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A principios del Holoceno, o sea alrededor del año 8,000 a.c., las condiciones de
vida de la costa habían cambiado sustancialmente, como ya se ha indicado. Se
había intensificado el proceso de aridización y desertificación y como consecuencia
de dichos fenómenos se extinguió la fauna gigantesca y disminuyó notablemente la
caza mayor de cualquier tipo, pero en cambio aumentó la riqueza del mar y se
incrementó paradójicamente, la extensión de las lomas y la riqueza de sus
ecosistemas.
Así, las mujeres integrantes de la banda, mientras los hombres estaban ausentes
dedicados a la caza, se familiarizaron profundamente con la flora que explotaban y
pronto conocieron su ciclo de vida y los requisitos y cuidados que necesitaban para
producir abundantes cosechas. De ahí a reproducir en pequeña escala el fenómeno
observado no había más que un paso el que, al parecer, se dio muy
tempranamente en el Perú.
Reconstrucción hipotética de una aldea temprana de la
costa y de dos formas posibles de viviendas.
En la costa el proceso de sedentarización se debió, más que al fenómeno descrito, a
la extraordinaria fuente de alimentación que constituía el mar, que generosamente
proporcionaba, permanentemente, moluscos, crustáceos, peces y hasta ballenas,
además de lobos marinos y una ingente variedad de aves.
Naturalmente, la facilidad con que se podían explotar los inagotables recursos que
ofrecía el litoral marítimo aceleró el proceso de sedentarización de los nómades
costeños, quienes de cazadores-recolectores de especies continentales se
convirtieron, primeramente, en marisqueadores y cazadores de lobos marinos y
luego en pescadores-horticultores que alternaban la instalación de sus
campamentos entre el litoral y las cercanas lomas.
Sus viviendas estaban hechas con huesos de ballena o cachalote, varas de mimbre,
cañas, carrizos, junco, totora y gramalote y asumían la forma de carpas cónicas o
de cobertizos construidos por una excavación poco profunda, algunas bajas paredes
corta vientos y una ramada para protegerse de los rayos solares. Lo precario de
dichas construcciones y lo perecedero de sus elementos, ha determinado la
desaparición de casi todos los campamentos de los seminómadas de la costa
central.
Los sitios arqueológicos en referencia se conocen por los nombres de Pampa
Canario, Polvorín, Arenal, Luz, etc., y sus campamentos estuvieron formados por 6
ó 10 viviendas, agrupadas circularmente, donde habitaban pequeñas comunidades
formadas por 30 ó 50 personas. Contemporáneamente a los pobladores de Ancón
habitaban en la costa peruana muchas comunidades semisedentarias, cuyos restos
se han encontrado en Santo Domingo de Paracas, Ica (6,870 años a.c.),en Chilca,
Lima (5,750 años a.c.) y en Pucusana, Lima (5,377 años a.c.).