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Modalidad Charla.

Fecha 06 de abril 2022

Aprender a manejar mis emociones.


Material Complementario

Dr. Rafael Ramos.


www.abrazatuvida.com
www.rafaelramoscr.com
Oficina 2290-1383
WhatsApp: 8881-1383.

Contenidos:
Tema 01. Yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo
hago.
Tema 02. ¿Cómo hacer un inventario de crecimiento
emocional?
Tema 03. La gratitud, nos hace apreciar lo bueno de la
vida.
Tema 01.
Yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago.

Al inicio de un nuevo año muchos de nosotros nos planteamos una serie de


metas con respecto ah crecimiento personal: dieta, ejercicio, finanzas, en fin, a
veces la lista es larga. Pero, la norma es que muchas de estas metas, quedan en
el olvido. Caminar por la vida con esta perspectiva como esta “yo sé lo que
tengo que hacer, pero no lo hago”. No nos tiene que asustar, abrumar o agobiar,
pero si es un indicador de algo que tenemos que resolver.

Pues, esto tiene mucho que ver, con nuestra disciplina, motivación, compromiso.
Ahora, para que esto pueda darse, hay que revisar el cómo pensamos y el
cómo nos planteamos nuestras metas. A veces, la lista, que al final e inicio de
año, se cae, o se torna como un elemento de culpabilización, que nos
reprochamos mes a mes ¿cómo enfrentarlo y resolverlo? Quiero compartirte
acá algunas ideas.

El autoconcepto.

Esta visión “yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago”. Nos define, sí, crea
un eje determinante, si nos quedamos solo con esta visión. Pues diseña una
forma de ver el mundo e incluso, un poco más allá, impacta la forma en la que nos
vernos a nosotros mismos. Básicamente, es como decirnos a nosotros mismos
todos los días “no lo intentés, porque vos nunca terminás nada”, “no lo
hagás, si ya sabés que lo vas a dejar tirado”
Lo primero que tenemos que hacer es revisar todas estas categorías
mentales, en las que creamos:

• ¿Por qué ves el mundo de esta forma?


• ¿Dónde nace esta visión?
• ¿Desde dónde se alimenta?

Una visión muy rígida a nivel negativo, respecto a nuestras competencias,


destrezas o habilidades. Puede ser una visión limitante, que nos aleja de nuestra
capacidad de reprogramar e incorporar categorías más positivas que puedan
ser una nueva fuente de motivación. Tenemos que caminar con una visión de fe,
en nuestra capacidad de formar nuestra historia en lugar de vivir bajo premisas,
tales como:

• La pereza me gana.
• A mí me cuesta levantarme.
• Yo no puedo ahorrar.
• La verdad soy una persona muy golosa.
• Yo no sirvo para el estudio.
• La verdad es que yo soy poco creativo.

En fin, esto simplemente alimenta un autoconcepto negativo. Desde esta visión,


claramente se hace muy difícil de poder desarrollar una posición firme y clara.
Respecto a todo lo que deseo para mi vida, nosotros tenemos que
programarnos de otra manera.
• ¿Vos qué concepto tenés?
• ¿Qué cosas te decís?

Mientras tu visión sea negativa, difícilmente las cosas van a cambiar, porque
dejás de desarrollar admiración de todo tu potencial.

Una visión constructiva.

Si una persona tiene un autoconcepto negativo, camina por la vida diciéndose


a diario “yo sé lo qué tengo que hacer, pero, no lo hago”. Es muy posible, o la
consecuencia lógica sería, aunque no es una regla general, menos una
afirmación universal “No lo voy a intentar” ¿para qué? Esta forma de pensar, te
puede llevar a creer que cualquier tarea, reto u objetivo es inalcanzable. Por
tanto, no hay razón para hacer un esfuerzo. Siendo esto así “todo es imposible”
¿Sera esto cierto? ¡Revisá tu forma de ver la vida!

Lo que te hace creer, que cualquier cosa excede tus capacidades. Se


convierten en muros que no te dejan avanzar. Lo que te lleva a cerrar el marco
de oportunidades. Todo lo ves como desgastante. Entonces perdemos la
carrera en la línea de partida. Es abrumador vivir desde esta posición.

Un autoconcepto negativo.

Va a generar una visión negativa, es muy posible que en lugar de hacer un


esfuerzo por comprender el reto que nos estamos planteando, nos vamos a
desgastar en justificaciones que, al repartírnoslas una y otra vez, nos las vamos
a terminar creyendo.

La vida nos pone de frente a retos, no nos podemos especializar en el


desarrollo de actitudes apáticas. Porque, vamos a vivir creyendo que no se
puede hacer eso que deseamos.

Es decir, vamos perdiendo, de ahí que no hagamos un esfuerzo consciente.


Empezamos a crear múltiples justificaciones y nos llega a convencer de qué
hemos dado lo mejor. Quizá nos lleva a pensar que lo intentamos, pero en el
fondo si lo revisas, más allá de pensarlo, no lo hiciste.

Una explicación.

Hay procesos en la vida, que ciertamente perdón van a implicar aceptar como
un hecho real, de qué algo que nos hemos propuesto no se logró. En una primera
etapa, podemos analizar:

• La estrategia que seguimos.


• El grado de dificultad.
• La preparación previa.
• El compromiso asumido.

Esto podría llevarnos a buscar curvas de mejora en todo esto, pues el tema
será el cómo lo hicimos, no la tarea en si misma. Por otro, lado hay circunstancias
en las que definitivamente nos equivocamos, o efectivamente la tarea era muy
compleja, no se logró. Esto es normal, es comprensible tiene una explicación.
Pero una cosa es una explicación, otra es una justificación. Cuando somos
capaces de explicar

• ¿Qué sucedió?
• ¿Por qué sucedió?
• ¿Cómo se dieron las cosas?
• ¿Qué nos faltó?
• ¿Qué se puede mejorar?

Todo esto nos lleva a hacer una evaluación. A partir de esta explicación
objetiva, tomamos decisiones, cambiamos estrategias, replantemos objetivos
y seguimos avanzando.

Las justificaciones paralizan.

Hay procesos que justifican nuestra parálisis, nutren este “yo se lo que tengo
que hacer, pero no lo hago”. Nos hacen creer que definitivamente no se pudo.
Porque partimos de una visión de dificultad. Esta visión, nos lleva a una posición
de pasividad, donde dejamos de lado la tarea. Simplemente porque creemos
que no se puede, ahí nos inventamos 1000 argumentos.

Éstos vienen a silenciar nuestra conciencia, por ejemplo:

• La persona que dice “es que yo nunca pude con el examen de


matemáticas, lo hice varias veces y no lo logré”.
• Su conclusión “definitivamente el estudio no era para mí”.

Pero, al hablar con esta persona, podríamos darnos cuenta, que le tenía miedo
a las matemáticas, las ha visto como algo que no puede resolver. Desde esta
perspectiva su forma de prepararse no era la mejor. Quizá nunca realmente se
preparó, matriculó los cursos, pero no hacia prácticas, ni repasaba en casa.
Pero vive bajo esa premisa “las matemáticas no eran para mí”. en lugar de
reconocer que en el fondo había una fuerte ausencia de disciplina.

Las justificaciones, es como tener una úlcera, no aceptar ir al gastroenterólogo


y sentirnos bien porque tomamos sábila. Nos refresca la percepción de acidez
en nuestro estómago, pero no nos cura, el mal seguirá ahí.

La motivación, para trazar nuestros objetivos.

A este momento quiero dejar claro que el autoconcepto es vital. Tener una
visión constructiva, tomar conciencia de nuestros procesos de justificaciones.
Como elementos que empiezan a distorsionar la percepción de nuestras
capacidades. Nos hacen llegar a creer que “yo sé lo que tengo que hacer, pero
no lo hago” ¡Me quedo ahí paralizado!

Asociado a esto, también está este proceso psicológico en el que yo


conscientemente, se que he dejado de hacer cosas, y un día cualquiera, de un
momento a otro quiero hacer un cambio. La motivación, revisar qué nos motiva
es fundamental. No te puede mover un reto, sin una visión positiva, real, objetiva.
Pero, por otro lado, la motivación tiene que nacer en un plan, en una ruta. Una vez
que tengo claridad del por qué realmente quiero hacer algo, difícilmente vamos
a avanzar. Hasta no desarrollemos una visión constructiva y objetiva,
difícilmente vamos a tener una motivación fuerte.

Tu visión.

Es un componente fundamental para romper el esquema de “yo sé lo qué tengo


que hacer, pero no lo hago”. La forma en la que nosotros vamos a mirar cada
acontecimiento de nuestra vida y de nuestra historia, siempre será
determinante.

Esta visión constructiva, es aquella que nos ayuda a romper el esquema


paralizante, ese que te decís a vos mismo “yo se lo que tengo que hacer pero,
no lo hago”. Rompe con tu pasividad. Sólo cuando somos capaces de tomar
conciencia de la forma en la que percibimos nuestro mundo, es que
aprendemos a confiar en nuestras capacidades o a identificar nuestras
carencias para trabajar en solventarlas, con el objetivo de vivir trabajando, de
forma tal que nuestros sueños y deseos se hagan realidad.
Tema 02
¿Cómo hacer un inventario de crecimiento
emocional?

Hacer un inventario de crecimiento emocional, puede sonar un poco extraño.


Pero en realidad, estamos hablando de algo simple explicar y de vital
importancia para procurar una adecuada salud emocional. Ahora, hacer un
inventario de crecimiento emocional, podría resultar complejo, si no se asume
como un proceso de construcción, de responsabilidad con uno mismo(a).

El crecimiento emocional, implica una vivencia consciente del impacto de cada


una de mis acciones y decisiones, en el día a día que cada uno de nosotros
enfrenta. ¿Estás claro(a) de la importancia del crecimiento emocional en tu
vida? Quiero hacerte esta propuesta.

Gestión emocional.

Acá hablamos de manejar emociones, comprenderlas, sentirlas, vivirlas, y éstas


deben responder a los estímulos que cada uno de nosotros enfrenta, asociado
a nuestra forma de interpretar lo que nos pasa. A veces tenemos procesos de
gestión emocional que podríamos considerar muy intensos, respecto a lo
sucedido, o por el contrario muy apáticos e indiferentes, ante situaciones que
podrían explicar, justificar o ayudarnos a comprender el porqué de una
reacción.

Gestión emocional. Cuando hablamos de crecimiento emocional, hacemos


referencia a la capacidad de vivir en una alianza equilbirada, con nuestras
emociones, de forma tal que se conviertan en nuestras aliadas. Para el
crecimiento emocional, la gestión emocional, es un eje de análisis que nos tiene
que ayudar a comprender e integrar, lo que sentimos, pensamos y actuamos. En
función de nuestro mayor bienestar.

Convicción, clave para la gestión y el crecimiento


emocional.

En principio todo ser humano debería operar desde la convicción, es decir tener
una certeza absoluta, del por qué y el para qué de cada una de las acciones
que surgen en cada evento de la vida.

La convicción, va un poco más allá. Tiene que ver con la capacidad de tener
muy claro todos nuestros procesos emocionales. La convicción pasa y se nutre
por:

• La historia de la persona.
• Sus procesos de formación.
• Valores y principios.
• Reacciones aprendidas.
• Modelaje de conducta de su entorno social.
• El cómo ha ido enfrentando la vida.

Todo esto, nos hace llegar a conclusiones que nos permiten dilucidar, lo que
consideramos conveniente o no. La convicción, es trabajar conscientemente,
en tener un eje claro del por qué de nuestro accionar.

Cuando hay una convicción clara, podemos funcionar con autonomía.


Rompiendo esquemas de dependencia, contradicción, ambivalencia, que nos
hacen caminar con un eje dubitativo en la vida, presos de los estimulos que se
nos presentan.

Libertad, para actuar con sabiduria emocional.

Libertad, es el tercer componente del crecimiento emocional. Tener la libertad


para ser flexibles, de forma tal que podamos ir para el norte, cuando sea
necesario, o devolvernos, si es del caso.

Para poder movernos libres de culpas y angustias, se requiere un adecuado


análisis y un autoanálisis en cada situación. Procurando estar lejos de la
búsqueda de aprobación, o esquemas de dependencia, o reacciones que
responden a un simple “así soy yo”. La libertad supone, buscar aquello que nos
hace bien, se nutre de la convicción y la autonomía, en el tanto, nos hace bien, e
impacta a los demás de forma sana.
Caminar con libertad.

Caminar con libertad, para fortalecer nuestro crecimiento emocional, es poder


replantear el camino, tantas veces como sea necesario. Las emociones forman
parte de la vida. Esto no lo podemos perder de vista. Muchas veces peleamos
con la emoción, ejemplo: el dolor, la preocupación, la ansiedad, la tristeza, la
angustia. Lo cierto es que estos procesos emocionales forman parte de
nuestra historia.

Todo proceso emocional, deja una huella en nuestra historia. Están orientadas a
contribuir a nuestro crecimiento emocional, en el tanto a partir de nuestras
emociones:

• Percibimos señales de alerta, ante algo que nos preocupa.


• Analizamos hechos.
• Procuramos crear estructuras de cambio.
• Modificamos objetivos.
• Integramos estrategias de análisis.
• Promueven acciones hacia la resolución de conflictos.
• Integran motivaciones para gestar nuevas acciones.
• Contribuyen al aprendizaje.
• Son una fuerza motivacional, que se renueva constantemente.
No podemos pelear con las emociones

Pues esto paraliza nuestro crecimiento emocional, ejemplo, cuando peleamos


con el dolor, podría ser que entremos en la negación. Pensemos en aquella
persona que recibe la triste noticia, un familiar tiene una enfermedad crónico
terminal, pero se niega a ver la realidad.

Para evitar el dolor, opta por alejarse del proceso de la persona, creyendo que
todo va a estar bien. No se acepta la realidad. Por tanto, huye de la misma.
Cuando frente a este dignóstico, hay que asumir que que la persona está en el
último tiempo de su vida.

Desde la negación, alguien podría alejarse del proceso, hacerse a un lado, para
luego en determinado momento darse cuenta, que tal vez ya no haya tiempo
para estar cerca de eso de esa persona.

El crecimiento emocional, exige una vivencia muy consciente de cada una de las
emociones que tengamos, como una catapulta de análisis y no como una cárcel
para el alma.

¡A mi no me gusta sentir esto!

Éste es uno de los elementos que más bloquean nuestro crecimiento emocional.
No podemos entrar en un proceso de conflicto con nuestra percepción
emociona. Ciertamente a ninguno de nosotros, nos gusta sentir cosas
intenesas, a partir de lo que nos pasa.
Por ejemplo: A veces sentimos miedo; una mala noticia podría dispararnos el
dolor, crear una frecuencia que nos abruma, se crea incertidumbre, ésta nos
paraliza. Siendo esto así, le damos paso a la angustia, nos crea un mundo
sombrío, en el que la preocupación, nos roba el sueño, e incluso, podría llevarnos
a crear escenarios negativos. la atención podría ponernos evitables.

En fin, reacciones muchas, pero si aprendemos abrazar la emoción, ejemplo:

• Dolor, podría llevarnos a la búsqueda disoluciones.


• Miedo, es una emoción reflexiva, que nos puede llevar a tomar
condciencia de nuestras capacidaded.
• Tristeza, nos puede poner frente a la oportunidad de confrontar una
situación y resolverla.
• Angustia, puede promover la búsqueda de ayuda.
• Incertidumbre, podría resultar muy motivadora, en el tanto nos permite,
incorporar nuevos aprendizajes y enfrentar la realidad.

Cuando abrazamos la emoción

Como una fuente motivacional, entonces nos permitimos hacer las cosas desde
otra perspectiva, más objetiva y asociada a los hechos. Al no pelear con ellas,
las emociones, se convierten en nuestras aliadas, pues se sienten, se viven.
Están ahí, no son nuestras enemigas. La emoción, es esencia de la vida. Tenemos
que aprender a vivir con nuestras emociones. Tenemos que aprender a tener
una vivencia sana de las mismas. Porque típicamente, nosotros hemos vivido
como en dos grandes ejes: 01. bloqueando la emoción, o 02 desbordados ante
ellas.

Por ejemplo, la persona que no ama o no administra su soledad. De un momento


a otro, por impulso, conoce a alguien. Pues quiere huir de la soeldad, esde esta
óptica, cualquier persona podría verse agradable, interesante. Por tanto,
siente que lo o la ama desde los primeros encuentros. Sin permitirse conocer a
fondo, a esta persona, hay un sesgo emocional desborda, luego la historia sale
mal. Es claro, el por qué, no se conocía, Todo sale mal otra vez.

Desde esta perspectiva, la persona, nuevamente, se pelea con la vida.


Incorporando una nueva experiencia de soledad. Sólo que esta vez,
adicionalmente, enojada con el amor o creyendo que tiene mala suerte.
Viviendo desde una frecuencia emocional muy densa, negativa, así no hay
crecimiento emocional. Vivir conciliados con nuestras emociones, es permitirnos
vivir haciendo un correcto analisis de los hechos, en cada circunstancia, de esta
forma, las emociones son nuestras aliadas.

Equilibrio.

De eso se trata la historia emocional, el crecimiento, el equilibrio en relación con


lo que nos pasa, y lo que cremos que está pasando. Asumiendo la vida de esta
forma rompemos ese esquema “lo que me hubiese gustado y los hechos”.
Tener muy claro, desde dónde actuamos, cómo actuamos, nos ayuda a regular
las emociones. Una vivencia emocional sana, nos permite equilibrar las cosas en
varios ejes.
• Los hechos, éstos siempre serán objetivos. El cómo lo pensemos, va a
depender de cada uno de nosotros.
• Vivir añorando lo que creo que debería pasar, muchas veces no
responde a la realidad. Caminamos cultivando aspiraciones irreales, por
tanto, vamos a caminar con temas no resueltos, por emociones mal
manejadas.

Lo que me gustaría que pase, es una proyección de futuro, ahí no pueden estar
nuestras esperanzas.

Aprender a equilibrar los hechos, la razón y la


emoción.

Procurando que cada evento de la vida, tenga su tono, su color y su emoción,


relacionados con la realidad. Esto fortalece nuestro crecimiento emocional. En
el tanto, nos permiten reacciones cada vez más equilibradas. Sobre todo, en el
manejo:

• Del componente enojo, que a veces se desborda.


• La tristeza que nos paraliza.
• El miedo que nos hace evasivos.
• La incertidumbre que nos provoca, a veces autoboicotearnos, y alimenta
los deseos de salir corriendo, que no nos lleve a enfrentar nuestra historia
con mucha angustia.
El crecimiento emocional, es vivir consciente. Abrazando la emoción, pero no
viviendo presos de nuestros impulsos desordenados, sino viviendo consciente
de todas aquellas cosas, que nos encamina hacia el bienestar.

Decálogo de la persona optimista

No todo siempre va salir bien, pero no por eso tenemos que caminar con una
visión complicada triste.

¿Te cuesta manejar algunas emociones? Te comparto estas ideas:

1. Si algo salió mal, es una oportunidad de crecimiento.


2. Si algo se complicó, es un reto para dar lo mejor.
3. Si algo te parece difícil, requiere más esfuerzo, esto es todo.
4. Si te dicen que no podés, escuchá el consejo, pero no te dejés influenciar
por las personas negativas.
5. Si de un momento a otro, te sentís cansado, cansada, no tires la toalla,
terminá tu tarea.
6. Cuando sintás que estás desorientado, buscá ayuda, esto nos pasa a
todos.
7. No dejés que la tristeza te embargue, procurá darte permiso de gastar
esa emoción, pero recordá que tenés tu fuerza interna para levantarte.
8. Ante el desánimo, tratá de tener siempre una visión positiva, y recordá
que la vida no es perfecta, las cosas salen mal, pero siempre podés
cambiar tu historia.
9. No te permitás dudar de tus capacidades ante las dificultades, solo
revisá tus estrategias.
10. No dejés para mañana, lo que hoy no estás enfrentando por prestarle
atención a tus temores.

Espero que estas ideas, te hagan pensar la vida desde otra perspectiva.
Tema 03
La gratitud, nos hace apreciar lo bueno de
la vida.

La gratitud, no sé si apreciar la vida. En mucho, nos tomapos una fuerte


tendencia, a mirar lo que nos falta, lo que nos lleva a mirar la vida con una
sensacion de conflicto, quizá caminando con un sensación de vacío.

Ahora, todos podemos aspirar a más, esto esta bien. Pero hay que tener
cuidado, cuando confundimos aspiraciones con inconformidad. Pues esto nos
puede llevarnos a darle poco o nulo reconocimiento a todo aquello que forma
parte de nuestro presente. Vivir en clave de presente, es vivir en gratitud. Es vivir
ahora, esto nos tiene que conectar con la gratitud como estilo de vida.
Reconocer todo aquello que nos hace bien, nos conecta con la vida de una
forma más esperanzadora.

Vivir ahora.

En algún momento en la vida todos(as), hemos pasado por procesos en los que
nos miramos a nosotros mismos(as) y no nos reconocemos, en el reflejo de una
imagen que construimos de nosotros(as) con fuertes matices de agotamiento,
conflicto, tristeza y dolor, quizá con mucho más ¿será que solo eso tenemos? La
pregunta est ¿qué espacio le das a la gratitud en la vida?
Claro, hay muchas emociones, estas emociones “fuertes”, forman parte de la
vida. Están asociadas a múltiples situaciones, pero también están ligadas a
nuestra forma de pensar, analizar e interpretar la vida:

• ¿Abrís espacio para la gratitud en la vida?


• ¿Será que sólo hay tristezas?
• ¿Por qué el dolor es la norma de nuestra existencia?
• ¿La angustia tiene que ser el centro de nuestra vida?
• ¿El conflicto con el pasado te ata la ansiedad?
• ¿Al pensar en el futuro te sentís agobiado?

Vivir ahora, en gratitud, es estar conectados con la vida, porque al final el único
tiempo que nosotros tenemos es el presente. Vivir atorados en el fango del
recuerdo, nos ata a lo que no es, el futuro podría estar ligado aun presente que
se vive entre las sombras de una mirada oscura. Somos más que nuestros
acotecimientos, somos nuestra capacidad creativa y mucho va a depender de
lo que decidamos sembrar hoy.

Asumirse

Caminamos llenos de preguntas.

• ¿Por qué esto me pasó a mí?


• ¿En qué momento pasó todo esto?
• ¿Cómo no me di cuenta?
• ¿Y si me vuelve a pasar?
• ¿Qué sentido tiene mi existencia?

En fin, las preguntas van y vienen, de muchas formas, en diferentes momentos,


cuando nuestra visión, esta teñida desde una óptica de carencia. Esto nos pone
en una ruleta mental, que a veces pareciera infinita, porque nuestra visión
siempre es un análisis retrospectivo, con matices de culpa, falta de aceptación,
por tanto no damos paso a la comprensión.

Si no asumimos la vida, desde nuestra capacidad creativa, es difícil trazar


nuevos caminos. Sí, es cierto, no todo sale bien, pero la gratitud, nos ayuda a ver
las lecciones, aprendizajes y nos permite visualizar opciones, para dejar atrás,
lo que ya no podemos transformar, el pasado.

Asumirnos concientemente en el presente, responder a las preguntas, ante


todo esto:

• ¿Qué siento?
• ¿Por qué lo siento?
• ¿Hacia dónde me lleva?
• ¿Qué quiero hacer?
• ¿Cuáles son mis recursos o herramientas para la vida?

Puede ser liberador, en el tanto tengo que tomar decisiones y crear acciones,
que se nutren desde la gratitud, aún cuando hayamos tenido experiencias
realmente desconcertantes.
Esclavos de la nostalgia.

Ciertamente todos concordamos en que la gratitud, es profundamente


liberadora, porque parte del reconocimiento de lo que funciona y de lo que nos
hace bien. No obstante, a veces optamos por en conflicto con la vida. Dado que
nos frustra lo que no fue. Añoramos lo que no fue, y empezamos a culparnos o
culpar a los demás por la vida que tenemos.

En un reproche, que lejos de ser reflexivo, es absorbente. Como un hoyo negro


que va y viene, no se detiene. Porque si la interpretación es la nostalgia, la
pérdida y el vacío, sólo estamos viendo una parte de la vida, y desde esta visión
conectar con la gratitud se hace muy complejo.

Vivir desde la gratitud tiene la particularidad de:

• Ayudarnos a hacer un inventario realm objetivo de las cosas buenas que


nos han pasado.
• Nos pone frente a nuestro capital emocional positivo.
• Aydua a que nos permitamos estar cerca de aquellos que nos hacen
bien.

Esta visión de gratitud nos tiene que poner frente el inventario de nuestra
felicidad, para interpretar la vida en un balance, no tiene que ser perfecto, pero
se debe construir considerando los momentos buenos y los malos, las cosas
fáciles y difíciles, porque la vida tiene este movimiento. Esto nos permite templar
nuestro carácter y reconocer la fuerza de nuestra voluntad en cada prueba
superada.

Sí la vida es ahora.

¡Te has preguntado! ¿Cuánto tiempo te has sentido solo o sola, por el hecho de
no tener pareja? ¿Te has puesto analizar el conflicto que te genera tu trabajo
actual? Cuando en realidad quizá, estás bien, sólo que sólo mirás el lado oscuro
de la vida.

En fin, todos(as) tenemos que hacer un esfuerzo por conectar con la vida de
muchas formas. La gratitud es una de ellas, porque es un proceso
profundamente liberador. Genera consuelo en el alma, nos hace valorar lo que
tenemos, nos invita a tener una visión de abundancia y no de carencia.

Actualiza tu pensamiento.

Esta creo que es una regla muy bonita. Actualizar lo que pensamos, sentirnos
vivos, con lo que decidimos. Recordar y llevar en nuestro lenguaje, en el día día
de nuestra historia, la palabra gratitud, nos prepara para que en cada
interacción con la vida, saquemos lo más provechoso.

Esta es una norma de vida importantísima. Actualizar nuestro pensamiento, es


tomar conciencia de aquello que yo estoy viviendo, sintiendo, para
preguntarnos si nos hace plenos(as) o no.
Esto se vuelve realmente importante, para conciliarnos con la historia, y si
descubrimos que no, deja de ser un dolor o un fracaso, pues la gratitud, nos hace
ver una lección de vida, y nos permite darle un giro a la historia.

La gratitud.

Nos tiene que llevar a revisar esquemas mentales ¿cómo yo soy? Actualizar
nuestros pensamientos, es nutrirnos de nuevas ideas, nuevas experiencias
Actulizar el pensamiento desde la gratitud, es escuchar consejos, es aprender
a ser más misericordiosos y compasivos con cada evento, persona o memoria
que acumulamos en la vida.

Todo esto nace a partir de vivir la gratitud, que no es otra cosa más que vivir en
reconocimiento de lo bueno. Porque aquello sobre lo que damos gracias, se
puede palpar, sentir, vivir, es real. Todo es una lección de vida.

Vivir en la mortificación, muchas veces es darle importancia a una idea que gira
en nuestra cabeza, cuyo cuerpo se forja por la frustración, la atención a lo que
no es, no fue y no sera. La gratitud, tiene que convertirse en la norma
interpretación de todo lo que nos ha tocado vivir.

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