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Sin embargo, la realidad dista mucho de lo que debería ser norma y explica que "de los 0 a 5 años,
los niños desarrollan el aprendizaje de su lengua materna. Cuando una persona sorda no puede
aprender la lengua de señas, que es su lengua materna, estamos perpetuando la brecha y
desigualdad de las personas sordas, la integración de esta a la sociedad y el ejercicio de sus
derechos humanos", relata.
"Al no poder comunicarse en lengua de señas, no puede aprender, incorporarse de manera normal al
colegio, ni estudiar. Por lo tanto, tampoco podrá acceder al mundo laboral, perpetuando las brechas
y discriminación que sufren las personas sordas", añade.
"Por lo mismo, el acceso temprano a la lengua de señas y a los servicios en esta lengua, incluida
una educación de calidad en esa lengua, es vital para el crecimiento y el desarrollo de las
personas sordas y decisivo para el logro de los objetivos de desarrollo de los países" sostiene
Molina.
Actualmente, 68 países de los 195 que conforman las Naciones Unidas han reconocido
legalmente la lengua de señas. "Muy pocos para lo numeroso de nuestra comunidad", sentencia,
pero a través del trabajo de territorio y organizaciones se está avanzando. Por ejemplo, en Chile, a
través de la Convención Constitucional, se está trabajando para reconocer el derecho de las personas
a usar la lengua de señas. "Agrupaciones de personas sordas estamos trabajando para que se incluya
y respete nuestro derecho lingüístico junto con el respeto a la diversidad de la lengua", relata, y
enfatiza que "sin la lengua de señas, no se puede ejercer ningún derecho humano".
Consultada por el rol que está teniendo la tecnología en la integración de personas sordas, Molina
señala que "la tecnología nunca va a reemplazar a la lengua de señas. Puede acompañar algunos
procesos de inserción, pero nunca reemplazar, porque el derecho a la lengua es un derecho
fundamental'', agrega con relación a tecnologías como videollamadas con subtítulos, entre otras
tecnologías, que ahora son de uso masivo debido a la pandemia.
"Actualmente vivo en Estados Unidos, y tengo mucho acceso a tecnologías que facilitan mi vida diaria.
Por ejemplo, cuando alguien toca el timbre, se apaga y prende una luz, pero esa tecnología aun no
llega a América Latina. La inclusión de tecnología para promoción de la vida independiente de
las personas sordas tiene que ver con una política pública de telecomunicaciones de los
gobiernos", finaliza.