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Epistemología del poder y política del

deseo
Esther Díaz

Foucault cambia otra vez la historia y lo hace más allá de su volun­


tad y de su vida misma . Esta transmutación -que atravesó la academia
y adquirió dimensiones masivas- responde a varias causas , dos de ellas
cruciales: la reelaboración de alguno de sus conceptos por parte de pen­
sadores destacados tales como Agamben , Esposito y Negri entre otros ,
y la publicación de sus póstumos bajo el lema de que no son póstumos .
El lema se impuso para incluir en su obra completa , Dits et écrits 1 , no
solo lo escrito sino también lo dicho por Foucault . Para entonces habían
transcurrido diez años de la muerte del filósofo.
Algo de verdad hay en que no son absolutamente póstumos . Pues
esas palabras habían sido dichas por Foucault . Pero los trece cursos que
Foucault expuso en el College de France no fueron escritos ni corregidos
por el autor para su publicación . No obstante, el hecho de que a partir de
finales de 1990 se hayan comenzado a publicar esas lecciones en libros
individuales -con traducción a numerosos idiomas- facilitó el acceso a
este material de modo que, actualmente , numeroso público que no leyó
textos escritos por el filósofo, lo "conoce" a partir de la lectura de las
desgravaciones de sus clases .
Foucault , poco antes de morir, había manifestado su deseo de que
no hubiera publicaciones póstumas. Pero sus albaceas, como los de
Virgilio y los de Kafka , desobedecieron . De todos modos celebramos -y
nos plegamos- a la difusión de su palabra . Los tres escritos agrupados
en el presente texto fueron publicados por Foucault en tres momentos

1 Foucault, M., Dits et éoits, París, Gallimard , 1 994.

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Michel Foucault

diferentes de su vida. Sin embargo están atravesados por inquietudes


explícitamente similares : el saber, la política , la vida .
A través de estas páginas se van sucediendo, como en los cuadros de
una exposición, las condiciones epistemológicas de la práctica política,
la institucionalización de los discursos científicos , la administración de
la sexualidad de las personas , la supervisión de la salud de la población
y otros controles , vigilancias y puniciones al servicio del funcionamiento
·de la maquinaria capitalista . \ Y como en un 'juego de espejos con esas
singularidades históricas se nos revela una nueva galería pictórico­
filosófica. La preocupación de Foucault por rastrear formas de resistir
al pensamiento totalitario, su crítica a la noción de deseo q)mo falta , su
rechazo de un sujeto transcendental como garantía moral y cognoscitiva ,
su deconstrucción de la verdad y su pensamiento pasional reafirmador
de las diferencias . :

***

En el primer escrito aquí presentado, "Respuesta a una pregunta"


(1968) , Foucault responde a quienes se preocupan porque su pensa­
miento anti-fundamentalista significaría algo así como la paralización
de una política progresista; ya sea porque no quedaría otra alternativa
que aceptar el sistema o porque estaríamos expuestos a la violencia de
cualquier acontecimiento inesperado.
La respuesta -serena y modular- comienza desarticulando la idea de
"un" sistema . Foucault proclama (una vez más) su condición de pensador
pluralista . Critica asimismo no solo la idea de universalidad de un sistema
sino también de cualquier fundamento originario. Universalidad y fun­
damento son conceptos meramente lingüísticos . Foucault aspira a pensar
no más allá, sino "más acá" de ellos. Pensar desde las prácticas, desde
el archivo , desde lo avalado en documentos . Despliega una arqueología
que no analiza la lengua como sistema sino el discurso como aconteci­
miento . El discurso, independientemente de su "envase lingüístico" , es
inescindible de las prácticas sociales que lo posibilitan . De ellas surge y
en ellas incide, interactuando. La unidad de análisis del archivo son los
enunciados entendiendo por tales algo mucho más complejo que una
mera expresión lingüística .

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Las redes del poder

Unos meses más tarde de la publicación de "Respuesta a una pregun­


ta" Foucault publicó la Arqueología del saber,2 en la que despliega una
exposición exhaustiva de su concepto de enunciado , concluyendo que
no hay que asombrarse de que no existan criterios para imaginarlo como
una singularidad estructural, porque el enunciado no es una entidad
definida. Es una función que atraviesa dominios y unidades posibles
con contenidos concretos en el espacio y en el tiempo .
En "Respuesta a una pregunta" Foucault se toma tiempo para desple­
gar su epistemología. Analiza las formaciones, las transformaciones y las
correlaciones de (y entre) los discursos científicos. Configura el concepto
de episteme como condiciones de posibilidad del conocimiento en una .
época determinada . Elabora una epistemología con los pies en la tierra ·

y las manos en el barro de la historia .


Se desdeñan aquí la improbable presencia del logos, la soberanía de
un suj eto preexistente y la teología de un destino originario . El trabajo de
termita de la arqueología en relación con el poder ilumina la vinculación
entre innovaciones científicas y acontecimientos económicos y políticos
precisos, reales , concretos.
En Historia de la locura y en El nacimiento de la clínica (libros anterio­
res al artículo aquí comentado3) Foucault ya había dado testimonio de
su modo de analizar las instituciones científicas . Había vislumbrado la
connivencia con los dispositivos de poder y preanunciaba su incidencia
sobre la administración de la vida de la población por parte de ciertos
poderes . En "Respuesta a una pregunta" sintetiza la concepción episte­
mológica de su analítica de la locura y de la clínica. Ahí están el saber,
el poder, el acontecimiento, los mecanismos o reglas que hacen que los
discursos -incluso perteneciendo a un mismo obj eto disciplinario- se
diferencien entre sí o se asemej en entre disciplinas diferentes.
El discurso no solamente no es autónomo de las prácticas -siendo él
mismo una práctica- tampoco brilla por sí mismo como una estrella con
luz propia . Ni siquiera puede delimitar de manera definitiva sus con­
tornos, ¿dónde comienza? , ¿dónde termina? El artículo aquí comentado
finaliza con una breve ontológica del discurso. Las subjetividades no lo

2 Foucault, M., [archéologie du savoir, Paris, Gallimard , 1 969.


'
3Foucault, M., Histoire de lafolie á l'age classique, París, Pion , 1 964 (este texto surge
de la tesis doctoral de Foucault defendida en 1 9 6 1 ); Naissance de la clinique, París,
Presses Universitaires de France , 1 963 .

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Michel Foucault

inventan , lo actualizan y lo hacen sobre un murmullo sin conciencia ,


en el que reina una ley sin nombre y sin sujeto fundante sin que se sepa
en realidad y de manera contundente quién habla . Porque en última
instancia se pregunta el autor "¿Qué importa quién habla?" .

***

Pasemos al segundo artículo, breve y contundente , "Las redes del


poder" (1976). Es una pequeña esmeralda sutilmente pulida en la que
Foucault ofrece un análisis de la noción de poder. Está signado por la
síntesis y la claridad. No en vano es el producto final de una minuciosa
investigación que culminó en uno de los conceptos actualmente más
citados , replicados , criticados y reciclados del pensamiento de Foucault:
las conexiones entre el poder, el saber y la vida.
Se trata de una conferencia leída por el filósofo en Brasil y publicada
meses más tarde en Francia , donde ese mismo año apareció La voluntad
de saber. Historia de la sexualidad I.4 En realidad esta conferencia es un
resumen del último capítulo de ese libro . El nombre de ese capítulo es
"Derecho de muerte y poder sobre la vida" y es la piedra basal del con­
cepto de biopoder.
Es asimismo el resultado de la investigación sobre el poder y la vida
que Foucault había realizado el año anterior y expuesto en su curso en
el College de France entre fines de 1975 y comienzos de 1976 con el
nombre de "II faut defendre la sociéte". No es casual que éste haya sido
el primer curso que los editores eligieron para comenzar a publicar los
cursos en formato de libro individual . 5 Porque si bien no es el primer
curso que dictó el filósofo en el College de France , es el primero en que
define claramente su innovador concepto de biopolítica .
Sabemos que Foucault no concibe el poder desde la vieja noción pira­
midal , sino desde la metáfora de mallas o redes que atraviesan lo social ,
lo político , lo científico, lo familiar, en fin, cualquier relación humanan
en donde siempre se juega algún tipo de poder. La trama de esa red pre­
senta zonas en las que su tejido es muy denso , apretado , y otras en las

4 Foucault, M., La volonté de saboir. Histoire de sexualité I, París, Gllimard , 1 9 76.


>Foucault , M., Ilfaut défendre l a société. Cours a u College d e France 1 976, París, Seuil/
Gallimard , 1 9 7 7 .

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Las redes del poder

que ese tejido es ralo, poco espeso . A veces presenta agujeros alarmantes .
Lo último señala ausencia de poder, lo primero abundancia.
Pero como el poder no se posee, se ejerce , y la malla que lo sostiene
ofrece la posibilidad de ser "sacudida" -a veces- entre el ej ercicio fallido
del poder y la fuerza de las resistencias que lo combaten, se producen
reacomodaciones . El que ej erce un fuerte poder en un momento de­
terminado , puede ver debilitado ese poder e incluso perderlo en otro
momento .
Foucault considera que para fines del medioevo europeo los poderes
reinantes vieron como las redes que los sostenían presentaban cada vez
más roturas, aperturas , aguj eros. Los monarcas dependían de los tributos
de la población. Los arbitrarios impuestos medievales constituían una
de las fuentes más importantes de los recursos señoriales . Pero la gente
comenzó a resistirlos. No los pagaban , atacaban a los recaudadores y
los linchaban , en resumidas cuentas , el tributo dejó de ser rentable . Es
como si esa red se hubiera podrido.
De todos modos ahí estaban los tej edores de poder trenzando nuevas
redes: la ciencia experimental, la creación del Estado , la instauración de
la policía , el disciplinamiento en las instituciones , la libreta obligatoria
de trabaj o y otros controles , prácticas y discursos conformaron lo que
Foucault denomina �·sociedad disciplinaria" . En ella se comenzó a ejercer
el poder de manera minuciosa , microfísica , local , focalizada . Se crearon
tecnologías de poder individualizantes y masificantes al mismo tiempo.
Nos subj etivamos plegándonos al accionar general pero estamos cada
vez más solos .
Individualismo y masificación van de la mano . En las metrópolis
la mayoría de la población sigue pautas similares mientras los hogares
unipersonales crecen de manera exponencial , de la misma manera cre­
cen los controles: cámaras, detectores magnéticos , vampirismo digital
(aunque lo último no llegó a ser vivido por Foucault, su concepción
de las tecnologías de poder lo preanunciaban) . En el principio fue el
anatomo-poder, poco más tarde llegó el bio-poder.
Así pues el poder se concentró en la vigilancia de los individuos que
son concebidos como una entidad biológica capaz de producir riquezas
para quienes sepan gobernarlos , vigilarlos y, llegado el caso , castigarlos. A
partir del siglo XVIII la vida se hace obj eto de poder. Antes existían sujetos
jurídicos a quienes el poder podía quitarle bienes y la vida misma , a partir

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Michel Foucault

de las tecnologías biopolíticas lo jurídico pasa a un segundo plano. En


esta mutación capital, ejercer poder es administrar y manipular el cuerpo
y la vida de los gobernados. Y como el comienzo de la vida es el sexo,
hay que extender el control hasta los mínimos movimientos connotados
de sexo: masturbación , concepción , enfermedades venéreas, natalidad ,
lactancia materna . Todo atravesado por una milimétrica moralidad del
cuerpo , sus deseos , sus emanaciones y hasta sus pensamientos . Se entro­
niza así una epistemología del poder y una política del sexo o, tal como
dice Foucault, se constituyen los dispositivos de sexualidad .
El artículo "Las redes del poder" culmina marcando que el sexo es
la articulación entre una anatomía política y una biopolítica que , inter­
conectándose , logran hacer de la sociedad una máquina de producir.
Cada institución tiene su producción . Esto queda bastante claro en l�s
fábricas, las escuelas , los talleres, pero ¿qué produce la cárcel? No por
cierto ciudadanos idóneos y cumplidores de la ley. La cárcel produce
delincuencia. Algo sumamente funcional a la sociedad, a las institucio­
nes , al mercado y a todo aquello que directa o indirectamente se nutre
con los ilegalismos .

***

El tercer artículo del presente libro, "Una introducción a la vida no


fascista" (1972) , es el prólogo escrito por Foucault para la edición estado­
unidense de El antiedipo de Deleuze y Guattari . Se trata de un análisis de
la relación del deseo con la realidad y con la máquina capitalista . Brinda
respuestas a problemas concretos de nuestro tiempo. Paradójicamente
a pesar de trabaj ar con nociones aparentemente abstractas, tales como
multiplicidad , flujos o dispositivos , se van constituyendo posibilidades
de acciones concretas, de intervención en la realidad , de incidencia en
las conductas . Foucault dice que El antiedipo es un libro de ética y es
también "un Hegel deslumbrante".
Ese libro se confronta con tres adversarios : los ascetas políticos o
militantes tristes, los lamentables técnicos del deseo (psicoanalistas y
semiólogos) y el enemigo máximo, el fascismo. No solamente el fascis­
mo histórico y su mortífero poder de movilizar el deseo de las masas ,
sino el pequeño fascismo insidioso y pegajoso que reside en cada uno
de nosotros , que nos penetra y nos hace "amar el poder y desear lo que

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Las redes del poder

nos domina y lo que nos explota" . Palpita aquí , aunque Foucault no la


nombra , la preocupación de Spinoza preguntándose por qué los pueblos
luchan por su esclavitud como si se tratara de su libertad .
Ante esto, s e imponen ciertas preguntas . Dice Foucault:¿Cómo hacer
para no tornarse fascista? , o, ¿cómo desprendernos de nuestro fascismo
sobre todo cuando uno se considera un militante contrario a las coaccio­
nes y las discriminaciones? ¿Cómo deshacerse del fascismo de nuestro
discurso, de nuestros actos y hasta de nuestros placeres?
Luego de listar varias características reaccionarias -casi imperceptibles,
insidiosas- que tiñen nuestros pensamientos y acciones. Foucault declara
que rendirá un modesto homenaje a San Francisco de Sales (autor de
Una introducción a la vida devota) no solo glosando el título que encabeza
el prólogo que está escribiendo, sino también presentando los conceptos
raigales de El antiedipo como una especie de guía de la vida cotidiana o
un arte de vivir libre y solidario.
En los innovadores abordaj es de ese libro se acumulan nociones
emancipadoras , no edipizantes, nómades , deseantes. Entre ellas destaca
algo que si bien se puede inferir del texto de Deleuze y Guattari es una
consecuencia casi obligada de todos y cada uno de los discursos de
Foucault. Algo que ningún militante y obviamente nadie que ejerce poder
debería olvidar: por sobre todas las cosas, no se enamore del poder.

***

Finalizando ya mi pequeña reflexión me permito glosar el final del


prólogo de Foucault a El antiedipo para cerrar el presente prólogo. En los
tres artículos aquí presentados ocurre algo esencial , algo muy serio. El
acoso a todas las formas de discriminación y exclusión -mediante archi­
vo , genealogía y creación de conceptos- desde aquellas monumentales
y acuciantes que nos rodean y aplastan, hasta las menores y aparente­
mente insignificantes que constituyen la amarga tiranía de nuestra vida
cotidiana .

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