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Adolfo Perinat
Universidad Autónoma de Barcelona
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para dominar el primero, el manejo del segundo exige el conocimiento de los seres
que albergan intenciones, se proponen objetivos, maquinan planes,. Que este
conocimiento sea un logro precoz y sin esfuerzo no rebaja su calidad de
conocimiento frente al que laboriosamente conquistamos en nuestros estudios. La
revuelta más reciente contra el trono de la inteligencia racional es la propuesta de
una “inteligencia emocional”. El éxito popular de la misma no es solo un efecto de
marketing. Responde a una intuición profunda, la que Susan Langer dejó plasmada
en su aforismo: “Los sentimientos son la primera forma de inteligencia”. Inteligencia
-intus legere, leer dentro- no es unicamente descifrar fenómenos de la naturaleza;
es tambien captar intuitivamente, premonitoriamente, …
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efemérides que marcan su historia, etc. Confieren sentido a la sociedad que los
alumbró, proclaman un tipo de conocimiento con función de estabilidad, coherencia
social. Por ejemplo, los grandes mitos bíblicos: la creación, el diluvio y la
repoblación que siguió, el éxodo y la donación de la Tierra Prometida, siguen siendo
los fundamentos no solo religiosos sino políticos del pueblo judío. Northop Frye3
dice que “todos los mitos condensan la visión que tienen los hombres de su destino
y su naturaleza, su ubicación en el universo, su sentido –exclusión/inclusión- dentro
de un orden infinitamente más grande”.
Pero eso no quiere decir que los mitos sean meras reliquias culturales. Los
mitos griegos así nos lo parecen y hoy nos resistimos a considerar como mitos
muchas propuestas de gran alcance social solo porque han sido formuladas en el
lenguaje del logos: el de la economía, la sociología, la historia incluso el de las
ciencias duras. ¿Qué es, si no un mito de redención, el marxismo? ¿Qué es, si no
un mito de sociedad ideal, la globalización? ¿Qué es, si no un mito-epopeya, la
conquista de América en el siglo XVI o la conquista del Oeste americano?. Más aun,
¿no subyace un mito de redención a todas las creencias en torno a los
descubrimientos del genoma que nos dan la esperanza de vencer tantas
enfermedades? ¿No persiste el mito del conocimiento del hombre en las teorías de
las neurociencias acerca de la mente? ¿Qué es, si no una reminiscencia del mito de
los orígenes, el “big-bang” o la búsqueda de la vida extraterrestre?
3
2.2. El retorno de mythos.
Los mitos, pues, perviven. Sin embargo nos lo hemos negado suscribiendo
que la única forma de conocimiento legítimo es el que se adquiere gracias al
lenguaje del logos. Robert Graves ha comentado así este traspiés: “Los primeros
filósofos griegos se opusieron firmemente a la poesía mágica porque amenazaba a
su nueva religión de la lógica; bajo su influencia se elaboró un lenguaje poético-
racional y lo impusieron al mundo como la última palabra respecto a la iluminación
espiritual. Este punto de vista es el que ha predominado desde entonces en las
escuelas y universidades europeas donde ahora se estudian los mitos solamente
como reliquias arcaicas de esa era infantil de la humanidad”5.
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personas. Y bien, esa conversacion se alimenta de “lo que sucede” narrado a voces
o en susurros. Por debajo de aquello que se comenta, asoma la norma que se ha
transgredido y que, implícitamente, se reafirma.
♦ Los cuentos con los que se socializa a los niños (y que tanto les deleitan, como
todos recordamos) son mythos. Los cuentos, dice un autor, ordenan el mundo; son
islotes de sentido, lucecitas de esperanza para quienes sufren de los egoísmos, del
abuso de poder, de la injusticia. Gran parte de las creencias (ideologías) por las que
nos integramos al grupo social se lleva a cabo por obra de mythos.
♦ El teatro (desde la antigüedad clásica hasta hoy), el cine, las series televisivas, la
novela no son otra cosa que modalidades de mythos. Los adictos al logos los
depreciamos a menudo como subproductos culturales irrelevantes, frívolos,
vulgares, etc. No obstante, nos introducen en el conocimiento del mundo, nos dan
pautas de acción, valores,...
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de otra realidad). Los mitos, dice Northop Frye8, están estrechamente ligados a
nuestras necesidades primarias (o motivaciones): comida/hambre, amor y
sexo/desamor, libertad/cautiverio. Los mitos son la expresión del deseo de una vida
plena y de los temores profundos (hijos de la experiencia) que la amenazan
constantemente. Los mitos son conjuros que ahuyentan “el mal”. Los mitos dicen
muchas cosas transcendentales a los hombres; las dicen envueltas en un relato
cuya forma, poética y literariamente bella, deja traslucir esos enigmas que nos
desconciertan. Los mitos, en una palabra, se ciernen sobre el misterio del hombre e
intentan descorrer aquel velo o, quizás sólo, liberarle de la angustia que le amenaza.
Veámoslo en algunos mitos.
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El mito del Aprendiz de Brujo que nos advierte de consecuencias inesperadas
y no queridas de nuestras manipulaciones tecnológicas. Osamos poner en marcha
determinado proceso y se nos escapa de las manos... Sus versiones actuales son
múltiples: la ciencia ficción nos habla de robots que se independizan de sus
creadores (incluso los aniquilan): “2001, Odisea del espacio” es una de las mas
recientes. ¿Quién no capta su significado premonitorio en este momento científico
en que se ha descifrado el código genético y prevemos el uso plurivalente que se va
a hacer de este conocimiento?
Es muy posible que el argumento del relato mítico sea un hecho verídico pero
el impacto psicológico que produce el mito no se deriva de su verosimilitud sino de
la palabra o de imágenes que lo reavivan. Tomo por ejemplo una variante del mito
de redención: sacrificar su vida por el amor del otro, incluso aceptando o buscando
la muerte más abyecta. El cineasta Lars Von Trier lo ha plasmado recientemente en
una película sobrecogedora titulada “Breaking the waves”. La protagonista es una
joven profundamente enamorada de su marido, que a consecuencia de un accidente
ha quedado impotente. En su irreparable tragedia, él le pide (casi le exige) que se
entregue a otros hombres ya que no podrá jamás satisfacerla (la angustia del amor
amputado del cuerpo). Ella se lanza a actuar a la manera de una prostituta; pero no
es una prostituta sino que está ofreciéndose en sacrificio a sí misma. Una noche
sube a un carguero anclado en el puerto a ejercer el amor... y muere en manos de
aquella tripulación embrutecida. ¿No se trata, en definitiva, del mismo mito que la
pasión y crucifixión de Jesus de Nazaret? El gran motivo mítico es aquí el “amor que
redime”: el “horror, la fealdad, se metamofosean en belleza y bondad gracias al
amor”. Tiene versiones menos descarnadas, por ejemplo, en el mito de “La Bella y
la Bestia” y sus variantes como “El jorobado de Notre Dame”, “El fantasma de la
Opera” y en registro de parodia en la película “King-Kong”.
Estos ejemplos de mitos nos hacen caer en la cuenta que los sucesos de
que trata un mito son los que violan creencias y principios sociales básicos:
situaciones de transgresión. Pero justamente por aquí, nos permiten asomarnos a
las honduras y oscuridades del alma de los hombres. Los mitos no son anécdotas
que cuentan un episodio local por trágico e inusitado que sea. (Por ejemplo, una
matanza a manos de un trastornado). Los mitos sobrevuelan lo sucedido,
transcienden “eso que ha pasado” para expresar una situación límite y la angustia,
el temor, la pasión o la ambición desmesurada que allí subyacen. Los protagonistas
del mito -Fausto, Tristán, Edipo,... - trascienden su naturaleza y se erigen, como
dice Bruner, en emblemas10.¿Cómo se explica que la imaginación (nuestra
capacidad de representación) los conciba y les revista de verosímilitud?. Bruner11
apunta que es el resquicio por el que damos salida a nuestros anhelos de “cómo
tendrían que ser las cosas” frente al prosaico y a menudo frustrante del “cómo son”.
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revestirlas con el lenguaje de la razón porque se nos harían insoportables. La
racionalidad sería profanadora, sacrílega, destructiva del cuerpo social. El mito no.
El mito sirve para acercanos a lo socialmente incomprensible, a la transgresión. En
cierta manera la sublima y lo hace evocando subliminalmente la norma;
reafirmándola en definitiva.
Concluyo mi recorrido por los paisajes míticos. Los mitos son una forma de
mímesis. La mímesis griega en Aristóteles no es, como sugeriría la palabra mimo,
una simple reproducción oral o escenica de “lo que sucedió”. La mímesis, propone
Bruner14 citando a Ricoeur, alude a la realidad, la toma como pretexto para darle
una lectura nueva. La mímesis lleva consigo una interpretación la realidad, la
reconfigura para iluminarla a su manera. Esa realidad “mimetizada” son los mitos.
Lo que los mitos proclaman, no puede expresarlo el lenguaje humano mas que en el
registro narrativo. Los mitos son una forma de conocimiento solo formulable
mediante un relato. Y no es un conocimiento trivial u obsoleto sino perenne,
actualizable, que atañe a lo más íntimo de la mente humana y su condición social.
¿No valdría la pena que fueran profundamente estudiados como parte importante
de la psicología?
Examinemos ahora la forma literaria de los mitos porque en ella reside parte
de su efecto psicológico. He dicho antes que los mitos adoptan una forma poética.
Huizinga15 afirma: “la forma poética está muy lejos de ser concebida sólo como
mera satisfacción estética. Antes bien, sirve de expresión a todo aquello que es
importante o necesario para la vida de la comunidad”. Y Bruner16: “La narrativa no
es solamente una estructura argumental, no es meramente un drama. Es también
un medio de usar el lenguaje [...] Descansa, hasta un extremo increíble, en el poder
de los tropos: la metáfora, la metonimia, la sinécdoque etc. Sin ellos queda
despojada de su poder de expandir el horizonte de posibilidades, de explorar la
gama completa de conexiones entre lo excepcional y lo ordinario”. Quiero situarme
ahora en esta “expansión del horizonte de posibilidades” porque implícitamente esas
posibilidades son conocimiento, saber. Un conocimiento y un saber que no tienen
apenas que ver con el logos racional sino que pertenecen a otro orden.
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Muchos de nosotros hemos disfrutado viendo la película “El cartero de
Neruda”. La novela de Skármeta17 es una deliciosa y divertida exaltación de la
poesía (personificada en Neruda) y de la metáfora. El cartero conversa con el poeta:
Northop Frye21 habla de la magia de la poesía: los sonidos que junta el poeta,
los efectos de la rima, el pasaje metafórico,...La unidad del poema parece que
estalla y sugiere diferentes órdenes de existencia... En la poesía puede haber una
carga ilimitada, infinita, algo que ilumine la psique: en esa penumbra que acompaña
a las imágenes (verbales) vislumbramos las sombras de otra maneras de
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emergencia del ser. Ricoeur22 dice algo parecido. El lenguaje poético con sus
metáforas realiza una íntima fusión del sentido con las imágenes que aquéllas
evocan. Pero las imágenes –la imaginación excitada- deja la realidad en suspenso.
Quizás, entonces, las metáforas no se limiten a poner la realidad entre paréntesis
sino que al abrir el sentido a la dimensión imaginaria, lo abren también hacia una
dimensión de la realidad que no coincide con la que el lenguaje identifica como la
realidad ordinaria.
Este fragmento es, todo él, una metáfora sobre el poder irresistible de la palabra
cuando brota en forma de metáforas. A esto lo llamo magia.
10
Un dicho de esta clase -dice Northop Frye23- está cargado de tal intensidad,
urgencia y autoridad que penetra a través de todas las defensas de nuestro aparato
receptivo y crea un nuevo canal de respuesta.
11
trayecto, peregrinación, emigración, éxodo, exilio, regreso, regresión,
ascensión/descenso ...y metáforas asociadas del cansancio y descanso, alto en el
camino, posada,...)
El amor tiene otras metáforas: fuego, estar fuera de sí (locura), añoranza (ausencia
que se colma).
¿Y hay, para concluir, una metáfora más encantadora acerca del amor que el
bíblico “Cantar de los cantares” (o, como se traduce actualmente “El cantar más
bello”)? Por más que la Iglesia Católica se empeñe en que es una metáfora de sus
desposorios con Cristo, lo que el “Cantar más bello” canta (metafóricamente) es el
deseo sensual que se colma en el encuentro físico: el con-tacto del amado con la
amada.
12
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción
y el mayor bien es pequeño
que toda la vida es sueño
y los sueños... sueños son.
* * *
13
implícitamente dice A ≠ B. Sólo un tonto, continúa Frye, puede tomar al pie de la
letra que la vida es un río o que la risa de una chica joven es una ola de plata. La
metáfora es contra-lógica y el mito contra-histórico, concluye. El doblete que es la
metáfora y el doblete que es el mito incurren en algo prohibido para el logos como
es la contradicción: es y no es (así) , sucedió y no sucedió (así). Estos “dobletes”
contradictorios son los que dan lugar a las célebres paradojas como, por ejemplo, la
de Epiménides (el cretense que afirmaba que “todos los cretenses son
mentirosos”...) que han sido brillantemente analizadas -en su vertiente psicológica-
por Gregory Bateson32 y recientemente por Francisco Varela33.
Los mitos de la Creación, del Diluvio, por ejemplo, (comenta Frye) nos abren la
visión de un mundo cuyas leyes no son las de este mundo. Otro tanto podemos
decir de los mitos griegos, de la aventuras de Ulises, por ejemplo. Es un mundo
imaginario, ficticio (Y no pensemos que los primitivos son estúpidos como para
creerse que ese mundo es como es descrito...). Es un mundo además en que lo que
llamamos “elementos” están personificados.
“Odiseo se dirigió hacia el norte y llego poco después a la isla de Eolo, Guardián
de los Vientos, quien le agasajó espléndidamente durante todo un mes. El ultimo
día entregó a Odiseo un odre que contenía los vientos y le explicó que mientras
el cuello estuviera bien atado con un hilo de plata, todo marcharía bien...”.
14
Cuando Becquer dice dirigiéndose a una amada: “Poesía eres tú” 35 o cuando
Jesucristo dice de sí: “Yo soy el camino”, “Tu” y “Yo” son elementos de personalidad
mientras que “Poesía” o “camino” son entidades, la segunda material. Por ello, la
metáfora sugiere un estado de cosas en que se difumina la distinción entre sujeto y
objeto36, distinción que se alumbra en el conocimiento humano al ser el lenguaje
penetrado del logos. Así pues no hay que entender una proposición metafórica tanto
como una afirmación de que A es B cuanto que anula la distancia (conceptual) que
separa A de B. Esto coincide con la idea, expresada hace un momento, de trazar
una demarcación que es “poner entre paréntesis”. Porque la supresión de
demarcaciones, como efecto de una operación recursiva, sólo puede ser
subsiguiente a haberlas trazado. Esto significa, en último término, que el mito y la
metáfora descansan sobre el hecho de que la realidad y la ficción están separadas
por una demarcación (implícitamente predicada en “Eso no pudo suceder así” o “A
es diferente de B”) y, sin embargo, se complacen en borrarla (“Es es lo que
sucedió” o “A es B”). Ni más ni menos que el juego de fantasía o los rituales o el
teatro o los cuentos cuyo efecto primordial en sumergirnos en un mundo de
imaginación, borrar la distinción entre realidad y ficción (no realidad).
Notas bibliográficas
1
Humphrey, N. (1976). The social function of intellect. En P.P.G. Bateson y R.A. Hinde (Eds.).
Growing Points in Ethology. Cambridge University Press.
Schweder, R.A. (1984). Anthropology’s romantic rebellion against the Enlightenment or there’s more
to thinking than reason and evidence. En R.A. Shweder y R.A. LeVine (Eds.) Culture Theory.
Essays on Mind, Self and Emotion. Cambridge University Press.
3
Frye, N. (1996). Poderosas palabras. Barcelona: Muchnik . Este escrito es fruto de un intenso
“diálogo” particularmente con Northop Frye. Sus ideas en torno a los mitos, a la metáfora, nacidas en
el contexto de la crítica literaria han sido para mi una revelación. Variaciones y extensiones sobre
estos temas habían aparecido ya en El gran código. Barcelona: Gedisa. 1988 y en la recopilació de
R. Denham (Ed.). Myth and Metaphor. Selected Essays. Charlottesville (Virginia): University of
Virginia Press todos tres consultados en profundidad.
4
Frye, N. (1988). El gran código. Barcelona: Gedisa.
5
Graves, R. (1983). La diosa blanca. Madrid: Alianza.
6
Bruner, J. (1988). Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.
(1990) Acts of meaning. Harvard University Press. (Hay trad. cast.)
7
Berger, P. y Luckmann, N. (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
8
Poderosas palabras, op. cit.
9
Rougemont, D. (1972). L’amour et l’Occident. Paris: Plon.
10
Emblema significa originariamente un adorno en relieve que resalta.
11
Acts of Meaning op. cit.
12
L’amour et l’Occident op. cit.
13
Pietro Citati. (1998). Luz de la noche. Barcelona: Seix y Barral.
14
Acts of Meaning op. cit.
15
Huizinga, J. (1938/ 1972). Homo ludens. Madrid: Alianza
16
Acts of Meaning op. cit.
17
Skármeta, A. (1986). El cartero de Neruda. Barcelona: Plaza y Janés.
18
Fontanier, cit por Ricoeur. Ver infra.
15
19
Ricoeur, P. (1975). La métaphore vive. Paris: Le Seuil.
20
Eco, H. (1990). Semiótica y filosofía, Barcelona: Lumen.
21
Poderosas palabras op. cit.
22
La métaphore vive op. cit.
23
Poderosas palabras op. cit.
24
Huizinga, op.cit.
25
Reichel-Dolmatoff, G. (1990). Orfebrería y chamanismo. Medellin (Colombia). Ed.Colina
26
Lakoff, G. y Johnson, (1980) Metaphors we live by. Chicago University Press. Hay trad. cast.
27
La métaphore vive op. cit.
28
La metáforas pertenecen a areas culturales; son licencias poéticas cuyo sentido expresivo cobra
su valor auténtico por referencia a convenciones (poéticas) en determinados lugares y momentos.
Es una sagaz observación de Humberto Eco en Semiótica y filosofía (op. cit.) a propósito de las
metáforas bíblicas del “Cantar más bello”. Otro tanto podríamos decir de los poetas de Siglo de Oro
español (y sus antecesores italianos o greco-romanos) con su églogas pastoriles. Cualquiera que se
haya tropezado con un pastor y su rebaño en las montañas constatará que la elegancia y delicadeza
poéticas de la poesía pastoril no tiene nada que ver con la basta realidad de la vida y persona del
pastor.
29
Metaphors we live by op. cit.
30
Poderosas palabras op. cit. Myth and Metaphor op. cit.
31
La métaphore vive op. cit.
32
Bateson, G. (1955/1972). A theory of play and fantasy. En G. Bateson. Steps to an Ecology of
Mind. N.York: Ballatine.
33
Varela, F. (1989). Autonomie et connaisssance. Paris: Le Seuil.
34
Perinat, A. (1995). Prolegómenos para una teoría del juego y del símbolo. Cognitiva. Vol. 7 (2),
185-204
35
“¿Qué es poesía” dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul... /¿Qué es poesía? ¿Y tu me
lo preguntas? / Poesía... eres tu”
36
Frye El gran código y Poderosas palabras op. cit.
16
17