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Resumen
Este artículo es resultado de la profundización, desde la perspectiva filosófica,
en el pensamiento de Michel Foucault y en varias teorías acerca de un tema de
marcada actualidad: el humanismo. La presencia de este universo temático en
sus ideas constituye el centro de atención y de aquí es de donde se extraen no
pocas razones con las cuales se puede sostener y destacar su trascendencia y la
utilidad de tenerlas en cuenta y atenderlas en empeños teóricos y prácticos de
disímiles tipos. Este estudio se realiza a través de algunas de sus consideracio-
nes acerca de las categorías hombre, sujeto y naturaleza humana y se lleva ade-
lante sobre la base de los nexos que él mismo despliega entre dichas categorías
y otras de marcada importancia en su obra: las palabras, el discurso y el saber.
El objetivo de este trabajo es argumentar que aunque el pensador francés ata-
ca el humanismo y lo niega categóricamente, en la esencia de sus reflexiones
hay un substrato humanista, que constituye uno de los aspectos que mantie-
nen la vigencia de sus ideas y estimula que se continúe profundizando en ellas.
Palabras claves: Humanismo, naturaleza humana, alienación, mejoramiento
humano, filosofía francesa.
Abstract
This article results from the deepening, from the philosophical perspective, in
the thought of Michel Foucault and in several theories about a theme of marked
presence at the present time: Humanism. The presence of this theme universe
in its ideas constitutes the center of attention and from here it is from where
they extract few reasons which it can sustain itself with not and to highlight her
transcendence and the benefit of taking them into account and attending them
in theoretic and practical efforts of dissimilar characteristics. This study comes
true through some of its considerations about the categories manly, fastened
and human nature and it washes out forward on basis of the relationships that
he himself deploys between said categories and other ones of marked impor-
tance in his work: Words, the speech and knowledge. The objective of this work
is arguing that even if the French thinker tackles humanism and he denies it
categorically, in the essence of his reflections there is a humanistic substratum,
that he constitutes one of the aspects that maintain the validity of his ideas and
that it continues getting deep in them stimulates.
Keywords: Humanism, Human Nature, Estrangement, Human Improvement,
French Philosophy.
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Universidad de La Habana, Cuba.
Desde tiempos remotos las palabras han atraído la atención de muchos es-
tudiosos, y hoy continúan despertando su interés. ¿Causas?, hay muchas. Una
es que están presentes en todos los sitios a los cuales han llegado los seres hu-
manos no sólo con su cuerpo y objetos resultantes de su quehacer, sino también
con su capacidad racional, fuerza emotiva, creatividad de la imaginación e in-
finitud de la fantasía; de ese modo tienen la propiedad de establecer relaciones
variadas y, en dependencia de estas, mostrarse con matices disímiles. Así, como
una red de múltiples dimensiones, rodean a hombres y mujeres, los sustentan,
impulsan o detienen, actúan sobre sus universos interiores y desde ellos pro-
tagonizan la lucha entre el cambio y la perpetuidad. Nunca falta quien trata de
evadirlas, pero dicha trama, inevitable y reiterativa, le demuestra que son im-
prescindibles y tiene que volver a ellas; las busca con amor o con odio, o con
la mixtura de ambos, pero se esfuerza por hallarlas y cuando las encuentra, se
propone someterlas; utilizándolas, llega a creer que las ha doblegado, que le
obedecen; a la larga llega a entender su equivocación: las palabras continúan
mandando, y si no se les hace caso, sancionan.
Uno de esos hombres motivado por las palabras es el francés Michel Fou-
cault (1926-1984). Desde ellas extiende su atención a la lengua, el lenguaje, los
signos, el discurso, el saber; no para verlos encerrados, ni estáticos, antes bien,
en sus transformaciones continuas y en relaciones diversas, como con respecto
al humanismo, acerca del cual es necesario puntualizar algunos aspectos antes
de continuar con el pensamiento de Foucault.
Primero. En torno al humanismo existe una considerable cantidad de con-
cepciones, entre otras causas, porque pueden tomar consistencia teórica desde
diversas perspectivas. Ahora bien, lo determinante y esencial en todos los ca-
sos radica en tres aspectos dialécticamente unidos: el protagonismo de los se-
res humanos, su desalienación y mejoramiento como seres humanos.
Segundo. A la palabra alienación se le han asignado muchos significados.
Por eso es necesario especificar que en este trabajo se entiende como el estado
de oposición a los seres humanos (individual o grupalmente vistos), donde se
conjugan relaciones objetivo-subjetiva, consciente-inconsciente, espontáneo-
forzada, material-espiritual, psico-bio-socio-culturales, entre otras que, es de
carácter dialéctico e histórico concreto y su manifestación puede ser diversa
(económica, artística, religiosa, social, etc.), pero siempre de opresión, impedi-
mento, degeneración, discriminación. A propósito de esta explicación vale aco-
tar que a veces se usa el vocablo desalienación como sinónimo de emancipación;
pero si esta última refiere ruptura y exterminio de subordinación y dependencia,
puede interpretarse con un sentido político, mientras que la primera, es decir,
la desalienación, lleva en su significado ante todo la ruptura de cualquier ata-
dura e impedimento, más allá de los de corte político, que los incluye.
Tercero. Dentro de las categorías básicas del humanismo están ser huma-
no, hombre, sujeto. Las tres pueden conducir a cuestionamientos epistemológi-
cos porque transmiten fragmentaciones categóricas: lo espiritual y lo material,
los conocimientos y los valores, la razón y los sentimientos, lo individual y lo
colectivo; además, la categoría hombre alude directamente al sexo masculino
en detrimento del femenino. En este caso y hasta el momento no es posible re-
ferir un vocablo que complazca totalmente todas las exigencias cognoscitivas.
De las mencionadas categorías la que puede satisfacer más dichas exigencias
es ser humano, pero debe hacerse la salvedad de que en este texto, al utilizarlo,
se alude la integridad humana, con sus múltiples relaciones.
ESTUDIO 103
correspondencia, en el centro de dicho campo concibe tres áreas del saber: la bio-
logía, la economía y la filología (Foucault, 1968, p. 302).
Como prolongación de la anterior reflexión, refiere que a medida que las
cosas se enrollan sobre sí mismas, se enlazan a la inteligibilidad, abandonan
el espacio de la representación y “el hombre, a su vez, entra, por vez primera,
en el campo del saber occidental” (Foucault, 1968, p. 8), suceso que, como él
mismo sostiene, acontece en la época moderna. Al respecto asegura que puede
parecer extraño, pero el hombre, cuyo conocimiento se considera como la más
vieja búsqueda desde Sócrates, es sólo una configuración trazada por la nue-
va disposición que había tomado el saber; no existía en el pensamiento clásico;
es una invención reciente. Como si tal afirmación no fuera propensa a desper-
tar exclamaciones, afirma que el hombre ya había envejecido y se borraría del
todo apenas surgiera una forma nueva (Foucault, 1968, p. 9).
Esa afirmación puede entenderse de muchas maneras y llegar a creer que
invoca la desaparición de los seres humanos o del género masculino; pero no es
así y él mismo lo atestigua: “Sería absurdo, desde luego, negar la existencia del
individuo que escribe e inventa” (Foucault, 1992, p. 17). Ha de tenerse en cuen-
ta que el fundamento de sus consideraciones es el saber y, como la perspectiva
desde donde reflexiona es epistemológica —en este sentido hay coincidencia
con los criterios del autor Nicolás G. Pagura (2006, p. 10)—, limita la palabra
hombre al conocimiento científico y la emplea como una categoría filosófica y
epistemológica, cercana a la de sujeto del conocimiento (en algunas escuelas fi-
losóficas, como el marxismo, se utiliza para referir a quien realiza la actividad
cognoscitiva), en torno a la cual emite una serie de consideraciones, enmarcadas
en el campo epistémico moderno, de las que no queda claro si asume o niega.
No obstante, al hablar del hombre no descuida que refiere un ser vivo (po-
seedor de un organismo biológico), pero que no es uno cualquiera, porque si
decisivo es su cuerpo, también lo son el trabajo y el lenguaje; tres característi-
cas que constituyen las determinaciones de su existencia concreta y única vía
para tener acceso a él, lo cual constituye la distinción primaria de su concepción,
que enlaza con otro rasgo: el hombre sólo se descubre ligado a la historicidad:
cuando llega al mundo todo lo que encuentra está hecho o iniciado (Foucault,
1968, p. 321), por eso
Desde ahí brota su pedido de atender los vínculos del pensamiento con lo
que no se piensa y argumenta que el razonamiento no conduce a afirmar qué
es el ser, sino que abre a una serie de interrogaciones, como “¿qué debo ser, yo
que pienso y que soy mi pensamiento, para que sea aquello que no pienso, para que
mi pensamiento sea aquello que no soy?” (Foucault, 1968, p. 316).
la filosofía y las ciencias humanas vivían en una concepción muy tradicional del
sujeto humano, y que no bastaba con decir ora con unos que el sujeto era radical-
mente libre, ora con los otros que estaba determinado por las condiciones sociales.
Descubríamos que había que tratar de liberar lo que se oculta detrás del empleo
aparentemente simple del pronombre “yo” (Eribon, 1995, p. 330).
palabra sujeto, la cual, como ocurre con muchos vocablos, con el tiempo ha recibi-
do diversos significados, entre ellos los siguientes: persona innominada, espíritu
humano, ser del cual se enuncia algo, el ser humano en su actividad, entre otros
más. No obstante, si se tiene en cuenta que proviene del latín subiectus y éste es
el participio pasivo del infinitivo someter, la acepción más remota debe ser: so-
metido. Por otra parte, y para ganar claridad, se puede recurrir a un verbo que al
parecer tiene relación con él: sujetar, el cual tiene entre sus significados: someter
al dominio de alguien y afirmar con la fuerza. La proximidad entre estos voca-
blos no debe perderse de vista. Es de suponer que esta cercanía también existe
en la lengua francesa y que Foucault la tuvo en cuenta.
Él mismo delimita su noción de sujeto cuando destaca de esa palabra dos
significados: uno, el control y la dependencia de alguien por alguien y, dos, el
constreñimiento (compulsión, limitación, represión) de un individuo a su iden-
tidad, a la conciencia y a su propio autoconocimiento. Para Foucault ambos sig-
nificados sugieren una forma de poder que propicia el surgimiento y existencia
del sujeto, pero que a su vez lo sojuzga (Foucault, 1983, p. 6). “El sujeto es aquel
que se sirve de medio para hacer cualquier cosa que sea” (Foucault, 1994, p. 47) .
Para el filósofo francés el objetivo central de su trabajo teórico era elaborar
una historia de los diferentes modos mediante los cuales los seres humanos ha-
bían devenido sujetos (Foucault, 1983, p. 3); así, uno de los objetivos de su li-
bro Las palabras y las cosas fue mostrar que “en los discursos científicos el sujeto
humano va a ser definido como individuo que habla, que vive y que trabaja”
(Foucault, 1994, p. 106). En correspondencia, su problema teórico fundamental
siempre había sido “saber cómo el sujeto humano entraba en los juegos de ver-
dad” (Foucault, 1994, p. 105) y su propósito, mostrar cómo en el interior de una
forma de conocimiento, y a través de un determinado número de prácticas que
eran juegos de verdad, poder, etc., se constituye el sujeto loco o sano, el delin-
cuente o el no delincuente (Foucault, 1994, pp. 122-123).
Así, en los cursos que imparte en el Colegio de Francia durante los años
1983 y 1984 afirma que le parecía interesante analizar el tipo de acto mediante
el cual el sujeto, al decir la verdad, se manifiesta, y aclara que con eso quiere
decir que se representa a sí mismo y es reconocido por los otros como alguien
que dice la verdad (Foucault, 2010, p. 19). En correspondencia asegura que para
conocer al sujeto se debe realizar un desplazamiento triple: del tema del cono-
cimiento al de la veracidad, del de la dominación al del gobierno y del indivi-
duo al de las prácticas de sí, mediante lo cual estudia, sin reducir unas a otras,
las relaciones entre la verdad, el poder y el sujeto (Foucault, 2010, p. 27).
Al interesarse en la conversión de los seres humanos en sujetos, atiende
los modos de objetivación, porque es el proceso que da lugar a la mencionada
transformación y señala tres de dichos modos (Foucault, 1983, pp. 2-3):
Uno. La investigación que trata de darse a sí misma el estatus de ciencia,
aquí incluye tres variantes: la objetivación del sujeto hablante en la lingüística
y la filología; la del sujeto productivo en los análisis económicos; y la del suje-
to vivo, en la historia natural o la biología, lo cual puede entenderse como que
el ser humano sale de sí para adentrarse en los campos del saber y disolver-
se en ellos, con lo cual a su vez es posible pensar que se transforma en hombre,
es decir, en la categoría filosófica, epistemológica que tiene lugar en el campo
epistémico moderno.
Dos. Las prácticas divisorias, en las cuales el ser humano se vuelve sujeto
de algo que lo divide tanto en su interior como con respecto a los otros, lo que
La naturaleza humana
En el pensamiento de Foucault la naturaleza humana no es de las categorías
que más se destacan por su presencia e importancia. Sin embargo, acerca de
ella emite consideraciones no poco llamativas, como que desconfiaba de ella.
En uno de los debates más resonantes del Proyecto Internacional de Filóso-
fos de la Universidad de Ámsterdam, realizado en 1971, donde participan él y
Noam Chomsky, transmitido por la televisión holandesa, expresa que el fun-
damento de dicha desconfianza estaba en que los conceptos a disposición de
una ciencia poseen variedad en cuanto al grado de elaboración, función y uso
en el discurso científico; desde esa perspectiva les veía a algunos de ellos una
existencia circunscrita a delimitar objetos, funciones y tareas; por eso les lla-
maba periféricos o indicadores epistemológicos y no los considera conceptos
científicos. Así pensaba con respecto a la naturaleza humana, porque, por ejem-
plo, no fue mediante su estudio que los lingüistas descubrieron las leyes de la
mutación consonántica (Chomsky y Foucault, 2006, p. 8). Por eso la conside-
ra un indicador epistemológico y no un concepto científico. Su criterio acerca
de ella no tiene que ver directamente con su contenido conceptual, sino con su
condición de concepto científico.
En ese mismo debate, para fundamentar su opinión, toma como ejemplo las
teorías del socialismo que databan de finales del siglo xix y comienzos del si-
glo xx; de ellas destaca particularmente la aceptación de que en las sociedades
capitalistas el hombre (en este caso refiere el género humano) no podía apro-
vechar al máximo el potencial de su desarrollo y, en el sentido estricto de la pa-
labra, no lograba su verdadera autorrealización, por lo cual en ese sistema la
naturaleza humana estaba alienada y se soñaba con liberarla. Pero ahí no toma
consistencia su crítica; ella se despliega en relación con el modelo que se uti-
lizaba en tales reflexiones: el burgués, el cual, según asegura, también se em-
pleaba entonces en la Unión Soviética y las democracias populares, donde se
había construido una sociedad traspuesta de la burguesa del siglo xix. Como
colofón de su argumento dubitativo señala que Mao Tse Tung habló de la na-
turaleza humana burguesa y de la proletaria, como contrapuestas. (Chomsky
y Foucault, 2006, p. 20). Es decir, que la naturaleza humana era simplemente
un instrumento argumentativo; además de, insiste, cargado de ambigüedad.
Sobre esa base enfatiza que el concepto naturaleza humana y otros, como
justicia y realización de la esencia de los seres humanos, son propios de la ci-
vilización contemporánea a él, del tipo de conocimiento que le es propia, de
la forma de filosofar y del sistema de clases de esos tiempos, por lo que opina
que no era recomendable servirse de ellos para describir o justificar una lucha
(socio-política) que debía echar abajo los fundamentos de la sociedad existen-
te, la capitalista (Chomsky y Foucault, 2006, p. 30). Aquí no se limita al marco
epistemológico; penetra lo práctico transformador; pero no atiende el cambio
esencial que suele ocurrir en los conceptos.
Sus ideas acerca de la naturaleza humana están presentes asimismo en sus
consideraciones en torno a la episteme clásica, donde también halla motivos
para dudar. En este caso puntualiza que aún cuando en el campo epistémico
clásico se habló mucho de la oposición entre la naturaleza humana y la natu-
raleza en general, entre ambas se tejieron relaciones, en las que se mostraba el
condicionamiento mutuo (Foucault, 1968, p. 301). Esto último le sirve para ase-
gurar que una vez más se mostraba que la naturaleza humana era un instru-
mento de apoyo a la investigación científica.
Mi papel (…) consiste en enseñar a la gente que son mucho más libres de lo que se
sienten, que la gente acepta como verdad, como evidencia, algunos temas que han
sido construidos durante cierto momento de la historia, y que esa pretendida evi-
dencia puede ser criticada y destruida. Cambiar algo en el espíritu de la gente, ese
es el papel del intelectual (Foucault, 1990, p. 143).
A modo de conclusiones:
Las ideas de Foucault en torno al humanismo se desarrollan en la malla de rela-
ciones que forman dos bloques de categorías; por una parte: el hombre, el sujeto
y la naturaleza humana, por la otra: las palabras, el discurso y el saber.
La duda que manifiesta con respecto a la naturaleza humana, así como la
negación del hombre y el sujeto no evidencian que su pensamiento sea esen-
cialmente antihumanista, por cuanto sus reflexiones donde se mueven es en el
universo epistemológico. Además, su pronunciamiento acerca del sujeto es ante
todo contra la sujeción del ser humano.
Con respecto al humanismo, lo que niega es el empleo hipócrita y tergi-
versador de su esencia, lo cual le proporciona extraordinaria vigencia, porque
hay que vigilar la utilización de toda teoría, máxime si puede tener trascen-
dencia social. Además, aunque su pensamiento no se caracteriza por el prota-
gonismo de los seres humanos y por la tendencia hacia su mejoramiento, en él
Referencias:
Eribon, D. (1995). Michel Foucault y sus contemporáneos. Buenos Aires: Ediciones Nueva
Visión, edición digital.
Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas.
Buenos Aires: Siglo XXI.
Foucault, M. (1983). El sujeto y el poder, en Hubert L. D. & Rabinow, P., Michel Foucault:
Más allá del estructuralismo y la hermenéutica, Chicago University Press. Epílogo a
la segunda edición. Traducción: Santiago Carassala y Angélica Vitale. Recuperado
de http://www.artnovel.com.ar
Foucault, M. (1990). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Ediciones Paidós
Ibérica, S.A.
Foucault, M. (1992). El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets.
Foucault, M. (1994). Hermenéutica del sujeto. Madrid: Ediciones de La Piqueta.
Foucault, M. (2010). El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II. Curso en el
Colegio de Francia (1983-1984). Buenos Aires: fce.