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DERECHO1.
Soledad Ucedo2
La circunstancia de que los juristas requieren de una lógica normativa para pensar
su objeto, y que la expresen por medio de normas, nos lleva sostener que el Derecho es
una ciencia normativa. Aunque aún no sepamos muy bien cuál es el objeto de estudio del
Derecho, ni tampoco si el mismo posee o no carácter científico, corresponde analizar y
exponer las ideas elaboradas por los diversos iusfilósofos, identificando asimismo cuál
ha sido el aporte que cada uno de ellos ha realizado en este largo proceso de constitución
del Derecho como ciencia.
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El presente trabajo, aún no culminado constituye un resumen circunstanciado –y no de autoría- realizado
a partir de las enseñanzas de mis grandes maestros de Teoría general del Derecho, tomando como referencia
la obra de Juan Carlos Smith, “El desarrollo de las concepciones iusfilosóficas”, el libro del Prof. Carlos
E. Petorutti “Seis filósofos y un lector”, la Teoría pura del derecho de Hans Kelsen, la Teoría egológica
del Derecho y el concepto jurídico de libertad de Carlos Cossio; y la Crítica al saber de los juristas de
Aftalión; así como diferentes artículos publicados en http://www.cervantesvirtual.com/portales/doxa/,
destinado a los alumnos de la Asignatura “introducción al Derecho” de la FCJyS UNLP, para los cursos
virtuales dictados en la época del coronavid19 y considero, humildemente de utilidad para varias unidades
del programa de nuestra asignatura.
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Abog. UNLP. Aux. Doc. Introducción al Derecho Cát. III, y JTP Cát. I. FCJyS UNLP.
El desarrollo del pensamiento jurídico.
Sociedades primitivas.
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El tótem era un animal, insecto, planta, fenómeno natural, etc. Por este motivo, los hombres llevaban
tatuajes, blasones, vestimentas o adornos que representaban al tótem del cual descendían como el halcón o
el búfalo.
protege en la guerra, lo tutela y dirige en la paz. Y como deidad suprema, fija las
condiciones de vida social determinando los deberes y derechos de los individuos. Los
miembros del clan reconocen también su descendencia en un antepasado común, fueron
grupos consanguíneos dentro de la tribu, con fuertes vínculos familiares, eran leales a un
tótem religioso común. Hablaban el mismo dialecto, compartían un lugar de residencia
común y temían a los mismos enemigos.
El clan crea las leyes que rigen el funcionamiento de las entidades sociales
inferiores (linajes, familias) en lo referente a la propiedad, herencia (patrilineal o
matrilineal), matrimonio, formas de administración de la justicia, etc.
Luego las organizaciones sociales comienzan a restructurarse y aparecen “las
fatrias” como la unión de varios clanes. Por lo tanto, las fratrías tenían las mismas
características que aquellos, puesto que solo eran comunidades más complejas.
Finalmente, la suma de varias fratrias daba lugar a una tribu. Sin embargo, cada tribu solía
dividirse en dos fratrias, con el objeto de repartirse el territorio que ocupaban para
dedicarse a tareas diferenciadas.
Todo clan, como germen de organización social, supone una absoluta igualdad y
una total comunidad de bienes. Pero precisamente por ello, una serie de prohibiciones
sumamente rigurosas limita el albedrío individual. Tanto el conjunto de estas
prohibiciones, como la manifestación de voluntad del tótem que las impone, y las
consecuencias jurídico religiosas imputables a ellas, es lo que se ha denominado “tabú”.
Dentro de los pueblos del antiguo oriente podemos nombrar a los ubicados en la
Mesopotamia4, Egipto, India, China, y el pueblo hebreo.
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Podemos mencionar a los sumerios, los hititas, los sirios, acadios, babilonios, los neo babilonios, los
medos y los persas.
El orden social estaba así subordinado a la voluntad omnímoda del monarca y
relacionado, a través de su autoridad, con el orden divino. Este papel de mediador entre
los dioses y la sociedad que desempeñaba el faraón explica el carácter de supremo
legislador que se le asignaba.
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El Pentateuco o la "Torá" (en hebreo) es el conjunto de los cinco primeros libros de la Biblia, que son:
Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La palabra hebrea "Torá" significa enseñanza,
instrucción o Ley, de manera que en sus cinco libros se recogen las enseñanzas de Dios al Pueblo de Israel
6
Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21.
moral y religiosa, aseguradora de todas las manifestaciones de la vida pública y privada
de Israel.
La Antigua Grecia
Para el profesor Ángel Russo, la ilusión del Derecho como algo diferente de las
meras órdenes dadas por el monarca o de los mandatos de una religión interpretados por
un profeta o sacerdote puede rastrearse en remotos antecedentes en los pueblos orientales
de la Antigüedad, pero en la historia de occidente es lugar común comenzarla en la Grecia
clásica.
Por ello, en algún momento Grecia siempre será nuestro punto de partida. Si bien
la preocupación del aspecto racional del ser humano siempre ha sido una preocupación
universal e inmemorial, fue en Grecia donde tal preocupación ha pasado a ser algo más
que ello.
Esta cultura ha sido una de las primeras en establecer una separación entre la
religión y la realidad cotidiana. Si bien su politeísmo y su recurrencia al mito para
explicar el mundo es lo que nos ha llegado, no es menos cierto que cuando querían hallar
una explicación al mundo circundante la buscaron finalmente en la razón, como
instrumento para acceder a la verdad.
En esta etapa encontramos a Tales de Mileto (624-546 a.c.), quien fue considerado
uno de los primeros filósofos de la historia, por advertir el carácter racional de la Filosofía.
Según Russo, con Tales se produce el pasaje del pensamiento mítico dogmático
(como conocimiento socialmente aceptado, como las hazañas de los dioses en la creación
del universo) a la revolución liberal, individualista, racionalista, democrática y crítica.
Para él el pensador se guía por su corrección individual. El filósofo sólo acepta el control
de la razón, y esa visión es democrática porque la razón constituye un patrimonio común
de todos los hombres considerados como iguales.
La estructura social griega reposaba en la Polis. Allí los hombres desarrollaban sus
vidas, analizaban y solucionaban sus problemas. Las cuestiones divinas no se mezclaban
con las humanas; las primeras se trataban en la acrópolis y las segundas en el ágora,
espacio en el que se desarrollarían la idea de “democracia” y la “retórica”. Si bien en esta
época la Justicia era concebida como sólo como represión a todos los actos que alterasen
ese orden instituido en la polis.
Para él es moral todo cuanto está fundado en un conocimiento verdadero del bien.
De este principio se infiere que todo acto de voluntad, cuando está fundado en un
conocimiento verdadero, tiende siempre, necesariamente hacia el bien. El problema ético
se transforma así en un problema de entendimiento: el conocimiento verdadero de lo que
es mejor.
Por su parte, la filosófica socrática se caracterizó por ser una filosofía dialógica.
Se valía de un método de carácter inductivo basado en la realización de preguntas,
denominado “mayéutica” que buscaba lograr que el interlocutor descubra sus propias
verdades. Para Sócrates la ignorancia era en realidad el punto de partida en la búsqueda
de la verdad.
Platón concibió dos realidades, por igual trascendentes al sujeto: la del mundo
sensible, integrado por los hechos de experiencia; y la del mundo suprasensible,
constituido por las Ideas. En este dualismo metafísico, el mundo sensible se presenta
como una realización dinámica e imperfecta del mundo suprasensible, donde cada Idea
representa un paradigma estático, inmutable y perfecto que permite individualizar
conceptual o sensitivamente un hecho real.
Para este filósofo, las tres virtudes cardinales que gobiernan la estructura humana,
a saber: la sabiduría, la fortaleza y la templanza; no aparecen inconexas, sino que están
armonizadas y equilibradas por otra fundamental que es la “justicia” que cumple en el
alma una función ordenadora. La justicia así concebida, funciona como un principio
unificador, como una virtud universal que organiza y dirige la conducta del hombre en la
actuación del propio deber.
Platón concibe a la polis como un organismo equiparable al del hombre, que tiene
las mismas potencias y necesidades del individuo. Y así como en el alma humana existe
una razón que domina, un ánimo que obra y sentidos que obedecen, así también en el
Estado hay tres elementos diferentes equiparables a ellos: una clase dominante, la de los
sabios, otra defensora de la sociedad, los guerreros, y otra cuya función es la de abastecer
y obedecer a los primeros: la de los agricultores y artesanos. Platón presenta una idea
absolutista del Estado, y clasista, y frente a ella el individuo está en una relación de
subordinación absoluta.
La justicia correctiva en cambio, tiene una función más objetiva en tanto toma en
cuenta las consecuencias de los actos de los sujetos relacionados entre sí. Esta especie de
justicia hace que cada sujeto relacionado deba encontrarse con respecto al otro en
situación de paridad sin haber recibido ni más ni menos de lo que le corresponde. Tal
relación de igualdad es concebida pro Aristóteles como una proporción aritmética. En el
caso de la justicia conmutativa la igualdad es establecida por la voluntad de las partes
(como ocurre con la prestación y la contraprestación contractual), y en la Justicia judicial,
esa igualdad entre los sujetos es establecida por un tercero, el juez, ante la violación de
una ley, como ocurre por ejemplo ante la comisión de un delito.
Marco Tulio Cicerón (106-43 a.c.) elaboró en sus obras su doctrina jurídico-
política de notable impronta iusnaturalista. Sus ideas ejercieron una fuerte influencia
sobre la teoría jurídica. Entendía que había una razón común a todos los hombres que
como “recta razón” permitía distinguir el bien del mal. A partir de dichos principios
fundamentó la igualdad y la dignidad del ser humano, y la consiguiente necesidad de
establecer un derecho humanitario. Consecuentemente la finalidad del Estado debía ser
siempre la realización de la justicia y el bien común.
Por su parte Ulpiano (170-228 a.c.) elaboró una definición de justicia muy
utilizada por los romanos para resolver los casos concretos. Este pensador nos ha legado
tres preceptos del Derecho que consisten en 1) Vivir honestamente, 2) No dañar a otro, y
3) Dar a cada uno lo suyo. De dichos preceptos surge el concepto tan difundido que
sostiene que “justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”.
Los padres de la iglesia sostenían que toda verdad absoluta establecida por el
hombre, sea a través de la meditación, sea a través de las circunstancias históricas, es una
verdad revelada por Dios; y, por lo tanto, es el fundamento inconmovible de su auténtica
filosofía.
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En la época en que accede al trono Justiniano I, la reforma de las leyes romanas había llegado a ser una
obra indispensable; después de diez siglos, los plebiscitos, los senado-consultos, los edictos de los
magistrados, las obras de los jurisconsultos y las constituciones imperiales, habían llenado millares de
volúmenes donde las reglas de derecho formaban un verdadero caos. El cuerpo de Derecho Romano de
Justiniano se encargó de recopilar tales normativas y se compuso de cuatro partes: 1. Código o Codex
Repetitas Praelectionis 2. Digesto o Pandectas 3. Instituciones o Instituta 4. Novellas Constitutiones
(Novelas).
Iusnaturalismo Teológico. La Patrística. (s. IV y V d.c)
Si bien para San Agustín el encuentro del hombre con Dios se produce en la
charitas (amor), Dios es concebido como bien y verdad, en la línea del idealismo
platónico. Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de
lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia. Pero su visión
pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia
divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma. Este
problema es el que más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la
predestinación.
El orden Moral está fundado en San Agustín en Dios y en el carácter racional del
hombre; quien debe tender a Dios para lograr la realización de todos sus fines naturales y
sobrenaturales. De cómo el hombre llega o Dios, es otro de los grandes hallazgos de la
concepción agustiniana, y que queda plasmada en su concepción de una de un plan
universal cósmico, comprensivo de tres tipos de leyes: a) ley eterna, b) ley natural y, c)
ley humana o positiva.
No obstante, la sociedad política, como algo distinto a la Civitas dei y terrae, puede
ponerse según las circunstancias históricas, al servicio de cualquiera de las dos ciudades,
ya sea persiguiendo los fines eternos o a los fines concretos mundanales. Resulta
fundamental en San Agustín al poner de relieve la tensión entre la Iglesia y el Estado,
entre la crisis existencial del ser humano de sujetarse a las leyes de Dios o a la justicia
humana.
Por todo ello, la filosofía jurídica de San Agustín desembocará finalmente en una
teoría de la “justa guerra”, que tanto habría de influir en la ulterior evolución del
pensamiento cristiano. En este contexto, la guerra solo se justifica como el expediente
supremo para hacer frente a la injusticia de los pueblos. Y por ello la guerra es vista como
una exteriorización de un poder sancionatorio.
Desde el punto de vista filosófico, Aquino se caracterizó por ser aristotélico. Tomó
el análisis físico de los objetos como punto de partida.
Quizás, el concepto más destacado en su pensamiento filosófico tiene que ver con
su idea de que los objetos, y todo lo que se encuentra presente en el universo, existe junto
a su esencia, lo que significa que toda materia existe físicamente, pero su esencia se
manifiesta por la perfecta creación de Dios.
Una ley inmutable, universal y eterna expresa esa relación: la ley eterna “la razón
de la divina sabiduría en cuanto dirige toda acción, todo movimiento”. Dicha ley eterna
no es cognoscible por la razón humana, pues la voluntad de Dios solo es comunicada al
hombre por revelación, y aceptada por este a través de la fe.
Una segunda categoría está representada por la ley natural. La misma, participa de
la inmutabilidad de la ley eterna, pero se refiere de modo específico a la conducta humana
y puede ser racionalmente conocida. Ésta ley natural rige sólo a los seres racionales que
participan de ella a través de la razón y la acatan libremente.
En tercer lugar, Santo Tomás de Aquino menciona la ley humana, la que se funda
en la ley natural y es el producto de la actividad del ser humano. La esencia de su
obligatoriedad radica precisamente en su congruencia con la ley natural, pues en cuanto
la contradice, deja de ser una verdadera ley.
Para este iusfilósofo el Derecho es el objeto de la Justicia. Sólo puede ser Derecho
lo que es justo por su referencia al bien común. Como regulación objetiva del hombre, el
orden jurídico se caracteriza por su alteridad, obligatoriedad y coacción. Y por su origen
o fundamento esencial, distingue al Derecho Positivo del Derecho Natural, según que “lo
justo” expresado normativamente “sea justo por sí mismo”, por su propia naturaleza, o lo
sea por una imposición de la voluntad humana.
EL fundamento jurídico que tiende a asegurar el orden social dentro del órgano
estatal es la ley; pero es preciso como condición indispensable para el logro de tal
finalidad que la ley sea “justa”.
En ese sentido podemos enunciar como grandes hitos de la historia con repercusión
en el ámbito de la iusfilosofía la destrucción de la unidad religiosa profundamente
consolidada en Europa a través del cristianismo católico. Las guerras de religión y el
consecuente advenimiento del protestantismo dieron una respuesta históricamente
negativa a la posición metafísica de la indestructibilidad de la unidad religiosa y por ello
de su poder.
Junto a ello aparecen una serie de avances científicos que vienen a destruir el status
quo reinante y a demostrar que hasta el momento todas las realidades no eran más que
apariencias convertidas en dogmas por parte de la Iglesia católica.
Por su parte, Galileo Galilei, en una época en que se pensaba que la Tierra era el
centro del Universo, él la refutó, diciendo que nuestro planeta no era más que otro astro
que giraba alrededor del Sol. Esto le llevó a su detención y estuvo cerca de ser quemado
en la hoguera. Tuvo que retractarse para evitar morir; sin embargo, con su oposición a las
creencias dadas por sentadas, logró que se iniciara una auténtica revolución científica.
8 Su modelo del universo implicaba que Tierra posee tres movimientos: rotación, traslación y un
movimiento de oscilación cónico de su propio eje. El primero tiene la duración de un día, el segundo de un
año, y el tercero ocurre también en un año de manera progresiva. Este último movimiento es el que a ojos
modernos puede parecer extraño. Pero fue la forma en que Copérnico explica la variación de temperatura
en las distintas estaciones del año
Estudió las teorías de Nicolás Copérnico sobre el movimiento de los astros, refutando la
creencia religiosa de que la Tierra era el centro de todo el Universo. Gracias a las mejoras
del telescopio llevadas a cabo por este científico italiano, se pudo demostrar con pruebas
empíricas el auténtico movimiento de los planetas.
Por ello, suele decirse que el S.XVI es el momento en que el saber científico entra
en una profunda crisis, surgiendo de ella una posición filosófica nueva. En esta nueva
etapa, antes de plantearse el problema metafísico se planteará el problema de cómo evitar
el error, de cómo encontrar una vía adecuada y conducente al logro de verdades
universalmente válidas. En suma, lo previo para el quehacer filosófico será ahora
solucionar el problema del conocimiento y su método.
Bacon, en esa dirección sostuvo que la lógica aristotélica ofrecía solo un
procedimiento metódico: el método deductivo, que se estructuraba en el desarrollo lógico
del silogismo. Y este considerado como el molde o la forma más perfecta del
razonamiento deductivo, era aplicado tanto en las matemáticas como en el estudio de la
Metafísica, e incluso en las Naturales.
Bacon puso de relieve que en esa forma de pensar subyacía un error fundamental,
pues siendo el silogismo un sólido instrumento lógico de demostración, no sirve para el
descubrimiento. El silogismo, sostiene, sirve para demostrar lo que ya se conoce, pero no
para descubrir lo que todavía se ignora.
Este autor enfrenta por primera vez la tarea de resolver, con criterio metódico el
problema de la distinción entre Moral y Derecho. Con un fundamento notoriamente
político distingue las ciencias relativas al comportamiento humano en tres especies, a
saber: a) Ética o Moral, b) La Política, c) La Jurisprudencia o Derecho. Aunque diversas
en su contenido, las normas de conducta estudiadas por esas tres disciplinas tienden a una
finalidad común: concretar la felicidad humana.
En este contexto aparece esta nueva concepción filosófica del Derecho y del
Estado que conmueve las bases del absolutismo monárquico: la soberanía y el poder que
ella implica no radican en el monarca gobernante, sino que emana originariamente del
pueblo gobernado.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)
La idea del contrato social expresada por Rousseau toma cuerpo y se difunde. El
hombre es considerado libre por naturaleza, y solo porque encuentra en la convivencia
social las condiciones fundamentales de su seguridad, su felicidad y su progreso, se
desprende espontánea y voluntariamente de una parte de su libertad para depositarla en
el Estado, a fin de que este organice la vida social, y regule adecuadamente las libertades
que los individuos se reservan. Esta idea presupone dos condiciones básicas: La libertad
y la igualdad.
Con ello se quiere significar que cada uno de nosotros pone en común su persona
y todo su poder bajo la supremacía y dirección de la voluntad general, recibiendo a cada
miembro como parte indivisible del todo. Para este autor todos los hombres nacen libres
e iguales por naturaleza; la familia es el primer modelo de la sociedad política; resalta lo
inhumano de la esclavitud y sostiene que los derechos de una persona sobre otra son
“nulos”.
Manuel Kant, nacido en 1724, y muerto en 1804 inicia un nuevo período filosófico,
puesto que en él convergen y se remodelan las diversas corrientes del pensamiento
difundidas en Europa del S. XVIII.
Asumió una posición conciliadora entre el empirismo y el racionalismo. Inaugura
así lo que se dio en llamar “idealismo trascendental o criticismo”. El filósofo alemán
entiende que si bien es cierto que el sujeto es quien elabora a realidad (racionalismo),
existen ciertos elementos inmutables a priori, es decir, dados antes que el sujeto y que
este debe percibir.
Por su parte, también señaló la necesidad de separar dentro del campo de la Ética
aquello que pertenece a la moral, de lo que es patrimonio del Derecho. Distingue entre
fuero interno y fuero externo. Al primero le corresponde la moral, al externo el estudio
del Derecho. El pensamiento kantiano constituye una continuación del pensamiento de
Tomassio en lo que concierne a la distinción entre Derecho y Moral. La moral atiende
únicamente a los motivos internos del obrar (acciones internas), de lo cual se infiere la
moralidad de un acto cuando éste ha sido motivado por respeto a la ley moral, o sea con
conciencia del deber. Distinguió la ley moral que se impone al hombre interiormente de
la ley jurídica que le es impuesta al hombre desde el exterior y por la coacción y por la
fuerza.
En cambio, al referirse al Derecho sostuvo que atiende solo a la faz física o externa
del obrar (acciones externas) prescindiendo de las motivaciones. La esencia de los
jurídico reside para Kant en la coexistencia de las libertades humanas. Por ello, el Derecho
es para Kant “el conjunto de las condiciones por las cuales el arbitrio de cada cual puede
coexistir con el arbitrio de los demás según una ley universal de la Libertad. Para él, en
suma, el Derecho Natural se funda exclusivamente en los principios racionales a priori,
es decir tienen un valor puramente ético o deontológico, independientemente de la
experiencia.
En el ámbito del obrar humano, Kant establece en su obra “La crítica de la razón
práctica” la posibilidad de sentar las bases para una ley moral formal de validez universal,
válido para cualquier tiempo y situación que denominó imperativo categórico.
Para esta escuela, el Derecho Natural no deriva de los mandatos de Dios, sino de
la naturaleza o estructura de la razón humana. El aporte kantiano dio al Derecho Natural
un fundamento distinto, puesto que consideró a la razón no únicamente como el
instrumento que posibilita el conocimiento del Derecho, sino también y esencialmente
como fundamento de la validez y vigencia de este.
El poskantismo.
El neokantismo.
La filosofía de Kant había abordado a través de sus obras dos aspectos troncales:
el lógico y el gnoseológico en la “Critica de la razón pura”; y el ético o axiológico,
desarrollado en la “Critica de la razón práctica”. Los filósofos neokantianos
desarrollaron sus ideas en Alemania dando lugar a dos corrientes: El neokantismo de
Marburgo (dedicados al estudio de los problemas lógicos) y el neokantismo de Baden
(dedicados al estudio de los problemas éticos).
Más allá del abordaje cronológico de los iusfilósofos que haremos en este trabajo,
conviene hacer un paréntesis ya que toda la filosofía moderna se divide en un antes y un
después de Kant.
Dentro de esta corriente también ubicaremos a Rudolf Stammler para quien, como
veremos luego, el Derecho estaba integrado por dos partes: una lógica jurídica y una
deontología jurídica. El reconoce el universal lógico del Derecho, definiéndolo como un
querer autárquico vinculatorio e inviolable. El Derecho existe independientemente de su
cumplimiento.
Dentro de esta corriente, aunque desde una posición crítica del positivismo jurídico
de corte kelseniano en materia de escepticismo ético, podemos ubicar a Gustav Radbruch
para quien el Derecho debe tener un contenido ético. Para él, la Filosofía jurídica no se
ocupa del estudio del derecho positivo sino del “derecho justo”.
“El conflicto entre la justicia y la seguridad jurídica debería poder solucionarse en el sentido de
que el Derecho positivo asegurado por la promulgación y la fuerza tenga también preferencia cuando sea
injusto en cuanto al contenido […], a no ser que la contradicción entre la ley positiva y la justicia alcance
una medida tan intolerable que la ley deba ceder como “Derecho incorrecto”.
Para este autor, el Derecho no es algo estático, sino que existe, se dinamiza y
transforma a través de las costumbres que son la expresión de la conciencia jurídica
popular. Todo pueblo tiene un espíritu propio que se modaliza y manifiesta a través de la
moral, del derecho, la política y el arte.
9
Su finalidad principal fue responder al ensayo del civilista de Heidelberg A.F.J. Thibaut del mismo año
dedicado a la necesidad de un código para. Dado que Savigny es considerado el fundador de la escuela
historicista del derecho resulta imprescindible analizar el momento histórico de esta célebre disputa, de
cuyas profundas consecuencias no puede dudarse, especialmente si se tiene en cuenta que el código civil
alemán entró en vigor en el año 1900. Thibaut escribe su libro en 1814, cuando los estados alemanes
acababan de liberarse del dominio napoleónico, tras su derrota en Leipzig. Precisamente el opúsculo de
Thibaut arranca mencionando tal acontecimiento, que califica como liberación. En las décadas anteriores
habían aparecido tres códigos: el prusiano de 1794, el francés de 1804 y el austriaco de 1811. Para Savigny
los tres son códigos modernos.
Las leyes adquieren así un carácter secundario. No hacen más que cristalizar
conceptualmente principios y relaciones ya elaboradas por la “conciencia jurídica
popular” que es en definitiva la fuente suprema de la normación.
En el S.XIX en su obra, fue quien dio los primeros pasos para destacar que el
objeto de estudio de los juristas es algo más que la ley, es también la experiencia.
Lo que ocurre es que Ihering concibe la misión de la ciencia (en donde se expresa
la dogmática jurídica) no tanto bajo el concepto de que no se puede comprender el derecho
sin conocer su conexión sistemática —lo que es el caso para cualquier objeto del
entendimiento- sino como un orden no “artificialmente” aplicado, sino deducido del
fondo mismo del objeto. Y este objeto es el cúmulo de experiencias que encierra una
importancia práctica más intensa que las reglas usuales. Para él, el orden artificialmente
aplicado engendra una condición extraña al objeto “en la que se le puede entrar con
violencia; es una red que se puede arrojar lo mismo sobre éste o el otro derecho y que
dificulta, más que facilita, la inteligencia de la estructura del objeto individual. Quien dice
sistema dice ordenación interna de la cosa misma. Todo sistema es, pues, perfectamente
individual, y cada derecho tiene su sistema propio que no conviene a los otros”.
Lo que nos quiere advertir Ihering, en una palabra, es que su modelo de estructura
no es un modelo puro y abstracto, un modelo de relaciones formales aplicables a cualquier
derecho en general. Sobre lo que nos quiere alertar, es que su modelo se sustrae a
cualquier intento semejante al kelseniano de la Teoría pura del Derecho. Quien habla de
sistema, asevera, habla de ordenación interna de la cosa misma, pero no hay sistema
10
La idea de sistema había sido traspasada a principios del siglo XVII de la astronomía y la enseñanza de
la música a la teología, la filosofía y la jurisprudencia, en estrecha relación con el problema de la certeza
de la discusión teológica y del naciente confesionalismo, y lo había sido en un principio como medio para
el orden técnico de la enseñanza, después de que las cuestiones centrales de la contingencia y de la
certidumbre de la fe se habían mostrado insolubles, al nivel de la discusión conceptual de la escolástica.
general del derecho. Hay sistemas individuales, y cada derecho tiene un sistema propio
que no conviene a los otros. En su particularismo, el sistema ejerce una reacción material
sobre el objeto mismo, operándose por su intervención una transformación interna de las
reglas de derecho.
“EL Derecho es una idea práctica, es decir, indica un fin, y como toda idea de
tendencia, es esencialmente doble, porque encierra en sí una antítesis, el fin y el medio.
No obsta investigar el fin, se debe además mostrar el camino que a él conduzca. He aquí
dos cuestiones a las que el Derecho debe siempre procurar una solución, hasta el punto
que, puede decirse, que el Derecho no es en su conjunto y en cada una de sus partes
más que una constante respuesta a esa doble pregunta… Más el medio, por muy variado
que sea, se reduce siempre a la lucha contra la injusticia. La expresión del Derecho
encierra una síntesis que nace de esta idea, de la que es completamente inseparable: la
lucha y la paz; la paz es el término del Derecho, la lucha es el medio para alcanzarlo.”
El concepto de Derecho del que parte Stammler, se presenta como "una modalidad
de las manifestaciones de la voluntad humana, a diferencia de la moral, de la convención
y del poder arbitrario, caracterizándose como un producto de la voluntad, de carácter
social y que se afirma con fuerza autárquica e inviolable."
Sobre estas ideas Stamler creyó dar una posible definición del Derecho. Se empeñó
en contraponer la causalidad a la Teología sin advertir que estaba esbozando un nuevo
concepto: la concepción normativa e imputativa.
Este autor es el iniciador del movimiento que terminó con la derrota de positivismo
y el empirismo jurídico. Su teoría del derecho justo o iusnaturalismo de contenido
variable sostiene que si bien en cuanto a los ideales jurídicos ellos pueden ser cambiantes
pero que no obstante hay algo que siempre permanece y ello es “la dignidad de la
personalidad humana”.
Esta corriente surge como una crítica a los excesos a los que llegó la filosofía
alemana y postuló girar el enfoque hacia la experiencia. Realizó una invitación para
volver a tierra firme y abandonar el estado metafísico para entrar en el científico.
Positivismo jurídico.
En términos generales, y más allá de todas las modalidades que ha asumido a través
de los diversos autores, postula la aceptación dogmática de la fuerza obligatoria del
Derecho positivo. La ciencia jurídica tiene por objeto el conocimiento del conjunto de
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Diccionario de filosofía · 1984:342-343
normas puestas y creadas por el hombre que constituye el Derecho positivo. El análisis
se hace sobre el Derecho que es y debe abstenerse de realizar valoraciones éticas12.
12
En realidad, la corriente que caracteriza esencialmente la postura defendida por autores como Austin,
Hart, Ross, Kelsen y Bobbio entre otros; es aquella denominada positivismo metodológico o conceptual
según la cual “el concepto de derecho no debe caracterizarse según propiedades valorativas sino tomando
en cuenta solo propiedades descriptivas”. Según esta tesis las proposiciones acerca de lo que el derecho
dispone no implican juicios de valor y son verificables en relación a ciertos hechos observables
empíricamente.
se unirían Walter Henrich, Josef L. Kunz, Felix Kaufmann, Fritz Schreir, Fritz Sander y
Erich Vogelin.
La Segunda Guerra Mundial hace que se dirija hacia los Estados Unidos,
siguiendo la suerte de tantos otros intelectuales que abandonaron la Europa de Hitler para
buscar refugio en las Universidades americanas: Einstein, Cassieri, Godel, Jaeger,
Marcuse, Reichenbach Tarski, por citar algunos.
La Teoría Pura del derecho, abre una nueva etapa en el pensamiento jurídico
contemporáneo. Ningún jurista se animaría a desconocer que esta obra se ha constituido
en uno de los pilares fundamentales en la constitución del derecho como Ciencia.
Esta obra ha sufrido revisiones posteriores, y si bien interesa aquí establecer cuáles
son los objetivos perseguidos por Han Kelsen en la Teoría Pura, en rigor de verdad
corresponde hacer algunas aclaraciones, a fin de no desvirtuar la riqueza conceptual de
sus aportes.
La primera edición de la teoría pura 1934, de la cual existe una versión española
(Editorial Losada, Buenos Aires, 1934, reimpresa en 1946, y recientemente reimpresa en
México, Editora Nacional, 1975). Sin embrago, la obra más comúnmente manejada entre
nosotros es la versión francesa de la Teoría pura de 1953, obra traducida al español en
1960 –justamente cuando Kelsen había ya publicado la segunda edición de la Teoría Pura-
, y que, hasta 1977, ha sido objeto de diecinueve reimpresiones. Respecto de esta segunda
edición podría decirse que es prácticamente una obra nueva, si bien es cierto que los
lineamientos principales de la Teoría Pura son mantenidos.
Las nociones básicas de la Teoría pura han sido refinadas y replanteadas de manera
de superar malentendidos a los cuales daban origen las formulaciones de la primera
edición. Así, por ejemplo, el significado de la norma fundamental del orden jurídico es
dilucidado con mayor claridad en la edición del 60’. Aquí cabe destacar el esfuerzo de
Kelsen por distinguir la ciencia del derecho de la ciencia natural no exactamente como
mundos distintos el uno de otro, sino simplemente, como dos diferentes unidades de
consideración científica. En algunos casos Kelsen llega a modificar puntos de vista
previamente sostenidos.
A este respecto cabe señalar, entre otros, que el Sollen, el “deber ser”: como a
priori, esto es, como concepto lógico trascendental, es transformado en una variable
deóntica, que explica las modalidades del comportamiento humano (la permisión, la
habilitación, etc.). Asimismo, Kelsen abandona su anterior opinión sobre las relaciones
entre el derecho y la paz social.
En cuanto a los objetivos que Hans Kelsen se plantea en la Teoría pura bajo el
título “La pureza” expresa la Teoría pura del derecho constituye una teoría sobre el
derecho positivo; se trata de una teoría sobre el derecho positivo en general, y no de una
teoría sobre un orden jurídico específico. Es una doctrina general sobre el derecho, y no
la interpretación de normas jurídicas particulares, nacionales o internacionales. Ofrece,
sin embargo, también una teoría de la interpretación.
Al caracterizarse como una doctrina “pura” con respecto del derecho, lo hace
porque quiere obtener solamente un conocimiento orientado hacia el derecho, y porque
desearía excluir de ese conocimiento lo que no pertenece al objeto precisamente
determinado como jurídico. Vale decir: quiere liberar a la ciencia jurídica de todos los
elementos que le son extraños. Este es su principio fundamental en cuanto al método.
Pareciera tratarse de algo comprensible de suyo.
Otro ejemplo: un hombre, revestido con la toga, pronuncia desde un sitial elevado
determinadas palabras a un hombre que se encuentra delante suyo. Jurídicamente este
acontecimiento externo significa que se ha pronunciado una sentencia judicial. Un
comerciante Scribe a otro una carta de determinado contenido; el segundo le responde
con otra carta. Ello significa: han cerrado, desde el punto de vista del derecho, un contrato.
Alguien provoca, con cierta actividad, la muerte de otro. Jurídicamente ello significa
homicidio.
La naturaleza, es, según una de las muchas definiciones de este objeto, cierto orden
de las cosas, o un sistema de elementos, enlazados entre sí como causa y efecto, es decir,
ligados según el “principio de causalidad”. Las llamadas leyes naturales, con las cuales
la ciencia describe aquel objeto, como, por ejemplo, la oración que afirma que “si se
calienta un metal, el mismo de dilata”, son aplicaciones de ese principio. La relación entre
calor y dilatación es la causa y el efecto.
La primera se justifica como una indagación acerca del ser del Derecho. A su vez
como la norma se constituye en un "logos" especial para pensar la conducta en que
consiste el Derecho, cabe una lógica que tematice el estilo peculiar de pensamiento del
jurista.
Esta investigación nos conduce a señalar que toda conducta por el solo hecho de
serlo se desarrolla valorando, su existencia es un ser-estimativo. Es imprescindible por
tanto el análisis del conocimiento axiológico de la conducta: Axiología Jurídica Pura.
Según Julio Cueto Rúa: "...Cossio invita a estudiar la actividad judicial, a analizar
la experiencia jurídica, a identificar sus elementos componentes, a ver en los actos de los
jueces en tanto tales, un comportamiento normativo (las normas generales aplicables), un
elemento empírico (los hechos del caso) y un elemento axiológico (el valor del
comportamiento del juez, de las partes, y el valor implícito en la solución suministrada
por las normas).
Por último, en contra del historicismo jurídico Cossio considera que siendo el
Derecho conducta y la conducta siendo libertad, la experiencia jurídica que ha de atender
el jurista no está en la historia, sino en su propia vida presente en cuanto que sólo el
presente del tiempo existe realmente en libertad. Al subrayar que el Derecho está en el
presente y no en el pasado, destaca que el sentido jurídico de la vida no proviene desde,
sino que irrumpe en; pues por mucho que los contenidos axiológicos de esa experiencia
adeuden a su sedimentación histórica, es claro que aquel sentido jurídico antes de poder
provenir desde el pasado, tiene que estar irrumpiendo en el presente como ansias del
porvenir. La historia para la ciencia solo es pasado.