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RESUMEN SOCIDAD ESTADO (1880/1983).

-FBT
1. EL CICLO DEL LIBERALISMO OLIGÁRQUICO (1880-1916):
Hasta 1880, varios sectores dominantes de diferentes provincias,
unidos bajo el Partido Autonomista Nacional (PAN), lograron cierta
estabilidad política al acordar la organización del poder y las reglas para
elegir a los gobernantes. Julio Argentino Roca fue una figura clave en este
acuerdo y contribuyó a consolidar el poder central.
El PAN estaba compuesto por líderes con intereses políticos y
económicos comunes. Roca desempeñó un liderazgo importante y tuvo un
fuerte impacto en la elección de candidatos. Fue presidente en dos
ocasiones: 1880-1886 y 1898-1904.
Este acuerdo puso fin a las insurrecciones y guerras civiles
constantes y estableció un régimen político oligárquico. En este sistema,
un grupo minoritario detentaba el poder político, económico y social. El
poder se ejercía a través de gobiernos electores, donde los funcionarios
salientes designaban a los entrantes. El ciudadano dejaba de elegir
directamente a sus representantes, y los gobiernos los nombraban.
Para mantener el monopolio del poder, el este grupo empleó tácticas
como el fraude electoral y la cooptación (votarse entre ellos mismos). Las
familias poderosas controlaban el gobierno a nivel nacional y provincial, y
sus vínculos y acuerdos eran cruciales. Instituciones como el Club del
Progreso y el Jockey Club, además de las facultades de Derecho en
Buenos Aires y Córdoba, eran fundamentales para reclutar a la élite
política.
A medida que avanzaba la modernización capitalista, la élite política
se fusionaba cada vez más con la clase dominante. Los políticos y
funcionarios participaban en negocios privados, mientras que ricos
empresarios incursionaban en la política. Esto resultó en una estrecha
relación entre la élite política y las fracciones más poderosas de la
burguesía argentina.
Del Orden y progreso:
El lema, "orden y progreso", reflejaba la aspiración de construir
sociedades prósperas y dinámicas mediante un control firme desde el poder.
En Argentina, durante ese período, los positivistas deseaban
suprimir la política y reemplazarla con la "administración".
Consideraban que la política estaba relacionada con el caudillismo, los
conflictos violentos y la posible aparición de grupos desafiantes para las
clases dominantes. En contraste, veían la administración como una
actividad científica que podía guiar a la sociedad hacia un progreso
continuo.
Además, los positivistas argentinos percibían la herencia hispano-
colonial y la religión católica como obstáculos para la modernización.
Por lo tanto, abogaban por el laicismo, fomentaban la inmigración
europea para introducir cambios culturales y consideraban la integración en
el mercado mundial y la imitación de las naciones occidentales europeas
como los caminos adecuados para avanzar de la barbarie hacia la
civilización.
Una vez que el Estado argentino consolidó el monopolio de la
violencia y logró estabilidad política, el progreso se convirtió en una
prioridad. Esto implicaba la integración de Argentina en el mercado
mundial como un país agroexportador, lo que requería un pleno
despliegue de las fuerzas productivas.
Para expandir la frontera productiva, comandados por Roca en la
llamada conquista del desierto, el Estado nacional conquistó territorios
indígenas en la pampa, la Patagonia y el Chaco, lo que consolidó el
poder de un grupo terrateniente establecido.
Entre 1859 y 1930, más de seis millones de extranjeros llegaron a
Argentina en busca de trabajo y oportunidades de progreso. La
inmigración europea contribuyó significativamente al aumento de la
población argentina, que se cuadruplicó entre 1869 y 1914.
Durante el período de 1860 a 1910, con inversiones de capital
extranjero, se construyó una extensa red ferroviaria que conectaba las
áreas de producción agropecuaria con los mercados urbanos y
extranjeros. Gran parte de estas líneas ferroviarias estaban en manos
británicas, mientras que las menos rentables eran propiedad del Estado.
Esta red de ferrocarriles permitió el transporte de productos y mercancías a
lo largo del país y fomentó el comercio.
El capital extranjero también facilitó la expansión de la red
telegráfica, la construcción de puertos y la instalación de servicios
públicos en las principales ciudades de Argentina. Estos desarrollos
contribuyeron al crecimiento y la modernización del país.
Argentina adoptó un modelo agroexportador desde mediados del
siglo XIX, enfocado en la exportación de alimentos y materias primas,
mientras importaba bienes manufacturados, capital y trabajadores.
Este modelo se desarrolló gradualmente, comenzando alrededor de 1850 y
alcanzando su apogeo entre 1880 y 1914.
Durante este auge, se expandió masivamente la agricultura, con la
incorporación de nuevas tierras y mejoras en la producción y la
infraestructura. Esto impulsó el crecimiento y la diversificación económica,
centrándose en la agricultura y la exportación de carnes de alta calidad.
Curiosamente, a pesar de ser un país agrario, hubo una intensa
urbanización, con la mayoría de los inmigrantes y la población en general
concentrándose en ciudades como Buenos Aires y Rosario debido a
oportunidades laborales y sociales.
Además, Argentina experimentó un crecimiento industrial en
sectores relacionados con la exportación, como la industria frigorífica,
pero la industrialización en otros sectores fue limitada debido a la
competencia de productos importados.
A principios del siglo XX, Argentina se destacaba como el "granero
del mundo", ocupando una posición prominente en las exportaciones
globales de cereales, lino, lana y carne. A diferencia del capitalismo
británico, que se basaba en la producción industrial y relaciones capitalistas
típicas, el capitalismo argentino tenía sus raíces en la riqueza natural de la
tierra.
La extraordinaria fertilidad de la llanura pampeana proporcionó
al país ingresos sustanciales durante décadas. Quienes se beneficiaron en
gran medida de esta riqueza fueron, en primer lugar, los propietarios de las
tierras pampeanas. Su monopolio sobre estas tierras les permitía imponer
condiciones a los arrendatarios y obtener rentas significativamente más
altas debido a la extraordinaria fertilidad del suelo, en comparación con
otras regiones de Argentina y del mundo.
Los capitalistas británicos también estaban en una posición
privilegiada, ya que tenían el monopolio del transporte a través de
ferrocarriles y buques, controlaban parte del sistema financiero y
dominaban el comercio exterior. Sin su participación, era imposible llevar
a cabo la exportación de productos agrarios hacia Europa. Estos dos
grupos, los terratenientes pampeanos y los inversores británicos, fueron
los principales beneficiarios directos del modelo agroexportador y
ejercieron un poder político constante a lo largo de este período.
En contraste, aquellos que realizaban el trabajo productivo en el
campo, como los pequeños productores familiares y los peones rurales,
tenían menos capacidad para beneficiarse de la riqueza que se generaba
en el campo.
LOS CAMBIOS SOCIALES:
La clase dominante, cuyo poder se basaba principalmente en la
propiedad de las tierras pampeanas, diversificó sus intereses económicos y
se caracterizó por utilizar al Estado para negocios lucrativos,
adoptando comportamientos especulativos.
En las ciudades y en áreas agrarias con acceso relativamente amplio
a la propiedad de la tierra, surgieron sectores medios en crecimiento,
principalmente involucrados en actividades terciarias y con una fuerte
influencia de la inmigración. Estos sectores aumentaron su consumo,
nivel educativo y se involucraron en organizaciones políticas como el
partido socialista, el Partido Demócrata Progresista y la Unión Cívica
Radical.
La clase trabajadora, en su mayoría compuesta por inmigrantes,
experimentó un crecimiento gracias al desarrollo de industrias alimentarias,
transporte, pequeños talleres y actividades artesanales de servicios.
Esta sociedad diversa y en movimiento generó nuevas tensiones.
Debido a las malas condiciones de vida, laborales, bajos salarios y falta
de protección estatal, surgieron signos crecientes de organización obrera y
movilización. Predominaron los sindicatos de oficio, liderados
principalmente por anarquistas, y más tarde, el socialismo ganó influencia
en sindicatos especializados y entre trabajadores con un mayor nivel de
educación, abogando principalmente por reformas en el sistema político.
También emergió el sindicalismo revolucionario, que rechazaba las
prácticas parlamentarias y tendía hacia el economicismo.
A principios del siglo XX, el desafío al "orden" en Argentina
adquirió una nueva forma. Ya no se trataba de levantamientos de
caudillos o conflictos con los indígenas, sino de cuestiones relacionadas
con el crecimiento demográfico, la integración de inmigrantes, la
urbanización y la "cuestión social", que incluía altos niveles de
conflictividad laboral y el auge del movimiento obrero.
Durante la década de 1900, se registraron siete huelgas generales y
manifestaciones significativas. El anarquismo, que dominaba la lucha y la
organización de los trabajadores, tuvo un período de gran influencia. Este
discurso anarquista resonó especialmente entre los trabajadores, en su
mayoría inmigrantes, analfabetos y marginados, debido a que reflejaba su
desapego y su propensión a la confrontación social violenta en lugar de la
acción política parlamentaria.
El Estado respondió inicialmente de manera represiva, con
enfrentamientos violentos y leyes destinadas a expulsar a los elementos
"perturbadores", especialmente inmigrantes activistas gremiales y políticos.
La Ley de Residencia de 1902 permitió la deportación de inmigrantes
involucrados en actividades políticas y sindicales, y en 1910 se fortaleció
con la Ley de Defensa Social, que introdujo sanciones más severas para los
activistas sociales, incluso la pena de muerte en caso de atentados con
víctimas mortales y penas de prisión por actividades no violentas, como la
promoción de "ideas contrarias al orden social".
CUASTION NACIONAL:
En la Argentina del siglo XX, la creciente conflictividad social se
vinculaba a la inmigración. El Estado aplicó estrategias para controlar la
clase obrera y promover la nacionalización de extranjeros. Usó la
educación, el servicio militar y la salud pública para imponer una visión
alineada con élites. La Ley 1420 de 1884 centralizó la educación,
estableciendo la obligatoriedad y laicidad. El servicio militar sirvió para
ciudadanizar y disciplinar. El Estado creció al asumir funciones de
entidades privadas y provincias, buscando influencia política y clientelismo
a través del empleo público, lo que aumentó los empleados estatales.
2. EL CICLO DEL LIBERALISMO DEMOCRÁTICO (1916-1930):
Esta etapa marcó la impugnación al régimen político oligárquico que
había dominado el país. Una crisis económica, derivada de la dependencia
de Argentina de las exportaciones y capitales extranjeros, tuvo un papel
crucial en este proceso. La crisis se originó a finales del siglo XIX,
cuando los precios internacionales de los productos agrícolas
comenzaron a descender, disminuyendo la demanda internacional de
estos productos. Esto generó un desequilibrio en la balanza de pagos,
inflación y una crisis financiera en 1890, durante la presidencia de
Juárez Celman, cuñado de Roca.
En respuesta a esta crisis, surgieron movimientos opositores, como la
Unión Cívica (UC) en 1889. La UC buscaba un cambio político y ético,
incluyendo elecciones limpias, y canalizó sus demandas a través de clubes
políticos y actos cívicos. Finalmente, en 1890, la Revolución del Parque,
una insurrección cívico-militar que como la UC no era homogénea y se
dividió en diferentes grupos con diversos objetivos, termino pactando con
Roca, y concluyo con la renuncia de Juárez Celman. Los mitristas, en
medio de la Revolución del Parque, negociaron con Roca para llevar a
Pellegrini al poder, lo que dio lugar al surgimiento de la Unión Cívica
Radical (UCR) en 1891, liderada inicialmente por Leandro N. Alem y
luego por Hipólito Yrigoyen, su sobrino.
En 1912, se sancionó la Ley Sáenz Peña, que estableció el voto
secreto y obligatorio para todos los varones mayores de 18 años. Esta ley
buscaba neutralizar las corrientes revolucionarias y promover un
mejoramiento institucional a través de un gobierno representativo.
En las primeras elecciones, bajo esta nueva ley, triunfó la UCR con
Yrigoyen a la cabeza con el 42% de los votos, se llevaron a cabo en 1916,
iniciando un nuevo ciclo histórico: un Estado liberal-democrático que se
mantuvo hasta 1930. Durante este período, Argentina experimentó un auge
económico, pero también enfrentó desafíos políticos y sociales
significativos.
La UCR logró construir una hegemonía compartida con las
clases dominantes tradicionales, aunque estas continuaron manteniendo
el poder económico, cultural e ideológico. Los distintos sectores que
apoyaron al radicalismo se habían beneficiado de alguna manera con el
Movimiento de Ampliación Económica (MAE). Sin embargo, no
cuestionaban el dominio económico de la clase dominante ni el modelo
de acumulación vigente. Lo que sí ponían en tela de juicio era la
hegemonía política y la legitimidad de un régimen que respaldaba
mecanismos de exclusión y obstaculizaba las oportunidades de ascenso
social, especialmente en áreas como la educación y los cargos estatales.
Las propuestas de la Unión Cívica Radical (UCR) carecían de
definiciones específicas en lo que respecta a la esfera económica y
social. Se limitaban principalmente a la promoción de la Constitución
Nacional de 1853. Los objetivos y metas planteados por los radicales eran
de naturaleza global, de manera que ningún sector se sintiera excluido. La
UCR buscaba configurarse como un movimiento de identidad nacional. Su
doctrina pregonaba la defensa del bienestar general y la unidad nacional.
El periodo del yrigoyenismo en el gobierno estuvo marcado por
varios desafíos y cambios significativos. A pesar de los postulados teóricos
del movimiento, se encontraron con una fuerte oposición por parte de los
sectores dominantes, y las circunstancias mundiales, como la Primera
Guerra Mundial, afectaron a Argentina con una reducción en la
demanda de productos exportables y una caída en la inversión extranjera,
además de una nueva ola migratoria.
En cuanto a la solidez política, a pesar de tener la presidencia, la
Unión Cívica Radical (UCR) era una minoría en ambas cámaras
legislativas. La justicia tenía fuertes vínculos ideológicos y familiares con
las élites tradicionales, y los medios de comunicación tampoco respaldaban
al gobierno.
Durante su mandato, el presidente Yrigoyen intentó implementar
una serie de medidas para fortalecer la economía y mejorar las
condiciones de vida de la población. Esto incluyó acuerdos comerciales
bilaterales para asegurar mercados externos, la creación de una marina
mercante nacional, créditos hipotecarios para pequeños agricultores,
políticas de autoabastecimiento energético, la construcción de
infraestructura como puertos y ferrocarriles, y un mayor control de las
cuentas de los ferrocarriles para prevenir abusos.
En las ciudades, el gobierno se enfrentó a situaciones desafiantes, ya
que la industrialización comenzó a expandirse debido a las restricciones a
las importaciones en 1917. La corriente sindicalista más negociadora ganó
fuerza, lo que resultó en huelgas exitosas y mejoras salariales para los
trabajadores. Sin embargo, también hubo tensiones con los sectores
empresariales más poderosos, que temían una revolución similar a la que
ocurría en Rusia. Estos sectores se organizaron en la Liga Patriótica, un
grupo paramilitar que buscaba eliminar las ideologías extranjeras y
fomentar un sentimiento de nacionalidad.
La crisis culminó en la Semana Trágica de 1919, un enfrentamiento
entre la policía y los trabajadores que se generalizó en Buenos Aires. A
pesar de que el gobierno logró restablecer el orden con la ayuda del
ejército, se produjo una aguda crisis política. Para evitar un golpe de
Estado, el gobierno tomó medidas severas de represión y otorgó al ejército
un papel político más destacado.
En el ámbito educativo, el radicalismo respondió a las
movilizaciones estudiantiles con la Reforma Universitaria de 1918, que
democratizó la gobernanza universitaria e introdujo cambios en la
enseñanza y el contenido de los programas académicos.
El conflicto entre yrigoyenistas y sectores dominantes se atenuó bajo
el gobierno que ejerció Marcelo T. de Alvear entre 1922 y 1928.
Bajo el gobierno de Marcelo T. de Alvear, que gobernó entre 1922
y 1928, se vivieron tiempos de prosperidad económica en Argentina. Este
periodo se ubicó en medio de las guerras mundiales, y el capitalismo a
nivel global estaba en plena expansión. La administración de Alvear
revitalizó la economía, promoviendo la industria, beneficiada por
inversiones estadounidenses y aranceles aduaneros que protegían la
producción local.
A pesar de esta prosperidad económica, las tensiones políticas no se
disiparon por completo. En 1924, el partido Unión Cívica Radical (UCR)
se dividió en dos facciones: la UCR yrigoyenista, que representaba una
línea más popular, y la UCR antipersonalista liderada por Alvear, que
tenía un enfoque aristocrático.
Los antipersonalistas buscaban socavar los dos pilares que
sostenían el liderazgo de Yrigoyen: el patronazgo y la intervención federal
en la política. A pesar de la división en el partido, Argentina experimentó
un período de crecimiento económico durante el gobierno de Alvear.
No obstante, la crisis económica mundial de 1929 tuvo un impacto
en Argentina, generando un malestar social que llevó a sectores
conservadores, radicales antipersonalistas y socialistas independientes a
conspirar y llevar a cabo un golpe de Estado en 1930, liderado por el
general Félix Uriburu. Este golpe marcó el fin de la primera experiencia
democrática en Argentina y el regreso a un régimen político
oligárquico, junto con un nuevo modelo de acumulación y una
reestructuración social, caracterizada por la intervención estatal.
Los sectores dominantes rechazaban a Yrigoyen debido a que él no
formaba parte de sus filas ni compartía muchos de sus ideales y modos de
vida. Era innegable la resistencia cultural hacia la integración de sectores
sociales subordinados, que se manifestaba a través de la ampliación de la
matrícula en la educación primaria y secundaria, la democratización
universitaria y la inclusión en el Estado de miembros de los sectores
medios.
3. LA DECADA INFAME/DE TRANSCICION (1930-1943):
La Década Infame, que abarca de 1930 a 1943 en Argentina, fue un
período de convulsión política y crisis económica. Comenzó con un golpe
de Estado que derrocó al presidente Yrigoyen y marcó el fin de la
democracia que había prevalecido desde 1916. Durante estos años, la
democracia fue reemplazada por una serie de gobiernos autoritarios y
fraudulentos.
Las elecciones presidenciales se caracterizaron por el fraude
electoral y la manipulación política, lo que llevó a resultados que no
reflejaban la voluntad popular. Líderes militares y políticos como Uriburu,
Justo, Ortiz y Castillo ocuparon la presidencia, manteniendo el poder
con el respaldo de las fuerzas armadas y sectores conservadores.
Uriburu pretendía llevar adelante un proyecto corporativo que
incluía la reforma de la Constitución Nacional. Estas aspiraciones no
tuvieron buena recepción y Uriburu fue perdiendo apoyos.
La economía argentina se vio afectada por la Gran Depresión
mundial (producto de la caída del 29 de la bolsa de Wall Street), con la
caída de los precios de las exportaciones agrícolas y la falta de inversión
extranjera. Hubo restricciones a las libertades civiles y políticas, como la
limitación de la libertad de prensa y la represión de la oposición política.
Argentina se aisló internacionalmente debido a su apoyo a regímenes
fascistas en Europa.
En 1942, el presidente Ortiz renunció debido a su deteriorada salud y
falleció, dejando la presidencia en manos del Vicepresidente Castillo.
Castillo continuó prácticas fraudulentas y apoyó la candidatura de
Robustiano Patrón Costas, un conservador de Salta, para las próximas
elecciones presidenciales. Sin embargo, esta candidatura no fue bien
recibida por sectores nacionalistas del ejército, preocupados por sus
inclinaciones políticas. Además, el clima social efervescente, el aumento de
la actividad sindical y la propagación de ideologías de izquierda llevaron a
la preparación de un Golpe de Estado.
En resumen, La llamada “Década Infame” significó un período de
inédita corrupción en la Argentina. Fue la Restauración de la
oligarquía agropecuaria luego de la experiencia del radicalismo en el
poder, que, si bien no invirtió el modo de acumulación, virando hacia un
modelo industrialista, intentó democratizar la renta agraria. Es una etapa de
enorme escepticismo, de desazón, de sensación de falta de futuro. El tango
lo expresa, sobre todo: la mujer que se fue con otro es la Patria que no nos
pertenecía. El país estaba entregado al capital extranjero.
4. EL GOBIERNO PERONISTA (1946-1955):
Juan Domingo Perón llegó al gobierno de Argentina a través de una
serie de eventos políticos y electorales que culminaron con su elección
como presidente. Perón comenzó su carrera política como secretario de
Trabajo y Previsión durante el gobierno militar liderado por el general
Pedro Ramírez en 1943. En esta posición, implementó políticas laborales
que le dieron notoriedad y apoyo entre los sindicatos y trabajadores.
En 1946, Perón se postuló como candidato a la presidencia de
Argentina. Su plataforma política se centraba en el peronismo, un
movimiento que promovía la justicia social, los derechos laborales y la
justa distribución de la riqueza. Perón ganó las elecciones presidenciales en
febrero de 1946 con un fuerte respaldo de los sectores trabajadores y
sindicales.
Durante su presidencia (1946-1955), Perón implementó una serie
de medidas que beneficiaron a la clase trabajadora y se centraron en la
"justicia social". Estas incluyeron el salario mínimo, vital y móvil, el
aguinaldo, las vacaciones pagadas, la estabilidad laboral, la ley de
accidentes de trabajo y la nacionalización de varios sectores de la
economía, como la banca y las empresas de servicios públicos. También
tendió a considerar la actividad de los partidos de la oposición como
manifestaciones ilegitimas, obstaculizando sus actividades tanto dentro
como fuera del parlamento.
Perón impulso el Plan Quinquenal que comenzó en 1946, tuvo
como objetivo principal la industrialización y modernización de Argentina.
Promovió la creación de nuevas industrias y la expansión de las existentes,
reduciendo la dependencia de las importaciones de productos
manufacturados. Se nacionalizaron empresas clave, como las relacionadas
con el petróleo y el transporte, para dar al Estado un mayor control.
También se mejoraron las condiciones laborales, elevando los salarios y
otorgando derechos a los trabajadores. Se invirtió en infraestructura,
incluyendo carreteras y represas. Se implementaron políticas sociales y se
modernizó la agricultura. En resumen, el plan buscó la industrialización, la
autosuficiencia y el bienestar social en Argentina.
Sin embargo, hacia la década de 1950, la situación comenzó a
cambiar. Las patronales ya no querían mantener los altos salarios y las
conquistas populares, y Perón intentó mejorar las relaciones con Estados
Unidos, apoyándolos en la Guerra de Corea y promoviendo contratos
petroleros con empresas estadounidenses. Esto resultó insuficiente para
calmar las tensiones.
Finalmente, en 1955, un golpe militar derrocó a Perón. A pesar de
la resistencia de la clase trabajadora, Perón decidió renunciar sin ofrecer
resistencia, lo que marcó los límites de su liderazgo y del movimiento
peronista. Después del golpe, la clase trabajadora enfrentó represión y
planes de ajuste.
5. EL FRACASO DE LA SEMIDEMOCRACIA (1955-58):
Los líderes del golpe de 1955 presentaron su acción como un
movimiento en favor de la democracia y la libertad, pero esto resultó en
administraciones militares que intentaron proscribir al peronismo y acabar
con su influencia. El peronismo fue percibido como una amenaza para las
instituciones democráticas.
Después de 1955, Argentina se caracterizó por una comunidad
política desarticulada, una disyunción entre la sociedad y el
funcionamiento de la política. El enfrentamiento entre el sector popular y el
frente antiperonista, que incluía a la burguesía y la clase media, no
compartieron la misma arena política para la resolución de conflictos, el
sector popular quedo privado de toda representación en las instituciones,
mientras los burgueses tuvieron la posibilidad de recurrir a estas
instituciones. Esto llevó a la emergencia de un sistema político dual, con
prácticas tanto parlamentarias como extraparlamentarias.
El frente antiperonista, luego del derrocamiento de Perón, se dividió en
tres posiciones claves:
1. Populismo Reformista: Abogaba por la promoción de intereses de
la clase obrera y la burguesía urbana, con una política nacionalista
moderada que limitara la presencia del capital extranjero en ciertos
sectores.
2. Desarrollismo: Propugnaba la expansión de las industrias de bienes
de capital e intermedios y la incorporación masiva de capital
extranjero a la economía, pero no apoyaba necesariamente la
conciliación de clases.
3. Liberalismo: Abogaba por la apertura de la economía argentina al
mercado internacional, reduciendo la intervención estatal y
promoviendo la iniciativa del sector privado.
Estos debates y posiciones políticas llevaron a una complejidad en la
política argentina durante este período, con alianzas y conflictos que se
basaron en la percepción de cómo cada opción afectaría los intereses
económicos de las clases sociales y su relación con el peronismo.
Además de los partidos políticos, el sindicalismo peronista se
convirtió en un actor político autónomo y desempeñó un papel
importante en la oposición. Los sindicatos peronistas, que gracias a su
“ilegalidad” consecuencia de la prescripción del peronismo en este periodo
pudieron adoptar otro tipo de métodos, defendieron los intereses de los
trabajadores, obstaculizando la implementación definitiva de las políticas
de estabilización económica (congelamiento de los salarios reales) y su
relación con el peronismo se volvió menos subordinado a la autoridad
de Perón, quedando su figura como un símbolo de retorno, lo que llevó a
una transformación gradual.
Las fuerzas armadas también jugaron un papel crucial en este período,
pasando de un papel tutelar inicial a una intervención más directa en
la política, producto de una fragmentación de las fuerzas en la que salió
predominante la fracción denominada “los azules” en cabeza del general
Onganía, que hacia mitad de los años 60s llego a la conclusión de que el
experimento semidemocrático iniciado en el 55´debia darse por terminado,
cesado así, momentáneamente, la intervención militar en el estado. Se
resolvió así por cuanto advirtió dos inconvenientes: 1. La fragmentación
militar como consecuencia de la política, 2. Su intervención no beneficiaba
el crecimiento económico sostenido.
6. NOVARO, CAP. 2 "FRONDIZI, ENTRE LA PROSCRIPCIÓN Y LA
INTEGRACIÓN"(1958-1962):
El gobierno de Arturo Frondizi en Argentina, que tuvo lugar de 1958
a 1962, se enfrentó a dos factores de poder predominantes: los sindicatos
peronistas y los militares. Frondizi buscó un equilibrio entre ellos, lo que
permitió algunos logros en su presidencia. Sin embargo, se enfrentó a
desafíos importantes. Frondizi llegó al poder como candidato de la Unión
Cívica Radical Intransigente (UCRI), un partido que buscaba una postura
más conciliatoria hacia el peronismo, en comparación con otros partidos
como la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP).
La Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y sectores militares
abogaban por la proscripción del peronismo, mientras que Frondizi buscaba
la integración de los peronistas en la política argentina. Esto generó
tensiones desde el principio.
Frondizi para llegar al poder hizo un pacto con Perón, Este pacto se
selló en 1957, cuando Argentina se encontraba en una situación política
complicada, con tensiones entre diferentes fuerzas políticas y militares. El
pacto tenía varios objetivos y acuerdos implícitos. Uno de los puntos
fundamentales del pacto fue el fin de la proscripción del peronismo, lo
que permitió que el peronismo volviera a la escena política argentina. Perón
acordó brindar su apoyo electoral al candidato presidencial Arturo Frondizi
en las elecciones de 1958, lo que aseguró su victoria.
Frondizi intentó superar la dicotomía entre peronismo y
antiperonismo y formar una alianza que incluyera al empresariado, sectores
medios, y votantes peronistas. A pesar de ganar las elecciones con amplio
apoyo, enfrentó la oposición tanto de la UCRP como de los militares.
Frondizi se enfrentó a la difícil tarea de decidir cómo manejar la
presencia del peronismo en la política argentina, ya que este movimiento
había sido proscrito en 1955. Existieron dos enfoques principales en
debate:
Proscripción del Peronismo: Algunos sectores políticos y militares
abogaban por la proscripción continua del peronismo, considerándolo una
amenaza para la estabilidad del país. Estos grupos favorecían una política
de confrontación con los seguidores de Juan Domingo Perón.
Integración del Peronismo: Frondizi buscó una vía de integración
del peronismo en la vida política argentina. Reconoció que el peronismo
tenía un amplio apoyo popular y que ignorar este hecho podría llevar a una
mayor polarización y conflicto. Frondizi adoptó una política de
"integración" que buscaba permitir que los peronistas participaran en
elecciones y regresaran a la vida política legal.
El gobierno de Frondizi promovió la apertura del sector petrolero a
la inversión extranjera y otras políticas económicas de desarrollo, a través
del El Plan de Estabilización y Desarrollo incluyó políticas monetarias y
fiscales destinadas a controlar la inflación, así como la promoción de
inversiones extranjeras y la apertura a acuerdos comerciales
internacionales. Frondizi también adoptó medidas para atraer inversiones
en sectores estratégicos de la economía, como la industria petrolera y la
generación de energía. Sin embargo, esto generó tensiones con los
sindicatos, y las Fuerzas Armadas finalmente tomaron un papel más
preponderante.
El gobierno también enfrentó problemas en la educación
universitaria y una creciente polarización en la sociedad debido a la
modernización económica. Factores externos, como la Guerra Fría y la
Revolución Cubana, influyeron en la política argentina.
La presidencia de Frondizi fue destituida por un golpe militar debido
a sus esfuerzos de integración del peronismo.
La presidencia de Frondizi estuvo marcada por su intento de
conciliar a diferentes facciones en un país políticamente dividido. Aunque
logró algunos avances económicos, su gobierno enfrentó desafíos políticos
y sociales significativos, y finalmente terminó debido a la presión militar.
7. “ARTURO ILLIA: UN GOBIERNO MODERADO EN LA ESCENA
DE LA REVOLUCIÓN” (1963-66):
El gobierno de Arturo Illia en Argentina, que tuvo lugar de 1963 a
1966, fue un período de la historia argentina caracterizado por su
compromiso con la democracia y la estabilidad política. Illia, miembro de
la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), asumió la presidencia
después de ganar las elecciones en 1963.
Durante su mandato, Illia implementó políticas que buscaban
mantener la estabilidad económica del país. Adoptó un enfoque más
conservador en comparación con su predecesor, Arturo Frondizi, y
mantuvo un tipo de cambio fijo para controlar la inflación. También
promovió políticas de austeridad fiscal y mantuvo el gasto público bajo
control. uno de los primeros actos de Illia en el gobierno fue anular los
contratos petroleros firmados por su predecesor Frondizi.
Uno de los logros más destacados de Illia fue su énfasis en la
atención médica y la reforma del sistema de salud. Su gobierno creó el
Programa Nacional de Medicamentos Esenciales, que tenía como objetivo
proporcionar medicamentos asequibles a la población. Además, se centró
en mejorar la atención médica en áreas rurales y marginadas.
Durante su mandato, Illia implementó políticas que buscaban
mantener la estabilidad económica del país. mantuvo un tipo de cambio fijo
para controlar la inflación. También promovió políticas de austeridad fiscal
y mantuvo el gasto público bajo control.
En lo que respecta al empleo, el gobierno de Illia buscó abordar las
preocupaciones laborales y mejorar las condiciones de trabajo. Se
promovieron políticas que buscaban garantizar empleo estable y
condiciones laborales justas. Además, el gobierno buscó fortalecer los
derechos de los trabajadores y promover la negociación colectiva como
medio para resolver conflictos laborales.
El gobierno de Illia también reconoció un nuevo rol para la juventud
argentina. Se fomentó la participación de los jóvenes en la vida política y
cívica del país. Se promovieron programas educativos y culturales que
buscaban involucrar a la juventud en cuestiones de importancia nacional
Sin embargo, este gobierno enfrentó desafíos importantes. Enfrentó
la oposición de grupos económicos poderosos y sectores militares que
estaban descontentos con su enfoque económico y político. La economía
argentina enfrentó dificultades, y hubo tensiones laborales y conflictos
sindicales.
Finalmente, en 1966, el gobierno de Arturo Illia fue derrocado por un
golpe militar liderado por el general Juan Carlos Onganía. Esta acción
marcó el fin de su presidencia y la interrupción de la democracia en
Argentina.
El golpe militar de 1966 en Argentina se debió a una combinación de
factores políticos, económicos y sociales. Illia enfrentaba desafíos políticos,
como la oposición sindical y militar a su gobierno. Además, el país sufría
problemas económicos, incluyendo la inflación y dificultades en el sector
agropecuario. Las tensiones sociales eran palpables, con agitación laboral y
polarización política. Sectores militares veían con preocupación la
situación y consideraban que Illia no actuaba en consecuencia. Algunos
también señalan la influencia de Estados Unidos debido a la Guerra Fría y
la percepción de que Illia era neutral o incluso inclinado hacia la izquierda.
Estos factores llevaron al derrocamiento de Illia y al gobierno militar
liderado por el general Onganía.
8. EL PREDOMINIO MILITAR Y LA PROFUNDIZACION DEL
AUTORITARISMO (1966-1976) (estado burocrático autoritario y
peron):
A partir de 1966, continuó la alternancia entre gobiernos militares y
civiles, pero se introdujeron novedades significativas en comparación con
la década anterior. En junio de 1966, el general Onganía lideró un golpe
militar que suspendió indefinidamente las actividades de los partidos
políticos y las instituciones parlamentarias. Este golpe fue apoyado tanto
por la gran burguesía como por los sindicalistas peronistas.
El objetivo de la "Revolución Argentina" liderada por Onganía era
eliminar la partidocracia y establecer un régimen no democrático,
eliminando toda actividad de los partidos políticos. Se buscaba reemplazar
la política con la administración, con técnicos al mando. En el ámbito
económico, se retomaron algunas de las políticas desarrollistas de la
década anterior.
El “estatuto de la revolución argentina” no había fijado plazos fijos
para la gestión, por lo cual el riesgo ante una crisis de un día para el otro o
de todo o nada era enorme; sin embargo, fue un inicio exitoso, como el
aumento de la inversión y descenso de la inflación, la desactivación de los
partidos y el control de los sindicatos, Perón convirtiéndose en una especie
de muerto político. Pero solo fue el inicio, la sociedad argentina
experimentó una creciente polarización y movilización. Se produjeron
tensiones y conflictos internos en las Fuerzas Armadas, y surgieron
movimientos de base en la sociedad civil que desafiaron la autoridad
establecida.
La CGT (Confederación General del Trabajo), por ejemplo, se
dividió en dos facciones, la CGT de los Argentinos fue una respuesta al
intento del régimen de Onganía de debilitar a la CGT tradicional, que había
mantenido lazos con el peronismo.
A medida que avanzaba la década de 1960, surgieron más desafíos,
como cuestionamientos a las políticas económicas liberales, demandas de
liberalización política y planteamientos de insurrección armada para
establecer un orden social no parlamentario y socialista. Esto debilitó la
posición del gobierno y fortaleció a la oposición.
En 1970, el secuestro y asesinato del ex presidente Aramburu por
parte de la guerrilla peronista precipitó la caída de Onganía. El gobierno de
Lanusse prometió una democratización y elecciones como una forma de
superar la crisis. Sin embargo, las oposiciones políticas y sociales tomaron
la iniciativa política, y la Argentina vivió un período de agitación y cambio
político.
Finalmente, en mayo de 1973, el peronismo triunfó en las elecciones
y accedió al poder, marcando un cambio significativo en la situación
política de Argentina. La década que siguió estuvo marcada por una serie
de eventos trágicos y crisis políticas que cerraron la apertura democrática y
llevaron al país a uno de los períodos más oscuros de su historia
contemporánea
8.1 EL RETORNO DE PERON
A pesar de todas las diferencias que separaban a Perón del Onganía
de 1966, el viejo líder retornó al poder en 1973 compartiendo uno de los
puntos esenciales del diagnóstico original de la "Revolución Argentina",
es decir, que el problema de la Argentina era de carácter político. Claro
está que a partir de ahí las recetas fueron radicalmente opuestas;
mientras que Onganía trató de abolir la política, Perón se 26 propuso
encausarla institucionalmente.
La vuelta de Perón buscó crear dos arcos de articulación en los
ámbitos social y político. El primero implicaba acuerdos entre sindicatos
y empresarios para establecer aumentos salariales y someterse al arbitraje
estatal en caso de desacuerdos. Sin embargo, el campo sindical estaba
dividido, con líderes vandoristas perdiendo influencia frente a grupos
de oposición y activistas.
El "Pacto Social" se firmó poco después de la llegada de Cámpora a
la presidencia, incluyendo un aumento salarial moderado y su posterior
congelación, así como la suspensión de la negociación colectiva. Perón
también intentó revitalizar el Parlamento como un espacio de negociación
política, aunque esto iba en contra del peronismo original.
Un segundo conjunto de articulaciones, muy opuestas a las del
primer gobierno peronista, que consistía en convertir el parlamento en un
ámbito real de negociación entre partidos politicos.
La reconciliación entre peronismo y radicalismo se basó en el
entendimiento de que la democracia en Argentina requería la integración
plena del peronismo en la política. Perón también buscó redefinir el papel
de las Fuerzas Armadas, preservando su autonomía corporativa y
subordinándolas al gobierno.
Las movilizaciones populares aumentaron, a menudo dirigidas contra
líderes sindicales vandoristas. Sin embargo, la aceleración política y la
desorganización afectaron la implementación de estos planes. Los
enfrentamientos internos dentro del peronismo llevaron a la desarticulación
de los mecanismos parlamentarios y corporativos.
La sociedad vivió una creciente violencia y caos político,
especialmente después del "Rodrigazo". Las fuerzas armadas comenzaron
a manejar la política y la gran burguesía buscó liquidar las instituciones
parlamentarias. La figura de Isabel Perón se debilitó, y la sociedad vivió un
período de caos e incertidumbre.
Desde mediados de 1975, las Fuerzas Armadas y la élite empresarial
y liberal criticaron duramente al gobierno, acusándolo de incapacidad para
mantener el orden. Las Fuerzas Armadas se mantuvieron al margen para no
involucrarse en un régimen en descomposición y para ejemplificar la
necesidad de construir una nueva sociedad.
9. “LA HYBRIS PROCESISTA, EL FIN DE UNA EPOCA” (1976-
1983):
Entre 1976 y 1979, la dictadura militar en Argentina, conocida como
la "Hybris Procesista", se caracterizó por su "plan de aniquilamiento de la
subversión". Esta junta militar, encabezada por Videla y Agosti, buscó
eliminar cualquier forma de oposición, tanto política como económica, e
incluso internacional. Este proceso fue el as fuerte, y así, Videla se
convirtió en el primer presidente argentino en completar “2 mandatos”
consecutivos (uno de 3 y otro de 2 años).
La represión tuvo por principal objetivo al sector estudiantil,
representando estos el 21% de las desapariciones. Los militares sostenían
que a través de la educación se expandía el virus subversivo. La oposición
con su negativa a replegarse hizo las cosas más fáciles a los militares, ya
que los dejo expuestos.
La "paz procesista", apoyada por el pacto de silencio entre el
régimen y la sociedad, contribuyó a la docilidad de la población. Fue una
máscara de relativa calma en la Argentina bajo el régimen militar,
caracterizada por la disminución de la violencia pública y la represión en
las estadísticas, aunque la represión encubierta y las violaciones de
derechos humanos continuaron. Esta estrategia buscaba consolidar el
control del régimen, mejorar su imagen internacional y enfocarse en sus
objetivos económicos. Los militares decían que estaban en una guerra si
cuartel en la que estaba en juego la existencia de la nación. Gracias a esto
se popularizaron frases como “algo habrá hecho” para justificar los
secuestros. Esta "paz procesista" también buscaba mejorar la imagen
internacional del régimen. Durante los primeros años de la dictadura, hubo
una creciente condena internacional por las violaciones de derechos
humanos en Argentina. La transición a una fase menos violenta buscaba
reducir esta presión y mejorar las relaciones exteriores del país.
La "campaña antiargentina" se refiere a una serie de estrategias de
desinformación y propaganda utilizadas por el régimen militar argentino
(1976-1983) para mejorar su imagen internacional y justificar sus acciones.
Esto incluyó el control de la información, la difusión de propaganda, el
lobby internacional y la deslegitimación de críticos.
En el ámbito económico, José Alfredo Martínez de Hoz implementó
un plan que se caracterizó por una apertura económica significativa,
reduciendo barreras comerciales e impulsando la importación de bienes y
tecnología extranjera a través de la "tablita cambiaria". Se aplicaron
políticas de ajuste monetario y fiscal, recortando el gasto público y
manteniendo altas tasas de interés para controlar la inflación. Se liberalizó
el sistema financiero, permitiendo la libre movilidad de capitales y
atrayendo inversiones extranjeras. Además, se llevó a cabo un programa de
privatización de empresas estatales y una reforma laboral. Argentina
contrajo una deuda externa significativa para financiar el déficit fiscal y
la inversión pública, lo que llevaría a controversias y litigios
internacionales en el futuro. Estas políticas lograron algunos avances
económicos en el corto plazo, también generaron desigualdad,
endeudamiento y problemas estructurales que afectarían al país en las
décadas posteriores.
La falta de cohesión en el régimen se manifestó en la disputa entre
tres posturas principales: los "occidentalistas", que buscaban una alianza
con Estados Unidos; los partidarios del "regionalismo defensivo", que
buscaban aliarse con otros regímenes militares en América Latina; y los
sectores nacionalistas, que abogaban por un "aislamiento guerrero". Estos
conflictos internos debilitaron aún más al régimen.
Las fuerzas comenzaron a sufrir un desgaste interno, la dictadura
había enfrentado desafíos internos significativos durante su tiempo en el
poder. A medida que pasaban los años, la violencia y la represión continuas
habían generado una creciente oposición interna. Las organizaciones de
derechos humanos, como las Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza
de Mayo, se habían vuelto cada vez más visibles y efectivas en la denuncia
de las desapariciones forzadas y la represión. Además, las luchas internas
dentro del propio gobierno militar debilitaron su unidad y capacidad de
acción.
La junta vio las Malvinas como una oportunidad para consolidarse
nuevamente, pero fue lo que los termino de hundir. La Guerra de las
Malvinas (1982) fue un evento clave que precipitó el colapso de la
dictadura. La derrota argentina en esta guerra tuvo un impacto devastador
en la imagen y la credibilidad del gobierno militar, debilitando aún más
su posición. La presión internacional aumentó a medida que se conocían
más detalles sobre las violaciones de derechos humanos cometidas por el
régimen, y la sociedad argentina se movilizó contra la dictadura, con
protestas y manifestaciones populares que culminaron en huelgas y
protestas en 1982.
Incluso dentro de las propias fuerzas armadas, había sectores que
cuestionaban la viabilidad continua de la dictadura, y la derrota en la
Guerra de las Malvinas exacerbó estas tensiones. Esto llevó a
conversaciones para una transición hacia la democracia, con el "Pacto de
Olivos" como acuerdo clave.
El “Pacto de Olivos” fue un acuerdo político en Argentina entre
Raúl Alfonsín y Reynaldo Bignone, que adelantó las elecciones
presidenciales de 1984 a 1983, permitió la promulgación de leyes como la
de Punto Final y Obediencia Debida que limitaron la persecución de
militares por crímenes de la dictadura, y allanó el camino para la transición
democrática tras la dictadura militar.

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