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AL : MAGISTRADO JUEZ COORDINADOR DEL

TRIBUNAL DE TIERRAS DE JURISDICCION


ORIGINAL DEL DISTRITO JUDICIAL DE SAN
FRANCISCO DE MACORIS, EN SUS
ATRIBUCIONES ADMINISTRATIVAS O
GRACIOSAS.

PETICIONARIOS
DEMANDANTES : FREDDY ANTONIO CABRERA y LINCOLN
CABRERA RECIO.

ABOGADOS : EDWARD B. VERAS V. M.A. y BASILIO


GUZMAN R.

ASUNTO : PRESENTACION DE INSTANCIA


CONTENTIVA DE LITIS SOBRE DERECHOS
REGISTRADOS.

ESPECIE : NULIDAD DE TRANSFERENCIA BAJO EL


CAUSAL DE SIMULACION.

DEMANDADA : ANA RUFINA RECIO REYNOSO, dominicana,


mayor de edad, soltera, de quehaceres
domésticos, titular de la cédula de identidad y
electoral número 056-011479-8, domiciliada y
residente en los Estados Unidos de
Norteamérica, sito en el número 1156 de Morris
Ave. Apart. 13, Bronx, New York.

INMUEBLE LITIGIOSO : UNA PORCION DE TERRENO DE 27 HAS, 35


AS, 47 CAS Y 16 DCMS2, DENTRO DEL
AMBITO DE LA PARCELA NO. 38 DEL
DISTRITO CATASTRAL NO. 2 DE SAN
FRANCISCO DE MACORIS, CON LOS
SIGUIENTES LINDEROS: AL NORTE:
PARCELA NO. 35 SEPARADA EN PARTE POR
UNNA CALLE Y RIO GUIZA; AL ESTE: RIO
GUIZA Y PARCELA NO. 39; AL SUR:
PARCELAS NOS. 39 Y 35 Y AL OESTE:
PARCELA NO. 35 DEL D. C. NO. 2 DEL
MUNICIPIO DE SAN FRANCISCO DE
MACORIS.

HONORABLE MAGISTRADO:

Los exponentes, señores FREDDY ANTONIO CABRERA y LINCOLN CABRERA


RECIO, dominicanos, mayores de edad, solteros, comerciantes, titulares de las
cédulas de identidad y electoral números 056-0054544-5 y **, domiciliados y
residentes en la casa marcada con el número 23 de la calle Andrés Pastoriza de
la Urbanización la Esmeralda de esta ciudad de Santiago de los Caballeros (entre
las casas números 4 y 21), quien tiene como abogados constituidos y
apoderados especiales a EDWARD B. VERAS V., M.A. y BASILIO GUZMAN R.,
ambos dominicanos, mayores de edad, casados, respectivamente, abogados de
los Tribunales de la República, debidamente matriculados y al día bajo los
números 19914-41-98 y 6569-316-88, titulares de las cédulas de identidad y
electoral números 031-0219526-4 y 031-0108152-3, domiciliados y residentes en
la ciudad de Santiago de los Caballeros, y estudios profesionales el primero en la
calle República del Libano, casi esquina Texas, edificio La Araucaria,
apartamento A-1 del sector los Jardines Metropolitanos de la ciudad de Santiago
de los Caballeros, asiento de la firma de abogados y notaria “Edward Veras
& Co., Abogados”, y el segundo en la casa marcada con el número 23 de la
calle bAndrés Pastoriza de la Urbanización la Esmeralda de la ciudad de
Santiago de los Caballeros (Estudio Jurídico B.G., S.A.), y estudio ad-hoc común
a ambos en esta ciudad de San Francisco de Macorís, sito en la calle 27 de
febrero número 85, apartamento 213, de la Plaza Krisan, firma de abogados
“TAVAREZ GLAS & ASOCIADOS”, estudios donde los exponentes y sus
consejeros legales hacen elección de domicilio para todos los fines y
consecuencias legales de la presente instancia, tiene a bien EXPONEROS y
SOLICITAROS, muy respetuosamente, lo siguiente:

HECHOS Y PROCEDIMIENTO:

POR CUANTO (I): A que mediante el acto bajo firma privada de fecha dieciocho
(18) del mes de julio del año mil novecientos noventa y cuatro (1994), y que tuvo a
bien legalizar el Notario Público para este Municipio de San Francisco de Macorís,
licenciado LORENZO ORTEGA GONZALEZ, el señor JUAN ANTONIO
GONZALEZ PANTALEON, le vendió a los ahora exponentes, señores FREDDY
ANTONIO CABRERA y LINCOLN CABRERA RECIO, el inmueble de referencia
y ahora devenido en litigioso, de modo definitivo y sin que se estableciera
ningún tipo de reservas en dicho acto de venta, el cual involucra otros tres
inmuebles más, escapados estos últimos al objeto e interés del presente

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apoderamiento. Del señalado acto se os anexa fotocopia a la presente instancia.
Anexo 1.

POR CUANTO (II): A que desde el momento mismo en que se convino la señalada
transacción, el señor JUAN ANTONIO GONZALEZ PANTALEON, entregó el
señalado inmueble a los ahora exponentes, pero también es preciso señalar, que
no obstante al hecho antes denunciado, y en una actitud indudablemente
censurable, dicho señor también convino en un acto de venta respecto de dicho
inmueble, con la señora ANA RUFINA RECIO REYNOSO, por lo cual y antes
que pudiera dársele publicidad a esta última transferencia, los ahora
exponentes elevaron en fecha catorce (14) del mes de agosto del año mil
novecientos noventa y cinco (1995), una instancia al Tribunal Superior de
Tierras, Departamento Central, para el entonces Tribunal Superior de Tierras
único, a los fines de que se inscribiera sobre el señalado inmueble, una
oposición en los términos que así lo contemplaba el artículo 208 de la hoy
derogada Ley 1542, del 11 de octubre del 1947 Gaceta Oficial No. 6707 del 7 de
noviembre del 1947 reformada, o Ley sobre Registro de Tierras, instancia esta
firmada por la Licenciada GISELA MERCEDES GUZMAN FUENTES, y que por
supuesto se reflejó sobre el señalado inmueble, de la cual también se os anexa
fotocopia a la presente instancia. Anexo 2.

POR CUANTO (III): A que constituye un hecho incontestable en justicia, que la


adquisición que del señalado inmueble hiciera la señora ANA RUFINA RECIO
REYNOSO, a sabiendas de la venta que el señor JUAN ANTONIO GONZALEZ
PANTALEON, había concretizado con los ahora exponentes, y de la ocupación
que estos últimos ostentaban respecto del señalado inmueble, por lo cual, la
misma deviene en una adquiriente de mala fe, lo cual será probado por diversos
medios, de los que al efecto contempla en el aspecto probatorio, la Ley 108-05 del
23 de marzo del año 2005, denominada de Registro Inmobiliario, gaceta oficial
número 10316 del 2 de abril del año 2005, reformada, donde se establecerá con
rigor probatorio y eficacia jurídica, el carácter simulandi de la señalada
adquisición, ya que como dijéramos con antelación, la señora ANA RUFINA
RECIO REYNOSO, conocía de la adquisición de dicho inmueble por parte de los

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ahora exponentes, y ello sin lugar a dudas, junto a otros eventos, la convierte en
una tercera adquiriente de mala fe.

POR CUANTO (IV): A que en la línea de lo antes señalado, el Código Civil


Dominicano en su artículo 550, reza como sigue:

“Se reputa poseedor de buena fe, al que posea como dueño en


virtud de un título traslativo de la propiedad, cuyos vicios ignora.
Deja de ser de buena fe, desde el momento en que sean conocidos
aquellos vicios”.

POR CUANTO (V): A que en ese mismo orden de ideas, es decir, cuando se
caracteriza un adquiriente de mala fe, lo mismo que acontece en el caso que nos
ocupa, nuestra Corte de Casación ha expresado lo siguiente:

“CONSIDERANDO: Que en la sentencia impugnada se expresa lo


siguiente: “que en el caso que nos ocupa concurren suficientes
elementos de juicio que dejan demostrado el concierto
fraudulento formado en contra del hoy finado JACINTO
GONZALEZ, para privarlo de la porción de terreno de 9 tareas y
sus mejoras que había adquirido de JOSEFA DE LA CRUZ
POLANCO, el 19 de enero del 1965, que los hechos generadores de
esta convicción descansan principalmente, en el vínculo de
consanguinidad que le da su condición de hermanos a JOSEFA DE
LA CRUZ POLANCO, la vendedora, y SIMON o SIMEON DE LA CRUZ
POLANCO, el comprador, “quienes nacieron, se criaron, vivieron
y poseyeron dicha parcela hasta el momento de la ocurrencia de
los hechos que han originado esta litis, primero, con su padre
ELOY DE LA CRUZ, y luego su muerte, como dueños, junto a su
madre FRANCISCA POLANCO VDA. DE LA CRUZ, lo que impone
admitir que al momento de operarse la venta de JOSEFA DE LA
CRUZ POLANCO en favor de su hermano SIMON o SIMEON DE LA
CRUZ POLANCO, el 17 de julio de 1967, no podían ignorar la
porción adquirida por JACINTO GONZALEZ, sobre todo por estar
cultivadas de cacao y cafeto y cercada de alambres de púas por
el comprador, como se hace constar en el acto de fecha 19 de
enero de 1965; que, esta aseveración la corrobora el hecho de
que JOSEFA DE LA CRUZ POLANCO, además de venderle a
JACINTO GONZALEZ las nueve (9) tareas, también le dio en
arrendamiento al mismo señor otra porción de ocho (8) tareas, el
cual, según sus propias declaraciones en audiencia, cuando hizo
el negocio con su hermano SIMON o SIMEON, estaba vigente,
prometiéndole entregársela, como lo hizo cuando venció dicho
arrendamiento; que, este hecho ha quedado establecido, no
solamente por las declaraciones de dicha señora y del señor
EULOGIO DE LA CRUZ en este sentido, sino también con el
depósito del acto contentivo del susodicho arrendamiento
redactado por él en su condición de Alcalde Pedáneo,
reconociéndolo así en la audiencia y enfatizando que la porción
arrendada es distinta a la vendida a JACINTO GONZALEZ, lo que

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también ha sido demostrado mediante los testimonios del señor
MIGUEL PEREZ, oído en calidad de testigo; que estos hechos y
circunstancias revelan, sin lugar a dudas, que cuando la señora
JOSEFA DE LA CRUZ POLANCO, otorgó el acto de fecha 17 de junio
de 1967, siendo sabedora que no podía vender la totalidad de sus
derechos sucesorales en la parcela No. 21 del Distrito Catastral
No. 4 del Municipio de Yamasá, ascendentes a 02 Ha., 21 As., 77
Cas., 50 Dms2., puesto que ha había vendido nueve (9) tareas a
JACINTO GONZALEZ, lo hizo en connivencia dolosa con su
hermano SIMON o SIMEON DE LA CRUZ POLANCO, para despojarlo
de esa porción de terreno, proceder que decreta el carácter
fraudulento de dicha operación”.

CONSIDERANDO, que por lo expuesto precedentemente es evidente


que los jueces del fondo llegaron a la convicción de que el caso no
se trata en lo que concierne al recurrente SIMON DE LA CRUZ
POLANCO de un adquiriente de buena fe, que, como tal, podía ser
eviccionado, por tratarse del traspaso de un terreno registrado,
sino que, por el contrario, apreciaron que el acto intervenido
entre SIMEON DE LA CRUZ POLANCO y su hermana JOSEFA DE LA
CRUZ POLANCO fue fraudulenta, y por tanto no podía producir
efectos jurídicos válidos; que para ello se fundaron en el conjunto
de las pruebas literales y testimoniales a que se hace referencia
antes, lo que dichos jueces estaban en aptitud de hacer ya que el
fraude puede ser demostrado por todos los medios; que dado el
papel activo de que están investidos los jueces del Tribunal de
Tierras, éstos podían basarse en los medios de juicio existentes en
el expediente para dictar su fallo, sin necesidad de que las partes
se los suministraran; que además, el establecer el fraude es una
cuestión de hecho de la soberana apreciación de los jueces del
fondo que no puede ser censurada en casación, salvo la
desnaturalización de los hechos no establecida en el caso
ocurrente, según se expresa más adelante. (S.C.J. 16 de enero del
1974, B.J. 758, páginas 94-96).

CONSIDERANDO, que lo antes expuesto pone de manifiesto que los


jueces del fondo llegaron a la convicción de que los esposos
RIGAUD MARTINEZ no eran adquirientes de buena fe de toda la
parcela No. 170, ya que por razón del parentesco existente entre
ANTONIA VICTORIA MARTINEZ ABREU DE RIGAUD, y su hermana
MARIA MERCEDES MARTINEZ ABREU, causante de BRAULIO A.
PACHECO, ella no podía ignorar el traspaso hecho en favor de
este último de una tarea dentro de la mencionada parcela; que lo
resuelto por el Tribunal a-quo es correcto porque la venta de
derechos sucesorales hecha por una persona, excluye
necesariamente las ventas ya hechas a otros, de bienes
determinados, pues obviamente se vende como derechos
sucesorales lo que queda disponible, y nada más; que, por tanto,
el único medio del recurso carece de fundamento y debe ser
desestimado. (S.C.J. marzo del 1974, B.J. 76, página 841).

CONSIDERANDO, que para declarar de mala fe, las mejoras


fomentadas en la Parcela de que se trata, el Tribunal a-quo en
otro de sus considerandos se expresó como sigue: “que la apelante
reclama las mejoras existentes en la referida parcela,

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consistentes en siembra de arroz, plátanos, tabaco y árboles
frutales, alegando haberlas fomentado de buena fe; que para que
exista buena fe en el sentido del artículo 555 del Código Civil, es
necesario que el dueño de las mejoras haya podido creerse
propietario del terreno donde la construyó, o tener una
autorización expresa del verdadero propietario del terreno; que
como la señora MARIA CASILDA RODRÍGUEZ VDA. RODRÍGUEZ, fue
desalojada de esta Parcela en fecha 3 de marzo del 1947 por su
propietario señor JOSE MARIA VARGAS RODRÍGUEZ,
introduciéndose posteriormente en dicho inmueble y como las
pruebas aportadas por dicha reclamación no revelan que con
posterioridad a dicho desalojo ella se creyera propietaria del
terreno donde fueron fomentadas esas mejoras ni que fuera
autorizada por persona alguna a sembrarla, es evidente que
dichas mejoras fueran fomentadas de mala fe, tal como lo
decidiera el Juez de Jurisdicción Original, que por consiguiente,
es procedente rechazar en este aspecto la apelación interpuesta”.

CONSIDERANDO, que siendo la buena fe una cuestión de hecho,


cuya apreciación corresponde soberanamente a los jueces del
fondo, no está sujeta a la censura de la casación; que además
este alegato no es más que una secuela del anterior, que fue
desestimado por razones pertinentes; por todo lo cual este
alegato también debe ser rechazado por improcedente y mal
fundado. (S.C.J. 10 de junio 1974, B.J. 763, páginas 1534-35).

CONSIDERANDO, “que en la sentencia impugnada se expresa, al


respecto, lo siguiente: que el Tribunal Superior, “después de
estudiar el acto bajo firma privada intervenido en fecha 20 de
febrero de 1961, entre los Señores. Julio César Benítez y
Bienvenida Bonilla, legalizadas las firmas en fecha 23 de
septiembre de 1976, por el Notario Dr. Bienvenido Montero de los
Santos; los recibos expedidos el día Diez (10) de los meses de
enero a agosto del año 1973, suscritos: “Ana Sofía León de Pérez
por Narciso Pérez”, por la suma de RD$14.00 (CATORCE PESOS
ORO CON 40/100) cada uno, y los demás documentos que integran
el expediente: ponderar las declaraciones vertidas por los testigos
Balbina Holguín de Espinal, Julio César Benítez, Aquilino
Montilla, Patria Nuesí y Mercedes López, bajo la fe del juramento,
en las audiencias celebradas por el Tribunal de Tierras de
Jurisdicción Original, los días 20 de septiembre y 19 de diciembre
de 1977 y 26 de abril de 1978, respectivamente; y las
declaraciones vertidas por los informantes Quilano Montilla
Pinales y Mercedes López, en la audiencia celebrada por este
Tribunal Superior el día 28 de mayo de 1979; examinar los
alegatos expuestos por las partes litigantes Bienvenida Bonilla,
Sofía León Vda. Pérez y Grecia Mercedes Pérez; ha formado su
convicción en el sentido de que el kiosco existente en el
mencionado Solar No. 33 de la Manzana No. 8, el cual es un
terreno registrado, pertenecía al señor Julio César Benítez, quién
lo vendió en la suma de RD$300.00 (TRESCIENTOS PESOS ORO), a
la señora Bienvenida Bonilla; que si bien es verdad que el
propietario del terreno, el hoy finado Narciso Pérez Escalero, no
se opuso a la construcción del mencionado kiosco, no es menos
cierto que en el expediente no consta que el propietario otorgara

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su consentimiento expreso para que fuera construido y registrado
a nombre de persona alguna el citado kiosco; que el párrafo único
del Art. 127 de la Ley de Registro de Tierras expresa que: “sólo
con el consentimiento expreso del dueño podrán registrarse a
nombre de otro las mejoras permanentes que hubiere en el
terreno”; que como el propietario del terreno no ha dado su
consentimiento para que el referido kiosco fuere registrado a
favor de su actual dueña, Bienvenida Bonilla, este Tribunal ha
resuelto, acoger la apelación interpuesta, revocar la decisión del
Tribunal de Jurisdicción Original y obrando por contrario
imperio: rechazar, por improcedentes e infundadas, las
pretensiones de la señora Bienvenida Bonilla, de que se registren
en su favor las mejoras adquiridas por ella por compra al señor
Julio César Benítez; declarar que las precitadas mejoras,
consistentes en un kiosco de madera, techado de zinc, con sus
anexidades, se declaran de mala fe, regidas por la primera parte
del Art. 555 del Código Civil”.

CONSIDERANDO, que la Suprema Corte estima correctos los


razonamientos antes expuestos, que justifican que las mejoras
levantadas por la recurrente, Bienvenida Bonilla, son de mala fe,
conforme a la primera parte del artículo 555 del Código Civil, ya
que tal como lo juzgó el Tribunal a-quo, conforme al artículo 127
de la Ley de Registro de Tierras, para poder registrar mejoras en
un terreno registrado es preciso el consentimiento del dueño del
terreno; por todo lo cual el único medio del recurso carece de
fundamento y debe ser desestimado. (S.C.J. 9 de febrero del 1990,
decisión número 11, Boletín Judicial No. 951, páginas 191 y 192). (De
esta decisión se os anexa copia in-extensa a la presente
instancia. Anexo 2.)

CONSIDERANDO, que el Tribunal a-quo dentro de sus poderes


soberanos de apreciación de los hechos, los cuales, por tanto, no
pueden ser censurados en casación, salvo en caso de
desnaturalización, lo que no ha ocurrido en la especie, estima que
la recurrente procedió de mala fe al obtener el registro del
derecho de propiedad de la porción de la parcela 117 en
discusión; que, además, los jueces que dictaron la sentencia
impugnada, se basaron también, al anular dicho registro, en la
comunicación dirigida al Registrador de Títulos del Distrito
Nacional, por el Administrador General de Bienes Nacionales, por
la cual le expresaba que dicha administración había sufrido un
error al traspasar dicho inmueble a la recurrente, ya que antes lo
había vendido a VIANELA GONZALEZ DE FORCHUE; que por todas
estas razones el primer medio del recurso carece de fundamento y
debe ser desestimado. (S.C.J. junio del 1992, B.J. 979, página 715).

CONSIDERANDO, que además en las circunstancias del caso no era


indispensable que la recurrente demostrara que había interpuesto
recurso de apelación contra la sentencia dictada en jurisdicción
original, pues bastaba para que su derecho de defensa fuera
preservado y respetado, con que se le dieran todas las
oportunidades, como lo hizo el tribunal a-quo, al permitirle
intervenir y participar en los debates de la instancia, lo que era
procedente dentro del sistema liberal del procedimiento ante la

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jurisdicción del Tribunal de Tierras, sobre todo en la especie en
que se trataba de la discusión de la validez o no del deslinde de
la parcela de que se trata, que por consiguiente, habiendo podido
la recurrente ejercer sin restricciones su derecho de defensa en la
instancia, es evidente que los agravios formulados por ella en los
dos medios que se examinan y contra la sentencia impugnada,
carecen de fundamento y deben ser desestimados.

CONSIDERANDO, en cuanto a la letra b), la recurrente no indica en


su memorial introductivo, como le incumbe, cuales son los
documentos tomados en cuenta por el Tribunal a-quo, y respecto
de los cuales hace referencias incompletas en su decisión, que sin
esa indicación y precisión, la recurrente ha dejado sin
justificación sus agravios en tal sentido;

CONSIDERANDO, que en lo que se relaciona con el alegato de la


recurrente de “que la apreciación de los jueces del fondo en el
sentido de que a su juicio la posición invocada de tercer
adquiriente de buena fe de la recurrente constituye una realidad
aparente, porque los miembros de la compañía Lina Realty, S. A.,
no podían ignorar el proceso de deslinde, en razón de que el
mismo fue iniciado en el año 1991, y la Agro Inter, S. A., le vendió
a Gavriel Hayin-Lina Realty, más de dos años después de haberse
practicado el deslinde”, el examen del expediente, el cual fue
solicitado al Tribunal de Tierras conforme lo dispone la ley,
revela, que tanto el Juez de Jurisdicción Original, cuyos motivos
fueron adoptados sin repetirlos por el Tribunal a-quo, llegaron a
la conclusión de que en el caso, el acto de transferencia otorgado
por la Agro Inter, S. A., a favor de la recurrente Lina Realty, S. A.,
se trata de una venta simulada, el primero expresa lo siguiente:
“que por los documentos que obran en el expediente, así como por
declaraciones en audiencia, este Tribunal está plenamente
convencido, de que el acto del 20 de enero de 1993, en el cual la
compañía Agro Inter, S. A., vende a favor de la compañía Lina
Realty, S. A., la parcela No. 1-Ref.-36-U del Distrito Catastral No.
2 de Puerto Plata, es un acto simulado, por lo siguiente: Por el
precio vil de la operación, ya que dicha parcela tiene un precio
real de varios millones de pesos, y sin embargo, se estipuló por un
precio irrisorio de RD$25,000.00. Porque siendo una operación
tan delicada, en razón del costo real de dicho inmueble, se esperó
4 meses para su inscripción en el Registro de Título. Porque se ha
probado y así lo reconocieron los abogados contrarios a los
Hellinger, que ni la Compañía vendedora ni la compradora
tomaron posesión del inmueble comprado. Porque es incierto lo
expresado por el Dr. Luis O. Méndez, en su escrito ampliatorio de
conclusiones, (página 3) al afirmar que en el momento en que la
compañía Lina Realty, S. A., compró a Agro Inter, S. A., “…le
entregó dicho terreno y lo puso en posesión”, ya que se ha
probado que las referidas compañías nunca han ocupado la
parcela deslindada, propiedad de los Hellinger. Porque el Sr.
Ramón Emilio Eusebio, en el aludido acto de venta, actuó como
Presidente-Tesorero de la Agro Inter, S. A., compañía vendedora;
sin embargo, es accionista fundador y comisario de la compañía
compradora Lina Realty, S. A. Por la falta de recursos o
capacidad económica de la compañía compradora Lina Realty, S.

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A, ya que siendo su capital social de RD$10,000.00, y desde su
fundación en el año 1988 hasta 1991 no realizó ninguna
operación, como lo expresa su abogado Dr. Luis O. Méndez, en su
escrito ampliatorio de conclusiones (página 2), es imposible que
tuviera a la fecha de la compra, los millones reales que costaba
la indicada parcela, porque la Dra. Lina Zoraida Rodríguez
Morel, accionista y fundadora de la compañía Lina Realty, S. A.,
fue elegida Presidente-Tesorero en la Asamblea General
Constitutiva de dicha sociedad, el 18 de febrero de 1988, y los
estatutos sociales de la misma establecen una duración del
Presidente-Tesorero de 6 años, o sea, hasta el 31 de diciembre de
1994, y que sólo podrán ser sustituidos antes, aparece actuando
como Notario Público en la legalización del acto de compra de la
compañía donde ella es Presidente-Tesorero. Porque el domicilio
social de la compañía Lina Realty, S. A., es el mismo donde tiene
su oficina la Dra. y Notario actuante, Lina Zoraida Rodríguez
Morel. Porque la fecha de Constitución de Lina Realty, S. A., en el
año 1988, coincide con la fecha de compra de Agro Inter, S. A., y
con la fecha en que los señores Hellinger, por motivos de salud, se
trasladan a Puerto Plata. Porque resulta muy cuesta arriba creer,
lo que declara el Dr. Ponciano Rondón Sánchez, en la página 4 de
su escrito ampliatorio de conclusiones cuando dice: “que la
compañía Agro Inter, S.A., señala que no tiene ninguna relación
con la Lina Realty, S.A., con el acto de compra y venta y que
dicha compañía desconoce las actividades de la impetrante”.
Cuando se ha probado que el Sr. Ramón Emilio Eusebio es
Presidente-Tesorero de Agro Inter, S. A., y accionista fundador y
comisario de la Lina Realty, S. A.. Porque asimismo, el Dr.
Ponciano Rondón Sánchez es el padre de 3 de los accionistas
fundadores de la Lina Realty, S. A., o sea, de los señores Eliseo
Andrés Rondón Rubini (Vicepresidente), Paulo Juscelino Rondón
Rubini y Fernando Rondón Rubini. En consecuencia, procede
revocar el deslinde de la parcela número 1-Ref.-36-U del Distrito
Catastral No. 2 de Puerto Plata, así como declarar simulado el
acto de venta del 20 de enero de 1993, intervenido entre la Agro
Inter, S. A., y la Lina Realty, S. A..

CONSIDERANDO, que en la sentencia impugnada y en relación con


ese aspecto, se expresa lo siguiente: “Que en cuanto se refiere a la
posición de tercer adquiriente de buena fe y a título oneroso…,
que es sostenida por la compañía Lina Realty, S. A., conviene
señalar, que está suficientemente comprobado, que dicha
compañía está integrada por personas estrechamente vinculadas
a la compañía Agro Inter, S. A., de la cual es adquiriente y por
tanto, estaban en conocimiento de la situación jurídica imperante
con relación a la parcela objeto de esta sentencia, no bastando
argüir simplemente, que en el Certificado de Título que ampara
los derechos de propiedad pertenecientes a su causante, estaban
a su nombre libre de toda carga y sin oposición alguna
registrada, lo que a juicio de este Tribunal constituye una
realidad aparente, pues como se dijo antes, los miembros de la
compañía Lina Realty, S. A., no podían ignorar que el proceso de
deslinde efectuado dentro de la misma, no era conocido por los
esposos Morris Abraham Hellinger y Mina Hellinger, y cuyos
derechos fueron incluidos dentro de los atribuidos por el deslinde

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a la Agro Inter, S. A., conforme se deriva de los actos de
adquisición de aquellos, que llevan sus linderos hasta la orilla
del Océano Atlántico y la venta, además, de una casa de madera
con techo de zinc, que ocuparon como vivienda desde el año 1963
hasta el 1988, fecha en que se fueron a residir en Puerto Plata;
que en virtud de cuanto acaba de exponerse, es procedente acoger
en cuanto a la forma, el recurso de apelación interpuesto por la
Agro Inter, S. A., y rechazarlo en cuanto al fondo, por infundado;
confirmar en todas sus partes la decisión recurrida, al quedar
establecido que el Juez a-quo realizó una buena apreciación de
los hechos y una correcta aplicación de la ley, ofreciendo motivos
claros y suficientes para justificar su fallo, los cuales se adoptan
sin necesidad de reproducirlos ahora, y cuyo dispositivo figura
más adelante”.

CONSIDERANDO, que el examen de la sentencia impugnada y del


expediente revelan que las enunciaciones de la misma se
encuentran suplementadas con los motivos dados en la sentencia
del Tribunal de Tierras de Jurisdicción Original; que esta
Suprema Corte de Justicia estima que los motivos dados por este
último y la adopción que de ellos hizo el Tribunal a-quo, cumplen
plenamente el voto de la ley, sin que se advierta, ni compruebe
ninguno de los vicios y violaciones denunciados por la recurrente,
por lo que su recurso carece de fundamento y debe ser
desestimado. (S.C.J. 19 de noviembre del 1997, decisión No. 15, B.J.
1044, páginas 240, 241, 242, 243 y 244).

CONSIDERANDO, que en la sentencia impugnada se expresa que la


compañía La Finca El Fondo, S.A., alega ser un tercer adquiriente
a título oneroso y de buena fe, olvidando que en el caso de la
especie o está en juego la validez del acto de su causante, sino la
validez de un segundo deslinde que al ser practicado se han
violado las normas establecidas en la Ley de Registro de Tierras y
en el Reglamento General de Mensuras Catastrales, lo cual es
afirmado por la Dirección General de Mensuras Catastrales, que
es una dependencia técnica adscrita al Tribunal de Tierras, al
informar mediante su Oficio No. 5889, de fecha 9 de octubre de
1992, que en el plano documento se evidencia que la Parcela No.
128-B fue deslindada sobre la Parcela No. 128-A-1, ambas del D.C.
No. 18 del Distrito Nacional.

CONSIDERANDO, que los jueces del fondo mediante la ponderación


de los elementos de prueba aportados en la instrucción de la
causa, dieron por establecido que la Parcela No. 128-B, fue
deslindada sobre la Parcela No. 128-A-1, propiedad de la señora
ALMA VIRGINIA MEDINA MEDINA, sin que haya constancia en el
expediente de que esta última fuera citada, en su calidad de
dueña y ocupante de dicha Parcela, ni que se le notificara la
decisión, por lo que resulta evidente que la Resolución que aprobó
los trabajos de deslinde, así realizados, no le es oponible a dicha
recurrida, puesto que de lo expresado se infiere que la misma no
fue parte en el proceso de deslinde y regularmente ejecutado de la
Parcela No. 128-B.

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CONSIDERANDO, que si es cierto que todo el que adquiere un
inmueble a la vista de un certificado de título que lo ampara y
paga el precio convenido por la venta, debe ser reputado en
principio como un tercer adquiriente a título oneroso y de buena
fe, no es menos cierto que cuando como en la especie se
comprueba y establece que dicho inmueble no es de la propiedad
del vendedor, sino que se ha registrado a su nombre como
consecuencia de un deslinde ilegal e irregular, en razón de que el
mismo pertenece a otra persona, es incuestionable que la venta de
ese inmueble no puede serle oponible; que en consecuencia, al
declarar el tribunal a-quo bueno y válido el Certificado de Título
No. 84-2346, que ampara la Parcela No. 128-A-1, del Distrito
Catastral No. 18, del Distrito Nacional, expedido a favor de la
señora ALMA VIRGINIA MEDINA MEDINA y ordenar la cancelación
del Certificado de Título No. 86-1656, expedido en relación con la
Parcela No. 128-B del mismo Distrito Catastral, a favor de la
recurrente, así como la expedición de una constancia anotada en
el Certificado de Título No. 78-3728, que ampara los derechos de
00 Has, 20 As, 00 Cas y a favor de la recurrente Finca El Fondo,
S.A., preservando así los derechos de la misma en el resto de la
Parcela No. 128, no ha desnaturalizado los hechos, sino que por
el contrario ha hecho una correcta apreciación de los mismos,
por lo que el tercer medio del recurso, carece también de
fundamento y debe ser desestimado. (S.C.J. 24 de mayo del 2000,
decisión No. 8, B.J. 1074, páginas 529 y 530).

CONSIDERANDO, que el examen de la sentencia impugnada pone


de manifiesto que son hechos no controvertidos los siguientes: a)
Que los inmuebles objeto de la presente litis se encontraban
registrados a nombre del hoy finado J. Santiago Sang, conforme
Certificados de Títulos Nos. 66-193 y 66-194; b) que mediante
resolución de fecha 26 de junio de 1971, dictada por el Tribunal
Superior de Tierras, fueron determinados los herederos del titular
de los derechos, a favor de la cónyuge superviviente común en
bienes Quina Fung Vda. Sang y el hijo de ambos Wing Sing Sang,
a nombre de quienes fueron expedidos los Certificados de Títulos
Nos. 71-4046 y 71-4047, ambos de fecha 27 de julio de 1971; c)
que encontrándose los mencionados señores fuera del país y
teniendo en su poder sus duplicados del dueño, mediante el
procedimiento previsto en el Art. 204 de la Ley de Registro de
Tierras, agotado por un supuesto apoderado de los mencionados
Sres. Sang, llamado Rafael Ernesto Pina, fueron expedidos sendos
duplicados del dueño, por alegada pérdida de los que fueron
expedidos originalmente a los actuales intimados; b) que
valiéndose de los duplicados por pérdida, el señor Rafael Ernesto
Piña transfiere los inmuebles, mediante acto con firmas
legalizadas por el notario público Salvador Gómez al Sr. Homero
Sánchez, quien a su vez los vendió al actual recurrente, Sr. Julio
Antonio Guerrero Valenzuela;

CONSIDERANDO, que en dicha sentencia se expone al respecto lo


siguiente: "Que el alegato fundamental del recurrente para hacer
reconocer su derecho de propiedad, es la calidad de tercero
adquiriente a título oneroso y de buena fe, invocando haber
comprado a la vista de un certificado de título que había sido

11
expedido a su vendedor, Sr. Homero Sánchez Valdéz; que también
invoca el apelante el argumento de que los terceros no están
obligados a verificar en el registro de títulos, la regularidad y
corrección del certificado de título, porque la ley otorga
credibilidad a tal documento; que, en cuanto al primer
argumento, sobre la calidad de tercero adquiriente, los
razonamientos anteriores resultarían válidos e irrefutables si se
tratara de operaciones realizadas con documentos regular y
válidamente obtenidos, pero en el presente caso se trata de
duplicados del dueño expedidos mediante el amañado
procedimiento establecido en el Art. 204 de la Ley, el cual, al
mismo tiempo que constituye una útil solución para los legítimos
titulares de derechos registrados, en los últimos años y en la
misma proporción que ha incrementado el valor de los inmuebles,
se ha convertido en instrumento efectivo para burlar con una
frecuencia preocupante a los propietarios de los mismos,
vulnerando derechos legalmente adquiridos y amparados en ese
documento, consagrado con fuerza probatoria ante todos los
tribunales del país y absoluta ejecutoriedad de acuerdo a las
disposiciones de los artículos 173 y 174 de la Ley de Registro de
Tierras; que a pesar de que las disposiciones legales citadas no
han sido derogadas formalmente, ante la indiscutible realidad
que afecta los derechos inmobiliarios, cuyos titulares se ven
afectados por la inseguridad que ocasionan frecuentes fraudes y
falsificaciones, el más elemental sentido de previsión y prudencia
impone la conveniencia de investigar el origen de los derechos
que son objeto de negociación;

CONSIDERANDO, que también se expresa en la sentencia


impugnada, que, entender, como alega el recurrente, que tener a
la vista un duplicado del dueño exime al contratante de examinar
e investigar el original del certificado de título y sobre el historial
de los derechos, resultaría, en muchos casos, un estímulo a la
comisión de fraudes y una contribución al incremento de las
frecuentes operaciones dolosas; que ampararse en la calidad de
tercero adquiriente a título oneroso y de buena fe, para demandar
el reconocimiento y validación de derechos adquiridos de quienes
no son los legítimos titulares, equivale a pretender que los
tribunales de justicia sean convertidos en instrumentos al servicio
de los transgresores de la ley, quienes resultarían premiados, al
lograr la legitimación de las operaciones irregulares y
fraudulentamente consumadas, valiéndose de la usual
transferencia, en algunos casos simuladas y en otros no";

CONSIDERANDO, que aunque tal como lo sostiene el recurrente, si


es cierto que el certificado de título debe ser un documento que se
baste a sí mismo, que tiene la protección del estado y que la
persona que adquiere el inmueble a la vista de ese documento
libre de anotaciones y gravámenes, debe ser considerada como un
tercer adquiriente de buena fe, no menos cierto es, que ello
supone siempre que el certificado de título que le es mostrado, es
legítimo y no el resultado de un fraude para despojar al
verdadero propietario del inmueble; que por consiguiente, debe
tratarse de un documento válido, condición que no puede tener el

12
certificado de título obtenido falsificando poderes de
representación para otorgar actos de venta de la cosa ajena;

CONSIDERANDO, que ésta corte en ocasión de un recurso de


casación en el caso de un deslinde irregularmente realizado, tuvo
oportunidad de expresar que: "Si es cierto que todo el que
adquiere un inmueble a la vista de un certificado de título que lo
ampara y paga el precio convenido por la venta, debe ser
reputado tercer adquiriente a título oneroso y de buena fe, no es
menos cierto, que cuando como en la especie se comprueba y
establece que dicho inmueble no es de la propiedad del vendedor,
sino que se ha registrado a su nombre como consecuencia de un
deslinde ilegal e irregular, es incuestionable que la venta de ese
inmueble es nula porque viola, como correctamente lo juzgó el
Tribunal a-quo en la sentencia impugnada, el artículo 1599 del
Código Civil, según el cual: "La venta de la cosa de otro, es nula;
puede dar lugar a daños y perjuicios, cuando el comprador ignora
que fuese de otro";

CONSIDERANDO, que de todo lo anteriormente expuesto se


comprueba que en la sentencia impugnada no se ha incurrido en
ninguno de los vicios y violaciones invocados por el recurrente en
su memorial y que dicho fallo contiene motivos suficientes,
pertinentes y congruentes, que justifican su dispositivo, que han
permitido a esta corte verificar que en dicho fallo se ha hecho
una correcta aplicación de la ley, por lo cual los medios del
recurso carecen de fundamento y deben ser desestimados.

”Por tales motivos, Primero: Rechaza…”. (S.C.J. 20 de diciembre del


2000, decisión número 9, B.J. No. 1081, páginas 535, 536, 537 y 538).
(El subrayado no es del texto original). En esa misma dirección:
S.C.J. 14 de febrero del 2001, decisión número 10, B.J. No. 1083,
páginas 489 a la 497, inclusive.

CONSIDERANDO, que los jueces del fondo, tal como se expresa en la


decisión de Jurisdicción Original, confirmada por la ahora recurrida
y cuyos motivos ha adoptado el Tribunal a-quo, después de examinar
cuidadosamente todas las piezas y documentos del expediente y de
haber analizado el resultado de las audiencias celebradas, las
cuales recogen las actas correspondientes, comprobaron que existen
pruebas suficientes de que el señor Tirso Fernando Poloney Chestaro,
no es un adquiriente de buena fe, que tuvo participación en el fraude
alegado por el recurrido, ya que cambió el cheque librado contra el
Banco del Comercio de Puerto Rico, por la suma de Ochenta y Ocho
Mil Novecientos Cuarenta y Cinco Dólares con Noventa y Ocho
Centavos de Dólar (US$88,945.98), y que también cobró el cheque No.
828-94 girado contra el Banco Comercial BHD, S. A., por valor de Un
Millón Ciento Treinta y Ocho Mil Quinientos Ocho Pesos con 54/100
(RD$1,138,508.54), y que además concurren en su contra todos los
elementos y circunstancias que caracterizan el fraude que ha venido
alegando el recurrido, Ing. Bolívar Rafael Díaz González, por lo que
dichos jueces concluyeron sosteniendo que el señor Tirso Fernando
Poloney Chestaro, no actuó de buena fe; que asimismo comprobaron y
establecieron los jueces del fondo del estudio y análisis de los
documentos del expediente que también el señor Tomás Reinis actuó
de mala fe, llegando a la convicción de que entre él y el señor Tirso

13
Fernando Poloney Chestaro, hubo un concierto fraudulento contra el
ahora recurrido, conforme se desprende de las propias declaraciones
del último y que figuran en las notas de audiencia, habiendo
establecido además que en las circunstancias descritas en el fallo
impugnado, el precio del inmueble no fue realmente pagado por el
vendedor recurrido, por lo que procedía ordenar la rescisión de dicha
venta, de conformidad con lo que en tal sentido dispone la ley;

CONSIDERANDO, que los jueces del fondo gozan de un poder soberano


de apreciación para decidir si en una operación o acto determinado,
existe o no simulación y esa apreciación queda fuera del control de
la Suprema Corte de Justicia, a menos que lo decidido acerca de la
simulación en uno u otro sentido, se haga con desconocimiento de
actos jurídicos cuya consideración hubiera podido conducir a una
solución distinta o con desnaturalización de dichos actos jurídicos,
lo que no ha ocurrido en la especie;

CONSIDERANDO, que en las motivaciones de la sentencia impugnada


se expone además lo siguiente: "Que tal como lo señala la parte
recurrida cuando se trata de simulación y/o fraude, los jueces del
fondo tienen un poder ilimitado para apreciar los hechos y
circunstancias que sirven para identificar la simulación o las
maniobras dolosas utilizadas para cometer el fraude como bien lo ha
considerando en innumeras decisiones nuestra Suprema Corte de
Justicia (ver Boletín Judicial 758, Pág. 96, enero 1974; Boletín
Judicial 712, marzo 1970, Pág. 547). En ese mismo sentido y con
relación al contra-escrito, este no es necesario que sea presentado
por una de las partes contratantes, cuando alega un fraude en el
acto ostensible (Boletín Judicial No. 720, noviembre 1970, Pág.
5666). También ha considerado, que existe simulación, cuando se
encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro,
cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras o cuando por
él se transfieren derechos a personas interpuestas, que no son para
quienes en realidad se constituyen o transmiten, como es en realidad
el presente caso en que el verdadero comprador lo fue el señor
Thomás Reinis, y no el señor Poloney Chestaro, (ver Boletín Judicial
1062, junio 1999, Pág. 872)";

CONSIDERANDO, que también se expresa en la sentencia impugnada


"Que es suficiente, para probar que el recurrente, señor Leo Oscar
González, (acreedor) es un tercero adquiriente de derechos
hipotecarios de mala fe, el hecho de que al momento de la
inscripción de su hipoteca y la cesión de crédito, existía inscrita en
el Registro de Títulos anotación preventiva y "oposición", sin
necesidad de establecer si el acreedor tenía o tiene solvencia
económica para realizar préstamos por cuantiosas sumas de dinero";

CONSIDERANDO, que ésta Corte ha advertido que en los números 11


y 13 (pág. 13), 17 (pág. 14), 18 y 19 (pág. 15) de la relación contenida
en el segundo considerando de la sentencia impugnada se ha omitido
la Parcela No. 1-Ref.-80-B-99, lo que evidentemente constituye un
simple error, el cual se corrige por ésta sentencia, no obstante
resultar irrelevante dicha omisión, dado que en el dispositivo de la
referida sentencia aparecen las cuatro parcelas a que se contrae la
litis de que se trata;

CONSIDERANDO, que finalmente el examen del fallo impugnado pone


de manifiesto que los jueces del fondo formaron su convicción

14
respecto de los hechos precedentemente relatados, no sólo del
resultado general de las medidas de instrucción realizadas, sino
también del examen y ponderación de los documentos y demás
elementos de convicción que le fueron aportados; que, por otra parte
la sentencia impugnada contiene motivos suficientes, pertinentes y
congruentes que justifican su dispositivo y una exposición completa y
detallada de los hechos y circunstancias de la causa que han
permitido verificar que en la especie se ha hecho una correcta
aplicación de la ley; que en consecuencia, los medios examinados
carecen de fundamento y deben ser desestimado. (S.C.J. 18 de mayo
del 2005, decisión número 30, B.J. No. 1134, páginas 928, 929 y 930).

POR CUANTO (VI): A que respecto de la carga probatoria que ha de reinar para
probar el cuasidelito que ahora nos ocupa, se ha expresado lo siguiente:

“La simulación consiste en crear una falsa apariencia en la


realización del contrato. No. 3. Dos tipos de simulación deben sin
embargo ser distinguidas: La simulación es la obra concertada de
personas que figuran una y otra como partes... Otras veces,
consiste en enmascarar una de las partes en la convención. No. 4.
Dos personas pueden, ante todo, ponerse de acuerdo para hacer
creer la existencia de una convención que ella no tiene, ninguna de
las dos, la intención de realizar efectivamente. Ellas se proponen
hacer creer a los terceros o más bien a una tercera categoría de
tercero que una transmisión o una constitución de derechos reales
o una creación de derechos personales ha tenido lugar (La
simulación, Repertoire de Droit Civil, simulation No. 1, 3 y 4).

CONSIDERANDO: Que los tribunales aprecian soberanamente las


circunstancias de donde resulta la simulación y corresponde a los
jueces del fondo, en virtud de este poder soberano de apreciación,
declarar que una adjudicación, en razón de las circunstancias de
la causa, ha operado simplemente una transmisión ficticia de la
propiedad.

CONSIDERANDO: Que, en la especie, el Tribunal a quo, estimó que el


acto de venta otorgado en fecha 27 de octubre del 1950 por E. L.
C., en favor de F. O. F., era simulado porque encubría otra
operación, ya que el comprador nunca entendió ser dueño de esta
porción de terreno; que para llegar a esta conclusión los jueces se
fundaron en los términos de la carta del 22 de febrero de 1951,
dirigida por O. F. a C., y en los siguientes hechos que dicho
Tribunal consideró que constituían presunciones graves, precisas y
concordantes: a) Que la posesión de la parcela, en ningún momento
fue abandonada por el señor E. L. C. y después de su muerte le
han continuado, hasta la fecha, sus sucesores; b) Que el precio de
la venta de E. (Lino) C. a F. O. F. de RD$300.00, consignado en el
acto de fecha 27 de octubre de 1950, de fecha 22 de enero del
1951; c) Que la viuda del señor F. O. F. y su hija M. F. aceptaron
sendos abonos por RD$100.00 en vida de E. L. C.; y que luego,
muerto éste, no quisieron aceptar el tercero y último pago de
RD$100.00, lo que prueba que en vida del señor C. los sucesores de
F. O. F. no se atrevieron a negar el negocio que el de cujus había

15
hecho con el primero; d) Que el precio de RD$300.00 envuelto en la
operación resulta irrisorio si se tiene en cuenta que se trata de 135
tareas de terreno sembrado de cacao y café; y c) Que el término de
la opción es el mismo que el del arrendamiento; que estas
cuestiones de hecho, de la soberana apreciación de los jueces del
fondo, que no pueden ser censuradas en casación. (S.C.J. agosto del
1962, B.J. 625, página 1351).

CONSIDERANDO, que los recurrentes son herederos reservatarios de


Miguel Ángel Rodríguez Sosa; que las disposiciones legales
relativas a los derechos de los herederos reservatarios son de
orden público; que la prueba de la simulación puede hacerse por
todos los medios, aún entre las partes, cuando aquella tiene por
finalidad defraudar las disposiciones de orden público; que los
herederos reservatarios pueden hacer la prueba de la simulación,
cuando ésta afecta a su reserva, por todos los medios; que para
hacer la prueba de la simulación de los actos de venta celebrados
entre las partes recurridas, en perjuicio de sus derechos como
herederos reservatarios de Miguel Ángel Rodríguez Sosa, los
recurrentes hicieron valer sendas copias fotostáticas de los
indicados contratos de venta y de los contraescritos
correspondientes; que dichos recurrentes pretendían que esas
fotocopias fueran admitidas como principio de prueba por escrito;

CONSIDERANDO, que independientemente de que dichas fotocopias


no pudieran valer o no, como principio de prueba por escrito, la
simulación en este caso, podía probarse por todos los medios,
inclusive por testigos o presunciones; que al rechazar la acción en
simulación, únicamente sobre el fundamento de que esas
fotocopias no podían servir como prueba por escrito, cuando la
simulación podía probarse por todos los medios, el tribunal a-quo
violó las referidas disposiciones, por lo cual la sentencia
impugnada debe ser casada, sin necesidad de examinar los demás
medios del recurso;

CONSIDERANDO, que por ser un medio de puro derecho, el mismo ha


sido suplido de oficio, por la Suprema Corte de Justicia, como
Corte de Casación; que cuando una sentencia es casada
exclusivamente por un medio suplido de oficio por la Suprema
Corte de Justicia, las costas pueden ser compensadas. (S.C.J. 23 de
diciembre del 1993, B.J. Nos. 995-997, páginas 1161-1162).

CONSIDERANDO , que en la especie las fotocopias rechazadas por el


Tribunal a-quo son volantes de pagos efectuados por la recurrida,
lo que debió hacer presumir a los jueces del fondo, que los
originales estaban en posesión de ésta y no de los recurrentes, lo
que hacía más imperativo que ordenara las medidas de instrucción
necesarias para verificar si las copias depositadas eran fieles a los
originales y si fue cierto que la empresa entregó bonificaciones a
algunos de sus trabajadores, como lo expresaban los documentos
rechazados, que al no hacerlo así la sentencia carece de base legal
y de motivos suficientes, que determinan su casación, sin
necesidad de examinar los demás medios del recurso. (S.C.J. 14 de
abril del 1999, decisión número 23, B.J. No. 1061, páginas 808).

16
CONSIDERANDO, “…que, en cuanto a la rebatida calidad de los
demandantes originales, hoy recurridos, por descansar en actas
depositadas en fotocopias, como denuncia la actual recurrente,
resulta oportuno observar que si bien por si solas las fotocopias no
constituyen una prueba hábil, ello no impide que los jueces del
fondo aprecien el contenido de las mismas y, unido dicho examen a
otros elementos de juicio presentes en el caso sometido a su
consideración, deduzcan las consecuencias pertinentes; que, en la
especie, la Corte a-qua ratificó el contenido de las fotocopias con
los testimonios regularmente aportados al plenario, aceptados
como prueba idónea por dicha Corte, estimando plausible su valor
probatorio y rechazando la impugnación a las mismas que
opusiera la hoy recurrente, quien por cierto nunca invocó la
falsedad de las actas en mención, sino que sólo restó eficacia a su
fuerza probante, sin negar su autenticidad intrínseca. (S.C.J. 19 de
marzo del 2003, decisión número 18, B.J. No. 1008, página 191).

De su parte, los autores franceses Marty y Raynaud, al enfocar el aspecto


jurídico que nos ocupa, expresan:

“La simulación puede, en efecto, recaer sobre el contenido del acto,


sea sobre las personas que al acto interesa, No. 274. La simulación
a veces está inspirada en una intención de fraude. A menudo se
trata de un fraude fiscal: Es el caso de la simulación de una parte
del precio en una venta. Asimismo en el Repertorio ya citado se
expresa: “La simulación puede servir para la ejecución de fines
más variados. La primera idea que sugiere es la de que es un
instrumento de fraude”. Puede que tenga también además la
intención de ocasionar un daño a un interés determinado que tenga
por resultado de crear, en provecho de ciertos terceros, una
apariencia, que sólo a ellos pueda aprovechar”. (Obligations, Tomo II,
Volumen I, No. 273).

POR CUANTO (VII): A que de conformidad lo establece la nueva normativa legal


y procesal, las contiendas inmobiliarias que se suscitasen a partir del día 4 del
mes de abril del año dos mil ocho (2008), sobre terrenos referente a los cuales
haya cuando menos un comienzo de mensura, en los términos que así lo
preceptúan los artículos 3 y 25.8, ambos de la Ley 108-05, citada
precedentemente, deberán incoarse mediante el mecanismo de apoderamiento
directo, que al efecto instituye el artículo 10 de la citada ley, disposición legal
esta que textualmente reza como sigue:

Art. 10.- Competencia. Los tribunales de jurisdicción original


conocen en primera instancia de todas las acciones que sean de
la competencia de la Jurisdicción Inmobiliaria, mediante el
apoderamiento directo por parte del interesado y de acuerdo a su
delimitación territorial. La competencia territorial se determina
por la ubicación física del inmueble, conforme a lo establecido en

17
el capítulo de esta ley relativo a la Secretaría de los Despachos
Judiciales.

POR CUANTO (VIII): A que la contienda judicial que ahora nos ocupa, devenida
en litis sobre derechos registrados, como nombre general, se inscribe dentro de lo
que el legislador, de la señalada disposición legal, agrupa en los artículos 28, 29
y 30, disposiciones legales estas que rezan como sigue:

Art. 28.- Definición. Es el proceso contradictorio que se introduce


ante los Tribunales de la Jurisdicción Inmobiliaria en relación
con un derecho o inmueble registrado.

Art. 29.- Competencia. Los tribunales de la Jurisdicción


Inmobiliaria son los únicos competentes para conocer de las litis
sobre derechos registrados siguiendo las disposiciones
procesales contenidas en la presente ley y sus reglamentos. Las
acciones deben iniciarse por ante el tribunal de jurisdicción
original territorialmente competente.

Art. 30.- Notificación de la demanda. En los casos contradictorios


entre partes, y en el plazo de la octava franca a partir de la
fecha de depósito de la demanda en la Secretaría, el
demandante debe depositar en la Secretaría del tribunal
apoderado la constancia de que ha notificado al demandado por
acto de alguacil la instancia introductiva de la demanda
depositada en este tribunal.

Párrafo I.- Hasta tanto el demandante cumpla con este requisito


el tribunal no debe fijar audiencia, ni debe realizar ningún tipo
de trámite procesal en relación con la demanda.

Párrafo II.- Para las litis sobre derechos registrados, se reputa


contradictoria la sentencia que intervenga cuando el juez haya
comprobado que las partes están debidamente citadas.

POR CUANTO (IX): A que el artículo 97 de la citada Ley 108-05, lo mismo que
los artículos 132, 133, 134, 135 y 136, todos del Reglamento de los Tribunales
Superiores de Tierras y Jurisdicción Original de la Jurisdicción Inmobiliaria,
expresan como sigue:

Art. 97.- Inscripciones y anotaciones. “Las inscripciones y


anotaciones se producen a pedimento expreso de parte
interesada. Cuando la anotación se produzca a pedimento de uno
de los órganos que conforman la Jurisdicción Inmobiliaria, el
Registrador procederá a realizarla…”.

Artículo 132. Todo acto de demanda con motivo de una litis sobre
derechos registrados deberá contener al menos, las menciones
requeridas por este reglamento para el apoderamiento de los
Tribunales de la Jurisdicción Inmobiliaria.

18
Artículo 133. El Juez o Tribunal llamado a conocer una litis sobre
derechos registrados, no fijará audiencia, ni realizará ningún
tipo de trámite procesal hasta tanto el demandante haya
depositado en la Secretaria del Despacho Judicial la notificación
de la demanda a la contraparte por acto de alguacil.

Artículo 134. Si el demandante no cumple con el requisito del


depósito de la notificación de la demanda introductiva en la
Secretaría del Despacho Judicial en el plazo establecido en el
artículo 30 de la Ley de Registro Inmobiliario, la misma quedará
sin efecto.

Publicidad de la Litis sobre Derechos Registrados

Artículo 135. (Modificado por Resolución No. 1737, del 12 de julio de


2007) El Juez o Tribunal apoderado de una litis sobre derechos
registrados, una vez sea depositada la notificación de la
demanda a la contraparte, informará al Registro de Títulos y a
la Dirección Regional de Mensuras Catastrales correspondientes,
la existencia de la misma. El Registro de Títulos correspondiente
anotará un asiento sobre el inmueble involucrado en el que se
hará constar que el mismo es objeto de un conflicto que se está
conociendo en dicho tribunal.

Artículo 136. (Modificado por Resolución No. 1737, del 12 de julio de


2007) El Juez o Tribunal, una vez decidido el litigio, comunicará
al Registro de Títulos y a la Dirección Regional de Mensuras
Catastrales correspondientes la decisión que pone fin al proceso.
El Registro de Títulos correspondiente cancelará el asiento
donde se hizo constar, en cumplimiento a lo dispuesto en la
misma.

POR CUANTO (X): A que las costas en la nueva legislación se regirán por el
artículo 66 de la Ley 108-05, y conforme establece el principio octavo, aplicado
combinadamente con el párrafo segundo del artículo 3 del texto en cuestión,
entonces pues las costas en materia inmobiliaria se regirán por el derecho
común, en este caso el artículo 130 del Código de Procedimiento Civil,
reformado, y la Ley 302 del 18 de junio de 1964, reformada, o ley sobre
Honorarios de Abogados, bajo el predicamento de que: “Todo aquel que
sucumbe en justicia, tiene que ser condenado al pago de las costas del
procedimiento, y éstas distraídas en provecho del abogado infrascrito,
quien afirma estarlas avanzando íntegramente y de su propio peculio”.

POR TODOS LOS MOTIVOS PRECEDENTEMENTE EXPUESTOS en la


presente demanda introductiva de instancia, en adición a los que se viertan en
estrados si hubiere lugar a ello, OIGA la señora ANA RUFINA RECIO

19
REYNOSO, a los ahora exponentes, señores FREDDY ANTONIO CABRERA y
LINCOLN CABRERA RECIO, pedir, y al órgano que resulte apoderado,
FALLAR:

PRIMERO: Que a través del sistema aleatorio concebido por la ley de la


materia, asignéis el presente expediente a una de las dos salas que componen
el Tribunal de Tierras de Jurisdicción Original de este Distrito Judicial de San
Francisco de Macorís, en la forma legal establecida.

SEGUNDO: Declarando buena y válida la presente instancia contentiva de litis


sobre derechos registrados, no sólo por haberse incoado o interpuesto en tiempo
hábil, sino además por haberse hecho en sujeción a la mecánica procesal
vigente.

TERCERO: En cuanto al fondo, declarando a la señora ANA RUFINA RECIO


REYNOSO, adquiriente de mala fe, respecto del inmueble de referencia, al
conocer de los vicios que residían en el mismo anterior a su adquisición, y al
tenor de las razones y motivaciones arriba servidas, y por ello, restituyendo el
inmueble al patrimonio de su antiguo propietario, el señor JUAN ANTONIO
GONZALEZ PANTALEON, a los fines de que los ahora exponentes puedan
ejecutar el acto de compraventa convenido con este último, previo pago y
liquidación de los impuestos de ley, con todas sus consecuencias de hecho y
derecho.

CUARTO: Condenando a la señora ANA RUFINA RECIO REYNOSO, al pago de


las costas del procedimiento, ordenando su distracción en provecho de
EDWARD B. VERAS V. M.A., y BASILIO GUZMAN R., quienes afirman estarlas
avanzando íntegramente y de sus propios peculios.

BAJO TODA CLASE DE RESERVAS.-

ES JUSTICIA QUE SE OS IMPETRA Y SE ESPERA MERECER, en la ciudad


de San Francisco de Macorís, Provincia Duarte, República Dominicana, a los
treinta (30) días del mes de agosto del año dos mil nueve (2009).

20
_________________________________ ______________________
LIC. EDWARD B. VERAS V. M.A. BASILIO GUZMAN R.
Abogado Abogado

_____________________
Recibido conforme
LITIS SOBRE DERECHO REGISTRADO (SIMULACION). FREDDY y LINCOLN vs ANA RUFINA (SAN FRANCISCO DE MACORIS – EDWAR VERAS)

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