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Sólo las fronteras, los lugares de contacto constituyen el ego. Sólo donde y cuando el Ser se
encuentra con lo “extraño” comienza a funcionar el ego, determina la frontera entre el campo
personal y el impersonal.
Aquello que uno identifica como propio se acepta; lo que parece ponerlo en peligro se
rechaza.
La persona realiza una identificación con lo correcto y una alienación de lo incorrecto, pero lo
que es correcto o incorrecto engaña a veces. Es decir, lo que es habitual podría ser percibido
como lo correcto y las actitudes extrañas como incorrectas… La actitud biológicamente
correcta podía haber sido alienada hasta el punto que el paciente no puede concebirla como
natural. Su resistencia es una identificación con ciertas exigencias ideológicas que él no
experimenta como una identificación cambiable, sino como una visión “correcta” fija.
Retroflexión: se basa en una escisión de la personalidad compuesta por una parte consciente
(activa o ego) de la personalidad que dirige sus actividades contra otra parte (ser sobrante o
parte pasiva) aun cuando el acento esté en la parte pasiva.
Ejemplo: joven desilusionada por su amante se mata por sus deseos de matarlo a él. Suicidio
como sustituto del asesinato.
Conflicto entre las necesidades sociales (cómo me comporto en sociedad) y biológicas (lo
que necesita mi cuerpo). Lo bueno en lo social puede ser malo para lo biológico y viceversa. Se
crean las normas, la moral… frente a las leyes biológicas de la autorregulación.
El ego no tiene ningún tipo de entidad o “substancia” (sólo el ego como “carácter” tiene algo
de entidad fija, como conglomerado de introyectos). Se limita a ser una “función del
organismo”, no tiene fronteras, sino que son las fronteras o el lugar de contacto en cada
situación lo que constituye al ego. Su naturaleza es simbólica, sin substancia.
Ejemplo: bebé satisfecho si consigue lo único que conoce (leche del pecho de la madre) e
insatisfecho si no lo consigue. Se queda “bien” o “mal” (llora, se agita…). Posteriormente
vinculará las sensaciones de gratificación o frustración de sus deseos con la aparición o no de
la figura materna, y al proyectar aquellas sensaciones sobre ella, será la madre la que es vivida
como “buena” o “mala”.
Los padres también tienen una actitud ambivalente. Cuando el hijo realiza sus deseos (si es
obediente) y ni protesta frente a exigencias sin sentido, los padres están satisfechos y se
considera al niño “bueno”. Cuando el niño frustra los deseos de los padres con frecuencia se le
llama “perverso” o “malo”.
El bien y el mal, lo justo o lo injusto son juicios hechos por individuos o instituciones
colectivas según la realización o frustración de sus exigencias. Son sentimientos de bienestar
o malestar. Se les proyecta sobre el objeto que estimula estos sentimientos. Más tarde, el
bien o el mal llegaron a convertirse en términos aislados de los hechos originales (es decir,
de las sensaciones biológicas).