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MODULO I
Presentación de la asignatura
INTRODUCCIÓN A LA PEDAGOGÍA
Propósito de la asignatura
Orientación didáctica
Cada capítulo del módulo propone las bases necesarias que orientan al discente en
la comprensión y cognición general del tema discutido y progresivamente conduce al
lector hacia una interpretación general consistente sobre el concepto “pedagogía de la
educación”, como esfuerzo por inquirir la razón misma de la paideia. Al iniciar cada
capítulo usted hallará unos objetivos generales que lo guiarán en la comprensión y
comprobación de la temática. Se aconseja leer, subrayar y esquematizar cada tema, con el
objetivo de abstraer mucho mejor la teoría y apropiarse adecuadamente de los
conocimientos sobre la pedagogía indoamericana.
Mo dulo I -Introd ucció n a la Ped ago gía- corpo sum .estu dios@ gm ail.co m
Índice
Capítulo I
- ¿Qué es la pedagogía?
- La pedagogía y la enseñanza
- Definiciones del termino
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
- Pedagogía General
- Pedagogía Descriptiva
- Pedagogía Normativa
- Pedagogía Infantil
- Psicopedagogía
- Pedagogía Conceptual
- Pedagogía Social
- Pedagogía Ocupacional
- Pedagogía Especifica
- Pedagogía Terapéutica
- Pedagogía Religiosa
Capítulo V
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Capítulo VI
Capitulo VII
- Pedagogía de Waldorf
- Ventajas del método Waldorf
- ¿Cómo se aplica en el aula?
Capitulo VIII
Capitulo IX
- Consideraciones finales.
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¿Qué es la Pedagogía?
La Pedagogía, por una parte, pretende conocer cuáles son los principios y las finalidades de
la educación y reflexiona sobre todos los aspectos que intervienen en ese saber de
educación (las finalidades en educación, la socialización, la naturaleza del alumnado,
aspectos filosóficos como son la libertad, la razón, la moralidad, la libertad, el concepto de
educación y las escuelas filosóficas educativas que la representan, el adoctrinamiento y la
manipulación así como la historia de la educación, etc…). Por otra parte, trata del arte de
conducir al niño en su educación y estudia todas las estrategias, métodos y medios
necesarios para alcanzar tal fin (como es la psicología del niño, teorías del aprendizaje, la
motivación y la atención, técnicas didácticas, métodos pedagógicos, tecnologías educativas,
reglas prácticas aplicables al proceso educativo, etc…). Por otro lado, conviene señalar que
la Pedagogía utiliza otras disciplinas para complementar el saber en educación, entre ellas
destacan: antropología, sociología, psicología, filosofía, biología, la historia, entre otros
saberes.
La Pedagogía Cristiana, por su parte, toma de otras disciplinas que tienen relación con la
Biblia: Historia de la Biblia y del cristianismo, métodos o procedimientos de estudio de la
Biblia, Teología, ética…Por ejemplo, vemos que:
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Los procedimientos bíblicos (lectura, estudio y métodos de la Biblia, hermenéutica,
manejo de la Biblia, apologética, arqueología bíblica, geografía…) son necesarios
para el maestro y su enseñanza.
La pedagogía y la enseñanza
El que enseña sabe algo que el alumno no conoce y por tanto se realiza
un traspaso de conocimiento.
Paul H. Vieth (1947): “La educación cristiana es el proceso mediante el cual las personas
son confrontadas con el Evangelio y gobernadas por Él. Involucra los esfuerzos de la
comunidad cristiana para guiar a las personas jóvenes y adultos hacia la participación más
plena en la vida y obra de la comunidad cristiana”.
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Iglesia Luterana de América: “La educación cristiana es un proceso mediante el cual las
personas son confrontadas con el evangelio cristiano, despertadas y transformadas por él…
en este proceso el educando se vuelve un participante activo y voluntario”.
C. B. Eavey: “Para entender la educación cristiana, es menester primero tener una idea
clara de la naturaleza de la educación en general… Básicamente la educación es el proceso
de cambio experimentado por los seres humanos. Es necesario también, tener una idea
clara… de la naturaleza de la educación religiosa, es una educación que tiene como
propósito, primero, la adquisición de una fe personal, y segundo, el desarrollo de la
misma”.
Richard Dresselhaus: “La educación cristiana es el proceso por el cual el Espíritu Santo,
usando instrumentos humanos, obra por medio de las Sagradas Escrituras, para guiar a un
individuo a la aceptación personal de Jesucristo, dirigirlo hacia la madurez espiritual y
alistarlo en la comunión y ministerio de la iglesia”.
Involucrar: Los esfuerzos de la comunidad cristiana para guiar a sus alumnos hacia
una participación más plena en la vida y obra de la comunidad cristiana. La
enseñanza cristiana debe de dirigirse a los alumnos para que conozcan el evangelio
y hablarles de Jesucristo, para ayudarles a madurar en la fe y eso solo lo pueden
realizar personas que están comprometidas e involucradas en una iglesia.
Confrontar: Son confrontados a tener una experiencia en la fe, íntima y personal con
el evangelio cristiano, despertado y transformado por el mismo, en este proceso el
educando o profesor se vuelve un participante activo y voluntario.
Adquirir: Para entender la educación cristiana, es necesario primero tener una idea
clara de la naturaleza de la educación en general...., y es necesario también tener
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una idea clara de la naturaleza de la educación religiosa: “Es una educación que
tiene como propósito, primero, la adquisición de una fe personal, y segundo, el
desarrollo de esa fe”. El profesor anima al alumno a que éste tenga un encuentro
real con Jesucristo y que desarrolle una madurez espiritual, que lo comprometa en el
ministerio de la iglesia.
Existen muchísimas más definiciones, que no son menos importantes y que han dejado su
huella a través de la historia, pero, la opinión que realmente nos interesa es la de Dios.
¿Qué dice Dios acerca de la enseñanza? ¿Dios separa la enseñanza del aprendizaje?
Aprender: “Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye Israel, los estatutos y
decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos: aprendedlos, y guardadlos,
para ponerlos por obra”. (Deuteronomio 5:1).
Enseñar: “Ahora, pues, Oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño,
para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios
de vuestros padres os da”. (Deuteronomio 4:1).
Por tanto, “enseñar” es “hacer que aprendan”, de tal forma que no podemos considerar que
la enseñanza es solamente algo que hace el profesor en una clase, más bien, podemos
indicar que la enseñanza es lo que hace el maestro en el alumno. En base a esto, se afirma
que:
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La enseñanza se presenta como un acto de descubrimiento: La enseñanza no es solo
la repetición de conocimientos por parte del maestro o la memorización por parte
del alumno. Memorizar nos enseña y ayuda a aprender, pero es mejor que uno
aprenda lo que uno descubre. En un contexto adecuado, el proceso de memorización
es indispensable en los procesos relacionados con aprender, pero la mejor clase de
enseñanza es la que se deriva del descubrimiento.
Partiendo de esta idea, definimos enseñanza como: Despertar la mente del alumno,
para captar y retener una verdad cierta y moverlos a que descubran y piensen por sí
mismos de tal modo que lo lleven a la práctica.
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El «cuidado de sí» en Foucault
“Pues bien, Alcibíades, sea fácil o no, la situación sigue siendo la siguiente: conociéndonos, también
podremos conocer con más facilidad la forma de cuidar de nosotros mismos, mientras que si no nos
conocemos no podríamos hacerlo. (Alcibíades, 129a).”
En La hermenéutica del sujeto, Foucault (2005) afirma que dicha forma de pedagogía había
marcado el espacio de tiempo que va entre la Antigüedad y el mundo cristiano, por lo
menos hasta que Aristóteles hizo ingreso en la escena por medio de Santo Tomás, ya que es
a partir de la teología que este binomio entre espiritualidad y saber se rompe. La exigencia
de conocer a Dios como máxima, traslada el conocimiento del hombre concreto hacia algo
exterior a él, asunto no presente en San Agustín y por el cual se puede rastrear la
dislocación a partir de Santo Tomás.
Desde entonces, lo que permitirá tener acceso a la verdad será el conocimiento mismo y no
la transformación del ser del sujeto. El autor francés hallará que el requisito délfico de
conocerse a sí mismo (gnothi seautun), que opera sólo como consejo para el momento de
consultar a Apolo, es la punta del iceberg de una cuestión más profunda y radical, «la
inquietud de sí» (epimeleia heautou), ya que este opera sólo como consejo para el momento
de consultar a Apolo. En auxilio de esta inferencia, recurre a Defradas, para el cual el
gnothi seautun no es en absoluto un principio de autoconocimiento», y a Roscher, quien lo
considera una especie de regla, de «recomendación ritual relacionada con el acto mismo de
la consulta», a los que se acercaban al oráculo. Foucault reivindica la inquietud de sí
escudriñando en el Alcibíades, en el que encuentra que nace la preocupación por el sí
mismo en el punto más álgido de la vida del muchacho ateniense, después de su paso de la
tutela del maestro a la vida pública, cuando aspira a participar en el gobierno de la ciudad.
“…dice Sócrates a Alcibíades, hay que hacer una comparación: quieres entrar en la vida política, quieres
tomar en tus manos el destino de la ciudad; no posees la misma riqueza de tus rivales y, sobre todo, no tienes
la misma educación. Es preciso que reflexiones un poquito sobre ti mismo, que te conozcas a ti mismo
(Foucault, 2005).”
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Para Foucault, «la inquietud de sí» sufre en la Antigüedad una serie de mutaciones, desde la
Apología de Platón, en la que se encuentra como una función general (Sócrates enviado por
los dioses para que los atenienses cuiden de sí mismos), hasta el helenismo, periodo durante
el cual los epicúreos y estoicos la observan como una obligación de los individuos. En el
intermedio está el Alcibíades, en el que la inquietud de sí «se inscribe no sólo dentro de un
proyecto político, sino dentro del déficit pedagógico», que al reconocerse brinda el
horizonte a seguir, pues tal ignorancia hace que la mirada se dirija hacia el conocimiento de
sí. Para Foucault, el Alcibíades no es la cumbre, sino la introducción de la inquietud de sí,
ya que es en este diálogo donde Platón presenta la teoría acabada.
El Alcibíades de Foucault
…ese cuidado de sí va a llevar al interrogante de qué es, en su verdad, en su ser propio, aquello que hay que
cuidar.
¿Qué es ese «yo», ese «sí mismo» que hay que cuidar? Esos interrogantes los encontrábamos en el
Alcibíades, y conducían en este diálogo a descubrir que aquello de que debíamos ocuparnos, aquello que
debíamos contemplar, era el alma.
FOUCAULT.
Sócrates se acerca a Alcibíades, al descubrir en el joven algo especial, algo que va más allá
de aprovechar su estatus y belleza para conseguir logros, y decide ser más perseverante que
los enamorados rechazados con arrogancia y que en el fondo no buscan más que complacer
sus apetitos, pues un verdadero enamorado se preocupa de que su amante se ocupe de sí
mismo.
Hijo de Clinias, estarás sorprendido de ver, que siendo yo el pri- mero en enamorarme de ti,
sea el único en no abandonarte cuando los demás lo han hecho, a pesar de que, mientras
ellos te estuvieron importunando con su conversación, yo a lo largo de tantos años, ni
siquiera te dirigí la palabra (Alcibíades, 103a).
Pero, « ¿qué quiere decir ocuparse de sí mismo, y qué es esa cosa de la que uno tiene que
ocuparse?» (Foucault, 2010, p. 171). Para Foucault, tal interrogante hace que la inquietud
de sí pase de nuevo por la grilla del gnothi seautun, que en el desenvolver del diálogo se ha
desplazado desde un consejo de prudencia como cuestión metodológica hasta llegar al
imperativo del autoconocimiento como ejercicio de mirada hacia el interior, «lo que
permitiría ver el alma, pues ella es la que debe conocer- se a sí misma» (Foucault, 2005, p.
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77). En este aspecto, Foucault coincide con estudiosos de Platón como Azcárate, quien
propone que «estudiar su alma, tal es el fin de todo hombre que quiera conocerse a sí
mismo» (Azcárate, 1871, p. 115).
Pero, ¿cómo se observa el alma? De acuerdo con Foucault, esto se logra cuando «esta
consigue volverse hacia lo divino» (Foucault, 2005, p. 78), que en el caso de Alcibíades le
dará la sabiduría para gobernar con justicia, pues ha aprendido a distinguir el bien del mal,
lo justo de lo injusto.
¡Ay, Alcibíades, qué desgracia la tuya! Aunque yo vacilaba en calificarla, sin embargo, como estamos solos,
debo hablar. Porque estás conviviendo con la ignorancia, querido, con la peor de todas, tal como te está
delatando nuestro razonamiento, e incluso tú mismo. Por eso te lanzas a la política antes de recibir
formación en ella. Y no eres tú solo el que padece esta desgracia, sino también la mayoría de los que
gestionan los asuntos de nuestra ciudad, excepto unos pocos, y entre ellos tal vez tu tutor Pericles
(Alcibíades).
De este modo, lo exhorta a proyectarse hacia lo divino. No obstante, le indica que este
contemplar no se puede conseguir con la sola decisión, que es preciso encontrar un buen
maestro y, para no equivocar el cami- no, de un guía como el mismo Sócrates, que luego de
percatar a Alcibía- des de sus limitaciones, le interpela: «Tú ignoras, pero eres joven; por lo
tanto, tienes tiempo, no de aprender, sino de ocuparte de ti» (Foucault, 2005, p. 56). Insiste
en que debe hallar el tutor adecuado, pues: «se co- rre el riesgo de engañarse…de no saber
muy bien qué hacer cuando uno quiere ocuparse de sí mismo» (p. 62). Este reparo se
encuentra nuevamen- te en el diálogo De la oración. En este, Sócrates le reafirma a
Alcibíades su autoridad al aconsejarle en el momento de consagrar sus propósitos:
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Sócrates. —Es preciso esperar hasta que seas consciente de la ac-
titud que hay que adoptar frente a los dioses y frente a los hombres.
Sócrates exclama, de acuerdo con Azcárate, el pasaje i, 32 de La Odisea, que describe los
peligros de orar sin saber en realidad lo que se desea:
Yo temo que los hombres no tienen verdaderamente la razón
para achacar a los dioses la causa de sus desgracias. Ellos mismos
son, es preciso decirlo, los que, por sus faltas y por sus locuras, se
hacen desgraciados a pesar de la suerte (Alcibíades II, traducción
de Azcárate, 1872, p. 48).
Sócrates considera su relación con Alcibíades «emanada por el dios» (Alcibíades, 124e), y
el estar ahí, perseverante, es una obligación para cumplir con el designio de mostrar a su
alumno el sendero para cumplir con su deseo de gobernar a los atenienses. Afirma que sin
él, tales planes no podrán realizarse, y que por lo tanto, es preciso que le preste atención,
pues aquel es el momento indicado, ya que los dioses han concedido su aval, justo antes de
que encare a la Asamblea y deba demostrar que es el más apto.
Porque de la misma manera que tú tienes la esperanza de de-
mostrarle a la ciudad que lo vales todo para ella y de esa manera
conseguirás al punto plenos poderes, también yo tengo la esperan-
za de ser muy poderoso a tu lado, demostrando que para ti lo valgo
todo, hasta el punto que ni tu tutor, ni tus parientes ni persona al-
guna son capaces de conseguirte el poder que deseas, excepto yo,
con la ayuda del dios, por supuesto (Alcibíades, 105e).
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Para Foucault, el Alcibíades enfatiza en el descubrimiento y la postulación del alma como
realidad a la que se debe dirigir la atención, cerrándose el círculo de la inquietud de sí en el
autoconocimiento que permite homologar lo útil, lo honesto, lo bueno y lo virtuoso en lo
divino. Pro- ceso que requiere la orientación de un tutor que haya adelantado este camino,
para que señale el horizonte con sus sabios consejos y permita con ello acceder a la verdad.
De modo que el platonismo va a realizar a lo largo de toda la cultura antigua y la cultura europea, me parece, ese doble
juego: replantear sin cesar las condiciones de espiritualidad necesarias para el acceso a la verdad y, a la vez, reabsorber
la espiritualidad exclusivamente en el movimiento del conocimiento, conocimiento de sí mismo, de lo divino, de las
esencias (Foucault, 2005, p. 85).
Uno no puede preocuparse de sí mismo sin pasar por el maestro, no hay inquietud de sí sin la presencia del
maestro… el maestro es quien se preocupa por la inquietud que el sujeto tiene respecto a sí mismo y quien
encuentra, en el amor que tiene por su discípulo, la posibilidad de preocuparse por la preocupación de este
con relación consigo mismo. Foucault.
Foucault ahondará en la relación maestro-alumno como el necesario paso para que el que
carece de conocimiento inicie su consecución. Perspectiva que engrandecerá el papel de
Sócrates, al igual que lo han realzado otros estudiosos del tema de la educación de la Grecia
clásica como Valentim (2012), que coinciden en señalar que luego de haber recibido el aval
del dios para guiar a Alcibíades, Sócrates logra convencerlo de seguir sus in- dicaciones, a
partir de demostrar su autoridad en los temas en los que el estudiante requiere tener pericia,
mediante el paso mayéutico del reco- nocimiento de la ignorancia que lo aqueja y del cual
no era consciente.
No obstante, aquí se pretende cuestionar tal interpretación, esa que concibe al estudiante
como esperado por su maestro para iniciar el proceso educativo al recibir la autorización
del dios7, pues es preciso entender que sólo Sócrates logra acceder a Alcibíades cuando
este quiere ingresar en la escena pública, cuando ha encontrado su «vocación». Entonces, el
llamado del dios no es para este pretencioso Sócrates de Foucault, sino para Alcibíades, que
ha sido ungido por la gracia y por ello ha descubierto en el ímpetu de sus motivaciones el
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motor para resplandecer, regalo divino que lo saca de la ignorancia, pues le quita el velo de
la arrogancia y lo empuja al campo de batalla que representa la búsqueda del saber.
«Alcibíades rechazó al comienzo a todos sus amantes porque él mis- mo quería estar en la
situación de dominador y no de dominado» (Valentim, 2012, p. 15), pues tal era su belleza
y relaciones de familia, que consideraba no necesitar de ninguna orientación; ya en él, por
regalo de la naturaleza, se encontraban todas las virtudes para ser admirado. Sin embargo,
ese descubrir la vocación le hace comprender que el aprender es una cuestión de humildad,
de abrazar el vacío que estremece cuan- do se reconoce que falta algo y que este algo se
debe buscar. Allí surge la vergüenza por ignorar, no antes. Allí, y sólo allí, se sale de sí y se
puede ver en los otros los posibles caminos.
La elección del maestro no se constituye en el punto originario del acto pedagógico, sino en
un estadio posterior de un proceso que inicia en el sujeto de aprendizaje y que tiene que ver
con aspiraciones e intereses personales, mas no con la trasmisión de determinado saber. Al
igual que Alcibíades escogió a Sócrates por su conocimiento en política, pudo haber fijado
la atención en un maestro de otra disciplina, pues no estaba alejado de las artes o la
gimnasia. Así, el prerrequisito en la educación no es encontrar el guía sino la claridad y la
fuerza para empezar a caminar, expresada en saber lo que se quiere y reconocer que no se
posee.
Como lugar originario, el llamado divino impone el horizonte, y quien mejor lo conoce
desde lo que Alcibíades aspira es Sócrates, no escogido entre tantos como premio por
esperar al joven a quien lo han comenzado a abandonar sus pretendientes, sino por la
fortuna de presentarse como el camino que Alcibíades quiere emprender. En este sentido, el
camino hacia el conocimiento, el querer saber lo que no se sabe, ata al estudiante con su
maestro más allá de lo gnoseológico, pues se parte de una elección adscrita a lo afectivo.
Ahora bien, tal relación no es posible si sólo existe una parte enamorada. No basta con que
el maestro ame a su alumno. La vocación de Alcibíades permite la correspondencia
romántica donde se posibilita el aprendizaje; el que adolece del conocimiento, al admitir la
ignorancia, abre las puertas del corazón. Cuestión que Alcibíades expone en el Banquete,
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cuando debe hacer su discurso en torno a Sócrates. Al reconocer su autoridad como
maestro, confiesa que se ha invertido la relación establecida hasta el punto de convertirlo en
amante y a Sócrates en amado.
—En absoluto.
—¿Qué exactamente?
Ahora bien, en lugar de envidiar a aquel que lo posee, se le admira, se le reconoce, pues el
conocimiento no es una cosa que se pueda arrebatar, comprar o regalar. Este sólo se obtiene
al transitar el camino, expedición que se convierte en sí misma en una finalidad: es
horizonte y meta. En tanto, el maestro se presenta no como guía, acompañante o mediador.
Se constituye en el camino mismo. Así, el estudiante pretende andar el camino para situarse
en el límite que permite trasgredir la frontera e iniciar un nuevo camino: el propio.
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Consiguientemente, el objetivo que se persigue aquí es el de identificar y relacionar algunos
problemas básicos que aparecen en la consideración de los términos «educación» y
«pluralismo» con relativa autonomía de la información contenida en planteamientos más
específicos que aparecen en esta misma publicación.
¿Qué es el pluralismo?
Este término tiene una aparición tardía en nuestros diccionarios de la lengua y pedagógicos.
Por el contrario, es un término de uso habitual en la filosofía y en las ciencias sociales.
Moliner (1977) da dos acepciones de «pluralismo», una sinónima a pluralidad y otra de
índole filosófica. Desde esta última perspectiva, se dice «pluralismo» como algo opuesto a
monismo y distinto, también, de dualismo:
«El pluralismo sostiene, contra el monismo, que el mundo está compuesto de realidades
independientes y mutuamente irreductibles; la cuestión del pluralismo aparece una vez que
se ha resuelto la cuestión previa del universo; en efecto, reducido el universo a una
realidad fundamental, se trata de saber si ésta es una o múltiple, simpleo compuesta»
(Ferrater, 1976).
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diferencia de -y en relación con- el universo del que procede, o de la clase a la que
pertenece.
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También de la observación de la práctica social se aprecia un tercer proceso: el ciudadano
vive inmerso en un conjunto de relaciones con otros hombres, así llamadas relaciones
sociales. Estas relaciones van conformando determinados rasgos de su personalidad,
mediante los cuales expresa los valores que los objetos y las personas tienen para él.
En el estudiante hay que formar, además del desarrollo y la instrucción, los valores y
sentimientos propios del hombre como ser social. La sociedad en su devenir histórico ha
acumulado valores morales, religiosos, políticos y jurídicos, entre otros, que forman parte
de los elementos más preciados de su cultura.
El ciudadano, el joven, tiene que apropiarse de esos valores como parte de su preparación y,
de lograrse esto, se considera educado. La educación está llamada a cumplir una función
formativa y desarrolladora, lo que le es dado al hombre a partir del proceso de
socialización. La observación de la práctica social nos lleva a decir que existe un proceso
totalizador cuyo objetivo es preparar al hombre como ser social denominado proceso de
formación, que agrupa en una unidad dialéctica, los procesos educativo, desarrollador e
instructivo.
Existe una rama de la Pedagogía, que se llama Didáctica, que tiene por objeto el estudio de
ese proceso de una manera integral. Puede decirse, que la didáctica es la ciencia que estudia
el proceso instructivo - educativo que tiene lugar en la escuela, por tanto, no puede
prescindir de la pedagogía general, que le brinda sus "leyes" o principios generales y sus
fundamentos teóricos, que se particularizan y se operacionalizan en esta ciencia en especial.
A ella le corresponde ilustrar al maestro a organizar, desarrollar y controlar en la práctica el
complejo proceso de enseñar y de aprender, en diferentes formas de organización y por
distintas vías, al seguir un fin y objetivos determinados. El conocimiento científico de la
didáctica también se construye sobre la base del marxismo y proyecta una didáctica de
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carácter científico. Las categorías de la didáctica son: Objetivo, Contenido, Método, Medio,
Evaluación y Formas de organización.
La pedagogía tiene que llegar a convertirse, por derecho propio, en la ciencia integradora
del resto de las que se ocupan también de la educación. El dilema de la pedagogía actual
como ciencia es: transformarse o desaparecer.
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factores que influyen en los procesos de enseñanza y aprendizaje (Miras, 2001; Serrano &
Pons, 2011). Es así como a partir de los años 80 la perspectiva postcognitiva reconoce que
los procesos de aprendizaje y el conocimiento se construyen en directa relación con
significados socioculturalmente construidos a partir del intercambio, diálogo y negociación;
este reconocimiento dio origen al Constructivismo Social (Santoianni & Striano, 2006;
Basto & López, 2010), perspectiva desde la cual aprender es un proceso que se realiza tanto
de forma intraindividual como interindividual, sobre la base de códigos, sistemas
simbólicos y significantes compartidos (Vygostki, 1978; Basto & López, 2010). El
aprendizaje, por tanto, es considerado una construcción conjunta, basada en una trama de
significados compartidos y negociados socialmente (Bruner, 1987). Según Vygotski (1978),
esta construcción conjunta, ocurre en los procesos de interacción social en torno a la
resolución de una tarea o problema específico. Además asegura que el desarrollo de los
procesos psicológicos superiores se sustenta sobre la base de una relación con el objeto, en
la cual el sujeto cognoscente aprende y se desarrolla, fundamentalmente, a través del acceso
al mundo psíquico de los otros y de la internalización de las asistencias externas (Molina,
2006). En esta misma línea, diversos son los autores que han puesto de manifiesto la
importancia de la interacción en el aprendizaje, asegurando que el rol de los educadores no
es producir o reproducir sujetos, sino llevarlos a procesos de transformación de su propia
subjetividad (Foucault, 1994) a través del encuentro con otros (Piaget, 1975; Vygostki,
1978; Baquero, 2009). Al respecto Freire (2008), plantea que el carácter del ejercicio
educativo es fundamentalmente formador y que el rol del educador es crear posibilidades
para producir o construir conocimiento, siendo consciente del respeto hacia la autonomía
del ser del educando. Por lo tanto, desde su perspectiva el buen profesor es quien, a través
de las interacciones, convierte el aula en un desafío desde el cual surgen pensamientos,
ideas, dudas e incertidumbres, convirtiéndose a sí mismo en un motor de cambio educativo
cuya responsabilidad es facilitar el aprendizaje de sus estudiantes y potenciar las
capacidades cognitivas, afectivas y sociales de los sujetos con los que interactúa (Calvo,
2004; Tébar, 2005, Barrón, 2009; Freire, 2008; Gargallo, Sánchez, Ros & Ferreras, 2010).
Al respecto, cabe destacar la importancia de los aspectos subjetivos de los docentes, ya que
la adopción de este rol está en estrecha vinculación con las ideas evolutivo-educativas
acerca de la enseñanza, el aprendizaje y las posibles formas y medios de interacción
(Palacios, 1987; Grisales y González, 2009). Pozo, Scheuer, Mateos y Pérez Echeverría
(2006) afirman que: “…todos tenemos creencias o teorías profundamente asumidas y tal
vez nunca discutidas, sobre lo que es aprender y enseñar, que rigen nuestras acciones al
punto de constituir un verdadero currículo oculto que guía, a veces sin nosotros saberlo,
nuestra práctica educativa” (p.34). En esta misma lógica diversos son los autores que
relevan el papel de las concepciones de los docentes debido a que éstas influyen tanto en la
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cantidad y como en la calidad de las interacciones que se establecen en los contextos
educativos (Palacios, 1987; Rodrigo, Rodríguez & Marrero, 1993; Jussim & Harber, 2005;
Rojas, 2005; Pozo et al., 2006, Rufinnelli, 2012). Por tanto, la relación entre las
dimensiones subjetivas y el acto educativo es un requisito fundamental para desempeñar “el
nuevo rol que le ha sido asignado al profesor en el contexto histórico actual, el rol de
facilitador, de mediador, trascendiendo el de simple transmisor de contenidos que
históricamente ha asumido y que, a pesar de tanto debatirse, sigue dominando la escena
docente” (en Basto & López, 2010, p.283). En este contexto, la psicología educacional ha
abordado el estudios de las creencias desde diversas aproximaciones (Castro, 2008). Según
Basto y López (2010) dentro de las aproximaciones constructivistas se distinguen,
básicamente, dos enfoques: por un lado, la metacognición y por otro, las teorías implícitas.
La metacognición centra su estudio en el conocimiento consciente, de naturaleza explícita
que tiene lugar en el curso de la acción pedagógica, específicamente cuando está planeando
y controlando su acción (Perafán & AdúrizBravo, 2002). De esta forma, “la metacognición
construye principios de reflexión y acción consciente, por ende explícitos en el quehacer
cotidiano del profesor, cumpliendo dos funciones simultáneamente (planificación y control)
al seleccionar, estructurar, organizar, simplificar, administrar, coordinar, aplicar y evaluar,
entre otras” (Basto & López, 2010, p. 279). Este enfoque, al centrar su interés en aquellos
aspectos cognitivos explícitos, de fácil acceso a la consciencia, no reconoce los principios
prácticos ni los sentidos implícitos orientadores de la acción pedagógica, por tanto ésta es la
principal razón por la cual se requiere de un segundo enfoque (Perafán & Adúriz-Bravo,
2002), el de las denominadas teorías implícitas (Rodrigo et al., 1993; Estrada, Oyarzún &
Yzerbyt, 2007; Quek, Ho & Soh, 2008,) o teorías ‘subjetivas’ (Groeben & Scheele, 2001;
Werth, Markel & Förster, 2006). Cabe señalar que pese a esta doble denominación, no hay
diferencias relevantes entre quienes optan por uno u otro concepto (Catalán, 1997, 2005;
Werth, et al., 2006; Castro 2008). Sin embargo algunos autores prefieren la utilización del
concepto de “teorías subjetivas” para hacer referencia a aquellos aspectos implícitos y
explícitos y a las bases epistemológicas del concepto subjetividad (Castro, 2008). El
enfoque de las teorías subjetivas es relativamente reciente y ha centrado su interés en la
naturaleza y el desarrollo de las representaciones y las actividades mentales inconscientes
que subyacen a la actividad de los sujetos en un contexto social particular (Basto y López,
2010). Según Pérez y Gimeno (1988) esta aproximación releva la importancia del
pensamiento práctico y los procesos de socialización del profesor, centrando su interés en el
terreno pedagógico. Además, releva el carácter subyacente y el mayor grado de estabilidad,
rigidez y resistencia al cambio que aquellas representaciones cognitivas explícitas o
conscientes (Kelly, 1966; Neisser, 1976; Rodrigo, 1993; González Rey, 2002; Pozo et al.,
2006; Krause, 2007). Desde esta perspectiva, la práctica pedagógica no es sólo práctica
Mo dulo I -Introd ucció n a la Ped ago gía- corpo sum .estu dios@ gm ail.co m
observable, ni un conjunto de creencias implícitas, sino que es, por sobre todo, la
integración de los sistemas explícitos e implícitos (Pérez & Gimeno, 1988; Giroux, 1990;
Latorre, 2003; Grisales & González, 2009; Patiño & Rojas, 2009; Basto & López, 2010).
Al respecto, Pozo et al. (2006) y Basto y Lopez (2010), señalan que la distancia entre las
políticas educativas, el discurso institucional y el quehacer áulico, se reduce sólo en la
medida en que se integren o coordinen ambos sistemas de representación, el explícito y el
implícito, teniendo en cuenta que el conocimiento explícito cambia con más facilidad que
las representaciones implícitas. Por tanto, los esfuerzos para enfrentar los desafíos de la
innovación educativa dependen del reconocimiento de la relación entre la subjetividad y la
acción pedagógica (Patiño & Rojas, 2009), en este sentido, toda innovación debe ser
considerada como parte de un universo de significados y los actores educativos no pueden
ser considerados meros adoptantes (Fullan, 2002; Haser & Star, 2009; Gómez, 2010;
Rufinnelli, 2012).
Mo dulo I -Introd ucció n a la Ped ago gía- corpo sum .estu dios@ gm ail.co m
aprendizajes de sus estudiantes a las prácticas que ellos, como docentes, promueven en el
aula (Rufinnelli, 2012). En coherencia con estos planteamientos, Boudón (2003) señala que
los parámetros del contexto se expresan en creencias que definen las decisiones y las
explicaciones respecto de los logros escolares, las dificultades que enfrentan a diario y por
sobre todo, definen lo que es importante de ser enseñado y aprendido en el contexto escolar
y la forma de hacerlo. A modo de síntesis, diversos estudios realizados en esta línea, tanto a
nivel nacional como internacional, han intentado explicar la vinculación entre el discurso
educativo y las prácticas que impregnan la educación actual. A través de ellos se ha
identificado que las creencias de los docentes tienen aspectos centrales, más estables y
resistentes vinculados a una concepción tradicional de la enseñanza y el aprendizaje y otros
aspectos periféricos que se adscriben al constructivismo. Uno de los elementos centrales de
los postulados constructivistas y que tienen gran relación con las prácticas pedagógicas dice
relación con las interacciones sociales que sustentan el desarrollo de aprendizajes. En
efecto, la influencia de las subjetividades en torno a la interacción social en el contexto
educativo no es menor si se considera lo planteado por autores como Piaget (1975),
Vygostki (1978) y Bruner, (1987), quienes señalan que la educación debiese tener como fin
la formación del ser humano y reconocer la influencia del medio social y el rol del sujeto
como partícipe de un mundo social en el que el lenguaje, la interacción y la cognición se
entremezclan (Bruner, 1987). El énfasis en esta relación entre el individuo y lo social
procede de la unión de varias tendencias de pensamiento. Según Mercer (1996) la
influencia teórica predominante en la investigación sociocultural es la de Vygostki, quien
define la interacción “como el medio mediante el cual el niño llega a familiarizarse con las
herramientas intelectuales de la sociedad” (Fernández y Melero, 1995, p. 224).
Conjuntamente con los planteamientos de Vygotski, se encuentran los argumentos de
Piaget para quien la interacción social, fomenta el desarrollo, ya que le permite a los niños,
en su encuentro con otros, discutir sus proposiciones siendo estas discusiones una fuente de
conflicto cognitivo, necesario para provocar desequilibrio y avance en el desarrollo. Para
ambos autores el aprendizaje no es un atributo de un niño individual, sino que es un
atributo de la interacción social en torno a una tarea determinada con un enseñante
determinado (Mercer, 1996). Las propuestas teóricas de Vygotski y Piaget plantean que en
este espacio de encuentro con otros es posible distinguir diferentes componentes,
modalidades y funciones de la interacción social. Así, por ejemplo, desde la perspectiva de
Vygotski, la interacción entre sujetos con diferentes niveles de desarrollo, por ejemplo entre
un adulto y un niño, es considerada una potencial fuente de aprendizaje y desarrollo,
mientras que desde la perspectiva de Piaget, esta interacción, no necesariamente promueve
el desarrollo, debido a que es una relación asimétrica en la cual el adulto ostenta el poder
para definir e imponer los medios de resolución de una tarea (Fernández y 11 Melero,
Mo dulo I -Introd ucció n a la Ped ago gía- corpo sum .estu dios@ gm ail.co m
1995). Respecto de sus funciones, Vygotski d destaca el rol y la influencia de la interacción
sobre el desarrollo cognitivo, mientras tanto Piaget refiere que el encuentro con otros
también es una fuente de desarrollo moral, de esta forma diversifica las funciones e
intenciones atribuibles a la interacción social (Fernández y Melero, 1995). Por último, en
relación a los momentos evolutivos, Vygostki no distingue momentos específicos ni etapas
evolutivas argumentando que la interacción social puede impactar en todo momento el
aprendizaje y el desarrollo. Al respecto Piaget señala que las interacciones impactan al
aprendizaje y al desarrollo sólo cuando disminuye el egocentrismo y aumenta la posibilidad
de encontrarse con otros, interactuar y discutir sus proposiciones. En este sentido, las
interacciones no necesariamente tienen influencia sobre el aprendizaje en momentos
evolutivos anteriores (Fernández y Melero, 1995). Estas distinciones dan cuenta de las
diferencias conceptuales que pueden construirse subjetivamente en relación a los
participantes, las condiciones y funciones asociadas a la interacción social. En relación al
último punto referido en el párrafo anterior, es importante señalar la existencia de estudios
realizados con preescolares en los que no se muestran sistemáticamente beneficios
derivados de la interacción social, mientras que los estudios llevados a cabo con niños
mayores, generalmente, demuestran que existen beneficios derivados de la interacción
social (Fernández y Melero, 1995). Una razón de ello puede ser que los preescolares
proporcionan menos explicaciones verbales que los niños mayores y se limitan a realizar
demostraciones, más que a poner en juicio sus proposiciones (Fernández y Melero, 1995).
Pese a estos hallazgos, resulta difícil concluir que la interacción social no es efectiva con
niños más pequeños dado que muchas de las habilidades que poseen están claramente
vinculadas a la práctica social. Sin embargo, resulta relevante considerar este hallazgo,
especialmente debido a que esta posibilidad evolutiva de interactuar con otros coincide, en
el caso particular de Chile, con el ingreso al primer año de Enseñanza Básica y con el inicio
de la escolarización, momento que supone un cambio de las interacciones que se establecen
en el contexto educativo y una influencia cualitativamente diferente del medio social sobre
el desarrollo del niño. Al respecto, Baquero (2009) asegura que la escolarización implica la
presencia de instrumentos mediadores y un tipo de actividad particular, cuya combinación
explica los cambios en las formas de pensamiento de los sujetos. A juicio del autor, las
prácticas educativas en los contextos de escolarización propician el aprendizaje y desarrollo
de procesos psicológicos superiores a través de formas de apropiación complejas y
específicas de actividad social, como las de modelar, problematizar, imitar, cuestionar, etc.,
dando cuenta de la “relación de inherencia existente entre prácticas educativas y procesos
de desarrollo” (Baquero, 2009, p.266). Desde esta lógica, el primer año de educación
escolar supone un punto de inflexión en los aprendizajes, así como también en el desarrollo
de procesos psicológicos y se espera que la escuela se convierta una fuente de interacción
Mo dulo I -Introd ucció n a la Ped ago gía- corpo sum .estu dios@ gm ail.co m
que favorezca el desarrollo de los niños que ingresan a ella (Baquero, 2009). Para Pozo et
al. (2006), el estudio de las concepciones de los docentes en los niveles iniciales de
escolarización, adquiere relevancia en la medida en que dichas concepciones tienen
“efectos fundacionales, masivos y persistentes en las formas de concebir, practicar y
propiciar el aprendizaje en momentos posteriores de la escolarización” (Pozo et al., 2006,
p.14).
Como aquí se describe, los estudios se han centrado mayoritariamente en las creencias
acerca de la enseñanza y el aprendizaje, dejando pendiente el abordaje de aquellos aspectos
subjetivos del docente acerca de la interacción social en el contexto del aprendizaje y el
desarrollo. En este sentido, el estudio de Ruffinelli (2012) así como también el de otros
autores (Volante & Müller, 2006; Cuadra, 2009; Gómez, 2010; Oñate et al, 2011), relevan
la necesidad de indagar en la interacción, más allá del nivel discursivo de los profesores,
indagando en aquellos aspectos que, tal como dice Pozo et al. (2006), se encuentran
profundamente asumidos y que rigen sin tener consciencia de ellos, las acciones y la
práctica educativa al punto de constituir un verdadero currículo oculto que dificulta la
implementación de las reformas y las innovaciones propuestas.
Uno de los problemas básicos que afectan a la relación existente entre la educación y la
sociedad plural es el de la posible tensión entre el individuo y el estado. La cuestión radical
estriba en si el estado inhibe, permite o potencia el desarrollo de la persona a través de la
participación del individuo en los bienes de la comunidad.
En la relación entre el individuo y el estado se puede dar lugar, tanto por la vía del
exacerbado individualismo, cuanto del estatismo totalitario, a la imposibilidad del
desarrollo del bien común y, por ende, del desarrollo de la comunidad. Desde distintas
perspectivas -filosófica, psicológica, sociológica y aun biológica y biosociológica- se puede
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analizar el fenómeno de cómo, desde el estatismo, se puede llegar a una destrucción casi
total del individuo en cuanto tal, y también de cómo, desde el individualismo insolidario
con el bien común, se efectúa el propio estatismo.
Tales riesgos se han acentuado en nuestro tiempo, dentro de la concepción del estado
soberano y con relación a los fenómenos de la aglomeración urbana y de la masificación
social, de la economía centralizada e interdependiente, del desarrollo tecnológico, del
control de las comunicaciones, etc. Para evitar estos riesgos, se ha elaborado una teoría
acerca de la necesidad y límites del pluralismo social. Dentro del marco de la defensa de los
derechos individuales, se ha tratado de impulsar el pluralismo asociativo como expresión
del reconocimiento de las diferencias humanas.
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no se contrapone al bien «particular» de aquél, ni a su personal dignidad. El bien común, en
cuyo cumplimiento se implica la acción subsidiaria del estado, no entra en contraposición
con el bien particular del individuo. El bien del individuo se basa en su dignidad personal,
pero esta dignidad no es adversativa respecto del bien de la comunidad, ni se conculca
cuando se afirma la primacía del bien común. Por el contrario, «dignidad de la persona» y
«bien común» tienen, respectivamente, un carácter co-principial, de tal modo que aparecen
como principios generadores de los derechos del hombre, tanto en lo que cada uno tiene de
irreductible individualidad, cuanto en lo que participa de la común condición personal y,
por ende, comunitaria. Desde nuestra perspectiva pedagógica, el pluralismo en materia de
educación requiere, tanto el respeto a los derechos y bienes particulares, cuanto a los que se
deducen de la participación en comunidades diferenciadas, como los que se siguen de la
«pertenencia» del individuo a una comunidad estatal. Dos exigencias éticas confluyen en
un mismo punto: el del desarrollo personal-comunitario. El individuo debe subordinarse al
logro y desarrollo del bien común -el proyecto educativo de la comunidad- y el estado ha de
ejercitar, subsidiariamente, su derecho a intervenir en, y regular las, actividades de los
ciudadanos cuando ello convenga al bien común, esto es, cuando el mero juego de las
iniciativas particulares no sea suficiente para la efectiva participación de todos en el
proyecto comunitario.
Pedagogía General
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del campo de los conocimientos sobre lo educativo. La postulación de la Pedagogía como
la “Ciencia de la Educación” reconocía algunas ciencias auxiliares que contribuían al
entendimiento de la educación, la consecuente emergencia de las Ciencias de
Educación reconfiguran el lugar asignado a la Pedagogía General y consecuentemente de
las Pedagogías Específicas, signadas por un reconocimiento y desconocimiento del campo
pedagógico.
En el caso francés para Durkheim sostiene que “la Pedagogía consiste, no en acciones,
sino en teorías. Estas teorías son maneras de concebir la educación, no maneras de
practicarla” (Durkheim, 1989: 100). Subyace a esta afirmación la
influencia del pensamiento de Comte, en cuanto a la condición disciplinaria de la
Pedagogía. El concepto de pedagogía de Durkheim es el que ha reproducido la cultura
francesa, por ejemplo Philipe Merieu cuando habla de pedagogía, se centra
en lo que hacen los maestros el enseñar.
En los libros de John Dewey “Mi credo pedagógico” o “El niño y el programa
escolar” expone sus ideas acerca del papel del maestro y su oficio, vinculando de este modo
la palabra pedagogy en inglés al arte de enseñar y al oficio del maestro.
Como vemos tanto para la tradición francesa como para la anglosajona en un lenguaje
llano: el profesor tiene “una buena o una mala pedagogía” o no sabe explicar. Las escuelas
normales destinadas a la formación de maestros otorgarán una definición cultural de la
pedagogía entendida como el arte de enseñar. Al enfrentamos al pensamiento alemán, la
Pedagogía (Pädagogik o Pedagogía con mayúsculas) es una disciplina, así Dilthey la define
en el prólogo de su Historia de la Pedagogía como “teoría de la formación”.
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Los contenidos de la disciplina académica Pedagogía varían según el paradigma, así desde
el paradigma tradicional deductivo/filosófico, los contenidos de la disciplina se identifican
con la filosofía de la educación, el paradigma positivista niega el carácter científico del
conocimiento pedagógico: dado que carecer de carácter absoluto, objetivo y libre de
valores. Se la caracteriza como una teoría práctica (Moore, 1980), en tanto propone normas
de intervención educativa, acercándose fundamentalmente con la Didáctica. Las teorías
científicas de la educación se hacen sobre otras disciplinas no pedagógicas: psicología,
sociología, filosofía, etc. Resulta desprovista de contenidos y reducida a una introducción
de las demás disciplinas pedagógicas.
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Pedagogía Teórica se distingue una Pedagogía general o sistemática que tiene por objeto
los fundamentos y elementos constitutivos del fenómeno educativo, dedicada a cuestiones
generales y universales de la educación que se abre a la dirección de una teoría filosófica de
la educación o una “Filosofía de la educación”, entendida como el conjunto de reflexiones
sobre el hecho y el proceso educativo conectado con la totalidad de la vida humana, y la
conciencia de la unidad y dirección de las obras educativas. La misma comprende la
ontología o fenomenología de la educación, que estudia la La Plata, 8, 9 y 10 de agosto de
2011 http://ecpuna.fahce.unlp.edu.ar ISSN 18539602 7 educación como objeto, la
axiología y teleología pedagógica que se ocupa de los valores, ideales y fines de la
educación, y la epistemología pedagógica que efectúa un abordaje de la naturaleza,
estructura y sistema de la Pedagogía. La “teoría científica positiva de la educación” o
ciencia de la educación, es otra dirección de la Pedagogía General, que tiene por objeto es
el establecimiento de los factores reales que intervienen en la educación mediante la
investigación positiva y empírica del hecho y proceso educativo. Distintos orígenes de
conocimiento permiten la emergencia de las “Ciencias de la Educación” a saber la Biología
de la educación o pedagógica, Psicología de la educación o pedagógica y la Sociología de
la educación o pedagógica. La Pedagogía Teórica también contiene un conjunto de
conocimientos sobre el hecho y proceso pedagógico a través del tiempo una “Pedagogía
histórica” comprendiendo una Historia de la educación que se ocupa del desarrollo
temporal de la educación o de las realizaciones educativas y una Historia de la Pedagogía
que aborda la evolución de las doctrinas pedagógicas y de disciplina pedagógica. La
Pedagogía tecnológica comprende por un lado la “Metodología educativa” que estudia las
normas relativas a métodos estimulativos, ejercitativos, guiadores, didácticos y correctivos,
y por otro la “organización educativa” que se ocupa de los medios materiales de educación
sistemática. Esta última, cuenta con elementos de interés técnico docente, un aspecto
pedagógico con cuestiones relativas a los ciclos escolares, planes y programas de
estudio, horarios y material de enseñanza, y con elementos de gobierno y dirección
educativa, que forman parte de un aspecto político como la legislación escolar y
administración escolar. Reconoce Nassif que esta división “es relativa a diversos principios
y vale para ellos y junto con ellos” obedece a un concepto de pedagogía. Las partes pueden
concebirse por separado, pero no aisladas una de las otras, dado que no tienen
independencia absoluta porque tienen un “mutuo sostenimiento” (Nassif, 1958:72). Dicha
división no fue revisada en otros trabajos posteriores del autor, al escribir “Teoría de la
Educación” da a conocer su pensamiento sobre la educación como una mirada o punto de
vista de los problemas contemporáneos de la pedagogía y habla de las La Plata, 8, 9 y 10 de
agosto de 2011 http://ecpuna.fahce.unlp.edu.ar ISSN 18539602 8 “ciencias” o “disciplinas
pedagógicas”, pero sin clarificar cuales son en esquema clasificador dado que no es un
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texto de Pedagogía General. Entre las Pedagogías Especificas Nassif se ocupo de las
posibilidades y estructura de la Pedagogía Universitaria (Nassif, 1959, 1960, 1961, 1968 y
1975), reconociendo que hay una pedagogía de la educación sistemática en los niveles
preescolar, primario, medio y superior. Debido a que la Pedagogía ha ampliado sus
dominios dando cuenta de los principios orientadores para niños, adolescentes, jóvenes y
adultos. Destacará su preocupación por la escasez de trabajo sobre pedagogía universitaria,
siendo que la Universidad en la medida que se define como un organismo instructivo y
educativo, presenta un problema pedagógico por excelencia. La universidad como
comunidad específica requiere un examen pedagógico (Nassif, 1960). Postulará una
pedagogía universitaria “científica y sistemática y lo suficientemente amplia como para
integrar los múltiples enfoques y elementos de las Casas de enseñanza superior en
categorías educativas conscientemente elaboradas”, para superar a la pedagogía
universitaria empírica o intuitiva (Nassif, 1960: 9) Los temas que le competen: los fines y
funciones de la universidad (teleología de la Universidad), los sistemas de organización
universitaria, coordinación de programas y su ubicación en planes de estudios, los medios
para el conocimiento y orientación de los alumnos, los métodos específicos de enseñanza y
la estructuración docente en sus vinculaciones la investigación. Nassif ubicándose en una
concepción dialogalcomprensivista del campo pedagógico rescatará fundamentalmente
aquellos aspectos de la tradición pedagógica alemana, sin dejar de reconocer el valor de los
aportes latinoamericanos y la producción nacional (Broitman, 2005). En la clasificación de
Nassif desde nuestro punto de vista ofrece una singular síntesis, ampliación y nueva lectura
en su arraigo a la tradición alemana y perspectiva neohumanista (Silber, 2007). Por su parte
García Hoz hace la siguiente distribución de los estudios pedagógicos en dos grandes tipos
en primer lugar una Pedagogía evolutiva, de carácter histórico y esencialmente especulativa
y descriptiva; y segundo lugar, la Pedagogía actual, que valora los fenómenos educativos el
deber ser y, a su vez, puede subdividirse en Pedagogía general o analítica y Pedagogía
Diferencial. La Plata, 8, 9 y 10 de agosto de 2011 http://ecpuna.fahce.unlp.edu.ar ISSN
18539602 9 El estudio de los fenómenos educativos de manera aislada y especulativa lo
realiza la Pedagogía analítica, así formalmente se destacan: a) Filosofía de la educación
efectúa un estudio de la especulación filosófica de la educación, b) Historia de la
Pedagogía analiza la realidad pasada de la educación, y c) Pedagogía experimental se basa
en las manifestaciones de la experiencia. Desde un aspecto material se pueden toma como
eje a) los elementos personales Psicología pedagógica, b) los elementos sociales Sociología
pedagógica, y c) los elementos técnicoculturales: didáctica enfocada a la instrucción,
orientación y formación que busca el desarrollo de la capacidad para autodirigirse y
organización escolar enseña el uso adecuado de los elementos de la escuela). La Pedagogía
diferencial o sintética (práctica), estudia la actuación conjunta en una determinada
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situación o tipos de sujetos. Las diferencias pueden originarse en primer término en el
interior del hombre, por su peculiaridad psíquica (personales): a) sexo (Pedagogía varonil -
apenas se utiliza esta terminología, ya que ordinariamente toda la Pedagogía se enfoca al
varón y Pedagogía femenina), b) edad, con las más variadas subdivisiones según las etapas
evolutivas consideradas (preescolar, escolar, infantil, adolescente, juvenil, adulta, de la
vejez.), y c) personalidad, en sus dos aspectos, cuantitativo (individuo normal o anormal -
superdotado y subnormal) y cualitativo (clases de aptitudes, condicionamientos,
deficiencias específicas, etc.). En segundo término se pueden originar diferencias por
estímulos educativos sociales que actúan sobre el hombre así se pueden reconocer: a)
Pedagogía familiar: la familia, ya que en ella se inicia la vida y la educación del hombre; b)
Pedagogía escolar o institucional: la escuela o institución educativa, en su sentido más
amplio, y c) Pedagogía ambiental o social: el medio ambiente que, a su vez, puede
concretarse en múltiples facetas: Pedagogía rural y Pedagogía urbana, según el medio
geosocial; Pedagogía racial o nacional, si se basa en la raza, cultura o política; Pedagogía
profesional, tendente a la acción ejercida por el ambiente pedagógico en la configuración de
un tipo humano (no busca el desempeño decoroso de una profesión); Pedagogía etocrática
(griego: ethos costumbre y tratos poder), dedicada a los usos sociales, calle, diversiones,
cultura, etcétera. (García Hoz, 1960).
ciencias descriptivas. Para Quintanas Cabanas (1983) las Ciencias de la Educación forman
de las Ciencias Sociales encontrándose escindidas en dos bloques: por una parte las
ciencias factuales, las cuales se ocupan del hecho educativo en tanto que fenómeno en sus
diversas manifestaciones. Se trata de ciencias empíricodescriptivas, teoréticas y entre ellas
se encuentran, por ejemplo: la sociología de la educación, la psicología educacional. Tienen
la pretensión de dar explicaciones racionales y experimentales a fenómenos o hechos
reales. Por otro lado, están las ciencias “actuales” o “práxicas” que se ocupan del acto
educativo, en tanto intervención humana, con vistas a la mejor utilización de esa
intervención en el desarrollo del individuo o de la sociedad en su conjunto a las que
denomina “Ciencias Pedagógicas”. Distingue así entre Sociología de la Educación,
Sociología Pedagógica y Pedagogía Sociológica; o entre Psicología de la Educación,
Psicología Pedagógica y Pedagogía Psicológica; epistemológicamente son “ciencias
aplicadas a la educación”, medios científicos de hacer Pedagogía, forman parte de la
Propedéutica Pedagógica siendo ciencias auxiliares aplicadas. Por otra parte dentro de las
Ciencias Pedagógicas se encuentra la “Pedagogía teorética” que abarca la Pedagogía
General y las Pedagogía Especificas o variadas. La genérica abarca las ideas concernientes
a la educación en general como acto educativo, distinguiendo los siguientes partes:
Pedagogía Fundamental, Teoría de la Educación, Historia de la Pedagogía, Metodología
Pedagógica y Prospectiva Pedagógica. Las Pedagogías Específicas abarcan a la Didáctica
2
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(General y Específicas), Tecnología educacional, Evaluación educacional, Pedagogía
Social, Pedagogía Diferencial, Pedagogía Orientadora, Pedagogía Psicológica, Pedagogía
Religiosa, Pedagogía Institucional (Pedagogía Escolar, Pedagogía Familiar y Organización
Escolar y Pedagogía ambiental, entre otras. En diversos trabajos realizados los últimos ha
conceptualizado las principales Ciencias Pedagógicas o ciencias del acto educativo
(Pedagogía), los límites de la ponencia nos impiden detenernos en las mismas (Quintana
Cabanas, 1988, 1989, 1993, 1995, 1998, y 2001). Otros autores españoles que realizan
demarcaciones sobre el lugar de la Pedagogía en el cuadro de las Ciencias de la Educación
son García Aretio (2009) y Antoni Colom (2001), en ambos caso se observa que la
Pedagogía General o La Plata, 8, 9 y 10 de agosto de 2011 http://ecpuna.fahce.unlp.edu.ar
ISSN 18539602 13 Sistemática es reemplazada por la denominación de Teoría de la
Educación pero si sigue reconociendo la Pedagogía Diferencial.
Un apartado especial merecerían los aportes del pedagogo Argentino Alfredo Furlán (1990,
1994 y 1995) quien efectuado una reconceptualización del campo pedagógico,
reconociendo diferentes ámbitos en los que se producen la pedagogía (Pedagogía de los
actores educativos, Pedagogía de la Administración, Pedagogía Académica y Pedagogía
producida en los medios de comunicación) los límites del trabajo nos impiden extendernos
en sus aportes. Conclusiones A la largo del trabajo se han podido reconocer tres grandes
momentos en la clasificación y la demarcación de la Pedagogía y las Pedagogías
Especificas, así como en vínculos y relaciones entre las mismas. En primer lugar, durante
los años cuarenta se conceptualiza la Pedagogía como la única “ciencia de la educación”,
postulándose su carácter totalizador de la Pedagogía en la comprensión y mejora de las
prácticas educativas, se reconocen algunas ramas de la pedagogía como Didáctica,
Organización Escolar, Historia de la Pedagogía y alguna Ciencias Auxiliares como
Filosofía, Psicología y Sociología. Todavía no habían aparecido las llamadas ciencias de la
educación por lo que la Pedagogía no compartía su objeto de estudio. En segundo lugar,
hay autores como Nassif y García Hoz que reconocen a las Ciencias de la Educación como
parte de la Pedagogía, que seguirá ocupando un papel protagónico y central. Por último,
se plantea la tensión con el desarrollo de las Ciencias de Educación se reconfigura el lugar
asignado a la Pedagogía General y consecuentemente de las Pedagogías
Específicas, signadas por un reconocimiento y desconocimiento del campo
pedagógico. Por lo que se buscará asignar un lugar planteando la coexistencia y su no
disolución en el campo de las Ciencias de la Educación. Bibliografía García Aretio y otros
(2009): Claves para la educación. Actores, agentes y escenarios en la sociedad actual,
Madrid, Narecea UNED.
Pedagogía Descriptiva
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Este tipo de pedagogía se centra en realizar teorías que sirvan para describir bien cómo se
lleva a cabo la enseñanza en el mundo real, más allá de los objetivos básicos y las pautas
teóricas que se hayan fijado acerca de cómo debe ser la educación.
En conceptos generales los grupos tienen métodos diferentes de conseguir sus propósitos.
Por ejemplo, un grupo educacional puede impartir información y proveer prácticas en la
adquisición de destrezas.
El grupo que esté realizando esta
Impartir información función enfatiza el paso de
información, o entre una persona
recurso y el grupo.
1. Capacitar en estrategias es
Adquisición de ayudar a sus alumnos a
destreza hacerlos competentes en el
manejo de las estrategias,
técnicas y estrategias
cognitivas.
2. Aprender estrategias o
técnicas cognitivas ayuda a
lograr un mejor aprendizaje,
Pedagogía normativa
con la menor pérdida de
tiempo
En la pedagogía normativa se establece un debate filosófico y de recursos.
y de carácter teórico acerca de
cómo debe ser la educación, los objetivos que debe perseguir, el modo en el que se han de
definir los conceptos con los que se trabaja y cómo tienen que ser las situaciones óptimas
de aprendizaje. Si en la pedagogía descriptiva se habla sobre lo que ocurre, en este tipo de
pedagogía se habla sobre lo que debería ocurrir. Dicho de otra forma, propone modelos
teóricos que sirven como referencia para plantear metas y estrategias.
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Brindarle más confianza al estudiante para que así no le de miedo preguntarle al tutor, que
se sienta bien en el aula de clase y que tenga un buen ambiente preparado.
El objeto de la educación.
Los ideales y valores que constituye la axiologia pedagógica
Los fines educativos
Pedagogía infantil
“Es importante darnos cuenta de que todos los niños necesitan ayuda en una situación de
aprendizaje.”
(Danoff, Breitbart, & Barr, Iniciación con los niños para quienes se interesan en la
educación, 1981)
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Se debe trabajar de manera distinta en las diferentes edades ya que es natural que los niños
de 0 a 12 meses no vayan a tener las mismas habilidades que los niños de 1 año en adelante.
El pedagogo debe tener una capacidad para entender cómo es el desarrollo psicológico-
cognitivo del niño al que enseña, de esta manera dado el caso de un menor al que se le
dificulte guardar la información suministrada en un día de clase, el pedagogo pueda
empezar a trabajar a fondo con el niño y poner en práctica un método cognitivo que le
ayude a mejorar el procesamiento de la información.
Con frecuencia, estas exigencias morales se extienden hasta excluir procedimientos como el
de dar órdenes a los niños, pues algunos lo consideran indigno.
Psicopedagogía
Pedagogía de Waldrof
La metodología Waldorf es una técnica de enseñanza que nace en las premisas establecidas
por Rudolf Steiner. Esta pedagogía está basada en la libre instrucción por parte de los
alumnos, es decir, que sean autónomos a la hora de ir realizando y adquiriendo los
conocimientos a lo largo del propio proceso educativo. Esta metodología fomenta sobre
todo el grupo cooperativo entre los estudiantes, centrando en cada etapa educativa
diferentes hipótesis de trabajo y enseñanza, que los alumnos irán adquiriendo de forma
paulatina cuando estén preparados para asimilar dichos conceptos. En este caso, el docente
es el encargado de ir observando a los niños y niñas en todo momento para ir introduciendo
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los conocimientos que precisen en cada una de las diferentes etapas educativas, fomentando
en cada una de ellas las materias de arte, música y trabajos más artesanales y
manipulativos.
Así, en la primera etapa educativa, en Infantil (0-6 años), la pedagogía Waldorf incluye el
juego como motor principal para el propio aprendizaje, activando en el estudiante
capacidades sumamente importantes, como son la creatividad o el juego simbólico y libre,
y centrándose en aspectos del desarrollo evolutivo como la psicomotricidad.
Por último, en la etapa de Educación Secundaria (13-16 años), las materias serán impartidas
por especialistas, que, como en ambas etapas anteriores, inculcarán la búsqueda,
investigación, autonomía y propio desarrollo de las competencias y capacidades del
alumnado, que le proporcionarán las herramientas necesarias para la vida adulta.
Así pues, esta metodología fomenta que los docentes partan de los intereses del alumnado
para llevar a cabo sus intervenciones educativas, respetando sus ritmos de aprendizaje y Al
“evaluar” sin necesidad de exámenes o pruebas escritas, sino utilizando otros métodos, el
profesorado no está impartiendo la materia de forma que vaya ser examinada solo parte de la
misma o preparando a los estudiantes para dicha prueba; más bien, activa la potencialidad de las
capacidades que el niño tenga en cada una de las materias o áreas del conocimiento. Lo que se
propicia con ello es que dichas competencias se desarrollen de una forma más óptima para el
aprendizaje y crecimiento.
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Es aquí donde radica la importancia de la formación y el conocimiento por parte de los
docentes de las metodologías activas e integrales. La meta es impartir una enseñanza que
motive al alumnado, consiguiendo que se sienta integrado en el propio proceso. Por ello,
UNIR ofrece el Máster oficial en Métodos de enseñanza en educación personalizada que
ayuda al profesorado a conocer las metodologías más activas y adecuadas para potenciar las
capacidades del alumnado.
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Diversos autores (Besalú, 2002; De Souza, 2005, 2006; Poblete, 2009) se hacen eco de la
extraordinaria sensibilidad intercultural en Paulo Freire. La preocupación por la educación
intercultural también ha llevado a diversos autores y autoras a plantear los retos educativos
que conlleva educar en sociedades multiculturales (Enguita, 2001; Besalú, 2007; Louzao y
González Riaño, 2007; Torres Santomé, 2008; Pérez Tapias, 2010; Aguado, 2011; Vila,
2014). Por este motivo en los últimos años se han desarrollado diferentes estudios e
investigaciones relacionadas con la educación intercultural (Bartolomé, 1997; Lapresta,
2004; Louzao, 2009) pasando de ser una temática emergente a un campo de investigación
con identidad propia. Las escuelas se han convertido en espacios donde conviven culturas
diferentes y eso exige la introducción de cambios para lograr una respuesta educativa
adecuada (Louzao y González Riaño, 2007).
Los saberes que señala el educador brasileño adquieren especial importancia para la
educación intercultural porque, según Poblete (2009), dan cabida a los discursos culturales
y asumen que la diversidad cultural constituye experiencias legítimas desde las cuales se
puede construir conocimiento pero también implica que los docentes, al relacionarse con la
diversidad, acceden a un nivel que enriquece su práctica cotidiana, porque aprenden de y
con la diferencia.
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En el trabajo realizado por Verdeja (2015) se plantea un estudio acerca de las aportaciones
de la pedagogía de Paulo Freire a la educación intercultural. Para ello hemos planteado un
análisis en torno a ocho dimensiones. Dicho análisis también nos ha permitido identificar
aportaciones de su pedagogía a la educación intercultural. El análisis lo hemos planteado en
torno a las siguientes dimensiones: 1) Diversidad cultural, 2) Concepción antropológica de
la cultura, 3) Cultura dominante, 4) El diálogo como método de conocimiento, 5) Concepto
de Educación, 6) Virtudes inherentes a la práctica docente, 7) Profundización en la crítica
de Paulo Freire a la educación bancaria, 8) Escuela democrática.
Diversidad Cultural
Es preciso recordar que las migraciones y la globalización han sido factores que como
señala el informe de la UNESCO (2005) han contribuido a la configuración de sociedades
en la que habitan diferentes culturas, es decir, las sociedades de nuestros días son
sociedades multiculturales. Desde la perspectiva de Freire (1993) nos encontramos en todo
el mundo en una situación predominante de diversidad cultural o pluriculturalismo pero no
todavía en una situación de multiculturalidad La diversidad cultural, en efecto, representa
una preocupación para Freire, sin embargo, para nuestro autor todavía nos encontramos
ante el reto de su construcción:
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cultural con miras a fines comunes. Que exige, por lo tanto, cierta práctica educativa
coherente con estos objetivos. Que exige una nueva ética fundada en el respeto a las
diferencias (p. 150).
Apreciamos en el pensamiento de Freire una concepción de cultura con una profunda base
antropológica. Sus planteamientos y el reconocimiento que hace “del otro”, de sus
conocimientos, de su cultura, están libres del etnocentrismo que nos impide apreciar la
sabiduría “del otro” y al mismo tiempo nos permite entender la diversidad cultural como
algo enriquecedor para nuestra propia cultura y la de los demás.
S egún Freire (2012) existe en las personas una tendencia a considerar su cultura mejor que
las demás y señala: “Es una fuerte tendencia nuestra la que nos empuja a afirmar que lo
diferente de nosotros es inferior. Partimos de la idea de que nuestra forma de estar siendo
no solo es buena sino que es mejor que la de los otros, diferentes de nosotros” (p. 118-119).
Cultura dominante
Teóricos de Escuela de Frankfort como el filósofo y sociólogo Jürgen Habermas, filósofos
como Carl Marx y John Dewey, representantes de las corrientes de la pedagogía crítica
tales como Gramsci, Freire, Giroux, Foucault, McLaren, Macedo, Castells; de distintas
épocas y en diferentes contextos (latinoamericano, anglosajón, europeo) han realizado
críticas relacionadas con esta función reproductora de la escuela, en tanto que, la propia
escuela se constituye como un dispositivo del Estado y, por tanto, es dependiente y está
dominada por los sectores del poder político, económico e ideológico. La invasión cultural
a la que hace referencia Freire (1970) entronca, a nuestro modo de ver, con una visión
etnocentrista de la cultura y supone uno de los principales motivos por los que el autor hace
una dura crítica a lo que él denomina “cultura dominante” siendo en primera instancia la
escuela –aunque también se hace a través de otros ámbitos– uno de los principales
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reproductores de dicha cultura dominante, principalmente, a través del currículo –explícito
y oculto – y de sus contenidos. Normalmente, los currículos escolares muestran contenidos,
conceptos, eventos y situaciones desde la perspectiva de la cultura dominante (Giroux,
1990; Freire 1993; Fernández Enguita, 2001), dejando al margen las experiencias de los
grupos minoritarios y por eso Freire (1993) matiza: “El problema fundamental, de
naturaleza política, está coloreado por tintes ideológicos, a saber, quien elige los
contenidos, a favor de quien y de qué estará su enseñanza, contra quién, a favor de qué,
contra qué” (p. 105).
Por esta razón Freire (1970, 1993) hace un llamamiento a que reflexionemos ante la
invasión cultural que nos hace ver la realidad desde una postura etnocentrista, con los
inconvenientes que tiene este tipo de posicionamientos: primeramente, porque desde esta
postura no se aprecia la diversidad cultural como algo enriquecedor; seguidamente porque,
además se tiende a ver una cultura superior a otra y, finalmente, porque no nos permite ver
otras formas de ver y entender el mundo.
Paulo Freire (1993) también hace una dura crítica a cómo está configurado el mundo, al
dictado de un sistema capitalista, en el que hay una brutal desigualdad entre los seres
humanos, el reparto de la riqueza o a la discriminación. Observamos un claro
posicionamiento de nuestro autor que coincide plenamente con el marco de los Derechos
Humanos:
Qué excelencia será esa que puede “convivir con más de mil millones de habitantes en el
mundo en desarrollo que viven en la pobreza”, por no decir en la miseria. Por no hablar
tampoco de la casi indiferencia con que convive, con bolsones de pobreza y miseria en su
propio cuerpo, el mundo desarrollado. Qué excelencia será esa que duerme en paz con la
presencia de un sinnúmero de hombres y mujeres cuyo hogar es la calle, y todavía dice que
es culpa de ellos y ellas estar en la calle. Qué excelencia será esa que poco o nada lucha
contra las discriminaciones de sexo, de clase, de raza, como si negar lo diferente,
humillarlo, ofenderlo, menospreciarlo, explotarlo, fuera un derecho de los individuos o de
las clases, de las razas o de un sexo en posición de poder sobre otro. Qué excelencia será
esa que registra tranquilamente en estadísticas los millones de niños que llegan al mundo y
no se quedan, y cuando se quedan se van temprano, en la infancia todavía, y si son más
resistentes y consiguen quedarse, pronto se despiden del mundo (p. 90).
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cultural al tiempo que desdeña el que una cultura se imponga a las demás. Para Freire
(1970, 1993) la verdadera educación es diálogo. Al mismo tiempo se opone a toda
arrogancia y a la separación tajante entre los participantes en un proceso educativo.
Concepto de educación
Con relación al concepto de educación podemos decir que para Freire (1970, 1993, 1997) el
principal valor y objetivo de la educación es la transformación de un mundo desigual e
injusto en uno ético y profundamente solidario y, desde ese planteamiento, los educadores y
educadoras debemos extraer todas las consecuencias de este valor. Freire es plenamente
consciente de que la educación, por sí sola, no es suficiente para efectuar la transformación:
“Sin embargo la educación, en cuanto práctica reveladora, gnoseológica, no efectúa por sí
sola la transformación del mundo, aunque es necesaria para ella” (Freire 1993, p. 29).
Vale la pena destacar su insistencia con respecto a los límites de la educación y, sobre todo,
los límites de la práctica educativa como podemos ver a continuación:
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que es posible cambiar. Y esto refuerza en él o en ella la importancia de su tarea político-
pedagógica.
Partiendo del hecho de que el mundo no es algo estático y de que los seres humanos
podemos hacer proyectos para cambiarlo, opina Freire (2010) que: “La educación tiene
sentido porque el mundo no es necesariamente esto o aquello, porque los seres humanos
son proyectos y, a la vez, pueden tener proyectos para el mundo” (p. 50).
Por ello, para conseguir el cambio a un mundo mejor, señala que es imprescindible
denunciar las injusticias que hoy en día existen, pero también habla de utopía, entendida
esta como un proceso de construcción de nuestra propia historia. Nos habla de las
posibilidades que tenemos los seres humanos de cambiar el rumbo de la historia:
La utopía implica esa denuncia y ese anuncio, pero no permite que se agote la tensión entre
ambos en torno a la producción del futuro antes anunciado y ahora nuevo presente. La
nueva experiencia de sueño se instaura en la misma medida en que la historia no se
inmoviliza, no muere. Por el contrario, continúa.
Insiste Freire en que la educación necesariamente tiene que tener sueños y utopía: el sueño
de vivir en un mundo mejor y la utopía de querer conseguir ese mucho. Y esa necesidad de
insistir en los sueños y en la utopía aún sigue vigente:
Para mí, aunque hoy se pregone que la educación ya no tiene nada que ver con el sueño,
sino con el entrenamiento técnico de los educandos, sigue en pie la necesidad de que
insistamos en los sueños y en la utopía. Las mujeres y los hombres nos transformaremos así
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en algo más que simples aparatos a ser entrenados o adiestrados; nos convertimos en seres
de opción, de decisión, de intervención en el mundo, seres de responsabilidad.
Para Freire (1997a) una de las tareas más importantes que deben ejecutar los intelectuales
progresistas es desmitificar los discursos modernos sobre lo inexorable de la situación de
desigualdad: “La afirmación de que: “las cosas son así porque no pueden ser de otra forma”
es odiosamente fatalista pues decreta que la felicidad pertenece solamente a los que tienen
poder. Los pobres, los desheredados, los excluidos estarán destinados a morir de frio, no
importa si en el Norte o en el Sur del mundo” (p.26).
Frente a esa ideología fatalista propone el autor brasileño realizar un análisis crítico con
optimismo: “En lugar del fatalismo inmovilista, propongo un crítico optimismo que nos
implique en la lucha por un saber que, al servicio de los explotados, esté a la altura del
tiempo actual” (Freire 1997a, p. 55).
Freire (2010) habla del derecho a cambiar el mundo y de la certeza de que cambiar es
difícil pero, posible: “Quizá, uno de los dos saberes fundamentales más necesarios para el
ejercicio de ese testimonio sea el que se expresa en la certeza de que cambiar es difícil, pero
es posible” (p.66).
A lo largo de su extensa obra también hace hincapié en diferentes virtudes que considera
necesarias para una práctica educativa transformadora, (Freire, 1970, 1993, 1997, 2006,
2012): “Cuanto más tolerantes, cuanto más trasparentes, cuanto más críticos, cuanto más
curiosos y humildes sean, tanto más estarán asumiendo la práctica docente” (Freire, 1993,
p. 77).
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Otras de las virtudes de quienes desempeñan la docencia será la ética, que Freire (1997)
considera condición indispensable en la práctica educativa de todo decente: “Este pequeño
libro se encuentra atravesado o permeado en su totalidad por el sentido de la necesaria
eticidad que connota expresamente la práctica educativa, en cuanto práctica formadora.
Educadores y educadoras no podemos, en verdad, escapar a la rigurosidad de la ética” (p.
17). Y deja claro que se trata de una de las virtudes más importantes, que debe impregnar
toda práctica educativa: “Me gustaría, por otro lado, subrayar para nosotros mismos,
profesores y profesoras, nuestra responsabilidad ética en el ejercicio de nuestra área
docente, subraya esta responsabilidad igualmente para aquellos y aquellas que se
encuentren en formación para ejercerla” (Freire 1997, p. 17).
Por otra parte Paulo Freire (1997) aferrado a esa ética pone de manifiesto el sentimiento de
indignación y de impotencia ante un sistema mundial que considera la abismal desigualdad
como algo natural: “Pero, es preciso dejar claro que la ética de la que hablo no es la ética
menor, restrictiva, del mercado, que se inclina obediente a los intereses del lucro. En el
nivel internacional comienza a aparecer una tendencia a aceptar los reflejos cruciales del
“nuevo orden mundial” como naturales e inevitables” (p. 17).
Es por esta ética inseparable de la práctica educativa, no importa si trabajamos con niños,
jóvenes o adultos, por la que debemos luchar. Y la mejor manera de vivir, es en nuestra
práctica, testimoniarla, con energía, a los educandos en nuestras relaciones con ellos. En la
manera que lidiamos con los contenidos que enseñamos, en el modo en que citamos a
autores con cuya obra discordamos o con cuya obra concordamos.
Con estas aportaciones Freire (1997) relata los saberes indispensables para la práctica
docente de educadores críticos comprometidos con su práctica educativa. Una de las
virtudes que tienen más valor para este educador y, al tiempo, una de las más difíciles de
cumplir es la coherencia. Alerta del riesgo de no ser coherentes en nuestra práctica docente,
esto es, decir una cosa, pero, hacer otra, y, aunque él mismo reconoce lo difícil que es ser
coherente con uno mismo, hay que intentarlo cada día.
Para el autor es igualmente importante la tolerancia. Friere (2012) insiste en los beneficios
de la tolerancia en estos términos: “Sin ella es imposible realizar un trabajo pedagógico
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serio, sin ella es inviable una experiencia democrática auténtica, sin ella la práctica
educativa progresista se desdice” (p. 79).
Escuela democrática
Freire (1993) al igual que otros autores (Apple y Bane, 1997; San Fabián 1996) aboga por
una escuela que defiende la elección democrática de los contenidos del currículo como
parte de la democratización de la enseñanza. Apuesta por un modelo de escuela cuyo
modelo curricular no sea propuesto por una ideología dominante y donde la diversidad
cultural se constituye como un factor enriquecedor de la cultura. Desde este enfoque toda la
comunidad educativa tiene un papel fundamental en la organización programática de los
contenidos. Así, se rechaza la idea de que la programación de los contenidos corresponda
solo a expertos y desde su punto de vista apuesta por un modelo de escuela abierta y
participativa. Defender la presencia participativa de alumnado, familias, profesorado es
fundamental. Este modelo de escuela no significa, por otra parte, negar la actuación
indispensable de especialistas.
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Solo podremos alcanzar una escuela democrática si abogamos por un modelo en el que no
se imponga una única lectura del mundo: “Lo que no es posible en la práctica democrática
es que el profesor o profesora, subrepticiamente o no, imponga a sus alumnos su propia
“lectura del mundo”, en cuyo marco se sitúa la enseñanza del contenido” (Freire 1993, p.
107). En este sentido propone una escuela en la que tengan cabida diferentes lecturas del
mundo y señala claramente que el papel del educador y educadora progresistas es
precisamente ese: “El papel del educar o de la educadora progresista que no puede ni debe
omitirse, al proponer su “lectura del mundo”, es señalar que existen otras “lecturas del
mundo” diferentes a la suya y hasta antagónicas en ciertas ocasiones” (Freire 1993, p. 107).
Percibimos por tanto que existe una gran sensibilidad intercultural en Paulo Friere.
Entendemos que los saberes del pedagogo, hoy en día, están en plena actualidad y nos
hacen reflexionar en torno a las principales aportaciones de su pedagogía a la educación
intercultural, que podemos resumir en los siguientes apartados:
b) Reflexión sobre la práctica. Desde una reflexión sobre su propia práctica y a través de un
lenguaje accesible y didáctico, Freire reflexiona sobre los saberes necesarios para la
práctica educativo-crítica con base en una ética-pedagógica y en una visión del mundo
cimentadas en el rigor, la investigación, la actitud crítica, el riesgo, la humildad, el buen
juicio, la tolerancia, la alegría, la curiosidad, la competencia… entre otras virtudes, todas
ellas, bañadas por la esperanza. Es necesario, por tanto, replantear un modelo de formación
inicial del profesorado alternativo y plantear un modelo que permita a los docentes
desarrollar tales virtudes así como un modelo de formación que permita a los futuros
docentes conocer y utilizar las herramientas necesarias para el abordaje de sus funciones
docentes poniendo el acento no solo en las competencias profesionales, sino también en las
interculturales. Esto, necesariamente supone replantear la figura del profesional docente y
debatir acerca de su papel en la enseñanza y en la sociedad.
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c) Justicia social. Hablar de educación intercultural es hablar de riqueza cultural pero,
también implica hablar de justicia social. Ambas temáticas han sido una constante
reivindicación en la obra de Paulo Freire. Nuestro autor fue una persona que tuvo una
especial preocupación por el otro, por denunciar las injusticias y por mostrarnos que los
seres humanos tenemos en nuestras manos las posibilidades del cambio y de la
transformación. Para Freire la práctica político pedagógica de los educadores tiene lugar en
una sociedad desafiada por la globalización de la economía, el hambre, la pobreza, la
tradición, la modernidad, y hasta la posmodernidad, el autoritarismo, la democracia, la
violencia, la impunidad, el cinismo, la apatía, la desesperanza, pero también la esperanza.
La pedagogía de Paulo Freire es una pedagogía de la tierra contemplando así a la tierra
como una gran oprimida por este tipo de injusticias que denunciamos. Teniendo en cuenta
lo mencionado anteriormente un modelo de educación intercultural conlleva,
necesariamente, reflexionar acerca de las injusticias y de las causas que generan, tales
injusticias así como otras problemáticas como la inmigración, visualizar la pobreza,
analizar las causas de diferencias entre los países ricos y pobres, identificar los problemas
medioambientales y analizar sus causas, visualizar la violencia que se ejerce hacia las
mujeres y denunciar los abusos a los que son sometidas miles de mujeres en todo el mundo,
problematizar acerca de situaciones de desigualdad e injusticias que atentan contra los
derechos humanos de las personas.
d) Voluntad política de cambio. Dado que la educación tiene fuertes componentes socio-
políticos, Freire en numerosas ocasiones alude a la imposibilidad de considerar la práctica
educativa como una actividad neutra. No es posible, por tanto, asumir la educación como
una actividad que pueda ser abordada exclusivamente desde una dimensión meramente
técnica y metodológica –y por tanto neutra– puesto que tiene componentes sociales,
económicos, políticos y culturales, etc. Teniendo en cuenta esto, la educación intercultural
sería un proyecto pedagógico, con un marcado carácter sociopolítico. Dicho proyecto, que
debe partir del respeto y valoración de la diversidad cultural, teniendo en cuenta los
planteamientos de Freire busca la reforma de la escuela y también de la sociedad a través de
una práctica educativa coherente y basada en el diálogo y la comunicación intercultural. Se
trata de un proyecto claramente orientado a favorecer el cambio social según principios de
justicia social y de una ética fundada en el derecho a las diferencias.
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cultural en la escuela y eso incluye la diversidad lingüística. Ello conlleva una actitud de
respeto ante las convenciones culturales presentes en otras lenguas y variedades lingüísticas
del contexto español e internacional. También conlleva el mantenimiento y aprendizaje en
la lengua materna así como contar con docentes de otras culturas en las escuelas y en las
aulas.
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tratarlos. Un modelo de escuela multicultural ha de estar abierta a la comunidad educativa y
debe favorecer mecanismos de participación del profesorado, alumnado y familias. Es un
modelo de escuela democrática que además de estar abierta permanentemente a la realidad
contextual de los educandos, también debe estar dispuesta a aprender de sus relaciones con
el contexto.
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de las culturas y de la realidad social. La educación intercultural debe visibilizar las
culturas que actualmente están ausentes en los currículos escolares.
l) Coherencia entre la teoría y la práctica. Sin lugar a dudas, una de las virtudes más
difíciles en el desempeño de la tarea docente es la coherencia entre lo que decimos y lo que
hacemos. Para Freire el momento fundamental en la formación de los profesores es el de la
reflexión crítica sobre la práctica. Dicha reflexión se realiza pensando críticamente sobre la
práctica de hoy o la de ayer; y cómo se puede mejorar la próxima. La educación
intercultural implica revisar la propia práctica docente, modos de actuar y de trabajar,
formas de adaptarse a los contextos sociales y educativos cambiantes. Implica estar
dispuestos a aprender de los educandos ya que ellos también nos muestran formas de
enseñar y formas de mejorar nuestra práctica docente.
Cuestionario
2. La acción que posibilita estrategias efectivas de racionalidad para los procesos reales de
la enseñanza, pertenece a la condición:
a. acción y gestión del pedagogo, b. meta o propósito a alcanzar, c. motivación para lograr
actuar.
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5. El modelo de acción que propone el maestro se convierte en ejemplo, en punto de
superación crítica, crecimiento, autonomía y emancipación. Esta afirmación explica la
relación:
10. El conjunto de normas, principios y leyes que regulan el hecho educativo, es una
definición de: a) pedagogía, b) educación, c) instrucción.
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14. El área que garantiza la política pública y de la inversión del Estado, constituye una
garantía de la igualdad e inclusión social; afirmación que atañe a la: a. formación, b.
instrucción. c. educación. .
16. Forman parte de un plan de estudios en la educación formal y se imparten en los centros
educativos. Esta afirmación se refiere a: a) asignaturas, b) currículo, c) módulos.
17. La enseñanza según la escuela nueva, debe ser: a) práctica, b) crítica, c) verbal.
20. Los maestros para la generalización inductiva reemplazaron la observación de las cosas
por el : a) ejemplo verbal, b) drama verbal, c) dibujo simulado.
22. Cuando un docente planifica y ubica los rincones de trabajo en el aula, siempre
considera los intereses de sus alumnos y sobre todo, desarrolla las experiencias educativas
bajo el principio de la educación por la acción. Estas prácticas a qué teoría educativa
pertenecen : a. Desescolarización de Goodman, b. Personalistas de Paulo Freire, c.
Experimentalismo de J. Dewey.
23. El ideólogo del modelo pedagógico romántico es: a) Pestalozzi, b) Carl Rogers, c)
Rousseau.
24. Las posturas frente a las preguntas del currículo a un nivel de la más alta generalidad y
abstracción, se denominan: a) estrategias pedagógicas, b) métodos pedagógicos, c) modelos
pedagógicos.
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25. El currículo centrado en el aprender a pensar y a resolver problemas por parte de los
alumnos, pertenece al modelo pedagógico: a. tradicional, b. constructivista , c. conductista .
26. El método academicista, verbalista que considera a los estudiantes como receptores,
pertenece al modelo pedagógico: a) conceptual, b) conductista, c) tradicional.
28. La función del centro educativo es la de transmitir los saberes específicos, las
valoraciones aceptadas socialmente y ser el agente fundamental para la consolidación del
Estado. Esta concepción pertenece al modelo pedagógico: a) tradicional, b) conductista, c)
conceptual.
29. Un educador en una entrevista de trabajo, ante la pregunta de ¿cómo planea la clase?
Respondió: Pongo énfasis en los objetivos instruccionales, son ellos los que guían la
enseñanza, son los que señalan qué debe hacer el estudiante, y en consecuencia, el educador
tiene un rol de evaluador, de administrador de refuerzos y controlador de la calidad. De
acuerdo a la respuesta ¿cuál es el modelo pedagógico que aplica el educador? a) tradicional,
b) romántico, c) conductista.
30. La maestra que centra su enseñanza en lograr que sus alumnos aprendan a pensar, que
se autoenriquezcan en su interioridad con estructuras, esquemas y operaciones mentales
internas, que les permitan pensar, resolver, y decidir con éxito situaciones académicas y
vivenciales, está aplicando la corriente pedagógica: a) conductista, b) socio crítica, c) social
cognitiva.
31. La meta educativa que cada individuo acceda progresiva y secuencialmente a la etapa
superior de desarrollo intelectual, de acuerdo a sus necesidades y condiciones, es una
afirmación que corresponde a la pedagogía: a) constructivista, b) conductista, c)
tradicionalista.
32. La consideración de los contenidos como el eje o núcleo central del currículo,
entendidos como verdades absolutas, normas e informaciones específicas y rígidas,
constituye una característica del modelo pedagógico: a) conductista, b) tradicional, c)
cognitivo.
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33. Las siguientes características: "constituyen una actitud mental, un deseo, un interés
intrínseco, son subjetivos y están incorporados íntimamente a la persona", hacen referencia
a: a) los objetivos, b) los propósitos, c) las finalidades.
34. Cuando se planifica el conocimiento incluyendo acciones de: narrar, referir, mostrar,
observar, leer y escribir, se están considerando a. los instrumentos básicos b. los elementos
exactos, c. las acciones básicas.
36. El principio pedagógico que admite que el alumno construya sus propias herramientas
conceptuales y morales, se denomina: a. juego b. actividad c. individualización.
38. La maestra de primer año de Educación Básica que diseña el entorno del aprendizaje
con motivos de cuentos, utilizando colores alegres para influenciar en la estructura
cognitiva y valorativa del niño en su formación, está poniendo en práctica el principio de la
Ley Orgánica de Educación Intercultural: a. de la experiencia natural, b. del diseño del
medio ambiente, c. del desarrollo progresivo.
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