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Abogado. Profesor de Derechos Reales en la Universidad de Lima
2
Los otros requisitos de la “posesión útil”, según se desprende de la lectura del artículo 950 del C.C.,
son: (i) el poseer como propietario, es decir, actuar como si se fuera tal, sin importar si se tiene o no
la convicción de serlo, siendo este un requisito que, en principio, descarta la adquisición por
prescripción de parte de los poseedores inmediatos, debiendo advertirse, además, que los servidores
de la posesión y los representantes del poseedor ni siquiera son poseedores sino que, en todo caso,
ejercen la posesión para otro y, por ende, no tienen derecho a prescripción alguna; (ii) la publicidad
de la situación posesoria, requisito que descarta a los denominados poseedores clandestinos, es decir,
a aquéllos que no muestran ante la comunidad un comportamiento que exteriorice - bajo los
parámetros sociales aplicables al tipo de bien del que se trate - su condición posesoria en toda su
extensión; y (iii) la continuidad de la posesión, requisito que permite limitar el acceso a la
prescripción por quien haya sufrido interrupciones naturales o civiles que, generalmente, dan lugar a
la irrelevancia del tiempo pretérito a la causal de interrupción y a la necesidad de iniciar el computo
de un nuevo plazo. Debe anotarse también que los requisitos de la posesión útil son comunes a la
prescripción ordinaria o corta y la extraordinaria o larga, con la peculiaridad que en el caso de la
ordinaria se aunarán a ellos los requisitos del justo título y la buena fe. El plazo precriptorio aplicable
no forma parte de la posesión útil, porque no define a la posesión que sirve para prescribir sino que
permite medir el tiempo que ella debe durar para lograr el efecto adquisitivo.
2
concretos en los que ella se ha pronunciado, nos interesan más los efectos
reflejo que ella pueda tener en otros ámbitos del quehacer jurídico en los
que el instrumento de la prescripción adquisitiva resulta ser una institución
útil, efectos que tal vez quienes los producen no se los hayan prefigurado o,
incluso, piensen, que son los que precisamente buscaban evitar con su
decisión.
3
Salvo indicación de fuente distinta, la publicación a la que nos remitimos es la que se efectúa en el
diario oficial El Peruano
4
Similar es el argumento utilizado por la Corte en la Casación Nº 120-00 TACNA publicada el 28 de
febrero del 2003.
4
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Cabe indicar que la persona que se menciona como denunciada por perturbación tiene un nombre
distinto al de la demandante y, por su apellido, se podría deducir que esa tercera persona sería pariente
de otra que en el proceso tuvo la condición de litisconsorte coadyuvante y que fue encontrada en
posesión del bien el día en que el Juez llevó a cabo la inspección del inmueble. La Corte señala que
estos son hechos que vienen comprobados por las instancias de mérito y que no pueden ser discutidos
en casación, pero lo cierto es que este argumento es más propio de una sentencia en la que se declara la
improcedencia de una demanda y no de una en la que se emite un pronunciamiento de fondo sobre la
causal casatoria, que como en el caso reseñado era la de correcta interpretación del artículo 950 del
C.C. A nosotros, con la sola lectura de una ejecutoria suprema, no nos es posible evaluar si se juzgaron
adecuadamente los hechos, pero si podemos pronunciarnos sobre la línea interpretativa sentada por la
Corte Suprema sobre la norma denunciada en casación.
6
Ese también es el sentido de la Casación Nº 1370-2003 SANTA, publicada el 30.03.05.
7
El mismo argumento puede encontrarse en la Casación Nº 78-96/HUÁNUCO, transcrita por
SAGÁSTEGUI URTEAGA, Pedro en “Título Supletorio & Prescripción Adquisitiva. En la vía civil y
notarial”, editorial LEJ, Lima 2003, págs. 163 y 164. También pueden verse la Casación Nº 2260-2004
AREQUIPA publicada el 31.07.06.
5
8
Transcrita por SAGÁSTEGUI URTEAGA, Pedro; op. cit., págs. 155 a 158..
6
demanda ni las sentencias del mismo; por lo que el juez deberá proceder
a remitir el oficio respectivo solicitando la remisión del expediente
mencionado …”. En función a dichas consideraciones, finalmente, la
Corte Suprema, con fecha 4 de diciembre del 2001, declaró “FUNDADO
el recurso de casación (…) NULA la de vista (…) su fecha dos de marzo
del presente año; e INSUBSISTENTE la apelada (…) su fecha dieciséis
de octubre del año dos mil; y MANDARON que el juez expida nuevo fallo
con arreglo a la presente resolución …” (CAS. Nº 1298-2001-UCAYALI)9
9
Publicada en la Revista Peruana de Jurisprudencia, Volumen Nº 37 sobre “Prescripción Adquisitiva de
Dominio”, Editorial Normas Legales, Lima, febrero del 2005, págs. 42 a 44.
10
El sentido de la línea jurisprudencial glosada en el texto principal se encuentra reiterado, entre otras, en
la Casación Nº 1370-2003 SANTA publicada el 30.03.05, la Casación Nº 199-2004 HUAURA
publicada el 31.10.05 y la Casación Nº 770-97 HUAURA publicada el 29.12.98.
7
12
Adviértase que en un caso como el planteado, en el que la posesión útil se había iniciado antes de la
vigencia del Código Civil de l984, de conformidad con lo previsto por el artículo 2122 del C.C., el
único plazo precriptorio extraordinario aplicable era el transcurrido entre el 14 de noviembre de l984,
fecha de entrada en vigencia del Código, y el 14 de noviembre de l994, toda vez que el plazo
extraordinario que regía al tiempo del inicio de la posesión útil era el de 30 años previsto por el artículo
874 del C.C. de 1936. En ese sentido, resultaba irrelevante para el caso si la posesión de la demandante
se había iniciado en 1978 como dicen los vocales que con su voto hicieron sentencia o en 1980 como
dicen los vocales que estuvieron en discordia.
13
Puede encontrarse similar razonamiento en la Casación Nº 199-2004 HUAURA del 31.10.05, la
Casación Nº 2260-2004 AREQUIPA publicada el 31.07.06, la Casación Nº 2684-02 LA LIBERTAD
publicada el 30.05.03 y la Casación Nº 0647-99 SANTA publicada el 02.01.02..
9
14
Valga señalar que el propio Código, en su artículo 1040, contempla, igualmente, el fenómeno
prescriptorio adquisitivo, ordinario y extraordinario, respecto de un derecho real sobre cosa ajena como
lo es el de servidumbre, siempre que se trate de una de carácter aparente. En estos casos el
comportamiento del poseedor es el correspondiente al de un titular de la servidumbre, la necesidad de
publicidad de la situación posesoria resulta implícita (porque sólo son prescriptibles las servidumbres
afirmativas y aparentes), se exige expresamente la continuidad en la posesión, pero no se menciona a la
pacificidad, aunque entendemos que – al margen del alcance que deba atribuirse a dicho requisito – es
una exigencia aplicable por analogía con lo previsto por el artículo 950 en la medida que no constituye
una excepción o restricción sino simplemente un elemento configurador del supuesto de hecho del que
deriva uno de los efectos a los que conduce la protección de la posesión dentro del ordenamiento
jurídico.
15
Tal es el caso, por ejemplo, del Decreto Legislativo Nº 667 que prevé la inscripción de la posesión de
predios rurales mediante la acreditación ante el Registrador de la posesión y explotación económica
directa, contínua, pacífica, pública y como propietario de los mismos por un plazo de 1 año si se trata
de predios inscritos de propiedad estatal (art. 20º) y de 5 años si se trata de predios de propiedad de
particulares (art. 22º). Dichas inscripciones se convierten en inscripciones de propiedad si después de
las notificaciones y publicaciones pertinentes no se formula oposición judicial, siendo esa la razón por
la que se suele hablar de una “prescripción administrativa”.
10
siempre que ostenten una “posesión útil” por el plazo que señala la ley en
cada caso, etc.
3.3. No importan los resultados de los procesos, sólo importa litigar para
así enervar la pacificidad requerida.
16
Decimos “parcialmente” porque como hemos visto, la Corte considera que también puede existir
controvertibilidad cuando es el propio poseedor quien plantea una pretensión encaminada a la
formalización o perfeccionamiento del derecho de propiedad que de facto ejerce.
17
A similar conclusión podría llegarse del estudio de los precedentes referidos al requisito de la
continuidad de la posesión.
15
18
Es muy común, en la práctica judicial, que los propietarios acudan a la vía sumarísima del desalojo,
fundándose especialmente en la causal de precariedad, pero que por razones que no corresponde
analizar en este lugar, en múltiples ocasiones dichos procesos concluyen con sentencias que declaran la
improcedencia de la demanda e invitan al demandante a iniciar una nueva acción, ahora en la vía de
conocimiento. Valdría reflexionar, en todo caso, sobre la relación que pueda existir entre las
justificaciones que se encuentran – incluso en procesos de reivindicación - para proteger al presunto
poseedor ilegítimo pleno cuando ocupa la posición de demandado (existencia de edificaciones, falta de
identidad, discusiones sobre titularidad, etc.) y las razones que se encuentran para no amparar a ese
mismo poseedor cuando demanda la prescripción adquisitiva de dominio (falta de pacificidad, amplitud
en la aplicación de causas de interrupción, inobservancia de requisitos formales, rigidez en la
apreciación de la prueba de la posesión, etc.). Quizá podría lanzarse como hipótesis de trabajo la
existencia de una tendencial aversión de nuestros tribunales a toda modificación judicial de las
posiciones jurídico reales vinculadas con la posesión de los bienes, lo que llevaría a la comunidad a
pensar que en sus operaciones de intercambio si bien es relevante contar con un título material y
formal, así como con la publicidad registral del derecho adquirido, es mucho más importante
preocuparse por adquirir simultáneamente la posesión del bien del que se trate.
16
poseíble, por la posesión continuada del mismo durante el tiempo y con las
condiciones que fija la ley”19. Corresponde, entonces, revisar uno a uno los
argumentos de la Corte frente a los argumentos de la doctrina:
19
ALBALADEJO, Manuel, “La Usucapión”, Centro de Estudio del Colegio de Registradores de la
Propiedad; Mercantiles y Bienes Muebles de España, Madrid, 2000, pág.. 13.
20
FROSINI. Vittorio citado por ESPINOZA, Juan, “Los principios contenidos en el Titulo Preliminar del
Código Civil Peruano de 1984”, Segunda edición, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, 2006, pág. 315.
21
GARCÍA AMIGO, Manuel, “Instituciones de Derecho Civil. Parte General”, Editoriales de Derecho
Reunidas S.A., Madrid, 1979, pág. 193.
22
ESPINOZA ESPINOZA, Juan, Op. Cit., pág. 316.
17
23
DE LA HIGUERA GONZALES, Luis María, “Interpretación y aplicación de las normas” en
DELGADO DE MIGUEL, Juan Francisco (Coordinador General), “Instituciones de Derecho
Privado”, Tomo I, Volumen 1º, Consejo General del Notariado y Civitas Ediciones, S.L., Madrid,
2005, pág. 277.
24
LARENZ, Kart, “Metodología de la Ciencia del Derecho”, Segunda Edición, Editorial Ariel,
Barcelona 2001, pág. 318.
18
Esta doble atenuación, ¿no entraña la repulsión del sistema moderno? Sólo
debiera ser viciosa la posesión adquirida con violencia.
25
PLANIOL, Marcelo y RIPERT, Jorge, “Tratado Práctico de Derecho Civil Francés”, Tomo III,
Cultural S.A., La Habana 1946, págs. 156 y 157.
26
ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, “op cit”, pág. 69.
27
TRABUCCHI, Alberto, “Instituciones de Derecho Civil”, Tomo I, Editorial Revista de Derecho
Privado, Madrid 1967, pág. 455.
20
Otro autor nacional, luego de señalar que “la posesión debe ser exenta de
violencia física y moral” y de reconocer que existe coincidencia en la
doctrina en que “una vez que hayan terminado los actos de violencia, recién
en ese momento se puede considerar que existe posesión pacífica que vale
para prescribir”, expresa, con cierto sarcasmo, que “la existencia de
procesos judiciales previos entre las partes o con terceros no afecta la
posesión pacífica (podrá ser causal de interrupción del plazo para
prescribir), pero existe jurisprudencia en contra, criticable por cierto, ya que
los procesos son la forma más pacífica de resolver los conflictos”30
28
CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, “Los Derechos Reales”, Tomo I, Cuarta Edición, Talleres Gráficos P.L.
Villanueva, Lima, 1973, pág. 138. La cita, aún cuando corresponde a una edición posterior a la citada
en la Casación CAS. 2092-99/LAMBAYEQUE (ver supra 2.2.), pone en evidencia que el autor citado,
al menos en la última edición de su obra, no participaba de la opinión de la Corte. La no repetición de
dicha cita en posteriores casaciones y el que la cita de lo supuestamente expresado también por el autor
Eleodoro ROMERO ROMAÑA en la página 165 del Tomo 1 de su obra “Los Derechos Reales”,
segunda edición, Talleres Gráficos Marco, Lima, s/f, página que en realidad corresponde al tratamiento
de la interrupción de la prescripción y no al requisito de la pacificidad que, por cierto, no es
desarrollado por dicho autor, nos llevan a pensar que se trató simplemente de dos citas no coherentes
con lo que se sostenía por la Corte, de ahí que al parecer se prefirió después acudir, simplemente, a la
cita del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
29
GONZALES BARRÓN, Gunther, “Derechos Reales”. Jurista Editores E.I.R.L., Lima 2005, págs. 672
y 673.
30
BERASTAÍN QUEVEDO, Claudio, “Requisitos de la prescripción adquisitiva” en “Código Civil
Comentado”, Tomo V, Gaceta Jurídica, Lima 2003, págs. 320 y 321.
21
31
DIEZ–PICAZO, Luis, “Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial”, Volunen Tercero, Editorial
Civitas, Cuarta Edición, Madrid, 1995, págs. 579 y 580.
32
Citada por CALEGARI DE GROSSO, Lydia E., “Usucapión”, Rubinzal-Culzoni Editores, Segunda
Edición, Buenos Aires, 2006, pág. 193.
22
en todo aquel tiempo que el la pudo ganar” P.3, XIX; 1833. . Señala Manuel
Albaladejo34 que esa era también la posición de García Goyena, quien
invocaba a su favor el mencionado precepto.
37
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H., “Curso Elemental de Derecho Civil”, Tomo Segundo, Volumen
II, Editorial Reus S. A., Madrid, 1923, pág. 898.
38
Código Civil francés
“Artículo 2233.- Los actos de violencia no pueden fundamentar tampoco una posesión capaz de operar
la prescripción …”
Código Civil español
“Artículo 441.- En ningún caso puede adquirirse violentamente la posesión mientras exista un poseedor
que se oponga a ello. El que se crea con acción o derecho para privar a otrote la tenencia de una cosa,
siempre que el tenedor resista la entrega, deberá solicitar el auxilio de la Autoridad competente.
Artículo 444.- Los actos meramente tolerados, y los ejecutados clandestinamente y sin conocimiento
del poseedor de una cosa, o con violencia, no afectan a la posesión”.
Código Civil argentino
“Artículo 2354.- Tampoco se pueden cambiar por la propia voluntad, ni por el transcurso del tiempo,
las cualidades ni los vicios de la posesión; tal como ella comenzó, tal continúa siempre, mientras no se
cree un nuevo título de adquisición”.
39
Código Civil francés
“Artículo 2233.- …La posesión útil sólo comienza cuando ha cesado la violencia”.
Código Civil argentino
“Artículo 3959.- La prescripción de las cosas poseídas por fuerza, o violencia, no comienza sino desde
el día en que se hubiere purgado el vicio de la posesión”
El Código Civil español no contiene una norma equivalente a las antes citadas, pero autorizada
doctrina señala que:”Lo que no cabría admitir nunca es que la adquisición no pacífica de la posesión
marque a ésta indefinidamente, de forma que por ella no se pueda nunca usucapir porque sea para
siempre posesión no pacífica. Que esto no es así lo prueba, sin ir más lejos, el art. 1956, que permite
usucapir las cosas hurtadas o robadas incluso a los que las hurtaron o robaron” (ALBALADEJO
GARCÍA, Manuel, Op. Cit., pág. 72)
24
purga puede ser total (para todas las instituciones) o parcial, y con efectos
sólo para el futuro, o con efectos retroactivos”40.
40
LOPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J. “Derechos Reales”, Tomo 1, Zavalía Editor, Buenos Aires, 1989,
pág. 476.
41
VALENCIA ZEA, Arturo, “La Posesión”, Editorial Temis Librería, Tercera edición, Bogotá, 1983,
pág. 118.
42
Esto es lo que ocurre en nuestro país con el servidor de la posesión, identificado como aquél que posee
bajo las órdenes e instrucciones de otro, en virtud a una relación de dependencia o subordinación. Tal
relación material se encuentra excluida de los efectos de la posesión por el art. 897º del Código Civil.
25
por las reglas positivas de los países que lo acogen, las cuales en su
mayoría han creado mecanismos de protección interdictal a los que pueden
acceder poseedores y tenedores; y, han previsto, también, que otros
efectos como la prescripción adquisitiva puedan ser alcanzados no sólo por
los poseedores, sino también por algunos tenedores de relaciones que
expresan el ejercicio de derechos reales distintos a la propiedad. De modo
similar, al interior de la familia de Códigos que siguen el sistema posesorio
objetivo, se entiende que tal objetividad no significa que se haya descartado
el elemento volitivo primario que debe existir en toda relación posesoria,
tampoco que todas las relaciones calificadas como posesorias produzcan
los mismos efectos ni, mucho menos, que en la asignación o privación de
efectos no se tengan en cuenta factores subjetivos como la buena o mala fe
u otras circunstancias que puedan ser calificadas como de orden o cariz
subjetivo (el haber contraído una relación de mediación posesoria, el
comportamiento como titular de un derecho de propiedad, las presunciones
relativas, etc.), que permitan distinguir entre poseedores que pueden gozar
o verse afectados por unos u otros efectos43. En ese sentido, para el tema
que nos ocupa, resulta significativo destacar que en el derecho alemán,
considerado como paradigmático del sistema posesorio objetivo, se diga lo
siguiente: “La posesión obtenida por acto de autoridad propia prohibida
(despojo) es posesión ‘viciosa’ (§ 858 ap. 2). Sigue siendo viciosa en manos
de cualquier sucesor universal aunque sea de buena fe y es viciosa
igualmente para el sucesor singular que al adquirirla conozca los vicios de
la posesión de su causante inmediato. Al sucesor singular se ha de equipar
43
Estas comprobaciones nos permiten advertir que si bien los sistemas subjetivo y objetivo se encuentran,
según opinión común de la doctrina, influenciados por Savigny y Ihering, respectivamente, lo cierto es
que en los ordenamientos positivos no sólo se encuentran rastros de una variada influencia romana,
canónica, del derecho común medieval, germánica, etc. sino que, fundamentalmente, se encuentran
respuestas a las exigencias propias de nuestro tiempo y a las características de los sistemas de
transferencia de propiedad y publicidad registral que rigen en cada país. Así por ejemplo,
independientemente del carácter subjetivo u objetivo bajo el cual se ordenen las relaciones posesorias,
se nota, en muchos de ellos, una clara tendencia a extender la protección posesoria interdictal a toda
clase de relaciones fácticas, sea que estas se muestren como el ejercicio de una titularidad dominial, de
un derecho real distinto (usufructo, uso, algunas servidumbres, superficie, garantías que impliquen
desposesión, etc.) e, incluso, de derechos personales que comportan el ejercicio de una relación
posesoria (arrendamiento, comodato, etc.), lo que resultaría inconcebible en el Derecho Romano y para
los propios autores mencionados, quienes en realidad lo que hicieron fue tratar de explicar las fuentes
romanas que aún regían en su época bajo el ropaje de “derecho común”. Cosa similar sucede con otros
efectos de la posesión como la usucapión, así en un régimen posesorio objetivo como el alemán que se
encuentra acompañado de un sistema registral constitutivo sólo se admite la prescripción secundum
tabulas, mientras que en un régimen posesorio objetivo como el peruano que se encuentra acompañado
de un sistema consensual de transferencia de la propiedad sí se admite la prescripción contra tábulas, lo
que nos acerca más a sistemas subjetivos como el español o el argentino en los que si bien para la
transferencia de dominio se sigue la teoría del título y modo, la publicidad registral no es constitutiva,
por lo que se admite la prescripción contra tábulas. Esto nos lleva a pensar que clasificar a los sistemas
posesorios en subjetivos y objetivos tiene quizás pocos efectos prácticos, mucho más eficiente sería
pensar en una división de los sistemas fundada en las consecuencias protectoras o desventajosas que la
posesión pueda tener para quienes la ostentan, según las características de los sistemas de transferencia
de propiedad y de publicidad registral dentro del cual se insertan. Tal era el criterio práctico del
Derecho Romano en el que, como lo señala Luis DIEZ-PICAZO (Op. Cit. pág. 539) originariamente se
distinguían tres clases de situaciones: la possessio naturalis que era una tenencia sin protección alguna,
la possessio civilis que era una situación de poder protegida por los interdictos y possessio a secas o
possessio ad interdicta que era una situación que además de estar protegida por los interdictos podía
llegar a convertirse en propiedad mediante la usucapión.
26
44
WOLFF, Martín, “Derecho de Cosas” en ENNECCERUS, Ludwig; KIPP, Theodor; y, WOLFF,
Martín, “Tratado de Derecho Civil”, Tercer tomo, Volumen I, Bosch Casa Editorial, Tercera Edición,
Barcelona, 1971, pág. 105.
45
Ibidem, pág. 114.
46
El artículo 953º del Código Civil, al hacer referencia a la interrupción natural de la prescripción que se
produce por la pérdida (voluntaria o involuntaria) de la posesión, señala que la misma quedará sin
efecto si el poseedor la recupera antes de un año o si por sentencia se le restituye la misma. Como
quiera que la ley no distingue si la recuperación extrajudicial ocurre de modo voluntario o no, esto
podría llevarnos a pensar que si ello se logra de manera violenta el poseedor podría quedar a salvo de la
reacción judicial del primer despojante, invocando la violencia inicial del demandante y el hecho que el
segundo despojo haya ocurrido antes de transcurrido un año desde el primer despojo. Sin embargo, ello
supondría desconocer el sentido y finalidad de la regulación de la protección posesoria que nuestro
ordenamiento jurídico consagra a favor de todo poseedor, incluido aquél que adquirió la posesión
mediante la violencia. Al respecto basta poner en evidencia la patente diferencia que existe entre la
exceptio vitiosae possessionis a que se hace referencia en el derecho alemán y la defensa de fondo que,
conforme al segundo párrafo del artículo 603 del Código Procesal Civil, puede plantear el demandado
por interdicto de recobrar, consistente en invocar y probar “que el despojo ocurrió en ejercicio del
derecho contenido en el artículo 920º del Código Civil”, es decir, mediante el uso de la legítima
defensa posesoria que, entre otras cosas, requiere ser ejercitada “sin intervalo de tiempo” entre la
acción del verdadero despojante y la reacción recuperatoria del verdadero poseedor. Sólo si se acredita
la observancia de los cánones establecidos para esta vía composición unilateral del conflicto se
declarará la improcedencia de la demanda, de lo contrario, aún cuando el demandante sea quien
primero quebrantó la paz jurídica, la demanda referida al segundo quebrantamiento de la paz jurídica,
efectuado esta vez por el anterior poseedor, será amparada.
27
47
Ver los artículos 441 y 444 del Código Civil español citados en la nota 38.
48
HERNÁNDEZ GIL, Antonio. “La posesión”, Editorial Civitas S.A., Madrid, l980, págs. 444 y 445.
Ver, igualmente, DIEZ-PICAZO, Luis, Op. Cit., págs. 579 y 580 y la posición de ALBALADEJO
GARCÍA, Manuel citada en la nota 39. En contra, PUIG BRUTAU, José, “Caducidad, Prescripción
Extintiva y Usucapión”, Bosch Casa Editorial, Tercera edición actualizada y ampliada, Barcelona,
1996, pág. 20.
28
49
PAPAÑO, Ricardo José; KIPER, Claudio Marcelo; DILLÓN, Gregorio Alberto; y, CAUSSE, Jorge
Raúl, “Derechos Reales”, Tomo I, Ediciones Depalma, Buenos Aires, l989, pág. 77.
50
ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, Op. Cit, pág. 70.
51
Ibidem, pág. 72
29
52
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H., Op. Cit., pág. 899..
53
La doctrina extranjera, en particular la argentina, fundándose en el texto de sus normas sobre el tema,
suele hablar de dos requisitos más: una agresión violenta y la imposibilidad de intervención del poder
público. Cfra., por ejemplo, AREAN, Beatriz, “Curso de Derechos Reales”, Tercera edición ampliada,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1994, pág. 161. En nuestra opinión lo primero es un presupuesto para
que tenga lugar la defensa, pero no un requisito de la misma, mientras que lo segundo está contemplado
dentro de la amplia formula que utiliza nuestro Código para referirse al requisito de la racionalidad.
54
AREAN, Beatriz, “Op. Cit.”, pág. 161.
30
Del mismo modo que es poco probable que un propietario haya descuidado
la defensa de su derecho de propiedad por un tiempo demasiado largo
como para que otro pueda adquirirlo por prescripción, sino que lo usual –
como lo demuestran las casaciones que hemos reseñado – es que haya
intentado la recuperación mediante pretensiones diversas (desalojo,
reivindicación, restitución, mejor derecho a la propiedad, etc.); es previsible,
también, que el poseedor, aún cuando se trate de uno ilegítimo de mala fe,
haya, por su parte, intentado formalizar o perfeccionar el derecho que de
facto ejerce, mediante pretensiones diversas (otorgamiento de escritura
pública, formación de títulos supletorios, mejor derecho a la propiedad, etc)
ejercidas, a veces, contra el propietario y, en otras ocasiones, contra un
tercero. Uno y otro se han esforzado, pero los procesos han concluido de
alguna de las formas siguientes: (i) sin sentencia u otro acto que tenga el
valor de cosa juzgada (como los supuestos de abandono, improcedencia
liminar y desistimiento); (ii) por sentencia inhibitoria, es decir, sin
pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, como cuando,
55
CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, “Op. Cit.”, pág. 170.
56
PAPAÑO, Ricardo José y OTROS, “Op. Cit.”, pág. 132.
31
pruebas que hayan sido actuadas sin conocimiento de la parte contra la que
se invocan y que la referencia al “expediente” parece buscar ser lo
suficientemente comprensiva del mérito probatorio que pueda atribuirse,
también, a las declaraciones contenidas en actuaciones judiciales o en los
escritos que obren en el expediente ofrecido. Los procesos en sí mismos y,
por consiguiente, los expedientes en los que se ha dejado constancia de su
existencia, nada acreditan, sólo permiten aportar al nuevo proceso más
medios probatorios que allí obren y que quedarán sujetos a la regla de la
valoración conjunta y razonada de la que nos habla el artículo 197 del
Código Procesal. Coincidimos en que “corresponde al juez del nuevo
proceso calificar la prueba, para obtener sus conclusiones personales, por
lo cual no está vinculado por las que aceptó el juez del anterior”58. Es la
valoración probatoria practicada en el nuevo proceso la que podrá extraer
conclusiones para la decisión que deba tomarse sobre el tema de fondo,
como cuando, por ejemplo, en un proceso de ineficacia por fraude al
acreedor se concluye que las pruebas en su conjunto acreditan una
actuación en fraude al demandante o cuando en un proceso de
indemnización de daños y perjuicios se concluye que ha quedado
demostrado un ejercicio irregular de un derecho en agravio del demandante.
En suma, el sólo hecho de acreditar que se ha litigado no es en sí mismo
prueba de nada, son los hechos que puedan ser considerados por el juez
como probados con dicho litigio anterior los que podrán configurar el
supuesto de hecho previsto por una norma sustancial, pero el litigio en sí
mismo no tiene efectos sustantivos para la suerte de una pretensión
invocada en un proceso distinto que – como en el caso de la prescripción
adquisitiva – tendrá un contenido distinto al de la que fue materia del
proceso anterior.
58
Ibidem, pág. 351.
33
59
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H., Op. Cit., pág. 899. En igual sentido, ver la opinión de
PLANIOL, Marcelo y RIPERT, Jorge citada en el numeral 5.1. Véase en la doctrina nacional la opinión
de CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, Op. Cit., pág. 138; compartida por RAMIREZ, Eugenio María,
“Tratado de Derechos Reales”, Tomo I, Editorial Rodhas, Lima, 1996, pág. 542.
60
Véase, en particular, las Casaciones 1454-2002-CHINCHA y 1298-2001-UCAYALI citadas en el
numeral 2.2.
34
Los precedentes, a los que hemos hecho referencia en el numeral 2.3. del
presente artículo, ponen en evidencia lo difícil que resulta para la Corte61 la
lectura de los artículos 950 y 952 del Código Civil y su relación con la
inserción de la pretensión de prescripción adquisitiva – y por consiguiente
de la sentencia estimatoria de la misma – dentro de la clasificación
doctrinaria de las pretensiones, atendiendo a la índole del pronunciamiento
que persiguen. Se advierte, en un primer momento, el reconocimiento del
carácter declarativo de la pretensión – basta para su amparo el
cumplimiento de los requisitos y el plazo fijados por la ley -, pero
inmediatamente después surge la duda, derivada del hecho que la ley hace
referencia a que es el poseedor quien debe invocar en juicio el efecto
adquirido, y se termina por afirmar que los requisitos de la posesión útil
deben prolongarse en el tiempo hasta que se interponga la demanda de
prescripción. Dicho en otras palabras, se concluye que la pretensión es sólo
nominalmente declarativa porque funcionalmente – en aras de “otorgar
seguridad jurídica a los poseedores del bien” (sic)62 - operará como una de
naturaleza constitutiva.
61
Ver la Casación 1548-2005-LIMA citada en el mencionado numeral.
62
Ver casación citada en la nota anterior.
63
El segundo párrafo hace referencia tanto al mérito inscribible de la sentencia estimatoria como al efecto
cancelatorio que ella tiene respecto del dominio de quien pudiera figurar, hasta entonces, como
propietario en el registro respectivo. Sin embargo, estos efectos accesorios de la sentencia estimatoria si
bien suponen algún grado de ejecución posterior a la sentencia, no la convierten en una de condena en
la medida que no imponen al demandado la ulterior ejecución forzada de un determinado
comportamiento, sino que tienen por destinataria a la entidad gestora del Registro Público
correspondiente.
35
i) La perspectiva sustantiva.-
Desde esta perspectiva corresponde analizar cuál es el valor del hecho del
cumplimiento del plazo establecido por la ley para la prescripción. La duda
sobre si el efecto es automático o no, radica en la incidencia que pueda
tener la necesidad de invocar la prescripción adquisitiva para hacerla valer –
en vía de defensa de fondo o en vía de acción - frente al propietario
anterior, duda que resulta exacerbada por el hecho que en algunos
ordenamientos jurídicos – como consecuencia de la regulación unitaria de la
prescripción extintiva y la adquisitiva - se regula positivamente la figura de la
“renuncia a la prescripción ganada”64, lo cual lleva a la doctrina a pensar en
la existencia de una “situación de interinidad”65 entre el momento del
cumplimiento del plazo y el de su alegación, a discutir sobre en cabeza de
quién está la propiedad mientras tanto y a preguntarse sobre qué sucede si
el poseedor renuncia expresa o tácitamente (mediante la no alegación) a la
prescripción ganada. Para algunos el derecho de propiedad, en última
instancia, se habría mantenido en cabeza del propietario no poseedor, en
ese sentido, se sostiene, por ejemplo, que “la situación creada [por la
renuncia a la prescripción] no parece significar otra cosa que una mera
derelictio, que en vez de convertir la cosa abandonada en una res nullius a
disposición del primer ocupante, hace renacer el derecho del antiguo dueño,
que más que extinguido por la prescripción adquisitiva se encontraría en un
estado de latencia, en una verdadera expectativa análoga a la que ostenta
un derecho sometido a una condición suspensiva. Este derecho puede
hacerse efectivo contra cualquiera, no perdiendo su virtualidad más que en
el caso en que por el nuevo adquirente se excepcione la usucapión
operada. Depende, en definitiva, de la voluntad del poseedor el hacer o no
efectivo su derecho” 66. Para otros la interinidad representa una verdadera
incertidumbre por cuanto “el efecto automáticamente producido, queda, por
decirlo de algún modo, a disposición del beneficiado o favorecido, que es
64
Código Civil español
“Artículo 1935.- Las personas con capacidad para enajenar pueden renunciar la prescripción ganada;
pero no el derecho a prescribir para lo sucesivo.
Enriéndese tácitamente renunciada la prescripción cuando la renuncia resulta de actos que hacen
suponer el abandono del derecho adquirido.
Artículo 1937.- Los acreedores y cualquier otra persona interesada en hacer valer la prescripción,
podrán utilizarla a pesar de la renuncia expresa o tácita del deudor o propietario.”
Código Civil argentino
“Artículo 3963.- Los acreedores y todos los interesados en hacer valer la prescripción, pueden
oponerla a pesar de la renuncia expresa o tácita del deudor o propietario.
Artículo 3965.- Todo el que puede enajenar, puede remitir la prescripción ya ganada, pero no el
derecho de prescribir para lo sucesivo.”
65
DIEZ-PICAZO, Luis, Op. Cit., pág. 742.
66
DE COSSIO Y CORRAL, Alfonso, “Instituciones de Derecho Civil”, Tomo II, Reimpresión de la
segunda edición, Editorial Civitas S.A., Madrid, 1993, pág. 102.
36
67
DIEZ-PICAZO, Luis, Op. Cit., pág. 742.
68
LACRUZ BERDEJO, José Luis, Op. Cit., pág. 191.
69
DIEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis, “La Prescripción extintiva. En el Código Civil y en la
jurisprudencia del Tribunal Supremo”, Civitas Ediciones, Madrid 2003, pág. 53.
37
Lo anterior nos lleva a pensar que el tiempo intermedio que existe, entre el
vencimiento del plazo establecido por la ley para la prescripción y la
invocación de la misma, tiene distinto significado según estemos hablando
de prescripción extintiva o de prescripción adquisitiva. En ambos supuestos
la invocación está en manos del beneficiario, si no la invoca no podrá
probarla y, por consiguiente, para el mundo de los efectos prácticos ella no
habrá producido consecuencia jurídica alguna. Sin embargo, en la
prescripción extintiva – en la medida que el asunto sólo concierne a quien
reclama un derecho (un acreedor o el titular de un derecho real distinto a la
propiedad) y al prescribiente (un deudor o el tercero en general que hubiere
38
70
ARIANO DEHO, Eugenia, “Renuncia y alegación de la prescripción entre el Código Civil y el Código
Procesal Civil”, en Ius et Veritas Nº 33, Lima 2006, pág. 199.
71
BRECCIA, Umberto; BIGLIAZZI GERI, Lina; NATOLI, Ugo; y, BUSNELLI, Francisco, “Derecho
Civil”, Tomo I, Volumen 1, Universidad Externado de Colombia, Bogota 1992, págs. 501 y 502
39
72
Para efectos de esta parte del caso planteado debemos suponer que estamos hablando de un inmueble
no inscrito, toda vez que de tratarse de un predio inscrito a nombre de un tercero (en el caso podría ser
A), la prueba de la propiedad contra un tercero se vería afectada por el principio de legitimación
registral (art. 2013 del C.C.) conforme al cual se presumiría que el propietario es A, lo que perjudicaría
a X, siempre que, por cierto, se aporte al proceso la prueba de lo inscrito.
40
73
Cosa distinta es el caso de la copropiedad y demás situaciones de comunidad real en las que la
pluralidad de sujetos es construida por la ley de manera no excluyente.
74
Se trata sólo de una discusión doctrinal toda vez que, en la práctica, como consecuencia de las líneas
jurisprudenciales de nuestra Corte Suprema sobre la posesión pacífica, tenemos que el conflicto se
resuelve amparando al prescribiente, si demanda primero, o al propietario, si emplaza primero. Como
quiera que esto último es lo más frecuente, podría decirse que la Corte Suprema, con su interpretación
de la manera en que opera el requisito de la posesión pacífica, estaría en muchos casos “corrigiendo” la
ineficiente prevalencia del signo posesorio sobre el signo registral establecida por el artículo 852 del
Código Civil (ver nota siguiente), pero como lo hemos adelantado desde el inicio del presente trabajo,
esta mayor protección al propietario es sólo aparente, en realidad parte del prejuicio de ver a la
prescripción adquisitiva sólo como un modo de adquirir, olvidándose que la misma cumple otras
funciones mucho más nobles y eficientes.
41
75
ARATA SOLÍS, Moisés, Principio de oponibilidad. En: Código Civil Comentado, Tomo X, Gaceta
Jurídica, Primera edición, Lima, 2005. pág. 504. Por cierto, lo transcrito corresponde a nuestra
interpretación de la legislación vigente, lo cual no quita que, en nuestra opinión, se trate de un supuesto
anómalo de prevalencia del signo posesorio por sobre el signo registral que, hasta en tanto se den – y si
se llegan a dar – las condiciones materiales y culturales para adoptar un sistema registral constitutivo,
debiera ser modificado siguiendo, por ejemplo, el modelo español conforme al cual con el propósito de
proteger al tercero registral frente al usucapiente se le permite, siempre que haya ignorado realmente la
posesión como dueño de aquél, interrumpir la posesión dentro del año siguiente a su adquisición. De
esta forma se evitaría que, como sucede en la práctica, el signo posesorio actúe como un “efecto
sorpresa”, en desmedro de la mayor seguridad que ofrece el signo registral, pero sin renunciar a que,
finalmente, el signo posesorio pueda actuar como un medio para unificar el mundo de la realidad de los
hechos con el mundo abstracto de las titularidades.
76
Se debe tener presente que, conforme a lo dispuesto por el artículo IX del Reglamento General de
Registros Públicos, “los efectos de los asientos registrales, así como la preferencia de los derechos que
de estos emanan, se retrotraen a la fecha y hora del asiento de presentación, salvo disposición en
contrario”.
77
DEVIS ECHEANDIA, Hernando, Op. Cit., pág. 4.
42
Tal invocación, para el derecho procesal, ocurre dentro del contexto de una
pretensión, esto es, de una declaración de voluntad del actor contenida en
el petitorio de la demanda, sustentada en la existencia de hechos que –
según su entender- determinan la existencia de un derecho sustantivo
cualquiera a favor del actor y mediante la cual se solicita que este último
sea actuado a través del órgano jurisdiccional respectivo mediante una
sentencia estimatoria que vincule al demandado en determinado sentido,
conforme a los efectos establecidos por el ordenamiento jurídico para dicho
derecho. “Así como acción no es igual a derecho, tampoco pretensión
implica la existencia del derecho, y puede darse el caso de pretensiones
fundadas e infundadas. También puede presentarse la circunstancia de una
persona que tenga el derecho, pero que no haga uso de la pretensión ni de
la acción”78.
78
MONROY CABRA, Marco Gerardo, “Principios de Derecho Procesal Civil”, Tercera edición,
Editorial Temis S.A., Bogotá, 1988, pág.158.
79
Cfra. la clasificación de las pretensiones y la exposición detallada de las definiciones citadas en
BACRE, Aldo, “Teoría General del Proceso”, Tomo I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1986, págs 319
a 325.
43
Mas allá del texto expreso de los artículos del Código Civil citados por la
propia Corte sobre la naturaleza de la pretensión de prescripción
adquisitiva, a nosotros nos parece bastante y suficiente, para corroborar el
carácter declarativo de la misma, el que el artículo 927 del Código Civil
autorice al prescribiente a invocar la prescripción adquisitiva como medio de
defensa o excepción de fondo, al señalar que si bien la denominada acción
reivindicatoria es imprescriptible, la misma “no procede contra aquél que
adquirió el bien por prescripción” y la razón de tal improcedencia es,
precisamente, el hecho que al haber operado automáticamente la
prescripción, el derecho de propiedad invocado por el actor ya no le
pertenece, se encuentra ahora en el patrimonio del demandado y, en
consecuencia, lo que corresponde es declarar en dicho proceso, con valor
interpartes y, hasta ese momento, sin trascendencia frente a terceros, que
el ex propietario no puede reivindicar lo que ya no es suyo.
80
Decimos que se trata de una defensa de fondo toda vez que, dado el carácter taxativo con el que ha sido
regulado, por el artículo 446 del Código Procesal Civil, el tema de las excepciones proponibles por el
demando, no es posible aplicar por analogía la “excepción de prescripción extintiva”, a la que se
refiere el inciso 12 de dicho artículo, a los casos en que el demandado por reivindicación puede invocar
la prescripción adquisitiva, la cual deberá invocar como defensa de fondo y no como excepción
procesal. En ese sentido, estimamos correcto que el Poder Judicial rechace la “excepción de
prescripción” que los demandados por reivindicación suelen invocar, tal como se resolvió en la
Casación Nº 1450-99-TACNA publicada el 31.01.03, aunque no compartimos sus fundamentos, porque
revelan que, aun cuando el demandado hubiera invocado la prescripción adquisitiva como defensa de
fondo, la misma también habría sido rechazada, precisamente por considerarse a la pretensión
respectiva como una de carácter constitutivo y susceptible de hacerse valer únicamente en el proceso
contencioso abreviado regulado por el Código Procesal Civil en sus artículos 504 a 508. En efecto, en
los considerandos de dicha Casación se señala, entre otras cosas, lo siguiente: “…siendo absoluto el
derecho de propiedad y, por tanto, implícita la imprescriptibilidad de la acción reivindicatoria, no
puede oponerse al ejercicio de la facultad reivindicatoria la adquisición por prescripción de un bien
inmueble que no haya sido declarado como tal previamente en instancia judicial; la sola posesión por
un número indeterminado de años no legitima la adquisición de la propiedad por quien la ocupa, pues
es preciso determinar la convergencia de una serie de requisitos, tales como si la posesión ha sido
ejercida ‘como si fuera propietario’ o si ha existido justo título o buena fe, lo que no puede ser
discutido al momento de resolver la excepción de prescripción extintiva, por no ser materia
controvertida (…) que, aplicando e interpretando correctamente el artículo novecientos cinuentidos del
Código Civil vigente, así como el artículo ochocientos setentidos del derogado Código Civil de mil
novecientos treintiseis, es indispensable promover acción judicial para ser declarado propietario de un
inmueble por prescripción …”
44
83
COUTURE, Eduardo J., “Declaración judicial de la prescripción adquisitiva”, en “Estudios de
Derecho Procesal Civil”, Tomo II, Tercera edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1989, pág. 313.
84
La doctrina actual prefiere hablar de pretensiones “merodeclarativas” para dejar a salvo el hecho que,
igualmente, en otra clase de pretensiones como las constitutivas y las de condena existe un previo
contenido declarativo de derechos.
46
prescripción adquisitiva que permita al nuevo dueño contar con un título que
acredite su derecho tropezó con “el prejuicio de que la acción civil sólo nace
frente a la violación de un derecho y tiene por objeto una condena que,
mandando dar, hacer o no hacer cosa alguna, restablezca el derecho dentro
de sus anteriores límites, restituyéndolo a la normalidad”85. Si el antiguo
propietario nada hace contra el prescribiente ¿como explicar que este lo
demande? La respuesta, en el estado actual del derecho procesal, es la
siguiente:
“[E]s suficiente una fundada incertidumbre dentro del sistema del derecho,
para percibir que allí hay algo que no funciona bien, y que es lógico que la
autoridad de los jueces sea puesta al servicio de quienes requieran, con
fundadas razones, una declaración oportuna que ponga fin a esa inquietud.
85
Ibidem, pág. 342. Puede verse también, para el caso del derecho argentino, el estudio de SPOTA,
Alberto G. “La sentencia declaratoria de la prescripción adquisitiva en el derecho argentino, su
procedencia, sus efectos ‘erga omnes’ (adición al estudio precedente)” en COUTURE, Eduardo J.,
Op. Cit., págs. 379 y sgts.
86
Ibidem, págs. 342 y 343.
87
Por cierto, la prescripción adquisitiva no es el único modo de adquirir que se encuentra en estas
condiciones, en general dicha dificultad está presente en muchos de los modos originarios como la
apropiación, la especificación, la mezcla y confusión de bienes muebles, pero también en las figuras de
aluvión y avulsión aplicables a los inmuebles. El tema, obviamente, tiene mayor relevancia para los
bienes inmuebles, toda vez que para las cosas muebles a las que se aplican los modos de adquirir
mencionados se tiene que o la entidad económica involucrada no es significativa o los terceros
adquirentes quedan cubiertos por la protección que les brinda el artículo 948 del Código Civil.
47
88
Ibidem, págs. 335 y 336.
89
El artículo 550 de dicho Código disponía que “aquél que por treinta años, sin interrupción ni oposición,
poseyera como suyo un inmueble, lo adquirirá en dominio independientemente del título y buena fe,
que, en tal caso se presumen; pudiendo requerir al juez que así lo declare por sentencia, la cual le
servirá de título para la transcripción en el Registro de inmuebles”. El vigente Código Civil brasileño
del 2002, establece en su artículo 1241 lo siguiente: “Podrá el poseedor requerir al Juez que sea
declarada, mediante usucapión, la propiedad inmueble. Parágrafo único. La declaración obtenida
conforme a este artículo constituirá título hábil para el registro en el Catastro del Registro de
Inmuebles”.
90
Como sabemos en el derecho alemán sólo es admisible la denominada prescripción tabular: “Una
persona está inscrita en el Registro (en la tábula), pero no es propietario. Al cabo de treinta años,
habrá ‘usucapido’ (§ 900). No obstante, debe haber tenido al mismo tiempo la posesión corporal
(‘posesión en nombre propio’). No se exige la buena fe, por lo que puede ususcapir un estafador”
(HEDEMANN, J. W., “Tratado de Derecho Civil”, Vol. II, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1955, pág. 166). Ahora bien, el BGB al regular la usucapión tabular no menciona a la acción
para hacerla valer, la referencia a una vía procedimental específica, en la que debe probarse una
posesión en nombre propio durante treinta años, aparece en el § 927 del BGB que prevé la figura de la
caducidad del derecho de propiedad, previo procedimiento intimatorio instaurado por el poseedor
contra el propietario, cuando el verdadero propietario no está inscrito en el registro inmobiliario o
estándolo “…no se ha practicado en el Registro desde hace treinta años un asiento que requiriese el
asentimiento del propietario…” estableciéndose que “…[a]quél que ha provocado la setencia de
exclusión obtiene la propiedad por la circunstancia de hacerse inscribir en el Registro como
propietario…”. Decimos que no se trata de un supuesto de usucapión, menos de una usucapión contra
tábulas, porque si bien, en el procedimiento intimatorio, el demandante debe probar posesión por el
plazo de ley, ello no será, por sí, suficiente, para amparar su pretensión porque se cita al propietario y
sólo “[s]i no comparece nadie, se dicta la sentencia de caducidad. Si alguien comparece se sobresee el
procedimiento, o bien en la sentencia de caducidad se dejan a salvo los derechos del compareciente
(…); en este último caso, la caducidad se pronuncia contra todos menos el compareciente. La
sentencia de caducidad tampoco tiene efecto contra el tercero que está inscrito como propietario antes
48
de dictarse aquella, ni siquiera contra aquel cuya propiedad se halle asegurada mediante asiento de
contradicción. Por consiguiente, si una de estas personas fuera realmente propietario, la sentencia de
caducidad carece de todo efecto sustantivo” (WOLFF, Martín, “Op. Cit”, pág. 400).
91
Resulta curioso advertir como por haberse seguido, a través del Código Civil brasileño, un modelo
objetivo de regulación de la posesión como el alemán, en el que, por el carácter constitutivo de las
inscripciones, el procedimiento de caducidad, referido en la nota anterior, sólo conduce a la propiedad
del poseedor en la oportunidad en que se obtiene la inscripción de la sentencia estimatoria; se llega a
contemplar expresamente – a partir del Código Civil de 1936 - la invocación de la prescripción
adquisitiva “en vía de acción”. Lógicamente, la importación fue realizada considerando el carácter
declarativo de la pretensión y de la sentencia, pero esto permitió que en nuestro país, desde 1936,
quedara zanjada de manera positiva – a diferencia de otras legislaciones latinas que siguieron el modelo
subjetivo - cualquier discusión sobre las vías para la invocación de la prescripción: o en vía de
excepción de fondo que se opone a la pretensión de reivindicación o en vía de acción mediante el
correspondiente procedimiento de declaración de propietario. En ese sentido, resulta apropiado concluir
que se trato de una importación reflexiva y útil de la ley extranjera.
92
Cfra. ROMERO ROMAÑA, Eleodoro, Op. Cit., págs. 170 y 171 y CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, Op.
Cit., págs. 502 y 503.
93
CASTAÑEDA, Jorge Eugenio, Op. Cit., pág. 503.
49
No se pide al juez que mande dar, hacer o no hacer alguna cosa. Se pide,
simplemente, una declaración. Frente a la prueba plena del hecho
posesorio, no habiendo objeciones fundadas del representante de los
posibles derechohabientes; frente a un procedimiento regularmente
seguido, el juez declara que se ha poseído en condiciones aptas para
adquirir el dominio.
94
Ibidem, págs. 344 y 345
50
En el derecho brasileño, aún cuando el texto expreso del artículo 1241 del
Código Civil del 2002, al igual que el artículo 550 del Código Civil de 1916,
hace referencia al derecho del poseedor de requerir al Juez para que
declare adquirida, mediante usucapión, la propiedad inmueble lo cierto es
que “algunos autores entienden que la sentencia y el registro de ésta son,
también, requisitos para la adquisición por usucapión”96. Sin embargo la
doctrina mayoritaria y la jurisprudencia de los tribunales reconocen que la
sentencia pronunciada en la acción de usucapión “es meramente
declaratoria y no constitutiva de derecho. El registro, por otro lado, sirve
para dar publicidad a la adquisición originaria operada por la usucapión,
resguardándose la buena fe de terceros y posibilitando, por parte del
usucapiente, el ejercicio del ius disponendi. Además, se asegura así la
continuidad del propio registro” 97
95
ACEVEDO PRADA, Luis Alfonso y ACEVEDO PRADA, Martha Isabel, “La prescripción y los
procesos declarativos de pertenencia”, Cuarta edición, Editorial Temis S.A., Santa Fe de Bogotá,
1999, pág. 223. Resulta particularmente ilustrativo el fallo de la Corte Suprema de Colombia de fecha
28 de febrero de 1955, citado por los mencionados autores, en el que se dijo lo siguiente: “…No
comparte la Corte el concepto del recurrente según el cual ‘sobre una prescripción no declarada
judicialmente no se puede asentar ningún dominio’. A este respecto reitera la doctrina expuesta en
fallos de 25 de junio de 1923 y 10 de diciembre de 1953: ‘Siendo la prescripción adquisitiva título
constitutivo (C.C., art. 765) y además, un modo de adquirir, bajo ciertas condiciones [sic]
determinadas por la ley, por la sola circunstancia de cumplirse esas condiciones se adquiere el
dominio de las cosas, y el favorecido por la prescripción puede alegarla, ya como defensa o como
fundamento de una acción de propiedad, de la misma suerte que puede alegarse cualquier otro título
de dominio. (…) El Tribunal al exigir que previamente se declare por sentencia judicial la prescripción
para que pueda ser alegada como título adquisitivo de dominio, interpretó erróneamente los artículos
758 y 2534 del Código Civil, porque del hecho de que esas disposiciones le den el carácter de título y
de escritura pública a la sentencia registrada que declara una prescripción adquisitiva, no se
desprende que no pueda alegarse en juicio la prescripción fundada en los hechos que la generan, ya
que es la posesión pacífica, pública y no interrumpida por un determinado número de años, el
fenómeno que engendra el título y no la decisión judicial. Es injurídico sostener que la prueba del
dominio del prescribiente dimana exclusivamente de la sentencia declarativa registrada a que se
refieren los artículos 758 y 2534 del Código Civil, es decir, que ella es fundamento de una tradición. Si
la prescripción adquisitiva es título constitutivo y, a la vez, modo de adquirir el dominio, resulta
exótico pretender que la ley exige dos modos de adquisición de la misma cosa: la prescripción y el
registro de la sentencia declarativa. Esta tan solo está llamada a producir la segunda de las
finalidades del registro, una vez inscrita; esto es, a dar publicidad a la propiedad declarada de modo
que produzca efectos contra terceros como lo estatuye el artículo 2534 citado …” (pág. 223 y 224).
96
DE MORAES SALLES, José Carlos, “Usucapiao de Bens Imóveis e Móveis”, Sexta edición, Editorial
Revista de los Tribunales, Sao Paulo, 2006, pág. 80.
97
Ibidem.
51
quedara claro que la prescripción opera cuando vence el plazo que requiere
ser invocado y no cuando se realiza tal invocación, no solo se entendería
que la pretensión y, la consiguiente sentencia, tienen carácter declarativo
con la consiguiente irrelevancia de hechos posteriores al vencimiento de
dicho plazo (procesos concluidos o en trámite, iniciados después de tal
evento), sino que también, cual efecto del hecho de verse en el mismo
espejo, se podría advertir la irrelevancia para la pacificidad de aquéllos
procesos declarativos, de condena o constitutivos que pudieron haberse
iniciado, por el poseedor o contra el poseedor, antes del vencimiento del
plazo pero que concluyeron sin un pronunciamiento final que reconozca
derechos preexistentes, ordene restituir las cosas a un estado anterior o
modifique la situación jurídica preexistente.
98
Quizás si hubiera optado por invocar ambos “errores” de interpretación, tal vez, el resultado habría sido
similar al de la Casación 2099-CAJAMARCA que hemos citado en el numeral 2.4., caso en el cual si
bien se hizo la diferencia conceptual entre continuidad y pacificidad, se concluyó que la
controvertibilidad que derivaba de la existencia de procesos anteriores determinaba que, aún cuando el
requisito de la continuidad no se encontrara afectado, sí se encontraba afectado el de la pacificidad.
99
WOLFF, Martín, “Op. Cit.”, pág. 42.
53
100
Ibidem.
101
Tal como lo hemos señalado en los numerales 5.2 y 5.3 la recuperación a la que se refiere la ley, por
interpretación sistemática con la normas relacionadas con la defensa posesoria (Arts. 920 y
siguientes), debe haberse llevado a cabo de manera voluntaria, de manera violenta pero observando
todas las exigencias establecidas para la licitud de la defensa extrajudicial o por mandato judicial
derivado de un proceso iniciado dentro del año de ocurridos los hechos y en el que se discute y
recupera la posesión misma.
54
102
DE BUSTOS GOMEZ RICO, Modesto, “Comentario al Art. 459 del Código Civil español”. En:
SIERRA GIL DE LA CUESTA, Ignacio, Op. Cit. Tomo 3, pág. 469.
103
HERNÁNDEZ GIL, Antonio,
104
DIEZ-PICAZO, Luis, “Op. Cit.”, pág. 721. El autor considera a la definición transcrita como la
tradicional porque, por su parte, estima que interrupción significa simplemente “que no es posible
acogerse a la prescripción: que la prescripción ha quedado impedida”.
55
107
Adviértase que la Corte sólo hace referencia a la causal de emplazamiento judicial y si bien los
contornos de la casación resuelta justifican la no referencia a las otras causales de interrupción de la
prescripción extintiva previstas por el art. 1996, cabe preguntarse cual sería la posición de la Corte
respecto de la aplicabilidad de las demás causales. Entendemos que resulta claramente impertinente
la de oposición judicial de la compensación (inc. 4) concebible únicamente dentro del ámbito de las
relaciones obligatorias; la de intimación extrajudicial que permite la constitución en mora del deudor
(inc. 2) no debiera ser rechazada sólo porque la figura de la mora no opera en las relaciones jurídico
reales, porque de lo que se trata es de tomar la funcionalidad del supuesto: ¿es suficiente un
requerimiento extrajudicial al poseedor para interrumpir la prescripción? en nuestra opinión, dentro
del contexto de un sistema legal que tiende a la objetivización de la prescripción adquisitiva (ver lo
expuesto en el numeral 5.5.) no nos parece apropiado que un acto privado pueda tener la
trascendencia necesaria para producir un efecto tan grave (vicio absoluto) como el que produce la
interrupción de la prescripción. En cuanto a la causal de reconocimiento de la obligación que para
éstos efectos debe ser entendida como reconocimiento del derecho ajeno (inc. 1), comúnmente
aceptada por la doctrina como pertinente para la usucapión, nos remitimos a lo que más adelante
exponemos en el texto.
57
108
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H., Op. Cit., pág. 898.
109
Se trataría de una acción posesoria (no interdictal) o una acción petitoria, como una reivindicación.
110
Cfra MESSINEO, Francesco, “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo III, Ediciones
Jurídicas Europa-América, Buenos Aires 1954, pág. 318; HERNÁNDEZ GIL, Antonio, Op. Cit, pág.
473 y sgte; ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, Op. Cit., págs. 174 y sgtes.; CALEGARI DE
GROSSO, Lydia, Op. Cit.; pág. 246 y sgte.
111
Cfra. Art. 2944 del Código Civil italiano, art. 1948 del Código Civil español y art. 3989 del Código
Civil argentino
112
MESSINEO, Francesco, Op. Cit., pág. 318.
113
CALEGARI DE GROSSO, Lydia, Op. Cit., pág. 246.
58
114
HERNÁNDEZ GIL, Antonio, Op. Cit., págs. 473 y 474.
115
Debería considerarse incluida dentro de esta hipótesis el supuesto en el que la oferta del poseedor,
mencionada en el acápite (ii), no sea aceptada por el destinatario o simplemente caduque.
59
116
ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, Op. Cit., pág. 154. De plano debe advertirse que el caso de
interrupción de la posesión misma (pérdida de la posesión) no produce siempre la necesidad de iniciar
un nuevo cómputo del plazo porque tanto nuestro Código (art. 953) como el Código Civil español (art.
1944) reconocen que la interrupción queda sin efecto si la posesión perdida se recupera dentro del año.
60
En ese orden de ideas tenemos que respecto a uno de los problemas más
álgidos de nuestro país, como lo es el de la denominada “propiedad
informal”, desde hace varias décadas se vienen dictando leyes especiales
117
Tener en cuenta la salvedad hecha al analizar la causal de reconocimiento del derecho ajeno, respecto
del tercero que deriva sus derechos del poseedor.
118
DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando, “Postmodernidad y Derecho”, Monografías Jurídicas Nº
86, Editorial Temis S.A., Santa Fe de Bogotá, 1993, pág. 38.