Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd
fghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx
cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq
wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui
opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg
hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc
Resumen de “Los inicios de la comunicación y el lenguaje”
vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq13/10/2023
Alumnas: Pedeflous Berenice
Rojas Giuliana
wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui
Comisión A
Materia: Semiología y comunicación humana
Profesor: Lic. Pablo Rocha
opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg
hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc
vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq
wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui
opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg
hjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbn
mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwert
yuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopas
El texto de Mariscal Altares, "Los inicios de la comunicación y el lenguaje", aborda los orígenes
y la evolución de la comunicación y el lenguaje en los seres humanos. Primeramente hace una
distinción entre lenguaje y comunicación
Luego aborda los componentes del lenguaje, el cual es un sistema complejo que consta de
varios componentes interrelacionados. Para lograr la comprensión, es esencial la participación
de un sistema auditivo, además de una serie de sistemas de conocimiento o representaciones
que se relacionan con los sonidos del lenguaje (llamado componente fonológico), el
vocabulario de la lengua (llamado componente léxico-semántico), las reglas que rigen la
combinación de palabras para formar oraciones (denominado componente gramatical) y el uso
de palabras y expresiones en función del contexto y del interlocutor (conocido como
componente pragmático). La comprensión de significados requiere la interacción de todos
estos sistemas.
Los bebés pueden llevar a cabo ciertas acciones, como llorar y mostrar expresiones
emocionales, desde el momento en que nacen, y estas conductas tienen un valor comunicativo
para los padres. Estas acciones son innatas y provienen de la biología, y ayudan a expresar
estados emocionales básicos y necesidades. Sin embargo, surge un dilema en cuanto a la
intencionalidad para determinar si realmente estas conductas son comunicativas. Existe una
diferencia entre llevar a cabo estas conductas expresivas como una respuesta automática a un
estado emocional y hacerlo con el propósito de que otra persona sea consciente de la señal y
su intención. Los recién nacidos emiten conductas expresivas que los adultos pueden
interpretar de manera excesiva, pero no necesariamente están tratando de comunicar algo a
alguien. Una conducta se considera verdaderamente comunicativa cuando es intencional, lo
que significa que el individuo está utilizando una acción, como un gesto o una vocalización, con
la intención de transmitir información sobre algo específico. En este sentido, el llanto no se
considera una forma de comunicación intencional. Comunicarse implica la utilización
deliberada de acciones para transmitir información.
Las acciones comunicativas son:
Intencionadas: son actividades con propósito; por ejemplo, «muevo la mano con el propósito
de llamar la atención de alguien» (intención como finalidad).
Intencionales: son «acerca de algo»; es decir, son actividades mentales que tienen contenido
(por ejemplo: pienso sobre algo, adivino algo, creo algo, etc.)
Se realizan mediante signos (semióticas); los signos pueden tener distintos grados de
arbitrariedad (desde los índices o señales hasta las palabras)
La fuerte orientación hacia la voz humana. Los bebés prefieren escuchar la voz humana
a otros sonidos del ambiente (Friedlander, 1970)
Identificación tempranísima de la voz de la madre, que es la que prefiere entre otras
voces.
Preferencia por rostros humanos frente a otros estímulos visuales prácticamente desde
el nacimiento.
Emparejamiento rostro-voz: los bebés miran más a caras «parlantes» que
«silenciosas»; les interesan más ya que remiten a un contexto social de interacción.
Además de las preferencias, los recién nacidos tienen una adaptación innata para actuar
de manera que capten la atención de los demás. La capacidad de imitación temprana es
una herramienta útil para la interacción comunicativa. Imitar a otro es hacerle ver que uno
es capaz de hacer lo mismo lo cual es fundamental para toda acción comunicativa.
Esta intersubjetividad postula que los niños ya nacen con una motivación y sociabilidad
latentes, esta capacidad les permite buscar afecto y atención, además se va desarrollando con
el tiempo. Los niños tienen la posibilidad de expresar intenciones. Los motivos son el
componente innato y el termino intención se refiere a la elaboración de estos motivos,
básicamente los motivos comunicativos son el impulso de buscar compañía y un intercambio
afectivo-comunicativos.
Los adultos de forma inevitable interpretan constantemente cualquier cosa que hace el bebe.
Tienden a dar valor intencionado y comunicativo a las conductas que solo son expresivo-
emotivas. Esta sobreinterpretación reiterada ira constituyendo el andamiaje para que de
apoco el bebe vaya siendo capaz de realizar actos intencionales. No dan la misma significación
intencional a todas las conductas, la atribuyen sobre todo a los proto-gestos y esquemas de
persona. Con esta atribución de significado a las conductas del bebe, estas llegan a constituirse
en acciones significativas de los propios bebes.
Explicación vygotskiana: los niños llegan a tener intenciones comunicativas porque los adultos
se las atribuyen antes de que puedan tenerlas realmente.
Sobreinterpretacion
Protoconversaciones
El papel del adulto no se limita a ser un activador; además, esta interacción contribuye al
desarrollo de intenciones comunicativas en el bebé. El adulto cumple un papel formativo al
guiar y nutrir la capacidad del bebé para comunicarse y expresar intenciones a través de la
interacción y el intercambio comunicativo.
Principales hitos en el desarrollo
5 fases del período de la comunicación prelingüística que abarca desde el nacimiento hasta los
12-18 meses: fase neonatal, 2-3 meses, mitad del primer año. Período de lo 8-12 meses y los
12-18 meses.
La fase neonatal se caracteriza por la comunicación de afectos en los bebés recién nacidos.
Desde el nacimiento, los bebés tienen programas incorporados que les permiten sintonizar y
armonizar sus comportamientos con los de otras personas. Estos programas incluyen
preferencias perceptivas y conductas expresivas que facilitan su vinculación con los demás.
Durante las primeras 4-6 semanas, los bebés son relativamente pasivos en sus interacciones,
pero hacia los 2 meses comienzan a desarrollar conductas que fomentan las interacciones
comunicativas. Estas conductas incluyen la sonrisa social, así como el uso coordinado y activo
de movimientos, vocalizaciones y miradas. La sonrisa social no es simplemente una expresión
facial; es una configuración facial que indica claramente placer o bienestar y que se manifiesta
exclusivamente en presencia de otras personas, en un contexto de interacción social. Durante
esta etapa, los intercambios con los demás se centran en aspectos afectivos y expresivos. El
bebé sonríe, vocaliza y se mueve, iniciando ciclos interactivos en los que se intercambian
afectos, pero no necesariamente información, lo que se denomina "protoconversaciones".
Durante la mitad del primer año, se observa un cambio en el comportamiento de los bebés
hacia conductas anticipatorias. Alrededor de los 6-7 meses, los bebés empiezan a dirigir más su
atención hacia los objetos y eventos en su entorno. No solo descubren objetos por sí mismos,
sino que también son influenciados por el adulto que les muestra objetos y los hace
interesantes. El interés del bebé se ve reforzado por su mejora en las habilidades
sensoriomotoras, que le permiten interactuar con objetos externos de manera más efectiva. La
experiencia adquirida en el mundo físico y social le permite al niño anticipar situaciones en las
que ha participado en repetidas ocasiones. Su comportamiento es anticipatorio, aunque
todavía no es completamente intencional. En otras palabras, el niño puede utilizar sus
esquemas de anticipación en escenarios que han sido definidos por la intención del adulto,
pero todavía no tiene la capacidad de crear intenciones comunicativas por sí mismo. La
creación de rutinas y patrones le permite al bebé comenzar a identificar constantes y
regularidades en su entorno.
Entre los 8 y 12 meses de edad, antes de que los bebés puedan coordinar sus interacciones con
personas y sus acciones sobre objetos, desarrollan conductas relacionadas con la atención
conjunta. La atención conjunta implica que tanto el bebé como el adulto se enfocan en el
mismo objeto o evento al mismo tiempo, y buscar y fomentar estas situaciones es un requisito
esencial para la comunicación.
Desde los 2-3 meses de edad, los bebés son capaces de atraer la atención de los adultos hacia
sí mismos, pero a partir de los 8 a 11 meses, comienzan a realizar acciones que demuestran su
deseo de compartir la atención del adulto en relación a objetos o situaciones externas. Esto
incluye acciones como dar objetos a los demás o seguir la mirada de otros. Cuando el bebé
busca información en la expresión del adulto al encontrarse con una persona u objeto
desconocido, esto se denomina "búsqueda de referencia social", y es un ejemplo de atención
conjunta. Hacia el final del primer año de vida, el bebé desarrolla la capacidad de coordinar sus
patrones de comportamiento con objetos y sus patrones de interacción con personas. Esto se
conoce como "triangulación" y es un indicador de una comunicación intencional genuina. En
este punto, aparecen los gestos protoimperativos, en los que el niño utiliza al adulto para
obtener algo que desea, así como los gestos protodeclarativos, en los que el niño utiliza gestos
para dirigir la atención del adulto hacia un objeto o situación específica. Estos gestos son
indicativos de la creciente habilidad del bebé para comunicarse intencionalmente.
La atención temprana al lenguaje en los bebés es fundamental y sienta las bases para su
aprendizaje lingüístico futuro. Desde aproximadamente el séptimo mes de embarazo, los
bebés responden a sonidos del entorno, incluyendo la voz humana y sonidos musicales.
Cuando detectan el sonido de la voz, pueden comenzar a almacenar información limitada
sobre ese estímulo. Durante el período intrauterino, los bebés retienen principalmente
información prosódica, que se refiere a la entonación y el ritmo del lenguaje, ya que la
información fonética más detallada se pierde.
Los bebés menores de 6 meses son capaces de distinguir la lengua materna de otras lenguas.
Además, incluso los recién nacidos pueden diferenciar entre dos lenguas que no son la
materna. Esta discriminación se basa en patrones de entonación y estructuras rítmicas, en
lugar de detalles fonéticos específicos.
Hacia los 12 meses, los bebés han adquirido un conocimiento significativo sobre las
características fonotácticas de su lengua, lo que incluye las reglas sobre qué sonidos se
combinan con otros en su lengua. A esta edad, comienzan los procesos de segmentación y
extracción de las primeras palabras. La segmentación del habla es un desafío, ya que las
emisiones lingüísticas son secuencias de sonidos casi continuas sin pausas evidentes que
indiquen dónde comienza y termina cada palabra.
Investigaciones sugieren que los bebés utilizan una serie de pistas informativas o señales para
ayudarles a identificar las palabras en el lenguaje que escuchan de los adultos. Inicialmente, se
basan en información prosódica (entonación y ritmo) y, posteriormente, en información
fonética. Además, los bebés son capaces de detectar qué estímulos, como fonemas o sílabas,
tienen más probabilidades de aparecer juntos y, en base a estas regularidades ambientales,
hacen predicciones sobre los límites de las palabras.
Al analizar las primeras palabras de los niños, se encuentra que estas palabras son frecuentes
en el lenguaje dirigido a los bebés, se utilizan en contextos cotidianos y significativos para ellos,
y suelen ser funcionales. Muchas de estas palabras se pronuncian de forma aislada, lo que
permite a los bebés familiarizarse con ellas de manera efectiva.
Principales producciones desde el nacimiento hasta la transición hacia las primeras palabras:
0-6 semanas: vocalizaciones reflejas, sonidos vegetativos, llanto.
6-16 semanas: sonidos de arrullos y risas.
16-30 semanas: juego vocálico: ruidos consonánticos (ej: agó, ajó, ago)
6- 10 meses: balbuceo reduplicativo (cvcv: abababa)
10-14 meses: balbuceo variado (abata-eibi) y jerga o balbuceo modulado (producción
de emisiones inteligibles pero insertas en grupos de entonación reconocibles que dan la
impresión de ser frases).
14-18 meses: jerga, protopalabras, transición hacia las primeras palabras.
18-20 meses: primer vocabulario infantil.
Balbucear no es hablar, pero tampoco es una actividad inútil. Repetir una sílaba una y otra vez
(ba-ba-ba, ga-ga-ga) tiene al menos tres funciones:
Alrededor del primer año, los niños comienzan a desarrollar los primeros gestos
comunicativos. Inicialmente, los balbuceos y los gestos se manifiestan de forma
independiente, pero con el tiempo se produce una conexión entre las vocalizaciones y los
gestos. Las emisiones orales se vuelven cada vez más comunicativas, aunque el contenido
segmental del habla pueda ser ininteligible para los adultos. Hacia los 14-18 meses, se produce
la transición hacia las primeras palabras. En esta etapa, aparecen dos cosas importantes: los
gestos referenciales o simbólicos, que son gestos que representan a un referente específico, y
las protopalabras, que son expresiones articuladas que ocurren en contextos definidos y que
no son simples imitaciones. Por lo general, estas protopalabras están acompañadas de gestos,
como cuando un niño dice "atá" y señala la cocina. Las primeras palabras suelen tener
estructuras muy simples, como consonante-vocal-consonante-vocal (CVCV), y están vinculadas
a situaciones y contextos concretos. Generalmente, se refieren a personas y objetos cotidianos
e incluyen expresiones que son frecuentes y útiles, como "mamá". Antes de que los niños
empiecen a producir sus primeras palabras, ya comprenden una cantidad considerable de
lenguaje. La comprensión del lenguaje se desarrolla antes de que puedan expresarlo
verbalmente. Aprender una sola palabra implica una serie de procesos complejos. A partir de
la producción de las primeras palabras, los niños van incorporando gradualmente un nuevo
vocabulario a su repertorio. A partir de los 2 años, este vocabulario crece de manera rápida y
exponencial a medida que los niños adquieren más palabras y desarrollan sus habilidades
lingüísticas.
En conclusión el texto de Mariscal Altares nos ofrece una visión general de los inicios de la
comunicación y el lenguaje en los seres humanos. Destaca la importancia de la comunicación
en nuestra evolución y desarrollo como especie, además de resaltar el papel fundamental que
desempeña el lenguaje en la transmisión de información y la expresión de pensamientos y
emociones.