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Especialización en Criminología

Taller de Trabajo Final Integrador

Clase Nº 6

Marco conceptual (segunda parte) e introducción a la metodología

© 2009 Universidad Nacional de Quilmes


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Índice

1. Marco conceptual: segunda parte .............................................................. 3

1.1. Consejos para la elaboración del marco conceptual ................................... 3

1.2. Diferencia entre bibliografía y fuentes ..................................................... 6

2. Metodología de la investigación ................................................................. 8

2.1. Introducción ........................................................................................ 8

2.2. Enfoque metodológico ..........................................................................10

3. Lecturas recomendadas ...........................................................................18

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Clase 6

1. Marco conceptual: segunda parte


1.1. Consejos para la elaboración del marco conceptual

Si bien la investigación no es lineal y cada proceso investigativo tiene


su especificidad y originalidad, se pueden efectuar las siguientes
recomendaciones o pasos a seguir para la redacción del marco
conceptual:

1. Búsqueda y lectura de bibliografía especializada (textos en libros,


revistas, artículos académicos, etc. –ver documento sobre
“buscadores académicos” disponible en el módulo de la clase 2)
sobre el tema para comenzar a realizar indagaciones
preliminares que permitan identificar las principales
discusiones, corrientes teóricas, a fin de ir precisando el
problema de investigación. Por supuesto, en este momento
deberemos tener en consideración los autores de las materias
que abordan cuestiones relacionadas con el tema que hemos
elegido.

2. A medida que vayamos leyendo autores que aborden temas


relacionados directamente con nuestro problema de
investigación, podremos ir tomando ideas textuales (citas) o
reelaborando sus ideas con nuestras palabras (parafraseando) e
ir volcando dichas ideas en un borrador (empleando
correctamente las normas de citación para no incurrir en plagios)
que pueda sernos útil al momento de redactar el marco
conceptual o teórico.

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3. Identificar los principales conceptos del problema,
objetivos, etc. que deberán ser definidos y explicados en
el marco conceptual. Por ejemplo: si me propongo estudiar “El
abordaje del delito complejo desde las instituciones policiales” de
un territorio y momento determinados, en el marco conceptual
será necesario recurrir a autores o corrientes teóricas para
explicar qué se entenderá por delito complejo, desde qué
enfoque se abordará y cómo se entenderá a las instituciones
policiales. Es decir, podré desarrollar otros conceptos que me
sean de utilidad para el abordaje del fenómeno pero no podrán
faltar las definiciones y explicaciones sobre esos dos
conceptos nodales.

4. Orientar la búsqueda y lectura bibliográfica para abordar esos


conceptos que consideraremos nodales o centrales de acuerdo a
nuestro planteo del problema de investigación.

5. Extraer las ideas de los autores que consideremos clave


para explicar dichos conceptos (respetando las normas de
citación –ver documento del módulo de la clase 5). Se
recomienda comenzar a ordenar estas ideas siguiendo un orden
o hilo conductor (ver clase anterior), a fin de comenzar a darle
el ordenamiento propio de un marco conceptual o teórico.

6. Los textos que vayamos leyendo muy probablemente nos


vayan orientando hacia otras lecturas (los autores citarán a
otros autores que podremos leer o harán referencia a otros
estudios o investigaciones, fuentes, etc., que podremos consultar
también) y, de esa forma, iremos ampliando nuestro marco
conceptual. En este punto es importante tener siempre presente
el problema de investigación y los objetivos planteados como
para que nuestro marco conceptual siempre gire alrededor de

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esos temas y no comencemos a abordar conceptos o elementos
que no estén directamente relacionados con nuestro problema
de investigación.

7. Una vez que ya tengamos definida la estrategia metodológica y


que comencemos a realizar lo que se conoce como “trabajo de
campo” (estos temas serán abordados en las siguientes clases),
probablemente surjan nuevos interrogantes (que nos llevarán a
precisar o reformular todo lo realizado hasta el momento) o se
requiera que incorporemos nuevas herramientas
conceptuales para el análisis de los datos relevados
mediante el trabajo de campo, lo que implica retomar la lectura
bibliográfica para incorporar conceptualizaciones que colaboren
en la explicación o interpretación de lo relevado.

8. Aclaración respecto al caso específico del Proyecto de TIF vs.


TIF: es importante recordar que el marco conceptual del
Proyecto del TIF consiste sólo en un par de páginas (del apartado
que lleva el nombre: “marco conceptual inicial”) en el que se
debe mostrar el conocimiento del tema y el problema, de las
principales corrientes o discusiones teóricas de los autores, las
definiciones de los conceptos que hemos llamado “nodales” o
centrales y nos ayuda a documentar cómo nuestra investigación
agregaría valor a la literatura existente. El marco conceptual del
TIF, por su parte –que no se hallará bajo un apartado
denominado “marco conceptual”-, además de cumplir con dichos
requisitos, deberá no sólo tener más extensión sino también
mayor profundidad de análisis que el del Proyecto del TIF. Es
decir, deberá darse un salto cuantitativo y cualitativo entre el
marco conceptual del Proyecto al del TIF finalizado.

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9. Una vez redactado el marco conceptual, se recomienda dar una
lectura final orientada a verificar:
 que cada párrafo exprese una idea y que no queden párrafos
ni excesivamente largos ni muy cortos;
 que las ideas se sucedan ordenadamente, con un hilo
conductor (ver clase anterior);
 el equilibrio entre las interpretaciones del
investigador/alumno, las citas textuales y paráfrasis;
 la correcta aplicación de las normas de citación;
 que todos los autores mencionados en el marco conceptual
aparezcan listados en las referencias bibliográficas (en el
Proyecto de TIF esto debe incluirse en el apartado
denominado “Bibliografía”, en el que se pueden agregar otros
autores no citados en el marco conceptual inicial, a los que se
prevea recurrir para el desarrollo del cuerpo del TFI);
 la coherencia entre el marco conceptual y la definición del
problema y/o preguntas-problema, objetivos. Es decir, que
todos los conceptos desarrollados tengan relación directa con
el problema y objetivos, y que no queden conceptos de estos
últimos sin definir en el marco conceptual.

Una vez definida la estrategia metodológica, también se deberá


chequear que las proposiciones teóricas -de las que se desprenden las
variables que permitirán la obtención de información de la realidad
mediante el trabajo de campo- también se encuentren definidas en el
marco conceptual.

1.2. Diferencia entre bibliografía y fuentes

Si bien algunos autores emplean estos términos indistintamente,


siguiendo a Nacuzzi (2010) realizaremos una distinción entre la
bibliografía y las fuentes.

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La bibliografía es todo el corpus de artículos, libros, revistas, textos
de autores que han abordado el tema de investigación (en nuestro
caso, el tema del TFI) o caso de estudio y que permite establecer un
estado de la cuestión, los antecedentes o lo que se conoce, lo que se
ha dicho sobre el tema o cuestión desde el mundo académico. La
bibliografía integrará el marco conceptual de nuestro estudio y, desde
ese marco conceptual, realizaremos nuestro aporte original o
contribución al conocimiento científico.

Por su parte, las fuentes -empleando el término en sentido amplio-,


aluden a todo el corpus de información no sólo en texto o manuscrito
(como diarios, revistas, artículos, folletos, afiches, diarios de viaje,
informes, expedientes, etc.), sino que también puede comprender
fuentes orales (relatos, diálogos, entrevistas, conferencias) que luego
se transcriban para poder analizarse en forma escrita. Estos
documentos son testimonios de primera mano de personas que
presenciaron o participaron de un acontecimiento dado.
Consisten en fuentes primarias de información cuando recurrimos a
ellas nosotros mismos (o mediante un equipo que conformemos o
integremos) a los fines de responder a nuestras propias preguntas de
investigación u objetivos (o a los de la institución u organismo que
integremos, en caso de que el relevamiento sea institucional o
realizado desde alguna agencia u organismo, ya sea estatal o privado).
Cuando en lugar de emplear los testimonios de primera mano o fuentes
primarias de información, se emplean los resultados de un estudio
realizado por otra persona u organismo, es decir, cuando el
relevamiento en base a fuentes primarias fue concebido por otras
personas y nosotros hacemos uso de los resultados para otra
investigación distinta se trabaja con fuentes secundarias. Ejemplo:
si empleáramos los datos de un censo, los resultados de una encuesta
o estudio realizado por alguna organización como insumo para

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responder a los objetivo de la investigación del TFI. En este caso, los
objetivos de nuestro TFI serían diferentes a los que orientaron la
realización de la encuesta o censo.
Las fuentes, entonces, son el insumo que emplearemos, que
analizaremos, a los fines de responder a las preguntas de investigación
que hemos formulado. En caso de que hayamos planteado hipótesis,
las fuentes nos permitirán comprobarlas o refutarlas.

2. Metodología de la investigación

2.1. Introducción

Cuando uno selecciona un problema de investigación y realiza un


recorte de la realidad social o criminológica que pretenderá ser
abordada y estudiada en el marco del TFI, no estudia el tema sin tener
ninguna noción al respecto. Uno puede tener un conocimiento acabado
o, por el contrario, muy elemental sobre el tema pero siempre tendrá
alguna idea (vaga o no) sobre la cuestión. Es decir que cuando uno
observa la realidad, nuestras observaciones no son “puras”, los hechos
no se reflejan sin mediación alguna en nuestro cerebro sino que la
mediación que se interpone entre la realidad y nuestro entendimiento
de la realidad son las ideas, nuestro marco conceptual, las que crean
la matriz que nos posibilita (y a la vez condiciona) nuestra
interpretación y entendimiento de los hechos.
Coincidiendo con Becker (2009) estas “ideas” que uno tiene sobre el
tema a investigar, muchas veces están fundadas en nociones del
sentido común o en presunciones no comprobadas científicamente que
determinan la “imagen” inicial que uno se construye sobre la cuestión
a investigar. En este sentido, Becker se pregunta: ¿cómo hacer para
que nuestro imaginario “lego”, es decir, el del sentido común, no
sesgue los resultados de nuestros estudios? La clave está en la

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información de primera mano que surge de la experiencia, del
contacto con la realidad, con los hechos. Aquí radica la importancia
de la empiria, de los datos que darán sustento a las ideas que
desarrollemos, en nuestro caso, en la investigación del TIF.

Ahora bien, ese “contacto con la realidad” no puede ser de cualquier


forma. Es decir, si mi objetivo de investigación es determinar la
relación entre el sexo y la propensión a cometer delitos violentos, en
la Argentina (que, vale aclarar que es un objetivo que sería inabordable
de acuerdo a los tiempos y alcance del TIF), no bastará con ir a dos
barrios de una ciudad y preguntarle a 20 mujeres y 20 hombres qué
delitos han cometido en su vida. Si lo hiciéramos de esta forma, no
habría correspondencia entre nuestro limitado trabajo de campo
(encuesta a 40 personas de dos barrios de la Argentina) y nuestros
pretenciosos objetivos.

Por esta razón, es necesaria cierta metodología o la aplicación de uno


o varios métodos del conocimiento científico, para que los
resultados de nuestra investigación tengan validez científica. Es decir,
para que nuestras conclusiones trasciendan el sentido común, tengan
rigurosidad metodológica y, por ende, constituyan un verdadero aporte
al conocimiento científico.
Sin embargo, la metodología no es una receta estática, ni existe un
método único sino que constituye un conjunto de enfoques,
procedimientos y herramientas sujetos a un continuo proceso de
adecuación a los objetivos de investigación dentro de alguna
perspectiva teórica. Y, si bien es necesario conocer y manejar
correctamente ese conjunto de herramientas de la metodología
científica, existe una importante cuota de creatividad y de originalidad
en el empleo de determinadas técnicas para lograr la recolección de
datos de la realidad que nos permita cumplir con los objetivos

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propuestos. Esta actividad implica poner en vinculación la teoría y la
práctica, a través de la metodología.

2.2. Enfoque metodológico

En esta instancia ya hemos abordado aspectos fundamentales del


diseño de investigación: el estado de la cuestión (que, en un
principio consisten en indagaciones preliminares y, a medida que
vayamos dominando el tema iremos dándoles forma de marco
conceptual) el problema de investigación, su fundamentación, los
objetivos y las hipótesis de trabajo (que pueden existir o no). Para
completar este proceso de definición del diseño o proyecto de
investigación, sólo nos queda precisar la estrategia metodológica
que se adoptará para recolectar los datos que permitirán –luego de un
proceso de análisis realizado por el alumno/investigador- responder
a los objetivos propuestos, comprobar o refutar las hipótesis que
hayamos formulado.
Estas decisiones referidas a la estrategia metodológica, no pueden
pensarse escindidas de los otros componentes del diseño de
investigación dado que las elecciones metodológicas (que enfoque
emplear, qué técnicas utilizar para el relevamiento de la información,
la definición de la población objeto de estudio, etc.) deberán ser
acordes a los objetivos, el marco conceptual, etc. Si no, nos ocurrirá
como con el ejemplo del recuadro del apartado anterior, en el que los
resultados del trabajo de campo permitían responder a las preguntas
problema ni a los objetivos propuestos.

Se puedo optar por un enfoque cualitativo, cuantitativo u optar por


la combinación de técnicas y de uno y otro enfoque (a este último caso
se le denomina triangulación o enfoque mixto). Si bien ambos
enfoques (cualitativo y cuantitativo) tienen surgimientos históricos
distintos, vertientes epistemológicas distintas y se emplearon por

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disciplinas distintas (el cuantitativo antiguamente se empleaba desde
las ciencias más “duras” y el cualitativo era el método de la
antropología, fenomenología y de las ciencias sociales “blandas” que
buscaban adentrarse en los fenómenos sociales no para cuantificarlos
sino para “comprenderlos” en su complejidad), en la actualidad las
barreras entre uno y otro enfoque se han comenzado a derribar y es
cada vez más habitual recurrir a la complementación de ambos
enfoques desde una u otra disciplina. Sin embargo, no conviene
seleccionar el método que a uno “más le guste” sino el que más idóneo
para alcanzar los objetivos propuestos y el más viable de acuerdo a los
recursos y tiempos con los que cuenta el investigador/alumno.

A continuación presentaremos una comparación de ambos enfoques


realizara por Sampieri (1991:11). Cabe advertir que el cuadro
comparativo desarrollado por este referente en metodología puede ser
demasiado esquemático, en el afán por mostrar las diferencias entre
ambos enfoques, y tender a la incorrecta dicotomización de ambos
enfoques. Sin embargo, para tener una idea general sobre los mismos,
resulta de gran utilidad. En las siguientes clases desarrollaremos
ambos enfoques con mayor detenimiento.

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De esta manera, en términos generales (sin desconocer que existen
innumerables excepciones porque, como dijimos antes, la metodología
no es una receta única sino que se adapta de acuerdo a los objetivos
de cada investigación) podemos decir que el enfoque cualitativo es
más apropiado cuando intento abordar un número de casos
limitado o cuando se intenta conocer en profundidad
determinado fenómeno. En general, cuando se intenta abordar

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una población amplia (es decir, un gran número de casos),
cuando se busca describir o explicar fenómenos, en general
conviene recurrir a herramientas del enfoque cuantitativo o a
la complementación de ambos enfoques (triangulación
metodológica).
En las siguientes clases abordaremos con mayor detenimiento este tipo
de cuestiones.

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3. Lecturas recomendadas

Becker, Howard. (2009) Trucos del Oficio: Como conducir su investigación en


Ciencias Sociales, “Conceptos” Siglo XXI: Buenos Aires.

Sampieri, R. H. et al (1991): “Capítulo 1 Similitudes y diferencias entre los


enfoques cuantitativo y cualitativo”, en Metodología de la Investigación,
Mexico: Mc Grau Hill.

Sautu, Ruth et al (2005): Manual de Metodología, Buenos Aires: CLACSO.

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