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Universidad de Morón

Facultad de Ciencias Aplicadas al Turismo y a la


Población

Tecnicatura en Turismo

“Selk’Nam”

Cátedra: Antropología

Código: 2427

Alumnos: Girella, Iván Mauricio | 50010399


Lizza Herrón, Ariadna Belén | 51010138

Profesora: Gracia, Agustina

Año: 2021
Selk’nam

Índice

Marco teórico………………………………………………………………………………1
Selk’nam…………………………………………………………………………………...2
Organización social………………………………………………………………………...2
Caza y comida……………………………………………………………………………...2
Vivienda………………………………………………………………………………….…3
Vestimenta……………………………………………………………………………….…4
Religión y ceremonia del Hain………………………………………………………….….4
Un final anunciado………………………………………………………………………....5
En la actualidad, ¿Qué nos queda?........................................................................................6
Conclusión………………………………………………………………………………….6
Bibliografía…………………………………………………………………………………7
Marco teórico
La presencia del hombre blanco en Tierra del Fuego data del siglo XVI con Hernando de
Magallanes, que llega desde España en su viaje a las Indias Orientales en búsqueda de un
canal interoceánico, posteriormente, quien tiene el primer contacto con estos “otros” fue
Pedro Sarmiento de Gamboa en el año 1580. No obstante, la presencia que podemos destacar
como la más importante previo a la gran matanza de estos primeros pobladores, fue la de
Thomas Bridges quien con tan solo trece años ya había recorrido la isla de Tierra del Fuego y
las Islas Malvinas. Llegó junto con su familia adoptiva a la isla Keppel en Islas Malvinas
donde se encontraba la misión instalada en 1851 por Allen Gardiner, un miembro de la
Sociedad Patagónica de Misioneros Anglicanos, la cual tenía como objetivo evangelizar a los
nativos que se encontraban en este territorio. George Despard, padre de Thomas Bridges, al
recibir la noticia de que Allen Gardiner y todos sus acompañantes habían muerto, decide
incursionar hacia la isla para continuar con la misión. Este nuevo intento de evangelizar a los
nativos no resultó victorioso, por lo que George Despard decide volver a Inglaterra, mientras
que Thomas Bridges decide permanecer en el campamento. Allí Bridges estudia la lengua
Yámana y posteriormente con su familia se convierten en los primeros blancos en instalarse
de manera permanente con los nativos, este los catequizó y les enseñó a trabajar la tierra.
Como se ha mencionado, la presencia del hombre blanco ya era usual en el territorio de
Tierra del Fuego, sin embargo, podemos tomar como momento cúlmine al año 1880.
Argentina terminaba de constituirse como un estado nacional y para lograrlo tuvo que
resolver una serie de factores, uno de ellos fue la expansión del territorio. El estado argentino
debía tratar su relación con los nativos, estos vivían del otro lado de una frontera apenas
defendida por fortines. Unos años atrás, el gobierno de Juan Manuel de Rosas había llegado a
un acuerdo con estos grupos para evitar conflictos con una serie de negociaciones. Sin
embargo, al finalizar la guerra de la Triple Alianza, los gobiernos comienzan a romper con
estas negociaciones que habían hecho y comienzan a arrasar su territorio, en el año 1872, con
la Batalla de San Carlos.
Esta inseguridad que sentían los habitantes de los fortines frente a aquellos nativos y la
necesidad de expandir el territorio destinado a la cría del ganado, originaron expediciones por
parte del ejército, expediciones que no tuvieron éxito, planes, como el de Adolfo Alsina, que
fracasaron, pero que lamentablemente, dieron pie a la ejecución del plan de Julio A. Roca, el
cual consistía en atacar desde varios frentes a estos pueblos y avanzar sobre su territorio. A
este trágico momento se lo denominó La Conquista del Desierto. Esta ocupación de territorio
llegó hasta el Río Negro. Sin embargo, este proceso de usurpación persistió hasta años más
tarde.
En Tierra del Fuego, esta colonización fue tardía, no obstante, la idea de que aquellos nativos
eran inadaptados y salvajes se mantuvo a la hora de masacrarlos. Fue así como comenzó esta
imposición de estos hombres frente a las etnias que habitaban la isla Grande de Tierra del
Fuego, las cuales en ese momento eran más de una, destacándose los Yámanas, los
Selk’Nam, Haush y los alacalufes.

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Selk’nam

Selk’nam
Los Selk’nam, o también mal llamados Onas, era un grupo étnico que habitaba en el norte y
centro la isla Grande de Tierra del Fuego. ¿Por qué mal llamados Onas? Porque este nombre
se origina de un malentendido. La palabra “Ona” proviene de un término utilizado por los
Yámanas, los vecinos de los Selk’Nam, los cuales se referían con esa palabra al norte. Los
Yámanas llamaban a la isla Grande Ona-sin que significaba “norte-país” y al canal Beagle
Ona-Shaga que significaba “norte-canal”. Thomas Bridges, al haber convivido con estos
nativos, utilizó este término para referirse a los Selk’nam, ya que estos se encontraban al
norte de isla. No obstante, su nombre “Selk’Nam” fue otorgado por otros grupos étnico que
habitaban en aquella región, los tehuelches.
Eran cazadores pedestres. Se ubicaban en zonas de praderas al norte del Río Grande, las
cuales ellos llamaban Párik, y en zonas boscosas al sur del río las cuales ellos llamaban
Hérsk. La caza permitió que estos desarrollen un cuerpo alto, los varones medían 1,80, eran
estilizados y corpulentos, estas características físicas les permitían cazar para obtener
alimento. Las mujeres, por otro lado, eran bajas de estatura.
Los Selk’nam hablaban la lengua Chon, esta lengua era hablada en toda la región de Tierra
del Fuego y en la Patagonia.

Organización Social
Los Selk’nam se organizaban en clanes, la base de la organización era la familia, compuesta
por padre, madre e hijos. A esta unidad llamada haruwenh, se le incorporaban los parientes
que ocupaban el mismo territorio. Los clanes que formaban eran patrilineales, se extendían
desde los 40 hasta los 120 miembros.
En cuanto a la organización entre hombres y mujeres, los hombres buscaban carne y
fabricaban armas. Estos tenían una sola esposa, pero también podían heredar a las viudas de
sus hermanos y a las de los miembros de otros clanes. Mientras que las mujeres, cuidaban a
los niños, recolectaban alimentos y se ocupaban de armar y desarmar los refugios.
En términos de caza, solo a los hombres se les enseñaba a practicar cacería. Se les
proporcionaba técnicas de pesca, a desarrollar aptitudes físicas, a cómo resistir la fatiga y a
las eventualidades del clima.
En cuanto a las personas de edad, estas eran respetadas. En casos de dificultad para
desplazarse y seguir al grupo, estos recibían ayuda. Las enfermedades no eran consideradas
naturales sino más bien atribuidas a brujerías. Cuando un miembro de los Selk’nam moría,
sus allegados se lamentaban y se pintaban el rostro. El cadáver lo envolvían en un manto
atado a palos rectos, posteriormente, era inhumado en campo abierto o al pie de rocas. Los
bienes del difunto eran destruidos y su nombre no debía ser pronunciado y se evitaba pasar
por el lugar donde había sido sepultado.

Caza y comida

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Selk’nam

La actividad principal de este grupo étnico era la caza, esta era destinada para el alimento y
para la obtención de pieles. Para esta actividad utilizaban arco y flecha, Anne Chapman,
etnóloga y antropóloga franco-americana expresa: “El modo de vida de los Selk’nam es el
más antiguo de la humanidad, la edad de los útiles de piedra, del arco y la flecha, el
Paleolítico.” (Chapman. 1990:21)
El arco y la flecha eran sus herramientas más avanzadas, pero también hacían uso de las
boleadoras y arpones. Con dichos elementos cazaban, mayormente, guanacos, ya que era
carne de gran calidad y con poca grasa. La carne de guanaco alcanzaba para el consumo de
una familia de seis personas y un guanaco grande no duraba cinco días. Además de su carne,
también consumían su sangre, la bebían fresca o la preparaban como morcilla, consumían a
su vez la médula, y la grasa que restaba servía como pintura corporal. Era tan codiciada la
carne del guanaco que la palabra Jepr significaba guanaco y a su vez significaba comida, lo
que significaba que la verdadera comida era el guanaco.
Los Selk’nam cazaban zorros colorados, estos no eran un suplemento del guanaco, eran poco
consumidos ya que su carne no era sabrosa. Según dice Carlos R. Gallardo en su obra “Los
Onas”, nunca lo consumían ya que el zorro devoraba cadáveres humanos que no estuvieran
bien sepultados por lo que su carne olía mal, no obstante, de ser consumida, la única forma
que era cocinarlo entre brasas.
También consumían mamíferos marinos que varaban en las costas, como las ballenas las
cuales eran un gran festín, a los lobos de uno y dos pelos, elefantes marinos, y a los cururos
(típico roedor del norte de la isla Grande de Tierra del Fuego), que para cazarlos saltaban
sobre sus madrigueras hasta matarlos aplastados.
Por otro lado, practicaban la pesca cuando los peces quedaban atrapados en piletones
naturales durante la bajamar. También recolectaban moluscos y complementaban su dieta
con hongos, apio silvestre, distintos tipos de bayas, huevos, frutos como el calafate y la
chaura que además de utilizarlos para consumo, eran utilizados como pintura para sus
ceremonias, y aves como cormoranes, pingüinos y cauquenes, que eran atrapadas con
trampas de lazo.

Vivienda
Como se ha mencionado, parte de la actividad cazadora era destinada a la obtención de pieles
de animales. Estas eran utilizadas para proteger las viviendas del frío.
A aquella especie de choza se la llamaba Kawi, eran temporarias, ya que los Selk’nam no
eran sedentarios, sino que se trasladaban constantemente, también eran poco elaboradas.
Existían dos clases de estas viviendas: la primera, la más común, en especial en el norte, era
el paraviento. Este tenía una forma circular y estaba formado por postes de madera que
medían aproximadamente 1,5 metros de altura y eran rematados en horquetas y por cueros de
guanaco que eran cosidos entre sí, estos se colgaban en los extremos y se sujetaban en el piso
con piedras o arena. Estas chozas tenían la función de proteger al fuego de las ráfagas del
viento. Una vez finalizado el campamento en aquel lugar, tocaba trasladarse para otras
regiones, por lo que las mujeres de los clanes desarmaban para luego transportar aquellas
pieles en sus espaldas.

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Selk’nam

Por otro lado, se encuentran la otra clase de viviendas, estas eran más comunes hacia el sur
del territorio Selk’nam, en la proximidad de los bosques donde había una mayor
disponibilidad de madera. Allí, las chozas tenían una estructura cónica, hecha de troncos. Se
caracterizaba por tener una planta circular de 3 metros a 4,5 metros de diámetro y como
entrada una abertura que era cubierta con cuerpo a modo de cortina. A la hora de retomar el
camino, estas no eran ni desarmadas ni destruidas, se mantenían en aquel lugar a la espera de
una nueva reocupación.
Ya sea en la choza de forma cónica como la circular, estos nativos encendían fuego en el
centro de la vivienda. Este era prendido mediante una pirita y una roca silícea, utilizaban
yesca, musgos u hongos secos para avivarlo.

Vestimenta
Los miembros de este grupo étnico se trasladaban mayormente desnudos, en tiempos de
clima frío y lluvias, utilizaban de abrigo un manto largo de cuero de guanaco, aunque a veces
se utilizaba la piel del zorro colorado o cururos.
Los varones utilizaban un manto largo que los cubría desde los hombros hasta los tobillos.
Las mujeres utilizaban un manto más corto, este llegaba hasta las rodillas y estaba sostenido
por correas que rodeaban el tórax. Por debajo de este manto se encontraba una prenda
inferior a modo de enagua y un cubresexo.
Como protección contra el frío ambos, hombres y mujeres, se frotaban sus pieles con grasa
de guanaco mezclada con ocre.
En cuanto a su calzado, utilizaban mocasines de cuero rellenos de pasto y polainas. Por
último, los varones colocaban en sus frentes unas tiaras triangulares hechas con cuero gris de
los guanacos, esto tenía una función distintiva de la condición de adultos y cazadores.

Religión y la ceremonia del Hain


Los Selk’nams creían en Temaukel, se trataba del espíritu que mantenían el equilibrio
universal. Él fue quien formó a la tierra y al cielo y quien le entregó las leyes del
comportamiento a los hombres a través de Kenós. Para estos nativos, kreen representaba el
sol y kren a la luna, mientras que K'aux cuidaba el orden y las buenas acciones de cada
integrante. Los Selk’nam tenían chamanes, quienes eran llamados xoon y eran los encargados
de ayudar a los cazadores y curar las enfermedades. Además, podían establecer “los cielos”
(estos eran unidades exogámicas, un matrimonio se encontraba prohibido si provenía de dos
personas de un mismo cielo). Además de los chamanes también había otros dos grupos de
gran prestigio: los sabios o Lailuka que enseñaban las tradiciones mitológicas, y los guerreros
o K’mal quienes eran respetados por su experiencia y eran los que más se acercaban a ser la
figura de líder.
Entre sus ceremonias se destaca el Hain, un ritual donde se inicia a los jóvenes varones a la
adultez. Cuando los jóvenes se encontraban en la edad de 18 y 20 años, eran llamados
klóketen y comenzaban un proceso de entre uno y dos años en el cual desarrollaban las

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Selk’nam

habilidades y se les enseñaban las tradiciones religiosas y míticas, el comportamiento


correcto éticamente y las técnicas de caza.
El objetivo del Hain era imponer el sistema patriarcal, lo primero que realizaba un klóketén
era un enfrentamiento con un hombre disfrazado que representaba a Shoort, un espíritu
temido por mujeres, niños e iniciados. El iniciado debía desenmascarar a ese ser y a partir de
aquel momento el adulto era iniciado a los secretos de la cultura Selk’nam.
Existe la creencia de que en el tiempo primitivo de este grupo étnico se vivía bajo un sistema
matriarcal, donde las mujeres se disfrazaban para atormentar a los hombres y vivían en las
chozas mientras los varones les servían. En aquellos tiempos gobernaba Xalpen, la esposa de
Shoort que según dice la creencia tenía un apetito insaciable.
Se dice que un día Shoort iba a la caza del guanaco cuando escucha a un grupo de mujeres
reír comentando su diversión ante la creencia que tenían los hombres frente aquellos
espíritus. Es así como Shoort se dirige a los hombres y les cuenta que todo era una farsa y
comienzan a planear su venganza que concluye en la matanza de todas las mujeres iniciadas,
durante aquel suceso Xalpen escapa al cielo perseguida por Shoort hasta la eternidad. A
partir de ese momento, se cree que los hombres crearon su propio Hain para dar lo mismo
que recibieron.

Un final anunciado
Como se mencionó al principio de este trabajo, la colonización en Tierra del Fuego fue
tardía, no obstante, la premisa de que a estos “salvajes” había que evangelizarlos se mantuvo
erguida. Se creía que estos nativos debían ser llevados a la civilización, ya que creían, al
igual que Europa, que aquella era el estadío más perfecto en todo aspecto, tanto en religión
con Tylor y la fe en la ciencia, como en el parentesco con Morgan y la monogamia. El mismo
Charles Darwin llegó a estas tierras y al observar los modos de vida de los nativos dijo:
Imposible imaginar la diferencia que existe entre el hombre salvaje y el civilizado. Es más grande
que la que hay entre un animal salvaje y uno domesticado, por lo mismo que hay en el hombre una
gran capacidad de perfeccionamiento. (Palma. 2018: Cap. 3)
Este trágico final puede tomar como año inicial al año 1879, cuando Ramón Serrano
Montaner descubrió oro aluvial en el territorio de la isla Grande. Fue a partir de ese momento
que comenzaron a llegar grandes contingentes de personas en búsqueda de este material.
Posteriormente en 1881, se establecieron los límites entre Argentina y Chile sobre Tierra del
Fuego, y en el año 1883 comienzan a otorgarse una serie de concesiones de tierras para ser
destinadas a la explotación.
Más tarde en 1884, Augusto Lasserre estableció la subprefectura marítima de Tierra del
Fuego, fundando así la ciudad de Ushuaia. A partir de la adjudicación de territorios a colonos
blancos por parte de los gobiernos, el territorio para los Selk’nam se vio cada vez más
reducido. En 1897 se introdujo una gran cantidad de ovejas en la isla para la explotación
ganadera.
Estos años concluyeron en un gran choque cultural entre los Selk’nam y los ganaderos ya que
sus territorios de caza fueron cercados para las ovejas. Debido a la falta de alimento, estos

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Selk’nam

nativos comienzan a cazar ovejas y como consecuencia estalló el conflicto con los
estancieros.
Siglo XIX, los Selk’nam son despojados de su territorio e intentan sobrevivir en un mundo
que, lamentablemente, ya no es el suyo. Todo concluyó en el episodio de Cabo Peñas, un
inglés llamado Mc Lennan, apodado “Chancho colorado” reunió a un gran grupo de
Selk’nams con el pretexto de ponerle fin a las hostilidades. Contactado por José Menéndez,
un español que tenía un negocio de ganado ovino, viendo que el sistema de caza de los indios
resultaba poco rentable, ideó un plan sangriento, recibió a los nativos con un gran banquete
de alcohol. Al cabo de unas horas, los casi 500 Selk’nams, hombres, mujeres y niños, no
podían mantenerse de pie debido a la bebida, fue en ese momento que ocurrió un hecho
macabro, el genocidio de estos hombres, un hecho que no diferenció ni tuvo piedad ni en el
sexo ni en la edad.

En la actualidad ¿Qué nos queda?


Si bien la última Selk’nam, Lola Kiepja, murió en el año 1966, en la actualidad existen
muchos descendientes de este pueblo que se imponen contra el olvido de su cultura. El estado
argentino no reconoce legalmente al pueblo Selk’nam, no obstante, existe la comunidad
indígena Rafaela Ishton de Río Grande, compuesta por 500 personas que se identifican como
Selk’nam.
Esta comunidad es un signo del resurgimiento de las culturas nativas que se fue desarrollando
en estos últimos años, que luchan fuertemente para que haya un conocimiento sobre aquellos
que habitaban el suelo argentino en siglos pasados.
Actualmente, no existe un desarrollo turístico para preservar la memoria de este pueblo, el
cual considero que debería existir ya que el turismo promueve el conocimiento de hechos
tanto del pasado como del presente. Quizás una forma de hacerlo sea que se le otorguen
espacios para poder llevar a cabo sus costumbres sin ser juzgados y ese ámbito sea destinado
para el turismo ecológico y cultural como es el caso de los Wichis en la Misión Chaqueña, en
Salta. Si bien, nada se compara a los modos de vida antes del hombre blanco, es una gran
manera de poder ser los protagonistas de esta historia. Existen problemáticas como el
comportamiento de los turistas frente a la comunidad, pero dichas se resuelven en base a la
educación, otro punto importante, una educación que promueva la concientización del
patrimonio argentino, que Sarmiento, además de que se lo enseñe como “El padre del aula”,
también se enseñe la contracara y su repudio a los nativos y a los gauchos, que la
Antropología esté presente desde temprana edad en los niños con pequeños cuentos y así
formar un pensamiento casi libre de juicios de valor.

Conclusión
La historia de este pueblo es sin duda desgarradora y es una de las muchas de Argentina que
concluyeron en un exterminio. A raíz del trabajo de investigación realizado para esta
monografía, podemos decir que todavía encontramos una gran confusión a la hora de hablar
de los primeros pobladores de estos territorios. Muchos documentales, libros y enciclopedias
siguen mencionando a los nativos como salvajes y a los europeos como aventureros, víctimas

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Selk’nam

de los ataques de estos otros. Algunos plantean que las etnias como los Selk’nam se
extinguieron con la llegada del hombre blanco a sus tierras, como si se tratara de un
desvanecimiento voluntario por parte de estos.
Nos parece necesario destacar que las verdaderas víctimas de esta historia fueron los nativos,
aquellos que fueron despojados de sus tierras, de sus costumbres y de su cultura, y fueron
aniquilados para el beneficio de unos pocos. Vemos necesario inculcar esta parte de la
historia, que estos “aventureros” no fueron víctimas sino victimarios y que, desde su mirada
etnocentrista, sosteniendo la idea de la “evolución”, ordenaron uno de los mayores
genocidios de todos los tiempos.

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Selk’nam

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