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ACTIVIDAD DE TERCER CORTE: ENSAYO ‘COMO EL CANGREJO’

ASIGNATURA:
COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA II

PRESENTADO POR:
ANGGY CAROLINA BOLIVAR VEGA
LIVAN OROZCO YEPEZ

INSTITUCION UNIVERSITARIA MAYOR DE CARTAGENA


TÉCNICA PROFESIONAL EN PROCESOS ADMINISTRATIVOS
SEGUNDO SEMESTRE
CARTAGENA DE INDIAS D, T y C.
2021
LECTURA: COMO EL CANGREJO
El presidente Bush acaba de declarar en el Brasil que los cambios políticos que ha
visto América Latina en los últimos años son comparables, en su magnitud y en su
sentido, a los que acaban de ocurrir en la Europa oriental. Es decir, son cambios
de una situación de dictadura a una situación de democracia. Ojalá fuera cierto.
Pero es absolutamente falso. Lo que ha ocurrido es exactamente lo contrario de lo
que dice Bush.
Es verdad que, a primera vista, las dos últimas décadas han sido de
espectaculares cambios en todo el mundo y así se complacen en registrarlo esos
mapas simplificadores que suele publicar la prensa internacional. Hace 20 años,
en efecto, casi todos los países del continente estaban sometidos a dictaduras
militares con las tradicionales excepciones de México y Colombia, donde
imperaban formas peculiares de dictaduras civiles, y de Costa Rica, que desde
1948 suprimió de un tajo el riesgo de que el ejército se tomara el poder
suprimiendo el ejército. En 1973 y 74, bajo la inspiración del secretario de Estado
norteamericano Henry Kissinger, se dieron los últimos retoques a la militarización
total del continente: el golpe de los generales uruguayos, el de los argentinos que
interrumpió el breve interregno peronista, y el de los chilenos contra el gobierno de
Unidad Popular de Salvador Allende. Había juntas militares desde Guatemala
hasta la Tierra del Fuego. América Latina era un vasto cuartel.
En cambio, ahora hasta en el Paraguay se vota. En apariencia, el último reducto
de la dictadura clásica es Cuba, donde desde 1959 gobierna el comandante Fidel
Castro. Aunque no sobra señalar que dentro del contexto latinoamericano su
dictadura no tiene nada de clásica: es una dictadura enfrentada a los Estados
Unidos, en vez de ser, como manda la tradición regional, impuesta y mantenida
por ellos. Se trata, pues, de una aberración. Sin antecedentes en el continente, y
también -una vez fracasado el experimento de los sandinistas en Nicaragua sin
consecuencias.
Y entre tanto los dictadores han ido cayendo uno tras otro como fichas de dominó:
los patriarcales y hereditarios, como Tacho Somoza en Nicaragua o "Bebé Doc"
Duvalier en Haití; los intercambiables, como los generales-presidentes de Bolivia,
El Salvador, Ecuador, Guatemala, República Dominicana, Honduras, cuyos
nombres sucesivos y fugaces sólo constan en las hemerotecas "¿quién recuerda a
Romeo Lucas, o al coronel Majano, o a Wessin y Wessin?"; los colectivos, como
las Juntas de Comandantes en Jefes de la Argentina o del Brasil; los casos
especiales, como el general Torrijos de Panamá o el general Velasco del Perú.
Repitamos: salvo el caso anómalo de Fidel Castro en Cuba, al empezar 1991 no
queda en toda América Latina ni un solo dictador en el sentido corriente de la
palabra. De la cual muchos observadores apresurados, interesados o superficiales
y el presidente Bush es las tres cosas concluyen que la democracia ha avanzado,
y tal vez triunfado, en este continente. ¿Acaso no hay elecciones hasta en el
recóndito Paraguay, que durante tantos decenios fue la finca privada del general
Alfredo Stroessner?
Pero la verdad es distinta. A primera vista y si se toma en cuenta solamente el
aspecto ritual de la convocatoria a las urnas, la democracia ha avanzado, a la vez
que el poderoso vecino norteamericano ha renunciado a respaldar o imponer las
modalidades más crudas de gobierno de fuerza en los países latinoamericanos.
Pero en la práctica, por el contrario, la democracia ha retrocedida en todo el
continente -y para verlo basta escarbar un poco en el funcionamiento interno de
cada una de las nuevas "democracias" locales. Porque todas ellas son
democracias severamente restringidas y recortadas en lo social y lo económico; y
porque, en lo político, todas ellas son democracias estrechamente tuteladas por
sus respectivos ejércitos "que, por otra parte, como veremos, ni siquiera son
suyos".
Más grave aún en el supuesto de que se considere, como universalmente se
proclama, que la democracia debe ser la forma deseable de gobierno esas
restricciones y esa tutela son reconocidas hoy como permanentes en las
democracias latinoamericanas e inherentes a ellas, y no como aberraciones
pasajeras y por naturaleza excepcionales, tal como eran consideradas hace 20
años. Porque en el intervalo tales limitaciones han sido "legitimadas"
democráticamente: aceptadas en referéndums (Uruguay), constitucionales (Chile),
leyes especiales (Argentina), o a través de la simple resignación electoral, ya sea
abstencionista (El Salvador, Colombia) o participativa (Brasil, Ecuador). Y más
importante todavía, esos recortes institucionales a la democracia están destinados
a acentuarse en el futuro previsible como consecuencia política del deterioro de la
situación económica y social que amenaza a todos los países de la región.
Ese deterioro creciente ha tenido en la última década -y en las que vienen una
causa principal: el peso de la deuda externa. La deuda, contraída durante los años
alegres de las dictaduras militares explícitas y agravada luego por ser el efecto
multiplicador del alza de los intereses, suma hoy 500 mil millones de dólares para
toda la región. Para garantizar el pago también creciente de sus intereses el
principal es impagable, de acuerdo con todos los expertos, no hay otro método
que la dureza económica y consecuentemente político social: los llamados
"programas de ajuste" dictados por el Fondo Monetario Internacional, que
históricamente se han traducido siempre en la protesta popular y su represión
armada por parte de la policía y el ejército, desde Santo Domingo hasta Buenos
Aires, pasando por Caracas.
Para mantener las libertades económicas que predica el FMI es necesario reducir
las libertades políticas, porque en las prácticas esas libertades económicas
desembocan en el empobrecimiento intolerable de las grandes masas de la
población latinoamericana. Esa no es la teoría, sin duda; pero ese ha sido el
hecho histórico durante los últimos 15 años, durante los cuales el desarrollo
económico de América Latina ha retrocedido 30. En todo el continente, las
libertades económicas han tenido como consecuencia la exportación neta de
capitales, mediante diversos mecanismos: el pago de intereses de la deuda, la
fuga de capitales de los ricos locales, la re-exportación de ganancias por parte de
las empresas foráneas venidas a invenir -y, considerablemente, la compra de
armamentos, necesaria para reprimir la protesta social fruto del empobrecimiento
causado por todo lo anterior. El resultado de todo eso, que está hoy a la vista, es
el recorte cada día más drástico de las libertades democrática -a pesar del
paradójico retomo de las formas democráticas a todos los países del continente.
Puede decirse que, hasta cierto punto, estas formas han podido volver sólo porque
el fondo democrático había sido liquidado, por los gobiernos autoritarios
anteriores.
Hay relativas excepciones. Por ejemplo, Costa Rica se ha mantenido al abrigo de
las más serias convulsiones de América Central gracias no solamente a la
prosperidad relativa de su población, sino sobre todo a su ya mencionada carencia
de ejército -y a su negativa a crear uno, rechazando el consejo de la
administración de Ronald Reagan. Venezuela, a la vez azotada y amparada por su
riqueza petrolera, ha podido conservar las formas democráticas en parte a causa
del desprestigio de sus anteriores gobiernos militares, y en parte gracias a la
dureza suficiente de sus gobiernos civiles.
México y Colombia han visto, cada cual a su manera; el agotamiento de sus
respectivas fórmulas de dictadura civil el partido único revolucionario en México, el
bipartidismo liberal conservador en Colombia, y conocen ambos una moderada
apertura democrática.
El Perú ha intentado todo, y ha agotado todo: la dictadura militar izquierdizante del
general Velasco Alvarado, la dictadura militar de derechas del general Morales
Bermúdez, la restauración de la derecha civil derrocada por Velasco con el
presidente Belaúnde, el experimento populista del APRA, proscrito durante medio
siglo -y, cuando venía una nueva restauración circular de la derecha tras el
mascarón de proa del novelista Vargas Llosa, el electorado peruano se salió por la
tangente escogiendo a Fujimori: un político, un enigma, un japonés.
Pero entre tanto, el crecimiento de la guerrilla muestra el indigenista de Sendero
Luminoso y el florecimiento del negocio de la coca han devuelto a los militares
peruanos un poder de tutela considerable, que se ejerce, como en Colombia,
detrás de bambalinas.
En el resto del continente ese poder es mucho más evidente. En Chile, el ex
dictador Augusto Pinochet conserva la comandancia del ejército bajo una
Constitución redactada por él mismo frente a un presidente civil repescado de la
derecha militarista de hace 15 años. En la Argentina, dos gobiernos civiles
sucesivos han absuelto los excesos militares de la década anterior, e inclusive
como en el caso del cuartel de La Tablada permiten que esos excesos se sigan
practicando. En el Brasil se siguen aplicando, bajo la autoridad de civiles elegidos
en las urnas, las leyes expeditivas de las juntas militares. El tantas veces
mencionado caso del Paraguay es, como siempre, casi una caricatura: el general
Rodríguez, actual presidente, es el consuegro del anterior dictador, a quien
derrocó mediante un golpe militar para hacerse elegir luego con los mismos
métodos de su predecesor y consuegro.
En cuanto a la martirizada América Central, poco importa que últimamente todos
sus presidentes sean civiles elegidos por votación popular: por detrás, el
verdadero poder político sigue estando en manos de los militares. en Guatemala,
en Honduras en El Salvador y luego veremos los casos ejemplares, aunque
opuestos, de Nicaragua y Panamá. Y si ahí está el poder político, es porque todos
los ejércitos latinoamericanos se siguen rigiendo y rigen a sus países por la
doctrina norteamericana de la Seguridad Nacional: el único enemigo que hay es el
"enemigo interno". Son, en consecuencia, ejércitos de golpe de estado o de guerra
civil.
Guerras abiertas, como la de El Salvador; guerras clandestinas, como la de
Colombia, guerras represadas por una siempre frágil-victoria militar, como la de
Argentina; guerras disfrazadas por la cuestión racial, como la del Perú. Solo en un
caso tales guerras han sido descaradas, sin máscara: en Nicaragua.
Durante 10 años, desde la victoria militar de los sandinistas sobre el dictador
Somoza hasta la derrota electoral de los sandinistas frente a Violeta Chamorro, el
gobiemo de los Estados Unidos armó y alimentó un ejército que luchaba
abiertamente en Nicaragua por la seguridad nacional... de los Estados Unidos,
para lo cual, en declaraciones reiteradas y explicitas de los presidentes Ronald
Reagan y George Bush, el régimen sandinista constituía una amenaza directa.
El caso de la "contra" anti-sandinista es -ya se dijo ejemplar. Muestra sin matices
en qué consiste un ejército de seguridad nacional", destinado a luchar contra el
"enemigo interno": un ejército al servicio de la seguridad nacional de los Estados
Unidos o de lo que su gobierno entiende por ello y que lucha contra su propio país.
La "contra" era abiertamente mercenaria. Pero, si se estudian las cifras de la
"ayuda militar" norteamericana a cada uno de los ejércitos de América Latina se ve
que, tal vez sin que ellos mismos se den cuenta del todo, todos son mercenarios.
Sus armas, y en los casos extremos de El Salvador y Guatemala también sus
sueldos, vienen directamente de Washington.
Pero quizás no sea la tragedia nicaraguense, sino la farsa panameña, lo que más
claramente ilustra el fondo del problema. En Panamá el Ejército "la guardia del
corrupto general Noriega" no representaba intereses norteamericanos, sino, desde
los tiempos de Torrijos y su recuperación pacífica del canal, intereses
antinorteamericanos. Unos explícitos, aunque probablemente falsos: la droga.
Otros ciertos, pero públicamente negados: el control del canal interoceánico. En
vista de lo cual, los Estados Unidos derrocaron a Noriega en diciembre de 1989 y
disolvieron su guardia mediante una invasión que costó tres mil muertos: nunca en
la historia de Panamá había habido tal mortandad desde los tiempos del pirata
Francis Drake. Fue el cuartelazo más sangriento que haya conocido esa pequeña
república, proporcionalmente comparable al de Pinochet en Chile organizado
también, como se recordará, por el gobierno de los Estados Unidos.
Sólo que, en este caso, las tropas de choque no vinieron del ejército local, que por
su vago nacionalismo se había vuelto indigno de confianza, sino directamente del
ejército de los Estados Unidos.
Así ocurría de modo rutinario en los años 20: en Veracruz, en La Habana, en
Santo Domingo. Pero la invasión de Panamá no es inquietante porque sea un
reflejo del pasado, sino porque parece un espejo del futuro.
PREGUNTAS:
1. ¿Cuál es el tema que se aborda en el ensayo?
Respuesta: Retroceso de la democracia en Latinoamérica a la luz de las
dictaduras aun existentes en América latina.
2. Identifique la tesis que se sostiene en la lectura, es decir, ¿qué actitud se toma
ante el tema expuesto? Luego, señale la oración donde se expresa.
Respuesta: Contra lo que muestran las apariencias en cuanto al desarrollo de la
democracia en Latinoamérica, ésta en realidad ha retrocedido considerablemente
en los últimos años, y esto se ve reflejado en los distintos países en los cuales aún
existes rasgos de dictadura, unos con un nivel más alto que otros, pero al fin y al
cabo, es la situación que en general se continua viviendo en América latina.
Oración donde se expresa la tesis de la lectura:
“(…) A primera vista y si se toma en cuenta solamente el aspecto ritual de la
convocatoria a las urnas, la democracia ha avanzado, a la vez que el poderoso
vecino norteamericano ha renunciado a respaldar o imponer las modalidades más
crudas de gobierno de fuerza en los países latinoamericanos. Pero en la práctica,
por el contrario, la democracia ha retrocedida en todo el continente -y para verlo
basta escarbar un poco en el funcionamiento interno de cada una de las nuevas
"democracias" locales. Porque todas ellas son democracias severamente
restringidas y recortadas en lo social y lo económico; y porque, en lo político, todas
ellas son democracias estrechamente tuteladas por sus respectivos ejércitos "que,
por otra parte, como veremos, ni siquiera son suyos".
3. ¿Cuáles son las ideas del ensayo que más me llaman la atención?
Respuesta: Las ideas que más han llamado mi atención durante la lectura del
ensayo son las siguientes:
 Los cambios políticos que ha visto América Latina en los últimos años son
comparables, en su magnitud y en su sentido, a los que acaban de ocurrir
en la Europa oriental. Es decir, son cambios de una situación de dictadura a
una situación de democracia. Ojalá fuera cierto. Pero es absolutamente
falso.
 Las dos últimas décadas han sido de espectaculares cambios en todo el
mundo y así se complacen en registrarlo esos mapas simplificadores que
suele publicar la prensa internacional.
 Hace 20 años, en efecto, casi todos los países del continente estaban
sometidos a dictaduras militares (…) En cambio, ahora hasta en el
Paraguay se vota. En apariencia, el último reducto de la dictadura clásica
es Cuba, donde desde 1959 gobierna el comandante Fidel Castro.
 Y entre tanto los dictadores han ido cayendo uno tras otro como fichas de
dominó.
 A primera vista y si se toma en cuenta solamente el aspecto ritual de la
convocatoria a las urnas, la democracia ha avanzado
 En la práctica, por el contrario, la democracia ha retrocedida en todo el
continente (…) Porque todas ellas son democracias severamente
restringidas y recortadas en lo social y lo económico; y porque, en lo
político, todas ellas son democracias estrechamente tuteladas por sus
respectivos ejércitos.
 Para mantener las libertades económicas que predica el FMI es necesario
reducir las libertades políticas, porque en las prácticas esas libertades
económicas desembocan en el empobrecimiento intolerable de las grandes
masas de la población latinoamericana.
 En todo el continente, las libertades económicas han tenido como
consecuencia la exportación neta de capitales, mediante diversos
mecanismos.
 Hay relativas excepciones. Por ejemplo, Costa Rica se ha mantenido al
abrigo de las más serias convulsiones de América Central gracias no
solamente a la prosperidad relativa de su población, sino sobre todo a su ya
mencionada carencia de ejército -y a su negativa a crear uno.
 México y Colombia han visto, cada cual a su manera; el agotamiento de sus
respectivas fórmulas de dictadura civil.
 El Perú ha intentado todo, y ha agotado todo.
 Pero entre tanto, el crecimiento de la guerrilla muestra el indigenista de
Sendero Luminoso y el florecimiento del negocio de la coca han devuelto a
los militares peruanos un poder de tutela considerable, que se ejerce, como
en Colombia, detrás de bambalinas.
 En el resto del continente ese poder es mucho más evidente.
 En cuanto a la martirizada América Central, poco importa que últimamente
todos sus presidentes sean civiles elegidos por votación popular: por
detrás, el verdadero poder político sigue estando en manos de los militares.

4. Enumere los argumentos por los cuales el autor considera que la democracia
ha retrocedido considerablemente en los últimos años en América Latina.
Respuesta:
1) La democracia ha retrocedida en todo el continente -y para verlo basta
escarbar un poco en el funcionamiento interno de cada una de las nuevas
"democracias" locales. Porque todas ellas son democracias severamente
restringidas y recortadas en lo social y lo económico; y porque, en lo
político, todas ellas son democracias estrechamente tuteladas por sus
respectivos ejércitos "que, por otra parte, como veremos, ni siquiera son
suyos”.

2) En todo el continente, las libertades económicas han tenido como


consecuencia la exportación neta de capitales, mediante diversos
mecanismos: el pago de intereses de la deuda, la fuga de capitales de los
ricos locales, la re-exportación de ganancias por parte de las empresas
foráneas venidas a invenir -y, considerablemente, la compra de
armamentos, necesaria para reprimir la protesta social fruto del
empobrecimiento causado por todo lo anterior. El resultado de todo eso,
que está hoy a la vista, es el recorte cada día más drástico de las libertades
democrática -a pesar del paradójico retomo de las formas democráticas a
todos los países del continente. Puede decirse que, hasta cierto punto,
estas formas han podido volver sólo porque el fondo democrático había
sido liquidado, por los gobiernos autoritarios anteriores.

3) En Chile, el ex dictador Augusto Pinochet conserva la comandancia del


ejército bajo una Constitución redactada por él mismo frente a un
presidente civil repescado de la derecha militarista de hace 15 años.

4) En la Argentina, dos gobiernos civiles sucesivos han absuelto los excesos


militares de la década anterior, e inclusive como en el caso del cuartel de
La Tablada permiten que esos excesos se sigan practicando.

5) En el Brasil se siguen aplicando, bajo la autoridad de civiles elegidos en las


urnas, las leyes expeditivas de las juntas militares. El tantas veces
mencionado caso del Paraguay es, como siempre, casi una caricatura: el
general Rodríguez, actual presidente, es el consuegro del anterior dictador,
a quien derrocó mediante un golpe militar para hacerse elegir luego con los
mismos métodos de su predecesor y consuegro.

6) En cuanto a la martirizada América Central, poco importa que últimamente


todos sus presidentes sean civiles elegidos por votación popular: por
detrás, el verdadero poder político sigue estando en manos de los militares.

5. ¿Qué piensa sobre el ensayo Como el cangrejo? Explique su respuesta.


Respuesta: Sobre el ensayo “Como el cangrejo” pienso que es un trabajo de
investigación muy profunda sobre las realidades que han vivido, viven y
continuarán viviendo quizás por muchos años más, numerosos países
latinoamericanos, en cuanto a temas de represión, dictaduras, guerras internas e
intereses particulares de los Estados. Este es un ensayo que invita a la reflexión y
la crítica, invita a preguntarse si en verdad el continente ha avanzado en asuntos
democráticos; preguntarse si realmente existe libertad democrática en cada rincón
de Latinoamérica, especialmente. Y en caso de que exista, a qué costo. Tras la
lectura, queda claro que, si se compara con años atrás, avance ha habido, pero no
ha sido suficiente. Aun se esperan muchos cambios.

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