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La OMS considera a la Covid-19 una enfermedad zoonótica causada por el SARS-CoV-2, aunque su origen animal exacto sigue sin determinarse. Los coronavirus pueden causar infecciones respiratorias graves como el SARS y MERS. A finales de 2019 se detectó un nuevo coronavirus en Wuhan, China. Existen cuadros clínicos leves, moderados y graves de Covid-19 que incluyen neumonía y síndrome de dificultad respiratoria aguda. Las pruebas diagnósticas recomendadas son la RT-
La OMS considera a la Covid-19 una enfermedad zoonótica causada por el SARS-CoV-2, aunque su origen animal exacto sigue sin determinarse. Los coronavirus pueden causar infecciones respiratorias graves como el SARS y MERS. A finales de 2019 se detectó un nuevo coronavirus en Wuhan, China. Existen cuadros clínicos leves, moderados y graves de Covid-19 que incluyen neumonía y síndrome de dificultad respiratoria aguda. Las pruebas diagnósticas recomendadas son la RT-
La OMS considera a la Covid-19 una enfermedad zoonótica causada por el SARS-CoV-2, aunque su origen animal exacto sigue sin determinarse. Los coronavirus pueden causar infecciones respiratorias graves como el SARS y MERS. A finales de 2019 se detectó un nuevo coronavirus en Wuhan, China. Existen cuadros clínicos leves, moderados y graves de Covid-19 que incluyen neumonía y síndrome de dificultad respiratoria aguda. Las pruebas diagnósticas recomendadas son la RT-
La Covid-19, según la Organización mundial de la Salud (OMS) es considerada
una enfermedad zoonótica causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2), un virus altamente transmisible y patógeno, sin embargo, como aún se desconoce la posible fuente animal del SARS CoV-2, autores mencionan que considerarla una enfermedad zoonótica puede ser una definición prematura o sesgada por lo que recomiendan clasificarla como una enfermedad infecciosa emergente de probable origen animal (11). Los coronavirus pueden causar infecciones respiratorias de leves a graves en los humanos. En 2002 y 2012, respectivamente, dos coronavirus con origen zoonótico, el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV) y el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), surgieron en humanos y causaron enfermedades respiratorias mortales, lo que convirtió a los coronavirus emergentes en una nueva preocupación de salud pública en el siglo XXI. A finales de 2019, un nuevo coronavirus fue detectado por primera vez en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, los pacientes iniciales que quedaron expuestos mostraron síntomas de neumonía viral inusual, incluyendo fiebre, tos y malestar en el pecho, y en casos graves, disnea e infiltración pulmonar bilateral. Entre los primeros 27 pacientes hospitalizados documentados, la mayoría de los casos estaban epidemiológicamente relacionados con el mercado mayorista de mariscos de Huanan, un mercado húmedo ubicado en el centro de Wuhan, que vende no solo mariscos sino también animales vivos, incluidas aves de corral y vida silvestre. Según un estudio retrospectivo, la aparición del primer caso conocido se remonta al 8 de diciembre de 2019. El 31 de diciembre, la Comisión Municipal de Salud de Wuhan notificó al público sobre un brote de neumonía de causa no identificada e informó a la OMS quien el 30 de enero de 2020 declaró a la Covid- 19 una emergencia global, el 24 de febrero de 2020 reconoció que el SARS-CoV-2 tiene el potencial de propagarse globalmente y causar un brote pandémico posteriormente, el 11 de marzo de 2020, declaró la Covid-19 pandemia (12) (13). Respecto al origen, se han realizado revisiones de la literatura científica considerado documentos publicados durante 2020 y 2021 planteándose dos orígenes potenciales: natural y antinatural, se ha concluido que incluso considerando la hipótesis zoonótica como la más probable, siendo los murciélagos y los pangolines el origen del coronavirus, a fecha de hoy no se ha identificado la especie fuente intermedia y respecto al origen no natural de este coronavirus no se encontró evidencia científica clara (14) (15).
Conocer los cuadros clínicos de la Covid-19 es útil para diagnosticar la
enfermedad cuando las pruebas serológicas no están al alcance del paciente. La Covid-19 se clasifica según la gravedad, es decir, un cuadro leve (pacientes con síntomas que cumplen la definición de caso de COVID-19 sin evidencia de neumonía viral o hipoxia) se caracteriza por presencia de fiebre, tos, fatiga, anorexia, dificultad para respirar, mialgias. También se han notificado otros síntomas inespecíficos, como dolor de garganta, congestión nasal, dolor de cabeza, diarrea, náusea, vómitos, pérdida del olfato (anosmia) o del gusto (ageusia) que precede a la aparición de los síntomas respiratorios, manifestaciones neurológicas: mareos, agitación, debilidad, convulsiones o datos de focalización como: problemas de habla o de visión, pérdida sensorial o problemas de equilibrio. Las personas mayores y las personas inmunodeprimidas, en particular, pueden presentar síntomas atípicos como disminución del estado de alerta, reducción de la movilidad, diarrea, pérdida de apetito, confusión y ausencia de fiebre. Un cuadro moderado se caracteriza porque el paciente presenta signos clínicos de neumonía (fiebre, tos, disnea, respiración rápida) pero esta no es grave, incluida una SpO2 del 90% o superior al aire ambiente. Un cuadro grave puede deberse a la complicación de la neumonía, entonces el paciente presentará signos clínicos de neumonía más los siguientes: frecuencia respiratoria superior a 30 respiraciones por minuto, dificultad respiratoria grave, SpO2 inferior al 90% con aire ambiente y aunque el diagnóstico puede ser clínico, en este caso las imágenes de tórax (radiografía, tomografía computarizada o ecografía) pueden ayudar al diagnóstico e identificar o excluir complicaciones pulmonares. En este mismo marco, la enfermedad grave, puede tomar vertientes diferentes, una de ellas es la aparición del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SIRA), que se identifica porque que en el plazo de 1 semana de haberse identificado neumonía o síntomas respiratorios nuevos, estos empeoran y las imágenes torácicas (radiografía, TC o ecografía) ya presentan opacidades bilaterales, infiltrados pulmonares, se presenta la necesidad de una evaluación objetiva, por ejemplo, ecocardiografía y hay deterioro de la oxigenación: es entonces cuando encontramos los datos de gravedad respecto al SIRA: leve, de 200 a 300 mmHg de PaO2/FiO2 (con Presión positiva al final de la expiración (PEEP) o Presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) de 5 cmH2O o más), moderado: 100 a 200 mmHg de PaO2/FiO2 (con PEEP de 5 cmH2O o más) y SIRA grave: < 100 mmHg de PaO2/FiO2(con PEEP de 5 cmH2O o más). Por último, pero no menos importante, la aparición de enfermedad crítica por sepsis o choque séptico es otro escenario de la Covid-19 grave, en el caso de la sepsis, los pacientes presentan una disfunción orgánica aguda potencialmente mortal causada por una respuesta desregulada del huésped a una infección, los signos de disfunción orgánica son: alteración del estado mental, respiración difícil o rápida, baja saturación de oxígeno, reducción de la diuresis, frecuencia cardíaca rápida, pulso débil, extremidades frías o presión arterial baja, moteado de la piel, pruebas de laboratorio de coagulopatía, trombocitopenia, acidosis, lactato elevado e hiperbilirrubinemia. En el caso del choque séptico, los pacientes presentan hipotensión persistente a pesar de la reanimación con volumen, que requieren vasopresores para mantener la presión arterial media (PAM) de 65 mmHg o más y un nivel de lactato sérico de más de 2 mmol/litro (16).
Las pruebas diagnósticas recomendadas por la OMS son la RT-PCR que es
actualmente el estándar de oro para la detección del SARS-Cov-2 debido a su capacidad de medir directamente las partes genómicas virales, la sensibilidad de este método suele depender de la cantidad de ARN en cada muestra así que los pacientes pueden clasificarse como positivos para SARS-CoV-2 (caso activo) o negativos para SARS-CoV-2 según el resultado de los resultados de RT-PCR. Sin embargo, no es útil para los pacientes que ya se han recuperado del SARS-CoV-2, ya que la carga viral se elimina del cuerpo después de la recuperación. Asimismo, los pacientes que se encuentran en los primeros días de la infección viral pueden no responder “positivo” a esta prueba debido a la cantidad inadecuada de virus en los hisopos, por lo tanto, es posible que se requieran muestras de hisopos de diferentes partes del cuerpo para una prueba de confirmación. Pero también encontramos las pruebas de anticuerpos pueden medir la presencia y concentración de niveles de IgG e IgM que son las moléculas de interés, sin embargo se ha visto que la mayoría de los pacientes desarrollan un anticuerpo después de aproximadamente 14 días en respuesta a la infección por SARS-CoV- 2, por lo tanto, esta respuesta tardía general puede dar lugar a falsos negativos: cuando el paciente está infectado pero aún no ha producido anticuerpos en niveles detectables, Edward Wright, profesor titular de microbiología de la Universidad de Sussex, dice que “una prueba de anticuerpos no puede decirnos quién está infectado, ya que los anticuerpos se generan hasta dos semanas después, cuando el virus debería haber sido eliminado del sistema. Sin embargo, puede decirnos quién desarrolló inmunidad al virus y qué proporción de la población ha sido infectada”. Las pruebas de antígenos también están recomendadas por la OMS, detectan componentes virales (es decir, glicoproteína S, proteína M o proteína N liberada) o el virus directamente, al igual que los métodos basados en PCR, las pruebas de antígenos sólo revelan la infección viral activa, no la situación de recuperación (17).