Está en la página 1de 16

EL CASO “FURLÁN Y FAMILIARES

VS. ARGENTINA”*
por María Graciela Iglesias**

Así debes tú ser y no pue-


des huir de ti mismo.
Goethe

Sumario: 1. Introducción. 2. Los hechos. 3. El fallo. Argumentos. a) Tiempos pro-


cesales y dilación del proceso. 4. Normativa aplicable a las personas con disca-
pacidad. Paradigma de niñez. a) Derecho a la salud y rehabilitación. 5. Palabras
finales.

1. Introducción
El fallo en comentario, dictado por la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos (en adelante CIDH), pone en crisis el orden de los
repartos, coloca en la superficie la brecha que existe entre los derechos
y la dimensión social de los hechos. El tratamiento de situaciones que
ocasionan lesión a los derechos humanos de las personas permite vi-
sualizar la necesidad de un cambio de prácticas que cambien el orden
de las categorías jurídicas que se aplican en un caso.
La imperiosa necesidad de tratamiento de una situación de manera
integral responde a la visión de la persona, cuando ésta queda en el
portal de un abordaje intersectorial y, por el contrario, se aborda de

* Fallo de la CIDH, sent. del 31-8-2012.


** Jueza de Familia, Departamento Judicial de Mar del Plata, Provincia de Buenos
Aires. Docente, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Mar del Plata.

307
Doctrina

manera fragmentada, sin que la intervención jurisdiccional aplique el


control de convencionalidad y ejerza adecuadamente la garantía de
derechos a la ciudadanía.
Queda clara en el fallo en comentario la competencia del Poder
Judicial para la resolución de medidas que aseguren la validez y eficacia
de una norma, y el disvalor que representa lo contrario, cuando el
tiempo se aleja de la oportunidad de decir el derecho, o cuando se
dicta una sentencia y la temporalidad entre su dictado y el hecho ha
dejado sin respuesta la pretensión primera. El acceso a la justicia de
colectivos vulnerables que están dentro de un sistema de protección
especial se aleja de esa protección al llegar al caso concreto, queda
entrampado en un camino sinuoso de formas y de tiempos.
La responsabilidad generada para el Estado, con la sentencia de la
CIDH, impone un tiempo de revisión y cambios profundos, donde se
resuelva la diferenciación del complejo de la sociedad global, bajo el
amparo de tratados, pactos y convenciones de derechos humanos que
establecen políticas públicas dirigidas al cumplimiento de los presu-
puestos de derechos humanos, y el caso particular de una familia que
pone en juego, en la situación concreta, todas las columnas en que se
sostiene la decisión judicial y la multisectorialidad que imponen las
nuevas formas de instrumentación de las políticas de Estado.
Sebastián Furlán expone, luego del pronunciamiento de la CIDH,
un tejido efectivo de operatividad de los derechos humanos, la inte-
gridad personal, las garantías judiciales, recurso sencillo y rápido, re-
fiere el conocimiento de otras formas y otras prácticas. La justicia
permite adoptar todas las medidas que aseguren la efectividad de los
derechos de las personas que acceden a la jurisdicción, adoptando me-
didas de acción positiva, teniendo en cuenta la circunstancia de ser
personas con discapacidad, quienes deben tener la oportunidad de al-
canzar niveles de vida iguales a los de sus conciudadanos, en tanto
resulta imprescindible estar capacitados con estructura, argumentación,
principios y operatividad a los fines de la realización de un derecho
concreto. Mario Portela ha dicho, refiriendo a la argumentación y la
sentencia, que “Si el garantismo como modelo teórico, puede introducir
razonabilidad a los fines mediante un cierto consenso al que se llega
mediante algunas de las tesis citadas, habría que admitir que el Derecho

308
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

no se compone únicamente de normas, sino que además está integrado


por principios que son superiores a ellas y que parten, no sólo del
propio Derecho, sino también de pautas de moral y de política. De la
conjunción entre reglas y principios, se elaboran las teorías que los
operadores necesitan para cumplir su misión de solucionar conflictos,
que suelen ser de suma cero y que una mayor creatividad judicial,
transformaría, en una maximización de utilidades de las partes y una
disminución de los costos que las mismas deben pagar...”

2. Los hechos
Sebastián Claus Furlán vivía en Ciudadela, Provincia de Buenos
Aires, con sus padres y dos hermanos. El 21 de diciembre de 1988,
con 14 años de edad, Sebastián ingresó a un predio cercano a su do-
micilio, propiedad del Ejército Argentino, que en otro tiempo había
sido un lugar de entrenamiento militar, no contaba con cerco perimetral
y era utilizado por los niños para diversos juegos y deportes. Sebastián
intentó colgarse de un parante transversal que se le cayó sobre él, de
un peso aproximado de 40 a 50 kg, recibiendo un fuerte golpe en la
cabeza y pérdida instantánea de conocimiento. Fue internado en el ser-
vicio de Terapia Intensiva del Hospital Prof. Alejandro Posadas. Fue
operado por un hematoma extradural y permaneció en coma por un
tiempo de aproximadamente un mes. A partir del accidente, Sebastián
tuvo dificultades en el habla y miembros inferiores y superiores, los
profesionales ordenaron tratamiento de rehabilitación ambulatorio.
El joven, antes del accidente, era un adolescente corriente, practi-
caba deportes e iniciaba su ciclo secundario de la Escuela de Educación
Técnica. Luego del episodio vivido, y a pesar de que pudo reintegrarse
al colegio, en el segundo ciclo del año 1990 padeció severas alteraciones
en el habla, la motricidad y cambios profundos en su conducta que
desconcertaron al personal docente y a sus compañeros.
El 18 de diciembre de 1990 el señor Danilo Furlán interpuso de-
manda en el fuero civil contra el Estado argentino por los daños y
perjuicios ocasionados de la incapacidad resultante del accidente de
su hijo. La sentencia de primera instancia se dictó el 7 de septiembre
de 2000, donde se dejó probado un desorden postraumático y una

309
Doctrina

reacción neurótica con manifestación obsesivo-compulsiva, que con-


llevara una importante incapacidad psíquica y trastornos irreversibles
en el área cognitiva y motora. La sentencia también determinó res-
ponsabilidad en la conducta de Sebastián Furlán, con consecuencias
en el hecho final que terminara la interposición de la demanda. Así,
se estableció un 70% de responsabilidad del Estado y un 30% de la
víctima. La suma fijada en la sentencia fue de $ 103.412,40 en concepto
de capital e intereses.
El resarcimiento a favor de Sebastián Furlán quedó comprendido
dentro de la ley 23.982 de 1991, optando Furlán por el pago en bonos,
los que se recibieron el día 12 de marzo de 2003 en la cantidad de
165.803. Furlán vendió los bonos, los que, deducidos los gastos, re-
presentaron la suma de $ 38.300.
Como consecuencia de las circunstancias que vivía y su estado de
salud, Sebastián Furlán fue denunciado por haber golpeado a su abuela,
quedando detenido en 1994, siendo sobreseído en razón de los peritajes
médicos realizados en la causa. Se dispuso su internación con custodia
policial por estar encuadrada su conducta en el artículo 34, inciso 1º,
del Código Penal. Su internación se prolongó hasta el 19 de mayo de
1994, siguiendo con tratamiento ambulatorio.
Sebastián Furlán recibe una pensión de $ 1.933,66.
Vive en la actualidad con su pareja y dos hijos, uno de los cuales
es un niño con discapacidad. Furlán presenta en la actualidad fallas
en la resolución de problemas, dificultades en la memoria, dificultades
práxicas, determinando un perfil cognitivo con disfunción atencional-
ejecutiva de grado leve moderado.

3. El fallo. Argumentos
En el fallo dictado, la CIDH estructura la argumentación conside-
rando que Sebastián Furlán era un niño al momento del accidente, y
que esto desencadenó en una persona adulta con discapacidad. La Corte
analiza el sistema de protección de los niños y niñas y los estándares
internacionales sobre protección y garantía de los derechos de las per-
sonas con discapacidad.
De este modo, la CIDH expresó que ha sostenido que en vista de

310
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

los intereses en juego, los procesos judiciales que involucren a niñas


o niños que se encuentran en la primera infancia deben ser tratados
con celeridad por parte de las autoridades.
La Corte establece el estándar de las personas con discapacidad y
la obligación de los Estados frente al acceso a la justicia de las personas
con discapacidad. Fija los estándares integrales para los Estados con
base en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en la
Convención sobre los Derechos del Niño y en la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad, remarcando las me-
didas “de protección especial” para garantizar derechos y proteger a
las personas con discapacidad en igualdad de condiciones.
La Corte Interamerica en su argumentación valora el derecho in-
vocado a partir de la violación de los artículos 8.1 y 25.1, 1.1, 2 y
19 de la Convención Americana y los artículos de la Convención sobre
los Derechos del Niño al no haber otorgado un recurso sencillo y
rápido a Sebastián Furlán y su familia.

a) Tiempos procesales y dilación del proceso


Analizó la violación al “plazo razonable”, la temporalidad del proce-
so y la etapa de ejecución de las sentencias judiciales. La Corte establece
que no es posible justificar el atraso en la resolución o la prosecución de
la causa en el principio dispositivo, consideró que el cumplimiento de
los plazos no se puede adjudicar a la falta de diligencia de las partes,
teniendo en consideración que los implicados en el proceso como de-
mandados eran el propio Estado (Estado Mayor General del Ejército).
Analiza el plazo razonable, complejidad del asunto, actividad pro-
cesal del interesado, conducta de las autoridades judiciales y afectación
generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el pro-
ceso. La Corte señala que la actividad procesal de un proceso de daños
y perjuicios per se no conlleva complejidad. Es decir, establece una
relación simple, sin complejidad probatoria para el proceso de daños
y perjuicios. El tiempo del proceso y la vinculación directa con la
tutela judicial efectiva entroncan en los argumentos de la CIDH, para
terminar afirmando que no existieron razones concretas para justificar
la dilación de un proceso que no debía durar más de dos años, llevando

311
Doctrina

el proceso a doce años, sin que la imputación a la falta de diligencia


de los letrados de la actora se pueda oponer en la mora a la respuesta
judicial. En ese sentido dijo “que el Estado no ha demostrado que la
demora prolongada en más de doce años sea atribuible a la conducta
de las autoridades”. La Corte resolvió la imposibilidad de atribución
de la dilación del proceso a la parte actora. El TEDH consideró que
para “lograr la efectividad de la sentencia la ejecución debe ser com-
pleta, perfecta, integral y sin demora”.
Es así que consideró que se habían vulnerado los derechos a la
protección judicial y a la propiedad privada.
La Corte consideró que en los términos del artículo 25 se deben
garantizar los recursos efectivos ante las autoridades competentes y la
garantía debida para la realización efectiva de las decisiones judiciales
(ejecución de la sentencia), garantizando la tutela judicial efectiva.
En el caso, la indemnización fijada por la sentencia se ajustó a la
normativa de la ley 23.982, afectando el tiempo y modo del pago de
la misma, fundamentando en la crisis económica, afectando el derecho
de propiedad al disminuir considerablemente la indemnización. El pago
restringido a una persona en condiciones de vulnerabilidad altera el
principio de proporción y razonabilidad que la medida debía tener.
La CIDH argumenta la violación a presupuestos básicos en relación
con los derechos del niño, destacando que no fue debidamente escu-
chado ni representado en debida forma ante la ausencia de la Asesoría
de Menores en el proceso, violando derechos consagrados constitu-
cionalmente, entre ellos:
– Derecho a la integridad personal y acceso a la justicia de los
familiares.
– La Corte tuvo en cuenta que las violaciones a los derechos hu-
manos de los familiares de las víctimas pueden llevar a su vez
a que éstos sean considerados víctimas.
– Impacto de los hechos del caso en la familia del Sr. Furlán,
perturbación, separación, empobrecimiento, quiebre de los la-
zos familiares.
– Falta de asistencia.
– Exclusión.

312
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

– Impedimento de acceso a la rehabilitación.


– Desintegración del núcleo familiar.
– Violación al principio de no discriminación y protección a los
niños.
– Medidas de reparación integral.
– La Corte aplica los derechos consagrados en la CDPD (modelo
social de la discapacidad).
– Medidas de rehabilitación.
– La Corte resaltó que todo tratamiento debe estar dirigido al interés
de la persona con discapacidad, dirigido a preservar su dignidad
y su autonomía, reducir el impacto de la enfermedad y mejorar
la calidad de vida.
– Adecuación de las prácticas a la Ley Nacional de Salud Mental
(ley 26.657).
– La Convención sobre los Derechos de las Personas con Disca-
pacidad, que implica un proceso de adecuación de la normativa
interna y de las prácticas.
– Reformas legales al procedimiento civil y la ejecución de las
sentencias en casos que involucren a niños y personas con dis-
capacidad.
– Control de convencionalidad. Necesidad de que las interpreta-
ciones judiciales y las garantías se adecuen a los principios de
las sentencias de la CIDH.
– Capacitación de funcionarios y operadores judiciales. La senten-
cia fija las pautas para una reforma legal al procedimiento civil
y régimen de ejecución de sentencias, y la responsabilidad de
los jueces respecto de ejercer un “control de convencionalidad”
establece responsabilidades y fija reparaciones en indemnizacio-
nes compensatorias.

4. Normativa aplicable a las personas con


discapacidad. Paradigma de niñez
En el fallo queda expuesta la diferencia entre las personas que son
consideradas “normales” socialmente, que cumplen las exigencias, se

313
Doctrina

adecuan a los cánones establecidos y su conducta es previsible, y aque-


llos que sufren un estigma. E. Goffman, al trabajar el concepto de
estigma, diferencia la normalización de la normatización. La norma-
lidad niega la existencia del otro, ya que implica un trato hacia el
individuo que sufre una situación de estricta vulnerabilidad que le im-
pone un estigma como si esto no ocurriera, es decir, como si no se
tratara de una persona con una carga de vulnerabilidad manifiesta y
la normatización cuando se obliga a la persona a intervenir como si
se tratara de una persona común, habilitada socialmente.
El estigma y la exclusión social se refuerzan cuando las personas
se encuentran con trabas que surgen de la pobreza circundante a ellos
y suman una discapacidad.
Las mujeres y niños con discapacidad cuentan con un plus de su-
frimiento, cuando se encuentran alejados de la protección debida por
el Estado, a pesar de las garantías dadas por los instrumentos de de-
rechos humanos o en declaraciones y programas sociales, jurídicos o
sanitarios, destinados a paliar las consecuencias de la exclusión y dis-
criminación.
El Estado argentino asumió el compromiso de hacer cumplir las
disposiciones de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
al ratificar la misma. La Declaración y Programa de Acción de la II
Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993) instó a los
Estados a implementar los recursos internos que reparen las violaciones
de derechos humanos y que fortalezcan la estructura de administración
de justicia. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó
que “dada la función fundamental que desempeña el Poder Judicial
en el cumplimiento de la responsabilidad que tiene todo Estado miem-
bro de respetar y proteger los derechos humanos de quienes están
sujetos a su jurisdicción, función que es de importancia capital en una
sociedad democrática, la Comisión recomienda a los Estados miem-
bros: adoptar las medidas necesarias para proteger la integridad e in-
dependencia de los miembros del Poder Judicial en el ejercicio de sus
funciones y, concretamente, en lo que se relaciona a los procesos sobre
violaciones a los derechos humanos”.
Por otra parte, el valor del fallo es que funda el decisorio en los
artículos de la Convención sobre los Derechos de las Personas con

314
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

Discapacidad, ubicando todos los derechos emergentes de una de las


convenciones que forman su plataforma de derechos, como es la Con-
vención sobre los Derechos del Niño.
En el artículo 7º de la CDPD, señalado para la niñez, en cuanto a
asegurar los derechos fundamentales de los niños con discapacidad,
la Corte señala la violación al derecho de Sebastián Furlán a ser oído,
reconocido en el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, receptado en la Ley Nacional de Derecho de la Infancia 26.061,
en los artículos 3º, 24 y 27.
La legislación, siguiendo a la Convención, reconoce el derecho del
niño y adolescente a expresar su opinión, y a que ésta sea tenida en
cuenta de acuerdo a su edad y madurez, en efecto, el artículo 24 reitera,
básicamente, el principio sentado por el primer párrafo del artículo 12
de la CDN, aunque incorporando dos mejoras sustanciales. Por un
lado, reconoce expresamente lo que surge implícitamente del artícu-
lo 12, esto es, un amplio ámbito de aplicación del derecho a ser oído,
extensible a todos los contextos en que se desenvuelven los niños y
adolescentes (social, escolar, cultural, estatal o político, recreativo, etc.).
Por otro lado, se refiere a la participación de los niños “en los asuntos
que les conciernan y en aquellos que tengan interés...”
En la sentencia se remarca que no se ha respetado el principio de
autonomía progresiva de los niños. Furlán tenía 14 años al momento
del accidente, su condición civil, un menor púber, con ausencia de
participación en el proceso. Agravando esta circunstancia la falta de
intervención activa de la Asesoría de Menores. Gustavo Moreno, asesor
tutelar, señaló que si bien la ley 26.061 no derogó el régimen de
representación, la autonomía progresiva reconocida con rango consti-
tucional permite que éste tenga un representante (o patrocinante) en
un proceso judicial o administrativo en los términos del artículo 12.2
de la CDN, en caso de que su madurez así lo permita.
Aun cuando al momento de la tramitación del proceso civil de
daños y perjuicios no se había sancionado la ley 26.061, la ratificación
de la Convención sobre los Derechos del Niño, desde el año 1989 por
la ley 23.849, impone a través de su operatividad el cumplimiento del
artículo 12 de la misma, en cuanto al ejercicio del derecho a ser oído
por el joven ante la autoridad correspondiente. Sin que esto pueda

315
Doctrina

resultar excusable, la intervención necesaria y legal de la Asesoría de


Menores debe integrar todas aquellas causas donde se comprometan
los derechos de un niño, como representante complementario, actuando
en forma necesaria dentro de un proceso judicial (art. 59, Cód. Civ.).
Afirmando que “la Corte observa que mientras Sebastián Furlán fue
menor de edad no se ofició al asesor de menores y tampoco se libró
oficio a dicha asesoría una vez que tuvo conocimiento del grado de
discapacidad que sufría Sebastián Furlán...” La Corte consideró que
se vulneró el derecho a las garantías judiciales en relación con los
artículos 19 y 1.1, de la Convención Americana sobre Derechos Hu-
manos.
Esta línea argumental implica un cambio profundo en las prácticas
judiciales, la necesidad de adecuar la estructura del andamiaje procesal
en que se desenvuelven las causas, para no naturalizar los procesos
como una sucesión de trámites que se homogeniza en el trajinar diario
de un juzgado. Esto impone recursos y, proporcionalmente a ellos,
conciencia de un cambio de paradigma que trae nuevos protagonistas,
miradas integrales sobre los hechos y el derecho a tratar, cuando se
dirige a colectivos que están bajo un régimen de protección especial.
Principios, valores y derechos de la Convención sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad. Discriminación, igualdad, acceso
a la justicia, niño con discapacidad. Ajustes razonables, rehabilitación,
tratamiento.
Al momento de la libertad positiva, o libertad como poder, corres-
ponde el momento de la igualdad social, llamada de otro modo igualdad
de las ocasiones o de las oportunidades: exigir igualdad de las opor-
tunidades significa exigir que a la igualdad y dignidad de los hombres,
todos los ciudadanos, les sea atribuida no sólo la libertad negativa o
política, sino también la positiva, que se concreta en el reconocimiento
de los derechos sociales.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapa-
cidad y su Protocolo Facultativo fueron aprobados el 13 de diciembre
de 2006 en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y quedaron
abiertos a la firma el 30 de marzo de 2007. Se obtuvieron 82 firmas
de la Convención y 44 del Protocolo Facultativo. Se trata del primer
instrumento amplio de derechos humanos del siglo XXI y la primera

316
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

convención de derechos humanos que se abre a la firma de las orga-


nizaciones regionales de integración. Señala un “cambio paradigmáti-
co” de las actitudes y enfoques respecto de las personas con discapa-
cidad. Hasta la Convención, las personas con discapacidad no tenían
legalmente el protagonismo de su vida.
La Convención incluye el concepto de no discriminación, contiene
el marco legal de consenso que integra las múltiples formas de ejercer
el derecho a la igualdad y a la diferencia, es decir, como afirma Alfredo
Kraut, igualdad sin igualitarismos.
No discriminación.
La situación tratada en el fallo por la CIDH se basa en la discri-
minación que sufrió Furlán cuando no se tuvieron en cuenta circuns-
tancias que modificaron su vida de manera definitiva, convirtiéndolo
en una persona con necesidad de apoyos, en razón de su discapacidad
sobreviniente estos apoyos debían dar en el campo sanitario, con ade-
cuado tratamiento, educación, social y judicial.
Lorenzetti se pregunta si para lograr la igualdad deben o no adop-
tarse conductas, diferencias, puesto que la igualdad es una relación
comparativa, sostiene, por ello, que lo importante es que la actitud
sea justa, la regla de justicia impone que se trate a los iguales de
modo igual y a los desiguales de modo desigual. Ningún principio es
absoluto y corresponde al legislador establecer categorías que supongan
tratamiento diferenciado.
La discriminación es un concepto que abraza el de dignidad, pues
impone un trato diferente, que menoscaba, excluye, socava la partici-
pación real y efectiva de la persona, afectando su autonomía e igualdad,
se traduce muchas veces en falta de oportunidad. La Corte consideró
que el derecho a la igualdad y no discriminación abarca dos concep-
ciones: una concepción negativa relacionada con la prohibición de di-
ferencias de trato arbitrarias, y una concepción relacionada con la obli-
gación de los Estados de crear condiciones de igualdad real frente a
grupos que han sido históricamente o que se encuentran en mayor
riesgo de ser discriminados. En este sentido la Corte consideró que el
derecho a la integridad física, psíquica y moral, consagrado en el ar-
tículo 5.1 de la Convención Americana, no sólo implica que el Estado

317
Doctrina

debe respetarlo (obligación negativa), sino que además requiere que


el Estado adopte las medidas apropiadas para garantizarlo.
El orden de este análisis puede resultar meramente descriptivo, si
no se ensambla con la dimensión social del Derecho, es decir, con la
efectividad. Efectividad que no se tradujo en acciones posibles para
Furlán.
Ajustes razonables.
La CIDH refiere en la sentencia a la perentoriedad de las reformas
necesarias para garantizar los derechos que contiene la Convención
Americana realizando los ajustes razonables necesarios.
El artículo 2º de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad establece por ajustes razonables las modificaciones
y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga
desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular,
para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio en
igualdad de condiciones con las demás. De todos los derechos humanos
y libertades fundamentales esta Convención compromete a los Estados
a realizar los ajustes razonables para asegurar y promover el pleno
ejercicio de todos los derechos humanos y libertades fundamentales
sin discriminación: Significa la adopción de las medidas legislativas,
administrativas y de toda índole que impliquen una modificación en
las prácticas actuales, para que la persona con discapacidad pueda ser
protagonista activa de todos los actos de su vida. Implica derogar
leyes, transformar prácticas, adecuar sistemas y superar complejidades
que se pueden presentar como excusa para oponer un límite al ejercicio
de los derechos de las personas con discapacidad.
La posibilidad de futuras resoluciones que contengan la aplicación
de medidas de acción positiva, tal como resulta del derecho constitu-
cional que emana del artículo 75, inciso 23, de la Constitución Nacional
argentina. En este sentido hay que sostener que el reconocimiento
efectivo de los derechos humanos es una construcción que se encadena
en el tiempo, a partir del hacer diario de las políticas de Estado. También
los derechos humanos son derechos históricos, que surgen gradualmente
de las luchas que el hombre combate por su emancipación y de la
transformación de las condiciones de vida que estas luchas producen.

318
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

Las personas son invisibilizadas, atrapadas en la condición de su


pobreza. La accesibilidad es una construcción compleja que implica
la determinación política, intersectorial y social para el logro de la
debida inclusión social de los PCD.
El concepto de accesibilidad va ligado al movimiento a favor del
modelo de “vida independiente” que defiende una participación más
activa de estas personas en la comunidad.
El artículo 13 de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad establece que “Los Estados Partes asegurarán que
las personas con discapacidad tengan acceso a la justicia en igualdad
de condiciones con las demás, incluso mediante ajustes de procedi-
miento y adecuados a la edad”, el verbo rector utilizado es “asegurar”,
lo que implica que la garantía obliga a los Estados partes a realizar
todo lo necesario para que el sujeto pueda acceder a las distintas fases
de conocimiento, consideración y juzgamiento que envuelve un proceso
judicial.
Las 100 Reglas de Brasilia de Acceso a la Justicia facilitan el
acceso de los colectivos vulnerables en condiciones de no discrimina-
ción, removiendo obstáculos y garantizándoles a los titulares el acceso
efectivo, realizando acciones concretas para sensibilizar a los titulares
de la administración y garantizar la accesibilidad de las personas con
discapacidad al sistema de justicia, incluyendo aquellas medidas con-
ducentes a utilizar todos los servicios judiciales requeridos y disponer
de todos los recursos que garanticen su seguridad, movilidad, como-
didad, comprensión, privacidad y comunicación. Se revisarán las reglas
de procedimiento para facilitar el acceso de las personas en condición
de vulnerabilidad, adoptando aquellas medidas de organización y de
gestión judicial que resulten conducentes a tal fin. En ese sentido se
establece:
Sección 4ª. Revisión de los procedimientos y los requisitos procesales
como forma de facilitar el acceso a la justicia:
1. Medidas procesales.
Dentro de esta categoría se incluyen aquellas actuaciones que afectan
la regulación del procedimiento, tanto en lo relativo a su tramitación,
como en relación con los requisitos exigidos para la práctica de los
actos procesales.

319
Doctrina

(34) Requisitos de acceso al proceso y legitimación.


Se propiciarán medidas para la simplificación y divulgación de los
requisitos exigidos por el ordenamiento para la práctica de determi-
nados actos, a fin de favorecer el acceso a la justicia de las personas
en condición de vulnerabilidad, y sin perjuicio de la participación de
otras instancias que puedan coadyuvar en el ejercicio de acciones en
defensa de los derechos de estas personas.
Para efectivizar los derechos de las personas con discapacidad, se
requieren acciones y no meramente abstenciones. Lo que se requiere
en el campo de la discapacidad son dos cosas; en primer lugar que la
diferencia que implica la discapacidad no sea usada negativamente, y
en segundo lugar, se requieren medidas, acciones para la diferencia.

a) Derecho a la salud y rehabilitación


Una persona afectada en su salud mental debe contar con un tra-
tamiento dirigido a su superior interés, “concretamente, la rehabilitación
psiquiátrica alude a la recuperación máxima posible del funcionamiento
del rol social y operativo a través de mecanismos de aprendizaje y
del apoyo del entorno. Estrictamente, el término rehabilitación apunta
reparar la discapacidad y desventaja. Dado que, con frecuencia, la
desventaja y la discapacidad de los pacientes son persistentes, la meta
de la rehabilitación puede a veces limitarse sólo a establecer un am-
biente adecuado de apoyo en el que el individuo alcance sus más altos
niveles de funcionamiento posible. El Estado debe proveer los instru-
mentos legales que permitan y promuevan la reinserción laboral y so-
cial de las personas con sufrimiento mental”.
La Ley Nacional de Salud Mental 26.657 trae a la persona como
eje de intervención, el debido proceso, consentimiento informado, pre-
sunción de capacidad, la reforma de los procesos judiciales de inca-
pacidad y la obligatoriedad de revisión de las sentencias dictadas, que
la problemática de salud mental no es un estado inmodificable, la
intervención de un equipo interdisciplinario a la luz de la concepción
integral de ser persona y no una referencia a una patología, la defensa
técnica, la internación como último recurso terapéutico y la voluntad
para la misma, regulando la internación involuntaria como excepción.
La intervención judicial como garantía de los derechos reconocidos y
desjudicializando la salud mental, cuando no compromete derechos.

320
El caso “Furlán y familiares vs. Argentina”

Elimina la peligrosidad que traía el estigma de ser una persona con


diagnóstico psiquiátrico y trae el concepto de riesgo cierto e inminente
que modifica la internación efectuada por autoridad pública (art. 482
del Cód. Civ., texto originario), con inmediato conocimiento del órgano
de revisión, el juez y la garantía de defensa del artículo 22 de la ley.
Sin embargo, hasta la fecha la ley nacional se encuentra sin reglamen-
tación, aunque no es causa para no aplicar los derechos y garantías
allí contenidos. Sebastián Furlán sufrió una internación como resultado
de una medida de seguridad, en la que padeció una nueva discrimi-
nación a su condición de ser una persona con discapacidad y vio afec-
tado su derecho al tratamiento.
La Corte expresó en ese sentido “que en el marco de la implemen-
tación de las leyes argentinas que regulan el acceso a prestaciones en
salud y seguridad social, el Estado deberá adoptar las medidas nece-
sarias para asegurar que al momento en que una persona es diagnos-
ticada con graves problemas o secuelas relacionadas con discapacidad,
le sea entregada a la persona o su grupo familiar una carta de derechos
que resuma en forma sintética, clara y accesible los beneficios que
contemplan las mencionadas normas, los estándares sobre protección
de las personas con discapacidad mental establecidos en esta sentencia
y las políticas públicas análogas, así como las instituciones que pueden
prestar ayuda para exigir el cumplimiento de sus derechos. El Estado
deberá informar anualmente sobre la implementación de esta medida
por un período de tres años una vez que se inicie la implementación
de dicho mecanismo”.
En este estado, la normativa aplicada en la sentencia dictada refiere
a derechos y garantías reconocidos por el Estado argentino, la Suprema
Corte de Justicia de Buenos Aires, siguiendo los supuestos de la co-
misión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dejó es-
tablecido que “No debemos olvidar que, según ese tribunal, para cum-
plir con el mandato del mencionado artículo 2º, es necesario: 1) ‘el
dictado de normas’, y 2) el desarrollo de prácticas conducentes al
acatamiento efectivo de los derechos y libertades consagrados en el
pacto aludido [...] Este deber general del Estado Parte implica que las
medidas del Derecho interno han de ser como se dijo efectivas (prin-
cipio del efes utile), para el cual el Estado debe ‘adaptar’ su actuación

321
Doctrina

a la normativa de protección de la convención (conf. CIDH, caso ‘Ya-


tama vs. Nicaragua’ cit., párr. 170; caso ‘Caesar’, sent. del 11-3-2005,
Serie C, Nº 123, párr. 91; caso ‘Lori Berenson Mejía’, sent. del 25-
11-2004, Serie C, Nº 119, párr. 219; caso ‘Instituto de Reeducación
del Menor’, sent. del 2-9-2004, Serie C, Nº 112, párr. 206, y Condición
Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados, Opinión Con-
sultiva OC 18-03, de 17-9-2003, Serie A, Nº 18, párrs. 101 y 78, entre
otros; ver, asimismo, CSJN, Fallos: 328:2056; causas Ac. 102.434,
‘De Narváez’, res. del 17-10-2007; Ac. 68.782, ‘Colegio de Bioquí-
micos’, sent. del 22-12-2008; L. 88.775, ‘E. E.’, sent. del 23-3-2010)”.

5. Palabras finales
Queda ahora, luego de la sentencia que responsabiliza al Estado
argentino, el momento de los interrogantes en el orden interno, la com-
plejidad, articulación con un derecho que se ofrece desde la letra, y
el tránsito a cambios concretos que permitan realizar los compromisos
asumidos.
Mientras tanto, la libertad se constriñe, el centro del debate, el
mayor de los presupuestos es combatir un eventual “estado de excep-
ción”, porque dentro de él cientos de personas, titulares de derechos
humanos inalienables, universales, irrenunciables, quedan suspendidas
esperando que una línea de posibilidades una en plenitud una norma
con su caso.

322

También podría gustarte