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Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que nos permiten
planificar, organizar, guiar, revisar, regular y evaluar el comportamiento necesario para
alcanzar un objetivo. Estas funciones son esenciales para llevar a cabo tareas complejas,
tomar decisiones y adaptarnos a situaciones nuevas o cambiantes.
Tal como ya vieron en prácticos los procesos ejecutivos tienen diversas características en
común.
La primera de ellas es que los procesos ejecutivos son procesos de control constituyen
procesos de control. En un sentido general, se entiende que una actividad está sujeta a
un proceso de control cuando requiere atención consciente y esfuerzo cognitivo. No
obstante, en lo que estrictamente se refiere a las funciones ejecutivas, se habla de actos
de control cuando las personas logran modificar, a través de distintos procesos, una
respuesta prepotente o inadecuada, es decir, de carácter impulsivo, resistiendo las
gratificaciones inmediatas en función de una respuesta más adaptada a las metas y
objetivos personales a largo plazo.
La segunda característica refiere a que las funciones ejecutivas intervienen en
situaciones nuevas o en situaciones complejas. En estas situaciones una persona llevará
a cabo todos los pasos y actividades vinculados con la tarea a realizar de manera
controlada pensando cada movimiento y focalizando la atención en cada tarea. Es decir,
en estas situaciones nuevas o complejas se requiere de un monitoreo permanente,
asignando a la tarea toda todos los recursos atencionales disponibles. Es por ello que,
para poder abordar estas situaciones novedosas, es necesario activar procesos
ejecutivos. No obstante, esta situación comenzará a cambiar cuándo, como resultado de
la repetición y de la práctica frecuente, la tarea se vaya automatizando, y consuma cada
vez menos recursos atencionales.
La tercera característica común a las funciones ejecutivas es que actúan o intervienen
sobre otros procesos. Las funciones ejecutivas intervienen regulando y moderando otros
procesos o actividades que involucran los dominios comportamental, emocional y
cognitivo.
Finalmente, la cuarta característica es que las funciones ejecutivas contribuyen al
comportamiento adaptativo. El autocontrol de las tendencias prepotentes, tanto a nivel
de pensamientos, emociones, como de conductas, permite un comportamiento
adaptado al contexto y contribuye al alcance de los objetivos a largo plazo. En última
instancia, esto es lo que nos garantiza la adaptación a la sociedad. Al respecto, es
fundamental el autocontrol en el contexto de la vida cotidiana. La interacción social, de
diversos tipos, requiere que se respeten las normas y tolerar a los demás para facilitar la
convivencia. Las violaciones deliberadas a las normas sociales implican una baja
capacidad de autocontrol, donde se pierden de vista los objetivos a largo plazo.
Juan y María salieron de paseo al parque. Sin embargo, él se encontraba muy enojado
con su novia.
Para entender esta frase relativamente sencilla y afirmar que Juan está enojado con
María, es imprescindible mantener activada la primera oración, establecer relaciones de
cohesión entre “él” y “Juan” y entre “novia” y “María”. De igual modo, se debe asignar a
Juan el estado de “enojado”. Sólo así podremos concluir: Juan está enojado con María.
Para realizar esta cadena de inferencias es esencial sostener cierta información en la
memoria de trabajo y, a la vez, establecer las relaciones adecuadas entre las distintas
partes de la oración. En este contexto, la memoria de trabajo cumple una función
esencial que representa el espacio en el que se procesan las ideas o representaciones
que se van construyendo y, además, permite la integración con otras representaciones
cada vez más globales.
Es importante recordar que la memoria de trabajo no sólo almacena la información
proveniente del texto, sino también la que se recupera desde la memoria a largo plazo.
Es decir, durante la comprensión se actualizan conocimientos previos sobre aquello que
leemos. El conocimiento general del mundo constituye un prerrequisito semántico para
la comprensión y es esencial para lograrla.
El proceso de integración de la información nueva que ingresa a partir de la lectura y la
información recuperada de la memoria a largo plazo, demanda tiempo, recursos
cognitivos, y se lleva a cabo en el espacio de la memoria de trabajo.
Desde este punto de vista, la memoria de trabajo permite almacenar los productos
resultantes de los procesamientos lingüísticos (léxico-semántico y sintáctico) y de los
procesos inferenciales necesarios durante la lectura.
Para sintetizar, comprender requiere almacenar temporalmente la información, activar
la nueva información proveniente de la memoria a largo plazo y del texto que se está
leyendo, como también integrar activamente dicha información. Almacenar activar e
integrar serían las actividades que sostiene la memoria de trabajo.