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Como todo buen texto sagrado inicia con la representación de dios en su preámbulo, pero
en este caso, el protagonista de la creación es el hombre, es el pueblo de Colombia en
ejercicio de su poder soberano quien le da vida a esta invención
Como buen soberano, y haciendo el papel de creador este crea una variedad de principios
por los cuales debe regirse su valiosa obra: el ordenamiento jurídico; este conjunto de
normas en símil con el cosmos que rigen los dioses antiguos existe en equilibrio perfecto,
en este caso no son el ying y el yang los que lo equilibran, sino los poderes del estado con
su sistema de pesos y contrapesos, como una triada perfecta, el ejecutivo, legislativo y
judicial son divididos y ordenados de tal forma que se cumplan las funciones en pro de este
soberano, que es creador y creación al mismo tiempo.
Con gran parte de documentos sagrados sucede algo similar, después de un tiempo es
reinterpretado conforme a lo que los patriarcas en manos de los que se encomendó
consideren, es así como la corte constitucional ha fungido de profeta durante estos 25 años
“entre la constitución y la corte constitucional cuando esta interpreta no puede interponerse
ni una hoja de papel”1, protegiendo en todo caso el sagrado espíritu de la constitución se
bate como un león para que nunca se olvide que el pueblo es el único soberano y como
pueblo mismo se compuso con una cantidad de derechos que ni el mismo puede restringir
Cabe anotar que en este caso también existen falsos profetas, unos que mediante el uso de
artimañas alcanzan estos órganos para intercambiar favores y obtener más poder y dinero,
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Sentencia C-113 de 1993
deslegitimando y desequilibrando esta creación divina que en algún momento se creyó
perfecta
A este texto sagrado se le dedica cada minuto una oración, y cada cuatro minutos se hace en
referencia al derecho a la salud; a estas singulares oraciones se les llama tutela, consagradas
para que cualquier persona la pueda invocar con la intención de proteger los derechos
fundamentales que le son violados. La forma en que la santa constitución crea una semilla y
esta semilla es sembrada en las mentes de los colombianos más humildes, y que estos
empiecen a exigir lo que les pertenece, y que todos se sientan obligados a respetar esto de
todos y para todos es sin duda alguna un fenómeno de un arquitecto inspirado en la
divinidad. A esta semilla la llamamos derechos fundamentales
Existe una marcada diferencia entre este documento y otros documentos sagrados, que
también tienen el carácter de santidad, esta es: la aceptación de la diversidad de
pensamientos y creencias, de ideologías y vivencias como algo sagrado y deseable, en este
texto no se pide creer en nada, se ordena aceptar todas las creencias, no se castiga la
diversidad, se hace referencia a que las diferencias nos unen, y mucho menos se prohíbe
cuestionar, por el contrario, se protege el derecho de todos a participar en la toma de
decisiones
Este texto no cuenta una historia, no tiene ni un principio ni un final, solo demarca una
forma en que el Estado debe relacionarse con los ciudadanos que son su razón de ser, y
como los ciudadanos se relacionan unos con otros, del hombre como ser social. En él no se
describe la realidad, se muestra el camino para cambiarla, las formas en que este debe
recorrerse, y cuál sería el resultado si esto se hace adecuadamente