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Por la naturaleza de la exposición y para hacerla más amena, no mencionaré en voz alta las
referencias y autores que he consultado aunque están señaladas rigurosamente en el texto.
Quien desee consultarlas puede preguntarlas o pedirme el PDF.
Qué es la filosofía
Hegel define a la filosofía como [Biblio: 3, cf. pg. 1] la autoconciencia de una cultura
específica. Es consciente, es decir que conoce su propio desarrollo en el tiempo, pero
además es (o debería ser) auto-consciente, lo que significa que sabe que se evalúa a sí
misma a través de las ideas que se han desarrollado en el tiempo. Hegel piensa que estar
consciente de que la filosofía es producto de su tiempo implica reconocer [”,”] los orígenes,
contexto y desarrollo de las doctrinas. La filosofía es, pues, esencialmente histórica y tanto
ella como su objeto de estudia cambia constantemente. Además, si la filosofía debe ser
consciente de que su desarrollo depende del contexto histórico en el que se desarrolla,
entonces en esa misma conciencia y propiciando la filosofía futura [Biblio: 3, pg. 5] la tarea
del filósofo es hacer auto-consciente a cada nación sobre el espíritu que la subyace, sobre
los valores y creencias que le caracterizan, sobre las ideas que han formado su actualidad.
[”, cf. pg. 6] Dice Hegel que la tarea del filósofo consiste en reconocer y apropiarse de la
tradición para mantener su vitalidad. Creo entonces que la filosofía es esencial para
recuperar las lecciones del pasado y afrontar la realidad.
[”, pg. 3] Hegel critica a los filósofos por pretender que las ideas con las que trabajan son
producto de una “razón eterna o ideas innatas” cuando realmente son producto de la
actividad humana en un contexto cultural específico.
En su función histórica la filosofía no debe intentar ajustar la realidad a los conceptos con
los que pretende interpretarla sino dejar que estos conceptos se muestren. La explicación
del mundo no antecede al mundo sino que es descubierto en él.
¿Qué es el espíritu?
1
⚠️
Inwood, Michael (1992). A Hegel Dictionary.
Wiley-Blackwell. ISBN 978-0631175339.
Dejemos la filosofía un momento y ocupémonos de la historia.
[Biblio: 3, pg. 14] Hegel concibe tres tipos de historia: original, reflexiva y filosófica. En la
original, el escritor de la historia narra eventos en los que ha participado. Carece de una
perspectiva universal. En la reflexiva, la perspectiva abarca una época entera pero se
imponen los puntos de vista del autor. En la filosófica hay una perspectiva universal sin
imponer las ideas del autor.
Hay una oposición entre los principios de la filosofia original y la reflexiva: [”, “] Hegel
sabe que esto es un problema: hay una contradicción entre los métodos de la filosofía
activo, productor: [Biblio: 3, pg. 16] donde hay una dialéctica interna y una necesidad
lógica en la historia donde las contradicciones de una cultura son descubiertas y resueltas) y
la historia (empírica, libre de preconcepciones a priori: [Biblio: 3, pg. 16] renuncia a todos
los prejuicios y examina al sujeto en sí mismo)
Esto significa que, por un lado, la historia original tiene la ventaja de que uno está inmerso
en el contexto y, por lo tanto, no hay una distancia ni riesgo de anacronismos (o de un sesgo
tan grande, supone Hegel). La historia reflexiva es la inversión de esto: hay distancia y por
lo tanto se abarca más de los eventos, pero hay una mayor posibilidad de sesgo. La historia
filosófica debería ser la resolución de ambas. ¿Es del todo posible?
[Biblio: 3, pg. 21] Piensa Hegel que es a través del estudio y reflexión de la filosofía sobre
la historia que el humano puede alcanzar el autoconocimiento, con lo que descubre y aclara
su objetivo y las condiciones necesarias para realizarlo. Es una tarea difícil pues su base, la
historia filosófica, debe cumplir cabalmente con encontrar el punto medio entre la historia
objetiva y la reflexiva. Primero es necesario reconocer que hay que ser consciente de la
historia, luego reconocemos el peso de la misma y los sesgos que crea. Sólo entonces es
posible ser crítico y, en esa crítica, es posible descubrir cuál se muestra como el objetivo de
la nación, de la historia: la libertad.
Podemos pasar ahora a considerar qué entiende Hegel por libertad y por qué es tan
importante en mi exposición. Si bien todavía me hace falta investigar mucho, entiendo que
Hegel llega al concepto de libertad observando el desarrollo de la historia, a la que llama
“el progreso conceptual en la conciencia de la libertad”2: [cf. Biblio: 3, pg. 20] la descubre
como la esencia humana, pero no como diciendo que el ser humano nace libre sino que su
propósito o finalidad es realizar su libertad.
2
de Laurentiis, Allegra (2010). "Universal Historiography and World History According to
Hegel". In Peter Liddel and Andrew Fear (ed.). Historiae Mundi: Studies in Universal
History. Duckworth Press. | de Laurentiis 2010, 207 (quoting Hegel, her translation).
[Biblio: 3, pg. 18] Se acusa a Hegel no solo de etnocentrista, porque postula la superioridad
europea, sino también de violar sus propios ideales y postular la noción metafísica de
libertad como clave interpretativa de la historia.
[Biblio: 3, pg. 10] Hegel en su Filosofía del derecho, señala muy específicamente las
condiciones necesarias en un Estado para la realización de la libertad. Primero, debería
estipular la representación popular, debería tener una constitución escrita que limite los
poderes de la autoridad central y, entre varias otras cosas, debería permitir la libertad de
prensa y libertad de credo. Este no es un recuento exhaustivo de las características del
estado, pero funciona por el momento.
[”, “pg. 25] Estos ideales, sin embargo, no pueden conseguirse, según Hegel, a través de
disturbios civiles y, todavía menos, a través de la eliminación de las tradiciones o
instituciones locales. Las Ideas de la revolución, dice Hegel, deben ser establecidas a través
de reformas graduales desde el poder e irlas adaptando gradualmente a las condiciones
históricas prevalentes. Lo que no logran entender quienes pretenden revolucionar de un
momento a otro el momento en el que viven es la distinción que hicimos en el apartado de
la historia: ¿deberíamos observar la historia con absoluta imparcialidad? No. ¿deberíamos
olvidarla por completo e intentar comenzar con un lienzo en blanco? Ni es deseable ni es
posible. ¿Deberíamos renunciar al cambio? No. [Biblio: 3, pg. 25] El problema entonces es
que los radicales, los revolucionarios no comprenden que sus ideales deben ser adaptados al
momento histórico y que los reaccionarios, digamos los conservadores, se niegan a ver que
la historia cambia inevitablemente.
Finalmente llegamos a la parte en que todo se une. ¿Qué tienen que ver la filosofía, la
historia, la libertad, el Estado y los monumentos?
Creo que un buen ejemplo es la usanza alemana, que no permite la reproducción de obras
nazis ni la celebración de figuras relacionadas con esta ideología, pero no por eso lo elimina
de su historia y lo borra de sus planes de estudio sino lo contrario. Se estudia la historia
para no repetirla, pero no se la celebra ni normaliza.
Concedo que podría ser cuestionado si la libertad debe ser el valor preponderante, cómo la
definimos, para quién, cómo la aplicamos, etc. pero me parece que históricamente hemos
comprobado que la libertad sí es uno de los principios más valiosos.
Dice Hegel, entonces, que el avance a la libertad se ve reflejado en el Estado y gobierno de
cada nación. Entre las características que describe Hegel, yo hago énfasis en la
representación popular y en la libertad de expresión.
Ahora, por fin y quizás un poco tarde, es oportuno preguntarse en qué constituye un
monumento. Si debe ser grande, si debe ser bello, si a las personas realmente les importa, si
es una celebración del personaje representado (monumento) o una manera de recordarlo
(memorial). Si no hay mejores maneras de evaluar la relación
pueblo-historia-Estado-libertad. Lamento informar que todavía no llego a esa parte de la
investigación en mi tesis y, por lo tanto, esta sección será más bien el planteamiento del
problema.
Además, platicando con el profesor Pippin me hizo notar que la ambición de universalizar
una regla para cada caso es poco realizable, como se verá por la diferencia de contextos,
historia e implicaciones en los ejemplos que mencionaré a continuación. Espero poder
resolver al menos uno de estos casos en una investigación más detallada, pero por el
momento me parece que es posible concluir, a partir de la explicación que he dado, que la
filosofía hegeliana de la historia justifica la reconsideración e incluso sustitución de los
monumentos en tanto que el cuestionamiento/intervención/protesta de los ciudadanos
respecto de los monumentos, o al menos de los símbolos históricos que se hallan en la
ciudad, denota la presencia de una autoconciencia que se da cuenta de su libertad o falta de
ella y se esfuerza en alcanzarla.
La atención ciudadana hacia los símbolos históricos de su entorno denota que no solo han
hecho conscientes estos símbolos, sus significados y parte de la historia que representan
(aunque quizás no en toda su profundidad). No solo eso, sino que, ya sea criticando o
defendiendo a los monumentos, la conversación alrededor de estos demuestra que es cada
vez más común la reflexión sobre estos, sobre lo que implica alguna parte de la historia
nacional y si vale la pena recuperarla y celebrarla en la actualidad, tomar nota de ella y
criticarla o recordarla y prevenirla. Ha tomado tanta importancia que el mismo Estado se ha
visto en la posición de pronunciarse sobre el asunto (posiblemente por conveniencias
políticas, pero hay que comenzar por algún lado con cualquier excusa).
Además, los monumentos son relevantes no solo por el periodo histórico que evocan sino
porque representan, normalmente, una imposición del estado en el espacio público; son un
ejercicio del poder institucional que decide preservar lo que supone relevante. Algún héroe
de la patria (no es lo mismo poner a Zapata que poner a Diaz), algún intelectual (no es lo
mismo poner a Marx que poner a Smith) o algún mártir (no es lo mismo poner a Malala
Yousafzai que poner a Rosa Parks). En tanto que es el Estado quien pone estos
monumentos en el espacio público y, en principio, el Estado es representante de la mayoría,
los monumentos son, también en principio, una expresión de lo que la mayoría considera
celebrable, conmemorable, notorio. Cuando esto no es el caso, la población tiene el derecho
y hasta el deber de hacérselo saber al Estado, de intervenir los monumentos, de protestar
por, alrededor y en ellos. No en un afán de borrar la historia y de ignorar el contexto, como
acusaba Hegel a los radicales, pero sí de expresar convicciones diferentes a las que
pretende el Estado.
¿El muro de Berlín es un monumento o un memorial? Sí, está ahí como marca del evento
histórico, pero también está ahí, especialmente en la cultura alemana, como recuerdo de las
consecuencias del autoritarismo. Sí, es una advertencia para el futuro. Fue definitivamente
una imposición del estado (de Alemania del este) sobre la población de ambas Alemanias.
¿Importa la intención con la que se le erigió? ¿De no ser por la población que se lo apropió
y los artistas que lo resignificaron, percibiríamos este muro igual que como lo hacemos
ahora? ¿Hay algún otro sitio que simbolice de manera tan evidente el deseo y la
consecución de la libertad (de tránsito, de asociación, de ideas)? Sería una pérdida
lamentable deshacernos del muro de Berlín. ¿Por qué? ¿Qué función cumple todavía?
¿Quizás es que no sirve solamente como memorial para prevenir lo malo sino como
recuerdo y celebración (monumento) a la conquista de la libertad? ¿No es inspirador y
recuerdo de que es posible cambiar el status quo? ¿Qué logró la caída del muro sino los
disturbios civiles y las ideas revolucionarias?
Otro ejemplo
El monumento a Colón fue mandado por Maximiliano de Habsburgo para honrar a Colón,
pero terminó siendo patrocinado por un empresario ferrocarrilero criollo, partidario de
Maximiliano y del segundo Imperio Español.
¿Qué podemos decir de este caso? ¿Cómo calificamos moralmente a Colón? ¿Era bueno o
malo? ¿Pretendía o podía imaginar siquiera que la conquista se desarrollara como lo hizo?
La conquista forma ahora parte de nuestra identidad ¿deberíamos lamentarnos por ella,
librarnos de su peso? ¿O deberíamos celebrarla? Ahora somos más conscientes de las
consecuencias del colonialismo, de los abusos que se vivieron, de la explotación humana y
laboral que, en cierta medida permea todavía en nuestra cultura. Somos cada vez más
conscientes y al mismo tiempo ansiamos cada vez más (con justa razón) liberarnos de estas
consecuencias negativas. En un principio el objetivo del monumento era el de celebrar a
Colón. ¿Ese es el significado que le damos ahora? Si además existen días como “el día de la
raza”, ¿podríamos decir que el papel del monumento es ahora más bien de conmemoración?
¿de marca histórica pero no de festejo? ¿Cuál es el objetivo de un memorial? ¿Es una forma
de respeto o simplemente la marca imparcial de un acontecimiento? A diferencia del muro
de Berlín, ¿cumple algún papel preventivo? ¿Estamos preocupados, como con el
nacionalismo, de su inminencia o de la posibilidad de que regrese el colonialismo material?
¿Qué tal el colonialismo intelectual o económico? ¿El (si lo fuera) memorial de Colón
aporta algo a esa observación, discusión y prevención? ¿Quitar el monumento de la vía
pública nos permite, en verdad, acercarnos más a la libertad? ¿Qué hacemos con él? ¿Lo
destruimos, lo metemos a un museo?
Y sobre la antimonumenta, ¿no es el ejemplo perfecto del pueblo llamando la atención del
Estado sobre lo que es importante? ¿sobre lo que habría que pensar, y de hecho piensa
buena parte del pueblo, cada vez que sale a la calle? ¿no es el pueblo clamando que no es
libre de salir a la calle con tranquilidad? ¿no es el pueblo reconociendo que no puede
librarse de las atrocidades actuales y que el Estado debería trabajar para librarlo de ellas?
¿Cuántas personas se necesitan para legitimizar una protesta de ese tipo? ¿Todo el pueblo
debería estar de acuerdo, o sólo la mayoría o quizás es suficiente con que unos pocos no
sean libres como para descubrir que eso afecta la libertad de todos?
Temo que por el momento no puedo ofrecer una conclusión o respuestas. Tengo algunas
intuiciones pero para construir una respuesta clara necesitaría de hecho completar la tesis,
investigar en qué consiste la libertad, qué es un monumento, la diferencia entre estos y los
memoriales, etc. Lo que más me interesa ahora es la respuesta de mi replicante y, de ser
posible, sus comentarios e inquietudes.