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La ONU estima que el 35% de las mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física
por parte de su pareja; lamentablemente, a nivel nacional, esta cifra se eleva al 70%.
A pesar de la existencia de leyes protectoras, como la Ley núm. 30364, cuyo propósito
es prevenir, erradicar y sancionar todas las formas de violencia derivadas de la difícil
situación de las mujeres, los casos de violencia física están en aumento y el gobierno
no ha cumplido con su responsabilidad al respecto.
Las causas de la violencia de género en el Perú son complejas y engloban diversos
factores. La desigualdad de género se presenta como un elemento contribuyente, ya
que establece roles y estereotipos que discriminan a las mujeres. La persistente
presencia de una cultura violenta, transmitida de generación en generación, también
promueve la violencia de género al considerarla como una vía aceptable para resolver
conflictos. La falta de acceso a la educación constituye otro factor que alimenta la
violencia de género, dado que las personas con niveles educativos más bajos tienen
una mayor propensión a involucrarse en conductas violentas.
La violencia de género acarrea consecuencias negativas tanto para las víctimas como
para sus familias y la sociedad en su conjunto. Aquellas que sufren esta forma de
violencia pueden experimentar daños físicos, como lesiones o traumas, además de
enfrentar consecuencias psicológicas que abarcan la ansiedad, la depresión o el
trastorno de estrés postraumático. Además, esta violencia puede dificultar el acceso
de las víctimas a la educación, el empleo y la participación plena en la sociedad. Este
fenómeno también implica un costo económico para la sociedad, ya que se requieren
recursos para proporcionar asistencia a las víctimas y prevenir la continuación de la
violencia.