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El lado oscuro de los libros

Piero Gayozzo

Existe cierto consenso histórico sobre el inicio de la modernidad en el año 1453, tras la caída de
Constantinopla. Lo cierto es, como diría Paul Kurtz, que la modernidad fue el resultado de una
serie de cambios provocados por distintos acontecimientos e innovaciones sociales y
tecnológicas. Uno de los motores de aquel tránsito de épocas fue la invención de la imprenta y
el inicio de la producción masiva de libros.

Gracias al esfuerzo de Johannes Gutenberg el proceso de producción de libros incrementó y fue


posible que textos, para la época valiosos, como la Biblia, llegaran a más bibliotecas. Han pasado
casi seis siglos desde aquel hito histórico y el libro aún no ha perdido vigencia. A pesar de los
esfuerzos por masificar el uso de dispositivos electrónicos, como las tablets o las Kindle, el papel
sigue siendo el acceso principal al conocimiento. Por ello, resulta importante preguntarnos ¿qué
tipo de conocimiento es el que mayoritariamente expone?

En epistemología se define el conocimiento como una relación entre un sujeto y una porción de
la realidad, o con una relación previamente establecida. Es decir, podemos conocer de manera
directa un árbol, como podríamos hacerlo de manera indirecta a través de una foto o de un
texto. El conocimiento entonces puede adquirirse de diversas fuentes y, por ello -además de
otras razones-, puede correr el riesgo de ser correcto o incorrecto.

La modernidad inició con un claro proyecto, el proyecto Ilustrado, el cual buscó la consecución
de una sociedad guiada por la ciencia (cientificismo), que sea democrática, plural, cosmopolita,
igualitaria, atea y secular. Basados en el principio de que la ciencia era la mejor forma de adquirir
conocimiento fiable, los pensadores ilustrados (D’Holbach, La Mettrie, Diderot) apuntaron a
desterrar falsas creencias e ideologías sin fundamento, como la religión, y a abandonar la pasión
y la fe, para hacer uso de la razón y dirigir la sociedad hacia estados cada vez mejores de
desarrollo. A dicha evolución social la denominaron progreso.

Me atrevería a sugerir que uno de los mayores deseos de los ilustrados fue que el conocimiento
científico llegara a toda la masa ciudadana a través de la imprenta y que, finalmente, la
humanidad pensara por sí misma, con lo cual se cumpliría la demanda ilustrada de atreverse a
saber (¡Sapere Aude!). El mejor ejemplo de este intento fue la elaboración de la Enciclopedia,
proyecto que buscó reunir el conocimiento de la época en una serie de libros de consulta que
esté al acceso de todos.

Es el año 2022, han pasado cientos de años desde la proclamación del proyecto Ilustrado y,
aunque el nivel educativo de la población mundial ha aumentado, la calidad del conocimiento
que posee y de las fuentes que consulta el sector lector, parece no ser el más adecuado. De
acuerdo a la data de Global English Editing y Written Word Media recopilada por Self Publishing
Advice, el año 2021 los géneros de libros más vendidos fueron romance, con cerca de 1400
millones de dólares en ventas, seguido de crimen/misterio, con 728 millones, religión e
inspiracional, con 720 millones y ciencia ficción/fantasía con 590 millones. Basta echar un vistazo
a esta información para tener cierta noción del tipo de conocimiento que la mayoría de lectores
consulta y adquiere.

Si bien la lectura sirve tanto para la formación individual, como para el ocio, resulta indignante
que las ventas en literatura religiosa, inspiracional y sobre misterio sumen 1448 millones de
dólares y superen juntos el género romántico. En resumen, el proyecto ilustrado sigue lejos de
ser una realidad.
La religión es un sistema de pensamiento que parte de creencias dogmáticas, es decir, que no
pueden ser sometidas a duda, y asume la existencia de seres y procesos sobrenaturales (ángeles,
demonios, dioses, milagros) que, por su definición sobrenatural, no pueden ser puestos a prueba
a través de la metodología científica. Lo mismo ocurre con el misterio (fantasmas, poderes
telequinéticos, ovnis, monstruos), las teorías conspirativas y las pseudociencias, todas son
cuerpos conocimiento sin fundamento científico que alejan a las personas de la realidad. ¿Cuál
es el problema con ambas? Pues que, al basarse en conocimiento equivocado, las personas que
crean en ellas, tomarán decisiones erradas y podrán afectar negativamente sus vidas y las de los
demás.

En resumen, religión y misterio son dos de las grandes fuentes de ignorancia que han
sistematizado los temores y las explicaciones más básicas para conocer la realidad en cuerpos
de conocimiento que son ciegamente considerados como verdaderos por sus seguidores. El
libro, una de las promesas para la promoción del conocimiento del proyecto ilustrado ha sido
sometido, lamentablemente, a la voluntad de las masas y su misión se ha visto corrompida.
Ahora estamos ante el lado oscuro de los libros, pues vemos que también sirven para la
promoción de falsedades y conocimiento sin fundamento. ¿Hace falta una Nueva Ilustración
para darnos cuenta que gran parte de la población vive engañada? Parece que sí.

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