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Mi mejor medicina.

(CAMREN)
by Sidwaay

Camila Cabello ha vuelto a Miami luego de pasar 3 años trabajando como pediatra
con Médicos sin fronteras. En su retorno conocerá a Lauren Jauregui, una cirujano
plástico la cual detesta a los pediatras. Ambas esconden secretos que marcan sus
vidas... Pero lo que ambas no saben es que algo llamado amor les cambiará para
siempre.

Historia original, escrita por Sidwaay.


Queda prohibida la adaptación.
Todos los derechos reservados.

Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=piFrNsVxAg8 ; creado por


@NicoleRamos005 Muchas gracias !
Prólogo.

- No pienses que me quedaré más de lo necesario Nathan. –


Murmuró la ojiverde girando lentamente el vaso de whisky que tenía entre sus dedos.
- Lo sé Lauren... De todos modos, sería bueno buscar algunos
clientes... – Sonrió de lado el pelirrojo de ojos marrones.
Lauren detalló a su mejor amigo que vestía aquel elegante traje Gucci
gris, camisa blanca y corbata delgada color cereza, además el pelirrojo llevaba el
cabello engominado hacia el lado izquierdo, y en su rostro una barba de pocos días
que sólo había remarcado aquella noche para la cena de aniversario de una de las
clínicas privadas más prestigiosas de Miami.
- De todos modos, si yo fuera tú, no bebería tanto, recuerda que
mañana tenemos consultas. – Murmuró Nathan haciendo sonar sus costosos zapatos
contra el piso de madera del lugar.
- Por supuesto, nada más prometedor que una mañana de
sábado escuchando a todas las mujeres de ésta ciudad deseando una liposucción, una
mamoplastía o una rinoplastía.
Sus ojos brillaron al recordar la elegante consulta que tenía junto a
Nathan, su socio dentro del mundo de la cirugía plástica. Había conocido al pelirrojo
durante su especialización de cirugía en la Yale University, y luego al finalizar juntos
habían decido que Miami sería el mejor lugar para comenzar un próspero negocio.
- Damon Meder ha sido muy astuto ésta vez, creo que ha
concentrado a toda la población posible de médicos y cirujanos de la ciudad en un
sólo lugar. – Dijo el pelirrojo luego de analizar detalladamente el lugar.
- Él es un hombre que sabe de negocios Nathan, aún me
asombra que un hijo de puta obsesionado con el dinero como Meder haya soportado
lo exigente de la facultad de medicina sólo por el dinero que ganaría, aunque ahora
lleve años sin ejercer. Construir una de las mejores clínicas privadas en Miami ha sido
lo mejor que le pudo pasar en la vida.
Nathan lanzó una sonora risa mientras miraba con agrado a su mejor
amiga.
- Si él tan sólo supiera que...
- ¿Qué tal las cosas con Cynthia? – Interrumpió drásticamente
la cirujana.
- Nada nuevo, está encaprichada en que quiere algo serio... Y
yo no soy un hombre el que quiera casarse para darle una casa y una familia.
Los ojos color esmeralda se apartaron del rostro de su amigo para
volver a ver la gran cantidad de personas que se reunían en aquel lugar. Había
grupos que tenían una esmerada conversación, algunas parejas ajenas a todos
besándose o riendo, mientras ella seguía en la barra con su socio.
- Yo sólo no quiero que pierdas otro carro por culpa de ésas
mujeres con las cuales tienes sexo.
El pelirrojo hizo una mueca frente a Lauren, la cual se recordó de
aquel viernes por la noche cuando al salir de la consulta encontró a su mejor amigo
llevándose las manos a la cabeza luego de ver cómo una de sus antiguas conquistas
había rasgado cada uno de los 4 neumáticos del BMW z4 estoril último modelo que
había comprado Nathan.
Fue a mencionar algo cuando observó que el Dr. Damon Meder se
acercaba a ellos, el hombre imponía con la altura que tenía, Lauren odiaba su
irregular nariz prominente y la sonrisa que tenía con unos dientes blanqueados en
exceso por algún odontólogo de Miami.
- Un gusto tener a los mejores cirujanos plásticos de la ciudad
aquí, es un honor realmente... Gracias por venir. – Extendió la mano en saludo de
forma alternada.

- Igualmente Dr. Meder. – Dijo sonriendo falsamente Nathan.


- Un lugar estupendo. – Contempló Lauren mientras con su vaso
de whisky hacia un gesto.
Damon Meder le sonrió para luego detallar su cuerpo bajo el vestido
color negro de diseñador que estaba usando aquella noche, sintió nauseas al ver
cómo el hombre devoraba sus piernas con sólo los ojos.
- Si me disculpa Dr. Meder, quisiera hablar con usted sobre el
convenio que tenemos sobre exclusividad de horarios para usar los quirófanos. –
Habló ligeramente Nathan.
- Oh... ¿Le parece una situación adecuada? – Ladeó la cabeza el
hombre.
- Totalmente. – Rió irónicamente el pelirrojo.
La cirujana le sonrió a su mejor amigo, para luego abandonar la
situación. Caminando por el salón detalló a varios médicos y cirujanos que solía de
vez en cuando toparse por los pasillos de las clínicas en las cuales ella operaba.
Se vió interrumpida en su observaciones frente a aquella mujer que le
regala una sonrisa, Normani Kordei, la ginecóloga que había conocido cuando ésta
había usado de urgencia uno de los quirófanos que ella había agendado con meses de
anticipación. Aquel día su temperamento había salido a relucir y la pobre chica le
había visto con real pánico cuando la ojiverde salió gritando enojada desde la zona de
pabellón porque su cirugía había sido cancelada.
- Dra. Kordei. – Saludó con una mano.
- Dra. Jauregui, no me la imaginaba aquí. – Dijo sinceramente.
- ¿No? ¿Por qué?... ¿Le parece que mi temperamento no
soportaría un evento social? – Preguntó con sarcasmo.
Normani sonrió negando la cabeza mientras se arreglaba su melena de
cabellos oscuros.
- No me mal interprete... Por cierto, mi nombre es Normani. –
Dijo volviendo a presentarse.
- Lauren. – Murmuró la cirujana.
- Espero que no me odie por lo del otro día, realmente fue una
urgencia... Y deseo que aquella mujer que esperaba que su nariz luciera como la de
Michael Jackson pudiera soportarlo.
Los ojos de Lauren brillaron frente a lo mordaz del comentario de la
morena, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
- Nada de rencores Dra. Kordei. – Afirmó con la cabeza.
- Es bueno saberlo.
La ginecóloga mantuvo un incómodo silencio que sólo duró unos
segundos hasta que alguien por la espalda llegara efusivamente a saludar. Lauren
pudo detallar a la mujer que llevaba el cabello con un tinte rubio, un cuerpo curvilíneo
y una sonrisa dibujada en el rostro.
- ¡Dinah! ¿Ya es hora? – Dijo alegremente Normani.
- Oh claro que sí... - Respondió para luego quedar en silencio
mirando a Lauren.
- Lauren, ella es Dinah Jane Hansen, ginecóloga también y mi
socia.
La cirujana afirmó en silencio mientras le tendía una mano a Dinah, la
cual le respondió animadamente el saludo.
- Lauren Jauregui, cirugía plástica. – Saludó en un tono neutral.
La mujer le devolvió una sonrisa para luego dejar todas sus atenciones
en Normani.
- Bueno Lauren, debemos abandonar la fiesta, una de nuestras
mejores amigas nos espera en el aeropuerto.
- ¡Hace tres años que no le vemos! Estamos tan felices,
entenderás... - Dijo Dinah haciendo un gesto con las manos.
Vaya par, pensó Lauren. La gente de ginecología siempre parecía tan
feliz, tan alegre, trabajar todos los días rodeadas de mujeres embarazadas sonaba
una locura, pero la cirujana sólo respondió con una sonrisa para disfrazar su falta de
interés.
- Mila, nuestra amiga, es pediatra, ha vuelto desde Uganda
donde estuvo con Médicos sin fronteras durante un par de años... - Completó la
información Normani.
Elevó las cejas bajo una leve sorpresa, pero luego al recordar la
palabra pediatra su ceño se frunció. Lauren siempre había pensado que todos
aquellos médicos que se iban a misiones tan sacrificadas y peligrosas sólo podían
estar sencillamente locos, algo andaría mal con su capacidad de tomar decisiones y
aún pese a los años no lograba entenderlo. La cirujana era una escéptica.
En fin, la ojiverde hacía muchos años que había perdido la vocación de
salvar vidas, para ella ahora todo era estético, por aquello mismo, solía admirar
durante horas los resultados de sus operaciones y considerar aquellos cuerpos y
rostros como obras de arte.
- Que tengan una buena noche. – Se despidió Lauren.

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Nos volvemos a leer, espero que disfruten de una nueva historia que
espero les haga sentir mil emociones.

Aquí vamos :)
Capítulo 1.

- Por Dios Lily te dije que necesitaba éstos archivadores


organizados para hoy... ¡Para hoy! – Gritó molesta Lauren.
La chica le miró con espanto mientras intentaba ordenar rápidamente
los archivadores al mismo tiempo que la cirujana se llevaba una mano a la frente en
señal de frustración.
- Iré a tomarme un café, tienes 5 minutos.... No me hagas
despedirte.
Salió de la oficina para encontrarse con Nathan quien miraba con
curiosidad lo sucedido.
- Si sigues con ésa actitud sólo lograrás que algún día alguno de
nuestros empleados te haga una demanda.
Frunció el ceño mientras caminaba hacia la máquina de café que
tenían en una pequeña salita de descanso. Lo sabía, no tenía el mejor carácter que
pudiese pedir, no tenía paciencia con las personas, era arrogante, fría e incluso
insensible, pero ella siempre hacía lo mejor en su trabajo y esperaba que los demás
respondieran de la misma manera.
- ¿Quiénes eran aquellas hermosas chicas con las que te
quedaste conversando anoche? Pude divisar a Kordei, pero a la otra no la conozco...
No está nada mal. – Dijo el pelirrojo saboreándose los labios.
Apretó su mano contra la taza de café espresso que tenía. Nathan
podía ser su mejor amigo, lo amaba con locura, pero el que fuera un mujeriego le
tenía sin cuidado. Lauren se preguntó en cosas de segundos si el pelirrojo ya no
conocía a toda la población femenina de Miami.
- Dinah Jane Hansen ginecóloga y socia de Kordei.
Fugazmente pensó en qué habría pasado con aquella chica llamada
Mila. Seguramente la pediatra tendría el peor Jetlag de su vida. Lauren podría
asegurar que para volver desde África se necesitarían muchos vuelos con transbordos
y poca comodidad.
- Bueno, digamos que con Cynthia ya tengo suficiente locura en
mi vida. – Rió el pelirrojo.
La cirujana le devolvió la sonrisa a su mejor amigo. No era un mal
hombre, seguía siendo casi el mismo chico al que había conocido hacía 5 años atrás,
ahora ambos bordeaban los 30 años, y sabía que Nathan no era un hombre el cual
buscara sentar cabeza prontamente.
...
Sus parpados se abrieron pesadamente, había intentado dormir luego
de que Normani y Dinah abandonaron su piso aquella noche, pero el insomnio y el
Jetlag le estaban matando. Incluso la comodidad extrema de su cama le parecía
extraña. Se llevó una mano al rostro y se sintió asombrada de estar extrañando el
calor de Uganda.
Se había pasado los últimos tres años trabajando con Médicos sin
fronteras en Mbarara, allí no había día para descansar, algunos eran tranquilos, otros
más difíciles. Sin embargo una amplia sonrisa volvió a su rostro al recordar todos y
cada uno de los niños que logró ayudar y salvar en aquellas condiciones.
El sonido de su móvil llamó dejando ver por la pantalla que su padre
era quien deseaba hablar con ella, Camila dudó unos segundos para luego caer en
cuenta que la noche anterior sólo le había dejado un escueto mensaje de que había
llegado bien a Miami.
- Hola papá. – Saludó con un leve bostezo la morena.
- ¡Hija! No he querido llamar antes, seguro aún estás muy
cansada... ¿Qué tal todo? ¿Está todo bien en tu piso? Ya sabes que con tu madre nos
encantaría que te quedaras aquí con nosotros en casa...
Hizo una pequeña mueca intentando disimular otro bostezo. Ella
amaba a sus padres, pero lo último que quería era pasarse días contestando la
infinidad de preguntas que seguramente habían juntado sus padres durante los
últimos tres largos años.

Camila había viajado durante la última navidad para darles una sorpresa a sus
padres, pero sólo estuvo por el día y luego volvió a su trabajo. Aún podía sentir cómo
los brazos de su padre le habían dejado sin respiración y cómo su madre llenaba su
rostro de besos y lágrimas.
- Lo sé papá, pero así estoy más tranquila aquí... Además, no
quiero ser una carga para vosotros.
- Mi pequeña, siempre eres bienvenida... Tu madre dice que
vengas a almorzar, por favor. No nos hagas ir a nosotros hasta allá. – Dijo animado el
hombre.
- Iré para allá, nos vemos, besos. – Se despidió con una leve
risa.
La llamada se cortó y Camila miró detenidamente el antiguo móvil que
tenía entre sus manos. Había comprado un tarjeta con saldo en el aeropuerto para
usarlo, nunca hubiera imaginado la infinidad de cosas que podía encontrarse en las
tiendas del lugar.
Sin embargo, se daría tiempo ella misma para decidir si se compraría
un aparato más tecnológico o no, ya nada recordaba de usar redes sociales, ni
tampoco le apetecía. Sólo extrañaba poder escuchar música con los auriculares, pero
para eso tenía su antiguo iPod nano.
...
Lauren dejó las llaves de su Ford Ranger XLt 4x4 sobre la mesa del
comedor mientras se sacaba sus costosos zapatos de suela blanda, que solía usar en
la consulta, para buscar rápidamente un par de deportivas que tenía junto a la puerta
que daba hacia el jardín de la casa.
Cuando sus pies comenzaron a caminar por el césped los ladridos
fuertes de bienvenida le hicieron sonreír abriendo los brazos para el Golden Retriever
que corrió y se tiró contra ella haciendo caer ambos al piso.
- Ey Sam. ¿Qué tal todo amigo? – Dijo animada la ojiverde
acariciando el dorso del can mientras éste le lamía cariñosamente la otra mano.
La cirujana siguió acariciando al cuadrúpedo mientras observaba cómo
Sam le respondía moviendo la cola enérgicamente.
- ¿Me extrañaste? ¿Qué te parece si cuando baje el sol vamos a
un paseo a la playa?
El perro le miró para luego volver a lamer las manos de su dueña.
Lauren hizo el amago de levantarse del suelo pero Sam se volvió a revolver entre sus
brazos impidiendo la acción.
- ¿Tienes hambre? Porque yo estoy muriendo de hambre. – Rió
la cirujana.
Luego de entrar nuevamente a la casa la ojiverde se dirigió hasta la
cocina la cual tenía un gran ventanal que daba hacia la playa que sólo se encontraba
a unos metros de distancia. Su casa estaba al lado norte de la ciudad, era un barrio
poco poblado debido a que la geografía era un poco apartada y las casas estaban
separadas por largos terrenos.
Lauren aún podía recordar cómo su madre le había recriminado
comprarse una casa tan alejada de la civilización y con un patio excesivamente
grande en comparación a lo sencilla que podía ser la casa. La cirujana había reído
frente a la palabra que había usado su madre, sencilla no era justamente lo que era
aquella casa de dos plantas que daba unas vistas extraordinarias a la playa.
...
Su cuerpo se dejó caer al sofá que tantas veces había extrañado, el
sol estaba casi por ocultarse o así le parecía mientras detallaba aquellos colores
levemente anaranjados y violetas que le regalaba el cielo. Su mente seguía aturdida
por el radical cambio que había sufrido en los últimos días, Camila aún pensaba que
en cualquier momento despertaría y volvería estar en Mbarara, aquella pequeña
ciudad en que ella y sus colegas pasaban días bajo el sol intentando ayudar a todos
los que lo necesitaran.
Había pasado toda la tarde con su padres y una sonrisa amplia se
dibujó en su rostro. Camila se sentía agradecida de por vida con ellos, su padre y
madre habían realizado todo lo posible para que ella lograra poder estudiar Medicina
en la facultad de la Universidad de Miami y luego especializarse ahí mismo en
pediatría. Muy atrás quedaba aquella familia que había migrado hasta USA para una
mejor vida. Claramente aquello había sido una gran razón por la cual Camila siempre
había deseado con ímpetu ayudar a los demás.
Los golpes de la puerta resonaron por toda la expansión de su
pequeño piso, haciéndole fruncir el ceño mientras oía las risas tras la puerta. Esa eran
sus amigas, Dinah y Normani.
- ¡Mila! – Saludó Normani con un abrazo el cual Dinah no esperó
que se terminara para unirse a ambas chicas a la vez.
- ¿Pero qué es esto? – Preguntó Camila sorprendida mientras
veía cómo sus amigas se apoderaban del sofá donde ella había estado minutos antes.
- ¿Creías que con un par de horas anoche te pondrías al día con
nosotras? – Picó Dinah.
Camila hizo una mueca divertida haciéndose la ofendida, pero luego
rió mirando con curiosidad la caja de pizza que Dinah aun llevaba en las manos.
- Oh por Dios... No he probado una de ésas desde que me fui. –
Dijo Camila gimoteando.
- Ey, pero sin llorar. – Rió Dinah.
- Ayer no lloraste durante nuestro reencuentro en el aeropuerto,
no aceptaré que llores por una pizza Mila. – Amenazó Normani con un dedo.
La pediatra rodó los ojos para luego lanzarse a los brazos de Normani
haciendo reír a ambas mientras Dinah abandonaba la escena para dirigirse a la
pequeña cocina.
- Mis chicas y una pizza, ¿Qué más podría pedir? – Sentenció
Camila ayudando a Dinah con los platos y vasos.
- Un poco de sexo... Que a mí se me hace que tú en tres años,
nada que nada. – Aclaró Dinah.
Camila se sonrojó frente al comentario para luego golpear levemente
el brazo derecho de su amiga mientras reía apenada. Sería una larga y agradable
noche junto a sus mejores amigas, aquellos sí eran pequeños placeres que la morena
sabía disfrutar de la vida.

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Hola, primero que todo, muchas gracias por la agradable recepción de
la nueva historia. Realmente lo aprecio, ya nos seguiremos leyendo.
:)
Capítulo 2.

Nathan cortó el hilo de sutura bajo la atenta mirada de Lauren para


terminar finalmente aquella abdominoplastía de lunes por la mañana. La cirujana le
sonrió bajo la mascarilla a su mejor amigo el cuál luego de asentir en silencio se alejó
para salir del quirófano. Sus propios pies salieron lentamente del lugar para luego
retirarse metódicamente los guantes, la pechera estéril, la mascarilla y el gorro
quirúrgico.
- Haré el protocolo y dejaré las indicaciones. – Apuntó Lauren.
- Hablaré con el esposo. – Sonrió Nathan alejándose del lugar.
Se sentó frente al ordenador donde sus dedos rápidamente
comenzaron a digitar todo el detalle de la cirugía y luego las indicaciones del post
operatorio.
Un par de risas invadieron el silencio perfecto del lugar haciendo que
sus ojos miraran por el rabillo a las personas que entraron por el marco de la puerta.
Normani Kordei, Dinah Hansen y Ronald Kross, todo el pack perfecto de ginecología.
- Buenos días Dra. Jauregui. – Sonrió Kross, su piel trigueña
contrastaba con aquellos ojos color miel.
- Buenos días Dr. Kross. – Saludó Lauren con un simple gesto
de sus cejas.
- Hola Lauren. – Normani se sirvió un vaso de agua de la
máquina del lugar.
- Me sorprende... Ahora que lo pienso, puede que muchas veces
nos hayamos encontrado pero nunca habíamos hablado antes. – Sonrió sinceramente
Dinah.
La cirujana plástica le regaló media sonrisa mientras se disponía a
darle toda la atención al documento que escribía. Las voces de los tres ginecólogos se
fueron alejando del lugar para devolverle la tranquilidad del silencio.
Ella siempre se había considerado una persona solitaria, amaba tener
un espacio libre para adentrarse al 100% en su mente. La gente podría pensar que
Lauren Jauregui amaba las fiestas, el descontrol, las mujeres y los viajes en costosos
cruceros, pero la ojiverde era todo lo contrario, no le gustaban la fiestas ni el
descontrol que se podía vivir en Miami, le gustaban las mujeres, por supuesto, no
podía negar que muchas veces había pasado noches fugaces con alguna chica que
conocía en algún bar o en las innumerables fiestas que organizaba Nathan, pero
Lauren era de aquellas personas que solían levantarse a las 6.00 AM para salir hacer
buceo o algún deporte acuático y pasar horas en la playa junto a su perro.
...
- Estamos muy felices de que ahora trabaje con nosotros, es un
honor sinceramente Dra. Cabello. – Sonrió de forma animada la mujer de cabellos
blancos.
- El honor es mío, Dra. Morgan. – Se despidió.
Camila miró con ternura el rostro de quien había sido su mentora
durante su especialización en pediatría, volver al hospital público donde ella había
pasado años atendiendo a una gran cantidad de niños de la ciudad parecía un leve
déjà vu.
- ¿No te parece un poco rápido salir de un trabajo para entrar
en otro? – Resonó una voz a su lado derecho.
- ¡Will! – Habló sorprendida la pediatra para luego reír
levemente.
Se lanzó a los brazos de su amigo, llevaba un poco más de tres años
sin verlo. El chico alto de cabello negro y piel morena le abrazó tan fuerte que sus
pies abandonaron rápidamente el suelo.
- Mírate Cabello, has tomado un buen bronceado en tus
vacaciones por los safaris de África.
- ¡Oye! – Le miró entrecerrando los párpados.

- Me alegro que hayas vuelto amiga, el servicio de pediatría no es lo mismo sin


ti.
Los ojos marrones de la pediatra volvieron a detallar a su amigo, Will
era un hombre de gran altura y sus músculos se podían perfilar bajo las apretadas
camisas que usaba. Camila se había sorprendido cuando el chico le había comentado
que estaba pensando seriamente en dedicarse a la pediatría, claramente Camila
nunca lo había visto interactuar con los niños, Will se desvivía por ellos.
- Necesito que me ayudes con las interconsultas a cirugía
infantil, hemos tenido problemas desde que uno de los tres cirujanos ha renunciado
por la carga de pacientes. – Resopló Will mientras caminaba por el pasillo junto a
Camila.
- ¿No deberían ellos organizar sus horarios? – Mencionó
asombrada la morena.
- Claro, pero puedes recordar que en éste hospital si nosotros
no lo hacemos ellos tampoco lo harán. – Dijo el moreno abriendo las manos en el
aire.
Afirmó en silencio mientras ella misma se arreglaba las solapas de su
bata sonriendo al mirar con detalle el cómico dibujo del elefante bordado que llevaba
junto a su nombre, Dra. Camila Cabello E. – Pediatría.
- Tenemos en especial problema la cantidad de pacientes con
fisuras palatinas, ya sea primera cirugía o las plastías posteriores. – Mencionó Will
mientras abría la puerta de la oficina del servicio de pediatría.
- Pero eso podría tomarlo el servicio de cirugía adulto, ya sea
cabeza y cuello o cirugía plástica. – Respondió Camila entrando al lugar y saludando
elevando las cejas a otros dos pediatras que charlaban apartados en una mesa.
- Lo sé, pero claramente nadie de cirugía de adulto desea tomar
los casos, y ya sabes que no contamos con un cirujano plástico en el hospital.
Camila se llevó una mano a la frente mientras miraba a un Will
indeciso de hablar.
- ¿Qué quieres que haga? – Resolvió Camila.
- Tus amigas Dinah y Normani deberían conocer un par de
cirujanos infantiles o cirujanos plásticos del sistema privado que podrían ayudarnos...
Sería sin honorarios por supuesto.
- ¿Algo así como servicio a la comunidad?
- Claro.
- No lo sé Will, ya sabes cómo son los médicos del servicio
privado...
- Sólo debemos intentar convencerlos de que nos den 1 día de
su trabajo.
Los ojos de Will se vieron cansados, y Camila entendió totalmente, era
una lucha continua para tener recursos y personal para tanta demanda del sistema, a
veces simplemente te abrumaba y cansaba.
- Veré que puedo hacer Will, pero no puedo prometer nada.
El moreno le devolvió una sonrisa mientras le acariciaba tiernamente
el brazo izquierdo, Camila rió levemente y sus pies se dirigieron hacia la puerta de la
oficina.
- Tengo que comenzar con las consultas, hasta ahora. – Se
despidió.
...
- Que no lo sé Taylor, que no lo sé. – Dijo abrumada la ojiverde
aferrando el móvil a su oído izquierdo.
- Lauren por Dios, sólo hazlo por tu sobrino. – Respondió la voz
al otro lado de la línea.
- Ya sabes que no me gustan ése tipo de cosas... Además no
quiero perder mi tiempo libre por un estúpido partido de football. – Se apoyó contra
la encimera de la cocina.

- No es un estúpido partido de football cuando tu sobrino juega en él... Vamos,


a Mike le hace ilusión que venga su tía a verle.
- No lo sé Taylor...
- Venga, ahora que mamá está de viaje sólo te tenemos a ti. –
Dijo débilmente su hermana.
Lauren suspiró pesadamente recordando que Michael era su ahijado y
que llevaba varios días sin ver al pequeño de cinco años.
Taylor, su hermana menor, era una de las médico veterinario más
reconocida en la ciudad. La menor de los Jauregui no había tenido especial suerte en
las cosas del amor, sobre todo con el padre del pequeño Michael, el novio hasta aquel
entonces había desaparecido cuando la rubia le había dicho de su embarazo, sin
embargo, Taylor era una estupenda madre y Michael un niño hermoso de cabellos
castaños claros y ojos azules.
- Estaré allá el domingo, nos vemos.
- Mike te envía unos besos, nos vemos hermanita.
La llamada se terminó y ella se acercó a la puerta que daba al jardín
donde Sam bebía aguda tranquilamente.
- Ey campeón, ¿Qué tal un paseo nocturno? – Le habló con tono
divertido al can.
El perro se acercó enérgico hasta donde ella estaba y con la cabeza
comenzó a acariciar las piernas de su la cirujana, Lauren rió al ver cómo los pelos del
animal quedaban impregnados en el pantalón de chándal que llevaba aquel día.
- Venga ya, súbete a la camioneta. – La cirujana le hizo un
gesto con la mano y un divertido silbido que el perro reconoció y salió rápidamente
hasta la puerta de la casa.
...
- Bueno, ahora que lo mencionas sí conozco algún par de
cirujanos infantiles y plásticos, sin embargo, no puedo asegurarte que estén
interesados... Ya sabes cómo son los del sistema privado. – Normani se removió en
su asiento mientras Dinah se revisaba el maquillaje con la cámara frontal de su móvil.

- Lo sé Mani, pero si no me arriesgo nada podré hacer por el


hospital... De verdad que está saturado. – Mencionó Camila mirando con asombro la
consulta que tenían sus amigas.
- Lo mejor sería que fueras personalmente hablar con ellos...
Tengo la información de sus consultas. – Volvió hablar Normani.
- Quizás logres hasta un ligue por ahí Mila. – Rió Dinah.
Cerró un poco sus parpados de forma divertida mientras Normani
negaba con la cabeza. Era verdad que llevaba años soltera, y también que llevaba
tres años sin el contacto físico de ninguna persona. Uganda no es un país
precisamente abierto a la homosexualidad, Camila lo sabía, temía que sus propios
colegas le rechazaran al reconocer su atracción por las mujeres, temía involucrarse
con alguien en lo más mínimo por las duras leyes que tenía el país africano, parecía
increíble que en pleno siglo XXI aún pudiera irse a prisión por amar a alguien.
- ¿Qué cirugías necesitan específicamente? – Preguntó con
curiosidad Normani.
- Fisuras palatinas, hernioplastías, circuncisión, etc. Lo de
siempre. – Habló Camila abriendo las manos en el aire.
Normani afirmó en silencio mientras anotaba algunos números en un
papel junto a los nombres de los cirujanos para que Camila pudiera contactarse.
- ¿Y si Mila habla con Nathan Evans y Lauren Jauregui? – Dinah
se dirigió a Normani.
- ¿Estás loca? – Normani abrió los párpados sorprendida.
- Oh vamos... – Dijo Dinah quitándole importancia al asunto.
- Ellos no ayudarían ni aunque fueran a ganarse el cielo por ello,
dudo que en ellos quede lo más mínimo de humanidad por si acaso. – Espetó la
ginecóloga.
Camila entreabrió la boca asombrada. Normani no solía hacer
comentarios juzgando a las personas, o al menos así podía recordarla antes de haber
dejado a sus dos mejores amigas cuando se fue a Uganda.
- ¿Qué con ellos? – Preguntó curiosa la pediatra.
- Nada con ellos Mila, ellos no te van ayudar, así de simple...
- ¿Por qué? – Dijo con aún más curiosidad.
- Porque a ellos sólo le importan los cuerpos y rostros
perfectos... Y el dinero, por supuesto, tener mucho dinero. – Espetó finalmente
Normani.
Frunció el ceño con el comentario final de su amiga, Camila aún no
lograba entender cómo podían existir personas que estudiaban Medicina sólo para
luego obtener una posición social y dinero, sin embargo, con el tiempo había
comenzado a dejar de juzgar a las personas, cada uno sabía su propósito y no sólo en
el campo de la medicina.
- Déjame el número y dirección de todos modos. – Habló con un
tono serio la pediatra.
Normani rodó los ojos para luego mirar a Dinah la cual sólo se encogió
de hombros.... Había que intentarlo, por lo menos.

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Ey, como siempre, gracias por todo! Adelanto próximo capítulo:
Encuentro camren.
Am I out of my head?
Am I out of my mind?
If you only knew the bad things I like...
Capítulo 3.

- ¿Entonces cuál es el problema? – Habló tranquilamente Lauren


mirando con detalle el acuario que ocupaba la mitad de la pared posterior que estaba
a espalda de ellos cuando tomaban sus asientos detrás del escritorio en la consulta.
- Que no deseo conocer a la familia de Cynthia, tiene algo así
como 20 sobrinos. – Mencionó Nathan mientras revisaba su Twitter en el móvil.
Lauren sonrió negando con la cabeza. Sus ojos se detuvieron en un
pez payaso que nada errático por las aguas del acuario, ¿Qué pasa Nemo?, se
preguntó a sí misma.
- ¿Entonces? ¿Cuál será tu excusa ésta vez? – La ojiverde se
dejó caer en la silla giratoria de amplio respaldar.
- Una paciente con problemas en el post operatorio. – Dijo
cínicamente el pelirrojo.
- Eres increíble. – Volvió a negar Lauren.
Nathan se arregló la solapa de la bata blanca mientras se levantaba
del asiento.
- Bueno, fin de la jornada, ¿Qué tal un par de tequilas para
hacerle honor a éste largo lunes? – Mencionó animado el cirujano.
- Para ti un par nunca es un par, y no, gracias, debo conducir
hasta mi casa. – Lauren rió golpeando tiernamente la espalda de su socio.
- Que aguafiestas eres Jauregui.
La escena fue interrumpida por alguien llamando a la puerta. Lily se
asomó de forma tímida llevando un pequeño papel en las manos.
- ¿Algún problema Lily? – Preguntó Nathan quitándose la bata
para dejarla en el perchero negro de una de las esquinas de la habitación.
- Hay una persona que desea hablar con ustedes... Camila
Cabello, pediatra. – Dijo leyendo el pequeño papel que llevaba en las manos.
- ¿Camila Cabello? – Pronunció confundido el pelirrojo. – No le
conozco... ¿Lauren?
La cirujana frunció el ceño rápidamente para luego negar con la
cabeza.
- Tampoco, ¿Te ha dicho qué desea? Ya hemos terminado con
todos los pacientes hoy y la verdad no me apetece hablar con nadie más. – Dijo
finalmente Lauren sacándose también la bata.
- Ha mencionado que sólo serían 5 minutos, viene por parte de
Normani Kordei y Dinah Jane Hansen. – Volvió a leer Lily.
Lauren entrecerró los párpados rápidamente, recordando en milésimas
de segundos lo que habían mencionado ambas ginecólogas hacía unos días... Mila, la
pediatra que volvía a Miami luego de 3 años.
En el par de segundos que siguió el silencio la ojiverde se preguntó
específicamente qué hacía una pediatra en una consulta de cirugía plástica.
- Sólo 5 minutos, dile que pase. – Habló finalmente la cirujana
bajo los ojos sorprendidos de Nathan.
- ¿Le conoces entonces? – Murmuró el cirujano mientras volvía
a tomar asiento tras el escritorio.
- No, pero algo me mencionaron Kordei y Hansen.
Apoyó su cuerpo contra el respaldar mientras se encogía de hombros
bajo la mirada del pelirrojo, luego oyeron llamar a la puerta para dejar entrar a una
mujer no tan alta, delgada, de cabellos castaños oscuros que le llegaban hasta la
cintura. Vestía una falda de tubo color azul oscuro y una blusa blanca que estaba algo
holgada. Los ojos esmeraldas pudieron detallar el bronceado de la piel, las pestañas
largas y los labios que dibujaban una hermosa sonrisa en el pacífico rostro de Mila.

- Buenas tardes, soy Camila Cabello, pediatra, trabajo en el Miami Mercy


Hospital. – Dijo amablemente extendiendo una mano en forma de saludo a cada
cirujano.
- Nathan Evans. – Respondió sonriendo el pelirrojo.
Frunció el ceño antes de responder el saludo, estaba segura que la
chica habría notado el descontento en su rostro tras su simple presentación, pero los
ojos esmeraldas detallaron con cuidado los ojos marrones que se escondían con
gracia bajo aquellas largas pestañas.
- Lauren Jauregui.
- ¿A qué debemos su inesperada visita Dra. Cabello? – Habló
levemente coqueteando el pelirrojo.
La pediatra estaba absorta mirando hacia el acuario que estaba a la
espalda de los cirujanos, tenía los labios entreabiertos, y por un momento Lauren
sintió celos de todos aquellos peces que captaban la atención de una mujer tan
hermosa como Camila Cabello. Aquellos ojos marrones volvieron a la realidad sólo
después que Lauren se aclarara la garganta.
- No quiero quitarles mucho tiempo, tampoco vengo a suplicar
un poco de caridad, pero, me encantaría preguntarles si estarían disponibles e
interesados en ayudarnos en nuestro hospital con la larga lista de espera de pacientes
con fisuras palatinas y labiales que tenemos... Muchos ya son niños que han tenido
sus primeras cirugías, por lo tanto ahora son algo más de plastías, detalles estéticos
por decirlo de un modo.
Cada palabra fue detallada bajo la fija mirada de la ojiverde la cual se
encontró finalmente admirando el brillo del cabello de la pediatra, la forma en que
ésta movía las manos al hablar, y la pequeña sonrisa que Camila dibujó en su rostro.
- Bien sabrá usted que nosotros no trabajamos en el sistema
público Dra. Cabello. – Respondió Lauren.
La ojiverde alzó el rostro esperando un nuevo intento por parte de la
pediatra, la cual luego de pestañar rápidamente volvió sus ojos marrones hacia
Nathan, Lauren se sintió furiosa por un segundo al verse evitada por aquellos
hermosos ojos.
- Mi socia lo ha dicho bien doctora, dudo que podamos ayudar
mucho. – Habló Nathan mirando de reojo a Lauren.
- Estamos hablando de cirugías sin mucha complejidad, de poca
duración y sin mucho post operatorio. – Volvió hablar tranquilamente Camila.
- ¿Cuál sería su propuesta? – Preguntó Lauren con un tono
neutro.
- Sólo necesitaría uno de vuestro día cada mes de aquí a los 6
próximos, es decir, imagino que tenéis muchas cirugías, pero con 1 día por mes
vosotros ayudaríais a 6 niños a los cuales podríais cambiarles la vida.
Nathan se pasó una mano por el cabello sonriendo levemente a la vez
que giraba su silla para mirar directamente a la cirujana.
- Un día es mucho tiempo Dra. Cabello... Tenemos pacientes a
los que agendamos con meses de anticipación. – Respondió Lauren haciendo un gesto
de abrir las manos en el aire.
- Sólo pido unas horas... Seguramente junto con el Dr. Evans
serán más rápidos de lo que pueden imaginar.
- Para nosotros los tiempos que empleamos en las cirugías no
demuestran nuestra efectividad. – Dijo con recelo la ojiverde.
- Lo sé, me ha mal entendido... - Murmuró Camila con un poco
de vergüenza.
El pelirrojo volvió a girar la silla para quedar mirando de frente a la
pediatra, la cual se removió en el lugar donde estaba, Lauren estaba perdiendo la
poca paciencia que le quedaba a aquella hora de lunes por la tarde.

- Lo siento Dra. Cabello, creo que nos vemos limitados de tiempo para ser
parte de su propuesta. – Dijo finalmente Lauren.
La cirujana no esperó respuesta y se levantó rápidamente de la silla
extendiendo una mano en forma de despedida.
- Un gusto, y espero que logre encontrar gente que pueda
ayudar. – Habló automáticamente Lauren.
Nathan también se levantó de sopetón y le extendió la mano con una
leve sonrisa que dejaba ver sus dientes.
- Buena suerte. – Se despidió el cirujano.
El ceño de Lauren se endureció bajo las irónicas palabras de su socio,
pero luego sus ojos viajaron nuevamente hacia el rostro de la pediatra la cual se veía
frustrada, pero que finalmente sólo dibujó una falsa sonrisa en su rostro... La cirujana
las reconocía con facilidad, llevaba años detallando rostros de personas, pacientes,
conocidos, amigos, hasta el de ella misma, sabía cuándo alguien no le brindaba una
sonrisa sincera y muy en el fondo se sintió decepcionada de que Camila fuera una de
aquellas personas.
- Un gusto, hasta ahora. – Se despidió la pediatra arreglando su
falda antes de salir
...
- ¿Qué te tiene tan intranquila? – La voz de Will resonó dentro
de la oficina donde Camila intentaba descansar luego de 12 horas de un turno en
urgencia.
La morena hizo un divertido puchero mientras se cogía el cabello con
una coleta alta para luego dejarse caer contra el hombro de Will.
- Aún no logro encontrar todos los cirujanos que necesitamos
para solucionar el tema de las listas de esperas.
- Entiendo... - Mencionó el moreno pero fue interrumpido.
- No, no lo entiendes... Esto no es nada en comparación a
Uganda, esto parece un capricho al lado de todo lo que tuvimos que hacer allá para
conseguir ayuda, algo tan básico como conseguir un poco de medicamentos, agua y
luz... Allá la gente se apoya con gente, no existen muchos recursos materiales, pero
por Dios, es sólo pedir ayuda de buena manera para una buena acción y ellos lo
hacen... Aquí no es así, llevo algo así como 2 semanas hablando con cirujanos
infantiles, generales y plástico y sólo dos han accedido a ayudarnos...
Will elevó las cejas en respuesta al repentino discurso de su amiga,
era verdad que ahora no conocía mucho a ésta nueva Camila Cabello, la pediatra que
se había ido a África para ayudar y de la cual ahora llevaba aprendiendo muchas
cosas, entre ellas, la gran paciencia que tenía la morena, que parecía que en éstos
momentos se había esfumado frente a la gran frustración de la pediatra.
- Algo se nos ocurrirá Mila... Por ahora, ¿Qué tal si te invito a
cenar? – Preguntó con real interés el moreno.
Camila suavizó sus expresiones faciales mientras miraba con detalle la
extravagante camisa que llevaba su amigo aquel día, el moreno podía ser un pediatra
de lo más profesional pero Will no podía evitar tener ése estilo tan propio de la gente
de Miami.
- ¿Cenar? Mejor que sea un par de tequilas y una noche para
bailar salsa. – Dijo animada la morena.
La risa del pediatra invadió el lugar mientras Camila se encaminaba
para tomar su bolso y guardar su bata en su taquilla, el moreno le siguió mientras
detallaba a su amiga.
- Por cierto Will... - Habló Camila llamando la atención del
moreno. - No habrás olvidado que me gustan las chicas, ¿Cierto?... Recuerdo que tu
hermana es muy guapa, no tendría problemas en que hoy nos acompañara.
Camila pudo notar cómo las mejillas de Will tomaban un leve rubor
para luego detallar la sonrisa perfecta que tenía el moreno.
- Katie se ha casado hace un año y se ha mudado a Hawaii con
su esposo que es un surfista profesional.
- ¿En serio? – Preguntó asombrada la pediatra.
- Claro que no... - Dijo seriamente Will. – Pero sigue siendo muy
heterosexual.
La pediatra golpeó tiernamente uno de los hombros de Will y luego
revisó rápidamente su bolso para salir del lugar.
- Vamos, necesito una buena dosis de tequila. – Rió Camila.
- Digo lo mismo. – Afirmó el chico.
- ¿Puedo invitar a Dinah y Normani? Seguro alguna de ellas sí
podrían ligar contigo. – Le guiñó un ojo.
- Oh ahora si lo dices así... - Dijo cómplice el moreno.

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Gracias por todo, como siempre... Y ahora que comience todo ;)
Capítulo 4.

- Que no Nathan, que no. – Resonó con un tono molesto


mientras sacaba de los bolsillos de su pantalón de tela color verde olivo oscuro las
llaves de la camioneta.
- Venga, te puedes quedar conmigo y así no tienes porqué
conducir... Además Cynthia estará ahí con Keana, sabes que mi loft es lo
suficientemente amplio para todos.
El pelirrojo le sonrió para resaltar el guiño que le regaló cerrando los
párpados del ojo derecho.
- ¿Y tú desde cuándo crees que me gusta escuchar o bailar salsa
mientras un montón de gente está bebiendo tequila como si fuera el fin del mundo? –
Preguntó Lauren jugando con las llaves entre sus dedos.
- Vamos chica, creo que ya has perdido la chispa que tenías
hace unos años. – Respondió mordaz el pelirrojo.
- ¿Eso crees? – Elevó las cejas.
- Es sábado por la noche... Mañana puedes volver a tus
tonterías de buceo, bodyboard y tu lugar escondido fuera de la ciudad.
Lauren miró con cara de reproche a su amigo, pero luego le sonrió
negando con la cabeza. Quizás Nathan tenía razón, salir un sábado por la noche no le
haría mal, además, debía admitirlo, Keana siempre había sido una buena compañía
en aquellas noches fugaces.
- Si las cosas se dan con Keana no creas que nos iremos a tu
loft. – Apuntó Lauren para subirse a la camioneta.
- Oye, que no hay nada que yo ya no haya visto. – Le gritó el
pelirrojo antes de que la cirujana cerrara la puerta del conductor de la camioneta.
La ojiverde bajó la ventanilla divertida para luego encender el motor.
- ¿Ah sí? Ya quisieras Evans, ya quisieras. – Rió con ganas.
- Ya le he preguntado a Cynthia si estaría dispuesta a tener un
trío contigo y conmigo. – Elevó las cejas el pelirrojo.
- Oh por Dios Nathan, eres un pervertido... Partiendo de que no
van los hombres y que a ti no te quedaría bien una falda. – Mencionó Lauren mientras
se pasaba una mano por su cabello.
- ¿Cómo que no? Podría depilarme las piernas y el pecho.
Lauren soltó una carcajada dentro de la camioneta rodando los ojos
mientras sus manos volvieron al volante.
- Te seguiré por el camino... Anda, antes que me arrepienta. –
Dijo finalmente la cirujana.
...
El sabor ácido del limón junto a la sal y el tequila hicieron que Camila
dejara escapar un leve suspiro de sus labios. Contra sus oídos resonaban sonidos de
trompetas y cantos con palabras en español que le hacían disfrutar el momento
mientras sus ojos se acostumbraban a la luz tenue del lugar.
- Nada como Miami, Mila. – Habló Dinah mientras miraba de
reojo a Will.
Sonrió mostrando sus dientes para luego acomodar un poco sus
cabellos. Camila nunca había sido como sus amigas, de aquellas que amaban salir
siempre que se podía, que bebían con proeza de par en par tequilas y pasaban la
noche entablando conversaciones sin fin, la pediatra hasta un punto llegaba a sentirse
intimidada cuando salía junto a Normani y Dinah, pero no podía negar que muchos
días había extrañado aquellas fiestas y noches en que el tequila invadía de un
especial brillo sus ojos marrones.
- Ahora sólo debemos encontrarte un ligue. – Resonó la voz de
Normani.
Pestañeó nerviosamente, no sabiendo si ya el tequila estaba haciendo
efecto o si por un momento estaba considerando seriamente aquella noche conseguir
algo así.

- Iré al baño. – Mencionó la pediatra.


- ¿Voy contigo? – Preguntó Normani.
Camila negó y con un gesto de la mano se fue caminando dejando a
sus amigos hablando de buena manera junto a la barra del lugar.
La pediatra se sintió observada por algunas personas del lugar, los
mezclillas ceñidos hacían justicia a su figura. Dentro de todo, ella siempre buscaba un
poco de su tiempo para salir a correr durante las mañanas y hacer algo de elíptica en
su piso, así podía mantener su figura.
...
A Lauren le costó un poco acostumbrar sus ojos a la tenue luz del
lugar, había más personas de lo que ella esperaba y cuando comenzó a disfrutar un
poco del sonido de las trompetas y a la voz que cantaba en español Nathan le tomó
de la mano hasta acercarse a dos mujeres a las cuales rápidamente identificó.
- ¡Mi amor! – Saludó Cynthia besando rápidamente al pelirrojo.
La cirujana elevó las cejas rápidamente para detallar cómo Keana
estaba a la izquierda de Cynthia, la castaña de ojos verde oscuro le regaló una
coqueta sonrisa mientras se encaminaba para dejarle un beso en la mejilla
peligrosamente cerca de la comisura de sus labios.
- Hola Lauren... – Dijo finalmente Keana quien llevaba un
tequila en una de sus manos.
- Hola. – Le regaló una sonrisa.
Nathan luego de unos segundos logró romper el exagerado abrazo que
Cynthia había creado entorno a su cuerpo.
- Con Lauren iremos por algo de beber, ya volvemos. – Habló
rápidamente el pelirrojo elevando un poco el tono de la voz por culpa de la música del
lugar.
Los ojos esmeraldas comenzaron a detallar a varias personas del lugar
mientras seguía a Nathan, no fue hasta un par de pasos más que pudo detallar cómo
Normani Kordai y Dinah Jane Hansen estaban en el lugar junto a un alto moreno que
reía con gracia al oído de Dinah.
- Oh por Dios. – Dijo divertido Nathan.
- Vaya, va ser que le gustan los morenos y no los pelirrojos. –
Apuntó Lauren mirando divertida a su amigo.
- Ya lo veremos. – Aclaró el cirujano.
Lauren detalló el alto moreno en el cual Dinah se apoyaba levemente,
parecía que la ginecóloga ya llevaba varios tequilas encima y Normani reía con gracia
de algo que Dinah hablaba.
Nathan le entregó a la cirujana un tequila margarita mientras él se
bebía de golpe un chupito de tequila para luego morder rápidamente un limón
haciendo una mueca de lo más exagerada.
- Venga. - Habló el cirujano mientras tomaba de la mano a
Lauren.
Frunció el ceño al ver que se acercaban sin rodeos a donde se
encontraban las ginecólogas y compañía.
- Dra. Kordei, Dra. Hansen. – Saludó cordialmente el pelirrojo.
Normani hizo una graciosa mueca mientras saludaba con un beso en la
mejilla al cirujano para luego detallar a la ojiverde tras de éste.
- Lauren. – Rió graciosamente la chica.
La cirujana saludó elevando las cejas mientras observaba cómo el
chico moreno miraba con el ceño fruncido al pelirrojo luego que éste saludara
fogosamente a Dinah.
- Dra. Hansen. – Saludó la ojiverde
- Oh disculpen... Éste es Will Powell, pediatra. – Presentó
Normani.

La mente de la cirujana se preguntó rápidamente si el chico estaría deliberadamente


relacionado con las ginecólogas.
- ¡Mila! Mira quiénes están aquí. – Elevó la voz una ebria Dinah.
...
Camila detuvo sus pies al percibir que a quienes se refería Dinah eran
ni más ni menos que a la dupla de cirujanos plástico Evans y Jauregui. Para ser
sincera consigo misma la pediatra no podía negarse que llevaba días recordando los
increíbles ojos que tenía Lauren, eran una mezcla exquisita entre un verde esmeralda,
un gris casi oculto y unas pupilas negras que hacían un hermoso contraste.
- Hola... - Saludó con una sonrisa al par de cirujanos.
- Buenas noches Dra. Cabello. – Respondió Lauren llevándose la
copa de tequila a los labios.
La tuene luz le impidió poder detallar con totalidad la vestimenta de
ambos, pero al menos logró comprobar la inmaculada camisa blanca de algodón que
llevaba el pelirrojo y una de color gris que llevaba la cirujana. Cuánta elegancia y
estilo tenían aquel par, casi sacados de una alfombra roja de algún súper estreno de
Hollywood.
- ¿Un tequila? – Acotó Will intentando descifrar el rostro de
Camila para luego regalarle una amplia sonrisa.
- Por supuesto. – Respondió la pediatra.
Camila abandonó rápidamente la escena dejando en claro que ella
misma iría hasta la barra, mientras sus pies marcaban un ritmo enérgico hasta llegar
donde el barman y pedir un tequila blue, su propio deseo hizo que se girara sobre sí
para apreciar a lo lejos a la ojiverde. Sí, Camila no podía negárselo, aquella mujer era
increíblemente guapa, tenía un cabello oscuro como la noche que seguramente era
más sedoso que una sábana egipcia de 400 hilos.
- ¿Puedo invitarte una copa guapa? – Murmuró una voz a su
lado.
- Normani... - Rió la pediatra.
- ¿Qué ha pasado? Has escapado tan rápido que Nathan ni
siquiera ha podido coquetear contigo frente a las narices de Dinah.
La pediatra dejó escapar una agradable risa mientras con una mano
recibía el tequila. Sus labios saborearon la sal que tenía el borde de la copa y luego
dejó escapar un ligero suspiro al sentir finalmente el líquido ardiente bajar por su
esófago.
- Ése par me hace sentir nerviosa... – Apuntó Camila.
- ¿Por qué? – Normani preguntó con leve sorpresa.
- No lo sé... Ambos parecen un par de esculturas griegas
escapadas de un museo. No sé cuál de los dos es más pálido, claramente fueron
esculpidos en marfil.
- Son ellos los que esculpen rostros y cuerpos Camila. – Acotó la
ginecóloga.
- Lo sé... Simplemente, son algo intimidantes.
- No viene al caso, seguro andan acompañados, Nathan debe
ser el hombre más mujeriego que he podido conocer en mi vida, y sinceramente
puede que Lauren no se quede muy por detrás.
Una mujeriega, por supuesto, se dijo a sí misma la pediatra. No le
gustaba juzgar a las personas, ni clasificarlas, ni menos encasillar, pero claro estaba
que Lauren era una de aquellas mujeres a las cuales tenía muy lejos de su alcance.
La cirujana con aquellos ojos, aquella sonrisa, aquel cuerpo, y una increíble carrera
en la cirugía plástica en una ciudad como Miami seguramente no tendría problemas
en llevarse a la cama a la mujer que quisiera, incluso, Camila se removió en su lugar
inquieta al imaginar cuántas mujeres con cuerpos y rostros perfectos habrían sido
deleitadas por el placer gracias a las manos de Lauren Jauregui.
- ¿Qué pasa contigo? Te has ruborizado de la nada. – Rió
perpleja Normani.
- Nada, olvídalo... ¿Bailamos salsa? – Dijo animada Camila.
...
- Claramente no está interesada en ti Evans. – Apuntó Lauren
mientras observaba con detalle cómo Dinah se derretía entre los brazos de Will.
- Ya lo verás Jauregui. – Habló mordazmente el pelirrojo.
Miró el reloj en su muñeca izquierda, era relativamente temprano pero
ya comenzaba a sentirse incómoda con la situación. Cynthia y Keana bailaban riendo
cerca de donde estaban ellos debido a que Nathan había declinado la invitación de
ambas chicas para quedarse espiando sin pudor hacia dónde se encontraba Dinah.
Claramente, Lauren no era muy buena para contornear su cuerpo al ritmo de aquellas
trompetas y cantos en español.
- No seas idiota, Cynthia está esperando a que vayas con ella,
¿No puedes ser fiel sólo por una noche? – Frunció el ceño la cirujana.
- Keana también te está esperando. – Contraatacó el cirujano.
- Keana sabe que no debe esperar nada de mí. – Aclaró la
ojiverde.
Claro que lo sabía, Lauren había sido clara con sus intenciones y al
parecer la mujer, que era mayor que ella por un par de años, había entendido el
mensaje.
Keana Issartel era una joven abogada divorciada desde hacía unos
meses. La ojiverde le había conocido semanas atrás gracias a Nathan en una de las
innumerables fiestas que el pelirrojo organizaba en su lujoso loft, aquella misma
noche fue el comienzo de una seguidilla de encuentros fogosos, siempre dejando en
claro que entre ellas no había nada, o así esperaba Lauren que Keana lo entendiera.

---
Gracias como siempre, no desesperen, la próxima semana ya se viene
el primer maratón :)
Capítulo 5.

El sonido de aquella música tan característica en el lugar, y el efecto


de los tres tequilas que ya llevaba, hacían que su cuerpo se moviera con gracia y con
un ritmo totalmente envuelto en el momento, Normani a su lado adornaba la estampa
con otra copa de tequila margarita en una de sus manos.
- ¡Quiero brindar por todo los años de nuestra amistad! – Dijo
divertidamente la ginecóloga arrastrando un poco las palabras.
- ¡No me hagas beber más Kordei, piedad! – Rió Camila.
Ambas chicas siguieron disfrutando del momento acompañadas por
más personas que también bailan junto a ellas. La mente de la pediatra se mantuvo
desconectada de todo mientras, sin querer ser descubierta, detallaba la escena entre
Dinah y Will quienes habían comenzado a besarse sin mucho pudor.
- Creo que la que ha encontrado ligue hoy fue ella. – Apuntó
Normani encogiéndose los hombros.
- Will es un buen chico, me quedo tranquila. – Mencionó Camila.
Podía sentir sus mejillas ruborizadas tanto por el calor que comenzaba
a sentir y por el alcohol que corría por su sangre, mentalmente agradeció que las
luces fueran tenues y que no todos pudieran detallar su estado.
- No te gires, pero creo que Lauren Jauregui no puede quitar sus
ojos de ti. – Resonó la voz de Normani la cual le regaló un fugaz guiño.
Tentada por la curiosidad, y quitándole el tequila de las manos a
Normani para beber de él, se giró levemente para percatarse cómo efectivamente la
cirujana mantenía sus atenciones en ella, rápidamente pudo sentir cómo sus mejillas
comenzaban a arder aún más.
- Sólo te diré que tengas cuidado... - Susurró la ginecóloga.
- ¿A qué te refieres? – Dijo curiosa.
- Tiene un temperamento terrible, y como ya lo puedes apreciar
comparte gustos con su amigo Nathan, coquetear con todas las mujeres posibles...
Frunció el ceño frente a las palabras de su amiga, la cual
sencillamente se estaba preocupando por ella, sin embargo no logró sentirse
totalmente cómoda frente a aquella actitud de Normani. Le devolvió una pequeña
sonrisa forzada a su amiga para luego decirle que volvieran donde estaban Dinah y
Will.
...
- Lauren. – Dijo Keana cuando se acercó donde ella se mantenía
observando todo a su alrededor.
- Keana. – Repitió metódicamente girando su vaso de whisky
entre sus dedos.
- ¿Bailamos?
- Sabes que no bailo salsa. – Sonrió de lado.
- Ya... Pero... Ahora que Nathan está con Cynthia pensé que
podríamos divertirnos nosotras... - Murmuró sugerentemente.
Centró sus ojos en los delicados rasgos del rostro de Keana. La
castaña era una abogada hermosa, delicada, con clase, mucho dinero y una increíble
experiencia en los placeres de la cama.
- Ya nos divertiremos tú y yo cuando nos vayamos de aquí. –
Dijo mordazmente la cirujana para luego beber de su vaso.
- Me parece excelente entonces.
Afirmó con la cabeza para luego detallar las largas piernas de Keana
que se dejaban apreciar bajo la corta falda de color negro que llevaba aquella noche
la mujer, rápidamente la imagen de Camila Cabello entrando en su consulta con falda
y camisa hizo que su mente quedara confundida frente al recuerdo... Claramente la
falda le daba más justicia al cuerpo de la pediatra.

- La próxima semana me voy de viaje a Grecia con Cynthia, seguramente


Nathan ya te lo ha mencionado. – Anunció Keana con total seguridad.
Claro que no me lo ha mencionado, pensó Lauren mientras bebía de
su whisky para ocultar una pequeña sonrisa que estaba en sus labios.
- No sabes cuánto extrañaré tus caricias... - Murmuró Keana en
su oído.
Una de las manos de la mujer acarició uno de sus costados para luego
subir y apretar rápidamente uno de los senos de Lauren la cual frunció el ceño y
atrapó la mano intrusa.
- Pensé que te gustaba hacer esto en privado. – Dijo de forma
brusca.
- Sólo me divierto...
Apretó la mandíbula para luego ver cómo Cynthia y Nathan se
acercaban hasta donde ellas estaban y luego apreciar cómo ambas chicas se alejaron
rápidamente hacia los baños entre risas.
- ¿Grecia? – Le dijo irónicamente a Nathan quien ahora se
apoyaba a su lado.
- No encontré un lugar más lejos para mandarlas que aún no
hayan visitado. – Confesó el pelirrojo.
Ambos rieron levemente hasta que los ojos del pelirrojo se
mantuvieron apreciando la escena entre Camila Cabello y sus amigos, claramente que
Dinah Jane estuviera entre los brazos de Will hizo molestar al cirujano.
- Ella será mía... – Apuntó Nathan.
- Olvídalo ya.
- Calla... Y no creas que no me he dado cuenta de cómo miras a
Camila... No me sorprende, es realmente guapa. – Le sonrió.
...
Los ojos marrones de Camila detallaron con gracia el notable estado
de ebriedad de Normani, la cual seguía intentando mantener una conversación con
Will quien le miraba graciosamente. Dinah intentaba retocar su labial, y ella
simplemente necesitaba un poco de aire para poder calmar su cabeza que comenzaba
a sentirse como si girara sobre sí misma gracias al alcohol.
- Un tequila más y nos llevamos a Normani. – Apuntó Camila
mirando con súplica a Will.
- ¡No! – Chilló la mencionada.
- Venga, no seas pesada Mila, si todos lo estamos pasando
genial. – Comentó Dinah.
Rodó los ojos para luego buscar entre las personas a la mujer que
comenzaba ha no querer dejar sus pensamientos, Lauren Jauregui. Cuando le
encontró pudo detallar cómo una chica castaña hablaba a su oído mientras con sus
manos acariciaba el cuello de la cirujana.
Sintió cómo en su estómago se hacía un nudo al percibir el descaro
total que tenía la mujer para toquetear el cuerpo de la ojiverde la cual sonreía frente
a las caricias de la mujer... Seguramente sería la conquista de la noche.
- No puedo creer que Lauren esté coqueteando con la ex mujer
de Damon Meder. – Murmuró Dinah.
- ¿La ex mujer de quién? – Dijo confundida.
- Keana Issartel, la ex mujer de Damon Bell, el dueño de
Meder Clinic Miami... Uno de los hombres más millonarios de la ciudad, ahora que se
han divorciado seguramente Keana tiene la cantidad de dinero suficiente para no
trabajar nunca más en su vida como abogada asesora.
Una mujer millonaria, joven y hermosa. Perecía el perfil perfecto para
una conquista, quizás era el tipo de mujeres que a Lauren le gustaban, no lo sabía...
Algo aturdida frente a lo molesta que se sentía por la nueva noticia le avisó a Dinah
que saldría por un poco de aire fresco.

Abandonando la puerta principal del lugar Camila agradeció la pequeña brisa marina
que corría por las calles para calmar un poco el calor y a la vez los diversos
pensamientos que estaba teniendo aquella noche.
...
Llevó una de sus manos hasta su bolsillo donde su móvil no dejaba de
vibrar, en la pantalla pudo ver los diversos mensajes de Taylor quien le recordaba que
mañana por la tarde sería otro de los partidos de football de Michael y que no olvidara
que le había prometido al pequeño nuevamente ir a verle.
Bebiendo lo que quedaba del whisky de su vaso y dejándolo cerca de
las otras copas de diversos tequilas Lauren le comentó a Nathan que saldría para
hacer una llamada.
Al llegar a la salida sacó su móvil y marcó el número de su hermana
menor esperando que Taylor respondiera, esperó unos segundos hasta que del otro
lado de la línea respondieran.
- Ey, ¿Te he despertado? Disculpa, no he caído en cuenta de la
hora en que te mandé los mensajes, he estado ocupada todo el día... - Excusó Taylor.
- Calma, estoy en un bar con Nathan... Y claro que iré mañana,
dile a Mike que ahí estará su tía. – Sonrió levemente.
- Gracias Lauren...
- Descansa, buenas noches hermana.
Cuando la llamada se terminó y giró sus pies para volver a entrar al
lugar unos ojos marrones mirándole fijamente desde una distancia de algunos metros
hicieron que su cuerpo se quedara estático en el lugar... Camila Cabello le estaba
detallando detenidamente mientras la chica disfrutaba de la agradable brisa marina
del lugar. Sin saber concretamente porqué, sus pies se encaminaron hasta la dueña
de aquellos profundos ojos marrones.
- ¿Una llamada importante? – Dijo curiosamente Camila a quien
ya se le notaba el efecto del alcohol.
Aguantó una pequeña sonrisa al reconocer el brillo especial en
aquellos marrones y cómo la pediatra arrastraba un poco las palabras, llevaba el
cabello algo despeinado y las mejillas aún ruborizadas... Se veía increíblemente
guapa.
- Asuntos familiares. – Se encogió de hombros la ojiverde.
- Ya... - Respondió pensativa Camila.
Se quedaron en silencio mientras Lauren siguió detallando el hermoso
rostro de aquella mujer. Tenía un perfil maravilloso y su cuello terminaba con gracia
donde comenzaban los hombros.
- Entonces la Dra. Jauregui sí debe tener algo de sentimientos y
un corazón si es que llama a alguien de su familia a estas horas. – Sonrió torpemente
Camila.
Frunció el ceño frente a las palabras de la más baja y quiso
responderle de forma abrupta e irónica, pero algo en la sincera sonrisa de la morena
le hizo dudar si el comentario había sido una burla o un alago. Apretó la mandíbula al
verse incapaz de leer claramente las intenciones de aquella mujer.
- Tomaré su ofensa con gracia, sólo porque claramente el
tequila hace estragos en usted. – Dijo elevando las cejas la cirujana.
- Oh. – Sonó divertidamente en la boca de Camila.
- Buenas noches Dra. Cabello, cuídese. – Se despidió antes de
comenzar a discutir con la mujer que al parecer quería hacer de un chiste la instancia.
Cuando fue a girarse la pequeña mano de Camila atrapó uno de sus
antebrazos llamando su atención. Sus músculos se tensaron frente al inesperado
contacto y las pupilas de sus ojos se dilataron rápidamente buscando el rostro
ruborizado de la pediatra.
- Yo... Disculpe, no sé por qué... Disculpe, buenas noches Dra.
Jauregui. – Dijo confundida.
Miró con detalle cómo los ojos de Camila se mantenían fijos en los
suyos, y sin esperar más con una de sus manos atrapó la mano de la pediatra que
seguía en su antebrazo. La piel de la morena era suave, y frente al contacto la mano
de menor tamaño intentó huir, pero Lauren apretó más el agarre impidiendo la
acción.
Siguieron mirándose mientras Lauren podía sentir su propio corazón
agolparse furiosos contra su pecho... Qué tenía aquella mujer, qué tenían aquellos
ojos, qué tenían aquellos delineados y llamativos labios que le hacían quedarse ahí.
- ¡Camila! – Escucharon a sus espaldas para luego identificar a
Will quien hacía una seña desde la puerta del lugar.
- Debo irme... - Murmuró la pediatra rápidamente.
Todo fue tan rápido que Lauren se quedó en el mismo lugar
observando cómo Camila llegaba hasta la altura de Will donde también esperaban
Dinah y Normani.
Fue tal el impacto de lo sucedido que sus ojos esmeraldas se
mantuvieron viendo la mano con la cual había tocado la de Camila... Debía olvidarse
de aquello o se pasaría días y noches intentando darle una respuesta a algo tan
simple que le había parecido tan mágico.

---
Como siempre, gracias por todo :) !
Capítulo 6.

Cuando su cabeza salió del agua hizo una profunda respiración para
compensar todos los minutos que había estado bajo del mar. Nadó lentamente hasta
la orilla de la playa donde Sam le estaba esperando junto a todas las cosas de buceo
que aquel día había decido a último minuto no usar y simplemente adentrarse al mar
para nadar tranquilamente.
Aún con el agua cayendo por su cuerpo y la arena pegándose a sus
pies Lauren se sentó junto Sam el cual ahora movía feliz su cola.
- ¿Ya te has cansado de correr por todo el lugar? – Le dijo al can
mientras le hacía caricias cerca del cuello.
Sam cerró los ojos con gusto frente a las caricias y Lauren sonrió
ampliamente para luego dirigir sus ojos hacia el horizonte donde se perdía la infinidad
del mar.
Agradecía lo apartado del lugar donde siempre podía disfrutar con
tranquilidad de la playa, en el cielo había una buena cantidad de nubes pero aun así
Lauren sabía que mañana tendría la piel con un leve tono rojizo como siempre pasaba
cuando iba a la playa de día, que era casi la mayoría de las veces.
- Sé que anoche te dejé solo, pero hoy tengo que ir a ver a
Mike, quizás luego venga con Taylor y él a casa. – Le explicó al perro el cual se
mantenía con la lengua afuera.
Sonrió de lado mientras detallaba el movimiento de las olas en el mar,
estaba tranquilo, con marea baja y Lauren cerró los ojos para apreciar el
característico sonido del lugar. Amaba estar ahí, era casi la única manera de calmar
sus pensamientos y sentimientos.
- Venga ya, hora de volver a casa. – Anunció la cirujana.
El perro se levantó ladrando fuertemente haciendo fruncir el ceño de
Lauren.
- Quédate aquí, ya vengo con la camioneta. – Le apuntó con un
dedo.
Mientras sus pies descalzos caminaron por la cálida y fina arena su
mente volvió al recuerdo de su encuentro con Camila Cabello durante la noche
anterior. Si bien había intentado mantener fuera de sus pensamientos a aquella
mujer, sería una mentira decir que lo había logrado. Incluso aquella mañana en que
se había despertado junto al cuerpo desnudo de Keana su mente se lo había vuelto a
recordar el tacto de la piel suave de la morena... Algo tendría que hacer.
...
- Entonces cuéntanos qué estabas haciendo con Jauregui afuera
del bar. – Apuntó Dinah para luego darle un sorbo a su taza de café.
- Ya les dije que nada... Sólo nos encontramos allí. – Se
ruborizó.
Y la verdad era, que aún se sorprendía de la pequeña interacción que
había tenido con la ojiverde la noche anterior. Podía recordar bien lo que le había
dicho y especialmente el momento en que ambas habían conectado sus miradas
mientras sus manos se estaban tocando, los latidos de su corazón se dispararon.
- Bueno, no pasa nada... Al final seguramente Lauren se ha ido
con aquella insoportable de Issartel. – Dijo Dinah sin mucha importancia.
- Pues serán igual de insoportables las dos. – Rió Normani.
- Tengo que irme chicas... Debo pasar la tarde con mis padres.
– Anunció inesperadamente la pediatra.
Hubo un silencio incómodo mientras Camila estiraba perezosamente
su cuerpo levantándose del sofá para luego caminar descalza por el amplio piso de
Normani donde habían pasado la noche luego de la salida. Buscando sus zapatos y
bolso la pediatra les tiró un par de besos a sus amigas en señal de despedida dejando
a estas un poco sorprendidas frente a la rápida huida.

Caminando lentamente por las calles para coger un taxi su mente volvió a recordar
aquellos hermosos ojos color esmeralda que la noche anterior se habían quedado
fijamente mirándole... No podía creer que después de casi tres años volviera a
sentirse abrumada por la belleza de una mujer, especialmente de alguien como
Lauren, una de la cual se hablaba de su terrible temperamento y reputación con las
mujeres.
¿Por qué se sentía tan atraída por la ojiverde? Podía admitir que
Lauren era extremadamente guapa, algo enigmática, demasiado seria para su gusto,
y ni siquiera se conocían... Pero había algo que hacía que no pudiera apartar sus
pensamientos de ella, incluso sus ganas de verle nuevamente... ¿Para qué? Se
preguntó, seguramente Lauren Jauregui nunca se fijaría en una chica como ella.
...
El pequeño de ojos azules se lanzó feliz a los brazos de Lauren quien
le devolvió el gesto bajo una emocionada mirada por parte de Taylor.
- ¡Tía Lauren! Has venido otra vez. – Dijo emocionado Michael.
- Claro campeón, seguro que hoy tienes un buen partido. – Le
sonrió la ojiverde.
- Mamá me ha comprado unos botines nuevos... ¿Te gustan?
Lauren detalló con especial cuidado los botines color rojo que llevaba
el pequeño y cómo estos contrastaban agradablemente con las medias color azul
oscuro.
- Están geniales. – Dijo guiñándole un ojo a Michael.
El sonido de la voz del entrenador del equipo del pequeño llamó la
atención de éste quien se despidió rápidamente con la mano y corrió hasta donde
estaban sus compañeros. Taylor se sentó en una pequeña grada del lugar y le hizo un
gesto a la ojiverde para que se sentara a su lado.
- Gracias por venir... – Murmuró la menor.
- Disculpa si fui algo borde cuando me llamaste el otro día. –
Confesó Lauren.
- No te preocupes, lo importante es que has venido... Te ves
algo preocupada... ¿Algo mal en el trabajo? – Dijo con curiosidad.
- No realmente, todo bien con ello.
Se quedaron en silencio mientras Lauren sabía que Taylor no
preguntaría más, se conocían tan bien que la menor de los Jauregui reconocía hasta
dónde debía seguir con sus preguntas, Lauren agradecía totalmente que su hermana
le conociera tan bien.
- Mamá me ha llamado hoy, me ha dicho que no le has cogido
las llamadas. – Apuntó la veterinaria.
- Oh, estaba en la playa, ya luego se me hizo muy tarde y tuve
que venir aquí. – Explicó.
- Llegará la próxima semana, dice que está encantada con
Venecia. – Comentó Taylor.
- Es bueno saber que le ha agradado el viaje.
Sonrió levemente al saber que pronto su madre volvería. A pesar de
todo y aunque no le gustara admitirlo a veces agradecía que su madre aún se
preocupara por ellas como si fueran unas niñas pequeñas que necesitan
constantemente del amor y preocupación de una madre, frente aquellos
pensamientos la imagen de la última vez que había visto a su padre atormentaron la
serenidad de su corazón.
- ¿Qué tal si luego del partido vamos a mi casa? Seguramente
Mike extraña un poco de playa y Sam jugará muchísimo con él. – Dijo Lauren.
- Por supuesto, sería genial. – Sonrió.
- Vale.
- ¿Y ahí me dirás realmente qué tiene tu mente tan ocupada?

- Taylor... - Murmuró de mala gana.


- Tenía que intentarlo. – Rió entre dientes.
Cuando ya se encontraban en la camioneta camino hacia la casa de la
cirujana, a través del retrovisor Lauren pudo detallar cómo Michael iba feliz
conversando junto a Taylor la cual pasaba las manos por los cabellos de su hijo, al
final el equipo del pequeño había ganado 2 – 0 en un entretenido partido que hizo a
la ojiverde disfrutar del momento junto a su hermana.
- Cariño, ve a cambiarte y nosotras te esperaremos para ir a la
playa. – Le dijo Taylor al pequeño.
- ¿Sam irá con nosotros? – Preguntó feliz el niño.
- Claro. – Apuntó Lauren.
Viendo correr escaleras arriba al pequeño Lauren se dirigió al patio
donde buscó unas sombrillas y sillas de playa para subirlas a la camioneta, Sam
estaba entretenido entre los brazos de Taylor quien le acariciaba lentamente.
- No te rías de mí... Pero es una chica. – Dijo Lauren dejando
sin entender a la menor de los Jauregui.
- ¿Una chica?
- Quien está ocupando mis pensamientos... Una chica...
- Oh... Pensé que podías tener a cualquier chica de Miami si así
lo quisieras. – Murmuró la veterinaria.
- No... Bueno... Ella es diferente.
- ¿Diferente? – Enarcó las cejas.
- La verdad es que ni siquiera nos conocemos... Sólo hemos
hablado dos veces, una por algo meramente profesional y anoche nos encontramos
en un bar.
- ¿Es cirujana? – Dijo curiosa.
- No, ella... Ella... Ella es pediatra.
Ambas se mantuvieron en silencio mientras Lauren apretaba la
mandíbula. Taylor fue a comentar algo pero Michael entró corriendo al lugar haciendo
que Sam ladrara fuertemente frente a los juegos del pequeño.
...
Camila terminó de acomodarse en el sofá dejando escapar un suspiro
al sentir la agradable brisa marina que entraba por la ventana. La voz de Norah Jones
resonaba por el lugar y la cena estaba casi lista, por fin tenía algo de tranquilidad
luego de pasar algunas horas junto a Sinu y Alejandro.
Recordando mentalmente su horario de mañana la morena comenzó a
ordenar las cosas en su bolso hasta toparse con su móvil. Lo dejó a un lado mientras
rebuscaba entre sus notas los nombres de los otros cirujanos que Dinah y Normani
les habían apuntado para intentar solucionar lo que ocurría en el hospital donde ella
trabajaba.
Pasaron unos minutos hasta que el sonido de alguien llamando captó
su atención, el número no lo tenía registrado y dudó durante unos segundos si
responder, pocas personas tenían su número y definitivamente no estaba de ánimos
para hablar con cualquier persona aquel domingo por la noche.
- ¿Diga? – Contestó curiosa.
- ¿Dra. Cabello? – Dijo la voz al otro lado de la línea.
No puede ser, se dijo a sí misma rápidamente mientras identificaba
quién llamaba.
- ¿Aló? – Volvieron a repetir.
- ¿Dra. Jauregui?
- Sí... Disculpe llamar así, sé que no nos conocemos mucho...
Pero, ¿Mañana estaría libre para que podamos volver a discutir sobre lo que me
comentó de las cirugías que necesita su servicio?
- Oh... La verdad es que mañana estaré bastante ocupada,
pero...
- Lo entiendo...
Se mantuvieron en un incómodo silencio mientras Camila podía sentir
cómo sus mejillas tenían un violento rubor, las manos le temblaban y agradeció
mentalmente que Lauren no le viera en aquel estado.
- Quizás pueda invitarle a cenar... Digo... Seguramente tiene
algunos horarios bastante complicados, pero...
- Podríamos discutirlo en una cena, me parece una buena idea.
- Bueno, entonces... Dígame un día y luego coordinamos
precisamente.
- ¿Miércoles?
- Fantástico... Le dejaré un mensaje donde nos juntaremos...
Hasta ahora Dra. Cabello, buenas noches.
- Buenas noches...
La llamada se cortó tan rápido que Camila abrió rápidamente los
párpados frente a lo que había ocurrido. Tenía tantas preguntas que responderse,
¿Cómo Lauren había conseguido su número? ¿Por qué ella estaría reevaluando la
posibilidad de ayudarle? ¿Una cena? ¿Habría otras intenciones detrás de ello?

---
Gracias como siempre :) veamos qué trama Lauren.
Capítulo 7.

^Nota de autora: Antes de leer el capítulo deseo explicar que como la historia se
desarrolla en Miami los personajes hablan inglés, por cosas técnicas y obvias haha la
historia está en español, entonces, en algún momento de la historia se describirá que
Camila habla en español dejando sin entender a Lauren... Vamos, un poco de
imaginación para el momento, seguro lo logran, de todos modos, además dejaré en
marcado en cursiva cuando lo haga.
***

Lunes y martes pasaron más rápido de lo que se imaginó Lauren, y


ahora que estaba en la pequeña oficina de descanso de la consulta aquella mañana de
miércoles bebiendo tranquilamente de su café espresso, su mente se encontraba
absorta en sus innumerables pensamientos bajo la atenta mirada de Nathan quien
sonreía maliciosamente.
- ¿Vas a decir lo que me quieres preguntar? – Dijo sin mucho
interés la ojiverde.
- Llevas una camisa nueva... - Apuntó el pelirrojo.
- ¿Y? – Enarcó las cejas.
- Vale, sé que tienes una gran cantidad de ropas como para que
nadie pueda saberlo, pero te conozco tan bien que sé que te traes algo entre manos...
– Comentó con un tono seguro.
Sonrió de lado para luego dedicarle una mueca irónica a su amigo el
cual le guiñó un ojo para volver a concentrarse en su cuenta de Twitter.
- Saldré a cenar con Camila Cabello. – Murmuró Lauren.
- Oh ya veo... Suena a una larga noche de sexo candente.
- No lo creo... Sólo vamos hablar sobre aquello por lo que ha
venido la otra vez, las cirugías de fisuras palatinas y reconstrucciones. – Dijo
quitándole importancia.
- ¿No pensabas decírmelo primero? – El pelirrojo se levantó de
su asiento.
- Nathan... Sé que somos un equipo, pero también sé que si te
lo preguntaba volverías a negarte... He hablado con Taylor sobre lo que Camila
Cabello necesita y...
- ¿Y has cambiado de idea porque tu hermana te lo ha pedido?
- Ella no me lo ha pedido... Además, creo que puedo hacer lo
que yo quiera con mi tiempo libre.
- Espero que realmente sea en tus tiempos libres porque no
pienso perder clientes por tus caprichos...
- ¡No es un capricho! – Gritó enfadada.
El cirujano abrió de par en par los párpados, perplejo frente al
arrebato de su mejor amiga, sin embargo se mantuvo en silencio mientras Lauren
comenzaba a pasarse una mano por el rostro.
- No es un capricho... No hago esto para acercarme a Camila, ni
para quedar bien con ella... Creo que ya han pasado algunos años desde que no hago
un poco de acción social o como quieras llamarlo, no me hubiera negado tan rápido si
no hubiera sido porque son pacientes pediátricos, pero... Ya entiendes... Nathan. –
Dijo calmadamente la ojiverde.
Los ojos marrones del pelirrojo estudiaron el rostro de la cirujana la
cual parecía estar debatiéndose con sus propios pensamientos y sentimientos.
No sería él quien frenara a su mejor amiga en hacer algo que
realmente deseaba y que además ayudaría a algunos pequeños y sus familias... Y a
Lauren también.
- Dile a Camila que estaré encantado de ayudarle también,
avísame los horarios para coordinar mi agenda. – Resonó la voz de Nathan antes de
salir de la oficina.

...
Luego de terminar de prescribir la receta de medicamentos para el
pequeño con amigdalitis al cual estaba viendo en aquellos momentos, Camila se
despidió cariñosamente del niño y le dio una cálida sonrisa a la preocupada madre.
Caminando hasta el próximo box donde encontraría a su siguiente
paciente la morena sintió su móvil vibrar en su bolsillo. Rápidamente se lo llevó a las
manos para detallar el mensaje entrante por parte de Lauren Jauregui.
"Dra. Cabello, no parece alguien que guste de cenas lujosas, ¿Qué tal
algo de comida mexicana hoy por la noche?"
Sonriendo como en sus años de adolescente cuando alguna chica le
invitaba a salir Camila respiró hondamente para escoger las palabras precisas que
escribiría.
"Conozco un lugar perfecto, le dejaré la dirección y nos veremos a las
20.00 PM"
Mordiéndose los labios al guardar el aparato la ronca voz de Will
resonó a sus espaldas llamando su atención.
- Hola, ¿Todo bien? – Sonrió Camila.
- Qué guapa estás hoy... – Apuntó el moreno con un dedo.
- Gracias. – Dijo pestañeando rápidamente.
- Quería pedirte un favor... Seré muy directo, estoy realmente
interesado en Dinah y me encantaría que pudieras ayudarme, ya sabes, que me digas
qué le gusta hacer, cosas por el estilo. – Murmuró Will.
- Oh...
Luego de la pequeña charla entre ambos amigos Will se fue con una
triunfante sonrisa por los pasillos mientras Camila también sonreía frente a la posible
nueva pareja que podrían ser Dinah con el pediatra. Le agradaban juntos, ambos eran
divertidos y congeniaban de buena manera.
Ahora sólo deseaba que las horas que le quedaban de trabajo pasaran
rápidas y así poder dirigirse hasta el agradable lugar donde cenaría con la cirujana.
Esperaba sorprenderla frente a sus conocimientos sobre comida mexicana, además
incluyendo un agradable detalle que esperaba que no hiciera sentir nerviosa a Lauren.
...
Los ojos esmeraldas detallaron con curiosidad la típica decoración
mexicana que tenía en el exterior el pequeño restaurant que se encontraba cerca de
la playa en aquella zona de Miami. La música en español podía escucharse y Lauren
sonrió al recordar su inesperado cambios de planes, seguramente en un lugar así de
tranquilo lograría conocer de mejor manera a Camila y darle la noticia de que le
ayudaría con aquellos pacientes.
Sintiendo la agradable brisa marina del lugar la ojiverde volvió a
revisar la hora en su lujoso reloj que llevaba en la muñeca izquierda, seguramente
Camila llegaría en cualquier momento. Mayor fue su sorpresa cuando justo en
aquellos momentos la pediatra se bajó de un taxi y llegó hasta su lugar.
- Hola. – Sonrió la más baja con un beso en la mejilla.
- Ey, ¿Todo bien? – Dijo detallando la delicada capa de gloss
que cubría los labios de Camila.
- Sí, esperemos que la comida esté genial.
Le devolvió una pequeña sonrisa mientras ambas entraban al lugar
donde los colores verde, rojo y blanco parecían inundar todo. Pequeñas mesas se
esparcían por el lugar junto a una larga barra donde algunos hombres bebiendo
cerveza estaban viendo un partido de football que se comentaba en español. Una
amplia sonrisa se dibujó en su rostro cuando Camila le indició una de las mesas que
se encontraba un poco apartada del bullicio.

- ¿Dra. Jauregui gusta de la comida mexicana? – Preguntó curiosa la morena


mirándole directamente a los ojos.
- Yo bueno...
- ¡Camilita! – Interrumpió una grave voz.
Lauren detalló rápidamente al hombre que ahora estaba abrazando
efusivamente a la pediatra. Sin entender mucho esperó pacientemente viendo los casi
inconfundible rasgos latinos en el alto hombre.
- Alejandro nos comentó que ya habías vuelto a Miami, con tu
tía Rosa estábamos esperando que vinieras a comer por aquí. - Comentó el hombre.
- Oh sí tío, no he tenido mucho tiempo, pero ya estoy aquí. –
Sonrió sinceramente Camila.
El hombre se giró rápidamente llamando el nombre de su esposa la
cual apareció tan rápidamente que Lauren supuso que habrían notado a la pediatra
desde que ambas habían entrado al lugar.
- ¡Ay mija! Mira si no estás guapa. – Comentó en español la
mujer de cabellos parecidos a Camila.
Con sus ojos esmeraldas se mantuvo como espectadora de primera
fila al ver cómo la mujer le dejaba cariñosas caricias en el rostro a Camila la cual
ahora tenía un leve rubor en las mejillas debido a la efusividad del momento... Claro
Lauren, te ha traído a cenar al restaurant de sus tíos... Oh Dios mío...
Manteniendo una perfecta sonrisa Camila se mantuvo algunos
segundos hablando en español con sus tíos hasta que éstos se devolvieron para
dejarles un momento para decidir qué cenarían. Cuando tuvo la carta entre manos
Lauren hizo una mueca frente a los diferentes y variados nombres de comidas que
estaban ahí, escritos en español... Simplemente no sabía qué hacer...
- ¿Qué va a pedir? No sé si comer una enchilada o chilaquiles, o
incluso quizás pozole... - Dijo tranquilamente Camila.
- Yo... La verdad...
La morena le dirigió una divertida sonrisa mientras parecía entender
qué estaba ocurriendo. Lauren frunció el ceño para luego mirar directamente a los
ojos marrones.
- No tengo idea sobre comida mexicana... Creo que alguna vez
comí tacos durante alguna de mis borracheras en mi último año en el instituto, asi
que...
- ¿Asi que me ha invitado sin saber nada de comida mexicana?
- Supuse sus orígenes Dra. Cabello, tiene unos rasgos latinos
muy hermosos... Y bueno, creo que ya lo he confirmado con la bienvenida de sus
tíos...
Camila hizo resonar una melódica risa en su boca que hizo a Lauren
intentar retener una risa para poder detallar lo hermosa que se veía aquella chica
mientras disfrutaba del momento.
- Me sorprende Dra. Jauregui... Yo elegiré por usted, no se
preocupe. – Sonrió la morena para luego con una mano llamar a su tía Rosa la cual
seguía hablando con su esposo.
- Que no tenga mucho picante por favor, no estoy
acostumbrada... – Murmuró Lauren intentando quitarle el peso al asunto.
- Claro, claro. – Ambas sofocaron una pequeña carcajada.
Lauren escuchó con interés cómo Camila hacía la orden mientras su tía
no le quitaba la atención a ella. Se sintió algo intimidada, pero le dirigió una pequeña
sonrisa a la mujer que luego con un leve grito llamó al tío de Camila.
- Manuel, Manuel... ¿Ya viste lo hermosa que es la novia que se
ha traído Camilita? – Dijo la mujer en español dejando a Lauren sin entender.
- ¡Tía, ella no es mi novia! – Chilló la pediatra.
Su boca se entreabrió para preguntarle a Camila de qué estaban
hablando pero ésta negó con la cabeza levemente haciéndole una seña de que luego
le explicaría. Cuando por fin se quedaron a solas la pediatra se llevó ambas manos al
rostro para ocultarse ahí.
- Creo que necesito unas clases de español. – Sonrió Lauren.
- Mi tía ha pensado que usted es mi novia y mi tío piensa que
hacemos una linda pareja. – Explicó Camila aún con las mejillas sonrojadas.
Lauren enarcó las cejas divertidamente para luego detallar con gracia
cómo Camila le sonreía tímidamente.
- Dra. Cabello, déjeme decirle que tiene un rostro hermoso. –
Murmuró Lauren.
- Oh... Gracias, supongo... Debe ver muchos así, o mejor dicho,
deja muchos así luego de sus cirugías.
- Sin embargo su rostro tiene una armonía natural, ¿Ha notado
la delicada y perfecta caída que tiene su nariz que termina con aquel ángulo
respingado? – Apuntó mirando con detalle cómo Camila le escuchaba con especial
atención.
- Vale... Supongo que en su idioma está diciendo que tengo una
nariz bonita. – Rió levemente.
- Sí. – Afirmó con la cabeza.
- Bueno... ¿Entonces? ¿Ha cambiado su decisión sobre la ayuda
que le he pedido el otro día? – Dijo la pediatra.
- Me he aburrido de las formalidades Dra. Cabello... Puede
llamarme de tú... Y sí, me gustaría que me comentaras algunos detalles más sobre la
ayuda que necesitas, pero tanto mi socio Evans como yo estaremos encantados de
ayudar a tu servicio.
La sincera sonrisa que se dibujó en el rostro de Camila hizo que los
ojos esmeraldas brillaran aún más frente a lo hermosa que se veía aquella chica... No
podía dejar de sentirse totalmente atraída por ella, demasiado atraída.

---
Espero que no quedara tan confuso, pero vamos, es la magia de la
escritura.
Muchas gracias como siempre.

Dentro de los siguientes días el primer maratón.

Y dedico éste capítulo a anitatamarindo quien me ayudó a conocer de


la gastronomía mexicana ;) un beso!
Capítulo 8.

Lauren detalló con cuidado cómo el café caía en su vaso de cartón


lentamente dejando que el aroma llegara hasta sus narices. Sonrió al recordar lo feliz
que se había levantado aquella mañana luego de la tranquila y agradable cena que
había tenido con Camila.
Ahora se preparaba para entrar a una rinoplastía junto a Nathan, el
cual estaba hablando con el anestesista en el quirófano para que todo estuviera en
orden. Su tranquilidad momentánea fue interrumpida cuando Dinah Jane entró al
lugar en búsqueda de una botella de agua.
- Ey, buenos días Dra. Jauregui. – Saludó la chica.
- Buenos días Dra. Hansen. – Respondió.
Ambas se mantuvieron en un incómodo silencio hasta que Dinah se
dejó caer en el cómodo sofá que estaba en el lugar, Lauren podía notar cómo la
ginecóloga se debatía entre hablar o no.
- Mila nos ha contado que el Dr. Evans y tú han aceptado
ayudarle con la lista de pacientes de cirugía infantil. – Comentó mientras bebía un
poco de la botella.
- Sí, si podemos ayudar con lo que hacemos no veo alguna
razón para negarnos. – Dijo metódicamente.
La ginecóloga afirmó lentamente con la cabeza mientras detalla el
sereno rostro de Lauren la cual intentaba descifrar todas las expresiones en el rostro
de la amiga de Camila.
- Si lo estás haciendo para sorprenderla creo que ella se
enfadará si descubre tus reales intenciones... - Resonó la voz de Dinah.
Lauren apretó rápidamente la mandíbula para evitar dar una respuesta
sin pensar fríamente. Si bien aún no tenía una razón concreta por la cual deseaba
ayudar a Camila sabía muy bien que la de quedar bien frente a ella no lo era, la
ojiverde nunca había sido de aquel tipo de persona, incluso detestaba a quienes
hacían acciones para quedar bien con otros y así obtener alguna ganancia de aquello.
- Dra. Hansen, veo que me conoce muy poco la verdad... No
estoy haciendo esto para obtener la atención de la Dra. Cabello si es lo que le
preocupa... - Apuntó con voz firme.
- Entonces olvida todo lo que dije. – Respondió Dinah
levantándose del sofá.
Un leve suspiro escapó de su boca al ver cómo la ginecóloga le estaba
advirtiendo sobre su proximidad con Camila, la cirujana lo sabía, sabía que tenía una
reputación junto a Nathan y seguramente Dinah no quería ver a su amiga envuelta en
aquellos rumores y situaciones en que envolvían a ambos cirujanos plásticos. Una
extraña sonrisa amarga se dibujó en su rostro al pensar en cómo las personas solían
equivocarse tanto al juzgarla sin conocerle, pero llevaba años acostumbrada a todo
aquello.
...
- Camila... - Murmuró Will mientras observaba a la pediatra.
Sus ojos marrones se mantuvieron en el monitor cardiaco el cual se
mantenía en asistolía y una hipotensión marcada... Llevaban casi 40 minutos
intentando reanimar a un niño de 8 años que había estado en un accidente
automovilístico y que había sido llevado hasta la urgencia donde ella estaba de turno
aquella tarde.
- Hora de la muerte, 19.03 PM. – Anunció.
Lentamente y junto a la enfermera que había estado durante la
reanimación comenzaron a limpiar algunos rastros de sangre del rostro del pequeño e
intentar cubrir las heridas visibles para que sus padres pudieran entrar en la
habitación luego de que ella les informara de lo sucedido.
Cuando se acercó a los padres del pequeño, los cuales tenían algunas
lesiones superficiales pero que ya habían sido tratadas, Camila respiró hondamente
intentando mantener la calma frente a la situación.

- Lo sentimos mucho, hemos realizado todo lo posible, pero las heridas de Tony
eran demasiado severas... Él ha fallecido. – Explicó.
En la facultad de medicina nunca te enseñan a enfrentar un momento
así, no hay un libro, no existen guiones, sólo te dan consejos sobre lo ideal de la
situación para dar una noticia así. Un espacio apartado, sin muchas personas, con
asientos, mirar a los ojos, explicar y responder preguntas, pero sobre todo, debes
decirlo, decir que el paciente ha fallecido, es la única manera en que los familiares
comiencen a asimilar realmente lo sucedido.
A pesar de todos los años ya trabajados en aquello, e incluso las
diferentes situaciones vividas tanto en Miami como en Uganda el preciso momento en
que Camila podía ver cómo una madre escuchaba la noticia de que había perdido un
hijo siguiera siendo el momento más desgarrador que ella podía reconocer en un ser
humano.
Con las manos aun sudando y las piernas temblando se despidió de
ambos padres luego de algunas preguntas y se acercó lentamente hasta la puerta del
servicio de urgencia por donde llegaban los pacientes en las ambulancias.
No hacía ni calor ni frío, y su mente agradeció que por aquellos
minutos no hubiera una gran cantidad de personas circulando por el lugar mientras su
reloj marcaban las 19.30 PM, sólo quedaban treinta minutos más de turno y ella
podría ir a su piso para desconectarse de todo.
...
Con sus ojos esmeraldas detalló rápidamente la hora en su móvil,
sintiéndose nuevamente nerviosa por estar allí, quizás ir de sorpresa para
encontrarse con Camila a la salida del hospital donde la pediatra trabajaba era una
decisión demasiado precipitada, pero no le ofrecería más que llevarla en casa en su
camioneta luego de un largo día de trabajo o incluso un corto paseo por la orilla de la
playa si es que la morena se lo permitía... ¿En qué momento había ocurrido aquella
decisión impulsiva de volver a encontrarse con Camila? Ni ella misma lo sabía.
Luego de cerrar la puerta de la camioneta y comenzar a caminar hasta
donde estaban las ambulancias fuera del servicio de urgencia Lauren agradeció que
hubiera poco movimiento en aquellas horas, así se le haría más fácil dar con Camila y
hacer un poco más agradable la sorpresa que se llevaría la pediatra al encontrarse
con la cirujana en aquellas condiciones.
Sin embargo y apretando la mandíbula pudo notar cómo la chica que
estaba sentada apartada de la puerta principal, aún con su bata color blanco y
teniendo el rostro hundido entre ambas mano era Camila, y parecía estar llorando
amargamente.
Sintiendo la boca seca e intentando no asustar a la morena Lauren se
acercó hasta quedar a su lado para detallar cómo Camila dejaba de esconder su
rostro y se limpiaba torpemente las lágrimas que rodaban por sus mejillas, a la
ojiverde se le hizo un nudo en la garganta al ver llorar a la misma chica que la noche
anterior había pasado horas riendo y sonriendo.
- ¿La... Lauren? – Dijo confundida.
- Ey, venía de sorpresa a verte, pero creo que la sorpresa me la
llevo yo... ¿Necesitas algo? – Murmuró suavemente mientras se sentaba junto a la
pediatra.
Camila negó levemente con la cabeza mientras seguía intentando
controlar sus lágrimas y limpiar su nariz. La cirujana pudo detallar el tono rojizo que
tenían los ojos de la morena y sintió cómo en su pecho se instalaba una inesperada
preocupación, no le gustaba verla llorar, no cuando había pasado todo el día
deseando escucharla reír y detallar aquella hermosa sonrisa que tenía.
- ¿Aún no terminas tu turno? – Preguntó la más alta.
- Me quedan unos minutos, simplemente debo buscar mis cosas
y dejar unas indicaciones. – Explicó.
- ¿Tienes hambre? Podría llevarte a comer algo o...
- No estoy de ánimos para salir, ha sido un día difícil... - Sonrió
de lado.
- Disculpa... – Dijo agachando un poco su rostro.
- Quizás un paseo por la orilla de la playa estaría bien, aunque
no quiero hablar de qué pasó hoy... - Se encogió de hombros.
- Claro, lo entiendo... Vamos.
- Espérame aquí, ya vuelvo.
...
Cuando la pediatra volvió a salir desde el servicio de urgencia pudo
detallar cómo Lauren estaba allí esperándole ya de pie, llevaba un delgado abrigo
color azul marino y una delgada camisa color blanca que dejaba ver el sujetador
blanco por debajo, unos holgados jeans claros y unas deportivas azules también,
parecía tan casual, seguramente habría salido hacía horas del trabajo.
Una gran curiosidad se instaló en su mente al ver cómo
deliberadamente la ojiverde le había ido a buscar al trabajo, detalles de horarios y
lugar dónde estaba trabajando que anoche habían salido de su boca frente a la
especial curiosidad que tenía Lauren en que ambas se conocieran más.
- Tengo aparcada cerca la camioneta, vamos. – Dijo la cirujana.
- ¿Una camioneta? – Murmuró enarcando las cejas.
- ¿Qué pasa? ¿Pensabas que tenía un BMW, un Ferrari o algo
por el estilo? – Sonó con un tono divertido.
- Bueno... Pareces una de aquellas personas que gustan de
cosas lujosas. – Confesó algo avergonzada.
- Para ser alguien tan altruista aún tiene algunos prejuicios Dra.
Cabello.
- No realmente, lo siento, además como anoche te fuiste en
taxi...
- No me gusta conducir cuando bebo, especialmente si es
tequila. – Sonrió de lado.
- Ya... ¿Una camioneta, realmente? – Dijo escéptica.
- Son muy cómodas, es una 4x4... Además Sam adora ir en ella.

- ¿Sam?... ¿Tu... Tu novia? – Preguntó confundida frunciendo el


ceño.
- Oh no, Sam es más bien del tipo de cuatro patas, una larga
cola y ladrar cuando le digo que nos vamos de paseo a la playa. – Explicó.
Una sonora risa escapó de la boca de Lauren mientras ella sentía cómo
el rubor se instalaba en sus mejillas mientras intentaba imaginar qué clase de perro
tendría alguien como la ojiverde. Nunca pensó que realmente la cirujana tuviera una
faceta tan cotidiana y relajada, quizás como bien decía Lauren ella misma tenía un
poco de prejuicios con todo lo que había oído sobre quien ahora estaba manejando
tranquilamente la camioneta en dirección a la playa más cercana, cosa que no era
difícil en una ciudad como Miami.
El momento era acompañado por la inconfundible voz de Alicia Keys
haciendo a Camila mirar detenidamente a Lauren la cual parecía estar disfrutando
totalmente de la música y de la compañía que ella le hacía... Es hermosa, se dijo a sí
misma mientras por la ventana entraba un poco de viento que hacía agitar levemente
los cabellos negros como la noche de Lauren.
- ¿No te molestará que luego nos volvamos a subir a la
camioneta y ensuciemos con arena? – Dijo la morena.
- No, rara vez no hay arena en ella, suelo ir a la playa que está
afuera de mi casa casi todos los días. – Explicó Lauren.
Una playa afuera de su casa, repitió en su mente Camila intentando
descifrar aún más el misterio que significaba Lauren Jauregui en su vida.
- Algún día te llevaré si quieres, seguramente Sam estará feliz
con la visita. – Murmuró la ojiverde cuando apagaba el motor del vehículo para
quedarse mirando directamente a Camila.

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Ey, qué decir, como siempre, muchas gracias por todo vuestro apoyo
:)

Viernes y sábado maratón con 4 caps... Nos leemos.


Capítulo 9.

Maratón -> 1/4


***

Los ojos de Lauren detallaron con cuidado cómo Maggie Morgan, la


jefa del Servicio de Pediatría del Miami Mercy Hospital, seguía explicándole sobre las
listas de espera en los pacientes que requerían de cirugías.
- Dra. Morgan, con mi socio el Dr. Evans hemos hablado
directamente con la Dra. Cabello quien nos ha informado sobre los pequeños que
necesitan especialmente reconstrucción plástica de fisuras palatinas ya operadas o
no. – Comentó Lauren.
- Sí, por ello aquí le tengo los folios con las historias clínicas de
algunos de ellos, cuando tenga decidido el orden y los días en que podrán realizar las
cirugías por favor póngase en contacto conmigo directamente y todo lo demás
quedará a nuestro cargo.
- Me parece excelente, dentro de los siguientes días le estaré
llamando entonces.
La mujer de cabellos canos le dirigió una sincera sonrisa que hizo a
Lauren volver a tener seguridad en que había tomado una buena decisión al ayudar a
todos aquellos pequeños y sus familias... Quizás así también ella misma pudiera sanar
un poco algunas ocultas heridas que se encontraban en lo más profundo de su
corazón.
Caminando por los pasillos del lugar aún con los folios bajo uno de sus
brazos la curiosidad de Lauren fue mayor al dirigirse al Servicio de Pediatría donde
observó a Will caminando por el lugar y luego mirarle sorprendido.
- Dra. Jauregui, ¿Busca a alguien? – Preguntó tranquilamente el alto
moreno.
- ¿Se encuentra la Dra. Cabello?
- Debería pasar por aquí en unos minutos para bajar hasta el
servicio de urgencias. – Explicó.
- Gracias.
Detallando los nombres de los posibles pacientes que operaría junto a
Nathan los minutos pasaron rápidos hasta que por el pasillo se escucharon los sonidos
de los tacones por el lugar, Camila caminaba con una encantadora expresión de
sorpresa en su rostro.
- Parece que venir a verme se ha vuelto su nueva afición Dra.
Jauregui... Como la conozco no pensaré que es algún tipo de acosadora o algo así. –
Dijo divertida.
- Hola por cierto. – Respondió mordazmente. – Y tranquila, sólo
venía a mi reunión con la Dra. Morgan.
Mostrándole los folios hizo una perfecta sonrisa para dejar en claros
sus iniciales intenciones al entrar en aquel lugar, aunque claramente Camila podía
percibir sus segundas con tanta seguridad como la sonrisa que no se borraba del
rostro de la morena.
- ¡Es una excelente noticia! Dios mío Lauren... Muchas gracias,
de verdad, y dale las gracias Nathan también. – Comentó feliz.
- No hay de qué, esperemos que todo salga bien.
Se mantuvieron en un corto silencio en el que Lauren pudo detallar el
divertido elefante bordado que tenía Camila en su bata blanca justo donde se
detallaba el nombre de la pediatra. No había dudas en que la chica de ojos marrones
amaba su trabajo.
- ¿Puedo invitarte una pequeña y simple cena para celebrar? –
Dijo con un poco de timidez Camila.
- ¿Me volverás a humillar por no saber nada sobre comida
mexicana? Porque si es así mi orgullo tendrá que declinar la invitación. – Sonrió.
- En realidad pensaba pedir una pizza y una gaseosa, no soy
una gran cocinera si soy sincera. – Confesó.
- Ya veo...

- ¿Mi piso? – Dijo rápidamente.


- Oh... Me encantaría, déjame la dirección y nos veremos a la
noche. - Sonrió.
...
Para Camila las horas pasaron más lento de lo que quería admitir,
había concentrado su mente en el trabajo para así darse cuenta que ya eran las 20.05
PM cuando tomaba el taxi en dirección a su piso donde dentro de los siguientes veinte
minutos iría a encontrarse con la cirujana.
Cuando se bajó a la salida del portal del edificio se encontró con
Lauren quien le regaló una amplia sonrisa como saludo.
- ¿No tienes coche? – Dijo curiosa la ojiverde.
- No.
- ¿No sabes conducir? – Volvió a preguntar.
- No. – Respondió con media sonrisa.
- Oh...
Le hizo una infantil mueca a Lauren frente a la insistencia y ambas
entraron rápidamente para tomar el elevador hasta el piso de Camila.
- Creo que tengo algo de vino tinto ahora que lo pienso... –
Comentó la más baja mientras sacaba las llaves para abrir la puerta.
- ¿Nada de tequilas? – Enarcó las cejas Lauren.
- No por hoy, no a menos que desees que comience hablarte en
español. – Apuntó divertida.
- Bésame, bésame mucho. – Cantó Lauren alargando la letra u
de la última palabra.
- ¿Sabes lo que significa lo que me estás cantando? – Desafió
Camila.
Lauren le regaló una amplia sonrisa para luego dirigirse hacia la cocina
donde sacó su móvil y comenzó hacer el pedido de la pizza. Ella apoyando su cuerpo
contra la encimera se cruzó de brazos frente a la relajada imagen de la ojiverde
caminando de un lado a otro mientras seguía dándole los detalles de las pizzas a
quien estuviera al otro lado de la línea.
- He pedido Coca-cola light para ti, pareces ser de aquellas
chicas. – Apuntó Lauren guardando su móvil en el bolsillo.
- Para ser una arrogante cirujano plástica tiene muchos
prejuicios Dra. Jauregui. – Repitió las palabras.
La sorpresa invadió el rostro de Lauren quien luego simplemente
entrecerró los párpados para buscar algo por la cocina, seguramente la botella del
vino prometido supuso la pediatra.
Con cada minuto que pasaba a su lado Camila sólo alimentaba sus
ganas de conocer más y más a la chica que ahora parecía tan casual buscando entre
las cosas en su cocina, no parecía ser la misma persona que había conocido cuando
fue por primera vez a su consulta para comentarle sobre la ayuda que necesitaba, ni
menos parecía ser la misma mujer que Dinah y Normani le comentaban.
- No me mientas, ¿Dónde tienes las botellas de tequila, mija? –
Resonó la voz de Lauren.
...
Los pies de Lauren agradecieron sentir la familiar sensación de la
arena cálida haciéndole cosquillas mientras en su mano llevaba los zapatos de suela
blanca que había ocupado aquel día. A su lado Camila caminaba sintiendo la brisa
marina chocando contra su rostro. Llevaba el cabello suelto haciendo que el viento
jugara caprichosamente con los mechones y la ojiverde centrara su atención en
aquella hermosa escena casi salida de alguna escena de película.
Hacía unos minutos que había dejado el piso de la pediatra para
terminar la cena con un tranquilo paseo junto a la orilla del mar en una de las playas
que quedaban cerca de donde estaban.
- Cuando estuve en Mbarara lo que más extrañaba era el mar...
El simple sonido de las olas rompiendo, la brisa marina, sentir el agua cuando te llega
hasta bajo de las rodillas... Ahora que lo pienso, aún no me he dado un día para
disfrutar plenamente de la playa. – Confesó Camila mientras ambas seguían mirando
cómo el sol estaba cerca de ocultarse.
- ¿Por qué Uganda? ¿Por qué África? – Preguntó curiosa.
La pediatra respiró hondamente bajo la mirada de Lauren quien podía
observar cómo los tonos naranjos y violetas se plasmaban en el rostro de Camila.
Nunca había admirado a una mujer que se viera tan hermosa así de natural, la
ojiverde podía admitirse que llevaba años deteniendo sus atenciones en mujeres las
cuales usaban maquillajes en exceso, costosas ropas, exclusivos perfumes y que
sinceramente las prefería con las bocas cerradas... Camila parecía tan irreal, como
una de aquellas humildes chicas que luego se convierten en princesas en las películas.

- Nací en Cuba, pero luego junto a mis padres nos mudamos a


vivir en México buscando mejores oportunidades, y finalmente cuando yo estaba por
cumplir siete años mis padres decidieron buscar un nuevo comienzo aquí en USA...
No puedo recordar todo totalmente, sólo el hecho que mi madre me dijo que nos
íbamos de viaje a Disney, ¿Te lo imaginas? Era una pequeña llena de sueños que iba
a conocer el mejor lugar del mundo que puede existir a ésa edad... Seguramente tú
ya habías ido allí incluso antes que yo lograra poner un pie aquí en Miami.
Apretó su mandíbula intentando contener todos los recuerdos que
venían a su mente, se mantuvo en silencio observando cómo Camila parecía haber
notado que alguna de sus palabras habían incomodado a la cirujana por lo cual la
morena se arregló un mechón de cabello para seguir hablando.
- Mis padres tuvieron algunos problemas para conseguir
empleos estables y conseguir suficientes ingresos para una familia, fue aquello mismo
que les hizo desistir de tener más hijos por temor a no lograr sustentarnos
totalmente... - Dijo con tristeza. – Ellos trabajaron durante años arduamente para
lograr que yo tuviera una buena educación, por ello siempre intenté ser una buena
estudiante y además alegrar los días de mis padres quienes se veían cansados con
todo aquello.
El relato de Camila se detuvo al mismo instante que el sol se ocultaba
totalmente mientras el viento seguía jugando con su cabello.
- Así entré a la facultad de medicina aquí en Miami, siempre
supe que quería ser pediatra, me encanta el alma tan pura que tienen los niños... Y
simplemente deseaba darles felicidad al ayudarlos a ellos y a sus familias.
Lauren apartó la mirada apretando los puños hasta dejar sus nudillos
blancos por la falta de circulación, detalle que no pasó desapercibido para Camila
quien rápidamente tomó una de sus manos haciendo que el contacto dejara escapar
un suspiro de los labios de la ojiverde.
- No sé cuál será el motivo de por qué mis palabras te están
incomodando en éstos momentos... Espero en algún momento saberlo... Pero todo
está bien Lauren, puedes confiar en mí. – Le dijo calmadamente.
Puedes confiar en mí...
Lauren soltó los zapatos que cayeron sin gracia hasta la arena para
luego con sus manos sujetar suavemente el rostro de Camila quien le sonrió
levemente, con sus pulgares acarició parte de las mejillas de la pediatra la cual cerró
los ojos frente a la delicada caricia.
Lentamente acercó su rostro para dejar un suave beso contra los
labios de Camila quien con sus brazos rodeó la cintura de Lauren. Ambas entrelazaron
sus labios con mayor intensidad acompañadas por el sonido de las olas rompiendo y
la arena cálida bajo sus pies.
---
:)
Capítulo 10.

Maratón -> 2/4


***

Camila apoyó ambos brazos en sus rodillas para recuperar el aliento


luego de terminar de correr los 4 kilómetros aquella mañana de sábado. A su lado
Normani terminaba de elongar sus piernas para evitar el dolor post ejercicio.
- Es increíble cómo no has perdido el ritmo. – Dijo sonriendo la
ginecóloga.
- En Mbarara solía correr un día a la semana, no perdí de todo la
costumbre. – Explicó Camila abriendo una botella de agua.
- No puedo creer que pasaras tres años allá.
- Se pasaron más rápido de lo que podrías imaginar. – Sonrió.
Al sentir el líquido bajar por su esófago Camila cerró los ojos al sentir
cómo la garganta le ardía un poco debido al compás rápido de su respiración. Por lo
menos su piso quedaba sólo a unos metros de allí donde le esperaba una agradable
ducha con agua fría.
- ¿Me vas a contar por qué anoche cuando respondiste mi
llamada estabas tan feliz? – Picó curiosa Normani.
- Promete que no te pondrás histérica.
- Si no me das un motivo, no debería por qué...
- He estado viéndome con Lauren Jauregui... Y besándola...
Mucho...
Sus ojos marrones detallaron cómo Normani le observaba con la boca
entreabierta y comenzaba a fruncir el ceño tanto que hizo que una risa nerviosa
saliera de su propia boca.
- ¿Mila has perdido la capacidad de usar tu cerebro? – Apuntó la
morena.
- Normani... Sé que me has dicho que Lauren es alguien
terrible, pero, nos hemos estado conociendo y ella es tan agradable.
- "Agradable" – Dijo asustada. – Agradable es lo que menos es
Mila... Dios... No puedo creer que te haya seducido...
- Ella no me ha seducido... Bueno, no en el mal término, por
Dios, ni que fuera una pequeña chica recién salida del instituto o algo así, joder
Normani tengo casi 28 años, puedo decidir con quién pasar mi tiempo y qué hacer
con ello. – Resonó su voz con tono de enfado.
- ¿Y ya has olvidado que ella está con Keana Issartel? –
Murmuró rápidamente.
Entreabrió sus labios para responder rápidamente, pero ninguna
palabra salió de su boca al percatarse que realmente no había hablado de aquello con
Lauren, ella no se lo había preguntado ni la ojiverde mencionado... Cómo había
podido olvidarlo. Sólo podía ser culpa de que ella perdiera cada uno de todos sus
pensamientos cuando se encontraba en la compañía de Lauren, aquellos hermosos
ojos que hacían que toda su atención se centrar en ellos y en lo irreal que se sentía
estar entre sus brazos.
- Lo que imaginé... - Dijo amargamente Normani.
Sus ojos detallaron nerviosamente a su amiga la cual parecía intentar
mantenerse en calma para finalmente regalarle una leve sonrisa.
- Eres mi amiga, sólo quiero lo mejor para ti y Lauren Jauregui
no lo es. – Dictaminó.
....
- ¿Dónde estabas? Te has atrasado casi 30 minutos. – Recriminó
Nathan mientras observa a Lauren ponerse su bata blanca.
- Me he atrasado por el tráfico cuando venía luego de donar
sangre. – Explicó.

El pelirrojo le regaló una comprensiva sonrisa y luego le hizo un gesto apuntando


hacia su móvil.
- Keana me ha llamado tres veces hoy, al parecer tu querida
novia ha perdido la cabeza al ver que tú no le respondes ninguna jodida llamada y ha
decido darme por el culo a mí. – Dijo recalcando las últimas palabras.
Rodó los ojos mientras se acercaba a la silla de respaldar grande que
estaba a la derecha de Nathan y se sentó de malas ganas sin responder ninguna de
las palabras de su mejor amigo.
- Punto uno, ella no es mi novia... Punto dos si no deseo
responderle las llamadas es mi decisión... Punto tres, por qué mierda está
llamándome si se supone que debería estar en alguna playa nudista en Grecia o qué
se yo. – Exclamó enojada.
Nathan sofocó una carcajada bajo la seria mirada de Lauren quien se
llevó una mano al rostro pensando que tendría que volver hablar con aquella mujer
para aclarar las cosas que habían pasado entre ellas, sexo, absolutamente nada
más... Ahora la ojiverde debería volver a pedirle a Keana que le dejara en paz...
Además, ella estaba conociendo a alguien más.
- Tengo algo que contarte. – Anunció la cirujana.
- Dime que has tenido sexo candente con Camila Cabello. –
Sonrió ampliamente.
- ¿Sólo sabes pensar en sexo? Por muchos años mantuve la
esperanza que dejaras de pensar con tu pene y tu cerebro hiciera un poco de
sinapsis, ya veo que me he equivocado. – Gruñó.
Las cejas del cirujano se enarcaron de forma graciosa mientras le
guiñaba un ojo a Lauren.
- El punto es, que no, no he tenido sexo candente con ella...
Más bien, nos estamos conociendo... - Dijo calmadamente.
- ¿Conociendo? ¿Conociendo qué? ¿Su par de senos, su culo o...

- ¡Eres asqueroso! – Gritó.


- Oh venga....
- Ella es diferente, ¿Vale?
- ¿Diferente? ¿Qué mierda de palabra estás usando para
definirla? Joder Lauren no parecer ser la misma chica que se llevó a la cama a casi la
mitad de nuestra clase de anatomía quirúrgica.
- Ten cuidado Evans, tu hermana estaba en aquella clase y aún
me envía mensajes... - Sonrió con malicia.
- ¡Eso no es verdad! – Espetó.
Guiñándole un ojo para luego dirigirse hasta la puerta para llamar al
primer paciente de la jornada Lauren pudo notar cómo su mejor amigo tenía el rostro
casi del mismo color que sus cabellos pelirrojos.
...
- ¿Entonces estás saliendo con aquella cirujana que Dinah y
Normani odian? – Dijo sorprendido Will.
- No saliendo, técnicamente. – Comentó tranquilamente.
El moreno afirmó en silencio mientras Camila terminaba de servir un
poco de vino tinto en la copa de su amigo, el olor de la carne al horno y las verduras
cocinando hicieron sonreír a la pediatra.
- Si vas a cocinarle a Dinah como estás cocinando ahora mismo
estoy segura que ella no te dejará ir. – Sonrió.
- ¿Tú crees?
- Claro, la apariencia física con los años va cambiando, pero
Will, el hambre nunca cambia. – Rió entre dientes.
Ambos rieron de buenas ganas mientras Camila volvía a pensar en qué
estaría haciendo Lauren en aquellos momentos. Durante el día la cirujana le había
dejado un mensaje para saber cómo estaba pero ella insegura no le había respondido
debido a lo que había hablado con Normani los días anteriores, no quería admitirlo,
pero incluso podía extrañar la compañía de la ojiverde al pasar de los días.

- Bueno, si tú te quedas con aquella cirujana plástica sí mantendrás tu


apariencia física con los años. – Bromeó Will.
Mordiéndose los labios apartó un poco sus ojos del rostro de su amigo
mientras en sus manos tomaba una copa de vino tinto para beber un poco.
- Will, ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro.
- ¿Me encuentras guapa?
El chico frunció el ceño y se detuvo unos segundos para esperar algún
tipo de explicación por parte de Camila la cual nunca llegó.
- ¿Por qué lo preguntas?
- Sólo respóndeme, por favor. – Sonrió de lado.
- Pues claro... Por supuesto que eres guapa Camila... ¿Acaso lo
dudas? – Preguntó curioso.
- Ayer estuve buscando el nombre de Lauren y Nathan por
internet... ¿Sabías que ya han operado a varias celebridades? Actores, presentadores
de televisión, cantantes, y claro a un trillón de mujeres despampanantes... - Habló
lentamente.
Will se mantuvo en silencio mientras Camila jugaba con la copa entre
sus manos evitando un contacto directo con los ojos marrones del pediatra.
- Cuando iba en el instituto, solía sentirme muy insegura con mi
imagen... Mi cuerpo, mi cabello... Vamos, yo nunca fui una chica de senos llamativos,
ni piernas largas, ni aún menos una chica a los cuales los chicos o chicas hiciera
perder la cabeza...
- Pues ahora eres una mujer hermosa Camila...
Una delicada sonrisa se mantuvo en su rostro en respuesta a las
sinceras palabras que su amigo le había dedicado, sin embargo su mente intentó no
retornar a todos aquellos malos ratos que tuvo que pasar en el instituto bajo las
burlas de algunas de las chicas que se reían de ella.
- No podría decirte que fui una clase de patito feo, porque sería
exagerar, pero vamos, Jessica y Stephanie hicieron mi vida imposible en nuestro
último año del instituto.
- Adivino que serían dos rubias estilo Paris Hilton.
- Algo parecido, Jessica me odiaba porque su novio solía
quedarse mirándome durante las clases y ella sólo podía restregarme en la cara que
era una pobre y triste latina que había huido de su patético país. – Dijo amargamente
Camila.
- Sabes que eso no es verdad...
- Ahora lo sé... Cuando tienes casi 18 años y sólo quieres
encajar en todo aquello te lo tomas muy personal... - Suspiró.
- ¿Entonces te hacían bullying?
- Sí... Supongo que aquello sólo empeoró mi inseguridad sobre
mi apariencia en aquellos años.
- ¿Y me lo comentas ahora por... Lauren?
- Oh no... Digo... Lauren no me hace sentir así, sé que no sería
capaz de comentar algo negativo sobre mi apariencia, de hecho, ahora que lo
recuerdo bien, la otra noche me ha mencionado que le gusta mucho mi rostro y mi
nariz. – Rió levemente para luego volver a una expresión neutra. – Es sólo que su
trabajo... Ella vive de aquello, rostros perfectos, cuerpos perfectos... Sólo me deja
algo abrumada pensar en ello.
...
Sus ojos esmeraldas detallaron con cariño cómo Michael se abrazaba a
Clara con total devoción mientras Taylor comenzaba a servir la cena de aquella
noche.
- ¡Y entonces marqué un gol en el área abuela! – Chilló feliz el
castaño.
- ¿Si cariño? Para el próximo partido estaré allí. – Prometió la
mujer.
Taylor le dirigió una mirada mientras Lauren afirmaba en silencio
haciéndole entender a su hermana menor que ella también estaría allí para
acompañar a su familia.
- ¿Debo sorprenderme que no tengas el rostro quemado
Lauren? – Sonrió su madre.
- Últimamente sólo he ido de noche con Sam a la playa. –
Explicó.
- ¿Todo bien? – Dijo confusa la mujer.
- Sí mamá.
Lauren se mantuvo en silencio observando cómo su sobrino mantenía
aquella alegría interminable a la vez que Clara le recordaba que debía comerse todo
de lo contrario Taylor no le dejaría ir a sus prácticas de football. Una nostálgica
sonrisa se instaló en su rostro, detalle que no pasó desapercibido por su madre quien
le dirigió una mirada que Lauren supo perfectamente descifrar.
- Lauren está conociendo a alguien. – Confesó Taylor para luego
sacarle infantilmente la lengua a su hermana mayor.
- Oh... Dime que no se parece a tus últimas insoportables
conquistas. – Suplicó Clara.
- Madre... - Recriminó.
- Ya deberías sentar cabeza hija, que casi tienes 30 años.
- Bueno qué, tienes dos hijas, Taylor podría ser la primera en
casarse y no tendría problemas con ella, es decir, ya no estamos en el siglo XVIII
para que ella deba esperar que yo me case primero. – Rodó los ojos.
- Se llama Camila. – Volvió a comentar la menor.
- ¿Oh, una latina? – Resonó con curiosidad.
- Sí. – Se limitó a comentar.
- ¿A qué se dedica?
Ambas hermanas se mantuvieron en silencio mientras la sonrisa de
Taylor desaparecía de su rostro. Lauren apretó su mandíbula mirando a su madre
quien aún se mantenía curiosa.
- Es pediatra. – Dijo la ojiverde.

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Nos leemos mañana :)
Capítulo 11.

Maratón -> 3/4


***

Sus tímpanos retumbando con el característico sonido de estar bajo el


agua y la inminente necesidad de volver a respirar hicieron que todos sus músculos
se sincronizaran para nadar en búsqueda del oxígeno que necesitaban sus pulmones.
Sacándose rápidamente la máscara de snorkel de la cara Lauren logró
obtener la primera bocanada de aire, con los ojos aún nublados por la salada agua
buscó en dirección de la orilla a la distancia donde Sam le esperaba tranquilamente.
Manteniendo su cuerpo contra el oleaje y sintiendo las pesadas aletas
de buceo en sus pies la ojiverde volvió a hundir su rostro en el agua para hacer un
perfecto nado crol en búsqueda de tierra firme.
- ¿Ya te has cansado de andar corriendo por aquí? – Le habló al
perro.
La cola de Sam se removió con fuerza mientras se acercaba hasta
Lauren la cual suspiró para comenzar a quitarse el traje de neopreno que se
encontraba totalmente empapado para luego sentarse sobre la toalla de rallas azules
y blancas.
- Se está muy a gusto aquí, ¿No mi amigo? – Murmuró mientras
acariciaba una de las orejas del perro.
Un extraño sonido por parte del animal hizo reír a Lauren la cual
mantuvo sus ojos mirando hacia el horizonte donde se perdía la inmensidad del
océano.
- ¿Te gustaría que la próxima vez viniera con una visita? –
Habló.
El perro ladró dos veces mientras volvía a mover inquietamente la cola
haciendo fruncir el ceño a la ojiverde la cual quiso interpretar como una respuesta
afirmativa por parte de su compañero.
- Vale. – Sonrió.
...
Camila se mordió nuevamente los labios debatiendo en su mente si
hacer aquella llamada o no, si ver o no otra vez a Lauren, si terminar todo aquello
que ni siquiera habían comenzado o simplemente darse el gusto de aprovechar que
aún faltaban algunas horas para que fuera viernes por la noche y Lauren no tuviera
ningún otro compromiso como para invitarla a salir.
Esperando que sonara el tono y jugando nerviosamente con los dedos
de su mano Camila esperó que hubiera respuesta desde el otro lado de la línea.
- ¿Camila? – Sonó la voz de Lauren.
Un rápido nudo se formó en su estómago haciendo que su rostro se
ruborizara frente a la familiar sensación de nerviosismo que sentía cuando era una
adolescente y debía enfrentarse a una situación en que sus nervios podían
traicionarle.
- Hola Lauren, ¿Todo bien? – Murmuró.
- Sí... ¿Y tú, cómo estás?
- Bien, aquí camino a mi piso ya. – Explicó.
- Que bien, yo acabo de terminar la última cirugía que teníamos
ésta tarde y mañana no tenemos consultas. – Apuntó la ojiverde.
- ¡Oh genial! – Comentó con excesivo entusiasmo.
- Vaya, creo que estás hasta más feliz por mí por aquello. – Dijo
divertida.
Camila negó con la cabeza levemente para luego reírse al recordar que
Lauren no podía ver aquel gesto, se sintió como una adolescente intentando no
desperdiciar su posibilidad de hablar con quién le estaba robando sus pensamientos
últimamente.
- Te he llamado porque quería saber si tienes planes para hoy
por la noche. – Resonó la voz de Camila.
- ¿Planes?... No realmente... A menos que hayas planeado uno
donde mi compañía sea aceptada. – Rió levemente.

- Bueno... Yo... Sé que no bailas salsa, o así pude detallarlo la otra noche...
- Muy detallista Dra. Cabello. – Murmuró Lauren.
- Yo... Yo... Olvídalo...
- Ey... Es verdad, no bailo salsa, pero si se trata sobre salir
contigo a bailar un poco, no podría negarme... Quizás me hagas cambiar de idea y
deje que me enseñes a bailar, por lo que recuerdo realmente sabías bailar aquellos
ritmos con trompetas y cantos en español.
Las mejillas de Camila ardieron aún más si era posible y dando un
pequeño brinco de felicidad en el mismo lugar que estaba la pediatra respiró
lentamente antes de responder.
- ¿Me pasas a buscar a las 22.00 PM? Conozco un buen sitio. –
Dijo.
- No podré beber si voy con mi camioneta...
- Cierto... Te dejaré la dirección y nos encontramos allá. –
Sonrió.
- Vale, hasta ahora guapa.
...
Cuando la llamada se terminó, y Lauren se encaminó hasta el
vestuario de mujeres para cambiarse por fin la ropa quirúrgica e irse a su casa, las
risas provenientes desde el interior del lugar llamaron su atención... Sin querer
interrumpir entró lentamente al lugar donde encontró a Nathan apoyado contra una
pared acariciando el cuello de Dinah Jane la cual se separó rápidamente del cirujano.
- Lauren... ¿Está listo el protocolo y las indicaciones? – Murmuró
Nathan intentando quitar la tensión del momento.
- Sí... - Dijo a secas mirando fijamente a su mejor amigo.
- Vale, entonces ya me voy, estamos hablando. – Sonrió de
lado.
Frunciendo el ceño afirmó en silencio para luego acercarse hasta su
taquilla mientras Dinah terminaba de ordenar nuevamente su cabello frente al espejo
que había en el lugar.
- No es lo que parece... - Dijo Dinah rompiendo el silencio.
- No es de mi interés nada de lo que he visto aquí Dra. Hansen.
– Respondió rápidamente la ojiverde.
La mujer curvilínea le dedicó una forzada sonrisa a Lauren para luego
recoger su bolso e irse rápidamente del lugar dejando a la cirujana preguntándose si
debía hablar sobre aquello con Nathan o hacer como si nada hubiese pasado.
Lamentando sobre todo que por lo que recordaba Will, uno de los amigos más
cercanos de Camila, se estaba saliendo con Dinah.
- No te metas ahí. – Se dijo a sí misma luego de acomodarse la
delgada cazadora de cuero.
Al llegar a la zona de aparcamiento se encontró con Nathan quien le
esperaba fuera de la camioneta apoyado sobre la puerta del piloto.
- No ha pasado nada, por si te lo preguntabas. – Murmuró el
pelirrojo sacándose las gafas de aviador que llevaba aquel día.
- Ey, nunca te he juzgado por lo que haces con las mujeres... -
Dijo encogiéndose de hombros.
- Pero Dinah es amiga de Camila y se supone que está saliendo
con Will.
- ¿Y?
- Joder Lauren, es obvio que querrás contarle lo que viste... -
Frunció el ceño.
- Nathan... Podemos vivir en la ciudad con mayor cotilleo del
mundo, pero que tú quieras tener sexo con Dinah Jane cuando ella se supone que
está con otro hombre no es de mi puto interés, no eres un niño pequeño, y no sería la
primera vez que le eres infiel a Cynthia... - Explicó.
- Vale... ¿Entonces no le dirás?
- ¿A Camila? – Enarcó las cejas. – Por Dios ni que os hubiera
pillado teniendo sexo ahí mismo, por lo que a mí me conviene yo sólo os vi hablando.
– Dijo apuntándolo con un dedo para que se apartara de la puerta.
- Gracias... – Murmuró el pelirrojo.
...
La sonrisa que había en su rostro no se borró durante los siguientes
minutos en que Lauren sujetó de su mano para entrar en aquel gran Club de Salsa
donde la música resonaba fuerte a través de las bocinas y el cautivamente perfume
de la ojiverde invadía su nariz.
- ¿Si eres cubana deberíamos tomar unos Mojitos, no? – Sonrió
Lauren con eficiencia.
- El mío que sea de frutilla. – Guiñó con un ojo.
- Mmm, si es así entonces querré besarte toda la noche.
Golpeando levemente el hombro de la ojiverde Camila se acercó junto
a ella hasta la barra donde un alto chico de cabellos oscuros les dirigió una sonrisa
preguntarles en español qué deseaban. Ella hablando fluidamente pidió un mojito
frutilla y uno clásico para Lauren quien le miraba sin perder detalles.
- Ya digo yo, necesito que me enseñes español. – Sonrió.
Ahí va otra vez, siendo totalmente irresistible... Sin embargo la
situación le hizo recordar aquella noche en que había visto interactuar a Lauren con
Keana. Su sonrisa se volvió tensa y desvió sus ojos hacia el vaso que ahora el chico le
pasaba en su mano, intentando mantener sus ojos marrones en ello y no mirar
directamente al lugar donde sus emociones se iban directamente a un espiral de
sensaciones, los ojos de Lauren.
- Mmm, está muy bueno. – Apreció la cirujana bebiendo de su
mojito.
- Alcohol latino. – Sonrió.
Sin esperar más Lauren volvió a sujetar de su mano libre para
encaminarse cerca de la pista de baile donde varias parejas estaban disfrutando del
ritmo de la música. Camila sintió que perdería luego la cabeza cuando percibió que
Lauren había comenzado a subir su mano acariciando su brazo hasta llegar
lentamente a su hombro por donde caían sus cabellos con puntas onduladas.
- Si tú me enseñas a bailar salsa seguramente no tendría mejor
maestra. – Susurró a su oído.
- No tendré compasión por ti Jauregui, y si te atreves a pisar
uno de mis pies olvídate de que hoy lograrás besarme. – Sonrió apartándose
rápidamente.
Se mordió sus labios dándole la espalda a la cirujana. Ella también
podía jugar, si Lauren quería seducirla, entonces ella también podía hacer que la
ojiverde perdiera la cabeza.
Sin esperar la más alta sujetó su vaso para dejar ambos sobre una
pequeña mesa que estaba cerca del lugar para luego entrelazar una de sus manos y
encaminar a ambas hasta el centro de la pista.
- Lección 1... Mientras me tengas entre tus brazos y estemos
bailando yo seré la única mujer que existe para ti. – Sentenció Camila.
Lauren sonrió ampliamente mientras ambas comenzaban a moverse al
ritmo de la música, haciendo que una canción se transformara en dos más, y tres, y
diez, y quince hasta que sus pies exigieron descanso... Por supuesto, sus labios
también, porque los besos llegaron luego del fin de las resonantes trompetas de la
primera canción.
---
Nada como un mojito, no?
Capítulo 12.

Maratón -> 4/4


***

- Por Dios mis pies me están matando. – Chilló Camila


recordando las innumerables veces que accidentalmente Lauren le había pisado.
- ¡Eso te pasa por salir con una americana que no tiene idea de
bailar! – Recriminó su madre mientras ambas se sentaban en un pequeño sofá que
estaba en el patio de la casa de los Cabello.
- Al menos se ha asegurado de que llegué bien a mi piso. –
Recordó.
Su madre le miró de re ojo mientras bebía de su copa de vino blanco.
Camila pudo adivinar que Sinu se estaba formulando una pregunta que quizás ella
misma no quería oír de los labios de la mujer que le había dado la vida.
- ¿Entonces vosotras aún no...? – Dijo Sinu enarcando las cejas.
- ¿El qué?
- Ya sabes...
- Oh Dios mío... ¡Mamá! – Gritó notando cómo se ruborizaba
rápidamente.
- Oh mija, ya no eres una adolescente de 15 años... Que me
imagino yo que tú no le has dado alegría a tu cuerpo desde que te fuiste a Uganda y
mira que ya han pasado tantos años.
Sus párpados se abrieron de par en par luego de escuchar las palabras
que le hicieron avergonzarse bajo la divertida mirada de su madre.
Siempre habían tenido una relación agradable, Camila lo relacionaba a
que era la única hija del matrimonio Cabello, y que además sus padres le habían
tenido bastantes jóvenes.
- Un día tráela aquí, que yo misma le enseñaré algunas palabras
en español para que pueda seducirte del todo. – Sonrió Sinu.
- No sé cómo mi padre puede soportarte. – Rodó los ojos.
- Porque todas las noches...
- ¡Mamá! – Gritó horrorizada.
Al infierno la posibilidad de tener una conversación seria con su madre
y poder hablar sobre sus inseguridades con respecto a Lauren. Quizás debía hablar
con su padre cuando éste volviera de ver el fútbol con sus amigos o quizás debía
quedarse unos minutos más para seguir siendo humillada por su madre y decirle
sobre la reputación de la ojiverde y sus propias inseguridades.
...
- Ey, Jorge, que ya has despertado veo. – Murmuró Lauren
mirando al pequeño de ojos marrones quien afirmó levemente con su cabeza para
luego volver a mirar a su madre quien le acariciaba los cabellos negros que caían por
la frente del niño.
- No se ha quejado, sólo lloró un poco al despertar. – Explicó la
preocupada madre.
- Le hemos dejado unos buenos medicamentos para que no
tenga ninguna molestia, incluso hoy por la noche podrá volver a casa, la enfermera le
explicará sobre cómo cuidar de las suturas y la alimentación que necesitará Jorge por
estos días.
- Tengo hambre. – Susurró el niño mirando con vergüenza.
- Ya lo sé campeón... Pero aún falta un poquito para que puedas
comer, sólo un poquito... Además... Ahora eres el chico más guapo de Miami. – Dijo
Lauren.
El pequeño intentó sonreír pese al vendaje que tenía cerca de la zona
del labio bajo la nariz mientras Lauren podía notar la sincera alegría en aquellos
redondos ojos marrones.

- Muchas gracias Dra. Jauregui... No tengo palabras para agradecerle lo que


hizo por mí y por mi hijo. – Murmuró emocionada la mujer que la ojiverde podría
asegurar que tenía casi su edad.
- Me alegra haber podido ayudar a su hijo y cambiarle la vida...
Créame que no quedará una cicatriz muy notoria y poco recordarán de todo lo que
tuvieron que esperar por la cirugía. – Sonrió sinceramente.
- Siempre recordaremos que usted lo hizo posible. – Volvió
hablar con una humildad tan real que Lauren pensó que un par de lágrimas se
podrían escapar sus ojos.
- Que le hagan las curaciones y ya nos veremos en un par de
meses para el control. – Se despidió.
Haciendo resonar sus pasos a través del pasillo Lauren se detuvo para
respirar hondamente al recordar aquella hermosa expresión en los ojos de su
paciente. Y es que sólo en los niños se podía observar tan fácilmente lo que ocurría
en sus almas, o así lo admitía la cirujana...
Por tantos años se había negado a tener contacto con ellos, incluso
cuando estaba en la facultad y tuvo que pasar el semestre que más deseaba evitar de
toda su carrera, el semestre obligatorio de pediatría. Cuando lo inevitable llegó, y los
meses se hicieron eternos, Lauren luchó consigo misma intentando mantener su
calma hasta que la experiencia sólo quedara en una parte de su currículum.
Sin embargo luego Taylor había quedado embarazada y Mike había
comenzado a derribar cada uno de los muros que había construido a su alrededor...
Su alegre sobrino le había devuelto un poco de confianza para sentarse junto al
pequeño y verlo jugar con los regalos que ella le llevaba cada navidad y
cumpleaños... Curando lentamente algunas de las heridas más profundas de su
corazón.
...
- ¡Aquí estabas! – Dijo llamando la atención de Lauren la cual
dio un brinco del susto en el mismo lugar a mitad del pasillo donde se encontraba.
- Ey, pensé que estabas en urgencias. – Saludó con un leve
beso en los labios a la pediatra sin reparar en lo espontáneo del gesto.
- Me he pedido la hora para almorzar, ¿Me acompañas? ¿O una
cafetería no es lo suficientemente sofisticado para ti?
- Me recuerda a mis años de residencia, pero me vale. – Sonrió.
Camila miró de re ojo a Lauren mientras ambas bajaban las escaleras
en dirección a la cafetería del lugar. La pediatra pudo notar cómo la ojiverde parecía
perdida en sus pensamientos a la vez que intentaba detallar los distintos lugares del
hospital.
- He escuchado que la cirugía salió bien. – Comentó la más
baja.
- Sí... Todo en orden, Jorge podrá irse hoy mismo a su casa. –
Explicó.
- Me alegra, él llevaba más de dos años esperando por su
segunda cirugía reconstructiva.
- Lo sé, su madre era la más feliz.
A medida que los días pasaban y Camila iba conociendo poco a poco a
Lauren la chica de ojos marrones podía notar cómo el tema de los niños afectaba de
algún modo u otro a la cirujana. Aún no se había atrevido a preguntar por qué,
esperaba que en algún momento Lauren sintiera la suficiente confianza como para
comentárselo y revelar todo el misterio que hacía pasar minutos barajando
posibilidades a la pediatra.
- Quería comentarte sobre algo. – Dijo Camila mientras tomaba
una manzana del mostrador para dejarle en su bandeja junto al almuerzo.
Lauren entreabrió los párpados de forma divertida mientras ambas
caminaban hasta una apartada mesa que tenía sólo dos sillas. Cuando ya estuvieron
instaladas y la ojiverde bebía tranquilamente de su zumo de naranja Camila se
mantuvo en silencio mirándole directamente.
- ¿Keana Issartel es tu novia? – Resonó con firmeza.
Con sus ojos pudo detallar cómo Lauren parecía ahogarse con el zumo
mientras intentaba volver a mantener la calma, sin embargo podía sentir nerviosismo
frente a la posible respuesta por parte de la cirujana.
- Keana no es mi novia, nunca lo fue, ni lo será... No voy a
negar que he tenido algunos encuentros con ella... Meramente ocasionales. – Explicó
calmadamente Lauren.
- Aquella noche luego de conocernos te vi con ella... – Recordó.
- Sí, es la mejor amiga de la supuesta novia de Nathan.
- ¿Supuesta? – Dijo enarcando las cejas.
- Sí bueno... No me gusta hablar a espaldas de mi mejor amigo,
entenderás... - Murmuró.
- Sí... Es sólo que...
Se mordió levemente los labios para comenzar a jugar con el tenedor
que tenía en su mano, no podía ocultar la sonrisa que quería dibujarse en su rostro
debido a la respuesta que Lauren le había dado... La cirujana no estaba con aquella
tal mujer, aunque, por otro lado le aterraba ser una chica de "encuentros" como
Lauren lo había descrito.
- Sé que no nos conocemos mucho... Y seguramente habrás
oído muchas cosas sobre mí y de Nathan...
Entreabrió la boca para mencionar algo pero Lauren hizo un gesto con
la mano para que le dejara seguir hablando.
- Sé la fama que tenemos... Y no voy a mentirte, no he tenido
una relación seria desde que volví desde Yale al salir de mi especialidad en cirugía
plástica... Lo vuelvo a repetir, no nos conocemos mucho... Pero me encantaría saber
más de ti, que volvamos a cenar juntas, salir a bailar... Estar a tu lado simplemente
me gusta... - Sonrió sinceramente.
- ¿Realmente no estás con aquella mujer? – Preguntó insegura.
- No, no lo estoy... Y ya he hablado muchas veces con ella sobre
aquello.
Camila hizo una pequeña mueca para intentar ocultar el rubor que se
había pintado en sus mejillas frente a la confesión por parte de Lauren... Sin
embargo, no podía evitar recordar aquella noche cuando vio a Keana acariciando a la
cirujana.
- Mira, odio tener que demostrarle cosas a los demás... Pero, si
realmente me das una oportunidad quisiera invitarte a que pases una tarde conmigo
en la playa que está cerca de mi casa. – Sonrió levemente Lauren.
Sus párpados se abrieron de par en par frente a la inesperada
invitación. No es que se sintiera incómoda frente a pasar algunas horas junto a la
ojiverde, y no podía negar que le causaba una especial curiosidad conocer aún más a
Lauren, incluso en una situación algo más íntima. Era sólo que aún se sentía
insegura, joder, la vería en bikini y descubriría que sus senos no eran grandes ni
llamativos, ni que tenía un cuerpo perfecto.
- ¿Te gustaría? – Volvió a preguntar la más alta.
- Yo...
- Luego podemos hacer la cena y hablar tranquilamente en mi
casa. – Apuntó.
- Ya... - Hizo una mueca. – Es que no soy muy buen cocinera,
ya te lo he dicho – Sonrió apenada.
- Ya nos arreglaremos. – Dijo tranquilamente.
Se mantuvo en silencio durante unos segundos buscando descifrar el
sereno rostro de Lauren quien se limitó a seguir comiendo y dirigirle algunas miradas.
- Está bien... ¿Cuándo?
- El próximo sábado, ¿Puedes?
- Vale.
- Vale. – Repitió sonriendo divertidamente la ojiverde.

---
Fin del primer maratón, como siempre, gracias por leer, y ya nos
volveremos a leer :) !
Capítulo 13.

Con sus ojos marrones intentó guardar cada detalle del lugar. Por
supuesto, la casa de Lauren era amplia y tenía innumerables adornos que llamaron su
atención mientras se paseaba lentamente por el lugar. Las paredes tenían tonos
claros, y el azul marino con blanco reinaban en la decoración, incluso una sonrisa se
dibujó en su rostro al percatarse de los varios detalles que hacían alusión a cosas
marinas, un pequeño faro, un timón y un gran cuadro con todos los nudos marineros
que pudieran existir.
- ¿Acaso fuiste marinero en alguna vida pasada? – Bromeó
Camila.
Lauren hizo una pequeña mueca permaneciendo en silencio mientras
se dirigía a la puerta del patio donde salió sin decir una palabra.
Camila mentalmente se preguntó si habría incomodado con sus
palabras a la ojiverde quien no volvió a entrar a la casa, haciendo que ella misma
tomara la decisión de dirigirse hasta el jardín. Cuando llegó hasta, donde debería
haber ido Lauren, sintió cómo por su lado izquierdo ladraba un gran Golden Retriever
que se lanzó contra ella haciéndole caer aparatosamente contra el césped.
- Hola, tú debes ser Sam. – Recordó sonriendo.
El perro ladró fuertemente haciendo estremecer el cuerpo de Camila
quien por unos segundos temió que el animado cuadrúpedo no le dejara salir del
lugar.
- ¡Sam! Más cuidado con la señorita. – Resonó la voz de Lauren
quien llevaba en una mano una sombrilla de playa y en la otra un par de toallas.
Liberándose del gran cuerpo del perro Camila logró ponerse de pie y
mirar con detalle cómo Sam ahora se había sentado obedientemente al lado de la
ojiverde.
- ¿Necesitas el baño para cambiarte? – Murmuró la ojiverde
mientras abría otra pequeña puerta que daba conexión desde el jardín a la playa.
- No, tengo el bikini bajo la ropa. – Explicó.
- Genial. – Sonrió.
Sam corrió rápidamente hacia afuera donde Camila se encontró con
una amplia plataforma de madera la cual tenía rendijas. A un lado había una pequeña
ducha y además una manguera enrollada.
- Aquí es donde nos limpiamos la arena de la playa con Sam. –
Murmuró feliz la ojiverde.
- Vaya, esto es genial. – Dijo asombrada.
- ¿Prefieres ir andando o quieres que nos acerquemos con la
camioneta?
- Podemos andar. – Sonrió.
...
Lauren soltó una carcajada viendo cómo Sam corría por la orilla de la
playa persiguiendo a Camila quien ahora sólo llevaba la parte de arriba de su bikini y
uno pequeño short de mezclilla. Ella misma no podía desviar sus ojos de la morena,
se sentía hipnotizada por aquella chica que ahora le reclamaba al perro que le dejara
en paz.
- ¡Basta Sam! – Ayudó Lauren.
El perro bajó las orejas frente a la orden de la ojiverde y Camila volvió
caminando para sentarse a su lado sobre unas de las toallas que habían extendido
sobre la cálida arena.
- ¿Cómo es que eres tan pálida si vienes tanto a la playa? – Dijo
confundida la pediatra.
- Porque al parecer mi piel no sabe broncearse y sólo sabe
quemarse. – Hizo una mueca. – Seguro has notado que algunos días ando con el
rostro con un tono rojizo.

- Es verdad... Ahora que lo pienso. – Murmuró divertida.


Sam siguió corriendo por el lugar persiguiendo algunas gaviotas que
se removían curiosas por el lugar mientras ella y Camila siguieron disfrutando de la
placentera sensación de su pieles calentándose bajo el sol.
- ¿Nadamos? – Propuso la ojiverde.
- Cla.. Claro.
Frunció el ceño frente al nerviosismo de Camila, pero sin tomarle más
importancia ella misma se deshizo de su short y el crop top que llevaba aquel día
dejando su cuerpo sólo cubierto por las dos partes del bikini azul marino que llevaba.
Por otra parte Camila llevaba un bikini rojo que entreabrir la boca de la cirujana
cuando detalló completamente el cuerpo de la latina.
- No me mires así, por favor. – Suplicó levemente la más baja.
- Eres hermosa... - Pensó en voz alta.
Con sus ojos esmeraldas pudo notar cómo el rostro de Camila se
ruborizaba rápidamente, quiso reír pero la morena le dio la espalda y comenzó a
caminar en dirección del mar. Aún confundida apuró sus pasos hasta que logró llegar
a la altura de la pediatra quien ya tenía el agua hasta la altura de su cintura.
- Perdona si te he incomodado... - Se disculpó Lauren.
- No es eso... Yo... Mira, te lo explicaré luego, ¿Vale?... Todo
está bien. – Sonrió tímidamente.
- Vale. – Respondió.
- ¿Y tú me contarás también sobre ése tatuaje que tienes ahí?
Lauren sintió cómo con un dedo Camila tocaba su tatuaje que se
encontraba en su costado izquierdo sobre las costillas. Era un ancla de tonos grises y
celestes que llevaban con letras negras escrito: "Christopher".
- Lo haré... Ahora, ¿Crees que podrías aguantar bajo el agua
más que yo? – Sonrió.
- Claro que no... Sé que haces buceo y te pasas todos los días
aquí, no tengo posibilidades de ganarte.
- Eres una cobarde. – Picó.
Sin esperar más se hundió en el mar para comenzar a nadar
agrandando la distancia desde donde Camila se había quedado cruzada de brazos.
Cuando volvió a asomar su cabeza fuera del agua la morena estaba nadando hasta
ella, los húmedos cabellos caían con gracia sobre el sorprendido rostro de la pediatra.
- ¡Además resultaste ser una nadadora olímpica! – Chilló
Camila.
- Oh venga, no es nada, fui parte del equipo de natación de la
universidad todos los años que estuve allí.
- Ya, me preguntaba de dónde habían salido los abdominales
que tienes. – Apuntó.
Lauren rodeó sus brazos en la delgada cintura de Camila bajo el agua
haciendo que la morena le sonriera ampliamente. No tuvo que esperar cuando la
morena ya tenía los ojos cerrados esperando por los besos que llegaron y se hicieron
durar por unos minutos, ambas con sus cuerpos flotando intentando sólo disfrutar al
100% la intimidad que estaban compartiendo en aquellos momentos.
- ¿Una carrera hasta la orilla? – Enarcó una ceja Lauren.
- No. – Le sacó la lengua Camila.
Sin poder responder Lauren sintió cómo el cuerpo de la más baja
rompía el abrazo para comenzar a nadar lentamente hasta la orilla que se veía cerca
de donde estaban. Se quedó detallando la acción con una amplia sonrisa en el rostro,
aquella chica le encantaba, simplemente le encantaba.
...
Camila se mantuvo en silencio observó cómo Lauren tenía sus ojos
perdidos en el horizonte por dónde se perdía el fin del océano. Se había nublado
levemente y ella podía sentir cómo las pequeñas gotas de agua salada rodaban por su
cuerpo.
Sus ojos volvieron a detallar el tatuaje que se plasmaba en la nívea
piel de Lauren. Y se volvió a preguntar quién sería Christopher. En aquel mismo
momento la ojiverde le pilló en la acción y la morena pudo la tristeza en los ojos de la
ojiverde.
- Chris tenía 7 años, Taylor 3 y yo 8... No recuerdo todos los
detalles, pero él comenzó a enfermarse bastante seguido, pasaron días y días en que
él se sentía mal, tenía fiebre, hasta que finalmente mi madre lo llevó al pediatra y
éste le dijo que sólo sería algo viral, nada de preocuparse... Pero él seguía sintiéndose
mal, ya no quería jugar, no quería ir a la escuela... Un día nos despertamos y él no
quiso salir de la cama, mamá lo volvió a llevar a otro pediatra quien le dijo que le
haría más exámenes, así pasaron algunos días y él siguió enfermo...
Se mantuvo en silencio percibiendo cómo las lágrimas se habían
agolpado en los ojos de Lauren quien intentaba no hacer contacto visual con ella, la
cirujana jugaba con la arena entre sus manos viendo cómo lentamente ésta se
deshacían entre sus dedos.
- Comencé a enfadarme porque los médicos no podían mejorar
a mi hermano... Yo lo quería bien, quería que jugara conmigo y con Taylor, y mamá
sólo nos decía que él mejoraría...
Lauren se limpió un par de lágrimas que habían rodado por sus
mejillas y volvió a enterrar sus manos en la arena.
- Pasaron algunas semanas y Chris tuvo que ser hospitalizado,
mamá se quedaba con él y mi padre en casa con nosotras... Yo no quería ir a la
escuela, quería pasar el día con mi hermano menor... Nadie sabía qué pasaba
realmente con Chris.
Sin querer suponer nada Camila notó cómo frente a ellas el sol
comenzaba a bajar para comenzar un tranquilo atardecer.
- Después de varios días los pediatras le hicieron el diagnóstico,
Chris tenía leucemia... Leucemia linfoblástica aguda.
Sus labios se entreabrieron frente a lo dicho por Lauren. Camila sabía
que una leucemia podía ser en la mayoría de los casos de buen pronóstico, siempre y
cuando el diagnóstico fuera precoz y se comenzara con el tratamiento de forma
rápida.
- Recuerdo que cuando le iba a ver Chris sonreía poco, decía
que le dolía todo, y que sólo quería dormir. – Murmuró Lauren rompiendo en un llanto
casi silencioso.
Sin esperar más rodeó sus brazos sobre el cuerpo de Lauren quien se
mantuvo llorando por unos segundos. Camila se dedicó a acariciar lentamente los
cabellos húmedos de la cirujana.
- A Taylor y a mí nos hicieron las pruebas de compatibilidad
para la donación de médula ósea, y yo salí positivo como match.... Aún tengo las
cicatrices de aquello, fue horrible, tenía sólo 8 años pero no podía evitar estar tan
asustada cuando vi la aguja tan grande, mi mamá tuvo que salir del lugar por mis
gritos... Ellos no me obligaron, yo quería hacerlo por Chris, sólo fue un poco
traumatizante.
Camila buscó los ojos de Lauren para luego dejarle un tierno beso en
los labios intentando calmar a la chica quien se apoyó contra el pecho de la morena.
- Chris rechazó el trasplante, y unos días después falleció en el
hospital... Los pediatras le comentaron a mis padres que había sido un diagnostico
con una leucemia demasiado avanzada y que lo lamentaban mucho...
- Lauren...
- Ellos no hicieron nada por ayudarlo... ¡No pudieron salvar a mi
hermano!
---
Gracias por todo, como siempre.
Capítulo 14.

Días después de aquella confesión, y en una situación totalmente


distinta Lauren observaba con preocupación cómo Sam estaba tendido sobre el
césped del jardín respirando con dificultad y con la lengua afuera.
- ¿Amigo qué tienes? – Murmuró intentando darle de beber agua
al perro.
Sam no se movió e hizo un sonido que la ojiverde interpretó como si
algo le estuviera doliendo. Decidida por aquello, y sin querer esperar más, sacó su
móvil del bolsillo y buscó el contacto de su hermana.
- ¿Taylor? – Dijo asustada.
- Lauren... ¿Pasó algo?
- Creo que Sam está enfermo. – Murmuró.
- ¿Qué pasó?, ¿Qué tan mal se ve?
- No quiere comer ni beber agua. – Apuntó.
- Vale, todavía estoy en la veterinaria, tráelo y te estaré
esperando aquí.
- Gracias...
Tomando con todas sus fuerzas al perro en brazos salió por la puerta
del jardín hacia la camioneta donde lo subió a la parte trasera. Sam gimoteó frente al
movimiento y miró asustado a Lauren.
- Ey, te pondrás bien, vamos a cuidar de ti. – Le dijo al perro
mientras le acariciaba el cuello.
Cerrando la puerta por donde había salido y volviendo a buscar su
móvil Lauren miró detenidamente el nombre del contacto al cual deseaba llamar para
tener un poco de apoyo en aquella situación que para ella no estaba siendo nada
agradable.
- ¿Lauren? – Resonó al otro lado de la línea.
- Hola Camila... Yo... Sé que no nos hemos hablado durante
estos días, pero, ¿Podrías acompañarme a un lugar? – Murmuró.
- ¿Ha pasado algo? – Dijo asustada.
- Sam está enfermo, y debo llevarlo donde Taylor. – Explicó.
- Oh, vale, déjame la dirección e iré para allá, estoy terminando
mi turno.
- Gracias, nos vemos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquel abrazo
que Camila le había dado cuando ella le había contado sobre su pasado y uno de los
motivos de sus secretas cicatrices.
Aquel día luego del largo abrazo la conversación había cambiado de
rumbo y ambas volvieron a la casa de la cirujana donde ella hizo una liviana cena.
Unas horas después, Camila se fue en un taxi aún bajo el ceño fruncido de Lauren
quien había querido ella misma ir a dejarle.
...
Camila entró algo insegura a la veterinaria donde en el mostrador se
encontró con una chica rubia con ojos color verde oscuro, quien supuso sería Taylor,
la hermana menor de Lauren.
- Hola, ¿Buscas a alguien? – Dijo sonriendo la chica.
- Eh... ¿Eres Taylor Jauregui?
- Sí...
- Soy Camila... Estoy esperando a que Lauren llegue aquí con
Sam. – Explicó.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la médico veterinario
quien dejó el lugar donde estaba y se acercó a la pediatra detallando su rostro.
- Vaya, no sé si sentirme mejor por el hecho de que estés aquí
para acompañar a mi hermana preocupándote por Sam o porque eres realmente
guapa.

Su rostro se ruborizó frente a las palabras de Taylor quien le seguía sonriendo de


forma divertida.
- Esperemos que Sam no tenga nada grave, mi hermana debe
estar perdiendo la cabeza en estos momentos. – Dijo calmadamente la rubia.
Camila le sonrió levemente a la chica mientras que con sus ojos
inspeccionaba las fotografías de diversos animales que había por las paredes del
lugar. Una en especial llamó su atención, era Lauren con un pequeño cachorro, que
supuso sería Sam.
- Sam fue el único cachorro que sobrevivió entre su camada de
5, Lauren les encontró una noche en que había una tormenta en la ciudad, cuando me
llamó tuve que venir casi corriendo hasta aquí, los pequeños estaban en un pésimo
estado, seguramente su madre también había fallecido por la tormenta días antes...
Lauren se encariñó totalmente con Sam quien le mordía los tobillos cada vez que mi
hermana venía a visitarle. No se lo pensó más y se lo llevó con ella cuando le di el
alta. – Comentó feliz.
Sonriendo conmovida por la historia detalló con mayor asombro la
fotografía, se preguntó mentalmente cuántos años tendría aquella ojiverde sonriente
con un pequeño Sam en brazos.
Fue a preguntar cuando el sonido abrupto de Lauren aparcando fuera
del lugar hizo que su corazón se agolpara en su pecho al ver el rostro de
preocupación por parte de la cirujana.
...
Lauren volvió a acariciar una de las orejas de Sam quien seguía
tendido sobre la camilla de la consulta mientras Taylor terminaba de ponerle una vía
por donde le estaba hidratando.
- Me parece que tiene una infección urinaria. – Explicó.
- ¿Es grave? – Dijo asustada la ojiverde.
- Tendré que dejarle aquí por unos días y darle antibióticos
endovenosos, además necesitamos controlar cómo van sus riñones...
Dejó escapar un asustado gruñido para volver a centrar sus caricias en
el perro. Acercó su rostro para dejar su frente apoyada cerca de los ojos de animal.
- Te vas a poner bien Sam, ya verás amigo. – Susurró.
- Le has traído a tiempo hermanita, calma, esta noche se
quedará con Robert quien está de guardia. – Explicó Taylor.
- ¿No te quedarás con él? – Hizo una mueca.
- Lauren... Sabes que ya no hago las guardias de noche, y
Robert es tan competente como yo.
- Ya, pero... - Dijo asustada.
- Ey, calma, está todo en orden, cualquier cosa él me llamará...
Además, debo ir a buscar a Mike a la casa de uno de sus amigos con los cuales se
quedó cuando me llamaste. – Apuntó la rubia.
Afirmó en silencio a la vez que seguía acariciando a Sam el cual se
veía tranquilo. Muy al margen se mantenía Camila quien estaba cruzada de brazos
con un rostro de preocupación.
- Por cierto, no habrás olvidado que su cumpleaños es el
viernes... - Dijo Taylor refiriéndose a su hijo.
- Claro que no. – Frunció el ceño.
Taylor sonrió ampliamente para acercarse a Camila la cual enarcó las
cejas frente a la proximidad de la médico veterinario.
- Lauren nunca nos presenta a las chicas con las cuales está... Y
tú pareces realmente preocupada por Sam, lo que me agrada bastante. – Sonrió la
rubia.
- Yo...
- ¿Te gustaría ir con Lauren a la fiesta de cumpleaños de mi
hijo? Seguro se lo pasa mejor con un poco de compañía. – Le guiñó el ojo.
La ojiverde entreabrió su boca para acotar algo pero Taylor le dirigió
una mirada para que no se opusiera frente a la invitación. La pediatra pareció
pensárselo y luego dirigió sus ojos a Lauren.
- Gracias por la invitación, ahí estaremos. – Sonrió Camila.
...
Dinah terminó de beber de su copa de vino tinto mientras Normani
bajaba el volumen del equipo de música que hacía resonar a Beyoncé por todo el
salón, Camila entrecerró los párpados al observar cómo Dinah volvía a mirar su móvil
para sonreír bobamente.
- Venga ya... ¿Entonces tú y Will? – Preguntó la pediatra.
- Will y yo... - Repitió divertida Dinah.
- Mucho sexo, eso es lo que pasa. – Exclamó Normani.
Las tres explotaron en carcajadas mientras Dinah le lanzaba una de
las almohadas del sofá a Normani la cual esquivó con gracia la acción.
- Vale, vale... Ayer Will me ha pedido que sea su novia. –
Confesó Dinah para luego morderse los labios.
- ¿¡En serio!? – Chilló feliz Camila.
- Ay que envidia. – Rodó los ojos Normani.
- Calla, calla. – Murmuró la de tinte rubio.
Camila sonrió ampliamente feliz por la noticia que había recibido. Si
bien las cosas entre Dinah y su amigo habían ido bastante rápido se alegraba que
ellos estuvieran disfrutando del momento e incluso tomaran las cosas con seriedad.
- Los que nos deja al pendiente de cómo Camila va con su
relación con Lauren. – Murmuró curiosa Dinah.
- No existe una relación... - Aclaró la pediatra.
- Por ahora... - Sonrió Dinah.
Quiso decir algo pero sus ojos fueron a parar en el rostro de Normani
quien estaba mirando de mala forma de Dinah.
- ¿Y tú por qué la apoyas? Sabes de la fama de Lauren... Es sólo
recordar cómo Nathan también te coqueteó aquella noche. – Espetó la ginecóloga.
Camila pudo notar cómo Dinah parecía nerviosa frente a lo dicho, la
conocía bastante, tanto como para ver precisamente el momento en que la amplia
sonrisa de su amiga se borraba de golpe para luego evitar el contacto visual y
servirse más vino en la copa.
- Quizás Mila está en lo correcto y simplemente nos estamos
dejando llevar por los rumores... - Explicó Dinah.
- Claro, como si no le hubiéramos visto ya con todas aquellas
mujeres... - Apuntó Normani.
- ¡Basta! – Gritó molesta Camila.
Sus amigas abrieron la boca sorprendidas mientras ella se pasaba una
mano por el rostro intentando calmarse antes de hablar.
- Vosotras no conocéis nada de Lauren... Ella no es nada de lo
que vosotras imagináis... Normani, no puedo creer que alguien como tú pueda tener
tantos prejuicios... Quizás algún día podáis conocer bien a Lauren y descubrir la
maravillosa persona que es tras aquella apariencia fría y arrogante...
- Camila yo... Lo siento, no he querido molestarte... – Murmuró
Normani sorprendida.
Negó con la cabeza para luego levantarse de su asiento y tomar su
bolso.
- Mañana tengo un día largo junto a Lauren... Iré a descansar,
buenas noches chicas. – Se despidió.
---
Gracias por leer :)
Capítulo 15.

- No sé qué regalarle. – Gruñó Lauren mientras percibía cómo


Camila iba sonriendo a su lado frente a la infinidad de juguetes que habían en aquel
lugar.
- Oh vamos, a Mike deben gustarle más cosas que sólo el
football e ir la playa. – Hizo una mueca divertida.
- Créeme que no. – Sonrió.
Camila dejó escapar una leve risa mientras detallaba unos diminutos
dinosaurios de diferentes colores que captaron su atención.
- Estoy segura que debe tener unos 5 balones de football y yo
misma le he regalado una tabla de bodyboard, aletas, snorkleing... - Murmuró
frustrada la cirujana.
- ¿Y un día en Disney? – Sonrió con eficiencia Camila.
- Taylor le lleva allá todos los años. – Explicó.
- Wow... - Susurró.
Lauren le dedicó una tierna mirada a la morena para dejarle una fugaz
caricia en una de las mejillas, en respuesta la chica le lanzó un pequeño beso al aire
que hizo reír entre dientes a la ojiverde.
- ¡Ya sé!, ¡Una bicicleta! – Chilló Camila.
Frunció el ceño viendo cómo la pediatra salía corriendo hacia otra
dirección seguramente buscando lo que había mencionado. Ella se mantuvo pensando
las posibles reacciones de Taylor al regalarle una bicicleta a Mike y que éste terminara
fracturándose un brazo.
- Mi hermana me matará si lo hago... – Explicó Lauren cuando
encontró a Camila.
La más baja estaba entretenida señalando una bicicleta roja que tenía
además un casco de protección que hacía juego de colores.
- ¡Podrías enseñarle y él nunca olvidará que aprendió andar en
ella gracias a ti! – Sonrió nuevamente la pediatra.
Vaya, está muy emocionada... Lauren rió levemente para luego
enarcar las cejas y abrazar por la cintura a Camila.
- Ya veo que los cumpleaños te emocionan. – Murmuró la
cirujana.
- Siempre soñé con ser hermana mayor... Tener a quien
enseñarle cosas así... - Confesó con un hilo de voz.
Afirmando en silencio apretó con mayor fuerza sus brazos contra el
abdomen de Camila quien intentó mirarle para sonreírle ampliamente.
- Entonces una bicicleta será. – Dijo finalmente la ojiverde.
...
La tímida sonrisa del rostro de Camila no se deshacía al observar
cómo Lauren le explicaba a Mike la forma de colocarse el casco de protección para
andar en la bicicleta, el niño afirmó enérgicamente con la cabeza finalmente cuando la
ojiverde le había dicho que durante los próximos días le enseñaría andar en la
bicicleta.
- Voy a matarla si algo le pasa a mi hijo, Lauren me la pagará. –
Dijo Taylor haciendo una mueca.
- Creo que las posibilidades de que a Mike le pase algo
aprendiendo a andar en bicicleta son las mismas que cuando está en un partido de
football o haciendo bodyboard con Lauren. – Picó la pediatra.
- Tienes razón, pero... Él es mi vida, si llegara a pasarle algo... -
Murmuró la rubia.
Sus ojos marrones estudiaron el preocupado y a la vez triste rostro de
la hermana menor de Lauren. Entreabrió los labios para dedicarle algunas palabras a
la rubia, pero la ojiverde ya había llegado hasta donde estaban ellas.

- Cuando Taylor te ofrezca un poco del pastel que ella misma hizo, no lo
aceptes, terminarás intoxicada... – Dijo mordazmente Lauren mientras le pasaba un
brazo por la cintura a la pediatra.
- ¡Oye! – Gritó la rubia ofendida.
- Taylor, estaré encantada de comer un poco. – Respondió con
sinceridad Camila.
Una sonora risa escapó de la boca de la menor de los Jauregui quien le
guiñó un ojo a su hermana para luego irse y encontrarse con la mujer que acababa de
llegar a la fiesta con un gran regalo entre las manos.
- Le ha gustado mucho la bicicleta. – Apuntó Lauren.
- ¡¿De verdad?! Me alegro mucho. – Casi chilló para luego
detallar a la distancia cómo la mujer que estaba hablando con Taylor ahora iba donde
Mike.
- Es mi madre... Prepárate para un largo y tortuoso cuestionario
sobre tu vida. – Dijo la cirujana encogiéndose de hombros.
Sintió los músculos de su cuerpo tensarse al mismo momento en que
Lauren le arreglaba un mechón de cabello que caía por su frente.
- Por cierto... Sé que no hemos hablado bien de lo que te conté
el otro día... - Dijo la más alta.
- Entiendo que sea un tema difícil para ti, puedes hablar
conmigo de ello cuando tú te sientas cómoda, sabes que puedes confiar en mí. –
Sonrió levemente.
- Gracias... De verdad, lo aprecio mucho... Mmm... ¿Quieres
quedarte a dormir conmigo hoy luego de la fiesta?
Su cuerpo volvió a temblar frente a la propuesta de la cirujana. Su
mente se mantuvo sin poder formar ninguna respuesta mientras Lauren parecía que
había descubierto el nerviosismo que se apoderaba de ella.
- Perdóname si he sido imprudente... - Susurró la ojiverde.
- Tranquila... Me encantaría, seguramente en tu casa de noche
se escucha el fuerte oleaje.
- Claro, no hace falta ni siquiera dormir con la ventana abierta.
– Sonrió.
...
Cuando los ojos de Lauren se cruzaron con los de su madre ésta le
dirigió una cálida sonrisa. Sin esperar mucho y dejando a Camila hablando con unas
amigas de Taylor ella llegó hasta la altura de la mujer y se fundieron en un corto
abrazo.
- Veo que es alguien importante, la has traído al cumpleaños de
tu sobrino... - Comenzó hablar Clara.
- Taylor le ha invitado, y ella ha aceptado. – Confesó.
- Es hermosa, y tiene una sonrisa sincera...
Afirmó en silencio sonriendo levemente por las palabras de su madre.
- Ya hablaré con ella, no creas que se librará. – Apuntó con un
dedo.
- Mamá, no le espantes por favor... - Rodó los ojos.
Clara le guiñó un ojo cuando escucharon a Taylor llamando la atención
para cantar el cumpleaños feliz.
- Salvada por la campana. – Picó la mujer.
Buscó entre la gente a Camila la cual se había quedado de pie cerca
de donde estaba Taylor sujetando el pastel de cumpleaños. Mike sonreía avergonzado
detallando a cada una de las personas que le miraban, Lauren consiguió abrazar
levemente a la pediatra cuando las voces comenzaban a cantar.
Cuando todo terminó en aplausos y risas la cirujana sintió cómo
Camila le tiraba de la mano para alejarse un poco de la multitud.
- Me he sentido algo vieja. – Murmuró la pediatra.

- Por qué, si en unos meses sólo tendrás 28. – Sonrió ella.


- ¿No te abruma tener casi 30 años? – Chilló.
- Bueno... Si lo dices así. – Hizo una mueca divertida.
Ambas rieron hasta que Camila rodeó sus brazos en el cuello de la
cirujana. Se mantuvieron así por unos segundos mientras los ojos esmeraldas se
perdían en aquella inmensidad de los marrones.
- ¿Has pensado en tener hijos? – Dijo curiosa Lauren.
- Sí... Siempre he deseado formar una familia, quizás dos niños,
o tres... - Ladeó la cabeza.
Una triste sonrisa se dibujó en su rostro mientras con sus manos
acariciaba los costados de Camila quien se mantuvo en silencio esperando que ella
hablara.
- Me da miedo sabes... No podría soportar tener un hijo y que
algo... - Su voz se cortó.
- Lauren no tienes que hablar de esto si...
- Pero quiero hablarlo contigo. – Suspiró.
- ¿Tienes miedo de que a ellos les pueda pasar lo que pasó con
tu hermano?
Apretó su mandíbula afirmando en silencio bajo la preocupada mirada
de Camila quien rápidamente envolvió más fuerte a Lauren entre sus brazos haciendo
que la más alta mantuviera oculto su rostro contra el cuello de la morena.
- No por ello debes renunciar a tener hijos si así lo deseas... Hay
otras opciones, deberías pensar en ellas. – Murmuró Camila.
El corazón de Lauren se agolpó con fuerza contra su pecho intentando
no ilusionarse con un futuro donde ella junto a Camila formaran una familia... Era una
idea apresurada, incluso algo precipitada siendo que a la morena sólo la conocía
desde hacía casi dos meses, sería una locura comentar algo así cuando ambas ni
siquiera habían definido la relación que existía entre ellas.
...
El sabor de aquel dulce de vainilla con chocolate embarcó toda la boca
de Camila haciéndola sonreír recordando su infancia tan diferente en Cuba y luego en
México.
Ahora se encontraba enfrascada detallando las otras variedades de
golosinas que habían ahí mientras Lauren ayuda a Taylor a cortar el pastel del
cumpleaños bajo las risas de Mike quien seguía jugando con otros niños.
- El que te has comido de vainilla era el favorito de Lauren
cuando niña. – Resonó una voz a su espalda.
Girándose rápidamente, como si fuera una pequeña niña sorprendida
al robar un dulce prohibido, sintió cómo sus mejillas se ruborizaron levemente bajo la
atenta mirada de quien identificó como la madre de Lauren.
- Oh... Ho... Hola. – Saludó tímidamente.
- Tú debes ser Camila, soy Clara, la madre de Lauren y Taylor.
- Sí, soy Camila Cabello. – Susurró.
- Lauren ya me había hablado de ti.
¿Lo había hecho?, pensó sorprendida la pediatra mientras observaba
detenidamente el rostro de Clara buscando rasgos parecidos entre ella y sus hijas.
- Y para que estés aquí compartiendo con nosotras realmente
debes significar mucho para ella.
Su corazón se remeció contra su pecho frente a las palabras que
parecían ser sinceras por parte de la mujer. Sólo se limitó a mantener su pequeña
sonrisa sin saber muy bien qué responder.
- Me atrevería a decir que hasta te ha contado lo de... Lo de
Chris. – Murmuró la mujer mientras estudiaba el rostro de Camila.
Sintió cómo un nudo se le formaba en la garganta frente a lo abrupto
del asunto, sin embargo se armó de valor para no quedar como una despreocupada
con el tema.
- Sí Sra. Jauregui, ella me lo ha contado. – Confirmó.
- Puedes llamarme Clara, ya no soy la Sra. Jauregui
técnicamente... Y me sorprende, Lauren hace años que no tenía una confianza así con
alguna de sus parejas... Pero ya veo por qué la ha tenido contigo... Inspiras
confianza.
Afirmó levemente con la cabeza un poco confundida por las palabras,
pero volvió a sonreír comenzando a sentirse menos intimidada por conocer a la madre
de la mujer que durante el último tiempo había comenzado a ser importante en su
vida.
- Lauren no es un libro abierto, y por favor querida... No le
fuerces a que te cuente todos sus fantasmas.
- Sé que me quedan demasiadas cosas por conocer de ella, pero
estoy encantada en hacerlo.
- Me alegran tus palabras, sinceramente, yo también estaré
encantada en que puedas compartir con nosotras mientras estés con ella.
- Gracias... - Sonrió ampliamente.
- Te diré un secreto... Nunca pongas en duda algo de lo que ella
te diga, porque ella nunca miente.
- Lo recordaré.
- Y otro más importante, nunca dejes el shampoo abierto o
harás que pierda la cabeza temprano por la mañana... - Le guiñó un ojo.

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Gracias como siempre...
Mañana otra vez habrá cap ;)
Y por pura curiosidad, ¿De qué parte del mundo son mis lectores?
Capítulo 16.

Camila al reflejo del espejo del baño detalló cómo la camisa de


los Guns n' Roses de Lauren le quedaba holgada pero no lograba cubrir el pequeño
short de seda negro que la ojiverde también le había dejado para dormir.
Cuando sus pies desnudos caminaron por la gran habitación se
encontró con la ojiverde leyendo El gran Gatsby, su cabello caía descuidado y llevaba
un fino camisa de algodón blanco y los mismos short de seda.
- ¿Te lo has pasado bien en el cumpleaños? – Preguntó por
quinta vez la cirujana apartando el libro.
- Sí... Ha sido genial estar ahí contigo y tu familia. – Sonrió
levemente mientras se sentaba en uno de los bordes de la cama tamaño King.
- Gracias por ir.
Sin poder evitarlo se removió por la cama hasta llegar a la altura
donde Lauren estaba recostada, de una forma muy natural su cuerpo se ajustó sobre
el de la ojiverde dejando su rostro contra el pecho de la más alta quien mantenía una
respiración tranquila.
- ¿Puedo preguntarte algo? – Susurró Camila.
- Dime...
- ¿Me puedes hablar de tu padre?
Levemente pudo sentir cómo el cuerpo de Lauren había reaccionado y
ahora estaba tenso, la respiración de la más alta se volvió pesada y ella se separó en
búsqueda de aquellos ojos esmeralda que parecían estar buscando un punto fijo para
mantenerse ahí.
- Si no quieres... - Llamó la atención de la cirujana.
- Mi madre y él se divorciaron unos meses después de la muerte
de Chris... Mi padre, él siempre fue un hombre muy sentimental y sensible, nunca lo
culparía, parecía estar en su naturaleza... Incluso puedo recordar cuando me
despertaba por las noches escuchando cómo el lloraba por lo que había pasado y yo
me asustaba por ello.
Camila se estremeció al imaginarse una pequeña Lauren despertando
asustada en medio de la noche frente a los sonidos del llanto de su padre.
- Él era abogado, quizás no el más conocido en la ciudad, pero
siempre fue un buen hombre... Mamá es enfermera, pero luego de todo lo de Chris
renunció a volver a ello, no podía soportarlo.
Por la ventana de la habitación se escuchó el ruido del fuerte oleaje, el
sonido invadió los segundos de silencio haciendo sonreír levemente a Lauren quien
rodeó con más fuerza sus brazos entorno al cuerpo de Camila.
- Luego del divorcio mi padre se mudó a Ottawa, le dijo a mi
madre que no soportaba quedarse en Miami y en la misma casa donde había criado a
Chris... Con Taylor íbamos cada seis meses a verle, con los años mi padre comenzó a
ser alguien desconocido para mí, y cada vez que debíamos volver a Miami yo discutía
con él, le grité mil veces que había sido un cobarde por abandonar a sus hijas y a mi
madre... Hace un poco más de cinco años recibimos una llamada, un accidente en la
autopista, otro coche con un conductor ebrio había impactado contra el automóvil de
mi padre, él falleció en el lugar.
Camila sintió su sangre congelarse al caer en cuenta de todo lo que
Lauren había tenido que soportar y sufrido a través de los años, no podía imaginar
cómo alguien pudiera soportar todo aquello, incluso recordó fugazmente a Clara y
Taylor quienes habían vivido lo mismo que la ojiverde.
- Yo... Lauren... - Murmuró.
- No necesitas decir nada, con que me des tu confianza para
oírme está todo bien. – Apuntó con un hilo de voz.

Los labios de Lauren invadieron cálidamente los suyos uniéndolas en un beso que se
profundizó cuando la lengua de la más alta entró en la boca de Camila. Un casi
inaudible gemido escapó entre los labios de la morena cuando Lauren giró su cuerpo
para quedar sobre el de ella. La intensidad de los besos fue aumentando haciendo
vibrar el cuerpo de Camila quien acariciaba la espalda de Lauren mientras ésta tenía
sus manos acariciando las piernas de la más baja.
- Lauren... - Murmuró.
Sin embargo la boca de la ojiverde era demandante, incluso cuando
abandonó su boca y ahora se recreaba en el cuello de Camila. Aunque una parte de
ella lo deseaba con locura, el resquicio de inseguridad que habitaba en su mente ganó
la batalla haciendo que sus manos lentamente apartaran el cuerpo de Lauren sobre el
suyo.
- No... No puedo... - Susurró algo aturdida.
- ¿He hecho algo mal? – Dijo confundida la ojiverde.
- Yo... No quiero ser una más Lauren...
Con sus ojos marrones detalló cómo la cirujana fruncía el ceño y
apretaba la mandíbula intentando interpretar las palabras de ella.
- Escucha, sólo dame un poco más de tiempo... Llevo casi tres
años sin tener relaciones, y me aterra pensar que yo no pueda darte lo que deseas...
- Intentó explicar.
- No estoy buscando sólo tener sexo contigo. – Murmuró Lauren
intentando deshacer los duros rasgos en su rostro.
- Y lo sé... - Suspiró.- Créeme que lo sé, sólo necesito un poco
más de tiempo...
El silencio que se creó hizo temer a Camila sobre la respuesta de
Lauren, quizás con éste se terminaban todas las posibilidades de que entre ellas se
estableciera algo, algo que ambas deseaban pero que aún no aclaraban.
- Seré paciente... - Sonrió levemente Lauren. – Pero por favor,
recuerda que esto no es sólo sexo...
- Lo haré... Gracias.
Camila abrazó a Lauren contra su cuerpo mientras el sonido del fuerte
oleaje se mantenía, la brisa marina que entraba también se podía sentir y cuando los
minutos fueron pasando Lauren ya dormía plácidamente con su rostro recostado en el
pecho de la pediatra.
...
Con sus ojos color esmeralda fijos en el campo quirúrgico Lauren
respiró hondamente mientras Nathan terminaba de hacer la pequeña incisión bajo el
seno izquierdo de la paciente.
- Separador. – Pidió Lauren.
La instrumentadora quirúrgica le pasó el material y metódicamente la
ojiverde colocó el objeto mientras Nathan con una gasa limpiaba la zona.
- Electrobisturí. – Pidió Nathan.
La acción comenzó a volverse repetitiva mientras los sonidos de la
Sinfonía Nº 5 de Beethoven invadían todos los rincones del quirófano.
- ¿Música clásica? – Dijo divertida Lauren mirando a los ojos
marrones de su mejor amigo.
- Hoy me tocaba a mí, y ya estaba aburrido de seguir
escuchando Calvin Harris... Además, ser cirujano es como ser el director de una
orquesta, ¿No? – Murmuró pensativo.
Lauren rió levemente por detrás de la mascarilla observando cómo el
pelirrojo seguía haciendo cada paso de aquel aumento de volumen mamario que
tanto deseaba la mujer que ahora estaban operando.
- Por cierto, ya han pasado un poco más de dos meses que
estás con Camila, ¿No?
- Técnicamente no somos nada. – Dijo de mala gana.

- Oh, ¿Tan frustrada estás amiga?


- Nathan... No es el lugar para hablar de ello. – Murmuró
mirando fijamente a su amigo quien entrecerró levemente los párpados.
Se mantuvieron sin hablar mientras proseguían con la cirugía, en
aquellos momentos el pelirrojo ingresaría el implante de silicona para darle la forma
el seno izquierdo.
- Realmente ella te gusta. – Volvió a decir pensativamente el
pelirrojo.
- Eso es problema mío. – Dijo con recelo.
- ¿Por qué te molesta tanto que te pregunte por ella? Vamos
Lauren, ni Gladys ni el Dr. Bell dirán nada al respecto. – Señaló refiriéndose a la
instrumentadora quirúrgica y al anestesista.
Lauren buscó con sus ojos a las personas señaladas para ver que
ambas sólo le miraron cortamente, gesto que le hizo sentirse más tranquila.
- Camila parece ser algo insegura con algunas cosas... Incluso
cuando vamos a la playa y la veo en bikini suele intentar apartarse para que no la vea
con detalle.
- ¿Algún problema de seguridad con su físico? – Enarcó las cejas
Nathan sin quitar sus ojos desde el campo quirúrgico.
- Podría ser, nunca se lo he preguntado...
- Pues deberías, si es que vas enserio con ella. – Respondió
rápidamente.
- El otro día se quedó conmigo a dormir en casa...
- ¿Y? – Dijo alegremente el pelirrojo. - ¿Por fin algo de acción?
- No... Ella me ha dicho que se siente insegura porque lleva
algún tiempo sin tener relaciones...
Nathan apartó los ojos del lugar mirando sorprendido a Lauren quien
con sólo la mirada suplicó que él no comentara nada al respecto.
- Vaya... Creo que definitivamente tendrás que preguntarle para
saber de dónde viene tanta inseguridad. – Murmuró el cirujano.
Afirmó con la cabeza mientras tomaba el bisturí para hacer la incisión
bajo el seno derecho de la paciente.
- Podríamos salir todos a cenar algún día. – Comentó Nathan.
- ¿Llevarías a Cynthia?
- No lo sé, ¿Qué prefieres?
- Podríamos hacer una barbacoa en mi casa, aunque, no creo
que a Camila le guste la idea de conocer a la mejor amiga de Keana.
- Oh vaya, una chica celosa la tal Camilita.
...
Nathan salió del vestuario de hombres buscando las llaves de su
BMW feliz por el término del día. Siguiendo tranquilamente el camino hacia el
aparcamiento su perfecta sonrisa se deshizo cuando observó a la distancia a Lauren
discutiendo con Keana Issartel.
Frunció el ceño al recordar que ni Cynthia ni Keana volvería a Miami
tan rápidamente, parecía una locura que aquellas mujeres tuvieran casi tres meses de
vacaciones para disfrutar toda Grecia.
Acercándose rápidamente pudo observar cómo el rostro de Lauren
estaba colérico y Keana le miraba asustada.
- ¿Qué pasa aquí? – Dijo en voz alta llamando la atención de
ambas.
- ¡Nathan! – Resonó la voz de Keana.
Con sus ojos marrones estudió el rígido rostro de Lauren quien
apretaba con fuerza los puños, definitivamente no estaba entendiendo nada de la
escena.
- Keana le ha dicho a su ex esposo que ha estado teniendo sexo
conmigo y el estúpido de Meder ahora piensa que yo soy la culpable de su divorcio. –
Espetó Lauren.
- ¡Él lo ha malinterpretado! ¡Yo no tengo la culpa! – Respondió a
la ofensiva la chica.
- ¡Ahora me has metido en un gran problema! ¡Joder! – Gritó
enfadada la ojiverde.
Nathan hizo una mueca mientras se acercaba hasta el lado de Keana
para sujetarle de un brazo.
- Venga, será mejor que te lleve a tu casa. – Le dijo el cirujano.
- ¡Lauren! Haré entender a Damon que no tienes nada que ver
en ello. – Suplicó.
- Vaya mierda... No vuelvas a mencionarme en ninguna de tus
peleas con tu ex esposo. – Apuntó Lauren para luego alejarse caminando
pesadamente por el lugar.

---
Gracias como siempre... Y por comentar de dónde son :) !
Capítulo 17.

Camila miró divertida la escena entre Nathan y Lauren al discutir cómo


encender correctamente el fuego para la barbacoa. Ya habían pasado algunos días
desde que ella se había quedado a dormir con Lauren y luego de aquella pequeña
escena las cosas se mantuvieron tranquilas haciendo que las inseguridades de la
pediatra volvieran a enterrarse en lo más oculto de su corazón.
- ¡No seas idiota! Si lo haces así la carne se va a quemar. –
Chilló Nathan.
- Cállate Evans. – Espetó la ojiverde.
Parecían dos niños peleando por algo que tenía una solución más
sencilla de lo que se imaginaban. La sonrisa en su rostro aumentó de tamaño cuando
Sam se acercó donde ella para acostarse en sus pies, el perro ya estaba
completamente recuperado desde que había tenido que quedarse internado algunos
días luego de su infección.
- ¿Esos dos siempre pelean así? – Le murmuró al perro el cual
sólo movió la cola de forma enérgica.
Cuando la comida estuvo lista todos comenzaron a disfrutar de ella
sentados en aquella pequeña mesa que estaba en el jardín de la casa de Lauren,
quien justamente miraba de reojo cómo Sam seguía hipnotizado mirando hacia la
carne que estaba allí.
- ¿De verdad pasaste tres años en Uganda? – Murmuró
sorprendido Nathan.
- Sí... En primera instancia me fui sólo por unos meses, ya
sabes, no debían ser más de 6 meses. – Comenzó a explicar tranquilamente. – Pero
luego, te encariñas... Las personas del lugar, los pacientes, tus colegas y te haces un
poco dependiente de aquella satisfacción que sientes al ayudar a alguien con tus
propias manos de forma tan cruda.
Nathan afirmó en silencio con una sonrisa sincera, la pediatra pudo
sentir la real admiración por parte del mejor amigo de Lauren, por otro lado la
cirujana se había mantenido en silencio escuchando cuidadosamente cada detalle.
- Por aquella razón los 6 meses terminaron siendo 3 años,
aunque no me arrepiento.
- ¿Y volverías? – Preguntó curioso el pelirrojo.
- No lo creo... - Dijo pensativa. – Realmente ahora me gustaría
ayudar aquí en Miami y... - Se ruborizó levemente. – Poder asentarme y quizás
comenzar a pensar en tener una familia.
Camila pudo percibir cómo Nathan miraba de re ojo a la ojiverde quien
sólo sonrió fugazmente para luego desviar sus atenciones para servirse más zumo de
arándano en su vaso.
- Pues a mí me parece que la casa de Lauren es bastante
grande como para que puedas asentarte aquí, tienen mi bendición. – Sonrió el
cirujano.
El rubor se hizo más intenso en sus mejillas mientras Lauren le miraba
curiosa sin articular ninguna palabra.
...
- Tengo que hablar contigo. – Murmuró nervioso Nathan.
Sus ojos esmeraldas detallaron el movimiento continuo de los pies del
pelirrojo por la cocina, se encogió de hombros sabiendo que Camila aún estaba afuera
con Sam.
- ¿Qué has hecho ésta vez? – Dijo pesadamente la ojiverde.
- Tienes que prometerme que no le dirás a Camila...
- ¿A Camila?
- Sí...
Frunció el ceño mientras terminaba de poner todos los vasos en el
lavavajillas. Se cruzó de brazos contra el pecho y estudió el rostro de Nathan quien
esperó una respuesta.

- No le diré a nadie... Eres mi mejor amigo. – Apuntó.


- Vale...
El pelirrojo dio un par de vueltas más por el lugar para asegurarse de
que Camila siguiera en el jardín.
- Dinah Jane Hansen y yo hemos salido hace unos días... -
Confesó.
Enarcó sus cejas de forma leve volviendo a estudiar el rostro del
cirujano quien se mordió los labios para continuar con sus palabras.
- Una cosa llevó a la otra y terminamos ebrios en mi loft...
- ¿Te has acostado con Dinah? – Dijo pesadamente.
- Sí... - Apretó la mandíbula.
Lauren dejó escapar un fuerte suspiro mientras deshacía el nudo de
sus brazos y se acercaba más a Nathan.
- Bueno, no sería la primera vez que le eres infiel a Cynthia...
¿Cuál es el problema?
- Que ella también está en una relación...
- ¿Y desde cuándo te importa aquello? – Dijo sin entender a
Nathan quien nunca había tenido problemas con ello.
- Que... Que me siento mal... No sé, es raro. – Intentó
explicarse.
Siguió sin entender a su amigo mientras observaba cómo este se
llevaba una mano al rostro.
- Lo peor es que no nos cuidamos... - Confesó el pelirrojo.
- ¡Qué! – Gritó rápidamente.
- ¡No alces la voz! – Pidió asustado Nathan.
- ¡Has perdido la cabeza!... ¿Has vuelto hablar con ella?
- No... No me responde las llamadas, y... No sé qué hacer.
La escena fue interrumpida por Camila quien entró sonriendo al lugar
para fijar su mirada en Lauren quien intentó mantener la calma guiñándole un ojo.
...
Cerrando la puerta de la consulta de Normani y Dinah la pediatra se
encontró con ambas chicas discutiendo fervientemente, Camila no sabía por qué
había recibido un inesperado mensaje por parte de una de sus mejores amigas para
que luego del trabajo se pasara donde ellas, la última cosa que necesitaba la morena
aquella tarde de lunes era discutir con ambas ginecólogas.
- ¿Qué pasa aquí? – Dijo confundida.
- ¡Que Dinah es una estúpida! – Chilló Normani.
Dinah no hizo intento de defenderse dejando confundida a la pediatra
quien rodeó el lugar hasta acercarse a las dos chicas.
- ¿Dinah? – Murmuró detallando el preocupado rostro de su
amiga.
- Yo... Lo siento... - Susurró con vergüenza.
Camila dirigió sus ojos hacia Normani buscando una respuesta que no
llegó por parte de la más alta.
- Le he sido infiel a Will... Me he acostado con otro hombre. –
Repitió Dinah sin querer mirar a los ojos de Camila.
- ¡Qué!... No... ¿Con quién? – Dijo rápidamente.
Dinah rompió en un llanto que intentó ocultar mientras Normani se
levantaba del asiento donde había estado para quedar a la altura de Camila.
- Se ha acostado con Nathan Evans. – Apuntó la más alta.

Se llevó ambas manos al rostro intentando mantener la calma frente a la noticia.


Cómo era posible que una de sus mejores amigas hubiera engañado a su amigo Will
con justamente el mejor amigo de Lauren.
- Dime que sólo fue una vez. – Suplicó la pediatra.
- Sí... - Susurró Dinah.
- ¿Cuándo? – Dijo confundida Camila.
- Hace unos días, el miércoles pasado.
Afirmó en silencio sintiendo seca la boca al recordar que el día anterior
había disfrutado de una agradable barbacoa junto a Lauren y al hombre con el cual
Dinah había engañado a Will.
- ¿Se lo dirás a Will? – Resonó la voz de Normani.
- No lo sé...
- ¡¿No lo sabes?! – Volvió a gritar la más alta.
- ¡Normani! Basta... Es nuestra amiga, se supone que debemos
intentar ayudarle...
- No, no cuando ha cometido un error así. – Apuntó.
Se quedó sin palabras viendo el rígido rostro que tenía la más alta de
todas. Ella misma se sintió pequeña frente al fuerte tono que habían tomado las
palabras de Normani.
- Ni Camila ni yo le diremos nada a Will, es tu responsabilidad
Dinah. – Dictaminó.
- Normani... - Suplicó Dinah.
- ¿Además que vas hacer si quedas embarazada? – Resonó la
fuerte voz nuevamente.
Camila entreabrió los párpados de forma violenta mirando a Dinah la
cual volvió a romper en un llanto frente a lo dicho por parte de Normani.
- Vosotros... ¿No os habéis cuidado? – Murmuró Camila.
- No... Al parecer una de las mejores ginecólogas de Miami ha
olvidado cómo mierda se usa un condón y además lo que son los anticonceptivos o la
píldora del día después... – Espetó Normani.
- ¡Basta! Por favor, ya sé que me he equivocado, pero necesito
a mis amigas, no a dos mujeres que ahora quieren mi cabeza por equivocarme y ser
irresponsable. – Pidió Dinah.
Camila afirmó en silencio mientras se acercaba a Dinah para
envolverla en un tierno abrazo que la ginecóloga agradeció internamente. Normani se
mantuvo con la expresión seria en su rostro pero luego de unos minutos dejó escapar
un fuerte suspiro.
- Nunca te dejaremos, estaremos contigo suceda lo que suceda.
– Comentó la más alta.
...
Lauren siguió caminando rápidamente por el pasillo del último piso de
Meder Clinic Miami apretando la mandíbula al saber que se encontraría frente a frente
con Damon Meder, y que seguramente el hombre quería tener una discusión. Sin
embargo no podía negarse a juntarse con el dueño y director de una de las clínicas
donde mayormente realizaba sus cirugías junto a Nathan.
Golpeó dos veces con los nudillos en la puerta hasta que la voz del
hombre gritó "Adelante". Cuando sus ojos se encontraron con los oscuros de Damon,
quien se encontraba apoyado en el brode de su gran escritorio, Lauren tensó todo su
cuerpo.
- Dra. Jauregui... - Murmuró de mala manera el hombre.
- Dr. Meder...
Aún dudando si entrar cerró la puerta a sus espaldas preparándose
para una discusión en la cual tendría que intentar dejar en claro que ella no había
sido la razón del, ya no tan reciente, divorcio entre Damon Meder y Keana Issartel.
- No te diré que puedes tomar asiento, porque ya estoy
sintiendo nauseas de ver tu rostro en estos precisos momentos.
- Sé que usted cree que...
- Cállate. – Resonó feroz la voz.
Su cuerpo se mantuvo estático en el lugar mientras observaba cómo el
hombre se acercaba hasta ella.
- Lamentarás cada una de las veces que te acostaste con mi
mujer. – Dijo Damon.
Lauren entreabrió la boca para responder, pero antes de que una
simple palabra saliera de su boca pudo sentir cómo el cuerpo del hombre se
abalanzaba contra el de ella y comenzaba a darle puñetazos directamente en su nariz.
El dolor fue tan sofocante que cayó de rodillas intentando ocultar su rostro.
- ¡No te resistas Jauregui! – Gritó.
Dos patadas cerca de sus costados hicieron que perdiera la respiración
y alzara el rostro hacia Damon quien aprovechó aquello y encajó otro puñetazo en la
nariz de la ojiverde. Su visión se nubló antes de volver a encoger su cuerpo, al mismo
tiempo alguien abría la puerta de la oficina, fue allí cuando perdió el conocimiento.

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Gracias como siempre por leer, comentar y votar.
Capítulo 18.

Intentando no quitar sus ojos del folio en el que escribía de forma


rápida Camila mantenía en su mente el dilema sobre respaldar totalmente a Dinah y
mantenerse en silencio pese a que Will aquella misma mañana le había contado de
sus próximos planes junto a la ginecóloga.
Se había sentido mal con ella misma al mentirle a Will, quien sonreía
ampliamente cada vez que hablaba de Dinah, sin embargo Camila lo sabía, no podía
entremeterse en la pareja, lo que había pasado tenía que salir directamente desde la
boca de Dinah, sería aún peor que Will se enterara de otra forma.
- ¿Cómo van las cosas con Lauren? – Murmuró el alto moreno
apartando el último folio en el amplio escritorio donde Camila también terminaba de
escribir.
- Bien supongo... - Hizo una mueca.
- ¿Supones?
- ¿Recuerdas lo que te comenté hace unas semanas? – Dijo
pensativa.
El chico se mantuvo en silencio intentando recordarse de las palabras
específicas que Camila estaba intentando evocar.
- ¿Sobre lo que pasaba contigo durante el instituto?
- Sí...
- ¿Qué con ello? – Dijo confundido.
- Hace una semana me quedé a dormir en la casa de Lauren...
Las cosas, bueno, ya sabes... Sólo que no pude... Me dio miedo... Es decir, me sentí
tan insegura. – Suspiró fuertemente
- ¿De verdad? – Enarcó las cejas.
Hizo una mueca para luego afirmar en silencio.
- ¿Te da miedo que para ella sólo sea sexo? – Apuntó el
moreno.
Su estómago se sintió dar vueltas frente a la palabra que había salido
precisamente por la boca de Will.
- En aquel momento me sentí nerviosa y lo pensé... Pero ahora
estoy segura que no sería sólo sexo. – Dijo abrumada.
- ¿No crees que deberías hablar de todo aquello con Lauren? Es
decir, vosotras os estáis conociendo, creo que la confianza y sinceridad es algo muy
importante en una relación...
Las palabras que había ocupado Will hicieron que un grito casi
escapara de su boca, se sentía fatal por saber qué había ocurrido precisamente entre
Dinah y él.
- Tienes razón... - Murmuró pesadamente.
...
Nathan miró con pánico el estado de Lauren al entrar en el box de
reanimación luego de que le llamaran cuando la ojiverde había sido ingresada como
paciente al servicio de urgencias de Meder Clinic Miami.
- ¡Qué mierda ha pasado! – Gritó confundido.
Con sus ojos pudo detallar cómo el cirujano de trauma junto al
cirujano maxilofacial seguían ocupados en sus tareas mientras una de las enfermeras
se acercaba hasta donde estaba él aún con la vestimenta de quirófano por haber
tenido que salir corriendo hacia donde estaba su mejor amiga.
- La Dra. Jauregui ha entrado por un trauma facial directo. – Le
explicó la mujer.
- ¿Qué ha pasado? ¿Quién le ha hecho esto? – Suplicó asustado.
- No... No... - Murmuró nerviosa.
- ¿Quién ha sido? – Gritó.
Apartando levemente a la mujer Nathan se acercó hasta donde el
monitor mostraba que Lauren mantenía sus signos vitales en buen estado. Sin
embargo pudo notar cómo el cuerpo de la ojiverde se mantenía inmóvil, fue ahí
cuando el pánico se instaló en su pecho.

- Connor, dime algo por favor... – Pidió Nathan mirando al cirujano


maxilofacial.
- Tiene completamente destrozado el cartílago nasal,
fracturados los huesos de la nariz, en el tabique nasal tenía un hematoma que hemos
drenado y además hemos tenido que hacer un taponamiento anterior porque estaba
perdiendo mucha sangre. – Explicó el cirujano maxilofacial.
- ¿Está consciente? – Preguntó.
- Llegó inconsciente, luego volvió, pero le hemos tenido que
sedar porque las heridas son demasiado como para que se mantuviera tranquila. –
Explicó ahora el cirujano de trauma.
- ¿Cómo está la vía respiratoria?
- Está respirando espontáneamente por la boca, no tiene
lesiones en la mandíbula.
El pelirrojo se acercó para detallar cómo el rostro de Lauren estaba
empapado en sangre en diversos lados. Lo poco que podía apreciar demostraba una
anatomía destruida en la zona de la nariz y los hematomas que ya se formaban cerca
de los párpados.
- Llamaré a su madre. – Apuntó el cirujano plástico.
- Antes de que te vayas, necesito tu opinión profesional. –
Resonó la voz de Connor.
Afirmó en silencio mientras con una mano acariciaba los cabellos de
Lauren.
- Con una lesión así necesitará cirugía reconstructiva en la nariz,
me atrevería a decir que eres la persona más indicada para ello, es decir, ves a diario
a Lauren, y seguramente podrás dejarle una nariz casi idéntica. – Dijo el hombre.
- Esperaremos a que ella esté consciente para coordinar una
cirugía dentro de los siguientes días esperando que baje la hinchazón y pare la
hemorragia. – Respondió el pelirrojo.
- Vale, cuando terminemos aquí le subiremos a la planta de
cirugía.
...
Camila cruzó corriendo el pasillo de aquella planta intentando
encontrarse con Nathan quien le había llamado para avisarle lo que había pasado con
Lauren quien ahora ya estaba despierta y se encontraba en una de las habitaciones
de la planta de cirugía.
- ¡Camila! – Resonó la voz de Clara quien abandonó los brazos
de una preocupada Taylor.
- ¡Qué ha pasado! – Dijo aturdida la pediatra.
- Nathan nos ha avisado para venir aquí, aunque nadie nos
quiere explicar bien qué pasó, sólo sabemos que Lauren ya estaba en la clínica y
luego la ingresaron como paciente al servicio de urgencias.
Un pequeño grito escapó de su boca cuando Nathan salió de la
habitación donde supuso estaría Lauren.
- ¿Cómo está? – Preguntó abruptamente la pediatra.
- Al menos ya está despierta, está con bastante dolor, pero ya le
han hecho todos los exámenes de imagen y han descartados fracturas a nivel del
cráneo o alguna hemorragia cerebral.
Camila sintió las lágrimas agolparse en sus ojos al ver que lo severo
de la situación, aún se sintió más confundida al no saber qué había ocurrido.
- ¿Lauren te ha dicho qué pasó? – Interrumpió Taylor.
El pelirrojo respiró hondamente mirando de rostro en rostro para luego
hacer una mueca.
- El Dr. Meder fue el culpable... Lauren me ha dicho que hoy por
la mañana le había llamado a su oficina, y ahí ocurrió todo. – Murmuró Nathan.
¿Meder? No podía ser ni más ni menos que el dueño de la clínica... El
nombre se le hacía conocido a Camila, tanto que se quedó en silencio mientras Clara
seguía hablando con Nathan quien le explicaba algunos detalles de la cirugía que le
harían dentro de unos días a Lauren.
- ¿Por qué le ha golpeado? – Murmuró Taylor sin entender aún.
- Bueno... Es difícil de explicar, pero...
- Keana Issartel. – Susurró Camila llamando la atención de las
otras tres personas.
- ¿Qué? – Preguntó Clara.
Un horrible sentimiento de desconcierto y enfado se instalaron en su
pecho en el momento en que las piezas parecían encajar, seguramente Damon Meder
se había enterado de que su ex mujer había estado acostandose con Lauren.
A Camila se le hizo un nudo en el estómago frente a la posibilidad de
que Lauren le hubiera mentido y que realmente ellas hubieran estado juntas cuando
Keana aún no se divorciaba.
Rápidamente y esperando que nadie le detuviera sus pies se dirigieron
hasta la habitación de Lauren. Las lágrimas abandonaron rápidamente sus ojos para
rodar por sus mejillas cuando observó el estado de la ojiverde quien entreabrió con
dificultad uno de sus párpados debido al sonido.
- Oh Dios mío... - Murmuró Camila.
Se acercó hasta colocarse al lado de la cama donde la cirujana le hizo
un amago de sonrisa, ella rápidamente atrapó una de las manos de Lauren la cual le
respondió con un agarre fuerte.
- Cariño, mírate... - Susurró sollozando.
Lauren no respondió mientras pestañeaba pesadamente. Ella misma
no se contuvo y cuidadosamente se recostó al lado de la ojiverde para luego ocultar
su rostro contra el cuello de la más alta.
- Todo saldrá bien, ya verás cómo Nathan no dejará huellas de
lo que pasó... – Murmuró intentando calmar su llanto.
Una de las manos de la cirujana acarició su espalda en señal de
respuesta.
- Camila... - Murmuró con un hilo de voz.
- No hables... - Pidió levemente.
Tenía que creer en las palabras de Lauren, tal como le había dicho
Clara, la ojiverde odiaba las mentiras, y si le había dicho que había conocido a Keana
después del divorcio ella confiaría su palabra, confiaría totalmente en la mujer que
ahora necesitaba de su cariño.
- Nathan dijo que tendrás que esperar unos días antes de la
cirugía, estaré a tu lado estos días y estaré esperándote cuando salgas de quirófano...
Además le diré a tu madre que te compre de aquellos caramelos de vainilla que tanto
te gustan. – Susurró Camila contra el pecho de la ojiverde.
Lauren se removió intentando calmar los dolores en su rostro frente a
la pequeña risa que había salido de sus labios.
- Oh soy una tonta, no debería hacerte reír. – Se disculpó
Camila para luego dejarle un par de besos en la mano libre de la ojiverde.
- No me dejes... - Susurró con dificultad Lauren.
- No lo haré.
- No fue mi culpa... Tienes que creerme.
- Te creo Lauren, lo hago. – Dijo mirando a sus ojos.
Camila le dejó un pequeño beso en los labios intentando no hacer
mucha presión, Lauren cerró los párpados y se durmió rápidamente haciendo que el
corazón de la pediatra se agolpara inquieto en su pecho.
--
Gracias por leer.
Capítulo 19.

Finalmente luego de cinco días Nathan decidió que era el mejor


momento para que Lauren entrara para su cirugía de reconstrucción. La cirugía fue
exitosa y sin complicaciones en el intraoperatorio dejando tranquilo y satisfecho al
pelirrojo.
Lauren volvió a despertar por tercera vez durante aquella mañana,
respirar tranquilamente se le hacía tan difícil debido al vendaje que tenía en su nariz
y el dolor que estaba sintiendo. Sin embargo durante la noche luego de la cirugía se
había sentido mejor gracias a que Camila se mantuvo a su lado cuidando de ella. Sólo
después de que Clara lograra convencer a la pediatra de que se fuera para tomar una
ducha y comer Camila había abandonado la habitación.
Ahora se encontraba sola, imaginando que su madre había ido a
comer algo mientras Taylor y Camila estarían en sus trabajos. Nathan le había dicho
que él mismo acomodaría la agenda para evitar que las cosas se descontrolaran en la
consulta y las cirugías programadas.
La tranquilidad del lugar se vio interrumpida por el golpe de alguien
llamando a la puerta, aquello le hizo asustarse más de lo que ella esperaba y su
cuerpo se tensó cuando Keana entró rápidamente al lugar acercándose llorando hasta
donde estaba la cama.
- ¡Lauren! ¡No sabes lo asustada que estaba de que algo peor te
hubiera pasado! – Comenzó hablar de forma descontrolada.
¿Peor? Pensó mentalmente mientras intentaba hacerle una señal a la
mujer para que dejara de gritar y moverse, su cabeza iba a explotar en cualquier
momento.
- ¿Qué haces aquí? – Dijo con dificultad la cirujana.
- Ver con mis propios ojos si estás bien... - Murmuró.
- Pues no estoy bien, y ya lo has visto... Ahora vete, no te
quiero aquí.
Respiró hondamente al sentirse sofocada, su sangre hervía, se sentía
furiosa con aquella mujer y con Damon Meder quien no se había dignado todavía a
presentarse en su habitación. Nathan le había explicado que el hombre estaba
corriendo con todos los gastos médicos de Lauren, quizás como medida para evitar
que ella tomara medidas legales.
- Debes denunciar a Damon con la policía. – Habló Keana
haciendo caso omiso a las palabras de la ojiverde.
- Lo último que necesito son más problemas. – Apuntó la
ojiverde.
Sintiendo cómo el dolor de cabeza aumentaba cerró los párpados
intentando hacer entender a Keana que ella deseaba estar sola.
- Por favor Lauren, déjame ayudarte, soy una de las mejores
abogadas en la ciudad, puedo...
- Keana, vete, por favor... - Dijo elevando el tono de su voz.
La mujer negó con la cabeza acercándose aún más a Lauren. Ahí fue
cuando la cirujana perdió la paciencia e intentado sentarse en la cama comenzó a
moverse sintiendo los peores dolores que en su vida había tenido.
- ¡Sal de aquí! – Gritó. - ¡Vete! ¡Déjame en paz!
Un par de enfermeras entraron rápidamente en la habitación
observando cómo Lauren se volvía a recostar sofocada por el dolor y la falta de aire.
Keana abandonó entre gritos el lugar dejando a una enfadada y adolorida Lauren.
...
- ¿Entonces el tipo le ha dado una paliza porque pensó que su
ex mujer le estaba engañando con ella? – Murmuró asombrado Will.
Camila hizo una mueca al sentir cómo el destino era cruel con Will y
Lauren. Por una parte sabía que la ojiverde no había sido parte de una posible
infidelidad de Keana con Damon, y por otra Dinah sí le había sido infiel a su amigo
quien ahora miraba con preocupación a la pediatra.

- Sí, pero Lauren no conoció a Keana sino hasta luego del divorcio... No sé qué
pasará ahora, Damon Meder está pagando todos los gastos médicos, pero dependerá
de Lauren si le demanda o no.
- Al menos su socio le ha arreglado la nariz. – Intentó bromear
Will.
- Nathan se ha preocupado por todo, se nota mucho todo lo que
ama a Lauren. – Murmuró.
- Al final de todo el pelirrojo es un buen hombre. – Sonrió el
pediatra.
Su cuerpo se removió intentando evitar que un grito saliera de su
garganta frente a las palabras de Will quien se levantó tranquilamente tomando entre
sus manos una radiografía de tórax de uno de sus pacientes.
El trabajo continuaba y ella sólo esperaba que las horas avanzaran
rápidamente para volver a la clínica donde Lauren debía permanecer por lo menos
dos días más.
Con sus pies resonando por el pasillo Camila se pasó una mano por el
rostro intentando alejar la preocupación de su rostro, aún podía recordar
perfectamente el aspecto de Lauren antes de entrar a quirófano. Su cuerpo tembló
frente a la idea de que algo aún más grave hubiera pasado con la ojiverde.
Su corazón se agolpó contra su pecho al sentir cómo otra vez las
lágrimas inundaban sus ojos, no se podía mentir, había tenido miedo de perder a
Lauren, y es que si bien no había aún un nombre en la relación que tenían, a Camila
no le quedaba duda que la cirujana ya era alguien muy importante en su corazón.
...
Nathan terminó de revisar las curaciones del rostro de Lauren la cual
le miraba con los ojos cansados, el primer día post cirugía había sido largo y tedioso,
la ojiverde no sabía manejar bien su ocio y ya estaba aburrida de tener que escuchar
hablar todo el día a su madre.
- Todo va en orden. – Le explicó el cirujano.
- Te demandaré si no me queda una nariz perfecta. – Sonrió
levemente Lauren.
- Lo siento, pero la mejor cirujano plástico de la ciudad no
estaba disponible para arreglar tu nariz. – Apuntó.
- Pero al menos el segundo mejor lo ha hecho. – Picó.
Ambos amigos se rieron levemente mientras Lauren le tomaba con
fuerza la mano a Nathan quien ya se había quitado los guantes.
- Gracias... Gracias por todo, de verdad. – Murmuró.
- No tienes por qué, sabes que siempre estaré ahí. – Sonó
emocionado el pelirrojo.
- Sólo no dejes que Keana se vuelva a presentar aquí. – Pidió.
- Ya está solucionado... Lauren, ¿Vas a denunciar a Meder?
- No lo sé... Sé que debería, pero por Dios lo último que quiero
es que luego tengamos problemas para hacer nuestras cirugías. – Dijo
pensativamente. – Lo hablaré detenidamente con mi abogado y creo que comenzaré
con el papeleo.
Con sus ojos esmeraldas detalló cómo Nathan se sentaba en el sofá al
lado de la cama para luego afirmar en silencio y dejar escapar un largo suspiro,
Lauren pudo notar cómo su mejor amigo estaba preocupado.
- Por cierto, he terminado con Cynthia... - Comentó el cirujano.
Se mantuvo en silencio esperando por los detalles que seguramente
su mejor amigo estaría repasando mentalmente.
- No he podido dejar de pensar en lo que pasó con Dinah... Sé
que crees que fue una noche de diversión y que es lógico que ella no quiera hablar
conmigo, pero, no puedo quitármela de la cabeza... Necesito... Necesito intentarlo.
El rostro de Lauren se tornó sorprendido frente a las inesperadas
palabras de su mejor amigo, nunca había visto tan vulnerable a Nathan en cuanto se
refería una mujer.
- ¿No es sólo por el hecho de que lo hicieron sin protección? –
Murmuró Lauren.
- No... Aunque quizás Dinah ya haya tomado una decisión sobre
aquello.
- Siempre existe una posibilidad de que estuviera embarazada...

- Sí... Pero no he logrado hablar con ella.


Lauren afirmó en silencio mirando cómo Nathan le regala una pequeña
sonrisa para luego pasarse las manos por el rostro, gesto que identificó como
cansancio.
- ¿Le has dicho la verdad a Cynthia? – Miró fijamente.
- Sí, pero no le he dicho con quién le fui infiel.
- Al menos has dado un paso...
- No entiendo cómo aún me consideras tu mejor amigo si odias
tanto las mentiras...
- Eres como un hermano para mí Nathan... Aún tengo
esperanzas de que cambies sobre aquello.
El pelirrojo abrió sorprendido la boca frente a las palabras de Lauren
que tenían un gran peso, sin evitarlo Nathan comenzó a llorar silenciosamente bajo la
atenta mirada de la cirujana quien le extendió una mano y comenzó a acariciar los
cabellos del pelirrojo.
...
Cuando el día del alta llegó Camila observó desde el marco de la
puerta de la habitación cómo Lauren le sonreía levantándole el pulgar derecho en
señal de victoria.
- Estaba pensando, que tu casa queda bastante apartada y no
dejaré que conduzcas hasta allí en tu estado. – Apuntó la pediatra.
- ¿Alguna sugerencia? No dejes que mi madre me lleve con ella
y Taylor, piedad. – Imploró.
Una pequeña risa escapó de la boca de la pediatra la cual le regaló un
leve guiño con el ojo.
- ¿Te quieres quedar conmigo hasta que ya puedas volver a
trabajar? – Dijo con algo de timidez la morena.
- ¿Es una propuesta de verdad? – Sonrió feliz.
- Claro, sé que tengo unos horarios complicados, pero supongo
que podrás con ello.
- Me encantaría... Podrías hacerme algunas clases de español
mientras me recupero.
Camila se mordió los labios intentando controlarse y no comerse a
besos a Lauren quien se encogió de hombros.
Una vez salieron de la clínica sus ojos marrones se detuvieron en
Nathan quien se había bajado de la camioneta de Lauren para ayudar a la chica,
adentro iba una maleta con ropa y Sam quien se removía gimoteando en la parte
trasera agitado al ver a Lauren luego de tantos días.
- Él se ha portado genial, está feliz con el jardín de mi loft. –
Explicó el pelirrojo.
- Gracias... Taylor me ha dicho que cuando lo necesitas siempre
puedes ir a dejarlo a la veterinaria.
Luego de que Lauren se subiera a la camioneta Sam comenzó a
sollozar lastimosamente acariciando con su cabeza los muslos de la ojiverde quien
feliz acariciaba al animal.
- Ya pronto estaremos juntos amigo. – Murmuró la cirujana.
El camino hasta el piso de Camila fue tranquilo y cuando llegaron al
destino Sam se mantuvo obediente esperando en la parte trasera de la camioneta
mientras Nathan ayudaba con la maleta a la cirujana.
- Cuida bien de ella Camila, y no le des mucho tequila, recuerda
que debe evitar el alcohol para una buena cicatrización. – Apuntó el pelirrojo.
- Gracias Dr. Evans. – Rió entre dientes la pediatra.
- Que estén bien. – Se despidió.
- ¿Ya me puedes besar? – Pidió Lauren mirando aquellos ojos
marrones.
- Bésame, bésame mucho. – Cantó Camila en español.

---
Mañana cap, y el jueves-viernes maratón.

Gracias por leer :)


Capítulo 20.

^N/A: Quiero dejar en claro que como todos sabemos lo que escribo es ficción, ideas
y sentimientos que salen desde mi imaginación y se plasma en palabras. Por ello
mismo no aceptaré comentarios en mis historias con respecto a lo que ocurre en la
vida íntima de las chicas, me refiero específicamente al asunto de la foto que ha
dejado a alguien en una situación que nadie quisiera vivir que es cuando tu propia
privacidad se me ve afectada. Por favor, vamos a respetar las decisiones de cada uno
y no juzgar.
---

Dos semanas ya había pasado desde que Lauren se encontraba


viviendo en el piso de Camila esperando recuperarse totalmente de las heridas y la
cirugía para así volver al trabajo, ella misma ya estaba subiéndose por las paredes al
tener tanto tiempo libre.
Aquella tarde mientras terminaba de ordenar las cosas que había
utilizado para hacerse el almuerzo el sonido de alguien llamando a la puerta hizo su
cuerpo dar un brinco en el mismo lugar donde estaba, y es que desde que había
pasado lo de la golpiza Lauren se encontraba en un estado de alerta que intentaba
manejar respirando hondamente y manteniendo las esperanzas que con los días fuera
disminuyendo.
Cuando abrió la puerta para encontrarse con Dinah su boca se
entreabrió de sorpresa y se mantuvo en silencio sin darse cuenta que la amiga de
Camila aún no entraba al lugar.
- ¿Lauren? – Dijo confundida la ginecóloga.
- Oh... Disculpa, adelante. – Habló rápidamente.
Ambas caminaron por el salón mientras la ojiverde hacía una mueca al
detallarse cómo aún iba de pijama y descalza por el lugar.
- ¿Quieres algo para beber? – Murmuró Lauren.
- Oh no, almorcé antes de venir.
- Claro...
Se sentaron en el cómodo sofá del lugar, Dinah con curiosidad miraba
los vendajes de menor tamaño que llevaba Lauren en el rostro.
- ¿Cómo va tu recuperación?
- Bien, ya no tengo mucho dolor, aunque ya sabes, la hinchazón
permanecerá hasta incluso algunos meses más. – Hizo una mueca.
- Ya, las consecuencias de una rinoplastía. – Rió levemente
Dinah.
Lauren le dirigió una amplia sonrisa a la ginecóloga la cual aún parecía
incómoda con la situación.
- ¿Camila te pidió venir? – Dijo confundida Lauren.
- Oh no... - Respondió rápidamente. – La verdad es que venía
hablar de algo contigo.
- Ya...
- Supongo que ya lo sabes. – Murmuró.
- Tú y Nathan...
- Sí, sobre aquello.
Afirmó en silencio mirando cómo el rostro de Dinah se tornaba rígido y
ella comenzaba a mover sus manos de forma nerviosa.
- ¿Es cierto que él terminó con su novia? – Preguntó.
- Dinah... Mira, yo nunca me he entrometido en las relaciones
de Nathan, creo que eso deberías preguntárselo a él.
- Es lo que me ha dicho, pero... Necesitaba confirmarlo.
- Y yo no entraré en el juego. – Dijo firmemente.
Dinah se quedó con las palabras en la boca mientras parecía querer
llorar.
- Si tanto te importa deberías responder sus llamadas.

- Nos veremos hoy en la noche...


Lauren sintió cómo la respiración se le cortaba viendo cómo los
nervios de Dinah le estaban dominando, sin embargo ella se mantuvo calma.
- Gracias de todos modos, discúlpame... No volveré a ponerte
en esta situación. – Dijo sinceramente.
- Las cosas deben hablarse directamente... Nathan no es un mal
hombre... - Apuntó la ojiverde.
Luego de aquello la conversación se siguió de otros temas, en especial
algunos que Lauren deseó preguntar haciendo sonreír a Dinah frente al real interés
que la cirujana demostraba por Camila.
...
Cuando sus pies por fin entraron en el piso, y disfrutando cómo el
tranquilo sonido de Alicia Keys invadía la extensión del piso, Camila sonrió frente a la
escena de Lauren esperándole con la cena lista, tal como se había repetido durante
los últimos días. Sin duda lo extrañaría cuando la cirujana volviera a su casa.
- Ey, huele maravilloso. – Apuntó la pediatra entrando a la
cocina donde se encontró a Lauren usando una de sus camisas de seda gris y uno
apretados pantalones negros.
- Hola guapa. – Sonrió.
- ¿Es que vas a salir y no me he enterado? – Murmuró
acercándose coquetamente.
- Ojalá pudiera, pero me da la impresión que con mi rostro
vendado y pareciendo una momia no sería una buena idea. – Hizo una mueca.
- Sigues siendo hermosa.
Los brazos de Lauren rodearon su cintura mientras ella se enrollaba al
cuello de la más alta con total naturalidad.
- ¿Cómo estuvo tu día? – Susurró Lauren contra los labios de
Camila.
- Fue un día bastante tranquilo. – Afirmó la morena.
- A mí me ha venido a ver Dinah.
- ¿Dinah? – Dijo confundida.
- Sí... Pero ya lo hablaremos de ello luego, porque llevo horas
esperando que me beses. – Explicó.
Camila se encogió de hombros divertida para acercarse lentamente al
rostro de la ojiverde quien cerró los ojos y esperó. Los labios se encontraron con
ansiedad y las lenguas se juntaron rápidamente, el cuerpo de la pediatra se apoyó
más contra Lauren quien sonrió entre besos dejando sin aliento a ambas.
- Tengo algo para ti. – Anunció Lauren.
Con una sonrisa amplia en el rostro observó cómo la cirujana iba hasta
la única habitación y volvía en cosa de segundos con un hermoso ramo de tulipanes
naranjos, sus flores favoritas.
- ¿Cómo lo has sabido?
- Dinah... - Sonrió.
- Son hermosas... - Dijo maravillada.
- No más que tú.
Detalló las delicadas flores mientras su corazón agolpaba feliz contra
su pecho, sus labios volvieron a reclamar los de Lauren quien le abrazó fuertemente
por la cintura.
- Además he avanzado con mis clases de español. – Apuntó
Lauren.
- ¿Sí? A ver, ¿Qué has aprendido hoy? – Dijo curiosa.
Lauren respiró hondamente mientras no dejaba de mirar directamente
a los ojos de Camila.
- Camila Cabello, ¿Quieres ser mi novia? – Pronunció en un
perfecto español.

Su mente se mantuvo en blanco intentando repasar rápidamente cada una de las


palabras que habían salido de la boca de Lauren mientras ésta le miraba expectante
por una respuesta.
- ¿Qué has dicho? – Murmuró nerviosamente.
- ¿Quieres ser mi novia? – Repitió en español.
- ¿Lo dices de verdad? – Habló.
- Sí... ¿Te lo digo en inglés también? – Habló nerviosamente
Lauren.
- Oh... Oh... - Abrió más los párpados.
Camila apretó su cuerpo contra el de Lauren intentando calmar sus
nervios que tenían removiendo todo su interior.
- Sí, sí quiero... - Dijo lentamente.
- Ahora eres mi novia... - Pronunció no tan claramente Lauren.
- Ahora soy tu novia. – Recalcó Camila.
Se fundieron en un beso que hizo emocionar a Camila frente al
momento tan deseado que llegó de forma tan inesperada. Ahora mismo se
encontraba en las nubes maravillada de que Lauren Jauregui fuera su novia,
simplemente no podía creerlo.
...
Luego de la cena que estuvo invadida por más besos y sonrisas
cómplices Lauren con las manos entrelazadas con Camila caminó hasta la habitación
donde la brisa marina entraba por la ventana, hacía un poco de calor por lo cual ella
seguía descalza y la pediatra también se había quitado los molestos tacones que
llevaba aquel día.
- Quizás es muy pronto, pero... No quiero que pienses que... -
Murmuró Lauren.
Camila le calló con un beso, uno que empezó calmadamente pero
luego se tornó apasionado y demandante, con sus cuerpos unidos en un abrazo
Lauren guió a Camila hacia la cama donde ésta cayó bajo el cuerpo de la ojiverde de
forma delicada.
- Eres tan hermosa Camila, no sabes cómo me paso el día
admirando tu rostro, tus hombros, tus curvas... Todo... No hay nada que no me guste
de ti. – Dijo Lauren mientras besaba el cuello de la morena.
Un gemido abandonó la boca de Camila mientras Lauren dejaba que
su propio peso cayera contra el delicado cuerpo de la más baja. La ojiverde
rápidamente sintió que las ropas estaban sobrando y sin esperar más comenzó a
subir sus manos por los muslos de Camila que estaban esperando ser liberados de
aquella falda.
- ¿Qué esperas? – Murmuró agitada la morena.
Sus manos se guiaron hasta el borde de la camisa vaporosa que
estaba usando Camila y en cosa de segundos la prenda ya estaba en el suelo. Ella
también comenzó a desabotonarse la camisa mientras la pediatra se deshacía de la
falda. Sus ojos se mantuvieron perdidos en los senos de Camila que estaban cubierto
por un elegante sujetador blanco que se abrocha por delante, delicadamente los
liberó de dónde estaban apreciando cómo la morena gemía.
Dirigió ambas manos para acunar aquellos senos haciendo cerrar los
ojos a Camila, ella acercó su rostro para dejar un beso justo en el valle entre ambos
senos...
Sin embargo, algo llamó su atención. Cuando su mano derecha atrapó
con fuerza el seno izquierdo de Camila ésta gruñó con algo de dolor y Lauren se
mantuvo concentrada en su tacto... No estaban iguales, su mano derecha estaba
sintiendo algo que no estaba en el seno derecho donde tenía su mano izquierda... Un
nódulo, uno pequeño pero que no se movía del lugar...
- Camila... - Llamó la atención asustada.
- ¿Qué pasa? – Murmuró la pediatra intentando descifrar el
rostro rígido de la ojiverde.
- Tienes... Tienes un nódulo en tu seno izquierdo... Te ha
dolido... Y no se mueve. – Dijo asustada.
Lauren pudo ver el pánico en el rostro de Camila la cual de forma
brusca salió corriendo de la cama hasta el baño para verse al espejo, aún con la
respiración entrecortada la ojiverde comenzó a vestirse intentando mantener la
calma. Miles de pensamientos agolparon su mente intentando nuevamente darle una
explicación a lo que había sentido en el seno de su novia... No puede ser, es
demasiado joven... No puede ser, ella no...
Cuando se acercó al baño Camila le miró con pánico para luego cerrar
de golpe la puerta dejándola sin poder entrar.
- Camila... Por favor...
- ¡Vete Lauren! ¡Por favor! ¡Déjame sola!
- No puedo dejarte sola justo en estos momentos, ni siquiera
sabemos qué está pasando... - Dijo asustada.
- No te quiero aquí, toma tus cosas y vete, por favor... - Habló
de forma fuerte.
El llanto de la morena hizo que la propia Lauren comenzara a llorar
apoyada contra la puerta... Pasaron algunos minutos hasta que la cirujana entendió
que Camila no saldría de ahí.
Aun llorando y con el alma destrozada ordenó su maleta y pidió un
taxi. No tuvo el valor para despedirse de Camila, por lo cual pesadamente salió de la
habitación hasta el salón donde los tulipanes seguían allí... No podía estar pasando
aquello.

------
Capítulo 21.

Maratón -> 1/4


***

Aquella noche Lauren no durmió ni siquiera un segundo, su mente se


mantenía en lo que había ocurrido, y su corazón estaba tan agitado que lo único que
había logrado hacer fue dejarle un mensaje a Dinah sobre lo ocurrido para que a la
mañana siguiente ésta fuera a ver a Camila.
Ahora que el amanecer teñía levemente el cielo haciendo juego con el
tranquilo mar que Lauren observaba desde la ventana de su habitación las lágrimas
volvieron a rodar por sus mejillas. Tenía miedo, volvía a enfrentarse a la situación en
que una persona importante de su vida pudiera dejarla para siempre... Camila era tan
joven, incluso solía cuidar su dieta y hacía ejercicios casi a diario, no era justo que
algo así estuviera pasando con ella, o al menos lo que suponía por el momento,
claramente necesitaba que los estudios confirmaran lo que estaba imaginando, pero
todo aquello sólo le mantenía más inquieta.
Cuando el reloj de la cocina marcó las 8.00 AM y el aroma del café
impregnaba el lugar sus cansados ojos detallaron la llamada entrante por parte de
Dinah.
- ¿Lauren? – Dijo al otro lado de la línea.
- ¿Estás con ella? – Murmuró abrumada.
- Se está duchando para ir conmigo a la consulta de Kross,
sabes que él es especialista en mama. – Explicó.
- Vale, estaré allá...
- No... Lauren... Camila me ha pedido que te diga que no quiere
verte todavía.
- Pero...
- Escúchame, no es nada personal, ella sólo está demasiado
afectada y asustada.
- ¡Soy su novia! – Dijo casi sollozando.
- Lo sé... Pero conozco a Camila desde los 19, y sé que ella sólo
necesita espacio... Debes respetarla, estoy segura que al final del día te llamará.
Un fuerte suspiro abandonó la boca de Lauren quien se llevó una mano
al rostro intentando controlar todas sus emociones.
- ¿Qué crees tú? – Murmuró pesadamente.
- Si creo que sea...
- ¿Te parece?
- No lo sé Lauren, no podemos saber aún sin los exámenes...
- Ya, pero, tú sabes más de ello.
- Sólo Kross podrá confirmar algo o no... No pienses en ello por
ahora. Intentaré convencer a Camila de que te llame cuando salga de la consulta.
- Dinah por favor...
- No me pidas que yo misma diga algo sobre aquello, ¡No
olvides que es mi mejor amiga! – Dijo Dinah para luego comenzar a sollozar.
- Disculpa...
- Intenta dormir Lauren, pase lo que pase Camila te
necesitará...
- Avísame de todo por favor.
- Lo haré, hasta ahora.
Cuando la llama se terminó Lauren tiró su taza de café con un
manotazo haciendo que esta se quebrara en mil pedazos contra el suelo de cerámica.
Un fuerte llanto brotó desde el fondo de su garganta mientras ella
apretaba los puños, las lágrimas rodaron rápidamente por su rostro mientras sentía
su cuerpo remecerse por el dolor que invadía su alma... Lloró tanto que su cuerpo
exhausto logró sólo llegar hasta el sofá del salón donde se acurrucó y cayó en un
pesado sueño.

...
Se preguntó por milésima vez cómo la vida podía dar un giro tan
violento de un momento a otro, en un segundo Lauren le estaba pidiendo ser su novia
y al siguiente la misma chica le estaba avisando sobre lo que había encontrado
cuando le había comenzado hacer el amor.
- Camila... - Llamó la atención Ronald Kross quien ahora
detallaba su rostro luego de entrar a la consulta junto a Dinah y Normani.
- Ronald, gracias por recibirnos a primera hora. – Apuntó
Normani.
La mente de Camila siguió bombardeada por múltiples pensamientos
mientras identificó cómo el ginecólogo le miraba con preocupación.
- ¿Podrías contarme qué ocurrió? – Dijo calmadamente el chico.
- Ayer... Ayer mi novia... Ella me ha encontrado un nódulo en
mi seno izquierdo, yo no lo había notado, pero la verdad es que si lo palpo con fuerza
duele y no se mueve. – Murmuró con miedo.
- Vale, ¿Antes no lo habías sentido?
- No.
- ¿Te duele ahora?
- Sólo si lo palpo con fuerza. – Repitió.
- ¿Has tenido fiebre últimamente? ¿Dolor en tu pezón o algo
diferente?
- No...
Ronald afirmó en silencio mientras se colocaba unos guantes de látex.
- Necesito que te quites la camisa y el sujetador.
Tímidamente miró Normani y Dinah las cuales se alejaron un poco del
lugar para dejar a Ronald hacerle un buen examen físico. Camila quiso llorar cuando
el ginecólogo comenzó a palpar su seno derecho primero y luego el izquierdo, ella
misma había notado la diferencia... Cómo no lo había notado antes, no podía
entenderlo.
- No es tan grande, sin embargo está claramente ahí y no se
mueve. – Murmuró Ronald.
Se mantuvo en silencio mientras el ginecólogo ahora examinaba su
axila izquierda y derecha, luego la zona supraclavicular y finalmente el cuello de
Camila.
- No me parece que tengas nada más en otro lado... Lo que es
una buena señal. – Dijo.
Afirmó en silencio mientras Ronald le pasaba el sujetador para que se
volviera a vestir.
- Tienes casi 28, no fumas y eres bastante sana... Podría ser
simplemente algo benigno, pero vamos hacer todo pensando que no lo es para así
descartar todo... ¿Hay antecedentes en tu familia?
- Mi abuela paterna y la hermana mayor de mi padre fallecieron de
cáncer de ovarios.
Su voz se quebró frente al recuerdo y su cuerpo tembló aún más.
- Vale, mira, haremos todo los exámenes rápidamente para
decidir qué camino seguir... Por ahora sólo necesito que intentes estar tranquila
mientras esperamos lo mejor. – Dijo Ronald para regalarle una pequeña sonrisa.
- ¿Qué debo hacer ahora? – Murmuró.
- Hoy arreglaré todo para que mañana a primera hora te hagan
todos los exámenes que necesito, algunos de sangre, una mamografía, una ecografía
de mama y una tomografía de tórax y abdomen. – Explicó el ginecólogo.
- Entonces mañana...
- Sí, te dejaré aquí las indicaciones para que mañana sepas
dónde ir y cuando tengas los resultados vendrás a verme.
- Gracias Dr. Kross... De verdad...
- Puedes llamarme Ronald, y aquí estaré mañana.
...
Lauren observó cómo Camila se bajaba del taxi y se encaminaba
pesadamente hasta el antejardín donde la ojiverde se encontraba descalza y con una
toalla de rayas azules y blancas en las manos.
- ¿Ya ha vuelto Sam? – Murmuró casi imperceptiblemente la
pediatra.
- No, todavía está con Nathan...
Con sus ojos esmeraldas detalló el rostro de Camila que se mantenía
neutro, tenía los ojos rojos e hinchados seguramente por todas las horas de llanto.
Ella misma se mantuvo estática esperando por las palabras o acciones de la morena.
- ¿Quieres ver el atardecer en la playa? – Invitó Lauren.
Sin comentar nada Camila se quitó los zapatos que llevaba para
comenzar a caminar sobre la arena fina y cálida, la orilla del mar estaba en calma en
aquellos momentos. Lauren le siguió en silencio debatiéndose si tomarle de la mano o
no, sin embargo los brazos de la pediatra se cruzaron contra su pecho como si ella le
hubiera leído la mente.
Estiró la toalla tranquilamente para luego sentarse en el borde derecho
de ésta y Camila a su izquierda quien se encogió en sí misma como una niña
pequeña, Lauren quiso protegerla con sus brazos y susurrarle palabras de amor al
oído, pero el recuerdo de la reacción que había tenido la morena la noche anterior
hizo que su propio deseo se mantuviera inquieto en su pecho.
- Discúlpame por gritarte anoche... - Murmuró Camila.
Afirmó en silencio sin encontrar fuerzas para hablar además de no
tener la certeza de las palabras correctas para utilizar.
- Supongo que Dinah ya te habrá comentado algo... - Dejó
escapar un suspiro.
- No realmente, sólo sé que has ido donde Ronald Kross. Dormí
durante el día hasta que me llamaste para avisar que venías de camino...
Camila no apartó sus ojos desde el horizonte donde el límite del mar
desaparecía, las nubes se estaban tornando naranja y violetas. Lauren identificó los
colores parecidos a los tulipanes que el día anterior le había regalado a la pediatra.
- Me ha dicho que con todos los exámenes dentro de unos días
podrá darme un diagnóstico y verá qué se debe hacer... - Recordó Camila.
Lauren volvió a afirmar en silencio ahora con sus ojos detallando el
cansado rostro de la mujer que estaba a su lado.
- ¿Puedo acompañarte? – Preguntó lentamente la cirujana. –
Mañana... ¿Puedo ir contigo?
- Lauren... - Negó con la cabeza.
- Por favor, no voy a dejarte justo ahora... - Susurró. – No lo
haré.

----
Capítulo 22.

Maratón -> 2/4

***
Camila le dirigió una sonrisa apagada a Lauren cuando soltó su mano
encaminándose en dirección a la habitación donde debía hacerse la mamografía y la
ecografía. El sonido de sus pies resonaron fuerte en sus tímpanos mientras una
enfermera le esperaba con un folio en las manos.
- Srita. Cabello, el radiólogo estará con usted en los siguientes
minutos. – Explicó la mujer. – Por favor sólo quédese con sus bragas y ésta bata.
Afirmó en silencio mientras la mujer le entraba una delgada bata de
color celeste que tenía los botones en la parte anterior. Metódicamente se desvistió
sintiendo el gélido piso de cerámica en sus pies. Su mente seguía bombardeada por
constantes pensamientos y así se sentó en la camilla esperando.
Un hombre de cabellos canos mezclados con negro y bigote entró algo
lugar a la vez que guardaba su móvil en uno de sus bolsillos. Camila entreabrió sus
labios identificando al radiólogo, era al padre de su amigo de la facultad y el mismo
que le había invitado a Uganda para ser parte de Médicos sin fronteras.
- ¿Camila? – Dijo asombrado.
- Dr. Mendes... - Murmuró triste.
El hombre se acercó rápidamente para mirar detenidamente a Camila
quien intentó ocultar sus lágrimas.
- Oh querida... Que gusto verte, Shawn me había comentado que ya
habías vuelto a Miami, supongo que no es la mejor manera de encontrarnos. – Le dijo
acariciando uno de sus hombros.
Camila no consiguió hablar, pero le dedicó una mínima sonrisa a
Manuel Mendes quien tomó el folio entre sus manos para leer la historia clínica de la
morena. El silencio fue tan drástico que la pediatra pudo escuchar su propio corazón
latiendo débil contra su pecho.
- Un nódulo... - Apuntó en voz baja el radiólogo.
- ¿Podrá darle los resultados hoy mismo al Dr. Kross? – Preguntó
Camila.
- Por supuesto cariño... - Afirmó.
Manuel Mendes le explicó que primero le haría la mamografía para
ubicar específicamente el nódulo y así guiarse durante la ecografía, Camila afirmó en
silencio a la vez que comenzaba a deshacer los botones de la bata.
Fueron unos largos minutos en que ambos se mantuvieron en silencio
mientras el radiólogo ponía todas sus atenciones para luego escribir los informes que
le enviaría en unas horas al Dr. Kross.
...
Lauren le dejó un corto beso en la frente a Camila antes de que ésta
entrara en la consulta del ginecólogo, la morena le había pedido que le esperara
afuera mientras ella enfrentaba lo nuevo que le diría Ronald Kross con respecto a los
resultados de algunos de los exámenes que se había realizado durante el día.
No soportando quedarse sentada en unas de las cómodas sillas que
había en la sala de espera la ojiverde salió al pasillo del lugar donde había más sillas
y una máquina de café, rebuscando algunos dólares en sus bolsillos se acercó para
conseguir un espresso.
Un chico rubio, quien Lauren ya había notado cuando esperó sentada
junto a Camila, se acercó dedicándole una amplia sonrisa.
- ¿Tu novia te hizo esperar afuera? – Dijo calmadamente el chico.
- Algo así...
- Mi novia también hace lo mismo cuando viene al ginecólogo, no
entiendo para qué entonces me pide que le acompañe hasta aquí. – Se encogió de
hombros.

La ojiverde se mantuvo en silencio mientras comenzaba a beber su café intentando


cortar la conversación frente a la cual no tenía ánimos de entablar con el
entusiasmado chico que ahora bebía también un café.
- ¿Vosotras estáis intentando tener un hijo? – Preguntó curioso el
rubio.
El estómago de Lauren dio un vuelco y su respiración se cortó mirando
con enfado al inoportuno chico que borró de su rostro la perfecta sonrisa que había
dibujado.
- Yo, disculpa... Ha sido muy imprudente de mi parte. - Murmuró
nerviosamente.
La cirujana apretó la mandíbula mientras se devolvía por el pasillo
para desde ahí observar cuando Camila saliera por la puerta.
Sintió nauseas al ver un par de mujeres embarazadas hablando entre
ellas y riendo... Un sordo dolor se instaló en su pecho al recordar las previas palabras
que la pediatra le había confesado durante la fiesta de cumpleaños de Mike, Camila
quería ser madre...
...
- ¿Hacerme una biopsia? – Dijo casi con un hilo de voz.
- Camila... Tanto las imágenes, los exámenes de sangre y el
antecedente de tu tía nos guían a que posiblemente el nódulo sea maligno...
Necesitas hacerte la biopsia para así confirmar todo y comenzar el tratamiento.
- ¿Entonces sí es cáncer? – Repitió asustada.
Ronald Kross apretó la mandíbula mientras todo dentro de Camila
parecía quedarse en un silencio que le hizo sentir el cuerpo débil, incluso incapaz de
llorar.
- Es lo más posible, la biopsia lo confirmará... - Explicó.
- ¡Tengo casi 28 años! No es posible...
- Ya sabes que algunos cánceres sólo se dan por cosas del azar y
genética... Pero Camila, sabes que si comenzamos ahora mismo el diagnostico sería
muy precoz y en gran parte curativo... Si es lo que estoy pensando ni siquiera
necesitarás quimioterapia y sólo cirugía con radioterapia.
- ¿¡Sólo cirugía y radioterapia!? – Gritó furiosa.
El ginecólogo abandonó su asiento detrás del escritorio para acercarse
a Camila y luego mirarle detenidamente.
- Mira, sé que no somos muy amigos, pero Dinah y Normani sí son mis
amigas, por lo cual me estoy preocupando personalmente por ti... Haré todo lo que
está en mis manos, incluso yo mismo haré la biopsia y si con los resultados de
aquello es necesario operarte lo haré yo junto a otro colega que se dedica a lo
mismo... Por ahora necesito derivarte a un oncólogo que pueda tomar tu caso y
coordinar la radioterapia luego de la cirugía. – Explicó.
La palabra oncólogo se incrustó en su pecho de forma tan rápida y
dolorosa que Camila no lo soportó más y un llanto salió desde el fondo de su ser. Con
cada palabra sus miedos iban aumentando y todos sólo llegaban a una conclusión: Lo
más probable era que ella tuviera cáncer de mama.
...
Lauren observó congelada cómo Camila salía por la puerta
despidiéndose casi susurrando de Ronald Kross quien le saludó silenciosamente a la
distancia.
Cuando la más baja llegó a su lado se mantuvieron en silencio
mientras Lauren comenzaba a rodear entre sus brazos a una cansada Camila.
- No me pidas que te lo cuente ahora Lauren, por favor, sólo llévame a
mi piso... - Pidió la pediatra.
El camino fue en silencio y la ojiverde no pudo evitar dirigirle
innumerables miradas a Camila quien sólo mantuvo su cabeza contra el vidrio de la
ventana del copiloto. Por la radio a lo bajo sonaba una canción de Coldplay que la
pediatra rápidamente dejó morir al apagar de golpe el aparato.
- Puedo hacerte algo para comer antes de irme... - Propuso la más
alta.
- No tengo ganas de comer.
- Camila, necesitas...
- No me digas qué necesito y qué no... - Explotó.
Apretó su mandíbula intentando ahora sí no mirar a Camila quien se
encogió sobre sí misma frente a las palabras que habían escapado tan abruptamente
de su boca.
- Sólo déjame afuera y ya subiré yo. – Murmuró la pediatra.
Afirmó en silencio para no hacer más complicada la situación. Cuando
a unos pocos metros identificó el edificio donde vivía Camila bajó la velocidad para
finalmente aparcar fuera del lugar.
- Ya te llamaré... - Se despidió la pediatra.
- Camila...
Lauren le sujetó del antebrazo antes de que ésta bajara de la
camioneta. Ella misma guió su mano para acariciar lentamente una de las mejillas de
la pediatra.
- Estaré allí cuando desees hablarlo conmigo... Buenas noches. –
Murmuró la ojiverde para luego dejarle un delicado beso en los labios.
Sin palabras Camila deshizo el contacto entre ellas y abrió de forma
rápida la puerta, sin embargo se mantuvo sin mover su cuerpo mirando directamente
a los ojos de la cirujana la cual le miraba detallando los diferentes rasgos rígidos en el
rostro de la morena.
- Mañana tengo que ir donde una oncóloga... Por favor, no me llames
hasta que yo lo haga.
...
Cuando sus ojos detallaron el nombre que estaba en la placa de
aquella puerta sus párpados se abrieron rápidamente al recordar perfecta quién era
aquella persona, Allyson Brooke – Oncología. Por supuesto que la recordaba, era una
de las estudiantes más brillante de la facultad que iba dos años arriba que ella, nunca
habían hablado, pero no le sorprendía que Ronald Kross le hubiera derivado su caso a
ella.
Golpeando con los nudillos y con respuesta de un "Adelante" Camila
entró en la consulta que tenía paredes color crema y un gran escritorio que dejaba
ver a la oncóloga trabajando en su portátil.
- Buenos días Srita. Cabello. – Saludó la más baja.
- Buenos días Dra. Brooke.
Allyson enarcó las cejas detallando con cuidado el rostro de Camila la
cual se mantuvo en silencio intentando no quitar sus ojos marrones del rostro de la
chica.
- ¿Nos conocemos de algún lado? – Dijo confundida la oncóloga.
- Íbamos en la misma facultad, yo iba dos cursos por abajo.
- Oh... Camila Cabello, claro, la pediatra. – Apuntó.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al verse identificada, al
menos aquello le hizo sentirse un poco más confiada y menos nerviosa de lo que
tendría que decirle a Allyson.
- ¿Cómo estás hoy? – Preguntó la oncóloga.
- Más tranquila, supongo... No lo sé.
- Es lo esperable... Dr. Kross me llamó anoche, él mismo me ha
puesto al tanto de su caso Dra. Cabello.
- Camila, por favor...
- Bueno, Camila... Supongo que Ronald te habrá explicado los pasos,
ahora necesitamos hacer la biopsia... Si resulta ser un tumor maligno deberás
someterte a una mastectomía y luego a radioterapia por algunos meses... Además
estoy esperando que me lleguen los resultados de las tomografías que te hiciste para
ver si hay algún compromiso a distancia.
- ¿Por cuánto sería la radioterapia? – Murmuró asustada.
- No lo sabremos hasta tener la biopsia... De todos modos Camila,
debes saber que con los antecedentes de tu familia recomendaría que te hicieras una
mastectomía total de tu seno izquierdo.
- ¿Total?...
Allyson afirmó en silencio mientras nuevamente todos los cimientos
internos de Camila parecían romperse... Si la biopsia salía con un mal resultado ella
tendría que quedar literalmente sin uno de sus senos. Su cuerpo tembló frente a una
imagen futura de ella así, quiso gritar de horror al recordar sus días de adolescencia
cuando sufría las burlas de las otras chicas con respecto a su cuerpo, ahora aquella
inseguridad se veía tan banal frente a la posibilidad de que ella tuviera cáncer.

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Seguimos mañana.
Capítulo 23.

Maratón -> 3/4


***

Los fuertes brazos de su padre le mantuvieron abrazada hasta que el


sueño invadió su cuerpo en el final de uno de los días más aterradores en la vida de
Camila Cabello.
Sin querer responder ninguna llamada luego de haber salido desde la
consulta de Allyson Brooke se había encaminado a la casa de sus padres donde
Alejandro ayudaba a Sinu hacer la cena de aquella noche, no tuvo que decir una sola
palabra para que sus padres adivinaran que algo andaba mal. Sólo luego de un llanto
que duró minutos Camila fue capaz de confesarles a sus padres todo lo que estaba
ocurriendo.
Ahora que Alejandro observaba dormir a su única hija el miedo se
mantuvo como una presión contra su pecho, él había consolado el llanto tanto de su
esposa como el de Camila cuando la noticia de que posiblemente la morena tuviera
cáncer había salido por la misma boca de ésta.
Caminando lentamente hasta donde Sinu se encontraba recostada en
la cama de la habitación de ellos el hombre detalló los hinchados ojos de su mujer
que había borrado la característica sonrisa que siempre estaba en su rostro.
- Dinah me ha llamado, Camila no se ha contactado con ellas,
les dije que estaba aquí, y que esperaran hasta que ella les llamara. – Anunció la
mujer de cabellos cortos.
- Es lo mejor, seguramente Camila querrá darles los detalles. –
Murmuró pesadamente.
Sinu ocultó su rostro entre sus manos para comenzar nuevamente a
llorar con las pocas fuerzas que le quedaban aquel día, Alejandro le rodeó con sus
brazos mientras el hombre se mantenía perdido en sus propios pensamientos.
- No podemos perderla Alejandro... Ella es nuestra niña, nuestro
tesoro... Mi pequeña... - Sollozó.
- Todo irá bien mi amor, ya verás. – Murmuró el hombre
cerrando los párpados.
- Es tan joven...
- Tenemos que ser fuertes por ella. – Apuntó Alejandro.
El hombre de cabellos oscuros mantuvo a su esposa abrazada
mientras Sinu comenzaba a tranquilizarse para dejar a ambos en un silencio que no
calmaba nada lo que pasaba en sus corazones en aquellos momentos.
Sinu giró sus ojos en dirección de su bolsillo percibiendo cómo alguien
llamaba a su móvil, se removió lentamente para salir de la cama y observar que era
un número sin registrar.
- ¿Diga? – Murmuró.
- ¿Sra. Cabello? – Mencionó la voz al otro lado de la línea.
- Sí, habla ella.
- Disculpe llamar a estas horas, habla Lauren Jauregui... La... La
novia de su hija. – Dijo algo nerviosa.
- Oh, ho... Hola. – Sonrió levemente.
- Perdone que sea un poco imprudente, pero Camila lleva todo
el día sin contestar mis llamadas y Dinah me ha mencionado que ella está con
ustedes.
- Ella está aquí con nosotros en casa, ahora mismo está
durmiendo. – Apuntó.
- Oh, vale... Me quedo más tranquila, estuve todo el día
intentando mantenerme en contacto con ella...
- ¿Sabes todo? – Dijo asombrada.
- No realmente, sólo estuve con ella hasta ayer cuando tuvo la
cita con el ginecólogo. – Explicó.

- Oh... Supongo que es Camila quien debe contarte los detalles.


- Sí, yo sólo necesitaba realmente saber dónde estaba...
Sinu sonrió frente a la sincera preocupación por parte de la chica que
ahora era la novia de su hija, noticia que obviamente Camila había olvidado
mencionar pero que no la culpaba.
- ¿Lauren? – Murmuró.
- ¿Sí?...
- Mañana ven a almorzar aquí, no te preocupes por la reacción
de Camila, ella entenderá que yo te he invitado. – Apuntó.
- Oh... No sé... No quiero ser una molestia...
- No lo serás querida, sólo no olvides traerle un vino tinto a mi
esposo.
- Gracias Sra. Cabello, nos veremos...
- Hasta ahora.
...
Lauren sonrió de forma tímida a Sinu quien le extendía los brazos en
señal de bienvenida.
Había pasado algunos días imaginando el momento en que finalmente
conociera a la familia de su, ahora novia, pero nunca imaginó que sería en una
situación así, no bajo la gran sombra de estar esperando los días que faltaban para
que a Camila le dieran algún diagnóstico definitivo.
- Bienvenida Lauren. – Saludó con una dulce voz la mujer de
cabellos cortos.
- Buenas tardes Sra. Cabello.
- Oh, me puedes llamar Sinu.
Afirmó con la cabeza para luego detallar el alto hombre de cabellos
oscuros que estaba apoyado contra el marco de la puerta, no le faltó que alguien le
explicara que aquel era el padre de Camila.
- Sr. Cabello. – Saludó.
- Hola Lauren, al parecer Camila ya le hablado de ti a mi
esposa, sin embargo me temo que me siento en desventaja. – Murmuró Alejandro.
- Oh... Yo...
- No te preocupes, ya podremos solucionarlo pronto. – Sonrió.
Entrando a la casa Lauren pudo detallar la agradable decoración, era
una casa en el barrio latino de la ciudad, y en las paredes se encontraban una buena
cantidad de fotografías de la familia Cabello Estrabao, el corazón de la ojiverde latió
con felicidad al detallar los retratos de una pequeña Camila durante su infancia.
- Ella está en su cuarto, ya bajará. – Sonrió detenidamente
Sinu.
Luego de algunos minutos en que se mantuvo conversando con el
padre de Camila y explicándole sobre su trabajo y las cirugías que hacía Lauren pudo
detallar cómo su novia entraba lentamente hasta el comedor donde ella ya estaba
sentada.
- Cariño la comida está lista. – Apuntó Sinu.
Camila llevaba una ropa holgada y cómoda, iba descalza y con el
cabello tomado con una coleta que hacía que sus cabellos cayeran de forma rebelde
contra sus hombros.
- No nos habías contado que tu novia es una cirujano plástica
Karla Camila. – Apuntó Alejandro.
- Papá... - Murmuró exhausta.
Todos volvieron a un incómodo silencio mientras Camila se
aproximaba hasta la altura de Lauren.
- Tu madre me ha invitado y...
- Gracias por venir. – Susurró dejándole un pequeño beso en los
labios.
La comida transcurrió tranquila, sin embargo Lauren notó cómo Camila
no participó en las diversas conversaciones que se originaron entre ella y los padres
de la pediatra.
Cuando Sinu y Alejandro decidieron que ya había sido suficiente
sobremesa la morena le hizo una señal a la ojiverde para que ambas salieran al
pequeño jardín del lugar.
...
Camila caminó por el lugar sintiendo el césped bajo sus pies mientras
con sus manos recorría las flores del jardín que su madre cuidaba con recelo.
A unos metros de distancia Lauren se encontraba mirándole
detenidamente. Podía sentir cómo aquellos ojos esmeralda estaban apagados y la
preocupación se asentaba en el rostro de la cirujana la cual ahora llevaba un simple
vendaje en la zona de su nariz, poco quedaban de los hematomas y la hinchazón
había bajado, ella misma les había explicado a sus padres sin muchos detalles lo que
le había pasado a la ojiverde para que no le incomodaran con preguntas una vez
llegara de visita.
Cuando su madre le había informado sobre la invitación que le había
extendido a, su ahora novia, se había sentido un poco incómoda al tener que
enfrentarse a una situación tan cotidiana con Lauren justo en el momento que ella
estaba viviendo y la incertidumbre de qué pasaría con la relación que ambas habían
estado teniendo hasta el momento.
- Posiblemente sea cáncer... El ginecólogo y la oncóloga lo
piensan. – Empezó a explicar sin apartar sus ojos de una flor de color amarillo que
tenía entre sus manos. – Me harán la biopsia en dos días más y con los resultados lo
más posible es que Kross me haga una mastectomía total y luego comience con la
radioterapia.
Los pasos de Lauren pisando el césped para aproximarse a ella
hicieron que el cuerpo de la más baja temblara frente al posible contacto físico que la
ojiverde intentaría darle.
- ¿Qué puedo hacer para ayudarte? – Murmuró pesadamente la
cirujana.
- Lauren lo he estado pensando y... No puedo estar contigo
ahora, no así, yo... No puedo ser tu novia.
Su labio inferior tembló al ver cómo los ojos de Lauren comenzaban a
llenarse de lágrimas.
- Camila, ¿Cómo crees que te voy a dejar justo ahora?... Hace
tres días aceptaste ser mi novia y ahora estás rompiendo conmigo... No...
- ¡Hace tres días no sabía que tenía cáncer!
- No... No digas eso, aún no lo sabes... Y... No puedes cambiar
de idea de forma tan abrupta...
- Puedo... Mi vida entera ha dado un giro de 180º ...
- Yo... Camila, me gustas, me gustas mucho, quiero... Quiero
una relación contigo, quiero salir contigo, comer juntas, ir a la playa, conocer cada
detalle tuyo... Quedarme contigo... Quererte...
- Pues no podrás hacer eso con una chica que puede morirse
prontamente.
Camila pudo notar cómo el rostro de Lauren parecía perder más color
de lo naturalmente pálido que ya era, ella misma podía sentir sus propias lágrimas
que llegaban a las comisuras de sus labios.
- No te atrevas a decir algo así... Todavía no sabemos si
realmente es cáncer...
- Pero si lo es y debo operarme y hacer radioterapia no seré una
chica con la cual puedas ir a la playa, salir a bailar, ni viajar... Ni...
Las fuertes manos de Lauren atraparon su rostro para hacer que sus
ojos marrones miraran directamente a los verde que estaban brillando debido a las
lágrimas.
- Ya te he dicho que no pienso dejarte ahora... Eres alguien
importante en mi vida Camila... Eres mi novia, mi chica, la que me quiero a mi
lado...
- No puedo Lauren, por favor, sólo respeta mi decisión...
- ¿Y mi decisión?
- Sólo vete por favor, no me busques, no quiero... - Suplicó.
Lauren pareció quedarse sin palabras intentando contener el llanto
profundo que parecía querer escapar desde el pecho de la cirujana.
Camila sintió cómo su propio corazón se dañaba al pedirle a la
ojiverde que se alejara, pero ella misma temió dañar aún más a Lauren si algo malo
ocurría, la chica de ojos verdes ya mucho había sufrido con todo lo que había pasado
con Chris y su padre, ella no añadiría otra persona muerta en la vida de Lauren.

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Capítulo 24.

Maratón -> 4/4


***

Lauren entró como un huracán al lugar, Nathan sólo pudo evitar que
su mejor amiga se tirara al piso al rodear con sus brazos el cuerpo tembloroso de su
mejor amiga.
- ¿Qué... - Murmuró el pelirrojo.
Sin embargo el llanto fuerte y desesperado de la cirujana dejó sin
aliento al chico de ojos marrones que se dispuso a mantenerse en silencio mientras
acariciaba la espalda de Lauren.
Pasaron minutos en que ninguno habló mientras los espasmos del
arrebato de la ojiverde comenzaban a desaparecer de su cuerpo.
- ¿Qué ha pasado Lauren? - Dijo asustado Nathan.
- Ca... Camila... - Tartamudeó aun limpiándose las lágrimas.
- ¿Te has peleado con ella? – Abrió levemente sus párpados.
- No... Sí... Ella... Ella... Al parecer tiene cáncer de mama...
Una turbia expresión se instaló en el rostro de Nathan a la vez que
Lauren deshacía el abrazo para luego apoyar su cuerpo contra uno de los costosos
muebles que adornaban el salón del loft de su mejor amigo.
- ¿Cáncer? – Repitió el pelirrojo.
- Sí... Dios, todo ha pasado tan rápido que... Simplemente no
tuve tiempo para llamarte o algo.
- Lo entiendo... ¿Me quieres contar? – Murmuró.
Las palabras no salieron de la boca de Lauren mientras intentaba
controlar el llanto que amenazaba con sacudir nuevamente su cuerpo y corazón. Los
ojos compresivos de Nathan le dieron a entender que él se mantendría en silencio.
- Haré algo de café. – Anunció el cirujano.
- Gracias...
Mientras el sonido de la cafetera invadía la pequeña cocina que
contaba con una barra estilo americana Lauren intentó evitar recordar las últimas
palabras que Camila le había dirigido aquella tarde. Su mente se agolpaba por
diversos recuerdos que había vivido en los últimos meses al lado de la pediatra que
ahora había dejado en claro que no quería continuar la relación que tenían.
- Hace unos días le pedí a Camila que fuera mi novia... - Sonrió
amargamente. – Ella aceptó, y... Cuando íbamos hacer el amor le encontré un nódulo
en su seno izquierdo.
Los ojos marrones de Nathan no se apartaron para detallar la
desesperación que se concentraba en las palabras de su mejor amiga.
- Fue todo tan rápido y aterrador que ella al día siguiente fue
donde Ronald Kross, se ha hecho algunos exámenes e incluso ya le ha visto una
oncóloga. – Apuntó.
- Entonces ellos realmente creen que es...
- Sí, ellos realmente lo creen, en un par de días Kross le hará la
biopsia y según aquello en unos días programarán quirófano para la cirugía de
Camila.
Lauren pudo detallar cómo Nathan afirmaba lentamente en silencio
intentando no perder detalles de todo lo que había salido por la boca de la cirujana.
- Sólo debemos esperar que todo salga bien...
- Ella me ha dejado... Técnicamente ha terminado conmigo y
me ha pedido que no le busque más. – Dijo entrecortado.
Un fuerte llanto volvió a embarcar a Lauren mientras Nathan se
mantenía en silencio rodeando sus brazos contra el débil cuerpo de la ojiverde.
- Quizás no es lo que realmente quiere Lauren... Ella... Debes
entenderla, ella sólo puede pensar desde el miedo y la incertidumbre en estos
momentos. – Murmuró el pelirrojo.

- Yo no quiero dejarle...
- Y ella no quiere dañarte... Seguramente no quiere que pases
por todo aquello otra vez.
Lauren se quedó en silencio pensando en las últimas palabras que su
mejor amigo le había mencionado, ¿Sería aquella una de las razones por la cual
Camila le había pedido que se mantuviera apartada de ella?
No quería ser egoísta, en algún tipo de comparación ética, sabía que el
propio dolor y miedo de la pediatra no podía compararse al que ella estaba sintiendo,
sin embargo, no quería aceptar la idea de no pasar un día sin poder ver, oír, abrazar,
observar y besar a Camila.
- Dale un respiro, quizás en un par de días ella quiera hablar
contigo. – Apuntó Nathan.
- Sólo estoy deseando que la maldita biopsia salga negativa y
todo quede hasta ahí. – Murmuró pesadamente.
- Esperemos...
...
Camila se pasó una de sus manos por su rostro observando cómo
Normani bebía calmadamente de su taza de té chai negro.
El olor de su capuccino hizo que el estómago se le revolviera al revivir
en su mente el día anterior cuando con sus propias palabras apartó de su lado a la
chica que había estado en sus pensamientos durante los últimos meses, y para ser
sincera consigo mismo la morena debía admitir que Lauren había estado entrando
también cada vez más en sus sentimientos y corazón.
- Gracias por decirle a Ronald que tomara mi caso. – Murmuró
la pediatra llevándose la taza de café a sus labios temblorosos.
- Haría todo por ti Camila. – Dijo Normani para luego dirigirle
una pequeña sonrisa.
- Lo sé...
Removiéndose levemente en su asiento, sintiendo cómo los músculos
de su cuello se mantenían tensos desde que toda la seguidilla de acontecimientos
habían comenzado, los ojos marrones de Camila se mantuvieron en la preocupada
expresión que se acentuaba en el rostro de su amiga.
- ¿Tus dos mejores amigas te estamos dando muchos
problemas? – Murmuró con algo de culpabilidad.
- Camila, tú nunca serías un problema para mi... Y tu salud
siempre será una de mis mayores preocupaciones, nunca pienses que eres una
especie de molestia ni nada por el estilo. – Explicó calmadamente. – Y Dinah
simplemente ha sido muy irresponsable últimamente.
Afirmó en silencio mientras Normani mantenía sus oscuros ojos
concentrados en el movimiento que hacía su té alrededor de la pequeña cuchara que
tenía en su mano.
- Es sólo que es algo frustrante... - Apuntó Normani. – Se
supone nosotras somos las que sanamos a las personas, solucionamos sus
enfermedades, prevenimos otras... Y... No puedo creer que el destino sea así de
injusto.
Las amargas palabras de su amiga hicieron que momentáneamente su
respiración se cortara. Podía ver el dolor en los ojos de Normani, un fuerte suspiro se
escapó de su boca evitando imaginar cómo las personas que le rodeaban también
estaban sufriendo con todo lo que estaba pasando.
- He terminado con Lauren... - Murmuró.
- ¿Terminado? – Frunció el ceño la ginecóloga.
- Sí... Ya sabes que llevábamos unos meses saliendo... Ella...
Ella me había pedido ser novias, pero luego pasó todo esto y... - Se le quebró la voz.
– No puedo, no puedo hacerle vivir esto...
Normani se mantuvo en silencio detallando cómo Camila rápidamente
limpiaba las rebeldes lágrimas que rodaban por sus mejillas. Cuando la pediatra
pareció poder recuperar la respiración la más alta le tomó la mano sobre la pequeña
mesa.
- Escuché que le decías a Ronald que Lauren era tu novia... En otras
situaciones habríamos tenido una gran discusión, pero ahora sólo diré que espero que
con los días estés mejor sobre aquello... - Hizo una mueca.
...
- Sutura catgut 3.0 – Murmuró Lauren.
Con sus ojos en el campo quirúrgico y con Amy Winehouse sonando de
fondo Lauren contuvo la respiración colocando la última sutura de aquella cirugía.
- ¿Mañana tenemos la plastía de cuello del paciente con
quemaduras del Miami Mercy Hospital?, ¿Cierto? – Tanteó Nathan.
- Sí, 8.00 AM. – Murmuró.
- Vale...
Viendo cómo Nathan cortaba el hilo de la sutura y ella devolvía el
material a la instrumentadora quirúrgica afirmó con la cabeza en señal de término del
procedimiento.
- Si quieres que vaya solo yo... - Apuntó el pelirrojo.
- Camila no debería estar allí si es lo que piensas que me
preocupa... - Dijo de mala ganas.
Lauren se alejó del lugar donde sus pies habían pasado casi 3 horas y
comenzó a quitarse la pechera estéril, los guantes, la mascarilla quirúrgica y el gorro.
- Iré a escribir el protocolo y el post operatorio. – Le dijo a
Nathan mientras éste imitaba sus acciones.
- Ey... Realmente no tienes que ir si...
- ¡Que te he dicho que puedo ir! – Gritó molesta.
La boca de Nathan se entreabrió sorprendido por el arrebato de la
ojiverde la cual ahora se mantenía con la cabeza gacha y la mandíbula apretada.
- Si Camila no quiere verme entonces está bien, pero no por ello
dejaré sin ayudar a aquellos niños con los cuales ya nos comprometimos. – Murmuró
sin mirar a su mejor amigo.
- Lauren... - Susurró.
Negó con la cabeza mientras Nathan se cruzaba de brazos contra el
pecho, el más alto dejó escapar un leve suspiro para luego quedarse con los ojos fijos
en la cirujana.
- Mira, sólo quería saber si estabas bien con todo, has vuelto al
trabajo luego de varias semanas, y en ellas han pasado un montón de cosas... Somos
socios, pero por sobre todo eres mi mejor amiga, me preocupo y lo haré aunque tú
no quieras y te vuelvas una insoportable de mierda...
Una pequeña risa traicionera escapó de la boca de Lauren la cual
mirando a todos lados por si había más personas se abrazó con fuerza contra el
cuerpo del pelirrojo.
- Y no te hagas la dura conmigo, que sé que detrás de aquella
imagen fría y arrogante sigues siendo una de las mejores personas que conozco.
Lauren aumentó la fuerza con la que sus brazos rodeaban el cuerpo de
Nathan y éste apoyó su mejilla contra los negros cabellos de la más baja.
- Tú siempre te vas a merecer lo que te haga feliz Lauren...
Todos lo merecemos, sólo depende de ti buscarlo y mantenerlo a tu lado.
- Yo...
- Sólo piensa en ello, a veces cuando se cierra una ventana se
abren muchas puertas... O creo que así se dice.
- ¿Quién eres tú y qué hiciste con el idiota de Nathan Evans?
- Soy el idiota que cuida de tu corazón y tu culo.
Ambos rieron levemente mientras Lauren cerraba los párpados
percibiendo el agradable perfume del pelirrojo.
En aquellos segundos había logrado mantenerse en una calma que
llevaba días sin lograr encontrar, ni siquiera pasando horas en la playa lo había
logrado... Su mente sólo podía volver a las palabras por parte de Camila, y a sus
sentimientos por la morena, recordar sus besos, su risa. La extrañaba tanto...

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No volvemos a leer el lunes. Muchas gracias, como siempre.
Capítulo 25.

- ¿Cáncer? – Dijo con un hilo de voz Will.


- Es lo más probable... - Susurró Camila.
El alto moreno se pasó una mano por el cabello mirando de forma
preocupada a la pediatra la cual aquel día había ido a dejar los papeles a su jefa, la
Dra. Morgan, para tomar la licencia médica que pronto necesitaría para hacerse la
biopsia y esperar los resultados.
- Ahora entiendo por qué no me respondías ninguna de mis
llamadas... - Apuntó el pediatra.
- Ya, disculpa...
- Tranquila, lo entiendo...
Ambos se quedaron en silencio y Will rápidamente rodeó los hombros
de Camila con uno de sus brazos haciendo automáticamente que la morena se
apoyara contra el fuerte cuerpo del moreno.
- ¿Entonces nos volveremos a quedar sin la Dra. Cabello por un
tiempo?
- Espero que sólo sea por un tiempo... - Dijo Camila intentando no
llorar.
- Oh, perdóname... No quise decirlo así...
- Ni siquiera sé dónde tengo la cabeza en estos momentos.
Will se mordió los labios para luego dejarle una rápida caricia en los
hombros a su amiga.
- Encima tengo que hacer un montón de papeleo administrativo para
ver lo de mi seguro y no perder todo mi dinero en gastos médicos...
- Ey, si tú necesitas, ya sabes, dinero, lo que sea, puedes contar
conmigo...
- Lo sé, pero estoy segura que el seguro debería cubrir gran parte de
todo esto. – Hizo una mueca.
El pediatra afirmó en silencio detallando el cansado y preocupado
rostro de Camila, sólo con aquellos sentimientos invadiendo su rostro la morena
parecía haber perdido algunos años de juventud y vitalidad. Un miedo casi lancinante
le atacó imaginando a su amiga necesitando una cirugía tan impactante como una
mastectomía y después una posible radioterapia.
- No estarás sola en esto, ¿Vale? – Apuntó Will mirando directamente
a los ojos marrones de la más baja.
- Yo...
- Vamos a cuidarte muy bien. – Le sonrió levemente.
Se fundieron en un abrazo el cual Camila agradeció para esconder las
amargas lágrimas que rodaron escapando por sus ojos. Aún parecía ser una pesadilla,
todo había pasado tan rápido que ella misma se sentía ajena a la historia que estaba
viviendo en su propio presente.
- Déjame invitarte un cappucino. – Murmuró el moreno.
...
- Tendremos que hacer una zetoplastía. – Opinó Lauren mientras
ambos fijaban sus ojos en el campo quirúrgico.
- Con la edad que tiene me parece la mejor opción. – Afirmó el
pelirrojo.
La ojiverde detalló la quemadura antigua que estaba en el cuello del
paciente de casi 12 años, el tejido grueso y disparejo quedaba como marca de un
antiguo accidente que había sufrido el niño el cual ahora buscaba recomenzar su vida
gracias a la cirugía que había esperado por años.
- Bisturí hoja 10. – Pidió Lauren.
A medida que los minutos fueron avanzando, y con ellos los pasos
metódicos de la intervención, Nathan se mantuvo en silencio siguiendo todas las
acciones de su mejor amiga la cual aquel día estaba especialmente callada y con el
cansancio dejando huella en su rostro. El pelirrojo le conocía tan bien que podía
adivinar que Lauren se había pasado toda la noche sin poder dormir.

- No hay que dejarle un vendaje compresivo. – Habló Nathan.


- No. – Respondió la cirujana.
Guiando sus manos de forma prolija y casi orquestando con el hilo de
sutura y la pinza quirúrgica Lauren se abandonó de sus pensamientos y sentimientos
que le habían atormentado la noche anterior. Aún podía sentir de forma vívida aquella
vez que se había encontrado en los pasillos de aquel hospital con Camila, cómo se
habían saludado con un beso y luego se habían ido a la cafetería como si fueran una
pareja que tenían una rutina...
- Tijera. – Murmuró Nathan.
Relajando los músculos de su cuerpo al detallar cómo su mejor amigo
terminaba de cortar el hilo de la sutura y esperando que sus ojos conectaran para
proseguir Lauren se preguntó por qué la vida le volvía a poner en una situación tan
injusta y sin salida.
- Pondremos una sutura intradérmica ahora. – Explicó Lauren.
- Prolene 3.0. – Le dijo Nathan a la instrumentadora quirúrgica.
Se sentía como si estuviera perdiendo algo que siempre había deseado
tener... El amor, aquel que muchas personas anhelan y buscan toda su vida. Ella
nunca se había definido como una romántica, una soñadora o una persona que
necesitara de otra para formar planes de vida, incluso la idea de llegar a tener una
familia a veces se le hacía una posibilidad casi imposible de realizar.
Pero gracias a los meses que llevaba compartiendo con Camila habían
comenzado a cambiar sus ideas y sueños... En una primera instancia se había
resistido aceptar que la morena lograba deshacer sus muros y que le hiciera soñar de
aquella manera, no quería perder el control de su vida que había aprendido a
mantener durante tantos años, no había querido sentirse vulnerable frente a los
encantos de la morena y a la incontrolable alegría que significaba la compañía de
aquella mujer en sus días... Camila le había hecho sentir otra vez, después de tanto
tiempo.
- Tijera para la Dra. Jauregui. – Dijo Nathan llamando su atención.
...
Cuando sus ojos marrones se toparon con Lauren sentada en el sofá
del pequeño salón de su piso su bolso cayó al suelo haciendo un fuerte sonido se
expandiera por toda la expansión del lugar.
- ¡Joder Lauren! ¡Me has asustado! – Dijo llevándose una mano al
pecho.
- Aún tengo la llave, si es que no lo recuerdas... - Murmuró sin mucha
emoción.
Se mantuvo en silencio recogiendo las cosas que habían caído
observando cómo la cirujana no se movía del lugar donde se encontraba sentada.
- ¿Hace cuánto que estás aquí? – Preguntó confundida Camila.
- Un par de horas, te estaba esperando...
- ¿Horas?
- Luego que ha terminado la cirugía que tenía hoy en el Miami Mercy...
Dejando que sus pies llegaran hasta donde Lauren se mantenía
observando un punto lejano y sintiendo su boca seca sin querer resistirse más se
sentó junto al cuerpo de la más alta.
- Perdóname por entrar así a tu piso, de todos modos hoy te dejaré la
llave que tengo... Es sólo que necesitaba verte y sé que si te lo hubiera pedido te
habrías negado.
Camila detalló las ojeras que se marcaban bajo los ojos de Lauren y se
sintió culpable de todas las horas que la ojiverde llevaría sin dormir quizás por las
palabras que habían salido de su boca hacía unos días cuando ella había terminado la
relación entre ambas.
- Te preguntaría cómo estás, pero sé que sería una estupidez... -
Murmuró amargamente la más alta.
- Me duele sentirte así Lauren...

- ¿Sentirme así?
- Sé que estás combatiendo con tus propios pensamientos para
encontrar al culpable de algo que no podemos manejar.
- Podría culparte por haberme dejado, pero... Sería una egoísta de
mierda al pensar que sólo yo estoy sufriendo por ello.
- Por Dios Lauren, sólo necesito que lo entiendas...
- ¿Qué entienda qué? – Dijo mientras su voz se rompía.
- No... No puedo... No quiero dañarte así...
- ¿Y si yo me quiero quedar? Luchar contigo, cuidarte, acompañarte...
Quererte... Amarte...
Su boca se entreabrió sorprendida por las palabras de Lauren.
- Lauren no sabes lo que dices... Ni siquiera sabemos si yo estaré viva
en un par de meses, o años o...
- Quiero estar a tu lado, día a día... Yo simplemente no puedo dejar de
tener este deseo...
- Sólo nos conocemos hace unos meses... Estas tomando una decisión
que considero arriesgada, y que no sólo te involucra a ti. – Murmuró mirando
directamente a los ojos de la cirujana.
- En el tiempo que he estado contigo me he permitido sentir todo lo
que no me había permitido durante los últimos años...
- Y yo también Lauren, créeme que yo también... Pero no podemos
mezclar las cosas.
- Las cosas siempre se van a mezclar, la vida es así...
Sintió cómo las lágrimas se agolpaban en sus ojos al detallar cómo en
los ojos de Lauren había determinación y deseo. Sin poder controlarlo más y ansiando
sentirse protegida entre los brazos de la ojiverde Camila se apoyó contra el cuerpo de
la cirujana quien la abrazó fuertemente mientras levemente acunaba a la pediatra.
- Déjame estar contigo, te ayudaré a luchar contra todo esto... Lo
prometo.
El llanto amargo que salía por su boca hizo temblar todo su cuerpo de
forma violenta y espontánea, Lauren apretó el agarre y apoyó su frente contra la
frente de Camila.
- Te lo prometo... - Murmuró dulcemente la ojiverde.
Luego de unos minutos en que se esfumó el llanto y Lauren mantuvo
sus brazos rodeando el delgado cuerpo de Camila los colores del atardecer se
pudieron percibir a través de la ventana del lugar.
- Lauren... Quédate hoy, por favor.
...
Cuando Camila se levantó del sofá la cirujana de forma rápida también
lo hizo y rodeó sus brazos en la pequeña cintura de la morena. Se mantuvieron
quietas en silencio mientras la ojiverde podía sentir su corazón agolpando con fuerza
contra su pecho.
- ¿Lo notas? – Susurró contra el oído de la pediatra.
- Sí... El mío está igual...
La más baja llevó una de las manos de Lauren contra su pecho
haciendo a la ojiverde cerrar suavemente sus párpados para sentir cómo el corazón
de aquella chica que tenía entre brazos latía fuertemente.
- Lauren, hazme el amor... - Sonó la voz de Camila.
Sin soltar sus brazos y abriendo los párpados para girar lentamente el
cuerpo de la pediatra la ojiverde detalló el sereno rostro de la morena.
- ¿Estás segura? – Dijo casi con un hilo de voz.
- Sí... Hagamos el amor...
Lentamente comenzó a besar todo el rostro de Camila la cual dejó
escapar una pequeña risa por las cosquillas que le causaban los labios de Lauren
recorriendo sus mejillas y nariz.
- Vamos... - Susurró la más alta.
Caminando sin prisas y con besos fugaces llegaron a la habitación de
la pediatra. Lauren apretó la mandíbula recordando la última vez que había estado ahí
junto a Camila.
- No pensemos en ello, no ahora... - Murmuró la morena acariciando el
rostro de la ojiverde.
- Eres tan hermosa Camila... No sabes cuánto he deseado tener mi
piel contra la tuya, tu cuerpo contra el mío. – Susurró Lauren para luego comenzar a
besar el cuello de la más baja.
Se desvistieron más rápido de lo que hubiera deseado Lauren, pero
parecía que Camila tenía un ímpetu para abrazarse contra la ojiverde.
- Déjame verte. – Susurró mientras quitaba el sujetador negro del
cuerpo de Camila.
- Lauren no... - Tartamudeó intentando taparse sus senos.
- Me encanta cómo eres... Me encanta el tamaño de tus senos, la
forma que tienen... No te sientas insegura por ello, por favor... No pensemos en que
hay algo malo ahí.
Con sus manos comenzó a acariciar los senos de Camila y luego los
besó de forma alterna, la ojiverde pudo sentir cómo, frente a las caricias, la piel de la
morena se iba tornando más cálida y los músculos tensos.
- Te deseo tanto... - Gruñó contra la piel sobre la clavícula derecha de
la pediatra.
Siguió besando los lugares cercanos mientras con su cuerpo guiaba a
Camila contra el colchón. Ambas se acomodaron dejando sus piernas entrelazadas y
Lauren apoyando su rostro contra la parte alta del pecho de la morena.
- Ya estas mojada. – Gimió la ojiverde sintiendo la parte íntima de
Camila contra uno de sus muslos.
- Tú también... - Susurró.
Lauren sintió cómo Camila acomodaba su cintura haciendo que ahora
su muslo quedara presionando la zona más erógena de la morena, y a sí mismo
Camila con ella.
- Oh... - Gimió roncamente la ojiverde.
- Lauren...
Una lenta danza entre ambos cuerpos comenzó mientras los gemidos
de ambas resonaban por la habitación, Lauren detallando el rostro de placer de
Camila aumentó la fuerza de sus movimientos haciendo que la morena se mordiera
los labios.
- Te necesito, y quiero sentirte también... - Murmuró agitada la chica
de ojos marrones.
Sin esperar más la ojiverde quitó un poco de la presión que hacía su
cuerpo contra el de Camila y con dos dedos comenzó a presionar el lugar de más
placer de la morena haciéndola gemir fuertemente. Su cuerpo también respondió
cuando Camila imitó sus acciones con ella.
- Camila... - Jadeó.
Fue la más baja quien llegó primero al orgasmo luego de sentir a
Lauren dentro de ella. Camila con la respiración aún agitada repitió las caricias en el
cuerpo de la ojiverde la cual se deshizo en un fuerte orgasmo que ahogó contra la piel
del cuello de la morena.
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Con este cap llegamos a la mitad de la historia... Gracias por leer.
Capítulo 26.

- ¡No! – Resonó el grito por toda la habitación.


La respiración de Lauren se mantuvo agitada mientras intentaba
enfocar sus ojos para ubicar dónde estaba y qué había pasado... Una pesadilla, un
antiguo recuerdo de cuando su hermano había estado hospitalizado y ella mirando sin
poder hacer nada.
Acomodándose desnuda entre las sábanas observó cómo el amanecer
se colaba por las persianas de la habitación.
- ¿Camila? – Llamó en vano al ver cómo la puerta de la
habitación estaba abierta.
Pasando una mano por el lado de la cama donde había dormido la
pediatra pudo percibir la frialdad de las sábanas confirmando que el cuerpo de Camila
hacía un tiempo que ya no estaba abrazado al de Lauren.
Controlando sus ganas de llorar al sentir que la morena había vuelto a
huir y con la gran posibilidad de que la pediatra se sintiera arrepentida de aquella
noche la ojiverde salió de la cama vistiéndose rápidamente sin saber muy bien qué
hacer.
Aún descalza y buscando a Camila por el piso la cirujana asomó su
cuerpo por la ventana del salón en dirección de la playa donde había ido innumerable
veces con la morena. Una figura se detallaba a la distancia, Lauren no podía asegurar
a ciencia cierta que se tratara de Camila, pero al no tener ninguna otra opción salió
corriendo del piso olvidando que iba con los pies desnudos.
Sintiendo la calidad del asfalto contra sus pies y corriendo en dirección
de la playa Lauren se preguntó si finalmente su corazón había tomado el control de
todos y cada uno de sus pensamientos. No parecía lógico estar corriendo descalza por
la ciudad en búsqueda de la mujer que había escapado de su lado al amanecer luego
de haber pasado toda la noche haciéndole el amor.
- ¡Camila! – Gritó mientras disminuía la velocidad de sus piernas
debido a la arena y la proximidad de la figura que estaba de espalda a ella.
Efectivamente era la pediatra. Lauren pudo detallar cómo la morena
se giraba lentamente a la vez que terminaba de limpiar algunas lágrimas que rodaban
por sus mejillas.
- ¿Qué haces aquí? – Murmuró la cirujana agitada y con la
frente perlada en sudor.
- Por favor... Necesito estar sola...
- Me has asustado Camila... No... No puedes irte así, no puedes
huir...
- Que sabes tú de huir cuando no puedes quitarte el miedo que
habita dentro de tu corazón... - Dijo amargamente la morena llevándose ambos
manos al centro de su pecho.
Intentando controlar su respiración y acercándose hasta donde su
rostro quedara directamente frente al de Camila la ojiverde se mantuvo en silencio
observando el dolor en el rostro de la pediatra.
...
- Lauren anoche ha sido quizás una de las noches más mágicas
de mi vida... No tienes idea cómo me siento cuando estoy entre tus brazos, cuando
me tocas, cuando me besas, cuando escucho tu voz... Sentirte así me hace desearte
para siempre... Y no puedo darte un para siempre, aunque lo quisiera, ya no depende
de mí...
Con sus ojos marrones detalló cómo los rasgos del rostro de Lauren
estaban tensos y marcados. Quiso acariciarlo, pero prolongar más caricias entre ellas
podría ser un arma de doble filo.
- No depende de ti... Ni de mi... Pero las relaciones siempre son
así... ¿No? Hasta las parejas más firmes se divorcian, tienen problemas o incluso se
dan otras oportunidades... Nosotras al menos sabemos qué tendremos que superar...
- Apuntó la ojiverde.

- No... No sería capaz, no quiero verte sufriendo por mí, no quiero romperte el
corazón cada vez que yo vuelva a sentirme insegura, cuando la radioterapia me deje
tan mal que no podré valerme ni por mí misma...
- Te he prometido que estaré ahí...
- Y lo agradezco tanto Lauren, no tienes idea lo que significa
para mí... Pero no puedo aceptarlo... Me niego.
Marcando las últimas dos palabras Camila pudo detallar cómo el rostro
de Lauren se volvía de un rojo casi colérico, las venas del cuello de la ojiverde se
hincharon y de forma sorpresiva la cirujana lanzó un alarido seguido por un violento
llanto que dejó sin respiración a la morena.
- ¿¡Es lo que quieres!? ¿Que te deje?... ¿Es eso lo que quieres?
– Dijo dolida la ojiverde.
Sin poder hablar Camila extendió una mano para intentar calmar el
estado de Lauren la cual se alejó para evitar el contacto físico.
- Entonces te dejaré en paz Camila... No puedo quedarme un
día para que a la noche del mismo día me hagas esto... No eres la única que está
sufriendo... Pero no soy una idiota para darte más problemas y confusiones, te
respeto, y yo... - Rompió en llanto otra vez. – Entonces me iré...
- Lauren...
- Sólo recuerda, que he venido más de una vez para casi
suplicarte... Y nunca había hecho esto por alguien, jamás...
- Yo...
- Cuídate... Sinceramente espero que no sea cáncer, y si lo es,
confío plenamente en los doctores con los cuales te harás el tratamiento... Adiós
Camila.
...
Lauren entró rápida y pesadamente a la zona de vestuarios de
quirófanos mientras con sus ojos esmeraldas se encontraba con la persona que
estaba buscando.
- Dinah... - Llamó con la voz ronca.
La ginecóloga se giró para detallar los ojos rojos secuelas del llanto de
la cirujana y el despeinado cabello que parecía no haber sido ni lavado ni peinado
aquel día.
- Oh Dios mío, ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? – Dijo asustada
la mujer curvilínea.
- Yo... Necesito...
Intentado controlar su tartamudeo y dejándose caer contra la
banquilla del lugar Lauren cerró los párpados con fuerza.
- Camila ha terminado conmigo... Otra vez...
Dinah miró con detalle cómo Lauren parecía devastada, tenía el rostro
más pálido de lo normal y sus ojos parecían de un verde más oscuro.
- Tú sabes lo que ella está viviendo ahora... - Apuntó Dinah.
- Lo sé... Y no quiero ser una egoísta de mierda, porque de
ninguna forma quiero dañarla o algo... Yo... Yo sólo quiero estar con ella.
- Pero no es el mejor momento Lauren...
Mirando un punto fijo perdido en la pared la ojiverde se mantuvo en
silencio aun recordando la expresión de Camila cuando ella le había dicho adiós.
- Dale un poco de tiempo... Quizás luego de la biopsia ella
cambie de opinión, no creo que Camila esté pensando muy en frío en estos
momentos... Ella tiene miedo Lauren... Y seguramente el miedo más grande de toda
su vida.
Con sus ojos esmeraldas enfocó el preocupado rostro de Dinah la cual
le regaló una casi imperceptible sonrisa a la ojiverde.
- No sé si aún no has conocido aquel lado de Camila que se
llama "Camila la insegura", pero puedo apostar todo a que aquel lado es el que está
comandando sus decisiones ahora mismo, y aunque me gustaría abrirle los ojos de
golpe ella necesita tiempo y espacio, ella es la persona que está atravesando todo
esto, y aunque nosotras quisiéramos quitarle todo aquello no podemos... Sólo nos
queda estar ahí cuando nos necesite, suena como si no fuéramos hacer nada, pero es
la única opción y lo correcto por hacer... - Explicó Dinah.
Afirmó en silencio mientras dirigía sus ojos a sus manos que ahora se
entrelazaban sobre su regazo, su cabeza parecía que pronto explotaría y los ojos le
ardían debido al llanto.
- ¿Podrías ir con ella cuando deba hacerse la biopsia? –
Murmuró Lauren.
- Se lo preguntaré, pero no puedo obligarla...
- Lo sé.
- De todos modos lo intentaré. – Rió levemente.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al saber que Camila no estaba sola
aunque ella le pidiese apartarse... Tenía a sus padres, a sus amigos, y seguramente
más gente del trabajo o antiguas amistades que ella todavía no conocía y formaban
parte de los días de la pediatra.
- No te diré que luches por ella... Creo que la decisión sólo será
tuya, pero Camila lo vale, y es una mierda lo que le está pasando ahora... Ella merece
ser feliz, tener a alguien que le ame, que le quite todas aquellas inseguridades y
cumplir sus sueños. – Susurró Dinah.
La ginecóloga detalló el rostro de Lauren quien no quitaba sus ojos del
piso mientras dejaba escapar un fuerte suspiro.
- ¿Quieres ser esa persona para ella? – Dijo sorprendida la
rubia.
- Sí... Camila... Ella es increíble, ella me ha hecho sentir lo que
había dejado de sentir hace años... Incluso cosas que nunca había sentido... Yo...
Estaría tan feliz de darle todo mi amor y hacerla feliz con ello.
...
- Te pondremos anestesia local, analgésicos endovenosos y un
poco de midazolam para que estés sedada durante el procedimiento, pero aun así
puede que te moleste y duela, ¿Vale? – Explicó Ronald Kross mientras Camila se
mantenía sentada en el borde de la camilla en aquel pequeño quirófano de cirugía
menor.
- Vale...
- Acuéstate, ya vendrá el anestesista y comenzaremos.
Sintiéndose ajena al movimiento del personal que había en la
habitación y recordando que afuera de la zona de quirófanos le esperaba Dinah y su
madre. Camila se llevó una mano al rostro al sentir que su futuro se vería
determinado por el resultado del examen que estaba por hacerse, tomando en cuenta
que aún debería esperar dos días para tener los resultados y juntarse con Allyson
Brooke.
El color verde esmeralda de los ojos de Lauren volvió a su mente al
recordar que ya habían pasado un par de días desde que la cirujana le había dicho
"Adiós", y como lo había prometido, Camila no había recibido ninguna llamada,
mensaje, o visita inesperada por parte de la ojiverde.
Mientras una enfermera termina de ponerle una vía endovenosa cerca
del pliegue del codo derecho para luego pasar un goteo con solución salina y algún
analgésico Camila cerró los párpados al ver cómo Ronald Kross hablaba con el
anestesista quien preparaba los medicamentos para la anestesia local.
Casi 28 años, y su vida podría cambiar para siempre...
---
Gracias por leer.
Capítulo 27.

- ¿Me está queriendo decir que no puedo ocupar mi propio


seguro porque el hospital aún no firma unos papeles administrativos? – Dijo colérica
Camila.
- Me temo que sí Dra. Cabello. – Explicó sin sentirse afectado el
hombre de barba oscura que estaba detrás del escritorio de aquella oficina.
- ¡¿Cómo es posible?! Llevo más de tres meses trabajando en
este hospital... Deberían estar todos mis papeles administrativos listos...
- Ya... Pero algunas aseguradoras dan plazos de hasta 90 días
para...
- ¡90 días! ¿Y qué pasa si yo ya hubiera tenido un accidente aquí
en el hospital? – Chilló enfadada.
- Dra. Cabello...
- No... Escúcheme, no estoy jugando... Ya todo el puto hospital
sabe que puedo tener cáncer y lo último que necesito es gastar todo mi dinero, que ni
siquiera sé si pueda tener, para cubrir gastos médicos que se supone que mi seguro
me entrega gracias a mi trabajo aquí.
En hombre le miró sorprendido sin pronunciar una sola palabra
dejando a Camila sentir por primera vez el rubor que tenía teñido todo su rostro.
Parecía una broma de mal gusto, hacía dos días que ya se había hecho
la biopsia y ahora tenía que lidiar con el papeleo administrativo para enterarse que no
podría activar su seguro médico hasta que el hospital terminara de regularizar su
calidad como profesional del establecimiento.
- Sólo necesito que solucionen lo que tengan que hacer para
poder activarlo... - Murmuró intentando calmarse.
- Prometo llamarla cuando esté todo solucionado Dra. Cabello, y
me preocuparé personalmente de que todo se haga rápidamente.
Camila detalló la sincera preocupación que ahora sí se podía detonar
en el rostro del hombre de barba que estaba detrás del escritorio...
Y una inseguridad se instaló en su pecho, ella no quería que le miraran
así, no quería ser "la chica enferma", aunque técnicamente lo era. No podía evitar
sentirse vulnerable al ver cómo los demás sentían compasión y tristeza por ella... No,
no, no, no.
...
Nathan abrió la puerta haciendo a Lauren dar un leve salto en el lugar
donde estaba perdida observando los peces nadar en el acuario.
- Disculpa, fui a por una botella de agua. – Explicó el pelirrojo
mostrando la evidencia.
Afirmó en silencio detallando cómo su mejor amigo además traía un
par de libros en una de sus manos, sin mucho esfuerzo logró identificar los textos.
- Te has dejado esto ayer por la noche... Supongo que los
estarías buscando. – Apuntó Nathan extendiéndole los libros a Lauren.
Hizo una mueca mientras con ambas manos los tomaba para detallar
los títulos: Texto de estudio de español, Diccionario español-inglés.
Apretando la mandíbula tiró ambos libros a la papelera que se
escondía bajo el escritorio.
- ¿Pero qué... - Dijo sorprendido el pelirrojo.
- Ya no los necesito. – Murmuró amargamente mientras se
sentaba en la silla giratoria.
El pelirrojo se mantuvo en silencio a la vez que se sentaba en la otra
silla dirigiendo sus ojos marrones hasta el rígido rostro de Lauren.
- ¿Has sabido algo de Camila?... – Preguntó casi susurrando el
chico.
- Kross me ha dicho que la extracción para la biopsia fue bien...
Sólo faltan los resultados. – Explicó Lauren con sus ojos fijos en un punto imaginario.

- ¿No te has comunicado con ella?


- ¿Para qué? – Dijo con un tono cargado. – No me quiere a su
lado, y yo sólo debo respetar su decisión...
El silencio se volvió tenso denotando cómo Lauren volvía a perderse
en el huracán de sus pensamientos. Nathan detalló los libros que ahora estaban la
papelera.
- ¿De verdad los vas a tirar? – Dijo el pelirrojo.
- Me han costado 5 dólares cada uno... - Se encogió de
hombros.
- Y yo que pensaba que nos iríamos de viaje a Cancún para
conquistar.
- Ya... - Sonrió de lado.
- Quizás... Quizás cuando todo esto pase podrías intentarlo con
Camila... - Murmuró Nathan.
- No lo sé... ¿Cómo podríamos intentarlo si en el momento en
que ella más necesita de apoyo, cariño y comprensión sólo me aleja de su lado?
- Tampoco es que ustedes se conozcan mucho... Es decir, ella
aún debe estar abrumada por todo lo rápido que ha ido su vida en los últimos
meses... Uganda, Miami, tú, ahora lo del tumor...
- Suena completamente egoísta sentirme mal porque ella quiera
estar sin mí...
- Lo que pasa es que tus sentimientos por Camila están
creciendo cada día. – Murmuró el pelirrojo.
Lauren detalló el rostro de preocupación de su amigo, y una pequeña
sonrisa se dibujó en su rostro al saber que contaba con el cariño y amistad
condicional del cirujano.
- Te mereces lo mejor... Nunca lo dudes. – Sonrió ampliamente
Nathan.
...
- No puedo creerlo, realmente los de la parte administrativa no
tienen ni puta idea de cómo hacer su trabajo. – Apuntó Will pasándose una mano por
la barbilla.
- Y yo no puedo creer que tenga que preocuparme por algo que
pasé años sin darle importancia... No es que no pueda tener todo ese dinero, pero...
La última cosa que deseo es tener preocuparme por ello. – Dijo cansada.
Camila detalló los colores de la ambulancia que estaba a su derecha
mientras Will se apoyaba contra ella. El moreno tenía el ceño fruncido y ella suspiró
levemente al sentir que cada minuto pasaba lentamente mientras ella esperaba los
resultados de la biopsia.
- ¿Quieres cenar hoy con Dinah y conmigo? – Murmuró Will.
Intentando no hacer una mueca sabiendo que su amiga aún no le
contaba la verdad al moreno, y haciéndose una nota mental de que hablaría del tema
con Dinah, Camila le acarició un hombro a su amigo.
- Gracias Will, pero la verdad es que tengo otros planes... -
Sonrió tímidamente.
El moreno entrecerró levemente los párpados pero luego se encogió
rápidamente de hombros.
- ¿Mañana te darán los resultados de la biopsia? – Dijo cayendo
en cuenta el pediatra.
- Sí, al mediodía tengo la consulta con la Dra. Brooke.
- ¿Sabías que a ella también le invité a cenar y me dijo que no?
– Apuntó Will.
- ¿De verdad? – Rió levemente.
- Sí... Aunque no me quejo, no podría pedir más con Dinah a mi
lado. – Sonrió ampliamente.
Fue como un golpe directo en la boca del estómago, así se sintió
Camila al ver tan feliz a su amigo sin saber que aquello podría cambiar.

...
Cuando sus ojos color esmeralda detallaron cómo Camila estaba
sentada fuera de la puerta de su casa, al final del pequeño camino del antejardín,
esperó algunos segundos antes de encaminarse lentamente hasta la altura de la
morena quien se mantuvo en silencio.
- Lauren... - Rompió el silencio.
- ¿Qué haces aquí Camila? – Dijo cansada.
- Yo...
- Creo que fui bastante clara el otro día.
Lauren se quiso negar el ritmo alocado que tenía su corazón al tener la
oportunidad nuevamente de estar al lado de Camila, de poder verla, de escuchar su
voz, de ver aquellas largas pestañas, los ojos marrones, y la forma en cómo el cabello
de la pediatra caía con gracia.
- Sé que debería respetar mi propia decisión de terminar lo
nuestro, pero... Necesitaba verte. – Murmuró.
- Camila no quiero pelear, y creo que es lo último que necesitas
en estos días, pero no puedes venir aquí como si nada hubiera pasado...
- Lo sé... Es sólo que... - Dijo con un hilo de voz.
Los ladridos de Sam se escucharon desde el jardín de la casa haciendo
a Lauren notar cómo llevaba varios minutos con Camila en el antejardín, el atardecer
ya estaba por terminar y la morena seguía con la mirada fija en el césped.
- ¿Quieres quedarte a cenar?...
Camila dirigió sus ojos hasta el rostro de Lauren la cual sintió cómo los
rasgos de su propio rostro se suavizaron al percibir cómo la morena dibujaba una
pequeña sonrisa en su rostro.
- Sé que me has dicho que...
- Vamos a dejar de lado por un momento todo ello y sólo vamos
a disfrutar de la cena, ¿Vale? – Dijo sinceramente la cirujana.
- Gracias...
Entrando en la casa sintiendo cómo los ladridos de Sam se
intensificaban Lauren se sacó los zapatos de suela y Camila repitió la acción. Cuando
la puerta que daba en dirección al jardín fue abierta el Golden retriever se lanzó
contra Lauren la cual rió frente el efusivo saludo.
- Ya veo que me has extrañado. – Le susurró al perro mientras
le dejaba caricias cerca de las orejas.
Sam gimoteó para luego dirigirse en dirección de Camila donde el
perro hizo sonidos más fuertes y se recostó sobre los pies de la pediatra.
- Ey, hola amigo. – Saludó la más baja.
...
Luego de que Lauren comenzara hacer la cena, y ella se quedara en el
salón viendo un documental sobre mamíferos acuáticos junto a Sam quien parecía no
querer dejarle sola, Camila sintió el agradable aroma de la comida horneada que
provenía desde la cocina.
- ¿Dónde has aprendido a cocinar tan bien? – Dijo con
curiosidad la morena.
- Mi padre solía enseñarme cada vez que íbamos a visitarle... Él
contaba que así había conquistado a mi madre. – Sonrió levemente.
- Pensé que todos los cirujanos evitaban cocinar por miedo a dañarse
las manos... - Apuntó curiosa.
- Siempre hay excepciones. - Le guiñó el ojo.
Camila detalló cómo la ojiverde se perdía en un recuerdo fugaz
mientras ella se mantenía absorta en la increíble sensación de estar al lado de
Lauren, tan real, tan cotidiano, tan correcto...
- ¿Extrañas a tu padre? – Murmuró la pediatra.
- A veces...
La ojiverde se acercó hasta donde ella estaba apoyada contra la
encimera. Frente a la cercanía Camila se contuvo de besar aquellos labios que tanto
extrañaba, se contuvo de enredar sus manos en aquellos oscuros cabellos y sentir la
cálida piel de Lauren contra la suya.
- Mañana tengo que ir a por los resultados de la biopsia con la
Dra. Brooke. – Dijo mirando directamente a los ojos esmeraldas.
Detalló cómo Lauren apretaba la mandíbula y desviaba los ojos
desconectado las miradas.
- Sé que no íbamos hablar de esto ahora, pero... Pero quería
preguntarte si puedes acompañarme... Yo...
- ¿Quieres que te acompañe? – Dijo sorprendida Lauren.
- Sí... Te quiero ahí, te necesito conmigo... Yo... Por favor...
Sin esperarlo más se lanzó contra el cuerpo de la ojiverde la cual
sorprendida le atrapó entre sus brazos. Sus labios se encontraron de forma rápida
con los de la cirujana, el beso fue algo torpe pero luego de unos segundos Camila
logró tomar el control a la vez que las manos de Lauren tenían sujetada con fuerza la
espalda de la más baja.
- Camila... No...
- Quédate conmigo Lauren, por favor... Quédate...

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Gracias como siempre por todo vuestro amor y cariño, las lecturas, las
estrellitas y los comentarios :)
Capítulo 28.

Cuando el amanecer terminó, y con la luz del sol colándose entre las
cortinas, Lauren enfocó sus ojos en el sereno rostro de la pediatra quien dormía de
boca al techo. Los cabellos castaños se desparramaban contra la almohada y el borde
de las sábanas blancas dejaban al descubierto ambos senos de Camila.
El parche que cubría una parte del seno izquierdo de la morena hizo
que Lauren recordaba cómo la noche anterior le había dejado una camiseta ancha a
Camila, la cual la morena no utilizó y se durmió sin nada que cubriera su desnudez de
cintura hacia arriba. Ella en silencio había percibido cómo la chica de ojos marrones
se tapaba con sus manos para que la cirujana no detallara los restos de lo que había
dejado el procedimiento de la biopsia.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al recordar cómo la
pediatra le había pedido que le abrazara para dormir, aunque pareciera difícil de creer
aquella noche Camila había logrado conciliar el sueño y Lauren se mantuvo despierta
hasta que sintió cómo la respiración de la chica se había vuelto regular y pesada.
- Tan hermosa... - Susurró mientras comenzaba a acariciar las
mejillas de la pediatra.
Agradecía estar junto a Camila aquel día, el día en que la vida de la
morena podía cambiar para siempre... Debía reconocer que ella también estaba
totalmente nerviosa y con el miedo de imaginar lo que podría venir de aquí en
adelante.
- Ey preciosa... Despierta... - Susurró otra vez contra los
cabellos de Camila.
Tenerla ahí, durmiendo plácidamente a su lado, despertar sintiendo el
calor del cuerpo de la morena, y saber que seguiría a su lado pese a todo era el único
bálsamo que Lauren tenía por el momento para soportar ella también su parte.
- Venga guapa, hay plátanos y nutella para el desayuno. – Rió
levemente.
Un pequeño gruñido escapó desde la boca de Camila haciendo reír a la
ojiverde, y lentamente las largas pestañas dejaron ver aquellos ojos marrones que
aún se encontraban en la pereza matutina.
- Me alegra ver que has dormido tan bien...
- Buenos días. – Murmuró con la voz ronca la pediatra.
Dejándole un pequeño beso en la frente a la morena Lauren se
mantuvo observando con cariño el rostro de Camila.
- Llevaba días sin dormir, si te soy sincera... - Explicó Camila.
- ¿De verdad? ¿Tan buen somnífero soy? – Dijo divertida.
- Mmm, deja y me lo pienso.
Ambas rieron levemente mientras Camila subía el borde de la sábana
para tapar la desnudez de su cuerpo.
- Toma una ducha, compraremos el desayuno cuando vayamos
camino a tu piso para que te cambies de ropa. – Anunció Lauren para luego dejarle
un rápido beso en los labios.
...
Camila pudo sentir cómo su mano con la de Lauren se entrelazaban
sobre el escritorio de Allyson Brooke quien ahora les detallaba con curiosidad, sin
embargo la oncóloga nada mencionó para luego tomar el sobre donde estaban los
resultados de la biopsia.
- ¿Cómo has estado Camila? – Preguntó con sinceridad.
- En general bien... Claramente he quedado con un poco de
dolor luego de la biopsia, pero con los analgésicos he andado bien.
La oncóloga le dirigió una pequeña sonrisa mientras rebuscaba
también los resultados de la tomografía de tórax y abdomen de la morena.
Los segundos que siguieron mientras Allyson leía los informes bajo la
atenta mirada de Camila y Lauren fueron casi eternos para la pediatra la cual intentó
leer las expresiones del rostro de la oncóloga que se mantuvo estático.

- Camila tienes cáncer de mama... Carcinoma ductal invasivo. – Dijo la


oncóloga mirando directamente al rostro de Camila.
Cáncer... La biopsia había salido positiva confirmando que ella tenía
cáncer de mama.
- Lo importante es que la biopsia muestra que no está en un
estado avanzado y tus tomografías de tórax y abdomen demuestra que no existe
compromiso en otros órganos.
- No... No puede ser... Soy demasiado joven, yo...
- Camila, sé que te costará algún tiempo procesar la noticia,
pero mientras más rápido comencemos el tratamiento menos complicaciones habrá...
- ¿Menos? ¡Tendré que operarme! Y...
Por sus mejillas rodaban lágrimas que ella misma no había notado
hasta que llegaron finalmente a las comisuras de sus labios. Lauren apretó su mano
llamando su atención para detallar cómo la ojiverde tenía el ceño fruncido y le hizo
una señal con la cabeza.
- ¡No puede ser! Que hagan otra biopsia o que vean otra vez la
muestra porque no... No...
Rompió en un llanto que hizo temblar todo su cuerpo. Camila no era
capaz de formular ningún tipo de pensamiento, su pecho dolía con tal magnitud que
comenzó a agitarse y perder el ritmo de la respiración.
- Camila... - Llamó su atención Lauren quien se levantó de la
silla donde estaba y rodeó con los brazos el cuerpo de la morena.
Aferrándose al cuerpo de la ojiverde y sofocando un alarido contra el
cuello de ésta Camila sintió que se iba a desmayar debido a la falta de aire y las
náuseas que sentía en aquel momento.
- Venga, vamos a recostarla en la camilla un momento. –
Mencionó Allyson quien ahora estaba a la altura de ambas chicas.
Lauren le ayudó a recostarse sobre la camilla del lugar mientras
Camila ocultaba su rostro con ambas manos.
- Nos quedaremos aquí todo lo que necesites... – Le dijo la
oncóloga.
...
Viendo cómo la botella vacía de whisky caía sobre la arena Lauren
volvió a sentir que la cabeza le daba vuelta y que sus piernas temblaban mientras
intentaba dirigirse hacia el mar. Sam ladró varias veces siguiendo los pasos de la
cirujana.
La luna se alzaba en lo alto de la noche dejando una estela de reflejo
sobre el fuerte oleaje que tenía en aquellos momentos el mar que se aproximaba y
retiraba cíclicamente sobre la arena húmeda de la orilla.
Se limpió el rastro de lágrimas que habían corrido por sus mejillas
para luego comenzar a desnudarse y quedar en ropa interior para así entrar al oscuro
mar, los fuertes ladridos de Sam le hicieron enfadarse y gritarle algo inentendible al
perro quien comenzó a seguirla mar adentro.
- Déjame... - Susurró mirando al perro quien intentaba con sus
fuerzas mantenerse a flote contra las olas.
Bajo la noche oscura Lauren agradeció estar ebria y así poder olvidar
todo lo que había ocurrido aquel día, el día en que a Camila le habían diagnosticado
cáncer. Aquella misma noche al llegar a su casa todos sus antiguos fantasmas
volvieron a ella y una botella de whisky había sido la única forma de calmar todos
aquellos recuerdos.
Sam ladró con dificultad mientras la ojiverde comenzaba a nadar sin
coordinación.
- ¡Sam! Vete a la orilla, es muy peligroso. – Murmuró más para
ella que para el animal.
Una gran ola hizo que todo su cuerpo se hundiera bajo el mar de
forma inesperada. Cuando logró salir de ella y respirar agitadamente Lauren pudo
detallar cómo Sam seguía nadando a su lado también sacando la lengua y
gimoteando.
- Sam...
Sin embargo no pudo terminar la frase porque otra ola más grande le
golpeó haciendo otra vez todo su cuerpo sumergirse bajo el agua... Sus tímpanos
retumbaron por el típico sonido, y sus párpados se cerraron perezosamente... Se
sentía tanta calma ahí, la luz de la luna casi no se podía notar y Lauren dejó que
todos sus músculos se quedaran sin mover.
...
Nathan se bajó rápidamente de su BMW observando cómo Sam le
ladraba fuertemente. El pelirrojo había ido hasta la casa de Lauren porque aquella
mañana no había ido al trabajo y no contestaba ninguna llamada.
Preocupado el cirujano se encaminó siguiendo a Sam el cual corrió en
dirección hasta la orilla de la playa.
El cuerpo inmóvil de la ojiverde se encontraba boca bajo contra la
arena húmeda de la orilla, Nathan sintió que su corazón se paraba cuando se
aproximó a su mejor amiga. Girando el cuerpo de la cirujana el pelirrojo notó que
Lauren estaba respirando superficialmente y que aún tenía los cabellos húmedos y la
piel gélida como un hielo.
- ¡Lauren! ¡Lauren despierta! – Gritó abriendo los párpados de la
ojiverde para notar cómo tenía las pupilas reactivas, una buena señal de que al
parecer no había algo grave.
Detallando cómo su mejor amiga estaba sangrando por una pequeña
herida que tenía detrás de la oreja izquierda Nathan sacó su móvil para llamar a una
ambulancia. Lauren además estaba sangrando cerca del codo derecho donde parecía
ser que Sam le había mordido.
- ¿La has sacado tú del agua? – Murmuró mirando al perro.
Sam gimoteó acercándose hasta Lauren la cual aún no despertaba.
- Venga ya... Despierta... Lauren... - Nathan presión dos de sus
nudillos contra el esternón de la ojiverde haciendo que esta gruñera por el dolor.
Tenía respuesta, pero la ojiverde aún no estaba consciente. Luego de
hacer la llamada a la ambulancia y cubrir el cuerpo de Lauren con la chaqueta que él
llevaba aquella mañana Nathan comenzó a sentirse desesperado.
- No seas idiota Jauregui... Tienes que despertar. – Murmuró
asustado.
Sam seguía lamiendo una de las manos de Lauren mientras el pelirrojo
detallaba cómo el perro estaba cojeando y tenía un corte en una de las patas
traseras.
- Ella va a despertar amigo, todo estará bien. – Dijo acariciando
el lomo de Sam.

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Mañana cap otra vez.
Capítulo 29.

Alejandro observaba con preocupación cómo Camila se mantenía con


el rostro oculto entre ambas manos apoyada contra la encimera de la cocina donde
Sinu terminaba de preparar el desayuno. Había sido incluso una lucha que la hija de
los Cabello accediera a comer algo luego de pasarse casi toda la noche llorando entre
los brazos de su padre.
- Luego de la cirugía te quedarás aquí con nosotros. – Apuntó la
mujer de cabellos cortos.
- Mamá... De verdad preferiría quedarme en mi piso. – Murmuró
Camila casi sin voz.
- Claro que no, ¿Quién cuidaría de ti? No seas terca Karla
Camila. – Respondió Sinu.
Apretando la mandíbula Alejandro le dirigió una mirada a su esposa
quien pareció entender que no debía pelear con su hija durante aquella mañana.
Ya mucho tenían todos allí al haber recibido la noticia del cáncer de
Camila. Lo peor había sido que Alejandro percibía cómo su hija se encontraba en una
etapa de negación frente a lo que estaba ocurriendo.
- Hoy mismo tendré una consulta con el Dr. Kross para ponerle
fecha a la cirugía y así coordinar con la Dra. Brooke el comienzo de la radioterapia. –
Anunció la morena.
Detallando con sus ojos oscuros el hombre se preguntó qué estaría
ocurriendo en la mente de Camila, ahora mismo lo único que podía obtener era la
visión de los ojos rojos e hinchados de su hija quien incluso había gritado entre sus
brazos al querer negarse mil veces lo que los médicos le habían dicho... Cáncer.
- Iremos contigo. – Dijo Sinu.
- No mamá... Quiero ir sola, por favor. – Apuntó cansada la
pediatra.
- Pero por qué...
- Sinu, mi amor debemos respetar lo que desea nuestra hija. –
Resonó la voz de Alejandro.
Su esposa le miró sorprendida mientras Camila le dirigía una casi
imperceptible sonrisa a su padre.
- Ayudaremos y apoyaremos a Camila en la medida que ella lo
quiera, pero no podemos olvidar que ella ya es una mujer y que también tiene su
independencia... Sin embargo hija. – Apuntó el hombre. – No creas que aceptaremos
no ser parte de todo esto, es ahora cuando más nos necesitas y estaremos allí.
La pediatra se acercó para abrazarse suavemente contra el cuerpo de
su padre y Alejandro le dejó un par de besos en la frente igual como lo hacía cuando
Camila era una pequeña.
- Te quiero mucho, todo saldrá bien, ¿Vale? – Murmuró.
- Gracias papá... - Susurró.
...
Lauren enfocó lentamente sus ojos en la bajada del suero por donde
pasaba la solución salina tibia que estaba ayudándole a que su cuerpo volviera a una
temperatura normal. Sentía un dolor lancinante detrás de la oreja y no logró mover el
brazo derecho donde tenía un gran vendaje en la zona del codo.
- Qué pasó... - Susurró para luego encontrarse con la imagen de
Nathan cruzado de brazo observándola a los pies de la camilla de aquel pequeño box
de urgencias.
- Estoy feliz de que por fin hayas despertado, pero estoy furioso
contigo. – Dijo el pelirrojo.
Sintiendo que la cabeza estaba por explotarle, y un frío que hacía
mucho que no había sentido desde que había vuelto a vivir en Miami, Lauren cerró los
párpados intentando recordar qué había ocurrido la noche anterior.

- ¿Sam? – Preguntó asustada la cirujana.


- Él está bien, Taylor se lo ha llevado a la veterinaria porque al
parecer se ha fracturado una de sus patas. – Comentó Nathan.
- Oh no... Joder...
Sintiéndose horrible por haber puesto en peligro a su perro Lauren
volvió a mirar de forma interrogante a su mejor amigo.
- Casi te has ahogado allí Lauren, no puedo creer lo
estúpidamente irresponsable que has sido. Te has metido al mar luego de tomarte
toda una botella de whisky solamente acompañada de tu perro, que al parecer, ha
tenido que morderte del brazo para sacarte del agua... Además creo que ambos
chocaron contra algunas rocas porque tienes un corte detrás de la oreja y Sam
algunos cerca de la pata que tiene fracturada. – Explicó el cirujano.
- ¿Dónde estoy? – Dijo confundida.
- En la urgencia del Miami Mercy. Cuando termine de pasar la
solución salina y te tomen la temperatura otra vez podrás irte a casa. – Apuntó.
- ¿Me has traído al Miami Mercy? – Frunció el ceño.
- Es el lugar más cercano donde te trajo la ambulancia.
- ¿Una ambulancia? – Casi chilló.
- No seas idiota, no despertabas y parecías un cubo de hielo ahí
tirada en la arena... Por cierto, tu madre viene de camino. – Enarcó las cejas el
pelirrojo.
Sin saber en qué momento Lauren cayó nuevamente en un profundo
sueño que fue interrumpido abruptamente por la voz de su madre quien comenzó a
sacudirle del hombro.
- Mamá... - Murmuró aún sin despertar del todo.
- Despierta ahora mismo Lauren Jauregui. – Gritó enfadada la
mujer.
- Yo...
Clara le dio una bofetada tan fuerte que todo el rostro de la ojiverde
giró en dirección contraria. Entreabriendo su boca sorprendida porque por primera
vez su madre le había golpeado de aquella manera, Lauren se sintió mareada y
asustada frente a las lágrimas que rodaban por las mejillas de la mujer de cabellos
castaños.
- ¡Cómo te atreves Lauren! ¡En qué estabas pensando! No
puedo creer que hayas llegado hasta aquí... ¿Se puede saber qué ocurre contigo?...
¿Has encontrado una buena idea emborracharte para luego tirarte al mar? – Habló
casi ahogándose con las palabras.
- Disculpa yo... - Agachó la cabeza.
- ¿Acaso querías morir o qué?... ¿No entiendes que ya perdí un
hijo y que no deseo tener que asistir al funeral de mi otra hija?
...
- Entonces una mastectomía radical... - Murmuró Camila
entrelazando sus manos.
- Sí, es mi consejo como tu ginecólogo... Podemos hacerlo en
los próximo días, así por ahora organizas dónde querrás que sea la cirugía y el post
operatorio.
- Vale... Sólo dime tú dónde es mejor y comenzaré los papeleos.

- Podemos hacerla en Meder Clinic Miami, debo reconocer que


es donde tienen los mejores equipos y me sentiría más tranquilo si lo hacemos allí. –
Apuntó.
- Entonces que sea ahí.
Ronald Kross afirmó en silencio para comenzar a escribir algunos
papeles que la morena necesitaría para poder realizar la cirugía.

- Nos vemos el lunes Camila. – Apuntó Ronald.


- Hasta ahora.
Se despidieron con un corto abrazo que hizo temblar de nervios a la
pediatra.
Al salir caminando del edificio su móvil vibró en señal de que tenía un
nuevo mensaje. Mayor fue su sorpresa al leer el texto por parte de Nathan quien le
informaba que Lauren había sufrido una hipotermia la noche anterior y que ahora
estaba esperando que le dieran el alta desde el servicio de urgencias en el Miami
Mercy.
- Oh Lauren... - Suspiró asustada.
Buscando conseguir un taxi de forma rápida Camila comenzó a
imaginarse todas las posibles razones por las cuales la ojiverde hubiera terminado así
luego de que ambas el día anterior se enteraran de los resultados de la biopsia.
Entrando corriendo por la puerta del servicio de urgencia donde
algunas enfermeras y Will le observaron de forma confusa la morena se encontró con
Nathan hablando con Taylor esperando fuera del box donde Lauren seguía junto a
Clara.
- ¡¿Qué ha pasado?! – Gritó levemente.
- Lauren casi se ahoga anoche, y al parecer se ha quedado toda
la noche ahí tirada en la orilla del mar. – Apuntó el pelirrojo.
- ¿Cómo está ahora? – Murmuró.
- Le han tenido que poner un par de suturas en la cabeza y la
antirrábica porque Sam le ha mordido para sacarla del mar. – Explicó el mejor amigo
de la ojiverde.
Su boca se secó mirando asustada a Taylor quien tenía una mueca en
el rostro. Los tres se quedaron en silencio hasta que Camila se pasó una mano por el
rostro.
- ¿Y Sam cómo está? – Preguntó sinceramente.
- Se ha fracturado la pata trasera izquierda y tiene unos cortes,
pero nada grave, se mejorará pronto. – Dijo la rubia.
Camila se mantuvo conversando con el pelirrojo y la hermana de
Lauren hasta que Clara salió del pequeño box donde ahora la ojiverde estaba
vistiéndose para hacer el papeleo del alta médica.
- Hola Camila. – Saludó la mujer abrazándole levemente.
- Hola... – Pestañeó nerviosamente.
- Estaba hablando con ella y... - Murmuró Clara.
- Lauren se lo ha dicho... - Apuntó la pediatra.
- Sí... Lo siento tanto.
Un pequeño silencio se instaló mientras la morena sentía cómo Nathan
respiraba hondamente, la única que no parecía entender la situación era Taylor quien
miraba de forma interrogante a su madre.
- Os vamos a esperar afuera. – Dijo Clara.
Afirmando en silencio Camila entró al box donde Lauren ahora
terminaba de acomodarse un delgado abrigo. La pediatra pudo detallar lo pálido que
estaba el rostro de la ojiverde y cómo unas oscuras ojeras se marcaban en los
párpados inferiores de ella.
- Pensé que yo era la que estaba más cerca de la muerte... -
Murmuró la morena cruzándose de brazos contra el pecho.
- Lo siento... He sido una completa idiota... Ni siquiera sé en
qué estaba pensando.
- Desde que te conozco has estado dos veces en una urgencia.
Camila detalló cómo la cirujana esquivaba el contacto visual a la vez
que comenzaba jugar nerviosamente con sus manos.
- ¡Acaso me querías matar del susto Lauren! – Chilló enfadada.
- No... No... Yo, perdóname, he sido tan idiota...
Casi llorando la morena detalló como Lauren la envolvía en un fuerte
brazo. Las manos de la cirujana estaban tan frías como un témpano de hielo que
hicieron a Camila dar un respingo en el lugar.
- Prometiste quedarte a mi lado, no hagas más cosas así... -
Susurró casi desesperada.
- No lo haré, perdóname... Estoy aquí.
Luego de un corto beso Camila entrelazó una de sus manos con la de
Lauren quien pareció agradecer el cálido contacto.
Al salir al pasillo, camino hasta la salida del lugar, la pediatra detalló
cómo Will reía al hablar con un alto chico. Abriendo sus párpados de par en par y
dejando dibujar una sonrisa en su rostro la morena dejó escapar una risa que hizo a
Lauren mirarle sin entender qué ocurría.
- ¡Oh Dios mío!... ¡Shawn! – Gritó.

---
Miércoles y jueves maratón, porque se lo merecen ;)
Capítulo 30.

Maratón -> 1/4


***

Lauren sintió cómo su mano volvía a estar fría luego de que Camila la
soltara para irse corriendo y terminar abrazada contra el alto chico que ahora hacía
girar en brazos a la pediatra. Su respiración se hizo pesada al observar cómo su novia
no dejaba de reír ahora acariciando el rostro del pelinegro.
Sin querer interrumpir la escena, pero llevada por la curiosidad, la
cirujana se acercó para poder oír la conversación entre Camila y Shawn.
- Pensé que te quedarías por lo menos algunos meses más en
Uganda antes de volver aquí. – Apuntó sorprendida la pediatra.
- Bueno ya ves, he tenido una buena razón para venir antes...
Mi padre me ha contado lo de... Ya sabes...
- Cáncer... Es cáncer. – Frunció el ceño.
Con sus ojos esmeraldas detalló la tristeza que se asentaba en el
rostro de Shawn. Pero aun apretando la mandíbula Lauren se preguntó quién era
precisamente aquel pelinegro y por qué su novia estaba tan feliz de verle, tanto que
ella misma se sentía desplazada a un lado e ignorada.
- Camila mi madre nos está esperando... - Dijo la ojiverde casi
tímidamente.
Shawn le miró enarcando las cejas y estudiándole rápidamente con
aquellos ojos marrones miel.
- Oh... Lauren... No creo que pueda ir con vosotros. – Hizo una
mueca.
Dejando su rostro rígido y sin decir más palabras la ojiverde afirmó en
silencio sin dejar de mirar a Shawn el cual le extendió una mano en forma de saludo.
- Soy Shawn Mendes, médico de urgencias... Camila y yo
estuvimos juntos trabajando en Uganda todo este tiempo. – Explicó con una amplia
sonrisa en el rostro.
- Un gusto Shawn... Soy Lauren Jauregui, cirugía plástica. –
Sonrió de lado.
La cirujana pudo detallar el rostro sorprendido por parte de Shawn
quien luego le sonrió levemente.
- Seguro Camila te ha hablado mucho de mí, somos amigos
desde la facultad...
Lauren se mantuvo en silencio observando cómo la pediatra
pestañeaba nerviosamente bajo sus atentos ojos esmeraldas.
- Os dejaré ponerse al día... Un gusto Shawn, me alegro que
tuvieras un buen viaje... - Sonrió falsamente.
...
- ¿Hasta cuándo te quedarás aquí en Miami? – Preguntó Camila
antes de llevarse el vaso de agua a sus labios.
- Pues hasta que te den el alta médica. – Dijo tranquilamente el
chico.
- Shawn...
Dejó escapar un leve suspiro mientras el pelinegro seguía disfrutando
casi llorando de felicidad el plato de carne y verduras que estaba comiendo. Camila se
preguntó cómo era posible que Shawn hubiera vuelto a Miami sólo debido a que ella
ahora tenía cáncer.
- Serán sólo unos meses, además me hará bien volver a estar
con mis padres por un tiempo. – Apuntó.
- No puedo permitir que dejes tu trabajo en Uganda para
quedarte aquí...
- Vamos, serán como unas vacaciones. – Le guiñó un ojo.
Camila había conocido Shawn durante el primer año en la facultad de
Medicina. El pelinegro había nacido y crecido en la sociedad de alto poder económico
de Miami debido a que Manuel Mendes, el padre del chico, siempre había sido uno de
los mejores médicos radiólogos del estado. Fue toda una sorpresa que el único hijo
del hombre decidiera irse con Médicos sin fronteras a Uganda luego de terminar su
residencia como médico de urgencias y no seguir la tradición de su familia.

- ¿Quién era la chica con la cual estabas en urgencias? – Murmuró quitándole


importancia al asunto.
- Lauren, mi novia.
- Mmm. – Afirmó levemente con la cabeza.
- Ella ha tenido un accidente anoche y... La verdad es que
debería estar muy molesta con ella pero ahora mismo ni siquiera sé dónde tengo la
cabeza. – Confesó.
No era sorpresa que pudiera notar cómo el ceño de Shawn se
mantenía rígido y que ella misma se sintiera incómoda frente a la situación, al final de
cuentas, su amigo ya le había confesado un par de veces que él tenía sentimientos
mucho más profundos que una amistad hacia ella. Camila no podía entender cómo el
chico aún no entendía que entre ellos nunca ocurriría algo más.
- Si te está dando problemas entonces yo mismo podría darle
una lección de cómo tratar realmente a una chica como tú. – Sonrió Shawn.
- Ella es increíble... Sólo ha tenido un día difícil y no ha sabido
manejarlo... No todos los días te enteras de que tu novia tiene cáncer, ¿No?
El pelinegro se quedó petrificado frente a las palabras de la morena
mientras dejaba de lado el tenedor que tenía en su mano. La morena se sentía
molesta y preocupada... No dejaría que nada ni nadie le apartara de la chica con la
que había soñado toda su vida, ni siquiera su amigo Shawn.
...
Lauren terminó de acomodarse el folio bajo el brazo izquierdo a la vez
que salía de la consulta que compartía con Nathan. Mientras el elevador se dirigía
hasta la primera planta, donde se encaminaría a la zona del aparcamiento, la ojiverde
volvió apretar su mandíbula al recordar la amplia sonrisa que Shawn tenía en su
rostro cada vez que dirigía sus ojos a Camila.
Queriendo olvidar el rostro del chico, y con más prisa de la necesaria,
la cirujana cruzó la amplia recepción del edificio donde se encontró con su novia
esperándole con una leve sonrisa en el rostro.
- ¿Hola? – Murmuró la pediatra.
- ¿Qué haces aquí? Pensé que seguirías estando con Shawn. –
Dijo de mala forma.
- Le he dicho a Shawn que quería verte luego de almorzar.
- Voy camino a mi casa...
- Sí, tu secretaria me ha dicho que seguías aquí.
- Ya...
- Ya, es que como mi novia no ha respondido mis llamadas...
Frunció el ceño detallando la acusadora mirada de Camila quien
enroscó sus brazos en el cuello de la ojiverde dejándola sin respirar
momentáneamente.
- No sé qué habría hecho si te hubiera pasado algo Lauren...
Incluso por un momento olvidé que yo misma estoy jugando con la muerte.
- No lo digas así. – Pidió.
Lauren besó lentamente los labios de su novia mientras ambas
olvidaban el mal rato que habían estado soportando desde el día anterior.
- ¿Puedo saber por qué no me has presentado a Shawn como tu
novia? – Murmuró contra una de las mejillas de la morena.
- ¿Eres una de aquellas chicas celosas? – Dijo.
Su rostro demostró lo molesta que estaba debido a las palabras de
Camila, y ambas se quedaron en un silencio que inquietó a la más baja.
- No realmente... Sólo esperé que lo hicieras.
- Lo siento... Debí haberlo hecho, aunque él ya lo sabe, y no
tienes que preocuparte por nada.
- ¿Segura? – Enarcó las cejas.
- ¿Acaso dudas de mí?
- Realmente dudo de él... Se puede notar a kilómetros que está
loco por ti. – Murmuró preocupada.
- Y lo está. – Apuntó.
Alejó levemente su cuerpo del de la morena y se mantuvo intentando
descifrar la expresión que estaba en el rostro de la pediatra.
- No voy a ocultártelo, pero no tienes por qué preocuparte
cariño... Él sabe cuáles son sus límites... Y la verdad es que no existe nadie más
increíble que mi hermosa novia de ojos color esmeralda. – Sonrió.
Algo avergonzada, y más tranquila, Lauren volvió a dejarle un largo
beso a Camila quien se abrazó contra la cirujana con necesidad.
- Vámonos de aquí. – Sonrió la ojiverde.
...
Camila detalló cómo Lauren después de casi una hora terminaba de
leer aquel folio que había traído desde la consulta. A la distancia donde ella ahora se
encontraba podía detallar el pequeño vendaje que ocultaba la herida de la cabeza de
la cirujana y el que también envolvía su codo derecho.
- Podrías ir a dormir si quieres, me daré una ducha y luego te
alcanzo. – Suspiró la ojiverde levantándose del asiento.
- No sabía que te volvías una adicta al trabajo luego de la cena.
– Dijo divertida.
- No realmente. – Rió entredientes. – Pero necesitaba estudiar
otra vez ésta cirugía.
Besando lentamente los labios de su novia Camila se apoyó
acariciando el cuello de la más alta haciendo que esta le mordiera los labios en
respuesta.
- No te demores mucho, te estaré esperando en la cama. –
Enarcó las cejas la pediatra.
- Mm... Será la ducha más rápida de mi vida.
Dejando escapar una carcajada la morena observó cómo Lauren
desaparecía del lugar mientras ella se encaminaba a la habitación de su novia.
Cuando llegó al lugar una agradable brisa marina entraba por la
ventana que estaba abierta de par en par haciendo que ella se apoyara contra el
marco para observar desde ahí el oleaje pesado del mar, la luna brillaba muy en lo
alto y el sonido de Lauren entrando por la puerta hizo que su cuerpo se girara.
- ¿Por qué aún estás con ropa? – Murmuró la más alta a la vez
que pegaba su cuerpo envuelto en una toalla azul contra Camila quien dejó escapar
una risa sintiendo cómo algunas gotas de agua que estaban en el rostro de su novia
ahora estaban en sus mejillas debido al contacto.
Con sus manos se quitó rápidamente el crop top que llevaba aquel día
dejando al descubierto sus senos escondidos tras un sujetador negro de encaje.
- Lauren... - Murmuró nerviosa. – Tenemos tres días para que
me hagas el amor como nunca me lo han hecho... Serás la última en ver y sentir mi
verdadero seno izquierdo...
Después de aquellas palabras la morena dejó caer su sujetador frente
a la atenta mirada de Lauren quien con sus manos comenzó a acariciar suavemente la
zona desnuda de la morena.
- Eres hermosa, y siempre lo serás... Siempre. – Susurró la
ojiverde mientras besaba el cuello de Camila.
- Házmelo sentir.
-----
Capítulo 31.

Maratón -> 2/4


***

- No puedes entrar ahí Lauren... - Resonó con firmeza la voz de


Ronald Kross.
- ¿Has olvidado que hice una residencia de cirugía y que además
en cirugía plástica realizo bastantes procedimientos de mamas? – Frunció el ceño.
- Pero no cirugías oncológicas... Además, ¿Se lo has mencionado
a Camila?... No seas idiota, el simple hecho que ella sea tu novia ya te impide ser
parte del equipo quirúrgico para su cirugía...
Lauren dejó escapar un fuerte suspiro caminando por el pasillo de la
planta de cirugía donde aquella misma mañana Camila ya se encontraba esperando
entrar a quirófano para su cirugía.
- Ahora mismo deberías estar con ella y no perdiendo minutos
conmigo... Sé que eres una excelente cirujana, y no dudo para nada en tu técnica y
experiencia, pero estás involucrada emocionalmente con ella y no aceptaré todo
aquello en el momento que sólo debo concentrarme en mi trabajo. – Apuntó el
ginecólogo.
Apretando los labios para detallar el serio rostro del chico de piel
trigueña la cirujana dejó que los rígidos rasgos de su expresión se suavizaron al ver la
sincera preocupación por parte de Ronald.
- Incluso había vuelto a leer y repasado un poco la cirugía. –
Confesó.
- Admiro cómo te preocupas por ella... Quién diría que la fría de
Lauren Jauregui tiene corazón después de todo. – Enarcó divertidamente las cejas.
- Si se lo dices a alguien te mataré. – Sonrió.
El chico dejó escapar una sonora risa mientras ella aún sentía cómo el
nerviosismo se asentaba en el centro de su pecho, Camila estaba por entrar a
quirófano y ella sólo deseaba que las horas pasaran rápidamente para luego cuidar a
su chica en el post operatorio.
- Hay algo que deberías saber. – Apuntó Lauren.
- ¿El qué?
- Camila... Bueno ella es algo insegura con respecto a su
imagen... Nunca me ha explicado el por qué, pero lo he podido notar... No quiero
sacar conclusiones, pero creo que ésta cirugía le afecta más de lo que todos
imaginamos, es decir, ella se quedará literalmente sin uno de sus senos y... Sólo
quiero que lo sepas para que puedas ser bastante prolijo con las suturas que dejes,
para así en un futuro poder darle la opción de hacerse una cirugía de reconstrucción.
- Entiendo tu punto... Claro que lo haré Lauren, no te
preocupes. – Afirmó el ginecólogo.
- Gracias...
- Ahora ve con tu chica.
...
Camila sonrió levemente sintiendo cómo Lauren besaba sus mejillas
de forma reiterada luego de que Sinu y la enfermera salieran de la habitación
avisándole a la pediatra que el quirófano estaba listo y que debían llevarle para allá.
- Oh Dios mío creo que no he entrado a un quirófano desde mi
último año de facultad, y no precisamente para ser yo la paciente... – Murmuró
nerviosa.
- Todo saldrá bien. – Dijo Lauren sonriendo frente a la broma.
La risa se esfumó rápidamente y Camila, acariciando el rígido rostro
de su novia, se mordió los labios para evitar que las lágrimas que inundaban sus ojos
rodaran por sus mejillas.
- Tengo miedo Lauren...
- No, no lo tengas cariño. – Susurró muy levemente.

- No quiero pensar que quizás no...


- Sólo serán unas horas y luego ya estarás con nosotros.
- Necesito que entiendas que ahora mismo eres una de las
personas más importantes en mi vida... Me gustas tanto Lauren, tanto que ya no
puedo evitar sentir todas estas cosas por ti... Necesito, necesito que te despidas de
mí por si algo llega a pasar...
- ¡No! No digas nada de eso... No... No lo voy hacer. – Dijo
desesperada.
- Por favor...
- No haré algo así mi amor... No me pidas que deje un espacio
de duda de que volverás conmigo. – Susurró comenzando a llorar silenciosamente.
- Si me esperas entonces volveré contigo...
Un llanto casi desesperado salió de la boca de la morena mientras
Lauren se removió para subirse a la camilla y abrazarla de lado.
- Todo saldrá bien, y cuidaré de ti... Te compraré flores, iremos
a comer donde tus tíos, hablaremos español, bailaremos salsa, saldremos a pasear
con Sam, te enseñaré a conducir en la camioneta y todas las mañanas te despertaré
cantando...
- No sabía que cantabas. – Rió entrecortado Camila.
- Realmente no lo hago... Pero seguro escuchándome
despertarías rápidamente para tirarme de la cama y hacerme caer al piso para así
quedarme callada.
Una agradable sensación de alivio embarcó su triste corazón al
imaginar todas aquellas cosas junto a la ojiverde, lentamente con sus manos enmarcó
el rostro de Lauren.
- Vamos a vivir todo aquello y mucho más... Te lo prometo. –
Murmuró Lauren.
Se besaron profundamente y por unos interminables minutos que
luego se vieron terminados frente a Ronald Kross quien había golpeado con los
nudillos la puerta de la habitación.
- Lauren, vengo a buscar a tu princesa, pero prometo
devolvértela muy luego. – Sonrió.
...
La cirujana sonrió levemente cuando Sinu le extendió un vaso de
cartón con un café que agradeció para calmar un poco su nerviosismo. Hacía ya unos
cuarenta minutos que Camila había sido ingresada a quirófano y tanto la madre de la
pediatra como ella se habían quedado esperando en unas pequeñas sillas cerca del
lugar.
- Gracias. – Murmuró la cirujana.
- Al menos nos tenemos las dos ahora. – Apuntó la mujer.
- ¿Y Alejandro?
- Prefirió trabajar para evitar sentir que no estaba haciendo
nada mientras a su hija le hacían algo que le cambiaría la vida... Prometí llamarle si
pasaba alguna cosa...
Afirmando en silencio percibió la preocupación en el rostro de la madre
de su novia.
- ¿Sabías que Camila tenía un osito de peluche que le dibujó
pintas de varicelas con un marcador rojo cuando era pequeña? – Confesó Sinu.
Riendo con gracia Lauren se imaginó una pequeña Camila marcando el
juguete con total convicción.
- Como ella había tenido varicela dijo que Teddy también debía
tenerla.
- Quizás siempre quiso ser pediatra. – Enarcó las cejas Lauren.
Sinu bebió de su café y ambas se mantuvieron en un silencio que no
fue incómodo pero sí algo pesado para la ojiverde.

- Ella es increíble... – Habló Lauren.


Sintiendo los penetrantes ojos de la madre de su novia su respiración
se cortó levemente para intentar encontrar todas las palabras que quería expresar y
que serían escuchadas atentamente por Sinu.
- Por muchos años construí muros para protegerme de lo que
podría pasarme si me permitía entregar todos mis sentimientos a alguien, no fue
culpa de alguna relación pasada o inseguridad... Desde muy pequeña tuve que vivir
muchas situaciones familiares que me hicieron madurar muy rápido y confundir la
frialdad con fortaleza y seguridad. Aquello mismo me hizo volverme bastante
escéptica y me dejaba sorprender por muy pocas cosas. – Explicó manteniendo sus
ojos fijos en el café que tenía entre sus manos. – Y podrá sonar muy cliché, pero
Camila... Ella tiene algo que sin siquiera saberlo ha comenzado a derrumbar todo
aquello, estoy casi segura que ella no tiene idea del poder de su sonrisa y risa...
Tengo casi 30 años, pero a veces cuando la tengo entre mis brazos me siento como
una niña pequeña que sólo sabe disfrutar.
Sin saber cuándo un par de lágrimas habían rodado por sus mejillas,
pero no sintió tristeza por aquello, muy al contrario, se sentía tan dichosa de poder
compartir sus días junto a Camila.
- Te estás enamorando de ella. – Apuntó Sinu sonriendo.
- Su hija me ha desarmado totalmente, y si ella me pide el
mundo entero yo sería capaz de intentar dárselo. – Sonrió.
Sinu negó con la cabeza riendo mientras unas lágrimas también
escapaban por los ojos de la mujer.
- Es mi única hija... Para una madre no existe la remota
posibilidad de que ella misma tenga que ir al funeral de su hijo, sólo imaginarlo me
hace perder la cabeza. – Murmuró pesadamente.
Apretando la mandíbula Lauren recordó fugazmente a su madre los
años que siguieron a la muerte de Chris, si bien ella aún era una niña podía recordar
el sufrimiento de su madre, nunca había vuelto a ser la misma luego de aquello.
- Supongo que la vida nunca deja de ponerte pruebas... - Dijo
Sinu.
- Y no siempre sabemos por qué. – Susurró la ojiverde.
La cirujana pudo sentir cómo la madre de Camila le acariciaba casi
maternalmente su hombro izquierdo.
- Si la haces llorar otra vez como aquel día en que te fuiste
luego de almorzar te juro que con mis propias manos te estrangularé hasta que te
pongas de color azul. – Apuntó Sinu.
- ¡Ha sido ella la que me dejó aquel día! – Apuntó frunciendo el
ceño.
- Y tú la estúpida de aceptar todo lo que mi hija hace, Camila es
una cabeza dura, tú prepárate para lo que te espera... Necesitarás mucha paciencia
con ella Lauren, pero si realmente la quieres, no la dejes, no ahora que nos necesita
tanto a todos, si ella te dice que quiere que te vayas tú quédate cien veces más... ¿Lo
harás?
- Lo haré... Lo haré.
...
Intentando no mover mucho su cuerpo Camila intentó enfocar sus ojos
en el rostro de Ronald Kross quien terminaba de revisar los apósitos del vendaje que
ahora rodeaba su pecho. Luchó internamente no bajar sus ojos para detallar la
diferencia entre ambos senos mientras el ginecólogo terminaba de ajustar el goteo
del medicamento endovenoso que iba por la bajada de suero.
- Hola guapa... Todo ha ido excelente... - Sonrió sinceramente
el ginecólogo. – Hemos sacado todo y te he dejado una sutura intradérmica que no
necesitará que te la saquemos luego. – Explicó.
- Gra... Gracias. – Murmuró pesadamente.
- Lo importante es que con ésto ya llevas la mitad del
tratamiento.
- Sí...
- Ahora debes descansar, te veré mañana y hablaré con Allyson
Brooke.
Afirmó lentamente con la cabeza mientras seguía luchando para no
bajar sus ojos hacia la zona de su pecho.
- Camila... Sé que para muchas mujeres es muy difícil
someterse a una cirugía así y... Si necesitas ayuda con ello, no dudes en mencionarlo.
- ¿Podrías sólo taparme con la sábana?
Ronald frunció el ceño sintiéndose dudoso frente a lo que Camila le
estaba pidiendo, pero percibiendo la súplica en los ojos marrones de la chica con sus
manos llevó la sábana blanca hasta el final del cuello de la pediatra.
- Hablaré con tu madre y con Lauren... Tú sólo descansa. –
Sonrió levemente.

---
Seguimos mañana.
Capítulo 32

Maratón -> 3/4


***

La atención de Lauren se centró en Sinu quien asomó su cabeza por el


marco de la puerta de la habitación para detallar la tierna imagen de la ojiverde
acariciando el rostro de Camila quien dormía plácidamente entre sus brazos.
- Buenas noches Lauren. – Susurró Sinu despidiéndose con una
mano.
- Buenas noches. – Respondió.
La mujer le dirigió una amplia sonrisa para luego desaparecer por la
puerta.
Hacía unos minutos que la pediatra se había rendido al sueño a la vez
que Alejandro y Sinu se despedían de ellas por aquel día. Nadie había logrado sacarle
de la cabeza a Lauren pasar aquella noche junto a su novia, incluso había tenido que
luchar contra una de las enfermeras que se negaba a dejarle estar ahí ya que no eran
familiares directos.
- Que bueno que has vuelto a mí. – Susurró contra los cabellos
de la pediatra.
Dibujando una de las cejas de Camila con su pulgar un casi
imperceptible suspiro escapó de su boca sintiendo por primera vez en el día cómo los
músculos de su cuerpo se relajaban al ver que la primera parte del tratamiento de su
novia había ido bien.
Cerca de la medianoche se levantó para estirar los músculos de su
espalda y cuello que ya estaban reclamando la posición en la que se había mantenido
abrazando a su novia en la camilla. Un leve gruñido fue el reclamo frente a la pérdida
de contacto por parte de la morena quien siguió durmiendo haciendo sonreír a
Lauren.
Caminó por el pasillo buscando la máquina de café del lugar para
luego dejar caer su cuerpo en una de las sillas del lugar. Había poco personal en
aquel turno y a la lejanía se podía escuchar el murmullo entre dos enfermeras que le
miraban de re ojo. Claro que las conocía, ella misma trabajaba en aquella clínica, y no
hacía tanto ella había sido una paciente en aquella planta luego de la paliza que
Damon Meder le había propinado.
Nunca le había molestado que las personas hablaran de ella, ya fuera
por su forma de ser, por su temperamento, por sus innumerables conquistas o por el
simple hecho de que ella siempre había sido una de las mejores cirujanas de la
ciudad...
Que poco peso tenía todo aquello ahora que la persona a la cual
estaba a punto de entregarle todos sus sentimientos estaba luchando por su vida.
...
- ¡Déjenla entrar! – Chilló llorando Camila.
- Srita. Cabello la Dra. Jauregui ya estuvo con usted toda la
noche, incluso no siendo familiar directo suyo... - Dijo la enfermera.
- ¡Ella es mi novia!
- Lo sabemos, pero ella ya estuvo con usted... Si quiere
podemos llamar a su madre o padre para que vengan y...
- ¡Lauren está ahí afuera y ustedes no le dejan entrar! ¿Qué
pasa con esta maldita clínica? – Gritó desesperada.
Detallando cómo Lauren intentaba entrar otra vez por el marco de la
puerta siendo bloqueada por otra enfermera la morena volvió a encogerse en la
camilla llevándose la sábana hasta el cuello.
- Por favor... - Susurró.
Girando su cabeza notó cómo finalmente luego de forcejear con la
mujer que había estado en la puerta Lauren entró y se acercó hasta ella.
- Ey cariño, ya estoy aquí... No llores. – Murmuró para luego
besar sus mejillas y labios.
- Desperté y no estabas...

- Lo sé, y lo siento, ellas no me dejaron volver a entrar y me quedé durmiendo


cerca de la puerta. – Explicó la ojiverde.
Ambas enfermeras se mantuvieron en silencio detallando la escena,
fue la misma Lauren quien se giró para encarar a ambas mujeres.
- No voy a permitir que no me dejéis verle otra vez... Conozco
muy bien al Dr. Meder como para que ésto no vuelva a ocurrir. – Habló con un tono
pesado y serio.
Camila entreabrió sus labios sorprendida y detallando cómo ambas
chicas parecían palidecer frente a las palabras de la ojiverde, las enfermeras se
retiraron silenciosamente.
- ¿Cómo estás?
- No lo sé...
- ¿Por qué estabas llorando? – Susurró la ojiverde recostándose
al lado de Camila dejando a ambas bastante apretadas una contra otra.
- Tuve un sueño... Una pesadilla. – Dijo con un hilo de voz.
Cerró sus parpados fuertemente queriendo hacer desaparecer todas
aquellas imágenes de su mente mientras Lauren con una mano le acariciaba los
cabellos. La sábana se mantenía hasta arriba de sus hombros sin dejar que ninguna
de las dos pudiera observar el gran vendaje que cubría el pecho de la morena.
- Tenía un bebé en mis brazos... Tenía el cabello oscuro y la
nariz respingada. – Sonrió levemente mientras las lágrimas volvían a brotar desde
sus ojos. – Le estaba sosteniendo mientras estaba en una mecedora, había mucha luz
y yo estaba amamantando al bebé...
Un fuerte llanto envolvió a Camila quien ocultó su rostro con
desesperación entre sus manos, Lauren se mantuvo sin palabras intentando abrazar a
la morena.
- ¿Y si no consigo tener hijos?... – Sollozó fuertemente.
La ojiverde la rodeó firmemente con sus brazos y Camila apoyó su
cabeza contra el cuello de la cirujana.
- Vas a tener hijos... Dos, o tres, quizás cuatro... Y ellos tendrán
una madre tan valiente que superó todo esto... Tendrán el cabello oscuro como el
tuyo y tu nariz respingada... - Murmuró Lauren apoyando su mentón sobre la cabeza
de la morena.
- Pero con la radioterapia...
- Sólo necesitarás esperar unos años... Pero vas a tenerlos...
Camila dejó escapar un suspiro mientras con su oído podía percibir el
rápido ritmo del corazón de Lauren que agolpaba contra su pecho.
- Si tú y yo... ¿Te gustaría? – Murmuró la pediatra.
- ¿Tener hijos contigo?
Afirmó con la cabeza esperando la respuesta de la ojiverde quien
seguía acariciando con sus pulgares la zona media de su espalda.
- Yo... - Murmuró Lauren. – Ya sabes lo que pensaba de aquello,
pero...
- No quiero forzarte a darme una respuesta... Olvídalo, disculpa.
- No... Quiero decir... ¿Tú sabes todo lo que me has hecho? –
Sonrió sinceramente. – Has cambiado muchas cosas Camila... En estos momentos no
temería darte en bandeja mi corazón y sentimientos porque... Porque ya no quiero
ser aquella chica fría y engreída que deja sus sentimientos en último lugar para sólo
enfocarse en su trabajo y una lucha constante contra mis propios demonios que me
siguen desde mi pasado... Yo no creo en el destino, ni en las almas gemelas, o esas
cosas, pero soy tan feliz por tenerte a mi lado ahora mismo, y no tengo ganas de
privarme imaginar más días a tu lado... Quiero quedarme a tu lado, que pasen los
años, quizás luego vivir juntas, tener dos, o tres, o cuatro hijos y que jueguen con
Sam... Claro que quiero... Realmente lo quiero.
Camila lloró con emoción abrazándose fuertemente contra la ojiverde
la cual comenzó acunar con pequeños movimientos a la morena... Lauren era quien
estaba haciendo que sus días tuvieran la suficiente luz para ella sentirse capaz de
superar el cáncer y mantener sus fuerzas para un futuro que lucharía que fuera al
lado de la ojiverde.
..
Moviendo una de sus piernas de forma nerviosa Lauren volvió a
detallar la hora en su móvil, no quería admitirlo pero se sentía algo curiosa de qué
tanto Camila estaría hablando con Shawn quien había llegado de visita ya casi
terminando la tarde.
Ella misma había tenido que irse cerca de la hora del almuerzo para ir
a otra clínica a operar junto a Nathan quien estaba cubriendo las consultas pero había
acordado con Lauren seguir la agenda normal de las cirugías por aquellos días. Su
mente había agradecido desconectarse un poco y enfocarse en aquellos injertos de
piel.
Sus ojos rápidamente detallaron como Shawn salía de la habitación de
Camila para luego dirigirse hasta donde ella estaba sentada.
- Hola Lauren. – Saludó.
- Hola. – Sonrió falsamente.
En el momento en que Shawn se sentó a su lado Lauren apretó
fuertemente su mandíbula frente a la inesperada auto invitación que se había hecho
el chico para comenzar una conversación.
- Sé que no nos conocemos nada, y seguramente Camila ya te
habrá contado que... Bueno, que yo tengo sentimientos por ella. – Dijo casi sin
ninguna vergüenza bajo la seria mirada de Lauren.
- Dr. Mendes veo que tienes mucha seguridad... ¿Por qué me lo
estás diciendo? – Espetó. – Camila me ha mencionado que ella ya te ha dicho que
nunca será nada más que una amiga contigo.
Shawn sonrió de lado mientras se pasaba una mano por el cabello
para peinárselo.
- Mira, no he cruzado el mundo para venir a quitarte a Camila,
si es lo que te preocupa, realmente he venido para cuidar de ella y ayudarle, ella es
mi amiga desde hace años, y soy consciente de que lo último que ella necesita es que
tú y yo comencemos una pelea campal por su amor.
- Porque no existiría siquiera la posibilidad de que pudieras
competir por su amor... Además, quién mierda te crees para hacer de ella el objetivo
de una pelea o algo por el estilo, incluso oírte me causa nauseas... Claramente no te
mereces a Camila, si quiera existiera la posibilidad. – Dijo enfadada.
- ¿Nadie te ha enseñado a no ladrar cuando algo no te agrada?
– Enarcó las cejas divertido.
Lauren se removió en su lugar apretando la mandíbula viendo cómo
Shawn le sonreía ampliamente.
- En estos momentos sé más de Camila de lo que tú lo haces...
Si yo fuera tú no jugaría mi suerte Lauren. – Apuntó.
- No puedo entender cómo alguien como tú es amigo de mi
novia.
- Porque conmigo no se siente insegura... ¿Y contigo?
Seguramente ni siquiera te ha contado que le hacían bullying en el instituto.
Miró directamente a los ojos marrones miel de Shawn para ver si el
chico le estaba mintiendo, pero ella misma pudo percibir cómo el rostro del pelinegro
se mantuvo sereno.
Claro que podía ser verdad, Camila ya se había mostrado bastante
insegura sobre su cuerpo a través de algunas ocasiones... No podía negar que se
sentía dolida porque su novia no se lo hubiera contado y otra persona hubiera sacado
el pasado de la pediatra a la luz.

-----
Capítulo 33

Maratón -> 4/4


***

Camila respiró hondamente antes de girarse para quedar de pie frente


al espejo, estaba desnuda y sus ojos viajaron rápidamente a detallar la cicatriz
oblicua que cubría la piel donde hasta una semana antes había estado su seno
izquierdo.
Con el dedo índice de su mano derecha dibujó la cicatriz que al tacto
era rugosa y firme. Las lágrimas no demoraron en inundar sus ojos. Era la primera
vez que se atrevía a detallar su reflejo al espejo de aquella manera, llevaba casi siete
días evitándolo, pero debido a que mañana tenía consulta con la Dra. Brooke ella
misma se había impulsado a enfrentar y apreciar cómo lucía ahora su cuerpo.
Casi sin poder controlar su llanto Camila no lo soportó más y escondió
su rostro entre sus manos sintiendo cómo las piernas le temblaban para finalmente
sentarse en el borde de la cama de su habitación.
Buscando rápidamente algo con qué cubrir su desnudez se encontró
con una camisa ancha de color azul marino que Lauren usaba para dormir ahora que
estaba pasando algunas noches en su piso. Sintiendo el agradable algodón de la ropa
y el tenue perfume de la ojiverde Camila dejó que las lágrimas escaparan de sus ojos
sin limitaciones. Su cuerpo tenía espasmos fuertes y en su mente pedía que todo
volviera a como era antes, estaba tan agotada emocionalmente que no tenía la
certeza de que lograría al día siguiente llegar a la primera sesión de radioterapia que
tenía.
- ¿Por qué a mí? – Susurró amargamente.
Detallándose nuevamente al espejo notó su rostro cansado, pálido y
con ojeras marcadas. Incluso su cabello parecía haber perdido brillo... Se cruzó de
brazos intentando tapar la zona de su cuerpo que menos deseaba apreciar.
¿Qué había hecho ella para merecer aquello? Nada, por supuesto, sólo
la vida le había dado una prueba así al azar, ¿Por qué?, quizás hubieran respuestas,
pero ahora mismo no las tenía y tendría que seguir adelante para conseguirlas.
...
- ¡Vamos Mike! Sólo tienes que mirar hacia adelante y pedalear.
– Dijo Lauren detallando el rostro de pánico que tenía el pequeño.
- ¡Pero no me quiero caer otra vez!
Detallando la herida que tenía su sobrino en la rodilla derecha Lauren
hizo una mueca para luego acariciar los cabellos castaños del pequeño.
- Si te caes sólo lo vuelves a intentar. – Apuntó la cirujana.
Mike frunció el ceño para luego bajar su mirada y comenzar a mover
la rueda delantera de la bicicleta.
- Es que me da miedo... - Susurró el castaño.
- Vamos, yo estaré aquí por si te pasa algo.
Lauren sujetó a Mike sobre la bicicleta dirigiéndole una amplia sonrisa
que hizo al pequeño estar más tranquilo y comenzar a pedalear con dificultad y
lentamente. Luego de algunos metros así la ojiverde soltó una de sus manos haciendo
que la bicicleta perdiera equilibrio pero lo suficiente como para que Mike tomara el
control.
- ¡Vamos! ¡Sigue tú solo! – Gritó Lauren.
Mike soltó una risa nerviosamente mientras con menos dificultad
siguió dirigiendo la bicicleta y pedaleando con fuerza. Una amplia sonrisa se dibujó en
su rostro al ver cómo su sobrino lograba pedalear unos metros más para luego parar
antes de caer intentando conseguir dar rápidamente la vuelta a la rueda.
- ¡Lo has logrado! – Dijo feliz y alzando los brazos.
- ¡Sí! ¡Lo he logrado! – Chilló el niño.

Lauren sujetó en brazos a Mike cuando el pequeño se abalanzó contra ella. Pese a
que ya no era tan pequeño adoraba tenerlo así, como cuando era más pequeño y ni
siquiera sabía caminar por su propia cuenta, se había perdido bastante los primeros
años del castaño dado que ella aún seguía haciendo su residencia de cirugía en Yale.
Ahora se sentía agradecía de poder estar con él y darle días de alegrías a su sobrino.
- Gracias tía Lauren. – Sonrió el pequeño.
Dejando al pequeño en el piso y apoyándose en sus rodillas Lauren
enmarcó el rostro del castaño con sus manos haciendo que el pequeño le mirara con
curiosidad.
- No importa cuántas veces te caigas, te volverás a levantar,
¿Vale?... Sólo así podrás seguir adelante, nunca debes rendirte, nunca. – Le dijo a
Mike mirándole directamente a los ojos.
El pequeño afirmó con la cabeza de forma enérgica haciendo sonreír a
Lauren quien se comenzó a sacudir sus jeans que estaba usando aquel día y le hizo
una seña a Mike para que fuera a por la bicicleta y volvieran a la casa de Taylor.
- ¡Después saldremos andar en bicicleta juntos, y seré más
rápido que tú! – Dijo feliz el pequeño.
- Claro campeón, claro que lo serás. – Sonrió.
...
- ¿Cómo has estados estos días Camila? – Preguntó Allyson
Brooke mientras Camila jugaba con la bata que tenía entre las manos.
- La verdad es que bien, no he tenido muchos dolores luego de
la cirugía, aunque me siento un poco... Cansada... No lo sé. – Murmuró pesadamente.
- Me gustaría que recordaras lo importante que es tu actitud
frente a todo esto... Nadie puede decirte que es fácil o que siempre encontrarás la
fuerzas para soportarlo, pero estoy segura que si te lo propones y trabajas en ello
encontrarás un modo de llevarlo Camila...
Camila pudo notar cómo la oncóloga le miraba con un rostro sereno a
la vez que se ponía los guantes para revisar el pequeño vendaje que cubrían el lugar
donde había sido la cirugía.
- Todo está en orden. – Dijo Allyson.
- Entonces... ¿Ahora iremos para comenzar la radioterapia? –
Murmuró.
- Sí...
Intentando no perder la atención de todas las palabras que salían de la
boca de la oncóloga mientras ambas caminaban hacia la zona de tratamientos del ala
de oncología del lugar Camila se mantuvo nerviosa intentando no detallar a todas las
personas que circulaban por el lugar.
Ella misma como médico sabía que la quimioterapia y la radioterapia
eran tratamientos seguros y eficaces, claramente necesarios para la curación total de
un cáncer o necesarios para mejorar la calidad de vida de alguna persona con un
estadio de la enfermedad más avanzado. Por supuesto entendía que hubiera un
ambiente algo tranquilo y bastante impersonal, pero era allí mismo donde gracias a
todas las personas que formaban el equipo de salud del lugar tendría que seguir con
la lucha contra la enfermedad que estaba viviendo.
- El radioterapeuta ya hizo todo para que comencemos ahora
mismo la radioterapia, así seguiremos tres veces por semana durante 6 semanas. –
Explicó la oncóloga.
Afirmó silenciosamente para luego recibir una tímida sonrisa del
hombre que estaba ajustando los últimos detalles en la máquina de radioterapia.
¿Y si no salía bien? ¿Y si el cáncer era más agresivo y necesitaría
incluso llegar a la quimioterapia?
Fueron las preguntas que cruzaron por su mente durante los primeros
minutos en que la radioterapia había comenzado y un silencio impoluto reinaba en la
habitación donde se encontraba.
¿Y si nunca volvía a trabajar? ¿Si no volvía a disfrutar de la playa
junto a Lauren? ¿Y si un día se despertaba y no encontraba las fuerzas para
levantarse?
Ella no estaba preparada para ello, jamás se había imaginado en la
precisa situación en que se encontraba... Y le dolía tanto no saber si tendría años de
vidas limitados, o incluso meses...
...
Lauren caminó por el pasillo del ala de oncología de la clínica mientras
se llevaba una mano al cuello que lo tenía tenso desde la noche anterior cuando
Camila le había preguntado si luego de su primera sesión de radioterapia ella podría ir
a buscarle.
Cuando sus ojos esmeraldas detallaron cómo Shawn también estaba
en una de las sillas dándole atención a su móvil un sabor amargo se instaló en su
boca al recordar que aún no había hablado con Camila sobre lo que el chico le
mencionó sobre el bullying sufrido por la morena.
La presencia del pelinegro le hizo dudar si Camila también habría
querido la compañía de Shawn aquel día... Aunque estaba mal tener celos, porque
ella debía respetar la amistad de ellos, la ojiverde intentó no pensar en ello y sentarse
en la silla más alejada del médico de urgencias evitando una incómoda conversación y
un mal rato.
Sin embargo Shawn rápidamente reparó en su presencia y sin mucho
esperar se levantó para ir en dirección de la cirujana.
- Ey, Lauren... - Saludó.
- Hola Shawn. – Dijo cortante.
- Sabía que estarías aquí...
- ¿Camila te ha pedido venir?
- No realmente... He venido aquí porque necesito hablar contigo
sobre algo.
Apretando la mandíbula e intentando no dejar escapar algunas
palabras de su boca Lauren se mantuvo en silencio esperando que Shawn comenzara
la conversación otra vez.
- Y créeme que odio hacer cosas a las espaldas de Camila,
pero...
- ¿Se puede saber qué mierda quieres? – Dijo sin poder
contenerse más.
- Tu actitud deja mucho que desear Lauren, y no entiendo cómo
Camila está tan conectada contigo... Pero...
- ¿Pero?...
- Camila suele ser bastante insegura, como ya lo sabrás... Ella
está teniendo problemas con su seguro médico, y aunque el dinero no parece ser el
problema ella, ni siquiera ha vuelto a intentar que regularicen sus papeles en el
hospital donde trabaja. – Explicó Shawn.
Mirando detenidamente el rostro del pelinegro, e intentando recordar
si durante los últimos días Camila le había mencionado algo sobre aquello o no,
Lauren volvió a sentirse nerviosa de que su novia no compartiera con ella cosas tan
importantes como aquellas.
- ¿Y me lo estás diciendo por?...
- Porque ella es del tipo de persona que piensa que evitando
algunas cosas otras salen mejor y tú pareces una persona totalmente opuesto a ello.
– Apuntó Shawn.
- Aun así no lo entiendo... ¿Acaso quieres que yo discuta con
ella o algo así? – Enarcó las cejas.
- No realmente... - Se encogió de hombros.
- Me parece de mal gusto que sólo vengas a contarme las cosas
que Camila no me ha mencionado... - Dijo amargamente.
No confiaba en Shawn. Las pocas veces que había hablado con él sólo
había sido para enterarse de cosas que Camila no había querido mencionarle o
contarle, y aunque sabía que debía respetar a su novia y no obligarle a abrirse
cuando quizás aún no se sentía segura de ello muy en el fondo Lauren se sintió
inquieta y triste por la falta de confianza que la morena estaba teniendo con ella, muy
en contraposición a la relación que parecía tener Shawn con la pediatra... No podía
dejar que ahora mismo ella se volviera insegura con respecto a su relación con
Camila. Tendrían que hablarlo.

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Muchísimas gracias a todos los que siguen la historia. Hoy Mi mejor
medicina está en el número 5 de Fanfic... Es una locura, pero créanme que cada
muestra de vuestro apoyo y cariño que demostráis para mi significa mucho !

Ahora vamos a dejar las cosas calmarse, el próx cap será el domingo.

Saludos.
Capítulo 34.

Dinah volvió a dar vueltas por la habitación de Camila mientras esta


se encontraba aún en pijama acostada con un poco de fatiga luego de haber tenido su
segunda sesión de radioterapia aquel día.
La ginecóloga le había ido a buscar debido a que Lauren había tenido
que entrar a quirófano de urgencia para solucionar un problema con los drenajes de
una paciente en el post operatorio.
- He terminado con Will. – Dijo finalmente Dinah luego de
respirar hondamente.
Camila entreabrió los párpados rápidamente intentando enfocar a la
chica curvilínea que ahora se había sentado en el borde de la cama.
- Le he dicho que le he sido infiel y... - Comenzó a llorar.
Un sabor amargo se instaló en la boca de la pediatra al intentar
imaginar cómo se encontraría Will en aquellos momentos, y a la vez se acercó a
Dinah la cual sollozaba con fuerza. Ambos eran sus amigos, odiaba tener que ponerse
de algún lado, pero ahora mismo Dinah era quien necesitaba de sus atenciones, fue
así como lentamente rodeó con sus brazos el cuerpo de la ginecóloga.
- Todo estará mejor... Al menos le has dicho la verdad. –
Susurró Camila.
- Yo no quería herirle... De verdad que no... Sólo que la
situación se me salió de las manos y no pude evitarlo más.
- Lo importante es que de alguna manera has dejado a Will
afuera de todo lo que podría haber pasado entre tú y Nathan. – Apuntó.
Dinah le miró directamente a los ojos para luego ocultar su rostro con
una de sus manos. Camila se mantuvo en silencio descifrando fácilmente que la
ginecóloga tenía algunas cosas más que contarle.
- Nathan y yo nos hemos estado viendo últimamente. – Susurró
Dinah.
- Pensé que... Que lo vuestro sólo había sido algo de una noche.
– Dijo confundida.
- Yo también, pero luego noté cómo deseaba volver a verle, salir
con él... Oh Camila, él es tan preocupado, divertido... - Sonrió mientras se limpiaba
las lágrimas. – Y me sentía tan mal por seguir viéndome con él a escondidas de Will.
Siguió acariciando lentamente la espalda de Dinah intentando no
sentirse enfadada con la chica por haberle mentido por varias semanas a Will. Sin
embargo con una de sus manos limpió algunas de las lágrimas que rodaban por las
mejillas de su mejor amiga.
- Has hecho lo correcto, ahora es sólo cosa de tiempo. –
Murmuró Camila.
Detallando cómo Dinah cerraba los párpados fuertemente la morena le
dirigió una sonrisa intentando calmar el momento. Pasaron unos segundos hasta que
la ginecóloga se llevó una mano a la parte baja de su abdomen, Camila se quedó sin
respiración mirando a su mejor amiga.
- Estoy embarazada. – Anunció.
Pestañeó nerviosamente mientras un escalofrío recorría su espalda.
Sintió cómo su rostro hacía una mueca que intentó controlar detallando cómo Dinah
aún le miraba con los ojos llorosos.
- ¿Es de Nathan? – Tartamudeó Camila.
- Es lo que creo... Me había estado cuidando cuando estuve con
Will, pero con Nathan no, y...
- Espera... ¿No que sólo te habías acostado una vez con
Nathan? – Dijo confundida.
- Nos volvimos a ver luego de aquello, y siguió pasando... -
Confesó.

- Oh Dios mío... Dinah...


- Lo siento... Siento haberme comportado así con Will... Siento
haberte defraudado, haber sido una de aquellas mujeres que prometimos nunca ser...
Pero no pude evitarlo. – Sollozó. – Estoy segura que estoy embarazada y el padre es
Nathan.
...
Lauren volvió a detallar cómo Keana le miraba con curiosidad al
mismo tiempo que la chica bebía del zumo de melón que la castaña había pedido para
el almuerzo en aquel costoso restaurant de la costa de Miami. Ella se había decido por
un tequila margarita pese a que sólo era medio día.
- Nathan hizo realmente un buen trabajo con tu nariz. – Apuntó
la abogada.
- No hubiera sido necesario si tu ex esposo no me la hubiera
quebrado en primer lugar. – Dijo a la defensiva.
- Y es por ello mismo que deberías denunciarle Lauren.
Esquivando la mirada de la abogada comió un poco de su almuerzo
mientras detallaba a su izquierda la playa que se extendía. La arena blanquecina
hacía juego con aquellas aguas color turquesas y el sol brillaba en lo alto dando una
cálida sensación térmica.
- No te he invitado a almorzar para hablar de ello. – Mencionó la
cirujana.
- Oh... - Sonrió coquetamente Keana. – Pensé que ahora que
tienes novia ya no querías volver a verme...
- Tampoco te he invitado para ello... Y quiero que te quede bien
en claro que estando con Camila no necesito la compañía de nadie más. – Espetó
enfadada.
- Es bueno saber que no has perdido tu verdadera esencia. – Rió
irónicamente.
Entrecerrando los ojos Lauren detalló el divertido rostro de Keana
quien luego dirigió sus atenciones a la comida.
- Necesito contratarte para que puedas solucionar un no
cumplimiento sobre la aplicación de un seguro médico. – Comentó.
- ¿Me vas a contratar tú?
- Sí, sigues siendo una de las mejores abogadas de Miami que
se dedica a temas laborares. – Recordó.
- De todos modos sabes que hace ya meses que no estoy
trabajando.
- Pero seguro puedes ayudarme ahora, aunque si quieres darme
alguna recomendación de otro abogado...
- No, no... Me vendrá bien volver un poco a mi trabajo. –
Sonrió.
Lauren frunció el ceño a la vez que Keana le miraba con curiosidad.
- ¿Quién necesita de la maravillosa licenciada Issartel? – Dijo la
abogada.
- Mi novia... El hospital donde trabaja no ha tenido sus papeles
administrativos al día y ella está teniendo problemas con su seguro médico. –
Comentó apretando la mandíbula.
- ¿Seguro médico? – Enarcó las cejas.
- Ella... Ella está enferma. – Dijo cortantemente.
- Oh Lauren... No... No tenía idea.
- ¿Puedes ayudarle o no? – Resonó con tono firme.
- Claro... Pero con una condición.
Se mantuvo en silencio intentando descifrar las intenciones de Keana,
pero sus rasgos se mantuvieron serenos al detallar cómo los ojos de la abogada no le
regalaron la típica mirada que siempre reconocía cuando la chica le coqueteaba
descaradamente.

- Quiero que denuncies a Damon. – Dijo finalmente.


- Keana... Lo único que me preocupa por ahora es cuidar de mi
novia y a la vez no descuidar mi trabajo... Si demando a Meder él no dudará en
quitarme a mí y a Nathan todas las facilidades que tenemos en la clínica...
- ¡Lauren él te ha dado una paliza! ¿O es que vas a dejar pasar
por alto algo tan horrible como lo que te ha hecho? Más allá de que él sea un hombre
y tú una mujer... Él ha cometido violencia, y contra una persona, te ha dejado
inconsciente e incluso te han tenido que reconstruir la nariz. – Dijo casi ahogándose
con sus palabras.
Lauren detalló de forma sorpresiva a Keana quien intentó evitar todas
las miradas de las personas del restaurant que se habían detenido en ella cuando su
voz se había alzado.
- Sé que debería hacerlo... Es sólo que... Mierda... - Suspiró
fuertemente. – Tengo tantas cosas en la cabeza que no podría estar pendiente de
todo el papeleo, los juicios y todo eso.
- Para eso contratas un buen abogado y fin del asunto... Él debe
pagar por lo que te hizo, y no estoy hablando precisamente de dinero... Incluso
podría ir a la cárcel por agresión directa. – Apuntó la castaña.
- Lo sé... Tampoco es que me guste quedarme en silencio...
Ninguna mujer debería pasar por algo así. – Murmuró. – Supongo que no le he dado
la importancia que realmente tiene.
- Y deberías demandarle ahora Lauren...
- Tú estuviste casada con él... ¿Alguna vez él...
- ¿Si me golpeó?... No, aunque supongo que con los años ha
cambiado tanto que pude esperarlo. Cuando nos conocimos, hace bastantes años,
supongo que conocí una faceta que realmente había inventado para poder seducirme,
no tardé mucho en darme cuenta cómo realmente era Damon... - Dijo de forma
triste.
- ¿Le amabas?
- Cuando nos casamos sí... Pero luego cuando yo quise tener
hijos él me comentó que no deseaba ser padre... Unos meses después me enteré que
se había hecho la vasectomía luego de casarnos sin mencionármelo.
Lauren sintió su boca seca al detallar por primera vez a Keana llorar.
Si bien habían compartido varias noches en la intimidad, la ojiverde se sentía
sorprendida de la verdadera naturaleza de la castaña. Ahora podía entender por qué
la chica realmente deseaba que Damon Meder enfrentara un juicio por lo que había
ocurrido.
- Está bien... Denunciaré a Meder, y tú ayudarás a Camila. –
Apuntó.
- Tampoco quiero que lo hagas porque te lo estoy pidiendo así...
Lauren necesitas entender que él es peligroso, ya lo hizo contigo... Quizás qué pase
luego.
- Créeme que entiendo lo que me dices...
...
Camila volvió a sentarse en el piso frío de la cerámica del baño
mientras sentía aún su esófago arder debido a los vómitos que había tenido durante
la tarde. Lo único que deseaba era tomar una ducha fría y conseguir dormir.
Sin embargo la fatiga de su cuerpo le impedía moverse del lugar, e
incluso podía sentir cómo su cuerpo estaba ardiendo debido a la fiebre que había
comenzado a notar desde la noche anterior.
Sintiendo nuevamente las náuseas la morena se arrastró hasta el
wáter donde nuevamente su estómago se vació de forma brusca y dolorosa. Las
lágrimas rodaron por sus mejillas mientras su visión se comenzaba a nublar.
- No... ¿Dónde están? – Susurró incomprensiblemente.
Había llegado al punto de comenzar a tener algunas visiones antiguas
de cuando trabajaba en Uganda. Y aunque sabía que su mente estaba jugando con
ella debido a la fiebre, Camila sonrió recordando el día que por primera vez había
visto a los elefantes caminando cerca de Mbarara.
- ¿Dónde van? – Susurró otra vez.
Sin saber en qué momento su cuerpo colapsó y se desmayó allí
mismo.
Fueron los fuertes brazos de Lauren sacudiéndole que le devolvieron a
la realidad, lo único que pudo notar fue el pánico en el rostro de la ojiverde.
- ¡Camila! Estás hirviendo en fiebre... – Dijo asustada la
cirujana.
- Los elefantes... - Susurró.
- ¿Qué?.... Oh mi amor, necesito llevarte a urgencias.
- No... No...
No pudo negarse más porque rápidamente Lauren ya le tenía entre
brazos y sin saber muy bien cómo la cirujana logró abrir la puerta del piso y llamar el
elevador del edificio.
- No te duermas. – Pidió Lauren.
- Lauren...
- Aquí estoy. – Susurró.
Sonrió levemente mientras se acurrucaba contra el cuerpo de la
ojiverde, quien pidiendo ayuda a un hombre que estaba por salir del aparcamiento
logró subir a la pediatra a la camioneta y así dirigirse hasta el Miami Mercy.
- Todo estará bien cariño, vamos a cuidar de ti. – Le habló
Lauren mientras mantenía su atención en la autopista.
- No me dejes. – Murmuró para luego llorar en silencio.
- No lo haré cariño... Sabíamos que los primeros días de la
radioterapia serían así, pero todo irá mejor...

---
Mañana cap.

Gracias por todo!


Capítulo 35.

- Aquí está lo que me has pedido. – Dijo Clara sonriendo.


Sus ojos esmeraldas detallaron el elefante de peluche que su madre le
extendía con ambas manos haciendo casi de forma automática que una amplia
sonrisa se dibujara en su rostro al saber que podría darle un pequeño detalle a su
novia luego de pasar un mal rato por los efectos secundarios de la radioterapia.
- ¿Cómo está Camila? – Preguntó con real interés Clara.
- Mejor, nos podremos ir luego de que le pase toda la solución
salina y los medicamentos para evitar los vómitos. – Murmuró Lauren bostezando
levemente.
- Te ves agotada...
- Lo estoy, pero prometí cuidar de ella. – Sonrió levemente.
- Sólo espero que todo salga bien.
Lauren detalló el rostro de su madre. Admiraba encontrar algunas
arrugas en los bordes de los ojos de la mujer, recuerdos de que los años habían
pasado y que aquella mujer seguía siendo la fuerte madre que había conseguido
sobrellevar la muerte de uno de sus hijos y un divorcio por el bien de sus hijas.
- Me llevaré a Camila para que estos días al menos Sam esté
con ella. – Apuntó la ojiverde.
- Me parece bien, les iré a visitar alguno de estos días.
- A ella le gustan los donuts de frambuesa.
Una pequeña risa escapó de la boca de Lauren observando cómo Clara
negaba con la cabeza al mismo tiempo que Sinu conversaba de forma preocupada con
Alejandro un poco apartados de ellas.
- ¿Por qué Camila no quiere quedarse con sus padres? –
Preguntó curiosa la mujer.
- Ella es muy independiente, sólo es recordar que pasó los
últimos 3 años fuera del país ayudando de una forma maravillosa a todos aquellos
pequeños en Uganda. – Murmuró Lauren. – Su madre le ahoga un poco, pero les
quiere mucho.
Ambas se mantuvieron en silencio viendo cómo finalmente Alejandro
abrazaba de forma conciliadora a Sinu quien parecía bastante preocupada.
La ojiverde se sintió algo incómoda al imaginar que quizás los padres
de su novia pensaran que de forma egoísta ella no quería que Camila estuviera con
ellos. Sin embargo ambas ya habían hablado sobre aquello y la pediatra se había
mostrado implacable en su decisión de quedarse ésta vez junto a Lauren en su casa
cerca de la playa y un poco alejada de la ciudad.
- Cuando Camila termine la radioterapia me la llevaré de viaje.
– Dijo mirando a su madre.
- ¿Dónde? – Enarcó las cejas con curiosidad.
- Cuba.
- Pero si tú no sabes hablar español... - Acusó.
- ¡Estoy aprendiendo!... Bueno... Hace unas semanas tiré los
textos de estudios a la papelera, pero puedo comprar unos nuevos.
Se encogió de hombros mientras su madre le acariciaba de una forma
cariñosa una de sus mejillas para luego pellizcarle.
- Me encanta verte así... Feliz. – Murmuró la mujer de cabellos
castaños.
- Nunca pensé que podría sentirme así aún en una situación tan
difícil... El cáncer de Camila... Me trae tantos recuerdos.
Una gran cantidad de imágenes de su niñez junto a Chris se agolparon
en su mente haciéndole sonreír nostálgicamente.

Era increíble cómo ahora los recuerdos no eran tan amargos como hacía algunos
meses atrás. No sabía si todo aquello podría otorgárselo sólo a que había conocido a
Camila y entablado una relación con ella, pero muy en el fondo Lauren estaba
dejando que todo aquel rencor, frustración y dolor se fuera diluyendo a base de
dejarse sentir sus sentimientos, comenzar a tener nuevos sueños, y compartir día a
día con aquella maravillosa chica que era la pediatra.
- Si es a ella a quien quieres a tu lado sólo necesitarás mucha
paciencia, amor y fuerzas hija... Las relaciones no sólo se basan en el amor. – Le dijo
su madre.
Afirmó en silencio observando cómo el rostro de su madre se
mantenía sereno pese al lugar donde estaban, sabía que su madre se sentía
incómoda en los hospitales.
Cuando Lauren le había mencionado a Clara que deseaba entrar a la
facultad de medicina su madre en primer instante pensó que era una broma de mal
gusto, sin embargo tras varias conversaciones la mujer pudo entender finalmente que
su hija mayor realmente deseaba estudiar medicina y hacerse cirujana, fue difícil de
asimilar al ver a su hija volver al ambiente donde ella había trabajado tantos años
como enfermera hasta lo que ocurrió con su hijo.
- Extraño a Chris. – Murmuró la ojiverde.
- Yo también... Siempre.
...
- Mi padre te ha invitado a cenar cuando ya te sientas mejor. –
Murmuró Shawn mientras miraba a Camila desde los pies de la camilla.
- Sería genial verle. – Sonrió.
La morena detallando la amplia sonrisa característica del pelinegro se
preguntó fugazmente si Lauren estaría fuera del box de urgencia comiéndose la
cabeza frente a la ya usual manera sorpresiva de aparecer de Shawn.
- ¿Qué piensas si cuando termines el tratamiento y te den el
alta te devuelves con nosotros a Uganda? – Resonó la voz del chico.
Camila enarcó las cejas rápidamente al verse enfrentada a una
proposición tan inesperada y abrupta. Su menté pareció dar vueltas frente al sólo
hecho de que ella hacía sólo hacía cuatro meses que había vuelto a Miami con la
absoluta certeza de que esta vez se quedaría de forma permanente en la ciudad.
- Ya sabes que he decidido asentarme aquí. – Murmuró la
morena.
- Pero quizás ahora luego de todo esto quieras volver... No
puedes negar que te gusta el trabajo que hacemos allá. – Insistió Shawn.
Y claro que le gustaba, por aquella misma razón había aceptado ir la
primera vez y luego quedarse finalmente por tres años. Tres años que se centraron
en su arduo trabajo, el cual le apasionaba y le traía tantas satisfacciones que le
hacían olvidar que estaba dejando drásticamente a un lado su vida personal, y es que
claramente en Uganda no podía siquiera pensar en disfrutar una relación con alguna
chica del lugar frente a la fuerte homofobia del lugar que incluía dura penas legales
frente a un acto tan simple como besar a alguien del mismo sexo en público.
- Tú mismo sabes por qué he vuelto aquí Shawn. Ya es tiempo
que ahora vea por mi vida personal, no tengo veinte años... - Apuntó intentando no
comenzar una discusión con su amigo.
- Pero...
- Shawn no... Mira, no voy a discutir contigo esto. Menos hoy,
estoy exhausta. – Susurró.
- Lo siento.
Camila percibió la amarga expresión en el rostro del pelinegro quien
comenzó a jugar con sus manos como siempre lo hacía cuando no sabía qué más
decir. Y es que le conocía tan bien que la pediatra había pasado días intentando
encontrar una forma en que Shawn entendiera finalmente que ella nunca podría
corresponder los sentimientos amorosos de él.

- ¿No has pensado en quedarte en Miami? – Preguntó curiosa Camila.


- No realmente, sabes que amo mi trabajo allá y... Si vuelvo
aquí mi padre querrá que trabaje día y noche como lo hacía él a mi edad.
- Tu padre no es un mal hombre... - Defendió.
- Claro no, es sólo que no quiero convertirme en él.
El chico alto frunció el ceño mientras se acercaba a Camila para tomar
una de sus manos y acariciar lentamente el dorso.
- Quizás si te quedas aquí en Miami puedas conocer a alguien...
- Dijo Camila.
Shawn soltó rápidamente la mano de la morena haciendo que el
brusco gesto asustara a la morena quien le miró de forma molesta.
- Ya hemos hablado de ésto... - Apuntó el pelinegro.
- Shawn ya no somos los mismos chicos que entramos a la
facultad hace ya tantos años...
- No me salgas con lo mismo de siempre, no me digas que
conoceré a una chica que me merezca y toda aquella mierda. – Resonó la voz de
Shawn.
Sintiendo su boca seca Camila miró de forma seria a su amigo quien
luego negó con la cabeza en silencio para dejarle un pequeño beso en la mejilla.
- Te estaré hablando para que me avises cuando desees visitar
a mi padre...
- Cuídate. – Se despidió Camila.
Detallando cómo Shawn se alejaba un poco de donde estaba ella
ambos se observaron en silencio.
- Yo sí te merezco Camila. – Dijo finalmente.
...
Lauren observó cómo la luz de la luna se plasmaba en el rostro de
Camila mientras ésta seguía disfrutando de las tímidas olas del mar en sus pies.
- ¿Realmente te ha gustado el peluche de elefante? – Susurró
sonriendo levemente.
- Sí...
- Luego me contarás por qué estabas teniendo alucinaciones con
elefantes. – Le dijo envolviéndola protectoramente entre sus brazos.
Sintiendo cómo la morena le dejaba un delicado beso en los labios la
ojiverde se mantuvo en silencio agradeciendo que por aquellos días su novia se
hubiera sentido mejor.
- ¿Podrás acompañarme mañana a la radioterapia? – Murmuró
Camila.
- No... Tengo un par de cirugías a primera hora. – Hizo una
mueca.
Notando el triste rostro de la más baja Lauren intentó no sentirse mal
por no tener todo el tiempo necesario para estar con Camila y poder cuidarle, pero
ella tenía un trabajo y responsabilidades de las cuales no podía desligarse tan
fácilmente.
- Lo siento... - Susurró.
Camila se mantuvo en silencio abrazada contra el cuerpo de la más
alta mientras el suave sonido del oleaje del mar se mezclaba con la frescura de la
brisa marina.
- De verdad que me encantaría estar ahí contigo. – Repitió
Lauren.
Un leve sollozó escapó de la boca de Camila haciendo que a la ojiverde
le temblaran las piernas frente a las lágrimas que rodaban por las mejillas de la más
baja.
- Cariño... - Susurró rodeando con sus brazos de forma más
fuerte a Camila.
Acunando con un dulce y calmado movimiento Lauren se mantuvo con
la morena entre sus brazos. Apretó la mandíbula frente a las emociones que
envolvieron su propio corazón.
- ¿Qué pasa? Habla conmigo. – Pidió la cirujana.
- Nada... Sólo estoy exhausta... - Murmuró.
Pero Lauren sabía que había algo más. Hacía algunos días que Camila
había estado más esquiva de lo normal, y ella ya comenzaba a sentirse inquieta
frente a lo desanimada que parecía la morena, sin embargo nada había querido
decirle para no agobiarla, pese a todo su novia seguía siendo una persona que estaba
en la difícil situación de enfrentar un cáncer, una cirugía y la radioterapia.
- Dinah ha dejado a Will. – Dijo Camila.
- Oh...
- Lauren... Ella está embarazada. – Sollozó.
- Pero...
- Está embarazada de Nathan.
Abrió su boca sin saber qué decir frente a la noticia pero lo único que
pudo hacer fue abrazar más fuertemente contra su cuerpo a Camila quien seguía
llorando.
- Es tan injusto... Ellos... Ellos sin siquiera buscarlo... Que van a tener
un hijo. – Dijo con dolor. – Y yo... Y yo ni siquiera sé si podré tenerlos algún día.

---
Gracias por todo vuestro cariño y apoyo. Gracias como siempre.
Capítulo 36.

El puntero del reloj en la pared avanzaba tan lento que Camila se


preguntó cuánto tiempo más soportaría esperar para entrar a su sesión de
radioterapia de aquel día.
Y es que había pasado una noche horrible llorando de forma
desconsolada entre los brazos de Lauren quien intentó de todo para poder calmarle.
Sin embargo, fue muy cerca del amanecer cuando ella finalmente abandonó las
lágrimas para quedarse acurrucada contra el cuerpo de una exhausta ojiverde.
Ahora se sentía culpable de que su novia hubiera comenzado el día sin
las horas necesarias de sueño, además de verle preocupada y triste cuando se
despidieron a la entrada de la clínica, ella en dirección del ala de oncología y Lauren
en dirección a la planta de cirugía.
- Camila... - Llamó su atención Allyson Brooke.
- Buenos días Ally. – Sonrió levemente.
- ¿Cómo estás?
Si tuviera que recordar cuántas veces había oído aquella pregunta
desde que le habían diagnosticado cáncer Camila podría decir que ya estaba
desesperada de tener que responder aquello.
- Me siento furiosa. – Dijo amargamente.
El sereno rostro de Allyson le hizo sentirse aún más incomprendida
frente a las palabras que habían salido de su boca.
- ¿Por qué? – Pregunto lentamente la oncóloga.
- Porque... Porque la vida está siendo injusta conmigo, porque
no tengo ni siquiera treinta años y ya tengo que superar un cáncer... Porque... Porque
otros tienen lo que yo deseo sin siquiera buscarlo... - Dijo casi ahogándose con sus
palabras.
La más baja se mantuvo mirándole en silencio mientras Camila intentó
no llorar, sus emociones parecían haber perdido el orden, y la mirada ahora
comprensiva de Allyson pareció hacerle entender que podía seguir hablando.
- Yo... Nunca he sido una mala persona... Siempre ayudé a los
demás, me gusta disfrutar mi vida y ser parte de las vidas de a quienes quiero a mi
lado... ¿Por qué algo así tuvo que pasarme? Me siento abrumada con el simple hecho
de que ni siquiera puedo saber qué pasará luego del primer ciclo de radioterapia.
- Pues volveremos hacer todos los estudios y si está todo en
orden te daremos el alta y podrás seguir con una vida normal, claramente con
algunos medicamentos para evitar que el cáncer vuelva y un seguimiento estricto,
pero te lo repito, podrás tener una vida totalmente normal Camila. – Le dijo Allyson.
- No es justo...
- La vida muchas veces no lo es... Lo justo es que tú te des a ti
las oportunidades para cambiar todas aquellas circunstancias. – Apuntó.
...
Cuando Lauren entró en la casa para sacarse los zapatos y caminar
por el salón sus ojos esmeraldas se encontraron con la imagen de Camila durmiendo
en el sofá y Sam mirándole recostado sobre el suelo de madera del lugar.
- ¿No hay saludo efusivo para mi hoy? – Le dijo al perro.
Sam se acercó lentamente y silenciosamente hasta la ojiverde para
luego comenzar a mover la cola esperando por las caricias de la cirujana.
- Veo que le has cuidado muy bien. – Susurró detallando lo
tranquilo que se había quedado Sam cuando ella había comenzado a acariciarle las
orejas.
El perro rápidamente abandonó el lugar saliendo por la puerta que
daba hacia el jardín dejando a la cirujana preguntándose lo realmente inteligente que
era el animal.

Detallando cómo Camila seguía con toda la ropa, incluyendo los tacones. Lauren se
acercó para comenzar a quitarle los aretes que se enredaban en el cabello de la
morena. Luego metódicamente le sacó los tacones a la chica de forma lenta para no
despertarla y finalmente la arropó con una pequeña manta que había en el lugar.
En todos aquellos minutos la morena siguió durmiendo plácidamente
haciendo sonreír a la ojiverde quien se sentó a un lado del sofá para acariciar
delicadamente el rostro de la chica que hacía agolpar fuertemente su corazón.
- No sabes cuán feliz soy a tu lado... - Susurró dejándole un
beso en la frente.
Percibiendo que Camila se removía en su lugar Lauren pudo detallar
cómo perezosamente la morena despertaba para dirigirle una pequeña sonrisa.
- Hueles a café con vainilla... – Apuntó Camila con un hilo de
voz.
- ¿Sí? – Ladeó la cabeza.
- Sí cariño... Te he extrañado hoy.
- Sam te ha acompañado.
- Es tan cariñoso como tú. – Sonrió.
Lauren dejó escapar una pequeña risa para luego fundirse en un lento
beso con Camila. Sintiendo cómo sus labios se entrelazaban la ojiverde no esperó
mucho para hundir su lengua en la boca de la morena. El ritmo se hizo más rápido
haciéndole llevar sus manos a la cintura de Camila y ésta rodear sus brazos en los
hombros de la más alta.
- Me encantas Lauren... - Dijo Camila rompiendo el beso.
- A mí también me encantas.
- Nunca podrías entender lo que significa que estés conmigo en
éste momento de mi vida... Iluminas mis días. – Murmuró enmarcando el rostro de la
ojiverde con sus manos.
Emocionada frente a las sinceras palabras de su novia Lauren intentó
controlar las lágrimas que se habían agolpado en sus ojos.
- No podría haber encontrado a alguien mejor... - Susurró
Camila acariciando con un dedo los rasgos del rostro de la cirujana.
- Me vas hacer llorar... - Confesó.
Camila apoyó su frente contra la de ella dejándolas en un cómodo
abrazo que hizo calmar el corazón de Lauren, quien desde que había recibido la
noticia de que su novia tenía cáncer de mama había estado con todas sus atenciones
enfocadas en la salud de la morena. Ahora, por un día, agradecía estar abrazada
contra la pediatra dejándose cuidar entre los brazos de ésta disfrutando la compañía
al final del día.
...
Con sus dedos y de forma delicada Camila acarició con curiosidad un
par de cicatrices redondas de pequeño tamaño que la cirujana tenía cerca de la
cadera derecha. Ella sabía muy bien que aquello era el recuerdo de la donación de
médula ósea que Lauren le había hecho a Chris.
Ahora que el amanecer estaba por terminar y la ojiverde se mantenía
en un profundo sueño Camila se removió contra el cuerpo de la más alta para
comenzar a dejarle suaves besos en el rostro a su novia.
- Cariño... Es hora de despertar. – Susurró contra el oído
derecho de la más alta.
Sintiendo cómo Lauren luchaba contra la pereza, sus ojos marrones se
mantuvieron detallando el sereno rostro de su novia.
- Buenos días guapa. – Saludó la ojiverde con voz ronca.
- Hola cariño... ¿Hoy tienes cirugías en el Miami Mercy, no?

- Sí... Por el mediodía debería estar ya libre, lo que es bueno porque es viernes.

- ¿Estarás aquí para el almuerzo?


- Lo estaré. – Sonrió.
- Que bueno, porque ayer me ha llamado Taylor y vendrá de
visita junto a Mike. – Anunció.
- Mira tú... Les has invitado a una casa que no es tuya. – Sonrió
de forma divertida.
- Oh Lauren... Quizás no debí... Yo... – Dijo nerviosamente.
- Cariño, claro que puedes invitarle... Cuando tú quieras. Y a
quien tú quieras, a tus padres, a tus amigas...
Dejándole un largo beso en los labios a su novia Camila abandonó la
cama para hacer el desayuno antes que la cirujana tuviera que salir de casa. Y es que
adoraba, que al menos de aquel modo, lograba encontrar las fuerzas para levantarse
y continuar con sus días. Extrañaba su trabajo, pero prefería no comerse la cabeza
intentando mantener la calma y saber que pronto volvería a éste.
- Cuando salga de quirófano te llamaré para saber si falta algo
para el almuerzo. – Dijo Lauren entrando a la cocina.
- Vale.
Con una pequeña sonrisa la más baja detalló cómo su novia se llevaba
a la boca una tostada con mermelada de frambuesa mientras en la otra mano
sostenía su taza de espresso.
- ¿Por qué decidiste ser cirujana? – Preguntó con curiosidad.
La ojiverde pareció sorprendida por la pregunta y se mantuvo en
silencio hasta que finalmente terminó de comer su tostada.
- Cuando estaba por terminar el instituto tuve que decidir qué
haría con mi vida... Tenía muy presente que el dinero que nos había dejado mi padre
no sería suficiente como para que yo me quedara de brazos cruzados, además mi
madre no deseaba volver a su trabajo y Taylor ya estaba decidida a estudiar medicina
veterinaria... – Explicó calmadamente. – Fue entonces cuando me decidí por estudiar
medicina... No podría mentirte Camila, la primera razón que tuve fue que deseaba ser
mejor que todos los pediatras que erraron en el diagnóstico de mi hermano... Quería
entender por qué se habían equivocado tanto, y por qué finalmente Chris falleció.
Camila se mantuvo en silencio observando cómo los rasgos de Lauren
se habían vuelto rígidos pero sin hacer temblar la voz de la cirujana.
- Cuando logré entrar a la facultad comencé a conocer todo tipo
de personas, compañeros, médicos, cirujanos, especialistas, pediatras... Y por
supuesto fui aprendiendo mucho y cambiando un poco mi visión sobre mis razones de
estar en aquel lugar y haber elegido la medicina como mi profesión
Con curiosidad sus ojos marrones detallaron cómo el rostro de Lauren
se volvía más sereno a medidas que sus palabras seguían saliendo de su boca.
- Finalmente me di cuenta que aquel rencor se fue mitigando
sólo con el hecho de que estudiando y dando lo mejor de mi logré aprender muchas
cosas y a la vez ayudar a varias personas... Conocí la satisfactoria sensación de
entrar a un quirófano y olvidarme de todo por unas horas, y me hice un poco adicta a
ello. – Sonrió de lado. – Cuando hice mi residencia de cirugía en Yale conocí a
Nathan, quien se hizo mi mejor amigo y ahí planeamos que ambos podríamos
concentrarnos en la cirugía plástica.
- ¿Amas lo que haces? – Preguntó curiosa.
- Estoy cómoda con ello, me gusta... Seguramente no es algo
que me apasione como a ti sí lo hace la pediatría. – Confesó. – Pero siempre ayudo a
mis pacientes e intento que se sientan mejores y felices con las cirugías que quieren.
...
Mirando de re ojo Lauren detalló cómo a la distancia y cerca de la
orilla del mar Camila jugaba junto a Mike y Sam quienes corrían de un lado a otro
haciendo reír a la morena.
- Gracias por venir. – Le dijo a Taylor.
La rubia le dirigió una amplia sonrisa mientras se acomodaba en la
toalla de color amarillo en la que estaba recostada bajo la sombrilla de sol.
- Me alegra ver que Camila está un poco mejor. – Comentó la
menor.
- La radioterapia le deja exhausta, pero al menos con los
medicamentos ha logrado controlar los vómitos.
- ¿Cómo lo estás llevando tú? – Enarcó las cejas.
- ¿Yo?
- Sí... Debe ser difícil también para ti... Y no te hagas la fuerte
conmigo. – Le apuntó con un dedo.
Aun escuchando las fuertes risas de su sobrino y de la morena a la
distancia Lauren se acomodó en la toalla de color azul donde estaba recostada y giró
su rostro en dirección a su hermana menor quien le miraba con preocupación.
- Es duro... La he visto bastante mal, ha pasado noche llorando
en que sólo puedo abrazarle para que pueda calmarse... Pero sigue siendo aquella
hermosa chica de la cual me interesé desde el principio... Ella es maravillosa. Vale la
pena soportar todo esto para esperar que todo salga bien. – Dijo sinceramente.
- Te está robando el corazón... - Sonrió.
- Lo importante es que ella decidió dejarme estar a su lado y ambas
somos feliz con ello.
Ambas chicas se mantuvieron en silencio por unos minutos dejando
que el calor del día se plasmara contra sus cuerpos.
De forma intermitente se podían oír los ladridos de Sam nadando
cerca de Mike que intentaba impresionar a Camila, quien se había sentado en la orilla
del mar aún sin quitarse la amplia camisa de algodón blanco que Lauren le había
dejado aquella mañana.
- Ni te imaginas lo que me ha dicho el otro día Mike. – Comentó
Taylor.
- ¿El qué? – Dijo curiosa.
- Me ha preguntado que cuándo tendrá primos... - Enarcó las
cejas. – Y me ha preguntado si tendrán tus ojos verdes.
- ¿Qué le has dicho? – Comentó sonriendo.
- Que no podíamos saber si tendrían los ojos verdes...
Una leve risa escapó de la boca de Lauren negando con la cabeza
mientras Taylor también reía por la situación.
- ¿Y qué le has dicho sobre lo otro?
- Que tendría que preguntártelo a ti. – Entrecerró divertida los
párpados.
- Has criado a un pequeño muy curioso.
- Lauren... No deberías privarte de tener hijos por lo que pasó
con Chris... Mírame, Mike cambió mi vida. – Sonrió. – Y también sería maravilloso si
los decidieras tener junto a Camila, es fácil notar que adora a los niños.
- ¿No es muy rápido para ello? Con ella recién vamos a cumplir
cinco meses de relación...
- No te estoy diciendo que ahora mismo vayan a intentarlo...
Pero al menos prométeme que lo pensarás.
- Ya lo he pensado Taylor... Sólo tendremos que esperar que
todo esto del cáncer sea un tema controlado.
- ¡Oh Dios mío! ¡Lo sabía! – Chilló emocionada. – Serás una
increíble madre, no lo dudes.

---
Gracias como siempre!
Capítulo 37.

- ¡Lauren! – Gritó agitado Nathan entrando por la puerta de la


consulta.
- Pensé que ya no vendrías. – Dijo con algo de malhumor al
notar el retraso del pelirrojo.
- Yo... Yo... - Murmuró.
Detallando las mejillas sonrojadas de su mejor amigo y la falta de
aliento la ojiverde se acercó hasta el chico para mirarlo intentando descifrar qué
pasaba precisamente con el cirujano.
- Estuve hace unos momentos con Dinah... Y... Y ella me ha
dicho que está embarazada. – Tartamudeó Nathan.
Lauren apretó la mandíbula al sentirse algo fuera de lugar al caer en
cuenta que ella había sabido de la noticia antes que el propio pelirrojo. Agradeció
mentalmente haberse mantenido en silencio al sospechar que la ginecóloga aún no
había hablado con Nathan junto a que Camila le suplicara que mantuviera el asunto
sin discutirlo con el cirujano frente a la sospecha que tenían de que Dinah aún no
deseaba hablar de aquello con el pelirrojo.
- Pero ella... ¿No estaba con Will? – Dijo intentando mantener la
calma.
- Le ha dejado hace unas semanas. – Explicó. – Dinah... Dinah
cree que el bebé es mío.
Mirando de forma directa a los ojos marrones de Nathan su mente se
mantuvo en silencio intentando descifrar la expresión del rostro de su mejor amigo.
- ¿Es tuyo? – Murmuró pesadamente la ojiverde.
- Podría serlo... - Dudó.
- Si ella dice que es tuyo no debería estar mintiendo. – Apuntó.
- Sé que no nos cuidamos, pero qué pasaría si...
- ¿Crees que Dinah está intentando cargarte un hijo que piensas
que no es tuyo? – Dijo con enfado.
- ¡No es lo que he dicho! – Murmuró perturbado.
- ¡Es lo que parece! – Respondió de mala forma.
- ¿Por qué estás tan enfadada? Joder es normal que dude un
poco... Al final de cuenta ella estaba con Will también.
Frunció el ceño intentando calmarse frente a la actitud del pelirrojo y a
la vez lograr entender por qué estaba tan enfadada en aquel momento.
- Si Dinah te ha dicho que cree que es tuyo pues no deberías
dudar de su palabra... - Repitió Lauren.
Nathan se pasó ambas manos por el rostro haciendo que un incómodo
silencio se interpusiera entre ambos cirujanos.
- Debería... Pero ya sabes que yo no quiero ser un hombre
casado y con hijos... ¡No es lo que yo quería! – Dijo el pelirrojo.
Lauren no lo soportó más y llevada por sus incontrolables sentimientos
se abalanzó contra Nathan y le golpeó en la mandíbula tan fuerte que dejó al pelirrojo
en el piso quejándose de dolor y ella controlando una mueca en su rostro por el dolor
que ahora sentía en su mano derecha.
- ¡No tienes ni puta idea de nada Nathan! – Gritó enfadada. -
¿Cuándo dejarás de ser un idiota que cree que la vida es sólo para pasársela bien?
Aún con una mano en el rostro Nathan miró perplejo a Lauren quien
ahora había comenzado a dar vueltas por la consulta intentando no seguir gritando.
- Si el bebé resulta ser tuyo tendrás que hacerte responsable...
Lo quieras o no. – Dijo con la mirada perdida en el vacío.
Nathan se levantó del piso aún sin poder quitar sus ojos en dirección
de Lauren quien ahora intentaba controlar su agitada respiración.

- Yo... Yo... - Murmuró perdidamente el pelirrojo.


Dejándose caer en la silla giratoria la ojiverde se llevó una mano al
rostro mientras Nathan imitaba la acción de su mejor amiga.
- Tienes que hacerte responsable Nathan, si el bebé resulta ser
realmente tuyo serás padre y no es algo de lo que puedas desligarte tan fácilmente. –
Dijo Lauren.
El pelirrojo afirmó en silencio haciendo que la cirujana dejara escapar
un fuerte suspiro que llamó la atención de su mejor amigo.
- Camila ha pasado noches llorando porque tiene pesadillas
donde no logra ser madre... Ella lo desea tanto... Tanto... - Murmuró pesadamente. –
Y tú sin siquiera desearlo... Joder... ¡Es tan injusto!
...
Sinu miró de forma absorta el amplio jardín de la casa de Lauren
mientras Sam le olfateaba de forma curiosa.
- Wow, vaya que sí es una casa grande. – Comentó la mujer.
- Lo mejor es que la playa está sólo a unos pasos. – Sonrió
Camila.
La morena dejándose caer en un pequeño sofá que había en el lugar
observó cómo finalmente Sam había terminado su inspección con Sinu llamando la
atención de la mujer con un pequeño gruñido acompañado por el movimiento
energético de su cola.
- Creo que le agrado. – Dijo feliz la mujer de cabellos cortos.
Sonriendo frente a la imagen de su madre acariciando a Sam y la
tenue brisa marina del lugar Camila agradeció que aquella tarde su madre estuviera
ahí.
- Dile a papá que este fin de semana iré con Lauren a cenar a
casa. – Sonrió.
- Pues prepara a tu chica porque tu padre está muy celoso de
ella... - Apuntó.
Dejando escapar una leve risa la morena recordó la última vez en que
había visto a su padre compartir animosamente con Lauren, claramente su madre
decía aquello de forma cariñosa frente a la decisión que Camila había tomado de
finalmente irse a quedar a la casa de Lauren mientras la radioterapia durara.
- Me alegra que a ustedes les guste mi relación con Lauren. –
Comentó.
- Claro que nos gusta... Tú estás feliz, ella lo está, y sobre todas
las cosas, ella se ha quedado junto a ti en quizás el periodo más difícil de tu vida... -
Dijo.
- Lo sé... Pero... Hay algo que me preocupa...
Camila sintió cómo una mueca se instalaba en su rostro a la vez que
era estudiada detenidamente por los ojos de su madre.
- Lauren y yo... Ya sabes... No hemos podido... Desde antes de
la cirugía. – Susurró.
- Oh... - Sinu afirmó en silencio. - ¿Pero no es lo normal? Es
decir, ¿Tu ginecólogo no te ha dicho nada o la oncóloga?
- Sé que técnicamente sí podríamos hacerlo, pero ya sabes...
Por las noches a veces es cuando más exhausta me siento, o no estoy muy de ánimo
para ello.
- ¿Y por qué te preocupa tanto? – Dijo lentamente
- Porque... Porque realmente quisiera compartir todo con
Lauren, sé que ella lo desea pero nunca sobrepasaría los límites que yo misma coloco.
- Hija no porque ahora no puedan tener relaciones sexuales
significa que vuestra relación no está en su mejor momento... Son circunstancias que
van más allá de ustedes.

- ¡Es que estoy furiosa de ni siquiera poder hacer el amor con mi novia!
Levantándose del sofá donde estaba comenzó a caminar lentamente
dando vueltas por el amplio jardín de la casa mientras Sinu se mantenía en silencio
mirando de forma preocupada a su única hija.
- Estoy segura de que ella no te dejará por no poder darle por
ahora eso... Si es lo que te preocupa. – Murmuró la mujer de cabellos cortos.
- A veces pareciera que sólo ella es quien da en la relación... Y
yo... Yo realmente quiero que Lauren me pueda tener en todos los sentidos.
...
- ¿Otro regalo? – Murmuró sin entender Camila.
- Oh... El peluche ya tiene un par de semanas... Me gusta
mimar a mi novia. – Sonrió la más alta.
Observando cómo la morena habría lentamente la caja que le había
llevado aquella tarde luego del trabajo la ojiverde se mantuvo con una sonrisa
intentando animar a su novia para descubrir el regalo.
- Oh Lauren... - Tartamudeó la pediatra.
El momento se mantuvo en silencio mientras Camila con ambas
manos detallaba el vestido largo con diseños florales que le había dejado sin
respiración.
- Seguro te quedará hermoso y así podremos salir a bailar salsa.
– Sonrió la cirujana.
Sin saber muy bien cómo la ojiverde percibió que su novia se abrazó
de forma abrupta contra su pecho y comenzó a sollozar amargamente.
- No llores cariño... ¿No te ha gustado el vestido? No pasa nada,
lo puedo cambiar... - Murmuró confundida.
Apoyando su mentón de forma cariñosa contra los cabellos de Camila
así se mantuvieron por unos segundos hasta que Lauren escuchó llorar más fuerte a
la morena.
- Cariño... ¿Por qué lloras así? – Dijo asustada.
- Porque... Porque me encantaría ser la chica que sale contigo a
bailar, la chica que no tiene problemas para usar un vestido así... Pero no puedo. –
Sollozó fuertemente.
- Camila no...
- ¡No puedo usar un vestido así! No sabiendo cómo luce ahora
mi cuerpo...
Sin saber qué decir Lauren hizo una mueca frente al arrebato de
Camila. Ahora caía en cuenta que había sido una mala idea regalarle un vestido a la
morena, más cuando se encontraba en aquella difícil situación de aceptar lo que había
ocurrido con sus senos.
- Lo que me duele es que me encanta el vestido... Me encanta
como eres conmigo... Me encanta que quieras bailar salsa sólo conmigo. – Murmuró
Camila.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro observando cómo su novia
se limpiaba rápidamente las lágrimas que habían rodado por sus mejillas.
- ¿Qué hubiera pasado si... Si yo no hubiera aceptado aquella
cena contigo? – Sonrió.
- No me hubieras cambiado la vida. – Dijo Lauren decidida.
- Tú también has cambiado la mía... Para mejor, y no tengo
dudas.
La ojiverde sintió cómo Camila le besaba con necesidad y sus piernas
temblaron al sentir las manos de la morena enterrarse en los cabellos de su nuca.
Dejando su mente en blanco intentó no volver a pensar en lo mucho que había
afectado a Camila el simple hecho de tener que imaginarse en un vestido, no podía
dejar que aquello fuera así para siempre.
Pero aún quedaban cosas más importantes por las cuales preocuparse
en aquellos momentos, como la radioterapia y luego el control con la oncóloga.
...
Will le dirigió una tierna sonrisa a la vez que se colgaba el bolso negro
al hombro.
- Prométeme que me llamarás. – Le dijo Camila.
- Claro que lo haré... Te contaré cada día cómo me congelo en
Chicago.
Ambos rieron levemente mientras la pediatra observaba por última
vez las apretadas camisas que dejaban al descubierto el cuerpo musculoso del
moreno.
- Nunca fue mi intención de que las cosas terminaran así... -
Murmuró algo culpable la más baja.
- No tienes la culpa de nada Mila... A todos nos tocan cosas
difíciles de vez en cuando.
- Quizás cuando termine la radioterapia pueda ir a visitarte. –
Apuntó.
- Sería genial... – Sonrió.
Se fundieron en un cálido abrazo que hizo suspirar a Camila al ver
partir a su amigo más cercano en el trabajo y a la vez el chico que había conocido al
comienzo de su residencia de pediatría.
- Lo superaré, ¿Vale?, no te preocupes por mí. – Le dijo el
moreno tocándole con el dedo índice su nariz.
Riendo por las cosquillas del tacto Camila acarició uno de los fuertes
hombros de Will para detallar el triste rostro del pediatra.
- Por cierto, gracias por solucionar el problema que teníamos
con las listas de esperas en cirugía infantil. – Recordó Will.
- Ha sido un gusto colega.
Escuchando el último llamado para el vuelo del moreno ambos se
miraron de forma expectantes a lo cual el moreno acarició por última vez una de las
mejillas de Camila.
- Vencerás el cáncer... Y nunca olvides lo guapa que eres.
- Pero que no me hables así, que me pongo a llorar pensando
que ya no nos veremos. – Hizo un puchero.
- Eres una llorica Camila Cabello.
La morena rodó los ojos para luego abrazar finalmente al alto moreno.

- Hasta ahora guapa. – Se despidió.


- Cuídate Will.

--
Gracias como siempre. Nos leemos el lunes.
Capítulo 38.

3 semanas después.
- Algún día despertarás y todo habrá sido sólo un mal sueño mi
amor...
Luego de susurrar aquellas palabras contra el oído izquierdo de Camila
con sus ojos esmeraldas se mantuvo observando el sereno rostro de su novia quien
aquella tarde de domingo había decidido tomar una pequeña siesta en el sofá del
jardín acompañada por Sam que también estaba en un profundo sueño.
- Vaya par. – Sonrió divertida detallando al Golden retriever
mantener su cabeza apoyada sobre las piernas de Camila.
Jugando con sus pies contra el césped del jardín, y sintiendo la
agradable brisa marina, Lauren extendió una de sus manos para acariciar uno de los
hombros de su novia quien gruñó levemente por el movimiento.
- Despierta hermosa... - Dijo levemente.
Sam fue el primero en abrir perezosamente sus ojos detallando
directamente a Lauren, quien aun acariciando a Camila, le hizo una señal al perro que
rápidamente se levantó de su lugar para dirigirse a los pies de la ojiverde quien con
su mano libre comenzó acariciar la cabeza del cuadrúpedo.
- Me tienes muy abandonada tú... Me has cambiado por Camila.
– Le dijo.
El perro gimoteó bajando sus orejas haciendo reír a la ojiverde
sintiendo el cuerpo de la morena removerse para abrir sus ojos perazosamente.
- Ey tú, hola. – Murmuró Lauren.
- Hola amor. – Susurró la morena.
Lentamente Camila se acomodó para quedar sentada al lado de
Lauren quien rodeó sus hombros con sus brazos haciendo que la pediatra quedara en
la perfecta posición para comenzar a besar repetidamente el rostro de la cirujana.
- Mmm... Dormir te hace demasiado bien. – Picó la más alta.
- Tonta... - Rió.
Se mantuvieron así por unos minutos hasta que los sonoros ladridos
de Sam llamaron la atención de ambas.
- No sé de quién estará realmente celoso. – Murmuró Lauren
aguantando una risa.
Camila sonrió divertida para luego dirigir sus atenciones al perro quien
comenzó a mover la cola energéticamente frente a la pensativa mirada de Lauren.
- Definitivamente me ha cambiado. – Apuntó.
- No seas celosa cariño. – Le dijo Camila.
Rodando los ojos la cirujana se mantuvo disfrutando del agradable
momento a la vez que finalmente Sam se alejaba para tomar algo de agua.
- Debemos conseguirle algo de compañía. - Dijo la pediatra.
- ¿Compañía? – Enarcó las cejas.
- Una perrita, ya sabes...
- Oh... ¿Le vas a conseguir una novia a mi perro? – Entrecerró
los párpados.
- ¡Claro! Le voy a conseguir una novia a nuestro perro. –
Repitió.
Con una amplia sonrisa Lauren miró de re ojo a Camila quien se
acomodó contra su cuerpo mientras ambas comenzaban a disfrutar de los colores del
cielo que les regalaba el atardecer
...
Al salir de la ducha Camila sintió cómo Lauren le envolvía entre sus
brazos haciendo que ella diera un pequeño respingo por el susto.

- Es una lástima que mañana sea lunes y tengamos que pasar algunas horas
sin vernos. – Murmuró pensativa la ojiverde.
- ¿Tienes cirugías?
- Dos...
- ¿Aún no has vuelto a hablar con Nathan? – Enarcó las cejas.
- Sólo hablamos de trabajo.
- Lauren, ustedes deberían...
Sin embargo no logró terminar la frase frente al inesperado beso que
Lauren le dejó en los labios. Rápidamente la más alta apretó más aquellos fuertes
brazos que envolvían su cintura haciendo que el contacto le hiciera temblar contra el
cuerpo de la ojiverde.
Dejando que la lengua de su novia invadiera su boca, y disfrutando de
las amplias caricias que le propinaban las manos de Lauren sobre sus costados,
Camila mordió de forma casi inconsciente el labio inferior de la más alta.
Su cuerpo fue guiado lentamente por la ojiverde quien hizo que sus
piernas chocaran con el borde de cama dejándole sin respiración a la vez que abría
sus párpados de forma rápida detallando ahora cómo Lauren besaba con dedicación
su cuello haciéndole cerrar los párpados pesadamente al sentir la agradable sensación
que bajaba hasta en el punto más sensible de su cuerpo.
- Lauren... - Gimió.
Enredando sus manos en los cabellos de la más alta Camila empujó a
Lauren haciéndole caer a la cama donde la cirujana le dirigió una coqueta sonrisa.
Sin embargo, viéndola así, la morena volvió a reparar en que ahora
sólo una pequeña toalla cubría su cuerpo, y rápidamente llevó sus manos para cubrir
la zona de su pecho.
Se mantuvieron silencio, momento en que la ojiverde pareció entender
qué estaba ocurriendo en la mente de Camila por lo cual apoyándose en ambas
rodillas Lauren intentó quedar a la altura de la morena.
- Camila...
- No... No puedo Lauren. – Tartamudeó.
La más alta intentó abrazar el cuerpo de Camila pero ésta retrocedió
un par de pasos mientras comenzaba a buscar su pijama de aquella noche.
Su mente no paraba de intentar escapar de la imagen de ella misma
en el reflejo del espejo donde se podía ver la cicatriz de la mastectomía y la notoria
diferencia entre sus senos.
- Nunca podría obligarte a nada cariño... Pero en algún
momento tendrás que...
- Lauren, no vamos hablar de ello... No cuando ni siquiera
sabemos si realmente con la radioterapia todo termine bien. – Dijo en tono serio
dejando en claro el fin de la discusión.
...
- ¡Que dije vicryl 4-0 y no 3-0! – Gritó enfadada Lauren mirando
directamente a la instrumentadora quirúrgica quien detrás de la mascarilla le miraba
con pánico.
Con su mano siguió esperando lo que había pedido bajo la confusa
mirada de Nathan quien no se movió siquiera un centímetro de su posición donde
seguía recortando cartílago nasal de aquella rinoplastía.
- Vicryl 4-0 para la Dra. Jauregui, por favor. – Dijo el pelirrojo
intentando calmar el ambiente.
Lauren le dirigió una mirada dura al cirujano el cual desvió sus ojos
marrones de aquellos ojos esmeraldas para seguir con su mirada en el campo
quirúrgico.
Minutos luego de aquel arrebato Lauren se mantuvo sumergida en sus
acciones en la cirugía detallando cómo aquella nariz quedaría tan respingada como la
deseaba la mujer de mediana edad que ahora estaban operando.

- Tijera. – Murmuró pesadamente.


Con Lana Del Rey resonando contra sus tímpanos de forma leve
Lauren mantuvo su mandíbula apretada intentando controlar su temperamento
aquella mañana de día lunes.
Luego de la discusión de la noche anterior Camila había decidido no
dormir en la misma habitación, y al despertar ella hizo café para ambas, pero la
morena nunca apareció en la cocina.
- Megan, ya vamos a terminar. – Le dijo Nathan a la anestesista
quien le afirmó con la cabeza.
Aún en silencio Lauren le dirigió una mirada al cirujano el cual le hizo
un gesto con la mano en señal de que él podía terminar con la última parte del
vendaje y el yeso nasal.
Escribiendo detalladamente el protocolo operatorio la cirujana volvió a
sumergirse en sus pensamientos intentando descifrar cómo podría manejar la
situación que había ocurrido con su novia.
Por supuesto que cada día intentaba entender los cambios de humor
de Camila, después de todo lo que más podía recordar era que su novia estaba
atravesando una situación terriblemente complicada y que por el momento no sabrían
cuándo terminaría.
Tampoco era que necesitara tanto tener sexo con la morena. No podía
negarse que extrañaba conectarse así con Camila, sentir su propia piel contra la
cálida y delicada piel de la chica de ojos marrones, oírla gemir a su oído y sentir con
sus manos cómo los orgasmos sacudían el cuerpo de la mujer que quería entre sus
brazos.
- ¿Lauren? - Dijo la voz interrumpiendo su introspección.
Detallando cómo Nathan le dirigía una mirada de curiosidad se
mantuvo en silencio mientras el cirujano no se movía del lugar.
- ¿Pasa algo? – Volvió a murmurar el chico.
- Nada que te importe a ti. – Espetó.
- ¿Qué? – Dijo enarcando las cejas. – Oh Lauren... Sabes que te
lo pregunto porque me preocupo por ti...
- No quiero hablar contigo Nathan.
Sin dejar que el pelirrojo respondiera rápidamente se levantó de la
silla giratoria donde se encontraba para salir pesadamente hacia los vestuarios de la
zona quirúrgica. Su mente era un huracán, y su corazón se sentía perdido, lo último
que quería era mirar a su mejor amigo y recordar el motivo de la pelea que habían
tenido.
...
Camila volvió a leer por tercera vez aquellos documentos donde el
hospital en donde trabajaba se disculpaba por la falta de documentación anterior para
activar su seguro médico cuando ella lo había solicitado. En aquellas mismas palabras
se detallaba que debido a las molestias ocasionadas el seguro médico se ampliaría
más de lo común y se dejaría a total disposición de la pediatra la posibilidad de pedir
legalmente algún tipo de indemnización.
Pero dentro de todo aquello lo que más le sorprendía era que en
aquella misma oficina se encontrara Keana Issartel hablando con uno de los directivos
del hospital. Sus piernas aún temblaban bajo la sorpresa que se había llevado al
encontrarse con la castaña aquella mañana de lunes.
- ¿Alguna duda Dra. Cabello? – Murmuró el hombre de barba.
- Yo... No...
- No se preocupe, con su abogada ya hablamos todos los
detalles.
¿Su abogada? ¿Keana Issartel? ¿Qué significaba todo aquello?
Mirando de forma sorpresiva en dirección de Keana sus manos se
apretaron contra el folio que sostenía mientras la abogada le sonreía casi con una
sinceridad tan real que Camila sintió que sus mejillas estaban sonrojadas.
Que Keana Issartel estuviera allí no era ninguna coincidencia. Ni
siquiera en el más alocado de los escenarios sería posible que una abogada retirada
de su profesión estuviera allí ayudándole de forma desinteresada. Claramente Lauren
tenía que haber hablado con la castaña, pero Camila estaba segura que ella no había
compartido con su novia nada sobre la situación de su seguro médico.
¿Cómo era posible que la ojiverde estuviera al tanto?
Y finalmente, ¿Cómo Lauren se había atrevido a pensar que era una
buena idea pedirle ayuda a Keana?
Oh, aquella mujer era hermosa, y aquel vestido hacía notar las curvas
de su cuerpo, que si bien no eran exageradas, eran agradables bajo los ojos de
cualquier persona... Era lógico que en algún momento Lauren hubiera deseado tener
entre sus brazos a Keana.
Sin saber cómo Camila evitó que las lágrimas se agolparan en sus ojos
a la vez que tomaba asiento al lado del hombre de barba para mantenerse en silencio
durante lo que siguió de la reunión.
Ni siquiera podía identificar realmente cómo se sentía con todo
aquello.

---
Gracias por leer!
Capítulo 39.

Lauren tomó el último sorbo de su espresso mientras observaba por la


ventana cómo el cielo estaba cubierto de nubes y unas palmeras a la distancia se
movían debido al fuerte viento que había en aquel momento.
Sam se encontraba adormilado cerca de la puerta de la casa, y la
ojiverde volvió a detallar la hora en su móvil intentando entender por qué Camila no
atendía ninguna de sus llamadas.
Suspiró fuertemente a la vez que terminaba de limpiar la taza que
había utilizado, momentos después escuchó un par de ladridos por parte del perro,
señal clara que su novia había llegado.
- ¿Estás bien? No me has cogido ninguna llamada... Estaba
preocupada. – Le dijo.
Su ceño se frunció fuertemente al notar cómo Camila no le había
respondido, sin siquiera mirarle.
- ¿Camila? – Apretó la mandíbula.
La morena finalmente le miró por unos segundos para luego sacarse
los tacones y comenzar a caminar en dirección de la escalera hacia la segunda planta.
- ¿Así vamos a estar? ¿Sin hablar? – Le dijo alzando un poco la
voz.
Sam gruñó nervioso sin seguir a Camila mientras Lauren se giraba
para hacerle una seña al perro quien agachó la cabeza y salió corriendo en dirección
del jardín.
Respirando lentamente, intentando decidir si debía ir atrás de la
morena, Lauren se llevó ambas manos al rostro para luego subir lentamente hasta la
habitación.
- ¿Acaso me has visto la cara de estúpida? – Chilló Camila.
- ¿Qué? – Dijo confundida.
- Que si me has visto la cara de idiota, como para no contarme
que contrataste a Keana Issartel para solucionar el problema con mi seguro médico...
- Espetó enfadada.
Entreabriendo la boca sin saber muy bien qué decir Lauren intentó no
moverse de dónde estaba al ver cómo Camila se cruzaba de brazos contra su pecho.
- Venga Lauren, dime la verdad, ¿Te has estado viendo con
aquella mujer? Ahora que tu novia no puede darte todo lo que quieres... - Dijo dolida.
- ¡No te atrevas a decir algo así! – Respondió rápidamente. – No
me he estado viendo con Keana... Yo sólo le pedí que te ayudara con el asunto de tu
seguro médico porque era lo correcto de hacer.
- ¡¿A mis espaldas?! – Gritó enfadada.
Lauren observó el colérico rostro de Camila quien comenzó a dar
vueltas por la habitación hasta quedar cerca de la ventana que ahora estaba cerrada
debido al fuerte viento de aquel día.
- ¡Cómo has podido Lauren! Siempre he creído que no te gustan
las mentiras y que...
- ¡¿Qué no me gustan las mentiras!?... ¿Sabes en qué se basan
las mentiras? En la falta de confianza...
- ¿Y cuándo yo te he demostrado desconfianza? – Interrumpió
abrumada Camila.
- ¡Cuando has decido no contarme las cosas!... Ni siquiera me
has preguntado cómo supe lo del seguro...
Camila se mantuvo en silencio mordiéndose los labios mientras Lauren
volvía a pasarse ambas manos por el rostro intentando calmarse y no volver a gritarle
a la morena.
- ¿Cómo lo has sabido? – Dijo la pediatra con un hilo de voz.
- Shawn... - Murmuró pesadamente.

Ni el fuerte sonido del viento golpeando contra la ventana llamó la atención de ambas
mientras intercambiaban intensas miradas.
- ¿Shawn? – Dijo confundida Camila.
- Sí... A tu amiguito le gusta bastante contarme detalles tuyos.
Apretando sus manos, hasta dejar sus nudillos blancos por la falta de
circulación, Lauren notó cómo Camila comenzaba a negar con la cabeza.
- No, Shawn no es así... - Afirmó la morena.
- Lo creas o no él me ha contado lo del seguro y lo del...
Se quiso morder la lengua luego de casi completar la frase mientras su
novia con aquellos ojos marrones le miró interrogativamente hasta acercarse
lentamente hasta ella.
- ¿Lo del...? – Murmuró Camila.
- Nada... Olvídalo.
- ¿Lo del qué? ¡Lauren! – Entreabrió los párpados.
- ¡Que lo dejes! ¡No es mi culpa que Shawn le encante
comentarme de tus cosas!
- ¿Qué te ha dicho qué? – Insistió la morena.
Lauren desvió sus ojos esmeraldas del rígido rostro de Camila para
luego soltar un fuerte suspiro.
- Lo del bullying... Cuando ibas en el instituto.
El silencio que se instaló entre ambas hizo que Lauren detallara cómo
las lágrimas de Camila comenzaron a rodar por sus mejillas tan fuertes como un río
con cauce feroz. Su pecho se apretó frente a la dolida imagen de su novia quien se
tapó el rostro con ambas manos mientras se alejaba en dirección de la ventana.
- Camila... - Intentó llamarle.
Sin embargo cuando con una mano tocó el hombro de la más baja
ésta se alejó nuevamente haciendo que su boca se secara.
- No tenías que hablar de aquellas cosas con él... - Murmuró
casi ahogándose Camila. – No voy a permitir remover todo aquello... No ahora, no
con cómo luce mi cuerpo y que tú has vuelto hablar con aquella mujer...
- ¡Camila! Deja de pensar que me estoy viendo con ella... -
Suplicó.
- ¿Pues estaría bien que lo hicieras, sabes?
Mirando de forma incrédula a Camila sus ojos esmeraldas se
comenzaron a agolpar de lágrimas mientras sus manos temblaban de forma nerviosa.
- ¿Qué... Qué estás queriendo decir? – Murmuró torpemente.
- Mírame Lauren... - Dijo abriendo sus brazos. – Mírame y dime
qué se supone que haces con una chica que tiene casi 30 años y está en un
tratamiento con radioterapia... ¿Qué haces con la chica de la cual se burlaban en el
instituto?... Podrías tener a cualquier mujer, ninguna dudaría en caer en tus brazos...
Tú...
- ¡Detente! – Gritó apuntándola con un dedo. – No quiero oírte
más decir aquellas cosas... ¡Tu falta de autoestima es la que te está matando Camila,
no el cáncer!
Luego de aquel alto grito Lauren sintió su rostro volverse más pálido
de lo normal detallando cómo la morena le miraba con el rostro petrificado.
...
Camila detalló el pequeño bulto que se había formado en la parte baja
del vientre de Dinah, mientras ésta se despedía con un beso de Nathan quien iba
camino al supermercado más cercano del lugar para satisfacer el antojo de helado de
chocolate con almendras que la ginecóloga tenía aquel día.

Cómo cambiaban las cosas... Parecía mentira que luego de algunos días Nathan
finalmente comenzara a afrontar la idea de ser padre y Dinah encantarse con ello.
Lejos quedaba aquel pelirrojo que había entrado en pánico al verse con un futuro hijo.

- ¿No crees que ya ha sido suficiente tiempo? – Apuntó Dinah


mientras se sentaba al lado de Camila.
- ¿Qué? – Dijo confundida.
- Que has dejado que pasen dos semanas... ¿Por qué no hablas
con Lauren?
Un fuerte suspiro escapó de su boca a la vez que con una de sus
manos jugaba con las puntas de su cabello. Dinah se mantuvo en silencio
inspeccionando su rostro.
- Porque no sé si quiera verle... Después de lo que dijo...
- Mila... ¿No crees que ella se siente tan desesperada como
tú?... ¿Te gustaría que alguien, quien tú no conoces, te comenzara a contar detalles
del pasado de Lauren? Tal como lo hizo Shawn con ella...
- No sé si aquello sea el problema...
- Es parte del problema. – Apuntó Dinah. – Mira, ni siquiera has
hablado con Shawn para aclarar todo aquello...
La morena frunció el ceño recordando que el pelinegro había tenido
que viajar junto a su padre a Boston por aquellos días por lo cual había sido casi
imposible hablar el tema con Shawn.
- Lo haré... - Aclaró Camila. – Sin embargo, te repito, aquello no
es el problema... Puede que simplemente yo sea el problema... Mi desconfianza, mi
autoestima, el cáncer, la radioterapia... Lauren no merece nada de ello.
- ¿Cuándo vas entender que ella ha elegido pasar por todo
aquello junto a ti? Porque a ella le importa más el amor que pueden compartir que las
interminables cosas que tendrán que enfrentar... Camila... Estás ciega si no lo ves,
Lauren podría luchar contra el mundo si se lo pidieras, pero no podría luchar contra ti
si tú la pones en aquella situación.
Se quedó con la mente en blanco frente a las palabras que habían
salido de la boca de su amiga para luego recordar la increíble sensación de estar
abrazada contra Lauren mirando en dirección al mar.
- No le dejes otra vez... Has encontrado a una persona
hermosa, Lauren tiene un corazón tan noble que me ha dejado sin palabras luego de
conocerle mejor, tal como tú misma lo hablaste un día... Deja que junto a ella puedas
sanar todas aquellas heridas viejas, y arreglar lo que se tenga que arreglar. – Dinah
le sonrió levemente.
Las lágrimas rodaron silenciosamente por sus mejillas mientras la más
alta le abrazaba para así intentar calmar su agitado corazón.
- Y Mila... Si Lauren se ha mostrado así, es por ti... Si ella es
así, es porque contigo se siente capaz de demostrar todo aquel amor que puede
surgir de su corazón.
Una tímida sonrisa se dibujó en su rostro al rememorar la primera vez
que había visto aquellos ojos color esmeralda hacía ya seis meses atrás.
- Deja de llorar o me harás llorar a mí, las hormonas me tienen
fatal. – Murmuró Dinah.
Camila dejó escapar una pequeña risa para luego dejarle un pequeño
beso en la mejilla a Dinah quien rió frente al gesto.
- ¿Normani te hará la segunda ecografía? – Preguntó con interés
cambiando de tema.
- Sí... Ya sabes que de primer momento no se tomó muy bien lo
del embarazo, pero ahora está como loca por el bebé, ya sabes cómo es... - Apuntó.
– Nathan me ha pedido poder ir conmigo para saber si es una niña o un niño.
Detallando cómo la ginecóloga se llevaba una de sus manos para
acariciar levemente el pequeño bulto de su vientre Camila volvió a sentir aquel vacío
en su pecho que le hizo pestañear de forma nerviosa.
- Nathan me ha contado sobre su pelea con Lauren... - Comentó
la más alta.
- Hablé con Lauren varias veces para que dejara de estar
enfadada con él... Pero ya sabes cómo es. – Lanzó un suspiro.
Dinah le dirigió una mirada intentando calmarle, ella dejó apoyar su
cabeza contra uno de los almohadones del sofá.
- Cuando pase un tiempo luego de la radioterapia yo misma
estaré encantada de comenzar con tus exámenes para iniciar un tratamiento para
hacerte la inseminación artificial si lo deseas. – Sonrió Dinah.

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Hola, hola, avisando que volveré a actualizar el sábado y será con
maratón, el último maratón.

Gracias por todo.


Capítulo 40.

Último maratón -> 1/4


***

Camila sintió cómo sus cabellos se movían contra el leve viento que
corría por aquel café junto a la costa de Miami.
Aún saboreando su cappuccino con sus ojos marrones detalló la
característica sonrisa en el rostro de Shawn quien hacía unas horas ya se encontraba
en la ciudad y había aceptado aquel café aprovechando que el cielo seguía cubierto
por nubes y que algunas pocas gotas de lluvia ya habían caído en la ciudad.
- ¿Estás segura que no quieres un muffins? Por Dios, está
delicioso. – Habló el pelinegro dándole un último bocado al dulce.
Sólo negó un poco con la cabeza mientras intentaba ordenar su mente
antes de comenzar la conversación que deseaba tener con su amigo.
- Shawn... Necesito hablar contigo. – Rompió el silencio.
El alto chico le miró detenidamente para luego dejar rígido su rostro.
Claramente Shawn sabía de qué iba el asunto, fue aquel mismo gesto que confirmó
todo lo que Lauren le había dicho, su amigo fue quien le comentó todas aquellas
cosas a la cirujana.
- ¿Por qué le has estado contando cosas mías a Lauren a mis
espaldas? – Dijo pesadamente.
- Yo... Yo... ¿De qué estás hablando? – Murmuró nervioso.
- Shawn, por favor... Si me lo niegas créeme que realmente
terminaré muy molesta contigo.
La mueca en el rostro de Shawn sólo hizo más tensa la situación
mientras la pediatra siguió esperando por una respuesta.
- Lo del seguro médico se lo he dicho porque sabía que ella
haría algo y que tú no ibas a objetar... - Explicó.
Entreabriendo los párpados sin creer la total falta de vergüenza por
parte de su amiga Camila respiró hondamente para controlar y no hacer una escena
en el lugar donde estaba.
- Yo nunca he dicho cosas tuyas a tus espaldas con otras
personas... - Apuntó la morena. – Además, ¿Por qué a Lauren? Podrías haberle dicho
a mis padres, a Dinah o a Normani...
Shawn frunció el ceño intentando desviar su atención hacia su taza de
té verde.
- Somos amigos desde hace casi diez años... Sin olvidar que
trabajamos tres años en Uganda aislados de casi todo el resto del mundo... ¿Qué
estás intentando de hacer Shawn? – Dijo intentando no quebrar su voz.
- Yo... - Suspiró fuertemente. – No lo sé Camila... Creo que ya
no lo soporto más... Nunca pensé que encontrarías a alguien tan rápido luego de
volver a Miami.
Camila se detuvo en lo amargo que habían sonado las palabras que
salieron por la boca del pelinegro. Se negaba a creer que su amigo finalmente
cambiara su forma de ser sólo por no dejar ir la idea de que ellos lograran tener algo
más que una amistad.
- Shawn, eres mi amigo... Y ya hemos hablado muchas veces de
esto... - Murmuró.
- Lo sé... Pero Camila, realmente no puedo dejarlo ir...
- Pero es que ahora está comenzando a dañar, a ti, a mí,
nuestra amistad, mi relación con mi novia.
Una de las manos de Shawn golpeó levemente la mesa haciendo
resonar las tazas en su lugar. Camila entreabrió la boca mirándole sorprendida.
- ¿Tu novia? ¿Sabes la fama que tiene tu novia? – Apuntó
Shawn. – Todo el mundo sabe que es una mujeriega, déspota y que ve por su propio
bien...

- ¡Te callas ahora mismo! – Chilló.


Un par de personas que se encontraban en una mesa próxima se
giraron para observar con disgusto la situación, haciendo a Shawn sentirse incómodo
mientras Camila se pasaba una mano por el rostro.
- No le conoces... Y no te permitiré que hables mal de ella...
Mucho menos te permitiré que te interpongas entre ella y yo... - Dijo con un tono
marcado.
Se mantuvieron en silencio mientras las nubes del cielo impidieron un
atardecer con colores violetas y anaranjados, sólo dando paso a tonos cada más
oscuros en el cielo.
- Lauren es increíble... Ella puede tener un carácter fuerte, pero
todo es porque sus sentimientos los tiene guardados en su corazón, dispuesta a
compartirlos con quien se gane su confianza. Claramente durante todos estos meses
ella me ha demostrado todo lo que siente por mí, desde los más pequeños detalles
como sacarme los zapatos cuando me quedo dormida en el sofá hasta prometerme
que se quedaría a mi lado ayudándome a luchar contra el cáncer. – Suspiró
sonriendo. - Cuando despierto y siento sus brazos contra mi cuerpo, sólo puedo
sonreír al sentir que tengo un lugar en el mundo donde puedo sentirme comprendida
y protegida... Cuando escucho su risa es como si pudiera tocar las estrellas sólo con
aquel sonido...
La morena se limpió un par de lágrimas que habían rodado por sus
mejillas debido a la emoción, aun bajo la atenta mirada de Shawn.
- Realmente sé que no soy perfecta, y que debo trabajar en mi
autoestima, más ahora con todo lo que pasó con la mastectomía... Y si no lo hago por
y para mí misma estaré cometiendo el mayor error de mi vida. – Confesó. – No puedo
estar más agradecida de haber encontrado a alguien como Lauren, quien pese a todo
sigue sujetando mi mano cuando más lo necesito. – Sonrió levemente.
...
Cuando su cabeza salió finalmente del mar, llevó sus manos a su
rostro para dispersar un poco las gotas que se habían quedado sobre sus párpados.
Algunos segundos después enfocó con total claridad hacia la luna que se alzaba en lo
alto, como una burla al cielo que durante todo el día había estado cubierto por las
nubes.
Nadando lentamente en dirección de la orilla sus ojos color esmeralda
detallaron cómo la figura de alguien caminaba sobre la arena en su dirección. Una
pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al ver otra vez a Camila después de casi tres
semanas.
Finalmente se mantuvo dentro del mar, el agua le llegaba hasta la
altura de la cintura y ahí se mantuvo apreciando a la chica de ojos marrones bajo la
claridad de la luna. Camila iba sólo con un bikini de color negro.
Jamie Scott – Unbreakable.
She finds it hard to trust someone, she's heard the words cause
they've all been sung.
Sus ojos esmeraldas detallaron cómo su novia entraba al mar
caminando con un paso decidido, mentiría si negara que lo único que deseaba en
aquellos momentos era tener a aquella morena entre sus brazos.
But I can't, I can't stop thinking about you everyday, and you can't,
you can't, you can't listen to what people say.
Camila le sonrió levemente sin quitarle la mirada, el agua llegaba un
poco sobre el ombligo de la más baja y Lauren se mantuvo en silencio.
- Sé que puede ser tarde pero... Necesitaba disculparme. – Dijo
con un hilo de voz. – Si me he tomado tantos días es porque realmente necesitaba
enfrentarme con mi propia autoestima...
Afirmó en silencio observando cómo la morena se debatía entre tomar
una de sus manos. Fue ella quien finalmente entrelazó su mano con la temblorosa
mano de Camila.
- No sabes cuánto me lastima cuando tu autoestima toma el
control de todas tus acciones y palabras... Eres una chica hermosa, y no estoy
hablando sólo de tu físico, lo sabes...
- Y te pido perdón por aquello... Me has demostrado que a pesar
de todo te has quedado a mi lado.
They don't know you baby, don't know that you're amazing... But I'm
here to stay.
Una sincera sonrisa se dibujó en el rostro de Lauren quien extendió su
mano libre para acariciar lentamente los rasgos del rostro de Camila quien dejó
escapar un suave suspiro.
- Yo me quedaré siempre que me lo permitas... Y lucharé
cuando a ti no te queden fuerzas... No sabes lo hermosa que te ves ahora mismo con
la luz de la luna. – Murmuró la ojiverde.
Sin esperar más Camila se abrazó contra Lauren quien sintió cómo la
morena escondía su rostro en el hueco de su cuello. Con sus manos sostuvo los
muslos de la morena haciendo que ésa rodeara su cintura con aquellas torneadas
piernas.
- No vuelvas a irte así, no lo soportaré más. – Susurró Lauren.
- Ya no lo haré... ¿Sabes por qué?
- ¿Por qué?
- Porque buscaré hasta las últimas fuerzas que tenga para
seguir siempre... Y además, tú me haces sentir que puedo con todo...
When you lose your way and the fight is gone, your heart starts to
break, and you need someone around now. Just close your eyes while I put my arms
above you... And make you unbreakable.
Cuando se fundieron en un beso Lauren apretó con fuerza sus brazos
rodeando el delicado cuerpo de Camila. Su corazón se agolpaba con fuerza contra su
pecho. Los segundos se volvieron eternos sintiendo cómo la lengua de su novia
entraba en su boca, la lucha sólo terminó cuando ambas necesitaron respirar.
I won't let you fall down now. I swear I'll find your smile
- Lauren... - Susurró.
Detallando cómo la morena se despegaba de su cuerpo, y con el
tranquilo oleaje del mar, la ojiverde admiró detenidamente el rostro de Camila, para
luego bajar su mirada hacia el cuello, los hombros, el pecho y el plano abdomen.
- Eres hermosa, no me importa repetirlo mil veces más... - Dijo
la cirujana con emoción.
And I need, I need, I need to show her what her heart is for...
Lentamente Camila comenzó a deshacer el nudo alto de la parte
superior de su bikini. Con la luz de la luna sobre su piel, la morena se acercó a Lauren
la cual llevó sus manos hasta los hombros de la más baja que había quedado desnuda
desde la cintura hacia arriba.
- Esto es lo que veo al espejo todos los días... Esta cicatriz y... -
Murmuró Camila.
- Cada cosa hermosa tiene un defecto... Hasta la luna tiene
cráteres... Déjame admirar tu cuerpo, tu piel, tus curvas, tus cicatrices, tu corazón...
todo... por favor.
I can't walk away 'til your heart knows,
That it's beautiful.
Con la punta de su dedo índice derecho Lauren bajó desde el hombro
izquierdo de Camila hasta la zona de la cicatriz oblicua que se extendía por donde
había estado el seno izquierdo de la morena.
- Ésta cicatriz sólo será el valiente recuerdo de que has tenido la
lucha para continuar con tu vida... Nadie, absolutamente nadie te podrá decir lo
contrario. – Dijo Lauren mirándole a los ojos. – Siéntete orgullosa de ella.
And I'll put my arms around you,
And make you unbreakable.

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Este es mi cap favorito, espero lo hayan disfrutado tanto como yo.
Capítulo 41.

Último maratón -> 2/4


***

Lauren observó detenidamente cómo Nathan le miraba de re ojo


mientras ambos terminaban de ordenar los folios que habían ocupado en las
consultas de aquel día miércoles.
Para ser sincera consigo misma la situación de estar enfadada con su
mejor amigo desde hacía ya más de cuatro semanas la tenía al borde de comerse
todo su orgullo y pedirle perdón al pelirrojo quien parecía haber ganado un poco de
peso durante las últimas semanas.
- Mañana a las 8.00 tendremos una liposucción y luego una
otoplastía. – Apuntó el cirujano.
- Vale.
Girando levemente su cuerpo para quedar mirando a Nathan éste
pareció notar el detalle por lo cual dirigió sus ojos marrones al rígido rostro de la
cirujana.
- Han sido un par de meses difíciles... Ya lo sabes, y sabes que
odio las excusas, pero... Aquel día perdí totalmente el control... Yo... Lo siento
mucho. – Dijo Lauren.
El pelirrojo le sonrió levemente para luego levantarse de la silla
giratoria.
- Te he extrañado como no tienes puta idea. – Confesó Nathan.
- Yo también, maldito pelirrojo idiota. – Gruñó.
En aquel abrazo tan familiar Lauren sonrió al llevar una de sus manos
para jugar con el ordenado peinado del pelirrojo quien se quejó frente a la invasión.
- Y yo que pensaba que nunca me darías un sobrino. – Apuntó
con un dedo Lauren.
- Ya ves... La vida cambia...
- ¿Cómo lo estás llevando? – Preguntó con cariño.
- Estoy como loco por tenerlo ya en mis brazos. – Sonrió
ampliamente.
- Incluso ya hablas como un padre orgulloso. – Rió entredientes.
Nathan se encogió de hombros para luego sacarse el móvil del bolsillo,
rápidamente buscó una fotografía y se la enseñó a Lauren quien entrecerró los
párpados para detallar fijamente la imagen.
- ¡Es un niño! – Chilló emocionada Lauren.
- ¡Me he enterado ayer!... Eres una completa idiota, necesitaba
contarte apenas lo supe. – Murmuró Nathan dejando que un par de lágrimas se
agolparan en sus ojos.
- Oh por Dios, estás todo hormonal...
Lauren dejó escapar una fuerte carcajada mientras volvía abrazar a su
mejor amigo.
- ¡Felicitaciones papá! No tienes idea cómo voy a querer al
pequeño zanahorio que tendrás con Dinah. – Dijo la ojiverde.
El más alto frunció el ceño negando con la cabeza para luego darle un
par de palmadas en la espalda a la cirujana.
- Por cierto, ¿Cómo está Dinah?
- Las náuseas y vómitos ya van disminuyendo, ahora sólo se
queja de que quedará tan redonda como un globo terráqueo. – Rió Nathan.
- A mí se me hace que el que terminará como globo terráqueo
serás tú, mírate, ¿Cuánto kilos has ganado en estas semanas?
El pelirrojo le golpeó un hombro mientras se sentaba para terminar
con aquel papeleo. Lauren volvió a mirar detalladamente la fotografía de la última
ecografía del bebé para luego observar cómo en los ojos de Nathan había un brillo
especial.

- ¿Cómo está Camila? – Preguntó con interés el cirujano.


- ¿Me puedes creer que la próxima semana ya tiene sus últimas
tres sesiones de radioterapia? – Dijo con emoción.
- No puedo creer lo rápido que pasó el tiempo... Estoy tan feliz,
de verdad, y espero que luego el control con la oncóloga todo salga bien.
- Yo también... - Sonrió. – Quería hablarte de algo.
- ¿Mm? – Enarcó las cejas.
- Camila quiere que le hagas la cirugía de reconstrucción
mamaria. – Le dijo.
...
- Creo que hacía años que no íbamos juntas a arreglarlos el
cabello. – Dijo Normani.
- Te queda excelente aquella melena. – Apuntó Camila.
Sonrió aun detallando el nuevo largo de su cabello, que ahora estaba
unos pocos centímetros sobre el ombligo. No era un gran cambio, pero se sentía algo
renovada y cómoda con ello.
- ¿Por qué cortarse el cabello siempre es como una terapia? – Le
dijo divertida a la ginecóloga.
- No lo sé... Pero me alegra tanto verte sonreír como ahora lo
estás haciendo.
Camila sonrió ampliamente a la vez que detallaba su reflejo en el
espejo. Llevaba un jersey de lana delgada de color burdeo que hacía juego con el
color de su labial que usaba aquel día.
- Quiero hacerme la cirugía de reconstrucción mamaria. –
Mencionó llamando la atención de Normani.
Se quedaron en silencio mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en
el rostro de la más alta.
- ¿De verdad? – Enarcó las cejas.
- Claro... Estas últimas tres semanas le he dado vueltas al
asunto, he estado trabajando en mi propia autoestima... Y realmente estoy decidida
por la cirugía... Por y para mí.
Normani afirmó en silencio con una amplia sonrisa para luego abrazar
a Camila quien cerró los ojos, feliz por el contacto.
- Lo que más me alegra es que realmente lo estás haciendo por
ti... Es bueno que te hayas dado este tiempo para comenzar a trabajar en tu
autoestima. – Dijo la ginecóloga. – Es bueno, porque realmente no deberías hacer
algo así sólo porque alguien te lo comentara. – Frunció el ceño.
- Si estás pensando que Lauren tuvo algo que ver con ello debo
ser bastante clara y decirte que ella en ningún momento me lo mencionó y mucho
menos me lo pidió... - Dijo algo abrumada.
La más alta se mantuvo en silencio aún con sus rasgos rígidos en el
rostro. Camila dejó escapar un pequeño suspiro a la vez que intentaba descifrar la
perdida mirada que parecía tener su amiga.
- Normani, tú sabes que todos estos meses Lauren se ha
quedado a mi lado... Y que, como somos novias me gustaría hablar contigo para que
ustedes puedan tener una buena relación... Realmente es importante para mí, tú eres
una de mis mejores amigas, y, sinceramente, Lauren... No creo que pueda dejarle
nunca más.
Entrecerró sus párpados estudiando cómo Normani finalmente le
miraba fijamente con aquellos ojos marrones oscuros.
- No tengo nada que decir contra Lauren en la forma en que se
ha comportado todo estos meses contigo... Ella realmente te ha cuidado, se ha
preocupado por todo y... Y no puedo negar que puedo notar lo feliz que estás de la
relación que ambas tenéis. – Sonrió de lado Normani. – Es sólo que...

- ¿Qué? – Dijo confusa.


Luego de un pequeño silencio la ginecóloga pareció volver a sus
recuerdos.
- ¿Recuerdas a Steve? – Murmuró Normani.
- ¿Tu primo?
- Sí... Cuando estabas en Uganda su hija tuvo un pequeño
accidente con agua caliente, lo que le dejó una quemadura en una de sus manos...
Luego de varios días en el hospital y una larga recuperación él decidió buscar a los
mejores en la cirugía plástica para solucionar estéticamente la forma en que se veía
la mano de su pequeña.
Camila entreabrió su boca levemente intentando imaginar lo que
seguía de la historia.
- Claramente fue a la consulta de Evans y Lauren... Steve me
contó que ella desde un principio pareció molesta por el hecho de que hubiera una
niña en la consulta, luego de un par de minutos ella se negó diciendo finalmente que
no trabajaba con niños, fuera cual fuera la situación... Fue muy duro para él como
padre ver que quienes podían entregarle las mejores opciones a su hija se negaron
sin darles una clara razón de ello.
- No puedo explicarte la verdadera razón de por qué hasta
algunos meses ella se negaba a hacer cirugías en niños... Pero ella ha cambiado, de
verdad que lo ha hecho y seguramente lo que pasó ya no volverá a repetirse, tengo la
certeza de que no lo hará.
...
Lauren sintió en su piel cómo delicadamente los dedos de Camila
remarcaban cada detalle del tatuaje que tenía en su costado izquierdo.
- ¿Por qué te gusta tanto el mar y todo lo que tiene que ver con
él? – Murmuró Camila acomodándose contra el cuerpo de la más alta.
Se encontraban recostadas sobre el fresco césped del jardín mirando
el cielo que aquella noche les había entregado nuevamente la posibilidad de ser
espectadoras de la luna y un par de estrellas. A la distancia se encontraba Sam
durmiendo plácidamente.
- Cuando éramos pequeños Chris decía que quería ser parte de
la U.S. Navy... Le encantaba cuando íbamos a la playa y luego lloraba cuando
volvíamos a casa. – Recordó la ojiverde sonriendo con melancolía. – El último
Halloween que pasamos juntos mamá le compró un disfraz de marino, y creo que fue
uno de los días más felices de él.
- ¿Por eso también hacías natación?
- Cuando él falleció yo me encerré en mí misma... Mi madre,
que tenía que lidiar realmente con todo lo que pasó luego, incluyendo a mi padre, mi
hermana, y a mí, un día me llevó a la playa y me nos quedamos allí durante horas sin
hablar mucho... Volvimos varias veces hasta que un día entré nuevamente al mar y
recordé lo agradable que era aquello... Pasaron los años y comencé hacer natación en
la piscina olímpica de la ciudad y bueno, luego cuando estuve en la facultad era parte
del equipo de natación de la universidad. – Sonrió.
Camila le acarició una de sus mejillas con la nariz haciendo que una
pequeña risa escapara de su boca debido a las cosquillas.
- No puedo imaginar cuánto le extrañas... – Susurró la morena.
- Me encanta cuando sueño con él... A veces se me hace difícil
distinguir si son recuerdos de algo que realmente ocurrió o no.
Sintiendo un leve beso en su frente Lauren se giró un poco para
observar directamente aquellos ojos marrones que brillaban en el rostro de su novia.
- No sé exactamente en qué crees tú con respecto a qué pasa
luego de la muerte... - Comentó la pediatra. – Pero siempre he pensado que todas las
personas que ya no están físicamente a nuestro lado sí se quedan aquí.
Bajando su mirada la cirujana sintió cómo una mano de Camila se
apoyaba contra su pecho, aquel tal mínimo gesto hizo que sus ojos se agolparan de
lágrimas al sentirse tan emocionada en aquellos momentos.
- Por muchos años... Tantos años se me hizo difícil volver a
imaginar relacionarme con niños y no sentir dolor por la pérdida de mi hermano. –
Susurró Lauren. – Nunca pensé que no dejar ir todo aquello podía dañarme tanto.
Abrazándose casi con necesidad al cuerpo de Camila ambas se
mantuvieron en silencio mientras con su piel contra de la más baja el agradable
perfume de su novia le hizo sonreír.
- Gracias por ayudarme con ello... - Volvió a susurrar.
- Lo has hecho por ti, sólo tú podías dejar ir aquello, no quiere
decir que dejaras ir el recuerdo de tu hermano... - Murmuró lentamente Camila.
- Lo sé.
Sintiendo cómo la morena enredaba aquellas delicadas manos en su
nuca Lauren abrió lentamente los párpados para enfocar de cerca a Camila.
- Nunca imaginé que encontraría alguien como tú Lauren... - Le
dijo la más baja. – Alguien con un corazón tan grande, tan lleno de emociones... Tú
que me cuidas hasta cerrando la ventana de la habitación si es que hace frío, o
cuando me dejas beber lo último del café por las mañanas... - Sonrió. – Tú que bailas
sólo conmigo salsa... Que sigues estudiando español aunque creas que no lo sé...
Conteniendo una pequeña risa la ojiverde le dejó un tierno beso en la
boca a su novia.
- Detrás de aquella imagen de la cirujana fría, egoísta,
prepotente y solitaria he encontrado a una persona maravillosa... Contigo he vivido
los sentimientos más reales y estremecedores que nunca imaginé... - Dijo Camila.
Las delicadas caricias que la morena le regaló en su rostro hicieron a
Lauren sentir que todo su cuerpo temblaba de emoción.
- Lauren... Estoy enamorada de ti.

---
Mañana continuamos.
Capítulo 42.

Último maratón -> 3/4


***

Camila volvió a detallar la fecha en su móvil. Aquel día era su última


sesión del tratamiento de la radioterapia. Le parecía casi irreal que hubiera llegado
hasta allí, luego de que todo pasara tan rápido en un inicio, la cirugía y finalmente
meses de radioterapia.
Nunca pensó estar preparada para nada de ello. Aún podía sentir el
dolor tan visceral de todas aquellas noches que pasó llorando por lo injusto de la
situación y el miedo que vivía día a día sin saber si a la mañana siguiente encontraría
las fuerzas para levantarse o sencillamente despertar.
Ahora que todo aquel dolor y desesperación se habían transformado,
lentamente, en una de las enseñanzas más poderosas de su vida, Camila caminó por
el ala de oncología de la clínica deseando no volver nunca más allí.
- Buenos días Camila. – Le sonrió el radioterapeuta.
- Hola Alex. – Sonrió.
- Vamos a terminar con esto rápido... Y espero no volver a verte
por aquí luego de que tengas la consulta con la Dra. Brooke.
Sonriendo levemente la morena afirmó con la cabeza en silencio para
luego entrar a cambiarse de ropa para comenzar el tratamiento aquella mañana.
¿Qué era lo que pensaba mientras estaba allí? En todas las cosas que
amaba vivir cada día y en las que anhelaba para el futuro.
Siempre había sido una soñadora, quizás demasiado. De pequeña se
sumergía en sus sueños mientras detallaba cómo sus padres trabajaban arduamente
luego de que tuvieran que dejar primero Cuba y luego México.
Había soñado con un futuro como una mujer independiente, capaz de
lograr todo en base a sus propias habilidades y fuerzas. Por eso mismo cuando había
terminado la facultad ya se había encontrado con una Camila queriendo comerse el
mundo y gracias a ello poder ayudar a quienes más los necesitaran.
Sin embargo, no podía negarse que también anhelaba poder compartir
muchas cosas de su vida con alguien quien fuera especial para ella. No fue mucha
sorpresa para ella pasados sus quince años notar que realmente sentía una total
atracción por las chicas, no fue ello que le paró seguir imaginando que en algún
momento conocería a la persona quien se quedara a su lado pese a todo y que le
hiciera sentirse amada, comprendida, protegida, deseada y todo ello por un tiempo
duradero.
¿Era aquella persona Lauren? Por supuesto que sí. Sus piernas
temblaban sólo de imaginarse entre sus brazos y sentir sus labios. Sus ojos se podían
agolpar de lágrimas de emoción al confesar cuánto la ojiverde le había cuidado todo
aquel tiempo y su corazón se le podía salir del pecho afirmando que ambas estaban
enamoradas.
- Sería todo por hoy... Y esperemos que para siempre. – Dijo
Alex al entrar a la misma habitación.
- No me lo puedo creer... No quiero ilusionarme, pero yo
también lo espero...
Sin poder contenerse un par de lágrimas rodaron por su mejilla. No
fue un llanto doloroso, ni desesperado, incluso podía sentir un poco de alivio en él.
Finalmente, Camila pudo identificar que ya había aceptado el cáncer.
...
Lauren miró con terror a Camila luego de que Alejandro le pasara en
las manos un taco con ají y extra picante que debía comerse como ritual para ser
aceptada dentro del clan de los Cabellos. Su nerviosismo fue reforzado por las fuertes
risa de Sinu y Rosa, la tía de Camila, quien luego de todo aquello le pasó una botella
de tequila a su esposo Manuel.

- Me quiere matar, no soy digna de ti al no saber nada de comida mexicana. –


Le susurró la ojiverde.
Camila explotó en una carcajada mientras negaba de cabeza en
dirección a su padre quien se encogió de hombros riendo.
- Anda cariño, demuéstrales de qué eres capaz. – Picó la
morena.
Aún no muy confiada y frunciendo el ceño la ojiverde se llevó un
bocado de la comida cerrando fuertemente los párpados al sentir cómo una explosión
de sabores invadía su boca. Sintiendo cómo sus ojos se agolpaban de lágrimas
rápidamente se tragó la comida para luego soltar un alarido buscando rápidamente
un vaso con agua.
- ¡Me muero! – Chilló.
Las risas de todos en el lugar hicieron incrementar la vergüenza que le
invadía en aquel momento.
- Cariño, no vas a morir por un poco de ají. – Murmuró Camila
intentando calmarle.
Sintiendo que incluso hasta sus orejas tenían un intenso color rojo
Lauren rodó los ojos para volver a beber agua como si se le fuera la vida en ello.
- Tienes que comerte todo Lauren, todo. – Dijo en español con
voz alta Alejandro.
Detallando las palabras de su suegro Lauren miró de reojo a Sinu
implorando por ayuda, pero la mujer sólo le dirigió una amplia sonrisa.
- Piedad... - Susurró siendo escuchada por el tío de Camila.
- Come criatura, que luego seguro el viejo Alejandro querrá
embriagarte con tequila, y necesitarás tener algo en el estómago. – Le dijo Manuel.
Una nerviosa risa escapó de su boca para luego mantener sus ojos en
el rostro de Alejandro quien se mantuvo con las cejas enarcadas.
- No me hagas dudar de que realmente mereces el amor de mi
única hija. – El alto hombre le apuntó con un dedo.
- ¡Papá! – Reclamó Camila.
- No aceptaré que mi hija tenga una boda sin comida mexicana
sólo porque su mujer le saltan las lágrimas con un poco de ají. – Comentó divertido
Alejandro.
Escupiendo un poco de agua que aún tenía en la boca Lauren miró
nerviosa a Camila quien ahora tenía un leve rubor en las mejillas.
- ¡Ay! ¿Escuchaste Manolito? – Le dijo Rosa en español a su
esposo. – Que la niña se nos va a casar...
- ¡No tía! No por ahora... - Dijo torpemente Camila.
- ¡Por ahora! – Chilló Sinu.
Por poco sus ojos no abandonaron sus órbitas mientras dirigía sus
atenciones a todas las personas de la mesa quienes ahora habían comenzado a
discutir en un ferviente español que no lograba entender del todo.
- ¡Ya dejen a Lauren! Si ella no quiere comerse el taco da lo
mismo... - Dijo en voz alta Camila.
- Pero yo sí...
- ¡Que no! ¡Dejadle ya! – Frunció el ceño la morena. – No maten
a mi novia con un estúpido ají.
Camila le dejó rápidamente un beso en la boca evitando una
contraparte, el gesto fue festejado por diversos sonidos amorosos y aplausos.
- Me encanta tu familia... - Lauren susurró en el oído izquierdo
de su novia.
- ¡Están todos locos! – Apuntó en español.

- Pero a mí me encantas tú y todo lo tuyo. – Le respondió.


Luego de, por fin, terminar de comer todo Lauren dejó escapar un
largo suspiro sintiendo su boca algo adormecida y una sed feroz.
- ¡Lauren ven aquí! – Le llamó Alejandro.
Acercándose hasta el alto hombre sin saber muy bien qué pasaba
Lauren se giró para detallar cómo Camila se quedaba conversando feliz junto a su
madre y sus tíos.
- Sé que quizás no es una circunstancia muy adecuada, pero...
Quería darte las gracias por todo lo que has cuidado de mi hija. – Comenzó hablar
Alejandro. – Realmente siempre he aceptado que ella sea una chica tan
independiente, pero estaba muy preocupado de que ella decidiera pasar por todo
aquello sola y aun viviendo en su piso.
Afirmó en silencio detallando los suaves rasgos en el rostro del padre
de su novia. Podía ver incluso el brillo especial de aquellos oscuros ojos por la
emoción de sus palabras.
- No me cabe la duda de que tienes un gran corazón, y estoy
feliz de que ambas se mantengan unidas día a día gracias a vuestro amor. – Sonrió
ampliamente.
Lauren le devolvió a la sonrisa a su suegro para luego sentir cómo
Alejandro le rodeaba con sus fuertes brazos.
- Gracias por confiar en mí y apoyar en todo a Camila... -
Murmuró agradeciendo a la vez el abrazo.
Alejandro luego de unos segundos deshizo el abrazo para con una
mano sujetar una botella de tequila que había sobre una de las mesas del lugar.
- Ahora que has superado el taco con ají... Debes superar la
segunda prueba, beber toda la botella de tequila junto a tu suegro.
...
- ¡Lauren no te duermas! – Chilló Camila al detallar cómo su
novia se recostaba en el sofá.
- ¡Estoy muy borracha! – Apuntó Lauren arrastrando las
palabras.
Negando con la cabeza terminó de sacarse los tacones para acercarse
hasta el equipo de música del pequeño salón de su piso y encenderlo.
- ¡Quítate las deportivas! – Volvió a chillar en dirección de la
ojiverde.
- ¡Tu padre quería matarme! – Dijo confundida.
Rodando los ojos la más baja se acercó hasta su novia quien sonreía
bobamente intentando con dificultad sacarse las deportivas que llevaba aquel día.
- La cabeza me va a explotar. – Murmuró Lauren.
Riendo a lo bajo Camila escuchó los primeros sonidos de la trompeta
de aquella canción de salsa que resonaba desde las bocinas del equipo de música.
- ¿Cariño quieres bailar salsa? – Le preguntó a Lauren besándole
levemente la boca.
- ¡Por supuesto! – Respondió exagerando las palabras.
Detallando cómo Lauren se levantaba rápidamente del sofá, perdiendo
un poco de equilibrio evitando caer, Camila le tomó de ambas manos para comenzar
a moverse al ritmo de la música.
- Qué hay de malo en amarte, como yo te amo, caminar de tu
mano o morir para ti... - Cantó en el oído de Lauren.
- Cariño, quizás tu padre ha intentado intoxicarme hoy, pero
claramente él me aprueba como su nuera. – Dijo Lauren para finalmente reír
apoyando su frente contra la de Camila.
Está completamente borracha... Se dijo a sí misma mientras detallaba
el brillo de los ojos de Lauren y el rubor en sus mejillas. Sin embargo la situación la
tenía animada luego de haber pasado toda la tarde junto a su familia y a la chica de
la cual estaba perdidamente enamorada.
Cuando finalmente se terminó la música Lauren volvió a sentarse con
necesidad en el sofá llevándose ambas manos a la cabeza. Camila se sentó sobre su
regazo y acarició lentamente la frente sudada de la ojiverde.
- Cada día bailas mejor. – Le dijo sonriendo.
- ¡Ya lo ves cariño! Algún día seré mejor que Celia Cruz.
Dejando escapar una fuerte carcajada Camila acercó su rostro al de
Lauren para finalmente fundirse en un apasionado beso. Sus manos se perdieron
entre los cabellos de su novia mientras Lauren le sujetaba fuertemente de sus
costados.
- Me muero por hacerte el amor... - Susurró la más alta.
- Yo también...
Dejando un corto beso sobre los labios de Lauren se levantó desde el
sofá para apagar el equipo de música.
Cuando se giró, para volver donde su novia, ésta ya estaba
completamente dormida con la boca entreabierta.
- ¡No me lo puedo creer! – Dijo riendo.

--
Muchas gracias por todos vuestros mensajes, por todo el cariño, de
verdad.
Capítulo 43.

Último maratón -> 4/4


***

Dos semanas habían pasado desde su última sesión de radioterapia,


dos semanas en las cuales Camila había tenido que volver a repetir todos sus
exámenes de sangre, la tomografía de tórax y abdomen, la mamografía y la ecografía
mamaria para ir finalmente a la consulta con Allyson Brooke.
Ahora que observaba con detalle cómo Lauren jugaba con sus manos
entrelazadas Camila se preguntó si estaba preparada para pasar nuevamente por la
gran ansiedad de esperar las palabras de la oncóloga.
Cuando Allyson abrió la puerta saludándole con un pequeño gesto ella
junto a Lauren entraron lentamente a la consulta para luego tomar asiento frente al
gran escritorio.
- Hola chicas, ¿Cómo has estado Camila? – Dijo con real interés.
- Ansiosa. – Murmuró. – No podría mentir...
La oncóloga afirmó en silencio dirigiéndole una pequeña mirada a
Lauren quien se mantuvo en silencio observando cuidadosamente a Camila quien
apretó su mano contra la suya.
- Bueno, entonces no esperemos más. – Comentó Allyson
rebuscando entre los resultados de los exámenes e imágenes que Camila le había
pasado.
La única diferencia, entre la vez anterior cuando la oncóloga le había
dicho que su diagnóstico era cáncer mamario ductal invasivo y ésta vez que iba al
control donde Allyson le comentaría si todo el tratamiento había sido exitoso, era que
ella ya sentía las fuerzas necesarias para volver a enfrentar todo nuevamente si es
que era necesario.
Claramente no lo deseaba, estaba ansiosa por oír finalmente las
palabras de que todo estaba bajo control y que ya no necesitaría más radioterapia o
incluso quimioterapia.
- Tu tomografía de tórax y abdomen están limpias, lo que quiere
decir que el cáncer no hizo metástasis a ningún otro órgano. Lo que nos dice que el
cáncer se mantuvo controlado gracias a la cirugía y la radioterapia.
Dejando escapar un pequeño suspiro Camila sonrió levemente al saber
que al menos uno de los puntos más importantes del tratamiento había dado
resultado.
- La imagen de tu mamografía y la ecografía están limpias...
Todo absolutamente controlado. – Sonrió ampliamente Allyson.
¿Qué significaba? Significaba que todo el tratamiento había funcionado
y que el cáncer estaba controlado y que por aquello mismo ella sólo necesitaría seguir
en control con Allyson y tomar un par de medicamentos para así evitar una
reincidencia del tumor.
- ¡Oh Dios mío! ¡¿De verdad?! – Chilló Camila sin poder
controlarse.
- Por supuesto, sólo vamos a tener que seguir controlándote con
los medicamentos, y cada cierto tiempo volver hacer una mamografía y la ecografía.
– Sonrió.
De forma casi automática un par de lágrimas rodaron por su mejilla
mientras comenzaba a reír de la emoción, Lauren también se contagió sin contener
sus lágrimas y un par de risas resonaron en el lugar mientras Allyson Brooke sonreía
ampliamente.
- Felicitaciones Camila... Has ganado la batalla más importante
de tu vida... - Dijo la oncóloga.
Aun sin controlar su risa llevó una de sus manos para limpiar las
lágrimas que aún caían desde sus ojos.
¿Que cómo se sentía? No podría describirlo... Se sentía tan eufórica
que pudo sentir los fuertes latidos de su corazón, tan feliz que su rostro dolía de tanto
sonreír, tan emocionada que tenía ganas de gritarle al mundo que lo había logrado, y
tan viva que agradecía de estar incluso respirando en aquellos momentos.

...
- Esta vez ya he hablado con las enfermeras para que no me
impidan estar contigo cuando salgas de la cirugía. – Murmuró Lauren.
Detallando la nerviosa sonrisa en el rostro de su novia llevó una de
sus manos para acariciar una de las mejillas de ésta.
- Todo saldrá bien... Debes confiar totalmente en Nathan y en
Ronald. – Sonrió la cirujana.
- Es la primera vez que me hago una cirugía plástica... - Rió
entre dientes.
- De aquí en adelante prometo sólo regalarte sujetadores de
lencería y bikinis diminutos.
Camila le pegó en uno de sus hombros levemente haciendo reír a la
ojiverde.
- Ridícula. – Dijo algo avergonzada la morena.
Dejando un lento beso en los labios de Camila ambas se mantuvieron
así hasta que la más baja sujetó con ambas manos el rostro de Lauren.
- ¿Sabes la diferencia entre la vez anterior que estuvimos aquí y
ahora? – Murmuró la pediatra.
- ¿Cuál?
- Que ya no tengo miedo, sólo estoy nerviosa... Y que sé que
tengo un par de personas que cuidarán excelente de mí... Incluyendo a mi hermosa
novia de ojos color esmeralda.
- Oh cariño, yo podría traerte un elefante desde África si así lo
deseas, cuidarte hoy es un detalle menor. – Sonrió.
Camila sonrió como una niña pequeña para luego enroscar sus brazos
en el cuello de la ojiverde.
- Te amo tanto. – Dijo la morena.
- Te amo. – Sonrió Lauren.
Así abrazadas se mantuvieron sin hablar. Lauren pensando en cómo
hacía ya un par de semanas que habían sabido que el cáncer de Camila estaba
finalmente controlado y que de ahí en adelante podría hacer una vida normal sólo con
sus debidos controles con la oncóloga.
- No sé cómo hacerte entender que si hoy estoy aquí también,
en gran parte, es gracias a ti. – Murmuró emocionada Camila.
- Cariño, tú has sido la valiente... Quizás a ti te harán la
reconstrucción mamaria, pero yo tengo el pecho inflado de orgullo por ti. – Dijo
Lauren.
Detallando cómo el cuerpo de Camila temblaba entre sus brazos
Lauren le sujetó con mayor fuerza.
- ¿Ves? Siempre tienes que salir con palabras más hermosas
que las mías... - Reclamó la más baja.
- Es que has conquistado a la cirujana más fría, prepotente y
solitaria de todo Miami. – Apuntó.
Riendo aún sin creer cómo ella misma había cambiado durante
aquellos casi ocho meses junto a Camila la sonrisa que estaba en su rostro no se
borró.
- He encontrado a la persona con el corazón más increíble y
lleno de emociones que amo tener a mi lado. – Susurró la pediatra.
- Para mí que te hayas quedado a mi lado es lo que más
significa...
- Estoy tan enamorada de ti Lauren... No tienes idea.
- Claro que la tengo, porque yo también lo estoy de ti. – Sonrió.
...
Sólo con la luz de la luna entrando a través de la persiana Camila
detalló cómo Lauren dormía tranquilamente en el sofá que estaba a un lado de su
camilla en la habitación.
Hacía algunas horas que ya había salido de quirófano y a pesar de que
el dolor era molesto ahora no podía evitar mirar hacia la zona de sus pechos, muy
diferente a la vez anterior en que le había pedido a Ronald Kross que le tapara con la
sábana hasta el cuello.
Ella misma se había emocionado cuando Nathan le aseguró que al día
siguiente cuando removieran el vendaje ella podría ver el resultado de la cirugía que
había dejado satisfecho al cirujano plástico y al ginecólogo.
Sus padres le habían visitado antes del atardecer llenándole de cariños
y alentando a Lauren irse a casa para descansar, claramente su novia no había
accedido y ahora se encontraba ahí mismo exhausta durmiendo en un no tan cómodo
sofá.
- Buenas noches Dra. Cabello, vengo a hacerle un control de sus
signos vitales. – Comentó una joven enfermera entrando por la puerta.
- Hola... Claro, claro. – Sonrió levemente.
Detallando cómo la enfermera anotaba los datos del monitor de
control y luego tomarle la presión Camila se sintió tranquila de que ésta vez ninguna
de las anteriores enfermeras se atrevieran a entrar en la habitación para sacar a
Lauren de allí.
- Parece que está durmiendo realmente cómoda allí. – Apuntó la
enfermera mirando en dirección de Lauren.
Camila afirmó en silencio para observar cómo los ojos de la enfermera
no dejaban de desviarse en dirección de la ojiverde.
- ¿No es hermosa mi novia? – Dijo marcando la última palabra.
- Oh... Sí... - Murmuró torpemente.
Frunció el ceño para luego acomodarse contra la almohada
observando otra vez a Lauren quien dormía con sus manos entrelazadas en su
regazo.
- Tenga una buena noche Dra. Cabello, antes que termine mi
turno volveré hacerle el control de signos vitales y pasarle los analgésicos. – Sonrió la
enfermera.
- Buenas noches.
Finalmente cuando se quedaron solas Camila extendió una de sus
manos hasta llegar cerca del hombro derecho de Lauren quien frente al gesto se
removió gruñendo un poco.
- Mi amor... - Llamó la morena. - ¿Aún duermes?
Lauren afirmó con la cabeza aún con los párpados cerrados haciéndole
reír levemente.
- Ven aquí, quiero darte un beso. – Dijo.
La amplia sonrisa que se dibujó en el rostro de la ojiverde hizo que su
corazón saltara de alegría al ver cómo algo tan sencillo hacía sonreír de una forma
tan hermosa a su novia demostrando la verdadera felicidad que ambas sentían.
- ¿Sólo uno? – Reclamó Lauren mientras se acomodaba en la
camilla recostada junto a Camila.
- Mmm... Déjame pensármelo. – Dijo simulando estar
pensativa.
- Dame muchos, bésame mucho... - Cantó.
- No porque eres ridículamente guapa y la enfermera que ha
entrado hace unos momentos se ha quedado mirándote como una adolescente
embobada. – Frunció el ceño.
- ¿Y era guapa? – Preguntó riendo.
- ¡Oye! – Chilló. – No hagas enfadar a tu novia recién operada.
- Claro que no cariño... Yo nunca podría cambiarte.
Lauren le besó con gracia en los labios haciéndole reír mientras
intentaba girar su rostro para que la más alta no lograra besarle.
- ¡Déjame besarte Karla Camila! – Chilló Lauren.
- ¡Que no!
- ¡Que me he bebido una botella completa de tequila por tu
amor! - Recordó Lauren. – Sin mencionar que casi perdí la vida al comerme ese taco
con picante.
- Creo que superas a Romeo... - Ambas rieron. - Oh Lauren,
apenas Nathan me saque los puntos de la cirugía te voy a encerrar en nuestra
habitación y haremos el amor hasta que olvides hablar en inglés...

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Muchas por todo, gracias totales!
Capítulo 44.

Camila detalló lentamente cómo Shawn le miraba queriendo decir


algo, pero ambos manteniéndose en un incómodo silencio.
- He prometido lo que te dije... Me quedaría hasta que te dieran
el alta. – Murmuró finalmente el pelinegro.
Sintiéndose confundida al respecto la pediatra desvió sus ojos
marrones para detallar la cantidad de personas que esperaban por la salida de sus
vuelos entre el ritmo agitado del aeropuerto.
- Shawn siempre serás uno de mis mejores amigos... Vivimos
juntos toda la facultad e incluso la increíble oportunidad de trabajar juntos en
Mbarara... - Dijo algo emocionada.
- Y es donde vuelvo ahora mismo... Ya sabes que me cuesta un
poco dejar las cosas ir. – Sonrió de lado.
Negando con la cabeza detalló el preocupado rostro de Shawn quien
llevaba una de sus típicas camisas grises y unos jeans rasgados.
- Todos tenemos que seguir adelante... La vida es una Shawn...
Nunca sabrás cuándo encontrarás lo que tanto has buscado. – Dijo con un tono dulce.
– Por favor necesitas entenderlo.
El alto chico se mantuvo en silencio para luego acariciarle una mejilla.
Gesto que no le molestó al recordar cómo su amigo solía tener el mismo gesto
cuando ambos estaban nerviosos por algún examen importante.
- We don't have to be ordinary, make your best mistakes... -
Cantó Shawn.
Camila sonrió reconociendo otra vez al chico que siempre le había
brindado una amistad incondicional, después de todo esperaba recordarlo así, y para
ser sincera, se sentía aliviada de no perder a Shawn por causa de las últimas cosas
que habían ocurrido de entre él y Lauren.
- Sé que Jauregui cuidará de ti... Y me quedo tranquilo de que
es lo que tu corazón ha escogido, a ella, no tengo nada que hacer contra ello. –
Sonrió con nostalgia.
Rodeó con sus brazos a Shawn quien dejó escapar una pequeña risa
para responder así el gesto.
- Cuídate mucho, por favor... Y si puedes visitar donde están los
elefantes anda por mí. – Sonrió.
El médico de urgencia respondió inclinando levemente su cabeza para
luego ambos oír la primera llamada del vuelo que debía abordar Shawn.
- Estoy muy feliz de irme y dejarte sana y salva. – Rió
entredientes el pelinegro.
- Sana y salva. – Repitió.
Un leve beso en una de sus mejillas fue la despedida de Shawn antes
de que éste tomara su bolso con una de sus manos y comenzara a caminar hacia la
puerta de embarque.
...
Aun observando las amplias sonrisas de los padres, del pequeño de 3
años que acababa de hacerle un injerto muscular de urgencia, Lauren detalló cómo a
la distancia Camila le regalaba una sonrisa de orgullo.
- ¿Ya te he dicho que me encanta cuando andas con aquel
scrubs verde por el quirófano? – Susurró la pediatra.
- ¿Sí? – Enarcó las cejas.
- Sí Dra. Jauregui... - Se mordió el labio inferior.
La más alta negó con la cabeza para luego dejarle un pequeño beso en
los labios a su novia quien gruñó al querer quedarse colgada del cuello de Lauren.
- Tu primer día de vuelta al trabajo y ya has tenido que llamar a
tu novia para solucionar todo. – Dijo divertida la ojiverde.
- ¡Eso no es verdad! – Frunció el ceño. – Tú sólo tienes un ego
enorme.

Encogiéndose de hombros miró de forma embobada a Camila quien volvió a besarle


levemente sin poder evitarlo.
- Gracias por acceder a operar de urgencia al pequeño. –
Sonrió.
- La cirugía ha salido bien... Es bueno saber que no quedará con
complicaciones debido al accidente.
Lauren volvió a recordar la urgente llamada que había recibido aquella
tarde por parte de su novia quien le comentó si era posible que fuera al Miami Mercy
para evaluar al pequeño de 3 años que había sido atropellado al escapar de los brazos
de su padre cuando iban paseando por la ciudad.
- Hoy he visto cómo le sonreías al pequeño aun cuando él no
dejaba de llorar... Has intentando contenerle y me emociona saber que ahora llegas a
tal conexión con los niños. – Dijo Camila.
Recordando rápidamente cuando era pequeña y cuidaba de Chris
durante las noches de tormenta en Miami su corazón pareció agradecer las imágenes
que le invadieron de emoción.
- Gracias por darme la oportunidad de poder interaccionar
nuevamente con niños... De verdad.
Se fundieron en un abrazo mientras Lauren apoyó su mentón sobre los
cabellos de la pediatra quien rió a lo bajo.
- ¿Qué dices si vamos a por unas pizzas cuando termine mi
turno? – Murmuró Camila.
- Sería genial.
Cuando se separaron del abrazo la más baja le regaló un guiño con el
ojo en señal de que debía volver a urgencias y ella cambiarse de ropa. Sin embargo
se mantuvo ahí, detallando cómo Camila caminaba en la dirección contraria, con paso
decidido y una sonrisa en el rostro, tan feliz, tan fuerte, tan radiante, tan decidida por
sus sueños. Iba en la dirección contraria, pero estaban juntas, y deseaba que fuera
así para siempre.
...
La calidez de los labios de Lauren justo en la parte posterior de su
cuello hizo que un pequeño temblor recorriera todo su cuerpo, desde la punta de los
pies hasta el último de sus cabellos.
- Me encanta tu perfume. – Susurró lentamente la ojiverde.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro para llevar sus manos hasta
las manos de la ojiverde quien acariciaba con deseo cerca de sus senos.
- Sácame la tanga Lauren. – Pidió.
Girándose rápidamente para lograr quedar sentada a horcajadas de
Lauren. Ambas se observaron con deseo a la vez que Camila empujaba el torso de la
ojiverde haciendo que ésta quedara totalmente de espaldas contra la cama.
- Pensándolo mejor... No te muevas. – Sonrió con malicia.
Al ver cómo su novia intentaba llevar sus brazos hasta su cuerpo
Camila negó con la cabeza para luego atrapar una de las manos de la ojiverde
evitando que le tocara.
- No... Te he dicho que no. – Susurró.
Sin dudar un segundo se llevó a la boca el dedo índice y medio de la
mano derecha de Lauren, para así chuparlos lentamente.
- Oh... Cariño... - Murmuró Lauren.
Cerrando los ojos, para concentrarse en su acción, su propia cadera
comenzó a moverse lentamente sobre la zona más placentera de la ojiverde.
- Camila déjame quitarte la tanga. – Gruñó.
Dejando de darle la atención a los dedos de Lauren aumentó la fuerza
y velocidad de sus movimientos, haciendo que ambos cuerpos entraran en mayor
contacto.
- Oh... - Gimió sin poder evitarlo.
Camila apoyó sus dos manos sobre el fuerte abdomen de Lauren quien
automáticamente llevó sus manos para sujetar fuertemente el trasero de la morena.
- Déjame quitarte esa tanga. – Repitió Lauren para luego
jadear.
Sin saber cómo Lauren logró girar sus cuerpos ésta vez quedando ella
recostada bajo el cuerpo de la ojiverde.
- Te lo advertí Camila... - Murmuró la más alta.
Mordiéndose los labios observó cómo Lauren comenzaba a despojarla
del tanga blanco que estaba usando. Sentir las cálidas manos de su amada le hizo
buscar con pasión sus labios para iniciar un impaciente beso.
- Tan mojada cariño... - Gimió Lauren.
Llevando sus manos hasta el sujetador de la ojiverde Camila no jugó
ningún segundo más y la prenda pronto terminó lejos de la cama de la habitación. Lo
que no esperó fue lo rápido que Lauren bajó desde su boca a su cuello y de ahí hasta
sus senos que ya estaban desnudos.
- Me encantas... Eres hermosa. – Repitió la más alta.
Sintiendo su corazón agolparse con deseo y amor Camila finalmente
sintió cómo la ojiverde comenzaba a dejarle cálidos besos en su pecho.
- Te amo... Te amo... - Dijo la morena.
Aun disfrutando de las caricias gracias a las manos y boca de su novia
Camila finalmente pudo sentir los besos que la ojiverde le daba cerca de la parte
interna de sus muslos.
- Oh... - Gimió fuertemente.
Sujetando la cabeza de Lauren y moviendo sus caderas con un ritmo
calmado y constante los gemidos resonaron con fuerza en su boca.
- ¡Lauren!
Un fuerte jadeo escapó de su boca al sentir cómo sin esperarlo la
ojiverde le había penetrado rápidamente con dos dedos.
- Cariño, vente en mi boca. – Dijo Lauren mirándole.
Camila cerró los párpados fuertemente frente al placer que estaba
sintiendo gracias a la lengua, los dedos y la expresión de placer que había detallado
en el rostro de la ojiverde.
El orgasmo fue tan arrollador que un alargado gemido resonó por unos
segundos en su boca mientras con sus manos intentaba tirar del cuello de Lauren
para que ésta la abrazara.
Sintiendo cómo la ojiverde le rodeaba con aquellos brazos Camila
rodeó sus piernas entorno a la cintura de Lauren.
- Mi amor... - Gimió la ojiverde.
Su cuerpo reaccionó al sentir la humedad entre las piernas de la
ojiverde. Sus cuerpos comenzaron una lenta danza que hizo gemir profundamente a
Lauren quien besó con delicadeza los labios de Camila.
- Te amo... - Susurró la morena despegando sus bocas.
Con habilidad bajó una de sus manos hasta el centro de su novia
quien mirándole con aquellos ojos color esmeralda entreabrió su boca al sentir cómo
la morena jugaba con su punto más erógeno de su cuerpo.
El primer orgasmo de Lauren se siguió por una noche apasionada y
agitada que finalmente hizo a ambas dormir con sus cuerpos entrelazados.

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Gracias por leer... Y ya estar llegando al final de la historia.
Capítulo 45.

- Dra. Jauregui, mi cliente, el Dr. Meder, está dispuesto a


otorgar una gran cantidad de dinero a instituciones que buscan ayudar a mujeres que
fueron agredidas física, emocional y/o sexualmente con el fin de que su denuncia por
agresión directa, con resultados de lesiones graves, sea reconsiderada.
Lauren se pasó una mano por el rostro para luego mirar directamente
a Paul McHill, su abogado que llevaba la denuncia que había interpuesto contra
Damon Meder.
- ¿Cree que una buena cantidad de dinero podrá evitar que el
Dr. Meder tenga que enfrentar legalmente un juicio? – Enarcó las cejas Paul.
- Es la mejor opción para la Dra. Jaureugi... Poder arreglar las
cosas sin llegar a la justicia. – Murmuró el abogado de Meder.
Apretó sus puños intentando mantener la cabeza en fría. Era por
aquello mismo que no quería estar entre abogados y volver a ver el rostro del ex
esposo de Keana.
- No voy aceptar un chantaje. – Dijo pesadamente Lauren.
Paul McHill le miró rápidamente para luego oír cómo Meder se aclaraba
un poco la garganta.
- No es chantaje Dra. Jauregui. – Apuntó Damon. – Piense que
es mucho más provechosa la propuesta que mi abogado y yo le estamos haciendo.
Odiaba sentir la ansiedad que estaba sintiendo en su pecho. Muy en el
fondo no podía imaginar lo vulnerable que se sentían tantas mujeres día a día bajo
circunstancias de violencia de género, discriminación de género y la falta de
oportunidad de alzar la voz.
- No voy aceptar la propuesta Meder. – Dijo la cirujana.
Con sus ojos color esmeralda detalló el rígido rostro de Damon quien
pareció observar nerviosamente a su abogado para que interviniera en la situación.
Sin embargo las cuatro personas en la oficina se mantuvieron en silencio por un
momento.
- ¿No te da vergüenza Meder? – Espetó sin miedo Lauren.
Paul McHill le miró de reojo mientras Damon fruncía el ceño haciendo
lucir sus ojos de un oscuro color. Sin embargo nada de ello intimidó esta vez a la
ojiverde quien sintió su boca secarse.
- No aceptaré nada que esté fuera de lo legal... Tendrás un
juicio, y la ley decidirá el método en que tus acciones sean castigadas. – Apuntó la
cirujana. – Si no es con prisión entonces será con dinero o incluso labor social... Pero
todo irá por lo regular y oficial... Si yo misma aceptara tu propuesta iría contra mis
principios y estaría dejando una brecha para que hagas lo que hiciste conmigo con mi
con otras personas, mujeres o incluso quién sabe.
El abogado de Damon Meder se removió el nudo de la corbata que
llevaba mientras Lauren detallaba nuevamente el rígido rostro del hombre que le
había dado la golpiza.
- Y si te atreves a reducir los horarios de quirófanos y beneficios
que tiene tu clínica con mi asociación junto a Evans créeme que ésta vez no dudaré
en denunciarte por incumplimiento del contrato que existe entre nosotros. – Dijo
finalmente Lauren.
Sintiendo cómo el ambiente de la oficina se volvía pesado, y
detallando cómo el abogado de Meder jugaba nerviosamente con sus manos, la
cirujana volvió a recordar las innumerables noticias que leía día a día sobre violencia
y cómo sentía repudio por aquellos quienes hacían abusos de todas formas contra
mujeres y hombres.
- Nos veremos en el juicio Meder. – Fue lo último que dijo para
luego salir de la oficina.
...

- ¡Pero que no me mires a mí! ¡Mira al frente! – Chilló Lauren.


Abriendo los párpados de forma rápida Camila apretó con ambas
manos el volante de dirección de la camioneta bajo una pequeña risa de la ojiverde.
- ¡Ahora dale con el acelerador! – Repitió Lauren.
Aun intentando coordinar sus acciones con su pie derecho apretó
levemente el acelerador haciendo que la camioneta tomara velocidad.
- Ten cuidado con las curvas. – Repitió.
Afirmó en silencio detallando la vacía autopista que estaba a unos
kilómetros de la casa de Lauren. Decir que había estado muy nerviosa en su primera
clase de conducción sería poco.
- Ahora no saques la mano de la caja de cambio. – Sonrió la
ojiverde.
- ¿Por qué tengo que aprender en uno mecánico? Si fuera
automático sería mucho más fácil. – Gruñó Camila.
- Deja de reclamar y primero aprender a conducir, luego
decidirás si tu coche tendrá mecánico o automático.
Frunciendo el ceño la morena dejó escapar una leve sonrisa detallando
por el retrovisor a Sam quien parecía feliz al sentir el viento jugando con su pelaje.
- ¿Hasta cuántos kms/hora llega ésta camioneta? – Enarcó las
cejas la pediatra.
- No necesitas saberlo. – Lauren se encogió de hombros.
Camila hizo una mueca para luego mover rápidamente la caja de
cambios haciendo que el motor de la camioneta se apagara frente a la mala acción.
- ¡Joder! – Chilló frustrada.
- ¿Ves? – Rió entredientes la más alta.
Dejando apoyada su frente contra el volante de direcciones Camila
sintió cómo Lauren le acariciaba el cuello tiernamente.
- Vamos a intentarlo otra vez. – Dijo tranquilamente la cirujana.
Repitiendo metódicamente todas las acciones que Lauren le había
enseñado Camila volvió a encender la camioneta para sentir cómo el vehículo tomaba
velocidad y otra vez volvía a conducir por la desierta autopista.
Sintiendo el agradable viento que entraba por la ventana la morena
detalló cómo su novia encendía otra vez la radio para dejarla en un agradable
volumen.
- And I think to myself, what a wonderful world... - Cantó la
cirujana.
Sonriendo ampliamente sin quitar sus ojos del camino Camila
destensó algunos de sus músculos de la espalda.
Se sentía tan viva, tan feliz de que ya hubieran pasado casi tres meses
desde que la oncóloga le diera el alta y que su vida volviera a la normalidad luego de
haber vivido el periodo más difícil y aterrador de su vida.
Cómo algo tan cotidiano como saber conducir ahora parecía un
pequeño sueño cumplido. Lauren había sido bastante paciente con ella y le había
animado a que finalmente lo hiciera antes de que más tiempo pasara con excusas de
no salir en la camioneta y comenzar a conducir por la autopista que rara vez tenía
tráfico.
- They're really saying: I love you. – Cantó otra vez Lauren
alargando la última palabra.
Disfrutando plenamente del momento Camila comenzó a bajar la
velocidad del vehículo para desviar y dejar fuera de la autopista la camioneta. Cuando
apagó el motor sus ojos marrones detallaron el sereno rostro de Lauren.

- Te amo. – Dijo la más alta.


- Yo también mi amor.
La morena rodó los ojos escuchando los impacientes ladridos de Sam
quien comenzó a moverse en la parte posterior de la camioneta.
- Le has dejado nervioso. – Apuntó divertidamente la ojiverde.
- ¡Oh cállate!
Cruzándose de brazos contra el pecho Camila miró de reojo a Lauren
quien llevaba unas gafas oscuras y el cabello despeinado gracias al viento que había
entrado por la ventana.
- Venga, volvamos a casa, que me muero por hacerte el amor. –
Dijo Camila para luego morderse el labio inferior.
- Si es así entonces no me quejo.
...
Lauren se mantuvo con los brazos en la cintura detallando cómo la
cuna de madera con pintura celeste finalmente estaba armada en el cuarto del hijo de
Nathan y Dinah.
- No puedo creer que falten menos de tres meses para que el
bebé nazca. – Sonrió emocionado Nathan.
Con sus ojos color esmeralda detalló la casi palpable emoción en el
rostro de su mejor amigo. Se veía tan pleno, llevaba una camisa básica color blanco y
ambos un poco sudados luego de pasar la tarde terminando de pintar el cuarto del
bebé y luego armando la cuna.
- Venga, tengo unas cervezas bien heladas esperándonos. –
Sonrió el pelirrojo.
Caminando por el loft de su mejor amigo Lauren detalló a la distancia
cómo Camila conversaba con Dinah sentadas en un gran sofá. Ambas parecían
discutir algo mientras detallaban un par de ropas de bebé.
- ¿Has pensado lo mucho que nos han cambiado la vida aquellas
dos? – Sonrió Lauren.
- Y en menos de un año. – Afirmó con la cabeza Nathan.
- Que vas a ser padre... - Enarcó las cejas. – El indomable
Nathan Evans, el campeón del tequila, las mujeres, los BMW, y los trajes Gucci.
Nathan se encogió de hombros para luego llevarse el botellín de
cerveza a los labios.
- Ahora seré el campeón del trasnoche por los llantos, los
pañales y los juguetes. – Apuntó.
Sonriendo Lauren caminó por la cocina para observar a la distancia a
Camila quien no perdía atención a lo que Dinah le hablaba.
- No me haré la prueba de paternidad. – Dijo Nathan.
Girando rápidamente para quedar mirando fijamente a su mejor amigo
Lauren se mantuvo en silencio esperando que el cirujano hablara.
- Sé que lo has pensado... Te conozco bastante bien, y sé que
tampoco me lo dirías porque respetas que Dinah esté convencida de que soy el padre
del bebé y no... Y no Will. – Explicó el pelirrojo. – Y en un principio no negaré que
hasta yo dudaba... Pero... No me haré la prueba de paternidad, porque pase lo que
pase, el bebé es mi hijo.
Lauren apretó la mandíbula intentando descifrar lo que los ojos de
Nathan estaban expresando. Había seguridad y serenidad, algo que dejó
completamente sin palabras a la ojiverde.
- Joshua es mi hijo... Pase lo que pase. – Dijo con decisión
Nathan.
Una sonrisa de orgullo se instaló en el rostro del pelirrojo haciendo
que Lauren afirmara con la cabeza.
- Serás un increíble padre, nunca dejes que alguien te haga
dudar de ello. – Murmuró la cirujana.
Nathan abrazó a Lauren en señal de agradecimientos por sus palabras.
- ¿Tienen planes de matrimonio tú y Dinah? – Dijo con
curiosidad.
- No realmente... Ni ella ni yo queremos preocuparnos por el
papeleo y preparativos, por ahora, lo más importante es el bebé. – Sonrió levemente.
– Somos feliz ahora mismo y seguramente cuando Joshua nazca todo lo importante
girará en torno a él.
Pensando en las palabras que su mejor amigo había mencionado
Lauren se giró levemente para volver a detallar a Camila quien reía con gracia aún
con un gorrito de bebé en sus manos.
En aquel momento ya era casi imposible negarse a sí misma que
Camila era la mujer que deseaba a su lado. Todos los días, por todos los años que
pudieran, porque estaba totalmente enamorada de ella.

---
Independiente de las creencias, deseo que mañana sea un día en que
puedan disfrutar de la compañía de vuestros seres queridos.
Nunca sabemos cómo pueden cambiar las situaciones de un momento
a otro.
Gracias por todo, nos volvemos a leer el lunes...
Capítulo 46.

Lauren se removió de su profundo sueño al escuchar el sonido del


fuerte oleaje del mar que golpeaba a lo lejos. La lluvia que débilmente sonaba contra
la ventana de la habitación era como un arrullo que acompañaba a la oscuridad que
delataba el cielo nublado de aquella noche.
- Amor... - Susurró Camila a su espalda.
Levemente entreabriendo los párpados la ojiverde inclinó su cabeza
hacia atrás sintiendo cómo Camila dejaba sus labios contra la cálida piel de su nuca.
- ¿Qué hora es? – Dijo la cirujana aún en su letargo.
- No lo sé...
Sonriendo levemente Lauren finalmente se giró para abrazar a Camila
entre sus brazos.
- ¿Te ha despertado la tormenta? – Murmuró la más alta.
La morena afirmó en silencio mientras que con la yema de sus manos
recorría la espalda desnuda de Lauren.
- Me encanta poder abrazarte todas las noches. – Resonó la voz
de la pediatra.
- A mí también cariño...
Volviendo a cerrar los párpados su sonrisa se hizo amplia al sentir
cómo Camila con la punta de su nariz comenzaba a acariciar su mejilla.
- No vuelvas a dormir... - Pidió la más baja.
Apretando sus brazos contra la cintura de Camila afirmó en silencio
para luego dejar que sus ojos color esmeralda detallaran los ojos marrones de su
novia que en aquella oscuridad parecían más profundos.
- Te amo. – Sonrió Camila.
Respondiendo con un lento beso Lauren recorrió con sus manos el
desnudo cuerpo de su novia. Cuando ambas lenguas lograron encontrarse un tímido
gemido escapó de la boca de Camila haciendo que todo el cuerpo de Lauren
comenzara a sumergirse en una placentera sensación.
- Mi amor... - Susurró la ojiverde.
Camila hundió sus manos contra la nívea espalda de Lauren a la vez
que ésta giraba a ambas para quedar sobre la morena.
- Eres hermosa, tan hermosa... - Susurró la morena.
Con ambas manos Lauren separó las piernas de Camila la cual enterró
levemente sus uñas en la espalda de la más alta.
- Dime lo que quieres... - Lauren le miró detenidamente. –
Dímelo...
- Ya sabes...
- Dímelo. – Repitió.
Camila inclinó sus caderas intentando tener más contacto con el
centro de su novia quien comenzó a besar húmedamente su abdomen y senos.
- Dímelo... - Susurró otra vez.
- Hazme el amor... Házmelo ahora... Joder... - Dijo con un hilo
de voz.
Las expresiones de placer en el rostro de Camila hicieron que sus ojos
color esmeralda se deleitaran con tan magnifica imagen, deseaba grabar con fuego en
lo más profundo de su corazón y mente cómo se sentía tener aquella mujer contra su
cuerpo y unidas de aquel modo.
- Lo que tú digas mi amor... - Murmuró Lauren.
Con la punta de dos de sus dedos la ojiverde comenzó a estimular el
punto más erógeno de la morena quien jadeó frente a la acción. Su cuerpo casi
automáticamente comenzó a moverse sobre el de la Camila quien siguió sujetando
con necesidad el cuerpo de Lauren.

El sentir el cuerpo de su novia temblar contra el suyo podía ser una de las mejores
sensaciones de la vida. Había encontrado en la morena una chica que en un principio
se había mostrado tímida incluso cuando iban a la playa y se veían en bikini, ahora la
misma chica por las noches le despertaba para unirse en un apasionado momento.
- Te amo... - Murmuró Lauren.
La penetró con dos de sus dedos con un ritmo lento y continuo que
hizo resonar fuertes gemidos en la boca de Camila. Podía detallar cómo la morena
intentaba controlarse mordiéndose los labios pero fallando finalmente cuando Lauren
hizo más profundas sus embestidas.
- Joder Lauren... - Jadeó.
Unos movimientos más y la morena alcanzó un arrollador orgasmo
que hizo a Lauren por unos momentos sólo oír aquellos sonidos que escapaban de la
boca de su amada haciendo desaparecer el sonido de la tormenta.
- Ven aquí, es tu turno. – Apuntó Camila sonriendo.
...
La pediatra detalló cómo sus padres bailaban salsa en la cocina
mientras los sonidos de trompetas y una voz femenina cantaba en español. Verlos así
de felices y aún juntos luego de todos aquellos años hacía a Camila suspirar por
lograr disfrutar de aquellos detalles que parecían tan cotidianos y pequeños. Sin
dudas adoraba poder pasar días junto a su pequeña familia.
- ¿Quieres otra cerveza papá? – Le dijo.
- Bueno. – Sonrió el alto hombre.
- ¡Para mí un tequila mija! – Chilló Sinu.
Rodando los ojos para luego reír levemente Camila comenzó a servir
un poco de tequila para su madre sonriendo al recordar aquel día en que su padre
había emborrachado hasta casi la muerte a Lauren.
- ¿Dónde me has dicho que estaba tu gringa? – Preguntó la
mujer de cabellos cortos.
- Con su familia. Su madre quiere que vayamos todos a cenar
con ellos la próxima semana. – Apuntó Camila.
- ¡Por supuesto! – Sonrió Alejandro. – Pero nosotros haremos la
cena.
Entreabrió levemente sus párpados para así detallar la sonrisa casi
maliciosa que tenía su padre en su rostro.
- Papá... - Dijo acusadoramente. – Ni lo pienses.
- Oh, sería demasiado divertido. – Frunció el ceño.
- ¡Mamá! Dile algo... Va a intoxicar a toda la familia de Lauren y
ella terminará conmigo si mi padre hace algo como eso...
Camila se cruzó de brazos contra su pecho mientras fruncía el ceño
detallando cómo Sinu reía abrazando a Alejandro quien se encogió de hombros.
- Vamos a darle un poco de sabor a los Jauregui. – Apuntó el
hombre de oscuro cabello.
- ¡Papá! – Chilló.
Rápidamente Alejandro la envolvió en un abrazo haciendo reír a
ambos. Sus mejillas se vieron invadidas por pequeños besos que su padre comenzó a
darle haciéndola sentir nuevamente como aquella pequeña niña que se pasaba horas
riendo junto a su padre.
- Clara debe demostrar que es digna de ser mi consuegra. –
Dijo divertida Sinu. – Le daremos mucho tequila.
La morena le dirigió una horrorizada mirada a su madre quien bebió
de golpe su tequila haciendo reír a Alejandro quien movió sus caderas al ritmo de la
canción que aún resonaba en la cocina.

- Creo que necesito un tequila. – Susurró Camila en español.


...
Lauren rodeó sus brazos en la cintura de Camila para luego dejar su
rostro esconderse cerca de la nuca y del hombro de la morena.
- Están hermosas. – Mencionó la pediatra.
Con sus ojos esmeraldas volvió a detallar los tulipanes naranjos que
ahora Camila tenía entre sus manos.
Durante todos aquellos meses no habían sido de aquellas parejas que
celebraran tan románticamente sus aniversarios ya que varios de aquellos habían
coincidido con Camila haciéndose exámenes, o aún en el post operatorio, o incluso
con sesiones de radioterapias, por aquello mismo Lauren ahora había comenzado a
comprar con más frecuencia las flores favoritas de su chica para darle pequeñas
sorpresas al volver del trabajo.
- Me encantas. – Sonrió Camila.
Besando delicadamente los labios de su novia, y aún sin dejar de
abrazarle, Lauren hizo que ambas se tumbaran el sofá que había en el salón.
- El color de estas flores me hace recordar a Uganda... - Suspiró
levemente. – El atardecer siempre solía ser el momento más tranquilo del día.
Lauren acarició levemente una de las manos de su novia detallando
cómo ésta se perdía en sus recuerdos.
- Casi nunca me hablas de lo que viviste allá. – Murmuró la
ojiverde.
- Fue bastante fuerte... Créeme que lo fue... No siempre
podíamos ayudar a todos los niños que llegaban al pequeño hospital donde
estábamos. – Hizo una mueca. – A veces no teníamos ni siquiera todos los
medicamentos que necesitaban.
Un silencio se instaló entre ambas a la vez que la cirujana intentaba
imaginar cómo sería trabajar en aquellas condiciones.
- Tú fuiste uno de los héroes que trabajan en aquellos lugares
por amor a su profesión y el compromiso de ayudar a los otros... - Dijo Lauren. –
Cuando te conocí... Bueno, cuando oí de ti por primera vez fue cuando Normani me
comentó que volvías a Miami luego de pasarte tres años en Uganda con Médicos sin
fronteras... Recuerdo que en mi mente pensé qué clase de persona podría sacrificarse
de aquel modo por otros...
Camila le miró enarcando sus cejas levemente para luego mantenerse
en silencio.
- Ahora lo entiendo... Te he oído días y días hablar con devoción
de tu trabajo, de hermosos detalles como las sonrisas de tus pequeños pacientes, los
dibujos que ellos te regalan y que guardias cuidadosamente en un folio que tienes en
tu piso... Nunca imaginé que realmente existieran personas tan entregadas a su
profesión, con una vocación tan admirable, y capaces de ayudar con real amor y
dedicación a los demás.
Un par de lágrimas escaparon de los ojos de la morena quien luego
sonrió ampliamente mirando a Lauren de forma emocionada.
- Todas aquellas personas, ahora que lo pienso, son héroes. –
Sonrió la cirujana.
- No... Nosotros sólo hacíamos nuestro trabajo con real amor y
dedicación. – Repitió Camila. – Pero los verdaderos héroes son aquellos pequeños
niños que pese a todas las circunstancias siguen jugando y riendo con algo tan básico
como tener agua, un poco de comida y amigos para acompañarse.
...
(N/A: Agradecer a Pvane_LC por las hermosas imágenes que estaré
usando para estos capítulos. ¡Muchísimas gracias!).
...
Sus ojos marrones volvieron a detallar cómo a una pequeña distancia
Lauren jugaba con Sam corriendo de un lado a otro. La cirujana parecía una niña
pequeña disfrutando de la vida, y ella también se sentía agradecida de estar aquel día
sintiendo en su rostro la brisa marina, en sus pies la cálida arena de la playa y
oyendo las risas de su novia.
La vida le había hecho vivir una batalla aterradora de la cual gracias a
muchas personas, tratamientos y propia determinación había logrado ganar.
- ¡Sam! – Llamó al perro.
El Golden retriever ladró fuertemente alejándose de Lauren en
dirección de Camila quien le sonrió a su novia a la distancia.
- Vamos a darle un poco de celos a Lauren. – Sonrió.
Sam lanzó otro ladrido moviendo enérgicamente su cola para luego
lanzarse contra la morena quien terminó recostada sobre la arena de la playa riendo
al sentir cómo Sam le lamía las manos.
- ¡Basta! – Chilló riendo.
Pero el perro siguió jugando haciendo que más arena se mezclara con
sus cabellos.
- ¡Sam! – Dijo con voz firme Lauren.
Finalmente el cuadrúpedo dejó a Camila para luego corren en
dirección de la ojiverde quien con un gesto hizo que el perro se sentara agachando las
orejas.
- ¿Por qué conmigo no es así? – Dijo frunciendo el ceño la
pediatra.
- Son años de relación. – Rió Lauren.
- Ya... - Suspiró. – Pero no vas a negar que Sam ahora me
quiere más a mí.
Lauren enarcó las cejas para luego negar con la cabeza riendo
levemente.
- ¿Qué opinas tú amigo? – La cirujana le dijo al perro.
Sam movió su cola para luego irse del lugar corriendo.
- ¡Sam! ¡Ven aquí! – Chilló Lauren. - ¡No te voy a traer una
novia!
Camila soltó una carcajada al detallar cómo su novia se encogía de
hombros.
- No te rías tú... Que me has quitado el amor de mi perro. –
Apuntó la cirujana riendo levemente.
- Eso lo discutiremos después...
Detallando cómo Lauren se sentaba a su lado para ambas detallar el
final del atardecer, Camila besó levemente los labios de su novia.
- Tenemos toda la vida para discutirlo... - Volvió a decir la
morena.
- ¿Sí? ¿Toda la vida? – Lauren enarcó las cejas.
- Toda la vida... - Afirmó. - ¿Sabes por qué?
Lauren ladeó levemente su cabeza frunciendo el ceño para luego
sonreírle a la morena.
- No... ¿Por qué? – Preguntó curiosa.
- Porque me voy a casar contigo... - Dijo en español Camila.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al percibir cómo Lauren le
miraba aún sin entender... Sabía que su novia podía entender lo que le había dicho en
español, pero parecía que lo que no entendía la ojiverde era lo que Camila estaba
haciendo en aquel momento.
- ¿Qué has dicho? – Murmuró rápidamente Lauren.
- Que nos vamos a casar...
Lauren sonrió ampliamente riendo levemente para sujetar con sus
manos el rostro de la morena.
- ¿Lo dices de verdad? – Dijo emocionada la ojiverde.
Afirmó en silencio para luego besar las manos de Lauren quien siguió
riendo debido a la emoción. Camila en aquellos momentos comenzó a jugar con la
arena que había en el lugar hasta desenterrar una pequeña cajita de terciopelo. La
risa de la ojiverde aumentó y la pediatra detalló cómo un par de lágrimas escapaban
desde aquellos hermosos ojos.
- Lauren, ¿Te quieres casar conmigo? – Susurró.
La cirujana abrió la cajita para detallar dos hermosos anillos de oro
con diseño básico. Nada extravagante, nada de diamantes, sólo dos alianzas
perfectamente idénticas.
- ¡Claro que sí! ¡Claro que sí mi amor! – Dijo Lauren.

---
Gracias por todo, siempre.
Capítulo 47.

5 meses después.

(N/A: Gracias @Pvane_LC :) !!)


Con delicadeza y cariño Lauren acarició con una de sus manos la
pequeña cabeza del bebé de dos meses que le miraba con aquellos ojos marrones
oscuros. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al ver cómo sus dedos se
enredaban con aquellos cabellos pelirrojos que contrastaban con la piel aceitunada de
Joshua.
- Míralo Camila, si es idéntico a Nathan. – Susurró Lauren.
La pediatra afirmó en silencio sin quitarle los ojos al bebé que ahora
había llevado una de sus manitos para atrapar la manga de la camisa que Lauren
llegaba aquel día.
- No puedo creer que haya pasado tan rápido el tiempo. – Habló
otra vez la más alta.
Intentando acunar al bebé mientras Camila se recostaba el sofá del
lugar Lauren se mantuvo perdida detallando el pequeño rostro del hijo de su mejor
amigo.
- Supongo que ya no hay más dudas sobre... - Dijo Camila. –
Bueno... Ya sabes...
Lauren detalló en silencio el preocupado rostro de su prometida. Sabía
que en el fondo la pediatra extrañaba a Will y aún se culpaba que el moreno tuviera
que dejar Miami para superar lo ocurrido.
- Lo importante es que Dinah está feliz, ahora tiene una familia.
– Intentó decir calmadamente la cirujana.
- Lo sé... Es sólo que la vida a veces es muy injusta con
algunos. – Suspiró.
- Seguramente Will con el tiempo superará lo que ocurrió...
Espero.
Aún con el pequeño cuerpo de Joshua contra su pecho Lauren se
acercó hasta Camila para dejarle un leve beso en los labios. El contacto fue tan fugaz
que hizo a la morena dar un respingo en el lugar donde estaba.
La tranquila escena se vio interrumpida cuando Dinah entró riendo al
salón junto a Sam y Nathan quien entraba con la barbacoa lista.
- ¡Que hambre tengo! – Apuntó el pelirrojo.
- Espero que no hayas quemado la carne. – Frunció el ceño la
cirujana.
Soltando una pequeña risa Lauren detalló cómo Joshua se removía
fuertemente estirando sus pequeños brazos al oír la voz de Dinah conversando con
Camila.
- Creo que esta pequeña zanahoria ya tiene hambre también. –
Dijo divertida Lauren.
La ginecóloga rápidamente corrió a quitarle el bebé de los brazos
mientras Camila miraba con ternura la escena. Nathan se acercó también para mirar
con cara de embobado a Joshua quien ahora lloraba inquieta entre los brazos de su
madre.
- ¡Será igual de chillón que tú! – La ojiverde hizo una mueca.
Su mejor amigo rodó los ojos para luego rebuscar en el bolso del bebé
una manta que le tendió a Dinah quien se sentó cómodamente en el sofá para dar de
amamantar a Joshua.
Ella misma se acercó hasta donde Camila estaba acariciando a Sam
que estaba inquieto debido a todas las personas y el olor de la barbacoa en la casa.
- ¿Crees que Sam se ponga demasiado celoso si tenemos uno
de ésos en casa? – Susurró Lauren.
- ¿Uno de ésos? – Enarcó las cejas.
- Sí...
- Un... ¿Un bebé? – Casi chilló.
- Claro... Lo que te dije aquella vez antes de que entraras a la
cirugía, lo dije de verdad... Quiero tener hijos contigo.
Una sincera sonrisa se dibujó en su rostro a la vez que acariciaba una
de las mejillas de su prometida.
- Aún debo esperar un poco más por la radioterapia... - Dijo
algo triste la morena.
- Podemos esperar todo lo que sea necesario... Por ahora
tenemos a Joshua para comenzar a practicar.
Ambas rieron levemente detallando cómo Sam acomodaba su cabeza
entre los pies de Camila.
...
Camila dejó escapar un fuerte suspiro al detallar por cuarta vez el
salón de su piso mientras Lauren terminaba de hacer la cena.
Aún le parecía mentira que hubiera pasado más de un año desde su
vuelta a Miami y su primer encuentro con la ojiverde que ahora dentro de unos pocos
meses se convertiría en su esposa. Lo que más le asombraba, por supuesto, era que
dentro de todo aquel tiempo también le habían diagnosticado cáncer y había logrado
controlar y superar la enfermedad. Estaba segura que no todas las personas podían
contar algo como aquello día a día.
Que ahora se estuviera comiendo la cabeza sobre qué hacer con el
pequeño piso que tenía en la zona central de la ciudad parecía ser tan ridículo como
tener miedo de discutir el tema con Lauren.
- Amor, la cena está lista... - Gritó la ojiverde desde la cocina.
¿Cómo no estar enamorada de Lauren? Si con ella era la persona más
detallista, cariñosa y preocupada de todas las que pudiera conocer. Tenía un corazón
noble, y en todo aquel tiempo le había demostrado que la decisión de tenerle a su
lado era lo que siempre iba a estar en primer lugar. El amor que compartían, las
alegrías y las tristezas, las risas y el llanto, todo había sido junto a Lauren durante
todo aquel tiempo.
- Estaba pensando... - Comenzó hablar. – Que debemos definir
dónde viviremos... Nos vamos a casar en un par de meses, y aún no lo hemos
hablado...
La más alta enarcó sus cejas sin dejar de comer del plato de
lasagne que había cocinado aquella noche. Camila detalló cómo su prometida parecía
una pequeña niña disfrutando de su comida favorita.
- ¿No te gusta mi casa? – Dijo Lauren confundida.
- No es eso... Sabes que me encanta, me encanta que quede
tan cerca de la playa, el jardín, la decoración... Pero sigue siendo tu casa.
- Cuando nos casemos ya no será sólo mía... - Apuntó. –
Legalmente también habrán cambio en ello.
- Lo sé... Pero... ¿Qué se supone que haga con mi piso?
La pediatra se llevó una copa de vino blanco a los labios a la vez que
Lauren bebía una de vino tinto.
- Es tu piso... Sé que fue en lo primero que invertiste tu dinero
luego de terminar la facultad. – Frunció el ceño Lauren. – Si te preocupa que yo te
pida que...

- Yo sé que no me pedirías que lo vendiera o algo así... - Dijo


apresuradamente.
- ¿Entonces?
- No me parece justo que tu casa sí pase a ser nuestra casa y
mi piso... Bueno... Siga siendo mi piso. – Recalcó las últimas dos palabras.
Se mantuvieron en silencio mientras Camila apretaba la mandíbula al
notar la confusión en el rostro de su prometida.
- No entiendo... - Rompió el silencio la cirujana.
- Pondré también a nuestro nombre el piso. – Dijo finalmente
Camila.
- ¿Y te has estado comiendo la cabeza por eso todo estos días?
– Rió entredientes.
Nuevamente ambas se sumergieron en un silencio que se tornó
incómodo y que Lauren intentó esconder al servir un poco de vino en su copa.
- Me preocupan estas cosas, soy así... Sé que durante los meses
después de la radioterapia hemos disfrutado casi sin preocuparnos de muchas cosas
luego de pasar meses estresadas por el cáncer y los resultados... Pero ahora que nos
vamos a casar quiero hacer las cosas bien... Más si vamos a tener una familia. – Dijo
tranquilamente Camila.
- Si quieres que compremos una casa más grande entonces...
- ¡Lauren! – Rió. – Nuestra casa ya es enorme... Podríamos
tener diez perros, cinco hijos y aún nos quedaría espacio.
El brillo en aquellos ojos color esmeralda hizo que su corazón se
agolpara contra su pecho al caer en cuenta lo que había dicho... Nuestra casa...
Parecía tan cotidiano, un detalle tan pequeño, pero que significaba tanto que ella
misma tomó la mano de Lauren que estaba libre sobre la mesa.
- Discúlpame por ser algo exagerada, pero me tendrás que
soportar ahora que has aceptado casarte conmigo. – Sonrió de lado.
- Me casaré contigo aun sabiendo que por las noches me
despertarás para que hagamos el amor y al siguiente día me grites que te quieres
quedar durmiendo y no ir al trabajo. – Lauren rió.
Rodando los ojos para luego apuntar con un dedo a la más alta Camila
negó con la cabeza.
...
Marc Anthony – Valió la pena (versión salsa).
- Quítate los zapatos. – Dijo Sinu.
Lauren frunció el ceño sin entender a su suegra quien ahora le subía el
volumen al equipo de música.
- Pero...
- No vas a pisarme, si lo logras ahí podrás ponerte los zapatos.
– Apuntó la mujer.
Encogiéndose de hombros, y rápidamente sacándose los zapatos, la
ojiverde sonrió ampliamente al detallar cómo la madre de Camila le tomaba de las
manos.
- Debemos convertirte en una profesional de la salsa para la
boda... - Sonrió Sinu.
Afirmando en silencio la cirujana sujetó con fuerza las manos de su
suegra para comenzar a moverse junto a ella al ritmo de las trompetas y de la voz
cantando en español.
- Veamos si tienes lo necesario, gringa. – Murmuró en español.
Guiando en el baile a la madre de su prometida Lauren intentó no
quitar sus ojos del refinado rostro de Sinu. El sudor en su nuca delataba su
nerviosismo al intentar no pisar los pies de su suegra quien mostraba una notable
destreza en el baile, de alguien tenía que haber aprendido Camila, y claramente había
sido de su madre.
- ¡Que no me pises! – Chilló Sinu.
Sonriendo apenada Lauren no detuvo de moverse al ritmo de la
música repitiéndose mentalmente que no debía cruzar sus pies sobre los de Sinu.
- No lo estás haciendo nada mal. – Sonrió.
Devolviéndole una amplia sonrisa a su suegra disfrutó de la música
intentando imaginar finalmente el día en que estuviera con Camila entre sus brazos
ya con las alianzas de oro en sus manos.
Cuando la canción terminó Lauren dejó escapar un fuerte suspiro para
luego limpiare el leve sudor que perlaba su frente. Sinu le miró divertida para luego ir
a la cocina de donde volvió con dos vasos, sal, limones y una botella de tequila.
- Alejandro me ha dicho que puedo emborracharte ahora que se
ha llevado a Camila a almorzar. – Rió la mujer.
La ojiverde miró con horror la familiar botella de tequila que meses
atrás su suegro le había hecho beber cuando habían cenado con los tíos de Camila.
- Lauren... Mi esposo y yo estamos muy felices de la relación de
Camila contigo... Ella ha elegido a la mejor. - Sonrió sinceramente.
- Yo...
- Ya lo sé... La amas con locura, y es lo que me deja tranquila
de ver que mi única hija finalmente comienza a formar su familia.
Afirmó levemente para luego recibir el vaso de tequila, un poco de sal
y la mitad de un limón.
- Cuídala con el corazón, porque mi hija así lo hace contigo.

---

Gracias por todo! ... Mañana sorpresa.


Capítulo 48.

Especial fin de año -> 1/2

2 meses después.
Jugando con el ramo de tulipanes naranjos en sus manos Camila
apreció con sus ojos marrones cómo Nathan, el padrino de la boda, le sonreía
ampliamente mientras Lauren le quitaba las flores para pasarle la alianza de oro.
Oyendo el calmado oleaje de la playa, y observando cómo las
personas detallaban lo que estaba pasando, la pediatra fijó sus ojos en el hombre que
estaba oficiando la boda. El nudo que había tenido en la garganta, desde que había
caminado por la playa para encontrase con Lauren vestida con aquella delgada y
holgada camisa blanca y un pantalón corto del mismo color, pareció apretarse un
poco más. La morena respiró hondamente al sentirse hermosa en aquel sencillo
vestido color blanco que le llegaba hasta los tobillos.
Sintiendo la agradable temperatura de la arena caliente en sus pies
descalzos Camila volvió a detallar la emocionada sonrisa de Lauren quien le miraba
con los ojos agolpados de lágrimas.
- Yo, Camila Cabello, prometo amarte y cuidarte con todo mi
corazón. Prometo que cada día te entregaré lo mejor de mí, y que te ayudaré para
que tú sientas que eres lo mejor para mí, para tu familia y para las personas que te
rodean... - Dijo para luego quedarse en silencio.
Lauren le miró impaciente mientras el silencio se veía interrumpido por
los ladridos de Sam que estaba sentado cerca del lugar junto a Taylor y Mike.
- ¿Saben qué? – Alzó la voz Camila. – Quería ser bastante
protocolar en esta parte de la boda... Pero... La verdad es que les explicaré por qué
me estoy casando con ésta hermosa chica.
Un par de risas se escucharon a la vez que Lauren reía entre dientes
sin quitar la expresión de nerviosismo de su rostro.
- Cuando volví de Uganda, tenía una idea fija de asentarme
finalmente en Miami, una ciudad que acogió a mis padres y a mí de pequeña cuando
tuvimos que salir de las difíciles situaciones que vivimos en Cuba y México... Poco iba
a imaginar lo que pasó desde que volví. Si les hablo desde el inicio, deben saber, que
Lauren fue totalmente fría y desinteresada conmigo la primera vez que hablamos...
Lauren hizo una mueca y Nathan soltó una carcajada.
- Incluso se negó a ayudarme con un par de cirugías que
necesitaban los pacientes del servicio de cirugía infantil del hospital donde trabajo... Y
por aquellas situaciones de la vida unos días después nos encontramos en un bar
donde ella estaba bebiendo tequila mientras yo bailaba salsa, y por alguna razón u
otra aquel día le hablé y días después ella me invitó a cenar... Claramente mi baile le
sedujo.
Negando con la cabeza la cirujana frunció el ceño mientras Sinu y
Alejandro reían fuertemente sentados cerca del lugar.
- ¡Me invitó a cenar comida mexicana y ella no tenía idea qué
pedir! – Apuntó. – Fue tan tierno que yo ya me sonrojaba cada vez que me miraba
con ese par de hermosos ojos color esmeralda que tiene... ¡Por favor! Necesitan
verlos más, a veces cambian de tonalidad y nunca mienten... Y por supuesto, seré yo
quien vea aquellos ojos todos los días de mi vida.
Emocionándose con aquellas últimas palabras Camila suspiró
levemente para acariciar una de las manos de la ojiverde quien no le quitaba la
atención.
- A través de todos aquellos meses comencé a conocer a una
hermosa persona... Una persona que detrás de toda aquella frialdad, prepotencia, e
indiferencia escondía a ésta chica que ahora ven aquí... Aquella que puede escucharte
con la mayor atención del mundo, la que puede cuidarte aún en silencio, y la que te
recodará día a día lo mucho que vales... Lauren es así, es increíble... Tan increíble
como para comenzar a estudiar un idioma por y para ti.

La más alta le acarició la mejilla limpiando un par de lágrimas que habían rodado
rápidamente por su rostro sin lograr detener sus palabras.
- Lauren fue la primera persona en percibir que yo podía tener
cáncer... - Sujetó con fuerza la mano de ésta. – Aquella noche, puedo confesarles que
fue la peor de mi vida... No podría explicarles el miedo que viví, ni siquiera podía
respirar sintiendo cómo mi vida podía detenerse por algo que nunca imaginé que
pasaría.
Camila detalló a las personas que estaban escuchándole con
atención... Sus padres, sus amigas, sus tíos, la familia de Lauren.
- Desearía que todas las personas que viven una situación como
la que me tocó a mí tuviera la suerte que tuve yo al tener a mi lado a una persona
como Lauren... Fue ella quien pasó noches a mi lado abrazándome para contener mis
lágrimas, fue ella quien cuidaba de mi cuando me sentía fatigada e incapaz de
comer... Fue ella quien hablaba con mis amigas para que ellas también fueran parte
del proceso... Habló con mis padres, e incluso soportó que terminara con ella un par
de veces...
Un leve sollozo escapó de la boca de Lauren quien intentó mantenerse
tranquila al escuchar de forma emocionada las palabras de su futura esposa.
- No puedo estar más agradecida de todas aquellas personas
que estuvieron conmigo en aquel momento de mi vida... Mis padres, mis amigas, los
médicos y el personal de salud que cuidó de mi e hicieron todo lo posible...
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras con el pulgar de
su mano acariciaba el dorso de la mano de la ojiverde nuevamente.
- Lauren me ayudó a entender que era yo misma quien debía
trabajar en mi autoestima y comenzar a sanar tantos fantasmas del pasado... Ella me
miró con amor y pasión aun cuando yo sentía mi cuerpo incompleto... Lauren me amó
y me ama como siempre soñé que alguien lo hiciera, y como soñé hacerlo... Me cuidó,
me cuida, y sus brazos siempre serán el lugar del mundo donde busque sentirme
amada.
Mirando finalmente la alianza que tenía entre sus manos Camila cerró
los ojos sintiendo la agradable brisa marina que le hacía recordar a Lauren incluso
aunque estuviera a unos centímetros frente a ella justo en aquel momento.
- Lauren... Superé un cáncer, contigo a mi lado, he pasado días
con tratamientos, medicamentos, cirugías, pero tú... Tú eres... Mi mejor medicina.
...
Lauren volvió a jugar con la alianza de oro que ahora tenía en su dedo
anular a la vez que observaba cómo Camila reía junto a Alejandro. No podía negar lo
nerviosa que se sentía frente a lo que vendría en aquel momento, el baile de la
boda... Aquella canción de salsa que su esposa había escogido para la ocasión.
- Nada de pisarle los pies... - Le susurró Sinu al oído.
Mirando sus pies descalzos la ojiverde respiró hondamente mientras le
daba una seña a Nathan.
- Querida esposa mía... ¿Bailamos salsa? – Lauren enarcó las
cejas.
- Por supuesto...
Marc Anthony – Tu amor me hace bien.
Al ritmo de aquellas trompetas junto a la voz en español la más alta
sujetó de las manos a Camila mientras esta giraba levemente haciendo remover con
gracia el vestido que le llegaba a los tobillos.
- Porque me gusta tenerte vida mía... Y no quiero que te
vayas... - Cantó en español Lauren.
Entre aquellos movimientos, y sintiendo cómo sus cuerpos fluían
sincronizados, Lauren se perdió en la amplia sonrisa que se dibujaba en el delicado
rostro de Camila.

- Mira que me hace bien... ¡Ay! Que me hace bien... - Cantó la más baja.
Girando el cuerpo de su esposa la ojiverde cerró los ojos al pegar su
frente contra la de Camila mientras una indescriptible sensación embarcaba su pecho
al tener aquella chica entre sus brazos, aquella chica que ahora era la mujer con la
que compartiría todos sus días.
- ¡Porque tenerte a mi lado me hace fuerte! – Cantó feliz
Camila.
¿Cuándo iba a imaginar ella que estaría casándose, bailando salsa y
hablando en español? Nunca lo hubiera imaginado, pero Camila había llegado a su
vida, así, había logrado que todos sus verdaderos sentimientos escondidos durante
años volvieran a florecer y nuevos sueños llegaran a su vida.
- Ay, tu amor me controla, me endulza, me encanta... - Sonrió.
Cuando la música terminó Lauren se mantuvo abrazada contra su
esposa mientras los invitados aplaudían felices y celebraban a las novias.
- Cariño... Te amo tanto... Por siempre, y siempre y siempre... -
Le dijo la ojiverde.
La morena le dejó un profundo beso que hizo a Lauren sujetar con
más fuerzas el cuerpo de Camila contra el suyo mientras ésta enredada sus manos en
los cabellos de la nuca de Lauren.
Al separarse sólo por la necesidad de respirar la ojiverde pudo detallar
cómo ahora Camila sollozaba a la vez que se llevaba ambas manos al pecho.
- Amor, no tienes idea cuán feliz me haces Lauren... Y pensar
que no pude haberlo tenido... Que pude haber... - Susurró Camila sin evitar las
lágrimas.
Volviendo a envolver con sus brazos a aquella morena la cirujana
comenzó acariciar los cabellos sueltos de Camila que durante la ceremonia habían
danzado libremente debido al viento de la playa.
- No llores cariño... Hoy es para bailar salsa, tomar tequila y
amarnos. – Dijo Lauren.
Aun ayudando a Camila a limpiarse las lágrimas, mientras otra canción
de salsa comenzaba a sonar, un par de risas se oyeron llamando su atención, con sus
ojos color esmeralda la cirujana detalló cómo Alejandro invitaba a bailar a Clara.
- Oh Dios mío... - Rió Camila.
- Oh Dios... - Entreabrió los párpados Lauren.
Detallando la escena desvió su mirada hasta donde Nathan estaba con
Joshua en brazos hablando animadamente con Dinah y Normani.
- Mírame... - Le pidió a Camila. – Si estoy aquí, y siento todo
ésto es gracias a ti... Para mí también has sido mi mejor medicina.
...
Camila volvió a mirarse al espejo para detallar el diminuto bikini que
Lauren le había regalado. Aquel color coral resaltaba contra su morena piel.
- Cariño ven aquí... - Le llamó.
La cirujana le miró de reojo desde la cama para dejar de lado el libro
La Tregua de Mario Benedetti.
- ¿Qué pasa? – Murmuró la más alta.
- Ésto... – Dijo apuntando el bikini. – Es ridículamente diminuto.

Lauren soltó una carcajada para luego abrazar por la espalda a su


esposa. Camila sonrió frente a la imagen del reflejo del espejo... Una tan diferente a
la que se reflejaba hacía unos meses atrás cuando ella sólo podía ver la cicatriz de la
mastectomía y la diferencia entre sus senos.
- A mí me encanta cómo se te ve. – Susurró lentamente la
ojiverde.
Pudo sentir cómo la más alta apretaba con más fuerza los brazos que
rodeaban su cintura.
- Ya imagino que sí... - Dijo divertida Camila.
- Debí comprar un par más de aquellos bikinis. – Murmuró
Lauren.
Camila rodó los ojos para luego sentir cómo la ojiverde le comenzaba
a besar la parte posterior de su cuello.
- Tan hermosa... - Susurró la más alta.
Cerrando los ojos al sentir los labios de Lauren cerca del lóbulo de su
oreja izquierda Camila apoyó su cuerpo contra el de la ojiverde, pero rápidamente se
giró para empujar sin fuerzas a la más alta y apuntarle con un dedo haciendo fruncir
el ceño a Lauren.
- ¡No! Nada de acción hasta que termine mi maleta. – Dijo.
- ¡Camila! Llevas casi cuatro horas haciendo la maldita maleta...
Sólo empaca los bikinis, algo de lencería y un vestido... ¡Que no puedo esperar hasta
la luna de miel! – Reclamó la más alta.

--
Recta final... Sentimientos encontrados.
Capítulo 49.

Especial fin de año -> 2/2

Algunos días después. - La Habana, Cuba.


Con sus ojos marrones reconoció rápidamente aquellos barrios de La
Habana vieja que poco habían cambiado desde los años de su infancia, aquellos
barrios por los que solía pasear en los brazos de su padre o de la mano junto a su
madre.
El familiar calor, y los murmullos de las personas hablando español, le
hacían sentir tal nostálgica que la noche anterior había llorado de emoción en los
brazos de Lauren. Ella misma podía apreciar el cambio en las personas del país
debido a que los años de represión habían comenzado a cambiar luego de la situación
política que atravesaba actualmente el país.
- Vamos a comer algo a La boguita del medio... - Dijo la
morena. – A mi padre le encantaba venir a beber aquí.
Lauren afirmó en silencio mientras ambas entraban al restaurant que
guardaba varios recuerdos de épocas pasadas. Un grupo de músicos tocaban una
canción poco movida haciendo sonreír a Camila quien movió sus caderas casi de
forma inconscientes.
- No has parado de sonreír desde que bajamos del avión. –
Murmuró feliz la cirujana.
- Hace tantos años que no estaba aquí Lauren... Me da tanta
nostalgia.
Detallando las antiguas mesas y sillas del lugar Camila pensó
intensamente en su familia y aquellos días en que tuvieron que separarse para ir a
México. Era bastante pequeña, pero amaba poder volver a sus raíces y compartir
aquel lugar junto a la persona con la cual compartía su vida.
- ¿Te está gustando Cuba? – Camila pronunció en un perfecto
español con un marcado acento cubano.
- Lo estoy adorando... Y más si es contigo. – Respondió Lauren.
Se mordió los labios observando cómo la ojiverde se quitaba las gafas
oscuras de sol y se peinaba con ambas manos los desordenados mechones de aquella
cabellera negra como la noche.
- Luego iremos a los restos de La muralla de La Habana... -
Apuntó Camila.
La más alta frunció el ceño dejando entender que no había entendido
del todo la frase, pero se mantuvieron en silencio disfrutando de la música sintiendo
cómo sus cuerpos agradecían estar bajo sombra teniendo un momento de refresco
luego de caminar por horas bajo el sol.
- Me encantan los rasgos latinos que se notan en tu rostro. –
Murmuró Lauren para luego sonreír ampliamente. – Estoy completamente enamorada
de ti.
Camila sintió cómo un leve rubor se pintaba en sus mejillas, y
abanicándose el rostro con una mano le dedicó una amplia sonrisa a su esposa.
- Te amo... Mucho... - Dijo calmadamente la morena.
Luego de que una mujer les atendiera el pedido ambas se
mantuvieron besándose levemente a la vez que Camila no dejaba de acariciar los
hombros de Lauren que ya habían tomado un rojizo tono debido al sol.
- Gracias por estar conmigo... Siempre... - Susurró Camila.
...
Al salir del agua Lauren con algo de dificultad detalló el hermoso color
turquesa del océano, que en aquel momento estaba en calma.
A la distancia Camila estaba tumbada sobre la arena dejando que el
sol se plasmara en su piel. Aquel bikini color coral hacía que una ola de deseo
invadiera el cuerpo de la ojiverde.

Caminando lentamente hasta llegar a la altura de su esposa ésta pareció despertar de


su letargo y le dedicó una sonrisa aún sin sacarse las gafas oscuras.
- Cuando venía caminando busqué casi inconscientemente a
Sam corriendo por la playa. – Dijo divertida Lauren.
- Ay cariño... Yo también extraño a nuestro perro.
Lauren se tumbó junto a la morena para luego dejarle un beso en el
hombro derecho a la más baja.
- Cuando volvamos a Miami le buscaremos una novia... - Apuntó
Camila.
- Vale... - Sonrió.
Disfrutando del silencio que se generó entre ambas Lauren rodó sobre
su cuerpo para quedar delicadamente sobre Camila.
- Que hermosa es mi esposa cubana. – Sonrió la cirujana.
- Puedo decir lo mismo de mi esposa gringa.
Besando delicadamente los labios de la morena Lauren se mantuvo
perdida en aquellas caricias. El sol hacía incluso picar su piel, pero no le importó al
sentir que Camila le respondía con la misma intensidad aquellos besos. Luego de unos
minutos la ojiverde volvió a girarse para tumbarse y Camila se acomodó a su lado
quedándose así por unos largos minutos.
Ya llevaban siete días de luna de miel en Cuba, y Lauren se sentía feliz
de haber concretado lo que se había prometido a sí misma incluso antes de que
Camila terminara la radioterapia... Llevar de viaje a aquella hermosa mujer al lugar
de sus orígenes.
- Prométeme que volveremos aquí otra vez... - Susurró algo
adormilada la pediatra.
- Por supuesto...
- ¿Dónde quieres viajar tú?
Lauren se mantuvo en silencio para luego recordar fugazmente sus
días de adolescencia junto a su padre en Ottawa, un lugar que se contraponía
totalmente a La Habana.
- A veces me gustaría volver a Ottawa... Aún tengo la propiedad
de la casa que mi padre tenía allí, ahora estaba pensando en dejársela totalmente a
Taylor. – Apuntó.
- Casi nunca me hablas de él...
- Lo sé... Pero quizás si viajamos para ordenar los papeles
puedas conocer más de él.
Camila le acarició uno de sus brazos y luego le dejó un tierno beso en
los labios.
- Ya no eres aquella adolescente que peleaba con su padre... Sé
que a veces llegas a sentirte arrepentida de que todo aquello sean tus últimas
memorias junto a él... Pero ya no eres aquella chica... Y tu padre seguramente estaría
orgulloso de la persona que ahora eres.
Sin saber qué palabras usar Lauren giró su rostro para disfrutar de la
sincera sonrisa que le regalaba su esposa. Camila era así, con un par de palabras
lograba que su corazón se calmara, y que todos los fantasmas de su pasado ahora se
convirtieran en enseñanzas y motivos por los cuales seguir adelante.
Por supuesto que algunos días se había sentido arrepentida de sólo
discutir con su padre cada verano que viajaba a Ottawa... Pero en aquel momento
sólo era una adolescente sobrepasada por sus emociones, inseguridades y el triste
recuerdo de su hermano. Que sus padres se hubieran divorciado luego de todo
aquello sólo había logrado afectar aún más a Lauren quien se había mantenido en
silencio con respecto a todas sus emociones.
- Eres increíble... Te amo. – Sonrió la ojiverde.
...
Con su cuerpo sujetó el cuerpo de Camila contra la pared haciéndole
gemir suavemente. Sus manos, ansiosas por el contacto, recorrieron todo el cuerpo
de la morena que llevaba un vestido que llegaba hasta la mitad de los muslos.

- Lauren... - Jadeó.
- He estado deseando hacerte el amor todo el día... - Gimió.
Apretando ambas nalgas de su esposa Lauren le giró el cuerpo
dejando sus rostros a una pequeña distancia. Le besó con tanta necesidad y pasión
que un gutural gemido abandonó el fondo de la boca de la más baja.
- Joder Camila... - Susurró pegando su boca contra el cuello de
la morena.
Sintiendo las manos de la morena en el borde de su holgado pantalón
de baño Lauren cerró los ojos cuando finalmente la mano de Camila encontró su
entrepierna.
- Oh Lauren... ¿He provocado esto? – Dijo.
- Cariño, me vas a volver loca... - Gimió.
Lentamente los dedos de Camila acariciaron su punto más erógeno
haciendo que su boca mordiera débilmente el cuello de la morena quien gruñó frente
a la acción.
- No vas a olvidar esta noche en toda tu vida... - Murmuró
Camila.
Y claro que no lo haría, cómo podría, si era la noche que había
prometido que harían el amor hasta el amanecer para disfrutar del último día de la
luna de miel.
- Camila Jauregui-Cabello... No tienes idea de cuánto vas a
disfrutarlo. – Dijo con voz ronca.
Moviendo sus caderas contra los dedos de la morena Lauren sujetó a
Camila del cabello para fundirse en un profundo beso que ahogó sus gemidos cuando
la más baja le penetró con un dedo.
- Oh... Cariño... - Gimió la ojiverde.
Sintiendo cómo su orgasmo llegaría más rápido de lo esperado Lauren
movió con fuerza sus caderas haciendo que Camila lograra penetrarla con más
profundidad. Su cuerpo tembló con fuerza contra el de su esposa al hogar un ronco
gemido.
- Joder... - Susurró aún algo nublada en su placer.
- Ve a la cama... - Ordenó Camila.
Aun sintiendo sus piernas temblar se sentó en el borde de la cama
detallando cómo la morena ahora comenzaba a mover sus caderas con sensuales
movimientos a la vez que jugaba con los tirantes del vestido que llevaba.
- Quiero que me hagas el amor como solo tú sabes... - Dijo
Camila.
Con sus ojos color esmeralda detalló cómo su esposa se quitaba el
vestido para dejarle sólo con aquella tanga blanca y el sujetador de encaje del mismo
color.
- Te haré el amor hasta que olvides hablar español... – Lauren
repitió la frase que hacía meses había usado la morena.
Sin contenerse más se levantó del borde de la cama para quitarse
rápidamente la camisa que llevaba y bajarse el pantalón de baño. No llevaba ropa
interior aquel día.
- Ven aquí. – Gruñó la más alta.
Camila se mordió los labios para luego sentir cómo su esposa la
envolvía en sus brazos. Lauren le sujetó de la espalda haciendo que la morena
rodeara la cintura de la ojiverde con aquellas torneadas piernas. Cuando llegaron a la
cama Camila jugó con el boche de su sujetador haciendo que Lauren perdiera la
paciencia y llevara sus propias manos a la prenda de ropa.
- Nada de juegos... - Susurró la ojiverde.
Besando húmedamente el cuello de Camila, y escuchando con claridad
sus gemidos, sus manos bajaron rápidamente a la tanga para quitarla del cuerpo de
su esposa.
- Gírate. – Pidió Lauren.
Detallando las hermosas y marcadas curvas del cuerpo de Camila con
sus manos inclinó las caderas y espalda de ésta haciendo que la morena quedara
apoyada con las rodillas y los codos en la cama.
- Oh Lauren... - Susurró Camila.
Llevaba por el deseo y el placer Lauren acopló su cuerpo sobre el de la
morena y sin esperar mucho llevó su mano para estimular el centro de su esposa.
- Me encanta sentirte así... - Gimió la más alta.
Aun estimulando el punto más erógeno de Camila su cuerpo se pegó
aún más al de la morena para abrir un poco más sus piernas. Cuando sus dedos
penetraron a la morena ésta lanzó un fuerte gemido que hizo que todo el cuerpo de
Lauren temblara de placer.
Aquella noche ni Lauren ni Camila la olvidarían, no luego de amarse de
aquella forma durante horas y horas hasta caer a un profundo sueño al comienzo del
amanecer.

---
Mañana último capítulo y epílogo.

Gracias por todo.


Capítulo 50 (FINAL).

Semanas después. – Miami, Florida. USA.


Lauren sonrió ampliamente al observar detenidamente cómo Nathan
se mantenía enarcando las cejas leyendo la agenda de trabajo que tendrían desde el
próximo mes.
- ¿Qué te parece? – Dijo impaciente la cirujana.
- ¡Me parece genial! – Sonrió el pelirrojo. – Será increíble
ayudar de aquel modo.
Afirmando en silencio la ojiverde detuvo su mirada en aquel folio con
las fechas y las cirugías que tendrían durante los siguientes meses.
- Estoy muy orgulloso de ser tu mejor amigo y estar ahí para
colaborar con todas aquellas cirugías. – Murmuró Nathan.
La diferencia, entre la nueva agenda de las antiguas, era que en ella
cada semana tenía de forma fija dos cirugías sin honorarios que realizarían en el
Miami Mercy. Un día fijo para una cirugía para los pacientes del servicio de cirugía
infantil del hospital y otro día para una cirugía de reconstrucción mamaria para
pacientes con antiguas mastectomías debidas al cáncer mamario.
- Camila ha llorado cuando se lo comenté. – Apuntó la ojiverde.
- Y con toda razón... Recuerda que fue ella misma quien te pidió
ayuda para aquellos pacientes la primera vez que vino aquí.
- Y pensar cómo han cambiado las cosas en todo este tiempo. –
Sonrió levemente.
- He sido testigo de todo el cambio que has vivido desde que
Camila llegó a tu vida... Y me alegra decir que nunca dudé de que tuvieras aquel
corazón detrás de toda aquella frialdad... A mí no me engañabas Jauregui. – Apuntó
con un dedo.
La cirujana soltó una leve carcajada a la vez que su mejor amigo
también reía de buena manera.
- Tú no hables... No te has visto cuando babeas por tu hijo. –
Picó Lauren.
- Joshua es lo mejor que me pudo pasar en la vida...
- Lo sé... También me alegra ver el cambio que has vivido...
Nathan sonrió con sinceridad para luego detallar la hora en su móvil
que tenía de fondo una foto de Dinah con Joshua en sus brazos.
- Anda, vamos a por un par de tequilas, aprovechemos que
Dinah está con Normani y Camila cuidando del bebé. – Sonrió el pelirrojo.
- Oh Dr. Evans... Después de todo sigues siendo el mismo.
- Calla, calla... - Ambos rieron.
...

(N/A: Gracias @Pvane_LC :)!! )


...
Aún con Joshua durmiendo en sus brazos Camila siguió caminando de
un lado a otro por el salón del loft de Nathan donde Dinah y Normani conversaban de
cuánto tiempo más le tomaría a Dinah volver a trabajar.
- Es que sólo de imaginar que tendré que separarme de él ya me dan ganas de
llorar. – Dijo Dinah casi sollozando. – Es tan pequeñito...
La pediatra le dirigió una mirada tranquilizadora a su amiga quien se
limpió las pequeñas lágrimas que se habían agolpado en sus ojos.
- Aún te quedan un par de meses del post natal... Y tienes la
suerte de que tu socia directa en la consulta soy yo. – Apuntó Normani intentando
tranquilizar a Dinah.
Con sus ojos marrones intentó guardar cada detalle del redondo rostro
de Joshua quien se mantenía durmiendo tranquilamente incluso con los labios un
poco entreabiertos. Los cabellos pelirrojos del bebé estaban un poco despeinados y el
contraste de la piel aceitunada con aquellos mechones no podía ser más perfecto.
- Camila. – Dijo Normani.
Volviendo sus sentidos a la conversación de sus amigas Camila sonrió
de lado al detallar la acusadora mirada de Dinah.
- Te estas muriendo por tener un bebé junto a Lauren. – Apuntó
la más morena de piel.
- Yo... Bueno... - Tartamudeó. – Me da un poco de miedo...
- ¿Miedo? – Preguntó Dinah.
- Sí, ya sabes... No lograrlo con la inseminación artificial. –
Susurró.
Ambas ginecólogas intercambiaron miradas a la vez que Camila
desviaba otra vez sus ojos al pequeño cuerpo de Joshua.
- Si piensas que tendrías menos probabilidades por lo de la
radioterapia ya hablamos de ello y sólo necesitamos comenzar hacerte los estudios de
fertilidad. – Dijo Normani.
- Ya lo sé... Pero aun así... Me da miedo ilusionarme y caerme
de bruces después.
Dinah dejó escapar un leve suspiro mientras Normani se mantenía en
silencio.
- No podemos mentirte sobre los porcentajes y la cantidad de
veces que tendríamos que intentarlo para que puedas quedar embarazada Camila... -
Susurró Dinah.
Afirmando en silencio Camila intentó no parecer nerviosa al comenzar
a jugar con el borde del pijama de color celeste de Joshua.
- ¿Y Lauren? – Enarcó las cejas Normani.
- ¿Lauren qué? – Dijo confundida Camila.
- ¿Ella no quiere hacerse la inseminación?
- Lo hemos estado hablando ya seriamente desde la boda...
Realmente quiero tener un bebé... Quiero vivir el embarazo, sentir todo aquello... -
Suspiró. – Por eso voy a intentarlo yo primero, y si no resulta, Lauren comenzará con
el tratamiento.
Normani sonrió levemente a la vez que Dinah se acercaba hasta donde
su amiga estaba con Joshua en sus brazos.
- Vosotras vais a tener una familia hermosa. – Dijo Dinah. – No
tengo dudas... Sólo no estés tan nerviosa por ello... Intentaremos todo para que
resulte bien, y siempre tenemos la posibilidad de lograr que tu hermosa chica de ojos
esmeralda también tenga un bebé.
Camila dio un respigo de felicidad al imaginarse la escena. Había
soñado tantas noches con sentir un bebé en su vientre, ver su cuerpo cambiar a
través de aquellos meses y finalmente tener a su bebé en brazos.
- Joshua merece tener una o un mejor amigo. – Sonrió Dinah.
- ¡Dejad de excluirme! – Chilló Normani de forma divertida.

Ambas rieron levemente intentando no despertar al bebé pelirrojo que ahora se


encontraba en los brazos de Dinah.
...
Lauren se bajó de su bicicleta para limpiarse el sudor que perlaba su
frente. Aquel día el sol en Miami se alzaba en lo más alto y sus piernas ya reclamaban
las horas que había pasado pedaleando al lado del pequeño Mike que parecía tener
infinita energías para el ejercicio.
- ¿Ya te has cansado tía? – Sonrió el castaño.
- ¿Qué no sientes calor? – Rodó los ojos.
El niño se encogió de hombros riendo para bajarse también de la
bicicleta roja.
- Tía... ¿Ahora que te has casado con Camila voy a tener
primos? – Preguntó curioso.
Enarcando las cejas de forma rápida Lauren detalló la pequeña sonrisa
que se dibujaba en el rostro de su sobrino.
- ¿Quieres tener primos? – Dijo la cirujana.
- Sí... - Murmuró un poco tímido. – Como no tengo
hermanitos... Y parece que mamá ya no quiere tener más bebés...
La ojiverde se mantuvo en silencio estudiando el rostro de Mike quien
había hecho una mueca al hablar de su madre. Aún para ser un niño Mike parecía
muy perceptivo y bastante emocional según lo que Taylor le contaba. Aquellas
características le hacían recordar la personalidad de su padre, y el parecido que ahora
Mike tenía con Christopher parecía sacado de película.
- Tú sabes que Camila y yo nos amamos, y por eso nos hemos
casado... Nosotras queremos tener hijos, pero tendremos que esperar por un tiempo.
– Le dijo calmadamente.
El niño frunció el ceño para luego encogerse de hombros y volver a
tomar su bicicleta. Lauren soltó una pequeña risa al percibir cómo su sobrino parecía
no querer seguir hablando más del tema.
- ¡Que no me ganas una carrera! – Chilló Lauren.
Mike afirmó enérgicamente con la cabeza para comenzar a pedalear
dejando sorprendida a la ojiverde quien frunció el ceño al acercarse a su bicicleta que
aún estaba tirada.
- ¡Eso es trampa enano! ¡No seas así campeón!
Entre risas comenzó a pedalear detallando la pequeña distancia que
ahora había entre Mike y ella.
...
Camila al caminar por el antejardín de la casa pudo percibir algo que
parecía ser ladridos de perros... Ladridos de diferentes perros...
Sin aguantar la curiosidad la pediatra se sacó los tacos para correr
hasta el jardín de la gran casa donde se encontró con Lauren jugando con Sam y otro
Golden retriever que tenía el pelaje de un tono más claro.
- ¡Oh Dios mío! – Gritó feliz la morena.
Sam ladró para correr hasta su altura y comenzar a lamer sus manos,
pero los ojos de la pediatra no podían dejar de apreciar el otro perro que ahora se
había escondida detrás de las piernas de Lauren.
- ¡Dale la bienvenida a Mimi! ¡La novia de Sam! – Dijo Lauren.
Camila comenzó a reír fuertemente para comenzar a acariciar a Sam
quien sollozó feliz por el contacto.
- Creo que no sólo Sam se ha llevado una sorpresa. – La más
baja frunció el ceño.
- También quería que fuera una sorpresa para ti mi amor...
Detallando cómo la cirujana se acercaba para dejarle un leve beso en
los labios Camila se abrazó contra su esposa observando cómo Sam volvía hasta
donde estaba Mimi y ambos perros comenzaban a jugar por el jardín.
- Parece que a ella le encanta estar aquí. – Murmuró Camila.
- Yo creo que el más feliz es Sam. – Dijo divertida.
La morena apoyó su cuerpo contra el de Lauren quien rodeó sus
brazos en aquella delgada cintura.
- Sólo espera a cuando ellos tengan 10 cachorros... - Apuntó
Lauren.
- Tú cuidarás de todos ellos. – Arrugó la nariz.
- Cariño, son nuestros perros... Cuidaremos de ellos.
Una pequeña risa escapó de la boca de Lauren quien se vio
interrumpida por un beso que Camila profundizó al enrollar sus brazos en el cuello de
la más alta.
- Me encanta saber que voy a pasar toda mi vida a tu lado... -
Susurró la pediatra.
- Te amo, mi hermosa esposa. – Dijo la cirujana.

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Son momentos como éstos en que sólo puedo decir gracias... Puede
parecer repetitivo, pero sólo puedo sentir la enorme necesidad de que vosotros podáis
llegar a entender que para mi la escritura llegó en un momento crítico de mi vida. Es
por aquello mismo que me lleva a emocionar vuestros mensajes, vuestros votos, y
todos los buenos deseos que me dejáis por ésta plataforma.
Os deseo un excelente 2017. Y sólo espero que vosotros seáis los
protagonistas indudables de vuestras vidas.
Y para que podáis disfrutar con total tranquilidad del epílogo de ésta
historia voy a dejar la respuesta la pregunta que muchos me habéis dirigido... Sí,
habrá una nueva historia Camren dentro de poco, lo más probable es que comience a
publicarla a mediados de Enero.
Gracias por todo!
Nos volveremos a leer :)
Epílogo.

Dos años después.


Percibiendo el frío del piso de cerámica de la cocina Lauren se
mantuvo caminando de un lado a otro intentando calmar el llanto del bebé de 6
meses que tenía entre sus brazos.
- Calma mi vida... Calma. – Susurró la ojiverde.
Pasándole una mano por el cabello a su hijo la cirujana volvió a
perderse en el color esmeralda de los ojos redondos del bebé.
- Dylan, por favor, venga, yo sé que quieres comer, mamá
Camila ya viene... - Dijo calmadamente.
Sin embargo el bebé volvió a sollozar entre los brazos de su madre. La
cirujana se mantuvo observando los pequeños elefantes dibujados en el pijama del
bebé para no dejar al nerviosismo tomarle desprevenida.
- Ya mi niño, calma...
Abrazando con cuidado a su hijo Lauren se giró hasta la puerta de la
cocina donde Sam junto a Mimi observaban en silencio la escena con las orejas
gachas asustados por el llanto del pequeño.
- Buenos días. – Saludó divertida la cirujana.
Sam se removió hasta quedarse a los pies de Lauren quien giró a
Dylan en sus brazos para que el perro pudiera observar al bebé que en aquel
momento se quedó en silencio mirando al Golden retriever. Una amplia sonrisa se
dibujó en el rostro de la cirujana al apreciar la hermosa conexión que parecía tener el
perro con el pequeño.
- ¡Amor! – Sonó la voz de Camila bajando por la escalera.
Aún con Dylan en brazos la cirujana se encaminó saliendo de la cocina
para encontrar a su esposa con Derek en sus brazos. El pequeño de 6 meses sonrió
divertido al encontrarse con su hermano gemelo en brazos de Lauren, llevaban el
mismo pijama de elefantes.
- No sé si pueda soportar el carácter de nuestro hijo al
despertar... - Rodó los ojos Lauren.
- En éso se parece mucho a ti. – Picó Camila.
Frunció el ceño recordando la frase que Camila adoraba repetir,
"Tus genes, mi vientre".
Y es que luego de que la pediatra comenzara hacerse el estudio de
fertilidad Dinah y Normani le habían aconsejado a la pareja utilizar el método ROPA
(Recepción de óvulos de la pareja) dándole la oportunidad a Camila de lograr un
embarazo dependiendo del óptimo estado fértil de Lauren y el esperma de un
donante.
Por supuesto que la noticia de que la morena estuviera esperando
gemelos había dejado sin palabras a la pareja, que en aquel mismo momento
rompieron en un llanto con lágrimas de felicidad y emoción.
La cirujana sonrió de lado percibiendo cómo Derek extendía sus
brazitos en dirección de Dylan quien ahora miraba con los ojos llenos de lágrimas a
Camila.
- Por supuesto que serán idénticos a mi, pero les enseñaremos hablar
español desde pequeños y serán los mejores bailando salsa, igual que tú. – Sonrió la
ojiverde.
Dylan giró su rostro para ocultarlo contra el pecho de su madre
haciendo sonreír tiernamente a Lauren quien siguió acunando a su hijo entre sus
brazos. Camila le guiñó un ojo caminando hasta la cocina mientras Derek sonreía feliz
al observar cómo Mimi movía la cola enérgicamente a los pies de la pediatra en señal
de saludo.
Una mañana común, cotidiana, con tantos pequeños detalles que
Lauren volvió a emocionarse de notar cómo Dylan ahora estaba tranquilo contra su
pecho y cómo Camila sentaba a Derek en una de las sillas de bebé de la cocina.
Aquella imagen, la de su familia, había logrado que todos los años que
pasó intentando escapar de sus fantasmas ahora sólo parecieran una antigua
historia... Una donde se le había hecho imposible estar con niños, en soñar con tener
hijos y disfrutar de compartir sus días junto a la persona que amaba.
Por supuesto, todo había cambiado gracias Camila y los gemelos.
...

Camila dejó escapar una carcajada al detallar cómo Derek se llevaba


uno de sus pies con Converse hasta la boca en un acto de total contorsionismo
mientras Dylan se mantenía tranquilo mirando a su madre quien rápidamente sacó el
móvil para tomar una fotografía.
- ¡Mis hermosos bebés! – Dijo feliz.
Los pequeños se removieron contra los almohadones donde estaban
jugando terminando con la tranquilidad del momento. Lauren entró al salón con un
par de juguetes en las manos. Definitivamente el orden era algo que parecía poco
durar en la casa luego de que los bebés nacieran.
- Cariño, ¿Qué haremos cuando comiencen a caminar? – Gruñó
la cirujana.
- Somos dos y ellos dos... - Intentó calmar a su esposa.
Lauren sonrió divertida para luego tenderle el peluche de elefante que
le había regalado aquella vez que la radioterapia le había dejado tan mal que Camila
había terminado en urgencias.
- Y pensar que te regalé aquel peluche cuando aún ni siquiera
sabíamos si el tratamiento del cáncer estaba siendo efectivo... - Susurró la más alta.
Extendió una de sus manos para acariciar las de su esposa quien cerró
lentamente sus párpados para dejar en evidencia su cansancio. Y es que entre el
trabajo, los gemelos, los perros y otras pequeñas cosas Lauren parecía agotada, pero
Camila sabía que todo aquello se eclipsaba con la felicidad de su mujer que podía
detallar cada vez que la ojiverde jugaba con los gemelos, o cuando por las noches
seguía haciendo la cena para luego hacerle el amor.
- Te amo... Gracias, porque sin ti puede que nunca hubiera
podido tener esto... - Dijo emocionada Camila.
- Te amo cariño. – Murmuró Lauren.
Cuando los labios de cirujana se encontraron con los suyos la morena
finalmente dejó que un par de lágrimas rodaran de sus mejillas, lágrimas de emoción
al sentirse tan viva, tan capaz de seguir soñando con más años de vida. Con Lauren
había aprendido a no escapar, a enfrentar su propia autoestima, a dejarse cuidar y
amar.
- Mi mejor medicina... - Dijo contra los labios de la ojiverde.

Fin.

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Hasta pronto.

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