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La contribución de las funciones ejecutivas a la regulación emocional y la comprensión

de textos

Una definición lo suficientemente amplia, general y aceptada por la mayoría de los


investigadores es que las funciones ejecutivas son el conjunto de procesos cognitivos
que actúan controlando o modulando las emociones, comportamientos y pensamientos
con el objeto de orientar o guiar el comportamiento hacia el logro de metas u objetivos
que resultan valiosos para el individuo.
Como ya han visto en el capítulo uno las funciones ejecutivas se definen como procesos
de control, procesos que intervienen en situaciones nuevas y/o complejas, procesos que
actúan sobre otros procesos y procesos que contribuyen al comportamiento adaptativo.
Diferentes perspectivas teóricas difieren en la cantidad de funciones que consideran
ejecutivas. En este capítulo se utiliza la perspectiva expuesta por Diamond quién define
la existencia de funciones ejecutivas de primer y segundo orden. En estas últimas
tendríamos a funciones como la organización y la planificación, que requieren para su
intervención defunciones más primarias cómo la inhibición, la memoria de trabajo y la
flexibilidad cognitiva.
Nosotros vamos a abordar la contribución de las funciones ejecutivas de primer orden
en la regulación de las emociones y en la comprensión lectora.

Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que nos permiten
planificar, organizar, guiar, revisar, regular y evaluar el comportamiento necesario para
alcanzar un objetivo. Estas funciones son esenciales para llevar a cabo tareas complejas,
tomar decisiones y adaptarnos a situaciones nuevas o cambiantes.
Tal como ya vieron en prácticos los procesos ejecutivos tienen diversas características en
común.
La primera de ellas es que los procesos ejecutivos son procesos de control constituyen
procesos de control. En un sentido general, se entiende que una actividad está sujeta a
un proceso de control cuando requiere atención consciente y esfuerzo cognitivo. No
obstante, en lo que estrictamente se refiere a las funciones ejecutivas, se habla de actos
de control cuando las personas logran modificar, a través de distintos procesos, una
respuesta prepotente o inadecuada, es decir, de carácter impulsivo, resistiendo las
gratificaciones inmediatas en función de una respuesta más adaptada a las metas y
objetivos personales a largo plazo.
La segunda característica refiere a que las funciones ejecutivas intervienen en
situaciones nuevas o en situaciones complejas. En estas situaciones una persona llevará
a cabo todos los pasos y actividades vinculados con la tarea a realizar de manera
controlada pensando cada movimiento y focalizando la atención en cada tarea. Es decir,
en estas situaciones nuevas o complejas se requiere de un monitoreo permanente,
asignando a la tarea toda todos los recursos atencionales disponibles. Es por ello que,
para poder abordar estas situaciones novedosas, es necesario activar procesos
ejecutivos. No obstante, esta situación comenzará a cambiar cuándo, como resultado de
la repetición y de la práctica frecuente, la tarea se vaya automatizando, y consuma cada
vez menos recursos atencionales.
La tercera característica común a las funciones ejecutivas es que actúan o intervienen
sobre otros procesos. Las funciones ejecutivas intervienen regulando y moderando otros
procesos o actividades que involucran los dominios comportamental, emocional y
cognitivo.
Finalmente, la cuarta característica es que las funciones ejecutivas contribuyen al
comportamiento adaptativo. El autocontrol de las tendencias prepotentes, tanto a nivel
de pensamientos, emociones, como de conductas, permite un comportamiento
adaptado al contexto y contribuye al alcance de los objetivos a largo plazo. En última
instancia, esto es lo que nos garantiza la adaptación a la sociedad. Al respecto, es
fundamental el autocontrol en el contexto de la vida cotidiana. La interacción social, de
diversos tipos, requiere que se respeten las normas y tolerar a los demás para facilitar la
convivencia. Las violaciones deliberadas a las normas sociales implican una baja
capacidad de autocontrol, donde se pierden de vista los objetivos a largo plazo.

Actualmente existe acuerdo en considerar que los principales procesos ejecutivos de


primer orden son la inhibición, la memoria de trabajo, y la flexibilidad cognitiva.
Inhibición: Capacidad de controlar impulsos y no actuar de manera precipitada. Permite
resistir la tentación de realizar una acción inmediata y esperar el momento adecuado.
Existen 3 tipos de inhibiciones: la inhibición de la respuesta, la inhibición perceptual, y
la inhibición cognitiva. La primera interviene en el control de las respuestas
comportamentales, la segunda en la supresión de estímulos externos (ambientales), y la
tercera en la supresión de estímulos internos (pensamientos y recuerdos). La inhibición
de la respuesta es la responsable de inhibir una tarea que ya ha sido iniciada para
responder a las situaciones que surgen en el momento. La inhibición cognitiva es la
responsable de disminuir el nivel de activación de representaciones mentales o de
pensamientos de carácter intrusivo. Por su parte, la inhibición perceptual nos permite
focalizar la atención en ciertos estímulos e ignorar la presencia de otros estímulos
distractores presentes en el ambiente.
Memoria de trabajo: Capacidad para retener y manipular información en la mente
durante cortos periodos de tiempo. Es esencial para tareas como el cálculo mental o
seguir instrucciones complejas. Por su parte, la memoria de trabajo puede ser definida
como un sistema que permite mantener activa la información que es considerada
relevante en el foco atencional, para la ejecución de una tarea compleja. Es decir, implica
una capacidad atencional controlada, sostenida, de cara a la interferencia o a la
distracción.
Flexibilidad cognitiva: Habilidad para adaptarse a cambios y modificar el
comportamiento en función de nuevas demandas, reglas o prioridades. La flexibilidad
cognitiva puede ser definida como la habilidad para alternar veloz y eficazmente entre
diferentes pensamientos o acciones en función de las demandas específicas vinculadas
a distintos contextos y situaciones. En otras palabras, la flexibilidad cognitiva es el
proceso ejecutivo responsable de generar modificaciones en las conductas y
pensamientos en contextos dinámicos, sujetos a rápidos cambios y fluctuaciones. Es
necesario señalar que no se puede pensar la flexibilidad sin la inhibición, ya que para
dejar de hacer algo primero se debe inhibir, pero luego se debe poder implementar una
conducta alternativa y más funcional que el anterior.
Luego de esta revisión, vamos a desarrollar la manera en que intervienen estas 3
funciones ejecutivas en la regulación emocional y en la comprensión lectora.

Desde la perspectiva biológico evolucionista las emociones son series coordinadas de


respuestas adaptativas quién evolucionado para combinar la gran variedad de
mecanismos de activación que nos permiten afrontar las demandas específicas
impuestas por diferentes situaciones
La noción de regulación de las emociones refiere a la capacidad de moderar o modificar
las emociones que estamos sintiendo con la finalidad de cumplir con nuestros objetivos,
pero no por ello negar o suprimir esas emociones.
Uno de los modelos más reconocidos y aceptados en relación con las emociones y la
regulación emocional es el propuesto por james Gross. Este modelo describe cómo se
genera una emoción. Se trata de una secuencia que comienza con una situación o
estímulo relevante para el individuo, a la que le presta atención y qué es evaluada de
determinada manera. Como consecuencia de la forma en la que esta situación es
evaluada se activa una emoción, es decir, se produce un conjunto de respuestas en 3
dominios: subjetivo, fisiológico y comportamental.
El dominio subjetivo se refiere a la experiencia personal de la emoción, lo que
comúnmente se conoce como sentimiento. El dominio fisiológico tiene que ver con los
cambios que se producen en nuestro sistema nervioso central y periférico, y dentro de
este último el autónomo y el somático, que prepara al organismo para las reacciones
comportamentales subsiguientes. Finalmente, el dominio comportamental corresponde
a las respuestas conductuales específicas y características de una emoción determinada,
o la inclinación a realizar ciertos comportamientos por sobre otros.
Entonces, si las emociones son útiles para nuestra adaptación y supervivencia ¿porque
necesitamos en determinadas circunstancias regularlas? Nuestro repertorio emocional
no siempre resulta beneficioso en las circunstancias de la vida moderna y puede resultar
inadecuado o excesivo frente al contexto situacional actual y provocar por ende daño o
malestar. Por esto se requiere en ocasiones un proceso complementario de regulación
emocional.

La regulación emocional es el proceso mediante el cual los individuos influyen en qué


emociones experimentan, cuándo las experimentan y cómo las experimentan y
expresan. Este proceso puede ser tanto consciente como inconsciente y puede ser
influenciado por una variedad de factores, incluyendo experiencias pasadas, cultura y
habilidades de afrontamiento. La regulación emocional es crucial para el bienestar
mental y físico, y es un área de interés en psicología, neurociencia y otros campos
relacionados con la salud.
La regulación emocional es el proceso por el cual los individuos controlan el tipo e
intensidad de las emociones que experimentan y expresa. Son procesos de monitoreo,
evaluación y modificación de las reacciones emocionales qué les permiten cumplimentar
los objetivos individuales. La capacidad de moderar una emoción, a través del
pensamiento, de la relajación, de respirar profundo, es parte de lo que se entiende como
regulación emocional.
Existen 3 factores implicados en la regulación de nuestras emociones. El primer factor
necesario para poder ejercer algún tipo de regulación emocional es tener conciencia de
la emoción, es decir, darse cuenta o reconocer que emoción se está experimentando y
en qué contexto. Esto puede suceder reconociendo las pistas fisiológicas, situacionales,
la reacción conductual o incluso el registro subjetivo. Por ejemplo, darse cuenta de que
uno está tenso o con ganas de patear algo permite etiquetar como enojo a esa emoción.
El segundo factor necesario para regular exitosamente las emociones es establecer con
claridad objetivos, tanto de largo como de corto plazo. Por un lado, es importante
actualizar los objetivos generales de orden superior o a largo plazo y por otro, los
objetivos específicos de regulación de la emoción que contribuirán al logro de los
primeros. Los objetivos de orden superior suelen ser metas vitales, como, por ejemplo,
la crianza adecuada de nuestros hijos. Los objetivos específicos de regulación emocional
suelen referir al aumento o disminución de la magnitud o intensidad de la experiencia
emocional, aunque lo más frecuente es que el reducir una experiencia subjetiva de
emociones negativas. El tercer factor importante para regular las emociones es saber
seleccionar e implementar estrategias de regulación emocional, es decir, seleccionar e
implementar aquellos medios mediante los cuales se consiguen los objetivos de
regulación emocional.
Gross ha desarrollado un modelo del proceso de la regulación emocional que plantea
que existen distintas estrategias que las personas pueden utilizar para manejar sus
emociones, estas se insertan en algún punto de la secuencia del despliegue emocional
en el cual tendrían su mayor impacto.
Esto quiere decir que pueden aplicarse estrategias de regulación emocional para
controlar con qué estímulos o situaciones me enfrento -selección y modificación-, para
manejar la atención que le presto a esos estímulos o situaciones -despliegue-, para
modificar las evaluaciones cognitivas que realizó de ellos -cambio cognitivo- o para
cambiar las respuestas subjetivas, fisiológicas o comportamentales qué surgen de ellos -
modulación-. Todas estas estrategias de regulación emocional requieren en diferentes
grados o niveles del funcionamiento ejecutivo.
Su modelo se conoce comúnmente como el "Proceso de Modelo de Regulación
Emocional" y se divide en cinco etapas:
1. **Selección de la situación**: Implica tomar decisiones que nos colocan en
situaciones más propicias para experimentar emociones deseadas. Por ejemplo, si sabes
que cierto entorno te hace sentir ansioso, podrías optar por evitarlo.
2. **Modificación de la situación**: Una vez en una situación, podemos tomar medidas
para alterarla con el fin de cambiar su impacto emocional. Por ejemplo, si una
conversación se está volviendo tensa, podrías intentar cambiar de tema.
3. **Despliegue de la atención**: Aquí, la atención se dirige de manera que modifica el
impacto emocional de una situación. Por ejemplo, en una situación estresante, podrías
optar por centrarte en aspectos más positivos o neutrales en lugar de los negativos.
4. **Cambio cognitivo**: Esta etapa implica cambiar la forma en que interpretamos una
situación para alterar su significado emocional. La reevaluación es un ejemplo común de
cambio cognitivo, donde reinterpretamos una situación para verla de una manera menos
emocionalmente cargada.
5. **Modulación de la respuesta emocional**: Esta es la etapa final, donde se intenta
influir directamente en la experiencia emocional o la expresión de la emoción. Esto
podría implicar técnicas de relajación, como la respiración profunda, para calmar la
ansiedad, o la supresión de la expresión emocional.
Es importante notar que estas estrategias pueden ser más o menos efectivas
dependiendo del contexto y de la emoción específica que se esté experimentando.
Además, algunas estrategias, como la supresión emocional, pueden tener efectos
negativos a largo plazo, aunque puedan ser efectivas a corto plazo.
Este modelo de Gross ha sido influyente y ha servido como base para muchas
investigaciones posteriores en el campo de la regulación emocional.
Entonces, la capacidad de moderar o modificar el enojo, la tristeza, el miedo, sea a través
del pensamiento, de la relajación, de respirar profundo o de cualquier otra estrategia, es
parte de lo que se entiende como regulación emocional, y las funciones ejecutivas son
fundamentales para lograrlo. En otras palabras, para que la regulación de una emoción
sea efectiva existen una serie de factores que colaboran en su éxito, entre estos factores
resulta crucial el papel que juegan las funciones ejecutivas, en particular las de primer
orden: la memoria de trabajo, la inhibición y la flexibilidad cognitiva.

La relación entre las funciones ejecutivas y la regulación emocional puede pensarse en


2 sentidos.
Primero, la regulación emocional puede ser nuestro objetivo principal, es decir, que lo
que queremos lograr sea regular una emoción, y para ello nos valemos de las funciones
ejecutivas en este caso, dónde el problema a resolver es la regulación de una emoción
en sí misma, la regulación emocional y el funcionamiento ejecutivo pueden considerarse
como procesos indistinguibles: las funciones ejecutivas actúan directamente sobre la
emoción, ejerciendo regulación emocional.
En cambio, la segunda opción es que la regulación emocional sea un objetivo secundario
que nos va a permitir alcanzar un objetivo primario. Por ejemplo, imagine que necesita
controlar su ansiedad para resolver un ejercicio de matemática especialmente frustrante
durante un examen. La ansiedad que se pide concentrarse y resolver el ejercicio, por lo
que es necesario regularla. En este caso, su principal objetivo es resolver el ejercicio y
aprobar el examen, y la regulación de la ansiedad es sólo un objetivo secundario en el
camino del logro de otro objetivo principal. Así, la regulación de la emoción es necesaria,
pero secundaria, puesto que el objetivo no es regular la emoción en sí, sino regularla
para poder usar los recursos cognitivos, es decir, las funciones ejecutivas, para completar
con éxito una tarea compleja.
Vamos ahora a ver el papel que juega cada una de las funciones ejecutivas de primer
orden en la regulación de las emociones.
Cómo mencionamos previamente, el primer factor para poder regular nuestras
emociones es tener conciencia de la emoción, es decir, darse cuenta o reconocer qué
emoción se está experimentando. En este proceso de volverse consciente de la emoción
interviene la memoria de trabajo. Recordemos que la memoria de trabajo es un
mecanismo de capacidad limitada, que permite sostener y manipular información
durante un periodo corto de tiempo. Se trata de un espacio o foco atencional en el que
se mantienen activas aquellas porciones de información de las cual es la persona debe
ser consciente en un momento determinado. La memoria de trabajo se encarga de
integrar información proveniente de diferentes modalidades sensoriales con la
información de la memoria a largo plazo en representaciones unificadas y de mantener
estas representaciones en un estado activo durante un tiempo limitado y utilizarlas para
lograr control sobre la actividad mental y comportamental.
Así, cuando reconocemos una emoción, tristeza, enojo, la experiencia subjetiva de esa
emoción se activa en la memoria de trabajo debido a que el mecanismo para la
conciencia de una emoción es el mismo que utilizamos para cualquier otro estado
subjetivo no emocional. Para ayudar a las personas a ser más conscientes de sus estados
emocionales, es posible explicarles cuáles son las manifestaciones fisiológicas,
conductuales y subjetivas de las diferentes emociones, para que de esta manera puedan
reconocerlas más fácilmente en circunstancias posteriores.
Al activar en la memoria de trabajo la experiencia subjetiva de la emoción, se la etiqueta
con un nombre, y se puede indicar en qué grado o nivel se la está experimentando. Así
será más fácil plantear objetivos de regulación emocional y seleccionar e implementar
estrategias de regulación acordes.
Dijimos también que el segundo factor necesario para regular exitosamente las
emociones es establecer con claridad objetivos, tanto de largo como de corto plazo. La
memoria de trabajo permitiría mantener en el foco atencional los objetivos valorados
por la persona. Si nuestro objetivo es en sí mismo la regulación de una emoción, la
memoria de trabajo nos permite recordarlo. En caso de que la regulación emocional sea
un objetivo secundario en la consecución de una meta general, por ejemplo, aprobar un
examen, la memoria de trabajo permitiría mantener en el foco atencional el objetivo
principal, reduciendo la saliencia de las emociones y modulando su impacto.
El hecho de que la memoria de trabajo nos permita conocer y recordar nuestros
objetivos de orden superior, colabora en el establecimiento de los objetivos de
regulación emocional específicos, lo cual favorece la selección e implementación de
estrategias de regulación emocional adecuadas al momento y lugar.
Así, en el establecimiento y actualización de objetivos la memoria de trabajo juega un
papel fundamental. Además de cumplir con esta función, la memoria de trabajo permite
mantener el objetivo específico de regulación emocional en el foco atencional, a pesar
de que las tendencias de respuestas automáticas generadas por la emoción puedan
debilitarlo. Esto significa que, gracias a su memoria de trabajo usted protege sus
objetivos de regulación emocional que lo ayudarán en el cumplimiento de sus objetivos
de más largo alcance.
Además, el tercer factor importante para regular las emociones es saber seleccionar e
implementar estrategias de regulación emocional. La memoria de trabajo posibilita la
implementación de estrategias de regulación emocional específicas como, por ejemplo,
la reevaluación cognitiva. La reevaluación cognitiva permite mudar una evaluación
cognitiva inicial de carácter negativo hacia nuevas reinterpretaciones posteriores de
carácter más positivo. Es una estrategia del conjunto cambio cognitivo mencionada
previamente, ya que modifica la evaluación que se realiza de la situación. La memoria
de trabajo será el recurso responsable de barajar en nuestra mente distintas
interpretaciones posibles de un mismo evento de forma simultánea y reemplazar una
evaluación cognitiva inicial por otra más tardía o secundaria, acorde con los objetivos
personales.
Por su parte, la capacidad o control inhibitorios interviene en la regulación emocional de
distintas maneras. En primer lugar, la inhibición nos permite detener las respuestas
emocionales prepotentes o automáticas. Recordemos que esta función ejecutiva
consiste en la supresión de respuestas preponderantes pero inapropiadas. Le permite al
individuo resistir una tentación, demorar una gratificación, frenar una acción motriz o
controlar los impulsos. También se ha señalado que la inhibición podría limitar la
producción de expresiones faciales automáticas generadas por estímulos emocionales.
Si bien mantener actualizados nuestros objetivos para que las tendencias de respuestas
automáticas de la emoción no interfieran requiere de la memoria de trabajo, también
necesita la capacidad de control inhibitorio. La inhibición se aplica cuando la respuesta
emocional puede interferir con otras actividades que estamos realizando. Si estamos
tratando de resolver un ejercicio de matemática que es difícil y sentimos frustración, y
se emoción puede entorpecer el procesamiento de la información en curso. La
inhibición, junto con la memoria de trabajo, nos permite reducir esa frustración y así
facilitar el logro de un objetivo.
Además, la inhibición también es necesaria para poder aplicar estrategias de regulación
emocional. Por ejemplo, para poder poner en práctica la reevaluación cognitiva. La
inhibición permite a las personas reducir la activación emocional y los pensamientos
acerca de lo que sienten, para poder así detenerse a reflexionar, dar lugar a una
evaluación diferente de la situación y brindar una respuesta adaptativa. De forma
contraria, cuando no podemos parar de pensar en aquello tan malo que nos ha pasado
y no hacemos más que darle vueltas en la cabeza una y otra vez a lo mal que nos
sentimos al respecto, lo que está fallando es justamente nuestra capacidad de inhibir
estos pensamientos. Este mecanismo desactivo se llama rumiación y consiste en la
focalización del pensamiento en los aspectos negativos de una situación y sus posibles
causas y consecuencias y se encuentra como una de las características centrales de los
cuadros depresivos. La rumiación ocurriría como consecuencia de un fallo inhibitorio,
por lo que esta función ejecutiva tiene un rol fundamental en el desarrollo de trastornos
psicopatológicos como la depresión.
Finalmente, la flexibilidad cognitiva también se encontraría implicada en la regulación
emocional. La flexibilidad cognitiva permite a las personas alternar entre estados
emocionales y racionales, es decir, entre lo que piensan y lo que sienten, ayudando así a
la regulación. Para recordar, la flexibilidad cognitiva es la capacidad de dirigir el foco de
atención a diferentes aspectos a la hora de resolver un problema, para generar
estrategias alternativas y omitir tendencias a la perseveración. Esta habilidad nos
permite alternar entre diferentes metas, pensamientos, estrategias o acciones,
dependiendo de los cambios en las demandas situacionales. También nos permite
desconectarnos cognitivamente de una tarea previa, reconfigurar nuevas respuestas e
implementarlas para responder a las demandas contextuales de forma adaptativa.
Cambiar eficientemente y de forma rápida frente a demandas constituye un aspecto
esencial del comportamiento adaptativo y ajustado a los objetivos.
La flexibilidad cognitiva también es responsable de qué podamos sopesar distintas
opciones en nuestra mente cuando nos enfrentamos a una situación, y permite el fluir
de múltiples ideas para resolver un problema. Esta función ejecutiva nos permite
cambiar desde una idea hacia otra, en lugar de permanecer fijos siempre en la misma.
También es responsable de poder aplicar distintas estrategias de regulación emocional.
Así, por ejemplo, la implementación de la reevaluación cognitiva permite cambiar una
evaluación cognitiva inicial de carácter negativo hacia nuevas reinterpretaciones
posteriores de carácter más positivo.
La flexibilidad cognitiva también permitiría a la persona desengancharse del material
emocional, reduciendo el malestar generado por este. Es decir, no sólo es responsable
de modificar adaptativamente lo que pensamos, sino también lo que sentimos. Además,
esta función ejecutiva hace posible que la persona utilice de manera flexible las
diferentes estrategias de regulación, lo cual supone una habilidad fundamental para la
regulación emocional.
Existen diversas estrategias de regulación emocional y su aplicación efectiva depende
del funcionamiento ejecutivo. El conjunto de estrategias denominado selección de la
situación se refiere a la evitación o la búsqueda de ciertas situaciones, personas, lugares
o actividades que probablemente generarán emociones negativas o positivas. Para
seleccionar adecuadamente una situación, necesito mantener en la memoria de trabajo
la representación de qué situaciones suelen generarme emociones positivas y qué
situaciones suelen generarme emociones negativas. También necesito inhibir conductas
o pensamientos automáticos. Por último, se necesita de la flexibilidad cognitiva para
cambiar esos pensamientos automáticos a otros más adaptativos que le permitan
alcanzar sus objetivos.
Las estrategias de modificación de la situación se refieren a aquellos esfuerzos
destinados a modificar directamente una situación de modo tal de alterar su impacto
emocional negativo o amplificar el positivo.
Por su parte, la estrategia de despliegue atencional consiste en redirigir el foco
atencional dentro de una situación dada para modificar el impacto emocional. Una de
las estrategias más conocidas es la distracción. Por ejemplo, cuando, ante una situación
que demanda una respuesta emocional, contamos hasta 10 antes de responder, estamos
utilizando una estrategia de distracción que nos permite tomar distancia de la situación
y nos prepara para afrontarla mejor. Recurrir a esta estrategia y ponerla en práctica
también demanda memoria de trabajo.
El conjunto de estrategias denominado cambio cognitivo se refiere a cambiar las
evaluaciones o los significados, de modo tal que se altere su impacto emocional. Una
forma de cambio cognitivo particular es la ya mencionada reevaluación cognitiva. Esta
alude a cambios en el significado de una situación, de forma tal que se provoque un
cambio en la respuesta emocional a esa situación. Para la implementación de la
reevaluación cognitiva es necesario ser consciente de qué es lo que estamos pensando
y sintiendo, por lo que es necesaria la memoria de trabajo. También necesitamos la
capacidad inhibitoria para inhibir la evaluación inicial y su emoción concomitante.
Finalmente, para facilitar el cambio e impedir la fijación o perseveración en una
interpretación se requiere de la flexibilidad cognitiva.
Las estrategias agrupadas como modulación de la respuesta son un conjunto de
estrategias que se refieren a los intentos por influir de manera relativamente directa
sobre las respuestas emocionales. Por ejemplo, respirar profundamente puede
considerarse como una forma de modular las respuestas de las emociones negativas.
Cuando usted respira profundo, está controlando su reacción emocional,
específicamente a través de modular el componente fisiológico de la emoción. Para esto
es necesario reconocer la emoción y actualizar nuestros objetivos de corto y largo plazo,
por lo que es necesaria la intervención de la memoria de trabajo. También necesitamos
inhibir las reacciones prepotentes y la emoción que estamos experimentando. Por
último, empezamos a respirar profundamente para intentar desengancharnos de esa
emoción, por lo que necesitamos de la flexibilidad cognitiva.
Finalmente, para implementar efectivamente estas estrategias son importantes otras
cuatro condiciones. En primer lugar, conocer la efectividad de cada estrategia. En efecto,
no todas las estrategias son igualmente efectivas y son susceptibles de ser aplicadas a
todas las situaciones. Este conocimiento que usted posee respecto de la mayor o menor
efectividad de las estrategias puede ayudarlo a seleccionar las adecuadamente en
función del contexto.
En segundo lugar, resulta esencial conocer los recursos necesarios para la
implementación de las estrategias. La estrategia de controlar la respiración puede
servirle a usted para regular su enojo, por ejemplo, pero puede no servirle a su hijo
menor para regular un berrinche porque todavía carece de los recursos de atención y
concentración que son necesarios para aplicar técnicas de autorregulación de este tipo.
En tercer lugar, es necesario proteger el objetivo de regulación emocional frente a otros
objetivos potencialmente competidores. Esto requiere de la memoria de trabajo y de la
capacidad de inhibición. Además, ajustar el objetivo de regulación emocional en función
de los cambios y demandas de la situación requiere de la capacidad de flexibilidad
cognitiva.
Finalmente, en cuarto lugar, es necesario poseer flexibilidad de objetivos, que se refiere
a ajustar el objetivo de regulación emocional en función de los cambios y demandas de
la situación. La habilidad para usar flexiblemente diferentes estrategias de regulación
resulta de particular importancia para la salud mental. Se ha encontrado que las
personas que utilizan de manera flexible una variedad de estrategias de regulación
emocional poseen mejor manejo de eventos estresantes de la vida diaria y menos
síntomas de ansiedad y depresión que las personas que informaron acerca de un uso
más rígido de estrategias de afrontamiento específicas.

En cuanto a la intervención de las funciones ejecutivas en la comprensión lectora


recordemos que la comprensión de textos supone la construcción de una representación
mental coherente con el contenido del texto que se está leyendo. Vimos ya que
comprender un texto supone la intervención de un conjunto de procesos psicológicos
complejos con el objetivo principal de construir una representación semántica del
contenido del texto. Entre los procesos que intervienen en la comprensión lectora se
encuentran las funciones ejecutivas.
Un lector competente debe poner en juego su funcionamiento ejecutivo cuando
construye la representación semántica de aquello que lee. Vamos a ver cómo interviene
cada una de las funciones ejecutivas en este proceso de construcción de la
representación semántica del texto.
Comencemos con la memoria de trabajo. Para construir representaciones mentales, el
lector debe sostener o recordar cierta información en la memoria de trabajo mientras
establece relaciones entre palabras, oraciones o párrafos. Por ejemplo, si leemos las
siguientes oraciones:

Juan y María salieron de paseo al parque. Sin embargo, él se encontraba muy enojado
con su novia.
Para entender esta frase relativamente sencilla y afirmar que Juan está enojado con
María, es imprescindible mantener activada la primera oración, establecer relaciones de
cohesión entre “él” y “Juan” y entre “novia” y “María”. De igual modo, se debe asignar a
Juan el estado de “enojado”. Sólo así podremos concluir: Juan está enojado con María.
Para realizar esta cadena de inferencias es esencial sostener cierta información en la
memoria de trabajo y, a la vez, establecer las relaciones adecuadas entre las distintas
partes de la oración. En este contexto, la memoria de trabajo cumple una función
esencial que representa el espacio en el que se procesan las ideas o representaciones
que se van construyendo y, además, permite la integración con otras representaciones
cada vez más globales.
Es importante recordar que la memoria de trabajo no sólo almacena la información
proveniente del texto, sino también la que se recupera desde la memoria a largo plazo.
Es decir, durante la comprensión se actualizan conocimientos previos sobre aquello que
leemos. El conocimiento general del mundo constituye un prerrequisito semántico para
la comprensión y es esencial para lograrla.
El proceso de integración de la información nueva que ingresa a partir de la lectura y la
información recuperada de la memoria a largo plazo, demanda tiempo, recursos
cognitivos, y se lleva a cabo en el espacio de la memoria de trabajo.
Desde este punto de vista, la memoria de trabajo permite almacenar los productos
resultantes de los procesamientos lingüísticos (léxico-semántico y sintáctico) y de los
procesos inferenciales necesarios durante la lectura.
Para sintetizar, comprender requiere almacenar temporalmente la información, activar
la nueva información proveniente de la memoria a largo plazo y del texto que se está
leyendo, como también integrar activamente dicha información. Almacenar activar e
integrar serían las actividades que sostiene la memoria de trabajo.

Veamos ahora la participación de los procesos inhibitorios en la comprensión de textos.


Mientras leemos ingresa información al sistema cognitivo desde varias fuentes: el texto
que se lee, el propio sistema cognitivo (cuando se activa información almacenada en la
memoria a largo plazo) y el ambiente. En ocasiones, alguna de esta información
entorpece la tarea ya que es irrelevante en función de los objetivos de la lectura. Por eso
la inhibición es esencial para detener o suprimir la activación de contenidos o piezas
informativas y relevantes en el espacio de la memoria de trabajo.
En otras palabras, la inhibición intervendría cuando el lector debe regular el proceso de
lectura y desempeñar un rol activo evitando el ingreso de información, suprimiendo
ideas ya actualizadas, deteniendo impulsos que lo alejan del objetivo o lo llevan a realizar
conexiones cerradas entre ideas.
Como ya mencionamos existen 3 procesos inhibitorios:
1. la inhibición de la respuesta o el comportamiento, que permitiría detener la activación
de información no adecuada la tarea que se está realizando, es decir, evitar el impulso
de activar ideas que no son necesarias en función de la lectura. Recordemos que
comprender supone la activación de conocimientos previos, esta activación puede ser
automática o voluntaria, en cualquiera de los casos será necesario que un proceso
psicológico ejerza el rol de regular o controlar la actualización de información. Esto es
importante ya que los recursos cognitivos intervinientes en el procesamiento complejo
son limitados y un exceso de información en la memoria de trabajo puede hacer que
este procesamiento se vea sobrepasado y, por lo tanto, tornarlo ineficiente.
Distintos trabajos de investigación se han ocupado de estudiar la relación entre el
proceso inhibitorio y la comprensión lectora. Estos estudios muestran que los lectores
menos habilidosos presentan niveles de memoria de trabajo más bajos y evidencian
dificultades para detener respuestas cognitivas dominantes o prepotentes.
2. La inhibición cognitiva o interferencia proactiva permitiría que un buen lector sea
capaz de seleccionar la información relevante y suprimir o ignorar la información
irrelevante del texto que lee. Esto es necesario ya que los textos brindan mucha
información accesoria que pueda hacer que el lector se ocupe de cuestiones no centrales
y por lo tanto no logre construir una representación semántica coherente.
Se ha investigado la relación entre el rendimiento en comprensión lectora y la habilidad
para suprimir información irrelevante que se encuentra activa en la memoria de trabajo.
Así, se ha encontrado que los niños con dificultades lectoras presentaban un
rendimiento más pobre en memoria de trabajo y qué, a su vez, eran menos habilidosos
para controlar la presencia de información irrelevante en la memoria.
3. La inhibición de la percepción o de acceso sería la involucrada en situaciones en las
que el sistema cognitivo está abierto o receptivo a lo que sucede a nuestro alrededor.
Así como recibimos estímulos a partir de los textos que leemos, también ingresan otros
tipos de estímulos ambientales. Por ello, mientras realizamos una tarea cognitiva
compleja es necesario evitar distracciones que nos desvíen. El control inhibitorio de la
atención, es decir, el control de la interferencia a nivel de la percepción, permite atender
de forma selectiva y focalizada sobre aquellos elementos que se elige. Por lo tanto, la
inhibición perceptual elimina la interferencia que generan los estímulos ambientales y
los contenidos actuales de las tareas que se están realizando. La centralidad de la
inhibición perceptual radica en la posibilidad de controlar o direccionar los contenidos
que deben ser procesados simultáneamente evitando que la información irrelevante
ocupe espacios en el foco atencional. Al leer debemos mantener el foco atencional libre
de información y irrelevante, ya que es necesario destinar los recursos cognitivos al
conjunto de tareas indispensables durante la comprensión.
En una investigación del 2014 se evaluó el rol de la memoria de trabajo, los 3 procesos
inhibitorios y la velocidad de procesamiento en relación con la comprensión lectora de
niños de 10 y 11 años, en condiciones de texto ausente y texto presente. Encontraron
que la memoria de trabajo explica una parte considerable de la variación en
comprensión en ambas condiciones experimentales, texto ausente y texto presente. A
su vez, detectaron que la inhibición perceptual tuvo una injerencia en la comprensión en
la condición de texto ausente. Estos trabajos permiten afirmar que cuanto más hábil es
el lector para focalizar en la información relevante y evitar las distracciones, mayor es su
rendimiento en comprensión.
Para sintetizar, los procesos inhibitorios tienen un lugar preponderante en lo que
respecta a la comprensión de textos. La función primordial de la inhibición sería liberar
el sistema de procesamiento lingüístico de informaciones y relevantes o inapropiadas
mientras leemos y comprendemos textos. Esto puede ocurrir a partir de la supresión de
ideas automáticas o prepotentes del borrado o supresión de información que ya no es
relevante a los efectos de la tarea o del impedimento de ingreso de información
irrelevante.

En cuanto a la flexibilidad cognitiva, ésta es necesaria para cambiar de pensamientos o


perspectivas y alternar entre ellas durante la lectura y en función de un cambio de regla
o de meta. Ser flexible, es decir tornarse hábil para realizar estos cambios, requiere
inhibir o desactivar una perspectiva previa y activar una diferente en el espacio de la
memoria de trabajo. Mientras se lee puede ocurrir que las inferencias generadas sobre
el contenido textual tengan que revisarse. Por ejemplo, porque un indicio del texto va
en una dirección contraria o nos damos cuenta de que nuestra inferencia no es la
adecuada según la intención comunicativa del autor.
La flexibilidad se torna fundamental para la comprensión de un texto cuando el lector
debe integrar la información provista por el texto con su conocimiento previo, cuando
se realiza el monitoreo de lo leído, o al utilizar estrategias meta cognitivas. La flexibilidad
cognitiva permitiría realizar acciones como releer, leer por encima o buscar información
específica. Además, deviene imprescindible para facilitar el cambio de foco entre la
información proveniente del texto y las estrategias de lectura.
Algunas investigaciones mostraron que la flexibilidad cognitiva se halla asociada a la
generación de inferencias elaborativas. En tanto la lectura es una situación que aporta
contenidos y significados cambiantes, el lector debe adaptarse de modo flexible a ella.
La flexibilidad cognitiva interviene en la realización de inferencias elaborativas ya que
estas implican una búsqueda activa y una valoración de distintos significados alternativos
para luego seleccionar el que mejor se ajusta al contenido textual.
Para sintetizar, podemos afirmar que la flexibilidad cognitiva es la que permite modificar
la estrategia en función de algún cambio en la situación. Una persona flexible es aquella
capaz de cambiar de perspectiva y adoptar una visión diferente a la generada
inicialmente. Durante la lectura, el lector se ve en situación de adaptarse de manera
flexible a los distintos indicios que va aportando el texto. En este sentido, se vuelve
esencial la actualización y cambio de las representaciones mentales construidas a partir
de la información textual que ingresa al sistema cognitivo.

Un control ejecutivo ineficiente afectará a los distintos procesos que subyacen a la


lectura comprensiva, ya que dificultará el procesamiento y almacenamiento de la
información necesaria, la supresión de la activación o el ingreso de información
irrelevante o la posibilidad de cambiar de estrategias mientras se lee.

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