Está en la página 1de 263

América Latina en sus ideas

Coordinación
e introducción por
LEOPOLDO ZEA
América Latina en sus ideas

Coordinación e iniroaucción
LEOPOLDO ZEA

PRIMERA PARTE: AMÉRICA LATINA EN lA HISTORIA DE LAS IDEAS

Frecuencias temáticas de la historiografía latinoamericana,


por JAIME JARAMlLLO URlBE
Interrogaciones sobre el pensamiento filosófico, por ARTURO AñORES ROIG
Ciencia y técnica: ideas o muoides, por FRANCISCO MIRóQUESADA
Panorama de los procesos de cambio* revolución, retormismo y lucha de
clases, por ABELARDO VILLEGAS
El pensamiento religioso, por SAMUEL SILVA GOTAY

SEGUNDA PARTE: AMÉRICA LATINA V EL MUNDO

Panamericanismo y latinoamencanismo, por ARTURO ARDAO


Cosmopolitismo e internacionalismo (desde 1880 hasta 19401,
por NOEL SALOMóN
Regionalismo y nacionalismo, por JUAN A. ODDONE
Las ideologías europeísias, por CARLOS BOSCH GAPCIA
Ante el imperialismo, colonialismo y neocotonialismo,
por CARLOS REAL DE AZÚA
América Latina y el trasfondo de Occidente, por ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR

TERCERA PARTE AMÉRICA LATINA EN SU CULTURA, IDENTIDAD V DIVERSIDAD

El "Indio": mito, profecía, prisión, por LOURDES ARIZPE


Aventuras del negrismo en América Latina, por RENE DEPESTRE
El inmigrante europeo: 183S-1930, por MAPIA ELENA RODRIGUE* OZAN
El mestizaje y lo mestizo, por BENJAMíN CARRION
Mitos y creencias en los procesos de cambio de América Latina,
pOr JAVIER 0CAMP0 LÓPEZ
El universo de la educación como sistema de ideas en América Latina,
pOr GREGORIO WEINBERG
La expresión estética: arte popular y folklore Arte culto.
por RUBÉN BAREIRO SAGUIER y MIGUEL ROJAS MIX
Unidad y diversidad del español, por CARLOS MAGIS

m
SBh963-23-1376-7
siglo
veintiuno
editores

9 "7 8 968 2*313769


//' i .' < - - --, //••' J .

AMÉRICA LATINA EN SUS


IDEAS

coordinación e introducción
de
LEOPOLDO ZEA
>*a ÍNDICE
A i K < ' , í • • ; / / / -
'U:¿^

siglo x x i editores, s.a. de c.v. NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES


CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310. MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores, s.a.


TUCUMÁN 1621. 7 o N, C1050AAG. BUENOS AIRES. ARGENTINA

siglo xxi de españa editores, s.a. PREFACIO


PRÍNCIPE DE VERGARA 78, 28006, MADRID. ESPAÑA
9
INTRODUCCIÓN, por LEOPOLDO ZEA
15

A M É R I C A
^ m / ^ " ™ E N LA HISTORIA DE

"SnLSSS^ir " — ^ — V N A , por


23

ffi^TS^LS^S rSKT' \ Hrlspanismo yanti-


y culturas 36
dillismo, 39; Bibliografía 43 - ¡ Democracia y cau-
EL PENMM TO
TrrSr —" '™ ™ < ™ . Por « ™ ,
46
<'.BNC» y rtCNKA: m e » O HITÓOS, p Q r p ^ c , ^ MIR(kjUESAD4
72

95
1. Los antecedentes, 96; 2. ¿Qué revolución? QR. ? •
nologicas, 102; 4. Clases y lucha de clasis lórt V e L a s , r e V ° l u , C Í O n e s tec-
acceso, 110; 6. Socialismo y c o " i s í , *' Socialismo, las vías de
y Lumumsmo ¿un proceso único?, 114
primera edición, 1986 ¿ m- PENSAMIENTO RELIGIOSO, p o r SAMUEL SILVA GOTAY
cuarta edición. 2006 118
publicado conjuntamente por ricaYaína y l í ^ c h a z o "S í s t e o f ^ T * ™ en Amé-r e V OI u d o
«5 siglo xxi editores, s.a. de c v 2. Respuesta de los cristianos rr i ^ ? lo an $ n d e lJ dominantes, 119; países
isbn 968-23-1376-7 crisis teológica: afirmSón d e ^ ° ^ ? ° s de América Latina ante la •
y la salvación8 1 2 8 ; ? ™ n ^ í c i L s Í S r i ? * "Y^P í ^ m o l a ú nl ai c ha i set os r fi z^a de
unesco de la salvación, 139; AL Concesiones! í s T ^ eión
7 place de fontenoy
75700, parís
'<•> unesco
SIÍOUNDA PARTE: AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO
derechos reservados conforme a la ley
•"•Preso y hecho en nicxico/prmted and made ,n mexie i PANAMHR.CANISMD V LATINOAMERICANISMO, p o r ARTURO ARDAO 1 5 7

- 8 I N T E R N A C
" « T r ^ — ( - S O E 1880 HASTA 1940), por
172
fvl
ÍNDICE ÍNDICE VII

REGIONALISMO Y NACIONALISMO, por JUAN A. ODDONE 201 y AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMÉRICA LATINA, por REMÉ DEPESTRE 345

Pautas de indagación: contenidos y ambigüedades, 201; El regionalismo 1. ¿Qué es el negrismo?, 345; 2. Contexto sociohistórico del negrismo,
y sus raíces coloniales, 203; Criollismo y regionalismo, 205; Disgregación 347; 3. Breve intento de reevaluación del negrismo, 354
colonial, 206 Los escollos a la organización nacional, 209; Las patrias
fragmentadas, 212; La búsqueda de una conciencia nacional, 220; El "ser •f EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930, por MARÍA ELENA RODRÍGUEZ
americano" y la cultura nacional, 223; El "nacionalismo" de entregue-
rras, 229; Los imperativos de integración regional, 236; Bibliografía, 237 OZAN 361
La ideología de los inmigrantes, 363; El anarquismo, 365; El socialis-
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS, por CARLOS BOSCH GARCÍA 239 mo, 367; El fascismo, 369; La inmigración y los grupos industriales, 370;
Bibliografía, 371
La cultura católica cristiana frente a la cultura moderna, 239; Ideolo-
gías europeas y norteamericanas en la posindependencia de América La-
tina, 240; El librecambismo resultante del impacto inglés, 241; El impe- EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO, por BENJAMÍN CARRIÓN 375
rio de los Estados Unidos a la antigua usanza, 241; La seguridad de los
México y América Central, 379; En el Perú y los países andinos, 381; El
Estados Unidos frente a los problemas europeos, 242; El conflicto de
caso del Río de la Plata, 382; Chile, "una loca geografía", 385; Brasil, 386;
los latinoamericanos, 243; Liberales y conservadores, centralistas, fede-
La unidad brasileña frente a la dispersión hispánica, 387; La inmigración
rales, 244; Las demandas de la industria ajena impuestas a América La-
negra, 388; Formación del mestizo brasileño, 389; El caso de Cuba y las
tina por Europa y la extensión de tierra de los Estados Unidos, 246; Lo
Antillas, 391; América Central, 392; Colombia, 393; Venezuela, 393; Ecua-
que no vieron los pensadores, 247; El pensador teórico y la necesidad
dor, Perú y Bolivia, 394; Los exiliados, 396; Otros temas, 396; Bibliogra-
de participar en la búsqueda de una filosofía, 247; Las tres posturas del
fía, 398
pensamiento latinoamericano, 249; La libertad realista, 250; Las influen-
cias de los positivismos francés e inglés, 250; La realidad de la técnica,
251; Las reformas y la necesidad de la emancipación mental, 252; La MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO DE AMÉRICA LATINA,
caída en manos del imperio económico de los Estados Unidos, 253; por JAVIER OCAMPO LÓPEZ 401
La realidad latinoamericana, 254; Las preocupaciones sociales, 255; La
reacción contra el positivismo y la entrada de nuevas ideologías eu- 1. Generalidades. Mitos y creencias de una sociedad en proceso de cam-
ropeas, 256; El nuevo imperio económico de los Estados Unidos y su ex- bio, 401; 2. Las supervivencias etnoculturales en los mitos y creencias
tensión, 257; El nacionalismo defensivo de la latinidad, 258; El ejemplo de América Latina contemporánea, 404; 3. Función de los mitos y creen-
mexicano, 258; El despertar de otros países latinoamericanos, 260; El an- cias, 413; Bibliografía complementaria sobre mitos y creencias, 429
tirnperialismo, 260; La respuesta estadunidense, 261; El nuevo enfrenta-
miento de México, caso de excepción, 262; El Estado Nuevo de Getúlio
Vargas, 263; El peronismo, 264; Los límites de la libertad latinoamericana EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS EN AMÉRICA LA-
y la integridad política, 265; El caso de Guatemala, 266; El caso de Cuba, TINA, por GREGORIO WEINBERG 432
266; América Latina tiene un problema, 267; Bibliografía, 268
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA: ARTE POPULAR Y FOLKLORE. ARTE CULTO, por
ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO, por CAR- RUBÉN BAREIRO SAGUIER y MIGUEL ROJAS MIX 446
LOS REAL DE AZÚA 270
UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL, por CARLOS MAGIS 467
AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE, por ROBERTO FERNÁN-
1. Punto de partida, 467; 2. Trayectoria del pesimismo y la confianza, 469;
DEZ RETAMAR 300
3. La alternativa entre "dependencia y liberación", 482; Bibliografía, 496
Clarificar las denominaciones, 300; Las primeras visiones, 303; De la pri-
mera independencia a la neocolonia, 306; Hacia la segunda independen-
cia, 316

TERCERA PARTE: AMÉRICA LATINA EN SU CULTURA,


IDENTIDAD Y DIVERSIDAD
* EL "INDIO": MITO, PROFECÍA, PRISIÓN, por LOURDES ARIZPE 333
Seres de color azul y cabeza cuadrada, 334; "Ya llegan al cielo los ala-
ridos de tanta sangre d e r r a m a d a . . . " 337; De "caciques" a "perros", 339;
"No existen indios, sino ciudadanos bolivianos", 340; Pluralismo cultu-
ral en América Latina, 343; Bibliografía, 343
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES

ARDAO, ARTURO

Filósofo uruguayo (Lavalleja, 1912). Principales publicaciones: Esplritualis-


mo y positivismo en el Uruguay, México, 1950; La filosofía en el Uruguay
en el siglo XX, México, 1956; Racionalismo y liberalismo en el Uruguay,
Montevideo, 1962; La filosofía polémica de Feijóo, Buenos Aires, 1962; Filo-
sofía de lengua española, Montevideo, 1963; Etapas de la inteligencia uru-
guaya, Montevideo, 1971. Fue director del Instituto de Filosofía de la Facultad
de Humanidades y Ciencias en la Universidad de la República del Uruguay,
así como decano de esa Facultad. Profesor de la Universidad Simón Bolívar
e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, en
Caracas, Venezuela.

ARIZPE, LOURDES

Antropóloga mexicana (México, D. F., 1943). Principales publicaciones: Pa-


rentesco y economía en una sociedad nahua, México, 1972; "Nahua domestic
groups: The developmental eyele of nahua domestic groups in Central México",
en Kung, Londres, 1972; "La cultura indígena en la ciudad de México", en
Diálogos, México, 1974; Indígenas en la ciudad: el caso de las Marías, Méxi-
co, 1975; "Ideología del indio y economía campesina", en Capitalismo y
campesinado en México, México, 1976; La migración de campesinos a la ciu-
dad de México y el cambio étnico, México, 1977; El reto del pluralismo
cultural, Instituto Nacional Indigenista, México, 1978. Ha sido profesora de
la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Actualmente enseña en la
Universidad Nacional Autónoma de México y en El Colegio de México.

BAREIRO SAGUIER, RUBÉN

Escritor paraguayo (Villeta de Guarnipitán, 1930). Principales publicacio-


nes: "Panorama de la literatura paraguaya: 1900-1959", en Panorama das
literaturas das Americas, Nova Lisboa, 1959; Biografía de ausente, Madrid/
Asunción, 1964; Pacte du sang, París, 1971; Le Paraguay, París/Bruselas/Mon-
treal, 1972; Cuento hispanoamericano, París, 1981; Ojo por diente, La Haba-
na, 1983. Ha sido profesor de la Universidad de Asunción. Profesor en la
Universidad de París VIII (Vincennes).

HOSCH GARCÍA, CARLOS

Historiador mexicano (Barcelona, España, 1919). Principales publicaciones:


1.a esclavitud prehispánica entre los aztecas, México, 1944; Problemas diplo-
máticos de México independiente, México, 1947; Materiales para el estudio
de la historia diplomática de México con los Estados Unidos, 1820-1848, Mcxi-
2 NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES 1

co, 1957; La base de la política exterior estadounidense, México, 1975; Histo- Bogotá, 1970; Antología del pensamiento político colombiano, Bogotá, 1970; La
ria latinoamericana, siglo XIX, México, 1977. Ha sido investigador de El personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, Bogotá, 1977. Ha sido
Colegio de México y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni- decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de
versidad Nacional Autónoma de México. Es investigador del Instituto de Colombia; decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Investigaciones Históricas de dicha universidad. de Los Andes y profesor de historia económica de la Facultad de Econo-
mía de esta universidad. Actualmente es director del Centro Regional para
el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, con sede en Bogotá,
CARRIÓN, BENJAMÍN Colombia.

Escritor ecuatoriano (Loja, 1898-1979). Principales publicaciones: Los crea-


dores de la Nueva América, Madrid, 1928; Mapa de América, Madrid, 1930; MAGIS, CARLOS
Atahualpa, México, 1934; El nuevo relato ecuatoriano, Quito, 1950-1951; San
Miguel de Unamuno, Quito, 1954; Santa Gabriela Mistral, Quito, 1956; García Crítico argentino (San Luis, 1926). Principales publicaciones: La poesía de
Moreno, el santo del patíbulo, México, 1959; El cuento de la patria, Quito, Leopoldo Lugones, México, 1960; La literatura argentina, México, 1965; La
1960; Por qué Jesús no vuelve, Quito, 1963; José Carlos Mariátegui, el pre- lírica popular contemporánea. España, México y Argentina, México, 1969. Ha
cursor, el anticipador, el suscitador, México, 1972. Postumamente se han sido profesor de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza). Profesor e
publicado El libro de los prólogos, Quilo, 1980 y América dada al diablo, investigador del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio
Caracas, 1982. Fue fundador y presidente varias veces de la Casa de la Cul-
de México y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.
tura Ecuatoriana.

M I R Ó QUESAÜA, FRANCISCO
DEPESTRE, RENE
Filósofo peruano (Lima, 1918). Principales publicaciones: El problema de
Poeta haitiano (Jacmel, 1926). Principales publicaciones, poesía: Etincelles, la libertad y la ciencia, en colaboración con Osear Miró Quesada, Lima, 1943;
Haití, 1945; Gerbe de sang, Haití, 1946; Mineral noir, París, 1956; Journal Lógica, Lima, 1952; Problemas fundamentales de la lógica jurídica, Lima,
d'un animal marin, París, 1966; Un arc-en-ciel pour l'Occident chrétien, París, 1956; Las estructuras sociales, Lima, 1961; Apuntes para una teoría de la
1967; Cántate d'Octobre, La Habana, 1968; Poete a Cuba, París, 1976; En état razón, Lima, 1963; Humanismo y revolución, Lima, 1969; Despertar y pro-
de poésie, París, 1977. Prosa: Pour la révolution, pour la poésie, Montreal, yecto del filosofar latinoamericano, México, 1974; Filosofía de las matemá-
1973; Le mát de cocagne, París, 1979; Bonjour et adieu a la negritude, París, ticas, Lima, 1977. Ha sido ministro de Educación Pública y embajador del
1980 y Alléluia pour une femme-jardin, París, 1981. Perú en Francia. Director de Investigación Científica de la Universidad de
Lima y catedrático de Filosofía en la Universidad Cayetano Heredia.

FERNÁNDEZ RETAMAR, ROBERTO


OCAMPO LÓPEZ, JAVIER
Poeta y ensayista cubano (La Habana, 1930). Principales publicaciones: La
poesía contemporánea en Cuba, 1927-1953, La Habana, 1954; Idea de la esti- Historiador colombiano (Aguadas, 1939). Principales publicaciones: Las ideas
lística, La Habana, 1958; Papelería, La Habana, 1962; Poesía reunida (1948- de un día, México, 1969; Las ideologías en la historia contemporánea de
1965), La Habana, 1967; A quien pueda interesar, Poesía, 1958-1970, México, Colombia, México, 1972; Historia de Colombia, Medellín, 1973; El proceso
1971. Una antología de sus ensayos fue publicada recientemente por la ideológico de la emancipación, Tunja, 1974; El caudillismo colombiano, Bo-
editorial Letras Cubanas con el título Para el perfil definitivo del hombre. gotá, 1974; Hispanismo e indigenismo en la historia de Colombia, Tunja,
Actualmente es director del Centro de Estudios Martianos y de la revista 1975. Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica y
Casa de las Américas y profesor de la Facultad de Filología de la Universi- Tecnológica de Colombia (Tunja) y profesor de historia de las ideas en
dad de La Habana. dicha universidad.

JARAMILLO URIBE, JAIME ODDONE, J U A N ANTONIO

Historiador y sociólogo colombiano (Abejorral, Antioquia, 1917). Principales Historiador uruguayo (Montevideo, 1926). Principales publicaciones: El prin-
publicaciones: El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, 1963; cipismo del setenta, una experiencia liberal en el Uruguay, Montevideo, 1956;
Entre la historia y la filosofía, Bogotá, 1968; Ensayos de historia social co- Historia de la Universidad de Montevideo. La universidad vieja 1849-1885,
lombiana, Bogotá, 1969; Historia de la pedagogía como historia de la cultura, Montevideo, 1963; La formación del Uruguay moderno. La inmigración y el
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES
4 NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES
ROJAS M I X , M I G U E L A.
desarrollo económico-social, Buenos Aires, 1968; La universidad uruguaya
desde el militarismo a la crisis, Montevideo, 1971; L'America Latina, Turín, Jurista, historiador y filósofo chileno (Santiago de Chile, 1934). Principales
1976. Ha sido profesor de la Universidad de Montevideo, en la que dirigió publicaciones: El abate Molina: idea de la historia e imagen de América,
el Departamento de Historia Latinoamericana hasta 1974. Profesor de la Santiago de Chile, 1963; Lateinamerika im Spiegel der euripaischen Kunst,
Universidad Autónoma Metropolitana de la ciudad de México. Colonia, 1969; La imagen artística de Chile, Santiago de Chile, 1971; La Plaza
Mayor: urbanismo y colonización, Barcelona, 1977. Fue director del Museo
de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile; creador del Instituto de Arte
Latinoamericano en la misma ciudad; profesor de varias universidades chi-
REAL DE A7.ÜA, CARLOS
lenas. Profesor en la Universidad de la Sorbonne, Vincennes, en Francia.
Sociólogo y ensayista uruguayo (Montevideo, 1916-1977). Principales publica-
ciones: El patriciado uruguayo, Montevideo, 1961; El impulso y su freno; tres
décadas de batllismo, Montevideo, 1964; Antología del ensayo uruguayo con- SALOMÓN, NOEL
temporáneo, Montevideo, 1964; Legitimidad, apoyo y poder político, Monte-
video, 1969; "Poder, política y partidos en el Uruguay", en Uruguay hoy, Crítico literario francés (Plurien, 1917-1977). Principales publicaciones: Re-
México, 1971; Historia visible e historia esotérica: personajes y claves del cherches sur le théme paysan dans la "comedia" au temps de Lope de Vega,
debate latinoamericano, Montevideo, 1975. Fue profesor visitante de la Uni- Bordeaux, 1965; La vida rural castellana en tiempos de Felipe II, Barcelona,
versidad de Columbia, Nueva York, y profesor de ciencia política de la 1973; Juárez y la conciencia francesa (1861-1867), México, 1975. Fue catedrático
Universidad de la República Oriental del Uruguay. de lengua y literatura de España y América Latina de la Universidad de
Burdeos, director del Bulletin Hispanique y presidente de Honor de la So-
cieté des Hispanistes Frangais.
RODRÍGUEZ, MARÍA ELENA

Historiadora argentina (Mendoza, 1928). Principales publicaciones: "Dos in- SILVA GOTAY, SAMUEL
terpretaciones de la historia", en Historia Mexicana, México, 1963; "México
y las corrientes nacionales en América Latina", en Journal of ínter-American Sociólogo puertorriqueño (Ponce, 1935). Principales publicaciones: "Biblio-
Studies, Florida, 1964; "La ideología de la historia latinoamericana", en grafía mínima de la teología de la liberación", en El Apóstol, "La Iglesia
Anuario Latinoamericano, México, 1969; "Latinoamérica en la conciencia ar- y la pobreza en Puerto Rico: una interpretación histórico-social", en Revista
gentina", en Revista de la Universidad de México, México, 1972; "Dos interpre- de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico;
taciones del pensamiento latinoamericano: el Río de la Plata y la América "Teoría de la revolución de Camilo Torres: su contexto y sus consecuencias
mestiza", en Filosofía actual en América Latina, México, 1976. Ha sido profe- continentales", en Anuario Latinoamericano, México, 1972. Elaboró su tesis
sora de la Universidad de Cuyo, Mendoza, y de El Colegio de México. Pro- doctoral para estudios latinoamericanos en la Universidad Nacional Autó-
fesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autó- noma de México sobre el tema El desarrollo del pensamiento cristiano-
noma de México y editora del Anuario Latinoamericano de dicha facultad. marxista de la Iglesia Católica latinoamericana de 1960 en adelante, 1977.
Profesor de Sociedad y Cultura en la Universidad de Puerto Rico.

ROIG, ARTURO ANDRÉS


VILLEGAS, ABELARDO
Filósofo argentino (Mendoza, 1922). Principales publicaciones: La filosofía
de las luces en la ciudad agrícola, Mendoza, 1968; Los krausistas argenti- Filósofo mexicano (México, 1934). Principales publicaciones: La filosofía
nos, Puebla, 1969; Platón o la filosofía como libertad y expectativa, Mendo- de lo mexicano, México, 1960; Panorama de la filosofía iberoamericana ac-
za, 1971; El esplritualismo argentino entre 1850 y 1900, Puebla, 1972; "Deo- tual, Buenos Aires, 1963; La filosofía en la historia política de México, Méxi-
doro Roca y el manifiesto de la reforma de 1918", en la revista Universidades co, 1966; Positivismo y porfirismo, México, 1972; Reformismo y revolución
editada por la Unión de Universidades de América Latina, México, 1980; Teo- en el pensamiento latinoamericano, México, 1972; Cultura y política en Amé-
ría y crítica del pensamiento latinoamericano, México, FCE, 1981; Filosofía, rica Latina, México, 1977. Ha coordinado y dirigido una serie de publicacio-
universidad y filosofía en América Latina, Nuestra América, ediciones de nes de la Asociación de Universidades e Institutos de Enseñanza de la Filo-
la Universidad Nacional Autónoma de México, 1981. Fue profesor titular sofía. Profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de
de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza y de la Universidad Nacional Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Autónoma de México. Profesor de la Universidad Católica del Ecuador.
NOTICIA SOBRE LOS COLABORADORES

WEINBERG, GREGORIO

Filósofo argentino (Buenos Aires, 1919). Publicaciones diversas: Prólogo a


reedición de Educación popular de D. F. Sarmiento, Buenos Aires, 1949; AMÉRICA LATINA
"Algunas consideraciones históricas y reflexiones actuales", en Revista de la
Universidad de México, 1972; Mariano Fragueiro, pensador olvidado, Buenos EN SUS IDEAS
Aires, 1975; "The enlightenment and some aspects of culture and higher
education in Spanish America", en Facets of education in the Eighteenth
Century, Oxford, 1977; "Decadencia de nuestra cultura", diálogo con Ángel
Rosemblat, en Diálogos, Buenos Aires, 1978. Son numerosos sus artículos y
ensayos sobre educación publicados por revistas de la región y ha partici-
pado en reuniones nacionales e internacionales sobre temas de educación.
Fue profesor de historia del pensamiento y de la cultura argentinos y de
historia de la educación argentina en la Universidad Nacional de Buenos
Aires, así como consultor de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) y del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y So-
cial (ILPES).

ZEA, LEOPOLDO

Filósofo mexicano (México, 1912). Principales publicaciones: Conciencia y


posibilidad del mexicano, México, 1949; América como conciencia, México,
1953; Latinoamérica y el mundo, Buenos Aires, 1965; El positivismo en
México, 1968; América en la historia, Madrid, 1970; Latinoamérica, emanci-
pación y neocolonialismo, Caracas, 1971; Dialéctica de la conciencia ameri-
cana, México, 1976; El pensamiento latinoamericano, Barcelona, 1976; Filo-
sofía de la historia americana, México, 1978; América Latina, largo viaje
hacia sí misma, México, 1978; Simón Bolívar, integración en la libertad,
México, 1980; Pensamiento positivista latinoamericano, Caracas, 1980. Ha
sido director general de Relaciones Culturales de la Secretaría de Relaciones
Exteriores de México y director de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional Autónoma de ese país. Dirige actualmente el Centro
Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos.
PREFACIO

El presente volumen, América Latina en sus ideas, es el séptimo de la


serie "América Latina en su cultura" publicado por la Unesco. En los
volúmenes anteriores se han tratado temas tales como la literatura
(América Latina en su literatura, relator: César Fernández Moreno, 1972),
las artes plásticas y visuales (América Latina en sus artes, relator: Da-
mián Bayón, 1974), la arquitectura y el urbanismo (América Latina en
su arquitectura, relatores: Damián Bayón y Paolo Gasparini, 1975) y
la música (América Latina en su música, relator: Isabel Aretz), las len-
guas indígenas (América Latina en sus lenguas indígenas, relator: Ber-
nard Pottier, 1983). También hay una bibliografía sobre las fiestas y
las artes del espectáculo (Bibliografía general de las artes del espec-
táculo en América Latina por Horacio Jorge Becco, 1971).
"América Latina en su cultura" es una de las dos grandes series sobre
esta región del mundo, publicadas por la Unesco durante la última dé-
cada y media. La otra, "El mundo en América Latina", trata de las con-
tribuciones de las distintas culturas del mundo a la latinoamericana, y
se han publicado dos volúmenes dedicados a los aportes africanos a la
cultura latinoamericana (Introducción a la cultura africana en América
Latina, 1970, y puesto al día por Salvador Bueno en 1979), África en
América Latina, relator: Manuel Moreno Fraginals, 1977), y está en pren-
sa otro sobre las contribuciones culturales de las diferentes olas de in-
migración en América Latina. Esta última es fruto de lo que fue inicial-
mente concebido como una obra sobre las contribuciones asiáticas ("Asia
en América Latina") y otra sobre las influencias de inmigraciones diver-
sas, incluidas las ibéricas, a la cultura de esta parte del mundo ("Las
culturas inmigratorias en América Latina").
También se proyecta publicar dentro de esta misma serie otros estu-
dios, por ejemplo uno dedicado a las culturas indígenas de América
Latina, pero su concepción inicial y su elaboración se han ido adaptan-
do e integrando a las dos vastas publicaciones que la Unesco prepara
actualmente dentro del Programa de Estudios Culturales sobre América
Latina: La historia general de América Latina y La historia general del
Caribe.
La resolución 3 325, adoptada en la decimocuarta reunión de la Con-
ferencia General de la Unesco (París, 1966), autorizó al director general
"a emprender el estudio de las culturas de América Latina en sus ex-
presiones literarias y artísticas, a fin de determinar las características
de dichas culturas". Este plan, continuado luego por las Resoluciones
3 321 (decimoquinta reunión de la Conferencia General, París, 1968) y
3 312 (decimosexta reunión de la Conferencia General, París, 1970), se
integra en un sistema mucho más vasto, según el cual la Unesco tiende
a articular el conocimiento de la cultura universal en dos etapas: estu-
[9]
10 PREFACIO PREFACIO
11
dio de las grandes regiones culturales del mundo actual y difusión de Como resultado de la básica reunión de Lima, la Unesco estableció
los caracteres de cada región en todas las otras. Procura así remplazar también que el estudio debería iniciarse por la literatura, seguir por la
una concepción atomizada de las distintas culturas por otra más es- arquitectura y el urbanismo y continuar por las artes plásticas y la mú-
tructural, a base de las más grandes zonas en que esas culturas pueden sica. De este modo, los principios generales sentados en Lima fueron
ser divididas, de forma tal que cada una de esas zonas puede utilizar luego ratificados y particularizados por las reuniones de San José de
creativamente los recursos descubiertos por las otras. Costa Rica de 1968 (en lo que se refiere a la literatura) por la de Buenos
Ya había aprobado la Conferencia General de la Unesco, en su novena Aires de 1969 (por lo que toca a la arquitectura y el urbanismo) por la
reunión (Nueva Delhi, noviembre de 1956), el "Proyecto principal rela- de Quito de 1970 (en lo que respecta a las artes plásticas) y por la de
tivo a la apreciación mutua de los valores culturales del Oriente y del Caracas de 1971 (en lo que concierne la música).
Occidente". La idea central del proyecto, cuya ejecución revistió una Se decidió además que se debía proseguir el estudio, en los años in-
gran amplitud y englobó a Europa, Asia y América, así como las leccio- mediatamente próximos, con las artes del espectáculo, para culminar
nes que de él han de sacarse, figuran en la "Evaluación del proyecto con una historia social y cultural de las ideas. En este último volumen
principal relativo a la apreciación mutua de los valores culturales del se procuraría realizar un esfuerzo de síntesis que, en alguna forma,
Oriente y del Occidente", publicada por la Unesco en 1968. coordine y corone todos los anteriores estudios particulares.
Al terminar la ejecución del proyecto principal en 1966, la Conferencia Con el objeto de evaluar la tarea realizada en el campo de los estu-
General en su 14? reunión (París, 1966) recomendó una serie de medidas dios de la cultura latinoamericana y de proyectar su continuación, se
tendientes a orientar la labor de la Unesco en materia de estudios cul- celebró en México (del 6 al 14 de septiembre de 1974), una reunión cons-
turales, con un espíritu que se inspiraba en la experiencia recogida du- tituida por cuatro comisiones: la Comisión de Evaluación (relator: José
rante la ejecución del proyecto principal. En este orden de ideas reco- Miguel Oviedo), la Comisión de Culturas Indígenas (relatora: Birgitta
mendó "que se amplíe el estudio de las culturas, así como otros estudios Leander), la Comisión de Culturas Inmigratorias (relator: Selim Abou)
detallados de determinados sectores que representan una síntesis de y la Comisión de Historia de las Ideas (relator: Javier Ocampo López).3
culturas". Esta última Comisión, reunida en una sala de El Colegio de México,
Por lo tanto, es en este contexto general que se inscribe el programa había elegido, como presidente de su trabajo y como coordinador de
de estudios culturales sobre América Latina, cuyos lineamientos se tra- la obra proyectada, al gran filósofo mexicano, Leopoldo Zea, rindiendo
zaron en una reunión que tuvo lugar en la ciudad de Lima (27 de no- así merecido homenaje al primer pensador de la latinoamericanidad en
viembre al primero de diciembre de 1967)} la segunda mitad del siglo xx. Basta recordar el recogimiento fervoroso
El primer problema de esa reunión era precisar los límites de la re- que reinaba en aquel recinto para comprobar hasta qué punto aquellos
gión en estudio, y lo resolvió tomando como base las deliberaciones de hombres —la mayoría de los cuales colaboran en este volumen—, es-
la XIII Conferencia General de la Unesco, celebrada en París (1964). taban animados por las misma creencia de un devenir común de Amé-
En ella se habían establecido los países que participarían en "las acti- rica Latina. Era como una especie de congreso anfictiónico, pero logrado
vidades regionales para las cuales la representatividad de los estados esta vez en el terreno que más se presta a la divergencia: el de las
constituye un elemento importante", enumerándose en consecuencia los ideas.
estados miembros que integran la región denominada América Latina Sean del signo que fueren, los pensadores latinoamericanos están de
y Caribe.2 acuerdo en afirmar la comunidad de destino de sus pueblos, probada
1
Los dos puntos escenciales determinados para los estudios son los siguientes: a lo largo de una historia que, al ser escrita, muestra —más allá de
"a) considerar a América Latina como un todo, integrado por las actuales for- enfoques parciales o sectoriales— su vocación unitaria. Este hecho, que
maciones políticas nacionales. Esta exigencia ha llevado a los colaboradores del el capítulo de Jaime Jaramillo Uribe ilustra de manera esclarecedora, es
proyecto a sentir y expresar su región como una unidad cultural lo que ha favo- perceptible también al examinar el impacto de las ideas importadas en
recido en ellos el proceso de autoconciencia que el proyecto tiende a estimular,
ya que sólo los intelectuales latinoamericanos son llamados a participar en él. la sociedad latinoamericana. En gran medida este volumen está consa-
"b) considerar la región a partir de su contemporacidad remontándose en el grado a analizar ese impacto por lo que, más que una verdadera his-
pasado, eso sí, cuando sea necesario para comprender el presente. Este recaudo
:!
ha obligado a los colaboradores a enfrentar las ardientes cuestiones de la actua- En la Comisión de Historia de las Ideas participaron los siguientes especialis-
lidad, en cuanto suceden en la región o tienen repercusión en ella." tas: Leopoldo Zea (México); Javier Ocampo López (Colombia); Arturo Ardao
2
Los expertos de Lima delimitaron así, de norte a sur, las siguientes subregio- (Uruguay); Roberto Fernández Retamar (Cuba); Guillermo Francóvich (Bolivia);
nes: 1) México, América Central y Panamá; 2) Cuba, República Dominica, Haití l'Vancisco Miró-Quesada (Perú); Luis Navarro de Britto (Brasil); Elias Pino
y demás Antillas; 3) Colombia v Venezuela; 4) Bolivia, Ecuador y Perú; 5) Brasil; (Venezuela); José Antonio Portuondo (Cuba); Arturo Andrés Roig (Argentina);
6) Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Y formularon dos aclaraciones sobre Abelardo Villegas (México), y Ramón Xirau (México). Muchos de ellos colabora-
esta regionalización. ron como autores en el volumen aquí presentado.
PREFACIO
12 PREFACIO 13
torta de las ideas en América Latina, acaso sea la historia de las ideas di, Echeverría o Ingenieros hasta Rodó, pasando por Lastarría, Bilbao,
que los latinoamericanos se han hecho de su historia. Mora, Montalvo y el propio Andrés Bello, que supieron reflejar en sus
Las ideas importadas suelen ser la expresión de modelos culturales conductas las ideas que profesaban.
que, una vez sacados de su contexto inicial, están llamados a trans- Cabe, en fin, rastrear las ideas de América Latina implícitas en la ar-
formarse. Es terreno en el que el trasplante suele ir acompañado de quitectura, la plástica o la literatura. La apropiación del espacio por
mutación. Este fenómeno que se comprueba a menudo en el mundo Niemeyer; la subversión de la realidad en la pintura de Matta; la reivin-
medible de las formas se da con mayor facilidad en el mundo innú- dicación de las raíces culturales de Wilfredo Lam; la asunción de la
mero de las ideas que no se asienta nunca sobre tan rígidos soportes, épica de liberación por los muralistas mexicanos; la nueva forma de
siendo por ello de mayor paradoja cuando éstas se tornan rígidas. conquista del espacio-tiempo por Soto y Le Pare; la creación analógica
Con relación a las metrópolis culturales de la colonización y la de- por Alicia Penalba de formas culturales a partir de las formas natura-
pendencia, la historia de América Latina es la historia de un divergir les; responden a planteamientos latinoamericanos que corresponden vo-
hasta el punto que puede decirse que en América Latina más que en luntaria o involuntariamente a ideas definidas. El cambio de la reali-
otras partes devenir es divergir. De esta suerte la historia de las ideas dad por otra realidad —más real para las mentes puesto que son fruto
es la historia de un irse apartando paulatinamente de los modelos im- de ellas— en los libros de Asturias, Borges, Roa Bastos o García Már-
portados. Tras un periodo de ortodoxia, en que cierto número de latino- quez, equivale a acreditar la idea de que en América Latina todo es
americanos se convierten en catecúmenos de una nueva fe, ellos o sus posible. Son en cierta medida libros portadores de ideas, pero sobre
seguidores acaban por divergir, aunque sólo sea para apartarse del todo posibilitadores de ideas al liberar al pensamiento. Hay en el mun-
modelo original para adaptarlo, enriquecerlo o hacerlo sincrético de do regiones que viven bajo las bridas del fatalismo o de la resignación,
otros modelos o creencias. pensando en lo que allá no podrá darse (utopía) y en lo que no podrá
Este divergir, al efectuarse de manera parecida y casi simultánea en nunca darse para ellos (ucronía), pero en América Latina sí que la
todos los países de la región, se traduce en un sentimiento de pertenen- utopía puede llegar a convertirse en realidad, por mucho que su reali-
cia a un mismo quehacer, que se va asemejando cada vez más a una zación sea diferida, y en América Latina sí que el que más o el que
conciencia nacional. Arturo Ardao afirma sagazmente a este respecto menos puede pretender a ser partícipe de su advenimiento. Puede de-
que América Latina no es un regionalismo más, sino que "constituye, cirse que las ideas son en este sentido actuantes imantando en gran me-
más que eso, una nacionalidad. Una nacionalidad en proceso histórico dida la acción como los mitos estudiados en esta obra por Javier Ocam-
de organización como lo fuera en el siglo xix en otra escala, Alemania po en tanto que factores de cambio.
o Italia." Para añadir más adelante "el latinoamericanismo es en defi- Al mismo fin concurre la filosofía de la liberación propugnada por
nitiva un nacionalismo, en cuanto a expresión de una verdadera con- Leopoldo Zea que es en gran medida filosofía que, partiendo de la cir-
ciencia nacional". cunstancia que es la dependencia, trata de influir sobre esa realidad
Desde hace dos siglos la conciencia nacional latinoamericana se tra- para transformarla hacia cada vez mayor independencia. Sus plantea-
duce en búsqueda afanosa de identidad. Acaso en ninguna otra región mientos y conclusiones coinciden a menudo por ello con los del pensa-
del globo se haya llevado a cabo una reflexión más perseverante y ge- miento sociológico latinoamericano y brasileño en particular, que tan
neralizada sobre la identidad de los pueblos que la conforman. Rara- rica teoría lleva elaborada sobre el cambio social. Y hasta el propio
mente habrá habido sociedades que se hayan preguntado tanto sobre pensamiento religioso cristiano llevado de la escolástica inicial a la teo-
su destino, que hayan buscado con tanto ahínco los rasgos de su iden- logía de la liberación —analizada aquí por Silva Gotay— abunda en la
tidad, espiado con mayor ansia el surgimiento de valores propios en misma trayectoria que tiende a convertir la utopía en realidad, ya que
todos los terrenos de la expresión o de la creación. merced a ella pareciera como que el reino de Cristo sí que pudiera
"América Latina en sus ideas", lo que no quiere decir que se trate ser de este mundo. ¡Cuan lejos se halla el pensamiento latinoamericano
necesariamente de las ideas de América Latina, cabe buscarlas desde el de la segunda mitad del siglo xx de aquel "mimetismo que agrava la
estudio pormenorizado de las cosmogonías indígenas al de la obra de sus sumisión" tan fustigado por Vasconcelos!
pensadores comenzando por los proceres de su proceso de liberación. América Latina evoca una idea de futuro dialéctica que se proyecta
De Bolívar a Sandino pasando por Martí, éstos supieron conjugar en en trayectoria lineal. Esa idea se halla ligada en gran medida al con-
todo momento el logos con la praxis. Eran hombres de acción con idea- cepto de espacio físico. Diríase que los latinoamericanos prosiguen su
rio propio y de sus ideas se nutría precisamente su acción. De igual marcha hacia un Oeste que nunca se acaba sin que rija aún para ellos
suerte ha habido en América Latina una serie de pensadores que trata- la idea del "monde fini" que apuntara Paul Valéry.
ron de ilustrar a su vez la teoría con la praxis desde Sarmiento, Alber- Un el altiplano andino subsisten grandes extensiones en las que los
14 PREFACIO INTRODUCCIÓN

asentamientos humanos son apenas jalones dispersos. En el Caribe que- LEOPOLDO ZEA
dan centenares de islas e islotes sin poblar que no son sino meras
balizas de intrincadas navegaciones. En Patagonia o en Amazonia hay
todavía grandes territorios deshabitados invitando a la proyección de la
utopia o a su realización en la acción. En América Latina el espacio
libre genera aún logos y praxis. La apertura del canal de Panamá ante-
ayer, la construcción de Brasilia ayer, el trazado hoy de la carretera
E n t r e el 27 de noviembre y el 1 de diciembre de 1967, la UNESCO con-
transamazónica, o la apertura mañana de la navegación fluvial desde
vocó en la ciudad de Lima, Perú, a u n grupo de expertos sobre América
la desembocadura del Orinoco hasta el Mar del Plata; serían ideas antes
Latina p a r a p l a n e a r la serie América Latina en su cultura. El p r o g r a m a
de convertirse en empresas colectivas, ideas que tuvieron su origen en
allí a p r o b a d o ha sido cumplido, prácticamente. Dentro de este progra-
el mito y que fueron utopías antes de hacerse realidad.
m a y como r e m a t e del m i s m o , se recomendó que los trabajos realizados
Situado entre el mito y la utopía la realidad de América Latina par- sobre literatura, arte, a r q u i t e c t u r a y música fuesen completados con
ticipa de ambos y justamente por ello no se aparta del mundo de las un estudio final sobre u n a historia social y cultural de la América La-
ideas. De la incesante fermentación de éstas es buen testimonio el pre- tina, la cual debería proveer el m a r c o conceptual de los estudios ante-
sente volumen. Si el mestizaje racial hizo imaginar a Vasconcelos el riormente realizados y a la vez, dar cabida a u n a historia de las ideas.
advenimiento de una raza cósmica en América Latina, acaso quepa E n t r e los criterios recomendados se p r o p u s o el que dice: "Se enten-
pensar que del mestizaje fecundante de las ideas surja —esté surgiendo derá q u e las diferentes expresiones de la cultura latinoamericana son
acaso sin que acertemos a verlo— el nuevo sistema de valores corres- consecuencia de la sociedad que las expresa y, p o r lo t a n t o , aconsejan
pondiente a la nueva época. Atisbar su advenimiento será en los pró- su estudio vinculándolas interdisciplinariamente en el m a r c o de la his-
ximos lustros la tarea exaltante de los pensadores latinoamericanos. toria social de la cultura." Dicho m a r c o estaría, precisamente, expreso
La Unesco aprovecha esla oportunidad para expresar su reconoci- en el estudio sobre América Latina en sus ideas. Pero, además, se reco-
miento a todos los distinguidos eruditos que contribuyeron a la prepa- m e n d ó algo que pareció inusitado en este tipo de estudios, el que, lejos
ración de esta obra. En particular agradece a las tres personas que han de p a r t i r cronológicamente del p a s a d o al presente, se p a r t i e r a p o r el
hecho sucesivamente revisiones a fondo del conjunto de los textos para contrario del presente hacia el pasado. De u n presente vivo, y p o r vivo,
armonizarlos, Javier Fernández, Norberto Rodríguez Bustamante y Bár- conflictivo, discutido y discutible. La recomendación establecía: "Se
bara Brühl Day, sin cuya preciosa ayuda este trabajo colectivo no hu- p o n d r á énfasis en la expresión de la cultura contemporánea, entendien-
biese podido ser publicado. do que la cultura implica lo social y que la sociedad es el resultado de
Señalemos, por último, que la selección y presentación de los hechos la evolución histórica de ritmos muy variados. Por ello se recomienda
se debe a los autores de las obras y que las opiniones expresadas en buscar en cada caso específico la perspectiva histórica adecuada que
ellas son las de dichos autores y no necesariamente las de la Unesco. ayude a la explicación de determinadas m a n e r a s de presentarse las
expresiones contemporáneas de la cultura." Y se agregó algo que enfa-
tizaba la nueva preocupación: " E n virtud de las consideraciones ante-
riores se recomienda especialmente no caer en u n a simple indagación
de tipo histórico tradicional, que haga peligrar el estudio con el propó-
sito desmedido de b u s c a r los orígenes m á s r e m o t o s . " Ya algunos de los
asistentes a esta p r i m e r a reunión de consulta encontraron peligroso tal
criterio p o r q u e se tendrían que plantear puntos de vista sobre intereses
sociales, políticos y culturales vivos, actuantes, que de u n a u o t r a ma-
nera m o s t r a r í a n expresiones de la realidad cultural latinoamericana a
partir de u n a serie de situaciones peculiares de acuerdo con su propio
y no menos original desarrollo histórico. Enfocar el presente y, a p a r t i r
del mismo, r a s t r e a r el pasado que diese explicación a la cultura de la
América Latina como expresión de u n a inexplicable y discutida reali-
dad. Fue la recomendación presentada.
Por diversas circunstancias el tiempo ha t r a n s c u r r i d o y, con él, mu-
chos de los enfoques y la problemática de la que partió este volumen.
[15]
16 LEOPOLDO ZEA
INTRODUCCIÓN 17
Lo que ha permanecido ha sido el conjunto de las ideas de las que dependencia la que marque el mundo de las Ideas de la América Lati-
partió este trabajo. En lo económico, lo social y lo político se tuvo na. Entre el 12 de octubre de 1492 y el 9 de diciembre de 1824, entre
que partir de situaciones circunstanciales que han cambiado en esta el inicio del encubrimiento de América y la batalla de Ayacucho que
nuestra América, en función con una realidad que se pretende conocer. enfrenta este primer encubrimiento cultural. La primera conciencia de
Los hombres y pueblos de esta América han dado razón a los enfoques la dependencia sufrida fue tomando cuerpo hasta provocar la explosión
aquí realizados sobre la cultura vista como expresión del sentido de la que pondrá en situación de crisis este primer encubrimiento. Encubri-
acción de estos hombres y pueblos. Las ideas como toma de conciencia miento cultural al que seguirán otros, más o menos encubiertos, pero
de la realidad. Toma de conciencia a partir de la cual podría ser creado en sentidos absolutamente distintos —entre ese 9 de diciembre de 1824
un mundo más justo, y, por justo, capaz de originar la anhelada paz y el 15 de febrero de 1898, la explosión del Maine en La Habana e inicio
entre hombres y pueblos. "Entre los hombres y los pueblos —decía el de la expansión colonial estadunidense— se toma conciencia de la
benemérito Benito Juárez— el respeto al derecho ajeno es la paz."
inútil nordomanía de otras dependencias culturales aceptadas o recha-
Preocupación central en este análisis de la cultura a partir de las zadas como la anulación de experiencias. Surge entonces el afán por
ideas sobre la realidad que le dio origen, ha sido el de la conciencia definir lo propio con el gesto de un Calibán que para liberarse de la
de América y, su natural aspiración, la libertad. Esta nuestra América cultura de su opresor la devora poniéndola al servicio de sí mismo, esto
había entrado en la "historia", pero una historia que le era ajena, esto es al servicio de su propia y peculiar identidad y al servicio de su no
es, bajo el signo de la dependencia. Este continente, más que descu- menos propia y peculiar historia.
bierto en 1492 había sido encubierto por los anhelos, deseos, ambicio- La cultura latinoamericana, la conciencia de su existencia cuya iden-
nes y codicia de sus encubridores, conquistadores y colonizadores. En- tidad ha sido preocupación central de nuestro tiempo, ¿tendrá acaso
cubrimiento que abarcó a todas las expresiones de la sociedad y la un "origen" que pueda ser enmarcado en el tiempo?, ¿qué tiempo? y
cultura. Simón Bolívar, el gran procer de la liberación latinoamericana, ¿tiempo para quiénes?
decía: "Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y
José Martí y José Enrique Rodó, dos grandes adelantados en el cam-
quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad
que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples po de las ideas, buscaron la liberación cultural de esta nuestra Améri-
consumidores." ca, sin renunciar a una identidad que, quiérase o no, se ha ido forjando
en la historia de una dialéctica lucha entre dependencia y libertad. Pero
Una cultura que tendrá que abstraer de sus experiencias de servidum- ése es sólo un tiempo, asincrónico por lo demás. Es de ese otro tiempo
bre los elementos que garantizasen las libertades políticamente alcan- dialéctico presente de donde parte el libro que aquí se presenta. Un pre-
zadas. Pero fue, precisamente, el rechazo de la experiencia de la ser- sente que encuentra raíces en la toma de conciencia de las realidades
vidumbre vivida lo que origina a su vez nuevas formas de pensar la analizadas por esos dos grandes adelantados en la liberación cultural la-
cultura. La nueva experiencia quedó expresa en la cultura latinoameri- tinoamericana, conciencia que ya se perfilaba, entre otros, en un Bolívar,
cana a lo largo del siglo xix, siglo de crisis en que se manifiesta una un Bello y un Bilbao a lo largo de ese siglo XTX bajo nuevas expresiones
idea de América, en el que se buscan otras alternativas, otros sentidos, de una idea de América.
otro ordenamiento de esa idea. En 1492, decíamos, se inicia el primer encubrimiento de esta región
Queriéndose borrar el pasado colonial impuesto se buscó fuera de del continente americano. Larga tarea, que se prolongará hasta nuestros
la "única" realidad el "modelo", el modo de ser de lo que no se era y días. El "descubrimiento" de la identidad del hombre y cultura de esta
no se quería ser. Los grandes "modelos" se encontraron en las pujan- América, el mundo que José Martí describe en "Nuestra América". "Des-
tes culturas "modernas", en las "nuevas civilizaciones" que, al expan- cubrimiento" que pretenderá romper la serie de superposiciones cultu-
dirse, buscarán la justificación a nuevas formas de colonialismo. Así, pre- rales, bajo las cuales la identidad de estos nuestros pueblos iba que-
tendiéndose borrar la servidumbre del pasado se hipotecó el futuro. Fue dando cada vez más oculta. Hecho el descubrimiento, la conquista ibera
la experiencia cultural de los civilizadores y positivistas latinoamerica- en esta América se empeñará en cubrir el mundo indígena, su cultura,
nos que soñaron con hacer de esta América otros Estados Unidos, Ingla- que era vista como obra del demonio. Los evangelizadores, por su par-
terra o Francia; con hacer de sus hombres sajones los "yankees del te, en su afán "humanista" tratarán de mostrar la semejanza que guarda
sur". Intento inútil, pues los mismos grandes imperios se opondrán a
este mundo indígena con el de la cruz que ellos aportan. La cultura
la posibilidad de que otras naciones y hombres se les igualen y les
disputen la hegemonía impuesta a sus empeñosos imitadores. Pronto ibero-cristiana es sobrepuesta a la cultura indígena con que se en-
se tomaría clara conciencia de la nueva colonización y, con ello, de la cuentra.
necesidad de liberarse de ella. Para librarse del mundo y cultura impuesta por el "descubrimiento"
y la conquista españolas, la generación que sigue a la de los libertadores
Será esta preocupación frente a la doble toma de conciencia de la se empeñará en lo que llamará "emancipación mental" de esta Améri-
18 LEOPOLDO ZEA INTRODUCCIÓN 19

ca. Y para ello recurre a nuevos encubrimientos, el de la cultura de expresiones de la cultura latinoamericana, de una cultura que de cual-
los pueblos que en Europa y en Norteamérica han alcanzado la máxima quier forma va tomando conciencia de sí misma. Es la respuesta a la
expresión del progreso y la civilización. El mundo indígena, el mundo vieja pregunta sobre la identidad latinoamericana al interrogarse sobre
ibero y su mestizaje deberán quedar enterrados. Tal fue el proyecto la existencia de un lenguaje, una filosofía y una cultura latinoamerica-
de los civilizadores y los positivistas latinoamericanos; el de los Sar- nos. ¿Civilización o barbarie? ¿Mundo occidental, mundo latinoame-
miento, Alberdi y Justo Sierra. A una yuxtaposición cultural se agrega ricano? ¿Cosmopolitismo e internacionalismo? Plantean disyuntivas e
otra. Lavado de cerebro por la educación y lavado de sangre por la interrogantes que se disuelven al tomar el latinoamericano conciencia
emigración en países en los que la sangre indígena, mestiza y criolla de sí mismo.
no presenta gran resistencia. Nos convertimos, dirá Martí, en "una A lo largo de los trabajos que aquí se presentan se encontrarán ex-
máscara con calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón presiones de esta temática a través de la cual los pueblos y hombres
de Norteamérica y la montera de España". "Éramos charreteras y to- de esta región americana vienen descubriendo su identidad. Reconquis-
gas en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la ta de una identidad, una y otra vez encubierta, a partir de la cual el
vincha en la cabeza." "A adivinar salen los jóvenes al mundo con anti- hombre de esta América y su cultura se han de afirmar como tales sin
parras yankees o francesas, y aspiran a dirigir un mundo que no co- menoscabo alguno de otras expresiones de lo humano y su cultura. Así,
nocen." la toma de conciencia de esta realidad y del proyecto de los hombres
Sacar a flote el mundo oculto del hombre y la cultura de esta región y pueblos de esta América, lejos de ser peligrosos explosivos en un
de América, oculto por yuxtaposiciones, será el proyecto de la genera- mundo que necesariamente va cambiando día a día, será la mejor afir-
ción que siguió a los Martí y Rodó y las que lo han continuado hasta mación de un mundo que, como el nuestro, aspira no a la paz de los
nuestros días. Búsqueda de la identidad cultural de esta América, par- sepulcros, sino a la paz basada en el respeto que debe existir entre
tiendo de experiencias como las del colonialismo y el neocolonialismo hombres y pueblos.
sufridos. Hacer de lo negativo punto de partida de lo positivo. Poner
fin al viejo interrogante sobre qué clase de hombres son los latinoame-
ricanos y, para ello, afirmar la humanidad de estos hombres. "Es im-
posible —decía Bolívar—, asignar con propiedad a qué familia humana
pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado, el europeo
se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mez-
clado con el indio y con el europeo", "no somos europeos, no somos
indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles".
"¿Qué somos? —se preguntaba el civilizador Domingo F. Sarmiento—
¡Europeos! ¡Tantas caras cobrizas nos desmienten! ¡Indígenas! Sonrisas
de desdén de nuestras blondas damas nos dan acaso la respuesta." ¿Mes-
tizos? Nadie quiere serlo, y hay millares que ni americanos ni argen-
tinos querrían ser llamados. ¿Nación? ¿Nación sin amalgama de ma-
teriales acumulados, sin ajuste ni cimientos? Una peculiaridad extraña
y, por ello, difícil de definir. Pero una definición que la conciencia de
las subordinaciones sufridas hará urgente, necesaria para que no sigan
repitiéndose. Tal será el proyecto que llamamos asuntivo, en cuanto
trata de asumir la propia realidad, las propias e ineludibles experien-
cias y la propia historia, enmarcada a partir de definiciones o de nocio-
nes. ¿Habrá que asumirla como el espíritu de que hablaba Hegel origi-
nando una cultura "por excelencia", la cultura que Europa y el mundo
occidental habían impuesto, sobrepuesta o yuxtapuesta a la de pueblos
que tenían dudas sobre su propia aunque ineludible identidad? o bien,
¿asumirla dentro del marco de una humanidad plena y libre?
Unidad y diversidad, vistas como expresión de la más auténtica uni-
versalidad, la universalidad que en vano ha enarbolado para sí la con-
quista y la colonización. Conciencia de la unidad de la diversidad de
PRIMERA PARTE

AMÉRICA LATINA EN LA HISTORIA DE LAS IDEAS

^
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA
LATINOAMERICANA

J A I M E JARAMILLO URIBE

Para situar la obra y la influencia de los historiadores latinoamerica-


nos en el campo de las ideas, quizás sea conveniente iniciar este ensayo
con algunas indicaciones de carácter general. En primer lugar, señalar
los diversos tipos de historiografía y de historiadores que se han dado
en el continente. Al respecto, podríamos establecer cuatro grupos que se
han presentado en sucesión histórica en casi todos los países del área
a partir del movimiento de Independencia, es decir, desde comienzos
del siglo xix. 1
El primero está compuesto por personalidades que generalmente fue-
ron actores de la gesta emancipadora y estuvo formado por cronistas,
memorialistas e historiadores autodidactos, creadores de una historio-
grafía descriptiva de hechos políticos y militares, ciertamente no exenta
de valor, pero más preocupada por la biografía y la acción de los "hé-
roes" de la guerra o de los organizadores de la República que por los
procesos y problemas de las nuevas sociedades. Este tipo de historiogra-
fía domina la escena intelectual latinoamericana hasta mediados del
siglo xix. En algunos países, los primeros gobiernos republicanos se
preocuparon incluso por ordenar la confección de una crónica detallada
de los sucesos y al efecto designaron un cronista oficial. Fue el caso del
primer triunvirato argentino de gobierno presidido por Bernardino
Rivadavia que, por decreto del 1 de julio de 1812, ordenó: ". . .Se escriba
la historia de nuestra feliz revolución, para perpetuar la memoria de
los héroes, las virtudes de los hijos de América del Sud, y la época
gloriosa de nuestra Independencia civil, propiciando un nuevo estímu-
lo, y la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas
grandes." Para desempeñar esa tarea, el mismo decreto nombraba al
«acerdote fray Julián Pedrel, provincial de la orden de los Predicadores. 2
El segundo grupo aparece ligado a las academias de historia, nacio-
nales o locales, o a los centros e institutos de historia, generalmente sin
1
Rl autor de este ensayo desea expresar su agradecimiento a los siguientes co-
IcK'is latinoamericanos que le brindaron su colaboración en el desempeño de su
difícil tarea: Georgio y Félix Weinberg y Enrique Zuleta Álvarez (Argentina);
limn Antonio Oddone, Carlos M. Rama y Arturo Ardao (Uruguay); Rolando Me-
llizo, Sergio Villalobos, Eugenio Flórez y Antonio Quintero Barona (Chile); Carlos
(¡iiillcimo Mota y José Roberto de Amaral Lapa (Brasil); Guillermo Morón y
(¡crinan Carrera Damas (Venezuela); María Elena Rodríguez Ozan y Juan A. Or-
li«Kii y Medina (México); Agustín Estrada Monroy y Mariano López Mayorical
(Guatemala); Franklin Passe (Perú).
* Miguel Ángel Scena, Los que escribieron nuestra historia, Buenos Aires, 1976,
prtgina 34.
1231
24 JAIME JARAMILLO URIBE FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 25

carácter oficial, que se fundaron en casi todos los países latinoameri- ciña en Chile; Ramiro Guerra Sánchez y F e r n a n d o Ortiz en Cuba; Jorge
canos en la segunda mitad del siglo xix. Lo configuran personalidades Basadre, Raúl P o r r a s Barrenechea, Rubén Vargas Ugarte en el Perú;
que ocuparon un lugar destacado en la vida social y política de sus res- Indalecio Liévano Aguirre y Juan Friede en Colombia, para citar sólo
pectivos países, escritores públicos, periodistas, educadores, en fin, figu- algunos n o m b r e s del amplio elenco que forma esta corriente de histo-
ras de las clases dirigentes, con frecuencia descendientes directos de los riadores latinoamericanos.
líderes de la independencia nacional. Sin ser historiadores ni estar liga- Finalmente, en las décadas anteriores a la segunda guerra mundial,
dos siempre a actividades académicas y docentes, algunos de sus miem- con el cuarto grupo aparece lo que pudiéramos llamar la primera ge-
bros alcanzaron un alto grado de dedicación a la investigación histórica neración de historiadores. Surge de las universidades y de institutos
y legaron a la posteridad obras de valor documental y analítico. Tal fue especializados y se diferencia de los anteriores no solo por su prepa-
el caso de Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López en Argentina; de ración científica especializada, sino por los métodos que emplea en la
Diego Barros Arana y Benjamín Vicuña Mackenna en Chile; de Lucas investigación y por el tipo de problemas que le preocupa. En primer
Alamán en México; de José Manuel Groot en Colombia; de Lisandro lugar, la nueva generación de historiadores a b a n d o n a el campo de los
Alvarado o Federico González Suárez en Venezuela y Ecuador; de Vern- grandes p a n o r a m a s históricos y se orienta hacia los estudios monográ-
hagen o Capistrano de Abreu en el Brasil; de José de la Riva Agüero ficos, los casos y los problemas de la historia social, económica y po-
en el Perú. lítica. En algunos de sus exponentes, está fuertemente influida p o r el
No careció este grupo de formación científica ni de preocupación por marxismo y por corrientes de la historiografía moderna, como la escue-
los problemas teóricos y metodológicos de la historia. Positivistas en la francesa de los Anales y más recientemente la Nueva historia econó-
su gran mayoría, en la explicación de los hechos históricos utilizaron mica de los Estados Unidos o, en el campo de los estudios de demografía
los fenómenos geográficos y los factores raciales; liberales o conserva- histórica, p o r la Escuela de Berkeley. En el c a m p o temático, sus preo-
dores en el campo del pensamiento político, ejercitaron su capacidad cupaciones dominantes son los problemas referentes a estructura y
crítica en el estudio de los problemas constitucionales del Estado o en cambio social, historia de la cultura y de las ideas, desarrollo económico
la polémica sobre las orientaciones económicas de los gobiernos. Exal- y dependencia respecto de las grandes metrópolis. En muchas de sus
taron o menospreciaron la herencia cultural hispánica, y en general variantes, es una historiografía comprometida que incursiona en el pa-
tuvieron poca percepción de la importancia del componente indígena sado con la intención de desenmascarar situaciones que los historia-
de las culturas americanas. En la medida en que su orientación fue dores "tradicionales" dejaron ocultas bajo el velo de lo anecdótico o
más liberal, pusieron sus ilusiones en la imitación de las instituciones del ditirambo de los proceres. De esta manera, aun dentro de un postu-
políticas francesas y anglosajonas como modelos de organización para lado objetivismo, el nuevo estilo historiográfico resulta estrechamente
los nuevos estados. vinculado a las nuevas tareas de los países latinoamericanos, su des-
El tercer grupo surge a fines del siglo xix y en las primeras décadas arrollo económico y social, su identidad nacional, sus luchas por el
del xx. Su lugar de origen está en las universidades, en sus cátedras, establecimiento de una sociedad auténticamente democrática, tan anun-
departamentos e institutos de historia. Sus más conspicuos represen- ciada desde los orígenes de su independencia política como frustrada
una y o t r a vez en el devenir histórico.
tantes provienen de campos como el derecho, la medicina y la ingenie-
ría, o de disciplinas como la economía, la antropología y la sociología. Sus Más que nombres representativos de la nueva historiografía latino-
contribuciones a la historia han sido considerables tanto en el campo americana de hoy, al hablar del movimiento renovador de la historia
del método de investigación como en el análisis y documentación de en América Latina, debería mencionarse la obra cumplida por algunas
los temas estudiados. Con ellos la historiografía latinoamericana supera instituciones y centros de investigación como El Colegio de México, que
la preocupación casi exclusiva por los problemas políticos y militares, durante sus primeros años dirigiera Silvio Zabala; el Instituto de His-
por la historia acontecimental (evénémentielle, como diría Lucien toria Argentina que fundara Eugenio Ravignani; la Escuela de Historia
Fabvre), o por la biografía de proceres y estadistas, para entrar en los ile la Universidad Nacional Autónoma de México y sus institutos espe-
campos de la economía, la cultura, las instituciones y las formas de or- cializados; la Escuela de Historia de la Universidad Central de Caracas y
ganización social. el Instituto de Estudios Latinoamericanos; el Centro de Estudios Histó-
Podrían incluirse aquí nombres como los de Juan Agustín García, Ri- ricos de la Universidad de Chile que fundara Eugenio Pereira Salas; la
cardo Levene, Emilio Ravignani, Emilio Coni, Juan Alvarez, Ricardo Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sao Paulo, Brasil,
Ortiz, José Luis Busaniche, José Torres Revello en Argentina; Alfonso cenlro de uno de los más renovadores movimientos de la historiografía
Celso, Oliveira Viana, Jackson de Figueredo en el Brasil; Jesús Silva brasileña que h a tenido también repercusiones continentales.
Herzog, Luis Chávez Orozco, Carlos Pereira o Daniel Cosío Villegas en
México; Domingo Amunátegui Solar, Jaime Eyzaguirre o Domingo En-
JAIME JARA MILLO URIBI. FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 27
26

ALGUNAS ORIENTACIONES Y PREFERENCIAS TEMÁTICAS Otro aspecto de la influencia positivista en la historiografía de este
periodo se refiere a los factores causales de la historia. Tierra, paisaje,
clima y raza fueron adoptados como claves interpretativas de los mo-
La formación de la historiografía p r o p i a m e n t e latinoamericana coinci- vimientos políticos, culturales, sociales y como explicaciones de los
de con la consolidación del positivismo en Europa, de m a n e r a que el infortunios de las naciones latinoamericanas y de su "inferior" desarro-
m é t o d o y las concepciones filosóficas de las p r i m e r a s generaciones de llo frente a los nuevos países formados por colonos e inmigrantes an-
historiadores de los siglos xrx y xx siguen esta dirección, particular- glosajones.
mente en su modalidad francesa. E n p r i m e r lugar, el método. Atenerse A la actitud de admiración de que son objeto los Estados Unidos
a los documentos y dejarlos hablar, como decía Fustel de Couianges. en Hispanoamérica, dice Leopoldo Zea refiriéndose a lo que él percibe
Bartolomé Mitre en Argentina, B a r r o s Arana en Chile, José Gil Icazbal- como las reacciones del pensamiento mexicano, "con motivo de la guerra
ceta en México, Capistrano de Abreu en Brasil, p o d r í a n t o m a r s e como de 1847, se une en México la desconfianza. México —continúa Zea— se
representativos de esta tendencia, ciertamente intentando amplias inter- siente débil e inferior frente al poderoso 'Coloso del N o r t e ' " . Esta
pretaciones del sentido de la historia americana y buscando generali- debilidad e inferioridad la achaca a su origen racial: el hispánico o
zaciones plausibles sobre la historia nacional y continental. Replicando latino. Se considera a México un pueblo débil, p o r q u e pertenece a una
a las intuiciones de su c o m p a t r i o t a Vicente Fidel López, decía Mitre: raza desordenada, anárquica e incapaz de organizarse para realizar obras
semejantes a las que han hecho de Norteamérica un pueblo poderoso. 5
Lo que es una verdad —que no obstante ser de Pero Grullo nos permitimos La tesis de Sarmiento en su Facundo explicando el fenómeno del
recordar por oportuna— es que así como la filosofía de la historia no puede caudillismo latinoamericano como un producto de los grandes espacios
escribirse sin historia a que se aplique, ésta no puede escribirse sin docu- despoblados y asimilando al gaucho argentino al jinete de las estepas
mentos que le dan la razón de ser, porque los documentos de cualquier asiáticas, gozó en la segunda mitad del siglo xix de gran predicamento
género que sean, constituyen más que su protoplasma, su substancia mis- entre ciertos historiadores del continente. Todavía en el siglo xx era
ma, como aquella constituye su esencia: ellos son lo que los huesos que acogida p o r el historiador venezolano Laureano Vallenilla Lanz en su
le dan consistencia al cuerpo humano y lo que los músculos al organismo libro Cesarismo democrático (1919). Es ya un "axioma" de la psicología
a que imprimen movimiento vital, la carne que los viste y la forma plástica
social la influencia del medio físico y telúrico en los instintos, las ideas
que los reviste, ésa es la historia, como el sentido genérico o abstracto o
el ideal que de ella se desprende es su filosofía. Un zapatero, valiéndose de y las tendencias de todo género que caracterizan a todo pueblo en
una comparación material del oficio, diría que el documento es a la historia particular, afirma en su obra Disgregación e integración.1'' Luego el mis-
lo que la horma al zapato. 3 mo autor, para referirse al tipo llanero venezolano, agrega: "Comete-
ríamos un grave e r r o r si fuéramos a considerar psicológicamente a
No se puede escribir la historia de u n pueblo sin h a b e r agotado pre- nuestro llanero como el resultado de la mezcla del blanco, del indio
viamente su documentación, afirmaba Ricardo Levene, uno de los fun- y del negro. La herencia psicológica de las tres razas madres —según
dadores de la "nueva escuela histórica argentina". I r a las fuentes pri- el postulado de la teoría de Taine— desaparece por completo ante la
marias, a los archivos, fue la consigna impartida p o r Emilio Ravignani lisiopsicológica, impuesta por el medio." ~ Debe decirse en beneficio del
historiador venezolano que sus vacilaciones sobre la posibilidad expli-
a sus discípulos del I n s t i t u t o de Investigaciones Históricas de la Uni-
cativa del medio físico son considerables y que su empleo del concepto
versidad de Buenos Aires, de tan decisiva influencia en la formación
"medio" es en él tan vago y ambiguo como en el propio Taine, de quien
de la historiografía argentina en las décadas anteriores a la segunda
los historiadores positivistas americanos tomaron la triada de "medio,
guerra mundial. En la m i s m a dirección h a n trabajado, en los años pos-
raza y m o m e n t o histórico" como elementos causales de los hechos y
teriores a 1830, las universidades, los institutos y las academias latino-
realidades históricas. Sin embargo, cuando Vallenilla Lanz se interroga
americanas de la historia, produciendo colecciones sucesivas de docu- nobre el fracaso de la democracia en América y sobre la emergencia
mentos p a r a la historia nacional, como los 12 volúmenes de Manuscritos de los caudillos, el a u t o r concede tanto peso a los factores naturales
peruanos de Rubén Vargas Ugarte, las series de documentales p a r a la
historia económica de México de Luis Chávez Orozco y la Colección de -llanura, espacio, herencias raciales— que no puede evitarse la conclu-
documentos brasileños dirigida por Octavio Tarquino de Souza. 4 sión, como en el caso de Sarmiento frente al mismo fenómeno, de que
3 "Leopoldo Zea, Dos etapas del pensamiento hispanoamericano, México, 1949,
Bartolomé Mitre, "Comprobaciones históricas", en Anuario de Historia del
Pensamiento Argentino, Mendoza, Universidad de Cuyo, 1971, p. 233. p. (47.
4
Amplia información sobre las diferentes series documentales, generales y por " Véase Manuel Caballero y otros, El concepto de la historia en Laureano Va-
países, puede verse en la obra de Benito Sánchez Alonso, Fuentes de la historia llrtiilla I.aiiz. Caracas, Escuela de Historia, ucv, 1966.
española e hispanoamericana, 3 vols., Madrid, 1852. ' Itiiíl., especialmente, pp. 31 sx.
28 JAIME JARAMILLO URIBE FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 29

sus explicaciones se sitúan dentro del m á s p u r o n a t u r a l i s m o positi- E n las últimas décadas la escuela francesa de los Anales y m á s re-
vista. 8 cientemente de la Nueva historia económica norteamericana influyen en
El influjo de los positivistas ha sido tan profundo en la historiogra- la historiografía latinoamericana. Bajo los nuevos estímulos se han
fía latinoamericana de las generaciones anteriores a 1950, que h a s t a en iniciado estudios económicos, sociales y demográficos cuantitativos y
u n historiador tan discreto y de tanto sentido crítico como el p e r u a n o se h a n renovado la historia agraria y la historia de las culturas. Se
Jorge Basadre se e n c u e n t r a n sus huellas. En el estudio p r e l i m i n a r a destacan en esta dirección los trabajos adelantados por investigadores
su Historia de la República del Perú? al plantearse el reiterado t e m a de El Colegio de México: Enrique Florescano (Precios del maíz y crisis
del contraste entre la evolución histórica de las dos Américas, la latina agrícola, 1959), J a n Bazant (Los bienes de la Iglesia en México, 1971)
y la sajona, sin ignorar la influencia de los factores específicamente Moisés González Navarro (Raza y tierra, 1970), Luis González (Pueblo
históricos y sociales, Basadre atribuye especial fuerza explicativa a los en vilo, 1969), María del Carmen Velásquez (Establecimiento y partida
aspectos geográficos de las dos Américas: del septentrión de Nueva España, 1974), B e r n a r d o García Martínez (El
"La distancia es u n factor silencioso que ha impuesto su huella sobre marquesado del Valle, 1969), Josefina Vásquez (Nacionalismo y edu-
el destino de América —dice a propósito de las divisiones administra- cación en México, 1970), Romeo Flórez Caballero (La contrarrevolu-
tivas hispanoamericanas. Los Andes h a n sido un factor de aislamiento ción en la Independencia, 1969) -11
y dispersión. Faltó en el s u r una frontera abierta y unificada, q u e ca- Los sectores de la historiografía latinoamericana del presente siglo
nalizara el esfuerzo de la población y absorbiera al inmigrante, como que quizás se h a n enriquecido m a y o r m e n t e son la historia económica
la hubo en los Estados Unidos. En América sajona el proceso de expan- y la historia de las ideas. En Argentina, Emilio Coni estudia las rela-
sión hacia el oeste i n c o r p o r a vastas regiones y crea nuevos centros de ciones entre agricultura y ganadería en la provincia de Cuyo y analiza
riqueza con resultados evidentemente unitivos. Al aventurero inescru- el papel del gaucho en lo que él llama la civilización del cuero. Raúl
puloso y al cazador y c o m p r a d o r de pieles ladino, sigue el colono pa- Scalabrini Ortiz analiza la influencia de los ferrocarriles y del capital
cífico e industrioso. H u b o algo m á s p a r a establecer el contraste: los británico en la economía y la política argentinas; Ricardo M. Ortiz en
Estados Unidos están colocados en su mayor parte en la zona templada, su Historia de la economía argentina, empleando las categorías marxis-
S u r América en la tropical con fuertes lluvias, calor agobiante y selvas tas, construye un cuadro del desarrollo económico argentino desde me-
que hacen impenetrable su territorio."
diados del siglo XTX hasta la gran depresión, con minuciosos estudios
En los años que siguieron a la p r i m e r a guerra mundial y a la Revo- sobre los puertos, los ferrocarriles y la industria frigorífica. Más re-
lución rusa de 1917, aparecen en América Latina los primeros histo- cientemente, Tulio Halperín Donghi, Germán Tjarks, Adolfo Dorfman,
riadores de inspiración marxista y los primeros intentos de aplicar el Horacio Giberti, Sergio Bagú y Aldo Ferrer han enriquecido la historio-
método y las categorías históricas del materialismo histórico a la in- grafía rioplatense con investigaciones sobre la ganadería, el comercio, la
terpretación de la historia latinoamericana. En esta dirección los pio- agricultura y la vida social. 12
neros fueron los marxistas argentinos, mexicanos y brasileños. Rodolfo En México se destacan los estudios de Jesús Silva Herzog sobre cierto
Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos inician la visión marxista de la his- pensamiento económico y sobre la o b r a agraria de la revolución; los
toria argentina; Cayo P r a d o , Jr., Nelson Werneck Sodré, Leoncio Bas- de Lobato López sobre el crédito y la banca; Francisco Calderón escribe
b a u m y E d g a r Carone inician los estudios de ¡a historia económica, la historia económica del porfirismo y Luis Chávez Orozco publica su
política y social del Brasil; Alfonso Teja Zabre, Luis Chávez Orozco y colección de documentos p a r a la historia de la agricultura, el crédito
José Mancisidor escriben la historia de México y la Revolución mexica- y la industria mexicana. 1 3
na. Federico Brito Figueroa en Venezuela y Luis Vítale en Chile h a n
En el Perú, Guillermo Lohman Villena h a renovado los estudios colo-
aplicado su metodología a la historia nacional de sus respectivos paí-
ses. Por su indirecto, pero profundo influjo sobre el pensamiento latino- niales sobre la burocracia, la minería y la cultura con obras como Las
americano, debe mencionarse aquí la obra de José Carlos Mariátegui, minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII (1945), El arte dra-
sobre todo la influencia que tuvo, y continúa teniendo, su libro Siete mático durante el virreinato (1945), El corregidor de indios bajo los Aus-
ensayos de interpretación a la realidad peruana, publicado en Lima II
en 1929.10 Sobre la historiografía mexicana, véase Robert Potash, "Historiografía del
México Independiente", en Revista de Historia Mexicana, núm. 39, vol. X, enero-
8
marzo de 1961.
Manuel Caballero y otros, op. cit., pp. 32 ss. '- Véase Rómulo Carpía, Historia crítica de la historiografía argentina, Buenos
9
Jorge
Basadre, Historia de la República del Perú, vol. i, Lima, 1949, pp. 21-22, Aires, 1940; Horacio Cuccorese, Historia crítica de la historiografía socio-econó-
10
Sobre la influencia de Mariátegui en el pensamiento peruano, véase Alberto mica argentina del siglo XX, La Plata, 1975; Miguel Ángel Scena, Los que escri-
Tauro, Amauta y su influencia, Lima, 1960; Armando Eazan, Biografía de José bieron nuestra historia, Buenos Aires, 1976.
Carlos Mariátegui, Lima, 1965. III
Véase Robert Potash, op. cit.
30 JAIME JARAMILLO URIBE FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 31

trias (1957) y Pablo Macera, en sucesivas monografías, ha contribuido a Al amplio desarrollo de la historia económica y social se ha unido
la historia de las haciendas peruanas jesuíticas, el petróleo peruano, la en las últimas décadas la historia intelectual o historia de las ideas, que
economía de la Iglesia y el conocimiento de muy variados aspectos de las ha tenido en México su foco de irradiación gracias sobre todo a la obra
culturas y pensamientos peruanos. En Venezuela se destacan la obra de docente del filósofo español José Gaos en El Colegio de México, conti-
Eduardo Arcila Farias sobre la economía (colonial) de Venezuela (1946) nuada por Leopoldo Zea desde la Universidad Autónoma. Al intentar
y los trabajos mencionados de Federico Brito Figueroa; en Colombia la superar las concepciones y temas tradicionales, la nueva historia de las
obra de Luis Ospina Vázquez sobre Industria y protección en Colombia ideas presenta ya un fructífero balance en el cual se destacan los volú-
(1800-1830) y los estudios sobre sociedad y economía de la época colo- menes publicados por el Comité de Historia de las Ideas del Instituto
nial (1535-1710) de Germán Colmenares. En Chile Alvaro Jara, Rolando Panamericano de Geografía e Historia, que incluye obras de Arturo Ar-
Mellafe, Mario Góngora, Sergio Villalobos y el grupo de jóvenes histo- dao sobre el pensamiento uruguayo; Guillermo Francovich sobre Bo-
riadores formados en la Universidad Católica de Santiago en torno a livia; José Luis Romero sobre las Ideas en la sociedad argentina del
Jaime Eyzaguirre han hecho considerables aportaciones a la historia siglo XX —de quien hay que mencionar también su ensayo sobre El
del trabajo, la minería, el régimen de salariado, la esclavitud y la vida pensamiento político de la derecha latinoamericana—; Víctor Alba, ha
rural chilena.14 escrito sobre las ideas sociales en México, Joáo Cruz Costa sobre el
Particularmente importantes, por su amplitud temática, han sido los Brasil. Al margen de este esfuerzo, la historia del "pensamiento ameri-
estudios de historia económica y social brasileños en las décadas pos- cano" se ha enriquecido en los últimos años con obras panorámicas o
teriores a la segunda guerra mundial. Aparte de las contribuciones monográficas de Gregorio Weinberg, David Viñas, Enrique Zuleta y
marxistas como Caio Prado, Jr., analizan el desarrollo económico del Arturo Andrés Roig en Argentina; de Francisco Miró Quesada y Augusto
Brasil Roberto Simonsen, Celso Furtado, Elio Jaguaribe y Nelson Wer- Salazar Bondy en el Perú; de Ricaurte Soler en Panamá; de Germán
neck Sodré. La historiografía brasileña de este periodo quiere cubrir Carrera Damas, Guillermo Morón y Elias Pinto Iturrieta en Venezuela;
una amplia gama de temas: el Estado Novo y sus transformaciones de Leopoldo Zea, Abelardo Villegas, Fernando / Salmerón, Luis Villoro
desde su creación en 1930 y la crisis de 1945; migración, cambio social, en México; de Gerardo Molina, Germán Colmenares, Javier Ocampo y
mesianismo, esclavitud, dependencia económica, estructura militar del Jaime Jaramillo en Colombia.16
ejército brasileño han sido temas analizados desde una perspectiva his- Aparte de las tendencias y escuelas, no ha faltado en la historiografía
tórica no sólo por historiadores sino también por antropólogos, soció- latinoamericana reciente originales posiciones individuales como la del
logos, politólogos y economistas como Florestan Fernandes, Fernando mexicano Edmundo O'Gorman o la de los brasileños Gilberto Freyre
Cardoso, Mauricio Vinhas de Queiroz, Víctor Nunes Leal, Douglas Te- y Sergio Buarque de Holanda. En sus dos conocidas y discutidas obras
xeira Monteiro, Boris Fausto, Edgar Carone, Celso Furtado, Enzo Fa- IM idea del descubrimiento de América (1951) y La invención de Amé-
letto, Aldo Ferrer, en Argentina, también puede ser citado aquí, Miguel rica (1959), O'Gorman se pronuncia contra la historia positivista y eru-
S. Wionczek, Alicia Canabrava, Octavio Ianni y un centenar más de dita y en favor de una historia comprensiva, interpretada desde el pre-
investigadores que han dado al Brasil una de las más brillantes gene- sente, porque la historia sólo adquiere sentido vista desde nuestra
raciones de científicos de la sociedad y la cultura que hoy puede pre- situación. En cuanto a Freyre y Buarque de Holanda, sus obras han
sentar América Latina. En fin dentro de la misma línea de pensamiento dado a la historia de las sociedades y de las culturas nuevos derroteros
por sus contribuciones a la historia social del Uruguay, se destacan
que hacen de esos trabajos puntos necesarios de referencia para la in-
Carlos M. Rama, Juan Antonio Oddone, Gustavo Beyhaut y Juan Pivel
Devoto." terpretación histórica del Brasil. Antropólogo de profesión el primero,
su libro Casa grande e senzala, publicado por primera vez en 1933, dio
14
una original y sutil interpretación de la colonización lusitana y de la
Alberto Tauro, "Historia e historiografía del Perú", en Revista de Historia de formación de la sociedad colonial del nordeste brasileño, exaltando,
América, IPGH, núm. 27, México, 1954, pp. 1-43. Jorge Orlando Meló, "Los estudios
históricos en Colombia", en Revista de la Dirección de Divulgación Cultural de la contra las tesis de la sociología positivista representada por Oliveira
Universidad Nacional de Colombia, núm. 1, Bogotá, 1969, pp. 15-41. Sergio Villalo- Viana, el proceso de mestizaje (negro, indio, portugués), y la fusión de
bos, "Historiografía económica de Chile", en Revista de la Universidad Católica
de Chile, 1976, pp. 7-55. temporánea della America Latina", en Revista Storica Italiana, año LXXVI. Ñapó-
" C a r l o s Guillermo Mota, "Historiografía brasileña de los últimos 40 años. Ten- les, 1964, pp. 38-54.
tativa de evaluación crítica", en Debate y Crítica, Sao Paulo, 1975; José Roberto ' • E n la reunión de expertos en historia de las ideas verificada en Caracas en
de Amaral Lapa, "Para una historia de la historiografía brasileña", en Ciencia y lebrero de 1976, bajo los auspicios del Centro de Estudios Latinoamericanos
Cultura, vol. 23 (6), Sao Paulo, junio de 1976; del mismo autor, "A dialéctica do Rómulo Gallegos, el Comité de Historia de las Ideas del IPGH y la Academia
subdesenvolvimento na historia do Brasil", en Revista de Estudios Históricos, Venezolana de la historia, se hizo un balance del estado actual de las investiga-
núm. 9, Sao Paulo, 1973; Gustavo Beyhaut, "Tendenze e problemi nella storia con- ciones en este campo.
32 JAIME JARAMILLO URIBE IRUCUENCIAS TEMÁTICAS DE LA I ITSTORtOGRAI ÍA LATINOAMERICANA 33

razas que ha producido la llamada democracia racial del Brasil. Rei- Atraídos p o r el desarrollo impresionante que comenzaban a tener
vindicador del aporte africano a las culturas latinoamericanas, apologista los E s t a d o s Unidos y p o r la descripción que de sus instituciones había
de la obra colonizadora ibérica y fino observador de los más secretos hecho Tocqueville en su libro La democracia en América, e influidos
elementos de las culturas,, la obra de Freyre, aunque considerada esencial por la historiografía de ciertos liberales europeos adversa a la gestión
en la moderna historiografía brasileña, ha sido sin embargo d u r a m e n t e de E s p a ñ a en América, para los antihispanistas latinoamericanos la
criticada por las últimas generaciones de sociólogos e historiadores que interpretación del p a s a d o t o m ó la forma de un análisis comparativo:
consideran su interpretación de la historia nacional demasiado román- la "sajona" en el norte; la "latina o iberolusitana" en el sur.
tica y conservadora. Menos discutida la obra de Buarque de Holanda En contraste con Francia y España, decía el historiador chileno Die-
y ensayos suyos como Raíces del Brasil (1936) y Visión del paraíso go B a r r o s Arana, "los ingleses comprendían de muy diversa m a n e r a el
(1969) se consideran verdaderos clásicos de la historiografía del Bra- gobierno de las colonias, y a la sombra de un régimen liberal formaron
sil.17 pueblos poderosos y florecientes de los que había de nacer m á s tarde
una gran nación. P a r a la colonización del sur, en cambio, p r i m e r o
vinieron los aventureros heroicos de propia iniciativa. Después vino
la burocracia. La espontaneidad de exploradores y soldados desapare-
HISPANISMO Y ANTIHISPANISMO ció completamente. Los colonos perdieron su individualidad y queda-
ron reducidos a la inacción completa. Ésta es la verdadera razón de
A las sucesivas generaciones de historiadores latinoamericanos h a co- la lentitud de los progresos de las colonias hispanoamericanas." 'i0
rrespondido no sólo una determinada orientación y formación científi- En el mismo sentido se expresaron el argentino J u a n Agustín Gar-
ca, sino también particulares problemas que aparecen como constantes cía, el venezolano José Gil Fortoul, el colombiano José María S a m p e r
en la obra de sus más destacados representantes. A la generación que o el mexicano Genaro García, para lomar como ejemplo sólo algunos
hizo la guerra de la independencia y luego asistió a la organización de nombres.
las nuevas naciones, le correspondió hacer el balance crítico de la obra La conciencia cristiana basada en el honor, la fe, el amor, sufrió una
cumplida por España en América y contribuir a establecer las institu- interrupción en América. La Edad Media fue noble y fecunda. El colo-
ciones políticas y culturales para los nuevos estados. La r u p t u r a con niaje fue u n a empresa de explotación de tierras y h o m b r e s , decía Juan
la metrópoli y el abandono de las viejas lealtades exigía para los ame- Agustín García en La ciudad indiana.'"
ricanos una explicación y una justificación ante sí mismos y ante la Para el historiador mexicano Genaro García, "la conquista de Amé-
opinión mundial, y en ninguna parte, fuera de la historia, podían en- rica fue obra de un pueblo b á r b a r o y una cruzada diabólica falseada
contrarse una v otra. para contribuir a la apología del conquistador, cuya única verdad fue
Ante esta tarea, desde los orígenes de la historiografía republicana dicha p o r fray B a r t o l o m é de las C a s a s " . " Respondiendo a las afirma-
oficial se produjeron dos corrientes de pensamiento bien delimitadas. ciones del escritor francés Aimery de la Rochefoucauld sobre que la
De un lado la integrada por los historiadores de formación "ilustrada", guerra de independencia americana había sido una reacción negativa
positivista y liberal; del otro la de los de tendencia "tradicionalista", contra la obra civilizadora de España, decía e! venezolano José Gil
católica y conservadora. Hispanistas y antihispanistas, partidarios y ad- Fortoul:
versarios de la levenda negra compartieron el campo durante el siglo xix
y las primeras décadas de la presente centuria.'* Para los primeros, no La obra civilizadora de España es un mito que no merece ser refutado. Es-
sólo fue necesaria v justificada la "independencia"; se requería también paña no ha comprendido nunca la diferencia radical entre colonización y
una ruptura con la tradición de la cultura española y todos los valores conquista. España fue un pueblo esencialmente conquistador; cuando vencía
que ella significaba. Los del segundo grupo aceptaban la "independen- n los indígenas, su preocupación única era explotarlos sometiéndolos a un
cia", pero no la ruptura con las tradiciones hispánicas, cuyos valores régimen por tal modo autoritario que puede decirse que ella misma apre-
consideraban como la sustancia de la nacionalidad. O, como lo decía suró el movimiento de , Independencia. Y ello explica por qué la guerra
separatista no fue sólo la resultante de la insurrección de la raza vencida
el escritor e historiador colombiano del siglo xix Sergio Arboleda, se
V de los mestizos, sino al propio tiempo, y sobre todo, el despertar de la
justificaba la independencia pero no la revolución. 1 "
17
Véase Carlos Guillermo Mota, op. cit., pp. 7 ss. desarrollo del antihispanismo en ia historiografía colombiana del siglo XíX, véase
" S o b r e los orígenes v demás aspectos involucrados en el problema de la "le- l.iiiiie .laramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, 1967.
yenda negra", véase Rómulo D. Carpía, Historia de la leyenda negra hispanoame- '•'" Diego Barros Arana, Historia de América, Buenos Aires, 1962, pp. 233-236.
ricana, Madrid, 1974. '•' Citado por Cuccorese, op. cit., p. 30.
'''Sergio Arboleda, I.a República en América Española, Bogotá, 1951. Sobre el '•"•' l'.ii ('arpia, op. cit., p. 190.
34 JAIME JARAMILLO URIBE FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 35

conciencia dei derecho y la civilización, de sociedades donde el elemento de E s p a ñ a y de la civilización española al fondo de la obra, en vez de
español predominaba. No fue ciertamente para vengar a la raza india y a descargarle a n d a n a d a s de invectivas y de epítetos." 25
los pobres negros esclavos por lo que los iniciadores de la Independencia E n c o n t r a p u n t o con la corriente antihispanista e n c o n t r a m o s en la
sacudieron el yugo de España, sino porque comprendieron que todo pro- historiografía latinoamericana u n a visión hispanista que, iniciada con
greso era imposible mientras existiesen los lazos políticos entre la metró- cierta timidez desde los albores mismos de la era republicana, h a ido
poli y las nacientes nacionalidades. 23 ganando fuerza a medida que la perspectiva p a r a analizar la llamada
misión histórica de España se ha ido ampliando. Lucas Alamán y Carlos
En términos semejantes se expresaba el historiador colombiano José Pereira en México; Ricardo Levene, Vicente D. Sierra, Guillermo Fur-
María Samper, en su libro Ensayo sobre ¡as revoluciones políticas y la dong y Rómulo D. Carbia en Argentina; Jorge Guillermo Leguía, José
condición social de las repúblicas colombianas, publicado en París en de la Riva Agüero o Raúl Porras Barrenechea en el Perú; Jaime Eyza-
1851. Utilizando la contraposición entre conquistas y colonización, que guirre y su escuela en Chile; José Manuel Groot en Colombia, quienes
los historiadores latinoamericanos del siglo x¡x t o m a r o n del conde de desde ángulos diferentes reaccionaron en defensa de la "obra civiliza-
Gobineau p a r a determinar ei carácter de la expansión anglosajona en d o r a " de España y del contenido hispánico de la cultura latinoameri-
el norte del continente y de la de los españoles en el sur, S a m p e r hace el cana. 28
siguiente balance de la o b r a cumplida por España en América:
Tal vez [el autor] haya conseguido levantarse sobre las divinizaciones de
En lo político, la dominación exclusiva de los españoles europeos (con ex- la tradición literaria y sobre las parcialidades hostiles a todo lo español
cepciones fenomenales) ocupando todos los empleos públicos de alguna sig- —dice Carlos Pereira en la introducción a su Historia de la América Espa-
nificación, y sin radicarse en Colombia, con desprecio de las razas indígenas ñola— llegando hasta la comprensión exacta de una grandeza ignorada o
y mestizas y aún de los criollos. La clausura o reclusión de las colonias con negada por los monopolizadores de la opinión histórica que nos viene de
respecto al mundo exterior, en cuanto las relaciones no se limitasen a fuera. He pretendido destacar —agrega— la figura estoica del marino espa-
España o a las mismas colonias entre sí; y aún en tales casos bajo la res- ñol y del labriego español, el héroe anónimo, que es en realidad el autor
tricción de mil formalidades que hacían casi imposible la locomoción en de todo este movimiento de expansión. En el ambiente de la historia de
proporciones considerables. En lo social la instrucción pública descuidada los nombres propios saturados de mentiras consagradas como verdades, sen-
y reducida a proporciones muy mezquinas y entrabada por la inquisición, timos el potente aleteo del águila de los olvidados fundadores de naciones
la censura, el fanatismo y la superstición. Una población esencialmente ico- nuevas. Suya es nuestra sangre y en el orgullo de la filiación encontramos, tal
nólatra más que cristiana, pervertida por los ejemplos de mendicidad, de vez, una fuerza que nos da la evidencia de la verdad histórica. 27
disipación en el juego y la soberbia en las costumbres de las clases privile-
giadas, destinada por los cruzamientos de diversas y distintas razas a vivir Oponiéndose a quienes sólo vieron en el pasado colonial una herencia
bajo el régimen de igualdad, y sin embargo sujeta a instituciones abierta- negativa y a quienes pretendieron establecer una r u p t u r a entre el pe-
mente aristocráticas. En lo económico y fiscal, el monopolio bajo todas las
riodo hispánico y el republicano de los países americanos, al referirse
formas posibles e imaginables: en el comercio exterior, en la minería y la
agricultura, en la industria.'*'1 a la historia argentina y a la misma Revolución de Independencia Ri-
cardo Levene afirmaba que:
Fue tan dominante este p u n t o de vista en la p r i m e r a etapa de la histo-
Tal mutilación es absurda. Se impone integrar el amplio contenido de la
riografía latinoamericana de cuño liberal y positivista posterior a las
historia colonial con la Historia de España, desde donde se contempla como
guerras de independencia que, mutatis mutandis, p o d r í a n hacerse exten- desde una cima, el sistema de nuestra historia como la del mundo. La Re-
sivas a toda ella las siguientes palabras del historiador Dionisio Enci- volución de 1810 está enraizada en su propio pasado y se nutre de fuentes
na, refiriéndose al caso de Chile: Ideológicas hispanas e indianas. Se ha formado durante la dominación es-
" E n el siglo xix, una historia de Chile que no representara el régimen pañola y bajo su influencia, aunque va contra ella, y sólo periféricamente
colonial como una tiranía cruel, despiadada e insoportable y a E s p a ñ a tienen resonancia los hechos del mundo exterior a España e Hispanoamérica
como u n pueblo ignorante, sucio y retrógrado, indigno de a l t e r n a r con que constituían un orbe propio. Sería absurdo filosóficamente, además de
los pueblos civilizados de Europa, h a b r í a sido lapidada. Precisamente
u n o de los pocos reparos que oponía el lector a la Historia general de •!B Francisco Antonio Encina, "Breve bosquejo de la literatura histórica chilena",
Barros Arana, era su frialdad de forma; el hecho de relegar el escarnio en Atenea, año xxvi, Santiago, septiembre-octubre de 1949, p. 54.
'" Seena, op. cit.; Diego Carbonel, Escuelas de historia en América, Buenos Aires,
-:l Carlos Gómez y L. Hernández, El concepto de la historia en José Gil Fortoul, 1953; Jaime de Eyzaguirre, Historia de Chile, vol. i, Santiago, 1854; José Manuel
Caracas, 1961, p. 30. de (íroot. Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, Bogotá, 1953.
"'("arlos Pereira, Historia de la América Hispánica, Madrid, 1920, p. 11.
•:l Jaime Uiibe Jaramillo, op. cit., pp. 131-134.
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 37
36 J A I M E JARAMILLO URIBE

serlo históricamente, concebir la Revolución de Mayo como una imitación densas culturas prehispánicas, el indígena ha sido y continúa siendo
simiesca, como epifenómeno de la Revolución Francesa o Norteamericana. 28 un elemento esencial de la nacionalidad, como México, Perú, Ecuador,
Guatemala y Bolivia; el mestizaje en aquellos en que p o r la rápida
Pero quien con mayor claridad y energía ha expresado esta tendencia desaparición de las poblaciones indígenas, se constituyó desde las pos-
hacia la revaluación de la " o b r a " de E s p a ñ a en América, ha sido quizás trimerías del régimen colonial u n a población p r e d o m i n a n t e m e n t e mes-
el humanista colombiano Miguel Antonio Caro. En su estudio sobre la tiza, como Colombia, Venezuela y Chile; la inmigración en la Argentina
conquista, puesto como prólogo a la Historia del Nuevo Reino de Gra- y Uruguay; el Imperio y la República en Brasil, cuyo desarrollo histó-
nada de Lucas Fernández de Piedrahita, no sólo ha defendido con sin- rico presenta fuertes contrastes con los demás países del continente
gular combatividad la gestión histórica de España en América, sino que no sólo p o r el hecho de su ascendencia lusitana, sino p o r la circuns-
h a visto en los valores de su cultura el camino p a r a que los países tancia de ser el único país latinoamericano que tuvo u n estado monár-
hispanoamericanos conserven su autenticidad ante las influencias de quico h a s t a fines del siglo xix y donde el sistema republicano, además
otras culturas: de h a b e r sido tardío, se presentó sin la mediación de u n a guerra con la
metrópoli.
Si queremos una tradición de sabiduría política, ahí están no sólo los teó- Por su carácter de crisol de razas, el problema del contacto de etnias
ricos españoles de la Edad de Oro, sino la historia misma de sus hombres y culturas ha sido un tema específico de la historiografía latinoamerica-
de estado; ahí está sobre todo la secular obra de gobierno de una nación na. La valoración del componente hispánico o ibérico, del indígena y del
que dio siempre a sus grandes tareas políticas un contenido religioso y negro en su formación nacional, ha establecido p o r tanto líneas diviso-
practicó la unión del Estado y la Iglesia como base de la cohesión de la rias entre las generaciones y tendencias de la historiografía continen-
sociedad. Si queremos extender la civilización a todos los sectores sociales, tal. Los historiadores del siglo xtx, fuertemente influidos por las doc-
no tenemos sino que recordar, a fin de emularlos y superarlos, los ejemplos trinas positivistas, darwinistas y racistas europeas aceptaron abierta o
de la política cristiana que nos ofrecen las leyes de Indias; si anhelamos un
vehículo excelso de comunicación y expresión, ahí está la lengua española, indirectamente la superioridad de la raza blanca y d e n t r o de ésta, de
creada por el genio hispánico y engrandecida y pulida por los clásicos de los grupos anglosajones. "Gobernar es poblar", fue la consigna dada
su literatura. Si queremos en fin, ser algo, ser simplemente, no tratemos por Alberdi en Argentina, pero poblar no de cualquier manera, sino con
de cambiar el ethos, la constitución espiritual que queramos o no nos trans- inmigrantes blancos europeos y ojalá con anglosajones. El m i t o del
mitieron nuestros abuelos. Seamos fieles a la idea española de la vida y a hombre blanco llegó a estar tan fuertemente arraigado en el pensa-
sus ideales de honor, magnanimidad, honra, religiosidad y heroísmo. La miento de los intelectuales latinoamericanos de orientación positivista
tradición española se ha hecho con valores excelsos, y además, es la nuestra. 29 del siglo xix, que aun el tipo español y latino llegó a ser subestimado.
La "leyenda negra" española se nutrió en parte considerable de esta
actitud. No era por tanto extraño que las contribuciones de las culturas
indígenas y negras a la formación nacional y la sobrevivencia en mu-
E L C O N T A C T O DE RAZAS Y CULTURAS chos de ellos de amplios núcleos de población negra e indígena fuera
considerada como u n " h a n d i c a p " p a r a el desarrollo de la civilización
en sus territorios. Los escritores e historiadores más benévolos, como
La a r g u m e n t a d a unidad del proceso histórico y el afirmado común sus- Lucas Alamán o Justo Sierra en México, a d o p t a r o n frente a esos grupos
trato de la cultura latinoamericana produce en la historia de América una actitud paternalista y una aceptación resignada. s o
Latina problemas comunes, que dan al pensamiento histórico u n a cierta Las nuevas tendencias de la historiografía latinoamericana, en cam-
homogeneidad. Mas al margen de la comunidad de las grandes líneas bio, h a n reaccionado contra esas posiciones. ¿Por qué razones? El his-
de dicha historia, los orígenes prehispánicos configuraron también entre toriador p e r u a n o Jorge Basadre las resume así en el caso especial de
las diversas naciones diferencias que se h a n m a n t e n i d o y h a n produ- su país y de la población indígena:
cido en cada una de ellas fenómenos particulares que han solicitado
especial atención de los intérpretes de su formación nacional. La escla- El interés y simpatía hacia los indios, hacia las culturas pre-incas y hacia el
vitud y el a p o r t e de la población negra en aquellos países q u e recibie- Imperio de los incas en especial, ha sido estimulado en el Perú, entre otros
ron considerables contingentes de población africana en los siglos xvi, factores por los siguientes: a) los testimonios de Garcilaso y del padre Las
XVII y XVIII, como Brasil, Cuba y los países del Caribe; unido al p r o b l e m a Casas durante la Conquista y la época origen de la leyenda negra; b) el mo-
indígena en los que, p o r h a b e r tenido en sus territorios complejas y
1,0
Sobre el Movimiento independentista americano véase Miguel León-Portilla,
28
Citado por Cuccorese, op. cit., p. 230. "¿One4 es el indigenismo interamericano?", en Cuadernos Hispanoamericanos, núro.
'•'Citado por Jaramillo Uribe, op. cit., p. 91. ?()!, Madrid, 1966, pp. 559-576.
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA y.)
JAIME JARAMILLO URIBE
38
vimiento europeo que exaltó la bondad dei hombre en estado de naturale- de sus tierras y el otorgamiento de todos sus derechos. Indigenismo
za, que se inició con Montaigne y llegó hasta Rousseau, alcanzando vasta c hispanismo h a n dividido a ios historiadores mexicanos en u n debate
repercusión directa e indirecta; c) ios exponentes del romanticismo a prin- que a ú n n o ha t e r m i n a d o . Figuras como Alfonso Teja Zafre y Luis Chá-
cipios del siglo xix que no sólo trataron de los indios y de los incas litera- vez Orozco n o se c o n t e n t a r o n con defender al indio y con a c e p t a r su
riamente, sino que también tuvieron representantes científicos como, en el capacidad de ser educado e incorporado a la vida nacional, como lo
campo de la lingüística, Tschudi; d) los autores protestantes, sobre todo habían hecho ios liberales del siglo xix, u n Justo Sierra o un Francisco
anglosajones, que estudiaron con sentido crítico la obra de España en Amé- Pimentei; p a r a ellos e r a necesario aceptar el concepto de que ía nacio-
rica y con simpatía a los indios, incluyendo a Prescott; e) los positivistas nalidad mexicana e r a esencialmente indígena y buscar las bases de su
que ya a fines del siglo xix hicieron la vivisección del sistema y de las cultura nacional en la herencia prehispánica tan rica y profunda en el
instituciones coloniales y directa e indirectamente pudieron ayudar a la rei- caso particular de México.' 3
vindicación de la época prehispánica; f) los sociólogos marxistas alemanes Al renacimiento del indigenismo contestaron los defensores de la tra-
como Cunow, cuyo interés predominante fue el problema de la economía
dición hispánica que con tanto brío había defendido en el siglo anterior
colectivista del antiguo Perú; g) los exploradores interesados en las ciencias
naturales, como Reiss y Stübel, pero que de hecho contribuyeron al mayor Lucas Alamán. José Vasconcelos, en p r i m e r lugar, hizo la defensa del
conocimiento de la civilización aborigen; h) los arqueólogos que como Max componente español y católico de la nacionalidad mexicana en su libro
Uhle y Julio C. Tello hicieron desde principios del siglo xx descubrimientos lllises criollo (1937). Con su concepto de "raza cósmica", planteó luego
sensacionales de yacimientos culturales antes no sospechados, ampliando el la integración de los distintos tipos étnicos que h a n contribuido a
horizonte de las culturas pre-incas y los etnólogos, antropólogos y sociólogos formar la población americana, latinos y sajones incluidos, como solu-
europeos y americanos que estudiaron a los indios y al Perú pre-inca; i) en el ción p a r a sus tensiones raciales y como fórmula original que el conti-
plano literario e ideológico, Manuel González Piada, al afirmar que los indios nente podría ofrecer a la historia de la civilización. 34
constituyen el verdadero Perú, que nuestra forma de gobierno se reduce a La exégesis y defensa del mestizaje ha sido otra de las formas que
una gran mentira porque no merece llamarse República democrática un es- en la historiografía latinoamericana ha a d o p t a d o la revaluación de lo
tado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley y, por indígena y lo negro. El mestizaje no sólo h a sido conveniente para su
último, que la cuestión del indio más que pedagógica, es económica y so- evolución social y fecundo para el desarrollo de su cultura, sino el
cial, porque lo que hay que predicarles es rebeldía pues todo blanco es, más
más valioso aporte de América Latina a la convivencia de razas y cul-
o menos, un Pizarro, un Valverde o un Areche; j) los defensores morales o
legales del indio, agrupados en la primera parte del siglo en la Asociación turas. Gracias al mestizaje, América Latina h a evitado los conflictos
pío-indígenas con Joaquín Capelo, Pedro Zulen, Dora Mayer y otros; k) los raciales característicos de las naciones segregacionistas y creado en
marxistas, sobre todo los comunistas, que, ahondando y sistematizando nlgunos países verdaderas democracias raciales. El mestizaje y la aper-
las palabras citadas de González Prada, después de 1923 insistieron en que tura del colonizador portugués al contacto con culturas y razas dife-
la base de la revolución social tenía que ser agraria y racial y otros grupos rentes, es lo que h a evitado al Brasil los problemas raciales q u e h a n
que coincidieron en esa prédica bajo la influencia de la Revolución Mexi- tenido, p o r ejemplo, los Estados Unidos, y lo que ha dado a la cultura
cana; 1) los intelectuales y artistas regionalistas y serranistas, sobre todo brasileña su originalidad y sus encantos. Son las conclusiones que se
en el Cuzco, con hostilidad hacia Lima, a la costa y a los blancos, uno de desprenden de las o b r a s del historiador y antropólogo brasileño Gil
cuyos exponentes podría ser el libro Tempestad en los Andes de Luis E. borlo Freyre, sobre todo de su o b r a clásica Casa grande e senzala
Val car ce l.31 (1933)."

La justificación de la importancia del pasado prehispánico y del indi-


genismo como actitud práctica y teórica fue admirablemente expresado
p o r el historiador boliviano Federico Ávila en su libro La revisión de "DHMOCRACIA Y CAUDILLISMO
nuestro pasado, al afirmar que cien años de república y a u n tres siglos
de conquista y colonización españolas no pueden valer m á s que varios
milenios de las edades precolombinas. 3 2 Las vicisitudes de las formas republicanas de gobierno y la inestabili-
Donde m a y o r resonancia adquirió el movimiento indigenista fue en dad política de los países latinoamericanos íntimamente ligadas al fe-
México gracias a la revolución de 1910 que inscribió en sus b a n d e r a s
1,1
la total reincorporación del indio a la sociedad mexicana, la devolución Robert Potash, "Historiografía del México independiente", en Historia Mexi-
cana, México, El Colegio de México, núm. 39, marzo de 1961.
11
31 Víctor Alba, Historia de las ideas sociales en México, México, 1960, pp. 277 ss.
Jorge Basadre, "La experiencia histórica peruana", en Ensayos sobre la historia "«Gilberto Freyre, Casa grande y senzala, ed. española, Buenos Aires, Emecé.
del Nuevo Mundo, México, IPGH, 1951, pp. 347-348. Nohrc Freyre y su obra, véase Carlos Guillermo Mota, art. cil.
•12 Citado por Basadre, op. cit., p. 349.
40 JAIME JARAMILLO URIBE
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 25
nómeno de! caudillismo en la forma típica en que éste se h a d a d o en
ellos, ha sido uno de los constantes motivos de reflexión de los histo- ciña en Chile; Ramiro Guerra Sánchez y Fernando Ortiz en Cuba; Jorge
riadores del continente- H a s t a tal p u n t o que la contraposición caudi- Basadre, Raúl Porras Barrenechea, Rubén Vargas Ugarte en el Perú;
llismo-democracia h a servido de línea divisoria y referencia p a r a de- Indalecio Liévano Aguirre y Juan Friede en Colombia, para citar sólo
m a r c a r las corrientes de la historiografía y ubicar la posición política algunos nombres del amplio elenco que forma esta corriente de histo-
de sus historiadores. Tal h a sido el caso de países como Argentina, Mé- riadores latinoamericanos.
xico y Venezuela, en cuya historia la o b r a de gobierno de ciertos cau- Finalmente, en las décadas anteriores a la segunda guerra mundial,
dillos —un Rosas, un Porfirio Díaz, u n Guzmán Blanco o u n J u a n con el cuarto grupo aparece lo que pudiéramos llamar la primera ge-
Vicente Gómez— h a llegado hasta p r o d u c i r hitos en la periodización neración de historiadores. Surge de las universidades y de institutos
de la historia nacional y a producir escuelas de interpretación histórica. especializados y se diferencia de los anteriores no sólo por su prepa-
ración científica especializada, sino por los métodos que emplea en la
La más amplia y coherente explicación del caudillismo latinoamerica-
investigación y por el tipo de problemas que le preocupa. En primer
no ha sido quizás la formulada por el historiador venezolano Laureano
lugar, la nueva generación de historiadores a b a n d o n a el campo de los
Vallenilla Lanz. Según las tesis expuestas en su libro Cesarismo demo-
grandes p a n o r a m a s históricos y se orienta hacia los estudios monográ-
crático (1919), el caudillo es un fenómeno natural en las condiciones
ficos, los casos y los problemas de la historia social, económica y po-
sociales e históricas que prevalecieron y han prevalecido en los países
lítica. En algunos de sus exponentes, está fuertemente influida por el
latinoamericanos después de conseguida su independencia de España.
marxismo y por corrientes de la historiografía moderna, como la escue-
Algo más, el caudillismo h a sido en América Latina u n p r o d u c t o de la
la francesa de los Anales y más recientemente la Nueva historia econó-
democracia. Los a r g u m e n t o s expuestos por el historiador venezolano
mica de los Estados Unidos o, en el campo de los estudios de demografía
en defensa de su tesis son de índole histórica y sociológica. Los pri-
histórica, p o r la Escuela de Berkelev. En el campo temático, sus preo-
meros se refieren a la personalización del poder que u n a tradición
cupaciones dominantes son los problemas referentes a estructura y
monárquica secular estableció en los pueblos de América. El latinoame-
cambio social, historia de la cultura y de las ideas, desarrollo económico
ricano de la sociedad colonial, como el español mismo, simbolizó el
y dependencia respecto de las grandes metrópolis. En muchas de sus
poder del Estado en su rey y no en un cuerpo representativo como
variantes, es una historiografía comprometida que incursiona en el pa-
el parlamento. Una vez producida la independencia, el latinoamericano
sado con la intención de desenmascarar situaciones que los historia-
encarnó esa vivencia en los caudillos de la República: San Martín, Bo-
dores "tradicionales" dejaron ocultas bajo el velo de lo anecdótico o
lívar, Juárez, Porfirio Díaz, Rosas, García Moreno, etcétera.
del ditirambo de los proceres. De esta manera, aun dentro de un postu-
Los argumentos sociológicos se apoyan en los factores geográficos, lado objetivismo, el nuevo estilo historiográlico resulta estrechamente
sociales y raciales d o m i n a n t e s en los países hispanoamericanos en el vinculado a las nuevas tareas de los países latinoamericanos, su des-
siglo xix. Una sociedad basada en la segregación racial como la colo- arrollo económico y social, su identidad nacional, sus luchas por el
nial, heredada y no modificada en las primeras etapas de la República, establecimiento de una sociedad auténticamente democrática, tan anun-
no era la más indicada para practicar el principio de la democracia ciada desde los orígenes de su independencia política como frustrada
moderna. La clase dirigente de algunos países latinoamericanos —Va- una y otra vez en el devenir histórico.
llenilla tiene en consideración especialmente el caso venezolano—, ante
el temor a u n a rebelión de las castas y ante la inexistencia de las bases Más que nombres representativos de la nueva historiografía latino-
de educación y desarrollo social indispensables p a r a la práctica del go- americana de hoy, al hablar del movimiento renovador de la historia
bierno civil y democrático, prefirieron ponerse bajo la protección de en América Latina, debería mencionarse la obra cumplida por algunas
los caudillos a pesar de que paradójicamente, en general, éstos surgie- instituciones y centros de investigación como El Colegio de México, que
ron en América Latina del pueblo y no de las tradicionales oligarquías durante sus primeros años dirigiera Silvio Zabala; el Instituto de His-
nacionales. 3 6 toria Argentina que fundara Eugenio Ravignani; la Escuela de Historia
de la Universidad Nacional Autónoma de México y sus institutos espe-
Pero han sido los historiadores argentinos los que mayor significa-
cializados; la Escuela de Historia de la Universidad Central de Caracas y
ción e i m p o r t a n c i a han dado al fenómeno del caudillismo.' 17 E n este
el Instituto de Estudios Latinoamericanos; el Centro de Estudios Histó-
36 ricos de la Universidad de Chile que fundara Eugenio Pereira Salas; la
Laureano Vallenilla Lanz, Cesarismo democrático, 4? ed., Caracas, 1961. Tam-
bién Manuel Caballero y otros, El concepto de la historia en Laureano Vallenilla Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Sao Paulo, Brasil,
Lanz, Caracas, 1966. centro de uno de los más renovadores movimientos de la historiografía
•'" Véase Encuesta sobre el caudillo, Cuadernos de Sociología núm. 4, Buenos brasileña que ha tenido también repercusiones continentales.
Aires, Universidad Nacional de La Plata, 1966. Estudio dedicado al fenómeno del
caudillismo en la historia argentina, en que colaboran Héctor Domingo Arias,
26 JAIME .1ARAMILLQ URIIE
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 27
ALGUNAS ORIENTACIONES Y PREFERENCIAS TEMÁTICAS
Otro aspecto de la influencia positivista en la historiografía de este
periodo se refiere a los factores causales de la historia. Tierra, paisaje,
clima y raza fueron adoptados como claves interpretativas de los mo-
La formación de la historiografía p r o p i a m e n t e latinoamericana coinci-
vimientos políticos, culturales, sociales y como explicaciones de los
d e con la consolidación del positivismo en Europa, de m a n e r a que el
infortunios de las naciones latinoamericanas y de su "inferior" desarro-
método y las concepciones filosóficas de las p r i m e r a s generaciones de
llo frente a los nuevos países formados p o r colonos e inmigrantes an-
historiadores de los siglos xix y xx siguen esta dirección, particular-
glosajones.
mente en su modalidad francesa. En p r i m e r lugar, el método. Atenerse
A la actitud de admiración de que son objeto los Estados Unidos
a los documentos y dejarlos hablar, c o m o decía Fustel de Coulanges.
en Hispanoamérica, dice Leopoldo Zea refiriéndose a lo que él percibe
Bartolomé Mitre en Argentina, Barros Arana en Chile, José Gil Icazbal-
como las reacciones del pensamiento mexicano, "con motivo de la guerra
ceta en México, Capistrano de Abreu en Brasil, podrían tornarse como
de 1847, se une en México la desconfianza. México —continúa Zea— se
representativos de esta tendencia, ciertamente intentando amplias inter- siente débil e inferior frente al poderoso 'Coloso del Norte' ". Esta
pretaciones del sentido de la historia americana y b u s c a n d o generali- debilidad e inferioridad la achaca a su origen racial: el hispánico o
zaciones plausibles sobre la historia nacional y continental. Replicando latino. Se considera a México un pueblo débil, p o r q u e pertenece a una
a las intuiciones de su c o m p a t r i o t a Vicente Fidel López, decía Mitre: laza desordenada, anárquica e incapaz de organizarse para realizar obras
semejantes a las que h a n hecho de Norteamérica u n pueblo poderoso. 6
Lo que es una verdad —que no obstante ser de Pero Grullo nos permitimos
recordar por oportuna— es que así como la filosofía de la historia no puede La tesis de Sarmiento en su Facundo explicando el fenómeno del
escribirse sin historia a que se aplique, ésta no puede escribirse sin docu- caudillismo latinoamericano como un producto de los grandes espacios
mentos que le dan la razón de ser, porque los documentos de cualquier despoblados y asimilando al gaucho argentino al jinete de las estepas
género que sean, constituyen más que su protoplasma, su substancia mis- asiáticas, gozó en la segunda mitad del siglo xix de gran predicamento
ma, como aquella constituye su esencia: ellos son lo que los huesos que entre ciertos historiadores del continente. Todavía en el siglo xx era
le dan consistencia al cuerpo humano y lo que los músculos al organismo acogida p o r el historiador venezolano Laureano Vallenilla Lanz en su
a que imprimen movimiento vital, la carne que los viste y la forma plástica libro Cesarismo democrático (1919). Es ya un "axioma" de la psicología
que los reviste, ésa es la historia, como el sentido genérico o abstracto o social la influencia del medio físico y telúrico en los instintos, las ideas
el ideal que de ella se desprende es su filosofía. Un zapatero, valiéndose de y las tendencias de todo género que caracterizan a todo pueblo en
una comparación material del oficio, diría que el documento es a la historia particular, afirma en su obra Disgregación e integración." Luego el mis-
lo que la horma al zapato.'
mo autor, p a r a referirse al tipo llanero venezolano, agrega: "Comete-
ríamos un grave e r r o r si fuéramos a considerar psicológicamente a
N o se puede escribir la historia de u n pueblo sin h a b e r agotado p r e nuestro llanero como el resultado de la mezcla del blanco, del indio
viamente su documentación, afirmaba Ricardo Levene, uno de los fun- y del negro. La herencia psicológica de las tres razas madres —según
dadores de la "nueva escuela histórica argentina". I r a las fuentes pri- el postulado de la teoría de Taine— desaparece por completo ante la
marias, a los archivos, fue la consigna i m p a r t i d a p o r Emilio Ravignani I ¡siopsicológica, impuesta p o r el medio." ~ Debe decirse en beneficio del
a sus discípulos del I n s t i t u t o de Investigaciones Históricas de la Uni- historiador venezolano que sus vacilaciones sobre la posibilidad expli-
versidad de Buenos Aires, de tan decisiva influencia en la formación cativa del medio físico son considerables y que su empleo del concepto
de la historiografía argentina en las décadas anteriores a la segunda "medio" es en él tan vago y ambiguo como en el propio Taine, de quien
guerra mundial. En la m i s m a dirección h a n trabajado, en los años pos- los historiadores positivistas americanos tomaron la triada de "medio,
teriores a 1830, las universidades, los institutos y las academias latino- raza y m o m e n t o histórico" como elementos causales de los hechos y
americanas de la historia, produciendo colecciones sucesivas de docu- realidades históricas. Sin embargo, cuando Vallenilla Lanz se interroga
mentos p a r a la historia nacional, como los 12 volúmenes de Manuscritos «obre el fracaso de la democracia en América y sobre la emergencia
peruanos de Rubén Vargas Ugarte, las series de documentales p a r a la de los caudillos, el a u t o r concede tanto peso a los factores naturales
historia económica de México de Luis Chávez Orozco y la Colección de llanura, espacio, herencias raciales— que no puede evitarse la conclu-
documentos brasileños dirigida por Octavio Tarquino de Souza. 4 nlón, como en el caso de Sarmiento frente al mismo fenómeno, de que
3
Bartolomé Mitre, "Comprobaciones históricas", en Anuario de Historia del " Leopoldo Zea, Dos etapas del pensamiento hispanoamericano, México, 1949,
Pensamiento Argentino, Mendoza, Universidad de Cuyo, 1971, p. 233. p. 347.
4
Amplia información sobre las diferentes series documentales, generales y por " Véase Manuel Caballero y otros, El concepto de la historia en Laureano Va-
países, puede verse en la obra de Benito Sánchez Alonso, Fuentes de la historia llenilla Lanz, Caracas, Escuela de Historia, ucv, 1966.
española e hispanoamericana, 3 vols., Madrid, 1852. ' Ihid., especialmente, pp. 31 ss.
FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 29
28 JAIME JARAMILLO URIBE
En las últimas décadas la escuela francesa de los Anales y más re-
sus explicaciones sé sitúan dentro del más puro naturalismo positi- cientemente de la Nueva historia económica norteamericana influyen en
vista.8 la historiografía latinoamericana. Bajo los nuevos estímulos se han
El influjo de los positivistas ha sido tan profundo en la historiogra- iniciado estudios económicos, sociales y demográficos cuantitativos y
fía latinoamericana de las generaciones anteriores a 1950, que hasta en se han renovado la historia agraria y la historia de las culturas. Se
un historiador tan discreto y de tanto sentido crítico como el peruano destacan en esta dirección los trabajos adelantados por investigadores
Jorge Basadre se encuentran sus huellas. En el estudio preliminar a de El Colegio de México: Enrique Florescano {Precios del maíz y crisis
su Historia de la República del Perú," al plantearse el reiterado tema agrícola, 1959), Jan Bazant {Los bienes de la Iglesia en México, 1971)
del contraste entre la evolución histórica de las dos Américas, la latina Moisés González Navarro {Raza y tierra, 1970), Luis González {Pueblo
y la sajona, sin ignorar la influencia de los factores específicamente en vilo, 1969), María del Carmen Velásquez {Establecimiento y partida
históricos y sociales, Basadre atribuye especial fuerza explicativa a los
del septentrión de Nueva España, 1974), Bernardo García Martínez {El
aspectos geográficos de las dos Américas:
marquesado del Valle, 1969), Josefina Vásquez {Nacionalismo y edu-
"La distancia es un factor silencioso que ha impuesto su huella sobre cación en México, 1970), Romeo Flórez Caballero {La contrarrevolu-
el destino de América —dice a propósito de las divisiones administra- ción en la Independencia, 1969) . lr
tivas hispanoamericanas. Los Andes han sido un factor de aislamiento Los sectores de la historiografía latinoamericana del presente siglo
y dispersión. Faltó en el sur una frontera abierta y unificada, que ca- que quizás se han enriquecido mayormente son la historia económica
nalizara el esfuerzo de la población y absorbiera al inmigrante, como y la historia de las ideas. En Argentina, Emilio Coni estudia las rela-
la hubo en los Estados Unidos. En América sajona el proceso de expan-
ciones entre agricultura y ganadería en la provincia de Cuyo y analiza
sión hacia el oeste incorpora vastas regiones y crea nuevos centros de
riqueza con resultados evidentemente unitivos. Al aventurero inescru- el papel del gaucho en lo que él llama la civilización del cuero. Raúl
puloso y al cazador y comprador de pieles ladino, sigue el colono pa- Scalabrini Ortiz analiza la influencia de los ferrocarriles y del capital
cífico e industrioso. Hubo algo más para establecer el contraste: los británico en la economía y la política argentinas; Ricardo M. Ortiz en
Estados Unidos están colocados en su mayor parte en la zona templada, su Historia de la economía argentina, empleando las categorías marxis-
Sur América en la tropical con fuertes lluvias, calor agobiante y selvas tas, construye un cuadro del desarrollo económico argentino desde me-
que hacen impenetrable su territorio." diados del siglo xix hasta la gran depresión, con minuciosos estudios
sobre los puertos, los ferrocarriles y la industria frigorífica. Más re-
En los años que siguieron a la primera guerra mundial y a la Revo- cientemente, Tulio Halperín Donghi, Germán Tjarks, Adolfo Dorfman,
lución rusa de 1917, aparecen en América Latina los primeros histo- Horacio Giberti, Sergio Bagú y Aldo Ferrer han enriquecido la historio-
riadores de inspiración marxista y los primeros intentos de aplicar el grafía rioplatense con investigaciones sobre la ganadería, el comercio, la
método y las categorías históricas del materialismo histórico a la in-
agricultura y la vida social.12
terpretación de la historia latinoamericana. En esta dirección los pio-
neros fueron los marxistas argentinos, mexicanos y brasileños. Rodolfo En México se destacan los estudios de Jesús Silva Herzog sobre cierto
Puiggrós y Jorge Abelardo Ramos inician la visión marxista de la his- pensamiento económico y sobre la obra agraria de la revolución; los
toria argentina; Cayo Prado, Jr., Nelson Werneck Sodré, Leoncio Bas- de Lobato López sobre el crédito y la banca; Francisco Calderón escribe
baum y Edgar Carone inician los estudios de la historia económica, la historia económica del porfirismo y Luis Chávez Orozco publica su
política y social del Brasil; Alfonso Teja 7yabre, Luis Chávez Orozco y colección de documentos para la historia de la agricultura, el crédito
José Mancisidor escriben la historia de México y la Revolución mexica- y la industria mexicana.13
na. Federico Brito Figueroa en Venezuela y Luis Vítale en Chile han En el Perú, Guillermo Lohman Villena ha renovado los estudios colo-
aplicado su metodología a la historia nacional de sus respectivos paí- niales sobre la burocracia, la minería y la cultura con obras como Las
ses. Por su indirecto, pero profundo influjo sobre el pensamiento latino- minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII (1945), El arte dra-
americano, debe mencionarse aquí la obra de José Carlos Mariátegui, mático durante el virreinato (1945), El corregidor de indios' bajo los Aus-
sobre todo la influencia que tuvo, y continúa teniendo, su libro Siete 11
ensayos de interpretación a la realidad peruana, publicado en Lima Sobre la historiografía mexicana, véase Robert Potash, "Historiografía del
en 1929.10 México Independiente", en Revista de Historia Mexicana, núm. 39, vol. x, enero-
marzo
12
de 1961.
8 Véase Rómulo Carpia, Historia critica de la historiografía argentina, Buenos
9
Manuel Caballero y otros, op. cit., pp. 32 ss. Aires, 1940; Horacio Cuccorese, Historia crítica de la historiografía socio-econó-
10
Jorge Basadre, Historia de la República del Perú,
vol. i, Lima, 1949, pp. 21-22. mica argentina del siglo XX, La Plata, 1975; Miguel Ángel Scena, Los que escri-
Sobre la influencia de Mariátegui en el pensamiento peruano, véase Alberto bieron nuestra historia, Buenos Aires, 1976.
Tauro, Amauta y su influencia, Lima, 1960; Armando Eazan, Biografía de José 1:1
Véase Robert Potash, op. cit.
Carlos Mariátegui, Lima, 1965.
30 JAIME JARAMILLO URIBE
l'RECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 31
trias (1957) y Pablo Macera, en sucesivas monografías, ha contribuido a Al amplio desarrollo de la historia económica y social se ha unido
la historia de las haciendas peruanas jesuíticas, el petróleo peruano, la en las últimas décadas la historia intelectual o historia de las ideas, que
economía de la Iglesia y el conocimiento de muy variados aspectos de las ha tenido en México su foco de irradiación gracias sobre todo a la obra
culturas y pensamientos peruanos. En Venezuela se destacan la obra de docente del filósofo español José Gaos en El Colegio de México, conti-
Eduardo Arcila Farias sobre la economía (colonial) de Venezuela (1946)
nuada por Leopoldo Zea desde la Universidad Autónoma. Al intentar
y los trabajos mencionados de Federico Brito Figueroa; en Colombia la
obra de Luis Ospina Vázquez sobre Industria y protección en Colombia superar las concepciones y temas tradicionales, la nueva historia de las
(1800-1830) y los estudios sobre sociedad y economía de la época colo- ideas presenta ya un fructífero balance en el cual se destacan los volú-
nial (1535-1710) de Germán Colmenares. En Chile Alvaro Jara, Rolando menes publicados por el Comité de Historia de las Ideas del Instituto
Mellafe, Mario Góngora, Sergio Villalobos y el grupo de jóvenes histo- Panamericano de Geografía e Historia, que incluye obras de Arturo Ar-
riadores formados en la Universidad Católica de Santiago en torno a dao sobre el pensamiento uruguayo; Guillermo Francovich sobre So-
Jaime Eyzaguirre han hecho considerables aportaciones a la historia livia; José Luis Romero sobre las Ideas en la sociedad argentina del
del trabajo, la minería, el régimen de salariado, la esclavitud y la vida siglo XX —de quien hay que mencionar también su ensayo sobre El
rural chilena.14 pensamiento político de la derecha latinoamericana—; Víctor Alba, ha
escrito sobre las ideas sociales en México, Joáo Cruz Costa sobre el
Particularmente importantes, por su amplitud temática, han sido los Brasil. Al margen de este esfuerzo, la historia del "pensamiento ameri-
estudios de historia económica y social brasileños en las décadas pos- cano" se ha enriquecido en los últimos años con obras panorámicas o
teriores a la segunda guerra mundial. Aparte de las contribuciones
monográficas de Gregorio Weinberg, David Viñas, Enrique Zuleta y
marxistas como Caio Prado, Jr., analizan el desarrollo económico del
Brasil Roberto Simonsen, Celso Furtado, Elio Jaguaribe y Nelson Wer- Arturo Andrés Roig en Argentina; de Francisco Miró Quesada y Augusto
neck Sodré. La historiografía brasileña de este periodo quiere cubrir Salazar Bondy en el Perú; de Ricaurte Soler en Panamá; de Germán
una amplia gama de temas: el Estado Novo y sus transformaciones Carrera Damas, Guillermo Morón y Elias Pinto Iturrieta en Venezuela;
desde su creación en 1930 y la crisis de 1945; migración, cambio social, de Leopoldo Zea, Abelardo Villegas, Fernando / Salmerón, Luis Villoro
mesianismo, esclavitud, dependencia económica, estructura militar del en México; de Gerardo Molina, Germán Colmenares, Javier Ocampo y
ejército brasileño han sido temas analizados desde una perspectiva his- Jaime Jaramillo en Colombia.16
tórica no sólo por historiadores sino también por antropólogos, soció- Aparte de las tendencias y escuelas, no ha faltado en la historiografía
logos, politólogos y economistas como Florestan Fernandes, Fernando latinoamericana reciente originales posiciones individuales como la del
Cardoso, Mauricio Vinhas de Queiroz, Víctor Nunes Leal, Douglas Te- mexicano Edmundo O'Gorman o la de los brasileños Gilberto Freyre
xeira Monteiro, Boris Fausto, Edgar Carone, Celso Furtado, Enzo Fa- y Sergio Buarque de Holanda. En sus dos conocidas y discutidas obras
letto, Aldo Ferrer, en Argentina, también puede ser citado aquí, Miguel ¡M idea del descubrimiento de América (1951) y La invención de Amé-
S. Wionczek, Alicia Canabrava, Octavio Ianni y un centenar más de rica (1959), O'Gorman se pronuncia contra la historia positivista y eru-
investigadores que han dado al Brasil una de las más brillantes gene- dita y en favor de una historia comprensiva, interpretada desde el pre-
raciones de científicos de la sociedad y la cultura que hoy puede pre- sente, porque la historia sólo adquiere sentido vista desde nuestra
sentar América Latina. En fin dentro de la misma línea de pensamiento situación. En cuanto a Freyre y Buarque de Holanda, sus obras han
por sus contribuciones a la historia social del Uruguay, se destacan dado a la historia de las sociedades y de las culturas nuevos derroteros
Carlos M. Rama, Juan Antonio Oddone, Gustavo Beyhaut y Juan Pivel que hacen de esos trabajos puntos necesarios de referencia para la in-
Devoto." terpretación histórica del Brasil. Antropólogo de profesión el primero,
su libro Casa grande e senzala, publicado por primera vez en 1933, dio
14
Alberto Tauro, "Historia e historiografía del Perú", en Revista de Historia de una original y sutil interpretación de la colonización lusitana y de la
América, IPGH, núm. 27, México, 1954, pp. 1-43. Jorge Orlando Meló, "Los estudios formación de la sociedad colonial del nordeste brasileño, exaltando,
históricos en Colombia", en Revista de la Dirección de Divulgación Cultural de la contra las tesis de la sociología positivista representada por Oliveira
Universidad Nacional de Colombia, núm. 1, Bogotá, 1969, pp. 1541. Sergio Villalo- Viana, el proceso de mestizaje (negro, indio, portugués), y la fusión de
bos, "Historiografía económica de Chile", en Revista de la Universidad Católica
de Chile, 1976, pp. 7-55.
15
Carlos Guillermo Mota, "Historiografía brasileña de los últimos 40 años. Ten- temporánea della America Latina", en Revista Storica Italiana, año LXXVI. Ñapó-
tativa de evaluación crítica", en Debate y Crítica, Sao Paulo, 1975; José Roberto les, 1964, pp. 38-54.
de Amaral Lapa, "Para una historia de la historiografía brasileña", en Ciencia y " En la reunión de expertos en historia de las ideas verificada en Caracas en
Cultura, vol. 23 (6), Sao Paulo, junio de 1976; del mismo autor, "A dialéctica do lebrero de 1976, bajo los auspicios del Centro de Estudios Latinoamericanos
subdesenvolvimento na historia do Brasil", en Revista de Estudios Históricos, Kómulo Gallegos, el Comité de Historia de las Ideas del IPGH y la Academia
núm. 9, Sao Paulo, 1973; Gustavo Beyhaut, "Tendenze e problemi nella storia con- Venezolana de la historia, se hizo un balance del estado actual de las investiga-
ciones en este campo.
12 JAIME JARAMILLO URIBE l'KECUENCIAS TEMÁTICAS DE EA H I S T O R I O U R A E I A LATINOAMERICANA 33

razas que ha producido la llamada democracia racial del Brasil. Rei- Atraídos p o r el desarrollo impresionante que comenzaban a tener
vindicador del aporte africano a las culturas latinoamericanas, apologista los Estados Unidos y p o r la descripción que de sus instituciones había
de la obra colonizadora ibérica y fino observador de los más secretos hecho Tocqueville en su libro La democracia en América, e influidos
elementos de las culturas, la obra de Freyre, aunque considerada esencial por la historiografía de ciertos liberales europeos adversa a la gestión
en ia moderna historiografía brasileña, ha sido sin embargo d u r a m e n t e de España en América, p a r a los antihispanistas latinoamericanos la
criticada por las últimas generaciones de sociólogos e historiadores que Interpretación del p a s a d o tomó la forma de u n análisis comparativo:
consideran su interpretación de la historia nacional demasiado román- I» "sajona" en el norte; la "latina o iberolusitana" en el sur.
tica y conservadora. Menos discutida la obra de B u a r q u e de Holanda En contraste con Francia y España, decía el historiador chileno Die-
v ensayos suyos como Raíces del Brasil (1936) y Visión del paraíso H<> Barros Arana, "los ingleses comprendían de muy diversa m a n e r a el
(1969) se consideran verdaderos clásicos de la historiografía del Bra- gobierno de las colonias, y a la s o m b r a de un régimen liberal formaron
sil.^ pueblos poderosos y florecientes de los que había de nacer m á s tarde
lina gran nación. Para la colonización del sur, en cambio, primero
vinieron los aventureros heroicos de propia iniciativa. Después vino
la burocracia. La espontaneidad de exploradores y soldados desapare-
HISPANISMO Y ANTIHÍSPANISMO ció completamente. Los colonos perdieron su individualidad y queda-
ron reducidos a la inacción completa. Ésta es la verdadera razón de
A las sucesivas generaciones de historiadores latinoamericanos ha co- In lentitud de los progresos de las colonias h i s p a n o a m e r i c a n a s . " 20
rrespondido no sólo una determinada orientación y formación científi- En el m i s m o sentido se expresaron el argentino J u a n Agustín Gar-
ca, sino también particulares problemas que aparecen como constantes cía, el venezolano José Gil Fortoul, el colombiano José María S a m p e r
en la obra de sus más destacados representantes. A la generación que o el mexicano Genaro García, para lomar como ejemplo sólo algunos
hizo la guerra de la independencia y luego asistió a la organización de nombres.
las nuevas naciones, le correspondió hacer el balance crítico de la obra La conciencia cristiana basada en el honor, la fe, el amor, sufrió una
cumplida por España en América y contribuir a establecer las institu- Interrupción en América. La Edad Media fue noble y fecunda. El colo-
ciones políticas v culturales para los nuevos estados. La r u p t u r a con nluje fue u n a empresa de explotación de tierras y h o m b r e s , decía Juan
la metrópoli y el abandono de las viejas lealtades exigía para los ame- Agustín García en La ciudad indiana.21
ricanos una explicación y una justificación ante sí mismos y ante la Para el historiador mexicano Genaro García, "la conquista de Amé-
opinión mundial, v en ninguna parte, fuera de la historia, podían en- rica fue o b r a de un pueblo b á r b a r o y una cruzada diabólica falseada
contrarse una y otra. pura contribuir a la apología del conquistador, cuya única verdad fue
Ante esta tarea, desde los orígenes de la historiografía republicana dicha por fray Bartolomé de las Casas".' 2 Respondiendo a las afirma-
oficial se produjeron dos corrientes -de pensamiento bien delimitadas. clones del escritor francés Aimery de la Rochefoucauld sobre que la
De un lado la integrada por los historiadores de formación "ilustrada", lltierra de independencia americana había sido una reacción negativa
positivista y liberal; del otro la de los de tendencia "tradicionalista", contra la obra civilizadora de España, decía el venezolano José Gil
católica y conservadora. Hispanistas y antihispanistas, partidarios y ad- l'oiloul:
versarios de la levenda negra compartieron el campo durante el siglo XIX
y las primeras décadas de la presente centuria. , 8 Para los primeros, no l,n obra civilizadora de España es un mito que no merece ser refutado. Es-
sólo fue necesaria v justificada la "independencia"; se requería también pitila no ha comprendido nunca la diferencia radical entre colonización y
una ruptura con la tradición de la cultura española y todos los valores coiK|iiista. España fue un pueblo esencialmente conquistador; cuando vencía
que ella significaba. Los del segundo grupo aceptaban la "independen- H los indígenas, su preocupación única era explotarlos sometiéndolos a un
cia", pero no la ruptura con las tradiciones hispánicas, cuyos valores l'tyjincn por tal modo autoritario que puede decirse que ella misma apre-
consideraban como la sustancia de la nacionalidad. O, como lo decía suró el movimiento de Independencia. Y ello explica por qué la guerra
«•plantista no fue sólo la resultante de la insurrección de la raza vencida
el escritor e historiador colombiano del siglo xix Sergio Arboleda, se
V ilc los mestizos, sino al propio tiempo, y sobre todo, el despertar de la
justificaba la independencia pero no la revolución. 1 ' 1
17
Véase Carlos Guillermo Mota, op. cit., pp. 7 ss. ilcsiii'i'ollo del antihispanismo en !a historiografía colombiana del siglo xix, véase
"* Sobre los orígenes v demás aspectos involucrados en el problema de la "le- Iniítir laramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, 1967.
yenda negra", véase Rómulo D. Carpía, Historia de la leyenda negra hispanoame- ""Diego Barros Arana, Historia de América, Buenos Aires, 1962, pp. 233-236.
ricana, Madrid, 1974. "' ('ilado por Cuccorese, op. cit., p. 30.
'''Sergio Arboleda, I.a República en América Ilspañola, Bogotá, 1951. Sobre el •"' r.n ( ' a r p i a , op. cit., p. 100.

jyjjL
J/iTME JAHAMILLO URIBE FRECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 35
34

conciencia del derecho y la civilización, de sociedades donde el elemento de España y de la civilización española al fondo de la obra, en vez de
español predominaba. No fue ciertamente para vengar a la raza india y a descargarle a n d a n a d a s de invectivas y de epítetos." 25
los pobres negros esclavos por io que los iniciadores de la independencia En c o n t r a p u n t o con la corriente antihíspanista e n c o n t r a m o s en la
sacudieron el yugo de España, sino porque comprendieron que todo pro- historiografía latinoamericana u n a visión hispanista que, iniciada con
greso era imposible mientras existiesen los lazos políticos entre la metró- cierta timidez desde los albores mismos de la era republicana, h a ido
poli y las nacientes nacionalidades. 23 ganando fuerza a m e d i d a que la perspectiva p a r a analizar la llamada
misión histórica de España se ha ido ampliando. Lucas Alamán y Carlos
En términos semejantes se expresaba el historiador colombiano José Pereira en México; Ricardo Levene, Vicente D. Sierra, Guillermo Fur-
María Samper, en su libro Ensayo sobre las revoluciones políticas y la dong y R ó m u l o D. Carbia en Argentina; Jorge Guillermo Leguía, José
condición social de las repúblicas colombianas, publicado en París en de la Riva Agüero o Raúl Porras Barrenechea en el Perú; Jaime Eyza-
185!. Utilizando la contraposición entre conquistas y colonización, que guirre y su escuela en Chile; José Manuel Groot en Colombia, quienes
los historiadores latinoamericanos del siglo xix t o m a r o n del conde de desde ángulos diferentes reaccionaron en defensa de la " o b r a civiliza-
Gobineau p a r a d e t e r m i n a r el carácter de la expansión anglosajona en dora" de E s p a ñ a y del contenido hispánico de la cultura latinoameri-
el norte del continente y de la de los españoles en el sur, Samper hace el cana. 28
siguiente balance de la obra cumplida por España en América:
Tal vez [el autor] haya conseguido levantarse sobre las divinizaciones de
En lo político, la dominación exclusiva de los españoles europeos (con ex- lu tradición literaria y sobre las parcialidades hostiles a todo lo español
cepciones fenomenales) ocupando todos los empleos públicos de alguna sig- -dice Carlos Pereira en la introducción a su Historia de la América Espa-
nificación, y sin radicarse en Colombia, con desprecio de las razas indígenas ñola— llegando hasta la comprensión exacta de una grandeza ignorada o
y mestizas y aún de los criollos. La clausura o reclusión de las colonias con negada por los monopolizadores de la opinión histórica que nos viene de
respecto al mundo exterior, en cuanto las relaciones no se limitasen a fuera. He pretendido destacar —agrega— la figura estoica del marino espa-
España o a las mismas colonias entre sí; y aún en tales casos bajo la res- ñol y del labriego español, el héroe anónimo, que es en realidad el autor
tricción de mil formalidades que hacían casi imposible la locomoción en de todo este movimiento de expansión. En el ambiente de la historia de
proporciones considerables. En lo social la instrucción pública descuidada los nombres propios saturados de mentiras consagradas como verdades, sen-
y reducida a proporciones muy mezquinas y entrabada por la inquisición, limos el potente aleteo del águila de los olvidados fundadores de naciones
la censura, el fanatismo y la superstición. Una población esencialmente ico- nuevas. Suya es nuestra sangre y en el orgullo de la filiación encontramos, tal
nólatra más que cristiana, pervertida por los ejemplos de mendicidad, de vez, una fuerza que nos da la evidencia de la verdad histórica. 27
disipación en el juego y la soberbia en las costumbres de las clases privile-
giadas, destinada por los cruzamientos de diversas y distintas razas a vivir Oponiéndose a quienes sólo vieron en el pasado colonial u n a herencia
bajo el régimen de igualdad, y sin embargo sujeta a instituciones abierta- negativa y a quienes pretendieron establecer una r u p t u r a entre el pe-
mente aristocráticas. En lo económico y fiscal, el monopolio bajo todas las riodo hispánico y el republicano de los países americanos, al referirse
formas posibles e imaginables: en el comercio exterior, en la minería y la a la historia argentina y a la m i s m a Revolución de Independencia Ri-
agricultura, en la industria." 1 cardo Levene afirmaba que:

Fue tan dominante este p u n t o de vista en la p r i m e r a etapa de la histo- Tul mutilación es absurda. Se impone integrar el amplio contenido de la
riografía latinoamericana de cuño liberal y positivista posterior a las historia colonial con la Historia de España, desde donde se contempla como
guerras de independencia que, mutalis mutandis, podrían hacerse exten- desde una cima, el sistema de nuestra historia como la del mundo. La Re-
sivas a toda ella las siguientes palabras del historiador Dionisio Enci- volución de 1810 está enraizada en su propio pasado y se nutre de fuentes
na, refiriéndose al caso de Chile: Ideológicas hispanas e indianas. Se ha formado durante la dominación es-
" E n el siglo xix, u n a historia de Chile que no representara el régimen paiiola y bajo su influencia, aunque va contra ella, y sólo periféricamente
colonial como una tiranía cruel, despiadada e insoportable y a E s p a ñ a i leñen resonancia los hechos del mundo exterior a España e Hispanoamérica
como un pueblo ignorante, sucio y retrógrado, indigno de a l t e r n a r con que constituían un orbe propio. Sería absurdo filosóficamente, además de
los pueblos civilizados de Europa, h a b r í a sido lapidada. Precisamente
u n o de los pocos reparos que oponía el lector a la Historia general de "" francisco Antonio Encina, "Breve bosquejo de la literatura histórica chilena",
B a r r o s Arana, era su frialdad de forma; el hecho de relegar el escarnio en Atenea, año xxvi, Santiago, septiembre-octubre de 1949, p. 54.
*" Siena, op. cit.; Diego Carbonel, Escuelas de historia en América, Buenos Aires,
IW3; Jaime de Eyzaguirre, Historia de Chile, vol. i, Santiago, 1854; José Manuel
'a Carlos Gómez y L. Hernández, El concepto de la historia en José Gil Fortoul, UP Groot, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, Bogotá, 1953.
Caracas, 1961, p. 30. "Curios Pereira, Historia de la América Hispánica, Madrid, 1920, p. 11.
'-'Jaime tlribe Jaramillo, op. cit., pp. 131-134.

JMk.
J A I M E JARAMILLO URIBE
36 l'KLCUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 37
serlo históricamente, concebir la Revolución de Mayo como una imitación
simiesca, como epifenómeno de la Revolución Francesa o Norteamericana. 28 densas culturas prehispánicas, el indígena h a sido y continúa siendo
un elemento esencial de la nacionalidad, como México, Perú, Ecuador,
Guatemala y Bolivia; el mestizaje en aquellos en q u e p o r la rápida
Pero quien con mayor claridad y energía ha expresado esta tendencia
desaparición de las poblaciones indígenas, se constituyó desde las pos-
hacia la revaluación de la " o b r a " de E s p a ñ a en América, h a sido quizás
trimerías del régimen colonial u n a población p r e d o m i n a n t e m e n t e mes-
el humanista colombiano Miguel Antonio Caro. En su estudio sobre la
tiza, como Colombia, Venezuela y Chile; la inmigración en la Argentina
conquista, puesto como prólogo a la Historia del Nuevo Reino de Gra- y Uruguay; el Imperio y la República en Brasil, cuyo desarrollo histó-
nada de Lucas Fernández de Piedrahita, no sólo ha defendido con sin- rico presenta fuertes contrastes con los demás países del continente
gular combatividad la gestión histórica de España en América, sino que no sólo p o r el hecho de su ascendencia lusitana, sino p o r la circuns-
ha visto en los valores de su cultura el camino p a r a que los países tancia de ser el único país latinoamericano que tuvo un estado monár-
hispanoamericanos conserven su autenticidad ante las influencias de quico h a s t a fines del siglo xix y donde el sistema republicano, a d e m á s
otras culturas: de haber sido tardío, se presentó sin la mediación de u n a guerra con la
metrópoli.
Si queremos una tradición de sabiduría política, ahí están no sólo los teó-
ricos españoles de la Edad de Oro, sino la historia misma de sus hombres Por su carácter de crisol de razas, el problema del contacto de etnias
de estado; ahí está sobre todo la secular obra de gobierno de una nación y culturas h a sido un tema específico de la historiografía latinoamerica-
que dio siempre a sus grandes tareas políticas un contenido religioso y na. La valoración del componente hispánico o ibérico, del indígena y del
practicó la unión del Estado y la Iglesia como base de la cohesión de la negro en su formación nacional, ha establecido p o r tanto líneas diviso-
sociedad. Si queremos extender la civilización a todos los sectores sociales, rias entre las generaciones y tendencias de la historiografía continen-
no tenemos sino que recordar, a fin de emularlos y superarlos, los ejemplos tal. Los historiadores del siglo xix, fuertemente influidos p o r las doc-
de la política cristiana que nos ofrecen las leyes de Indias; si anhelamos un I riñas positivistas, darwinistas y racistas europeas aceptaron abierta o
vehículo excelso de comunicación y expresión, ahí está la lengua española, indirectamente la superioridad de la raza blanca y d e n t r o de ésta, de
creada por el genio hispánico y engrandecida y pulida por los clásicos de
los grupos anglosajones. "Gobernar es poblar", fue la consigna dada
su literatura. Si queremos en fin, ser algo, ser simplemente, no tratemos
de cambiar el eíhos, la constitución espiritual que queramos o no nos trans- por Alberdi en Argentina, pero p o b l a r n o de cualquier manera, sino con
mitieron nuestros abuelos. Seamos fieles a la idea española de la vida y a Inmigrantes blancos europeos y ojalá con anglosajones. El m i t o del
sus ideales de honor, magnanimidad, honra, religiosidad y heroísmo. La hombre blanco llegó a estar tan fuertemente arraigado en el pensa-
tradición española se ha hecho con valores excelsos, y además, es la nuestra. 29 miento de los intelectuales latinoamericanos de orientación positivista
del siglo xix, que a u n el tipo español y latino llegó a ser subestimado.
La "leyenda negra" española se nutrió en parte considerable de esta
actitud. No era p o r t a n t o extraño que las contribuciones de las culturas
Indígenas y negras a la formación nacional y la sobrevivencia en mu-
EL CONTACTO DE RAZAS Y CULTURAS
chos de ellos de amplios núcleos de población negra e indígena fuera
considerada como u n " h a n d i c a p " p a r a el desarrollo de la civilización
en sus territorios. Los escritores e historiadores m á s benévolos, como
La a r g u m e n t a d a unidad del proceso histórico y el afirmado común sus- Lucas Alamán o J u s t o Sierra en México, a d o p t a r o n frente a esos grupos
trato de la cultura latinoamericana produce en la historia de América una actitud paternalista y u n a aceptación resignada. 3 0
Latina problemas comunes, que dan al pensamiento histórico u n a cierta
homogeneidad. Mas al margen de la comunidad de las grandes líneas Las nuevas tendencias de la historiografía latinoamericana, en cam-
de dicha historia, los orígenes prehispánicos configuraron también e n t r e bio, h a n reaccionado c o n t r a esas posiciones. ¿Por qué razones? El his-
las diversas naciones diferencias que se h a n m a n t e n i d o y h a n produ- toriador p e r u a n o Jorge Basadre las resume así en el caso especial de
cido en cada u n a de ellas fenómenos particulares que h a n solicitado .su país y de la población indígena:
especial atención de los intérpretes de su formación nacional. La escla-
vitud y el aporte de la población negra en aquellos países q u e recibie- l',l interés y simpatía hacia los indios, hacia las culturas pre-incas y hacia el
ron considerables contingentes de población africana en los siglos xvi, Imperio de los incas en especial, ha sido estimulado en el Perú, entre otros
x v n y xviii, como Brasil, Cuba y los países del Caribe; unido al p r o b l e m a liulores por los siguientes: a) los testimonios de Garcilaso y del padre Las
indígena en los que, p o r haber tenido en sus territorios complejas y Casas durante la Conquista y la época origen de la leyenda negra; b) el mo-
l
2R
Citado por Cuccorese, op. cit., p. 230. "' Sobre el Movimiento independentista americano véase Miguel León-Portilla,
"''Citado por Jaramillo Uribe, op. cit., p. 91. ",'OIH4 os el indigenismo interamericano?", en Cuadernos Hispanoamericanos, núm.
.'01, Madrid. 1066, pp. SSO S76.

jy|L
IHECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 39
38 JAIME JARAMILLO URIBE
de sus tierras y el otorgamiento de todos sus derechos, indigenismo
vimiento europeo que exaltó la bondad del hombre en estado de naturale-
c hispanismo h a n dividido a los historiadores mexicanos en u n debate
za, que se inició con Montaigne y llegó hasta Rousseau, alcanzando vasta
repercusión directa e indirecta; c) ios exponentes del romanticismo a prin- que a ú n no h a t e r m i n a d o . Figuras como Alfonso Teja Zafre y Luis Cha-
cipios del siglo xix que no sólo trataron de los indios y de los incas litera- ve/. Orozco n o se c o n t e n t a r o n con defender al indio y con a c e p t a r su
riamente, sino que también tuvieron representantes científicos como, en el capacidad de ser educado e incorporado a la vida nacional, como lo
campo de la lingüística, Tschudi; d) los autores protestantes, sobre todo habían hecho los liberales del siglo xix, un Justo Sierra o un Francisco
anglosajones, que estudiaron con sentido crítico la obra de España en Amé- l'irnentel; p a r a ellos e r a necesario aceptar el concepto de q u e la nacio-
rica y con simpatía a los indios, incluyendo a Prescott; e) los positivistas nalidad mexicana era esencialmente indígena y buscar las bases de su
que ya a fines del siglo xix hicieron la vivisección del sistema y de las cultura nacional en la herencia prehispánica tan rica y profunda en el
instituciones coloniales y directa e indirectamente pudieron ayudar a la reí- cuso particular de México. 33
vindicación de la época prehispánica; f) los sociólogos marxistas alemanes Al renacimiento del indigenismo contestaron los defensores de ia tra-
como Cunow, cuyo interés predominante fue el problema de la economía dición hispánica que con tanto brío había defendido en el siglo anterior
colectivista del antiguo Perú; g) los exploradores interesados en las ciencias Lucas Alamán. José Vasconcelos, en primer lugar, hizo la defensa del
naturales, como Reiss y Stübel, pero que de hecho contribuyeron al mayor
componente español y católico de la nacionalidad mexicana en su libro
conocimiento de la civilización aborigen; h) los arqueólogos que como Max
Uhle y Julio C. Tello hicieron desde principios del siglo xx descubrimientos lllises criollo (1937). Con su concepto de "raza cósmica", planteó luego
sensacionales de yacimientos culturales antes no sospechados, ampliando el la integración de los distintos tipos étnicos que h a n contribuido a
horizonte de las culturas pre-incas y los etnólogos, antropólogos y sociólogos formar la población americana, latinos y sajones incluidos, como solu-
europeos y americanos que estudiaron a los indios y al Perú pre-inca; i) en el ción p a r a sus tensiones raciales y como fórmula original que el conti-
plano literario e ideológico, Manuel González Prada, al afirmar que los indios nente podría ofrecer a la historia de ía civilización. 34
constituyen el verdadero Perú, que nuestra forma de gobierno se reduce a La exégesis y defensa del mestizaje ha sido o t r a de las formas que
una gran mentira porque no merece llamarse República democrática un es- en la historiografía latinoamericana ha adoptado la revaluación de lo
tado en que dos o tres millones de individuos viven fuera de la ley y, por Indígena y Jo negro. El mestizaje no sólo ha sido conveniente p a r a su
último, que la cuestión del indio más que pedagógica, es económica y so- evolución social y fecundo p a r a el desarrollo de su cultura, sino el
cial, porque lo que hay que predicarles es rebeldía pues todo blanco es, más más valioso a p o r t e de América Latina a la convivencia de razas y cul-
o menos, un Pizarro, un Valverde o un Areche; j) los defensores morales o Ituas. Gracias al mestizaje, América Latina ha evitado los conflictos
legales del indio, agrupados en la primera parte del siglo en la Asociación
lucíales característicos de las naciones segregacionistas y creado en
pro-indígenas con Joaquín Capelo, Pedro Zulen, Dora Mayer y otros; k) los
marxistas, sobre todo los comunistas, que, ahondando y sistematizando nljíiinos países verdaderas democracias raciales. El mestizaje y la aper-
las palabras citadas de González Prada, después de 1923 insistieron en que tura del colonizador portugués ai contacto con culturas y razas dife-
la base de la revolución social tenía que ser agraria y racial y otros grupos renles, es lo que ha evitado al Brasil los problemas raciales que h a n
que coincidieron en esa prédica bajo la influencia de la Revolución Mexi- (cuido, p o r ejemplo, los E s t a d o s Unidos, y lo q u e h a dado a la cultura
cana; 1) los intelectuales y artistas regionalistas y serranistas, sobre todo hnisileña su originalidad y sus encantos. Son las conclusiones que se
en el Cuzco, con hostilidad hacia Lima, a la costa y a los blancos, uno de desprenden de las o b r a s del historiador y antropólogo brasileño Gil-
cuyos exponentes podría ser el libro Tempestad en los Andes de Luis E. berto Freyre, sobre t o d o de su obra clásica Casa grande e senzala
Valcárcel.31 (!W).36

La justificación de la importancia del pasado prehispánico y del indi-


genismo como actitud práctica y teórica fue admirablemente expresado t
p o r el historiador boliviano Federico Ávila en su libro La revisión de "IMIMOCRACIA Y CAUDILLISMO
nuestro pasado, al afirmar que cien años de república y aun tres siglos
de conquista y colonización españolas no pueden valer-más que varios
milenios de las edades precolombinas. 3 2 Lus vicisitudes de las formas republicanas de gobierno y la inestabili-
Donde m a y o r resonancia adquirió el movimiento indigenista fue en dad política de los países latinoamericanos íntimamente ligadas al fe-
México gracias a la revolución de 1910 que inscribió en sus b a n d e r a s 1,1
la total reincorporación del indio a la sociedad mexicana, la devolución Robcrl Potash, "Historiografía del México independiente", en Historia Mexi-
cana, México, El Colegio de México, núm. 39, marzo de 1961.
: "' Víctor Alba, Historia de las ideas sociales en México, México, 1960, pp. 277 <¡s.
" Jorge Basadre, "La experiencia histórica peruana", en Ensayos sobre la historia "•Gilberto Freyre, Casa grande y senzala, ed. española, Buenos Aires, Emecé.
del Nuevo Mundo, México, IPGH, 1951, pp. 347-348. Noble Freyre y su obra, véase Carlos Guillermo Mota, art. cit.
12
Citado por Basadre, op. cit., p. 349.

!n|L
40 JAIME JARAMILLO URIBE
I III ( U E N C I A S T E M Á T I C A S DE LA I 1 ISTORlOCRAh'ÍA I.A IT NOAMEK1CANA 41

nómeno del caudillismo en la forma típica en q u e éste se h a d a d o en


laso, la personalidad de Juan Manuel de Rosas, el caudillo q u e rigió
ellos, ha sido u n o de los constantes motivos de reflexión de los histo-
los destinos nacionales d u r a n t e treinta años, ha sido el c e n t r o de una
riadores del continente. H a s t a tal p u n t o que la contraposición caudi-
larga e intensa controversia iniciada a comienzos del siglo, q u e aún no
llismo-democracia ha servido de línea divisoria y referencia p a r a de-
lia terminado y que h a dado lugar al llamado revisionismo histórico
m a r c a r las corrientes de la historiografía y ubicar la posición política
argentino. ¿Fue Rosas simplemente un caudillo y un tirano, producto
de sus historiadores. Tal h a sido el caso de países como Argentina, Mé-
del atraso y la barbarie, como lo sugería la historiografía tradicional
xico y Venezuela, en cuya historia la obra de gobierno de ciertos cau-
inspirada en las tesis sostenidas p o r Sarmiento en su Facundo'? ¿Fue
dillos —un Rosas, u n Porfirio Díaz, u n Guzmán Blanco o u n J u a n
su obra de gobierno la negación del progreso intelectual y m o r a l de
Vicente Gómez— ha llegado hasta p r o d u c i r hitos en la periodización
la nación, como se p o d r í a deducir de las obras de Mitre, Alberdi, Vicen-
de la historia nacional y a producir escuelas de interpretación histórica.
te Fidel López y demás historiadores liberales, sus c o n t e m p o r á n e o s y
La m á s amplia y coherente explicación del caudillismo latinoamerica- udversarios políticos? La obra de Adolfo Saldías, Historia de Rosas y su
no ha sido quizás la formulada p o r el historiador venezolano Laureano época aparecida en 1883 inició la revisión de esa postura, con base en
Valleniila Lanz. Según las tesis expuestas en su libro Cesarismo demo- lina rica documentación y evadiendo las valoraciones ideológicas de los
crático (1919), el caudillo es un fenómeno natural en las condiciones contemporáneos de Rosas. Por la misma vía le siguieron E r n e s t o Que-
sociales e históricas q u e prevalecieron y han prevalecido en los países nada con su libro La época de Rosas y su verdadero contenido histó-
latinoamericanos después de conseguida su independencia de España. rico (1894); David Peña con su rehabilitación de Facundo Quiroga, el
Algo m á s , el caudillismo ha sido en América Latina un p r o d u c t o de la caudillo q u e sirvió a Sarmiento para simbolizar la barbarie, y Juan
democracia. Los a r g u m e n t o s expuestos p o r el historiador venezolano Alvarez con sus Estudios sobre las guerras civiles argentinas.
en defensa de su tesis son de índole histórica y sociológica. Los pri-
meros so refieren a la personalización del poder que u n a tradición La gran depresión de 1930 produce en América Latina u n a nueva toma
monárquica secular estableció en los pueblos de América. El latinoame- de conciencia de sus problemas, de su dependencia económica y política
ricano de la sociedad colonial, como el español mismo, simbolizó el ron respecto a los Estados Unidos en unos casos, a Inglaterra en otros,
poder del E s t a d o en su rey y no en un cuerpo representativo como como en el caso argentino. El nacionalismo es ahora el signo dominante
el parlamento. Una vez producida la independencia, el latinoamericano en ciertos medios políticos y la historia, u n a vez m á s , es la llamada a
encarnó esa vivencia en los caudillos de la República: San Martín, Bo- darle fundamentos. Dentro de este clima, para los historiadores refor-
lívar, Juárez, Porfirio Díaz, Rosas, García Moreno, etcétera. mistas argentinos la figura de Rosas surge como el símbolo de las lu-
d i a s p o r la soberanía y los intereses de la nación frente a las fuerzas
Los argumentos sociológicos se apoyan en los factores geográficos, del imperialismo económico y político. La obra de Carlos Ibarguren,
sociales y raciales dominantes en los países hispanoamericanos en el Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama, su tiempo (1930) m a r c a un
siglo xix. Una sociedad basada en la segregación racial como la colo- hilo en la segunda etapa del revisionismo histórico argentino. En su
nial, h e r e d a d a y no modificada en las primeras etapas de la República, obra y en la de Julio Trazusta, Rosas aparece como uno de los creadores
no era la m á s indicada para practicar el principio de la democracia ilc la m o d e r n a Argentina, paladín de la unidad nacional y forjador de
moderna. La clase dirigente de algunos países latinoamericanos —Va- la política exterior argentina de resistencia a las pretensiones de las
lleniila tiene en consideración especialmente el caso venezolano—, ante potencias imperialistas, particularmente a las ambiciones de Francia
el temor a u n a rebelión de las castas y ante !a inexistencia de las bases v Inglaterra en el siglo xtx. 38
de educación y desarrollo social indispensables p a r a la práctica del go-
bierno civil y democrático, prefirieron ponerse bajo la protección de La historiografía académica y universitaria argentina también ha
los caudillos a pesar de q u e paradójicamente, e n general, éstos surgie- desempeñado su papel en el revisionismo histórico. Desde la dirección
ron en América Latina del pueblo y no de las tradicionales oligarquías ili'l Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad de Buenos
nacionales. 3 6 Aires, Emilio Ravignani inicia la reacción contra el "criterio de familia
y el culto a las e s t a t u a s " en la reconstrucción de la historia argentina,
Pero h a n sido los historiadores argentinos los q u e m a y o r significa-
dirigiendo la publicación de u n a serie documental sobre Rosas y el
ción e importancia h a n dado al fenómeno del caudillismo. 3 7 E n este

'«Laureano Valleniila Lanz, Cesarismo democrático, 4' cd., Caracas, 1961. Tam- Hr;iiri/. Boch, Afilio Cornejo, Julio Irazusta, Manuel Lizondo Borda, Susana N.
bién Manuel Caballero y otros, I-.l concepto de la historia en Laureano Valleniila dr Molina.
;,H
Lanz, Caracas, 1966. Véase Carlos Ibarguren, Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama, su tiem-
37
Véase Encuesta sobre el caudillo, Cuadernos de Sociología núm. 4, Buenos l>n. Buenos Aires, 1948; Julio Irazusta, Vida política de Juan Manuel de Rosas a
Aires, Universidad Nacional de La Plata, 1966. Estudio dedicado al fenómeno del truvt's de su correspondencia, Buenos Aires, 5 vols., 1953-1961. Examen crítico del
caudillismo en la historia argentina, en que colaboran Héctor Domingo Arias, debate i-n Tulio Halperín Donghi, El revisionismo histórico argentino, México,
Sif.lo XXI, 1070. También Miguel Ángel Scena, op. cit.

tyál
42 JAIME JAKAMILI/J UKIBC, HtLCUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 43

periodo federal, Ricardo Levene en su Proceso histórico de Lavalle a A la tendencia revisionista manifiesta en la historiografía contempo-
Rosas (1960), E n r i q u e M. Barba en Rosas y su época (1961) y José ránea de América Latina, en el caso mexicano podría agregarse los tres
Luis Busaniche con su defensa de Artigas como fenómeno democrático, volúmenes de Daniel Cosío Villegas sobre El porfiriato, incluidos en la
completan el cuadro de la revisión de la historia argentina y del fenó- Historia moderna de México, que h a n a r r o j a d o nueva luz sobre este
meno de los caudillos, frente a los juicios de la historiografía libera] controvertido periodo de la historia mexicana en que se mezclaron en
y la retórica de los intelectuales. 3 9 contradictorio cuadro, como en el caso del rosismo argentino, la dicta-
La revolución peronista de 1945 y las nuevas tendencias políticas na- dura política con el progreso económico, la paz r o m a n a con la moder-
cionalistas y populistas configuran u n a tercera tendencia del revisio- nización, el nacionalismo con la complacencia hacia la penetración del
nismo histórico argentino, u n a vez m á s ligada al tema de los caudillos capital extranjero.
y de la personalidad de Rosas. Su legado político, su nacionalismo, las
orientaciones de su política exterior, su enfrentamienío con Inglaterra,
son reivindicados y proyectados hacia la historia reciente como justi
ficación de los ideales políticos de los movimientos populares argenti- IIIIU-IOGRAFÍA
nos. En el centro de la nueva tendencia se ha colocado el historiador
José María Rosa, a u t o r de una Historia argentina y quien en 1958, con
su libro La caída de Rosas, dio u n nuevo giro a las interpretaciones Barrera, Isaac J., Historiografía del Ecuador, México, Instituto Panamericano
tradicionales sobre el movimiento que depuso al caudillo bonaerense de Geografía e Historia, 1955.
en 1853, explicándolo c o m o una batalla dada por la diplomacia brasile- Uasadre, Jorge, "La experiencia histórica peruana", en Ensayos sobre la
ña, que s u p o explotar el vagaroso universalismo europeizante de los historiografía del Nuevo Mundo, México, Instituto Panamericano de Geo-
emigrados y la ambición de riquezas de Urquiza."' grafía e Historia, 1951.
Heyhaut, Gustavo, "Tendenze e problemi nella storia contemporánea della
Muy cercana al tema de los caudillos se encuentra en la historiogra- America Latina", en Revista Storica Italiana, Ñapóles, año i.xxvi, 1964,
fía latinoamericana la crítica del E s t a d o liberal y de sus aspectos cone- pp. 38-54.
xos como las contraposiciones centralismo-federalismo, gobierno presi- Hriceño Iragorri, Mario, "Apuntes sotare los estudios históricos en Venezue-
dencial fuerte y prerrogativas parlamentarias, sufragio universal o la", en Revista de Historia de América, México, Instituto Panamericano
limitaciones al voto ciudadano. Para muchos historiadores latinoameri- de Geografía e Historia, núm. 24, 1947.
canos, fue u n desacierto de los fundadores de las nuevas repúblicas Carbonel, Diego, Escuelas de historia de América, Buenos Aires, 1943.
haber a d o p t a d o para los nuevos estados los principios constitucionales Carpía, Rómulo, Historia crítica de la historiografía argentina, Buenos Aires,
franceses o norteamericanos. Según sus críticas, el arraigo de la tradi- 1940.
ción m o n á r q u i c a española, los bajos niveles educativos de las amplias -, Historia de la leyenda negra hispanoamericana, Madrid, Consejo de
masas de la población, la subsistencia de grupos sociorraciales n o sufi- la Hispanidad, 1944.
cientemente integrados a la nacionalidad, la fuerza económica de las (lardoso, Efraín, Historiografía del Uruguay, México, Instituto Panamericano
oligarquías locales, en fin, los múltiples factores de fragmentación y de Geografía e Historia, 1969.
anarquía hacían imposible o muy aleatorio el funcionamiento de la de- Carrera Damas, Germán [comp.], Historia de la historiografía venezolana,
Caracas, ucv, 1967.
mocracia en los territorios latinoamericanos. Como ejemplo de esta
. , Historiografía marxista venezolana y otros temas, Caracas, ucv, 1967.
tendencia, podría tenerse la posición asumida ante la Constitución de Correa Film Virgilio, "Estudios históricos no Brasil", en Revista de Historia
1857 por los historiadores mexicanos Ricardo García Granados, Fran- de América, núm. 27, México, Instituto Panamericano de Geografía e His-
cisco Bulnes y Ricardo Rabasa en sus obras Historia de México desde toria, 1949, pp. 46-55.
la Restauración de la República en 1867 hasta la caída de Porfirio Díaz Cazas, Daniel, "Indigenismo en México, pasado y presente", en Historia y
(1926), El verdadero Díaz y la Revolución (1920) y La evolución histó- Sociedad, núm. 5, México, 1956, pp. 66-85.
rica de México (1920). Siendo muy divergentes en m u c h o s aspectos, dice Cuccorese, Horacio, Historia crítica de la historiografía socioeconómica ar-
Robert A. Potash, Bulnes, Rabasa y García Granados coinciden en atri gentina del siglo XX, La Plata, 1975.
b u i r a las cláusulas p o c o realistas de la Constitución de 1857 gran De Amral Lapa, José Roberto, Historiografía brasilera contemporánea, Cam-
p a r t e de la culpa de que Porfirio Díaz se adueñara de! gobierno, con- piñas, 1974 (mimeograñado).
virtiéndose en dictador. 4 1 I'.mina, Francisco Antonio, "Breve bosquejo de la literatura histórica chi-
lena", en revista Atenea, año xxvi, septiembre-octubre de 1949, Santiago
39
Scena, op. cit., pp. 228 ss. de Chile.
40
Scena, op. cit., pp. 312-315. I'.scuela de Historia de la ucv, El concepto de la historia en Laureano Valle-
41
Robert A. Potasb, Historiografía mexicana, op. cit., pp. 371 ss. nilla f-anz, ('anuas, 1955.

jyl
I RECUENCIAS TEMÁTICAS DE LA HISTORIOGRAFÍA LATINOAMERICANA 45
44 JAIME JARAMILLO URIBE
Villalobos, Sergio, "La historiografía económica de Chile y sus comienzos",
-, El concepto de la historia en Lesandro Alvarado, Caracas, 1953. en Historia, revista del Instituto de Historia de la Universidad Católica
Halperín Donghi, Tulio, El revisionismo histórico argentino, México, Siglo de Chile, Santiago de Chile, núm. 10, 1971, pp. 7-55.
XXI, 1970. Villoro, Luis, "Historia de las ideas", en Historia Mexicana, núms. 58-59,
Ibáñez S., Tomás, Don Crescente Errázuriz, su vida y su personalidad, San- vol. xv, núms. 2-3, México, El Colegio de México, 1966.
tiago de Chile, 1938.
Kroeber, Clifton B., Rosas y la revisión de la historia argentina, Buenos
Aires, Fondo Editor Argentino, sin fecha.
Larroyo, Francisco, "La historiografía erudita", en La filosofía americana.
Su razón de ser, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1953.
León-Portilla, Miguel, "¿Qué es el Indigenismo Interamericano?", en Cua-
dernos Hispanoamericanos, núm. 201, Madrid, 1966, pp. 559-576.
Meló, Jorge Orlando, "Los estudios históricos en Colombia", en Revista de
la Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional, núm. 2,
Bogotá, 1969, pp. 15-41.
Mellare, Rolando, Barros Arana americanista, Santiago de Chile, Universi-
dad de Chile, 1958.
Mondragón, Alberto, "El revisionismo histórico argentino. Síntesis crítica
de su historiografía", en Arturo Juarctche, Política nacional y revisionismo
histórico, Buenos Aires, 1959.
Mota, Carlos Guillermo, "La historiografía brasilera de los últimos 40 años.
Tentativa de evaluación crítica", en Debate y Crítica, núm. 5, Sao Paulo,
1975.
Nuria, José María, Un panorama de la historia de la historiografía mexica-
na, Guadalajara, Ed. Facultad de Filosofía y Letras, sin fecha, 39 pp.
Oddone, Juan Antonio, "La historiografía uruguaya en el siglo xix", en
Revista Histórica de la Universidad de Montevideo, 2-.' época, núm. 1.
Ortega y Medina, Juan A. [editor], Conciencia y autenticidad históricas, Ho-
menaje a Edmundo Q'Gorman, Universidad Autónoma de México, Méxi-
co, 1968.
Pérez Carrera, José Manuel, Historiografía en Cuba, México, Instituto Pan-
americano de Geografía e Historia, 1962.
Potash, Robcrt A., "Historiografía del México independiente", en Historia
Mexicana núm. 39, vol. x, enero-marzo de 1961, México, El Colegio de
México.
Pressor, Catts; Trouillot, Ernat y Trouiüot Henock, Historiografía de Haití,
México, 1953.
Rodríguez, José Honorio, "La historiografía brasilera y el actual proceso his-
tórico", en "Historiografía y Bibliografía Americanista", Sección del Anua-
rio de Estudios Americanos, Sevilla, 1967, pp. 63-88.
, Historiografía del Brasil. Siglo XVII, México, Instituto Panamerica-
no de Geografía e Historia, 1953.
Scena, Miguel Ángel, Los que escribieron nuestra historia, Buenos Aires, 1975.
Skidmore, Thomas E., "The historiography of Brasil (1899-1964)", parte i,
en Hispanic American Historical Review, vol. 55, núm. 4, noviembre de
1975, pp. 716-748, parte n , vol. 56, enero de 1976, pp. 61-109.
Susto, José Antonio, "Historia de Panamá escrita por panameños", en Re-
vista de Historia de América, México, Instituto Panamericano de Geogra-
fía e Historia, núms. 35-36, 1953.
Tauro, Alberto, "Historia de e historiadores del Perú", en Revista de His-
toria de América, México, Instituto Panamericano de Geografía e Histo-
ria, 1949, pp. 1 43.

yi
INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO INliiHROGACIONEí;. SOBRE EL PENSAMIENTO FjLOSÓFICO 47

ARTURO ANDRÉS ROIG nieros— podría señalarse con variantes respecto de las diversas zonas
culturales latinoamericanas. 2
Además, en relación con aquella constitución étnica de la que hemos
hablado, se creyó posible m o s t r a r la existencia de ciertas actitudes hu-
manas que influyeron de m o d o m u y directo en los procesos ideológi-
cos. Así, el acentuado " e u r o p e i s m o " que ha caracterizado a ciertas élites
intelectuales de Argentina y Uruguay no tiene u n a presencia equivalen-
1. La naturaleza del pensamiento filosófico latinoamericano, sus carac-
te en naciones en las que se encuentran vigentes tradiciones culturales
teres y desarrollo, así como también los modos de la práctica filosófica
no europeas, que Darcy Ribeiro ha d e n o m i n a d o "pueblos testimonio",
misma, constituyen u n conjunto de temas de creciente interés en Amé-
u saber, entre otras ¡as poblaciones sobrevivientes de las culturas maya,
rica Latina. La historia de esta preocupación no es, además, reciente y
u/teca o incaica. 8
presenta un ya largo proceso de discusión y elaboración.
En cuanto problema de alcance continental, esta temática ofrece u n Al intentar una historia de la filosofía entendida como q u e h a c e r aca-
desarrollo ciertamente complejo dentro del cual son casi intangibles démico surgido de las universidades, e n c o n t r a m o s que la m i s m a n o ten-
los aportes de u n a tan rica diversidad frente a los pretendidos caracte- dría igual importancia en todos los países del continente. Así, Argen-
res de una unidad, que solamente puede justificarse dentro del m a r c o lina, Uruguay, Chile y Brasil apenas m o s t r a r o n producciones de interés
de una corriente muy específica del pensamiento filosófico latinoame- para una historia filosófica de este tipo a fines del siglo XVIII, cuando
ricano. México y ei Perú ya poseían centros académicos de relevancia a p a r t i r
del siglo xvi. Durante el siglo xix, se m a n t u v o a p e s a r de la aparición
Desde este p u n t o de vista, la unidad y diversidad que m u e s t r a este
«ucesiva de nuevos centros filosóficos i m p o r t a n t e s (Buenos Aires, Mon-
pensamiento en su historia no son ajenas a la unidad y diversidad de
tevideo, Río de Janeiro, Recife, La H a b a n a , etc.) u n p a n o r a m a de cre-
la cultura propia de América Latina, y dependen de una serie de fac-
cimiento desigual que comenzará a ser superado aceleradamente a par-
tores de tipo económico, antropológico, lingüístico, político, etc., que
han de ser tenidos necesariamente en cuenta si se desea explicar las tir del p r i m e r cuarto del siglo xx. E n nuestros días, la labor filosófica
modalidades comunes y las dispares, visibles en el desarrollo m i s m o del universitaria ha alcanzado un volumen y una extensión tales que ya no
pensamiento. es tarea difícil seguirla en sus corrientes y producciones.
Por otro lado, si a éste lo presentamos ateniéndonos a ciertas cate- Aquí pudiera señalarse el amplio movimiento intelectual contempo-
gorías historiográficas, tales como la de las "concepciones del m u n d o rrineo de América Latina que, en cierto m o m e n t o , se p r o p u s o alcanzar
y de la vida", no se podrían dejar de considerar las diversidades que una visión orgánica y unitaria de sus diversas formas culturales, acorde
pretenden surgir de la constitución étnica y lingüística de los diversos con un renacimiento de los viejos ideales bolivarianos de " u n i d a d " del
pueblos que integran América Latina, así como también de sus estruc- continente. Nada sería, sin embargo, más ajeno a la realidad que el
turas sociales. desconocimiento de las diversidades, hecho que p o d r í a llevar a equivo-
cados esquemas y generalizaciones. No se t r a t a de postular formas ilu-
El amplio movimiento de "miscigenación racial" visible en algunas
aorias de unidad, sino de p r o p e n d e r a la integración dialéctica de lo u n o
regiones llevó a José Martí a hablar de "nuestra América mestiza". 1 A
y lo diverso.
pesar de todo y reconociendo las dificultades de la cuestión, la forma
en que estos procesos se h a n dado históricamente dieron pie p a r a que Un aspecto que no h a permitido u n a visión suficientemente orgánica
algunos pensadores creyesen en la posibilidad de d e t e r m i n a r ciertas y completa del desarrollo del pensamiento de América Latina ha consis-
categorías generales, hoy discutidas. tido en que se h a entendido que aquélla la integran de m o d o exclusivo
Incluso, se han llegado a establecer comparaciones entre la cultura la América hispánica y la América lusitana. Incluso la expresión "pen-
de las ciudades situadas en los litorales marítimos (Buenos Aires, Gua- Niiiniento de América Latina" tiene, sin embargo, el inconveniente de
yaquil, Lima, Montevideo, Río de Janeiro) y la de las del interior (Mé- no señalar la existencia de otros desarrollos del pensamiento que n o
xico, Bogotá, Quito, Cuzco, Córdoba), a fin de señalar, sobre todo p a r a quedan comprendidos terminológicamente, pero que de hecho podría
ciertas etapas, fuertes disparidades en el desarrollo del pensamien- NCI entendido que también !o constituyen, si bien de diverso m o d o . Si
to. Este hecho que ya había sido observado p o r Domingo Faustino HV lo reduce a pensamiento expresado en ¡as lenguas latinas indicadas,
Sarmiento —quien propuso en su Facundo el trazado de u n a " c a r t a
geográfica de las ideas", tema r e t o m a d o más adelante por José Inge- ".losé Ingenieros, Evolución de las ideas argentinas, Buenos Aires, Librería El
Alonen, 1951, tomo i, caps, i y n y Abelardo Villegas, Reformismo y revolución
1 en el pensamiento latinoamericano, México, Siglo XXI, 1972, p. 39.
José Martí, "Nuestra América", en Martí y la primera revolución cubana, " Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización, Buenos Aires, Centro Editor de
pp. 11-13, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1971, 158 pp. América Latina, 1972, p. 534.
|461

L-
48 ARTURO ANDRÉS ROIG INIIHHOCACIONÍ-S SOBRr. IX ÍM'.NSAMIFNTO I I I.OSÓI'ICO 4')

queda excluido el pensamiento náhuatl, quechua y otros, como asimis- dente. A fines del siglo x v m comienzan a ser leídos d e n t r o de la esco-
mo formas expresadas en lengua francesa, inglesa u holandesa, del lástica hispanolusitana, autores modernos franceses e ingleses que más
Caribe, etc. La actual tendencia dentro de los estudios del pensamiento «delante, principalmente d u r a n t e el siglo xix y parte del xx ejercerán,
en América Latina radica en la forma de considerar la complejidad de sobre todo los primeros, una influencia casi exclusiva. Este hecho ha
todos esos desarrollos d e n t r o de sus respectivos contextos históricos y llevado a establecer necesariamente dentro de la historiografía filosó-
culturales. fica una periodización que muestra una elevada homogeneidad.
El problema de "unidad y diversidad" del pensamiento de América
Latina así entendido debe ser además considerado teniendo en cuenta 2. l a problemática de la unidad, diversidad y extensión del pensamien-
la historia del pensamiento filosófico español y portugués, tanto en la to filosófico latinoamericano, tal como lo hemos presentado, exige la
época colonial (fines del siglo xv hasta las guerras de "independencia" lotnprensión de los modos en que ese pensamiento se ha desarrollado
que se suceden a lo largo de todo el siglo xix), como en su evolución y del tipo característico de pensador que ha ejercido la función filo-
posterior h a s t a nuestros días. Además, sería interesante conocer la sófica. El "historicismo" con sus diversos matices ha impulsado hacia
historia de las formas de pensamiento de otros países que integran Una interpretación de las ideas en relación con los diversos contextos
América Latina (Filipinas, antiguas posesiones portuguesas del África, Noriales y al abandono de la tradicional historia académica de la filo-
Angola, Mozambique) y que comparten en mayor o m e n o r grado aspec- sofía, reducida por lo genera! a! estudio de la evolución intrínseca de
tos similares derivados del proceso de la colonización hispánica y por- los sistemas. Por su parte, la sociología del saber y la teoría crítica
tuguesa. (Ir las ideologías, han venido a reforzar de diversa manera aquellas
La tendencia a alcanzar una visión "totalizadora" encuentra su jus- tendencias historicistas. La naturalez; misma del pensamiento latino-
tificación sobre todo si se cree que hay "factores de unidad" m á s re- NMH'i'icano ha exigido por su parte una definición de la noción de "pen-
presentativos para ciertas mentalidades que los que ofrecen las dos SHinicnto" que se adecué a los modos históricos dados. Por estas razo-
principales lenguas latinas: castellano y portugués. Nos referimos de nes, la historiografía filosófica latinoamericana se ha ido desarrollando
modo concreto a la situación en que se encuentran los países latino- lien tro del campo más amplio de la "historia de las ideas", la filosofía
americanos respecto de países que ejercen o han ejercido sobre ellos Implícita en el pensamiento de las cubrirás autóctonas regionales, como
una dominación conómica, política y cultural. Los problemas de "de- Imnbién la presente en las diversas ¡orinas del pensamiento político,
pendencia-independencia", "dominación liberación", han desempeñado económico, etcétera.
un papel determinante respecto de las formas y el uso del pensamiento Id maestro español José Gaos señaló como caracteres del "pensamien-
filosófico en todo el continente, fenómeno este que no sólo es clara- to" latinoamericano la meditación sobre objetos inmanentes, entendi-
mente visible durante el siglo xix, sino que lo sigue siendo en nuestros dos en relación con una circunstancia concreta y expresados con un
días. De este modo a las tradiciones filosóficas hispanolusitanas que l'lerlo estilo y método filosóficos.' Este tipo de pensamiento coincide
pudieron, en una época determinada, constituir un factor de u n i d a d , se ron algo que ha sido m o s t r a d o en particular para el siglo xix latino-
busco agregar una circunstancia coritincnt.il de ya larga historia, deri- americano, a saber, la existencia de una literatura afilosofada o de
vada de las relaciones de dependencia de América Latina respecto de lina literatura especialmente cargada de ideas. Domingo Faustino Sar-
los imperios coloniales constituidos en los albores de la Edad Moderna miento, José Martí, Juan Bautista Alberdi, Andrés Bello, Francisco Bil-
y de los imperios neocolonialcs posteriores, surgidos d u r a n t e el si- bao, Miguel Antonio Caro, constituyen ejemplos de este modo de expre-
glo xtx. En este sentido, la problemática que muestran los diversos sión de pensamiento filosófico.
desarrollos del pensamiento de naciones como Haití, la Guayana in- 1 *. 11 los albores del presente siglo v bajo ciertas influencias positivis-
glesa, Jamaica, Puerto Rico o Panamá, por poner algunos ejemplos y tas, se comienza a a b a n d o n a r el uso casi exclusivo de la forma deno-
más allá de sus diferencias lingüísticas, <-o es extraña a la que, con minada por Gaos " p e n s a m i e n t o " y aparece lo que Ricaurte Soler ha
mayores desarrollos y tecnicismo filosófico ¡especio de algunos de esos • llamado "formas teoréticas"/' "En 1927, el filósofo argentino Alejandro
países, puede estudiarse en Buenos Aires, Sao Paulo o Bogotá. En KOMI denunció precisamente este paso de una forma a otra: "La filoso-
efecto, para algunos pensadores como Augusto S; lazar Bondy, hay una lla abstracta sólo nos inspira —decía— un mediano interés. Con el
serie de factores básicos que actúan de modo constante v con fuerte limvor calor en cambio, discutimos sus consecuencias sociales, peda-
efecto en la orientación sociocultural, que hacen que la unidad sea mayor |ioi'ii as, económicas o políticas. No concebimos a la lilosofía sino como
que la diversidad en todo el continente.
' Icr.i- CIIMS, F:l pensamiento iiispaiioamrrioiuio, México, Fi Colegio de México,
Si tenemos en cuenta las influencias filosóficas recibidas, también se l'IU, |. I!
ponen de manifiesto, frente a diferencias nacionales v en algunos casos " Uii .mi le Soler, F-'l positivismo ameiuino, P a n a m á , I m p r e n t a N a c i o n a l , 1959,
zonales respecto de la recepción de las mismas, formas de unidad evi- h i i r l n i IV

ll.
::kO 4N.DRES ROIü INTHtKIXiACTONKS HOBRIi EL ITNSAMIE! FILOSÓFICO

solución de las cuestiones que en el momento nos apasionan, sí bien Nn;tín Joáo Cruz Costa, casi como un "pragmatismo*'.* Conectado estre-
lentamente aprendemos a buscarla en un plano más alto." 8 chamente con estas raíces, se ha hablado también de una fuerte voca-
Con filósofos como Alejandro Korn y otros que Se son contemporá- ción por la vida práctica y en tal sentido de un "eticismo". Ai "inma-
neos —a los que se ha dado en llamar los "fundadores*" de la filosofía neiilismo" que suponen estos caracteres se ha contrapuesto a veces un
latinoamericana— cobra volumen justamente un proceso al que Fran- "liascendentismo" no ajeno a las manifestaciones de un cierto "mis-
cisco Romero ha denominado de "normalización" de la filosofía. Este Ileísmo" español. 8 En otros casos, ía caracterización ha sido organizada
hecho tiene relación directa con el crecimiento y la reorganización aca- por contraposición, ya sea respecto del "hombre norteamericano", ya
démica de las universidades en América Latina, las que a partir de 1918 del "europeo". La vía de determinación por medio de comparaciones
comienzan a desempeñar un papel político considerable en muchos con cierto tipo de valores culturales estadunidenses tomó fuerza hacia
países del continente, y luego de la década de los años treinta en ade- IWO y su expresión más conocida se ha visto difundida por el "arie-
lante se ven obligadas a responder, en algunas regiones como México IINIIIO". Dentro de esta línea, el pensador latinoamericano ha sido consi-
y el Río de la Plata, a problemas sociales cada vez más complejos. La derado como idealista, espiritualista, esteticista y antipragmatista, sin
filosofía adquiere a la par de otros estudios (los sociales, por ejem- aue queden bien en claro muchas veces cuáles son los límites entre el
plo), una presencia y sistematización que no había tenido antes. Ai ' ucr" y el "deber ser". La comparación con los pensadores europeos ha
decir de Romero, la filosofía latinoamericana pasa de una "improvisa- llevado a señalar como caracteres del filósofo latinoamericano una ac-'
tltud antiespeculativa, una falta de rigor y una tendencia imitativa. En
ción fácil" hacia un tipo de trabajo "metódico y riguroso" realizado
relación con lo último se ha hablado también de "bovarismo", un tratar
sobre la base de una información directa y sincrónica respecto de la de parecer lo que no se es y, como efecto de las deficiencias enume-
producción filosófica de los países europeos. 7 Los "fundadores", Antonio radas, habría además un sentimiento de inferioridad y de frustración.
Caso, Carlos Vaz Ferreira, Alejandro Korn, Enrique Molina, Coriolano fin una época determinada esta temática dio lugar a numerosas ambi-
Albcrini, Alejandro Deustúa, Raimundo de Farías Brito y otros, según güedades especialmente manifestadas dentro de una literatura de tipo
nos dice Romero 'crean y arraigan una tradición" que implica una enmiyístico.
presencia normal de la tarea filosófica de alto nivel en los principales
centros culturales del continente. La importancia de este hecho se ha Por otro lado, la afirmación de determinados caracteres y su valo-
dado sin embargo acompañada de la aparición de un "academicismo" ración, ha estado largo tiempo relacionada con la cuestión de si existe
del que estaba exenta la filosofía expresada como "pensamiento". La 0 no una filosofía en América Latina y por supuesto también con lo
discusión que estos hechos plantean continúa actualmente en los deba- que se entiende por filosofía. Posteriormente, la caracterización del
tes sobre la función que la filosofía ha de cumplir en América Latina pensador latinoamericano tendió a establecerse no tanto sobre una
Hr.sunta naturaleza (presupuesto que se encuentra en más de una de
y, como es lógico, también sobre su naturaleza.
I |N líneas mencionadas), sino muy concretamente sobre los modos his-
tóricos con los cuales el pensador ha ejercido su función en relación
3. En relación directa con lo anterior, ya desde fines del siglo xix Con el medio social y su ubicación dentro de él. En este sentido, la
comenzó a sentirse la necesidad de caracterizar lo que durante largo Corriente historicista entiende a la filosofía y al filósofo dentro del
tiempo dio en llamarse "nuestro ente intelectual histórico-cultural", in- •Interna de conexiones de una época dada. Leopoldo Zea es quien ha
tento desarrollado dentro de la búsqueda del perfil que el hombre •fiflalado este método con más insistencia en sus numerosos trabajos.
muestra en América Latina. Desde el punto de vista metodológico esta Puru él, si la filosofía latinoamericana se ha mostrado interesada fun-
problemática ha jugado permanentemente entre dos planos no siempre damentalmente por problemas políticos y pedagógicos, ha sido porque
claramente distinguidos, el del "ser" y el del "deber ser". Se ha seña- Constituía una respuesta a una concreta situación histórica. Así, el es-
lado la presencia de caracteres que derivarían de raíces culturales his- píritu inmanentista, práctico y selectivo que Zea ha creído señalar como
pánicas y lusitanas, a lo que se ha sumado notas características autóc- Característico del pensador latinoamericano y que ha llevado a éste a
tonas en algunas regiones. La cuestión de la "conciencia mestiza" ha Un uso instrumental de ¡a filosofía elaborada por cierto saber europeo,
sido, entre otros, uno de los temas más discutidos dentro de estas Constituiría una respuesta ante una situación general de dependencia.10
búsquedas. De la herencia ibérica provendría un "realismo" que en el Por su parte, la discusión acerca de la naturaleza y el grado de esa
Brasil como consecuencia del espíritu originario portugués se daría ilinación de dependencia de América Latina ha llevado a la cuestión
6
Alejandro Korn, 'Filosofía argentina/', en Obras completas. *c, 40, Buenos Ai- •Juno Cruz Costa, Esbozo de una historia de las ideas en el Brasil, México,
res, Editorial Claridad, 1949, 737 pp. Pollito de Cultura Económica, 1957, p. 25.
'' Francisco Romero, Sobre la filosofía en América, Buenos .Aires, Editorial Rai- •Josi* Cíaos, El pensamiento hispanoamericano, ed. cit., pp. Í2-13.
gal, 1952, 135 pp. "'Leopoldo Zea, La filosofía cu México, México, Ediciones Libromex, 1955, t. i, p.10.

kk
52 ARTURO ANDRHS ROIG
INTT:RRíX;ACIONI:.S SOBRI; I;L PI;NSAMII;NTO FILOSóFICO ,;3
d e la " a u t e n t i c i d a d " o " i n a u t e n t i e i d a d " del filósofo l a t i n o a m e r i c a n o ,
a t e n d i e n d o al p r o b l e m a d e la " a l i e n a c i ó n d e la c u l t u r a " , t e m a c e n t r a l Son é s t o s los p r i m e r o s i n t e n t o s d e e s t u d i a r el d e s a r r o l l o d e l a s c o r n e a -
p r e c i s a m e n t e d e la s u g e s t i v a p o l é m i c a s o s t e n i d a e n t r e A u g u s t o S a l a z a r les filosóficas c o n u n c a r á c t e r n a c i o n a l . E n 1908, el p e r u a n o F r a n c i s c o
Bondy y Leopoldo Zea." ( ¡ a r c í a C a l d e r ó n d a c o m i e n z o a u n n u e v o t i p o d e h i s t o r i o g r a f í a c o n su
La tesis del " i n s t r u m e n t a l i s m o " , m e d i a n t e la c u a l se h a t r a t a d o d e e s c r i t o " L e s c o u r a n t s p h i l o s o p h i q u e s d a n s l ' A m é r i q u e L a t i n e " , " 1 el pi inic-
d a r , d e n t r o del " c i r c u n s t a n c i a l i s m o " , c o n u n m o d o d e a p r o p i a c i ó n del i o en s u g é n e r o p o r s u c a r á c t e r g e n e r a l . La p r i m e r a d é c a d a d e l s i g l o xx
s a b e r filosófico y en tal s e n t i d o c o n u n a f o r m a d e a u t e n t i c i d a d c r e y ó vio a p a r e c e r a d e m á s l o s e s t u d i o s i n i c i a l e s s o b r e el d e s a r r o l l o del pen-
r e v e l a r u n o d e los a s p e c t o s tal vez m á s p r o f u n d o s y d i s c u t i d o s q u e ca- s a m i e n t o e n la A r g e n t i n a , c o n el e n s a y o d e A l e j a n d r o K o r n , Influencias
r a c t e r i z a n al i n t e l e c t u a l l a t i n o a m e r i c a n o : el d e s e n c u e n t r o c o n s u p r o p i a filosóficas en la evolución nacional, a p a r e c i d o e n t r e 1912 y 1915, el de
r e a l i d a d y la p r e s e n c i a d e u n a c o n c i e n c i a e s c i n d i d a . M a s e s t a n o t a dis- J o s é I n g e n i e r o s , Las direcciones filosóficas en la cultura argenliisi,
t i n t i v a , c o m o t a n t a s o t r a s , e s h i s t ó r i c a . No es p o r n a t u r a l e z a q u e el ele 1914. 17 E n l í n e a s g e n e r a l e s , p o d r í a d e c i r s e q u e u n a c i e r t a h i s t o r i o -
h o m b r e l a t i n o a m e r i c a n o se m u e s t r a i d e a l i s t a o p r a g m á t i c o , i n r n a n e n - grafía filosófica c o n t e m p o r á n e a en A m é r i c a L a t i n a e n c u e n t r a s u s r a í c e s
t i s t a o t r a s c c n d e n t i s t a , r e a l i s t a o u t ó p i c o . Las t e n d e n c i a s a q u e d a n l u g a r en la é p o c a e n q u e a l g u n a s c o r r i e n t e s del " p o s i t i v i s m o " i n f l u y e r o n e n
estos diversos aspectos propios de u n a conciencia conflictiva, p o d r í a n la d e t e r m i n a c i ó n d e c i e r t o s p r i n c i p i o s y c a t e g o r í a s h i s t o r i o g r á f i c a s ,
tener una explicación d e n t r o de un sistema de contradicciones. Por o t r o v i g e n t e s a ú n e n a l g u n o s a s p e c t o s , y m á s t a r d e en la é p o c a d e las reac-
l a d o , un l e g í t i m o d e s e o d e s u p e r a c i ó n y u n a a c t i t u d a v e c e s h i p e r c r í t i c a ciones a n t i p o s i t i v i s t a s .
ha f a v o r e c i d o la f o r m a c i ó n d e u n t i p o d e filósofo a c a d é m i c o q u e h a E n e s t e s e n t i d o , si s e c o m p a r a el p r o c e s o d e c o n s t i t u c i ó n d e e s a
l l e g a d o a c o n t u n d i r , en a l g u n o s c a s o s , a u t e n t i c i d a d c o n r i g o r t é c n i c o y h i s t o r i o g r a f í a filosófica c o n el d e la l i t e r a t u r a , r e s u l t a r í a v i s i b l e ; 1
que muy f r e c u e n t e m e n t e ha caído en una a c t i t u d cientificisla q u e , p o r
r e t a r d o e n el q u e h a l l e g a d o a o r g a n i z a r s e el p r i m e r o . El h e c h o se rela-
o t r a vía, h a b r í a o c u l t a d o e s a " c o n c i e n c i a d e s g a r r a d a " d e la q u e h e m o s
c i o n a c o n la " n o r m a l i z a c i ó n " d e e s t a s a c t i v i d a d e s i n t e l e c t u a l e s . M a i n .1
hablado.
Ligarte d e c l a r ó a p r i n c i p i o s d e s i g l o q u e la p r o d u c c i ó n y c r í t i c a litera-
rias e r a n y a u n h e c h o " n o r m a l " e n H i s p a n o a m é r i c a , ' * m i e n t r a s q u e ¡a
4. La h i s t o r i o g r a f í a filosófica l a t i n o a m e r i c a n a ha a l c a n z a d o e n n u e s - " n o r m a l i z a c i ó n " del q u e h a c e r ' filosófico del q u e n o s h a h a b l a d o F r a n -
t r o s d í a s u n g r a d o d e d e s a r r o l l o y d e e x t e n s i ó n i n d u d a b l e s . La p o l é m i - cisco R o m e r o , se p r o d u c e d e s p u é s d e la d é c a d a d e los v e i n t e . T a l vez
ca a c e r c a d e la p o s i b i l i d a d d e f u n d a r u n p e n s a m i e n t o filosófico a u t ó n o m o en c i e r t o s e n t i d o se h a y a d a d o u n a e x c e p c i ó n d e e s t e h i a t o e n t r e a m b o s
ha incidido d i r e c t a m e n t e s o b r e este c a m p o , d e t e r m i n a n d o n u e v a s orien- p r o c e s o s , e n C u b a , e n d o n d e , s e g ú n M e d a r d o V i t i e r , g r a c i a s a la t e m -
t a c i o n e s m e t o d o l ó g i c a s d e Jas q u e p r e t e n d e r e m o s s e ñ a l a r a h o r a s u s p r a n a h i s t o r i o g r a f í a filosófica, la t r a d i c i ó n e n e s t e c a m p o h a b r í a q u e -
principales direcciones y problemas. d a d o f i j a d a a n t e s q u e la l i t e r a r i a . 1 "
Los i n t e n t o s d e h a c e r u n a h i s t o r i a del p e n s a m i e n t o filosófico e n A m é - A l g u n o s p e n s a d o r e s s u p o n e n q u e e s a h i s t o r i o g r a f í a del p e n s a m i e n t o
rica L a t i n a t i e n e n , a d e m á s , l e j a n o s a n t e c e d e n t e s . U n o d e los d o c u m e n - filosófico p u e d e c o n s i d e r a r s e c o m o y a c o n s t i t u i d a e n c a s i t o d o s los
t o s m á s a n t i g u o s , con el c u a l se i n i c i a e s t e t i p o d e h i s t o r i o g r a f í a , e s el países i b e r o a m e r i c a n o s , si b i e n es c i e r t o q u e c u a l g u n o s ¡as i n v e s t i g a -
t r a b a j o del c u b a n o J o s é M a n u e l M e s t r e De la filosofía en La Habana, dv
c i o n e s h a n a l c a n z a d o u n nivel y u n d e s a r r o l l o m a y o r e s . E n l í n e a s gene-
1 8 6 ! . ' ' M á s t a r d e , en 1878, a p a r e c i ó el l i b r o A filosofía no Brasil d e Sil-
rales se e s t á a ú n e n la e t a p a d e la e l a b o r a c i ó n d e h i s t o r i a s d e c a r á c t e r
vio R o m e r o ; ' ' en 1885 y ¡896 se p u b l i c a n r e s p e c t i v a m e n t e ¡as o b r a s
nacional, p a s o i m p r e s c i n d i b l e — s e g ú n esos p e n s a d o r e s — p a r a poM.r
La filosofía en la Nueva l-'.spaíia d e A g u s t í n R i v e r a " y Apuntaciones
históricas sobre la filosofía en Me (ico d e E m e t e r i o V a l v c r d e T é l l e z . "
'"Francisco García Calderón, "Les courants philosophiques dans 1'Amérií .u
Latine", en Revue de Métaphysique el Morale, París, año xvr, núm. 5, septierr:! :<
" Au iisto '-MI i/tt Bond fl'xislt una filosofía de nuestra América?, México, Si-
de 1908, pp. 674-681.
glo X \ í \'ih) '11 pp i , , ooklo /ca, La filosofía americana como filosofía sin 17
nía II \K Si'lo ^ <! i () 165 pp. Alejandro Korn, "Influencias filosóficas en la evolución nacional", en Revi.'1:
1 ¡le la Universidad de Buenos Aires, año ix, tornos xvin-xx, núm. 89, 1912, pp. A'M
l ) i M mi, I Mi i f b /,. filo ofía en La Habana, La Habana, Ministerio de
Edui n ú n I t ' ii 'i ' i llura 1"52, 154 pp. 478 (cap. i) y en Anales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Un:
versidad de Buenos Aires, tomo rv, 1914, pp. 304-373, y tomo v, 1915, pp. 140-r?
' Silvio i-1 >¡t r > * i ¡i no Brasil, Porto Alegre, Tipografía de Deutsche
Z u t iiJ i i , )
(caps, n y n i ) , y José Ingenieros, "Las direcciones filosóficas en la cultura .r
j'.cnlina", en Revista de la Universidad de Buenos Aires, año xi, tomo xxviu, U!'-'i
Ai i / i 'ti Nueva España, o sea disertación sobre el
pp. 261-299 y 372-412.
attaso d o i>i \ i I a i n ciencias filosóficas, Lagos, Xalapa, Tipografía
<!< ' i \ ' 7 ¡"i r
'H('f. Rafael Alberto Arrieta, Historia de la literatura argentina, Buenos Aires
f

1 ¡aciones históricas sobre la filosofía en Mé- IViiscr, 1958, lomo iv, p. 308 y tomo VT, p. 222.
' i l l ! i( 1 ' I

\i< o Mi \ n i 1 ti i i i ¡
"'Medardo Vitu-r, Las ideai y la filosofía en Cuba, La Habana, Instituto de
libio, 1070. p. 410.

U
INTI-RROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FH/KÓFl'"'; .'i!;.
54 ABTUKO ANDRÉS RULO

un cierto pensamiento " p r o p i o " ha tenido sus inicios, p a r a nuestra


encarar historias continentales, género dentro de! cual hay ya, sin em-
época, con el magisterio de Antonio Caso y 3a obra de Samuel Ramos,
bargo, intentos i m p o r t a n t e s .
autor de una Historia de la filosofía en México.22 La fecunda labor de
Si tuviéramos que señalar las principales líneas de desarrollo, algu- José Gaos, español t r a n s t e r r a d o y m a e s t r o de toda u n a generación, vino
nos dirían que m u e s t r a n tendencias contrapuestas que han respondido a reforzar la tarea emprendida. Entre los discípulos de Gaos se destaca
tanto a problemas de formación intelectual como a criterios metodoló- Leopoldo Zea, quien con el grupo "Hiperión", no sólo promovió el mo-
gicos y actitudes ideológicas. La contraposición entre "latinoamerica- vimiento d e n o m i n a d o de la "filosofía de lo mexicano", sino que, ade-
n i s m o " y " p a n a m e r i c a n i s m o " , por ejemplo, ha llevado a plantear cierta más, p r o d u j o dos significativas o b r a s : El positivismo en México y Apo-
historiografía filosófica desde horizontes distintos; la contraposición geo y decadencia del positivismo en México," que han m a r c a d o ciertas
entre la tradición "academicista" que tiende a hacer u n a historia inma- pautas metodológicas de i m p o r t a n t e influencia. Más tarde, el mismo
nente de las ideas y la tendencia de origen "historicista" que t r a t a a Zea publicó u n o de los primeros ensayos p a n o r á m i c o s de n u e s t r a épo-
las ideas en su relación con el contexto social, ofrece disparidades evi- ca: Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica: del romanticismo
dentes; la formación intelectual que ha llevado a hacer historia de las al positivismo.™ Del m i s m o modo que en la Argentina, m u c h o s son los
ideas en unos casos a p a r t i r de las ciencias sociales (política, derecho, historiadores del pensamiento que debemos citar y siempre con el riesgo
sociología, etc.), en o t r o s , desde el c a m p o de la filosofía y a u n d e la de omisiones: Silvio Zavala, Migue! León-Portilla, E d m u n d o O'Gorman,
historia, lleva a formas de elaboración diferenciables fundamentalmen- José María Gallegos Rocafull, Rafael Moreno, Luis Vi lloro, Abelardo
te en el aspecto metodológico; también es posible señalar la contrapo- Villegas, Francisco Larroyo, Pablo González Casanova, Francisco López
sición que hay dentro de la historiografía académica entre lo que po- Cámara, Bernabé Navarro, Victoria Junco, Gabriel Méndez Planearte.
dríamos denominar "tradicionalismo" y " m o d e r n i s m o " , originada la En Brasil, lo mismo que en Argentina y México, una cierta historiogra-
p r i m e r a de las tendencias indicadas en las corrientes neocatólicas, prin- fía filosófica ha sido desarrollada con particular intensidad. Uno de los
cipalmente el "neotomismo". La producción historiográfica que respon más destacados historiógrafos brasileños es Joáo Cruz Cosía, quien con
de a los ideales del " l a t i n o a m e r i c a n i s m o " y que proviene a d e m á s , con su libro Contribugáo a historia das idéias rio Brasil2r> y otras n u m e r o s a s
diversos matices, del "historicismo" señalado es —a los ojos de ciertos obras, r e t o m ó la tradición iniciada p o r Silvio R o m e r o a fines del si-
pensadores— una de las que se caracteriza con m a y o r fuerza en nues- glo xix. La labor ¡levada a cabo en cierta historiografía p o r Miguel
tros días. Reale y Luis Washington Vita en el Instituto Brasileño de Filosoifía de
Habíamos dicho que una cierta historiografía actual deriva princi- Sao Paulo, ha sido continuada p o r Antonio Paim, quien ha renovado
palmente de la elaborada en la etapa de la reacción antipositivista. En criterios de investigación a p a r t i r de su libro A filosofía- da Escola do
la Argentina la labor historiográfica contemporánea tiene sus raíces Recife.26 Otros investigadores brasileños de importancia son, entre otros,
en las o b r a s de José Ingenieros, Alejandro Korn y Coriolano Alberini, Leonel Franca, ívan Lins, Sergio B u a r q u e de Holanda, Djacir Mene
los que han generado líneas de desarrollo con perfiles propios. Como zes, Helio Jaguaribe, José Antonio Tobías, E n r i q u e Lima Vaz, Antonio
continuador de Korn, se ha destacado Francisco Romero, a u t o r de la L. Machado Neto, Joáo Camilo de Oliveira Torres. En otros países lati-
o b r a Sobre la filosofía en América,2" quien ha sido u n o de los m á s en- noamericanos, si bien ias diferentes escuelas y tendencias no h a n tenido
tusiastas p r o m o t o r e s del estudio del pensamiento latinoamericano a icpercusión como es el caso de Argentina, Brasil y México, han habido
nivel continental. A su vez, uno de los continuadores de Ingenieros, investigadores que h a n sistematizado las respectivas historias naciona-
dentro de cierta corriente marxísta, ha sido Aníbal Ponce. El conjunto les. En Uruguay, d o n d e la tradición " a m e r i c a n i s t a " de José E n r i q u e
de investigadores preocupados en e l a b o r a r una historia del pensamiento Rodó siempre se m a n t u v o viva en algunos círculos intelectuales, Arturo
Ardao ha llevado a cabo u n a labor de alto nivel. Su libro Racionalismo
con posterioridad a los mencionados es ciertamente numeroso. Sin pre-
tender ser exhaustivos podríamos mencionar, entre otros, a José Luis
v¿
Romero, Aníbal Sánchez Reulet, J u a n Carlos Torchia Estrada, Eugenio Samuel Ramos, Historia de la filosofía en México, México, El Colegio de Mé-
Pucciarelli, Luis Farré, Juan Adolfo Vázquez, Manuel Gonzalo Casas, xico, 1948, 310 pp.
Alberto Caturelíi, Diego F. Pro, Guiílaume Furlong. Hasta ahora posi- '•-' Leopoldo Zea, El positivismo en México, México, El Colegio de México, 1953,
blemente el m á s i m p o r t a n t e estudio sobre el positivismo argentino lo :«)3 pp.
"-1 Leopoldo Zea, Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica: del romanti-
h a hecho el p a n a m e ñ o Ricaurte Soler. 21 E n México, la tarea de historiar cismo al positivismo, México, Ei Colegio de México, 1949, 396 pp.
'* Joáo Cruz Cosía, Contribucao a historia das idéias no Brasil: o desenvolví-
20
Francisco Romero, Sobre la filosofía en América, Buenos Aires, Editorial Rai- mentó da filosofía no Brasil e a evoiucao histórica nacional, Río de Janeiro, José
gal, 1952, 135 pp. Olympio, 1956, 484 pp.
21
Ricaurte Soler, El positivismo argentino, Panamá, Imprenta Nacional, 1959, ''"Antonio Paim. A filosofía da Escola do Recife, Río de Janeiro, Editora Sapa,
305 pp. l%6, 276 pp


INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 57
56 ARTURO ANDRÉS ROIG

v liberalismo en el Uruguay '' constituye una de las excelentes mono- Slabb. En cuanto a la tarea de la compilación bibliográfica de la pro-
grafías que ha producido cierta historiografía latinoamericana. En el ducción filosófica de América Latina se editan a d e m á s en los Estados
Perú, el " a m e r i c a n i s m o " de José Carlos Mariátegui ha constituido sin Unidos dos importantes publicaciones periódicas: u n a de ellas el Hand-
duda uno de ¡os antecedentes más vivos de la labor historiográfica de book of Latín American Stlidies, cuya sección de filosofía h a estado a
Augusto Salazar Bondy, a u t o r de Historia de las ideas en el Perú con- cargo sucesivamente de Risieri Frondizi, Aníbal Sánchez Reulet y Juan
temporáneo."" El desarrollo de un cierto pensamiento filosófico bolivia- Carlos Torchia E s t r a d a . La otra publicación, también de larga vida, es
no ha sido sistematizado por Guillermo Francovitch, quien se ha ocu- la Revista ínter-Americana de Bibliografía de la Unión Panamericana.
pado también de un tipo de pensamiento brasileño; una labor historio- En Francia, el Institut d'Études Ibériques et Ibéro-Américaines de Bur-
gráfica en Colombia han desarrollado Jaime Jaramiilo Uribe y Javier deos ha dado asimismo importancia a los estudios sobre pensamiento
Ocampo López; en Cuba, podría citarse a Medardo Vitier; una historia latinoamericano y otro tanto ocurre con el Equipo de Recherche de la
dei pensamiento costarricense ha elaborado Constantino Lascarías; una Philosophie Espagnole et Luso-Brésilienne de Toulouse. En c u a n t o a
sobre el pensamiento dominicano corresponde a Armando Cordero; catálogos europeos que incorporan la producción filosófica latinoame-
una historiografía p a n a m e ñ a pertenece a Ricaurte Soler; aspectos del ricana cabe indicar el Répertoire bibliographique de la philosophie, de
pensamiento venezolano han sido tratados por León Parra Carraciolo, la Sociedad Filosófica de Lovaina y el Bulletin Signalétique que edita
Juan David (jarcia Bacca, Elias Pino Iturrieta y José Ramón Luna; Ra- el Centre National de la Recherche Scientifique en Francia. P a r a termi-
fael Heiiodoro Valle se ha ocupado de las ideas en Cenlroamérica; En- nar mencionaremos dos trabajos también de carácter bibliográfico, edi-
rique Molina hizo algunos estudios parciales sobre la filosofía en tados por la Unión Panamericana: Fuentes de la filosofía latinoamerica-
Chile, los que han sido continuados por Santiago Vidal Muñoz. En na :i0 y Los "fundadores" de la filosofía de América Latina,31 realizados
Ecuador, en fin, podríamos mencionar entre otros a Benjamín Carrión. ambos con la colaboración de algunos investigadores latinoamericanos,
Una cantidad importante de trabajos hisíoriográficos realizados por trabajos que son los primeros en su género y constituyen u n a herra-
muchos de los investigadores que a c a b a m o s de citar, han sido publi- mienta indispensable p a r a cierto tipo de historiador de las ideas. Frente
cados por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, en su a estos repertorios resulta evidente la carencia que hay en América
colección "Tierra Firme", que constituye hasta ahora u n o de los aportes Latina de una producción de obras de índole semejante, a pesar de
más significativos en favor de este c a m p o de búsquedas. haber una tradición bibliográfica y biobibliográfica que tiene, en lo que
Frente a la copiosa producción sobre "filosofías nacionales" los tra- respecta a la filosofía, un valioso antecedente, ya en 1904, en la obra
bajos hisíoriográficos de carácter general son aún escasos. A m á s de del mexicano Emeterio Valverde Téllez. 32
la importante y ya clásica obra de Leopoldo Zea El pensamiento lati-
noamericano^ han trabajado también en ese sentido Alfredo Carrillo 5. Hemos destacado la importancia que han tenido y tienen los estu-
Narváez, Ramón Insúa Rodríguez, Francisco Larroyo, Abelardo Villegas, dios de filosofía latinoamericana de tendencia historicista. Esta corrien-
Maní redo Kcmpff Mercado y otros. Debe reconocerse que, a pesar de es- te se ha m o s t r a d o como u n movimiento s u m a m e n t e rico con u n proceso
tos eslucrzos sinópticos, este género de investigaciones aún no ha alcan- interno de renovación p e r m a n e n t e . No se trata además de una posición
zado el desarrollo necesario. filosófica extraña a cierta tradición del pensamiento latinoamericano,
A este conjunto de historiógrafos latinoamericanos, se han s u m a d o en efecto, muestra lejanos antecedentes relacionados con el problema
Sos que trabajan igual temática desde los Estados Unidos. E n t r e ellos de la necesidad de u n a "filosofía americana", planteado por J u a n Bau-
cabe mencionar a Harold Davis, William Rex Crawford y Martin S. tista Alberdi en sus célebres escritos montevideanos de 1840 33 en los
que anticipó temas que constituyeron aspectos fundamentales p a r a los
'-'-• Arturo Ardao, Racionalismo y liberalismo en el Uruguay, Montevideo, Publi- historicistas contemporáneos. Ardao ha m o s t r a d o que precisamente
caciones de la Universidad, 1962, 398 pp. el inicio de cierta historiografía en el Río de la Plata por obra de Inge-
':fi Augusto Salazar Bondy, Historia de las ideas en el Perú contemporáneo. El
procedo del pensamiento filosófico, Lima, F. Moncloa, 1966, 2v. 470 pp. 1,0
Unión Panamericana, División Filosofía y Letras, Fuentes de la filosofía la-
-!l Leopoldo Zea, El pensamiento latinoamericano, México, Editorial Pormaca, tinoamericana, Washington, Unión Panamericana, 1967, 100 pp.
1965, 2 tomos; Alfredo Carrillo Narváez, La trayectoria del pensamiento filosófico •'" Unión Panamericana, División Filosofía y Letras, Los "fundadores" de la fi-
en Latinoamérica, Quito, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1959, 134 pp.; losofía de América Latina, Washington, Unión Panamericana, 1970, 199 pp.
Ramó-.i lnsúa Rodríguez, Historia de la filosofía en Hispanoamérica, Guayaquil, 112
Emeterio Valverde Téllez, Crítica filosófica; o estudio bibliográfico y crítico
Imprenta de la Universidad, 1945, 203 pp.; Francisco Larroyo, La filosofía ameri- de las obras de filosofía escritas, traducidas o publicadas en México, desde el
cana, su razón y sinrazón de ser, México, Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, 1958, 319 pp.; Abelardo Villegas, Panorarm de la filosofía iberoamericana siglo XVI hasta nuestros días, México, Tipografía de los sucesores de Francisco
actúa!, Buenos Aires, Eudeba, 1963, 111 pp.; Manfrcdo Kempff Mercado, Historia Híaz de León, 1904, 496 pp.
de hi filosofía en Latinoamérica, Santiago de Chile, Zig-Zag, 1958, 217 pp. •''Juan Bautista Alberdi, Escritos postumos, Buenos Aires, tomo xu, pp. 117-132.

Ü|
58 ARTURO ANDRÉS ROIG INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 59

nieros y Korn, se p r o d u j o como consecuencia del redescubrimiento de El vasto movimiento historicista que llevó además a organizar una
los textos alberdianos. 3 4 cierta historiografía filosófica dentro del m a r c o mucho m á s compren-
El despertar de los "nacionalismos" en la década de los veinte, den- sivo de u n a "historia de las ideas", intento de ampliación metodológica
t r o de la cual la Revolución mexicana, el " a p r i s m o " peruano, el "radi- y temática justificado en parte p o r la carencia de una filosofía organi-
calismo" argentino y el " v a r g u i s m o " brasileño fueron exponentes de zada sobre la base de sistemas tal como es tradicionalmente presentado
honda significación, impulsó a filosofar sobre la "cultura nacional". So- el quehacer filosófico en Europa, cayó a su vez en extremos al subes-
bre este fomento vinieron luego las influencias de ciertos historicistas timar el análisis y exposición de doctrinas, como lo hace J o á o Cruz
europeos contemporáneos que reforzaron las concepciones tradiciona- Costa apoyándose en la afirmación de que "no son nuestras filosofías
les de esta tendencia. De este modo, en la década q u e se a b r e a p a r t i r —si ellas existiesen— ni nuestros comentarios a las filosofías europeas,
de 1940, cobran volumen los amplios y a veces difusos movimientos lo que irá a interesar a los europeos. Es nuestra vida, nuestro estilo
historicistas latinoamericanos actuales, que irán asumiendo d e n t r o de de vida, n u e s t r o filosofar auténtico, que no se encuentra en general en
sus propios desarrollos elementos teoréticos y metodológicos provenien- nuestros filosofantes". 3 8 Este "antiintelectualismo", así como también
tes de la fenomenología, de algunos existencialistas y más t a r d e de el "irracionalismo" implícito en las "metafísicas nacionales", ha sido
postulados marxistas, sin perder por eso una cierta unidad, h a s t a des- superado dentro del proceso seguido p o r los historicistas en la medida
embocar d u r a n t e la década de los sesenta, en las formas críticas que en que se h a ido t o m a n d o conciencia de la función social del pensa-
caracterizan a las tendencias historicistas de nuestros días. miento en todas sus expresiones, aún del mero saber académico filosó-
La influencia del "perspeclivismo" y del "circunstancialismo" de José fico acusado de imitar lo europeo.
Ortega y Gasset, quien a través de la Revista de Occidente difundió ade- En este sentido, el "circunstancialismo", en particular tal como lo
más algunas vertientes filosóficas alemanas de la época (Spengler, comprendieron algunos en México y también en el Uruguay, ha inten-
Dilthey, Scheler y o í r o s ) , se hizo sentir de diversas formas en t o d o el tado m o s t r a r la originalidad de las mismas filosofías imitadas, seña-
continenle. Más tarde, la labor intelectual de José Gaos consolidó en lando la relación que estas formas de pensamiento filosófico tienen
México la influencia orteguiana. El movimiento editorial mexicano di- con las concretas circunstancias en las que han sido utilizadas, circuns-
fundirá de m o d o amplio, de los cuarenta en adelante, la labor de los tancias que son siempre originales. Este intento de salvar al pensamiento
historicistas constituidos allí en verdadera escuela. En el Río de la Plata filosófico latinoamericano ha corrido sin embargo el peligro de que-
y más particularmente en la Argentina, el " o r t e g u i s m o " no influirá darse en una actitud justificatoria del pasado, con el consecuente debi-
tanto con su doctrina de la circunstancia, como con su teoría de las litamiento del juicio de valor sacrificado en aras de la busca de origina-
generaciones que aún en nuestros días algunos investigadores la utilizan lidad o autenticidad. El hecho es visible además en más de u n o de los
como m é t o d o historiográfico. En líneas generales, la recepción de estas historiógrafos que han organizado su labor sobre el método llamado
influencias, visibles en m a y o r o m e n o r grado en toda América Latina, "generacional".
se llevó a cabo sobre la base de una crítica no siempre claramente A pesar de este "relativismo" y de las dificultades epistemológicas
expresada de ciertos presupuestos de origen europeo y de vieja heren- que presenta la noción misma de "circunstancia", la línea circunstan-
cia hegeliana en el pensamiento de Ortega, entre ellos el de la concep- cialista de algunos historicistas ha tenido y tiene algo de verdadera im-
ción de América como vacío de historicidad, en abierta contradicción portancia: ha entendido que la filosofía es una función de la vida y que
con cierto "historicismo" proclamado. Por otro lado, la tendencia nacio- i'sta es j u s t a m e n t e la que asigna el sentido al filosofar más allá de
nalista llevó a los extremos de i n t e n t a r "metafísicas" u "ontologías" valores que puedan atribuírsele en cuanto pretendida actividad autó-
nacionales, tal el caso de Graca Aranha con su "Metafísica brasileña", noma de la conciencia. De esta m a n e r a la corriente historicista abrió
en 1920 !5 y años más tarde, dentro de este amplio y sostenido movimiento las puertas a una comprensión realista y a la dialéctica del proceso
de reivindicación de lo nacional, el Mito gaucho de Carlos Astrada 36 y de las ideas en América Latina. La discusión en esta etapa crítica tiende
la "Ontología del mexicano" de Emilio Uranga. 37 u dar a lo dialéctico el p o d e r de irrupción histórica que siempre, en algu-
34
na medida, había estado implícito.
Arturo Ardao, "El historicismo y la filosofía americana", en Leopoldo Zea,
Antología de la filosofía americana contemporánea, Costa Amic, 1968, p. 122. Por o t r o lado, las discusiones metodológicas suscitadas p o r el uso
3!i
Graca Aranha, Estética da vida, 1920, citado por Joáo Cruz Costa en su libro de la descripción fenomenológica, en particular en la etapa de influen-
Esbozo de una historia de las ideas en el Brasil, cit., pp. 147-148. cia de ciertos existencialistas, puso de relieve las dificultades del "esen-
36
Carlos Astrada, El mito gaucho, Buenos Aires, Editorial Cruz del Sur, 1964, cial ismo" y p o r ende del " p l a t o n i s m o " en general, hecho no sólo visible
140 pp. en la escuela historicista mexicana sino también, por ejemplo, en los
37
Emilio Uranga, Análisis del ser mexicano, México, Porrúa y Obregón, 1952,
100 pp. Cf. Abelardo Villegas, Filosofía de lo mexicano, México, Fondo de Cultura ,,M
Económica, 1960, 235 pp. .lofio Cruz Costa, Esbozo de una historia de las ideas en el Brasil, cit., p. 62.

k
INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 61

60 ARTURO ANDRÉS ROIG ideas de América Latina, convocados por la Unesco en México en 1974,
bajo la presidencia del doctor Leopoldo Zea, m u e s t r a n u n a de las ten-
fundadores de la ontología en la Argentina, Nimio de Anquín, Carlos dencias historiográficas p r e d o m i n a n t e s . Se recomendaba p a r t i r de una
Astrada y Miguel Ángel Virasoro. De ahí que los historicistas hayan concepción de la idea entendida como un elemento significativo que
avanzado hacia un método descriptivo de la realidad vista como facti- integra u n a estructura m á s amplia, económica, política, etc., d a n d o ca-
cidad y cotidianidad. bida, a d e m á s , a las ideas en sus diversas manifestaciones: filosofemas,
La toma de conciencia progresiva de las formas de alienación cultu- ideologías, concepciones del m u n d o , etc., asimismo, aplicar u n trata-
ral y paralelamente la necesidad de organizar una "teoría de la libe- miento dialéctico a la historia de las ideas, s u b r a y a n d o la conveniencia
ración" puso en crisis además la sociología del saber de tipo scheleriano de encararla desde n u e s t r o presente y señalando a la vez los condicio-
y orteguiano que constituían apoyos teoréticos importantes d e n t r o de namientos sociales y el poder t r a n s f o r m a d o r de la idea; se aconsejaba
la tendencia circunstancialista. Por o t r o lado, en o t r a de las líneas también no a b o r d a r la historia de las ideas como historia académica,
de desarrollo del historicismo se llegó a la afirmación de una aliena- abrirse a la incorporación de las ideologías y en particular las de los
ción total del pensamiento de América Latina, negándole p o r esta vía grandes movimientos de liberación e integración latinoamericanos; en
toda posible originalidad y autenticidad, que era u n o de los temas cen- el mismo sentido se proponía no hacer una historia de las ideas a partir
trales que había movido a los historicistas circunstancialistas. Además, de campos epistemológicos (filosofía, pedagogía, etc.) sino de proble-
acusadas ciertas concepciones filosóficas europeas p o r algunos de los mas concretos latinoamericanos y las respuestas dadas a los mismos
"teóricos de la dependencia" de ser en bloque un i n s t r u m e n t o ideoló- desde aquellos campos; por último, se señalaba la necesidad de partir
gico de dominación, se ha ignorado la función intelectual que impor- del supuesto de la "unidad del proceso histórico" de América Latina,
tantes grupos de pensadores han desempeñado d e n t r o del proceso mis- avanzar desde las historias "nacionales" hacia u n a concepción más am-
mo del pensar europeo en relación con los procesos de liberación. plia p o r grandes regiones (América Central, América Andina, el Cari-
Posteriormente, la exigencia de originalidad que ha llevado a su afir- be, el Río de la Plata, etc.), señalar en lo posible las influencias en
mación o negación, ha ido perdiendo fuerza ante el interés cada vez relación con los procesos históricos propios y tener en cuenta la pre-
mayor de ver en el quehacer filosófico no tanto la expresión de un sencia de las formas de conciencia social d e n t r o de las cuales han
pensar en su relación con "la filosofía europea", puesto como modelo tenido su papel las ideas. De más está decir que estas recomendaciones
de originalidad y autenticidad, sino como una respuesta teorética desde no sólo revelan una actitud respecto de cuestiones de metodología his-
la cual se pretende a s u m i r una praxis, más allá de que la misma sea toriográfica, sino que implican toda u n a concepción de lo que algunos
reconocida o no como filosofía propia. En todo este proceso ha tenido llaman "filosofía latinoamericana".' 9
influencia decisiva el desarrollo de la "teoría de la dependencia", que
a partir de 1960 y d u r a n t e parte de la década siguiente sirvió para 6. En relación con todo lo expresado anteriormente, cabe que nos plan-
elaborar un cierto tipo de historiografía económica y social en América teemos ahora la cuestión del comienzo de la filosofía en América La-
Latina. En relación con este amplio movimiento y dentro de él, con el tina. Si nos atenemos a una respuesta p u r a m e n t e erudita podríamos
de la llamada "sociología de la dependencia" y la teoría crítica de las señalar como inicio la publicación del libro de fray Alonso de la Vera
ideologías, ha surgido la temática filosófica de la liberación que se ha Cruz titulado Recognitio Summularum, aparecido en México en 1554, y
desarrollado en campos diversos: en el de la filosofía misma, en el de que se considera ei m á s antiguo t r a t a d o filosófico escrito y editado en
la ética, la política, la pedagogía y aun en el de la teología. La ya lejana / América Latina. 10 Mas si se tiene en cuenta la serie de cuestiones que
influencia de los historicistas orteguianos puede considerarse como ago- plantea la noción de "comienzo" de la filosofía, es indudable que la
tada, si bien perviven algunas de sus teorías historiográficas, en par- respuesta no puede quedarse en el mero señalamiento de tal dato. Por
ticular la de "las generaciones". Por otro lado, el "academicismo filosó- lo p r o n t o , la noción más amplia de " p e n s a m i e n t o " que hemos mencio-
fico" que se refugia en una pretendida exigencia de rigor y que ha llevado nado antes abarca no sólo a la filosofía expresada conceptualmente, sino
a un nivel de producciones dentro de los ideales de la "normalización", también a los filosofemas incluidos en las diversas formas de la repre-
no ha podido superar la problemática de la "originalidad" o del filosofar sentación. Es decir, que la cuestión del comienzo no coincide necesa-
"propio", preocupación que se mantiene subrepticiamente entre algunos riamente con la aparición de formas filosóficas conceptuales y puede
de sus representantes.
38
Lo más fecundo de la llamada "historia de las ideas" originada como Cf. Latinoamérica. Anuario de estudios latinoamericanos, México, Certro de
hemos dicho en el movimiento historicista, tal vez se ponga de relieve estudios Latinoamericanos, núm. 8, 1975, art. "Noticias", pp. 259-263.
10
en la exigencia de una ampliación temática y de una renovación meto- José M. Gallegos Rocafull, "La filosofía en México en los siglos xvi y xvn", en
dológica, dentro de lo cual la filosofía es tan sólo un aspecto de los Estudios de historia de la filosofía en México, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1973, pp. 109 ss.
que deben investigarse. En este sentido, las recomendaciones que para
el tratamiento de las ideas han hecho los expertos en la historia de las
L
62 ARTURO ANDRÉS ROIG
INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 63
ser planteada en otro terreno y con categorías filosóficas distintas a
las establecidas dentro de u n a cierta línea de desarrollo de la filosofía en el de la praxis política. En este sentido, pues, el comienzo de la
europea. Desde este p u n t o de vista cabe preguntarse si no h u b o u n co- filosofía latinoamericana dependería de que se haya constituido una
mienzo de la filosofía en ciertas formas experienciales básicas dadas conciencia de sí y p a r a sí, aun c u a n d o muestre grados y m o m e n t o s
dentro del pensamiento "indígena", particularmente d u r a n t e los siglos xv diversos. De acuerdo con este p u n t o de vista, la filosofía latinoameri-
y xvi. La respuesta hasta a h o r a ha sido generalmente negativa p a r a los cana no habría comenzado con la o b r a de fray Alonso de la Vera Cruz,
que partían de la idea de dos mundos culturales ajenos radicalmente, el wino con los escritos de J u a n Bautista Alberdi de los años 1838 y 1840.44
"amerindio" y el "europeo t r a s p l a n t a d o " que no habían visto de qué lín ellos aparece con toda claridad una autoconciencia y u n a autova-
modo la última y fundamental experiencia h u m a n a y filosófica del pen- loración del h o m b r e pensante latinoamericano y se postula asimismo
samiento de las grandes culturas precolombinas se encontraba viva en la necesidad de completar la independencia política mediante la cons-
el desarrollo completo de la filosofía latinoamericana. Nos referimos titución de un pensamiento ejercido de manera a u t ó n o m a . La "filosofía
a la experiencia de r u p t u r a que de m o d o tan v i v o ^ patético es expre- europea" —-dirá Alberdi— debe ser adecuada p o r nosotros a nuestras
sada, por ejemplo, en los escritos de los grandes m a e s t r o s de la cultura necesidades y objetivos; en otras palabras, se debe hacer una "filosofía
náhuatl, y que dio origen a un pensamiento que se desarrolló de m o d o uinericana" —y Alberdi fue el p r i m e r o en h a b l a r de tal filosofía en
paralelo a la llamada "filosofía de la conquista" organizada por trata- Hispanoamérica—, desde una posición de autovaloración y reconoci-
distas y polemistas españoles sobre la cuestión de la dominación de miento de nosotros mismos.
las Indias. 41 Lo que nos interesa destacar es que los sabios n a h u a inte- En u n a actitud semejante a la de Alberdi se encuentra un conjunto
riorizan por p r i m e r a vez en el pensamiento latinoamericano la experien- de hispanoamericanos que le son contemporáneos y a los que se ha
cia de r u p t u r a de su propia tradición cultural, experiencia que —según denominado "proceres de la emancipación m e n t a l " : Domingo Faustino
cierlos pensadores— ha de caracterizar de modo casi p e r m a n e n t e el Sarmiento, José Victoriano Lastarría, Andrés Bello, José de la Luz y
desarrollo de aquel pensamiento. Desde este punto de vista, la relación Caballero y otros.4"1 Ahora bien, a pesar de haber sido el " r o m a n t i c i s m o "
entre lo americano y lo europeo se organiza sobre sucesivas r u p t u r a s . el que impulsó, en general, d u r a n t e la p r i m e r a m i t a d del siglo xix, a
América se incorpora a E u r o p a y con ello entra en la "historia univer- un cierto grado de conciencia de sí y para sí, manifestado en diversos
sal", pero lo hace a p a r t i r de una permanente fractura respecto de sí cumpos, pedagógico, literario, político, filosófico y a ú n científico, natu-
misma, hecho que le queda incorporado de modo interno, constituyen- ful, es necesario reconocer que ya en la última escolástica, la de fines
te. Generalizando, Leopoldo Zea ha señalado la existencia de una especie del siglo XVIII, se había a d o p t a d o u n a actitud respecto del pensar eu-
de anhelo destructivo que lleva a "empezar siempre desde cero", ate- ropeo que implicaba una clara voluntad de adecuar la filosofía impor-
niéndose a la última m o d a intelectual proveniente de Europa, descono- luda a la realidad americana. En tal sentido se puede, pues, h a b l a r de
ciendo el valor de todo lo anterior y siendo ajeno a toda conciencia un "comienzo" también dentro de los eclécticos dieciochescos, hecho
dialéctica 42 y Salazar Bondy, por su parte, ha hablado de una "evolu- que ha llevado a ciertos pensadores a toda una revaloración de la esco-
ción discontinua" de acuerdo con la cual cada m u d a n z a d e n t r o del lástica tardía.
pensamiento hispanoamericano depende de la presencia de una nueva De todos modos, la conciencia de sí y para sí, con mayor o m e n o r gra-
filosofía que viene del viejo continente y que se instala sobre el rechazo do de profundidad, fue ejercida dentro de aquella conciencia de r u p t u r a
de la anterior. 4 3 que impulsó a limitar el ejercicio de la filosofía a una serie sucesiva
Desde otro p u n t o de vista, el problema del "comienzo" se puede plan- V de adaptaciones de la última filosofía occidental. El " p a r a sí" sobre el
cual se constituyó esta filosofía y dio lugar a un p r i m e r "comienzo", no
tear en relación con la "conciencia de sí y para sí" del h o m b r e pen-
sante latinoamericano. Según Hegel, la filosofía occidental comenzó en «uperó u n a concepción instrumental del saber filosófico, que fue en-
Grecia como u n acto que suponía una toma de conciencia por p a r t e de tendido casi siempre como el saber europeo que debía ser adecuado a
los primeros filósofos respecto de sí mismos, lo cual suponía a la vez nuestras circunstancias.
u n conocerse y un autovalorarse, una actitud teorética y una t o m a de La cuestión del "comienzo" de la filosofía latinoamericana se ha re-
posición ariológica. La conciencia de sí y para sí se ejercía p o r eso planteado más tarde en relación con esa carencia de tradición y con
mismo no sólo en el plano del pensar, sino también y necesariamente osa experiencia de r u p t u r a que hemos mencionado. La exigencia de ha-
41 44
Miguel León-Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus textos, 4* ed., Mé- Arturo Andrés Roig, "Necesidad de un filosofar americano", en Actas del Se-
xico, Universidad Nacional Autónoma, 1974, 411 pp., y "El pensamiento prehispá- Htiiido Congreso Nacional de Filosofía, Buenos Aires, Sudamericana, 1973, tomo u ,
nico", en Estudios de la historia de la filosofía en México, cit., pp. 10-72. pp. 5.37-538 y "Acerca del comienzo de la filosofía americana", en Revista de la
42 Universidad de México, vol. xxv, núm. 8, 1971.
Leopoldo Zea, La filosofía americana como filosofía sin más, cit., pp. 139-140. <n
43 Leopoldo Zea, Esquema para una historia de las ideas en Iberoamérica, Me-
Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra América?, cit., pp. 35-36.
nú o. Universidad Nacional Autónoma, 1956, 120 pp.
64 ARTURO ANDRÉS ROIG INTI;RR(K;ACIONI;S SOBRI; EL PENSAMIENTO I II.OSóITCO 65

cer de la filosofía una tarea "normal" ha movido a la reconstrucción de Dentro de esta lógica, la tarea de establecer periodos o etapas histo-
una tradición propia mediante cierta labor historiográfica, tarea llevada riográficos por los cuales habría transcurrido el pensamiento de Amé-
a cabo principalmente por los historiadores de las ideas latinoamerica- rica Latina, se apoyó desde un comienzo como era natural sobre los
nas; mas también ha impulsado al rescate de la tradición europea de esquemas establecidos para la historiografía filosófica europea. Se lo
la filosofía, a la que se intenta asumir en la integridad de su desarrollo hizo sin embargo señalando diferencias fundamentales respecto del des-
desde dentro de ella misma. No se trata ya, como fue característico arrollo de esa historiografía. La primera surgiría de una discontinuidad
del siglo XTX y parte del actual, de contentarse con la última filosofía de las etapas o periodos, como consecuencia de un retardo en el co-
importada y usarla instrumentalmente en relación con la circunstancia, mienzo y terminación de los mismos, hecho que ha llevado a suponer
sino de comprender a esa filosofía en sus fuentes y en sí misma. Esta que el pensamiento latinoamericano es asincrónico respecto del eu-
tendencia se ha desarrollado de todos modos partiendo de la filosofía ropeo. La segunda diferencia tiene su origen en aquella señalada ausen-
europea contemporánea, avanzando hacia atrás en el tiempo, fenómeno cia de tradición tan fuertemente sentida por algunos y en aquella inca-
que de modo acertado ha sido denominado "regresión anabásica" por pacidad dialéctica, que habrían impedido un proceso inmanente, como
Francisco Miró Quesada.40 Esta segunda tendencia se apoya en muchos consecuencia de lo cual siempre el paso de un periodo al siguiente ha
casos en la clásica equiparación hegeliana entre filosofía e historia de dependido de motivos exógenos. De este modo el esquema historiogra-
la filosofía, que fue en su momento también divulgada por Ortega y fía) sería el mismo que el europeo; pero funcionalmente se daría un
que en sus formas más acentuadas declara al saber europeo como el retardo y de modo discontinuo.
único. Ahora bien, si filosofía e historia de la filosofía son una misma Planteadas así las cosas, los esfuerzos han consistido en pretender
cosa, el comienzo de la filosofía estará siempre en su propia historia, lo superar la asincronía y en incorporarse al proceso unitario y dialéctico
cual se agrava si se parte de lo que hemos dicho antes. Esta posición del pensamiento europeo. Tal es por ejemplo la tesis de Francisco Ro-
lleva a una especie de autoalimentación de la filosofía que es justamente mero, quien ha hablado de la necesidad de un "acortamiento de dis-
lo que caracteriza en general al saber académico. Dentro del proceso tancia" respecto del desarrollo filosófico europeo, con lo cual se podría
de las ideas en América Latina una tesis semejante había sido sostenida superar lo que el mismo autor denomina "un pensamiento débil y pe-
durante el siglo xix por seguidores del "eclecticismo" francés y lo más riférico"; es decir, se lograría centrarnos en lo europeo de modo sincró-
sólido del rechazo que hizo José de la Luz y Caballero de esta práctica nico.48 De esta manera una cierta filosofía contemporánea en América
de la filosofía en Cuba, radica precisamente en señalar que el comien- Latina se caracterizaría por haber iniciado una nueva etapa en la que
zo de la filosofía no puede nunca estar en ella misma, sino en la reali- aquel atraso y aquella discontinuidad habrían sido ya superados.
dad concreta histórica.47 En sus líneas generales es indudable que este tipo de pensamiento
El filosofar de tipo académico contemporáneo trata evidentemente de latinoamericano constituye en bloque un capítulo de la historia del
superar la concepción instrumental de la filosofía que ha caracterizado pensamiento en Occidente y en tal sentido sus momentos coinciden
a cierto tipo de pensamiento de América Latina desde sus inicios, mas necesariamente con los cié éste. Desde el punto de vista de las "edades",
ello lo hace a costa de la conciencia de sí y para sí, cayendo en una se inicia bajo las influencias del renacimiento, se incorpora luego al
identificación entre filosofía e historia de la filosofía de carácter ideo- despertar y consolidación del pensamiento de la modernidad y desem-
lógico. Como bien lo ha mostrado Miró Quesada, la cuestión del "co- /
boca por último en las formas ulteriores a la edad moderna hasta nues-
mienzo" queda integrada dentro de un determinado "proyecto" y una tros días. Siempre con esta lógica, igual coincidencia puede señalarse
forma de discusión contemporánea giraría entre el filosofar académico respecto de los periodos más generales tradicionalmente establecidos
señalado, que ha alcanzado un indiscutible nivel técnico, y una tradición dentro de estas edades, tales como el "humanismo renacentista", el
historicista que, a más de una exigencia de rigor, se ubica en lo que "racionalismo moderno", el "romanticismo", el "positivismo", etc., y a
podría llamarse "realismo latinoamericano". su vez, dentro de las diversas líneas de desarrollo que muestra cada
uno de ellos, así por ejemplo, dentro del racionalismo: cartesianismo,
7. En correlación con todo lo anterior hablaremos ahora de los perio- Ilustración, ideología, etcétera.
dos a lo largo de los cuales se han desarrollado las corrientes filosófi- Ahora bien, esta coincidencia general presentada de modo abstracto
cas latinoamericanas y también necesariamente de la cuestión misma lia llevado a un desconocimiento de las particularidades que el desarro-
de la periodización. llo de las ideas ofrece en América Latina, cuestión que es motivo ac-
tualmente de una fuerte revisión, en particular dentro de la línea de
46
Francisco Miró Quesada, Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano, origen historicista de la cual ya hemos hablado. Por lo pronto es indis-
México, Fondo de Cultura Económica, 1974, 238 pp. I
4 4H
" Medardo Vitier, Las ideas y la filosofía en Cuba, cit., pp. 219 ss. y 383 ss. Francisco Romero, Sohre la filosofía en América, cit., pp. 11, 15 y 38-39.

k
INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 67
66 ARTURO ANDRÉS ROIC

pensable someter a análisis las categorías mismas sobre las cuales se hiato o corte histórico que hay entre la "escolástica" y la "ilustración";
ha asentado la periodización, entre ellas fundamentalmente las nociones un hecho semejante, sí bien de espíritu inverso, se podría mencionar
de "sincronía-asincronía" y de "continuidad-discontinuidad". Otro tanto a propósito del rechazo del "positivismo" durante la etapa de "reacción
ha de decirse del sentido de actitudes espirituales como las de "roman- espiritualista" en las primeras décadas de este siglo. Ciertamente hay
ticismo", "positivismo", etc., que ofrecen modos peculiares que hacen excepciones de esta actitud de discontinuidad, mas ellas aparecen con
que la equiparación de periodos entre el pensamiento europeo y el la- los primeros intentos de reconstruir una historia del pensamiento lati-
tinoamericano no sea siempre fácil. Al margen de otros aspectos de noamericano en sus diversos momentos y etapas; en tal sentido se puede
fondo, el asunto reposa también sobre una cuestión de método que, mencionar a los iniciadores de este quehacer en la Argentina, José In-
teniendo siempre como punto de referencia el viejo continente, consis- genieros y Alejandro Korn, quienes no sólo hicieron labor historiográ-
tiría en establecer la periodización por comparación con lo europeo, de fica, sino que intentaron asumir dialécticamente el pasado intelectual
desde su propio pensamiento. En líneas generales, una cierta historio-
modo externo, o por el contrario, intentar una investigación de las di-
grafía filosófica ha buscado constituirse en la vía de superación de la
versas etapas y momentos, reconocidos en su realidad inmanente y sin visión discontinuista y es dentro de aquélla donde se ha denunciado pre-
perjuicio de su análisis dentro de estructuras culturales mayores. cisamente la existencia de esa conciencia de ruptura y la necesidad de
Por otro lado, es necesario tener en cuenta que la filosofía en su un reencuentro del pensador con su propia realidad histórica. El des-
desarrollo no es un proceso autónomo, sino que se inserta en un sistema pertar de la conciencia en sí y para sí, superado el "instrumentalismo
de conexiones dentro de una sociedad y de un tiempo dados. Por eso filosófico" característico del siglo xix y rechazadas las formas del saber
mismo no hay periodización que sea exclusiva de las ideas filosóficas, academicista, ha abierto una nueva etapa del pensar latinoamericano.
sino que sus lincamientos básicos surgen de una estructura que es mu-
cho más comprensiva, aun cuando dentro de ella la filosofía pretenda Caracteriza también a nuestro tiempo una fecunda tarea de revisión
una legítima universalidad. Más aún, esa universalidad es válida en la del pasado que con nuevas herramientas metodológicas, entre ellas las
medida en que la filosofía hinque sus raíces en la particularidad de que derivan de una teoría crítica de las ideologías, ha ampliado y co-
la estructura mencionada. Es desde este punto de vista que la cuestión rregido la periodización tradicional, borrando límites que parecían defi-
de la asincronía pierde sentido y es posible afirmar una presencia sin- nitivos entre una etapa y otra, descubriendo corrientes de pensamiento
crónica del pensamiento respecto del sistema de conexiones. que se consideraba inexistentes, articulando sus interdependencias den-
tro de los diferentes contextos histórico-culturales. Todo esto ha surgido
Lo señalado lleva a dar mayor importancia a ciertas posiciones filo-
principalmente del esfuerzo por comprender las ideas desde problemas
sóficas sobre otras. Así, la pretendida irreductibilidad de la etapa ro- históricos concretos, lo cual ha llevado a superar esquemas abstractos
mántica respecto de la positiva y de ésta en relación con la siguiente, la o más de copiados que ahondaban la visión de discontinuidad, justifi-
antipositivista o idealista, si se la estudia desde el punto de vista del caban el lugar común de la asincronía y desconocían lo dialéctico y com-
desarrollo del racionalismo, quedan todas ellas integradas. Otro tanto plejo de los procesos.
sucede si los procesos son analizados desde categorías "omnicompren-
sivas" tales como el liberalismo, el capitalismo, etc., que si bien no El análisis del pensamiento precolombino mexicano, en particular el
siempre revisten expresión filosófica, condicionan las sucesivas filosofías que se desarrolla en la última etapa de modo contemporáneo con los
aparentemente encontradas, de amplias épocas. Inicios de la colonización durante los siglos xv y xvi, ha permitido reco-
nocer un momento no incluido en periodizaciones tradicionales; los
Desde este punto de vista, el proceso de las ideas en América Latina estudios sobre la escolástica, especialmente la que se desarrolla en su
se presenta con una fuerte continuidad, lo cual vendría a quedar en ciclo ecléctico, a finales del siglo XVIII, ha abierto la posibilidad de
contradicción con aquella experiencia de ruptura de la que hemos ha- dcñalar una etapa con caracteres peculiares, en la que el pensamiento
blado. Es indudable que el proceso histórico ofrece una continuidad, adquiere ya formas propias y adecuadas a la realidad latinoamerica-
mas ella fluiría en un desencuentro permanente con el hombre latino- na; 4<) los estudios sobre el "romanticismo" han señalado la amplitud
americano que no asumiría aquel proceso como su tradición propia. Se de este movimiento, que no se reduce al primitivo "romanticismo so-
trata —según algunos investigadores— de un caso de conciencia des- cial" de las primeras décadas del siglo xix, sino que se extiende casi
dichada, nacida de la imposibilidad del reencuentro del hombre consigo hasta comienzos del siglo xx, bajo otras formas que no habían sido
mismo en su hacerse y en su gestarse. puestas de relieve, ni valoradas, tal el caso por ejemplo del "krausismo"
Debido a este hecho, sucede que si bien el historiador de las ideas
puede alcanzar una visión de continuidad e incluso señalar sus momen- '" Fia sido José Gaos, principalmente, quien promovió una serie de importantes
tos dialécticos, cada una de las clásicas etapas se constituyó para el íttlndios sobre esta cuestión. Entre ellos, la obra de Victoria Junco de Mayer,
grueso de quienes la integraron sobre la base de un desconocimiento y (¡iiinarra o el eclecticismo en México, México, Fondo de Cultura Económica, 1973,
211 p P .
olvido de la etapa anterior. Se ha señalado en general, por ejemplo, el

•É
68 ARTURO ANDRÉS ROIG

INTERROGACIONES SOBRE EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO 69


uruguayo y el argentino; r'° otro tanto ha de decirse respecto del "eclec-
ticismo romántico" de la segunda mitad del siglo xix, rescatado en su con variantes por cierto, se ha interpretado en función de estas oposi-
importancia en el proceso del pensamiento brasileño, costarricense, ciones, que no pretendieron ser las únicas. En efecto, además de ellas, y
rioplatense y peruano; ni la discusión acerca de la extensión y sentido respondiendo a inquietudes diversas, se establecieron otras entre las
del "positivismo", en particular respecto de la doctrina del "positivismo oligarquías y los caudillos, o ya en el terreno de las ideologías, entre
difuso" iniciada en la Argentina por Alejandro Korn, ha desembocado, las diversas formas del nacionalismo y el "europeísmo", etc. Todas ellas
también como consecuencia de la crítica a que ha sido sometida la etapa han sido concebidas, además, dentro de un proceso histórico en su
romántica, en una limitación que ubicaría su etapa de mayor influencia integridad, el que según Abelardo Villegas podría caracterizarse como
entre fines del siglo xix y la década de los treinta del presente; del la supervivencia de formas de la antigua sociedad colonial de origen
mismo modo, la doctrina "panpositivista", que había creído encontrar
hispánico, en antagonismo con formas de la penetración e instalación
su justificación en un realismo propio del pensamiento de América La-
tina, como también en una definición del racionalismo y del liberalis- de una sociedad capitalista moderna/'' Ya Agustín Álvarez, un positivista
mo que nos resulta ahora desajustada, ha permitido reconsiderar otros argentino de principios de siglo, había señalado esta contradicción uti-
movimientos que le han sido contemporáneos y mostrarlos en sus va- lizando términos de la historia francesa, como la oposición entre el "an-
lores propios, como es el caso de la Escuela de Recife.'2 Por otro lado, tiguo régimen" y el nuevo.
la "reacción espiritualista" llevada a cabo contra los postulados positi- Pues bien, estas contradicciones se han manifestado en el plano de
vistas por parte de muchos de los llamados "fundadores" de la filosofía toda la literatura latinoamericana. El pensamiento filosófico no es ni
latinoamericana, es considerada ya como una etapa clausurada, frente puede ser ajeno a ellas, de ahí la importancia que tiene su conocimiento
a las nuevas inquietudes que de diferentes maneras se manifiestan en y el modo como se integran en cuanto contenido ideológico implícito o
el continente y que han puesto en crisis los fundamentos del "idealismo explícito en el discurso filosófico mismo.
iilosófico", de la filosofía de la conciencia y de tantos otros postula- Si quisiéramos aventurar una explicación del origen de estas tenden-
dos más. cias que muestran las diversas líneas del pensamiento, podríamos decir
que provienen de la actitud valorativa que se adopte respecto de los tér-
minos de las diversas contradicciones y de la consiguiente adhesión o
8. Al comienzo habíamos hecho referencia a ciertas diferencias que se lechazo, lo cual no responde por lo general a formas individuales de
llegaron a establecer dentro del proceso de las ideas, con base en un conducta. Así, durante la etapa de ascenso del liberalismo, se llegó a
distinto desarrollo histórico en las ciudades del litoral y las ciudades considerar a la ciudad —y en particular la de los litorales marítimos
del interior del continente. Ahora deberíamos agregar que tales diferen- de todo el continente— como símbolo de "civilización", mientras que
cias han sido interpretadas además como expresión de contradicciones el campo en general, lugar de supervivencia de la sociedad colonial
y de antagonismos, de los cuales el señalado es tan sólo un ejemplo. Ya hispánica, representaba la "barbarie". Este esquema entra sin embargo
en el siglo xix, Juan Bautista Alberdi había hablado de la lucha entre en crisis en la etapa de consolidación del liberalismo, allá por la década
el interior y el litoral al discutir la' tesis de Domingo Faustino Sarmien- de los treinta de este siglo. En ese momento, con el despertar de los
to, quien había deducido otra forma de contradicción —la de las ciu- nacionalismos que proclamarán como raíz de la nacionalidad a grupos
dades y el campo— a la que caracterizó, tomando posición en favor
sociales y formas culturales que habían sido entendidos como integran-
de la cultura de las ciudades, como la lucha entre la civilización y la
barbarie. El proceso histórico desde el siglo xix hasta nuestros días, / tes de la "barbarie", se produce una inversión valorativa. La aparición
en 1902 del libro de Euclides da Cunha Os sertóes, especie de contraparte
50
de la actitud axiológica que muestra el Facundo de Sarmiento, ha sido
Por ejemplo, la obra de Arturo Ardao, Batlle y Ordóñez y el positivismo fi- una de las manifestaciones literarias de más significación en este sen-
losófico, Montevideo, Ed. Número, 1951, 223 pp., y Arturo Andrés Roig, Los krau-
sistas argentinos, Puebla, Cajica, 1969, 510 pp. tido. La inversión valorativa de la que hemos hablado no significó sin
51
Augusto Salazar Bondy, La filosofía en el Perú. Panorama histórico, Washing- embargo necesariamente en una época dada el paso de un discurso
ton, Unión Panamericana, 1954, 98 pp. y Arturo Ardao, Espiritualismo y positi- opresor a un discurso liberador, en la medida en que la afirmación de
vismo en el Uruguay: filosofías universitarias de la segunda mitad del siglo XIX, cualquiera de los términos de una contradicción puede ser motivo para
México, Fondo de Cultura Económica, 1950, 287 pp. postular nuevas formas de dominación.
52
Armando Correia Pacheco, Ensayistas del Brasil: Escuela de Recife, selección,
traducción, prólogo y notas de A. Correia Pacheco, Washington, Unión Panameri- La filosofía en América Latina en general ha respondido a esta pro-
cana, 1952, 148 pp., y Antonio Paim, A filosofía da Escola do Recife, cit.; Constan- blemática. El enfrentamiento entre "europeístas" y "americanistas",
tino Láscaris Commeno, Desarrollo de las ideas filosóficas en Costa Rica, San muestra dos de las tendencias más generalizadas. En José Ingenieros lo
José, Editorial Costa Rica, 1965, 631 pp., y Arturo Andrés Roig, El espiritualismo
argentino entre 1850 y 1900, Puebla, Cajica, 1972, 590 pp. "'Abelardo Villegas, Rcformismo y revolución en el pensamiento latinoameri-

k
idii», Méxitu, Sirio XXI, 1072, p p . 57-63.
70 ARTURO ANDRÉS ROIÜ INTERROGACIONES SOBRE F.L PENSAMIENTO FILOSÓFICO 71

europeo, entendido como "espíritu liberal", fue utilizado para la crítica esa función, ha llevado a u n a teoría acerca de los m o d o s históricos del
a las formas autoritarias derivadas de la Colonia, lo que él d e n o m i n ó filosofar latinoamericano, mas también y como c o n t r a p a r t e , ha provoca-
en su Evolución de las ideas argentinas, el "espíritu peruano". 5 4 E n do la elaboración de un modelo, de un "deber ser" de la filosofía, desde
Brasil, repitiendo categorías muy próximas a las de Ingenieros, él filó- el cual equivocadamente o no, se ha enjuiciado aquel pasado. Dentro
sofo Luis Washington Vita nos dice que d u r a n t e los siglos x v n i y de este segundo aspecto surge la cuestión de las p a u t a s que menciona-
xix hubo dos tendencias antagónicas que en el plano de las ideas cons- mos. Esta problemática se encuentra, si bien no siempre de m o d o ex-
tituyeron lo que él d e n o m i n a "pensamiento de salvación", a u t o r i t a r i o plícito, en toda la literatura filosófica de ciertos pensadores latinoame-
y conservador, frente a un "pensamiento de ilustración", liberal y pro- ricanos de las primeras décadas de este siglo, aquellos a los que se
gresista.r,r> En el análisis de las tendencias del Brasil de nuestro siglo, ha denominado los "fundadores": Alejandro Korn, Antonio Caso, Carlos
Joao Cruz Costa distingue entre el " s e r t e r i s m o " y el " t r a n s o c e a n i s m o " , Vaz Ferreira, José Vasconcelos, Enrique José Varona y otros. E n nues-
el primero derivado del descubrimiento del h o m b r e de la tierra, el tros días, como consecuencia de una p r o l u n d a necesidad de cambio que
campesino del "sertón", enfrentado al h o m b r e de las ciudades, en par- experimentan algunos grupos de intelectuales latinoamericanos, el pro-
ticular con el "filosofante" de mentalidad europeizada, todo lo cual blema de la función y de las pautas ha cobrado una fuerza nueva, y
pretende constituir "el destino histórico de las ideas en el Brasil". 5 " E n ciertas notas que han sido señaladas como características en general
líneas generales, el "indigenismo", el "criollismo", el "nativismo", el para el siglo xix, tales como la vocación práctica manifestada en el in-
"telurismo", son formas diversas relacionadas con ese despertar valo- terés primordial por lo ético, lo político y lo pedagógico, han vuelto
rativo de ciertos aspectos de lo americano, lamentablemente no siempre II cobrar presencia, d e n t r o de esos grupos. La situación no es sin em-
organizadas dentro de las líneas de un discurso liberador. En este sen- bargo la misma, pues a partir de la exigencia de repensar lo filosófico
tido, un conflicto entre ciertos historiadores de las ideas y algunas de por cuenta propia se ha avanzado hacia la superación del "instrumen-
las formas del pensar de tipo académico, tal por ejemplo, el "positivis- talismo" con el que ciertos pensadores del siglo xix se conformaban. La
m o lógico", como lambién la discusión que hay d e n t r o de éste, expresa vocación práctica no tendería a organizarse como antes sobre una des-
la oposición que hemos señalado, todo ello reavivado por una t o m a de confianza respecto de lo teorético, a la vez que se han denunciado fuer-
posición frente a lo que, en un m o m e n t o dado, se interpretó como pro- temente las formas academicistas de un pretendido filosofar p u r o . Esa
blemas de la dependencia de los países iberoamericanos. vocación y el reconocimiento del valor teorético de la filosofía han
Digamos todavía y para no a b u n d a r más sobre este asunto, que la llevado a una meditación sobre el acto mismo del filosofar a p a r t i r de
actitud selectiva indicada como uno de los caracteres del pensador lati- una crítica del valor del concepto, y a la vez de una autocrítica respecto
noamericano frente a la filosofía occidental, así como las influencias del uso de concepluali/.aciones desde las cuales se intenta alcanzar lo
mismas, han sido condicionadas por el régimen de contradicciones y universal. En la filosofía de la historia de América de Leopoldo Zea
o t r o tanto ha de decirse de los temas que han interesado como objeto Ne ha señalado justamente el papel que podría caberle al pensamiento
de estudio filosófico y el tratamiento recibido. latinoamericano como nuevo m o m e n t o dialéctico hacia una universa-
Frente al " e u r o p e í s m o " y al " a m e r i c a n i s m o " en sus formas extremas, lidad s u p e r a d o r a de esos límites culturales históricos con los que había
u n a reciente tendencia historicista propuso, por su parte, un america- Nido planteado en general por el pensamiento de Occidente. Dentro de
nismo que a s u m a el saber filosófico mundial, abierto al diálogo con esta e s t r u c t u r a de pensamiento, no cabe d u d a r de la importancia que
las culturas y desde una decidida posición crítica y autocrítica. / llene en todo esto aquel progresivo a h o n d a r en la conciencia de sí y
para sí y a la vez el señalamiento en los límites de esa conciencia, de-
9. Nos restaría hablar sobre dos cuestiones que de a c u e r d o con la línea rivados de sus formas de alienación. La función de la filosofía es por
de pensamiento aquí elaborado son de creciente interés: la función de esto entendida fundamentalmente como una b ú s q u e d a de nuevos con-
la filosofía en América Latina y las pautas del pensamiento latino- ceptos integradores que no se constituyan en totalidades conceptuales
americano. Habíamos dicho que uno de los aspectos que dio al amplio opresivas. El hacer filosofía sin más, que es una de las pautas nacidas
y variado movimiento historicista el impulso que h a m o s t r a d o , es el . tle la exigencia de filosofar por cuenta propia, no es pues incompatible
h a b e r considerado a la filosofía como función de la vida. El análisis con la cuestión misma del destino de la filosofía y de su función social.
del problema desde el p u n t o de vista de la m a n e r a como se ha ejercido
54
José Ingenieros, Evolución de las ideas argentinas, Buenos Aires, El Ateneo,
1951, tomo i, pp. 21, 31, 45, 56, etc.
B5
Luis Washington Vita, "El pensamiento filosófico en el Brasil", en Américas,
Washington, 1971, vol. 23, núm. 2, pp. 18-23. I
nfl
Joao Cruz Costa, Esbozo de una historia de las ideas en el Brasil, cit., p. 168.
CIENCIA Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDES CIENCIA Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDES 73
FRANCISCO MIRÓ QUESADA ciencia físico-matemática p a r a que p o d a m o s creer en mitos como creían
nuestros antepasados. E s t a r í a m o s demasiado sofisticados p o r el entre-
namiento lógico que algunos recibimos desde n u e s t r a infancia p a r a po-
der vivir en u n á m b i t o mítico. Según ciertas ideas, nadie hoy día, por
lo menos en las partes del planeta que p o m p o s a m e n t e llamamos "civi-
lizadas" (que no son sino las que h a n sido absorbidas p o r esa gigantesca
F.L M1TOIDE y devoradora ameba cultural que es el Occidente) está dispuesto a
creer que los dioses, los h o m b r e s y las cosas se transforman unos en
otros, nadie siente que vive en contacto permanente con poderes sobre-
Si se busca un calificativo para d e n o m i n a r la m a n e r a como las ideas humanos. Ese m u n d o nuestro está desacralizado.
de la ciencia y de la técnica se han desarrollado en América Latina, Siguiendo este razonamiento, no puede, pues, hablarse de " m i t o s " si
creemos que la palabra " m i t o i d e " nos proporciona u n a expresión exacta se quiere hablar con cierta propiedad. Pero en cambio podría hablarse
de la situación. Muchos estarían inclinados a llamarlas " m i t o s " , debido de "mitoides", ya que u n a serie de ideas y creencias puede presentar
a que presentan una serie de caracteres comunes con estas creaciones según de donde se las observe un conjunto de notas comunes con el
primigenias de toda cultura. Pero creemos que quienes hablan de "mi- concepto de mito. Se aceptan, como los mitos, con total ingenuidad, sin
tos en la época actual —sobre todo cuando se refieren al m u n d o moder- ningún análisis crítico sobre su verdad o su significado. Se considera
no conformado p o r la cultura de Occidente— no se refieren de m a n e r a que quienes las realizan son peligrosos para el conglomerado social.
precisa a los hechos. Para que exista un mito debe haber un á m b i t o Este sentimiento de odio contra el disidente n o es, en general, tan
cultural dentro del que pueda existir. Y un ámbito cultural, se t r a t a de intenso ni tan universal como se cree q u e ocurre en las culturas míticas,
un lugar común, es un todo complejo dentro del cual la mayoría de sus pero a veces presenta una desconcertante violencia y abarca grandes
partes están estrechamente relacionadas.' Según ciertos pensadores, u n porciones de la colectividad. Se tiene, además, como en el caso de los
ámbito cultural permite la existencia de mitos cuando sus elementos mitos, la convicción de que esas ideas y creencias, o las entidades a
humanos los viven, creen ingenuamente en ellos, les confieren carácter las que se refieren, son eternas, intangibles, pilares fundamentales y
sagrado, y consideran a todo aquel que no cree en ellos como un re- absolutos de la vida social.
probo peligroso para el conglomerado social que debe, p o r eso, ser Pero sobre todas estas supuestas coincidencias hay una que es, en
eliminado. Para que haya mito —afirman— debe haber categorías mí- nuestro concepto, la m á s i m p o r t a n t e : cumple u n a función de jerarqui-
ticas, m a n e r a s universales y necesarias de a p r e h e n d e r la realidad, debe z a r o n y aglutinación social. Es seguramente m u y difícil d e s e n t r a ñ a r
existir un espacio mítico, un tiempo mítico, sustancias míticas, causali- de m a n e r a completa la esencia del mito. Pero h a s t a se ha llegado a
dad mítica.-1 Si no funcionan estas categorías de m a n e r a espontánea y pensar que hay una serie de caracteres que son tan evidentes que im-
supraindividual, no puede constituirse el mito, no puede vivirse. Pero ponen u n amplio acuerdo. Uno de ellos es que los mitos, p o r lo menos
nada de esto hay ahora en nuestro m u n d o moderno. Aunque pueden los grandes mitos, aquellos que constituyen el contenido principal de
encontrarse rezagos de categorías míticas, ya no funcionan de m a n e r a lo sagrado en las antiguas civilizaciones, ejercen u n a función jerarqui-
universal y necesaria. Algunos opinan que estamos demasiado sumidos zante p o r medio de la sacralización. En último término, el poder en la
y
en el espacio, el tiempo, las sustancias, la causalidad de la m o d e r n a sociedad antigua estaría fundado sobre el mito. La cúspide de la jerar-
quía estaría ocupada p o r una persona o un grupo que desciende de los
1
No todas. Nos parece que comparar la cultura con un organismo en el que poderes supremos del universo. Ya sea directamente, ya a través de
todas las partes ejercen funciones relacionadas con el todo y con cada una de semidioses o de héroes descendientes de éstos o aquéllos, los detenta-
ellas es un prejuicio derivado de la filosofía hegeliana y de ciertas tesis de Spen- dores del poder resultan sagrados. Desde esta óptica, el poder es intan-
gler. En cada cultura, además de haber un estilo general, categorías, vigencias, f;ible, nadie puede oponerse a él, p o r q u e esta oposición es atentar contra
estructuras y funciones estrechamente interrelacionadas, hay manifestaciones im- uerzas sobrenaturales.
previsibles que no casan estrictamente con las restantes. Hasta donde llega nues-
tra información, se ha estudiado poco este aspecto que, sin embargo, es funda- De la cúspide, la pirámide del poder desciende en divisiones y subdi-
mental para comprender la evolución y el verdadero sentido de las culturas. visiones complejas, sólidamente fundadas en el sistema mítico que im-
2
Sobre el concepto de mito y de categorías míticas, véase Cassirer, The philo- pera en la sociedad. Y de esta m a n e r a el poder queda monolíticamente
sophy of symbolic forms, vol. 2, Mythical thinking, Yale University Press, New establecido. 3 E n este sentido, el m i t o tiene, pues, u n a función de jerar-
Haven, Londres, 1955. Véase también sobre el mito, con una orientación dife-
rente, Lévi-Strauss, Anthropologie structurelle (sobre todo el capítulo "Magie et :l
Sobre el mito como fundador sacralizante del poder, véase Frazer, The golden
Religión"), París, Plon, 1958. i
bout>h, Nueva York, MacMillan, 1963.
1721
CIENCIA Y TéCNICA: IDEAS O MITOIDES 75
74 FRANCISCO MIRÓ QUESADA

quización y a través de ella de aglutinación social. Los mitos son los expresiones culturales cuyo significado originario ha sido enfrentarse
mecanismos mediante los cuales los miembros del conglomerado social B la concepción mítica de la vida. Estas expresiones son las derivadas
unifican sus creencias, sus ideas, su visión del mundo y sus tablas de de la razón humana. Hay un momento en la historia en que algunos
valores. Esta unificación les permite actuar de consuno, permanecer uni- hombres se dan cuenta de que poseen una facultad capaz de analizar
críticamente y sin límites todos los valores, todas las creencias que so-
dos a pesar de las infinitas diferencias de carácter y temperamento
bre un fundamento mítico imperan en la mente de sus semejantes. Esta
que cada ser humano tiene frente a sus semejantes. Ciertos pensadores facultad se llama razón y permite a quien la usa no sólo llegar por
estiman que si no hubiera sido por el mito, la sociedad primitiva no sí mismo a una verdad sin la ayuda de ningún poder trascendente, sino
habría podido constituirse. Desde ese punto de vista, puede decirse que demostrar de manera irrefutable que las historias míticas sobre las que
el mito es la invención fundamental del hombre primitivo (entendiendo te funda toda la estructura social, son falsas. La razón surge, así, con-
primitivo en sentido literal) para pasar de la pura horda prehumana tra el mito. Al organizarse se convierte en filosofía y luego en ciencia.1
a la sociedad humana. El animal puede aglutinarse por instinto, pero Hasta se ha llegado a pensar que la razón es por eso, desde el comien-
cuando se pasa de la animalidad al lenguaje y a la razón, la cohesión 10, un poder revolucionario, un factor disolvente y subversivo. Frente
social se ve amenazada por la capacidad de todo hombre de tener pro- •1 poder aglutinante del mito afirma la libertad de los hombres, su
yectos propios y de estar dispuesto a luchar para realizarlos. Sólo el capacidad individual de decisión y de oposición.
mito, sólo la creencia no analizada jerarquizadora y sacralizante es
Poco a poco el concepto de la razón como facultad puramente huma-
capaz de mantener la unidad de un conjunto de voluntades individuales na, capaz de crítica ilimitada, se va difundiendo hasta que en el siglo iv
y conscientes. a.c, Platón enuncia de manera definitiva un nuevo ideal de vida, el ideal
Aunque no de manera tan absoluta, el "mitoide" comparte este ca- de vida racional. Según esta línea de pensamiento, los hombres deben
rácter funcional del mito. Así, el estado durante el siglo xix y gran •ometerse únicamente a los dictados de su razón y deben utilizarlo para
parte del xx ha sido un típico mitoide. Para algunos, el estado es el or- forjar una nueva sociedad cuyas jerarquías no dependan del poder
ganismo supremo de la dinámica social, es el que impone las jerarquías, •acralizado por el mito, sino de principios racionales de valor universal
el que efectúa las decisiones de importancia colectiva, el que distribuye y necesario. El mito es sobrehumano e histórico, la razón es humana y
valores y funciones El ciudadano debe estar sometido a sus decisiones, •uprahistórica.
porque de otra manera la sociedad sería un caos. El estado es más im- No vamos a estudiar el proceso que conduce desde este primer brote
portante que cualquier individuo, que cualquier grupo o institución, el de racionalidad hasta el moderno Occidente en que el ideal de vida
estado es toda la sociedad, es lo que da carácter y sentido a su historia racional se transforma en vigencia. Llega un momento dentro de una
y lo único que puede unir a sus miembros. Mas no puede haber estado cierta historia moderna en que grandes mayorías están convencidas de
sin jerarquización, sin divisiones de roles supra y subordinados y sin que deben resolver sus problemas, tanto teóricos como prácticos, por
una autoridad suprema que ocupe la cúspide de la pirámide. A través medio de la razón. Esta actitud ha buscado fomentar la aplicación del
de esta gigantesca estructura, quien domine el estado domina la socie- análisis racional a los fenómenos naturales, lo que contribuiría a disol-
dad. El estado es fundamento cuasi mitológico del poder. Es un perfecto ver los últimos mitos existentes sobre el cosmos.
"mitoide". De esta manera, el camino queda libre para utilizar la naturaleza al
Mas no sólo las instituciones pueden tener carácter de "mitoide", de y •crvicio del hombre. La ciencia permite el avance de la técnica a pasos
acuerdo con esta forma de pensar. Como sucede con los mitos, las per- agigantados. La técnica que surge antes de la ciencia, se transforma
sonas, las cosas, las creaciones del espíritu, pueden presentar ese ca- añora en su producto.
rácter. Los grandes líderes políticos, los grandes guerreros, se transfor- Se crea así una secuencia racional que, al entender de algunos, con-
maron en el pasado en verdaderos mitos. Descender de ellos era tener tribuye de manera decisiva —junto con otros factores, por supuesto,
asegurado el poder. En el mundo moderno sólo llegan a la categoría como conflictos entre naciones, lucha de clases, el poder creador de
de "mitoides". En algunos casos, llegan a adquirir casi la forma com- ciertas mentes, el azar, etc.— al surgimiento y constitución de un tipo
pleta del mito. Cuando se considera que el líder es grande, existe la de mundo moderno: la razón conduce a la filosofía, la filosofía conduce
tendencia casi incontenible de mitologizarlo. El jefe es omnipotente,
invencible, infalible, omnisciente. Criticarlo, enfrentarse a él, es atentar * Sobre este enfrentamiento entre razón y mito desde un punto de vista histó-
contra todo lo noble y lo bueno, es casi como enfrentarse a lo sagrado. rico, véase Ortega y Gasset, Origen y epílogo de la filosofía, México, Fondo de Cul-
El que procede así, por el consenso universal del pueblo, es considerado tura Económica, 1960 (reproducida en las Obras completas editadas por la Biblio-
como un traidor y un reprobo que debe ser eliminado de la sociedad. teca de Occidente). Véase también Fernando Silva Santisteban y Francisco Miró
Qucsada, "Mito y razón", — "Razón y mito", Scientia et Praxis, núm. 9, revista
Pero hay formas más sutiles. Tal vez las más sutiles de todas y por de la Universidad de Lima, Perú.

k
eso mismo las más difíciles de detectar son las referentes a aquellas
CIKNCIA Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDES 77
76 FRANCISCO MIRÓ QUESAlkA
y fomentar u n a actitud dogmática. Todo lo que no sea ciencia o técnica
a la ciencia, la ciencia conduce a la técnica y ésta permite la transfor- es despreciado: a lo más, se hacen graciosas concesiones al arte. La
mación del m u n d o . sociedad debe m a r c h a r dirigida por la ciencia y la técnica y debe aceptar
Incluso se ha llegado a creer que, paradójicamente, aunque el racio- las consecuencias de esta marcha.
nalismo es una actitud que comienza a difundirse en pugna c o n t r a el Gracias a ella, se piensa, ha sido posible la revolución industrial, que
cristianismo, este último contribuye a facilitar una de las consecuencias ha permitido acumular capitales en forma creciente y más allá de todo
fundamentales del p r i m e r o : la utilización de la ciencia para transfor- límite previsible. Los dueños del capital utilizan la ciencia y la técnica
m a r la naturaleza, es decir la actividad técnica. Las antiguas civiliza- para seguir a u m e n t a n d o el capital, y el aumento de capital contribuye
ciones vieron la naturaleza como algo sagrado, como algo vivo y pul- al progreso de ambas. Nace entonces la sociedad c o n t e m p o r á n e a que
sante con lo que el h o m b r e estaba profundamente c o m p e n e t r a d o . El Impone u n a jerarquización y una e s t r u c t u r a de poder derivadas de las
h o m b r e era una pequeña parte de ella, una pequeña manifestación de
leyes científicas descubiertas por la ciencia económica y reforzadas por
sus profundos dinamismos y de sus eternos ciclos que eran la ú l t i m a
el progreso tecnológico. Esta sociedad, convencida de que puede y debe
ley de las cosas, independientes incluso de la voluntad de los dioses.
desarrollarse sin término, culmina en la sociedad de consumo.
Pero el judaismo y luego el cristianismo, con su concepción de la crea-
ción ex nihilo, restan importancia a la naturaleza. Y al considerar al Pero m u c h o más que esto. Partiendo de un cierto criterio esquemá-
h o m b r e como dueño y señor del universo, le permiten m a n i p u l a r los tico, c u a n d o Marx y Engels efectúan la crítica demoledora del sistema
objetos y procesos naturales como meros medios que pueden ser apro- capitalista, no logran enfrentarse a los nuevos "mitoides". Marx se da
vechados a su favor. Sobre este horizonte, una vez desencadenado el cuenta, desde luego, que hay ciencia ideologizada. Pero en ningún mo-
avance científico, era inevitable que al lograr el conocimiento riguroso mento d u d a del poder de la ciencia y de la técnica para hacer posible
de las leyes naturales, el nuevo h o m b r e de Occidente las utilizara p a r a la liberación del h o m b r e . Se supone entonces que los " m i t o i d e s " han
transformar el m u n d o en provecho propio. 5 udquirido tal fuerza que hoy día imperan en el m u n d o capitalista y en
el socialista. Puede h a b e r discrepancias irreconciliables entre ambos,
Los triunfos que obtienen la ciencia y la técnica, hijas predilectas de
pero hay un acuerdo sustancial: la ciencia y la técnica son los instru-
la razón (la filosofía es más bien la oveja negra), impresionan en tal
mentos supremos de la liberación h u m a n a . El m o d e r n o símbolo del
forma a ciertos h o m b r e s de los siglos x v í n y XTX que comienzan a creer
"mitoide" es la conquista del espacio. La encarnación de su vigencia
que mediante ellas se van a poder resolver todos los problemas hu-
absoluta es el encuentro en el espacio de h o m b r e s de ideologías dife-
manos.
rentes que coinciden en la reverencia que debe tenerse ante los dos
La fe en su valor social adquiere p r i m e r o carácter de vigencia. De
grandes poderes que rigen la vida humana."
m a n e r a creciente, los miembros de la colectividad dan por cierto, sin
mayor análisis, que sus resultados deben siempre ser benéficos p a r a la
humanidad. Se ingresa rápidamente en la etapa de la "fe laplaceana", y
d e n t r o de esta fe, que confiere a la razón poderes s o b r e h u m a n o s (y en
consecuencia "extrarracionales"), comienzan a emerger como extraños lil. F A C T U M
meteoros en el horizonte de la historia, los "mitoides". En el ú l t i m o
tercio del siglo pasado quedan definitivamente constituidos. De allí en í
adelante, hasta que llegan a ser fundamento del desarrollo y de la so- y En América Latina la ciencia y la técnica llegan como partes integran-
i r
ciedad de consumo, no hacen sino a d q u i r i r más y m á s difusión h a s t a tes de la cultura occidental. Desde luego, debido a la existencia de im-
llegar a ser considerados por muchos como universales. portantes culturas autóctonas de carácter muy evolucionado, pero pre-
Incluso hay quienes piensan que u n o de los factores que m á s con- dominantemente mítico, se constituyen formas mixtas que producen
tribuye a esta transformación es que la mayoría de los m i e m b r o s de la extrañas y deslumbrantes manifestaciones e interesantes variaciones de
colectividad ven los extraordinarios logros de la ciencia y de la técnica, la vida social, como la utilización de técnicas europeas en el tradicional
pero no comprenden los mecanismos mediante los cuales se consiguen. trabajo colectivo de las comunidades campesinas. Se constituyen tam-
Suponen que sólo unos cuantos pueden comprenderlos y menos todavía bién sincretismos religiosos en los que se mezclan ritos cristianos con
son capaces de hacer contribuciones creadoras. Por eso, p o r q u e ven y
no comprenden como sucede con los fenómenos religiosos, creen en " Para evitar repeticiones, usaremos en forma indistinta "mito" y "mitoide". El
ellos. El origen de esta creencia puede impedir toda actitud analítica hecho de que los empleemos referidos a la época moderna evita el peligro de
rmilusión. El lector sabrá que cuando digamos "mito", estamos diciendo "mitoi-
5
Sobre la relación entre la concepción cristiana de la naturaleza y el manejo de". Cuando utilicemos "mito" en su sentido clásico, referido a las culturas an-
de la naturaleza por medio de la técnica, véase Lynn White, Jr., Machina ex Deo, lii'iias, el contexto permitirá al lector evitar confusiones.
México, Editores Asociados, S. A., 1973.
CIIíNCIA Y TéCNICA: IDEAS O MITOIDES 79
78 FRANCISCO MIRÓ QUESADA
producción científica es gloriosa y que las ciencias han progresado ad-
ritos autóctonos y se interpretan conceptos y valores católicos quizás mirablemente en suelo americano. 8
desde un trasfondo incompatible con ellos.
Durante la primera mitad del siglo pasado, la vigencia se va difun-
A pesar de las fusiones mencionadas, durante la época colonial pre- diendo y hasta se pensó que pudo constituirse en una verdadera creencia
domina en ciertos medios sociales la concepción hispánica de la vida, colectiva en el sentido de Ortega.9 La gente siente que la ciencia es algo
esencialmente medieval a juicio de algunos. De manera esquemática, la extraordinario, aunque a veces ni siquiera sabe en qué consiste. De la
ciencia ocupa un lugar secundario en la escala de valores y vigencias, creencia al "mitoide" hay sólo un paso: la creencia crea el abono favo-
la teología ocupa la cúspide de la pirámide y es el fundamento del po- rable para que crezca la flora mítica.10 Desde luego no tiene sentido
der. En el último tercio del siglo xvm comienzan a infiltrarse de forma preguntarse por el momento exacto en que una creencia queda cons-
cada vez más rápida y profunda las ideas de la Ilustración. Las con- tituida en "mitoide". Pero puede rastrearse el proceso y se puede señalar
cepciones de los enciclopedistas comienzan a adquirir vigencia, y entre el momento en que el "mitoide" existe, ya que como realidad cul-
ellas, la convicción de que la ciencia es la creación máxima del espíritu tural ejerce su extraña influencia sobre el "ethos colectivo". Cree-
humano, gracias a la cual las naciones habrán de alcanzar la libertad mos, aunque esta afirmación requiere de mayor fundamentación para
espiritual y material. Cuando empiezan a difundirse estas ideas en Amé- tomarse como definitiva, que el "mitoide" de la ciencia de América La-
rica Latina se está formando ya el "mitoide" de la ciencia en Europa. tina comienza a formarse con la irrupción de cierta filosofía positivista
En esta misma etapa, Robespierre, al instaurar la religión de la razón en el último tercio del siglo pasado. A través de esas concepciones po-
como religión oficial de la Revolución francesa, revela en forma incons- sitivistas se va difundiendo una fe ciega en la ciencia, en sus posibili-
ciente y dramática que la razón se ha transformado en "mito", es decir, dades de transformación de la realidad, en su contribución al progreso
en lo contrario de sí misma. y la felicidad de los hombres. En nombre de ella se comienza a encau-
Cómo llega la noción de este mito a América, cómo se va difundiendo zar la realidad natural y se trata de influir en el comportamiento de
y predominando en ciertos medios culturales, es un estudio que aún los miembros de la colectividad. Comienza ya a hablarse de técnica,
no se ha hecho y que debería hacerse. Probablemente habrá de revelar aunque aún este producto de la ciencia está lejos de transformarse en
aspectos interesantes de nuestro proceso histórico y permitirá compren- "mitoide". Pero los ideólogos que utilizan el "positivismo" hacen con
der una serie de fenómenos de nuestra cultura que aún son enigmáti- frecuencia alusiones a realidades técnicas. En momentos en que la cien-
cos, como el hiato entre el aprecio por la ciencia y la verdadera práctica cia se está transformando en mito, la técnica inicia un proceso que
científica. No obstante, para ciertos pensadores resulta evidente que la la llevará primero a constituirse en vigencia como actividad humana
idea de la ciencia ejerce una influencia importante en toda la ideo- valiosa y luego, en indisoluble simbiosis con la ciencia, en "mitoide".
logía que se utiliza para justificar la emancipación. En muchos es- Así, en La Libertad, órgano de expresión de cierto grupo positivista
critos de conocidos latinoamericanos se notan referencias explícitas mexicano, se apoya la transformación del país por medio de una edu-
a la ciencia y, de manera implícita, el enorme valor que le conceden, cación científica y se considera que la "locomotora" —la creación téc-
comparada con las restantes funciones culturales. Simón Bolívar, en eí nica más espectacular del segundo tercio del siglo pasado— es símbolo
Discurso de Instalación del Congreso de las Provincias, dio como argu- del trabajo que es el ideal de la nueva sociedad.1' Y Justo Sierra, el líder
mento para justificar la "independencia" que los dominadores de este del grupo, para mostrar el progreso de México (la idea de progreso
hemisferio consideraban como delito "especular sobre las ciencias".7 El está unida a la de ciencia y participa como ésta del carácter de "mi-
hecho de que la persecución de quienes se dedicaban a especula^ sobre
las ciencias fuera tomada como una de las razones para perseguir la 8
Esta polémica se encuentra analizada en detalle en Etore Gianni, Viejas polé-
independencia de nuestra América, ha llevado a pensar que la ciencia micas sobre el Nuevo Mundo, Banco de Crédito de Lima, 1954. Véase también
podía ya considerarse como vigencia básica de las élites "cultas" que se Francisco Miró Quesada: "Réalité et possibilité de la culture latino-americaine",
habían enfrentado a España. Revue Tiers Monde, tomo x, núm. 39, julio-septiembre de 1969.
9
Sobre el concepto de "creencia", véase Ortega y Gasset, Ideas y creencias, en
También —según este criterio— otra manifestación histórica que re- Obras completas, tomo v, Ediciones Biblioteca de Occidente, 1951.
vela que el aprecio por la ciencia era ya una vigencia fundamental de 10
Hasta donde llega nuestra información, no se ha estudiado la relación exis-
ciertos medios intelectuales en América Latina, es la famosa polémica tente entre la "creencia" en sentido orteguiano y la formación de "mitoides". Es
entre los científicos y pensadores del Nuevo Mundo y los de Europa a obvio que existe una relación asimétrica entre ambas. Todo "mitoide" es una
finales del siglo xvm y comienzos del xix. Para algunos investigadores, creencia (en sentido orteguiano), pero no toda creencia es un "mitoide". Nos pa-
rece que sería muy importante desde el punto de vista de la sociología de la
es revelador ver cómo esos intelectuales de la época se enfrentan a las cultura y en relación con los procesos de ideologización, estudiar los mecanismos
absurdas argumentaciones de De Paw, aduciendo que en América la que conducen de la formación de creencias a la formación de "mitoides".
11
Leopoldo Zea, Apogeo y decadencia del positivismo en México, México, El
'Sobre este punto véase Javier Ocampo López, El proceso ideológico de la Colegio de México,'1944, p . 207.
emancipación, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974.
80 FRANCISCO MIRÓ QUESADA CM'NCIA Y THCNÍCA: 1DP.AS O M1TOIÜHS 81
toide") hace referencia al considerable a u m e n t o de los ferrocarriles Se trata, como vemos, de una situación especialísima. De un lado, la
y de los telégrafos, a m b a s invenciones técnicas. 12 vigencia de los mitos de la ciencia y la técnica produce una especie de
Desde luego, hay matices. E n algunos lugares, como en México, ciertas unión, debido a su universalidad. No sólo América Latina, no sólo los
tendencias positivistas y por tanto la ciencia y la técnica son utilizadas países del Tercer Mundo adoptan la fe ciega en los milagros salvadores
para afianzar el p o d e r de la clase dominante. En otros países, como de la ciencia y de la técnica; en general toda la cultura occidental mo-
en Perú, ciertos postulados positivistas parecieron confundirse con al- derna está fundada en ella. Se cree así que los h o m b r e s de hoy día
gunas convicciones de izquierda. 1 3 Pero en países latinoamericanos, las hablan un mismo lenguaje, utilizan palabras que a pesar de las dife-
corrientes positivistas consideran que la ciencia positiva (es decir em- rencias culturales tienen, por lo menos en gran parte, una significación
pírica) , es la clave de la solución. Hay un m o m e n t o cuando el "mitoi- común. Y se habla entonces de una civilización científico-tecnológica de
d e " se ha establecido ya firmemente, entre la segunda y tercera década carácter universal.
del presente siglo, en que el " b e r g s o n i s m o " influye en dirección con- Pero los países fuertes, los creadores de la ciencia y la técnica, tienen
traria, pero sólo en los círculos especializados. Para ciertas mentalida- dentro de la coincidencia una actitud propia. Los grandes creen tam-
des, la ciencia y la técnica siguen a u m e n t a n d o su prestigio. Después de bién como todos, con fe ciega, en su poder salvador, pero contribuyen
la segunda guerra mundial, las vigencias se intensifican hasta límites n hacerlas. Suponen tener por eso un mayor dominio sobre sus apli-
difíciles de describir. Incluso los " m i t o i d e s " han sido utilizados por caciones y sus efectos. Puesto que ellos son los creadores, ellos estiman
algunos investigadores para interpretar ciertos aspectos de la historia saber cómo deben manejarse, cómo deben utilizarse en todos los casos,
de América Latina, por ejemplo, para hacer creer en la condición de incluso en el de los países secundarios y relativos que las necesitan
inferioridad de esta frente a los grandes bloques de países de E u r o p a desesperadamente. Por eso, aunque para los fuertes la ciencia y la téc-
y de América del Norte. Este tipo de afirmación, hoy bien discutido, se nica son también "mitoides", con todos los efectos negativos (como
sirvió del mito del "desarrollo", que también en un m o m e n t o d a d o después veremos) que esto significa, presentan un aspecto positivo: con-
se pensó estaba fundado de manera explícita en el poder de la ciencia tribuyen a acentuar la conciencia de su superioridad, de su poder sobre
y la técnica. Así dicen, p o r ejemplo, que nosotros no h e m o s sido capaces el m u n d o y los hombres, de su papel p r e p o n d e r a n t e en la creación de
de desarrollarnos porque hemos carecido de ciencia y de técnica. Te- la historia. En una palabra, los creadores del mito son también sus
nemos por eso que orientar la educación hacia ellas y de esta m a n e r a dueños, son los únicos que pueden utilizarlo a voluntad, o mejorarlo,
podremos industrializarnos como los grandes países y llegar a la socie- hacerlo progresar, enseñar a los demás a usarlo, alquilarlo e incluso
dad de la abundancia. Asimismo nuestra propia situación de "subdes- regalarlo si eso fuera su voluntad. Los poderosos son los modernos cha-
a r r o l l o " ha causado lagunas enormes, ictus desgarradores que sólo manes de la ciencia y la técnica, son ellos los que al crearlas y mane-
pueden ser sobrepasados con la ayuda de los poderosos. La ciencia y jarlas ejecutan los ritos para invocar a la lluvia en época de sequía o
la técnica de las grandes naciones deben entonces ser solicitadas y re- Iti cólera de los dioses en caso de agresión.
cibidas con alegría y gratitud. También se creyó, en u n m o m e n t o d a d o ,
Desde el p u n t o de vista de una confrontación rápida, se llegó a con-
que ciencia, técnica y capital que permita ponerlas en marcha, era el
Niderar que nosotros, los subdesarrollados, éramos los no iniciados. Lo
" d e s i d e r á t u m " de las mayorías activas de los países latinoamericanos,
más que podíamos esperar era que los chamanes modernos oigan nues-
hasta incluso de elementos no integrados, analfabetos que no partici-
tros ruegos y vengan en nuestra ayuda, que se dignen enseñarnos cómo
pan en la vida política y económica de la nación. No saben leer T p e r o
manejar los "mitoides", que nos digan dónde y cuándo deben aplicar-
tienen la conciencia a veces muy clara de que necesitan instrumentos,
no, que nos impongan las condiciones que quieran con lal de que nos
motores, cosas modernas venidas de grandes países. No hablan de cien-
permitan efectuar algunos de los ritos salvadores. Así se ha interpre-
cia ni de técnica, pero saben el valor de los a p a r a t o s y motores. A
tado la abismal diferencia entre los fuertes y los débiles, entre los ricos
través de la fe en los " i n s t r u m e n t o s de la civilización" que les viene
y los pobres. Éstas han sido algunas de las ideas de ciencia y de técnica
desde el gobierno central, se p u d o pensar que los desheredados de la
que en ciertos medios aún imperan en América Latina. Veamos cuáles
tierra adoran los "mitoides".
Non las consecuencias.

12
Leopoldo Zea, ibid., p. 221.
13
Sobre el positivismo en México y en América Latina y la manera como se
utiliza ideológicamente para afianzar el poder de la naciente burguesía, véase Mi. DOMINIO
las ya clásicas obras de Leopoldo Zea, El positivismo en México, México, Studium,
1953; Apogeo y decadencia del positivismo en México, México, El Colegio de Mé-
xico, 1944 y Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica, México, El Colegio Algunos investigadores estiman que no es necesario hacer análisis de-
de México, 1949. masiado profundos para c o m p r e n d e r que los " m i t o i d e s " de la ciencia

k
FRANCISCO MIRÓ QUESADA
82 CII'.NCIA Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDES 83
y de la técnica pueden constituir el fundamento de un profundo me- •on para esta corriente de pensamiento tan obvios que no puede expli-
canismo de dominación. Su misma profundidad ha hecho que sea difícil carse fácilmente que pasen inadvertidos. En la mayoría de los casos, los
percibirlo. Y el hecho de que no se ha tenido conciencia clara de que resultados de dicha política ni siquiera convendrían a sus aparentes
la ciencia y la técnica (que deberían ser todo lo contrario de lo que es beneficiarios, los grandes dueños de empresas, y la mayoría de quienes
un mito) han sido mitologizadas, ha dificultado aún más el descubri- manejan el poder político creen sinceramente que el anhelado desarrollo
miento. habrá de resolver los graves problemas de la sociedad. Sin embargo, la
En general, esos mismos pensadores consideran que este mecanismo política de desarrollo descrita sigue inalterada. Ello sólo es compren-
de dominación fundado en la existencia de los "mitoides" de la ciencia «ible si se tiene en cuenta que en ciertos grupos, incluso dentro de
y la técnica, ha pasado inadvertido. Se ha analizado en detalle el me- algunas mayorías populares, existe una fe ciega en el poder mágico de la
canismo una vez constituido, resaltando su vinculación con la estructura ciencia y de la técnica. Hasta los políticos que critican el régimen capi-
económica de nuestras sociedades. Si tenemos en cuenta esta línea de talista y que denuncian el proceso de industrialización mediante el cual
pensamiento, la estructura económica de los países latinoamericanos el país se somete al poder extranjero creen ingenuamente que cuando
se ha caracterizado por la existencia de grandes desequilibrios entre las fábricas estén en manos del pueblo la ciencia y la técnica habrán
pequeños núcleos cultural y tecnológicamente avanzados y grandes gru- de contribuir a dar a la nación la independencia anhelada. Pero no
pos atrasados. Este desnivel repercute en la totalidad del mecanismo proponen ningún nuevo tipo de investigación, ni vislumbran una nueva
socioeconómico y político. La producción económica se orienta hacia manera de utilizar la técnica. Todos creen que el hecho de la sociabili-
la industrialización, pero ésta se rige por los intereses de las industrias zación y el empleo a fondo de la ciencia y de la tecnología habrá de
poderosas, de manera que todo el dinamismo del desarrollo resulta resolver los problemas. La fe en ambos "mitoides" es tan fuerte en este
unilateral. La gran industria trata de incrementar su productividad de caso, como en el de los políticos que actúan a favor del sistema.
acuerdo con los modelos que le señala la industria extranjera, sin tener Todo esto quiere mostrar que las ideas de la ciencia y la técnica en
en cuenta si el desarrollo emprendido conviene o no a la sociedad donde América Latina han constituido, en su carácter de "mitoides", mecanis-
realiza sus actividades. Este proceso impone una serie de pautas al
mos de poder. Es debido a ellos que quienes elaboran las políticas de
flujo de la tecnología, a la investigación científica y tecnológica, al ré-
gimen de la propiedad industrial (patentes, licencias), a la política de desarrollo, a pesar de las evidencias, dejan de ver los peligros y se lan-
importaciones, a la política crediticia y, en general, a todos los factores zan ciegamente por callejones sin salida. Veamos un poco más de cerca
de los que depende el proceso de industrialización. Dichas pautas im- cómo habría funcionado ese mecanismo de dominación.
ponen una inevitable dependencia que, en lugar de favorecer el desarro- t i Ciertos investigadores han llegado a pensar que la dominación que
llo, lo deforma, lo transforma en un mecanismo sin sentido, que impide «e ha establecido en América Latina por medio de la ciencia y de la téc-
alcanzar las metas propuestas. A través de una dependencia cada vez nica presenta un carácter simple: el carácter mítico de nuestras ideas
mayor de los centros extranjeros de poder, se van formando amarras •obre estas dos creaciones de la razón humana ha servido para funda-
estructurales, que imponen una dirección al proceso que no ha sido mentar una jerarquización de poder, como sucede cuando un mito o
deseada por los que dirigen la política de desarrollo y que no puede un "mitoide" tienen vigencia. El mito en sentido estricto, a través de
conducir, de ninguna manera, al modelo elegido.14 genealogías complejas o a través de un ritual detallado, confiere poder
a determinado individuo o grupo de individuos. Los que creen, que
Empero, si no se tiene en cuenta que todo el proceso descrito se «crían prácticamente todos los miembros de la sociedad, aceptan el
desarrolla en torno a los "mitoides" de la ciencia y de la técnica, no »oder del elegido por el mito o del que, mediante el mito, influye en
puede comprenderse el sentido que se ha pretendido dar a esta teoría. [a voluntad trascendente. Por eso, el mito desempeña esencialmente una
Los nefastos resultados que puedan derivarse de la política de indus- función de aglutinación social, pero también de jerarquización.
trialización orientada hacia la tecnificación de la gran industria de
acuerdo con las pautas impuestas por los centros extranjeros de poder, Asimismo, de manera esquemática, han llegado a suponer que a pe-
nar de pertenecer al ámbito de la cultura de Occidente,^ América Latina
14
Sobre el mecanismo producido por las políticas clásicas de desarrollo indus- presenta un marcado carácter diferencial. Su folklore, su arte, la cons-
trial en América Latina, véase Francisco Sagasti y Mauricio Guerrero, "Situación titución de sus ciudades, sus costumbres, la vida social toda, está ori-
de la ciencia y tecnología en América Latina", Estudios Internacionales, año vn, ginalmente matizada. Pero cuando las ideas de la ciencia y la técnica
enero-marzo, núm. 25. Véase también H. Jaguaribe, "La asistencia técnica extranjera comienzan a adquirir creciente vigencia, detrás de ellas estarían infil-
y el desarrollo nacional" y Celso Furtado, "La hegemonía de los Estados Unidos
y el futuro de América Latina", ambos en Dominación de América Latina, Selec-
trándose otras formaciones culturales.
ción de Matos Mar, Buenos Aires, Amorrortu, 1968. Sobre el concepto de "amarre Siguiendo esta línea de pensamiento, podría citarse a Toynbee para
estructural" véase Perroux, Indépendance de la nation, París, Aubier Montaigne, quien el impacto de una cultura sobre otra nunca es completo de ma-
1969. nera inmediata. Pero una vez que el impacto ha impuesto en la cultura
84 FRANCISCO MIRÓ OUESADA
CII'.NCIA Y TÉCNICA: 1DP.AS O MITOIDES 85
agredida d e t e r m i n a d a s formas y vigencias, se inicia un movimiento de
penetración sucesiva, en el cual los restantes aspectos culturales se van lulcntrando en el corazón de la cultura agredida. Toynbee nos habla
infiltrando a r i t m o diferente, aunque de m a n e r a inevitable. Según la de un índice de refracción para cada u n o de ellos, lo que p r o d u c e los
terminología utilizada por ciertos pensadores, esta difusión del conte- electos de un prisma de filtración cultural que a la larga (cuando el
nido y del ethos de la cultura agresora sobre la agredida 1S puede ser íroceso de asimilación ha t e r m i n a d o ) , se recompone en la u n i d a d de
muy variable. [ u cultura subordinada resultante. 1 0
Hasta han llegado a pensar que el éxito de la agresión depende de la Con base en esta tendencia de p r e t e n d e r globalizar ciertos fenómenos
manera de agredir y, sobre todo, del contenido de la agresión. Toynbee mucho m á s complejos en la realidad, Toynbee también habla sobre
muestra que si la agresión se dirige directamente contra la visión fun- Culturas. Pero nada impide aplicar lo que dice a las relaciones entre
damental del m u n d o y de la vida que tienen los m i e m b r o s de la cultura «ubculturas. Incluso en este caso, los fenómenos pueden estudiarse con
agredida, es decir contra ciertas vigencias relativas a la significación mayor precisión, puesto que suponemos disponer por lo menos de un
de la existencia y al orden del c o m p o r t a m i e n t o social, la resistencia ejemplo en que se p o d r í a n seguir en detalle los caminos de la intro-
(incluso en el caso de culturas intencionalmente denominadas débiles) ducción y difusión de contenidos culturales y vigencias: el impacto de
es sumamente intensa. Por ejemplo, si un país quiere imponer a o t r o i las potencias occidentales sobre los países del Tercer Mundo.
su religión, a u n q u e sea sólo mediante el envío de misioneros, el esfuer- En relación con América Latina y con el llamado Tercer Mundo, el
zo está destinado al fracaso en la mayoría de los intentos. Las vigencias hecho de pensar que la técnica y la ciencia se hayan transformado en
fundamentales, el ethos característico de un nueblo es lo que supuesta- "mitoides" produce una situación nueva que facilitaría la penetración
mente más importa a los hombres y mujeres que lo integran y p o r eso Cultural. 17 Siguiendo entonces los lincamientos generales de esta teoría
estarían dispuestos a luchar contra agresiones de este tipo. Pero cuando de la dependencia cultural, hoy discutida, en la historia "preocciden-
la agresión se inicia mediante contenidos y vigencias periféricas, es tnl", la agresión de u n a cultura sobre otra (u otras) chocaba general-
recibida con mucha mayor tolerancia. Toynbee considera que de todas mente con la diferencia, a veces radical, del m u n d o mítico. N a d a hay
las creaciones culturales, la más periférica es la técnica y por eso cuan- 3ue resista m á s a u n m i t o que otro mito. Pero en nuestro m u n d o mo-
do una cultura agresora tiene una técnica superior, la puede i m p o n e r erno, p o r p r i m e r a vez en la historia, se forman mitos con la pretensión
con facilidad. En ciertos casos ni siquiera necesita imponerla, pues la de ser v e r d a d e r a m e n t e universales, aceptados y vividos por todos los
propia cultura agredida la asume por considerarla necesaria. Cuando pueblos de la tierra. Y el contenido de estos mitos —la ciencia y la
la agresión adquiere caracteres bélicos, los agredidos adoptan espontá- técnica— es precisamente el que según Toynbee tiene mayor poder de
neamente las propias a r m a s del agresor, pues las suyas son demasiado penetración. De manera que la penetración cultural que nos viene de Eu-
débiles para permitirles una defensa eficaz. Y esto exige la rápida asi- ropa y de Estados Unidos no tiene que vencer ninguna resistencia. Hasta
milación de la técnica enemiga. He llegó a p e n s a r que u n a vez aceptados como formaciones culturales,
y generalizada la vigencia de su valor "absoluto", todo lo demás viene
Continuando la lógica de esta visión esquemática, aceptada la téc- por sí solo. Por dos razones: porque la velocidad de difusión de los
nica, se acepta la ciencia subyacente (en caso de que la técnica sea tan primeros contenidos aceptados por la cultura (más precisamente, sub-
evolucionada que se lunde ya en la ciencia como sistema orgánico de cultura) agredida es, debido a la existencia de los mencionados "mi-
conocimientos). La ciencia directamente ofrecida puede provocar re- toides", vertiginosa, y esta velocidad impone un r i t m o más acelerado
sistencia, pues influye ya, aunque sólo a través de élites, en 4a con- que el usual a la penetración y difusión de las restantes formaciones
cepción general del m u n d o y de la vida que impera en la cultura agre- y vigencias; y p o r q u e la ciencia y la técnica no son dos formaciones ac-
dida. Pero cuando se considera necesaria para hacer posible la creación cesorias y periféricas de la cultura occidental, sino que le son esen-
de la técnica requerida, entra en el ámbito agredido con pocas objecio- ciales. Ciertos pensadores pretenden que sin ellas no puede concebirse
nes. De la ciencia se va pasando indistintamente al arte, a la filosofía, al el ethos del h o m b r e occidental (por eso el occidental es tan reacio a
derecho, a la moral; la religión y el dominio cultural quedan estable-
cidos. La cultura agredida asume, con las diferencias del caso, el estilo 1,1
Sobre este punto véase Toynbee, A study of history, IX "Contacts between
de vida del opresor. Es del mayor interés observar la diferencia de ve- Clvilizations in Space", Nueva York, Oxford University Press, 1963.
locidades con que los nuevos contenidos y las nuevas vigencias se van " Hn el caso que analizamos y según ciertas opciones metodológicas precisas,
In ciencia llega antes que la técnica. Pero su penetración es facilitada por el hecho
15
En un momento dado se consideró que para que haya agresión cultural basta clr que la propia "subcultura" latinoamericana, aunque aún bajo la influencia de
que una cultura tenga la fuerza necesaria para imponer a otra sus propias crea In lidad Media, está ya fuertemente matizada por la moderna cultura europea. Por
ciones y su manera peculiar de ver el mundo. La imposición se puede establecer (»lra parte la llegada, casi inmediatamente después, de la nueva técnica, refuerza
por medio de intercambio comercial, de intercambio cultural, de ayuda técnica, ni máximo la penetración de las ideas científicas, las que a su vez refuerzan la
de mil maneras diferentes. priK'1 ración de las nuevas técnicas. Habría así una especie de acción de feed
biirk que aceleraría la constitución de los "mitoides".
r-mr
86 FRANCISCO MIRÓ QUESADA
(IKNCIA Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDES 87
aceptar otras formas de conocimientos, diferentes del científico, q u e blución pueda contribuir con eficacia a salir del m a l d i t o subdesarrollo.
existen en las demás c u l t u r a s ) . Pero en América Latina la ciencia y la Hubía, pues, q u e renovar la educación, y como la educación es cientí-
técnica, en la época denominada p o r algunos agresión cultural poscolo- fica, tenía q u e ser dictada —en su contenido y sus m é t o d o s — p o r los
nial, eran a ú n contenidos periféricos que n o contribuían m a y o r m e n t e dctcntadores de la ciencia. Así, a través de u n gigantesco proceso de
a plasmar el ethos de sus habitantes. Infiltración cultural, el dominio de las potencias extranjeras debía ha-
Lo curioso del caso es que son periféricos, pero con carácter d e "mi- cerse cada vez m á s profundo y sutil, m á s esencial y necesario p a r a el
toide". N o se considera q u e son fundamentales p a r a la "salvación d e "progreso" de nuestros países. E s t a forma d e p e n s a r respondió en u n
las almas", ni p a r a afianzar los valores espirituales q u e contribuyen a momento d a d o a ciertas realidades ideológicas en América Latina. Hoy
formar el ethos latinoamericano. Pero en los círculos cultos se cree en día no resistiría a la acción de la crítica.
que son i n s t r u m e n t o s maravillosos p a r a resolver los problemas mate- Hay quienes creen que los " m i t o i d e s " h a n cumplido el papel de mitos
riales que aquejan a sus realidades. De este m o d o , p o r ser a la vez modernos: h a n contribuido a aglutinar a la colectividad en torno de u n a
superficiales y míticos, 1 8 p o r n o a t a ñ e r a los valores esenciales de lo
que algunos h a n d e n o m i n a d o subcultura latinoamericana, pero p o r s e r
vividos en la fe ingenua, la ciencia y la técnica (europea y norteameri-
( crarquía de dominio. E s t a j e r a r q u í a que nos viene de afuera, se pro-
onga hacia adentro. La j e r a r q u í a del poder en n u e s t r o s pueblos de-
pende, a su vez, de las j e r a r q u í a s extranjeras de dominio. Se crean
cana) penetran con a s o m b r o s a facilidad en ciertos ámbitos. Y al ser
vínculos de t o d o tipo, económicos, técnicos, científicos, educacionales,
aceptadas, comienzan a e n g e n d r a r las vigencias correspondientes.
irtísticos, de medios de comunicación. El sistema q u e d a definitivamente
Además, p o r ser centrales en el m u n d o occidental traen j u n t o con Mentado. Entonces, utilizando la terminología de la época, llegó a de-
ellos, casi sin diferencia en el índice de refracción, los demás contenidos cirse que n u e s t r o s países, dominados culturalmente h a s t a la m é d u l a sin
y vigencias. Ciertas corrientes de pensamiento pretendieron q u e Amé- inberlo, aceptan jubilosos la generosa ayuda de sus h e r m a n o s mayores.
rica Latina comenzaba a p e r d e r personalidad; su "subcultura, occidental
al fin y al cabo", pero con formas diferenciales, empezaba a desdibu-
jarse. A través de u n proceso de trasculturación, se pensó que surgían
así formas híbridas en las que p r e d o m i n a b a n los aspectos m á s negativos
VÍAS DE LIBERACIÓN
de la ciencia y de la técnica europeas.
Hasta se llegó a creer que la ciencia y la técnica eran necesarias p a r a
el progreso material de nuestros países. E n lenguaje m o d e r n o , " p a r a
Poco a poco u n a serie de pensadores latinoamericanos y de o t r o s paí-
sacarnos del subdesarrollo". Los conceptos de desarrollo y subdesarro-
HCS comienzan a i n t e r p r e t a r la realidad en términos de "dependencia".
11o son creaciones de la ciencia occidental. Se aceptan, p o r eso, sin
Es algo t a n profundo y complejo q u e d e s e n r e d a r la m a d e j a t o m a m u c h o s
discutir. Los países subdesarrollados son sociedades que n o pueden
años. Desde hace u n p a r de décadas vienen formulándose diferentes
desarrollarse p o r sí mismas. Sólo la ciencia y la técnica de Occidente
planteamientos. No se t r a t a de u n fenómeno superficial de dominio
puede ayudarlos a salir del p a n t a n o en que se debaten. Y esto sólo
puede hacerse p o r medio de préstamos de capital, en m á q u i n a s y en económico, planeado p o r algunos capitanes de industria al m a n d o de
dinero. Pero distribuir la inversión y planear el desarrollo adecuada- grandes corporaciones multinacionales. Aunque este tipo de fenómeno
m e n t e , es posible únicamente si se dominan la ciencia económica y la existe, hay algo m u c h o m á s sutil. P a r a cierta línea de pensamiento,
técnica de la industria m o d e r n a . Para planear nuestro desarrollo nece- mientras n o nos desembaracemos de los "mitoides", mientras la razón
sitamos, p o r eso, científicos y expertos occidentales que sean capaces no vuelva a s e r dueña d e s u s p r o p i a s creaciones, es imposible s u p e r a r
de decirnos cómo deben hacerse las cosas. ID situación de dominados en que n o s hallamos. P o r q u e se pueden ha-
cer revoluciones q u e d e r r o q u e n al grupo criollo q u e detenta el poder
Es así como p a r a algunos, a través de la ciencia y la técnica se jus-
•poyado p o r u n a potencia extranjera, pero m i e n t r a s tengan vigencia
tificaría la totalidad del dominio, la necesidad de invertir capital extran-
los " m i t o i d e s " ciencia y técnica, será imposible s u p e r a r el dominio.
j e r o y también la m a n e r a de hacerlo dirigida p o r expertos extranjeros.
Habremos r o t o los vínculos económicos con la potencia d o m i n a n t e .
La ciencia y la técnica debían ser difundidas entonces p a r a q u e la po-
Pero científicamente, tecnológicamente, seguiremos t a n esclavos como
18 antes. T r a t a r e m o s de h a c e r ciencia y de aplicar técnicas como ellos
No es insólito que un mito pueda ser periférico desde el punto de vista del lo hacen y la aplican. I n t e n t a r e m o s u n tipo de desarrollo que n o se
núcleo de vigencias fundamentales de una cultura. Podría considerarse que hay
mitos profundos, verdaderamente constitutivos con relación al ethos de la co- puede hacer sin apoyo extranjero y, p o r haber r o t o con la potencia
lectividad, y mitos que tienen menos importancia, que son superficiales y con- que nos lo proporcionaba, caeremos bajo el dominio de otra q u e nos
tribuyen poco a conformar la vida social. Estas consideraciones valen tanto para lo ofrece tal vez en mejores condiciones, pero q u e obtendrá ventajas
los mitos como para los "mitoides". políticas y logrará sutiles penetraciones culturales.
fX

88 FRANCISCO MIRÓ QUESADA ('UNCÍA Y T é C N I C A : IDEAS O MITOIüES 89

Incluso se ha llegado a suponer que no basta, pues, t o m a r concien- ve/ rotas las viejas estructuras, forjar el nuevo tipo de sociedad que se
cia del dominio ni rechazar los mecanismos económicos que de m a n e r a anhela. En ningún m o m e n t o se plantea la necesidad de utilizar la cien-
obvia influyen en el p o d e r político. Si t r a t a m o s de lograr u n a inde- cia y la técnica de m a n e r a distinta a como siempre se h a n u s a d o . No
pendencia p u r a m e n t e política y económica sin t o m a r en cuenta el ver- parece h a b e r conciencia de que si no se logra e n c o n t r a r formas nuevas,
dadero mecanismo de la dominación, podemos p r o d u c i r un peligroso ios viejos métodos, sea cual sea el sistema social en q u e se apliquen,
caos que a la larga o a la corta impide llevar adelante u n proceso de permitirán a las potencias contra cuyo dominio se luchó, infiltrarse de
liberación. Una liberación mal llevada que presupone la utilización de las manera más sutil y por eso mismo más peligrosa que antes, p u e s t o que
creaciones culturales y vigencias de quienes nos queremos liberar, pue- «hora el pueblo se siente libre. Si se utilizan los viejos métodos, será
de conducir a un sojuzgamiento peor que el que queríamos superar. Imprescindible llamar a los que saben aplicarlos m e j o r que nosotros.
Por eso, hacia la década de los años sesenta, se pensó en las posibi- Esto influirá en el sistema educativo, y por medio de este sistema se
lidades de forjar una metodología de la liberación capaz de prever los volverán a filtrar las vigencias, las ideas, las concepciones de la socie-
efectos producidos por los factores culturales no estrictamente econó- dad y de la historia de la cultura (o subcultura) agresora. La revolución
micos o políticos. Analizar esta metodología en detalle sería r e b a s a r puede haber costado ríos de sangre para regresar a u n estado parecido
el marco del trabajo, por eso nos limitaremos a exponer los rasgos itl inicial, pero tal vez más inauténtico, porque de a m b o s lados se ha-
esenciales. blará de respeto por la nueva República, de rechazo del dominio im-
Íicrialista, de nueva época en las relaciones h u m a n a s , etc., y sin embargo
u relación de dependencia seguirá. Un poco más de palabras concilia-
doras de las viejas potencias, un lenguaje bastante m á s insolente de los
nuevos gobiernos, y una dominación cultural más indirecta y disimu-
VA. CLASICISMO
luda y por ello mismo m á s difícil de descubrir y denunciar.
Por eso si no se tiene conciencia de la existencia de los " m i t o i d e s " y
Podemos llamar "solución clásica" a la que propone el medio m á s sim- de su poder de a r r a s t r e respecto de los demás constituyentes cultura-
ple (clásica p o r q u e es la p r i m e r a en proponerse y antecede en m u c h o s les, la metodología de la liberación está destinada al fracaso. Sólo en las
años a las r e s t a n t e s ) : para liberarse de la dominación de los países últimas dos décadas se ha caído en la cuenta de este grave peligro y
fuertes hay que cumplir una condición fundamental: r o m p e r con las se han desarrollado sistemas de pensamiento que p e r m i t a n hacerles
e s t r u c t u r a s económicas del sistema interno e i n s t a u r a r u n a economía frente. Creemos que entre ellos pueden distinguirse dos tendencias prin-
socialista. Al r o m p e r las e s t r u c t u r a s económicas internas se r o m p e la cipales: la que p r o p o n e crear una ciencia de nuevo contenido y u n a
j e r a r q u í a de poder, porque éste se funda en la e s t r u c t u r a de la produc- técnica de orientación diferente y la que propone s u p e r a r los conceptos
ción. Al romperse esta estructura, se crean las condiciones objetivas mismos de ciencia y de técnica y crear una sociedad en la que desem-
para s u p e r a r el dominio externo y para que florezca u n a nueva cultura. peñen, a lo más, un papel secundario. En la primera tendencia se des-
El pueblo, poseedor de su riqueza, es capaz de c r e a r la ciencia y la laca el pensamiento de Varsavski y en la segunda el de Illich.
técnica necesarias para lograr su desarrollo económico y espiritual y :
para resistir los embates de los poderes tanto internos como externos
que se oponían a su liberación. El pueblo quedó dueño de su "destino
e ingresó en la historia como u n nuevo protagonista. I .A CIENCIA NUESTRA
Se trata de una solución clara y precisa que ha sido creída y vivida
en muchos países latinoamericanos y del llamado Tercer Mundo casi
con la ingenuidad del "mitoide". Pero en realidad sólo plantea las con- Varsavski es uno de los primeros en h a b e r hecho una crítica radical
diciones necesarias de la liberación. Faltan las condiciones suficientes de nuestra creencia en el mito de la ciencia y la técnica de los grandes
y m i e n t r a s éstas no se c u m p l a n no p a s a de ser u n a expresión lírica países de Occidente. Ha demostrado con ejemplos convincentes que al
del anhelo de liberación que anida en el corazón de los h o m b r e s . copiar el contenido de la ciencia occidental y al aplicar de m a n e r a in-
En efecto, de acuerdo con la realidad externa e interna i m p e r a n t e discriminada sus técnicas, hacemos imposible la liberación económica,
en n u e s t r o s países, la metodología recomendada se encuentra con gra- cultural e histórica. En países "subdesarrollados" como los de América
ves problemas. En esencia, sólo incide sobre la necesidad de socializar Latina, la m a y o r parte de los científicos se afanan por contribuir al
los medios de producción como condición de s u p e r a r el estado de do- progreso de la ciencia occidental. Los matemáticos, los físicos y los
minación interna y externa del conglomerado social. Pero nada nos químicos se esfuerzan p o r crear conceptos teóricos nuevos que nada
dice sobre el tipo de ciencia y técnica que hay que aplicar para, una tienen que ver con lo que necesita el país. Entre los físicos hay quienes
90 FRANCISCO MIRÓ QUF.SADA CIENCIA Y T é C N I C A : IDEAS O MITOIDES 91
son especialmente reveladores: muchos de ellos se pasan la vida medi- forjar u n a c u l t u r a propia. E n segundo lugar, a u n q u e supone, p o r cier-
tando sobre las partículas nucleares, sin haber pensado j a m á s e n nin- to, q u e la m e t a de la liberación no se puede alcanzar sino d e n t r o de u n
guna solución científica o técnica q u e pueda contribuir a la liberación socialismo efectivo, n o se funda en dogmas o en creencias ingenuas de
de su propio país. Incluso aquellos q u e son sinceramente revoluciona- carácter mitológico. Dentro de esta posición se pueden t o m a r e n cuenta
rios. las dificultades de u n a liberación, t a n t o las que provienen de la presión
Algunos científicos sociales se encontrarían en la misma situación. exterior como las q u e son generadas p o r la resistencia inercial d e las
Por ejemplo, ciertos economistas crean modelos p a r a la oplimación estructuras q u e se quieren c a m b i a r y la resistencia activa d e los ele-
de empresas, pero no se ocupan de crear modelos para el establecimien- mentos q u e se oponen al cambio. E n tercer lugar, n o impone u n mo-
to y funcionamiento de la nueva sociedad. No existe un " m o d e l o " p a r a ei delo sobre otros, sino q u e permite, dentro de los cauces de un humanis-
desarrollo de países como los nuestros. Y entre los q u e piensan e n mo auténtico, p r e s e n t a r modelos alternativos y deja abierta la posibilidad
el problema, están los que creen que el desarrollo debe consistir en la de u n acercamiento gradual a las metas. P o r último, influye en un
industrialización de la sociedad en el mismo estilo en q u e lo h a n logra- punto fundamental: si en algo pueden ser útiles la ciencia y la técnica
do los occidentales. Ciertos sociólogos, psicólogos, antropólogos, estu- para hacer u n a revolución social cuyo fin sea la "independencia" d e la
dian fenómenos de estratificación social, pero no se preocupan en re- nación frente a las demás naciones y de los ciudadanos dentro de la na-
flexionar sobre cómo debe ser la educación popular para evitar q u e ción, hay q u e utilizarlas p a r a prever los procedimientos que se a d o p t a r á n
esta estratificación vuelva a producirse en la nueva sociedad. Estudian en el peligroso e inestable proceso d e transformación revolucionaria.
fenómenos localizados, con los métodos clásicos, sin preocuparse de la Pero en todos estos planteamientos hay un p u n t o delicado q u e de-
creación de una nueva sociotecnia que permita t r a n s l o r m a r la sociedad Jumos para el final, después de haber expuesto la siguiente solución, por-
d e n t r o del modelo elegido.'" que se relaciona con aspectos i m p o r t a n t e s de esta última: al disolver
Al respecto algunos fijaron una serie de prioridades. Por ejemplo, lo el mito de ¡a ciencia y la técnica de las grandes potencias occidentales,
primero que debe hacerse es dejar de mirar la ciencia y la técnica eu- »e corre el riesgo de t r a n s f o r m a r en mito el desprecio p o r la ciencia
ropeas y norteamericanas como si fueran la última palabra, no t r a t a r pura. Ya la influencia, involuntaria p o r supuesto, de pensadores como
de imitarlas en su contenido y dedicar nuestros esfuerzos a orientarlas Varsavski, se h a hecho sentir en nuestras universidades. En m u c h a s
según lo exija el proceso de la revolución liberadora. Así, los individuos de ellas los estudiantes de matemáticas han solicitado que se elimi-
dotados de mentalidad matemática, en lugar de hacer grandes esfuer- nen de los p r o g r a m a s cursos como los d e topología, teoría avanzada de
zos para lograr alguna contribución en topología algebraica o teoría los conjuntos, etc., y en los p r o g r a m a s de filosofía, q u e se eliminen los
de las categorías, pueden ejercer sus facultades creadoras e n c o n t r a n d o cursos de filosofía griega porque no servirían p a r a nada.
nuevos métodos matemáticos que permitan prever, mejor de lo q u e
puede hacerse ahora, la evolución q u e va a seguir la economía d e la so-
ciedad si se cambian ciertas estructuras socioeconómicas y se sustitu-
yen por otras. Los físicos, los químicos, biólogos, etc., tienen mil opor- I,A SOLUCIÓN MÍSTICA
tunidades de crear técnicas de producción q u e permitan alcanzar m e t a s
a las que no pueden a r r i b a r con las técnicas tradicionales. E n c u a n t o a
los científicos sociales, tienen prácticamente un c a m p o virgem H a s t a
í 1 Las soluciones tipo Varsavski son verdaderamente radicales. Pero todo
ahora no habría u n a verdadera sociotecnia q u e permita utilizar nues-
radicalismo puede ser s u p e r a d o p o r o t r o . Creemos q u e hasta el momen-
tros conocimientos sobre el c o m p o r t a m i e n t o para organizar u n a nueva
lo las soluciones del tipo d e las q u e presenta Illich son las q u e h a n
sociedad.
llegado a u n a r u p t u r a m á s profunda con la situación descrita. Porque
Esta posición puede presentar aspectos positivos. E n p r i m e r lugar, Illich no sólo critica el sistema imperante sino q u e niega toda posibili-
a p u n t a al corazón mismo del problema: en general el h a b e r t o m a d o dad de liberación mediante la utilización de medios científicos y tecno-
la ciencia y la técnica como mitos ha hecho que hayamos asimilado de lógicos. No rechaza la utilización de la ciencia y de la técnica, pero las
m a n e r a acrítica todo lo realizado p o r los grandes países d e Occidente acepta sólo como medios secundarios p a r a ayudar a forjar u n nuevo
y que no sepamos manejarlas para transformar nuestra propia realidad. tipo de sociedad en la q u e los individuos n o sean manipulados ni dis-
No cabe duda que la ciencia y la técnica forman parte de un todo cul- criminados y puedan, p o r eso, ser realmente libres.
tural y q u e si se quiere alcanzar u n a independencia verdadera, hay q u e Sin e n t r a r en mayores detalles, puede afirmarse q u e la tesis central
19 de Illich es q u e la utilización d e la ciencia y de la técnica, en u n a pala-
Entre las principales obras de Varsavski, citamos Ciencia, política y cientifi-
cismo (sin editorial conocida); Proyectos nacionales, Periferia, 1971; Planificación bra, de la razón, p a r a m e j o r a r la vida colectiva y c r e a r un tipo de
y participación, Ediciones Centro, 1974. Hocicdad en q u e sus miembros puedan vivir plenamente su condiciém
C1I.NC1A Y TÉCNICA: IDEAS O MITOIDUS 93
92 FRANCISCO MIRÓ OUKSADA
técnica y q u e esta comprensión contribuye a u n a visión m á s a d e c u a d a
humana, conduce inexorablemente al fracaso. El hombre, p o r medio de de lo que es su propia realidad cultural.
su razón, ha forjado u n proyecto gigantesco p a r a liberarse de la penuria En principio no es posible concretarse a u n tema h u m a n o sin am-
del trabajo p o r medio de las máquinas. Y esto ha conducido a la socie- pliar la temática a sus supuestos culturales, históricos y filosóficos. He-
dad moderna al " i m p a s e " en que se debate. Ha creado las a r m a s ató- mos debido p o r eso, a u n q u e de m a n e r a abreviada y elemental, tocar el
micas que nos amenazan con el suicidio colectivo, y h a producido la lema del binomio "dominación-liberación". Y esto nos obliga a t e r m i n a r
sociedad industrial que ha engendrado, a su vez, la contaminación que este ensayo con un planteamiento sobre el significado de la razón en
amenaza con u n a m u e r t e lenta y total en no m u y largo plazo. La utili- la vida h u m a n a . Porque si algo tiene q u e ver con el dominio y con la
zación de la m á q u i n a con la esperanza de que ella nos va a liberar, ha lucha p o r la libertad, es precisamente la razón. Nosotros creemos que
encauzado a ciertos h o m b r e s hacia un tipo de sociedad en que todo la transformación de la ciencia y de la técnica en " m i t o i d e s " de vigencia
gira en torno de la eficacia mecánica. El hombre, en lugar de ser dueño universal se debe al inmenso prestigio de que gozan desde mediados
de su destino, ha resultado esclavo de un m u n d o en que las discrimi- del siglo xvin. El hecho de que estos "mitoides" se manifestaron de
naciones y las relaciones de dominio se imponen a través del sistema manera tan t e m p r a n a en América Latina, antes que en el resto del lla-
industrial. La educación, la medicina con su inseparable complemento mado Tercer Mundo, hasta hizo suponer que se debía a que nuestra
de seguridad social, la cultura toda, han quedado robotizadas bajo el cultura era u n a subregión de la propia cultura occidental (con los
poder sin horizonte de la máquina. El proyecto racionalista de liberarse matices mencionados).
por medio de instrumentos (es decir, p o r medio de la ciencia y de la Desde el p u n t o de vista de una teoría de la liberación, inclusive se
técnica) ha fracasado. Hay que crear, p o r eso, un nuevo tipo de socie- llegó a pensar que esta vigencia de la fe ingenua y cuasi mítica en nues-
dad cuyo destino no dependa de las máquinas. Hay que terminar con tros pueblos contribuía de manera decisiva al estado de dependencia
el mito de Prometeo y hay que abrir los brazos a Epimeteo, al ingenuo, al en que hemos vivido y seguimos viviendo (a pesar de algunos progresos
p u r o corazón. Hay, para decirlo claro, que terminar con el milo de efectuados) frente a las grandes potencias. También se creyó que mien-
la ciencia y de la técnica; m á s a ú n : hay que terminar con el mito de la tras no se destruya el mito no p o d r á destruirse la dependencia. Pero
razón. Porque creer que el hombre puede forjar una sociedad plena- destruir el mito de la ciencia y la técnica, tal como lo vivimos en Amé-
mente h u m a n a p o r medio de su razón no es sino un mito, el m á s grande rica Latina, plantearía graves problemas. En primer lugar, una cosa es
y peligroso de todos. 20 la ciencia y la técnica vividas como mitos y otra es la ciencia y la téc-
No es nuestro papel presentar aquí soluciones a ese problema de la nica como productos de la razón. El hecho de h a b e r supuesto, como los
liberación de América Latina planteado en un m o m e n t o dado. El pre- teorizadores de la liberación, que para nosotros hayan sido lo primero
sente trabajo versa sobre ciertas ideas de la ciencia y la técnica en no significa que, en sí mismas, sean de carácter mítico o cuasi mítico.
esta p a r t e del m u n d o . Hemos m o s t r a d o que estas ideas se presentan No debemos olvidar que ellas son el p r o d u c t o directo de la razón y que
bajo la forma de "mitoides" y que de este hecho se desprende una serie la razón es el medio m á s poderoso que el hombre ha desarrollado para
de dramáticas consecuencias para los mecanismos que contribuyen a luchar contra los mitos. En su sentido m á s profundo, se entendió que
hacer de América Latina una realidad dependiente. Los análisis que la lucha contra el mito era parte de la lucha p o r la liberación h u m a n a .
hemos efectuado sobre esta dependencia y sobre las metodologías que se Se decía que en el fondo de todo dominio de carácter colectivo, se puede
han presentado para luchar contra ella han sido impuestos por x el tema, descubrir siempre u n mito.
pero sólo de m a n e r a complementaria. Creemos que así se c o m p r e n d e Ahora bien: si se destruyen los " m i t o i d e s " de la ciencia y de la técnica
mejor la visión que el latinoamericano ha tenido de la ciencia y de la de manera indiscriminada, se puede destruir el propio proyecto de vida
racional q u e —según algunos pensadores— constituye el carácter y sen-
20
El pensamiento de Illich es uno de los más radicales y profundos de los tido de la historia del h o m b r e m o d e r n o . Teniendo en cuenta la psico-
últimos años. Es muy complejo e insiste, con prolusión de detalles que descon- logía de nuestras colectividades, se podría creer que es muy fácil entre
cierta y con sentido crítico que produce admiración, en los aspectos concretos nosotros p a r t i r de esta destrucción para forjar una sociedad en la que
de nuestra sociedad. Pero no explica sus supuestos básicos. Fuera de un huma- lodo el sistema educativo sea antirracionalista. Esto significaría forjar
nismo lleno de noble generosidad, nada dice sobre el destino último del hombre f 't una sociedad cuyos criterios de decisión no fueran racionales. Y nos-
ni sobre la concepción del mundo dentro de la cual enmarca sus concepciones.
Gran parte de lo que decimos es, por eso, interpretación nuestra. Remitimos al otros creemos que esto sería un regreso, porque fomentaría el naci-
lector que se interese por las ideas de Illich a sus libros: Deschooling society, miento de nuevos mitos y, a través de ellos, de nuevas estructuras de
Harper and Row, 1971; La convivencialidad, Barral, 1974. Véase también Hygienic dominio. Estamos convencidos de que la vía de la razón es la única
nemesis, Edición privada de CIDOC, 1975. Para profundizar en su pensamiento salida. Pensamos que la transformación de la ciencia y de la técnica en
recomendamos, además, la lectura de la documentación sobre seminarios realiza-
dos por Illich, publicada internamente por CIDOC, así como los comentarios crí- "mitoides" se debe a que cierto h o m b r e moderno, forjador de u n mo-
ticos sobre aquéllos.
94 FRANCISCO MIRÓ QUESADA
PANORAMA DE LOS PROCESOS DE CAMBIO:
délo racionalista de sociedad, n o ha sabido realizarlo de m a n e r a ade- REVOLUCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES
cuada. El creador del "ideal de vida racional" no ha logrado ser suficien-
temente racional. Por eso la ciencia y la técnica y, en último término, la ABELARDO VILLEGAS
propia razón, se h a n transformado en mitos y h a n llegado a ser vividas
de m a n e r a contraria a lo que realmente son. La razón, la ciencia, la
técnica no son panaceas ni piedras filosofales. No se puede tener fe en
ellas como se tiene fe religiosa, n o se puede creer en ellas como se cree
en los mitos. El "ideal de vida racional" no es sino la decisión inque-
brantable de enfrentarse al m u n d o críticamente, sin aceptar los supues- l.a idea de u n a transformación revolucionaria de América Latina preocu-
tos que, p o r el hecho de nacer en sociedad, nos son impuestos de ma- pa a nuestros intelectuales. La posibilidad de acelerar los procesos his-
nera arbitraria. La razón es el a r m a suprema que ha utilizado el h o m b r e lóricos en sentido progresivo se encuentra, en general, en la m e n t e de
para enfrentar la arbitrariedad de su destino y el a b s u r d o de su vida. Si los intelectuales, por lo menos desde el siglo xix, quizá desde que se
se toma como es, entonces no hay peligro de que se transforme en un creyó en el " p r o g r e s o " y en la posibilidad de acelerarlo mediante explo-
mito. Y si se evita este peligro, se evita el peligro de q u e la ciencia y siones revolucionarías. El tema apasionó a determinados liberales y
la técnica se tomen c o m o cosas hechas y perfectas, creadas por otros,
conservadores, quienes debatieron a r d u a m e n t e los conceptos de "revo-
cuyas ideas tenemos que seguir a la m a n e r a de robots.
lución" y "evolución" p r o c u r a n d o fundarlos en una concepción general
Creemos que, en principio, los planteamientos de Varsavski y de de la naturaleza y de la historia y en el cumplimiento de sus leyes ob-
Illich 21 son correctos. Pero peligrosos si no se complementan con una jetivas.
explicación cuidadosa y detallada de lo que verdaderamente es el "ideal
Pero las revoluciones marxislas del siglo xx introdujeron la idea de
de vida racional" que caracteriza a un tipo de cultura m o d e r n a y pro-
una revolución racional, iluminada por una teoría y buscada e inducida
duce sus dos grandes pilares: la ciencia y la técnica. Si no se hace esto,
por una estrategia. Aparte de Lenin, quien sostuvo la tesis de que no
no se p o d r á lograr la actitud creadora en el hombre de América Latina
que todos esperamos. Porque se caerá en el fácil camino de creer que hay revolución sin teoría revolucionaria, el que de m a n e r a más extrema
basta ser revolucionario para ser un buen científico o un técnico efi- formuló la racionalidad de la revolución fue Trotski quien, rechazando
ciente. La creación científica p u r a quedaría, en este caso, inhibida, y la comparación que hacían los literatos rusos de la revolución con un
si esto sucediera, se perdería el significado de aquello mismo por lo vendaval desencadenado, sostuvo que el marxismo es el "álgebra de la
que estamos luchando. Por eso creemos que es fundamental y urgente revolución". "La mirada que no a h o n d a bajo las apariencias —afirma-
fomentar la investigación científica y tecnológica orientadas hacia la ba— sólo percibe el caos, la agitada m a r e a sin forma y sin orillas. Pero
transformación revolucionaria de nuestra sociedad, pero sin dejar nun- este caos está calculado y medido. Sus etapas, previstas. Su devenir an-
ca que el libre juego de la razón siga su curso. Si se olvida que pensar ticipa leyes inflexibles que lo moldean. En el caos elemental está el abis-
p a r a llegar a las conclusiones a que. nos conduzca nuestro propio pen- mo ciego. Pero en la política rectora lodo es claridad y vigilancia. La
samiento, aunque sea en las esferas más abstractas, es la expresión estrategia de la revolución no es informe como violencia de los elemen-
más revolucionaria y esencial h u m a n a , se olvida lo que es la razón. Y los, sino d e t e r m i n a d a como una fórmula matemática. Por p r i m e r a vez
si se olvida lo que es la esencia del h o m b r e , se pierde su única posi- en la historia vemos traducida en hecho el álgebra de la revolución.'
bilidad de liberación verdadera. Creemos que la tragedia del m u n d o La práctica de la dialéctica permitía a los revolucionarios rusos in-
m o d e r n o es que ha creado el ideal de vida racional pero que no ha troducir el uso de la razón y la voluntad en el concepto de u n a socie-
sabido vivirlo de m a n e r a consciente y universal. Creemos que si no su- dad regida p o r leyes objetivas. La utilización de la teoría se ha creído,
peramos esta situación, la liberación final, no sólo de América Latina pues, indispensable p a r a c o m p r e n d e r el sentido de los acontecimientos
sino de todos los pueblos será imposible. No se puede sacar agua del históricos, p a r a fijar la oportunidad y las metas de una revolución y
pozo si la fuente originaria se ha secado. para reconocer otras formas de cambio, como el "reformismo", equiva-
21 lente al concepto de evolución del siglo xix, cuando éstas se presentan
Illich tiene razón cuando hace la crítica de la sociedad de consumo. Creemos
que nadie como él ha logrado hacer una crítica tan completa, tan incisiva y tan con ropajes revolucionarios que no les corresponden.
eficaz de las aberraciones de nuestro actual modo de vida. A veces, con la unila- Tomando en cuenta estos requisitos teóricos y c o n t a n d o con las dife-
teralidad inevitable del gran revolucionario, exagera en algunos puntos. Pero en rencias que hay entre Europa, Asia y América Latina, algunos intelec-
principio, sus planteamientos críticos poseen una verdad avasalladora. Nos pare- tuales y políticos nuestros se han preguntado por el tipo de revolución
ce, sin embargo, que el fundamento último de sus desarrollos críticos puede
lograrse mejor con una concepción racionalista de la vida que con una concepción 1
religiosa o mística. León Trotsky, Literatura y revolución, Buenos Aires, Jorge Álvarez Editor,
l%4, pp. 82 s.v.
T951
96 ABKLARDO VILLEGAS HWI.UCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 97
de que se trata. ¿Cuál es la revolución que está a la orden del día? Es Última etapa capitalista, a q u í e r a la p r i m e r a , p o r lo cual la revolución
la pregunta que sigue en pie u n a vez transcurridos m á s de tres cuartos Iprista debía b u s c a r la constitución de u n tipo de capitalismo antimpe-
del siglo xx. fUHsta, nacionalista y d e u n a burguesía independiente de la interna-
cional.
Hasta cierto p u n t o , las ideologías mencionadas h a n eludido u s a r la
palabra capitalismo. H a n reiterado el "nacionalismo", el "mexicanismo",
1. LOS ANTECEDENTES ti "argentinismo", el " p e r u a n i s m o " y también el " h u m a n i s m o " . Y cuan-
do han intentado definir su sistema económico, h a n hablado de u n a
economía mixta —propiedad nacional y privada— q u e las separa de las
Para a b o r d a r la cuestión dentro de u n a perspectiva m á s contemporá- Categorías consagradas.
nea, hagamos referencia a algunas ideologías revolucionarias latino- Mención a p a r t e requiere la opinión de José Carlos Mariátegui. Para
americanas, cuyas respuestas a la temática que nos ocupa son ya clá- él, ya h a p a s a d o la h o r a de la revolución liberal en el Perú. Las razo-
sicas. fles son las siguientes: a) frustración en América Latina de la revolución
Los ideólogos de la revolución mexicana de 1910, por lo menos aque- democrático-burguesa p o r el carácter semiaristocrático y semifeudal y
llos cuyas ideas reflejan la opinión de los grupos vencedores o dominan- dependiente de los republicanos liberales; b) subsistencia de vestigios
tes, se han negado a identificar tal revolución con una revolución libe- del "ayllu", la antigua propiedad comunal de la tierra incaica, q u e con-
ral o con u n a revolución socialista. En el p r i m e r caso porque al postular diciona al indio a aceptar las formas m o d e r n a s de u n c o m u n i s m o mar-
la decidida intervención del E s t a d o en la economía, en la educación y en iluta; c) í m p e t u mundial de la revolución marxista, q u e a b a r c a pueblos
general en la organización social, creyeron alejarse suficientemente del i parecidos a los nuestros; d) presencia de u n a masa "indígena" q u e puede
"liberalismo" clásico del siglo xix. Y en el segundo, porque no habiendo •altar en u n m o m e n t o dado hacia la revolución proletaria, etcétera. 2
eliminado la propiedad privada de los instrumentos de producción sino De esta r á p i d a enumeración se desprenden algunas advertencias meto-
sólo nacionalizado la tierra y ciertos renglones de las industrias bá- dológicas i m p o r t a n t e s . Primero, que el p r o b l e m a de las revoluciones en
sicas —como el petróleo y la electricidad— no se puede decir en verdad América Latina es, desde el p u n t o de vista teórico, u n serio p r o b l e m a
que se trate de u n "socialismo", desde el punto de vista ortodoxo. Batcgorial. Se t r a t a de a g r u p a r los hechos en conceptos m u y generales
Así planteadas las cosas, se ha venido sosteniendo que se trata de y en calificarlos. De o t r a m a n e r a n o es posible distinguir los tipos de
una revolución sui generis, nacionalista, humanista, etc. Se ha usado una jBimbios históricos, lo cual n o s impide saber, p o r ejemplo, si el rao-
serie de calificativos provistos de significados vagos, p o r medio de los ¡Vlmiento militar del Perú, q u e se inició en 1968, es o n o u n a revolución.
cuales se trata de subrayar la originalidad del movimiento y su n o Segundo, h a y q u e evitar lo q u e José Gaos llamaba el "imperialismo
identificación con los dos grandes movimientos mundiales en pugna. de las categorías"; el q u e u n a s categorías originadas en situaciones di-
Otras doctrinas i m p o r t a n t e s — a u n q u e no se hayan atribuido a sí versas a las n u e s t r a s se apliquen a n u e s t r a situación, ocultándola, en
mismas u n carácter revolucionario— han transitado p o r este camino, y Vez de explicarla. Mariátegui, p o r ejemplo, a u n q u e pretendía q u e el
son, sobre todo, el " p e r o n i s m o " y la "doctrina del Estado Novo" de Ge- Indígena debía ser el protagonista de la revolución socialista, n o podía
túlio Vargas. Ambas han sostenido que su insistencia en la intervención í |08tener q u e integraba u n núcleo proletario. Incluso el propio burgués
del Estado, casi en los términos señalados antes, las separa del "libera- ¡10 le difuminaba en u n g r u p o liberal q u e n o se parecía en n a d a a los
lismo". Ambas h a n rechazado el " c o m u n i s m o " y se h a n preocupado por Capitalistas ingleses o norteamericanos.
subrayar su m a r c a d o "nacionalismo", que las hace idóneas p a r a ser
Tercero, h a y q u e a c u ñ a r nuestras propias categorías, pero n o t a n ori-
aplicadas en circunstancias (argentinas o brasileñas) que no reproducen
ginales q u e t a m b i é n n o s desorienten y nos desconecten de la historia
los problemas de o t r a s partes, al p u n t o tal que algunas veces h a n sido
¡Universal. N o es cierto q u e constituyamos u n proceso histórico ente
calificadas como de "terceristas".
famente original. Por o t r a p a r t e , las teorías rusas, chinas o cubanas de
Rumbos parecidos tomó la doctrina " a p r i s t a " de Víctor Raúl Haya de
U revolución, son u n a b u e n a m u e s t r a de adaptaciones categoriales en
la Torre. Partiendo de u n a interpretación personal de la teoría mar-
tanto que los "originalismos" mencionados sólo son intentos ideológicos
xista, sostuvo que p o r la peculiar situación histórica de América Latina
de ocultamiento de u n a situación perfectamente reconocible.
(de Indoamérica, p o r q u e según él la presencia del indio la dotaba de
tal originalidad o carácter específico), las diferentes manifestaciones
del capitalismo no seguían aquí la misma trayectoria q u e en E u r o p a o • Para una exposición más minuciosa de estas opiniones, véase mi libro, Re-
los Estados Unidos, y que si bien el "imperialismo" resultaba ser allá la { 974, 2? ed.
Ortnismo y revolución en el pensamiento latinoamericano, México, Siglo XXI,
ABELARDO VILLEGAS REVOLUCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 99
98
Cuarto, que todo ello nos lleva a p r o c u r a r definir lo que debe ser capitalista m e t r o p o l i t a n o y condenó a los iberoamericanos y a otros
entendido por revolución y a intentar precisar qué tipo de sociedades seres d e la tierra al r a q u i t i s m o capitalista llamado subdesarrollo". 3 No
prevalecen en America Latina para saber cuáles h a n sido las revoluciones existiría, pues, u n a sociedad dual sino u n desarrollo desigual, en el que
logradas y cuáles serán susceptibles de serlo. ¿Son las nuestras socieda- el r a q u i t i s m o de u n extremo depende de la prosperidad del o t r o .
des semifeudales, capitalistas, neocoloniales? ¿Desde cuándo lo han sido? Frank se afanó en m o s t r a r las vinculaciones de los latifundios con
¿Ha habido transformaciones revolucionarias o sólo reformistas? ¿ E s el comercio exterior y sostuvo q u e aquellos q u e fueron considerados
posible hoy una revolución en América Latina? como semifeudales y dedicados exclusivamente a la agricultura de super-
vivencia, n o eran m á s q u e antiguos negocios a r r u i n a d o s . Habría, ade-
más, u n a continuidad histórica de esa estructura: "la esencia de esta
monopolística e s t r u c t u r a metrópoli-satélite no cambió con la indepen-
2. ¿OUH RHVOLUCIÓN?
dencia y todavía sigue en pie hoy, ya que en los nuevos estados latino-
americanos, los criollos apenas sustituyeron a los peninsulares en la
estructura, siendo a su vez r á p i d a m e n t e satelizados p o r Inglaterra, de-
La teoría marxista ha nutrido de conceptos a quienes disputan en lorno pendencia q u e posteriormente fue remplazada p o r los Estados U n i d o s " /
a las revoluciones latinoamericanas. Hoy en día tales disputas se cen- Frank se h a p r e o c u p a d o p o r ejemplificar con datos históricos seme-
tran en los diferentes conceptos marxislas que se destacan. Una de jante conexión, concluyendo que n u e s t r o desarrollo capitalista n o p u d o
ellas, quizá de las m á s sobresalientes, es la que se desarrolla sobre; la ser el desarrollo "clásico" de las metrópolis, dado q u e éstas n o son sa-
imposibilidad o posibilidad de una revolución deinocrálico-burguesa, télites. E n relación con ello, p o d r í a m o s concluir que n o ha habido revo-
t o m a n d o en cuenta que una sociedad demoerálico-burguesa está carac- luciones antifeudales y antimperialistas en América Latina. La mexicana,
terizada por un cierto modo de producción, el modo de producción ca- a la cual Frank se refiere de m a n e r a expresa, no pasó nunca de intentar
pitalista y por el usufructo burgués del poder político. Hay quienes lian remover tal e s t r u c t u r a sin conseguirlo, concluyendo en un "neolatifun-
pensado que la vigencia de una revolución de este tipo estaría deter- dismo" q u e , en sustancia, tiene la misma función q u e el anterior. Los
minada por la posibilidad de pasar de formas sociales semifeudales a logros de la Revolución mexicana no se explicarían —como alguna vez
I orinas burguesas. Durante mucho tiempo, los marxistas latinoamerica- lo hizo Pablo González Casanova en su libro La democracia en México—
nos —entre ellos Mariálegui— sostuvieron que el sistema latifundista mosteniendo que una p a r t e de la sociedad fue incorporada al capitalismo
era semileudal, q u e la sociedad heredada de la colonia resultaba senil moderno y o t r a se e n c u e n t r a m a r g i n a d a o en los umbrales. El "capi
leudal. Y de allí su posibilidad de pasar a formas burguesas. Esta opi- talismo nacionalista o h u m a n i s t a " no sería otra cosa q u e u n a ilusión
nión, formulada p r i m e r o por ciertos liberales y positivistas del siglo XIX, demagógica, mientras que la realidad reside en la e s t r u c t u r a mencionada.
lúe ampliamente c o m p a r t i d a por ideólogos como Andrés Molina Enri- Si tal tesis es cierta, entonces deberían modificarse algunos p u n t o s
que/, y Wislano Luis Oro/.co, que hicieron aportes fundamentales a la estratégicos de la izquierda. La alianza de los comunistas con la bur-
teoría de la reforma agraria en México. Si tal semileudalismo se consi- guesía nacionalista para suprimir la dependencia y crear un capitalismo
derara vigente en América Latina habría la posibilidad de pasar a for- nacional, no tendría sentido. Lo consecuente sería luchar directamente
mas de producción y gobiernos burgueses. Y si hoy ya no existe, cabe
señalar que constituye) una realidad del pasado y los liberales del si- E or el "socialismo" en oposición a u n a burguesía dependiente q u e se
a integrado p o r completo con el "imperialismo", formando u n frente
común contra las masas. Lo p r i m e r o sería sustituir la lucha de clases
glo xix fueron los protagonistas de una revolución de ese tipo. Las zonas
no incorporadas a los modos de producción capitalista h u b i e r a n confi- por u n a lucha contra u n supuesto "colonialismo interno". Lo segundo
gurado la existencia de una sociedad dual: una moderna y o t r a arcaica, tu plantear la cuestión d e n t r o del verdadero espíritu marxista.
semifeuda!, en los umbrales de la modernidad. Tal hubiera sido el ca- b) Los principales críticos de la tesis de Frank, también desde cier-
rácter de la sociedad latinoamericana. tas perspectivas marxistas, n o negaron la veracidad de la tesis de q u e el
Pasemos ahora a considerar las posiciones adoptadas p o r sociólogos latifundio estuviera conectado con los engranajes del m e r c a d o mundial
e historiadores: a) Quien m á s se h a opuesto a esta tesis es el socio pero, tanto Rodolfo Puiggrós como E r n e s t o Laclau, afirmaron entonces
logo André Gunder Frank. F r a n k sostuvo que desde el m o m e n t o de la
conquista, América Latina fue i n c o r p o r a d a a u n a organización mercan ti i " Las ideas de Frank y sus opositores se encuentran claramente explicadas en
Andró Gunder Frank, Rodolfo Puiggrós y Ernesto Laclau, América Latina, feuda-
capitalista. Desde la conquista se establecieron relaciones de estructura , llxmo o capitalismo, Bogotá, Cuadernos la Oveja Negra, 1972, especialmente
metrópoli-satélite. El plusvalor sustraído de "minas, plantaciones, ha- PP. 71 55.
ciendas y comercio iberoamericano y de u l t r a m a r permitió el desarrollo 'Op. cit., p . 80.
100 ABELARDO VILLEGAS

REVOLUCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 101


que una sociedad no se caracteriza por las formas de la circulación sino
por los modos de producción. El "capitalismo" no es esencialmente un
ducción latifundista al espíritu de señorío que animaba al terrateniente,
sistema de mercados sino un modo de producción. Y el modo de pro-
el cual prefería la renta fija y permanente a la ganancia intensiva, la
ducción capitalista se caracteriza por el uso de la fuerza de trabajo libre.
relación salarial entre patrono y proletario, que practicaba la institución
Laclau cita unas líneas de El capital de Marx, que son pertinentes al
del mayorazgo y en una estructura de Estado nacional rendía culto a la
respecto: "El capital sólo surge allí donde el poseedor de medios de pro-
corporación más importante de la sociedad colonial: la Iglesia católica.
ducción y de vida encuentra en el mercado al obrero libre como vende-
Siendo la Iglesia la propietaria más importante del siglo xix, desamor-
dor de su fuerza de trabajo y esta condición histórica envuelve toda
tizaron sus bienes y nacionalizaron los que le quedaban. El propósito
una historia universal." 5
de tales desamortizaciones y nacionalizaciones era revolucionario: se
Es obvio, pues, que ni el esclavo de las haciendas brasileñas que le trataba de poner en circulación las propiedades eclesiásticas acumuladas
sirve a Frank para apuntalar su tesis, ni el peón rural ni el artesano durante siglos para que fueran explotadas de manera capitalista. Tal
urbano son trabajadores libres que vendan en el mercado su fuerza efecto se lograría, según Melchor Ocampo, fraccionándolas y convirtién-
de trabajo. Asimismo el ejidatario y el dueño del "ayllu" son propieta- dolas en una miríada de pequeñas propiedades. Esta última parte no
rios de los medios de producción (en este caso la tierra) y no están, por se llevó a efecto porque las propiedades eclesiásticas pasaron íntegras
lo tanto, en la condición que Marx señala como esencial al proletariado. a manos de latifundistas privados. De modo que aunque la forma de la
El comercio y el capital comercial son anteriores al régimen de pro- propiedad cambió (de propiedad corporativa a propiedad individual),
ducción capitalista. La economía de plantaciones, dice Laclau citando a los modos de producción no sufrieron transformación apreciable y el
Marx, es sólo formalmente capitalista, sus beneficiarios participan de latifundista siguió explotando la propiedad de manera precapitalista. La
un mercado mundial en el cual los sectores productivos dominantes son reforma fue un verdadero reformismo por su fracaso en fundar el sis-
ya capitalistas; esto permite a los terratenientes participar en el movi- tema de la pequeña propiedad agraria.
miento general del sistema, pero manteniendo un modo de producción
Este mismo concepto podría aplicarse en el siglo xx a experiencias
no capitalista. De hecho, los imperios ibéricos pusieron las bases para
como la de Perón o la de Getúlio Vargas. Ambos intentaron hacer pasar
una expansión del capital comercial, pero la existencia de capitales es
sus respectivos países de sociedades agrarias latifundistas con desarro-
anterior al sistema capitalista. En el caso que discutimos, los beneficios llo hacia afuera a sociedades eminentemente industriales. Pero ello sin
del mercado capitalista estimulan los modos de producción no capita- fraccionar el latifundio, tratando de controlar el comercio exterior para
listas del latifundio latinoamericano. influir de manera indirecta en la gran propiedad y estimulando el des-
Por otro lado, Gunder Frank no ha alcanzado a apuntalar su idea en arrollo industrial urbano. Aunque las estructuras agrarias del Brasil y
cuanto a que la revolución socialista debiera estar a la orden del día. la Argentina son notoriamente diferentes, la solución era igual para am-
Si para ello basta la presencia de un sistema comercial internacional, bas: se trataba de resolver el problema agrario de subproducción y
podría decirse entonces que la España del siglo xvi o la Inglaterra isa- "peonaje" en un caso y de simple subproducción en otro, desde la ciu-
belina estaban ya maduras para el socialismo. En realidad, "cuando los dad, haciendo coexistir la industrialización con el latifundio. En los
marxistas hablan de una revolución democrático-burguesa —dice La- términos de los conceptos que estamos usando, se diría que se trataba
clau— para destruir los vestigios del feudalismo, ellos entienden por de hacer coexistir el modo de producción industrial con el modo pre-
feudalismo algo muy distinto de lo que dice Frank. Para ellos, el feuda- capitalista de producción agraria.
lismo no significa un sistema cerrado y que no haya sido penetrado por Los sociólogos antes citados han sostenido también que la producción
las fuerzas del mercado, sino un conjunto general de coacciones extra- agraria y ganadera en la cuenca del Plata es capitalista moderna. Pero
económicas que pesan sobre el campesinado, absorbiendo así una buena entonces, no se explicaría por qué subproduce, por qué aún ahora no
parte de su excedente económico y retardando, por consiguiente, el pro- alcanza a cubrir la demanda exterior y el mercado interno, por qué la
ceso de diferenciación interna dentro de las clases rurales y, por lo mis- producción agropecuaria mucho más moderna y tecnificada de Canadá
mo, la expansión del capitalismo en la agricultura". 6 y Australia desplaza sistemáticamente a los países del Plata del mercado
Estas coacciones extraeconómicas son los diversos tipos de gabelas internacional, del mismo modo que a principios de siglo la producción
o impuestos con que el Estado o la Iglesia gravaron a la agricultura en cauchera británica de Ceylán desplazó y eliminó al Brasil del mercado
el siglo xix. En México, Andrés Molina Enríquez achacaba la subpro- mundial.
5
Transcrito en op. cit., p. 133.
n
Op. cit., p. 140
ItlIVOI.UCIÓN, REFORM1SMO Y LUCHA DE CLASES 103
102 ABELARDO VILLEGAS

3. LAS REVOLUCIONES TECNOLÓGICAS lus relaciones feudales, patriarcales, idílicas. . ."; "la burguesía no puede
existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos
de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con
Hasta ahora, de manera muy general, nos ha servido el concepto mar- ello todas las relaciones sociales. . ."; "merced al rápido perfecciona-
xista de "modos de producción", tanto para intentar diagnosticar los miento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los
diversos tipos de sociedad como para pretender definir la transforma- medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civi-
ción revolucionaria o reformista. Pero, obviamente, hay que matizarlo y lización a todas las naciones, hasta en las más b á r b a r a s . . . " ; "la bur-
quizá adicionarlo. La definición completa de Marx es una definición dia- guesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad. . . ha aumentado
léctica. La situación revolucionaria se daría si se presenta una con- enormemente la población de las ciudades en comparación con la de!
tradicción entre los modos de producción y las relaciones sociales campo...", ele." ¿Se podría aplicar todo esto a América Latina? Mi
de producción : "En un estudio determinado de su desarrollo, las fuer- análisis se centra en la época contemporánea, del último cuarto del
zas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las siglo XIX a la fecha, criando ya las burguesías inglesa, francesa, alema
relaciones de producción existentes o —lo cual sólo constituye una ex- nu y norteamericana habían sustituido a España en su papel de centro
presión jurídica de lo mismo— con las relaciones de producción dentro metropolitano. ¿Podría decirse que el impacto de la burguesía indus-
de las cuales se habían estado moviendo hasta ese momento. Esas rela- trial en América Latina había destruido las relaciones feudales, patriar-
ciones se transforman de formas de desarrollo de las fuerzas productivas cales? ¿Que la presencia de esa burguesía revolucionaba incesantemente
en ataduras de las mismas. Se inicia entonces una época de revolución en América Latina los instrumentos de producción y las relaciones de
social." 7 Tal enfrcntamiento provoca una amplia transformación de la producción? ¿Se había eliminado la secular propiedad latifundista? ¿La
superestructura política, social y cultural. civilización había sido llevada hasta los más lejanos rincones de nues-
Marx sostenía que el análisis de esta superestructura para determinar tros bárbaros países? ¿Habíamos dejado de ser sociedades agrarias para
el carácter del cambio era desorientador por el carácter ideológico de Ja Convertirnos en prcponderanlemente urbanas? Nada de eso o muy poco
misma, que se debía hacer un análisis científico de las contradicciones «parecía a la vista en los albores de este siglo.
de la infraestructura económica para determinar el tipo de revolución. Tal situación me llevó a tratar de explicar la historia latinoamericana
Un ejemplo ya clásico que él mismo propuso es la contradicción que moderna y naturalmente las ideologías, como resultado de una contra
se da en el sistema capitalista entre las formas agudamente colectivas dicción dominante ]ue generaba muchas subordinadas. Las contradic-
del trabajo industrial y las formas individuales de propiedad de los ciones entre el campo semifeudal y la urbe moderna, entre el litoral y
instrumentos de producción y de los productos del trabajo. el interior, entre sociedades estamentales y sistemas jurídicos democrá-
Empero, como las clases sociales se determinan en relación con la pro- ticos, entre una élite culta y un generalizado analfabetismo, etc., sólo
piedad de los medios de producción, el concepto de clase social tam- podían explicarse a partir de la contradicción dominante dada entre el
bién resulta medular para definir las revoluciones. Ciertamente, no se Impacto de la burgtiesía industrial y una sociedad tradicional reacia a
trata aquí de una exposición del pensamiento marxista, sino de mos- la transformación. Tal contradicción debía ser explicada a la manera
trar cómo de sus ideas se pueden generar conceptos explicativos de las clásica, como dos términos que se oponen, pero que se complementan
revoluciones latinoamericanas, aunque no exactamente iguales al que y se determinan mutuamente. Incluso la comprobación de las estruc-
se acaba de describir. El antropólogo brasileño Darcy Ribeiro ha soste- turas económicas antes mencionadas que muestran la relación entre el
nido que el concepto de revolución debe ser suficientemente explicativo área desarrollada del capitalismo y el área subdesarrollada parecía abo-
y con un poder de diagnóstico tal que evite muchas ambigüedades que nar esta tesis.
necesariamente se presentan al verificar tales conceptos en los procesos , Consideré también que era en relación con esta contradicción domi-
históricos. nante que debían ser definidas la "revolución" y el "reformismo". La
Al abordar el problema de las revoluciones y los reformismos en revolución debía ser la superación de esta contradicción dominante, y
)or eso veía en intentos como el movimiento mexicano de 1910, que
América Latina, yo mismo me encontré con tales ambigüedades. La
descripción que hacen Marx y Engels de la revolución burguesa en el
Manifiesto Comunista, resultaba extrañamente ajena a nuestro medio.
I íieron en sus mejores momentos antilatifundistas y antimperialistas,
procesos que podían considerarse como revolucionarios pero que, al fin
"Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido tic cuentas, quedaban frustrados. El reformismo sería a su vez la insis-
7
Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, México, Siglo " K. Marx y F. F.ngels, Manifiesto del Partido Comunista y principios de comu-
XXI, 1986, p. 5. nismo, México, Fondo de Cultura Popular, pp. 48 ss.
104 ABELARDO VILLEGAS
REVOLUCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 105
tencia en la realización de uno de los términos de la contradicción para
dos de producción de las condiciones materiales de existencia; un sis-
que actuara como disolvente no violento del otro término. Es decir, el
tema asociativo, que estructura las sociedades en clases y las organiza
reformismo sería la insistencia en modernizar nuestros países con la
a través de la ordenación sociopolítica y de la reglamentación de la
intervención prácticamente irrestricta del capital extranjero, haciendo
convivencia social; y un sistema ideológico que comprende los produc-
del mismo un factor disolvente de las antiguas estructuras latifundistas,
tos espirituales del esfuerzo de adaptación y de las formas de asocia-
pero sin reforma agraria ni revolución. Un ejemplo de tal reformismo
ción expresadas mediante cuerpos de saber, de creencias y de modos de
sería el caso del Brasil de Vargas y de los gobiernos posteriores. Las
comunicación." 10
experiencias de los últimos decenios mostrarían también la frustración
de los propósitos del reformismo. No tenemos espacio para explicar en detalle la concepción de Darcy
Ribeiro, pero se trata de la adopción de una idea de Marx que sostiene
La ventaja de estas definiciones, desde un punto de vista marxista,
que la historia de la creación de los instrumentos productivos del hom-
sería la de intentar incluir los procedimientos dialécticos no sólo en el
bre revela su actitud frente a la naturaleza, el proceso directo de la
nivel de la infraestructura económica sino en el de la sociedad entera,
producción de su vida y, por lo tanto, de las condiciones de la vida
concibiéndola como una estructura con contradicciones dominantes y
social y de las representaciones culturales que de ella se derivan. Se
subordinadas, a la manera de Althusser. Naturalmente, la revolución cu-
trata de una historia natural y crítica de la técnica que, a semejanza
bana debía quedar incluida en tales definiciones, pero aquí la tratare-
del "darwinismo", explique la evolución humana. Para Darcy Ribeiro,
mos en sección aparte. 9
solamente las revoluciones tecnológicas pueden ser la clave de la evolu-
Hemos dicho antes que Darcy Ribeiro ha sostenido la necesidad de ción. Porque ellas desatan un "proceso civilizatorio" y facilitan, por
usar un concepto de revolución y de clases sociales que tenga un poder decirlo así, las condiciones de posibilidad de otras revoluciones tecno-
explicativo y de diagnóstico y que evite el uso de palabras que, en vez lógicas. De esta manera, Ribeiro habla de varios tipos de revolución:
de clarificar, oscurecen las categorías sociales, tales como 5emifeudalis- agrícola, urbana, de regadío, metalúrgica, pastoril, mercantil, industrial
mo, seMííoburguesía, /«mpenburguesía. Términos que hasta ahora se han y termonuclear. Tales revoluciones tecnológicas consistirían en trans-
usado en virtud de que el llamado feudalismo o la llamada burguesía la- formaciones radicales de los instrumentos productivos y de las armas
tinoamericanos no son exactamente iguales a sus modelos europeos, sino que desatarían, desde los núcleos sociales donde se producen, hondas
meras aproximaciones. Ribeiro señala la imposibilidad de clasificar los y cada vez más amplias consecuencias, a las que justamente denomina
tipos de sociedades y de cambios revolucionarios sobre la base de modos "procesos civilizatorios". Ellas originarían las grandes civilizaciones que
de producción y de relaciones sociales de producción exclusivamente al fragmentarse, y desarticularse después, presentarían un proceso de
y, desde luego, también sobre la base de transformaciones ideológicas. Así feudalización. La feudalidad para Ribeiro no sería una época histórica
por ejemplo, aunque la sociedad romana antigua era una sociedad escla- concreta, sino todo un proceso de desintegración de grandes civiliza-
vista, casi nada tiene que ver con la del Brasil del siglo XLX, que era tam- ciones tecnológicas.
bién esclavista. Los modos de producción basados en la esclavitud son
muy esclarecedores, pero no deciden de manera definitiva los tipos de América Latina sería —a su entender— el producto de un proceso
sociedad. civilizatorio desatado por la revolución mercantil, basada en una nueva
Ribeiro propone otro procedimiento de diagnóstico que consiste en
f \ tecnología de la navegación marítima, de las armas de fuego y la tipo-
grafía. Darcy Ribeiro supone que por medio de estas revoluciones tecnoló-
aislar el factor "instrumentos" de los modos de producción para decidir
gicas, los países iberos crearon la primera civilización agrario-mercantil
lo que es una revolución y el tipo de sociedad a que da lugar. En con-
de ámbito mundial, configurando imperios mercantiles salvacionistas.
secuencia —dice— "Encontramos al elemento de diagnóstico mediante
La misma tecnología produjo entonces un segundo proceso civilizatorio
dos operaciones sucesivas. Primero, aislando analíticamente de 'los modos
dando lugar a formaciones capitalistas mercantilistas activadas por in-
de producción' de Marx, el componente medios de producción, o sea, las
gleses, franceses y holandeses que entraron en conflicto con las ante-
técnicas productivas con las cuales —gracias a su carácter acumulativo
riores y les disputaron la hegemonía sobre las mismas poblaciones. Em-
y direccional— reconstituimos la secuencia básica de la evolución so-
pero, los iberos sólo perdieron su hegemonía cuando se produjo la
cial en la forma de una sucesión de revoluciones tecnológicas. En la
nueva revolución industrial capitalista que configuró nuevos imperios
segunda operación, restauramos la unidad rota anteriormente utilizando
Industriales que impusieron condiciones neocoloniales en los países de
el concepto de formación económico-social (o sociocultural) referente
América Latina recién independizados. Tales condiciones coinciden en
a totalidades integradas por: un sistema adaptativo, que provee los mo-
10
9
Véase Reformismo y revolución..., cit. Véase un resumen de las ideas de Darcy Ribeiro en su libro, Los brasileños,
teoría del Brasil, México, Siglo XXI, pp. 32-33.
106 ABELARDO VILLEGAS
REVOLUCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 107

parte con las categorías económicas a las que hemos aludido antes. Sin do o que el cura de aldea es de la misma clase social que el arzobispo
intentar reproducir aquí el complejo de conceptos de Ribeiro sólo dire- o el cardenal.
mos que su análisis al respecto concluye en reacciones contra este "im- Otro concepto que tampoco puede ser confundido con el de clase
perialismo". Y como la categorización de Ribeiro abarca la historia social y que también tiene una función explicativa muy concreta en el
universal, sostiene que la reacción contra el "imperio capitalista" puede problema que nos ocupa es el de "grupo étnico" o "raza". La presencia
clasificarse de la siguiente manera: el nacimiento de un modelo tardío de grandes grupos indígenas y de negros y las consecuentes relaciones
de desarrollo capitalista (Alemania, Japón, Italia), el socialismo revolu- discriminatorias obligan a ciertos teóricos de la sociedad latinoameri-
cionario (Rusia, China), el socialismo evolutivo (Suecia, Chile de Alien cana a cuestionarse sobre esos conceptos. Asimismo, la presencia masiva
de), el nacionalismo modernizador (Turquía de Kemal, México de Car de inmigrantes en algunos de nuestros países ha obligado a algunos a
denas, Egipto de Nasser), etcétera. asumir criterios antropológicos definidos en este sentido. Un ejemplo
f i de esa supuesta obligatoriedad sobre el uso de tales conceptos podría
Cada uno de los conceptos de revolución que aquí he intentado ana t f
lizar puede funcionar como instrumento diagnosticador del carácter de verse reflejada en algún análisis del problema chicano (es decir, de los
los fenómenos sociales. Antes puse el ejemplo de la reforma mexicana mexicano-norteamericanos que viven principalmente en el sur de Estados
Ahora podemos añadir los puntos de vista de Ribeiro para una mayor Unidos). Según ciertos puntos de vista, la discriminación de que son
aclaración: los modos de producción sólo pueden cambiar si se da una objeto no puede explicarse como una mera explotación de clase. Inclu-
revolución en los instrumentos de producción. Así, por ejemplo, la tie- so, hasta se ha dicho que la explotación de los "anglos" es distinta
i 5 de la explotación de los chícanos. De allí que la idea de raza, aunque
rra puede ser repartida y aun socializada, pero si se sigue trabajando
con arado egipcio, tales procesos agrarios distan de ser revolucionarios hoy día totalmente criticada y refutada, para determinados pensadores
O al revés, los productos de un latifundio pueden circular en el mercado continúe vigente en este tipo de sociedades.
! f
mundial capitalista, pero sus modos e instrumentos de producción pue- Por otra parte, la discusión en torno a la naturaleza de nuestra so-
den no corresponder a dicho estadio. Toda una gama de reformismos ciedad y de nuestras revoluciones que ya hemos intentado reseñar muy
podrían ser definidos a la luz de estos conceptos como mezclas de es- sucintamente, indica que no podríamos reproducir aquí la clasificación
tructuras y superestructuras que no alcanzan a cumplir los requisitos de clases sociales con base en las realizadas en la Europa moderna o en
exigidos por estas teorías. los Estados Unidos. Como dijimos, el propio Mariátegui dudaba que la
burguesía latinoamericana fuese en efecto una burguesía, la aristocracia
una verdadera aristocracia y el proletariado un proletariado como el
francés.
4. CLASES Y LUCHA DE CLASES
Todos estos problemas no pueden ser tratados de manera aislada
porque —como dice Rodolfo Stavenhagen— "no existen las clases to-
madas aisladamente, sino únicamente sistemas de clase. Las clases sólo
Veamos ahora la cuestión de la lucha de clases en América Latina. De existen las unas con referencias a las otras. Lo que define las clases
manera esquemática, se la ha dividido fundamentalmente en dos par- y las distingue las unas con las otras son las relaciones que se estable-
tes: la relativa a cuáles son las clases y cuál es el carácter de su lucha. cen entre ellas; una clase no puede existir más que en función de otra". 11
Esta cuestión nos llevará directamente a las experiencias socialistas Sus relaciones son relaciones de oposición las cuales resultan de su
latinoamericanas. nituación dentro de las formaciones socioeconómicas, de sus intereses
El concepto de clases sociales no es el único al que deberíamos re- objetivos que se desprenden de estas posiciones; y según las diferentes
currir para intentar explicar los problemas sociales de América Latina formas con que tienen acceso al poder, se pueden considerar como cla-
Aunque ciertos pensadores liberales del siglo xix usaron esta categoría nes dominantes o dominadas.
sociológica, mucho les preocupó el problema de las corporaciones y los Esta necesidad de abordar, no la caracterización de una clase social
estamentos, justamente porque la sociedad colonial estaba considerada dada, sino el sistema entero de las clases, ha sido retenida también por
por ellos como estamental y corporativa. Además, corporaciones como Ribeiro, quien ha propuesto un complejo concepto de estratificación
la Iglesia y el ejército han desempeñado un papel fundamental en nues- «ocial de América Latina. Quisiéramos al respecto destacar algunos pun-
tra historia y las mismas no pueden ser asimiladas al concepto de clases
sociales. " N. Birnbaum, M. Fotia, M. Kolinsky Wolpe y R. Stavenhagen, Las clases so-
ciales en la sociedad capitalista avanzada, Barcelona, Ediciones Península, 1971,
Difícilmente determinados pensadores podrían admitir que el sol- |». 180.
dado raso pertenece a la misma clase social que el oficial privilegia-
p1"*^^'
HIIVOI.UCIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 109
108 AliLLARDO VILLEGAS
tud peculiar frente al p r o b l e m a de la lucha de clases. Según ellos, una
tos que consideramos de especial interés. Su clasificación es la siguien- diferencia básica entre las luchas del siglo xix y las del xx radica en la
te: como "clases dominantes", menciona al p a t r o n a t o , al patriciado y participación de las masas t r a b a j a d o r a s con sus intereses específicos.
al e s t a m e n t o gerencial extranjero; como "sectores intermedios", a los Consideran en este sentido que d u r a n t e el siglo xix las luchas se reali-
llamados autónomos y dependientes; como "clases subalternas", al cam- zaron e n t r e diversos grupos oligárquicos que se sirvieron de campesi-
pesinado y a los obreros, y como "clases o p r i m i d a s " a la de los margi- nos y artesanos reclutados por la leva para integrar sus respectivas
nados. 12 E s sobre estos últimos, situados p o r debajo de campesinos y fuerzas. E n el actual, la participación de esos grupos con intereses
obreros, que Ribeiro busca llamar la atención. Constituidos por desocu- propios no ha podido ser soslayada y algunos políticos la han conside-
pados, trabajadores temporarios, recolectores, peones y jornaleros, sir- rado generando j u s t a m e n t e una forma de control que esos sociólogos
vientes domésticos, changadores hamponiles, prostitutas, mendigos, etc., denominan "populismo". Dentro del m a r c o de una intervención estatal
forman, con mucho —según el antropólogo— la mayoría de la población en la economía, el Estado o el caudillo populista asume un papel de
latinoamericana. En comparación con ellos, los obreros y campesinos Arbitro en la lucha de clases, estimula la organización de obreros —y a
con t r a b a j o p e r m a n e n t e son verdaderamente privilegiados. Ribeiro esta- veces de campesinos— y al mismo tiempo la organización de los pa-
blece una diferencia entre estos marginados y los que para Marx cons- trones.
tituían el "lumpenproletariado". No son ejército de reserva de la indus- En algunos casos, como en los de Perón o de Vargas, cancela el
trialización, porque no tienen perspectivas de ser absorbidos por la derecho de huelga sosteniendo cjue el Estado garantiza los derechos de
misma. Por el contrario, dadas las características de la industrialización los trabajadores y que no necesitan apelar a la lucha de clases para
en América Latina sería más bien ésta la que genera marginación. obtener sus reivindicaciones. En otros casos, como en el de Cárdenas, se
Siguiendo el pensamiento de Ribeiro, tampoco forman lo que en Eu- estimula la huelga y la lucha de clases, pero no para acceder al socia-
ropa y en los Estados Unidos del siglo xix algunos llamaron "superpo- lismo sino para equilibrar el reparto de la riqueza, compatible con la
blación relativa" (con la que se integraron masas migratorias o se con- capacidad de las empresas y el desarrollo económico del país. Desde
quistó el Oeste), p o r q u e los marginados latinoamericanos no tienen a esta perspectiva, el " p o p u l i s m o " es, pues, una forma de control me-
dónde ir. Su supervivencia es un verdadero milagro y al c o n t r a r i o de diante la organización estatal de las centrales y sindicatos, mientras
las otras clases o sectores, no disponen de ninguna forma de influencia paralelamente promueve el desarrollo de las empresas sobre la base
en el poder público, no poseen organización alguna para defender sus de que cierto reparto de la riqueza o la nacionalización de las industrias
intereses, entre o t r a s cosas p o r q u e su constitución en t r a b a j a d o r e s básicas estimula la formación de un mercado que redundaría en bene-
ocasionales ni siquiera propicia una base física para formular reivindi- ficio de aquéllas. Este tipo de "populismo", ha sido llamado a veces
caciones colectivas. por sus ideólogos "capitalismo humanizado". 1 , 1
Siempre según Ribeiro, están, pues, más allá del control sindical; Tal vez dentro de esta categoría de populismo puedan también in-
incluso la Iglesia católica ha perdido contacto con ellos. Pero —agrega cluirse los procedimientos del grupo militar que tomó el poder en el
el autor—como el "industrialismo" va generando desempleo d e n t r o de Perú en 1968. Como es sabido sus ideólogos, y en especial el general
su preocupación general por a h o r r a r mano de obra, y como los margi- Juan Velasco Alvarado y el filósofo Carlos Delgado, habían formulado
nados tienen una alta tasa de natalidad, se convierten en un foco críticas ai sistema de partidos imperante antes de esa fecha. Según ellos,
potencialmente revolucionario que preocupa tanto al gobierno" norteame- u lo largo de medio siglo, éstos no habrían hecho otra cosa que organi
ricano como a sus asociados latinoamericanos. Es así como —según zar gobiernos oligárquicos y diferir ilimitadamente la transformación
Ribeiro— se han desatado campañas de control de natalidad que llegan económica. En cambio, una vez en el poder, el grupo militar dirigido
hasta la esterilización impuesta y masiva y se h a n desatado también por Velasco buscó la participación de los trabajadores pero no en forma
formas de genocidio. En este grupo marginado fija la vista Darcy Ri- electoral, sino en la organización y dirección de las empresas a través
beiro como foco de futuras revoluciones en virtud de que en él inciden de una participación intensa en los sindicatos, las j u n t a s de vecinos, las
las contradicciones básicas del sistema latinoamericano." escuelas, etc. Incluso crearon en esa época un instituto p a r a organizar
la participación (STNAMOS) . Pero aun así, el Plan Inca fue decisivo al
Respecto de la lucha de clases, han sido también ciertos sociólogos respecto: "la Fuerza Armada, como gestora y soporte principal de
brasileños los que h a n utilizado el concepto de " p o p u l i s m o " p a r a ca-
racterizar a aquellos regímenes latinoamericanos que adoptan u n a acti- 11
Véase de Celso Furtado, Dialéctica do desenvolvimento, Río de Janeiro, Ed.
Fondo de Cultura, 1964; de Ruy Mauro Marini, Subdesarrollo y revolución, Mé-
12
Darcy Ribeiro, El dilema de América Latina, estructuras de poder y fuerzas xico, Siglo XXI, 1969; de Arnaldo Córdova, La ideología de la Revolución mexi-
insurgentes, México, Siglo XXI, 1975, 4a ed., pp. 75 ss. cana, México, IRA, 1973.
"Op. cit., pp. 101 ss.
REVOLUCIÓN, REFORM1SMO Y LUCHA DE CLASES 111
110 ABELARDO VILLEGAS

la revolución peruana, será la conductora de los procesos de cambio campesinado, y su vanguardia —si así puede llamársela— fue la guerri-
hasta que éstos sean irreversibles". 15 lla y no el partido. Esta concepción, que tuvo un enorme impacto en
América Latina, hubo de ser un tanto modificada por la reiteración del
marxismo-leninismo. Y quedó así: la vanguardia de la lucha sería la
guerrilla, a la cabeza del campesinado, pero la vanguardia de la cons-
5. EL SOCIALISMO, LAS VÍAS DE ACCESO trucción socialista sería el partido comunista, a la cabeza del proleta-
riado. Tal hipotética tutoría del proletariado (difícilmente sostenible en
un país que no ha experimentado revolución industrial) fue consagrada
Decíamos que el tema de la lucha de clases podría conducirnos direc- en la "Segunda declaración de La Habana", pero como modo de ajuste
tamente a algunas experiencias socialistas en América Latina. Tanto en doctrinario con los clásicos.
el caso de Cuba como en el de Chile, las formas en que se ha dado la Salvador Allende, en cambio, llegó a la presidencia por las vías ins-
lucha de clases, es decir las formas de acceso al "socialismo", han de- titucionales de su país. Pero, como ya se ha dicho, en el Chile de aquellos
terminado su carácter y sus vicisitudes. En el primer caso, el "socia- i - años (1970) alcanzar la primera magistratura no era llegar al poder,
lismo" advino principalmente como una lucha guerrillera; en el segundo, en virtud de la efectividad del "parlamentarismo" y de la autonomía del
la experiencia socialista de Salvador Allende fue posible dentro del poder judicial. Por eso, bien pudo Allende decir: "en la actualidad el pue-
sistema del sufragio, la lucha de partidos y el parlamentarismo. blo está en el gobierno y desde él lucha por ganar el poder".17 Allende,
Recordemos las condiciones en que se planteó el "socialismo" cubano. por otra parte, consideraba como algo positivo el haber llegado al poder
En primer término, la guerrilla de Fidel Castro no inició sus operacio- por la vía de la democracia representativa, lo cual significaba que el
nes como guerrilla socialista. El tipo de socialismo implantado en Cuba pueblo daba su asentimiento a la orientación socialista que su gobierno
podría ser considerado como un proceso de respuesta a las presiones inauguraba. "Sin precedentes en el mundo —exclamó cuando supo su
norteamericanas que culminan con el intento de la Bahía de Cochinos. ; ¥ triunfo— Chile acaba de dar una prueba extraordinaria de desarrollo
Y a partir de ese momento (1961), sobre la declaración oficial de que político, haciendo posible que un movimiento anticapitalista asuma el
la revolución cubana era una revolución marxista-leninista se reinter- poder por el libre ejercicio de los derechos ciudadanos. Lo asume para
preta la experiencia guerrillera como una experiencia de vanguardia orientar al país hacia una nueva sociedad, más humana, en la que las
socialista. Los artífices de dicha interpretación fueron el Che Guevara y metas últimas son la racionalización de la actividad económica, la pro-
Régis Debray. Sus conceptos fundamentales fueron enunciados por el pri- gresiva socialización de los medios de producción y la superación de
mero: el guerrillero "es ante todo un revolucionario agrario. Inter- la división de clases." Ifi
preta los deseos de la gran masa campesina de ser dueña de la tierra, Con base en lo expresado, creemos que ambas vías de acceso al "so-
dueña de los medios de producción, de sus animales, de todo aquello cialismo" —la guerrillera y la democrática— no pueden ser libremente
que ha anhelado durante años, de lo que constituye su vida y también elegidas. En Cuba, la vía democrática estaba cerrada por la dictadura
su cementerio." De manera inmediata, el guerrillero es vanguardia del de Batista. En Chile, en aquellos años, era la única vía de acceso po-
campesinado y en forma mediata "la guerra de guerrillas es una gue- sible al poder. Ahora ya no es así, pero de ambas experiencias se infiere
rra del pueblo, es una lucha de masas". 16 Sin ese sentido social se que la vía de la democracia representativa no fue destruida por los
cae en el aventurerismo. \ socialistas sino por los regímenes opuestos. En general, se podría afirmar
Como lo he señalado en otro lugar, tales ideas se destacaron sufi- que el "socialismo" no destruye las instituciones democráticas represen-
cientemente del concepto de vanguardia marxista-leninista. Para estos tativas, sino que se instaura donde han sido destruidas desde antes.
clásicos, la clase social revolucionaria es el proletariado y para Lenin, Allende intentó avanzar hacia un tipo de socialismo en el seno de una
en especial, el proletariado sólo puede pasar de una acción sindicalista sociedad pluripartidista, parlamentaria, burguesa en una palabra, con
a una acción revolucionaria guiado por una vanguardia constituida por los instrumentos institucionales que la misma proporcionaba y llegó
el partido comunista. Ninguno de esos dos requisitos se cumplió en el por esa vía mucho más lejos de lo que podían tolerar sus enemigos. Su
caso de Cuba, la clase que principalmente luchó contra Batista fue el experiencia llamó la atención de la opinión pública mundial porque se
trató de lo que algunos consideraron como experimento marxista, que
15
Véase de Juan Velasco Alvarado, Velasco. La voz de la revolución, Lima, Edi- no se apoyó en un Estado excesivamente centralizado y autárquico. La
ciones Peissa, 1971, y de María Esther Schumacher, El Perú contemporáneo, Mé-
xico, Sep-Setentas, 1975. 17
16 RcgisDebray, Conversación con Allende, México, Siglo XXI, 1971, p. 78.
Ernesto Guevara, Obra revolucionaria, México, ERA, 1968, pp. 29 y 551, respec- IB
tivamente. Salvador Allende, La revolución chilena, Buenos Aires, Eudeba, 1973, p. 19.
112 ABELARDO VILLEGAS
M'VOI.UCIÓN, REEORMISMO Y LUCHA DE CLASES 113

corriente leninista sostuvo que ésa fue precisamente su principal con- it que lo hagan sus enemigos. Debe conciliar la "utopía-reformista" con la
tradicción y la causa de su caída. "utopía insurreccional", "utópicas por el hecho mismo de que han deci-
Podríamos decir entonces que de la experiencia cubana y de esa dido excluirse recíprocamente, prescindir la una de la otra".' 1 De esta
experiencia chilena surgen dos diversos tipos de teoría sobre la lucha manera, la tesis foquista queda desintegrada y habrá que crear vanguar-
revolucionaria. La p r i m e r a da origen al "foquismo" y la segunda, para- dias p a r a que realicen a m b a s utopías de m o d o que se apoyen la una
dójicamente más leninista, apela a la masa de los trabajadores y a la u la otra.
alianza de los partidos de izquierda. Régis Debray fue el cultivador
Una variante de este mismo problema se plantea en la etapa p o r al-
más conspicuo de la teoría foquista en su libro Revolución en la revo- gunos d e n o m i n a d a de "construcción del socialismo". Aquí también se
lución. La idea de que a c t u a n d o con habilidad un foco guerrillero puede presenta el p r o b l e m a de las vanguardias y de las masas. El "socialismo
desatar u n a revolución, recorrió los círculos rebeldes de América La- marxista" no p r e t e n d e ser una forma de estatismo. Se supone que los
tina en la década de los sesenta y fue el m o t o r de muchos intentos, Instrumentos de producción y la administración pública se socializan,
todos fracasados hasta el m o m e n t o . Se pensó entonces que ninguna re- no se centralizan en un Estado. El Estado —según Lenin— debe ir
volución se realiza a p a r t i r de una lucha de guerrillas; en cambio, los desapareciendo en la medida en que los trabajadores participen acti-
movimientos progresistas de Chile y Perú siguieron vías muy distintas. vamente en la administración pública, como clase y no como conjunto
Posteriormente, Debray se ha hecho una autocrítica en la que acepta de individuos especiales y separados. Sin embargo, la experiencia histó-
la excesiva dosis de voluntarismo que había en sus recomendaciones ini- rica ha m o s t r a d o condiciones adversas a la implantación de esa idea.
ciales, incluso cita una observación que le hizo Louis Althusser sobre En el caso de Cuba, la urgencia de s u p e r a r el " s u b d e s a r r o l l o " s u m a d a
su primer trabajo. Althusser sostuvo que su concepto de guerrilla era H las dificultades de un riguroso control, han impuesto una estricta
un concepto abstracto p o r q u e lo formulaba independientemente de las
'lanificación en la economía y en la política. Y esta necesidad de plani-
condiciones históricas que la hacían posible. En cambio, ponía énfasis
en las condiciones de combate y subsistencia en la montaña, que re-
Í Icación es, por ahora, adversa a la participación espontánea de los
trabajadores. De hecho, la participación de la clase trabajadora tiene
sultaban ante todo condiciones naturales. 1 " que ser tamizada por órganos de control estatal. Así lo advirtió Ernesto
Estas observaciones de Althusser fueron las que motivaron la crítica Guevara al desempeñarse como ministro de Industria; más de una vez
que el p r o p i o Debray efectuó contra las guerrillas de la década de los debió r e p r o c h a r a los trabajadores su falta de iniciativas y en otras
sesenta. Como característica principal éste señaló que habían perdido Criticar lo poco acertado de las mismas cuando se presentaban. Aná-
su carácter de vanguardia y habían incurrido en un " p a t e r n a l i s m o " y logas dificultades tuvo Fidel Castro al t r a t a r de rechazar en un princi-
en un "aristocratismo", porque se habían desvinculado de la sociedad filo el "culto a la personalidad", mientras censuraba la actuación del
que intentaron t r a n s f o r m a r y no habían tenido en cuenta que sus ene- lámante Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana, al cual al-
migos conocían ya sus tácticas y abLindaban en antídotos eficaces. En ternativamente le confiaba la misión de gobernar o de crear conciencia
suma, que habían descuidado el análisis de las condiciones que las revolucionaria.
hicieron posible, que las mantuvieron y las hubieran podido llevar a la
victoria, en tanto que ese análisis había sido hecho cuidadosamente por De cualquier manera, el eclipse de la participación masiva y espon-
sus enemigos. tánea de los trabajadores en la economía y en la política precipita, a
menudo, la vigorosa intervención del Estado con el consecuente estímulo
Allende decía que "la Revolución pasa por las grandes masas; la
I la burocratización y, a veces, una crítica dura a la misma. Un ejemplo
Revolución la hacen los pueblos; la Revolución la hacen esencialmente
del primer caso lo tenemos en 1969 cuando Castro preocupado por la
los trabajadores". 2 0 Frente a una tesis como ésta, Debray se ha m o s t r a d o
lafra de los diez millones de toneladas que se debían obtener en 1970,
ecléctico: la revolución no puede renunciar a su brazo a r m a d o , pero
Concibió la militarización de la economía al colocar las fuerzas a r m a d a s
al mismo tiempo necesita del apoyo masivo de los trabajadores, enton-
•n la vanguardia de la producción: "las fuerzas a r m a d a s " —dijo— re-
ces tiene que mezclarse con tácticas reformistas, tiene que organizar
presentan. . . la institución con m a y o r experiencia en organización; ellas
partidos, sindicatos, estudiantes, crear conciencia de clase y conciencia
ion las que cuentan con la m a y o r disciplina. Ellas deben a p o r t a r ese
revolucionaria y, al m i s m o tiempo, debe a r m a r s e y p r e p a r a r s e p a r a el
espíritu de organización y d i s c i p l i n a . . . lo m i s m o que su experiencia".
choque violento cuya oportunidad debe elegir ella misma y no esperar
Un ejemplo del segundo caso lo tenemos cuando fracasó la zafra de
19 los diez millones de toneladas. Castro dirigió entonces su crítica contra
Citado por Régis Debray en La crítica de las armas, t. i, México, Siglo XXI,
1975,
20
pp. 238 ss. [la burocracia, sin excluirse él mismo: "ya no es posible dirigir una pro-
Salvador Allende, La revolución social y la universidad. Deslinde, Cuadernos
de Cultura Universitaria, México, Universidad Autónoma de México, 1973. " Debray, La crítica de las armas, cit. p. 289.
114 ABELARDO VILLEGAS BKVOl.l/CIÓN, REFORMISMO Y LUCHA DE CLASES 115

duccíón social solamente con u n consejo de ministros; es necesario Cubana y q u e en cierto m o d o tipifica la evolución de ese país. Se t r a t a
crear nuevas e s t r u c t u r a s . . . Tenemos cierto subdesarrollo e n t r e los di- de la posibilidad q u e Fidel Castro ha planteado de convertir el socia-
rigentes". Y terminó recomendando la formación de sindicatos los cua- lismo y el c o m u n i s m o en u n proceso único. Al respecto, sería conve-
les, obviamente, no serían antipatronales sino antiburocráticos. 2 2 niente recordar cómo caracteriza Marx a la sociedad comunista en su
Por su parte, Salvador Allende tuvo experiencias similares con los fuse superior: " E n la fase superior de la sociedad comunista, c u a n d o
trabajadores chilenos que lo habían llevado al poder, pero que con- huya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a
servaban intactas sus organizaciones sindicales y a las cuales no se podía IB división del trabajo y, con ella, la oposición entre el trabajo intelec-
obligar a participar en un plan de producción nacional de o t r a manera tual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio
que apelando a su conciencia revolucionaria. La nacionalización en sí de vida, sino la p r i m e r a necesidad vital; cuando, con el desarrollo en
no iba a solucionar la situación económica chilena. E r a menester para todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a
ello una producción intensiva y una acumulación de bienes, incompa- chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá
tibles a m b a s con las huelgas desorbitadas. Allende atacó m u c h a s veces rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la
los pliegos petitorios d e s m e s u r a d o s : " q u e no se les vuelva a pasar el lociedad p o d r á escribir en su b a n d e r a : ¡De cada cual, según sus capa-
tejo —decía— porque no se los vamos a aceptar. Éste no es un simple cidades; a cada cual, según sus necesidades!" 2 1
juego de rayuela, aquí se está j u g a n d o el destino de Chile; aquí no La p r i m e r a p a r t e de este lema indica la característica de una sociedad
puede haber sectores privilegiados; aquí no puede haber aristocracia locialista, es decir, de u n a sociedad de trabajadores que conserva la
de obreros o empleados o técnicos, aquí todos tenemos que a m a r r a r n o s Igualdad abstracta de la sociedad burguesa traducida en u n a real desigual-
el cinturón. Compañeros, si las empresas del sector público no tienen dad, puesto que las capacidades de cada u n o son diferentes. La segun-
utilidades, ¡imagínense ustedes! Si todo lo gastáramos en sueldos y sa- da parte señala la característica de la sociedad comunista que reconoce
larios ,-qué sucedería, cómo podríamos avanzar? Las llevaríamos direc- las desigualdades y atiende a cada uno según sus necesidades, creando
tamente a la quiebra y a la ruina." Una igualdad real. Esta segunda etapa —como dice Marx— requiere
Al mismo tiempo, quería que los trabajadores lucran copartícipes en de u n a abundancia de bienes casi desconocida hasta ahora, mientras
las responsabilidades gubernativas: "tiene para nosotros tanta impor- que la p r i m e r a es u n a época de productividad intensa.
tancia que los trabajadores, que la mayoría y la totalidad de ellos com- En consecuencia, resulta difícil pensar que en una sociedad socia-
prenda q u e son gobierno...". 2 1 ' lista como la cubana que parte casi de cero en lo que a producción se
Todas estas experiencias han llevado a algunos a pensar que en deter- refiere, se pueda i m p l a n t a r el comunismo. Pero Fidel Castro ha insis-
minados casos como el de Cuba, el de Chile, y aun el de Perú, las situa- tido en q u e la aplicación drástica de la primera parte del lema socialis-
ciones de " s u b d e s a r r o l l o " en las que se ha intentado i m p l a n t a r un ta es francamente inadmisible, puesto que hay casos patentes en los que
socialismo plantean la paradoja (por no decir la contradicción) de los necesidades superan ampliamente las capacidades: "¿Cómo nosotros
que es el Estado quien tiene que organizar la participación de los tra- compaginamos la fórmula socialista de 'a cada cual según su trabajo', la
bajadores; que la participación de éstos debiera r e d u n d a r en u n a dis- fórmula del socialismo, con el caso de u n a mujer incapacitada que sólo
minución del burocratismo, pero que la misión organizativa del Estado puede realizar m u y contados oficios sociales p o r los cuales le pueden
provoca la creación de una burocracia con intereses que tienden a ser lagar ochenta o noventa pesos (porque está recibiendo según la fórmu-
intangibles. Apoda típica de un socialismo q u e surgió en condiciones n de 'a cada cual según su trabajo') y que ha traído al m u n d o ocho
no previstas por los clásicos marxistas. lijos? ¿Cómo podemos aplicarle u n a fórmula socialista a los ocho hijos
de esa mujer? Entonces nos vamos planteando que sin a b a n d o n a r la
fórmula socialista del salario, nosotros podemos ir estableciendo en la so-
ciedad fórmulas comunistas de este tipo, si nos comenzamos a preocu-
6 . SOCIALISMO Y COMUNISMO ; U N PKOCHSO ÚNICO? ptir p o r la construcción del c o m u n i s m o en la m i s m a medida en que
Construimos el socialismo." 25
Claro está que p a r a ir introduciendo fórmulas comunistas, que eviten
Dentro de este rápido p a n o r a m a sobre las ideas en torno a las revolu- que el proceso socialista y el comunista se aparten de tal m a n e r a que
ciones y a la lucha de clases en América Latina, consideramos impor-
tante t r a t a r u n tema que incumbe solamente a la experiencia socialista '1A Karl Marx, Crítica del programa de Gotha, Madrid, Ediciones Ricardo Aguilera,
22
l%K, p. 24.
2:1
Véasemás sobre estos temas en Reformismo y revolución..., cit., pp. 283 .vs •'• Fidel Castro, Socialismo v comunismo, un proceso único, México, Editorial
Allende, La revolución chilena, cit., pp. 75 y 88, respectivamente. Dlóiícnes, 1972, p. 16.
P " n"'W>

Alilil.ARlXJ VJLLEGAS
116
KLVOI.UCtóN, RLI'ORMLSMO Y LUCHA Di: CI.ASLS 117
vayan siendo ajenos el uno al otro, es necesario acabar con resabios
pequeñobui pueses y ser radicales en la socialización. Con la capacidad desarrollado, es el esfuerzo máximo para salir de la pobreza, de la
didáctica que lo caracteriza, Castro va desmenuzando estas ideas gene- miseria, del subdesarrollo. Pero en el futuro, no podemos pensar en
rales en ejemplos (como en el caso de los "timbiriches", que son pues- la riqueza plena, mientras haya otros pueblos que necesiten nuestra
tos donde pequeños comerciantes venden algo así como huevos fritos). ayuda." 20
Castro los censura p o r q u e dice que la abundancia de huevos, que per- Éste es el saldo que arroja la experiencia histórica del socialismo. Al
mite que una persona satislaga su cuota de consumo y posea un exce- contrario de lo que pensaban los clásicos, puede haber socialismo en un
dente susceptible de comercializarse, es el producto de un plan y un solo país. Lo que sería una paradoja intolerable sería el c o m u n i s m o
estuerzo nacionales y resulta entonces inadmisible que se transforme en un solo país. De hecho, no sería más que otra versión de la sociedad
en lucro privado por pequeño que éste sea. Otro tanto ocurre con los dual creada por el capitalismo. Pero al mismo tiempo, también resulta
"boteros", automovilistas privados que cobran el transporte entre pe imposible posponer el advenimiento comunista a un futuro indefinido:
queños pueblos a través de carreteras construidas por el E s t a d o . La aunque no pueda darse plenamente, se tienen que ir implantando fórmu-
proliferación de este pequeño comercio muestra hasta qué p u n t o la so- las comunistas. En este sentido, Castro se refiere a la sociedad nacional
cialización lucha con arraigados hábitos pequeñoburgueses individualis- cubana, pero no habría dil¡cuitad teórica para m i r a r el p a n o r a m a in-
tas. En los discursos que citamos. Castro sostiene que algún día la lernacional a la luz de este nuevo criterio.
revolución prohibirá el pequeño comercio para evitar' las lugas del es- Así, al contrario de los que piensan una América Latina homogénea
luer/.o colectivo en el lucro privado. y teóricamente aplanan sus diferencias, lo que hemos intentado mostrar
Otro esfuerzo de tipo comunista para ir b o r r a n d o las Ironteras de la uquí es el p a n o r a m a múltiple y complejo que caracteriza a América
especialización del trabajo se da en el nuevo sistema escolar'. Las es- Latina en donde hasta coexisten los extremos: mientras todavía en al-
cuelas comienzan a enclavarse en centros de trabajo, especialmente las gunos lugares del continente, pensar en la democracia representativa es
universidades, para que el ámbito escolar no constituya un invernadero un pecado, en otros ya se realizan ensayos ideológicos para formular
aislado del proceso de la producción. Así se va creando un estudiante el socialismo y el c o m u n i s m o en un proceso único. Por ello, pretender
trabajador en el cual se va cerrando la brecha que hay entre el trabajo construir un p a n o r a m a coherente de las ideas latinoamericanas sobre
intelectual y el trabajo manual. A la vez, la agresión de que es objeto revolución y lucha de clases es todo un reto a la inteligencia. El presente
la sociedad socialista determina que el estudiante obrero sea al mismo no es m á s que un ensayo que sólo pretende sugerir ciertos hitos fun-
tiempo soldado. Así, grupos sociales que en la sociedad capitalista se damentales.
encuentran separados y son a veces antagónicos, se fusionan en las
mismas personas d e n t r o de un m u n d o socialista. Ciertos pensadores no
dejarían de señalar al respecto que este tipo de educación únicamente
puede darse en un esquema socialista, poique sólo una gran organización
de la sociedad socialista puede producir este "obrero-estudiante-sol-
dado", en tanto que la anarquía burguesa construye ámbitos sociales
cerrados. Esta observación estaría dirigida a los que creen que la edu
cación socialista radica en enseñar la doctrina marxista y \que puede
existir como una superestructura de la sociedad burguesa.
Por último, sobre la base de las experiencias del socialismo eslalinista
en un solo país, de los fracasos de las guerrillas latinoamericanas y de los
sistemas de bloques políticos, Castro concluye en un nuevo "interna-
cionalismo": "pienso que el socialismo en un solo país puede ser cons
truido; que el comunismo hasta cierto punto puede ser construido, pero
que el c o m u n i s m o como fórmula de abundancia absoluta no puede ser
construido en un solo país, en medio de un m u n d o subdesarrollado, sin
el riesgo de que involuntariamente —sin quererlo— en años futuros, pue-
blos inmensamente ricos se vean intercambiando y comerciando con
pueblos inmensamente pobres. ¡Pueblos en el comunismo y pueblos en
t a p a r r a b o s ! " Y agrega: "Nuestro deber, hoy, de pueblo pobre y sub
™ Castro, op. cit., pp. 32-33.
EL PENSAMIENTO RELIGIOSO 1(1. PENSAMIENTO RHLIGIOSO 119

SAMUEL SILVA GOTAY "espiritual". Pero la participación de éstos en la práctica histórica y


política de la liberación los llevará a una crisis teórica que sólo podrá
El cristiano revolucionario en la vivencia de su fe perci- resolverse en la "Teología de la liberación". 2 Esa práctica y su teoriza-
bida como compromiso para la liberación de los oprimi- ción constituirán un nuevo desafío a la teoría sociológica de la religión.
dos, como combate por una sociedad más justa y más
humana, usa las mediaciones de la ciencia y de la teoría
revolucionaria para ir abriendo caminos para su acción
junto a la clase trabajadora y el pueblo en su marcha I. LA CRISIS TEÓRICA ti IDEOLÓGICA DE LOS CRISTIANOS REVOLUCIONARIOS EN
hacia la sociedad socialista. La fe en sí no es socialista,
AMÉRICA LATINA Y EL RECHAZO DE LAS TEOL<XiÍAS DE LOS PAÍSES
pero implica un esfuerzo permanente para romper las ca
DOMINANTES
denas de la opresión y edificar un nuevo mundo. (Cris-
tianos por el socialismo, 1972.)

La "Teología de la liberación" surge como resultado de la crisis teórica


c ideológica de los cristianos revolucionarios que participando en la
práctica de la liberación política de América Latina, se preguntan por
u relación de su fe con su práctica política, la relación entre el proceso
A partir de la década de 1960 se intensifica en América Latina la par- histórico de liberación y la salvación.
ticipación de los cristianos en el proceso revolucionario de liberación. 1 Nuestra contención es que la solución a este problema se d a en el
La frustración con el capitalismo "nacionalista" de carácter populista Contexto teórico de un cambio global de perspectiva, un cambio radical
en unos países, el fracaso del "desarrollismo" capitalista y la persisten- '•'Para el año 1970 se multiplicaron en América Latina los encuentros, simposios
cia de dictaduras y gobiernos que mantienen el dominio de las clases y escritos sobre la "Teología de la liberación": a) Bogotá, en marzo de 1970; de
terratenientes en otros, lleva a una agudización de la miseria, de la aquí salieron el volumen Liberación: opción de la Iglesia en la década del 70 y
desesperanza y de lo que se entiende en aquel m o m e n t o por dependen- pl volumen Aportes para la liberación que incluye las conferencias del simposio,
flinbos volúmenes publicados por Ed. Presencia, Bogóla, 1970; b) Buenos. Aires,
cia en todo el continente. Esa situación contrasta d r a m á t i c a m e n t e con t»n agosto de 1970 bajo los auspicios de ISAI. (Junta Latinoamericana de Iglesia
la esperanza que irradia p a r a algunos la Revolución cubana. La posibi- V Sociedad, de filiación protestante y relacionada con el Consejo Mundial de
lidad de una nueva sociedad y un nuevo h o m b r e moviliza a los cristianos Iglesias); esas ponencias se encuentran en Lichas de ISAL, "Notas para una ética
a hacer realidad su c o m p r o m i s o con los pobres y los oprimidos. til* la liberación" y los de Noel Olaya, "Unidad cristiana y lucha de clases" se
encuentran en la revista Cristianismo y Sociedad, vol. 8, núm. 23-24, 1970, Monte-
Hasta ese m o m e n t o , predomina en América Latina un pensamiento video; c) Bogóla, nuevamente en julio de 1970, algunas de cuyas publicaciones
religioso cuya concepción de la historia impide o hace superflua la fueron publicadas en el boletín Teología de la Liberación, Bogotá, 1970; d) México,
participación de los cristianos en el proceso histórico de liberación. Pll octubre de 1970, con la presencia de Harvey Cox y otros teólogos internacionales,
tlrl cual salieron dos volúmenes con las conferencias: i. Seminario de Teología
É s t a llevaba a los cristianos a posponer la salvación para el " m á s allá" tlr la Liberación, con las ponencias de Douglas, Cox y Seifer, y n. Teología de la
fuera de la historia, o a restringirla a la interioridad personal de lo liberación, con los artículos de Lozano, Jiménez y Ferreira; e) Buenos Aires,
nuevamente en julio de 1970 para reunir biblicistas en torno al tema "Éxodo y
1 liberación"; los trabajos fueron publicados en Revista Bíblica, B. A., 1970 y en
Las mejores antologías sobre documentos, declaraciones y acontecimientos im- Vhpera 4 (1970), núm. 19-20; /) Oruro, Bolivia, en diciembre de 1970; g) Mede-
portantes de ese periodo las constituyen las siguientes: Alain Gheerbrant, La Igle- lldi, Colombia, a nivel del CEI.AM, donde el secretario general, monseñor Eduardo
sia rebelde de América Latina, México, Siglo XXI, 1970; Iglesia latinoamericana, Plronio, expresa el valor de esta teología y deja ver los temores de la jerarquía
¿protesta o profecía?, Avellaneda, Argentina, Editorial Búsqueda, 1969; Signos de Vil su conferencia "Teología de la liberación" (mimeografiado por el CELAM);
renovación, Lima, Comisión Episcopal de Acción Social, 1969. Véase también, Samuel h) Segundo encuentro internacional de teólogos realizado en Bogotá, entre el
Silva Gotay, "Teoría de la revolución de Camilo Torres: su contexto y sus consecuen- Ifi y el 31 de julio de 1971, sobre la Teología de la liberación, donde presentaron
cias continentales", Latino América, Anuario de Estudios Latinoamericanos, México, i'i inferencias Camilo Moneada, Luis del Valle, Juan Luis Segundo, Noel Olaya,
UNAM, núm. 5, 1972, pp. 105-139; Ídem, "El desarrollo de la ideología de los grupos Iliijro Assmann, Luis Ugalde, Rafael Avila, Arnaldo Zenteno y Alex Morelli, las
cristiano-marxistas en A. L.", Contacto, México, año 10, núm. 6, 1972, pp. 26-51; tiiiiles fueron publicadas en el volumen Liberación en América Latina, Editorial
idem, "Las funciones sociales de la religión en un mundo en crisis", La crisis América Latina, Bogotá, 1971. De aquí en adelante se multiplican los simposios
mundial, Simposio de la Escuela de Planificación de la Universidad de Puerto V los artículos ya definitivamente ubicados dentro del nombre "Teología de la
Rico, San Juan, 1977; Camilo Torres, Cristianismo y Revolución, México, ERA, 1970; liberación". Véanse las Crónicas mimeografiadas publicadas por el Servicio Colom-
Golconda, El libro rojo de los curas rebeldes, Bogotá, Muniproc, 1968; Sacerdotes hliuio y de Comunicación Social de 1971 y 1972 sobre casi dos docenas de simposios
para el Tercer Mundo, Publicaciones SPM, Buenos Aires, 1968; Los cristianos y locales en pueblos v campos de Colombia y la bibliografía que acompaña este
la revolución, Santiago, Ed. Quimantú, 1972. linb.ijo.
ni si
W"W

SAMUEI SILVA GOTAY l!l. PENSAMIENTO RELIGIOSO 121


120

en la forma de percibir la historia. Por eso, para entender el proceso Esa perspectiva secularizante se encuentra en antagonismo con la
de formación, la radicalidad del cambio y las implicaciones políticas de teología tradicional y aun con las teologías posconciliares reformistas
la teología latinoamericana, tenemos que examinar la historización del que postulan una salvación fuera de la historia y después de la m u e r t e
concepto de la salvación. Luego examinaremos las consecuencias teóri- o que insisten en imponer a la dialecticidad de la historia unos diseños
cas y prácticas resultantes de esa historización y su impacto sobre la preexistentes de origen metafísico. Ello crea u n a crisis teórica e ideoló-
gica a los militantes cristianos.
metodología de la tarea de la reflexión teológica, la interpretación bí-
El núcleo central de esa crisis ideológica, a mi entender, se encuentra
blica, la ética cristiana, la escatología y la práctica política y su justi-
en la contradicción entre dos cosmovisiones: u n a idealista y la otra
ficación.
materialista. Se t r a t a del encuentro final entre dos concepciones de la
Los militantes cristianos que se enfrentan con seriedad al sufrimiento
historia. Éste es el nivel problemático del cual sale la solución funda-
de campesinos enfermos, perseguidos, echados de sus tierras, de obreros
mental a la crisis ideológica de los militantes cristianos revolucionarios
explotados y atropellados, de marginados h a m b r i e n t o s hacinados en de América Latina.
"cavampas", en ciudades perdidas y arrabales, en pueblos donde el ca-
Como resultado de esa crisis teórica e ideológica, unos militantes de-
pitalismo imperialista saquea las riquezas nacionales con el apoyo de
ciden a b a n d o n a r su fe. Otros, la guardan para los efectos de sus nece-
las oligarquías y burguesías locales que se encargan de encarcelar, ase-
sidades "espirituales" personales, con lo que establecen una especie de
sinar, acallar y reprimir la crítica y la acción política de estudiantes y dualismo entre su vida íntima y su vida política, lo cual resulta en un
explotados; estos militantes, repito, optan por un análisis y una solución compromiso político que no permite la franca y total entrega a una
de carácter real, temporal, material, histórico y político de estos pro- lucha integral. Pero un tercer sector decide formular preguntas radi-
blemas. Rechazan la opción de la resignación, predicada por la religión cales a la fe bíblica en medio de un proceso político y a medida que
tradicional y rechazan las políticas desarrollistas auspiciadas por los éste va d e s b o r d a n d o los esquemas de la "doctrina social cristiana" en
grupos de acción católica, los partidos de la Democracia Cristiana y el caso de los católicos, y de la "ética social cristiana" en el caso de los
las fórmulas reformistas posconciliares. protestantes. 3 Éstos son los que h a b r á n de descubrir que no existe nin
Cuando interpretan al "capitalismo dependiente" y al capitalismo
3
mismo como causa del " s u b d e s a r r o l l o " latinoamericano, los cristianos Véanse como ejemplo los siguientes trabajos: Methol Ferré, "Iglesia y so-
revolucionarios optan por el proyecto histórico socialista, por su estrate ciedad opulenta: una crítica a Suenens desde América Latina", en Víspera; Juan
Luis Segundo, "La teología, problema latinoamericano", IDOC, núm. 68, ídem,
gia política y su instrumental científico de análisis social. Ello presu- "Problemática de la idea de Dios y de la liberación del hombre", ISAL, mimeo-
pone una concepción científica del m u n d o , la cual no sólo postula que grafiado; Gustavo Gutiérrez, "The meaning of Development: notes on a theology
la solución a los problemas h u m a n o s tiene que darse en la historia of liberation", en In search of a theology of development; ídem, "Teología de la
sino que también afirma que toda la verdad sobre el m u n d o se despren- liberación. Perspectivas", pp. 37 ss., 43, 102 ss., 223-24; J. Comblín, "El tema
de la liberación en el pensamiento latinoamericano", Pasos, núm. 7, 1972, pp. 3-5,
de de él mismo y que no existen verdades preestablecidas, p o r q u e b; Hugo Assmann, "Opresión-liberación: desafío a los cristianos", pp. 19-20, 28,
aquello que es, lo es en proceso y resulta de la dialéctica m i s m a de la 3944, 46, 50-54; y casi todos los trabajos de él indicados en la bibliografía; Pedro
historia; la verdad siempre está por hacerse. Dios se manifiesta y se le Negre, "El significado de los cambios metodológicos de las ciencias sociales
para la interpretación teológica"; Noel Olaya, "Unidad cristiana y lucha de cla-
conoce en la historia. En el caso de la historia de la sociedad, la "ver- ses", p. 769; Rubem Alves, Religión: opio o instrumento de liberación, pp. 29-39
d a d e r a " sociedad habría que construirla; no se puede alegar la preexis- y 97; idem, "Apuntes para un programa de reconstrucción en la teología", pp. 25-26;
tencia de u n modelo de sociedad independiente de la historia misma Julio de Santa Ana, "Notas para una ética de la liberación", pp. 43-60; Juan Luis
Segundo, "Instrumental de la teología latinoamericana", pp. 3842; idem, "Proble-
donde se forja. La e t e r n a esperanza y la c e r t i d u m b r e radical del hom- mática de la idea de Dios y la liberación"; A. Morelli, "Características de la
bre con respecto a u n m u n d o de h e r m a n d a d , de paz y de justicia, tiene teología latinoamericana actual", p. 178; idem, "Hacia una teología de la violen-
que e n c o n t r a r su camino concreto en la dinámica de las contradicciones cia", p. 161; Gustavo Pérez, "Palabras introductorias" (al II Simposio Interna-
objetivas de la historia y no fuera de ella. cional en Colombia), p. 4; Míguez Bonino, "Nuevas perspectivas teológicas" (copia
mimeografiada), pp. 2-5; Hugo Villela, "Los cristianos en la revolución: posibili-
Esta concepción del m u n d o y de la historia la a r r a n c a n los cristianos dades de una praxis revolucionaria", pp. 8-10; César Aguiar, "Los cristianos y
militantes de perspectivas políticas n o idealistas —marxista, e n t r e o t r a s — el proceso de liberación de América Latina: problemas y preguntas", p. 14; Aharon
y la insertan en el proceso de secularización en donde los esquemas Sapsezian, "Theology of liberation-liberation of theology, educational perspectives",
I,iris Gera, "Teología de la liberación", p. 14; Paulo Freiré, "Tercer Mundo y
teológicos y sociológicos de principios sociales calificados de eternos, teología", p. 305; Javier Alonso, "Esbozo para una teología de la liberación", en
universales, inmutables, ordenados, etc., se descubren como ideológi- Aportes para una teología de la liberación, pp. 41 y 58; Enrique Dussel, sus
cos, históricos, provisionales y representativos de los intereses de las conferencias en "Caminos de liberación latinoamericana", y "Teología de libera-
ción y ética", t-n especial su crítica a Mollmann y Metz en "La teología de la
clases dominantes de diversas épocas.
122 SAMUFI SILVA GOTAY III. PENSAMIENTO RELIGIOSO 123
guna contradicción e n t r e el materialismo histórico y la concepción bí- La Biblia, sin embargo, sólo concibe u n a historia donde Dios se ma-
blica de la historia que pueda impedir a los cristianos a s u m i r la tarea nifiesta y donde h a b r á de realizarse el Reino de Dios. La teología idea-
política de la lucha p o r la construcción del socialismo en su dimensión lista espiritualiza "los términos bíblicos y abandona el imperativo bíblico
completa. de la construcción del Reino de justicia de que hablan los profetas del
Esas preguntas van dirigidas a las teologías dominantes en el m u n d o Antiguo Testamento y Jesús. Se sustituye el imperativo bíblico de la
teológico. La fundamental de ellas es la que interroga acerca de ¡a re "transformación" de la creación por el de la "contemplación" del mun-
lación entre la salvación y el proceso histórico de liberación. E s t a cues- do del m á s allá. Las estructuras socioeconómicas y políticas, p r o d u c t o
tión abre la temática sobre "fe y realidad social", "fe y acción política", de las conquistas de las clases dominantes, se sacralizan como "orde-
"Reino de Dios y construcción del m u n d o " , o corno se dice en los nadas p o r Dios" y diseñadas por la "ley natural", lo cual constituye en
círculos protestantes, la cuestión de "Iglesia y sociedad" o "Cristo y cu! pecado los intentos de cambio social.
tura". La respuesta a este problema constituye el núcleo de la "Teología Con el rechazo de la teología tradicional de carácter idealista, se des-
de la liberación". ata entonces u n proceso de "deshelenización" del cristianismo y se
A partir de esas preguntas se rechaza, en p r i m e r lugar, la teología procede a identificar el carácter ideológico de todo aquello que pasa
tradicional expresada en esquemas filosóficos idealistas de raigambre- por "lo cristiano" a lo "específicamente cristiano".
platónica, en los que prevalece una cosmovisión helenística presidida Análogamente ocurre con la teología de la "nueva cristiandad" desti-
por una metafísica que concibe el m u n d o en términos de una e s t r u c t u r a lada de los intentos de Jacques Maritain por construir una nueva cris-
de dos pisos: el piso celestial, o m u n d o de las ideas —donde habitan tiandad, q u e da paso a la formación de los partidos demócrata-cristia-
las esencias universales, preexistentes, inmutables y espirituales de todo nos y los "movimientos de acción social cristiana" de la "doctrina social
lo que existe acá abajo— que es lo que determina la realización de la cristiana"/' Se critica ésta por ser una versión moderna del idealismo
historia en el piso terreno del edil icio. Este olro piso de abajo es una
sombra c o r r u p t a de lo de arriba, lo cual hace que el alma del h o m b r e Noé Zevallos, Contemplación y política; Míguez Bonino, "Nuevas perspectivas
no pertenezca a esta historia, que sus esfuerzos por construir un m u n d o Icológicas"; G. Gutiérrez, Salvación y construcción del mundo; José Comblín, La
terreno de justicia sean superfluos o estén en función de la "salvación redención de la historia, incertidumbre y esperanza; Juan Carlos Scannone, "Tras-
del alma" solamente. La salvación, en esa expresión idealista de la fe cendencia, praxis liberadora y lenguaje: hacia una filosofía de la religión post
moderna y latinoamericanamente situada", en Panorama de la teología latino-
cristiana c o n t r a r i o al pensar bíblico y la cosmovisión hebrea, se en americana; Puntel, "Dios en la teología hoy", Perspectivas de diálogo; Enrique
tiende en términos helenísticos, esto es, como la incorporación del alma Dussel, "Teología, Historia de la liberación y pastoral", en Caminos de liberación
"espiritual" al m u n d o del "más allá". Así se crean dos historias, una latinoamericana. Véase el inicio de esta problemática en los siguientes autores
europeos y norteamericanos, eruditos e investigadores de la cultura judeo-cris-
secular y la o t r a de salvación y se supedita la "secular" a la "espiritual". 4 tlnna, helenista y de los textos bíblicos: G. E. Wright, The God who acts; N. J.
Knaith, The distinctive ideas oj the Oíd Testament; Robinson, The body: a study
liberación", pp. 173 s.s. F.nlrc los mencionados arriba, al igual que en el resto of Pauline theology; Von Rad, Theology of the Oíd Testament; H. H. Rowley, The
de la bibliografía, encontraremos autores protestantes, porque en la "Teología de Oíd Testament and modern studies; Werner George Kummel, The New Testament:
la liberación", la cicnlificidad del análisis bíblico y del análisis sociopolítico eran The history of the investigation of its problems; J. B. Skemp, The Greeks and
un entretejido ecuménico imposible de desatar. Además, tanto católicos como the Gospel; Frederick Grant, Román Helenism and the New Testament; E. R.
protestantes en América Latina pasan por el mismo proceso a parlir\le la década Dodds, Pagan and Christian in an age of anxiety, ¡rom Marcus Aurelius to Cons-
de 1960. Sobre denominaciones protestantes conservadoras véanse los siguientes tantine; A. Harnack, The mission and expansión of Christianity; Dewart, The
trabajos: Christian Lalieve, "El refugio de las masas"; Willems, "Followers of future of belief.
a ncw faith"; S. Silva Gotay, "La Iglesia y la pobreza en Puerto Rico: Una ínter "Véanse las siguientes publicaciones: Jacques Maritain, Humanismo integral;
prefación Histórico Social", en Revista de la Facultad de Administración Pública Rafael Caldera, Ideario de la democracia cristiana en América Latina; Américo
de la UPR; idem, "Sect Formation in Latin America", Caribbean Review. Sobre Pía, Los principios de la democracia cristiana; W. D. Antonio y F. Pike, Religión,
las iglesias europeas trasplantadas a América Latina con los migrantes, véase revolución y reforma. A partir de la década de 1950 la democracia cristiana juega
Waldo Luis Villalpando, et al., Las Iglesias del trasplante, y sobre el desarrollo Un papel importante en toda América Latina. En 1956 nacen los partidos demó-
de los últimos tiempos véase a Julio de Santa Ana, Protestantismo, cultura y l'rata cristianos del Perú y Guatemala. El padre Louis Lebret realiza estudios sobre
sociedad: problemas y perspectivas de la fe evangélica en América Latina; y la el desarrollo de Colombia entre 1954 y 1956. En 1958 el PDC de Chile va a sus
antología de catorce autores protestantes, De la Iglesia y la Sociedad. Obsérvese primeras elecciones. Rafael Caldera, candidato de COPEI en Venezuela compite
contribución teológica de autores protestantes como Rubem Alves, Míguez Bonino, contra Betaneourt y queda en tercer lugar; gana las elecciones de 1968. En 1959
Jorge Pixley, y otros. NC organiza la Juventud Demócrata Cristiana en Lima y se reúne el CELAM, en
4
Véase en las siguientes publicaciones la conciencia radical que de este pro- Fomeque, donde se estudia la "infiltración comunista" y se proclama la "obli-
blema tienen los latinoamericanos: Rubem Alves, Religión: opio o instrumento ntoriedad" de la doctrina social cristiana para todo católico latinoamericano; en
de liberación; Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación; Juan Luis Segundo,
De la sociedad a la teología; Hugo Assmann, Hacia un cristianismo dialéctico;
f 960 nacen las democracias cristianas de El Salvador, Paraguay y Panamá. Un
«fio más tarde se organiza el Partido Revolucionario Social Cristiano de la Re-
pw'WMSjp.

III. PENSAMIENTO RELIGIOSO 125


124 SAMUEI SILVA GOTAY y tal opción es un paso ético y no simplemente una selección neutra de un
Instrumental para el análisis... El hecho de que los teólogos europeos tienen
de la cual lo único que sale es una división entre los planos secular una enorme dificultad de asumir positivamente una ideología, como arma
y espiritual que, arraigándose al concepto de la persona h u m a n a como Indispensable para la lucha de liberación y aun para optar por uno, y no
anterior al proceso social, postula la propiedad privada como "derecho por otro instrumental analítico, los aleja constantemente de la capacidad de
natural" y elabora un "ideal histórico" que propone un capitalismo na- entroncar datos de análisis con referencias ligadas a la fe. Se pierden, por
cionalista con elementos socialdemócratas, que sólo se diferencia del eso, en un eterno resituar las condiciones de posibilidad de una reflexión
populismo p o r el elemento de sacralización que aporta. 0 comprometida en vez de ensayarla concretamente. 8
Finalmente, esos cristianos radicales critican también toda la teología
existencialista de B a r t h , Bultmann, Tillich, Rahner, etc., p o r q u e deja Para Assmann esa incapacidad europea para globalizar la reflexión teo-
fuera la realidad objetiva, histórica y material, elemento fundamental lógica hasta incluir el lenguaje de las ciencias sociales, su instrumental
de la historia del personaje subjetivo. Según los existencialistas, la analítico y u n a opción ético-política por un proyecto histórico, revela
salvación se realiza en un acto existencial de conversión y realización la dificultad que tiene la teología europea de salir de la esfera "meta-
escatológica, en un proceso de realización de lo atiténtico en la vida física" de la verdad. Todavía intentan hacer "teología p u r a " . Y final-
personal. Estos europeos —dicen los teólogos latinoamericanos de la mente, les critica el no entender la primacía de lo político. " E n los
liberación— no dejan lugar para un proyecto histórico. No dejan espa- escritos de la Teología Política europea —dice Assmann— se tiene a
I í veces la impresión, a pesar de las insistencias generalizadoras, que lo
cio a la problemática que la historia latinoamericana ha agudizado: la
relación entre el proceso histórico de liberación para la construcción político accede al resto como una dimensión de añadidura, como una
de una sociedad justa y la salvación. 7 dimensión también, y no como algo que sólo se puede expresar con
Van más lejos todavía y critican la "teología de la historia", la "teología un 'siempre', siendo insuficiente un simple 'también'." 9
de la revolución", representadas por los discípulos de la "teología de la La crítica general de numerosos teólogos es que esas teologías parten
secularización" de Bonhoeffer y la "teología política", que sintetiza esos de un m u n d o europeo. De la misma m a n e r a en que los griegos dan por
logros en los escritos del católico Metz y el protestante Moltmann. Hugo sentado que el h o m b r e universal es el europeo, se llega a identificar
Assmann, el teólogo católico brasileño, quizás el más prolífico e imagi- el h o m b r e europeo con la "esencia" ideal del h o m b r e , se sacraliza, así
nativo de los teólogos de la liberación, les acusa de seguir considerando se justifican sus acciones internacionales y se usa esa "esencia" como
todavía la posibilidad de la praxis política: paradigma p a r a juzgar al h o m b r e de las colonias.
Aun cuando los teólogos críticos parten de la realidad, lo hacen de
No se puede hacer "Teología Política" realmente detectora de los aspectos una realidad regional para reclamar universalidad. Enrique Dussel, el
críticos de la fe en cuanto a praxis histórica sin hablar un lenguaje analítico. filósofo y teólogo argentino, apunta bien el asunto cuando señala que
Eso significa siempre también la opción por un tipo de instrumento analítico parten de u n universo "ecuménico" definido —según la terminología
utilizada en la teoría de la dependencia—, a partir de los países domi-
pública Dominicana. Desde 1962 se activa Vekemans desde el Centro Belarmino nantes del " c e n t r o " del sistema capitalista, sin tener en cuenta las
en Chile y en 1964 triunfa la "revolución en libertad" de Frei. Ese mismo año los sociedades "dependientes", ni la relaciém existente entre " c e n t r o " y
militares toman el poder en Brasil y la izquierda cristiana completa el proceso "periferia" que constituye la globalidad de la cual hay que partir para
brasileño de radicalización dando lugar a otro similar en toda América Latina,
que se dramatiza con la incorporación del MAI'U y de la Izquierda Cristiana a una reflexión crítica. 10
la Unidad Popular de Allende en Chile.
"Véanse las siguientes publicaciones: Hugo Assmann, Opresión-liberación: desa- 8
R. Alves, Religión..., cit., p. 117. Este teólogo brasileño, doctorado en Alema-
fío a los cristianos, p. 127; L. Gera y Rodríguez Melgarejo, "Apuntes para una nia donde fue discípulo de Metz, es quizá el más creador y agresivo de todo el
interpretación de la Iglesia argentina", Víspera 4 (1970) núm. 15, pp. 59-88; Hugo grupo de teólogos afines. Su reflexión resulta de una práctica política valiente,
Villela, "Los cristianos y la revolución: ¿Posibilidad de una praxis revoluciona- tanto en Brasil, donde comenzó la sindicalización de empleadas domésticas, como
ria?", Cuadernos de la Realidad Nacional, pp. 2944, reproducido en México por en Bolivia, donde trabajó con ISAL-Bolivia hasta la caída del régimen de Torres,
el Centro Crítico Universitario; César Aguiar, "Los cristianos y el proceso de- y en Chile, donde tuvo una destacada participación, tanto a nivel político como
liberación de América Latina: problemas y preguntas", América Latina, moviliza- teórico, especialmente en el Centro de Estudios de la Realidad Nacional, como en
ción popular y fe cristiana, pp. 52-62; Juan Rosales, Los cristianos, los marxistas la Editorial Quimantú de la Unidad Popular. Desde su estadía en Bolivia es
y la revolución. Para unas historias de los incidentes críticos y la evolución en secretario de estudios de Iglesia y Sociedad de América Latina (asociado al Con-
la democracia cristiana en América Latina, especialmente en Colombia, Chile, sejo Mundial de Iglesias).
Brasil y Argentina, véanse Enrique Dussel, Historia de la Iglesia en América «Ihid., pp. 118-119.
Latina, pp. 149-291; David Mutchler, The church as a political factor in Latín ,ft
America; E. Kadt, Catholic radicáis in Brasil. E. Dussel, Teología de la liberación y ética, caminos de liberación, vol. n,
7 pp. 178-79. Véase desde la p. 173.
Véanse en especial, las críticas de Rubem Al ves en su libro, Religión: ¿opio
o instrumento de liberación?
126 SAMUEI SILVA GOTAY líl. l'KNSAMiliNTO RELIGIOSO 127

En la misma línea, p e r o radicalizando la crítica al lenguaje teológico crisis. ¿Por qué? Porque algunos cristianos han llegado a sentir que el hom-
europeo, encontramos la del jesuíta mexicano Porfirio Miranda. Su crí- bre, su futuro, la transformación de la tierra es su preocupación última.
tica n o se dirige a ninguna teología en particular, sino a la base misma Por consiguiente, los antiguos lenguajes tampoco pueden interpretar su situa-
del lenguaje teológico y la cultura q u e la sostiene como explicación o ción o programa de acción.' 2
discurso ideológico desde la perspectiva de las clases dominantes de
Occidente. Como tal, la ontología m i s m a de ese lenguaje hace imposible El p r o b l e m a teológico de fondo, como lo definen estos teólogos latino-
la incorporación de la problemática de la justicia social y la recons americanos, es el siguiente: la relación existente entre la liberación
trucción radical del m u n d o a esa estructura de pensamiento. real, p o r la que clama y lucha el continente, y el concepto bíblico, teo-
lógico de salvación. O como lo expresa el padre Javier Alonso Hernán-
El problema es más de fondo. En el sistema teológico-filosófico de Occidente dez, del grupo sacerdotal ONIS en Perú: "¿Tiene la Iglesia algo que decir
(y sin desapercibir las diversísimas variedades) el problema social es nae en u n proceso de liberación? El núcleo de la cuestión está aquí. Si la
v o . . . Derivada de Platón y de Aristóteles, la cultura occidental —cuyo epi- salvación, la salvación del alma, es algo p a r a la o t r a vida, es evidente
centro generador fue y sigue siendo la teología-filosofía "cristiana"— resultó y lógico que n o tiene nada que ver con un proceso de liberación del
inevitablemente aristocrática, privilegiada, incapaz de percibir la realidad oprimido, del alienado; a lo mejor simplemente decirles que estén con-
más masiva e hiriente y urgente de nuestra historia. Su humanismo fue y tentos p o r q u e Jesús a m a a los pobres." 13
es humanismo de pensamiento, mental, estetista. Y su "hombre" un abstracto,
una esencia platónica valedera "semper et pro sernper"; no la humanidad De aquí q u e tengamos que concluir que lo q u e h a b r á de lanzar a
real de carne y hueso, de sangre y lágrimas y esclavitud y humillación y América Latina en pos de u n a teología radicalmente nueva —y ésta
cárcel y hambres y sufrimientos indecibles." es mi principal contención— será su concepción de la historia. De aquí
se desprenden todas las diferencias entre los teólogos euronorteamerica-
Terminan los teólogos latinoamericanos sentenciando el lenguaje teo- nos y latinoamericanos. La afirmación de la historia real como "única
lógico extranjero luego de pesarlo en la balanza, porque en el m o m e n t o historia" y la historia como única esfera de la realidad reconocida
de la crisis latinoamericana, cuando ha debido de responder ante el por la Biblia llevará a la teología p o r caminos n o previstos y creará la
clamor de los oprimidos, ha sido encontrado falso. En sus Apuntes para posibilidad de un movimiento ideológico capaz de a c o m p a ñ a r y justi-
un programa de reconstrucción en la teología, Alves resume esa sen- ficar el m o d o de producción socialista así como la teología medieval
tencia: ucompañó al feudalismo y la teología p r o t e s t a n t e al capitalismo liberal.

Los lenguajes teológicos tradicionales están en crisis, porque esta nueva


situación (latinoamericana) ha creado una preocupación radicalmente nueva 12
que está en oposición fundamental a la de los lenguajes mencionados. .. los Rubern Alves, "Apuntes para un programa de reconstrucción en la teología".
lenguajes eclesiásticos tradicionales tienen su "ultímate concerne" en la eter- Cristianismo y Sociedad, 1970, Juan Luis Segundo expresa su crítica a esa teolo-
nidad. Dios, y la salvación del alma. Su relación al mundo, a la vida, a la gía, en el simposio de Buenos Aires mediante el siguiente señalamiento: "su
fundamental inclinación al idealismo en la forma que lo criticó Marx y por ende
historia, aún cuando no sea negativa, es puramente tangencial. . . por consi- la consecuente incapacidad para un realismo histórico. Sus preguntas no arran-
guiente dentro de este arreglo la preocupación por la vida, la tierra, la justicia can de lo real en su densidad conflictiva, idealizan la realidad, ciertas teologías,
y el futuro nunca es la preocupación última ("ultímate") sinp una preocu- como la de la muerte de Dios', son una acomodación apolítica al pragmatismo
pación penúltima derivada de lo último (Dios, el alma, la ^salvación, la del hombre de las sociedades de consumo."
eternidad, etc.). Dentro de esta lógica, amamos la vida porque amamos a César Aguiar, cuando hace el análisis histórico de la teología europea dice:
Dios, amamos la libertad porque amamos a Dios, hacemos que nuestra vida "Se comienza a tomar conciencia de que la teología social de Roma y Europa
dependa de un "a priori" metafísico. Estos son los lenguajes que están en eran una reconciliación con el capitalismo y no una apertura al socialismo
-que nos aprestamos a vivir—; que el modo de plantear las relaciones de des-
11 Igualdad social latente en esa teología implicaba determinada posición respecto
A esto añade Miranda: "Cuando por fin, después de resistencias y endureci- ni problema de la dependencia que, en definitiva, ratificaba al nivel cultural-teo-
mientos milenarios, esa cultura accedió condescendientemente a percatarse de que ló|íico, las relaciones de dependencia existentes a nivel económico y político;
el problema social existe, tenía fatalmente que asignarle lugar de escolio, de (|iie los europeos y norteamericanos al hacer la teología de la secularización
excurso, de cuestión colateral complementaria, pasablemente marginal en el sis- confundían la secularización con la modalidad específica que ésta asume en ¡os
tema; el sistema cultural se había estructurado de todo a todo prescindiendo contextos capitalistas altamente desarrollados, etcétera."
del problema social; éste no le había hecho la menor falta para redondearse Véase también J. L. Segundo, "Problemática de la idea de Dios y liberación",
monolítico y sin grietas; le es imposible ahora encararlo en su verdadera dimen- ISAI., mimeografiado, 1970; C. Aguiar, "Los cristianos y el proceso de liberación
sión sin desestructurarse a sí mismo por completo. Quien crea que es posible de América Latina: problemas y preguntas", América Latina: Movilización po-
un cambio total de actitud sin cambio total de sistema mental, no sabe lo que pular y fe cristiana, p. 67.
es un sistema mental." (Marx y la Biblia, pp. 55-56.) 1:1
J. Alonso, "Esbozo para una teología de la liberación", p. 42.
128 SAMUEI SILVA GOTAY II. PENSAMIENTO RELIGIOSO 129

2 . RESPUESTA DE LOS CRISTIANOS REVOLUCIONARIOS DE AMÉRICA LATINA Reino de fraternidad h u m a n a , un Reino de paz y a m o r f u n d a m e n t a d o
ANTE LA CRISIS TEOLÓGICA: AFIRMACIÓN DE LA HISTORIA REAL en la justicia. Este Reino se establece en la lucha real contra el pecado
COMO LA ÚNICA ESFERA DE LA SALVACIÓN corporificado en las estructuras socioeconómicas y políticas que con-
forman la vida del h o m b r e hasta que llegue a una etapa superior', que,
por la calidad del " h o m b r e nuevo", puede llamarse etapa "escatológica".
La respuesta de los teólogos latinoamericanos es que la salvación en la El libro Teología de la liberación, perspectivas, del teólogo peruano
religión bíblica trata de u n a salvación que se da en la única historia Gustavo Gutiérrez, m i e m b r o del movimiento sacerdotal ONIS, constituye
que existe y no en el " m á s allá" de la teología de influencia platónica; el clarinazo resonante que anunció la presencia de un nuevo lenguaje
que la salvación es un proceso histórico que se da en esta "única his- teológico en América Latina fundamentado en la afirmación de que la
toria" (la historia real, material y objetiva en q u e el h o m b r e reproduce historia que vivimos en la tierra es la "única historia". 1 ' 1
su vida material y espiritual mediante su organización económica, social, Gutiérrez basa su posición de la identidad entre los conceptos de
política e ideológica)." "creación" y "salvación" (liberación) en la exégesis bíblica. Creación y
Los teólogos de la liberación fundamentan su respuesta en el redes- (talvación se dan siempre corno un mismo concepto y son acontecimien-
cubrimiento del carácter histórico y materialista de la fe bíblica, cuyo tos políticos y sociales liberadores en los cuales el trabajo del h o m b r e
pensamiento se encuentra en contradicción respecto del pensamiento CS esencial para la realización del acontecimiento. Dice Gutiérrez:
ontológico griego y hegeliano de carácter idealista que había servido
para articular la teología cristiana desde el tiempo de los teólogos grie- Si la fe en la creación "desacraliza", haciéndola el campo propio del trabajo
gos. La concepción bíblica de la historia es más afín con la concepción del hombre, la salida de Egipto, país de la Monarquía Sagrada, refuerza
científica de ésta que con la concepción idealista. esta idea: es la "desacralización" de la praxis social. Ella será en adelante
Esa concepción de la historia postula que la salvación es un proceso IB obra del hombre. Trabajando, transformando el mundo, rompiendo con
histórico y que la historia es la lucha por la salvación, salvación vista Una situación de servidumbre, construyendo una sociedad justa, asumiendo
en términos de participación del h o m b r e en el establecimiento de un IU destino en la historia, el hombre se forja él mismo. . . Eín consecuencia,
GUando se afirma que el hombre se realiza prolongando la obra de la crea-
14
Algunos ejemplos son los siguientes: Hugo Assmann, Hacia un cristianismo . Clon por medio del trabajo, estamos diciendo que se sitúa, por ese mismo
dialéctico; idem, Opresión-liberación, desafío a los cristianos, y en especial pp. 22, hecho, en el interior de un proceso salvífico englobante. Trabajar, transfor-
75, 150; igual que en el resto de sus obras incluidas en la bibliografía; Sergio mar este mundo es hacerse hombre y forjar la comunidad humana, es tam-
Arce, Hacia una teología de la liberación; Rafael Ávila, Elementos para una evan- bién ya salvar. De igual modo, luchar contra una situación de miseria y
gelizarían liberadora; Rubem Alves, Religión: ¿opio o instrumento de liberación?; ¡despojo, y construir una sociedad justa es insertarse ya en el movimiento
"El pueblo de Dios y la búsqueda de un nuevo orden social", en Cristianismo y S iftlvador, en marcha hacia su pleno cumplimiento. Muy concretamente, todo
Sociedad; "Tesis para una reconstrucción de la teología", en Cristianismo y So- (tillo quiere decir que construir la ciudad temporal no es una simple etapa
ciedad; César Aguiar, "Los cristianos y el proceso de liberación de América Latina: : (je "humanización", de pre-evangelización como se decía en teología hasta
problemas y preguntas", en América Latina: movilización popular y fe cristiana;
varios autores, Aportes para la liberación; Héctor Borrat, "Hacia una teología hnee unos años. Es situarse de lleno en un proceso salvífico que abarca todo
de la liberación", Marcha; José Comblín, La redención de la historia; incertidum- ; |l hombre y toda la historia humana. Una reflexión teológica sobre el tra-
bre y esperanza; Enrique Dussel, Caminos de liberación latinoamericana, vol. i; ibojo humano y sobre la praxis social debería partir de esta afirmación
Teología de la liberación y ética: caminos de liberación, vol. II; Gustavo Gutiérrez, i fundamental.16
Teología de la liberación, perspectivas; Salvación y construcción del mundo;
Javier Alonso Hernández, "Esbozo para una teología de la liberación"; Alex Mo-
relli, Libera mi pueblo; idem, "Nuevos Elementos para una teología de la libe- ¡Gutiérrez señala que la evidencia i m p o r t a n t e para esa interpretación
ración", en Contacto; José Míguez Bonino, "Nuevas perspectivas teológicas", en ¡teológica se encuentra en los profetas que llamaban constantemente al
El Apóstol; idem, "Teología y liberación", en Fichas de ISAL; Fernando Montes, ¡fegreso a la religión de la justicia y anuncian la transformación de
"Teología de la liberación: un aporte de la teología latinoamericana"; Enrique |Us condiciones sociopolíticas como finalidad de la llegada del Mesías.
López Oliva, "Revolución en la teología", en Cuadernos de la FUMEC; varios
autores, Liberación en América Latina; L. B. Puntel, "Dios en la teología hoy", ¡Propósito este que Jesús h a b r á de recoger más tarde en su anuncio del
Perspectivas de diálogo; Jorge Pixley, "La sistematización en la teología latino- ifceino de Dios como realidad revolucionaria. Pero las interpretaciones
americana", en Boletín del Seminario Evangélico de Puerto Rico; idem, "Toward ¡"espiritualistas" e "individualistas" de la Biblia han oscurecido esto.
a Latin American theology: Some suggestions", en Luther quarterly; monseñor
Eduardo Pironio, "Teología de la liberación", Teología; Juan Luis Segundo, De JOutiérrez analiza el desarrollo de la escatología y los estudios del An-
la sociedad a la teología; idem, "Evangelización y humanización", en Perspectivas 111
Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación, perspectivas, véanse especial-
de diálogo; Luis E. Sendoya, "Teología y proceso de liberación del hombre latí Sciile los capítulos 9-11 sobre su posición en cuanto a la reconstrucción teo-
noamericano", Estudios Ecuménicos; Luis del Valle, "El papel de la teología en íglea.
América Latina, Documentación teológica de la liberación. >"lbid., pp. 199-200.
130 SAMVI-I SILVA CC RL PENSAMIENTO RELIGIOSO 131

tiguo Testamento p a r a despejar la oscuridad en !a que el uso ." : que después se estructuraron en sistema civilizatorio esclavizante, no ie son
principio hermenéutico de la "espiritualización" ha dejado a ios p r o k i . Inherentes a la humanidad y a la historia, comenzaron un día por obra hu-
con respecto a esta p r i m e r a cuestión de "la nueva creación". mana y son, por tanto, suprimibles. 18
Concluye afirmando q u e la lucha p o r la justicia social es la lucha pe
el Reino de Dios y los resultados de esa lucha son señal de la venido d'° Estos exégetas h a n redescubierto que el verdadero sentido del " p e c a d o "
Reino. Me permito citarlo con amplitud: para la Biblia es injusticia. El Dios de la religión bíblica es u n Dios
que se revela en los actos de justicia donde se libera al o p r i m i d o y al
Los profetas anuncian un reino de paz, pero la paz supone el cstablccimieüi explotado, sólo se le "conoce" haciendo justicia y p o r eso rechaza los
de la justicia: "el producto de la justicia será la paz, el fruto de ía equidj cultos religiosos, el sacrificio que exige es justicia para el h o m b r e ,
una seguridad perpetua" (Is. 32:17; también Salmo 35). la defensa de i amor al h o m b r e .
derechos de los pobres, el castigo de los opresores, ana vida sin 'emoi " • En sus tres densas conferencias publicadas bajo el título Teología de
ser esclavizados por otros, la liberación de los oprimidos. Paz, justicia, amo la liberación, el p a d r e Gera, argentino, explica cómo es posible que
libertad, no son realidades inlimistas, no son sólo actitudes interiores, v "> del concepto religioso cristiano de "liberación del pecado", derive u n a
realidades sociales, portadoras de una liberación histórica. Una espiritual;
/.ación mal entendida nos ha hecho, a menudo, olvidar la caiga humana * J pastoral de c o m p r o m i s o en la "liberación sociopolítica". Esa liberación,
poder transformador sobre las estructuras sociales injustas que entrañan al igual que esa injusticia esencial que llama pecado, es definida en sen-
promesas esralológicas. La supresión de la miseria y de la explotación c >> tido histórico. Define liberarse del pecado en los siguientes t é r m i n o s :
siimo de la venida del Reino. Éste se hará presente, según e! libro de TsaiV-
cuando hava gozo v regocijo en el pueblo perene '''edificarán rasas y Las habí Por consiguiente lo contrario: "liberarse del pecado" consiste en dejar de
rán, plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán para que otro habite, "•> Impedir al otro, dejarlo libre. Liberarse del pecado es liberar al otro, es de-
olanlarán para que otro c o m a . . . mis elegidos -lisfrutarán del trabajo de • "' Jarlo ser. De modo que no es una cosa distinta que yo me libere de mi pe-
manos" (65:21-22), porque no se les arrebatará el fruto de su trabajo. I.uef' cado y que yo deje libre al otro (contra la privatización del pecado y la
por un mundo justo, en el que no hava opresión ni servidumbre, ni trab,.f<> lalvación). Es io mismo, yo me libero de mí, de mi acto destructivo, cuando
alienado, será significar la venida del Reino Reino e injusticia social -•") dejo de destruir a otro, precisamente cuando lo dejo ser, cuando no lo
incompatibles ícf. Isaías 29:18-19 y Mateo 2-5; l.cvítico 25:10ss. y Li¡- . •. Impido. Y esto ocurre de múltiples maneras. 19
4:16-21). "La lucha por la justicia —escribe co;i razón don Amonio Fragos<
es también la lucha por el reino de Dios." '' Luis del Valle, el teólogo mexicano del Instituto Superior de Estudios
Teológicos, reinterpreta el significado del concepto pecado, concretiza
En esta teología se ha destruido la "distinción de píanos". Luchar ¡---ji- aún m á s al incorporar el nuevo lenguaje al lenguaje teológico tradicio-
la justicia en la tierra es luchar por el Reino de Dios. La salvación aouí nal. Permítome citar ampliamente:
es un amplio proceso que se da en la historia y al cual es esencial •'.:<
destrucción de la situación social que hace de! h o m b r e un ser p e . v
ruinoso.
F.n el caso de la "Teología de la liberación" se *-omn~ con 'a rr.nr "> '"Porfirio Miranda, Marx y la Biblia, p. 288. Véase todo el capítulo 4: "Ley y
civilización", pp. 135-226 en Ediciones Sigúeme. Igualmente Dussel es claro en el
ción esencialista de pecado original v de "nattrni»' l >e a n r <>s>' rechazo de la concepción metafísica del pecado: "El pecado originario se trans-
convertía en superfinos los esfuerzos humanos • • ' ' > i >> un u i » mite por la constitución ontológica del ser en el proceso educativo." Gutiérrez,
dad justa y comienza a hablarse de! pecado como un '!ie-<!io\ co.,:.-- 9lie concuerda con el origen histórico y social del pecado, recuerda las palabras
e Marx cuando escribe en El capital: "esta acumulación primitiva, juega en la
una "situación social" e histórica. Por o t r o lado, se arranca el pecaoo •Conomía política, más o menos el mismo papel que el pecado original en la teo-
de su encierro privado de la vida interior de los individuos p a r a señalar logía". (Gutiérrez, Teología de la liberación, p. 226.) Dussel establece también
la naturaleza social y política de éste como problema dei •mal en a la relación entre "acumulación" y pecado: "...el texto del autor citado, que es
vida del h o m b r e en sociedad. El erudito bihlicistw¡ mexicano, Po r ¡ii'i.¡ ; Un economista, se transforma de pronto en un texto teológico y lo que dice
•I exactamente ortodoxo: 'La acumulación originaria viene a desempeñar en
Miranda, luego del estudio de la Biblia ;?on ..-ste nuevo entcmlr.T;e r v; IConomía política el mismo papel que desempeña en teología el pecado originario.'
llega a la siguiente conclusión: Bolo significa que si se acumula un capital, es que simplemente un capitalista
la robó a los indios o africanos; pero la cuestión es más grave aún. Es que el
La tesis histórica más revolucionaria, donde en vOiiüasi. con todas ar- . paritro al robar a los indios y matar a los negros produce dicha acumulación.
¡La muerte de alguien, injusticia originaria, es el origen de la acumulación. (Dus-
logias occidentales, coinciden ía Biblia y Man-, es esta: el pecado v ,r-' |Hl. P- 24.)
17
'•I... Gera, "Teología de la liberación", manuscrito mimeografiado de sus tres
Ibid., p. 214. I conferencias. Pasos, núms. 42-43, p. 11.
132 SAMUlil SILVA GOTAY

La lucha no es contra el hombre sino contra ¡as fuerzas del mal que están III. PENSAMIENTO RELIGIOSO 133
sobre él y dominan el mundo causando las tinieblas en contra de Jesucristo,
luz del mundo. Son las potestades. . . que se han apoderado del mundo en La salvación, entonces, tiene que darse como proceso de liberación de la
general y en particular, de los hombres, de los elementos, de las institucio- condición histórica que crea el pecado y lo convierte en raíz de toda in-
nes sociales y políticas, de las relaciones y situaciones históricas. Frutos justicia. Por eso dice Gutiérrez:
de tales poderes y al mismo tiempo, sus armas son la muerte, el pecado
y la mentira. . . Hoy, en nuestros días encontramos que son instituciones, El pecado exige una liberación radical, pero ésta incluye necesariamente una
ideologías, sistemas económicos y político-sociales los que se han apoderado liberación política. Sólo participando en el proceso histórico de liberación
de ios hombres, de las instituciones, de las situaciones históricas y de las será posible mostrar la alienación fundamental presente en toda alienación
corrientes del espíritu y religiosas. Y en nuestro mundo concreto de América parcial.22
Latina, todo eso tiene un nombre concreto: la explotación del hombre a
través de los modos de producción y distribución de los bienes; el capitalis-
mo internacional de los monopolios y de las empresas multinacionales que, Pero con el mero cambio de la infraestructura económica y política no
de hecho, dominan sobre los gobiernos e imponen sus condiciones a todas ocurre la liberación del pecado, pues ésta es concebida más bien como
las relaciones humanas, contando con que el hombre es egoísta y poniendo un proceso que está en función de la creación del " h o m b r e nuevo". El
los medios para que así permanezca: premios y castigos; la competencia, hombre nuevo, que es el h o m b r e del futuro, es el h o m b r e " r e d i m i d o del
forma disfrazada del desprecio a los demás para que suba yo; el miedo; la pecado" que h a b r á de vivir la plenitud del Reino de Dios. Todo ese es-
amenaza; y, si es necesario, hasta la fuerza bruta, hasta el tormento y fuerzo de liberación constituye un esfuerzo único en el que esas tres
la muerte. 2 " dimensiones diferentes se unen inseparablemente cuando se entiende
la salvación como un proceso que se da en la historia.
Correlativa a esa concepción historizada del pecado que se comienza a El misionero italiano en México, Alex Morelli, expresándose en esta
generalizar en los círculos teológicos, es el concepto de salvación en manera latinoamericana de hacer teología, lo proclama así en Libera
términos de proceso histórico de liberación. Liberación de la depen- mi pueblo: "el desarrollo integral abierto sobre la liberación del hom-
dencia generada por el capitalismo imperialista y p o r la explotación de bre es la salvación. . . la lucha por la liberación es santa".
clases; liberación como proceso de la h u m a n i d a d toda hacia la creación De 1970 en adelante, será el tema incesante en los escritos de la "Teo-
del " h o m b r e nuevo"; y liberación final del pecado. logía de la liberación", en América Latina. 23
El teólogo brasileño Hugo Assman, refiriéndose al nuevo concepto En t o r n o a esa afirmación central de la historización de la salvación
de salvación, dice en u n o de los primeros libros de la Teología de la como proceso de liberación que ocurre en la única historia que existe,
liberación:
procesos revolucionarios que conducen a ella". ("Del desarrollo a la liberación"
Kl concepto de salvación se historiza al punto de imponerse, como acento p. 221.)
de una dimensión histórica actual de salvación —no la exclusiva, es claro—, Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, p. 226. Véase aquí la rela-
la pregunta: "¿salvados aquí o en el más allá?" Horizontalismo versus verti- ción que se establece entre estas tres dimensiones de la liberación.
23
calismo, y todas las variantes de este binomio resultan inexpresivas en el En adición a los textos señalados anteriormente, véase la manera de expresai
contexto de ese nuevo enfoque. Los antiguos dualismos natural-sobrenatural, la salvación en términos de liberación en Rafael Ávila, Elementos para una evan-
naturaleza-gracia, dejan de expresar oposiciones. Lo mismo vale de la clásica gelización liberadora; Calderón Álvarez, Pastoral y liberación humana; Rafael
doctrina protestante de los "dos reinos" y las "dos órdenes-", de anclaje tan Ávila, La liberación, Rubem Alves, "El pueblo de Dios y la liberación del hombre",
estrechamente resistente. 21 en Fichas de ¡SAL; Lozano Barragán, "Hacia una teología mexicana", en Servir;
Juan Bulnes, "El pensamiento cristiano, ¿sirve para la liberación social? en Pas-
toral popular; Maroel Castel, "Liberación del hombre y misterio pascual", en
Perspectivas de diálogo; José Comblín, "El tema de la liberación en el pensa-
20
Luis del Valle, "Identidad del cristiano revolucionario", Contacto, pp. 48-49. miento cristiano latinoamericano", en Perspectivas de diálogo; Rubem Dri, "Alie-
21 nación y Liberación", en Cristianismo y revolución; Gustavo Gutiérrez, Liberación,
Hugo Assmann, Opresión-liberación, desafío a los cristianos, p. 74. Es intere-
sante notar que latinoamericanos en la jerarquía romana, como Jesús García, res- opción de la Iglesia en la década del 70; Jesús García, "La liberación como res-
ponsable para América Latina de la Comisión Vaticana de Justicia y Paz, se ins- puesta del Tercer Mundo", en Servir; E. Laje, "La Iglesia y el proceso latinoame-
criben en la misma línea. En su artículo "Del desarrollo a la liberación", hace ricano de liberación", en Stromata; Karl Lenkerdorf, "Iglesia y liberación del
claro que a la visión dualista de dos historias, se contrapone la evidencia de pueblo", en Cristianismo y Sociedad; Alex Morelli, "Por una Iglesia liberada y
una realidad única, de una sociedad global única y la convicción de una sola liberadora", en Christus; J. Ochagavia, "Liberación de Cristo y cambio de es-
y única historia. Esa historia, dice, es la historia de la salvación que se inicia tructuras" en Mensaje; Arturo Paoli, Diálogo de la liberación; varios, Liberation:
en "el compromiso con el actual proceso histórico que vive el creyente, cuya A recurring prophetic cry in the Americas; Arnaldo Zenteno, Liberación social y
característica principal es la dominación y opresión del pueblo, que exige Cristo. Véanse los textos citados anteriormente y los diferentes simposios sobre el
una clara y definitiva liberación y la participación activa del creyente en los lema. A los simposios añádase el de Montevideo, manifestado en su documento "Con-
tri luición de las Iglesias al proceso de liberación: Documento de una consulta en
Montevideo", en Critianisino y Sociedad.
134 SAMUEI SILVA GOTAY Rl, l'liNSAMIKNTO R1-IJG10S'.: 135

se va articulando u n a nueva concepción teológica de la historia —que l'nmbiarlas, moderarías según otros criterios de jerarquización. La disconti-
en cierto sentido es m á s bien una recuperación de la concepción bíblica nuidad es fruto de esta lucha, contenido de la historia, que sólo y exclusiva-
de la historia—, que podemos resumir en tres tesis. mente puede darse en Sa generalización de la justicia. 20
La p r i m e r a que se desprende ya de esa afirmación central, es aquella
que afirma q u e el h o m b r e hace su historia. El h o m b r e es el sujeto de Rl teólogo p o r t o r r i q u e ñ o Luis Rivera Pagan lo sintetiza en u n a frase:
la historia. El h o m b r e en comunidad, como fuerza s o c i a l Las palabras "La historia n o es un desarrollo lineal, evolutivo. Su secreto es el con-
de Gutiérrez, citadas anteriormente, evidencian esta posición q u e ha flicto constante entre las diversas clases sociales que se disputan el
brá de resonar en todos los escritos de la Teología de la liberación. Control de los medios de producción como medio p a r a el dominio de la
La segunda tesis afirma: la historia es libre p o r q u e n o está determina- historia."'"
da p o r ciclos de la naturaleza o p o r designios divinos preexistentes. E s Se hace claro q u e el Reino de Dios tiene u n a dimensión histórica y
la historia de una creación incompleta, lanzada a u n futuro abierto, que Una dimensión escatológica o utópica. El Reino de Dios abarca historia
tiene que ser forjada p o r el h o m b r e mediante la trabajosa transforma- y escatología en una relación dialéctica.
ción del presente en dirección a fines que éste destila de su propia Para estos teólogos, la construcción del Reino se desenvuelve en la
dialecticidad real. El sacerdote mexicano Benjamín Ferreira, dice: lucha entre justos e injustos q u e se d a en la historia. De sus estudios
«obre el Reino, Hirata concluye que éste promueve una contradicción
La forma de la historia y del mundo futuro no ha sido predeterminada de frente a la situación social que provoca una lucho activa inevitable en
antemano, ni por un destino ciego, ni por la naturaleza de las cosas, ni por Cuda situación dada:
la "predestinación divina". No existe una manipulación desde arriba y desde
fuera del escenario. Los humanos no somos marionetas, títeres o "robots La contradicción fundamental del Reino no se manifiesta en términos de in-
programados" que soportamos una creación impuesta y vivimos un drama Icrioridad y exterioridad, individuo y sociedad, conversión interior y trans-
archivado en el misterio de Dios. Las Parcas de Júpiter no están presentes formación de las estructuras sociales en que se desliza ía existencia humana,
en la Historia Santa. No existe "plan divino" prefijado fuera del plan de la lino en relación con la situación social dada, porque el Reino se presenta
libertad, del amor, de la mutua solidaridad y responsabilidad del Padre y Como un deber-ser, como el proyecto histórico de Dios. La intervención de
de los Hijos, en la visión de la alianza revelada. Ella supone y exige la total ÍNte en la historia humana toma así la forma de una lucha, tanto más dura
libertad, cooperación y responsabilidad del hombre. Porque la "Omnipoten- Cuanto la sociedad, sus modos estables de relación interhumana, son más
cia" divina significa que toda historia es posible. Que la historia ha sido refractarios al plan divino del cambio. Esta contradicción, oposición irreduc-
puesta en la libre decisión del hombre." 4 tible que no puede terminar sino con la derrota de una de las partes, intro-
\ duce el proceso en la historia. En efecto, toda lucha es temporal, compuesta
• de momentos diferentes, que van modificando de hecho la situación. El
La tercera tesis de esta concepción de la historia afirma que ésta se | (lempo del Reino es justamente el desarrollo de esta lucha, que culminará
desarrolla dialécticamente. La historia h u m a n a , dice Gutiérrez, " n o ni el triunfo del Reino.2"
es en definitiva, sino el cumplimiento paulatino, azaroso y sorprendente
de la Promesa". 2 5 Entendiéndose p o r la Promesa, el anuncio del Reino de El eje de esa nueva interpretación es que el Reino n o se entiende exclu-
Dios como reino de a m o r y paz basado en la justicia entre los h o m b r e s sivamente como u n a e s t r u c t u r a o acontecimiento escatológico q u e h a b r á
que tiene posibilidad de ser realizado a través del proceso de liberación, t de venir independientemente de la acción h u m a n a y de fuera de la
el proceso de lucha de los justos contra la injusticia: la lucha de clases. [historia sino como un proceso histórico en cuya construcción la acción
El biblicista mexicano Guillermo H i r a t a señala, c o m o todos sus colegas | humana es esencial, a u n q u e su " p l e n i t u d " escatológica se mantenga
de la Teología de la liberación, el sentido dialéctico de esta concepción pComo utopía-guía, o sea, no identificable con ninguna de las etapas de
de la historia cuando dice:
"" Hirata, Ricos y pobres, estudio exegético sobre el Evangelio de Lucas, pp. 46-
Sin duda el proceso es dialéctico: el Reino no puede establecerse sino en opo- Í47, Véanse también los siguientes trabajos: R. Alves, Religión: ¿opio o instrumento
sición a las condiciones vigentes en la sociedad; su fin es precisamente i iv liberación?, pp. 90-93; Hugo Villela, "Los cristianos en !a revolución: posibili-
>dudes de una práctica revolucionaria", p. 17; Camilo Moneada, "La teología como
24
[ dlnléctica", en Liberación en América Latina; Gilberto Giménez et al., Elementos
Benjamín Ferreira, "La Eucaristía, signo de liberación", p. 18. Véase su libro tura una ética de liberación social y condicionantes estructurales del proceso de
Esperanza, historia y porvenir. Véanse también: Rubem Alves, Religión, ¿opio o ( iheración social; Pablo Richar Guzmán, "Negación de lo cristiano como afirma-
instrumento de liberación?, pp. 49, 114 y 138; véanse afirmaciones similares en IfiAn de la fe"; Noel Olaya, "Unidad cristiana y lucha de clases".
Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación, perspectivas, p. 261, y en Lucio Gera, I " l.uis Rivera Papan, "Aportes del marxismo", en Pueblo oprimido, Señor de la
"Teología de la liberación", p. 7 del Doc. 43 de Pasos. fTirrra, p. 251.
20
Gutiérrez, Teología de la liberación, p. 201. '" H í l a l a , Ricos v pobres, p. 46.
v^p

SAMULI SILVA GOTA Y HL PENSAMIENTO RELIGIOSO 137


136

d e s a r r o l l o del p r o c e s o h i s t ó r i c o . E s t o e s v e r i f i c a b l e e n e s a a m p l i a b i b l i o - continuo de crecimiento. Es un horizonte en movimiento p e r m a n e n t e


g r a f í a . '"' que va siendo realizado en la historia abierta al infinito, pero que será
P e r o la h i s t o r i c i d a d del R e i n o d e D i o s c o m o p r o c e s o p o l í t i c o s e d a e n de una calidad diferente. Cuando se dice que la historia tiene u n a meta
r e l a c i ó n d i a l é c t i c a c o n la d i m e n s i ó n escatolágica del R e i n o , q u e se r e f i e r e escatológica se está estableciendo una distinción entre las etapas relati-
a la p l e n i t u d o m e t a s ú l t i m a s d e e s e p r o c e s o y q u e a l g u n o s d e e s t o s vas de progreso histórico y las metas absolutas no identificables con
t e ó l o g o s l l a m a n " u t o p í a " del R e i n o . El R e i n o d e D i o s e s u n p r o c e s o ninguna etapa histórica de desarrollo, ni con ningún sistema social o
h i s t ó r i c o q u e va d i r i g i d o h a c i a su p e r f e c c i ó n , c u l m i n a c i ó n o t r a n s f o r m a - institución. Significa también la m a n e r a cristiana de advertir la natu-
ción c u a l i t a t i v a y d e f i n i t i v a , sin q u e e s t o n i e g u e n e c e s a r i a m e n t e la his- raleza infinita del proceso histórico y de las posibilidades del h o m b r e ,
toria c o m o proceso de salvación. de m a n t e n e r la historia abierta, y afirmando a la vez, la posibilidad y
G u t i e r r e / es q u i e n lo e x p r e s a c o n m á s c l a r i d a d : garantía de su realización máxima.
Así llegamos a una cuestión i m p o r t a n t e : ¿cómo debe entenderse la
lis más, p u e d e decirse q u e el hecho histórico, político, l i b e r a d o r es creci- relación entre escatología e historia de m o d o que no se vuelva a
miento del Reino, es a c o n t e c e r salvífico, pero no es la llegada del Reino, ni caer en la devaluación de lo histórico como lo hizo la vieja teología
toda la salvación. Es realización histórica del Reino y p o r q u e lo es, es tam- idealista?
bién a n u n c i o de plenitud. Eso es lo q u e establece la diferencia. 3 0
El enfoque de Míguez Bonino, decano de los teólogos protestantes en
América del Sur, destaca la diferencia cualitativa entre las acciones hu-
P a t a los t e ó l o g o s d e la l i b e r a c i ó n q u e son c o n s i s t e n t e s c o n s u p o s t u r a manas en el proceso histórico y las acciones h u m a n a s en la plenitud del
inicial d e " u n a sola h i s t o r i a " , la e s c a t o l o g í a e s la m e t a l i n a ! d e la his- Reino de Dios, a la vez que afirma su relación de continuidad. 3 1 De
t o r i a h u m a n a , la p l e n i t u d d e la r e l a c i ó n a m o r - j u s t i c i a , la p l e n i t u d del aquí, su conclusión: "es posible afirmar una continuidad-discontinuidad
R e i n o d e Dios. Lo c u a l c o n s t i t u y e u n a h i s t o r i a e n r u p t u r a c o n su p a s a d o entre historia y plenitud del Reino de Dios" del m i s m o orden del cuer-
p o r la n a t u r a l e z a c u a l i t a t i v a d e s u d i f e r e n c i a . E s u n a u t o p í a r a d i c a l po terrenal-cuerpo resucitado. Que el Reino en su plenitud " n o sería la
p o r q u e a pesar' d e s e r r e a l i z a b l e e n la h i s t o r i a , se m a n t i e n e e n p r o c e s o negación de la historia sino la eliminación de su corruptibilidad, de
su debilidad, de sus ambigüedades —más profundamente, de su pe-
-'•' Véase entre otros las publicaciones siguientes: Rubem Alves, Religión: ¿opio cado— p a r a realizarse en plenitud el verdadero significado de la vida
o instrumento de liberación}, pp. 191, 209; Sergio Arce, "Fl significado teológico común de los hombres". 3 2
de la revolución", en Hacia una teología de la revolución, pp. 2, 7; Hugo Assmann,
Liberación-opresión: desafío a los cristianos, pp. 25, 61, 67, 163-164; ídem, "La di- Por su parte, la escuela de Hugo Assmann remarca la naturaleza
mensión política de la fe como praxis de liberación histórica del hombre", en utópica del Reino cuando se entiende como " p r o c e s o " y no como fin
Perspectivas de diálogo, pp. 306-12; Juan Beck, "Una teología latinoamericana", de un proceso.
p. 7; José Comblín, "El terna de la liberación. . .", pp. 4-5; M. Concha Malo, "Ideas
en torno a una teología mexicana". Servir, ni'im. 38, México, 1972; Severino Croato,
Liberación y libertad, p. 107; Luis Del Valle, "Identidad del cristiano revolucio El Reino de Dios no es un nuevo orden histórico, que se pueda planificar
nario", pp. 46, 48, 49; idem, "El papel de la teología en América Latina", p. 25; detalladamente. Es un proceso, que se conecta con el hilo conductor de la
Enrique Dussel, "La teología de la liberación: estatuto epistemológico", en Tea constante dinámica del proceso histórico. Como proceso, precisamente no
logia de la liberación v ética, vol. n, pp. 175-76; Gustavo Gutiérrez, Teología de le coincide totalmente con ninguna alternativa histórica concreta, se sitúa siem-
liberación: perspectivas, pp. 32, 58, 59, 228, 307-396; Lozano, "Hacia una teología
mexicana", pp. 156-59; Migue/. Bonino, "Teología y liberación" Fichas de ISAI., pre dentro y siempre más allá. La liberación también es ante todo un pro-
núm. 26, pp. 2, 4; Porfirio Miranda, Marx y la Biblia, pp. 258-82; Morelli, "Carac ceso. Pero ella, en sus pasos de concretización se vuelve proyecto histórico
terísticas de la teología latinoamericana actual", p. 178; idem, "Fe y liberación" y alternativa plausible. Todo proceso revolucionario sufre la necesidad de
(Libera mi Pueblo), p. 33; idem, "Por una Tglesia liberadora y liberada", p. 11; Institucionalizaciones y corre el riesgo de buscar institucionalizarse de tal
idem, "Hacia una teología de la violencia", pp. 161 ss.; Ronaldo Muñoz, "Lucha forma que su ulterior movilidad procesual queda frenada. Se vuelve enton-
de clases y Evangelio", en Panorama de la teología latinoamericana, pp. 256-259; ces, una especie de "religión"... La utopía cristiana del Reino de Dios es
Pedro Negre, "El significado de los cambios metodológicos en las ciencias sociales cstructuralmente transprocesual y no se deja reducir ni siquiera al proceso
para la interpretación teológica"; Noel Olaya, "Unidad cristiana y lucha de clases",
CIDOC, 1970; Manuel Ossa, "Intervención de la Iglesia y del cristiano en lo poli
de liberación, cuanto éste en sus pasos de concretización tiene que identi-
tico", La vertiente política de la pastoral, p. 31; Jorge Pixley, "El Reino de Dios: ficarse necesariamente con alternativas y proyectos históricos determinados.
¿Buenas nuevas para los pobres de América Latina?"; Julio de Santa Ana, "Nota', Como categoría utópica, el Reino de Dios es la simultaneidad presencia-au-
para una ética de la liberación"; Juan L. Segundo, "Instrumentos de la teología iicncia de la liberación. 33
latinoamericana", p. 41; Luis Ugalde, "La ambigüedad de la Esperanza de los
cristianos, la utopía y la transformación de la realidad latinoamericana", Libera 1,1
J. Míguez Bonino, "Reino de Dios e historia".
ción en América Latina, p. 88. •" Ibid.
11
™ G. Gutiérrez, Teología de la liberación, p. 228. H. Assmann, Opresión-liberación: desafío a los cristianos, pp. 163-164.
fPUf"

138 SAMUEL SILVA GOTAY


EL PENSAMIENTO RELIGIOSO 139
"No i n t e n t a crear ninguna utopía, sino un proceso que permanece
puedan activar el c o m p r o m i s o histórico de liberación, o sea el u s o dei
abierto y n o terminado p e r m a n e n t e m e n t e " , añade Alves.'14
instrumental científico apropiado p a r a el análisis económico y socio-
Jorge Pixley, el joven erudito bíblico norteamericano-nicaragüense político y eí uso de la estrategia política adecuada a u n a participación
que dicta c á t e d r a en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, nos llams efectiva en el proceso revolucionario latinoamericano. Pero a d e m á s ,
la atención sobre la relación de estas dos dimensiones del Reino de Dios contiene u n a dimensión escatológica entendida desde una perspectiva
en la "Teología de la liberación". E n u n a dimensión, el Reino "es ur; histórica que no impide sino que requiere la acción política p a r a cons-
símbolo q u e es siempre y p o r naturaleza futuro": truir u n a nueva sociedad y que se mantiene como germen de critici-
Aquí está la médula de la cuestión. Que el Reino de Dios sea un símboh • dad y estímulo p e r m a n e n t e a la revolución.
significa que es siempre y por naturaleza futuro. Toda realización historie"; Como hemos visto, el proceso de cuestionar la concepción idealista,
del Reino será un cumplimiento parcial que a su vez caerá bajo el juicio dei que había estado a n i m a n d o ¡as tee>logías, comenzó a dar fruto de tal
Dios de justicia que siempre camina por delante de nosotros... El Reino manera que ese sector de militantes cristianos y los afectados p o r ellos
de Dios es el símbolo de los aspectos políticos de la obra de Dios, y es eí han ido desarrollando una nueva visión del m u n d o que toma en serio
poder creador del futuro, aun allí donde no se sepa darle su nombre. 3 ' 5 la historia y los esfuerzos políticos por la construcción de un m u n d o
de paz fundamentado en la justicia. La salvación es un proceso que
En la otra dimensión, el Reino guarda una relación con la historia p r o se da en la historia, en la única historia que existe; la historia es lucha
senté donde se va gestando: por la salvación, p o r el establecimiento del Reino de Dios; el h o m b r e
hace la historia con su participación real en las fuerzas sociales; la his-
En segundo lugar, el Reino de Dios es siempre relativo a una realidad pre-
toria no está predeterminada, su futuro está abierto y el h o m b r e puede
sente. Abundancia, justicia, paz, solidaridad, son características generales de-
Reino, pero no le dan suficiente definición para mover a las sociedades í; moldear en ella la utopía que ha ido acumulando en su memoria histó-
realizaciones políticas. El Reino de Dios siempre toma una forma definida rica; en o t r a s palabras, sus esfuerzos no son vanos. Esa historia se
de acuerdo con las realidades de la sociedad presente. Paulo Freiré ha habhv desarrolla dialécticamente por el proceso a u t ó n o m o de desenvolvimiento
do bien del inédito viable. De esto se trata. En sociedades capitalistas de de las fuerzas sociales en las que participa el h o m b r e p a r a moldear su
pendientes como las de América Latina, la forma particular del Reino di destino, proceso en el que Dios interviene como fuerza que desafía el
Dios siempre es incondicional. No sabemos lo que Dios exigirá de nosotros futuro y que se manifiesta en aquellos comprometidos con la liberación
mañana, ni lo que exige de nuestros hermanos en otros climas, pero hoy er y la justicia.
América Latina se nos impone por imperativo de Dios ser socialistas y aníi
imperialistas.'"'

El símbolo Reino de Dios, como expresión proyectiva de la tradición 3 . CONSECUENCIAS TEÓRICAS Y POLÍTICAS DE LA HISTORIZACIÓN DE
bíblica, contiene en sí los elementos necesarios p a r a que los cristiano: LA SALVACIÓN
" Esa categoría utópica del Reino de Dios no debe confundirse con el uso i:.<v
rriente del término consagrado por Engcls en su distinción entre "socialismo uK
pico" y "socialismo científico" cuando hablaba de las utopías del idealismo. Aqn.' Junto con la recuperación de la cosmovisión hebreo-cristiana en toda
se usa el término "utopía" en sentido histórico. La concepción del término es su materialidad y su dialecticidad, van articulándose en la reflexión teo-
aclarado por todos estos teólogos en la línea que define Alves: "Yo llame
ese lenguaje provisionalmente el utopianismo radical." (Véase Mannheim, op lógica las consecuencias de ese modo de pensar la historia.
cit., para el significado de la palabra utopía.) "Lo llamo radical para diferer, La primera consecuencia resulta ser que, al aceptar la responsabili-
ciarlo del tecnologismo utópico. El tecnologismo como una utopía intenta vence" dad de la construcción real de un mundo que no está predeterminado
todas las utopías, crear una sociedad en la cual los modos de pensar y actúa, por lo divino, sino que es resultado del regateo histórico de las fuerzas po-
funcionales y operacionales acabarán por superar los que involucran la imagi
nación, la negación, la creatividad y la libertad. La utopía radical, por el contraríe líticas de los hombres, la praxis de la fe se redescubre a sí misma como
no intenta crear ninguna utopía sino un proceso que permanece abierto y n; praxis política. La fe no tiene una implicación política sino que la praxis
terminado permanentemente. Es una utopía radical porque su futuro no es un di. política le es inherente. 87 La misión del cristiano se hace misión política
o un lugar sino un horizonte permanente, un punto de referencia que tanto y la reflexión teológica viene a descender al nivel "estratégico-táctico"
invita como informa que la tarea no ha sido terminada todavía." (R. Alves, "Apur.
tes para un programa de reconstrucción teológica", p. 28.) del proceso de liberación. En vista de esto, la teología se convierte en
,r reflexión sobre la praxis histórica de liberación desde la perspectiva
' Jorge Pixley, "El Reino de Dios: ¿Buenas nuevas para los pobres de Amérie;
Latina?", pp. 39-40.
•"' Ibirf. " H. Assmann, Opresión-liberación: desafío a los cristianos, p. 60.
lil. PENSAMIENTO RELIGIOSO 141
140 SAMUEL SILVA GOTAY
posición anterior: "La fe cristiana, que es fe en la salvación, entendida
de la fe, una fe que significa esperanza y compromiso de justicia y que como liberación del pecado, implica en sí, una actitud de c o m p r o m i s o
se actualiza en la praxis de la liberación que, p o r ser histórica, tiene con el h o m b r e , en su liberación histórica-secular, esto es, económica y
que incorporar un instrumental de análisis científico, u n proyecto his- política." 41
tórico que represente los intereses y valores de los pobres y oprimidos Si la fe es el compromiso absoluto con los propósitos liberadores
y una estrategia política. de esa m e m o r i a histórica, y como tal es postura ante la opresión v
Comúnmente se admite que en el Protoisaías encontramos el m á s predisposición a la acción real en favor de la liberación del h o m b r e ,
puro concepto de fe bíblica, válido p a r a el Antiguo y Nuevo Testamento. entonces, estos teólogos nos enfrentan al hecho del redescubrimiento
El pasaje aludido dice así: "Por eso, así dice el Señor Yahvéh: He aquí de la praxis política como el aspecto fundamental de la fe.42
que yo pongo por cimiento en Sión u n a piedra elegida, angular, preciosa
41
y fundamental; quien tuviere fe en ella no vacilará. Pondré el derecho Gera, op. cit., p. 8. Esa fe, ese compromiso con la liberación del oprimido es
(mispat) como medida y la justicia (sedaqah) como nivel." (Isaías "incondicional", porque tiene su raíz en el "amor", y este amor se define así:
"consentir a la vida y querer honda y efectivamente vivir". En el amor a los
28:16-17.) 38 otros, el hombre llega a extirpar el egoísmo porque vive para el otro, lucha para
De aquí que la e s t r u c t u r a existencial de la fe "cristiana" sea esque- que el otro viva efectivamente, con derecho, con justicia. Pero esto parece tener
matizada p o r el genial exégeta mexicano Porfirio Miranda, de la si un límite: el riesgo de la muerte, la pérdida de su vida. La muerte es el término
guiente m a n e r a : que decide la medida del compromiso. Aquí el amor lucha con la muerte. En la
experiencia cristiana de esta batalla "la fe decide y persuade en pro del amor
como victorioso frente a la muerte", para convertir el compromiso con el opri-
En ese sentido, podemos esquemáticamente distinguir en la fe neotestamen- mido en "incondicional", hasta la muerte.
taria tres elementos existenciales, de los cuales los dos primeros le son 42
Véanse entre otros las publicaciones siguientes: Sergio Arce, "¿Es posible
comunes con la le veterotestamentaria, sin que ello signifique que el tcr una teología de la revolución", en De la Iglesia y la sociedad; Rafael Ávila Penagos,
cero le es extraño a ésta: /) la fe es creer que nuestro mundo tiene remedio; "El cristiano y la politización", en Servicio Colombiano de Comunicación Social;
2) la fe es creer que nuestro mundo tiene remedio porque Dios interviene H. Assmann, "La dimensión política de la fe como praxis de liberación histórica
en la historia humana; 3) la fe es creer que nuestro mundo tiene remedio del hombre", en Perspectivas de diálogo; idem, Teoponte, una experiencia guerri-
porque Dios interviene en nuestra historia precisamente en el hecho histó- llera; idem, "Iglesia y política"; Estuardo Orellano, "La liberación y sus condi-
ciones concretas", en Perspectivas de diálogo; Jorge Alonso, "La teología de la
rico llamado Jesucristo.'1'1 praxis y la praxis de la teología", en Christns; R. Alves, "El pueblo cristiano y
la búsqueda de un nuevo orden social", en Cristianismo y Sociedad; Héctor Bo-
De estos elementos, hay uno que es fundamental a la estructura misma rrat, "¿La Iglesia para qué?", en Cristianismo y Sociedad; idem, "Las vanguardias
de la fe cristiana desde la perspectiva bíblica, que le es común a la fe católicas de América Latina", en SIC; Ricardo Certulo, "Utilización política de la
Iglesia", en Perspectivas de diálogo; José Combh'n, "Hacia una teología de la ac-
del Nuevo y del Viejo Testamento, sin la cual no es posible creer que ción"; C. Condamines et al., "Los cristianos y los cambios revolucionarios",
Dios interviene en nuestra historia ni tampoco que su intervención en Pueblo oprimido, Señor de la Tierra; Luis G. del Valle, "Identidad del revolu-
acontece en Jesucristo: cionario cristiano", en Contacto; Antonio Fragoso, "Profetismo y compromiso con-
creto con la liberación de la ciase trabajadora y campesina", en Pastoral Popular;
Ese elemento o momento existencial es una le que consiste en creer que Pablo Fonlaine, "El revolucionario cristiano y la fe", Doc. MIF.C-.JECI; Silvio Fur-
gone, "La acción del cristiano en la política", en Marcha; Gustavo Gutiérrez,
nuestro mundo tiene remedio. En torno a creer o no creer que nuestro mun- "Jesús y el mundo político", en Perspectivas de diálogo; Lucio Gera, "La iglesia,
do tiene remedio se escindí la humanidad en dos bandos" con mayor hon- ¿debe comprometerse en lo político?", Doc. MIEC-.TECI; Segunda Galilea, "Un cristia-
dura divisoria que en torno a cualquier otra cosa sobre la cual disputamos nismo para Tiempo de revolución", en Nuevo Mundo; idem, "La vertiente política
y guerreamos los hombres Es necesario calibrar bien ese fundamental "tener (le la pastoral", en libro de IPI.A con el mismo nombre y en Christus (en ese libro
fe"; no todos los que dicen creer creen realmente en eso. Quienes han pro- véanse los artículos de Ossa, Gaete y Fontaine); idem, "Notas sobre teología y
yectado (a contrapelo del antiguo y especialmente del nuevo testamento) la pastoral políticas", en Servir; idem, "Pastoral popular, liberación y política", en
salvación y la gloria solamente para otro mundo, para un más allá, no creen Pastoral Popular; Rene García, "De la crítica de la teología a la crítica de la
política", mimeografiado, simposio de Teología de la Liberación en México y en
que nuestro mundo tenga remedio. 40 Pueblo oprimido, Señor de la Tierra; Gonzalo Castillo, "De la protesta al compro-
miso revolucionario", en Cristianismo y Sociedad; Lozano, "Hacia una teología
De aquí que la fe a este nivel de vivencia concreta implique un com- mexicana", en Servir; Galo Martínez, "Politización de la Iglesia", en Perspectivas
promiso de naturaleza política con el hombre. Gera lo concluye de su tli- diálogo; Manuel Ossa, "Cristianos que actualmente se comprometen en polí-
tica", en Pastoral Popular, monseñor Antulio Parrilla, Puerto Rico: Supervivencia
38 v liberación; Julio de Santa Ana, "Esperanza cristiana y compromiso político:
Véase todo el estudio del exégeta mexicano, padre Porfirio Miranda, sobre fundamentos para la búsqueda de un nuevo mundo y un nuevo hombre", en
este asunto en Marx y la Biblia, cap. 5: "La fe y la dialéctica", especialmente, Perspectivas Teológicas; idem, "Teoría revolucionaria, reflexión a nivel estra-
pp. 227-82. légico-táctico y reflexión sobre la fe como praxis de liberación", mimeografiado
:,a
w
Porfirio Miranda, Marx y la Biblia, p. 257.
Ibid., p. 245.
142 SAMUEL SILVA GOTAY 111. PENSAMIENTO RELIGIOSO 143

De 1968 en adelante, n o sólo los teólogos radicales sino los textos tegorías divinas q u e se imponían a la realidad histórica, sino sobre la
de organismos oficiales de la Iglesia, como lo es la colección del Ins- naturaleza histórica de la realidad p a r a t r a n s f o r m a r l a a los fines de
tituto Pastoral Latinoamericano de la Conferencia Episcopal Latinoame- la esperanza de justicia y mediante la m á s eficiente de las estrategias.
ricana (CELAM) , incorporan a su reflexión la "dimensión política" de la Su p u n t o de partida es la situación de América Latina. P o r lo cual, el
fe. El pastoralista chileno Segundo Galilea, representando al Instituto, entendimiento científico de la realidad se convierte en el p r i m e r paso
escribe en el libro n ú m e r o 9 de la colección, "La vertiente política de de la reflexión teológica. Se hace necesario incorporar las ciencias so-
la pastoral": " E n la actual situación histórica latinoamericana la acción ciales a la teología y se desecha la metafísica idealista. La reflexión
pastoral tiene necesariamente una vertiente política, so pena de dejar teológica se convierte en praxeología, 4 6 en teoría de la práctica de la
al Evangelio fuera de la historia. . . " 4 3 liberación p a r a la transformación del m u n d o , p e r o en u n a praxeología
Por su compromiso liberador, añade Galilea, "la pastoral auténtica. . . específica: aquella q u e reflexiona críticamente sobre la participación de
es políticamente subversiva, ahí donde la sociedad es injusta". Añade, los cristianos en la praxis de liberación histórica, desde la perspectiva
"se trata de pasar de u n a pastoral de 'mediación' a u n a pastoral de de la fe.
'compromiso' ".** Hugo Villela, teólogo y científico social chileno, lo expresa de la
La segunda consecuencia de la historización del proceso de salvación siguiente m a n e r a :
y de la construcción del Reino de Dios en la tierra es el cambio de
p u n t o de p a r t i d a para la reflexión teológica y la incorporación de las Este punto de partida, de la praxis (de la liberación) que se propone asumir
ciencias sociales a dicha reflexión. 1 ' Ya no se t r a t a de reflexionar a la reflexión cristiana, implica también entrar en contacto con las ciencias
partir de u n a s esencias "universales" e "inmutables", recogidas en ca- sociales. En electo, la crítica a las contradicciones que se dan en las estruc-
turas, tiene que ser realizada no sólo en el nivel de la utopía totalizadora,
luego por CPS; Juan L. Segundo, "¿Hacia una Iglesia de izquierda?", en Perspec- sino en un nivel analítico-científico a partir de una metodología que le entre-
tivas de diálogo; Richard Shaull, "Iglesia y teología en la vorágine de la revo- gue validez.. . Colocar el proceso de liberación como centro de la reflexión
lución", en la antología De la Iglesia y la sociedad; S. Silva Gotay, "Teoría de la teológica exige una reformulación metodológica del modo de conocimiento
revolución, de Camilo Torres", en Latinoamérica; Hugo Villela, "Los cristianos y teológico, pues es claro que ya no se trata de elaborar teorizaciones abstrac-
la revolución, posibilidades de una praxis revolucionaria", en Cuadernos de la Rea- tas sobre el "deber ser", de la liberación; por el contrario, se trata de
lidad Nacional; véase también la bibliografía señalada en el capítulo sobre ética asumir el proceso en su historicidad, es decir en la práctica social concreta
bajo el problema de la violencia y las colecciones de documentos indicadas en el que lo crea y recrea; se trata de hacer teología a partir de la praxis. 47
capítulo donde se discute la participación política de los cristianos en América
Latina.
43
Segundo Galilea, "La vertiente política de la pastoral", pp. 12, 15. Pero n o es sólo que la teología latinoamericana p a r t a de ahí p a r a enton-
"Ibid. p. 13. ces volver a reflexionar sobre temas "religiosos", también hay que decir
45
Aunque este "punto de partida" es característico de toda la "Teología de la que ése es su tema, es su "locus" teológico. El experimentado teólogo
liberación", véanse estos ejemplos: J. Alonso Hernández, "Esbozo para una teo-
logía de la liberación", en Aportes para la liberación; Rafael Ávila, Teología, metodista rioplatense Míguez Bonino se pregunta: ¿Cuál es la realidad
evangelización y liberación, p. 18; H. Assmann, "Reflexión teológica a nivel estra-
tégico táctico", en Liberación en América Latina, pp. 76-79; idem, Opresión-liberación 46
Véanse entre otros los siguientes ejemplos: Jorge Alonso, "La teología de la
desafío, pp. 57, 66, 124-128; Ricardo Certulo, "Populorum proghessio: de la anula- praxis y la praxis de la teología", en Christus; J. Alonso Hernández, "Esbozo para
ción de la sociedad al análisis de la situación". Vísperas; J. Díaz Delenz, "Aportes una teología de la liberación", en Aportes para la liberación, pp. 39, 40, 42, 55; Ru-
para un modelo de liberación y desarrollo", Liberación, opción de la Iglesia en la bem Aives, Religión: ¿opio o instrumento de liberación?; idem, "Apuntes para
década del 70, pp. 93 ss.; Paulo Freiré, "Carta a un joven teólogo", en Perspec- un programa de reconstrucción en la teología", en Cristianismo y Sociedad, pp. 21,
tivas de diálogo; Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación. Perspectivas, 30; H. Assmann, Opresión-liberación, desafío, pp. 20, 57, 58, 86-105; idem, "La
pp. 28-29; Gilberto Giménez y A. Duarte, Condicionantes estructurales de la libe-
ración y elementos para una ética de liberación; J. Lozano, "El compromiso dimensión política de la fe como praxis de liberación histórica del hombre" en
de la Iglesia en la liberación de América Latina", Aportes para la liberación, Perspectivas de diálogo; idem, Hacia un cristianismo dialéctico; idem, "Cautive-
pp. 89-90; Morelli, "Características de la teología de la liberación". Servir, p. 177; rio y liberación de nuestra fe, etapas en la maduración crítica de la Concien-
idem, "Fe y liberación" (manuscrito mimeografiado de Libera mi pueblo), pp. 24-28; cia", en Pasos; J. Comblín, "El tema de la liberación en el pensamiento latino-
Pedro Negre, "Biblia y liberación". Cristianismo y Sociedad, pp. 69-70; Luis Rivera americano". Pasos, pp. 3, 4; Camilo Moneada, "La teología como dialéctica", Li-
Pagan, "Teología y praxis de liberación", Pueblo oprimido, Señor de la Tierra, beración en América Latina; Míguez Bonino, "Nuevas perspectivas teológicas", en
pp. 175-176; Juan L. Segundo, De la sociedad a la teología; idem, "La teología FA Apóstol, pp. 3, 6, 7; A. Morelli, "Características de la teología latinoamericana",
como problema latinoamericano", Doc. de IDOC; Hugo Villela, "Los cristianos en en Servir, p. 26; Pedro Negre, "Biblia y liberación", en Cristianismo y Sociedad;
la revolución: posibilidad de una praxis revolucionaria", Cuadernos del CEREN, Hugo Villela, "Los cristianos en la revolución, posibilidades de una praxis revo-
pp. 29-44; Luis del Valle, "El papel de la teología en América Latina", en Aportes, lucionaria", en Cuadernos del CEREN; Noé Zevallos, Contemplación y política.
47
pp. 31-32 (véase también en Christus.) Hugo Villela, "Los cristianos en la revolución: ¿posibilidad de una praxis
revolucionaria?". Cuadernos del CEREN, núm. 9, p. 44.
144 SAMUEL SILVA GOTAY l!í. PENSAMIENTO RELIGIOSO 145

d e q u e h a b l a la t e o l o g í a ? ¿ C u á l es el o b j e t o d e l a c i e n c i a t e o l ó g i c a ? q u e o r i g i n a l m e n t e lleva a los t e ó l o g o s d e la l i b e r a c i ó n a r e f l e x i o n a r so-


¿ C u á l e s s u r e f e r e n c i a ? ¿ D ó n d e se e n c u e n t r a el c e n t r o d e s u g r a v e d a d b r e la s a l v a c i ó n e n t é r m i n o s d e l i b e r a c i ó n .
y / o el c r i t e r i o d e v e r i f i c a c i ó n d e s u l e n g u a j e ? ¿ E n q u é s e n t i d o l a t e o l o - El b i n o m i o " d e p e n d e n c i a - l i b e r a c i ó n " c o n f i g u r a , e n t o n c e s , el m a r c o es-
gía h a b l a d e a l g o r e a l ? ( U t i l i z a n d o e s t e t é r m i n o e n u n a a c e p c i ó n b a s - t r a t é g i c o e n q u e se d a la a c c i ó n y la r e f l e x i ó n d e los c r i s t i a n o s r e v o l u -
t a n t e a m p l i a , c o m o c o n t r a p u e s t o a u n a m e n t i r a , u n a ficción, o u n a p u r a c i o n a r i o s a p a r t i r d e l m o d o d e c o n o c e r la r e a l i d a d l a t i n o a m e r i c a n a . a i Los
c o n v e n c i ó n . ) Y r e s p o n d e d e la s i g u i e n t e m a n e r a : c r i s t i a n o s se m a n i f i e s t a n e n f a v o r del s i s t e m a o e n f a v o r del c a m b i o
social, e n f a v o r del " d e s a r r o l l i s m o c a p i t a l i s t a " o e n f a v o r del " s o c i a l i s -
Esa realidad d e la cual h a b l a la teología es la realidad c o n c r e t a en q u e n o s m o " , e n f a v o r d e la " d e p e n d e n c i a " o e n f a v o r d e la " l i b e r a c i ó n " . Los
hallamos, u n a realidad q u e en L a t i n o a m é r i c a hay q u e designar con t é r m i n o s q u e h a n i n c o r p o r a d o e s t e m o d o d e c o n o c e r la r e a l i d a d a d o p t a n s i m u l -
m u y precisos c o m o concientización, i m p e r i a l i s m o , m e r c a d o i n t e r n a c i o n a l , mo-
t á n e a o e v e n t u a l m e n t e la i d e o l o g í a s o c i a l i s t a c o n s u i d e a d e la h i s t o r i a ,
nopolios, clases sociales, d e s a r r o l l i s m o , oligarquías. La teología h a b l a d e la
Bu p r o y e c t o h i s t ó r i c o y s u e s t r a t e g i a p o l í t i c a .
lucha del p u e b l o p o r su salvación. 4 8
en Cross Current; ídem, "The meaning of development: notes on a theology ol
E s t o n o i m p l i c a q u e la " T e o l o g í a d e la l i b e r a c i ó n " h a g a u s o d e c u a l q u i e r liberation", en ¡n search of a theology of development; Helen Jaworski, "Estruc-
ciencia social. Tiene sus requisitos epistemológicos. En p r i m e r lugar, turas integradas de dependencia y dominación en las Américas", en Víspera;
Pedro Negre, "Los análisis de clase y la clase media", en Pasos; Antonio Pérez,
debe ser u n a ciencia desideologizadora; en s e g u n d o lugar, ha de p o s t u l a r "Desarrollo y revolución en América Latina", Perspectivas de diálogo; Saturnino
u n a t e o r í a e x p l i c a t i v a d e c a r á c t e r e s t r a t é g i c o p a r a la t r a n s f o r m a c i ó n - v e - Rodríguez. Martínez, "Liberación, nuevo nombre del desarrollo", Misiones Extran-
rificación d e la r e a l i d a d s o c i a l ; y e n t e r c e r l u g a r , t i e n e q u e s e r v i r efi- jeras; Julio de Santa Ana, "Los cristianos, las Iglesias y el desarrollo", en Cris-
c i e n t e m e n t e a la r e a l i z a c i ó n d e l o s o b j e t i v o s d e la c l a s e o b r e r a y s u s tianismo y Sociedad; Ruy da Silva, "Esquemas pata una aproximación al proble-
ma del desarrollo", en Cristianismo y Sociedad; J. L. Segundo, "Desarrollo y
aliados o p r i m i d o s y e x p l o t a d o s , ya q u e no h a y ciencia social, p o r ob- iubdesarrollo, polos teológicos", en Perspectivas de diálogo; Luis del Valle, "Fe
jetiva q u e sea, q u e no r e s p o n d a a i n t e r e s e s y objetivos de clase.49 y desarrollo", Estudios Ecuménicos; Manuel Velázquez, "Conciencia actual de
De a q u í q u e la T e o l o g í a d e la l i b e r a c i ó n r e c h a c e la c i e n c i a s o c i a l " b u r - América Latina", en Contacto. Sobre la teoría de la dependencia, véanse entre
g u e s a " q u e a u s p i c i a l a s t e o r í a s del d e s a r r o l l o , l a s c u a l e s h a n s i d o califi- Otros los siguientes: F. E. Lardoso y E. Faletto, Dependencia y desarrollo en Amé-
rica Latina; Caputo y Pi/.arro, Imperialismo, dependencia y relaciones económicas
c a d a s p e y o r a t i v a m e n t e c o m o " d e s a r r o l l i s m o " , a p a r t i r de su f r a c a s o Internacionales; Fernando Carmena, "Profundización de la dependencia tecnológi-
c o m o g u í a e s t r a t é g i c o p a r a el d e s a r r o l l o l a t i n o a m e r i c a n o . E s e f r a c a s o ca", en Problemas del Desarrollo; Theotonio Dos Santos, "El nuevo carácter de la
fue l l e v a n d o p a u l a t i n a m e n t e a o t r a i n t e r p r e t a c i ó n d e la d e p e n d e n c i a dependencia", en América Latina, dependencia y subdesarrollo; idem, Ideología de
la burguesía industrial en sociedades dependientes; André Gunder Frank, "El des-
d e A m é r i c a L a t i n a y a s u e x p r e s i ó n c i e n t í f i c a en la t e o r í a d e la d e p e n -
arrollo del subdesarrollo", y "Sociología del desarrollo y subdesarrollo de la socio-
dencia.™ E s la t e o r í a d e la d e p e n d e n c i a el i n s t r u m e n t a l s o c i o a n a l í t i c o logía", ambos en Economía política del subdesarrollo; Antonio García, La estruc-
tura del atraso en América Latina; Octavio Ianni, Imperialismo y cultura de la
•"* Míguez Bonino, "Nuevas perspectivas teológicas", p. 205. Violencia; Ernesto Laclau, "Feudalismo y capitalismo en América Latina", en
'••< Gilberto Giménez, A. Duarte, Condicionantes estructurales de la liberación Modos de producción en América Latina; Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la de-
social y Elementos para una ética de liberación; Pedro Ncgre, "El significado de pendencia; Sunkel y P. Paz, El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del
los cambios metodológicos de las ciencias sociales para la interpretación teoló- desarrollo; Pedro Paz, "Dependencia financiera y desnacionalización de la industria
gica". Véase también el artículo de Nocí Olaya, "Ciencias sociales y teología" en Interna", en El Trimestre Económico; Edelberto Torres Rivas, Interpretación del
Liberación en América Latina y el análisis del problema de las ciencias sociales desarrollo social centroamericano.
latinoamericanas en los siguientes trabajos: Hugo Calello, Ideología y neocolo- M
Sobre la significación de la "liberación" en este modo de reflexionar, véanse,
nialismo; Orlando Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual; Gunder ! Idemás de los mencionados en la bibliografía indicada en el apartado tres, los
Frank et al., La sociología subdesarrollante; Antonio García, "Hacia una teo- ; llguientes: Rafael Avila, La liberación; Éstuardo Arellano, "La liberación y sus
ría latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo", en América Latina: '•• Condiciones concretas", en Perspectivas de diálogo; Alvarez Calderón, Pastoral
dependencia y subdesarrollo; Octavio Ianni, "Sociología de la sociología en Amé- \y liberación humana; Hugo Assmann, "El aporte cristiano al proceso de libera-
rica Latina", op. cit.; Marcos Kaplan, La ciencia política latinoamericana en la | Clon en América Latina", Doc. CIDOC; Rubem Alves, "El pueblo de Dios y la libe-
encrucijada; Rodolfo Stavenhagen, Sociología y subdesarrollo; Silva Michelena ¡ roción del hombre", en Fichas de ISAL; Juan Bulnes, "El pensamiento cristiano,
et al, Universidad, dependencia y revolución; varios, Ciencia y colonialismo, anto !(»lrve para la liberación social?", en Pastora! Popular; José Comblín, "El tema
logia de NACLA. fle la liberación en el pensamiento latinoamericano", en Pasos y en Perspectivas
50
Castro Villagrana et al, La Iglesia, el subdesarrollo y la revolución; Ricardo [ de diálogo; Rubem Dri, "Alienación y liberación", en Cristianismo y revolución;
Certulo, "Teoría y práctica de la política de desarrollo en la Iglesia", en Perspec- (José García, "La liberación como respuesta del Tercer Mundo", en Servir; E.
tivas de diálogo; Gilberto Giménez, "Aclaraciones sobre el concepto de subde- íLaje, "La Iglesia y el proceso latinoamericano de liberación", en Stromata; KarI
sarrollo como fenómeno de dependencia", en Pastoral Popular; José García Gon- ^ o r d o r ^ "Iglesia y liberación del pueblo", en Cristianismo y Sociedad; Alex
zález, "Del desarrollo a la liberación", en Contacto; Gonzalo Arroyo, "Pensamiento ^ orelli, "Por una Iglesia liberada y liberadora", en Christus; J. Ochagavia, "Li-
latinoamericano sobre subdesarrollo y dependencia externa", mimeografiado de! jBcración de Cristo y cambio de estructura", en Mensaje; Arturo Paoli, Diálogo de
Encuentro CPS, Doc. 1, Área 1; Gustavo Gutiérrez, "Liberation and development", 'la liberación.
146 SAMUEL SILVA GOTAY IL PENSAMIENTO RELIGIOSO 147

En general a p a r t i r de ía teoría de la dependencia, el análisis cien- Pablo Richard Guzmán, profesor de teología de la Universidad Ca-
tífico de las ciencias sociales latinoamericanas comienza a concentrarse tólica de Chile, lo justifica de la siguiente m a n e r a :
en la "contradicción de clases sociales" y a aplicar el concepto de raa
terialismo histórico en sus estudios científicos sobre la realidad latino Este nuevo tipo de búsqueda teológica toma como punto de partida y como
americana. La misma adopción del materialismo histórico como ins- Instrumental científico de su propia reflexión, la racionalidad histórica de
trumental científico es realizada por los teólogos de la liberación. la praxis social que tiene su expresión concreta en la racionalidad socia-
lista. No nos referimos directamente a tal o cual realización determinada
Todos ellos autores y militantes de este sector radical de la Iglesia de modelos o proyectos socialistas, sino a la racionalidad histórica originaria
concuerdan en que esta racionalidad les provee del instrumental cientí- que está en la base de estos sistemas. La racionalidad de la praxis social, en
fico necesario para desideologizar la realidad y entenderla objetivamen- Cuanto revela e interpreta adecuadamente la realidad histórica del proceso
te, y poder así formular críticas a las ideologías y prácticas ¡sociales de de transformación social y nos devela los mecanismos ideológicos legitima-
los cristianos y f u n d a m e n t a r su acción ético-política j u n t o con los no- dores de una comprensión falseada de esta realidad, se nos presenta como
cristianos, en un proyecto histórico, estratégico-teórico (científico) do: la única racionalidad verdadera y capaz de una verificación histórica del
transformación de la sociedad para acercarse al Reino de Oios.''2 cristianismo. 63

•'•'- Víctor Araya, Fe cristiana y marxismo: una perspectiva latinoamericana; Jorge Pixley, especialista de estudios veterotestamentarios del Semina-
Gonzalo Arroyo, "Pensamiento latinoamericano sobre subdesarrollo y dependencia rio Evangélico de Puerto Rico, comenta la adopción del instrumental
externa", en Mensaje; idem, "Significado de cristianos por el socialismo", mimeo- del socialismo científico en forma radical cuando señala la importan-
grafiado del Comité Nacional de CPS; Sergio Arce, "Los cristianos en la sociedad
socialista", Cristianismo y revolución; H. Assmann, "Implicaciones socioanalítieas cia de la integración ciencia-teología:
e ideológicas del lenguaje de la liberación", en Pasos y en Pueblo oprimido, Señor
de la Tierra; idem, "Iglesia y proyecto histórico", en Perspectivas de diálogo; Desde nuestro punto de vista, el defecto principal del socialismo del Nuevo
idem, " l o s cristianos revolucionarios, aliados estratégicos en !a construcción del Testamento es que carece de un análisis científico de la sociedad de su tiem-
socialismo", en Contacto, en Pasos y en la introducción del libro Habla Fidel po que hubiera orientado su amor hacia los pobres por sendas eficaces. El
Castro sobre los Cristianos revolucionarios; idem, "El cristianismo, su plusvalía
ideológica y el costo social de la revolución socialista", en Cuadernos de! CEREN: «ocialismo nuestro está en vías de analizar científicamente la sociedad capi-
Julio Baireiro, "A I.atin America contribution to the Christian-marxist dialogue", talista dependiente de América Latina, y ya se van perfilando los rumbos
en The Religious Situation: 1969; Hiber Conteris, "Cambio social e icieología" en para superarlo en dirección hacia una sociedad sin lucha de clases. 54
Cristianismo y Sociedad y en Conciencia y revolución. Véase la colección completa
de los documentos del Primer Encuentro de Cristianos por el Socialismo, espe- Finalmente, en la magna reunión continental de "Cristianos p a r a el
cialmente ¡os análisis socioeconómicos de cada uno de los países representados,
algunos están incluidos en el libro Cristianos por el socialismo editado en San- Socialismo", los sacerdotes, pastores, religiosos y laicos representando
tiago, otros en Los cristianos y el socialismo de Siglo XXI Editores v otros en 1 los diversos grupos que habían a d o p t a d o este instrumental se expre-
Christians and socialista de Orbis, y véase el "Informe final del encuentro de lan al unísono:
CPS" publicado en varias formas en todos los países latinoamericanos y Europa;
Benoit A. Humas, Los dos rostros alienados de la Iglesia una, especialmente ei
capítulo 6; Rene García, "De la crítica de la teología a la crítica de la política" El compromiso revolucionario implica un proyecto histórico global de trans-
en Pasos, en Contacto y en Pueblo oprimido, Señor de la Tierra; Gustavo Gu- formación de la sociedad. No basta la generosidad ni la buena voluntad. La
tiérrez, "Fraternidad cristiana y lucha de clases", mimeografiado por CPS; idem. acción política exige un análisis científico de la realidad creándose entre la
"Marxismo y cristianismo", mimeografiado por Pasos y por CECRUM en México' acción y el análisis una constante interrelación. Este análisis posee una ra-
de su libro Teología de la liberación, véanse las pp. 396-398 y 340-350; Franz Hin- jdonalidad científica propia, distinta cualitativamente de ía racionalidad de
kerlammert, "Fetichismo de la mercancía, del dinero y del capital: la crítica : las ciencias sociales burguesas.
marxista de la religión", en Cuadernos del CEREN; La Iglesia latinoamericana _*> La estructura social de nuestros países está basada sobre relaciones de
el socialismo. Documentación de la jerarquía y de grupos eclesiales, de INDAL; "ES
cristianismo y la lucha de clases", mimeografiado por la Izquierda Cristiana de [producción (predominantemente capitalistas y dependientes del capitalismo
Chile; "Lucha de clases y Evangelio de Jesucristo", mimeografiado de la Jornada [ITIitndial) fundadas en la explotación de los trabajadores. El reconocimiento
Sacerdotal de los Doscientos de Chile, publicado por Pasos; Carlos del Monte,
"Comunidad profética y lucha de clases", en Cuadernos Teológicos; Morelli, "Ca ¡flexión a nivel estratégico-táctico y reflexión sobre la fe como praxis de libera-
racterísticas de la teología latinoamericana"; Pedro Negre, "El significado de los Jclón", mimeografiado de ISAL y en Pueblo oprimido, Señor de la Tierra- Juan
cambios en la metodología de las ciencias sociales para la interpretación teoló 11. Segundo, "Instrumentos de la teología latinoamericana", en Mensaje y en
gica"; Noel Olaya, "Ciencias sociales y teología", en Liberación de América La- Wberación en América Latina. Véanse las Declaraciones de Principio de los movi-
tina; Luis Rivera Pagan, "Aportes del marxismo", en Pasos y en Pueblo oprimido. |rn lentos sacerdotales y declaraciones de Movimientos Nacionales de CPS.
Señor de la tierra; idem, "Teología y marxismo", en Doc. 35 de FUMEC; Pablo 1 ""Pablo Richard Guzmán, "Racionalidad socialista y verificación histórica del
Richard Guzmán, "Racionalidad socialista y verificación histórica del cristianis jerlstianismo", Cuaderno núm. 12 del CEREN, p. 150.
rao", en Cuadernos del CEREN; Julio de Santa Ana, "Teoría revolucionaria, re »4 Jorge Pixley, "El Nuevo Testamento y el socialismo", en El Apóstol, p. 7.
SAMUKI. SILVA GOTAY
148
III. PENSAMIENTO RELIGIOSO 149
de la lucha de clases como hecho fundamental nos permite llegar a una
interpretación global de las estructuras de América Latina. La práctica revo- constituye u n a ideología en sí aunque deba incorporar una visión con-
lucionaria descubre que toda interpretación objetiva y científica debe acudir creta del m u n d o en un orden social concreto para hacerse vivible. De
al análisis de clases como clave de interpertación. r,r ' aquí que el cristianismo haya adoptado en diversos m o m e n t o s de su his-
toria las ideologías judía, helenística, feudal, capitalista, y que se haya
Así viene a o c u r r i r la integración de la teología con la ciencia. Frente expresado en el lenguaje y los conceptos de cada una de esas épocas
a la ciencia, la teología se convierte en un "segundo p a s o " —palabras aun en forma contradictoria.
de Gutierre/.. Es la ciencia la que descubre la realidad ante la teología El teólogo cubano Sergio Arce expresa la inevitabilidad de la relación
que en un "segundo m o m e n t o " habrá de reflexionar críticamente sobre entre fe e ideología de la siguiente m a n e r a :
la praxis de los cristianos en el proceso de liberación histórica del
hombre en una sociedad dada, usando el criterio de la fe. El problema de la relación entre la Fe y la ideología se nos aparece ahora
La tercera consecuencia es la opción consciente por una ideología con un sentido más profundo porque es más concreto. La fe cristiana puede
concreta. La fe opta por una visión del mundo, que representa valores, no ser, y de hecho no es en sí, una ideología. Tampoco es una teología o
intereses y el proyecto histórico de la clase obrera en favor de los po- Un sistema religioso de doctrina y/o un personaje de turno en la historia,
bres, los oprimidos y los explotados, según está expresada en el "so- ni siquiera en la historia eclesiástica. Sin embargo, la fe tiene que concre-
tarse dentro del campo de la ideología, de los sistemas de doctrinas, y de
cialismo m a r x i s t a " (aunque no implica esto necesariamente que estén
la historia. De otra manera no es fe, y mucho menos fe cristiana. Tendrá,
adoptando la concepción atea del m u n d o ) . por la ley de la encarnación, que identificarse con alguna ideología, sistema
Por ideología no nos referimos a la teoría althusscriana que distingue y/o personaje histórico. No es que "tenga" que identificarse, es que, aunque
entre conocimiento científico e ideas encubridoras de la realidad (lo no lo desee o pretenda, "está" identificada, solidarizada. La opción para el
cual es sólo una de las funciones de la ideología), sino a la concepción Creyente es con cuál, con qué o con quién identifica su fe en el determinado
del mundo o del orden social, histórico y natural que se manifiesta momento histérico que le ha tocado vivir."
implícitamente en las representaciones mentales que el h o m b r e retiene
en su conciencia respecto de su práctica social, a fin de valorar, justificar, Las interpretaciones idealistas de la fe cristiana fueron afines al modo
legitimar y o r d e n a r normativamente la conducta. Representa la perspec- de producción capitalista, pero una vez redescubierto el sentido histó-
tiva de la clase dominante en una sociedad dada. Está presente en ideas rico y materialista de la tradición hebreo-cristiana y la naturaleza secular
v creencias articuladas teóricamente (filosóficas, éticas, teológicas, esté- del orden sociopolítico, el compromiso inequívoco de la fe con los po-
ticas, legales), o en ideas y creencias pre-teóricas (el sentido común bres tiene que darse en la tierra en la construcción de un Reino que,
el folklore, la costumbre y la religiosidad popular)/'" por definición, está en contradicción con el "capitalismo" y en afinidad
La ideología puede representar el orden vigente o un contraorden. Con los valores y aspiraciones del "socialismo". En el pasado, la incor-
En este último caso se convierte en fuerza de deslegitimación social, poración de la ideología vigente siempre fue inconsciente por el enten-
como lo fue el " p r o t e s t a n t i s m o " respecto de la sociedad feudal, como dimiento idealista de que el orden social era p r o d u c t o de las esencias
lo son los valores socialistas respecto de los valores de la sociedad ca- divinas manifestadas o reveladas en la cabeza de los h o m b r e s . Hoy,
pitalista expresados en sus respectivos derechos, literatura, estética, esa adopción de la ideología es de naturaleza consciente, ya que se
ética, etcétera. labe que la concepción del m u n d o que se tenga será resultado de la
Los teólogos de la liberación hacen una diferencia clave entre "fe" c toma d e . conciencia de los h o m b r e s ante la realidad histórica, según se
"ideología". La fe es una esperanza y compromiso de justicia que no manifiesta en las contradicciones socioeconómicas y políticas.
La teología sí es u n a expresión ideológica de la fe cristiana. Como
55 dice el teólogo mexicano Luis del Valle la función de la fe como ab-
"Documento final del Primer Encuentro de Cristianos por el Socialismo."
68
Véanse entre otros los siguientes trabajos: Louis Althusscr, La revolución leo soluto en el cristianismo (fe entendida como esperanza y compromiso
rica de Marx; Hiber Conteris, "Cambio social e ideología", en Conciencia y revo- de justicia), es la de "relativizar" las teologías cuestionándolas crítica-
lución y en Cristianismo y Sociedad; Federico Engels, Anti-Dühring; Antonio
Gramsci, Introducción a la teoría de la praxis; Lenin, Qué hacer; Karl Marx, l.n mente desde esa praxis de justicia que presupone la fe. La teología no
ideología alemana; ídem, Prólogo a la crítica de la economía política; Arne Naess, es otra cosa que la reflexión sobre el significado de la fe p a r a la vida
"Historia del término 'ideología', desde Desttut de Tracy hasta Karl Marx", cu del cristiano en el m u n d o concreto de su periodo histórico. 5 8 Estos
Historia y elementos de la sociología del conocimiento; Sánchez Vázquez, "i.:i
ideología de la neutralidad ideológica en las ciencias sociales", en la revísin "'' Sergio Arce, "Fe e ideología", p. 16.
Historia y Sociedad; Hugo Villela, "La revolución cultural como cultura de l:i "" "La fe como absoluto en el cristianismo relativiza su teología y la hace
revolución", en Pasos y en Cuadernos del CEREN. reguntarse continuamente si sus pensamientos y conclusiones apoyan o no su
Smdamental obediencia a Dios, expresada en su opción por el oprimido..., al
EL PENSAMIENTO RELIGIOSO 151
150 SAMUEL SILVA GOTAY

cristianos o p t a n p o r la ideología del "socialismo científico". 58 De aquí Su fe no le da una respuesta hecha a las interrogantes del mundo. . . . s u
práctica política DO puede deducirse directamente de la fe. Sena manipular
esa cita del discurso de Gonzalo Arroyo al inicio del P r i m e r Congreso el cristianismo como de hecho lo hace la derecha para fines contingentes;
Continental de Cristianos p o r el Socialismo: sería aprovecharse del mensaje de Jesús desvirtuándolo en ideología, sería
además, violentar la libertad y la razón de! hombre para construir la his-
correr de la historia se han ido construyendo teologías que, al brotar de una sitúa toria. El cristiano revolucionario en la vivencia de su fe percibida corno com-
ción de dominación-opresión, no conscientemente asumida, se convierten en ideo- promiso para la liberación de los oprimidos, como combate por una sociedad
logías reforzadoras de los sistemas de explotación, echando un velo sobre la si
tuación global para analizar sólo la conciencia individual o enfatizando la nece- más justa y más humana, usa las mediaciones de la ciencia y de la teoría
sidad de las cosas como están o lanzando la solución a la otra vida. La fe —com- revolucionaria para ir abriendo caminos para su acción junto a la clase
promiso real con el oprimido, porque Dios se ha comprometido con él en Jesu- trabajadora y el pueblo en su marcha hacia la sociedad socialista. La fe en
cristo— impulsa a desnudarnos de tales ideologías para abrir paso a otras nuevas, sí no es socialista, pero implica un esfuerzo permanente para romper las
más acordes con la verdadera humanización de todos." (Luis del Valle, "Identidad cadenas de la opresión y edificar un mundo nuevo.60
del revolucionario cristiano", pp. 44, 45.)
r
" Con respecto a la adopción de la ideología social del marxismo, el socia
lismo, véanse las siguientes publicaciones en adición a las ya mencionadas en la La ideología, p a r a ser efectiva, tiene q u e convertirse en una m a n e r a de
segunda parte de este apartado: Sergio Arce, Hacia una teología de la liberación, vivir, en u n a filosofía de vida. Es la diferencia entre el socialismo como
ídem, "Fe e ideología"; H. Assmann, José Blanes y Luis Blach, "Las exigencias de- ciencia y el socialismo como ideología. Es a lo que se refería el co-
una opción", en Cristianismo y Sociedad; Hugo Assmann, "Iglesia, proyecto his
tórico", en Perspectivas de diálogo; ídem, "Los cristianos revolucionarios: Aliados mandante Che Guevara, cuando decía que " p a r a ser revolucionario se
estratégicos en la construcción del socialismo", en Pasos, en Contactos y en la necesita una gran dosis de a m o r " . Sin esa dimensión de c o m p r o m i s o
introducción al libro, Habla Fidel Castro sobre los cristianos revolucionarios; personal n o hay decisión auténtica ni praxis eficiente, lo que equivale
Luis Blanes, et al., "Cristianos por el socialismo, impacto y repercusión de un a decir q u e no hay praxis de la fe, ni teología de la liberación. E s t o lo
encuentro", en Cristianismo y Sociedad; Julio Barreiro, La sociedad justa según
Marx; A. Bunting y A. Moyano, La Iglesia ¿va hacia el socialismo?; Jordán Bishop, recoge Assmann en su reflexión c u a n d o dice:
Cristianismo radical y marxismo; Comité Coordinador de Jornadas sobre la par
ticipación de los Cristianos en la Construcción del Socialismo, "Reflexiones sobre Entendida en su historicidad radical, esta pregunta sobre el amor, es la
el documento de trabajo 'Evangelio, política y socialismo' de la jerarquía chi- Última raíz de la pregunta sobre la eficacia política liberadora de la acción
lena"; "Cristianos por el socialismo", documentación del Primer Encuentro Con humana. Se delinea a partir de esta raíz más honda de la politicidad, que es
tinental de Cristianos por el Socialismo, mimeografiada, véase también selección
de documentos en Los cristianos y el socialismo editado por Siglo XXI Editores, el amor, una palabra propiamente teológica indispensable en cualquier, lucha
en Cristianos por el socialismo, texto de la edición internacional, editado en Chile por la liberación. No es que de amor sólo se pueda hablar teológicamente,
y en Christians and socialism de Orbis; Gilberto Giménez, Elementos para una ya que sería una presunción. . Pero existe una culminación última del amor
ética de liberación social; Giulio Girardi, "Cristianos y marxismo", Doc. núm. 13 en la praxis de liberación, la capacidad de dar integralmente la vida por
del sccs y en Pasos (a pesar de ser un sacerdote extranjero que no trabaja en los semejantes, que loca en el centro de las cuestiones humanas ligadas a la
América Latina, lo incluyo por ser éste uno de los artículos más leídos entre liberación, y cuyo símbolo-realidad es la Cruz de Cristo."1
los cristianos socialistas de América Latina); Gustavo Gutiérrez, "Relaciones entre
cristianos y marxistas"; idem, "Marxismo y cristianismo", en Pasos y en CECRUM,
INDAL, La Iglesia latinoamericana y el socialismo, documentación de la jerarquía El militante cristiano revolucionario, en alguna medida, h a incorpo-
y de los grupos eclesiásticos; ¿Una izquierda cristiana? Debate, Documentación rado esta ideología como sistema de vida. De lo q u e estamos t r a t a n d o
del debate entre la Izquierda Cristiana Chilena y el MAPU; \Diego Irarrazaval, ahora es de la reflexión teológica sobre la práctica de las ideas. En
"¿Qué hacer? Cristianos en el proceso socialista", mimeografiado del sccs; Ignacio
Morales, "Cristianos y espíritu socialista", Raúl Macín, Méndez Arceo, ¿políti- otras p a l a b r a s , la teología también tiene que hacer esa opción. De ha-
co o cristiano?; Porfirio Miranda, Marx y la Biblia; Pedro Negre, "La revolu- cerlo, la ideología social del marxismo, el socialismo, pasa a integrarse
ción de las ideologías en una etapa de transición", en Pasos; Luciano Paredes •1 lenguaje y metodología cié la reflexión teológica de ¡a m i s m a m a n e r a
Encina, "El diálogo entre cristianos y marxistas en Chile", en WACC Journal. que el aristotelismo p a s ó a ser lenguaje e ideología de la reflexión
Arturo Paoli, Diálogo entre católicos y marxistas; Jorge Pixley, "Whitehead y
Marx sobre la dinámica de la historia", Revista de Filosofía de la UPR; idem, teológica medieval. Pero con la diferencia que lo hace en forma conscien-
"El Nuevo Testamento y el socialismo", tres artículos en El Imparcial y en El te y críticamente, sin sacralizar la ideología, presto a distinguir entre fe
Apóstol; Luis Rivera Pagan, "Los sindicatos y el partido", en Pasos; Eudoro i c ideología.
Rodríguez, "Apuntes rojos para un continente al rojo vivo", en sccs. El socialismo
y tos cristianos, folletos del Secretario Social Mexicano; Gerardo Valencia Cano,
"El pensamiento de un obispo socialista", en sccs; Hugo Villela, "Los cristianos
en la revolución, ¿posibilidad de una praxis revolucionaria?", en Cuadernos de!
CEREN; Roberto Viola, "¿Superación del diálogo marxista-cristiano?", en Doc
de CPS. Véase Declaraciones de principios de los Movimientos Sacerdotales Latino- """Documento final del Primer Encuentro de CPS", p. 13.
americanos tales como ONIS. Sacerdotes para el pueblo, Sacerdotes para el Tercer "' Hugo Assmann, Liberación-opresión, desafío, p. 105. Véase también su ar-
Mundo, y los de los Movimientos Nacionales de Cristianos por el Socialismo I tiento "Reflexión teológica al nivel estratégico-táctico".
rw
152 SAMUEL SILVA GOTAY EL PENSAMIENTO RELIGIOSO 153
4. CONCI.USIONHS trario. T a m p o c o puede criticársele q u e traslada la solución fuera de la
realidad histórica. Hace todo lo opuesto. Como n o se puede argumentar
que su carácter utópico considera las condiciones objetivas de la his-
Con el cumplimiento de esta última consecuencia para hacer la refle- toria, ni posee u n instrumental científico ni u n a estrategia política. Ha
xión teológica, histórica, política, operacionable en la praxis, culmina el adoptado los del socialismo científico.
proceso de transformación de la teología que comienza allí donde está Quede claro entonces que la teoría sociológica de la religión, especí-
el cristiano revolucionario que, desde la praxis de su vida, reflexiona ficamente la teoría marxista de la religión, no está desarrollada lo su-
sobre la fe hasta descubrir su dimensión política e incorporar la refle- ficiente como p a r a d a r cuenta de la realidad en este campo de la prác-
xión estratégico-táctica a la reflexión teológica. Se ha dado a la teología tica social. E n vista de esto, creo que podemos adelantar la hipótesis
la posibilidad de ser una reflexión política efectiva. El carácter subli- de que la fe cristiana n o desaparece con el advenimiento del socialismo
mado de la "protesta cristiana" ha sido superado al convertirse en a r m a sino que se transforma; que lo que desaparece es el ropaje ideológico
de transformación social. La ciencia y la ideología revolucionaria han llamado "religión". Pero como hemos visto —y estos teólogos lo han
sido incorporadas a la reflexión teológica, pero en forma consciente. estado a f i r m a n d o desde Karl B a r t h y Dietrich Bonhoeffer— la fe cris-
Así ha completado un círculo en la reflexión que, partiendo de una si- tiana n o es u n a religión. 62 Habría que distinguir entre a m b a s cosas
tuación revolucionaria se pregunta por el significado del proceso revo- para p o d e r refinar la teoría sociológica de la religión. Ésa es la clave
lucionario a la luz de la fe y regresa al punto de partida tras sufrir una y m u c h o nos ayudaría, en la historia y en la sociología, aclarar este
seria transformación. En efecto, la reflexión teológica ha seguido fiel- asunto p o r el resto del siglo.
mente los pasos del sujeto que reflexiona hasta reflejar su vida objetiva. Destaquemos, por último, que la teología de la liberación es la contri-
En la medida en que expresa a nivel subjetivo el movimiento dialéctico bución latinoamericana de mayor envergadura y originalidad a la historia
de la realidad material objetiva, esa reflexión es eficiente, verdadera y del pensamiento cristiano. América Latina fue víctima de la cristiandad
contribuye a hacer posible la praxis revolucionaria de los cristianos helenizada. Mientras la adoptó fue fiel creyente de u n a religión que le
en el proceso revolucionario de América Latina. sirvió de cadena. Miraba el m u n d o a través de los ojos de su opresor.
Allí precisamente se restaura la concepción bíblica de la historia a No fue h a s t a que o p t ó por m i r a r el m u n d o a p a r t i r de sí misma, de
la reflexión teológica. Se abandona, p o r otra parte, la concepción de la su dependencia logrando c o m p r e n d e r entonces su cadena y la liberación.
historia que veía el cristianismo como "opio de las masas". Vuelve la fe
cristiana a convertirse en fuerza deslegitimizadora del régimen impe- 82
En "El cristianismo, su plusvalía ideológica y el costo social de la revolución
rante y absorbe el instrumental revolucionario p a r a ser una ideología socialista", Assmann lo expresa de la siguiente manera: "Por eso tiene tanta
de transformación social en la historia de la tierra de los mortales. Esta importancia descubrir la intención historizadora y rehistorizadora de la vertiente
religiosa judeocristiana, en su originalidad originaria fuertemente antirreligiosa en
metodología está incrustada en el a p a r a t o teórico de la Iglesia. La je- el sentido de 'religiones'; por eso es tan fundamental para los cristianos que
rarquía la persigue, la condena, pero ya no se puede volver a imponer sepan que el cristianismo no quiso ser, y por eso no debería ser una religión,
el tomismo en los centros teológicos de "respetabilidad" y la "teología porque las religiones cristianas —y hubo varias vertientes bajo la misma adjeti-
de la secularización" y la "teología política" e u r o n o r t e a m e r i c a n a se vación— han sido siempre una castración de la dinámica historizadora del cris-
tianismo, que quiso precisamente restituir los símbolos y mitos a sus propósitos
vuelven cada vez más defensivas y vulnerables a n t e n a s implicaciones prácticos dentro de la historia de humanización colectiva" (p. 170).
políticas de lo que han afirmado. Una vez traída la salvación a la tierra, Muchos de estos autores han expresado igual que Assmann esta convicción
ya no se puede a r g u m e n t a r la compatibilidad de la explotación capita- "bonhoefferiana" de que el cristianismo no es una religión. Rene García, el
lista con el Reino de Dios. La situación es análoga a la crisis teológica sacerdote colombiano dice: "El cristianismo no es una religión. Las religiones
tienen su origen en los hechos sociales. Así veíamos tres tipos de religión dentro
que a c o m p a ñ ó el surgimiento de la reforma p r o t e s t a n t e a finales de ía de nuestra sociedad, que son consecuencia del medio ambiente social. El Cris-
Edad Media, desde los movimientos husitas hasta la rebelión luterana tianismo por consiguiente es anti-religioso, pues debe desmistificar en la destruc-
y la guerra de los campesinos. Con esto quiero decir que no se trata ción a ídolos que el hombre se fabrica para tranquilizarse en su propia limita-
de ideas ni de m o d a s teológicas, sino de la expresión teórica de una ción. Así vemos la actitud de Cristo que rompe con el mito religioso de Israel
atacando la autoridad religiosa 'Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas'.
crisis ante las condiciones objetivas y materiales del m o d o de produc- Y por esto afirma la samaritana: 'Llega la hora cuando ni en este monte ni en
ción que rige la vida en América Latina. P a r a que desaparezcan las Jerusalén daréis culto al Padre.' Se rompe el lugar religioso de culto. Otra cosa
ideas, tendría que b o r r a r s e la crisis y las crisis n o se b o r r a n : son do diferente es que el cristianismo adquiere formas religiosas para expresar su vi-
lores de p a r t o por el nacimiento de o t r e m u n d o , de o t r a sociedad. vencia, que necesariamente tiene que tomarlas del medio ambiente en que se
mueve." ("De la crítica de la teología a la crítica de la política", p. 88.) Véase
Con respecto a lo dicho de la teoría sociológica de la religión, este también a Julio de Santa Ana, Cristianismo sin religión y a Ernesto Cardenal en
pensamiento no puede ser calificado de "opio de las m a s a s " . E s lo con La santidad de la revolución, p. 64.
154 SAMUEL SILVA GOTA*

Esta reflexión es producto de su tortuosa práctica de liberación. Ante


la amenaza de un nuevo cautiverio babilónico, puede que la fe, usada
anteriormente para justificar la opresión, sirva ahora de fuerza para
desbloquear la conciencia cristiana, para mantener la esperanza de la
libertad y movilizar a los hombres en la lucha por la liberación de SEGUNDA PARTE

América Latina.
AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO
PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO

ARTURO ARDAO

/. "Panamericanismo" y "latinoamericanismo" ha sido un tema de muy


frondoso follaje. Más que de su libre enfoque técnico o especializado
en los campos de la historia, la política o el derecho internacionales,
intentaremos aquí efectuar una síntesis histórica de la concepción de
uno y otro ismo y sus relaciones en América Latina.
El tema pasa de modo obligado por Estados Unidos y por Francia.
En efecto, los conceptos de "panamericanismo" y "latinoamericanismo"
tienen por cunas a uno y otro país y de alguna manera tales orígenes
también han condicionado las conceptuaciones.
"Panamericanismo" derivó de Pan America, término forjado en Esta-
dos Unidos en 1889 y "latinoamericanismo", de América Latina o "Lati-
noamérica", vocablo que remonta a 1836, en Francia.
Ese orden cronológico de aparición resultó históricamente alterado
con base en la expansión de uno y otro en el campo de la diplomacia
y el derecho internacional. Surgido cuando el latinoamericanismo —en
lento surgimiento desde el "hispanoamericanismo" tradicional— tarda-
ba todavía en abrirse paso en la propia América Latina, el panamerica-
nismo se le sobrepuso sin dificultad, imponiendo casi de golpe, a niveles
oficiales, una hegemonía incontrastable. Esa situación se mantendrá
hasta mediados del siglo xx. Por entonces, crecido y fortificado en pro-
longada confrontación dialéctica con aquél, el latinoamericanismo inicia
su propia carrera oficial. Asciende de diversos modos a lo largo de todo
el tercer cuarto del siglo. Es éste, a la vez, el periodo en que el pana-
mericanismo, después de la crisis que dio paso su sucedáneo, el "inter-
americanismo", entra en una forma histórica de repliegue.
Mientras el panamericanismo ya ha perdido el interés que tuvo para
algunos en su momento, el latinoamericanismo se manifiesta todavía en
ciertos medios. Invertiremos por eso el orden cronológico de aparición
al establecer los orígenes de uno y otro.

2. Por invitación del gobierno norteamericano se reunió en Washington


(de octubre de 1889 a abril de 1890), coronando casi una década de ges-
tiones diplomáticas y ajetreos políticos internos, la entonces llamada
oficialmente Conferencia Internacional Americana. Hacia el mes de junio
anterior, la prensa de Estados Unidos había acuñado por su cuenta, con
tal motivo, el término Pan America. Para el 30 de septiembre ya había
cruzado el océano, acogido por el Times de Londres, y sabemos que dos
días antes había fechado Martí en Nueva York, con destino a La Nación
de Buenos Aires, la primera de sus memorables crónicas de aquel en-
[157]
158 ARTURO ARDAO PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 159
cuentro, refiriéndose a éste como el "congreso que llaman aquí de Pan primeras semanas de la reunión— dándole por primera vez a América
America". la coherencia de un sistema tan anhelado en general a lo largo del siglo.
Desde entonces, es decir, desde antes de la apertura misma de la reu- Por más que este hecho dio de pronto al panamericanismo naciente
nión, pero siempre con relación a ella, el término y sus derivados se una cierta uniformidad política, el movimiento no pudo ocultar la mo-
consagraron y difundieron con insólita rapidez en el léxico internacio- tivación real que lo había engendrado. En lo más inmediato, dicha
nal. Oficiosamente la conferencia pasó a denominarse "Panamericana", motivación resultó de las perentorias necesidades comerciales de Esta-
como fue el caso de las que le siguieron. El primer uso oficial de ca- dos Unidos, cao \ vez más urgido de mercados exteriores seguros para los
rácter institucional tuvo lugar en 1910. En la IV Conferencia celebrada excedentes de su joven industria en expansión.
ese año en Buenos Aires, se dio el nombre de "Unión Panamericana" Más allá de esto, operaron motivos más profundos, vinculando la
a la oficina instalada en Washington a raíz de la I Conferencia: la coyuntura económica con la tradicional política de ciertos sectores de
creación de la entonces llamada "Oficina Comercial de las Repúblicas Estados Unidos hacia los pueblos del Sur. Una política igualmente
Americanas", para la "pronta compilación y distribución de datos sobre
de expansión, en última instancia territorial, a través de cambiantes
el comercio", único fruto concreto de aquella reunión, fue aprobada el
formas de conquista, anexión o absorción. Esa política, en una moda-
14 de abril de 1890, razón por la que esta fecha ha marcado el inicio
del panamericanismo, y con tal carácter se le ha consagrado como el lidad nueva, era la que creían especialmente necesaria las fuerzas indus-
"Día de las Américas". triales y financieras del país; y para llevarla a cabo, el programa princi-
palmente comercial con que desde el principio fue presentado el congreso
Pero por limitado que haya sido el uso oficial, la terminología paname- hemisférico venía a ofrecer el instrumento ideal.
ricanista se expandió oficiosamente, como se ha dicho, aplicada a todas Autor y ejecutor del proyecto —indiscutido padre del panamerica-
las manifestaciones, políticas y jurídicas del vasto movimiento que desde nismo— fue James G. Blaine, el político norteamericano para algunos
entonces animó y dirigió la Casa Blanca. Como denominación de la más popular y representativo de aquel momento. Se ha divulgado en
filosofía que inspiró ese movimiento, del mismo concepto se desprendió español la descripción que de él y su época han hecho los historiadores
naturalmente el vocablo "panamericanismo". Del episodio de 1889-1890 estadunidenses Morison y Commager en una obra publicada en Nueva
resulta pues inseparable no sólo el origen sino también el sentido o es- York en 1950. "Diputado, senador, dos veces secretario de Estado y
píritu de éste. aspirante perpetuo a la presidencia, era típico de esta era. . . Con toda
La apelación que se hacía en aquella oportunidad —desde la óptica asiduidad cimentó una alianza corrompida entre política y negocios. . .
norteamericana— con el término Pan America, se explica, en cuanto al Los negocios dirigían la política, y la política era una rama de los ne-
término mismo, por la boga que llegaron a tener a cierta altura del gocios."
siglo xix los llamados "panismos": movimientos ideológicos interna- Respecto de América Latina, con anterioridad a la idea misma del
cionales tendientes a reunir —de preferencia en torno a un centro do-
congreso continental y a la hora de la agudización de los problemas
minante— países, pueblos o comunidades de parentesco más o menos
internacionales del canal interoceánico, ya venía presentándose como el
estrecho en las cuestiones étnica, lingüística o cultural. Los más reso-
nantes fueron los dos iniciales, bien definidos ya en la primera mitad más osado portavoz generacional de la doctrina del llamado "Destino
del siglo: "pangermanismo" y "paneslavismo". Más adelante y con dife- manifiesto". Fue ésta una expresión surgida hacia 1845 para dar nombre
rentes alcances, los denominados por algunos "panbritanismo", "pan- a una particular interpretación del mensaje de Monroe, destinada a con-
helenismo" y "panlatinismo". El advenimiento del "panamericanismo" vertirlo en cobertura ideológica del expansionismo norteamericano. Sos-
introdujo la novedad de un "panismo" de fundamentación geográfica a tenida sucesivamente por Sullivan, Buchanan, Brown, Cass y Seward,
escala continental, como iban a serlo en nuestro siglo el "paneuropeís- posteriormente fue Blaine su abanderado en turno. Adaptándose a las
mo", el "panasiatismo" y el "panafricanismo". exigencias de los nuevos tiempos, siendo secretario de Estado, lanzó
por primera vez aquella idea del Congreso en 1881. Rechazada enton-
Aquel primer "panismo" geográfico continental no dejaba de tener su ces por el Partido Demócrata, logró imponerla al final de la década,
intención política, aunque no tenía su fundamento en razones direc tocándole presidir y en buena parte orientar la reunión inicial, en cali-
tamente étnicas, lingüísticas, culturales o religiosas. Tampoco lo tenía dad nuevamente de secretario de Estado.
en el plano estrictamente político, en elementos doctrinarios: cuando "La angustia de los industriales había crecido tanto desde 1881, cuan-
surgió el término Pan America en junio de 1889, y cuando se instaló
do se tachó la idea del congreso de osadía censurable, que en 1888,
la Conferencia el 2 de octubre, Brasil —país participante— seguía sien
cuando aprobaron la convocatoria las dos casas, fue recibida por la
do un imperio por curioso destino, y pasó a ser república apenas al mes
siguiente, el 15 de noviembre de aquel histórico 1889 —o sea, en las mucha necesidad de vender, más natural y provechosa que antes." Esto
escribió el 2 de noviembre de 1889 aquel testigo, cronista y crítico pri-
160 ARTURO ARDAO
PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 161
vilegiado del acontecimiento, que fue José Martí. Y agregó: "Y de este han reproducido en el Nuevo Mundo. América del Sur es, como la Eu-
modo vino a parecer unánime, y como acordado por los dos bandos ropa meridional, católica y latina. La América del Norte pertenece a una
del país, el proyecto nacido de la conjunción de los intereses protec- población protestante y anglosajona." ' Fijado quedó, en ese rápido pa-
cionistas con la necesidad política de un candidato astuto." saje, el punto de partida de la idea de América Latina. Se escribe allí
Fue por eso que en la primera página de la misma nota subrayó que: "latina" con minúscula, con el solo carácter de adjetivación. Así seguirá
"Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera ocurriendo durante buen tiempo, hasta que por fin se sustantiva el
más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y adjetivo, pasándose de la primitiva idea de una América latina, al defi-
minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos nitivo nombre compuesto de América Latina, o simplemente Latino-
de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en américa.
América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por Directamente del último derivó muy pronto el adjetivo latinoameri-
el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga cano y sus variantes, así como el sustantivo latinoamericanismo. Ocu-
contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la tiranía de rrió ello a mitad del siglo pasado cuando, al cabo de una primera etapa
España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver de disperso uso especulativo en pluma francesa, la idea y el nombre
con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge fueron entusiastamente adoptados por un pequeño núcleo de intelec-
decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la tuales hispanoamericanos residentes en París. La entrada en escena de
hora de declarar su segunda independencia." las expresiones América Latina o Latinoamérica, con sus derivados gra-
maticales, había significado algo más que la expresión de un conjunto
3. Es creencia bastante difundida la idea de que América Latina, o Lati- de neologismos. Se trataba de la introducción histórica de un nuevo
noamérica, con el correlativo concepto de latinoamericanismo, surgió concepto de las relaciones de nuestra América, con Europa por un lado
a fines del siglo pasado y principios del presente como una reacción y con Estados Unidos por el otro, ante el cual vino a caducar el tradi-
intelectual del espiritualismo del Sur frente al utilitarismo del Norte. cional e indiscriminado dualismo Europa-América.
Para esa creencia, el Ariel de Rodó fue casi un texto fundacional. La Esa trasmutación dialéctica obedeció, en términos generales, a dos
verdad es que su origen fue muy anterior y que responde a motivacio- factores decisivos: en primer lugar, la evidencia para muchos espíritus
nes mucho más complejas, aunque no tan anterior como para remontar (ya desde las décadas de los treinta y los cuarenta pero sobre todo en
a la época de la Independencia, según lo supone otra hipótesis: la la de los cincuenta) de que el futuro gran peligro para nuestros países
generación de los "libertadores" y la siguiente fueron ajenas a la idea estaba en el expansionismo norteamericano más que en el revanchismo
de una América "latina", si bien antes y después de la clásica iniciativa europeo, aunque éste no se hubiera disipado del todo; en segundo lugar,
de Bolívar tenía conciencia, no sólo de la solidaridad continental, sino de un importantísimo fenómeno europeo que quedó definido, hacia me-
la necesidad o conveniencia de crear una liga, unión, confederación o diados de siglo, alrededor de la entonces candente cuestión de las na-
federación de las hermanas naciones emancipadas. Su aparición se pro- cionalidades: el empuje de grandes entidades étnico-culturales a través
dujo en Francia en la década de los treinta, en singularísimas circuns- de un vigoroso doctrinarismo de las "razas", explotado por movimien-
tancias culturales. tos de signo nacionalista, como la unidad alemana a partir del Zollverein
En 1836, en París, un prominente sansimoniano francés —Michel de la década de los veinte y el estremecimiento cultural y político que
Chevalier— recopiló en un libro sus crónicas periodísticas sobre el ex- recorre a los pueblos eslavos. El pangermanismo y el paneslavismo im-
tenso viaje que realizara por Estados Unidos (desde fines de 1833 hasta misan por contragolpe a su autoconciencia al mundo anglosajón por un
fines de 1835). Al hacerlo, antepuso a la obra una introducción que
constituyó un verdadero ensayo de filosofía de la historia. Tal escrito
f ado, y al latino por otro: todo aquel filón ya mencionado del histori-
cismo de la conciencia romántica proyectado en gran escala a la po-
resulta hoy notable por lo que tuvo de pionero en la sistematización , lítica internacional.
de categorías llamadas a renovar profundamente el pensamiento histo- Hispanoamericanos en contacto con esas realidades europeas, y a la
riográfico. Lo germano, lo sajón, lo latino, lo eslavo, etc., viejas nocio- Vez observadores atentos de los primeros grandes conflictos entre Es-
nes étnico-culturales removidas entonces por el naciente historicismo tados Unidos y los países del Sur, encuentran en las tradiciones de la
romántico, reciben allí una integración orgánica —aunque sucinta— den- latinidad un nuevo horizonte histórico de inspiración y de cohesión para
tro de conceptos que desde entonces iban a circular con profusión
tanto a niveles filosóficos y científicos como ideológicos y políticos. 1
Exhumamos ese lejano antecedente sin poder pormenorizar aquí, obviamente,
En esa introducción, cuyo interés general desborda desde luego nues- j los sucesivos pasos de la génesis de la idea y el nombre de América Latina o La-
tro presente objetivo, se dice que: "Las dos ramas, latina y germana, se ! tlnoamérica, cuestión sobre la cual reina aún tanta confusión y de la que hemos
i inticipado diversos elementos en otras oportunidades.
Wr
ARTURO ARDA!; PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 163
162

nuestra América. Los crecientes temores respecto de la gran potencia reine entre la América del Norte y las repúblicas latinoamericanas; pero
del Norte cobran ahora otro sentido en función de la idea de latinidad, a condición de que sea en el seno de la igualdad, de la reciprocidad, de
que determina un vínculo solidario con la Europa latina, al mismo tiem- la lealtad, y después de haberse retractado las teorías de los Brown,
po que subraya enérgicamente —bajo un nuevo aspecto— la dualidad de los Seward, de los Blaine, etcétera."
de las dos Américas. Entre esos hispanoamericanos iba a sobresalir,
entre otros, el colombiano José María Torres Caicedo. 4. El latinoamericanismo fundado por Torres Caicedo, encaminado al
Ya en 1861, después de haber usado esporádicamente durante varios establecimiento de una "Unión Latinoamericana" —así enunciada desde
años la expresión América Latina, lanzó Torres Caicedo las bases para 1865— resultó superado y vencido al finalizar la década de los ochenta
la creación de una "Liga Latino-Americana". Siguió) a ello la publicación por el panamericanismo fundado por Blaine, destinado a culminar en
en 1865 —también en París, para hacer prédica de la misma idea— c la que iba a llamarse —en 1910— "Unión Panamericana".
su libro Unión Latinoamericana, completamente olvidado cuando hici- La inmensa gravitación económica y política de Estados Unidos lo
mos su exhumación en ocasión de su centenario. Aparte de ser, en e¡ impulsó así en la dirección oficial de los propios países latinoamerica-
aspecto bibliográfico, el primero localizado hasta ahora de título íatir¡o- nos. Por lo que a nuestro tema importa, esa gravitación ejerció su peso
amerieanista, la propia expresión de dicho titulo anlecedía en nueve sobre las ideas de unión continental que circularon en nuestra América
lustros a la de "Unión Panamericana" (entronizada en 1910). En e-e desde los tiempos de la emancipación.
libro se alzaba contra la doctrina del "Destino manifiesto" tal como Fue en el ámbito de la América hispánica que tales ideas se gestaron
había sido actualizada por el presidente Buchanan en su mensaje a i as y desarrollaron, generando una persistente mentalidad continentalista
Cámaras de 1857, en un brutal tono de "imperialismo de la raza". Y f'v¡e traducida en reiterados proyectos y movimientos de unión, liga o confe-
también el suyo un nuevo lenguaje, inseparable de la novedad histórica deración. Un vasto y rico mundo de acontecimientos y textos doctri-
del término América Latina; el lenguaje de un latinoamericanismo de narios, diplomáticos y jurídicos en torno al pensamiento básico de la
fensivo, de sentido humanista y universalista. unión continental, le va dando expresión en una continuidad de episo-
dios originados todos ellos en el área hispanoamericana. Pese a un pro-
Siendo el verdadero fundador de ese latinoamericanismo, Torres Caí pósito común, muchos antagonismos teóricos y prácticos coexisten en
cedo fue además su apóstol hasta los últimos años de su vida. Por coin- ese mundo, no siendo menores aquellos sobre la inclusión o no de otros
cidencia simbólica, falleció en 1889, año de la consagración clel pan países que los hispanoamericanos en las uniones proyectadas o inten-
americanismo, contra cuya idea se opuso enérgicamente desde la primera tadas.
tentativa de Blaine, en 1881.
En 1875, recordando el calificativo de "latina" para nuestra América Un nombre recibió, de manera espontánea, esa corriente de pensa-
escribía: "Hay una América anglosajona, dinamarquesa, holandesa, ele, miento: fue, a secas, el "americanismo". Y lo fue, porque siendo Europa
la hay española, francesa, portuguesa y a este grupo, ¿qué denominaci ¡¡ el enemigo tradicional, era de "América" —también a secas— que se
científica aplicarle sino el de latina?... Hoy vemos que nuestra prac- hablaba genéricamente. Así era, aun cuando la unión concebida encarase
tica se ha generalizado; tanto mejor." En 1879 promovió en París la solamente a los países americanos de habla española. No siempre ocu-
fundación de una sociedad denominada "Unión Latinoamericana', ¡li- rría eso, porque constantemente reaparecía la cuestión de la participa-
la que logró al año siguiente la instalación de una filial en Roma, al G ¡ , ción de Estados Unidos por un lado, de Brasil y Haití por el otro. De
tal suerte, el "americanismo" clásico de fuente hispanoamericana con-
mo tiempo que el reconocimiento de su existencia legal por el gobierr<>
tuvo desde su origen, en estado latente y a la vez conflictual, a los
francés. En 1882, en fin, en un extenso ensayo titulado "La Améry J
futuros "panamericanismo" y "latinoamericanismo". En esas condicio-
Anglosajona y la América Latina", enfrentaba a Blaine y su panai,.' nes se desenvolvió a través de aquellos aludidos episodios, múltiples, de
ricanismo, en germen, en párrafos como éstos: los cuales los fundamentales fueron el Congreso de Panamá-Tacubaya
"Congresos para la Unión Latinoamericana, todos los que se quiera: de 1826-1828, y los dos llamados Congresos Americanos de Lima, de
la idea de la Unión será un día un hecho histórico; pero que esos Con 1847-1848 y 1864-1865.
gresos tengan lugar en el territorio latinoamericano, a fin de busca i
los medios de resistir, de unirnos y de hacer frente a todos aqueiios "Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi co-
—europeos y americanos— que tengan la pretensión de subyugarnos. razón, como la conformidad que espero de los gobiernos confederados
a realizar este augusto acto de la América... El día que nuestros ple-
Después de las teorías del 'Destino manifiesto', proclamadas con mas
nipotenciarios hagan el canje de sus poderes se fijará en ¡a historia
energía en 1881, el Congreso de las dos Américas en Washington sena
diplomática de América una época inmortal." Así se manifestaba Bolí-
una falta política de parte de los latinoamericanos. Y sin embargo, n<> var en 1824, en la histórica circular de Lima convocatoria del Congreso
deseamos más que una cosa: que la amistad más estrecha y más cordial
164 ARTURO ARÜAO
PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 165
I *
de Panamá. "América" sin más, aunque se dirigiera sólo a las repúblicas S .
americanas "antes colonias españolas", como la m i s m a Circular dice: tomarse p o r un mero escrúpulo de etiqueta internacional, es realmente
las repúblicas de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Centroamé- una condición esencial de la eficacia y la autoridad del Congreso."
rica. Sin embargo, Santander, presidente en ejercicio de la primera, con El canciller de Costa Rica contestaba en el mes de agosto:
la compañía de México y Centroamérica —informando a posteriori a "Sobre la participación que en este asunto deba el gobierno de los
Bolívar— extendió de inmediato la invitación a E s t a d o s Unidos, como Estados Unidos de N o r t e América, mi gobierno cree que si se tratase
se extendió poco después a Brasil. Nada más elocuente que tales inar de intereses continentales en su más lata acepción; si se t r a t a s e tan
mónicas actitudes en aquel momento único, para poner en evidencia sólo de precaver los peligros que de parte de E u r o p a nos pudiera ama-
la íntima contradicción dialéctica —alimentada por la ambigüedad de la gar, este participio y acción común serían indispensables; e m p e r o , para
invocación a "América" que desde su raíz histórica albergó el viejo nuestras fraccionadas y débiles nacionalidades, para nuestra raza tenida
" a m e r i c a n i s m o " de la comunidad hispanoamericana. en menoscabo, para nuestras sociedades e instituciones a medio conso-
Esa contradicción se íue volviendo conflictual (especialmente desde lidarse, hay otros peligros en este continente, contra los cuales forzoso
la invasión de México por Estados Unidos, a fines de la década de los es también precaucionarse. No siempre rigen los destinos de la gran
c u a r e n t a ) , a medida que el peligro norteamericano crecía, sin desvane- República h o m b r e s m o d e r a d o s , justos y probos, como los que forman
cerse por su p a r t e el europeo. La terminología siguió siendo "ameri- la Administración Lincoln; allí hay partidos cuyas doctrinas pueden ser
canista": Congreso Americano, Unión Americana, Coniederación America- fatales p a r a nuestras mal seguras nacionalidades, y no debemos echar
na, Federación Americana son, entre o t r a s , expresiones que las sucesivas en olvido las lecciones del tiempo pasado, ni que a la intervención eu-
generaciones hispanoamericanas prodigan para referirse casi siempre ropea, a u n q u e tardía, debió Centroamérica el que se pusiera t é r m i n o a
a Hispanoamérica, si bien eran aplicadas no sólo a la totalidad del las expediciones vandálicas de los filibusteros en los años 1855 a 1860."
hemisferio, sino también — p a r a a u m e n t o de las fuentes de confusión— Así t r a b a j a d o por su contradicción congénita, el viejo "americanis-
usadas en d e t e r m i n a d o sentido, sólo para Estados Unidos. m o " iba a m o r i r del todo en los años que siguieron al Congreso Ame-
Profundamente lógica en su génesis y proceso desde el punto de vista ricano (hispanoamericano) de Lima de 1864-1865, en cuya ocasión el
histórico, la contradicción culmina en las postrimerías del tercer cuar- gobierno de Colombia, volviendo sobre sus pasos de dos años a t r á s , iba
to del siglo xix. Pero desaparece como contradicción interna en el a oponerse a la invitación a Estados Unidos. P o r la pluma, ahora de
seno de una corriente para reaparecer desdoblada en dos nuevas co- otro canciller, llegó a decir: "La América de origen español, orgullosa
rrientes llamadas a una secular confrontación: latinoamericanismo y de su independencia y deseando conservarla con dignidad, debe bas-
panamericanismo. En c u a n t o a los términos en que entré) en su fase de tarse a sí misma, sin b u s c a r nunca el a r r i m o de ajeno poder."
culminacicm, puede verse a través del siguiente intercambio diplomático Antes y después de dicho Congreso un movimiento intelectual y polí-
entre dos países hispanoamericanos, en 1862. tico unionista fundado en Valparaíso en 1862, bajo la presidencia del
Decía en el mes de junio el gobierno de Colombia al de Costa Rica: general de la independencia Gregorio Las Heras, alcanzó gran difusión
"El modo más fácil y efectivo de alcanzar la deseada reunión de un en varios países de América del Sur. No obstante su exclusiva referencia
Congreso Internacional Republicano, sería acreditar cada una de núes a Hispanoamérica, recibió la típica denominación de "Unión America-
tras Repúblicas un Ministro Plenipotenciario cerca del gobierno de Es- na", expresión tantas veces usada, entonces como ahora, p a r a n o m b r a r
tados Unidos de América, y a la s o m b r a de su grande autoridad y con sólo a E s t a d o s Unidos. Fenómeno de m a s a s como llegó a ser, inclusive
el decisivo apoyo de su concurso instalarse en Congreso, sin afanes pasa con caudillos m o n t o n e r o s como el argentino Felipe Várela, constituyó
hacerlo, sin esfuerzos bajo ciertos aspectos contraproducentes, y con la el canto del cisne de aquel viejo " a m e r i c a n i s m o " llegado a su ocaso. A
madurez de un acto bien premeditado. Los usos internacionales, de fines de la misma década se hallaba agotado.
acuerdo con la razón, han establecido que se debe deferencia a las na Expedito debió q u e d a r entonces el camino p a r a el latinoamericanis-
ciones superiores en p o d e r y antigüedad, y que es en torno a ellas que mo, cuya fórmula concretaba p o r los mismos años Torres Caicedo en
las demás se congregan cuando van a decidir sobre asuntos que a todas París, con su p r i m e r enunciado de la "Unión Latinoamericana". Pero
conciernen. Invertir este orden de cosas es aventurar, cuando no fnis no le fue fácil imponerse. No estaban p r e p a r a d o s nuestros países p a r a
trar, el buen éxito de lo que se intenta. Si el gobierno americano queda la inmediata asimilación de los nuevos términos, expresión de nuevas
fuera del Congreso, las decisiones de éste carecerán de toda la autoridad ideas. América Latina, Latinoamérica, latinoamericanismo, como concep-
que deben tener ante la Europa; si se le llama en calidad de invitado, tos y vocablos, debieron ser aceptados poco a poco de este lado del
asistirá c o m o simple testigo de lo que se haga, pareciendo q u e no l<> Atlántico. Acogidos sucesivamente p o r algunos grandes hispanoamerica-
acepta, lo que será peor que no asistir. De m a n e r a que esto que pudiera nos como Francisco Bilbao, Eugenio María de Hostos, Cecilio Acosta
y José Martí, fueron resistidos o desdeñados p o r o t r o s , desde México
^P1
166 PANAMERICANISMO V LATINOAMERICANISMO 167
ARTURO ARDAO

hasta el Río de la Plata: en parte hacia otro extremo, por deslumbra- "Hasta la conferencia de Santiago (V Conferencia Panamericana, en
mientos o convicciones sajonizantes; en parte, también, por la anomalía ; 1928), celebrada en los años posteriores a la primera guerra mundial,
imperial y esclavista de Brasil. i es más bien pobre el balance de resultados que arrojan las conferencias
A la hora en que esos factores adversos conjugaban su acción para | panamericanas. A ello contribuye la desunión profunda entre Norteamé-
trabar al latinoamericanismo, el panamericanismo iniciaba su ascendente rica e Hispanoamérica, manifestada no sólo en la disparidad de crite-
carrera en la Conferencia dé 1889-1890. Se sabe cuál fue su rápido desen- rios en las cuestiones más fundamentales de la vida de relación, sino
lace: en lugar de la largamente frustrada Unión Americana y de la en el apogeo que alcanza el imperialismo norteamericano durante las
todavía embrionaria Unión Latinoamericana, fue aquella oficina comer- dos primeras décadas de nuestro siglo. Casos de imperialismo tan inne-
cial en la órbita burocrática de la Secretaría de Estado del gobierno gable como la creación artificial de Panamá, con la soberanía adquirida
de Washington, la que poco después sería bautizada con el nombre de por los Estados Unidos en la Zona del Canal; la guerra impuesta a
Unión Panamericana. España en la cuestión de Cuba, a la que siguió, como doloroso epílogo, la
humillación de la Enmienda Platt, no eran ciertamente para despertar
5. El viejo "americanismo" de cuño hispanoamericano, después de 1890 en nadie deseos de un acercamiento mayor. A estos actos siguió aún el
quedó definitivamente desdoblado en "panamericanismo" y "latinoame- corolario de la doctrina Monroe afirmado por Teodoro Roosevelt; co-
ricanismo". Cada uno de estos movimientos siguió desde entonces su rolario en que se enuncia con carácter programático la intervención
propia (aunque no independiente) evolución. norteamericana, financiera y militar en los países del Caribe. Esta polí-
Pasaron los dos por diversas etapas interpretadas de maneras muy dis- tica fue aplicada hasta la época del presidente Wilson y de sus inme-
pares, según el momento. En términos generales, se podría señalar el diatos sucesores Lo único que en todo este periodo transcurrido des-
año 1948 como mojón histórico para ambos, el más importante desde de la primera hasta la quinta conferencia panamericana, tuvo progreso
el punto de vista institucional después de 1890, aunque por razones real, incremento efectivo, era la oficina burocrática de Washington, co-
distintas en uno y otro caso. En 1948, el "panamericanismo" experimen- locada bajo la vigilancia del secretario de Estado, y que de una en
ta su mayor transformación con su conversión terminológica en "inter- I Otra conferencia vio aumentar su poder y prestigio."
americanismo" y la creación de la Organización de los Estados Ameri- La ausencia de varios países en aquella Conferencia de Santiago, en-
canos; en ese mismo año el latinoamericanismo es acogido por primera jtre ellos México, por no mantener entonces relaciones diplomáticas con
vez en la denominación oficial de un organismo internacional, al cons- [Estados Unidos, constituyó el hasta entonces episodio crítico de más
tituirse en el seno de las Naciones Unidas la Comisión Económica para [bulto. "Con todo —comenta el citado Gómez Robledo— la verdadera
América Latina, CEPAL. [crisis del panamericanismo se planteó propiamente en la histórica con-
La estricta coincidencia de año no dejó de ser casual. No así la de ¡ferencia de La Habana (1928), pues allí por primera vez pudo discu-
los hechos mismos, como fenómenos de época. Por distintas que hayan ¡tlrse el principio sin el cual el panamericanismo no sería sino un mero
sido sus características y separados sus escenarios, un nexo profundo ¡nombre, o peor aún, una realidad ominosa, es decir, el principio de no
los vincula. El mismo debe buscarse en la evolución de las ideas sobre ¡Intervención." Es de preguntarse si "la verdadera crisis del panameri-
el panamericanismo y el latinoamericanismo en América Latina, como canismo" sería ésa, habida cuenta del sentido de la transformación de
conceptos confrontados y por momentos enfrentados. Producto históri- 11948 a cuyo propósito el mismo autor dice en otro lugar: "Y como úl-
camente indivisible de tal evolución en la primera mitad del siglo xx, [tlma prueba de la poca simpatía que tuvo siempre el vocablo en cuestión
fue aquel doble desenlace coetáneo de 1948: fenómeno de revisión or- ¡(panamericano), está el hecho de que a partir por lo menos de la Con-
gánica del panamericanismo en el marco regional; fenómeno de recono- ferencia de Bogotá, ha sido sustituido por el otro 'interamericano'..."
cimiento del latinoamericanismo en el marco internacional. Bajo otra jEste último término había hecho sus primeras tímidas incursiones ha-
faz, la escisión produjo por un lado la crisis del panamericanismo y, por lda 1945, en estudios publicados por la propia Unión Panamericana.
el otro, el surgimiento del latinoamericanismo. Instaurada en 1948 en aquella Conferencia de Bogotá, la Organización
La expresión "crisis del panamericanismo" ha sido aplicada a dis- de los Estados Americanos, con otro aparato jurídico más complejo y
tintos episodios y circunstancias. Así lo acredita una profusa biblio llstemático, remplazó a la vieja Unión Panamericana, que quedó redu-
grafía. Como planteamiento significativo de la cuestión, acudimos al si cida al nombre de su secretaría general. La organización misma pasó a
guíente pasaje del capítulo titulado precisamente, "La crisis del pan |cr llamada Sistema Interamericano. Como consecuencia, el panamerica-
americanismo", de la obra Idea y experiencia de América, publicada en nismo se metamorfoseó en interamericanismo. En la introducción a su
1958 por el filósofo, internacionalista y diplomático mexicano Antonio lesis doctoral La Organización de los Estados Americanos, observa el
Gómez Robledo: Intemacionalista español Félix Fernández Shaw: "Léase la Declaración
168 ARTURO ARDAO
PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 169
de P a n a m á de 1956 de los jefes de E s t a d o de las Repúblicas americanas:
sólo se cita u n a vez la palabra panamericanismo, y en varios ocasiones se expande y se intensifica mediante la multiplicación creciente de
aparecen el vocablo y la idea interamericanista." Tal metamorfosis no aquellos m i s m o s medios. Fue en ese contexto d e época q u e tuvo el Ariel
impidió, sin embargo, que sucesivas crisis fueran m a r c a n d o su existencia de Rodó su privilegiado destino continental.
hasta nuestros días, al compás del agitado proceso histórico del con Ha q u e d a d o dicho lo que en esa expansión h u b o de reacción contra
tinente. el panamericanismo. De los abusos de éste ya había hecho profecía Mar-
Pero si en el expresado sentido el p a n a m e r i c a n i s m o se metamorfo- tí en su r e c o r d a d a n o t a del 2 de noviembre de 1889, que antes q u e u n a
seó, en o t r o caducó. Caducó en su significación tradicional de panismo, más en la serie de sus crónicas de la Conferencia de Washington fue
es decir, c o m o doctrina o movimiento destinado a i n t e r p r e t a r la unidad un verdadero ensayo sobre su historia, elementos y tendencias. La de-
ideal del conjunto de naciones del hemisferio americano. Esa uni- nunció allí como "el planteamiento desembozado de la era del predo-
d a d ideal no existía de a n t e m a n o , y el p a n a m e r i c a n i s m o no logró crearla minio de los E s t a d o s Unidos sobre los pueblos de América". Añadiendo:
infundiéndole u n espíritu que le fuera propio, p o r q u e no lo tenía. Por "Y es lícito afirmar esto, a pesar de la aparente m a n s e d u m b r e de la
el contrario, sirvió cada vez más p a r a hacer resaltar en lugar de la convocatoria, p o r q u e a ésta, que versa sobre las relaciones de los Es-
unidad, la dualidad. Sintomático es que desde m u c h o antes del episodio tados Unidos con los demás pueblos americanos, no se la p u e d e ver
de 1948, p e r o notoriamente después de él, se hable cada vez menos de como desligada de las relaciones, y tentativas, y atentados confesos, de
" P a n a m é r i c a " para hablarse cada vez más de "las Américas", expresión los Estados Unidos en la América, en los instantes mismos de la reu-
antitética de aquélla. De ahí entre esas Américas, no ya " p a n " , ni si- nión de sus pueblos sino que por lo que son estas relaciones presentes
quiera " i n t r a " sino "inter-americanismo". se ha de entender cómo serán, y p a r a qué, las venideras."
Ese proceso de descaecimiento y crisis del concepto de panamerica- En 1922, en histórico discurso de salutación a José Vasconcelos en
nismo ha tenido por agente el pensamiento crítico de América Latina. Buenos Aires, en n o m b r e de los escritores argentinos, denunciaba José
Se hizo sentir en los gobiernos mismos, pese a que persistentes co- Ingenieros lo que efectivamente habían llegado a ser hasta ese m o m e n t o ,
rrientes oficiales tendieron una y o t r a vez al apuntalamiento. De no esas relaciones "venideras": en Puerto Rico, Cuba, México, Nicaragua,
h a b e r sido así, dicho proceso no hubiera tenido por ocasión y teatro Colombia, Haití, Guayanas. Y exclamaba: "Creemos q u e nuestras na-
p a r a sus manifestaciones más ostensibles a las propias conferencias cionalidades están frente a un dilema de hierro. O entregarse sumisas
panamericanas. Pero tenía su fuente p r i m e r a en la opinión pública con- y alabar la Unión Panamericana (América p a r a los norteamericanos), o
tinental. La crisis del panamericanismo resultó de la crítica del pan prepararse en c o m ú n a defender su independencia, echando las bases
americanismo producida en niveles académicos, políticos y culturales, y de u n a Unión Latino-Americana (América p a r a los latinoamericanos)."
que fue inseparable de la afirmación y propagación correlativas del !a- Tres años m á s t a r d e fundaba, también en Buenos Aires, u n a institución
tinoamericanismo. E n definitiva, un solo y único proceso a b a r c a n d o en denominada "Unión Latinoamericana" r e t o m a n d o , seguramente sin sa-
interacción dialéctica a a m b a s concepciones unionistas. berlo, la consigna que sesenta años a t r á s había lanzado Torres Caicedo
Surgido a mediados del siglo xix en los círculos hispanoamericanos por p r i m e r a vez en el título de su clásico libro de 1865.
de París, el latinoamericanismo apenas había d a d o sus primeros pasos Ni ese ni otros empeños coincidentes que siguen irradiándose logran
proselitistas en nuestros países antes de 1890. Desde entonces hasí;\ reconocimiento oficial, hasta que en 1948, en el á m b i t o más libre de las
1948 iba a m a n t e n e r del p u n t o de vista oficial, la condición de concepto Naciones Unidas, nuestras repúblicas obtienen la ya mencionada crea-
sumergido. Pero en u n ascenso creciente, que daría razón de su emer ción de la CEPAL. La expresión, y p o r lo tanto el concepto América La-
gencia en ese año a la superficie del orden jurídico internacional. tina, iniciaba su proceso de institucionalización internacional. Lo hacía
Después de la frustración que le significó el advenimiento del pan a la h o r a en que, en el propio m a r c o del sistema interamericano, se
americanismo, la idea latinoamericana aceleró sus progresos hacia 1900, desplazaba a u n plano secundario la tan combatida expresión Pan Ame-
en particular después de la guerra hispano-americana de 1898. Ya en rica. De ahí en adelante, como casos especialmente representativos: en
toda la segunda m i t a d del siglo p a s a d o había d a d o n o m b r e a algumis 1949 la Unión de Universidades de América Latina, UDUAL; 2 en 1961 la
c a m p a ñ a s , sociedades, reuniones, institutos, libros y revistas, más o Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, ALALC; en 1964 el Parla-
menos dispersos. Desde fines del mismo, reforzada p o r el advenimiento mento Latinoamericano, PALA; en 1969 la Comisión Económica de Coor-
de Brasil a la comunidad republicana, espoleada p o r una sucesión <l<-
2
agresivos avances norteamericanos y también culturalmente impulsada Cuando la creación de la UDUAL, en el Primer Congreso de Universidades Lati-
p o r sectores de la inteligencia francesa, la conciencia latinoamericanisl.i noamericanas (Guatemala, 1949) en el que nos tocó participar, la expresión América
Latina fue todavía resistida por algunos congresistas con argumentos que hoy no
tendrían lugar.
*"W

PANAMERICANISMO Y LATINOAMERICANISMO 171


170 ARTURO ARDAO
patrias, sino de una patria grande y única", diría después Rodó en el
dinación Latinoamericana, CECLA; en 1975 el Sistema Económico Latino- Congreso de Chile, cuando la celebración centenaria de 1910. Y como
americano, SELA. él, hasta nuestros días, hay todavía quienes creen que por encima de las
Al margen del error o acierto en la concepción teórica o la práctica discrepancias ideológicas o de los partidos políticos se puede seguir
de cada una de ellas; al margen, igualmente, del juego de tendencias pensando en este ideal.
doctrinarias o diplomáticas que según las circunstancias históricas oca-
sionales las hayan impulsado o impulsen, todas esas instituciones tienen
el superior significado común de jalonar la incontrolable consagración
del latinoamericanismo en el campo del derecho internacional, en el BIBLIOGRAFÍA
triple orden económico, político y cultural. Todo ello en medio de un
torrente de bibliografía y hemerografía que, especialmente en las déca-
das de los sesenta y los setenta, impone a escala universal la idea y el Amadeo, Mario, Política internacional. Los principios y los hechos, Buenos
nombre de América Latina. Aires, 1970.
Barcia Trelles, Camilo, Doctrina de Monroe y cooperación internacional. Ma-
6. El panamericanismo, con su consiguiente forma, el interamericanis- drid, 1931.
mo, constituye un caso de regionalismo, fenómeno propio de la historia Cuevas Cancino, Francisco, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Ca-
racas, 1825-1954, Caracas, 1955.
moderna y contemporánea en el ámbito de las relaciones internaciona- Fernández Shaw, Félix, La Organización de los Estados Americanos, 2» ed.,
les. El primero en el tiempo, a la vez que jurídicamente el más desarro- Madrid, 1953.
llado de todos los que se constituyeron con posterioridad a él. Cual- Gómez Robledo, Antonio, Idea y experiencia de América, México, 1958.
quiera que sea su evolución ulterior, en la medida en que subsista no Martí, José, Política de nuestra América, México, Siglo XXI, 1977.
podrá llegar a ser otra cosa que eso: un regionalismo, es decir, una Rodó, José Enrique, Obras completas.
organización regional supranacional, intermediaria entre el estado na- i Torres Caicedo, José María, Unión Latino-Americana, París, 1865.
cional y la comunidad internacional mundial. ¡Varios, América Latina en su literatura, México, Unesco-Siglo XXI, 1972.
¡Varios, "Hispanoamérica en lucha por su Independencia", Cuadernos Ame-
De muy distinta naturaleza es el latinoamericanismo. Desde la pers- ricanos, México, 1962.
pectiva filosófica de la historia, profundo error para algunos resulta , Yepes, Jesús María, Del Congreso de Panamá a la Conferencia de Caracas,
concebirlo como un simple regionalismo, y menos como un subregiona- 1826-1954, Caracas, 1955.
lismo (o sea, un regionalismo menor subsumido en el regionalismo ¡Zea, Leopoldo, América en la historia, México, 1957.
mayor del panamericanismo o el interamericanismo). Si América o Pan-
américa (de allí panamericanismo), así como Las Américas (de allí
interamericanismo), connotan una región geográfica, América Latina o
Latinoamérica (de allí latinoamericanismo), constituye, en ese momento,
una nacionalidad. Una nacionalidad en proceso histórico de organiza-
ción, como lo fueron en el sigJo xix —en otra escala— Alemania o
Italia. Y por ello, más que un regionalismo, aunque de éste presente
muchos aspectos transicionales, el latinoamericanismo fue interpretado
en aquella época como un nacionalismo, en cuanto expresión de una
verdadera conciencia nacional, solía decirse.
"Las dos nacionalidades de América", "las dos nacionalidades del
continente", repetía Martí en su nota del 2 de noviembre de 1889, cuan-
do la fundación del panamericanismo, para referirse a la dualidad de
las Américas sajona y latina. De una sola "patria magna", que reuniera
a las patrias hermanas de sangre, habían hablado antes los "grandes
proceres" de la Independencia y tantos otros que siguieron. "Yo creí
siempre que en la América nuestra no era posible hablar de muchas
COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 173

COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO citoyen du monde con el lema ciceroniano Patria est ubicumque est bene.
(DESDE 1880 HASTA 1940) Afirmaba con cinismo individualista:

NOEL SALOMÓN Me da lo mismo un país que otro, siempre y cuando pueda disfrutar libre-
mente la claridad de los cielos y pueda conservar en forma conveniente mi
individualidad hasta el fin. Dueño absoluto de mis deseos y soberanamente
Independiente, cambiando de morada, de hábitos, de clima, a mi capricho,
tengo todo y no tengo nada. 3

Este "cosmopolitismo" no era la filosofía generosa que había anhe-


"Cosmopolitismo" e "internacionalismo" son dos vocablos cuyo conte- lado Jean-Jacques Rousseau en su Discours sur l'origine de l'inégalité
nido no resultó siempre claro en la América Latina de los siglos xix parmi les hommes (1755) al exaltar "las grandes a l m a s cosmopolitas",
y xx. Su significado ha c a m b i a d o en el transcurso de las distintas fases en la línea de Montesquieu. Sin embargo, lo mencionamos p o r q u e en
del desarrollo de las naciones y de su cultura, ocurriendo a m e n u d o la interpretación de Fougeret de M o m b r o n aparecía u n a bifurcación del
q u e se usa cualquiera de ellos como si fueran exactamente equivalentes. significado q u e anunciaba, en algún aspecto, u n c a m b i o semántico (en
Tendremos que puntualizar su significado cada vez que comentemos el sentido negativo) que habría de afirmarse a p a r t i r del siglo xix.
sus usos mediante ejemplos concretos: de no hacerlo, no h a b r í a posi- Fue el significado generoso y altruista, el m á s universalista, el que
bilidad de alcanzar una definición rigurosa. pasó a la Ilustración española e hispanoamericana. P a r a los hispánicos
Es útil empezar r e c o r d a n d o el significado etimológico de "cosmo- del siglo x v í n , en n o m b r e de la noción de h u m a n i d a d que era clave de
polita" (como adjetivo o sustantivo). El vocablo fue primero sustantivo todo, "cosmopolita" fue p o r antonomasia el verdadero "filósofo", amigo
y procede del griego kosmo-polités. Significa exactamente " c i u d a d a n o " de los h o m b r e s , cualquiera que fuera su nacionalidad, clase, etc. Ca-
(polilés) del m u n d o (kosmos). En las lenguas latinas surgió al parecer dalso, en el capítulo LXXX de las Cartas Marruecas —al h a b l a r n o s de
en el á m b i t o de los h u m a n i s t a s del Renacimiento, d u r a n t e el siglo xvi. los extranjeros buenos que residen en Madrid, a quienes trata su perso-
Guillaume Postel habla de un esprit cosmopolite q u e anhela la univer- naje Ñ u ñ o — dice: " . . . y los quiere [ Ñ u ñ o ] c o m o a paisanos suyos,
sal concordia. Dos siglos más tarde el Dictionnaire de Trévoux (1720- pues tales le parecen todos los h o m b r e s de bien del m u n d o , siendo
1721) explica: "Al preguntarle a u n anciano filósofo de dónde era, res- para con ellos un v e r d a d e r o cosmopolita".
pondió: soy cosmopolita, es decir, ciudadano del Universo."
En América, el vocablo llegó a expresar —a p a r t i r del p o s t u l a d o
En estos ejemplos, según parece, "cosmopolita" n o fue percibido como Ilustrado de la igualdad de todos los h o m b r e s — la reivindicación anti-
a n t ó n i m o de " p a t r i o t a " o "autóctono". Al hablar de "espíritu cosmo- colonialista y antirracista de los oprimidos de la Colonia. Bajo la p l u m a
polita" Guillaume Postel lo concebía, con obvio nacionalismo francés, del novohispano Pedro José Márquez (1741-1820) p o d e m o s leer:
como " u n i d o bajo la Corona de Francia". 1
Durante el siglo x v í n los filósofos franceses desarrollaron el concepto El verdadero filósofo es cosmopolita (o sea ciudadano del mundo), tiene
de "cosmopolitismo" c o m o h u m a n i s m o universal q u e trasciende t o d o lo por compatriotas a todos los hombres y sabe que cualquier lengua, por
regional o nacional. Sin u s a r la palabra, Montesquieu dio u n a generosa exótica que parezca, puede en virtud de la cultura ser tan sabia como el
definición del cosmopolitismo filosófico como sentido de la h u m a n i d a d griego, y que cualquier pueblo por medio de la educación puede llegar a
superior a la nacionalidad. 2 ler tan culto como el que crea serlo en mayor grado. Con respecto a la cul-
tura, la verdadera filosofía no reconoce incapacidad en hombre alguno, por-
que haya sido educado en los polos o en la zona tórrida. Dada la conveniente
Si yo sé algo que es útil para mi nación pero que sería la ruina de otra, no Instrucción —enseña la filosofía— en todo clima el hombre es capaz de
se lo diría a mi príncipe, porque soy hombre antes que francés (o bien) todo.4
porque soy hombre forzosamente y francés sólo por casualidad.
Según el caso, el vocablo "cosmopolita" podía ofrecer u n significado
E n el m i s m o periodo, o t r o s a u t o r e s dieron del "cosmopolitismo" una •rmonizado con el " p a t r i o t i s m o " —caso q u e vimos con Guillaume Pos-
definición m á s cómoda y egoísta. Sirva de ejemplo Fougeret de Moni
b r o n quien hacía i m p r i m i r en 1751 en Londres Le cosmopolite, ou le n
El autor cuenta sus viajes y aventuras por Inglaterra, Turquía, Italia, Alema-
nia y España y llega a la conclusión de que su patria no vale más que las otras.
1 ' Gabriel Méndez Planearte, Humanistas del siglo XVIII, Biblioteca del estu-
Sobre "cosmopolite" en francés desde el siglo xvi hasta el xvín, véase Paul
Hazard, "Cosmopolite", en Mélanges d'histoire littéraire genérale et comparee I tllante universitario, México, UNAM, 1962.
offerts á Fernand Baldensperger, París, Champion, 1930, t. i, pp. 354-364.
2
Montesquieu, Oeuvres completes, París, Seuil, 1963, Collection l'lnlégrale, p. 8Srv
[1721
174 NOEL SALOMÓN
rio e inquisitorial del E c u a d o r de García Moreno. I g u a l m e n t e en Vene-
tel, quien hablaba de "un espíritu c o s m o p o l i t a . . . unido bajo la Corona zuela, d u r a n t e el ú l t i m o l u s t r o del siglo xix (a p a r t i r del 1 d e mayo
d e Francia"—, p e r o también podía percibirse como a n t ó n i m o de "pa- de 1894), la revista Cosmópolis difundió los conceptos artísticos del mo-
t r i o t a " o "autóctono", como en el caso de Fougeret de Mombron. Du- vimiento m o d e r n i s t a en literatura. E n ella se e n c u e n t r a n firmas de
r a n t e el siglo xix, en Francia, se ve cómo el sentido de cosmopolite puede notables escritores venezolanos como Pedro César Dominici, P e d r o Emi-
situarse en el espacio semántico como opuesto a patrióte. H. de Balzac lio Coll y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, así c o m o las d e escritores
escribe: de gran i m p o r t a n c i a en el á m b i t o d e la l i t e r a t u r a universal: Rubén
Darío, E n r i q u e Gómez Carrillo, Julián del Casal, Manuel Gutiérrez Ná-
Para quedarse en París hace falta no tener ni hogar ni patria, París es la jera, Salvador Rueda, y textos de Baudelaire, Iván Turguenef, Emilio
ciudad del cosmopolita o de los hombres que han desposado al mundo y Zola, León Tolstoi, E n r i q u e Heine, Arturo Schopenhauer, etc. E l doble
lo abrazan una y otra vez con los brazos de la Ciencia, del Arte y del Poder.0 objetivo de la revista fue ofrecer u n c a m p o de expresión a los escri-
tores jóvenes venezolanos y establecer conexiones con escritores de
Si bien el significado no resulta negativo bajo la pluma de H. de otras latitudes. Pedro Emilio Coll, la figura m á s descollante del grupo
Balzac (¡La Ciencia, el Arte, el Poder!), no cabe d u d a de que se insti- de Cosmópolis,6 al t r a z a r la definición de la revista, p r o c l a m a b a : "Abo-
tuye en la base de una antinomia. É s t a es la carga semántica que más gamos p o r la solidaridad h u m a n a y la literatura es u n o de los medios
encontramos d u r a n t e la época moderna, en las lenguas eurooccidentales, por los q u e ella se establece."
especialmente cuando "cosmopolita" se usa como adjetivo en expresio- T a m p o c o cabe d u d a q u e el nicaragüense Rubén Darío —al autodefi-
nes al estilo de "existencia cosmopolita", " b a r r i o cosmopolita", etc.
nirse c o m o "cosmopolita" a la p a r q u e " m u y a n t i g u o " en su poesía an-
Tanto como la a p e r t u r a al m u n d o entero el vocablo conlleva la noción
terior a la publicación de Cantos de vida y esperanza (1905)— lo hacía
del desarraigo apatrida, o la idea de u n a población h u m a n a de compo-
sición heterogénea. El Webster's New International Dictionary, Londres, con u n a idea de a c e n d r a d a m o d e r n i d a d :
1934, ofrece esta definición: "Cosmopolita: persona que se siente en su Y muy siglo diez y ocho y muy antiguo,
casa en cualquier país; ciudadano del m u n d o ; persona sin vínculos o Y muy moderno, audaz, cosmopolita
prejuicios nacionales."
Cantos de vida y esperanza, primer poema.
El clásico Diccionario enciclopédico de la lengua castellana de Elias
Zerolo (París, Garnier Hermanos) documenta con mayor exactitud la En realidad "cosmopolita" e "internacional" e n c e r r a b a n entonces sig-
oscilación de los significados, al explicar: "Cosmopolita (adj. y sust.). nificados b a s t a n t e cercanos y casi siempre positivos. J u a n Montalvo,
Dícese de la persona que considera a t o d o el m u n d o como patria suya. quien se a u t o d e n o m i n ó "el cosmopolita", ha dejado escritos en los cua-
Cosmopolitismo (m. neol.): doctrina que suprime los límites de la pa- les se dice favorable —con b a s t a n t e confusión ideológica— a las ideas
tria, sustrayendo al h o m b r e a las afecciones locales o regionales. El de la Internacional. 7 E n el Río de la Plata de fines del siglo x i x existen
individualismo ahoga las ideas; el cosmopolitismo destruye las razas." ejemplos nítidos en que aparece la equivalencia semántica q u e se esta-
Como vemos, la última definición nos lleva al polo negativo del cam blecía entonces en esa zona, en relación con el carácter heterogéneo de
p o semántico. Revela nítidamente q u e la evolución del sentido tiene la inmigración que, ola tras ola, llegaba a las orillas de Montevideo y
algo que ver, en tal caso, con los problemas ideológicos. Buenos Aires. Allí, a fines del siglo xix surgieron asociaciones obreras
No cabe d u d a que el sustantivo Cosmópolis (etimológicamente: * la en que se a g r u p a b a n p o r nacionalidades o profesiones asalariados ita-
ciudad mundial") así como sus derivados tuvieron un auténtico prestí lianos, franceses, alemanes o españoles. Se dieron n o m b r e s q u e nos
gio en determinados círculos latinoamericanos d u r a n t e la segunda mi revelan vacilaciones significativas: a veces "sociedad cosmopolita" o
tad del siglo xix. Tanto en el plano cultural como en el político-social "sociedad internacional"; otras, "sindicato universal" o "corporación
conllevaron u n matiz de modernidad y vanguardia. El escritor ecuato mundial". 8 El famoso anarcocomunista italiano Enrico Malatesta, quien
riano J u a n Montalvo intituló El Cosmopolita a la revista de comba im- vive en la Argentina e n t r e 1885 y 1890, redacta entonces los estatutos
político y cultural que publicó en los años 1866-1869. En ella se maní de la "Sociedad cosmopolita de o b r e r o s p a n a d e r o s " . Hacia 1890 existían
festaba desde u n a p o s t u r a liberal y anticlerical contra las formas más
retrógradas de la sociedad semifeudal y teocrática del E c u a d o r del "Cosmópolis es también el título de una revista literaria que surge en España
siglo xix. El título escogido expresaba su anhelo de una cultura f si en ías postrimerías del modernismo entre 1919 y 1922.
T
ménica, abierta, de enfoque amplio, frente al m u n d o cerrado, secta Véase Juan Montalvo, El regenerador, París, Garnier, 1929, i, pp. 93-94.
8
Véase Carlos Rama, Historia del movimiento obrero y social latinoamericano
0 contemporáneo, Buenos Aires-Montevideo, Palestra, 1967, p. 42.
H. de Balzac, Recherche de l'Absolu, en Oeuvres, París, t. ix, p. 492.
176 NOEL SALOMÓN COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 177

en Buenos Aires numerosas sociedades obreras de e s t r u c t u r a b a s t a n t e una y compacta de sus repúblicas, en cuanto a sus relaciones con el mundo
parecida cuyos nombres, en muchos casos, hubieran podido intercam- y al sentido y conjunto de su porvenir, no pudo, por no tenerla en el reda-
biarse: "Sociedad internacional de carpinteros", "Sociedad cosmopolita ño, ni venirle el hábito ni de la casta, conocer la fuerza moderadora del alma
de oficiales sombrereros", "Círculo socialista internacional". 9 Durante la popular, . . 13
fase de constitución de la clase obrera argentina sobre la base de grupos
de inmigrantes asalariados, mediante auténticas luchas de clase, dichas Igualmente a propósito de San Martín, en quien veía un h u m i l d e y
sociedades desempeñaron un papel histórico de p r i m e r a importancia por admirable servidor de los pueblos americanos, José Martí declaraba:
su contribución al desarrollo del internacionalismo proletario, así como
participando en la transformación de los inmigrantes asalariados, de Ese mismo concepto salvador de América, que lo llevaría a la unificación
distintos orígenes europeos, en clase nacional argentina. 1 0 Sería de inves posible de sus naciones hermanas en espíritu, ocultó a sus ojos las diferen-
cias, útiles a la libertad, de los países americanos, que hacen imposible su
tigar si el predominio de las ideas anarquistas (blanquistas, proudho- unidad de formas. No veía como el político profundo, los pueblos hechos,
nianas o bakuninianas) en el Río de la Plata durante aquel periodo no legún venían de atrás; sino los pueblos futuros que bullían, con la angustia
explicaría el uso de "cosmopolita" en vez de "internacional". En efecto, de la gestación, en su cabeza; y disponía de ellos en su mente como el pa-
K. Marx se vale sólo del adjetivo "internacional" y nunca de "cosmo- triarca dispone de sus hijos. ¡Es formidable el choque de los hombres de
polita" p a r a hablar de la "mundialización del m u n d o " realizada por el voluntad con la obra acumulada de los siglos! u
proceso de producción capitalista.
Determinadas formas de internacionalismo abstracto y utópico, soña- En ambos textos José Martí hacía manifiesto su cuidado de no plan-
das sin a c a t a r estrictamente la realidad histórica o geográfica de las tear el problema del necesario internacionalismo americano sin tener
naciones en formación después de la Independencia, surgieron reitera- en cuenta el peso de la historia. Sin llegar a una verdadera teoría de la
d a m e n t e en América Latina en el transcurso del siglo xix. Tales utopías '"nación en formación", intuía de un m o d o extraordinario que en Amé-
fueron a m e n u d o muy amplias y hundían sus raíces en los anhelos ¡rica la nación ya constituida, o en vía de constituirse, es una categoría
de unidad y universalismo americanos, derivados de la tradición eu- ¡ histórica q u e h u n d e sus raíces en las "naciones en potencia" de la
ropea de las Luces." De ellas fueron exponentes brillantes Simón Bolí- (época colonial (virreinos, capitanías, intendencias, e t c . ) , " e incluso de
var y José de San Martín. Más tarde será el a u t o r de Nuestra América, Ja época precolonial (conjuntos de pueblos del periodo precolombino).
José Martí, quien expresará con enfoque verdaderamente dialéctico su Partidario tan fervoroso de la unidad hispanoamericana como lo fue
respeto y su reticencia ante unos proyectos de unificación americana el entusiasta y mesiánico Bolívar en la Carta de Jamaica,1" José Martí
concebidos p r e m a t u r a m e n t e , o sea antes de que se constituyeran y afian- Veía la realización de ésta bajo la forma de un internacionalismo con-
zaran las naciones en formación mediante la participación p o p u l a r y tinental q u e conllevara el respeto a cada patria hermana. 1 7 Si se nos
sobre la base de legados prenacionales heredados de la época colonial. 12 ¡icepta la comparación, diremos que, ante los generosos sueños de uni-
Del gran caraqueño, cuya obra "espontánea y múltiple de la emancipa- dad latinoamericana que no acataban suficientemente la existencia de
ción a m e r i c a n a " enaltece, dice sin e m b a r g o José Martí:
'•'Simón Bolívar (Discurso pronunciado en la Velada de la Sociedad Literaria
Acaso, en su sueño de gloria, para la América y para sí, no vio que la unidad lispanoamericana, el 28 de octubre de 1893). Como se ve el internacionalismo
Continental americano no presupone la supresión de las distintas repúblicas run-
de espíritu, indispensable a la salvación y dicha de nuestros pueblos ameri- fladas en una realidad popular.
canos, padecía, más que se ayudaba, con su unión en formas teóricas y arti- r<
San Martín, en Álbum El Porvenir, Nueva York, 1891.
1,1
ficiales que no se acomodaban sobre el seguro de la realidad: acaso el genio Fueron distintas entidades administrativas, cuya jurisdicción se identificaba
previsor que proclamó que la salvación de nuestra América está en la acción Dn un determinado territorio, las que podríamos llamar "aparatos de estado
Jrenacionales".
9
Véase Julio Godio, Historia del movimiento obrero argentino (Inmigrantes asa- Simón Bolívar no negaba la existencia de "naciones" ya en ciernes antes de la
lidependencia. Cf. Carta de la Jamaica: "M. de Pradt ha dividido sabiamente a
lariados y lucha de clases, 1880-1910), Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1973, América en quince a diez y siete estados independientes entre sí, gobernados
pp. 82-98. 9r otros tantos monarcas. Estoy de acuerdo en cuanto a lo primero, pues la
10
11
Ibid. Imérica comporta la creación de diez y siete naciones; en cuanto a lo segundo,
Entre los "filósofos" sólo Montesquieu había insistido en la necesidad de
matizar el universalismo tomando en cuenta la peculiaridad del clima, de las
costumbres, etc. (Cf. l'Esprit des lois).
( tinque es fácil conseguirlo es menos útil y así no soy de la opinión de las mo-
Brquías americanas."
12 '" Cf. Carta de Jamaica.
Puede hacerse una comparación con la formación de las naciones en los 11
Véase especialmente Nuestra América. Recuérdese también Patria {Obras com-
Balcanes. Cf. Jacques Ancel, Peuples et nations des Balkans, París, Colin, 1930, petas, t. v, p. 376) donde leemos: "es cubano todo americano de nuestra Ame-
pp. 150-188. len", "es cubano todo guatemalteco".
NOEL SALOMUN
178 COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO
179
las naciones en c u a n t o hecho histórico, tenía la m i s m a p o s t u r a crítica Después de este internacionalismo sobre las relaciones q u e median
que los marxistas europeos ante la u t o p í a de la "nación eslava", pro- entre diversas naciones, apareció en América Latina el internacionalismo
yectada p o r el "paneslavismo" de 1848. obrero. Progresivamente elaboró u n a teoría equilibrada de las relacio-
Algunos a u t o r e s del siglo xix tales c o m o el chileno Francisco de Bilbao nes entre "internacionalismo" y "nacionalismo". Sabido es q u e la fun-
(1823-1865) o el brasileño Ruy Barbosa (1868-1922), perfilaron, en nom- dación de la Primera Internacional en Londres en septiembre de 1864
b r e del internacionalismo, unos proyectos de u n i d a d americana q u e co- (con K. Marx, F. Engels y B a k u n i n ) , constituye u n acontecimiento que
rrespondían, en realidad, a u n a idea supranacional (o sea n o "interna tuvo ecos h a s t a en América Latina. Sus repercusiones pueden contem-
cionalista" en el sentido e s t r i c t o ) . Aunque no existe texto de José Martí plarse t a n t o en el plano de las ideas como en el de la vida social, de
sobre ellos, p o d e m o s pensar q u e el cubano, p o r m á s americanista que un extremo al o t r o del continente, puesto q u e en Buenos Aires y en
fuera, no hubiera coincidido con su m a n e r a de concebir la u n i d a d con México se constituyeron secciones de o b r e r o s e intelectuales de vanguar-
tinental, puesto q u e la llevaban a veces hasta el " p a n a m e r i c a n i s m o " . El dia. Mezclando las nociones marxistas con las a n a r q u i s t a s (predomina-
proyecto de Federación internacional de Francisco de Bilbao, con el ban las corrientes p r o u d h o n i a n a s , blanquistas y b a k u n i n i a n a s ) , se dedi-
otorgamiento de poder al Congreso Federal p a r a r e p r e s e n t a r a las na caron a difundir las ideas del internacionalismo proletario. E n México
ciones m i e m b r o s ante el m u n d o , y la determinación de votos indivi- se d o c u m e n t a el movimiento desde los años 1870. Posee u n a p r e n s a de
duales (no nacionales), implicaba en realidad un a b a n d o n o del derecho títulos significativos e n t r e los cuales e n c o n t r a m o s : El Socialista (fun-
de autodeterminación de cada pueblo.* 8 En cuanto a Ruy Barbosa, abo dado en 1871), La Internacional, La Comuna, El Obrero Internacional.™
gaba p o r u n a Federación modelada como la de Pistados Unidos y unida En Argentina, desde julio de 1872 funciona una sección de la Asociación
a ella. 19 Estos pensadores formulaban su p r o g r a m a en n o m b r e de un Internacional de Trabajadores (en lengua francesa), cuya existencia es
ideal a b s t r a c t o bastante parecido al de Lamartine, quien en E u r o p a ex reconocida p o r el Consejo de Londres. 2 3
clamara: "¡Naciones! Palabra p o m p o s a p a r a decir ¡barbarie!" 2 0 Además de estos dos focos mayores, existieron a q u í y allí u n o s diarios
A tal internacionalismo a b s t r a c t o y jurídico de pensadores de gabi o semanarios que empezaron a p r o p a l a r las ideas del internacionalismo
nete se opusieron en América Latina quienes opinaban que antes de obrero; 2i p e r o al parecer su acción fue m á s aislada y pocas veces se
llegar a confederaciones o federaciones de las naciones era menester vincularon orgánicamente con el c e n t r o de Londres. Sirva de ejemplo
realizar la integración nacional de cada país, o sea constituir una uni el periódico titulado O Socialista Internacional q u e nació, al parecer
dad de vida política, social y cultural, relativamente homogénea. Poi totalmente aislado, hacia 1883 en Bahía, antigua capital de Brasil. Por
ejemplo, en 1923, el mexicano Manuel Gamio, quien era arqueólogo v el hecho de que a m e n u d o las ideas del internacionalismo o b r e r o eran
etnólogo, es decir u n h o m b r e en contacto íntimo con las realidades t r a n s p o r t a d a s a América p o r emigrantes europeos (especialmente des-
indígenas de su país, escribió en un artículo titulado "Nacionalismo <> pués de la Comuna de P a r í s ) , surgieron en el movimiento o b r e r o reac-
internacionalismo": ciones antinternacionalistas que a veces revelaban xenofobia. Sirva de
ejemplo lo q u e dijo u n delegado en el P r i m e r Congreso Obrero, en
El término internacional connota una federación de naciones ¿cómo, pue\ México (en m a r z o de 1876), dirigiéndose al griego Plotino Rhodakanaty,
México y muchos otros países de la América Latina podrían formar parln traductor de Proudhon, quien tenía influencia en los líderes Santiago
de tal federación, si todavía no son verdaderas naciones? En el futuro tur Villanueva, Francisco Zalacosta y J u a n de la Mata Rivero:
maremos parte de una federación internacional, pero en el momento aefunl
debemos antes que nada formar una nación.21
De asuntos internacionales, ignoro... Aquí hay un grupo de agitadores ex-
tranjeros, políticos profesionales, expulsados de sus países por malhechores
que vienen a hacer obra de lesa patria. ¿Qué necesidad tenemos de ocupar-
nos de lo que pasa en Londres? Lo que aquí debemos tratar es dar de nuestro
18
F. de Bilbao, Iniciativa de la América: idea de un Congreso federal de la Ht contingente, hecha confianza, a los promotores del Congreso... Mucho se
pública, París, 1856. habla de comunismo, de socialismo y de otros ismos de importación que el
19
Cf. Collectanea literaria, 1868-1922. señor Rhodakanaty nos ha hecho conocer con piel de oveja.. . 55
20
Se notará que Lamartine estuvo en favor de la intervención francesa tic N«> 22
poleón III contra la nación mexicana, encarnada por Benito Juárez. Jusii1' H .III* Cf. V. Ermolaiev, "Naissance du mouvement ouvrier", en Amérique latine,
la intervención en nombre de la "civilización latina". Es de oponerle la YHíICHH fascículo especial de Recherches intemationales, París, Nouvelie Critique, 1963,
postura de Victor Hugo quien practicó un verdadero internacionalismo populitf pp.23 65-91.
al apoyar —como lo hicieron todos los republicanos y socialistas franceses- ;« Id j Ibid.
24
nación mexicana en su resistencia a los invasores. i Véase en V. Ermolaiev, ibid., lo que dice de Brasil, Cuba y Uruguay.
21 25
Cf. Revista Ethnos, México, febrero-abril de 1923. Citado en José C. Valdés, El movimiento obrero en México, Buenos Aires, La
180 NOEL SALOMÓN

Como veremos, era necesario que el internacionalismo b r o t a s e del in- COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 131
terior m i s m o de los países americanos p a r a que no fuera percibido como
opuesto al nacionalismo. Sea como fuere, el utópico sueño " i n t e r n a d o " . . . su j u v e n t u d viril, su cosmopolitismo generoso y su noble audacia
nalista" (más bien "cosmopolita" en el sentido etimológico) de u n a la t r a n s f o r m a n en c a m p o abierto a las promesas del sol". 27
gran sociedad universal pacífica (excluyendo toda violencia) y huma- Para Ugarte el cosmopolitismo significaba la capacidad de los latino-
nitaria, libre de todo fanatismo o de cualquier prejuicio particularista, americanos p a r a realizar la p r i m e r a e t a p a en el esfuerzo por alcanzar la
existió en algunas conciencias latinoamericanas a fines del siglo xix y unidad h u m a n a , o sea la creación de u n a "conciencia c o n t i n e n t a l " o de
principios del xx. Sirva de ejemplo la novela de anticipación (y de pro- una "nación continental". Cuando hablaba de " c o s m o p o l i t i s m o " lo hacía
paganda) de Julio Dittrich, Buenos Aires en el 1950, bajo el régimen con un espíritu de internacionalismo latino, altruista y utópico, al cual
socialista (Buenos Aires, 1908). Según esta narración de política-ficción definía puntualizando:
donde el a u t o r dejó libre espacio a su imaginación, u n poco al estilo de
Jack London en El talón de hierro, el 1 de mayo de 1925 la República Ar- Porque no se trata de alternar los egoísmos ni de impedir la tiranía anglo-
gentina ingresó en el sistema mundialista. Aquel día —después de t o m a r sajona para imponer la nuestra., sino de mantener el libre juego de una na-
el poder pacíficamente, sin a r m a s ni conflicto alguno con los militares— cionalidad alimentada internacionalmente para abrir en el mundo, bajo el
amparo de la civilización latina, una posibilidad de acción a todos los
los argentinos pudieron leer el siguiente decreto: hombres. 28

Mayo 1 de 1925. Desde la fecha los países americanos, y entre ellos la Re- El concepto del cosmopolitismo con valor positivo ofrecido p o r Ugar-
pública Argentina, forman parte de la Gran Sociedad Universal.
te en el texto que h e m o s citado puede s o r p r e n d e r de parte de un escri-
El sistema que regirá desde hoy es el mismo que prescriben los estatutos
de la Gran Sociedad Universal. | tor que predicaba la necesidad de cohesionar el " p a t r i o t i s m o continen-
Los países sudamericanos de habla castellana adoptan el número 13 como tal" frente a las amenazas del imperialismo n o r t e ñ o . Cuando lo escribió
distintivo y mandarán siete representantes al Gran Consejo Central de Berna. 20 existía en el Río de la Plata una tradición de anticosmopolitismo que
él no podía ignorar. En razón de ciertas condiciones históricas se pro-
dujo en el uso del vocablo una inversión del signo semántico. Tempra-
Hoy esta novela, donde los adjetivos "universal" e "internacional" sig-
namente, el signo positivo pasó al negativo. En efecto, al c o n t r a r i o de
nifican lo m i s m o , nos resulta más bien ingenua con su abstracta ins-
lo que p o d r í a creerse, el concepto negativo del cosmopolitismo, consi-
piración "socialista" (se enaltece en ella al doctor Alfredo Palacios);
derado c o m o p o s t u r a intelectual d e s t r u c t o r a de lo nacional (por la
así y todo, pese a su mala calidad literaria, nos interesa por las ideas
asimilación pasiva de influencias exóticas y e x t r a n j e r a s ) , no nació en
que maneja: sistematiza los anhelos americanos de u n a e s t r u c t u r a mun-
América Latina sino hacia 1950, c u a n d o se desarrollaron en la Unión
dialista capaz de expresar la solidaridad de los pueblos del globo, así Soviética las famosas polémicas contra tal actitud. Por cierto las discu-
como de establecer leyes e instituciones comunes. A fin y al cabo su siones soviéticas tuvieron e c o ; en América (por ejemplo, Guillermo de
proyecto más que "internacionalista" era "cosmopolita" en el sentido Torre se opuso a la tesis anticosmopolita de Fadeiev en Problemática
etimológico. de la literatura, 1950), p e r o fue m u c h o antes c u a n d o se manifestó el
No cabe duda, en efecto, que el " c o s m o p o l i t i s m o " latinoamericano rechazo del cosmopolitismo de signo negativo por determinados autores
parecía ser p a r a algunos, hacia el año 1910, u n a verdadera primavera latinoamericanos.
de la h u m a n i d a d en m a r c h a hacia u n a felicidad fraternal. Donde la Si bien José Martí no se valió del vocablo cosmopolitismo, n o cabe
emigración masiva fundaba el cosmopolitismo americano como hecho duda de q u e se refirió a él en su famoso texto Nuestra América, publi-
demográfico y cultural —en el Río de la Plata—, u n a s voces se elevaron cado en 1891, en el cual manifestaba su categórico desprecio p o r las
p a r a magnificarlo como valor del porvenir. Nada menos que Manuel fáciles importaciones de formas políticas, jurídicas y h a s t a intelectuales
Ugarte, h o m b r e fervoroso de la americanidad y de la "patria m a g n a " copiadas pasivamente (o sea plagiadas) de modelos europeos o de Esta-
(la nación continental a m e r i c a n a ) , nos ofreció u n sentido positivo I dos Unidos, con u n a actitud de servilismo q u e t r a í a u n a especie de
del "cosmopolitismo" c u a n d o escribió a propósito de América Latina: degradación h u m a n a y artística. Frente a estas importaciones del prét-á-
porter s u p r a nacional, p r o c l a m a b a la sed de originalidad de los pue-
Protesta, 1927, p. 78. Sobre la presencia de J. Martí en aquel congreso véase P. blos latinoamericanos m e d i a n t e expresiones fulgurantes:
Estrade, "Un 'socialista' mexicano: José Martí", en En torno a José Martí, Coló
quio internacional, Burdeos, Biére, 1974, pp. 233-257.
™Ibid., p. 125. 27
Manuel Ugarte, El porvenir de América Latina, Buenos Aires, Indoamérica,
1923,
M
p. 116.
Ibid., p. 117.
182 NOEL SALOMÓN
IMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 183
La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le aco-
moden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de lita acertada la visión de E s t a d o s Unidos ofrecida p o r Rodó en Ariel,
composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de prác- probable q u e al evocar su "confusión cosmopolita" se a c o r d a r a
tica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Fran- imbién de la situación en las ciudades del Río de la Plata, i n u n d a d a s
cia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del icia 1900 p o r oleadas de emigrantes. Aunque él m i s m o era hijo de
llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre coroyada de la migrantes, c o n t e m p l a b a esas multitudes recién llegadas como u n peli-
raza india. A lo que es allí donde se gobierna hay que atender para gobernar social y cultural con u n recelo q u e expresó reiteradas veces en sus
bien y el buen gobernante de América no es el que sabe cómo se gobierna icritos. 31 Igual que el de Leopoldo Lugones años m á s tarde, su naciona-
el alemán o el francés sino el que sabe con qué elementos está hecho su
país. 29 A adivinar salen los jóvenes al país, con antiparras yankis o francesas i i m o (o criollismo), o p u e s t o al cosmopolitismo cuya confusión denun-
y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen [... ] En el periódico, en la iaba, se vincula con u n a cosmovisión de intelectual de clase m e d i a ur-
cátedra y en la academia debe llevarse adelante el estudio de los factores la confrontado con la m u c h e d u m b r e de gente necesitada que llegaba
reales del país. 80 Bsde zonas p a u p é r r i m a s d e la E u r o p a m e d i t e r r á n e a . E n la o b r a de
sdó —cuyo cosmopolitismo cultural h a sido destacado a veces— es
Al parecer fue hacia 1900 c u a n d o la palabra cosmopolitismo se usó jjbvia la denuncia del cosmopolitismo demográfico, desde el naciona-
en América Latina con u n sentido negativo. La e n c o n t r a m o s , p o r ejem- imo criollo de la clase media u r b a n a . Sirva de ejemplo el ensayo ti-
plo, bajo la p l u m a de J. E. Rodó en el capítulo v de Ariel, consagrado ldado "La tradición en los pueblos hispano-americanos", publicado en
principalmente a Estados Unidos, en los cuales —nos dice— faltan los Prensa el 1 de enero de 1915. Al presenciar la m a r e a inmigratoria
ideales comunes y no existe verdadera tradición histórica. Se t r a t a de Kpone su t e m o r de u n a nivelación y u n a uniformización que p o d r í a en-
" u n pueblo donde la confusión cosmopolita y el a t o m i s m o de u n a mal Bndrar u n a degeneración m o r a l . Evoca: " . . . las corrientes de inmigra-
entendida democracia impiden la formación de u n a verdadera concien- Ion cosmopolita i n c o r p o r a d a s al núcleo nacional con empuje m u y su-
cia nacional". Brior a la débil energía asimiladora d e q u e el núcleo nacional e r a
Es de s u b r a y a r lo que entiende Rodó al h a b l a r de "confusión cosmo- fcpaz..."82
polita": se refiere a los heterogéneos orígenes de los emigrantes, a la Al exaltar la conciencia de u n a originalidad histórica que procedía en
falta de recuerdos y proyectos comunes, a la ausencia de u n verdadero Río de la Plata del p e r d u r a r de u n a "civilización gauchesca", bos-
consenso nacional. A todas luces sobre la base de realidades de la emi- |ueja el escritor p o r contraste, con u n t a n t o de nostalgia pesarosa, el
gración b a s t a n t e semejantes, Rodó nos ofrece un significado del cosmo- lufragio de la tradición criolla en las ciudades: " P e r o el aluvión in-
politismo distinto del que descubrimos en las denominaciones de las ülgratorio, después de confinar al fondo del desierto ese vivo testimo-
sociedades o b r e r a s del Río de la Plata ya mencionadas; p o r ejemplo la |lo de u n a tradición nacional, concluyó p o r absorberlo y desvirtuarlo
Sociedad cosmopolita de o b r e r o s p a n a d e r o s de Buenos Aires cuyos esta- el todo, al p a s o que en los centros u r b a n o s , diluyendo en la indefinida
t u t o s redactó E. Malatesta unos diez años antes. P a r a los obreros bo- lultitud cosmopolita el genuino núcleo nativo, 3 3 tendía a debilitar cuan-
naerenses cosmopolita era lo m i s m o que internacional y al usar tal deno- fuese sentimiento de origen, piedad filial p a r a las cosas del p a s a d o ,
minación hacían hincapié en el anhelo de unión y fraternidad mucho EHitinuidad de caracteres y c o s t u m b r e s . " 3 *
m á s q u e en la falta de homogeneidad. Mediante la diferencia semántica Con base en tal constatación J. E. R o d ó exhorta a los rioplatenses a
se traslucía, e n t r e ellos y Rodó, una divergencia ideológica que hundía Rantener la afirmación de u n a singular m a n e r a de ser nacional q u e sea
sus raíces en dos posiciones de clase b a s t a n t e antagónicas. Si bien re- »paz de o p o n e r s e a la estandarización sin alma: " t o d o puede c o n t r i b u i r
arrojar su n o t a de color sobre el lienzo gris de este cosmopolitismo
29
30
Publicado en El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. ¡|Ue sube y se espesa en n u e s t r o a m b i e n t e como u n a bruma". 3 5
El afán de originalidad americana de parte de José Martí no acarreaba me-
cánicamente el rechazo sectario y proteccionista de cualquier influencia cultural. 11
Lo importante para él era que la asimilación de tal influencia fuera crítica y punto Cf. Le Gonidec B., "Lechare d'Ariel. La République de Rodó", en Btdtetin
de partida de una verdadera creación personal. Martí, quien fue el creador de lispanique, t. LXXIII, pp. 3149, enero-junio de 1971.
un lenguaje poético nuevo, ha sido capaz de escribir a propósito de su compa •»J. E. Rodó, Obras completas, Madrid, Aguilar, 1967, p. 1205a.
fiero J. del Casal: "y luego había otra razón para que lo amasen; y fue que la '»Se ve el incipiente "nacionalismo criollo" (un tanto racista) que apunta en el
poesía doliente y caprichosa, que le vino de Francia con la rima excelsa, pasó ttto.
por ser en él expresión natural del poco apego que artista tan delicado había di- El sentido de "cosmopolita" bajo la pluma de Rodó, por el sentimiento de la
sentir por aquel país de sus entrañas donde la confesión de la general humilla multitud" al que va vinculado nos hace pensar en Pierre Loti, Aziyadé, ni, xxxi,
ción trae a todo el mundo como acorralado, o como con antifaz, sin gusto ni índe leemos: "Era una multitud cosmopolita, inimaginable, en la que dominaba en
poder para la franqueza de las gracias del alma. La poesía vive de honra" (Obras hm mayoría el elemento griego."
completas, La Habana, Editora Nacional de Cuba, 1963, t. v, p. 222). **S. E. Rodó, op. cit., p. 1205b.
' " Loe. cit.
COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 185
184 NOEL SALOMÓN
si porque a casa de otra modista
Es patente que para J. E. Rodó, escritor que practicaba en sus obras desde temprano rápida va.
la a p e r t u r a cultural a los c u a t r o vientos, el cosmopolitismo era mayor-
No tiene alhajas mi duquesita;
mente u n a forma empobrecedora de mezclarse con el extranjero inculto, pero es tan guapa, y es tan bonita,
un contacto con el o t r o —unos europeos impresentables— que destruía y tiene un cuerpo tan v'lan, tan pschutt;
lo genuinamente argentino o uruguayo. Si bien debemos ver los aspectos de tal manera trasciende a Francia,
positivos ofrecidos históricamente p o r el anticosmopolitismo de Rodó que no la igualan en elegancia
(especialmente frente a la n o r d o m a n í a y a determinados aspectos de lo ni las clientes de Héléne Kossut.
que se denomina hoy sociedad de c o n s u m o ) , para a b a r c a r todas sus
facetas, no p o d e m o s p a s a r p o r alto lo que de elitista y antidemocrático ¡Cómo resuena su taconeo
tenía. en las baldosas! ¡Con qué meneo
luce su talle de tentación!
Sea como fuere, debemos ver que, a p a r t i r de 1900, se acostumbró ¡Con qué airecito de aristocracia
percibir el adjetivo cosmopolita como opuesto a nacional o americano. mira los hombres, y con qué gracia
Tal antinomia se produjo probablemente para reaccionar contra la pri frunce los labios — ¡Mimi Pinsón!
m e r a actitud del m o d e r n i s m o el cual, sabido es, fue muy adicto a una
francomanía, a veces superficial, hija de la frivolidad y del capricho. ¡No hay en el mundo mujer más linda!
Como lo subrayó Pedro Henríquez Ureña, acabado el periodo román- Pie de andaluza, boca de guinda,
tico, los poetas se a p a r t a r o n de la política y de los problemas de sus esprit rociado de Veuve Clicquot;
naciones así como de los temas de inspiración de su continente: "Los talle de avispa, cutis de ala,
ojos traviesos de colegiala
temas nativos, que t a n t o los clásicos como los románticos consideraran como los ojos de Louise Théo!
esenciales a nuestra independencia literaria, yacían ahora en un olvido
casi general." M
Si bien chisporrotea en este poema el h u m o r i s m o poético del exqui-
A p a r t i r de 1888, París (Azul, 1889) y luego Versalles (Prosas profa sito Manuel Gutiérrez y tiene sal amena, no cabe d u d a de que, desde
ñas, 1896) se convirtieron en meridiano imprescindible de una cultura un punto de vista m e r a m e n t e descriptivo, pertenecen estos versos a la
que ostentaba, a veces, el carácter transitorio y voluble de la moda. Ci corriente cosmopolita (según la definición que apareció hacia 1900-1910)
temos como ejemplo unas estrofas del poema La Duquesa Job, del me que podemos observar en la primera etapa de la poesía modernista. 8 7
xicano Manuel Gutiérrez Nájera, en las cuales la creación obedece casi Podríamos citar muchos otros ejemplos de la tendencia a la imitación,
mecánicamente a determinados modelos parisinos a la mode: o al pastiche, no sólo en el campo de la literatura sino también en el
de otras artes, por ejemplo la arquitectura. 3 8 Correspondía tal tendencia
No es la condesa que Villasana a una época en que el " m i t o de P a r í s " fascinaba n o sólo a los millonarios
caricatura, ni la poblana
de enagua roja, que Prieto amó; latinoamericanos que cada año visitaban la capital francesa, sino también
no es la criadita de pies nudosos, a los artistas pobres y bohemios (en cierto sentido h e r m a n o s del Garcín de
ni la que sueña con los gomosos El pájaro azul, de Rubén Darío), quienes cruzaban el Atlántico p a r a bus-
y con los gallos de Micoló. car la consagración y el éxito a orillas del Sena. El rechazo de este tipo
de mimetismo fue acrecentándose, desde 1894 hasta 1907-1917, es decir
Pero ni el sueño de algún poeta,
ni los querubes que vio Jacob, •'" El cosmopolitismo no fue el único estilo de M. Gutiérrez Nájera. También
fueron tan bellos cual la coqueta lupo ofrecer en otros poemas una expresión auténtica del paisaje mexicano del
de ojitos verdes, rubia griseta, altiplano, con sus matices de luz y color.
que adora a veces el duque Job. "* Antonio Cándido, "Literatura y subdesarrollo", en América Latina en su lite-
ratura, México, Siglo XXI-Unesco, 1972, p. 349, cita un ejemplo significativo de
Imitación pasiva de los estilos y actitudes: "En el Brasil el hecho llega al extremo,
Si pisa alfombras, no es en su casa; con su Academia copiada de la francesa, instalada en un edificio que reproduce
si por Plateros alegre pasa el Petit Trianon, de Versailles (Petit Trianon vino a ser, sin broma, por antono-
y la saluda Madame Marnat, masia la misma institución), con cuarenta miembros que se califican de 'inmor-
no es, sin disputa, porque la vista, tales' y tal como su maniquí francés, lucen uniforme bordado, sombrero de dos
picos y espadín...".
38
Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América hispana a. Podrían citarse otros muchos ejemplos.
México, Fondo de Cultura Económica, 1949, p. 175.
186 NOEL SALOMÓN COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 187
desde la intervención de Estados Unidos en Cuba h a s t a el triunfo de la vertientes de la literatura de entonces. E n abril de 1907 en la revista
revolución mexicana. En 1903, R. Darío, que en un p r i m e r periodo se El Nuevo Mercurio, publicada por E. Gómez Carrillo en París, contestó
había puesto tan afrancesado —y tan cosmopolita según su propia defí a u n artículo d e U n a m u n o aparecido u n o s meses antes (en e n e r o de
nición— c o m p u s o la Oda a Teodoro Roosevelt, verdadero reto escrito a 1907). El escritor vasco-castellano había censurado los estragos provo-
raíz de la ocupación de Panamá, y publicó en 1905 los Cantos de vida cados por la influencia francesa en la literatura hispanoamericana. Va-
y esperanza d o n d e exalta los valores espirituales de América hispa léry Larbaud, quien escribió en castellano y no vaciló en calificarse
nica y latina, q u e contrasta con los valores utilitarios y positivistas de! como "americanista" (o sea: especialista de las cosas de América), plan-
norte. E n realidad Cantos de vida y esperanza era el p u n t o final de una teaba, al principio de su ensayo, q u e en las letras hispanoamericanas
trayectoria del poeta, anunciada de m o d o casi explícito en el m o m e n t o existen dos corrientes: "La una, la m á s i m p o r t a n t e , la más vital es na-
de su más a c e n d r a d o "galicismo m e n t a l " y de su mayor "cosmopolitismo cional, mejor dicho local, aborigen, americana. La o t r a es cosmopolita."
En efecto, las P a l a b r a s liminares de Prosas profanas (1896) contienen la Él m i s m o explica en su artículo que, después de q u e d a r sometida a
afirmación artístico-ideológica de que existen dos Américas: una Ame- los modelos españoles d u r a n t e un largo periodo, la literatura hispano-
rica india (de donde podría proceder él con su gota de sangre choro americana recibe ahora, en forma excesiva, una influencia francesa que
tega o nagrandano) repleta de tesoros de poesía y una América moderna no es m a y o r m e n t e la de los grandes poetas (Hugo, Lamartine, Vigny,
y prosaica, m u l t i t u d i n a r i a y "mediocrática", con alma de celui qui ríe Baudelaire) sino la de autores menores. 4 " Esta impregnación mediocre
comprend pas. É s t a es la q u e existe en Estados Unidos y en cierto acarrea como resultado " u n a francomanía aparatosa, como u n a n o t a de
m o d o es la que el poeta ve nacer, simétricamente, en Buenos Aires: exotismo, de cultura cosmopolita". Al precisar su opinión, Valéry Lar-
baud expone largamente la antítesis que él percibe entre americano y
(Si hay poesía en nuestra América ella está en las cosas viejas, en Palenque cosmopolita en la cultura:
y Utatlán, en el indio legendario y en el inca sensual y lino. Lo demás es
tuyo demócrata Walt Whitman.) Yo les diría de buen grado que en efecto es deseable frecuentar lo más dis-
tinguido de París y esta "élite" es sobre todo la de las letras, sin duda alguna.
Buenos Aires: Cosrnópolis. Pero ya que ellos también piensan un poco en su público, no les pedimos
y mañana! poemas del Barrio Latino, ni noticias 41 que dejen comprender que han sido
escritas en la terraza de un café a la moda del bulevar. Exigimos de ellos
Cuando, al caracterizar su inspiración anterior, Rubén Darío escribe las visiones de villas tropicales, blancas y voluptuosas ciudades de las Anti-
los versos q u e ya mencionamos: llas, villas de conventos en el corazón de los Andes negros, las verdegueantes
perspectivas de avenidas acariciadas por ráfagas de aire tibio de México y de
Y muy siglo diez y ocho y muy antiguo Buenos Aires: la vida de estancieros y gauchos, una bella silueta de vaquero
y muy moderno, audaz, cosmopolita de las provincias fronterizas de la República Argentina y, por lo tanto, el
espectáculo de la naturaleza; la nota exótica, la tristeza, la melancolía y asi-
mismo el tedio que se desprende de ciertos paisajes a n d i n o s . . .
no podemos olvidar su definición negativa de Buenos Aires en cuanto
cosrnópolis (al fin y al cabo desde u n a postura elitista parecida a la Creo en efecto que, gracias a esta base, a la vez sólida y nueva, habráse
demostrado una fórmula de arte y una forma de literatura que podrían ser
de J. E. Rodó frente a los e m i g r a n t e s ) . Debemos tenerla en cuenta para aplicadas a la vida y a los paisajes europeos. Mientras tanto, no es menos
c a p t a r mejor la evolución semántico-ideológica del concepto de cosnm cierto que muchos jóvenes escritores americanos, a menudo llenos de ta-
politismo, tanto en su propia o b r a como en el seno del movimiento mo lento, no pretenden llevar a su país más que una obra literaria a la última
dernista en general. Observación notable es la de Pedro Henríquez Uiv moda de París.
ña, quien dice de Rubén Darío: "Paso a paso el paisaje de América, su-.
leyendas y su historia fueron reapareciendo en su obra, y por supuesio Resultaría fácil m o s t r a r cómo la m i s m a visión "americanista" de Va-
en la de muchos otros poetas." 39 léry Larbaud participa, en algunos aspectos, de u n concepto eurocen-
E n efecto, a p a r t i r de 1900-1905, en la literatura se asiste a u n retorno trista. Está elaborada con base en determinadas aspiraciones del consu-
al continente americano y a sus temas, a veces pasando por la media midor europeo, sediento de exotismo y pintoresquismo. Sin embargo, es
ción d e lo hispánico-latino como en el caso de R. Darío. El franco•• Importante la distinción que establece entre dos corrientes americanas.
Valéry Larbaud, buen conocedor y difusor fervoroso de las letras In•. A continuación, valiéndose de dos ejemplos, Valéry Larbaud considera
p a n o a m e r i c a n a s de aquel periodo, vio con lucidez desde 1907 Jas d o .
40
O sea Canille Mendés, Barbey d'Aurévilly, Armand Silvestre, etcétera.
39 41
Pedro Henríquez Ureña, op. cit., p. 176. Galicismo evidente. Quiere decir "novelas cortas" o "cuentos" o sea "nouvelles".
COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 189
NOEL SALOMÓN
188
E n relación con este desarrollo de lo autóctono en la cultura, existen
que Rubén Darío es cosmopolita, mientras que Santos Chocano es textos entre 1920 y 1940 que mencionan el cosmopolitismo c o m o u n a
exponente de la corriente americana. 4 2 Sin emitir juicio de valor alguno, actitud de sumisión a los modelos exóticos, u n a asimilación de ideas
debemos constatar el manejo de las dos categorías descriptivas conce- extranjeras inadecuada a la realidad nacional. Para aquilatar el conte-
bidas como antitéticas. Lo que intuía V. Larbaud, a pesar de sus fan- nido exacto de tal denuncia del cosmopolitismo habría que estudiar
tasmas y proyecciones europeas, 4 3 era la posibilidad de u n a c u l t u r a cada caso en particular. E n algunos, la denuncia se hace desde un
hispanoamericana menos vinculada con la moda parisiense del momen- nacionalismo ultrarreaccionario (lo que encubre el anticosmopolitismo
to, menos dernier cri (hoy se diría quizá up to daté), pero m á s perma- en tales casos es la defensa de u n a tradición criolla de formas sociales
nente y trascendental desde un p u n t o de vista americano, b a s a d a en los r e t r ó g r a d a s ) . Otras veces, el anticosmopolitismo no disfraza el protec-
cionismo reaccionario, sino que es auténtica defensa de los valores pro-
paisajes, la historia, la psicología, los rasgos de carácter y las costum-
gresistas de la nación en formación, o ya consolidada, frente a las ame-
bres de América.
nazas del imperialismo. Desde el nacionalismo revolucionario, expresa
Sabido es que después del triunfo de la Revolución mexicana tal dicho anticosmopolitismo los verdaderos anhelos de afirmación de la
cultura americanista floreció ora pictóricamente (los frescos de los mu- personalidad nacional frente a las ideologías de la dependencia. Dicho
ralistas mexicanos hacia 1921-1927, las producciones de la escuela indi- én otros términos, es menester definir el contenido de clase de cada
genista del Perú hacia 1929-1935), ora literariamente. Durante la fase caso de cosmopolitismo y no limitarse dogmáticamente a u n a condena
del m o d e r n i s m o , algunos escritores hispanoamericanos (R. Darío, Jai- o una aprobación genérica. Lo que complica más el asunto es que, a
mes Freiré, Valencia, Ñervo, Díaz Rodríguez) se habían a p a r t a d o del menudo, los autores se valen indistintamente de los vocablos interna-
medio en que vivían. Entonces volvieron a descubrir no sólo la frater- cionalismo o cosmopolitismo para h a b l a r de las m i s m a s realidades con
nidad continental, en oposición a Estados Unidos, sino también los signo positivo o negativo.
valores de su historia y de su tierra. La voluntad de afirmar su cultura,
especialmente frente al "coloso del norte", fue objeto de verdaderas Por ejemplo, contra el cosmopolitismo de signo negativo las empren-
c a m p a ñ a s : citemos al argentino Manuel Ugarte y al venezolano Rufino de Vasconcelos cuando —al valerse confusamente del vocablo interna-
Blanco Fombona. El retorno intelectual al continente se manifestó me- cionalismo, tal vez por reminiscencia del empleo indistinto de a m b o s
diante géneros nuevos: la novela de la Revolución mexicana (Los de términos hasta 1900— afirma la necesidad de u n a cultura americana
abajo, 1915), la novela de la tierra {JM vorágine, de José Eustasio Rivera que sea expresión del ser americano y no m á s c a r a europea o sajona, en
en 1924, Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes en 1926, Doña Bolivarismo y monroismo (1935):
Bárbara, de Rómulo Gallegos en 1929). A partir de 1930 apareció la
novela de denuncia social, no sólo descriptiva (como en el caso de la no- Frente a la realidad etnográfica, el internacionalismo nos resulta hoy una
importación peligrosa para la defensa de nuestro patrimonio humano. In-
vela de la Revolución mexicana) sino también beligerante por su reivin-
temacionalistas fuimos nosotros mucho antes que las internacionales de la
dicación de urgentes reformas de la sociedad, dominada por los grandes economía política: lo fuimos a la manera española, que atenúa y resuelve
terratenientes y las grandes compañías extranjeras, al a m p a r o del go- en fraternidad y no con exclusiones y valladares el problema de las castas.
bierno de dictadores sangrientos. Las novelas de protesta social son En la realidad patética de la hora, el internacionalismo es camouflage de
entonces numerosísimas. E n t r e otras destaquemos: Huasipungo (1934) la expresión de los fuertes y para los débiles un mimetismo que agrava la
del ecuatoriano Jorge Icaza, El señor Presidente (1948) del guatemalteco sumisión.
Miguel Ángel Asturias. La poesía de sentido social y de protesta antim Una timidez y mimetismo de especie inferior, lleva a nuestros europeizan-
p e n a l i s t a o vinculada telúricamente con la tierra americana floreció tes y sajonizantes a concebirse bovarísticamente distintos de lo que son. Pero
también en aquellos decenios. Son de citar, a este propósito, la chilena semejante posición falsa, ineficaz, precipita más bien la ruina y no la pre-
Gabriela Mistral, el cubano Nicolás Guillen. El conjunto de tal amei i viene. Pues la primera condición de lo que perdura es afirmarse en lo que es.44
canización de la literatura contribuyó a u n a definición de "Hispano
América", que h a b r í a de ahondarse después de 1940. Ahondando el estudio semántico, c o m p r e n d e m o s perfectamente que lo
significado p o r Vasconcelos al h a b l a r de "heroína del internacionalis-
42
Demuestra cuan delicadas resultan tales clasificaciones, por lo que habría (l<- m o " es, en realidad, u n cosmopolitismo de signo negativo. Como mu-
escribir más tarde J. C. Mariátegui: "José Santos Chocano pertenece, a mi juicio, chos otros en su tiempo, Vasconcelos lucha aquí, a su manera, contra
al periodo colonial de nuestra literatura. Su poesía grandílocua tiene sus orígenes, una circunstancia histórica h a r t o conocida: la dependencia, la situación
en España. Una crítica verbalista la presenta como una traducción del alma aulói neocolonial. Al ver que la economía de América Latina está sometida
tona. Pero éste es un concepto artificioso, una ficción retórica..." Siete ensaya\
de interpretación de la realidad peruana, Lima, Amauta, 3* ed., 1952, p. 287.
43
Valéry Larbaud soñaba con hacer el viaje a América. En realidad nunca l<> " J o s é Vasconcelos, Páginas escogidas, México, Botas, 1940, p. 82.
pudo efectuar.
190 NOEL SALOMÓN
COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 191
cada vez más a la de los grandes países industriales, piensa que deter- ral, apoyado felizmente en la hermandad histórica que a tantas repúblicas
minadas influencias intelectuales (sajonizantes y europeizantes) contri- nos une, determina en la inteligencia americana una innegable inclinación
buyen a u n a alienación cultural (pérdida de identidad) que es signo de pacifista. Ella atraviesa y vence cada vez con mano experta los conflictos
la dependencia a la p a r que factor de ella. Bien sabido es que la posición armados y, en el orden internacional, se deja sentir hasta entre los grupos
de Vasconcelos fue muy variable. Así y todo podemos considerar el más contaminados por cierta belicosidad política a la moda.
texto que hemos citado como un eco de preocupaciones c o m p a r t i d a s
por numerosos intelectuales mexicanos en la época en que se escribió. A propósito de tal declaración, en u n a edición posterior de Ultima Tule
Se entenderá todavía mejor el uso confuso que hace Vasconcelos del (1936), A. Reyes tuvo que puntualizar en u n a nota al pie:
vocablo internacionalismo en vez de cosmopolitismo si recordamos que
por los años 1930-1940 se reiteró a menudo esta confusión para h a b l a r Pensé que estas explicaciones bastarían para esclarecer el sentido que yo
de la cultura. Buen ejemplo de los errores de interpretación a que llevó daba al concepto de la síntesis para la cual nuestra América parece singular
'al u s o indefinido lo tenemos en el coloquio entre escritores europeos mente dotada. En los volúmenes publicados por el Instituto Internacional
y latinoamericanos, organizado por el Pen-Club, en Buenos Aires en de Cooperación Intelectual en español y en francés, en Buenos Aires y en
septiembre de 1936.45 Georges Duhamel, en n o m b r e de los europeos, y París, donde aparece la reseña de las conversaciones a que estas notas sobre
Alfonso Reyes en n o m b r e de los latinoamericanos, redactaron dos po- América servían de introducción, puede verse que Francisco Romero coin-
nencias introductorias. Basta citar la parte del texto de Alfonso Reyes cidía conmigo en apreciar cierto don de síntesis en la mentalidad americana,
donde define la cultura latinoamericana como internacionalista y lue- coincidencia que no era el resultado de un previo cambio de ideas, lo que
la hace expresiva. Pero, al hablar de "síntesis", ni él ni yo fuimos bien in-
go la nota complementaria que tuvo que publicar posteriormente, pues terpretados por los colegas de Europa, quienes creyeron que nos referíamos
en t o r n o a la noción de internacionalismo surgió un patético diálogo de al resumen o compendio elemental de las conquistas europeas. Según esta
sordos entre europeos culturalmente colonialistas al hablar de interna- interpretación ligera, la síntesis sería un punto terminal. Y no: la síntesis
cionalismo *" y americanos, verdaderamente ecuménicos, al m a n e j a r la es aquí un nuevo punto de partida, una estructura entre los elementos an-
misma palabra. A. Reyes había dicho: teriores y dispersos, que —como toda estructura—- es trascendente y con-
tiene en sí novedades. H 2 0 no es sólo una junta de hidrógeno, sino que,
Para esta hermosa armonía que preveo, la inteligencia americana aporta una además, es agua. La cantidad 3 no sólo es una suma de 1 + 2, sino que ade-
facilidad singular, porque nuestra mentalidad, a la vez que tan arraigada a más es lo que no son ni 1 ni 2. Esta capacidad de asomarse a la vez al
nuestras tierras como ya lo he dicho, es naturalmente internacionalista. Esto incoherente panorama del mundo, y establecer estructuras objetivas, que
se explica no sólo porque nuestra América ofrezca condiciones para ser el significan un paso más, encuentra en la mente americana un terreno fértil
crisol de aquella futura "raza cósmica" que Vasconcelos ha soñado, sino y abonado. Ante el americano medio, el europeo medio aparece siempre
también porque hemos tenido que buscar nuestros instrumentos culturales encerrado dentro de una muralla china e irremediablemente, como un pro-
en los grandes centros europeos, acostumbrándonos así a manejar las no- vinciano del espíritu. 47
ciones extranjeras como si fueran cosa propia. En tanto que el europeo no
ha necesitado asomarse a América para construir su sistema del mundo, el El texto de A. Reyes, complementado p o r los p o s d a t a de Ultima Tule,
americano estudia, conoce y practica a Europa desde la escuela primaria. tiene la ventaja de m o s t r a r n o s nítidamente cómo el verdadero interna-
De aquí una pintoresca consecuencia que señalo sin vanidad ni encono: en cionalismo en la cultura se opone al cosmopolitismo de signo negativo.
la balanza de los errores de detalle o incomprensiones parciales de los libros Para ser plena y v e r d a d e r a m e n t e internacionalista, u n a corriente cultu-
europeos que tratan de América y de los libros americanos que tratan de ral en América tiene que ser creadora, al valerse de los legados que
Europa, el saldo nos es favorable [. . . ] Nuestro internacionalismo connatu-
recibió o recibe de otros continentes y especialmente de E u r o p a dadas
45 las circunstancias históricas (época colonial, emigración). E s t o significa
Entretiens Europe-Amérique Latine, Institut de coopération intelectuelle, Palais
Royal, París, 1937. Participaron en este encuentro: Alcides Arguedas, E. Diez Ca- que sin negarse a asimilar influencias —no existe cultura alguna p o r el
ñedo, Georges Duhamel, W. J. Entwistle, Joan Estelrich, F. de Figueiredo, P. Hen- mundo que no haya recibido influencias— debe ser profundamente con-
ríquez Ureña, C. Ibarguren, H. A. Keyserling, Emil Ludwig, Jacques Maritain, R. H. tinental y nacional.
Mottram, Afranio Peixoto, Louis Piérard, Alfonso Reyes, Carlos Reyes, Julos
Romains, Francisco Romero, B. Sam'n Cano, Juan B. Terán, G. Ungaretti y Stefan Esta consideración nos lleva a la idea de que debe y puede existir un
Zweig. equilibrio, e incluso una relación dialéctica entre nacionalismo e inter-
48
Es de notar que tal colonialismo cultural (desde luego inconsciente) se ma nacionalismo, trátese de internacionalismo o b r e r o o de internaciona-
nifestó principalmente entre los participantes de la Europ latine. En cambio, fin- lismo cultural (al cual m u c h o s llaman confusamente cosmopolitismo).
el inglés Entwistle, representante de otro hemisferio cultural (anglosajón), quien Tal relación fue percibida hace tiempo p o r los marxistas. K. Marx y
dijo a los latinoamericanos: "...Deseo que describan las sensaciones y las sil na
ciones que encontramos aquí, en sus diversos países, sin exotismo y sin cosmo 47
El conjunto de ambos textos se encuentra en "Nota sobre la inteligencia
politismo. Les ruego, señores, aportar la verdad americana." Op. cit., p. 73. nmericana", en Ultima Tule, 1936, pp. 87-90.
192 NOEL SALOMÓN COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO
193
F. Engels escribían en el Manifiesto del partido comunista (1848): " . . .Y de una conciencia internacionalista de inspiración obrera. Sería de inves-
lo que es cierto p a r a la producción material también lo es p a r a las tigar el papel que desempeñaron conjuntamente las revistas tituladas
obras intelectuales. Las obras intelectuales de las distintas naciones se Claridad (como la que fundara Henri Barbusse en Francia) en Argenti-
convierten en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo na, en Chile (donde fue órgano de la Federación de Estudiantes hacia
nacionales resultan cada día más imposibles y de las numerosas litera- 1924) y en Perú. En Argentina José Ingenieros fue uno de los colabora-
t u r a s nacionales, nace una literatura universal." 4S dores más conspicuos. En Chile, el joven Neruda escribía en la revista
Así K. Marx y F. Engels planteaban nítidamente que el desarrollo del hacia 1924. En Perú, Haya de la Torre y Mariátegui difundieron así
capitalismo y del mercado mundial, a mediados del siglo xix, creaba las importantes ideas americanistas vinculadas con un internacionalismo
condiciones tanto del internacionalismo cultural como del internacio- que compartían en E u r o p a hombres como Gramsci (tan a t e n t o a lo
nalismo obrero. Pero sería incurrir en un e r r o r creer que, al decir esto, nacional), H. Barbusse y Romain Rolland.
unos meses antes de las revoluciones europeas de 1848 (las cuales mez- La actitud internacionalista, en equilibrio con el ideal nacional, fue
claron el socialismo con el nacionalismo), sostenían la tesis de un debi- común e n t r e muchos intelectuales latinoamericanos por aquellos años
litamiento de la idea nacional en los pueblos. Afirmaban m e r a m e n t e que 1925-1935. Cuando Vasconcelos participa en el Congreso socialista
la "literatura universal", cuyo nacimiento presenciaban hacia 1848, ha- de 1925, en Viena, exalta la americanidad; pero cuando se encuentra en
bría de alimentarse en el desarrollo de cada literatura nacional y que México abre las columnas de su revista El Maestro a lo que llama "La
cada literatura nacional iba a e n t r a r en un proceso de intercambios con internacional del pensamiento". El p e r u a n o Mariátegui es el que a h o n d a
todas las demás. La relación dialéctica entre el internacionalismo y la más el internacionalismo latinoamericano de inspiración obrera, sin
conciencia nacional no deformada aparece en otros textos de K. Marx olvidar nunca su condición de p e r u a n o . En las palabras liminares
o F. Engels. En una carta a F. Engels del 20 de junio de 1866, K. Marx se de la revista Amauta, cuyo p r o g r a m a era el estudio específico de los pro-
burla de los proudhonianos franceses para quienes las naciones y nacio- blemas peruanos, proclamaba en 1926: " E s t a revista vinculará a los
nalidades resultaban unos prejuicios obsoletos. A su vez, Engels escribía hombres nuevos del Perú, primero con los oíros pueblos de América, en
en una carta a Kautsky del 7 de febrero de 1882, a propósito de los seguida con los de otros pueblos del m u n d o . "
irlandeses y polacos oprimidos: "Al m o s t r a r s e muy nacionales es cuan-
Este p r i m e r n ú m e r o de Amauta repetía también la proposición teren-
do son más internacionales."
ciana al decir: " l o d o lo h u m a n o es n u e s t r o " . El a u t o r de tal declaración
Siguiendo la misma línea, más tarde, el socialista francés Jean Jaurés universalista era el mismo que un año antes, en 1925, exhortara a sus
habría de proclamar: "Un poco de internacionalismo aleja de la patria, compatriotas d i c i é n d o k s : "Peruanicemos al Perú." 4 9
m u c h o la acerca." Mariátegui vinculaba su concepto universalista de la cultura con la
Dicho en otros términos, para los marxistas, el internacionalismo adhesión al internacionalismo comunista fundado en una teoría uni-
presupone la nación: no existe el internacionalismo si no hay naciones, versal (marxista-leninista) del proletariado. Para él, a u n q u e habían
como lo dice claramente la etimología (internationes), no surge de leyes aparecido p r i m e r o en E u r o p a , el socialismo y el capitalismo n o eran
a b s t r a c t a s sino del devenir concreto de la historia de los pueblos. en sí p r o d u c t o s europeos: correspondían a realidades mundiales y eran
Hicimos esta referencia al marxismo porque no cabe duda que esta categorías históricas que también servían para analizar el proceso lati-
corriente ideológica influyó a la vez en el internacionalismo obrero y noamericano. Es decir que su concepción, identificada con el socialismo
en el internacionalismo cultural de América Latina entre 1920 y 1940, científico (como teoría universal), le permitía rechazar a la vez el euro-
m u c h o más que d u r a n t e el periodo 1880-1914, en que las corrientes centrismo (como actitud de dependencia ideológica y de sumisión a los
anarquistas predominaron en el movimiento obrero hasta la Revolución valores del imperialismo) y el americano-centrismo (como p o s t u r a an-
mexicana. Unos pensadores como José Ingenieros y Alfredo Palacios ticientífica o antícultural de rechazo de los aportes de la ciencia y de
(en Argentina), Vasconcelos (en México), Haya de la Torre y Mariák- la cultura-civilización). Al no aceptar el segundo por parecerle tan alie-
gui (en el P e r ú ) , no se explican sin acudir al marxismo, hayan sido nador como el primero, se le tachó a veces de "europeizante". En reali-
ellos verdaderos marxistas o no (caso de Vasconcelos o Haya de la dad Mariátegui tenía una visión v e r d a d e r a m e n t e internacionalista y
Torre quienes en determinados momentos de su trayectoria se mostra nacionalista de los problemas del socialismo, motivo p o r el cual p u d o
r o n netamente a n t i m a r x i s t a s ) . Cada uno de ellos se vinculó, a su ma escribir, dirigiéndose a los europeos: "Los socialistas empiezan a com-
ñera, con el movimiento internacional del socialismo o del comunismo prender q u e la revolución social no debe ser una revolución europea,
y, p o r tales contactos, contribuyeron a la formación en su confinen le sino u n a revolución mundial." r>0

48 •"' J. C. Mariátegui, "Nacionalismo y vanguardismo en la literatura y el arte",


Cf. Karl Marx y F. Engels, "Manifesté du parti communiste", en K. M a r v i cu Mundial, Lima, 4 de diciembre de 1925.
Oeuvres completes, París, La Pléiade, 1969, tomo i, p. 165. 1,11
J. C. Mariátegui, Obras completas, Lima, Amauta, 1972, p. 144.
194 NOEL SALOMÓN COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO
195
Inspirándose en las mismas ideas, sin olvidar los principios del mar ropeos, esta literatura tiene la composición pluricolor y un poco licenciosa
xismo, como teoría general del proceso histórico, buscaba la definición de un helado napolitano. Paul Morand no es internacionalista, pero sí inter-
de las vías genuinas de un socialismo peruano: "Nosotros no queremos nacional. Es un producto de diversos climas, diversas latitudes, diversas len-
en m a t e r i a alguna que el socialismo sea en America caico y copia. Debe guas. El proceso de su cosmopolitismo empieza en sus antepasados.
ser creación heroica. Tenemos que darle vida con nuestra propia rea El cosmopolitismo de su literatura nace del internacionalismo de su vida.
iidad. . . " " El propio Paul Morand siente que su obra, su arte y su alma, corresponden
a una decadencia, a un crepúsculo. 53
En la base del internacionalismo obrero definido por Mariátegui se
c o m p r e n d e su adhesión crítica a lo qtte él llama indistintamente "eos
mopolitismo" o "internacionalismo" en la cultura. Partiendo de la idea Tambián, al c o m e n t a r la novela europeísta de Valery Larbaud, Alien,
de que Perú es una nación en formación que sale apenas del coloniaje caracteriza perfectamente el fenómeno histórico-cultural de crisis bur-
español, es p a r t i d a r i o de todo ¡o que contribuye —social o cultural guesa que significa p o r los años 1920-1930:
mente— a liberar al país de las estructuras pasadas y puede hacerlo
[ Asistimos a un crepúsculo suave del nacionalismo en un espíritu cosmopolita,
evolucionar hacia un porvenir v e r d a d e r a m e n t e nacional. Dentro de esta ! viajero, con muchas relaciones internacionales, con amigos en Londres, Bue-
perspectiva los contactos internacionales son necesarios y el cosmopo- nos Aires, Melbourne, Florencia, Madrid. Alien es el reflejo de esta crisis sin
litismo en literatura no contradice al nacionalismo, siempre y cuando «acudidas y sin estremecimientos, a cuarenta kilómetros de velocidad en un
los escritores sean verdaderos creadores. Al final de los Siete ensayos Buto último modelo. Crisis que apacigua el optimismo burgués de una espe-
de interpretación de la realidad peruana, afirma: j ranza de moda en el ideal de Briand: los Estados Unidos de Europa. 54

Hoy la ruptura es sustancial. I;,l "indigenismo" como hemos visto, esta extir ' La base de la simpatía de Mariátegui p a r a con los escritores viajeros
pando, poco a poco, desde sus raices el "colonialismo" [ . . . ] Nos vienen de ' -~aun c u a n d o discernía los elementos de decadencia implicados p o r su
fuera, al mismo tiempo, variadas influencias internacionales. Nuestra litera I cosmopolitismo burgués— ! ' 5 estaba en su situación de p e r u a n o que salió
lina lia entrado en su periodo de cosmopolitismo. En Lima, este cosmopoli j. R descubrir el m u n d o en un m o m e n t o en que arreciaba en su país un
tismo se traduce en la imitación entre otras cosas de no pocos corrosivos (nacionalismo r e t r ó g r a d o y cerril de contenido burgués (en la costa) o
decadentismos occidentales y en la adopción de anárquicas modas linisecu feudal (en la s i e r r a ) . Fundamentales p a r a c o m p r e n d e r su p o s t u r a son
lares. Pero, bajo este flujo precario, un nuevo sentimiento, una nueva revé
lación se anuncian. Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto los ensayos que publicó en ia sección "Peruanicemos al Perú", de la re-
se nos reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos. vista Mundial, desde el 11 de septiembre de 1925 hasta el 19 de mayo
de 1929.56 En "Nacionalismo e internacionalismo" (en Mundial, Lima,
10 de o c t u b r e de 1924), ya planteaba la necesidad de a b r i r el nacionalis-
Se ve que según Mariátegui la asimilación crítica —no la imilación pa
mo p e r u a n o al internacionalismo: "La historia c o n t e m p o r á n e a nos en-
siva— de elementos de diversas literaturas extranjeras puede servir para leña a cada paso que la nación no es una abstracción, no es un mito; pero
alcanzar una expresión bien modulada de la propia personalidad y del que la civilización, la h u m a n i d a d tampoco lo son. La evidencia de la
propio sentimiento de la nación peruana en formación a p a r t i r de una realidad nacional no contraría, no confuta la evidencia de la realidad
situación colonial. Tal opinión le mereció muchos ataques de p a r t e del Internacional [. . . ] En una palabra el nacionalismo es válido como afir-
nacionalismo reaccionario. Así y todo siguió firme en su postura dia mación, pero no como negación." 57
láctica, abierta y flexible, de nacionalismo revolucionario que no excluye
el internacionalismo. Son muchos los textos en los cuales habla del eos Igualmente, en "Nacionalismo y v a n g u a r d i s m o " (publicado en Mun-
mopolitismo cultural, entendido como internacionalismo ora burgués dial, Lima, 27 de noviembre de 1925, y 4 de diciembre de 1925) procla-
ora emancipador. En algunos —a propósito del escritor viajero francés maba: "Cuando se supone la juventud seducida por mirajes extranjeros
' por doctrinas exóticas, se parte seguramente de u n a interpretación
Paul Morand, por ejemplo— ve claramente que el cosmopolitismo puede
jperficial de las relaciones entre nacionalismo y socialismo. El socia-
ser signo de decadencia de la "familia capitalista" De este escritor nos
lismo no es en ningún país, un movimiento anti-nacional." 58
dice:
*'•< Variedades, Lima, 9 de enero de 1926.
El rasgo más notorio de la literatura de Paul Morand es su cosmopolitismo 1,4
Ibid., 26 de febrero de 1930.
Hija del siglo de la geografía y de la compañía de los Grandes Expresos l'u r
"> Una excepción para Mariátegui es la de Blaise Cendrars, cf. Variedades, Lima,
51
* de septiembre de 1925, en Obras completas, t. vi, pp. 108-114.
Citado por Manfred Kossok, "Mariátegui y el pensamiento marxista a\ <-l "" Véase "Lo nacional y lo exótico", Lima, 28 de noviembre de 1924, en Obras
Perú", en El marxismo latinoamericano de Mariátegui, Buenos Aires, ed. de (Y/M-.. \t»npletas, t. XI, pp. 25-29.
1973, p. 61. "' CF. Obras completas, t. ni, p. 59.
"••'• Ibid., p. 375. n
" Cf. Obras completas, t. xi, p. 74.
NOEL SALOMÓN
196 COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO 197
En la continuación del mismo ensayo, aplicando su nacionalismo re
Se ve que —según Mariátegui— el cosmopolitismo cultural no e r a en
volucionario al examen de la americanidad dentro de una perspectiva
sí negativo, en todos los casos. No lo consideraba como necesariamente
verdaderamente ecuménica, nos ofrece agudas reflexiones sobre el "Mar
antinacional. Volviendo inconscientemente al sentido etimológico y filo-
tinfierrismo" argentino y sobre C. Vallejo que nos m u e s t r a n cuan nece sófico del Renacimiento y de la Ilustración, lo entendía como u n verda-
sario es hacer el análisis del contenido del cosmopolitismo en cada caso dero internacionalismo que permitía e incluso podía alentar las crea-
Su signo (positivo o negativo) depende del contexto en que aparece y, ciones a u t ó c t o n a s en los países americanos.
más que todo, de su funcionamiento dentro de la realidad nacional de
El cosmopolitismo cultural definido por Mariátegui no difiere pro-
cada país. En este texto Mariátegui supera dialécticamente la consabida
fundamente del internacionalismo cultural practicado p o r los mejores
contradicción entre americanismo y cosmopolitismo en literatura, tal
escritores latinoamericanos del periodo 1920-1940, con o sin conciencia
como la planteara V. Larbaud en 1907: marxista de tal internacionalismo. En efecto, el internacionalismo cul-
Pero para establecer más exacta y precisamente el carácter nacional de todo tural, según la definición que proponía A. Reyes en la reunión del Pen-
vanguardismo, tornemos a nuestra América. Los poetas nuevos de la Ar- Club de Buenos Aires en 1936, es un h u m a n i s m o abierto pero no "entre-
gentina constituyen un interesante ejemplo. Todos ellos están nutridos de guista". Supera la contradicción entre cosmopolitas supranacionales, que
estética europea. Todos o casi todos han viajado en uno de esos vagones en n o m b r e de u n m u n d i a l i s m o a b s t r a c t o ignoran la necesidad h u m a n a
de la Compagnie des Grands Exprés Européens que para Blaise Cendrars, de arraigarse en un t e r r u ñ o , y nacionalistas conservadores, estrechos y
Valery Larbaud y Paul Morand son sin duda los vehículos de la unidad cerrados, que ignoran la otra necesidad h u m a n a de abrirse al m u n d o
europea además de los elementos indispensables de una nueva sensibilidad entero y de hablarle. A estos últimos José Martí decía ya al predicar el
literaria. internacionalismo continental latinoamericano: "Cree el aldeano vani-
Y bien. No obstante esta impregnación de cosmopolitismo, no obstante su doso que el m u n d o entero es su aldea" (Nuestra América). Del interna-
concepción ecuménica del arte, los mejores de estos poetas vanguardistas cionalismo cultural que se compagina con el a m o r a lo nacional y ame-
siguen siendo los más argentinos. La argentinidad de Girondo, Güiraldes, ricano, Alejo Carpentier nos dio excelentes definiciones al recibir el
Borges, etc., no es menos evidente que su cosmopolitismo. El vanguardismo Eremio Alfonso Reyes. E n la Capilla Alfonsina, en México, en noviem-
literario argentino se denomina "martinfierrismo". Quien alguna vez haya leí re de 1975, comentaba el mensaje de h u m a n i s m o americano con anhelo
do el periódico de ese núcleo de artistas, Martin Fierro, habrá encontrado en universalista que nos legaron tanto A. Reyes como José Martí:
él al mismo tiempo que los más recientes ecos del arte ultramoderno de En
ropa, los más auténticos acentos gauchos.
¿Cuál es el secreto de esta capacidad de sentir las cosas del mundo y del [A. Reyes] nos mostró que podía surgir, en nuestra época, el intelectual
terruño? La respuesta es fácil. La personalidad del artista, la personalidad de muy ancho enfoque, de muy ecuménica cultura que, partiendo de Nues-
del hombre, no se realiza plenamente sino cuando sabe ser superior a tod;i tra América, partiendo —como Reyes— del ámbito del Anáhuac, podía, desde
limitación. su mundo, desde lo auténtico y propio contemplar el universo con mirada
En la literatura peruana, aunque con menos intensidad, advertimos el mis de latinoamericano, sin apartarse jamás de sus raíces ni de una sensibilidad
debida a la idiosincrasia. 00
mo fenómeno. En tanto que la literatura peruana conservó un carácter con
servador y académico, no supo ser real y profundamente peruana. Hasta De ahí que Alfonso Reyes haya sido un ejemplo para los hombres de mi
hace muy pocos años, nuestra literatura no ha sido sino una modesta colonia generación. En una época en que lodos compartíamos de un tan empecinado
de la literatura española. Su transformación, a este respecto como a otros, afán de recuperación de lo nuestro que, a menudo, pecábamos de un exce-
empieza con el movimiento "Colónida". En Valdelomar se dio el caso de sivo localismo expresado en términos harto excluyentes y agresivos (crisis
necesaria, por lo demás, que conocimos todos en los años 20) Reyes llegó
literato en quien se juntan y combinan el sentimiento cosmopolita y el
a tiempo para decirnos: "Muy bien. Pero esto no nos obliga a renunciar a
sentimiento nacional. El amor snobista a las cosas y a las modas europeas lo otro. Se puede escribir las Visiones de Anáhuac, pero también se puede
no sofocó ni atenuó en Valdelomar el amor a las rústicas y humildes cosas
de su tierra y de su aldea. Por el contrario, contribuyó tal vez a suscitarlo
y exaltarlo. Güiraldes (publicada en Commerce, en 1924) exaltaba: "...ese 'espíritu cosmopo-
Y ahora el fenómeno se acentúa. Lo que más nos atrae, lo que más nos lita' del que algunos de ustedes, y sobre todo usted, Ricardo, han sabido hacer una
emociona tal vez en el poeta César Vallejo es la trama indígena, el fondo lengua literaria más capaz de expresar 'lo que tiene ante los ojos' que la lengua
tradicional y viciada que defienden los casticistas estrechos".
autóctono de su arte. Vallejo es muy nuestro, es muy indio. El hecho di- Esta carta (citada por Sylvia Molloy, La diffusion de la littérature hispano-amé-
que lo estimemos y lo comprendamos no es un producto del azar. No es ricaine en France au XXéme siécle, París, PUF, 1972, p. 157) parece indicar que
tampoco una consecuencia exclusiva de su genio. Es más bien una prueba V. Larbaud ya no oponía "cosmopolitismo" y "americanismo" como en 1907.
de que, por estos caminos cosmopolitas y ecuménicos, que tanto se n<n "" La definición de A. Carpentier nos hace pensar en lo que Chateaubriand decía
reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos. 59 del "estilo" —como expresión profunda del escritor—: "El estilo no es, como el
59
Mariátegui coincide aquí con Valery Larbaud, quien en una carta a Ricai<lo pensamiento, cosmopolita: tiene una tierra natal, un cielo, un sol suyos." Cf.
Chateaubriand, Mémoires d'outre tombe, t. II, p. 144.
NOEL SALOMi. COSMOPOLITISMO E INTERNACIONALISMO
198 19')
escribir sobre Goethe, sobre el Cid Campeador y hasta sobre los mendigos teorías se apoyan en la mundialización de determinadas condiciones
de Madrid. Todo está en que no se pierda la óptica, la pulsión americanas. tecnológicas de la producción. Las p r o p a l a n a m e n u d o las sociedades
Por lo demás —y aquí lo cito textualmente— reclamaba para nosotros íu multinacionales o transnacionales. Una variedad del nuevo cosmopoli-
latinoamericanos "que se nos reconociera el derecho a la ciudadanía univer tismo es la q u e expresó Me Luhan en su famoso ensayo La galaxia Gu~
sal que habíamos conquistado". tenberg. B o r r a n d o la categoría histórica de la nación tanto como las
Humanista integral, como ya no se producen en una Europa harto igno formas de la cultura escrita, él sostiene el p r o g r a m a de una sola cultura
rantc de nuestra América, fue Alfonso Reyes. Humanista de un nuevo tipo mundial, desde luego oral y llevada a cabo merced a los medios audio-
que tiende, por suerte, a producirse cada vez más entre nosotros. El hombre
que sabe todo lo de acá sin ignorar lo de allá.81 visuales: " . . . a p a r t i r del telégrafo y dé la radio, el globo se ha con
traído especialmente hasta no ser sino una gran aldea. El tribalismo
es la tínica salida nuestra desde que se descubrió el electromagnetismo." 6 "
El internacionalismo cultural practicado por A. Reyes, y exaltado por Se explica que un p r o g r a m a formulado así desde la ilusión tecnicista
A. Carpentier, no tiene nada que ver con el ersatz. de cultura supranacio surja en un país como Canadá, situado en ia vanguardia del desarrollo
nal que a veces se nos ha propuesto. A. Reyes practicaba un internacíu capitalista: es nítidamente cosmopolita en el sentido anacional que poco
nalismo cultural que presuponía la existencia y el a m o r a su propia a poco adquirió el vocablo en el t r a n s c u r s o del siglo xx, p e r o parece
nación. Sabía que la gran cultura h u m a n a es suma de todas las culturas que p a r a un latinoamericano resulta inaceptable. En efecto, el esfuerzo
nacionales, que es resultado de su coexistencia y armonía, o sea que es de los pueblos que viven al s u r del río Bravo consistió, desde el pe-
a la vez nacional y universal. riodo de la independencia política (1810-1830), en asegurar los corola-
Hoy día en América se distinguen los conceptos implicados por los rios de dicha independencia: especialmente por la afirmación de su
vocablos cosmopolitismo e internacionalismo m u c h o más que en la épo- diferencia intelectual y cultural, o sea su identidad y su personalidad
ca (1880-1940) que consideramos. El anhelo universalista es tan profundo específica corno naciones en formación o ya formadas dentro del gran
como en tiempos de J. Montalvo, R. Darío, P. Emilio Coll, M. Ugarte, conjunto al cual José Martí llamó " n u e s t r a América". Hoy, por lo tanto,
J. C. Mariátegui o A. Reyes (lo demuestra, si hace falta, la interpretación se tiende a designar cosmopolita a toda influencia que más allá de las
de A. Reyes p o r A. Carpentier), pero, al agudizarse la conciencia de la verdaderas irradiaciones de la cultura-civilización —tesoro universal
situación de los pueblos del continente con respecto al imperialismo de toda la h u m a n i d a d — t r a n s p o r t a elementos ideológicos de la depen-
mundial, se produjeron profundos cambios semánticos. Desde hace un dencia mediante d e t e r m i n a d a s formas de la cultura-ideología'" y defor-
tiempo no se equiparan internacionalismo y cosmopolitismo, sino que ma la conciencia de la nacionalidad (a veces desde la escuela p r i m a r i a ) .
tienden a oponerse. Para muchos latinoamericanos contemporáneos el
cosmopolitismo no es sino un supranacionalismo que borra el hecho na- 62
Me Luhau, La galaxia Gutenberg, Montreal, IIMII, 1967, p. 266.
cional c o m o si fuera reminiscencia arcaica y obsoleta. Por definición es, 03
Abordamos aquí un punto sumamente delicado. Distinguimos entre dos nive
según ellos, anacional y por lo tanto antinacional. Sabido es que desde les de la cultura: a) la cultura-civilización y b) la cultura-ideología. Varios textos
el final de la segunda guerra mundial, los fenómenos de mundialización de Lenin nos perrnilieron establecer tal distinción útil —creemos— para introducir
del capital y de la producción capitalista pudieron hacer pensar a algu Un poco de claridad teórica en la discusión sobre la cultura, por lo común harto
nos que el hecho nacional desaparecía, dejando lugar a las formas de i'onfusa y llena de trampas. El nivel de la cultura-civilización es el del saber
[ (científico, técnico y también artístico), el cual no se identifica necesariamente
la comunidad supranacional de los h o m b r e s . Pero la historia —espe I con el régimen o la sociedad que lo engendra. Tanto es así que la humanidad
cialmenle la de América Latina donde la nación es una realidad viva- putera hereda colectivamente tal saber, conquistado poco a poco por los hombres.
no a d m i t e ninguna falsificación. El hecho nacional no sólo sobrevivió
sino que se desarrolló bajo formas y contenidos nuevos, que rebasan
Í Por el contrario el nivel de la cultura-ideología se vincula mucho más con las
Condiciones histórico-sociales de su aparición. En efecto la ideología expresa la
el m a r c o estrecho de los viejos nacionalismos oligárquicos (feudales o relación de los hombres con su mundo, es decir la unidad (sobredeterminada)
de su relación imaginaria con las condiciones concretas de su existir. Al primer
burgueses) mediante la integración de las clases populares y de los sec- nivel nos remite Lenin cuando escribe en 1919: "Es menester tomar toda la cul-
tores de las clases medias no asociadas a los negocios multinacionales tura que nos dejó el capitalismo y con ella construir el socialismo. Es menester
Lo m i s m o que en o t r a s zonas del planeta, los países latinoamericanos, a lomar toda la ciencia, la técnica, todos los conocimientos, todo el arte. De lo
quienes ayer el imperialismo no reconocía la condición de estados na Contrario no podremos edificar la vida de la sociedad comunista."
clónales y soberanos, luchan p a r a conseguir plenamente la independencia También dice en 1920: "La cultura proletaria debe ser desarrollo lógico de la
glima de conocimientos que la humanidad acumuló bajo el yugo de la sociedad
nacional, tanto en su cultura como en su economía. Pero, en el exterior, Capitalista, de la sociedad de los terratenientes y de los burócratas. . Ninguno
en los países que detentan el p o d e r económico, aparecen teorías de lo puede hacerse comunista sino después de enriquecer su memoria con el cono-
" s u p r a n a c i o n a l " que niegan o achican el valor de las " p a t r i a s " . Estas cimiento de todas las riquezas creadas por la humanidad..."
En cambio Lenin nos remite al segundo nivel (el de la cultura-ideología) cuan-
01
do escribe en Notas críticas sobre el problema nacional (1913): "En cada, cultura
Publicado en Granma, La Habana, 27 de noviembre de 1975. floriona! existen, aunque sea en forma rudimentaria, elementos de cultura demo-
NOEL SALOMÓN
200 REGIONALISMO Y NACIONALISMO
Desde tal p u n t o de vista, la afirmación cultural m á s anticosmopolita,
y a la vez m á s intemacionalista que conozcamos, está en las hermosas JUAN A. ODDONE
palabras que José María Arguedas p r o n u n c i a r a al recibir el premio
"Inca Garcilaso de la Vega", en Lima (octubre de 1968):

Acepto con regocijo el premio Inca Garcilaso de la Vega, porque siento que
representa el reconocimiento a una obra que pretendió difundir y contagiar
en el espíritu de los lectores el arte de un individuo quechua moderno que, PAUTAS DE INDAGACIÓN: CONTENIDOS Y AMBIGÜEDADES
gracias a la conciencia que tenía del valor de su cultura, pudo ampliarla y
enriquecerla con el conocimiento, la asimilación del arte creado por otros
pueblos que dispusieron de medios más vastos para expresarse. Como suele ocurrir en todo intento de caracterización de u n movimiento
Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente como
ideológico, los conceptos de "nacionalismo" y "regionalismo" resisten
un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua.
las definiciones categoriales. Históricamente considerados —tal como
lo pretende el presente enfoque— los regionalismos a b a r c a n u n conjun-
Para ser internacional primero hay que ser nacional, nos dice G. K. to de expresiones ideológicas, culturales, a veces políticas, así como los
Chesterton en All thing considerad. Y agrega el ilustre a u t o r que casi intereses económicos que expresan las peculiaridades de distintos gru-
siempre es malo el cosmopolita, mientras que es bueno el internacio pos sociales actuantes d e n t r o de u n espacio geográfico determinado; tam-
nalista. Desdé luego da a los vocablos cosmopolita e internacionalista bién se manifiestan a través de las formas de vida que elaboran, diferen-
los significados m o d e r n o s . Actualmente, el debate permanece abierto y ciadas p o r sus tradiciones, su carácter, su economía —a veces h a s t a por
lejos se está de e n c o n t r a r una respuesta satisfactoria y representativa su lengua— con las otras regiones circundantes. Es evidente que ningún
de los diversos p u n t o s de vista concernidos en el tema. estatuto político o administrativo puede expedir la partida de naci-
miento de determinada región. En cambio, determinadas tendencias, cos-
tumbres, acatamientos comunes, patentizan su existencia. Tales rasgos
luelen acentuarse en los m o m e n t o s de crisis, cuando afloran las pecu-
liaridades regionales conformando una individualidad sociocultural m á s
acentuada y contrapuesta.
En América Latina, el "regionalismo" incubará d u r a n t e el periodo
colonial el surgimiento de las naciones que emergen después de las
guerras p o r la independencia política. Consumado ese proceso, d u r a n t e
buena p a r t e del ochocientos, el regionalismo constituirá una fuerza
desintegrante y caótica. E n el siglo actual, suponiéndolo liberado en
parte de su carga político-social y de sus contenidos económicos, se
proyectará en distintas manifestaciones inspiradas en tradiciones de
Comarcas que suelen ser comunes a todo el subcontinente latinoameri-
crática y socialista, pues en cada nación hay masas trabajadoras y explotad:!1., cano. El arte, a través de todas sus manifestaciones, será la vía m á s
cuyas condiciones de vida engendran inevitablemente una ideología democrátiin Ixpresiva de esas peculiaridades.
y socialista. Pero cada nación posee asimismo una cultura burguesa (por añadi
dura, en la mayoría de los casos, centurionerista y clerical), no simplemente <II Cabría asimismo delimitar el contenido que asignamos al concepto de
forma de 'elementos', sino como cultura dominante." ¡"nacionalismo", que ha venido a c u m u l a n d o diferentes connotaciones a
Creemos que la distinción entre dos niveles de la cultura-civilización y de ln lo largo del tiempo. Para captar sus significados y sus variantes parece
cultura-ideología puede contribuir a esclarecer, cuando menos en un plan teórico, ^Or lo p r o n t o casi obvio correlacionarlo con los grupos sociales a los
el consabido debate sobre las "influencias culturales" en América Latina. En <>pl
nión nuestra son de rechazar las influencias que transportan "ideologías de la di- Jue responde, dentro de las situaciones reales en que emerge.
pendencia". En cambio, predicar un aislamiento cultural que aparte a Améi i< n Demás está decir que se ha intentado u n a infinita gama de definicio-
de las grandes corrientes de la cultura-civilización es adoptar una postura relió nes, a veces hasta contradictorias entre sí; ello se debe m á s que a la
grada y contribuir a la dependencia (no insistimos porque volvemos a rep'ili Itnbigüedad del contenido del término, a las diferentes connotaciones
lo que J. Carlos Mariátegui dijo antes). Desde luego es menester proceder a miu |ue va adquiriendo a medida que intereses diferentes lo asumen como
asimilación crítica de la cultura-civilización que viene de afuera y ésta debe MI
punto de partida no para una imitación sino para una creación nueva, con latido tingan o como etiqueta de un determinado programa. Por lo demás, como
auténticamente americano. )• una expresión que siempre puede resultar atractiva, se ha utilizado
[201]
202 JUAN A. ODDONi.
REGIONALISMO Y NACIONALISMO
203
demagógicamente en política, agregando una nota más de confusión <>
EL REGIONALISMO Y SUS RAÍCES COLONIALES
las distintas teorías sistemáticas que en torno a esa ideología se ha:
elaborado.
En lo q u e tiene q u e ver con nuestro tema, sería necesario ubicar al-
gunas de sus distintas posturas desde los orígenes en la historia de.f El continente que a fines del siglo xv es incorporado al ámbito histó-
m u n d o contemporáneo. rico europeo bajo un régimen de conquista y colonización aloja una
Como lo h a señalado Costa Pinto,' el término se difundió en los tiem- multivariedad geográfica, cuyas barreras naturales o humanas, difíciles
de franquear, gestarán las más tempranas formas de regionalismo. Si
pos m o d e r n o s , cuando la nación-estado se convirtió en unidad básica
bien el factor geográfico no es determinante del proceso histórico, en
de integración de la comunidad política y el rótulo sirvió p a r a referirse
un momento dado se pensó que en un continente poco poblado, con
a los vínculos —más amplios que los simplemente tribales o ciudada
medios de comunicación precarios o casi inexistentes, la realidad geo-
nos— de esa nueva forma de asociación h u m a n a . Dadas las distintas
gráfica condicionaba en el mundo precolonial la existencia de grupos
funciones que desempeña en el espacio y el tiempo, este "fenómeno sociales que vivían incomunicados y que presentaban gamas diferentes
histórico" y original del m u n d o europeo registró diferentes contenidos, de cultura y formas de vida.
signados generalmente p o r una p o s t u r a política. Pero después de la revo-
lución francesa se manifestó con matices diferenciados. Surgió así un La unidad de área latinoamericana fue tempranamente postulada por
"nacionalismo francés" que proclamó su "función r e d e n t o r a " y que la Europa conquistadora y colonizadora. Pero, según advierte José Luis
pretendió difundir sus postulados con carácter universalista; asimismo, Romero, 2 ni esa unidad existía en rigor antes, ni existió intrínsecamente
en el siglo xix asomó un "nacionalismo reivindicatorio" en los pueblos después. Idénticos lazos de dependencia, políticos y económicos —seña-
de E u r o p a central y del este que resistieron al dominio de los gobiernos la Romero—, así como las similares características de lo que se dio en
imperiales de Austria-Hungría y Rusia. Después del Congreso de Viena, llamar mestizaje y aculturación, contribuyeron a crear una cierta es-
este movimiento levantó la bandera de lucha de las pequeñas nacional i tructura socioeconómica común. Semejante unidad —que soldó en el
dades emergentes contra la política de la Santa Alianza. Los grupos que ámbito cultural y religioso mejor que en cualquier otro— aparejó la for-
en la Italia y la Alemania del ochocientos propugnaron por la unidad, mación de "ínsulas análogas" dentro del vasto continente. Junto a ellas
se a u t o d c n o m i n a r o n también nacionalistas. Una doctrina de contenido —continúa Romero— surgieron mundos marginales en los que fueron
racionalista alentó en la raíz de los conflictos europeos que despuntaron Insinuándose diferencias por regiones que alcanzarían perfiles nítidos
con la guerra franco-prusiana y se ahondaron con las dos guerras muii I al promediar el siglo x v í n , cuando la economía mercantil afianzada en-
diales de este siglo. El Tercer Reich elaboró a su vez una sinuosa ideo í tonces trabajaba en favor de un refortalecimiento de la unidad del mun-
logia de inspiración nacionalista que proclamaba no sólo la superioridad | do colonial americano.
de la nación germana y de la raza aria, sino que, invocando una razón tic Es decir que el dominio de la minoría blanca que conquista la Amé-
estado, proscribía todos los demás nacionalismos en nombre del nació rica indígena otorgará al continente una cierta unidad jurídica, polí-
nalismo alemán. En el m u n d o de lá última posguerra, el nacionalismo tica, lingüística, con similares características en lo que a estructura
se ha convertido en b a n d e r a de liberación para los pueblos que en Asia locial se refiere, porque España y Portugal imponen, en cierto sentido,
y África procuran emanciparse de las tutelas coloniales. •us formas de vida. Pero los colonizadores no pueden evitar —princi-
Semejante diversidad de contenidos —apenas ejemplificados aquí a palmente en las regiones donde preexistían culturas tan evolucionadas
través de algunas de sus manifestaciones históricas— explica las dili Como la azteca y la inca, o menos avanzadas como la quechua o la
cultades que se anteponen a toda precisión generalizadora del término guaraní— que pervivan y se consoliden caracteres diferentes. O sea que
Para Girardet, que intenta una definición esclarecedora, el nacionalismo hay un mundo preibérico que trasciende y en cierto modo se sobrepone
es " u n a voluntad de convivencia diferenciada y a u t ó n o m a " , una "toin.i • ese mundo colonial.
de conciencia de las raíces y a su vez la continuidad de esa voluntad <l< Pero asimismo surgirá un regionalismo acentuado determinado por
diferenciación". David Brading sostiene que la preocupación principal las distintas posibilidades de explotación que ofrece el continente a la
de esta tendencia es a h o n d a r en el pasado nacional en pos de enseñan economía europea.
zas e inspiraciones que se conviertan en guías p a r a el presente. Se ha dicho que la conquista de América se hizo con la espada y p o r
En síntesis, un complejo haz de ideas, sentimientos, dogmas, impulsos la cruz. N o es menos cierto que la evangelización de los infieles tuvo
emocionales p a r a el análisis, componen la esencia de lo que llamamos Características de catalizador y aglutinante. Pero junto a las metas es-
"nacionalismo". pirituales importaba vitalmente a las metrópolis la explotación econó-
1
L. A. Costa Pinto, Nacionalismo y militarismo, México, Siglo XXI, IW,
pp. 39 ss. "José Luis Romero, El pensamiento político de la derecha latinoamericana,
luenos Aires, Paidós, 1970, pp. 19 ss.
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 205
JUAN A. ODDONF
204
producirse el proceso de compartimentación que la geografía había im-
mica de las riquezas que encerraba el nuevo mundo; y en tal sentido puesto a la América castellana. Pese a los enfrentamientos del norte
la quimera tras "el Dorado" empujó asimismo la conquista. Y esa ex- azucarero con las regiones mineras de Minas Gerais y a la nueva expan-
plotación, que instintivamente buscaba el enriquecimiento rápido, si sión paulista, que ponen de manifiesto encontrados intereses económi-
bien alcanzó características muy dinámicas en las ricas regiones mine cos, la diferenciación regionalista se muestra con caracteres más ate-
ras, no descuidó las zonas agrícolas y más tarde descubrió también los nuados en la América lusitana.
beneficios de la ganadería. De tal modo, desde un punto de vista eu- Cuando la América hispanolusitana comienza a acusar el impacto eco-
ropeo, las distintas regiones de las Indias Occidentales se irán diferen- nómico e ideológico de las grandes revoluciones burguesas que cierran
ciando no sólo por las características de la sociedad autóctona sobre la el siglo XVIII, aquellas inconmensurables posesiones controladas por ejér-
que se imponen los "nuevos amos", sino por las formas de produc- citos y autoridades eclesiásticas y civiles de España y Portugal se sien-
ción que el suelo les ofrece. ten sacudidas bruscamente por un hecho circunstancial que tiende a
Estos dos factores —regionalismo precolombino y áreas diferenciadas descalabrar dos imperios ya en crisis.
de producción— van a incidir poderosamente dentro de los imperios Las tropas de Napoleón dominan la península ibérica. La huida de
coloniales de España y Portugal, en una determinada conformación re la corte lusitana que logra abandonar Lisboa para instalarse en Río de
gional. Janeiro conjura momentáneamente el peligro para las posesiones por-
La colonización se va concentrando —como dijimos— en núcleos se- tuguesas de allende el Atlántico. Pero el vacío de poder en España deja
parados por tierras vacías de hombres y por obstáculos naturales muy a sus colonias libradas a sí mismas. Las reacciones que conmueven a
difíciles de franquear. El desierto de Texas, Baja California y Arizona sus vastos dominios americanos adquieren los más diversos matices,
en la parte más septentrional del imperio español, así como las insalu- desde la lealtad incondicional de Lima y el apostadero de Montevideo
bres tierras bajas aisladas separan a la bien poblada meseta mexicana. hasta el Supremo Consejo de Regencia; desde los movimientos juntistas
La no menos insalubre región de Panamá separa la América del Sur de de típica raigambre urbana que estallan en Buenos Aires, Caracas y
la capitanía de Guatemala. A su vez, entre Nueva Granada y Venezuela, Santiago, hasta las rebeliones rurales que encabezan el cura Hidalgo
entre Quito y Perú, se levantan otras barreras, aquí de poblaciones en Nueva España y Artigas en la Banda Oriental del Río de la Plata.
indígenas que con su permanente enf remamiento armado "traban" las
vinculaciones de las regiones colonizadas. Las antiguas rutas de los incas
comunican, a pesar de las asperezas del macizo andino, a los dos Pe-
rúes. A su vez, el Río de la Plata se conecta con Asunción por fáciles CRIOLLISMO Y REGIONALISMO
vías fluviales, pero no siempre sus carretas logran transitar sin penurias
los accesos terrestres hacia el Alto Perú, porque atraviesan vastísimas
regiones desérticas que no fueron enteramente conquistadas hasta muy En todas partes, pero fundamentalmente en los sectores urbanos, asoma
entrado el siglo xrx. con fuerza la rivalidad entre españoles-europeos y españoles-america-
Desplegando un supremo esfuerzo humano y económico para vence i nos. Tales disidencias, surgidas a lo largo del coloniaje, fueron ahondán-
los espacios vacíos, las Indias españolas exhiben una fachada de unida ti dose hacia fines del siglo XVIII. Serán así los hijos de españoles nacidos
administrativa. Las autoridades borbónicas desde mediados del siglo xvni en América los portavoces del movimiento revolucionario de 1810. Las
se proponen una vasta reorganización política y económica persiguiendo limitaciones impuestas por la legislación española para que los criollos
un control mayor y más directo de la Corona sobre las ahora ampliadas pudieran tener acceso a cargos y prebendas habían gestado una. sorda
áreas de las tierras dominadas. Se crean nuevos virreinatos y capitanías resistencia. En el siglo XVIII ya puede reconocerse la existencia de una
generales, subdividiendo antiguas unidades administrativas. De hecho "mentalidad criolla" que desprecia a los "gachupines" en Nueva España
institucionalizaban el regionalismo que la Corona intentara controla i y a los "chapetones" en Perú. Si no se piensa aún en la emancipación,
centralizando estructuras, contribuyendo con las nuevas fronteras ad existe en cambio conciencia de que los criollos merecen ser parte acti-
ministrativas a reafirmar la compartimentación. va, y no unos simples marginados del imperio.
Durante el siglo XVIII, también se consolidan ciertas formas de regio Diversos testimonios documentan la vigencia de esta actitud. Brading 3
nalismo en las colonias portuguesas de Brasil, aunque menos diveri rastrea en la literatura del siglo xvi los primeros atisbos de este senti-
ficadas que en las españolas. Explican esta situación razones econóim miento regionalista criollo caracterizado —dice— por una "amarga nos-
cas: el núcleo colonial se desplaza del norte azucarero al centro minero talgia y sentimiento de desplazamiento". Pero, en rigor, ya en el
y comienza a avanzar sobre el sur ganadero de Río Grande de San •l David A. Li- .ding, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, SepSe-
Pedro. La barrera de la cordillera costera, casi infranqueable has la Icntas, 1973, pp. 14 ss.
entonces, es sobrepasada. La penetración se realiza por la meseta, sin
206 JUAN A. ODDONE REGIONALISMO Y NACIONALISMO 207

quinientos, sostiene Brading, el español-americano había elaborado una morialista de los protagonistas— insisten en negar el propósito indepen-
dolida imagen de sí mismo: "era el heredero desposeído"; y destaca dentista inicial del movimiento juntista que se pone en marcha en 1808.
en las historias de Perú y de México que escribieron el Inca Garcilaso Pero a su vez, tales testimonios denotan indiscutiblemente la existencia
y el franciscano Juan de Torquemada ciertos indicios —aunque algo de un maduro sentimiento "americanista". En una postura de entrañable
ambiguos— del futuro "criollismo". Durante el siglo XVIII tales indicios esencia hispánica, el ideólogo de la revolución de Buenos Aires sostenía
se multiplican. En Perú, Hipólito Unanúe y José Manuel Dávalos descri- en su Gaceta a mediados de 1810: "Se perdió Castilla, y no trepidó An-
ben y exaltan la naturaleza americana. Muy significativos son los apor- dalucía en seguir la defensa de su monarca, con total independencia de
tes de los escritores mexicanos: Juan José Eguiara Eguren elogia en Castilla... se perdió Andalucía y Valencia continuó su honrosa lucha,
sus obras aptitudes y logros intelectuales de los criollos y defiende las sin mirar en los andaluces sino unos pueblos desgraciados, que eran
culturas indígenas, mientras prepara un diccionario mexicano y una tristes víctimas del furor de los enemigos; quedará toda España ocu-
colección de obras titulada "Biblioteca Mexicana". El jesuíta Francisco pada por éstos, y la América seguirá en la misma lealtad y vasallaje
Xavier Clavijero publica a su vez la Historia Antigua de México "para al Sr. D. Fernando VII, mirando a los pueblos de España con los mismos
servir del mejor modo posible a mi patria" —alega— y con idéntico ojos que miró a los pueblos de Jamayca después que quedaron sujetos
espíritu, e' Padre Benito María de Moxó escribe sus Cartas mexicanas. a la dominación inglesa. Esto es lo que exige el orden natural de las
El clero de Nueva España es uno de los elementos más tempranamen- cosas..."
te dinamizadores de un autonomismo regional ista en las colonias ame- Y Bolívar, que sin ninguna duda profesaba personalmente ideas in-
ricanas. Su papel en este sentido trasciende la postura elitista que ema- dependentistas antes de 1810, reafirmaba reiteradamente el carácter fer-
na de las obras literarias e históricas que va elaborando. Dentro de la nandista de Caracas, "la primera ciudad en formar una Junta conserva-
muy hispánica tradición religiosa del culto mariano, crea e impulsa una dora de los derechos de Fernando VII".
tradición de indiscutible signo regionalista mexicano, como lo es el cul- Estas juntas, que se identifican con los ideales patrióticos de la Es-
to a Nuestra Señora de Guadalupe, la primera virgen que obtiene ciu- paña que resiste la dominación napoleónica proclamando su defensa
dadanía americana al difundirse —en el siglo xvi— la leyenda de su del "solar" y del "rey traicionado", por las circunstancias desembocan
aparición en el Tepeyac al indio Juan Diego. Reconocida luego por el en la experiencia del gobierno propio. Gobierno propio que abriría el
papado como madrina de Nueva España, el culto guadalupano se trans- camino hacia la secesión definitiva "sin que nosotros hubiéramos tra-
forma, como señala Brading, en un "gran mito nacional más poderoso bajado por ser independientes", como lo declaraba el general argentino
porque tras él se halla la devoción natural de las masas indígenas y la Manuel Belgrano.
exaltación teológica del clero criollo". 1 Criollos e indígenas levantarán El tiempo, que prolongó la guerra en la península ibérica, corrió a
este culto como bandera de su revolución en 1810. favor de esos ideales que parecían ser poco menos que una quimera. El
Es decir que la literatura, la historia, el arte y el culto religioso, van general Rondeau recuerda en su autobiografía que hallándose todavía
dejando ciertos trazos que permiten rastrear durante el coloniaje las en España en agosto de 1810, solía concurrir en Cádiz a una casa donde
primeras remotas expresiones balbuceantes de un regionalismo que se reunía "un club de americanistas para tratar cosas relativas a la inde-
desembocará más tarde en manifestaciones integracionistas de las nue pendencia de América". Miranda, desde Londres —junto a los jóvenes
vas naciones latinoamericanas. O'Higgins, Gual y Vargas—, propagaba desde la gacetilla El Colom-
El "criollismo", ya maduro al finalizar el siglo XVIII, y los movimien- biano difusas ideas de independencia.
tos juntistas urbanos de 1810 definirán el carácter de la primera expío En este sentido, el "regionalismo americano" es un hecho. Por todas
sión política del regionalismo americano que apenas con el proceso partes se proclaman los derechos de los "españoles americanos" y esta
revolucionario adquirirá un franco carácter independentista y nació afirmación cobra la forma de un movimiento político, que a partir de
nalista la exaltación de los sentimientos patrióticos alimenta un incipiente na-
cionalismo ideológico, consolidado a lo largo del siglo xix. La fórmula
aceptada por muchos de que "los derechos habían retrotraído al pue-
blo" al perder al monarca cautivo, vino a herir de muerte al régimen
DISGREGACIÓN COLONIAL
colonial.
Cuando el eclipse metropolitano provocó el desconcierto en las colo-
Numerosos documentos del periodo revolucionario —emanados de pro nias, las élites criollas urbanas son las primeras en canalizar esa co-
cesos judiciales, alegatos, proclamas, cartas, editoriales, literatura me yuntura dados sus resentimientos concretos frente a España, ahondados
por el arraigo de las ideologías europeas de avanzada que cuestionaban
* David A. Brading, op. cit., pp. 14 ss. las concepciones escolásticas del mundo y la vida. Y si no llegan a com-
208 JUAN A. ODDON1 REGIONALISMO Y NACIONALISMO 209

partirse todos los postulados de una filosofía disolvente que pone en casa Braganza. América deja de ser políticamente un continente co-
tela de juicio no sólo la autoridad del monarca sino la existencia misma lonial.
de Dios, de todos modos ese haz de ideas encuentra terreno propicio
para su asimilación.
A medida que las noticias del avance de los ejércitos napoleónicos se
difunden por las colonias americanas, y una vez que el control econó LOS ESCOLLOS A LA ORGANIZACIÓN NACIONAL
mico y político queda librado a los solos recursos locales, poco pueden
hacer los hombres que gobiernan en nombre de un rey cautivo.
El movimiento juntista, autoinvocado como "legítimo heredero del Comenzaba una etapa más ardua y áspera que la de la guerra. Las es-
poder caído" no es admitido como tal por las autoridades de emergencia tructuras administrativas coloniales habían desaparecido y era necesa-
que desde España intentaban mantener la integridad del imperio. Cons- rio organizar las nuevas naciones, encontrar un nuevo equilibrio inter-
cientes de la gravedad del proceso desatado en las colonias, tratan de continental y regional en dilatadas comarcas devastadas por la lucha
contenerlo con toda energía. La guerra estalla en el Alto Perú, hacia armada, conmovidas socialmcntc, desprovistas de los más elementales
donde el virrey de Lima traslada rápidamente sus ejércitos organiza- recursos económicos.
dos. Nueva Granada permanece fiel y controla la sublevación de Cara Las divisiones coloniales administrativas (cuatro virreinatos y cuatro
cas. La revolución rural indígena y mestiza de México es sofocada por capitanías) respondían a las grandes zonas naturales del continente,
fuerzas de españoles y criollos mancomunados. El virrey de Lima, José pero en general constituían el enclave geográfico dominado por una
Fernando Abascal, derrota a las tropas insurgentes que el virreinato ciudad importante: México, Lima, Bogotá, Caracas, Santiago, Buenos
del Río de la Plata había armado en Buenos Aires y llevado al Alto Aires. En torno a esos centros urbanos emergieron otras tantas naciones
Perú. Las minas potosinas seguirán produciendo por ahora para Espa que pronto comenzaron a disgregarse y recomponerse.
ña. Boves, al frente de sus llaneros, defiende la causa "realista", y la Cabría preguntarse por qué las ciudades adquieren tempranamente
sublevación venezolana que encabezó Francisco de Miranda es rápida preponderancia dentro de los distintos marcos regionales. El municipio,
y sangrientamente sofocada. Quiere decir que en 1815 la contrarrevo por lo pronto, tuvo un papel trascendente en la vida colonial. Sus fun-
lución se ha impuesto prácticamente en todo el continente. Sólo perma ciones contradecían, en cierto modo, el sistema autoritario que la Corona
necia rebelde una parte del Río de la Plata, a su vez amenazada por pretendía imponer, pues los cabildos eran de hecho la institución re-
los ejércitos de Portugal que invadieron uno de sus flancos, abriendo guladora de la vida diaria de la ciudad, ejerciendo una cierta praxis de
un nuevo frente bélico. gobierno propio. Fuera de este ámbito, la realidad rural fue pronto do-
Las penurias de una economía descalabrada por la guerra, la inco minada por el autoritarismo individualista del caudillo, cuya influencia
municación y el desabastecimiento, amén de los conflictos internos que constituirá el factor disgregador más importante de esta primera etapa
conmovieron a España aun después del retorno de Fernando al trono, de la organización nacional.
impiden a la metrópoli —pese a la contención momentánea del proceso Las nuevas burguesías urbanas crecieron y se enriquecieron ampara-
revolucionario— mantener el control de la situación en las colonias de das por la política mercantilista de fines del siglo xvm. Sus intereses
ultramar. El contragolpe había sido duro, pero la efervescencia ideólo comenzaron a vincularse al mundo europeo, abriendo así otra ancha
gica y las condiciones socioeconómicas ya no permitían una marcha brecha a la infiltración ideológica. En general, la prensa periódica fue
atrás de la revolución en América. puntual reflejo de la voluntad de cambio de esa clase social y se trans-
El adiestramiento de fuerzas militares mejor dirigidas por oficiales formó en vocero del pensamiento de la Ilustración, promoviendo a la
de la talla de San Martín, O'Higgins y Bolívar, que revelan una prepa Vez un cierto análisis crítico de la realidad americana.
ración técnica más eficiente; el apoyo no oficial de Gran Bretaña a los La fe en la razón y la ciencia arraigó en esos grupos urbanos. Las
revolucionarios, por cuanto la independencia de las colonias hispano nuevas doctrinas económicas elaboradas por las escuelas francesa e in-
lusitanas interesaba vitalmente a sus mercados; el agotamiento, en lin, iglesa cuestionaban los postulados clásicos del mercantilismo. Los fisió-
de las reservas realistas, apura el colapso final y en menos de una di- f era tas sostenían que la única y legítima fuente de riquezas no eran los
cada de sangrientos enfrentamientos y de hazañas insospechadas con metales preciosos sino la propia naturaleza expresada mediante el tra-
cluye la guerra por la independencia. bajo agrícola. Por supuesto que las nacientes burguesías rechazan la
Mientras tanto, precipitado por circunstancias políticas internas, pero Itcsis de que el "comercio es una industria estéril", pero bien pronto en-
recorriendo la vía pacífica de un simple cambio de mando, se opera el jcontrarán en Adam Smith {Naturaleza y causa de la riqueza de las na-
desmembramiento de las colonias lusitanas del imperio portugués. Bra ¡Ciones, 1776) el portavoz y los fundamentos de su nuevo credo econó-
sil se declara independiente bajo la autoridad de Don Pedro I, de la fítlico: libertad para cultivar la industria y el comercio, abolición de
210 JUAN A. ODDONI REGIONALISMO Y NACIONALISMO 211

precios contratados para estimular la libre competencia, libre derecho decir la inmensa mayoría— era mestiza. Así, ciertas corrientes de pen-
de contratación y asociación. Los sectores urbanos en ascenso se iden samiento concluyeron que los tres siglos de coloniaje habían gestado
tincaron con esta esclarecida teorización del nuevo capitalismo, invo- un nuevo hombre americano, resultado de un proceso de aculturación
cando y haciendo suyo el dogma del laissez faire-laissez passer. en el que confluían tres vertientes de civilizaciones muy permeables entre
En materia de ideas políticas, las élites ilustradas se apartan de las sí. Lo que se dio en llamar mestizaje que —según esas corrientes— es
ya caducas concepciones del derecho divino. Los principios del pacto uno de los fenómenos más característicos y significativos desde el punto
social, a veces con sus desviaciones en apoyo del absolutismo que postula de vista de la antropología física y cultural de América Latina. No sólo
Hobbes, sirven de justificativo para la implantación de una monarqijin se fusionan rasgos étnicos e indígenas, negros y blancos de tres conti-
limitada. El derecho a la revolución busca sus inspiraciones en Locke, \ nentes dando nuevos matices de color y otros rasgos físicos inéditos,
Juan Jacobo Rousseau aporta los mejores argumentos a quienes sos sino que distintas tradiciones y formas de vida, amalgamadas a su vez,
tienen la necesidad de una democracia pura. El principio de la sobera no cesarán de integrarse y reintegrarse en ese inmenso crisol que fu-
nía popular aparece ligado a la teoría individualista: los hombres poseen sionará religiones y culturas.
libertad política y civil. Triunfan asimismo las tendencias racionalistas La distribución de la población latinoamericana era muy irregular;
de la ley natural en el campo de la jurisprudencia. cinco millones habitaban en la Nueva España, cuatro y medio en Bra-
Las constituciones escritas se transforman en un capítulo de fe para sil, menos de un millón y medio en Perú y apenas cuatrocientos mil en
los revolucionarios americanos. Una verdadera obsesión constituciona el Río de la Plata.
lista sustenta la creencia de que toda la vida de los nuevos estados po Sobre esta base demográfica se asientan las fuerzas sociales más só-
dría ser encauzada mediante un cuerpo de estructuras escritas. Abocados lidamente arraigadas en todo el continente, las de los dueños de las
a esa tarea, ciertos modelos institucionales les fueron comunes. Francia grandes extensiones de tierra que tras la gravitación que en el periodo
y Estados Unidos ofrecen la experiencia de avanzados sistemas republi colonial les confirió el régimen latifundista sumaron durante el periodo
canos, sin descartar el muy estable modelo inglés o los programas libe ! revolucionario el prestigio y la omnipotencia derivados de la conducción
rales discutidos en las Cortes de Cádiz desde 1812. i exitosa de las masas armadas.
Como lo ha señalado Romero en Latinoamérica: las ciudades y las Además de los caudillos, operan como fuerzas disgregantes —aunque
ideas,'' aquéllas "fueron los filtros de la cultura religiosa, universitaria, de hecho resultan menos perturbadoras— al ser más marginadas de los
filosófica, social, política y además estética". Pero si los grupos urbanos
dirigentes y algunos militares pensaban que la primera e impostergable
[ irocesos de organización de los estados las comunidades indígenas de
as regiones donde constituyen una importante base demográfica (Méxi-
tarea consistía en organizar los flamantes estados, mucho se les esca co y Perú, por ejemplo). A pesar de que los caudillos logran dinamizar-
paba acerca de la realidad que pretendían modelar. El drama de la Ame los de tanto en tanto, constituyen fuerzas de resistencia pasiva a la
rica Latina que emerge a la vida independiente políticamente consiste integración nacional.
en que, desde su base social, las fuerzas sociopolíticas del interior rural Dentro de esa amalgama de fuerzas, caciques, caudillos, coroneles o
tendían instintivamente hacia la disgregación y la desintegración porque limpies aventureros —canalizando sentimientos de adhesión y ascen-
no podían aceptar las imposiciones de los intereses urbanos. diente personal entre las masas— aparecen como los elementos prepon-
Según las estimaciones de Humboldt, la población latinoamericana en derantes de resistencia a las estructuras políticas que se consolidan en
la segunda década del siglo no alcanzaba más que a 17 o 18 millones, las ciudades para contener el desmembramiento de la región.
cifras que concuerdan bastante con los cálculos de Ángel Rosenblat. N<> Esa resistencia, cada vez más obstinada, tenderá a disgregar los te-
se incluyen aquí los habitantes de las tierras indígenas libres —Patago rritorios en pequeñas soberanías que afirmarán la vigencia del regiona-
nia, sur de Chile, Oregón, las inmensas selvas amazónicas, y algunas lismo en América.
regiones de México y Perú— que fueron casi completamente marginadas Antes de concluir la guerra contra España, un binomio de militares
La denominada entonces población blanca, distribuida a lo largo y ;m -que la revolución triunfante llamará "libertadores"— proclama la
cho del continente, apenas alcanzaba a un 20% del total. También se necesidad de preservar la unidad hispanoamericana. Las vastas opera-
llegó a decir que en las Antillas, los negros de origen africano práiti fiones militares con ejércitos transportados a miles de kilómetros
camente habían borrado los trazos de los primitivos habitantes indi de distancia son la forma operacional que asume este primer intento.
genas, que igualmente predominaban aunque mezclados con los blancos |an Martín adiestra y equipa en el Río de la Plata las tropas expedicio-
en el imperio de Brasil, y que el resto de la población americana es a rías que deberán liberar a Chile y Perú. Bolívar, sin arredrarse por
5
José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Si
glo XXI, 1976, Introducción.
Í Igunos fracasos, atraviesa finalmente también con sus tropas venezp-
inas y neogranadinas el macizo andino y llega hasta el Pacífico, ba-
rlendo con el dominio español en todo el norte de América del Sur. En
JUAN A. ODDONI
212
REGIONALISMO Y NACIONALISMO
213
Lima confluyen los dos grandes ejércitos sudamericanos, y p o r primera
y única vez se e n c u e n t r a n los "libertadores". factores que desdibujan la incidencia general de posibles planteos regio-
Si la guerra contra E s p a ñ a está a p u n t o de concluir, la e t a p a de los nalistas. E s cierto, sin embargo, que la caída de I t u r b i d e determina el
enfrentamientos a r m a d o s internos se halla en sus inicios. Porque si es desglosamiento de una mal soldada región, la antigua capitanía general
muy difícil conciliar intereses divergentes, mucho más lo es cuando de Guatemala. Es cierto también que el reafirmado centralismo del
miles de h o m b r e s todavía conservan las a r m a s en la mano. programa conservador del general Antonio López de Santa Anna es re-
La unidad latinoamericana, magno ideal de Bolívar que p r o c u r a plas- chazado p o r los colonos norteamericanos afincados en las tierras sep-
m a r a través de la reunión convocada en P a n a m á (1826), fracasa sin tentrionales de México. Este rechazo desemboca en un enfrentamiento
remedio. Cuando comienza la década de los treinta se ha d e r r u m b a d o armado, que de hecho se cierra con la independencia de Texas. Pero
la Gran Colombia, se han disgregado los dos Perúes, están en vías de son otros condicionamientos y no la gravitación del regionalismo los
desintegrarse los países de la Confederación de América Central, y el que determinan esta pérdida de territorios.
Río de la Plata t a m p o c o ha logrado consolidar las fronteras del antiguo La vecina América Central,.autosegregada de México en 1823, también
virreinato. "No p o d e m o s vivir sino de la unión", repetía obsesivamente se desangró en una cruenta lucha entre conservadores y liberales, que
Bolívar, convencido de su decisiva importancia económica p a r a la evo tuvo en este caso sus connotaciones regionalistas.
lución independiente del m u n d o americano. Pero a esas alturas, seme- Al separarse de México, los h o m b r e s que se abocaron a definir el sis-
jante unión era una utopía. Hispanoamérica estaba políticamente frag tema de gobierno que habría de regirlos buscaron sensatamente implan-
mentada y resultaba imposible s u p e r a r esa fragmentación, que se apo tar un sistema confederativo. Las Provincias Unidas de la América Cen-
yaba en la existencia de "patrias preformadas". 6 tral se dieron en principio una constitución federal casi calcada del
Cabe señalar que ese regionalismo preexistente a la independencia y texto de la de Estados Unidos, como lo admiten los propios redactores
que incide decisivamente en el d e s m e m b r a m i e n t o de las posesiones his que integran la asamblea constituyente. Pero tal texto legal quedaba al
pánicas a p u n t a b a todavía más lejos. Esas imprecisas y muchas aún in margen de una realidad que no logró interpretar. El caudillismo regio-
nominadas unidades territoriales constituían las nuevas naciones cuyas nal, p a r a salvaguardar su poder, a r m ó ejércitos. En medio de u n a si-
fronteras, lejos de e s t a r delimitadas, sufrirían a la vez en su interior el tuación caótica, Francisco de Morazán pareció encauzar algunos proble-
impacto disgregante de ciertos regionalismos locales, que en algunos mas económicos, pero no llegó a apaciguar el creciente descontento ni
casos afloraron con persistencia y aun determinaron la formación de aun creando un distrito federal independiente en la ciudad dé San
pequeñas nacionalidades independientes (como sucedió con Paraguay. Salvador. Los sectores conservadores guatemaltecos, perjudicados p o r
Bolivia y, al a m p a r o de otras circunstancias externas, con Uruguay). ciertos giros de la política liberalizadora que intentaba aplicar Mora-
; zán, m o s t r a r o n su enconada resistencia y a u n a r o n esfuerzos con el cau-
j dillo mestizo Rafael Carrera quien, erigido en líder del segregacionismo
1
contra las "vejaciones" y la "opresión", separa a Guatemala de la Con-
LAS P A T R I A S I'RAGMENTADAS
federación. Nicaragua, a su vez, se declara liberada del pacto federal. La
; anarquía se adueña de las provincias centroamericanas y el Congreso
Federal termina p o r declarar que " a n t e el c u a d r o del caos y la confu-
Ese fenómeno que convenimos en llamar regionalismo interno asume lión y p a r a detener la revolución. . . son libres los E s t a d o s p a r a cons-
expresiones diferenciadas en cada comarca. En todas partes, sin embaí tituirse del m o d o que tengan p o r conveniente". En u n patético discurso
go, aparecen teóricos de esos regionalismos que ya de m o d o coherenie de clausura, el Presidente del Consejo expresaba la total impotencia del
o difuso, según los casos, intentan definir su ideología a p a r t i r de la gobierno federal: "No hemos podido consolidar un gobierno estable. . .
defensa de un régimen federativo en la organización política. ño poseemos m a r i n a ni ejército; no tenemos administración de justi-
En la otrora opulenta colonia de Nueva E s p a ñ a —empobrecida p«u cia; carecemos a b s o l u t a m e n t e de crédito exterior e interior; n o hay
la guerra y la creciente extracción de capitales españoles—, el región.i agricultura ni comercio p r ó s p e r o ; faltan caminos, puentes, calzadas, se-
lismo no protagoniza ninguno de los graves conflictos internos que MU
gen al quebrarse la tutela colonial. Los enfrentamientos entre libera leí S uridad, n o c o n t a m o s con h o m b r e s de luces que ayuden a p r o m o v e r el
ien y salvar a la Patria, p o r q u e no los hemos sabido f o r m a r y p o r q u e
lio queremos p e r d o n a r a los que gimen en el d e s t i e r r o . . . " Corría el
y conservadores, entrecruzados frecuentemente con los problemas sii'.< I
tados con la Iglesia y las difíciles relaciones con un ejército que liu lfio 1840. Difícilmente pueda encontrarse u n testimonio m á s elocuente
salido muy poderoso al d e r r u m b a r s e el efímero imperio de Iturbide, MUí de la impotencia ante esa realidad incontrolada y disolvente. La unidad
de la América Central seguirá siendo u n a q u i m e r a irrealizable.
"Simón Bolívar, "Carta de Jamaica", en Obras completas, La Habana, Lex, I''47 Más complejo y engorroso fue sin e m b a r g o el proceso sudamericano.
La prolongada guerra que se libró contra E s p a ñ a tuvo aquí caracterís-
214 JUAN A. ODDQNL
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 215

ticas de ferocidad y devastación que no se conocieron en las Américas con los "porteños". Los sentimientos localistas reafirmaron de inme-
central y septentrional. A medida que los territorios iban siendo libera- diato la defensa de intereses económicos lesionados y de distintas for-
dos de la Corona, urgía instalar las nuevas estructuras institucionales. mas de vida. Buenos Aires quiso someter al interior, pero el interior
A fines de 1819, el Congreso reunido en Angostura por inspiración de resiste y se subleva. Sin los caudillos y sus hombres, la guerra contra
Simón Bolívar comenzaba a dar formas políticas a una nación cuyo el virrey del Perú no podía continuarse. El antagonismo urbano-rural
territorio todavía debía reconquistarse. desembocó en abierta guerra civil.
Así, mientras los ejércitos bolivarianos marchaban a la campaña del En el flanco oriental del virreinato surgió la figura de un caudillo,
Perú, la retaguardia estaba lejos de quedar pacificada. Las tensiones que no sólo resistió con sus hombres y armas a la integración incondi-
locales, inseparables del agotamiento económico, perturbaron perma- cionada sino que elaboró una teoría política para dar forma al gobierno
nentemente la vida política de Venezuela y Nueva Granada. En 1821, un del nuevo estado. Ese caudillo fue José Artigas. Personalidad atípica
segundo congreso celebrado en Cúcuta impuso tendencias más centra- de la revolución hispanoamericana, porque si bien respondía a las ca-
lizadoras. Las regiones de Venezuela, Nueva Granada y también Quito racterísticas del caudillo en -cuanto supo interpretar y conducir a las
—ahora incorporado por la suerte de las armas—, pasaban a ser go- masas gauchas que lo seguían incondicionalmente, concibió un sistema
bernadas por un cuerpo de funcionarios designados desde Bogotá. Las de gobierno para organizar la nueva nación. Inspirado en ciertas teorías
resistencias a este ordenamiento forzado no tardaron en manifestarse. liberales de su tiempo a. través de la Constitución de los Estados Unidos
José Antonio Páez, el caudillo llanero que controlaba Venezuela, no y de los conceptos de Thomas Paine (La independencia de Costa Fir-
aceptaba tales imposiciones, y en nombre de los intereses de esa región me fue su libro de cabecera), llegó a preseniar un programa orgánico
se levanta en armas contra ios textos legales aprobados en Cúcuta. Ei que proclamaba la independencia absoluta para las provincias —que
ideal bolivariano de la Gran Colombia comienza a desdibujarse rápida- las autoridades de Buenos Aires fueron demorando por táctica políti-
mente. ca— y la instauración de una república, en oposición a las alternativas
Las tres regiones que se había pretendido unificar bajo el prestigio monárquicas que circulaban en Buenos Aires, por entender que no en-
del "libertador" alojaban profundas divergencias económicas y distintas cuadraban a la realidad americana. La autonomía provincial era el
estructuras sociales: Ecuador era un país de población indígena; Nueva principio sustancial de su ideario, en defensa irrestricta del localismo
Granada y Venezuela, esencialmente mestizos. Regiones además muy que caracterizaba la heterogeneidad de regiones aglutinadas adminis-
poco comunicadas entre sí, descubrieron al interrelacionarse por las trativamente por la metrópoli, pero que ante la explosión revolucionaria
necesidades de la guerra contra España que dentro de sus límites ha- y la presión de la capital fueron adquiriendo conciencia más clara de
bían arraigado fuertes sentimientos localistas, estimulados por aquellos su personalidad diferenciada. Propuso, en fin, una constitución federal
caudillos que durante la guerra habían reforzado el poder de su hege- que "confederara, no por reconocimiento, sino por pacto" y que garan-
monía. tizara la autonomía de los "pueblos libres" de las provincias. Si el de
Adversarios y partidarios de Bolívar se entienden finalmente a sus Artigas fue un programa quizá demasiado avanzado para su tiempo —ya
espaldas para librarse de él y desarticular, en función de sus respectivos que no sólo apuntó a lo político sino también a reformas de contenido
intereses, una nación de muy precaria unidad. Santander recupera el social y económico—, aparecía en cambio animado por un inequívoco
poder en Bogotá, mientras asoma el prestigio ascendente del general realismo, dado que partía del principio de que un régimen de autono-
Mosquera y se afirma un régimen esencialmente autoritario de base mías provinciales sería la solución política conciliatoria de los diversos
conservadora que no desconoce el poder de las aristocracias locales sino intereses regionales que se diferenciaban en un vasto ámbito territorial
que gobierna más bien apoyándose en ellas. integrado por dispersas zonas económicas y demográficas.
El propósito unificador y organizador que animó a Bolívar no existió Artigas se impuso en toda la zona ganadera del litoral argentino y,
en el "libertador" del sur, José de San Martín. Ajeno a los intrincados en 1815, instauró allí la Liga Federal. El Río de la Plata tiene en ese
procesos de la vida política, su función específica consistió más bien momento dos gobiernos con sus respectivas jurisdicciones. Como lo ha
en derrotar a las fuerzas del imperio español, cometido que pudo cum- señalado Romero, ya en esos momentos el problema sobrepasaba la
plir satisfactoriamente. disputa entre dos formas de gobierno divergentes —federal o unitaria—,
Buenos Aires ejerció indiscutiblemente la conducción ideológica de puesto que tras de ella se alineaban dos concepciones diferentes res-
la revolución en el sur. Su burguesía intentó "organizar el país", pero pecto de la organización económica e institucional. Las armas de los
las fronteras del lejano Alto Perú y de la vecina Banda Oriental fueron federales lograron triunfar sin Artigas, que abandona la lucha por dis-
un permanente y oneroso frente de guerra. Ciertos grupos criollos ru crepancias con los caudillos litoraleños. Pero este triunfo no significó
rales y su peonada respondieron espontáneamente al movimiento revo el fin del enfrentamiento entre oligarquías y caudillos, ya que Buenos
lucionario, que terminó siendo independentista, pero no se identificaron Aires no renuncia a su doctrina irreductiblemente centralizadora, que
216 JUAN A. ODDONE REGIONALISMO Y NACIONALISMO 217

esgrimirá una y otra vez amenazando la estabilidad de las economías beradas fueron diluyéndose rápidamente. Los terratenientes y las oli-
regionales. El interior rural vuelve a imponerse a la capital en 1820, garquías criollas de La Paz y Charcas m o s t r a r o n p r o n t o su desafección
pero es entonces cuando comienza lo que ha dado en llamarse "la des- al lugarteniente del "libertador" y, a poco andar, los dos Perúes expul-
unión de las Provincias Unidas". 7 E r a difícil controlar una situación san de sus territorios a las tropas colombianas (1828). Las intrigas de
en la q u e se enfrentaban distintos núcleos de fuerzas s u m a m e n t e pode- facciones desatadas entonces en el altiplano convirtieron finalmente a
rosas. En ese clima de disgregación en que se libra una encarnizada Andrés de Santa Cruz en a r b i t r o de la situación boliviana. Mestizo, sol-
lucha de fracciones se gestará la figura del caudillo bonaerense Juan dado del rey, luego integrante del gobierno peruano, asumía a h o r a todo
Manuel de Rosas, que i m p o n d r á finalmente la unidad soldando, bajo el poder en Bolivia para ejercerlo d u r a n t e diez años. Al cabo de ellos
su férreo autoritarismo, los intereses comarcanos y los de Buenos Aires. Bolivia quedaba unificada como nación independiente separada de sus
Mientras tanto, el antiguo virreinato del Río de la Plata ya había dos áreas de influencia, Perú y el Río de la Plata.
segregado importantes territorios del contorno de sus fronteras. Pri- Perú quedaba como el último gran reducto continental hispánico. El
mero Paraguay, que desde el primer instante de la revolución quedará virrey Abascal, después de contener eficazmente la sublevación y en-
aislado en el centro del continente. Fracasaron las expediciones enviadas frentar a los ejércitos revolucionarios del norte y del sur había llegado
p o r Buenos Aires al m a n d o del general Belgrano para s o m e t e r a la a reconquistar la capitanía general de Chile. Pero las dos c a m p a ñ a s
lejana provincia, o t r o r a imperio jesuítico, de base homogéneamente in- continentales de San Martín y Bolívar terminaron finalmente con el
dígena. La dominante personalidad de José Gaspar Rodríguez de Fran- dominio colonial. El clima político del nuevo Perú, controlado p o r los
cia, que mantuvo bajo su poder unipersonal toda la región desde 1814 jefes revolucionarios del sur o del norte, fue de inestabilidad y conspi-
hasta 1840, impuso definitivamente la segregación y el aislamiento de ración permanente. El ejército, como en el caso de Bolivia, asumió la
Paraguay. Las guerras de facciones no p e r t u r b a r o n a la región guaraní, herencia del poder de los antiguos virreyes.
ya que el dictador se encargó de eliminar drásticamente a quienes le La topografía especial de Perú, con sus bien definidas regiones de la
resistieron. Ejército, Iglesia, autoridades civiles, vida económica, eran costa y la sierra —diferenciadas por peculiaridades geográficas, econó-
meros apéndices de u n E s t a d o rígidamente centralizado que se encarnaba micas y demográficas—, contribuye ahora, en el m a r c o de la nueva si-
en José Gaspar Rodríguez de Francia. tuación, a acentuar un ya m a r c a d o regionalismo interno. El poder mili-
Por o t r o lado, también se separó la provincia oriental que fuera in- tar p r o c u r a canalizar a su favor esa situación que le es ajena y, así, cada
vadida p o r las a r m a s de Portugal, a instancias del propio gobierno de región tendrá su caudillo de circunstancias en una etapa signada por
Buenos Aires, como expediente p a r a d e r r o t a r a Artigas, cuyas ideas la anarquía, las continuas discordias y sublevaciones de jefes militares,
eran combatidas a sangre y fuego p o r los unitarios de Buenos Aires. La y a u n p o r los enfrentamientos a r m a d o s con países vecinos. La guerra
independencia de Brasil determinó que la Banda Oriental se incorporara con la ya d e s m e m b r a d a Colombia concluye precisamente mediante la
al imperio, pero los orientales se sentían unidos p o r vínculos históricos segregación de Quito en 1830.
y p o r intereses económicos a sus vecinos platenses. La cruzada de En Perú, como en Bolivia, Venezuela, Colombia y Ecuador, sucesivos
"los 3 3 " encendió la sublevación contra el ocupante brasileño y final- caudillos de extracción militar se disputan el poder. El general mestizo
m e n t e la provincia se reincorporó espontáneamente a las Provincias cuzqueño Agustín Gamarra, en connivencia con su amigo el Mariscal
Unidas. E m p e r o , la decisión de Brasil de d i s p u t a r por las a r m a s sus Santa Cruz logra i n s t a u r a r la Confederación Peruano Boliviana (1836).
límites sobre la margen septentrional del Plata favoreció la mediación Cuando los intereses los separan, Santa Cruz no vacila en enfrentar y
de Inglaterra, interesada en pacificar el estuario p a r a seguir colocando vencer a su antiguo amigo y aliado Gamarra, proclamándose '-'Protector"
sus mercaderías q u e e n t r a b a n p o r esa ruta fluvial. E n virtud de tal de Perú. Resistido por la élite limeña, los conflictos que él mismo ins-
mediación, entre 1828 y 1830 se p a c t ó la independencia de la nuev;i tiga aparejan una invasión del ejército chileno, en el que forman mili-
República Oriental del Uruguay, el "estado t a p ó n " entre los dos países tares p e r u a n o s desplazados entre los cuales está Gamarra, que recupera
atlánticos m á s poderosos de América del Sur. el poder.
E n t r e t a n t o , en el m e d i t e r r á n e o Alto Perú, el general Sucre, al frente Los primeros años de la vida independiente peruano-boliviana apare-
de u n ejército de colombianos, chilenos, p e r u a n o s y argentinos libraba cen así controlados p o r los h o m b r e s de a r m a s ; incluso la Confederación
en Ayacucho (1824) la última gran batalla contra el dominio español en de los dos Perúes, gestada en medio de la indiferencia general, sólo
el continente americano. responde a intereses circunstanciales de caudillos y carece de todo res-
Los proyectos bolivarianos de confederar las inmensas c o m a r c a s I i paldo popular.
La antigua capitanía de Chile, luego de su fracasada revolución de
7
José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, México, Tierra Firme, Fon 1810, había quedado bajo la sujeción militar del virrey de Lima. Una vez
do de Cultura Económica, 1956, p. 116. liberada por los ejércitos de San Martín, Bernardo O'Higgins organizó
218 JUAN A. ODDONIi
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 219
la república aplicando un autoritarismo progresista, pero fracasó en-
la nación como tal se mostraba inexistente; el inesperado despertar de
frentado por los grandes terratenientes y los más importantes sectores
una conciencia política localista en el resto del área virreinal sería sin
de la Iglesia. Tras estos prematuros intentos, el país conoció una expe-
embargo fatal para esa teoría. "Rosas, apoyado por un Buenos Aires
riencia liberal de corte federalista, que rápidamente desembocó en una
rural que se ocultaba tras el Buenos Aires de las minorías cultas, con-
situación anárquica al hacer crisis la rivalidad entre los dueños de la
siguió imponer con su supremacía un principio de unión nacional" aun
tierra y las pequeñas burguesías urbanas. La Constitución Federal, que
en medio de todas las dificultades que le impusieron Inglaterra y Fran-
buscaba conciliar algunos roces regionalistas, no hizo sino agudizarlos
cia cuando, perjudicadas en sus intereses mercantiles, llegaron hasta
al plantearse espinosos conflictos jurisdiccionales en torno al pago de
el bloqueo del puerto de Buenos Aires, sostén económico de las pro-
los impuestos. El proyecto de federación fue entonces abandonado y
vincias.
sus mentores liberales desalojados del poder. Diego Portales, dueño de
Mientras tanto, los desterrados argentinos ambulaban por Europa o
la situación desde 1831, logró conducir al país con una política de mano
se reunían en Santiago de Chile y Montevideo. En el exilio repensaron el
dura que contuvo la anarquía dentro de los lincamientos de un gobierno
país y comenzaron a madurar soluciones de derecho para el ansiado
netamente conservador.
día del regreso. Así fue elaborándose una tesis transaccional que se
En el Río de la Plata donde el enfrentamiento entre unitarismo y "fe- abriría paso a la caída de Rosas.
deralismo" asomó con más vigor que en otras regiones de América, la Con base en un cierto punto de vista, todos estos conflictos que se
federación iermina por imponerse con el triunfo de los caudillos, pero expresan a través del enfrentamiento de las tesis unitarias y federales
desembocó en la autocracia. Después de 1820 se habían formado dos son asimismo resultado del profundo desajuste entre la nación que quie-
ligas provinciales: en el interior, la que conducía el unitario general re formarse y la región que resiste un orden uniforme que siente como
Paz, en tanto que las provincias litoraleñas reconocían la autoridad de impuesto desde afuera. En esta temprana etapa de la organización na-
Juan Manuel de Rosas. Derrotado Paz, Facundo Quiroga emerge como cional generalmente fracasaron las esperanzas de los dirigentes urbanos
el gran caudillo del interior, en tanto que López y Rosas dominan el li- que intentaron encauzar inicialmente a los nuevos países en función
toral. En sus respectivos ámbitos, cada uno de ellos había logrado con- de sus exclusivos intereses. La poderosa fuerza del caudillismo que de-
trolar y someter a múltiples caudillos menores que, o fueron eliminados fendió con sus armas las soberanías locales desembocó irremediable-
o se incorporaron a su fiel clientela. Asesinado Quiroga y muerto luego mente en la anarquía. Sólo mediante el desgaste de la honda crisis,
López, Rosas, favorecido por esa coyuntura, robustece su ya casi indis- cuando un caudillo consigue imponerse a los demás por su astucia o
cutido poder. Con autoridad absolutista y centralizadora logra unilicar el empuje de sus milicias, la unificación de las naciones se consolida
a las Provincias Unidas en el curso de los años cuarenta. Lo sustancial sin más texto legal que el de su voluntad omnímoda. Venezuela y las
de su papel político es una obsesiva preocupación —puesta de mani- Provincias Unidas —las dos grandes regiones ganaderas— encauzarán
fiesto en su correspondencia, fundamentalmente— por "ordenar las este proceso bajo la conducción de caudillos que representan a la clase
partes" que componían la federación; "trabajar' primero en pequeño y propietaria: Juan Manuel de Rosas (1834-1851) y José Antonio Páez
por fracciones" para luego afirmar el sistema general. "Si cada estado (1830-1863).
—sostenía— no tiene elementos para poder mantener el orden inter- En el área andina, como vimos, son los caudillos de extracción mili-
no, el gobierno general no sirve más que para poner' en agitación a tar los que cumplen esas funciones: Gamarra, Castilla y Santa Cruz
toda la República." Acorde con estas ideas sometió a los caudillos a su en los Perúes, Santander en Colombia, y Diego Portales, que sin ser
voluntad para consolidar el orden interno regional. Según su irrecon- militar asume las funciones de hombre fuerte en Chile.
ciliable enemigo, Domingo F. Sarmiento, "carente de forma legal, el También en México el nuevo ejército emergente de la revolución tiene
estado rosista no era sino la proyección de una situación de poder". primordial papel en el mantenimiento de una unidad nacional que, en
Pero lo cierto es que las masas le seguían ciegamente y que su pasión toda América Latina, amenaza con resquebrajarse y diluirse.
política contra el unitarismo porteño asumió extremos de fanatismo La fuerza avasallante de estos caudillos de distinta extracción social,
religioso, con una suerte de canonización popular del "Restaurador dé- sin ideología política uniforme —reformadores unos, conservadores
las Leyes". El autoritarismo profundamente arraigado en el medio rural otros— contribuye, de alguna manera, a reconciliar las regiones enfren-
ganadero rioplatense desde los tiempos coloniales culmina así con el tadas, aunándolas contra los grupos político-sociales divergentes que son
otorgamiento de la suma del poder público a Juan Manuel de Rosas, •ometidos dentro de los cuadros nacionales.
Como lo ha señalado José Luis Romero, 8 una minoría porteña había En los nuevos países latinoamericanos, durante la segunda mitad del
propuesto la unificación sobre la base de una teoría elaborada en que I ligio xix comienza la búsqueda de formas institucionales más acordes
[con esa realidad que prefiguran las naciones ya deslindadas.
8
José Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, op. cit., p. 116. En las colonias lusitanas de América se operó un proceso diferente.
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 221
220 JUAN A. ODDONE
mundial. Simultáneamente a la ampliación de los mercados consumi-
La independencia política, en este caso, se logró mediante u n relevo de dores se formaliza el aflujo de capitales europeos que promueven un
m a n d o que no modificó las estructuras monárquicas tradicionales. Cuan- rápido proceso de modernización. Los nuevos sistemas de comunica-
do los lusitanos regresaron a Lisboa, otros personajes ocuparon su lu- ciones posibilitan y estimulan los capitalismos británico y francés en
gar, pero la corte imperial y sus formas de gobierno no modificaron el función de sus propios intereses económicos; p e r o a la vez comunican
estilo impuesto p o r los Braganza desde su radicación en Río. No dejó el interior con los p u e r t o s : surgen los trazados ferroviarios, se inten-
de pesar en el desarrollo de los acontecimientos el hecho de q u e se sifican la navegación m a r í t i m a y el tráfico en los ríos interiores. El
tratara de un solo virreinato que se separaba de la metrópoli. Preexistía nuevo pacto colonial asentado sobre u n a fachada de independencia po-
al Brasil independiente la unidad administrativa de todo ese vasto do- lítica implica u n a subordinación económica que, p o r supuesto, conlleva
minio portugués. deprimentes secuelas.
De cualquier modo, los regionalismos latentes o ya expresados tam- E s t o s acontecimientos repercuten en el orden social latinoamericano
bién se manifestaron en Brasil, asumiendo los tonos de u n localismo de diverso m o d o . El m á s significativo es la consolidación del poder de
independiente. En 1824 el norte intentó formar u n a confederación re- la burguesía u r b a n a con un poderoso sector económico vinculado al
publicana; casi al m i s m o tiempo, la guerra por la provincia cisplatina comercio de exportación e importación, a la incipiente banca, a las em-
acentuó las tensiones regionalistas en Río Grande del Sur, llegando presas de servicios públicos, a las actividades especulativas y a la admi-
en 1835 a un abierto levantamiento republicano. Pero estos y o t r o s con- nistración. Asimismo se aprecia un crecimiento demográfico promisorio
flictos locales se irían a t e n u a n d o , al precio de una política de concesio- que se irá acelerando progresivamente.
nes m o d e r a d a s por p a r t e del poder central. Los b r o t e s del "coronelismo" Mientras tanto, la élite intelectual ha ido m a d u r a n d o ideologías que,
no tuvieron en este caso el carácter disolvente y antagónico de la p e n e t r a d a s de los principios liberales que a n i m a r o n la primera hora
organización nacional, que frecuentemente singularizó la acción de los de la revolución, avanzan en el análisis de la realidad que los rodea y
caudillos en el resto del continente. a la que intentan adecuarse. De tal modo, los postulados liberales van
abriéndose camino pero, como observa Halperín, ello se explica no
p o r q u e esos sectores de clases instruidas pero no ricas hayan logrado
d e r r o t a r con sus solas a r m a s intelectuales al conservadurismo domi-
LA BÚSQUEDA DE UNA CONCIENCIA NACIONAL nante: "Si consolidan sus avances es p o r q u e logran evocar en su apoyo
a elementos poderosos", hacendados, ricos comerciantes, letrados, que
les otorgaron finalmente su confianza. Desde Buenos Aires hasta Mé-
En medio de la anarquía y la guerra civil, y aun antes de que cuajaran xico se afirman ciertas ideas liberales, y si en cada región el proceso
las unidades nacionales, ciertos políticos y h o m b r e s de pensamiento asume características diferenciadas se aprecia u n a común imposición
procuraban establecer desde los gobiernos o los congresos constituyen de los principios que a p u n t a n hacia "el progresismo".
tes las n o r m a s legales de las nuevas repúblicas. E s t o llegó a ser preocu- Liberalismo y romanticismo —los dos " i s m o s " importados de Euro-
pación obsesiva, ya fueran liberales o conservadoras las tendencias ;i pa— van a r r a i g a n d o j u n t o s y, bajo su inspiración, nace una profunda
que respondían. Generalmente, la ley se adelantaba demasiado, repre inquietud p o r d e s e n t r a ñ a r la fisonomía del "ser nacional". No importa
sentando m á s bien un ideal que una respuesta a la realidad de u n detet aquí caracterizar la significación de estos movimientos en el orden de
minado contexto social. la vida política —llámense " r e f o r m a " en México, u "organización" en
E n t r e 1850 y 1880 las naciones latinoamericanas definieron formal Argentina—, pero sí interesa destacar el sentido que dieron a ciertas
mente su organización," lo que no quiere decir que las discordias in ideas: fundamentalmente, la necesidad común a todos los países de
ternas, las guerras civiles y el propio caudillismo quedaran erradicados, afirmar y justificar la existencia misma de cada una de las naciones
pero la consolidación institucional empieza a a s u m i r formas m á s e s t a b l e se e n c o n t r a b a definitivamente asentada.
desde entonces. Y es en el c a m p o intelectual donde aparecen las más nítidas expre-
Según Tulio Halperín Donghi 1 0 ese cambio sobreviene cuando se m<> siones de esa voluntad de afirmar la nacionalidad. Pero al tiempo que
difica la relación con las zonas económicas metropolitanas. Al expan se consolida la creciente influencia de u n d e t e r m i n a d o pensamiento
dirse la capacidad de absorción de los centros europeos, los países laii europeo, sobre todo anglosajón y francés, en todos los órdenes de la
noamericanos empiezan a desempeñar un nuevo papel en la economía cultura, se define y cobra fuerza u n deseo explícito de independencia
intelectual. Andrés Bello, en su Alocución a la Poesía, publicada en la
9
Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América Hispánica, Mv Biblioteca Americana en 1823, pide a las m u s a s que "vuelvan a los gran-
xico, Tierra Firme, Fondo de Cultura Económica, 1949, pp. 105 ss. des escenarios del m u n d o de Colón". Son todavía voces aisladas, A
'"Tulio Halperín Donghi, Historia contemporánea de América [.atina, Madrid.
Alian/a I «litonal, l%<), p. 207.
222 JUAN A. ODDONi:
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 223
partir de estos primeros balbuceos de Andrés Bello, del mexicano An-
drés Quintana Roo, del argentino Juan Cruz Várela y de toda la poesía empeña en demostrar en su Historia de San Martín e Historia de Bel-
anónima que se improvisa para la canción popular —tal como en los grano. "Los argentinos —sostiene— no pueden olvidar que tienen una
"cielitos" del uruguayo Bartolomé Hidalgo—, comienza a cobrar forma patria común." Dentro de esa línea de pensamiento, crear y transmitir
esa idea de "americanismo y nacionalismo" a la vez; quizá empiece a la colectividad el sentimiento nacional es condición inexcusable para
por lo americano, como afirmación de lo no español. La influencia del afirmar la existencia del estado; precisamente —se argumentaba—- la
romanticismo fecundó esas expresiones, y si bien el arte conservó for- carencia de una conciencia nacional hizo posible las sangrientas luchas
mas esencialmente europeizadas, la temática encontró un nuevo cauce internas interregionales, en las cuales el supremo interés en juego era
en la preocupación por lo nacional y lo regional. Las novelas y la poesía el de cada grupo y no el del estado. 13
americanas se poblaron de indígenas, gauchos, charros, mestizos y ne- Las consignas de alfabetización se abren camino en Chile, Colombia
gros. La llamada "generación del 38" que floreció en el Río de la Plata y Argentina donde surge un movimiento que brega por la difusión del
hostigada por el "rosismo", redactó la primera profesión de fe ameri- método lancasteriano. Juárez llama a México al educador Gabino Barre-
canista. José Victorino Lastarría pronto respondería desde Santiago da —discípulo de Comte— con el fin de promover, decía, "la emanci-
de Chile (1842) reclamando la emancipación literaria americana ("la pación mental" empezando desde abajo. Asimismo los ideólogos del
literatura —decía— debe ser la expresión auténtica de nuestra nacio- periodo liberal, Lorenzo Zavala, José María Luis Mora y Mariano Ote-
nalidad"). Antonio Goncalves Dias, en sus Primeiros cantos (1846), re- ro, individualistas y libreempresistas, afirmaban que la libertad y la
fleja la expresión de la vida y el ambiente brasileños. alfabetización conducían a la prosperidad. En toda América, pues, la edu-
Los románticos latinoamericanos recrearon en todas las formas de la cación es proclamada instrumento primordial para alcanzar el "progre-
literatura la belleza, el primitivismo y la grandiosidad del paisaje au- so", cuya meta comenzó a convertirse en obsesión.
tóctono, llevando a cabo, según Henríquez Ureña "la conquista literaria
de la naturaleza". 11 Asimismo, pronto las costumbres de sus pueblos
comenzaron a llenar las páginas de los libros para perpetuarlas y exal-
tarlas. EL SER AMERICANO Y LA CULTURA NACIONAL
Pero la fauna, la flora, las montañas, la pampa y la selva, el "sertao",
como imagen de la realidad local no agotaban los motivos de inspira-
ción. Importa también analizar la estructura de esa sociedad, procu- Innegablemente, pese a todas las manifestaciones americanistas y regio-
rando conocerla para reencauzarla. En esta línea creativa se inscriben nalistas que pueden rastrearse desde la época colonial, algunos medios
estudios sociológicos como el Facundo de Sarmiento, en tanto que los intelectuales de todo el continente siguen sustancialmente ligados a la
historiadores comienzan a indagar los orígenes nacionales. José Victori cultura del viejo mundo, porque se "han constituido históricamente a
no Lastarría estudia el sistema colonial chileno, el mexicano José María través de la recepción, asimilación y adaptación de las doctrinas eu-
Luis Mora, los argentinos Alberdi y Echeverría, y el ecuatoriano Juan ropeas" (para decirlo con palabras de Arturo Ardao). Aunque la temá-
Montalvo producen sucesivos ensayos que Leopoldo Zea calificó de "ver tica literaria o la expresión plástica se hayan poblado de imágenes au-
daderas autopsias" dirigidas a desentrañar los males de la herencia tóctonas, ellas fueron adaptadas a ciertas corrientes ideológicas y
hispanocolonial.12 modelos estéticos procedentes de Europa. A fines del siglo pasado, al-
El programa común de las élites del medio siglo consistió en educar, gunos medios de las sociedades urbanas de países como los de la cuenca
alfabetizar y crear una conciencia nacional. "Una nación —afirma Al del Plata acusaron más intensamente esas influencias cuando una ace-
berdi— no es una nación sino por la conciencia profunda y reflexiva lerada europeización acompañó al impacto de la inmigración masiva.
de los elementos que la constituyen." Las universidades latinoamericanas, formadas primero en el escolas-
La búsqueda de las raíces nacionales en el pasado dinamizó asimismo ticismo colonial, se afiliaron después de la independencia y sobre todo
a cierto quehacer histórico, y así fue madurando en la cuenca del Plata al trasponer el medio siglo a unas corrientes del racionalismo francés,
la teoría de la "nación preexistente" que formularían en libros capita del idealismo alemán, del positivismo spenceriano o comtiano que circu-
les el argentino Bartolomé Mitre y el uruguayo Francisco Bauza. Mitre, laron en sus cátedras.
historiador y político militante, creía en la nación, y ya en la Asamblea La difusión de un positivismo, a fines del siglo xix (que llegó a con-
General Constituyente de 1854 subraya su preexistencia, tesis que se vertirse en la filosofía oficial de México y Brasil), alcanzó otros niveles
11
Pedro Henríquez Ureña, op. cit., pp. 103 55. de penetración. Ideales y creencias se edificaron sobre los conceptos de
12
Leopoldo Zea, Antología del pensamiento social y político de América Latina, 13
Introducción, Washington, Unión Panamericana, 1964, p. 20. José Luis Romero, Argentina, imágenes y perspectivas, Buenos Aires, Raigal,
1956, p. 139.
224 JUAN A. ODDONE REGIONALISMO Y NACIONALISMO
225
la razón, el individuo, el progreso, la libertad, la naturaleza y el endiosa- que por un conjunto de circunstancias históricas y doctrinarias se mues-
miento de la ciencia. El fondo ético, esencialmente utilitario que susten- tran firmemente asociados. Unamuno y Ortega en España, Caso y Vas-
taba aquel tipo de filosofía, se adecuó perfectamente a la manera de concelos en México, Korn e Ingenieros en Argentina, Rodó y Vaz Ferrei-
pensar de la sociedad burguesa de todo el continente. ra en el Uruguay."
En el campo de la ensayística sociológica, ese positivismo —por en- Rodó contribuyó sustancialmente a la formulación de una cultura
tonces ya seriamente cuestionado— pretextaba aún ácidos enfoques hispanoamericana. Ariel (1900) es considerado por muchos como el pri-
sobre la sociedad latinoamericana. Las novelas inspiradas en Balzac o mer aporte mayor en ese sentido. Fue un llamado a la reflexión de la
en Zola seguían proliferando en todo el continente. Si bien los román- juventud de América para rescatar su "personalidad propia".
ticos habían impuesto la temática autóctona, el "naturalismo" y el "rea- Alejandro Korn propone una filosofía argentina con el fin de dar
lismo" ahondaron en ella, reflejando a menudo sus facetas más sórdi- impulso a un "filosofar dentro de las propias circunstancias". "Hemos
das. La literatura americana se puebla de tolderías indias, donde el sido colonia —decía— y no dejamos de serlo, a pesar de la emancipa-
semisalvaje convive con el blanco aventurero y la cautiva; los "gauchos ción política... la vida intelectual obedece, ahora como antaño, al in-
en desgracia", como el Martín Fierro de Hernández, llegan también al flujo de la mentalidad europea. El genio nacional rara vez ha encontrado
picadero del circo convertido en teatro popular por los hermanos Po- una expresión genuina e independiente."
destá, cuya carpa recorre ciudades y pueblos del Río de la Plata revi- Tras estos reclamos iba definiéndose, en los albores del siglo, una
viendo las hazañas del Juan Moreira de Gutiérrez, el Santos Vega y el imagen de la conciencia nacional empeñada en afirmar los rasgos lati-
Juan Cuello, gauchos o matones perseguidos por una justicia implacable noamericanos, pero también en preservar los valores de una aristocracia
y venal. del espíritu.
Federico Gamboa documentó en sus novelas ambientes y penurias El positivismo había sido la doctrina de México cuando en tiempos
del pueblo mexicano; "Micros" (Ángel del Campo) desde el periódico de Juárez se buscó imponer, sin éxito, un orden que terminara con la
dio a conocer sus certeros cuadros de costumbres. Tomás Carrasquilla anarquía a fin de transformar la sociedad. Por eso la juventud ilustrada
perpetúa el lenguaje popular del campo, la sierra y la mina colombiana. mexicana de entonces, ya influida por Bergson, James y Boutroux, re-
Así como Alberto Blest Gana había logrado la fiel imagen de la vida chaza los dogmas del positivismo finisecular, mientras prepara la revo-
urbana de Chile en la segunda mitad del siglo xix, Baldomero Lillo, al lución contra el porfiriato. Caso y Vasconcelos son los guías mayores;
despuntar el siglo xx, testimonia la vida miserable de un pueblo minero fiero importa todo el grupo. "No es posible idealizar, señalan, sin volver
del sur chileno, en tanto Luis Orrego refleja la corrupción en la alta os ojos a nuestras costumbres y a nuestras tradiciones... a lo que
clase ciudadana de Santiago. Carinan (1902), de Graca Aranha, repre- somos en verdad." Una postura sostenida que intenta definir "lo mexi-
senta la novela de tesis en la literatura brasileña, junto con Os Seríóes cano" exaltando las raíces del indigenismo, el cual rápidamente se
(1902) de Euclides Da Cunha, donde se describe la rebelión desesperan- j convertirá en un hecho cultural, social y antropológico a la vez. De tal
zada de un "serton" vigorosamente descrito. ! modo, el tema obsesivo de ciertos círculos mexicanos a partir de los
La poesía también persiguió la veta de una "originalidad" cuya me- j años veinte, tanto en el ensayo filosófico como en la producción literaria
jor expresión se canaliza a través del modernismo que asumió una 0 en las expresiones artísticas, girará en torno al significado del "ser
"pasión formalista", inspirada en el parnasianismo francés. [ mexicano".
Los poemas "indoespañoles" del peruano José Santos Chocano, Alma En 1934, cuando Samuel Ramos publica El perfil del hombre y la
de América (1906) y Fiat Lux (1908), marcan el retorno al tema indi cultura en México, proclama la necesidad de avanzar más allá del simple
gena, mientras otros poetas modernistas logran transmitir un acento resurgimiento y revaloración de lo autóctono que la generación revo-
renovador a su creación: en Bolivia, Ricardo Jaimes Freyre; en Colom lucionaria de 1910 había postulado. Se trataba, en última instancia, de
bia, Guillermo Valencia; en el Uruguay, Julio Herrera y Reissig. "confrontar la mexicanidad con la americanidad y la universalidad". 15
México fue el baluarte septentrional del modernismo. La revista Azul Leopoldo Zea aparece a mediados de siglo como el portavoz del pensa-
(1894-1896) y la Revista Moderna (1898) fueron sus tempranos vehícu miento americanista. Su preocupación por la historia de las ideas, sus
los de difusión. Como creadores individuales se destacan Amado Ñervo ensayos filosóficos dirigidos a la temática latinoamericana, formulan la
—cuentista, ensayista, pero sobre todo poeta— junto a Luis G. Urbina tónica de ese otro nacionalismo cultural mexicano, de acento univer-
y José Juan Tablada. salista. "Quisiérase que no —sostiene Zea— estos pueblos independien-
Si la ensayística filosófica resultó un género menos frecuentado, cu temente de que se sintiesen parias de una cultura que no era ya la pro-
cambio supo calar más hondo en la búsqueda de la "originalidad" ame 14
ricana. Como lo ha observado Ardao, alrededor del novecientos surgen 111
Arturo Ardao, Filosofía de la lengua española, Montevideo, Alfa, 1963.
Lewis Hanke, América Latina. Continente en fermentación, México, Aguilar,
en los países de habla española varias parejas de pensadores, nombres 1961, pp. 118 ss.
JUAN A. ODDONI REGIONALISMO Y NACIONALISMO 227
226
pia, desterrados de una historia que no habían hecho, estos pueblos y el proceso, afirma que ese nacionalismo asume formas diferentes: unos,
sus hombres habían hecho y estaban haciendo una historia. No era ya como el argentino Juan José Castro, intentan utilizar el espíritu de la
la historia europea, por supuesto, pero sí una parte de esa historia; tradición popular americana y llevarlo a un lenguaje universal; otros,
acaso una parte, importante o no, de la historia occidental; o lo que buscan un idioma más original e independiente de las formas europeas,
era aún más, una parte de la historia del hombre." 16 En su devenir caso de Villa-Lobos, de Chávez y Raúl Cosío.19
histórico, los pueblos americanos habían elaborado una cultura; ahora La misma preocupación que durante el siglo xx se expresó en la Amé-
era necesario tomar conciencia de ella. rica que había sido española, surge en la que fuera portuguesa. Ardao
Esta "nueva cultura", expresión necesaria "de un modo de ser", se ha señalado cómo el dualismo ibérico europeo se proyectó en América;
convirtió en la preocupación cultural latinoamericana, al tratar de es con todos los matices diferenciales existentes es evidente la afinidad
clarecer el lugar que le corresponde a esa área en el mundo, y a cada ibérica que, a partir de una común disposición mental, genera una ver-
una de las naciones en el conjunto del continente. dadera solidaridad histórica a través de la cual los rasgos peculiares
Si México supo formular un pensamiento filosófico tan renovador, terminan por integrarse.
no fue menos su originalidad creadora en las artes plásticas. Ya entrado el siglo xx, los brasileños han mostrado su preocupación
Los murales que Diego Rivera había comenzado a pintar en 1921 no por desentrañar "el ser nacional". Paulo Prado, Sergio Buarque de Ho-
sólo revelan una técnica distinta, casi magistral, sino también una te llanda, Alceu Amoroso Lima, representan otros tantos testimonios lite-
mática nutrida en la problemática social y política de la vida mexica rarios de esa actitud, así como un Gilberto Freyre la encarna desde la
ensayística.20
na. "La pintura se hizo pasión nacional", afirmó Pedro Henríquez Uro
ña refiriéndose a aquellos vigorosos artistas que fundieron el pasado Como lo advierte Lewis Hanke, la ruptura cultural con el pasado acon-
con el presente en una síntesis de afirmación nacionalista auténtica, teció en Brasil antes de la revolución política de 1930. La Semana de
"comprometida" y original.17 Arte Moderno celebrada en Sao Paulo en 1922 es, por ejemplo, un hito
Rivera, Orozco, Siqueiros, Montenegro, Guerrero, fueron algunos de significativo del cambio de actitud en la pintura brasileña.
aquellos creadores que supieron calar más hondo en la convulsionada Si bien ya hay rasgos de originalidad innegables en las tallas que el
realidad de su tiempo. "Aleijadinho" (Antonio Francisco de Lisboa) distribuye por los altares
En esa línea nacionalista se inscribe el "Manifiesto de Barcelona" del siglo XVTTI, esa cultura "brasileña" en gestación desde entonces
(1921), donde Siqueiros señala que el arle negro y el arte primitivo ele irrumpe como tal en el siglo xx. La arquitectura ha sido en los últimos
América habían dado la más "profunda orientación a las artes plásti lustros una de las formas de expresión más innovadoras. Por supuesto
c a s . . . Acerquémonos por nuestra parle a las obras de los antiguos que con una técnica importada —la del cemento y el acero que la hacen
pobladores de nuestros valles, los pintores y escultores indios", recia viable— la expresión arquitectónica brasileña modeló nuevas formas
maba al declarar que se proponía crear "una nueva civilización extraída que, en su universalismo, eslán impregnadas de un fuerte acento autóc-
de las más profundas entrañas de.México".18 tono donde se combina el vidrio con la teja y las piedras coloniales
adornadas por el exuberante colorido de las plantas del trópico. Lewis
El afán por expresarse en un lenguaje propio, que borrara de la Ira Hanke ha escrito que tan importante como el desarrollo técnico, que
dición latinoamericana su carácter de simple "repetidora", cubrió los en la industria y energía ha lomado tanto impulso en los últimos años,
edificios de murales y pinturas que constituyen, como se ha dicho, a la la cultura brasileña también ha desarrollado, dentro y fuera de fronte-
vez que obras de arte, indiscutibles documentos políticos. ras, una pujante "fuerza nacionalista". 21
Esa originalidad creadora se manifiesta asimismo en el campo de la
composición musical. El nacionalismo musical surgió en Europa a I i Todo este nacionalismo cultural en gestación registra importantes
avances en las últimas décadas.
nes del siglo xix, un poco a la zaga del nacionalismo literario. Desde el
coloniaje hasta entonces, América sólo conoció una música trasplantada Mientras un cierto mundo intelectual latinoamericano circula por ta-
que encontraba frecuentemente magníficos intérpretes. Pero un nació les carriles en busca de "su originalidad", paralelamente, en otros com-
nalismo musical americano, si así podemos llamar a esta tendencia de partimientos del ser americano los cambios sociales que se suceden
los compositores de nuestro tiempo, aparece cuando el mexicano Caí los inciden ya no sólo sobre la temática literaria, ensayística o plástica, sino
Chávez y el brasileño Heitor Villa-Lobos, trasladan al pentagrama un también a través de un proceso de transformación cultural.
idioma que empieza a ser vernáculo. William Berrien, que ha analizado Después de la primera guerra mundial, el proceso de blanqueamiento
que sobre todo en las zonas atlánticas se venía gestando desde mediados
16
Leopoldo Zea, América Latina y el mundo, Buenos Aires, Eudeba, 1965, p. 9. 19
17
Pedro Henríquez Ureña, op. cit., p. 203. 20
Pedro Henríquez Ureña, op. cit., p. 203.
18 Lewis Hanke, op. cit., p. 224.
Antonio Rodríguez, Siqueiros, México, Fondo de Cultura F.conómica, Tesliiuo •" Ibid., p. 239.
nios del Fondo, 1974, p. 6.
JUAN A. ODDONF.
228
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 229
del siglo xix mediante la inmigración europea aluvial, es ampliamente
rebasado; se asiste —señala Pierre Léon— a una "revitalización" de las monios más evidentes de esta nueva vitalidad que transforma las
masas mestizas, indígenas y mulatas. En las décadas de los cincuenta culturas latinoamericanas.
y los sesenta es cuando aparecen los índices más elevados de crecimiento
en las poblaciones indígenas de Nicaragua, Salvador, Ecuador, Perú y
Bolivia.22
Esas ínsulas indígenas ahora en desarrollo —en contraste con su bru- EL NACIONALISMO DE ENTREGUERRAS
tal disminución durante el coloniaje— que han permanecido aisladas
y encerradas en sus comunidades agrarias de México, Guatemala, la sie-
rra peruana, el altiplano altoperuano, la quebrada del norte argentino Ciertos investigadores suelen aludir a dos edades del nacionalismo: la
y las coloradas tierras guaraníes conservaron sus propios estilos de que transcurrió en el siglo xix y la que surge en el xx. Hay quien cues-
vida, trabajo, tradiciones y lenguas. Operaron a través de los siglos tiona hasta los vínculos entre una y otra por entender que se trata de
como verdaderos archivos vivientes. Los descendientes de esclavos afri- movimientos de distinta naturaleza. Se ha llegado a sostener incluso la
canos de las Antillas y del inconmensurable Brasil siguieron también hipótesis de que el nacionalismo actual guarda escasa relación con
cultivando estilos de vida y hábitos de las tribus originarias. Es decir el principio de las nacionalidades. Originado en la Europa del ocho-
que culturas de raíces autóctonas e importadas de África perviven en cientos, es innegable que este fenómeno cobra un nuevo y vigoroso
el mundo americano y si a lo largo de siglos se han mantenido como significado en el siglo actual, sobre todo cuando los países de África y
ínsulas, en las primeras décadas del siglo xx comienzan a irradiar hacia Asia entablan con éxito su lucha por la descolonización.
la masa de la población mestiza y blanca. En el periodo que corre entre las dos guerras, Europa fue el centro
Se dice además que América Latina es un continente oficialmente bi- de una reincentivación nacionalista de signo autoritario. La crisis y la
lingüe. El portugués hablado en Brasil —con sus giros y cadencias lo- desocupación que castigaron a la Italia de los años veinte allanaron
cales— presenta, con todo, más unilormidad que el castellano latino- el ascenso al poder del nuevo partido fascista, apoyado por los grandes
americano diversificado originalmente por las modalidades regionales industriales y la pequeña burguesía; su ideología se basaba en el for-
españolas. Henríquez Ureña traza el mapa lingüístico latinoamericano talecimiento del poder del Estado, orientado a defender los intereses del
dividiéndolo en cinco grandes zonas —por supuesto límites siempre in- gran capital y aniquilar las tendencias izquierdizantes del movimiento
definidos—, con "cinco modos de hablar español" que cualquier viajero obrero. Corporaciones de obreros y patronos, dirigidas verticalmente,
no demasiado experimentado percibe de inmediato al trasladarse de constituyeron el módulo económico social del fascismo. La exaltación
una a otra área. Hay así —según este historiador— una formal moda- del "Duce" y de un sentimiento nacionalista que se alimentaba mediante
lidad con modismos y entonación que corresponden a México y Cen- el culto de las antiguas glorias del imperio romano suministraron al
troamérica; otra que abarca el Caribe, gran parte de Venezuela y la régimen importantes apoyaturas políticas. Mientras tanto, en Alemania
costa colombiana; la zona andina de Colombia, Perú, Bolivia y el nor- el nacional-socialismo exacerbaba los sentimientos racistas y naciona-
oeste argentino, que presentan rasgos comunes; la franja chilena entre listas, para desembocar en un estado fuerte, bajo la conducción del
la cordillera y el Pacífico es otra de las áreas indicadas y, finalmente, Führer.
la del Río de la Plata. Por supuesto que dentro de esas áreas existe- Como lo señala José Luis Romero, apareció en América una nueva
diversidad de peculiaridades locales bien diferenciadas pero, además, derecha, influida por el fascismo, el falangismo y el nazismo, que arrai-
dentro de ellas se distribuyen las ínsulas mencionadas: un millón de gó fundamentalmente en ciertas generaciones jóvenes ubicadas al mar-
mexicanos no habla español; el náhuatl, el quechua, el guaraní y el gen de las oligarquías tradicionales liberal-burguesas a las que perte-
maya son lenguas vivas; las poblaciones del altiplano boliviano y de necían sus padres. Todo este proceso se incubó entre la crisis de 1929
la sierra peruana son bilingües, como lo son los paraguayos, agrega y la segunda guerra mundial.
Henríquez Ureña. Estas élites insistían en la necesidad de un cambio: reaccionando con-
Esta América mestiza y mulata para algunos, que en el curso de los tra la ideología liberal —enjuiciada como caduca y extranjerizante—
siglos ha experimentado un violento proceso de aculturación, ve resur proclamaron el retorno a las raíces hispánicas de las nacionalidades
gir en el siglo xx con mayor vigor sus tradiciones vernáculas. La arte- americanas y la necesidad de fortalecer el sentimiento nacional, al tiem-
sanía popular, las artes plásticas, la música y el folklore son los test i po que auspiciaban una revisión de la historia entre cuyos objetivos se
22 contaba la búsqueda de "lo telúrico". Tal revisionismo histórico gravitó
Pierre Léon, Economies et sociétés de l'Amérique Latine, Essais sur les pro sobre todo en países que, como Argentina, habían acusado —especial-
blémes du développement de l'époque contemporaine 1815-1967, París, Soc. r.rs,
mente en el último medio siglo— el impacto de la inmigración masiva
1969.
europea. Frente a lo que se denominó fenómenos de hibridación social
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 231
230 JUAN A. ODDONE

nalismo de los núcleos intelectuales, se carga ahora de contenido social,


derivados de la presencia de esa masa inmigratoria, el Estado sería —si- pretendiendo hacer también una política para las masas; ésa es su visi-
guiendo la línea del nacionalismo— el único capaz de montar un meca- ble originalidad.
nismo que diera cohesión a "lo argentino". 23
Los movimientos populistas afloran en distintos países de América
Esta corriente nacionalista conoció una formulación decisiva en el Latina, cada uno de ellos con sus peculiaridades, aunque ostentando
"Estatuto del Estado Nacionalista" redactado por Carlos Ibarguren, su una serie de elementos comunes: todos tienden a atraer y utilizar en
teórico más destacado. Pero fue durante la época de Yrigoyen cuando provecho propio a las masas que emergen en la escena política; el re-
un núcleo de jóvenes —los hermanos Irazusta, Ernesto Palacio, Manuel chazo por una tradición liberal burguesa, así como el de las doctrinas
Gálvez— dio cuerpo a la "nueva ideología" en el corporativismo fascista marxistas que comienzan a difundirse en grupos minoritarios del con-
y en el hispanismo falangista. Se integraban en ella asimismo ciertos tinente.25
rasgos antisemitas procedentes del nazismo, con una postura antiyanqui
y sobre todo antibritánica en materia de política internacional, en un Los éxitos de los ejércitos del III Reich en los comienzos de la segun-
país que, no obstante, constituía una pieza económica del imperio bri- da guerra mundial no dejaran de estimular la popularización de aque-
tánico. Tales ideas despertaron franca adhesión en sectores conserva- llos nacionalismos, otrora elitistas.
dores, donde prendió su campaña antiliberal de rechazo al parlamen- El "integralismo" brasileño fue una de las más típicas expresiones
tarismo y a los partidos políticos actuantes, su prédica golpista, sus de este "nuevo nacionalismo". La Semana de Arte Moderno ocupa un
reclamos de organización en "la jerarquía y el orden" y de estructura- lugar significativo en la historia del Brasil contemporáneo. Del grupo
ción corporativista. Tales posturas fueron también una forma de res- inicial que la organizó se bifurcaron dos tendencias, ambas cargadas
puesta al ascenso acelerado de las clases medias que el "radicalismo" de fuertes connotaciones nacionalistas: con el "Manifiesto del Palo Bra-
impulsaba desde el poder. sil" se organiza el movimiento de "Antropofagia" que dará origen a su
vez a la Sociedad de Estudios Políticos, SHI\ de la que resultará la Acción
"El nacionalismo —proclamaba en 1928 en su periódico La Nueva
República— persigue el bien de la nación, de la colectividad humana Integralista Brasileña, cuyo jefe notorio fue Plinio Salgado. Por su par-
organizada; considera que existe una subordinación necesaria de los te, el nacionalismo izquierdizante, conducido por Luis Carlos Prestes,
intereses y de los derechos individuales, a los derechos del Estado. . . Los seguía una línea de inspiración marxista.
movimientos nacionalistas actuales se manifiestan en todos los países Ambas corrientes participarán en distinta medida en la "revuelta
como una restauración de los principios políticos tradicionales, de la roja" de noviembre de 1935, en el "golpe blanco" de noviembre de 1937
idea clásica del gobierno, en oposición a los errores del doctrinarismo y en la conmoción integralista de mayo de 1938. El líder del cambio,
democrático, cuyas consecuencias desastrosas denuncia." "El orden, la Getúlio Vargas, logra afirmarse en el poder y aplicar las teorías del
autoridad y la jerarquía" eran la base para sustentar "la vida y la gran- "Estado Novo", que tuvo las formas de un estado totalitario. El "inte-
deza de las naciones".24 gralismo", que se sentía inspirador ideológico de la situación, fue sin
Esas doctrinas, elaboradas por pequeños núcleos de intelectuales, fue- embargo eliminado, como los demás partidos, de la vida política, aun-
ron utilizadas por algunos sectores políticos que las esgrimieron como que su ideología siguió alentando el proceso.2" Mientras tanto, el Presi-
bandera, mientras buscaban el apoyo de las masas, haciéndolas con- dente proponía "librar al país de su dependencia financiera internacio-
fluir con cierta propaganda de carácter social que apuntaba a mos- nal" impulsando, al menos teóricamente, un nacionalismo económico
trar preocupación por resolver los agudos problemas de las clases que comienza a surgir en otras regiones de América Latina. Procuró el
populares. Aparecieron así las corrientes políticas que luego se llamaron apoyo de las clases medias y de los sectores que favorecían la indus-
"populistas" y que podrían identificarse con los nacionalismos conser- trialización de Brasil. Adoptando una actitud paternalista, logró tam-
vadores. El problema se hace más complejo porque el populismo incor- bién incorporar al proceso a las incipientes masas obreras, con el ins-
pora, además, una serie de puntos de vista que a veces derivan hacia trumento de un sindicalismo oficial, en un medio en que la masa seguía
teorías de nacionalismo económico. iiendo fundamentalmente rural y con un escaso grado de conciencia
A partir, pues, de una concepción nacionalista conservadora, esos política. Derrocado en 1945, Vargas retornó al poder un quinquenio
movimientos populistas cuyos líderes más típicos serán el brasileño Ge ' después con un amplio apoyo popular. En ese segundo y último perio-
túlio Vargas y el argentino Juan Domingo Perón instauran dictaduras do se propuso acentuar y consolidar las pautas nacionalistas esbozadas
políticas en defensa de un nuevo sistema; una política de cambio para en su programa, procurando hacer más popular su gobierno. Pero el
enfrentar al sistema liberal burgués, pero que, a diferencia del nacio- [movimiento estaba ya profundamente socavado, y el jefe político que
23
José Luis Romero, El pensamiento político de la derecha latinoamericana, •"•lbid., p. 168.
m
op. cit., pp. 144 ss. Octavio Tanni, O colapso do populismo no Brasil, Río de Janeiro, Civilizacao
24
José Luis Romero, El pensamiento político. . ., op. cit., p. 163 Irnsileira. 1%8.
232 JUAN A. ODDONE
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 233
procuró restructurar el inconmensurable Brasil para que alcanzara po-
Pero de todos modos, el peronismo y el varguismo constituyeron las
siciones más destacadas en el mundo escribió antes de suicidarse: "Qui-
más típicas expresiones del nacionalismo populista latinoamericano de
se desarrollar la libertad nacional potencializando nuestras riquezas a
mediados del siglo.
través de Petrobrás y, apenas ésta comienza a funcionar, la ola de agi-
tación se agranda. Electrobrás fue obstaculizada hasta la desespera- Perón asimila toda la dispersa ideología que el nacionalismo argen-
ción . . . No quieren que el pueblo sea independiente..." tino había ido elaborando en un intento —como se decía— de "resca-
tar la conciencia nacional" del sentimiento europeizante que por décadas
Asegurar el control de la economía nacional constituyó uno de los la había distorsionado. Perón se vuelca hacia las masas que "no hacen
objetivos programáticos del nacionalismo después de los años treinta. —dice— metafísica sobre el país" sino que forjan la autenticidad nacio-
Sin duda ha sido en función de tales postulados que los nacionalismos nal con "su actividad material". Perón percibió con lucidez los bene-
de extrema derecha, como los que seguían respondiendo a la burguesía ficios políticos de una postura nacionalista; primero cuando buscaba
liberal, han caracterizado su acción. alcanzar el poder y, una vez que lo logró, para conservarlo. En la Es-
Lázaro Cárdenas —sugestivo ejemplo— firmaba en México, el 18 de cuela Superior de Guerra —donde primaba una fuerte influencia de la
marzo de 1938, un decreto por el que expropiaba las compañías petro- escuela prusiana— asimiló las normas del autoritarismo alemán. Auto-
leras, "para reivindicar el orgullo nacional", y fundaba PFMEX en mo- ritarismo y nacionalismo populista fueron las características de su ges-
mentos en que el proceso de la revolución mexicana había entrado en tión de gobierno.
un punto muerto (prácticamente detenida la reforma agraria), permi-
tiéndose que los altos beneficios de la economía mexicana salieran del "Soberanía política, independencia económica y justicia social", serán
país con los dividendos de las compañías extranjeras que controlaban los slogans del programa del peronismo. En su primera presidencia
la energía, el transporte y la minería. Cárdenas intenta unificar las ma- propone un vasto programa económico para "argentinizar las inversiones
sas campesinas y obreras, mientras su gobierno nacionaliza los ferro- extranjeras, nacionalizar los servicios públicos y controlar la banca y
carriles y las compañías de seguros, al tiempo que promueve medidas el crédito". En un intento por alcanzar la supremacía argentina en el
de fomento para la industrialización del país." continente sudamericano, inauguró una línea de política internacional
que, en cierto modo, pretendía independizarse de la influencia británica
El proteccionismo de Estado había sido ya ensayado desde 1911 en el y norteamericana, a la vez que se declaraba decididamente anticomu-
pequeño Uruguay por el partido de José Batlle y Ordóñez. Su política nista. Las nacionalizaciones estuvieron a la orden del día: Banco Cen-
apuntó fundamentalmente a la nacionalización de los servicios públi- tral, seguros, ferrocarriles argentinos, compañías telefónicas y expansión
cos, pues el Uruguay no tenía importantes industrias extractivas como de la flota mercante del Estado fueron metas alcanzadas por el peronis-
México. Seguros, energía eléctrica, cabotaje, refinerías de petróleo, in- mo, cumpliendo los postulados del programa nacionalista.
dustria frigorífica —la única de cierto nivel— fueron englobados en
la órbita del Estado, dentro de un régimen de indiscutible filiación de- "Nos encontramos en la mayoría de edad —decía Perón— que nos
mocrática. La favorable coyuntura económica internacional permitió permite, en igual medida que pudiera hacerlo otro país, valemos y go-
a Batlle colocar a su país en posición de avanzada en materia de legis bernarnos por nosotros mismos, y para ello es necesario que en cuanto
lación laboral y extremar tendencias nacionalistas, sin por ello quebran sea posible las industrias básicas tengan carácter nacional, quedando
tar la dependencia económica del país, dada su condición de monoexpor unas veces en manos del Estado y otras en el poder de particulares, pero
tador de materias primas. siempre en manos argentinas" (1946) .28 Las dificultades aparecieron
cuando las reservas se fueron agotando y ya fue imposible conciliar los
En 1927, el coronel Carlos Ibáñez asume el poder en Chile apoyado intereses populares con los de las clases dominantes. Esto aparejó un
por capitales norteamericanos. Procura la modernización industrial del endurecimiento político, creciente represión y finalmente el abando-
país, pero mantiene una estructura social atrasada en la que no resul no por parte de la mayoría del ejército que le había respondido casi
taba fácil la convivencia del feudalismo agrario con el capitalismo incondicionalmente. Las soluciones del peronismo, como se ha di-
urbano y minero. De todos modos, la breve prosperidad que logró im cho, no encajaban en la nueva coyuntura; estaban totalmente agotadas
pulsar dio a su gobierno cierto timbre de populismo que Ibáñez concilio en 1955.
con una imprecisa ideología nacionalista, acentuada en la segunda etapa
de su gobierno, cuando reconquista el poder en la década de los ci ) El programa nacionalizador se detuvo después de la "revolución li-
cuenta; esta vez, su inspiración ideológica parece provenir del Me )vi bertadora", pero el sentimiento nacionalista se mantuvo vivo aún des-
miento Nacional Socialista que había encabezado Jorge González v<m pués de la caída de Perón. El nacionalismo de derecha quedó refugiado
Marees. inicialmente en agrupaciones pequeñas, de carácter más intelectual y
27
gremial que político. La vieja y la nueva generación del nacionalismo
"Nacionalismo y populismo", en Gran Historia de Latinoamérica, núm. Kl.
Buenos Airc-s, P.d. Abril, 1974. 28
Lewis Tlanke, América Latina, op. cit., p. 438.
234 JUAN A. ODDONK REGIONALISMO Y NACIONALISMO 235

apoyarán en 1966 el ascenso de un militar autoritario como lo fue el las derrotas bélicas frente a Chile. 32 El régimen militar que a s u m i ó el
general J u a n Carlos Onganía. Según Marysa Navarro, todo parecía in- gobierno en 1968, m o s t r a n d o u n carácter típicamente autárquico, con
dicar que en ese m o m e n t o el nacionalismo había e n c o n t r a d o " s u ge- rasgos neocapitalistas y socializantes a la vez, es quizá la última y con-
neral", que llevaría adelante la revolución esperada. Pero Onganía, si tradictoria expresión de u n a de las corrientes nacionalistas y populistas
bien por sus p a r á m e t r o s antiliberales respondía en materia de política de América Latina.
interna a las aspiraciones del nacionalismo argentino, en cuanto a po- De tal m o d o , las experiencias nacionalistas y populistas cumplidas
lítica económica (que se había convertido en p r o b l e m a vital p a r a ei por los gobiernos de Cárdenas en México, de Vargas en Brasil, de Perón
nacionalismo), se e m b a r c ó en u n a línea n e t a m e n t e liberal. E s a evidente en Argentina, de Arbenz en Guatemala, del MNR en Bolivia o de Velasco
contradicción le restó apoyos. Azul y Blanco, revista representativa de Alvarado en Perú, presentan, pese a las peculiaridades individuales de
ciertos sectores del ejército, pronto manifestó su desacuerdo con la po- cada u n o de estos países y de sus respectivos regímenes políticos, pun-
lítica económica. 2 9 tos de coincidencia. El p r o g r a m a de nacionalización económica es el
La influencia germanófila había penetrado en Bolivia, paralelamente denominador común m á s frecuente, ya sea de los servicios e industrias
a u n movimiento de raíz hispanista que encabezaba Walter Montenegro. en países de cierto desarrollo industrial, o de las fuentes de riqueza que
El p r o g r a m a de Víctor Paz Estenssoro —uno de los más ambiciosos están controladas por capital extranjero en países de escaso desarrollo
en materia social y económica, después de la revolución mexicana y como Bolivia y Guatemala. Las masas populares, hasta entonces mar-
antes de la cubana— implicaba la reivindicación de un nacionalismo eco- ginadas, pasan a c o m p a r t i r los primeros planos de la escena política
nómico p a r a Bolivia: nacionalización de las minas y concesión de la en alianza con otros grupos sociales, especialmente de la clase media.
ciudadanía al indio para incorporarlo al proceso histórico nacional, son De todos modos, a p a r t i r de los años sesenta parece ya irremisible
los puntos m á s significativos en ese sentido. El p r o g r a m a del Movi- el fracaso de las experiencias nacionalistas-populistas. Minadas p r i m e r o
miento Nacionalista Revolucionario, MNR, quedó bosquejado en Princi- por sus propias contradicciones y p o r los frustrados esfuerzos de con-
pios y acción del Movimiento Nacionalista Revolucionario (1941), po- ciliar fuerzas políticas inconciliables, la quiebra del modelo se vuelve
niendo de manifiesto su típica raíz antiliberal, al m i s m o tiempo que más evidente cuando luego naufragan las "teorías del desarrollo", que
antisocialista. parecían ofrecer una gama de soluciones neoliberales a los problemas
Un férreo nacionalismo sustentaba todos sus postulados: "Exigimos económicos de una América Latina que se precipitaba aceleradamente
la prohibición absoluta del ingreso del extranjero al ejército para el en la crisis. Es en esa encrucijada que los ejércitos se transforman en
c o m a n d o de t r o p a s . . . Exigimos la prohibición absoluta de la inmigra- protagonistas mediante el procedimiento cada vez más generalizado de
ción judía y de cualquier o t r a que no tenga eficacia p r o d u c t o r a . " Paz la "intervención directa", que les permite c o p a r el poder político y
Estenssoro llegó a nacionalizar minas de estaño en 1952, pero su acción reconsiderar los p r o g r a m a s sociales y económicos proyectados p o r los
declinó r á p i d a m e n t e , así como la del Movimiento Nacionalista Revolu- gobiernos reformistas. Tras la breve instancia populista de los años que
cionario. 3 0 siguen a la segunda guerra mundial, las fuerzas a r m a d a s adoptan en
Los p a r t i d o s liberales de Venezuela y Perú, exiliados de sus fronte- general un t e m p e r a m e n t o M conservador y represivo, encuadrado en la
ras, también elaboraron sucesivos p r o g r a m a s de afirmación nacionalis- defensa del orden tradicional.
ta. Rómulo Betancourt funda el Partido Nacional Revolucionario, poli- El perfil ideológico de los nacionalismos se va modificando ostensi-
clasista, democrático, nacionalista; pero el plan del exilio donde se blemente t r a s estos avatares. El "cruce de líneas ideológicas", como
proclamaba "Venezuela p r i m e r o " se olvida y sucumbe en el juego de diría Costa Pinto, originó "coaliciones doctrinales" confusas, cuya de-
los intereses petroleros u n a vez que alcanza el poder. 3 1 puración y clarificación será tarea de más de una generación. E n t r e tan-
También tenía un profundo contenido nacionalista y liberal el pro- to, el t é r m i n o "nacionalismo" resultará inasible p a r a la "definición", sin
g r a m a que, en el exilio mexicano, elaboró para Perú Víctor Haya de la que p o r ello se detenga la ansiosa carrera p o r "definir u n a idea de la
Torre al fundar la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA, que nación". 34
reclamaba la nacionalización de la tierra y de la industria, y la unidad
de Indoamérica. José Carlos Mariátegui había reivindicado ya en el
Perú de los años veinte la condición político-social del indio en lo que
fue el p r i m e r llamado p e r u a n o de contenido nacionalista después de
32
José Carlos Mariátegui, Regionalismo y centralismo, ensayos de interpretación
29
Marysa Navarro, Los nacionalistas, Buenos Aires, J. Alvarez, 1969, p. 218. de la realidad peruana, Lima, Amauta, 1958.
•'"' Lewis Hanke, América Latina, op. cit., p. 167. '" Enrique Ruiz García, América Latina hoy. Anatomía de una revolución, Ma-
•'" Manuel Caballero, "Betancourt, populismo y petróleo en Venezuela", en ///•. drid, Guadarrama, 1971, tomo II, pp. 242-260.
:H
loria de América en el siglo XX, núm. 35, Buenos Aires, CIDAI . l'>7?, p. ?I2. L. A. (Osla Piulo, Nacionalismo y militarismo, op. cit.
REGIONALISMO Y NACIONALISMO 237

236 JUAN A. ODDONi:


vida internacional, 3 7 la integración latinoamericana constituye para mu-
chos u n imperativo ineludible.
LOS I M P E R A T I V O S DE LA I N T E G R A C I Ó N REGIONAL

Como lo ha señalado K a l m a n Silvert, n o es fácil integrar y t r a n s f o r m a r


BIBLIOGRAFÍA
u n continente en el que conviven culturas de caza y pesca, aldeas sus-
pendidas en el tiempo precolombino, dominios feudales estancados en
rígidas e s t r u c t u r a s coloniales, regiones que aún recorren las p r i m e r a s
etapas del sistema nación-Estado, y otras que h a n t r a t a d o ya de supe- Amadeo, Mario, Política internacional. Los principios y los hechos, Buenos
rarlas. Mientras dinastías de familias y estados mercantilizados a b u n d a n Aires, Instituto Argentino de Cultura Hispánica, 1970.
Anderson Imbert, E., Historia de la literatura hispanoamericana, México,
en el Caribe, en los países m á s desarrollados alternan conservadores y FCF-, 1954.
liberales, radicales, populistas y marxistas, "incómoda coexistencia den- Antología del pensamiento social y político de América Latina, Introducción
tro de las n o r m a s implícitas del estilo político latinoamericano". 3 5 de Leopoldo Zea, Washington, Unión Panamericana, 1964.
Los movimientos de integración latinoamericana h a n debido, asimis- Ardao, Arturo, Filosofía de lengua española, Montevideo, Alfa, 1963.
mo, afrontar escollos casi insuperables. Dentro del reducido margen Bockler, Carlos G. y Joan Loup Herber, Guatemala, una interpretación his-
derivado de las condiciones estructurales e institucionales vigentes, la tórico-social, México, Siglo XXI, 1970.
"realidad regional" del continente es u n a meta todavía lejana. Bourguinat, Henri, "Regionalismo, ¡ntegrazione-coproduzionc", en Idee sulV
En el pasado se han revelado estériles los esfuerzos p o r encauzar la America Latina, Milán, Ed. della Nuova Antología, 1969.
cooperación interregional a través del "panamericanismo", cuyos prin- Brading, David A., Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, SepSe-
cipios básicos y prácticas económicas nunca respondieron a la división tentas, 1973.
real del continente en dos grandes zonas de intereses contrapuestos. 3 '' Benedetti, Mario, Genio y figura de José Enrique Rodó, Buenos Aires, Eude-
ba, 1966.
Los movimientos de integración regional más recientes e importantes Caballero, Manuel, "Betancourt. Populismo y petróleo en Venezuela", en His-
(Mercado Centroamericano, AI.AI.C, G r u p o Andino) tropezaron a su vez toria de América en el siglo XX, núm. 35, Buenos Aires, CEDAL, 1972.
con las trabas derivadas de la escasa gama de productos disponibles, de Campa, Ricardo, "Dalla democra/.ia 'a partecipazione limitata' aü'integrazione
la debilidad de los mercados nacionales y, sobre todo, de la prevalencia nazionale", en Idee sulV America Latina, Milán, Ed. della Nuova Antología,
de las formas tradicionales del comercio, que soldaron en el siglo pa- 1969.
sado la dependencia respecto de los centros metropolitanos. Centro Latinoamericano de Investigación en Ciencias Sociales, Situación so-
Sin embargo, los logros relativos que han alcanzado estos organis cial en América Latina, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1969.
mos, si nos atenemos al incremento del comercio interregional, n o ocul Costa Pinto, L. A., Nacionalismo y militarismo, México, Siglo XXI, 1969.
tan —especialmente en el caso del Mercado Común Centroamericano- Deutsch, K. W., Nationalism and social comuuication: an inquiry into the
Ios límites que dificultan el proceso de integración. foundatiou of nationalily, Cambridge, Mass. y Nueva York, Massachusetts
Importa señalar que, desde esta inquietud, en el c a m p o de la historia Institute ot Technology Press and John Wiley and Sons, Inc., 1953.
Fernández Moreno, César, "América en su literatura", en América Latina en
de las ideas se percibe un haz de corrientes convergentes hacia eso1,
su cultura, México, Siglo XXI, 1974.
fines, aun cuando surjan notorias diferencias acerca de los medios a mo Gran Historia de Latinoamérica, director José Luis Romero, Buenos Aires,
vilizar para su logro. Ed. Abril, 1972-1974.
América Latina es ya u n a comunidad de naciones; pero aún es una Haimovich, Perla, "Ibáñez. Ejército y populismo en Chile", en Historia de
comunidad en germen. Las agrupaciones subregionales que se abren América cu el siglo XX, núm. 16, Buenos Aires, CHDAI., 1972.
camino respondiendo a motivaciones generalmente económicas o ge<> Halperín Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Madrid,
políticas testimonian la vitalidad de ese proceso. Alianza Editorial, 1969.
En el m u n d o actual, la interdependencia de las naciones h a contribuí Hanke, Lewis, América Latina. Continente en fermentación [ed. original:
do a m o s t r a r la insuficiencia del estado nacional p a r a satisfacer todo 1 , México and the Caribean and South America], México, Aguilar, 1961.
ios requerimientos de la compleja realidad contemporánea (desarrollo Henríquez Ureña, Pedro, Las corrientes literarias en la América Hispánica,
económico, progreso cultural y técnico, reformas sociales). En ese con México, Tierra Firme, FCF., 1949.
texto, en el que la "comunidad regional" se torna u n a necesidad de l.< . Historia de la cultura en la América Hispánica, México, FCE, 1949.
:iT
'•'•'• Kalman H. Silvert, Nacionalismo y política de desarrollo, Buenos Aires, l*;n Mario Amadeo, Política internacional, los principios y los . . :hos, Buenos Aires,
dos,; 1965, pp. 9-10. Instituto Argentino de Cultura Hispanoamericana, 1970.
•'" Joriie Castañeda, Pan amcricanism and regionalism: a ¡ncxiitin view, Boston,
I n t e i n a l i o n a l Oí j ' a n i / a l i o n X, 1956.
238 JUAN A. ODDONE LAS IDEOLOGÍAS EUROPE1STAS
Hernández Arregui, Juan José, ¿Qué es el ser nacional? La conciencia histó-
rica iberoamericana, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973. CARLOS BOSCH GARCÍA
La historia económica en América Latina, XXXIX Congreso Internacional
de Americanistas (Lima, Perú, agosto de 1970), Comisión de Historia Eco-
nómica del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, México, SepSe-
tentas, 1972.
Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, Dos polémi-
cas sobre el desarrollo de América Latina, Santiago de Chile, Ed. Univer-
sitaria, 1970. LA CULTURA CATÓLICA CRISTIANA FRENTE
Ianni, Octavio, O colapso do populismo no Brasil, Río de Janeiro, Edit. Ci- A LA CULTURA MODERNA
vilizacao Brasileira, 1968.
Kaplan, Marcos, Formación del estado nacional en América Latina, Buenos
Aires, Amorrortu, 1976. América Latina contiene todavía, a principios del siglo xix u n m u n d o
Kohn, Hans, Nacionalismo, Buenos Aires, Paidós, 1967. de cultura católica-cristiana que se enfrenta con los nuevos conceptos
Lamben, Jacques, Amérique Latine. Structures sociales el institutions poli- sobre la organización de la vida desarrollados especialmente en otros
tiques, París, Presses Univ. de France, 1963. países de E u r o p a occidental. Desde cierto punto de vista la dependencia
Léon, Pierre, Economies et sociétés de l'Amérique Latine. Essais sur les latinoamericana del m u n d o ibérico dificultó la e n t r a d a de esas nuevas
problemas du développement a l'époque contemporaine, ¡815-1967 París,
Soc. EES, 1969. ideologías, porque E s p a ñ a fue la última en aceptar aquellas oleadas de
Maldonado Denis, Manuel, Puerto Rico, una interpretación histórico-social, cultura occidental existente en el resto de Europa. En ese sentido, Amé-
México, Siglo XXI, 1970. rica Latina continuó apoyada por España desde la p r i m e r a década del
Mariátegui, José Carlos, Regionalismo y centralismo, ensayos de interpreta- siglo xix y ello representó la persistencia de ese m u n d o español b a s a d o
ción de la realidad peruana, Lima, Aniauta, 1958. en que debía m a n t e n e r s e un orden y unas e s t r u c t u r a s expresadas en
Navarro Gerassi, Marysa, "Los nacionalismos", en /,o.s argentinos, Buenos el catolicismo ortodoxo, incapaz de compaginarse con la diversidad de
Aires, Jorge Álvarez, 1969. las formas que el m i s m o cristianismo originó en E u r o p a occidental. Su
Pía, Alberto J., La burguesía nacional en América Latina, Buenos Aires, CEDAL, concepción, por estrecha, sometería a ese m u n d o latinoamericano igual
1971. que a la propia España, a una postura de defensa y retirada que la ex-
Real de Azúa, Carlos, La "cuestión nacional" y la afirmación nacionalista en cluía del curso de una cierta historia universal identificada con la cul-
los textos escolares de enseñanza histórica: Uruguay, un caso de elisión
t u r a occidental.
(Ponencia en el Congreso de México, 1972).
Romero, José Luis, Las ideas políticas en Argentina, México, Tierra Firme, Sin embargo, determinado tipo de pensamiento del siglo x v m , sirvió
FCE, 1956. de base p a r a producir la crisis descrita arriba, m o s t r ó síntomas de revi-
, Argentina: imágenes y perspectivas, Buenos Aires, Raigal, 1956. sión, y la ilustración la llevó a cabo en el conocimiento que hizo crista-
, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX, Mé- lizar la tarea de la enciclopedia, corolario de toda una forma de pen-
xico, Tierra Firme, FCE, 1965. samiento (el llamado "enciclopedismo"). De él se desprendieron dos
, El pensamiento político de la derecha latinoamericana, Buenos Aires, lincamientos: uno técnico y el otro filosófico.
Paidós, 1970. En el p r i m e r o se hizo hincapié en los conocimientos de las ciencias
Silva, Helio, "Getúlio Vargas. La revolución brasileña", en Historia de Amé
rica en el siglo XX, núm. 29, Buenos Aires, CEDAL, 1972. naturales y de la técnica que influiría en la formación de las sociedades
Silvert, Kalman H., Nacionalismo y política de desarrollo, Buenos Aires, económicas y académicas, jardines botánicos y demás instituciones,
Paidós, 1965. preocupadas todas p o r la economía y la producción agrícola. Con sus
Ugarte, Marcelino, El destino de un continente, Buenos Aires, Covoacán, estudios darían origen a una nueva forma de t r a t a r la agricultura, la
1962. ganadería y la minería, así como también la manufactura. De este linea-
Weinberg, Albert K., Destino manifiesto. El expansionismo nacionalista en miento nacería la revolución industrial inglesa con todas sus repercu-
la historia norteamericana, Buenos Aires, Paidós, 1968. siones p r i m e r o en E u r o p a y más tarde en América y se aplicaría la
Zavaleta Mercado, Rene, Bolivia. Crecimiento de la idea nacional, Colección tesis de la libertad al comercio con el librecambismo que se convertiría
Hechos/Ideas, núm. 4, La Habana, Casa de las Américas, 1967. en el heraldo de la ideología criolla americana que provocaría los pro-
Zea, Leopoldo, América Latina y el mundo, Buenos Aires, Eudeba, 1965. cesos de independencia. Así se debilitaron las p o s t u r a s indicadas por
, "Sull'originalitá della cultura latinoamericana", en Idee sulVAmerica el orden católico latinoamericano que se proyectaron en el siglo xix,
Latina, Milán, Ed. della Nuova Antología, 1969.
formando u n sustrato de tradicionalismo señorial básico p a r a el m u n d o
conservador de América Latina.
[239]
240 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEISTAS 241

Por otro lado, en lo social, la preocupación de las academias y de los combatir la estructura católica tradicional. La postura fue apoyada por
clubes llevaría al análisis de la sociedad, el cual cristalizó en el contrato ciertos embajadores norteamericanos y logias de York.
social y en los derechos del hombre, cuyo objetivo final resultó acen- Se dijo entonces que el choque ideológico fue tan fuerte para esos
tuar la personalidad y el respeto del individuo; ello llevó a los concep- latinoamericanos como lo había sido para los franceses. Estos últimos
tos de igualdad y democracia, expresados también en la independencia resolvieron guillotinar el "tradicionalismo" y aquellos latinoamericanos
de los Estados Unidos y mal planteados en el mundo latinoamericano, lo hicieron en el curso de cincuenta años de crisis política, porque esa
donde la igualdad se concibió solamente entre "señores", sin conside- primera mitad del siglo no fue otra cosa que el resultado de enfrentar
rarse siquiera la posibilidad de proyectarla hacia abajo. Por eso los el "tradicionalismo" representado por señores latinoamericanos, cuya
pueblos latinoamericanos quedaron marginados de los movimientos po- autoridad se basaba en la posesión de la tierra y en su paternalismo
líticos y no hubo revolución social en la independencia que sólo fue sobre las clases sociales inferiores. Por ello se pensó que la sociedad
administrativa. latinoamericana no se organizó en clases sociales horizontales altas,
Esos dos lincamientos —el técnico y el social— dieron cuerpo a una medias y bajas, que hubieran existido de haber sido implantados otros
revolución contra ese orden católico-cristiano, sostenido por grandes sistemas de producción y de comercio. También se dedujo que a lo largo
monarquías europeas y por el mundo colonial. La nueva ideología social de la primera mitad del siglo, una determinada forma tradicional de
especialmente representada por la revolución francesa y la nueva ideo- gobierno dio paso a hombres fuertes, de interés individualista, carentes
logía económica de la revolución industrial, se irguieron frente a ese en cierta manera de un concepto claro sobre cultura o nacionalidad.
orden.
A lo largo del siglo xix, economía y sociedad se aunaron y los países
señores de cada uno de los dos lincamientos básicamente se enfrentaron
con los mismos problemas. EL LIBRECAMBISMO RESULTANTE DEL IMPACTO INGLÉS

Las necesidades del comercio inglés y las presiones del mismo, fueron
IDEOLOGÍAS EUROPEAS Y NORTEAMERICANAS sosteniendo poco a poco la tesis del libre comercio exponente del libe-
EN LA POS INDEPENDENCIA DE AMÉRICA LATINA ralismo y pretendiendo transformar al continente latinoamericano en
el complemento de su economía. Sus impactos fueron claros en la re-
gión del Plata, durante el proceso de independencia política de Chile y
Se habla del interés de Inglaterra y de los Estados Unidos en los proce- del Perú y también de México. La influencia inglesa adoptó formas tan
sos de independencia latinoamericanos. Ese interés, lógicamente britá- diversas, como su colaboración con las fuerzas sanmartinianas que fue-
nico en primer término, resultó de pretender que América Latina debía ron al Perú, la petición de que se abriera el puerto de Buenos Aires y
desempeñar el papel de nuevo campo productor de materias aptas para la aparición de enviados "informales" primero y luego oficiales a Méxi-
ser manufacturadas a la vez que en buen mercado de esas manufacturas co para establecer tratados comerciales inspirados en la libertad del
por tratarse de poblaciones con culturas básicas establecidas, que po comercio.
dían consumir productos variados. La influencia de las ideologías socia
les en ciertos círculos latinoamericanos provino del contacto de quienes
viajaron a Europa y se impregnaron de un ambiente de modernidad,
convirtiéndose así en los conductores del nuevo pensamiento. Por ello EL IMPERTO DE LOS ESTADOS UNIDOS A LA ANTIGUA USANZA
podemos reconocer en América Latina, los diferentes impactos del "cons
titucionalismo" inglés, del "radicalismo" y del "anticlericalismo" francés,
así como los del propio "liberalismo" español representado por las Sin contar con los mismos elementos, pues todavía no existía la revolu-
Cortes de Cádiz y por la República de Riego. Todo ello significó para ción industrial que se postergó aun medio siglo, los Estados Unidos
algunos el enfrentamiento de la modernidad con un determinado tracli crearon una filosofía imperialista que enfrentó su evolución futura y
cionalismo latinoamericano que reclamaba soluciones monárquicas i ni afectó el desarrollo de los países latinoamericanos. Basados en sus prin-
posibles de llevar a cabo. Al ser desdeñados tradicionalistas, fidelislas cipios religiosos puritanos, resolvieron ejercer un mandato de Dios que
y monárquicos, se formó el movimiento republicano conservador y cen los convertía en pueblo elegido para expandirse en función de ese "Des-
tralista, que se vio confrontado con las tendencias republicanas federales tino Manifiesto" (inicialmente dirigido a proteger los principios de su
obtenidas en los Estados Unidos por quienes buscaron sistemas para propia independencia por sobre todas las cosas), a saber: todos los
242 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEISTAS 243

hombres nacen iguales y su creador les confiere derechos inalienables, tuvieron una vez más el trazo pragmático de su historia, sólo limitado
entre los que está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Todo por sus propias posibilidades y sujeto, en cuanto a su contacto con las
ello se aseguraba instituyendo gobiernos que obtenían justos poderes demás naciones, a la estricta voluntad de su gobierno. Si bien cambia-
del consentimiento de los gobernados. Pero cuando una forma de go- ron las posibilidades, aparecieron las graves consecuencias que tuvo
bierno tendiera a destruir esos fines, el pueblo tenía el derecho de para América Latina la política de posesión de la tierra. Debe recordarse
reformarla. Con esos principios movieron el mundo y, a la vez, lo escla- la postura ante el conflicto anglo-argentino sobre las Islas Malvinas y
vizaron por el crecimiento desmedido y la fortaleza de quienes lo repre- también la motivación que dio origen a la guerra contra México, que
sentaron. Ante el temor de posibles amenazas, se declaró la Doctrina acarreó el cercenamiento de la frontera latinoamericana con el entonces
Monroe en 1823, que intentó limitar la expansión europea de que venía- denominado mundo sajón.
mos hablando. Sostuvieron que el continente americano en su totalidad
no era susceptible de más colonización europea y que los Estados Uni
dos se opondrían a cualquier intento en ese sentido. Para ello se mani-
festaron neutrales en contiendas europeas. Pero "cuando se invaden E L C O N F L I C T O DE LOS LATINOAMERICANOS
nuestros derechos o se les amenaza seriamente, resentimos los perjuicios
o hacemos preparativos para nuestra defensa".
Al limitar los movimientos europeos en América, los Estados Unidos Una cierta América Latina empapada de la cultura católico-cristiana
fueron en busca de una postura hegemónica continental. Sin embargo, por boca de sus señores, encontró para su defensa el negar su herencia
sus afirmaciones resultaron del temor ante Asia, en vez de originarse colonial. El nuevo punto de vista forzó a los investigadores a adoptar
en la propia fortaleza estadunidense. Desde el mismo punto de vista, una actitud dinámica en vez de pasiva, pues América debía convertirse
también se entrevio que al extender su temor hacia Europa, se producía así en responsable de su presente y su futuro, y éstos no podían con-
una xenofobia general que tendía a limitar el contacto físico de América fiarse a manos ajenas aceptando el colonialismo, que en tiempos de
con Europa, pues en ese momento los Estados Unidos no habían enten- Bolívar apenas iniciaba su crisis.
dido la importancia de la fórmula política europea, derivada de la rela- Ese mundo responsable americano asentaba su ser, según Bolívar, en
ción existente entre las materias primas, el trabajo y el comercio, que los usos de la sociedad civil integrada por un compuesto nuevo de
liberó a los imperios de la carga impuesta por la posesión física del América y África, en vez de una simple resultante desprendida de Euro-
territorio y de su administración directa. pa y su cultura. El derecho a la revolución y a la independencia era
derivado del derecho castellano y patentizaba su naturaleza señorial de
América y de él extrajo sus derechos que formaban un contrato social,
implícito en el pacto de Carlos V con los descubridores del continente.
LA S E G U R I D A D DE LOS ESTADOS UNIDOS
Ellos desempeñaron su papel por cuenta propia y sin apoyo en la real
F R E N T E A LOS P R O B L E M A S EUROPEOS
hacienda, y por ello fueron los señores de la tierra los que tuvieron
derecho a organizar la administración con los privilegios típicos de los
señores feudales.
La nueva fórmula política, inaugurada por Gran Bretaña, no pudo acó Las leyes les favorecieron así, como naturales del país originarios
piarse a la anticuada política de expandir territorios, mantenida poi de España y se les concedieron cargos y empleos. Fue el regalismo y
los Estados Unidos. De ahí la afirmación de la Doctrina Monroe en la centralización colonial quien despojó a los naturales americanos, o
cuanto a que "los continentes americanos por la condición libre e inde- sea a los señores españoles de América, de la autoridad que les daban
pendiente que han asumido y mantenido, no deben considerarse de aquí sus leyes. La revolución de la independencia se justificaba —para algu-
en adelante como objeto de posible futura colonización por cualquici nos— en cuanto iba a restituir a los señores estos derechos perdidos
potencia europea". Y cualquier movimiento en ese sentido se consi y había necesidad de formar gobiernos paternales, contrapuestos al des-
deraba peligroso para "nuestra paz y nuestra seguridad". En la misma potismo y a la guerra, que impidieran que los países cayeran en anar-
forma y por los mismos motivos se aislaba al continente latinoamerit a quías demagógicas o en tiranías monocráticas. Desde un cierto punto
no desde el punto de vista político, pues a pesar de los alardes hecho', de vista, estas anarquías y tiranías fueron responsables del fracaso de
sobre la neutralidad en el conflicto entre España y América, se decía los esfuerzos que se hicieron por la entonces pretendida unidad ame-
también que ello sucedería siempre "que no se produzca cambio que, a ricana.
juicio de las autoridades competentes de este gobierno, dé lugar a \m De hecho, al invocar la necesidad del rechazo al colonialismo y des-
cambio correspondiente por parte de los Estados Unidos", que man gajar de la cultura occidental las americanas sui generis, Bolívar habla-
CARLOS BOSCH GARCÍA
244
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 245
ba de una personalidad y de una conciencia latinoamericanas que fueron
las tesis mantenidas más tarde en Chile y en Argentina así como en el camino a cuantas tendencias pudieron llegar de Inglaterra y más tar-
México, por quienes no tuvieron la misma personalidad del venezolano. de de los Estados Unidos. La tercera oligarquía importante fue la mili-
Ellos fueron madurando este pensamiento romántico que dio pábulo a tar heredada de la colonia y de las guerras de independencia pertene-
que la preocupación por "lo latinoamericano" y por América Latina ciente a familias pudientes que, teniendo el poder militar, reclamaron
siguiera en pie para ir influyendo en los ámbitos sociales que estuvie- después el político para convertirse en defensores de sus intereses fami-
ran fuera de su alcance. El pensamiento sobre la cultura latinoamericana liares y de su pensamiento.
sui generis albergó también, en esas otras personalidades, los principios El pueblo constituía, dentro de este esquema, la masa que hervía
de libertad y de igualdad que enfrentaron a los tradicionalistas, mien- debajo de todo, agolpándose por prestar su obediencia al señor, fuera
tras desarrollaban el resentimiento hacia la colonia y negaban la heren- quien fuera y tuviera la ideología que le pareciera para asegurarse sim-
cia colonial causante, según ellos, de todos los males americanos. Hubo plemente una posibilidad de supervivencia dentro de un mundo en que
pensadores que al perder la herencia buscaron soluciones típicas de era aplastado, sin remisión, por las oligarquías que lo obligaban a
otras culturas. De esa forma recurrieron a las fórmulas inglesas o a las participar en sus luchas.
norteamericanas, con las que esperaban responder a sus necesidades. Desde un cierto punto de vista, debajo de algunas de estas conductas
Fue así como se recibieron los impactos del liberalismo federal cons- humanas se encontraba la filosofía de la ilustración, preocupada por la
titucional norteamericano o del constitucionalismo inglés, que inspira- responsabilidad de las clases acomodadas frente a las no acomodadas.
ron muchas de nuestras constituciones. Se mantenía un tradicionalismo histórico y se tendía, en consecuencia, a
Aquellos países representaban entonces los índices de la prosperidad perfeccionar las instituciones coloniales. Su procedimiento consistía en
y del progreso que algunos deseaban para los latinoamericanos. De he- depurar el espíritu. Los señores de las haciendas, los caciques y los
cho se había logrado otra cosa que el choque entre liberales y conser- paterlamilias resultaban protectores de la población humilde e incul-
vadores, dentro de los que se incluían los tradicionalistas, sin que estas ta y se trataba de reeducarla, en los ideales cristianos para comba-
ideologías operaran realmente como tales, pues los procedimientos de tir los males sociales y entre ellos al propio liberalismo. Aunque admi-
unos y otros fueron similares y llevaron el sello de la tradicionalidad tieran la existencia de la república, ésta tenía que estar basada en los
—o sea el uso del poder por el poder—, que matizó en términos gene principios paternalistas y no en los de libertad generalizada, que sería
rales toda la primera mitad del siglo en América Latina. la causa del abandono de los desheredados.
Por otra parte, los partidarios del cambio criticaban la actitud con-
servadora porque mantenía los privilegios de la clase señorial y no ad-
mitía la igualdad, producto de la actividad individual y social libre
LIBERALES Y CONSERVADORES, CENTRALISTAS, I'EDI'.RALES protegida por el derecho. Había que transformar la sociedad de manera
radical, lo mismo que las leyes y las instituciones contrarias por tradi-
ción al libre juego de las fuerzas individuales y sociales, que darían la
En ese enfrentamiento se combinaron las oligarquías aristocráticas qiu felicidad a todos al no estar sometidos a presiones. Todos los proble-
movieron sus peonadas y sus recursos económicos, y que veían en la re- mas se resolverían mediante la libertad que garantizaba el libre albedrío
pública conservadora y centralizada la evolución natural de la colonia, a de los individuos y su igualdad legal. Al actuarse de esa manera, los
través de las guerras de independencia. Hasta el último momento apo pueblos alcanzarían la propiedad y la cultura. Tanto la Iglesia como
yaron la posibilidad de establecer monarquías nacionales y trataron el espíritu cristiano tenían que admitir los principios de libertad y de
de no rescindir sus funciones de mando. Por otro lado, estaba la oligai espontaneidad individual pues, de lo contrario, detendrían el desarrollo
quía de los profesionales y comerciantes que reflejaron la auténtica de la sociedad y del individuo.
modernidad y que yendo más allá que los anteriores, aceptaban la filo A estas dos corrientes filosóficas en pugna se supeditaron todas las
sofía predominante de la época, el libre comercio y la libertad política cuestiones relativas a la organización política. En general el choque de
En el fondo, se convirtieron en los "extremistas" de América, pin-, las dos corrientes no fue instantáneo, sino que se prolongó con violen-
acentuaban la libertad concordando con los regímenes federales y a<l cia dentro de la primera mitad del siglo xix. Por ello, los grupos domi-
quirían una riqueza proveniente del contacto con el capitalismo ingle. nantes americanos se dividieron y se hicieron la guerra, a veces por
Pero a pesar de que tuvieran menor fortaleza que las oligarquías anlc ambiciones locales, otras por rivalidades de los señores, pero siempre
riores, se enfrentaban con la tradicional y agraria en la discusión en pos del poder político en sí. De ahí resultaron experiencias diversas en
"centralismo o federalismo". Fueron el campo fértil donde germinaron cada una de las naciones y no se lograron consolidar instituciones pro-
las logias masónicas y prestaron influencia política y hasta abrieron piamente dichas.
En algunos países —Uruguay, Chile, Nueva Granada— se formaron
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 247
246 CARLOS BOSCH GARCÍA

LO QUE NO VIERON LOS PENSADORES


partidos políticos rivales poderosos. En México, América Central, Perú
y Venezuela, éstos representaron puntos de vista generales y fueron
dominados por la fuerte personalidad de sus conductores. Las luchas
produjeron problemas intestinos entre una tradicionalidad evolutiva De hecho, ciertos intelectuales no entrevieron la trascendencia que tenía
natural y un tipo de modernidad que requería un cambio capaz de sa- el comercio de productos ni los préstamos ingleses resultantes de esa
cudir al continente para sacarlo de sus lincamientos rutinarios. nueva política condicionada por la industrialización. Los señores del
poder político, económico y social, se habían comprometido en satis-
facer y facilitar las condiciones para el desarrollo y se forzaron los rit-
mos de producción y de consumo de las naciones latinoamericanas. El
LAS DEMANDAS DE LA INDUSTRIA AJENA IMPUESTAS A AMÉRICA LATINA neocolonialismo así iniciado, aumentaría su predominio durante el resto
POR EUROPA Y LA EXTENSIÓN DE TIERRA DE LOS ESTADOS UNIDOS del siglo. Cuando se llevó a cabo la revolución industrial norteamericana
—en gran parte con recursos ingleses— se identificaron los intereses in-
gleses y norteamericanos y América Latina fue sometida a un tutelaje
A mediados de siglo, las demandas de la Europa industrializada se hi económico y político. Los Estados Unidos, que durante la primera mitad
cieron sentir y forzaron cambios, resultantes de la mayor demanda de del siglo se presentaron en la conquista y la expansión territorial con
trabajo, del mayor rendimiento y de los nuevos productos requeridos. instrumentos amparados en el Destino Manifiesto y en la Doctrina
Esas presiones se hicieron notar en el campo social y produjeron tam- Monroe, cambiaron ese instrumento por el de la expansión económica
bién el enriquecimiento de los señores que tenderían a convertirse en que les facilitaba su nueva organización y se apoyaron en los corolarios
patricios, lo mismo que hicieron muchos de los que, perteneciendo a de la Doctrina Monroe, que desde entonces hizo más fácil la interven-
las clases sociales más bajas, participaron de trabajos complementarios ción política en apoyo de la expansión económica, a través de su ejér-
necesitados por el comercio y las industrias de extracción que había cito y de su diplomacia. En el mundo externo, los Estados Unidos se
promovido la demanda inglesa. creerían ahora con la misión de corregir situaciones y de restablecer el
Por otro lado, la extensión de los Estados Unidos sobre territorio me buen camino, favorable para su propio desarrollo. Los grandes finan-
xicano produjo desengaño entre los liberales que consideraban a esc cieros, de manera directa, o a través de los gobiernos, penetraron en
país como cúspide de la libertad y del progreso. La imagen del hombre todas las actividades latinoamericanas, apoyados por una ideología li-
norteamericano cayó y muchos pensadores adoptaron posturas críticas beral que garantizó la libertad de sus empresas. Como dijo Albert J.
provocadas por la conducta estadunidense frente a la frontera mexicana Beveridge (en el Senado, el 9 de enero de 1900), los Estados Unidos
La mitad del siglo presenció la llegada de las nuevas generaciones no podían abandonar ninguna de las empresas en que incurrieron du-
latinoamericanas. Muchos de quienes tomaron parte en los procesos rante el siglo, porque les era imposible renunciar a la parte que —des-
de independencia y un cierto pensamiento político y filosófico decaían i pues de Dios— les correspondía para llevar a cabo la civilización del
o desaparecían. Los nuevos medios económicos habían facilitado con mundo. Esto debía hacerse con "gratitud pues se trataba de una tarea
tactos con aquel mundo externo aliado con los dirigentes políticos y digna de nuestra fuerza y dando gracias a Dios Todopoderoso, que los
el poder económico de las naciones. Poco a poco, América Latina se fin i había escogido como su pueblo elegido para que, de aquí en adelante,
convirtiendo en un instrumento complementario de la economía inglesa I lleven la delantera en la regeneración del mundo".
y al suceder la revolución industrial en los Estados Unidos, iba a serlo
también de éstos. Mientras tanto, a nivel de política interna, seguía el
enfrentamiento de los señores con los poderes teóricamente matizados
por las ideologías liberal o conservadora, haciéndose caso omiso de EL PENSADOR TEÓRICO Y LA NECESIDAD DE PARTTCTPAR
cuanto ocurría en su derredor. Los imperios iban resolviendo sus pro EN LA BÚSQUEDA DE UNA FILOSOFÍA
blemas en el ámbito latinoamericano y, para ello, contaron con el apoy< >
de los señores de la política y de la economía interna, en detrimento di-
las poblaciones por las que tenían escaso interés. [Dentro de semejante marco —inapelable—, en el mundo de cierto pensa-
j miento latinoamericano se buscó c^n gran esfuerzo y mucha lentitud
tIB manera de concretar sus ideas. Esos pensadores y teóricos se encon-
[traron con que sus principios no se difundirían de no lograrse una
iarticipación directa en la actuación política, o de no ejercerse una
Í nfluencia suficiente sobre quienes actuaban. Con frecuencia se traspa-
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 249
248 CARLOS BOSCH GARCÍA

LAS TRES POSTURAS DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO


saron los límites que los separaban de los políticos y, a mitad del
siglo, ciertos intelectuales latinoamericanos forman parte de los movi-
mientos reformistas. Junto con el interrogante sobre qué era la cultura
Con espíritu esquemático, se podrían distinguir en general por aquella
y la búsqueda de una cultura nacional para los pueblos de América, se
época tres posturas de pensamiento político: la concebida por los libe-
plantearon también la duda sobre la existencia o la posibilidad de creai rales que abogaban por una democracia representativa y que contaba
una filosofía de características cada vez más nacionales y americanas. con gran parte de la opinión pública y el pueblo, la concepción perso-
De acuerdo con el pensamiento de Juan Bautista Alberdi, esa evolución nalista y caudillesca, y la sostenida por el remanente tradicionalista que
era imposible si la "civilización" no se imponía a la "barbarie". Ame- se oponía a cualquier cambio. Las tres posturas operaron aisladas, com-
rica, sumergida en sus problemas, llamaba la atención del mundo ex- binadas o mezcladas de diversa forma y fueron manejadas por grupos
terno y poco a poco iría saliendo del aislamiento para incorporarse a heterogéneos que luchaban por el poder. La lucha aconteció ante todo
las corrientes, a las modas y a las técnicas del mundo occidental. Sin en las capitales, donde era facilitada por el complicado ambiente de las
embargo, el deseo de esos latinoamericanos pensantes de participar mismas. Los conservadores continuaron con sus puntos de vista colonia-
como pueblos definidos en la elaboración de la cultura occidental —de listas. Los liberales ajustaron y reajustaron su doctrina tratando de ar-
la que se consideraban parte— los llevó a evaluar la capacidad de Amé monizar los problemas que debían enfrentar con los principios que
rica Latina de incorporarse a esa cultura occidental con una postura recibían elaborados de ciertos teóricos europeos, de las dos ramas de
independiente. Creían que había que producir frutos latinoamericanos la masonería y de la revolución europea de 1848, apenas percibida en
propios, significativos de una aportación. De lo contrario, América La América Latina. Pero el resultado fue que los liberales, tanto moderados
tina iba a continuar subordinada y ayudaría solamente a la felicidad como radicales, pensaron en una política autónoma de las clases popu-
de otros hombres. Sentirse fuera de la historia occidental significó para lares. Y todo ello sucedía con el aval de una filosofía romántica resul-
ese latinoamericano la renuncia a su modo de ser como representanle tando que quienes trataron de establecer formas de libertad como las
de la cultura cristiana que había entrado en crisis, y la preocupación representadas por Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, tuvieron
filosófica consistió en que al negar esa forma de ser, quedaba por vera- que luchar contra los conservadores, apoyados tanto por elementos
si el habitante de estas tierras era capaz de encajar en el mundo mu materiales que esas mismas naciones les enviaban de acuerdo con el
derno que lo envolvía. ritmo creciente de la economía europea como por los conservadores
Surgieron las contraposiciones que de hecho, sólo acentuaron el abis latinoamericanos. La entrada de la modernidad implicó también la de
mo existente entre las dos posturas. Unos —como Francisco Bilbao— l<> la cultura occidental como nunca se había logrado con anterioridad. El
expresaron en la lucha entre "republicanismo" o "catolicismo"; otros pensamiento de Saint Simón y sus discípulos circuló por Argentina, Chi-
como Domingo F. Sarmiento entre "democracia" o "absolutismo", 'Vi le y Uruguay. Latinoamericanos como Francisco Bilbao iban a Europa
vilización" o "barbarie", o como "liberalismo" frente a "tiranía". De lu- y se relacionaban con el pensamiento de Lamennais, Quinet y Michelet,
cho, no se expresó otra cosa que el conflicto entre el predominio de o como lo hizo José de la Luz y Caballero, fueron en persona para co-
la colonia o el de los nuevos ideales libertarios. Algunos pensadores nocer el idealismo alemán y su expresión francesa, el eclecticismo de
insistieron en la necesidad del espíritu de independencia y originalidad Cousin. El romanticismo libertario también tuvo que ver con los lati-
que adaptado a la realidad iberoamericana, daría los frutos de la cid noamericanos en sus afanes y hubo también influencias de Víctor Hugo
tura moderna, originados por el espíritu que los había creado. Sin y de Lamartine que expresaron líricamente los sentimientos de libertad
embargo, el resultado fue que se crearon dictaduras llamadas dem<> de los hombres. En torno al último se unieron los chilenos quienes
oráticas, o que se subordinaron los pueblos, en la lucha por la compe- habrían de luchar por llevar a la práctica las ideas del liberalismo.
tencia, a la economía de los imperios más fuertes. Incluso, algunos de los pensadores latinoamericanos se pusieron nom-
En un esfuerzo por explicar el fenómeno, esos intelectuales coneln bres franceses como Lastarría, Bilbao, Ugarte y Argos. Pero en todos
yeron —como Echeverría—• que el partido unitario nó tenía reglas lo los casos no recibieron las enseñanzas directamente sino a través de sus
cales de criterio socialista. Al no poder organizar al pueblo, tampoco se le propios colegas, ocupados en extenderlas.
pudo gobernar. Y es que de hecho, la emancipación política de "Hispa
noamérica" se hizo con el espíritu de España que impidió los cambios
Sin embargo, las sociedades predominantes en las ciudades estaban
desbordadas y comprometidas en un proceso de transformación que
por inoperante, forzó a la búsqueda de otras soluciones que salieran al
encuentro de la realidad americana para inyectarla en las esferas po
líticas.
250 CARLOS BOSCH GARCÍA
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS
251
LA LIBERTAD REALISTA
de Spencer y estimaba que ésa debía ser la forma de expresar los anhe-
los de progreso de toda su generación. En cambio, José Victorino Las-
tarría se confesaba partidario de Comte, a quien había seguido en sus
La generación de los libertadores políticos fue sucedida por otra que conceptos básicos, aun antes de haberse familiarizado con el positi-
trató de realizar en el campo de la educación, una obra de fines más vismo.
elevados, por los que la política se convertía en instrumento y se iba Este tipo de pensamiento adquirió fuerza y se formó la Asociación
en busca del contenido de las formas de gobierno. La libertad se con- de Mayo con los hombres más dilectos del pensamiento del cono sur
vertía en el ingrediente esencial. El liberalismo debía proporcionar un y, que hubo de ser perseguida a mitad de siglo. Refugiados sus compo-
programa educativo para el latinoamericano, que debía ser un hombre nentes en el Uruguay, extendieron sus ideas influyendo en pensadores
diferente del producido por la colonia. Estos liberales conformaron el uruguayos y todos ellos lucharon por una emancipación mental latino-
liberalismo a las realidades locales, buscaron una unidad responsable americana, que consideraban fundamental. De hecho, todos respondían
nacida del pueblo y de su realidad, que según Echeverría debía íormar a la fuerza del cambio al que América Latina estaba obligada por el
un partido que rebasaría los intereses de los partidos políticos clásicos. regodeo con el mundo externo industrial y capitalista que iba matizando
La ideología progresista y democrática llevaría a cabo su acción dentro no sólo la economía, sino también la manera de vivir de los latinoame-
de la ley para evitar la violencia. Como el partido fracasó, Echeverría ricanos. Pedían en respuesta atenerse a la realidad americana, a la li-
desvió sus actividades hacia la educación. Fue esa falta de preparación bertad democrática y a una educación relacionada con los conocimien-
la que impidió que las generaciones supieran de libertad, fraternidad e tos naturales y el análisis científico, para enfrentarse a esa otra realidad
igualdad y ello favoreció la anarquía y la tiranía al no establecerse el que había permeado sus países y sus sociedades.
orden de la ley. Buscaron, en su ayuda, inmigraciones extranjeras que En el esfuerzo por reconstruir lo que concebían como propia reali-
pudieran adaptarse a la realidad local y a la que no se acomodaban los dad, se tomaron elementos de todas las doctrinas filosóficas en boga
ejemplos que entreveían en los Estados Unidos, porque obedecían a otra con la intención de derivar de ellas los instrumentos que ayudarían a
realidad. manejar los problemas planteados a los latinoamericanos. En esa for-
El corle con su propia herencia y la necesidad de lomar una actitud ma, pasaron por el tradicionalismo francés con su espíritu conservador,
realista, llevó a esos pensadores latinoamericanos a evaluar la impor- por el eclecticismo con su sentido histórico, por el romanticismo social
tancia de; la industria y del nuevo orden, porque el alcanzado no había que ofreció instrumentos positivos de la misma reacción y presentó una
logrado enfrentar la realidad y, con el exceso de imaginación que pre realidad difícil para el pueblo, de la que se desprendieron los estudios
dominaba, se carecía de un método filosófico experimental que derivara sociales envueltos en una ciencia positiva. Se habló también de socia-
sus principios de la realidad para lograr un conjunto de ideas realistas. lismo aunque éste no fue romántico e individualista y burgués, y se
Lo que para ellos era la realidad debía ser el punto de partida para terminó diciendo que lo que se perseguía era una sociedad sin abusos
elaborar el pensamiento que proporcionaría una reorganización de las y con fines moralistas. Llegó también el sansimonismo, con su interés
naciones y de la sociedad. Este deseo de formar un fondo común de por la sociedad, la escuela escocesa y el utilitarismo con su preocupa-
verdades se desparramó por el continente y cada cual fue aportando ción experimental y lo positivo, y todos los movimientos enunciados
conceptos a esa manera de ver, tanto en México como en Argentina, prepararon a un tipo de pensador latinoamericano para entrar de lleno
Chile y Venezuela. De hecho, aun sin haber repercutido todavía las ideas a un positivismo que —de hecho— se estaba desarrollando en esa ge-
comtianas, América Latina estaba partiendo de una realidad positiva neración de preposilivistas. Según esta concepción, el latinoamericano
que perseguía el espíritu de investigación para que se lograra en el fu debía ser un hombre moderno de verdad, y ello se reflejó en la pléyade
turo un orden permanente real. de reformistas que fueron en pos de la emancipación mental para con-
seguirlo.

LAS INFLUENCIAS DE LOS POSITIVISMOS FRANCÉS E INGLÉS


LA REALIDAD DE LA TÉCNICA

Ciertos filósofos de la época fueron reconociendo poco a poco la raí/


de su pensamiento y al encontrarse con las ideas positivistas, la toma Desde 1840 en adelante, la presencia de la industria y de la técnica fue
ron como la filosofía cuyos principios sostenían ellos mismos. El propio un ingrediente fundamental que agitó la mente de determinados pen-
Sarmiento, entre otros, reconoció la relación de su pensamiento con el sadores y la mayoría de ellos se mostraron afectados hasta el punto
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 253
252 CARLOS BOSCH GARCÍA
u n a filosofía que hizo de un cierto positivismo francés e inglés, o de un
de racionalizar las situaciones, p a r t i e n d o del nuevo elemento que les tipo de p r a g m a t i s m o norteamericano, un nuevo i n s t r u m e n t o del orden
proporcionaba la historia que vivían. El nuevo o r d e n se concebía b a s a d o mental necesario para lograr el nuevo prototipo de h o m b r e latinoame-
en la existencia de la industria de la que debía derivar, incluso, la con- ricano.
cepción de u n nuevo tipo de h o m b r e latinoamericano. Todos coincidían La e n t r a d a de lleno al positivismo, aun dividido esencialmente en sus
en que se necesitaba reformar la educación d e n t r o de los nuevos tér- dos escuelas, facilitó que América Latina rompiera definitivamente con
minos, a fin de sopesar que el esfuerzo personal era más productivo su p a s a d o a b r u m a d o r y cada país vio la forma de resolver sus proble-
que la dependencia de los gobiernos. mas. Pero esos pensadores no se dieron cuenta de que a la p a r que
Así pues, Alberdi pedía u n a educación que posibilitara ideas de pro- e m u l a b a n a los E s t a d o s Unidos, y m i e n t r a s alcanzaban la emancipación
greso para formar un h o m b r e de mentalidad m o d e r n a a través de cole- mental, se sometían a la competencia y a las nuevas formas de sujeción
gios de ciencias exactas, en vez de los de ciencias morales existentes. Vic- económica imperialista que se iban conformando en todos los países,
torino Lastarría, en la Sociedad Literaria de Santiago de Chile, m a n t u v o aunque con diferente intensidad.
la misma postura. Surgieron las nuevas sociedades, institutos históri-
co-geográficos, museos y academias y poco a poco, en las discusiones
sostenidas en esas sociedades, se pensó que se había configurado un
nuevo ser latinoamericano, asentándose la libertad y la capacidad del LA CAÍDA EN MANOS DEL IMPERIO ECONÓMICO
individuo p a r a decidir su destino en contra del fatalismo histórico que DE LOS ESTADOS UNIDOS
las negaba p a r a sojuzgar a las naciones débiles. En esta forma de pensar
estaba implícita la realidad de la amenaza externa de los imperios eco-
nómicos y la desnaturalización de aquel ser latinoamericano, que tanto La doctrina "salvadora" del positivismo se abrió camino en el campo
la influencia del inglés como del norteamericano implicaban. Las obras político d u r a n t e la segunda mitad del siglo y se combinó con la preo-
de Andrés Bello, José María Luis Mora, Domingo F. Sarmiento, José An cupación de educar. La filosofía p u d o así hacer mella de m a n e r a di-
tonio Saco j u n t o con muchos otros, indican que el pensador había ad- recta en las altas esferas. Pero cierto tipo de intelectual transformaba
quirido importancia dentro de sus naciones, y se obtuvieron respuestas a la vez su papel de manera inconsciente y obtenía características po-
de los círculos políticos que trataron de mejorar la educación popular. líticas matizadas según las necesidades de los países. Lo m i s m o que
sucedía con la filosofía ocurrió también con su aplicación (Barreda,
Lastarría, Letelier, Cornejo, Prado, Villarán, Saco).
De m a n e r a esquemática, las nuevas sociedades dominantes surgidas
LAS REEORMAS Y LA NECESIDAD DE LA EMANCIPACIÓN MENTAL del positivismo en las grandes poblaciones se lanzaron en pos de todo
lo material y el lujo fue en a u m e n t o j u n t o con la riqueza. E n 1860 se
acusó la lucha entre el criollismo y el europeísmo, que sólo reflejaba
Las reformas que se plantearon a mitad de siglo, abrieron grandes po el desgarre de las sociedades latinoamericanas entre ricos y pobres y
sibilidades de modificación y ajuste en la sociedad, que permitieron que fue el semillero para p r o p o r c i o n a r las masas que actuaban en nom-
ulteriores revoluciones. Pero todo ello fue envuelto dentro de los mo bre de otros cuando eran llamadas. Políticos y militares (y a veces
vimientos expansivos de los Estados Unidos, que cercenaron la república p e n s a d o r e s ) , fueron los protagonistas de las disputas, y el poder fue
mexicana y produjeron depresiones muy serias en aquellos pensadores siempre pragmático, sostenido por militares; también fue personal, y
liberales —como Sarmiento, Alberdi, Bilbao, Lastarría, Montalvo, Mora quien lo ejercía se apoyó en su propia fuerza física.
y otros— que bregaron p o r una cultura original latinoamericana dueña Siguiendo esta línea de interpretación, a pesar de que el patriciado se
de una emancipación mental absoluta. Preparado así el campo, el "p<> recluyó en provincia, h u b o entre ellos quienes aceptaron la moderniza-
sitivismo" vino a considerarse como un factor de orden constructivo y ción; los otros quedaron como un grupo aristocrático tradicional.
de orden mental. Pensadores y artistas se encontraron, de esta manera, Estas y otras realidades llevaron a los mexicanos positivistas a una
entre el influjo de E u r o p a y las necesidades de una cultura nacional, postura evolucionista en vez de una actitud revolucionaria, cuando tra-
pues la m o d a exaltada de lo europeo —especialmente francés— no la taron de buscar una fórmula p a r a integrar su sociedad. En Chile se
vorecía su labor. De esa difícil postura surgió la crítica social, en la aceptó el positivismo (Lastarría) y de ahí en adelante también se admi-
que se atacó el retraso de los países y se levantó la oleada de sal ha tió esta ideología como troncal de la vida intelectual, a pesar de que
y polémica que enjuiciaba a América desde el p u n t o de vista e u r o p i o , ocurriera la escisión entre los ortodoxos (los tres h e r m a n o s Lagarri-
hasta concluir en la contraposición de " b a r b a r i e " y "civilización" I I gue) y los heterodoxos que a d o p t a r o n el comtismo, siempre que no se
resultado fue una literatura afrancesada, sajonizada o i'.cnnanizada v
254 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 255

lesionara el ideal liberal (Letelier). Uruguay, en cambio, entró en un libertad. Pero de hecho, la deshumanización y el materialismo del sis-
periodo de nuevas revoluciones mientras América Latina se teñía de tema empujaron a esa generación hacia el progreso y ella se conformó
manera especial por las tendencias dictatoriales, a pesar de que al final con la libertad de enriquecimiento, dejando a un lado las libertades
del siglo fueron influidas por las preocupaciones intelectuales del pro- sociales. A partir de 1880, para formar una conciencia nacional y un
greso y la civilización. nuevo orden de organización, se creyó indispensable crear una máquina
Hubo en esta época serias preocupaciones sociales y también una política de hombres fieles al positivismo y a los gobernantes, que se
nueva actitud hacia indios y negros. Ciertos escritores y pensadores perpetuaron en el poder y promovieron las dictaduras vitalicias.
mantuvieron posturas encontradas, unos en favor, otros en contra, y Comtianos o espencerianos en general, los positivistas se extendieron
Vasconcelos hasta llegó a concebir la "raza cósmica". A la vez, apoyado porque se pensó, en un momento dado, que sus doctrinas eran el instru-
en el incremento económico positivo, hubo un movimiento educacional mento susceptible de lograr un adiestramiento intelectual, necesario para
que si bien no logró extenderse en el volumen necesario, influyó en los convertir a los países en modernos e industriales. A final de siglo, Amé-
líderes civiles que transmitieron a los jóvenes su inquietud por el des- rica Latina aparecía, desde un cierto punto de vista, como un mundo
arrollo de la ciencia y las ideas filosóficas del momento en que vivían, ya nuevo en el que se levantaba un nuevo orden, y en la mayoría de los
existentes en el mundo occidental. El movimiento educacional del po países los pensadores positivistas participaban de la dirección política
sitivismo fue presidido por Gabino Barreda y el político —más fácil (Uruguay, Perú, México, Chile, Colombia, etc.). Pero también aumen-
en su aplicación— por Justo Sierra. Esas dos personalidades fueron taron las presiones económicas y el peso de los imperios. A pesar de
las que matizaron el positivismo mexicano y su equivalente político, el la colaboración de esos pensadores en la política, no se podía continuar
porfirismo. Las escuelas normales de Pedro Scalabrini y su grupo en manejando la autoridad por ella misma pues los poderes latinoameri-
Paraná y el impacto de los espencerianos en Buenos Aires, son también canos se habían aliado con el poder de los capitales extranjeros y la
muestra de la fuerza positivista. Estos últimos aplicaron el evolucio-
política escapaba a los intereses nacionales.
nismo en todos los problemas y llegaron a un liberalismo socializan-
te: Ingenieros, Justo y Bello —que influyó en sus líderes políticos— o Así, ante la alarma que producía analizar la situación cada vez más
Várela, quien desde Uruguay se convirtió, junto con Barreda en México, comprometida con la economía y la política extranjeras, se buscó el
en los puntales de la aplicación de un cierto positivismo en América significado de "nación" (José Agustín García, José Ramos Mejía, José
Latina. Ingenieros). Unos lo buscaron en el pasado indígena y otros en la pro-
pia historia del siglo xrx, mientras los demás sostuvieron tesis racistas
cuyos ideales estaban en los Estados Unidos.

LA REALIDAD LATINOAMERICANA

LAS PREOCUPACIONES SOCIALES

Sintomático del enfrentamiento de estos pensadores con la realidad, fue


el primer aniversario de la Academia de Bellas Artes de Chile y las El paso hacia adelante fue dado por Juan B. Justo, quien defendió la
actividades de la Sociedad de la Ilustración, donde Letelier salió del lucha del obrero industrial contra el opresor, tal como lo hizo a tra-
ámbito académico para apoyar la moral positivista. La llegada de Sea vés del partido socialista argentino. Justo trató de sacar la enseñanza
labrini en 1875 a la Escuela Normal de Paraná sirvió para que se pro del carácter burgués positivista para relacionarla con las necesarias
palase la libertad interpretativa y para que se descartara la enseñanza respuestas proletarias. Esta generación de fin de siglo se enfrentó así
memorística, definiéndose un Comte adaptado a la realidad latinoameri a las dictaduras que gobernaban (Várela), fomentó el movimiento ra-
cana. Sin embargo, no puede decirse que existía uniformidad sobre la
cionalista antirreligioso y antirracista que en México dio la versión de
forma de enfrentar los problemas y menos aún sobre la distinta m a n e n
de intentar resolverlos. una cultura mestiza (Vasconcelos), y abrió el campo de las libertades
sociales al defenderse el derecho de huelga obrero en el cono sur (Juan
Los mexicanos acudieron a un liberalismo realista y de orden, en otras Enrique Lagarrigue).
palabras, a un conservadurismo liberal (orden y progreso), pues trata Se ha dicho que esta generación ha sido la primera realmente eman-
ban de llegar a la libertad con métodos conservadores y evolucionistas, cipada que vio en el positivismo un medio en vez de un fin y pretendió
que a la larga, terminarían —según ellos— por ofrecer un gobierno formar la ciencia política (Letelier) que deteuminaría las leyes natu-
democrático como fruto final. Para ello concibieron algunos la necesi rales que debían regir las sociedades de los latinoamericanos.
dad de recurrir a un dictador temporal que fuera instrumento de la A las preocupaciones sociales se unieron también las literarias y cier-
256 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 257

tos poetas fueron los primeros en p r o t e s t a r contra la sociedad industrial, socialista. Su acción educadora y organizadora, p o r ser la m a y o r p a r t e
financiera y materialista. Se había hablado ya de "Nuestra América" de origen extranjero —conocedores del mensaje socialista en E s p a ñ a ,
(Martí), y se buscó un lenguaje real latinoamericano (Rubén D a r í o ) , Francia e Italia— encontró oposición en el proyecto de ley de expulsión
atacándose en realidad los valores remanentes hispánicos a la vez que que Miguel Cañé presentó al Senado argentino. Aun cuando éste no
se recibían las influencias francesas que ofrecían valores no existentes fue a p r o b a d o , pocos años después el presidente Roca puso en práctica
en lo hispánico (Díaz Mirón, Darío, Julián del Casal). Pero como esos la ley de residencia que siguió d u r a n t e casi seis decenios.
escritores no lograron u n modelo de belleza relativa, representaron m á s
bien un fin que una p o s t u r a de rebeldía.
El triunfo de las burguesías latinoamericanas se encontraba apoyado
p o r el ejemplo de Inglaterra bajo la Reina Victoria y de la Francia EL NUEVO IMPERIO ECONÓMICO DE LOS ESTADOS UNIDOS
napoleónica, considerados entonces representantes de la superioridad Y SU EXTENSIÓN
moral. Al identificarse con el liberalismo (Ferreira), ajustaron u n fu-
t u r o p r o g r a m a ideológico, según el cual, se fomentaba el trabajo perso-
nal espontáneo porque a su vez se producía una libertad creadora. Se Los intentos de modificación se enfrentaron con la ideología creciente
alejaban así los resultados obtenidos del comtismo y se juzgaba que el y cada vez m á s firme del imperio norteamericano, que para el final del
orden oficial era imperfecto (Lagarrigue), debiéndose corregirlo con siglo contaba ya con un cuerpo ideológico claro. El Destino Manifiesto
la ayuda de los individuos generosos con su capital, pues eran éstos y la Doctrina Monroe modificada seguían sirviendo de plataforma con
responsables morales y altruistas de la sociedad. sus bases puritanas, para su pensamiento justificado en la c a r r e r a de
los demás imperios que se esparcían con posiciones de apoyo a su se-
guridad en el m u n d o . Cabot Lodge invocó la necesidad de a c t u a r en las
zonas de expansión posibles para a y u d a r a la "civilización" y el "pro-
LA REACCIÓN CX)NTRA EL POSITIVISMO Y greso de la raza". A. T. Mahan, Albert J. Beveridge y Theodore Roose-
LA ENTRADA DE NUEVAS IDEOUXIÍAS EUROPEAS velt, se apoyaron en la conciencia de su fuerza y con ella desearon
hacer gala de la misma. El Post de Washington resumió la filosofía
hablando del sabor del imperio que estaba en la boca del pueblo, como
El hecho fue que a fin de siglo, algunos pensadores percibieron la opre el sabor de la sangre en la selva. Lograban así el auge de la política
sión intelectual política y económica de este tipo de régimen (Henríquez imperial, el de la república renaciente, que ocupaba su puesto entre
Ureña), y ciertas nuevas generaciones sintieron un obstáculo en la filo- las naciones a r m a d a s .
sofía gubernamental. Por ello se desencadenó la crítica al positivismo El imperio estadunidense de principios de siglo xx estaba así desti-
de la que fueron exponentes Korn, Deustúa, Caso, Vasconcelos, Farías, nado a crecer sin límite apoyado de nuevo en la industria, el comercio
Brito, Vaz Ferreira y otros, aun cuando se habían formado dentro del y las tesis de libertad. En diez años, los Estados Unidos obtuvieron
mismo positivismo. Asimilaron de la ideología lo mejor y llegaron a los territorios de Puerto Rico, Hawaii, Midway, Guam, Tutuila y Filipi-
considerar que limitaba el progreso. Los impactos extranjeros que ha nas, ejercieron p r o t e c t o r a d o sobre Cuba, Panamá y Nicaragua, y fueron
bía producido el positivismo —consideraban— sólo se podían corregir dueños de intereses e influencias en el Lejano Oriente. Todo se hizo
fundando otros sistemas educativos en concordancia con lo que enten en n o m b r e de la libertad, el h u m a n i s m o y la democracia. A p e s a r de
dían por la realidad de las sociedades existentes. las protestas de José E n r i q u e Rodó en contra de la " n o r d o m a n í a " , las
Fueron varios los pensadores que removieron el c a m p o laboral con tierras latinoamericanas estaban destinadas a ser dominadas. Cuba,
sus ideas socialistas —como lo hizo J u a n B. Justo en la Argentina Santo Domingo, Panamá, Nicaragua y con ella toda América Central y
donde se mencionaba el ejemplo belga en que el movimiento se desarro Colombia fueron víctimas del garrote de T. Roosevelt, que estableció
lió en lo gremial y en lo político, agregándosele el principio cooperativo el orden con la ayuda de los infantes de marina y de las policías loca-
Se había llegado a aceptar que la república representaba todos los les, plagando la zona de dictaduras.
intereses del socialismo y del anarquismo, pues existían centros soci;i
listas de estudios (Argentina), donde colaboraban activos intelectuales
y profesionales (Payró, Ingenieros, Palacios, Repetto, los h e r m a n o s
Dickmann, Malagarriga y Lugones). Por debajo estaba un grueso <lc
inmigrantes obreros p r e d o m i n a n t e m e n t e italianos y españoles que pro
pagaban el espíritu de rebelión y pedían la incorporación a la corriente-
CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 259
258

EL NACIONALISMO DEFENSIVO DE LA LATINIDAD por la oligarquía porfirista dirigieron y realizaron esa revolución y su
contenido quedó explícito en las diferentes posturas de los grupos so-
ciales que plantearon problemas distintos y complementarios, fragua-
Ciertos pensadores recurrieron entonces a forjar un nacionalismo de- dos en la Constitución de 1917 y que dio origen a una serie de reformas
fensivo siguiendo las recomendaciones de José Enrique Rodó y su gene- acompañadas de exigencias de respeto a la soberanía nacional. El pro-
ración, por la que los pueblos latinoamericanos volvían sobre sí mismos grama tropezó con los intereses y el espíritu expansionista estaduniden-
abandonando el espíritu de imitación para adoptar el que —por natu- se, que dio lugar a intervenciones armadas en aras de un redentorismo
raleza— les era propio. En la historia propia de los pueblos se buscó que en respuesta, sólo avivó el antimperialismo en todo el continente
la base de la nacionalidad, y con ella, una fuerza de resistencia fincada latinoamericano. El advenimiento de la primera guerra mundial y la
en la cohesión y fuerte unidad nacional para evitar los vacíos de poder participación de los Estados Unidos en ella, evitó a México de ser so-
responsables de las intervenciones foráneas. Para impedir de esta forma metido a la ideología del nuevo imperio.
la marcha del imperialismo, se unieron a la voz de Rodó las de Vascon- La Revolución mexicana se basó también en un grupo de intelectua-
celos, Caso, Reyes en México, Deustúa, González Piada y Varona, here- les encabezados por Vasconcelos y con el que participaron Caso y Re-
dero de Martí, en Cuba. Su nacionalismo, sin xenofobia ni chauvinismo, yes. Reunidos en un club de características académicas (Ateneo de la
aspiró a la formación de una comunidad de naciones que originaran la Juventud), buscaron los nuevos conceptos intelectuales que habrían de
fuerza necesaria para detener el imperialismo, remarcando especialmen- sustituir al comtismo Para Vasconcelos, la campaña contra el positi-
te la latinidad de su cultura. Así se formarían hombres idealistas ca vismo era el inicio de la rehabilitación del pensamiento de la "raza", y
paces de hacer realidad sus ideales, manteniendo la soberanía de la la cultura era la expresión ideológica de la revolución, consistente en
nación y evitando toda forma de intromisión extraña. Para ellos se una recuperación de México para los mexicanos. De hecho, en ese sen-
habló de neopositivismo, nacionalizándose el saber y la ciencia y po- tido intelectual, los jóvenes del Ateneo fueron los precursores de la re-
niéndolos al servicio de lo que se entendía entonces como propia rea- volución, si bien no la dirigieron. Pasado el trauma y cuando llegaron
lidad. al poder los verdaderos regímenes revolucionarios en la era de conso-
Este nacionalismo brotó en casi toda América como respuesta al im lidación y reforma constructiva de la década de 1920, aquellos jóvenes
perialismo estadunidense y, para corregir errores, comenzó tratando de intelectuales se reunieron de nuevo en torno a Vasconcelos para pro-
abolir las oligarquías y romper el orden colonial que todavía se man- mover el renacimiento cultural y educativo que cristalizara los cambios
tenía vivo en Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y Perú. Diversas formas efectuados por los gobiernos revolucionarios.
de este nacionalismo antioligárquico y anlimperialista se hicieron sentir Sin embargo, los años veinte también fueron testigo de la formación
en el resto de América Latina, aun en América Central y en el Caribe, de marxistas organizados localmente, asociados al movimiento interna-
donde se enfrentaron con las fuerzas armadas y se produjeron figuras cional, pero que hasta la década de los treinta permanecieron al margen
como la simbólica de César Auguslo Sandino, que provocó el antigori de los acontecimientos. En 1928 se formó la Sociedad de los Contempo-
lismo representado por Somoza, Trujillo y otros menos crueles de esas ráneos dirigida por Samuel Ramos, quien influyó en la búsqueda filo-
regiones. sófica de la esencia del mexicano estimulada por la revolución e inspi-
rada por la conciencia nacional. En contraste con las teorías existencia-
listas subsecuentes, Ramos dio importancia a la historia y a la cultura
de México.
EL EJEMPLO MEXICANO
El punto culminante de la Revolución mexicana ocurrió entre 1934
y 1940, cuando se reafirmaron los principios haciéndose la reforma
agraria y el reparto de tierra en escala sin precedentes, nacionalizán-
Pero el símbolo más conspicuo de ese movimiento nacionalista fue la dose la industria petrolera y orientándose la educación hacia la tenden-
Revolución mexicana de 1910, por la manera peculiar con que planteo cia socialista, organizándose el trabajo y reestructurando el partido
un acto de plena independencia social frente al pasado mantenido por oficial con representaciones por sectores, nacionalizándose los ferroca-
la oligarquía porfirista Este acontecimiento se convirtió en ejemplo a rriles y poniéndose en marcha un firme programa indigenista. Tanto
seguir en otras naciones latinoamericanas. La Revolución mexicana bus los marxistas como otros intelectuales participaron directamente en la
có la fuerza tratando de lograr —según ciertos criterios— un equilibrio planeación y puesta en marcha del programa revolucionario (Vicente
nacional entre los intereses de los grupos sociales dominantes, resislio Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Jesús Silva Herzog), que valió
la presión del imperialismo, reivindicó la soberanía y defendió las i i las críticas de Luis Cabrera por considerar que la Revolución mexicana
quezas consideradas como propiedad nacional. Los grupos desplazados se desviaba al pretender imitar la política soviética orientada hacia una
260 CARLOS BOSCH GARCÍA
LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 261
dictadura del proletariado y como meta final hacia una sociedad sin
América Latina tomó conciencia de estar destinada a la explotación
clases. del nuevo imperio, a pesar de que no podría participar en sus mo-
mentos de auge. Esta conciencia se recrudeció en los movimientos nacio-
nalistas, que se hicieron más agresivos y tendieron a organizarse para
EL DESPERTAR DE OTROS PAÍSES LATINOAMERICANOS
disminuir la dependencia de los Estados Unidos. Mientras, el descon-
tento popular latinoamericano se enfrentaba a sus dirigentes cuando
los consideraba aliados de ese imperialismo que los explotaba sin con-
La Revolución mexicana, tanto por sus reformas como por su actitud cesiones. Además, se impugnó el librecambismo con el resultado de que
ante presiones extrañas, cundió como ejemplo en América Latina, donde se pensó en términos autárquicos para evitar la dependencia y también
otros pueblos pugnaban por alcanzar metas semejantes. En Perú como se tomaron medidas que perfilaron la aparición de gobiernos centra-
en otros lugares americanos, había que incorporar a la vida nacional listas para planificar la economía de la sociedad y la política con ideas
los fuertes núcleos de población marginada como lo eran los grupos de corte nacionalista. México, al impulso de la revolución, Brasil con
indígenas. Ello era imprescindible si se deseaba crear una verdadera Getúlio Vargas y Argentina con Juan Domingo Perón fueron los ejem-
nación (González Prada) y se encontraba que entre sus formas de plos más conspicuos de ese movimiento en que se consideró el libre-
vida, había un comunismo autóctono que podía ser asimilado por los cambismo y la libertad de enriquecimiento como términos anacrónicos.
peruanos modernos. Quien dio un verdadero impulso fue Víctor Raúl América Latina hacía para su defensa lo que los propios Estados Unidos
Haya de la Torre al concebir una doctrina inspirada en el socialismo con el New Deal de Franklin Delano Roosevelt, que dirigía la econo-
liberal peruano, en la Revolución mexicana y en el comunismo. Todo mía con el fin de evitar otra crisis.
ello se lanzó como base de un partido con pretensiones continentales
llamado Alianza Popular Revolucionaria para América (APRA) , cuyo plan
se esboza con el antimperialismo, la unidad, la nacionalización, la inter
americanización del canal de Panamá y la solidaridad con todos los LA RESPUESTA ESTADUNIDENSE
pueblos y clases oprimidas del mundo. El Apra seguía la línea de Gon
zález Prada y de Mariátegui, en su indigenismo y comunismo, las refor
mas y actitudes internacionales de la Revolución mexicana y el antini La política nacionalista reproducida en algunos países de América La-
perialismo de las Antillas y América Central. Posteriormente se le tina a imagen de la estadunidense no pudo ser admitida por los Estados
incorporaron algunos aspectos de la organización totalitaria nazi-fas Unidos, y a ella se respondió provocando cuartelazos y dictaduras que
cista. Pero la meta era el capitalismo en el que habían de actuar las clases impidieron el desarrollo de esa actitud porque coartaba el desarrollo
medias más conscientes de la realidad, para que no resultase otra nueva de la riqueza norteamericana. Sin embargo, la postura fue seguida por
utopía. Por ello, Haya de la Torre abogó por una alianza leal con los la buena vecindad que suplió al Big Stick del primer Roosevelt y trató
Estados Unidos, que estructurara sin recelos una sólida defensa conli de fortalecer los lazos de las naciones latinoamericanas hacia el siste-
nental. En esa forma y de cierta manera, apuntaba a la Alianza para ma de los Estados Unidos. Los Estados Unidos cambiaron en conse-
el Progreso del presidente Kennedy. cuencia y aceptaron en cierto modo la no intervención en asuntos inter-
nos de otras naciones del continente, llegando a retirar los marines de
aquellos países latinoamericanos intervenidos. Posiblemente fueron im-
pulsados también por el temor de la nueva amenaza del nazi-fascismo,
EL ANTIMPERIALISMO contra el que las naciones de Europa occidental y los Estados Unidos
levantaron bandera de las naciones libres. Como el choque era inevita-
ble, convenía mantener un orden interno que no se sirviera de medidas
Los Estados Unidos salieron fortalecidos de la guerra de 1914, pues se brutales como las fascistas. Hubo defensores del orden imperialista nor-
convirtieron en una potencia internacional con gran fuerza de decisión teamericano entre las naciones latinoamericanas. Trujillo, Carias, So-
en las cuestiones mundiales. Ello produjo un optimismo que se apoyaba moza, Ubico y otros, hicieron a un lado la Doctrina Monroe para hablar
en la riqueza que habían desarrollado. Pero su hegemonía les obligaba de la unidad americana en defensa de su propia seguridad, pero al ca-
a responsabilidades que al no ser planificadas, originarían situaciones recer de los instrumentos necesarios, responsabilizaron a los Estados
susceptibles de afectar el imperio. Por otra parte, el avance de la Unidos de su implementación por acuerdo de los propios latinoameri-
técnica originó grave desempleo y la catástrofe financiera explotó en canos, en nombre de la seguridad y defensa continentales, que era la
octubre de 1929, produciendo pánico. del imperialismo americano, adicionando así, por tratado, su responsa-
262 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 263

bilidad sobre América Latina. Con ello continuó la hegemonía estaduni- de los Estados Unidos se producían conflictos morales que trataban de
dense que al terminar la segunda guerra mundial, provocó expediciones hacer más amable un dominio al que no se podía renunciar. El im-
punitivas en nombre de la seguridad continental. Los Estados Unidos perialismo, al viejo estilo, estaba en completo proceso de transforma-
persistieron en su función de policías continentales, manteniendo el ción.
orden que mejor convenía a sus intereses, como pronto pretenderían La reforma cardenista se había hecho de arriba hacia abajo, pero no
hacerlo en el ámbito mundial. hubo una fuerza masiva consciente e independiente para defender los
resultados obtenidos, y las presiones de los intereses creados —internos
y externos— influyeron en el viraje a la derecha que se inició después
de la expropiación. Similar fenómeno se repitió en otros lugares de
EL NUEVO ENFRENTAMIENTO DE MÉXICO, CASO DE EXCEPCIÓN América Latina, donde se trató de llevar a cabo algo parecido a lo in-
tentado por los mexicanos. En Brasil y en Argentina se anularon los
intentos violentamente. En Cuba, la presión hizo que se tuviera que
La política de la Revolución mexicana había perjudicado el desarrollo alinear dentro de un sistema que aun siendo revolucionario, no sería
de muchos intereses. Los Estados Unidos no lograron nada al tratar de nacionalista y se la obligó a ir en busca del país líder contrario a los
limitar la reforma apoyada legalmente en la constitución de 1917. Con- Estados Unidos: el socialista. En Guatemala se terminó violentamente.
tinuó la marcha de las reparticiones de tierra y se equilibraron los in- Ciertas corrientes de pensamiento estiman precisamente que de esta
tereses de la industria privada por medio de un sindicalismo organizado forma el hegemonismo de la URSS o de otras naciones comunistas tu-
desde el propio gobierno. Los Estados Unidos observaron esos desarro- vieron repercusión en terreno latinoamericano.
llos mientras se adentraban en los acontecimientos europeos, donde
Adolfo Hitler se preparaba para conquistar Europa y se perfilaba la
agresión japonesa en el Pacífico.
El puritanismo se puso a prueba, en marzo de 1938, con la expropia- EL ESTADO NUEVO DE GETULIO VARGAS
ción del petróleo mexicano manejado por compañías norteamericanas
y europeas, que no acataban las leyes nacionales. América Latina, que
aplaudió la medida, estuvo en tensión esperando la reacción de los Es- Además de la mexicana, varias respuestas nacionalistas se dieron en
tados Unidos. Ésta fue condicionada por las circunstancias históricas América Latina. Entre ellas, la de Brasil con la fundación del Estado
europeas y por la conveniencia de mantener la paz con México, para no Nuevo de Getúlio Vargas, resultó de la doble corriente producida des-
levantar la indignación latinoamericana. pués de la segunda guerra mundial: la del comunismo representado por
De hecho, el cardenismo fue una de las mayores expresiones de la co- Luis Carlos Prestes, y la del fascismo, por Plinio Salgado. Ante su anti-
rriente nacionalista que cundió en América Latina como respuesta a nacionalismo, el Estado Nuevo combinó tesis reformistas populistas
la presión del imperialismo estadunidense y que se extendería por el y- sociales. La tesis nacionalista recordó al nacional-socialismo alemán y
resto del mundo al final de la segunda guerra. La corriente tenía que también al fascismo italiano, pero coqueteaba por igual con fascistas
ser orientada de tal manera que no pusiera en jaque el creciente expan- y comunistas. El Estado Nuevo fue una conjunción de la justicia so-
sionismo y poderío de los Estados Unidos. Así se asimiló el cardenismo, cial y del nacionalismo. Los esfuerzos realizados por comunistas e in-
porque se necesitaba no romper con la precaria estabilidad política tegralistas para influir en el dictador fueron vanos, pues combatió y
mexicana corriendo el riesgo de abrir la compuerta del poder a elemen terminó encarcelando a los comunistas y disolviendo a los integralistas.
tos ultraderechistas o profascistas. El propio Departamento de Estado Fomentó el desarrollo de los hombres de empresa, siempre que se avi-
dispuso la presión diplomática y económica, de tal modo que no per nieran a dar prestaciones útiles para formar consumidores. A pesar de
mitiera al nacionalismo ir más allá de ciertos límites. Por otro lado, que fue el único responsable del desarrollo nacionalista, se tildó —como
había que evitar que el ejemplo mexicano cundiera y para ello se anu sus equivalentes latinoamericanos— de democrático, entendiendo por
laron de alguna forma los nacionalismos fortalecidos por la Gran Gue- democrático algo hacia lo que se dirigía, más que una realidad. No
rra con el peronismo y el varguismo —igual que con el nacionalismo aceptó la existencia de la lucha de clases, sino que pensó en la presen-
de la revolución guatemalteca de 1954— y se intentó con la Revolución cia de una armonía social nacida de la atención estatal, a la que debían
cubana en sus inicios. someterse también los intereses extranjeros. La misma tesis fue sos-
El enfrentamiento hizo ver a América Latina que la resistencia, a tenida por la Revolución mexicana y por el justicialismo de Juan Do-
pesar de los riesgos que pudiera involucrar, originaría un posible iv mingo Perón. Contra Vargas se levantaron los militares que deseaban
pliegue de los intereses que detenían su desarrollo, pues aún dentro un Estado a la vieja forma liberal. Eran los intereses de los criollos
264 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 265

y los del nuevo y poderoso imperialismo, que dieron la batalla para Su ejemplo como líder de los desheredados, fue seguido por Pérez
que no se limitasen sus posibilidades de desarrollo en Brasil. Sus inte- Jiménez, Rojas Pinilla y Odría en Venezuela, Colombia y Perú, donde
lectuales blandieron la bandera de un liberalismo romántico sin com- se siguieron sus pasos. Paz Estenssoro en Bolivia y Velasco en Ecua-
promisos sociales, y los partidos políticos (Social-Demócrata y Unión dor, montaron también combinaciones de nacionalismo con diversas
Democrática Nacional) no se preocuparon por satisfacer exigencias de reformas sociales, aun cuando la mayoría de ellos estuvieran dispuestos
los grupos nuevamente marginados. Este error permitió el retorno del a plegarse a otros intereses, como lo hizo el propio Perón al final del
varguismo a la política brasileña. Acompañado de un espíritu naciona- periodo. Influyó en todos los aspectos de la vida argentina, pero su
lista y de reformas sociales, contrarias a los intereses de los enemigos actitud en favor del obrero y frente a las oligarquías argentinas fue
internos y externos de la ejecución de sus proyectos. Cuando quiso apo- determinante de su régimen nacionalista y de su dictadura personal. Su
yarse en los trabajadores, se levantaron los militares, a los que respon- aportación fue integrar la población obrera argentina a la vida de la
dió con el suicidio, dejando una acusación que responsabilizaba a las nación y despertar en esa clase social la conciencia de la necesidad de
fuerzas conservadoras y a los intereses extranjeros de oponerse al pro- su participación en el gobierno del país. A pesar de haber herido mu-
greso real brasileño. chos intereses extranjeros y de postularse antimperialista, la entrega
del contrato de explotación petrolera a los consorcios internacionales lo
diferencia de manera notable del nacionalismo de la Revolución mexi-
cana y del varguismo.
EL PERONISMO

Otra de las respuestas fue Argentina donde, a causa de las presiones LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD LATINOAMERICANA
norteamericanas para que el gobierno de Buenos Aires retirase su apoyo Y LA INTEGRIDAD POLÍTICA
a los países del Eje, se desencadenaron los sucesos que llevaron al en-
cumbramiento del coronel Juan Domingo Perón. Perón, formado en
Italia y conocedor de Alemania, encontró dentro de una cierta realidad La segunda guerra mundial tuvo serias consecuencias en América Lati-
argentina el cultivo de un poder independiente de fuerzas extrañas, en na. El imperialismo norteamericano fomentó la industrialización gene-
un país minado por los intereses imperialistas. Su apoyo vino de los ral y con ella una industria complementaria a la de los Estados Uni-
grupos sociales más numerosos y marginados del campo y de la ciudad, dos, acrecentando de nuevo el desarrollo de las burguesías nacionales
así como de cuantos habían sido olvidados por la democracia liberal de latinoamericanas sin permitir que escaparan de sus límites. El "avila-
Yrigoyen. Con ellos formó las fuerzas de choque, siguiendo el modelo camachismo" y el "alemanismo" mexicanos, así como el varguismo y
hitleriano para reprimir a quienes se opusieran a los cambios, mediante el peronismo, al promover sus reformas sociales, hicieron el juego a
el uso de presiones y sometimientos. estas necesidades de industrialización imperialista norteamericana. Aun-
Los que se consideraban como los viejos dueños del país no pudieron que ambos lados se interesaron en las inversiones, fue diferente el
comprender la. realidad que dio lugar a la acometida peronista. Sin sentido que dieron a las mismas. La siguiente discusión latinoamericana
embargo, Perón era partidario del sistema capitalista dentro de un al respecto, se dirigió contra el poder inversionista por no destinar las
horizonte social más amplio y creía que la democracia debía ser exten ganancias producidas al desarrollo social de las naciones. Incluso se
dida a todo el pueblo. Sobre la libertad, dijo que ésta no debía ser dijo que se abrió la coyuntura de las ayudas técnicas por parte de la
la de un grupo para explotar al resto de los ciudadanos. No podía URSS.
concebir la existencia de ciudades prósperas y medios rurales paupé Una ola de movimientos golpistas se desataron en toda América La-
rrimos. El conjunto de los lincamientos se definió como un "justicia tina en defensa de la libertad y la democracia y en contra del naciona-
lismo" que inspiró todas las reformas, incluyendo la de la constitución lismo, bajo la excusa de que las libertades estaban amagadas por el
de 1949. Todo se llevó a cabo apoyándose en fuerzas bien armadas v comunismo oculto bajo el nacionalismo.
preparadas, que a muchos recordaron las nazis y las fascistas. Ceno El conjunto de los cambios fue vigilado por los Estados Unidos, que
las universidades y expulsó a los estudiantes que no le juraron leal se creían con la misión de guardar el orden en el mundo. Se pensó
tad. Cuando empresarios argentinos y extranjeros, especialmente esla entonces que lo importante era la estabilidad continental que sólo po-
dunidenses, le acusaron de relacionarse con el derrotado nazismo, se dían ofrecer gobiernos fuertes como los militares. Se exigió el 1 de mar-
transformó en el representante de los "descamisados" y también del zo de 1954 en Caracas (OEA) , por parte de Foster Dulles, una declaración
antimperialismo latinoamericano. de solidaridad para preservar la integridad política de los americanos
266 CARLOS BOSCH GARCÍA LAS IDEOLOGÍAS EUROPEÍSTAS 267

contra la intervención del comunismo internacional. Ésta fue una buena bertad y la justicia social. Cuba fue convertida por los Estados Unidos
bandera del antitotalitarismo estadunidense en contra del totalitarismo en un peón de la guerra fría, al que debía eliminarse de inmediato por
comunista que servía para detener posibles perjuicios a viejos intereses desquiciar el orden Cuando los Estados Unidos declararon el bloqueo
o a intereses que se estaban creando. económico, se respondió con la expropiación cubana y con el reconoci-
miento de la República Popular de China, seguido de un programa de
reivindicaciones nacionales en favor de los trabajadores. La presión del
gobierno norteamericano llevó a Cuba —en sus esfuerzos por no caer
EL CASO DE GUATEMALA
en sus manos— al lado del otro contrincante, el socialismo soviético y
el nuevo socialismo chino. Vino después la ruptura de relaciones con
Estados Unidos en 1961 y el intento de destituir el régimen castrista
Cuando en 1954 se acusó de comunista al gobierno guatemalteco, presi con el desembarco ordenado por Kennedy en la Bahía de Cochinos, el
dido constitucional mente por Jacobo Arbenz (continuador de la obr? 17 de abril de ese año. A la par, se hablaba de la Alianza para el Pro-
de Juan José Arévalo dentro de una línea de reformas sociales tendien- greso que ofrecía un programa económico y social ya invocado en la
tes a elevar la vida de Guatemala, pero evidentemente opuestas a los Revolución mexicana, en la guatemalteca y aun en la cubana, y que
intereses de la United Fruit Co.), se hizo un puente aéreo entre los incluía las banderas del propio peronismo y del varguismo. La gran
Estados Unidos y Honduras. Fue utilizado para apoyar el filibuste diferencia radicó en que este programa se dirigía otra vez a las burgue-
rismo, que encabezado por el coronel Carlos Castillo Armas, dirigió la sías oligárquicas para que "la revolución" se hiciera desde arriba, tra-
invasión que puso término a la revolución y a las reformas sociales y tando de salvar el sistema encabezado por el propio Kennedy. Pero,
económicas iniciadas en 1944. nuevamente los Estados Unidos se encontraron con la oposición de
algunos países latinoamericanos, en Punta del Este (22 de enero de 1962),
El siguiente paso en el mismo sentido sería el de Cuba, que se irguío cuando no aceptaron éstos la exclusión y las medidas represivas con-
contra los Estados Unidos logrando llevar a cabo numerosas metas tra Cuba. A pesar de ello, las auspiciaron los Estados Unidos por vía
económicas, políticas, sociales y culturales que consideraba necesarias diplomática y lograron incomunicar la isla.
para su desarrollo. Gran parte de los pueblos latinoamericanos entra
ron, a partir de 1955, en movimientos de línea nacionalista independien-
te, que a pesar de la guerra fría y su interpretación represiva, formaron
una verdadera marea. Las transformaciones se hicieron a través de las
elecciones democráticas y las consecuencias se observaron desde Argén AMÉRICA LATINA TIENE UN PROBLEMA
tina hasta América Central al enarbolarse banderas nacionalistas y so-
ciales. Pero todos esos movimientos actuaron de acuerdo con las Hmi
taciones impuestas por el imperialismo norteamericano, y como ejemplo Con base en todo lo anterior, se pensó en un momento dado que el
de lo que no había que hacer, estaba el caso de Guatemala. Lo mismo principal problema latinoamericano podía ser, en consecuencia, el es-
ocurrió más tarde con Chile, donde Salvador Allende debió pagar con tado de dependencia hacia los Estados Unidos, del que se desprendían
su vida y fue sucedido por el general Pinochet. todos los demás. La imposibilidad o la falta de voluntad de sacudir esa
dependencia ha llevado a numerosos gobiernos a transar y aceptar la
existencia de ese imperialismo. Según esta creencia, ello ha desleído
la personalidad latinoamericana, que no ha podido tomar posturas pro-
EL CASO DE CUBA
pias frente a sus problemas. Sólo se había intentado resolverlos me-
diante soluciones condicionadas. Sin embargo, desde el mismo punto
de vista, el siglo xx ha opuesto a ese fenómeno los grandes nacionalis-
En diciembre de 1959, se puso en movimiento la Revolución cubana mos que, por defensivos, tampoco han resuelto la situación acusada
encabezada por Fidel Castro, pero Cuba no hizo concesiones para crear tanto por el aumento de la población, como por la disminución propor-
la imagen de la nación, supuestamente democrática y libre, que con cional de los recursos económicos y que, por ende, se mueven dentro
venía a los Estados Unidos. Cuando en 1959 triunfó la revolución ü de un ámbito dependiente de un continuo esfuerzo para reacondicionar
bertadora, ésta no hizo prevalecer los intereses de la oligarquía. Los ideologías que llegan desde fuera y se matizan con ciertos nacionalismos
fusilamientos y los programas sociales, económicos y políticos —entre defensivos.
ellos la reforma agraria— atrajeron la oposición de los Estados Un i
dos, aun cuando se abogaba por el humanismo, el justk ialismo, la li
LAS 1DF.ÜLOGÍAS liUROl'KÍSTAS 269
CARLOS BOSCH GARCÍA
268
Morison S a m u e l E. y H e n r y Steele C o m m a g e r , Historia de los Estados Uni-
BIBLIOGRAFÍA
dos de Norteamérica, México, F o n d o de C u l t u r a E c o n ó m i c a , 1951, 2 vols.
Morse, R i c h a r d H., "Political theory a n d the caudillo" (véase Hamill, Dicta-
torship in Spanish America, pp. 52-68).
Abad de Santillán, Diego, " E l m o v i m i e n t o o b r e r o , a n a r q u i s m o y socialismo", O ' G o r m a n , E d m u n d o , La supervivencia política novo-hispana, México, F o n d o
Historia Argentina, B u e n o s Aires, Tip. Ed. Argentina, 1965, t. n i , p p . 533-547. Cultural Condumex, 1969.
Arciniegas, G e r m á n , Este pueblo de América, México, F o n d o de C u l t u r a Eco- , Seis estudios de tema mexicano, México, Universidad V e r a c r u z a n a ,
nómica, 1945. 1960.
Bartlett, Ruhl J. (ed.), The record of American diplomacy. Documents in Palaviccini, Félix, México. Historia de su evolución constructiva, Ed. Libro,
America?! foreign relations, Nueva York, A. Knopf, 1950. 1945, 4 vols.
Bosch García, Carlos, La base de la política exterior estadounidense, México, Pereira, Carlos, Breve Historia de América, Madrid, E. Aguilar, 1930.
UNAM, F a c u l t a d de Filosofía y L e t r a s , 1975. Pino I t u r r i e t a , Elias A., La mentalidad venezolana de la emancipación (1810-
Bunge, Carlos Octavio, " C a c i q u i s m o in o u r A m e r i c a " (véase Hamill, Dicta- 1812), Venezuela, Universidad Central, 1971.
torship in Latín America, p p . 119-124). Rippy, J. Fred, " M o n a r c h y of R c p u b l i c ? " (véase Hamill, Dictatorship in
Conde de T o r e n o , Historia del levantamiento, guerra y revolución de Espa- Spanish America, pp. 86-94).
ña, Madrid, Biblioteca de Autores E s p a ñ o l e s , 1953. Rodríguez de Magis, María Elena, " L a t i n o a m é r i c a en la conciencia argen-
Crist, Raymond E., " G e o g r a p h y and caudillismo. A case s t u d y " (véase Hamill, tina", en Revista de la Universidad de México, vol. xxvi, f e b r e r o - m a r z o
Dictatorship in Spanisli America, pp. 71-85). de 1972, n ú m s . 6-7, México, UNAM, p p . 65-72.
Chaunu, Pierre, Historia de América Latina, Buenos Aires, E u d e b a , 1964. R o m e r o , J o s é Luis, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo X X I ,
Chevalier, Francois, "The roots oí p e r s o n a l i s m " (véase Hamill, Dictatorship 1976.
Ross, Stanley R., "La p r o t e s t a de los intelectuales a n t e México y su Revolu-
in Spanish America, p p . 35-51).
ción", Historia Mexicana, México, El Colegio de México, vol. xxvi, enero-
Eyzaguirrc, J a i m e , Fisonomía de Chile, México, Fondo de C u l t u r a Económi-
ca, 1948. m a r z o de 1967, n ú m . 3, p p . 396-433.
Fals Borda, O r l a n d o , Las revoluciones inconclusas en América Latina, Méxi- Sánchez-Albornoz, Nicolás, The population of Latin America. A history, Ber-
co, Siglo X X I , 1971. kelcy, University of California Press, 1974.
Fishcr, 11. A. L., Historia de Europa, Buenos Aires, Ed. S u d a m e r i c a n a , 1946, S a r m i e n t o , Domingo F., " F a c u n d o Q u i r o g a " (véase Hamill, Dictatorship in
Spanish America, pp. 95-103).
3 vols. Siso Martínez, J. M., Historia de Venezuela, México, Ed. Yocoima, 1953.
F r a n c o , J u a n , La cultura moderna en América Latina (confrontaciones: los
Valcárccl, Daniel, La rebelión de Tupac Amara, México, Fondo de C u l t u r a
críticos), México, Joaquín Morliz, 1971.
García del Real, E d u a r d o , José de San Martín, libertador de Argentina y de E c o n ó m i c a , 1947.
Velázquez Chávez, María del C a r m e n , Hispanoamérica en el *iglo XIX, Mé-
Chile, protector del Perú, Madrid, E s p a s a Calpe, 1932.
Griffin, Charles E., El periodo nacional en la historia del Nuevo Mundo, ver xico, Ed. Poi'maca, 1965.
sión castellana de Emilia R o m e r o de Valle, México, Comisión de Historia Wulgus, Georgc, South American Dictators, Washington, Gcorgc W a s h i n g t o n
University, 1965.
del I n s t i t u t o P a n a m e r i c a n o de Geografía e Historia, 1962.
Halperín Donghi, Tulio, Historia contemporánea de América Latina, Madrid, Wolí, Eric, Sons of the shaking earth. The people of México and Guatemala.
Their land, history and culture, Chicago, The University of Chicago Press,
Alianza Editorial, 1962. 1972.
Hamill Jr. H u g h , M. ( i n t r . ) , Jictatorship in Spanish America, Nueva York,
Zea, Leopoldo, América en la historia, México, F o n d o de Cultura Económi-
A. Knopf, 1965. ca, 1957.
H e r n á n d e z Sánchez-Barba, Mario, Historia universal de América, Madrid,
• , Dialéctica de la conciencia americana, México, Alianza Editorial Me-
Ediciones G u a d a r r a m a , 1963, 2 vols. xicana, 1976.
H e r r i n g , H u b e r t , Evolución histórica de América Latina, B u e n o s Aires, E u d c
, El pensamiento latinoamericano, Esplugues de Llobregat (Barcelo-
ba, 1972, 2 vols. na), E d . Ariel, 1976.
H u m p h r e y s , E. A., Liberation in South America, L o n d r e s , T h e Athlone Press,
, La filosofía americana como filosofía sin más, México, Siglo X X I ,
1952. 1960.
J i m é n e z Moreno, W i g b e r t o y Alfonso García Ruiz. Historia de México, umi
síntesis, México, I N A H , 1962.
J o h n s o n , J o h n J., "Foreign factors in d i c t a t o r s h i p in Latin America" (vea .r
Hamill, Dictatorship in Spanish America, p p . 125-236).
Kene, William E., Civil strife in Latin America L. A. legal history of //'•
involvement, B a l t i m o r e , T h e J o h n s H o p k i n s University P r e s s , 1972.
Madariaga S a l v a d o r de, "Man and the Universe in S p a i n " (véase Hamill.
Dictatorship in Spanish America, pp. 29-34).
ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 271

CARLOS REAL DE AZÚA


los que se vio involucrada América Latina. De las admiraciones, espe-
ranzas, aprensiones y animadversiones que ambos fueron despertando,
de la conflictual relación que se fue trabando con el creciente vecino de
hemisferio (modelo, ejemplo, rival, benefactor, enemigo, hegemón) se
esclareció o se oscureció una conciencia de especificidad latinoamerica-
na, se templaron o desarmaron muchos comportamientos efectivos, in-
cipientes o meramente concebidos. Si se atiende a una dialéctica general
Sin la existencia de incesantes y renovados contactos entre culturas y entre realidad y pensamiento, "filo" o "antimperialismo" y "filo" o
sociedades, difícilmente sería concebible una historia universal. Desde "anticolonialismo", bien pueden ser posturas intelectuales efectivas an-
temprano se percibió la variada gama de consecuencias que tales con- tes de articularse de manera científica, en "interpretaciones" y "teorías"
tactos producían en las colectividades expuestas a ellos; menos temprana o de promover, con sesgo más militante, "doctrinas". Y aun si se tiene
sin duda, pero muy remota, fue la verificación del carácter asimétrico en cuenta el fenómeno que ha de suscitarlas, puede que esto suceda
—nada equitativo— que el efecto de esos contactos asumía. Las relacio- mucho antes con las versiones antagónicas que con las favorables, es
nes planteadas en términos de dominio y subordinación en el nivel polí- decir, sin que interpretaciones, teorías o doctrinas justificativas del "he-
tico y militar, de provecho y extracción en el nivel económico y fiscal, y cho" imperialista sean relevables y, sobre todo, desglosables de otras
de descaracterización y mimetismo en el nivel intelectual y religioso, posiciones que circulen y actúen con rótulos muy diferentes. Pues sería
fueron en un momento dado bastante ostensibles como para que cierta falso suponer —vale la pena observarlo— que posturas adversas y favo-
historiografía y reflexión política no pasaran inadvertidamente junto a rables se deriven de un fenómeno aceptado objetivamente como tal por
ellas. No es aventurado entonces sostener que antes de convertirse en unos y por otros; las ideologías funcionan menos como estimaciones
materia de estudio y construcción sistemática, los fenómenos sociales de una realidad percibida en forma común por todos, que como oculta-
sobre los que se fundó el edificio de los grandes impelios tradicionales ción o revelación acentuadamente opuestas a ellas.
provocaron la articulación de determinadas tomas de posición que bien Ahora bien, ¿existe en el caso latinoamericano aquella presumible
pudieran constituir la prehistoria del tema que aquí nos concierne. Igual- prehistoria del tema imperialista de que antes se hablaba? Como des-
mente lo hizo —y ya sería umbral de historia striclo sensu-— el proceso taca Hanna Arendt, los imperios tradicionales presentan respecto de
de expansión mercantil, demográfica, política y cultural de Europa, que los imperialismos posteriores una abismal diferencia en cuanto al grado
acrecentó su ritmo en una instancia en la que los imperios tradicionales de integración de las instituciones metropolitanas con el área imperial. 1
se desmembraron o comenzaron a hacerlo. Llamemos ya "imperialismo" Pero si al plano institucional se suma en la etapa indohispánica la con-
a aquel proceso o reservemos el término para el brusco salto cualitativo siderable aportación demográfica de la sociedad céntrica, cupo pre-
en el que fue percibido durante las últimas décadas del siglo xix, lo guntarse, en un momento dado, si los textos que documentarían esa
cierto es que, favorables o desfavorables, positiva o negativamente es- prehistoria eran realmente americanos y no hispánicos o genéricamente
timadas, las reacciones y posturas de opinión que en ambas etapas se europeos. La índole particular de esta eventual ambigüedad podrá ser
suscitaron ya pueden integrar con pleno derecho el tema del imperia- amortizada cuando se vea que, en ningún paso del proceso que ha de
lismo y del colonialismo en cuanto objetos de reflexión. seguirse, las posturas latinoamericanas estuvieron libres de fuerte in-
Como tal es el estricto propósito de las páginas que siguen, permíta- fluencia y aun de suscitación decisiva por parte de las posiciones doc-
senos precisar que —para ciertos pensadores— la refracción ideológica trinales europeas o norteamericanas. El hecho de que en este periodo
que esos fenómenos produjeron en el pensamiento latinoamericano sólo que va del siglo xvi al xix algunos de los portavoces más memorables
es desglosable de una variedad de otras cuestiones, especialmente de sean españoles no sería —para ciertas interpretaciones— más que la
dos. La primera es la historia de las imágenes y de las concepciones que consecuencia de la extrema tenuidad que cualquier expresión de pensa-
algunos fueron teniendo de la entidad amenazada por la incidencia ex- miento autóctono asumió en el Nuevo Mundo hasta principios del ocho-
lerna —América Latina misma—, o sea la historia de las relaciones ne- cientos.
cesarias entre sus todavía indecisos sumandos nacionales, la de la asun- Con todo, si algo parece irrefutable —para algunos— es que bajo el
ción de valores capaces de sustentar las resistencias que urgían, la de decoroso aparato normativo del Reino de Indias y de toda la estructura
los proyectos políticos o económicos arbitrados para instrumentarlas. imperial, tuvieron libre curso procesos en los que reincidirían el impe-
Otra historia representa la segunda cuestión y es igualmente decisiva. Es rialismo y el colonialismo de los dos últimos siglos y que no pueden, en
la de los diagnósticos y pronósticos que determinados grupos intelec una visión cabal del tema, dejar de aludirse las denuncias y defensas
tuales latinoamericanos fueron tejiendo sobre los grandes conglomera
dos humanos y espaciales de Occidente —Europa y Estados Unidos— en 1
H. Arcndt, Imperialism, Nueva York, Harcourt, Brace and World, 1968, p. 11.
[270]
272 CARLOS REAL DE AZUA ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 273

de los mismos. Desde el famoso sermón de Adviento de 1511, que el p a d r e Con episodios de esa índole se dio el primer esbozo de aprensiones
Antonio de Montesinos pronunciara ante los colonos de Santo Domingo, muy difundidas ante la codicia de los nuevos poderes nacionales expan-
la suerte y condición del elemento nativo americano se plantearon con la sivos que en el m u n d o se iban fortificando a costa de la declinación
mayor contundencia. La denuncia del genocidio colonial al que se une española y cuya ronda furtiva —aun sin ataques formales— parecía
la prédica apasionada de Las Casas, el reverso militante y utópico de las sentirse en todos los b o r d e s del área indohispánica.
prácticas del m a l t r a t o que constituyeron los planes de Vasco de Qui-
roga y la acción de las Órdenes Mendicantes representan u n ingrediente
que, no sin distorsión y anacronismo, podría llamarse antimperialista.
E m p e r o , p r e p a r a r o n y aun fundaron tradición p a r a posturas de ese
tipo, como la candente, embravecida retórica de las luchas de la Inde-
pendencia así lo documenta. Las restricciones y vetos a la actividad
económica que en América resultara competitiva de la española, la sus- E n t r e 1898 y los años i n m e d i a t a m e n t e posteriores a la p r i m e r a guerra
tancial relegación del elemento criollo de los cargos de autoridad pública mundial se abre y cierra un periodo que, para la línea temática que
más importantes, el monopolio comercial, la constricción de las expre- aquí se sigue, aparece a la distancia dotado de una considerable ho-
siones religiosas y culturales nativas, la política de férreo aislamiento mogeneidad.
respecto del resto del m u n d o , el cuidado de obstaculizar todo lo posible
El conflicto hispano-estadunidense y el t r a m o final del proceso de la
las comunicaciones internas del área corren como crítica soterrada en los
independencia de Cuba suscitaron, en los sectores responsables de Amé-
textos de los primeros escritores mestizos. Pero sobre todo llegan hasta
rica Latina, reacciones e x t r e m a d a m e n t e ambiguas. Apoyo, p o r un lado, a
la prosa muy suelta y urticante de aquellos informes en que virreyes,
la h e r m a n a m e n o r gobernada hasta entonces bajo la férula casi siempre
burócratas, visitadores, marinos, magistrados y comisarios de límites
brutal de los capitanes generales; aprensión creciente ante la formidable
del periodo borbónico, dieron la marca postuma y más alta de lucidez
contundencia que la participación norteamericana había exhibido; co-
que el personal español alcanzó de este lado del océano, que p r o n t o
rriente cordial de solidaridad y compasión por l;i " m a d r e p a t r i a " hu-
habrían de resignar. 2
millada, a d e m á s de vencida. Todo se dio muy intrincado d e n t r o de
Las críticas, que en el caso de esos informes tendrían por lo general grupos con ideología y perspectiva prácticamente comunes y, a veces, en
escasa divulgación, afloraron con un alcance harto mayor en los pri- las expresiones de un mismo intelectual o gobernante. Pero si la guerra
meros periódicos hispanoamericanos que el sector cultural " i l u s t r a d o " misma había provocado estos reflejos, la casi inmediata ocupación de
y esencialmente criollo consiguió hacer aparecer al filo del nuevo si- Puerto Rico, la E n m i e n d a Plalt (1901) (que daba derecho a los Estados
glo. Y si bien esos señalamientos y reclamos en la última década de Unidos a intervenir casi ¡limitadamente en Cuba), la secesión de Pana-
dominio indiscutido de E s p a ñ a fueron moderados de tono, dieron un m á en 1903 tuvieron, en cambio, una significación que pareció muy uní-
salto de muchos grados de estridencia en los primeros manifiestos y voca y para la mayoiía e x t r e m a d a m e n t e grave. Otros episodios, como
justificaciones del proceso continental que se inició entre 1808 y 1810. el de la agresión anglo-itaio-gcrmana a las costas de Venezuela en 1902-
Las palabras "esclavitud", " d e s p o t i s m o " y otras sinónimas aparecieron 1903 4 ensancharon el espectro de los peligros eventuales que acechaban
a menudo sintetizando la injusticia concreta de una subordinación co al destino del m u n d o latinoamericano; y la ineficacia de la doctrina
lonial. Pero, persistió hasta el fin (y ello había hecho a veces difícil Monroe como fuerza de contención, demostrada en el último conflicto,
el esfuerzo militar de la "independencia") un consenso firme en ciertas también implicó en éste a Estados Unidos, contribuyendo a no despla-
élites sobre la naturaleza positiva de las instituciones y la constelación zar del todo el foco de preocupación.
de valores éticos y religiosos en los que se apoyó el proceso de conquista
Una apreciación superficial ha visto en el éxito y la difusión del Ariel
y colonización. ¿Sería acaso justo llamarlo "filoimperialismo"? Seguro
de José E n r i q u e Rodó, desde su publicación en 1900, no sólo una especie
que no. La reacción popular de las poblaciones costeras ante los zar
pazos de la piratería británica, francesa y holandesa tuvo — p a r a algu de " m e d i a " de la actitud latinoamericana en este recodo de las dos
nos— mucho de reflejo visceral; el h o r r o r a la herejía con que su pre- centurias sino también un mayoritario pronunciamiento continental
sencia misma creíase inficionada dinamizaron tantas réplicas cuyo ápice contra tales predestinaciones y su cargado signo pesimista. ¿Fueron em-
y a la vez su epílogo se diera en el Río de la Plata en 1806 y 1807.3
obra de D. Dionisio de Alsedo y Herrera, publícala D. Justo Zaragoza, Madrid,
Imprenta de Manuel Hernández, 1883. Sobre las actitudes anglosajonas el perspi-
- Excelente síntesis en R. Konetzke, América Latina II. La época colonial, vol. 2.' caz estudio de Juan A. Ortega y Medina, México en la conciencia anglosajona,
de la Historia Universal Siglo XXI, México, Siglo XXI, 1972. México, Porrúa-Obregón, 1953.
3
Extenso recuento en Piraterías y agresiones de los ingleses y de otros pueblo; 4
J. L. Salcedo-Bastardo, Historia fundamental de Venezuela, Caracas, Universi-
de Europa en la América Española desde el siglo XVI al XVIII deducidas de la dad Central de Venezuela, 1974.
CARLOS REAL DE AZUA ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO
274 275

pero sus significados mayores los que realmente dominaron? Es difícil Más detonante todavía resultaba en el plano político el verificado
saberlo. La resistencia, sí, al mimetismo cultural de Norteamérica para fomento de esos desórdenes internos y de esos conflictos fútiles entre
el que Rodó acuñó el término de "nordomanía", la afirmación de la estados que resultaban especialmente útiles para desestabilizar y des-
diferencia latinoamericana sobre valores de élite clasico-tradicionales, alojar luego a cualquier autoridad que incomodara por sus arrestos de
la sólida adhesión a los modelos eurolatinos, se sumó por casi dos dé dignidad nacional o sus propósitos de equidad social. Pero sobre todo
cadas a la panoplia de ese antimperialismo que por entonces estaba en se advertía que cualquier medio resultaba bueno contra los gobiernos
vías de formalización. El deslinde entre algo así como un activo y un incapaces o renuentes a afrontar el desafío de reclamos desorbitados.
pasivo de la realidad estadunidense fue la operación que Ariel divulgo En este sentido, desde la primera década del siglo y durante casi un
y que sería practicada después en muchos dictámenes, partiendo del cuarto del mismo en Nicaragua y luego en México (a partir de la caída
supuesto de que cada elemento es desglosable de la estructura en \a y muerte de Madero), de 1915 a 1934 en Haití, de 1916 a 1924 en Santo
que está inscrito y que los defectos o ¡acras no deben pagar por excelen- Domingo, se desplegó toda una gama de "desembarcos protectores",
cias y las virtudes no deben estar condicionadas de algún modo a las ocupaciones lisas y llanas, sustituciones de gobiernos locales y digita-
primeías. ción abierta de otros posteriormente promovidos, asunciones de admi-
A todo ello, si bien se observa, no habría de escapar la primera ten- nistración financiera, percepciones de rentas aduaneras, duras tutelas
tativa de movilización antimperialista continental que protagonizó (ei militares, etcétera.
término tiene aquí mucha fuerza) el argentino Manuel Ugarte. Aún con García Merou había apuntado en 1904 la alianza habitual entre las
más nitidez de postura, con una persistencia obsesiva de la que están clases conservadoras del área antillana y la acción de Estados Unidos.7
muy lejos sus compañeros de generación, la prédica que Ugarte realizó Desde estas últimas irrupciones, el vínculo se hizo más claro y también
entre 1910 y el promediar de los años veinte reitera casi todas las mo- sumamente ostensible más allá de las islas antillanas y de América
dulaciones que ya se han registrado. Así pueden probarlo los libros que Central, tal cual lo prueba la existencia de las más ominosas dictaduras
iría publicando al paso de sus varias giras de conferencias por las ca- como la de Juan Vicente Gómez en Venezuela 8 o el caso de aquellas
pitales latinoamericanas.'' De cualquier manera, con su presencia o con constelaciones oligárquicas de Sudamérica del tipo de la "República
sus páginas, Ugarte dio por muchos años la tónica y el estilo de la Velha" de Brasil."
prédica antimperialista. Su campaña (la de Vasconcelos, posterior, fue Es fácil advertir que en casi todos estos planteos de las dos primeras
en cierto modo la del vocero de una revolución) vino a ser la últirna décadas del siglo xx subyacía la noción de una sociedad en evolución
cumplida a nombre estrictamente personal, algo que no se daría en rápida y feliz, según palabras de Edmond Desmoulins cuyo desborde
otras de los años veinte y treinta realizadas siempre con el rótulo de y extravasación tenía algo de fatal. Los supuestos naturalistas y bioló-
alguna organización o movimiento ideológico o político. Si su unidirec- gicos de tal perspectiva han resultado obvios pero, para buena parte
cionalidad lo distinguió de sus coetáneos, también lo apartó de otras de los líderes latinoamericanos formados hacia el fin del siglo —el uru-
corrientes más librescas, al haber nacido su decisión militante de una guayo Luis Alberto de Herrera es un excelente ejemplo de ello—, la
primera inmersión, radical y traumática, en la vida de los Estados Um visión de un superávit vital que excedía los marcos nacionales represen-
dos de los primeros años del siglo. taba una verdad absoluta e irreversible. Fue, no obstante, desde estos
De cualquier manera, la prédica de Ugarte y otras concurrentes pro tiempos que la tesis sobre la índole esencialmente económica de la ex-
movió lo que podría llamarse la primera planilla coherente y básica pansión norteamericana comenzó a afirmarse, antes de hacerse dogma
mente completa de la acción imperialista y colonialista en América La interpretativo tras los años veinte. Estrictamente hablando, ya las en-
tina. Se imbricaban en ella actitudes de superioridad, codicia y desprecio trelineas de una invasión privilegiada de mercados de importación ha-
racista hacia los pueblos del Sur, el logro casi gratuito de sustanciosas 7
concesiones,6 la insignificancia de las regalías que se vertían en los .i M. García Merou, Historia de la diplomacia americana. Política internacional
sos —como el de la explotación petrolera naciente— en que éstas se de los Estados Unidos, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1904, t. 1, p. 6.
8
Véase R. Blanco Fombona, Camino de imperfección, Madrid, Editorial Améri-
convinieran, la imposición o acentuación de las situaciones de monocul ¡
ca, pp. 239-240; L. Zea, "América como conciencia", en Cuadernos Americanos, 1953,
tivo. pp. 143-144. En 1911 sostenía Gómez en referencia al tema de "mi patriotismo":
"no abrigo el más ligero temor por la fuerza de aquel país porque veo que sus
•'El porvenir de la América Latina (1910); Mi compañía hispanoamericana (1922). procedimientos están ajustados a la seriedad de sus principios, que lo exhiben
F.l destino de un continente (1923); La patria grande (1924); La reconstrucción ¡Ir como la democracia más acabada y menos imperfecta que haya tenido la huma-
Iberoamérica (1951). nidad" (Salcedo-Bastardo, Historia..., p. 699. Sobre el saqueo de los recursos
"Se ha recordado, por ejemplo, que la United Fruit logró sus primeras conci- petroleros hasta 1935, ídem, pp. 607-623).
siones en Cuba en 1901 abonando 10 centavos de dólar la "caballería" (1.3 lio " Se ha señalado especialmente en el caso de algunos periodos presidenciales,
como el de Campos Salles (1898-1902).
larcas).
CARLOS REAL DE AZU/V
276 ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y Ni-OCOI.ON1A1.1SMO 277
bían sido señaladas por Martí y Roque Sáenz Peña en 1889 y diez años es más cuestión de forma que de hecho pues han salido de la domina-
después, el venezolano Zumela configuraba plenamente la motivación ción ibérica para convertirse en colonias económicas de las naciones
económica al destacar la necesidad que tenían los grandes estados (los europeas y estar amenazadas por la inminente tutela yanqui". 1 2
estados industriales), de materias p r i m a s y de salidas p a r a sus p r o d u t De cualquier modo, con estas variantes y aun con la dependencia
tos, en razón de que — p a r a Zumeta— esa doble capacidad productor;! estructural de la región del Atlántico sur del conglomerado británico,
y consumidora crece en cada pueblo en razón directa del grado de ci seguían estando los Estados Unidos en la mira del permanente recelo
vilización alcanzada por ese pueblo, impulsando asimismo a la compe- de las minorías actuantes y disidentes de América Latina. En las puer-
tencia por la adquisición de territorios incultos y por la repartición tas de la p r i m e r a guerra mundial, el desembarco militar n o r t e a m e r i c a n o
de las regiones bárbaras. 1 0 de Veracruz y la subsiguiente intervención contra Huerta, provocaron
En este ápice de la dialéctica del imperialismo que representó el pa en el sur una conmoción mucho más intensa que los sucesos de P a n a m á
saje entre los dos siglos, ciertos escritores latinoamericanos advirtieron o Venezuela: no eran tan diferentes los hechos como el grado de movi-
el alcance universal del fenómeno aun antes de la aparición en 1902 de la lización y de conciencia alcanzada." La justificación del presidente
obra considerada pionera sobre la cuestión: ¡mperialism: a study, del Wilson de que todo había sido cumplido "to beach these Latin-American
británico J. A. Hobson. El eco de ese libro, que fue grande en el hemis republics to elect good m e n " " no pareció menos insolente. El impacto
ferio norte y sucesos más recientes, como el de la guerra del Transvaal, del episodio fue así intenso a u n q u e breve, puesto que el crimen de
ayudan a explicar que m i r a d a s muy perspicaces pudieran interpretar la Sarajevo y el estallido de julio de 1914 planteó a cierta conciencia la-
realidad latinoamericana con claves distintas a las habituales. "Los Es tinoamericana la p r i m e r a de sus grandes dilaceraciones.
tados Unidos —decía el argentino Martín García Merou en 1904— em Exponer la razón de que tal ocurriera no es fácil, pero sería irreal
pozaron algo tarde su desarrollo colonial, porque las facilidades que concebir las posturas filo o antimperialistas de esa época fuera del
ofrecía su propio territorio a las iniciativas del trabajo y a las invci contexto político o ideológico mundial. Las que hasta entonces se habían
siones del capital, eran demasiado grandes para obligarlos a buscar en adoptado suponían un m u n d o en el que el progreso del h u m a n i s m o
el exterior nuevos canales de salida para sus producios o nuevos cam liberal europeo, si bien susceptible de ser reajustado por la m a r e a
pos de expansión comercial. El imperialismo, en efecto, tiene una base ascendente de los reclamos sociales, no amenazaba ser seriamente re-
económica que actúa con fuerza irresistible en las grandes potencia'. invertido hacia formas autocráticas y rebarbarizadoras. 1 1 ' La p u g n a eco-
de Europa, y que hace algunos años empezó a hacer sentir su influencia nómica de las potencias se tramitaba, en suma, bajo un dosel de
de este lado del Atlántico." consenso en ciertos valores ético-sociales comunes, lo que quiere decir
En los dos diagnósticos anteriores se advierte la nota determinista que no había que o p t a r entre dos modelos cuyas pretensiones a la
ya expuesta tres cuartos de siglo antes por el mexicano Mora; en Garcia hegemonía universal se hicieran ostensibles. La disyuntiva entre una
Merou eran todavía los pueblos prósperos, a diferencia de P r a d o y de América Latina mediatizada y otra recuperada, a u t ó n o m a , se encuadra-
Martí, los actores de la expansión. En general, fue hacia esos años que ba así en un sentido unidireccional de la historia mundial, lo que sig-
comenzaría en un determinado pensamiento latinoamericano el esbozo nificaba que no había que sacrificar ninguna p o s t u r a de resistencia p o r
de planteos del fenómeno imperialista, más abarcadores y m á s cohe la inminencia de males mayores en muy distinta escala. O, lo que es lo
rentes que los hasta entonces realizados. Se ha recordado como u n lulo
mismo, se visualizaran opciones que pudieran i m p o r t a r , j u n t o a una
de esta aspiración, la celebrada conferencia que sobre "El imperialismo
autonomía conquistada, la caducidad y el desprecio de todo el sistema
a la luz de la sociología" pronunció Enrique José Varona, el 11 de
de estimaciones que la cultura latinoamericana y occidental suponía
marzo de 1905, en el anfiteatro de la Universidad de La H a b a n a , y f.
indeclinable. En esta perspectiva, no cabe duda, la p r i m e r a guerra mun-
probable que aquella pieza resista aún una lectura en nuestros día'.,
dial y la amenaza del férreo "militarismo alemán", anunciaron el dua-
aunque no ostente las virtudes que se le han a t r i b u i d o . " Un año de1.
pues, desde Berlín, e! argentino José Ingenieros retomaba el tema cu lismo universal que desde 1936 (primero contra el nazi-fascismo y des-
una reflexión cuyo m a y o r interés residió en a u n a r el uso de la detcrnii 12
"Imperialismo (1906)", en Crónicas de viaje, Buenos Aires, Ramón Roggero,
nación económica —de ascendente relevancia— y de la clave "racisla" 1951, pp. 183-195 y 223-236.
13
Sería ésta en especial la que parecía decidir para Ingenieros el im \<> Thomas F. Me Cann, Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano:
rabie destino de las "razas inferiores", englobando explícitamente «-n 1880-1914, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1960, p. 450; sobre
ellas las de esos estados latinoamericanos cuya "actual independen! ia el eco en el Uruguay, Ugarte, El destino..., pp. 325-327.
14
111
John A. Crow, The epic of Latín America, Nueva York, Doubleday, 1946, p. 678.
Podría alegarse la excepción de Groussac, ya mencionada. Pero el repudio a
'"César Zumeta, Continente enfermo, Nueva York, 1899, pp. 4-5. la acción norteamericana daba en un solo y mismo plano su incidencia en Amé-
"Raúl Roa, Retorno a la alborada, Universidad Central du las Villas, ( uli.i, rica Latina y su impacto sociocultural a escala mundial; en cualquier caso ambos
1964, t. II, p. 78. coincidían en significado. Desde entonces no se daría tal coincidencia.
278 CARLOS REAL DE AZÜ/, ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEGCOLONIALISMO 279

pues contra el comunismo totalitario) habría de afectar, de modo es nasoies de cierta opinión latinoamericana y llegado este trance, hay
pontáneo o de modo fomentado, todas las actitudes latinoamericanas, que mencionar la profunda y dilatada incidencia que tuvieron las obras
impostando el sentido de toda posición que se adoptase ante problemas de los teóricos marxistas del imperialismo. Pero más que los textos de
concretos. En 1914 se habían admitido varios imperialismos contra Hilferding y Bujarin fue, con justicia o sin ella, El imperialismo, etapa
puestos entre los que era necesario optar y un orden de valores básicos superior del capitalismo de Lenin, el que se convirtió en fuente muy
de civilización que podían ser afectados por esa opción. Es en este importante de la corriente antimperialista, ya fuera puntualmente asen
marco que debe entenderse la ferviente aliadofilia franco-anglo-amert- tido por unos o críticamente asimilado por otros.2"
cana de la mayoría de los sectores antimperialistas. Es en él también Las suscitaciones librescas, con todo, son de actuar pausado y quizás
que deben apreciarse las premoniciones del colombiano López de Mesa resultó más decisivo en la configuración de un antimperialismo mili-
de que la futura civilización sería sajona y la futura cultura latina; ie el tante, el ambiente hemisférico mismo de nuestra versión de la "década
optimismo similar de Joaquín García Monge; " la devoción al "wilso- rosada" y de los acontecimientos que desde dentro o de fuera la prelu-
nismo" que alentó F. García Calderón, en su estudio de 1920; '" o en el diaron: la Revolución rusa, la Revolución mexicana (en particular la
entusiasmo por la causa "anglorromana" en lucha contra el "kaiserismo constitución de 1917 y su famoso artículo 27 sobre la propiedad), la
expansionista y pagano, según los trazos con que lo identificaba el elo- reforma universitaria de 1918 y su secuela de casi dos décadas. La men-
cuente uruguayo Juan Zorrilla de San Martín."" ción del último movimiento decide que sea éste el lugar de hacer refe-
rencia al no muy preciso asiento social de la renovada postura antim-
perialista, pero si algún sector social quedó desde entonces investido
con una especie de responsabilidad específica de militancia fue justa-
mente el de esa juventud estudiantil, cuyo papel ha sido tan decisivo
n
en cierta historia latinoamericana de este siglo y a la que había apelado
el "antiyankismo arielista". A esta fuerza sagrada parecía tocarle ahora
Cada posguerra soporta, en general, una amplia corriente de desilusión ser la clave de bóveda de una coalición de fuerzas sociales que aglutinó
en cuanto a las promesas y seguridades con que cada guerra se libra en ciertos pasajes y circunstancias a considerables sectores de nivel
y cada paz se concluye. No sabemos que se haya estudiado nunca el des medio, a numerosos intelectuales, a lo más militante de las incipientes
caecimiento de la fe wilsoniana en la América Latina (tampoco hasta organizaciones obreras y a la porción más aguerrida de los partidos
dónde) y en qué sectores caló esa fe. Pero lo cierto para nosotros es generados desde la formación de la 1IT Internacional. Y aún a este lote
que los años de las entreguerras marcaron en el segmento no anglopar deben agregarse, en áreas como la del Atlántico, grupos de clase alta
lante del hemisferio el ápice de un antimperialismo que pareció inves bastante dispuestos a cualquier antinorteamericanismo que preservase
tido de un cierto positivismo que su carácter formalmente negativo no los lazos ya rutinizados e intocables con el conjunto económico y polí-
le otorgaba. Aunque en los órdenes políticos internos, los movimientos tico británico. De cualauier manera, fue el "reformismo universitario",
de signo radical y mesocrático peculiarizaron realmente el proceso de y esto en forma más contundente y frontal que el "arielismo", el movi-
algunas naciones del área (Argentina, Chile, México, Uruguay), el "an miento latinoamericano que más congeniales sintió los postulados y
timperialismo" fue el único movimiento que, tanto en éstas como en las hasta los estereotipos del antimperialismo, dentro de una congregación
sujetas a férreas coaliciones oligárquicas o a dictaduras civiles o mili ideológica que aunó elementos socialistas, indigenistas, antimilitaristas,
tares, logró convertirse en ideología común de todos los sectores activos anticlericales, latinoamericanistas y hasta un remanente de latinistas. 21
de "aspiraciones reprimidas" de América Latina. "Nacionalismo popu Esa juventud necesitó MAESTROS (con mayúsculas) y los proclamó
lar", "populismo", "socialismo nacional" y otros rótulos estaban todaví:i oficialmente. Ninguno de ellos —Vasconcelos, Palacios, Ingenieros y el
entre las brumas del futuro. precursor Rodó— podría haber trasuntado infidelidad alguna a una
La inducción ideológica externa ha sido siempre decisiva en los tor postura de drástico rechazo a la amenaza que parecía venir del Norte.
16 20
En el artículo "El alma de América" (1917), cit. por Rafael Altamira, Ultimo-, Luis Elizalde ("Lenin y el momento actual argentino", en Sur, núm. 251, Bue-
escritos americanistas, Madrid, CIAP, 1929, pp. 4142. nos Aires, marzo-abril de 1958, pp. 42-53) sostiene que el libro de Lenin "ha sido
17
Véase Selección, San José, Costa Rica, Ministerio de Cultura, Juventud y Im- la Epístola a los Romanos de nuestro nacionalismo" (p. 53).
21
portes, 1971, p. 63. Tampoco la postura antimperialista fue ajena a que en plena segunda guerra
18
E l wilsonismo, París, Agencia General de Librería, 1920. Véase también, Ideo-, mundial y ya en el estribo de su desaparición, supérstites centros reformistas
e impresiones, Madrid, Editorial América, 1919, pp. 81-168, y El panamericanismo, asumieron posiciones de militancia nacionalista y neutralista. (La reforma uni-
su pasado, su porvenir (1916). versitaria, compilación de Gabriel del Mazo, La Plata, Centro de Estudiantes de
19 Ingeniería. 1941, t. i, pp. 394-435 y 442.)
En Las Américas, Montevideo, 1945, capítulos vii-vni.
280 CARLOS REAL DE AZI! A ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 281

Como algo m á s que amenaza la percibieron otros. Culminando un tas en el m i s m o sentido, en el discurso que p r o n u n c i a r a en o c t u b r e
largo trámite de intromisiones —apoyos y reclamos—, la continuada de 1922, en el homenaje porteño a José Vasconcelos. E m p e r o , recién
presencia estadunidense en Nicaragua y la acción a r m a d a de Augusto dos años y medio m á s t a r d e (el 21 de marzo de 1925), se instaló la
César Sandino c o n t r a ella representó en los años veinte la m i s m a ex- Unión Latinoamericana de Buenos Aires, con el mismo Ingenieros y Al-
periencia t r a u m á t i c a que había sido p a r a algunos grupos la guerra de fredo Palacios como patrocinantes estelares y con u n p r o g r a m a con-
Cuba, la secesión de P a n a m á o la agresión a Venezuela. El mismo entre- creto de rechazo de los empréstitos, la diplomacia secreta y el " p a n a m e -
lazamiento y la m i s m a secuencia de reclamos y acciones que habían ricanismo" oficial, la intervención coercitiva y el imperialismo de los
tenido sus b o r r a d o r e s en Haití y Santo Domingo, llegaron a su perfec- países capitalistas extranjeros. 2 8
ción en el caso nicaragüense (que tuvo ecos de repudio sensibles aun Pero la genérica determinación económica podía a u n especificarse en
en sectores francamente conservadores) 2 2 y opacaron la gira del presi- muy históricos " m o d o s " o "sistemas de producción" y, en este p u n t o ,
dente Hoover por América Latina, suscitando manifiestos en los que más que los matizados y muy lentamente divulgados planteos de Ma-
lucían los nombres de las mayores figuras de la izquierda europea j u n t o riátegui en sus Siete ensayos sobre la realidad peruana,21 fueron proba-
a los de varias generaciones de americanos. 2 1 Más que chocantes resul- blemente las posturas de Víctor Raúl Haya de la Torre y del APRA las
taban, para determinada mayoría, la manipulación de m a n d a t a r i o s títe que obtuvieron mayor impacto. Haya consolidó en los medios afectos
res, el a p o d e r a m i e n t o de a d u a n a s para asegurar gastos y pago de la tesis leninista de los vínculos entre imperialismo y capitalismo. Pero
créditos, los excesos de la acción militar, el desenfadado entrelazamien con una inversión radical: "El a p r i s m o [ . . . ] considera que el impe-
to entre las esferas de negocios implicadas y los responsables de los rialismo, última etapa del capitalismo en los pueblos industriales, repre-
Departamentos de E s t a d o y Defensa. senta en los nuestros la p r i m e r a etapa. Nuestro capitalismo nace con
Como m a r c a n d o la continuidad de una tradición, Sandino tuvo su el advenimiento del imperialismo m o d e r n o . " 28
portavoz en la revista Ariel de Froilán Turcios; como confirmando la A este tipo de planteos y a la acción aprista, que buscaba p o r ese
soledad de la aprobación explícita, pocas voces se alzaron j u n t o a la di- tiempo continentalizarse, se sumaron desde diversas zonas de América
Leopoldo Lugones —entonces en el ápice de sus entusiasmos proesta otras de signo muy concordante. Excluyo de esta categoría el mensaje
dunidenses—, burlándose de aquellas "republiquitas de gente pobre", mesiánico de José Vasconcelos y su conspicua presencia latinoamerica-
de aquellos "negros ladrones de bananas". 2 4 Pues fue d u r a n t e ese quin- na continuadora, en cierta medida, de la de Manuel Ugarte, si bien
quenio (1925-1930) en que cobraron m a y o r intensidad el episodio con rasgos de inventiva, ambición y trascendencia que no se encuen-
nicaragüense, los desembarcos en Panamá, la VI Conferencia Paname- tran en los textos del argentino. La tesis de una "raza cósmica" asen-
ricana de La H a b a n a bajo el " m a c h a d a t o " y la legislación nacionalis(;i tada en el trópico y llamada a superar todas las contradicciones de la
y agrarista mexicana, adquiriendo máxima validez la observación de un historia, el advenimiento de un orden estético fundado en el a m o r y
historiador que afirmó que, en menos de una centuria, la actitud lali en la sensibilidad como remate de un amplio proceso dialéctico ascen-
noamericana hacia Estados Unidos había pasado de ser una "boundless dente, corresponden a otro tipo de interpretaciones e inquietudes lati-
a d m i r a t i o n " a u n " b i t t e r hate". 2 s noamericanas.
Coherente con su pretensión de ideología global y n u t r i d o por u n sei Desde un cierto punto de vista, no todos esos enfoques atípicos ca-
tor muy capaz de la juventud universitaria e intelectual, el movimiento recieron de peso y también faltaron ensayos apologéticos de la inci-
antimperialista creyó llegada la hora de organizar una gran fuerz;i dencia externa; uno de ellos, bastante difundido, fue el que en 1930
supranacional y continental. Y aun antes de que en México —en 1924 publicó el diplomático cubano Orestes Ferrara. 2 9 Puede decirse, no
se fundara la p r i m e r a Liga Antimperialista de las Américas, Ingenieros obstante, que entre los años de la intervención en Nicaragua y el prin-
(figura capital en este empeño) había ya realizado p r o p u e s t a s concrv cipio de la segunda guerra mundial quedó ya fijada, por lo menos h a s t a
22
1950, una teoría de la acción imperialista en América Latina. Un as-
Véase, El Plata, de Montevideo, que mantuvo una repulsa "permanente" y pecto tal vez mejor percibido hoy que en aquellos tiempos es que aun
afirmaba en su edición del 16 de diciembre de 1928, ante la llegada del presidente
Hoover: "seríamos omisos si no le advirtiéramos que el alma de estos pueblo', en toda la latitud de medios políticos, sociales, económicos, financieros,
se va sintiendo cada vez más alejada del alma de su patria".
23 26
El manifiesto de mayo de 1928 lucía junto a las firmas de Romain Rolland Sergio Bagú, Vida ejemplar de José Ingenieros, Buenos Aires, Librería El
y Henri Barbusse, las de Ugarte, Palacios, Vasconcelos, Gabriela Mistral, Hay.i Ateneo, 1953, 2'- ed., p. 202.
27
de la Torre y José Carlos Mariátegui. Textos también importantes de Mariátegui sobre el tema en La escena con-
24
Leopoldo Lugones (h), Mi padre, Buenos Aires, Editorial Centurión, 194'», temporánea, pp. 82-87 y en Temas de nuestra América, pp. 144-147, ediciones de
p. 312, Me Cann anota su militancia panamericanista, anterior a 1914, op. cit. Empresa Editora Amauta, Lima, 1959.
28
p. 440. Del Mazo, op. cit., t. n , p. 141.
29
'-"' Crow, op. cit., p. 673. El panamericanismo y la opinión europea, París, Ed. Le Livre Libre, 1930.
282 CARLOS REAL DE AZI.'/! ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 283

militares, culturales y religiosos con que se la concibió, era m á s bien Latina m e n o s impositivas e intromisivas de lo que h a b í a n sido d u r a n t e
aplicable a las áreas d o m i n a d a s por "economías de enclave" y, sobre las presidencias republicanas. La derogación de la Enmienda Platt (1936)
todo, a las zonas del Caribe y la línea del Pacífico directamente incidí y la desocupación de Haití (1934), parecieron concreciones irrefutables
das por la expansión norteamericana. Comenzó entonces a articularse de esa nueva línea. E n t r e t a n t o , en los arbitrios de reajuste de u n ca-
la posibilidad de o t r a perspectiva del fenómeno imperialista tal como pitalismo en aguda crisis —como resultó ser el " n e w deal"—, y en las
se había dado y se daba todavía en naciones de economía sustancial líneas antifascistas y redistribucionistas que el gobierno de Roosevelt
mente autocontrolada. También en Argentina los abordajes histórico estaba siguiendo en la política internacional e interna, el esperanzado
y económico del t e m a tendieron a aunarse, y la labor que se cumplía dictamen latinoamericano vio el crepúsculo del "imperialismo del dó-
desde el Norte tuvo en el S u r sus manifestaciones primiciales en La lar". En verdad y en algunos episodios el dólar, que siempre había
Argentina y el imperio británico (1934) de Rodolfo y Julio Trazusta y contado en sus peticiones con el m á s p r o n t o y eficaz respaldo estatal,
en La política británica en el Río de la Plata (1935-1940) de Raúl Scaía- pareció ladeado de su pedestal. Todo esto impresionó mucho a u n q u e
brini Ortiz. De estos dos libros precursores emergió la imagen de una p o r poco tiempo. E n 1942, Mariano Picón Salas recordaba con nostalgia
nación recolonizada económicamente tras la misma independencia, con los tiempos en que creíamos en la b u e n a vecindad, 31 unos tiempos en
toda una e s t r u c t u r a productiva concentrada en las necesidades de pro que el guatemalteco Santiago Arguello —reeditando en 1935 u n libro
ducción, c o n s u m o y finanzas británicas, con sus ferrocarriles tendidos de 1928, lleno de puyas al "imperialismo yankee"— sostenía muy seguro
como sabrosa aventura especulativa de empresarios, bolsistas y teñe que todo eso había pasado, gracias al "apóstol que se halla a la cabeza
dores de tierras, y con sus elementos políticos y su cultura alineados a del gobierno de los Estados Unidos". 32
los valores, prestigios y conveniencias de la metrópoli británica.'" Que Fue desde esta instancia —vale la pena señalarlo— que buena p a r t e
tal imagen pasó a c e n t r a r la visión del pasado nacional de ciertas nue- de los planteos teóricos norteamericanos dedicados al tema y m u c h o s
vas generaciones es un hecho incancelable. Pues si bien la misma alen afines en América Latina insistirían en la clausura de toda p o s t u r a
ción obsesiva con que se ha hurgado cada manifestación de dependen política imperialista estadunidense respecto de América Latina. Soste-
cia política, económica o cultural en la vida argentina ha quedado ner despectivamente el carácter estereotipado y ritual de todo antimpe-
abierta a nuevas revisiones, tampoco es difícil reconocer que de (odas rialismo posterior a estos años pareció fácil, y si se ponía énfasis en
las conformaciones ideológicas que la acción de fuerzas exteriores ha el fin político de todo imperialismo, también se pensó lo mismo del
suscitado en el hemisferio, esta última resultó la de m á s sustancia! y económico. Así lo hizo Samuel Flagg Bemis, aunque ateniéndose a una
verificable incidencia d u r a n t e un lapso de vida nacional de m á s de un noción de "imperialismo económico" que sólo percibe cuando advierte
tercio de siglo. la utilización del "poder nacional" (expresión de extrema vaguedad) p a r a
fomentar y proteger la inversión (no la simple inversión lucrativa en
Casi todas las líneas posicionales que hasta aquí se han seguido se
el exterior) .33
hicieron variablemente presentes en las reuniones quinquenales de la
organización p a n a m e r i c a n a que se realizaron desde 1923. Los modos La respuesta estadunidense y rooseveltiana a las crisis mundial y
amortiguados, casi afelpados, con que se hicieron podrían constituir una americana sería también un epifenómeno: imaginativa, innovadora de
interesante y h a s t a inexplorada perspectiva de enfoque. Pues si bien formas y de fórmulas, m u c h o más que de sustancias. La misma crisis,
es cierto que u n a organización pancontinental ya constituía de por si traducida en el agotamiento irremisible de las estructuras agroexpor-
u n fallo institucionalizado en el que se sobrerretribuían identidades y tadoras-importadoras en condiciones de gran dependencia, comenzó des-
se castigaban tensiones y conflictos, también lo es que las cuestiones de entonces a generar en América Latina una serie de experiencias
"populistas" y "nacionalistas". Se articularon en u n empeño concreto
más urgentes de estos años no dejaron de hacerse presentes en los
de desarrollo industrial y de rescate de riquezas nacionales que, a su
hemiciclos de la quinta (Santiago de Chile, 1923), sexta (La Habana,
vez, implicaba la movilización social y política de los sectores hasta
1928) y séptima (Montevideo, 1933) conferencias internacionales ame
entonces marginados de la población, el ensanchamiento del mercado
ricanas. La " n o intervención" consagrada como principio internacional
interno de consumo y la conformación de una e s t r u c t u r a de poder con
en la última reunión mencionada y a ú n con la reserva estadunidense
basé en grupos no vinculados inexorablemente al sistema de dependen-
pareció, con todo, causa definitivamente ganada cuando tras la elección cia externa. E n t r e ellos y en primera fila, una "burguesía nacional"
de F. D. Roosevelt en 1932, la "política del buen vecino" pasó a conver junto a una clase obrera cuya organización había sido estatalmente pro-
tirse en u n a especie de p a u t a oficial de u n a s relaciones con Amerita
31
"Europa-América", en Cuadernos Americanos, México, 1947, pp. 166-169, 194-197.
30 32
Confirma en lo básico este enfoque, aunque con menos estridencias, la ni<> Mi mensaje a la juventud y otras orientaciones, Guatemala, 1935, 2" ed., pp. 13-15.
33
nografía de H. S. Ferns, Britain and the Argentine in the nineteenth cenlinv. Samuel Flagg Bemis, La diplomacia de Estados Unidos en América Latina,
Oxford, Clarendon Press, 1960 (edición argentina en Solar-Hachette, 1966). México, Fondo de Cultura Económica, 1944, p. 337.
ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOC0LONIALISM0 285
284 CARLOS REAL tíll AZUA
su recuento valdría realmente la pena. H u b o la postura de la "suspen-
movida. Con m u c h o m á s de aspiración que de realidad, se hizo lugar sión" del conflicto antimperialista m i e n t r a s d u r a r a el otro, de carácter
preferente a u n a clase e m p r e s a r i a ligada al nuevo proceso de indus- mundial. H u b o la del " c a m b i o " sustancial en la configuración del ad-
trialización y a la expansión del m e r c a d o interno (su inexistencia h a b r í a versario, q u e el advenimiento de Roosevelt y la ordalía de la guerra
sido hasta entonces —según tantas opiniones— la clave y la razón de! habían modificado. H u b o la doctrina de los " E s t a d o s Unidos divisi-
atraso latinoamericano). a * Con los precursores y trágicos bocetos de los b l e s " (o discriminables) y la confianza en sus fuerzas más s a n a s y
mandos de Busch (1937-1939) y Villarroel (1944-1946) en Bolivia, los po- progresistas (la personalidad de Henry Wallace tuvo en esta p o s t u r a
deres que se consolidaban con Vargas en Brasil y con Cárdenas en Mé- enorme i m p a c t o ) . Hubo, sencillamente, la convicción de que había que
xico, los partidos de "izquierda democrática" Movimiento Nacionalista elegir "entre dos males, el m e n o r " m i e n t r a s ello fuera necesario, aun
Revolucionario (MNR) , Acción Democrática Venezolana y la fuerza amor- con la previsión de r e t o r n a r a anteriores virulencias cuando el curso
fa pero poderosa que h a b r í a de ser el peronismo, debieron chocar con dialéctico así lo determinase (tal fue la posición de los partidos comu-
esquemas económicos que daban sustancial predominio a la incidencia nistas latinoamericanos). Hubo, en fin, la "doctrina de la persistencia"
exterior y a la situación de vasallaje, una calidad de orden natural a través de la distinción entre lo efímero y lo duradero. 3 6
inamovible del atraso. En este sentido, la larga m a r c h a de Yacimientos Debió finalizar la guerra para que se sostuviera —o pudiera soste-
Petrolíferos Fiscales de Argentina (YPI ; ) contra los monopolios petroleros nerse— que la "cobertura de la lucha contra el nazismo se ha p r e s t a d o
desde los tiempos del general Mosconi hasta esa altura del proceso
a toda suerte de explotaciones", que " p a r a luchar contra el nazismo
reveló algunos obstáculos con los que chocó esta visión emancipadora
se han a r r i a d o las b a n d e r a s anlimperialistas"/' 7 p a r a que se denunciara
y cómo al mismo tiempo m a n t u v o su vigencia bajo los meteoros más
lo que se había c e J i J o en el nivel estratégico y en el nivel económico
adversos. Pero el estallido de la segunda guerra mundial y aun su pre-
consentido.
ludio, removieron este c u a d r o de manera más profunda de lo que lo
Así se llegó a la Conferencia J e Chapultepec, r e u n i J a en febrero-mar-
había hecho la primera.
zo de 1945, y a la reunión mundial de San Francisco, tres meses des-
La VIII Conferencia Panamericana de Lima (1938) votó, entre sus pués. Fue entonces la lucha entre la corriente regionalista que validaba
resoluciones finales, una declaración que restauraba con incomparable in tütum la tradición m o n r o í s t a y la línea a u t o n o m i s t a y universalista
vigor la opción ideológica planteada un cuarto de siglo antes. Pero que sostenía que los artículos 53 y 54 de la nueva carta mundial legiti-
mucho más explícita parecía ahora la dualidad entre "democracia" y m a b a n débilmente (como lo había hecho el artículo 21 del Pacto de
"totalitarismo" y entre "fascismo" y "antifascismo". Supuesta su vali- la Sociedad de las Naciones) algo tan unilateral como la declaración
dez en el plano universal, descontando su radicalismo hasta tocar el de 1823. Así se expedía en términos jurídicos un conflicto que simple-
sustrato básico de valores que asientan una concepción del m u n d o y mente daba un paso más en su sinuoso, multiforme curso.
de la vida, es comprensible que entre sus consabidos efectos estuviera
el de postergar las pugnas económicas, políticas y culturales interarne
ricanas a algo así como una querella de familia. La respuesta mayori
taria y aquiescente fue la de que el conflicto no sólo tenía sentido sino
que era supremo; tras el ataque japonés de diciembre de 1941 y el pleno Ill
ingreso norteamericano en la contienda, una red de instituciones, coor
dinaciones y p r o p a g a n d a s dio a esta opción —en b u e n a p a r t e espon
Libradas p o r el esfuerzo militar aliado a la perspectiva de u n a hege-
tánea— una eficacia organizativa capaz de hacer e n t r a r en líneas o si
monía fascista que no hubiera dejado de alcanzarles, las naciones lati-
lenciar, por lo menos, a casi todas las disidencias. Fue en los años Ji-
noamericanas vieron, no obstante, c u á n t o había cambiado el contexto in-
la guerra misma que algunos J e los más notorios sectores J e la izquiti
J a latinoamericana —el aprismo peruano en primer plano— pasaron ternacional y cómo se había reducido la latitud de movimientos que las
con a r m a s y bagajes a un "interamericanismo J e iguales" que impÜ pugnas interimperialistas tradicionales habían permitido, y el prólogo
caba una absoluta compenetración y complementación con Estado". del conflicto había acrecentado. Dotados antes que ninguno de las
Unidos. 35 poderosas a r m a s n o convencionales, erigidos en la p r i m e r a potencia
económica y militar del orbe, convertida su moneda en divisa mundial
No t o j a s estas a c t i t u J e s se expresaron sin matices y sin reservas y
36
"Perón, Farrell, pasarán. Los precedentes pesan. Y los principios indican hoy
'Véase Leopoldo Zea, Latinoamérica: emancipación y colonialismo, Carai.r. más que nunca de manera imperativa que es nuestro deber resistir, venga de
tiempo Nuevo, 1971, pp. 15-17. donde venga, la intervención extranjera en nuestras tristes patrias americanas"
"•'• Manuel Seone, Nuestra América y la guerra, Santiago de Chile, Ercilla, l'MO. (editorial de Marcha, núm. 305, Montevideo, 26 de octubre de 1945).
37
pp. 133-135; Raúl Haya de la Torre, La defensa continental, Buenos Aires, Anu-u Ídem.
«alee, 1942.
286 CARLOS REAL DE AZUA ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 287

de reserva e intercambio, capaces de ejercer un poder de decisión machina. A ellos se imputó cualquier tendencia que, con muy escaso
inapelable en la red de organismos mundiales recién instalados (FMT, sentido de las mediaciones —dirían algunos— y a veces inseguridad en
BIRF, etc.), financiadores de la reconstrucción europea con el Plan el diagnóstico de los procesos mismos, fuera posible señalar en los
Marshall de 1947, un cambio cualitativo respecto del pasado hizo sen- escenarios político, económico, social o cultural de las naciones peri-
tir pronto como una envolvente y nueva atmósfera.38 Alguien anotó féricas.
en 1948 que había desaparecido toda competencia posible entre pro Es dentro del cuadro internacional precedente donde hay que estimar
veedores de capital privado: ahora existía uno solo. Otro señaló con esa nueva etapa del impacto exterior sobre América Latina. Vista ya
acritud que la nueva superpotencia estaba "uniendo la vieja diplomacia no como acción heterónoma, sino como estable configuración interna
del dólar con la novísima técnica de propaganda perfeccionada por Hi- del conjunto y de cada una de las sociedades nacionales, será generali-
tler".39 zada más adelante con la difundida expresión del brasileño Theotonio
Las tensiones de poder entre los vencedores, sus ambiciones mundia- dos Santos: "la nueva forma de la dependencia" y, más concretamente
les y la incompatibilidad de sus sistemas económicos facilitaron —aun aún como "la internalización de la dependencia". 40
contra muchas voluntades— la transferencia de la dualidad mundial Cabría preguntarse ahora, ¿hasta qué punto cierta reflexión política
de la anteguerra y la guerra a otra nueva, cuyo punto inicial solemne e intelectual latinoamericana ha percibido este proceso como un salto
fue, tal vez, el famoso discurso de Churchill en el colegio norteameri- cualitativo en la condición altamente asimétrica de interdependencia
cano de Fulton sobre "la cortina de hierro". Por lo menos hasta la que conocía la zona? Tulio Halperín Donghi esquematiza su valiosa his-
distensión de los años sesenta, en el área occidental, y sobre todo en toria de América Latina en un "orden colonial", en la "ruptura" de ese
sus zonas menos desarrolladas, quedó erigida la antítesis perentoria orden, en la casi inmediata restauración de otro orden "neocolonial"
y harto simplificada de un "mundo democrático, libre u occidental" y —iniciado hace un siglo y cuarto— y en su "crisis" posterior (al pare-
un "mundo totalitario y/o comunista". La pertenencia a uno de ellos cer, remontada). Ello explica en cierto modo que el término "neocolo-
y los resultados que esto comportaba no dependía incluso de la más nial" no sea empleado hoy en América Latina y que la alta propensión
precaria y verbal adhesión a las formas y valores democráticos sino, al mimetismo intelectual que opera en el área no haya sabido qué hacer
puramente, de la voluntad de adscripción a cualquiera de los dos blo con el término que Sartre lanzó en 1956 y que comenzó a usarse a par-
ques en los que el mundo se dividió. La insustancialidad y la reptante tir de 1960.41
hipocresía que inevitablemente representó esto en términos de vivencia ¿Habría que hablar de un orden neo-neocolonial? Aquí se vuelve de
efectiva de los valores sociales y políticos proclamados, han sido harto manera cabal al tema que nos ocupa, en cuanto lo que nos importa
señaladas; pero lo que más interesa apuntar aquí es que desde esta fundamentalmente son las respuestas al proceso recién esbozado —fac-
instancia no existiría prácticamente ningún reclamo, arbitrio, movimien ticio en sí mismo— respecto del ideológico, que es el hilo de nuestro
to, decisión, proyecto y hasta problema mismo nacionales que no es discurrir. ¿Hay un factor sobredeterminante entre todos los hasta aquí
tuvieran sujetos a ser ponderados, rotulados, defendidos o atacados, yuxtapuestos? ¿Es —como ciertas corrientes de pensamiento han soste-
aceptados o dimitidos, reconocidos o no en su existencia, no ya por su nido— la competencia por beneficios económicos la manifestación y
entidad misma, sino en función del rótulo con que actuaran o aquel no la causa de la voluntad de poder que hace enfrentarse a naciones y
que amigos o enemigos consiguieran imponerle. a sistemas? Ya en etapas anteriores a este curso de ideas se apuntó
Se ha visto en la contundencia de este fenómeno y en el cuadro de cómo emergía a principios del siglo la relevancia del determinante eco-
reordenación que lo acompañó, una manifestación puntual, una varia nómico y cómo éste se impuso en la teoría clásica del antimperialismo
ble dependiente de la poderosa ola de fondo que representó, tras 1945, bajo la influencia del planteo leninista.42 La discusión no quedó, empero,
la reconsolidación y unificación del capitalismo en un verdadero siste cerrada, ni al nivel teórico que puede representar el decoroso ensayo
ma mundial, promovido por lo que se llamó "la revolución de los bienes juvenil de Roberto Guyer," ni al nivel histórico en el que muchos plan-
semidurables" y encabezado por las gigantescas corporaciones noratlán teos han tendido a destacar la primacía, por lo menos durante un largo
ticas que tres o cuatro lustros más tarde empezarían a ser llamadas tramo inicial, de los factores estratégicos de seguridad global sobre los
"trans" o "multinacionales". Los problemas de la composición del ca
pital, el movimiento de las tasas de ganancia, la inversión y empleo de 40
José Nun, "¿Por qué y para qué la misión Rockefeller?", en Marcha, núms. 1486
los enormes excedentes generados se harían, desde entonces, denlm y 1487, 20 de marzo de 1970.
41
de un voluminoso análisis económico-social, los verdaderos deus c\ J.-P. Sartre, Situations, v, París, Gallimard, 1964, pp. 41-47.
42
Lenin, sin embargo, destacó la importancia de los aspectos no económicos del
98 imperialismo, aun declarando que los dejaba de lado a los propósitos de su plan-
Editorial de Marcha, núm. 430, 28 de mayo de 1948. teo (Obras escogidas, Buenos Aires, Editorial Problemas, t. 2, p. 428).
39
Servando Cuadro, en Marcha, núm. 386, 4 de julio de 1945. "Imperialismo, Buenos Aires, Ediciones Arayúm, 1953.
288 CARLOS REAL DE AZI) A ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 289

de expansión económica.44 En verdad, podría argumentarse que toda decirse que tiene el mérito de haber percibido el auténtico novum que
esta renovada antítesis descansa en concepciones irreales de la instancia importa el acicate estratégico-militar, pero también el demérito de verlo
político-militar, ya sea como presunta y mecánicamente "superestruc- en contradicción demasiado flagrante con otras determinaciones que ya
tural", ya como heterogénea y hasta contradictoria con las otras. No no son vigentes porque no poseen la fuerza de hace media centuria.
se lidia con el falso problema si se entiende la antítesis como un nivel Ciertamente, durante el periodo posterior al fin de la segunda gue-
de compatibilización, regulación y organización de todos los demás, y rra mundial, la copiosa producción de denuncia y análisis con que se
por ello mismo capaz de actuar por motivaciones y previsiones totales alimentó la tradición antimperialista ha incidido sobre todos los aspec-
no visualizadas ni consideradas por los diferentes sectores de interés tos —diplomáticos, políticos, económicos, militares, técnicos, cultura-
económico, social, cultural o estratégico. les— con los que la acción externa (especialmente estadunidense) pro-
Es indudable, para algunos, que tal perspectiva rubrica la presunción cedió exitosamente a reconformar el área latinoamericana.
y aun la evidencia de que por sobre o por debajo de la vigencia del re- El subrayado de la índole artificial y meramente geográfica del pan-
parto de zonas de influencia, la otra superpotencia mundial (la sovié- americanismo, la no complementaridad de las economías nacionales
tica) incide también sobre el área latinoamericana. La crisis de los que involucraba, las consecuencias del desnivel irremediable de po-
misiles de Cuba en 1962 —y esto mucho más allá de los énfasis de la der que contenía" y de las instituciones que por tanto tiempo —sin
propaganda— reveló dramáticamente cuánto puede afectar al frágil mayor réplica— lo instrumentaron, no hizo más que prolongar una
equilibrio mundial cualquier deserción en las áreas controladas, que dilatada corriente del planteo. Y los esfuerzos por latinizar un poco
no sea inmediatamente enjugada. Pero sobre todo subrayó con qué la OEA, multilateralizando sus mecanismos auténticos de decisión y sus
facilidad se resbala hacia políticas de brinkmanship cuando éstas se medios ejecutivos, no hicieron más que hacer ostensibles las razones
visualizan como factibles y remunerativas a las grandes estructuras del cuestionamiento. La crítica no apuntaba aquí sólo a Estados Unidos
tecnoburocráticas virtualmente autosostenidas y que por encima —o sino en particular a la conducta tradicional de los estados latinoame-
por debajo— de la diversidad de los sistemas económico-sociales, regu ricanos y a los foros y "cónclaves mendicantes" en que se congre-
lan la proyección exterior de las mayores potencias. La necesidad de gaban.48
éxito tangible y logros efectivos, el encandecerse del juego librado sobre Las diversas nuevas políticas de "ayuda", "donación", "asistencia",
un tablero mundial, la urgencia por restaurar reservas —a veces muy "cooperación" y "préstamos" fueron enjuiciadas desde los puntos de
raídas— de legitimidad, operaría así tanto en los regímenes pluralistas vista de la sujeción que generaban, de lo políticamente motivadas que
como en los monocráticos. Por otra parte, las pautas que imponen la
parecían, de no tocar (como el caso de ciertas promociones en la in-
organización y la gerencia de grandes conjuntos económicos y espa
cíales, su estructuración jerarquizada en centros, polos de desarrollo fraestructura) los núcleos reales del subdesarrollo, de implicar pater-
y zonas marginales, operaría también en todos los casos cuando se nalismos humillantes o prácticas muy poco aceptables de intervención
actúa como Leviatanes." Puede así alegarse que ni las grandes naciones y pesquisa, de promover más que otra cosa la propia actividad econó-
capitalistas ni tampoco las socialistas de volumen similar pueden huí mica estadunidense (cláusulas de adicionalidad y "préstamos ligados"
tarse a la articulación de estrategias que impliquen relaciones de domi con compra de materiales y asistencia técnica), de robustecer el poder
nio y subordinación, aunque éstas sean dictadas por lo que muy conven de los sectores sociales, superiores o ser meramente devorados por ellos,
cionalmente puede distinguirse como "voluntad de provecho" y "volun de conformar —en último término— una América Latina dócil a los
tad de potencia", ya que ni propiedad privada ni propiedad social <• dictados externos, incapaz de remontar sus males por sí misma.
estatal de los medios de producción cancelan la incidencia de estos de Sobre todo, se señaló el contraste entre aquellos modos asistenciales
terminantes. y las realidades permanentes de un sistema de precios de la exportación
latinoamericana tan sospechosamente inequitativa como altamente ines-
Muchos resquicios pueden señalarse durante este periodo en cuanlo table. Y además se los comparó con las consuetudinarias restricciones
a la simplificación economicista. Juan Bosch ha hurgado en uno de que vedan o dificultan el acceso al mercado norteamericano (traducidas
ellos en su difundido ensayo sobre el "pentagonismo" 46 y de él puede en balanzas comerciales sistemáticamente favorables para el mismo) así
44
como el severo y lucrativo control de las redes mundiales de comercia-
Ídem, quien opone la "voluntad de poder" a la "voluntad de subsistencia", lización (política de fletes, monopolio de bodegas) y con las trabas
Flagg Bemis, op. cit., pp. 337-338 y 390-394, especialmente para el periodo 1898-1921,
Fritz Sternberg, Capitalismo o socialismo, México, FCE, 1954.
puestas a la universalización de las corrientes de intercambio en tér-
*'•'Revue Francaise de Science Politique, 1959, p . 277, y los conocidos p l a n t í o , minos de materiales calificados de "estratégicos", etc. Aun en el fondo
de M. Djilas en La nueva clase, quien destaca que ésta necesita un ámbito eco
nómico con precios inferiores a los del mercado mundial. 47
Editorial de Marcha, núm. 422, 2 de abril de 1948,
4U
El pentagonismo, Montevideo, El Siglo Ilustrado, 1968. 48
/ d e m , núm. 876, 23 de agosto de 1957; núm. 1219, 21 de agosto de 1964.
CARLOS REAL DE AZI IA
290 ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 291

de tan ostensibles generosidades como las de la famosa ley 480 sobi preestablecidas. Que éstas no eran tecnológicamente neutras (más de-
venta de excedentes agrícolas, se denunciaron modos de dumping dict; fendible podía ser la validez de urgencia o a corto plazo de algunas) re-
dos por la necesidad de desprenderse de enormes reservas y el propós ¡ l o sultó claro, pues estabilidad monetaria y lucha antinflacionaria, libre
de ejercer una competencia desleal a la producción agrícola de IS ingreso y egreso de capitales, desestatización y desnacionalización em-
naciones presuntamente beneficiadas. En 1967, el brasileño Josué de presarial, estricto equilibrio presupuestal, "tarifas reales", "moneda
Castro habló del "engaño de la ayuda", que sería verificable en el co sana", "tipo bancario único", etc., sólo eran compatibles con un mode-
tejo de dos columnas: una registrando los ingresos netos de capital lo: el llamado variablemente "neoliberal" o "capitalista dependiente".
privado extranjero en el área, el monto de los préstamos a largo plazo Se formó por ello desde aquí ya que era la clave de bóveda de aquél,
y las donaciones auténticas, y otra, las pérdidas por envilecimíenlo el rubro más caudaloso y hasta ahora uno de los más candentes de la
manipulado de los precios de nuestras exportaciones, el encarecimienlo polémica sobre internalización de la dependencia: el del impacto de
de lo importado, los saldos desfavorables de la balanza comercial, la la inversión económica extranjera (especialmente norteamericana) en la
repatriación de los beneficios de las compañías, los costos de la amor industria, la actividad extractiva, las instituciones financieras y la acti-
tización e intereses de la creciente y ya opresiva deuda externa, las vidad comercial en América Latina. En Argentina, Brasil, México, Vene-
ganancias generadas por los fletes y el transporte marítimo en manos zuela y otros países, el debate ardió y arde aún de manera esporádica
ajenas y los inverificables costos de la compra de tecnología. Dos años a altas temperaturas de intensidad y la universalización del tema de las
más tarde, en el acto solemne de entrega del "Consenso de Viña del "multinacionales" no ha hecho más que encuadrarlo, actualizarlo y agu-
Mar" al presidente Nixon, el canciller chileno Gabriel Valdés haría el zar el examen de un fenómeno sin fronteras.
extemporáneo cálculo de que por cada dólar que ingresaba en América No dejó de contraponerse a esta corriente de crítica y de defensa, el
Latina, cinco egresaban de ella por todos esos conceptos.40 debate paralelo sobre las alternativas de un "desarrollo pobre" fundado
Igualmente constituyó una preocupación común a la década de ios en una inversión nacional acrecentada a través del corte en la evasión
sesenta establecer hasta qué punto esta creciente vulnerabilidad a la del capital hacia otras plazas, el establecimiento de prioridades en la
variable economía externa afectaba y lesionaba hasta su entraña el ejer importación, el adecuado encauzamiento y remuneración del ahorro
cicio efectivo y concreto del poder de decisión nacional en una esfera nacional a través de garantías de estabilidad, el establecimiento de in-
tan esencial como la de la política económica y financiera. Pues si, dustrias muy absorbentes de mano de obra, el ordenamiento voluntario
formalmente, era posible adoptar una línea económica que contradijese del consumo y una factible y diversificada financiación externa del
lo recomendado y aun exigido como condición por las instituciones li sector estatal que, manteniendo altos su nivel técnico-organizativo y su
nancieras internacionales controladas por Estados Unidos (por las agen eficacia operativa, lo condicionen para constituirse en promotor de todo
cias de su gobierno o por su red bancaria privada), tal poder significaba un crecimiento dirigido a metas de autonomía nacional y armónica re-
sólo el riesgo de atenerse a consecuencias cada vez más graves, más distribución del ingreso social.
contundentes y visiblemente onerosas. Que —según cierto punto ele Para ello, sería menester trastocar todas las expectativas de consumo
vista— tales temperamentos representaban un lujo o una. inconvenien y todo el sistema de valores que la estructura social y económica im-
cia que ningún estado latinoamericano podía concederse, fue cosa lá plantada busca prohijar. Ingresarían así en el debate ideológico, cuyas
cil de ver. Carentes de las ingentes reservas de respaldo que en términos articulaciones se están repasando, las cuestiones de la "alienación", y
de disciplina, devoción y autosacrificio hubieran sido necesarias pata el "extrañamiento", la "ajenidad" y todas sus oscilaciones y variacio-
ello, a la vez que golpeados por procesos cada vez más letales de in nes. Han sido indagadas (incluso a nivel psiquiátrico) ,50 las implican-
ilación, estancamiento, descapitalización y desorden social, la posibi cias que sobre el equilibrio individual representa un clima social de alta
lidad de "actos heroicos" era cada vez más lejana. Someterse a los competitividad y anhelo incentivado; abundan también los textos lite-
dictados de aquellas instituciones (FMT, BTRF, Eximbank, etc.) significo rarios y religiosos que testimonian el repudio ético-cultural de un pro-
adoptar cada vez más una política económico-financiera capaz de ase- yecto social montado sobre las metas materiales y simbólicas estipula-
gurar un alto quantum de contención y desmovilización sociales cuyas das por la propaganda comercial masiva. Y este núcleo temático se
consecuencias políticas fueron ilimitadas pero, además, importó ade- inscribe, a su vez, en otro más amplio.
cuar todas las variables económico-financieras a ciertas conformaciones
El debate entre autenticidad nacional y alienación o desarraigo cul-
4B
Opiniao (núm. 188, Río de Janeiro, 11 de junio de 1976) destacaba, por e-jcm tural extranjerísta o imperialista corre a lo largo de buena parte de
pío, que según los datos de la Comisión Parlamentaria de Inquérito, las dic/ una historia intelectual de América Latina. Como está señalado en al-
multinacionales más importantes de Brasil habían invertido en los últimos di<-/
años un neto de 98.8 millones de dólares y habían extraído del país 774 millones 60
Claudio de Araujo Lima, Imperialismo y angustia, Buenos Aires, Coyoacán,
de dólares. 1962.
CARLOS REAL DE AZl'lA
292 ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIAL1SMO 293
guna muy difundida versión argentina del conflicto,51 el fervor recupe
ratista no distingue siempre en forma bastante pulcra lo que represen- genéricamente "terceristas" y, luego, a un compromiso "tercermundis-
tan los inevitables contactos de cultura y la colonización cultural, la ta" positivo impostado en una visión nuevamente dualista de las ten-
recepción pasiva, mimética y hasta impuesta de ideologías cuyo alicien- siones y formaciones de poder mundial.
te cohonestativo responde a otros intereses nacionales y sociales. Para Si se ha de retrasar este trayecto con algo más de detalle, debería
algunos resulta inevitable que tal confusión arrastre el supuesto de que comenzarse quizá por recordar que hasta después de la segunda guerra
en esas cohonestaciones ideológicas no operen ingredientes científicos era común sostener todavía nuestros vínculos con Europa, según lo
que no pueden soslayarse ligeramente y aun que involucren valores hacía un vocero muy autorizado/' 2 Desde aquí y con el antecedente no
de significados universales que sólo necesitan pasar de su condición de demasiado prestigioso de la "tercera posición" argentina contra los "ex-
latencia a una más límpida efectividad. Cierta desconfianza reaccionaria tremismos capitalistas y totalitarios", de "derecha o de izquierda", 53 se
y cerril que tanto mal hizo a los planteos apristas de los años veinte fue definiendo un "tercerismo latinoamericano". Tenía sus fuentes eu-
se habría de prolongar durante años en el repudio a la "cultura bur ropeas, pero se concretaba en este lado del Atlántico en un rechazo
guesa" o "blanquista" o "europea" que nos impuso el Occidente con ideológico de los sistemas capitalista y comunista-totalitario, mientras
quistador, aunque en este repudio corra también el "rechazo al más en el nivel táctico-estratégico se expedía con una negativa a toda alie-
ilustre y dilatado esfuerzo por la humanización del mundo" y "la digni nación en cualquiera de los dos bloques mundialmente consolidados
ficación del hombre", aunque todavía sea entonces forzoso presumir tras la guerra —"Ni Washington ni Moscú"— y a toda dependencia
que cada ámbito nacional puede producir, por una especie de misteriosa política o económica estable respecto de uno de ellos.54 En este con-
segregación telúrica, una cultura completa. Y ésta, a su vez, ser sufi texto, el tercerismo latinoamericano se planteó como corolario hallarse
cíente y respirable para un conjunto humano cuya situación, problemas en el turbión de "una lucha de imperios" 55 ajena a la hegemonía de
y determinaciones sufridas se identifiquen en un alto grado con otros mercados, pero interesada con igual énfasis en la instauración de un
grupos humanos del mundo. imperialismo militar, político e ideológico de origen soviético, peligroso
Pero durante mucho tiempo, la reiterada denuncia que algunos formu también para América aunque estuviera "adelantado por otros". 56 Esto
laron de la ajenidad, inadaptabilidad y efectos contraproducentes de le llevaba a deslindar una firme distinción entre el comunismo y el na-
los patrones culturales extranjeros no se imputó tan concretamente a cionalismo reivindicatorio que la propaganda adversa tendía a identi-
la inducción de cualquier "imperialismo", como se haría después. Pre ficar." Tal discriminación le resultaba más que necesaria, pues si el
firieron responsabilizar, en ese entonces a un mimetismo, a una extra tercerismo optaba por la democracia contra toda estructura monocrá-
versión y novelería congénitas al ser cultural latinoamericano. El ai tica o totalitaria, también destacaba que una democracia viva no podía
tículo "Nuestra América", de José Martí, muestra esta posición. Tod<> considerarse inseparable del sistema económico-social del capitalismo,
cambiaría en el último cuarto de siglo. como desde 1945 insistía en suponerlo la prédica estadunidense. La
Mientras tanto, una evolución grávida de consecuencias se registro posición tercerista admitía e incluso exigía la invención de estructuras
en determinado pensamiento latinoamericano más específicamente p<> institucionales y organizativas inéditas,' 8 un reclamo que después ha
lítico, inclinado sobre los datos de la penetración y la dependencia. Sim venido haciéndose desde los más variados círculos ideológicos.
plifiquémoslo en cierto modo diciendo que éste pasó de una adhesión La emergencia de las ideas de un "tercer mundo" (término por pri-
bastante tradicional a las experiencias y lecciones de Europa, a fórmulas mera vez empleado en 1956 por Alfred Sauvy y Georges Balandier), dio
un signo positivo al carácter relativamente aséptico e inevitablemente
" J u a n José Hernández Arregui, Imperialismo y cultura, Buenos Aires, Editoii.il negativo que el tercerismo aportaba y abrió también la perspectiva his-
Amerindia, 1957. En Meditación americana (Buenos Aires, Editorial Procyon, lOS'M tórico-cultural de América Latina a una participada peripecia univer-
Juan Marinello condensaba los males de la alienación cultural en apartar <li-l
conocimiento de la realidad al intelectual y en distraer de sus verdaderos inic 5,5
reses al pueblo, ambos efectos con la consecuencia global de retrasar el desarrollo Editorial de Marcha, núm. 392, 16 de agosto de 1947. Destacamos el valor
cultural. Valiosa nos resulta en este punto la distinción de Leopoldo Zea cniíc testimonial de este semanario, especialmente de sus editoriales, obra de Carlos
"universalización por solidaridad" y "universalización por subordinación" (Dci>cn Quijano, para el registro muy sensible de estas variantes.
53
dencia..., pp. 13-15). El presente núcleo temático se ha planteado con intensid.ul Leonard T. Richmond, Argentina's third position, Buenos Aires, ACMé, 1949.
54
en el debate sobre la ciencia social norteamericana en aceptación y manejo de leo Marcha, núm. 1068, 28 de julio de 1961.
55
rías, esquemas conceptuales, métodos y problemas ostensibles "ideológicos". Un Editorial de Marcha, núm. 428, 14 de mayo de 1948.
B6
planteo pionero sobre el punto: Alberto Guerreiro Ramos, La reducción socioloy.u ¡i, Marcha, núm. 461, 31 de diciembre de 1948.
r7
México, UNAM, 1959; uno más extremo, el de André Gunder Frank, "Sociología del Editorial de Marcha, núm. 1092, 19 de enero de 1962.
58
subdesarrollo y subdesarrollo de la sociología", en Economía política del snh<le\ Marcha, núm. 515, 10 de febrero de 1950; núm. 836, 26 de octubre de 1956;
arrollo en América Latina, Buenos Aires, Signos, 1970. Roberto Ares Pons, "Sobre la tercera posición", en Nexo, Montevideo, agosto-sep-
tiembre de 1956, pp. 6-17.
CARLOS REAL DE AZÍA ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 295
294

sal.68 El movimiento de organización que siguió a las conferencias de IV


Bandung y El Cairo lo afirmó, en tanto que el aplastamiento de la
rebelión húngara, en 1956, robusteció la consistencia del más borroso
de sus deslindes. La Revolución cubana, desde 1959 y el movimiento di- Resulta casi siempre muy trabajoso conceptuar determinadas variacio-
apoyo que concitó —sobre todo en sus primeros años— volvió a du- nes del clima histórico de las ideas. Y ello ocurre en especial cuando
plicar las opciones, pero no lo hizo sin notoria ambigüedad; pues toda nuevas posiciones no se manifiestan en discordia explícita respecto de
vía un sector de la corriente antimperialista latinoamericana persistió otras anteriores alterando sustancialmente los datos de una problemá-
en dividir el mundo en países ricos, industrializados y desarrollados, y tica, sino que, simultáneamente y de cualquier manera, las nuevas ca-
naciones pobres, subdesarrolladas y no alineadas, enfrentadas a remon tegorías y enfoques predominantes intentan superar las posiciones ori-
tar la cuesta de acuerdo con formas originales de organización socía ginales (aunque se trate básicamente de la misma cosa presentada bajo
lista y coordinaciones defensivas en "nacionalismo grandes". 60 Excepto aspectos aparentemente más actuales o contundentes).
en Cuba, continuaron firmes las discriminaciones entre "nacionalismo Creemos que tal fenómeno se ha dado en los planteos adversos o
defensivo" —grande o pequeño— y comunismo, entre comunismo orto favorables a la acción de penetración y mediatización que ya clásica-
doxo y socialismo genéricamente entendido, así como también el recha mente se entendía por imperialismo o colonialismo, sin que ello quiera
zo de la democracia capitalista o "formal" como única forma de demo- decir que la terminología y aun los estereotipos precedentes hayan
cracia y aun el subrayado —que los sucesos de la década de los sesenta perdido todo uso y no posean alguna presencia remanente. "Marginali-
tendieron a reforzar— de la mayor variedad de formas de organización dad" o "periferia", "subdesarrollo", "dependencia", "colonialismo in-
que los contrariados procesos de descentralización y desmonolitización terno" no son, en lodo el caudaloso planteo que de ellos se ha hecho,
del comunismo y la descongelación ideológica del marxismo podían i'a estados o condiciones que no tengan que ver con las acciones de
cuitar. Hubo, hacia otra dirección, una postura que despreció tal pre- penetración y mediatización en el área latinoamericana; muy por el
tensión de originalidad y trató de impostar la dualidad en la lucha contrario, todas sus explanaciones son y resultan inconcebibles sin
contra las potencias capitalistas —especialmente contra Estados Uni- aquéllas. No obstante, al aparecer como consecuencia de la inscripción
dos— involucrando en ella a las fuerzas del tercer mundo sobre un plano de nuestras naciones en la economía mundial y en un sistema político
común de acción abiertamente revolucionario.61 También sobrevivieron internacional, la asimetría que desde un principio marcó la interdepen-
—puede presumirse— posiciones esencialmente terceristas redefinidas dencia de nuestras sociedades y economías con las sociedades y econo-
según esos extraños modos con que suelen darse los tornasoles de las mías dominantes amortizan, tal vez, ciertos trazos de voluntarismo y
ideologías.62 deliberación que las doctrinas tradicionales comportaban sobre el fe-
nómeno; creemos, en cambio, que objetivan la indagación de las vías
y los medios de la acción imperialista al inscribirla en un campo de
referencia más vasto y esclarecedor.
Parece innecesario aclarar que no es éste el lugar para una exposi-
ción, por sintética que fuera, de los planteos que sobre subdesarrollo,
59
colonialismo interno, dependencia y condición periférica han elaborado
Repetía el segundo para el tercer mundo la pregunta que hizo el abate Sieyc*. en los últimos treinta años economistas, sociólogos, politólogos, histo-
sobre el "tercer estado": ¿Qué es el tercer estado? Nada. ¿Qué quiere ser? Todo
Un análisis riguroso sobre la alegada pertenencia de América Latina al tem-i
['riadores y antropólogos latinoamericanos, estadunidenses y europeos.
mundo: Gino Germani, "¿Pertenece América Latina al tercer mundo?", en Aporfrs, Las obras de André Gunder Frank, Celso Furtado, Aníbal Pinto, Fernan-
núm. 10, París, octubre de 1968, pp. 7-28; América en la historia, de Leopoldo do Henrique Cardoso, Pablo González Casanova, Antonio García, Rodolfo
Zea, Madrid, Revista de Occidente, 1970, 2"- ed., representa un valioso enfoque Stavenhagen, Theotonio dos Santos, Francisco Weffort, Enzo Faletto,
pionero de filosofía histórica sustentada, justamente, en la involucración latino Octavio Ianni y algunos otros. Igualmente los ya referidos estudios de
americana al mundo extraeuropeo o "tercer mundo". la CEPAL y de Raúl Prebisch han marcado en su conjunto y por debajo
e0
Editoriales de Marcha, núm. 470, 18 de marzo de 1949; núm. 1522, 4 de di de todas sus divergencias, una instancia capital en la historia de algunas
ciembre de 1970. ideas en América Latina.
61
La Conferencia Tricontinental de La Habana (1966) y la OLAS (Organización Si como se decía más arriba, a la verificación inicial del amenazante
Latinoamericana de Solidaridad), 1967. desnivel existente y al carácter acrecentado del atraso por la incidencia
62
Nos referimos a posiciones que al mismo tiempo que abominan frontalnicni'-
las sociedades marxistas y el tercer mundo, son a la vez crecientemente crít ¡< :i-, exterior argumentada por el antimperialismo clásico, se agregaba ahora
y reticentes a los valores ético-sociales dominantes en las sociedades capitalisia-. la de la índole complementaria de ese atraso o subdesarrollo para el
y pluralistas de Occidente, y a sus políticas internacionales, calificadas en foun.i adelanto o desarrollo de las sociedades dominantes, esta última postura
sistemática de flojas, entreguistas, peligrosamente distensivas.
CARLOS REAL DE AZUA
296 ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCOLONIALISMO 297
doctrinal debía completarse aún con otra. Y es la de las consecuencias
regresivas, acrecentadoras de todos los esfuerzos que se han concebido tavoces, diplomáticos y técnicos de más de cien naciones y lo que se
y emprendido para salir de las condiciones de subdesarrollo, dependen- está postulando desde hace casi veinte años en América Latina a través
cia y marginalización. No cabe aquí, naturalmente, tal capítulo de aná- de las reuniones y los materiales de trabajo de toda una serie de ins-
lisis de políticas económicas ni siquiera en sus más gruesos y notorios tituciones interamericanas (OEA, CIAP, CíES, CECLA, BID, CEPAL) , de congre-
efectos: "círculo infernal" de endeudamiento creciente, dependencia in- gaciones tan notorias como las conferencias de Punta del Este de 1961
y 1967, o de documentos tan contundentes como el Consenso de Viña
crementada de insumos y tecnología en la política de industrialización,
del Mar.63 Se oye también a cierta opinión latinoamericana cuando, a
asfixia del esfuerzo exportador requerido por obra de la inestabilidad nivel mundial, la misma temática se debate hasta la saciedad en la co-
de los precios internacionales y tendencia sostenida al deterioro de la rrespondiente constelación de instituciones y, en especial, en las sesiones
relación de intercambio entre las economías desarrolladas y las llama- de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarro-
das "en vías de desarrollo". llo (UNCTAD y CNUCED) . Incluso señalaban algunos que en este coro par-
Para intentar salir de esto que llamamos "círculo infernal", se va a ticipan, no obstante algunas disidencias de tono y de lenguaje, los mis-
articular un tipo de empeño que importa a la vez tanto una auténtica mos gobiernos que a todo lo largo y lo ancho de su gestión manifiestan
novedad operativa como la manifestación de una especie de frente de tanto el más irrestricto apoyo a los planteos políticos y estratégicos de
intereses y reclamos actuantes a escala mundial. Los voceros no son la gran superpotencia de Occidente, como la más firme convicción en la
ya los sectores tradicionalmente devotos a la postura antimperialista eficiencia de una "economía de mercado" para aprovechar al máximo
("inteliguentsia" radical, estudiantes, líderes obreros, partidos de iz- los frutos del empleo de los recursos. Algunos de ellos intervienen como
quierda) . Son otros los que ponen sobre la mesa de las negociaciones conductores en la composición de este paquete de reivindicaciones sólo
internacionales las magnas cuestiones de la necesidad de ayuda intei formalmente económicas. Y hasta las transmiten a sus propias socie-
nacional y la urgencia de que los países industriales mayores dediquen dades nacionales reiterando sus fundamentos como explicación de las
de una vez por todas (según lo prometido durante la "década del des dificultades encontradas en el camino y también como legitimación de
arrollo") un porcentaje de su producto interno bruto al fomento de sus políticas.
los desaventajados; la carencia de organismos financieros capaces de ca
nalizar esa ayuda sin discriminaciones ni vetos; la realidad de la pro Siguiendo este punto de vista, no es difícil advertir que con esta
porción decreciente que en el volumen del comercio internación;) I extrapolación global de una temática a claves de estilo y a etapas de
representa la parte de las economías periféricas; el peso del déficil instancia tan diferentes de aquellas en que se movía, el debate pierde
global de sus balanzas comerciales; las cuestiones de la transferencia casi todo su carácter ideológico y —en manos ahora de economistas
tecnológica y de sus modalidades más deseables; el tema del endeuda o internacionalistas— se tecnifica; pierde su sello disidente y político-
miento exterior de las naciones pobres; el reclamo de la necesaria es cultural y se oficializa e institucionaliza en los grandes, cuerpos de
tabilización del precio de las materias primas y de la constitución de deliberación y ejecución mundiales, y pierde —aunque, en verdad, sólo
fondos de reserva para lograr aquélla; lo chocante de la contradictori;i parcialmente— su carga emocional de denuncia en la medida que tiende
extracción de excedentes que debieran aplicarse a la inversión; la evi a transformarse en abstracto y cuantitativo.
dente regresión en la relación de los términos de intercambio comer También se universaliza y desamericaniza la abstracción. Los anta-
cial; la justicia de un levantamiento de las barreras proteccionistas que gonistas ya no son "América Latina" y el "imperialismo" (o el "capi-
traban el acceso de los mercados marginales a los grandes mercados talismo yanqui"), sino el "mundo en vías de desarrollo" o los "países
desarrollados para la exportación; la petición de fondos para una mo pobres" o las "sociedades periféricas" contra las "grandes naciones
dernización agraria que radique a las grandes masas desarraigadas y industriales". Siempre desde el mismo punto de vista, tampoco son ya
marginadas y sea apta para paliar el déficit secular de alimentos — I i las capas sociales con aspiraciones reprimidas las que denuncian la
teralmente el hambre— que azota a tantas áreas del mundo. Tampoco colusión de sus oligarquías internas con el dominio exterior, como el ori-
son aquellos grupos los que urgen, critican y acotan sarcásticamenle lo gen de sus males. Son, por el contrario, los grupos más próximos al
poco o nada realizado de lo mucho prometido, incluyendo el ahoruh estado y a su ejercicio, los niveles más altos de la estratificación social,
miento de los elementos desfavorables de un cuadro global que se tí i i <» los que ya no visualizan en la permanencia del statu quo societario
querer mejorar. O los que comparan el volumen de los gastos militan-, y —sobre todo—, en lo obvio de su deterioro, el suficiente margen de
para deducir que la sexta o séptima parte de los mismos bastaría p a n maniobra que permita compaginar la permanencia de su predominio
otorgar aumentos sustanciales y sostenidos al ingreso interno de lo-, con la marea de reclamos que los asedia. Ya no resulta suficiente la
menos favorecidos. 6S
Todo esto es lo que se está aseverando por boca de gobernantes, poi Octavio Ianni, Imperialismo y cultura de la violencia en América Latina, Mé-
xico, Siglo XXI, 1970, pp. 4-5.
298 CARLOS REAL DE AZI)A ANTE EL IMPERIALISMO, COLONIALISMO Y NEOCÜLON1AL1SMO 299
masa de recursos que h a de m a n i p u l a r s e para controlar las tensiones a t a m e n t e realista y aun pesimista que asume toda u n a corriente de
u n costo social razonable, si es que se mantienen u n a s condiciones que pensamiento, en sus exponentes mas responsables. 6 5
antes parecían en lo básico satisfactorias. 6 4 Los márgenes de permisibílidad entre los que toda empresa colectiva
Todo lo precedente, como es fácil advertirlo, i m p o r t a el anegamiento ha de moverse pueden significar, especialmente si ésta es de determi-
en u n área de conflicto literalmente universal de cualquier problemá- n a d a naturaleza, u n a fácil justificación a veces casi abyecta, p a r a re-
tica específica que el antimperialismo tradicional haya podido codificar nunciar a todo. Pueden entenderse también como contornos flexibles,
para el espacio latinoamericano. Ahora es la faz cambiante de la coyun- reales y al mismo tiempo nada irrevocables puesto que será la lucidez, la
tura mundial, sus trazos más firmes, sus incipientes alteraciones, las propia decisión del quehacer que entre ellos proceda, u n dato m i s m o
que se ven como decisivas. Los cambios se esperan o se tienen de las de esos márgenes, un factor capa/, de ensancharlos y flexibilizarlos sobre
líneas de larga duración del volumen de lucros de las economías capí cualquier estado previo.
talistas céntricas, de sus necesidades de materias primas foráneas, del La noción de los plazos adquisitivos y prescriptivos, 6 6 d e n t r o de los
angostamiento o ensanchamiento del á m b i t o operativo de aquéllas, de cuales ese quehacer autonomista p o d r á ser cumplido o ya n o e s t a r á
las limitaciones que sus propios grupos de presión internos impongan más en el caso de serlo, implica en verdad una reflexión más radical
a la a p e r t u r a de sus mercados, de la organización de los cárteles de y m á s nueva. El viejo antimperialismo suponía u n a lucha difícil, p e r o
venta de productos esenciales y de su capacidad de imposición. Y estos sobre un tiempo supuestamente homogéneo (y, por tanto, ilimitado);
cambios son susceptibles de a h o n d a r o de atenuar, de consolidar o de había un destino liberador lejano, pero también casi inevitable, u n a
r o m p e r los trazos de una dependencia y un infradesarrollo que marcan gran América Latina lucía como aliciente inamovible en el horizonte
h o n d a m e n t e al conjunto latinoamericano. No hay quienes no avizoren, histórico. Nada de eso resulta tan seguro ahora. Sometido a las pugnas
prevean igualmente tensiones y conflictos aún más drásticos; pero tam inmensas del poder mundial y a las decisiones mayores que se tomen
bien dicen q u e en la universalización irremisible en que habrían de d e n t r o de sus propios ámbitos, prosigue un doloroso debate interno
trabarse los realmente mayores, nadie escaparía a sus efectos ni nadie entre la exorabilidad y la fatalidad de las condiciones de marginación,
tampoco —aun los catastrofislas menos pesimistas— podría prever las subdesarrollo y dependencia. Ni la conciencia de que "toda salida está
eventualidades emergentes de su desenlace. vinculada inexorablemente a las variables exteriores" 6 7 ni el rechazo
Por otra parte, los voceros y expositores de la tradición intelectual a ubicarse en ninguno de esos dos polos que, en un m o m e n t o dado,
latinoamericana comprometida en la temática antimperialista, se en Cardoso y Faletto tienen en cuenta (todo es contingencia histórica y
cuentran, en general, marginados de las posiciones de responsabilidad todo es condicionamiento mecánico de la situación político-social inter-
de m a n d o . Hay quienes estiman que sólo los portavoces de ciertas na —nacional— por el dominio) ,"8 ayudan demasiado. Queremos decir,
naciones favorecidas parecen participar hoy en este planetario debatí' son capaces de estabilizar comportamientos que escapan a los riesgos
que plantean las d e m a n d a s de la gran mayoría, y que a los demás les de la heroica ingenuidad, del pesimismo, del tremendismo apocalíptico,
restará indagar en los síntomas y fenómenos susceptibles de debilitai del extremismo estéril y contraproducente. Claro está que en el plano de
o acrecentar la presión hegemónica, seguir las alteraciones relevables las alternativas nada de esto excluye que esa América Latina, orgullosa
en las e s t r u c t u r a s sociales y políticas de los poderes centrales desde las de sus especificidades culturales, p o r t a d o r a de una voz distinta en esa
que aquéllas se regulan, atender al "orden latente" de la continua v pluralidad de voces que tejen una cultura planetaria, no llegue a ser
una realidad.
casi siempre promisoria innovación en c o m p o r t a m i e n t o s y preferencias
Otras veces podrán o p t a r por el análisis más pulcro e incisivo del fun Pese a todo, que otras alternativas sigan abiertas es ya algo seguro.
cionamiento y las consecuencias añejas a los modelos socioeconómicos Pero, coincidamos al menos en que aquí cualquier ejercicio profético
y políticos q u e se siguen en el continente —y sobre t o d o — de aquel y estaría de m á s .
de aquellas que c o m p o r t a el p a t r ó n de desarrollo dependiente, asociado
y autoritario, mayoritariamente prohijado en el área. Aquí —-y ello por 6r
doble motivo, como se verá— nos resulta inevitable la mención del ' "Dependencia y autonomía en América Latina", Río de Janeiro, Instituto Uni-
versitario de Investigaciones, agosto de 1968 (mimeo.): repub. en La dependencia
brasileño Helio Jaguaribe, puesto que no sólo es un destacado exp<> político-económica de América Latina, México, Siglo XXI, 1970; Crisis y alterna-
nente de tal tipo de reflexión sino también, p o r q u e es el a c u ñ a d o r d<- tivas de América Latina: reforma o revolución, Buenos Aires, Editorial Paidos, 1972.
66
dos categorías de pensamiento muy aptas p a r a expresar el temple can Ibid. (1970), pp. 26-27. Perón daba forma popular a esta idea cuando afirmaba
que "el año 2000 nos encontraría unidos o dominados".
87
Aníbal Pinto, Política y desarrollo, Santiago de Chile, Editorial Universitaria,
'" Por otra parte, también los sectores altos y buena parte de los medios h;m 1968, pp. 87-102.
llegado a visualizar en la permanencia de una incontestable determinación extern.i 68
Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en
l;i garantía de su posición. América Latina, México, Siglo XXI, 1969, p. 162.
AMERICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 301
AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE
mino es otro. La expresión apenas se insinúa en las Lecciones sobre
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR la filosofía de la historia universal, de Hegel, 2 quien prefiere h a b l a r
allí del "corazón de E u r o p a " (i, 208), del " h o m b r e e u r o p e o " (id.), de
"la h u m a n i d a d e u r o p e a " (i, 209), c u a n d o n o del " m u n d o g e r m á n i c o "
( I I , cuarta p a r t e ) . Sabemos, sin embargo, que antes de mediar el si-
glo xix se hablaba en Rusia de los "occidentalistas", es decir, los moder-
nizadores frente a las t r a b a s feudales; y en nuestra América, p o r esas
fechas, Andrés Bello se referirá, con un sentido ya cercano, a "Occiden-
CLARIFICAR LAS DENOMINACIONES te". En la propia E u r o p a occidental, el uso de la denominación está ya
ampliamente extendido en la segunda mitad del siglo xix. Sin embargo,
su apogeo vendrá en este siglo, a raíz del triunfo de la revolución de
Antes de considerar algunas de las principales ideas expuestas por lati- octubre en Rusia y en abierta oposición a ella, cuando Spengler publica
noamericanos sobre las relaciones entre América Latina y el m u n d o su Decadencia de Occidente (1918-1922), y se afirma con el Estudio de
occidental, es menester clarificar el sentido de tales denominaciones: la historia (1934-1954), de Toynbee. Las raíces violentamente reacciona-
"América Latina" y " m u n d o occidental". rias de estas obras (Chamberlain en un caso/' Gobineau en o t r o ) ' ex-
En lo que toca a la primera, a u n q u e de esta tarea se ocupa precisa- plican su boga, hace unos años, en los países capitalistas, y el uso de
mente la serie "América Latina en su cultura", no está de m á s insistir "cultura occidental", " m u n d o occidental" u "Occidente" (enfrentado a
en que se trata de un concepto, p o r así decir, en expansión. Su mayor "Oriente") como a r m a predilecta del arsenal ideológico burgués, duran-
antecedente concreto puede encontrarse en el magno proyecto de Bo- te la etapa más cruda de la guerra fría.
lívar, quien al convocar desde Lima —el 7 de diciembre de 1824— al Una definición serena y aceptable del concepto la ofreció en 1955,
congreso que se celebraría en Panamá dos años después, reitera su con- Leopoldo Zea, al decir: "llamo m u n d o occidental u Occidente al con-
fianza en que "las repúblicas americanas, antes colonias españolas, ten- j u n t o de pueblos que en E u r o p a y en América, concretamente los Es-
gan u n a base fundamental". Cuando, en la segunda mitad del siglo xix, tados Unidos de Norteamérica, han realizado los ideales culturales y
surja y se difunda la denominación "América Latina", ella a b a r c a r á no materiales de la modernidad que se hicieron patentes a partir del si-
sólo a "las repúblicas americanas [. . . ] antes colonias españolas", sino
también a otras como Brasil y Haití. Por último, su contenido es aún
- Jorge Guillermo Federico Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia
mayor cuando José Martí escribe en 1884: "Pueblo, y no pueblos, deci universal, trad. del alemán de José Gaos, Madrid, 1953.
mos de intento, p o r n o p a r e c e m o s que hay m á s que u n o del Bravo a :I
"F.I libro de Chamberlain (Las bases del siglo XIX, 1899-1904) viene a ser en
la Patagónia." Y a u n q u e el propio Martí usara ocasionalmente, entre cierta medida un anticipo del de Spengler [. . .] puede decirse que murió a manos
otras, la expresión "América Latina", prefirió sobre todo la denomina de un sucesor y rival afortunado: La decadencia de Occidente." (Francisco Ro-
ción " n u e s t r a América", la cual permitió no q u e d a r preso de las tram mero; Filosofía de la persona y otros ensayos de filosofía, Buenos Aires, 1951, 2"
pas etimológicas. La "América Latina" (más allá de lo que en un prin ed. ampliada, p. 144.)
cipio se quiso que esta expresión significara, es decir, t o m a d a ahora Es interesante recordar la opinión que los países de nuestra América le mere-
cían al furioso teórico del racismo que fue Chamberlain: "los llamados salvajes
como sinónimo de " n u e s t r a América"), incluye no sólo a pueblos de del centro de Australia llevan una existencia más armoniosa, más digna de hom-
relativa filiación latina, sino también a otros, como los de las Antillas bres y aún podría decirse más 'santa' que los habitantes de estos países". (Ibid.)
de lengua inglesa u holandesa y, por supuesto, los grandes enclaves indi ' El propio Arnold Toynbee, al exponer la idea central de su Estudio, es decir,
genas. En este amplio sentido emplearemos la expresión. lo que él llama una "sociedad" es el "campo inteligible de estudio histórico",
añade: "Esta concepción de las sociedades ya era familiar, hace tres cuartos de
En c u a n t o a la denominación " m u n d o occidental", la farragosa bi siglo, a Gobineau." (Estudio de la historia, trad. de Jaime Perriaux, vol. i, Buenos
bliografía en torno suyo es, en general, h a r t o insatisfactoria y escanda Aires, 1957, 2" ed., pp. 67 y 68 n. Cf. otra cita en p. 77.) El Essai sur l'inégalité des
losamente mistificadora. Nos ceñiremos a algunos datos mínimos. races hiunaines (1853-1855), por otra parte, prefigura el treno por la "decadencia
"La segunda posguerra —escribía José Luis R o m e r o en 1953— lia de Occidente", que tantas voces entonarían. Compárense estas palabras de Gobi-
neau: "Somos nosotros los modernos, nosotros los primeros, que sabemos que
dejado de h a b l a r de 'cultura occidental' y prefiere h a b l a r de ' m u n d o toda aglomeración de hombres, y el modo de cultura intelectual que de ello
occidental'." 1 Lo que no sabemos con exactitud es cuándo se empezó resulta, deben perecer", con estas famosas de Paul Valéry, a raíz de la primera
a h a b l a r de "cultura occidental", de "civilización occidental" o de "()< guerra mundial: "Nosotros, las civilizaciones, sabemos ahora que somos morta-
cidente" a secas, en el sentido que tiene hoy. Es cierto que Occidente les." Ahora bien: no desconocemos las diferencias entre Spengler y Toynbee: a
remite en Europa, sobre la base de obvias alusiones geográficas, a im ese respecto, cf. Nikolái I. Konrad, "Carta de respuesta a Arnold Toynbee", en
Cultura, ideología y sociedad. Antología de estuilios marxistas sobre la cultura,
perios políticos y cismas religiosos, p e r o el contenido m o d e r n o del tér trad. de Desiderio Navarro, La Habana, 1975.
1
José Luis Romero, La cultura occidental, Buenos Aires, 1953, p. 7.
1.1001
302 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 303

glo xvi". 5 ¿A p a r t i r del siglo xvi? En el primer tomo de El capital (1867), de Occidente, lo que se corresponde con el hecho de que, en el interior
Marx había escrito: " a u n q u e la producción capitalista, esporádicamen del m u n d o capitalista, los nuestros n o son países explotadores, sino
te, se estableció ya durante los siglos xiv y xv en los países del explotados: pero, p o r eso mismo, vinculados unos y otros en u n a historia
Mediterráneo, la era capitalista sólo data del siglo XVT".6 El propio Zea común, independientemente del grado de conciencia que se tuviera de
dirá en 1957: "el capitalismo, esto es, el m u n d o occidental".' ello, esa vinculación, esas relaciones h a n sido esenciales y p e r m a n e n t e s ,
Ahora estamos en terreno más firme: aquellos países, p r i m e r o de desde los orígenes mismos de lo que iban a ser t a n t o "el m u n d o occi-
Europa, como Holanda, Inglaterra, Francia, Alemania, y luego d e zonas d e n t a l " como "la América Latina", que se desarrollan a la vez, dialéc-
pobladas p o r europeos s (quienes las despoblaron o casi de los o t r o s ) , ticamente enlazados, a p a r t i r del siglo xvi. E s a b s u r d o p a r a algunos
que conocieron un pleno desarrollo capitalista, son "el m u n d o occiden- p r e t e n d e r trazar la historia de nuestros países con prescindencia de la
tal". El botticellesco surgimiento de ese " m u n d o " (es decir, del capi- de esos oíros países, los "occidentales". Pero ¿se h a visto con b a s t a n t e
talismo) fue descrito en líneas inolvidables p o r Marx: claridad q u e también es imposible trazar la verdadera historia de tales
países con prescindencia de la nuestra? Esto es lo que subraya, p o r
El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, cí ejemplo, Eric Williams en su Capitalismo y esclavitud (1944). Lo q u e
exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población abo- n o obsta, desde luego, para que exista u n a historia individual (es decir,
rigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de- una realidad específica) tanto de aquellos países como de los nues-
África en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, carac- tros. E n r i q u e Semo ha escrito hace poco q u e :
terizan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos
constituyen factures fundamentales de la acumulación originaria.
[ . . . ] en cada etapa de desarrollo de la formación socio-económica de los
países latinoamericanos, está presente la relación metrópoli-colonia, que se
A partir de tales "procesos idílicos", el m u n d o occidental creció vertí transforma así en una constante de su historia, pero no en su historia, como
ginosamenle a expensas del resto del planeta, cuya explotación fue ím lo quisieran algunos historiadores y economistas que subestiman o niegan la
prescindible para el desarrollo de aquél. En la propia Europa, su parle importancia de los factores internos y que reducen el complejo devenir his-
geográficamente m á s occidental (España y Portugal), que haría t a n im- tórico a la dicotomía simplificada metrópoli-colonia/'
portante contribución al desarrollo capitalista de otros países, no co-
nocería ella misma, sin embargo, ese desarrollo, q u e d a n d o al cabo mar Las ideas expuestas por latinoamericanos sobre las relaciones entre
ginada de Occidente (como una zona arcaica que podría llamarse nuestra América y el m u n d o occidental, se inscriben, pues, dentro de
"paleoccidental"), lo q u e afectaría de modo decisivo el destino de su este d r a m á t i c o marco histórico.
vasto imperio colonial americano.
Si las metrópolis de España y Portugal quedaron en la periferia de
Occidente, no es extraño que a sus colonias americanas les correspon
diera deslino similar. Sin embargo, no le falta razón a José Luis Romero LAS PKlMI'.kAS VISIONHS
cuando habla de América como del " p r i m e r territorio occidenlalizado
metódicamente". N o sólo por el trasvasamienlo a estas tierras, a paiiu
del siglo xvi, de múltiples elementos culturales provenientes en lo innie Escritores antillanos como Aimé Césaire y Franlz Fanón, nacidos en co-
diato de Europa, que aquí vendrían a conocer nueva vida y a fundirse lonias francesas, han denunciado el a b s u r d o de que a los niños negros
con otros elementos, sino porque nuestra América está uncida, desde de esas Antillas se les enseñara en la escuela a repetir: "Nuestros ante-
la a r r a n c a d a misma del capitalismo, al m u n d o occidental, a cuyo des pasados los galos. . . " Esta denuncia es desde luego irreprochable. Pero
arrollo contribuyó decisivamente la rapaz y múltiple explotación (coló vale la pena llamar la atención sobre la violencia que también supone
nial p r i m e r o y neocolonial después) que nuestros países, en su gran el que a ios niños en Francia se les haga repetir esa frase. Pues los
mayoría, n o h a n dejado aún de padecer. galos ¿son los antepasados de quienes ni hablan su lenguaje, ni visten
Autores como Spengler pueden considerar a América Latina excluida como ellos vistieron, ni fueron educados en sus creencias? ¿No sería
5 más congruente que a esos niños se les enseñara a decir: "Nuestros
Leopoldo Zea, América en la conciencia de Europa, México, 1955, p. 8.
8
Karl Marx, El capital, t. i, vol. 3, México, Siglo XXI, 1975, p. 894. antepasados, los invasores (o a u n los descubridores) de la Galia?" Sin
7
Leopoldo Zea, América en la historia, México, 1957, p. 80. embargo, tal cosa, que sepamos, no ocurre. Todavía hoy, Astérix el
8
Un solo país no poblado por europeos logró un verdadero desarrollo capil:ili\ galo es el héroe de los niños franceses, quienes leyendo y viendo sus
ta: Japón. Sobre su carácter excepcional y las contradicciones entre las poleiu i.r.
occidentales que hicieron posible ese desarrollo, cf. Paul A. Baran, La economía •' Enrique Semo, Historia del capitalismo en México. Los orígenes 1521-1763,
política del desarrollo, trad. de N. Warman, México, 1961, 2? ed., pp. 170 s. México, 1973, p. 112.
304 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAH AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 305

simpáticas aventuras (escritas por supuesto en una lengua neolatina) no por Celso Furtado como "una verdadera hecatombe demográfica [. . . ]
se identifican con las tropas romanas, sino con el pequeño héroe galo casi sin paralelo en la historia humana"; 13 y Laurette Séjourné no vaci-
y sus amigos. Esas violencias, dramáticas o risueñas, conforman la his- la en llamarla "un cataclismo, frente al cual palidecen las más sombrías
toria, la tradición de un país. Sin embargo, no faltan aquellos a quienes catástrofes de la historia". Así se inició la metódica occidentalización
siguen pareciendo escandalosas las palabras angustiadas que Martí de América de que hablaría José Luis Romero.
escribiera hace más de ochenta años: "La historia de América, de los La primera visión que en estas tierras se tiene de lo que iba a ser
incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los ar- el mundo occidental, es la visión de aquella "hecatombe", de aquel
contes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es "cataclismo": la visión que pudieron transmitir los sobrevivientes de
nuestra. Nos es más necesaria." 10 No hay, sin embargo, otra manera aquellos aborígenes a quienes llamaríamos paleolatinoamericanos, de no
de abordar seriamente nuestra historia que arrancar de sus verdaderas ser el nombre tan paquidérmico. Poco ha llegado a la posteridad de esa
raíces. Y las raíces verdaderas de lo que iba a ser llamado América visión indígena: en las páginas piadosas y enérgicas de hombres como
son, desde luego, los hombres que la descubrieron y poblaron y levan Bernardino de Sahagún; en textos como los que compilara Miguel León-
taron sobre su suelo culturas tan extraordinarias como cualesquiera Portilla en un libro admirable: Visión de los vencidos (1959); o espar-
otras. Sólo que, para empezar, un término infeliz ha contribuido a em- cida en materiales de otros pueblos americanos. Es la imagen del
brollarlo todo, con plena conciencia de quienes, pro domo sua, lo forja espanto y del horror que van sembrando a lo largo de un continente
ron y contribuyeron a propagarlo. A lo largo de la historia, hay nume aquellos a quienes los sitiados en Tenochtitlan llaman los "popolocas",
rosos casos de encuentro de dos comunidades y sojuzgamiento de una o como traduce el padre Garibay: los bárbaros.
por otra.11 El hecho ha solido llamarse de muy diversas maneras: a Pero si a algunos pueden parecer escandalosas las palabras en que
menudo, recibe el nombre de invasión o migración o establecimiento Martí se refiere a los indígenas americanos como nuestros primeros
Pero la llegada de los europeos paleoccidentales a estas tierras, llegada
antecesores, más escandalosas aún les parecerán a muchos las palabras
que podría llevar distintos nombres (por ejemplo, "el desastre"), ha
sido reiteradamente llamada descubrimiento, "el descubrimiento". Tal con que Alejandro Lipschutz llama al negro africano traído a América
denominación, por sí sola, implica una completa falsificación, un cu como esclavo, el "indígena 'importado' ": el hombre que vino a ocupar
brimiento de la historia verdadera. Los hombres y las culturas de estas en muchas zonas de América el lugar del indio en vías de extinción,
tierras, pasan así a ser cosificados, dejan de ser sujetos de la historia "dándole a él también calidad de indígena esclavizado".14 La visión que
para ser "descubiertos" por el hombre, como el paisaje, la flora y la estos otros antecesores de los latinoamericanos tienen del mundo occi-
fauna. Y este nombramiento implica la teorización de una praxis inconi dental apenas difiere, naturalmente, de la de los otros "vencidos", los
parablemente más lamentable. La pavorosa destrucción que los paleoc aborígenes americanos, aunque tuvo aún menos ocasión de ser documen-
cidentales —y luego los occidentales en pleno derecho, con más brío v tada y se halla desperdigada en cantos y plegarias. Pasado el primer
desfachatez—12 realizan de los aborígenes americanos, será considerada tercio del siglo xix, un esclavo negro cubano de gran talento —Juan
Francisco Manzano— escribirá su autobiografía, donde continúa esa
10
dolorosa visión.
José Martí, "Nuestra America", en Obras completas, t. vr, La Habana, 196*. Sobre estas comunidades indígenas —el indio autóctono y el negro,
página 18.
11
Cf. N. I. Konrad, "The substance ol history", en West-liasl. Inseparable twain "indígena 'importado' "— arrojados brutalmente a la base de la pirá-
Selecíed articles, Moscú, 1967, p. 221. mide en calidad de esclavos abiertos o velados, se sobreimponen, como
12
Sobre la "leyenda negra" antiespañola que el mundo occidental difundió, lia exploradores, los hombres venidos de Europa, situados entre un feuda-
escrito Alejandro Lipschutz: "tal leyenda negra es ingenua; y peor que eso, <-. lismo en derrota, que aquí recibirá un aire a la vez nuevo y pútrido, y
maliciosa propaganda. Es ingenua, porque los conquistadores y primeros pobla un capitalismo incipiente que pugna por abrirse paso. Si indios y negros
dores no son exponentes de la cultura moral del pueblo español; y es malicio*..!
propaganda, porque en forma igualmente tremenda se han reaüiv-nio, y todavía africanos saben inequívocamente desde el primer instante que ellos
están realizándose, todas las conquistas de tipo señorial" (El pr> • a racial cu son otra cosa que el mundo occidental (y se convierten así, en cierta
la conquista de América, México, Siglo XXI, 1963, p. 219); y I , Séjounu
"nos hemos dado cuenta también de que la acusación sistemálk: apañóle. exonerarse de sus crímenes inculpando a España de ellos (crímenes que no son
desempeña un papel pernicioso en este vasto drama, porque sustr:,'.- k; •.>•.: ..-pai mu imputables a una u otra nación, sino al colonialismo); y desprestigiar a España,
de América a la perspectiva universal, a la cual pertenece puesto que ía colon i cuyo puesto como metrópoli aspiraba a ocupar y ocupó, e incluso a sus descen-
zación constituye el pecado mortal de toda Europa [es decir, de todo el capí la dientes.
lismo] [...] ninguna nación lo hubiera hecho mejor" (América Latina, I, Antiyjuí: 13
Celso Furtado, La economía latinoamericana. Formación histórica y proble-
culturas precolombinas, vol. 21 de la Historia Universal Siglo XXI, México, Si mas contemporáneos, México, Siglo XXI, 1976, 8? ed. corregida y aumentada, p. 20.
glo XXI, 1971, p. 8). 14
Alejandro Lipschutz, Perfil de Indoamérica de nuestro tiempo. Antología 1937-
Con la "leyenda negra", Occidente mataba dos pájaros de un tiro: pretendía 1962, La Habana, 1972, p. 91.
ROBERTO FERNANDEZ RETAMA li AMÉRICA LATINA V El. TRASFONDO DE OCCIDENTE
306 307

forma, en reservas de la otredad a m e r i c a n a ) , los descendientes más o H o l a n d a ) , que tenían en el Caribe pequeñas posesiones de donde ex-
menos directos de europeos t a r d a r á n muchos años en sentirse realmente traían pingües ganancias.
distintos, si no de Sos europeos en general, ai menos de los correspon Contra Inglaterra ya se había peleado en la otra América una guerra
dientes metropolitanos. Muy pronto, sin embargo, van surgiendo rasgos anticolonialista y revolucionaria: la que daría la independencia a las tre-
diferenciadores, que d u r a n t e mucho tiempo no tienen más que un s>i; ce colonias. Y si bien el m u n d o había conocido en los siglos xvi y x v n
n i ñ e a d o colonial o, a lo más, provincial. Así, el nacido en América se las revoluciones burguesas de Holanda e Inglaterra, la guerra de indepen-
distinguirá del nacido del otro lado del Atlántico por ser "criollo". Es dencia de la que nacerían los Estados Unidos "tocó a rebato p a r a la
significativo que este término, que aparece ya a finales del siglo xvi, 1 '' se clase media europea". 1 7 No es extraño, pues, que repercutiera en el mis-
emplee inicialmente en el portugués del Brasil —de donde irradia ni m o continente, entre esas capas en nuestra América (las cuales sin
a los otros idiomas— p a r a designar el negro americano, ya no africano, embargo, como se pondría de manifiesto a lo largo del siglo xix, no
y sólo más tarde a b a r q u e también al blanco nacido aquí hasta quedar, compartían los caracteres ni las condiciones de las que encabezaron
finalmente, reservado de preferencia a este último. Para entonces, han la lucha en las trece colonias). Es con los estados semifeudales y escla-
ido surgiendo b a r r u n t o s de una burguesía latinoamericana que, en <1 vistas del s u r de Estados Unidos con los que cabría c o m p a r a r a buena
siglo x v n i , se sentirá e n t r a b a d a d e n t r o de las osificadas y parasitarias parte de nuestra América. Y esos estados habrían de ser combatidos
estructuras de los imperios ibéricos. El h o m b r e que no d u d a b a en con y vencidos por los del norte, casi un siglo después de la declaración
siderarse un español —o un portugués— de u l t r a m a r , comienza a suh de independencia de 1776, para hacer viable e! pleno desarrollo del
rayar con orgullo su condición criolla, es decir, distinta. A principios capitalismo en aquel país, cuyos habitantes merecieron en adelante el
del siglo xix, el sagaz Alejandro de Humboldl podrá escribir: "Los crio título que les daría Toynbee de "occidentales americanos". 1 8
líos pretieren que se les llame americanos; y desde la paz de VersaHes, v Sin embargo, entre finales del siglo XVIIí y buena parte del xix, tu-
especialmente después de 1789, se les oye decir muchas veces con orgu vieron más repercusión en las élites de nuestra América los aportes
lio: 'Yo no soy español: soy americano'." 1 " A la dramática otredad del ideológicos y prácticos de la Revolución francesa y sus consecuencias, y
indígena —y de aquel, lleno de futuro, a quien Martí llamara "el mes la a s t u t a política inglesa en torno a los destartalados imperios ibéricos.
tizo a u t ó c t o n o " — viene a sumarse la relativa otredad del criollo. Que Aunque presentándose corno modelo t e n t a d o r e incluso deslumbrante
ella es relativa, lo revelaría el siglo xix, al final del cual M a n í podía para las balbucientes burguesías latinoamericanas, sólo al final del si-
hablar con toda justicia de "el criollo exótico". Pero, por el momcnio, glo xix — c u a n d o ya habían engullido la mitad del territorio mexicano,
se siente que se a b r e la primera posibilidad concreta de r u p t u r a . se habían consolidado como nación de capitalismo monopolista y pre-
parado las primeras aventuras imperialistas— Estados Unidos comienza
a influir directa y poderosamente en los destinos latinoamericanos. És-
tas son las principales realidades occidentales que pesan sobre los
DE LA PRIMERA INDEPENDENCIA A LA NHOCOLONIA vastos, complejos e inconclusos procesos de independencia de nuestra
América, y sobre las ideas que los a c o m p a ñ a n .
Desde un cierto p u n t o de vista, esos procesos, que están aún por
Y esa p r i m e r a posibilidad concreta de r u p t u r a , que acabará encarnan<lo estudiarse en profundidad, pueden ser vistos en tres momentos que
en las guerras de independencia, va a c o m p a ñ a d a por la pregunta soini- implican otras tantas m a n e r a s de plantear nuestras relaciones con el
el ser de nuestra América, sobre su relación con el m u n d o , el cual .< ION mundo occidental: la revolución haitiana, entre finales del siglo xviií
ojos de aquellos h o m b r e s resulta ser el m u n d o m á s o menos occídcni.il. y principios del xix; la separación de las colonias ibéricas continenta-
pregunta que de m o m e n t o asume con frecuencia la forma cíe una |»> les, que comienza en 1810, y la guerra de independencia de Cuba, a
lémica con las respectivas metrópolis. Esas metrópolis eran varias sobir finales del siglo xix. Los dos m o m e n t o s iniciales (la p r i m e r a indepen-
todo, dada la extensión en América de sus dominios coloniales, Esp.in.i dencia de n u e s t r a América) implican luchas contra naciones europeas
y Portugal, las cuales p a r a entonces constituían naciones a t r a s a d a s I i y contra colonialismos más o menos tradicionales, además de esfuerzos
lucha contra ellas adquiriría, pues, también el sentido de una modcini por consolidar en el subcontinente burguesías nacionales. El tercer mo-
zación. Ése no era el caso hacia o t r a s metrópolis (Francia, Ingian-i n , mento s u p o n d r á una lucha no sólo contra un viejo colonialismo, sino
contra el naciente imperialismo, y ya no está encabezado por u n proyec-
15
Cf. José Juan Arrom, "Criollo: definición y matices de un concepto", <-n 17
Certidumbre de América, Madrid, 1971, 2* ed. aumentada. Karl Marx, El capital, t. i, vol. 1, p. 8.
l8
'"Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva /í.S/KKM, Arnold Toynbee, El mundo v el Occidente, trad. de I. Rodríguez Aranda, Ma-
drid, 1967, p. 9.
I. u, México, 1941, 6" ed. castellana, p. 118.
ROBERTO FKRNÁNDEZ RETAMAR
308
AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 309
to de burguesía nacional, razones p o r las cuales, m á s que verlo única
mente como el último capítulo de este proceso, puede considerársele en América que haya alcanzado su independencia haya sido S u r i n a m , en
sobre todo como el p r i m e r capítulo de un nuevo proceso: el que ha noviembre de 1975.
de conducir a la segunda independencia. En las colonias ibéricas de economía de plantación sin embargo, aun-
En la revolución de Haití, que suele olvidarse es el inicio de los pro que el ejemplo haitiano sofocó p o r el m o m e n t o las ansias separatistas
cesos de independencia de nuestra América,"' se dan situaciones extra de la oligarquía nativa (la cual, además, conoció un súbito enriqueci-
ordinarias, únicas; y situaciones que reaparecen con variantes en otras miento al heredar los mercados de Haití), el desarrollo relativamente
zonas americanas e incluso en otras zonas coloniales del resto del mun limitado del Iatifundismo y del ausentismo, entre o t r a s razones, permi-
do. Entre las primeras, baste r e c o r d a r su condición de revolución vk tió el crecimiento de un patriciado criollo que entraría en contradicción
toriosa de esclavos. E n t r e las segundas, el hecho memorable de ver a con la metrópoli. Por ejemplo, pocos pensadores latinoamericanos de-
Toussaint L'Ouverture esgrimir las ideas más avanzadas y generosas de fendieron con tanto vigor y tanta continuidad la existencia de una nacio-
Occidente (las ideas igualitarias, anticolonialistas y antiesclavistas de la nalidad distinta de la metropolitana (en este caso, la cubana frente a
revolución francesa en ascenso) contra las tropas opresoras del repiv la española) como José Antonio Saco. Aunque en él el concepto de la
sentante y heredero directo de aquella revolución burguesa, Napoleón nacionalidad cubana excluía a los negros, a los que llama siempre "afri-
(tropas que debían restablecer en Haití el colonialismo y la esclavitud) canos" (a pesar de ser la mitad de la población del p a í s ) , lo que n o
Se revela así en nuestra América, de manera ejemplar, la contradicción deja de hacer pensar mutalis mulandis en pensadores de o t r a s zonas
entre admirables ideas de Occidente y la praxis de ese mismo Occidcn americanas como muchos del cono sur', con la consiguiente demanda, en
te. Es fenómeno que veremos repetirse con frecuencia: desde un cierlo ambos casos, de inmigración "blanca". Sin embargo, tal concepto de-
punto de vista, hasta que el capitalismo en ocaso, definitivamente en fendido tenazmente por Saco, por insuficiente que fuera, no llegó a
rado de toda veleidad revolucionaria, ajuste su teoría con su práctica cuajar en el patriciado de las colonias inglesas y holandesas del área, y
y engendre ideas tan deleznables como su propia acción, será "el asalto contribuye) a explicar la distinta evolución histórica de estas ú l t i m a s
a la razón" —según la expresión lukacsiana— el que acabará condu en relación con las Antillas de lengua española.
ciendo al fascismo desembozado, y de cuyas raíces pueden hablar larga Pero si tales fueron entonces las reacciones del patriciado criollo an-
y dolorosamente los pueblos latinoamericanos, así como todos los pur tillano frente a la revolució-n haitiana, muy o t r a sería p o r supuesto la
blos coloniales y semicoloniales en general. fervorosa actitud de los esclavos. Primer país negro libre del m u n d o
Si bien la revolución haitiana ayudó a la independencia política <l«' moderno, el formidable ejemplo de Haití desbordaría las fronteras no
las colonias iberoamericanas continentales (recuérdese el generoso au sólo de nuestra América, sino del continente todo, llegando a conmover
xilio de Pétion a Bolívar), su repercusión en los países de e s t r u e t m a la propia África. Por otra parte, el cese de la esclavitud y la destrucción
similar al Santo Domingo francés fue compleja. Ante el ejemplo hailia del sistema de plantaciones en Haití, y la r u p t u r a de sus vínculos po-
no, que en cierta forma coronaba y enriquecía un cimarronaje mulii líticos con Francia, hicieron reactualizar en el pueblo haitiano formas
secular, las oligarquías criollas de los países esclavistas de economía económicas e ideológicas más cercanas a África que a Occidente (formas
de plantación, situados en la cuenca del Caribe, se sustrajeron a la onda que estudiarían después a m o r o s a m e n t e sus más agudos intelectuales), 2 0
emancipadora para no correr el riesgo de ver repetirse los sucesos hai hasta que Occidente, bajo la forma de desembarcos de infantes de ma-
tianos en sus propias tierras. Ello reforzó sus nexos con las metrópoli'., rina norteamericanos la hizo volver al redil, esta vez en calidad de
especialmente allí donde un latifundio devorador y un frecuente ausen neocolonia. Así, el primer país latinoamericano en obtener su indepen-
tismo habían restado ya toda fuerza y arraigo a esa clase sin porvenn dencia política recorrería, a pesar de su vigorosa originalidad, un camino
alguno, como en las colonias inglesas, cuyas oligarquías habían perma similar al de otros países de nuestra América.
necido sordas al " t o q u e a rebato" de 1776. Ello explica que las colonia', El segundo m o m e n t o en los procesos de independencia de nuestra
inglesas del área no empezaron a conocer la independencia política • mo América es la separación de las colonias ibéricas continentales. Tam-
hasta la séptima década de este siglo; y que la única colonia holaink-..i bién aquí Napoleón desempeñará un papel i m p o r t a n t e : ocupada la pe-
nínsula ibérica p o r sus t r o p a s (a las que el pueblo español hostigará
'•'Intentos meritorios por restituir a la revolución haitiana su importancia i > n a heroicamente con sus "guerrillas", a p o r t a n d o de paso este vocablo al
toda nuestra América se hallan en obras como The black Jacobins. Toiis.mni m u n d o ) , las colonias iberoamericanas empiezan a desgajarse de sus
¡,'Ouveríure and the San Domingo revolution (Nueva York, 1963, 2" ed. revisada I. metrópolis p o r distintas vías (violentas en el caso de Hispanoamérica,
de C. D. R. James (cf. el epílogo de esta edición: "From Toussaint 1'OuveriiiK i"
evolutivas en el de B r a s i l ) . En esencia, a u n q u e h a b r á proyectos aún
Fidel Castro"), De Cristóbal Colón a Fidel Castro, El Caribe frontera i>n¡'<-niil.
Madrid, 1970, de Juan Bosch y From Columbus to Castro: the historv <>/ thf más radicales, se asiste entonces a los intentos de burguesías nacientes
Caribhean 1492-1969, Londres, 1970, de Eric Williams.
20
Cf. .lean Price-Mars, Así habló el tío (1928), La Habana, 1968.
310 ROBERTO FERNANDEZ RETA (vi .••. AMÉRICA ¡.ATINA Y El. TRASFONIK) DE OCCIDENTE 311

por cortar sus vínculos con naciones consideradas corno a t r a s a d a s , Es- Pero el conjunto de pensadores representativos de la etapa de orga-
paña y Portugal, y a t e m p e r a r s e a los esquemas de otras naciones, esta nización de las repúblicas latinoamericanas m o s t r a r á p o r lo general
vez avanzadas. No parece exagerado decir que la relación de núes tí w otro rostro. Ya había sido dejado a t r á s el proyecto m á s modesto, aun-
América con el m u n d o llamado occidental ha de convertirse en una tú que necesario: el de impulsar las burguesías nacionales en las repúblicas
las preocupaciones básicas de ciertos pensadores latinoamericanos de w nacidas de la fragmentación del m u n d o colonial ibérico. Pero ¿qué bur-
época: u n a época fundamenta!, porque es el m o m e n t o en que nuestra guesías? Estos h o m b r e s dan a ratos la impresión pirandelliana de ser
América intenta organizarse en forma de naciones modernas. pensadores burgueses en busca de su burguesía nacional. Ello aviva en
Pero a esa época de organización la antecede, en lo inmediato, ía o-. aquellos pensadores su voluntad de separarse definitivamente de las
la r u p t u r a política. Se suceden las guerras independentistas, cuyo ímpetu viejas metrópolis y a s u m i r otra filiación: no quieren ser ya españoles
generoso cuaja en el ideario lleno de desleí los magníficos — a u n q u e con o portugueses de u l t r a m a r , porque pretenden ser occidentales de ultra-
frecuencia utópicos— de hombres como el "Libertador 1 ' Bolívar, quien mar. Y no sólo en c u a n t o a los métodos a emplear (la historia demos-
quiso conservar en la independencia la unidad que Hispanoamérica na traría que no hay más vía de desarrollo capitalista que la seguida p o r
bía tenido en la colonia; pero no p u d o hacer realidad su proyecto: en Occidente), sino en c u a n t o a ser Occidente, sin más diferencia que la
vez de la unidad que hubiera debido facilitar una modernización, un des de e n c o n t r a r s e del o t r o lado del océano. Por supuesto, la problemática
arrollo capitalista poderoso, nuestra América se fragmentó aun más, específica de cada zona pesara fuertemente en el pensamiento de estos
corroída por lastres arcaicos, y se hizo presa relativamente fácil de h o m b r e s y en su planteo de la relación de nuestra América con el m u n d o
Occidente. Bolívar había previslo: "es menester que la fuerza de ía na occidental. La situación no sera la misma en países de rico s u s t r a t o
ción sea capaz de resistir con suceso las agresiones que pueda intentar indígena que en países donde no se dio esa realidad, como los del cono
la ambición europea; y este coloso de poder, que debe oponerse a aquel sur, por añadidura pobres durante la colonia y requeridos de m a n o de
otro coloso, no puede formarse sino de la reunión de toda la América obra para, desarrollarse En el primer caso (aunque no faltaran ejem-
meridional". 2 1 El proyecto bolivariano incluía también, apoyado en aque- plos de ello en las oligarquías desarraigadas) 2 2 era m á s bien difícil a
lla unidad y aquel desarrollo, la proclamación de una originalidad, de sus pensadores representativos considerarse sin más, "occidentales"; en
una autoctonía americana que no desconocía los valores de Occidente, el segundo, en cambio, la tentación parecía más fuerte.
pero que en forma alguna se contentaba con repetirlos. Por el contra Ya Andrés Bello (quien, como se sabe, no practicó el antiespañolismo
rio, s u b r a y a n d o con su habitual energía nuestras peculiaridades, Bolívar p r i m a r i o de muchos de estos hombres) dirá explícitamente en 1844 que
exclamaba en 1815: " N o s o t r o s somos un pequeño género h u m a n o [. . . I "Ja misión civilizadora que camina —como el sol— de Oriente a Occi-
no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimo',
dente, y de la que Roma fue el agente más poderoso en el m u n d o anti-
propietarios del país y los u s u r p a d o r e s españoles", y en 1819:
guo, la España la ejerció sobre un m u n d o occidental m á s distante y m á s
vasto". 2 ' Por una parte, es difícil no ver aquí una réplica a Hegel, quien
Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano había planteado que "la historia universal va de Oliente a Occidente",
del norte, que más bien es un compuesto ele África y de América, que una
pero también que " E u r o p a es absolutamente el término de la historia
emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser en
ropea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter, Hs universal"; 21 por otra parle, para Bello es bien clara nuestra relación
imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos, la con el m u n d o occidental: no somos sino "un m u n d o occidental m á s
mayor paite del indígena se ha aniquilado; el europeo se ha mezclado con distante y más vasto". Y así, como parles de un todo privilegiado, la
el indio y con el africano. Nacidos todos del seno de una misma madre, providencia nos ha s e p a r a d o del resto de la h u m a n i d a d . " C o m p a r e m o s
nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todo- •—dice en 1843— a la E u r o p a y a nuestra afortunada América con los
difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato ti- sombríos imperios del Asia [. . . ] o con las h o r d a s africanas en que el
la mayor trascendencia. h o m b r e [ e s ] apenas superior a los b r u t o s . " Este planteo alcanzará su
formulación arquetípica en nuestra América en 1845, cuando el argen-
La hazaña bolivariana va a c o m p a ñ a d a , pues, de un pensamiento c u y tino Domingo Faustino S a r m i e n t o publique su Civilización o barbarie.
fermento no se ha agotado aún. Lo veremos a d q u i r i r nuevo ímpetu en
Martí, e inclusive en nuestros días d e n t r o de algunos círculos. Por ello 22
C/. a ese respecto algunos ejemplos en el libro de Gastón García Cantú, El
no es extraño que d u r a n t e el siglo xix e n c o n t r a r a resonancia en pensa pensamiento de la reacción mexicana.. Historia documental 1810-1962, México, 1965,
23
dores radicales preocupados por s u b r a y a r tanto la necesidad de la unión Andrés Bello, "Investigaciones sobre la influencia de la conquista y del sistema
latinoamericana como la especificidad de n u e s t r a América. colonial de los españoles en Chile" (1844), en Antología del pensamiento de lengua
española en la Edad Contemporánea, introducción y selección de José Gaos, Mé-
21
Cf. El pensamiento vivo de Bolívar, presentado por Rufino Blanco Foinbt xico, 1945. p. 195.
2
Buenos Aires, 1958, 3' ed„ p. 39. ".l. G V. Hegel, op. cit., i, 210,
AMERICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 313
312 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAL'
Con la revolución americana acabó la acción de la Europa española en este
No es menester glosar esta obra clásica, suficientemente conocida. 2 5 Pero continente; pero tomó su lugar la acción de la Europa anglosajona y fran-
sí decir que n o es posible aceptar, como se ha sostenido, que ella im cesa. Los americanos de hoy somos europeos que hemos cambiado de maes-
plique tan sólo la ideología de u n a burguesía e m p r e n d e d o r a , llevada tros: a la iniciativa española ha sucedido la inglesa y francesa. Pero siempre
n a t u r a l m e n t e a rechazar las pesadas supervivencias feudales que traba es la Europa la obrera de nuestra civilización [... ] La Europa de estos días
ban su desarrollo, entonces progresista. Si tal fuera la verdad, este no hace otra cosa en América que completar la obra de la Europa de la
enérgico texto sería irreprochable. Sólo que "civilización", ese término media edad [. .. ] Es tiempo de reconocer esta ley de nuestro progreso ame-
ricano, y volver a llamar en socorro de nuestra cultura incompleta a esa
que un siglo atrás ha forjado el m u n d o occidental p a r a n o m b r a r s e cic- Europa que hemos combatido y vencido en los campos de batalla.
la mejor manera a sí mismo, 2 " es aquí lo occidental (no sólo los métodos
occidentales); m i e n t r a s q u e " b a r b a r i e " , en este caso, no son sólo las
supervivencias precapitalistas, sino también las persistentes y origina Ello implica, naturalmente, e n t r a r en contradicción con la o b r a y el
les realidades americanas. Sarmiento, figura contradictoria p e r o llena pensamiento de los "libertadores". Alberdi lo reconoce explícitamente:
siempre de brusca y plausible sinceridad, no lo ha de ocultar: en su
libro Conflicto y armonías de las razas en América (1883), escribirá: "en Los libertadores de 1810 [ . . . ] nos enseñaron a detestar bajo el nombre de
el Conflicto [. . . ] de las razas, quiero volver a reproducir, corregida y europeo a todo el que no había nacido en América [. .. ] La cuestión de gue-
rra se estableció en estos términos: Europa y América, el viejo mundo y
mejorada, la teoría de Civilización y barbarie". Dejemos que el propio el mundo de Colón [ . . . ] En su tiempo esos odios fueron resortes útiles
Sarmiento nos exponga, en sus claras palabras, esa teoría "corregida y oportunos; hoy son preocupaciones aciagas a la prosperidad de este país.
y mejorada":
Por supuesto a fuer de "europeo nacido en América", Alberdi mostra-
Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes,
conquistar pueblos que están en posesión de un terreno privilegiado; pero rá hacia los aborígenes americanos un odio y un desprecio característi-
gracias a esta injusticia, la América, en lugar de permanecer abandonada a camente occidentales:
los salvajes, incapaces de progreso, está ocupada hoy por la raza caucásica,
la más perfecta, la más inteligente, la más bella y la más progresiva de las Hoy mismo, bajo la independencia, el indígena no figura ni compone mundo
que pueblan la tierra; merced a estas injusticias, la Oceanía se llena de pue- en nuestra sociedad política y civil [. . . ] El indígena nos hace justicia: nos
blos civilizados, el Asia empieza a moverse bajo el impulso europeo, el África llama españoles hasta el día. No conozco persona distinguida de nuestras
ve renacer en sus costas los tiempos de Cartago y los días gloriosos de Egip sociedades que lleve apellido pchuenche o araucano [ . . . ] ¿quién conoce
to. Así pues, la población del mundo está sujeta a revoluciones que reconocen caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto?, ¿quién casaría
leyes inmutables; las razas fuertes exterminan a las débiles, los pueblos civi a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucania y no mil veces
lizados suplantan en la posesión de la tierra a los salvajes. con un zapatero inglés? En América, todo lo que no es europeo es bárbaro:
no hay más división que ésta: lv, el indígena, el salvaje; 2'.', el europeo, es
decir, nosotros [. .. ]
Estos criterios los expondrá con no m e n o r claridad o t r o p r o h o m b r e
del liberalismo argentino, Juan Bautista Alberdi, en sus atendidas Bases
y puntos de partida para la organización política de la República Argén Estos pensadores sudamericanos de aspiración burguesa llegaron pues
tina (1852). "Las repúblicas de la América del S u r —dice allí Alberdi- a hacer suya de tal m a n e r a la ideología de las burguesías de los países
son p r o d u c t o y testimonio vivo de la acción de la E u r o p a en América capitalistas desarrollados, que introyeclaron plenamente inclusive as-
Lo que llamamos América independiente n o es m á s que la Europa pectos de esa ideología como el racismo y el consiguiente desprecio por
establecida en América [ . . . ] Todo en la civilización en n u e s t r o sucio los pueblos no occidentales (que en este caso resultaban ser nuestros
es europeo [ . . . ] " Y m á s adelante: "nosotros, los que nos llamamos propios pueblos); racismo y desprecio imprescindibles para facilitar la
americanos, no somos o t r a cosa que europeos nacidos en América. Cía tarea conquistadora y expoliadora que había realizado y continuaba rea-
neo, sangre, color, todo es de fuera." En cuanto a la nueva filiación a lizando Occidente," esta vez con la colaboración más o menos volun-
que se aspira: taria de pensadores locales inficionados con tales ideas. E n t r e ellos, los
25 27
Hemos comentado ya esta obra y otras de Sarmiento (y similares), en un "El prejuicio racial, tal como existe en el mundo actualmente, es casi exclu-
trabajo anterior: Calibán (valias ediciones). sivamente una actitud de los blancos y tuvo sus orígenes en !a necesidad de los
26
A este término dedicó Lucien Febvre su trabajo "Civilisation. Le mol ti conquistadores europeos de! siglo xvi en adelante de racionalizar y justificar el
l'idée", París, 1930, que ha sido complementado en "Civilisation. Contribution á l'lii'. robo, la esclavitud y la continua explotación de sus víctimas de color en todo
toire du mot" en Problemes de linguistique genérale, París, 1966 [México, Siglo XXI, el mundo (Paul Baran y Paul Svvee/.y, t:.l capital monopolista. Ensayo sobre el
1971, p. 209] por Émile Benveniste, para quien civilización es "una de esas palabra-, orden económico y social de Estados Unidos, México, Siglo XXI, 1968, pp. 199-200).
que inculcan una visión nueva del mundo". E; término apareció a mediados del Se trata, pues, de uno de los más significativos aportes de Occidente al mundo.
siglo xviu, primero en Francia y poco después en Inglaterra.
314 ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAI- AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 315

más consecuentes con esta aberración proceden, cuando tienen pode: A raíz d e la invasión francesa a México, el vehemente Francisco Bil-
para hacerlo, a exterminar físicamente a sus pueblos (indios, gauchos) bao publica su libro La América en peligro (1863), donde plantea que
importar metropolitanos. El clásico apotegma de Alberdi: " E n América " t o d o se p e r d e r á [. . . ] si no h a c e m o s de la causa mexicana la causa
gobernar es poblar", hay que entenderlo como pobiar de "occidentales" americana"; rechaza "la grande hipocresía de cubrir todos los crímenes
y despoblar de aborígenes . . y a t e n t a d o s con la p a l a b r a civilización"; y señala como ejemplo de "la
Junto a estos gravísimos desenfoques, que lamentablemente fueron ia prostitución de la palabra [ q u e ] corona la evolución de la mentira",
norma en demasiados países, existieron actitudes bien distintas entró- el hecho de q u e " 'el civilizado' pide la exterminación de los indios o
los pensadores latinoamericanos de esta etapa de organización, al con de los gauchos". E n el Evangelio americano (1864), añadirá: "¡Colo-
siderar nuestra relación con el m u n d o occidental. Y no sólo en el México nización, inmigración, gritan los políticos! ¿Por q u é n o colonizáis vues-
del indio Juárez, quien al hacer frente a las tropas de Maximiliano di tra tierra con s u s propios hijos, con vuestros propios h e r m a n o s , con
fícilmente hubiera suscrito la sugerencia de Alberdi de que debíamos sus actuales habitantes con los que deben ser sus poseedores y propie-
dar "espontáneamente a la civilización el goce de este suelo", o su ide;s t a r i o s ? " Con angustiada urgencia, expone:
de que "ya América está conquistada, es europea, y, por lo mismo, in-
conquistable". En el propio cono sur se mantuvieron ideas mucho más Nuestro derecho a la tierra, nuestro derecho de gobierno, nuestra indepen-
saludables para el deslino de nuestra América. Baste recordar alguna-, dencia, nuestra libertad, nuestro modo de ser, nuestras esperanzas, nuestra
obras de los chilenos José Victorino Lastarría y Francisco Bilbao. E< dignidad, nuestro honor de hombres libres, todo es hoy amenazado por la
primero dedicó la parle inicia! de su libro La América (2- ed.. 1867) ore Europa. ¡La conquista otra vez se presenta! ¡La conquista del nuevo mundo!
cisamenle al tema "America y E u r o p a " . Y aunque también él cree e;¡ Las viejas naciones piráticas se han dividido el continente, y debemos unir-
una relativa identificación entre ellas ("ambos continentes están al frenic nos para salvar la civilización americana de la invasión bárbara de Europa.
de la civilización moderna y ambos son enteramente solidarios en '.;>
empresa de propagar esta civilización"), no deja de señalar las reiacio I m p u g n a n d o el sofisma de la supuesta "civilización", exclama Bilbao:
nes verdaderas: "¡Qué bella civilización aquella que conduce en ferrocarril la esclavi-
tud y la vergüenza!" Y d a n d o m u e s t r a s de ser u n dialéctico a g u d o :
La América conoce a la Europa, la esludí i sin tesar la si<>ue paso » ' « 1
y la imita como a su modelo; pero la I uiopa no eonoi e a l.i AITK i ii_a y i ' o ¿No veis que todos los programas materiales son armas de dos filos, y que
bien la desdeña y aparta de ella su vis, , ionio d» un hi)o piulido tli i los cañones rayados sirven del mismo modo a la libertad o a la opresión?
ya no hay esperanza. Un solo interés < ut >¡xo il inicies mduslinl i [. . . ] ciencia, arle, industria, comercio, riqueza, son elementos que pueden
presta atención a la América, el que si 'oía i la |n nsiiin d( u-< o<> i 'I' producir el bien o el mal, y son elementos de la barbarie científica de la
datos estadísticos sobre ¡as producción» \ I) IDIIMIIIKK di I Nía i mentira, si la ¡dea del derecho no se levanta como centro [. . . ] El viejo mun-
do, sobre los puertos, las plazas rom < il , \ n ido d pobl u do ha proclamado la civilización que rechazamos. Ése es el enemigo que
los c]ue pueda sacar más provecho. ' i , i i Mili d acá" 1 ai' tememos penetre en los espíritus de América, verdadera vanguardia de trai-
decir los mercaderes de Rirmiiighain I Mi i .v te i y Vi< >o\ ¡e h < ción para reparar la conquista y la desesperación de la República [ . . . ] En
go, del Havre y de Burdeos, de Cádiz v di ( u o\ i llu'an i n Arn< i> este siglo xix que, según los escritores de pacotilla que repiten vulgaridades
yendo que arriban a un país salvaje \ air i|ii pionlo si pi r MI id ! aceptadas, no es ya el siglo de las conquistas f. . . J estas viejas naciones que
hay acá pueblos civilizados, no consiuitcn ¡ani i < u n m eui lo a>"> se titulan grandes potencias dicen que civilizan, conquistando. Son tan estú-
'se hadan a la altura de los europeo-. > I i Mipoe n olo< ido • • pidas, que en esa frase nos revelan lo que entienden por civilización [ . . . ]
interior. Fl interés inuus'.riaí domina dtstL i i t mu , i opip'< i i i Os habéis, pues, revelado, grandes potencias, grandes prostitutas, a quienes
de! europeo en América, y por larga qu >i > i i ¡> in n i , 1 >¡ hemos de ver arrastradas a los pies de la revolución o de la barbarie, por
a compri-nder los intereso., ••utinles y o >hli>o ot i ¡ ueb < ' >¡ su barbarie o su mentira [ . . . ] Francia que tanto hemos amado, ¿qué has
negocio, y siempre csu'¡ i;!s;>¡¡esl.o a > • i sol . o < > i hecho? [ . . . ] conquistar a Argelia, saquear en China, traicionar y bombar-
parte del que ir da segunda-;.! para su1- > i i mu a au'iu • < dear en México [ . . . ] La Inglaterra [ . . . ] , ¿qué hace en la India la libre
! nación de las pelucas empolvadas y de los lores rapaces? [ . . . ] Atrás, pues,
más sagrados intereses de! pueblo mu ' i ) ) MI . > < ' u
lo que se llama civilización europea. La Europa no puede civilizarse y quieren
único lazo que hay entre ¡a Europa \ i t A^iuie i il i r 'i J' que nos civüieea.
res que ios gobiernos europeos ampaian , i u. \ ¡\, , i
macia y sus cañones lian servido hasi > a io , a uto a
relaciones con los gobierno:., de ia Amem Mu >)<. > !1 ma Bilbao l o i m u u d d i g u m e i u H i d o no •>.,.» co> "- >erm»
vasts. sino t a n >>• •-- i. ií r < . J I UW - < .o, ')• ":r" :
"el elexii -i* ".. r > ' ' i ' >Ura
a IA reiuHÓo »< . i L i
AMERICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 317
316 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR
finales del siglo xix, la m á s poderosa encarnación del m u n d o occidental
de la justicia con nosotros mismos, con los pobres, con los indios", y y el m á s formidable valladar para que nuestra América cuajara como
censura de nuevo "la colonización del país con extranjeros, c u a n d o ios u n a realidad suficiente. E n medida considerable, h a b l a r desde entonces
hijos del país se mueren de h a m b r e " , así como "el desconocimiento y ne- de la América Latina y el m u n d o occidental, será h a b l a r de n u e s t r a
gación del derecho de los hombres libres, llamados los indígenas, y la relación con Estados Unidos: la nación que en 1776 proclamara, p o r
suprema injusticia, la crueldad hasta la exterminación q u e con ellos se p r i m e r a vez en América, su derecho a la independencia y realizara u n a
practica". Al final, el radicalismo apasionado de este demócrata, des gran revolución anticolonial, y apenas u n siglo después despuntaba como
pues de vituperar al "monarquista, papista, jesuita, católico, imperialis- el nuevo a m o de los países de la o t r a América. Habiendo vivido en Es-
ta, aristócrata, esclavócrata" que habla "de libertad y de derecho y de tados Unidos desde 1880, y detectado con claridad lo inminente de la
justicia", reclama " o t r o m u n d o , otro tiempo, otra vida". agresión imperialista, Martí escribiría a su amigo mexicano Manuel
Sí, sería o t r o tiempo —éste— el q u e iba a hacer justicia a Bilbao Mercado —el 18 de mayo de 1895, la víspera de morir en el c a m p o
Por desgracia, en su época acabó por prevalecer aquella "vanguardia de de batalla— que su tarea había sido y sería:
traición p a r a p r e p a r a r la conquista y la desesperación de la República
que él temiera, aunque no necesariamente en la forma de la ocupación impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las
directa. Y los pensadores que cumplieron esa tarea (sean cuales fueren Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras
sus méritos, a veces grandes en otros ó r d e n e s ) , sentaron las bases ideo tierras de América [ . . . ] impedir que en Cuba se abra, por la anexión de
lógicas y a m e n u d o prácticas, para que nuestra América fuese colonizada los imperialistas de allá y los españoles, el camino que se ha de cegar, y con
de nuevo. Ya no p o r naciones a t r a s a d a s {¡vade retro!), sino p o r nacio- nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra
América al Norte revuelto y brutal que nos desprecia [. . . ] Viví en el mons-
nes verdaderamente occidentales, como Inglaterra y Estados Unidos, y truo y le conozco las entrañas: y mi honda es la de David.
conservando los atributos formales de la independencia política. Esa
nueva forma de colonialismo que se inicia, como t a n t a s cosas en nuestra
América, seria conocida como neocolonialismo. Tan desafiante p r o g r a m a coronaba la meditación (y la práctica) radi-
calmente anticolonialisla de Martí, quien había recibido en su t e m p r a n a
j u v e n t u d lo mejor de la herencia de Várela, Heredia, Luz y Céspedes en
Cuba, y acabaría de formarse en el México democrático donde a ú n
estaba vivo el recuerdo de Juárez, j u n t o a las grandes figuras intelec-
HACIA I.A SliGUNDA INDHPI-NDHNCIA
tuales de la Reforma.
En 1877, en Guatemala, Martí haría el primer balance de su concep-
ción de " n u e s t r a América": allí acuña precisamente esta denominación
Ya estaba avanzado en nuestra América este proceso cuando José Mar y allí explica:
tí, al c o m e n t a r en 1889 la primera conferencia p a n a m e r i c a n a de Wasli
ington, escribía: "de la tiranía de España supo salvarse la Amerita Interrumpida por la conquista la obra natural y majestuosa de la civiliza-
española; y ahora [. . . ] urge decir, porque es la verdad, que h a llegado ción americana, se creó con el advenimiento de los europeos un pueblo ex-
para la América española la hora de declarar su segunda independen traño, no español, porque la savia nueva rechaza el cuerpo nuevo, no indí-
cia". Martí había sabido ver con claridad cómo " u n pueblo de i n t e r e s e gena, poique se lia sufrido la injerencia de una civilización devastadora, dos
distintos, composición híbrida y problemas pavorosos" intentaba "ensa palabras que, siendo un antagonismo, constituyen un progreso; se creó un
yar en pueblos libres su sistema de colonización". A diferencia de lo:-. pueblo mestizo en la forma [ . . . ]
países hispanoamericanos continentales, para esa fecha Cuba y Puerto
Rico tenían aún p o r delante la obtención de su independencia, y M a m En 1883, Martí denuncia "el pretexto de que la civilización, q u e es el
habría de p r e p a r a r la guerra que debía hacerla posible. Esa guerra seria, n o m b r e vulgar con que corre el estado actual del h o m b r e europeo, tiene
según su propia imagen, la estrofa final del poema de 1810; pero, al derecho natural de apoderarse de la tierra ajena, pertenciente a la bar-
haber transcurrido casi un siglo entre la guerra bolivariana y la m a m a barie, que es el nombre que los que desean la tierra ajena dan al esta-
na, esta última se realizaría en condiciones bien distintas a aquélla. Y do a c ' u a l de todo h o m b r e que no es de E u r o p a o de la América eu-
Cuba no estaría obligada sólo a c o m b a t i r contra un país que se alzaba ropea [. . . | " Y entre 1889 y 1891 (es decir, en los m o m e n t o s en que se
como la cabeza m á s nueva y e m p r e n d e d o r a de Occidente. El país <•!!•• celebran en Washington las primeras conferencias panamericanas) da
imantó al pensamiento liberal hispanoamericano, q u e llevó a And: " a 3a luz sus documentos capitales sobre la especificidad de n u e s t r a
Beño a llamarlo " n u e s t r o modelo bajo tantos respectos'' e hizo c... ¡a América: varios textos de La edad de oro, el artículo "Vindicación de
mar a Sarmiento en Argentina y a J u s t o Sierra en México, (¡ne d e i n u a .. Cuba", las crónicas sobre aquellas conferencias, el discurso "Madre Amé-
convertirnos en los Estados (inicios del Sur v había, pasado a se:, a
318 ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAK AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 319

rica", y sobre todo el artículo "Muestra América", d e 1891; en este últi- la nueva colonización. Martí rechaza enérgicamente la añagaza racista
mo, v e r d a d e r o manifiesto programático, resume a p r e t a d a m e n t e sus cri ("no h a y odio de razas, porque no hay r a z a s " ) , y plantea con claridad:
terios sobre esta cuestión vital en su pensamiento. Aunque ya lo había "Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sis-
hecho antes, allí rechazará definitivamente la falsa dicotomía sarmien tema opuesto a los intereses y hábitos de m a n d o de los opresores." "Con
tina: "el mestizo a u t ó c t o n o ha vencido al criollo exótico. No h a y batalla los oprimidos", "con los pobres de la tierra" se levanta esta visión nue-
entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la va, radical, insuperada de nuestra América: ya no es la suya la óptica
naturaleza." El propio Andrés Bello había querido precaver a la juventud de un pensador de aspiración burguesa, sino de un demócrata revolu-
chilena, en 1848, " d e u n a servilidad excesiva a la ciencia de la civilizada cionario extremadamente radical, portavoz de las clases populares, que
europea", considerando q u e "somos a h o r a a r r a s t r a d o s m á s allá de lo inaugura una nueva etapa en la historia y en el pensamiento de nuestra
j u s t o p o r la influencia d e la E u r o p a , a quien al m i s m o tiempo q u e nos América. Por eSlo p o d r á decir Noel Salomón no sóío que "fue el cubano
aprovechamos de sus luces debiéramos imitar en la independencia del José Maríi, sin duda alguna, ei primero que construyó línea a línea una
pensamiento". Tal advertencia la veríamos repetirse incluso en h o m b r e s teoría consecuente y coherente de la personalidad hispanoamericana ca-
contradictorios como S a r m i e n t o o Alberdi. Así, n o es extraño escuchar paz de afirmarse p o r sí misma, ajena a los modelos exteriores", sino
a Martí exclamar en 1891: también que de él "dala, en verdad, la 'toma de conciencia' q u e h a
derivado, en relación con un vasto movimiento histórico (de ia Revo-
éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el lución mexicana a la Revolución cubana y a las nuevas formas de los
chaquetón de Norteamérica y la montera de España [. . . ] Ni el libro eu movimientos liberadores de hoy), hacia ¡as grandes corrientes culturales
ropeo ni el libro yanqui daban la clave del enigma hispanoamericano [ . . . ] e ideológicas discernibles en el siglo xx", 38 en América Latina.
A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y La actitud de Martí sería compartida ai menos parcialmente p o r otros
aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. demócratas revolucionarios latinoamericanos. Por ejemplo, el peruano
Manueí González " r a d a quien, a propósito de la etnología, a la que llama
La exclamación revela al h o m b r e de acción m á s q u e el mero pensador: "cómoda invención [ . . . J en manos de algunos hombres", expresa: "don-
de se ice barbarie h u m a n a tradúzcase hombre sin pellejo blanco".' -8
no las alcanza al árbol difícil el'brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y
punteras, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar Pero ia obra tnartiana (como, en cierta iorma, la de González P r a d a ) ,
el árbol. Hay que cargar el barco de esos insectos dañinos, que le roen el aunque admirada p o r su hermosura, resultó demasiado avanzada para
hueso a la patria que los nutre [.. . J ¡ Estos hijos de nuestra América, que- su circunstancia: habría que esperar a la inserción orgánica del marxis-
na de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que mo-leninismo en nuestra América —varias décadas más tarde— para
piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre que su tarea fuera plenamente entendida y continuada. Durante el pri-
a sus indios, y va de más a menos! mer cuarto del siglo xx, seria el pensamiento de un ideólogo burgués
nacionalista, el uruguayo José Enrique Rodó, el que encontraría amplia
Frente a los servidores obsecuentes de la supuesta "civilización", Mar- acosrida en nuestra América. A raíz de ia intervención yanqui en la gue-
tí subraya con energía la especificidad de lo que concebía como nuestra rra de independencia de Cuba, en 1898 (esa intervención temida p o r
realidad histórica, y la necesidad de q u e ella sea a b o r d a d a con u n pen- M.arrí y que, u\ decir de Lenin, inaugurara ia época del imperialismo
samiento nacido de esa realidad: m o d e r n o ) , y en abierto rechazo de ese hecho, 'Rodó publica su ensayo
Ariel (Í900), donde opone a los aspectos m á s e r a d o s de ía sociedad
La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que le aconto estadunidense ana .supuesta espiritualidad de nuestros países. Lo que
den y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales de Rodó censura, con mayor o m e n o r conciencia del hecho, es el estadio
composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de prác- de m a y o r tiesarroiio que había alcanzado ei inundo occidental (es de-
tica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en cir, e> eapi!.aiismo norteamericano) sugiriendo para la América Latina
Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del formas cultura Íes propias del capitalismo de países de E u r o p a occiden-
llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la tal,, que aparecían a sus ojos como menos agresivos (criterio que, p o r
raza india [. . . ] El buen gobernante en América no es el que sabe cómo :><• supuesto, no podían, compartir otras zonas coloniales o semicoíoniales
gobierna ei alemán o e! francés, sino el que sabe con qué elementos esta
hecho su país. r
i ' n< ; M. !*/»,•'(i ,. i , t a >
/ 1 •1 l *H t jn> r i j H a b a n a J *72 ¡ ! i
Pero a sus ojos esta tarea ya n o p o d r í a ser realizada en 'w '* ü f ' t* >'e » tda, ' i ' tro>- ifid > ^ , U « N ,

rica p o r quienes habían renegado de nuestros pueblo'- i i' I K r„ ) .( tu u-siu w a l u < j i, <w,7 i . o I 1<J (

inferiores y, so capa de "civilizadores", servían de c a b a l o 'c • ¡< ¡ U< (-<.


320 ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 321

del planeta: piénsese en la India, Indochina, Argelia, Egipto, Medio se extingue del todo reapareciendo, también de modo reposado y refe-
Oriente o el África n e g r a ) . Esta fórmula apareció atractiva a diversos rido a una América ideal, en Alfonso Reyes (Ultima Tule, 1942; Tenta-
sectores de nuestra América: desde aquellos en los que alentaba un tivas y orientaciones, 1944) y, con mayor asidero en la realidad social,
pensamiento burgués realmente nacional —y por t a n t o necesariamente en el dominicano Pedro Henríquez Ureña, quien impugna en La utopía
antimperialista— hasta capas que evolucionarían, a partir de ese antim- de América (1922) "la era del capital disfrazado de liberalismo", pues
perialismo, hacia posiciones socialistas, y que en u n m o m e n t o de su "dentro de nuestra utopía, el hombre deberá llegar a ser plenamente
formación encontraron estímulo en la prédica rodoísta. No deja de ser h u m a n o " cuando deje " a t r á s los estorbos de la absurda organización
curioso c o m p a r a r es la nueva manera de algunos de plantear nuestra económica en que estamos prisioneros"; en Europa, "sólo una luz uni-
relación con el m u n d o occidental (Europa sí, Estados Unidos n o ) , con fica a muchos espíritus: la luz de una utopía, reducida, es verdad, a
la que buena parle de la intelectualidad liberal latinoamericana del si- simples soluciones económicas por el momento, pero utopía al fin,
glo xix había sustentado: Estados Unidos sí (después de todo, también donde se vislumbra la única esperanza de paz entre el infierno social
es América), Europa no, cuando esta última implicaba las metrópolis que atravesamos todos". Y añade en Patria de la justicia (1924):
o significaba aún la forma más agresiva del capitalismo, y se hacía
presente en invasiones y amenazas para nuestra América. También es Si nuestra América no ha de ser sino una prolongación de Europa, si lo
útil compararla con el criterio realista y astuto de Martí: " m i e n t r a s único que hacemos es ofrecer suelo nuevo a la explotación del hombre por
llegamos a ser bastante fuertes para defendernos por nosotros mismos, el hombre (y por desgracia ésa es hasta ahora nuestra única realidad), si
no nos decidimos a que ésta sea la tierra de promisión para la humanidad
nuestra salvación, y la garantía de nuestra independencia, está en el cansada de buscarla en todos los climas, no tenemos justificación: sería
equilibrio de potencias rivales".'" Ese equilibrio habría de romperse preferible dejar desiertas nuestras altiplanicies y nuestras pampas, si sólo
pronto. En lo que toca a nuestra América, con la intervención yanqui en hubieran de servir para que en ellas se multiplicaran los dolores huma-
Cuba, en 1898, en lo que toca al planeta todo, con la primera guerra nos [. . .] que la codicia y la soberbia infligen al débil y al hambriento.
mundial.
Cuando esta última estalla, ya está desarrollándose en nuestra Amé Enfrentado a un p a n o r a m a histórico bien distinto al mexicano (que
rica un notable proceso democrático-burgués: la Revolución mexicana todavía en 1938 podría m o s t r a r el gallardo gesto nacionalizador de Lá-
iniciada en 1910 la cual, después de una lucha compleja en que p a r t i d zaro Cárdenas), el argentino Ezcquiel Martínez E s t r a d a inicia con Ra-
paron y fueron vencidos demócratas revolucionarios como Ricardo Fio diografía de la pampa (1933) un enjuiciamiento crítico de la Argentina
res Magón y Emiliano Zapata, acabará consolidando a una burguesía (país donde los Sarmiento, los Alberdi, los Mitre, e inclusive en pleno
nacional que no despreciaba los caracteres específicos de su pueblo, siglo xx, figuras progresistas en otros órdenes, se habían considerado
como habían hecho tantas viceburguesías decimonemicas. Nuestra re representantes de la "civilización" contra la " b a r b a r i e " ) . Esta postu-
lación con el mundo occidental vuelve a ser, en esa coyuntura, tenia ra lo llevaría, en una evolución dramática, a escribir en su libro Dife-
de apasionadas discusiones como las que sostiene José Vasconcelos en rencias y semejanzas de los países de la América Latina (1962): " N o
obras signadas por un desafiante utopismo: tal es el caso de La raza somos europeos sino en los abonos artificiales, o en las zonas cor-
cómica: misión de la raza iberoamericana (1925) o Indoiogía: una iu ticales."
íerpretación de la cultura iberoamericana (1927). Al brutal racismo de La idea de que los latinoamericanos verdaderos " n o somos e u r o p e o s "
los "civilizadores" del siglo xix, Vasconcelos o p o n d r á entonces la idea —es decir "occidentales"— ya había encontrado en este siglo sostene-
de una fusión de razas a ser realizada en nuestra América: lo que poi dores enérgicos, sobre todo entre los voceros de comunidades ameri-
una parte, se abre generosamente al continente todo (y explica la reper canas tan visiblemente "no occidentales" como los descendientes de
cusión latinoamericana que su prédica alcanzó p o r esos años) y, poi los aborígenes y de los africanos. Los grandes enclaves indígenas en
otra parte, pretende diluir la lucha de clases en aspiraciones de unidad nuestra América (que en algunos países son una "minoría nacional"
ontológica que sentarían las bases del moderno pensamiento burgués que constituye una mayoría real) no requieren a r g u m e n t a r esa realidad
mexicano. Al consolidarse ese pensamiento —esa burguesía— S a m i n l obvia: herederos directos de las primeras víctimas de lo que Martí
Ramos ofrecerá, con referencia exclusiva a México, u n a obra h a r t o más llamó "civilización devastadora", sobreviven a la destrucción de sus
reposada: El perfil del hombre y la cultura en México (1934), en cuya civilizaciones como p r u e b a s vivientes de la b á r b a r a irrupción de otra
estela escribirá Octavio Paz El laberinto de la soledad (1950). "civilización" en estas tierras.
El utopismo engendrado por aquella circunstancia, sin embargo, u<> Los americanos descendientes directos de africanos, que ya habían
realizado la hazaña haitiana, defendieron brillantemente en 1889 —por
'"José Martí, Obras completas, vol. 22, Fragmentos (1885-1895), La Haban.i. boca del anglo-antillano J. J. Tilomas, a u t o r de Froudacity— su plena
1%5, p. 116. capacidad para participar c r e a d o r a m e n t c en la "civilización" traída a
ROBERTO FRRNANDKZ RETAMAH AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 323
322

América p o r los europeos. Pero el siglo xx no verá la argumentación antillano, después del gran e r r o r blanco, está en vías de vivir a h o r a
de que los negros americanos son capaces de incorporarse ai m u n d o el gran espejismo negro." 33
occidental, sino la proclamación abierta de que rechazan esa incorpo Indios y negros, pues, lejos de constituir cuerpos extraños a n u e s t r a
ración, p o r considerarse portadores de otras culturas, representantes ne América p o r no ser "occidentales", pertenecen a ella con pleno dere-
un m u n d o diferente. Otro angio-antillano —T. Albert Marrishow— ex- cho: m á s que los extranjerizos y descastados "civilizadores". Y era
pondrá esta idea en "Ciclos de civilización", un panfleto de 1917, donde natural q u e esto fuera revelado en plenitud o enfatizado p o r pensado-
se anticipa a lo que Spengler a c u ñ a r á después como "decadencia ue res marxistas, pues con la aparición del marxismo, en la segunda m i t a d
Occidente". pero añade el anuncio de un próximo ciclo de civilización del siglo xix en E u r o p a occidental y con su ulterior enriquecimiento
con predominio africano. Y el j a m a i c a n o Marcus Garvey, ei rnás ¡e¡e- leninista, ha surgido un pensamiento que sienta en el banquillo al ca-
vaníe de estos antillanos y ei primero de ellos en alcanzar r e p c e u s i ó u pitalismo, es decir, al m u n d o occidental. En opinión de algunos este
universal, lanzará a los negros del m u n d o entero SL¡ consigna de: S\?;í¡. pensamiento sólo podía b r o t a r en el seno de aquel m u n d o , que en su
so a África. desarrollo generó a su sepulturero —el p r o l e t a r i a d o — y su consiguiente
Se ha dicho que estos planteos, como en otro orden los ,!e IV?aro •••¡o ideología: pero ésta n o es ya una ideología occidental sino "posocci-
podían ser plenamente entendidos hasta que no se des rv.'iii.i dental"; por ello hacía posible la plena comprensión, la plena supera-
nuestra América los movimientos marxislas-lcniriislas, en i") •. ción de Occidente y, en consecuencia, dotaba ai m u n d o no occidental
cada de este siglo. Será a partir de entonces cuando, ;¡va<í/¿e/iee ;• del i n s t r u m e n t o idóneo para entender cabalmente su dramática realidad
dirección señalada por el demócrata revolucionario i..-; ,.. iev 1'r y sobrepasarla. En el caso de América Latina, ello se hace patente
Mariátegui escribe que "ei problema indio es un probíeni., • •< '..t:('.•: cuando las ideas marxistas-leninistas son asumidas y desarrolladas por
social", y que ""la suposición de que el problema indígena i ••, un pr: figuras heráldicas como el peruano José Carlos Mariátegui y los cuba-
ma étnico se nutre dei más envejecido repertorio de ¡deas ¡tti|X!n nos Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Vi llena. El p r i m e r o escribió:
tas. Hl concepto de las trizas inferiores sirvió ai Occidente be
para su obra de expansión y conquista." " Y por su parle, <\¡e¡a¡ la época de la libre concurrencia en la economía capitalista ha terminado
Lipschutz explicará que una política de las nacionalidades simii en lodos los campos y en todos los aspectos. Estamos en la época de Jos
!a puesta en práctica en la Union Soviética permitirá la plena inser monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinoamericanos -Siegan
de las comunidades auféxtonas en el mundo latinoamericano motií- con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos están defi-
ai mismo tiempo que ellas mismas conservarán sus respectivas nitivamente asignados. El deslino de estos países, dentro del orden capita-
lista, es de simples colonias."
turas.*"
En lo ejue toca al fundamental a p o r t e negro a esc mu >do la'tr-o.
Y también escribió que nuestra América " n o e n c o n t r a r á su unidad en
ricano ("1* raemos nuestro rasgo al perlil deliniíivo oe .••'• <aéri''a'
el orden burgués. Este orden nos divide, forzosamente, en pequeños
en 1931 ei poeta Nicolás Guillen), a u n q u e se cscMhiran i>":d"a¡o.;
nacionalismos. A Norteamérica sajona ie toca c o r o n a r y c e r r a r la civi-
importancia de los dei cubano i.'ernar ido Orfiz, •• i r.rav'í-'iK lización capitalista. El porvenir de la América Latina es socialista." Lo
Freyrc v ei venezola.no Migue; Acosta S ívneec- ¡:; eb-,1 ui.\c- .•: que implica para el a u t o r revelar que en el interior dei m u n d o occioentaí
oligarquías "civilizadas" '¡ocales e s Mega aporte pan? nuestro destino es "de simples colonias", y que nuestro porvenir exige
admitir como sucursales decentes ñor í,v ¡pons ¡ever'a, salir de ese m u n d o .
blementc, a desarrollar planteos como ¡o :
idos ¡ 'V rda • Algunos comentaristas de Mariátegui lian dicho que él era rnarxisía,
Garvey; planteos que Frantz Fanón, con opiic; de rev¡
rio, co'iocaila en su justa iuz: "\)ue hay pero q u e desarrollé) criterios propios en relación con ios problemas de
"liriilc> airican nuestra América. En realidad debe decirse que de veras era m a r x i s t e
Fanón— ío creo; «tic haya un pueblo antiha -••, so i. P.:ro c:
me había de 'ese pueblo negro', trato de cómprela porque desarrolló tales criterios. Lenin, quien enriqueció eí m a r a s m o
ciadamenic, comprende; que hay allí una sísenle de ;n " setos, • en la época imperialista y del triunfo de ia p r i m e r a revolución socia-
lista (circunstancias que Marx y Engeis no llegaron a vivir), consideró
í'uir esa íMiente íS adelante que "ei alma dei m a r x i s m o ' era "el análisis concreto de las condiciones
concreías". E n t r e Jos p r i m e r o s análisis de esa naturaleza, relativos a
i' ai < i 'ii
/, , L i < f 1 1 •' s 33
• ),,e- • '. Frantz Fanón, "Antillaís ei africain", en Fotr. n u'vGiuíion nfricainti (¿crits
' < i U i' , I
,1 O *
í 1 ' I politiques),
:l4

1969, p. 248,.
París, 1964. pp. 28 y ",ó.
José Carlos Mariátegui, "Aniversario y balance en J úcolofiío. v poli fice. Lima.

A
ROBF.RTO FERNÁNDEZ RST/IMAI;
324
AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 325
los problemas específicos de América Latina, se encuentran los de hom
bres como Mariátegui, Mella y Martínez Villena, que permitieron sitiuu occidental o con E s t a d o s Unidos); y también a quienes insisten en con-
a nuestros países dentro de la problemática mundial. A p a r t i r de ellos siderar a determinados núcleos de latinoamericanos (sobre todo indios
y con la formidable anticipación de Martí, los c u e s ü o n a m i e n l o s sobre o negros) como cortados de la historia común. Pero tales planteos (a
la ubicación de América Latina, ya no se harán sólo respecto del "mun pesar de lo brillante que algunos, p o r excepción, puedan parecer) no
do occidental" (que ha dejado de ser la modernidad plena para empez.u son sino supervivencias de visiones viejas. Desde un cierto p u n t o de
a sumirse en el p a s a d o ) , sino en relación con todo el m u n d o , deí cual vista, sólo aquella perspectiva "posoccidental"; sólo aquella inserción
Occidente es sólo un capítulo. De ahí que la aceptación o el rechazo verdadera de !a problemática latinoamericana en la de todo el mun-
de los pensadores latinoamericanos hacia el "marxismo-leninismo" no do, permite a b o r d a r adecuadamente el problema.
sea en absoluto una etapa más en la historia de la aceptación o reeha/o En este sentido, tal perspectiva es lo que da valor inclusive a aspec-
de ideas "occidentales", sino más bien todo lo contrario. Así como los tos del pensamiento de autores que, aunque no la a s u m a n plenamente,
"occidenlalistas" rusos de 1840 eran los modernizadores frente a los re han sentido de alguna m a n e r a su influjo vivificador. Él mismo los lle-
zagos feudales, pero los "occidenlalistas" españoles en torno a lc>20 se va, en p r i m e r lugar, a descubrir la condición dependiente de n u e s t r o
rán los retardatarios l í e n t e a la nueva modernidad, en el socialismo pensamiento (secuela de otras dependencias) y el melancólico carácter
(para ceñirnos a dos áreas europeas periféricas), de modo similar, I'". de sucursal de muchas de nuestras ideas ("sucursal de la civilización
latinoamericanos que a p a r t i r de la revolución de octubre abrazan cria m o d e r n a " nos llamó Sarmiento con entusiasmo comercial), lo que en
duramente el marxismo-leninismo, podrán ser voceros de lo más gesiui no pocos puntos nos acerca a otras zonas coloniales o semicoloniales
no de nuestra America, mientras quienes lo rechazan aduciendo que lo de la (ierra. Ello se hace patente, por ejemplo, en la evolución de filó-
consideran una doctrina extraña, inadaptada a nuestra realidad serán, sofos como el mexicano Leopoldo Zea y el p e r u a n o Augusto Salazar
de hecho, continuadores de los "civilizadores" del siglo xix (es decii, Bondy. El primero, ahincadamente preocupado por la genuinidad del
quienes sirven de cauce a nuestra sujeción al m u n d o occidental y a núes pensamiento de nuestra América y su ubicación respecto del m u n d o ,
tía consiguiente explotación por el imperialismo). Quizás esto se puso sobre todo el m u n d o occidental (América como conciencia, 1953; Amé-
de manifiesto, por primera vez de manera más visible, en la polémica rica en la conciencia de Europa, 1955; América en la historia, 1957; La-
que sostuvo Mella contra las pretensiones apristas de impugnar la tinoamérica y el mando, 1960), escribe en su obra Dependencia y
aplicación del "marxismo-leninismo" a nuestra América. Poco desune 1 . liberación en la cultura latinoamericana (México, 1974): "el problema
de haber participado en el primer Congreso Mundial Anlimperialisia es saber a qué tipo de universalismo se arriba, a qué tipo de a p e r t u r a .
celebrado en Bruselas, escribía Mella en 1928: ¿Al universalismo y a p e r t u r a propios del neocolonialismo, o al univer-
salismo o a p e r t u r a al que aspiran pueblos como los n u e s t r o s ? " Y tam-
bién:
Para decir que el marxismo [. . / ] es exótico en América, hay que p'~ in.ii
que aquí no existe proletariado; que no hay imperialismo con las car ii le
rístieas enunciadas por lodos los marxislas; que las tuerzas de prodiu ( i. ni Se habló de libertad de los mares y libertad de comercio, como ahora de
en América son distintas a las de Asia y Europa, etc. Pero América no c . un libertad de inversión, para afirmar el derecho de unos intereses sobre otros.
continente de Júpiter sino tic la Tierra. Y es una cosa elemental para I Eslo es la libertad como instrumento de dominación, la libertad como justi-
los que se dicen marxislas [ . . . ] que la aplicación de sus principios es uní ficación de quienes en su nombre afirmaron y afirman sus intereses, justi-
versal, puesto que la sociedad imperialista es también universal. Así l > ' l i l i ficando en nombre de la libertad crímenes en Asia, en África y en nuestra
comprendido los obreros de América cuando, mucho antes de que se •. i i i America. El liberalismo, paradójicamente, como filosofía de la dominación/" 1
biera el nombre del ARFA [.VIC], habían fundado grandes partidos proíeí ai H .'•
(socialistas, comunistas, laboristas, etc.) basados en la aplicación del ¡< I I \ r . Salazar Bondy, después de una destacada carrera como expositor de la
mo en América.:,r> filosofía occidental m á s o menos al uso, planteó en u n pequeño libro
de madurez, ¿Existe una filosofía de nuestra América? (México, 1968):
Así, menos entrados en los tiempos presentes, los de n u e s t r o , t >u "Dependientes de España, Inglaterra o Estados Unidos, hemos sido y
temporáneos, al preguntarse por la relación de América Latina e >n >• somos subdesarrollados —valga la expresión— de estas potencias y,
mundo occidental, e n c o n t r a r e m o s a quienes, de hecho, siguen man ib , consecuentemente, países con una cultura de dominación." Y también:
tándose como ibéricos de u l t r a m a r o, en mayor medida, como o i ulen "El problema de nuestra filosofía es la inautenticidad. La inautenticidad
tales de u l t r a m a r (enfatizando nuestra identificaciem sea con L m o p . se enraiza en nuestra condición histórica de países subdesarrollados y
dominados í. . • - ] ¡ Pero nuestra filosofía] puede g a n a r su autenticidad
:,ri
Julio Antonio Mella, "La lucha revolucionaria contra ei imperialismo", or. ' ••
rritos revolucionarios, México, Siglo XXI, 1978, pp. 187-188. • Leopoldo Zea, Dependencia y liberación en la cultura lathnoamericana, Méxi-
Cuadernos de Joaquín M o r l i z , 197S.
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAK
AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 327
326

como parte del movimiento de superación de nuestra negatividad his es el inicio de la "segunda independencia" reclamada por Martí setenta
tórica, asumiéndola y esforzándose en cancelar sus raíces." 37 Por des años antes de 1959. No en balde en 1953, al desencadenar el nuevo
gracia, la promisoria evolución de este pensador, acuciada por el pro proceso revolucionario, el propio Fidel Castro señalaba en José Martí
ceso revolucionario peruano iniciado en 1968 —al que se vinculó estre a su autor intelectual. Y como había ocurrido ya en los tiempos de la
chámente— quedó truncada por su temprana muerte a principios de- primera independencia, cuando los dirigentes de la revolución armada
1974. —y sobre todo Bolívar— resultaban ser además los más agudos voceros
Una evolución en cierta forma similar a la de estos hombres es la del de la ideología que animaba a esa acción, otra vez volvería a ocurrir
brasileño Darcy Ribeiro, quien ha abordado el problema no a partir algo similar al romper la segunda independencia: hombres como Fkie?
de la filosofía sino de la antropología, en una de las obras más ambi Castro y Ernesto Che Guevara, a la vez encabezarían la acción arma-
ciosas publicadas en nuestra América durante estos años: la "serie de da, serían los expositores más cabales del pensamiento que crecía di
cuatro estudios de antropología de la civilización en los que —según consuno con aquella acción. Ese pensamiento iba a fundir (de modo
palabras del autor— se procura repensar los caminos por los cuales parecido a como haría para su tierra Ho Chi Min) la línea anticolo-
los pueblos americanos llegaron a ser lo que son ahora, y discernir las nialista, nacionalista-revolucionaria (representada en nuestro caso por
perspectivas de desarrollo que se les abren". La primera parte del se Martí), con el socialismo entrañado con nuestra realidad, que no sería
gundo de estos polémicos esludios {¡..as Américas y la civilización, 1969), mero "calco y copia", sino esa "creación heroica" exigida y avanzada
está enteramente consagrada a "la civilización occidental y nosotros"; allí por Mariátegui; :,:' y expresaría un procese» revolucionario ininternim-
pasa revista a "las teorías del atraso y del progreso" y considera después pide> que llevaría de la etapa democrático-burguesa a la etapa socialis-
"la expansión europea" y "la transfiguración cultural". Ribeiro propone ta. Elle> tenía que incidir, desde luego —y de modo fundamenta!— en la
para los pueblos extraeuropeos del inundo moderno, en general, una distinta manera de relacionarnos con el mundo. Cuando la revolución
"tipología étnico-nacional" que distingue "cuatro grandes configurado aún no había accedido a la etapa socialista pero ya habían sido tomadas
nes histórico culturales": "pueblos testimonio", "pueblos nuevos", "pue medidas radicales y liberadoras que 5a anunciaban, el periódico más
blos transplantados" y "pueblos emergentes". Los lies primeros apare- consistentemente reaccionario del país deploraba en un editorial: "Cuba
cen representados en nuestra América, y en cierta forma corresponden pertenece a la cultura occidental, y tenemos la seguridad de que su
a las zonas que ya habían sido señaladas como "Indoamérica", "Aín> pueblo no desea renunciar a ella." 10 El pueblo cubano, por supuesto, no
américa" y "Euroamérica". México y Perú serían ejemplos de la prime renunció a la "cultura occidental", sino a la explotación del llamado
ra; Brasil y Cuba de la segunda, y Argentina y Uruguay de la tercera. Kn mundo occidenla! durante más de cuatro siglos; y no para integrarse:
partes sucesivas de su libro, Ribeiro estudia los caracteres y la manei.i a un presunto inundo oriental, sino para arribar a la sociedad "posee
de relacionarse con e! inundo occidental de cada uno de esos "pueblos" cidenlal", ecuménica, que anunciaron Marx y Engels y que comenzó a
(esas zonas); y en la quinta y última parte, "civilización y desarrolle. , realizar la revolución de octubre: ¡a sociedad soeiaiisla mundial des
considera los "modelos de desarrollo V pal roñes de atraso", para con tinada a cancelaren lode» el planeta la piche len'ia eie K> hinnanid.id
cluir: Aunque numeniso, kxlos individúale-, d ein i ente» « ni A IU.U
rev «luí lOiunio-, tubanos dan le' eie las KI<'¡' <¡íK a< omr>, n tn " i ¡ n- ¡
la revolución lecnológica supone para los pueblos subdesarmllados, conm m'M «n.'t'ior e¡( míe tía A m e n o :i la de non m u", lu-,'n m rv
requisito básico, una revolución social interna y un enlrenlamienio decr-.iv. lo, M H í va'ii A eso-- K\te>, sod ¡" ' ' cencía oí >f'uei o» ín
en la órbita internacional. Solamente por esta vía podrán arrancar de ir. elat'D. vi VUU LI IH'III i ', ¡i,.l i i ,u mn«. i,lie l\ía!<< i Ih'.', ' i
manos de las clases dominantes internas y ele sus asentados cwlranjci w.. pasan u. d un!! ''ii .1 a eokvüvo") 15a >u Kcoulai UCM e|(.iui»,ii, ¡
igualmente comprometidos con un atraso eme les ha sielo altamente hv. \ •> Seguí,o, U. claiacion ele La Habana v i Jníot me * e i n o ÍJ1 l i l l C x
tivo, los instrumentos de poder para la l'ormulacie'm del e>rden social.:;" v>Os >n i V tule
0 < o u i u f ü s i a d e i u l , . ' i c t uL-i i a , i i .
ni v , ,e, h C , i . » |>' - ¡v» i 1*"<i
Tales pensadons l l a m a n a seni'¡ el unpa<' > de la Revoliu'o., u>< u ,
U t- I d l » e - U "Sví deje n i i k i ! ' i o í < i .. i |i , p o e i l.i r u ó
que influiu in-lu->i»'e a hombie-. ITIJVWM como Maitnu/' h-»!-»! >i UU i •< *. • ul 1 , u s i (el n niitoi i \ , u i 1 ' _>l . l l ' l <l ! u U
. u o n e s t ' ^ ,i ' i n l n ' - e , m í ]OV<MK M>M»J.I' V ndo SU ob( i ' ou '-> ' i > 5
OO!. i< t J ' 3 u* Id ¡ 1 u l e | V l i ' i i ii' V , ' j( 'i i
> - i
I n i fl ' ,n i í \ | f l l MU ' h ¡ ' - ! ' ) " i •« UU > ' I S ( t i c k l l l Oí li* i ' l o I /a. i 1
iIcli» -M< (/ - h l i I '.¡'I ii >i i
-d * '< • el ''ut > in ¡i ni fuJii ¡ me , n \ i moM,, Ai'U i " i ir» << un f4 i , ,-
328
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR AMÉRICA LATINA Y EL TRASFONDO DE OCCIDENTE 329

socialismo en este continente. Arrancando de la memorable c a r t a última El Informe, después de u n p a n o r a m a de la historia de Cuba ("la últi-
de José Martí a Manuel Mercado, la Declaración se pregunta: m a colonia de España, y hoy [. . . ] el p r i m e r país socialista de este
hemisferio"), hace u n balance de las luchas, las victorias, las grandes
¿Qué es la historia de Cuba sino la historia de América Latina? ¿Y qué es realizaciones e incluso los errores —valientemente expuestos— de los
la historia de América Latina sino la historia de Asia, África y Oceanía? ¿Y diecisiete años iniciales de la p r i m e r a revolución socialista de América,
qué es la historia de todos estos pueblos sino la historia de la explotación así como plantea las m e t a s a alcanzar en el próximo quinquenio. Al
despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero? 41 ofrecer u n p a n o r a m a de la situación mundial, expone:

Y después de a b o r d a r "las circunstancias históricas que permitieron a Se ha repetido que nuestra época se caracteriza por ser el momento histó-
ciertos países europeos y a los Estados Unidos de Norteamérica un alto rico de transición del capitalismo al socialismo, periodo en el cual se incre-
nivel de desarrollo industrial [y] los situó en posición de p o d e r some- mentan además las luchas por la liberación nacional de los pueblos como
ter a su dominio y explotación al resto del m u n d o " , proclama: "Cuba parte del proceso de liquidación de los vestigios del colonialismo y de la
y América Latina forman parte del mundo. Nuestros problemas forman presencia neocolonial que el imperialismo ha determinado en vastas zonas
de la tierra. En los últimos años, el rasgo más distintivo de ese tránsito lo
parte de los problemas que se engendran de la crisis general del impe ha sido la llamada distensión internacional. Sin tomar en cuenta ese factor,
rialismo y la lucha de los pueblos subyugados: el choque e n t r e el mun no será posible comprender los cambios que tienen lugar en el ámbito de
do que nace y el m u n d o que muere".'- En esa lucha, nuestra América, nuestra propia región continental [... ] Nuestro pueblo puede sentirse orgu-
que en su conjunto se liberó el pasado siglo del viejo coloniaje, pero lloso de que en alguna medida ha contribuido a ese retroceso histórico del
no de la explotación, está llamada a tareas especiales: imperialismo norteamericano al demostrar, a noventa millas de aquél, que
un pueblo pequeño, sin otra fuerza que su decisión moral de resistir hasta
Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, la muerte misma, y la solidaridad del movimiento revolucionario internacio-
con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos nal, era capaz de hacer frente a la embestida imperialista de la principal
de hoy les ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la potencia opresora en toda la historia de la humanidad. 45
humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial espa
ñol, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy Y a b o r d a n d o la situación de nuestra América trece años después de la
le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa Segunda Declaración de La H a b a n a :
del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mun
dial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que No está ahora la América Latina en vísperas inmediatas de cambios globales
le prestaron nuestros antepasados.''• que conduzcan, como en Cuba, a súbitas transformaciones socialistas. Es
claro que éstas no son imposibles en algunos de los países latinoamericanos.
Y con un aliento q u e fue el de Bolívar, que fue el de Martí, en los Pero lo que define las circunstancias de nuestra América es, sobre todo, una
instantes ígneos de nuestra historia: conciencia generalizada, no sólo en su clase obrera y en los pueblos, sino
también en zonas decisivas de algunos de sus gobiernos, de que la contra-
Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrienia 1 . dicción de intereses entre la América Latina en su conjunto y cada uno de
de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribí i nuestros países en particular con la política mantenida por el imperialismo
las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abun norteamericano, no puede resolverse por la vía de la entrega o la concilia-
dan en nuestras sufridas tierras [ . . . ] Y esa ola de estremecido rencor, di- ción, sino que requiere una resistencia conjunta que ya está en marcha. 46
justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar p« >i
entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola M.I Casi al concluir, el vasto Informe puede afirmar: "Lo que ocurre aquí
creciendo cada día que pase [ . . . ] Porque esta gran humanidad ha dich" [en C u b a ] , como ayer ocurrió en el corazón del imperio de los zares
"¡Basta!" y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendi.i y en tantos otros pueblos de la tierra, es símbolo del futuro del
hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muciin m u n d o . " *7
más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, moríi.m E n documentos como éstos, n u e s t r a América se piensa a sí misma, y
como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadVi.i, piensa al m u n d o , p o r vez primera, desde u n a perspectiva realmente
irrenunciable independencia." universal.
45
Fidel Castro, "Informe central al Primer Congreso del Partido Comunista de
41
Fidel Castro, Segunda Declaración de La Habana, La Habana, 1952. Cuba", en La primera revolución socialista en América, México, Siglo XXI, 1976,
42
Ibid. pp. 248-250.
46
«Ibid. 47
Ibid., p. 258.
44
Ibid. Ibid., p. 279.
330 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR

El precoz latinoamericano Inca Garcilaso de la Vega, al p r e g u n t a r s e en


el siglo x v n "si el m u n d o es u n o solo o si hay m u c h o s m u n d o s " , se
había respondido con razón " q u e no h a y m á s que u n mundo". 4 8 Occi-
TERCERA PARTE
dente se encargó de d e m o s t r a r l o llegando, en busca de riquezas, a todos
los rincones y convirtiendo a las tierras m á s alejadas en partes de un
mismo sistema —el capitalista— que sólo empezaría a ser sobrepasado
a p a r t i r de octubre de 1917. A Occidente, pues, al capitalismo, se debe AMÉRICA LATINA E N SU CULTURA, IDENTIDAD Y DIVERSIDAD
la primera mundialización del m u n d o (realizada p a r a su exclusivo p r o
vecho), que describiría en 1848, el Manifiesto comunista. Sin embargo,
cuantos quisieron preservar de veras n u e s t r o ser, original y difícil, nues-
tra contribución específica a la h u m a n i d a d , contra las formas variadas
del colonialismo (es decir, contra la empobrecedora sumisión al m u n d o
occidental), se vieron obligados siempre a enfatizar n u e s t r a o t r e d a d :
"Nosotros somos u n pequeño género h u m a n o " , escribió insuperable
mente Bolívar en 1815. Pero el h o m b r e en cuyo pensamiento alcanzó
incandescencia esta c e r t i d u m b r e de la realidad distinta de nuestra Amé
rica, José Martí, también expresó: " P a t r i a es h u m a n i d a d " , y supo avi
zorar, m á s allá de sus tiempos " d e reenquiciamiento y remolde", "cómo
se viene encima, a m a s a d o p o r los trabajadores, un universo nuevo". Con
la Revolución cubana h a d a d o sus p r i m e r o s pasos en nuestra América
ese universo nuevo, donde "Occidente" y "Oriente" acabarán p o r no
ser m á s que antiguos p u n t o s cardinales en la aventura planetaria (ahora
extraplanetaria) del h o m b r e total.

nca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales sobre el Perú de los incas, i •di
ción al cuidado de Ángel Rosemblat, prólogo de Ricardo Rojas, t. i, Buenos Ai
1043, pp. 11-12.
EL " I N D I O " : MITO, PROFECÍA, PRISIÓN

LOURDES ARIZPE

Es indudable que la caída de los pueblos americanos frente al p o d e r


español se suscitó a raíz de u n a violenta derrota intelectual, además de
otros t a n t o s factores. Al parecer, los gobernantes de los dos imperios
americanos más poderosos de aquel tiempo —el inca en la región an-
dina y el niexica en Mesoamérica— creyeron que los españoles eran
dioses que venían a cumplir un destino ya anunciado. Con cierto aire
de nostalgia, se ha especulado a veces sobre lo que hubiese sucedido si
los presagios no hubieran paralizado a Motecuhzoma y si los incas no
hubieran considerado " h u i r a c o c h a s " a los recién llegados. I n t e r p r e t a d o
así, fueron derrotas intelectuales a m b a s , tan devastadoras en sus efec-
tos posteriores, que un determinado tipo de pensamiento latinoameri-
cano no acaba todavía de librarse de eüos.
Las ideas nos ofrecen dos posibilidades: pueden ser arqueadas velas
que c a p t u r e n los vientos de la imaginación y con ello impulsen las em-
presas h u m a n a s a costas lejanas o, al contrario, pueden constituir som-
brías prisiones de las que no escapa el prisionero aunque las rejas estén
siempre abiertas. En este sentido, los viajes que emprenden h o m b r e s
y mujeres, en apariencia hacia lejanas tierras, muchas veces no son más
que trayectorias al encuentro de sus propias ideas, de tal manera que
nunca llegan a salir de los confines de su mente. En América Latina
se han librado muchas batallas militares (y políticas), pero apenas se
empieza a luchar contra la prisión de viejas ideas.
Coíón, e m b a r c a d o en sus carabelas y presa de su imaginación, creyó
haber llegado a las Indias. L.a realidad fue incidental: él había llegado
al encuentro de su propia teoría y los acontecimientos sólo fueron me-
dios para confirmarla. Y lúe consecuente con ella: consideró que todos
los habitantes de este m u n d o ya preconcebido en su mente eran "in-
d i o s ' . Con eiio dio origen a un error lingüístico que se ha perpetuado
por siglos y que, con (oda ironía histórica, vino a convertirse —retro-
activamente— en profecía. Es decir, se designe) con un concepto equi-
vocado y empobrecido a los "indios" y las sociedades latinoamericanas
de .siglos posteriores se encargaron ele convertir a los pobladores origi-
nales de sus países en eso, en "indios ,1;
. E r r o r que es nuto, que e.s pro-
fecía que es prisión.
S ¡' fíi""iip campo, e>pei talmente en lo s u a l <1 >i i 11 íI

de- l u,d it •.(„ de I • pohf u a b ii c ' u '( , ii i < > "tu. IA } • - „ icr- <t
' i ¡i ve ) ' ' "iii uu ' 1 i i, i " l a n > ; "i i.'.
'i • , (/< i , t u ii i > ,i ,• t f> i »
i i
334 LOURDES ARIZPi: EL "INDIO": MITO, PROFECíA, PRISIóN 335

tina nos ha tendido un cerco mitológico. A este respecto, quizá existan Desde fines del siglo xv hasta el xvn se observa el esfuerzo a veces
pocas palabras como la de "indio" que a fuerza de usarse muestren de ingenuo, a veces pérfido, a veces doloroso, de ese europeo por acomodar
manera tan evidente la batalla entre la cognición y la realidad, entre a su sistema de pensamiento los nuevos acontecimientos. ¿Fue así ver-
los intereses políticos y la utopía de la fraternidad. La historia de la daderamente o deberíamos hablar, más bien, de sus esfuerzos por aco-
idea de "indio" es la historia de la querella filosófica por hacer coincidir modar esas tierras y esos seres a su concepción del mundo? Porque hay
los buenos propósitos con la negra voluptuosidad del poder y la como- que preguntarse si su designio imperial hoy, cuatro siglos más tarde, no
didad. sigue siendo vigente. ¿Acaso América Latina no sigue siendo —para
Cuando poco antes de conceder su apoyo a la empresa de Colón le fue ciertas corrientes de pensamiento— lo que los poderes "imperiales"
presentada a la reina Isabel la Católica la primera gramática española, quieren que sea?
preguntó extrañada: "¿Para qué sirve?", a lo que respondió presto el En aquella lejana época, en el periodo de viajes de exploración, se
obispo de Ávila: "Majestad, el idioma es el perfecto instrumento del volcaron hacia las costas americanas todas las concepciones fantásticas
Imperio." 2 elaboradas anteriormente para otras regiones míticas australes y orien-
tales. Dice una canción de amor mexicana "Antes de conocerte, te ima-
giné . . . " y con el mismo espíritu, el inglés John de Holwood, en su obra
Sphaera Mundi, describía a los pobladores americanos como "seres de
SERES DE COLOR AZUL Y CABEZA CUADRADA color azul y cabeza cuadrada. . . ".4
La primera mitad del siglo xvi abunda en descripciones variadísimas
de las características de estos seres. Aun Diego de Velázquez, goberna-
Para un cierto europeo que apenas salía de la oscuridad intelectual del dor de Cuba, le encargó a Hernán Cortés que buscara a los "extraños
medioevo, la súbita aparición de tierra y seres no comprendidos en su seres de grandes orejas planas y otros con cara de perro que había
ámbito de pensamiento le produjo una fuerte disonancia cognoscitiva en los países aztecas".' Las grandes osamentas llevadas de regreso a
que se hizo más grave aún porque consideraba, apoyado en la revelación Europa hacían pensar también que se trataba de gigantes y de seres
bíblica, que su sistema cognoscitivo era el único válido y universal para con anatomías totalmente deformes según los cánones europeos.
el mundo. Con base en esto último, una determinada Europa pretendió Es difícil imaginar el espanto y el deslumbramiento que provocó para
implantar posteriormente una especie de propiedad privada intelectual ambas partes el encuentro. Los habitantes americanos, por su parte,
sobre el planeta. El hombre con mayúscula, el hombre como patriarca pensaron en un principio que hombre, caballo y armadura constituían
de la conciencia se hizo en Europa ("Dubito, ergo cogito; cogito, ergo un solo ser y también se maravillaron de los artefactos que escupían
sum"). En suma, durante largo tiempo se atribuyó que la conciencia bolas de piedra y hacían llover fuego.
siempre ha pertenecido a esa Europa. Esta creencia también fue inter Pero hubo desde el comienzo una gran diferencia en la forma en que
nalizada por las sociedades colonizadas. El asunto de si tenían o no alma, se trataban recíprocamente los precolombinos y los europeos. A los
por ejemplo, dependía del juicio que sobre ello hiciera ese inteleclo españoles los incas los llamaron "huiracochas", o sea dioses y sólo más
europeo. tarde se refirieron a ellos como "enemigos barbudos". Los mexicas tam-
De allí que en el siglo xvi, si algo no existía previamente en diclio bién se referían a ellos como "tetco" (dioses) y así sucesivamente, otros
pensamiento europeo, entonces se "descubría". Una vez "descubierto", pueblos los consideraron seres superiores. En una pieza de teatro en
para apropiárselo intelectualmente, se procedía a nombrarlo. Así Euro lengua quechua, Pizarro, a través de un traductor, responde a la alocu-
pa bautizó al continente americano y le aplicó, como era de esperarse, ción de Sairi Tupac —hijo del futuro Inca Manco TI— con estas pala-
sus propias categorías taxonómicas y analógicas. Francisco de Orel la bras despectivas:
na, creyendo haber encontrado a las aguerridas amazonas de la antigua "...Este rubio señor te dice:
Grecia en plena América del Sur, bautizó con aquel nombre el río qui- ¿qué necedades vienes a decirme,
la cruza. La gran Tenochtitlán fue llamada la "Gran Venecia" y descritos pobre salvaje?
sus canales y sus mansiones. El tiwantinsuyu incaico se convirtió en el Me es imposible comprender
virreinato del Perú. En suma —como dirían algunos investigadores— se tu oscuro idioma."
"inventó" al continente. 3
2 tos europeos en América, consultar J. M. Muriá, Sociedad prehispánica y pensa-
Citado en L. Hanke, El prejuicio racial en el Nuevo Mundo, México, Scp Se
tentas, 1973, p. 30. miento europeo, México, Sep-Setentas, núm. 76, 1973.
3 * Citado en Hanke, op. cit., p. 30.
Cf. E. O'Gorman, La invención de América... Sobre la imposición de coneep *Ibid., p. 27.
336 LOURDES ARIZIM EL " I N D I O " : MITO, PROFECÍA, PRISIÓN 337

En cambio responde Sairi Tupac, el inca que m a n d a , en tono respe testimonio del mismo desarrollo multilineal y diverso de las sociedades
tuoso: humanas.
"Barbudo, adversario, hombre r o j o . . . Y cada grupo lingüístico prehispánico, como en el resto del m u n d o ,
tampoco yo a entender alcanzo tenía tendencia a llamarse a sí m i s m o "los seres h u m a n o s " , "los hom-
éste tu. idioma." 6 b r e s " y a referirse a los demás como "los b á r b a r o s " , "los desconoci-
d o s " o, incluso, "los salvajes". Es cierto que los europeos n o son los
E n la forma quedó el crimen. Y la segunda gran derrota de los ame- únicos culpables de etnocentrismo. Los mexicas, p a r a dar un ejemplo,
ricanos fue aceptar, después del vencimiento militar, el desprecio cul- además de llamar popolocas (i.e. " b á r b a r o s " ) a los pueblos que ellos
tural. Dejaron que les q u e b r a r a n el alma. No puede uno evitar querer consideraban más a t r a s a d o s , se dieron también a la práctica —egipcia,
reprochárselos. Pero ¿tuvieron alternativa? Al parecer, el desastre bio- entre o t r a s — de reescribir la historia p a r a enaltecer su propio p a s a d o .
ecológico y las matanzas perpetradas p o r los colonizadores n o deja Asimismo, les dieron n o m b r e s n a h u a s a todos los sitios mesoamericanos
b a n resquicio alguno entre la vida y la muerte. Estremece el relato que y así los p e r p e t u a r o n los cronistas españoles. La guerra intelectual, p o r
hace un anciano, en 1531, de la decisión que ha tenido que t o m a r , en lo visto, n o tiene fronteras ni tiempos.
n o m b r e de su pueblo, entre conservar la vida y conservar el ser. El Me- Ciertos historiadores han estimado que ganada la batalla militar, los
morial del Ajusco dice así: españoles iniciaron la guerra intelectual (o g u e r r a psicológica, como
se la llama hoy en d í a ) , y que con la excepción de " n a t u r a l " y "abori-
" . . . Yo ahora les hago presente gen", todos los términos aplicados a los pobladores americanos tuvieron
que para que no nos maten, un contenido peyorativo. Por ejemplo "salvaje", "caníbal" y el de "in-
mi voluntad es que todos nos bauticemos dio" mismo, que en un principio significaba sólo "lo o t r o " en relación
y adoremos al nuevo Dios, al europeo, pero que con el tiempo fue utilizado p a r a indicar desprecio.
porque y lo he calificado El gran alegato era que los " i n d i o s " no tenían ni alma ni raciocinio. Se
que es el mismo que el nuestro.
Luego ahora, corto y reduzco nuestras tierras aducían p a r a ello razones de índole religiosa, hasta que fue expedida
yo calculo que por esta poquita tierra en 1537 la bula Sublimis Deus del p a p a Pío III que afirmaba lo contra-
quizá no nos matarán." 7 rio y q u e sostenía que " . . no pueden ser privados de su libertad por
medio alguno ni de sus p r o p i e d a d e s . . . y no serán esclavos". 8 Sin em-
bargo, en el pensamiento europeo de aquel tiempo se disputaban la
Roto el espacio intelectual de las altas culturas originarias, aquel en
primacía intelectual, la idea aristotélica de la esclavitud natural de algu-
ropeo prosiguió en su designio de inventar al nuevo m u n d o . Pero su
nos h o m b r e s y la visión cristiana que atribuía a todo ser h u m a n o
invención procedió con dificultad. Los pueblos americanos prehispám
igualdad ontológica. Naturalmente, p a r a los designios imperiales de las
eos presentaban tal diversidad de fenotipos, de adaptaciones ecoiój'i m o n a r q u í a s europeas, la falta de definición de estas ideas daba flacos
cas, de tipos de desarrollo cultural y político que d u r a n t e mucho tiempo vientos pan- sus empresas colonialistas. Hay quienes opinan que la gran
se imposibilitó la simplificación cognoscitiva inherente a cualquier coi sabiduría europea ha residido en reconocer que las ideas n o son u n
te taxonómico. a d o r n o retórico, sino a su manera un poderoso m o t o r de la historia. De
Los grupos étnicos e imperios de América habían tenido hasta enlon ahí que Carlos V se haya interesado en convocar a dos célebres pole-
ees un desarrollo paralelo al de las sociedades de Medio Oriente, Asia mistas, fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda ante
y Europa. Al igual que en aquellas regiones algunas de ellas, adaptad.r. la " J u n t a de los Catorce", en España, para dilucidar el a s u n t o de los
a ecosistemas silvícolas y desérticos principalmente, vivían como r e t o "Indios".
lectores y cazadores. Otros, en cambio, formaron aldeas agrícolas s<
dentarias diseminadas en llanuras, altiplanos y regiones m o n t a ñ o s a s . I i
nalmente, otras se constituyeron en poderosos y extensos imperios que
permitieron un florecimiento cultural de gran refinamiento. La hisioii.i
YA Ll.nC.AN AL CÍLLO LOS ALARIDOS !)]>: T A N T A SANGRK DKRRAMADA . . . "
de E u r o p a , Asia, Medio Oriente y la que se investiga en África, d.m
e
M. León-Portilla, El reverso de la conquista, México, Joaquín Morí i/, !'"•'> En \al!adol»(' , di bailo tí íuturo del mercantilismo imperial ibérico
p. 172. Ver también del mismo autor, Visión de los vencidos, México, Univci\s«i.nl
Nacional Autónoma de México, 1959. a ¡luiíii Jt < u r , t i i i , i K i , i ideológica. Si los indios eran seres infe-
7
M. Díaz Salas y L. Reyes García, "La fundación de Ajusco", Tlalocari, Vi. t. " Cit iijn i * j
México, 1970.
338 LOURDES ARIZI'I EL "INDIO": MITO, PROFECíA, PRISIóN 339

dores se justificaba hacerles la guerra y someterlos al imperio. Si no hidalgo: el dedicarse a la política y a cultivar el espíritu sin tener que
lo eran, habría que encontrar una fórmula para aceptarlos en este últi- mancharse las manos con tierra o con aserrín. "En llegando a Manila
mo en igualdad de condiciones que las que se otorgaban a los subditos —decían— todos son caballeros..."
españoles. El desenlace del debate es de sobra conocido.10 Quien tuvo
la razón intelectual fue derrotado en la batalla política. Cristalizaron, a
partir de ese momento, las dos concepciones principales sobre el "iti
dio" que aún hoy en día pueden encontrarse impolutas en algunas men DE "CACIQUES" A "PERROS"
talidades de América Latina.11 La de Las Casas —compartida con ligeras
diferencias por fray Juan de Zumárraga, fray Toribio de Benavente y
otros hispanoamericanos— considera que el indio es un ser racional cuyo En los inicios de la colonia existían los incas y los uru, los tlaxcaltecas
único pecado consiste en desconocer la verdad (cristiana), por lo que y los caribes. Los europeos difícilmente se equivocaban: sabían que no
recae en los hombros del colonizador la responsabilidad de salvarlo. Es podían equiparar los caribes nómadas a los refinados tenochcas. Ade-
el punto de partida de la ennoblecedora "carga del hombre blanco" de más^ supieron muy bien distinguir a los "señores" de los "yana" y a
siglos posteriores. Esta posición continuó y se amplificó más tarde en los "caciques" de los "macehuales". A los "principales" les otorgaron
un cierto pensamiento europeo. Por ejemplo, en las ideas de J. J. Rous de inmediato privilegios y exenciones especiales.
seau del "buen salvaje". Y puede seguirse su rastro hasta nuestros días Empero, a medida que fueron debilitándose los rasgos culturales em-
digamos, en la "ayuda" destinada a hacer salir a los países ex coloniales pezaron a hacerse difusas las identidades étnicas y, a medida que se
del subdesarrollo. incorporaron los descendientes de los caciques a la élite colonial, fue
La corriente contraria, la de Sepúlveda, ha fincado la mayor parle creándose un estamento en la estructura social virreinal claramente
de sus argumentos en el racismo, aseverando que los indios constitu identificado por su posición política y económica: la gran masa de mano
yen una "raza" con aptitudes si no físicas, por lo menos intelectuales de obra para la economía mercantil y más tarde capitalista del imperio.
inferiores a las de los europeos. 12 También nos acerca esta idea a tiempos A esta masa, que recibía el menosprecio social de los colonizadores y
recientes si recordamos, por ejemplo, el famoso artículo de A. Tensen que, frente a éstos, carecía de toda representación política (impidiéndole
de los años sesenta en que afirmaba que los negros poseen una inte defenderse jurídicamente contra un destino impuesto), se la denominó
ligencia abstracta menor que los caucásicos. Actualmente, la idea de "indios".
"raza" ha sido desechada pues ninguna justificación científica puede A lo largo de los años, fueron decayendo los términos descriptivos
reivindicar el establecimiento de diferencias entre seres humanos, .1 basados en criterios raciales tales como cambujo, zambo, tente-en-el-aire
partir de este concepto. y salta-para-atrás, hasta diluirse en el término indiferenciado de "indio".
A pesar de ello, hay quienes todavía se obstinan en creer que no lie Este término de uso corriente en el virreinato del Perú recién apareció
mos salido, en lo fundamental, de los confines de esas ideas obsoletas, en 1610, según John Murra.1'* Ciertas corrientes de pensamiento, por
y que en América Latina siguen vigentes ambas posiciones porque las cierto discutibles, han llegado a afirmar que así se consolidó la derrota
asisten a cada una razones de distinto orden: a una la razón intelectual, intelectual y que los "nuevos oprimidos" lo sabían. Y que por eso dije-
a otra la política. ron, cuando cayó Tenochtitlán:
Sin embargo, en la época colonial, para la gran mayoría de españoles
que se embarcaban rumbo al Nuevo Mundo, las razones del inteleelo "Golpeábamos los muros de adobe en nuestra
no interesaban. Ellos venían a encontrar en tierras americanas la mano ansiedad y nos quedaba por herencia una red
de obra "india", gratuita, que les permitiera cumplir con el sueño del de agujeros.
En los escudos estuvo nuestro resguardo,
10
Cf. Hanke, op. cit., y J. Friede, Bartolomé de las Casas: precursor del antit¡>
lonialismo, México, Siglo XXI, 1974. pero los escudos no detienen la desolación. . ." 14
11
L. Arizpe, Migración, etnicismo y cambio económico, México, El Colegio di
México, 1977. Ver en especial capítulos sobre grupos étnicos.
12
Y los mayas dijeron también:
Ver la excelente revisión de este concepto en: J. Pitt-Rivers, "Race in I.aiin
America: The Concept of 'Raza'", en Archives Européens de Sociologie, vol. xiv, "Castrar al sol:
pp. 3-31, 1973. Juan Comas h a sido incansable en la lucha contra el racismo.
puede consultarse toda su obra. 13
eso vinieron a hacer aquí los azules.
"El concepto de las 'razas' inferiores sirvió al Occidente blanco para su ol.m Conferencia de J. Murra, "Los grupos étnicos en los Andes", México, CISINAH
de expansión y conquista", nos dice José Carlos Mariátegui en Siete ensayos <!'• 19 de mayo de 1977.
14
interpretación de la realidad peruana, Lima, Biblioteca Amauta, 1974, p. 40. M. León-Portilla, op. cit., 1964, p. 21.
340 LOURDES ARI7.IM-
EL " I N D I O " : MITO, PROFECÍA, PRISIÓN 341
Quedaron los hijos de sus hijos,
aquí en medio del pueblo, tación, ei comercio y el gobierno. E n los países con población originaria
ésos reciben su a m a r g u r a . . . " 1 5 numerosa, los " i n d i o s " siguieron constituyendo la m a n o de o b r a de plan-
taciones, haciendas y pequeñas empresas industriales. Por ello, el tér-
Y llegan todavía los ecos de la lamentación andina: m i n o " i n d i o " no p u d o desaparecer con los pronunciamientos de los
caudillos. Ya existía p a r a entonces u n estrato socioeconómico que le
"¿Soportará tu corazón, daba contenido a ese término. Además —según ciertas opiniones— ese
Inca, n o m b r e cumplía y cumple con u n a función psicológica i m p o r t a n t e p a r a
nuestra errabunda vida la clase d o m i n a n t e : p e r m i t e atribuirles a los indios la causa d e su
dispersada, propia miseria. Y h a s t a se ha llegado a pensar que esta justificación
por el peligro sin cuento cercada, resulta especialmente necesaria en sociedades católicas que necesitan
en manos ajenas,
justificar ante sí mismas, domingo a domingo, la razón del h a m b r e y
pisoteada?" "''
la represión ejercida contra los indios y campesinos de su propio país.
Ello hizo que se extendiera el calificativo de " i n d i a " o " i n d i o " a toda
De manera muy esquemática, a fines de la época colonial, cierta con
persona pobre capaz de ser explotada o m a l t r a t a d a .
ciencia europea había pasado del a s o m b r o a la vacilación intelectual
Desprestigiado el racismo, sin embargo, fue necesario echar m a n o de
y de ésta a la decisión política. Desde entonces y en determinados ruó
otras bases s u p u e s t a m e n t e científicas para justificar la discriminación
mentos, se hizo caer sobre los h o m b r o s de algunos latinoamericanos.
"de t a c t o " dentro de un sistema de pensamiento que no la admitía "de
u n a especie de dilema hipócrita entre la buena conciencia y la realidad
j u r e " . Así, al igual que se habían utilizado ideológicamente algunas
política.
hipótesis biogenéticas para justificar el sometimiento y despojo de los
indios, se utilizaron después algunas especulaciones sobre la evolución
cultural con el m i s m o fin. Simplificando algunas teorías sobre esto úl-
timo y otorgándole un carácter de verdad a lo q u e apenas se esboza
" N O nXJSTI'N INDIOS, S I N O CIUDADANOS BOLIVIANOS"
como hipótesis, se ha afirmado que los " i n d i o s " representan culturas
atrasadas.
Es indudable que los indios poseen culturas propias d e n t r o de ¡as
Algunas versiones de la historia indican que, d u r a n t e la época coló n a l , sociedades nacionales latinoamericanas. Pero, ¿hay m e n o r distancia cul-
fue creándose una clase criolla que p r o n t o reclamó para sí los benelí í • • O' tural entre un campesino yanqui o un minero a y m a r a y u n recolector-
de la riqueza humana y natural de sus respectivos países. Se ':•- v a n cazador Tupi-Kawahib en Brasil que entre los p r i m e r o s y los campe-
taron en a r m a s puñados de hombres ilustrados que soñaron con m\i
sinos y mineros mestizos o blancos? A mi juicio, es m e n o r entre los
t a r en América el ideal de fraternidad y de igualdad que legaba !:: i- i ' 1

primeros y la sociedad nacional, que entre los grupos s u p u e s t a m e n t e


volución francesa de 178*-'.
todos "indios". Dicho de otra forma, hay menos razones desde un p u n t o
Entonces cabía d e n t r o di: ese ideal la abolí'ion d 1< i i Ln \ de vista cultural para clasificar conjuntamente a recolectadores-cazado-
redención del indio. Como consecuencia se niu'iipiM ion < < res amazónicos, caribes y lacandones con quechuas, aymarás, zapotecos
eS norte las proclamas que declaraban a iodo los i >i>! idoi y otros grupos, que p a r a clasificar a estos últimos con grupos de cul-
nuevos países, ciudadanos con iguales clerechi ¡ o'iti< o*- I '
tura nacional.
n o se denominará a los aborígenes, indios o i , m a l i s I " o <
Es cierto que c o m p a r t e n una herencia cultural prehispánica. Pero esto
y ciudadanos del Perú, con ci nombre de p "nanos di oí < "
tampoco es absoluto. Los dialectos que hablan los indígenas actualmente
cidos", declaró José de San Mallín y el inisin > c s p n i l u •-< '
en la ka ha boln <u i.m.i difieren m u c h o de los prehispánicos. Lo mismo su i n d u m e n t a r i a , sus
c o s t u m b r e s y sus espectáculos rituales y festivos. Y ¿qué p o d r í a m o s
Pasaron Jas d o i , u v , i ' i iblKa- (U la a.oit n <¡u\ < i naut \< u> <
decir de sus concepciones de la vida y el m u n d o , de sus organizaciones
e l ' s e dominante (in>!k . iib.<'o>i l -, ' ' . •<. < v i
político-sociales, de sus modos de producción, etcétera?
tidadí' poíi* K , j < i i i . i ii i 'i i u u i i n i ' i i . i ' i i '
c ;.•> !
,i ,• qiu id ' i '!(•' i" ando I- s <. > i i < Así pues, lo que los define en relación con la sociedad nacional es, en
principio, u n a cultura diferente. E s decir, una identidad cultural espe-
cífica. E n esto son iguales a los catalanes y vascos en E s p a ñ a ; a los
bretones y provenzales en Francia; a los irlandeses, judíos ortodoxos y
polacos en Estados Unidos. Pero a ninguno de estos grupos se les llama
"indios".
342 LOURDES ARIZPi: EL "INDIO": MITO, PROFECíA, PRISIóN
.W
Es evidente que el t é r m i n o de indio, p o r tanto, no solamente designa PLURALISMO CULTURAL EN AMÉRICA LATINA
u n grupo cultural específico sino u n estrato social y político c o m o lo
h a n d e m o s t r a d o S t a v e n h a g e n , 8 Bonfil, 19 Pitt-Rivers 20 y otros, respon-
diendo a ciertas inquietudes ideológicas. No solamente designa a indi- En un m o m e n t o dado, hasta se dijo que la palabra " i n d i o " debía des-
viduos que pertenecen a u n a comunidad india, que se "sienten" indios aparecer, p o r q u e se h a n agotado ya los recursos ideológicos p a r a jus-
según la famosa definición de Alfonso Caso. Designa algo m á s y n o un tificar la pobreza de las minorías. Los indios no son u n a raza diferente,
contenido simbólico o material especial, sino u n tipo de relación con ni u n a cultura atrasada, son etnias latinoamericanas que carecen de una
la sociedad nacional. Esta relación fue interpretada en su m o m e n t o —tal defensa jurídica o política ante la expoliación económica. Por ello se
como lo definió Darcy Ribeiro— como el paso del indio tribal, al indio les disputa el acceso a la educación y a la tecnología más avanzada, al
genérico. 21 Del grupo h u m a n o definido culturalmente al grupo definido m i s m o tiempo que se intenta impedir el libre curso de su desarrollo
políticamente. endógeno propio. El desprecio e incomprensión hacia sus manifestacio-
Aguirre B e l t r á n 2 2 describió esta relación de explotación económica nes plásticas, rituales y simbólicas equivale a negar la creatividad de
como un proceso de dominación en las regiones indias, proceso que todo ser h u m a n o , en todos los tiempos, en todos los ámbitos del pen-
considera irreversible al tener que desembocar en relaciones de clase samiento, entonces ¿cómo plantear el resurgimiento de las etnias la-
dentro de un contexto capitalista. Mariátegui 2 3 observó t a m b i é n esc tinoamericanas si ello implica la condena de un vigor cultural propio
proceso de sujeción del indio en el Perú, lo mismo que José María Ar —nuevo— y p o r consiguiente un " r e p r o d u c i r " de aquello m i s m o que se
guedas 2* y José Matos Mar. 2r ' reprime, p o r despreciable, por negador de la conciencia?
Yéndose al extremo c o n t r a r i o de simplificación, André Gunder F r a n k 2 " El reto es, pues, buscar; y en la b ú s q u e d a crear.
y Ricardo Pozas '" definen al indio exclusivamente en virtud de su reía En la actualidad, la palabra " i n d i o " ha sido recuperada por los indios
ción de clase social con la sociedad nacional. Pero entonces, ¿ p o r qué mismos como signo de identidad y de lucha.
hay diferencias políticas y económicas entre mineros a y m a r á s y mine
ros identificados con la cultura boliviana nacional?
En la segunda mitad del siglo xx, estas ideas han repercutido en las
acciones políticas de los estados. Cuando el gobierno boliviano a prin BIBLIOGRAFÍA
cipios de los años setenta declaró que en Bolivia n o hay indios, sino
sólo bolivianos, los a y m a r á s de la organización MTNCA preguntaron:
"entonces, ¿qué somos nosotros?". Aguirre Beltrán, G., Regiones de refugio, México, Instituto Nacional Indige-
Desde fines de los años sesenta, las políticas de aculturación han nista, 1967.
sido calificadas como "etnocidio" en el sentido de que se destruye la Arguedas, J. M., Formación de una cultura nacional indoamericana, México,
conciencia de los pueblos y se p r o p o n e actualmente como vía de verda Siglo XXI, 1975.
dero desarrollo para los grupos étnicos la autodeterminación. 2 8 Arizpe, L., Parentesco y economía en una sociedad nahua, México, Instituto
Nacional Indigenista, 1972.
18
R. Stavenhagen, Las clases sociales en las sociedades agrarias, México, Si , Indígenas en la ciudad: el caso de las "Marías", México, Sep-Setentas,
glo XXI, 1967. 1975., Migración, cambio económico y etnicismo, México, El Colegio de Mé-
19
G. Bonfil, "El concepto de indio en América: una categoría de la situación xico, 1977.
colonial", en Anales de Antropología, vol. ix, México, 1972, pp. 105-125.
20
Pitt-Rivers, op. cit. Bonfil, G., "El concepto de indio en América: una categoría de la situación
21
Darcy Ribeiro, Fronteras indígenas de la civilización, México, Siglo XXI, 1971 colonial", en Anales de Antropología, vol. ix, México, 1972, pp. 105-125.
22 Díaz Salas, M. y L. Reyes García, "La fundación de Ajusco", en Tlalocan, VI,
G. Aguirre Beltrán, Regiones de refugio, Instituto Indigenista Interamericam >,
México, 1967. México, 1970, p. 3.
23
J. C. Mariátegui, Siete ensayos sobre la realidad peruana,'Perú, Bibliolcr;< Friede, J., Bartolomé de las Casas: precursor del anticolonialismo, México,
Amauta, 1928. Siglo XXI, 1974.
24
J. M. Arguedas, Formación de una cultura nacional indoamericana, México,
Siglo XXI, 1975. Cabe destacar que la política "integracionista", practicada por ciertos gober-
25
J. Matos Mar et al., Perú, ¿país bilingüe?, Perú, Instituto de Estudios PCTM.I nantes en diferentes épocas, siempre ha tratado de incorporar a los indios a la
nos, 1975. sociedad dominante, proletarizándolos e integrándolos a las clases sociales explo-
26
A. Gunder Frank, "Sobre la cuestión indígena", mimeografiado. tadas (campesinos, obreros, etc.). Asimismo, valga recordar que esos intentos de
27
R. Pozas, Los indios en las clases sociales, México, Siglo XXI. integración a la sociedad dominante responden también a la voluntad de los go-
28
Varios autores, La situación del indígena en América del Sur, Uruguay, Mi bernantes —cualquiera sea su tendencia política— de construir la "unidad na-
blioteca Científica, 1968. Incluye la Primera Declaración de Barbados. cional".

A
344 LOURDES ARI/.l'l AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMÉRICA LATINA

Hanke, L., El prejuicio racial en el Nuevo Mundo, México, Sep-Setentas, 1973. RENE DEPESTRE
León-Portilla, M., Visión de los vencidos, México, Universidad Nacional Aulo
noma de México, 1959.
, El reverso de la Conquista, México, Joaquín Mortiz, 1964.
Mariátegui, J. C, Siete ensayos sobre la realidad peruana, Perú, Biblioteca
Amauta, 1928.
Matos Mar, J., Perú, ¿país bilingüe?, Perú, Instituto de Estudios Peruanos,
1975. I, too, am America.
Muría, J. M., Sociedad prehispánica y pensamiento europeo, México, Sep LANGSTON HUGHES
Setentas, 1973.
Murra, J., Formaciones económicas y políticas del mundo andino, Peni, Iris . . . saberse negro mientras aplaude el bulevar,
tituto de Estudios Peruanos, 1975. y frente a la envidia de los blancos hablar en
Pitt-Rivers, J., "Race in Latín America: ihe Conccpt of 'Raza'", en Archive. negro de verdad.
Européens de Sociología, vol. xiv, pp. 3-31. NICOLÁS GUILLEN
Ribeiro, D., Fronteras indígenas de la civilización, México, Siglo XXI, 1974
Spalding, K., De indio a campesino, Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Moins le blanc est intelligent plus le noir lui
1974. parait béte.
Stavenhagen, R., Fas clases sociales en las sociedades agrarias, México, ANDRÉ GIDE
Siglo XXI, 1967.
Varios autores, La situación del indígena en América del Sur, Uruguay, Hi Tout humanisme est dérisoire qui ne se pro-
blioteca Científica, 1968. pose pas pour premier objectif de mettre
Villoro, L., "El concepto de ideología", en Plural, abril de 1974, pp. 27-34. hors-la-loi le racisme.
ÉTIEMBLB

1. ¿QUÉ ES EL NEGRISMO?

Esta p a l a b r a no figura en el diccionario Larousse ni en el Robert (entre


"négrillon" y " n é g r i t u d e " ) . Como ideología, el negrismo se funda más
bien en hechos de creación literaria que en u n cuerpo de doctrina o
u n sistema estético m á s o menos coherente. No existen leyes ni reglas
del negrismo a p a r t i r de las cuales pudiera deducirse u n código particu-
lar o universal, europeo o americano. Si considerásemos las realidades
espirituales que dicha palabra abarca, nos sentiríamos m á s inclinados
a hablar de productos que de principios negristas. Parece ser, además,
que en América Latina el negrismo prosperó m á s en la poesía que en la
novela, el teatro o las artes plásticas. Las primeras aplicaciones de la pa-
labra d a t a n de los años 20 del presente siglo, a u n cuando las produc-
ciones " n e g r i s t a s " se r e m o n t e n a m u y atrás en el p a s a d o del Occidente.
Ni en América Latina ni en E u r o p a h u b o teórico alguno que i n t e n t a r a
erigir el negrismo en concepto metafísico u ontología (ni aun en estética
p a r t i c u l a r ) , como hubieron de hacerlo desvergonzadamente los "negró-
logos" con el concepto de negritud, integrándolo, a t a m b o r batiente, a
la aventura etnológica de los imperios occidentales. No h a habido nadie,
hasta donde estamos enterados, que haya llegado a afirmar que el ne-
grismo, a d e m á s de las artes y las letras, abarca igualmente costumbres,
ciencias y técnicas. Nadie ha sostenido que el negrismo es "hijo de la
[345]
RENE DEPESTRI AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMÉRICA LATINA
346 347

raza, la geografía y la historia", ni lo h a asociado a los modos de sentir, cas y las letras negristas. Ningún poeta, novelista o pintor célebre h a
soñar, p e n s a r y actuar de u n grupo de tipos sociales específicos. sido invitado a capital alguna p a r a d a r derecho de ciudad al negrismo.
E n t r e los h o m b r e s a quienes se puede considerar p o r derecho propio Tampoco h a suscitado dicho fenómeno muchos estudios, tesis o mo-
como animadores del movimiento negrista, tanto en arte como en li- nografías universitarias. Raras son también las obras de síntesis q u e
teratura, e n c o n t r a m o s a m á s blancos que negros. Los descendientes de le h a n sido dedicadas. La m á s i m p o r t a n t e , sin lugar a dudas, es el libro
africanos n o habían a ú n comenzado a "hablar en negro de verdad", a de Mónica Mansour. 1
producir en sus respectivos países u n a literatura de identificación, para
expresar desde adentro las desdichas, verdades y esperanzas de la "con-
dición negra" en América, cuando ya existían en Occidente hechos lite
rarios derivados de un negrismo "avant la lettre"; es decir, de un modo 2 . CONTEXTO SOCIOHISTÓRICO DEL NEGRISMO
evolutivo de representación del alricano y sus descendientes americanos
en las letras y las artes de las sociedades imperiales. Si definiésemos
al negrismo como el "conjunto de valores de la civilización —culturales, Al esbozar u n a historia del negrismo en América Latina, resulta inevita-
económicos, sociales, políticos— tales como éstos se manifiestan en la ble considerar el pasado del propio fenómeno en Europa, si lo juzgamos
vida y las o b r a s de los negros", caeríamos en una mistificación ideólo como el conjunto de imágenes variables que, a través de los estereoti-
gica tan grave como la que consiste en d a r semejante definición al con- pos del racismo, h a n ido formándose sobre los hombres negros. Antes
cepto de negritud. de constituir un movimiento de vanguardia o de suministrar elementos
El negrismo no constituye una doctrina literaria o artística ni una vanguardistas al arte y la poesía m o d e r n a (cubismo, fauvismo, futuris-
cultura en el sentido q u e el antropólogo da a dicho término, es dech , mo, modernismo, posmodernismo, modernismo brasileño, movimiento
una escala de valores comunes a u n a etnia o a un conjunto de etnias Dada, surrealismo, etc.) el negrismo se encontraba presente, bajo sus
que constituirían su unidad. El negrismo no es tampoco una declaración formas primitivas (cuentos de hadas, relatos de viajes, textos negrófo-
de identidad lanzada p o r los propios descendientes de africanos. Sus bos), en los escritos de viajeros, geógrafos y capitanes negreros. Durante
expresiones se encuentran agrupadas bajo múltiples nombres: arte ne- el siglo de las Luces encontramos huellas del m i s m o fenómeno en escri-
gro, novela negra, poesía negra, poesía alroamericana, poesía mulata, tores profesionales y en toda clase de textos burlones o enternecedores,
poesía negroide, literatura africanoide, poesía indomulata; denomina hasta llegar al romanticismo abolicionista y paternalista. Tras la abo-
ciones éstas que, lejos de resultar inocentes, sirven por el c o n t r a r i o de lición de la esclavitud en el siglo xix, h a b r á de manifestarse u n a nueva
vehículo a una jerarquía muy sutilmente racista. Tales denominaciones, promoción de la imagen del negro, que se expresará de diversos mo-
por muy bien intencionadas que pudieron haber sido quienes las em- dos, de u n a sociedad a otra. E n Estados Unidos surgirá la literatura
de la reconstrucción, menos denigrante que la que la había precedido,
pleaban, establecían insidiosamente un nexo de causa a electo entre
sobre todo después de La cabana del Tío Tom de E. B. Stowe. Pero la
cierto color de piel y la expresión poética, novelesca y plástica.
tradición de la plantación h a b r á de mantenerse algún tiempo hasta que
Ningún doctrinario, p o r otra parte, ha concebido la fantasía de con-
las inteliguentsias negras tomen p o r sí mismas la palabra. Surgirá el
siderar diversas corrientes de " p a n a l r i c a n i s m o a m e r i c a n o " (Silvester
negrismo de los escritores blancos del Viejo S u r como Thomas Dunn
Williams, W. E. B. Du Bois, Georgc Padmore, Marcus Garvey, P. I. R. English, - Irwin Russel, Joel Chandler Harris, T. N. Page, A. C. Gor-
James, etc.) como proyecciones políticas del negrismo. De igual forma, ya don, etc.; toda u n a literatura idílica de la plantación, que habría de con-
en otro orden de ideas y hechos, resultaría erróneo hablar de "panne- vertir a los negros en bufones de la historia norteamericana. Se t r a t a aquí
grismo" con relación a Papá Doc (Francois Duvalier) y a su fantástica del m i s m o negrismo que a n i m a b a los espectáculos de ministriles y
escuela histórico-cultural, "los Griols". La ideología de dicha "escuela" saltimbanquis que se ennegrecían el rostro con corcho q u e m a d o antes
terrorista de estado constituye m á s bien una de las dramáticas inver- de su e n t r a d a en escena. 2 E n la literatura, a u n en América Latina, an-
siones de la "negritud", t r a n s m u t a d a en "concepto-hospital" y conver- tes de la llegada de Du Bois, Langston Hughes, Claude McKay, Countee
tida en u n a forma negricida de "fascismo de subdesarrollo" en el seno Cullen, Price-Mars, Jacques Roumain, Émile Roumer, Jean F. Brierre,
de u n a sociedad haitiana en plena crisis de regresión colonial. El ne- Nicolás Guillen, Regino Pedroso, Césaire, Damas, etc. (aparte de las
grismo, p o r último, n o h a constituido j a m á s , ni en arte ni en literatura, obras de Luis Palés Matos, Emilio Ballagas, Manuel del Cabral, Jorge
un movimiento bien estructurado, sino un c a m b i a n t e estado de espíri- de Lima, etc., quienes representan a veces "felices m o m e n t o s de since-
tu y sensibilidad con respecto al destino histórico del África occidental
y sus h a b i t a n t e s d e p o r t a d o s hacia las Américas. El negrismo n o ha 1
Mónica Mansour, La poesía negrista, México, Era, 1973.
2
dado lugar a manifiestos, coloquios, seminarios, congresos. N o h a exis- Jean Wagner, Les poetes négres des Etat Unis, París, Istra, 1963. Leroi Jones,
tido u n festival regional, interamericano o mundial de las artes plásti Le peuple du Mués, París, Gallimard, 1968.
348 RENE DEPESTRH AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMERICA LATINA 349
ridad"), la poesía negrista, p o r lo general, despide m á s o menos u n olor elogiar a los h e r r e r o s mandingas p o r los objetos maravillosos q u e és-
a corcho q u e m a d o . En Brasil tenemos el caso de poetas descendientes tos eran capaces de extraer del oro. Pero hasta Schweinfurth y Frobenius,
de africanos que han llegado a lograr u n a hermosa maestría de sus me- el e u r o c e n t r i s m o que p r e d o m i n a b a ya en los países que forman "el cabo
dios de expresión, p e r o q u e no manifiestan en sus escritos las c o n t r a extremo del Asia" n o permitía considerar como a r t e u n a s producciones
dicciones entre lo que se denominaba "clase y raza" que han d e t e r m i n a d o con características tan diferentes a las de las culturas grecolatinas. En
la vida del país: Luis Gama, Tobías Barreto, Cruz e Souza y, antes que las colecciones de los ricos aficionados al arte, éstas constituían, al
éstos, Manuel de Silva Alvarenga y Francisco Octaviano. Éstos tienen decir de Leiris, m e r a s "curiosidades" exóticas. N o obstante, d u r a n t e el
a sus homólogos en Cuba en poetas de talento como Juan Francisco último cuarto del siglo xix las cosas t o m a r o n nuevo giro. E n 1879 se
Manzano y Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido). No sucede otro creó en París el m u s e o etnográfico de Trocadero. Algunos años m á s
tanto con el poeta colombiano Candelario Obeso, en quien se advierte t a r d e se dedicaron varias exposiciones al arte africano: Leipzig (1892),
ya una preocupación, todavía tímida, por la b ú s q u e d a de una identidad. Amberes (1894), Bruselas (1897), Dresde (1903). A comienzos del si-
Hay que señalar que d u r a n t e el siglo xix, en el hemisferio occidental, glo xx, autores alemanes e ingleses " d e s c u b r e n " todo el antiguo a r t e del
sólo en Haití podía encontrarse una inteliguentsia de h o m b r e s negros Benin (F. von Luschan, Read, Dalton, Pitt-Rivers, etc.) a consecuencia
que dedicaran en ensayo, poesía, teatro, novela e historiografía, obras de una expedición militar británica que h u b o de saquear los tesoros de
de valor a la "rehabilitación de la raza negra". Ya en 1885, Antenor la ciudad y trasladó hacia los museos de Londres y de Berlín cerca de tres
Firmin 3 se hallaba en estado —al igual que sus colegas Edmond Paul, mil o b r a s de a r t e en marfil y bronce. 5 A p a r t i r de entonces, e n t r e el
Louis Joseph Janvier, Hannibal Price— de poder combatir con argu- nuevo r e p a r t o del m u n d o , la nueva ola de colonización imperialista y
mentos decisivos las tesis de Gobineau, Quatrefages, Lapouge y demás
la m i r a d a etnológica del Occidente cristiano, se consolida u n proceso, ya
ideólogos racistas, en lo referente a "la desigualdad de las razas hu-
esbozado desde el siglo x v n , de relaciones recíprocas de expresión. El
manas".
conocimiento antropológico del África, de su arte, de sus culturas, sus
Sin embargo, en Europa, por- la misma época —y como respuesta a etnias —así como sus aportes a la formación de las sociedades mestizas
la ofensiva de las teorías seudocientíficas que a c o m p a ñ a b a n el Congreso de América— h a b r á de p a s a r m á s o menos directamente al servicio del
de Berlín (1885) en el que tres o c u a t r o imperios procedieron a un nue- etno-eurocentrismo de los imperios m o d e r n o s de Occidente. Se asistirá
vo reparto del m u n d o — , George Schweinfurlh (1836-1925), precediendo cada vez m á s al nacimiento de u n a desproporción de tipo colonial entre
a Leo Frobenius en el sendero de la revalorización del África, había el conocimiento que adquiere la antropología de las sociedades africanas
publicado u n a obra sobre las culturas africanas. Mucho tiempo antes y americanas y los mediocres resultados que extraen los pueblos de los
que estos dos pioneros alemanes, en repetidas ocasiones y ya desdi- acuciosos trabajos emprendidos en el terreno. Pero esta dialéctica que
fines de la Edad Media, había llegado al conocimiento de E u r o p a la enlaza históricamente al eterno dúo colonialismo-antropología y que con
noticia de que existían culturas y civilizaciones en África occidental. 4 Ya frecuencia actúa en un sentido imprevisto, inverso, h a b r á de d a r lugar
en 1470, un viajero portugués había vendido a Carlos el Temerario unas a fenómenos de interculturación. Prodújose este hecho p o r p r i m e r a vez
piezas escultóricas en m a d e r a provenientes del oeste africano. Quin,•<• en E u r o p a cuando el descubrimiento de las a r t e s escultóricas de África
años más tarde, en 1486, o t r o portugués, Diego Cao, había adquirido en coincidió con la crisis del impresionismo y demás m o d o s m á s o menos
el Congo unas estatuillas de marfil. A comienzos del siglo XVT, Fernando,
figurativos y naturalistas de expresión. Expresionistas, fauvistas y —es-
archiduque del Tirol, poseía trompas de marfil provenientes de un pa¡s
pecialmente— cubistas, deseosos de explorar nuevas formas de creación
africano. E n 1527, Francisco T p u d o apreciar en casa de u n o de sus
plástica, se encargaron de integrar a sus propias b ú s q u e d a s las experien-
amigos, Patricio de Dieppe, ciertas estatuillas de marfil igualmente oriim
cias africanas en m a t e r i a del arte. Aun antes de la p r i m e r a guerra mun-
das de la Nigricia. Michel Leiris relata asimismo que en el siglo xvn
dial, la relativa influencia del África h a b r í a de extenderse también al te-
u n padre jesuíta, Athanasius Kircher, fundó en Roma un m u s e o e1i¡->
gráfico —el primero quizás de E u r o p a — en el cual se exhibían obras r r e n o de la poesía, la novela y la música. J u n t o con el conflicto que
de arte del Bajo Congo. En el propio siglo, el geógrafo holandés Dapper, revelara al m u n d o la radical i n h u m a n i d a d del capitalismo, u n a crisis
luego de u n a visita al Benin (en el reino del Danomey) h u b o de r e f e r i r r sin precedentes comenzó a socavar la conciencia y la sensibilidad eu-
con admiración, a su regreso, a los bajorrelieves en bronce que lo ha ropeas. Aspirando a u n a nueva identidad, artistas y poetas se volvían
bían cautivado en el palacio de los príncipes dahomeyanos. En e! a al " a r t e negro", al jazz, a los blues, a los bailes de los E s t a d o s Unidos
gio XVIII, t o c a r á al viajero y médico escocés Mungo P a r k (1771-1806) > I y el Caribe en b u s c a de sensaciones y emociones. P o r la m i s m a época,
paralelamente a este interés de los intelectuales de E u r o p a , subían al
3
4
Anterior Firmin, De l'égalité des races hume-ims, París, Pichón, 1885.
Michel Leiris y Jacqueline Delange, Aftiqíse Noirc: ¡a c-éation plasticiuc, !'. •• 0
Denise Paulme, Les sculptures de l'Afrique noire, París, Presses Universitaires

1
Gailimard, 1967. de France, 1956.
350 RENE DEPESTRF. AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMERICA LATINA 351

escenario del arte y la literatura las inteliguentsias negras, decididas, mera vista, y no puede por tanto reducirse a una simple moda, a un
como habría de decir Nicolás Guillen, a "hablar en negro de verdad". auge pasajero, a una "crisis negra" más o menos articulada a las preo-
Además del caso de Haití, donde este despertar de las mentes se prolon- cupaciones estéticas de las vanguardias artísticas o literarias del siglo.
gó de los años 1875 a 1910 (con Firmin, Janvier, O. Durand, Massillon Desde un cierto punto de vista el fenómeno negrista se encuentra pro-
Coicou, Frédéric Marcelin, Fernand Hibbert, Justin Lhérisson, etc.), en fundamente ligado a la aventura histórica del capitalismo. Su explicación
los Estados Unidos, Du Bois, James Weldon Johnson, Alain Locke y Paul deberá buscarse tanto a través de la economía, la sociología y la psico-
Laurence Dunbar, íntimamente ligados al pueblo del jazz y el blues, logía como las propias influencias recíprocas que ejercieron los "factores
preparaban el clima de renacimiento en el que habría de florecer, algu- de clase y de raza" en la historia de la trata y la colonización. Si bien
nos años más tarde, la generación de Langston Hughes, Countee Cullen, en las vanguardias latinoamericanas o europeas el negrismo no expresó
Sterling Brown, Claude McKay, Richard Wright, etc. Tanto en Estados desde adentro las dramáticas contradicciones engendradas en la vida
Unidos como en las Antillas, los grupos intelectuales "de color" acogie- de los negros por el término conjunto "clase/raza", sí hubo de señalar
ron favorablemente la etnología que comenzaba a arrojar nueva luz una ruptura con la representación de la "condición negra" que encon-
sobre las realidades negras. Igualmente informados de las investigacio- tramos en la tradición literaria francesa 7 o española; en las literaturas
nes de los etnólogos, los intelectuales blancos de vanguardia llegaban de la plantación colonial; en las crónicas de negreros de toda índole; en
a una especie de reconocimiento tímido, matizado de humor, ironía y la poesía romántica y costumbrista. Hasta la aparición del negrismo
divertido humanitarismo en lo referente al valor del aporte africano al latinoamericano o europeo, el personaje del negro resultaba esencial o
metabolismo de las identidades latinoamericanas. Ya desde 1892, Rubén invariablemente burlesco, fabuloso, mítico, decorativo, bucólico; es de-
Darío hará del negrismo uno de los elementos estéticos que habrá de cir, siempre falso, peyorativo, desvalorizado. A partir del negrismo con-
encontrarse en todas las etapas de evolución del modernismo y el pos- temporáneo, paralelamente al propio cimarronaje cultural practicado
modernismo," sin lograr alcanzar por ello la premonición y la madurez por las "inteliguentsias negras" con respecto a imágenes que el viejo
ideológicas de José Martí, quien fuera el único intelectual "blanco" de espejo "blanco" ofrecía del destino de sus pueblos, se comenzó (dentro
América Latina en plantear, tanto en su poesía como en sus ensayos, los del marco general de la Revolución de octubre y la descolonización) a
elementos de una antropología liberada de todo sentimiento de condes desracionalizar las relaciones sociales (la esencia humana en sus fun-
dencia o paternalismo frente a la herencia africana de nuestras socie damentos históricos) y a descolonizar las trampas semánticas fabricadas
dades. No podemos decir otro tanto con respecto al negrismo de los por la semiología colonial con las contradictorias nociones de "blanco"
demás modernistas o posmodernislas: Diego Vicente Tejera, Manuel y "negro" para designar tipos sociales brotados del modo de produc-
Serafín Pichardo, José Manuel Poveda, Jorge Luis Borges, Alfonso Re ción esclavista y de las relaciones sociales entre amos y esclavos de la
yes, Felipe Pichardo Moya, Andrés Eloy Blanco, José Juan Tablada, Jorge plantación.
Carrera Andrade; ni tampoco con respecto al negrismo que, de forma No hay que ir más lejos para buscar los complejos orígenes de las
efímera las más de las veces, hubo de fecundar más tarde las obras de- imágenes deformadas que el Occidente hubo de formarse del África y
Miguel Otero Silva, I. Pereda Valdés, J. Z. Tallet, Ramón Guirao y tantos su pasado, así como de la historia trágica que comenzara para hombres
otros poetas y escritores que en sus creaciones concedieron al "tem.i y mujeres con la trata y dispersión por tierras americanas. Una encues-
negro" un sitio bajo el sol. Esta misma observación resulta válida con ta similar a la que admirablemente llevara a cabo Hoffman en Francia,
relación a los liberales blancos norteamericanos que, por los años 20, conducida de modo análogo en Inglaterra, Holanda, España y Portugal,
añadieron una "cuerda negra" a sus arcos: Eugene O'Neill en sus obras permitiría formarse una visión completa de la presencia caricaturizada
The emperor Jones (1920) y All God's chillun got wings; Waldo Frank del hombre africano del oeste y de sus descendientes americanos, en las
{Holiday, 1923); Sherwood Anderson (Dark laughter, 1925); Cari Van diversas manifestaciones de la weltanschauung occidental. Semejante es-
Vechten (Nigger heaven, 1926) y otros, quienes confundiendo después tudio de conjunto realizado para el caso de Europa constituiría un punto
de la guerra la crisis del sistema capitalista y la crisis de la civilización ;i de partida de semejantes trabajos de síntesis referentes a la historia
secas, continuaron viendo en los negros (con su música, sus cantos, sus americana de los estereotipos raciales. Si bien es cierto que mitos, su-
bailes, su literatura oral y escrita), a los "bons sauvages" capaces di- persticiones y fetiches del color de la piel tienen raíces muy antiguas
ofrecer "un suplemento de alma" a un Occidente fatigado de sus propias en la religión, los sistemas totémicos y de clanes y en el simbolismo
conquistas mecánicas. ocultista y místico de los colores, el racismo, tal como lo conocemos,
Sin embargo, la cuestión del negrismo en la historia de las artes y constituye una superestructura congénita del capitalismo. Este proceso
las letras resulta mucho más compleja de lo que pudiera parecer a pi i de fetichización de las relaciones sociales y los productos del trabajo-
8 7
Mónica Mansour, op. cit., pp. 107-130. Lcon-Frangois Hoffman, Le négre romantique, París, Payot, 1973.
352 RENE DEPESTHI AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMERICA LATINA 353

h u m a n o es el que ha sido llevado al plano de las relaciones "raciales", lógica que h a b r í a de e s t r u c t u r a r la falsa conciencia de la E u r o p a "cris-
en un m a r c o colonial, e n t r e los amos " b l a n c o s " de E u r o p a y los esclavos tiana y b l a n c a " y los desesperados estados de conciencia de los hijos de
" n e g r o s " de África. Al igual que en sus demás expresiones históricas, el u n África " p a g a n a y negra". A p a r t i r de tales arquetipos, vilmente pla-
capitalismo h a invertido los órdenes de las apariencias y la esencia de tónicos, del m o d o de relaciones fetichizadas de la esclavitud, surgirán
los hombres, así como las relaciones "raciales" y sociales, haciendo todas las variantes burlescas del negrismo de plantación. E n u n polo, la
de uno y otro color (el blanco y el negro) carentes de toda significa retórica negrófoba dirá al hablar de los negros que "la n e g r u r a de su
ción en sí mismos, ni p a r a bien ni p a r a mal, criterios de evaluación y color refleja la de su a l m a " . En el polo opuesto, las letras negrófilas
jerarquización de las relaciones h u m a n a s . De este m o d o se ha llegado dirán que "¡sus cuerpos son negros, pero tienen el alma inmaculada
a enmascarar la jerarquía social de clase con las apariencias de una de los blancos!". En t o r n o a a m b o s modelos igualmente coloniales ha-
jerarquía racial, dentro de las sociedades coloniales. Sin los fundamen b r á n de t o m a r cuerpo proverbios tales como " b l a n q u e a n d o a u n negro
tos socioeconómicos de esta denigrante mutación de identidad, la le se pierde el j a b ó n " , o fórmulas antillanas, brasileñas, americanas, p a r a
yenda tradicional del diablo " n e g r o " en la iconografía cristiana, el preste "limpiar o sangue", " a d e l a n t a r la raza", m e j o r a r el "pelo m a l o " y demás
Juan, el mito bíblico del hijo de Cam y demás supersticiones del más manifestaciones del tercer sistema de señalización inventado en la época
remoto pasado no habrían p e r d u r a d o , como ha sido el caso con los colonial. . .
clisés forjados por la colonización m o d e r n a en lo referente al color de Bajo su aspecto burlesco, el negrismo, temperado p o r juicios pintores-
los h o m b r e s . La trayectoria literaria del negrismo ha seguido, pues, el cos, resulta cosa común a todo el siglo de o r o español y al siglo de las
triangular itinerario del comercio de la economía esclavista. Dicho p r o Luces en Francia. La antropología m á s o menos filantrópica de la Enci-
yecto va de la superstición a la razón, de la estupidez a la sabiduría, del clopedia mezclará la palabra protectora de los filósofos con los argu-
odio de clases a la simpatía, de la obsesión mórbida, fetichista, a la mentos seudocientíficos de los sabios y los retratos decorativos o bucó-
desenajenante solidaridad h u m a n a , y tiene sus reflejos y representaciones licos de sacerdotes y viajeros. En el siglo XVIII la evolución del negrismo
en las artes y letras del m u n d o . No ha sido el negrismo una de las pa h a b r á de desembocar en un tono que —al decir de L. F. Hoffman— se
siones de fines de la E d a d Media y el Renacimiento. El "buen salvaje adelanta a las técnicas m o d e r n a s de la guerrilla anticolonialista. Se t r a t a
n e g r o " como tal no existía en la conciencia y la sensibilidad de tales aquí del negrismo de c o m b a t e del a b a t e G. T. Raynal, 9 quien encomia
épocas. En aquel entonces, todavía se imaginaba al africano bajo for la revuelta d e negros c i m a r r o n e s de Jamaica c o n t r a t r o p a s inglesas:
m a s fabulosas, aun después de los grandes viajes de descubrimiento:
Gaspar, el rey mago de la Biblia; el preste Juan de Etiopía; el eterno Así, tarde o temprano, habrá de vencer siempre sobre tropas numerosas,
hijo de Cam y demás fantasías debidas a la ignorancia de la geografía aguerridas y aun disciplinadas, un pueblo desesperado por la atrocidad de
No puede hablarse del negrismo de un Rabelais, un Montaigne o los poe la tiranía o la injusticia de la conquista, si tiene el valor de sufrir hambre
tas de la Pléyade, pero sí podemos hacer ya referencia a un negrismo antes que el yugo, si sal>e aunar al horror de ser esclavo la resolución de
en Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Lope de Rueda, Luis Quiñones de morir; si prefiere ser borrado del número de los pueblos antes que engrosar
Benavente, Shakespeare, Blake, los ingenios del siglo de las Luces, Cha el de los esclavos. Ceda tal pueblo la llanura a la multitud de las tropas, a
teaubriand, sin hablar del "negro r o m á n t i c o " propiamente tal. 8 Antes los traeres de armas, al provisionamiento de víveres, municiones y hospi-
de la aventura de la t r a t a , la palabra negro aplicada a un ser h u m a n o tales, y retírese al seno de las montañas sin equipaje, techo ni provisiones: la
("négre") no existía. Para la Edad Media, el africano del este —al igual naturaleza sabrá nutrirlo y defenderlo. Permanezca allí durante años si ello
que el del oeste— es un m o r o , un etíope, un ser h u m a n o de u n a geogra fuere necesario, para esperar a que el clima, el calor, la ociosidad y la intem-
perancia hayan devorado o consumido los numerosos campamentos extran-
fía misteriosa p o r c u a n t o resultaba desconocida. Cuando" comenzó a jeros que no tienen ni botín que esperar ni gloria que cosechar. Descienda
hablarse de h o m b r e s negros, no existía matiz peyorativo alguno que a veces, con los torrentes, a fin de sorprender al enemigo en SLIS propias
acompañara a tal calificativo. De igual modo, al imaginarlos, en plena tiendas y devastar sus filas. Sepa desafiar por último los injuriosos nombres
fábula, en m e d i o del oso, el centauro y el mono, se estimaba que su de bandido y asesino que habrá de prodigarle sin cesar una gran nación, lo
color diferente n o resultaba derivación de alguna maldición divina o de suficientemente cobarde como para levantarse enteramente en armas con-
u n a inferioridad congénita, sino que e r a simplemente el resultado de la tra un puñado de cazadores y lo suficientemente débil como para no poder
"cercanía con el sol" y de las "virtudes secretas" del aire de África. El vencerlos. Tal fue la conducta de los negros con los ingleses.
negro ("négre"), con su connotación peyorativa, su semiología soma
tica, su "esencia inferior", su señalización tenebrosa, h a r á su aparición
en las "literaturas n e g r e r a s " como resultado de la doble reducción mi lo
9
Guillaume T. Raynal (1713-1796), Histoire philosophíque et politique des éta-
8 blissements et du commerce des Européens dans le deux Indes (1770), citado por
Léon-Francois Hoffman, op. cit., pp. 49-98. Mónica Mansour, op. cit., pp. 31-5S L.-F. Hoffman, op. cit., pp. 97-98.
354 RENE DEPESTKI AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMERICA LATINA 35.S

Este texto negrista guarda una doble relación con la ideología que. nos que t a n t o preocupó en los años 70, es decir, de los singulares m o d o s
ocupa en este pequeño estudio. Se refiere al cimarronaje de un pueblo de ser, sentir, soñar, pensar y a c t u a r de nuestros pueblos, y de los tipos
del Caribe y nos trae a d e m á s a la m e m o r i a que esta Historia. . , de las sociales que los integran, al sur del Río Bravo. Ante todo delimitemos
dos indias era, a fines del siglo x v m , en vísperas de dos grandes revo- brevemente las fronteras que separan al negrismo europeo del negrismo
luciones m o d e r n a s (la francesa de 1789 y la haitiana de 1791-1803), el latinoamericano.
libro preferido del héroe nacional de Haití, Toussaint Louverture. Éste El negrismo en E u r o p a , a p a r t e del hecho sociológico de h a b e r ejer-
no se contentó solamente con aplicar al pie de la letra las enseñanzas cido u n a notable influencia en el "savoir-vivre" de las gentes ("en el
del enérgico historiador negrófilo; Toussaint supo además Iransformai amplio sentido de a r t e de ¡a vida, forma de poseer gusto p o r la vida
las bandas de esclavos, a quienes sus enemigos daban el olensivo noni y poner a r t e en ello", M. Leiris) ha desempeñado fundamentalmente un
bre de "negros cimarrones", en un ejército aguerrido, disciplinado, di- i m p o r t a n t e papel en las artes plásticas. En poesía h a b r á de influir desde
liberación nacional. Supo pasar del negrismo de la filosofía iluminisla bastante lejos a Guillaume Apollinaire, con sus "fetiches de Guinea y
a una acción colectiva, revolucionaria, de identificación del pueblo hai Oceanía" y sus "cristos inferiores de oscuras esperanzas"; Blaise Cen-
tiano en la historia y la sociedad. Tal es, mutatis mutandis, la diferencia drars, en su Anthologie négre (1921); Tristan Tzara, con su texto de la
que advertimos entre el negrismo, tal como se manifiesta en el cubis revista Sic (1917) y sus subversivas declaraciones dadaístas; Philippe
mo, el dadaísmo, el expresionismo, el surrealismo, o en el terreno más Soupault y su novela Le négre (1926); Paul Morand en sus personajes
general de la organización del tiempo libre europeo, en el modernismo, sensacionalistas: Magie noire (1928) e Hiver caraiba (1929); André Gide
el posmodernismo o en todo otro vanguardismo latinoamericano poi en su polémico y anticolonialista Voyage au Congo (1929); Darius Mil-
una parte y por otra la "literatura de identificación", fenómeno para h a u d con su música p a r a el ballet " d e inspiración negro-africana" La
lelo al negrismo, tal como se advierte en las obras de Nicolás Guillen. création du monde (1923), sin c o n t a r los trabajos de los etnólogos Fro-
Jacques Roumain, Langston Hughes, Aimé Cesa i re, ( l a u d e McKay, Léon benius, Delafosse, G. Hardy, etc., y la acción de revistas de a r t e y
Damas, Regino Pedroso, Paul Nigei, Jean F. Brierre, Guy Tirolien, Adal galerías de exposiciones. En París, Munich, Londres, Amsterdam, Bruse-
berlo Orí i/, Countee Cullen, Sterling Brown, e l e , quienes desde aden las, etc., el "arte n e g r o " fue sobre todo cosa de pintores y escultores
t r o y a p a r t i r de las experiencias existenciales del " g r u p o c l a s e / r a z a " de europeos (Jacques Lipschitz. y o t r o s ) . Si bien no constituyó, según votos
la historia americana, renovaron de pies a cabeza la imagen de los des del aticionado al arte Paul Guillaume, "la esperma vivificadora del si-
cendientes de esclavos africanos en los contextos respectivamente nació glo xx espiritual", tampoco fue la "crisis negra" que saludara Jean Coc-
nales de las letras de sus países. Es la diferencia existente entre una teau en 1920 en la revista Action. Según palabras de Michel Leiris, el
simple cinta decorativa y una cinta de dinamita; el salto cualitativo negrismo demostró en dicha p r u e b a h a b e r sobrepasado con mucho
que media entre una empresa de cimarronaje cultural, especie de gue cuanto hay de superficial y efímero en una simple "crisis". 1 '
rrilla poética alentada por descendientes de negros cimarrones, y !a•• Algunos pintores (Kandinsky, Franz Marc, etc.) se inspiraron en el
declaraciones de identidad generosamente formuladas a favor suyo poi "contenido emocional y místico" que advirtieron en el " a r t e negro";
escritores "blancos", en un tribunal de restauración de la herencia alri otros (Vlaminck, Modigliani, etc.), sin profundizar las lecciones de arte
cana y de los derechos del hombre americano de piel negra o mestiza escultórico de África, retuvieron del m i s m o el a p o r t e p u r a m e n t e esti-
Entre a m b a s experiencias poéticas e n c o n t r a m o s la distancia que separa lístico; p o r último, un tercer grupo de grandes artistas (Picasso, Bra-
los juegos creadores de Ariel y los grandes trabajos creadores de Ca que, Matisse, Derain, Juan Gris, Léger, etc.) fueron quienes más pro-
libán...10 fundamente reflexionaron sobre "la convergencia entre el arte africano
y el arte occidental" en el plano formal y sobre la ayuda que iba a
a p o r t a r el primero al segundo, d e n t r o del m a r c o de u n apasionado
deseo de renovación de los modos tradicionales de construcción y figu-
3 . BREVE INTENTO DE REEVALUACIÓN DEL NEGRISMO ración plásticas que caracterizó a cubistas, fauvistas, expresionistas y
demás artistas de la vanguardia artística de aquellos años.
E n América Latina, el negrismo h u b o de e n c o n t r a r terreno abonado
E n la actualidad, a m á s de cuarenta años del fin del movimiento negn-. para la expresión en el c a m p o de la poesía. E n este privilegiado terreno,
ta, resulta posible hacer un rápido inventario de sus aportes válidos .i tal fenómeno no constituyó solamente una pintoresca aventura, llena
la b ú s q u e d a insular y continental de una definición de la araericanidad de fuertes emociones, con los ritmos, los colores y los factores senso-
10 11
Roberto Fernández Retamar, Caliban cannibale, París, Maspero, 1973. Aune Michel Leiris, Les négres d'Afrique et les arts sculpturaux, en L'originalité des
Césaire, Une tempéte, París, Seuil, 1969. cultures, París, Unesco, 1953.
RENE DEPESTW AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMERICA LATINA 357
356
ríales propios de las a r t e s populares de la plantación americana. De resulta clasificar a Guillen como u n poeta m á s entre otros del movi-
igual m o d o resultaría superficial el q u e r e r ver en el negrismo que fio miento negrista. En t a n t o que dicho movimiento se detuvo hacia los
reciera desde el Caribe hasta el Brasil la simple aventura, repetida un;i años 40 a p r o x i m a d a m e n t e , las canteras poéticas de Nicolás, maravillo-
vez más, de u n " i s m o " i m p o r t a d o de Europa. El poema Dos niños de samente abiertas en 1930 y 1931, continúan prodigando sus riquezas
Diego Vicente Tejera data de 1876 y La negra Dominga de Rubén Darío, líricas. El vanguardismo de Guillen, a u n cuando éste fundiera sus coor-
de 1892. Ambos son muy anteriores a las alusiones negristas de los denadas p r o p i a s con las de sus vecinos negristas, demostró ya desde
poemas de Apollinaire, a los textos de Cendrars y Tzara, así corno a Sóngoro cosongo (1931) que estaba llamado a fundar en poesía los va-
los manifiestos surrealistas de Bretón, Aragón, Soupault, É l u a r d y Ro lores de la cubanidad, ya fecundantes en la prosa americana de Martí.
b e r l Desnos. No creemos tampoco que Manuel Serafín Pichardo y Felipe Ni el a u t o r de los Versos sencillos, ni el de West Indies. Ltd. son poetas
Pichardo Moya escribieran El último esclavo y La comparsa (1916), res negristas, como los presenta Mónica Mansour, 1 4 tras la mayoría de los his-
pectivamente, bajo la influencia estética de los poetas europeos de toriadores y antólogos del movimiento. Martí, p o r q u e ya desde los
vanguardia. Estos poemas precursores correspondían más bien a una años 80 del siglo p a s a d o supo elaborar los fundamentos socioculturales
nueva actitud frente a la herencia africana que comenzaban a suscitat de la cubanidad y el americanismo populares; el segundo, p o r q u e des-
en nuestras sociedades los trabajos de Nina Rodríguez y F e r n a n d o Oí ciende en línea directa, con sus aportes e s t r i c t a m e n t e personales, de este
tiz, contemporáneos de los llevados a cabo en África por sabios franceses americanismo de base. La distinción que establecemos no priva al mo-
e ingleses, j u n t o con Frobenius. Se trata por lo tanto de una convci vimiento negrista de su originalidad; antes bien, afirma su a u t o n o m í a
gencia de preocupaciones etnológicas y estéticas que, si bien no siempre literaria sobre bases que son las suyas propias, en la b ú s q u e d a común
coinciden, pudieron establecer entre sí, en los a ñ o s 20, puntos de con de "fórmulas del americanismo", p a r a utilizar t é r m i n o s de Pedro Hen-
tacto y zonas recíprocas de influencias. En tanto que la Europa imperial ríquez Ureña. Por otra parte, varios "jóvenes t u r c o s " del negrismo de
iniciaba su cuadriculación antropológica del África, en n u e s t r o con I i los años 30 habían de elevar más t a r d e el nivel de identificación de la
nente, antes de que se produjera la ofensiva de antropólogos norle estética negrista. Tal es singularmente el caso de Alejo Carpentier. Tras
americanos, algunos investigadores latinoamericanos como Nina Ro las gamas negristas de su relato Ecué-Yamba-Ó y de sus poemas de
dríguez, F e r n a n d o Ortiz, Jean Price-Mars y Arthur Ramos, sintieron la igual aliento Liturgia y Canción, h u b o de desembocar, bajo los efectos
necesidad, desde un p u n t o de visla nacionalista y siguiendo los paso'. de una verdadera mutación de identidad, en los vastos horizontes de
de Anténor Firmin y José Martí, de estudiar el tronco cultural sui }•'' la "americanidad", con su fecunda noción de "lo real-maravilloso ame-
neris de n u e s t r a s "dolorosas identidades americanas". Dentro de esla ricano".
perspectiva a la vez sociológica, antropológica y literaria, el movimiento Por su p a r t e , el negrismo de Luis Palés Matos b r i n d a otra vertiente
negrista h a b r á de ser alternativamente, como afirma José Antonio Poi a u t ó n o m a , "un fenómeno a p a r t e y u n m u n d o de características grande-
tuondo, la versión antillana o cubana "del indigenismo iberoamericano mente p e r s o n a l e s " ,r' del m i s m o movimiento. Iniciador del vanguardismo
y del populismo m u n d i a l " 2 o también un elemento criollo integrado a negrista en 1926, j u n t o con Ildefonso Pereda Valdés, Palés Matos es —al
preocupaciones de vanguardia, como en el caso de J. Z. Tallet, Ramón decir de Raúl Hernández Novas— "algo muy diferente a la objetividad
Guirao, Alejo Carpentier, Emilio Ballagas, y hasta compositores innova colorista de Emilio Ballagas y al realismo de contornos sociales de Gui-
dores tales como Amadeo Roldan, Alejandro García Caturla, Héctor Vi llen". 1 " Ya en 1950 Margot Arce había emitido un juicio similar sobre
lia-Lobos, Occide Jeanty o Ludovic Lamothe,' 3 cuyas creaciones inspira el arte de su c o m p a t r i o t a de Guayama:
das en n u e s t r o s folklores difieren de las de sus homólogos europeo',
como Grieg, Dvorak, Albéniz, de Falla, Béla Bartok, Casella o nortéame Luis Palés Matos —afirmaba la autora— es un poeta culto, o más cultiva-
ricanos c o m o Copland, MacBride o —sobre todo— Gershwin. Compai do [. .. ] que se ha apartado de los modos populares; él interpreta al negro
timos totalmente la opinión de P o r t u o n d o cuando afirma que es preciso como blanco civilizado y escéptico. De este modo se diferencia claramente
buscar a d e m á s las fuentes del negrismo en las "guarachas populan"." de Nicolás Guillen y de Emilio Ballagas. Estos últimos recurren a lo popular
cuyos textos se publicaran desde el siglo pasado. Su " r i t m o y su senlido auténtico, al lenguaje de los negros de La Habana, y tratan de traducir de
picaresco" h a b r á n de integrarse, j u n t o con otros recursos cultos, a los un modo realista —no surrealista— el espíritu de la raza negra. [. . . ] Ven
negrismos de Guirao y Ballagas y, en otro nivel, esta vez decisivo, al al negro desde dentro y como negros. Palés, por el contrario, lo interpreta
vanguardismo que Nicolás Guillen representa p o r sí solo en cuanlo desde arriba, desde afuera, y como blanco [ . . . ] . "
comenzó a h a b l a r "en negro de verdad". Vemos aquí cuan arbitrario «Mónica Mansour, op. cit., pp. 107-124 y pp. 9, 83, 155, 126, etc.
lf
* Raúl Hernández Novas, Prólogo a Poesía de Luis Palés Matos, La Habana,
" J o s é Antonio Portuondo, Panorama historique des lettres cubaines, La llah.i Casa
le
de las América», 1975.
na, 1961. 17
R. H. Novas, op. cit., p. ix.
13 R. H. Novas, op. cit., p. ix.
Alejo Carpentier, La música en Cuba, La Habana, 1961.
358 RENE DEPESTKl AVENTURAS DEL NEGRISMO EN AMÉRICA LAUNA 359

Lo que más preciosamente pertenece a Palés Matos es su condición de tenso periodo, como ocurre con Ballagas, Palés Matos, Jorge de Lima
ser, además del poeta de la portorricanidad, el poeta bien inspirado y Manuel del Cabral. El e r r o r de este caso estriba en a m a l g a m a r o
de la antillanidad, por donde su negrismo —en ocasiones superficial y suponer, bajo un mismo n o m b r e genérico, de connotación "racial" (no
jitanjafórico— entronca de modo n a t u r a l y feliz con la diferente ame tenemos conocimiento de que exista una correlativa antología de la
ricanidad de Guillen, 18 Carpentier, Jorge de Lima, Jorge Amado, Césaire, "poesía b l a n c a " del Caribe o de las Américas), fenómenos que no coin-
Rulfo, José María Arguedas, Vinicius de Moraes, Jacques Roumain, Re ciden forzosamente e n t r e sí. Esta amalgama estética conduce al colmo
gino Pedroso, Guimaraes Rosa, etc. Emilio Ballagas encarna otra de la confusión cuando advertimos colocados en un mismo plano negris-
vertiente a u t ó n o m a del negrismo antillano, así como Manuel del Cabral ta (americano y universal) a Sor J u a n a Inés de la Cruz, Lope de Vega,
o Jorge de Lima (Brasil) o Pilar E. Barrios y Eusebio J. Cardoso de la José Hernández, José Martí, Longfellow, Whitman, Francisco Muñoz del
América de La Plata. Monte (de un negrismo rabiosamente antinegro de Haití), Plácido, Luis
Existen pues vertientes independientes en el seno mismo del vanguar Gama, Cruz e Souza, Carrera Andrade, Lorca, Alfonso Carmín, Unarnu-
dismo negrista americano. Más allá de recursos y t e m a s comunes exce- no, Jorge Luis Borges, Efraín Huerta, Salvador Rueda, etc. En literatura
lentemente recensados por Mónica Mansour,''' existen poetas, incluidos c o m p a r a d a (así como en sociología general del negrismo, como uno de
por ella en su admirable estudio, que pertenecen a otro vanguardismo. los epifenómenos e s t r u c t u r a d o s de la aventura socioeconómica de la
Guillen, poeta de expresión española, estéticamente hablando, se halla colonización), esto habría tenido un sentido. Pero de otro modo, en
más cerca de Jacques Roumain, poeta de expresión francesa, que de medio de esta noche de gatos negristas, ni Dios, ni Ogri-Badagrí, ni
Palés Matos o Jorge de Lima. Guillen constituye un fenómeno radical ningún santo de las Américas es capaz de reconocer a los suyos. Balla-
mente distinto a Manuel del Cabial o Andrés Eloy Blanco, así como gas, al presentar su s u m a de "poesía afroamericana", la define como
Roumain, dentro de su propio campo lingüístico, es diferente a Damas, "arle de relación, poesía negra con referencia blanca, o poesía de blan-
Césaire o Gilbert Graliant (sin que tales diferencias disminuyan la im cos con alusiones al negro y a su singularidad americana". Ballagas
portancia que cada uno de ellos tiene dentro de su contexto americano olvidaba que negros, blancos, indios, mulatos, mestizos y demás argu-
nacional, bien específico). Ésta es la reserva —la única sin duda— que cias semánticas derivan llana y sencillamente de la semiología semántica
tenemos sobre el h e r m o s o libro de Mónica Mansour. Al igual que las c o l o n i a l . . . cuando no del c u r o c e n t r i s m o . . . Es preciso desracializar
antologías de Ramón Guirao,'" Emilio Ballagas'' 1 y Simón Latino, 2 2 esta tanto los conceptos de antropología cultural o social como los de la
autora no establece claramente las diferentes (y en ocasiones divergentes) crítica literaria tradicional: todos estos conceptos derivan a su vez, en
líneas de fuerza que dominan el c a m p o magnético del negrismo latino mayor o m e n o r medida, del imperialismo conceptual que tiene por valo-
americano. Tampoco resulta exacto reducir a los poetas de la negritud res históricamente seguros sólo aquellos que ostentan la marca del he-
(Césaire, Damas, Niger, Tirolien) al solo concepto de "raza", hoy total lenismo, el latinismo o el ¡udeo-cristianismo eurocentrista. H a n sido
mente refutado. Sus o b r a s atestiguan que todos ellos se han preocupado estos "tres tristes tigres" quienes se han encargado de c o m p a r t i m e n t a r ,
por expresar en el plano lírico las contradicciones dramáticas del térmi balcanizar, raciali/.ar los aportes nutritivos que circulan por el gran
no conjunto de "clase/raza", las cuales han determinado las experiencias tronco común de lo que en su m o m e n t o se llamó " n u e s t r a americani-
vitales^ de todos los descendientes de esclavos del continente, originado dad". Los mejores poetas negros (al igual que los blancos) no han
por el metabolismo sociohistórico de la trata y la colonización. Al leci cultivado únicamente el " t e m a negro". Hablando en términos de dialéc-
la Poesía negrista de Mónica Mansour, así como las demás antologías tica marxista, no han separado j a m á s el "contexto racial" del "contexto
de "poesía negra", podemos a menudo llegar a concebir la existencia de de clase", sino que han lomado en consideración su acoplamiento y su
una especie de convergencia orgánica entre poetas que, o bien tuvieron doble delerminismo histórico: "clase/raza". En Césaire, Guillen, Rou-
u n a simple época negrista (del mismo modo en que se habla de "perio main, Pedroso, etc., existe una pluralidad de temas y modos de expre-
do azul" de Picasso) —tal el caso de Tallet, Carpentier, P o r t u o n d o — o sión que con frecuencia nada tiene que ver con la experiencia todavía
que a b a n d o n a r o n esta estética tras haberla cultivado durante cierto ex en ese entonces denominada "racial". Hay que renunciar a la transcul-
turación unilateral practicada por cierta antropología, para poder con-
18
Federico de Onís, Luis Palés Matos, Uni. Cent. Las Villas, 1959. cebir nuestras realidades sociales y culturales y literarias en términos
19
Mónica Mansour, op. cit., pp. 146-191, 192-266. de endogenación y reciprocidad de simbiosis y sincretismos. Aun men-
20
Ramón Guirao, Órbita de la poesía afrocubana, La Habana, 1938. talidades que se encuentran lejos de poder ser consideradas progresis-
21
Emilio Ballagas, Mapa de la poesía negra americana, Buenos Aires, Pleamar. tas —como C. G. Jung y Keyserling—, ya desde los años 20 habían
1946. advertido en las tradiciones los c o m p o r t a m i e n t o s de los tipos sociales
22
Simón Latino, Los mejores versos de la poesía negra, Cuadernos de poesi.i "blancos", " n e g r o s " y " m u l a t o s " de las Américas, las m u e s t r a s eviden-
núm. 23, Buenos Aires, 1963; cf. además Ildefonso Pereda Valdés, Antología di- tes de u n a "común americanidad", la cual, p o r encima de cualquier
la poesía negra americana, Santiago de Chile, Ercilla, 1936.
360 RENE DEPESTRi:
EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930
mito racial, rompe las jaulas y demarcaciones de la antropología es
MARÍA ELENA RODRÍGUEZ OZAN
peculativa.
El mejor homenaje que podemos rendir al negrismo americano es d
afirmar que contribuyó con su poesía a reducir el campo de la "inhu
manidad del hombre para con el hombre" y a unir, en la universal
ternura de la creación artística, a Guillen y Carpentier, a Roumain y
Rulfo, a Neruda y Césaire, a Countee Cullen y Rubén Darío, a Langston
Hughes y César Vallejo, a Claude McKay y Gabriel García Márquez, ele En la segunda mitad del siglo xix el triunfo del "liberalismo" da una
vando muy alto en el espacio solar la voz popular, sabia y apasionada relativa unidad a la compleja diversidad que es nuestra América Latina:
del Cal iban americano. con este movimiento, algunos esperaron lograr la incorporación de esta
parte del continente al anhelado mundo del progreso. Esto es, alcanzar
valores de la "civilización" con que habrían soñado Mora, Lastarría,
Sarmiento, Montalvo, quienes se propusieron supuestamente como meta
hacer de esta otra América algo similar al modelo norteamericano.
Desde un cierto punto de vista hoy discutido, el proyecto "civilizato-
rio" que se pretendió implantar tras la independencia política, había te-
nido diferentes resultados en la realidad americana. La falta de homo-
geneidad no es un hecho fortuito: surge, inmediatamente después de
la colonización, como resultado de la presencia de europeos en etnias
bastante diferenciadas. En este sentido, el antropólogo brasileño Darcy
Ribeiro, estudiando el proceso de formación de los pueblos americanos
y la desigualdad de su "desarrollo", los ha agrupado en: "pueblos testi-
monio" —integrados por la mezcla de antiguas civilizaciones como la
azteca o la incaica con los españoles—; "pueblos nuevos" —constituidos
por la mestización de matrices étnicas de muy distinto origen como la
indígena, europea y africana—; "pueblos transplantados" —pueblos en
cuya formación tiene fundamental importancia el aluvión inmigratorio
de grandes contingentes de europeos que conservaron sus características
étnicas o sólo las modificaron superficialmente.
Según este esquema, que no ha dejado de ser objeto de crítica, serían
pueblos trasplantados los canadienses y estadunidenses en el norte y,
en América Latina, Uruguay, Argentina y el sur del Brasil. Con base en
una concepción economicista, el grado de desarrollo alcanzado en una
y otra área ha sido muy desigual y ello se debería fundamentalmente a
la distinta acogida que se le dio a la inmigración. En los pueblos de
América" del Sur, que habían nacido como "pueblos nuevos" —según
Ribeiro— el fenómeno inmigratorio sólo los transforma en un reflejo
de la sociedad europea, ya que la supervivencia de características de
su ordenación anterior (como por ejemplo, la estructura agraria basada
en el latifundio), les impidió realizar plenamente el modelo europeo. 1 En
cambio en Estados Unidos, el inmigrante llegó a posesionarse de una
tierra sin dueño, convirtiéndose en granjero o pequeño propietario, y
formó así una sociedad semejante a la europea. En el sur, por el con-
trario, el "inmigrante no venía a adueñarse de la tierra, simplemente
venía a ofrecer su trabajo. Venía a tomar el lugar del indio y del ne-
1
Darcy Ribeiro, Los brasileños: teoría del Brasil, México, Siglo XXI, 1976,
pp. 65, 68 y 69.
[361]
362 MARÍA ELENA RODRÍGUEZ 07-AN EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 363
2
g r o . . . " La inmigración no contribuyó entonces a la creación de un su máximo volumen entre 1860 y 1930. Para mediados del siglo pasado,
estado nacional fuerte sino simplemente se redujo a modernizar ¡« los tres países de que nos ocupamos tenían un problema común: lo
explotación agropecuaria. exiguo de la población. Y desde la g u e r r a de México con Estados Unidos
A pesar de las diferencias que hemos anotado, en estos países se con1. en 1847, los liberales sudamericanos consideraron tarea inaplazable el
tituyeron sociedades distintas al resto de América Latina. Aunque o!> incremento demográfico pues pensaban que las tierras vacías eran fácil
viamente estratificadas en clases, no presentaron contrastes tan m a r presa de ciertas ambiciones extranjeras.
cados entre ricos y pobres. La sociedad en ellos se volvió móvil y c! La tendencia de a t r a e r inmigrantes se convierte —entonces— en doc-
inmigrante fue integrándose a la comunidad nacional, la cual le fue trina i m p o r t a n t e en la figura del teórico argentino Juan Bautista Alber-
otorgando p a u l a t i n a m e n t e determinados derechos. di. E n su pensamiento, lo mismo que en el de Sarmiento, la inmigración
E n los o t r o s países de nuestra América, por distintas razones e inte era el único recurso p a r a poblar el desierto y acabar con la " b a r b a r i e
reses, también se pretendió atraer inmigración europea desde el siglo criolla". Alberdi sostenía que "cada europeo que viene, nos trae más
pasado, sin e m b a r g o nunca se consiguieron volúmenes masivos. E n Me civilización en sus hábitos, que luego comunica en estos países, que el
xico, por ejemplo, se intenta asentar italianos en 1851; en América Cen mejor libro de filosofía". 3 Tanto Alberdi como Sarmiento hablan de
tral, Perú, Colombia, también se hicieron esfuerzos parecidos. E n Chi'e atraer inmigración, pero con los ojos puestos siempre en la población
llegaron inmigrantes en cantidades considerables hasta la p r i m e r a gue- de los países nórdicos. Al decir de Alberdi, de la E u r o p a atrasada no
r r a mundial, pero después la corriente migratoria se detuvo. Siempre se va a obtener civilización. Y en su crítica al gobierno argentino, por
según la m i s m a teoría, en lodos los casos el I lujo migratorio estuvo de la poca seguridad que ofrece a la inmigración, se duele de que el gobier-
terminado por condiciones geográficas similares a las europeas: l o . no británico ya esté poniendo sobre aviso a sus emigrantes, con lo cual
inmigrantes prefirieron zonas templadas, en primer lugar, porque en "está en camino de cesar la inmigración que m á s interesa, la inglesa". 4
las tórridas o desérticas les costaba mucho la asimilación y, luego, por A pesar de esta predilección, el grueso del contingente migratorio resul-
que los tentaba la posibilidad de que la nueva tierra produjera los tó formado de españoles e italianos. Los otros inmigrantes europeos
mismos bienes que E u r o p a necesitaba. A su vez también b u s c a r o n área-. latinos de E u r o p a central, si bien n o fueron numéricamente tan im-
en las que hubiera poca población para que la fuerza laboral fuera más portantes, tuvieron quizás mayor significación en la introducción de
apetecida. ideologías. Una excepción la constituyeron los británicos que nunca con-
De hecho, entonces, el proceso de la marejada migratoria en América sideraron América Latina como lugar de emigración o residencia defi-
Latina y el de las ideologías que ella a p o r t ó tiene como ejemplos pro nitiva. Las relaciones de Gran B r e t a ñ a con n u e s t r o continente, de ca-
totípicos los tres "pueblos t r a s p l a n t a d o s " (según la clasilicación tic rácter económico d u r a n t e todo este periodo, trajeron una considerable
cantidad de británicos, sólo que la mayoría de ellos correspondían al
Darcy R i b e i r o ) : Uruguay, Argentina y el sur del Brasil.
nivel de dirigentes empresariales; así su función se limitó a trabajar
Ahora bien, América resultó ser el destino de una inmigración que
para un mayor desarrollo del imperio británico y no p a r a producir
E u r o p a m i s m o provocó por diferentes circunstancias. La revolución
transformaciones sustanciales en los países latinoamericanos.
industrial había m a r g i n a d o a varias regiones de E u r o p a y había, ade
más, contribuido al a u m e n t o de la desocupación. Así a b a n d o n a n espou
táneamente el viejo continente buena parte de la población de las pe
nínsulas ibérica e itálica, en busca de un mejor destino. Con todo, tam
bien comienzan a emigrar los perseguidos políticos de los movimiento 1 , LA IDEOLOGÍA DE LOS INMIGRANTES
sociales. El fracaso de la Comuna de París en 1871, la prohibición del
socialismo en Alemania p o r la legislación de Bismarck en 1878, adema 1 ,
de la persecución a los m i e m b r o s de la Asociación Internacional di- A la inmigración se ha atribuido con frecuencia la formación del movi-
Trabajadores que se había fundado en Londres en 1864, la repartición miento obrero. Pedro Daniel Weinberg rechaza esta afirmación al estu-
de Polonia entre Alemania y Rusia, son sólo algunas de las circunstau diar el movimiento obrero argentino y dice: "Nos parecería m á s acertado
cias que favorecieron este tipo de inmigración. Con el éxodo de una decir que la incorporación de Argentina al mercado mundial como ex-
parte considerable de su población, de alguna m a n e r a los europeos re p o r t a d o r de cereales y carnes, con todas las implicaciones que trae apa-
solvieron la transición de u n sistema socioeconómico tradicional agía rejadas, son en última instancia las que condicionan el aluvión inmigra-
rio al de las sociedades industriales m o d e r n a s . 3
Juan Bautista Alberdi, Obras completas, tomo ni; El Mercurio, 10 y 11 de
Aun c u a n d o la inmigración comenzó de hecho hacia 1839, sólo alcanzo agosto de 1945, p. 88.
4
Juan Bautista Alberdi, Guerra a los extranjeros y al extranjerismo, en Obras
2
L e o p o l d o Zea, El pensamiento latinoamericano, México, Ariel, 1076, p . 493. completas, tomo x, p. 187.

J
364 MARÍA ELENA RODRÍGUEZ OZAN
EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 365

torio y el surgimiento de la clase obrera". 5 De lo q u e no h a y d u d a es si va, a pesar de lo cual no se puede negar que es a ellos a quienes se
de que los nacionales n o estaban p r e p a r a d o s para solicitar reivindica debe el impulso que adquirió el movimiento obrero y el hecho de que
ciones sociales de ninguna especie, p r i m e r o p o r q u e la industrialización éste haya sido bastante anterior al de los demás países de América Lati-
apenas comenzaba y después porque carecían de los conocimientos ele na. E n Chile p o r ejemplo, aunque n o lo estudiamos aquí especialmente,
mentales p a r a ello. En el caso de Brasil fue esto especialmente signifi es también la inmigración la que va a iniciar el proceso de t o m a de
cativo. La proclamación de la república había enfrentado el problema conciencia entre los grupos proletarios.
de la transición del trabajo esclavo (hasta 1888) al asalariado. E l país
n o tenía, entonces, u n a tradición de t r a b a j o libre, a p e s a r de lo cual •:!
liberalismo se organizó sobre la base de la libertad de trabajo. En
Uruguay se debe, también, a la ideología de los inmigrantes el nacimien- HL ANARQUISMO
to del proletariado y su organización q u e comienza en la década del 60.
En el último cuarto del siglo las ideologías de izquierda ya habían
proliferado pero se restringían, en cierto modo, a los grupos intelec- E! liderazgo de las luchas obreras fue disputado d u r a n t e m u c h o tiempo
tuales. Fue trabajo de los inmigrantes el adoctrinamiento de los grupo 1 - entre a n a r q u i s t a s y socialistas. El " a n a r q u i s m o " tuvo en un principio
nacionales que con ellos convivían y posteriormente el intento de formar mucho vigor y encontró gran arraigo en la inmigración española e ita-
organizaciones en las que todos juntos iniciaran por p r i m e r a vez, fuera liana en donde esta ideología tenía ya tradición y mucha difusión. Por
de círculos intelectuales, la evaluación con espíritu crítico de instítu supuesto participaron también en este movimiento inmigrantes de otras
ciones antes intocables como la propiedad privada, el estado, el parla- nacionalidades (franceses, polacos, alemanes, entre otros) pero los pri-
mento, el ejército o la iglesia.1' En estas instituciones no se habían tenido meros tuvieron especial importancia pues eran los grupos mayoritarios.
en cuenta los problemas sociales, cosa que facilitó el trabajo de ios lí- E! trabajo de los anarquistas fue activo pero peculiar. El desconocer
deres obreros de los cuales muchos eran extranjeros. —en los primeros a ñ o s — la acción del estado les impuso una mayor
En Uruguay, los inmigrantes italianos influyeron en el balllisino marginación, además que n o colaboraron nunca con ninguna política
(fracción radical del Partido Colorado) fuertemente relacionado con gubernamental. Por otra parte, estaban en contra de las organizaciones
los garibaldinos a raíz de la presencia de Garibaldi en Montevideo du gremiales, porque eran "antiorganizacionistas". Su trabajo educativo fue
r a n t e la Guerra Grande. muy amplio y abarcó desde la formación de bibliotecas, centro de estu-
La importancia de la participación de los extranjeros en la forrrn dios sociales, grupos teatrales hasta la publicación de folletos, libros y
ción y conducción del movimiento o b r e r o la demuestran las diferentrs periódicos. En las luchas obreras trataron de conseguir mejoras mate-
leyes con q u e los grupos gobernantes empezaron a defenderse de !a riales y morales para los grupos trabajadores. En las huelgas fueron
presión q u e recibían. En 1902 se dicta en Argentina la "ley de residen siempre los elementos más activos y combativos. Decisiva fue su actua-
cia" que autorizaba al gobierno a expulsar a los extranjeros "cuya con ción en 1904 en la organización de la Federación Obrera Regional Uru-
ducta c o m p r o m e t a la seguridad nacional o perturbe el orden público" guaya.
y, en 1910 "la ley de defensa social" que considera la "admisión de Numerosas fueron las figuras i m p o r t a n t e s de los a n a r q u i s t a s eu
extranjeros, asociación de personas para la difusión de ciertas ideas y ropeos que llegaron a América Latina; entre ellos se desta< a Lwiicnn
actos de p r o p a g a n d a y terrorismo". 7 En Brasil, el gobierno de la Repu ¡Vialalcsla, que residió en la Argentina entre 1885 y 1889 y qiu d u r a n !
blica p r o m u l g a en 1906, 1913, 1923 y 1926 leyes p a r a la expulsión de esos años, fue el eje de la propaganda. Publicó allí La Questiom S n nw,
extranjeros que actuaran en huelgas o agitaciones. eri italiano y español. El abogado Pedro Gori, que trabajó para < .< 'ib ai
La participación de los inmigrantes fue muy i m p o r t a n t e pero ideo el a n a r q u i s m o individualista e inclinarlo a la acción organizada i<
lógicamente no fue homogénea. Tampoco todos los grupos inmigrantes medio de los sindicatos. A su inspiración debe el anarquismo t< f <¡'
fueron igualmente activos en su participación en las luchas o b r e r a s . Los minio en el Consejo tic ia Federación Obrera Argentina, en l * ^ <•'
hubo, especialmente en el medio rural, que a d o p t a r o n u n a actitud p.i (ir noesías y numerosos escritos Por su parte Aldo Aguz/i ! tV)> o
' f ' i c ' u a l que Lie m a e s t r o de otro violento anarquista Üarmd > "
5
Pedro Daniel Weinberg, "Una historia de la clase obrera", en Revista Laliui h io . i Gioranni Los loveru-- S I L U K H ' I a Lascu.il Guasrlunoru i t
americana de Sociología, vol. iv, marzo de 1968, núm. 1, p. 116. . -ti n i ^ . Albetni ( niialdo a ifoi di una ' ublí» a< ion i m
6
Silvia Petersen, El proletariado urbano en Rio Grande do Sul 1888-1919 (U-M-. < "• t <^ ( > n>7i)f»'(i ia \lolmia v \< v> de "o Lindado • >- d< >
de maestría presentada en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Fa< ni T
e ' ' i >' '_* f t A! ' t'M i «.'1 l>
i
tad de Filosofía y Letras, UNAM, México, 1977).
7
José Luis Romero, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del /
glo xx, México, Fondo de Cultura Fxonómica, 1965, p. 56.

1
366 MARlA ELENA RODRÍGUEZ OZAN EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 367

Révólutionaire, en 1893 La Liberté. Un periódico que d u r ó varios años EL SOCIALISMO


fue El Perseguido; en italiano salió la revista La Questione Sociále y el
semanario Venti Setiembre. En las provincias argentinas también se
editaron abundantes y variadas publicaciones anarquistas. Finalmente-, En los albores mismos de la independencia política apareció la palabra
cabe destacar la publicación del semanario La Protesta Humana, inici;i "socialista" en el Río de la Plata. La trajo la generación de socialistas
da por el ebanista Gregorio Inglán Lafarga, convertido después en dia utópicos, destacándose entre las figuras Esteban Echeverría, a u t o r de
rio: La Protesta, un año antes del diario socialista-marxista La Van Dogma socialista. Sin embargo, h a b r á que esperar h a s t a la a b o r t a d a
guardia. Revolución del 90 p a r a que, en la Argentina, el movimiento socialista
En Brasil, los anarquistas, para lograr el fortalecimiento de la clase- comience a tomar cuerpo. Fueron los inmigrantes alemanes —socialde-
fundaron uniones, ligas, sociedades de resistencia que mantuvieron su m ó c r a t a s — muy activos, agrupados desde 1882 en el Club Vorwarts, los
protesta d u r a n t e toda la Primera República. Los n o m b r e s de estas 01 que en Buenos Aires van a comenzar a levantar las b a n d e r a s socialis-
ganizaciones m u e s t r a n la representatividad de la inmigración: "Liga tas. A éste se debe la iniciativa de convocar al movimiento o b r e r o p a r a
dei Tessitori", "Liga di Resistenza fia Laboranti in Veicoli", "Allgemei celebrar el 1" de mayo. El primero realizado en Buenos Aires, en 1890,
ner Arbeiter Verein", "Liga Alema dos Gráficos", "Socicdade dos Tía contó con la participación de gran n ú m e r o de obreros de diversas na-
balhadores Polacos", "Socicdade Operaría Sueca". Aparece también una cionalidades, a pesar de las amenazas de cesantías para los que no
prensa anarquista que, al igual que en Argentina, se publica en varios t r a b a j a r a n ese día. Sostiene José Luis Romero: " E n dicha reunión, ha-
idiomas. Un ejemplo de éstos serían: Aventi, L'azzione Anarchica, La blaron más de una docena de oradores, que lo hicieron en español, ale-
tribuna española, Vorwarts. Los principales congresos obreros de la mán, italiano y francés: debemos agregar que si bien fue socialista el
época, en 1906, 1913 y el congreso por la paz de 1915, fueron orientados tinte del aclo, también concurrieron al mismo y se expresaron a través
por los anarquistas de Brasil, quienes ocuparon el lugar más promi de sus o r a d o r e s otras tendencias (por ejemplo, los anarquistas, colec-
nente. tivistas, republicanos mazzinistas italianos y o t r o s ) . " 9
Los inmigrantes anarquistas no solamente se mantuvieron vinculados Por estos años no se produjo ninguna reunión o congreso en el Río
a sus países de origen sino que, además, sostenían fuertes ligas con el de la Plata en que no polemizaran agriamente socialistas y anarquis-
anarquismo internacional, especialmente con los anarquistas italianos tas; quizás en este sentido hay u n a m a r c a d a distinción con lo que ocu-
de Estados Unidos. Por este motivo tuvo amplia repercusión el proceso rre en Brasil, en donde las diferencias ideológicas entre ellos no fueron
y la condena a muerte de los anarquistas Sacco y Vanzctti en Estados insuperables hasta 1920. En otros respectos, fue i m p o r t a n t e la partici-
Unidos. pación de la inmigración de los polacos, muchos de los cuales fueron
A pesar del empeño que puso en las luchas obreras, el anarquismo dirigentes socialistas. La primera inmigración polaca se produjo en 1890-
no obtuvo grandes conquistas. Acusados de antinacionales, fueron per 1891, después de la división del país, y el grueso va al Brasil, proce-
seguidos en mayor o m e n o r grado por las clases dominantes, que los diendo casi toda de la zona anexada a Rusia. Ellos formaron colonias
consideraron siempre como un elemento disociador. En el caso de Bra destacadas como las de Paraná. Antes de esta ola migratoria, los pocos
sil, la mayoría cometió el grave error de querer repetir el tipo de tac de la zona de Pomerania, anexada a Alemania, habían emigrado para
ticas utilizadas en sus países de origen, olvidando que la nación en América Latina. El otro contingente significativo de polacos va a llegar
donde estaban apenas había superado la esclavitud. También fue olvi a Brasil entre 1911 y 1912. Los socialistas polacos no solamente se ocu-
dado el origen rural del obrero brasileño y su poca representatividad paron de hacer proselitismo entre los nacionales brasileños, sino que
en el conjunto de la población." Fueron permanentes las discrepancias la constante preocupación por la suerte de su país dividido los hizo
entre anarquistas y socialistas. Polemizaron en todo m o m e n t o y, a la p e r m a n e c e r en continuo contacto con él. La censura de la zona rusa
larga, el movimiento socialista logró imponerse ofreciendo a la clase confiscaba las cartas que enviaban y ha sido en estos archivos, entre
obrera u n a organización más sólida. muchos, donde el profesor polaco Krzysztof Groniowski r a s t r e a r a la
inmigración polaca a Brasil, Uruguay y Argentina y las ideologías anar-
quista y socialista de muchos de los emigrados. 1 0
9
Pedro Daniel Weinberg, "Para la historia de ia clase obrera", en Revista lati-
noamericana de Sociología, vol. ru, marzo de 1967, núm. 1, p. 96.
10
Krzysztof Groniowsky, "A emigracáo polonesa para a América Latina nos sécu-
!os xix e xx", IV Encuentro de Historiadores Latinoamericanos Europeos, Colonia,
octubre de 1975. Todas las ponencias de esta reunión que aquí citamos fueron
8 gentilmente cedidas por el profesor venezolano Santiago Gerardo-Suárez, asistente
Silvia Petersen, op. cit. a la misma.
368 MARÍA ELENA RODRÍGUEZ OZAN EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 369

E n 1894, el socialismo argentino hace público su socialismo científico EL MARXISMO


en u n semanario llamado La Vanguardia, que u n a ñ o después se con
virtió en periódico. Por muchos años, este diario fue el órgano de ex
presión m á s i m p o r t a n t e del socialismo en América del Sur. En la p r i m e La participación de los inmigrantes en la introducción y difusión del
ra edición, J u a n B. Justo (fundador del socialismo argentino) expresa " m a r x i s m o " fue muy limitada, es decir, nunca alcanzó el volumen de
entre los propósitos de creación de este periódico: "Venimos a p r o m o los a n a r q u i s t a s y socialistas. Llegó el marxismo a través de algunos
ver todas las reformas tendientes a mejorar la situación de la clase- destacados ideólogos que eran inmigrantes, pero la gran difusión de
trabajadora [ . . . ] : Venimos a fomentar la acción política del elemento esta ideología en América Latina será posterior al proceso de inmigra-
trabajador argentino y extranjero como único medio de obtener esas ción masiva.
reformas." 1 ' 1 Fueron los proscritos de la Asociación Internacional de los Trabaja-
A principios de nuestro siglo, cuando los grupos gobernantes comien dores en E s p a ñ a y en Italia los que, j u n t o con los perseguidos france-
zan a defenderse de los ataques socialistas, son continuas las expresio ces, constituyeron la Primera Internacional a p a r t i r de 1872 en Monte-
nes de xenofobia. Se ataca a los agitadores extranjeros porque predo video, Buenos Aires y Córdoba con secciones francesas, italianas y
minaban en el movimiento obrero los inmigrantes, especialmente italia españolas. F o r m a r o n grupos muy reducidos y al principio sólo hicieron
nos y españoles, y se pone como ejemplo que las publicaciones que proselitismo oral. Además, toda esta época reflejó en ellos las disputas
hacen son en gran parte bilingües. que en E u r o p a se mantenían entre marxistas y bakuninistas. Las dife-
Diego Abad de Santillán, al estudiar la presencia del socialismo en el rentes secciones de la Internacional funcionaban en forma a u t ó n o m a
movimiento obrero argentino y el alcance de la inmigración, dice: "Los aunque estaban coordinadas por un consejo federal de seis miembros
constructores políticos del país se jactaban con razón de una Argentina que atendía las cuestiones comunes. En el seno del Club Vorwarts de
que era partícipe y heredera de la civilización europea; pero a esa civi los socialistas alemanes, surge la figura del ingeniero Germán Ave Lalle-
lización pertenecía el proletariado europeo, con sus aspiraciones de jus- mant al que se considera uno de los valores más i m p o r t a n t e s del marxis-
ticia y de libertad, que trasplantó al nuevo ambiente, con sus brazos y mo en la Argentina de esos años. Ratzer dice de él: " E n t r e 1890 y 1893,
su pericia, su experiencia gremial y política, las sociedades o b r e r a s , gru u n a corriente marxista auténtica, revolucionaria sin adulteraciones ni
pos ideológicos." 12 compromisos (de la que Lallemant fue, sin lugar a dudas, el m e n t o r
Las libertades proclamadas por el "liberalismo" van a empezar a ser ideológico), estableció un diálogo periodístico (que expresó otro: el po-
relegadas y, ante el peligro de reivindicaciones sociales, terminan por lítico y gremial) con los grupos obreros que iban constituyendo el pro-
a p r o b a r leyes de expulsión de extranjeros como una forma de frenar letariado argentino." " Además fue Lallemant el fundador y p r i m e r di-
las demandas sociales. rector del semanario El Obrero, donde las tesis marxistas le sirvieron
Quizás uno de los graves errores que cometieron los inmigrantes so para analizar el proeeso socioeconómico argentino y hacer un estudio
cialistas (igual que los anarquistas) que traían una gran experiencia en muy detallado de la fracasada Revolución de 1890. La revisión de ios
las luchas obreras fue que procuraron reproducir en sus países de números de F.l Obrero da prueba evidente de que sus redactores no sólo
adopción las mismas formas de acción política de los países europeos tenían u n a sólida formación marxista sino que estaban al día con las
La nueva realidad presentaba características muy diferentes, con una publicaciones de los movimientos marxistas europeos. En Brasil, ei
sociedad civil en donde podía no ser definitiva la permanencia en la marxismo comienza a a d q u i r i r cuerpo ya en este siglo entre los años 20
clase proletaria, sino transitoria. Así "la reacción de los sectores ásala y sus divergencias más fuertes serán con los a n a r q u i s t a s .
riados frente al principio de que era urgente un cambio en la estructura
económico-social fue negativa: su aspiración —como había sido y seguía
siendo la de las clases medias— era insertarse en la estructura ecoim
mico-social vigente y ocupar en ella un lugar de privilegio mediante un EL FASCISMO
ascenso individual de clase, azaroso pero siempre posible. Este rechazo
significó escasa difusión de las doctrinas socialistas, sí, en cambio, su
mantenimiento más o menos ortodoxo en el seno de reducidos grupos.' ' Las ideologías de extrema derecha no llegaron a este continente a tra-
vés de los grupos migratorios. Sin embargo, es i m p o r t a n t e destacarlas
11
José Luis Romero, op. cit., pp. 33-34. por la adhesión o rechazo que recibieron en las comunidades de inmi-
12
Diego Abad de SantiSián, Historia argentina, Buenos Aires, Tipográfica Eti. Ai grantes.
gen tina, 1965, tomo ni, p. 546.
13
José Luis Romero, Latinoamérica: situaciones e ideologías, Buenos Aires I-'. I 14
C i t a d o p o r Podro Daniel VVv. hiben», "Pisra. la h i s t o r i a d e la c l a s e o b r e r a " , cp.
del Candil, 1967, p. 5.3. cit.. p. 96.
370 MARlA ELENA RODRÍGUEZ O/.AN EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 371

L a s c o l o n i a s i t a l i a n a s , a l e m a n a s y p o s t e r i o r m e n t e e s p a ñ o l a s ( c o n el BIBLIOGRAFÍA
f r a n q u i s m o ) fueron f u e r t e m e n t e a d o c t r i n a d a s p o r las e m b a j a d a s de sus
r e s p e c t i v o s p a í s e s . R e s u l t ó o b v i o p a r a m u c h o s el i n t e r é s q u e t a n t o H i t l e í
c o m o M u s s o l i n i t u v i e r o n e n e x t e n d e r su i d e o l o g í a a los g r u p o s n a c i ó Abella Blasco, Mario, Historia del sindicalismo. T,os obreros. La economía. La
n a l e s q u e v i v í a n del o t r o l a d o del o c é a n o , n o s ó l o p a r a o b t e n e r d e ello'. política, B u e n o s Aires, A. Peña Lillo, 1967.
u n a p o y o m o r a l s i n o t a m b i é n e c o n ó m i c o . L a s c o l e c t i v i d a d e s italiana". Alsina, J u a n A., La inmigración europea en la República Argentina, Buenos
y a l e m a n a s a y u d a r o n (a v e c e s a f u e r z a d e p r e s i o n e s y a m e n a z a s d e t o d a Aires, 1898.
í n d o l e , e s p e c i a l m e n t e e n l o s g r u p o s a l e m a n e s ) c o n t o d o s los e l e m e n t o s , Población, tierras y producción. C o m p l e m e n t o del libro La inmigra-
ción europea en la República Argentina, Buenos Aires, 1903.
d e q u e d i s p u s i e r o n . B a s t a r í a el e j e m p l o d e las j o y a s y el o r o q u e I r .
, El obrero en la República Argentina, B u e n o s Aires, 1905.
colectividades italianas debieron dar a Mussolini. Las mujeres llegaron , La inmigración en el primer siglo de la Independencia, B u e n o s Ai-
a c a n j e a r l o s a n i l l o s d e m a t r i m o n i o p o r las a r g o l l a s d e hierre» q u e d a b a res, e d i t a d o p o r Felipe S. Alsina, 1910.
el g o b i e r n o del D u c e y q u e l u c i é n d o l a s , d a b a n p r u e b a d e c o l a b o r a c i ó n Bayer, Osvaldo, Severino di Giovanni, idealista de la violencia, B u e n o s Aires,
p o r la g r a n d e z a d e I t a l i a . Galerna, 1970.
P e r o fas m e n c i o n a d a s c o l e c t i v i d a d e s e x t r a n j e r a s se m o s t r a r o n fuei Belloni, Alberto, Del anarquismo al peronismo. Historia del movimiento obre-
t e n i e n t e d i v i d i d a s . J u n t o a los " c o l a b o r a c i o n i s t a s " s e h a l l a b a n los an ro argentino, Buenos Aires, A. Peña Lillo, 1960.
í i f a s c i s t a s , e n t r e los c u a l e s s o b r e s a l í a n los a n a r q u i s t a s , q u i e n e s d e i:n Berger, M a n í r e d o , O sindicalismo no Rio Grande do Sul, P o r t o Alegre,
m e r o s a s f o r m a s l u c h a r o n c o n t r a la i d e o l o g í a t o t a l i t a r i a . uiRGS, 1970.
Besio Moreno, Nicolás, Buenos Aires. Puerto del Río de la Plata. Capital de
la República Argentina. Estudio critico de su población, 1536-1936, B u e n o s
Aires, 1939.
Beyhaut, C , R. Cortés Conde, U. Gorostegui, S. T o r r a d o , " I n m i g r a c i ó n y
LA INMIGRACIÓN Y I .OS GRUPOS INDUSTRIAMOS d e s a r r o l l o e c o n ó m i c o : Buenos Aires, 196!" ( t r a b a j o p r e s e n t a d o a las Jor-
nadas Argentinas y L a t i n o a m e r i c a n a s de Sociología, realizadas en B u e n o s
Aires en el año 1961).
F i n a l m e n t e , n o s p a r e c e i m p o r t a n t e d e s t a c a r la i n f l u e n c i a d e l o s i n n u B l a k e m o r e , Harold, "La emigración b r i t á n i c a a América Latina: Algunas ob-
g r a n t e s en los g r u p o s i n d u s t r i a l e s q u e se f u e r o n c o n s t i t u y e n d o . E n l.i servaciones generales s o b r e el tema, las fuentes y la investigación", IV Reu-
Unión Industrial Argentina, formada por una mayoría de extranjeros, M nión de Historiadores Latinoamerícanislas Europeos, Universidad de Co-
lonia, o c t u b r e de 1975.
a p o y ó la e x p u l s i ó n del p a í s d e i n m i g r a n t e s a c u s a d o s d e " p e r t u r b a r < I
o r d e n s o c i a l " . E n c a m b i o , en U r u g u a y , la i d e o l o g í a " n a c i o n a l i s t a " e n m;i Carone, E d g a r , A república velha. Instiluicóes e classes sociais, Sao Paulo,
Difucáo E u r o p é i a do Livro, 1972.
t e r i a e c o n ó m i c a p o s t u l a d a p o r la Liga I n d u s t r i a l , f u n d a d a en 1879, debe
Casaretto, Martín S., Historia del movimiento obrero argentino, B u e n o s Ai-
m u c h o a la m a y o r í a d e i n m i g r a n t e s q u e la i n t e g r a b a n . Dice la L i g a . "! .1
res, 1946-1947, 2 t o m o s .
R e p ú b l i c a O r i e n t a l d e ! U r u g u a y d e p e n d e p u e s , casi e x c l u s i v a m e n t e , de Cerrulti Costa, Luis B., El sindicalismo, las masas y el poder. Con una his-
l o s m e r c a d o s del e x t e r i o r . De a h í su e s t a d o d e a t r a s o . . E s t o n o Sü<« toria del movimiento obrero argentino, B u e n o s Aires, Trafac, 1957.
d e r á c u a n d o l o g r e i n d e p e n d i z a r s e p o r c o m p l e t o , es d e c i r c u a n d o la in Cortés Conde, R o b e r t o , Corrientes inmigratorias y surgimiento de industrias
d u s t r i a n a c i o n a l p r o t e g i d a p o r los g o b i e r n o s se a r r a i g u e . . . " E n otra". en Argentina (1870-1914), B u e n o s Aires, 1964.
p u b l i c a c i o n e s , la Liga I n d u s t r i a l e s b o z a f o r m u l a c i o n e s a n t i l a t i f u n d i s i a - . Chacón, V a m i r e h , Historia das Ideias Socialistas no Brasil, Río de J a n e i r o ,
E s i n t e r e s a n t e c o n s i g n a r q u e e s t o s p r i n c i p i o s s o n p a r t e c a l i f i c a d a d e la Civilizacáo Brasileira, 1965.
p o s t e r i o r i d e o l o g í a batllista.' r > Cúneo, D a r d o , Juan B. Justo, Buenos Aires, 1943.
P o r ú l t i m o , n o s r e s u l t a s i g n i f i c a t i v a la d i f e r e n c i a e n t r e los d o s g r u p o s D i c k m a n n , E n r i q u e , Recuerdos de un militante socialista, B u e n o s Aires, 1949.
d e i n d u s t r i a l e s : m i e n t r a s en A r g e n t i n a se a p o y ó al g o b i e r n o e n la e \ Difrieri, Horacio A., " E s t r u c t u r a y m o v i m i e n t o de la población", incluida en
pulsión de e x t r a n j e r o s p o r las r e f o r m a s sociales q u e éstos p o s t u l a b a n , el t o m o vn de La Argentina, suma de geografía, B u e n o s Aires, Peuser,
1958-1963, 9 t o m o s .
e n U r u g u a y fue el f e r m e n t o d e l a s n a c i e n t e s i d e o l o g í a s n a c i o n a l i s t a s
Dirección General de I n m i g r a c i ó n , Resumen estadístico del movimiento mi-
gratorio en la Argentina 1857-1924, B u e n o s Aires, 1925.
Di Telia, T o r c u a t o , Gino G e r m a n i , J o r g e G r a c i a r e n a , y c o l a b o r a d o r e s , Argen-
tina, sociedad de masas, Buenos Aires, E u d e b a , 1965.
F e r n á n d e z , Alfredo, El movimiento obrero en la Argentina, B u e n o s Aires, 1936.
15 ( E s t a o b r a a p a r e c e a lo largo de o c h o n ú m e r o s de Efemérides, revista de
Información obtenida por la colaboración de la historiadora uruguaya 1 in 1.
Sala de Touron. o b r a s históricas.)
372 MARÍA FXHNA RODRÍGUEZ O.'.AN EL INMIGRANTE EUROPEO: 1839-1930 373
Ferrazo, E n r i q u e Julio, La acción obrera, B u e n o s Aires, Universidad de üu<- Sul 1888-1919 (tesis de m a e s t r í a p r e s e n t a d a en el C e n t r o de E s t u d i o s La-
n o s Aires, F a c u l t a d de Ciencias E c o n ó m i c a s , 1927. t i n o a m e r i c a n o s , 1977).
Galletti, Alfredo, La realidad argentina del siglo xx. La política y los pain Picarulo, Antonio, O socialismo no Brasil. Esboco dum programa de acao
dos, B u e n o s Aires, F a c u l t a d de Ciencias E c o n ó m i c a s , 1961. socialista, 3? ed., Sao Paulo, Piratininga, 1932.
Gerardo-Suárez, Santiago, Inmigración y naturalización, Caracas, 1975. Plá, A l b e r t o J., América Latina siglo xx: economía, sociedad y revolución,
G e r m a n i , Gino, Estructura social de la Argentina. Análisis estadístico, Bm- B u e n o s Aires, Carlos Pérez, 1969.
nos Aires, Raigal, 1955. Poblete T r o n c o s o , Moisés, y Ben G. B u r n e t t , The rise of the Latín American
, Política y sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Pai Labor movement, Nueva York, B o o k m a n Associates, 1960.
dos, 1966. , El movimiento obrero latinoamericano, México, F o n d o de C u l t u r a
—, Sociología de la modernización, B u e n o s Aires, Paidós, 1971. E c o n ó m i c a , 1946.
Giménez, Ángel M., Páginas del movimiento social en la República Argentina, Puiggrós, Rodolfo, Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Bue-
B u e n o s Aires, La Vanguardia, 1927. nos Aires, 1956.
Gorostegui de T o r r e s , Haydee, La República Argentina antes de inmigración R a m a , Carlos M., Bibliografía sobre los movimientos obreros en América
masiva, B u e n o s Aires, 1963. Latina, 1950-1961, p u b l i c a d a por el I n s t i t u t o I n t e r n a c i o n a l de E s t u d i o s La-
Groniowsky, Krz.ys/.tof, "A eniigracáo polonesa para a América Latina i;<r. borales, Ginebra, 1965.
séculos xix e xx", IV Encuentro de Historiadores Latinoamericanisías ln R a m o s Pérez, D e m e t r i o , " F a s e s de la emigración española a H i s p a n o a m é r i c a
ropeos, Colonia, o c t u b r e de 1975. en el siglo xix", p o n e n c i a al s i m p o s i o s o b r e la e m i g r a c i ó n e u r o p e a h a c i a
Gutiérrez H., Leandro, El movimiento inmigratorio y las crisis econóniirn: América, Colonia, o c t u b r e de 1975.
en la República Argentina, Buenos Aires, 1965. Ribeiro, Darcy, Los brasileños: teoría del Brasil, México, Siglo X X I , 1975.
H e r n á n d e z García, Julio, " I n l o r m e s o b r e fuentes existentes en E s p a ñ a pai.i R o d r i g u e s , Edgar, Socialismo e sindicalismo no Brasil, Río de J a n e i r o ,
u n e s t u d i o de la e m i g r a c i ó n española a I b e r o a m é r i c a d u r a n t e el siglo x ¡ \ " , L a e m m e r t , 1969.
IV Reunión de Historiadores Latinoamericanisías Europeos, Colonia, o d n R o d r i g u e s , J o s é A l b e n i n o , Sindicato e desenvolvimento no Brasil, Sao Paulo,
b r e de 1975. Difugáo E u r o p é i a d o Livro, 1968.
Iscaro, R u b e n s , Origen y desarrollo del movimiento sindical argentino, iUu R o d r i g u e s , Leoncio M., La clase obrera en el Brasil, B u e n o s Aires, C e n t r o
nos Aires, Ateneo, 1958. E d i t o r de América Latina, 1969.
Kellenbenz, H e n n a n n , .lurgen Sehneider, N u r n b e r g , "La emigración alemán.i
• , Conflicto industrial e sindicalismo no Brasil, Sao Paulo, Difucáo
para América Latina (1815 1929-1931). ['"nenies y e s t a d o de invcsligaí-'oii". E u r o p é i a do Livro, 1966.
IV Reunión de Historiadores Latinoamericanisías l-Airopcos, Colonia, <><
R o m e r o , J o s é Luis, Las ideas políticas en Argentina, B u e n o s Aires, F o n d o de
t u b r e de 1975.
C u l t u r a E c o n ó m i c a , 1956.
M a r o t t a , S e b a s t i á n , El movimiento sindical argentino. Su génesis y desean*
, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo xx, Bue-
lio, Buenos Aires, Lacio, 1961, 2 t o m o s .
McGann, T h o m a s , Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano nos Aires, F o n d o de C u l t u r a E c o n ó m i c a , 1965.
1880-1914, Buenos Aires. Eudeba, 1960. -, Latinoamérica: situaciones e ideologías, B u e n o s Aires, E d i c i o n e s del
Marscbalk, Peter, "Condiciones sociales y e c o n ó m i c a s de la emigración i u Candil, 1967.
ronca a S u d a m é r i c a en los siglos xix y xx", IV Reunión de Historiado!<••• Sánchez Albornoz, Nicolás, La población de América Latina (desde los tiem-
Latinoamericanisías Europeos, Colonia, o c t u b r e de l'*75. pos precolombinos al año 2000), Madrid, Alianza E d i t o r i a l , 1973.
Onega, Gladys S., La inmigración en la literatura argentina {1880-I91Ü). I MI Santillán, Diego Abad de, El movimiento anarepústa en la Argentina, Buenos
versidad Nacional del Litoral, ¡965. Aires, A r g o n a u t a , 1930.
Oddone, J a c i n t o , (¡remialismo proletario argentino, Bueiios Aires, La v m , La FORA Ideología y trayectoria del movimiento obrero revolucio-
guardia, 1949. nario en la Argentina, B u e n o s Aires, 1932.
, La burguesía terrateniente argentina, Buenos Aires, La Varigu.'; m.i. , Historia argentina, B u e n o s Aires, Tipográfica E d . Argentina, 1965,
1956. tomo n i .
Ortiz, R i c a r d o M., Historia económica de la Argentina, B u e n o s Aires, k••.'•,'.il. S c a r d i n , F r a n c i s c o , La Argentina y el trabajo. Impresiones y notas, B u e n o s
Aires, I m p r e n t a y Litografía de J a c o b o Peuser, 1906.
Palacios, Alfredo !...., /":'/ nuevo derecho, 3-.' ed., Buenos Aires, ti<itk?M,'" > . Simáo, Azis, Sindicato e Estado, S a o P a u l o , D o m i n u s E d i t o r a , 1966.
ridad. Slicher Van B a t h , B. H., "Desarrollo agrícola en E u r o p a e n t r e 1800 y 1914",
P'*V7 A¡ijU'_b i-.it" ni " f '. , '(/ tiiii argentina-; i:<-6:: •')y¡¡ BIMU¡. IV Reunión de Historiadores Latinoamericanisías Europeos, Colonia, oc-
l
<I >¿< . t, ! í' 1 1 t u b r e d e 1975.
Pv ^ l c i t t 1 n< "• o i i i io sindical de. Amer-ca Laiiiui, l> • •>"• T o r n q u i s t , E r n e s t o , et al., The economic development of the Argentine Re-
\ < , . , public in the last fifty years, B u e n o s Aires.
f
i" ,, i ' i ' , i/nir,;!;/ II.L'C.;:-' rn Rio i,),;i,r.- Vernenfio, R o b e r t o J., " L a s c u l t u r a s i n m i g r a t o r i a s e n América Latina", Unes-
374 MARÍA FXENA RODRÍGUEZ OVAN
EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO
co, Reunión de expertos sobre ia Historia de las Ideas en América Latin.i.
B E N J A M Í N CARRIÓN
México, 1974.
Zea, Leopoldo, El pensamiento latinoamericano, México, Ariel, 1976.
Weinberg, Pedro Daniel, "Para la historia de la clase obrera", en Revista I >i
tinoamericana de Sociología, vol. n i , marzo de 1967.
, "Una historia de la clase obrera", en Revista Latinoamericana </<•
Sociología, vol. IV, marzo de 1968, núrn. 1.
El descubrimiento, la conquista, la colonización, la convivencia actual,
son factores y antecedentes históricos del gran fenómeno demográfico
y h u m a n o que conlleva la denominación genérica de mestizaje. Fenó-
meno o c u r r i d o en todas las latitudes donde habita el h o m b r e , desde las
m á s remotas edades y pueblos.
Así, Claude Lévi-Strauss, p o r ejemplo, se interesa insistentemente en
la cuestión, ya p o r o t r o s planteada, de las interrelaciones entre Asia,
E u r o p a oriental y nórdica y las Américas.
Larga y sostenida controversia, n o resuelta aún p o r las ciencias hu
m a n a s como ia antropología, la etnología, la geoetnología, se mantiene
sobre el origen, sobre la aparición del h o m b r e americano, sobre la pre-
sencia de la planta h u m a n a en este hemisferio.

Si el p r o b l e m a de la autenticidad y p a r i d a d del origen del h o m b r e ame-


ricano —del aborigen—, matriz receptora de mestizaje, no es menos
enredado —seguramente más— que el problema del hombre europeo,
del colonizador, del conquistador, del inmigrante principalmente eu-
ropeo, y, en m e n o r escala, africano negro y asiático de procedencias
mongoloides. Es menester, pues, tener en cuenta factores de muy di-
versa índole:
— factores etnológicos de conformación ósea, principalmente maxi-
lar y craneal;
— factores de pigmentación de la piel —éstos m á s exteriores, de
m á s fácil y obvia reconocibilidad;
— factores de capacidad mental y muscular;
— factores idiomáticos, singularmente definidores, porque, según Fer-
dinand de Saussure, es la lingüística el conocimiento superior de las
ciencias h u m a n a s ;
— factores climáticos: cambios o alteraciones según sea el h a b i t a t
de los g r u p o s de personas, tales como el ensortijamiento del cabello
en las tierras cálidas, o igualmente el oscurecimiento del color de la
piel;
— factores ambientales (las diferencias sustanciales —o p o r lo me-
nos de innegable apariencia—) que se ofrecen entre grupos de similares
orígenes, según la altitud de las regiones en que habita y su proximidad
o alejamiento del m a r o la m o n t a ñ a . Así, p o r ejemplo, siguiendo teorías
de Ratzel, los inmigrantes, los colonizadores, a u n q u e pertenezcan a una
misma nacionalidad o se dirijan a la m i s m a región o unidad nacional
o continental eligen siempre aquella zona en que se encuentre mayor
[375]
376 BENJAMÍN CARRIÓN EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 377

similitud de clima, de producción de la tierra, de género del trabajo tencia, o por su disposición para ejecutar trabajos físicos o intelectuales
más duros, el hombre de color pueda en su día poner fin a la supremacía
y —cosa curiosa y siempre c o m p r o b a d a — de semejanza de paisaje til- del hombre blanco y quizá hasta establecer una supremacía propia sobre
la tierra nativa que a b a n d o n a n , voluntaria o forzadamente, p o r su real éste.
gusto de aventureros o desgraciado disgusto de exiliados, víctimas de dk
taduras, presiones, g u e r r a s . . . A continuación, Toynbee inculpa a la victoria del p r o t e s t a n t i s m o de
Así se ha c o m p r o b a d o que, en la inmensa región continental bien mal habla inglesa, cuyos seguidores se aseguraron la p a r t e del león en los
llamada América Latina, los españoles siempre eligieron, desde el pri países u l t r a m a r i n o s habitados por gentes primitivas y, por t a n t o , aptos
m e r m o m e n t o de su llegada o algo más tarde, aquella zona de su nueva p a r a la colonización p o r europeos.
vida que m á s se acercara, p o r variadas razones, a la inolvidable tierra
natal. Esto ha sido una desgracia para la humanidad porque el temple y la actitud
Por ejemplo: los vascos, gente de m a r y de m o n t a ñ a , "venidos a Es y conducta protestantes en lo que respecta a la raza, como en muchas otras
paña de n o se sabe dónde", se dirigieron principalmente a Chile, el de cuestiones vitales, se inspiran en buena parte en el Antiguo Testamento; y
la "loca geografía" de Benjamín Subercaseaux, p o r q u e allí, al día si en materia de raza, las indicaciones de ese oráculo ciriaco de viejo estilo
guíente de su llegada, ya podían ir al m a r (idéntico al suyo) en procura son muy claras y muy salvajes. Bajo esta inspiración, los colonos protestan-
de mariscos y a la m o n t a ñ a en busca de tierras buenas para sembrar tes de habla inglesa exterminaron al indio norteamericano, lo mismo que al
bisonte, de costa a costa del continente, mientras que los españoles católicos
la viña. sólo exterminaron al indio en las islas del Caribe y se contentaron en el con-
En cambio, los andaluces —Sevilla, Córdoba, Granada— inundaron tinente con ocupar el sitio de los aztecas y de los incas, haciendo gracias
las playas cálidas del Pacífico, de Guayaquil hasta el s u r del Perú; los de la vida a los conquistadores para regirlos como pueblos vasallos, con-
extremeños —los que proporcionaron la madera de los conquistadores virtiendo a los miembros de éstos a su propia religión y cruzándose con sus
(Cortés, los Pizarro)— y, por fin, los castellanos, buscaron los altipla conversos.
nos, las serranías, lodo lo que más recordaba el paisaje de su tierra Los protestantes ingleses, asimismo, emprendieron el tráfico de esclavos
española. negros desde África al nuevo mundo y más tarde obtuvieron el monopolio
Pocos enigmas históricos son más intrincados p a r a d e s e n t r a ñ a r qiu- de este tráfico como una de las propinas de la paz de Utrecht (1713).
el enigma étnico ibérico. A fines del siglo xv, c u a n d o se inicia la gran
aventura del descubrimiento, la conquista y la colonización, la etnia cel Nos hallamos, antes de trasponer los Pirineos, con el mestizaje pro-
tibérica (hispano-lusitana) tenía todas las mezclas, todos los "mestiza ductor de lo vasco, de las provincias vascongadas. Muchas hipótesis h a n
j e s " del m u n d o llamado occidental. sido sostenidas al respecto. Pero últimamente, con características de se-
Las teorías del conde Gobineau sobre "la desigualdad de las razas riedad científica y documental, se están publicando estudios y libros
h u m a n a s " , engendradoras fatídicas de las que se sucedieron después para c o m p r o b a r el parentesco de lo vasco con lo georgiano. Se inician
hasta culminar en la de "los arios p u r o s " y los "dolicocéfalos rubios" en investigadores georgianos, como el científico Yuri Zytsar, de Kuibi-
(adoptadas y usadas p o r el nazismo hitleriano y que condujeron al bishev (región del Volga) y Greta Chantiadze, de Tbilisi, que h a n editado
m u n d o a la segunda guerra m u n d i a l ) , tenían su contradicción flagrante el primer diccionario vasco-georgiano, en el que se encuentran m á s de
dentro del m u n d o hispánico, descubridor y p r i m e r conquistador y t<> 300 palabras idénticas en los dos idiomas. También el eminente lingüis-
Ionizador de las Américas. ta español Manuel de Aranegui, presidente de la Sociedad de Amigos
Vale consignar aquí que Arnold Toynbee, filósofo de la historia, ca del País Vasco ha t r a d u c i d o el libro Idioma georgiano del académico
tólico y británico opina así sobre este problema en su Estudio de la soviético Shotá Dzidziguri, en el cual se afirma la similitud de ambos
historia: idiomas.
Probablemente sea el vasco el m a y o r problema, pero lo es también
En todos estos países de ultramar en donde la gente blanca de la Europa el catalán, que a p a r t á n d o s e del castellano centralizador en c u a n t o a
occidental se ha arraigado se dan tres elementos en la situación que, junio., idioma se e m p a r e n t a muy estrechamente con el languedoc y llega a la
llegan a explicar bastante bien la fuerza y virulencia del sentimiento racial identidad con el provenzal en las demás características étnicas esencia-
occidental en nuestro tiempo. Primero, la gente blanca ha establecido su les. No deja tampoco de serlo el gallego que, vecino del portugués, adop-
supremacía sobre la de otras con las que ha llegado a dividir sus nuevos ta sus principales esencias fonéticas y temperamentales. Hay muy poca
hogares. Luego, estos amos blancos han abusado de su poder, casi en todas distancia de Rosalía de Castro a Federico Mistral (menor, desde luego,
partes, en alguna forma y en algún grado. En tercer lugar, los obsesión.i que la existente con los Machado andaluces o el madrileño B é c q u e r ) .
un perpetuo terror de que algún día las posiciones se inviertan; de que, a
causa del mayor número, o debido a una acaptación más perfecta al cliin.i En las tierras nuevas donde llegó el descubrimiento y la conquista
local, o por su capacidad para sobrevivir con un nivel inferior de suhsis tampoco existía unidad, menos aún identidad de etnias y de lenguas.
378 BENJAMÍN CAKR1ÓN EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 379

Paul Rivet, investigador contemporáneo cuyos estudios etnológicos, au queño por lo que toca al número de individuos de cada grupo; el aumento
tropológlcos, arqueológicos, le dieron autoridad p a r a fundar el Museo tan notable de la población amerindia en América se debe, sobre todo, al
del H o m b r e de París, afirma en sus estudios sobre Los orígenes del descubrimiento de la agricultura. La llegada de melanesios y australianos
hombre americano lo siguiente: a América, no sólo no ha llegado a comprobarse, sino que debe reputarse
dificilísima.
El hombre americano no es autóctono; venido del antiguo continente, no
aparece en el nuevo mundo antes del cuaternario final, después del retro Mientras los sabios antropólogos, etnólogos y arqueólogos digan sus
ceso de los grandes glaciares, y sólo puede llegar a él utilizando vías di últimas palabras sobre el origen del h o m b r e americano, mientras re-
acceso iguales a las existentes hoy día, puesto que América tenía desde es;« vuelen en estratosfera científica las teorías de Darwin, de Claude
época lejana, sus contornos actuales. Lévi-Strauss, de Teilhard de Chardin, de Rivet, de Monod, de Toynbee.
nosotros —con nuestros elementos de observación étnica, lingüística,
Sobre este p u n t o , pueden considerarse dos hipótesis, tal como lo admite histórica, ecológica— procuremos d a r u n a rápida ojeada al p a n o r a m a
u n o de los mayores investigadores de geografía de nuestro continente, continental latinoamericano en lo q u e se refiere a los elementos dis-
el mexicano Jorge L. Tamayo. persos que, p o r múltiples razones y diversos caminos, han contribuido
La p r i m e r a es la hipótesis de los antropólogos europeos, cuyo anun a poner en m a r c h a este fenómeno cardinal del mestizaje, base esencial
ciador m á s i m p o r t a n t e es Paul Rivet, quien en el estudio en referen del presente y el futuro latinoamericanos.
cia dice:

En definitiva, el Pacífico no debe aparecérsenos ya como una inmensa ex


tensión vacía, barrera infranqueable tendida entre el antiguo y el nuevo MÉXICO Y AMHR1CA CENTRAL
mundo. Migraciones humanas lo atravesaron a costa de cuántos esfuerzos
y de qué tramas, para arribar a América y colonizarla. Hubo después comer
ciantes audaces que lo cruzaron en forma más o menos regular hasta la
época del descubrimiento y estas travesías se efectuaron sin duda en ambos Siguiendo al profesor Mauricio Swadesh, quien se guía p o r diversas ex-
sentidos. Mucho antes de las naves de los glandes descubridores europeos, presiones somáticas pero m u y particularmente p o r las lingüísticas, los
las sorprendentes piraguas polinésieas y melanésieas y, quizás también has grupos indígenas en Mesoamérica, singularmente en México, pueden ser
ta las primitivas balsas peruanas, habían surcado las rutas de este inmenso ordenados en los siguientes grupos:
desierto marino. Una emocionante epopeya anónima precedió a la gran
epopeya histórica. Es toda la historia de la humanidad. 1. Grupo tarasco: Habita al norte del estado de Michoacán y se le co-
noce también con el n o m b r e de purépecha. Está topográficamente for-
A continuación, Tamayo agrega: m a d o p o r la región lacustre que incluye los lagos de Pátzcuaro, Cuitzeo
y Zirahuén y otros menores. Es la famosa zona que, d u r a n t e la colo-
La hipótesis de los antropólogos estadunidenses, sostenida entre nosotros nización y la evangelización, fue dominada p o r la acción evangélica de
[en México] por el profesor Pablo Martínez del Río, explica la llegada cic- Vasco de Quiroga, el "Tata Vasco" que todavía a ñ o r a n los indios y que
los habitantes a América por el cruce del estrecho de Bering en emigrado ha e n t r a d o a formar p a r t e de su mitología actual: el espíritu p u r o que
nes hacia el sur que poblaron todo el continente. en las noches de luna sobrevuela el lago de Pátzcuaro, trayendo la paz y la
abundancia, "Tata Vasco" fue el que introdujo milagrosamente, según
Ahora Tamayo cita textualmente a Martínez del Río: la creencia d e los indios, el "puerquito de dios", origen de t o d a s u feli-
cidad. S u s poblados, casi todos con n o m b r e s t e r m i n a d o s en bellísimos
El indio americano puro corresponde a la raza asiática o xantoderma de la esdrújulos, son Pátzcuaro, Yurécuaro, Erongarícuaro, Y u r i r i a p ú n d a r o . . .
humanidad, si bien dista mucho de ofrecer uniformidad absoluta. La prime- Las m o n t a ñ a s que ocupan los tarascos, también con bellos nombres
ra colonización se llevó a cabo sin duda a través de la región del estrecho esdrújulos, son las de Tancítaro, Carácuaro, los 11 pueblos de la cañada
de Bering, principalísima puerta de entrada prehistórica del Nuevo Mundo.
y donde existe, se puede decir, continuidad geográfica, étnica y cultural entre- de Chilchota.
Asia y América. No sabemos, sin embargo, que en aquella ocasión, ni en Son grandes y originales ceramistas y manej adores del color extraído
alguna de las posteriores, se haya hecho uso de la vía de las islas Aleutia de hierbas y tierras que sólo ellos conocen. Las lacas de Uruapan son
ñas [ . . . ] . Posteriormente a las primeras migraciones y en distintas lechas conocidas en el m u n d o .
siguieron infiltrándose en América distintos grupos de asiáticos diferencia
dos entre sí étnica y lingüísticamente y comenzando a predominar el grupo 2. Grupo macro-mixteca: Está fijado principalmente en el valle de To-
braquicéfalo. El grupo de inmigrantes debe considerarse relativamente pe luca y regiones aledañas. Como subgrupo, es m u y conocido el de los
BENJAMÍN CARRIÓN
EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 381
380
otomíes q u e , a través de la historia precortesiana, h a n sido dispersados Este g r u p o es el que centraliza la historia de la conquista y, según Ber-
nal Díaz del Castillo y los demás cronistas, donde se situó el p u n t o de
p o r diversas regiones.
a r r a n q u e de la historia c o n t e m p o r á n e a del México mestizo.
O t r o s u b g r u p o i m p o r t a n t e es el mixteca p r o p i a m e n t e dicho. Se halla
ubicado principalmente en el estado de Oaxaca y en las inmediaciones
de esta gran ciudad. Pero se halla también extendido en diversas zo
ñas m u y a p a r t a d a s de su asiento original.
EN EL PERÚ Y LOS PAÍSES ANDINOS
El grupo zapoteca q u e ocupa realmente el valle de Oaxaca, es sin
d u d a el m á s importante, n u m e r o s o y activo. Para no hacer olvidar sus
glorias p a s a d a s , continúan cultivando la artesanía del b a r r o y el tejido.
Son, sin duda, u n a de las agrupaciones aborígenes de m a y o r vitalidad El o t r o gran foco —raíz, proceso y madurez— de la conquista y colo-
actual. nización española, fue el inmenso imperio de Ta-huan-tin-suyo, cuyo
El grupo chinanteca se h a ubicado en las m o n t a ñ a s que dominan centro político se h a convenido en fijarlo en el incanato o imperio de
Oaxaca p o r el norte, en la vertiente exterior de la sierra Madre. los incas.
Diferencias pueden establecerse entre los dos grandes choques huma-
3. Grupo macro-maya: el subgrupo totonaca se halla ubicado en la sie- nos: el de los españoles, bajo el m a n d o de Cortés, en México, y el de los
rra de Puebla y se dispersa p o r las cercanías y valles aledaños a la ciu propios españoles, m a n d a d o s p o r Pizarro, en el imperio incaico.
dad de Puebla. Lo h e dicho en m i libro Atahuallpa:
Los totonacas descienden de las sierras hasta las cercanías de Vera
cruz y, p o r hallarse tan cerca de las comarcas dominadas por los Maya Antes de los incas existían culturas humanas en las distintas zonas domina-
Quiche, están ya mezclados sus caracteres y hasta sus formas idio das por ellos, desde el Callao hasta Quito. Ya se aclarará el enigma histórico
máticas. Ocupan las u b é r r i m a s selvas cálidas y h ú m e d a s de Tabasco y de Tiahuanacu. Y el de Quitumbe con sus caras o carios.
El ayllu —pasando por sus etapas necesarias de hotayrismo, fratrismo y
Chiapas. Participan de su m o n u m e n t a l i d a d y, dentro de las transforma
gentilismo— es la unidad social indígena anterior al incario y que le ha
ciones sufridas p o r las migraciones y las mezclas, aún puede hablarse del sobrevivido. Los incas aceptaron la forma de congregación humana a lo lar-
parentesco cercano con el gran pueblo maya, cuyas influencias y deri go de los cimeros valles cuntís y antis y de las planicies yungas y realizaron
vaciones avanzan, probablemente, hasta muy e n t r a d a la América del su gran obra superestructural aprovechando este pétreo basamento. Respe-
Sur, acaso Colombia y Ecuador. En México, tienen su asiento principal tándolo siempre. Anexando —en el sentido de rigor— unos ayllus con otros.
en la península de Yucatán, donde se hallan los m o n u m e n t o s m á s gran Tejiendo por sobre ellos un sentido de unitarismo, una vinculación de cul-
diosos de su pasado esplendor, como Chichén-Itzá, Uxmal y otros. tura, una ética común. Y, como en todo proceso imperialista, un sentimiento
de orgullo, basado en la superioridad, que atraía otros y otros ayllus, afirmó
4. Grupo macro-nahua: E s sin duda el m á s importante, el central, el la fuerza unificadora del incario.
que ha fatigado a la historia, la leyenda, la poesía, es el que ocupa la zona Los incas no sólo aceptaron la forma de congregación indígena celular que
central, incluyendo el valle de Anáhuac, el de la leyenda maravillosa di es el ayllu, sino que la aprovecharon racionalizándola. Entendieron los con-
tactos acercadores —clima, producto, dialecto, tótems— que habían llevado
la serpiente y el nopal. El que nos ha dejado los mayores documentos
del ayllu privado al hatun y a la marca, que son agregaciones ayllales se-
de poesía oral y luego escrita, al que pertenece el mito de Quetzalcóall cundarias. Los imperativos económicos, climáticos, totémicos, que habían
frente a Huitzilopochtli. La lucha eterna del mal y del bien. Y luego la ordenado la formación de la llacta, congregación urbana, ciudad. Y con esas
poesía de Netzahualcóyotl. directivas orientadoras, aspiraron a la comunidad superior que no era para
Según T a m a y o : ellos solamente dirección estatal, sino la ordenación totalizada del mundo.
Los incas, por lo mismo —y ése es el sentido de la mitología de Manco-
Las principales concentraciones [entre las del macro-nahua] se localizan en Capac y de Mamma Ocllo Huaco, los epónimos del incario—, asumieron una
las vertientes de la sierra Madre Oriental, desde Tamazunchale (S. L. P.) lias característica teocrática: eran hijos del sol, enviados a la tierra para estar
ta el pico de Orizaba; en el sur de la altiplanicie meridional, incluyendo l.i más cerca de los hombres. No venían a gobernar un estado, como lo entien-
parte sur de la cuenca de México y la casi totalidad de los estados de Tla\ den los occidentales. Venían a dirigir el mundo entero. Eran universalistas
cala y de Morelos; en la porción montañosa del oriente del estado de (¡ue totalizadores del hombre, como en la historia lo han sido los judíos y los
rrero; planicie costera veracruzana desde el río Tuxpan hasta los Tuxil.r. españoles.
y grupos aislados en los municipios de Águila (Michoacán), Tuxpan (Jale,
co) y Teotitlán del Camino (Oaxaca). Leamos a Mariátegui:
382 BENJAMÍN CARR1ÓN El. M7ÍSTIZAJE Y LO MESTIZO 383

No creo en la obra taumatúrgica de los incas. Juzgo evidente su capacidad Bolivia 800 000
política; pero juzgo no menos evidente que su obra consistió en construir Paraguay 280 000
el imperio con los materiales humanos y los elementos morales allegados Argentina 380 000
por los siglos. El ayllu —la comunidad— fue la célula del Imperio. Los incas Uruguay 5 000
hicieron la unidad, inventaron el imperio, pero no crearon la célula.1 Brasil 1 000 000
Chile 600 000

Población total de América en 1492 13 385 000


EL CASO DEL RÍO DE LA PLATA
Rosenblat comenta:

Las anteriores cifras tienen sin duda un valor histórico aunque no desde
Ezequiel Martínez Estrada, en su obra capital Radiografía de la Pam-
luego un valor estadístico. ¿Hay acaso cifras de otro género? Evidentemen-
pa, considera con agudo pero agrio pesimismo la aventura de la conquis- te, sí. Cuando se aparta uno de las polémicas político-religiosas, debidas a
ta y colonización. Comienza p o r declarar: "El ideal del recién llegado veces a las rivalidades entre las órdenes, a conflictos entre el poder eclesiás-
no era colonizar ni poblar", a lo que agrega, en o t r o lugar: " E s muy tico y el cultural o a rencillas y rivalidades entre los mismos capitanes y
difícil reproducir ahora la visión de ese m u n d o en las pequeñas cabezas gobernadores, se encuentran abundantes elementos que se prestan para un
de aquellos hombres brutales, que a la sazón estaban desembarazán- cálculo aproximado: empadronamientos parciales, repartimientos de indios
dose de los árabes y lo arábico. ¿Qué cáteos realizaban el hidalgo em- realizados al día siguiente de la conquista y, a veces, también la magnitud
pobrecido, el artesano sin p a n , el soldado sin contrata, el pordiosero y de los ejércitos.
el párroco de una tierra sin milagros al escuchar fabulosas noticias de
América?" A pesar de su acidez, m á s aparente que real, h e m o s de seguir princi-
En este instante creemos que conviene, de acuerdo con las investiga- palmente para la comprensión del fenómeno del mestizaje en el Río
ciones de Ángel Rosenblat, sentar la afirmación totalmente comprobada de la Plata, las interpretaciones de Martínez E s t r a d a , contenidas princi-
de que los españoles, en los dos primeros siglos de sus incursiones p o r palmente en su admirable libro ya citado. Dice así: " E l conquistador
lo que ellos llamaban "Indias occidentales", no trajeron mujeres. Era no a m a b a esta tierra y no veía su porvenir m á s que a través de la lujuria
una aventura que conllevaba tanto riesgo, que no convenía a los aven- y la avaricia." Y luego: "Una inconcebible opacidad del futuro y de la
tureros recargarse de mujeres ni familiares. Todo eso encontrarían en responsabilidad, hostigaba al blanco a e n g e n d r a r en las indias como si
las tierras descubiertas. se t o m a r a u n a recóndita represalia contra América." Le sigue a esa afir-
Según la investigación de Rosenblat la población de América, hacia el mación u n a desconsolada definición del mestizaje a p o r t a d a p o r Martí-
año 1492 —fecha de la llegada de Colón— era la siguiente: nez. E s t r a d a , quien dice:

I. Norteamérica, al norte del Río Grande 1 000 000 El padre pertenecía a los invasores, se iría; la madre a los vencidos, mori-
II. México, América Central y Antillas ría; pero era él, era el pueblo, el que iba a quedar; la unión azarosa de
5 600 000 los sexos engendra inseguridad y la trasmite; el acto realizado de manera
México 4 500 000
Haití y Santo Domingo (la Española) incompleta, produce una de las formas de la angustia neurótica: el apuro, el
100 000 disgusto, y el asesinato de la propia vida.
Cuba 80 000
Puerto Rico 50 000
Jamaica 40 000 En otro pasaje, agrega Martínez E s t r a d a :
Antillas Menores y Bahamas 30 000
América Central 800 000 La india sirvió al invasor de piel blanca como nocturno deleite, después de
un día ocioso; daba su sangre a los gérmenes del cansancio y el desengaño
III. América del Sur 6 785 000 y del placer nacía la angustia. No se le exigía amor y ni siquiera fidelidad,
Colombia 850 000
Venezuela porque el macho y la hembra estaban juntos anatómicamente; cuando él
350 000 se levantaba, comenzaba ella su largo trabajo fisiológico.
Guayanas 100 000
Ecuador 500 000
Perú 2 000 000 Respecto del mestizo, t e m a de este ensayo, Martínez E s t r a d a — d e n t r o
de su acritud— opina: "Mezcla de sangre indígena y europea, el mestizo
1
José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruaih dio u n tipo étnico inferior a la m a d r e y el p a d r e . "
384 BENJAMÍN CARRIÓN EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 385
Y ya, en u n valeroso y audaz intento de apreciación histórica, nuestro pecialmente el italiano). La expresión idiomática se va alejando sensi-
a u t o r afirma: blemente, en lo p o p u l a r sobre todo, del castellano común y en su expre-
sión musical m á s conocida —el tango— el dominio del lunfardo es cada
Nunca se comprenderá bien la psicología del gaucho, ni el alma de las mul- vez mayor.
titudes anárquicas argentinas, si no se piensa en la psicología del hijo hu-
millado, en la que un complejo de inferioridad irritado por la ignorancia
puede llegar a producir en un medio propicio a la violencia y al capricho.
La llamada Conjuración de los Mestizos, en 1580, es ya una sublevación
de sangre: siete criollos intentaron apoderarse de la ciudad de Santa Fe. Se C H I L E , " U N A LOCA GEOGRAFÍA"
los ejecutó. En 1711, en Venezuela, la sublevación de los mestizos proclamó
rey a un mulato. Aquellos ejércitos que Belgrano, San Martín y Alvear no
pudieron disciplinar, turbas híbridas de indígenas, mestizos y extranjeros Esta larga zona de la América Meridional que, tras una larga historia
desesperados, eran la siembra humana, réplica de la del ganado montaraz. de heroísmo indígena, terminó, después de la independencia, p o r cons-
Las filas de los insurrectos, de los mestizos, atrajo a los aborígenes ansiosos tituirse en República de Chile, a la llegada de los conquistadores alber-
de venganza. Tribus enteras: minuanes, charrúas (que únicamente habrían gaba en su perímetro inmenso, entre el m a r y la m o n t a ñ a , t r i b u s o
descendido a la antropofagia por rabia sacrilega), yaros, guenoas, guaicurúes,
ranqueles, puelches, tapes y muchos más, mezclados a gauchos, mestizos y parcialidades indígenas muy variadas, que sólo en su parte septentrional
salvajes, engrosaban las montoneras hace un siglo. Eran los hijos subleva fueron d o m i n a d a s p o r los incas del Cuzco e incorporadas al imperio
dos contra los padres; los hombres de la soledad del desierto, de la crá- del Tahuantinsuyo.
pula, del estupro, como pedazos de pesadillas de ambiciosos borrachos que Según el Diccionario de las Indias Occidentales —publicado en Ma-
tomaban cuerpo en el fondo de las praderas y se venían galopando sobre drid el a ñ o 1786— las tribus que poblaban el reino de Chile eran las
los poblados... siguientes:
Antallis Pequenches
Y seguimos con Martínez Estrada: Araucanos Pevinges
Cauquis Pincus
Los nietos de los nietos tenían un alma cargada con todos los lastres del Chauracabis Peyas
pasado. Los nietos no saben nada de sus orígenes. El tiempo parece haber Guarpes Pulches
borrado la iniquidad y la oímos en la boca escolar cuando se enoja con Juncos Yanacunas
el condiscípulo, y en la sonrisa del adolescente que cala a la distancia una
alusión del tabú femenino. Del citado diccionario —escrito por el coronel Antonio de Alcedo, capi-
De la posesión de mujeres en calidad de seres domésticos, nacían hijos que tán de las reales guardia:; españolas— nace la siguiente descripción:
iban a criarse en hogares regularmente constituidos; en cada familia llega-
ban a media docena, pero el que más' poseía, criaba más. ...tiene muchísimas minas del más riquísimo oro, de plata, cobre, plomo,
En el orbe católico, la mujer es el instrumento de goce, el artefacto del estaño, azufre, piedra imán, azogue y de carbón fósil, de donde produce
diablo, el pecado por antonomasia. En el teatro clásico español, sin madres inmensas riquezas que nunca apreciaron los indios ni trabajaron hasta la
y sin niños, con esposas como amantes y con doncellas de brutal virtud conquista de los yncas, que empezaron a beneficiarlas, enviando porciones de
se encontraban abundantes ejemplos de lo que se enaltecía y vilipendiaba. oro al Cuzco para adorno de los templos y palacios como regalo y no como
El sexo quedaba para siempre cubierto pero hacía sus estragos en las almas tributo: las incursiones y rebeliones de los indios, y principalmente de los
Se elaboró una especie de droga enervante y tropical con el nuevo culto araucanos, que el año 1599 tomaron y destruyeron 6 ciudades que fueron
y la antigua superstición; el fraile gozó de predicamento absoluto como honi Valdivia, La Imperial, Angol, Santa Cruz, Chillan y la Concepción es el mo-
bre. Valía por la cantidad de infierno que tenía a su disposición. La fuerza tivo de haber muy pocas poblaciones grandes, y éstas pobres y de poco
de la doctrina que corrompió al cambiar de idioma. Una relación es insepa vecindario, que siempre viven con el temor de alguna sorpresa de los indios,
rabie de un idioma, como lo prueba la adopción del latín para la liturgia. aunque en los confines hay presidios y fuertes guarnecidos de tropa españo-
la, con las provisiones necesarias de artillería, víveres y municiones: la gue-
rra que desde el principio han sostenido los españoles con estos ferocísimos
El mestizaje en el "cono sur", en los tiempos modernos, obedece al indios ha disminuido mucho el número de aquéllos, que han sido muertos
mandato de "gobernar es poblar"; sin embargo, la explosión demográ o esclavos de estos bárbaros que nunca se han podido reducir. . .
fica que tiene alarmados a los pueblos indoespañoles ha sido frenada
en la República Argentina y en su país vecino, el Uruguay. El problema E n c o n t r a m o s así m a r c a d a la diferencia entre los encuentros de los es-
actual lo constituye más bien u n cierto abandono de la tierra, p o r la pañoles con los pobladores autóctonos de las diversas zonas de la inmen-
millonaria absorción u r b a n a y la dominación de idiomas extranjeros (es sa empresa española de conquista y dominación: ésta de los chilenos,
BENJAMÍN CARRION
386 IÍL MESTIZAJE Y 1,0 MESTIZO 387

cuyo nombre genérico de " a r a u c a n o s " , ha ofrecido motivo p a r a la "De tierras b á r b a r a m e n t e estériles y maravillosamente exuberan-
historia y la leyenda, siendo el tema de la mayor, acaso de la única epo tes. . .
peya que se haya escrito sobre la conquista española de América: /.</ Se llegó a pensar entonces que allí, desde el comienzo, se cocinó la
Araucana, de Ercilla. más vasta operación de mestizaje de toda la historia de los h o m b r e s .
Andrés Bello nos dice: "Toca a Chile ser el único de los pueblos ni'.) Citemos a Gilberto Freyre en su d o c u m e n t a d a Casa grande e senzala:
d e m o s cuyos orígenes se inmortalizan con una epopeya, según acola
Julio A. Leguizamón." El mismo autor, en su Historia de la literatura . . .en cuanto a la mixibilidad, ningún pueblo colonizador, aun de los mo-
hispanoamericana, afirma: " E n t r e los no menos entusiastas de La Aran dernos, excedió o igualó siquiera en esc terreno al portugués. Al primer
cana, es imprescindible citar a Vollaire, por su significación en las contacto fue, placenteramente, cruzándose con mujeres de color, multipli-
letras y en el pensamiento. En su Ensayo sobre la poesía épica compara cándose en hijos mestizos, ya que tan sólo algunos millares de hombres
el discurso de Colocólo, 'Canto II', con el de Héctor de la llíada, para audaces consiguieron afirmarse en la posesión de vastísimas tierras y com-
petir con grandes y numerosos pueblos en la extensión de dominio colonial
pronunciarse en lavor de Ercilla." y en la eficacia de la acción colonizadora. La mixibilidad, más que la movi-
Es pues el de Chile el caso de más tenaz y heroica resistencia a la con lidad, fue el proceso mediante el cual los portugueses se compensaron de
quista y dominación española, opuesta por los aborígenes americanos la deficiencia en masa o volumen humano para la colonización en gran escala
Los casos fundamentales de Cuauhtémoc en México, de Atahuallpa y, y en áreas extensísimas. Para tal procedimiento, preparóles la íntima con-
sobre todo, de Runiinaliui en el incario, están mezclados de mitos, de vivencia la relación social y sexual con razas de color, invasoras o vecinas
engaños, de a m o r í o s . . . El caso de la Malinehe en México, engendrador de la península —una de ellas la de fe mahometana—, en condiciones su-
de la maldición del malinchismo -interpretado por Samuel Ramos v periores técnicas y de cultura intelectual y artística, a la de los cristianos
Octavio Paz—; la traición de Cajamarca, anatematizada en su Atahuall rubios. [Y luego continúa]: Puede afirmarse, mientras tanto, que la mujer
morena ha sido siempre la preferida de los portugueses para el amor, por
pa por Benjamín Carrión, marcan esta diferencia esencial, que tanto lo menos para el amor físico. \l\ capricho por la mujer rubia, circunscrito
cuenta en el proceso e interpretación del mestizaje. por lo demás a las clases elevadas, habría sido más bien una repercusión
Los araucanos y demás tribus de Chile, con su gran héroe hasta hov de influencias exteriores que la expresión de un genuino placer nacional.
no superado —-Caupolicán—, son los aborígenes que con ferocidad im Con relación al Brasil, que lo diga el adagio: "Blanca para casar, mulata
placable no se rindieron nunca. para fornicar, negra para trabajar", en el que prevé, junto al convenciona-
En un m o m e n t o dado se ha dicho y lo repite Rosenblat: "La cuna de lismo social de la superioridad de la mujer blanca, o de la inferioridad de
las clases populares de Chile está en el mestizaje." Y el conde de Kcv la negra, la preferencia sexual por la mulata. . .
serling decía, como recuerdo de su paso por Chile: "Los chilenos no
tienen ya nada de latinos. Nace allí un pueblo nuevo que tiene m á s de
araucano que de español, por ser claramente tipo a r a u c a n o el que un-
jo!" corresponde a aquel paisaje." LA U N I D A D B R A S I L E Ñ A F R E N T E A LA D I S P E R S I Ó N HISPÁNICA
El profesor Alejandro Lipsehutz, que ha vivido largo tiempo en el sin
de Chile y ha hecho esludios sobre lodo el país, considera " q u e indios
y mestizos constituyen del 90 al f).S% de la población". Otros —según Para Brasil, claro está, la cuestión idiomática —son muchas m á s las
Rosenblat— sólo asignan al Chile actual un 50'Mi de mestizos. semejanzas idiomáticas que las diferencias— explica o, p o r lo menos jus-
tifica, la separación. Pero no explica la unidad de los de origen lusitano
frente a la dispersión invencible, incorregible de los de origen hispano.
La historia de unos y otros, francamente, no convence suficientemente.
BRASIL Cierto que lo portugués, por más reducido en su extensión europea-me-
tropolitana, no ha presentado fisuras. Pero las divergencias de la zona
hispánica — c o m o la vascongada, la catalana, la gallega, la andaluza—, no
El caso de Brasil es singular. Un inmenso territorio dentro del cual h a n d e t e r m i n a d o la separación de las colonias de u l t r a m a r . Nadie p o d r á
pueden vivir holgadamente mil millones de personas, una comarca del decir, p o r ejemplo, que d e n t r o de la órbita bolivariana (que debió ser
m u n d o poseedora del río m a r —el Amazonas— y que, en la célebre v unitaria y que tiene seis divisiones políticas: Venezuela, Panamá, Colom-
desafortunada distribución pontifical del papa español Alejandro VI. bia, Ecuador, Perú y Bolivia) sean las divisiones de la E s p a ñ a metro-
sobre mapas imperfectos, fue favorecida con la mitad más unida y com politana las que las h a n d e t e r m i n a d o : que Venezuela es vasca, Colombia
pacta de lo que, al pasar de los siglos, sería llamada América Latina. catalana, E c u a d o r andaluz, P a n a m á gallego, el Perú castellano y Bolivia
Territorio inmenso, compuesto, según Euclides da Cuntía: levantina. No. Ni como anécdota es b u e n a esa versión.

J
BENJAMÍN CARRIÓN
388 EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 389
Euclides da Cunha —seguramente para algunos el mayor intérprete nobleza natural —la nobleza de los frutos-tipos, de la luz robusta y del árbol
de los brasileños— nos habla de una religión mestiza en el Brasil. 2 ejemplar— y habrá venido a menos ser alemán o inglés o sueco, hombres
de tierras desabridas. Echadas a perder a la larga por los placeres químicos.
Nadie se admire que sea una mujer de un país llamado frío quien hace
esta alabanza de la tierra caliente. Yo nací en un valle al que faltan yo
no sé cuántos grados —pero muy pocos— para ser tropical, curiosa quebrada
LA INMIGRACIÓN NEGRA que el quid que Dios me dio para que, en la luz. perfecta, yo adquiriera esta
pasión del sol con todo lo que le es añadido.
Acaso uno de los grandes factores de la unidad lo hallemos en la cau-
dalosa inmigración negra, basada en el temor que el europeo tenía del
trabajo —y de la vida misma— en zonas ardientes, selváticas, insalu
FORMACIÓN DEL MESTIZO BRASILEÑO
bres. Acaso el latino, y menos aún el ibérico, como lo ha c o m p r o b a d o
la historia, se atemorizó menos por el clima y p o r la selva. Pero los
demás —preferentemenle los dolicocéfalos rubios de las zonas templa
das— tenían y tienen pavor a las zonas excesivamente cálidas, propensas Gilberto Freyre, en Casa grande e senzala, dice:
a la malaria, al paludismo y a lodas las horrorizantes enfermedades
Todo brasileño, aun el blanquísimo de cabello rubio, lleva en el alma, cuando
atribuidas al trópico.
no en el alma y en el cuerpo —hay tanta gente de genipapo en Brasil—, la
De allí que, sobre todo en el llamado hemisferio occidental, se hubie- sombra o, por lo menos, la pinta del negro. En la ternura, en la gesticulación
ra producido algo que puede llamarse la civilización del azúcar y del excesiva, en el catolicismo en que deleitan nuestros sentidos, en la música,
algodón. Porque la caña dulce, p r o d u c t o r a de este dulcísimo elemento, en el andar, en la manera de hablar, en la canción de cuna, en todo cuanto
así como la planta del algodón, se producen en el trópico; ese trópico es expresión sincera de la vida, llevamos el sello inconfundible de la influen-
que tan líricamente defendiera Gabriela Mistral en el prólogo que puso cia negra.
a mi libro Los creadores de la nueva América. Dijo Gabriela:
Euclides da Cunha, el máximo conocedor p a r a algunos del p r o b l e m a
¿Por qué se ha de decir tanta majadería del trópico? El trópico es la fruta del mestizaje h u m a n o del Brasil, establece diferencias relacionadas con
óptima: pina o mango admirables; el trópico es el árbol casi humano que las razones ecológicas, de clima, situación, ambiente: costa, sierra, nor-
se llama del pan, el bananero que, él solo, puede alimentar gentes; y el río
que no debiera llevar nombre, el Amazonas, cuyas cuatro sílabas hacen un te, sur, desierto, jungla, abundancia de agua en los ríos, sequedad abru-
horizonte de agua poderosa. Pero, se nos contesta, ¿y el mosquito, y la víb<> m a d o r a . De acuerdo con ellos, hace fijaciones de mestizaje s u m a m e n t e
ra, y otras bestias que un maniqueo atribuiría a una paralela creación denm ilustradoras de la situación general del inmenso país y que, en b u e n a
niaca? Ah, es que se pagan de algún modo esos colores, y esos olores v medida, explican el fenómeno de la unidad nacional m a n t e n i d a h a s t a
esas excelencias sobrenaturales, de un suelo, y se muerde la pitahaya, que hoy, por m u c h o que la rivalidad de las dos grandes ciudades, Río de
es la mejor púrpura, durante una vida, aceptando que una vez. la cobra nos Janeiro y Sao Paulo, amenazó destruirla, hasta que la fundación de Bra-
pruebe la sangre [ . . . ] aparte de que el trópico malo, el de la fiebre palu silia trajo u n a relativa reconciliación que en principio se mantiene sin
dica y el del cacique matón —nuestros dos descréditos mayores— baria nuevas urgentes amenazas. 3
leando o retrocediendo. Se ha de acabar el trópico de aniche ocioso, que
contiene alacranes, soldadesca pringosa y pereza; entonces, ¡qué tien.i 3
de aire vegetal como para que vivan en ella los mejores hombres de c\ir Dice Da Cunha: "La índole incoherente, desigual y revuelta del mestizo pare-
mundo! [ . . . ] entonces, ser ecuatoriano o peruano o mexicano, se volvn.i cería que denota un íntimo e intenso esfuerzo de eliminación de los atributos
que le estorban para la vida en un medio más adelantado y complejo. Refleja —en
2
un círculo diminuto— ese combate formidable que es la propia lucha por la vida
"El hombre primitivo es audaz, y fuerte, pero al mismo tiempo crédulo, > | <>i de las razas, lucha conmovedora y eterna caracterizada por el bello axioma de
lo que se deja fácilmente arrebatar por las supersticiones más absurdas. Su i< Grumplowicz como la fuerza motriz de la historia. El gran profesor de Gratz
ligión, al igual que él, es mestiza. no lo consideró bajo este aspecto. Sin embargo, la verdad es que si todo ele-
"Resumen de los caracteres físicos y fisiológicos de las razas de las que surp\ mento étnico fuerte 'tiende a subordinar a su destino el elemento más patente
por lo mismo suma en él las cualidades morales. Es un índice de la vida de n>". ante el cual se halla', encuentra en el mestizaje un caso perturbador. La expansión
pueblos. irresistible de su círculo singenético, no obstante, así frustrada, sólo se retrasa.
"Nada difícil es caracterizarlas como un mestizaje de creencias. Allí están, .1 l.i No se extingue. La lucha se transforma, volviéndose más grave. Vuelve del caso
vista, el antropismo del salvaje, el animismo del africano y lo es más bien i-I común, del exterminio franco de la raza inferior por la guerra, a su eliminación
lenta, a su dilución en el cruzamiento. Y durante el transcurso de este proceso
propio aspecto emocional de la raza superior en la época del descubi imicnlu \ reductor, los mestizos que surgen, inestables, con todos los matices de color, de
de la colonización."
BENJAMÍN CARRIÓN P.L MESTI7.A.IF Y LO MIÍSTTZO .Vil
390

Al referirse a Brasil, Ángel Rosenblat afirma: ocupacúes c coubrem na graduagáo de suas pesoas que seus fillos e descen-
dentes seráo habéis e capaces de cualquier emprego, honra ou dignidade, sin
No hubo mujeres blancas o hubo muy escasas, pero aun cuando llegó a que necesitarem de dispensa alguna".
haberlas el portugués se incliné) siempre a la mestización. Ningún pueblo
del mundo igualé) o superé) a los portugueses en mixibilidad, dice Freyre. En
todas partes donde se asentó dejó numerosos hijos. Careció en absoluto
de prejuicio racial. Además las leyes portuguesas, y luego las brasileñas, EL CASO DE CUBA Y LAS ANTILLAS
prohijaban a los hijos naturales. Y más que las leyes, los hábitos sociales.
Quizá en ningún país caté>lico hayan gozado de tanta consideración los hijos
bástanlos, que llegaron a tener muchas veces una posicié>n descollante. La
Corona dispuso que la capitanía del Brasil recayese en hijo natural cuando Aquí llegaron antes que a parle alguna los descubridores y colonizado-
no hubiese hijo legítimo. res españoles. Pero aquí también, p o r su lácil situaciém frente a Euro-
pa, llegaron los demás inmigrantes occidentales.
Y luego Rosenblal continúa: Fue j u s t a m e n t e en el Caribe —en la isla Española— donde se alzó
la primera voz en contra de los abusos de los primeros conquistadores.
Menos dificultades hubo por parte de las indias, que muchas veces prefi- Pedro Henríquez Ureña, al comentar el lamoso discurso del dominico
rieron al blanco y aun al negro. El portugués encontré) campo fácil para fray Antonio de Montesinos, pronuncié) esta frase consagradora: " F u e
sus tendencias poligáinicas. l.os primeros cronistas se escandalizaban de la uno de los más grandes acontecimientos de la historia espiritual de la
moral sexual de los indios y de l a s indias. El padre José Anchieta, llegado humanidad."
en 1552, decía: "las mujeres andan desnudas y no saben negarse a ninguno, El domingo antes de Navidad, en 1511, fray Antonio de Montesinos
sino que ellas mismas acometen e importunan a los h o m b r e s . . . porque había dicho, al c o m e n t a r el texto evangélico vox clamantis in deserto,
tienen en mucha honra dormir con los cristianos". según lo cuenta Lewis Ilanke:
Uno ele los colonos llegé) a tener sesenta hijos de distintas mujeres in-
dias, con ninguna de las cuales se había casado. Esas burras fueron las
El sermón, predicado en una iglesia con lecho de paja, ante "lo mejorcito"
madres de la gran masa de mestizos que poblé) pronto San Vicente. de la colonia, especialmente invitadas para el electo, teniendo el propé>sito de
También los grumetes que huyeron de la armada de Cabial, los desterra- horrorizar a los oyentes, el fraile fulminaba:
dos portugueses de las colonias, los franceses refugiados en las tribus, los
traficantes normandos abandonados para que se amigaran con los indios Para os los dar a conocer me he subido aquí, yo que soy voz de Cristo
en el desierto de esta isla, y por tanto, conviene que con atención no cual-
y sirvieran luego de intérpretes, náufragos de diversas expediciones, judíos
quiera, sino con lodo vuestro corazém y con lodos vuestros sentidos, la
conversos y muchos otros, dejaron descendencia en las tribus. Colonos ho oigáis; la cual voz os será la mas nueva que nunca oísteis, la más áspera y
lancleses e ingleses se mestizaron también con indias de la tierra. dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír esta voz, dijo
Ya a mediados del siglo xvi estaba constituida la primera gencraciém de él, que lodos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad
mestizos a los que se llamé) mamelucos en el sur y luego en lodo el Brasil. y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y
En tiempos de Peto de Bachalláes, (iaudavo escribía que, en 1576, los mu con qué justicia tenéis en tal cruel y horrible servidumbre a estos indios?
mcluvos formaban la mayor parte de la población de Sao Paulo. Estos ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que
mestizos constituyeron el núcleo fundamental de las baiuleiras con que se estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con
concluíste) el interior del país y ganaron al portugués en movilidad, osadía muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan
y ardor bélico. opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curalles en sus enfermedades,
Las primeras capas de mestizos fueron base para nuevo mestizaje: hicie que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por
ron más accesible la penetración de la segunda leva de europeos y amorl i mejor decir los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado
guaron el choque violento del nuevo colono con el ambiente indígena. Mu tenéis de quien los doctrina y conozcan a su Dios y Criador, sean bautiza-
chos vivieron amancebados con mestizas. dos, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? Éstos, ¿no son hombres?
La Corona de Portugal concedió a los mamelucos los mismos derechos que a ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros
los portugueses. El Decreto Real del 4 de abril de 1775 establece: "que mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? Tened por cierto que, en el
os meus vasallos de este reino e d'América que casaren con as indias del la, estado en que estáis, no podéis más salvar que los moros o turcos que ca-
nao fican com infamia alguna, antes se farau dignos de minha real atengan recen y no quieren la fe de Jesucristo.
e ñas térras em que embelecerem, seráo preferidos para aquelles logares e

forma y de carácter, sin modos definidos, sin vigor, y las más de las veces invia En la actualidad existe la idea generalizada de que no existen indios en
bles, no son más, en último análisis, que los inválidos inevitables del conflicto Cuba y las Antillas, y eso n o es verdad. En rigor, con criterio antropo-
que perdura, imperceptible, por el correr de las edades." lógico, se encontrarían restos de sangre india en todas las islas. Pedro
392 BENJAMÍN CARRIÓN

Henríquez Ureña, consultado por Rosenblat, nos da las siguientes no EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 393
ticias:
Panamá es la vitrina del mestizaje universal. Además de su situación
Sobre los indios en las Antillas debe observar que, si bien la disminución geográfica, que la constituye en el paso del uno al otro de los dos gran-
fue muy rápida en el siglo xvi, los sobrevivieron probablemente y resistieron des océanos (el Atlántico y el Pacífico) en el ámbito del hemisferio
ya bien. En Cuba hubo indios puros en Oriente (la región más poblada occidental, la obra de construcción del canal atrajo las más variadas
antes del descubrimiento) hasta hace poco: mi hermano Max conoció uno corrientes humanas. Primero, cercano-orientales (muchos griegos y tur-
en el Caney, hombre indio, cerca de Santiago de Cuba. Los demás se mez- cos, árabes en general), luego los lejano-orientales (chinos, japoneses
claron. Como en Cuba hubo durante el siglo xtx enorme afluencia de espa y, sobre todo, indostanos). Esa "Avenida Central" es como la síntesis del
ñoles y gran tráfico de esclavos, el matiz indio se hizo casi imperceptible. En mundo: "gringos, gringos, gringos,... negros, negros, negros, tiendas,
Santo Domingo, la cosa es distinta. Desde el siglo xvi allí no llegaba gente y almacenes, cien razas al sol". Eso dice el poeta panameño, de origen
nueva. Apenas puede recordarse una pequeña inmigración canaria en el
siglo xvi de pequeños grupos de italianos (de la región de Genova) y de
griego: Demetrio Korsi.
judíos portugueses (de Curazao, donde se habían refugiado en los siglos xvn
y x v m ) , en el siglo xtx. En el siglo xx sí ha habido inmigración española y
siria y gran afluencia de corolas (negros de las islas inglesas y de haitianos),
que están ennegreciendo al país con una rapidez extraordinaria. COLOMBIA

Continúa Rosenblat:
Partícipe, única entre las fracciones bolivarianas de América del Sur,
En Puerto Rico, Tomás Navarro encuentra en los montes de Maricao, en de costas a los dos océanos, Colombia es Caribe en el norte, chibeha
unos pueblos llamados ludiera Alta, Indiera Baja e Indiera Fría, un viejo
fondo étnico y folklórico que se remonta a la antigua población indígena.' en el centro, cercana al incario en el sur. Y con una atracción extraor-
Tipos mestizos se encuentran en todas las islas. En Santo Domingo se los dinaria para la inmigración, particularmente en el Departamento de
designa con el nombre de indios. Sobre los de Cuba hay abundantes noticias Antioquía, uno de los más poblados. Según Márquez de Miranda, en Ja
en Felipe Pichardo Mora. s En las Antillas Menores, son más bien zambos Historia de América: "La cultura chibeha, que se extendía desde Seriusa
(caribes y arahuacos, mezclados con negros y mulatos); en Trinidad hay hasta Sumapaz, con unas seiscientas leguas cuadradas, tenía algo más
mestizos y zambos descendientes de la antigua población indígena, y ade de un millón de habitantes. La región de los chibehas, donde se fundó
más, los procedentes de Venezuela. Lo mismo pasa en Curazao y las otras Santa Fe de Bogotá, llamó la atención de los conquistadores por sus
islas holandesas. En Martinica, según Eugene Reverl, la proporción de san 'grandiosas poblaciones'."
gre indígena es superior a lo que se supone y hay familias que se cnorgu Es en la región norteña, tanto en la vertiente del Atlántico como en
Uceen de ese origen. la del Pacífico —principalmente en las zonas de Buenaventura y del
Chocó— donde se produjeron asentamientos negros, que subsisten hasta
hoy, en gran parte puros y también mestizos con diferentes mezclas:
blanca, aborigen y, en pequeña parte, mongólica oriental.
AMERICA CENTRAL
Es el Río Magdalena la gran arteria fluvial que desemboca en el Atlán-
tico partiendo desde el centro del país, el verdadero vehículo del mes-
La gran estirpe se extiende hasta Guatemala y Honduras con algunas tizaje y de las inmigraciones. Es en la zona de Antioquía, ya mentada, y
prolongaciones en los demás países, con la excepción —acaso— de Costa en el extremo y-bellísimo valle del Cauca donde se asentaron en mayor
Rica, que alega la mayoría de blancos, sin negar tampoco la superviven número las corrientes inmigratorias y que constituyen, juntamente con
cia de algunos, muy pocos, aborígenes indios. la sabana bogotana, la zona de más densa población y de más nutrida
El caso de Panamá es único en el mundo. Allí debería estar, según inmigración, en especial europea.
Bolívar, la capital Grancolombiana de sus sueños. Allí se celebró el
inolvidable —aunque fracasado— Congreso Anfictiónico. Pero poco hay
que insistir sobre su característica mestiza fundamental. El Canal es la
puerta de América, que debe ser de Panamá y de toda América y el mun VENEZUELA
do: "Pro mundo beneficio".
* El español en Puerto Rico, Río Piedras, 1948, p. 139. El clima, la fertilidad del suelo en las zonas litorales y la millonaria
5
Los indios de Cuba en sus tiempos históricos, La Habana, 1945. aparición de "recursos naturales no renovables", como el petróleo y el
hierro, han determinado transformaciones incalculables en la fisonomía
EL MESTIZAJE Y 1.0 MESTIZO 3')S
394 BENJAMÍN CARRTÓN

h u m a n a de la Venezuela de hoy. Masivas migraciones internas de la comunicación con E u r o p a y con Norteamérica del este h a sido menos
población campesina, antes dedicada principalmente a los menesteres fácil, p o r lo mismo, sobre todo en la época del t r a n s p o r t e m a r í t i m o
de la agricultura, han sido atraídas hacia las regiones m á s influidas eco exclusivo.
n ó m i c a m e n t e p o r la explotación de los hidrocarburos y del hierro: Ca- E n el caso del Ecuador, la inmigración masiva europea se detuvo o,
racas, Maracaibo, Ciudad Bolívar. " E n el campo venezolano sólo han p o r lo menos, disminuyó sustancialmente a raíz de la independencia de
quedado los abuelos y los nietos", ha dicho un gran escritor. España. E n este país —y en buena p a r t e en el Perú y Bolivia— el mes-
E n el Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o tizaje es u n m a n o a m a n o de España-América, con m u y r a r a s amplia-
América, Antonio de Alcedo cuenta: ciones de o t r a s zonas europeas: inglesa, francesa, alemana, italiana, y
poquísima de la E u r o p a nórdica y central.
. . .y si a su fertilidad acompañara la aplicación de sus moradores y su-
pieran aprovecharse de las conveniencias que ofrece, fuera la más abaste
eida y rica que tuviera la América: descubrió este país el capitán Alonso
de Ojeda, natural de Cuenca, el año 1490 y capitularon su conquista con el
LOS EXILIADOS
emperador Carlos V los Velzares, mercaderes alemanes, el año 1526, dando
principio a ella a Ambrosio de Alíinguer, a quien siguieron Jorge ele Spira
y Nicolás de Fedregán, que dieron el nombre de Venezuela a las poblaeio
nes de indios que hallaron en la laguna de Maracaibo, por la semejanza con Las dos guerras mundiales determinaron variantes m u y sensibles en este
la ciudad de Venecia, y después se extendió a toda la provincia; estaba esquema de mixibilidad: las persecuciones de las dictaduras en E u r o p a
habitada entonces por' innumerable genlío de diversas naciones, que sin —algo la mussoliniana, pero principalmente la española franquista y la
reconocer monarca que las dominase vivían rindiendo vasallaje cada una nazi-fascista alemana de Hitler— enviaron a todo el mundo, especial-
a su cacique; pero las mudanzas del tiempo y la continua extracción de mente, refugiados y perseguidos, en razón directa de su capacidad física
indios en los principios por españoles de más de veinte años para las islas y política de admisibilidad.
de Varlovento y oirás parles, los consumieron de modo que hoy, en 82
pueblos de muy corta vecindad cada uno, apenas mantienen entre las eenizas El levantamiento militar español (1936-1939) produjo u n a diáspora
de su destrucción la memoria de lo que fueron, a que se puede agregar la de admirable calidad h u m a n a y de i m p o r t a n t e proporción numérica.
despoblación con que quedé) casi desiei la el año 1580 por una epidemia de Los Estados Unidos, en América del Norte y México en América Lati-
viruelas que introdujo en ella una embarcación portuguesa que venía con na, fueron los países que m á s aprovecharon aquellos elementos de pri-
negros de la Costa de Guinea: la capital es la ciudad de Santiago de León mera clase en la ciencia, la cultura, la artesanía, el arte, la agricultura
de Caracas. y el trabajo en general que fueron arrojados de España p o r u n a dic-
tadura militar. Las mayores expresiones de la literatura, la filosofía, las
En el m o m e n t o actual, con el advenimiento de la explotación del petró- ciencias, enriquecieron la docencia de las universidades del continente.
leo y luego del hierro, Venezuela se encuentra convertida en el m á s Esta diáspora t r a j o consigo, además de una intensificación del mestizaje
gigantesco crisol de mestizaje del continente y, acaso, del m u n d o . Esle físico, el mestizaje cultural: fundaciones como El Colegio de México,
admirable país q u e dio a América Latina algunas figuras para su lucha innumerables revistas, la siembra de la cátedra y las enseñanzas de la
p o r la libertad, como Bolívar, Miranda, Sucre y muchos más, se vio artesanía.
sumida en largos periodos dictatoriales que —en particular los últi En el-Perú se ha c o m p r o b a d o u n a m u y a b u n d a n t e inmigración asiá-
m o s — se caracterizaron p o r un fomento de la inmigración masiva prin tica, m á s rara en el Ecuador, donde h a proliferado —como en el Perú
cipalmente europea, prefiriendo, eso sí, la originaria de países lali y Bolivia— u n gran a p o r t e árabe. E n casi todos estos países, incluyendo
nos: Italia, Portugal, la m i s m a España (especialmente Galicia), algo ile Colombia y Venezuela en este aspecto, aparecen con mucha frecuencia
Alemania y países anglosajones y negros de las vecinas islas holandesas nombres árabes en la política, las altas finanzas, la literatura. También
en todos estos países —y en general en América Latina— la inmigración
judía procedente de E u r o p a Central, afectada sin misericordia p o r las
guerras y las dictaduras, h a sido y sigue siendo abundante. Y, en ge-
neral, en vías seguras de fijación, cosa que no ocurría antes. Así, el mito
ECUADOR, PERÚ Y BOLIVIA
aquel del "judío e r r a n t e " tiende a desaparecer: establecimientos visi-
bles, ante todo en la agricultura, con adquisición de tierras p a r a cultivos
durables, q u e requieren empleo de maquinarias p a r a su agroindustria-
Son los países estrictamente andinos, situados en la vertiente del Orea lización, h a n ofrecido la certeza de la permanencia de este nuevo tipo
"no Pacífico. Todos han sufrido, cual m á s , cual menos, por la obslruc de inmigración.

J
ción presentada primero por' el islmo y luego por el canal de Panamá. Su
EL MESTIZAJE Y LO MESTIZO 397

396 BENJAMÍN CARRIÓN El debate de Valladolid: fray Juan Jinés de Sepúlveda


versus Bartolomé de las Casas (1550-1551)
OTROS T E M A S :
El caso de los indios de América se volvió un caso académico, pero
El "noble salvaje" contra el "perro cochino" lleno de virulencia. El doctor por Salamanca fray J u a n Jinés de Sepúl-
veda contra fray Bartolomé de las Casas, "orno natura factiosus et tur-
En la historia de la colonización española se plantearon problemas muy bulentus", según sus enemigos, y el "apóstol de los indios" según los
arduos, uno de los cuales llegó al extremo de pensar y sostener que los otros.
indios de las tierras descubiertas no eran hombres, no pertencían a la El debate —entre académico, religioso y político—, comenzó a media-
especie h u m a n a , eran bruta animalia, y carecían de anima inmortalis. dos de agosto de 1549 y terminó en 1551. Las teorías de Sepúlveda eran
E n t r e los cronistas de Indias, fue Fernández de Oviedo el más encar teorías que hoy llamaríamos "imperialistas", que pudieran confundirse
nizado enemigo de los aborígenes. Entre otras muchas cosas dice: con las del famoso "Destino Manifiesto". La a u t o r i d a d citada fue Aris-
tóteles. Las Casas refutó con las teorías optimistas de su libro Apologé-
...porque su principal encuentro era comer e beber e luxuriar e idolatrar tica historia. Lewis H a n k e comenta algunos párrafos. Entre ellos:
e exercer otras muchas suciedades bestiales... ved qué abominación inau
dita (el pecado nefando contra natura, el cual no pudieron aprender sino En el capítulo 34 se describe la extraordinaria belleza de los indios. Esto
de los animales). Esta genle es de su natural ociosa e viciosa e de poco explica la ansiedad de los españoles por tomar a las indias como esposas. En
trabajo e melancólicos y cobardes, viles y nial inclinados, mentirosos e de especial son los niños "muy graciosos, lindos, alegres corderitos, vivos, y
poca memoria e de ninguna constancia. Muchos dellos, por su pasatiempo, de bona índolis".
se mataron con ponzoña para no trabajar, c otros se ahorcaron por sus No se dejaba intimidar Las Casas —continúa Hanke— por la autoridad
manos propias. del mundo antiguo, porque sostenía que los templos de Yucatán no eran
menos dignos de admiración que las pirámides de Egipto, anticipándose así
El dominico Tomás de Ortiz, en 1524, ante el Consejo de Indias, según al juicio de los arqueólogos del siglo xx de la Institución Carnegie de Wash-
lo refiere en su célebre o b r a La lucha por la justicia en la Conquista ington.
de América el investigador n o r t e a m e r i c a n o Lewis H a n k e , a l i r m ó :
El juicio de Valladolid prácticamente no se sentenció como hoy sabe-
Los hombres de tierra I irme de Indias comen carne humana y son sodomá mos. Más tarde, Bolívar, en el Congreso de Angostura de 1909, procla-
ticos más que generación alguna. Ninguna justicia hay entre ellos, andan m a r á la supremacía y la verdad superior del mestizaje:
desnudos, no tienen amor ni vergüenza, son como asnos, abobados, aloca
dos, insensatos; son bestiales en los vicios, ninguna obediencia ni cortesía Es imposible asignar a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte
tienen hijos a padres; son traidores, crueles y vengativos, que nunca penl<> del indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano
nan; no guardan le ni orden, no se guardan lealtad maridos a mujeres m y con el africano y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Na-
mujeres a maridos; son hechiceros, agoreros, nigrománticos; son cobarde-, cidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres diferentes, en
como liebres, sucios como puercos; comen piojos, arañas, y gusanos crudo', origen y en sangre y todos difieren visiblemente en la epidermis. Esta
doquiera que los hallan... En fin digo que nunca crió Dios tan cocida desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia.
gente en vicios y bestialidades. . .

La defensa del "noble salvaje" la inició el dominico Antonio de Monte El mestizaje en la época colonial
sinos en el famoso discurso al que ya nos referimos.
Muchos otros, muy valiosos, abrazaron esta causa. El tratadista y el Cerremos nuestra exposición recordando que en el Museo Nacional de
teórico fundamental fue Francisco de Vitoria, el auténtico fundado i México, con dibujos y representaciones ingenuas, se muestran dieciséis
del derecho internacional moderno, quien estableció los derechos y 1<>- cuadros que e n u m e r a n en forma pintoresca las distintas formas del
deberes entre el conquistador español y los aborígenes americanos, que mestizaje:
comienza con la máxima jurídica definidora: "El E m p e r a d o r n o es se
ñ o r de todo el m u n d o " , seguida de los nueve principios que, en reali Español con india, mestizo.
Mestizo con española, castizo.
dad, informaron La ncnñsima recopilación pero que, de acuerdo con la Castizo con española, español.
máxima de los invasores, "se acatan pero no se cumplen". Español con negra, mulato.
Según algunos historiadores, la figura mayor de esta contienda, una Mulato con español, morisco.
de las más nobles que el h o m b r e haya originado en su historia, fue lias

1
Bartolomé de las Casas.
EL MESTIZAJE "V LO MESTIZO .W
398 BENJAMÍN CARRIÓN

Morisco con española, chino. Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las ludias y
Chino con india, salto atrás. Mar Océano, Asunción, Editorial Guaranía, 1957.
Salto atrás con mulato, lobo. Frank, Waldo, América hispana, Buenos Aires, Editorial Losada, 1950.
Lobo con china, cíbaro. Freyre, Gilberto, Casa grande e senzala, Río de Janeiro, J. Olympio, 1958.
Cíbaro con mulata, albarazado. , Interpretación del Brasil, México, Fondo de Cultura Económica, 1945.
Albarazado con negra, cambujo. Garcilaso de la Vega, Inca, Historia general del Perú o Comentarios reales
Cambujo con india, sambaigo. de los incas, Madrid, 1829, 8 vols.
Sambaigo con loba, calpamulato. , La Florida del Inca. Historia del adelantado Hernando de Soto, go-
Calpamulato con cambuja, tente en el aire. bernador y capitán general del reino de la Florida, México, Fondo de Cul-
Tente en el aire con mulata, no te entiendo. tura Económica, 1956.
No te entiendo con india, tornatrás. González Suárez, Federico, Historia general del Ecuador, Quito, Imprenta
del Clero, 1890, 7 vols.
, Atlas arqueológico (complemento de la Historia), Quito, Imprenta
del Clero, 1890.
Hanke, Lewis, La lucha por la justicia en la conquista de América, Buenos
BIBLIOGRAFÍA Aires, Sudamericana, 1944.
, y Manuel Jiménez Fernández, Bartolomé de las Casas, Santiago de
Chile, Fondo Histórico y Biblioteca José Toribio Medina, 1954.
Aguirre Beltrán, Gonzalo, "Indigenismo y mestizaje. Una polaridad biocul- Ilumboldl, Alejandro de, Narración personal de viajes a las regiones equi-
tural", Cuadernos Americanos, México, julio-agosto de 1956. noxiales de América durante los años 1799-1804, Madrid, Ediciones Agui-
Albornoz, Miguel, y Fernando de Soto, El Amadís de Florida, Madrid, Re- lar, 1962.
vista de Occidente, 1972. Jaramillo Alvarado, Pío, Sobre el indio ecuatoriano: contribución al estudio
Alcedo, Antonio de, Diccionario geográfico-histárico de las Indias Occiden- de la sociología nacional, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1922.
tales o América, 1786-1799; Atlas, 1967. León-Portilla, Miguel, "La institución de la familia náhuatl prehispánica".
Andrade Marín, Luciano, El reino de Quito, Quito, Editorial de los Andes, Cuadernos Americanos, México, septiembre-octubre de 1947.
1954. Lévi-Strauss, Claudc, Antropologie slructurale, París, Plon, 1958.
Benites Vinueza, Leopoldo, Ecuador: drama y paradoja, México, Fondo de Tristes trapiques, París, Plon, 1955.
Cultura Económica, 1950. l,a pensée sauvage, París, Plon, 1962.
Bosch Gimpera, Pedro, Els celles i la cultura de la primera edat del ferro , Michel Foticault, Louis Althusser, y otros. Los estructuralistas, Bue-
a Catalunya, Barcelona, 1923. nos Aires.
Buarque de Holanda, S., Raíces del Brasil, México, Fondo de Cultura Eco Lipschutz, Alejandro, El movimiento indigenista y la reestructuración cul-
nómica, 1955. tural americana en América Indígena, x m , 1953.
Burckhardt, Jacobo, Reflexiones sobre ¡a historia universal, México, Fondo Marcuse, llerberl, El hombre unidimensional, México, Editorial Joaquín
de Cultura Económica, 1961. Mortiz.
Cabrera, Ángel, El pensamiento vivo de Ameghino, Buenos Aires, Editorial Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de interpretación de la realidad pe-
Losada. ruana, Lima, Biblioteca "Amanta", 1928.
Cardoza y Aragón, L., Guatemala: las líneas de su mano, México, Fondo de Martínez Estrada, Ezequiel, Radiografía de la Pampa, Buenos Aires, Losa-
Cultura Económica, 1955. da, 1946.
Casas, Bartolomé de las, Historia de las Indias, México, Fondo de Cultura , "El Nuevo Mundo, la isla de Utopía y la isla de Cuba", Cuadernos
Económica, 1951. Americanos, México.
Castro, Josué de, La alimentación en los trópicos, México, Fondo de Cultuní Mendizábal, Miguel Otón de, "La evolución de las culturas indígenas de Mé-
Económica, 1946. xico y la división del trabajo", Cuadernos Americanos, México, noviembre-
Cieza de León, Pedro, La crónica del Perú, Madrid, Clásicos Rivadeneyra, diciembre de 1975.
1853. Monteforte Toledo, Mario, "El mestizaje en Guatemala", Cuadernos Ame-
Comas, Juan, "Fray Bartolomé, la esclavitud, el racismo", Cuadernos Ame ricanos, México, enero-febrero de 1959.
ricanos, México, abril y mayo de 1956. Neumann, Franz, Behemoth, México, Fondo de Cultura Económica, 1943.
Cunha, Euclides da, Os sertóes, Río de Janeiro, Livraria Francisco Al ves. Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, México, Cuadernos Americanos, 1950.
1957. Peñalorrera de Costales, Piedad, y Alfredo Costales Samaniego, Huayna-
Darwin, Charles, El origen del hombre, Buenos Aires, Tor. Capac, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Azuay.
Díaz M., Alejo, América y el viejo mundo, Buenos Aires, Librería "El Ateneo" Pereyra, Carlos, Francisco Pizarro y el tesoro de Atahualpa. Las huellas de
Díaz del Castillo, Bernal, Verdadera historia de los sucesos de la conquista los conquistadores, Madrid, M. Aguilar.
de la Nueva España, Madrid, Clásicos Rivadeneyra, 1853.
400 BENJAMÍN CARRIÓN MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO
DE AMÉRICA LATINA
Prescott, Guillermo H., Historia de la conquista del Perú, Santiago, Imprenta
del Ferrocarril, 1859.
Ramos, Samuel, "Hubo filosofía entre los antiguos mexicanos", Cuadernos JAVIER OCAMPO LÓPEZ
Americanos, México, 1942.
Rosenblat, Ángel, La población indígena y el mestizaje en América, Buenos
Aires, Nova, 1954, 2 tomos.
Rubín de la Borbolla, Daniel, "Los orígenes del hombre americano", Cua-
dernos Americanos, México, enero-febrero de 1944.
Salazar Bondy, Sebastián, Lima la horrible, México, Era, 1969.
Santacilia, Jorge Juan de, y Antonio de Ulloa, Relación del viaje a la Amé- 1. GENERALIDADES.
sica meridional. MITOS Y CREENCIAS DE UNA SOCIEDAD EN PROCESO DE CAMBIO
Santiana, Antonio, Panorama ecuatoriano del indio, Quito, Imprenta de la
Universidad, 1952. La investigación sobre las ideas, mitos, creencias y sentimientos de las
Saussure, Ferdinand de, Cours de linguistique genérale, París, Payot, 1962. "mentalidades colectivas" se hace cada día más indispensable p a r a el
Tamayo, Jorge L., Geografía general de México, México, Instituto Mexicano
de Investigaciones Económicas, 1962, 4 vols. conocimiento de las actitudes populares ante los cambios acelerados en
, Atlas general: complemento de geografía, México, Instituto Mexicano el m u n d o c o n t e m p o r á n e o .
de Investigaciones Económicas, 1962. Esta necesidad de investigación h a sido destacada p o r los historiado-
Toynbee, Arnold J., Estudio de la historia, vol. n, Buenos Aires, Emccé. res de las ideas, sociólogos, antropólogos y los estructuralistas de la
Unamuno, Miguel de, Notas marginales, Madrid, 1925. "nueva escuela" de la historiografía económica y social. Si los cambios
UNESCO, El viejo y el nuevo mundo. Sus relaciones culturales y espirituales en la sociedad c o n t e m p o r á n e a se caracterizan p o r la intensidad del
(Reuniones intelectuales de San Pablo y Rencontres Internationales de r i t m o histórico, con un movimiento rápido de las estructuras económi-
Genéve), París, 1954.
Vasconcelos, José, Indoiogía, París, Agencia Mundial de Librería, 1927. cas, sociales, políticas, científicas, etc., interesa el conocimiento de lo
, La raza cósmica, París, Agencia Mundial de Librería, 1925. que sucede en el proceso de cambio, con aquellas e s t r u c t u r a s perma-
Velasco, padre Juan de, Historia natural del Reino de Quito en la América nentes de larga duración y r i t m o lento en su movimiento como es el
meridional, tomo 1; Historia antigua del Reino de Quito, lomo II; Historia caso, entre o t r o s , de los mitos, creencias e ideas populares.
moderna del Reino de Quito, lomo 111 (los (res de la edición de 1841 Algunos investigadores opinan que la lentitud de los procesos de cam-
y 1844), Quito, Imprenta del Gobierno por J. Campuzano. bio en n u e s t r o sociedad c o n t e m p o r á n e a se debe, en gran parte, a la
Vendries, J., El lenguaje: Introducción lingüística a la historia, México, Unión resistencia ejercida por las mentalidades tradicionales instaladas, que
Tipográfica Editorial Hispano-Arnericana (UTIíIIA).
Vossler, K., La idea de la nación en la vida tic los idiomas, España, Univer- bloquean o suspenden las tomas de conciencia. En estas mentalidades
sidad de Zaragoza, 1929. colectivas tradicionales se presenta u n a e s t r u c t u r a histórica de larga
Zarate, Agustín de, Historia del descubrimiento y conquista del Perú, Lima, duración con existencia propia, la cual no permite un sincronismo con
D. Miranda, 1944. Ed. rev. con anotaciones: Jan M. Kermenic. Prólogo: la evolución de las e s t r u c t u r a s económicas y sociales. Estas estruc-
Raúl Porras Barrenechea. t u r a s de larga duración y r i t m o lento en su movimiento se convierten
en elementos estables de la sociedad y permanecen sin cambios duran-
te muchos siglos; son e s t r u c t u r a s casi inmóviles, que obstruyen algu-
nos cambios de r i t m o acelerado presentes en o t r a s dimensiones de la
sociedad, d e t e r m i n a n d o en muchos casos el desarrollo del suceder his-
tórico.
Un planteamiento inicial en el estudio de los mitos y creencias en las
mentalidades sociales es la importancia que ellos representan en la
e s t r u c t u r a de larga duración de las sociedades y, en especial, la fun-
ción que cumplen como fuerzas operantes capaces, en algunos casos,
de integrar y movilizar a los h o m b r e s p a r a la acción política; y en
otros, realizando u n a función de fuerzas negativas p a r a los cambios.
E n c o n t r a m o s en los mitos u n conjunto de creencias b r o t a d a s del
fondo emocional, que se expresan en u n juego de imágenes y símbolos
y se manifiestan como fuerzas operantes en la sociedad. Asimismo,
[401]
402 JAVIER OCAMPO LÓPI-v
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 4<H
como una estructura mental, con cuyo auxilio se nos hacen asequibles
ciertas configuraciones históricas que, de otra manera, permanecerían europeos. Por una parte, las permanencias a través de muchos siglos
cerradas a nuestra comprensión. de duración y, por otra, el tiempo cíclico de los eternos retornos que
Mircea Éliade, en su estudio Mito y realidad, señala los aspectos más explican la atemporalidad y la profunda ligazón de la unidad del devenir.
destacados en la estructura de los mitos: ellos enseñan a los hombres En la mentalidad cíclica se presenta una percepción sincrónica, no en
las historias primordiales que los han constituido esencialmente y todo forma de línea, sino en el plano. Es un tiempo que vuelve sobre sí
lo que tiene relación con su existencia. Los mitos relatan no sólo el mismo al acabar un ciclo y llegar otro nuevo. Se dice que las culturas
origen del mundo, de los animales, de las plantas y del hombre, sino indígenas mexicanas tuvieron una historia cíclica y atemporal en donde
también los acontecimientos primordiales a consecuencia de los cuales predominaron los mitos y los ritos. No se podrá conocer la conquista
el hombre ha llegado a ser lo que es hoy. Si el mundo existe, si el horn de México por los españoles si no se contempla la forma como la vi-
bre existe, es porque los seres sobrenaturales han desplegado una actí vieron los aztecas: como un grandioso rito final.3
vida! creadora en los comienzos.' Los europeos trajeron a América una idea y vivencia lineal del tiempo;
El conocimiento de los mitos equivale en algunos pueblos a llegai el tiempo concebido como una línea que va del pasado al futuro. La
al secreto del origen de las cosas y a la adquisición de un poder má temporalidad lineal histórica presenta una percepción fundamentalmen-
gico sobre ellas, gracias al cual se logra dominarlas, multiplicarlas <> te secuencial y considera en forma diacrónica los acontecimientos; es
reproducirlas a voluntad. Por ello, lo que pasó en los orígenes es sus una concepción del tiempo que lleva al hombre a ser histórico.
ceptible de repetición por la fuerza de los ritos que se hacen para re Según un cierto punto de vista, en la yuxtaposición de estas dos con-
actualizar el mito periódicamente. cepciones del tiempo, se encuentra la explicación de algunos de los
El mito es una realidad viviente de la que se cree acaeció en los problemas que enfrentan los latinoamericanos en el mundo contempo-
tiempos originarios, e inlluye continuamente en el mundo y el destino ráneo. Por una parte, los ritmos acelerados en el movimiento hacia el
de los hombres. Por ello, el mito no es mera historia contada, sino cambio, que siempre ha estimulado la temporalidad lineal histórica y,
realidad vivida. por otra, los ritmos lentos y de larga duración que presenta la tempo-
Un aspecto que tenemos en cuenta en el estudio de los mitos es su ralidad de las permanencias y los eternos retornos, opuestos al cambio
estructura de larga duración y su permanencia sin cambios durante mu acelerado que implica el tiempo corto.
chos siglos. En los pueblos en que los mitos son la esencia de la so Otro de los aspectos que nos interesa en el estudio de los mitos y
ciedad, se suprime la historicidad del instante. La larga duración lleva creencias dentro del proceso de cambio de la sociedad latinoamericana
a la permanencia y a la identidad del ayer y el mañana; el fin es idéntico contemporánea, es la función que ejercen como fuerzas operantes y la
al comienzo. Esta atemporalidad lleva a la vivencia del mito y a su adaptabilidad a los cambios haciendo siempre presente la permanencia.
realidad siempre presente. De acuerdo con esa función, pueden ser convertidos en mitos los relatos
Claude Lévi-Strauss, en su ensayo La slructure des mythes, encuen fabulosos o históricos, las figuras humanas (héroes, caudillos, jefes), o
tra la permanencia de los mitos. Estudia el mito europeo de Edipo v nociones abstractas (nación, libertad, patria, etc.); por ello se consi-
lo compara con algunas adivinanzas de los indígenas de Nortéame™ a dera que el motivo de la existencia de los mitos es su utilidad en la
y algunos mitos de otros pueblos. Existe una permanencia y una reía sociedad en donde circulan.
ción entre los mitos de diversas regiones; a través de ellos se percibe la Los mitos cumplen una función conectada con la naturaleza de la
estructura de las ideas e instituciones de las sociedades. 2 tradición y la continuidad de la cultura, con la relación entre la ma-
Un problema que afronta el historiador de las ideas en América La durez y la juventud y con la actitud humana hacia el pasado. La fun-
tina contemporánea es la vigencia de las dos formas vivenciales en la ción del mito es, en síntesis, la de reforzar la tradición y de darle mayor
concepción del tiempo: la temporalidad de larga duración y cíclica cid valor y prestigio relacionándola con una realidad más alta, mejor y
mundo indígena, y la temporalidad lineal, histórica, establecida poi sobrenatural que la de los acontecimientos iniciales. El mito corno fun-
los europeos. ción aparece en todas las culturas; inclusive tenemos en cuenta que todo
La temporalidad de larga duración y cíclica del mundo indígena s< cambio histórico crea su mitología, que es no obstante sólo indirecta-
opone a la concepción de la historia y de la sucesión temporal de los mente relativa al hecho histórico.
1
Con el estudio de los mitos aparecen asimismo las creencias popula-
2
Mircea Éliade, Mito y realidad, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1973, pp. 13 M
Claude Lévi-Strauss, La structure des mythes. Véanse los planteamientos <|iir 3
Octavio Paz, op. cit., pp. 27-50. Un planteamiento sobre la yuxtaposición de los
sobre esta obra hace Octavio Paz en su estudio Claude Lévi-Strauss o el nuevo dos tipos de tiempo en América Latina, lo ha hecho el escritor Ramón Xirau en
festín de Esopo, México, Editorial Joaquín Mortiz, 1967, pp. 27-50. la revista Diálogos, núm. 66, México, noviembre-diciembre de 1975.

J
404 JAVIF.R OCAMPO LÓPEZ

res, entendidas como aquellas actitudes del compromiso en relación con MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 405
un hecho determinado de la naturaleza o la sociedad. Sólo puede descu
brirse el sentido de una creencia popular dentro de su contexto cultural. respecto de los mitos y creencias populares es el que se relaciona con
Mitos y creencias tienen estrecha relación en sociedades como las de los dioses tutelares o personificaciones de las fuerzas naturales que
América Latina, que en determinados momentos buscan una definición gobiernan la vida de los pueblos y los campos. Todo objeto extraordi-
en sus estructuras fundamentales y alientan el proceso de cambio. nario en la naturaleza es supuesto como poseedor de un núcleo o una
esencia espiritual, que desempeña un papel activo en la existencia de
lo que rodea y comprende a los hombres. Muchos de ellos poseen una
categoría de creaciones filosóficas (teogonias) y de simbolificaciones
2. LAS SUPP.RVJ VENCÍ AS F.TNOCULTURAI.KS EN I.OS MITOS artísticas (tótems) que vienen a representar una especie de dioses tu-
Y CREENCIAS DE AMÉRICA LATINA CONTEMPORÁNEA telares, que serían a la vez amos de los seres mortales y servidores su-
yos, merced a las advocaciones realizadas para conseguir su favor o
Algunos investigadores consideran que para conocer los mitos y creen su ayuda. Estos dioses tutelares o mitos populares se pueden presentar
cias latinoamericanos es importante partir del estudio de las supervi- como enemigos temibles o grandes amigos de la gente.
vencias indígenas, europeas y africanas. Aquellas que han sobrevivido En la región de Cuzco (Perú), los "auquis" forman un grupo espe-
en los actuales pueblos indígenas "testimoniales"; en los pueblos mes cial de genios tutelares de la tierra, las aguas y el aire. Ellos presiden
tizos, con mezcla de los diversos elementos etnoculturales, y en algunos las acciones de los hombres y reciben sus ofrendas; pueden ser dioses
pueblos europeos y africanos que han conservado elementos culturales benéficos de los pueblos y los campos, o pueden hacer helar, granizar,
de los lugares de origen. destruir las cosechas y enviar rayos destructores. 4 Los indios aymarás
Los mitos y creencias han sido transmitidos por tradición y aparecen llaman "achachilas" a los dioses tutelares o grandes padres que residen
en nuestro presente como supervivencias del pasado. Algunos son indi en los nevados; se reputa que estos mitos ejercen una influencia cons-
genas, con raíces milenarias muy profundas en pueblos asiáticos y tante sobre el hombre/' Los indios del Gran Chaco creen en los "pa-
oceánicos. Otros son europeos, principalmente españoles y portugueses yaks" o espíritus que se encuentran en los remolinos de viento, las
que penetraron en América Latina en los siglos xvi, xvn y xvm. Otros serpientes y la noche; viven en los árboles o en el agua; intervienen
de procedencia africana, introducidos por negros esclavos traídos para en los asuntos humanos y actúan frecuentemente por orden del brujo.
los trabajos coloniales de las minas, haciendas y plantaciones, carga y Entre los indios cipayas existe el mito de los "mal'kú" o dioses protec-
servicio doméstico. tores de las chozas; son los llamados "espíritus del patio" que guardan
Para una cierta línea de pensamiento, es evidente que el contacto las casas. Éstos pueden ser gatos silvestres o pájaros de presa, mi-
entre los elementos socioculturales que conforman las etnias latinoame- lanos o halcones disecados, y es posible que el número de espíritus que
ricanas llevó a lo que se denominó en un momento dado "hibridismo reinan sobre la morada sea aún más considerable. 8
racial y cultural" y al surgimiento de un pueblo mestizo en el ámbito En los grupos negros de las Guayanas encontramos supervivencias
mundial, con una gran heterogeneidad en las supervivencias etnocullu de mitos africanos; son los dioses tutelares "tap-kromanti del cielo y
rales. Los mitos y creencias de los pueblos latinoamericanos se carac del trueno", los "watra-mama" o dioses del río, asimismo los dioses de
terizan por la gran heterogeneidad y las profundas raigambres y se- la selva y lugares diversos. 7
mejanzas con los mitos y creencias asiáticos, oceánicos, europeos y Los campesinos mestizos de Boyacá (Colombia), descendientes de los
africanos. Se dice que el método comparativo en la investigación de las indios chibehas y de los españoles, respetan profundamente los lagos,
ideas, creencias, mitos y tradiciones de los diversos pueblos ha llevado las montañas y las rocas; ninguno habla de nadar en dichos lagos y ni
a la unidad estructural en muchos de ellos y a la adaptación y diver siquiera de lavar allí sus ropas. Consideran que los espíritus o los
sidad en otros. "encantos" están vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las mon-
Con base en lo anterior, una relación descriptiva de los mitos y creen tañas y las lagunas; inclusive, cuando pasan cerca de éstas, hacen la
cias de los pueblos latinoamericanos supervivientes en nuestro mundo señal de la cruz. Algunos campesinos boyacenses creen que los espíritus
contemporáneo presenta un voluminoso material de gran diversidad v
4
de difícil aprehensión para la clasificación sistemática e interpretación César A. Muñoz, "Del folklore indígena", en Revista Universitaria, año XVI,
Encontramos mitos indígenas, europeos y africanos supervivientes, con núm. 52, Cuzco, 1926, pp. 14-20. Asimismo el estudio de Pastor Ordóñez, "Los
Varayocc", en Revista Universitaria, año vni, núm. 29, septiembre de 1919, pp. 41-42.
algunas adaptaciones y diversas formas en su aculturación. 5
A. Bandelier, "The Islands of Titicaca and Koati", pp. 8-94.
Uno de los aspectos generalizados en los pueblos latinoamericanos 6
Alfred Métraux, Religión y magias indígenas de América del Sur, Madrid, Agui-
lar, 1973, pp. 232-233.

J
• Roj'i-r Bastide, Las Américas negras, Madrid, Alianza Editorial, 1967, p. 97.
406 JAVIER OCAMPO LÓPEZ
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 407

del agua no sólo viajan bajo la tierra, sino también toman fuerza hu- "la vieja Inés", "la dama verde", "el jinete negro", "la dama peluda",
mana y caminan de un lugar a otro; piensan que los espíritus de la "el mandingas", "el currucucú", "el ánima sola", "la cabellona", "la
montaña son más feroces en las horas nocturnas y mucho más los vier- viudita", "el perro negro", "la muía de tres patas", "la barbacoa", "las
nes de Semana Santa. brujas", "los duendes", etc.) .10
Según los campesinos mestizos de las cercanías a la laguna de Fú Los seres míticos recorren los campos, caminos, poblados y veredas
quene (Colombia), el dios tutelar Fú se opuso a la construcción del colombianas, así como los demás países latinoamericanos. Algunos son
ferrocarril que el gobierno hizo entre Zipaquirá y Chiquinquirá. Cuen el temor de los caminantes en noches de oscuridad: vengativos, chan-
tan los campesinos que cuando la obra llegó a bordear la laguna, los ceros y madrugadores, sobresaltan a las doncellas, despiertan a los
trabajadores tuvieron muchos problemas pues, de un día para otro, la cazadores, asustan a los montañeses que regresan a sus casas des-
obra aparecía destruida sistemáticamente. Pero como la constancia dé- pués de los velorios y de los alumbrados. Cada región tiene sus mitos
los trabajadores era infatigable, cuentan los campesinos que un día, con y señalados los lugares de los encantos; y la gente cree en ellos "porque
su paciencia ya agotada, el mito del agua apareció ante los hombres en los hay, los hay".
forma humana y les dijo: "Ustedes están invadiendo mi palacio", y
Una descripción de los mitos populares en Venezuela nos refleja, en
en forma amenazante desapareció. Los aterrorizados trabajadores deci-
la misma forma que en Colombia y demás países latinoamericanos, una
dieron prudentemente trasladar el terraplén del ferrocarril a otro lugar."
gran diversidad. La folclorista Lourdes Dubuc de Isea ha estudiado los
Cuando en abril de 1972 se desbordó la "laguna Negra" o "laguna del
mitos del área andina y en especial de Boconó (Venezuela). Destacamos
Carrizal" en el río Arcabuco cerca de Tunja (Colombia) y originó una
entre ellos los "Mamoes", mitos de las aguas y cuidanderos de las se-
gran inundación en toda la región, muchos campesinos boyacenses ere
menteras boconesas; "Doña Aldonza", un mito de las montañas que
yeron en la ira de los espíritus de la laguna Negra."
ordena las crecientes, se adueña de los espíritus y adopta tanto un
En Colombia encontramos gran diversidad en los mitos folklóricos, físico hermoso como una repugnante apariencia. "Los arcos" o "mo-
destacando entre ellos: "La madremonte", un mito tutelar que impera janes", espíritus de las quebradas y lagunas, que hacen llover y son
en la selva y rige los vientos, la lluvia y todo el mundo vegetal. "El los causantes de algunas enfermedades. "La teta de Niquitao", un mito
hojarasquín del monte", un mito de las selvas con apariencias zoomor de los Andes trujillanos; "el salvaje", un mito de los campos que per-
fas y antropomorlas, con cuerpo musgoso, entrelazado de bejucos y sigue a las mujeres y huye de los hombres; "la dientona", un mito fe-
coronado de flores silvestres. "La patasola", un mito femenino de gran menino que engatusa a los hombres trasnochadores y atemoriza con
ferocidad, con cabellera enmarañada y con una sola pata; fue muy po la pavorosa fosforescencia de sus largos dientes; "las brujas"; "las
pular en la colonización antioqueña del occidente colombiano y en las ánimas", con sus murmullos nocturnos y apariciones deslumbrantes; "el
zonas mineras. "El patetarro", mito de los campesinos que corresponde hachero", "el titirijí", "el chiflón", "la llorona", "la barbacoa", "el pu-
a un genio maléfico, masculino, que lleva el muñón de la canilla que jón" y otros." Un mito de profundo arraigo y viva veneración en Vene-
le falta, metido en un tarro de guadua. "El bracamonte", un mito de las zuela es el de María Lionza, que es una prolongación de los mitos
zonas ganaderas de la costa atlántica colombiana, el cual según los cara femeninos, muy arraigados en los campos y aldeas latinoamericanos. 12
pesinos espanta a los ganados en las cercanías del monte y anuncia la
peste de los hatos. "La llorona", un mito de los campos y las aldeas y Un mito muy generalizado en los pueblos andinos de América Latina
pueblos colombianos que se distingue por sus macabros plañidos y, se- es el de la "madre tierra", una divinidad popular que controla el ciclo
gún los campesinos, aparece como una mujer con largas vestiduras vital y las actividades de producción en los campos. En el altiplano
y rostro de calavera, llevando en sus largos brazos un niño muerto. Des peruano-boliviano, en la zona chilena de la Puna de Atacama y en el
tacamos asimismo entre otros mitos, "el patas", "el mohán", "el poira", norte de Argentina aparece el "mito de la Pachamama" o "madre tierra",
"la candileja", "las ilusiones", "la mancarita", "la lengüilarga", "María que es una divinidad protectora y dadora de bienes. Un estudio reali-
la larga", "el gritón", "el sombrerón", y en general "los espantos" co zado por Josefa Luisa Santander en Jujuy (Argentina), destaca la im-
muñes de todos los pueblos y aldeas colombianas ("el cura sin cabeza", portancia que dan los campesinos a la Pachamama; ella preside todas
las tareas de los campesinos: el hilado, el tejido, la alfarería; se la in-
8
Orlando Fals Borda, Campesinos de los Andes, Bogotá, Universidad Nacional. 10
1961, pp. 241-304. Véase asimismo su obra El hombre y la tierra en Boyacá, Bogo Guillermo Abadía, Folklore colombiano, Bogotá, Imprenta Nacional, 1970,
tá. Punta de Lanza, 1973. pp.11 281-282.
9
En Aracabuco (Colombia), el autor de este trabajo fue testigo presencial Ji- Lourdes Dubuc de Isea, Romería por el folklore bocones, Mérida, Talleres
las creencias míticas de los campesinos ante el desbordamiento de la laguna Gráficos
12
Universitarios, 1966, pp. 264-280.
Negra. M. Cardona et al., Panorama del folklore venezolano, Caracas, Universidad
Central de Venezuela, 1959, pp. 161-164.
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 409
408 JAVIRR OCAMPO LÓPEZ
año le hacen festejos al río Llauca y le ofrecen sacrificios con tres ani-
voca al extraer la arcilla, al modelarla, al fabricar adobes, levantar una males.16 Entre los lucumís de Cuba se encuentra el "mito del Acanjú" o
casa, al inaugurarla con la ceremonia de la flechada. La "Pachamama" "Argayú" que se considera como el dueño de los ríos.
preside el ceremonial agrario de la siembra, la recolección, la señalada Los astros, en especial el sol y la luna, han tenido gran difusión como
y marcada de animales y la recepción de todos los bienes del hogar. mitos entre los aborígenes americanos, aun testimoniales. Tenemos en
La "Pachamama" vigila y protege a los matrimonios, las "guaguas" (ni cuenta que los astros constituyen un motivo de inquietud y de zozobra
ños) y a las "imillas" (mozas). La "Pachamama" está en los cerros, para todos los pueblos primitivos del mundo. El sol, la luna, las estre-
caminos, manantiales, en la rica veta, en las zonas ganaderas, y preside llas han sido objeto de adoración y culto y han sido considerados sus
la mayoría de las fiestas y ritos mortuorios. Los campesinos y mineros efectos en la caza, la pesca, la recolección y la agricultura. Algunos ritos
le ofrecen animales, que son sacrificados en ritos especiales presididos de la fertilidad están asociados a los mitos astrales, pues son conside-
por el "tío demonio", y en los cuales se hacen las "misas". En Jujuy, rados como fuerzas para influir en el mundo y en los hombres.
estos sacrificios se realizan el 1 de agosto y en circunstancias espe- Los mitos alrededor del sol han sido los más generalizados desde
ciales.13 tiempos inmemoriales. El sol es considerado como el supremo bene-
Entre los indios cipayas en el altiplano boliviano, la "Pachamama" factor del hombre y dispensador de la fecundidad de la tierra. No po-
se confunde constantemente con la Virgen María del culto católico. La demos comprender la historia americana sin llegar al significado del
conocen con el nombre de "Virxina", que hacen seguir de la palabra mito del sol en la vida de los hombres. Los aborígenes americanos con-
tierra o "taika" ("Virxina Taika"); se le hacen ofrendas de coca, aleo sagraron sus templos principales al sol e hicieron sacrificios humanos
hol, fetos de llama, y se besa la tierra en señal de respeto hacia ella. en su honor. Los mitos mayores de América Latina tienen su íntima
En el culto de los cipayas aparecen también otros santos, como san relación con el culto al sol.
Jerónimo, san Felipe, Santiago y santa Ana. Para endulzar a la "Pacha Los mitos alrededor de la luna son también muy importantes en Amé-
mama", los indios ponen en la cueva "bombones" colocados al pie de rica Latina y presentan variedades. Una investigación entre los indios
la efigie del demonio; asimismo entierran para ella plantas pegadas con campas de la región de Cuzco ha presentado una importante descripción
un terrón de grasa y animales modelados en sebo.14 del "mito de Cashiri" o de la luna. Entre los campas, la luna —mito
"Los mitos de las aguas" aparecen también entre los latinoamerica masculino— se presenta a una muchacha de la tribu mientras ésta
nos, como la mayor parte de los mitos de la tierra. Su origen se atri está encerrada en una casita pasando el rito de iniciación a la puber-
buye generalmente a los espíritus creadores. En el norte y noroeste tad. La luna ofrece por primera vez a la joven la yuca que no conocía
argentino, las aguas están relacionadas con la "Mayu Mama" o "madre- y de ella engendra al sol (dos soles mellizos) y luego al árbol ancestral
de! río", o "rubia del río", una mujer de excepcional belleza protecto "Maarmotiki". En este mito aparece la luna en relación con la fecun-
ra de las aguas. En Panamá, "la dama del río" habita en las aguas del didad de la tierra y la fertilidad sexual. En el culto del mito de la luna,
río Risacua, en la provincia de Chiiiquí. En Brasil aparece la "Yeman los campas creen que ésta traga piedras y come vorazmente sin masti-
já", un mito de las aguas muy semejante a las sirenas europeas.'"' Entre car, lo cual produce oscurecimiento parcial. La luna se alimenta de
los chibehas de Boyacá (Colombia), el "mito de Bachué" aparece como muertos y a los enfermos los convierte en paiche (pez). Consideran los
la divinidad que surgió de la laguna de Iguaque y dio origen a la huma campas que existe una lucha titánica en el cosmos en la cual la luna
nidad; del agua emergió la luz, en la cual encontramos el origen de la puede desfallecer y por ello cada aurora y cada luna nueva equivale
vida humana. En este mito se encuentra una pareja, Bachué y su hijo, a una nueva creación o nueva victoria de los seres animados que pue-
que representan un dualismo andino que conjuga el sol y la luna. blan el firmamento. Cuando la luna envejece al fin del mes lunar, el sol
En los mitos de las aguas encontramos también el "culto a los ríos" —su hijo— la transporta en su espalda y de su vejez rejuvenece; por
Rigoberto Paredes, en su estudio sobre los Mitos, supersticiones y su ello aparece de nuevo fina y puntiaguda en el cielo. Esto nos explica las
pervivencias populares de Bolivia, nos habla del culto que hacen los fiestas que hacen cada mes lunar, celebradas con cantos y danzas.17
cipayas al río Llauca. Este río está simbolizado en una pareja de demo Algunas piedras y objetos naturales poseen espíritus que para muchos
nios, macho y hembra, considerados como mitos de la región. Cada pueblos se convierten en mitos. Entre los cipayas del altiplano boliviano,
13
es importante el "mito de los samiri", dioses tutelares de los poblados
Josefa Luisa Santander, "Saciificios y ofrendas en el culto de la Pachamama 16
Análisis de una ceremonia en Pirquitas, Jujuy, Argentina", en Folklore Americano, Rigoberto Paredes, Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bo-
núm. 10, Lima, 1962, pp. 31-59. livia,
17
La Paz, 1920.
14
AIfred Métraux, op. cit., pp. 226-227. Fernando Torre López, "Fenomenología de la tribu anti o campa", en Fol-
,B
Félix Coluccio, Diccionario del folklore americano, Buenos Aires, Librería I'.I klore Americano, núm. 14, Lima, 1966, pp. 5-104.
Aleneo, 1954, pp. 171-172.
410 JAVIER OCAMPO LÓPEZ. MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 411

que velan sobre los rebaños. Entre los aymarás modernos también existe jugarretas a los hombres y los amenazan cuando no acceden a sus
el culto a los "samiri", representados en piedras grandes o en monta- deseos; enamoran a las mujeres y asustan a los desprevenidos.21 En Chile
ñas. En algunos pueblos bolivianos, el "samiri" puede ser una piedra los duendes son los "thraucos" que vagan por las montañas y persiguen
plana de origen calcáreo, sin forma determinada; existen "samiris" a las doncellas. En Bolivia, "los novendes" son seres pequeños que
protectores de los carneros, de las llamas o de los cerdos. En San Pedro, llevan sombreros grandes y capas o ponchos con variados colores; ha-
cerca de Oruro, se pueden ver dos lagartos y un sapo en piedra que bitan en los tejados de las casas de las haciendas y a veces se esconden
son los "samiri" de la población; cuando estas piedras se mueven, creen en el horno. 22
los campesinos que es presagio de desgracia.11* Como hemos podido apreciar en los ejemplos anteriores, en los cam-
Entre los bolivianos los "samiri" pueden ser montañas; el cerro Po- pos y poblados de América Latina, entre los aborígenes, negros y
tosí es un "samiri" y la leyenda dice que un sapo se encuentra en su mestizos y en las masas populares en general, existen infinidad de mitos,
cima. Los adoradores de este cerro le hacen ritos y ceremonias con que conforman —según ciertas concepciones— una mentalidad mítica
ofrendas de fetos de llama, y en su honor rompen una botella de vino. latinoamericana. La imaginación primitiva, desde hace milenios, creó
En la cima, en las cavernas o en los puntos de agua se puede encontrar una serie de deidades y les dio forma corpórea visible y viviente, para
el "samiri". Asimismo en el cerro de Oruro se encuentra el "samiri"; en explicarse el origen de las cosas y de los hombres. Así el hombre se
las horas nefastas de la noche aparecen dos serpientes misteriosas, ha- siente parte de la naturaleza y afirma su fraternidad con las especies
ciendo morir a los hombres de corazón cobarde.1" animales y sus relaciones con los astros, las plantas, etc. Por ello, su
Ciertos animales han sido convertidos también en mitos en algunos tiempo es permanencia de muy larga duración, en donde no se permite
pueblos latinoamericanos. Los "amaros" son seres mitológicos del Perú, la mensurabilidad corta o mediana, común en el tiempo histórico-lineal.
en forma de toros que preceden los ihuancos (avenidas torrenciales) y Esta permanencia de larga duración hace que los mitos se manifiesten
que pasan sembrando la desolación y la muerte. Entre los guaraníes, en los individuos como presente, en donde se diluye el pasado y el
existe el "mito del Ahó Ahó", representado en un extraño animal ve- futuro. Los mitos son vivencias que permanecen, se ritualizan, se parti-
lludo parecido a la oveja, el que devoraba a los infelices que se extra- cipan y siempre son actuales.
viaban en el monte. 20 Se dice que un aspecto relacionado con determinada mentalidad mí-
Un mito muy generalizado en los pueblos latinoamericanos es el de tica latinoamericana es la importancia que se da a la manifestación
"los duendes". Son seres míticos traviesos que aparecen en los campos, de la fuerza en los fenómenos naturales, humanos y animales. Tanto
los pueblos y hasta en las ciudades. En las minas, los duendes aparecen para los pueblos, cualquier cosa que manifieste fuerza o relación con
entre los trabajadores en formas de enanos con vistosos y llamativos lo trascendente es sacro y por consiguiente puede ser venerado. Los
trajes; arrojan lluvias de piedras sobre los techos de las casas en donde astros, los mares, los ríos, las montañas, los animales, las plantas, los
quieren cebarse; en los campos persiguen a las mozas casaderas; se fenómenos naturales y aun los mismos hombres pueden ser mitificados,
roban las provisiones; abren las corralejas de los terneros; interrumpen en cuanto revelan una fuerza o el espíritu que los anima.
el rosario en las oraciones de los campesinos; ensucian las comidas; se- En la mentalidad mítica los hombres se ligan estrechamente al medio
rien en los cielos rasos; esconden las escobas. Los duendes gustan de circundante, del cual extraen las fuerzas vitales y las mitifican. No existe
las casas viejas, corren baúles para asustar a los habitantes; quitan el por consiguiente la noción del mundo como "objeto" puesto frente a
agua a las ruedas de los molinos, etcétera. él, sino que es uno con él. El hombre se encuentra en comunión con el
Los duendes en México se presentan como seres que pueblan la na- mundo, mediante la fuerza que es participada y manifestada por do-
turaleza, las casas y sus alrededores. Son llamados "aluxes" en Yuca- quier, la cual permite establecer una acción recíproca. Este mundo
tán y Campeche, "atéteos" en Tlaxcala, "chañes" en Guerrero y Oaxaca. circundante es un mundo sacro por revelar "algo distinto" de lo que
Los aluxes, según los campesinos yucatecos, velan toda la noche y es en sí y, por tanto, la relación entre el hombre y el mundo es una
protegen los sembrados de los rayos y de los "chaqués" o dioses de la dimensión fundamentalmente mágico-religiosa.
lluvia, con los cuales luchan a veces hasta morir; ellos vuelan por los Un estudio realizado por Fernando Torre López en la tribu campa de
aires persiguiendo a los rayos. Los duendes en México, —según los cam- la región de Cuzco destaca la importancia de la fuerza mítica que en-
pesinos— provocan tempestades, cuidan o destruyen los campos, hacen cuentran en la luna, el sol, el árbol cósmico y los brujos. El dios Taso-
21
1K
Rigoberto Paredes, op. cit. Virginia Rodríguez Rivera, "Los duendes en México (el alux)' en Folklore
"'Alfred Métraux, op. cit., pp. 232-233. Americano,
22
núrn. 10, Lima, 1962.
'•'" Félix Coluccio, op. cit., pp. 176-189. Félix Coluccio, op. cit., pp. 414416.
412 JAVIER OCAMPO LÓP1/ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 413

rentsi (el que sopla con vehemencia) es el principal de los campas; para las curaciones, son muy generalizadas. Éstas dependen muchas
éstos dan una fuerza especial al aliento y al soplar. En 1896, el brujo veces de supersticiones y creencias peculiares de diverso origen. Algu-
Chrihuanti dio este consejo a los campas para obtener la victoria sobre nos creen en las curaciones milagrosas de determinados personajes que
la colonia andamarquina del Pangoa: "No tengáis miedo a los viraco se convierten en "santos populares"; en Venezuela y Colombia, el mé-
chas; antes de -entrar en combate, soplad con toda la fuerza de vuestros dico José Gregorio Hernández ha atraído un verdadero fervor por parte
pulmones, porque así las balas de los blancos se convertirán en hojas de los creyentes: la gente cree que el médico hace el diagnóstico, da la
de árbol." 2'' Es la expresión de la importancia que dan los pueblos a ki droga y hace las operaciones cuando le corresponde. Otros casos se
fuerza de los fenómenos naturales y humanos, la cual en la mentalidad presentan con determinados personajes que hacen las curaciones mila-
primitiva se manifiesta como mito y se expresa con respeto y vene- grosas en grandes manifestaciones de enfermos; tal es el caso de la niña
ración. de Piendamó en los años setenta, que atrajo gente del occidente colom-
biano y Ecuador.
Otro aspecto que tenemos en cuenta en el estudio de esa excesiva
profusión y exuberancia de mitos en América Latina contemporánea, es Las creencias populares se manifiestan en todos los órdenes: creen-
su relación con otros mitos de Asia, Oceanía, África y Europa; asimis- cias sobre los sembrados, agüeros, supersticiones y manifestaciones di-
mo, su ligazón en estructura de unos mitos con otros. En su obra Le versas de las actitudes populares. El canto de la mirla como presagio
cru et le cuit, Claude Lévi-Strauss ha analizado más de 200 mitos en de la lluvia, la creencia en las cabañuelas en los primeros días de enero;
América del Sur, en los cuales encuentra un engranaje que los inter- las creencias alrededor del viernes santo, la santa cruz, el ánima sola,
relaciona. Cada mito despliega su sentido en otro que, a su vez, alude etcétera, son importantes para conocer "el porqué" de las actitudes del
pueblo ante determinados hechos que se manifiestan en el desarrollo
a otro y así sucesivamente hasta que todas esas alusiones y significados
histórico. Una creencia con "la fe del carbonero" puede hacer variar el
tejen un texto: un grupo o familia de mitos. Y como interpreta el es-
destino de un proyecto científico que tiende al bienestar popular, lo
critor mexicano Octavio Paz, "el significado de un mito depende de su cual es de importancia excepcional para quien realiza el análisis de las
posición en el grupo y de ahí que, para descifrarlo, sea necesario tener mentalidades populares.
en cuenta el contexto en que aparece". 21
Los estudios antropológicos llevan al planteamiento de la comunica-
ción de los mitos entre ellos por medio de los hombres y sin que éstos
lo sepan. El grupo social que elabora el mito ignora su significado;
3. FUNCrÓN DE LOS MTTOS Y CREENCIAS
aquel que cuenta un mito no sabe lo que dice, repite un fragmento de
un discurso, recita una estrofa de un poema cuyo principio, fin y tema
desconoce. Lo mismo ocurre con sus oyentes y con los oyentes de otros Un planteamiento que se hace cierto tipo de historiador de las ideas en
mitos."r> De ahí la necesidad de llegar a una sintaxis del sistema mito- el análisis del desarrollo histórico de las sociedades latinoamericanas
lógico americano y relacionarlo con los sistemas mitológicos indoeu- en proceso de cambio, es la necesidad de comprender la función que
ropeos, asiáticos, oceánicos y africanos. representan los mitos y creencias en las realidades históricas y las ac-
titudes populares que a través de ellos son impulsadas con vigor y emo-
Respecto de las "creencias populares" en América Latina, debemos
tividad.
tener en cuenta las actitudes de compromiso de la gente ante determi-
Los mitos y creencias reflejan la objetivación de las fuerzas vitales
nados hechos concretos que se consideran dignos de una aceptación
de gran dimensión que los pueblos encuentran en los fenómenos natu-
verdadera. Las creencias crean una actitud mental que sirve de base a
rales y humanos. Esas fuerzas han sido aprehendidas por los pueblos
la acción voluntaria y lleva a los individuos a una actuación enérgica.
en su inconsciente colectivo y expresadas en forma de imágenes, para el
No importa tanto la imagen externa que se percibe, sino la convicción
caso de los mitos, que ellos veneran apasionada y emotivamente, y que
en la veracidad de determinados hechos concretos.
impulsan su voluntad a la acción. Nos explicamos "las creencias" en
El campesino mestizo latinoamericano, el indígena y el negro, tienen esas fuerzas que reflejan el vigor de determinados hombres, ideas y
infinidad de creencias, que cambian de región a región, pues existe fenómenos naturales; y asimismo esa necesidad de los pueblos de inte-
gran variedad; sin embargo, algunas de ellas son comunes. Las creen- grarse en un todo al mundo circundante, recibir las fuerzas de vigor y
cias en la medicina popular y la herbología como base fundamental establecer una acción recíproca.
2:1 Esa "fuerza vital" que expiden determinados hombres, ideas y fe-
24
Fernando Torre López, op. cit., pp. 5-104. nómenos naturales, pueden cumplir una función de mitos hacia los
Octavio Paz, op. cit., pp. 38-39.
•jr. Octavio Paz, op. cit., pp. 40 y 41. cuales se orientan determinadas actitudes. En este caso cumplen una
JAVIER OCAMPO LÓPEZ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 415
414

función como formadores de una tradición y de una fuerte creencia minación de la crisis, en el cataclismo, surgirá una "nueva era", con el
capaz de controlar la conducta de los individuos. Podemos así conver- establecimiento de nuevos valores de aquella sociedad que se considera
tir en mitos a determinados hombres caudillos que poseen "un caris- la ideal.
ma" o fuerza vital humana; o a determinadas ideas y conceptos que se En América Latina se ha solidificado en el siglo xx una conciencia de
mitifican como formas más precisas de integración política: los mitos cambio total e integral por medio de la revolución. Una revolución
de patria y sus símbolos, libertad, igualdad, república, revolución, pue- que desde el punto de vista económico busca la justa distribución de
blo modelo para el futuro, regreso al pasado, etcétera. los bienes, la autodeterminación y la liberación de las órbitas económi-
La función de los mitos y creencias se presenta, asimismo, en aque- cas neocoioniales. Una revolución que desde el punto de vista cultural
llas épocas de crisis, cuando los pueblos se enfrentan a circunstancias busca la originalidad de la cultura, la liberación del eurocentrismo y
difíciles y a desesperanzas en las posibles soluciones: dependencia ex- la definición de una personalidad cultural de América Latina frente al
terna e interna, desigualdades económicas, injusticias sociales, indeci- mundo.
siones políticas, bajo nivel de vida, alto costo de la vida, guerras, vio- El mito de la revolución se instauró en occidente después de las re-
lencia, persecuciones, hambre, miseria, etc. En aquellas épocas en que voluciones burguesas de los siglos xviu y xix. Una "revolución" enten-
se introduce la angustia en la sociedad y se hace vigente un pensa- dida como un cambio radical de un "orden antiguo" a un "orden total-
miento de evasión de la realidad presente. mente nuevo" que responda a los justos anhelos de progreso de la
En las angustias sociales, algunos pueblos buscan el refugio en mo- sociedad. Una revolución que estalla en violencia y después de la cual
vimientos mesiánicos, en donde los "mesías", "profetas" o "caudillos" se establece un nuevo principio vital en la historia; por ello se presenta
anuncian el fin apocalíptico de la sociedad que oprime, prometen la como un camino de salvación.28
dirección de la comunidad hacia los grandes logros y anuncian la espe- En América Latina contemporánea, la revolución se convirtió en el
ranza del futuro risueño en la anhelada "sociedad ideal". En dichos "mito del cambio"; un cambio del gobierno y las instituciones, con pro-
movimientos la idea de los "cataclismos" y las "revoluciones" se con- yecciones a convertirse en un cambio profundo e integral de la socie-
vierte en mitos del camino para llegar a la meta. dad. Sin embargo, el mito de la revolución se presenta de manera un
La gente piensa que la búsqueda, imitación y posesión de la "so- poco esquemática en América Latina a través de dos tendencias: la tra-
ciedad ideal", "la tierra sin mal" o "el reino feliz" será la satisfacción dicionalista y la revolucionaria integral.
plena a sus problemas y la felicidad en su tono de vida. En esa socie- En la primera, las revoluciones se manifiestan a través de cambios
dad ideal, la vida de los hombres estará regida por la igualdad, la jus- de gobierno por medios extraconstitucionales, sin que vayan acompa-
ticia, la seguridad y la prosperidad en todos los órdenes. En otros casos, ñados por transformaciones en el orden social y económico. Se manifies-
piensan que el regreso al pasado que les dio origen representa la eva- tan por cuartelazos, revueltas, levantamientos, pronunciamientos, moti-
sión del nefasto presente y la única forma posible para una renovación nes y revoluciones de tipo militar. La llegada de un grupo militar
de la vida. revolucionario se presenta con todos los atributos míticos de la salva-
ción; así sea de entusiasmo y optimismo momentáneo.
En algunos países de mayor estabilidad tradicionalista, el mito del
a] Los mitos del mesianismo y la revolución cambio aparece en todos los programas y planes para realizar. Un cam-
bio desarrollista "por evolución" y a través de las instituciones, se
Uno de los mitos como función para el cambio en América Latina es la manifiesta como un empuje hacia la modernización; cambios refor-
revolución para los pueblos que surgieron de la dominación europea, y mistas para mitigar los problemas económicos, sociales y culturales, a
los cataclismos y movimientos mesiánicos en algunos grupos indígenas través de los cuales se estimulan programas de reforma social agraria,
aislados y negros con gran tensión social. acción comunal, cooperativismo, etc. Se manifiesta una abierta postura
La revolución se presenta para algunos latinoamericanos como la de mantener la estabilidad, aun a costa del cambio.
panacea para realizar los cambios urgentes y la evasión de la realidad En la tendencia revolucionaria total, tenemos en cuenta la entrada
presente. Aparece como el gran "cataclismo de la crisis" que supone el de los movimientos ideológicos de izquierda, principalmente marxistas,
fin de la problemática existente y la venida de un mundo nuevo, con socialistas y comunistas, importante en América Latina desde las dos
una sociedad que se idealiza. Aparece como una época de crisis en la primeras décadas del siglo xx. Se conformaron grupos generacionales
cual se ajustan cuentas con las sociedades dominantes, las élites diri- 20
Raymond Aron, El opio de los intelectuales, Buenos Aires, Siglo XX, 1967,
gentes y las circunstancias que llevaron a dicha situación; así se da pp. 44-51. Véase asimismo de Javier Ocampo López, El proceso de emancipación,
una plena satisfacción a resentimientos acumulados. Después de la cul Tunja, UPTC, 1974.
416 JAVIER OCAMPO LÓPEZ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 417

"revolucionarios", estimulantes de la necesidad de un cambio profundo En las predicaciones y curaciones se presentaron escenas difíciles: ca-
y radical de la realidad existente por el camino de "la revolución". La noas llenas de enfermos, tullidos y paralíticos; sordomudos y otros en-
lucha contra el imperialismo norteamericano, la ideología burguesa del fermos invadían las calles de los poblados. La gente del Chocó creyó
demoliberalismo, las élites tradicionales dominantes y las estructuras en el fin del mundo y en la solución de sus problemas; un fin que no
económicas y sociales de la sociedad tradicional, han movido a intelec- llegó en la Semana Santa anunciada y reflejó un anhelo de la gente
tuales de izquierda, guerrilleros, curas revolucionarios, estudiantes, mi- por llegar a la "tierra sin mal" y evadir las dificultades del presente
litares de izquierda, obreros, campesinos y otros grupos latinoamerica- angustioso. 28
nos, quienes consideran "la revolución" como la panacea para el cambio Entre los indios tukunas del Amazonas existió un movimiento me-
profundo en América Latina. Los muros de los recintos universitarios, siánico en 1941, en el cual se profetizó un diluvio universal, la salvación
las paredes de las calles en las grandes urbes y en las plazas de los de los tukunas y el aniquilamiento de los blancos, quienes perecerían
pueblos y aldeas, las pancartas de los manifestantes, los periódicos de iz- ahogados en las aguas. La orden del héroe cultural al joven Norane
quierda y el exuberante material de propaganda, son expresiones del hizo reunir a los tukunas para construir una choza colectiva y reali-
mito del cambio por medio de la revolución. zar diversos ritos. Las presiones del patrón brasileño de los indios y
En el panorama contemporáneo de América Latina, las únicas revolu- el anuncio del retiro de la protección del héroe civilizador por boca del
ciones significativas y de gran proyección continental han sido la me- profeta (por cuanto uno de los tukunas había cometido incesto), lle-
xicana y la cubana. La revolución mexicana se convirtió en el símbolo varon al fracaso y desilusión de la anhelada evasión de la situación
de los revolucionarios de América Latina en la primera mitad del si- presente. 29
glo xx, y la revolución cubana, a partir de la década de los sesenta. To- Encontramos casos de movimientos mesiánicos que surgen como reac-
das las actitudes de esperanza en la solución de los problemas socio- ción de los pueblos a la explotación de los colonos. Destacamos entre
económicos y el cambio de mentalidad convergen hacia "la fuerza de éstos el caso de los indígenas del río Negro en Brasil, quienes, como
la revolución", el único camino para la obtención del nuevo orden en la única fuente de mano de obra, fueron reducidos a la esclavitud. Sur-
sociedad ideal anhelada. Muchas de las ideas que han servido de base gieron así los nuevos profetas, quienes animaron a los indígenas a re-
a estas revoluciones han sido simbolizadas y mitificadas por ideólogos nunciar al trabajo y establecer el desorden. El chamán de la tribu
y políticos y son utilizadas como medios muy importantes de integra- araposo (tykano) se presentó como enviado de Dios y los espíritus y
ción política. fue seguido por un grupo de indígenas fanatizados, a quienes predicaba
El mito del cambio del orden existente hacia una sociedad ideal apa- la sublevación contra los blancos explotadores. En las profecías de los
rece también entre algunos pueblos de América del Sur. Se manifiesta chamanes del Vaupés se predecía el cambio del orden social, con la
a través de movimientos mesiánicos con la presencia de un "mesías" o desaparición de los blancos colonos. Sin embargo, la réplica de los colo-
caudillo salvador, quien conduce al pueblo hacia "la tierra sin mal"; nos cada vez fue más rápida y eficaz: los profetas fueron castigados
y en la creencia de la irrupción de grandes cataclismos que llevan al y sus seguidores dispersados. 30
"fin del mundo" y a la entrada de la sociedad ideal, con la presencia Los mitos alrededor de los cataclismos universales y el fin del mun-
de los "pueblos elegidos". Es uno de los mitos más extendidos en el do, como puentes entre el mundo existente y el mundo nuevo, están en
mundo y está relacionado con los cataclismos cósmicos y los mitos relación con el "mito de la renovación de los mundos", muy incrustado
diluvianos.27 en el origen mismo de los americanos. Recordemos que el tiempo cí-
Un estudio de los antropólogos Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff clico de los mayas y los aztecas conlleva la concepción del mito de la
sobre el movimiento apocalíptico en el Chocó (Colombia) en 1960, nos renovación cósmica, según el cual las edades o soles se suceden, presen-
refleja un tipo de mesianismo popular en épocas de angustia y tensión, tándose cataclismos en el final de cada edad.
en una de las zonas subdesarrolladas de mayor problemática económica Esta renovación del mundo que refleja el tiempo cíclico de los abo-
y social. En algunos pueblos del Chocó, la gente se movilizó con las pre- rígenes supervive en algunos pueblos americanos, quienes alcanzan a
dicaciones del Hermano del "Ecce Homo" (Jesús María Cristo). El divisar la meta en la llegada de la tierra sin mal. Los indios guaraníes
"Hermanito", seguido por una multitud, hacía curaciones y profetizaba
"el fin del mundo" que sería en Semana Santa: un castigo para los 28
Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff, "Notas sobre un movimiento apocalíp-
ricos, sacerdotes y gente de las grandes ciudades, y una salvación para tico en el Chocó, Colombia", en Folklore Americano, año XIV, núm. 14, 1966,
los negros e indígenas que siguieran los ejemplos del "Hermanito". pp. 110-145.
29
Curt Nimuendajú, The Tukana, Berkeley y Los Ángeles, University of Califor-
nia, Publications in American Archeology and Ethnology, 1952, vol. XLV, pp. 137-140.
"Mircea Éliade, op. cit., pp. 69-74. 30
Alfred Métraux, op. cit., pp. 28-29.
418 .IAVIF.R OCAMPO LÓI'I /
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 41')

creen en la vuelta cíclica de un cataclismo universal y confían en los


chamanes-mesías como conductores a la "tierra sin mal". Los sucesos b] El mito de los "caudillos o héroes civilizadores"
insólitos reciben la atención de los aborígenes, quienes creen en las
profecías del cataclismo: cuando llega la noche, el murciélago deseen Las fuerzas de "la revolución" y los movimientos mesiánicos llevan al
derá para exterminarnos; descenderá el jaguar azul a devorarnos; se convencimiento de la necesidad de los "mesías", "salvadores" o "caudi-
producirá el gran fuego, al que seguirá la gran inundación. llos", necesarios para la lucha en los cataclismos y la conducción de los
Las constantes presiones de los llamados colonos blancos y la deca pueblos hacia la meta de la sociedad ideal. Estos "héroes civilizadores"
dencia de la tribu imprimieron en los guaraníes un tono de vida pro son esperados por las colectividades con la fuerza que implica la espera
picio a movimientos de evasión de tipo mesiánico. Alfred Métraux nos de un salvador.
habla del chamán legendario llamado "Guyraypoty" quien, advertido El algunos casos, los "mesías" se manifiestan como la proyección
por el creador de la destrucción del universo, reunió a sus fieles alre- humana de "seres sobrenaturales" que retornan para inaugurar nuevas
dedor y los hizo bailar una noche entera y entonar cantos rituales. F.l eras libertarias. En otros, se presentan como "héroes fundadores", pro-
gran incendio había comenzado; el chamán se dirigió con sus grupos tagonistas de mitos arcaicos y que en el origen de los tiempos instau-
hacia el mar. Llegados a orillas del Atlántico, los indios construyeron raron los elementos de la civilización y luego partieron prometiendo
una gran choza en donde día y noche cantaban y bailaban, golpeando un retorno precursor del bienestar. A veces son los hombres quienes
el suelo con sus bastones de ritmo. Los indios guaraníes creen que persiguen las huellas del héroe cultural migrando hacia su país mítico.34
Guyraypoty y sus acompañantes se salvaron cuando las olas amenazaron Algunos chamanes indígenas adquirieron prestigio entre los indígenas
con tragarlos. Así, la choza en donde estaban reunidos se elevó por el y se presentaron como enviados de los dioses para la salvación de las
aire, franqueó la puerta del cielo y quedó inmóvil al lado de la choza tribus. Entre los tupinambas y guaraníes surgieron chamanes que hicie-
de Nandecy, "la gran madre"." ron ostentación de su naturaleza divina y se autodenominaron verdade-
Desde antes de la llegada de los portugueses existía entre los indi ros "mesías"; se apropiaron del ritual del culto católico y utilizaron sus
genas de Brasil "el mito de la destrucción periódica del mundo", de la símbolos como adquisición de fuerza.35
cual sólo se salvarían quienes llevaran una vida ritual y moralmente En Brasil, son los chamanes dotados de un excepcional poder caris-
recta; estos elegidos se reunirían con las divinidades en un país sin mático quienes han provocado estos movimientos mesiánicos, que en
mal. Bajo la dominación portuguesa y como reacción a ella, se des muchos casos han desembocado en la migración de tribus enteras. En
arrolló el "movimiento de las santidades" en busca de un mítico país algunos casos, los chamanes hacían danzar a los indígenas y les impe-
sin mal, en el cual se recobraría el paraíso perdido con la llegada de dían trabajar en sus jardines, expresándoles que sus cosechas crecerían
los portugueses.'- En algunas islas del Pacífico y territorios africanos solas, sin sembrar, y que la caza saldría de la maleza para dejarse coger
existe también la idea de la renovación cósmica, en la cual resulta que en los poblados. Algunos hacían milagros extraordinarios y proclama-
el mundo presente será destruido por una catástrofe en la cual pere ban la metamorfosis en pájaros para quienes no actuaran de acuerdo
cerán los blancos y los incrédulos y llegará la nueva tierra llena de fru a su manera. 30
tos y de flores y de comodidades plenas.11 La presencia del "salvador" entre los negros latinoamericanos, la en-
Esta renovación cósmica y el "mito de la catástrofe universal", pre contramos en el movimiento de Ras Tafari en Jamaica en 1930. Este
decesora de la llegada a la "tierra sin mal", nos confirma la idea de! personaje fue mitificado como héroe libertador y defensor ejemplar de
mito como función, el cual da expresión, deseos y esperanzas a ciertos la independencia negra contra la opresión de los blancos. El movimiento
grupos sociales en épocas de grandes crisis históricas. Es la evasión señaló la maldad de los blancos y la necesidad del retorno a África,
del presente lleno de problemas y el mito del camino hacia el cambio tierra de origen, y la espera en Haile Selassie de Etiopía como el dios
por medio de catástrofes o, desde otro plano, por medio de "la revo viviente. Se identificó a Etiopía con África, "la tierra ideal de los orí-
lución". genes" y a Selassie con el mesías negro. Es la expresión del surgimiento
de los mitos al impulso de exigencias vitales que se vuelven particular-
mente urgentes y dramáticas. 37
34
Vittorio Lanternari, Occidente y Tercer Mundo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974,
31 pp. 80-93.
Alfred Métraux, op. cit., p. 8. 35
32 Alfred Métraux, op. cit., pp. 89-93.
Manuel García Pelayo, Mitos y símbolos políticos, Madrid, Taurus, 1964, 36
pp. 58-61. 37
Ibid., pp. 10-11.
33 Manuel García Pelayo, op. cit., pp. 60-61. Estudio de G. E. Simpson, "The Ras
Ibid. Tafari movement in Jamaica in its millenial aspeets".
420 JAVIER OCAMPO LÓPEZ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 421

Los chamanes indígenas y los negros salvadores como en Jamaica Son la expresión de los valores de la provincia y la manifestación del
son portadores de una fuerza superior, con capacidad para realizar lo liderazgo dominante, surgido ante el vacío de poder después de la inde-
que escapa al poder de los miembros de las tribus o grupos. Es una pendencia.
fuerza "carismática" que converge hacia el "salvador", considerado por- En su mayor parte guerreros, hacendados o letrados, representantes
tador y distribuidor de una fuerza superior sobrenatural. de la mentalidad de la provincia o de la capital, los caudillos no repre-
Algunas figuras de profetas y fundadores se convierten en protagonis- sentan propiamente una ideología, sino la expresión del liderazgo do-
tas de una espera milenaria; se aguarda que vuelvan a la tierra, porta- minante surgido de la misma realidad latinoamericana. Unos se hicieron
dores de la anhelada salvación y redención de los males. Tal es el caso caudillos por su prestigio en la guerra magna; otros, por su influencia
del héroe nacional de la independencia de Haití, "Macandal", cuyo carismática en las provincias, y muchos de ellos surgieron en las ha-
espíritu, según las creencias populares, se habría salvado de las llamas ciendas latinoamericanas de las relaciones de dependencia de los patro-
de la hoguera en donde fue quemado vivo. Alexander Bedward, fun- nes con los peones. Con base en ello, se ha llegado a decir que una cons-
dador del "bedwardismo" en Jamaica (1920), es un exponente de la tante sociopolítica presenta unidad caudillista en América Latina: la
religión del retorno, fundada sobre la espera mítica de personajes rea- idea de que el poder existe en la "lealtad personal" de hombres y de-
les. Él mismo anunciaba su próxima ascensión a los cielos y su sucesivo terminados intereses.
retorno como "redentor de los negros". En algunos movimientos reli- Fueron caudillos latinomericanos —entre otros— los mexicanos Anto-
giosos populares de Brasil surgieron los mitos de los profetas Padre nio López de Santa Anna, Benito Juárez y Porfirio Díaz; los centro-
Cicero y José María, quienes son esperados para restablecer el reino de americanos Francisco Morazán, Rafael Carrera, Justo Rufino Barrios,
paz y de justicia. 18 Estrada Cabrera; los colombianos Francisco de Paula Santander, Tomás
En los llamados por algunos "pueblos mestizos" encontramos tam- Cipriano de Mosquera, José María Obando y Rafael Núñez; los venezo-
bién movimientos mesiánicos y su "salvador". Como en el caso de Chocó lanos Simón Bolívar, José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Ci-
(Colombia) del lamoso "Hermanito" que mencionamos anteriormente, priano Castro, Juan Vicente Gómez; el ecuatoriano Gabriel García Mo-
surgió en la provincia de Buenos Aires el movimiento del "Tata Dios", reno; los paraguayos Gaspar Rodríguez de Francia y Francisco Solano
en 1872, quien canalizó los anhelos de reivindicación económica y so- López; el boliviano Andrés de Santa Cruz; el chileno Diego Portales; el
cial de los mestizos. Verdaderas masas humanas fueron en peregrina- argentino Juan Manuel de Rosas y otros de diversas regiones de la Amé-
ción hasta él para recibir su bendición y obtener el remedio para sus rica Latina decimonona.
males. Seguido por 50 gauchos, el Tata Dios atacó la ciudad de Tandil Alrededor del caudillismo se encuentra el fenómeno sociopolítico de
y realizó una masacre con todos los extranjeros, sin excepción de mu- la dominación, entendida como aquella fuerza poderosa que adquieren
jeres y niños. La matanza fue finalmente contenida por la resistencia los individuos para exigir obediencia dentro de un grupo o nación de-
valiente de un grupo de habitantes; la banda del Tata Dios fue puesta terminada. Un tipo de dominación que en América Latina se generalizó
en fuga, y éste capturado y linchado. Ni sus fechorías ni su muerte en forma "carismática" alrededor del heroísmo de aquellos hombres
ignominiosa empañaron su prestigio y apenas disminuyó el culto que que presentaron liderazgo dominante de carácter nacional. El carisma
se le rendía. Los gauchos esperaron mucho tiempo su resurrección y lo entendemos como aquella cualidad que pasa por extraordinaria a una
cada día ensillaban un caballo para recibirlo.19 persona, cuya virtud se considera en posesión de fuerzas naturales o
Una proyección de las fuerzas míticas alrededor del "salvador" o sobrehumanas. Ese carisma hace que los dominados reconozcan al cau-
"mesías" se encuentra en el inconsciente colectivo de las masas popu- dillo y se entreguen psicológicamente a él, con entusiasmo y esperanza
lares de América Latina y sus actitudes ante los caudillos. El caudillo en las soluciones nacionales.
militar o político manifiesta una fuerza superior, capaz de llevar a los Ante la experiencia anárquica en el desarrollo histórico de los na-
pueblos a la sociedad anhelada o "tierra sin males"; una fuerza vital cientes países latinoamericanos, se divulgó una imagen decadente de
"carismática" que irradia gran poder. esta área americana. Se opinaba que las naciones no estaban prepara-
Los caudillos aparecen en América Latina en el siglo xix y proyectan das para la vida republicana, y que las constituciones eran cúmulos
su influencia de poder hasta el siglo xx. Son hombres de extraordinario de proposiciones para conformar modelos ideales de estados, ajenos
poder político que irradian su influencia en un nivel nacional y regional completamente a las realidades latinoamericanas. Se necesitaban gobier-
recibiendo la acogida entusiasta o pasiva de las mayorías nacionales. nos fuertes y líderes dominantes que fijaran pautas inalterables y lle-
naran el vacío de poder, ante la anarquía, las guerras interamericanas
:w
:l
Vittorio Lanternari, op. di., pp. 100-101. y las guerras civiles que se avizoraban en la debilidad de los países
» Alfred Métraux, op. dt., pp. 33-34. recién independizados.
422 JAVIER OCAMPO LÓPEZ
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 423
Los latinoamericanos se dieron perfecta cuenta de que las institu- zuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia). Asimismo los casos
ciones demoliberales eran como plantas exóticas en tierras nuevas sur-
del cura Miguel Hidalgo y Benito Juárez en México, y del general José
gidas de la dominación colonial; por ello miraron hacia los caudillos
de San Martín en los países del sur, en el área sanmartiniana.
principalmente guerreros con suficientes atributos y poder dominante
para establecer el orden. Estos hombres que en su mayoría habían lu- Otros caudillos del nacionalismo latinoamericano de posguerra en la
chado en la independencia tenían una convicción de su papel provin- mitad del siglo xx adquirieron "imagen fuerza" en los movimientos
cial en el establecimiento del orden y la consolidación nacional. A ellos populistas contemporáneos: Juan Domingo Perón en Argentina, Getúlio
les seguía una soldadesca campesina, acostumbrada a seguir sus im- Vargas en Brasil y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia. En estos movi-
pulsos y caprichos; muchos de ellos habían luchado en la magna guerra, mientos surge el líder carismático que atrae a las masas con la imagen
y otros —en su mayor parte campesinos analfabetas— habían sido re- del "salvador" y se plantea un fervor colectivo hacia la solución de los
clutados por la fuerza o inducidos a incorporarse al ejército del caudi- problemas prácticos del pueblo. Se estimula una mística nacionalista
llo por las oportunidades de luchar bajo su dominio, y algunos para con reformas sociales, sin alterar la estructura tradicional, y se obtiene
saquear, robar, hacerse ricos y dominar. un fuerte apoyo de los sectores más bajos de la sociedad y las clases
Los caudillos latinoamericanos muestran diversas manifestaciones de medias.
liderazgo, de acuerdo con su propia personalidad, estilo sociopolítico de Un caso típico del caudillismo mesianista en la época contemporánea
la región en donde ejercen dominio, o las circunstancias históricas. Unos es el que conforma el "mito Perón" en Argentina en las tres décadas
expresan su dominio con poder total y en dictaduras de largos periodos, alrededor del medio siglo xx. Allí se desarrolló una fuerza carismática
como fueron los casos del doctor Francia en Paraguay y Juan Manuel del "genio providencial" con la idea que defendió Evita Perón, la espo-
de Rosas en Argentina. Otros fueron "letrados civilistas" con gran do- sa del dictador, sobre la importancia de los genios en la historia: "en
minio carismático, al estilo de Diego Portales en Chile y Rafael Núñez, la historia argentina no hay más que dos personajes, Perón el genio
en Colombia. Encontramos caudillos personalistas y sangrientos, como y el pueblo argentino que hace la historia". La fuerza del caudillo con-
los dictadores militares bolivianos; caudillos fanático-religiosos, como Ga- ductor con su lema de "Dios, Patria y Justicia social" y la unión de los
briel García Moreno en Ecuador; emprendedores de "orden y progreso" argentinos en "estrecho abrazo", consolidó la imagen del "hombre sal-
como Porfirio Díaz en México y protectores de la cultura como Guzmán vador" que durante tres décadas manejó los hilos de la política argen-
Blanco en Venezuela. Algunos manejaron el país como una "hacienda", tina.
al estilo de Juan Vicente Gómez en Venezuela, y otros manifestaron Con su poder personalista, Perón en el poder (1946-1955) (1973-1974)
dominio político con gran asesoría de intelectuales y espíritu de gran atrajo a las masas argentinas, hizo cambios sociales reformistas para
organización. afianzar su sistema y creó sindicatos y una confederación que trató de
Algunas áreas de América Latina se caracterizan por el caudillismo extender a América Latina. En el movimiento peronista se confundieron
militar y las dictaduras a lo largo de los siglos xix y xx, destacando en- las ideas del "justicialismo", en donde se mezclaron planteamientos
tre ellas Paraguay, Bolivia, América Central y las Antillas. En la mayoi totalitarios, nacionalistas, antimperialistas, cristianos, militares y, en
parte de estos países predominó un caudillismo militar, formado al síntesis, "reformistas" en un movimiento populista. En la década de su
rededor de una generación habituada a batallar y convencida de su primer gobierno, Perón mantuvo el mayor control en la vida pública.
papel providencial para el cambio de la sociedad.40 Todo lo hacía Perón o su esposa "Evita", que en el inconsciente co-
Algunos caudillos-héroes de la revolución de independencia y la conso lectivo de los "descamisados" es un mito en donde se mezcla la fuerza
lidación nacional han traspasado su presencia y la vigencia de sus del sentimiento maternal; Evita es la madre, la bienhechora, la que
ideas en los siglos xix y xx, y su fuerza vital se ha convertido en mito cuida de los descamisados y remedia las necesidades de los pobres. El
nacional con función integradora de la nacionalidad. Tal es el caso del "mito Perón" con la fuerza del "salvador", irradió su imagen en las
libertador Simón Bolívar en los seis países del área bolivariana (Vene masas peronistas en el ritual del "regreso" y su elección como presi-
dente en 1973. Con su muerte en julio de 1974, los hilos conductores de
40
Sobre el caudillismo latinoamericano, véanse entre otras las siguientes obras la fuerza caudillista llegaron al "vacío del mito" y al desplazamiento
John J. Johnson, Militares y sociedad en América Latina, Buenos Aires, Hachclic, de fuerzas anárquicas que se han proyectado en la crisis contemporá-
1966; Leopoldo Zea, "Democracias y dictaduras en América Latina", Caracas, In- nea de Argentina.
vista Política, octubre de 1959; Federico Gil, Instituciones y desarrollo polítiai
de América Latina, Buenos Aires, INTAL, 1966; Julio Icaza Tigerino, Sociolof.in En Colombia, el ambiente nacionalista de la posguerra lo encauzó
de la política hispanoamericana, Madrid, 1959; Fernando Díaz Díaz, Caudillismo el neoliberalismo a través de uno de sus caudillos-salvadores más fogo-

J
y caciques, México, El Colegio de México, 1972; Javier Ocampo López, El candi sos en la oratoria: Jorge Eliécer Gaitán. Este líder mestizo, de extrac-
llismo colombiano, Bogotá, Editorial Prag, 1974. ción popular, levantó su voz contra el sistema latifundista de Colombia,
424 JAVIER OCAMPO LÓPEZ. MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 425

contra todas las formas de privilegio, el "conservadurismo" y los grupos c] El mito de la sociedad ideal o de la "tierra sin mal"
aristócratas. Se presentaba a las masas con los rasgos del líder caris-
mático: orador fogoso que hablaba sin descanso, tratando de llegar al Se dice que los "caudillos" o "mesías" llevan a los pueblos por el cami-
pueblo con la utilización de frases sencillas que llegaban a lo íntimo no de los cambios, hasta llegar a alcanzar la sociedad ideal, "tierra
de la gente y tocaban sus verdaderos problemas. En los discursos, se sin mal" o reino feliz. Éste es otro de los mitos en cuanto función de
agitaba profusamente y sin descansar con la elevación en el tono de la las sociedades que se ha generalizado en todo el mundo y representa la
voz, llegaba a un climax con un entusiasmo indescriptible y en el que utopía y la meta definitiva de los humanos. El objetivo es llegar a
se quitaba el saco o la corbata, elevando en delirio a una masa que le aquella "tierra sin mal" en donde los hombres se verán libres de pro-
escuchaba en silencio y lo seguía entusiasmada. blemas y en donde será el tono de vida la felicidad constante, la igual-
El carisma del caudillo penetró de manera profunda en las masas co- dad, la justicia y la prosperidad en todos los órdenes. Una sociedad
lombianas, principalmente cuando prometió un sistema social más justo ideal, en donde las fuerzas sobrenaturales intervendrán en la transfor-
sobre las bases populares. Esta promesa de "salvación" se frustró cuan- mación de la naturaleza y proporcionarán la felicidad, por lo tanto la
do Gaitán cayó asesinado el 9 de abril de 1943 y se presentó el llamado unión entre lo natural y lo sobrenatural.
"bogotazo", cuando una multitud enloquecida irrumpió en las calles de Entre los indios cunas de la región de Urabá (límite entre Colombia
Bogotá y otras ciudades del país en su afán de destrucción. Se produjo y Panamá), se cree en la existencia de un lugar maravilloso en donde
una asonada multitudinaria y un ambiente de intensa tensión que llevó todos los hombres son amigos, y en donde no se acaban los plátanos,
al enfrentamiento de los dos partidos tradicionales (conservador y li la caña de azúcar, los animales, huertos con cocos, etc. En dicho lugar,
beral) en una guerra civil no declarada, conocida generalmente como el
los indígenas tendrán todas las cosas que ahora tienen los blancos (bar-
periodo de "la violencia".
cos, trenes, aviones, etc.), y los blancos, en cambio, estarán vendiendo
En la década de los sesenta, el advenimiento de la revolución cubana, guineos en las calles.42
el surgimiento del nacionalismo revolucionario cristiano y la acción de En la misma forma, los indios tupi-guaraníes creen en la existencia
los partidos comunistas y socialistas, introdujo en América Latina una de una tierra maravillosa en donde está la choza del Creador, la cual
fuerza revolucionaria de dimensión continental. La revolución cubana se levanta en medio de la tierra y en su alrededor se extienden los jar-
demostró la capacidad del pueblo para derrocar sistemas enraizados en dines maravillosos en donde se hacen sin esfuerzo las siembras y
intereses de las oligarquías tradicionales y del imperialismo norteame-
cosechas. Allí el héroe civilizador se retiró después de haber creado el
ricano; asimismo puso en evidencia la unidad esencial de la revolución
mundo y traído a los hombres los conocimientos esenciales para su
latinoamericana, como única meta de salvación para llegar a la socie
dad justa. supervivencia.4" Es en esa tierra hacia donde van ciertos muertos privi-
legiados, chamanes, guerreros y todos aquellos hombres que hayan
En este nuevo ambiente revolucionario de América Latina se han tenido el valor y la constancia de observar los fatigosos ritos dirigidos
presentado asimismo las fuerzas míticas de los caudillos salvadores y por el chamán, con miras a llegar a esa tierra ideal que se presenta
los conductores de la nueva fuerza histórica. Las imágenes de Fidel Cas como mito. Algunos indígenas piensan que el único medio para llegar a
tro, Ernesto Che Guevara, el padre Camilo Torres y Salvador Allende "la tierra sin mal" es aliviando el cuerpo por medio de danzas y ayunos
se expanden en América Latina en una dimensión histórica con grandes
prolongados hasta el punto de que se pueda volar.44
proyecciones para el futuro de estos países.41
Según Métraux, los indios tembes del Brasil han conservado el mito
"Caudillos", "mesías" o "salvadores" proyectan las fuerzas vitales en
de la "tierra sin mal" en donde Maira, el dios civilizador, reside en
el pueblo latinoamericano, que los convierte en "mito de redención". Se
medio de una vasta pradera cubierta de flores, y en la cual los pájaros
refleja un anhelo popular en la necesidad de un conductor capaz de
conducir a la sociedad ideal y evadir las dificultades de un presente que hablan anidan en el mismo suelo. Cerca de la casa de Maira se le-
angustioso necesitado de cambio integral. vanta un gran poblado donde los habitantes viven una vida feliz y se
alimentan de frutos parecidos a las calabazas. Sus jardines no precisan
42
Gerardo Reichel-Dolmatoff, "Espiritualidad de los indios colombianos", Lec-
turas Dominicales de El Tiempo, Bogotá. Destacamos entre sus estudios: Desana,
simbolismo de los indios tukano del Vaupés, Bogotá, Universidad de los Andes, 1968;
"Algunos mitos de los indios Chamí", en Revista Colombiana de Folklore, núm. 2,
41 Bogotá, Segunda Época, 1953.
Abelardo Villegas, Reformismo y revolución en el pensamiento latinoameri- 43
Alfred Métraux, op. cit., p. 6.
cano, México, Siglo XXI, 1972. 44
Alfred Métraux, op. cit., p. 6.

1
426 JAVIER OCAMPO LOPE/ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 427

ningún cuidado y las plantas crecen solas una vez sembradas. Cuando más importante de ciertos latinoamericanos. Movimientos filosóficos
Maira y sus compañeros alcanzan la vejez no mueren, sino que vuelven que surgían en el viejo continente y Estados Unidos, planteando rea-
a la juventud. Allí se canta y se goza de una fiesta continua y sólo algu lidades y circunstancias de su propio medio, de inmediato eran intro-
nos tembes han podido penetrar. 45 ducidos en América Latina y seguidos por las minorías cultas de acuerdo
La llegada a la tierra sin mal o "reino feliz" es impulsada por los con sus inclinaciones, y propuestas como planes para organizar la na-
movimientos mesiánicos y conducida por el caudillo salvador; éste es ción ideal con el modelo de "Occidente", que se convirtió en el "mito de
un aspecto de la creencia en el mito en muchos pueblos. Pero antes la sociedad ideal".
habrá una catástrofe en medio de una lucha de la cual saldrán victo- El nuevo mito para imitar implicaba el cambio en América Latina: de
riosas las fuerzas que establecerán el "nuevo reino". Estas fuerzas esta "la barbarie a la civilización"; de la sociedad tradicional a la moderna;
rán ayudadas por las fuerzas sobrenaturales, y en las concepciones mo del despotismo a la libertad y la realización plena de la ideología legada
dernas, por las irresistibles leyes históricas. Será una lucha terrible, por "Occidente": "el demoliberalismo", el único camino para llegar a
pero es la lucha final en la cual —según el mito— aparecerá el caudillo ser como el modelo.
o salvador y su hábil conducción a la "tierra sin mal". El "demoliberalismo" como ideología de acción conformó una fuerza
La "tierra sin mal" o sociedad ideal puede presentarse también en política que se engendró en Occidente en la segunda mitad del siglo xvm
algunos pueblos como el regreso a los orígenes o "bellos tiempos del y se solidificó en los siglos xix y xx, proyectándose en América Latina
surgimiento"; es en los orígenes donde los pueblos encuentran la auten en Ja conformación de los estados nacionales. Las ideas de democracia,
ticidad y el progreso. Ese tiempo en el cual se creó la situación pre soberanía popular, libertad, igualdad y fraternidad incitaron al cambio
senté es el verdadero tiempo que posee la fuerza vital del mito. Por contra el orden señorial monárquico y colonial. Se convirtieron en las
ello es importante el retorno hacia atrás, el reencuentro del tiempo ideas de avanzada para las generaciones que organizaron los nuevos es-
original sagrado. Es en el pasado de los primeros días de los orígenes tados nacionales de América Latina.
y en el futuro escatológico en donde las masas populares encuentran la Con el surgimiento de la corriente romántica a mediados del siglo xix,
evasión al presente penoso. el sentimiento y la pasión —propios de la época— llevaron a la supra-
Se dice que los mitos de la "sociedad ideal" y del retorno a los valoración de los elementos constitutivos de la nación, y a consolidar
tiempos originarios están en el inconsciente colectivo del latinoame la fuerza de la unidad nacional en algunos elementos que desde en-
ricano del siglo xx. En las generaciones de transición entre los si tonces fueron mitificados. Tales entre otros: la patria y sus símbolos,
glos xix y xx, "el modelo anglosajón" se convirtió en el mito-fuer/.a los héroes y las ideas de igualdad, libertad, soberanía popular, constitu-
de atracción para ciertos latinoamericanos (y en especial, el ejemplo ción, caudillo, etnia nacional, etcétera.
modelo de Estados Unidos). Se presenta una época en que algunos libe- La idea de la patria simbolizada en la bandera, el escudo y el himno
rales buscan el cambio de hábitos y costumbres españolas, para en nacional se presentó a los latinoamericanos desde la primera mitad del
contrar la modernización en el modelo anglosajón. siglo xix, con un interés dedicado a entusiasmar el sentido nacional y
alcanzar la emoción de los hijos de la patria. La patria se presenta
Para determinados latinoamericanos, "Occidente" es el modelo de
como la madre; la tierra que guarda a sus hijos y está enmarcada por
sociedad; es la "civilización técnica", poderosa y organizada que ofrece fronteras; la tierra que debemos defender, amar y supravalorar con
"el modelo para imitar", las instituciones del demoliberalismo y el sím- nuestras fuerzas- Las banderas, escudos e himnos de cada uno de los
bolo del progreso por medio del desarrollo. Ideologías, modelos de países, departamentos, provincias y ciudades se convirtieron en los ele-
constituciones, códigos y leyes en general fueron introducidas desde Eu- mentos de integración de los individuos a la tierra que los vio nacer.
ropa y Estados Unidos para ser aplicados a realidades latinoameri- Es la expresión más auténtica del nacionalismo de fronteras del si-
canas: ideologías extrañas a la realidad estructural de estas sociedades. glo xix, en el cual se mitificaron también el espacio geográfico y sus
La imitación de ideología y realidades anglosajonas, norteamericanas, atributos, las fronteras, la raza, la lengua, las tradiciones y costumbres
francesas y alemanas se convirtió en un momento dado en la vocación propias de la nación.
45 Otro de los mitos demoliberales que surgieron en la corriente ro-
Leopoldo Zea, "La integración cultural latinoamericana", en Imagen, muñi-
ros 97-98, Caracas, Instituto de Cultura y Bellas Artes, septiembre de 1974, p;í mántica del siglo xix es el de los "héroes" de la magna guerra. La histo-
ginas 134-138. Sobre este pensador latinoamericano destacamos sus obras América riografía romántico-tradicional los presenta como seres sobrenaturales
en la historia, El pensamiento latinoamericano, América como conciencia, liu interviniendo en las magnas gestas; hombres puros, especies de arcán-
torno a una filosofía americana, Esquema para una historia de las ideas en I be geles sin mancha, fríos y estáticos como el mármol del que están hechas
roamérica, Democracias y dictaduras en Latinoamérica, El positivismo en México,
Latinoamérica y el mundo y otras. sus estatuas. En ellos se supravaloran aquellos actos heroicos, desta-
MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 424

428 JAVIER OCAMPO LÓPi;/


dial, que surge de las culturas indígenas, europeas y africanas. Un pue-
cados p o r historiadores y literatos como "herocracia" o culto de los he blo "síntesis" de varias culturas y que cada día m á s adquiere conciencia
roes, p a r a fomentar el espíritu de nacionalidad. de unidad y de la problemática común. Es la corriente que defiende la
Ante la evasión de la realidad latinoamericana en la b ú s q u e d a del mo- autenticidad de América Latina en el m u n d o a través de la expresión
delo de "Occidente" (la sociedad ideal que i m i t a r ) , se p r e s e n t a n exi- de los diversos aportes de culturas, la adaptación de diversos valores y
m e n t e s de contraposición en la b ú s q u e d a de la autenticidad en los orí- la creación de otros que surgen de su realidad. Es la lucha de la co-
genes. No es en Inglaterra, Francia, Estados Unidos u otras naciones rriente que encabeza el " l a t i n o a m e r i c a n o " Leopoldo Zea y la escuela
occidentales donde debemos e n c o n t r a r el modelo ideal p a r a nuestra de José Gaos en México, y que en el presente siglo han defendido pen-
sociedad. Es en América Latina misma; en su medio físico, en su pu; sadores como Francisco Romero, Alejandro Korn, Samuel R a m o s , Oc-
blo, en su carácter, costumbres, sistema de valores, vigencias y creen tavio Paz, Francisco Miró Quesada, E r n e s t o Mays Vallenilla, Baldomero
cias y en su problemática, donde los latinoamericanos encuentran ei Sanín Cano, Jaime Jaramillo Uribe, Diego Domínguez Caballero, Arturo
modelo. Es la lucha p o r encontrar en los orígenes "la autenticidad ti- Ardao, Joáo Cruz Costa, Guillermo Francovich, Mariano Picón Salas,
las culturas latinoamericanas"; es la lucha contra esa fuerza histórica José Luis Romero, Elias Pino Iturrieta, José María Muría, Abelardo
que buscó "la sociedad modelo ideal" y la imitación de las ideas r Villegas y otros latinoamericanistas.
instituciones creadas en E u r o p a y Norteamérica, creadas p a r a rea ¡i
dades europeas y norteamericanas, con adaptaciones eclécticas p a r a las
realidades latinoamericanas.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA SOBRE MITOS Y CREENCIAS
En el m i t o de los orígenes para explicar la razón de ser y la autenti
cidad de las culturas de América Latina se presentaron tres corrienf.
de interpretación: la "indigenista", la "hispanista" y la del "nacional.s Ambrossetti, Juan Bautista, Supersticiones y leyendas, Buenos Aires, 1917.
mo cultural latinoamericano". Aretz Tsabel, Costumbres tradicionales argentinas, Buenos Aires, 1954
La corriente "indigenista" conforma una mentalidad "americanista" Aron,' Raymond, El opio de los intelectuales, Buenos Aires, Siglo XX, 1967.
de h o m b r e s que, sin formar parte de las culturas autóctonas, considera!! Balandier, Georges, Teoría de la descolonización, Buenos Aires, Tiempo Con-
al "indígena" como base fundamental de la nacionalidad. La a u t e n t i : : temporáneo, 1973. . _
dad de América Latina encuentra sus raigambres en las sociedades ab.i Bourricaud Francois, "El mito de Inkarri", en Folklore Americano, ano IV,
rígenes y sus orígenes r e m o n t a n a más allá de 15 000 años. La sociedad núm. 4, Lima, 1956, pp. 178-187.
latinoamericana ha perdido su autenticidad natural con la introducción Cadavid Gutiérrez, Julián, "Mitos, leyendas y hechicerías de los Indios de
de falsas formas de civilización europea, "artificial". Es la lucha (!•. Chocó", en Lecturas dominicales de El Tiempo, Bogotá, 18 de junio de 1959.
indigenistas como Manuel Gamio, Miguel León-Portilla, J. C. Mariátegm Calella, Plácido de, "Breves notas mitológicas de los huitotos de Santa Cla-
ra", en Amazonia Colombiana Americanista, núm. 2, Sibundoy, 1944, pe-
J. Castro Pozo, Juan Friede, Eliécer Silva Celis, Luis Duque Gómez y
cinas 38-40. .
otros. Cortázar, Augusto Raúl, Folklore argentino, Buenos Aires, Biblioteca de Do-
La corriente "hispanista" conforma otra mentalidad americanista qor cumentación Argentina, 1950.
lleva la autenticidad de IOí, orígenes al contacto entre las culturas iK Costas, Arguedas, "La pirwa y su ascendencia mítica", en Folklore Ameri-
ricas y las culturas indígenas. Hispanoamérica no nace con el pobla cano, año I, núm. 1, Lima, 1953, pp. 1-13.
miento de los aborígenes sn tierras americanas, ni con la independencia Chávez, Milciades, "Mitología kágaba o kogui", en Boletín de Arqueología,
en el siglo xix, sino en el contacto de culturas realizado en el siglo xvi núm. 5-6, Bogotá, 1947, pp. 423-520.
con el empuje ibérico de la conquista y colonización. Hispanoamérica , "Mitos, leyendas y cuentos de la Guajira", en Boletín de Arqueolo-
está profundamente relacionada con la historia de la civilización oc< i gía, vol. IX, núm. 4, Bogotá, 1946, pp. 305-331.
dental cristiana, con h o n d a s raíces en las civilizaciones griega y roma na , "Mitos, tradiciones y cuentos de los indios chamí", en Boletín de.
Hispanoamérica tiene u n a unidad que identifica a todos los países y tun- Arqueología, vol. I, núm. 2, Bogotá, 1956, pp. 133-159.
es precisamente el "espíritu hispanoamericano". Después de la s e p a n Díaz del Corral, Luis, La junción del mito clásico en la literatura contem-
ción, los hispanoamericanos han perdido la "identidad", pues siemp-r poránea, Madrid, Gredos, 1974.
han girado como agujas buscando el "modelo extraño", o un polo »!<• Escobar Uribe, Arturo, Mitos de Antioquía, Bogotá, Minerva, 1950.
referencia de las ideas y de p a t r ó n económico, olvidando su propia orí Faís Borda, Orlando, Campesinos de los Andes, Bogotá, Universidad Na-
ginalidad que se encuentra en "lo hispánico". cional, 1961.
La corriente del "nacionalismo cultural latinoamericano" lleva a la , El hombre y la tierra en Boyacá, Bogotá, Punta de Lanza, 1973.
convicción sobre la existencia de un "pueblo n u e v o " en el á m b i t o inun Francovich, Guillermo, Pachamama. Diálogo sobre el porvenir de la cultura

i
en Bolivia, La Paz, Juventud, 1973.
430 JAVIER OCAMPO LÓPEZ MITOS Y CREENCIAS EN LOS PROCESOS DE CAMBIO 431

Fuchs, Helmut, "El totemismo entre los guajiros", en Lecturas dominicales Santa Teresa, fray Severino de, Creencias, ritos, usos de los indios catios
de El Tiempo, Bogotá, 8 de agosto de 1965. de la prefectura apostólica de Vrabá, Bogotá, 1924.
García Pelayo, Manuel, Mitos y símbolos políticos, Madrid, Editorial Tau- Sarmiento, Manuel, "Folklore del altiplano de Jujuy", en Boletín de la Aso-
rus, 1964. ciación Tucumana de Folklore, año II, vol. i, núm. 15-16, Tucumán, 1951.
Garrinson Brinton, Daniel, El folklore de Ukatán, Mérida, México, 1957. Schmidt, Guillermo, Manual de historia comparada de las religiones, Madrid,
Gómez, Antonio, "El cosmos, religión y creencias de los indios cunas", en 1932.
Boletín de Antropología, núm. 11, Medellín, 1969, pp. 55-98. Ugarriza Araoz, Manuel, "Apostillas para una bibliografía razonada de la
Gutiérrez, Benigno A., "Los mitos montañeses", en Revista Universidad de Pachamama", en Revista de Educación, año iv, núm. 3-4, La Plata, 1960.
Antioquía, tomo xxv, núm. 100, Medellín, 1950. Torres, Alfonso, Mito y cultura entre los barsana, Bogotá, Universidad de los
Jung, C. G., Arquetipos e inconsciente colectivo, Buenos Aires, Editorial Pai- Andes, 1971.
dós, 1970. Valcárcel, Luis E., "Símbolos mágicos y religiosos en la cultura andina", en
Kulop, Marcos, "Aspectos de la cultura tukana. Mitología", en Revista Co- Revista del Museo Nacional, tomo XXVTTT, Lima, 1959.
lombiana de Antropología, núm. 5, Bogotá, 1956. Vera, Nicandro E., Tradiciones y creencias del norte argentino, La Rioja,
Lanternari, Vittorio, Occidente y Tercer Mundo, Buenos Aires, Siglo XXI, Argentina, 1953.
1974. Wasscn, Henry, "Mitos y cuentos de los indios cunas", en Journal de la
Lévi-Strauss, Claude, Louis Althusser, et al., El proceso ideológico, Buenos Société des Americanistas, núm. 26, París, 1934, pp. 1-35.
Aires, Tiempo Contemporáneo, 1973.
Lira, Jorge A., "El demonio de los Andes", en Tradición, Revista Peruana
de Cultura, año r, núm. 2, Cuzco.
Mac-Lean y Estenos, Roberto, "La brujería en el Perú", en Boletín del Ins-
tituto de Sociología, núm. 8, Buenos Aires, 1953.
Métraux, Alfred, Religión y magias indígenas de América del Sur, Madrid,
Aguilar, 1973.
Moedano, Gabriel N., "La ofrenda en el día de los muertos", en Folklore
Americano, año viu, núm. 8-9, Lima, 1960-1961.
Muñoz, Milena, "Creencias populares entre los campesinos de San Agustín
(Huila)", en Revista Colombiana de Folklore, 2" época, vol. n i , núm. 8,
Bogotá, 1963, pp. 99-113.
Palavecino, Enrique, "Notas para el conocimiento de la magia en el Alti-
plano de Bolivia", en Revista del Centro de Estudiantes, núm. 8, Buenos
Aires, 1935.
Paredes, Rigoberto, Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bo-
livia, La Paz, 1920.
Quiroga, Adán, "Folklore calchaquí", Buenos Aires, Publicación de la Univer-
sidad de Buenos Aires, 1929.
Reichel-Dolmatoff, Gerardo, "Algunos mitos de los indios chamí", en Revista
Colombiana de Folklore, 2" época, núm. 2, Bogotá, 1953, pp. 148-165.
, Amazonian cosmos: the sexual and religious symbolism of the tukano
indians, Chicago-Londres, The University of Chicago Press, 1971.
-, Desana. Simbolismo de los indios tukano del Vaupés, Bogotá, Uni-
versidad de los Andes, 1968.
-, "Los indios de la Sierra Nevada. Simbolismo religioso", en Magazine
Dominical El Espectador, Bogotá, 9 de junio de 1968.
-, "Mitos y cuentos de los indios chimila", en Boletín de Arqueología,
vol. II, Bogotá, 1945.
-, "Notas sobre el simbolismo religioso de los indios de la Sierra
Nevada de Santa Marta", en Razón y fábula, núm. 1, Bogotá, Universidad
de los Andes, 1967, pp. 55-72.
Rocherau, Henri, "Algunos vestigios de las mitologías andinas entre las tri-
bus de los tunebos", en Boletín de Historia y Antigüedad, tomo xvm,
núm. 199, Bogotá, 1929, pp. 412-418.
Sagrera, Martín, Mitos y sociedad, Barcelona, Labor, 1967.
EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 433
EN AMÉRICA LATINA
la universidad, donde a su vez se formaban las clases dirigentes y los
GREGORIO WEINBERG
escasos profesionales que requería una sociedad aún poco diversificada
y nada compleja. Las concepciones filosóficas implícitas, por lo menos
en este sector, eran de raigambre positivista y con franco predominio
de corrientes liberales. Aceptaban y consentían esas ideologías, entre
muchas otras cosas, una división del trabajo en escala internacional, de
manera que a los países latinoamericanos les competía ser puntuales
y económicos proveedores de materias primas para los europeos, y en
Si el estado actual de la educación latinoamericana —hechos los repa- menor escala para Estados Unidos.
ros y las salvedades necesarios, además de reconocer los riesgos que
Con estos criterios minoritarios perduraban interesados prejuicios:
implica toda excesiva simplificación— fuese imprescindible caracteri-
zarlo con una frase o fórmula, diríamos que constituye un sistema am- incomprensión de la necesidad de eliminar el analfabetismo, asentada
pliado y modernizado, cuya filosofía y objetivos siguen respondiendo a sobre una discriminación que actuaba en detrimento de la enorme po-
los requerimientos e ideales del siglo xix, y cuyas rigideces aumentan blación campesina (mantener los "peones" rurales en la ignorancia era,
en forma creciente, vale decir, insatisfactorio para las necesidades y en última instancia, asegurar salarios bajos y estorbar su sindicaliza-
aspiraciones de nuestras décadas conmovidas. Así: ción); indiferencia frente a la educación técnica o vocacional, y proba-
blemente algo más grave: falta de interés por cambiar el modelo de
a] Por un lado la complejidad de la estructura del continente, con desarrollo tácitamente aceptado.
más de veinte países de extensión y recursos muy desiguales y niveles
En el campo educativo, además de "limitaciones", se difunden diver-
de desarrollo harto distintos, dificultan la tarea de ofrecer una imagen
de conjunto. Dos son, entre otros, los riesgos mayores: por un lado, ge- sas corrientes de ideas que, genéricamente, podrían englobarse bajo la
neralizar en demasía las cuestiones con el peligro de no brindar un tes- denominación de "antipositivistas"; ese resurrecto "espiritualismo" se
timonio suficientemente elocuente; y por el otro, su reverso, particula- nutría de las nebulosas corrientes germánicas de la época y, sobre todo,
rizar demasiado el análisis corriendo el albur de perder de vista el del ideario pedagógico italiano de Giovanni Gentile. (En ciertos respec-
conjunto. tos, puede considerarse precursor de las corrientes "elitistas" al filósofo
español José Ortega y Gasset, de intensa influencia en la década anterior
¿] Tampoco es fácil discernir siempre qué facetas de la crisis tienen
a 1930; Bergson, por su parte, también había ayudado a socavar la fe
carácter universal y cuáles son específicamente americanas. en el "progreso"; y la crisis mundial parecía confirmar sus opiniones.)
c] Aumentan más todavía estas asechanzas cuando el destinatario del Una de las plurales consecuencias negativas de estas corrientes es haber
trabajo puede ser un público de otro ámbito cultural, y por tanto cons- sustraído los problemas al contexto histórico, situándolos en un plano
tantemente restan dudas sobre su adecuado conocimiento de la perso- intemporal. Esta supuesta universalidad (rescatan la "persona" humana
nalidad y los problemas de cada uno de los países singulares y los y sus "valores" eternos y trascendentes del agobio del "prosaico" posi-
lincamientos esenciales de sus tradiciones culturales. tivismo, y del "exceso" de ciencia y técnica) obstruye de paso el avance
Pero todos estos riesgos siempre merecen correrse. de nuevos sectores sociales, entre cuyas reivindicaciones estaba, precisa-
Sin retroceder demasiado en el tiempo, un corte histórico se torna mente, la participación en el poder. Las clases medias, que habían al-
indispensable para reconocer, siquiera en parte, los factores condicio- canzado creciente influencia antes de la crisis —por lo menos en los
nantes del proceso. países de mayor desarrollo relativo—, perdieron posiciones y por tanto
La crisis de 1930 provocó una profunda dislocación en la fisonomía capacidad de presionar sobre las autoridades. Con respecto al movi-
sociopolítica, económica, cultural y educativa de América Latina, cuyos miento obrero organizado, estaba escindido en dos corrientes principa-
países estaban vinculados casi todos a un sistema europeocéntrico (In- les: una, la anarquista (arraigada entre los artesanos y los pequeños
glaterra era, con mucho, la potencia hegemónica por entonces) hasta talleres afectados por la competencia de las importaciones industria-
ese momento, y salvo raras excepciones, se habían acatados sus pautas, les) , y marxista la otra (entre un proletariado nuevo y demasiado re-
sus valores, y lo que quizá no sea menos grave, sus ideas; y muchas ducido) , carecían de gravitación, aunque actuaban como un fermento;
veces sus modas y hábitos entre las clases dirigentes. además, conservaban su fe de origen iluminista en la importancia de
Dentro de esa estructura a todas luces dependiente, en líneas genera- la educación, aunque imprecisamente formulada. Los empresarios ata-
les podría decirse que perduraba una concepción educativa decimonó- caban todas sus formas organizativas en nombre del liberalismo; los
nica, convencida de la equivalencia de educación primaria y educación sindicatos y asociaciones campesinas perturbaban, a su juicio, el"libre
popular. Concebían el nivel medio apenas como una etapa de paso a juego" del capital y el trabajo; la desocupación desalentaba todos los
[432]
GREGORIO WEINBERC;
434 EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 435

proyectos de diversificar o ampliar el sistema educativo vinculado a De todas maneras, cuando los grupos dirigentes pasaron a confiar en
la producción. la solución de sus problemas por los efectos mágicos de las inversiones
Tampoco se registran avances en materia de reducción del analfabe extranjeras y la "ayuda internacional" (espíritu de la Alianza para el
tismo, sobre todo en las regiones rurales, donde estaba radicada por Progreso), la educación, a pesar de las teóricas prioridades que se le
entonces la mayoría abrumadora de la población. adjudicaban, vuelve a caer en un marasmo del cual nunca había salido
Los años que siguieron a la segunda guerra mundial modificaron sus por completo. Los gobiernos parecían persuadidos de que la planifica-
tancialmente el panorama; se advierten avances en el proceso de demo ción tecnocrática obviaría todas las dificultades, con la ventaja adicional
cratización y se asiste a una notable ampliación numérica de la ma- de no requerir participación popular. Sus resultados constituyeron una
trícula en todos los niveles, casi siempre como consecuencia de la actitud nueva frustración.
de gobiernos populistas, quienes no produjeron ni impulsaron cam Ahora bien, tanto el "populismo" como el "desarrollismo" se mos-
bios sustantivos en la estructura de los estados (tampoco estaba entre traron incapaces de formular en teoría y mucho menos de llevar a la
sus propósitos afectar los grandes intereses creados tradicionales). Se práctica modelos de desarrollo alternativo, circunstancia que afectará
limitaron por tanto a una "modernización" que, para ser llevada a sus zigzagueantes políticas educativas, que en última instancia inspira-
cabo, reclamaba ciertas reformas en el sector económico: una relativa rán y controlarán los grupos tradicionales insertados en el sistema,
diversificación de los cultivos, con mayor atención al mercado interno; dueños de una gran experiencia y detentadores de mucho influjo a pesar
una incipiente industrialización para sustituir importaciones; un incrc de todos los cambios.
mentó de los servicios como consecuencia de la urbanización, etc. La ¿En qué consiste la crisis actual de la educación latinoamericana?
necesidad de mano de obra más o mejor calificada de nivel medio y, en Dicho con otros términos: ¿cuáles son sus principales rasgos y dimen
mucho menor escala, de nivel superior, explica la multiplicación de pa siones fundamentales? Dejando de lado las notas comunes con los
rasistemas educativos para adiestrar al personal que los nuevos sectores procesos que ocurren en casi todo el mundo, caracteriza la actual co-
económicos requerían. De todas maneras, perduran la gran propiedad yuntura del continente:
territorial y los "enclaves" mineros de capital extranjero, cuyo poder po 1] Una intensa "explosión demográfica" que hace que América La-
lítico no ha desaparecido. tina tenga en estos momentos la tasa de incremento poblacional más
En el campo educativo, esta etapa evidencia otro rasgo muy signili elevada que se haya registrado en la historia para una región tan ex-
cativo y cuyos efectos se sentirán hasta muchos años después: al salir tensa. Coincide con ella una verdadera "explosión educativa" que en
de lo que hemos llamado "nebulosa filosófica" y no encontrar otra ideo oleadas sucesivas se ha manifestado en todos los niveles, sin que se hu-
logia más satisfactoria que la sustituya, comienza a descubrir las dimen biesen adoptado oportunamente los recaudos o previsiones indispensa-
siones de un cierto desarrollo económico-social. bles para encauzarla; prueba adicional es ésta de la incapacidad de los
Cupo en este momento una importancia muy considerable a la obr;i sistemas para reaccionar a un estímulo de tanta significación. Esto ha
de los organismos internacionales, quienes posibilitaron, entre otras permitido a algunos interesados simplificadores sostener que el control
cosas, planteamientos más racionales, con la comparabilidad de esta de la natalidad, al reducir la presión del número de estudiantes sobre
dísticas, análisis de indicadores y estudios de tendencias. Algunos, in el conjunto del sistema, sería la única solución de fondo, sin advertir la
cluso, sirvieron para establecer los parámetros fundamentales; y esto falacia implícita en el mismo planteamiento.
no significa, ciertamente, absolver de la responsabilidad que cupo a 2] La crisis de las estructuras del sistema educativo como consecuen-
algunos "expertos internacionales" en muchos planteamientos ingenuos cia de su incapacidad de adaptarse a las nuevas necesidades y de su
o desaciertos. Y también debe repararse en el reverso de la cuestión: impotencia para satisfacer las nuevas expectativas.
las resoluciones y declaraciones no eran "implementadas" a causa di- 3] La pérdida del cuasi monopolio que detentaba el sistema para
la incapacidad operativa del sistema, por inercia del mismo o por la transmitir y elaborar información y conocimientos, los que se transfie-
gravitación negativa de los intereses creados y los prejuicios arraigados ren cada vez y en proporción creciente fuera del mismo; de donde se
Muchas de esas cuestiones (erradicación del analfabetismo, diversili sigue, entre otras consecuencias, un paulatino empobrecimiento que
cación de la enseñanza media, mejor formación de los docentes, adecúa debe añadirse al serio retraso que ya padecía. Cuando las tareas son de
ción de la matrícula superior a las necesidades del desarrollo nacional, tal magnitud que harían falta sistemas fortalecidos y creadores, éstos
etcétera) cayeron en el limbo de las buenas intenciones cuando no en se muestran debilitados y a la defensiva. Esta circunstancia ofrece un
saco roto. Y las medidas no adoptadas oportunamente, cuando quizás buen blanco a quienes atacan al sistema en su conjunto, creyendo ver
hubiese sido factible hacerlo con menores costos humanos y econónn en él, equivocadamente, el obstáculo fundamental.
eos, contribuyen a agravar la crisis actual. 4] Los medios de comunicación de masas, que constituyen por su
436 GREGORIO WlilNIír.Ki
F.L UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 437
parte verdaderos parasistemas que compiten en determinados planos
con el educativo, incorporan nuevas pautas, sobre todo de consumo, demandas asociadas a la expansión de los estratos medios urbanos; la
copiadas poco menos que servilmente de los países altamente desarrolla elevación de los requisitos de educación formal para optar a los cargos
dos. Contribuyen de este modo a descapitalizar económica y espiritual más prestigiosos y mejor pagados, como un medio de restringir el acce-
mente a estos países. Radio, televisión, cine se tornan, pues, en nuevos so a ellos, y la mayor oportunidad real de ascenso social que ofrece la
instrumentos de alienación al servicio, casi siempre, de intereses anti educación general, si se ¡a compara con la técnica."
nacionales. d] A la muy crecida tasa de deserción en el nivel primario ya citada
5] Y lo que nos parece más grave: carencia de modelos nacionales debe sumarse la existencia de un porcentaje muy elevado de "escuelas
o regionales de desarrollo que otorguen sentido a las políticas educa incompletas" —-sobre todo en el ámbito rural— que actúan como un
tivas y culturales, y eviten que ellas vayan a la zaga de las necesidades factor discriminatorio en detrimento de las posibilidades de los sectores
auténticas. populares. Países hay en el continente que tienen una educación rural
La necesidad de encarar soluciones propias privilegia al conocimiento de 3 o 4 años; vale decir que, aun cuando en el mejor de los casos
y la especificidad de los problemas; así por ejemplo, mal pueden re dichas escuelas logren un buen rendimiento, se excluye automáticamente
comendarse —como se ha estado haciendo— los modelos seguidos poi a sus graduados de la posibilidad de continuar sus estudios medios, pues
los países hoy altamente desarrollados, por múltiples razones de ias no pueden satisfacer siquiera el requisito mínimo de admisión: el ciclo
cuales sólo destacaremos algunas: primario completo.
a] En los países llamados centrales, las (asas de urbanización y las e] El rejuvenecimiento de la población, realmente sensacional, es el
de industrialización mostraron una notable correlación. En América I.a corolario lógico de la referida "explosión demográfica"; de donde el nú-
tina, las de urbanización responden a causas muy distintas y no pueden mero de personas pertenecientes a la clase económicamente activa es
ser explicadas ni comprendidas con base en criterios adaptados de inferior, por educando, al que registran los países desarrollados; y a
aquellos países; basta una lectura rápida de sus indicadores para com la inversa, en estos últimos, el esfuerzo social es relativamente menor
probar nuestro aserto. De aquí se siguen, entre muchas otras conse si se lo mide por la proporción de individuos económicamente activos
cuencias, la diversidad de origen de sus clases medias. por cada niño y joven en edad escolar.
b~\ Como se dice en un documento de la CEPAL: "Incluso en los países /] Muy diversa ecuación entre recursos naturales, capital y educa-
latinoamericanos que más han avanzado en materia de educación, la en ción a la que tienen los países altamente desarrollados. Dicho con
señanza primaria sigue muy por debajo —en proporción de !os niño. otros términos: las fronteras existentes en materia de recursos natu-
que cursan el ciclo completo y de calidad de la enseñanza— de los nive rales permitirían, en muchos casos —aunque no en todos por cierto—,
les alcanzados hace muchos años por la mayoría de los países europeos menores inversiones de capital que las que suelen recomendar los "ex-
No ha sido constante el esfuerzo por universalizar la enseñanza básica pertos", y también estudiar combinaciones que consientan absorber
como factor esencial de la unidad nacional. En cambio, la matrícula mayor cantidad de mano de obra con bajas calificaciones o sin ellas.
en la enseñanza media y superior como proporción de los grupos <lc Durante varios años hicieron estragos "modas" que, siguiendo modelos
edad correspondientes ha superado los niveles de la mayoría de los |>n extranjeros (probablemente muy legítimos o legitimables, en sus lu-
ses europeos y es mucho más alta que la que tuvieron esos países «n gares de origen), recomendaban políticas económicas en apariencia
el pasado, cuando ya habían logrado universalizar la enseñanza primai ia eficientes, pero que no tomaban en cuenta las peculiaridades de los
completa." O sea, que aquí la singularidad estriba en que aun cuando procesos latinoamericanos. Más todavía se pergeñaban respuestas a or-
perduran todavía elevadas tasas de analfabetismo y de deserción ¡>u ganismos estatales sin contacto alguno con las específicamente educa-
mana, por momentos las de inscripción de los niveles medio y superioi tivas. La todavía muy elevada tasa de analfabetos mayores de quince
exceden aun a las de los países desarrollados donde aquellos problemas años indica la presencia de decenas de millones de habitantes con muy
han desaparecido desde hace décadas. Esta grave distorsión no sólo del» escasas calificaciones; y si el insuficiente dinamismo de la economía
ser explicada satisfactoriamente sino que deben sacarse las conciusio encuentra obstáculos para brindarles empleos a todos o por lo menos
nes pertinentes. a su mayoría tanto más contraproducentes serán las soluciones que re-
c] De donde siempre, según la CEPAL, "el crecimiento de los sistemas quieran una no siempre necesaria sobrecapitalización.
educativos ha respondido a presiones que casi no son compatibles con En suma, a modo de recapitulación de lo dicho, cabe señalar que:
las prioridades declaradas de derechos sociales universales, integración • Perduran y gravitan todavía en exceso los criterios tradicionales.
nacional y preparación de recursos humanos para el desarrollo que a|>o Aclaremos: el hecho de que muchos de los postulados del siglo xix no
yan todos los gobiernos [•••] Los factores fundamentales incluyen las hayan sido satisfechos oportunamente (por ejemplo, la eliminación del
analfabetismo, que perdura) hace que grupos sociales que se pretenden

i
438 GREGORIO WEINBERÜ EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 434

de avanzada, o sus voceros, limiten o poco menos sus reivindicaciones sociedades con escasa urbanización y una economía extractiva y prima-
a objetivos correctos, pero convencidos de que ellos conservan idéntica ria) ; hoy, los procesos de urbanización y el desarrollo de las manufac-
validez e importancia en este último tercio del siglo xx, que cuando fue- turas, industrias y servicios, plantean otras y mayores exigencias. En
ron formulados. Lo que ha cambiado, por lo menos a nuestro entender, síntesis: una actitud consecuentemente democrática y progresista, es
es el centro de gravedad del sistema, el que se ha desplazado en un decir, que aspire a crear las precondiciones mínimas para una mayor y
cierto sentido que requiere una enérgica ampliación del horizonte. (Ve- mejor participación de las grandes masas latinoamericanas (sobre todo
remos este punto en seguida con más detenimiento.) las rurales incluidas en ellas las indígenas) en la vida de sus respectivos
• El aumento del número de educadores y su organización, y además países, obliga a plantearse como objetivo un mínimo bastante superior
porque constituyen una fuerza electoral nada desdeñable y conservan un a lo que se sigue entendiendo en América Latina como nivel primario
cierto prestigio profesional, ello les ha permitido obtener en muchas elemental. O expresado de otro modo: la universalización efectiva de la
partes una legislación que les aseguraba condiciones de ingreso, reco- educación del primer nivel es condición necesaria pero no suficiente para
nocimiento de títulos, estabilidad, carrera docente, algún índice más o el logro de ese objetivo.
menos teórico de remuneraciones, etc.; pero todo esto ha acarreado re- ¿] La ya mencionada falta de diversificación de la enseñanza media,
sultados indirectos: una acelerada rigidez del sistema y una notable in- concebida sólo como trampolín que lleva a la universidad, refleja un
sensibilidad a las innovaciones; en una palabra, una burocratización sector donde perduran probablemente las ideas más confusas y preté-
acrecentada. Muchos esfuerzos por introducir cambios progresistas tro- ritas. Aquí la realidad se caracteriza por un fuerte predominio del ba-
pezaron con la firme oposición de los educadores organizados; veamos chillerato clásico o humanista, debidamente empobrecido por supuesto,
un ejemplo, y quizás entre los más graves: expresan manifiesta prefe- ya que confunde formación con información y sustenta criterios supera-
rencia por las actuales estructuras administrativas, aun reconociendo dos cuando no francamente disfuncionales.
su endurecimiento y carencia de flexibilidad, antes que admitir la efec- c] La falta de vínculos entre la educación y la producción (aquí abor-
tiva participación de la comunidad de padres de alumnos en el gobierno damos el punto con referencia al nivel medio, pero el concepto puede
de la escuela.
ser generalizado sin temor alguno al sistema todo en su conjunto)
También obtuvieron los educadores ventajas tempranas, y en cierto queda demostrada porque toda vez que se produjo un crecimiento eco-
modo significativas, por su adelantada organización y por constituir nómico coyuntural en el continente, el mismo se ha visto trabado y
una clientela electoral de los partidos políticos de clase media; esos be- dificultado por la falta de personal en número, oportunidad y con las
neficios fueron reduciéndose, en forma relativa, frente al dinamismo de calificaciones adecuadas. En estos casos se han improvisado parasiste-
los nuevos grupos sociales que constituirán el sostén de los movimientos mas para satisfacer dichos requerimientos; parasistemas que pretenden
populistas, o aquellos que con otras características respaldaban los constituir una solución práctica y efectiva a las necesidades a corto
desarrollistas, que desplazaron a los primeros. plazo, y no suelen ser otra cosa que cursos de adiestramiento, sin for-
• Sin que revista la importancia de los factores antes señalados, pa mación, y que por tanto condenan a la obsolescencia a millones de jó-
rece oportuno subrayar un hecho generalizado y poco conocido: por su venes a pocos años vista. Además, dichos parasistemas se convierten
reducida población o extensión, o por carecer de una industria desarro en verdaderos callejones sin salida, sobre todo por su total falta de ar-
Hada (gráfica en especial), el costo de la producción de libros y otros ticulación al sistema.
materiales didácticos es, en los pequeños países escasamente desarrolla- El problema de fondo que todo esto plantea consiste en la necesidad,
dos, muy superior en forma absoluta y también en forma relativa, si ya ineludible, de repensar todo el sistema en su conjunto, de manera
se lo compara con los de las naciones mayores o más desarrolladas. tal que los sectores vinculados a las actividades productivas no cons-
Esta paradoja podría enunciarse diciendo que les cuesta tanto más cuan tituyan un área subestimada o subvaluada.
to más pobres son o más necesitados están. La "ayuda" esporádica del Por su complejidad, abordamos por separado el tercer nivel o uni-
extranjero suele agravar estas distorsiones al ahondar las contradic versitario, cuya matrícula aparece sobredimensionada si sólo se toman
ciones sin preocuparse por planteamientos integrales.
en cuenta los indicadores tradicionales. Además, como recaudo metodoló-
De todo lo expresado, y de muchas otras razones que podrían adu gico, cabe observar aquí —pues constituye una peculiaridad del sistema
cirse, se infiere como balance una indefinición de objetivos y requerí terciario latinoamericano—, la inexistencia o por lo menos la insig-
mientos, algunos de los cuales expondremos a continuación: nificancia numérica de institutos tecnológicos o equivalentes; esto con-
a] En muchos países perduran conceptos que confunden educación vierte, en la práctica, a la educación de este tercer nivel que estamos
primaria con educación popular, cuando esta equivalencia tenía sentido analizando, poco menos que en sinónimo de universitaria. Y también
durante la pasada centuria (y quizá la siga conservando en algunas aquí la cantidad de estudiantes, creciente siempre, se distribuye siguien-
EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 441
440 GREGORIO WEINBE1H,
modernización, y cualquiera sea el juicio que los mismos nos merezcan,
do las pautas de prestigio de las carreras tradicionales (derecho, medi- las universidades que se suponían a priori "avanzadas" resultaron estar
cina, y en menor escala ciencias económicas e ingeniería). a la zaga de las nuevas necesidades que planteaban las inéditas alter-
La insuficiente dotación de recursos económicos, físicos y humanos, nativas, y por momentos se convierten o pueden transformarse en obs-
y la ausencia de conceptos audaces y originales, hacen que la actual uní táculos.
versidad latinoamericana no esté capacitada para satisfacer los tres b~\ La participación estudiantil en el gobierno de las universidades ex-
objetivos básicos que ella misma parece haberse fijado y que, en algún presa una innegable tendencia democrática, como lo sería en el caso de
sentido, podríamos llamar "clásicos", docencia, extensión e investiga la participación de los obreros, campesinos y empleados en la gestión
ción, y de ahí una de las dimensiones mayores de la crisis. En la impo de los establecimientos fabriles o rurales; se trata, en última instan-
sibilidad práctica de abordarlos todos, digamos apenas unas pocas pala cia, de intervenir en los niveles de decisión. Desde luego que esto im-
bras de cada uno. Docencia: la falta de objetivos claros y el número plica forzosamente una forma de politización cuyo costo es siempre
reducido de profesores traban su ejercicio; además, son insatisfactorios menor que el del autoritarismo o la discrecionalidad. Mucho se ha es-
y esporádicos los cursos de capacitación y actualización, reducidos en crito contra esa "politización", pero para nosotros la misma es franca-
la práctica a inquietudes de carácter individual. La extensión universi mente beneficiosa; además, su importancia se ve magnificada por las
taria, cuyo campo de actividad suele superponerse con el de otros mi adulteradas estructuras de una democracia política formal.
nisterios o direcciones generales, oscila entre concepciones demagógica . Por supuesto que lo antedicho no implica convalidar aquellas corrien-
paternalistas o minoritarias. Acerca de la investigación se habla más ade- tes que con bastante ingenuidad suelen confundir los movimientos es-
lante con cierto detenimiento. tudiantiles con comités de activismo político en detrimento de las fun-
A todo esto debe sumarse la inestabilidad política del continente, que ciones específicamente universitarias; sobrestimar la primera actitud
dificulta la consolidación de una tradición académica que responda a corre, entre otros riesgos, el de minimizar las segundas. Sus sostenedo-
ciertas pautas de racionalidad interna; y lo que es mucho más grave to- res casi nunca parecen advertir que si las graves cuestiones sociopolí-
davía, estimula una intensa emigración de profesionales hacia los países ticas se recargan, aumentadas muchas veces, sobre el quehacer de la uni-
desarrollados. versidad, no está al alcance de ésta solucionarlas, aunque sí contribuir
Entre los numerosos y controvertidos problemas que se plantean en a su estudio científico y a proponer alternativas y opciones. Porque en
relación con las cuestiones universitarias cabría señalar algunas como última instancia las decisiones políticas se adoptan en otros niveles.
las de la "autonomía", la participación estudiantil y el papel del estado De todas maneras, América Latina puede reivindicar la autoría de la
Encarémoslas por partes: idea de la participación estudiantil, que se formuló en Córdoba (Ar-
a] Considerada casi siempre como una avanzada con respecto a su gentina) en 1918, y desde donde se propagó al resto de América; hoy la
comunidad por el espíritu crítico que suele, o mejor dicho, que debería misma comienza a interesar y a aplicarse no sin éxito en ciertas uni-
imperar en los claustros; su conocido no conformismo; la actitud re versidades europeas y norteamericanas.
beldé de los jóvenes y la mayor apertura y sensibilidad frente a las c] Por razones históricas, los estados latinoamericanos tuvieron la
nuevas ideas, se concluyó que la autonomía aseguraba por sí misma una casi exclusividad en la enseñanza superior, y por lo tanto el derecho de
relativa asincronía progresista. Por ello su defensa concitó y concita otorgar títulos habilitantes para el ejercicio profesional; pocas y tardías
siempre grandes luchas. En líneas generales, el planteamiento mantiene son las excepciones a esta regla. Los fundamentos de este criterio deben
su valor; la intervención directa de los poderes ejecutivos en su admi- buscarse en la concepción política del estado español y también en el
nistración o gobierno significa casi siempre un franco retroceso: prag hecho de que la iglesia, que durante la colonia ejerció en la práctica
matismo, politiquería, predominio de las facciones de turno, subalter el monopolio de la docencia, apoyó a los grupos tradicionalmente domi-
nización de los objetivos esenciales, etc., atribuibles a la estructura del nadores durante la guerra de independencia; por lo tanto, al producirse
poder antes que al estado mismo. Pero a esta altura de los acontecí la emancipación, el estado que se consolida adquiere un fuerte sentido
mientos parece por lo menos prudente relativizar el valor absoluto atrí secular. Más tarde las luchas entre conservadores y liberales actualizaron
buido hasta ahora al concepto de autonomía. Por un lado, porque la el problema, que por supuesto no se circunscribe a la universidad sino
universidad como institución no puede ni debe estar desvinculada de que interesa también a los restantes píanos de la sociedad.
la planificación nacional (cuando la hay efectiva, por supuesto). Y por Coincidiendo con el agudizamiento de la crisis estructural del conti-
otro, como resultado de experiencias recientes, las universidades consli nente, se intensificó el malestar de los establecimientos de educación
tuirían aparentemente siempre "ínsulas de renovación", pero este juicio superior. Muchos gobiernos, buscando las posibles formas de despoli-
intemporal ya no puede sostenerse como algo absoluto. Se ha compro tizarlos, creyeron hallar la solución haciéndolos profesionales al máxi-
hado que en ciertos casos, donde se intentaron esfuerzos de cambio o
442 (íREüORíO W¡;INBI;K(;
EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 443
mo, y uno de los medios idóneos para alcanzar ese objetivo parecía ser
la facilitación de universidades privadas. Casi todas las creadas dentro nal, y con mayor razón todavía si los referimos a las necesidades de
de este clima dependen de órdenes religiosas o de subsidios extranjeros, la investigación científica y tecnológica, auténtica y creadora. Lo poco
aunque también hay excepciones en este sentido; se suponía que dentro que, en este sentido, se realiza en América Latina, cuando se hace dentro
de esos microclimas, con reminiscencias autoritarias y fuerte sentido de la universidad, en la práctica ejerce influencia escasa sobre la ense-
jerárquico, quedaría contenida ¡a rebeldía juvenil. En cambio, otros ñanza superior; y cuando se realiza en institutos o laboratorios fuera
gobiernos reaccionarios, más apremiados por la situación, apelan a de sus claustros, pocas veces responde a políticas orgánicas nacionales
medidas aún más contundentes como la reducción de ios presupuestos que establezcan prioridades, eviten superposiciones o estimulen a los in-
de las universidades estatales, cuando no todavía a otras sanciones tan vestigadores; además, corre el riesgo de atomizarse. Por otra parte,
drásticas como la clausura lisa y llana. a esto se suma el escaso aprovechamiento interno de los productos y
subproductos de la investigación que, muchas veces alentada desde el
Un argumento adicional esgrimido para justificar la autorización de
exterior por las pautas de prestigio o los intereses creados (cuando no
funcionamiento de las universidades privadas consiste en sostener que
financiada desde algunos centros de países desarrollados), por momen-
la falta de flexibilidad de las estatales les impide satisfacer los nuevos
tos sirve más a éstos que a las verdaderas y más urgente necesidades
requerimientos. Por tanto a las flamantes universidades les resultaría
de las comunidades nacionales. Por si ello fuese poco, laboratorios hay
más fácil crear nuevas carreras. Mas el resultado íuc diarnetralmente
que se han montado como satélites que trabajan a costos más reduci-
opuesto: los establecimientos privados evidenciaron ser más tradicio-
dos que los de las metrópolis que los financian luego de haber planificado
nales aún que los de! estado, con franco predominio de carreras dis-
allí sus temas. Si se comparan, siquiera superficialmente, las erogacio-
funcionales (tales como derecho y profesorados), con el transparenle
nes del continente en materia de patentes, marcas, royalties, etc., con
propósito de ejercer inlluencia social a través de los graduados; en suma
las inversiones en investigación se advertirán las carencias, limitaciones
formar una clase dirigente. Y el otorgamiento de títulos de posgrado,
o desaciertos de las actuales políticas. Y otra vez aquí se comprueba el
en ciertos casos, confirma esta apreciación. La estructura de la matrícula
efecto distorsionador que ejercen las dichosas pautas de prestigio, que
de la enseñanza superior privada se revela mucho menos satisfactoria
van desde las marcas de cigarrillos y bebidas hasta los más complejos
que la estatal. Por otra parte, las privadas que se suponía movilizarían
estudios, cuya clave y objetivos últimos escapan a los propios inves-
recursos propios y genuinos, terminan dependiendo casi siempre de los
tigadores.
fondos del estado, y en I orina subsidiaria de corporaciones o funda
Dada la crisis actual de la universidad donde, como hemos visto, ni
ciones extranjeras. Para vencer las resistencia iniciales se argüyó que
siquiera puede cumplirse satisfactoriamente la función docente, ¿sigue
los gobiernos, sean nacionales, provinciales (estaduales) o municipales,
teniendo sentido pretender otorgarle el monopolio más o menos formal
carecen de medios para sostener un nivel superior tan amplio, diversi-
de la investigación? América Latina debe tomar cuanto antes una deci-
ficado y costoso como el requerido. El final no depara sorpresa al
sión en este sentido.
guna: el estado debe costear en gran parte las casas de estudio pri-
Aunque casi siempre las clasificaciones y las síntesis son francamente
vadas, con el agravante de que declina la supervisión sobre el manejo,
empobrecedoras, a veces cabe admitirlas como recurso para exponer
asignación y distribución de los presupuestos, y lo que es más serio
con un cierto orden complejos conjuntos de hechos e ideas. Sin que ésta
todavía, la orientación de la enseñanza. Pero aquí no terminan las con-
nos parezca la solución ideal, ni mucho menos, esbozamos las princi-
tradicciones: las universidades privadas —contrariamente a lo que se
pales actitudes con referencia al problema educativo que, expuestas por
había supuesto— tampoco pueden sustraerse al clima de politización de
parte de diversos grupos o ideólogos, parecen discernirse hoy en el abi-
sus claustros (la "política") no es un virus que se pueda aislar sin;;
garrado conjunto de países de América Latina:
una realidad insoslayable, y a medida que se politizan se van reducien-
i] Respuesta tradicional: al servicio del orden constituido, por su-
do las aportaciones de los sectores privados, amedrentados por el misino
puesto que sin modelo socioeconómico y político alternativo que ofre-
fantasma que querían conjurar. Y para añadir otro elemento más, sin
cer, su actitud es defensiva y, cuando están dadas las condiciones, agre-
pretender por ello agotarlos, digamos que también la existencia de uní
siva. Con respecto a la matrícula es neomalthusiana o, dicho con otras
versidades privadas conspira contra las posibilidades de establecer una
palabras, "limitacionista" y autoritaria por ser conservadora. Se opone,
adecuada planificación educativa.
por principio, a la participación estudiantil y a la autonomía en el nivel
Las exigencias que en punto a la cantidad de docentes plantea en la terciario.
actualidad el número de alumnos (y nada digamos si se propone su n ] Respuesta "cientificista" o "desarrollista": corresponde a un mo-
.mejoramiento cualitativo), revelan por sí solas la crónica exigüedad Ji- delo de modernización refleja que suele descuidar los contenidos y
los recursos asignados a las universidades para la formación pro/esio objetivos nacionales, al servicio de un desarrollo con franco predominio
444 GREGORIO WEINBERG EL UNIVERSO DE LA EDUCACIÓN COMO SISTEMA DE IDEAS 445

de los intereses económicos y subestimación de los sociales. Llevada a queda subordinado al mucho más amplio de participación social y polí-
sus extremos, su espíritu tecnocrático llega a concebir la universidad tica de toda la comunidad. De todas maneras perduran "desfases" o
como una "empresa" y, por tanto, sus éxitos se medirían por el rendi- asincronías que entorpecen el desarrollo futuro y suelen reaparecer
miento y la eficiencia considerados poco menos que valores en sí mis- ciertas rigideces, aunque de otra índole que las advertidas antes.
mos. Puede exagerar el concepto de autonomía para que la universidad vi] Respuesta "ultrista": plantea un modelo de desarrollo ideal hasta
alcance características insulares, y no entre necesariamente en colisión ahora sólo en proyecto. Su propuesta de cambiar radicalmente las es-
con la participación estudiantil. tructuras del sistema educativo antepone muchas veces su logro a la
i n ] Respuesta populista: en rigor, tampoco ofrece modelo alternativo realización de los cambios de contexto. Peca casi siempre por el abuso
de desarrollo ni propone cambios sustanciales que alteren el orden cons- de creer que la universidad es, o poco menos, el motor de la historia, y
tituido, aunque introduce correcciones en la distribución del ingreso. los estudiantes los portavoces de la "buena nueva". Supone estar a la
Suele reducir su política educativa a ampliar las matrículas; satisface ofensiva —porque no se inserta en la realidad— pero descuida el hecho
así a los nuevos grupos populares urbanos cuyos intereses pretende ex- que ninguna clase dirigente aceptará un modelo educativo que la nie-
presar. Su actitud paternalista y verticalista (siempre hay un líder ca- gue; omite o desconoce los indicadores de la estructura de poder. La
rismático depositario de la verdad) la lleva a rechazar por principio la socavan el irrealismo dogmático y la fragmentación de sus seguidores
participación estudiantil, aunque por razones de oportunidad puede to- en círculos reducidos y enfrentados entre sí. Por supuesto que la parti-
lerarla. Con respecto a la autonomía, trata de retacearla al máximo y cipación estudial —sobredimensionada— es una pieza clave de su con-
suprimirla toda vez que la situación así lo permita. cepción; con respecto a la autonomía, las opiniones aparecen más divi-
iv] Respuesta reformista: la denominación en algunas aspectos se didas y matizadas, desde quienes la exaltan al máximo hasta quienes la
vincula a los movimientos políticos homónimos, con fuerte gravitación rechazan.
de las clases medias; pero en otros alude a la citada reforma universi- El espectro de problemas o inquietudes enunciado en modo algu-
taria de Córdoba; a veces suele confundirse por ciertas notas comunes no pretende agotar el universo de la educación como sistema educativo
con las corrientes aludidas en el párrafo anterior. Aspira a un ajuste y y como conjunto de ideas. Muchas son las omisiones (así, la educación
racionalización del modelo de universidad actual; y así como el aumento como factor de democratización; el tratamiento de las minorías, en
del número expresaría una democratización, el de los graduados del sis- particular los millones de indígenas relegados, etc.) y excesivas quizá
tema indicaría el acierto de las fórmulas elegidas. Con participación las simplificaciones; pero no ha sido nuestro objetivo elaborar un ensayo
estudiantil institucionalizada y autonomía. exhaustivo —imposible por lo demás— sino, antes bien, reflejar inquie-
v] Respuesta revolucionaria: a pesar de cierta falta de perspectiva, tudes, abrir interrogantes que el futuro se encargará de responder.
escasez de datos y suficientes elementos de juicio, podría decirse que America Latina, continente en ebullición, que busca afirmar su per-
algunas experiencias parecen ofrecer elementos satisfactorios en muchos sonalidad, mucho tiene aún que proponer con originalidad y hacer con
sentidos. Así es lo que parece advertirse una vez superada la etapa ce audacia.
pragmatismo inicial, explicable por la urgente necesidad de formar nue-
vos "cuadros" medios y superiores en sustitución de los tradicionales, o
cuando se logran superar los obstáculos que presentan las rigideces
del sistema. Se comprueba además el predominio de una creciente ra-
cionalidad (resultado de una planificación más efectiva), que se asienta
sobre bases teóricas tan importantes como que conciben el sistema edu-
cativo como uno de los intrumentos para superar teoría y práctica, y
por consiguiente la milenaria contradicción entre trabajo manual e in-
telectual; mientras tanto, la intensa politización que desencadenan esos
procesos actúa como un factor de movilización. También otros datos
son optimistas: así, las campañas contra el analfabetismo con resultados
muy favorables; el cambio de la extracción social del estudiantado; h
recuperación por parte del sistema de grandes masas de ia població;i;
la reivindicación de lenguas indígenas; la renuncia a determinados íoi
.maiismos innecesarios, etc. Acotemos que aquí el concepto de autoro-
mía universitaria cambia de sentido y el de participación estudiantil

J
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA: ARTE POPULAR Y FOLKLORE.
ARTE CULTO LA HXPRCSIÓN IlSTfiTICA 447

zación colonial, establecida para el mejor provecho de las metrópolis.


RUBÉN BAREIRO SAGUIER Se dice entonces que: la dominación cambia de signo en el siglo xix, se
MIGUEL ROJAS MTX embandera con los colores de nuevas ideologías, y la explotación cam-
bia de máscara sólo para conseguir una eficacia mayor. En consecuen-
cia, se estima que el elemento que más ayuda a definir esa supuesta
unidad continental —antes y después ' \ los movimientos de indepen-
dencia— es la noción de dependencia
En esas condiciones, no se puede buscar la definición de las expre-
Ardua tarea resulta el intento de definir las expresiones estéticas de siones estéticas del continente latinoamericano fuera de sus trayecto-
un ámbito tan vasto como es el continente latinoamericano. rias históricas. Nos proponemos, pues, trazar un derrotero de las cultu-
En primer lugar porque esa unidad esconde, bajo la apariencia uni- ras latinoamericanas, en la literatura y en las artes plásticas, a través
forme de una común denominación, una realidad multiforme, diversa y de aquellos grandes movimientos dialécticos donde estén no solamente
a veces hasta contradictoria. En efecto, en la consideración del tema patentes las luces de los logros, sino también los rastros irreversibles
cabe incluir tanto expresiones refinadas del cinetismo, como manifes- de las dominaciones.
taciones de una artesanía anónima producida a veces colectivamente y Pero antes de intentar trazar una trayectoria histórica del arte con-
regida por las leyes de una tradición estética consuetudinaria. Si enfo- tinental, se imponen algunas definiciones previas.
camos el plano de la literatura, es dable observar la presencia de una
Al nacer el mundo moderno, y con él el sistema capitalista, la socie-
corriente narrativa que utiliza los más modernos recursos de la escri-
tura, coexistiendo con los textos cosmogónicos de los indios andoke de dad —que se divide en clases— separa de acuerdo con esta estructura,
la América o los relatos orales de los mestizos de Yucatán, unos y otros el arte de la artesanía. El arte: la pintura, la escultura, la arquitectura
conservados en el libro vivo de la tradición oral, canto rodado en la y evenlualmenle la orfebrería, son llamadas en plural "artes mayores",
boca del pueblo y cántaro de sus sueños ancestrales, esperanzas y frus- para contraponerlas a las "artes menores": las artesanías. Ya esta cla-
traciones. Un primer presupuesto nos impone la absoluta paridad en la sificación habla por sí misma. La Edad Media, sociedad estamental, no
valoración estética de las diferentes expresiones evocadas; ningún cri- conocía sino artesanos. En América Latina esta división es aún más
terio permite privilegiar la calidad de una forma artística en detrimento significativa pues ha servido, además, para distinguir la creación del
de otras. vencedor de la de los vencidos. En efecto, el marbete de artesanía —re-
gularmente traducido por popular o folklórico— ha designado, sin ex-
En segundo lugar, porque la expresión estética de América Latina cepción, las creaciones de origen indígena, las obras de inspiración
está en relación directa con los procesos histórico-políticos del conti- popular. Hasta comienzos de este siglo, ni siquiera las grandes obras
nente. No existe un arte nacido de la nada y que se sostiene en un sitio arquitectónicas ni las esculturas monumentales precolombinas eran
neutro del espacio. Para comprender bien esto es preciso recordar que consideradas obras de arte. A lo más, eran tenidos por objetos pinto-
nuestra América fue un conglomerado de pueblos y culturas que se ma- rescos o curiosos. Ni el mismo Humboldt, que tan bien supo ver nues-
nifestaban en forma autónoma, con las variantes y los cambios dialéc- tro continente, considera arte a las creaciones de las antiguas culturas:
ticos específicos a la vida de cada comunidad y los resultantes de las "pueblos que no han alcanzado un alto grado de cultura intelectual. . .
relaciones entre una y otra nación. Desde una visión dicótóma, se ha [esas creaciones] sólo merecen atención como monumentos históricos".
pensado que la presencia de una cultura con valores diametralmente A partir del presente siglo, y gracias al desarrollo de la arqueología y
diferentes —la del Renacimiento europeo, para calificarla provisoria- al enorme impacto que el arte extraeuropeo tendrá sobre las tendencias
mente— interfirió, quebró mejor dicho, los procesos históricos de los de vanguardia, comenzarán a ser consideradas como artes mayores las
pueblos aborígenes y durante tres siglos los sometió a la dominación, creaciones de las antiguas civilizaciones indígenas. Pero todavía sigue
los mantuvo en estado de extrema dependencia, impidiéndoles de esta siendo significativo que, mientras la estatua en piedra de Chac-mool se
manera, en forma casi absoluta, el despliegue regular de sus facultades conserva en el Museo del Hombre, su réplica contemporánea, la figura
creadoras genuinas. Inclusive, fue considerado en un momento dado tendida de Henry Moore, se expone en el Museo de Arte Moderno.
como el caso más dramático de enajenación cultural que la historia En América, durante largo tiempo, la división arte/artesanía se con-
moderna haya registrado. Y es importante señalar que el proceso colo- cibió como un mecanismo de la colonización; la noción de artes menores
nial no termina con la emancipación política de América Latina, que sirve para reducir y subordinar la creación de ios vencidos. El arte
nace fraccionada a la vida independiente como resultado de la organi- del conquistador es arte mayor. De esta manera, se niega creatividad al
[446] indígena cuando se expresa en sus propios patrones culturales, se niega

J
448 RUBÉN BAHEIRO SAGUIER/MIGUEL ROJAS MIX LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 449
la antigua tradición, pues todo lo que se haga en ella se reduce a fol- La avidez de riquezas y el fanatismo religioso que caracterizan a la
klore, a artesanía, a creación ancilar ajena a lo bello. Esta noción esté- etapa conquistadora, dan como resultado la destrucción de los testimo-
tica sólo puede expresarse en los cánones de la producción occidental. nios artísticos indígenas a fin de apoderarse de los metales y piedras
Así surge la colonización por el arte, pues para crear, para ser un preciosas, y con el propósito de destruir con ellos los demonios que
artista —lo que acuerda un estatus en ía sociedad colonial— es pre- representaban. La necesidad de compensar las penurias y peligros de la
ciso expresarse en el lenguaje del vencedor. La imposición de sus va- aventura "civilizadora" en las Indias Occidentales, es un elemento esen-
lores estéticos busca invalidar la creatividad indígena; la imposición de cial de ese momento histórico, una cláusula capital en los documentos
un nuevo código intenta anular la antigua palabra. de contratación.
En nuestro análisis no entraremos, sin embargo, en las múltiples y Eí afán de provecho pecuniario máximo y a corto plazo, con todas
variadas definiciones —por lo general vagas y ambiguas— que pretenden sus consecuencias depredatorias y de destrucción de las obras de arte,
precisar, delimitar y contraponer las nociones de arte culto, popular y se disimula muy bien en la ideología que justifica el proceso conquis-
folklore. Lo que nos interesa es hacer surgir estas nociones de una dia- ta/colonia: la evangelización, la necesidad de convertir a la "religión
léctica histórica, dominada por lo que se dio en llamar un enfrentamien- verdadera" a esos pueblos sumidos en el purgatorio del paganismo
to inicial entre culturas, y que se transformó a lo largo de nuestra —cuando no en el pecado del satanismo— y sometidos a la arbitrarie-
historia en un conflicto de clases. Las nociones, pues, de popular y culto dad de bárbaras prácticas sociales. La fórmula "pueblo sin ley, sin fe,
han de precisarse dentro de la dialéctica "dominación/liberación", y sin rey", compendia perfectamente la doctrina etnocentrista que carac-
en el contexto de la dependencia que, sobre todo en las décadas de los teriza toda la empresa hispano lusitana en América durante el siglo xvi,
sesenta y los setenta, predominó en ciertos medios intelectuales latino- negadora de la cultura indígena.
americanos. Desde este punto de vista, el arte culto fue, originariamente, La actitud generalizada de los evangelizadores fue la de prohibir to-
el arte del vencedor; pero éste, justamente para imponer su ideología, das las manifestaciones de la "idolatría indígena", consideradas como
necesitó dar al mismo un carácter "popular", es decir, que llegue a las prácticas supersticiosas o diabólicas, aplicándose a la destrucción de
masas y pueda ser comprendido por ellas. Si no, ¿cómo podría difun- los testimonios escritos, cuando ellos existían, como en e! caso de las
dir su ideología y convertirla en dominante? Tal es el caso del barroco, culturas de México y Mesoamérica. Con el mismo argumento religioso
arte culto que aspira a imponer el poder de Dios y el rey en el nivel se encubrió el pillaje de las obras de arte, en general objetos de culto
popular. entre los indígenas. Acosta, Clavijero 3' Sahagún, así como la mayoría
Por otra^parte, en el cuadro de la gesta política de la independencia, la de los cronistas, dejan testimonio de esta vandálica destrucción de
nueva clase dominante va a oponer, en el dominio del arte, el neoclásico códices y monumentos a que se libraron los primeros misioneros. La
al barroco. Es decir, un arte culto a otro arte culto, lo que expresa, medida de ella la da un solo ejemplo, tomado de la historia de México:
por lo demás, el carácter de lucha. puramente burguesa del proceso el arzobispo Juan de Zumárraga se jactaba en una carta de haber des-
emancipatorio. Ahora bien, al instalarse el neoclásico como arte culto truido 500 templos y 20 000 libros.
de la clase dominante, ciertos motivos del barroco (por ejemplo, la Tanto en la quema de los textos como en el saqueo de los objetos
imagen de la Virgen de la Misericordia o de Santiago Matamoros) son preciosos, se puede ver la mezcla de los dos factores que caracterizan
recuperados por el pueblo para enriquecer el folklore y el neoclásico, la ideología colonial de la época, afán de riqueza y desprecio por la
transformado en academicismo, se impone como estilo colonizador, gus- producción artística del indio, a la que no se le concedió el estatuto de
to de una clase, al cual ha de enfrentarse, como ideología liberadora, la consideración estética.
el arte popular. A su vez, un arte culto —el de los muralistas mexica- La tradición oral, propia a la transmisión literaria en la mayoría de
nos— se constituye en popular, en tanto que "arte público" que se las culturas amerindias, fue la principal víctima de las medidas repre-
dirige al pueblo y trata de identificarse con él. Esta "popularización" sivas. Palabra de comunicación con lo divino, testimonio del rito ac-
que implica la reivindicación del indio, y además la revalorización de tualizador de los mitos genésicos, esa literatura oral tradicional fue
su estética, puede transformarse en arte culto, o en "cultismo" inclusive, objeto de interdicción absoluta, como la manera más eficaz de "extir-
cuando sirve a artistas contemporáneos para formulaciones puramente par la idolatría", asestándose así un rudo golpe a esa forma capital de
esteticistas vaciadas de su sentido inicial, poniéndose nuevamente al la expresión artística de los indígenas. En algunos casos, dicha prohi-
servicio de la dominación y el colonialismo. bición revistió el carácter de genocidio cultural, como aconteció con las
Así, las nociones de arte culto, arte popular y folklore, artes ma- culturas de la selva, seminómadas, en las que ía palabra mítica, eí
yores y artesanías, nos aparecen como nociones vivas, que se precisan canto ritual y la oración cotidiana constituían el núcleo esencial de la
en un proceso histórico a cuyo análisis nos abocamos. manifestación artística, dado que el régimen de vida no está asociado
RUBÉN BARIiIRO ShGVlVM!MIGUEL ROJAS MTX LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 45!
450

a las grandes construcciones arquitectónicas o a las refinadas expre- La imposición de los valores culturales del Occidente cristiano, que
siones plásticas de las sociedades m á s organizadas.. se realiza d u r a n t e el siglo xvi como un derecho de conquista, afecta
Un caso flagrante del proceso condicionador es e! de la lengua y de ¡a especialmente, es cierto, la obra artística del indígena americano, cuya
literatura guaraní, ejemplo de supervivencia del idioma indígena y, al concepción del m u n d o es negada o avasallada p o r los nuevos " a m o s " .
mismo tiempo, de marginación constante de- la auténtica literatura pro- Pero la imposición de la ideología europea se manifiesta también en
ducida en la misma lengua. Como consecuencia de un proceso histórico otros estratos de la nueva sociedad fundada por la osadía de la aventura
particular -el mestizaje generalizado en la provincia civil y la eficacia conquistadora y afirmada a través de la dominación colonial. La litera-
de la ''conquista espiritual" en las misiones jesuíticas—, el guaraní t u r a española producida en América da cuenta de la orientación etno-
—lengua vehicular en una vasta zona de América del Sur— sobrevive céntrica impuesta, al mismo tiempo que revela la condición eminente-
con carácter de idioma genera! d u r a n t e toda la colonia, y hasta nuestros mente clásica de la sociedad indiana. Se lo puede c o m p r o b a r compa-
días en el Paraguay, centro del área colonial rioplatense. Pese a que e'i r a n d o dos obras de la épica, género que, con la crónica, traduce la
mismo fue medio de comunicación principal en ia provincia mestiza, y visión conquistadora del siglo XVT, imbuida no sólo de la grandeza de la
único en las misiones, ni una sola producción literaria de esa lengua "hazaña americana", sino de la necesidad de justificarla. Ejemplo típi-
ha sido transcrita d u r a n t e los siglos coloniales. Esto es s u m a m e n t e co es la Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga, expresión máxima de
grave si se considera que la cultura guaraní corresponde a! tipo se mi- la épica en el nuevo continente. El autor, capitán del ejército español
nómada, centrado en una producción literaria oral. Existió, sin embaí en Chile, exalta la empresa conquistadora, pero al mismo tiempo rinde
go, una profusa literatura en guaraní: libros impresos en las misiones, tributo a la valentía, a la irreductible resistencia del pueblo mapuche.
conteniendo textos religiosos católicos para los efectos de la evangeü- Si bien es cierto que esta celebración tiende a destacar la conquista,
zación. Estudiosos apasionados de la lengua, los misioneros ayudaron Ercilla, peninsular, puede permitirse la libertad de elogiar el coraje de
a fijarla, aprovechándose de ella, al mismo tiempo, para vaciarla de los indígenas, de señalar un elemento positivo en los "salvajes". Muy
sus valores distinta es la actitud de Pedro de Oña, indiano, quien en el Arauco do-
La marginación de la literatura oral, tendiente al condicionamiento mado, a b o r d a n d o el mismo tema que el anterior, celebra por el contra-
colonial, se produce no sólo en el á m b i t o guaraní sino también en ¡as rio la " d e r r o t a de los araucanos", obtenida más en sus deseos que en
distintas áreas culturales del continente americano, como es posible la realidad. Se ha llegado a decir que la lisonjera visión de superioridad
c o m p r o b a r con un estudio de la escasa —casi nula— transcripción guerrera de los españoles era una manera de hacerse p e r d o n a r su con-
hasta una época reciente, de las o b r a s literarias de los indígenas en ¡a-- dición de criollo y de buscar una integración social, lo cual m u e s t r a
principales lenguas vehiculares. bien la jerarquización clasista de la sociedad colonial. Si u n español
Existe una aparente excepción, la del dominio náhuatl. En efecto una nacido en América se sentía en la necesidad de "justificar" su escritura,
gran cantidad de la o b r a poética de los aztecas ha sido recopilada en la cuáles no serían las dificultades de los autores mestizos y las de los
lengua original gracias al entusiasmo de fray Bernardino de Sahagún indígenas para expresarse, para describir su visión del m u n d o , a u n q u e
estudioso del idioma que, d e s l u m h r a d o por la belleza de los textos, M sólo fuera en la lengua impuesta por el vencedor. La labor literaria de
apasiona por rescatarlos a partir de 1547. Pese a que Sahagún justifica dos cronistas originarios del Perú, nos permitirá tener u n a idea de las
(o disimula) su tarea etnográfica corno una supuesta manera de reunn inmensas t r a b a s opuestas a la enunciación del pensamiento, o más sim-
los documentos indígenas con el propósito de mejor combatir la ido plemente a la del t e m a indígena. Ambos escritores pertenecen a los ini-
latría, en 1577 una cédula real i n t e r r u m p e su trabajo al prohibir en cios del siglo x v n , m o m e n t o de gran florecimiento económico y cultu-
forma terminante semejante labor "diabólica", disponiendo la destruc- ral del m u n d o colonial: Garcilaso de la Vega, el Inca, mestizo descen-
ción de los "testimonios del paganismo". Sin duda que la obra del diente p o r el lado m a t e r n o de Tupac Yupanqui, décimo inca, al igual
fraile franciscano contribuyó a una mejor conservación de la literatura que su c o n t e m p o r á n e o el cacique-cronista Felipe Guarnan P o m a de
náhuatl y a su conocimiento posterior más cabal. Pero ello no ha im Ayala. No obstante estas coincidencias, la suerte d e p a r a d a a a m b a s obras
pedido que, como consecuencia de Ja orden real, esos textos permarx- ha sido m u y distinta y está en función de las ideologías contenidas en
cieran ignorados por m á s de tres siglos. El Códice florentino que con cada u n a de ellas. Garcilaso de la Vega, hijo de un noble capitán espa-
serva las transcripciones de los informantes de Sahagún, ha sido objeto ñol, recibió educación universitaria en España, donde vivió desde los
de ediciones —en inglés, luego en español— recién a partir de 1950. Vale veinte años hasta su m u e r t e . La e s t r u c t u r a de su pensamiento era la de
decir que, en lo que concierne a la marginación y a sus resultado'. un h o m b r e del Renacimiento europeo; la literatura del Siglo de Oro
negadores, pese a la labor de Sahagún, ¡a literatura náhuatl ha sido le cuenta como u n o de sus destacados representantes. Sin embargo, el
víctima de un proceso semejante al que sulrió el guaraní. escritor mestizo que era no p u d o dejar de evocar el m u n d o indígena
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 4,r>3
452 RUBÉN BAREIHO SAGUTER/MIGUEL ROJAS MIX

incorporación del indio implicaba remplazar su iconografía precolombi-


de sus antepasados. La nostálgica descripción del imperio incaico cons na por una nueva: Cristo debía suplantar a Quetzalcóatl, y el edificio
tituye una exaltación del mismo, siendo el primer mestizo que se atreve
monumental de la iglesia debía hacer olvidar el templo piramidal y los
a emitir un juicio positivo sobre una de las culturas prehispánicas. Pero,
teocallis sagrados. El arte del barroco nace como estilo evangelizador
para formularlo, Garcilaso se apoya en una serie de ideas renacentistas
propias a la colonización. Así encomia la "civilización incaica" en la y como forma de imposición del poder absoluto. En efecto, una nueva
medida en que la misma está presagiando el advenimiento del cristia iconografía, diferente a la medieval, surge del Concilio de Trento. Una
nismo: la concepción monoteísta —el culto del sol—, la inmortalidad imaginería religiosa que, en oposición a la iconoclasia de la Reforma,
del alma y la de resurrección universal, estigmatizando, en cambio, la implicaba reconocer la eficacia de la imagen que se dirige a la inteli-
"barbarie idolátrica" de los pueblos que preceden al auge del incanato. gencia y al sentimiento como una forma de transmitir el mensaje divino
Esa especie de inminente llegada del dios católico constituye, para para "convertir a los infieles tibios y ateos". El Tercer Concilio de la
Garcilaso, la justificación natural de la evangelización y, como conse Iglesia Mexicana (1585) confirma, a su vez, esta tendencia. A partir de
cuencia, la de la conquista. Las razones señaladas explican la publi- entonces, los españoles están listos para —como diría Unamuno— "con-
cación de Comentarios reales (1609), sin ninguna oposición en el mundo quistar América a cristazos".
colonial. El arte de la América anglosajona no conoce los santos; las únicas
Su coterráneo, Guarnan Poma de Ayala, termina pocos años después, imágenes producidas son las de los notables. Era natural: la ideología
hacia 1615, El primer nueva coránica y buen gobierno* que no ve la puritana implica una exaltación del individuo, y en particular del indi-
luz hasta 1936. El manuscrito se extravió durante cuatro siglos. La suer- viduo en el mundo, ya que su éxito terrenal era una prueba de su ca-
te tan distinta corrida por esta obra se explica por su contenido, pro rácter de elegido de Dios. Dentro de una doctrina predeterminista, la
fundamente subversivo contra el orden colonial. Sin embargo, la misma conversión no tenía ninguna importancia y, por cierto, la evangelización
está escrita en español aunque "infestado" de quechuismos; castellano mucho menos. Es por ello que no hay ninguna imagen religiosa, ningún
discutible por otro lado pues la progresión textual obedece a las pautas catecismo ilustrado. En América Española la situación es distinta: acep-
de la mentalidad indígena que funciona con una lógica distinta a la del tar que el indio puede convertirse significa evangelizarlo, y es ahí donde
racionalismo europeo. Este tratado es una de las primeras experiencias los misioneros llegan con su "legión de santos". La iconografía de la
literarias en las que el indio se apodera del signo que, en gran medida, época barroca exalta la Eucaristía, la Virgen, el papado, el culto a los
marca su condición de dominado cultural —el alfabeto— y lo utiii?,a santos y los reyes. En torno a ellos se crea un universo espiritual pa-
para poner en evidencia la injusticia de esa situación. La gran cantidad radigmático: el del buen católico y del buen subdito. Por eso, el arte
de dibujos del mismo autor multiplica la eficacia de la denuncia, El —que entonces detenta sin competidores el monopolio de la imagen—
idioma de Guarnan es el primer elemento perturbador que le diferencia debe desarrollarse para difundir su mensaje. No sólo el contenido es
de la elaborada escritura occidental de Garcilaso. Pero no es el príü importante, también la munificencia del aspecto decorativo es funda-
cipal; su historia, visión indígena, describe en forma viva la dinámica mental pues si el primero educa al indio mediante el ejemplo —como
de la sociedad prehispánica y luego, su quiebra, los vejámenes poste acostumbraba la hagiografía—, la segunda, el esplendor de los decora-
riores a la interferencia conquistadora. Este cuestionamiento de la coló dos de oro, la riqueza de las fachadas y la altura imponente de las
nización no podía ser del agrado de los que llevaron a cabo ese proceso naves, enseña al indio a reconocer el poder: no sólo el del dios que
lo cual explica el "casual" extravío del manuscrito. debe remplazar a sus pachamamas o coatlicues, sino también el del
Comparando ambas Américas, Hegel, señalaba que mientras la del soberano, a quien tiene que someterse por encima de sus caciques o
norte se caracterizaba por su "orden y libertad", la española se dis- de sus incas. El arte del barroco le hace reconocr el nuevo poder del
tinguía por su "legión de santos"; con ello no hacía sino reconocer un dios que ha venido a sustituir a los suyos y, a la vez, le muestra la
rasgo fundamental que distingue la colonización puritana de la ibérica fuerza del conquistador. Esta misión del barroco exige del arte que sea
Algunos historiadores creen en términos generales que a diferencia <ir eminentemente popular, para estar al alcance del pueblo; es decir, de
los anglosajones que lo exterminaron, los españoles trataron de incor lectura fácil y accesible porque únicamente así puede ser eficaz para
porar al indio a la sociedad. Para ello —agregan— era preciso cristia difundir la colonización. Este sentido "populista" o proselitista conoce
nizarle y hacerle aceptar el poder de los monarcas absolutos. Esle pro su expresión máxima en las misiones jesuíticas, en donde se crea un
ceso va a ser no sólo político sino además artístico e iconográfico; la estilo eufemísticamente llamado hispano-indígena (de este último sólo
tiene la mano de obra), en el que ciertos detalles que modifican super-
* La edición crítica de John V. Murra y Roiena Adorno, con traducciones del ficialmente la ortodoxia del modelo europeo no tienen otra función que
quechua de Jorge L. Urioste, fue publicada por Siglo XXT en 3 voltum-nc. facilitar al indígena la comprensión del mensaje tendiente a su acultu-

J
en 1980 ( E . ) .
4.V» RUBÍN BARI-JRO SAGUTER/MTGUEL ROJAS M i LA. EXPRESIÓN ESTÉTICA 455

ración. Esto había de la gran eficacia suplantadora de la labor jesuítica, fuera un criollo, el abogado José de Antequera y Castro. También en
tanto más hábil cuanto que ia m i s m a organización de las misiones este caso la ambigüedad es la n o r m a : no se habla aún cíe emancipación,
hipostasiaba la concepción comunitaria de la sociedad indígena. La ins- sino de derechos del común.
tauración de un orden colectivista b a s a d o en la justicia distributiva, A comienzos del siglo xix, ¡os procesos de independencia marcan la
tiene como consecuencia, en e! piano artístico, b o r r a r la división rena- ruptura de América con el barroco. La nueva clase se opone a las frac-
centista entre arte culto y arte popular, y la aparición de una o b r a de ciones metropolitanas: una burguesía local, los criollos, aspira a asumir
factura anónima destinada a la comunidad y realizada por artesanos. el poder. Ei neoclásico aparece como correlato artístico de las nuevas
Con base en lo anterior, en un m o m e n t o dado se dijo que todo el ideas difundidas por la Enciclopedia y demás obras prohibidas por ¡a
barroco en América estaba orientado a esa labor de "transculturación". inquisición. Paralelamente, una literatura satírica ayuda a cuestionar
Aun la ciudad, cuyo plano es en realidad de origen clásico renacentista, la solidez del orden colonial, corroído por el antagonismo entre peninsu-
contribuye a difundir este mensaje. La gran plaza que se encuentra en lares e indianos y desgastada por las asperezas de un sistema económi-
todas las ciudades hispanoamericanas reúne a su alrededor la s u m a del co-político anacrónico. Ei levantamiento de Tupac Amaru (1780) y la
poder del conquistador. Allí se erige la catedral inmensa y, j u n t o a revolución comunera de Nueva Granada (1781) son los síntomas ine-
ella, el palacio del virrey o del gobernador, así como la cárcel y la quívocos del inminente d e s m o r o n a m i e n t o . El "enciclopedismo" se opone
horca para aquellos que no acepten a los nuevos señores. El indio que en su espíritu al absolutismo y a la frondosidad del barroco. Así pues,
entra a la plaza a hacer su mercado cotidiano, desde que extiende su si ei barroco es en genera! considerado el arte de la monarquía abso-
toldo hasta que recoge sus bártulos, está bajo el efecto de este mensaje luta, ei neoclasicismo es proclamado como el estilo de las ideas libera-
permanente que irradia la " a u t o r i d a d " de los edificios y que se renueva, les y de las burguesías emancipadoras. Hacia fines dei siglo x v m , llegan
además, por las constantes ceremonias religiosas celebradas en la ca- a América pintores y arquitectos españoles, franceses e italianos quie-
tedral, así como por los actos cívicos que se cumplen frente al palacio nes, imbuidos del ideario humanista-liberal, preconizan la aceptación dé-
del virrey. En la plaza y en la iglesia se transforma la cultura del indio: la simplicidad racional y científica del neoclásico.
allí se le impone otro dios, otro señor y allí también se le introduce En Brasil, el paso al neoclásico se opera en forma totalmente natura!
en u n sistema económico q u e lo ha de transformar no sólo en fiel y en al fundarse en 1816 — d u r a n t e el exilio de d o m J o á o IV— la Academia
subdito, sino además en consumidor. de Bellas Aries, integrada por los pintores franceses Le Bretón, Taunay
El arte barroco, pues, está al servicio de este proceso, el de los inte- y Debret y por el arquitecto Grandjean de Montigny. Sin embargo, los
reses de la metrópoli. Bien lo entendieron así los criollos, que con los cánones neoclásicos que se imponen en la arquitectura oficial brasileña
procesos de independencia lanzan no sólo una ofensiva contra el poder (y que son adoptados en sus residencias por elementos de la alta bur-
real, sino también contra el barroco, identificando sus ideas liberales guesía) , var¡ a enfrentar a una tradición persistente de constructores,
con el arte neoclásico. Sin embargo, la pugna por el poder entre india que siguen edificando en el estilo colonial. El arte neoclásico se vuelve
nos y peninsulares cobra cuerpo ya en momentos del auge barroco y, arte cuito, a la moda, y el colonial -—otrora áulico y señorial— va a
en la literatura, esta tendencia servirá a los ideólogos —generalmenle replegarse, generando en su resistencia al nuevo estilo el germen de una
inconscientes— de la nueva clase criollo-mestiza. H e m o s visto las t r a b a s búsqueda popular.
encontradas p o r los nativos del nuevo continente para la expresión de No obstante, la situación en otras regiones de América es diferente,
sus ideas. El barroco Jas facilita gracias al recurso de retorcimiento sobre todo porque el enfrentamiento entre neoclásico y barroco se da
estilístico, de la abundancia detallista que permite disimular el tronco en Brasil al margen de un enfrentamiento político, y sin que ello im-
del significado bajo la profusión de la hojarasca verbal. La ambigüedad plique una lucha anticolonial ni un propósito de independencia. En otros
resultante es una m a n e r a de salvar las censuras metropolitanas, de países, en cambio, el choque adquiere este carácter y el neoclásico ter-
orden no sólo religioso, sino de más en más político. Baste citar ejem mina por d a r una nueva imagen a las recién creadas repúblicas. Así en
píos como el de sor J u a n a Inés de la Cruz, que agrega la denuncia Buenos Aires, la fachada de la nueva catedral — p u n t o de referencia
sobre la servidumbre de la mujer en la sociedad colonial machísta, el privilegiado de la topografía u r b a n a — es completada en 1823 por el
de Antonio Vieira, que se permite criticar la esclavitud en Brasil en francés Prosper Catelin, en un estilo neoclásico que imita directamente
pleno siglo x v t n ; el de J u a n Espinoza Medrano, el "Lunarejo", indi La Madeleine y el palacio Bourbon. En Chile, el palacio de La Moneda
gena, alambicado autor bilingüe de filiación gongorina. —centro neurálgico de ia vida ciudadana— es construido por otro ar-
No hay que olvidar que, p o r la época, la citada pugna conoce el p r i m e r quitecto neoclásico: J o a q u í n Toesca. Y así podríamos hacer ei recorrido
gran enfrentamiento político abierto: la revolución comunera del l'a de las grandes ciudades de América dei Sur.
raguay (1717-1735). Y no es u n azar que el jefe e ideólogo de la misma En México, ios artistas neoclásicos comienzan a llegar con la funda-
456 RUBÉN BAREIRO SAGUIER/MIGUEL ROJAS MIX
LA EXPRESIÓN ESTÉT7.CA 457
ción de la Academia de San Carlos, en 1785. La Academia que fue
suprimida durante ía guerra de la independencia y reabierta en 1843, drés Bello, así como sus compañeros de generación, expresan la gran-
bajo el gobierno del dictador Santa Anna, nos suministra un ejemplo diosidad de la naturaleza americana o cantan la gloria excelsa de la
curioso de las relaciones entre arte y política y, en particular, de las gesta emancipadora, sentimientos románticos por excelencia, dentro de
conexiones entre lo que algunos denominaron como arte culto, arte de fórmulas poéticas, métricas y ritmos eminentemente neoclásicos. La
clase y dependencia. En efecto, desde su fundación la Academia consa- idea neoclásica primero, ía romántica después acompañan y sirven la
gra la dependencia, pues institucionaliza un arte oficial fundado en la causa de la emancipación, a través de un programa preciso formulado
"copia de los buenos autores". En la práctica, los alumnos trabajaban por los precursores-iniciadores. El más claro es e! citado Andrés Bello,
sobre estampas, copiando camafeos, yesos griegos y romanos. Daban quien pregona una necesaria "vuelta a la naturaleza", ese elemento
entonces la espalda a la realidad, consecuentes con el gusto neoclásico, avasallador en el contexto americano, como manera de avanzar y conso-
ajenos al interés por el paisaje, los cromatismos locales y pintoresquis lidar el proceso de la nueva realidad independiente por h que luchan,
mos críollistas. El neoclásico es un arte de arquetipos que tiene el Sin embargo, la descripción del contexto natural no es una novedad en
sentido paradigmático propio de una tradición iconográfica cargada de América y la literatura la practica, con mayor o menor intensidad, des-
contenido literario. El personaje neoclásico se mueve en un espacio que de los cronistas (a diferencia del arte que, orientado hacia la pura san-
sólo se menciona sin jamás ser descrito. Incluso en literatura, en El tería, no lo recoge hasta el romanticismo). Lo que es nuevo es la vo-
Periquillo Sarniento, nuestra primera novela, Fernández de Lizardi pa- luntad puesta en esa descripción, que ya np es gratuita. Por primera
sea a su héroe por innumerables lugares y lo hace representar múltiples vez se pone de manifiesto un enfrentamiento del hombre con su medio;
papeles, sin que haya descripción alguna de dichos paisajes o de dichos !a naturaleza no es ya sólo objeto pasivo de contemplación estética y
personajes. En pintura, los artistas neoclásicos ejecutan cuadros con motivo de inspiración sino, además, fuente de riqueza a ser explotada,
paisajes ideales y sus héroes bíblicos o sus protagonistas de la historia energía a ser utilizada. Su afán de descripción —inspirado en un natu-
antigua sólo admiten los arquetipos de belleza clásicos que defendía la ralismo cientificista, sinónimo de "progreso"— es, a la vez, afán de-
estética de Winckelmann. Tenían, pues, que cerrar los ojos —y sobre apropiación. Es éste el contenido ideológico profundo de la corriente
todo las ventanas— para no ver una flora, una fauna y un paisaje dis- literaria que sirve de expresión a la pujante y ambiciosa nueva clase de
tintos, que les anunciaba por todas partes la América en que vivían los criollos, quienes ven llegada la hora de tomar las riendas del poder
Cuando la Academia de San Carlos vuelve a abrirse en 1843, su espíritu político y de la dominación económica, luego de la larga marginación
no ha cambiado. El decreto de reorganización es un notable ejempk) colonial. Domingo F. Sarmiento, lúcido portavoz de la tendencia en el
de cómo el arte culto puede convertirse en vehículo de colonización: momento de su apogeo cultural,, formula claramente la doctrina: imposi-
directores europeos, perfeccionamiento obligatorio en el Viejo Mundo y ción de la "civilización" —-europea naturalmente, era una redundancia
comisión al embajador en Roma de adquirir "buenas obras", etc. Por decirlo—, para aniquilar la "barbarie" representada conjuntamente por
cierto que las pinturas producidas estaban destinadas a satisfacer "los el "primitivismo" de raíz indígena y por el "oscurantismo colonial"
nobles sentimientos y la elevada moral de un público selecto". La crea español, asimilados como si se trataran de dos aspectos o facetas del
ción era estimulada, pues, por "personas decentes y de buen gusto". mismo fenómeno "retrógrado" o "retardatario". Porque lo que importa
fundamentalmente en ese momento es integrar la corriente del "pro-
A esta neocolonización del arte culto, la dialéctica de la historia dará greso" —nótese el ingrediente de la ideología positivista— representado
una doble respuesta: el arte popular de los exvotos y el arte científico. por Estados Unidos, Europa sin España, y sobre todo, la Inglaterra de
Pero aquí ya entramos en el romanticismo. la Revolución industrial y del librecambismo, que se convierte en la
Una característica propia del desarrollo del arte en América Latina potencia económica rectora en el continente. La dialéctica entre exal-
es el surgimiento extemporáneo o asincrónico de los movimientos o es tación y dominio de la naturaleza nos lleva lejos por el camino de las
cuelas, la aparición tardía y la supervivencia de los mismos, coexistien relaciones implícitas entre expresión estética y proceso social, pues
do con tendencias posteriores a veces, anteriores otras. Consecuencia la citada posición artística revela, a través de las correspondencias, la.
inicial de la extrema dependencia colonial, de las presiones y represio ideología y la práctica de la burguesía dominante durante el siglo xix:
ríes de la metrópoli no cesa, sin embargo, con la liberación política, por la de los terratenientes estancieros, lo hacendados, los señores de inge-
que la dependencia —-y la económica en primer lugar— cambia de sigí•:.' nio, los saladeros, los propietarios de aserraderos; la avanzada del "pro-
pero no desaparece. Por eso, el romanticismo en América, proceso con greso técnico" está representada a través de los frigoríficos ingleses, las
secuente a la emancipación, está marcado por una serie de factores l>r n curtiembres, el repujado del cuero y la ebanistería aplicada a la fabri-
particulares y harto contradictorios. cación de muebles "de estilo" (chippendale, Luis XV, tudor o imperio).
La primera contradicción se inscribe en ios momentos iniciales: An Pero sería simplista reducir el romanticismo a los aspectos infraes-
458 RUBÉN BAREIRO SAGUTER/MIGUEL ROJAS M I *
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 459
fructurales del movimiento. Dentro de la dinámica de las contradiccio
nes que le caracterizan, cabe señalar el aspecto de rechazo de la ideo tendencias que coexisten, con signos esencialmente contrarios en el últi-
logia colonial y su contribución a la emancipación política. Así la vo- mo cuarto del siglo xix. El "modernismo", que se declara cosmopolita,
cación conservadora y reaccionaria de la oligarquía es denunciada en lleva lejos las renovaciones en el plano del significante, adhiriendo abier-
novelas como Martín Rivas de Alberto Blest Gana. Al mismo tiempo tamente al "galicismo mental", como pregonara con orgullo su máximo
nace la narrativa antiesclavista de Suárez, Zambrano y Gómez de Ave representante, Rubén Darío. Continuadores del idealismo romántico, los
llaneda, precursores todos de la literatura comprometida y de un sentí modernistas prolongan en la literatura la visión que traduce la ideolo-
miento de unidad continental. Aunque los esfuerzos tendieran más bien gía de la clase dominante de la época. Con la variante, respecto de los
a cambiar el rumbo de la dominación cultural —modelos de inspiración románticos, que en las burguesías latinoamericanas, los grandes intere-
europea, especialmente franceses— el impulso dado a las artes, libera- ses que las representan se habían convertido entre tanto al capitalismo
das de las restricciones coloniales, contribuyeron poderosamente a crea; exportador, por el papel que asume el continente como proveedor de
una conciencia de la autonomía y a otorgar una cierta confianza en la materias primas destinadas a los grandes centros industriales de Europa
realización del destino nacional. Esta voluntad emancipadora explica y Estados Unidos. Las nuevas condiciones socioeconómicas explican, en
la ruptura —y por largo lapso— de las nuevas naciones con la antigua gran medida, la vocación "cosmopolita" de los modernistas.
metrópoli en el plano cultural, así como el surgimiento, en la literatura, Una forma del "retorno a la naturaleza", aspecto importante del
de la escuela romántica en America antes que en la península. romanticismo, se afirma de manera menos espectacular o sofisticada
Una influencia decisiva es la ejercida por Rene de Chateaubriand v con la aparición del "costumbrismo", cuyo signo popular y cuya senci-
Bernardin de Saint-Pierre con quienes culmina, en cierta manera, el llez lo oponen a las ambiciones universalistas del modernismo. Recupe-
tema del "buen salvaje", y la de Humboldt, quien contribuye poderosa- rando el octosílabo del antiguo romancero español, los poetas gauches-
mente al "descubrimiento" de la naturaleza. Y ello sin duda por el hecho cos del Río de la Plata se preocupan por describir los afanes y aspectos
de que el exotismo dieciochesco se inspiró en el indio y el paisaje ame- de la vida campesina, la marginación en que se halla relegado ese pro-
ricanos. La moda que se inicia así da origen a una fuerte corriente letario rural, el gaucho-peón de estancia, que encuentra su canción de
dentro del romanticismo continental: el "indianismo". Literatura de imi- gesta con intento liberador en la obra más importante del género, Mar-
tación, sus recursos postizos la convierten en una expresión nutrida de tín Fierro de José Hernández.
inconsistentes mistificaciones. Idealización pacotillera de la realidad in- Ejemplo, una vez más, de la convivencia discrónica de tendencias;
dígena, a la manera europea, con total desconocimiento o con desprecio ambas expresiones literarias, culta la una, popular la otra, dentro de
por los problemas verdaderos del indio, el indianismo surge especial- un cierto marco ideológico que las explica y sirve de soporte, apuntan
mente en regiones donde el aborigen había sido exterminado, lo cual a la misma búsqueda por los tortuosos caminos de la dependencia.
habla elocuentemente de la falsedad de préstamo, de moda literaria que En pintura hay una continuidad no sólo cronológica, sino estilística
le caracterizó. Como contradicción paradójica la del indianismo: la que va del "romanticismo" al "impresionismo". Hasta comienzos del
de descubrir y valorizar un personaje de su propio medio, como con presente siglo, el "neoclasicismo", transformado en estilo "pompier" o
secuencia de verlo protagonizar las obras de autores europeos ungidos "kitsch", sigue siendo el estilo oficial y, tanto los románticos como los
por el prestigio; presencia alienada que aparece, sin embargo para otros realistas o los impresionistas, son artistas más o menos marginales.
historiadores, como intento de afirmación y búsqueda de identidad. Siempre los retratistas neoclásicos fueron más apreciados que los ro-
Finalmente, no se puede olvidar el sentido popular del romanticismo mánticos; nunca un Rugendas pudo alcanzar la reputación de un Mon-
en lo que concierne a la divulgación. Se intenta crear una literatura voisin.
para el gran público hasta entonces marginado: María era, hasta la Terminados los procesos de independencia, el neoclasicismo se trans-
"nueva narrativa", la novela más leída en América Latina. Además, de forma en un arte de academia, de élite. Durante el siglo xrx, pues, el
esta época data la aparición del folletín, que acostumbra al público a "arte culto" será el arte académico. Los oligarcas admiran como "per-
un consumo literario semanal. A la característica señalada se une el sonas de buen gusto que son", las copias manoseadas del arte de "sa-
rasgo didáctico de la narrativa posindependentista. La historia novela lón", y buscan adquirir cuadros de "primera mano", es decir, pintados
da —comúnmente por entregas— surgida en momentos de la forma- por algunos de los muchos artistas europeos —segundones de las es-
ción de las nacionalidades, crea un espíritu patriotero que con frecuen- cuelas de David e Ingres— que circulan por las capitales del nuevo
cia se convierte en chauvinismo y sirve de base a los odios entre países mundo. Ya vimos como en México Santa Anna impone, a través de la
vecinos y a las contiendas fronterizas. Academia, un academicismo espejeante, que busca permanentemente
Los objetivos románticos son en cierta medida prolongados por dos sus modelos en los italianos y franceses, mientras que Goya, por ejem-
plo, permanece ignorado por el solo hecho de que el neocolonialismo
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 461
460 RUBÉN BAREIRÜ SAGU1ER/MIGUEL ROJAS M"X
diría hoy día Helder Cámara, p r e s t a b a n voz al pueblo a m o r d a z a d o . E n
vuelve con saña la espalda a la antigua metrópoli. A este arte c u l i segundo lugar, Posada es popular p o r q u e t o m a su iconografía de una
van a oponerse, por un lado, ios pintores populares; p o r oiio, el " p ; tradición profundamente anclada en el espíritu mexicano. Pensemos sólo
pulismo" romántico y reas ¡.sus. en las "calaveras" — u n o de sus temas mayores— y veremos que en ellas
Es cierto que lanío ci romanticismo como el realismo o el i m p n culminan y se unen n u m e r o s a s tradiciones que forman la identidad de
sionismo siguen siendo, en una i m p o r t a n t e medida, " a r t e culto", si su pueblo Ailí se j u n t a la tradición precolombina de la m u e r t e , de Coa-
embargo, lo que los diferencia de la Academia es su interés por lo popí tí icue, con es tópico medieval del "triunfo de la m u e r t e " . A las cuales
lar, su búsqueda de la naturaleza y su descripción de ¡o cotidiano. se une la tradición de sátira política que utilizaba desde fines del si-
Especialmente el romanticismo y el realismo son populares en diveí glo XVII, eí artilugio de enviar a los grandes señorones su necrología
sos sentidos. En su interés p o r lo criollo, en sus preocupaciones no' adelantada para el día de los m u e r t o s . A estas notas se las llamaba
ticas, como lo veremos a propósito de Posada, y en su anlicsciavisiot "calaveras". En el mismo tema se asocia, a d e m á s , la tradición de una
como se c o m p r u e b a en la o b r a de Rugendas en Brasil y en las piancha artesanía popular que el citado día —2 de noviembre— adorna y au-
menta todo México con calaveras de azúcar y fantasía que se ofrecen
de Wiiliarn Blake que ilustran el Viaje a Surinam de Stedrrtnn.
a ios parientes muertos. Posada corona estas tradiciones y crea con sus
En el " d e s c u b r i m i e n t o " de América por los románticos y ..u>, M
calaveras un lenguaje de significación política. Todavía hoy el grabado
sores, la obra de Humboldt es decisiva. El naturalista alemán t u
de una calavera en México tiene un claro contenido ideológico. Final-
que la naturaleza americana daría lugar a una renovación i'. ! o I
mente, Posada es un artista popular, pues nadie h a sido capaz de llegar
paisajístico en Europa y proponía a los artistas pasar a es'e t o i d i o
CO'TIO é! a tan vastos sectores del pueblo. Asociado con el impresor
p a r a reproducir la naturaleza en forma "fiel y viva". Numerosos ai S t t A, vVnegas Arroyo produce "volantes'' -hojas sueltas— en que un gra-
especialmente alemanes, van comisionados o inspirados por el v n • bado va a c o m p a ñ a d o de un poema,, a m e n u d o un corrido.
a trabajar en América. E n t r e ellos Rugendas, que recorre Bi <sd
xico, Chile y !a casi totalidad de ¡os países andinos; Hi!del»r:t;,<!>, <" i o s s'icitos de Posada debían su popularidad n o sólo a los tacos del
dirige al Brasil; Berg, que trabaja en Colombia; y Belleim.iu artista, sino además, a los corridos que éstos ilustraban. La combina-
pasa a Venezuela, por no citar sino algunos. Estos pinloies v * ción era perfecta: el corrido, heredero de u n a vieja tradición popular
tener una gran influencia en la generación de artistas hispanoan •> < española, atraía a! h o m b r e del pueblo p o r q u e relataba hechos de su vida
nos que los siguen. Pintando como ellos, llega Pizarro, a mediadi y de so mitología cotidiana. Por el. camino de la sátira, el corrido se
siglo a Venezuela, para instalarse luego en Francia, en donde in < * orienta hacia ío político y se opone a la colonización, como simbólica-
su obra como Camille Pissarro. Otros artistas han de represe-n-u mente expresa el n o m b r e de " j a r o c h o " que adquiere en la región de
j o r en las escuelas locales ese paisajismo "fiel y vivo" que pie<oiu Vcraeru/ (de " j a r o " , la lanza que los indios empleaban para defenderse
el alemán, y van a iniciar este género, en el que se funden íomu.s d'-l c o n q u i s t a d o r ) . Durante la Revolución el corrido, como el grabado,
mo, realismo e impresionismo. Entre ellos podemos citar a Jo e i\< > i -c -Mili p . u t i d o \ como expresión que es del alma popular,
Velasco, Prilidiano Pueyrredón, Pablo Burchard y a un impiesio * ! • i> i , • '< n l i h t a i s e t o n las luchas del pueblo,
i'- di la l ó m e n l e indigenista —la deí movimiento para-
tardío, Armando Reverón.
< • iiusl.i l o n s l i t u y un esfuerzo consciente de afirmación
Al cultismo neoclásico, en cuanto arte de la dependencia, :-e or.¡>
• i tu di i> popul.ii una m a n e r a de "detener el gesto
fundamentalmente una p i n t u r a popular fuertemente enraizada os \( I
i 'i> o , o!i"ado u i el de la burguesía), como Aimé Césaire
americano: la del mulato Gil en el m u n d o andino, la de Pancho F i o ; • I I»

en el Perú y la de Posada. Para ilustrar el antagonismo de fines '.'• I I l< nii< mi la pintura de Lam. El indigenismo surge a co-
1
siglo xix, b a s t a con referirse a este último. l/ll .o > i'i iditlo de una sensibilización ideológica, gracias a
Pocos artistas han logrado ser tan populares como José Guada-i.. <o'iio l1*).) niel González Prada y José Carlos Mariáte-
Posada. La burguesía mexicana, que a m a b a exportar artistas a c a d o a i i •'< MO m a i M s t j , lo considera esencialmente social,
eos, desdeñaba su arte tildándolo de popular. Posada era, en e o - o •i . o \ n el ¡ ' a n o l.terario, a p a r t e de los precu r so'T c -
1 ', u .o fi / i t a m n . m o , la o c n t o t a peruana i.'o, nula
popular. Primero, porque se enfrentaba a una tradición académica > •
< í . >! / w i a,o, 1889) marca li ti"m,icio ili í in-
nizadora y, frente a los ampulosos alegatos de inspiración clásica o •••'•' f
romanticismo lánguido y ajeno, oponía la vitalidad de la imarr;i < "l'ill Mili ".i»i ..riamentt « la ideal / a i >n <• p
un pueblejo visto en sus peripecias cotidianas, en sus alegrías, en >,. n si preocupo del i \\,, u n ) , .i '
miserias, y sobre todo en su condición de víctima de la tiranía. F,?> c < ( t a c í ' i».1

sentido, Posada no sólo es popular, sino que va a representar al puel>¡


en su lucha p o r la liberación y contra la dictadura. Sus grabados. u<

Á
462 RUBÉN BAREIRO SAGUIER/MIGUEL ROJAS MIX
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 463
El movimiento pictórico indigenista se inicia y culmina con los mu-
ralistas mexicanos. Desde un cierto punto de vista, plásticamente se El indigenismo literario nace y cobra auge por la misma época que
trata —y nos referimos también ai "afroamericanismo"— de una res- el plástico. Esencialmente sus principios son los mismos y similares las
puesta a la dominación de la burguesía blanco-criolla y europeizante, características de la evolución. La contradicción sustancial señalada a
que ha impuesto los cánones estéticos del Viejo Mundo y un ideal de propósito de las artes plásticas se manifiesta también, a su manera, en
belleza colonial que algunos han llegado a definir sucintamente como lo que concierne al indigenismo en la narrativa. Así el esfuerzo reden-
"el tipo ario". Tal noción de belleza fundada en las reconstrucciones cionista se manifiesta corrientemente como una búsqueda de justicia
teóricas del arte clásico, impedía la representación plástica del indio. equitativa, que tiende en ese momento a equiparar el indio al blanco.
El movimiento muralista mexicano se desarrolla en el marco de ese De esta manera, inconscientemente se pregona una integración del indio
gran proceso popular que fue la Revolución mexicana, a la cual el in- en la comunidad nacional, en la sociedad de consumo, con lo que ello
digenismo dio uno de sus soportes teóricos. El mismo imponía una comporta como posible pérdida de identidad. Esto se explica especial-
profunda revisión de la historia —antes que la historiografía lo plan- mente por el hecho que la sociedad indígena está vista desde afuera por
teara— para destacar lo que los indigenistas consideraban esencial en escritores blancos, que hablan en nombre de una cultura cuyos valores
la formación del carácter nacional: el indio. Era una manera de supe- conocen mal, y ni siquiera para los indios, en su inmensa mayoría "anal-
rar la larga servidumbre colonial, que conoce un auge excepcional con fabetos". Es necesario la aparición de escritores como Miguel Ángel
la actitud de "afrancesamiento" durante el siglo XTX, que se vuelve cari- Asturias, José María Arguedas, Augusto Roa Bastos o Juan Rulfo para que
caturesca bajo la dictadura de Porfirio Díaz. Desde su fundación, el in- los valores de las culturas indígenas sean puestos de manifiesto y uti-
digenismo se une en México a las ideas socialistas que difunden sobre lizados estéticamente, en especial gracias a la presencia subterránea de
todo sus principales representantes: David Alfaro Siqueiros, Diego Ri- las estructuras y características de las lenguas autóctonas en las raíces
vera y José Clemente Orozco. En esta óptica, el indio es el campesino y del significante narrativo.
el proletario; el pueblo, en suma, depositario de una cultura colectiva El "afroamericanismo" es el paralelo del indigenismo en las zonas
inscrita en la tradición precortesiana, con la cual se identifican los de presencia africana. Wilfredo Lam va a penetrar en el problema de
nuevos pintores. Es evidente el carácter que se intenta imprimir al arte: manera abierta, remontando la tradición negra. Apoderándose de la
colectivo, militante, pedagógico, propiedad pública, inspirado en los va- gama semántica de la estatuaria africana, utiliza formas, ritmos, caden-
lores indígenas y que se dirige a las clases oprimidas, incorporándose cias, para mostrar la presencia humana —y sus máscaras— sí como la
así abiertamente a la lucha de clases. El artista asume la condición de fauna y la flora. De esta manera asume una herencia que se vincula
obrero —"viste overol y sube a los andamios"— y su protagonista, el con el "animismo", el "fetichismo" y el "simbolismo ritual", muy pre-
indio, se vuelve proletario-campesino. sentes en el Caribe.
Movimiento formidable de afirmación americanista, el indigenismo En Brasil, el problema de la identidad en esa época se confunde con
lleva aparejado, sin embargo, ciertos gérmenes de recuperación que se la negritud en las telas de Cavalcanti, que inscribe al mulato en la
concretaron, por lo demás, en algunos artistas posteriores. El primero pintura a través de formas inspiradas del neoclasicismo picassiano. Na-
es el del "oportunismo temático", que consiste en la desviación esteti- die mejor que él ha descrito la sociedad afrobrasileña, especialmente la
cista propia de una serie de abstractos que se guían no desde sus prin- de Río de Janeiro. Empero, e¡ que con mayor justeza puede ser consi-
cipios profundos, sino de la moda fundada en el mismo y que procura derado autor de una pintura social es Cándido Portinari. En su obra exis-
gran éxito a artistas como Henry Moore, el primero en inspirarse en la te un héroe protagonice, el pueblo, y una situación definidora, la mise-
estatuaria monumental precortesiana. Una variante de esta modalidad ria; así pues, en su pintura el negro se transforma pronto en proletario
es el "decorativismo posmuralista"; una manera de utilizar las imáge- y en campesino, y lo descriptivo, en conflicto social.
nes, pero vaciadas de su contenido ideológico. Los ternas precortesianos Conviene diferenciar la tendencia afroamericana que venimos estu-
se transforman en pura arqueología. diando de otras manifestaciones del Caribe, como el "primitivismo" cul-
La segunda forma de recuperación se manifiesta a través de una tivado en Haití, por ejemplo. Mientras que aquélla implica una toma
autocolonización folklórica, que consiste en el reconocimiento de sí de conciencia artística de un problema sociopolítico, el primitivismo
mismo mediante "la imagen turística". Es la desviación más grave por- haitiano es víctima de una fuerte manipulación por parte de la cultura
que constituye una forma de contradicción extrema que conduce a la dominante, como una forma de atracción turística o imagen pintoresca.
negación de los principios indigenistas. Así, mientras la "negritud" o las escenas de vudú en los cuadros de
través de sus propios movimientos y agrupaciones reconocidas internacional Héctor Hippolyte quedan en lo meramente descriptivo, en la typical
mente. production el africanismo de Lam es una reflexión profunda sobre la
situación del negro antillano, sobre su condición de dominado y las po-

1
464 RUBÉN BAREIRO SAGUIER/MIGUEL ROJAS MIX LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 465

sibilidades de su expresión artística, inscritas en una lucha abierta con- de recuperación p o r p a r t e de las burguesías nacionales que lo consu-
tra el colonialismo. men y digieren a placer, puesto que además son las que tienen los me-
Como se h a visto reiteradamente, el problema de la identidad ha dios —económicos y culturales—- ele realizarlo. Las ventajas del proceso
sido en distintos m o m e n t o s una idea obsesiva entre los artistas y escri- se refieren a las posibilidades de utilización de las técnicas m á s diver-
tores latinoamericanos. Ahora bien, la respuesta a esta acuciante cues- sas, que ya no constituyen patrimonios reservados de autores, países o
tión puede a s u m i r formulaciones diferentes, desde la p u r a m e n t e cultu- regiones. Se llega a decir entonces que el escritor latinoamericano pier-
ral o humanista hasta la militante. Si, como hemos visto, la obra de los de su complejo de provincialismo y se siente ciudadano del m u n d o .
muralistas es un ejemplo de ésta, la de Torres García es una forma de En el plano de la escritura el resultado es beneficioso, tanto más que
la primera. En efecto, el pintor uruguayo se interesa profundamente esta libertad se combina y favorece con una de las bases teóricas de la
p o r el arte precolombino, p e r o dentro del contexto de su tesis del "uni- "nueva narrativa": la apropiación de un lenguaje original, extraído de
versalismo constructivista", premisa mayor de su estética. Su interés por la cantera popular, el habla viva y cotidiana, con toda su carga fecunda,
el arte indoamericano se origina, antes que nada, en la consideración especialmente en el piano de la afirmación continental.
de que el simbolismo del dibujo indígena (por ejemplo, el de los picto- El impulso creador de esta narrativa no ha disminuido, pero desde
gramas o el de las decoraciones en la cerámica), tiene un carácter uní hace algún tiempo, la misma se replantea el problema del significado,
versal, melafísico, que lo hace digno de incorporarse a la Gran Tradi- como indudable consecuencia de los cambios operados en las estructu-
ción H u m a n a (así, con mayúsculas). Sólo a partir de este simbolismo ras sociopolíticas continentales, en los que predominan las pautas del
—concluye— podrá desarrollarse un arte americano auténtico y autó- "modelo brasileño". La euforia de las décadas anteriores se mitiga, y la
nomo, radicalmente diferente del de E u r o p a . violencia dictatorial se hace realidad en gran p a r t e de los países latino-
Luego del periodo ético-realista que nace con la Revolución mexicana americanos, sostenida y fomentada por nuevas formas de irrupción
—del que sólo citamos la corriente indigenista— la literatura latino- capitalista. Homólogamente, la narrativa da cuenta de la situación,
americana accede a una sustancial renovación conocida con el nombre ya sea replanteando temas esenciales —-como el de los dictadores y el
de "nueva narrativa" o también con c! de boom. Esla expresión reac- exilio— ya sea derivando hacia un franco cuestionamiento reflexivo que
ciona contra lo que considera falta de especificidad literaria del ante- confiere nuevo auge al ensayo. En síntesis, una forma de compromiso
rior, por la referencia privilegiada que ésta hace de la realidad político- incrustado en el tejido histórico del continente es practicada p o r la
social; pregona en consecuencia un arfe más elaborado, en el nivel de literatura m á s reciente, en gran medida m a r c a d a por e! signo del des-
técnicas expresivas, sin por ello renunciar al compromiso, en su gran tierro. Una vez más la literatura es un i n s t r u m e n t o de b ú s q u e d a de
mayoría. Si enfocamos la expresión literaria en su contexto histórico, una identidad latinoamericana, con todas las ambigüedades y contra-
podemos observar que cada manifestación narra!iva corresponde a eta- dicciones propias de semejante empresa. La más cierta en un m o m e n t o
pas bien diferenciadas de la evolución sociopo'ítica de América Latina. dado para algunos investigadores es la actitud de una corriente que, en
La generación precedente escribe en momentos de auge de la política nombre de la apertura universalista, desecha el vigor de la savia ame-
del "gran garrote", de la penetración capitalista desembozada y de las ricana y se inspira de modo servil en las modas impuestas por el pres-
invasiones a r m a d a s abiertas, generalmente en apoyo de aquélla. La li- tigio europeo. Con el pretexto de una renovación - -que por otro lado
t e r a t u r a reacciona en consecuencia, franca y violentamente, preocupan ha sido realmente positiva— se vuelve a caer en formas extremas de
dose más de la protesta y de la denuncia que de la elaboración textual. dependencia cultural.
Otro tipo de narrativa, surgida a partir de los años cuarenta, aparece Frente a la expresión culta o elaborada subsiste !a antigua tradición
cuando la política de penetración imperialista se vuelve más sutil y di- subterránea y marginal de la literatura indígena. La obra de los autores
simulada: "'buen vecino", ele. Su correspondencia l i t c a r i a insiste en un que renuevan la corriente indigenista constituye ¡ lanera de recono-
necesario trabajo de la escritura, c.i co H-ír'danria con las forma;; má-.
cimiento y de transposición lite'"""'* í ! " '<"•• »'••''
complejas de la rcaüdad social. Además, ¡a "nueva nanaíu<a" surge cr¡
dios. Últimamente, gracias a la ¡ >K I I I ¡ < i I .a
¡a época del auge de las comunicaciones masivas y se beneficia de su-,
los propios indígenas, lia sido r o « i M l ' (1 \l\! ! \ | j k
ventajas, al mismo tiempo que es vícíima de sus servidumbres. De e s i "
de la o b r a original de éstos. No <>'> i m i lII- l'- - 1
último es prueba el nombre de boom, termino (omcríie:,! que revela s".
resplandeciente belleza verbal y ¡ ¡ <.
integración en ei circuito del consumo, mediante ei píocediniienío pu
Ja crítica "cuita" sigue ignoránu > ¡ ¡ i < u >
blicitario de difusión empleado por las editoriales, los periódicos, la ra-
dio y la televisión. Siguiendo esta línea de pensamiento el libro se con dolos un objeto curioso, interesante u j.wlkk.i^u.
vierte en un artículo de venta masiva, lo cual permite u n a cierta forma Ei arte cinético ¿es arte culto?, ¿arte popular? En esta dialéctica que
hemos seguido entre estos dos conceptos, el "cineíisrr;10 SC iti lílíX una
466 RUBÉN BAREIRO SAGUIFR/MIGUEL ROJAS MIX UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL

posición bastante compleja, si no ambigua. Por u n a p a r t e , sus expe- CARLOS MAGIS


riencias visuales resultan de u n refinamiento efectista que m a r c a este
arte con un carácter decorativo. Así aparece como un arle de élite aun
cuando, con la idea del "múltiple", se pretende popularizar la obra, y
con la factura mecánica se aspire a desacralizarla, a b o r r a r la huella
personal del artista: "un arte que todos pueden hacer". El hecho es
que los "múltiples' no se han convertido en obras accesibles al común, Comentar en este contexto —las ideas en América Latina— los aspectos
y que, por otra parte, nadie hace "la o b r a que todos pueden hacer' de la posible unidad o diversidad del "español de América" supone
sino u n pintor. revisar las ideas (la ideología) de los hispanoamericanos sobre la len-
Por otra parte, es verdad que la liberación del color y las experien- gua española y las consecuencias de esta ideología, antes que hacer un
cias ópticas crean una forma decorativa que llega con facilidad al pú- análisis del sistema lingüístico en sí.
blico despertándole sentimientos lúdicos. De esta manera, el arte cine Ahora bien, dado el n u m e r o s o haz de factores que han intervenido e
tico parece q u e r e r renovar una tradición de arte público en América intervienen en la visión particular de la lengua propia, así como en la
Latina, pintando las cebras de las calles, los muros de ios aeropuertos configuración misma del "español americano", tan p r o n t o tocamos cual-
o cubriendo de parrillas cromáticas los grandes estanques de las com- quier aspecto de la unidad y la diferenciación de! español americano sur-
pañías petroleras. Cierto es que así esa o b r a está destinada a la deco- gen algunas cuestiones que es preciso tener en cuenta:
ración de la ciudad y que. en cierta manera, puede ser considerada pú-
blica. Pero, a diferencia de la imagen de los muralistas mexicanos que * Las actitudes ante la lengua que se dan en Hispanoamérica son sólo
intentaban cuestionar, desarrollando la conciencia del pueblo, la imagen una vertiente de ¡a visión general de todos los hispanohablantes;
cinética es tranquilizadora, no plantea problemas, ni a las masas ni a por lo mismo, p a r a entenderlas cabalmente no podemos prescindir
los grupos dominantes. de los paralelismos y contrastes entre las corrientes de opinión que
En síntesis, nuestras nociones de " c u l t o " y " p o p u l a r " no son con- aparecen en la América hispana y las que circulan en la península.
ceptos absolutos. Si las numerosas definiciones que de ellas hemos re * Ni el "español de América" ni el "español peninsular" son lenguas
visado no nos satisfacen, es porque todas pretenden transformar estos (sistema lingüístico) perfectamente homogéneas, sino sumas de ha-
conceptos en verdaderas categorías inmutables del arte, sin percatarse blas (realizaciones concretas del sistema) regionales.
de que ellas se precisan en el cañamazo de una historia tejida por las * La ideología p r e d o m i n a n t e en cada una de las dos grandes áreas
contingencias histórico-políticas, por las contradicciones económicas y geográficas y sus consecuencias (la "política lingüística") necesi-
los problemas sociales que esas nociones recubren y que cambian sv tan ser c o m p a r a d a s , aunque sea someramente, con la conducta idio-
significación en un flujo dialéctico, haciendo que lo " c u l t o " un día se mática real para p o d e r valorar su adecuación a la realidad lin-
transforme en "popular", o que lo " p o p u l a r " de ayer se instale boy güística e, inclusive, entender los fermentos subyacentes de las
como un arte "culto". Nuestras nociones son dialécticas; lo "popular' actitudes ante la lengua.
y lo " c u l t o " se piensan como relaciones entre el productor, la o b r a y el
público: p o p u l a r para llegar al pueblo, popular como arte de masas. Y
no popular en el sentido de arte menor, el h e r m a n o pobre de! arte
culto. Considerar el arte indígena como arte popular, es la visión de i 1. PUNTO DE PARTIDA
conquistador; considerar el arte del pueblo como popular, es la visión
de la burguesía. E n t e n d e m o s popular, pues, en el senfido de su impacto A fines de la década de Jos cuarenta la mayoría de los filólogos de His-
sobre las masas, implicando la comprensión del arte como i n s t r u m e m o panoamérica y de España coinciden claramente en la intención de llevar
ideológico en el interior de una dialéctica histórica. El escritor ' a l i ñ o la lengua hacia un solo cauce sin prejuicios nacionalistas; preocupa-
americano, al igual que el artista, no puede dejar de plantearse el p r o ción que se advierte también en la mayoría de los escritores y demás
blema político sin cuestionarse, a la vez, sobre el sentido cuito o popular intelectuales. Es la época en que empiezan a realizarse congresos y reu-
de su obra. Ser artista p o p u l a r es, p a r a muchos, la expresión de v>¡ niones académicas internacionales en las que todos los asistentes (es-
militancia. Pero los representantes ele las nuevas generaciones saben pañoles e hispanoamericanos) discuten en pie de igualdad diferentes
que el desafío consiste en serlo a través de una búsqueda que a l i n n e aspectos de la diversidad y unidad del español general —no sólo del
los perfiles de las identidades de n u e s t r o continente y que signifique español americano—, al mismo tiempo que procuran crear o fortalecer,
un m o m e n t o trascendental de reconocimiento colectivo. según los casos, los medios más apropiados p a r a que la lengua man-

i
[4671
468 CUJKLOS MACIS

CNTOAI) Y ¡>IVí:KSHíA¡) !)¡:L fcSÍ'ANOL 4(V»


tenga su unidad esencial o frenar, a! Tríenos, la pe Maro .-a diversa a ación
injustificada y excesiva. han embanderado lingüistas y filólogos tanto españoles como ame-
Uno de los primeros paso: realmente efectivos de la preocupación ricanos.
conciliadora es la ccielmnoiórs en la ciudad de México, en 1952, del Vri * Consideraciones relacionadas con la alternativa histórica entre de-
mer Congreso de Academia:; de la Lengua. E) cuerpo de asuntos tratados pendencia y liberación, que preocupa a k>s hispanoamericanos desde
resultó tan numeroso \ !:. ¡arca tan promisoria que los asistentes de eí momento mismo de si.?, emancipación de la Corona española.
cidieron fundar la Asociación de Academias de k; Lengua, con una co-
misión permanente responsable de coordinar la labor conjunta y orga-
nizar las frituras reuniones. Fv-'as o liciones se han venido efectuando
con bastante regularidad y alentadores resultados. 2. TRAYC0TORIA ¡M.a, PES! M t S f l O Y 1.A Cr>NriAM7;A
El segundo paso, avanco importantísimo en su tiempo, íne la cric
En lo que hace a las consideraciones del pesimismo y !a confianza, bue-
bración, en ionio de !'.)6l, de la Asamblea de filología, del l Congreso
na parle de las comunicaciones presentadas en )a Asamblea de filología
de Instituciones ííispánans, reunido en Madrid, Esta ve/, ios objctívor
resumen y actualizan ideas encontradas sobre ia evolución del "español
fueron más precisos que ios del Primer Congreso de Acuiennas y rre
general ', deí español americano en relación con el español peninsular y,
ende, más unitario el conjun'o tic las comunicaciones publicadas ¡asee-
además, opiniones o estudios sobre ía diversidad sufrida por So que
con las Actas de la Asamblea con el sugestivo título "Presmite y futuro
hemos datnado el español americano.
de la lengua española". 1
Todas estas ideas, opiniones o estudios hacen pee principalmente en
El espíritu de conciliación y e! afán <.!'' aanar cslucr/.os c¡¡ pro tic '-':,
íre.; aspectos oír,, hindan. a su ve/., otras tantas controversias muy con-
unidad del español, que earacferizaron en lineas generales la artirue
os cías
de los asistentes a estas tío-- reuniones iclernacionalcs no íuoron r e o
cientos par;» acallar resabios de antiguos lornen.v y prejuicios c l a c r-
* Eí terror a una tritura, y quizás no muy lejana, fragmentación lin-
presente y futuro de! español'', críticas, a la autoridad de ¡a i'eai ;".ce-
güística, scme;an'e a ¡a de la Romana a Temor ai que se oponen ia
demia Española y al provéelo de ¡orinar c<ai ella y las academias es
confianza en la cohesión interna de la lengua, en cuaiao sistema
cionales un solo cuerpo o, incluso, reparos a la necesidad o e v o
paradigmático, y ía conciencia de que ahora se dan factores his-
niencias de frenar la diversil ¡ración de la Icn-aua.
tóricos que anulan ¡os factores que dieron lugar- a ia (.ormación de
Así pues, las dos n u n o ' i e s.li in.h i >",<>' • dn n o lu vi. i.i las lenguas romances.
lización de viej a H'II'I >\ s i >s \ si bi's> 1, p< ¡mea < o u ' n i s t
* La exigencia cíe purismo, entendido como condición necesaria para
actitud negativa qu< ó i">u o ¡nniona • lnaoM > "< M i ... a t !
ía unidad lingüística. Purismo descartado por ía conciencia realista
cía en la orientación j >>••«<'• n > de E Lbo> << ¡i ,n •• . i ' . '*
dei dinamismo y flexibilidad naturales del sistema lingüístico.
juicios y opiniones i c s ' d t ' <i en i i ii|o't,,nl. ( mi •• , , <
la l e n g u a m i s m a v a > < ' i • >>'KI pt I >n ' 1 . * • ( • , ' !> •
a hispanoamei a .)'-• • ' '.moles ' ' L < «<
' ' . '"r a\ El fantasma de ia Romanía
mente. Tiene, adt me , • • n i i t , - i ( • <!' ' o " , ) ¡ >
opiniones sobro o">«é <l \ ,. ••*,/../ c ; ', • .o- De las iomunjcísciorics recogidas en Presente y fullero de ía. lengua es-
dos enfoques db"'i'< .. > d- lo ' I ,¡ pañola, las ponencias "Para evitar ía di versificación de nuestra lengua"
contraposición IOC do- ¡< < y "Un proceso lingüístico en marcha" de 'os académicos españoles Dá-
maso Alonso y Salvador Fernández Ramírez respectivamente, nos re-
C jmak ia< too ! . u' i | i M i() ¡ IK iit i cuerdan, a pesar de su ponderación, los temores y avisos de Andrés
qae aiuestou u n ' <' • . OOO<K¡O r •n / Bello y de Ruíino J. Cuervo. Estos filólogos hispanoamericanos, al re-
!
a ¡a ujndaí-' me i v ! ' H M >i ' o visar el estado de! español en el segundo tercio del siglo xíx, sienten
de' iiiñ r na e ' • ' *' v i i i i< . que están asistiendo a los prolegómenos de un proceso similar al de la
t íj a i> • i' » ,i fragmentación lingüística deí antiguo imperio romaoo. Bello sólo se ani-
ma a sugerirlo; Cuervo, en cambio, resulta bien explícito:
1
/ ' j L Si J , á 1 , I .11 ' ' I l i I, i I 1' l ' > ' Estamos en vísperas (que en la vida de ios pueblos pueden ser bien largas)
I lisp mica i' 1 l4 Ih 4 i Jt a quedar separados como quedaron las hijas deí Imperio Romano. . . 2
I': ¡><uio!|

1
- I'.n (.irla a laancirco Soto y Calvo (1899). Para mayores detalles sobre el peo-
470 CARLOS MACIS
UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL KSPANOL 47!

La equiparación de los dos procesos lingüísticos resulta excesiva, pero c ] Revisión del pesimismo
debemos c o m p r e n d e r que en el ánimo de Cuervo y en el de sus segui
dores debieron pesar seriamente —en un cotejo m á s bien impresionista J u n t o con los ecos de ideas en las q u e se fundan los motivos primor-
dada la falta, natural en su tiempo, de metodología y perspectiva cien diales del pesimismo, en Presente y futuro de la lengua española apa-
tífica adecuadas—, las múltiples diferencias verificables entre el español recen también comunicaciones que d a n pruebas suficientes de la uni-
peninsular y el americano, así como las a b u n d a n t e s diferencias, sobre dad en lo diverso de la lengua española y, además, buenas razones
todo en el nivel léxico, entre las diversas "áreas dialectales" de Hispa para tener confianza en su futuro. Esto es, para ver con o p t i m i s m o lo
noamérica. Luego, al q u e r e r explicarse esta diversificación, Cuervo se que ha de ser la lengua española ya sea como realización particular
encontró con la m a r c a d a coincidencia de situaciones histórico-geogiá válida p a r a toda la c o m u n i d a d latinoamericana, ya sea como un patri-
ticas entre la Romanía de la baja Edad Media y el m u n d o hispano- monio común de españoles y americanos. En otras palabras, un español
hablante: 1" la vastedad del área colonizada y la existencia en ella de que es — c o m o lo ha llamado Ángel Rosenblat— "nuestra lengua en
m a r c a d a s fronteras naturales; 2" la incidencia en cada una de las "zonas ambos m u n d o s " .
dialectales" de diferentes sustratos lingüísticos e, inclusive, de dife- Lo m á s significativo de esta concurrencia de opiniones es la sensible
rentes adstratos; '' 3" la diversidad de la lengua de los colonizadores mayoría de los juicios optimistas y, además, que todos ellos muestran,
mismos, según su origen regional; 4" la diferencia cronológica en la colo- más allá de su tema particular, la adhesión a la "nueva filología española".
nización intensiva de amplias zonas del "nuevo m u n d o " , y 5° la diver- En otras palabras, conformidad con la renovación profunda de los estu-
sidad en el desarrollo cultural de los diferentes centros de expansión dios lingüísticos iniciada p o r Marcelino Menéndez Pida! con sus primeras
colonizadora y, por ende, de difusión lingüística. obras, Manual de gramática histórica (1904), y Cantar de Mió Cid. Texto,
gramática y vocabulario (1908-1912). El principio rector de su escuela
es la combinación del análisis estrictamente lingüístico y el estudio pro-
b~¡ El purismo fundo de las relaciones entre lenguaje y cultura, literatura e historia
El centro de Estudios Históricos de Madrid, creado en 1907, y la Revista
Por su parte, las comunicaciones del colombiano Óscar Echeverri Me- Española de Filología, fundada en 19)4, han sido fecundos semilleros
jía ("La Academia Colombiana de la Lengua, baluarte del idioma espa- de la renovación de los estudios lingüísticos, literarios e, inclusive,, his-
ñol") y la del argentino Avelino Tierrero Mayor ("Presente y futuro de tóricos. Cambio epistemológico que influyó en m á s de una generación
la lengua española en América") comienzan m o s t r a n d o u n a relativa aper- de intelectuales españoles, quienes a su vez han seguido haciendo es-
t u r a de criterios pero terminan por hacerse eco del viejo aristocratismo cuela tanto en España como en Hispanoamérica e, inclusive, en centros
purista que, como vemos, ha tenido y tiene aún devotos seguidores en de estudios hispánicos de universidades inglesas o norteamericanas."
Hispanoamérica. Para estos filólogos, sujetarse al modelo de la lengua Asimismo, dos grandes maestros hispanoamericanos, Alfonso Reyes y
culta de M a d r i d 1 es la mejor garantía ele la unidad de la lengua y, en Pedro H e n r í q u e / Ureña fueron discípulos directos de Menéndez Pida!
consecuencia, el "ocaso" del purismo es u n o de los m á s graves riesgos en el Centro de Estudios Históricos, con resultados de los que son su-
de atomización de la lengua española. ficiente m u e s t r a sus ensayos ejemplares sobre asuntos lingüísticos, lite-
rarios e históricos. Más tarde, su espíritu alerta y generoso los llevó a
unirse a los t r a n s t e r r a d o s españoles, entre los q u e se destaca Amado
Sarniento de Cuervo, véase José R. Cuervo, El castellano en América, Buenos Aires, Alonso p o r su ciencia y capacidad de magisterio, para realizar con ellos
El3 Ateneo, 1947. la empresa de renovar también las investigaciones humanísticas en His-
En el caso del español americano, el sustrato o, mejor, los sustratos están panoamérica. En p r i m e r a instancia, el resultado de estos esfuerzos com-
representados por las diversas lenguas aborígenes prácticamente extinguidas o binados fue el de crear un ambiente propicio p a r a las investigaciones
erradicadas de los principales ceñiros de colonización durante los. siglo XVI y xvn;
funcionan como adstralos las lenguas indígenas que han conservado suficiente vi- filológicas de concepción m o d e r n a y con metodología apropiada p a r a
talidad hasta hoy (no como lengua exclusiva de comunidades marginadas, shüi la formación de especialistas en lingüística y literatura, adiestrados
como lengua de comunidades en contacto relativamente activo, grupos de hispano para t r a b a j a r con riesgos científicos y con sensibilidad, a c o s t u m b r a d o s
hablantes) tanto corno las lenguas extranjeras principalmente de origen europeo a m a n t e n e r u n a perspectiva integradora de los fenómenos del lenguaje
y en menor medida de origen africano, que también se hacen oír con frecuencia
entre los hispanohablantes.
•' Es decir, el español considerado "castizo", como si en él los contactos cu¡ •' Vicente García de Diego, Amado Alonso, Rafael Lapesa, Dámaso Alonso, Julio
Inrales desde el siglo XI hasta el xvn no hubieran dejado huella, algunos galcí, Casares, Francisco López Estrada, Alonso Zamora Vicente, Emilio Alarcos, Sa-
DIOS de buen tono incorporados durante el siglo XVITT y los "indigenismos" adop muel Gili y Gaya, Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Tovar, Juan
lados inexorablemente durante la conquista y colonizacicSn. M. Lope Hlanch, José Roca Pons, Alvaro Galmés de Fuente, Diego Catalán.
472 CARLOS MACIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 473

—en cualquiera de sus niveles-— y la morfología cultural. La t a r e a n o a la época en que la reconquista se transforma de verdad en e m p r e s a
fue fácil ni siempre grata, pero al cabo de unos quince años se empeza- nacional—, provocaron u n sostenido trasiego h u m a n o que, ya sea p o r
ron a notar los primeros logros ciertos" y hoy, a los cincuenta años razones económicas, ya sea por razones socioculturales y políticas se
de la llegada de Amado Alonso a Buenos Aires, en Hispanoamérica se acentuó en el siglo x i x y h a vuelto a recrudecer en los últimos años. A
cuenta con un grupo i m p o r t a n t e de estudiosos serios y bien p r e p a r a d o s su vez, la Corona española, escarmentada p o r la actitud levantisca
para la investigación y el magisterio. 7 de los p r i m e r o s colonizadores (Cortés, los Pizarro, Irala) y la ambi-
Con esta perspectiva metodológica Vicente García de Diego, Alonso ción de los adelantados, hizo del traslado frecuente de los altos digna-
Zamora Vicente (españoles) y Gastón Carrillo H e r r e r a (chileno) publi- tarios —empezando p o r los virreyes— la técnica de gobierno a larga
caron en Presen* e. y ful uro de la lengua española sendas comunicaciones distancia que la pusiera a salvo de nuevos cacicazgos autonomistas o
("Los buenos y malos conceptos de la unidad del castellano", "La uni- poco menos. Estas migraciones espontáneas o dispuestas p o r la Corona
dad suficiente del castellano", "Sobre la nivelación artística del idioma",, removían contingentes importantes ^ - p a r a la densidad de la población
"Tendencias a la unificación idiomática hispanoamericana. Factores es en las "ciudades"—, los incorporaba a nuevos ámbitos socioculturales
ternos", respectivamente), q u e en conjunto aclaran ios temores de una y, p o r ende, a nuevos hábitos idiomáticos, anulando así, casi desde el
fragmentación del español semejante a la de la Romanía, matizando el comienzo mismo de la colonización hasta principios del siglo xix, el ais-
grado de coincidencia efectiva de los tíos procesos de colonización y, lamiento regional que fomentó en la Romanía la m a r c a d a diferen-
p o r ende, la incidencia real de los factores superficialmente similares. 8 ciación del bajo latín regional p r i m e r o y luego, sobre la base de esta
En síntesis, ¡os autores citados y sus seguidores no pasan por a!t.o diferenciación inicial y otros fenómenos concomitantes, la atomización
el peligro real de una íragmenlacióu profunda por ti que pasó el es de la lengua.
pañol de América, pero reafirman el criterio de la unidad del sistema 2° E n cierto m o d o u n a realidad semejante atempera, m á s de lo que
y, de paso, hacen notar cuando corresponde los e r r o r e s de perspectiva creen Bello y Cuervo, la diferenciación lingüística de los colonizadores
(anacronismos) de que adolecen las alalinas de Andrés Bello y de Rufi- mismos. Aquí debemos tener en cuenta que hasta el dominio efectivo
no J. Cuervo e, inclusive, contraponen la coherencia interna de la lengua de Carlos I en el receloso reino de Castilla (ca. 1520), la conquista y
a los temores actuales de Dámaso Alonso. colonización del Nuevo Mundo era u n a "cosa castellana" y que, p o r lo
En última instancia, el cuadro ideológico que representan García mismo, no resultaba fácil pasar a América ni a los "extranjeros" (ara-
de Diego, Zamora Vicente y Gastón Carrillo es el siguiente: goneses, navarros, vascos o catalanes) ni a los españoles del n o r t e (ga-
1° A pesar de lo vasto del área colonizada y de la presencia en el? i llegos y leoneses) dado que su "castellanismo" jurídico se aceptaba a
de a b u n d a n t e s fronteras naturales, la América española no cayó —pa- regañadientes a diferencia del de los andaluces, puesto que los antiguos
sados los primeros años de la conquista— en la incomunicación total. reinos á r a b e s habían ido repoblándose d u r a n t e la reconquista con mi-
Para empezar, el espíritu aventurero de los colonizadores, su resis graciones de Castilla la Nueva. Además, la controvertida teoría del
tencia a la disciplina ("espíritu de iniciativa", si se prefiere) tanto con'-o " a n d a l u c i s m o " del español americano ha ganado en certeza con trabajos
la necesidad imperiosa de cambiar frecuentemente los asentamientos recientes: u n o de ellos es la prolija estadística de Peter Boyd-Bowman
h u m a n o s y realizar, entonces, verdaderas repoblaciones con "mocos >V que p r u e b a el alto porcentaje de andaluces entre los primeros coloni-
la t i e r r a " y nuevos inmigrantes —práctica cuya tradición se remonia zadores; o t r a es la observación acertadísima de Manuel Alvar sobre el
largo t i e m p o que los emigrantes sin recursos debían esperar en Cádiz
"Basta recordar como panorama, seguramente incompleto, la labor del Inst
y en p u e r t o s de. las islas Canarias h a s t a conseguir u n lugar en los bar-
de Filología de ¡a Universidad de Buenos Aires bajo la dirección de Ara; Vio cos con r u m b o a América. En el p r i m e r caso, el alto porcentaje de
Alonso desde 1927 hasta 1946; del Instituto Caro y Cuervo de Colombia, definir ¡v;i andaluces, p r o b a d o minuciosamente, que llegó a América en los pri-
mente constituido en 1942, y el Centro de Estudios Lingüísticos y Literario;. . V meros tiempos de la colonización propiamente dicha atempera bastante
El Colegio de México, organizado por Amado Alonso y Raymundo Lida; los í i!.". el principio de la diferencia idiomática de los colonizadores mismos,
litutos de Filología de las Universidades de Chile y de San Marcos; el Insti t i l o
de Fitología Andrés Beílo de la Universidad Central, Caracas, Venezuela. según su origen regional, diferencia profunda d a d a p o r cierta en el pensa-
7
Gastón Carrillo Herrera, Ángel Roscnblat, Marcos Morínigo, Rodolfo O o/, miento de Bello y de Cuervo. La observación de M. Alvar tiene, en prin-
Rubén del Rosario, Luis Flórez, Lope Blanch, Luis Alonso, Berta Erna Vida! de cipio, u n sentido semejante al resultado de las estadísticas de P. Boyd-
Battini, Julio César Chávez, G. i,. Cuitarte, Ana Ma. Barrenechea, Graciela Pai.ni Bowman, pero va m u c h o más lejos: supone u n proceso de nivelación
de Nemes, Humberto Toscano.
8
Sobre este aspecto particular es útilísimo el detallado estudio de Paciencia
idiomática que comienza en España misma.
Onlañón Sánchez, La posible fragmentación cel español en América. Historia <h 3° E n cuanto a la diversificación que puede h a b e r provocado la inci-
un problema (tesis doctoral inédita presentaoa en la Facultad de Filosofía y I r
I i-as de la IINAM, 1967). dencia de diversos adstratos y sustratos en cada una de las principales
474 CARLOS MA(!IS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 475

zonas dialectales de Hispanoamérica, la situación merece u n a atención plantas y comidas típicas, y lo que es más significativo, no se h a com-
especial por lo compleja. De inicio no puede negarse, en cuanto prin- p r o b a d o incuestionablemente que se deba a los sustratos u n o solo de
cipio teórico, en efecto diversificador que pueden tener la supervivencia los fenómenos de los que hacen directamente a la estructura de la len-
de lenguas indígenas (sustratos) y la contaminación entre dos lenguas de gua; vale decir, modificaciones fonológicas, aunque puedan darse cam-
igual vitalidad ( a d s t r a t o s ) , ya sea por la proximidad geográfica de sus bios fonéticos y cambios radicales en el sistema morfosintáctico. Ahora
ámbitos naturales, ya sea por un activo intercambio socioeultural. Así y bien, a u n q u e nos adhiramos a la confianza en la estructura p r o p i a del
todo, en lo que toca a posible fragmentación del español americano español y a su fuerza de cohesión, no deja de extrañar que los sustratos
falta establecer el verdadero g¡ado de responsabilidad que han tenido no hayan tenido mayor incidencia, sobre todo en una lengua como la
estas dos fuerzas latentes. española de los siglos xvi y xvn, que aún necesitaba afirmar algunos de
Desde unes del siglo pasado hasta hace poco tiempo, abundaron en- sus caracteres típicos. Ante este último problema, Ángel Rosenblat pu-
sayos sobre la influencia de las lenguas indígenas y su supervivencia blica t a m b i é n en Presente y futuro de la lengua española un espléndido
en el español hispanoamericano. Su enfoque era principalmente lexico- ensayo, "La hispanización de América: el castellano y las lenguas indí-
lógico; de aquí que j u n t o con esos ensayos menudearan también discu- genas desde 1492", b a s a d o en inteligentes relaciones entre historia, cul-
tibles "diccionarios de americanismos".'' Casi todos estos trabajos, de tura y lenguaje, da razones fehacientes de la limitación o inhibición de
criterio impresionista —realizados tanto por españoles como por his- los sustratos para c o b r a r toda la importancia que pudieron tener.
panoamericanos—, cayeron en la caza de indigenismos con la conse- Por su parte, también los adstratos (en particular galicismos adopta-
cuente deformación de la realidad idiomática. Deformación debida, dos d u r a n t e la segunda mitad del siglo xix y anglicismos incorpo-
primero, a la lalta de evaluación concreta del uso mismo, pues se mez- rados desde principios de nuestro siglo), parecen tener mucho peso en la
claron voces de dilusión general y voces conocidas sólo por eruditos, al diversificación del español americano si los anotamos aisladamente.
mismo tiempo que se equiparaban la importancia de los campos se- Para empezar, la proximidad geográfica y las relaciones socioculturales
mánticos sin considerar que la toponimia, el campo de los enseres han tenido diferentes efectos en el ámbito hispanoamericano: todavía
familiares y comidas típicas o el campo de especies vegetales y animales hoy p r e d o m i n a n los galicismos en la cuenca del Río de la Plata y Chile,
típicas de una región no son una pauta del mismo nivel que el léxico mientras que los anglicismos son m á s abundantes en el resto de His-
correspondiente a labores, actitudes y abstracciones del hombre en sí. panoamérica. Además, en la cuenca rioplatense y en Chile, a diferencia
Además la caza de indigenismos llegó a extremos insospechables: la de los galicismos, los anglicismos se han naturalizado en líneas gene-
filiación como elemento de s u s t r a t o de voces de origen incierto ("cogo- rales, o bien con su forma original o bien de acuerdo con la castella-
te", por ejemplo) o arcaísmos —al menos por la forma si no por el nización de su ortografía, más que de acuerdo con su pronunciación.
sentido actual— de vieja data en el español peninsular (frazada, "man- Así, junto a restorán, te danzan, chofer, tualé, nos encontramos con
ta"; gachupín, "inmigrante español"). En cambio, los estudios modernos fútbol, turf, trust, bóleybol. Fuera de estas leves variantes regionales, lo
interesados por todos los aspectos de la lengua, muestran que los sus- que hace al fenómeno en sí, es decir a la presencia de " p r é s t a m o s " y
tratos tienen menos importancia de la que se creía en la diversificación de "calcos lingüísticos", no son n a d a nuevo en la historia de la lengua
de las hablas regionales de Hispanoamérica y, por lo mismo, entre éstas española ya configurada como tal en el siglo xi. Por lo mismo, pocos
y el español peninsular.'" Es decir que fuera de las voces indígenas adop- o muchos, los extranjerismos no caracterizan el español de América
tadas forzosamente d u r a n t e la época de la conquista y principios de la (menos todavía cuando en España, particularmente en Madrid, es cada
colonización, ya sea porque designaban elementos totalmente desconocí vez m á s frecuente escuchar hoy en día aparcar, elevador, snak bar, ves-
dos (chocolate, maíz, tapir, jicara), ya sea porque daban n o m b r e p i e tido o traje prét-á-porter, degustación) ni representan u n relajamiento
ciso a realidades relativamente similares a las conocidas en España de la lengua. Se t r a t a en realidad de un fenómeno internacional y así
(huracán, torbellino; sabana y pampa, llano; molcajete, m o r t e r o ; pon hay que t o m a r l o sin que esto sirva de excusa o condescendencia total
cho, sarape y jorongo, m a n t e o ) , las voces indígenas tienen en realidad e indiscriminada. E n resumen, tampoco los a d s t r a t o s han sido de ver-
un porcentaje mínimo, fuera de los campos semánticos de animales, dad u n factor de diversificación profunda entre el español peninsular
y el español americano ni entre las diversas hablas de Hispanoamérica.
•'Véase el llamado de atención de Miguel Toro y Gishert en Americanismos. 4? Por último, al revalorar la diferencia cronológica en la coloniza-
París, Librería Paul Ollendorfs, s. I".
"'Como ejemplo, véanse los trabajos de Rubén del Rosario (El español <!,- ción intensiva de las zonas del nuevo m u n d o , así como la diversidad
América, Sharon, Conn., Troutman, 1970), .!. M. Lope Blanch (El español de Auu en el desarrollo cultural de los diferentes centros de expansión coloni-
'rica, Madrid, Alcalá, 1968, "Estado actual del español en México", en Presente \ zadora y, p o r ende, lingüística, deben tenerse en cuenta ciertos factores
futuro de la lengua española i, Madrid, Cultura Hispánica, 1964, y Lé.\ieo indi que anulan la similitud aparente de la "castellanización" de América
f.ena en el español de México, VA Colegio de México, 1%')).

J
UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 477
476 CARLOS MACIS
Esta revisión resume las ideas fundamentales de la mayoría de los lin-
y la "latinización" de todo el imperio romano. Factores que en lugar güistas contemporáneos y pone en su punto la polémica a que dio lugar
de impulsar la fragmentación han sido agentes de la. nivelación de la la tesis de Rufino J. Cuervo y la réplica de Juan Valera.11 Polémica que
lengua: duró tres años y en la que también intervino Miguel de Unamuno, pala-
* En primer lugar, la conquista definitiva del imperio fue el resul- dín de la confianza en el futuro de la lengua española y de la libertad
tado de una expansión en abanico con el centro en Roma, la an- idiomática entre los intelectuales españoles. El maestro colombiano pre-
tigua ciudad-estado que duró varios siglos. En tan largo periodo sentó argumentos que en su tiempo parecieron más científicos que las in-
pudieron echar raíces profundas en las diversas regiones, coloniza- tuiciones de Valera y las explosiones emotivas de Unamuno; pero el tiem-
das con serias diferencias cronológicas, importantes agentes de di- po y los estudios más recientes dan la razón a los escritores españoles.
ferenciación profunda del latín: el estado de evolución en cada En el fondo, el error de Cuervo fue resultado del mecanicismo positi-
momento, la di versificación según los estatutos socioculturales y, vista de su época. En otras palabras, al comprobar abundantes dife-
finalmente, el latín macarrónico de los últimos conquistadores, ori- rencias idiomáticas en el habla de varios países hispanoamericanos lo
ginarios de regiones recientemente latinizadas. Además, la densi- mismo que entre el español de América y el de la península —diversidad
dad de la población de ciertos centros "bárbaros" hizo que su len- que todavía preocupa a algunos lingüistas—, cayó en la trampa de equi-
gua sí resultara un sustrato o un adstrato de consideración. En parar estrechamente situaciones superficialmente similares entre las
cambio, la conquista y primera colonización de América duró ape- condiciones del latín en la Romanía y las del español en el mundo del
nas algo más de cincuenta años, dado que se realizaron como ac- siglo xix, sin cobrar conciencia de los anacronismos que implicaba la
ción conjunta de varias corrientes migratorias ingresadas al con- identificación, sin revisar atentamente la serie de fenómenos peculiares
tinente por diversas rutas. Esta diferencia esencial sumada a !a de la colonización española que atemperan o anulan definitivamente las
proliferación y agilidad de los nuevos medios de transporte —en posibles causas de diversificación lingüística.
comparación, se entiende, con los habituales en la época romana— El primer volumen de Presente y futuro de la lengua española (dedi-
y la movilidad de los conquistadores y colonizadores de primera cado precisamente a la situación actual del español) recoge en sus
hora, a la que ya he aludido, resultaron ser más agentes de nive- primeras secciones, El español americano y El español en la Argentina,
lación natural del español que factores de disgregación. estudios de dialectólogos hispanoamericanos que analizan el español
* Es cierto que durante toda la colonia hubo zonas que coincidían hablado actualmente en Colombia (Luis Flórez), México (Juan M. Lope
normalmente con la división político-administrativa, cuya produc- Blanch), Chile (Rodolfo Oroz), Ecuador (Humberto Toscano), el Para-
ción económica (explotación de minerales) atrajo a lo más granado guay (Luis de Gásperi), Costa Rica (Arturo Agüero), Puerto Rico (Ru-
de la sociedad española y también hombres de aventura que, enri- bén del Rosario) y la Argentina (Berta Elena Vidal de Battini).
quecidos, dieron a las capitales de virreinatos y gobernaciones un Como era de esperar por tratarse de estudios dialectales, los auto-
tono de vida aristocrático, mientras que las zonas sin interés eco- res hacen notar las peculiaridades léxicas, fonéticas y morfosintácticas
nómico quedaron rezagadas y sus capitales fueron durante mucho de las hablas analizadas. Aun así, en el momento de la valoración de-
tiempo simples aldeas. Compárese la diversificación de las estruc- finitiva del estado actual de éstas, los especialistas —a excepción de L.
turas socioculturales entre las ciudades privilegiadas como México, de Gásperi, que guarda ciertas reservas respecto del futuro del espa-
Lima o Antigua (primera capital de Guatemala) y ciudades pobres ñol en Paraguay, el único país perfectamente bilingüe de América—
como Buenos Aires, Asunción o Santiago de Chile. Con todo es sa- señalan, con mayor o menos énfasis en cada caso, su tendencia a la
bido que, según el espíritu de la colonización española, cualquiera nivelación dentro de lo que hemos llamado "el español de América" e,
fuera el nivel económico de las divisiones político-administrativas inclusive, dentro del "español general" (en cuanto planos paradigmáti-
era preocupación seria de la Iglesia y la Corona la creación de cos); nivelación que resulta notable sobre todo en el habla de las cla-
universidades o centros de estudios superiores. Al mismo tiempo era ses cultas.
preocupación seria de los españoles radicados en América, aunque Pues bien, si los investigadores citados reconocen la inclinación ac-
sólo fuera por el prestigio social, la de hacer que sus hijos se edu- tual de las hablas regionales a la unidad lingüística, a pesar de las pe-
caran en estos centros americanos o, si era posible, en universidades culiaridades propias de cada una de ellas, tal reconocimiento implica
españolas. El resultado de esta preocupación general fue otro factor que estos investigadores —estudiosos representativos de la nueva filen
de migraciones, especialmente desde el siglo xvni, que promovió la logia hispanoamericana— han dejado de lado el "purismo". Dicho de
nivelación —ai menos en las clases acomodadas— de la lengua espa-
11
ñola, en vez de provocar la fragmentación que seguramente hubiera Véase Memorias del Primer Congreso de Academias de la Lengua, Madrid,
resultado del aislamiento franco. 1952, y el importante análisis de Paciencia Ontañón Sánchez, op. cit., pp. 162-163.
478 UNIDAD Y DIVERSIDAD DEI. ESPAÑOL 47')
CARLOS MACIS

otro modo, han abandonado el criterio de "corrección" por el de "pro- que purismo, advertimos dos vertientes según la vehemencia del anti-
piedad", "casticismo" o "ideal de lengua", según los casos. Han aban- purismo y según sus argumentos radicales. En la primera de ellas están
donado la rigidez academicista por el reconocimiento de la flexibilidad dos conocidos hombres de letras, Sarmiento y Unamuno, quienes re-
natural del español en cuanto sistema lingüístico, junto con la acepta- presentan la postura más radical: una extrema libertad idiomática apo-
ción de la validez que tienen las normas cultas de los diversos países yada 5a más de las veces en razones extralingüísticas.
o zonas dialectales en cuanto manifestaciones varias de un mismo ideal Sarmiento tuvo siempre, como maestro, como escritor e incluso como
de lengua. estadista, una indiscutible preocupación por el lenguaje; pero en su po-
En el fondo, esta concepción actual no tiene nada de heterodoxa, si lémica con Bello (1842), o mejor dicho con los discípulos de Bello —el
repasamos con cuidado hitos fundamentales de la actitud más tradicio- gran maestro prefirió mantenerse a distancia—, las cuestiones filoló-
nal ante la lengua. Para empezar, el objetivo de Nebrija al redactar su gicas fueron en gran parte una excusa para enrostrarle a Bello y a los
gramática fue el de darle unidad a la lengua culta (en especial a la jóvenes intelectuales chilenos lo que él creía que era un desconocimien-
lengua escrita) como reza el prólogo del Arte de la lengua castellana y to imperdonable del romanticismo (como escuela literaria y como línea
no el de ponerle cortapisas y vallas a un dialecto peninsular en expan- de pensamiento, estrechamente vinculado a la emancipación mental de
sión. En el Siglo de Oro los grandes escritores fueron celosísimos de Hispanoamérica) y para enrostrarles también la prudencia y templanza
su originalidad (libertad) en el uso de la lengua, lo cual dio lugar a que recomendaba Bello, actitud que Sarmiento interpretó —con su co-
no pocos ditirambos entre unos y otros. Además, el descubrimiento nocida vehemencia— como indiferencia o, peor aún, resistencia pasiva
del "cultismo" como recurso expresivo no tiene nada que ver con el frente al cambio de las estructuras sociopolíticas. Por su parte, Miguel
"casticismo" en sentido estricto. Más tarde sólo el afrancesamiento de de Unamuno y Amado Alonso denuncian el purismo de la Academia
la cultura, promovido por los primeros borbones y el consecuente pres- como un abuso de autoridad, puesto que desconoce y discrimina el
tigio del academicismo (Real Academia Española) así como la difusión habla urbana culta y la sabrosa lengua rural de la inmensa mayoría de
de preceptivas (Boileau Luzán) y la vigencia de corporaciones erigidas los hispanohablantes, ya sean de la península, ya sean de Hispanoamé-
en arbitros del cumplimiento del precepto (o lema, si se quiere) "lo rica. Y los rechaza porque son o bien "vulgarismos" o bien "arcaísmos"
bello y lo útil", pudieron imponer, durante el siglo xviu y parte del XTX, o bien "neologismos" en el habla de Madrid. Con esto, los académicos
el tabú del "purismo". Con todo, no faltaron en el mismo "siglo de las más autoritarios manifiestan un desconocimiento, real o malicioso, del
luces" visiones realistas del dinamismo natural de la lengua y del funcionamiento de su propia lengua; esto es, de las diferencias irrele-
derecho y hasta la necesidad intelectual de la libertad idiomática. vantes que se dan en los tres ejes del diasistema: el "eje diatópico"
(línea de variantes legítimas, de acuerdo con el ideal de lengua, entre
Ya en la misma época de la aparición del Diccionario de autoridades,
dos o más hablas regionales), el "eje diastrático" (los niveles de lengua
el padre Feijoo, ejemplo de crítica contra toda falsificación y gazmo-
—culta, media y vulgar—, con su movilidad y cruce, que interesan prin-
ñería en su tiempo, se permitió decir: "¡Pureza! ¡Antes se debería lla-
cipalmente en la visión "sintópica" pero también en el análisis "dia-
mar pobreza, desnudez, miseria, sequedad!"
tópico) y el "eje diacrónico" (diversidad cronológica en la vigencia de
Más tarde, el cambio acelerado de las ideologías (el romanticismo elementos léxicos: en un caso, se trata de elementos léxicos o morfo-
con su rebeldía típica, la afirmación orgullosa de los "caracteres na- sintácticos que desaparecidos ya en una de las zonas dialectales sigue
cionales" después de la emancipación y, finalmente, el afán de moder- teniendo gran vitalidad en otra o en otras y, por lo mismo, no pueden
nidad e inclusive de universalidad), inspira juicios que desde el segundo calificarse sin más de "arcaísmos"; en el segundo caso, se trata de pala-
o tercer decenio del siglo xix ponen en entredicho el purismo como un bras recién incorporadas a una de las hablas regionales, aunque, ya
principio que, además de falso, tiene efectos inhibitorios sobre el ha- habituales en otras zonas dialectales; y, como en el caso de los "arcaís-
blante y esclerosantes en lo que toca a la lengua misma. Así, en 1830, mos", estas innovaciones no pueden calificarse de "neologismos" sin
Bartolomé Gallardo afirma: "El español que antes presentaba una ri- un estudio comparativo previo). Además, para estos dos críticos del pu-
queza inmensa... se ha empobrecido en términos que apenas se le rismo academicista, ya sea que se trate del rigor de los académicos
reconoce." mismos, ya sea que se trate del fetichismo que padecen sus más devotos
Con esta perspectiva, desde el segundo tercio del siglo pasado arre seguidores, no es otra cosa que pereza mental o, lo que es peor aún,
ciaron, tanto en Hispanoamérica como en España, las censuras contra prueba de cerrazón obstinada a la modernidad. Con este criterio, Una-
la rigidez de la mayoría de los académicos españoles. Curiosamente, en muno escribió en Contra el purismo (1903):
este caso no sólo han intervenido lingüistas especializados sino también
conocidos escritores en un amplio porcentaje. Curiosamente también,
en el haz de juicios adversos al entonces llamado "casticismo" más
480 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 481

Hay que volver a levantar voz y bandera enfrente y en contra del purismo cista, la de querer a c o m o d a r la lengua viva al Diccionario q u e debería
casticista, de esa tendencia que [... ] es en realidad solapado instrumento ser, precisamente, u n reflejo de esta lengua y no u n museo de voces
de todo género de estancamiento espiritual; y, lo que es peor aún, de reac- que en gran parte no tienen de verdad vigencia p a r a todos ios hispano-
ción entera y verdadera. El más claro testimonio del enorme yermo de deca-
dencia y de ramplona fruslería porque atraviesa el seudopensamiento espa- hablantes. Finalmente, Rosenblat se hace la pregunta de fondo:
ñol contemporáneo nos lo da la extensión alarmante que van tomando las
disputas gramaticales y el insustancial ojeo de gazapos de lenguaje. Cuando . . . ¿ q u é quiere decir pureza castellana? El castellano es un idioma evolu-
se pierde la fe, se cae en la superstición; cuando se secan las ideas, quedan cionado que adoptó elementos ibéricos, visigóticos, árabes, griegos, franceses,
sus coberturas. italianos, ingleses y hasta indígenas de América. ¿Cómo puede hablarse de
pureza castellana, o en qué momento podemos fijar el castellano y pretender
que toda nueva aportación constituye una impureza nociva?
Frente a estos juicios terminantes, basados principalmente en argu-
mentos relacionados con la actitud mental, tenemos u n corpus de in-
A la que él m i s m o contesta:
terpretaciones menos dogmáticas y más equilibradas, que se mantienen
m á s cerca de la cuestión lingüística en sí. E n t r e los representantes de La llamada pureza es en última instancia una especie de proteccionismo
este equilibrio entre los excesos del p u r i s m o y de la extremada libertad aduanero, de chauvinismo lingüístico, limitado, mezquino y empobrecedor,
idiomática figuran importantes hombres de la filología contemporánea: como todo chauvinismo.
Vicente García de Diego, Alfonso Zamora Vicente, Fernando Lázaro Ca-
r r e t e r (entre los españoles) y Amado Alonso, Ángel Rosenblat, Félix Finalmente, el llamado de atención de Rosenblat linda sobre el con-
Restrepo, Pedro Roña, Gastón Carrillo Herrera, Juan M. Lope Blanch, cepto de " p u r e z a " con la preocupación generalizada por definir los
Guillermo L. Guirarte (entre los filólogos de Hispanoamérica); también conceptos utilizados p a r a no seguir cayendo (corno Unamuno, por ejem-
figuran en esta vertiente u n buen n ú m e r o de escritores (ensayistas, na- plo) en ambiguas denominaciones del tipo " p u r i s m o casticista". Para
r r a d o r e s y poetas) de varias épocas: Juan Montalvo, Ricardo Palma, Lázaro Carreter, purismo y casticismo son dos planos distintos con u n a
Manuel González Prada, Amado Ñervo, Jorge Luis Borges, Germán arista c o m ú n : "la seguridad de que la lengua española está formada y
Arciniegas, José C. Mariátegui, Dardo Cúneo, José Lezama Lima. de que posee suficiente abundancia de vocablos. Pero m i e n t r a s en la
E n líneas 'generales, la crítica al purismo de los intelectuales citados vertiente casticista se pugna por actualizar los procedimientos lingüís-
resultó m á s objetiva y equilibrada, puesto que hicieron hincapié prin- ticos tradicionales, m á s o menos olvidados, en la purista se levanta u n
cipalmente en el c o m p o r t a m i e n t o lingüístico real y, además, mantuvie- obstinado m u r o , que opone su intransigencia a la m e n o r penetración de
ron u n sensato equilibrio al tener no sólo en cuenta los desaciertos del neologismos." Luis Flórez habla de corrección y propiedad, sin asomos
prejuicio purista, sino t a m b i é n los peligros de una extremada libertad de nacionalismos o preeminencias regionales: "La propiedad del decir
idiomática, válida únicamente en cuanto idiolecto típico de un escritor es una adecuación interna de la frase al pensamiento que se h a querido
y no como n o r m a general de todos los hispanohablantes. expresar; la corrección es u n a adecuación externa a las formas admiti-
P a r a empezar, Amado Alonso es un puente de unión entre las dos das como las mejores." Así, aun c u a n d o utiliza el término "corrección",
actitudes. En algún m o m e n t o llega a colocarse muy cerca de Sarmiento evitado actualmente p o r los lingüistas dada su connotación, Luis Flórez
y de U n a m u n o : da a este vocablo el sentido de ideal de lengua (modalidad idiomática
que se t o m a como modelo digno de ser i m i t a d o ) , que es el concepto
. . . en todo tiempo el libre y ágil manejo del idioma es un capital elemento clave de la lingüística hispánica m o d e r n a p a r a dirimir el conflicto entre
formativo de la mente de cada uno. Que dentro de las posibilidades de el p u r i s m o y la peligrosa libertad ilimitada.
cada individuo, encanijamiento idiomático es encanijamiento mental, y, al En c u a n t o a la intervención de los escritores, b a s t e por ahora la de
revés, desenvoltura idiomática es desenvoltura mental.
Ricardo Palma, i m p o r t a n t e p o r q u e a pesar de que representa las corrien-
tes del c o s t u m b r i s m o y realismo literarios en América —escuelas a las
Así y todo, esta referencia a la libertad intelectual no es —en el con- que se h a i m p u t a d o bastante responsabilidad en la diversificación del
texto de su o b r a — el p u n t o de partida, sino u n corolario. español americano—, su crítica hace pie en fenómenos lingüísticos y
A G. Diego, A. Z a m o r a Vicente y Jorge Luis Borges les ha preocupado sólo toca en segundo t é r m i n o — c o m o en el caso de Amado Alonso—
especialmente el p u r i s m o que desconcierta y hasta inhibe a los escrito- las consecuencias de carácter político que tiene la errónea perspectiva
res demasiado atentos a los dictados de las academias y termina p o r de la RAE, o mejor dicho que esta perspectiva tenía hacia fin de siglo.
falsear su m o d o de expresión. Por su parte, V. García de Diego y Ángel En resumen, en su libro Neologismos y americanismos (1896), Ricardo
Rosenblat estudian casos concretos de la intransigente actitud academi- Palma denuncia, p a r a empezar, la incongruencia de la Academia al
482 CARLOS MACIS
UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL. ESPAÑOL 483
admitir "provincialismos de Badajoz, Albacete, Zamora, Teruel, etc., etc.,
la baícanización política, en la mayoría de los países recién nacidos el
voces usadas sólo p o r 300 000 o 400 000 peninsulares, y es intransigente
desarrollo de la lengua t a n t o como el de la literatura fue u n a p a u t a
con neologismos y americanismos aceptados por más de cincuenta mi-
del grado de "liberación".
llones de seres que en el m u n d o nuevo nos expresamos en castellano".
Incongruencia e intransigencia que para Ricardo Palma encarna con Así pues, el peligro de una m a r c a d a fragmentación dialectal —cuyo
mayor influencia práctica que las proposiciones de algunos americanos, futuro h u b i e r a sido imprevisible— existió de hecho desde la emanci-
el separatismo y el chauvinismo de los académicos que siguen pensan- pación de la Corona española hasta bien entrado el siglo xxx; y esto no
do, como "Clarín": "los amos de ia lengua somos nosotros". Así pues, t a n t o p o r la acentuación espontánea de las diferencias en los tres ejes
el reproche de fondo que Palma hace a los intelectuales españoles queda del "diasistema" de la lengua española, como por especiales manifes-
condensado en estas palabras: taciones del americanismo tal como fue concebido por los intelectuales
y políticos hispanoamericanos —división de verdad impracticable has-
El lazo más fuerte, el único quizás que, hoy por hoy, nos une con España ta 1880 p o r lo m e n o s — q u e orientaron la evolución cultural. America-
es el idioma. Y sin embargo, es España la que se empeña en romperlo, nismo tan discriminatorio p o r m o m e n t o s como las reliquias del "impe-
hasta hiriendo susceptibilidades de nacionalismo. rialismo" español, al ser exacerbado p o r el paternalismo anacrónico e
irritante c u a n d o no la crítica ofensiva de buen n ú m e r o de intelectuales
españoles, de aquellos q u e siguieron pensando, con Clarín, "los a m o s
de la lengua somos n o s o t r o s " .
3 . LA ALTERNATIVA KNTRH " D H P F . N D F . N C I A Y LIBERACIÓN" En o t r a s palabras, es necesario r e c o r d a r que en Hispanoamérica se
ha dado un complejo proceso: la ruptura y reanudación de la tradición
El P r i m e r Congreso de Academias de la Lengua Española (México, lingüística, de que nos habla Amado Alonso. Un proceso en el cual la
1952) fue convocado de m u t u o acuerdo entre las academias americanas morfología cultural, la lengua cotidiana y el ideal de literatura guar-
correspondientes y la Real Academia Española. Por lo mismo, resultó dan una constante y activa interacción y cuyas alternativas h a n mos-
en extremo sorprendente que al iniciarse las sesiones fuera presentada trado Pedro Henríquez Ureña y Ángel Rosenblat: el primero, en un
una terminante propuesta de r u p t u r a definitiva con la RAí;: breve ensayo sobre las líneas generales, "El descontento y la p r o m e s a "
y el segundo, en varios estudios b a s t a n t e detallados y, explicablemente,
Es de recomendar, y se recomienda, que las academias americanas y fili- de mayor actualidad: Lengua y cultura de Hispanoamérica (1933), Na-
pina correspondientes de la RAL:, renuncien a su asociación con esta última turalidad y afectación (1939), Montalvo y los capítulos que se olvida-
y asuman así de lleno la autonomía de que no deben abdicar y la persona- ron a Cervantes (1944), Lengua literaria y lengua popular en América
lidad íntegra que les es inalienable. (1969), El castellano de España y el castellano de América: unidad y
diferenciación (1962).
La propuesta no prosperó. Con todo, líos interesa tener - presente, d a d o De acuerdo con las observaciones de estos tres filólogos ha sido po-
el objetivo de fondo de esla revisión —las ideas en Hispanoamérica sible distinguir tres m o m e n t o s capitales en la teoría y la práctica de la
sobre unidad y diversidad de la lengua—, que varios representantes de "liberación m e n t a l " y lingüística. Tres m o m e n t o s q u e son etapas pro-
las academias americanas apoyaron la propuesta con argumentos que gresivas del fenómeno y, a la vez, diversos puntos de vista o concepcio-
en resumen responden a reacciones contra posibles "sedimentos de co- nes de la liberación misma: l" la b ú s q u e d a de la "expresión americana";
loniaje cultural".
2" la conciencia de madurez intelectual y derecho a la " a u t o n o m í a " , y
Actitudes como ésta pueden sorprendernos en extremo si p e n s a m o s 3" la reacción contra los nacionalismos en beneficio de la saludable
sólo en el espíritu de conciliación con que se organizó el congreso y el aceptación n a t u r a l de la unidad en lo vario.
extendido interés general de encauzar la lengua en un cauce común,
sin nacionalismos; pero no nos a s o m b r a tanto si pensamos también
en la disyuntiva entre dependencia y liberación, que preocupa honda-
a ] En busca de la "expresión americana"
m e n t e a los hispanoamericanos desde fines del siglo XVIII y que aun
después de la r u p t u r a con la Corona española los ha seguido preocu-
p a n d o por razones bien conocidas. Más a ú n : bien puede pensarse que E n c o n t r a r u n modo de expresión que revele y encarne la entidad real
no era ésta la ocasión más o p o r t u n a p a r a la reafirmación de autono- del m u n d o americano —paisaje y pensamiento, vida y costumbres, sen-
mía cultural y política; pero no olvidemos que casi inmediatamente timientos y morfología cultural—, así como los caracteres de este m o d o
después de las luchas por la independencia y su consecuencia inmediata, de expresión, ha sido p a r a los escritores e intelectuales hispanoameri-
canos un problema urgente desde los primeros tiempos de la indepen-
484 CARLOS MAGIS
UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 485
12
dencia de la Corona española hasta nuestros días o poco menos. Con
todo, el momento más intenso y representativo de este afán va de 1815 se inspira, con sujeción estrecha, en los poemas de los españoles que
a 1880 aproximadamente. Y en este lapso se dan dos fases: la primera exaltan el movimiento del 2 de mayo.
correspondería a lo que P. Henríquez Ureña llama "descontento" y la Si pasamos a las grandes figuras por su trascendencia continental
segunda a lo que para este crítico es una forma de "la promesa". (Bello, Olmedo, Heredia) la situación no cambia. De las poesías de An-
drés Bello, la Agricultura en la zona tórrida (1826), salvo los raros
Americanismo temático y tradicionalismo formal momentos en que parecen hacer vibrar al autor ciertas peculiaridades
Parte de la primera literatura revolucionaria e inclusive de la produc- del paisaje, es un poema destinado a la propaganda de las posibilidades
ción literaria inmediatamente posterior muestra precisamente el des- económicas de la "zona tórrida", dirigida especialmente al mundo eu-
encuentro entre el tema y el lenguaje. ropeo, sin que se adviertan cambios en la estructura mental ni en el
Se ha dicho, seguramente con el inconsciente afán de que fuera cier- lenguaje poético tradicional; es decir, que perdura el virgiliano tenor neo-
to, que la oda Al majestuoso Paraná y el drama Siripo (cuyo texto com- clásico, junto con el presupuesto estético de "lo bueno y lo útil". La
pleto se ha perdido) son expresiones literarias en las que se sienten Alocución a la poesía (1823) es, por su parte, la profesión de fe ameri-
las vibraciones primeras del "alma americana"; pero en estas dos obras canista de Bello, sin que tampoco cambien en ella el modo de expresión
del bonaerense José Manuel de Lavarden (1754-1809), fuera de los nom- típico de la poesía española de su tiempo.
bres indígenas (topónimos y antropónimos) o de ciertas referencias al José Joaquín de Olmedo y José María Heredia siguen en la línea de
paisaje que resultan más realistas y convincentes que las estereotipias Bello a pesar de que el segundo es uno de los primeros poetas tenta-
dieciochescas, se quedan en la lengua y los tópicos neoclásicos: la "oda dos por la renovación romántica. Salvo el énfasis que ambos escritores
es un poema alegórico-didáctico, mientras que el Siripo es versión de ponen en la historia y en el paisaje de Hispanoamérica, no hay en 3a
una leyenda regional que viene de los primeros cronistas (los amores obra de ninguno de los dos rasgos de lo que podemos llamar la "ex-
de una española, Lucía Miranda, con un cacique indio, Siripo) en las presión americana". Así La victoria de Junin, la obra máxima de Olme-
que el protagonista resulta espejo de caballeros y de enamorados. Poco do, hace de Bolívar un héroe de la época renacentista, con visible he-
más tarde, en plena época revolucionaria, surgen escritores que parecen, rencia de Herrera. A su vez, los poemas más celebrados de Heredia,
a primera vista, haber renovado la expresión literaria. Juan Cruz Vá- Niágara (1825) y En el teocalli de Cholula (1832), por más que en ellos
rela (1794-1839), nacido también en Buenos Aires, es quizá el poeta se advierta la influencia romántica, ésta no es otra que la voz de los
de mayor sensibilidad y capacidad expresiva de la cuenca rioplatense prerrománticos españoles (Meléndez Valdez, Quintana y Nicasio Galle-
y de más amplio registro: su poesía comprende desde la vena amato- gos) . De este modo, aun cuando los aspectos temáticos de su poesía
ria (incluso erótica) hasta la poesía "civil" —el elogio del espíritu pro- hacen sospechar la lectura de Chateaubriand y de Volney y su prosa
gresista de los primeros gobiernos revolucionarios— y la poesía "épica" (ensayos y crítica literaria) da fe del conocimiento de Rousseau y
—memoria de los triunfos militares—, pasando por una poesía de la Byron, ninguno de estos autores citados lo impulsó a la renovación
naturaleza que despertó el entusiasmo de los primeros "americanistas" de las estructuras mentales ni al cambio del modo de expresión que lo-
del Río de la Plata. Con todo, educado en la adhesión firme a los cá- graron por la misma época otros escritores hispanoamericanos.
nones neoclásicos, en ninguna de las corrientes citadas dejó de ser un
eco de la poesía peninsular, salvo la relativa originalidad temática. En Americanismo integral
una parecida incoherencia cayó Esteban de Luca (1786-1824): su poesía Al mismo tiempo que se da el americanismo temático sin renovación
"patriótica" —propaganda de la revolución y de los triunfos militares— real de la expresión, algunos escritores bastante conocidos se erigen, a
veces sin conciencia clara de las propuestas de revolución cultural, en
12
Emilio Carrillo, La literatura de la Independencia, Buenos Aires, EUDEBA, 1964. representantes de la rebeldía contra los cánones de la expresión escrita
José Lezama Lima, La expresión americana, Madrid, Alianza Editorial, 1969. José todavía vigentes en su tiempo. Entre estos escritores, los más represen-
Carlos Mariátegui, "El proceso de la instrucción pública" y "El proceso de la tativos son Lizardi, Hidalgo y Sarmiento.
literatura", Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Lima, Amauta, En relación con la época en que vivió (1776-1827), José Joaquín Fer-
1928, Dardo Cúneo, Aventura y letra de la América Latina, Caracas, Monte Ávi-
la, 1975. Félix Weinberg (ed.), El salón literario, Buenos Aires, Hachette, 1958 (Re- nández de Lizardi fue un hombre de avanzada. El haz de sus ideas
sumen sobre el salón literario de 1837, Tertulia de los miembros de la generación fundamentales responde al paso de la Ilustración al liberalismo; el len-
de mayo, 8 textos de sus principales representantes: Marcos Sastre, Juan Bau- guaje de sus obras literarias —en particular el hilo de la acción en
tista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría...). R. Palma, America- su novela El Periquillo Sarniento— tiene un sello original: la coheren-
nismos y neologismos, Lima, 1896. M. González Prada, "El problema de la lengua
americana", Ensayos escogidos, Lima, Ed. Universo, 1970. cia entre la palabra y el mundo que presenta. Es un lugar común de la
ciíiica que el valor ele la novela desmerece por las constantes digre-
486 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DUI. IÍSPAÑOI. 487

siones didáctico-moralizantes y por una lengua descuidada que revela ciones que ias modifican. El idioma de América deberá, pues, ser suyo
al periodista que fue en esencia Lizardi. L.a constante r u p t u r a de ía propio, con su modo de ser característico y sus formas e imágenes tomadas
acción con comentarios de los m á s variados asuntos d e m o r a el avance de las virginales, sublimes y gigantescas que su naturaleza, sus revoluciones
del argumento; pero constituye un documento de las lecturas de Lizardi y su historia indígena le presentan.
y, presumiblemente, de la burguesía intelectual mexicana, que son efi-
caces fermentos de la r u p t u r a , todavía tímida, con la tradición ideoló- Por último, y ésta es la razón de m á s peso — t a n t o , que casi r e s u m e
gica española "oficial". 13 En cuanto al lenguaje de la novela —sobre las anteriores—, el p u r i s m o no es m á s que el signo y a la vez la excusa
todo en los m o m e n t o s de acción novelesca—, hay menos descuido (a de una sociedad cuya lengua es una lengua m u e r t a en cuanto instru-
pesar de las declaraciones y pudores más o menos sinceros del autor) m e n t o de civilización, ya que "ni en política, ni en filosofía, ni en cien
que intención de fidelidad al mundo del Periquillo, lo cual justifica lite- cia, ni en artes es expresión del pensamiento propio ni vehículo de las
rariamente la abundancia de mexicanismos y un amplio aprovecha- ideas de n u e s t r a época". Y en lo que nos toca más de cerca, en 1870
miento de la lengua popular. En el caso de Bartolomé Hidalgo (1788- —cuando S a r m i e n t o es ya presidente de la República Argentina—, le
1822), no nos interesa su poesía "culta" sino el conjunto que componen escribe al ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela: "¿Cree V. E.
sus Cielitos y sus Diálogos patrióticos. Nos interesa no tanto porque la que se puede organizar y desenvolver sociedades civilizadas con una
lengua de sus poemas popularizantes sea la base de una "convención lengua que, por bella que sea, no es órgano de transfusión del pensa-
literaria" sino porque se trata tic un hombre culto que ha logrado ins- miento m o d e r n o ? [ . . . ] Necesitaríamos traducir al español dos mil
talarse, anímica y poéticamente, en la situación histórica y la condición o b r a s de las que caracterizan y constituyen la civilización m o d e r n a . "
espiritual del c a n t o r de "cielitos" y de los personajes de los "diálogos". Con esta visión del español peninsular —que con los años se haría
Y esto nos hace recordar el certero y ya clásico comentario de Borges: menos pesimista y la visión de lo que debía ser el español de Amé-
rica, s u m a d a s al entusiasmo por los valores culturales de E u r o p a , Sar-
Bartolomé Hidalgo descubre la entonación del gaucho. En mi corta expe- miento usé) y justificé) todo tipo de innovación lingüística, en especial
riencia de narrador he comprobado que saber cómo habla un personaje es los " p r é s t a m o s " y "calcos lingüísticos" del francés. Con ello se propuso
saber quién es, que descubrir una entonación, una voz, una sintaxis pecu
liar es haber descubierto un destino. llevar a la práctica la emancipación mental que buscaban los intelec-
tuales argentinos de la "generación del 37", con Esteban Echeverría a
En cuanto a Domingo F. Sarmiento (1811-1888), es el escritor hispa- la cabeza. Con todo, la postura de S a r m i e n t o resultó más radical que la
noamericano que mejor representa la corriente de la rebeldía. Y esto de Juan María Gutiérrez, quien al inaugurar el Salón literario de Marcos
no sólo por la lengua que predomina en sus ensayos y memorias, Sastre, p r i m e r reducto del grupo, expuso la necesidad de libertad idio-
como en el caso de Lizardi y de Hidalgo, sino también (y principalmen- mática en estos términos:
te) por las ideas explícitas en sus comentarios sobre la lengua española
y el ideal de la lengua hispanoamericana; comentarios que Ángel Ro- Nula, pues, la ciencia y la literatura española, debemos nosotros divorciar-
nos completamente con ellas. Quedamos aún ligados por el vínculo fuerte y
senblat ha revisado y sistematizado cuidadosamente en un curioso y estrecho del idioma; pero éste debe aflojarse de día en día, a medida que
sugestivo paralelo entre la actitud de S a r m i e n t o y la de Unamuno ante vayamos entrando en el movimiento intelectual de los pueblos adelantados
la lengua. El punto de partida de Sarmiento es el rechazo del "puris- de la Europa | . . . ] Pero esta importación del pensamiento y de la literatura
m o " p o r q u e es prejuicio de los " g r a m á t i c o s " —denominación que en europea no debe hacerse ciegamente, ni dejándose engañar del brillante
labios de Sarmiento tiene una connotación poco halagadora— por mo- oropel con que algunas veces se revisten las innovaciones inútiles y perju-
tivos muy ligados entre sí. El academicismo no hace o t r a cosa que im- diciales. Debemos lijarnos antes en nuestras necesidades y exigencias, en el
poner el ejercicio casi escolar de castigar y pulir la lengua hasta que estado de nuestra sociedad y su índole, y si hemos de tener una literatura,
ésta pierde toda vitalidad. Además, la lengua a m a n s a d a por el diccio- hagamos que sea nacional; que represente nuestras costumbres y nuestra
naturaleza, así como nuestros lagos y anchos ríos sólo reflejan en sus aguas
nario y la gramática de la RAE resulta totalmente ajena a las necesida- las estrellas de nuestro hemisferio.™
des expresivas de los hispanoamericanos p o r q u e resulta ser, j u s t a m e n t e ,
ajena a la realidad de América.
Ahora bien, antes de finalizar la revisión del movimiento de rebeldía,
I.os idiomas, en las emigraciones como en la marcha de los siglos, se tifien conviene hacer n o t a r que si bien casi todo el peso de esta actitud parece
ton los colores del suelo que habitan, del gobierno que rigen y las institu- haberse puesto en h o m b r e s de Buenos Aires, las circunstancias históri-
1
' Véase Germán Arciniegas, "El siglo xvm, nacimiento de un nuevo mundo", M
"Fisonomía del saber español: cuál deba ser entre nosotros", recogida en
liste pueblo de América, México, SepSetentas, 1974. Félix Weiiiberg (etl.), /;/ salón literario, Buenos Aires, Librería Hachette, 1958.
488 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 489

cas hicieron que su afán de emancipación mental y de libertad idiomá- Por el t o n o de estas páginas, González Prada no puede negar la super-
tica dejara de ser un a s u n t o nacional p a r a c o b r a r vigencia en u n a m p l í o vivencia del romanticismo tardío y los comienzos del modernismo. Más
sector de la América del Sur. Los jóvenes intelectuales argentinos vincu- preciso y directo es J u a n Montalvo. Los capítulos que se le olvidaron
lados a lo que fue sucesivamente el Salón literario de Marcos Sastre, a Cervantes, escritos prácticamente entre 1870 y 1875 son, a p r i m e r a
la Asociación de ía joven generación argentina y, finalmente, la Aso- vista, u n alarde de dominio de la lengua, pero en el fondo son apasio-
ciación de Mayo, hostigados por la desconfianza del dictador Juan Ma- nados jirones de su vida y su pensamiento. En el segundo plano lo que
nuel de Rosas, se vieron obligados a expatriarse y la mayoría de los más nos i m p o r t a a h o r a es que a diferencia de los románticos de su
" p r o s c r i t o s " siguió difundiendo en los países a donde los a r r a s t r ó la época, Montalvo no tuvo empacho en hacer público su a m o r a E s p a ñ a
suerte (Chile, Bolivia, Uruguay, Perú) los principios de emancipación y a su lengua. Así y todo, nada se parece menos a la prosa española
mental y de libertad idiomática. Tal es el caso de S a r m i e n t o en San- de 1870 que la prosa de Montalvo puesto que el escritor no es ni u n
tiago de Chile. purista ni u n seguidor escolar de los escritores peninsulares, sino que
busca ante todo la elaboración personalísima de la prosa con t o d o el
caudal literario de la lengua. Así, pues, no lo asustan ni los " a r c a í s m o s "
fe] Mayoría de edad y autonomía ni las voces regionales ni los galicismos cuando los cree necesarios p a r a
expresar cabalmente su experiencia intelectual y anímica.
Pasado el natural a r r e b a t o inmediatamente posterior a la guerra de Finalmente, ya casi en nuestros días, José Carlos Mariátegui en El
independencia, y el d e s l u m b r a m i e n t o aníe la "ciencia m o d e r n a " (léase proceso de la literatura, en Siete ensayos de interpretación de la realidad
la filosofía europea y las letras de Inglaterra y F r a n c i a ) , comienza a peruana (1928), publicó u n a aseveración que r o m p e totalmente con
notarse en Hispanoamérica la conciencia de la propia madurez intelec- n u e s t r o esquema de lo q u e fue la visión de la lengua de los americanos
tual y, con ella, la superación del hispanismo vergonzante. Es la época desde fines del siglo x i x hasta el p r i m e r tercio del siglo xx, o sea la
en que comienzan a aparecer juicios más ecuánimes que los de la parsimoniosa y n o enteramente general "reanudación de la tradición
p r i m e r a generación romántica sobre la cultura y la lengua heredadas. idiomática", dejando a salvo en el m a y o r grado posible la " a u t o n o m í a
En principio, esta revisión —hecha más generalmente p o r escritores regional o nacional": la entonación y el léxico característico t a n t o como
que por lingüistas— comienza a sustituir la voluntad de r u p t u r a p o r la la autodeterminación en el c a m p o cultural. Precisamente lo que nos
conciencia de " a u t o n o m í a " , y en más de una ocasión esta autonomía, sorprende en Mariátegui es la franqueza con que exalta las raíces es-
necesaria e indiscutible, deja a s o m a r el orgullo de h a b l a r español. Si pañolas y el poco m a r g e n que da a la autonomía, al hablarnos de la
recordamos los reproches de Ricardo Palma, su objeción al p u r i s m o literatura peruana:
académico se basa en que esta actitud rompe el único lazo que sobre-
vive entre América y España. La frase liene una entonación muy pro
La literatura nacional es en el Perú, como la nacionalidad misma, de irre-
xima a la nostalgia. Con m a y o r franqueza, Manuel González P r a d a nos nunciable filiación española. Es una literatura escrita y pensada en español,
dice en Ñolas acerca del idioma (1889) no solo de las virtudes del espa- aunque en los tonos, y aun en la sintaxis y prosodia del idioma, la influen-
ñol, sino también de la influencia nociva del academicismo y, por aña- cia indígena sea en algunos casos más o menos palmaria e intensa.
didura, de un ideal del "español de América":
Con toda su nobleza y buenos auspicios, esta "mayoría de e d a d " (en
El castellano se recomienda por la energía, como idioma de pueblo guerrero la que dejaba de ser necesario negar los orígenes p a r a afirmar la pro-
y varonil. Existe lengua más armoniosa, más rica, más científica, no más pia entidad) en algunos casos p u d o ser u n a r m a de doble filo: la con-
enérgica. Hoy nos sorprendemos con la ruda franqueza y el crudo natu-
ralismo de algunos escritores antiguos que !o dicen todo sin valerse de ciencia de madurez intelectual y de autonomía fomentó en algunos paí-
rodeos ni disimulos, y hasta parece que pasáramos a lengua extranjera cuan- ses, con diverso grado de intensidad y la superposición de diversas
do leernos a estos autores neoclásicos que usan una fraseología correcta y razones, el "nacionalismo lingüístico". Dos son sus manifestaciones prin-
castizo. [ . . . ] Aquí, en América y en nuestro siglo, necesitarnos una lengua cipales: el gusto p o r destacar las diferencias léxicas entre los escritores
condensada, jugosa y alimenticia como extracto de carne; una lengua fe costumbristas y el complejo asunto del "idioma nacional". Dos mani-
cunda como riego en tierra de labrar; una lengua que desenvuelva periodos festaciones que, de h a b e r respondido de verdad al c o m p o r t a m i e n t o idio-
con el estruendo y la valentía de las olas en la playa; una lengua demorrí mático general en los países en los cuales se presentaron con m á s én-
tica que no se arredre con nombres propios ni con frases crudas COIIM
juramento de soldado.1'' fasis, h a b r í a n dado la razón a Rufino J. Cuervo. Sin embargo, sabemos
bien que (a pesar de los temores de algún filólogo) el uso de la lengua
lr,
La cursiva es mía. rural o de la lengua u r b a n a de las clases marginadas, desde la litera-
490 CARLOS MACIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 491
tura costumbrista h a s t a la actualidad, es u n procedimiento p a r a "ca- de la interpretación de fondo: el español de los argentinos adolece de
racterizar" precisamente u n personaje o u n grupo especial. En lo que su propio origen (el español vulgar de colonizadores de muy baja ex-
hace a "idioma nacional" en lugar de "español", que se impuso p o r tracción social) lo m i s m o que de u n a marcada tendencia a la desvia-
muchos años como uso oficial, p u d o deberse, en principio —según lo ción del español de b u e n a cepa p o r la desidia con que se aceptan nue-
hacen n o t a r Amado Alonso y Ángel Rosenblat—, al deseo de evitar la ca- vos vulgarismos (el habla rural difundida por la literatura gauchesca)
lificación de español p a r a el habla propia. Con todo, en la Argentina e incluso elementos espurios (lunfardo y cocoliche). Con esto, la visión
la designación tuvo o t r o alcance. de Américo Castro linda con la interpretación de Abeille.
Ni lerdo ni perezoso, Borges replicó o p o r t u n a m e n t e a cada u n o de
En los últimos quince años del siglo xix y al principio del siglo xx se habla- estos ensayistas; anacrónico y muy pagado de su erudición el primero,
ba apasionadamente del idioma argentino, hasta que un señor francés, Lucien mal informado y poco serio —al menos en su estudio del español de la
Abeille, que lo quiso defender con aparato leórico, lo desacreditó del todo.1'1 Argentina—, el segundo. Es cierto que en los dos casos Borges se dejó
llevar p o r la mal disimulada irritación, soberbia en algunos casos, pero
Abeille acabó con la utopía del idioma argentino (y, consecuentemente, sus réplicas de fondo están plenamente justificadas p o r el conocimiento
con la polémica sobre el idioma nacional) por la reducción al absurdo, del idioma y la reconocida capacidad con que lo maneja. Al neopuris-
pero planteó también sin quererlo un nuevo motivo de discusión. Su mo, del que se hizo a b a n d e r a d o Capdevila, le dedicó u n a sustanciosa con-
libro sustentaba que la evolución del "idioma nacional a r g e n t i n o " se ferencia titulada precisamente El idioma de los argentinos ( . . . ) ; sobre
debía a "las repercusiones de los cambios psicológicos e ideológicos en el libro de Américo Castro hizo u n a agria y detallada reseña titulada
el alma nacional", y lo más grave es que, a d e m á s del trasnochado con- Las alarmas del doctor Américo Castro (1941). E n ambos casos, Bor-
cepto romántico de alma nacional, daba entre otras p r u e b a s de la evo- ges presenta argumentos suficientes p a r a p r o b a r que el habla normal
lución nada menos que la incidencia del lunfardo y el cocoliche.'7 Con de Argentina no es ciertamente ni el dialecto vulgar ni el lenguaje arra-
esto, el libro de Abeille lo único que logró fue hacer revivir el afán balero de algunos barrios de Buenos Aires, el único lenguaje que po-
purista e n t r e algunos intelectuales y escritores poco advertidos, tanto dría justificar tanto el purismo de Capdevila como la visión prejuiciada
como el antipurismo, a veces exagerado por las circunstancias especia- y el análisis demasiado superficial de Castro. Más aún: los ensayos de
les, de otros h o m b r e s de letras mejor instalados en la realidad idiomá- Borges d a n fe de una actitud ante el español hablado en la Argentina
tica de los argentinos. que, salvado el caso de las referencias propias del a s u n t o específico, re-
Prototipos y extremos del resurgimiento de una cuestión que parecía sulta válido para todo el americanismo lingüístico:
ya superada y que p u d o influir seriamente en las ideas sobre la unidad
y diversidad del español son Arturo Capdevila, Jorge Luis Borges y, por ¿Qué zanja insuperable hay entre el español de los españoles y el de nues-
añadidura, Américo Castro. Seriamente impresionado por Abeille, Artu- tra conversación argentina? Yo respondo que ninguna, venturosamente para
ro Capdevila cayó en un aristocratismo forzado, en un p u r i s m o sin res- la entendibilidad general de nuestro decir. Un matiz de diferenciación sí lo
paldo ni siquiera en la lengua culta (Babel y el castellano, 1928) que hay: matiz que es lo bastante discreto para no entorpecer la circulación
seguramente vieron con satisfacción los academicistas españoles, p e r o total del idioma y lo bastante nítido para que en él oigamos la patria.
que entre los lectores argentinos provocó desconcierto o irritación. Por
otro camino, la soberbia de "los amos de la lengua". Américo Castro
hizo m á s tarde u n a d u r a crítica al habla argentina en La peculiaridad c] Nuestra lengua en ambos mundos
lingüística rioplatense y su sentido histórico (1941); el ensayo tiene acier-
tos en el plano descriptivo, pero es injusto, casi insultante en el plano La p a u t a m á s clara de lo que hoy se entiende por unidad y diversidad
de la lengua española es la constitución y la labor de dos instituciones:
16 la Asociación de las Academias de la Lengua Española (1952) y la Ofi-
Amado Alonso, Castellano, español, idioma nacional: Historia espiritual de tres cina Internacional de Información y Observación del Español — O F I N E S —
nombres, Buenos Aires, Losada, 1943, p. 134.
17
Lunfardo es la "jerga del hampa" en Buenos Aires y sus alrededores. No ha (1963).
salido de los arrabales salvo como lengua convencional del tango. Cocoliche es OFINES fue constituida p o r lingüistas de todos los países de lengua
una "imitación del español macarrónico" de los inmigrantes italianos que di- española que sostienen el principio de unidad antes que purismo y tiene
fundió un payaso de circo. Logró llegar al soneto y al teatro popular costum- como m e t a velar p o r la unidad de la lengua española, llamando la aten-
brista o político. Estos lenguajes adventicios han salido de su ámbito sólo para
llegar a ser convenciones literarias que imitaron y siguen imitando ciertas letras ción sobre fermentos de diversificación injustificada. Diversificación que
de tango y ciertos autores teatrales. En boca de un argentino de clase media apunta o bien a la aparición de nuevos "préstamos y calcos lingüísticos"
v alta es sólo un juicio humorístico o una manipulación de esnobismo. totalmente innecesarios, o bien en los casos de "polimorfismo" que pre-
442 CARLOS MAGIS
UNIDAD Y DIVIiRSlDAD DEL F.SPANOL 493

sentan los conceptos (signos lingüísticos, si se prefiere) que van nacien- gua a r t í s t i c a 1 8 que de unidad del español, p o r q u e ya no se t r a t a de
do con el desarrollo de la vida moderna: neologismos en el lenguaje o p t a r p o r u n o solo de los c o m p o r t a m i e n t o idiomáticos, sino d e integrar
científico y técnico, en el lenguaje artístico y filosófico e inclusive en en el p a t r i m o n i o c o m ú n todos los usos de p r o b a d a dignidad, sin aso-
el léxico referente a nuevos aparatos y enseres, o bien de incipientes mos de "nacionalismo lingüístico" en lo que hace al desarrollo y enri-
anomalías sintácticas. En líítima instancia, la labor de OT'TNF.S es la di: quecimiento del p a t r i m o n i o común.
observar el desarrollo (evolución) de la lengua española y hacer n o t a r En c u a n t o al fenómeno concreto de la nivelación no se t r a t a —como
los casos de peligrosa diversificación cuando todavía es tiempo de con- advierte A. Alonso— de hacer tabla rasa con todo el acervo lingüístico
tenerla y seguir guiando el español hacia un cauce común. sino de respetar lo uno en lo vario. Esto es, n o erradicar o condenar
Después de varios congresos en los que se ha ido afirmando la soli- en p r o del " e n a j e n a m i e n t o " los elementos legítimos y m á s felices que
dan color y sabor al h a b l a r de cada comunidad. P o r lo mismo, la nive-
daridad ante el cuidado del patrimonio común y se han ido mejorando
lación se d a principalmente en el plano de la n o r m a culta, p e r o sin
los métodos de trabajo en equipo, ¡as Academias de la Lengua se en-
desconocer la gustosa lengua p o p u l a r o familiar legitimada también
cuentran abocadas hoy — p o r sugerencia de la Real Academia Española.
por siglos de la m á s noble expresión coloquial. Así, al estudiar las re-
autora del proyecto— a la revisión del Eshozo de una nueva gramática
laciones entre la lengua literaria y la lengua popular, Ángel Rosenblat
de la lengua española. La saludable aelilud de la RAí; responde a la in-
m u e s t r a (descontando, p o r supuesto las obras populares y populari-
tención de que la edición definitiva de la Nueva gramática no resulte un
zantes) la constante inclusión de coloquialismos incluso en la literatura
"texto español" y para los españoles exclusivamente, sino un "texto his- de tono m á s aristocrático o "hiperartística" desde la Colonia hasta
pánico" con valor real para todos los hispanohablantes. En la etapa nuestros días.
actual de la preparación de esta gramática "consultada", las academias
En c u a n t o al fenómeno literario p r o p i a m e n t e dicho, el llamado boom
americanas deben discutir el Eshozo en sí e irlo completando con notas
de la novela americana es labor de escritores —cuyos nombres son sufi-
sobre usos en las hablas regionales que caben perfectamente en el pa-
cientemente conocidos— que nos tienen pendientes de sus nuevas pu-
radigma de la lengua. De esta manera, el Eshoz.o de la nueva gramática
blicaciones. A pesar de ser u n grupo de n a r r a d o r e s bastante heterogéneo
ha nacido y se está desarrollando con una nueva visión de la unidad
p o r su edad y nacionalidad así como p o r sus preocupaciones primor-
del español: la unidad en lo vario. diales y la técnica educativa, es la p r i m e r a vez en la historia de la lite-
Procurar, entonces, que la evolución de la lengua siga un cauce co- ratura hispanoamericana que el conjunto de las o b r a s circuló pródiga-
mún, respetando las variantes regionales (legitimados por los ejes dia- mente y de inmediato en toda Hispanoamérica p a r a conquistar m á s
tópico y diacrónico del español, en cuanto sistema paradigmático), es tarde el m e r c a d o europeo. Hoy, modificada la política estatal sobre la
superar la mortificante disyuntiva entre sujetarse al modelo academi libertad de creación, se leen con igual entusiasmo en España y no pocos
cista que fijan la antigua gramática y el diccionario de la RAí; O des- escritores noveles confiesan su d e u d a con alguno o algunos de los na-
conocer este español "regional" —el habla de Madrid, Toledo o Sala- r r a d o r e s m á s caracterizados.
manca— p a r a a s u m i r la autonomía —a veces exagerada— y el uso de Dejando de lado lo q u e puede h a b e r de posible y eficaz "política edi-
otras hablas regionales, esta vez de Hispanoamérica. En este sentido, torial", promoción y propaganda de equipo, esta inigualada difusión
son suficientemente claros y alentadores los juicios que Amado Alonso se debe en buena p a r t e a la variedad y valores propios de la técnica na-
publicó en 1935: rrativa. También se debe a que la lengua de todos los n a r r a d o r e s del
boom —aun sin p a r a r s e en el "idiolecto", que hace de cada u n o el ori-
La lengua general no es algo decolorado, una especie de paño esterilizado ginal y gran escritor q u e es—, es u n a fiesta p a r a cualquier lector his-
de todo hablar concreto, sino el acercamiento real a las mejores mentes de p a n o h a b l a n t e sin q u e las voces o giros populares q u e el a r t i s t a toma
la comunidad panhispánica, cuyos respectivos timbres regionales se armo- de su habla propia estorben la composición cabal de los textos. Esto
nizan en la lengua general, corno un anhelo común de crear y utilizar un nos hace pensar que el escritor hispanoamericano, cohibido hasta hace
medio de expresión adecuado a las necesidades supralocales de la cultura. poco tiempo ante el lenguaje, oscilaba entre el academicismo y el barba-
El estilo local no se opone belicosamente a la lengua general, siempre que rismo. Hoy ha t o m a d o el toro p o r los cuernos y se siente seguro usan-
lenga calidad. Variedad no es escisión.
do la lengua que aprendió de niño, usando su lengua propia, a la que

Unidad y nivelación 18
Fn estos momentos cierta literatura irresponsablemente populachera, de un
Con el criterio que sustenta A. Alonso, presente hoy en la actividad rendimiento económico que lienta a muchos editores, y la profusión cada vez
de OPINES y de la Asociación de Academias de la Lengua, resulta m á s mayor de "historietas" de aventuras o sentimentales, con textos breves y formas
apropiado hablar de nivelación de las n o r m a s cultas e incluso de la len- de literatura cuyo lenguaje es caricatura del español, dan mucho que pensar.
494 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DF.L ESPAÑOL 495

puede recrear con entera libertad. En cuanto al español general, la a d m i r a d o r de u n a estrella cinematográfica), lo m i s m o que " m a c h o " o
lengua sensatamente nivelada ya no reniega, como en tiempos de Sar- " m a c h o t e " (mexicanismo de connotación irónica casi siempre), son u n a
miento, de la lengua " a p r e n d i d a " en la escuela o en los clásicos espa- contribución hispanoamericana a la lengua coloquial de Madrid y otras
ñoles, sino que se siente comprometido con ella: la trata con a m o r y capitales españolas.
respeto, la conoce perfectamente y la maneja con facilidad cuando lo
estima oportuno, para enriquecer y estimular el universalismo del habla Del futuro de la lengua española
que queda en el rincón más tibio de su espíritu. H a b l a r del futuro es siempre u n a temeridad. Así y todo es saludable
En lo que toca a la lengua hablada, a p r i m e r a vista puede parecer ejercitar la intuición científica con el apoyo de antecedentes que dan
la expresión más indómita de la " a u t o n o m í a " o el "nacionalismo lin- visos de verosimilitud al pronóstico. Así, en líneas generales es legítimo
güístico". Parodiando un antiguo dicho yo diría que p a r a "rezar, con- suponer que, si no aparecen factores insospechados que frenen el pro-
tar y vengarse del prójimo con alguna majadería, no hay como la len- ceso de nivelación fundado en el ideal de lenguas, el español ha de ser
gua materna", y " m a t e r n a " vale aquí por el habla adquirida casi por en el futuro u n a lengua en constante proceso de enriquecimiento y en
osmosis en el trato con nuestros coterráneos. Con todo, con la relativa- constante expansión de su eficacia expresiva gracias al movimiento de
mente reciente proliferación de centros de gravedad de la cultura his- nivelación del c o m p o r t a m i e n t o idiomático d e n t r o de los principios es-
panoamericana (Buenos Aires, Montevideo, Bogotá, Caracas) que pu- bozados. Nivelación, unidad en lo vario, que es la única posibilidad
dieron resultar un nuevo fermento de d¡versificación si no hubiera sido que tiene el español de volcar sus energías en u n cauce común, dado
por el activísimo intercambio de la producción cultural (ensayos, obras que los hispanohablantes —los creadores de la lengua y gestores de su
de creación, o t r a t a d o s científicos, filmes, canciones folklóricas) y, lo evolución— están hoy repartidos, y seguramente lo seguirán e s t a n d o
que es más efectivo, los contactos h u m a n o s directos con los viajes por m u c h o tiempo, en sociedades con diversas líneas de evolución so-
cada vez más frecuentes de músicos, periodistas, gente de teatro, escri- ciocultural y económica.
tores y políticos, se da otra forma de nivelación s u m a m e n t e importan- Frente a esta situación real e irreversible sólo nos queda, p o r ahora,
te: el conocimiento, si no el uso del léxico coloquial de diversas comu- tener presente el pensamiento sustancial de grandes maestros de dife-
nidades de hispanohablantes. Así, pues, es difícil que tomen cartas de rentes generaciones como Amado Alonso y Ángel Rosenblat. Amado
ciudadanía fuera de su ámbito natural palabras muy típicas del plano Alonso, a quien le tocó vivir en Buenos Aires el final y liquidación de
coloquial pero sería raro que cualquier hispanoamericano medianamente una edad dorada, tiende n a t u r a l m e n t e , en 1935, a ver el futuro del es-
informado no entienda el sentido de "rollo", "incordiar", "estraperlo", en pañol como una cuestión de deseo y voluntad:
Madrid; de "bolsillo", "rosticería", "misceláneas", en México; de "po-
llera", " a t o r r a n t e " , "macana", en Buenos Aires; de "bocadillo", "embo- Hn cuanto al futuro de nuestra lengua, el tipo cada vez más universalista
latado", "cocacolos" en Bogotá; "vaina", "ponerse bravo", "engalleta- de la civilización actual —y si es ésta suplantada, no será la otra, sin duda,
m i e n t o " (del tránsito) en Venezuela. menos universal— hace improbable el fraccionamiento. Pero si éste ocurre
algún día, no descarguemos nuestra responsabilidad en nada natural ni
Dije que estos coloquialismos no suelen naturalizarse fuera de su fatal. Será culpa de nuestra barbarie. Será que hemos dejado de formar
ámbito propio. Sin embargo conviene no ser demasiado terminante ante parte del mundo civilizado.
algunos casos que doy sólo como ejemplos que nos hacen pensar en u n
posible futuro de mayores coincidencias también en el plano de la len- Ángel Rosenblat, h o m b r e de un m u n d o que cambia de día en día ver-
gua coloquial. En este nivel del modo de expresión, el madrileñismo tiginosamente, prefiere ser menos terminante y confiado. Aun así coin-
"la dolorosa" (cuenta de gastos en un restaurante o cabaret) se escu- cide con Amado Alonso en la visión de que el futuro de la lengua espa-
chaba frecuentemente en Buenos Aires hace más o menos 15 años; "chi- ñola no depende necesariamente de hechos fortuitos. El futuro del
co" como apelativo, e m p a r e n t a d o con el "chico" madrileño (simple español será en gran parte lo que hagamos de él nosotros, nuestros
denominación de u n h o m b r e entre los 20 y 30 años) es hoy casi u n a hijos y los hijos de nuestros hijos.
muletilla en Caracas; en México se empieza a n o t a r el uso incipiente
de "bodrio", argentinismo en cuanto a su especializado c a m p o semán- El futuro próximo [del español] no parece que nos depare peligros graves.
tico (cosa fallida o mal hecha, asunto molesto, persona a n t i p á t i c a ) . En ¿Cabe escrutar más allá, hacia los siglos venideros, e'udiendo a la vez deseos
un curioso y sugestivo cambio de dirección, varios coloquialismos ame- y temores, las dos vertientes del sueño, o de la profecía? Le lengua es un
producto de la historia: ella la hace y ella la deshace. El futuro lejano ¿pue-
ricanos —"niñas Popoff" (adineradas y cursis), "guateque" (jolgorio),
de predecirse? [ . . . ] ¿Está acaso asegurada la supervivencia del hombre o
"hinchas" (partidario fanático de u n equipo deportivo, especialmente de de nuestro planeta? Tampoco está asegurado, para ninguno de nosotros, el
jugadores de fútbol; p o r extensión, partidario fiel de un político o gran minuto próximo. Pero la vida del hombre se sustenta en la fe del mañana,
496 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL ESPAÑOL 497
y gracias a ella trabaja y sueña. El ansia humana de inmortalidad se pro- del doctor Américo Castro", en El lenguaje de Buenos Aires, Buenos Aires,
yecta también sobre la lengua que anhelamos ver siempre engrandecida y Emecé, 1963, pp. 13-36 y 39-49.
eterna. Cada generación es responsable de la vida de su lengua. ¿No es ella "El escritor argentino y la tradición", Discusión, Buenos Aires, Eme-
el legado más precioso de los siglos y la gran empresa que nos puede unir cé, 1957, pp. 152-184.
a todos? -, "El idioma infinito", El tamaño de mi esperanza, Buenos Aires, Eme-
cé, 1962.
Boyd-Bowman, Peter, "Observaciones sobre el español hablado en México en
el siglo xvi", en Actas III, pp. 137-142.
BIBLIOGRAFÍA Buesa Oliver, Tomás, Indoamericanismos en el español, Madrid, 1965.
Cambours Ocampo, Arturo, El problema de nuestro lenguaje, Buenos Aires,
Theoría, 1957.
Actas III — Actas del III Congreso Internacional de Hispanistas (México, Capdevila, Arturo, Babel y el castellano, Buenos Aires, Losada, 1928.
1968), México, El Colegio de México, 1970. , Despeñaderos del habla, Buenos Aires, Losada, 1952.
Alcalá, Antonio, El concepto de corrección y prestigio lingüístico, México, Carilla, Emilio, El gongorismo en América, Buenos Aires, Universidad de
ANUIES, 1962. Buenos Aires, 1946 (Instituto de Cultura Latinoamericana, Facultad de
Algunos aspectos de la cultura literaria de Mayo, Universidad Nacional de Filosofía y Letras).
la Plata (Argentina), 1961 (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Carrillo Herrera, Gastón, "Tendencias a la unificación idiomática hispano-
Educación, Departamento de Letras: Trabajos, Comunicaciones y Confe- americana e hispánica", Presente y futuro n, pp. 17-33.
rencias I ) . Caslagnino, Raúl H., "Contactos entre Bello y la Argentina en los primeros
Alonso, Amado, El problemas de la lengua en América, Madrid, Espasa años de la Revolución", en América Nuestra (México), i (abril de 1967),
Calpe, 1935. 1, pp. 19-26.
, Castellano, español, idioma nacional: Historia espiritual de tres nom- Castro, Américo, "Sobre lo precario de las relaciones entre España y las
bres, Buenos Aires, Losada, 1943. Indias", en Cervantes y los casticismos españoles, Madrid, Alianza Edi-
-, Estudios lingüísticos. Temas hispanoamericanos, Madrid, Gredos, torial, 1974.
1953. ["La base lingüística del español americano", "Americanismo en la , La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico, Bue-
forma interior del lenguaje", "Orígenes del seseo americano", "Examen de nos Aires, Losada, 1941.
la teoría indigenista de Lenz", "Gramática y estilo folklóricos en la poesía Castro Leal, Antonio, "El español, instrumento de una cultura", en Español,
gauchesca'*.] instrumento de una cultura y otros ensayos, México, Secretaría de Edu-
Alonso, Dámaso ,"Para evitar la diversificación de nuestra lengua". Presente cación Pública, 1975 (SepSetentas, 204).
y futuro II, pp. 259-268. Coulthard, George Robert, "La pluralidad cultural", en América Latina,
, "Unidad y defensa del idioma", Memoria del segundo Congreso de pp. 53-72.
Academias de la lengua Española, Madrid, 1956. Cuervo, Rufino José, El castellano en América, Buenos Aires, El Ateneo.
Cúneo, Dardo, "La aventura de América", Aventura y letra de América Latina,
América Latina = César Fernández Moreno (coord.), América Latina en su
Caracas, Monte Avila, 1975, pp. 331-356.
literatura, México, UNESCO y Siglo XXI, 1972.
Chávez, Julio César, "Unamuno y el porvenir del español", Presente y fu-
Arciniegas, Germán, "El XVIII, nacimiento de un nuevo mundo", en Este turo i, pp. 499-516.
pueblo de América, México, Secretaría de Educación Pública (SepSetentas, Diego, Gerardo, "El lenguaje poético en la actualidad", Presente y futuro i,
142), 1962. pp. 531-550.
Barahona Jiménez, El ser hispanoamericano, Madrid, Gráficas Uguina, 1959 Echeverri Mejía, Óscar, "La Academia Colombiana de la Lengua, baluarte
["Americanistas, hispanistas y occidentalistas", pp. 247-284]. del idioma español", Presente y futuro n , pp. 104-108.
Baralt, Rafael María, Diccionario de galicismos, Madrid, 1855. Flórez, Luis, Lengua española, Bogotá, Imprenta Nacional, 1953.
Barcia, José R., Lengua y cultura, Nueva York, Holt, Reinhort and Winston, García de Diego, Vicente, "Los malos y buenos conceptos de la unidad del
1973. castellano. La unidad suficiente del castellano", Presente y futuro n, pá-
Bareiro Saguier, Rubén, "Encuentro de culturas", en América Latina, pági- ginas 5-16.
na i 21-40. González Ollé, Fernando, "El habla de Burgos como modelo ídiomático en
Biacolini, Leónida, "Fenómenos armonizadores del idioma castellano", Pre- la historia de la lengua española y su situación actual", Presente y fu-
sente y futuro I, pp. 489-498. turo i, pp. 227-237.
Borello, Rodolfo A., "Actitud del argentino medio frente a la lengua", Pre- González Prada, Manuel, "Notas acerca del idioma", en Ensayos escogidos,
sente y futuro i, pp. 191-198. Lima, Universo, 1970, pp. 145-158.
Borges, Jorge Luis, "Everything and nothing", El hacedor, Buenos Aires, Gutiérrez, Juan María, Fisonomía del saber español: cuál debería ser entre
Emecé, 1971, pp. 43-45 (Col. Obras completas). nosotros, en Félix Weinberg (ed.), El salón literario, pp. 135-149
y José E. Clemente, "El idioma de los argentinos" y "Las alarmas Henríquez Ureña, Pedro, Ensayos en busca de nuestra expresión. Bueno'.
498 CARLOS MAGIS UNIDAD Y DIVERSIDAD DEL KSPANOL 499
Aires, Raigal, 1952. ["La América española y su originalidad", pp. 32-36; "El Presente y futuro = Presente y futuro de la lengua española, Actas de la
descontento y la promesa", pp. 37-51.] Asamblea de Filología del I Congreso de Instituciones Hispánicas, Ma-
Herrero Mayor, Avelino, "Presente y futuro de la lengua española en Amé- drid, Cultura Hispánica, 1964, 2 vols.
rica", Presente y futuro i, pp. 109-123. Roña, Pedro José, "El problema de la división del español en zonas dialec-
, Presente y futuro de la lengua española, Buenos Aires, El Ateneo, tales", Presente y futuro i, pp. 215-226.
1943. Rosario, Rubén del, El español de América, Sharon, Troutman, 1970.
Houaiss, Antonio, "La pluralidad lingüística", en América Latina, pp. 41-52. Rosenblat, Ángel, La primera visión de América y otros estudios, 2? edición,
Kany, Charles E., Semántica hispanoamericana, traducción del inglés de Luis Caracas, Ministerio de Educación, 1969 [véase "Lengua y cultura de His-
Escolar Barreño, Madrid, Aguilar, 1962. panoamérica: tendencias actuales", "Sarmiento y Unamuno ante los pro-
Lapesa, Rafael, "El español en América", Historia de la lengua española, blemas de la lengua", "Afectación y naturalidad", "Montalvo y los Capí-
5* ed. corregida y aumentada, Madrid, Escelicer, 1959, pp. 341-364. tulos que se le olvidaron a Cervantes", "Andrés Bello a los cien años de
—, "América y la unidad del idioma", Revista de Occidente (Madrid), su muerte"].
IV (1966), núm. 38, pp. 300-310. , Nuestra lengua en ambos mundos, Estella, Salvat Editores, 1971
"El andaluz y el español de América", Presente y futuro u , pági- [véase "El castellano de España y el castellano de América (Unidad y
nas 173 1 í diferenciación)", "Lengua literaria y lengua popular en América", "El fu-
Lázaro Carrer, Fernando, Las ideas lingüísticas en España durante el si- turo de nuestra lengua"].
glo xviii, Madrid, 1948. , "Hispanización de América, El castellano y las lenguas indígenas
Lezama Lima, José, La expresión americana, Madrid, Alianza Editorial, 1969. desde 1492", en Presente y futuro i, pp. 189-190.
Lope Blanch, Juan M., "Estado actual del español en México", Presente y -fu- Rubio, Darío, La anarquía del lenguaje en la América española, México
turo i, pp. 79-91. 1925.
, El español de América, Madrid, Alcalá, 1968. Sala, Marcus, "Arcaísmos e innovaciones en el léxico del español america-
, Léxico indígena en el español de México, México, El Colegio de Mé- no", en Actas m , pp. 779-786.
xico, 1969. Toro y Gisbert, Miguel de, Americanismos, París, Sociedad de Ediciones
Malmberg, Bertil, La américa hispanohablante: unidad y diferenciación del literarias y artísticas [s. f.].
castellano, Madrid, Itsmo, 1966. [Colección de artículos; bibliografías im- Unamuno, Miguel de, Ensayos, 2 vols., Madrid, Aguilar, 1951. ["En torno al
portantes.] casticismo", "Contra el purismo", "Sobre la lengua española", "Algunas
Mariátegui, José Carlos, "El proceso de la literatura", en Siete ensayos de in- consideraciones sobre la literatura española".]
terpretación de la realidad peruana, 19" edición, Lima, Amauta, 1971, pági- Weinberg, Félix (ed.). El salón literario, Buenos Aires, Hachette, 1958. [Es-
nas 229-351. tudio sobre la ideología de la generación de 1837 (Argentina) con textos
Martínez, José Luis, "La emancipación literaria de hispanoamérica" en Uni- de Marcos Sastre, Juan B. Alberdi, Juan María Gutiérrez, Florencio Várela
dad y diversidad de la literatura latinoamericana, México, Joaquín Mortiz, y Florencio Balcarce.]
1972, pp. 75-134. Zamora Vicente, Alonso, "El español de América", Dialectología española
, "Unidad y diversidad", América Latina, pp. 73-92. Madrid, Gredos, 1967, pp. 378-447.
Meló, Jorge de, Español contemporáneo, Nueva York, Harper & Row, 1973. , "Nivelación artística del idioma", Presente y futuro n , pp. 39-49.
Menéndez Pidal, Ramón, La unidad del idioma, Madrid, 1944.
, Castilla, la tradición y el idioma, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1945.
Moreno de Alba, José G., El español de América. El español de México, Mé-
xico, Asociación Nacional de Universidad e Institutos de Enseñanza Su-
perior, 1972.
Morínigo, Marcos A., "La penetración de los indigenistas americanos en el
español", Presente y futuro n, pp. 214-226.
Morínigo, Mariano, Estudios sobre nuestra expresión, Tucumán, Ed. del
Cardón, 1965.
Morreale, Margherila, "El idioma español y la progresiva internacionaliza-
ción del lenguaje", Presente y futuro ir, pp. 51-62.
Ontañón Sánchez, Paciencia, La posible fragmentación del español en Amé-
rica. Historia de un problema, tesis mimeografiada (Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1967).
Palma, Ricardo, Neologismos y americanismos, Lima, 1896.
Picón Salas, Mariano, Dependencia e independencia en la historia hispano
americana, Caracas, Cruz del Sur, 1952.
, De la conquista a la independencia, México, i< i;., 1944.

También podría gustarte