partes era marcado,
un territorio más respetado que otro por su avance y estatus.
JAMES, DANIEL
Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora
argentina 1946-1976
Al promediar la década de 1940-50 la argentina tenía una economía cada vez más
industrializada. En la estructura social se operaron cambios que reflejaban esa evolución: El
número de establecimientos aumentó a la vez que el número de los trabajadores. También se
modificó la composición interna de esa fuerza laboral.
El movimiento laboral existente en el tiempo del golpe militar de 1943 estaba dividido y
era débil. Había en la argentina cuatro centrales gremiales: la FORA anarquista, la USA
sindicalista, y la CGT dividida en 1 y 2. El influjo de este fragmentado movimiento sobre la clase
trabajadora era limitado. La gran mayoría del proletariado industrial estaba al margen de toda
organización sindical efectiva.
La década peronista 46-55 tuvo un efecto mucho más profundo que la anterior sobre la
posición de la clase trabajadora en la sociedad argentina. Se asistió a un aumento de la capacidad
de organización y el peso social de la clase trabajadora, combinándose la simpatía del Estado por
el fortalecimiento de la organización sindical y el anhelo de la clase trabajadora de trasladar su
victoria política a ventajas concretas. Ese movimiento determinó una rápida extensión del
sindicalismo.
99
La estructura de organización impuesta a la expansión sindical fue importante en el
sentido de que modeló el futuro desarrollo del movimiento gremial. La sindicalización debía
basarse en la unidad de actividad económica, además se creó una estructura sindical específica
centralizada la CGT. El estado supervisaba y articulaba esa estructura. El ministerio de trabajo era
la autoridad estatal que otorgaba a un sindicato el reconocimiento legal que lo autorizaba para
negociar con los empleadores. La ley de asociaciones permitía al estado supervisar vastas áreas
del sindicato aunque al mismo tiempo, estos recibían muchas ventajas: derechos de negociación,
protección de los funcionarios sindicales contra la adopción de medidas punitivas que lo
afectaran, deducción automática de los sueldos y salarios de las cuotas sindicales y aplicación de
estas a vastos planes de bienestar social. Pero al mismo tiempo, otorgó al Estado las funciones de
garante y supervisor final de este proceso y de los beneficios derivados de él.
Durante este periodo la clase trabajadora tuvo un notable grado de cohesión política. La
era peronista borró en gran medida las anteriores lealtades políticas que existían en las filas
obreras e implementó otras nuevas. Para los socialistas y radicales, el peronismo había de seguir
siendo un ultraje moral y cívico, una prueba del atraso y la carencia de virtudes cívicas de los
trabajadores argentinos.
El partido comunista intentó asumir una función más flexible. Aunque no fue capaz de
subsanar el error de apoyar a la unión democrática –antiperonistas- ni tampoco de ofrecer una
alternativa creíble que desafiará la hegemonía política del peronismo en las filas sindicales.
La relación entre los trabajadores y sus organizaciones por un lado, y de estas dentro del
movimiento en relación con el Estado resulta fundamental para entender el período 43-55. Las
anteriores explicaciones –Germani-, que entendían el apoyo a Perón por la división entre la vieja y
la nueva clase trabajadora. Para los revisionistas, el apoyo se veía como el lógico compromiso de
los obreros con un proyecto reformista dirigido por el Estado. No han presentado la imagen de una
masa pasiva manipulada sino la de los actores dotados de conciencia de clase, que procuraban
encontrar un camino realista para la satisfacción de sus necesidades materiales. Sin embargo, era
también algo más. Era un movimiento representativo de un cambio decisivo en la conducta y las
lealtades políticas de la clase trabajadora que adquirió una visión política de la realidad diferente.
En vez de ver al peronismo como una inevitable expresión de insatisfacción social es necesario
definir sus rasgos específicos para poder comprender por qué la solución la dio este y no otro
diferente.
El éxito del peronismo con los trabajadores se explicó por su capacidad para reducir el
problema de la ciudadanía en un molde nuevo, de carácter social. El discurso negó la validez de la
separación, formulada por el liberalismo, entre el estado y la política por un lado, y la sociedad
civil por otro. La Constitución ya no debía ser definida más simplemente en función de derechos
individuales. Y sus relaciones dentro de la sociedad política redefinidas en función de la esfera
económica y social de la Sociedad Civil En está retórica luchar por los derechos en el orden de la
política implicaba luchar por el cambio social. Esto marcaba un nuevo papel de la clase
trabajadora en la sociedad. Tradicionalmente, el sistema político liberal había reconocido la
existencia política de los trabajadores atomizados como individuos. Dotados de una forma de
igualdad en el derecho político pero al mismo tiempo habían rechazado su constitución como
actor en ese campo.
101
parámetros –como el desarrollo industrial- de forma nueva que atrajo a la clase trabajadora de
forma tal que se veían con un papel vital para sí mismo como agente en la esfera pública y
permitió que se apropiaran del tema.
Una visión digna de crédito: carácter concreto y creíble del discurso político de Perón
El peronismo significó una presencia social y política mucho mayor de la clase trabajadora
en la sociedad argentina. El impacto de este hecho puede ser medido en términos institucionales,
en la relación entre el Estado y el sindicalismo, la masiva ampliación del gremialismo y el número
de parlamentarios de extracción gremial. Sin embargo, hay otros factores para evaluar el peso
social del P que son más difíciles de cuantificar como el orgullo, el respeto propio y la dignidad.
Para evaluar la importancia de esos factores debemos volver a la década infame por ser el
punto de referencia con el cual los trabajadores midieron su experiencia del peronismo.
El poder del peronismo radicó en su capacidad para dar expresión pública a lo que hasta
entonces sólo había sido internalizado, vivido como experiencia privada. La circunstancia de que
términos que antes simbolizaban la humillación de la clase obrera y su explicita falta de status en
una sociedad profundamente consciente del status adquirieron ahora connotaciones y valores
diametralmente opuestos. El ejemplo más famoso es la palabra “descamisado”. Este había sido
utilizado inicialmente por los antiperonistas como calificativo de los trabajadores que apoyaban a
Perón en términos de inferioridad. El peronismo lo dio vuelta transformándolo en afirmación del
valor de la clase trabajadora. También el término negro, la negrada de Perón y cabecitas negras
adquirían con un nuevo status. La movilización del 17 demuestra la defensa de los trabajadores
para sus intereses y un rechazo de las formas aceptadas de jerarquía social y los símbolos de
autoridad. El hecho de que la movilización terminará en Plaza de Mayo era un hecho significativo
ya que esta había sido un territorio reservado a la gente decente. Para la clase obrera representó
una recuperación del orgullo y la autoestima.
Sin embargo, tuvo éxito en el control de la clase trabajadora, tanto social como
políticamente. Las relaciones entre el capital y el trabajo por cierto mejoraron. Varias razones
pueden explicar ese éxito. Una fue la capacidad de la clase trabajadora para satisfacer sus
aspiraciones materiales dentro de los parámetros ofrecidos por el Estado, otra, el prestigio
personal de Perón. También es preciso tomar en consideración la habilidad del Estado y su
aparato cultural, político e ideológico para promover e inculcar nociones de armonía e intereses
comunes de las clases. La retórica peronista como cualquier otra, derivó su influjo, en definitiva,
de su aptitud para decirle a su público lo que éste deseaba escuchar. Se apropió de los símbolos
de las tradiciones de las clases obreras anteriores y rivales, que los peronistas absorbieron y
neutralizaron. Como por ejemplo, el 1º de Mayo antes representaba la tristeza, el dolor y la
impotencia revelados por los rostros vendados que miran al lector desde el documento. El día del
trabajo en la era del peronismo significaba rostros sonrientes de obreros marchando hacia la Casa
de Gobierno, una atmósfera de tranquilidad y armonía, ausencia de pánico, de policías y de
103
lesiones. Esto estaba en concordancia con la sensación de haber recobrado la dignidad y el
respeto propio.
De ese análisis se pueden extraer varias consecuencias. En primer término, el apoyo que
los trabajadores dieron no se fundó exclusivamente en su experiencia de clase en las fábricas. Fue
también una adhesión de índole política generada por una forma particular de movilización y
discurso políticos. Las dos bases de la movilización no deben ser contrapuestas, no deben ser
vistas bajo la dicotomía entre las clases trabajadores viejas y nuevas.
Este fue evidentemente un proceso complejo, que involucró para algunos trabajadores
una reconstitución de su identidad y su lealtad política cuando abandonaron identidades y
lealtades establecidas. La construcción de la clase trabajadora no implicó necesariamente la
manipulación y la pasividad asociadas a la poderosa imagen de las masas disponibles formulada
por Germani. Había en juego indiscutiblemente un proceso de interacción en dos direcciones, y si
bien la clase trabajadora fue constituida en parte por el peronismo, este fue a su vez en parte
creación de la clase trabajadora.
También desde el punto de vista social el legado que la experiencia dejó a la clase
trabajadora fue profundamente ambivalente. La retórica peronista predicó y la política oficial
procuró cada vez más la identificación de la clase trabajadora en el Estado y su incorporación a él,
lo cual suponía, cierta pasividad relativa de la clase. Análogamente, el movimiento sindical
emergió de este período con un profundo espíritu reformista.
Sin embargo, la era también legó a la clase trabajadora un sentimiento muy profundo de
solidez e importancia potencial nacional. Por añadidura, la legislación laboral y del bienestar
social representó en su conjunto una realización en gran escala de los derechos y reconocimiento
de la clase trabajadora, una realización que reflejaba movilización de los trabajadores y conciencia
de clase y no simplemente aceptación pasiva de la largueza estatal. El desarrollo de un
movimiento sindical centralizado y masivo confirmó inevitablemente la existencia de los
trabajadores como fuerza social dentro del Capitalismo argentino. Esto significaba que en el nivel
del movimiento Gremial actuará como vocero del Estado, los intereses de clase conflictivos se
manifestaron realmente y los intereses de la clase obrera eran en verdad articulados.
El peronismo aspiraba a lograr una alternativa hegemónica viable para el capitalismo
argentino, quería promover un desarrollo económico basado en la integración social y política de
la clase trabajadora. Las tensiones resultantes de ese legado ambiguo fueron considerables. La
principal de ellas se centró en el conflicto entre el significado del peronismo como movimiento
Social y sus necesidades funcionales como forma específica del poder estatal.
105
TORRADO, SUSANA
Estructura Social de la Argentina. 1945-1983
Argentina fue uno de los países donde este proceso se verificó de forma típica. Las elites
ilustradas que condujeron el país durante este período se abocaron entonces a resolver cuatro
cuestiones prioritarias:
a- la organización nacional
Todos estos objetivos se alcanzaron durante el lapso de 1870-1930. Durante esas seis
décadas se incrementaron vertiginosamente el volumen y el valor de las exportaciones, el capital
instalado, el producto nacional y el producto per cápita. Un efecto no previsto fue la escasa
radicación rural de los inmigrantes atribuible, entre otros factores, a las dificultades para acceder
a la propiedad de la tierra regida por una altísima concentración latifundiaria. Entre 1869 y 1914, la
tasa de crecimiento intercensal de la población es notablemente alta, un ritmo cuya mayor parte
es atribuible a la inmigración europea. Para los años 1914-1947, ha disminuido radicalmente la tasa
anual de crecimiento, siendo este último atribuible ahora, en su mayor parte, al crecimiento
vegetativo. Sin embargo, esta delimitación censal es engañosa.
Todo lo anterior significa que, en menos de una generación, surgió un amplio estrato
medio, por lo que, necesariamente, sus miembros debieron reclutarse entre los estratos
populares, urbanos y rurales, y la movilidad sociales resultante debió ser no sólo de carácter
intergeneracional (desplazamiento de posición de padres a hijos), sino también de naturaleza
intrageneracional (desplazamiento durante la vida de una misma persona); esto último sobre todo
en los extranjeros recién llegados cuya extracción social originaria era por demás modesta.
El hecho fundamental que afectó la movilidad social en la Argentina durante esta etapa
fue el crecimiento muy rápido de la proporción de estratos medios que acabamos de reseñar.
Debido a esta expansión estructural, durante el dicho período, por lo menos un 20% de las
personas de origen popular ascendía a los estratos medios. Las cifras indican que el proceso de
movilidad social ascendente fue mucho más acentuado entre los extranjeros, que representaban
en esa época entre 50% y 60% de los estratos medios.
Al finalizar el modelo agroexportador con la gran crisis mundial, sin embargo, se percibían
ciertos aspectos negativos en el sistema socioeconómico. El más importante era la persistencia de
un régimen de propiedad fundiaria que actuó como determinante fundamental del futuro
desarrollo agropecuario. Entre los segundos, encontramos el grado de dependencia externa en
que se había situado la economía argentina, fenómeno que se designa habitualmente con la
expresión “vulnerabilidad económica externa”. Porque una de las principales consecuencias de la
crisis de 1930 fue la modificación sustancial del sistema que había regido hasta entonces el
comercio internacional.
107
2- La industria como eje de desarrollo: 1930-1975
En 1945 emerge el movimiento que lidera el general Juan Domingo Perón como expresión
de una nueva alianza de clases: la de la clase obrera y los pequeños y medianos empresarios
industriales. En esta estrategia de corte distribucionista, la industria constituye el objetivo central
del proceso de desarrollo. Se impulsa una industrialización sustitutiva basada en el incremento de
la demanda de bienes de consumo masivo en el mercado interno, la cual es generada a través del
aumento del salario real.
El principal mecanismo para lograr estos objetivos fue la reasignación de recursos para la
producción a través de la acción del Estado. Ello se logró mediante la expropiación parcial de la
renta agraria, a través de la nacionalización del comercio exterior de productos agropecuarios,
transfiriendo los recursos así obtenidos al financiamiento del desarrollo industrial centrado en
industrias de consumo masivo.
Por otra parte, el Estado también extiende su campo de acción económica y social al
nacionalizar o crear importantes empresas de servicios públicos, y al acentuar su estrategia
redistributiva a través de la asignación creciente de recursos a la educación, la salud, la vivienda y
la seguridad social.
Como visión global, puede decirse que el modelo justicialista favoreció la expansión
cuantitativa de los componentes sociales del bloque que le sirvió de apoyo para su surgimiento, al
tiempo que fortaleció el aumento cuantitativo de las capas medias asalariadas, sobre todo en el
sector público. Además de su carácter distributivo, podrían calificar los efectos de su estrategia
sobre la estructura social los adjetivos “relativamente modernizadora” e “incluyente”. El modelo
justicialista no indujo un gran crecimiento económico global ni una modernización destacable de
la estructura social, pero tuvo el mérito de no segmentar los mercados de trabajos ni excluir a
franjas importantes de la población de los frutos del desarrollo logrado.
109
c- el fracaso en la tentativa de obtener capitales externos que permitieran superar el
estrangulamiento exterior de la economía.
La creación de empleo urbano es aún más rápida que durante el período precedente, pero
el papel de la industria manufacturera es prácticamente nulo. La nueva estrategia
industrializadora destruye un número muy considerable de pequeños y medianos
establecimientos industriales, pero al mismo tiempo, crea empleo asalariado de clase media a un
ritmo tan veloz que compensa con creces el número de puestos eliminados.
El gobierno surgido del golpe de Estado de marzo de 1976 adoptó una estrategia de
desarrollo sustancialmente diferente a todas las experimentadas en el pasado, virando en forma
diametral las orientaciones de industrialización sustitutiva que habían estado vigentes desde
1930. Esta estrategia aperturista o “ajuste” tendió simultáneamente a los siguientes objetivos:
111
El modelo postuló además el aprovechamiento además el aprovechamiento de las
ventajas comparativas que poseería la estructura productiva argentina en esos rubros, aunque sin
brindar a estas actividades estímulos especiales.
Para alcanzar estas metas se aplicaron medidas de distinta índole. En el plano económico,
se destacan:
Puede caracterizarse al nuevo bloque dominante como una alianza entre el estamento
militar y el segmento más concentrado del capital nacional y de las empresas transnacionales.
Las FFAA llegaron entonces al poder con intereses que claramente sobrepasaban la esfera de lo
económico, apuntando a lograr un disciplinamiento social generalizado mediante un cambio
drástico de la antigua estructura de relaciones económicas, sociales y políticas. El programa del
gobierno militar se opone a las precedentes orientaciones de industrialización sustitutiva, dando
implícitamente por terminada la industrialización como objetivo central del proceso de desarrollo.
Hay un fuerte retroceso de la oferta de mano de obra en los mercados de trabajo urbanos,
un fenómeno principalmente atribuible a razones de índole demográfica. Entre las mismas se
encuentran: la disminución de la migración interna hacia las grandes ciudades; el retroceso de la
inmigración de trabajadores limítrofes; el aumento de la emigración externa de argentinos.
También contribuyó al descenso de dichos índices la retracción de la demanda de mano de obra
que induce la recesión, que a su vez se tradujo en el aumento considerable del desempleo oculto.
Un aspecto crucial de esta dinámica radica en la diferencia del impacto en los distintos
estratos sociales, definidos éstos de acuerdo al nivel de educación del jefe del hogar. En efecto, el
desempleo abierto afectó a todos los trabajadores, pero en los estratos inferiores lo hizo con
mayor intensidad. Respecto de la desigualdad en la distribución del ingreso, puede afirmarse que
el grueso del aumento en la regresividad de la distribución del ingreso durante el gobierno militar
aconteció durante 1976-1978, cuando se produjo el gran deterioro de los salarios medios reales.
La creación del empleo urbano durante el gobierno militar favoreció netamente las
posiciones autónomas por comparación a las asalariadas. Entre 1970 y 1980, la tasa anual de
crecimiento del empleo autónomo es casi dos veces y media superior a la del empleo asalariado.
Dentro de la clase media, por primera vez, es el estrato autónomo el que lidera aparentemente el
crecimiento. En otros términos, se detiene el proceso de asalarización de la clase media y se
acelera el de desalarización de la clase obrera. Tiene lugar también un notable crecimiento del
estrato marginal.
1- El menor crecimiento del empleo urbano elimina una fuente crucial de movilidad
ascendente, al tiempo que concentra los desplazamientos en la población de antigua residencia
urbana.
3- La clase media asalariada crece menos que en las etapas precedentes, siendo
significativo el hecho de que se expanda comparativamente más el segmento técnico-profesional
que el de los empleados y vendedores. Todo ello, en un contexto en el cual se acentuó el proceso
113
de devaluación de las credenciales educativas en el mercado de trabajo, como secuela de la
expansión de la matrícula secundaria y superior en los años precedentes.
A los inconvenientes generales que el modelo aperturista arrastraba desde los años
setenta, se agrega durante los noventa un agravamiento de la vulnerabilidad externa de la
economía, derivado de las restricciones que impone al crecimiento la imposibilidad de generar un
superávit de la balanza de pagos que permitiera hacer frente a los servicios de una deuda externa
en contínua expansión.
También se verifica un aumento absoluto del componente público entre los asalariados: el
empleo público, y un acelerado aumento del cuentapropismo. En la misma dirección, se tiende a la
informalización de los empresarios.
La nueva y brutal devaluación de los títulos académicos que indujo la abrupta irrupción
del hiperdesempleo. De repente, millones de personas quedaron obsoletas respecto de las nuevas
exigencias empresariales, con el agravante de que su eventual reciclamiento debía ser
autosolventado. Es decir, una porción de la mano de obra se encontró de pronto enfrentada a la
situación de que para conseguir empleo se necesita más educación, pero para reciclarse se
necesitan ingresos que no se obtienen porque se está desempleado.
Otro de los factores que afectó gravemente el funcionamiento del trabajo fue la
desregulación de las antiguas protecciones de los trabajadores. Las normas laborales se
modificaron en distintos andariveles:disminuyeron las contribuciones patronales para financiar el
costo del despido y se fomentaron nuevas modalidades contractuales. Todas estas modificaciones
tuvieron el común denominador de precarizar la situación laboral.
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El empeoramiento de las condiciones laborales y de bienestar en tan corto lapso es un
buen indicador de la eficacia con que funcionó el “disciplinamiento social” originalmente
propiciado por el golpe militar. Calificar el balance de esta gestión en relación con la estructura
social no es una tarea compleja: además de concentradora, la estrategia es violenta y
explícitamente excluyente. La contrapartida previsible fue un aumento sin precedentes de la
incidencia, la intensidad y la heterogeneidad de la pobreza crítica, inductora de un deterioro brutal
de los niveles de bienestar.
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