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estructura. El error de la sociología tradicional, como el de la lingüística tradi-


cional, consiste en haber considerado los términos y no las relaciones entre
los términos (1984b: 45).

En suma:

1) Esa estructura elemental existe simultáneamente en el orden sincrónico y


diacrónico.
2) No existe la posibilidad de que pueda constituirse una estructura elemental
simétrica invirtiendo los sexos (hermana, hermano, la mujer de este último,
y la hija nacida de esa unión), pues en todas las sociedades son los hom-
bres los que intercambian mujeres, y no a la inversa (aun cuando ciertas
culturas representen la ficción de operar el intercambio en este sentido).
3) Siendo el avunculado un rasgo característico de la estructura elemental de
parentesco, las relaciones son definidas entre los cuatro términos como
un “átomo de parentesco”, a partir del cual se construirían sistemas más
complejos, ya que “todo sistema de parentesco es elaborado a partir de
una estructura elemental, que se repite o se desarrolla por integración de
nuevos elementos” (1984b:47).

Una vez que comprendimos cómo definió su posicionamiento, interpretaciones


y usos de la tradición socioantropológica durkheimiana francesa, la antropo-
logía anglosajona y la lingüística estructural, podemos avanzar en la formula-
ción de su programa tal como lo expuso en Las estructuras elementales del
parentesco.

LECTURA RECOMENDADA

RR
Lévi-Strauss, C. ���������������������������������������������������������������������
(1984b) [1958], “El análisis estructural en lingüística y en antropo-
logía”, en Antropología Estructural, Eudeba, Buenos Aires, pp. 29-50.

1.5.5. Los intercambios recíprocos de bienes, mujeres y


A partir de acá. mensajes
La obra Las estructuras elementales del parentesco fue escrita durante su
exilio en Estados Unidos y publicada en Francia en 1949; en su elaboración
Lévi-Strauss invirtió algo más de una decena de años, pues siendo profesor en
la Universidad de Sao Paulo ya estaba preocupado por analizar los sistemas
de parentesco y formas de organización social. Desarrolló una “explicación
sociológica”, “social” o “por la sociedad” del parentesco, estableciendo una
polémica abierta con la antropología anglosajona que basaba sus análisis en
la determinación de relaciones de consanguinidad por línea paterna o materna.
En este apartado, pues, procuraremos establecer el lugar del parentesco en su
comprensión de la sociedad y, en otro, nos ocuparemos del estudio estructural
del parentesco con mayor detalle.

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Buscó explicar la sociedad desde la producción de relaciones de alianza


sirviéndose de materiales etnográficos australianos, asiáticos y sudameri-
canos. Con ellos formuló una “teoría general de los sistemas del parentes-
co” que combina el desarrollo de hipótesis generales mediante el empleo de
fenómenos simples y universales que testimonian la presencia de lo seme-
jante por sobre lo diferente (sin preocuparse demasiado –agregamos noso-
tros– por especificar el contexto que confiere a cada uno su significación par-
ticular). Definió, por un lado, las estructuras elementales del parentesco como
sistemas de nomenclatura que permiten determinar el círculo de parientes y
allegados distinguiendo “cónyuges posibles” y “cónyuges prohibidos”. Y, por
otro lado, las estructuras complejas como sistemas que establecen el círculo
de parientes y dejan librado a factores económicos, psicológicos u otros, la
elección del “cónyuge posible”. No obstante, esta distinción reconoce formas
híbridas o sistemas intermedios que denomina crow-omaha –por estar aso-
ciados a dos tribus norteamericanas, matrilineal y patrilineal, respectivamen-
te–, desde los cuales se operaría el pasaje entre unas y otras estructuras. El
mecanismo por el cual se constituiría esta mediación sería la transformación
de “allegados” en “parientes”.
Si el fundamento del parentesco es la producción de relaciones de alian-
za, de ello se sigue que la prohibición del incesto encuentra en la alianza su
explicación sociológica y no en una prohibición sexual natural.

CC
Es la relación social la que cumple una función determinante más allá del lazo
biológico, implicada por los términos ‘padre’, ‘madre’, ‘hijo’, ‘hija’, ‘hermano’,
‘hermana’. Sobre todo a causa de ello deben considerarse como racionaliza-
ciones las teorías que intentan justificar la prohibición del incesto por las con-
secuencias nocivas de las uniones consanguíneas [...] Desde el punto de vista
más general, la prohibición del incesto expresa el pasaje del hecho natural de
la consanguinidad al hecho cultural de la alianza (Lévi-Strauss, 1985: 66).

Sin embargo, la prohibición del incesto, en tanto “regla” socialmente fundada,


es considerada por Lévi-Strauss un fenómeno social particular, dado que no
es un fenómeno puramente natural ni enteramente cultural, siquiera de orden
mixto. Entonces es más bien concebida como un fenómeno singular mediante
el cual se produce el pasaje de la naturaleza a la cultura.

CC
Esta regla que, por serlo, es social, es al mismo tiempo presocial en dos senti-
dos: en primer lugar por su universalidad, luego por el tipo de relaciones a las
que impone su norma. La vida sexual es externa al grupo en un doble sentido.
Expresa el grado máximo de la naturaleza animal del hombre y atestigua, en el
seno de la humanidad, la supervivencia más característica de los instintos; en
segundo lugar, y de nuevo en un doble sentido, sus fines son trascendentes:
satisface sea deseos individuales que, como bien se sabe, se encuentran en-
tre los menos respetuosos de las convenciones sociales, sea tendencias es-
pecíficas que sobrepasan igualmente, aunque en otro sentido, los fines pro-
pios de la sociedad (1985: 45).
La prohibición del incesto es el proceso por el cual la naturaleza se supera a
sí misma; enciende la chispa bajo cuya acción una estructura nueva y una más

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compleja se forma y se le superpone –integrándolas– a las estructuras más sim-


ples de la vida psíquica, así como estas últimas se superponen –integrándolas–
a las estructuras más simples de la vida animal (1985: 59).

De tal forma, la prohibición del incesto combina en sí misma los fundamentos


arbitrarios de lo social y la universalidad o necesidad de lo natural. En otras
palabras, si la cultura es todo lo aprendido que depende de la vida social y de
las normas colectivas, es lo arbitrario o contingente. En tanto, la naturaleza
es la dotación hereditaria del hombre independientemente de las determi-
naciones sociales y, por lo tanto, representa el dominio de lo necesario y lo
absoluto; por su universalidad, la prohibición se aproxima a la naturaleza, al
tiempo que las formas variables de su existencia en cada sociedad revelan
su base arbitraria o cultural.
En su enfoque reconoce la influencia de Totem y tabú. Algunas concor-
dancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos [1912-1913] de
Sigmund Freud, quien demostró que el tabú u horror al incesto se funda en la
necesidad de Ego de abrirse a las relaciones sociales. Recurriendo a trabajos
etnográficos, Freud sostuvo que existe una lógica en el pensamiento de los
“salvajes” que es común a la de los neuróticos occidentales, e identificó que
tras la imposición negativa de la prohibición del incesto se fundaba la cons-
titución positiva de un sistema clasificatorio de las relaciones sociales y sus
correspondientes reglas de funcionamiento. Así pues, el psicoanálisis descu-
bría “un fenómeno universal no en la repulsión frente a las relaciones inces-
tuosas sino, por el contrario, en su búsqueda (1985: 51).

CC
Freud explica [la prohibición del incesto], con éxito, no desde el origen de la ci-
vilización sino desde su presente, y, al salir en busca del origen de una prohibi-
ción, no logra explicar, por cierto, porqué el incesto es conscientemente conde-
nado, sino cómo se lo desea inconscientemente. Se dijo y se repitió lo que
hace a Totem y tabú inaceptable como interpretación de la prohibición del in-
cesto y de sus orígenes: gratuidad de la hipótesis de la horda de los machos y
del asesinato primitivo, círculo vicioso que hace nacer el estado social de los
procedimientos que lo suponen [...] El deseo de la madre o de la hermana, el
asesinato del padre y el arrepentimiento de los hijos, sin duda no correspon-
den a un hecho o un conjunto de hechos que ocupan en la historia un lugar de-
terminado. Pero traducen tal vez, bajo forma simbólica, un sueño a la vez per-
durable y antiguo [...] Las satisfacciones simbólicas a las que se inclina, según
Freud, la nostalgia del incesto, no constituyen entonces la conmemoración de
un acontecimiento. Son otra cosa y más que eso: son la expresión permanen-
te de un deseo de desorden, o más bien de contraorden (1985: 569).

Por ello, a diferencia de Freud –que se concentró en explicar el deseo incons-


ciente del incesto– Lévi-Strauss buscaba reconocer los esquemas conscientes
(sociales) que motivaban su prohibición. En su opinión, el “deseo del incesto”
solo puede explicarse en su relación con los mecanismos naturales que ope-
ran en la constitución humana, y, sobre los cuales, la cultura –al establecer
reglas de alianza que constituyen las relaciones de parentesco– viene a impo-
ner un “orden”. En este sentido, plantea que Freud ha estado más próximo en

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dar una explicación adecuada de la prohibición del incesto cuando apela a un


fundamento estructural de la constitución psíquica (y no a un acontecimiento
histórico “originario”) en El malestar en la cultura [1929]. Freud oscilaría enton-
ces entre dos posiciones: “En un caso, se va de la experiencia a los mitos y
de los mitos a la estructura; en el otro, se inventa un mito para explicar los
hechos: para decirlo todo, se procede como el enfermo, en vez de interpretár-
selo” (1985: 570).
En suma, en tanto norma que pauta la distribución de mujeres entre los
grupos sociales, la prohibición del incesto opera como el “hecho social origi-
nario”, es componente básico del parentesco entendido como relaciones de
alianza y, en consecuencia, el elemento estructurante de las sociedades pri-
mitivas. El corolario de la prohibición es la renuncia a la madre, la hermana
o la hija, de tal forma que se creen las condiciones de acceso, mediante la
constitución de un sistema de intercambios recíprocos, a las mujeres de los
otros. El intercambio de mujeres es un aspecto particular de un sistema más
comprehensivo de intercambios recíprocos –que también incluye bienes y men-
sajes– entre individuos y grupos sociales constitutivo de la sociedad, que las
abarca junto a los bienes y los símbolos.
Más precisamente, es el arquetipo de todas las manifestaciones basadas
en la reciprocidad, pues proporciona la regla fundamental e inmutable que ase-
gura la existencia del grupo como tal. Las formas de intercambio y de distribu-
ción que se desarrollan en los grupos sociales son reveladoras de las caracte-
rísticas de su estructura familiar y social; dado que “en su aspecto puramente
formal la prohibición del incesto no es más que la afirmación, por parte del
grupo, de que en materia de relaciones sexuales no se puede hacer cualquier
cosa” (1985: 80). Y, por otro lado, los sistemas de denominaciones y actitu-
des estructuran relaciones sociales entre los individuos del grupo y de otros.

CC
Cada relación familiar decide cierto conjunto de derechos y de deberes, y la au-
sencia de relación familiar no define nada, sólo define la hostilidad [...]
Derechos, privilegios, obligaciones, todo está determinado por el parentesco.
Un individuo cualquiera debe ser, o bien un pariente real o ficticio, o bien un ex-
tranjero con el cual usted no tiene obligación recíproca alguna y al que tratará
como un enemigo virtual (1985: 559).

La economía de estos intercambios opera a partir de la existencia de recursos


escasos, en consecuencia, “la demanda de mujeres está siempre, real o virtual-
mente, en estado de desequilibrio y de tensión” (1985: 74-75). Con esta última
afirmación alude a alguna forma de conflicto en las sociedades primitivas, aun
cuando no adquiere un carácter irresoluble, pues los intercambios recíprocos
entre diferentes grupos se estabilizarían en el devenir del tiempo (así, por ejem-
plo, un grupo cede mujeres en una generación y las recibe en otra).
En su artículo La noción de estructura en etnología [1952-1953] es más
explícito al respecto, señalando que el sistema de relaciones de parentesco,
en ausencia de determinaciones externas, tendería a funcionar sin conflicto
indefinidamente. “Debemos, pues, introducir nuevos elementos en el mode-
lo teórico, cuya intervención pueda explicar las transformaciones diacrónicas
de la estructura y dé cuenta a la vez de las razones por las que la estructura
social jamás se reduce a un sistema de parentesco” (1984c: 281). Dichos

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conflictos se manifestarían en las contradicciones operadas entre, por un


lado, los sistemas terminológicos y las reglas de alianza y, por otro, los siste-
mas de intercambios recíprocos y estructuras sociales jerarquizadas política
o económicamente.
Las reglas de intercambio de mujeres entre los grupos establecidas a partir
de la prohibición del incesto, al tiempo que sancionan como imposición nega-
tiva abstenerse de las propias mujeres, también estipulan otra positiva, esto
es, fijar el acceso a las mujeres de otro grupo. Es en este sentido que exoga-
mia y endogamia se articulan en los sistemas de parentesco. Cuando la pro-
hibición del incesto se instituye en un grupo dado, entonces, Ego tiene que
abstenerse de las mujeres de su grupo y cederlas a otros; con ello se some-
te a reglas exogámicas. Pero las estructuras elementales de parentesco, al
indicar positivamente con quienes Ego sí se puede casar, estipulan un tipo de
regla endogámica que reserva a las mujeres de determinado grupo para que
sean desposadas por el suyo.

CC
Las múltiples reglas que prohíben y prescriben ciertos tipos de cónyuges, y la
prohibición del incesto que las resume a todas, se aclaran a partir del momen-
to en que uno se plantea que es necesario para que la sociedad exista [...] Si
la interpretación que propusimos es exacta, las reglas del parentesco y del ma-
trimonio no se hacen necesarias por el estado de sociedad. Son el estado de
sociedad mismo, al modificar las relaciones biológicas y los sentimientos natu-
rales, al imponerles la necesidad de situarse en estructuras que los incluye al
mismo tiempo que otras, y que les obliga a superar sus primeros caracteres
(1985: 568).

Resulta evidente, entonces, una vez más, que su propósito no es solo elaborar
una teoría sistemática de las relaciones de parentesco (a partir de la crítica de
las teorías preexistentes), sino establecer cómo las sociedades primitivas se
estructuran a partir de ellas. La prohibición del incesto (ese fenómeno concebido
como una mediación entre naturaleza y cultura), al constituir el intercambio de
mujeres entre los grupos sociales, abre el camino para la generalización de inter-
cambios recíprocos en otros niveles: de bienes materiales y de símbolos. Sobre
la base de la descripción de este proceso formula lo que podríamos denominar
su teoría de la sociedad a través de un sistema de comunicación operado en
distintos niveles o dimensiones sociales comprendiendo a individuos y grupos.

CC
En toda sociedad, la comunicación opera en tres niveles diferentes por lo me-
nos: comunicación de mujeres, comunicación de bienes y servicios; comunica-
ción de mensajes. En consecuencia, el estudio del sistema de parentesco, del
sistema económico y del sistema lingüístico ofrece ciertas analogías. Los tres
dependen del mismo método: difieren solamente por el nivel estratégico en
que cada uno se coloca, en el seno de un universo común […] Cuando se pasa
del matrimonio al lenguaje, se va de una comunicación de ritmo lento a otra de
ritmo muy rápido. Esta diferencia es fácilmente explicable: en el matrimonio,
objeto y sujeto de la comunicación son casi de la misma naturaleza (mujeres y
hombres respectivamente), mientras que en el lenguaje, el que habla nunca se
confunde con sus palabras. Nos hallamos, pues, en presencia de una doble

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oposición: persona y símbolo; valor y signo. Así se comprende la posición inter-


media que toca a los intercambios económicos en relación con las otras dos
formas: los bienes y servicios no son personas (como las mujeres), pero, a di-
ferencia de los fonemas, son todavía valores. Y sin embargo, aunque no son ín-
tegramente ni símbolos ni signos, necesitamos símbolos y signos para inter-
cambiarlos, cuando el sistema económico alcanza cierto grado de complejidad
[...] Si cabe esperar que la antropología social, la ciencia económica y la lin-
güística se asocien un día para fundar una disciplina en común que será la
ciencia de la comunicación, reconozcamos desde ya que esta consistirá sobre
todo en ‘reglas’. Estas reglas son independientes de la naturaleza de sus par-
ticipantes (individuos o grupos) cuyo juego comandan (1984c: 268-269-270).

Con esta última afirmación nos deja a las puertas de su análisis de los inter-
cambios de mensajes –que circulan junto con bienes y mujeres– a cuyo estu-
dio en profundidad se dedicó a partir de la publicación de El totemismo en la
actualidad [1962], El pensamiento salvaje [1962] y en los volúmenes de las
Mitológicas [1962, 1967, 1968, 1971].
Cerraremos este apartado efectuando una definición breve y sistemática
de su concepto de estructura, siguiendo definiciones provistas en su artículo
La noción de estructura en etnología [1952-1953]:

•• Es un concepto teóricamente construido, es decir, que no refiere a una


realidad empírica concreta (aun cuando una estructura siempre tenga un
fundamento en la realidad social, y no sea una entidad metafísica).
•• Puede asimilarse a la noción de modelos teóricos, los cuales pueden ser
clasificados en modelos mecánicos, que explican los fenómenos en su pro-
pia dinámica interna (por ejemplo, el matrimonio en las sociedades primi-
tivas se funda estrictamente en el parentesco) y estadísticos cuando debe
recurrirse a factores externos que determinan los fenómenos (por ejemplo,
las causas económicas, sociales, afectivas, que inciden en la producción
del matrimonio en las sociedades modernas).
•• Es sistemático, de modo que la modificación de uno de sus componentes
desencadena cambios en todos los demás.
•• Como modelo pertenece a un grupo de transformaciones, cada una de las
cuales corresponde a un modelo de la misma familia, de manera que el
conjunto de estas transformaciones constituye un grupo de modelos.
•• No necesariamente es pasible de ser transformada en un modelo matemático.
•• Puede ser consciente (normas sociales pública y explícitamente conoci-
das por los individuos) o inconsciente (esto es, no percibidas en términos
reflexivos).
•• Opera a partir del reconocimiento de una diversidad de tiempos y espacios
sociales, rompiendo, en consecuencia, con una concepción del tiempo y
espacio como un todo continuo y homogéneo. En este sentido, la etnolo-
gía comprende el estudio de las estructuras en un “tiempo mecánico”, es
decir, reversible y no acumulativo; contrariamente, el conocimiento del tiem-
po en la historia como disciplina es “estadística”, porque no es reversible
y comporta una orientación determinada.
•• Articula una dimensión sincrónica (que da cuenta de su lógica de funciona-
miento) y diacrónica (de sus transformaciones).

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