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LOS PRIMEROS POBLADORES DEL TERRITORIO MEXICANO

Hace 30 000 años un grupo humano formado por no más de treinta personas deambulaba
por lo que hoy se conoce como El Cedral, en el estado de San Luis Potosí.
Los miembros del grupo buscaban tranquilamente su alimento, sabían que cerca de un
manantial se juntaban los animales para abrevar. En ocasiones los cazaban, pero
frecuentemente sólo aprovechaban los restos dejados por los carnívoros, o los de animales
recién muertos, ya que era mucho más fácil simplemente destazar los cadáveres.
Con sorpresa y regocijo descubren que en esta ocasión un mamut está atrapado en la orilla
fangosa. La gran bestia apenas sobrevive, el esfuerzo por salir del fango y los días que lleva
sin comer lo han puesto al borde de la muerte. Milagrosamente, los felinos no se han dado
cuenta del animal, por lo que este grupo de primeros pobladores del actual México se
apresta a aprovechar en un gran festín al moribundo proboscidio.
La noticia del hallazgo del mamut cruza rápidamente el valle, gracias al oportuno aviso de
uno de los jóvenes del grupo, quien informa a los parientes de otra banda cuyo territorio se
encuentra contiguo al suyo. Llega así otro contingente de aproximadamente medio centenar
de individuos: hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos, ancianos, todos dispuestos a
compartir e intercambiar objetos durante la comida comunitaria.
Alrededor del fuego se reúnen a escuchar relatos míticos, mientras comen. Luego bailan
alegremente y ríen, es una ocasión que no se da con frecuencia. Futuras generaciones
regresarán al manantial, por los años 21 000, 15 000, 8 000, 5 000 y 3 000 antes del presente,
pues las historias de los abuelos sobre grandes banquetes de carne alrededor del fuego
hacen atractiva esta zona.
En este periodo, definido por los arqueólogos como Arqueolítico (30 000 a 14 000 años antes
del presente), la comida es abundante; grandes manadas de cérvidos, caballos y jabalíes
están en constante migración estacional, lo que permite cazar con facilidad a los animales
pequeños, fatigados o enfermos. Los grupos humanos complementan su dieta con la
recolección de plantas, semillas, tubérculos y frutos silvestres. No se preocupan por
controlar el número de nacimientos, ya que cuando el tamaño de la población amenaza con
limitar los recursos naturales, algunos de los más jóvenes se separan para formar un nuevo
grupo, internándose más allá, en territorio inexplorado.
La vida social es armónica e igualitaria, los conflictos se resuelven fisionando la banda y
buscando nuevos horizontes; cada quien realiza el trabajo que más se le facilita y lo emplea
para ayudar al grupo, saben que no se puede sobrevivir solo.
Esta plácida existencia duraría 15 000 años aproximadamente, hasta que se rompe el ciclo
climático que permitía que las manadas de megabestias pastaran a lo largo y ancho del
territorio nacional.
En el norte de México, durante este periodo, conocido por los arqueólogos como Cenolítico
inferior (14 000 a 9 000 años antes del presente), la tradición de las puntas Folsom se
restringe a Chihuahua, Coahuila y San Luis Potosí; mientras que la tradición de las puntas
Clovis se distribuye por Baja California, Sonora, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Jalisco y
Querétaro.
En el siguiente periodo, el Cenolítico superior (9 000 a 7 000 años antes del presente),
cambia la forma de las puntas de proyectil. Ahora son más pequeñas y se caracterizan por
tener un pedúnculo y aletas. Esto se debe a que las piezas de caza son más pequeñas y
escurridizas, por lo que se invierte una considerable cantidad de tiempo y de trabajo en esa
actividad.
En este momento se comienza a marcar la división del trabajo entre hombres y mujeres.
Estas últimas se quedan en un campamento base, donde recolectan diversos alimentos
vegetales, como semillas y tubérculos, cuya preparación incluye el molido y cocido de las
mismas para hacerlas comestibles. Se ha poblado ya todo el territorio, y en las costas y en
los ríos se practican la recolección de crustáceos y la pesca.
Al aumentar el tamaño de la población dentro del territorio ocupado por los grupos, se hace
necesario producir más alimentos por kilómetro cuadrado; como respuesta a ello, los
inventivos cazadores-recolectores del norte aprovechan sus conocimientos ancestrales
sobre los ciclos reproductivos de las plantas que recolectan y comienzan a sembrar bules,
calabaza, frijol y maíz en los taludes de abrigos y cuevas, como en las de Valenzuela y La
Perra, en Tamaulipas, lugares en donde se concentran más la humedad y los desechos
orgánicos.
Algunos también cultivarán en las orillas de manantiales, ríos y lagos. Simultáneamente,
para poder consumir las semillas de maíz tuvieron que fabricar instrumentos de molienda
con una superficie de trabajo de mayores dimensiones, en comparación con las del periodo
anterior, que eran una mezcla de instrumentos de molienda y machacadores que permitían
abrir las duras cáscaras y triturar las semillas y los vegetales. Debido a estas características
tecnológicas, este periodo es conocido como Protoneolítico (7 000 a 4 500 años antes del
presente), cuyo principal aporte técnico fue la aplicación del pulido en la fabricación de
morteros y metates y, en algunos casos, de ornamentos.

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