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Semiología
La semiología o semiótica (del griego: σημειωτικός, "simiotikos") es la ciencia que trata de los sistemas de
comunicación dentro de las sociedades humanas, estudiando las propiedades generales de los sistemas de signos,
como base para la comprensión de toda actividad humana. Aquí, se entiende por signo un objeto o evento
presente que está en lugar de otro objeto o evento ausente, en
virtud de un cierto código.

El fenómeno de la semiosis es la instancia donde "algo


significa algo para alguien" y es por lo tanto portador de
sentido. Se debe aclarar que la significación se realiza como
condición de la semiosis de la que Morris (1938) distingue:
vehículo sígnico (signo), designatum (lo designado);
interpretantes (consideraciones del intérprete) y el intérprete
mismo. Estos tres (o cuatro elementos si consideramos a este
último) en el marco de un sistema llamado lenguaje, que al
decir de Morris es todo "conjunto de signos más un conjunto
de reglas"; señala las dimensiones que constituyen un lenguaje.

Estas dimensiones dan origen a disciplinas homónimas que rigen las relaciones entre signo y cosa designada: la
semántica; relaciones entre signos: la sintáctica; y entre signos y sus condiciones de uso: la pragmática. Esto es,
desde las dimensiones se analizan los fenómenos, objetos y sistemas de la significación, de los lenguajes y de los
discursos en los diferentes lenguajes en tanto procesos a ellos asociados (producción e interpretación). Toda
producción e interpretación del sentido constituye una práctica significante, un proceso de semiosis que se
vehiculiza mediante signos y se materializa en textos.

Algunos autores suelen indicar una distinción entre semiótica y semiología como postulando campos de estudios
diferentes, problemática superada el Tratado de Semiótica de Umberto Eco que minimiza la cuestión dado que
todo signo se construye de naturaleza social, aunque no todos lo son. Cabe separarlas también de la llamada teoría
de la información y de la comunicología o ciencia que estudia los sistemas de comunicación dentro de las
sociedades humanas y la hermenéutica o disciplina que se encarga de la interpretación de los textos.2 La
peculiaridad del enfoque semiológico responde al siguiente interrogante: "¿Por qué y cómo en una determinada
sociedad algo —una imagen, un conjunto de palabras, un gesto, un objeto, un comportamiento, etc.— significa?".

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Introducción
La luego denominada semiótica, como campo disciplinar, constituía
una de las ciencias integradas en la Lingüística. Comenzó su
desarrollo sistemático en la década del sesenta, pero sus atisbos se
encontraban ya en el Curso de lingüística general del suizo
Ferdinand de Saussure, publicado póstumamente por sus discípulos
en 1913, dentro de una corriente epistemológica denominada
estructuralismo saussure-hjelmsleviano que obtuvo una fuerte
impronta de esta disciplina lingüística porque sus autores
fundamentales fueron filólogos y lingüistas como Ferdinand de
Saussure, Louis Hjelmslev, Roman Jakobson y Ludwig Wittgenstein.

El lingüista Ferdinand de Saussure, a comienzos del Siglo XX, había concebido la posibilidad de la existencia de
una ciencia que estudiara los signos «en el seno de la vida social», a la que denominó semiología, del griego
semeion ("signo"). Posteriormente otro lingüista, el danés Louis Hjelmslev, profundizó en esta teoría y elaboró su
sistemática formalización dentro del paradigma estructural, que bautizó como glosemática en sus Prolegómenos a
una teoría del lenguaje (1943), sentando un conjunto de principios que servirán de fundamento teórico y
epistemológico a ulteriores desarrollos de la semiótica estructuralista. A estos autores agregó sus aportaciones
también otro famoso lingüista, el ruso Roman Jakobson, y el austríaco Ludwig Wittgenstein, quien puso las bases
de la pragmática lingüística al declarar que "el significado es el uso".

Con independencia de este desarrollo europeo, otra línea de investigación semiótica se desarrolló sobre los
escritos que dejó el filósofo y lógico estadounidense Charles Sanders Peirce, lo conocido como semiótica
anglosajona, semiótica lógica o semiótica a secas. En su desarrollo teórico, Peirce toma como objeto de estudio a
la semiosis, proceso en el cual se daba la cooperación de tres instancias (o subjects):

El representamen, o signo en sí, es decir, una manifestación material y perceptible que representa a otro objeto.
El objeto, que es aquello representado, esto es, aquello de lo que el signo da cuenta.
El interpretante, o sentido que el signo produce y que se traduce en otro signo o representamen.
Así pues, el signo es para él el producto de esta dinámica de semiosis, que la semiología europea designaba con
otra terminología, respectivamente, significante, referente y significado, lo que luego se denominó triángulo de
Ogden y Richards, estructura que integra estos tres elementos que configuran cualquier signo y que puede
desfigurarse por fenómenos como la sinonimia, la homonimia, la polisemia, etc., de forma que el triángulo puede
transformarse en un rombo, un segmento, etcétera.

Profundizando en la clasificación de los signos, Peirce llegó a la convicción de que estos podían clasificarse por la
relación que guardaban estos elementos entre sí en tres tipos determinados:

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Icónicos o iconos, cuyo representamen o significante guarda una relación de parecido con su objeto o referente:
mapas, caricaturas, croquis...
Indicios o indicadores, cuyo representamen o significante guarda una relación natural o de causa-efecto con el
objeto o referente: el humo como signo de fuego, el llanto como signo de emoción intensa (tristeza o alegría).
Símbolos, aquellos signos en los que la relación entre representamen o significante y objeto o referente no es de
semejanza ni natural o de causa-efecto, sino arbitraria, convencional, pactada en el seno de una sociedad: el
himno nacional, la bandera, la mayor parte de los vocablos de las lenguas naturales salvo las onomatopeyas
sonoras del lenguaje oral o visuales del lenguaje escrito (caligramas, por ejemplo).

Historia
La importancia de los signos ha sido reconocida en gran parte de la historia de la filosofía y en la psicología.
Platón y Aristóteles ya exploraron la relación entre los signos y el mundo. Sus teorías han tenido un efecto
duradero en la filosofía occidental, especialmente a través de la filosofía escolástica. El estudio general de los
signos que comenzaron en latín con Agustín y culminó con el Tractatus de Signis de John Poinsot en 1632. Y
comenzó de nuevo, en la modernidad, con el intento por Charles Peirce de elaborar una "nueva lista de
categorías", en 1867.

Más recientemente, Umberto Eco, en Semiótica y filosofía del lenguaje (1984), ha argumentado que las teorías
semióticas están implícitas en el trabajo de la mayoría, quizás todos, de los pensadores importantes.

1.1 Desarrollo
Diversas corrientes semióticas que pertenecían al estructuralismo se gestaron en la década del sesenta. Estos
abordajes difirieron en cuanto a qué rama de este paradigma se adscribían, a la selección que operaban sobre el
campo de estudio, los propósitos que las animaron y la metodología que utilizaban.

El primer esbozo lo constituye la Semiología de la Comunicación, corriente enmarcada en el saussuro-


funcionalismo que se proponía estudiar los sistemas de signos convencionalizados no verbales, cuya función era
la de comunicar. Es decir, sistemas de comunicación diferentes de la lengua natural.

En su análisis de los cuentos maravillosos rusos (particularmente de las vilinas), que, andando el tiempo,
originaría la disciplina denominada narratología, Vladimir Propp, clasificado dentro del formalismo ruso,
encontró homologías y regularidades que remitían a una estructura arquetípica común expresa en variantes. Entre
dichas regularidades se encontraba su análisis de tres tipos de pruebas:

 Calificante
 Decisiva
 Glorificante

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Existía asimismo un personaje o función constante, el héroe (agonista o protagonista), al que se le pedía un objeto
de valor y, para lograrlo, antes debía adquirir la competencia necesaria. Propp la llamó prueba calificante.
Después de haberse calificado, el héroe era capaz de pasar pruebas difíciles (prueba decisiva) que conducían a su
reconocimiento como héroe y a la adquisición del objeto de valor (prueba glorificante).

Otro de los aportes hechos por Propp fue la propuesta de la estructura polémica: junto a la historia del héroe,
aparece el antagonista o traidor, quien, en la búsqueda del mismo objeto de valor, genera una confrontación. Y la
estructura contractual, que Propp representa como un contrato en que un destinatario se compromete a realizar
una serie de pruebas (o performances) por petición u orden de un mandador o destinador. Cuando finaliza las
pruebas del destinatario, el destinador reconocerá y sancionará el resultado de las pruebas (sanción).

Otras aportaciones a la teoría semiológica son las hechas por Georges Dumézil y Claude Lévi-Strauss, este último
más bien desde el campo de la antropología, quienes habían planteado la existencia de ciertos patrones o
constantes en las estructuras profundas de sus disciplinas. Lévi-Strauss, en su análisis estructural del mito de
Edipo, consideraba que había una organización de contenidos que podía ser formulada por categorías binarias de
oposiciones, a través de un análisis paradigmático. También se puede citar la obra de Yuri Lotman y su aportación
al definir el concepto de la semiosfera, donde la comunicación está definida como un acto de traducción,
estructurado por la cultura.

Algunos autores han definido la semiótica como la ciencia que estudia todos los sistemas de signos en general,
incluyendo al lenguaje humano. Es necesario recalcar que el lenguaje humano es el sistema de signos más potente
y complejo que existe (al menos para el hombre) de modo que todos los demás sistemas de signos son traducibles
a él, pero no al contrario, que se sepa. Por tanto, el signo lingüístico es comprendido como la asociación más
importante en la comunicación humana.

Por otra parte, la semiótica puede entenderse también, según autores como José Carlos Cano Zárate, como una de
las ciencias sociales que analiza el comportamiento y funcionamiento del pensamiento y busca una explicación de
cómo el ser humano interpreta el contexto y entorno social y dónde crea conocimiento y aprendizaje sobre la base
de sus experiencias y lo comparte de generación en generación.

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El signo en semiótica
El signo, en su definición nuclear es un elemento dotado de unidad y carga informativa, tiene una naturaleza
diversa, pues signo es la letra, el gesto, el canto del pájaro, el olor, un sonido…

El signo, heterogéneo e infinito, es indesligable del sujeto cognoscente, entendido en el marco de una
aproximación preliminar a la Semiótica, como sujeto dotado de sentidos e inteligencia. Los cinco sentidos (vista,
oído, olfato, gusto, tacto) sumados a la inteligencia conforman el entramado o mecanismo que permite las dos
grandes actividades que fundamentan la función del signo: actividad de recepción y actividad de producción.
Actividades nucleares y constantes, el canal siempre está abierto, que, en suma e interrelación, dan lugar al macro
fenómeno denotado a través del término “comunicación”. Un fenómeno que es posible debido a que los signos,
unitarios por definición, establecen relaciones combinatorias con otros signos mediante reglas más o menos fijas
dando lugar a códigos estructurados o lenguaje.

En consecuencia, la Semiótica, como ciencia que estudia el signo, germen del lenguaje, y del pensamiento, se
relaciona de forma inmediata con la Lingüística y las Neurociencia, como también, a raíz del protagonismo del
signo en el macro fenómeno comunicativo, la semiótica es una metaciencia que, por un lado, subyace a todo
conocimiento y a toda actividad científica y, por otro, se edifica sobre un campo de estudio interdisciplinar cuyo
alcance es extensible sin excepción a cualquier conocimiento y actividad humana.

Semiótica como metaciencia


Charles Morris consideraba que la Semiótica tenía una doble relación con la ciencia, de manera que era una
ciencia más y un instrumento para estudiar al resto de ciencias; una metaciencia por tanto. Consideraba que sólo a
través del estudio del sistema de signos en que se basa una ciencia se puede sistematizar, purificar y simplificar,
para liberar al hombre de todas las imperfecciones que acarrea el utilizar el lenguaje.

La semiología frente a la semiótica


La semiología se identifica con la lingüística en cuanto abarca sistemas de signos puramente humanos, entre ellos
los verbales, pero también sistemas de signos no verbales, pero igualmente humanos, como los códigos de los
gestos, la vestimenta etc. que son propios de la vida social. Una escuela de esta, la semiología rusa o formalismo
ruso, se aplicó al análisis de las artes y la cultura.

Función de la semiología
Semiología es la ciencia que estudia sistemas de signos: códigos, lenguas, señales, entre otras. Esta definición
abarca todos los sistemas de signos: las lenguas de signos de los sordos, las señales de tráfico, los códigos, el
alfabeto Morse, etc.

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El lenguaje se exceptúa de esta definición, debido a su carácter especial, y por ello, la semiología se puede definir
como “el estudio de los sistemas de signos no lingüísticos”. El estudio de los signos es indispensable para nuestra
comunicación, para nuestra necesidad de expresión e interpretación de los complejos mensajes de nuestro
entorno. Vivimos en un mundo de signos, por ello la Semiología es fundamental para establecer la diferencia
entre términos que se usan indistintamente como signo, índice, icono, símbolo, señal. Cuando una persona desea
comunicarse utiliza alguna forma para poder expresarse, tomando como referencia la forma de expresión
entendible por los demás tal como: hacer gestos, escribir, hablar, dibujar, etcétera, por lo tanto el signo, gesto,
expresión, que quiera transmitir se le llama referente, mientras que la interpretación de quien recibe el mensaje es
denominada representación.

La semiología médica, por el contrario, estudia y clasifica una tipología de síntomas que ayuda a determinar qué
enfermedad se padece.

La semiótica de Charles Peirce o semiótica peirciana tiene como propósito elaborar una teoría general de los
signos que los clasifique e identifique.

Por último, y para evitar tanta confusión terminológica, en 1969 la Asociación Internacional de Semiología,
reunida en Venezuela, acordó englobar todas en la denominación semiótica. Así, confundir semiología con
semiótica es tan errado como confundir símbolo con icono.

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