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Blue Nighttimes
Blue Nighttimes
Quizás para un adolescente esto era normal, era mucho mejor que estudiar,
aunque Lauren quería formarse, quería estudiar, y sobre todo llegar a ser una
gran escritora. Pero ella no tiene las mismas condiciones que los demás, está
anclada a su familia.11
Pero como dije, esto no es una historia de amor, ¿o sí? Supongo que en la
cruda realidad también queda un pequeño resquicio de amor.
CAPÍTULO 1
Camila's POV
Toc.90
El reloj que estaba fijado en la pared marcó la una de la madrugada. Por las
ventanas, la lluvia caía formando una manta de agua, seguida de un rayo al
que continuaba un gran trueno que casi me hacía temblar.40
Los días eran fríos y lluviosos, pero las noches eran aún peores. Eran lúgubres,
oscuras, húmedas y frías. Las noches en Toronto eran eternas, casi como si se
parase el tiempo. En cierto modo lo odiaba, pero lo amaba a la vez. El
ambiente cambiaba en la noche, quizás las almas florecían como realmente
eran. Quizás en la noche la gente era más valiente para dar un beso, mandar
un mensaje, hacer una llamada, o tomar decisiones que a la luz del día. A la
luz del día todos quedábamos al descubierto.79
A los diez minutos aquella chica salió del baño con unos jeans rotos por las
rodillas y bastante ajustados, una camisa de cuadros azules y una chaqueta
blanca encima. Se había recogido el pelo que aún estaba mojado. Se acercó al
mostrador, entonces pude ver que sus ojos eran verdes, y que en su oreja tenía
dos pequeñas perlas plateadas.8
—Pequeño.
Giré sobre mis talones y cogí uno de los vasos pequeños, escribiendo su
nombre en él.
Había algo que me llamaba la atención de esa chica, pero como me dijo mi jefe
'no debes mantener ningún tipo de contacto con los clientes'. Me parecía algo
frío, una sonrisa nunca le amargaba el día a nadie, y menos a alguien que
acababa de entrar empapada por la lluvia.5
—Un dólar, por favor. —La chica puso la moneda sobre mi mano, cogió el
vaso y se sentó en una de las mesas frente a la ventana, donde no paraba de
llover.64
* * *3
Lauren's POV
"Algunos días ella pensaba que todo mejoraría. Otros días eran peores,
terribles. Los días en que no pensaba en el amor, eran agradables. Quizás era
porque no pensaba en ella misma, en su autoestima, en lo que la gente pensaba
de ella. La gente, las miradas, las risas le hicieron mucho daño.33
Ella nunca sabrá lo que es un simple beso, o una sonrisa en mitad de él, ella
nunca sabrá qué es que la abracen o decir un 'te quiero'. Nunca sabrá qué se
siente cuando enlazas tus manos con la persona a la que quieres, o cómo es
pasear por la ciudad con esa persona al lado. Nunca sabrá lo que es hacer el
amor, ni tampoco despertar con esa persona abrazada a ti.55
Ella tendrá nada, que para muchos y para ella misma es lo que se merece."48
—Que pases buena noche. —Dijo la camarera con una sonrisa, y la miré
durante un momento parpadeando.
—¿Es a mí? —Me señalé a mí misma frunciendo el ceño. Aquello era
extremadamente extraño.24
—Claro, no hay nadie más en la cafetería. —Soltó una risa ladeando la cabeza.
Tenía el pelo negro recogido en una coleta dejando caer dos mechones de pelo
a los lados de su cara, un polo blanco y un delantal rojo.2
—Gracias... Ten también una buena noche. —Sonreí intentando ser amable, y
salí de la cafetería mirando al cielo.
Unas pocas gotas de lluvia seguían cayendo, pero no eran lo suficiente como
para mojarme de nuevo. Tenía frío, bastante a decir verdad. Con sólo una fina
chaqueta caminé por la calle hasta llegar a la boca del metro, que me apresuré
a bajar para entrar en calor.
Pasé el ticket, y la barra se abrió dejándome pasar a las mil galerías que
conducían cada una a una dirección, a un sitio diferente de Toronto. Línea
negra, Higham Hill.2
Las paredes de piedra cubiertas por enredaderas del metro hacían de aquella
estación una auténtica maravilla que nunca me cansaba de mirar. Era muy
diferente el centro de donde yo vivía, un distrito más pobre y alejado de todo
el bullicio y la espectacularidad de la gran ciudad.
Me subí al vagón, escuchando ese típico 'please mind the gap between the
train and the platform', que siempre acompañaba mis noches en cada parada.71
Pasé por delante de un grupo de chicos y escuché unas ligeras risas, que me
hicieron andar más rápido hasta sentarme en un vagón libre de gente. Siempre
ocurría, siempre afectaba. Las risas de la gente cuando pasaba por delante era
lo peor del mundo, y quizás ni siquiera se estaban riendo de mí, pero mi
mente no lo procesaba.121
Durante media hora, estuve sentada en aquél metro viendo cómo el grupo de
chicos se bajaba no sin antes dejarme una mirada burlona. Agaché la cabeza
negando; era normal que me mirasen de aquella forma. Yo era... No era una
chica normal, de esas de las que todo le queda bien o no sé, me gustaría pensar
que no había razones para ser la burla de todo el mundo.28
Salté la verja del jardín con cuidado, pero al ser tan tremendamente torpe se
me enganchó la camiseta haciéndome resbalar en el camino de piedra y caer
contra la verja de madera. Joder, tenía la espalda destrozada.55
Cogí una manta y me senté en el sofá, quitándome los zapatos con la punta, y
luego me tumbé con la manta encima, escuchando cómo volvía a caer una
fuerte tromba de agua. Mis pies se relajaron por fin, entrando en calor,
haciéndome soltar un suspiro casi de placer después de aquél día tan duro,
después de tanto frío y esfuerzo, aquello era la mejor recompensa.1
* * *29
—Mmh... Bien, supongo. —Cogí una tostada y empecé a comer tan rápido
como pude, mirando a mi madre con las mejillas llenas.
La verdad era que no quería dormir con Rachel porque me daba patadas, y con
sus manitas me arañaba la cara, era horrible. Tenía dos añitos, y apenas
hablaba. Sólo decía 'a píii', lo usaba para todo. Me veía a mí, me señalaba y
gritaba 'a píiii', veía comida y decía 'a píii', a píii era todo su vocabulario.88
—Te quiero mucho, Rachie, ¿tú me quieres? —Dije en voz baja, bajo la atenta
mirada de mi madre que sonreía al vernos. Rachel asintió, apretando mis
mejillas con sus manitas.
—A pi.3
A pi. Aquello no era real, la imagen de mi madre y mi hermana se difuminó
por completo y quedé en la más absoluta oscuridad; todo era un sueño.174
Abrí los ojos y vi a Rachel jugando con su gasita entre las manos mirándome
con una tierna inocente sonrisa, pero no había desayuno y mi madre no
estaba.
—A ver cuándo te despiertas, joder, que duermes hasta las tantas. —Esos eran
los buenos días de mi padre.161
CAPÍTULO 2
Invisible — 5SOS73
Lauren's POV
Cuando llegué al restaurante las sillas aún estaban encima de las mesas, y la
luz iluminaba de forma muy tenue el salón. Al fondo, en la cocina, se
escuchaban risas y voces huecas que no llegaba a distinguir muy bien; seguro
que serían los camareros y cocineros cenando. El servicio estaba a punto de
empezar.
Major, el cocinero echó una gran cantidad en mi plato, aunque sabía que no
me lo comería todo. Los veía hablar mientras con el plato en la mano pegado
casi a mi cara comía. Era agradable congeniar con gente así, aunque muchas
veces gritasen y pusieran malas caras porque no había suficientes platos
limpios; pero estaba bien. En aquél punto de mi vida, tampoco podía quejarme
de mucho.3
—¿Están buenos? —Preguntó Major, y asentí con la boca llena a dos carrillos
de pasta con tomate y carne. Creía que era el mejor cocinero del mundo, a
veces me daba recetas para que mi hermana se comiese las verduras. Era
genial, casi como un padre para mí.
Tras aquella cena y varias charlas sobre lo que iba a pasar aquella noche, la
gente comenzó a entrar. Daba platos, y a la media hora comencé a recogerlos y
fregarlos. Era algo asqueroso, a decir verdad, porque ni siquiera tenía guantes.
Tocaba la comida de la gente, incluso cosas que habían mordido y luego
dejaron en el plato, era absolutamente vomitivo pero... Era mi trabajo. Y no
podía perder aquél trabajo.52
Frotaba los platos con el estropajo bien fuerte, tanto que a las dos horas de
estar fregando las hebras se me clavaban en las palmas de las manos. Cuando
terminaba el servicio, los camareros se iban, los cocineros se quedaban
limpiando la cocina y yo tenía dos montañas de platos por fregar que casi me
llegaban a la cabeza.8
Intentaba pensar en otras cosas mientras fregaba platos, como por ejemplo la
sonrisa de mi hermana al despertarse por la mañana y verme. O también, lo
contenta que se pondría mi madre cuando cada mes llegasen a casa esas 700
libras, aunque mi madre ni siquiera estaba allí. Hacía siete años que no la veía
y el alma se me pudría cada día que pasaba sin ella. Unos dicen que murió,
otros que seguía trabajando en Estados Unidos, pero la única verdad era que
mi madre se fue para buscarnos una vida mejor y llegó un punto en que no
supimos nada de ella.56
Mis compañeros en el instituto decían que era una rarita porque me gustaba
leer, y decían que vestía como un chico. Yo simplemente llevaba vaqueros y
una camiseta, aunque una vez me quemaron una en el vestuario. También me
cortaron el pelo; me hicieron creer que eran mis amigas para invitarme a una
cena, y cuando llegué al restaurante no había nadie; todos los días se burlaban
de mí por ser 'diferente', y ahora ellos están estudiando carreras y yo estoy
fregando platos. Suponía que el mundo era así, estaba clasificado, y yo estaba
en el último escalón.59
Al terminar, mis manos estaban tirantes del jabón industrial, enrojecidas por
el calor y cansadas de fregar todos aquellos platos. Como todos se habían ido
ya y sólo quedaba el gerente repasando las cuentas, pude cambiarme en el área
de personal. Aquél pantalón roto por las rodillas, una camiseta blanca básica y
una chaqueta de chándal gris. Mis vans nunca fallaban.38
Caminé calle arriba, con las luces apagadas y sólo las de las farolas, las de los
semáforos y el letrero de la única cafetería abierta las veinticuatro horas.
Abrí la puerta con cuidado, y en ese instante la dependienta salió de detrás del
mostrador, mientras me acercaba sacando la cartera de mi bolsillo.
—Buenas, ¿qué vas a tomar? —Preguntó con una gran sonrisa. Parecía que
siempre estaba de buen humor incluso si eran las doce de la noche.
—Un café solo, pequeño, por favor. —Asintió girándose para coger el vaso, y
cogió el rotulador entre sus dedos.
La verdad es que la chica era bastante guapa, con el pelo recogido moreno,
labios carnosos y unos profundos ojos color café. Además, sus manos eran finas
con dedos largos, y llevaba algunas pulseras de bolas pequeñas plateadas en las
muñecas. Lo hacía todo con delicadeza y dedicación, incluso al poner el vaso
en la mesa lo hacía con una sonrisa.40
—Un dólar, Lauren. —Solté una suave risa al escuchar que pronunciaba mi
nombre más bajo. Puse la moneda en la palma de su mano y cogí el vaso,
retirándome a la mesa que estaba justo al lado de la ventana.14
Hoy no llovía, pero aun así, las noches en Toronto siempre traían algo de
inspiración, y esa noche no era una excepción. Me quedé mirando fuera, a la
noche, a las calles de aquél barrio que tenían magia en cada rincón.
Eso era lo que más me dolía de todo, que no podía estudiar. Yo quería, pero la
situación era demasiado complicada en la vida como para permitirme estudiar
en la universidad.3
—Escribo. Cosas. —Añadí sin dar más detalle, y la camarera asintió con una
sonrisa tierna. No quería molestarla, pero tampoco quería que ella me
molestase a mí. Para ser sinceros, ¿de verdad se interesaría alguien por las
cosas que escribo?10
—¿Alguna vez has escrito sobre esta cafetería? —Preguntó ella con el ceño
fruncido. No sabía qué responderle, no sabía si lo entendería.
—De una forma metafórica y literaria, sí. —Me humedecí los labios dando
pequeños golpecitos en el cuaderno.
—¿Qué significa eso? Es decir... ¿Cómo se escribe eso? ¿Cómo puedes describir
de forma metafórica una cafetería? —Solté una risa encogiéndome de
hombros, porque no tenía ni la más remota idea de cómo se hacía eso. Suponía
que era algo que llevaba en mi interior y que no podía explicar.
—No lo sé. Supongo que sale solo, no tengo una buena definición para eso. —
Suspiré levantándome de la mesa, metiendo el cuaderno y el bolígrafo en la
mochila. Me tragué el último sorbo de café, mirando a la camarera. —Que te
vaya bien. —Me despedí sin decir nada más, y ella levantó la mano para
despedirse.
—Hasta mañana.
Salí de allí, con la mochila a la espalda y una bufanda al cuello. La vida estaba
siendo demasiado difícil en aquellos momentos, la vida para mí era más un
sacrificio por mi familia que vivirla por mí.13
—¡Eh, Jauregui! Que te has quedado de friega platos, ¿no? —Todos se rieron, y
yo apreté los ojos enredando el borde de la sudadera entre mis dedos. Ellos no
sabían nada, nadie sabía nada de lo que yo estaba pasando.27
Cuando llegué a casa, los dos dormían. Mi padre ni siquiera me había puesto
una manta en el sofá.
Me acosté pensando que a lo mejor todo mejoraría algún día, o todo iría a
peor.2
Antes de dormir pensé en lo que había escrito de aquella cafetería. Quizás esa
cafetería era el único rinconcito de paz que quedaba en mi vida.1
*
Camila's POV
No sé qué traía a esa chica por aquí, más bien no sabía cómo alguien podría
estar escribiendo a las dos de la mañana en una cafetería vacía del centro de
Toronto. Me parecía una auténtica locura. Las calles no eran muy seguras de
noche, y menos para una chica sola.
Cogí el trapo y empecé a limpiar las mesas del local una por una. Algunas
tenían manchas de café de toda la tarde, así que tuve que emplearme a fondo
en la labor. Mientras la chica escribía concentrada me acerqué a su mesa con
el trapo en la mano, ella levantó la cabeza con el ceño fruncido.
CAPÍTULO 3
Renegades — X Ambassadors42
Lauren's POV
Nuestra casa era modesta, bastante modesta. Sólo había dos habitaciones, una
para mi padre y otra donde dormía mi hermana pequeña. Yo dormía en el
sofá; mi hermana solía tirarme del labio o la nariz por las noches, así que era
mejor dejarla tranquila. El suelo estaba enmoquetado en un color verde oscuro
que pocas veces se le pasaba la aspiradora porque yo apenas tenía tiempo y el
pasatiempo favorito de mi padre era sentarse a ver la tele con una cerveza en
la mano, justo como estaba en ese momento.1
Con las piernas tan separadas que a veces creía que no tenía genitales sino una
piedra en medio, los chicos a veces exageraban muchísimo aquella postura sólo
para sentirse más hombres supongo.29
—Hazme un sándwich. —Me dijo llevándose la mano a la entrepierna para,
supongo, que colocarla bien. Era vomitivo, quizás por su culpa yo detestaba a
todo hombre viviente.65
—Yo no fui quién echó a tu madre de casa. —Escupió. Sabía cómo hacerme
daño, sabía dónde dar para hacer que cediese, y yo cedía.1
Rachel había salido de la cocina y se acercaba a mí, estirando sus manitas para
que la cogiese en brazos. Me arrodillé delante de ella peinándola un poco,
acariciándole las mejillas con una sonrisa.1
—Pórtate bien, bichito. —Sonreí dándole unos cuantos besos sonoros en las
mejillas, haciéndola reír.3
—A píiiiiii.36
El primer día fue un horror, acabé en esa misma cocina sentada en un taburete
con los pies metidos en agua caliente.
Los edificios se levantaban gigantes delante de mí con luces azules que salían
desde la torre de Toronto iluminando toda la ciudad, el cielo era totalmente
azul. Una estampa algo futurista incluso, me atraía aquello. ¿En qué se
inspirarían los escritores en la Edad Media? No lo sabía, pero aquella estampa
de la ciudad bajo un encanto añil.1
Caminé calle arriba con los pies entumecidos, no me los sentía, como casi
todas las noches. Tiré el cigarro a una papelera antes de entrar a la cafetería, y
allí estaba la camarera. Ni siquiera sabía su nombre, pero a mí me parecía que
era preciosa. Además, me trataba con esa dulzura con la que nadie se tomaba
la molestia de hablarme, como si quisiese que me sintiera valorada.1
—¿Puedo usar el baño? —La camarera frunció el ceño y asintió con una
sonrisa.
*3
Camila's POV
—¿Café solo pequeño o vas a cambiar algo? —La hice sonreír un poco,
girándome para coger el vaso pequeño.
—Oh, sí, perdona. —Puso el dólar en la mesa y justo antes de coger el vaso
levantó la cabeza hacia mí. —Perdona, ¿me podrías decir tu nombre? —Ladeé
la cabeza con una sonrisa y los ojos entrecerrados. —Se me hace extraño
querer darte las gracias pero nunca saber cómo llamarte.
—Pues... Gracias, Camila. —Se giró con una última sonrisa y tomó asiento en
la mesa frente a la ventana.1
Las luces azules teñían el cielo, lo recubrían con aquél manto artificial que
hacían de aquella ciudad algo precioso de lo que disfrutar. Desde el mostrador,
la imagen de Lauren escribiendo mientras bebía de su café de rato a rato.
Puse el plato en la mesa haciendo que levantase su cabeza hacia mí con los
ojos abiertos.
—Hola, pensé que te gustaría comer algo. —Señalé el sándwich a la vez que
ella bajaba la cabeza al plato. —Si no te gusta ese puedo cambiártelo.
—Lo sé, pero yo invito. Casi eres mi único cliente aquí, así que... Gracias por
sostenerme el empleo. —Hice una mueca jugando con mis manos.
—Está bien. —Sonreí sentándome justo frente a ella. Sus manos cogieron el
trozo de sándwich que estaba más cercano y empujó el plato hacia mí. —¿Por
qué vienes a esta hora a la cafetería?1
—Se está más tranquilo, ¿no? —De un bocado fulminó medio sándwich, con
las comisuras del labio manchadas de mayonesa. Por aquella contestación
deduje que no iba a decirme mucho más y lo entendía; yo no era quién para
preguntarle algo que a ella le incomodaba.
—Tienes el labio manchado. —Lo señalé mirándola con una pequeña sonrisa.
Luego, me percaté de que tenía el borde de la sudadera roto. —Tu sudadera
está rota y... —Señalé su pelo soltando una risa. —Tu pelo está despeinado.53
—Algún día podrías escribirme algo en una de esas servilletas. Las noches aquí
son bastante aburridas. —Reí un poco viéndola terminarse el trozo de
sándwich, dándole un sorbo al café.10
—Deja que otros juzguen eso. —Me levanté de la mesa poniéndome bien el
delantal.4
*14
El jardín tenía setos a ambos lados, dos figuras de enanos que custodiaban la
entrada de este, recubierto por césped y un camino de piedra pizarra que
llegaba hasta los dos escalones que daban paso a la puerta de la cocina.8
Al entrar mi padre estaba en la isla central de la mesa con una taza de café en
la mano, su camisa y puesta y la chaqueta del traje encima de la silla.
—Camila, ya te dije que no hace falta que tengas ese trabajo en la cafetería. —
Cogí de nuevo mi mochila de la silla donde la había dejado y caminé fuera,
girándome una última vez.10
Subí las escaleras de una forma tan pesada que casi la boca rozaba la moqueta
de los escalones, y caminé hasta llegar a mi habitación. Era bastante grande,
con una cama bajo la ventana de madera, un armario amplio, el suelo de
parqué claro y un escritorio frente a la cama.38
CAPÍTULO 4
Camila's POV
Caminé más rápido para atravesar el jardín de casa, que como el trasero estaba
rodeado por césped, aquél camino de piedra pizarra hasta llegar a los
escalones. La puerta estaba lacada en blanca con la cerradura plateada. A los
lados había grandes cristaleras con las juntas del mismo color que la puerta,
dando una sensación de luminosidad al jardín en esos días de lluvia.
—¡Estoy en casa! —Alcé la voz dejando la mochila con todos mis libros en la
entrada y me apresuré a entrar en la cocina.
Allí mi padre con la camisa remangada hasta los codos, mi hermana con el
pijama ya puesto y mi madre servía la carne con el delantal puesto.
—¿Qué tal las clases? ¿Tienes que estudiar mucho? —Decía mi madre
mientras bebía algo de aquél vino que siempre tomaban mi padre y ella por las
noches.
—Bien... Tengo que estudiarme tres temas de bioestadística para mañana, así
que... —Hice una mueca removiendo las verduras de mi plato.4
—Te hemos dicho muchas veces que no tienes que ir a trabajar. —Suspiré
ante las palabras de mi padre. Me habían dicho 'ricachona' en el colegio
durante tanto tiempo que ahora ya no quería que la gente me viese así.103
A los dieciséis mi padre alquiló la azotea de uno de los edificios más altos de
Toronto para celebrar mi cumpleaños, y a los 18 nos llevó a mí y a mis amigas
a Ámsterdam.
—Ya lo sé, papá. Pero quiero trabajar, no voy a estar detrás de ti toda la vida,
¿no? Ya no tendré que pedirte dinero si quiero algo. —Fruncí el ceño mientras
me tragaba aquél maravilloso trozo de carne glaseado que mi madre había
preparado al horno.
—Y no sabes lo orgulloso que me hace eso. ¿Tienes que irte después de cenar?
—Asentí paladeando el puré de patatas, mirando a mi hermana con los ojos
entrecerrados.
—Sí, de hecho ya estoy llegando tarde. —Dije con la comida aún en la boca, el
plato casi vacío y un trozo de pan en la mano que iba mordisqueando. —Os
quiero, hasta mañana.11
—I said, drink for me, drink for me. When I was so thristy, pour on a
symphony. —Murmuraba mientras tomaba la carretera para llegar al centro
de la ciudad que se veía a lo lejos.3
La luz azul del skyline de Toronto te avisaba de que habías llegado, que
estabas allí, en una ciudad que crecía y avanzaba, pero que no olvidaba sus
orígenes. No era como una de esas ciudades americanas totalmente civilizadas,
en la que la gente iba con prisa a todas partes, se estresaban y todo era humo y
contaminación. Aquí no. A pesar de tener rascacielos y un centro ejecutivo, la
gente usa el transporte público para no contaminar, los coches son eléctricos,
hay bicicletas de uso público que todo el mundo usa e incluso hay gente que
tiene la suya propia.25
—He dejado el lavaplatos puesto. Sólo tienes que darle a este botón, esperar
media hora y ya está, luego lo abres y colocas los platos. —La otra camarera se
quitaba el delantal en la parte trasera de la tienda, aireándose un poco el pelo.
Se llamaba Cheryl, era alta, con ojos azules y labios carnosos, siempre con una
sonrisa en los labios. Al parecer era modelo, pero durante la semana trabajaba
en la cafetería para pagarse el apartamento en el centro de Toronto.12
—Y me debes una, ¿lo sabes no? —Me señaló dándose la vuelta con el ceño
fruncido. —Te he cubierto una hora entera.
En ese momento Lauren abrió la puerta y se quedó mirando a Cheryl casi sin
pestañear.5
—Bueno, te dejo cielo, tienes clientes. —Giró sobre sus talones y caminó hacia
la salida sonriéndole a Lauren. —Pasa buena noche.
Al salir por la puerta Lauren se giró mirando por donde había salido. Parecía
estar embobada.
—Guapa, ¿verdad? —Me miró con la boca abierta sin saber muy bien qué
responder. —Sí, la mayoría no somos como ella. Es... Perfecta. —Lauren se
acercó al mostrador sin decir nada, acomodándose la tira de la mochila al
hombro. —¿Lo de siempre, corazón? —Asintió en silencio, parecía
enmudecida pero yo no dije nada.86
Le preparé su café, como siempre, puse su nombre y ella me dio aquél dólar.
Luego se sentó en la mesa y escribió en total silencio.
Puse el lavaplatos como Cheryl me indicó y abrí el libro de bioestadística
encima de la mesa. Tenía demasiado que estudiar para el día siguiente y muy
poco tiempo; aquello sí que me estresaba y no una cafetería llena de gente.4
—Mmh... Vaya, qué... Inútil soy. —Me reí un poco frotándome el brazo, y
Lauren se quedó mirándome con el ceño fruncido.17
—Ya... Por estas cosas estoy trabajando. —Lauren miró el reloj que tenía en la
muñeca y suspiró, echando la cabeza hacia atrás.
Lauren's POV
Había vuelto a perder el metro, genial. Y todo por ayudar a aquella chica...
¿Camila? A apagar el estúpido y maldito lavavajillas. Dios, ¿cómo volvería a
casa? Lo único que pude hacer fue coger mi mochila y encaminarme por las
calles de la ciudad mirando por cualquier esquina.
Era estresante, era terrible y era humillante ir con miedo sola por la calle. Era
horrible tener miedo por cualquier persona que caminaba por allí, incluso si
era un chico de 16 años yo me aterraba. Empezaba a andar más rápido e
incluso me escondía en cualquier portal. ¿Por qué debía estar asustada? ¿Por
qué debía salir corriendo si veía a un hombre que aún no había hecho nada y
que sólo había dado tres pasos al salir de un callejón? Quizás porque las
mujeres sólo éramos un cebo para aquella sociedad patriarcal, quizás las
mujeres sólo éramos un juguete para quienes en realidad mandaban en el
mundo, que eran los hombres. Y odiaba sentirme así, odiaba sentir que podían
violarme y hacerme daño de camino a casa y que aún así nadie me daría la
razón y además todos preguntarían: ¿pero qué ropa llevabas puesta? ¿Le dijiste
que no? Una violación es por definición mantener relaciones sexuales sin el
consentimiento de otra, ¿cómo voy a decir que sí? La sociedad nos maniataba
y dejaban que los hombres hicieran lo que quisiesen con nosotras, porque a
pesar de que los tiempos habían cambiado esa sensación, esa mentalidad seguía
siendo la misma; las mujeres oprimidas y todas para nosotras.103
Después de media hora de camino, llegué a casa. De fondo, el llanto de mi
hermana a la que nadie atendía. Dejé la mochila en el sofá y corrí hasta su
habitación encendiendo la luz.1
—Hey, Rachie, estoy aquí. —La cogí en brazos dándole un beso en el pelo. Era
como un bebé, ella sólo quería estar en mis brazos y jugar conmigo todo el día.
Abrí los armarios y no había nada, prácticamente nada. Un limón, una botella
de agua, arroz, un bote de tomate, un tarro de azúcar, otro de sal y nada más.
Me froté la cara con las manos y miré a la pequeña que miraba al techo de la
cocina.
—Mira, ¿te gusta esto? —Puse el tarro de azúcar delante de ella y metí un
dedo en el azúcar para luego acercarlo a su boca. —No me muerdas, ¿eh? —
Sonreí observando cómo Rachel chupaba la punta de mi dedo, y cuando se
acabó hundió su manita entera llevándosela a la boca. —Eso es. —Sonreí algo
triste.30
CAPÍTULO 5
Creep — Radiohead76
Lauren's POV1
Pasé de largo la cafetería y giré la esquina para llegar a la estación de tren más
cercana. Vi el parque de lejos, debía cruzarlo para llegar a la estación. En uno
de los bancos había un grupo de chicos con latas de cerveza. Unos llevaban
gorros puestos, reían y gritaban. Yo me encogí frunciendo el ceño. Nunca
encajé, nunca fui parte de nada.1
Cuando fui acercándome pude ver que esa gente estaba en mi instituto,
entonces sí que me asusté. Caminé lo más rápido posible incluso cuando
escuché la voz de aquellos chicos.2
—Eh. ¡Eh tú! —Repetía él. —¡EH! —Caminé más rápido cuando él me
llamaba.
—EH. —Sentí un tirón de la chaqueta que me ahogó el cuello y casi hizo que
dejase de respirar por un momento. —Que te estamos llamando. —Dijo en un
tono furioso apretando las mandíbulas.1
—Oh, mirad quién es... —El chico me agarró del pelo tan fuerte que sentí un
millón de agujas clavarse en mi cráneo. Me arrastró hasta los demás con
aquella sonrisa lasciva, con esos dientes amarillentos y casi afilados.16
—Dejadme en paz, por favor. —Dije con las lágrimas cayendo por mis
mejillas, apretando los ojos par ano verlo más.24
La policía me dejó en casa, les agradecí aquello durante todo el trayecto a casa
y es que ese día estaba destrozada. Ese día estaba rota por dentro. Agradecí que
Rachel se quedase con mi vecina, a la que tendría que pagarle 10 dólares la
semana que viene.11
Me tumbé en el sofá y miré al techo, aunque poco después cerré los ojos.
No me percaté de que las lágrimas caían por mis mejillas sin control, no podía
evitarlo. Aquellas palabras de ese chico dolían más que cualquier puñetazo en
el ojo, se clavaban y no se curaban. Me carcomían, estaban en mi interior. No
podía extirpar un pensamiento, estaba ahí clavado.
Mi madre murió por mi culpa, porque yo nunca hacía nada, porque quería
estudiar. Mi madre murió intentando darme aquello que yo perseguía, pero
no, no podía tenerlo. Debía hacer lo que ella hizo por mi durante mucho
tiempo; sacrificarse.18
Pero estar sola en el mundo era una de las cosas que me rompían cada día por
dentro. No tener a nadie, no saber con quién hablar, a quién contarle tus
problemas o a quién acudir cuando necesitabas un abrazo. Yo me tenía a mí
misma, y la mayoría de las veces nunca era suficiente.28
*9
—¿Conoces el parque que está aquí al lado? —Ella asintió girando la cabeza un
poco para poder mirarme de perfil mientras le ponía la tapadera a mi café. —
Unos imbéciles me dieron una paliza.
—¿Qué? ¿Por qué? —Me encogí de hombros dándole el dólar, tomando el
vaso de café.
—Porque soy Lauren, ¿no? —Sonreí triste con los ojos vidriosos. —Soy el saco
de boxeo del mundo, así debe ser. —Respondí yendo hacia la mesa donde
siempre me sentaba.29
—Tú no sabes nada sobre mí. —Respondí en cuanto separó la mano, y levantó
mi barbilla para curarme el raspón que tenía en la barbilla.
—No, no sé nada sobre ti, pero tengo moral y nadie en este mundo es el saco
de boxeo de otra persona. —Solté una risa al escucharla, separándome de ella
mientras negaba.8
—Es metafórico.
—No es que yo sea el objetivo de la gente, Camila. Es que por alguna razón el
mundo siempre me da palos a mí. Siempre soy yo la que sufre, y me estoy
cansando de eso. —Giré la cabeza para meter el periódico y la petaca, sin
mirarla a ella. Se quedó en silencio, ¿qué iba a decirme? ¿Qué no llevaba
razón?2
—Bueno, deja que otros te ayuden. —Añadió, y giré mi rostro hacia ella lo
más seria posible.
—De una forma u otra las personas que se me acercan son las que más daño
me hacen. —Y no estaba mintiendo. Camila no sabía que más responder, pero
no desviaba su vista.11
—No, no lo has sido. Tienes razón. Por eso trabajo en esta cafetería. —No supe
muy bien qué quería decir, pero suponía que era por eso del trabajo de mierda,
así que sonreí un poco.
—Quizás nos merecemos algo mejor que esto. Quizás, algún día podré alquilar
una casa mejor para mi hermana y para mí, que no tenga las cortinas del salón
rotas y el barrio no huela a cloaca. —Sonreí colgándome la mochila, Camila
no lo hizo, seguía cabizbaja jugando con un trozo de algodón entre sus manos.
—Ten cuidado esta noche, ya sabes lo que hay en esta zona. —Ella asintió con
media sonrisa.15
CAPÍTULO 6
Lauren's POV
A la luz del día Toronto parecía otra ciudad distinta, pero de noche era un
espectáculo de luces de colores que se reflejaban de un edificio a otro. Pero
ahora, a las tres de la tarde con el bullicio de la gente saliendo de trabajar no
era algo bonito precisamente.
Arranqué de nuevo y por fin tomé el desvío de la autovía que llevaba hasta las
afueras. Los baches hacían que el sillín de la moto rebotase, y la rueda
delantera se deslizase más rápido de lo que en realidad quería; pero lo llevaba
bien.
Aminoré la marcha entrando por aquellas calles con árboles a los lados; no
sabía muy bien de qué especie eran.
Número 77. Paré la moto y me bajé de ella. Sin siquiera quitarme el casco
saqué la caja de pizza de la maleta roja que la mantenía caliente y me acerqué
a la verja del jardín. Llamé al timbre.
—No, no invitas. —Retrocedió unos pasos con una gran sonrisa en el rostro.
—Ten cuidado con la moto, ¿vale?
—¡Camila, dónde coño está la pizza! —Escuché la voz de otra chica desde el
interior de la casa, y se asomó por la puerta. Era rubia con el pelo corto, una
melena que llegaba por los hombros. Era bastante guapa.79
—No, es una amiga, imbécil. —Se giró de nuevo hacia mí con una sonrisa. —
Muchas gracias, nos vemos.
*3
—No. —Dejé mi mochila en la silla del salón. Él se giró con los ojos
entrecerrados mientras yo cogí rápido a Rachel en brazos que se retorcía
porque quería seguir jugando.
—¿Qué has dicho? —Sus brazos se tensaron, apretaron el borde del sofá
mientras se levantaba hacia mí. Retrocedí unos pasos y dejé a Rachel en el
suelo, lanzando la pelota lejos por el pasillo para que fuese corriendo con esos
pasitos cortos e inestables.11
—Tú no haces nada en esta casa. NADA. —Me enganchó por el cuello con
aquella enorme mano y me estampó contra la pared. Me estaba ahogando,
apreté los ojos intentando darle patadas pero a él no le molestaba. El cerco de
su mano se estrechó aún más alrededor de mi cuello. —Si no estoy yo aquí,
¿quién cuidará de Rachel? ¿Quién cojones le da de comer a tu maldita
hermana? ¿EH? —Las puntas de sus dedos comenzaban a apretar mi garganta,
y abrí la boca intentando buscar aire, dando manotazos sobre sus brazos para
que me soltase. Y me soltó, pero para darme luego un golpe en el pómulo con
su puño que me hizo perder la visión por unos segundos. —Aprende esto
porque te servirá en la vida; atiende a tu marido y cría bien de tus hijos porque
sin ellos serás la mierda que eres ahora. ¿Quién cuidará de ti si no estoy yo?
¿Huh? ¿QUIÉN? —Su mano volvió a apretar mi cuello y me estampó contra la
pared, dejándome caer en el suelo. —Me voy a dormir, se me ha quitado el
hambre.88
Mientras lo veía desaparecer las punzadas de dolor en mi ojo comenzaban a
intensificarse, y tosí. Tosí durante un minuto completo intentando no
ahogarme. Aún sentía las marcas de sus manos apretarme, ahogándome, como
si quisiese matarme; y es que eso quería.
*1
Cuando se han pasado toda tu vida haciéndote creer que no eres nada, día tras
día, insultándote y degradándote hasta el mundo de no tener ganas ni de
comer, creas un muro de defensa. Estás siempre a la defensiva y muy pocas
personas pueden pasar a través de él.13
En mi caso ninguna.1
—No me mires con esa cara, anda. —Mi hermano empujó mi cabeza haciendo
que me revolviese, odiaba que él me tocase. Lo odiaba. Odiaba incluso que me
hablase.1
—No mandes a callar a tu hermano. —Habló mientras comía, y pude ver los
trozos de pasta y carne en su boca. Qué ganas de vomitar.9
—Le he dicho que me deje en paz, no que se calle. —Enrollé los espaguetis en
el tenedor mirando a Chris que comía riéndose. Siempre, siempre se mofaba
de mí.1
Mi padre le había contado que me había pegado porque 'yo no le hacía caso' y
él le respondía que 'era normal si yo no hacía nada'.11
—Sabes, Lauren, quizás la que debería callarse eres tú. —Se giró para mirarme
con los ojos entrecerrados. —Ya que no tienes ni puta idea de nada, no tienes
el nivel suficiente como para entrar en una carrera, ¿qué coño vas a saber tú
de la vida? —Me dijo él con su mirada inundada de desprecio.36
—Ya veremos.
*1
Camila's POV
Esa noche Lauren no entró mirando al suelo con gesto serio, ni con su mochila
al hombro. Esa noche Lauren entró llorando con marcas en el cuello y un
llanto desconsolado. Ni siquiera me miró o tomó asiento, se quedó en mitad
del local con las manos en la cara.11
—Hey... —La separé de mí limpiándole las lágrimas con los pulgares, pero ella
giró la cabeza negando, aun haciendo pucheros. —¿Quieres hablar conmigo?
—Negó y se sentó en una mesa, cubriéndose la cabeza con las manos.
Giré sobre mis talones y me dirigí hacia la barra para entrar tras ella. En un
vaso de cartón eché polvos de cacao y vertí leche caliente dejando el chocolate
espeso. Luego me acerqué a ella y puse el vaso en la mesa.
—Tómatelo, está bueno. —Lauren miraba el vaso con los ojos hinchados por
el llanto.
—¿Puedes apagar las luces? —Preguntó con la voz rota, cerrando los ojos.
—¿Por qué querías que apagase la luz? —Ella rodeó el vaso con sus dedos
encogiéndose de hombros.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras? —Pregunté a media voz, viéndola hundir
la cabeza entre sus brazos para esconderse de mí.
—La gente no llora por tonterías. —Espeté, pero Lauren no quería contarme
nada y se encogió de hombros.9
—¿Cómo es estudiar en la universidad? —Preguntó levantando la mirada
hacia mí con los ojos entrecerrados. Supongo que me vio estudiar aquella
noche y vio el logo de la universidad de Toronto en el libro.
Camila's POV
Escribía sin parar, casi arrancaba las servilletas para seguir plasmando aquellas
ideas en el papel con una facilidad y rapidez pasmosas. Yo pasaba la bayeta por
el interior de los vasos por el interior de los vasos, pero no apartaba la mirada
de ella. Paraba un momento, tomaba aire y metía las manos en su pelo como si
todo la atormentase. No lloraba, pero parecía agobiada y agotada.2
—Lauren, deberías irte a casa, dormir un poco, ya sabes. —Ella negó soltando
el bolígrafo en la mesa, levantándose rápido al escucharme.
—Hey, escúchame, ven. —Caminé hacia ella que estaba de espaldas, con las
manos en la cabeza. Puse una mano sobre su brazo intentando que se diese la
vuelta hacia mí, pero terminó siendo una caricia de consuelo. —¿Quieres
quedarte aquí conmigo hasta que yo me vaya y luego te llevo a casa? —Asintió
derrotada, enjugándose los ojos con las manos y girándose hacia mí. Era lo
menos que podía hacer por aquella chica.3
—Gracias. —Musitó con voz débil y una clara mueca de dolor en su rostro,
dirigiéndose de nuevo hacia la mesa donde estaba sentada.3
—Lo siento, señor. Aquí no tenemos cerveza. —El hombre entrecerró los ojos
apretando los puños en la barra.
Lauren apareció por detrás y casi enfadada lo cogió del cuello de la camisa, el
hombre poco pudo hacer con la fuerza que ejercía la chica sobre él.
—Hazle un café. Se irá después. —Lo empujó contra uno de los asientos frente
a la ventana y se quedó allí tumbado, creo que dormido, y Lauren se sentó en
su mesa sin decir nada más.
Cuando dieron las cinco y media de la mañana salí de detrás del mostrador y
me acerqué a Lauren que estaba medio dormida sobre todas las servilletas en la
mesa.
Caminó junto a mí viendo cómo ahora la ciudad estaba sin luz. Los edificios
parecían estar desconectados, y lo único que iluminaba la ciudad era el azul
más claro del cielo y los primeros destellos de sol que comenzaban a aparecer
alumbrando las calles.
—Vamos, entra. —Dije al abrir el coche desde la acera, rodeándolo para entrar
en el asiento del piloto.
—El caso es... —Incliné un poco la cabeza para mirar si venía algún coche y
volví a acelerar para tomar el desvío de la autovía. —Que no nos conocemos
pero... No quiero verte mal, ¿entiendes? De alguna forma siento una conexión
contigo y no sé cuándo podrías estar mal o no. —Me humedecí el labio
inferior dándole una rápida mirada, pero Lauren seguía con la mirada en el
frente. —Y si tú... Me das tu número así podrás llamarme siempre que estés
mal, o hablar conmigo. Lo que tú quieras.54
—Está bien. —Dijo con voz más seria. Noté que me miró en ese preciso
instante. —Pero yo no quiero molestarte.
—No molestas. —En el cartel ya ponía 'Higham Hill' así que tomé la segunda
salida que me llevaría al centro de aquél barrio pesquero.
—¿Aquí vives? —Paré el coche frente a una casa con jardín, bastante bonita a
decir verdad. Tenía un gran jardín exterior y estaba pintada de verde.
—Más o menos. Gracias por traerme y... Perdón. Ah... —Frunció el ceño y
antes de salir volvió a girarse hacia mí. —¿Mi número?
—Sí, sí. —Saqué mi móvil del bolso y se lo tendí para que marcase su número.
Tras unos segundos me lo tendió y yo la llamé en ese instante para que mi
número se le quedase grabado. —Oye, antes de que te vayas, ¿te gusta leer?7
—¿Cuál fue el último libro que leíste? —Soltó una risa y se pasó una mano por
la cara con un suspiro.
—No lo recuerdo.
*6
Lauren's POV
Aquella no era mi casa, pero ojalá lo fuese. Era la casa de los Parrish, en la
parte más 'acomodada' del barrio. Caminé por la calle que daba al puerto,
observando cómo el mar estaba teñido por un tono plateado que le daban las
nubes. Siempre estaba lluvioso en Toronto, no había un día que no lloviese; y
lo adoraba. Adoraba esa sensación de frío, de lluvia, de paz, de mirar por la
ventana y observar las gotas caer. Era algo metafórico, supongo. Quizás ese
tiempo triste y apagado era como cuando escuchabas esas canciones tristes y,
de alguna forma, te hacían sentir mejor.27
—No estaba para charlar mucho ayer. —Giré la cabeza hacia él; estaba
masticando. Tenía una bolsa manchada de grasa en la mano y me la acercó con
una tierna sonrisa.
Tenía el pelo azul con un flequillo que tapaba su frente y el pelo muy corto
por detrás. Llevaba siempre unos jeans negros muy ajustados, casi como los
míos, y camisas de cuadros o un chaquetón verde. Además, tenía unos tatuajes
muy chulos en el brazo. Siempre le decía que tenía que ser mi hermano por
eso de que ambos teníamos los ojos verdes.58
—En una cafetería... Con una chica. —Lo miré y él entrecerró los ojos
parando de morder el beicon. —No tuve nada con ella, además creo que es
hetero, así que...49
—Si yo fuese una chica hetero saldría contigo, así que no creo que eso sea un
problema. —Me dio con su trozo de beicon en la nariz, haciéndome reír.43
—En realidad mi deber sería meterme contigo, pero sí, también. —Él se reía y
yo también, achicando un poco los ojos. —Yo tampoco le gusto a ninguna
chica, así que no te agobies.11
—La chica con la que estuve ayer es... Es preciosa, Michael. —Suspiré al decir
eso. No se lo había dicho a nadie, ni siquiera yo misma lo había pensado
porque no me había dado tiempo a pensarlo; lo sentía. —Y es cariñosa, y dulce
y... Me trajo hasta casa en su coche.
—Claro, pero 'no te gusta'. Hay que joderse. —Solté una risa negando, dándole
un golpe con el codo.
—Es que... No me gusta pero... Nunca nadie me ha tratado así, y siento tal
falta de ese tipo de cariño que con cualquier cosa me emociono y empiezo a
imaginarme cosas, no sé.67
—Por suerte o por desgracia, stamos juntos en esto. —Murmuré en voz baja,
apoyando mi cabeza sobre su hombro.3
CAPÍTULO 8
Magic — Coldplay32
Lauren's POV
La novia de mi padre era el ser más despreciable del mundo. No aportaba nada
a nuestra familia, pero lo peor de todo era que mi hermana era su hija. SU hija
y renunció a ella. La tuvo, y tal y como la tuvo nos la endosó a mi padre y a
mí. A él claro, no le importaba en absoluto porque la que cuidaba de la
pequeña era yo. Me enfadaba cada vez que venía a casa y hacía como si Rachel
no existiese, como si no conociese de nada a esa pequeña, pero en realidad lo
agradecía muchísimo. Mi hermana no se merecía a una arpía como esa. En
absoluto.23
Ese fin de semana tenía el sábado libre, y ella vino a comer. Mi padre siempre
desaparecía días y se iba con ella a Nueva Inglaterra en coche. Mi hermano
también había venido, así que ahora estaba la 'familia' al completo.
—Menos mal, eres la esperanza que nos queda a tu padre y a mí. —Los tres
sonrieron. A pesar de la presión que me hundía el pecho de rabia e impotencia
miré a mi hermana que cogía los macarrones con dos manitas y se lo agolpaba
en la boca.2
—Tú, levanta de una puta vez de ahí y ponte a limpiar la cocina. A ver si
haces algo de una puta vez, que hasta tu hermano ha fregado su plato. —Y se
fue dando un portazo.32
Dejé a Rachel en su cuna con algún que otro quejido para que no me fuese;
aparentemente mi hermana pequeña era la única que me apreciaba allí.
—¿Por qué tengo que recoger yo? ¿Por qué Chris no hace nada? —Mi padre
soltó una risa sentándose en el sofá.
—Él hace más que tú en esta casa. Mucho más que tú. —Apreté los dientes y
cerré los puños hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Arrastré los brazos
por toda la mesa y derribé los vasos lanzándolos contra mi padre y Kate que
estaban sentados en el sofá.5
—Pagarás lo que tengas que pagar por lo que nos has hecho. —Apretó más su
brazo contra mi cuello; me estaba ahogando. Abrí la boca para buscar algunas
débiles bocanadas de aire, pero no podía. Toda su rabia estaba contenida hasta
que me zarandeó y soltó un cabezazo que me hizo sangrar de nuevo, como el
otro día.4
Salí de casa y aunque sólo llevase una camisa y el frío fuese terrible me dio
igual. Caminé llorando por el vecindario, caminé mirando la nieve cubriendo
los barcos y el mar, en calma, apaciguaba un poco esa tormenta que me estaba
matando.3
L: "Lo siento, he tenido que dejar el móvil un momento. Siento esto, deberías
invertir tu tiempo en otra cosa que no sea yo."
C: "¿Qué? ¿Por qué no iba a querer hablar contigo? Es una simple conversación,
no te estoy dando uno de mis riñones, tonta."7
L: "No me gusta captar la atención de nadie sólo para contarle mis problemas.
No estoy bien, sólo eso."11
Sonreí mirando la pantalla del móvil y no supe qué responder en ese primer
instante. Nadie me había dicho algo así nunca, nadie había mostrado afecto
por mí de esa manera.7
C: "¿Tienes algo que hacer hoy? Es mi día libre y... La verdad es que ni siquiera
nos conocemos fuera de la cafetería."
L: "No, mmh..."
C: "¿Mmmh?"
L: "Allí estaré."19
* * *19
—Llevo esperando a que me lo cuentes desde que has entrado en casa. —Se
cruzó de brazos con el ceño fruncido. Saqué el móvil y le mostré la
conversación en la que decía que daría todo por abrazarme en ese momento.
—Wow. W o w. —Señaló la pantalla y luego me señaló a mí. —Sí que habéis
quedado de esa forma.
—N...
—¿Cómo qué no? Eso no se lo dices a una persona con la que no quieres algo...
Bueno, o eso creo. —En ese momento mi móvil volvió a vibrar, y volvía a ser
Camila.
C: "Date prisa Lauren, te echo de menos :( La cafetería ayer estuvo vacía sin
ti."64
—Vale, debo irme.
* * *5
—Sí, estoy aterrorizada. —Sonreí mirándola con las manos en los bolsillos.9
—Yo soy Lauren. —Ella frunció el ceño y ladeó la cabeza esperando a que
siguiese mi explicación. —Lauren, la escritora en ciernes. —Aquello la hizo
reír y se puso la mano en la boca para tapar sus dientes.
Miré a mi alrededor, miré las luces de aquella plaza de grandes carteles, luces
de neón, gente haciendo compras y paseando bajo la nieve. La gente era muy
tranquila, quizás lo que en mi casa faltaba.
—Oye... Quiero pedirte perdón por lo del otro día y darte las gracias por...
Llevarme a casa. —Solté finalmente con un suspiro y Camila arrugó la nariz
negando.
—¡No! —Rio poniendo las manos en la mesa, sacando la lengua entre los
dientes. —No me des las gracias por esas cosas. Intento hacer el bien para todo
el mundo, ¿sabes?2
—No... —Apreté los ojos y carraspeé, ladeando la cabeza. —No tengo nada
que contar, a decir verdad.
—¿Las qué? —Inquirió ella cogiéndome de las manos para que la mirase a la
cara.7
—Las... Las ciudades frías. —Asentí tragando saliva, porque el 'las chicas' iba a
salir directamente.54
—Oh, eres muy interesante. Seguro que tienes un cuaderno de cuero todo
ajado, con apuntes por todos lados y cosas súper chulas escritas. ¿A que sí? —
Alcé las cejas con una sonrisa al escuchar las palabras de Camila y solté una
risa, negando.
—No, sólo tengo folios sueltos. No soy una escritora de verdad. Sólo escribo.
—Me encogí de hombros torciendo el gesto.
—Mira... Hay un chico que me gusta. —Bien. No supe cómo reaccionar así
que no moví ni un músculo de mi cara. —Se llama Steven, y es muy atento
conmigo, hemos quedado un par de veces y eso y... No sé si le gusto, me
manda como 'señales' contradictorias. Después de lo de la última chica que me
gustó no sé si... De verdad le gusto o sólo quiere, 'eso'. —Enfatizó mordiéndose
el labio inferior, mirándome algo preocupada.159
—No importa, me gusta muchísimo pero... Lo que tenga que ser, será.97
* * *1
—La pequeña Lauren. ¿Qué tal tu cita? —Me senté a su lado y suspiré
apoyando las manos en el bordillo.
—¿Tienes un cigarrillo? —Sacó uno del bolsillo de su chaquetón y me lo
tendió junto con el mechero. Lo encendí poniendo la mano delante
succionando un poco para encenderlo. —Le gusta un tío.
—Bueno, es hetero. Las tías hetero que tontean con otras tías de 'broma' me
caen fatal. —Solté una risa y entre los dedos sujeté el cigarro y tomé una
calada larga tragándola y expulsándola entre mis labios al aire; parecía
congelarse.49
Apoyé mi cabeza sobre su hombro mirando el mar con el cigarro entre las
manos; solté un suspiro.+
—Te quiero, Michael.
CAPÍTULO 9
Lauren's POV8
—Oh, vamos, no me jodas. —La voz del mêtre sonaba en la cocina, mientras
yo me colocaba mejor el delantal.4
—¿Qué? ¿Qué pasa? —Me quité el delantal con el ceño fruncido y miré a la
cocina. Michael estaba de espaldas picando verdura, y se giró para mirarme
algo aturdido.
—Tienes que suplir a Chad, se ha roto la muñeca y no puede venir. Así que
ponte un pantalón y una camisa, ¿oído? —Asentí rápidamente dejando el
delantal encima del fregadero.1
—Oído.49
Miré por última vez a Michael antes de salir y le sonreí para dejarlo más
tranquilo. Sabía que a mí me daba algo de reparo estar frente a la gente, pero
no quería que se preocupase por nada.5
El mêtre se llamaba Gregor. Era alto, siempre con la barbilla alzada y parecía
estar extremadamente recto. Cuando digo extremadamente recto es que
parecía que su columna vertebral era una barra de acero que le impedía
doblarse.23
—Bien, ¿sabes cómo funciona esto? —Miré la carta que tenía entre las manos
e hice una mueca.
—Más o menos.
—Por favor, no metas mucho la pata. Si tienes dudas sólo me preguntas, estaré
aquí.
—Vale.
La gente era agradable, aunque me seguía dando miedo eso de no serles del
todo simpática pero sin excederme. Una cosa que me servía para trabajar de
aquella manera era que lo entregaba todo, y en cuanto me dieron un poco de
confianza comencé a trabajar como una camarera más, no como aquella
camarera suplente.
Cuando salí y vi que la mesa 6 estaba ocupada pensé que aquello no podía
estar pasando. La mesa 6 constaba de asiento para 10 personas, y en cada
asiento estaba mi peor pesadilla durante seis años; mis antiguos compañeros de
instituto.52
—Buenas... —Solté por fin, captando toda su atención. —¿Qué van a tomar?
—No me lo puedo creer, pero si es Lorenzo Jauregui. —Todos empezaron a
reírse. Apreté la mandíbula y agaché la cabeza, sí, estaba siendo como aquellos
días de instituto en los que los insultos y humillaciones eran pan de cada día.31
—¿Ese es tu pelo natural o tuviste que comprarte una peluca después de que te
lo quemáramos? —La mesa entera reía, y el restaurante entero me miraba a mí
y los miraba a ellos.9
—Por favor, díganme qué van a tomar. —Repetí en tono suave, intentando
mantener la calma dentro de lo posible mientras todos miraban con la boca
abierta.
—Si no van a tomar nada les dejaré que sigan mirando la carta, o en cambio
que los atienda otro camarero. Que pasen buena noche. —Me di la vuelta y vi
a Gregor detrás del mostrador en la entrada mirándolo todo con los ojos
abiertos. Ellos seguían riéndose.
Salí de nuevo a la sala, y ellos seguían riéndose cada vez que pasaba. Tomé
nota a la mesa de al lado, parecían una pareja agradable. Quizás habían dejado
a los niños con sus padres y se habían escapado de noche romántica. O quizás
acababan de conocerse y estaban allí en una de esas primeras citas.
Ella pidió postre un sorbete de fresa y él otro de limón. Los recogí en la cocina
llevando la bandeja en la mano y con una sonrisa, caminando hacia la mesa.
Justo cuando iba a llegar tropecé con una pierna y caí de boca en el suelo. La
bandeja cayó primero y rompió las copas, y mi mano derecha se estampó
contra los cristales, clavándose en la palma de mi mano para abrir una herida
que comenzó a mancar el suelo de sangre.21
Dolía, dolía mucho, y los miré mientras sujetaba mi mano que soltaba
borbotones de sangre. Pero nadie dijo nada. La otra camarera simplemente me
recogió del suelo, y la pareja a la que debía servirle los sorbetes y que me vio
caer me miraban horrorizados.
Después de todo, Gregor me dijo que no los iba a dejar entrar jamás al
restaurante. Me quedé algo más tranquila.
Salí del restaurante con mi maleta a cuestas y la mano vendada, debería irme a
descansar pero... La verdad era que no tenía muchas ganas de ver a mi padre y
a la zorra de su novia que había venido a vivir con nosotros, así que entré en la
cafetería de Camila.
—Un incidente. ¿Me pones un café? —Pregunté mirando sus ojos aunque los
suyos no estuviesen fijos en los míos.2
—Tengo algo para ti. —Fruncí el ceño al escuchar sus palabras y me alejé del
mostrador.
—¿Qué?
—No te asustes. No es nada. —Se agachó cogiendo su bolso y buscó con las
cejas gachas hasta encontrar lo que buscaba. —Mira, aquí está. —Puso un
libro encima de la mesa con una gran sonrisa. Mitos griegos.31
—Calla. —Extendió el libro hasta que lo cogí con la mano libre y la miré a
ella. —Los estaban vendiendo en la puerta de mi facultad. Sólo me costó un
dólar. Supongo que, en una biblioteca de medicina estos libros cogen polvo. —
Solté una risa al escuchar sus palabras y miré la portada; era color mostaza y
en negro y cursiva tenía escrito el título, nada más.1
—Muchas gracias.1
*1
Camila's POV
Cuando me quise dar cuenta ella estaba dormida. Su cabeza reposaba sobre el
libro y su mano herida estaba en su regazo. Me acerqué con cautela y me puse
de cuclillas a su lado. Acaricié su espalda con la palma de mi mano hasta que
ella giró la cabeza pero sólo para cambiarla de postura, durante unos segundos
permaneció dormida. Al abrir los ojos sonreí ampliamente.
—Lauren, ya está aquí mi coche. —Susurré con la voz más dulce que pude
poner. Pero Lauren me abrazó y escuché que un atisbo de sollozo salía de ella.
—Si alguna vez quieres contarle a alguien lo que te pasa... Puedes desahogarte
conmigo. ¿Vale? —Lauren asintió sin soltarme, y yo suspiré.+
CAPÍTULO 10
Lauren's POV
Pocas veces me sentaba en el sofá de una forma tranquila para comer algo, y
eso a veces me debilitaba. Sentía que no tenía un hogar, que no tenía un sitio
donde poder descansar, donde tener mi espacio y poder respirar. Me
provocaba ansiedad ver cómo todos deseaban llegar a casa y yo no, yo sólo
quería quedarme en alguna cafetería mirando a la nada. Dolía. Dolía sentirme
tan sola y ver a los demás con sus vidas, sus casas, con familias y apoyo. En
cambio yo no tenía ni siquiera casa. Mi habitación era la de mi hermana que
dormía en la misma cama que yo, ni siquiera tenía un maldito escritorio, nada.
Mi armario era una bolsa de basura en un rincón de la habitación, y para más
inri mi padre me prohibía dormir en la habitación de mi hermano.1
—Rach, ahora vamos a jugar a un juego que es... Vamos a dormir. Y quien
aguante más dormida gana, ¿vale? —No dijo nada, sólo se agarró a mi cuello y
yo me tumbé en el sofá con ella entre mis brazos. Antes de que abriesen le
puse el chupete en la boca y su mantita entre sus brazos, y así no daría ni un
ruido.3
Sentí una fuerte presión en el pecho al escuchar aquello; pero no, no era
porque me afectasen sus palabras. Era porque estaba inundada en rabia e
impotencia.4
Llevar su bolsa y a ella en brazos a la vez con una sola mano no era nada fácil.
Aunque en el trayecto de metro hacia el centro fue algo más fácil. Se apoyó en
mi pecho durmiendo, dándole igual si la gente a nuestro alrededor hablaba o
gritaba. Simplemente se regocijaba en mi pecho.1
Cuando salimos del metro se despertó por el frío que hacía, y es que había
empezado a nevar de nuevo en Toronto. Caminé lo más rápido que pude,
escuchando los pucheros de Rachel y amagos con comenzar a llorar, así que
me dirigí al restaurante en el que trabajaba.
No había mucha gente, sólo tres mesas estaban ocupadas y el servicio estaba
tranquilo. Gregor me miró y sonrió, acercándose a mí rápidamente a través de
las mesas.
—¿Qué haces aquí en tu día de descanso? —Apreté un poco los labios sin
saber qué responderle. Quería decirle que llevaba puesto mal el cuello de la
camisa, y que una de las cartas estaba a punto de caerse de su mostrador, pero
no era el momento. En realidad venía porque hacía frío.
—Por supuesto. Siéntate en la que quieras y... Tengo que darte algo del otro
día.
—Vale.
—Mira, Lauren... Siento mucho lo que pasó la otra noche, de verdad. Eso son
las propinas que dejaron los clientes para ti, hay... Bastante. —Soltó una risa
acercándome un poco más el sobre. —Y no te preocupes por venir a trabajar,
hasta que no te vea el médico del seguro y estés bien no puedes incorporarte.
—Está bien. —Él sacó el bloc de notas y me miró esperando a que le dijese qué
íbamos a tomar. —Uhm... Para ella un poco de agua y... Unos palitos de
mozzarella, le gustan mucho. Rach... —Suspiré cogiéndola con una mano para
volver a sentarla, porque estaba intentando ponerse de pie para mirar por la
ventana. —Y para mí... Ñoquis boloñesa.
—Genial. —Se giró sobre sus talones y se encaminó hacia la cocina.
—¿Dónde nos sentamos? Hay mucho sitio libre. —Escuché detrás, y es que
estaba entrando gente en la cafetería.
—Joder, si es que deberíamos haber ido a comer a KFC, como siempre. Está
cerca de la universidad.
—Lo sé, Dinah, pero hoy quería comer algo más sano, ¿sabes? Mis arterías van
a reventar de un momento a otro. —Reconocería esa voz incluso debajo del
agua. Parpadeé un momento, ¿debería girarme o no? No quería interrumpir la
comida con su amiga, no quería interrumpir su vida diaria. Yo sólo era la chica
de la cafetería, y ella era alguien... Ella era alguien, sin más. Tenía vida. —
¿Lauren? —Escuché que me llamaba desde atrás, y casi no me dio tiempo a
girar la cabeza cuando ya estaba frente a mí. —¡Hey! —Abrió un poco más los
ojos al ver a Rachel, y luego me miró. —¿Es tu...?12
—Hola Rachel. —Dijo en voz más baja, agachándose para quedar más cerca de
la pequeña. —Yo me llamo Camila.
—¿Y qué haces por esta zona con tu hermana? —Camila cogió una carta de
encima de la mesa, y yo intentaba que Rachel se estuviese quieta.
—Mmh, salir a comer. Pero es algo difícil con un bicho como este, ¿sabes? —
Dinah soltó una risa alargando la mano para acariciar el pelo de Rachel.
—Dinah tiene como tres mil hermanos o así. —Comentó Camila con tono
sarcástico, y Dinah asintió apretando los labios.47
—Me conoces demasiado bien como para sólo verme en una cafetería en la
que la mayoría del tiempo yo escribo y tú friegas vasos. —Camila sonrió
arrugando la nariz, porque sabía que tenía razón y no podía arrebatármelo con
nada.
Dinah había dado justo en el clavo. Pero no porque yo tuviese a esa persona en
mi vida, ni porque fuese Camila; sino porque llevaba toda mi vida buscando
alguien con quién tener esa conexión, alguien que me entendiese, alguien que
me quisiera, alguien que estuviese ahí para mí sin pedir nada a cambio, alguien
que me abrazase, que me hiciese sentir segura cuando peor estaba, alguien
que... Me valorase. Pero no había nadie. No en la forma en la que yo quería.
—Sí bueno... —Dijo Camila con una pequeña sonrisa mirando a Dinah.
—Es diferente la conexión que tienes con Stev, que básicamente lo que está
conectado son vuestras lenguas y es asqueroso. —Dinah y yo reímos a
carcajada limpia, y Camila se hizo un poco más pequeña en su silla.27
—Pero si eres tú quien me las cuenta. —La rubia puso el palito de mozzarella
en los labios de Rachel que lo mordió, quedándose agarrada a su mano. —¿Y
tú qué, Lauren, algún novio? —Entreabrí los labios mirando a Dinah, jugando
con mis manos debajo de la mesa. —Eso es que no, o que el chico que te gusta
no te hace caso.
—¿Qué pasa? —Aparté las manitas de Rachel que se posaban sobre mi boca y
mis mejillas.
—Cuenta conmigo.
CAPÍTULO 11
The Chain — Fleetwood Mac27
Lauren's POV2
—¿De verdad crees que me queda bien la camisa? —Se pegó las manos al
pecho con un suspiro. Despegué la mirada de la ventana y lo miré a él con el
ceño fruncido.
—Claro que sí. Además, no se te verán los tatuajes de los brazos si es lo que
tanto te preocupa. —Miré sus dedos y se había maquillado los tatuajes que
tenía en ellos. Además, llevaba el pelo bastante bien peinado para lo que solía
ser él.8
—Está bien.
Volví a mirar por la ventana, y es que la fina lluvia caía sobre Toronto como si
quisiera clavarse en los cristales sin que nos diésemos cuenta. De esa forma
fina, sutil y delicada en que comenzaba a llover en primavera y unos minutos
después aparecía el sol para formar un arcoíris. Mi madre decía que esa lluvia
sólo era 'para ensuciar', y que si llovía, que lloviese bien.8
Y llovería bien, porque estábamos en pleno noviembre.
Abrí los ojos al ver el desvío que tomaba el autobús porque me sonaba
demasiado. Michael miraba el móvil con el ceño fruncido, así que no iba a
preguntarle nada. Además, tampoco salía mucho de la ciudad como para poder
decirme si ese camino podía llevar a diferentes sitios.13
Por suerte pasó la puerta de su casa, aunque Gregor se levantó y nos miró a
todos desde delante.
Salimos del autobús con los paraguas, porque la tormenta comenzaba a caer
fuerte sobre la ciudad. Nadie se escapaba, ni siquiera los más ricos.
—¿Dónde vas, Lauren? —Iba justo a entrar en la casa que estaba al lado del
autobús. —Es la número 153. J o d e r. Estaba jodida, pero bien jodida. Aunque
yo había visto a Camila trabajar casi desde que la conozco, esto no era lo
mismo ni por asomo. Pero bueno, parecía una persona sin prejuicios, y eso
estaba bien, ¿no?5
Caminé con Michael hacia la puerta de casa que estaba abierta para nosotros.
Se suponía que la fiesta iba a ser en el jardín, pero la que estaba cayendo era
brutal.
—Pasad por aquí. —Un señor bastante alto, vestido casi igual que nosotros
pero con un chaleco negro nos condujo a través de la casa hasta llegar al
jardín. Al parecer, el jardín estaba cubierto por una enorme cristalera, y allí se
encontraba todo listo para que empezásemos a preparar el cáterin.
—Si te dijera de quién es esta casa... —Murmuré en voz baja, pero al parecer
no me oyó.
—¿Le apetece? —Pregunté a un señor moreno, de ojos oscuros y poco más alto
que yo. Él me miró, sonrió y tomó un canapé.
Aún no había visto a Camila, hasta ese momento. Ella estaba de espaldas con
un vestido negro por encima de las rodillas y el pelo recogido. Reconocería a
Camila incluso metida en un saco. Dinah estaba de frente y al verme abrió los
labios un poco sin decir nada.
—¡Lauren! —Se puso una mano en la boca sin dejar de sonreír. —¿Qué haces
aquí?13
—Creo que es una pregunta un poco idiota, ¿no Camila? —Le dijo Dinah
mirándola con algo de asco, que al parecer era ficticio porque luego rio.28
—No... No puedo hablar con los clientes. —Musité con una mueca, así que
levanté la bandeja para que tomasen uno. En ese momento una mano cogió
uno y se puso justo delante de mí.
—¿Quieres que nos haga una foto? —Él la rodeó por la cintura, y entonces yo
me fui. Decir que aquello no había molestado, y dolido, era mentir con letras
mayúsculas.
Se acabaron los canapés de caviar, entonces servimos un cóctel de gambas que
a decir verdad tenía bastante buena pinta.
—¿¡Qué coño haces!? ¿¡EH!? —Gritó en mitad del jardín, dándole un golpe a
la bandeja de Michael que se cayó al suelo. —¿POR QUÉ COÑO LA MIRAS?
—Lo empujó y Michael retrocedió hacia atrás.30
—¡Nela, basta! —Lo paraba Dinah poniéndose delante de él. El chico seguía
empujando a Dinah, y Michael recogió la bandeja de los pies del chico,
levantándose y caminando hacia la cocina. —¿Qué coño haces? —Cuando me
quise dar cuenta, todo el jardín lo miraba a él.
—No... No pasa nada. Sí, tengo esto. —Abrí la palma de la mano para
enseñarle la cicatriz, y ella se agachó un poco para verla.
—Claro. —Se sentó a mi lado con las piernas juntas, y tomó mi mano para
mirar la cicatriz. —Caí encima de unos cristales, nada grave.
—Bueno, ha de ser grave si acabaste encima de unos cristales. —Me miró con
una sonrisa y me di cuenta de que era preciosa. Sonreía con los ojos, tenía un
brillo en ellos que me impedía apartar la vista de su rostro. —Oh, me llamo
Vero.217
—Mmh... Yo me llamo Lauren. —No sé por qué miré sus labios cuando se los
mordió, fue un nanosegundo, pero se dio cuenta.
*2
Michael se sentó en los escalones del jardín donde se había celebrado la fiesta;
ahora ya no había nadie, todo estaba recogido y listos para irse, pero a él le
pesaba un poco lo que había pasado aquella noche. Sí, aquella chica le había
parecido muy guapa, pero no había hecho nada más. Simplemente la miró a
los ojos y punto. Siempre pasaba aquello, bueno, lo que siempre pasaba era que
ninguna chica se acercaba a él.8
Se pasó las manos por el pelo intentando aclararse las ideas, cuando vio los
pies de una chica delante de él. Pararon. Michael levantó la cabeza y vio a la
chica a la que había mirado durante el cóctel.
—Se ha ido. ¿Puedo sentarme a tu lado? —El chico asintió, y Dinah se sentó a
su lado con las manos sobre las rodillas. —Siento mucho lo que ha pasado, de
verdad, él... —Suspiró la rubia con los ojos cerrados.1
Camila's POV
Dinah estaba sentada con los pies en aquél sillón, Ally y Normani estaban
sentadas juntas en un sofá y Steven sentado en el que sobraba.21
—No me puedo creer lo que le hizo tu novio a ese camarero anoche. —Dijo
Normani, mientras yo me sententaba al lado de Steven mientras miraba a
Dinah.1
—No sé cuántas veces vamos a tener que decírtelo, Nela es un capullo. —Dije
yo, y Dinah agachó la cabeza con un suspiro, pasándose los dedos por la frente.
—¿Pero qué coño estás diciendo? Ni siquiera sabes cómo la miró, y no, no
tiene derecho a ponerse así porque Dinah no es nada suyo. —Él intentó posar
su mano sobre la mía y yo la aparté, si el chico con el que apenas había
empezado a salir pensaba así, íbamos mal.47
—Tenía el pelo negro, los ojos verdes y un piercing en la nariz. Cuando pasé
por la puerta del jardín trasero le estaba abriendo la camisa. —Dinah y yo nos
miramos con los ojos abiertos, ella comenzó a reírse pero yo no. Vero había
tonteado con Lauren en mi propia casa. ¿Pero por qué me importaba?103
—Esa es Lauren. —Dije sonriendo un poco, y Ally me miró con las cejas
gachas, confusa.
—¿Cómo que por qué hablamos con camareros? Son personas, no debería
importarte en qué trabaja o cuánto dinero tiene. No esperaba que fueses así. —
Soltó Dinah de golpe, y Ally la miró con los labios abiertos.6
—Lo decía porque los camareros no pueden hablar con los clientes. —La rubia
alzó las cejas y formó una 'o' con los labios, quedándose en silencio.41
—¿Tan tarde va a una cafetería? Wow. —Me encogí de hombros con el gesto
torcido.
—¡Eso estaría genial! Seguro que Lauren gana a Stev en el billar. —Me giré
hacia él para sacarle la lengua, pero Steven me miró con el ceño fruncido.13
—Lo dudo muchísimo. —Se burló él rodando los ojos, y me separé poniendo
una mano en su costado.
—Las chicas no jugáis al billar. —Me levanté del sofá bufando, pasando entre
el sillón de Dinah y el de Normani y Ally.87
—Eh, eh, eh, eh. —Noté su mano agarrar mi brazo y me paré en seco,
apretando los ojos soltando, de nuevo, otro suspiro. —Lo siento, no quería
decir esas cosas. —Lo miré alzando las cejas, totalmente incrédula. —Vale, sí,
lo que dije estuvo muy mal las dos veces y quizás si lo hubiese matizado habría
quedado mejor, pero... No soy muy listo, ni tan brillante como tú. Mi familia
no me ha enseñado esas cosas, esos modales, y yo... Necesito aprender.
Aprender de ti. —Bajé la mirada apretando los labios, intentando no abrazarlo
de nuevo a la primera de cambio.41
—Eres un imbécil, lo sabes, ¿verdad? —Asintió haciendo una mueca con los
labios y alzando sus hombros. —Y que como digas otro comentario más como
ese te vas a llevar la hostia del siglo, lo sabes también, ¿verdad?16
—La aceptaré con gusto. —Puso las manos en mi cintura para luego besarme,
y atrapé su labio inferior entre los míos, pero cuando noté su lengua rozar mis
labios me separé.63
—Mis padres están durmiendo, y yo misma te mataré si se despiertan y nos
ven así. —Murmuré sintiendo de nuevo algunos besos por su parte, que me
cogía de las mejillas y me besaba y yo reía un poco.
—Hasta mañana. —Se despidió antes de bajar la escalera. Sonreí, pero no dije
nada.
*2
Lauren's POV
—O me dices dónde coño tienes el dinero, o te juro por dios que te mato. —Su
mano agarró mi cuello, presionando mi garganta hasta casi dejarme sin
respirar. Abrí la boca y di algunas patadas al aire, porque él se apartaba para
que no le diese.
—Te dije que vendría a por su dinero, Lauren. —El puño de Chris golpeó la
boca de mi estómago, dejándome caer casi sin respiración de rodillas al suelo.
El aire me faltaba, y el dolor se concentraba en la cara y el abdomen. Vi a mi
padre sentarse en el sofá acomodándose la corbata, y Chris me levantó, el
puñetazo enganchó la zona de mi boca. Noté cómo el labio se rompía en
cuanto su puño tocó la piel, abriéndola, inundando mi boca de sangre, pero lo
peor estaba por venir. Tres patadas a cual más cargada de rabia impactaron
contra mi entrepierna.2
—¿¡No te duele, verdad!? —Dio las dos seguidas, haciéndome caer al suelo. No
puedo describir aquél dolor porque jamás había sentido algo así. —¡ERES
UNA PUTA MUJER, TÚ NO SIENTES NADA DE ESTO! —Dio la tercera, y
puse las manos en mi entrepierna mientras me retorcía en el suelo.61
A duras penas, con las piernas como un auténtico flan y aguantándome las
lágrimas me senté en aquél sofá cama con las manos temblando aún más que
mis piernas. Camila me hablaba por mensajes, pero yo no lograba ver lo que
decía entre las lágrimas y aquél tembleque que me impedía mantener el móvil
entre las manos.1
20.00
Qué responderle. Estaba hecha una auténtica mierda, me dolía todo, la sangre
goteaba en mi camiseta y quizás sería la quinta manchada en un mes. Nuevo
récord. Odiaba esa vida, odiaba todo lo que me rodeaba y por eso tenía que
luchar por salir de ella.9
20:05
Camila: ¡Genial! ¿Quieres que pase a recogerte?
20:051
Lauren: No, no hace falta. Iré en metro, tampoco quiero causar muchas
molestias.
20:08
Camila: Está bien, está bien. Si quieres puedes traer a algún amigo, ¿vale? Te
quieroooo.29
20:08
Solté una suave risa al mirar su mensaje, mientras con la camiseta que llevaba
puesta me tapaba la sangre que salía de mi boca. Una de las cosas que más me
gustaban de ella era que respondía a los mensajes al momento. Nunca había
hablado con nadie, pero, suponía que no todo el mundo era así. Era más como
yo.11
20:09
20:12
20:12
—Escucha, vamos a un bar con... Gente. —Él se giró hacia mí limpiándose los
labios con una servilleta.
—¿Gente? ¿Qué tipo de gente? ¿Gente guay o gente como... Nosotros? —Se
cruzó de brazos esperando mi explicación.23
—¿Viste a la gente del cáterin al que fuimos? —Achiqué los ojos al decirlo, y
él tragó saliva.
—¡Qué no! Va Camila, Camila es guay. Y creo que sus amigos también. —
Suspiró pasándose las manos por la cara.
—Está bien. Pero como vaya el sin-cuello me piro. —Me señaló con el dedo.21
—Te piras.10
CAPÍTULO 13
Headlights — Robin Schulz15
Lauren's POV
Entramos en el bar y al principio mis ojos no vieron a nadie. Tanta gente con
cervezas en la mano, mesas de billar y palos en medio impedían que viese a
Camila. El bar estaba rodeado por ventanas que daban a la calle y eran
bastante grandes. Abajo, tenían unos pequeños bancos tapizados en verde para
que la gente pudiese sentarse mientras jugaba al billar. Y ahí estaba sentada
Camila, observando cómo en la barra su novio pedía algo con dos chicos más.
Alrededor de la mesa de billar, Dinah y dos chicas más que yo no conocía.
—La chica del sin cuello está aquí. Lauren, vámonos. Va a rajarme en dos. —
Decía Michael entre dientes, pero no paramos de caminar hasta que llegamos a
donde estaban ellos.4
—¡Has venido! —Camila saltó de su asiento para acercase a mí, y cuando llegó
a mi lado se quedó mirando mi labio y mi ojo. Apretó los labios y me cogió de
la mano. —Ven, traje el botiquín. —Ella levantó la mirada a Michael y abrió
un poco la boca al verle. —Oh, hola. Soy Camila. —Extendió la mano para
saludarlo. Michael la estrechó con una sonrisa algo forzada, asintiendo.2
—Michael.
—Tú eres el chico al que Nela le gritó en la fiesta, ¿verdad? —Entrecerró los
ojos y volvió a cogerme de la mano.
—No quiero molestarte. —Dije en voz baja. Apreté los ojos agachando la
cabeza, porque las patadas en la entrepierna habían hecho que las punzadas de
dolor al sentarme o andar me recorrieran toda aquella zona.21
—¿Sobre qué? —Apretó la última tira sobre mi labio y bajó las manos
mirándome con el gesto serio.
—¿Por qué vienes una semana sí y otra también con golpes? —Murmuró
acercándose a mí, cogiendo una pequeña bolsa de plástico que tenía un líquido
azul dentro. Luego empezó a moverla entre sus manos.5
—¿Por qué?
—Porque ahí son todos vasos sanguíneos y es una parte muy sensible. No es lo
mismo que si...
—¡Hey! —Levanté la cabeza de golpe y vi a Vero con una gran sonrisa y las
manos en la cintura. —¿No pensabas decirme que ibas a venir? —Steven
apareció por detrás y puso las manos en los hombros de Camila.24
—Lo siento, pero me la llevo. Es mía. —Sabía que lo de Steven era una broma,
Camila sonrió un poco y se levantó, yendo con él.4
Vero se sentó justo frente a mí y sujetó la bolsa de hielo con una gran sonrisa.
Sinceramente, Vero me dejaba absolutamente embobada mientras miraba su
sonrisa.
—¿Estás bien? Parece que te diste un buen golpe. —Retiró la bolsa y no supe
ni qué decirle, porque en ese momento comenzó a mirar mis labios. —Mala
idea sería besarte ahora, ¿verdad?16
—Sí, uhm... —Apreté los ojos con una sonrisa, y es que aquellas pequeñas tiras
obstruían mi labio. —Mal golpe.
—¡Eh! Vamos a jugar por parejas, ¿venís? —Dijo el novio de la chica
afroamericana. En el acto, Vero se levantó y extendió la mano para que fuese
con ella.5
—Está bien. —Miré a Michael que estaba sentado en una esquina, pero Camila
se adelantó a lo que yo estaba pensando.
—¿Por qué no jugáis los dos juntos? —Los señaló a los dos con las cejas
alzadas. Michael se señaló a él mismo, levantándose del sitio casi como si no
fuese consciente y caminó hasta Dinah.
—Cállate. —Dijo Dinah soltando una pequeña risa, cogiendo el palo de los
dos.
Steven tenía agarrada a Camila de la cintura hasta que ella cogió el palo,
entonces se puso delante arrebatándoselo de las manos. Ella quedó algo
aturdida mirándolo, pero el chico ya estaba sacando punta con el taco azul.25
—Yo. —Steven me miró con ojos duros, y miré a Vero para saber qué estaba
pasando, pero no entendía nada. Ella se encogió de hombros.5
Puso la bola blanca en la mesa y se agachó sobre la mesa. Pasó unos segundos
observando las bolas, sopló en las puntas de sus dedos, movió su cuello para
crujirlo y luego golpeó la bola blanca para dispersar las demás por toda la
mesa. No metió ni una. Todo el mundo se quedó en silencio.33
—Y ahora empuja el palo. —Michael dio un golpe seco sobre la bola blanca,
que golpeó a su vez con otra de rayas y acabó dentro.1
—¡He ganado! —Alzó las manos y todos rieron, pero Dinah mucho más.13
—No, aún no hemos ganado. —Dijo dándole un empujón con todo su cuerpo.
Golpeé la bola blanca, que dio con una bola de rayas roja que golpeó a su vez
con otra de rayas azules y ambas entraron, pero por hoyos distintos.61
—Wow. —Susurró Dinah, Michael asintió con los ojos abiertos. Camila
sonreía y aplaudía un poco a la vez, pero yo sólo me encogí de hombros.
—Ay, muchas gracias Mila. —La latina se quedó mirándome sin saber muy
bien que decir, y la otra cerveza que llevaba en la mano me la tendió a mí.19
—Gracias. —Vero pellizcó mi mejilla y salió casi corriendo con las demás
chicas, dejándome a solas con Camila de nuevo. —¿Le gustan las chicas? —
Pregunté en voz baja. Camila torció el gesto encogiéndose de hombros.18
—Nunca nos dijo nada, así que no lo sé. —Miré a la barra y Steven estaba
mirándome mientras le daba un trago a su cerveza. Al ver que lo acababa de
descubrir, se giró hacia adelante.2
—Quizás deberías volver con tu novio. Creo que te echa de menos. —Me llevé
el botellín a la boca y di un trago a la cerveza, observándola de perfil. Suspiró.
—¿Y qué pasa si eres tú? —Apreté los labios y alcé los hombros.
*2
—¿Por qué cada vez que me ves cerca tienes esa cara de miedo? —Preguntó la
rubia mientras daba un sorbo a su cerveza.
Michael miró a la chica que estaba sentada de perfil. Tenía el pelo corto, algo
ondulado, con la piel tostada para vivir en Toronto. No era una de esas típicas
chicas, en absoluto. Cada una de ellas era diferente, Ally, Camila y Normani
no tenían nada que ver la una con la otra. No eran supermodelos, no eran de
raza blanca tampoco, no seguían esos cánones de belleza, pero Dinah era un
poco más diferente que ellas. Quizás por la forma en que se comportaba.
—Nada, que... Quizás si él confiase más en ti, no tendría que ser agresivo con
los demás. ¿No crees? —Dinah se giró hacia él y llamó a Michael con el dedo.
Se acercó hasta quedar al lado de su silla, mirándola a los ojos. Normalmente
los ojos negros no solían ser de los más bonitos pero, variaba según la forma de
estos, y los de Dinah eran preciosos.4
CAPÍTULO 14
Lauren's POV5
Cabello fue lo que leí. Pero mi corazón dio un vuelco, porque así era el
apellido de Camila, pero... No podía ser ella, ¿verdad? Tanta coincidencia no
era bueno.
Cuando vi quién abrió la puerta supe que enía razones para que el corazón se
me hubiese puesto en la boca porque sí, sí que era Camila. No llevaba el típico
traje de enfermera, bueno, quizás porque eso sólo existía en las fantasías
fetichistas de un empresario japonés, y además porque Camila no estudiaba
enfermería, estudiaba medicina. El uniforme era azul oscuro, con la camisa de
pico y manga corta, el pelo recogido y una gran sonrisa.3
—Hey, pasa. —Se apartó de la puerta para que yo entrase con mi hermana en
brazos.
—Tiene mucha fiebre, apenas quiere comer, ayer estuvo vomitando y... Estoy
preocupada. —Dije con una mueca, notando cómo Rachel se retorcía en mis
brazos haciendo pucheros.
—Ya está, ya está. —Dijo de manera dulce, bajándole la camiseta del pijama.
La volví a coger en brazos y ella se enganchó a mí, apoyando su cabecita en mi
pecho. —Lo que tiene es un virus común. —Dijo caminando hasta sentarse
detrás de la mesa, observando su ordenador con el ceño fruncido. Yo me senté
frente a ella.37
No podía parar de mirarla, los mechones de pelo caían a los lados de su cara
por la coleta que llevaba hecha, resaltaban los pendientes de perlas blancos
que hacían juego con su sonrisa.1
—¿Cuánto lleva así? ¿Ha tomado algún medicamento? —Me costaba procesar
lo que me decía porque verla con ese uniforme se me hacía tremendamente...
¿Maravilloso?8
—Pues... He llegado del trabajo y ya estaba así, por lo que no puedo decirte. —
Miré a mi hermana y aparté el pelo que caía en su cara, dándole un beso en la
frente.
—Vale... —Suspiré alzando las cejas, doblando la receta para meterla de nuevo
en la mochila que Camila había dejado abierta encima de la mesa.
—No te vayas aún. —Me señaló con el bolígrafo y luego entrecerró los ojos
desviando el bolígrafo hasta la camilla. —Siéntate ahí.
—No todo el mundo tiene una vida fácil, ¿sabes? —Murmuré mientras ella
examinaba los moratones de mi estómago. Me empujó un poco para poder
examinarme mejor.
—Por eso trabajo en una cafetería cuando no tengo guardia. —Su mirada
podría haberme matado al separarse de mí para coger un bote de crema.
—Sé que tienes rabia dentro y que estás enfadada con el mundo. —Se levantó
y me miró a los ojos, palpando el moratón de mi clavícula. —Pero sólo intento
ayudarte, y que me eches mi propia vida en cara no va a solucionar nada. —Su
mirada se clavó en la mía mientras palpaba la zona algo más seria. —Te estoy
dando la oportunidad de desahogarte en un sitio donde, por ley, no puedo
contar nada de lo que pase. O me dices lo que te pasa, o te lo puedo decir yo.16
—¿Cómo vas a saber qué me pasa? —Dije sonriendo, y ella sonrió también
pero de manera más irónica.
—Tu padre, tu madre, quién sea en tu casa te pega. —Soltó sin más,
quitándose los guantes para echarlos en la papelera. —Es que ni siquiera sé
nada de ti, de tu vida. Cuéntame al menos cómo es tu familia, si eres de otro
sitio, si... No sé, Lauren, cuéntame algo.
—Sólo quería conocerte un poco más. Saber por qué eres así. —Se encogió de
hombros con media sonrisa, desviando la mirada a mi hermana, que se había
quedado dormida en la camilla. —Si necesitas algo, por tonto que sea, dímelo,
¿vale?
*15
Camila's POV5
—No te apoyes en mis tetas, Mila. —No le hice caso y dejé la cabeza apoyada
en ella, porque los ojos se me caían del sueño.41
—Son las seis de la mañana, Mani, déjame un rato. —Se quedó en silencio sin
decir nada y me acercó la taza de café que había en la mesa. —¿Sabes quién
vino con su hermana? Lauren.5
—¿Qué? —Me separé de ella y Normani se levantó del sofá para ir a por otra
taza de café. —Es verdad, tu última novia fue así.30
—¿Así cómo? —Normani alzó las cejas con una sonrisa algo burlona y me
miró llevándose la taza a los labios.
—¿Qué?52
—No sé. Pero a Lauren le mete fichas como el que come pipas, ¿sabes? —
Suspiré y bostecé a la vez, frotándome los ojos. Estiré los brazos hacia
Normani que tomó la punta de mis dedos entre los suyos. —Qué.35
—Llévame a casa, por favor. —Hice un puchero y ella tiró de mi brazo hasta
levantarme y ponerme de pie como si fuese un saco.1
—No quiero ni pensar cómo vas a estar cuando tus turnos duren 38 horas.
CAPÍTULO 15
Camila's POV2
—¿Vas a pasar la noche aquí con tus amigas? —Mi padre cogió la chaqueta de
su traje de encima del sofá y se la pasó por los hombros para después meter los
brazos.
—Sí. —Me senté en el brazo del sofá viendo cómo se preparaba para salir con
mi madre.
—Sí, pero papá vienen también mis amigas. ¿No te deja tranquilo eso? —Puso
las cejas gachas y negó, metiéndose la cartera en el bolsillo de la chaqueta.
—A ver, qué amigas vienen. —Entrecerró los ojos y se metió las manos en los
bolsillos, esperando a que le dijese.
—Ah no, Dinah no. Si tú decides beberte una botella de vodka entera ella te
dará un embudo para hacerlo más divertido. Ambos sabemos cómo se las
gasta. —Me señaló e intenté no reírme, entonces pensé en Lauren.68
El sonido de la puerta lo hizo resoplar, bajando los cinco escalones que había
hasta el salón.
—No, sólo me quiere mucho. —Noté sus frías manos posarse en mi cuello y al
principio salté un poco; me molestaba. Luego se inclinó y me beso,
lentamente, hasta que yo me separé. —Mmh... ¿Cuándo vienen los demás?7
—Venga ya, Camila, vamos a disfrutar del tiempo que queda hasta que
lleguen. —Me cogió de la mano y se dirigió al sofá, sentándose en él. Luego
me guio para que yo me sentase en su regazo.8
—Está bien. Ayer en la guardia en urgencias vino un chico con una brecha en
la cabeza, es decir... Su camiseta estaba toda llena de sangre. ¿Sabes? —
Adoraba hablar de esas cosas, adoraba contar cómo podía ayudar a la gente
haciendo lo que más me gustaba. Era simple, sólo coser un par de heridas,
quizás desinfectar, mandar antibióticos, pero eso era lo que más me gustaba.
Esperaba, aquél año, poder especializarme. —Y entonces tuve que hacerle...
Me levanté rápido del sofá, y subí los escalones rápido para abrir la puerta.
Tras ella venía Vero, que me abrazó con fuerza y nos balanceamos en el sitio.
Luego Dinah, que me dio con el dedo en la frente y casi me deja marca.15
—Ni un hola ni nada. —Me quejé mirándola con el ceño fruncido. Luego,
vino Michael. Él parecía algo perdido y tímido, simplemente me sonrió.
—Oh, sí, vienen luego. —Bajé las escaleras y la vi sentarse junto a Lauren, que
ya sentada en el sofá, retenía a su hermana de pie, entre sus piernas, con sus
brazos.
—Tu casa es... Muy chula, Camila. —Decía Michael mirando a los techos de
madera, bajando la vista hasta la chimenea que teníamos en frente.
—Sí, ¿verdad? —Me senté sobre la pierna de Steven sin dejar de mirar a
Rachel que observaba todo con detenimiento. Era demasiado nuevo para
ella.18
Vero estaba sentada en el sofá al lado de Lauren, y casi parecían una pareja.
Rachel estaba en el regazo de Lauren, ella recostada en el sofá mirando a su
hermana, y Vero le acariciaba el pelo mientras las dos miraban a la pequeña.
—Yo también. —Comentó Michael, y todos nos giramos hacia él. Llevaba
puesta una camisa de cuadros roja, su pelo era negro y el pantalón era justo
como el de Lauren. —E—Es decir... —Se rascó la nuca sacudiendo la cabeza.10
—Vamos, di lo que quieres decir. —Lo alenté yo, y Lauren lo miraba con el
ceño fruncido mientras intentaba mantener a su hermana tranquila.
—Venga ya, hombre, tampoco será para tanto. —El gesto y la voz de Steven
fueron de desprecio total hacia Michael. Me despegué de él y me senté al lado
de Vero con los brazos cruzados.11
—Yo siempre quise tener una familia, casarme y tener hijos, pero cuando lo
digo la gente se burla.37
Pedimos pizza, y juro que ver a Rachel comerse un trozo fue lo más adorable
que vi en mucho tiempo. Lauren simplemente le dio la punta de su trozo, y la
pequeña se sentó en el suelo mirando la tele donde le pusimos algunas
películas de dibujos.
Luego se giró hacia mí, y mientras los demás cenaban, ella se acercó y se
quedó entre mis piernas mirándome.
—Hola cosita. —Susurré inclinándome para darle un besito en la nariz. —
¿Quieres venir conmigo? —Puse las manos en sus costados y ella alzó los
bracitos para venir conmigo. La senté en mi regazo y tomé un trozo pequeño
de pizza, acercándoselo a su boca mientras ella seguía viendo la película. —Tu
hermana tiene que descansar y comer tranquila, ¿vale? —Murmuré cogiendo
su bebedor de agua, y le dio un pequeño sorbo para después señalar la
pantalla.1
—¡No! —Espetó Dinah girándose hacia el chico con el ceño fruncido. —Lilo
& Stitch.34
—El mando lo tengo yo, y yo digo Cars. —Michael se puso de pie y alzó el
mando. Dinah saltaba para cogerlo, incluso agarró su brazo para bajarlo, pero
no resultó.
—A ti te veo todos los días, a esa cosita no. —Señalé a Rachel que dormía en
el pecho de su hermana. Me quedé mirando a Lauren durante un instante,
apenas fueron un par de segundos, pero me bastaron para darme cuenta de lo
tierna que era aquella imagen. Vero tenía la mano puesta justo en el muslo de
Lauren, por su cara interior, observando ambas a Rachel dormir.24
—Claro.27
—Veeeeen. Ven ya. —Dio unos cuantos golpes a los lados de la cama. Yo me
coloqué la camiseta del pijama y caminé hasta la cama. Estaba baja de ánimos
y no sabía por qué. Me tumbé a su lado, y noté cómo comenzó a darme besos
en el hombro.
*1
Salí de mi habitación y me froté los brazos por el frío que hacía al salir de la
cama. Dios, desearía poder quedarme a dormir hasta la noche. Pero no, no
tenía ganas de estar con Stev. La pelea de la noche anterior había enfriado las
cosas, y sin duda me había molestado profundamente aquél 'estás amargada'.
Fui a abrir la puerta del baño del fondo del pasillo, pero a su vez Lauren salía y
chocó conmigo. Llevaba el pelo aún revuelto y una pequeña sonrisa en su
rostro. Además, aquella camiseta gris ajustada que usaba como pijama le
quedaba demasiado bien.8
—Buenos días. —Dijo Lauren con la voz ronca, apartándose de la puerta para
dejarme pasar.
—Buenos días, Lauren. ¿Has dormido bien? —Justo cuando se iba, se giró de
nuevo hacia mí.
—Claro.2
—¿Qué quieres desayunar? —La miré torciendo los labios, aunque luego solté
una risa al pensar lo que iba a decir. —¿Un café sólo, pequeño con una de
azúcar?11
—Hace mucho que no te pasas por la cafetería. —Lauren cortaba el pan para
las dos, y se encogió de hombros con una mueca.
—Trabajo hasta muy tarde últimamente. —Puse los dos vasos encima de la
mesa y eché cacao en polvo, moviendo la cucharilla hasta que se disolviese. —
¿Cómo es eso de trabajar en un hospital? Tiene que ser interesante. —Lauren
tomó la taza y se la colocó en los labios, alzando las cejas.7
—Wow. Me encantaría poder ser así de útil. Y... No sé, hablar de las cosas que
me gustan como tú lo haces. Es interesante eso de salvar vidas. —Bebió de su
taza y se limpió los labios con una servilleta.
—Eres como una madre para tu hermana, y... Tanto como salvar vidas... No sé
yo.
CAPÍTULO 16
Ghost — Halsey72
Camila's POV
A veces perdía la noción del tiempo. Estaba allí, en el mostrador, con el libro
de traumatología delante y un bolígrafo en la mano. Pero era aquellas veces en
las que te quedabas mirando a la nada, con la vista perdida, pensando en otras
cosas y medio dormida.
Me gustaría hablar con Steven para ver si me distraía, pero a esa hora estaba ya
dormido; o eso creía yo. Además, alguna vez que otra le pedí que viniese a
recogerme a la cafetería porque tenía demasiado sueño como para conducir,
pero él nunca apareció. Había aspectos de él que me molestaban
profundamente, como por ejemplo aquellos comentarios micro—machistas.
También quería contarle cosas y él simplemente quería acostarse conmigo, y
finalmente, aquél desprecio a Lauren que sin razón aparente había tomado.49
—¿Sabes que es de mala educación dejar a un cliente sin atender? —La voz
ronca y tenue de Lauren me sacó de mis pensamientos. Tenía el ceño fruncido
y una sonrisa en los labios.
—Oh, uhm... —Sacudí la cabeza y acabé por reírme, pasándome la mano por
la frente. —Perdóname, estaba un poco ida. —La miré a los ojos y ella asintió,
como si no me creyese o se burlase un poco de mí. —¿Qué vas a tomar?3
—Nada, vengo a verte. —Se apoyó en el mostrador con las manos y me miró
con una sonrisa. —Siempre dices que ya casi nunca me paso, pues... Estoy
aquí.73
—Sí... Echaba de menos pasar tiempo a solas contigo, ¿sabes? —Cerré el libro
que estaba encima de la mesa y lo aparté. Lauren soltó una pequeña risa y se
quedó mirándome durante unos segundos.
—Necesito darte las gracias y pedirte perdón por un par de cosas. Uhm... —Se
rascó la nuca y bajó la mirada al mostrador. —Primero, gracias por curarme el
labio, por aguantarme cuando vine aquí llorando, por hacer que mi hermana
ahora esté bien y por invitarme a tu casa, fue increíble. Luego quiero pedirte
perdón por... Mis formas. Muchas veces me enfado y, y... Quiero ser siempre
yo la que lo arregle todo, la que... No dé pena, ¿entiendes? —Asentí a sus
palabras con una débil sonrisa, ladeando un poco la cabeza. En cierto modo la
entendía, hería su orgullo de alguna manera, y quería ser capaz de sacar
adelante a su hermana ella sola. Pero, ¿no debería plantearse aceptar una
ayuda ajena? Yo sí que me había planteado ayudarla. Había pensado en
ingresarle a ella el dinero que yo ganaba en la cafetería, no era mucho, pero
seguro que ayudaba más de lo que me podría imaginar.
—No me tienes que pedir perdón. Yo... —Solté un pequeño suspiro que se
tornó en una sonrisa que intentaba esconder. —Te echo mucho de menos. Y
sé que trabajas mucho pero... Quizás podríamos vernos más, los fines de
semana al menos, ¿no? —Me separé del mostrador y giré para coger uno de los
vasos de cartón.
—Podemos quedar cuando tú quieras. Y... No quiero café. —Eché los polvos
de chocolate y vertí la leche caliente.
—No es café. ¿Crees que voy a dejar que no tomes nada con esta tormenta? —
La escuché reírse y me volví con dos vasos de chocolate, señalando la mesa del
fondo. —¿Nos sentamos?
—Vamos. —Casi me quitó los vasos de la mano y caminó hacia la mesa que
estaba junto a la ventana. Entonces se me encendió la bombilla. Apagué las
luces de la cafetería, dejando que entre la lluvia se colase la luz azul que
Toronto desprendía, y que iluminó la cara de Lauren de perfil.
—Mira, ¡ayer fue genial! Te lo juro, Lauren. —Abrí los ojos al comenzar a
hablar con las manos puestas encima de la mesa. —Era una noche súper
aburrida, como siempre, y de repente entran como tres chicos de golpe con un
brazo roto, otro con una herida en el abdomen y el otro había perdido el
conocimiento. Normani y yo no dábamos abasto, porque cuando no se quejaba
uno se quejaba el otro, era muy agobiante. ¿¡Pero sabes qué es lo mejor!? —
Lauren tenía la barbilla apoyada en las manos, esbozando una amplia sonrisa.
—¡Le dije al doctor que el chico del brazo necesitaba una operación y no
dudaron de mí! ¿Sabes qué es decirle a un superior que necesita operarse y que
no duden?85
—Claro, lo que quieras. —Acepté con una gran sonrisa, tomando su mano por
encima de la mesa.2
—¿Qué quieres pedirme? —Mi corazón en aquél momento iba más rápido de
lo normal sin razón aparente.1
—Mira... Me gusta mucho Vero, aún no se lo he dicho pero... Me gustaría
tener una cita con ella y—y no tengo ni idea de qué hacer. —Mi cara se
incendió, y casi creí que una gota de sudor caía por mi frente, pero mantuve la
sonrisa. —Es decir, tú tienes novio, sabes qué hacer. Si pudieses... Enseñarme
algo. No sé.144
—Sí, uhm, sí, claro. —Asentí rápidamente con una sonrisa, poniéndome de
pie y le tendí la mano para que se levantase. —Eres mucho más alta que Vero,
e incluso que yo. —Solté una pequeña risa viéndola sonreír un poco hasta
quedar a mi lado. —Así que no es muy difícil. Sólo... Por ejemplo. —Cogí su
mano y pasé su brazo por encima de mis hombros.
—¿Y cómo llego a ponerle el brazo? ¿No será muy brusco así, de la nada? —
Aparté su brazo por no solté su mano.13
*2
La verdad es que sí. Había echado de menos estar con mis cuatro amigas,
caminando sin preocupaciones por Yonge Street, comprando ropa y un café
humeante en la mano. A veces el frío remitía, y pasábamos de estar bajo cero a
tener unos 'cálidos' dos grados.25
—¿No podríamos haber esperado a que hiciese un poco menos de frío? Está
nevando. —Se quejó Dinah, y me enganché a su brazo mientras andábamos.
—Siempre andas quejándote, Dinah. —Se rio Ally. Ella era la mayor, hacía un
par de años que había terminado la carrera y trabajaba como doctora en un
hospital diferente al nuestro. Luego estábamos Dinah y yo, ambas en distintos
hospitales. Y Normani era su primer año como doctora en el mismo hospital
en el que yo hacía mis prácticas, y casi di gracias a Dios por no estar sola. —
Por cierto, ¿cómo te va con Nela?1
—Porque odia este tipo de ropa. Ow, mirad estos tacones. —Dije cogiendo
uno en mis manos, dándome la vuelta para mostrárselos a mis amigas. —
¿Creéis que le gustarían?
—Sí, eso, Steven. Es que paso mucho tiempo con Lauren y me confundo. —
Solté una risa nerviosa y les di la espalda para apretar los ojos, esto estaba
yendo demasiado lejos.37
Team – Lorde28
Lauren's POV
Ashley era una de las cocineras que ayudaban en la cocina. Tendría 23 años,
no mucho más. De ojos azules y pelo rubio, pero creo que era teñido. Siempre
me quedaba observándola desde el office, donde fregaba los platos, pero desde
que Gregor me hizo camarera había empezado a hablar un poco más conmigo.
Al principio pensé que era porque ahora tenía un puesto más 'alto' en el
restaurante. Luego me di cuenta de que era porque estaba detrás, nunca
hablaba y salía la última de trabajar.24
Aquél día terminamos tarde, eran sobre las dos y media de la mañana, y es que
un grupo de ejecutivos de una importante empresa vino a cenar. Incluso hizo
que aquella noche Gregor cerrase el restaurante para tener privacidad. Me
pareció bastante exagerado aquello en un principio, pero cuando escuché las
cosas de las que hablaban esa idea se borró de mi cabeza. Las cantidades de
dinero que se movían en aquella mesa eran desorbitadas, tampoco me enteré
muy bien sobre qué hablaban, ni siquiera me interesaba.
—Eh, te he dejado un plato con osobuco para que cenes ahora. Yo tengo que
irme. —Michael me dio un golpe en la espalda mientras metía su chaquetilla
de pinche en la maleta.20
—Mañana me dices si está bueno, si le falta sal, si... —Yo ya tenía el primer
bocado en la boca y asentí señalándole la puerta.
—Mañana, mañana. —Él se echó a reír, sabía que me iba a gustar de todas
formas. Michael tenía un talento especial para la cocina, de hecho aquél
trabajo de pinche no era ninguna tontería para ganar dinero. Había empezado
como friegaplatos, pero echaron al pinche que lo precedió. Lo ascendieron, y
yo lo sustituí. Ponía mucho esfuerzo en lo que hacía, a veces incluso me
llamaba en mitad de la noche para preguntarme si estaba segura de que me
había gustado el plato que había hecho ese día.1
—¿Está rico? —La voz casi juguetona de Ashley llamó mi atención, y levanté
la mirada del plato con la boca llena. Tragué de golpe.34
—Uhm, sí, ¿quieres probarlo? —Cogí un trozo de carne que casi se derretía en
el tenedor y se lo llevé a la boca, haciéndola reír.
—Se te olvida que ese plato en parte también lo he hecho yo, ¿verdad? —Eché
la cabeza hacia atrás con un suspiro, dejando el plato vacío en el fregadero.
—S-Sí, claro.13
—Tú... Tú has estado con muchos chicos, ¿verdad? —Fruncí el ceño. Aquello
había sonado fatal. —A ver, no con muchos, sino con chicos. Con gente. Es
decir... Yo no he tenido relaciones y tú sí. Eso, eso quería decir. —Suspiré
apoyando la cabeza en el reposacabezas del asiento.
—¿Y qué pasa? —Ashley giró el volante para girar en una glorieta, parándose
luego en un semáforo.
—Oh, venga ya Lauren, tienes, cuanto, ¿veinte años? —Alzó las cejas y yo
negué lentamente.
—Y temes que se ría de ti porque eres virgen a los veintidós. —Dijo ella con
media sonrisa, parando el coche. —¿Quieres subir a mi casa y te doy algunos
consejos? —Para mí consejos eran simples consejos. Mi mente no iba más allá
en aquél doble sentido.86
—Claro, claro. Estaría bien. —Sonreí algo más calmada y salimos del coche.12
—¿Has pensado mucho en cómo quieres que sea tu primer beso? —Negué
apretando los ojos, dándole un largo trago a la cerveza.
—No, no lo veo algo especial. Sólo quiero que pase rápido, y que no me
juzguen y ya... —Volví a beber echando la cabeza hacia atrás, engullendo la
cerveza.
—Vale. —Me quitó el botellín casi vacío de las manos y dejó el mío y el suyo
encima de la mesa. —¿Puedo besarte? —La pregunta me dejó congelada. No
pensé que nadie, nunca, jamás, en mi vida fuese a preguntarme aquello. —Te
beso y ya aprendes para esa chica que te gusta, ¿sí o no?55
—Sí. —Respondí sin dudar. Las manos me sudaban, y me puse aún más
nerviosa cuando ella se puso delante de mí. Cerré los ojos soltando el aire
tembloroso entre mis labios.13
—Vale, ¡vale! Uf. —Abrí los ojos y ella negó poniéndome la mano en estos de
nuevo.
—¡No! —Dijo riéndose. —Se besa con los ojos cerrados, abiertos es raro. —
Asentí con el ceño fruncido. —Cuando veas que me acerco a ti los cierras y ya
está. —Asentí de nuevo.
—Lauren. —Se separó riéndose con las manos en la boca. —La lengua.24
—¡Pero si ahora no la he sacado! —Abrí los ojos casi indignada, abriendo los
brazos y dejándolos caer a los lados de mi cuerpo.82
—¡Es que deberías haberla sacado! Ven aquí. —Cogió mi mano y me llevó
hasta el sofá, sentándome en él. Luego Ashley se sentó encima de mí, con sus
piernas a cada lado de mi cuerpo. Jamás creí poder tener a una chica así. —
¿Dónde vas a poner las manos? —Tragué saliva y la miré casi con cara de
cordero degollado. No iba a moverlas y ya me había regañado. —Vamos,
cógeme. Tienes que saber cómo agarrar a una mujer si quieres tener una
relación, ¿no? —Ladeó la cabeza mostrando una amplia sonrisa.91
—¿Por qué haces esto por mí? —Su entrepierna se posó sobre mi regazo y se
encogió de hombros.2
—Porque estás muy buena, me pareces buena chica y me gusta eso de ser el
primer beso de alguien. —Se dejó caer a mi lado en el sofá, pero una de sus
piernas seguía subida sobre mi regazo. Chocó sus labios contra los míos, y mi
mano por inercia fue a su muslo apretándolo mientras, sin ser consciente de
ello, mi lengua se coló en su boca, tocando la suya lentamente, succionando
suavemente, lento, llevándome su lengua conmigo para chuparla. —Mmh... —
La solté en cuanto la escuché, no sabía si le iba a gustar o no. —Está bien eso.
¿Me lo haces otra vez? —Volví a besarla, succionando su lengua entre mis
labios, acariciándola a la vez con la mía, mientras mi mano apretaba su muslo
que tenía sobre mí.44
Algo explotó en mí, si tengo que definirlo de alguna manera. Era la mejor
sensación que había experimentado nunca, casi me había llegado el placer a la
cabeza y la respiración se me había cortado.38
—L—Lo siento. —Murmuré agitada, y Ashely sonrió desde abajo con el ceño
fruncido.33
—No lo sé.
CAPÍTULO 18
Lauren's POV
—Buenos días dormilona. —Aquella voz... Joder, ¡Ashley! No, no, no, aquello
había sido realidad, no era ningún sueño. ¿Acababa de tener mi primera vez
con una compañera de trabajo?133
Abrí los ojos de golpe y me miré, estaba desnuda. La miré a ella, tenía puesto
un simple tanga que me quedé mirando durante unos diez segundos hasta que
reaccioné.3
—Oh no. —Dije incorporándome, pasándome las manos por la cara. —Lo
hicimos.
—Oh sí, tres veces. —Abrí más los ojos y la miré a ella, que sonreía con una
taza de café en su mano. —Bueno, yo me corrí tres veces, no sé si tú dos. O
más de tres. —Entrecerró los ojos dándole un sorbo a su café.98
—¿Hice que te...? ¿T—Tuviste un...? ¿¡Conmigo!? —Me acercó una taza de
café que miré atónita entre mis manos, y Ashley se sentó a mi lado.8
—¡No! Uno no, tres. ¿Es que no me escuchas? —Parpadeé con los labios
abiertos y negué sacudiendo la cabeza.
—No, no, no, no, no. Vamos a ver, si era la primera vez que besaba a alguien,
¿cómo cojones voy a hacer que te corras tres veces? —Me levanté de la cama y
busqué mi ropa interior por el suelo hasta que la encontré.
—Pues no sé, sabes dónde está el clítoris, sabes mover la lengua y... No sé.
Tampoco hay mucho más misterio en el sexo lésbico, ¿no? Oh sí, y tienes las
uñas cortas. —Alzó las cejas mientras bebía, y yo me puse los jeans rotos por
las rodillas a la velocidad de la luz, abrochándome el botón del pantalón. —
¿No recuerdas nada?
—Lo recuerdo todo, ¡pero creí que lo fingías! —Me puse el sujetador alterada,
sin saber siquiera por qué.24
—¿Cómo voy a fingir que me corro? Tuviste que notarlo. —Es verdad, lo noté.
Madre mía. —¿Qué te pasa? No es nada malo.19
—Sí, sí estuvo mal, mal, mal. —Me separé sacudiendo la cabeza. ¿Por qué me
importaba tanto? —Tengo que irme, de verdad, mmh, gracias, supongo.5
¿¡Dónde iba a ir!? Oh, sí, al hospital. Necesitaba ver a Camila cuanto antes.
Corrí hasta la parada del autobús porque iba a la misma altura que yo, y alcé la
mano para que el conductor me viese, iba casi sin aliento.44
Bajé en la parada del hospital y corrí dentro, casi topando con el mostrador de
recepción. Allí, una mujer rechoncha y bajita me recibió, quitándose las gafas
de cerca.3
Corrí por el pasillo y miré a todos los lados por si acaso estaba por allí, pero no,
estaba justamente donde la señora me dijo que estaría.3
—¡Camila! —Corrí hacia ella, que estaba sacando un café de la máquina del
fondo. —Dios mío, Camila.
—¿¡Qué te pasa!? —Me dijo ella alterada, y yo me puse las manos en la cabeza.
—He hecho algo horrible. —Dije con la respiración agitada, tragando saliva
mientras la miraba.43
—¿¡Qué has hecho!? —Abrió los ojos al escucharme, y yo miré a los lados,
volviendo la mirada a ella.
—Ayer me acosté con una chica, Camila. ¡Una compañera de trabajo! —Ella
abrió los labios y sonrió un poco.
—¡Pero eso está mal! —Susurré como si quisiera gritar, buscando su mirada.
—Pero siempre dicen que la primera vez debe ser con alguien especial. —
Camila negó con el ceño fruncido.
—Lo importante es que ella te tratase bien, te hiciese sentir cómoda y ya está.
Y que usarais protección, porque la usasteis, ¿verdad? —Me señaló con el dedo
índice mientras bebía de su café.110
—Gracias, Camz. Pensé que había hecho una locura. —Ella soltó una risa y
negó entre mis brazos, dándome un beso en el hombro.10
—Y yo a ti, Camila.9
* * *6
—¿Qué pasa?
—No jodas que te la has follado. —Asentí con una pequeña sonrisa, y él sonrió
alzando la mano. —¡Ya no eres virgen! ¡Y te has tirado a una tía buena! —Reí
un poco alzando la mano para chocar con él. Si no fuese virgen quizás no le
habría contado lo de Ashley, a mi parecer, era de mal gusto ir diciendo con
quién te habías acostado, porque básicamente era contar la vida privada de
otra persona, pero esto debía contárselo. ¡Ya no era virgen!13
—¡Has venido! —Camila corrió hacia mí con una sonrisa, y no pude evitar
fijarme en aquél vestido negro ajustado que llevaba puesto. Iba a ir al infierno
por imaginarme aquellas cosas con ella. Detrás, a lo lejos, vi cómo Steven
bebía de su copa.8
Michael's POV
—Parece fuerte. —Asentí mirando el vaso, y luego la miré a ella con una
sonrisa débil. —No parece gustarte mucho esto.
—¿Y por qué vienes? —Entonces miré a Dinah que bailaba con su novio.
Aquél sin—cuello con cara de mono que casi me parte las piernas en la fiesta
de los Cabello.9
—¿Y ese tatuaje del brazo? —Señaló el brazo derecho que iba descubierto, ya
que llevaba la camisa remangada. —Es bastante raro. Eres bastante raro. —
Dijo riendo. Le parecía algo inofensivo de decir, pero a mí me lo habían
llamado tantas veces que calaba dentro. —¿Nunca has pensado en cortarte el
pelo un poco más? Te quedaría mejor.1
¿Sabía la gente lo que dolía que te remarcaran toda tu vida que eras diferente?
Que no eres guapo, que tu pelo es una mierda, que los tatuajes que llevas no
son atractivos, que la música que escuchas no la escucha nadie más, ni siquiera
tu mejor amiga, que todo lo que haces lo haces mal. 'Un chico con tus pintas
queriendo ser cocinero, qué raro eres jaja.' '¿Otra vez te has cambiado el pelo
de color, qué raro'. No puedo salir a la calle sin mirarme una media hora antes
en el espejo para mentalizarme de que la gente me va a ver así, como soy,
como eso que se refleja en el cristal del baño. Ni siquiera me imagino
quitándome la camiseta delante de alguna chica, o más simple aún;
quitándome la camiseta en la playa. Siempre me baño con camiseta, y eso me
hace aún más raro.29
—¡Déjalo en paz! —Gritaba Dinah, Camila lo sujetó del brazo pero la empujó
para que cayese al suelo.21
—No eres ni siquiera un hombre. Pareces una tía. —Y en ese instante, Lauren
pateó la entrepierna de Nela tan fuerte que lo dejó en el suelo.38
—Pues para ser una tía no golpeo mal, ¿huh? —Volvió a darle una patada en
el costado, y otra en las manos para que no intentase agarrarla de las piernas.
—Y como vuelvas a tocar a mi amigo juro que te denuncio.57
*1
—En esta sociedad se enseña al hombre a luchar, a no llorar, a ser duros como
una roca, pero no es así. Hay hombres que no quieren peleas, que muestran
sus sentimientos y se permiten llorar. Tú eres más hombre que él, Michael. —
Puso una mano en mi mejilla con una pequeña sonrisa. —Quizás podrías
salvar a alguien con sentimientos y no con puñetazos.
CAPÍTULO 19
Lauren's POV6
—Si no me pagas, Lauren, te juro que iré y te pegaré una paliza de la que te
vas a acordar. —Gritaba Chris por el teléfono, escuché golpes por el auricular
y entonces sabía que aquél chico estaba mal.17
Miré al techo, a la esquina que había encima de mi cama. Estaba cubierta por
humedad, y es que las goteras comenzaban a aparecer en aquella época del
año, cerca de Navidad. Mi padre nunca quería arreglarlo, porque claro, era mi
habitación. '¿Para qué cojones voy a arreglar eso?', siempre me decía con
desprecio. No sé, quería salir de allí cuanto antes mejor. Pero no podía, si me
llevaba a mi hermana de aquella casa sería como si la hubiese secuestrado, y
entonces yo pagaría todas las consecuencias.
Camila's POV
Cuando Lauren me dijo que se había acostado con una chica, se me paró el
corazón por un momento. Pero la vi tan preocupada, tan angustiada por lo que
acababa de hacer que me pareció hasta tierno. Sí, me molestó y ni siquiera
sabía por qué, pero los celos nunca eran una respuesta a ese tipo de temas.
Hacían de aquello una relación tóxica, incluso si se trataba de una amistad. Por
encima de todas las cosas, quería que Lauren fuese feliz.21
—Está calentita. —Me encogí de hombros con una sonrisa tierna. —¿Y
Dinah?
—¿Te gusta? ¿Sí? —Pasé la mano por su pelo para mojarlo, y ella me señaló.
—Ven aquí, bicho. —Lauren cogió a su hermana en brazos y la alzó para darle
besos por la cara, y luego en la tripa haciendo pedorretas. La pequeña reía
moviendo las piernas, hasta que descansó, y Rachel quiso volver a mis brazos
mientras miraba a su hermana.35
—Aw... Lauren, ¿podemos jugar con ella? —Lauren asintió, y Normani estiró
los brazos hacia Rachel, que rápidamente se fue con Ally y ella.
—Claro.
—Mira, es que... Fue muy extraño porque... Es sobre esa chica. —Suspiré y
asentí cerrando los ojos. No podía molestarme aquello. No debía porque yo
tenía novio. Novio. Steven. —Me dijo que, había estado bien.15
—Y... ¿Cuál es el problema exactamente? —Pregunté en voz más baja aún sin
comprender bien.
—¿La tuya no fue buena? —Negué torciendo el gesto con una sonrisa. —¿Fue
con tu pareja?
—Sí, es decir, fue lo que se dice 'especial'. Pero... Es distinto con un chico, sólo
eso. Intenta no hacerte daño pero, al cabo de un rato se le olvida porque él
está disfrutando pero tú no, así que... —Suspiré, pero sonreí al ver su
expresión. Era tan inocente que no me podía creer aquello. —Por eso te dije
que no importaba quién fuese, siempre que te tratase bien y disfrutases.5
—Eres increíble. —Sí, era increíble estar diciéndole aquellas cosas cuando una
sensación de rabia me recorría de punta a punta. Pero supongo que a veces
ocurría eso en la amistad, ¿no? Se podía tener un poco de celos sin... Llegar a
sentir nada ni siquiera sexual.34
—Steven tiene suerte de tenerte, ¿eh? —Dijo riéndose, y aunque sé que era
una broma hizo que mis mejillas se pusiesen como un candil.2
—Supongo.
*4
Suponía, porque Steven nunca me decía esas cosas. Él era más simple, siempre
me decía que estaba guapa o lo sexy que me hacían los vestidos. A veces
echaba de menos que me preguntase cómo estaba, o no sé, que viniese a
recogerme al hospital por las mañanas.2
Pero aquél día no iba a de eso, hacía mucho que no estaba con él a solas y, la
verdad, me apetecía estar con él, o al menos con alguien que no fuesen las
chicas o Lauren y me hiciera dudar hasta de si voy vestida o estoy desnuda.
—Oh, vamos, hace casi tres semanas que no... —Agradecía que acababa de
ponerse el preservativo mientras yo estaba pensando en mis cosas con los ojos
cerrados. Él ni siquiera se tomaba el tiempo en excitarme, porque él ya lo
estaba y eso era suficiente.29
Cada vez que Steven ponía una mano en mi cintura pensaba que era Lauren,
cada embestida pensaba que era Lauren, y comencé a jadear. Puse las manos
en su espalda, creyendo que era la de ella, entreabrí los labios al imaginarme
sus ojos mirándome justo encima de mí, y cada beso que me daba era ella. Oh
dios. No sabía cómo había llegado a aquél punto, pero para mí en la habitación
Steven ya no existía, era Lauren la que estaba sobre mí haciéndome gemir de
aquella manera.27
—¡Ralph Lauren! Sí, necesito una camisa de Ralph Lauren para una cena. —
Asentí mirándolo, y simplemente lo cogí de las mejillas para besarle. —Tengo
que irme, acabo de acordarme de que la tengo reservada y mi madre me va a
matar si no la compro ya. —Me levanté de la cama rápidamente, pero él me
agarró tan fuerte de la muñeca que me hizo daño. Su mirada era dura, estaba
cabreado.19
Mucha gente estaría hecha un lío con sus sentimientos en aquél momento,
pero yo no. Estaba enamorada de Lauren hasta no poder más. El simple hecho
de pensar en ella me hacía sonreír, el hecho de tenerla cerca me hacía feliz. El
único orgasmo que había tenido desde que estaba con Steven había sido
pensando en ella, y yo no podía fingir más. Lauren me escuchaba, a Lauren le
importaba incluso sabiendo que yo no le gustaba. Lauren me decía que estaba
guapa y también me preguntaba cómo me iba el día, Lauren era mucho más
profunda que Steven.59
—¿Qué?11
—Steven, estoy rompiendo contigo. —Estaba al borde del llanto, pero no era
por romper con él. Era por Lauren.
—Estás enamorada de ella. —No dije nada, simplemente me limité a apretar
los labios cuando las lágrimas caían por mis mejillas. —¡Me vas a dejar por esa
inútil friegaplatos!25
—Aunque me gustasen solo los tíos te habría dejado también, porque eres un
machista y un homófobo. —Él se rio poniéndose las manos en la cintura.36
—¿Ah, sí? Pues vas a disfrutar viendo cómo Vero y Lauren follan. Y cuando
estés muerta de celos, vendrás a mí, a rogarme que estemos juntos sólo para
joderla. —Escupió sin más con los ojos casi inundados en sangre.4
—No soy una persona tan tóxica como tú. Porque la quiero, y lo único que me
importa es que Vero le haga feliz. —Fruncí los labios intentando contener las
lágrimas, pero no podía. —Pero jamás lo entenderás, porque nunca pensarás
en alguien que no seas tú mismo.
CAPÍTULO 20
Camila's POV5
—¿Mila? Tu madre me dijo que estabas aquí. —Escuché la puerta cerrarse,
pero yo seguía con las manos puestas en la cara. —Oh, dios bendito. ¿Qué te
pasa? —Dinah se sentó a mi lado en la cama y me abrazó, pegándome contra
su pecho.1
—Rompí con Steven... —Dije con la voz rota, dejando que Dinah me
acariciase el pelo. Pero no, yo no lloraba por eso.5
—¿Estás con el corazón roto y quieres ver una película romántica? —Asentí
cerrando los ojos, remarcando el puchero. —Vale, voy abajo a por la película y
una pizza. Esta noche va a ser larga.11
—¿Por qué ves pelis de amor cuando estás triste? —Me encogí de hombros
dándole un mordisco a mi porción de pizza.8
—Porque no siento nada por él. —Respondí quitándome las lágrimas con una
mano, acomodándome encima de ella un poco mejor.
—¿Y si no sientes nada por él, por qué lloras? —Decidí contárselo. Era mi
mejor amiga, era como mi hermana, debía saberlo. Me incorporé y la miré a
los ojos. —Estás horrorosa. —Dijo con una sonrisa.5
—Porque quiero a Lauren. Y ella está con Vero y... No sé, me duele no
tenerla, pero a la vez quiero que ella sea feliz. Y necesito verla, y hablar con
ella, que me abrace. —Agaché la cabeza soltando el trozo de pizza, sonriendo
un poco. —Estoy enamorada de ella y ni siquiera sé por qué. —Solté una risa y
me tapé la cara con las manos. —Es raro...
—No está con Vero y... No sé, Vero tontea mucho pero al final nada. —Se
encogió de hombros con la cabeza ladeada.
—Eso no quita que a Lauren le guste. Porque le gusta. Me pidió consejo para
su cita con Vero. —Me encogí de hombros quedando de rodillas en la cama
frente a Dinah, que comía de su pizza.26
—Sí, sí que me duelen. Pero lo llevo lo mejor que puedo. Bueno, ahora estoy
en la mierda porque me he dado cuenta de que la quiero y ella a mí no, pero
en fin... —Torcí el gesto y suspiré, observando a Dinah que me miraba algo
dubitativa. —¿Quieres que te cuente algo gracioso?
—Sí, por favor, esto de consolarte es una mierda. —Solté una pequeña risa y
cogí un pañuelo para enjugarme los ojos, y me senté de rodillas algo más
erguida.
—Mira, estaba con Steven en la cama. Y sabes, con él encima, moviéndose y
fingiendo que son súper buenos en la cama mientras tú no sientes nada. —
Dinah casi se ahoga de la risa al escuchar eso, y asentí rápidamente riéndome a
la vez. —Sí, sí, estaba él ahí, con sus caras que no me ponían nada. Y de
repente empiezo a pensar en Lauren.
—Oh no, oh no. Como sea lo que estoy pensando cortaste pero a lo grande. —
Asentí riéndome a su suposición.
—¡No puede ser que te corrieses y gritases su nombre! —Me eché encima de
ella riendo, y tras unos minutos entre carcajadas y comentarios de Dinah fuera
de tono paramos.
Dinah sabía exactamente cómo animarme, eso lo sabía hasta mi madre, por eso
la había llamado. Yo casi nunca quería molestar, pero adoraba que ella me
'molestase' a mí con sus problemas. Podríamos estar en silencio durante toda
la tarde viendo una peli abrazadas y ambas diríamos que lo habíamos pasado
genial.23
Me abracé a ella que permanecía con los ojos cerrados apunto de dormirse, y
le aparté el pelo de la cara.
—¿Tú crees que en un futuro podría gustarle a Lauren? —Ella se rio y abrió
los ojos, cogiendo el edredón para ponerlo encima de las dos.11
—Si te soy sincera, no tengo ni idea. —Eso me dejó triste. Dinah siempre me
decía cosas positivas, pero entendía que en aquél momento no las había. Ella
no podía leerle la mente a Lauren, ni tampoco ver cómo actuaba porque la
mayoría del tiempo Vero nos interrumpía, y si estábamos juntas, la mayoría de
cosas de las que hablaba me hacían daño.5
—Buenas noches, Di. —Dije dándole la espalda, con una lágrima que se
deslizó hacia el colchón.1
*1
Lauren's POV
—Bien, gracias. —Respondió con un tono menos de voz, no como ella solía
hablar. —¿Qué te pongo?26
—Mmh, nada, sólo vengo a verte. —Amplié mi sonrisa al decirlo, y ella
parecía no querer sonreír. —Eh, ¿estás bien? —Estiré mi mano para darle una
pequeña caricia en la mejilla, y ella levantó su cabeza para mirarme.
—Rompí con Steven, sólo eso. —No supe cómo sentirme. Una parte de mí dijo
'gracias', y la otra estaba destrozada por Camila. Pero, ¿por qué me alegraba de
que cortase con su novio? Ella... Ella tenía novio, y, y... Y a mí me gustaba
Vero.38
—¿Por qué? —Mierda. Esa pregunta se me escapó de los labios casi sin querer.
—Porque no siento nada por él. —La vi sonreír mientras lloraba, limpiándose
las lágrimas que caían por sus mejillas.
—¿Sigues escribiendo? —Dijo con la voz tomada por el llanto, y se limpió las
lágrimas separándose un poco de mí.2
—¿Por qué no? —Me encogí de hombros y subí mi mano para acariciar su
pelo, eso siempre relajaba.1
—Pasamos tiempo juntas. —Camila levantó la mirada, con los ojos hinchados
y alzó una ceja.
—Hecho.
CAPÍTULO 21
Lauren's POV12
Me miré las manos agrietadas por el agua. Había vuelto a ser friegaplatos
cuando el camarero que estaba de baja volvió. 'Lo has hecho bien, Lauren.
Cuando necesite a alguien en el cáterin te llamaré', me dijo Gregor. Había
pasado un mes más o menos desahogado, pero, ahora volvía a estar en ese zulo
rodeada de platos, con las manos metidas en agua y quemaduras en los brazos
por el vapor que soltaban los lavaplatos. Volvía a ser el último mono, aunque
bueno, a Michael le iba bien, le habían nombrado primer pinche de cocina, y
Ashley quedaba por detrás de él; me alegraba por mi amigo.
Había encontrado un trabajo en uno de los supermercados de la ciudad, sólo
debía descargar cajas, pero aquello me estaba desgarrando mucho más de lo
que creía.1
—Descarga esas cajas de latas y las pones en los estantes, vamos. —Ordenaba
el encargado de mala gana.
Cogí la caja aunque ni siquiera podía, no sabía de dónde sacaba las fuerzas para
llevar aquellos 18 kilos de punta a punta del supermercado. Apreté los dedos
por las esquinas de las cajas que me resquebrajaban la piel, las rozaduras eran
constantes y mis brazos comenzaban a doler una caja tras otra. Pero yo no me
quejaba, aunque incluso me hice sangre en una de mis manos, yo nunca dije
nada. La espalda me dolía, la zona lumbar era un auténtico desastre. Pero tenía
que llevar algo de dinero a casa, ya que a mi padre lo habían echado del
trabajo porque 'el encargado le tenía manía'.17
Al salir ni siquiera me quedé más tarde, como solía hacer para estar un tiempo
a solas. No. Ese día ni siquiera me cambié, salí de la cocina, cogí mi maleta y
caminé arrastrando los pies hasta la estación de metro. Entonces pasé por la
acera de enfrente de la cafetería en la que trabajaba Camila. Miré su interior, y
ella estaba allí, en el mostrador, con la cabeza gacha y los brazos en el cristal.
—Hey. —Saludé. Sabía que debía irme a casa, estaba derrotada y mis músculos
casi no me sostenían de pie.
—¿Quieres un café? —Preguntó señalando la máquina a su espalda, y yo
negué. Lo único que yo quería era arreglarle el corazón, pero no sabía cómo.26
—¿Cómo te ha ido el día? —Camila soltó una débil risa escondiendo su cara
durante unos segundos, hasta que volvió a destapar su cara de entre sus manos
y me miró.1
—El otro día en la piscina te dejaste una camiseta. Creo que era tuya.
—Ya decía yo que faltaba algo. —Reí mirándola a los ojos, estirando la mano
para acariciarle la mejilla levemente. —¿Puedo preguntarte algo? —Bajé la
mano haciendo que me mirase a los ojos. Parecía estar al borde de las lágrimas
con los ojos húmedos.
—Lo que tú quieras. —Apreté los labios antes de contestar, y es que esa
pregunta me la llevaba haciendo bastante tiempo.
—¿Por qué estás triste, si no sentías nada por él? —Tragué saliva tras decirlo,
porque igual aquella pregunta le molestaba.25
—Porque siento algo por otra persona. —Sonrió limpiándose las lágrimas,
agachando la cabeza. —Y sé que es imposible, porque a esa persona le gusta
otra y... Es una mierda todo, ¿sabes? —Miró hacia el techo riendo, y luego
apretó un poco los ojos, humedeciéndose los labios. —Siempre vamos
buscando a alguien a quien no le interesamos, siempre buscamos lo que no
tenemos. —Era gracioso, porque yo me sentía igual con ella. —Y quizás,
deberíamos centrarnos más en la gente que sí nos quiere y nos valora. —
Sonrió de medio lado, cogiendo una servilleta para limpiarse las lágrimas de
los ojos.43
Yo sabía que nunca nadie se fijaría en mí, y mucho menos Camila. Lo tenía
asumido, pero escucharlo me dolía un poco más. Yo simplemente sonreí y
rodeé la barra para meterme con ella detrás. Sabía que Camila nunca se fijaría
en mí, y por eso intentaba algo con Vero. Necesitaba alguien que me quisiera
de 'esa' manera. Necesitaba un beso, un abrazo, agarrarme de la mano por la
calle, pero con ella no podía ser. Con Camila no podía.54
—Sí. —Respondió en voz baja. No entendía bien cómo alguien podía hacer
sentir tan mal a la persona que quiere, y mucho menos si ese alguien era
Camila.3
—¿Sabes la sensación de tener sexo con alguien y sentirte sucia? —Me dijo
levantando la mirada hacia mí por primera vez en bastante tiempo. —De
que... Tu propia pareja disfrute y... Y tú no sientas nada, que no tengas
confianza con él y... Sea como hacerlo con un extraño. O que me diese
vergüenza que me viera desnuda. —Soltó una risa y sacudió la cabeza
volviendo a ese semblante de dolor. —Puede que haya tenido parejas, pero
nunca me he sentido querida y nunca he querido. No de esta forma. Y pensar
que t— —Se le quebró la voz y negó, apartándose de mí. —Pensar que lo que
siento ahora nunca será correspondido, me hunde aún más.45
*5
—¡Venga ya, Lauren, estoy esperándote fuera! —El claxon sonó tres veces
haciendo que toda mi casa retumbase. Daba gracias a que no había nadie, ni
siquiera mi hermana que aquella noche se quedaba en casa de los Clifford.
Aquella familia estaba muy agradecida conmigo.6
Me miré en el espejo por última vez, decidí dejarme el pelo suelto. Una camisa
negra con débiles rayas blancas y unos jeans claros con las rodillas rotas,
además, unos botines negros que me alzaban un poco más. Igual podría llegar
a ser igual de alta que Michael.
—¡Te has comprado un coche nuevo! —Grité riendo, dando la vuelta para
poder mirar aquella camioneta. Bueno, nuevo, lo que se dice nuevo no era.
Quizás sería de segunda mano, pero aun así era diferente al que él tenía.
—No. —Bajó del coche riendo y cerró la puerta acercándose a mí. —Es tuyo.
—Lo miré incrédula con una risa, pero él no sé reía, simplemente frunció el
ceño por mi reacción.45
—¿Me hablas en serio? —Puso las llaves en mi mano, que miré durante cinco
segundos, y luego volví a observarlo a él atónita. —¿¡Me has comprado un
coche!?
—¡No! —Puso su brazo por encima de mis hombros mientras los dos miramos
la camioneta. —Era de mi tío. Me la dio porque estaba destrozada, así que la
arreglé para ti. —Lo abracé fuerte, y él se echó a reír aunque yo le estaba más
que agradecida. —Mi madre dice que es lo menos que podíamos hacer por ti
después de todo, así que... —Sonreí ante aquello, mirando las llaves que yacían
en mi mano.6
Wow, la última vez que conduje un coche fue cuando me examiné para tener
el carnet. La ciudad se veía diferente desde el coche, las luces se unían creando
una especie de juego de colores que iluminaban mi alrededor. Era
sencillamente precioso.
Caminamos dentro del karaoke, y había sofás de cuero rojo con una mesa en
medio que estaban situados mirando hacia el escenario. Al principio de la sala,
antes de que los sofás y las mesas empezasen, estaba la barra. Había bastantes
personas, pero pude reconocer aquella media melena rubia de Dinah a lo lejos.
Ella alzó la mano, y yo vi a Camila que miraba su móvil, y este le iluminaba el
rostro.
Camila's POV5
Había dicho te quiero muchas veces, pero todas las anteriores eran mentira.
Nunca había querido a nadie de la manera en que quería a Lauren, nunca
había estado enamorada, hasta que apareció ella.53
Llevaba unos jeans negros totalmente ajustados y rotos por las rodillas, unos
botines negros que la alzaban y marcaban nuestra diferencia de altura aún
más, y una camisa negra con unas finas rayas casi imperceptibles, pero le
quedaba demasiado bien. Se veían sus clavículas, la llevaba remangada por los
codos y Dios, no sé por qué había ido a ese estúpido karaoke. Debí haberme
quedado en mi casa.
—Hey. —Dijo ella con una sonrisa, girándose para mirarme. —¿Te puedo dar
un beso o no?25
—¿Qué? —Me aparté para mirarla sonriendo, extrañada por su pregunta. ¿Un
beso? ¿Me iba a besar?
—¿Estás mejor que ayer? —Preguntó tomando la bebida que Normani le había
traído, dándole un leve sorbo. No, no estaba mejor. La tenía a mi lado, y
cuando eso ocurría era muy difícil controlarme.5
—Sí, estoy mejor. —Sonreí asintiendo, y en ese instante Vero llegó con una
gran sonrisa en el rostro. Venga, ¿a quién quería engañar? Si es que era
absolutamente perfecta. Su nariz era recta y fina, su pelo era lacio y suave de
color castaño, y todo, absolutamente TODO le quedaba bien.24
—He estado ocupada. —Ella se sentó a su lado, poniendo una mano casi en la
cara interior de su muslo. Tenía incluso ganas de vomitar, sabía que Vero no
sentía nada por Lauren y le iba a hacer daño. —Quizás podríamos quedar un
día, ya sabes, a solas.15
—Me toca cantar. —Me levanté del asiento y caminé dirigida hasta el
escenario, y me acerqué al chico que ponía las canciones, diciéndole la que
quería al oído.
—Step out into the Indian dust, I can feel the cracks in my spirit they're
starting to bust. Drive by your house, nobody's home... —Hacía tanto tiempo
que no cantaba, que no era capaz de cantar algo con el corazón, que la voz se
me quebró en la siguiente frase. —I'm trying to tell myself that I'm better off
alone. —Miraba al frente, no quería mirar a mis amigas, y mucho menos a
Lauren. —All of my friends say I should move on. She's just another girl,
don't let her stick it to your heart so hard. And all of my friends say it wasn't
meant to be... And it's a great big world; she's just another girl. Another girl.54
—I went to see a fortuneteller, that was a trip, maybe this confusion's got me
losing my grip. I can't believe you're out there flying with somebody else.
Now Jason's getting married in the blink of an eye, I got an invitation but I
didn't reply. Tell your little brother that we put down the gloves, and give
him all of my love.
—All of my friends say I should move on, all of my friends say, All of my
friends say, all of my friends say she's just another girl. Now why can't I sleep
at night? And why don't the moon look right? It sailed off but the TV's on,
and it's a great big world. —Cuando abrí los ojos todo el mundo me miraba,
Lauren me miraba con media sonrisa, pero yo no sabía por qué. Le estaba
cantando a ella, le estaba diciendo que sólo era una chica más, que debería
pasar página y dejar de quererla, pero ella no lo sabía. Tampoco sabía que ella
no era una chica más, era una entre un millón, pero su corazón no era mío. —
She's just another girl... All my friends say she's just another girl... Another
girl.6
Bajé del escenario al instante sin esperar a que la gente dejase de aplaudir y me
senté frente a Lauren, no a su lado. Me miraba con media sonrisa, pero Vero
tenía la cabeza apoyada en su pecho.
—Cantas bien. —Me dijo sonriendo, mientras su mano pasaba por la espalda
de la chica lentamente. Ojalá alguien me tratase la mitad de bien que Lauren
trataba a Vero.
—Vamos, a ver qué sabes hacer. —La incitó Dinah, que se acomodó a mi lado.
Vero se sentó justo frente a mí, girada para ver cantar a Lauren.12
Lauren se subió al escenario y dio una vuelta mirando alrededor, a un lado del
escenario vio algo, y al chico que estaba allí sentado se lo señaló. Este le dio
una guitarra, y negó cuando le preguntó qué canción quería. Se puso en el
centro del escenario frente al micrófono y se colgó la guitarra,
humedeciéndose los labios. Luego, comenzó a afinarla. Entonces, comenzaron
a sonar los primeros acordes.
—Your hand fits in mine like it's made just for me. But bear this in mind it
was meant to be. And I'm joining up the dots with the freckles on your
cheeks. and it all makes sense to me. —Oh no. Iba a cantar aquella canción
que me hacía llorar desde que tenía 13 años. Iba a cantar LA canción. La
canción que quería que me cantasen al oído, la canción que quería que me
dedicasen, la canción que quería que alguien me cantase para decirme lo que
me querían. Lauren agachó la cabeza y miró las cuerdas de la guitarra,
humedeciéndose los labios. —I know you've never loved the crinkles by your
eyes when you smile. You've never loved your stomach or your thighs. The
dimples in your back at the bottom of your spine, but I'll love them
endlessly. —Su voz sonaba rota, ronca, rasgada, como si te estuviese cantando
al oído, como si quisiera cantarle la canción al público en privado. — I won't
let these little things slip out of my mouth. But if I do, it's you, oh, it's you
they add up to. I'm in love with you and all these little things. —Cuando
Lauren pronunció esas dos palabras, levantó la mirada hacia mí. El corazón se
me salía por la boca, había comenzado a sudar, pero entonces me di cuenta de
que Vero estaba justo delante de mí. —I know you've never loved the sound
of your voice on tape. You never want to know how much you weigh. You
still have to squeeze into your jeans, but you're perfect to me. —Y volvió a
mirar hacia mí, pero no era hacia mí, era hacia Vero que estaba delante. —
You'll never love yourself half as much as I love you. You'll never treat
yourself right darlin' but I want you to. If I let you know I'm here for you,
maybe you'll love yourself like I love you. —Cerraba los ojos y casi parecía
que para ella desaparecía el mundo, que estaban ella y la guitarra, que lo sentía
de verdad. Pero es que lo sentía de verdad, porque estaba enamorada de Vero.
— I won't let these little things Slip out of my mouth. But if it's true it's you.
It's you, they add up to. I'm in love with you, and all your little things. —
Miró hacia nosotros, hacia mí... Hacia Vero, sonrió y le devolvió la guitarra al
chico que se la había prestado y se bajó del escenario viniendo hacia nosotros.
Yo sólo le sonreía mientras Vero la abordaba, abrazándola y dándole las
gracias por la canción, pero Lauren no decía nada.92
—No eres un desastre. —Dije yo, y Lauren se acercó a mí con la cabeza gacha,
encogiéndose de hombros.
—Espero que todo te vaya bien con Vero. —Susurré mirándola, observando
cómo se le formaba una débil sonrisa en los labios. —Y, si hacéis algo, por
favor, ten cuidado, ¿vale? Usa protección. —Estiré mi mano para acariciar su
mejilla, y asintió agachando la cabeza.44
—Gracias.1
*1
—Yo quiero entrecot de ternera con salsa de pimienta y patatas poco hechas.
—Lo apuntó con el ceño fruncido en la libreta, y luego me miró a mí con esa
encantadora media sonrisa.
—¿Qué coño te pasa, Camila? —Susurró Dinah algo agresiva, y miré a los
lados asegurándome de que ni Michael ni Lauren estaban alrededor.
—Estoy muy mal, Dinah. Fatal. —Me pasé las manos por la cara y miré al
frente, a la nada diría yo. —La quiero, y me está matando. —Murmuré,
sintiendo cómo ella pasaba un brazo por mis hombros y pegaba su frente a la
mía. —Intento no ser celosa, intento dejarle espacio, intento... Decirle que
tome precauciones con Vero si lo hace, no sé.
—Dios... —Murmuró ella en voz baja, y luego sonrió. —Algún día te verás
recompensada por eso que estás haciendo, Mila. Eres increíble.1
—Eso espero.
CAPÍTULO 23
Into You — Ariana Grande78
Lauren's POV10
Aquella noche iba a acabar conmigo, pero la que de verdad iba a matarme era
Camila con su vestido. Intentaba no mirarla mucho, pero casi me era
imposible apartar los ojos de ella.3
Llevaba un vestido largo con un corte que dejaba ver su pierna cada vez que
andaba, con un escote precioso, el pelo recogido y dos pequeñas perlas como
pendientes.3
—Hey. —Dijo ella con una sonrisa, y me percaté del collar que llevaba en el
cuello. ¿Cuánto podría costar? ¿Tres mil, cuatro mil dólares?
—Hola. —Cerré el grifo y me sequé las manos con algo de papel, sin apartar la
vista de ella, que abría su pequeño bolso para sacar su pintalabios. —Estás
preciosa con ese vestido.
—¿Qué?
—El viernes que viene tengo la cita con Vero, si quieres... El sábado,
podríamos salir todos. Tengo ese día libre. —El único día libre, a decir verdad.
Camila esbozó media sonrisa y asintió, apartándose de mí un poco.43
—El sábado. —Repitió ella asintiendo, dando unos cuantos pasos hasta la
puerta. —Vuelvo a la fiesta, aunque sea un poco aburrida.
—Tengo que volver al trabajo, lo siento. —Camila hizo una mueca, dándome
un pequeño apretón en el brazo como si quisiese decirme 'buena suerte'.
Volví a centrarme en las bebidas, un ron por allí, vodka por allá, hasta que una
mano me apretó la muñeca. Levanté la mirada y Camila tiraba de mí para
sacarme a bailar. ¿Pero qué?6
—No puedo, Camila, estoy trabajando. —Se acercó Gregor a nosotras y quitó
la mano de Camila de mi muñeca.
—No hemos bailado juntas nunca. —Replicó ella alzando la voz, acercándose
a mi oído para que la escuchase. Es verdad, la única vez que intentamos bailar
Vero nos interrumpió. Vero nos interrumpía incluso si hablábamos por
WhatsApp.56
—¿Bailas así de pegada con tus amigas? —Camila esbozó media sonrisa y
asintió, separándose de mí. La agarré de la muñeca para pegarla de nuevo a mí,
poniendo una mano en su cintura.7
—No creo que a Vero le guste mucho esto. —Torció el gesto e hice que diese
una vuelta sobre sí misma, acercándome a su oído.18
—So baby, come light me up and maybe I'll let you on it. A little bit
dangerous, but baby, that's how I want it. A little less conversation and a
little more touch my body. 'Cause I'm so into you, into you, into you. —
Cantaba contra mi oído, con las manos puestas en mis hombros, separándose
al terminar de cantar con esa voz tan dulce que se fundía con la música de
fondo. Se separó y me tomó de las manos mientras cantaba. —Got everyone
watchin' us so baby, let's keep it secret. A little bit scandalous but baby, don't
let them see it. A little less conversation and a little more touch my body.
'Cause I'm so into you, into you, into you, oh yeah.4
*1
—Quemaduras del lavavajillas. Suelta vapor y... Cuando me quiero dar cuenta
lo tengo así. —Destapó mi brazo y vio las quemaduras haciendo una pequeña
mueca. —¿Siempre llevas un botiquín?
—Sólo un poco. ¿Cómo te has dado cuenta? —Ella soltó una risa, esparciendo
la crema por encima de las quemaduras, muy lentamente.
—Cada vez que te agarraba, hacías una mueca y quitabas el brazo. —Terminó
con la crema y cogió una venda de las que se pegaban, aún sigo sin saber el
nombre que tenían. Le quitó el papel que la protegía y la colocó sobre mi piel,
apretando un poco y me quejé, mirándola luego.13
—Gracias. —Ella se colocaba los tacones con media sonrisa, y giró la cabeza
hacia mí.
*1
Camila's POV
—Oh dios, hacía tanto que no me lo pasaba así de bien. —Me tiré en la cama
con Dinah al lado, que casi estaba por dormir, aunque le di un par de
empujones para que se despertase de nuevo. —¿¡Lo viste todo, Dinah!? ¡Bailé
con Lauren! ¿No es genial? —Ella suspiró y asintió, mirándome de nuevo. —
Aunque luego parecía un poco cortada...
—Yo creo que no. A mí no me molestaría que un chico guapo bailase así
conmigo, ¿sabes? Y tengo novio.
—Ya, bueno... —Me quedé en silencio. Su novio ni era guapo, ni era
encantador que digamos. Más bien era un gorila. —Me dijo que estaba
preciosa con ese vestido. —Me sonrojé al contárselo, pero aún más al pensarlo.
Lauren pensaba que me quedaba bien el vestido, y que estaba preciosa con él.6
Una manía que tenía, era mirar el móvil todas las mañanas. Pero ahora que
rompí con Steven, no sabía para qué lo hacía. Nadie me escribía, pero aun así,
miré el móvil para ver la hora que era. Para mi sorpresa, sí que había un
mensaje, y este no era de Steven, era de Lauren.
"Lauren: Buenos días :D Espero que anoche llegases bien a casa. Quería
ofrecerme para llevarte, pero, ya sabes, tienes chófer. Por cierto, ayer estabas
preciosa, no recuerdo si te lo dije."59
Rodé en la cama con el móvil en la mano y apreté los ojos intentando no gritar
internamente de lo que me hacía sentir con un mensaje, y de lo malditamente
adorable que era Lauren. Luego recordaba que le gustaba Vero y la euforia se
me pasaba pero, el mensaje estaba ahí, Lauren se preocupaba por mí.
CAPÍTULO 24
Camila's POV28
Mis amigas y yo siempre habíamos tenido una relación muy cercana. Tanto,
que podíamos contarnos una sesión de sexo con nuestra pareja y a ninguna le
molestaría ni sorprendería. En eso estábamos en aquél momento, justo en el
pasillo de mi casa donde había varios sillones y podíamos ver el salón. Todo
era igual que cualquiera de nuestras charlas, solo que esta vez, Lauren estaba
con nosotras.1
—Bueno, ella al menos llegaba. —Dije torciendo el gesto, subiendo los pies al
sillón, casi regocijándome en él.
—Bueno, sólo tuve uno. —El que pensé en Lauren. Dinah comenzó a reírse y
todas la miramos, pero yo casi la mato.8
—¿Y tú, Lauren? —Lauren nos miraba con los labios entreabiertos durante
toda la conversación sin decir nada más.
—Y—Yo... ¿Por qué habláis de estas cosas? —Parecía algo cohibida por el
tema, y Normani puso una mano en su espalda.15
—Es como un ritual. Para entrar en nuestro grupo tienes que contarnos tus
experiencias sexuales. —Ella parecía no entender nada, hasta que Normani le
dio un pequeño golpe en la espalda. —Venga, no es tan grave.43
—Es que... Yo sólo lo hice una vez. —Se rascó tras la oreja y tragó saliva,
soltando el aire que había retenido. —¿Qué queréis que os cuente?
—Pues cómo lo hizo, si te gustó. Si pasó algo gracioso, no sé. —Todas reímos,
y Lauren se encogió de hombros sin saber muy bien qué responder.
—Bueno, lo hice yo y... Me dijo que se... Que... Tres veces. —Lauren negó
tragando saliva, aún seguía dándole vueltas a aquello. —Pero, ¿cómo va a ser
eso? Era la primera vez que lo hacía.
—Cree que la chica mentía. —Expliqué yo, y todas volvieron a mirarla a ella.
—Sí. —Respondió Lauren, y Dinah se echó hacia atrás en el sillón. —Es decir,
no es tan difícil, ¿no? —Todas nos quedamos en silencio, y Normani se echó a
reír.
—Ay, cariño... Los hombres son muy torpes. Llaman vagina a todo lo que hay
debajo de una braga. —Dijo la afroamericana, acariciándole un poco la mejilla.
—Para ti es fácil porque eres una chica, eres más dulce y sabes lo que de
verdad nos gusta.
—¿Tú tienes algo que objetar o le das la razón? —Ally se rio moviéndole la
rodilla a Lauren, que estaba más que confusa por lo que acababa de decir.
—L—Le doy la razón. Yo me pasé una hora, esto... Haciéndolo. —Se quedó
pensativa, negando. —Haciéndoselo.
—¿¡Ves!? Una puta hora, ¡una! —Dijo Normani alterada, mirándome a mí. —
Y mi novio no aguanta ni quince minutos.
—¿Pero por qué hablamos de esto? —Murmuró Lauren, que seguía cohibida,
mirándome luego a mí.28
Lauren se fue, y es que aquella noche tenía trabajo, yo me quedé en casa con
mis padres y mi hermana. Entré en la cocina, donde mi madre preparaba la
cena, y abrí la nevera para coger uno de aquellos pequeños zumos de
melocotón que tan buenos estaban.5
—¿Cómo que problemas? ¿Qué te pasa? —Apreté los ojos lloriqueando antes
de salir de la cocina.
—Bueno, ¿y por qué es? —Me senté en la mesa de la cocina, suspirando con
los ojos cerrados. Aquí íbamos.
—No, es mucho peor. Puede que esté un poco enamorada de ella. —Me
levanté con la cabeza gacha, llevándome el zumo conmigo. —Me voy, tengo
que estudiar.25
—¿Sabes? Vas a ser más lista que yo. —Le di un pequeño sorbo al zumo y cogí
el bolígrafo azul de mi estuche. Cómo cambiaban las cosas, ella tenía un
estuche que casi no podía cerrarse de todas las cosas que llevaba en él,
mientras, yo sólo tenía uno pequeño que llevaba un bolígrafo azul, otro negro
y un subrayador verde.61
—Pero tú ya eres muy lista, tú curas a la gente y le dices de qué están malitos.
—Solté una leve risa, comenzando a apuntar en una hoja en blanco todo lo
que antes de que llegaran las chicas había comenzado a estudiarme. —Sally
dijo que su hermano mayor es maestro. —Dijo escribiendo, mordiéndose la
lengua. —Y yo le dije que mi hermana era doctora y no me creyó. Y y le dije
que ibas al hospital todos los días y que curabas a la gente que estaba malita. —
Hizo un puchero y soltó su lápiz, abrió el estuche y cogió otro.
—No le hagas caso, Sofi. Sólo tú sabes que es verdad. —Sonreí viéndola hacer
otro puchero. Estiré mi mano para acariciarle la mejilla con una sonrisa. —
Hey, ¿quieres venir un día conmigo al hospital? Puedo enseñarte cosas chulas
con Normani.15
*1
—¿No te da miedo estar tan sola aquí? —Escuché aquella voz ronca y suave en
mi oído, haciéndome sonreír.
—No puedo, pero gracias por la oferta. —Sonrió de medio lado, pasándose el
asa de la mochila por el hombro.1
—Está bien. —Sonrió Dinah, y luego miró a Michael con el ceño fruncido. —
¿Y tú por qué estás aquí?
—¡Es mi día libre! —Reí, Dinah salió patinando detrás de Michael, y todos
volvieron a divertirse como lo hacían antes.
—¿No los ves? Van todos en parejas. —Suspiré sentándome a su lado, pasando
la yema de mis dedos por las marcas que se había hecho. —¿En qué trabajas?
—Está bien. Ten cuidado esta noche. —Dio un suave pellizco en mi mejilla
con sus nudillos y corrió para cruzar el paso de cebras, dejándome allí una vez
más, con el corazón en la boca y queriendo ayudarla.
CAPÍTULO 25
Camila's POV
Entonces decidimos darle una pequeña sorpresa. Hablamos con Gregor, o más
bien Dinah y Normani hablaron con él, su encargado, y le pedimos que, por
favor, al final del servicio, nos dejase quedarnos con Lauren para ayudarla a
fregar y llevarle algo para cenar. Ella casi nunca cenaba, de eso me constaba,
porque una hora después de estar en la cafetería siempre pedía un sándwich de
salmón, pepino y crema agria para comérselo mientras escribía.
—Joder, vamos ya, me estoy muriendo. —Me quejé yo apretando las manos
sobre mis brazos.
—Ya va, Camila, tu amiga no me deja ni andar. —Dijo Troy, que tenía a Ally
abrazada a la cintura mientras Keith se reía.29
Miramos el interior del restaurante, y ya sólo quedaba una pareja que estaba
terminando de cenar, así que decidimos entrar. Gregor estaba allí de pie,
frunciendo el ceño al verme, ladeando la cabeza.1
—Oh, no, no, no, no, no. —Negué con una risa, haciendo un gesto con la
mano para quitarle importancia a su comentario. —Es mi amiga.25
—Claro. Pasad. Dejadlo todo limpio y —se paró delante de mí, señalándome
con el dedo— si tocáis algo, rompéis algo, o estropeáis algo tu amiguita está
fuera. —Sonrió antes de separarse, y todos nos apresuramos a entrar en la
cocina, mirando al suelo. Los chicos intentaban no reírse por la regañina que
le estaban echando, así que abrimos la puerta.
Se escuchaba el sonido de los platos, y había una chica rubia recogiendo sus
cosas a punto de irse. Nos miró, parpadeó, y con su bolso al hombro salió de la
cocina. Entonces vimos a Lauren, estaba detrás de todos, además detrás de los
platos. Ella tenía una mueca en el rostro antes de vernos, parecía dolorida.
—¿En serio venís a ayudarme? —Levantó la mirada hacia las demás, mirando
a los chicos que asintieron, mientras dejaban las pizzas encima de la mesa de la
cocina.15
—Claro, a ver, ¿qué tenemos que hacer? —Troy se puso las manos en la
cintura, y Lauren se subió una de las mangas un poco más. El vendaje que yo
misma le había hecho estaba mojado y despegado, además de que estaba medio
caído.
—Lavar los platos que quedan, tened cuidado que el lavaplatos suelta vapor y
quema. —Torció el gesto, y todos fueron en tromba a coger los estropajos y las
bayetas, mientras, yo tomé la mano de Lauren.11
—Te duele, ¿eh? —Sonreí girándole el antebrazo para ver cómo sus
quemaduras habían ido a más. —Sabes que estoy en urgencias, puedes venir a
verme cuando quieras. —Miré a nuestro alrededor, buscando un botiquín o
alguna puerta donde pudiese estar aquello de 'seguridad y salud' en las áreas de
trabajo. —¿Dónde está el botiquín?2
—Cielo, esto va a dolerte un poquito. —Dije, metiéndolo debajo del agua. Ella
apretó los ojos y me lanzó una mirada casi asesina, mientras yo iba a por el
botiquín a aquella sala donde vi la mochila de Lauren. Volví con ella y retiré
su brazo, poniéndole un trapo por encima para así secarlo. Aunque al
principio le dolió, sabía que aquello la había aliviado mucho. Volví a poner
crema por encima de su brazo, bajo su mirada, algo cohibida porque, a pesar
de que Lauren a veces era un poco reservada, ella era bastante intimidante.26
Pegué la venda a su brazo con cuidado, acercándome un poco más a ella para
hacerlo. Se quedó mirando el vendaje, y luego sonrió.
—Sólo tienes que ponerte papel de plástico, con el que se envuelve la comida
para meterla en la nevera, y así no se te mojará. —Sonreí secándome las
manos con un trapo.6
—Buen truco.
Cuando volvimos para terminar de fregar los platos, ellos ya habían hecho
todo el trabajo, y Troy y Keith abrían las cajas cogiendo dos trozos de pizza a
la vez para llevárselos a la boca.
Gregor nos dejó sentarnos en una de las mesas del restaurante, y gracias a Dios
dejó que comprásemos algunas bebidas aunque aquello estuviese cerrado, pero
se quedó con nosotros; tenía que hacer algunas cuentas y ajustes.
—¿Y esto es lo que haces todos los días? —Normani se miró el brazo, que aún
estaba resentido por el calor del lavavajillas.
—Joder, debe ser muy duro. Porque, además trabajas en ese supermercado
descargando cajas, ¿verdad? —Dijo Keith. Lauren asintió mordiendo el trozo
de pizza, y yo me humedecí los labios al ver cómo mordía la porción entre sus
labios.7
Sentí una patada en mi pierna y miré a Dinah, que abrió los ojos llevando la
vista a Lauren. Oh dios, me estaba avisando de que era demasiado descarada.49
—Sé que somos de diferentes mundos, es obvio, ¿no? —Soltó una risa
cruzando las manos y apoyó su barbilla en estas. —Quizás hay trabajo para
vosotros, de médico, de enfermera, de, no sé, empresario... ¿Pero en qué puedo
trabajar yo? Lo único que tengo es mi graduado, e, incluso en este restaurante
hay gente con más estudios que yo. Michael hizo un grado superior de
hostelería, el camarero trabajó con Graham Elliot.
—Mi padre comió una vez en su restaurante. —Apuntó Ally, y todos nos
quedamos mirándola. —Vale, dato innecesario e irrelevante. —Susurró
apoyándose contra el pecho de Troy.25
—De hecho en este restaurante, soy la que menos preparación tengo y la que
tiene la labor que nadie quiere. —Se encogió de hombros, casi aceptando que
era lo que le tocaba.1
—Tú, tú eres una puta. ¿Por qué cojones me dejaste, EH? POR ESA MIERDA
DE TÍA. —Colgué en el acto mirando la pantalla, donde comenzaron a
llegarme mensajes.31
Steven: Sólo eres una zorra egoísta que nada más piensa en sí misma23
Steven: Y tú, zorra, lo único que eres es una viciosa. Eso es lo que eres, lo tuyo
es un puto vicio
Steven: Para lo único que servías era para chuparme la polla, y a veces ni para
eso33
Steven: No estabas tan buena de todas formas, sabes? Sólo eres una calienta
pollas38
Cuando terminé de leer los mensajes, estaba deshecha, estaba llorando en
mitad de aquella cocina. Quizás era verdad, quizás era una maldita egoísta,
pero ni siquiera sabía por qué. Estaba rota en lágrimas, apoyada contra la
encimera de metal, con la cara entre las manos. No podía creerme que después
de dos semanas y media siguiese así. Siguiese con sus mensajes.
—¡No! —Gritamos las dos, apartándonos de golpe. Vale, tenía claro que a
Lauren no le gustaba después de aquél espanto.20
*1
Dos cosas tenía claras. La primera; quería a Lauren con toda mi alma. La
segunda: me iba a morir de celos esa noche. Aunque Normani estaba conmigo
en la guardia y me distraía un poco, no podía parar de pensar en Lauren. Era
viernes. Viernes. Lo que significaba que tenía su cita con Vero. Iba a explotar.
Me senté en el sillón de la sala de descanso con el móvil entre las manos,
moviendo la pierna de forma histérica.13
—¿Te gusta Lauren? —Se sentó a mi lado y bebió de su taza. No sabía ni qué
decirle, ¿es que todo el mundo lo sabía?46
—Y-Yo... Sí. —Murmuré en voz baja, y ella soltó una risa, acariciándome la
mejilla.
—A esta hora ya estará cenando con Vero, o liándose, quién sabe. —Desencajé
la mandíbula y con una gomilla comencé a recogerme el pelo en una coleta.
Yo sólo quería que Lauren fuese feliz.
*1
Lauren's POV
Estaba nerviosa. Más que nerviosa. Era la primera vez que estaba con Vero a
solas, y no quería defraudarla, aunque bueno, ella llegaba diez minutos tarde.
Apareció por Yonge Street con una chaqueta de cuero casi igual que la mía,
sólo que ella debajo llevaba un vestido color rosa.10
—¡Hey! Qué bien te veo. —Dijo ella abrazándome por el cuello, dándome un
beso en la mejilla.
Vero se quitó la chaqueta y pude ver sus hombros, sus clavículas marcadas, y
subí hasta sus labios que me distraían constantemente.
—Lo sé, es que no he tenido mucho tiempo. —En realidad no hablaba mucho
con ella, por no decir nada. Lo único que hacíamos Vero y yo era tontear, todo
el tiempo.
—Bueno, para eso hemos quedado, para que me cuentes todo eso que no has
tenido tiempo de contarme. —Sonrió encogiéndose de hombros, partiendo en
dos su perrito caliente para poder cogerlo mejor.
Sí, Vero estaba buenísima. Sí, me ponía lo suficiente como para acostarme con
ella o para al menos liarme. Pero no, Vero no era Camila ni aunque quisiese.
Vero no tenía esa manera tan mona y a la vez provocativa de morderse el
labio, Vero no tenía esa manera de mirarme tan tierna con los ojos relucientes
y vidriosos, Vero no tenía sus manos... Vero no era Camila.16
—El otro día estaba por el campus de la facultad, y entonces vi a una chica que
llevaba puesto el mismo vestido que yo. ¿Mmh? —Bebió de su refresco
mientras yo me terminaba la última porción de perrito. —¿Tú lo ves normal?
—Suspiré riendo, sacudiéndome las manos antes de retirar la bandeja de mi
lado.11
Wow. Acababa de retirarme la mano. Pero, quizás sería porque iba a sacar el
móvil. Sí, sería eso.10
—¿No te gusta el azul que se refleja en el mar? —Pregunté mirándola con una
pequeña sonrisa, ella se encogió de hombros y rio.4
—No sé, mi color favorito es el rosa. —Sonreí un poco ante aquél comentario
frívolo de la chica.56
—Sí, sí importa. —Hice una mueca negando, pasando un brazo por encima de
sus hombros. —Sí importa. —Volvió a decirme girando su rostro hacia el mío,
sonrió, pero poco a poco, mientras andábamos, se fue soltando de mi agarre.27
—¿Sabes? Me he dado cuenta de que mañana tengo que madrugar, así que
debería irme. —Me paré en seco, dejándola a ella unos metros por delante de
mí.19
Paré frente a la puerta del hospital y me bajé del coche, cerrando la puerta de
un golpe seco y me encaminé al interior. Caminé por el pasillo sin mirar a
nadie más, yendo hasta el final, al último puesto de enfermería. Cabello ponía
en el letrero, y caminé hacia la puerta que estaba abierta. Ella tenía unos
informes en la mano que leía hasta que me vio y levantó la cabeza.11
—Hey, ¿qué haces aquí? Creía que estabas con Vero aún. —Soltó una pequeña
risa pasando de página, y luego carraspeó. —¿Cómo te fue la cita?
—Bien, ¡bien! Fue perfecta, menos por un detalle. —Dije riendo, poniéndome
delante de ella con las manos en los bolsillos de mi pantalón.
—Que ella no era tú. —Metí mis manos bajo su pelo y presioné mis labios
contra los suyos, besándola suave y lento, calmando mis nervios. Me sudaban
las manos, me sudaba la espalda, el corazón se me iba a salir del pecho y no
sabía si mi boca estaba siendo tan precisa como pretendía. Mis labios
atrapaban los suyos como si fueran de su propiedad, y era tan indescriptible
besar a Camila. Era suave, era dulce por ese leve toque de gloss de sandía que
llevaba en sus labios, era tierno, era provocativo. A Camila se le cayeron los
documentos al suelo en cuanto la besé. Y mi lengua estaba retenida a la fuerza
dentro de mi boca, pero quería besarla, quería sentirla, quería casi morderla de
todas las emociones que tenía en aquél instante.311
CAPÍTULO 26
Jóvenes Eternamente - Pol 3.1437
Camila's POV12
—Oh, lo siento mucho señora, perdón, pase, cierre la puerta al entrar. —Me
di la vuelta y cogí un pañuelo de la caja que había sobre la mesa, limpiándome
el gloss de labios que se había extendido por encima de mis labios. —Dígame,
¿qué le ocurre al pequeño? —¿Cómo se suponía que debía centrarme ahora en
hacer mi trabajo? Dios, ¡¡¡¡¡¡me había besado!!!!!! Pero es que ni siquiera sabía
cómo reaccionar.21
—Si tiene lo que creo que tiene, es normal que no haga nada. Vamos, ven
conmigo a la camilla. —Sonreí al niño, que se levantó de su sitio con cautela y
se sentó en la camilla con mi ayuda.
Sólo Dios sabe el esfuerzo que hice en auscultarlo y examinarlo sin pensar en
Lauren, sólo centrándome en lo que tenía que hacer. Si fui capaz de aquello
debería graduarme ya en medicina y olvidar aquél último año que iba a acabar
conmigo. Oh dios, volvía a pensar en Lauren, volvía a sentir esa sensación de
sus labios contra los míos y, en cuanto el niño se bajó de la camilla sacudí la
cabeza, yendo hacia la mesa.
—Tiene gripe, así que... Nada de antibióticos. —Miré a la señora con una
pequeña sonrisa, escribiendo la receta en un papel. Miré mi letra y arrugué la
nariz, sólo la entendería yo. —Ibuprofeno cada seis horas, que se mantenga de
reposo estos días, que beba mucha agua y si no remite entonces que vaya a su
doctor para que le haga un nuevo chequeo.32
—Claro. —Sonreí más, humedeciéndome los labios mientras los veía salir.
Suspiré pasándome las manos por la cara, necesitaba algo que me hiciese
borrar esa sonrisa y centrarme en mi trabajo. ¡Pero me era imposible! Toda la
culpa la tenía Lauren, dios. No me podía creer lo que había pasado hacía 10
minutos, la chica por la que había llorado las últimas 3 semanas me había
llorado, al final a ella le gustaba yo. Era surrealista, era increíble. Tenía que
parar a pensar fríamente en lo que acababa de pasar. O mejor no, no lo
pensaba porque venía otro paciente.24
Y así pasé las horas, entre paciente y paciente, intentando mantener la mente
en lo que hacía sin que Lauren apareciera por mis pensamientos, pero de vez
en cuando lo hacía. Más bien, siempre, pero aprendí a hacerlo intentando
hacer mi trabajo. Las horas pasaban muertas, los minutos eran eternos, ¿¡cómo
podía pasar el tiempo así!? Di vueltas por la consulta mientras no había nadie,
saliendo a mirar el pasillo por si Normani estaba por allí, pero no.
—Vete, anda, tengo que preparar un par de cosas antes de que empiece la
consulta. —Salté de la silla y asentí con rapidez, poniéndome las manos a la
espalda. —¿Alguna incidencia o algo que deba saber?
—No, señor, todo normal. —Sonreí asintiendo, y es que lo más grave había
sido un chico con 20 puntos de sutura en el brazo.2
—¿A quién buscas? —Di un pequeño respingo en el sitio, girándome para ver
a Lauren de pie frente a mí, mirando la entrada del hospital. —Parece que se
ha ido, ¿no? —La miré y no supe qué decir, sólo me quedé con la boca abierta.
—Sé que lo que he hecho ha sido un poco brusco, así que si me quieres dar
una bofetada, la aceptaré. —Negué sin cerrar los labios, casi sin poder hablar.
—Te buscaba ti. —Dije sin más, encogiéndome de hombros con una sonrisa,
sin apartar la vista ni un solo momento de aquellos ojos verdes algo
enrojecidos.1
—No... Quiero decir... No. —Apreté los ojos porque estaba haciendo el tonto
completamente. —Ugh, voy a por mis cosas. —Carraspeé intentando parecer
más seria.
Oh dios, Lauren me había besado, y me había besado vistiendo así. Con estos
zuecos de goma azules. Madre mía, ¡madre mía! Caminé hacia la entrada,
donde Lauren esperaba con las manos a la espalda y miraba uno de los carteles
sobre las inyecciones en los niños y prevención de infecciones y resfriados en
aquella época del año.7
El golpe de frío en la cara al salir del hospital fue enorme. Cerré los ojos de
golpe y casi sentí que se me congelaba la garganta al respirar. Tosí un poco,
subiéndome la bufanda hasta que me cubriese por encima de la nariz.
—Deberíamos irnos. Estás muy cansada. —Lauren arrancó el coche con media
sonrisa, girando el volante para salir del aparcamiento.
—Yo no soy la que trabajó ayer por la tarde y lleva un día sin dormir. —
Torció la sonrisa y se encogió de hombros, saliendo hacia la carretera
principal. La nieve caía sobre la luna del coche, y encendió el parabrisas para
poder ver la carretera.
—No, pero haremos lo que tú quieras. —Solté una risa, y ella negó sonriendo
mientras conducía, ladeando la cabeza.66
Era adorable. Era como uno de esos bebés que acababa de aprender a andar y
ya quería echar a correr, pero corría bien. Y por supuesto, por supuesto quería
salir con ella, aunque las cosas al principio no podían ser de golpe.
—Bueno... —Señaló mi casa por la ventana con media sonrisa débil. —Uhm...
—Oye, ¿tú de dónde eras? —Pregunté con los ojos entrecerrados. Ella
parpadeó sin saber muy bien qué decía.
—¿De Toronto? —Solté una risa suave y negué, humedeciéndome los labios.
—Mi madre era cubana. —Noté un atisbo de tristeza en sus ojos, que la hizo
apretar los labios.
—Sé de un sitio que podría gustarte y... —Arrugué la nariz, abriendo la puerta
antes de irme. —Me debes una copa esta noche, ¿no? —Lauren entrecerró los
ojos con una sonrisa, desencajando la mandíbula.
CAPÍTULO 27
Camila's POV7
El shock inicial de ver a Lauren después de aquella mañana se hizo aún más
fuerte cuando la vi entrar por la puerta del club al lado de Michael. A mí
solían gustarme las chicas femeninas, pero con ese punto duro, que supiese
como ponerme en mi sitio. Y Lauren lo hacía con sólo mirar la sala. Llevaba el
pelo a un lado, ondulado, casi formando ondas a un lado. Siempre iba con el
ceño fruncido, lo que realzaba la expresión de sus ojos. Al cuello llevaba un
choker negro, una camiseta de manga corta de rayas horizontales negras y
blancas, los jeans negros rotos y las botas negras. Su chaqueta de cuero ya
estaba en el brazo de Lauren.37
Se paró justo al lado de la barra del bar, iluminada con focos verdes, donde la
gente se agolpaba pidiendo sus bebidas. La sala estaba a reventar, así que le
costó un poco verme, hasta que por fin sus ojos se clavaron en mí. Unos
segundos con el ceño fruncido, mirándome seria, hasta que una de las
comisuras de sus labios se alzó, formando una sonrisa de medio lado que me
dejó en el suelo.
—Oh dios, Dinah. —Susurré girándome para mirarla, y ella puso las cejas
gachas agachándose hacia mí con su copa en alto.
—¿Qué te pasa?
—No te he contado que Lauren y yo nos besamos ayer. —Dinah abrió tanto
los ojos que no pudo decir nada, sólo levantó la cabeza.
—Hola. —Respondió ella con una sonrisa, inclinándose para dar un cálido
beso en mi mejilla. Hizo lo mismo con Dinah, y sonreí un poco. —Muy bonita
esta discoteca, ¿sabes?
—Sí, te dije que iba a gustarte. —Me apresuré a decir en voz alta para que me
escuchase, mientras se acercaba a donde estaban Normani y Keith casi con las
lenguas saltando de una boca a otra. Lauren dejó la chaqueta en el asiento, y
miró a toda la gente que bailaba salsa en la sala.
—Me trae muchos recuerdos esta música. —Se humedeció el labio inferior, y
me puse de puntillas para acercarme a su oído.
—¿Quieres que vayamos a por algo de beber? —Asintió, e hizo un gesto con la
cabeza para que yo caminase primera entre todas aquellas personas.3
La gente no se apartaba, así que teníamos que esquivar cuerpos que no paraban
de bailar, de sudar, de disfrutar. Estiré la mano hacia atrás y Lauren se agarró
para no quedarse atrás. En cuanto sus dedos hicieron contacto con los míos
apreté su mano, llegando por fin hasta la barra.7
—Dos mojitos. —Levanté los dedos para que me viese, y él asintió, dándose la
vuelta para prepararlo.2
Lauren se sentó en un taburete ahora que aquello estaba algo más despejados,
dejó las manos entre sus piernas, y sí, creo que lo hacía aposta.
—¿Sabes de qué me he dado cuenta? —Pasó su dedo pulgar por su labio para
limpiarlo un poco, y negué acercándome un poco más para poder escucharla
mejor. —Cuando bailas te encanta que la gente te mire. Y te mueves de una
forma muy, muy provocativa. —Esbozó una media sonrisa, girándose para
coger su mojito, y yo cogí el mío, moviendo la pajita negra para mezclarlo
todo.5
—Eso me encanta. —Sus manos se situaron con el vaso entre sus piernas,
mirándome a los ojos tan directamente que me hacía cerrar los ojos con una
sonrisa. No me podía creer que jamás hubiese tenido novia. —¿Por qué
debería molestarme?4
—No lo sé. —Dije alzando la voz, así que tuve que acercarme más a ella,
porque Jennifer Lopez sonaba altísimo en el club. —A Steven le molestaba. —
Al separarme y quedar a unos diez centímetros de su rostro, ella ladeó la
cabeza. Se acercó a mi oído, su cabeza tocaba con la mía, y puse una de mis
manos en su muslo.
—Es tu cuerpo. Si te gusta que te miren, que te miren, porque yo también voy
a disfrutarte así. Además... —Puso una de sus manos en mi cintura, casi como
contestación a la que yo tenía en su muslo. Se humedeció los labios sacando
un poco la lengua y me miró a los ojos al hablar. —Ese vestido corto te queda
muy bien. —Agaché la cabeza para mirarme. Aquél vestido que me cubría la
primera parte de los muslos, con escote de encaje y tirantes.43
—Tú me enseñas.
—¡No es gracioso! —Dije sonriendo. —Mira, ahora mueves los pies así. —Dije
moviendo los pies hacia adelante y hacia atrás, y Lauren me siguió el ritmo
sujetándome las manos. —¿Ves? No es difícil. Y ahora... —Levanté su brazo
para que me diese la vuelta y me pegase a ella. —¿Vienes conmigo entonces?24
Cuando la música empezó a sonar, Lauren movió los pies como le había dicho,
pero entonces me cogió de la cintura y de la mano, abriendo para comenzar a
bailar salsa tan normal. Me dio una vuelta y me pegó a ella con una mano en
mi cintura, moviendo los pies con una soltura que ni siquiera yo tenía,
volviendo a separarnos para abrirnos y volver a darme una vuelta sobre mí
misma.24
—Mmh... Me parece que capté bien los pasos, ¿no? —Solté una risa y puse las
manos en su pecho, empujándola.
—No es reggaetón, pero puedo bailártelo igual si quieres. —Me mordí el labio
encogiéndome de hombros, sintiendo sus manos apretarse un poco en mi
cintura. Eso era un sí en toda regla.12
Mis caderas se movían contra las de ella, dándome la vuelta para que fuese mi
trasero el que la rozaba lentamente. Me balanceaba lentamente contra ella,
con una mano alrededor de su cuello y mi espalda contra su pecho. Sus manos
apretaban mis caderas para moverme contra ella, para que no me separase ni
un milímetro. Sí, Lauren llevaba razón, era muy provocativa. Provocativa para
ella. Quería provocarla a ella, no a nadie más, y ella lo entendía.33
Me giré con la respiración agitada y sonreí al verla igual de agitada que yo.4
—Siéntate, voy a por unas bebidas. —Dije asintiendo, y ella no pareció muy
convencida. Sí, era bastante raro apartarme mientras me estaba besando, pero
es que si hacía eso acabaríamos mal, muy mal, probablemente con su mano
por debajo de mi vestido y no. No quería eso.15
Siguiendo aquella idea de Lauren, pedí un ron con coca cola, típico cubano.
Los llevé en la mano, y me acerqué de nuevo al sofá de cuero donde estaba ella
sola sentada. Los demás no sabía dónde estaban.26
—Te gusta, ¿no? —Pregunté dejándole el vaso en la mano, y sin decir nada le
dio un sorbo.
Me senté en su regazo, dejando mi vaso del que ya había tomado unos cuantos
buches en la mesa. Me acerqué a su oído mientras ella bebía, pasando un brazo
alrededor de su cuello.
—No me hagas eso si no quieres que acabe con tu mano entre mis piernas. —
Justo su mano se colocó en la parte interior de mi muslo, acariciándolo
lentamente.
—¿El qué? —Besó mi hombro lentamente, sacando un poco la lengua para que
tocase mi piel.
Acerqué mi boca a la suya y sin rodeos hundí mi lengua entre sus labios, era
tan húmedo que no sabía ni explicarlo. Puse una mano en su mejilla, y abrí un
poco más la boca para abarcar un poco más, sintiendo cómo ella succionaba mi
lengua lentamente. Joder, me estaba matando. Nunca había sentido esa
necesidad de sexo inminente sólo con un beso. La chica esa le había enseñado
a besar bien, dios, su lengua incluso pasaba por mi paladar desarmándome con
esa sensación que me ponía de punta hasta el pelo de la nuca. La mano de
Lauren apretaba mi muslo, lo amasaba lentamente, y sabía a ciencia cierta que
eso era lo que quería hacerle a mi trasero.17
No sé cuánto tiempo estuvimos así, quizás una hora con nuestras bocas
jugando entre ellas.
Me separé para tomar aire, pasando mi pulgar por su labio inferior, que rebotó
tímidamente cuando lo solté. Ladeé la cabeza para tener más espacio, y
entonces sentí que alguien me tocaba el hombro. Era Dinah que me miraba
con la boca abierta.
—Mmh... —Me quedé en silencio y miré a Lauren. —¿Me llevas tú? —Soltó
una risa y asintió, humedeciéndose el labio inferior.
—Vale... Me voy con Lauren, Dinah. —Ella cogió su chaqueta tan rápido que
ni la vi.
—Me voy, esto se ha vuelto muy incómodo. Hasta mañana. —Dijo casi
corriendo hasta la puerta.
Lauren y yo nos reímos al verla, aunque nos quedamos en silencio
mirándonos. Me dio un pequeño beso corto y suave, separándose para
mirarme de nuevo. La quería, de eso no había duda, porque mi cara de imbécil
debía ser monumental.
—¿Quieres que te lleve a casa? —Asentí con una pequeña sonrisa, sintiendo
cómo me daba un golpecito con la mano en el muslo para que me levantase.
Me puse de pie y me bajé como pude el vestido, ahuecándome el pelo con las
manos. Cuando miré a Lauren se estaba poniendo la chaqueta, al igual que yo
que ya tenía el bolso en el brazo.
—¿Vamos? —Señaló la salida, y asentí con una sonrisa, caminando entre toda
aquella gente, esquivándola, entonces Lauren hizo lo que yo hice con ella
antes; estiró su mano hacia mí para que no me quedase atrás y me acercó a
ella, saliendo las dos a la vez de la discoteca.
—Hablas bien español. —Dije haciéndola sonreír un poco. —Y... —Me quedé
en silencio. Decirle que besaba bien no entraba en mis planes.2
—Lo he pasado bien. —Completó ella la frase, separándose de la puerta del
coche.
—Tienes que contarme por qué bailas salsa tan bien. —Dije alzando las cejas,
y ella hizo una mueca alzando los hombros.
Así pasaron quince minutos, y Lauren luchaba contra ella misma para no
meter la mano debajo de mi vestido, aunque en ocasiones rogaba por que lo
hiciese.
Nos separamos y, cuando miré a Lauren tenía todo los labios enrojecidos y
húmedos, con restos de mi pintalabios por la boca.
—No, tienes la cara llena de mi pintalabios. —Se pasó la mano para quitárselo,
pero eso lo único que hizo fue empeorarlo.8
CAPÍTULO 28
Camila's POV4
Aún no me podía creer que aquello estaba pasando de verdad. Tenía el sabor
de Lauren en mi boca, tenía el olor de su camiseta en mi nariz, y el tacto de
sus manos en mis muslos. Era tan posesiva en su manera de actuar que me
atraía de una forma bestial. Habían pasado tantas cosas aquella noche que mi
cabeza era un volcán a punto de explotar.17
Entré en el jardín y me di cuenta en ese momento que mis pies dolían de una
manera terrible. Parecía tener gofres en vez de pies, se me iban a desintegrar si
no me los quitaba en ese mismo momento. Otro factor a tener en cuenta era
que mis padres se despertarían si me escuchaban andar por los pasillos con
tacones.8
Como pude e intentando que aquél pequeño mareo que tenía, provocado por
el alcohol, no me afectase, me apoyé en la pared de la entrada antes de entrar
a la casa. Me quité el tacón derecho y apoyé el pie en el suelo, y luego me
deshice del otro. Volví a coger el bolso y con los dos tacones en las manos.
—¿¡A esta hora llegas!? —¿Creéis que no es posible gritar en voz baja? Bueno,
pues ella lo hizo. Levanté la mirada y miré el reloj de la cocina. Joder, las siete
de la mañana del domingo.
—¿Entonces? ¿Vas a dejar eso así? Como te haya picado algo y se te ponga
peor... —Se acercó a mí poniendo las manos en mi cara, y resoplé,
comenzando a reírme, apartándome de ella. No podía parar de reír, era inútil
que me ocultase. —¿Qué? ¿De qué te ríes?9
—No preguntes más. —Sonreí pasándome el dedo por la comisura del labio
para limpiarme el pintalabios.
—Oh dios mío. —Me alejé de ella cogiendo los tacones y el bolso con una
mano, y la botella de agua en otra.
—Camila, no habrás hecho nada más, ¿verdad? —Rodé los ojos negando,
mordiéndome el labio inferior.2
—No, mamá.
—Aun así, espero que no haya sido con un desconocido. —Me señaló con el
dedo, y no pude evitar reírme dándome la vuelta para salir de la cocina.8
Me quité la ropa interior, dándole una patada para sacarla bajo el edredón y
que cayese al suelo.2
Lauren: Estoy bien, de verdad. ¿Sabes? Es muy raro. Antes escribía historias de
amor imaginando las cosas que me gustaría hacer con... Mi novia. Y ahora me
las imagino contigo. No son ideas para un capítulo, es una realidad.26
Eso era lo más bonito que me habían dicho en mucho tiempo, y ni siquiera
hablaba de mí, hablaba de ella misma. Yo no sabía qué contestar, en mi mente
Lauren me estaba viendo sonreír, pero la realidad era que la había dejado en
leído.
Lauren: No seas tonta, me encanta hablar contigo. Y... Si tienes frío ponte algo,
no te vayas a resfriar.
Camila: Mmh... Prefería que te hubieses quedado para darme calor, pero...
*1
Lauren's POV4
Caminé con la caja en brazos por el pasillo, pero aquellos veinte kilos de latas
de conservas no dejaban un descanso para mis brazos. Mi aliento apenas salía
entre mis labios, era débil, y a pesar de que en Toronto estábamos a apenas
tres grados, las gotas de sudor se deslizaban por mi frente hasta toparse con mi
ceja.1
Solté la caja en el suelo, con los brazos temblando y las rozaduras en las
palmas. Miré las marcas, tenían sangre reseca, marrón casi negra, y toda la
palma de un color rojo intenso a causa de coger las cajas.
Comencé a colocar las latas una a una en el estante de abajo, así que pasé unos
tres minutos de rodillas, metiendo latas al fondo, hasta llegar al principio del
estante.
Cuando me levanté no sentía las rodillas, y casi cojeaba hasta la salida. Había
estado toda la mañana así, llevando cajas, agachándome y colocando latas, una,
otra y otra vez, así hasta que dieron la una de la tarde.
Salí del supermercado, y en el parking trasero los chicos iban a dejar allí las
cajas de cartón y madera para que el camión pudiera irse. Dejé la mía, la
última de aquél día, y miré la salida del parking. Los coches pasaban, y
enfrente había restaurantes, tiendas de ropa y... ¿Camila? Se paró en la entrada
del parking con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y levantó la
mano para saludarme con una sonrisa. Caminó hacia mí.
Oh, no. Yo estaba sudando, tenía sangre en las manos y lo que llevaba puesto
era un pantalón de chándal, una camiseta blanca que estaba rota por algunas
partes por culpa de las cajas de madera, y los tenis gastados que utilizaba para
el restaurante.18
Detrás de Camila, pasaron un grupo de chicos. Los inútiles del restaurante. Al
verme me señalaron y empezaron a reírse.1
—¿Uh, sí? ¿Y qué vas a hacer si no lo hago? —Se puso frente a Camila, y ella
soltó una risa humedeciéndose los labios. No, Camila, no. Pero las palabras no
salían de mis labios.
—Te reventaré los huevos. —Camila le dio una patada en la entrepierna tan
fuerte, que el chico cayó de rodillas al suelo entre gruñidos de dolor, y ella se
giró hacia los demás. —¿También tenéis pelotas o se os han encogido al ver
esto? —Suspiró y caminó de nuevo hacia mí con el ceño fruncido, pero no.41
Estaba enfadada, estaba triste, estaba tan hundida que lo único que hice fue
darme la vuelta y caminar hasta doblar la esquina del parking del
supermercado, donde estaban los contenedores de basura. Le di un puñetazo,
un golpe nada más, porque mi puño parecía haberse desintegrado en dolor, y
mis lágrimas caían por mis mejillas.
Nos acercamos hasta un pequeño bordillo, como si fuese una acera, que
rodeaba el exterior del supermercado. Nos sentamos allí sin decir nada, y subió
con cuidado la manga de mi chaqueta.
—¿Quiénes son esos? ¿Y por qué te llaman Laurenzo? —Murmuró ella,
poniendo la pequeña mochila que llevaba entre sus piernas.21
—Lo siento. No deberías verme así. —Me limpié una lágrima con el dorso de
la mano, sintiendo a Camila apoyarse en mi pecho.
—¿Por qué no? Quiero salir contigo, quiero tener una relación contigo y por
eso mismo necesito estar a tu lado y hacerte sentir bien. No puedo dejarte en
tus peores momentos y estar ahí sólo en los buenos. No puedo dejar que estés
mal, Lauren. —Negó bajándome la manga de la chaqueta, apoyando su cabeza
en mi brazo. Era la primera vez que me sentía valorada, querida y, la primera
vez que tenía a alguien. —¿Quieres venir a comer conmigo? Iba a llevarte,
pero aparecieron esos y claro... —Torció su sonrisa encogiéndose de
hombros.12
—Mira, en este sitio pagas 4,50 dólares y comes todo lo que quieras. Es genial.
—Señaló el letrero en la puerta. 'Johnny Rockets'.21
Nos sentamos frente a la ventana, en uno de esos asientos que parecían sofás
rojos de cuero, y ella se sentó a mi lado.
—Bien, bien. Era mi última clase antes de las vacaciones de navidad, así que...
—Sonrió a la camarera, que nos puso un plato de patatas y salsa especial
delante de nosotras. —¿Y tú? —Fui a coger una patata pero, mi mano no
cerraba bien. Me dolía la palma al hacerlo. —Espera. —Cogió una, la mojó en
salsa y la acercó a mis labios para que así pudiese cogerla. —¿No te encanta
que llegue la Navidad?2
—Bueno, bien. —Dije comiendo, con el cuerpo girado un poco hacia ella. —
No... No me gusta que llegue la Navidad. —Respondí cogiendo mi vaso de
refresco, dándole un sorbo. Ella parecía algo decepcionada por mi respuesta.
—Me gustaría mucho ir. —Dije sin más, esbozando una pequeña sonrisa. No
iba a negarle aquella oferta, porque quería salir de aquél ambiente, quería irme
de mi casa como fuese.
—¿Sí? —Dijo con una gran sonrisa, irguiéndose en la silla. —¡Genial! Podrás
pasar la noche con nosotros, y a la mañana siguiente abriremos los regalos.
—¿Por qué?
—Porque no tengo dinero para pagar regalos para mi hermana, ni para ti, ni
para tus padres... —Me encogí de hombros dejando de nuevo el plato en la
mesa, algo desanimada al pensar aquello.
—¿Quién ha dicho que tengas que comprar algo? Mis padres se bañan en
dinero, ¿y crees que vamos a exigirte que nos regales algo? —Se echó a reír un
poco, poniendo su cabeza en mi brazo. —Déjame darte una Navidad de
verdad, Lauren.
CAPÍTULO 29
Lauren's POV3
—¿Sabes? Tenemos que hablar. —Entrecerré los ojos al escuchar las palabras
de Camila.4
—Quizás... Podríamos tener una cita, a solas. —Sonreí viendo cómo el vaho
salía de mi boca al hablar, con nuestro alrededor nevado, y las bufandas al
cuello que casi no nos dejaban hablar.
—Sí, tiene tres plantas, nada del otro mundo. —Mi casa con suerte tenía un
váter dónde sentarme. Qué irónica era la vida. Camila dio un pequeño
mordisco a su hamburguesa, agarrándose a mi brazo mientras caminábamos.
—Tiene vistas a la estación de esquí, a la pequeña aldea con casas de piedra,
una piscina caliente natural. —Entreabrí los labios mirándola, parpadeando un
poco.50
—¿Por qué? —Preguntó en voz más baja, bajando la hamburguesa, casi como
se le hubiese ido la fuerza de la mano.
—¿No has estado con otra persona antes? —Negó apretando los labios, y luego
agachó la cabeza para mirarse las puntas de los pies. —Iré, perdón. No quería
ser clasista, ni tampoco hacerte sentir mal. Es sólo que... No estoy
acostumbrada, no quiero dar pena.3
—No. —Dijo en voz baja, entonces tragué un poco de saliva para tener valor
de preguntarle aquello.
—¿Quién es? —Sacudió la cabeza y metió el móvil de nuevo en su bolsillo. —
Camila.
—Me importa una mierda que se enfade conmigo. ¿Qué te ha dicho? —Apreté
el móvil en mi mano, y ella se pasó la cara con las manos. —Camila, dímelo.
—¿Por fin has recapacitado o qué? —Quería arrancarle la cara en ese mismo
instante.12
—¿Qué? ¿Qué vas a hacerme tú? —Miré a Camila que negaba, y entonces
solté una risa al recordarlo.
—Una denuncia por acoso no estaría mal, ¿verdad? O romperte las pelotas de
paso. —Él soltó una risa ante lo de la denuncia, y yo me reí más alto que
Steven. —Su padre está forrado, ¿qué vas a hacer cuando traiga a sus abogados
y te caiga un año de cárcel? Ow, pobre. —Se quedó en silencio y colgué.
Puse el móvil en la mano de Camila, y besé su mejilla para que estuviese más
tranquila. Sonrió levemente, terminando por abrazarme, rodeando mi cintura
con los brazos y apoyando la cabeza sobre mi pecho.
—Gracias.12
* * *4
—Muchas gracias por quedarse con ella, señora Clifford. —Rachel miraba el
interior de casa de los Clifford, señalando dentro porque allí estaba Daryl, su
padre saludándola con una sonrisa.9
Caminé calle abajo con las manos rotas en los bolsillos, sintiendo mis piernas
pesar mientras atravesaba el barrio hacia las casas más pegadas al puerto; la
mía. Casualmente, esas eran las peores, las más pequeñas y descuidadas. Desde
casa los días de temporal se veían las olas impactar contra las rocas y salpicaba
contra las ventanas. Siempre olía a salitre, y quizás no era tan malo como yo lo
veía; lo malo era mi padre.
—¿Dónde coño estabas? —Me señaló con la lata de cerveza en la mano. —Tu
hermano te está buscando de nuevo. Un día te va a matar y con razón.
—Que gane dinero él. —Dije quitándome el abrigo, pasando de largo el salón.
—No me toques los cojones que voy a dormir. —Aparté las latas de cerveza
del suelo y las metí en la bolsa de basura, retirando todo lo que había por el
salón.
Ni siquiera era una cama. Era una cama supletoria con los muelles destrozados
que se clavaban en mi espalda, y a la mañana siguiente me levantaba con un
dolor de espalda terrible.
*2
Cuando abrí los ojos y miré el reloj, eran las siete de la tarde. Wow, el tiempo
justo para ducharme e ir de camino a la montaña. Camila me había mandado
la ubicación, porque ella ya estaba allí desde esa misma mañana en la que yo
tenía que trabajar.
Miré la ducha y suspiré; estaba oxidada por las esquinas, la cortina apenas se
sostenía, y sólo quedaba un poco de champú al fondo del bote. Por suerte, el
jabón defectuoso también existía. Los que se les caía la etiqueta, los que parte
del tapón se había roto, de todo.
Abrí el grifo y me separé al instante, dejando que el agua oxidada saliese
durante cinco segundos exactos y poder meterme otra vez.
Joder, joder, joder. El agua salía fría, me había quedado sin agua caliente,
mierda, mierda, mierda. Me apresuré a enjabonarme la cabeza tan
rápidamente que mis manos temblaban en vez de frotar.
No tenía ni idea de qué ponerme. Ni la más remota idea. Íbamos a una casa de
lujo en la montaña, y Camila siempre iba... Preciosa. Yo sólo tenía mis jeans
rasgados, algunas camisas y camisetas y... Mi chaqueta de cuero.
Me gustaba mucho aquella camisa negra de lino, con el cuello algo escotado
pero sin llegar a enseñar nada, mis botines negros, los jeans y la chaqueta. Me
pinté un poco los ojos, no mucho, lo suficiente para darles algo de
profundidad, y mi pelo... Mi pelo no cambiaba, seguía revuelto, pero es que
me daba igual. Metí algo de ropa en una bolsa y salí hacia el coche, poniendo
el GPS en el móvil.
Esperaba que aquella tarde no nevase más, y, que si lo hacía, lo hiciera una vez
hubiese llegado a casa de Camila. Estaba nerviosa, era la primera vez que
estábamos juntas... A solas. Sin nadie más, de una forma más íntima. Tenía
ganas de verla, por supuesto, pero también tenía respeto por... Por lo que iba a
pasar. Yo no tenía mucha experiencia en citas, en... En Sexo, o relaciones.8
Tras una hora de camino, con los dedos congelados porque la calefacción no
iba, ya se empezaban a ver las casitas con tejados a dos aguas y techos de
pizarra, el humo de las chimeneas y las luces de las ventanas. Parecía tan
acogedor, tan bonito, rodeado de montañas, nieve, y árboles de navidad con
luces de colores que rodeaban la plaza de aquél pequeño pueblecito, donde
estaban los hoteles para los huéspedes, y aquellas casas donde, según mi GPS,
estaba la casa de Camila.3
Pegué al timbre y puse las manos en mi espalda, viendo de reojo cómo, al final
de la calle, la gente patinaba en esa gigantesca pista de hielo.
—¡Hey! Por fin llegas. —Dijo riendo, pero sólo pude fijarme en aquél jersey
celeste, su pelo recogido que dejaba caer los mechones de pelo a los lados de su
rostro y esas converse azul oscuro.
—Estás preciosa. —Fue lo único que acerté a decir, y mi voz salió temblorosa
por el frío que estaba pasando.9
*1
Camila's POV
Lauren entró en casa, y se giró con los ojos abiertos sin dejar de mirar a su
alrededor. Sí, bueno, la casa era bonita. Era enorme. La chimenea era bastante
grande y calentaba toda la estancia, los sofás se plantaban frente a una gran
pared de cristal que tenía vistas a la montaña y los copos se veían caer.20
Cuando escuché sus palabras, noté que casi comenzaba a tiritar, y cogí su
mano para que entrase conmigo cuanto antes.
—No es que estemos encima de una montaña a —10 grados, qué va. —Solté
una risa nerviosa al escucharla, y cogí su chaqueta entre mis manos,
colgándola en el perchero de la entrada. La vi mirar la mesa del salón, donde
había preparado —con ayuda de la cocinera— algo de cena para ella.
—¿Te gusta el vino? —Sonreí un poco, enganchado las yemas de mis dedos
con las suyas y caminé con ella hasta llegar al sofá, frente a la mesa. A nuestro
lado, la chimenea.
—Bueno, después del servicio si sobra algo siempre nos lo bebemos. —Soltó
una risa y miró los platos encima de la mesa, mirándome luego a mí. —Wow,
no me esperaba esto. ¿Eso es sopa?
—Sí, sopa de zanahoria. Hace demasiado frío. —Las dos reímos al mismo
tiempo, y nos sentamos en el sofá.
Lauren se remangó la camisa por debajo de los codos, apoyando estos en las
rodillas. No sé cómo hacía para tener su pelo. Era un desorden ordenado, era
perfecto. Parecía que se levantaba así, con el pelo despuntado, ondulado y
brillante. Apostaría mi alma a que ni siquiera necesitaba desenredárselo.39
—¿Qué has hecho esta tarde? —Le tendí un cuenco de sopa, echándole
picatostes de pan por encima. Lo mismo hice yo con el mío, tomándome la
primera cucharada.
—Dormir. —Suspiró girando la cabeza hacia mí con media sonrisa tímida.
Atrapó la cuchara entre sus labios y la limpió de sopa, pasándose la lengua
entre los labios. —Ducharme y venir hasta aquí. ¿Tú no tienes turno en la
cafetería o qué? —Sonreí removiendo la sopa, comiéndome una cucharada con
dos picatostes, masticando un poco.
—Porque hay gente que lo necesita más que yo. Es una tontería que yo esté
trabajando ahí cuando existen personas como... Como tú, que tienen que
trabajar muchísimo para cobrar lo mismo que yo en la cafetería. —Me encogí
de hombros, chupando la cuchara un poco, antes de dejarla de nuevo en el
cuenco. Lauren lo dejó en la mesa ya vacío.1
—Porque ahí fue donde nos conocimos. —Me levanté con una pequeña
sonrisa, señalando su regazo.3
—¿Me puedo sentar aquí? —Asintió ladeando la cabeza, y me senté con una
pierna a cada lado de las suyas. —¿Sabes qué es extraño? Que no sé qué edad
tienes. O no lo recuerdo.
*1
—Vamos, Karla, no me digas que ahora tienes miedo. —Se burló, y solté una
carcajada zafándome de su agarre.10
—No, porque el agua está a treinta grados, imbécil. —Le di con el dedo en la
frente, arrugando la nariz.
Metí los pies, y el cuerpo cayó sólo al agua, haciéndome reír de forma
nerviosa, acercándome a Lauren, que me cogió de la mano para tirar y
acercarme a ella. Rodeé su cuello con los brazos, y sus labios fueron a los míos
directamente. Hacía mucho que no nos besábamos, y volver a sentirla fue
increíble.4
Suspiré sobre sus labios, con mis piernas alrededor de su cintura. Su lengua se
introdujo entre mis labios casi sin esperarlo, pero los abrí un poco para dejar
que entrase. Mi lengua respondió lentamente, retirándose casi a cámara lenta
de su boca, pero volví a besarla. Esta vez, las manos de Lauren fueron a casi mi
trasero, pero no se atrevía a tocarlo. Bajé mis manos hasta las suyas, e hice que
las pusiese sobre mis nalgas mirándola a los ojos. Las apretó en cuanto
estuvieron encima, y mordí su labio inferior lentamente, hundiendo luego mi
lengua en su boca. A medida que los besos se hacían más hambrientos, sus
manos apretaban más fuerte, y casi se colaban por debajo del bikini, amasaban
mis nalgas y me hacía jadear en su boca.19
Mis jadeos salían temblorosos contra su oreja, y me abracé a ella con los ojos
apretados. Acababa de tener un orgasmo y ni siquiera había tocado nada.
Lauren me miró con una sonrisa lasciva cuando abrí los ojos.29
Lauren's POV2
Aquella era la habitación principal. Había una cama enorme, redonda, con el
edredón y sábanas blancas, un armario gris, y una terraza que daba a la
montaña. La noche había caído, así que sólo se veían las luces del hotel y las
pequeñas casitas de la aldea.
Camila me había dejado un jersey gris que me quedaba bastante grande, dijo
que era de su primo Carmelo. Me hizo bastante gracia ese nombre, no sabía
por qué. Sonaba gracioso.75
Camila salió del baño con su jersey celeste, sin pantalones, gateando por la
cama hasta llegar a mí, sentándose a mi lado en la cama. Tenía las mejillas
rosadas y una pequeña sonrisa, mordiéndose el labio inferior.
—¿Tu madre sabe que estoy aquí contigo? —Cogió la punta de un cojín y
empezó a jugar con ella entre sus dedos, negando.
—Se supone que estoy con Dinah y Ally. —Solté una risa al escucharla,
porque si aquello salía mal nos veríamos las cuatro delante de su padre para
que nos cortase la cabeza. Apoyé el codo en los cojines y la cabeza en mi
mano, al igual que lo hizo ella. —¿Tu hermana es hija de tu padre? —Asentí a
su pregunta.
—¿Por qué?
—No sé, se parece exageradamente a ti. —Solté una risa al escucharla y agaché
la cabeza.
—Si insinúas que es mi hija, no, no lo es. —Respondí yo, pasándome la punta
de la lengua por la comisura del labio. —Es hija de su novia y él, pero ninguno
de los dos le hacen caso. Es... Es muy extraño.10
—Mi padre está loco, Camila. No es una persona racional, es como un animal.
Se pasa todo el día en el sofá bebiendo cerveza, rodeado en suciedad. Y luego
está mi hermano... —Apreté los ojos suspirando. —Está estudiando en la
universidad, y yo tengo que pagarle el piso. Decidí no pagárselo más, y... Se
volvió loco. Viene a casa semana sí y semana no para gritarme, y pegarme a
veces. Se pone muy agresivo, sólo quiere 'su dinero'. —Solté una risa triste al
decir eso último, y ella se me quedó mirándome seria. —Por eso... Ya sabes,
por eso es todo. —Nos quedamos en silencio un momento, y suspiré como si
con eso se fuera el peso de encima. —No sé por qué hacía lo que hacía.
Cuando nació Rachel, nos mudamos desde Montreal a Ottawa, de Ottawa a
Saskatoon, de Saskatoon a Vancouver, y de Vancouver a Toronto. Te mentí,
no soy de aquí exactamente.21
—Mi padre sólo quería hacerle daño a mi madre, y ella sólo quería darnos una
buena vida, ya que mi padre no hacía nada. Así que se fue. —Me quedé en
silencio apretando la punta de un cojín entre mis dedos. —Me dijo que,
cuando volviese a casa me traería el último libro de Harry Potter, ¿sabes? —
Reí con una mezcla de añoranza y tristeza, agachando la cabeza mientras
negaba. —Pero no volvió. Así que tuve que madurar de golpe, pensar como
una persona de cuarenta con trece años. —Dejé caer mi cabeza en los cojines,
observando a Camila que me miraba desde arriba con la cabeza gacha.35
—Puedes pedirme lo que sea. Si quieres, puedes venir a dormir a casa con tu
hermana, o... No sé, lo que tú quieras. Tengo todos mis sueldos de la cafetería
intactos, excepto el primero porque me compré unos Gucci y... —Reí
débilmente, acariciándole la mejilla con el pulgar. —Te los daré. Mi padre me
sigue consintiendo, y en unos meses estaré trabajando en el hospital.
—No hace falta que me lo des. —Camila cogió mi mano y bajó la manga del
brazo.
—No. No puedo estarlo contigo aquí. —Se acomodó a mi lado, con su cabeza
en mi hombro. Su pierna subió encima de mis muslos, haciendo que su jersey
se elevase por encima de su trasero, dejando aquél culote negro a la vista. —
Oh, señor. —Murmuré en voz baja, provocando su risa.180
—Es bueno saberlo. —Abrí los labios para atrapar sus labios entre los míos,
comenzando a acariciar su lengua con la mía.
Mi mano subió por su muslo, llegando a su trasero, que acaricié por debajo de
la ropa interior. Camila puso su mano sobre la mía, haciendo que apretase
poco más, y eso fue lo que hice. Incluso las venas de mis manos se hincharon
al hacerlo, y la boca de Camila iba aún con más profundidad. Chupé su lengua,
deslizándola lentamente entre mis labios, succionándola, una, otra, y otra vez,
hasta que terminó en un beso tan húmedo como su entrepierna y la mía.28
—Siempre he querido sentir algo con el sexo. —Se colocó encima de mí,
humedeciéndose los labios lentamente.
—¿Y conmigo sientes algo? —Levanté un poco las caderas para que se frotase
conmigo, y apoyó las manos a los lados de mi cabeza.
—Sólo con verte. —Metí las manos por debajo del jersey, llegando hasta la
mitad de su espalda, dándome cuenta de que no llevaba sujetador.84
—Voy a cuidar de ti esta noche y todas las que me dejes, por todas las noches
en las que nadie se ha preocupado por ti. ¿Te parece bien? —Susurré en voz
baja, apartando un mechón de pelo que se posaba en su frente. Camila asintió
con una pequeña sonrisa, que mostraba sus dientes y aquellas marcas por
encima de las comisuras de sus labios.25
Lamí sus pechos, succionándolos con los labios, raspándolos con los dientes lo
justo para no hacerle daño, lo justo para que Camila comenzase a jadear
hundiéndose entre los cojines. Rozaban mi lengua, se deslizaban, se
endurecían a medida que pasaba mi boca por ellos.4
Seguí bajando, dejando una hilera de besos húmedos, lentos y dulces, ladeando
la cabeza para cambiar la forma de estos, sintiendo su mano acariciar mi pelo.
Suspiré contra su piel, poniendo las manos en sus caderas. Levanté la mirada
hacia Camila, que permanecía con los ojos cerrados.
Saqué los dedos y los sustituí con mi lengua, y entonces incluso yo me perdí.
Sólo quería hacerla temblar más, mi lengua salía y entraba fácilmente, mi
pulgar presionaba su clítoris y a la vez lo movía, hasta que escuché aquél
gemido rasgado, gutural, desesperado, y aquellas familiares contracciones
contra mi lengua que me decían que había terminado.12
—Te quiero. —Susurró ella con los ojos cerrados, pasando sus dos brazos por
mi cuello.
Me quitó la ropa interior, dejándome desnuda entre sus piernas. Y ahí sí que
estaba perdida, porque jamás había hecho eso. Bueno, lo había visto, como lo
que llevaba haciendo toda la noche. Levanté su pierna izquierda, y la derecha
la dejó estirada en la cama. Me coloqué encima de su sexo, apoyada justo en su
pierna derecha, y la izquierda se enroscó en su cintura. Me moví un poco, y al
notar que estaba bien acomodada puse los brazos a los lados de su cabeza. Al
haber tenido dos orgasmos, su lubricación me permitía moverme en círculos,
jadeando contra su boca mientras me besaba, y ella gemía apretando las manos
en mi espalda.70
No podía parar, las embestidas comenzaron a ser secas y fuertes, sintiendo las
uñas de Camila arañarme la espalda, desgarrarla, pero yo no podía aguantar
mucho más. Mis caderas se movían más rápido, más fuerte, hasta que la
escuché gemir más alto en mi oído, y yo me deshice en jadeos y gruñidos
contra sus labios, llegando por primera vez en toda la noche.
*2
Camila's POV
Wow. Estaba relajada que no sabía ni siquiera sabía si podía levantarme. Los
ojos me pesaban, pero la luz que entraba por la terraza hizo que los abriese y
buscase refugio en Lauren. Lauren, oh dios, ¡Lauren! Abrí los ojos e intenté
aclimatarme a la luz, enfocando su imagen de cerca.
Estaba tumbada boca abajo en la cama, con el pelo revuelto a un lado y los
labios entreabiertos. Creo que ella estaba incluso más cansada que yo. Tenía el
brazo izquierdo extendido, dejando ver las quemaduras del lavaplatos.2
Escuché el sonido del timbre del servicio, y casi salto de la cama del susto;
Lauren ni siquiera se movió. Me levanté y me acerqué hacia la rejilla
incrustada en la pared con un pequeño botón blanco al lado, que presioné.
—¿Sí?
—Mmh... —Fue lo único que logré que dijese. Besé su hombro, pasando la
yema de mis dedos por su espalda. Entonces abrió los ojos y me miró, con la
mejilla aplastada en la almohada. —Tu cama es muy cómoda.2
María tocó dos veces a la puerta, nada más. Era todo lo que hacía falta para
darme a entender que allí estaría el carrito con el desayuno. Abrí la puerta y vi
todo tapado con cubreplatos, los zumos de naranja, y debajo la cafetera
caliente. Metí el carrito y cerré la habitación, viendo a Lauren salir de la
ducha con el pelo mojado y recogido, el pantalón gris de chándal que le había
dejado pero... Sin camiseta, la llevaba en la mano.3
—Por las mañanas trabajo. —Puso los platos en la mesa justo como cuando lo
hacía estando de servicio en el cáterin, poniendo los vasos frente a nosotras. —
Si estudiase en la universidad, podríamos desayunar juntas. —Soltó una risa
cortando el waffle con beicon por encima.
—En realidad no, por la noche tengo guardia, ¿recuerdas? —Cogí un poco de
revuelto, bebiendo luego un poco de zumo.
—Que ibas a cuidar de mí todas las noches. —Murmuré con media sonrisa,
removiendo el beicon y el huevo con el tenedor.
—Claro que sí. Es lo que llevo deseando dos meses. —Arrugué la nariz con
una pequeña sonrisa, y ella tomó mi mano por encima de la mesa. —Por
cierto... Ayer probablemente fuese el mejor día de mi vida.3
—Wow. Exageras, no hice nada del otro mundo. —Rio negando, tomándose
el último sorbo de zumo de un trago. Y no, no hizo nada del otro mundo.7
—No, no es eso, Lauren. —Me tapé la boca con las manos, mirándola algo
tímida. —Me sentí tan... Querida, protegida, me sentí tan bien contigo, era tan
feliz. —Me tocaba casi como si fuese a romperme, me preguntaba si estaba
bien, y parecía que era ella la que tenía experiencia, y yo la que lo hacía por
segunda vez. Pero la realidad es que era mi primera vez de verdad.1
Lauren's POV
—¿En familia? Me gritas, me haces sentir una mierda la mayoría del tiempo y
ni siquiera valoras el dinero que traigo a casa. ¿Tú crees que esto es una
familia, eh? ¿LO CREES? —Grité acercándome a él peligrosamente, porque en
cualquier momento podría levantarse y endosarme un puñetazo.
—Yo te tuve a ti, ¿¡qué somos si no!? —Rachel caminó hacia mí casi
corriendo, y me agaché para cogerla en brazos, mirándolo de nuevo a él.
Sentí mi mano latir, no podía doblar los dedos y creía tener algo más grave que
un golpe. Rachel lloraba a mi lado cuando me di cuenta, y sin hacerle caso al
dolor punzante de mis dedos, la cogí en brazos y salí de casa. Más bien hui de
casa.
—Te gusta... —Carraspeé un poco, porque aún seguía tosiendo. —Te gusta tu
sillita, ¿verdad? —Apreté el cinturón un poquito más, con los dedos que
comenzaban a ponerse rojos e hincharse.
*34
Llamé al timbre, colocándole bien el gorrito a Rachel, que apretaba las manitas
frente a su cara. Se miraba sus propios dedos, que sostenían un pequeño copo
de nieve que pronto se derretiría entre sus manos. Sus mejillas estaban rosadas
por el frío, y sacaba un poco la lengua al estar tan concentrada en la nieve.
—¡Hola Lauren! —Dijo con alegría una mujer bastante bajita. Tenía el pelo
corto y un flequillo recto, unas gafas de pasta negras rectangulares, además de
un precioso vestido corto amarillo pastel. —Perdón, debería presentarme. Soy
Sinu, la madre de Camila.14
—Oh, encantada señora Cabello. —Sonreí asintiendo, dándole la mano. —
Esta es mi hermana Rachel. —Miré a la pequeña que se escondió en mi cuello,
con los puños frotando sus ojos.
Cuando entré, su casa parecía aquellas casas que se veían en las películas de
Navidad, con un árbol enorme. Enorme, cuando digo enorme, me refiero a
que medía tres metros, estaba adornado con bolas rojas, luces de colores y no
sé qué más, porque escuché esa voz aguda.10
—¡Hola cosita! —Camila caminó hacia nosotras con los ojos iluminados al ver
a Rachel. La pequeña estiró el cuerpo hacia Camila cuando la vio llegar, y se
abrazó a ella. La cogió en brazos, besando su mejilla con aquellos besos
sonoros y fuertes.17
—Amila —Señaló a Camila riendo. Besó las palmas de sus manos, y levantó la
cabeza para mirarme con una gran sonrisa.27
—Pues ten cuidado. Cuidadito. —Me señaló con el dedo y asentí con una
pequeña sonrisa.42
La primera razón es que una amenaza así no era nada. Vivía con mi padre,
sabía lo que era un puñetazo por su ira, gritos y cosas lanzándose por el salón.
Sabía lo que era vivir en un infierno, porque mi madre lo vivía antes de irse.
Quería llevarnos con ella a Nueva York, pero, no había dinero suficiente, sólo
podía ir mi madre. Veía moratones en sus brazos casi todos los días, escuchaba
los gritos detrás de la puerta de mi habitación, y quería ayudarla, quería
hacerlo de todas las formas posibles, pero yo sólo era una niña a la que no
creían en el colegio.4
*1
—Entonces, ¿tú qué estudias? —Preguntó Sinu casi sin esperarlo. Las
conversaciones que había en la mesa pararon, y las miradas se dirigieron
directamente hacia mí. Miré a Camila mientras me limpiaba los labios con una
servilleta, volviendo a tomar el tenedor entre mis dedos.6
—Mmh... No, yo no estudio. —Solté una suave risa, tragando luego saliva.
—Por eso sabes usar tan bien los cubiertos. —Dijo con una gran sonrisa. Todos
volvieron a hablar, y al parecer aquello no había sido para tanto. —¿Te gusta
la comida, Lauren? ¿Está todo bien? —Aquella mujer se preocupaba bastante
por mí, y lo agradecía.19
—Sí, muchas gracias por dejarme venir, señora Cabello. —Respondí antes de
coger un poco de pavo en salsa, mezclándolo con las patatas asadas a cuadritos
del lado.3
—Te gusta burlarte de mí, ¿eh? —Reí, limpiándole la boca y las mejillas con
una servilleta.
—A píiii.56
*2
Caminé hasta la cocina a por un vaso de agua para Rachel, pero no sabía muy
bien dónde estaban las cosas. Al fondo, vi un dispensador como el de las
oficinas, con una garrafa que parecía más bien una bombona y dos pequeños
grifos, uno azul y otro rojo.
—He estado al lado de su hija durante estos últimos meses, y créame que sé
cuánto ha sufrido. Él nunca la trató como se merecía, él nunca la miró a los
ojos y la quiso. —Torcí el gesto bajando un poco la cabeza al pensarlo. —No
puedo prometerle que estaré con ella toda la vida, porque, nadie sabe qué va a
pasar de aquí a cinco minutos, pero le aseguro que el tiempo que esté conmigo,
lo recordará con una sonrisa.43
Aquél hombre parecía totalmente desarmado, y aquél peso que llevaba sobre
sus hombros, que casi lo hacía doblar su tamaño para poder intimidarme,
desapareció.
*4
Dejé a Rachel en mitad de la cama de Camila, tapada por el edredón, con sus
mechones de pelo rubio desperdigados por la almohada. Me giré y Camila
miraba a Rachel con una sonrisa y los brazos cruzados.
—Está bien. Mi padre me pisó hace unos días, pero está bien ahora. —Camila
abrió los ojos poniéndose las manos en la boca.
—Camila, no puedo dejar esa casa. Mi hermana vive ahí, si me voy se quedará
con mi padre que le importa una mierda su hija. Si me voy, él reclamará la
custodia sólo por joderme, y entonces... Entonces se llevarán a Rachel. —Dije
en voz más baja, y Camila bajó la cabeza. No sabía qué más decirle, entendía
que para las personas fuese así de duro, pero yo me acostumbré a aceptar la
realidad tal y como venía.2
—N—No... No sé qué decirte. —Levantó la cabeza con los ojos vidriosos, casi
a punto de llorar. Pero yo sonreí y la abracé, dándole un beso en el cuello. Sus
manos subieron por mi espalda hasta llegar a la mitad, forjando el agarre del
abrazo allí.
—No importa, está bien. —Me separé de ella, metí un mechón de pelo tras su
oreja y acerqué mis labios a los suyos para darle un beso tierno y dulce. —
Vamos a dormir.3
Nos tumbamos una a cada lado de Rachel, que al notar los cuerpos hundirse en
el colchón se enganchó a mi cuello directamente, con una mano en mi boca.
Esa era exactamente la razón por la que la mayoría de las veces dormía en el
sofá. Camila rio un poco, acercándose más a mí, mientras le acariciaba la
espalda a Rachel. El sonido del chupete retumbaba en la habitación, y Camila
puso un brazo alrededor de Rachel, para llegar hasta a mí.11
—Buenas noches. —Musitó ella, y yo intenté hablar, pero Rachel seguía
teniendo la mano en mis labios. Los retiré lentamente, dejándola caer más
relajada entre nosotras.+
CAPÍTULO 32
Stay — Rihanna44
Lauren's POV
Ese 25 de diciembre abrí los ojos somnolienta, dolían porque yo quería seguir
durmiendo. Lo primero que vi fue, sinceramente indescriptible. Camila
sostenía a Rachel entre sus brazos, dándole un suave beso en la cabeza. Estaba
despierta, y miraba a Camila con la boca abierta, que le sonreía un poco. En la
esquina de su habitación, justo enfrente de su cama, había un árbol de
navidad, con luces de todos los colores brillando, parpadeando.
—Hey, por fin te despiertas. Estábamos esperándote para abrir los regalos.
—¿Qué? —Camila dejó a mi hermana en la cama, que se echó encima de mí
para abrazarse a mi cuello.
—Toma, antes, tomaremos chocolate con nata y canela. —Cogió dos tazas y,
aún aturdida, me senté en la cama, apoyando la espalda en el cabecero. Rachel
jugueteaba entre las sábanas, cogiendo entre sus manitas el biberón que le
puso Camila entre las manos. —El suyo lleva cacao en polvo, no es chocolate.
—Bebí de la taza, y la punta de mi nariz se hundió en la nata, haciéndome
quedar con toda la cara llena. Camila se rio, y con una mano en mi nuca
empezó a besarme para quitar la nata. —Feliz Navidad. —Dijo con una sonrisa
al separarse.12
Terminamos las tazas de chocolate, y ella insistía en que teníamos que abrir
los regalos. Rachel se sentó en el suelo y comenzó a abrir cajas con nuestra
ayuda. Le dije a Camila que no era necesario, pero me tapó la boca con varios
besos y siguió pendiente de mi hermana. Entre todos los juguetes, Camila sacó
una caja para mí. Yo no sabía ni qué decir.
—Ábrelo, quiero ver tu reacción. —Bajé la mirada a la caja y pasé los dedos
por encima del papel.
Comencé a romperlo por los bordes con cuidado, rasgándolo hasta que se
rompió, y tiré de él, dejando ver la caja de un ordenador portátil. Mi corazón
dio un vuelco, quizás porque nunca había tenido uno de esos, y parecía tan
moderno... Buah, ahí se tenía que escribir de una forma maravillosa. Sin
perder papeles, ni guardar en carpetas. Todo ahí. La miré a ella con los labios
entreabiertos, y parecía más emocionada que yo.30
—Podrás escribir ahí, podrás descargar música, ver series en tu tiempo libre,
no sé, lo que hace la gente normal. —Se quedó en silencio e hizo una mueca.
—No quiero decir que tú no seas normal, pero...20
—¿Qué? ¿Por qué? —Hizo un pequeño puchero casi sin querer, y me pasé las
manos por la cara aturdida.
—Podrías dejarlo aquí, en mi casa. Podrías venir cuando quisieras, estar aquí
conmigo, o en la habitación de invitados. O donde te apetezca. —Se encogió
de hombros, poniéndome la caja otra vez en las manos. Me encantaría tener
ese ordenador, y además, no quería hacerle aquél feo a Camila, que se había
esforzado tanto en ese regalo.
—Sí... Siento que no sea tan espectacular como ese ordenador, quizás te
parezca algo absurdo, pero... No sé, quería dártelo. Es lo más preciado que
tengo. —Comencé a rebuscar en la mochila mientras lo decía. Saqué un
cuaderno de la maleta. Era de color rojo, con las puntas hacia arriba y las
páginas amarillas, gastadas, con folios en medio de anotaciones que hice. —
Toma, es para ti.2
—Es un libro. Lo escribí yo. —Al escuchar esas palabras, y sin decir nada más,
Camila me abrazó.57
En el salón, sus padres ya abrían los regalos, y se les notaba que se les caía la
baba con Rachel, que se quedaba mirando a la hermana de Camila, Sofi,
abriendo y cerrando las manitas al ver sus regalos. A mí me regalaron unos
jerséis de lana, un cuaderno nuevo, una mochila y algunos bolígrafos y lápices.
Wow, aquella era la mejor Navidad de mi vida.46
—Pues, suelen estar muy susceptibles a todo. Agresivos, nerviosos, con los
ojos como platos, suelen tener sudores fríos... ¿Por qué? —Agaché la cabeza y
asentí mientras, humedeciéndome los labios.20
*1
—Tu hermano hace mucho más que tú. Tu hermano se esfuerza, tu hermano
trabaja para sacar esta familia adelante. ¿Qué haces tú? Tú no haces
absolutamente nada. Eres como un parásito en esta familia, estás ahí, sin hacer
ruido, sin aportar nada, pero chupándonos la sangre hasta la última gota. Eres
despreciable, te crees que no nos damos cuenta, pero eres una hija de puta.41
Había detalles que dolían. Como por ejemplo, mi pasta de dientes —que era
un pequeño tubo promocional que regalaban en la puerta de la farmacia—
estaba en mi cuarto, y no con la de los demás. Mi hermano era un rey, parecía
Dios en la tierra dentro de esa casa, y era lo que me parecía más absurdo de
todo.7
La mayoría de los días me preguntaba que por qué había nacido, si al final de
todo, mi destino era este. Mi único cometido era cuidar de mi hermana, de
aquella pequeña que no sabía qué estaba pasando, y que se pasaba el día
sonriéndome y queriendo que la tuviese en brazos. Eso me hacía llorar aún
más, romperme en pequeños fragmentos que nadie sería capaz de recoger y
volver a juntar. No podía irme de esa casa, pero si seguía allí probablemente yo
acabaría mal. Quizás con depresión, ansiedad y enfermedades mentales que ya
nadie tiene en cuenta porque no son perceptibles.1
*2
Michael's POV22
—¿Te vas ya? —Me preguntó Lauren, que seguía fregando platos al final de la
cocina. Asentí, poniéndome aquella mochila compacta y negra a los hombros.4
—Sí, ten cuidado al volver. —Ella asintió pasando el estropajo por la base de
una olla.
Apreté las manos en el volante y arranqué, con esa ansiedad en el pecho, con
los músculos de los brazos tensos hasta el punto de que las venas sobresalían
por mi piel. Paré en un semáforo, suspiré.
Sabía lo que era que te mirasen por la calle, sentirse diferente y no poder
hacer nada por sentirte normal, porque tú no eras normal. Tu pelo, la música
que escuchas, la forma en que te comportas, todo te aparta de la sociedad.
Empiezan los insultos y, ni siquiera sabes por qué son. Ni siquiera sabes qué
has hecho, ni por qué les molestas. Ni siquiera sabes el porqué de los insultos
ni las vejas. No sabes qué hacer, porque tu sola presencia incomoda.13
Intentaba estar bien, y de hecho todo el mundo creía que lo estaba, pero no,
para nada era así.5
Bajé del coche tras ponerme la ropa y entré en casa, viendo desde la entrada a
mi padre girarse con una sonrisa para mirarme.
—No, mamá.
—Deberías cenar algo antes de irte a dormir. —Hice una mueca y finalmente
asentí, señalando la puerta del sótano.
Comencé a afinarla, y tras unos cinco minutos, escuché unos pasos que
bajaban las escaleras. Era mi madre. Traía un plato con un sándwich y un
zumo, que dejó en la mesa. Luego se acercó a mí y beso mi cabeza, dándome
una pequeña caricia en la mejilla.
Dinah's POV26
Me senté en el sofá casi dejando caer mi peso muerto, como si fuese plomo.
Nela paseó por el salón y se sentó a mi lado, encendiendo la tele. Lo miré de
reojo, él parecía serio. Daría lo que fuese por estar con mis amigas en ese
momento, o con Michael. Cualquier cosa bastaba para salir de allí.2
—No lo sé, iba a verlo. —Contesté en voz baja, tomando el teléfono entre mis
dedos.
—Tu amiga Camila. Venga, quítate eso que vamos a salir. —Me levanté y me
miré justo en el reflejo del mueble del salón que tenía cristales en vez de
madera. Llevaba un simple vestido por encima de las rodillas que mostraba un
poco de escote, nada más.1
—Ni se te ocurra salir así, como si fueses una puta. —Gruñó, apretando los
dedos alrededor de mi piel aún más fuerte, haciéndome daño. —Quítate esa
mierda que llevas puesta, ponte un pantalón y una camisa, ahora. —Me soltó
la muñeca, mirando el pasillo que se dirigía a mi habitación para que me
cambiase.27
—Ve a la barra y entrega estos tickets. —Los puso en mi mano y apretó fuerte.
—Bebidas gratis.
—Nela, no. —Lo agarré del brazo pero él lo sacudió, dándome un empujón
que me hizo dar unos cuantos pasos hacia atrás.
Cuando me quise dar cuenta, todos seguían bailando, pero Lauren había salido
detrás de él, y Michael estaba frente a mí. Cogí a Lauren de la muñeca para
que parase, y ella miró mi mano, y luego me miró a mí. Negué.1
—¿¡Estás bien!? —Dijo Camila en alto en mi oído, y asentí con una sonrisa.
Una sonrisa sincera.
Caminé hasta la barra y pedí un vodka bien cargado, porque necesitaba borrar
aquella noche de mi cabeza. Como casi todas las noches que pasaba con Nela.
Pero no era tan fácil dejarle, no lo era. Ya lo había intentado otras veces, pero
siempre me amenazaba, siempre jugaba conmigo, pero en ese momento no
sabía lo que hacía conmigo.
—Es tonto. Se pasa mucho contigo. No debería tocarte así. —Sonó la voz de
Michael como si fuese un niño pequeño enfadado, y se sentó en el taburete.
Llevaba una camisa negra con líneas rojas y blancas, el pelo algo más corto de
lo normal, despuntado por algunas partes, y unos jeans totalmente ajustados.
Era muy mono, no extremadamente guapo, pero era mono.3
—Lo sé. ¿Has tenido novia alguna vez? —Él negó agachando la cabeza, con la
cerveza colgando entre sus dedos. —Las relaciones son complicadas...
—No sé bailar, soy muy patoso. —Me miró a los ojos, bastante serio. —No
tengo con quién venir, todos vais en parejas ahora, y yo... —Suspiró
agachando la cabeza. —Yo no sirvo para nada, estaría mejor en mi casa, con
mi guitarra y mis videojuegos. No pinto nada aquí.19
—Algún día tendrás a alguien a quién podrás traer, a quién podrás sacar a
bailar e invitar a copas. —Él sonrió tristemente, parando el movimiento de la
botella entre sus manos. Negó lentamente, mirándome de nuevo a mí.4
CAPÍTULO 33
Paré en la puerta de casa de Dinah, y qué casa. Tenía, por lo que pude observar
desde el coche, cuatro plantas, rodeada por setos y con una puerta mecánica
pintada de negro. En ese grupo de amigos todos estaban forrados, y luego
estábamos Lauren y yo. Miré a Dinah, que se ponía el pelo tras la oreja,
esbozando media sonrisa con la cabeza gacha.2
—¿Un trozo de pizza? —Asentí con media sonrisa. —Bueno, puede que
algunos de estos días, cuando vayamos a cenar todos juntos, te invite a una
pizza entera. ¿De qué te gusta? —Me di cuenta de que Dinah no estaba
bromeando, sostuvo mi mirada y se encogió de hombros.
—H—Hasta luego... —Apreté los ojos, porque debería ser hasta otro día, o
hasta pronto. Cuando se fue, me quedé frente a la puerta como un pasmarote.
—Me gustas mucho. —Musité casi para mí mismo. Pero cuando me di cuenta
del ridículo que había hecho, me di la vuelta y le di una patada a la rueda del
coche, poniéndome las manos en la cabeza.— ¿¡Por qué tengo que ser tan
idiota!? —Gruñí entrando en el coche con un portazo.
*4
Lauren's POV
—Papá, te voy a pedir una cosa muy simple, por favor, cuida de Rachel. —Él
se acomodaba aún más en el sofá con la lata de cerveza en la mano. Miré a
Kate, que se fumaba un cigarro apoyada en la mesa del salón, que estaba
mohosa, astillada, y además coja. La sostenía una guía telefónica del año 2004.
—Sólo es una mocosa. —Dijo de forma despectiva, dándole una calada a aquél
cigarrillo.
—Pórtate bien, ¿vale? —Asintió mirando el juguete entre sus manos. Era un
pequeño pez de goma, que apretaba un poquito con los dedos y soltaba una
risa al ver las marcas de estos en el juguete.
—Es muy bonito. Volveré esta noche, ¿vale preciosa? —Le acaricié el pelo, y
ella no respondió, sonreía mirando a su juguete, y luego se abalanzó a mis
brazos, con sus manitas rodeando mi cuerpo. —Te quiero mucho. —Besé su
cabeza y me levanté, dejando que fuese corriendo hasta la mesita del salón
delante de mi padre, donde puso su juguete con una sonrisa.16
*2
El día estaba pasando más lento de lo que creía, las cajas aquél día eran más
pesadas, pero no sabía por qué. Se me cayó el vendaje que me hizo Camila de
la mano, y aquellas ocho horas de trabajo en el supermercado se me hicieron
como si fuesen veinticuatro. Los pies me pesaban el doble, pero no sabía por
qué. Las órdenes del encargado me parecían ser gritos, y las rodillas se me
quedaban clavadas en el suelo cada vez que intentaba levantarme tras colocar
las latas en la parte de debajo de las estanterías.4
Salí arrastrando los pies hasta el restaurante, porque ahora tocaba el turno de
cenas otro día más. Pero este día era diferente. El calor de la cocina me
abrumaba, las quemaduras en los brazos se acentuaban cada vez más, poco a
poco, y dolían de una forma intensa, aunque yo ni siquiera me inmutaba.
Seguí fregando los platos, mirando a Michael desde detrás, haciendo lo que
más le gustaba. Pero mi sitio no estaba allí, yo no tenía sitio, porque no podía
conseguirlo. No tenía medios para conseguirlo.4
Ahora llegaba la mejor parte del día; recoger a Camila de su turno aquél día.
Cuando llegué con el coche, ya estaba en la puerta del hospital mirando el
móvil. Había empezado a nevar otra vez, y los pequeños copos caían sobre su
gorro de lana y su abrigo, que dejaba ver debajo aquél uniforme de doctora en
prácticas azul. La alumbré con las luces algo más fuertes, y levantó la cabeza al
notarlo. Sonrió, y entró en el coche, dándome un beso en los labios rápido y
corto.
—Lauren...
—Estuvo bien el día. —Mentí, porque no, nunca estaba bien. Era una mierda
trabajar allí, pero ella ya lo sabía. Todo el mundo lo sabía, era una mierda
esforzarse tanto para no llegar a fin de mes. —Me alegra que hayamos
encontrado un momento en el día para vernos, aunque no sea casi nada. —
Dije con voz más tenue, poniendo una mano en la palanca de cambios. Camila
sonrió.
—Sí, te echo mucho de menos todos los días y... En fin, da igual. —Cogí su
mano con la mía mientras conducía, y besé su dorso suavemente. —Pero te
quiero, no lo olvides, ¿vale?
—No lo haré.15
Al entrar en casa sobre las dos de la mañana, mi padre seguía viendo la tele,
con los ojos como platos y todo el suelo lleno de cerveza. Ni siquiera dije nada,
me dirigí a mi habitación para ver a Rachel. Al encender la luz, Rachel no
estaba allí. Tragué saliva y miré bajo la cama supletoria; no estaba. En el cuarto
de baño; tampoco estaba. En la cocina; tampoco estaba.2
—Se la han llevado los servicios sociales. —En ese momento el corazón se me
cayó a los pies, y las lágrimas se agolparon en mis ojos comenzando a llorar,
pero la rabia era más fuerte que todo eso. Seguía riéndose, y entonces hice de
algo de lo que jamás me arrepentiré; me acerqué a la mesa del salón y le
arranqué una pata, con ayuda de que estaba medio rota. —¿Qué coño haces?
¿Qué coño vas a hacer? ¿Uh? ¿Vas a pegarme? Se han llevado a tu hermana,
¿no la querías tanto? —Ladeó la cabeza con una sonrisa bobalicona. —Pues
trae dinero más dinero a casa, o —El primer palazo le reventó la cara de un
golpe seco, dejándolo de rodillas en el suelo. Lo cogí del cuello de la camisa
tan fuerte que escuché cómo se rompían los hilos de esta.77
Me separé, cogí un paquete de tabaco, una botella de ron y la bolsa con los
juguetes de mi hermana, y lo miré mientras él intentaba levantarse. Seguía
llorando mientras lo miraba, porque mi hermana ahora no estaba allí, no sabía
dónde estaba. Ya no podría abrazarla, ya no tenía la única cosa que me hacía
feliz al llegar a casa. Nada. Mi trabajo era una mierda, y sí, tenía a Camila,
¿pero qué pasaba cuando no veía a Camila? La tenía a ella.
Salí de casa y cogí la camioneta, no tenía otro sitio donde ir que casa de
Camila. Le mandé un mensaje, 'por favor, ábreme la puerta', decía, y
permanecí llorando en la puerta casi un minuto, con las manos en la cabeza
sin saber dónde ir. Había perdido a mi hermana, con tan sólo una llamada de
mi padre. Se había ido.
—¿Lauren? ¿Qué ocurre? —La miré y estaba alarmada, con las manos sobre
mis brazos.
—Se han llevado a Rachel, se la han llevado. —Dije entre sollozos. Ella me
abrazó, y sentí cómo me apretaba, y me llevó dentro con ella.
—Voy a hacerte una tila, te relajará. —No respondí, porque en ese momento
ni siquiera la estaba escuchando. Cuando me quise dar cuenta, tenía una taza
delante de mí, esperando a que me la bebiese. Camila tomó mi rostro entre sus
manos y me quitó las lágrimas con sus pulgares, pero yo negué agachando la
cabeza. No había nada bueno que me pasase, no había nada que me saliese
bien. Estaba destinada a todo lo malo. —Lauren, mírame, cielo. —Alcé los ojos
hasta ella, que me miraban vidriosos y enrojecidos.4
—No podré recuperarla nunca. No volveré a verla. —Dije metiendo los dedos
bajo mi pelo, apretándolos con los ojos cerrados.
—Mi amor, sí que puedes recuperarla. Claro que puedes, sólo tienes que pedir
su custodia. —Levanté la cabeza un poco para mirarla, y en ese momento, su
madre entró en la cocina.32
—Oh dios mío, ¿qué ha pasado? ¿Qué pasa? —Sinu miró a Camila alterada, y
yo agaché la cabeza.
—Sí, ¿y cómo hago eso? —Miré a Sinu, y luego miré a Camila que tenía la
mirada perdida en mí.
CAPÍTULO 34
Camila's POV19
Observé las marcas de sus manos, de sus brazos, y desearía que algún día
parasen. Que tuviese un trabajo mejor, una vida más digna, y entonces yo me
sentía una mierda, porque yo no tenía ningún problema. Besé su frente con un
suspiro, enredando mis manos en su pelo, acariciándola, como si aquello la
relajase en el sueño, como si yo supiese que incluso dormida estaba sufriendo.
Mientras dormía, limpié los restos de lágrimas que quedaban en sus ojos, y me
acurruqué contra ella, arropándola entre mis brazos. Sabía que me necesitaba,
y yo estaba ahí para ella.31
*1
—He llamado al supermercado y al restaurante para decir que hoy no irás. —
Dije dejando el móvil encima de la cama, viendo cómo se ponía aquél jersey
que le regalamos en Navidad. Le quedaba perfecto, dejando ver algo de sus
clavículas, de donde caía una pequeña gota que había quedado después de
ducharse.
—Sólo un día. Uno. Nada más. —Estaba alterada, cogió su mochila y se la puso
al hombro, pero yo negué, poniéndome delante de ella.
—¿Dónde vas? —Se quedó mirándome a los ojos, porque no tenía ni idea de
dónde ir. —Hemos quedado todos, Troy y Keith son abogados, quizás puedan
ayudarte.1
—¡Lo sé! Pero... Pero pueden decirte qué hacer, además, te vendrá bien ver a
los demás. —Bajé las manos que sujetaban sus brazos, sosteniéndole la mirada.
Antes de salir, le coloqué algo mejor la bufanda, porque fuera estaba nevando.
Mi padre nos miraba desde la cocina con una taza de café, pero Lauren ni
siquiera se dio cuenta, y casi lo prefería.2
En el coche ninguna de las dos habló, y la verdad es que casi lo prefería. No
quería hablar de ese tema, no quería removerlo, porque cuando llegásemos a la
cafetería donde habíamos quedado, el tema volvería a salir. Mientras Lauren
conducía, yo la miraba mordisqueándome el labio inferior, algo intranquila
por lo que podría pasar en el desayuno.
Cuando Michael, desde lejos, vio a Lauren, se acercó rápido hasta a ella, y la
abrazó. Ella respondió al abrazo con la misma efusividad, sin decir nada.
—La vas a tener de vuelta, ¿eh? —Le dio un suave golpe en la mejilla,
señalándola después, y Lauren asintió esbozando una débil y tímida sonrisa.
—Oh dios, Lauren. —Dijo Ally, abriendo los brazos para abrazarse a Lauren
por la cintura, y Dinah y Normani la abrazaron por los lados.37
—Vamos dentro, será mejor que entremos cuanto antes. —Dijo Keith,
señalando la puerta de la cafetería, que aquella hora apenas tenía tres mesas
ocupadas.
—¿Sabes lo asquerosas que son esas galletas, Troy? —El chico frunció el ceño,
metiéndose la mitad en la boca con la mirada fija en Michael.
—No son asquerosas, están buenas. —Le respondió el rubio, provocando que
Michael rodase los ojos, negando.
—El caso, es que debería ser fácil recuperar a tu hermana. —Dijo Keith con
las manos puestas en su taza de café. —En teoría.
—Lo que en principio deberías hacer es, buscar una casa donde podáis vivir
Rachel y tú, un sólo trabajo estable, y que os dé para vivir a ambas, buscar un
buen abogado y... Esperar a que acepten vuestro recurso.
—Lo siento, Lauren, pero... Tengo que irme. —Me levanté del asiento bajo la
mirada de los chicos, poniéndome el bolso al hombro. —Nos vemos esta tarde,
¿vale? —Lauren sonrió, y di un leve beso en su mejilla.2
—Hasta luego chicos. —Me despedí de los demás, dándole una suave caricia a
Lauren en la mejilla.
*3
Ese día fue bastante triste, quizás porque Normani no estaba conmigo, o
también por todo lo que había pasado con Lauren. No sabía nada de ella
porque ni siquiera me dejaban coger el móvil en mitad de las guardias,
esperaba que me hubiese mandado algún mensaje. Estaba realmente
preocupada. Estaba en pediatría, y aquello era otro mundo. Me encantaban los
niños, sí, pero no paraba de pensar en Rachel, y en cómo y dónde estaría.
¿Habría llorado mucho? ¿La estarían tratando bien? ¿Podría Lauren
recuperarla?11
El caso era que, allí estaba, a la salida del hospital, con aquél uniforme de
prácticas azul, mis crocs blancos y el chaquetón encima mientras esperaba a
que llegase mi padre a recogerme. Lauren me dijo que no podía venir, era la
primera vez desde que nos besamos que no había venido a recogerme.5
—Pero, ¿¡por qué papá!? —Me giré hacia él casi exaltada, y él ni siquiera
movió un músculo. —Respóndeme, vamos. Dime una razón por la que no
puedas ayudar a Lauren. —Mi padre paró el coche en cuanto entramos en la
cochera, escuchando el sonido de la persiana eléctrica bajarse.
—Porque no, Camila. ¿Cuánto lleváis juntas? ¿Un mes? —Dijo bajándose del
coche, y yo lo perseguí para subir las escaleras hasta el salón de casa.8
—Es que da igual cuánto llevemos juntas, papá. Da igual. —Dije poniéndome
delante de él cuando llegamos al salón. —Es una chica de veinte años que ha
perdido a su hermana. ¿Es que no tienes un poco de corazón? ¿¡Es que no se te
remueve nada por dentro al saber que la chica a la que quiero está sufriendo!?
—Mi padre no dijo nada, simplemente mantenía su mirada fija en mí. —Por
supuesto que no, si ni siquiera tienes corazón.47
*1
Lauren's POV
Miré los botones del lavaplatos, estaban rotos. Mierda, ¿cuándo algo en aquella
cocina me saldría bien? ¿Cuándo me saldría bien algo en la vida? De momento,
volví al trabajo, era lo único que me distraía y no me hacía pensar en todo lo
que tenía encima.4
Comencé a fregar los platos lo más rápido que pude, porque entraban y salían
rápido, y quería terminar antes. En aquella habitación de hotel me esperaba
una enorme cama, dios, ¡una cama! Parece mentira que pudiese tener algo tan
simple como eso. Yo quería reservar un par de noches en un hostal, era barato,
y tampoco quería abusar de Camila quedándome en su casa, así que me pagó
una semana en el hotel más caro de todo Toronto. Me negué, pero no me hizo
caso. Me dijo que me hacía falta, que necesitaba descansar, y que allí me
pondrían las tres comidas. No me contó cuanto le había costado, pero supongo
que para ella no era nada.
—Ah, joder... —Me miré la mano, de la que surgía una pequeña gota de
sangre. Había estado tan dispersa que me había cortado un poco con un
cuchillo.
—Pase, por favor. —Escuché a mis espaldas la voz de Gregor. Caminé hasta la
mesa donde estaba Ashley y dejé allí los platos, volviendo a mi puesto con la
mirada en el suelo.
—Bonita cocina tenéis. Muy limpia. —Seguí pasando el estropajo por el plato,
que formaba espuma, mientras esa voz retumbaba en mi cabeza.
—Sí, tenemos mucho control con la limpieza. No hay nada que se pase por
alto. —Gregor pasó por mi lado, y se adentró en la cocina.
—¿Qué plato tenéis hoy? —Miré a aquél hombre de espaldas, y se giró para
quedar de perfil al lado de Michael que removía una sartén. Era Alejandro,
Alejandro Cabello, el padre de Camila.32
—Tortellini con ternera asada a fuego lento en reducción de su carne, con
salsa de nata y hierbabuena. —Dijo Major, el chef, removiendo una cazuela
con la mano.1
—¿Para qué? —Él cerró los ojos y se humedeció los labios, alzando una ceja.
—El señor Cabello te reclama. —Me miró la mano y arrugó la nariz. —Será
mejor que te pongas una tirita.
Con la tirita ya puesta, salí de la cocina con aquella camisa llena de manchas
amarillas y naranjas, las manos arrugadas por el agua y el pelo recogido, pero
alborotado. Al verme, Alejandro se levantó de la silla, y esbozó una sonrisa.
—Sí, señor, trabajo en un supermercado por las tardes o mañanas, según el día,
y por las noches aquí. —Él asintió levemente, entrecerrando los ojos.
—Cuéntame, ¿cómo te va? —Frank nos puso los platos de tortellini delante, y
la verdad es que sí, tenían buenísima pinta.5
—Bien, bien. Es bastante duro porque... Usted sabe, tener dos trabajos es un
poco duro.
—Mira, Lauren, voy a ser muy claro. —Cogió la copa con la mano. Me tembló
todo el cuerpo. ¿Qué había hecho ya? Seguro que querría matarme por
respirar al lado de su hija. —Mi hija me ha contado lo mucho que trabajas, y
por lo que he visto, no es mentira. Mi mujer me contó lo de tu hermana. —
Agaché la cabeza, removiendo un poco los tortellini, torciendo los labios. —
Así que, te propongo algo. No te voy a regalar un abogado, en absoluto. Nadie
nunca en este te va a regalar algo, vas a tener que trabajártelo tú. —Lo sabía,
por eso mismo no le había pedido ayuda a nadie. —Eres una buena chica, así
que te ofrezco algo. Tengo un puesto de comercial en mi oficina, para empezar
el lunes. Yo te conseguiré los abogados, y tú lo pagarás. Consígueme 40
clientes, 40 inversores, sólo 40 y tu deuda estará saldada. —Hice ademán de
hablar, pero él me cortó para seguir hablando. —Empiezas este lunes, cobrarás
unos 1,500 dólares. Horario de ocho de la mañana a dos de la tarde. —Se
metió un tortellini en la boca, saboreándolo lentamente. —¿Qué dices?82
—Acepto. —Dije sin pensarlo. Eso era muchísimo mejor que lo que cobraba
ahora, que apenas llegaba a los 800 dólares entre los dos trabajos. Vendería mi
alma si hiciese falta por cobrar eso y, además, tener un buen abogado.
—Genial, Lauren. Pero una cosa, —me señaló con el dedo y entrecerró los
ojos— ni se te ocurra pensar, ni por un segundo, que te contrato porque eres la
novia de mi hija. Te contrato porque harías cualquier cosa por sacar a tu
familia adelante, y yo sé muy bien lo que es eso.50
—Más te vale.31
CAPÍTULO 35
Camila's POV14
—Odio las guardias de noche, menos mal que sólo nos quedan tres meses. —
Normani se colocaba el fonendoscopio en el cuello, mientras yo miraba cómo
los doctores hablaban en el pasillo entre ellos, mirando a ratos hacia nosotras.2
—Ojalá me diesen plaza en el hospital para el año que viene. —Me acerqué a
Normani, que se echaba una taza de café. —¿Tú crees que podría?
—¿De verdad? —Ambas nos quedamos mirando a los doctores desde la sala de
descanso.
—Sí, son las dos de la mañana, ¿te parece tarde? ¿Es que tienes sueño?
—¡No! No señor, para nada. —Él se quedó en silencio, entrecerrando los ojos y
escudriñándome con la mirada. Soltó una risa. —Sólo me extrañó que me lo
pidiese a mí.
—No, me parece buen ejercicio para que aprendas. —Se metió las manos en
los bolsillos con el ceño fruncido. —Te espero en el quirófano seis en media
hora.24
Miré aquél traje de papel verde, tragué saliva y asentí para mis adentros. Todo
va a salir bien, Camila. O no. Sí, seguro que sí. Oh dios mío, ¿cómo iba a salir
bien? Lo único que había hecho en la universidad eran prácticas con cerdos,
cráneos de vaca y demás cosas así. Además de que eran animales, YA
ESTABAN MUERTOS, y si fallaba no había nada que perder. Pero aquí era
una persona real, una vida.3
—Vamos, Cabello, adentro. —El doctor Hollis casi me empujó con él, dentro
del quirófano. Oh, ya entendía por qué me llamaba; porque faltaban personal.
—Oh, mmh, ¿podré mirar desde detrás? Será un honor. —Dije colocándome
algo mejor la mascarilla. A través de sus gafas, que se dejaban ver en medio de
la mascarilla y el gorro, Hollis frunció el ceño.
—¿Mirar desde detrás? —Soltó una risa y me colocó justo frente al abdomen
del paciente. —Es una operación de apendicitis, Cabello.6
—Pero la vida del paciente... —Él soltó una risa de nuevo, y señaló el bisturí
que me ofrecía la otra chica.
—Palpa la zona. —Dijo el doctor Hollis a mi lado. Puse mis dedos sobre el
abdomen, palpándolo lentamente y con detenimiento, hasta encontrar dónde
estaba. Parpadeé un momento, y sentí cómo el calor me abrasaba dentro de
aquél traje. Iba a morirme. Era peor que los nervios por el trabajo de fin de
grado de la universidad. Hundí lentamente el bisturí, abriendo la piel unos
centímetros, y miré al doctor de nuevo. —Toma, seca eso. —Cogí las gasas y
sequé la poca sangre que salía. —¿Sabes cómo va eso? Ve quemando
lentamente las capas de grasa.
No sé, pero lo hice. Hice todo lo que me pedía, exactamente cómo lo pedía.
Abrí allí, cosí el extremo, corté el apéndice, con la mirada del doctor Hollis
fija en mis manos. Iba más lenta que un cirujano, era normal, yo ni siquiera
tenía el título de medicina, pero con lo que me iba diciendo, guiando, lo
conseguía.
Escuché que el doctor me decía algo, pero yo salí de allí con una gran sonrisa.
¿¡Acababa de hacer mi primera operación!? Bueno sí, era de apendicitis, pero
era mi primera operación y ni siquiera había acabado la carrera. ¿Qué podría
llegar a hacer cuando fuese residente? ¿O cuando llegase a ser doctora de
verdad? Después de eso, había llegado a una conclusión de lo que quería ser;
cirujana. ¿Pero de qué? ¿Cuál quería que fuese mi especialidad?12
No sabía dónde estaba Normani, pero era la hora de irme. Estaba tan
emocionada por contarle aquello a Lauren al día siguiente, que ni siquiera
podía esperar, estaba incluso nerviosa.
Al salir, Lauren estaba en el hall del hospital, dando vueltas algo nerviosa, yo
salí corriendo hacia ella, y ella salió corriendo hacia mí.
—¡Dios mío, Lauren! —La tomé de las manos mirándola sonreír, con los ojos
brillantes. Noté que tenía una tirita en el dedo, y que su camiseta estaba
manchada y ajada; no se había cambiado siquiera. —Necesito que me lo
cuentes todo, ¡todo! —Dije emocionada, abrazándome fuerte a ella.
—Mi padre me dijo que no, que no iba a darte un abogado. —Dije quitándome
el chaquetón, dejándolo en la silla de aquél escritorio.
—No sé, Camila, me dijo que no iba a darme un abogado así como así, porque
nadie en este mundo le van a regalar nada. —Me puse las manos en la boca y
me acerqué a ella, que estaba sentada en la cama.
—No vas a estar cansada, ni vas a tener heridas, ni vas a tener horarios de
dieciséis horas diarias, y no voy a estar preocupada por ti, ni por tu salud ni...
—Suspiré cogiéndola de las mejillas, uniendo nuestros labios para darle un
beso tierno, suave, algo más despreocupado. Me eché un poco más encima de
Lauren, sintiendo sus manos sobre la parte trasera de mis muslos, hasta que
escuchamos dos golpecitos en la puerta.
—Servicio de habitaciones.20
—Ese maldito sushi... —Murmuré contra sus labios, levantándome para abrir
la puerta. Cogí la bandeja con una enorme sonrisa, y la cerré en cuanto el
chico desapareció. Me giré hacia ella, que cogió el pequeño paquete de sushi
recién hecho.1
—¿Te he dicho lo preciosa y adorable que estás con ese uniforme? —Bajé la
cabeza, mirando aquella camiseta de manga corta, con el cuello de pico, y mis
crocs que ese día eran verdes.12
—Hoy... Hoy hice mi primera operación. —Dije con una gran sonrisa, y
Lauren abrió los ojos, levantándose rápido de la cama.
—¡No sé! Es más importante lo tuyo, y me hacía tan feliz que por fin tuvieses
un trabajo que... —Suspiré sonriendo, agarrándome a su cuello con una
sonrisa. —Que se me olvidó decírtelo.
—No.
—¿Te gusta eso, huh? —Daba pequeñas puntadas con su lengua y luego la
retiraba, provocándome.25
Pero lo que hizo entonces provocó que estallase en mil sensaciones a la vez,
como si tuviese micro—explosiones por todo el cuerpo, una tras otra, con
espasmos en las piernas y el abdomen.
—Cómo es posible... —Dije aún jadeante, pasándome las manos por la cara.
Lauren se incorporó, tumbándose a mi lado, y con las fuerzas que me
quedaban, me coloqué justo encima de ella. —Si es la tercera vez que lo
haces...1
—Por eso no aguanto casi nada, ¿no crees? —Me acomodé entre sus piernas,
haciendo que su sexo chocase con el mío e hiciese contacto. Antes de empezar
a moverme, la tomé de la mano y cogí la gomilla negra, haciéndome una
coleta para sujetar el pelo. —Wow, te recoges el pelo...85
—Esto no es una peli porno, molesta un poco... —Asomé la lengua entre mis
dientes comenzando a moverme despacio, y las manos de Lauren fueron
directamente a mi trasero. No era igual que como Lauren lo hacía. Ella se
echaba encima de mí y me embestía fuerte, pero yo permanecía erguida,
mirándola desde arriba, moviendo las caderas con lentitud y sensualidad.70
Sus manos acariciaron mis muslos, apretándome, haciéndome sentir que sólo
en ese momento le pertenecía a ella. No era posesiva, pero con respecto al
sexo, me hacía sentir que era suya. Lauren también movía las caderas contra
mí, así que aumentaba la fricción. Cada vez iba más rápido, y apoyé las manos
en su abdomen para poder tener un sitio dónde agarrarme. Entonces, aquella
postura fue perfecta. Noté sus manos apretándome las nalgas, noté sus jadeos
en mi boca, y luego, me dio con la palma de la mano en el culo para que fuese
aún más rápido.67
*4
—¿Qué no es gran cosa? —Dijo ella tomando nigiri de atún con los palillos,
acercándomelo a los labios. —A mí una herida que requiera puntos de sutura,
ya me parece gran cosa. —Reí con la boca llena, y me puse la mano en los
labios para que no se me viese.2
CAPÍTULO 36
Camila's POV8
—Bueno, el hecho de que hayas aceptado tener sexo conmigo toda sudorosa y
asquerosa, le da una buena base a nuestra relación. —La miré desde la puerta
del baño con el ceño fruncido. Llevaba puesto sólo los jeans, sin camiseta,
mirándose en el espejo.
—Me gustas más cuando estás duchada, sin ánimo de ofender. —Pasé la mano
por su espalda y di un beso en su brazo, mientras Lauren se recogía el pelo con
aquella gomilla que yo le había quitado la noche anterior.1
—Eh, está bien, era sólo una pregunta. —Arrugó las cejas y tomó aquél
desodorante nuevo, girando el tapón. Nos quedamos en silencio mientras
Lauren se arreglaba y se echaba ese desodorante.
—Claro. —Se aireó el pelo con las manos, echándoselo a un lado, y me miró
de nuevo a través del espejo.
—No sé... Mis parejas siempre me han dicho que estaría mejor con más... O—
O han hecho bromas sobre...71
—No. —Me cortó Lauren, negando rápidamente. —¿De verdad piensas que
me importa lo más mínimo el tamaño de tus pechos, Camila? No soy cualquier
tipo, no soy cualquiera. —Sus ojos se clavaron en mí, quedándose en silencio
durante unos segundos. —No soy alguien que quiere tenerte por sexo, o que
sólo quiere tener novia para tener alguien con quién acostarse. Yo no voy a
mirarte a los pechos mientras me hablas, yo sólo quiero que me quieras.
Necesito tu cariño, no unos pechos más grandes. —Pasó un mechón de pelo
tras mi oreja y besó mi frente, abrazándome luego contra ella. Olí aquél
maravilloso aroma a jabón de hotel, a limpio y fresco, a un toque de limón.
Enganché mis manos en su espalda, justo en el broche de su sujetador.33
Entonces recordé que Lauren era Lauren, y por qué me enamoré de ella,
porque era simple, era transparente, era inocente. No tenía ni una pizca de
maldad en su interior, a veces parecía incluso infantil.16
—Voy a matar a todos los que te hicieron sentir así. —Dijo Lauren con el ceño
fruncido. Se separó y cogió la camiseta negra roída por los bordes,
enfundándosela.11
—No eres capaz ni de matar a una mosca. —Lauren asintió riendo, saliendo
conmigo del baño.20
*1
Lauren's POV
Camila adoraaaaaba las compras. Yo... Yo no sabía si las adoraba o no, porque
no había tenido nunca la oportunidad de salir de compras de aquella forma.
Pero en cuanto rebasamos las 5 horas en el centro comercial, entendí que no,
que lo odiaba. No me dolían los pies, porque estaba acostumbrada de trabajar
en el restaurante y el supermercado, pero estaba cansada y tenía sed. Así que,
después de comprarme como mil bolsas de ropa, Camila y yo nos sentamos en
una cafetería del centro comercial.30
—Así que... Esto es lo que hacen las parejas de verdad. —Dije yo, colocándole
la pajita a mi batido.
—Sí... —Carraspeó alzando las cejas para mirar a otro lado. —¿Te ha gustado
salir de tiendas?
—¿Quieres que te sea sincera? —Camila alzó las cejas y asintió mientras bebía
del batido. —No, no me ha gustado nada.4
Fijé mi vista en Camila, que fruncía el ceño mirando a su hermana, que hacía
los deberes y se rascaba la cabeza con el lápiz.
—Eh... Sí, claro. Pero no, no son lo mismo. Verás... —Me aclaré la voz,
intentando encontrar las palabras para expresarme mejor. —En la Edad Media,
la gente no sabía escribir, ¿sabes? Entonces, para enseñarles cosas a la gente,
tenían que contárselo, como yo estoy haciendo ahora contigo. Los trovadores
hacían eso, creaban ellos mismos canciones y las cantaban en las Cortes, que
era la casa del Rey, para enseñarles historias, o cosas con las que pudiesen
aprender. Los juglares también cantaban, pero ellos no hacían las canciones, y
no cantaban con el Rey, lo hacían en las plazas de las ciudades, para la gente
normal que no sabía leer y entretenerles. —Sofi escribía con la lengua fuera,
apretando el lápiz fuerte en su libreta. Camila me miró con una sonrisa y el
ceño fruncido.43
—Vaya, cuánto sabes. —Solté una risa algo irónica, entrando en su cuarto.
—No te burles. —Dije sentándome en la cama, viendo todas las bolsas con mi
ropa, y algunas que se había comprado Camila.
—¿Cómo puedes tener una mente tan abierta, pero estar tan ciega? —Se
acercó a mí y se sentó a mi lado, mirando al frente. —El otro día mi padre me
pilló llorando.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó? —Dije preocupada, girando mi cuerpo hacia
ella.
*1
Dinah's POV14
Escuché unas voces, un alboroto, así que levanté la cabeza saliendo de mis
pensamientos.
—Eh, Pennywise, ¿qué tal la función de hoy? —Un grupo de chicas estaban
apoyadas en un coche con latas de cerveza en la mano. —¿Has matado a
alguien o qué? —Se lo estaban diciendo a Michael, que se colocaba la mochila
al hombro sin decir nada. Le estaban insultando.1
—Déjame en paz de una maldita vez. —Dijo mirando a la chica. —¿Es que no
tenéis vida? —Se defendió algo molesto, mirando a las chicas. Unos chicos
salieron detrás del coche, estaban ahí pero Michael ni siquiera los había dicho.
—¿Qué coño le has dicho a mi novia? —Michael caminó unos pasos hacia
atrás. —Con las chicas sí que tienes huevos de defenderte, pero conmigo no.
Vamos. —Empujó a Michael contra la pared, pero su mochila amortiguó el
impacto. —¡¡VAMOS!! —Aunque era más alto que él, lo cogió por la sudadera
y lo puso de puntillas, zarandeándolo contra el muro. Michael lo empujó con
fuerza y consiguió salir corriendo de allí. Yo estaba en shock, horrorizada y
con las manos temblorosas.
Tardé unos segundos en reaccionar, pero pasé por delante del grupo
caminando rápido para seguir la pista del chico. La perdí por un momento,
hasta que giré en un callejón que debía ser la parte trasera de un restaurante
chino. Michael estaba de espaldas, sin saber que yo estaba allí; respiraba con
dificultad y lloraba a la vez.
—Sí, perdón. —Se disculpó por haberse bebido la botella entera. Retiró la
mirada de mis ojos y se giró, pasándose una mano por el pelo algo nervioso. —
Perdón. —Volvió a decir.
—Michael. —Lo llamé, pero él no me hizo caso. Seguía confundido, y con una
lágrima cayendo por su mejilla. —Mike. —Él se sentó en una esquina, con su
mochila en el suelo, y yo me senté a su lado. —¿Qué te ocurre?
—No soy bueno para... Para el mundo. —Dijo con la voz entrecortada,
girándose a mirarme.
—Sí que lo eres. —Él negó rompiendo a llorar, levantándose del suelo.
—No. No lo soy. —Se limpió las lágrimas con rabia. —Las palabras son sólo
palabras, y he oído bastantes como esas. Me dicen que 'debo quererme a mí
mismo', sí, ¿y cómo lo hago? —Al levantarme, él quedó frente a mí con los
ojos llorosos. —Sólo necesito a alguien. —Dijo con la voz más débil, apretando
los labios. —Pero no hay nadie para mí.28
—Hay alguien para todo el mundo, Michael. —Él se giró negando, pasándose
las manos por la nuca. —Eres un chico maravilloso que cualquier chica
desearía tener.2
—¿Sí? —Soltó una suave y triste risa, girándose hacia mí con un rostro de
dolor. —Por eso me miran por la calle y se ríen, ¿verdad?
—Porque tú eres diferente. Y por eso me... —Se quedó en silencio, girándose
hacia mí. —Por eso me cuesta creer que haya más como tú. —Asintió
levemente y miró al suelo con una mueca.
—Deberías salir más con nosotros, Michael. —Le dije alzando mi mano para
darle un pequeño apretón en su mejilla con una sonrisa. —Entenderías que no
todo el mundo es así.
—Las veces que salgo me quedo sólo en la barra porque todos vais en parejas.
—Hizo una mueca y tomó su mochila, poniéndosela al hombro.
CAPÍTULO 37
}Lauren's POV11
La recepcionista carraspeó.
—¿Quieres algo, cielo? —Había estado parada durante unos segundos delante
de ella sin decir nada, qué inútil.
—Oh, sí, uhm, soy nueva en la oficina, venía a recoger mi acreditación. —Ella
sonrió amablemente y se bajó aquellas gafas violetas que colgaban de su cuello.
—Dame tu DNI.88
Me senté en la mesa de mi escritorio, que estaba cubierta por tres lados por
dos paneles blancos, era básicamente un cubículo donde trabajar. Suspiré y
cogí el teléfono; no, no era de esos modernos. Era de un tono amarillento, con
el cable rizado y unas grandes teclas, pero no estaba mal. Era bastante retro, y
eso me gustaba. Aunque en comparación con el ordenador que tenía en la
mesa, era una antigualla.
—Oh dios. Mmh... Buenos días. ¿Le pillo en buen momento? —Dije tomando
de nuevo el bolígrafo entre mis dedos.5
—He leído por ahí que usted tiene un restaurante maravilloso en Montreal.
¿Es cierto? Es decir, debe tener al menos una estrella Michelin.
—Pues, puede que le guste esto que voy a contarle. Mi novia me llevó a cenar
a un restaurante increíble, que resultó tener tres estrellas Michelin, y wow.
Cené un filete de dorada a la sal que aún sigo recordando. —Solté una risa al
decirlo. —El caso es que, ahora trabajo para la empresa que distribuye ese
pescado, ¿sabe? Querría saber si tiene un proveedor de pescado o congelados, y
si lo tiene, estoy segura de que nosotros podríamos rebajar el precio de su
proveedor actual.
—¿En serio piensas que voy a creerme eso? —Me reí negando, mordiéndome
el labio.
—Lo pagó mi novia, pero creo que fueron unos treinta dólares,
aproximadamente. —Alcé la mirada al techo. —En otros restaurantes que ni
siquiera tienen estrellas Michelin y no están provistos por nosotros, cuesta
unos cuarenta dólares. —Se quedó en silencio, y apreté el botón del bolígrafo
un par de veces. —Si quiere, puede hacer un primer pedido para un servicio
de cenas, y si no le convence, no habrá contrato y podrá irse, ¿qué le parece?
*1
Camila's POV
—Claro que sí, señor. —Me acerqué a él y le quité la gasa llena de sangre,
inyectando luego la anestesia. Él gruñó de dolor, y yo me separé, cogiendo el
algodón y el alcohol. —No estaría aquí si el doctor no me viese con la
capacidad suficiente, ¿no cree?2
—Las mujeres no deberíais hacer estas cosas, ¿sabes? —Decía con la cabeza
ladeada mientras yo cosía. —Os ponéis paranoicas, nerviosas con todo, a saber
si vas a hacerme algo con esa aguja si te enfadas. Además, ¿y si tu novio se
pone celoso si te miran las tetas? —Comenzó a reírse, y apreté el punto que le
acababa de hacer con rabia; quería matarlo. —Seguro que tu novio no te folla
lo suficiente, y por eso estás así. —Corté el último punto y, él estaba tan
concentrado diciéndome groserías que no se había dado cuenta de que el
doctor Hollis hacía un buen rato que había entrado en la sala. Me quité los
guantes, y me acerqué a él agachándome un poco.53
—Tengo novia. —Me giré hacia el doctor Hollis con la mandíbula apretada.
—Listo, doctor Hollis. —Al pasar por su lado, él me rozó con su brazo.3
—Vete a casa.
Y eso hice, me fui. Estaba tan enfadada, que sólo me apetecía darle puñetazos
a aquél tipo hasta que me sangrasen las manos. Pero no, en cuanto miré el
móvil, supe que no haría nada en mi casa. Lauren y las chicas estaban en una
cafetería cercana, tomando algo. Quería contarles todo lo que había pasado, y
mi rabia, pero cuando llegué allí todo se pasó.
Estaban sentados en una mesa, Lauren, Dinah, Troy, Ally y Normani. Pero
Normani estaba llorando y había un montón de pañuelos por la mesa.
—¡Él me ha dejado! Dilo bien, Lauren, me ha dejado por una maldita zorra
blanca. —Abrí los ojos y la boca a la vez.43
—Oh, madre mía, cariño, lo siento. —Tomé su mano por encima de la mesa, y
ella me miró negando.2
—¿Te puedes creer que me haya dejado por otra? —Dijo entre lágrimas,
limpiándose las ojeras con el pañuelo.
—No. —Respondió Lauren de inmediato, y giré el cuello de inmediato para
mirarla. —E—Es decir, Normani es maravillosa, es... Es una gran mujer.
—Vale... —Lauren soltó un suspiro y se pasó las manos por los muslos. Se
preparaba como si fuese a empezar a correr. —Tienes una... Sonrisa muy
bonita y... Unos ojos preciosos y... —Entrecerré los ojos mirando a Lauren.
—Aww, Mila, muchas gracias. Y sí, sé lo de los abrazos, por eso te dejo. —
Sonreí con ternura ladeando la cabeza.1
El camarero puso una taza de chocolate frente a Normani, que seguía algo
deprimida. Tenía la parte inferior de los ojos húmeda por las lágrimas, la nariz
y ojos hinchados, y toda la mesa llena de pañuelos.2
—Lo sé. —Dijo él con una sonrisa. —Invita la casa. —Tras decir esto, se dio la
vuelta y se dirigió tras la barra.7
—Ese... ¿Ese tío acaba de ligar con Normani? —Dijo Lauren, y Normani ya le
estaba dando el primer sorbo a esa taza.8
—Tu nombre. —Dijo Dinah con una sonrisa enorme. Lauren estaba bebiendo
de su café y comenzó a toser por lo directa que la rubia había sido. El chico se
echó a reír.28
—Sólo estaba siendo amable. Además... —Miró la taza ya vacía. —Parece que
te hacía falta ese chocolate, ¿no? —Le regaló una sonrisa a Normani antes de
irse a atender otras mesas.
—¿Qué? ¡No! —Replicó Ally, que tenía el brazo de Troy por encima de sus
hombros.
—¿Qué dices, Mani? Pero si es adorable. Además, ¿por qué te afecta tanto que
rompieses con Keith? ¡Ni siquiera lo querías, sólo estabas con él porque follaba
bien! —Normani entrecerró los ojos con la boca abierta.3
—¡Dijo la que se pasó llorando por las esquinas dos semanas por Steven
aunque no lo querías! —Replicó ella, y abrí los labios con una mano en el
pecho.22
—¡Pero serás hija de puta! ¡Lauren dile algo! —La miré y señalé a Normani.
Ella se quedó con los labios entreabiertos sin saber qué decir mientras
negaba.13
—Quizás... Quizás conocer a otros chicos pueda aliviar el dolor que sentiste
por la forma en que te dejó Keith. Creo que por eso es por lo que lloras, no
porque lo quisieses o no. Así que... —Hice un puchero, tomando la cara de
Lauren para darle un tierno beso en los labios, haciéndola sonreír.3
—Callaos ya, sois unas pesadas, no necesito nada, estoy bien. —Decía,
mientras cogía un dulce de chocolate y lo metía en la taza de chocolate de
Ally, dándole un gran bocado.+
Michael's POV8
Dinah me dijo que, quizás, debería salir más con ellos por las noches aquellos
fines de semana. Para mí era un infierno; la música alta, gente saltando,
sudorosa, canciones que no me sabía y, para más inri, no sabía bailar.10
Pero la siguiente semana que salieron, yo fui. Dinah aún no había cortado con
su novio, y aunque me dijo que iba a estar conmigo cuando saliésemos, ella se
quedó con Nela. Ya ni siquiera me miraba, sólo bailaba con él con una sonrisa
en el rostro. Lauren y Camila seguían juntas, casi literal. Si Lauren se separaba
un centímetro para coger su bebida, Camila se colgaba de su cuello y
comenzaba a besarla, pero a Lauren parecía no molestarle. Qué idiota. ¿Cómo
iba a molestarle? Su novia era preciosa, estaba loca por ella, y encima sólo
buscaba su boca para besarla.
Cómo habían cambiado las cosas en tan poco, ahora Lauren tenía pareja, un
trabajo estable y casi había conseguido casa propia. Ya ni siquiera nos veíamos,
y eso me dolía. Antes compartíamos inseguridades, pero ahora ella tenía a
Camila, y era normal, yo también lo haría si tuviese novia. En cambio,
Normani, a la que la había dejado el novio, bailaba sola en mitad de la pista,
con una copa en la mano. Todo el mundo quería bailar con ella, y era normal,
Normani era una chica espectacular.6
Mientras, yo permanecía sentado en la barra, con una cerveza entre las manos,
cuando Camila me vio. Me señaló y se acercó hasta mí.
—¿¡Qué haces aquí sólo!? —Me agarró del brazo y tiró de mí un poco. —
¡Vamos a bailar!
—No, no. Estoy bien aquí. —Dije en voz alta en su oído. Camila negó con el
dedo mirándome, y me levantó del taburete.
—Ve a bailar con alguna chica.—Al pasar al lado de Dinah, asintió a las
palabras de Camila mientras bailaba, y Lauren se acercó a mí.
—¡Pero que no sé qué decirle! —En aquél momento, creía que la sangre de
Normani era alcohol puro. Sin rastro de hemoglobina.
—Tú... Tú sólo se acercas, y bailas con ella, y luego ya... ¡PIUM! —Abrió los
ojos y le dio un trago a su vaso. —Os liais.6
—Pero yo no sé cómo hacer eso. —Dije en alto, y Camila hizo una mueca para
quitarle importancia, empujándome hacia el grupo de chicas que bailaban
entre ellas.3
Tragué saliva, sabía qué iba a pasar, lo sabía, no hacía falta ir hasta la chica
para saber la respuesta. Caminé decidido, apreté los puños, suspiré. Entre toda
aquella gente, me abrí paso, pero cuando llegue al lado del grupo de chicas, no
supe qué hacer. En cuanto estuve al lado mirándola, mientras me movía un
poco entre la gente para aparentar que bailaba, ellas me miraron, en especial la
chica rubia, pero volvieron a darse la vuelta y se rieron. Me di la vuelta
negando, volviendo al sitio donde estaban todos. Esa chica, literalmente, se
había reído de mí en mi maldita cara.5
—Ya sabes, tampoco sé bailar, así que no pasa nada. —Solté una risa leve, y
ella sonrió un poco, girándose hacia Camila que la miraba algo suplicante para
que volviese a bailar con ella. —Estoy bien, ve con ella.
—Oh dios, ¡ha venido! —Camila señaló a un chico que avanzaba entre la
gente del club. Tenía los brazos anchos, tatuajes por estos y rasgos asiáticos.
Llevaba puesta una camiseta negra, ajustada al cuerpo, y unos jeans azules
rotos por las rodillas juntos con unas convers blancas.7
El chico, a ver que Camila se acercaba, le dio dos besos, y saludó de lejos a
Lauren, aunque Dinah al ver al chico, se escondió en el pecho de Nela.
—Está bien.
—¿Quieres tomarte algo? —Dijo Camila mientras él caminaba algo más hacia
mí.
—Bueno, mira, este es Michael. Podríais conoceros. —Lauren tiró del brazo
de Camila, que volvió a abrazarse con ella en la pista.
—Oh, soy camarero en una cafetería. Dinah me pidió el número para su amiga
Normani.
—No, me parece que está muy buena. —Asintió girando la cabeza hacia mí, y
luego, volvió a mirar cómo bailaba la chica.1
—¿Por qué no te acercas a ella? Parece que está deseando bailar con algún
chico. —Le di un trago a mi bebida, humedeciéndome los labios luego.
—Me alegro de tener a alguien con quien hablar. —Le quité la etiqueta a la
cerveza y le di un leve trago.1
—Oh, sí, pero, ya sabes, cuando salimos soy el único soltero, y... —Me reí
pasándome la mano por la cara. —Debería irme.
* * *1
Camila's POV
—Voy a por una copa, ¿quieres algo? —Dijo Lauren en voz alta en mi oído, y
asentí. Lauren ya sabía de sobra lo que quería, así que se dirigió a la barra.
—Deberíamos.
Caminamos con Normani hacia la barra, y allí estaba Calum, con el ceño
fruncido mirando a mi amiga.
—Oh dios, vamos a llevarla al baño, lo siento mucho, Calum, de verdad. —Me
disculpé yo, y Lauren cogió a Normani en brazos, que se refugió en ella como
si fuese un bebé. Salí corriendo tras ella, que me miraba mientras entrábamos
al baño.
—Nada, cielo, ven, que te quito el maquillaje. —Me acerqué a ella y tomé una
de mis toallitas desmaquillantes, pasándola por sus ojeras, y al cerrar los ojos
limpié del todo el rímel corrido.
—He sido una idiota. —Dijo cuando terminó, yendo hacia Lauren. —No sé
por qué he hecho eso esta noche, Keith no me quería, y yo no lo quería a él.1
—Mira, Mani, eres una mujer preciosa, imponente, que todos los chicos
desearían tener y querer. Así que no seas tonta, y déjate llevar. —Lauren
sonrió, dándole un pellizco en la mejilla y devolviéndole su bolso.1
* * *1
Normani's POV23
Que Keith me dejase por otra me dejó rota, me dejó como si yo no fuese nada.
¿Por qué prefería a otra antes que a mí? ¿Qué tenía ella que yo no tuviese? ¿Es
que era más guapa, más alta, más lista? ¿Es que era blanca? No lo sabía, pero
aquella noche me sentí la más fea del mundo.11
Para colmo, le vomité encima al pobre Calum, y les había chafado la noche a
Lauren y a Camila, que venían detrás de mí. Calum estaba en la barra, sentado
en el taburete, pero sin camiseta y el pecho brillante por el agua con la que se
había enjuagado.
—Calum, lo siento mucho, de verdad. Estaba muy mal. —Él se puso de pie y
frunció el ceño, negando rápidamente.
—De nada. —Susurró con una sonrisa. Le di un beso a Lauren, y las dos
salieron por la puerta, Lauren con el brazo por encima de los hombros de
Camila.
—Te llevo a casa. —Dijo él, metiendo las manos en los bolsillos. Me fijé que
en sus brazos se marcaban las venas, y suspiré.14
—Mira, Normani, —se pasó las manos por el pelo— he venido aquí para pasar
un rato contigo. —Se rio un poco, mordiéndose el labio inferior.
—No quiero salir contigo, acabo de romper con mi novio. —Él volvió a reírse,
negando.
—Tampoco he dicho que quiera salir contigo, he dicho que quiero pasar un
rato contigo. —Sus abdominales me distraían mientras hablaba.
—Oh, venga ya, ¿cuánto podía costar esa camiseta? ¿Veinte dólares? —
Caminé para salir de allí, y el vino caminando detrás de mí.2
—No hace falta. —Replicó él, poniendo una mano en la palanca de cambios.
No quise empezar otra discusión, así que me quedé en silencio.
Nos quedamos callados unos minutos más, sólo escuchando el sonido del
motor en la carretera.
—Mi novio me dejó hace unos días por otra chica. Yo ni lo quería ni nada,
pero... —Solté una risa, mirándome las manos. —Tengo un autoestima muy
baja, y por eso hice lo que he hecho esta noche. Siento lo de tu camiseta.1
—Lo siento. —Dijo él, cambiando de marcha con la palanca, mirando a ambos
lados de la carretera. —Es normal que te enfades porque quiero pasar un
momento contigo.
—No. De hecho, creo que le pedí a Camila que se liase conmigo, así que... —
Apreté el puente de mi nariz negando.
—Hasta otra.
Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta, él ya estaba allí con el brazo
extendido, y el bolso en la mano. Lo cogí sin decir nada, limpiándome aún las
lágrimas con los dedos.
Lauren's POV
—No quiero que te vayas... —Murmuró sobre mis labios, dándome un beso
más. —Duerme conmigo hoy.
—No, gracias. —Aún parecía que me sentía tímida estando a solas con ella,
pero luego me sonreía y todo pasaba.
—Se te cayeron los papeles que tenías en la mano. —Se puso de puntillas, y
cuando fue a besarme, juntando sus labios con los míos, miré por encima de su
hombro.1
Allí estaba Sofi, frotándose un ojito con una botella de agua en la mano,
bebiendo luego.1
—Hey, monito, ¿qué haces aquí? —Se puso de cuclillas al lado de su hermana,
acariciándole un poco el pelo.18
—Está bien. —Sonrió y alzó la mano con una sonrisa, saludándome. —Hola
Lauren. —Se giró, y se fue hacia su habitación.
—Tu hermana es Vito Corleone. —Camila se pasó la mano por el pelo y negó
mordiéndose el labio inferior, con los ojos cerrados.12
—Lo sé, cuando estaba con Steven nos pilló una vez liándonos en el sofá y
tuve que llevarla a esquiar con sus amigas a nuestra casa de invierno. —Rodó
los ojos y me tomó de las manos, haciendo que me levantase de la silla. —
Vamos a la habitación, anda.18
—Llevas toda la noche muy seria. —Torció los labios y ladeó la cabeza,
agachándose para mirarme.
—Es sólo que... Ya sabes, lo de mi hermana. —Ella abrió un poco los labios y
asintió, esbozando una leve sonrisa.
—Vas a tenerla de vuelta, confía en mí. Tienes un trabajo, vas a tener una
casa, y tu padre no está capacitado para quedársela. Volverá contigo, y si no
vuelve... —Camila arrugó la nariz, mirándome. —Estoy tan segura de que la
tendrás de vuelta, que, si no vuelve, te pagaré cien mil dólares.6
—¿Por qué estás tan segura? —Me quité el pantalón y el sujetador bajo la
camiseta, tumbándome en la cama.
—Soy tu novia... Hemos... Lo hemos hecho, y... ¿Por qué no puedo verte? Me
gusta tu cuerpo. —Dije con un suspiro al final, y sentí cómo se tumbaba a mi
lado, con medio cuerpo encima. No respondió, sólo se refugió contra mi
pecho.
—Lo siento. —Camila negó con los ojos cerrados, y me incliné para darle un
beso tierno, que ella respondió, y que poco a poco se fue convirtiendo en un
beso más lento, más cálido, más húmedo en el momento en que nuestras
lenguas se rozaron, y sólo se escuchaba el sonido de nuestras salivas mezclarse
y las lenguas comenzaron a jugar entre ellas. El ambiente se hizo cálido, mi
mano acariciaba su muslo, lento y suave, apretando a veces, y escuchamos
unos pasos en la puerta.
—Camila, ¿has llegado? —Dijo Sinu en voz baja. Tragué saliva y me sentí
aliviada; si nos pillaba Sinu no había peligro, era una mujer maravillosa.17
***
Normani's POV14
—Entra, no hay nadie en casa. —Me aparté de la puerta para que Calum
entrase, y cerré la puerta, encendiendo la luz del salón. —¿Puedes encender la
chimenea? Te traeré una sudadera.
Cogí una de las sudaderas de Keith, no quería tener eso en casa, así que se la
daría a él. Cuando bajé, apagué la luz, la chimenea estaba encendida, y no
tenía ganas de que todo el vecindario se diese cuenta de que estaba despierta a
aquella hora.
—Toma, ponte esto. —Dije al verlo con las manos extendidas hacia el fuego.
—No. —Respondí negando, y Calum se sentó a mi lado sin decir nada. Sabía
que estaba allí por compromiso, por no dejarme sola en el estado en el que
estaba.
—Eres muy dulce. Pero los tíos sois horribles. —Lo miré, apoyando la cabeza
en el sofá. —Sois unos cabrones con nosotras. Y no me digas que...
—Lo sé. Los tíos somos unos cabrones, a veces machistas, que en la mayoría de
casos denigramos a las mujeres y las hacemos sentir como si fuesen una
mierda, sólo para aumentar nuestro ego. Os violamos, os raptamos, os
maltratamos, os hacemos sentir inferiores, os damos lo mínimo para que
podáis sobrevivir y todo para que nos dejéis acostaros con vosotras y
mantengáis la boca cerrada mientras nos bebemos un vaso de whiskey o
bourbon en el sofá, mientras vosotras cuidáis de nuestros hijos. —Sonrió un
poco y arrugó los ojos.15
—¿Te incluyes?
—Eso tiene sentido. —Murmuré en voz baja, jugando con los hilos de la
alfombra. —Me gusta como piensas.16
Lauren's POV23
—Bueno, ¿qué te parece? —Me puse las manos en la cintura desde una
esquina del salón junto a Camila y ladeé la cabeza.2
—Si yo no quiero nada, habría puesto un sofá y una tele ahí. —En realidad,
Camila había decorado el salón de mi nuevo piso de una forma casi
profesional. Bueno, tenía una decoradora.
—Eres muy simple. Además, esta tarde tienes la entrevista con el tipo de
asuntos sociales y viene a tu casa. —Me pasé una mano por el pelo, y caminé
nerviosa por el salón.
—Sí, sí sí, soy yo. —Me aparté de la puerta y lo dejé pasar, él me tendió la
mano antes de entrar.
—Soy Martin. Vengo a hacerte algunas preguntas sobre tu hermana y sobre ti.
—Es mi novia. —Estiré la mano hacia ella y la senté a mi lado. Ella no soltó
mi mano y la apretó; sabía que estaba nerviosa.
—No me dijeron que usted tenía pareja. —Dijo apuntando algo en su carpeta.
—Dígame, ¿vive con usted? —Me señaló con el bolígrafo y negué.
—Bueno... Sí, a menudo. A veces me hubiese gustado pasar más tiempo con
ella. —Asintió mientras escribía. —Yo hacía lo que fuese por ayudarlas, me
quedaba con Rachel si tenía que trabajar, o... Le compraba ropa.
—¿¡Has escuchado Lauren!? ¡No tienes que preocuparte! —Me cogió de las
mejillas y comenzó a besarme la cara.
—¡Lo sé! ¡Le hemos gustado! —La dejé en el suelo y la abracé, apretando los
ojos. —No sabes lo feliz que estoy. —Y era verdad. Sentí un peso desprenderse
de mi pecho, sonreí y me dejé llevar.1
—¿Qué vas a hacer cuando vuelva Rachel? ¿Lo has pensado? —Me llevé las
manos a la cabeza riendo y negué, apretando los ojos.
—No, te voy a cocinar yo. —La besé poniendo una mano en su mejilla, y
luego otro, y otro, así hasta hacerla reír.8
—Es la primera vez que una de mis parejas me dice que va a cocinar para mí.
—Dijo separándose de mí y caminé con ella hacia la cocina.1
—¿Qué? ¿Nadie se ha ofrecido a cocinar por ti? —Saqué un paquete con carne,
cebolla, miel y vino.
—Que no. Sé cómo manejar sólo dos platos, en el restaurante alguna vez di un
servicio porque Michael estaba malo. —Ella me miraba desde detrás mientras
yo ponía las sartenes al fuego y encendía el horno. —Estoy muy feliz, sobre
todo porque puedo compartir esto contigo. —Camila se echó una copa de vino
de una botella que habíamos comprado, y se sentó en la mesa mirándome
desde en frente.
—Por supuesto que te quiero. —Puse los filetes en la sartén y entrecerré los
ojos mirándola.
—Ya sé que me quieres... Pero digo, así. Sin relaciones tóxicas, sin celos, sin
control, ¿entiendes? —Moví un poco la sartén asintiendo.7
—Es más probable que alguien te deje por controladora que por no
controlarlo. —Sonreí un poco y me encogí de hombros. —Aunque confío en
ti.2
—Claro que lo hago. —Cogí otra sartén y la puse al fuego mientras ella
hablaba.
—Te llama porque no supera que pasases de su polla y has herido su orgullo de
hombre. La masculinidad es muy frágil. —Solté una risa y bajé el fuego,
mirando a Camila con una sonrisa.30
—¿Ves por qué te quiero? —Bebió de su copa y apoyó los brazos en la mesa,
sonriendo. —Y sí, la masculinidad de los tíos es muy frágil. Excepto la de
Michael.2
—Lo sé. Es un verdadero hombre, créeme. —Saqué la sartén del horno y metí
los filetes con las cebollas, echándole luego el vino de cartón y la miel.
—Puede ser una estrategia para follársela y luego irse, ¿sabes? —Saqué los
filetes y los puse cada uno en un plato con aquella salsa espesa encima.
—No lo creo. —Puse los platos encima de la mesa y Camila se quedó
mirándolo, abriendo los ojos y los labios.
—Tampoco tenía mucho tiempo para decírtelo, ¿sabes? —Me incliné para
darle un beso en los labios y choqué mi copa con la suya. —Espero que a partir
de ahora vengan tiempos mejores.3
—Lo es. Vas a tener que ponerte celosa cuando vayas por la calle. —Dije
comiendo, y ella negó arrugando la nariz mientras bebía de nuevo.
—No creo que sea sano para Dinah. —Respondí pasando un trozo de carne
por la salsa, llevándomelo a la boca.
—Yo creo que él... —Suspiró quedándose en silencio mientras comía, y alzó
las cejas negando.3
—Yo también. —No hacía falta que terminase la frase, porque yo ya lo sabía.13
—Lo sé, se le nota mucho. Creo que por eso no quiere venir nunca con
nosotros y... Le entiendo. Me pasaba lo mismo cuando te veía con Steven. —
Me encogí de hombros, comiendo de nuevo.
*1
Normani's POV
—Cállate, Camilita, que estoy hasta el coño de tratar a los niños con
resfriados. Ugh. —Le puse la mano en la cara y la empujé, riéndome de ella.
—Hasta dentro de un día, inútil.
—Nos vemos.
Aunque tardó unos dos minutos, se me hicieron eternos, y menos mal que él
estaba de espaldas. Al no haber nadie en la cafetería, todo se hizo mucho más
incómodo. Puso la taza de café en la mesa y, en el plato, puso una galleta con
pepitas de chocolate; mi favorita.
—Un dólar con veinte. —Apreté los labios al ver la galleta que había añadido
y le di dos.
Me senté en una mesa del fondo pegada a la ventana, y solté el bolso a mi lado.
Removí el café, observando a Calum limpiar una mesa que estaba pegada a la
entrada. No estaba muy lejos de mí, a dos mesas quizás.
Esos días no estaba muy bien. Desde que Keith me dejó todos los fantasmas del
pasado habían vuelto a aparecer, y cuando vi esa galleta en el plato pensé en
que no había comido en todo el día. Tragué saliva y, no, no podía volver a lo
mismo. Pasé demasiado como para volver atrás, pero, ¿de verdad era
importante para alguien? ¿De verdad valía la pena todo esto?1
—¿Estás bien? —No supe responderle, así que me quedé en silencio mirando
cómo se sentaba en la mesa. Sus brazos estaban apretados en aquella camiseta
de manga corta blanca, y tenía el pelo despuntado aquél día. —¿Qué te pasa?
—Es sólo... Nada, lo de Keith y... Pienso cosas del pasado que me afectan y...
—Negué apretando las manos alrededor de la taza, mirándolo a él.
—No puedes volver atrás. No puedes mirar atrás ni para coger impulso.
Siempre les digo eso a mis clientes. —Fruncí el ceño al escuchar eso último. —
Soy preparador físico.
—Ya hiciste lo más difícil. Ahora sólo te queda seguir luchando un poquito,
día a día. Ve superando esos pequeños obstáculos, porque el mayor obstáculo
de tu vida ya lo has superado.5
—¿Estás diciendo que me busque un nuevo novio? Has sido muy descarado. —
Alcé una ceja, tomando la taza de café para darle un sorbo.
—No, lo que quiero decir es que quizás debes apreciar el tiempo con las
personas que te rodean, disfrutar de ellos, de lo que te hace feliz, y poco a poco
superarás ese resquicio que te queda. —Lo sopesé durante unos segundos en
silencio, y al final sonreí un poco, encogiéndome de hombros. —Eres adorable
cuando no estás en el modo petty hoe, ¿sabes?2
—Sí... Me encanta ser así, pero esta es la verdadera parte sensible que hay
detrás, y es la que no puedo controlar.
Michael's POV10
—Te haces mayor. —Mi padre dio unas cuantas palmadas en mi espalda. A
veces sentía que lo defraudaba, por no ser un chico violento al que le gusta el
hockey, el fútbol o se pasa el día hablando de chicas.
—Michael, este año no hay regalo por tu cumpleaños. Les regalamos a los
hijos de la tía Margaret, desde que se separó los niños lo están pasando mal. —
Dijo mi madre, acariciándome la mejilla. Tenían dieciocho años. Me acomodé
la mochila al hombro y sacudí la cabeza.9
Las cosas habían cambiado, habían cambiado mucho. Antes estaba mejor,
antes... Antes todo era diferente. Estaba Lauren a mi lado, y por mucho que
me doliese, era normal que ahora pasase tiempo con Camila. Además, tenía un
trabajo diferente y todo lo que estaba pasando con su hermana, era normal que
ya sólo nos viésemos con ese 'grupo de amigos', aunque yo no me sentía parte
de él. Ellos se mandaban mensajes, quedaban para ir al cine, o a cenar, pero yo
siempre estaba trabajando. Sentía que me estaba perdiendo, que estaba aislado
en una burbuja de tristeza.10
La única que en ocasiones me hablaba era Dinah, pero le dije que dejase de
hacerlo. Su novio se enfadaba con ella si veía una conversación conmigo, o si
la veía a mi lado, lo que me hacía tremenda gracia, porque una chica como ella
jamás se fijaría en mí.
—No es contigo. Bueno, es complicado... —Me pasé las manos por la cabeza y
apreté los ojos. —Yo estaba mal de antes, yo... Tengo depresión y ansiedad. —
Murmuré en voz baja, pero ella no se sorprendió porque ya lo sabía. —Y yo
estaba muy mal, pero de alguna manera Lauren... Lauren era mi amiga, nos
veíamos todos los días. Nos comprendíamos, pero apareciste tú y...Ya no la
veo, antes la veía poco, pero con el paso del tiempo ya no la veo casi nada, sólo
cuando salimos en grupo, pero yo ni siquiera me siento parte de este grupo. —
Camila se quedó en silencio procesando lo que le estaba diciendo, y asintió
levemente.1
—Miraos. —Giré la cabeza para mirar al grupo. —Incluso Calum que acaba de
llegar habla más y... Todos vestís bien, todos sois guapos y... Yo visto con
trapos. —Alcé los brazos para que viese aquella camisa que me quedaba
grande. Bajé la mirada a mi pantalón negro ancho casi de campana y mis
zapatillas gastadas. —Y ya no es por el grupo es que... No me gusta mi físico
no... No soy guapo, no visto bien, Lauren ha encontrado a alguien y yo seguiré
aquí solo. —Camila esbozó media sonrisa y se enganchó a mi brazo.18
Normani's POV
—No creo que eso sea un piropo... —Dijo en voz baja, y todos rieron ante su
comentario.
—A ver, cariño, ¿cómo quieres cambiar? —Me retiré para darle paso a mis
peluqueras, que hicieron lo mismo con el pelo de Michael.4
—No sé. Quiero ser guapo como Calum. —Calum se echó a reír mirándome a
mí, y me puse a su lado.2
—Podríamos formar una boyband después. Los Back Street Boys 2017. —Alcé
una ceja y negué, volviendo a centrarme en Michael por mucho que el tupé
que Calum llevaba aquél día lo hiciese aún más guapo.11
—¿Por qué tiene que hacerse un cambio? Yo lo veo bien así. —Dijo Dinah
desde una esquina. Cerré los ojos y suspiré, haciendo un gesto de desprecio
con la mano.8
—Por dios no. —Dije sacudiendo la mano y me giré hacia Lauren, Camila y
Dinah. —Podéis iros al salón. Sólo necesito ayuda de Calum para que me dé
consejo de chico. —Se quedaron paradas sin entender.— Vamos, fuera. —
Calum se reía en voz baja mientras ellas salían por la puerta.
—Mmh, los que no conozco. —Me crucé de brazos mirándolo y apreté los
labios. —¿Por qué estás siempre a la defensiva conmigo? —Preguntó riéndose,
cruzando los brazos al igual que yo.
—Que odio a los tíos, eso me pasa. —Él se echó a reír asintiendo.
—Y con razón. Si todos con los que te encuentras te hacen daño es normal que
pienses eso, porque un 'no todos somos iguales' no va a quitarte todo el dolor
que te han hecho padecer. Pero al menos acepta que yo no soy como ellos, y
que, además, sólo somos amigos. —Me quedé callada unos segundos y alcé una
ceja, mirándolo de reojo. —Venga, no seas así conmigo.
—Me lo pensaré.2
*5
—Bueno, levantad el culo mariconas, que Michael ya está listo. —Di dos
palmas y Lauren y Camila dejaron de besarse al lado de Dinah, que tenía el
brazo apoyado en el sofá con cara de asco.24
—Un poco más y follan encima de mí. —Gruñó la rubia, y Camila le dio un
golpe en el brazo.37
—Chicas, siempre he querido hacer esto. —Me puse las manos a la espalda
con una sonrisa. —Y es que siempre quise ser la estilista de la casa real
genoviana para poder transformar a mi Mia Thermopolis, pero nunca tuve una
Mia para transformar, porque todos mis amigos ya eran guapos.27
—Ehh... No creo que eso sea bueno. —Se escuchó la voz de Michael detrás de
una puerta.
—Pero por fin lo he conseguido. —Cerré los ojos con una sonrisa y apreté mis
manos entre ellas. —Después de muchos cambios de vestuario, por fin
encontré a Michael. Dad la bienvenida al nuevo Michael. —Me aparté un
poco y lo vi salir. Llevaba el pelo corto, no ese matojo de pelo rojo, y además
lo habíamos teñido de negro. Además, le habíamos quitado aquél horrible
piercing de la ceja, le recortamos un poco la barba y despuntamos un poco el
pelo para que quedase mejor. Luego, lo vestimos con una camisa roja ajustada,
nada de esos harapos anchos y descoloridos que lo hacían parecer gordo, y no
lo era. Le quitamos esos pantalones tan anchos y le pusimos unos jeans negros
ajustados y unas vans negras también con una tira en blanca. Ahora estaba
bastante guapo, y las tres chicas se levantaron del sofá al verle.21
Dinah's POV
—No me lo puedo creer. —Dijo Lauren mirando a Michael, soltando una risa.
—Tío, estás muy guapo. —Camila simplemente lo abrazó, y nos quedamos
mirándolo perplejas. Era otra persona, era... Un nuevo Michael.
—Vaya, no sabía que estuvieses tan delgado. —Camila se reía, y puso sus
manos en la cintura de Michael algo asombrada. Luego, me miró a mí y se
encogió un poco de hombros.
—¿Qué trabajo? —Me burlé, y ella se giró con las manos en la cintura.
—El que debería hacer con el mono de tu novio. —No dije nada, sólo la miré
con los labios entreabiertos. —Incluso Michael es más guapo que él antes del
cambio.1
—Sigo sin creer que eso sea un halago. —Dijo Michael negando, y Lauren le
hizo un gesto para que no le hiciese caso a Normani.
—Al menos yo admito que me lo tiraría. Y, mira, puede que lo haga. —Se
encogió de hombros mirándome, y sonrió.
—Una cosa —Michael levantó la mano para hablar— no creo que le guste, ni
que le vaya a gustar nunca a una chica, así que, esta incómoda conversación
creo que ha terminado.
CAPÍTULO 42
Lauren's POV18
Algunos días no estaban tan mal; otros eran un auténtico infierno. El recuerdo
de mi madre se mezclaba con la preocupación por mi hermana. La echaba de
menos, las echaba de menos a ambas. Echaba de menos la risa de mi madre,
sus abrazos, el olor a su colonia, cómo olían las sábanas cuando las lavaba, la
salsa sonando por toda la casa cuando mi padre se iba, y ese 'Lolo', como ella
solía llamarme. Sólo ella.
Hoy era uno de esos días en los que prefería quedarme en la cama sin hacer
nada, pero tenía que trabajar. Empezaba a pensar que el señor Cabello me
tenía manía, siempre me miraba de reojo y con mala cara al pasar por la
oficina hacia su despacho, aunque sólo lo hacía una vez al día. Pero me daba
igual, él me había prestado su ayuda, había pagado mis abogados y yo estaba
saldando esa deuda.
–Hey, ¿cómo te fue el día? –Me encogí de hombros, dejando salir un suspiro
entre mis labios.
–Mmh, ese bien no me suena muy 'bien'. –Abrí la puerta del coche y entré,
encogiéndome de hombros. Camila dio la vuelta al coche y se sentó en el
asiento del conductor, poniéndose el cinturón.
–Entiendo, debe ser duro. Estoy segura que donde quiera que esté está muy
orgullosa de ti. –Sonrió mirándome con las manos en el volante. Yo sonreí
también, pero no porque estuviese mejor, sino porque estaba enamorada de
ella.
–Sí. –Respondí removiéndome en el sitio. No abrí los ojos, estaba muy cansada
y la música relajante junto con el leve tarareo de Camila me relajaba un poco.
Seguimos el camino unos minutos más, hasta que paró el coche. Yo abrí los
ojos algo confundida porque había estado a punto de quedarme dormida. Veía
algo borroso y me pasé las manos por los ojos, quitándome el cinturón. Al
mirar por la ventana no reconocí aquél lugar. No sabía dónde estábamos.
–¿Dónde me has traído? –Miré a mi alrededor y era una calle con arbolitos,
césped y un gran edificio. Era muy ancho, no demasiado alto. Tenía una
puerta automática de cristal, dejando ver una centralita.
–¿Cómo? ¿No sabes dónde me has traído? –Pregunté caminando tras ella, que
parecía no escucharme. –No, Camila, ¿dónde vas?
–No. Y ya empieza a agobiarme esto. –Dije con desgana, cruzando los brazos.
–No eres tú, es todo es... –Suspiré echando la cabeza hacia atrás. –Es
complicado. –Era que si perdía a mi hermana me hundiría. Era que quería
hacer algo con mi vida pero no sabía el qué. Era que todo el mundo tenía una
meta y yo no tenía ninguna, y, la única que tenía no podía costeármela.
Había algunas voces en el pasillo, y entonces apareció una mujer con una
sonrisa, parecía que llevaba una bolsa o algo en la mano, pero no lo logré ver
ya que había otro sofá en la sala de espera que lo tapaba. Habló con la chica
del mostrador y luego se giró hacia nosotras.
–¿Estás lista para volver a casa, peque? –La señora le acarició el pelo, y yo me
separé de ella sonriendo.
–¿Se viene a casa? –Pregunté quitándome las lágrimas de los ojos. La mujer
asintió. Fui a levantarme pero Rachel se enganchó a mi cuello.
–¡No! –Gritó Rachel. Camila, que había permanecido en silencio detrás de mí,
y la señora soltaron una risa.
–¿Quieres venirte conmigo? –Me miró con una sonrisa divertida, casi
escondiéndose de mí.
–Ti.
*2
–¿Y viste que estaba mal y decidiste engañarme? ¿Qué clase de novia hace eso?
–Ni siquiera me estaba escuchando, estaba más embobada en Rachel,
sacándole la lengua y dándole besos seguidos en la mejilla. Cuando paró,
Rachel giró su cabeza a todas partes, observando el apartamento. No sabía muy
bien dónde estaba, así que la cogí en brazos de nuevo. –Mira, Rachie, aquí
vamos a vivir tú y yo. –Caminé con Camila hasta su habitación toda pintada
de rosa, como más le gustaba a ella.
–Sí, aquí. –La dejé en el suelo y salió disparada hacia el oso de peluche gigante
que había en una esquina. Era tan pequeña que desapareció en el pelo del oso,
y comenzó a dar pequeños saltitos gritando.7
Camila se quedó conmigo esa noche. Me ayudó a bañar a Rachel, que se llevó
a la bañera un paquete entero de patitos de goma nuevos. Dejaba que le
enjabonásemos la cabeza mientras jugaba, y casi no me podía creer que
hubiese vuelto.
–¿Por qué? ¿Es que le ves algo? ¿Le pasa algo? –Pregunté preocupada mientras
la vestíamos.
–Memo. –Señaló la pantalla mirándome, para decirme que allí estaba Nemo.36
–Claro, es Nemo. ¿Te gusta Nemo? –Le di un poco más de arroz y ella asintió.
–E uta Memo.7
–¿A mí no me das las buenas noches, Rachel? –Rachel puso una mano en el
hombro de Camila, como si quisiese así 'abrazarla' igual que a mí.
*1
Dinah's POV7
Pasé la brocha por el blush, y luego extendí este por mis pómulos mirándome
al espejo. Tenía una sensación extraña, un escalofrío me recorría el cuerpo.
Era como si alguien soplase en mi nuca, y no, no era nada bueno.
Estaba muy desmejorada, mi cara eran ojeras, sólo ojeras. Yo no solía ser muy
delgada, pero ahora sí que lo estaba. Mi pelo no lucía de la misma forma, no
tenía esas ondulaciones, no era despreocupado, revuelto, yo ya no era esa
Dinah, pero ni siquiera con esa sensación, ni siquiera viéndome así de mal
podía admitirlo en aquél momento. Porque estaba tan ciega que ni siquiera
podía verme a mí misma.2
–¿Otra vez estás viendo al tipo ese? –Nela apareció por la puerta del baño,
apoyando su mano en el marco.
–No, no he visto a nadie. –Respondí negando, guardando el blush en mi
bolsito.
No dije nada, sólo asumí la culpa. Llevaba haciendo eso desde que tenía
dieciocho años. Hoy no era fácil ocultarlo todo, y más si venía Nela conmigo.
Conducía serio y en silencio, seguro que era porque yo lo había hecho todo
mal. No debí haberme quejado.7
Llegamos a la cafetería y estaba vacía, pero los vi a todos al final. Desde que
Calum había aparecido en nuestro grupo teníamos la cafetería a nuestra
disposición. No era como cuando Camila trabajaba en la cafetería, ya que eso
era una cadena de una marca, esa cafetería era diferente. Era de la madre de
Calum que, al estar un poco desmejorada de salud la había dejado en sus
manos. Él, junto con sus hermanos, preparaba pasteles, cafés, y aunque aquella
mujer ya no estaba, le daba un toque entrañable.
–¡Dinah! –Camila se levantó de la silla, y corrí hacia ella para abrazarla fuerte.
–¿Dónde te has metido? Te echaba de menos.
–Y yo a ti.
–Qué guapa estás, Dinah, pero ven conmigo, que te falta un poquito de rímel.
–Se levantó de la silla Normani, cogiéndome de la mano.
–Al baño. ¿Es que te parece mal? –Replicó Normani. Él me miró con la
mandíbula apretada, y sin decir nada, se sentó en la mesa.
–Como te vea aparecer con él una vez más, Dinah, te cruzo la cara de un
manotazo. –Aquellas palabras me dolieron. Hicieron que la bofetada de mi
mejilla volviese a florecer. Ella no sabía nada, nadie sabía nada de aquello.
–¿Cómo qué no? Mira, ¿tú te crees que yo soy gilipollas? –Me dio un toque en
el hombro, haciendo que la mirase de nuevo. –¿Te crees que Camila y yo no
nos hemos dado cuenta de cómo miras a Michael? –Me sentí expuesta,
atacada. No sé por qué me dolió aquello. –Vamos, Dinah. Te mueres por él, y
él se muere por ti.
–Normani.
–Norm–
–No, no, no, no... –Salí corriendo por el pasillo y él tiró de mi pelo, tirándome
al suelo. Yo ya no temblaba, mi cuerpo convulsionaba entre llantos. Miré
hacia arriba, y él se alzaba como si fuese un coloso con la correa en la mano. –
Por favor, n-no lo volveré a hacer...
No sé cuánto tiempo pasó, pero abrí los ojos lentamente y estaba en el suelo,
en el regazo de Nela mientras él me abrazaba llorando.
Pero mentía.40
CAPÍTULO 43
Normani's POV13
El suelo del gimnasio estaba temblado, tibio. Quizás por los veintitrés grados
constantes que hacía allí. Pegué las plantas de mis pies delante de mi cuerpo y
me incliné hacia adelante, soltando un hilo de aire entre mis labios.
Necesitaba relajarme, después de lo que pasó hace unos días con Dinah estaba
mal. Mal porque la llamaba y ella no respondía, pero yo quería pedirle perdón.
Lo que hice sólo me hacía sentirme peor persona, quería castigarme a mí
misma cada segundo del día por lo que había hecho, me lo merecía. Me
merecía lo peor, una amiga nunca hace eso.1
Me levanté del suelo y miré el espejo, miré mi cuerpo. Miré mis muslos, los de
Camila eran más bonitos, más delgados. Me gustaría no tener estos
pensamientos de nuevo, estaba mejor, pero lo de Dinah me había dejado
hecha polvo.23
Aquél gimnasio era bastante grande, quizás fuese el mejor de Toronto. Tenía
tres plantas, y una de ellas llena de espejos y barras para ballet. Echaba de
menos bailar, echaba de menos las clases, mis puntas, los recitales... Pero no
echaba de menos esa yo. Ese periodo de tiempo fue como si el infierno viviese
en mí. Ahora estaba estable, sólo tenía estos pensamientos negativos en la
cabeza, pero esos años de mi vida pensaba en que el mundo estaría mejor sin
mí seriamente. Intentaba ser perfecta, intentaba ajustarme a todas, intentaba
ser una persona que yo no era.
—Trabajo aquí. —Llevaba una camiseta de manga corta azul con el logo del
gimnasio. —¿Qué te ocurre?1
—Dinah. Me porté muy mal con ella el otro día, no debería hacerlo. —Sacudí
la cabeza y lo miré con una sonrisa torcida. —Me siento tan mal... —Sollocé
de nuevo, pasándome dos dedos bajo el ojo para limpiarlo. —Siento que todo
lo que hago me lleva a ser todo lo que... Todo lo que era hace unos años.
—No traigo dinero en efectivo para pagarte. —Dije calzándome mis zapatos, y
Calum hizo una mueca extraña.
—¿De verdad crees que te cobraría? —Me agaché para atarme las zapatillas, y
luego me levanté.
—No tienes que hacerlo, tienes clientes con los que ganar dinero. —Calum
suspiró, señalando las escaleras que subían a la primera planta.
—Hay cosas más importantes que el dinero, ¿no crees? —Subía las escaleras de
dos en dos, y yo intentaba seguirle el ritmo.1
—¿Eso es una indirecta? —Mi padre era socio del padre de Camila. Él
producía el pescado, y mi padre era el dueño de una planta de envasados, así
que se asociaron y mi padre le proporcionó el método de envasado. Botes,
latas, al vacío, etc.
—No. ¿Por qué? —Llegamos arriba, yo casi sin aliento aunque lo disimulé
bien. Era verdad, Calum no sabía nada de mí en ese aspecto, y eso decía
mucho de él. Se dedicaba a escucharme, a hacerme sentir bien.
—Digamos que mi padre tiene bastante dinero. —Nos acercamos a las
máquinas y él se puso detrás de la pantalla de control de la cinta para correr,
con los brazos apoyados en esta.2
—Lo intuí al ver tu casa y tu bolso de Chanel. —Me subí a la cinta, y Calum se
alzó un poco para configurar la máquina, que empezó a ponerse en marcha. —
Vas a correr un poco a intensidad media.
—Claro, un poquito más. —Pulsó el botón para subir el ritmo. —¿Y eso te
hace sentir mal? ¿Cómo si fueses una mala amiga?
—Sí. —Calum me miraba serio y asintió. —Una amiga no debería... Hacer eso.
—Reí un poco irónica, corriendo todo lo que podía.2
—Tú hiciste lo que creías mejor para ella, eso no te hace una mala amiga, y
tampoco una mala persona. —Se subió en la máquina y subió el ritmo al
máximo, haciéndome acelerar en ese instante y yo casi no podía más.
—Sí, sí que puedes. Vamos, Normani. —Apreté los ojos y di zancadas más
largas y rápidas, sintiendo que el corazón se me salía del pecho. Bombeaba
fuerte, y el quemazón del pecho subía por la garganta. —¿Crees que Dinah
está enfadada contigo? Por supuesto que no. ¿Sabes por qué? Porque le dijiste
la verdad.
—No puedo más... —Gimoteé casi dejándome llevar, con las piernas flojas.
—Un minuto. ¿La Normani de hace unos años lo habría hecho? —Chasqueó
los dedos en mi cara para que abriese los ojos y negué. —¿Y esta Normani lo
hará? ¿O me vas a defraudar?3
—No. —Respondí negando, levantando las piernas como si llevase atados dos
sacos de piedras en cada una. Ahora me ardían los muslos, el pecho, la
garganta, me dolía la espalda, pero seguí corriendo.
—Diez segundos. Vamos, fuiste fuerte para superar todo aquello, eres fuerte
para superar una pequeña lucha diaria. —Se subió al borde de la máquina,
mirando la pantalla. Él paró la máquina y casi me desparramé en las
agarraderas, con la cabeza entre mis brazos y la respiración agitada. —¿Ves?
Esto no es nada comparado con lo que ya has hecho. Ya te has demostrado que
eres fuerte. —Cuando levanté la cabeza tenía una botella de bebida para
deportistas verdes, y él me la acercó.
—No, pero cuando eres entrenador personal tienes que lidiar con los
problemas personales de tus clientes. Esos son los que los hacen engordar,
tener baja autoestima, en fin. Tengo que sacarles de ahí. —Apreté los labios y
fruncí el ceño, mirándolo.
—Entonces, ¿yo soy una clienta para ti? —Calum se pasó la mano por el pelo,
peinando uno de sus rizos que había saltado como un muelle de su pelo.
—Oye y... ¿Por qué tu madre ya no puede hacerse cargo de la tienda? —Bebí
un poco de café, dejando la taza en la mesa.
—¿Qué le ocurre? Si puedo saberlo. —Él se puso un poco más serio. Apretó los
labios y se encogió de hombros, suspirando.
—Se marea mucho, mmh... A veces cuando está tumbada se ahoga, no puede
ni dar dos pasos sin ahogarse, tose, no tiene hambre... No sé, es todo muy raro.
—Por lo que me había dicho podían ser un millón de cosas.10
—Vale, hagamos una cosa... Camila y yo nos graduamos la semana que viene.
—Él sonrió ampliamente, más por alegrarse de que por lo que iba a decirle. —
Pero entramos directamente al hospital, no tenemos vacaciones.
CAPÍTULO 44
Lauren's POV6
Camila había sacado la nota más alta de Toronto, y yo estaba tan orgullosa de
ella que, al verla subir al escenario a por su diploma de graduada en medicina,
me aguanté las ganas de llorar.
—¿Amila? ¡AMILA! —Rachel se puso de pie en mi regazo y señaló el
escenario donde estaba Camila recibiendo el diploma.
—Shhh, toma. —Le puse el chupete en la boca, y ella estiró su cuerpo hacia
Michael, que la cogió en brazos.
—Están muy guapas, ¿no? —Calum se inclinó para mirarnos a Michael y a mí,
y ambos asentimos. —Demasiado.
Antes que abrazarme a mí, cogió a Rachel en brazos y empezó a darle besos
por la cara.
—¡Soy doctora! —Alzó los brazos, y la besé sin decir nada, pero luego la
abracé. La abracé apretando los ojos con un suspiro, acariciando su espalda.7
—Y ¿sabes qué? —Me separé para mirarla, con las manos en sus mejillas. —
Eres la mejor.11
*2
—¿Y no os vais de viaje de graduación? —Preguntó Calum removiendo su
ensalada con el ceño fruncido. —Mi hermano estudió un grado superior y
hasta ahí tenían un viaje.
—¿Dinah también? —Pregunté con el ceño fruncido, ella apretó los labios y
miró a Nela, negando.
—No... Yo no soy tan buena, así que... —Se humedeció los labios y todos nos
quedamos en silencio. Michael ni siquiera había levantado la cabeza de su
plato en toda la cena, y comía sin hacer ruido.
—Quizás el año que viene puedas venirte a nuestro hospital. Estaría bien. —
Acuñó Normani, y Camila sonrió, asintiendo rápidamente.
—Sería genial tenerte con nosotras en el hospital. ¿Te imaginas lo que serían
los turnos de treinta y ocho horas juntas? —Pasé el brazo tras la silla de
Camila, que se encogió de hombros suspirando.
*2
Michael's POV
Suspiré mirando a Dinah bailar con Nela en la pista. No debí haber venido a
esta cena de graduación, nosotros ni siquiera éramos de aquí. Me dolía verla,
porque él no se la merecía. En realidad, nadie se merecía a Dinah, ni siquiera
yo. No había nadie en la tierra que fuese suficiente bueno para ella, o quizás sí,
pero no, no era yo.7
Nela le dijo algo, serio, y ella sonrió algo forzada, apoyando la mejilla en su
brazo, mirándome directamente. Mostró una sonrisa, apretó el brazo de su
novio con un suspiro, y poco después esta se desvaneció. Tan fugaz como las
pocas veces que sonreía a lo largo del día. Antes no era así, antes... No sé.
—No, no son celos. Sólo... Sé que yo la trataría mejor. —Lo miré y me encogí
de hombros suspirando. Calum y yo miramos a Normani, que estaba en la
barra pidiendo algo de beber.20
—Cal, se te olvida que eres guapo y que tu hombro es como mi cabeza. —Él se
echó a reír, y yo también aunque un poco menos.8
—¿Quieres estar como yo? —Asentí apretando los labios. —Podrías. Todo el
mundo puede.
—Yo no. No tengo un entrenador personal ni esas cosas, son caras. —Calum
alzó las cejas.
—Si vieses lo que cobro... Pero, ¿por qué no te apuntas al gimnasio conmigo?
No sería tu entrenador personal, sería... Tu amigo del gimnasio. —Al principio
pensé que no, pero luego miré a Dinah y miré a Nela. Él ni siquiera la estaba
mirando a ella, se fijaba en cualquier culo que pasase. Dinah se separó y quiso
ir a la barra a por algo, pero él la tomó del brazo tan fuerte que noté la marca
de sus dedos en su piel.
—Está bien. Quizás eso me ayude con mis problemas. —Dije jugando con las
pulseras de madera de mi mano, apretando los labios.
—¿Qué problemas tienes? —Me señalé la cabeza y él asintió sin decir nada
más.
—Claro que no estás loco. Las enfermedades mentales no son estar loco.
Quizás te vendría bien venir conmigo al gimnasio, sí. —Entonces, Normani se
acercó a nosotros, más exactamente se puso delante de Calum.1
*1
Normani's POV
—Está bien chicos. —El doctor Hollis miró su carpeta y suspiró, alzando la
mirada. Camila y yo nos miramos, sonriéndonos mutuamente para darnos
suerte. —Palmer, entrega de resultados. Barker, reanimación. Cabello, a
suturas. Hamilton, tú estarás en la consulta de urgencias. Buena suerte. —Se
giró y su bata ondeaba por el pasillo. Yo suspiré echando la cabeza hacia atrás.
—¿Por qué siempre me toca a mí urgencias? ¿Por qué no puedo tener algo
como, no sé, una maldita extirpación de un quiste? —Camila me dio un
empujón para que empezase a caminar.
—¿Te recuerdo que yo he estado tres meses en urgencias sin rechistar? —
Entramos en el ascensor, y yo, de mala gana y rodando los ojos bufé. —Eso es
lo que quiere Hollis, Mani. Quiere que seamos trabajadoras, que nos
esforcemos y demos el máximo haciendo incluso las cosas más pequeñas. —La
miré durante unos segundos, negando.
—Qué buena cirujana eres ya. —Puse mi mano en su cara y salí del ascensor
en la primera planta.
—¿A ver? —Iluminé la garganta de aquél niño con el ceño fruncido, y palpé la
zona de su garganta con las manos. —Tiene placas, así que le recetaré
antibióticos. —Me senté de nuevo en la mesa del ordenador, y comencé a
escribir la receta, firmándola yo misma. —Que descanse, e intente bajarle la
fiebre con paños. Deje la puerta abierta al salir.1
—Gracias, doctora. —La madre se levantó con su hijo, al que arropó con su
brazo, y miré el nombre en la pantalla para ver quién era el siguiente paciente.
Una señora de unos cincuenta años apareció por la puerta y Calum iba detrás.
Wow, no me la esperaba así. Tenía rasgos asiáticos, el pelo por los hombros y
era bastante bajita. Reparé en sus manos, que a pesar de notarse toscas y ajadas
por los años, parecían finas y delicadas.
—El caso es tengo muchos mareos. Me mareo mucho, una vez me caí y mi
hijo Calum me encontró en la cocina. —Aquella situación debió ser dura para
él. Podría ser una simple anemia, quizás. —Y también me cuesta respirar
cuando estoy tumbada.
—¿La ha visto algún médico antes? Me refiero, ¿ha tomado medicación para
eso antes? ¿Le han hecho análisis? —Jugueteé con el bolígrafo entre mis
manos.
—Mira, yo no tengo un buen seguro médico... Tengo muy poco, así que fui a
mi médico de familia y me mandó unos análisis, pero como todo salió bien ahí
se quedó la cosa. —La señora se encogió de hombros y yo suspiré pasándome
los dedos por la frente.
Cuando eres médico, —ahora podía decirlo propiamente—da igual si eres tan
bueno como Camila o con tanta experiencia como el doctor Hollis, sabes que
algo va mal desde que el paciente entra en la consulta, la cosa es saber qué es,
y eso es lo que nos distinguía a Camila y a mí. Ella acertaba con el diagnostico
de casi todos los pacientes, yo... Prefería estar en silencio, porque cada vez que
hablaba Hollis me decía que no era eso. Pero esta vez era diferente, esta vez
tenía una corazonada de lo que podía ser, y nunca mejor dicho.
—Vale, señora Hood, voy a pedir que le hagan unas pruebas para concretar
exactamente qué es. Ahora mismo en esta consulta no puedo decirle nada. —
Me volví a sentar en la silla, comenzando a escribir en el ordenador.
—Pero mira, mire, doctora. —Puso las manos en la mesa algo agobiada. —Yo
no tengo cómo pagar las pruebas ni nada de eso.
*1
Camila's POV
—Venga, te debo una cerveza por esto. —Se bajó de la camilla y suspiré.
—Llevo ocho horas atendiendo pacientes, no quiero ser borde, así que—
—Tú, fuera. No le debes nada, para eso pagas un seguro médico. —Respondió
Normani, señalándole la puerta. —Camila, Hollis quiere que vengas conmigo.
—¿Qué ocurre? —Caminé con ella fuera de la sala con las manos en la bata.
—Ha venido Calum con su madre, vamos a hacerle algunas pruebas para
averiguar qué le pasa. —Subimos en el ascensor, y ella presionó el botón de la
planta a la que íbamos. —Se marea a menudo, sufre desmayos, y al tumbarla
en la cama ha empezado a ahogarse.
—Hola, ¿tenéis los resultados? —Nos miró a ambas. Parecía tranquilo, pero
tenía ese punto de preocupación en sus ojos que lo atormentaba, y era
completamente normal.
—Oh, no, no. Siguen con ella. Sólo he traído a Camila para que me ayude con
la planta. Un grupo de internos y dos residentes no es mucho, ¿sabes? —Él
sonrió de medio lado, asintiendo. —De todas formas, no te preocupes.
Dejamos a Calum en el pasillo, y corrimos hasta llegar a las camillas que había
en las escaleras de emergencia y nos tumbamos allí con un par de sándwiches
y un zumo de piña.3
—Ugh, llevo ocho horas en urgencias y estoy que me caigo. —Fruncí el ceño
volviendo la cabeza hacia ella.
—Yo llevo ocho horas en suturas, ¿sabes cómo tengo las manos? —Ella soltó
una risa, y yo alcé una ceja mientras bebía del zumo. —Echo de menos a
Lauren. Quiero abrazarla y casi no puedo verla.
—Yo echo de menos a... —Se quedó en silencio y apoyó la espalda en la pared,
encogiéndose de hombros. —No importa.
—A Calum. ¿Por qué no le has dado una oportunidad? Yo creo que ese tipo de
tíos solo existen en los libros. Seguro que sabe dónde está el clítoris. —Me
quedé pensativa mirando el pasillo, volviendo a comer.27
—Sí, ahí llevas razón. Si Keith te dejó fue porque era un puto gilipollas. —
Normani rio tapándose la boca con la mano, y sacudió la cabeza riendo.
—¿Sabes qué es gracioso? —Puso las cejas gachas y me miró. —Que eso hago
yo con Lauren.22
*1
—Llévame a la cama.
—Ojalá, pero no. Suturas. ¿Quieres venir aquí y darme mimos? —Le dije
estirando la mano hacia ella.
—Sólo porque estás cansada. —Dijo con algo de ironía antes de darme un
tierno beso.
CAPÍTULO 45
Normani's POV
—Claro, sin problema. Pero sé cuidadosa. —Rodé los ojos. —Vale, ya me voy.
—Hola, doctora. ¿Todo bien? —La voz de su madre incluso me hacía sentir
mal. Podría decirle sí y no, podría decirle que mañana se iría a casa pero que
nada era seguro aquí.
—Está bien. Gracias doctora. —Asintió Christina, y justo cuando iba a salir
Calum me cogió del brazo, cerrando la puerta de la habitación a la vez.
—¿Podemos hablar?
—Claro. —Él se quedó de brazos cruzados mirando al suelo. Él sabía que algo
iba mal.
—¿Y estaba tu hermano con ella? —Negó, pasándose la mano por el cuello.
—No. Cuando volví ella ya no podía hacerse cargo de la tienda. Me dijo que se
sentía mal, que estaba enferma, pero no sabíamos por qué. Así que mi
hermano se mudó de Vancouver a Toronto para llevar la tienda conmigo. —
Cómo iba a contarle eso a Calum. Cómo iba a decirle tal cosa a él.
*2
Me quité los guantes y los tiré en la papelera, pasándome las manos por la
cara.
Caminé por el pasillo con pasos pesados, casi sentía que el suelo se hundía a mi
paso. Me recogí el pelo de nuevo con una gomilla negra que Camila me había
prestado antes de la operación, y mi coleta estaba enmarañada.
—¿Sabes? Antes pensaba que eras increíble, pero haciendo que mi madre
vuelva a vivir, no sé. —Se pasó las manos por el pelo con una sonrisa. —
¿Cómo voy a compensarte esto? ¿Cómo voy a pagar esto?
—Me... —Me quité el gorro con una risa. —Me quito esto, me ducho y estoy
contigo. Digo, que voy contigo.
Nunca me había duchado en el hospital sin quedarme media hora dormida con
el agua cayendo sobre mí. Pero esa noche estaba sobreexcitada, no sé, acababa
de terminar una cirugía bastante peligrosa y la paciente era la madre del tío
que me gustaba, es decir, el chico.8
Calum estaba en la entrada del hospital con las manos en los bolsillos y una
enorme sonrisa.
—Sí, estás preciosa de doctora, pero ojalá no tenga que verte más así vestida.
—Me colgué la mochila al hombro y caminamos fuera. El verano era
maravilloso, fresco, tibio, templado, perfecto. —Tengo que hablar contigo, por
cierto.
—¿He hecho algo? —Me abrió la puerta de su coche y entré. Calum dio la
vuelta para entrar, y se puso el cinturón.
—No, es sobre cómo voy a pagar esto. Habrá costado como... No sé... 500.000
dólares. —Resopló un poco. Yo no dije nada, sólo lo miré con una sonrisa y la
cabeza apoyada en el respaldo del coche.
—Contraté un seguro de unos 15.000 dólares, pero por unas cosas o por otras
sólo tendrás que pagarme 5.000 dólares. —Paró en un semáforo y se giró hacia
mí. —Mi padre tiene contactos, yo tengo contactos, trabajo en un hospital...
—Sonreí encogiéndome de hombros.4
Fuimos a comprar la pizza, con extra de carne, por supuesto, mi mitad fue sólo
con jamón y queso. La pagó él, me prometió que si iba con él siempre correría
de su cuenta. Y aunque él no dijo nada, fuimos a mi casa. Me sentía bastante
sola, muy sola últimamente.
Las luces azules de la piscina alumbraban todo el jardín, las hamacas, la gran
mesa del fondo, el sofá bajo el toldo, los setos que lo rodeaban...
—¿Te vas a bañar sin bañador? —Él asintió quitándose el pantalón, y bordeó
la piscina para irse a la otra punta. Oh por dios, tenía que dejar de hacer esas
cosas. Era obvio que tenía un culo con el que podría partir nueces, pero de
pensarlo a verlo sólo en bóxer era un paso bastante grande. —¿No te molesta?
—Pregunté bajándome el pantalón.2
Se zambulló en el agua y buceó aquellos veinte metros de longitud sin salir del
agua hasta llegar a mí. Puse una mano en su cabeza para apretarlo, pero él me
rodeó por las piernas y me alzó en el agua, sacudiendo la cabeza.
—No puedo ver, ¿me limpias los ojos? —Dijo abriendo uno levemente, pero
volviendo a cerrarlo al instante. Y entonces, con mis pulgares, retiré el agua de
sus ojos, inclinándome sobre su boca para besarle lentamente.35
Calum siguió el beso, dejándome escurrir entre sus brazos hasta que me pudo
coger de los muslos y rodeé su cintura con las piernas. Me pegó contra la pared
de la piscina sin dejar de besarme, colando su lengua en mi boca lentamente
para que jugase con la mía. Y entonces, el beso se tornó húmedo y lascivo.
Hacía tanto tiempo que nadie me besaba así de intenso que pensé que le
gemiría en la boca, pero no. Mis manos se enredaban en el pelo corto, y justo
cuando quise besarlo de nuevo, él se separó.5
—¿Qué ocurre? —Me tomó de los muslos y me alzó un poco más arriba sin
razón aparente.
—Estoy... —Se quedó a medias en la frase, y tragó saliva. Noté media sonrisa
en sus labios, bajando la mirada a su entrepierna, y luego volvió a mirarme. —
Y no quieres, ¿verdad? —Volví a besarlo bajando mis caderas justo al punto
donde estaban. No, no quería. Lo necesitaba. Me puse de pie en el agua y le
bajé el bóxer un poco.43
*2
—Deberías quitarte de aquí encima. —Me dijo Calum. Estaba sentada sobre su
entrepierna, desnudo, y las manos apoyadas en su abdomen.
—¿Por qué? —Él alzó las cejas y ladeó la cabeza, cogiéndome de las muñecas.
—Oh, ¿es ese el tío que te gustaba? —Me llevé las manos a la cara negando.7
—Qué pasa tío. —Calum levantó una mano para saludarlo, y Gordon se rio
entre dientes.
—Pues mira, sí tengo, pero los pienso gastar todos esta noche. Fuera. —Di un
portazo y me apoyé en la puerta suspirando. Miré a Calum que permanecía
con el cojín en la entrepierna.
—¿De verdad quieres gastarlos todos en una noche? —Me encogí de hombros
quitándome la sábana.2
CAPÍTULO 46
Camila's POV15
Dinah estaba sentada frente a mí, justo al lado de Ally, y Lauren a mi lado,
mientras veíamos entrar por la puerta a Normani. Llevaba un vestido corto
amarillo pastel, y parecía otra. Quizás porque la había visto tanto tiempo sin
maquillar y con el pelo revuelto que casi ni la reconocía.
—¿A ti qué te pasa? Parece que acabas de salir de una clase de spinning. —
Dijo Ally. Normani cogió el vaso de café de Ally, que se quedó mirándola con
el ceño fruncido.
—¿Alguna vez has follado con un entrenador personal, Camilita? Oh, por
supuesto que no.
—Oh por dios, claro que no. —Se rio negando, pasándose la mano por el pelo.
—Él me ha follado a mí. —Mi barbilla casi rozaba el suelo, y apreté el brazo
de Dinah que estaba casi tan impactada como yo.
—Iba a preguntar qué como ha sido, pero el simple hecho de 'me ha follado a
mí', me da una idea. —Apuntó Dinah encogiéndose de hombros.
—Al principio sí, hicimos el amor, blablablá, pero luego la cosa se puso
bastante intensa. Y con intensa me refiero a que nos dieron las cuatro de la
mañana, en diferentes posturas.
—Me lo vas a contar con todo lujo de detalles, ¿verdad? —Ella asintió alzando
las cejas.
Estaba feliz por Normani, demasiado feliz. Sabía que había pasado un tiempo
difícil después de lo de Keith, y que a pesar de lo que dijese ahora y de que
describiese el sexo con él como si fuese algo puntual, pero yo sabía que no. En
el momento en que Calum entró por la puerta y Normani lo vio se le
iluminaron los ojos. Se dieron un corto beso, él nos saludó y luego se dirigió
dónde estaban Lauren y Michael hablando.
—¿Y a Lauren y a ti cómo os va? —Solté un suspiro y me encogí de hombros.
—¿Qué? ¿Qué ha pasado? —Ally se puso algo más seria, torciendo el gesto.2
*1
Dinah's POV
Aquél restaurante era mi favorito, siempre iba allí con Camila cuando aún
estaba en la universidad. Qué tiempos, ahora casi no quedaba nada de aquello,
sólo el restaurante. Estaba vacío, y el encargado escribía algo en el mostrador
de la entrada.
—Señorita, está cerrado. —Miré la caja de pizza que llevaba en mis manos, y
negué rápidamente.
—No, estoy buscando a Michael. —Él entrecerró los ojos y apretó los labios.
—Oh, está a punto de salir. Pasa, y, si vais a utilizar otra vez las mesas, ni se os
ocurra mancharlas. Clifford, sal. —Alzó la voz para llamarlo.3
—Claro, señor. —Me senté en una de las mesas y abrí la caja de pizza
barbacoa, su favorita.
—¿Qué pasa, Gregor? —Llevaba puesta una gorra hacia atrás, unos jeans
ajustados y una camiseta blanca. Me parecía habérsela visto a Calum puesta.
—Estás más delgado. —Le dije. Michael se quedó parado de pie con la maleta
colgada del hombro, y miró la pizza, luego a mí. —Te la debía, ¿recuerdas?
—Está bien, no importa. —Cogí su mano por encima de la mesa con una
pequeña risa. Ojalá todas las faltas de respeto que recibía fuesen como esa. —
Te veo bastante bien.2
—Estoy... Entrenando con Calum por las tardes y, no sé. Intento hacer cosas y
pensar poco. —Solté su mano y dejé que tomase un trozo de pizza y le diese
un mordisco.
—Yo sé que... No estás bien, Dinah. —Confesó dejando caer el trozo de pizza
en el cartón. —También sé que no soy nadie y que... Probablemente me vas a
mandar a la mierda pero... Necesitas dejarlo con él. Antes sonreías, antes, al
menos, salías con nosotros, ahora ya no hay nada. Incluso has perdido peso. —
Nunca pensé que las palabras de Michael pudiesen doler tanto. —¿Yo te....? —
Iba a responder pero él negó. —¿Camila te importa? ¿Tus padres te importan?
Porque ese tío se está cargando a todos los que quieres. —Tragué saliva con los
ojos vidriosos a punto de comenzar a llorar.
—No es tan fácil. —Respondí negando, limpiándome la lágrima que caía por
mi mejilla. —Nadie me entiende, y no espero que tú también lo hagas.5
—Dinah, todo el mundo me toma por un imbécil. Sólo porque permanezco
callado y en silencio mirándote y tengo una depresión que me consume cada
segundo. —Ahora ya no era una lágrima, era un llanto que no podía controlar.
Lloraba en silencio, mirándolo con una mezcla de culpabilidad y tristeza.
Michael estaba mal, y yo lo hacía todo mucho peor. —Y la única cosa que me
hacen plenamente feliz eres tú. ¿Sabes lo que es ver a la persona que quieres
morirse en vida? ¿Ver que ni siquiera es feliz? —Él negó mientras yo lloraba.
—Yo sé que no sientes lo mismo por mí, y que ni siquiera te importo, Dinah.
Pero si te importan Camila, Normani, y tus padres, quién sea, deja a ese tipo.2
*1
Pero la peor parte de todo esto, era que quería estar con Michael y ni siquiera
podía mirarle a los ojos sin avergonzarme de mí misma. Sin sentir que le haría
daño como se lo había estado haciendo hasta ahora. No podía acercarme
porque Nela le pegaba, y yo misma le estaba hiriendo.
—Tráeme otra cerveza. —Movió la lata para mostrarme que estaba vacía.
Asentí con la mirada inmersa en el plato. Fui a la cocina y abrí la nevera, pero
mi mirada se desvió hacia el cuchillo que había encima de la mesa. Quizás
podía matarle, sí. La idea me parecía incluso placentera. La idea de hacerle
pagar por lo que me había hecho desde que tenía diecisiete o dieciocho años
me gustaba. —¿¡Qué coño haces y por qué tardas tanto!? Es una puta cerveza.
Las mujeres ni siquiera sabéis lo que es eso. —Cogí la cerveza de la nevera y
fui al salón, abriendo la lata y poniéndosela en la mano. —Metí la mano en mi
bolsillo del pantalón y saqué el móvil, bajando la mirada. —¿Qué mierda es
esta? —Mis manos temblaban del miedo, tanto que no atinaba a pulsar lo que
quería a la primera, pero tras varios intentos por fin conseguí marcar el
número de Michael. —¡DIME QUÉ MIERDA ES ESTA! —La lata de cerveza
no era de la misma marca que la anterior.
—¿A QUIÉN COÑO LE HABLAS? —Su puño iba hacia mi cara pero lo
esquivé, haciendo que se estampase contra la pared e hiciera un agujero en
ella.
—Michael ven, por favor. —Susurré en voz baja, mientras corría hacia el baño
en busca de algo con qué defenderme, pero no llegué.
Me agarró del brazo tan fuerte y tiró con tanta fuerza de mí que se me
desencajó el hombro y caí al suelo. Grité pero nadie me escuchó. Me cogió del
pelo y me arrastró hasta el salón, y supe que me había arrancado un mechón
abundante que me enseñó como burla.
—¿Cómo puedes hablar con ese, EH? —Me levantó del suelo agarrándome del
cuello y presionándome contra la pared. Me estaba ahogando. Abría la boca
intentando buscar algo de aire, pero no podía. —¡¡TÚ ERES MÍA!! —Me dejó
caer al suelo como si fuese un peso muerto, y la punta de su bota impactó
contra mi estómago. Una, dos, tres, hasta cuatro patadas que me dejaron sin
aire. Tosí, tosí mientras lloraba y buscaba aire para poder respirar. —Te
piensas que eres como las putas de tus amigas. —Me dio una patada en la cara,
dejándome con la cara sangrando. Se fue a la cocina, y entonces supe lo que
iba a hacer. Intenté levantarme del suelo mientras tosía, pero los pasos se
escuchaban de vuelta. —Ni se te ocurra pensar que puedes salir de aquí. —
Dijo acercándose. Escuché ruidos pero no sabía qué eran, golpes suponía. Sus
pasos. Estaba aturdida. —¿QUIÉN TE VA A QUERER SI NO SOY YO? —Y
entonces, me clavó un cuchillo en el brazo. Iba justo a mi costado izquierdo,
pero bajé el brazo a tiempo. Un estruendo sacudió la casa, y vi a Michael tirar
la puerta abajo con un extintor en la mano.23
—Ella misma. —Nela se fue hacia él y antes de que pudiese decir nada le dio
un cabezazo en la nariz, haciendo que sangrase.1
CAPÍTULO 47
Camila's POV22
—¿Tú qué crees que piensan Calum y Lauren cuando acaban de follar con
nosotras? —Me preguntó Normani apoyada en el mostrador, mirándome
mientras leía algunos informes.
—No lo sé. Lauren simplemente me sigue besando hasta que lo hacemos otra
vez. —Cerré la carpeta con el ceño fruncido.
—No piensa nada porque se queda dormida encima de mí. —En ese momento
las dos vimos aparecer a Hollis por el pasillo, y nos hizo un gesto brusco para
que fuésemos con él.
Corrimos hacia el ascensor, y las dos estábamos nerviosas por ver qué nos
depararía aquél turno. Al salir nos tropezamos con los carritos de las
enfermeras donde cogimos un par de guantes, que nos íbamos poniendo a
medida que avanzábamos hacia las camillas que entraban de la ambulancia.
—Una chica de unos veinte años, ha sufrido una paliza a manos de su novio.
Tiene contusiones fuertes en el estómago, el tabique nasal está roto y como ve
le ha dado una puñalada en el brazo. —No sabía qué decir. Estaba
absolutamente petrificada viendo a Dinah allí. Apreté los labios y reprimí las
lágrimas.47
—Yo me quedo con este. —Nela permanecía atado de pies y manos porque
estaba gritando, pero ninguna de las dos le hacíamos caso.
—Normani, piensa como una cirujana. —Le advertí antes de irme. —Por
favor.32
—Mani...
*1
Normani's POV
—No sabes cómo deseaba esto, Nela. —Empezó a gruñir moviendo los brazos
y las piernas, pataleando, pero no podía gritar porque tenía la mandíbula
partida. —Shhh. Nadie te va a oír. —Iba a ponerle relajante muscular para
tenerlo a mi merced, pero no. Quería ver cómo se retorcía ese cabrón en la
camilla. —Voy a ponerte anestesia local, duele un poquito. —Cogí la
jeringuilla y sonreí poniéndome en aquél taburete alto a su altura, pero
entonces, antes de llegar a pincharle, comencé a echar la anestesia sobre sus
ojos, su cara, sonriendo. Él gruñía y yo estaba complacida, pero aún no. —
Vaya, se me ha caído. Era la última jeringuilla, ¿no te parece mala suerte? —
Puse la mano en su nariz y la hice crujir hasta ponerla en su sitio. Él se
retorció apartando las sábanas de la cama, pero yo sonreía. —¿Con un
toquecito y ya estás gritando? Vaya, y tú eres el maltratador. ¿No es una
paradoja? —Le apreté la mandíbula partida, viéndolo llorar de dolor. —Esto, y
todo lo que va a pasar a partir de ahora es por Dinah. Y te juro que si no sale
viva, te mataré. Te mataré y nadie se dará cuenta.96
Adoraba verlo llorar así, casi suplicándome por su vida. Así debió llorarle
Dinah hacía unos minutos, pero él no tuvo compasión, y si Dinah no
sobrevivía, yo tampoco la tendría con él.1
Yo comencé a silbar bajo la sintonía de Kill Bill, viendo sus lágrimas caer. Me
tomaba mi tiempo, empujaba la aguja bien fuerte, lo hacía bruto, y él ni
siquiera podía hablar. Sólo llorar y gruñir, aunque nadie lo escuchaba. Sentía
la aguja atravesar la carne, viva, caliente, gruesa, dolorida, abierta, y me
encantaba. Me encantaba saber que estaba sintiendo cómo la aguja le
resquebrajaba la piel, me encantaba que él supiese que lo estaba haciendo
sufrir. Adoraba verlo llorar, sobre todo cuando mi hilo se quedaba
trastabillado (a posta) y tenía que volverlo a sacarl.73
—¿Piensas que esto es una pesadilla? —Terminé con su ceja cortando el hilo.
—Oh, cariño. —Coloqué su mandíbula encajándola de nuevo con brusquedad,
pero aquello me estaba produciendo placer. —Después de esto si quieres
denúnciame, pero creo que te va a salir más caro que declare contra ti en un
juicio por el que te podrían mandar de por vida a la cárcel. —Vi el miedo en
sus ojos, vi cómo lloraba, pero ni un resquicio de lástima sentí.
—Mereces morir.16
*1
Camila's POV
—Doctor, con el debido respeto, debe hacerme caso. —Él suspiró y asintió,
cogiendo los resultados.
Me faltaba tiempo para llegar al quirófano. Me lavé las manos y los antebrazos
unas tres veces con jabón, y Normani llegó agitada poniéndose la mascarilla.
—Nela le ha pegado tanto que las costillas le han perforado el pulmón. —Me
sequé las manos negando, apretando la mandíbula.11
—Si me dices una palabra más me lo cargo, así que cállate. —Arrancó un trozo
de papel con mala gana.1
Yo no sabía hasta qué punto llegaba mi frialdad hasta que ayudé a operar a
Dinah. No lo sabía. Sabía que tenía madera para ello, pero hasta que no la vi
entubada y con medio pecho abierto no lo supe. Sólo miré su brazo, me centré
en él, no iba a dejar que los nervios me jugasen una mala pasada. Podía tocar
una vena al sacarlo, lo que fuese, pero un error mío podría acabar con su vida.
Normani sostenía las pinzas con el doctor Hollis, mientras yo conseguía sacar
el cuchillo con delicadeza, dejándolo en la bandeja.
—¿Algo dañado?
—Nada, doctor.
*1
Michael's POV
Saber que Dinah estaba bien pero no poder entrar a verla me mataba un poco.
Quería pasarme el día entero con ella y decirle que yo también la quería, pero
no podía. Así que me senté allí, en el pasillo donde entraba la luz del sol, y me
llevé aquél pequeño ukelele que apenas utilizaba porque a mí no me gustaba
ese tipo de música.
Comencé a tocar y a cantar con voz tímida, bajo la mirada incrédula de las
enfermeras que pasaban por allí.
Dinah movió el dedo para indicarme que fuese con ella y me levanté
acercándome a la ventana. Luego miró la puerta y negué.
—En el pasillo había un extintor así que... Me cargué la cerradura y eso. Y...
—Me rasqué la nuca apretando los labios.
—Oye, cuando me dijiste que... Ya sabes que me querías, decías como... Como
amigo, ¿no? —Alcé las cejas al preguntarlo. Dinah cerró los ojos y negó,
sonriendo. —O sea que... Te gusto. —Dinah negó con el ceño fruncido. —
¿Entonces me quieres como a un hermano?11
—Michael, hijo mío, que está enamorada de ti. Que no te enteras. —Entró
Normani dejando la carpeta en la mesa que estaba a los pies de la cama. Miré a
Dinah y asintió con los ojos cerrados mientras reía.31
—¿De mí? ¿Por qué? Q—Quiero decir... —Dinah se reía más, y Normani me
miraba con las manos en la cintura. Me puse nervioso y sacudí la cabeza. —No
puedo con Normani aquí.1
CAPÍTULO 48
Michael's POV10
—¿Cómo está Dinah? Quise ir a verla hoy pero supuse que irían muchos
familiares. —Decía Calum jadeante mientras subía la velocidad de su máquina
y corría.1
—¿Por qué estás nervioso, hombre? —Bajamos de las máquinas y Calum bebía
de su botella mientras yo me secaba el sudor con la toalla.
—Porque soy torpe, tío. No puedo hablarle a una chica, y menos a ella. ¿Qué
pasa si se da cuenta de que no le gusto? —Me senté en una de las máquinas,
cogiendo las agarraderas y comenzando a estirar los brazos a la altura de mi
pecho, levantando el peso que ni siquiera había mirado.1
—Joder, Mike, no puedes hacerlo mal. No le gustas, está enamorada y
cualquier cosa que le digas estará bien. Bueno, no cualquier cosa, pero sé cómo
tú eres. —Se encogió de hombros y solté un quejido levantando de nuevo las
pesas. —¿Sabes que estás levantando sesenta kilos?
—¿Qué? —Miré las pesas y luego lo miré a él. —El caso es que... —Apreté los
labios para seguir levantando. —Soy tímido.
Dinah's POV
—¿Sabéis que si una enfermera se enfada con vosotras estáis muertas, verdad?
—Normani se sentó a mi lado para curarme el brazo, quitándome las gasas que
cubrían los puntos de sutura.
—¿Te imaginas que me importa que una enfermera se enfade estando tú aquí?
—Respondió Camila riéndose, mientras me curaba la herida con cuidado.
—Oh, ¿se lo quieres explicar tú? —Camila abrió los ojos mientras abría un
adhesivo para ponerlo bajo mi pecho. —Le dije explícitamente "Normani,
piensa como una cirujana", ¿y sabes con qué pensó?1
—Mira, verdad, yo no tengo la culpa de que tengas una moral intacta y vayas a
ir al cielo, que tengas ya el chalet al lado del de San Pedro. —Apreté los ojos
moviendo la cabeza sin entender nada.13
—Nada, le atendí sin anestesia. Pero esta es una exagerada, ay pobrecito que
sufrió un poco. —Gruñó Normani cerrando de nuevo mi herida. —Pues él...
—Iba a seguir hablando, pero Camila la miró de tal forma mientras negaba, y
ahí sí se calló. —Se lo merecía. Punto. —Finalizó quitándose los guantes. —
Perdón si te molesta que le cosido la cara sin anestesia.
—No. Gracias. —Susurré apretando los labios. —Me alegro de que no lo hayas
matado...
—Si fuese por mí le habría sacado el poco hipotálamo que tiene con el bisturí.
—Camila le dio un manotazo a Normani.1
—Dios mío, tienes menos sensibilidad que cuando Lauren vio Titanic. —Tuve
que contener la risa ante el comentario de Camila, humedeciéndome los
labios. —Venga, vámonos que está Michael ya fuera.39
—Gracias chicas. —Dije antes de que se fuesen.
—¿Qué has estado haciendo este mes? —Sonreí a la vez que él, que se sentaba
en la silla y dejaba la mochila en el suelo.
—¿Por qué lo dices? —Negué sin saber qué decir. Estaba diferente en todos los
sentidos, pero lo que me gustaba de él no había cambiado. Había mejorado. —
He estado con Calum. Entrenando con él, hablando, incluso fuimos a comprar
y todo.
—Pues estás muy guapo. Y más fuerte. —Señalé la manga en su bíceps, que se
marcaba. —Te sienta bien Calum.1
—Desde hace varios meses estoy con medicación y, tú y Calum... Sí, pero no
quiero hablar de mí. Quiero decir, estoy aquí por ti. ¿Cómo estás hoy? ¿Qué te
han hecho?
—Nada, estoy bien. Normani y Camila han engañado a una enfermera para
poder estar conmigo pero... Estoy bien. —Asentí con media sonrisa en el
rostro.
—Oh, tengo algo para ti. Lo hice yo. —Michael rebuscó en su mochila con el
ceño fruncido hasta que lo encontró. Sacó una pequeña fiambrera con la tapa
amarilla y pude ver algo en su interior. —Son los raviolis que hacemos en el
restaurante. Estos te gustaban, ¿verdad?
—Quería hacerme el interesante, pero sí, fue ella. —Los dos reímos, y sacó dos
platos de plástico, sirviendo raviolis en ambos platos. —Espero que no hayas
cenado.
—Sí pero... Como si no lo hubiese hecho. —Sacó también una lata de refresco
de naranja, que sí, también era mi favorito. —Son iguales que los del
restaurante. —Michael me miró algo aturdido con una risa.
—Porque los del restaurante los hago yo. —Abrió los refrescos y se sentó justo
frente a mí en la cama, mientras yo me incorporaba.
—Cierto. Siento que tengas que verme así, no sé. —Levanté los brazos
lentamente y me recogí el pelo para estar algo más cómoda, y que no se notase
que tenía una calva en mitad de la melena.4
—Pues... No quiero sonar cursi ni nada, pero... Doy las gracias por poder verte
sea como sea.4
Cenamos con el silencio del pasillo del hospital, que sólo se veía interrumpido
por mis risas y nuestras palabras. Era la primera vez que tenía una cena
romántica, sí. Y era en un hospital, conmigo casi destrozada, pero había tan
buena intención por su parte, tantas ganas de hacerme sentir bien, que sabía
que pocas personas podrían tener eso alguna vez en sus vidas.
Me habló de lo que hacía con Calum, de que se iba todas las tardes con él al
gimnasio y mientras tanto hablaban, así no se hacía nada duro entrenar. Él le
contaba cosas sobre Normani y su relación, y Calum le ayudaba con sus
problemas, decía que le escuchaba y aconsejaba. También fueron de compras,
y aunque al principio pensaba que era algo raro, Calum le demostró que dos
chicos también podían ir a comprar, no era algo de 'chicas'. En definitiva, se
complementaban el uno al otro.
—Lauren me dio algo para ti. —Sacó un cuaderno escrito a mano hasta el
final, con algunas hojas sueltas, y otras de colores. —Dice que al no poder
venir a verte porque está liada, quiere que tengas esto.
A ti que estás leyendo esto, quiero que prestes atención. Voy a contarte la
historia de cómo esperar un poco se hizo demasiado tarde.30
Por culpa de ese temor la perdí, ya fue demasiado tarde, y ella estaba siendo
infeliz con otro imbécil que no la trataba ni la mitad de bien que yo lo haría.
No puedes quedarte mirando cómo pasa delante de ti sin hacer nada, sin decir
nada. Da miedo, pero da aún más miedo quedarte solo toda tu vida."9
Aunque el texto seguía, Michael dejó de leer y apretó los labios, suspirando.
Yo no dije nada, me quedé en esa posición con mi cabeza en su pecho porque
estaba cómoda, porque los ojos comenzaban a pesar y, sin quererlo, me quedé
dormida sobre él.
*1
Tres semanas después volví a casa, y casi me parecía mentira. Volví a casa, a
mi casa de verdad, con mis padres. Hacía tanto tiempo que había salido de casa
que me parecían unos diez años, pero habían sido dos o tres. Aún me
acostumbraba a volver a aquella mansión, a tener mi habitación grande y
espaciosa en la segunda planta, a tener jardín, y mirar la piscina desde mi
ventana.
—Dinah, tus amigas han venido a verte. —Entrecerré los ojos levantándome
de la cama y dejando el cuaderno que Lauren me regaló en la mesa.
Bajé y miré la entrada desde la planta de arriba, estaban incluso Ally y Lauren
con su hermana Rachel. También había lo que suponía que eran dos
peluqueras, así que bajé las escaleras rápidamente.
—Lo siento, pero últimamente los turnos en mi hospital son criminales. —Me
llenó las mejillas de besos, y me agaché luego para coger en brazos a Rachel,
que comenzó a reírse y a balbucear cosas que para mí no tenían sentido, pero
dejaba que le besase en las mejillas.2
—Bueno, el caso, esta noche tienes una cita con Michael. —Normani señaló a
las peluqueras y luego les señaló las escaleras.
*2
Michael's POV
—Tío, ¿crees que voy bien? —Me miré un momento y luego lo miré a él, que
asintió con los ojos cerrados.
—Yo te veo guapo. Esos pantalones te quedan bien. —Llevaba unos jeans
azules rotos, aunque diferentes, me gustaban así. Unas zapatillas blancas, una
camisa de cuadros negra sin abrochar y una camiseta blanca debajo.9
—¿Dinah? —La llamé para saber si era ella. Al darse la vuelta, casi ni la
reconocí. Siempre iba sin maquillaje, con un jersey largo y unos vaqueros, o si
llevaba manga corta no enseñaba nada, pero ahora iba como... Como cualquier
chica de su edad. Maquillada, con un vestido corto y unos tacones, las pestañas
largas, los ojos profundos, y la tez más morena. Aunque sin maquillar era
preciosa, maquillada era diferente. Maravillosa.3
—Quiero decir sí... Pero más que eso... —No sabía cómo decirle que no estaba
guapa, estaba maravillosa. Que no había tenido esa reacción sólo por su físico
y lo preciosa que era. —Ahora puedes... Puedes maquillarte y... Y ponerte
estos vestidos y... —Le señalé el pelo sonriendo. —Y tu pelo te queda genial.
—Dinah me abrazó sin más y al separarse me agarró del brazo.
—Vamos a cenar.
—¿Quieres que vayamos a...? —Dijo ella, pero la agarré de la mano fuerte para
que parase en ese mismo momento de caminar.
—Te quiero. —La besé cogiéndola de las mejillas, sin saber cómo, pero los
miedos e inseguridades se esfumaron en el mismo momento en que toqué sus
mejillas para besarla. Era suave, húmedo, tierno. Era agradable y cálido, y más
aún cuando su lengua chocó con la mía levemente. —Perdón por haber
tardado tanto, pero... —Susurré al separarme, bajando las manos a su cintura.
—Ha sido mi primer beso y, estaba muy nervioso...32
—¿Me estás diciendo que he sido tu primer beso? —Asentí escondiendo media
sonrisa tímida. Entonces, Dinah volvió a besarme pasando sus brazos por mi
cuello, tomando mi boca como si fuese suya, más contundente, más segura,
dándome una base firme de seguridad en mí mismo. —Qué suerte ser también
el segundo.
—Estuvo jugando todo el día, y no quiere parar. —Camila asintió y vino hacia
mí, dándome un simple beso en los labios. —Pero las niñas buenas se van a
dormir. —Me incliné sobre ella, que giró la cabeza rápidamente hacia otro
lado, con sus bracitos rodeando el cuello de Camila.
—¿Qué ocurre? —Puso una mano en mi brazo, y apreté los ojos negando.
—Que te echo de menos. Todos los días. —Camila vino a abrazarme, pero me
aparté negando. —No sabía que iba a ser tan complicado.
—Sí. Es lo mejor para las dos. —Camila tenía los ojos llorosos, justo como yo.
—Te quiero, y sigo enamorada de ti. Pero al final nos acabaremos haciendo
daño las dos.146
—Ya nos hemos hecho daño, Lauren. —Susurró entre lágrimas, cogiendo su
bolso y desapareciendo de mi piso.29
*1
Camila's POV
—Sé por qué lo hizo. —Dinah se sentó a mi lado en el sofá, pasando su brazo
por mis hombros. —Quiere que encuentres a alguien que te haga sentir bien
en esos momentos que tienes y no tengas que estar preocupada por ella o por
Rachel.
—Pero es que yo soy feliz con ella y con Rachel. Sólo necesito cinco minutos
para nosotras.
*1
—Listo. Si te duele tómate un ibuprofeno cada ocho horas. —Me quité los
guantes mientras el chico se bajaba la camiseta.10
—Por ser una mujer no soy enfermera. —Tiré los guantes a la papelera,
caminando fuera de la sala de urgencias.
—Camila. Camila, por favor. —Me giré al escuchar la voz de Lauren. Llevaba
a su hermana en brazos con cara de preocupación.
—Necesito que salgas, pediré que le hagan pruebas. —El rostro de Lauren
estaba pálido, pero yo no podía contener a la pequeña Rachel, que comenzaba
a vomitar de nuevo. —¡Vete, por favor! —Señalé a las enfermeras para que
hiciesen que saliera.
—Sólo será un virus. Déjala en observación. —Se quitó los guantes e hizo
ademán de irse por la puerta.1
—¡No! ¡Hay que hacerle pruebas! ¿Cómo vas a decir que es un simple virus
cuando está sangrando? —Vi cómo las enfermeras sostenían un cubo donde
Rachel vomitaba y la sujetaban, y la sangre iba a más. —Mira, me importa una
mierda quién seas, esas pruebas hay que hacerlas.
—¿Ah sí? Pues espera a que te echen del hospital. —Abrí las puertas para que
llevasen a Rachel en la camilla e hice un gesto con la cabeza para que
entrasen.1
—Si me echan por haber salvado una vida, tan mala doctora no seré.1
*2
—¿Qué? —Preguntó sin más, mirándome directamente a los ojos. Era duro
decirle aquello a una persona a la que la vida había tratado como a un pobre
perro abandonado.
—¿Necesita diálisis? —Me encantaría decirle que sí, y que podría curarse y
seguir, pero negué agachando la cabeza.
—¿Harías eso por mí? —Negué poniéndome de pie, metiendo mis manos en la
bata.
—Ya te dije que quiero mucho a tu hermana, pero no me creíste. —Tomé una
bocanada de aire al darme cuenta de que Lauren ya no estaba conmigo de
verdad. —Tenemos que hacerte las pruebas ya, no podemos perder mucho
tiempo más.1
*2
—Yo creía que la estaba haciendo feliz. —Abrí el cartón de zumo muy
lentamente con los dedos.
—Cariño, en la vida no todo es amor, y menos para Lauren. —Se llevó otro
bocado a la boca de su sándwich. —No quiero ofenderte, pero, ¿has tenido
algún problema en tu adolescencia o algo? —Negué. —Entonces sólo necesitas
amor para ser feliz, porque lo tienes todo. Lauren... Lauren necesitaría que su
madre estuviese viva, que su padre no fuese su padre, necesitaría entrar a la
universidad, que su hermana estuviese bien y te necesitaría a ti. Tú eres sólo
una parte de ella.5
—No es por mí. Es porque lo único que puedo hacer por ella es intentar que su
hermana esté bien y ni siquiera eso puedo garantizarle.
CAPÍTULO 50
Camila's POV
—¡Buenas noticias! —Gritó Normani alzando los brazos con una sonrisa. —
Las pruebas dicen que Lauren es compatible.20
—Uf. —Lauren soltó un suspiro con la mano en el pecho, cerrando los ojos,
con alivio.
—Quiero que seas sincera conmigo, al cien por cien. —Tragó saliva. —¿Tiene
mucho riesgo esta operación para Rachel? —Negué lentamente, poniendo una
mano sobre la de ella.
—No. —Lauren asintió, pero su cara de preocupación no cesó.
—Claro, claro que estaré. —Me incliné y besé su mejilla, separándome luego.
—Aunque yo en realidad no soy la que opera.
—Buenas noches.
—Hola, bichito. —Me senté a su lado en la cama y la cogí de las manitas, pero
las retiró con un puchero. —¿Qué pasa? Soy Camila.9
—Sí.
—Son hijas de la misma madre y del mismo padre. —Dije casi sin voz. —
¿Sabes lo que significa eso? —No contestó, intentando descifrar lo que yo
quería decir. —Que su madre no está muerta. —Hizo una mueca sin entender
nada. —Si Rachel tiene dos años y su madre se fue de casa hace 7, y murió
poco después, ¿cómo son hijas de la misma madre? ¿Cómo existe Rachel?91
*2
—Oye, ¿no tienes una foto de Clara? Seguro que Lauren tiene una en su
cartera. —Sonreí con malicia, y ella negó apretando los ojos. —Oh, no, no...
—Camila...
—¿Vas a seguir buscando conmigo o vas a decirme que es verdad? —Fui de
nuevo a Facebook y volví a buscar a Clara Jauregui ya con la foto.
—Suerte.
Salí y caminé por el pasillo vacío, solo, donde el eco de mis pasos resonaba
hasta el final. Marqué el número y tomé aire llevándomelo a la oreja.
—¿Dígame? —Respondió ella. Su voz era dulce. Más dulce de lo que Lauren
me había contado. Me la imaginaba sosteniendo a Lauren en brazos y
hablándole así y me partía el alma.
—En nada, de hecho, quería ayudarla yo. —Caminé nerviosa arriba y abajo,
apretando mis dedos entre ellos. —No quiero que esto le suene raro, pero...
¿Usted tiene tres hijos? —Me aventuré a decir. Clara se quedó en silencio,
balbuceando.
—Vale... ¿Dos de ellas se llaman Lauren y Rachel? —La voz de Clara cada vez
se iba quebrando más a medida que yo hablaba.
—¿Creían que estaba muerta? —Me senté en uno de los bancos del pasillo
apoyando la cabeza en mi mano.
*1
*1
—Sí. Me dejaron coser a Lauren así que le quedará una cicatriz bien bonita. —
Reí poniendo los pies en el suelo, chocando la mano que Michael había
levantado. Entonces, vi cómo por el pasillo llegaban dos personas. Clara
Jauregui y su marido.12
Ella llevaba unos jeans y unos botines altos con una blusa blanca con un bolso
en la mano, aunque su cara de preocupación era abismal.
—Muchas gracias, gracias por todo, gracias por encontrarnos. —Me abrazó
con fuerza, como si yo fuese su hija, pero lo respondí de igual manera. —
Llevábamos mucho tiempo buscándolas por todo Canadá, incluso por Estados
Unidos, pero parecía que se las había tragado la tierra.
—Sí, claro.
Lauren estaba en la habitación algo confusa, adormilada, removía los labios
como si tuviese la boca pastosa, y al verme entrar sonrió.
—Tengo que contarte algo. —Abrió un poco para mirarme y rio, negando.
—Cuando creo que mi vida puede mejorar, siempre llega algo que me hunde...
—Apretó los ojos por las molestias. —¿A quién le han detectado cáncer? ¿A
Rachel o a mí? —Solté una carcajada negando.41
—No, aunque no te lo creas, esto es... Esto es increíble. —Tomé su mano entre
las mías, acariciándola lentamente. —Ayer Normani se dio cuenta de que los
Haplotipos de tu hermana y tuyos son iguales, compartís los dos. —Lauren
apretó los ojos y sacudió la cabeza.
—En cristiano.30
*1
Lauren's POV
Cuando me abrazó, olí a ella. Olí a infancia, olí a las sábanas limpias, a las
noches que dormía conmigo porque mi padre era un imbécil. Mi madre olía a
todo lo bueno que había en mi vida, y entonces, empecé a llorar sin consuelo.
Estaba entre sus brazos, estaba a salvo. Ya nadie podía hacerme daño, ya no
podía pasarlo mal. La tenía a ella y eso era todo lo que había querido en la
vida.39
—No, no, túmbate, tienes que tumbarte. —Negué sin despegarme de ella, por
mucho que me doliese, yo sólo quería abrazarla.
—Tengo que contarte muchas cosas. —Me dio un beso en la frente y acarició
mis mejillas. —Llevo tanto tiempo buscándote que ni te lo imaginas.
—Necesito saber por qué te fuiste. —Me limpié las lágrimas yo misma.
—¿Eres mi padre? —Le pregunté a Mike, y asintió con una sonrisa, empañada
por las lágrimas que caían de sus ojos por sus mejillas.61
CAPÍTULO 51
Camila's POV12
Lauren's POV
—Siento no haber estado ahí para vosotras, pero yo no sabía nada. No sabía
esto hasta que nos reencontramos y me lo contó. Habría hecho cualquier cosa
por vosotras. —Comentó Mike. Sus manos eran bastante grandes, y quizás, en
su forma de ser, me veía parecida. En la humildad, en cómo se arrepentía de
cosas de las que ni él mismo tenía la culpa.6
—¿Dónde?
—¿Se puede? —La voz de mi madre sonó tras esos tres toques en la puerta y
sonreí al verla.
—Me ha dicho Mike que vais a alquilar una casa aquí. —Mi madre se sentó a
su lado, cruzándose de piernas. —Viviréis muy bien allí. —Mi madre torció el
gesto, sentándose a mi lado.
—¿No quieres vivir con nosotros? —Me acarició la mejilla y asentí con una
enorme sonrisa. —¿Entonces por qué no te incluyes? Viviremos en el centro,
así podrás seguir quedando con tus amigos y yendo a la universidad.
—¿Y qué quieres estudiar? —Por primera vez en mi vida me habían hecho esa
pregunta y me veía con posibilidades de entrar en la universidad.5
—Bueno, Mike y yo tenemos que prepararlo todo para cuando salgáis del
hospital. Después de comer vendré de nuevo a veros.
Se fueron, y casi tuve miedo de que lo hiciesen por si era un sueño, o por si se
arrepentían y se iban. Pero no tuve tiempo de pensar en eso, porque Camila
llegó a la habitación.
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ANTES DE LEER LA DESCRIPCIÓN, DIRÉ QUE ESTA ES UNA HISTORIA BASTANTE CLICHÉ.
ADVERTENCIA: AQUÍ JUNGKOOK NO LA CAGA COMO SIEMPRE, SOLO A VECES XD, PERO
EL QUE ES UN TONTO ES JIMIN-SHI.
SI ESTÁIS DISPUESTO A SEGUIR LEYENDO, ERES BIENVENIDX ❤️
[Malos comentarios son eliminados, no vengas a provocar mi mal humor que pocas veces tengo]
«Jeon JungKook es el chico más mujeriego, estúpido, popular y guapo de la escuela.
Park JiMin es el chico más antisocial, nerd, de bajo perfil y extraño de la escuela.
Que ellos congeniaran sería como mezclar agua con aceite. Si ellos se hablaran sería que el tornado
conociera el volcán. Y que ellos estuvieran juntos sería simplemente imposible.
¿Pero qué pasará cuando JiMin se vaya a vivir con el chico más deseado entre las chicas? ¿Qué pasará
cuando JungKook tenga que compartir casa con un nerd antisocial? ¿Qué pasará cuando ellos tengan
que aprender a vivir... juntos?»
_________________________________
La primera temporada consta de 38 capítulos + Epilogo.
Aquí mismo agregue la Segunda temporada para una lectura mas fácil y rápida.
La segunda temporada se llama VOLANDO ALTO.
---------------------------------------------------------
"Highest Rank"
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#2, #57 & #58 - YAOI.
#1, #3 & #5 - ADAPTACIÓN.
#1 & #26 - GAY.
#102 & 111 - BTS.
#3 ¡FANFIC!
¡¡#1 & #2 en KOOKMIN!!
_________________________________________
Esta historia es una adaptación al KookMin, no es mía.
La historia es hermosa por eso pedí adaptarla.
Es de Fan para Fan.
PORTADA hecha por mi amiga Tyff :3 Gracias linda
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Todos los derechos reservados a la autora del escrito : MyOnlyWay
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Por polaroidslauren
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Lauren trabaja en el muelle descargando pescado de los barcos hasta la pequeña lonja de Gloucester.
Camila es la animadora jefa del instituto y la niña consentida de papá.
Lauren se mantiene en silencio mientras escucha a Camila.
Camila insulta a Lauren porque la odia, o al menos eso cree.
Lauren está enamorada de Camila hasta la médula.
©polaroidslauren
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TaeHyung le gusta desfilar en su cuarto toda la lencería que secretamente guarda en sus cajones, Con
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¿Pero que pasará cuando las miradas no sean suficientes?
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Inspirado en un fragmento Larry que no tenía nombre, si alguien sabe cual es, háganlo saber.
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#13 en BTS 11 de junio/2018
#2 en YaoiFanfic (entre más de 1000 historias)!02/08/18
#7 en Vhope ( entre más de 1000 historias)!02/08/18
#2 en HopeV (entre más de 1000 historias)!02/08/18
#1 en YaoiFanfic 21/08/18
Experimento 3B (CAMREN)
Por Teenage_Alien
69.6K 4.3K
El tiempo debío pasar ,agua contra fuego ,luna contra sol, la historia de dos chicas que se "querían" o
al menos así estaba escrito pero por una razón debían estar separadas, unirse costará y cuando lo
hagan tratarán de separarlas nuevamente, porque dos personas que se aman no pueden estar juntas,
porque así está escrito, porque así es la vida o bueno lo que queda de ella.
(27/12/2015)
cielos de ceniza; camren
Por polaroidslauren
396K 32.1K
Estados Unidos ya no existe. Ahora, el pueblo de la Reserva tiene que ingeniárselas como puede para
seguir adelante entre la pobreza y la hambruna. ¿Hay algún escape para poder sobrevivir? ¿Queda un
resquicio de cielo entre las cenizas?
Highest rank #47 in fanfic
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—Podría tener todo el cuerpo en carne viva y te diría que bien. —Busqué su
mano y la cogí, apretándola un poco. —No debí haber cortado contigo. No por
lo que has hecho por mí, sino... Porque te necesito conmigo. —Suspiré,
negando. —¿Puedo retractarme de romper contigo?48
—Sí, sí que puedes. Es más, deberías. —Me señaló con el dedo y las cejas
alzadas.1
—Me retracto.6
*2
—¿Api? —Señaló a Mike con el ceño fruncido mientras bajábamos del coche.3
—Sí, ese es papi. —Le dijo mi madre. Era raro. Porque para mi hermana sí era
su padre, pero para mí... Era un extraño, un extraño que era mi padre.
Subí con cuidado, ya que no podía andar muy rápido con los puntos en el
costado. Abrí la puerta lentamente, y casi me echo a llorar. Había una
estantería entera de libros, de arriba abajo en la pared, ordenados por colores.
—No sabía lo que te gustaba, así que le dije al dependiente de la tienda que me
diera de todos los géneros. —Dijo Mike a mi espalda, encogiéndose de
hombros. —Camila nos dio tu portátil, dice que apenas lo has usado.
Me acerqué a la mesa y miré aquél Mac casi nuevo, color metálico, y lo abrí
lentamente. No había tenido tiempo de usarlo, ni tampoco ganas. Todas mis
historias estaban perdidas en servilletas de papel, libretas de instituto o en mi
pensamiento. Difuminadas y opacadas por todos mis problemas.
—Siento no haber estado. Siento todo esto. —Su voz dulce me entristecía, me
hacía recordar todos los años que había pasado sin ella. Todo el sufrimiento
que había tenido que tragar porque aquél hijo de puta quiso.
—No es tu culpa, mamá. —Me acarició la espalda, mientras las dos mirábamos
la puesta de sol por la ventana del edificio. —Ahora todo está bien.6
*1
La luz del sol entraba por la ventana, a la vez que el olor a café y tostadas.
Recordé el día que soñé con esto mismo, pero no, esto no era un sueño. Este
olor a café no lo era. Abrí los ojos y vi a mi madre poniendo la bandeja en la
mesita de noche.5
—Lo siento, no quería despertarte, cielo. —Me acarició la mejilla con ternura
y se sentó al borde de la cama. —¿Cómo has dormido? Espero que te guste este
colchón.
—Te hice café, espero que te siga gustando. También unas tostadas con
mantequilla y mermelada y otras con jamón. Y un poco de fruta, necesitas
comer. —Besó mi frente y ladeó la cabeza. —Camila dice que vendrá para
curaros a ti y a Rachel, así no tenéis que ir al hospital.
—Sí, mucho. Le gustaría que le llamases papá, pero por desgracia ya no puede
serlo. —Me ayudó a incorporarme un poco, estaba bastante dolorida después
de aquella noche.
—Lo sé. No me puedo creer que Mike haya comprado todos esos libros para
mí. Es la primera vez que me leo un libro en mucho tiempo y mira. —Estiré la
mano y lo cogí. —La Catedral del Mar. Seiscientas páginas y voy por la
mitad.16
—No sabes lo feliz que me hace oírte decir eso. —Abrió el botiquín y lo dejó
en la cama, dándome la vuelta. —¿Te levantas la camiseta?
Camila me curó la herida, que sólo con mirarla daba miedo. Me dijo que me
había cosido ella, y a mi hermana Normani, así que me dejaba más tranquila.
*1
Un mes después
Corrí por la playa hasta llegar a las toallas donde Camila, Dinah, Calum,
Normani y Michael estaban tumbados con la respiración agitada, moviendo el
sobre en la mano.
—¿Qué? ¡ESO ES GENIAL! —Camila saltó hacia mí, después Dinah, Michael,
Normani y Calum con una cerveza en la mano.
—¡TENEMOS UNA UNIVERSITARIA! —Gritó Michael, abrazándome fuerte.
—Sabía que eras el futuro hasta de mi familia.29
—Qué idiota eres, habló el que trabaja para el tipo de Masterchef. —Arrugó la
nariz y sacudió la cabeza.
*1
Camila's POV
ÚLTIMO CAPÍTULO
Lauren's POV49
Si me dijesen hace un año y medio que ahora estaría tumbada en una playa de
México, probablemente no me lo creería. Tampoco me creería a la chica que
tenía a mi lado, o que tenía amigos, o quizás, tampoco me creería no estar
pasando frío.
—¿Habláis de mí? —Dinah se giró con el ceño fruncido, y dio una patada al
agua para lanzárnosla.
—Esto es un novio lapa. —Era más bruto que Michael que simplemente
agarró de la cintura a Dinah con cuidado.
—¿Os dais cuenta de lo que significa este momento? —Comentó Michael. Nos
miramos entre nosotros, sin saber qué quería decir. —Todos hemos superado
algo este año. Calum la enfermedad de su madre, Normani volvía a tener
ansiedad y malos pensamientos, Dinah malos tratos, yo una depresión, y
Lauren... —Se quedó en silencio mirándome. —Tú has superado demasiadas
cosas que no sé por dónde empezar.
—Muy bien. Dimos literatura española del siglo de oro. Alucinante. —Rachel,
que estaba en el salón jugando, corrió hacia mí con su muñeca en la mano. —
Oh no, ¿quieres que juegue contigo otra vez?
—Ti, tiene que juga. —Se agarró a mi mano y fruncí el ceño, sintiendo cómo
tiraba de ella. —Vamooo.9
—¿Eso era una amenaza? —Me levanté del suelo y escuché la risa de mi
madre, que asintió para darme la razón.
—A ver, a qué quieres jugar. —Sacó una caja de maquillaje y la abrió con
aquellas diminutas manitas. —No. —En menos de un segundo, tenía el
pintalabios en mis labios, mientras ella sonreía con el chupete en la boca. —
Yo no te di un riñón para esto. —Le dije sintiendo cómo apretaba el
pintalabios y se salía de la curva.66
—Mu bapa. —Cambió de utensilio y cogió una brocha que esparcía sombra de
ojos por toda mi cara. —Má bapa.11
—Te libras hoy, enana. Mañana sí que te mato. —La dejé en el suelo y ella
salió corriendo entre risas, enganchándose a la pierna de mi padre, que venía
hacia la cocina.2
—Bueno, ¿alguna vez has escuchado a algún artista cantar mal en directo o
pensar que no tiene una gran voz como para ser cantante? —Asentí. Una de
mis cantantes favoritas no tenía una de las mejores voces en directo. —¿Y por
qué crees que ha llegado hasta ahí?35
—También, pero por lo que trasmiten. Puede no cantar como los ángeles, pero
si sus letras son buenas y llegan al público, es mucho mejor que tener una
buena voz. —No me quedaba claro el concepto relacionado conmigo, y él lo
supo. —Puedes no tener unas frases poéticas, herramientas literarias, pero, si
el contenido y el mensaje que quieres dar es bueno y trabajas en ello... —Se
encogió de hombros. —El mundo es tuyo.22
*1
Me levanté de la cama y miré la bahía, miré aquél lago que se antojaba oscuro
y eterno, del que muchas veces quise escapar pero nunca pude. Miré los
edificios, aquella luz azul que nos envolvía y embriagaba, esa que me hizo
quedarme 'un poquito más' en Toronto.
Todo daba vueltas en mi cabeza, ¿qué debía hacer? Mi sueño siempre había
sido ir a la universidad para formarme, pero, ¿formarme para qué? Esa era la
pregunta del millón.13
Para qué quería formarme. Lo único que yo había querido todo este tiempo es
que alguien leyese mis historias, pero nunca nadie lo había hecho. Camila
recogía mis servilletas y las guardaba, decía que le servían de inspiración, y las
tenía puestas en su taquilla del hospital.
Desde que llegó mi madre a finales de mayo, había estado escribiendo sin
parar cuando tenía tiempo. Ahora, podía estar a solas en mi habitación
conmigo misma, sin preocuparme de nadie más. Ahora mi corazón no tenía
presión, lo único que quedaba era pena y resquemor por un pasado que me
había hundido durante mucho tiempo, y necesitaba deshacerme de él. Así que
empecé a escribir mi historia.
Abrí el portátil y miré el archivo con aquellas 565 páginas en Word, que
contaba mi historia desde el "volveré, te lo prometo", hasta el "has vuelto".
Contaba todas las noches que pasé en esas calles bajo la luz del skyline, aquella
luz azul que ahora yo contemplaba desde arriba, y no entre las callejuelas
como una rata sucia. Contaba todas las penurias, todas y cada una de ellas, bajo
la luz de las noches de Toronto.4
Por fin tuve el título para aquella novela. Lo escribí, y cerré el portátil con una
débil sonrisa de felicidad, sintiéndome realizada, completa, y vacía de malos
recuerdos. Así nació mi primer libro3
Blue Nighttimes.
EPÍLOGO
Lauren's POV19
—¿Qué tal el hospital hoy? —Le pregunté a Camila, que se tumbó en el sofá
poniéndome las piernas encima.
—Ahí va. —En realidad llevaba meses atascada. Había escrito tanto, que mi
mente se estaba quedando vacía de ideas. Me eché una copa de Martini y le di
un pequeño sorbo, mirando la tele. —Van a quitar literatura universal en los
institutos.
—¿Sobre qué? —Repetí yo con el ceño fruncido. —No creo que mi editorial
quiera que escriba sobre niños rebelándose contra el sistema educativo. —Se
levantó del sofá y caminó hacia la habitación.
—Vaya, qué buena trama. ¿Así de rápido es? —Solté una risa.
—Cuando tengo inspiración sí. —La abracé por la espalda, colocando mis
manos en su vientre, algo abultado.76
Mike y Clara se mudaron a las afueras después de que Lauren se mudase con
Camila. Rachel fue creciendo al lado de su hermana Lauren, y cuando se mudó
a la montaña ella se quedó algo desamparada aunque sólo tuviese diez años.
Entonces, Lauren se la llevaba con ella a Blue Mountain y la llevaba a clases de
esquí, incluso jugaba con ella y Laila. Para Camila, Rachel era como otra hija
más cuando estaba en su casa. Tenía a dos pequeñas revoloteando, y eso le
encantaba.
Por su parte, Michael y Dinah tuvieron problemas para tener hijos, no fueron
tan rápidos como Ally y Troy o Lauren y Camila. Cuando Laila ya tenía dos
años, nació su hija Tiffany. Dinah entró en el hospital en septiembre del
mismo año en el que Camila y Normani entraron. Al irse Camila, ella tomó el
sitio de cirujana jefa en el hospital.