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Profesor principal de la
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
PROCESAL PENAL
Lecciones
Segunda edición
2020
Coordinador
alexander Germán Sánchez torres
INPECCP
INSTITUTO PERUANO DE
■ CENALES
CENTRO DE ALTOS ESTUDIOS
EN CIENCIAS JURÍDICAS
POLÍTICAS Y SOCIALES SAC
CRIMINOLOGÍA Y CIENCIAS PENALES
FONDO EDITORIAL
FONDO EDITORIAL
Derecho Procesal Penal
Lecciones
Perú; Septiembre de 2020
Corrección de estilo
José Luis riega Cayetano
EDITORES
© INSTITUTO PERUANO DE CRIMINOLOGÍA Y CIENCIAS PENALES
Avenida Camino Real, 493 - Of. 501
Distrito de San isidro
© Centro de altos estudios en Ciencias Jurídicas, políticas y Sociales
Avenida Camino Real, 493 - 1nt. Soti
Distrito de San isidro
ISBN: 978'612M5166-4M
IMPRESIÓN:CORPORACIÓNGRÁFICAJMD
L ACCIÓN PENAL
le Aspectos generales
lele Concepto
La acción penal, reconocida por el artículo 1 CPP, es considerada por la
Ley Procesal como un poder jurídico público [De La Oliva] que impone el derecho
constitucional y cuyo ejercicio regula el derecho procesal [Vélez Mariconde], que
se ejercita a través del Ministerio Público o del ofendido por el delito, quien pone
en conocimiento al juez la incoación de la Investigación Preparatoria (artículos 3 y
459 CPP) o una noticia criminal, a partir de la cual este, (i) o registra la inculpación
y nace la posibilidad de control o jurisdicción preventiva o de garantía, (ii) o dicta
una resolución motivada y fundada sobre su admisión o sobre la finalización del
proceso penal.
En sede penal, a diferencia de la acción civil, únicamente puede hablarse
de acción como poder y solo en sentido abstracto [Carnelutti] . El poder jurídico
de acción importa, en su inicio, provocar la formación del proceso y, luego, de
mantenerlo vivo a fin de que quien lo ostenta pueda ser y actuar como parte
acusadora. La acción va dirigida al órgano jurisdiccional para que en nombre y
como representante del Estado sancione el acto delictivo. Además, la acción como
poder jurídico es autónoma, es decir distinta del derecho de penar que al Estado
corresponde [Alcalá Zamora] .
1.2 Alcance
Este poder jurídico será un derecho deber en el caso del Ministerio Público
(artículo 1.1 CPP), íntimamente relacionado con sus funciones públicas. La
Fiscalía debe ejercer la acción penal ante la sospecha razonable de la comisión de
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1.3. Contenido
El contenido de la acción penal consiste en provocar la incoación del
proceso penal en orden a obtener una resolución motivada y fundada que ponga
fin al procedimiento, así como de actuar como parte a todo lo largo del proceso. El
poder jurídico público de acción no conlleva la exigencia de la obtención de una
sentencia de condena con un contenido determinado (teoría concreta de la acción),
es solo un mero ius ut procedatur —derecho a la jurisdicción-, a que el Estado le
conceda protección jurídica. Lo expuesto hace, sin más, que la actividad judicial
importe una prestación debida al actor.
El ius utprocedatur es diferente del ius puniendi, que pertenece al derecho
material y que depende solo del acto punible y de las condiciones de la punibilidad.
Su contenido se encamina hacia el desarrollo reglado de la actividad jurisdiccional,
a que se dicte una resolución judicial sobre el objeto procesal. Esta separación entre
ambas nociones hace posible que un imputado sea perseguible pero no punible, y
que primero se verifique si existe el poder jurídico de perseguir, y, si este no existe,
no debe tenerse en consideración el hecho y su punibilidad [Beling] .
El proceso penal es un proceso de selección, a través del cual se van destilando
las noticias criminales hasta el punto de hacer llegar al juicio oral tan solo aquellos
delitos previamente determinados, con autor conocido y presente en los autos, y
con respecto al cual no concurra la evidencia sobre la existencia de alguna causa
de extinción o incluso de determinadas de exención de la responsabilidad penal
[Gimeno] .
2e Modalidad de ejercicio
La titularidad de la promoción de la acción penal la tiene el Ministerio Público
en régimen de monopolio en los delitos públicos —aunque es necesario recordar que
no siempre fue así, pues históricamente este poder lo ha ejercido el rey, luego el
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3e Principios informativos
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4. Características
El ejercicio de la acción penal es, siempre, de carácter público, no solo
porque expresa un deber constitucional —Ministerio Público— y un derecho a la
tutela jurisdiccional -ofendido o querellante particular-, sino porque obliga al
Poder Judicial a garantizar un proceso debido y dictar una resolución definitiva
que decida sobre la pretensión deducida con arreglo al derecho objetivo.
Tratándose de delitos públicos, la acción penal es indivisible e irrevocable.
La indivisibilidad de la acción penal significa que alcanza a todos los que han
participado en la comisión de un delito. La irrevocabilidad de la acción penal
significa que el órgano actor no tiene facultad para desistir; iniciado el proceso, no
tiene más que un fin: la sentencia [Florián], En los delitos privados y en las faltas
se permite desistimiento y transacción, lo que importa la extinción de la acción
penal (artículo 78, § 1, CP).
La acción penal se extingue, según el artículo 78 CP, en casos de muerte
del imputado, prescripción, amnistía y cosa juzgada. La extinción importa la
autolimitación de su potestad punitiva [Villa Stein], en consecuencia, impiden
el inicio o la prosecución del proceso penal [García Cavero] .
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conmutación de penas^ por incidir en razones distintas del complejo del hecho,
es de configurarla como un presupuesto de la persecución penal—, aunque, como
manifiesta Jesckeck, están ordenadas o dispuestas desde el punto de vista jurídico-
procesal, y así lo señala el CPP, como un obstáculo procesal.
He PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
le Concepto y justificación
El principio de oportunidad es aquel mediante el cual, en aparente
contraposición al principio de legalidad -su par dialéctico-, se autoriza al fiscal
a optar entre promover el ejercicio de la acción penal o abstenerse de hacerlo,
archivando el proceso, cuando las investigaciones llevadas a cabo conduzcan a
la conclusión de que el acusado, con gran probabilidad, ha cometido el delito.
Permite al fiscal elegir entre accionar o archivar cuando la investigación ha puesto
de manifiesto que el acusado ha delinquido con una probabilidad rayana en la
certeza [Roxin]. En síntesis, es la atribución que tienen los órganos encargados
de la promoción de la persecución penal, fundada en razones diversas de política
criminal y procesal, de no iniciar la acción pública, o de suspender provisionalmente
la acción iniciada, o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, o de hacerla
cesar definitivamente antes de la sentencia aun cuando concurran las condiciones
ordinarias para perseguir y castigar [Cafferata Ñores].
También puede conceptualizarse como la facultad que tienen los órganos
de persecución penal, atento a un fundamento que así lo amerite, de no iniciar
una investigación formal, de suspenderla, renunciarla, modificarla o de solicitar su
extinción sin necesidad de arribar a una sentencia final [Jauchen] . Como se aprecia,
el factor de disposición de la acción es la nota característica de esta institución.
El principio de legalidad responde a la idea de retribución: castigo,
sin excepción, a todo aquel que violó la ley penal. En cambio, el principio de
oportunidad apunta a la idea de prevención: el castigo está asociado a su necesidad
social [Gimeno]. Conforme a las teorías relativas, se le atribuye a la pena una
utilidad social y una justificación en orden a una finalidad preventiva. En
consecuencia, su función esencial es evitar la comisión de delitos, en la medida
en que se le reconoce un efecto disuasivo tanto respecto a terceros como al propio
delincuente, evitando que reincida [Hurtado Pozo] .
El principio de oportunidad, sin embargo, ha de conjugarse con el pleno
respeto de dos principios esenciales en un Estado constitucional: el principio de
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2. El artículo 2 CPP
El principio de oportunidad está contemplado en la ley procesal -el artículo
2 del CPP ha sido modificado por la Ley n. o 30076 de 19-08-13 y se encuentra
vigente en todo el territorio peruano-, lo que constituye su presupuesto previo
y básico. El modelo nacional se ha inclinado por un principio de oportunidad
reglado en oposición al discrecional. Se articula a través de un catálogo cerrado, más
o menos amplio, de supuestos en los que el Ministerio Público está facultado para
dejar de ejercitar la acción penal. Además, tiene un carácter discrecional, aunque
jurídicamente vinculado, en cuanto puede articularse si se dan los requisitos que
la ley prevé. Su aplicación puede instarse de oficio por la propia Fiscalía o por
pedido del imputado. La progresión del procedimiento para aplicar el principio
de oportunidad, en todo caso, está sujeto al consentimiento del imputado; su
renuncia en cualquier momento del trámite, antes que se haya dictado la respectiva
disposición fiscal, impide su continuación.
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como el fiscal es el titular de la acción pénala fuera de los casos del artículo 68
CP -que sin duda es un supuesto de oportunidad, de exención de la pena, que
el juez puede aplicar ex officio-, es imperativa la aceptación del fiscal, en tanto la
oportunidad pertenece al campo de actuación privativa del Ministerio Público,
titular de la acción penal.
1. Concepto
Es ejercida en el proceso penal con el fin de obtener una reparación del
daño causado por la comisión de un delito (Acuerdo Plenario 4-2019/CIJ-l 16, de
10 de setiembre de 2019, 25)» El delito es una especie de acto ilícito. La conducta
que la ley penal califica de delito es a la vez fuente de obligaciones civiles si lesiona
derechos subjetivos o intereses protegidos privados [Gómez Orbaneja/Herce
Quemada]. La causa de la acción civil -definida la acción, en este caso, como
derechos subjetivos públicos a obtener una tutela jurisdiccional, que no participa
del contenido ni de los principios de la acción penal [Rifá/Richard/Riaño]- es
el daño que emana del hecho delictivo, que puede ser objeto del proceso penal y
está vinculada al objeto esencial y principal —el hecho punible- por una conexión
heterogénea. El derecho a la acción civil, que nace de la sospecha de la comisión de
un delito, se circunscribe a aquella conducta que ha causado injustas consecuencias
negativas o daños y perjuicios- [De La Oliva].
La acción, en rigor, no es ex delicio, sino ex damno. La Corte Suprema ha
establecido que “en nuestro sistema de responsabilidad civil, rige la regla según la
cual el daño, definido este como el menoscabo que sufre un sujeto dentro de su
esfera jurídica patrimonial o extrapatrimonial, debe ser reparado o indemnizado,
teniendo como daños patrimoniales al daño emergente y el lucro cesante, y
daños extrapatrimoniales al daño moral y al daño de la persona” (Casación Civil
o
11. 12-2000/Lima Norte. El Peruano, 25-08-00). En esa línea, cierto sector de
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daño civil y como tal está prevista en las leyes civiles, aunque los textos penales
limiten posteriormente las acciones ejercitables en el proceso penal. Por tal razón,
la respuesta judicial a la acción civil nunca lo es de carácter penal, sino civil, la cual
consiste en una restitución, en una reparación o en una indemnización. [Asencio
Mellado] .
La consecuencia jurídico-procesal de esta diferencia -que del delito nunca
nace o deriva responsabilidad civil alguna, sino solamente penal- estriba en el
hecho de que la resolución de la cuestión civil no está supedita a la emisión de una
sentencia condenatoria. Es posible que se imponga una indemnización civil en una
sentencia absolutoria (artículo 12.3 del CPP).
Llevando esta lógica más allá, afirmamos que la condena a reparar un daño
causado por el delito no requiere la lesión efectiva del bien jurídico tutelado; lo
que equivale a decir a que es válida la responsabilidad civil en delitos de peligro,
tal como se afirma en el Acuerdo Plenario n,° 6-2006/CJ-116, de 13-10-06 “En
los delitos de peligro, desde luego, no cabe negar a priori la posibilidad que surja
responsabilidad civil, puesto que en ellos -sin perjuicio, según los casos, de efectivos
daños generados por intereses individuales concretos- se produce una alteración
del ordenamiento jurídico con suficiencia, según los casos, para ocasionar daños
civiles, sobre el que obviamente incide el interés tutelado por la norma penal”.
En esa línea, es válido también imponer una reparación civil al partícipe
de un hecho delictivo, aun cuando el autor no ha sido condenado e incluso que
la condena civil sobrepase los límites del injusto penal. En esa línea, la STSE de
1903-94 ha precisado que al condenado penalmente por un delito de amenazas, se
le condena también a indemnizar a la víctima por los daños a la salud que derivaron
de aquellas amenazas (depresión, ansiedad) y cuya producción, obviamente, no es
elemento típico del delito de amenazas.
La acción civil, en primer lugar, es de naturaleza privada porque corresponde
al perjudicado y para su interés particular (así lo ha decidido el Acuerdo Plenario
n. O 6-2006/CJ-l 16, de 13-10-06); en segundo lugar, es de índole patrimonial,
que se refleja siempre sobre el patrimonio, el cual debe poner en su prístino estado
o aun mejorarlo, y, en tercer lugar, tiene un carácter contingente, pues puede
surgir en función de que exista daño resarcible [Calderón/Choclán] y de que
el legitimado no quiera ejercitarla [Florián], aunque respecto de esta última nota
es de acotar que el fiscal está obligado a instarla, salvo renuncia o decisión de la
víctima de intervenir por su propio derecho al constituirse en acción civil (artículos
11.1 y 98 CPP).
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la diferencia entre acción penal y acción civil —los criterios de imputación son
propios, no necesariamente coincidentes, en tanto que la acción civil es ex damno
y se sigue por las reglas del Código Civil (preceptos de naturaleza civil), al tratarse
incluso de un proceso civil acumulado al penal—. Además, el sistema que aceptó el
Código Procesal Penal, a diferencia del que asumió el Código de Procedimientos
Penales (accesoriedad estricta), es el de autonomía de la acción civil en relación
a la suerte de la acción penal, por lo que, sin perjuicio de lo determinado en
relación al objeto penal, por lo que, sin perjuicio de lo determinado en relación al
objeto penal, corresponde al juez decidir si se presentan los criterios de imputación
propios de una conducta ilícita que ocasionó un daño indemnizable (ver sentencia
de casación n.° 1535-2017/Ayacucho, de 26 de setiembre de 2018).
De la misma forma, los plazos de prescripción de la acción civil y la acción
penal no son iguales, lo que confirma su diversa naturaleza. Es más, los dos tienen
regulaciones normativas propias —la primera, fija un plazo único de dos años,
según el artículo 2001.4 del CC; mientras que la segunda, supedita la prescripción
al tiempo máximo de la pena privativa de la libertad-. En todo caso, la acción civil
derivada de un hecho punible no se extingue; en tanto subsista la acción penal
(artículo 100 del CP).
mayor amplitud incluso por el primer CP^ el de 1863 (artículos 18-22 y 87-94), y
continuada por el CP de 1924 (artículos 65/80). Cabe resaltar que una lógica más
privatista tienen las normas del CP vigente respecto del anterior, al punto que no
reprodujo la prohibición de contratar sobre la reparación civil entre responsable
civil y damnificado, ni la prohibición de transferir la reparación a tercero antes de
la sentencia, que estipulaban los artículos 76 y 75 del CP de 1924.
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4.1. Identificación
Es al legislador a quien corresponde determinar si un concreto delito
debe perseguirse de oficio o, alternativamente, a instancia del ofendido, con un
determinado nivel de autorización de aquel, bajo una línea de definición de alta
intensidad —que es el caso de los llamados “defitos privados”- o de baja intensidad
-que es el caso de los “delitos semipúblicos”-.
Los delitos privados y semipúblicos, según explica Volk, son ilícitos penales
leves, que no tienen mucho peso y que, si bien afectan el círculo del ofendido,
difícilmente perturban a la generalidad. Siendo las normas que lo definen de
carácter procesal, propiamente presupuestos de la persecución penal, pues están
fuera del complejo del hecho, empero, tradicionalmente el Código Penal es el
Cuerpo de Leyes que ha definido cuándo se trata de un delito público, semipúblico
o privado.
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8. Competencia funcional
Corresponde al juez de la investigación preparatoria, como es lógico, definir
la intervención de las partes legitimadas, la pretención civil y la admisión de los
medios de prueba. La decisión de que se declare fundada o no la resparación civil
corresponde al juez penal. Es evidente, por tanto, que si el fiscal introdujo en su
acusación una pretensión penal y civil, correspondela competencia, conforme a la
entidad del delito acusado, al juez penal, unipersonal o colegiado. Sin embargo, si
se está ante un auto de sobreseimiento y una pretensión civil declarada procedente,
en el acto oral solo se debatirá el objeto civil. La competencia, en estos casos, estará
a cargo del juez penal unipersonal, debido que es la regla que se sigue en el ámbito
civil es que un solo juez conoce en primera instancia la pretensión civil (Acuerdo
Plenario 4-2019/CIJ-116, de 10 de setiembre de 2019, 31).
le Introducción
Una vez promovida la acción por el Ministerio Público con la emisión
de la Disposición Fiscal de Formalización y Continuación de la Investigación
Preparatoria (artículo 336 CPP), el imputado puede promover lo que se denomina
''defensas procesales”. Estas, indica Ortells, son alegaciones del demandado -o del
imputado para el proceso penal— dirigidas a provocar una resolución de inadmisión
de la pretensión procesal -de la promoción de la acción penal, para el caso del
proceso penal-, por causas vinculadas, de un lado, a la falta de presupuestos
procesales o a la presencia de impedimentos procesales, que están sujetas a un
plazo bajo el riesgo de preclusión del derecho procesal de la parte de provocar
un pronunciamiento al respecto; y, de otro lado, a la falta de requisitos del acto
procesal de imputación fiscal (disposición fiscal) —el defecto, en este caso, sólo
afecta a este acto, dado su carácter constitutivo del proceso, su ineficacia impide la
de los actos procesales subsiguientes-.
El Código Procesal Penal identifica tres clásicos medios de defensa técnica
o, en pureza, defensas procesales. Son: cuestión previa, cuestión prejudicial y
excepciones. A través de su ejercicio, como es obvio, no se cuestiona el fondo
del asunto, sino la corrección formal de la incoación del proceso penal, instando
su anulación o suspensión y corrección, según el caso. Estas defensas procesales
apuntan a obtener la concentración del juicio oral, eliminando liminarmente todo
tipo de obstáculo procesal.
2. Concepto
Es un requisito procesal que debe ser satisfecho a cabalidad, con toda
regularidad, antes de pasar a ejercitar la acción penal. Procede cuando no
concurre o se omite un requisito de procedibilidad explícitamente previsto en
la ley (artículo 4 CPP). La cuestión previa constituye un obstáculo al inicio del
proceso penal, a su promoción. Como tal, controla el debido cumplimiento de las
condiciones, legalmente previstas, para una correcta iniciación del proceso penal.
Si la persecución resulta inadmisible, debe rechazarse la inculpación formal o la
querella sin examinar el objeto procesal y sin dictar sobre él un fallo condenatorio
o absolutorio.
La estimación de la cuestión previa conduce a la anulación del procedimiento
penal incoado (artículo 4.1 CPP). En ese caso, el proceso penal puede reiniciarse
cumplido o satisfecho el requisito omitido (artículo 4.2 CPP).
La cuestión previa, si es estimada, tiene efecto extensivo, es decir, comprende
a todos los imputados que están en la misma situación jurídica, así alguno de ellos
no hubiera deducido este medio de defensa (artículo 8.6 CPP).
Este medio de defensa no está sometido al principio de rogación, pues
incluso el juez puede iniciar el trámite para su debida determinación. En cuanto
a su oportunidad procesal, puede plantearse incoada la investigación preparatoria
formalizada y durante toda esta etapa procesal (artículo 7.1 y 2 CPP). Incluso, puede
deducirse en la etapa intermedia, conforme a lo dispuesto por la concordancia de
los artículos 8.5 y 350.1b CPP.
CENALES
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V. CUESTIÓN PREJUDICIAL
1® Concepto
Se parte de dos nociones básicas para intentar la adecuada definición de la
cuestión prejudicial» le La Ley penal material no siempre pone como elementos
constitutivos, excluyentes o modificativos de la responsabilidad penal hechos
simples o materiales, sino más a menudo conceptos y a veces relaciones jurídicas
del derecho civil, comercial, administrativo, etc»; supuesto último en el que para
fijar el hecho típico en la sentencia se requiere, como antecedente lógico jurídico,
aplicar una norma no penal en virtud de la cual pueda afirmarse como existente
o no existente tal relación» 2® Lo esencial para su identificación es que esa relación
jurídica constituya una materia, distinta de la penal y antecedente de ella, que
por sí sola pudiese formar el objeto de una declaración jurisdiccional» La cuestión
prejudicial, entonces, surge per se, en virtud de su ligazón jurídica material con la
cuestión de fondo, y es presupuesto del contenido mismo de la sentencia de fondo,
del sí del delito y de la pena o de la entidad o cuantía de esta [Gómez Orbaneja/
Herce Quemada] »
Así las cosas, pueden definirse las cuestiones prejudiciales como aquellas
configuraciones de la ley penal -elementos de hecho integrantes de un requisito
del tipo legal— que exigen, para poder dictar sentencia, entrar a dilucidar
relaciones jurídicas propias de otro orden jurisdiccional -precisan una valoración
jurídico material-, que operan como antecedente lógico jurídico del silogismo
en que se ha de fundar la sentencia penal —son previas e independientes del
objeto procesal, y deben declararse a fin de poder obtener la plena integración
de la conducta- [Gimeno] » Se trata de puntos de conexión, que en sí mismos
autorizarían un enjuiciamiento en su orden jurisdiccional, pero que aparecen
unidos a materias de otra naturaleza de manera que requieren de un tratamiento
conjunto [Asencio]»
Las cuestiones prejudiciales se sustentan en el principio constitucional
de seguridad jurídica y en la inmutabilidad de las sentencias» El fundamento
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2. Requisitos
Son cuatro: elementos de hecho, juicio de relevancia, valoración material
y competencia.
A. Elementos de hecho. Toda cuestión prejudicial está constituida por
elementos de hecho que exigen una valoración jurídica previa e
independiente del objeto principal, y que integran el fundamento del
título de imputación (ejemplo: apropiación ilícita requiere determinar
relación de depósito) o incluso erigirse en una pretensión autónoma, pero
conexa e instrumental (ejemplo: receptación requiere determinar si ciertas
cosas son producto de un delito). En cualquier caso, pertenecen al fondo o
a la fundamentación de la pretensión penal: cosa juzgada.
B. Relevancia. Deben ser relevantes —imprescindibles o necesarias— para el
enjuiciamiento del objeto procesal respecto al cual guardan conexión o
dependencia, pueden tener influencia decisiva en la resolución sobre el
asunto penal.
Ce Valoración material. Los hechos —con significación jurídica— que integran
el título de imputación precisan de una valoración con arreglo a normas
del derecho material y consiguiente declaración jurisdiccional, previa e
independiente de la pretensión principal.
D. Competencia. Por regla general la competencia, para valorarla, corresponde
al Tribunal del orden jurisdiccional competente: civil, laboral, contencioso-
administrativo o penal. Pero se excluyen aquellas cuestiones prejudiciales
incidentales que han de ser resueltas por el juez penal y cuyo fallo no
produce efecto alguno de cosa juzgada.
3e Clases
Se pueden clasificar desde dos perspectivas: i) por su naturaleza, desde el
derecho material, son homogéneas y heterogéneas, y ii) por sus efectos procesales
son devolutivas e incidentales.
CENALES
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4. Tratamiento procedimental
VI. EXCEPCIONES
le Concepto
La acción penal es el derecho-deber que tiene el Ministerio Público para
promover la acción penal. El vehículo formal a través del cual se promueve la
acción penal es la Disposición de Formalización de la Investigación Preparatoria
en delitos públicos y la querella en delitos privados. La excepción es un “medio
de defensa” —sustantivos o procesales- que ataca directamente la relación procesal,
y se distingue de la defensa material del imputado porque estas pueden apuntar
a diversos fines [Gimeno]. Es un remedio procesal, que consiste en la expresa
oposición que formula el imputado a la prosecución del proceso por entender
que este carece de algunos de los presupuestos procesales establecidos por el
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2e Clasificación
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3. Tratamiento procedimental
En tanto se cuestiona la existencia de un presupuesto procesal puede
ser deducida de oficio o por el Ministerio Público, pues son objeto de control
de oficio (artículo 7.3 CPP). Solo son deducibles en las etapas de investigación
preparatoria e intermedia (artículo 7.1 y 2 CPP). Tiene efecto extensivo para los
demás imputados, siempre que se encuentren en igual situación jurídica (artículo
8.6 CPP).
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