La República Aristocrática en el Perú, que abarca el período de
1899 a 1919, se caracterizó por el control político, económico y social ejercido por un grupo privilegiado. Después de la guerra con Chile y la reconstrucción nacional, el agotamiento de los gobiernos militares permitió el resurgimiento del civilismo en 1895. Este periodo fue liderado por el Partido Civil, cuyos miembros provenían principalmente de sectores vinculados a la agricultura, minería, finanzas y comercio. El Civilismo gobernó mayormente durante la República Aristocrática, pero sus líderes eran elegidos por una minoría de la población, evidenciando las brechas sociales. El Segundo Civilismo se caracterizó por la reducción de la participación política, gracias a la Ley Electoral de 1896, que limitaba la participación ciudadana y neutralizaba a las fuerzas políticas adversas. Guillermo Billinghurst, miembro del Partido Civil, fue un personaje destacado en esta época. Durante su gobierno (1912- 1914), propuso legislación social moderada, generando oposición de los conservadores. En el ámbito social, implementó medidas como la reglamentación de huelgas y la jornada laboral de 8 horas. Económicamente, mejoró los servicios portuarios y fomentó la extracción de cobre y plata. En cuanto a obras públicas, destacan la construcción del ferrocarril Lima-Chilca y mejoras en el suministro de agua. A nivel educativo, introdujo la enseñanza de religión e historia sagrada. A nivel internacional, su intento de aplazar el tratado de Ancón generó controversia y fue tildado de traidor chilenizante. A pesar de sus reformas, Billinghurst enfrentó fuerte oposición, lo que llevó a su interrupción política en 1914. Su gobierno dejó un legado en términos de legislación social y mejoras en diversos sectores, pero también generó conflictos y críticas. LOS INTELECTUALES Y LA REALIDAD NACIONAL Durante el periodo del Segundo Militarismo en Perú (1868-1884), marcado por una sucesión de gobiernos militares y autoritarios, se destacaron diversas figuras intelectuales cuyas perspectivas y contribuciones únicas influyeron en la sociedad y la política de la época. Entre ellas, figuran personalidades como Felipe Pardo y Aliaga, Manuel González Prada, Ricardo Palma, Mercedes Cabello de Carbonera y Manuel A. Segura, cada uno aportando desde su propio ámbito de influencia. Felipe Pardo y Aliaga, nacido en 1806, fue un poeta satírico, dramaturgo, abogado y político peruano, perteneciente a la elite aristocrática limeña. Destacó como representante del costumbrismo y criticó severamente las costumbres y prácticas políticas de la sociedad peruana, señalando la falta de civismo y ambición de los gobernantes. Manuel González Prada, nacido en 1844, fue un escritor, poeta y pensador político cuyo pensamiento se caracterizó por una crítica feroz al autoritarismo y su defensa de la democracia. Abogó por un sistema político basado en la participación ciudadana y la libertad de expresión, y criticó tanto a Piérola como a Cáceres por lo que consideraba la falta de participación ciudadana y las acciones represivas contra grupos civiles. Ricardo Palma, nacido en 1833, se destacó como escritor, periodista e historiador peruano. Aunque no fue un político activo, su obra "Tradiciones peruanas" se centró en la recopilación de leyendas, anécdotas y cuentos de la historia peruana, contribuyendo así a la preservación de la cultura nacional. Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909), escritora y feminista peruana, abogó por la igualdad de género, criticó la opresión de las mujeres y promovió su empoderamiento. Su novela "Blanca Sol" abordó temas de género y se convirtió en una voz destacada en la lucha por los derechos de las mujeres. Manuel A. Segura (1835-1883), escritor y político, representó la clase media emergente y abogó por la modernización de Perú. Su oposición a los intereses militares lo llevó a ser un defensor del republicanismo y la participación activa de la sociedad en la política. Aunque estas figuras tenían enfoques distintos, compartían una preocupación profunda por la realidad política y social de su tiempo. Cada uno aportó significativamente al debate intelectual y cultural durante el segundo militarismo. LA SITUACION ECONOMICA DURANTE EL SEGUNDO MILITARISMO Durante el periodo del gobierno de Cáceres en 1886, quien asumió la presidencia tras obtener la victoria con el respaldo del Partido Constitucional, se enfrentó a un panorama económico desolador. Las actividades económicas estaban paralizadas debido a la falta de inversión en el aparato productivo, y las haciendas en las regiones andinas y costeras se encontraban en ruinas, sin recursos financieros para su recuperación. Además, los billetes fiscales estaban devaluados, lo que complicaba aún más la situación. Ante este escenario, Cáceres implementó diversas medidas con el objetivo de reactivar la economía nacional. Entre ellas, destacó la emisión de nuevos billetes para sustituir los fiscales, introduciendo el sol de plata y posteriormente la libra peruana. También se llevó a cabo la descentralización fiscal y se crearon impuestos sobre el consumo de alcohol, opio, tabaco, entre otros. Uno de los mayores desafíos que enfrentó el gobierno de Cáceres fue la abrumadora deuda externa, que ascendía a 51 millones de libras. Para hacer frente a esta situación, se iniciaron negociaciones con los acreedores ingleses, liderados por Michael Grace. Este último propuso un acuerdo que incluía la transferencia de bienes públicos al Estado Peruano como forma de pago. En 1888, el Congreso aprobó el llamado Contrato Grace, que estableció diversas cláusulas, entre las cuales destacaron la creación de la Peruvian Corporation, la asignación de dos millones de hectáreas en la Amazonía, la libre navegación por el lago Titicaca y la administración de los ferrocarriles peruanos por un periodo de 66 años. Además, se comprometió al pago de una cuota anual de 80,000 libras esterlinas. El Contrato Grace propició una considerable inversión extranjera entre 1890 y 1892, principalmente por parte de inversionistas británicos, quienes se involucraron en proyectos ferroviarios, así como en las industrias petrolera, minera, azucarera y manufacturera. Sin embargo, esta bonanza fue efímera debido a la depresión internacional de 1893 y la caída de los precios de la plata, lo que resultó en la disminución de las inversiones británicas. A pesar de estos desafíos, el gobierno de Cáceres logró resolver el problema de la deuda externa y se centró en enfrentar la crisis económica. Se promovió la participación de capitales nacionales en sectores comerciales, y se otorgaron concesiones de recursos naturales a empresas agroindustriales, mineras y petroleras. Se fundó el Banco Italiano (actualmente BCP), y se incentivó la explotación de recursos naturales para su exportación, marcando un rumbo que guiaría la economía peruana durante un largo periodo. ECONOMIA DURANTE LA REPUBLICA ARISTOCRACIA La República Aristocrática, que abarcó desde 1899 hasta 1919 en la historia del Perú, se caracterizó por la sucesión de gobiernos liderados por la élite política y económica. Durante este periodo, la alianza entre las élites política y económica fue fundamental para la gobernabilidad del país. En el sector agropecuario, la agricultura experimentó un notable auge. El cultivo de caña de azúcar impulsó la industrialización del azúcar para la exportación, destacando haciendas como Casa Grande y Cayalti, que modernizaron sus procesos con maquinaria avanzada. Además, la siembra de algodón fomentó la expansión urbana en Piura e Ica, utilizando la modalidad de enganche como sistema laboral, donde los trabajadores contraían deudas que los obligaban a permanecer en las empresas. La ganadería también tuvo un papel relevante en la economía peruana de la época. Desde la crianza de ganado bovino y lanar en Cajamarca hasta la modernización de haciendas en Junín y Pasco con ganado suizo, y la venta de lana en Arequipa y Puno, la ganadería se convirtió en una fuente significativa de ingresos. En el sector minero, pequeños y medianos empresarios vendieron sus minas a inversionistas extranjeros, marcando una diferencia clara entre la propiedad peruana y extranjera. La minería se concentró en la sierra peruana, convirtiéndose en el sector exportador más rentable y de naturaleza enclave. La Ley de Minería de 1900 y el empleo de mano de obra asalariada bajo la modalidad de enganche fueron características destacadas. La actividad industrial se enfocó en rubros como el textil y alimentos. Empresas como la fábrica D'onofrio y la fábrica de fideos Nicolini hermanos contribuyeron al desarrollo industrial, dando lugar al surgimiento del movimiento obrero. La producción de lanas y textiles se convirtió en un pilar fundamental para la economía de la sierra sur, respaldada por la articulación ferroviaria entre Arequipa, Cusco y Puno. Mientras que Arequipa se convirtió en el centro financiero. El auge del caucho entre 1880 y 1920 impulsó la economía de la selva debido a la demanda mundial de este material elástico. Los "Barones del Caucho", como Fermín Fitzcarrald y Julio César Arana, amasaron fortunas significativas mediante la explotación del caucho. Julio César Arana, a través de la Casa Arana, estableció la Peruvian Amazon Rubber Company en 1907. Carlos Fermín Fitzcarrald López, comerciante cauchero y explorador, fue reconocido por descubrir accidentalmente el istmo que lleva su nombre, logrando atravesarlo. Este periodo también presenció el desarrollo económico de la Amazonía debido al auge del caucho y las actividades de los "Barones del Caucho". FIN DEL SEGUNDO MILITARISMO El segundo militarismo en Perú, que abarcó desde 1883 hasta 1895, surgió como respuesta a la necesidad de reconstruir el país tras la devastación causada por la Guerra del Pacífico y la falta de líderes políticos capaces de asumir el poder. La guerra dejó secuelas tanto en el ámbito económico como político, y el general Andrés A. Cáceres, reconocido por su heroísmo en la resistencia de la Breña, emergió como una figura con la autoridad necesaria para restaurar el orden social y político. Desde antes del conflicto bélico, la economía peruana ya estaba debilitada, con el guano dejando de ser la principal fuente de recursos. La declaración de bancarrota en 1876 y la incapacidad para atender la abrumadora deuda externa llevaron al país a decretar la moratoria. La crisis política se acentuó con la muerte de Morales Bermúdez, y una junta provisional liderada por caceristas tuvo que convocar nuevas elecciones, resultando en la victoria de Cáceres. El segundo militarismo se caracterizó por el predominio político de los caudillos militares, la implementación de nuevas técnicas económicas y la confrontación con problemas de deuda. La rebelión de 1895, liderada por la coalición nacional formada por demócratas y algunos civilistas, marcó un punto crucial. La coalición allanó el camino para el regreso de Piérola, exiliado en Chile, liderando un movimiento popular contra el gobierno de Cáceres. La estabilidad política finalmente se logró después de superar la rebelión de 1895, que significó el fin del segundo militarismo. El balance de este periodo mostró el cese de la predominancia de los caudillos militares a fines del siglo XIX. Andrés Cáceres intentó regresar al poder en 1894, pero enfrentó una oposición generalizada. En el contexto sociocultural, la guerra con Chile a fines del siglo XIX generó tensiones internas, y a pesar de la pérdida territorial, el país ganó héroes reconocidos. La cesión de territorios salitreros a Chile por parte del presidente Miguel Iglesias y los conflictos internos contribuyeron al contexto de inestabilidad. En conclusión, Perú experimentó una época de crisis tras perder la Guerra del Pacífico, lo que condujo a una nueva fase de inestabilidad económica y política durante el segundo militarismo. A pesar de las luchas internas, la estabilidad solo se restableció después de superar la rebelión de 1895. MOVIMIENTOS SOCIALES DURANTE LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA La República Aristocrática, un periodo que se extendió de 1899 a 1919, estuvo caracterizada por el dominio político del partido civil, proporcionando estabilidad política y económica al evitar la presencia de caudillos. Durante esta época, hubo un crecimiento demográfico de la clase media, obreros y artesanos. El movimiento obrero, influenciado por la Revolución Industrial y las ideas anarquistas de Manuel Gonzales Prada, surgió con el objetivo de mejorar las condiciones laborales. Se destacaron acciones como la Huelga de Jornaleros del Callao (1904) y la formación de la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú (1904). Este movimiento logró avances significativos, como la Ley 2760 que prohibió el embargo de sueldos, el establecimiento del descanso dominical en 1918 y la jornada laboral de ocho horas en 1919, entre otros. El movimiento campesino, que comenzó a principios del siglo XX, enfrentó discriminación política y abuso por parte de terratenientes. Acciones como la Rebelión de Rumi Maqui en 1915 y 1916 liderada por Teodomiro Gutiérrez Cueva buscaron luchar contra la injusticia. Se lograron avances como la creación del Patronato del Indígena y la prohibición del trabajo gratuito y obligatorio en las minas. En el ámbito político, surgió el Movimiento Liberal Arequipeño a principios del siglo XX, propuesto por Mariano Lino Urquieta y defendido por Francisco Mostajo Miranda. Buscaba la abolición de la servidumbre, límites a la jornada laboral de mujeres y niños, y descentralización del poder. El feminismo, también en sus inicios del siglo XX, surgió como respuesta a la discriminación de género respaldada por el Estado. Figuras destacadas como María Jesús Alvarado y Zoila Aurora Cáceres abogaron por la igualdad de derechos civiles y políticos para las mujeres. Maria Jesús Alvarado defendió también los derechos de niños, obreros e indígenas. La Generación del 900, un grupo de estudiosos, abogó por una educación con igualdad de oportunidades basada en el conocimiento científico y orientada al trabajo e industria. Representantes como Francisco García Calderón, Alejandro Deustua, Manuel Vicente Villarán, Víctor Andrés Belaunde, José de la Riva Agüero y Osma, Dora Mayer y Pedro Zulen contribuyeron con sus ideas a este movimiento. La Asociación Proindigena (1906-1916) creada por Dora Mayer y Pedro Zulen buscó la "redención" de la población indígena y denunció la explotación en las minas y haciendas. LA SOCIEDAD PERUANA A FINES DEL SIGLO XIX En este contexto, la sierra peruana experimentó una compleja situación, con terratenientes poderosos en el sur andino y una crisis de jerarquías en el centro. Las comunidades indígenas jugaron un papel activo en la resistencia. La bonanza exportadora del caucho en la Amazonía generó un cambio económico significativo y un nuevo grupo de poder, aunque también llevó a la explotación y control de la población local. Los sectores medios urbanos, especialmente en ciudades como Lima y Arequipa, experimentaron un crecimiento notable. Organizaciones como la Sociedad de Obreros Panaderos y la Confederación de Artesanos desempeñaron un papel crucial en la configuración del nuevo escenario social. Además, la participación política de la clase media se asoció con corrientes socialistas y anarquistas. Los sectores populares, que incluían a la población indígena, afroperuana y migrantes extranjeros, enfrentaron desafíos como el despojo de tierras y la explotación en la extracción del caucho. La población indígena sufrió el despojo de tierras comunales y la privación del derecho al sufragio tras la reforma electoral de 1895. Incluso, braceros japoneses fueron empleados en condiciones precarias desde 1899. Durante el gobierno de Nicolás de Piérola, entre 1895 y 1899, se logró estabilidad política y bonanza económica, sentando las bases para la modernización del Estado. La élite modernizadora, compuesta por empresarios exportadores, profesionales y mujeres "vanguardistas", desempeñó un papel clave en esta transformación. LA MODERNIZACIÓN MODERNIZACIÓN DEL ESTADO En 1895, Nicolás de Piérola asumió la presidencia por segunda vez, marcando un período centrado en la reactivación económica, la centralización política desde Lima y el fortalecimiento democrático. Entre las reformas constitucionales implementadas se destaca la creación de la sociedad anónima recaudadora de impuestos, la reorganización de la escuela militar de Chorrillos, la instauración del servicio militar obligatorio y la organización militar, así como la promulgación de la ley electoral, estableciendo la Junta Electoral Nacional. Otras reformas abordaron la creación del Ministerio de Fomento, Obras Públicas y de un plan de ordenamiento urbano, junto con la ovulización de la contribución personal en 1895. La economía peruana, diversificada en productos agrícolas, mineros y petroleros, mostraba signos de recuperación desde 1890. Ante la devaluación de la moneda de plata, se adoptó el patrón oro, favoreciendo el desarrollo económico internacional. La creación de la Cámara de Comercio y sociedades nacionales de industrias, agricultura y minería, fundada en 1888, contribuyó al control de la exportación e importación, modificó impuestos y participó en la explotación de recursos. El caucho experimentó un gran auge entre 1890 y 1914, destacando figuras como Carlos Fermín Fitzcarral. Su explotación, esencial para la fabricación de neumáticos, generó reconocimiento en la industria europea y estadounidense. Fitzcarrald, en sus expediciones, capturó indígenas para trabajar en la extracción de caucho, controlando ríos como el Ucayali, Urubamba y Manu. El auge de las exportaciones de algodón y caña de azúcar contribuyó al aumento de las finanzas estatales, consolidando la posición de la oligarquía terrateniente. Se estableció el Estanco de Sal en 1896, imponiendo un impuesto a la sal con el propósito de recaudar fondos y recuperar Tacna y Arica, lo que desató una rebelión en Huanta.
La República Aristocrática Es El Nombre Dado Por El Historiador Jorge Basadre A La Época de La Historia Peruana en La Que El Poder Estuvo Ocupado Por La Oligarquía
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