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LA FILOSOFIA DE HEGEL

Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, nació en Alemania (1770 -1831). Estudió teología,
filosofía y humanidades en el seminario protestante de Tubinga. Fue docente
privado en Berna y en Frankfurt, editó un periódico en Bamberg, fue director del
Gymnasium de Nuremberg, y se desempeñó como profesor de la universidad de
Heidelberg y de la Universidad de Berlín.
Su doctrina es una de las más complejas y ambiciosas de la historia de la filosofía y
se caracteriza por un racionalismo absoluto. Lo fundamental de su teoría es el
concepto de dialéctica, que considera el método para llegar al conocimiento como
un proceso histórico que tiende al absoluto y que se identifica con el Ser real y
verdadero.

"El tema fundamental de la filosofía de Hegel es lo infinito en su unidad con lo


finito”. Esta unidad que en los escritos teológicos se reconoce y ensalza en la
religión, en los escritos posteriores la reconoció en la filosofía. Pero tanto en unos
como en otros, tal unidad se entiende en el sentido de que la unidad, como única y
total realidad o sustancia de las cosas, no está más allá de lo finito, sino que lo
supera y anula en sí mismo.
La filosofía hegeliana se propondrá tratar - desde su propia situación histórica,
porque la tarea del filósofo consiste en pensar en su propio tiempo- la relación
entre los dos más grandes conceptos alumbrados por el pensamiento filosófico:
Naturaleza y Espíritu.
El término «Espíritu» que es fundamentar en la concepción dialéctica hegeliana,
es, como tantos conceptos de la filosofía de Hegel, un concepto paradójico y
oscuro. Se podría entender como Dios, aunque no sería un Dios trascendente o
separado del mundo. También el Espíritu puede ser entendido desde la acción
humana, una acción humana divinizada y tomada aquí como modelo por el que se
concibe la misma acción cósmica. La preocupación por la Historia es fundamental.
Los idealistas intentan conciliar necesidad y libertad (tercera antinomia kantiana) y
es en la historia donde se opera tal síntesis, paralela a la dada entre lo finito y lo
infinito, moralidad y naturaleza.

La totalidad buscada no puede ser tomada sólo como substancia sino también
como sujeto, cuyo objeto esencial es él mismo: la realidad que se piensa a sí
misma. Esto equivale a afirmar que el absoluto se hace espíritu a través de un
proceso de autodesarrollo donde la realidad llega a conocerse a sí misma y lo hace
en y a través del espíritu humano.
La naturaleza es una condición necesaria, previa, de la conciencia humana y
proporciona la esfera de lo Objetivo sin la cual no puede existir la esfera de lo
Subjetivo; pero ambos son momentos de la vida del Absoluto.
La dialéctica es una concepción de la realidad (ontología) y el método de la
ciencia (lógica), y ambos aspectos resultan inseparables.
Como Ontología, se concibe la realidad como un proceso espiral - en tres
momentos- cuyo motor es la contradicción: todo está en relación, pero de
oposición y no de identidad. Así es como el Todo se encuentra en completo
devenir.

La revolución francesa tuvo un impacto enorme en el pensamiento de Hegel, al


igual que ocurrió con el caso de Kant. Este acontecimiento histórico supuso un giro
decisivo en la mentalidad política europea: la libertad y la dignidad humana
adquieren una importancia en el discurso político que antes no tenía. Por su parte,
Kant realiza una verdadera revolución en la teoría del conocimiento al otorgar un
papel eminentemente activo al sujeto en el acto cognitivo. Hegel aunará esta
importancia del sujeto libre con otro concepto heredado y de vital importancia
desde la Ilustración, el progreso. En este sentido, la filosofía de Hegel será el último
sistema total de la modernidad y la primera reflexión propiamente contemporánea
que asuma la historicidad como elemento ineludible al analizar la realidad.

Con su dialéctica Hegel pretendió resolver la tensión entre finito e infinito


introduciendo el concepto, tan caro en la época, de progreso. Para el filósofo
idealista, la dialéctica es el devenir mismo de la realidad, gracias al cual lo que es
(finito) pasa a ser lo que debe ser (infinito). Sin embargo, Hegel asume que finitud
e infinitud son momentos de una misma realidad que es absoluta, o, en otras
palabras, lo finito incluye lo infinito y viceversa.

Para Hegel la dialéctica tiene tres momentos: tesis, antítesis y síntesis. La tesis es
la fase afirmativa, por ejemplo, una semilla; la antítesis es la negación de la tesis,
cuando la semilla se pudre y deja de ser ella misma para transformarse en planta;
por último, la síntesis es la negación de la negación, es decir, afirmación pero que
contiene la tensión de la tesis y de la antítesis, en el ejemplo sería una nueva
semilla que nace de la planta. Como vemos en el ejemplo, cada momento
dialéctico comprende al anterior y es fruto de su devenir.
Hegel afirmó que este proceso se repite en todo lo real -en el pensamiento, en la
historia del hombre, en el desarrollo de los seres, etc.- y analizó todo lo real desde
esta perspectiva progresiva.
La dialéctica hegeliana parte de la intuición de Heráclito de que todo está en flujo
permanente. La dialéctica es un proceso evolutivo que se repite a sí mismo: cada
síntesis se transforma en la tesis de un nuevo movimiento dialéctico.

Hegel intentó con su dialéctica explicar la totalidad de la realidad: el mundo natural,


las relaciones humanas, la evolución de la filosofía y el arte, etc. Vamos a ver, por
su importancia posterior en Marx y otros autores, la interpretación dialéctica de la
relación amo-esclavo.

Para que un individuo adquiera libertad debe de reconocer a la autoconciencia del


otro como tal. Solo en este reconocimiento nos vemos como hombres y, en tanto
tales, libres. Pero además el sujeto debe vivir su relación con el otro como
enfrentamiento si quiere alcanzar esa libertad, que solo estará garantizada si el
individuo es capaz de asumir su singularidad frente a otras conciencias que son
no-yo.

Sin embargo, la conciencia suele vivir en la parcialidad de una actitud señorial o


servil. La conciencia señorial quiere vivir únicamente en relación consigo misma
para tener la seguridad de libertad e independencia frente al no-yo. La conciencia
servil teme la libertad absoluta y esto le hace querer conservar y respetar la
realidad del no-yo que modifica y transforma, pero no destruye ni recrea.

La conciencia señorial reconoce el temor del siervo y se sitúa “por encima” de él


ya que en la independencia está la superioridad para el señor. No obstante, el
señor descubre que esa independencia no es tal: solo cuando esa libertad es
reconocida por otro (el siervo) es real. Cuando esto ocurre, pierde su categoría
“señorial” y se muestra como dependiente de la autoconciencia servil. El señor
necesita al siervo y así pierde su independencia, al mismo tiempo, el siervo es
necesario para el señor, luego el siervo no es “prescindible” sino indispensable. La
conciencia del amo y del siervo son intercambiables entre sí en su tensión. Esta
dialéctica puede ser observada, según Hegel, en las relaciones humanas de poder,
pero también en la evolución histórica de los sistemas políticos.
Hegel dice que es una norma divina, que en todo se halla la voluntad de Dios, que
es conducir al hombre a la libertad; por ello es considerado panteísta. Justifica así
la desgracia histórica: toda la sangre y el dolor, la pobreza y las guerras son "el
precio" necesario a pagar para lograr la libertad de la humanidad.
La filosofía de la historia de Hegel está también marcada por los conceptos de las
"astucias de la razón" y la "burla de la historia"; la historia conduce a los
hombres que creen conducirse a sí mismos, como individuos y como sociedades,
y castiga sus pretensiones de modo que la historia-mundo se burla de ellos
produciendo resultados exactamente contrarios, paradójicos, a los pretendidos por
sus autores, aunque finalmente la historia se reordena y, en un bucle fantástico,
retrocede sobre sí misma y con su burla y paradoja sarcástica, convertida en
mecanismo de cifrado, crea también ella misma, sin quererlo, realidades y
símbolos ocultos al mundo y accesibles solo a los cognoscentes, es decir, a
aquellos que quieren conocer.

Lógica
El acto de conocimiento es la introducción de la contradicción.
El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, es la proposición que
quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en
contradicción: A debe ser +A o -A, con lo cual ya queda introducido el tercer
término, A, que no es ni + ni - y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y
no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra
cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de la
lógica dialéctica.
Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profunda y plenamente
esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático,
mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio
de todo automovimiento y, solamente aquello que encierra una contradicción se
mueve.

Estética
Hegel estudió el arte como modo de aparecer de la idea en lo bello.
En sus lecciones sobre estética define primero el campo en el que esta ciencia
debe trabajar. Realiza para ello una distinción entre lo bello natural y lo bello
artístico. Lo bello artístico es superior a lo bello natural porque en el primero está
presente el espíritu, la libertad, que es lo único verdadero. Lo bello en el arte es
belleza generada por el espíritu, por tanto, partícipe de este, a diferencia de lo
bello natural que no será digno de una investigación estética, precisamente por no
ser partícipe de ese espíritu que es el fin último de conocimiento.
Dialéctica histórica
Hegel expuso extensamente su filosofía de la historia en sus Lecciones sobre la
Filosofía de la Historia Universal. Sin embargo, la exposición más notable de su
visión dialéctica de la historia es aquella contenida en la obra que, como ninguna
otra, encarna y simboliza su filosofía: la Fenomenología del Espíritu.
Se trata del análisis presentado en la sección central de la Fenomenología, que
lleva por rúbrica El Espíritu (Der Geist) y que trata de la historia europea desde la
Grecia clásica hasta la Alemania del tiempo de Hegel.

Acusaciones de eurocentrismo
Hegel suele ser criticado de eurocéntrico. Es usual que se lo acuse de haber sido
uno de los promotores más notables de la superioridad europea (más exactamente
del norte de Europa) sobre las demás culturas del mundo. Estos señalamientos
suelen vincularse a la representación según la cual Hegel también habría sido el
filósofo oficial de la monarquía absoluta prusiana, un mistificador del Estado,
promotor del nacionalismo expansionista, y defensor de la política reaccionaria en
general.
En un sentido opuesto, la recepción del pensamiento de Hegel en América Latina
impulsó el desarrollo de una filosofía de la liberación hegeliana en clave
específicamente latinoamericanista.

Reflexión personal

La filosofía de Hegel lleva el nombre de IDEALISMO ABSOLUTO y este se caracteriza por


ser una reflexión sobre la realidad globalmente considerada “ABSOLUTO, TODO”
entendida como Naturaleza y Espíritu que desarrolla en el tiempo en un proceso que se
denomina Dialectico.

Afirmaba que la naturaleza y el espíritu son lo absoluto.

Superando las insuficiencias de los sistemas filosóficos anteriores, pero apoyándose en


ellos Hegel construye un sistema que recoge la totalidad dialécticamente como realidad
natural e histórica (idealismo absoluto).
Este documento fue editado con fines educativos,
Biografía;

https://es.wikipedia.org/wiki/Georg_Wilhelm_Friedrich_Hegel#:~:text=En%20su%20
filosof%C3%ADa%2C%20la%20historia,que%20es%20racional%20es%20real

https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Autor:Hegel,_Georg_Wilhelm_Friedri
ch

https://www.unprofesor.com/ciencias-sociales/la-filosofia-de-hegel-resumen-
3116.html

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