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ACTITUD Y APTITUD

La aptitud es referida a la capacidad de conocimiento y las habilidades del individuo;


mientras que la actitud tiene que ver con la forma de pensar y sentir de ese mismo
individuo. Como se mencionó, es una postura intelectual, emocional y físico-motriz
con la cual se perciben los estímulos y se reacciona a ellos, lo cual modifica
sustancialmente su actuación, pudiendo ser de una manera positiva o negativa,
según las circunstancias. El objetivo principal es lograr que las actitudes no
dependan de las circunstancias, sino de nuestra voluntad.
La aptitud y la actitud se combinan para aplicarse a alguna acción específica en un
tiempo determinado. Es importante destacar que aun individuos con un buen nivel
de aptitud y con la actitud correcta, no realizan lo que desean alegando la falta de
una oportunidad. Y aunque es verdad que las oportunidades en muchas ocasiones
son limitadas, podemos considerar que la unidad de oportunidad básica es el
tiempo, y éste es el mismo para todos; es decir todos tenemos las mismas 24 horas
por día. Sin embargo, no todos las usamos de la misma manera.
El punto es reconocer que como mínimo, al estar vivos, tenemos la oportunidad de
lanzarnos a la acción por aquello que deseamos, una y otra vez, las veces que sea
necesario hasta conseguirlo. No siempre es fácil y podemos resumir con el dicho “si
las cosas que valen la pena fueran fáciles, cualquiera las haría”.
Ahora bien, podemos establecer que una actitud está constituida por tres factores
principales: pensamientos, emociones y sensaciones / movimientos que responden
automáticamente a nuestra percepción de los estímulos externos. Dentro del
mecanismo de las actitudes, los factores que lo componen juegan roles diferentes.
Las emociones juegan un papel importante, ya que representan la fuerza impulsora
que va a mover todo el mecanismo, mientras que el pensamiento juega un papel de
director: es el encargado de conducir las emociones en una dirección determinada,
es el que “debe” marcar el camino y controlar las emociones que a su vez generan
sensaciones y movimientos correspondientes.
Todo este proceso se traduce en un comportamiento definido, con el cual
respondemos al estímulo original. Si podemos aprender y/o modificar la manera de
pensar, podemos mejorar el cómo nos sentimos y por lo tanto nuestra actitud. Al
tener una mejor actitud, obtendremos más eficiencia de nuestras aptitudes, lo cual
se traduce en un mejor comportamiento favoreciendo el desarrollo de un círculo
virtuoso. Por el contrario, una actitud negativa ocasiona que el comportamiento sea
malo o inferior, lo cual conllevará a un círculo negativo del mismo proceso.

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