6 de cada 10 mujeres ecuatorianas viven violencia de género (física, psicológica y sexual) (INEC, 2011). El 90% de las mujeres casadas o unidas que han sufrido violencia no se han separado de su pareja. (INEC, 2012). En las últimas décadas se ha evidenciado que la violencia de género es una realidad, En América Latina se registra que el 53% de mujeres sufren de violencia sexual o física (El Universo, 2013), en el Ecuador el 60,6% de las mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia (Consejo Nacional para la Igualdad de Género, 2014). Hasta el momento se registran al menos 299 femicidios desde el 2014 (Subcomisión Técnica de Validación de los casos de Femicidio en Ecuador, 2018). Anualmente, se registran alrededor de 1735 partos de niñas entre 10 a 14 años, resultado de violación sexual (MSP, 2015). Se han reportado 4.111 denuncias de delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes en el ámbito educativo, entre el 2014 al 2018 (MINEDUC, 2018). Siete de cada 10 mujeres en el Azuay son víctimas de maltratos físicos propiciados por sus compañeros sentimentales. (El Telégrafo, 2014). No son solo cifras, son realidades alarmantes. En las últimas décadas se ha evidenciado cada vez con más fuerza que la violencia de género es una realidad, se la vive en todas las sociedades y en todos los segmentos. Parecería que con todo el énfasis que se ha otorgado a prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, habría una disminución de violencia de género, pero lamentablemente, los medios de comunicación, estadísticas y cifras reales nos informan cada día de la persistencia de prácticas abusivas dentro del hogar, en lugares de trabajo, centros educativos, calles, lugares de diversión, y en todos los espacios. Actualmente con la sociabilización de las leyes, programas y agendas de protección, prevención y erradicación de la violencia de género, las mujeres saben que están más protegidas, pero el proceso complejo, la falta de resultados, la opinión pública y las circunstancias personales, hacen que no se denuncie el maltrato, por el temor a no ser tomadas en serio, a ser juzgadas y criticadas, a ser expuestas públicamente, y tener repercusiones en su desempeño profesional, en su vida familiar y personal. Una de las conceptualizaciones más comunes sobre violencia sexual considera la violencia como un acto de poder, agresión y degradación de componente sexual que ejercen los hombres sobre las mujeres, poniéndolas en una situación de vulnerabilidad. Años atrás el estudio de la violencia sexual se centraba únicamente en el delito y en los agresores, dejando de lado a las víctimas y los efectos que este delito provoca en su vida y su desarrollo.
La mayor parte de la investigación y estudios demuestran que entre algunos tipos de
maltrato, las agresiones sexuales es uno de los que producen mayor impacto psicológico y repercusiones de carácter negativo en la vida y salud mental de las mujeres víctimas. La violencia sexual de género es una de las más grandes expresiones de violación de libertades y derechos humanos de las mujeres.
En la actualidad se ha vuelto algo habitual enterarnos de caso de violencia, o acoso sexual
en nuestra sociedad, a través de los medios de comunicación o de redes sociales, estas noticias nos invaden casi a diario, y parecería que hoy en día existe más violencia de la que había antes, pero en realidad esto no es así, lo que ocurre es que en la actualidad ha existido un cambio de mentalidad en las víctimas y en la sociedad en general, que tiende a dar a conocer y denunciar estas situaciones, que antes eran calladas por vergüenza o miedo a rechazo. El miedo, el temor al rechazo, la vergüenza, y un cierto sentimiento de culpabilidad, de que algo hizo para merecer esto, o encontrarme en esta situación puede causar el silencio y puede evitar que se denuncie este tipo de agresión. Sin embargo, es una manera de luchar contra este tipo de violencia es denunciar, es hablarlo, es contarlo, claro que bien sabemos que no es nada fácil después de haber sufrido cualquier tipo de acoso o agresión sexual, pero es importante denunciarlo con la finalidad de prevenir que esta situación vuelva a ocurrir. Develar y denunciar lo que no podemos permitir que exista, es una obligación. Y esto en cuanto a toda forma de violencia, partiendo por las de tipo sexual. El abuso sexual afecta fundamentalmente a niños de cualquier género y mujeres, dejando graves secuelas en las víctimas, y en su medio familiar y social, secuelas que si bien no pueden desaparecer en su totalidad, pueden disminuir sus efectos negativos y logran una mejorar calidad de vida en la victima, es por ello la importancia de sociabilizar a las víctimas de este delito la importancia de ingresar en programas de ayuda, e incluirse en un proceso psicoterapéutico que le permita salir adelante y sobrellevar la situación por la que se encuentra atravesando. La intervención psicológica consiste en la aplicación de principios y técnicas psicológicos por parte de un profesional acreditado con el fin de ayudar a otras personas a comprender sus problemas, a reducir o superar estos, a prevenir la ocurrencia de los mismos y/o a mejorar las capacidades personales o relaciones de las personas aún en ausencia de problemas. (Bados, A. 2008). La psicoterapia se basa en la relación entre terapeuta y paciente, en su buena interacción y comunicación, así como también en la utilización de procedimientos y metodologías específicas y apropiadas. Por último es importante reflexionar sobre la violencia como un problema de carácter público, y no privado como se lo ha tratado anteriormente, es un problema social que nos afecta a todos, y que nos puede pasar a todos, por ello como sociedad debemos sumar nuestros esfuerzos para crear una conciencia social positiva, crear una igualdad de género y un respeto de derechos y libertades humanas, que nos permitan saber en su totalidad, que nadie tiene el derecho de violentar nuestras decisiones y nuestra vida, y si alguien lo hace, todos lucharemos por hacer justicia y protegernos entre nosotros. REFERENCIAS Álvarez, M., Sánchez, A., Bojó, P. (2016). Manual de atención psicológica a víctimas de maltrato machista. Colegio Oficial de Psicología de Gipuzkoa. Gipuzkoa Bados, A. (2008). La Intervención Psicológica: Características y Modelos. Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos Facultad de Psicología, Universidad de Barcelona. Barcelona INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos). Encuestas Nacionales de Empleo, Desempleo y Subempleo, Periodo 2000-202.