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Caloi

Vida y obra

Caloi es el seudónimo con el cual el historietista y dibujante argentino Carlos


Loiseau se desempeñó profesionalmente desde mediados de la década del
sesenta del siglo pasado y hasta el último día de su vida, acaecido el 8 de
mayo de 2012.

Caloi nació en la provincia argentina de Salta, un 9 de noviembre del año 1948


y todavía no había cumplido los veinte años cuando comenzó a llenar el
universo del humor gráfico argentino con sus historietas y personajes tan
particulares. Los primeros trabajos profesionales los realizó en la revista Tía
Vicenta y en la revista Análisis.

A partir del año 1968 comenzó su relación profesional con uno de los diarios
más importantes de Argentina, el diario Clarín, con el cual mantendría la
relación laboral hasta el último día de su vida. Y sería precisamente en él que
se publicaría su tira diaria Clemente y Bartolo. También, dentro del humor
gráfico, colaboró para la popular revista deportiva El Gráfico. Sin lugar a dudas,
su creación más famosa ha sido la de Clemente, un personaje que vio la luz en
el año 1973, un ser bastante particular, sin alas, sin brazos y con su cuerpo
cubierto de rayas negras que contrastan con el color amarillo del mismo.

Con el correr de los años y de las historias, Clemente, comenzó a representar


la idiosincrasia del hombre argentino; crítico de la realidad y del fútbol, una de
las grandes pasiones argentinas, Clemente, supo meterse y ganarse la
mayoría de los corazones argentinos como consecuencia de justamente esa
exacta representación del ser nacional. Además de en el diario, Clemente tuvo
un exitoso paso por la televisión durante la década del ochenta. En la década
del noventa, Caloi, vuelve a incursionar en la televisión argentina, aunque esta
vez con su nombre propio, a través del programa Caloi en su tinta, un envío
destinado especialmente a la difusión del cine de animación.

Se emitió varios años por el canal estatal y también por el canal A de cable.

Asimismo, Caloi, intervino en diferentes campañas publicitarias de reconocidas


marcas como ser: Parliament, Terrabusi, Quilmes, Molinos, YPF, entre otras.

Por su aporte a la cultura argentina, Caloi fue distinguido por la Legislatura de


la Ciudad de Buenos Aires como Personalidad Destacada de la Cultura y su
personaje Clemente declarado patrimonio cultural de la ciudad, cuando corría
el año 2004.

Caloi falleció a causa de un cáncer de colon el 8 de mayo del año 2012.


https://www.clarin.com/sociedad/mascota-argentina_0_ByvE-INhPQe.html

Clemente: la mascota de la Argentina

El gran personaje de Caloi es una criatura de una especie indefinible. Con su


mirada irónica y su carácter “porteño” fue cronista de varios de los grandes
momentos de la historia argentina reciente.

Los grandes historietistas suelen caminar de la mano de grandes personajes. Y


el Negro Caloi no fue la excepción. De su baúl creativo salió nada menos que
Clemente, animalito de indescifrable ADN (puede que sea un pájaro, puede
que no) cuya relevancia entre los mayores personajes de la historieta argentina
sólo puede ser comparada con la de Mafalda. La diferencia con la muchachita
de Quino es que ella atravesó fronteras y se convirtió en una celebrity global,
mientras que a Clemente se le reservó el altar de ídolo local –de nosotros y
para nosotros–, quizás debido a su decir y su reflexionar tan costumbrista, tan
profundamente argentino.

Esa marca le viene de origen, desde que apareció como parteneire de Bartolo,
un porteñísimo conductor de tranvías que le dio espacio en su propia tira para
luego quedar olímpicamente desplazado por el carisma de su invitado. Corría
1973 y Clemente aparecía ante los lectores de Clarín como una mascota un
tanto ambigua: Bartolo lo presenta como un perro pero él le responde con un
sonoro graznido de pajarraco. Esta pulsión por llevar la contraria es lo que
marcará su relación con Bartolo, un fanático hincha de River –al igual que
Caloi– que soportaba con paciencia zen los sucesivos desbordes “bosteros” de
Clemente.

A medida que fue cobrando protagonismo, a mediados de la década del 70,


aparecieron con mayor nitidez los elementos de identidad que lo convertirían
en un personaje único. Uno de los más singulares, el que produjo la gran
conexión con el público, era su capacidad para filosofar, para devanear
existencialmente, con un pie siempre puesto en la sabiduría de barrio, en el
sentido común de la calle, en la manera de ver las cosas del ciudadano de a
pie. Un atributo que, en diferente registro, compartía con los personajes salidos
de la usina del otro “Negro”, Roberto Fontanarrosa.

La irreductible “argentinidad” de Clemente se cimentó sobre la veta más


“porteña” del concepto. En sus tiras y personajes rondan muchas de las
pasiones características de los habitantes de estos confines australes del
mundo, entre las que se destacan el fútbol, el amor por la palabra y la ironía y,
por supuesto, las mujeres. Y no es de extrañar que en la vida de Clemente no
haya fidelidades románticas extremas. Hubo momentos en los que le arrastró el
ala a Mimí, una canaria lánguida, de aires aristocráticos, pero un tanto fría, que
contrastaba con la exhuberancia latina y proletaria de “La Mulatona”, un amor
explosivo e inestable.

Entre una y otra, Clemente aprovechaba para departir con personajes que
constituían su “barra”, entre ellos Alexis Dolinades, alter ego de su gran
compadre, el escritor Alejandro Dolina. El fue quien acuñó, dejando a Caloi la
tarea de darle popularidad, aquella frase “Todo lo que hace el hombre, es pa’
levantarse minas”, que de cerca parece ser una proclama bravucona de
“machos alfa” porteños, pero que al sopesarla desprende un sentido bastante
más profundo y perturbador.

Caloi fue un hombre muy consciente de los tiempos sociales y políticos que le
tocaron vivir, un tipo de sensibilidad peronista, y fuerte compromiso. Y eso se
dejaba ver a las claras en su mayor personaje, que solía sentar posición desde
la contratapa de Clarín frente a los grandes temas con los que fue lidiando la
sociedad argentina durante estos últimos 40 años. Por otra parte, Caloi
“prestaba” generosamente a su criatura para que fuera portavoz de cualquier
causa que considerara justa, desde el apoyo a una antigua pizzería de San
Telmo, con riesgos de desaparecer bajo la topadora de la modernidad turística,
hasta campañas promovidas por diferentes organizaciones sociales.

En esa exacerbación paródica y tierna de la cultura popular argentina que


plasmaba Clemente a diario, el fútbol debía, por fuerza, ocupar un rol
fundamental. Y tanto lo fue, que en ese ámbito Caloi y Clemente atravesaron la
experiencia de pasar del otro lado del mostrador, de ser protagonistas de la
realidad en vez de meros cronistas. El episodio más sonado ocurrió durante el
Mundial 78, cuando se produjo un contrapunto entre Clemente, que llamaba a
la hinchada a “tirar papelitos”, con José María Muñoz, el relator oficial-oficialista
del torneo, quien abogaba por que las cosas fueran “bien limpitas”, para no dar
una mala imagen del país delante de las televisiones del mundo. Para quienes
vivieron aquellos años, el gesto de Caloi tuvo mucho de resistencia ante un
régimen al que el humor no le hacía ninguna gracia.
Luego, en tiempos un poco menos álgidos aparecerían otros personajes
futboleros de enorme calado popular como el hincha de Camerún, que inició el
desembarco de nuevos actores secundarios en la tira, como Jacinto, el
primogénito de Clemente, con el que Caloi narraba de alguna forma las
peripecias y conflictos que él mismo debía afrontar con su propio hijo, el
también talentoso historietista Tute. En Tute, como en tantos otros creadores
de historietas de nueva generación, queda ahora el lado artístico y emocional
de Caloi.

En el tintero quedan otros compañeros de ruta como el Clementosaurio, el


Apuntador y su hija Clementenina. Todos ellos, con Bartolo y el resto de la
troupe, deben estar ahora alzando los vasos por la memoria de su creador. Lo
más probable es que se trate de un una ceremonia bien al gusto de Clemente,
con toneladas de aceitunas.

Lee y observa las historietas de Clemente

*Clemente habla como un porteño, usa palabras del lunfardo y expresiones del
futbol. Habla como una persona común de Buenos Aires.

*Clemente habla de futbol, de la vida diaria, de amor, de política, de las


aceitunas que son su comida preferida y de la selección argentina.

*En los fondos de las viñetas no usa decorado, Clemente está solo o con algún
personaje y hay muy poco o ningún otro detalle en la mayoría. Algunas veces
aparecieron las tribunas de la hinchada o el tranvía de Bartolo, pero no mucho
más. Al principio sus historietas eran en blanco y negro, luego fueron a color y
a veces el fondo era de colores, sin más detalles.

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