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Panorama General de la Seguridad Pública
En la década de los '80, Venezuela pasó de ser un país tranquilo con
mínimos niveles de violencia a un país con altas tasas de homicidios,
comparables con México y Brasil, y un aumento de protestas populares.
Estos cambios se atribuyen a la combinación de altos niveles de corrupción
en la elite política, frustración por un sistema altamente excluyente (en 1958,
los dos partidos principales firmaron un pacto para alternar el poder), y la
recesión económica creada por la crisis de la deuda externa. Entonces
surgieron varios grupos sociales demandando mayor democracia y
buscando construir un proyecto alternativo basado en un modelo de
crecimiento económico diferente y la consolidación de un nuevo orden
político. El proceso fue altamente conflictivo causando que se incrementara
la violencia política, la criminalidad y la inseguridad en todo el país. En
febrero de 1989 empezaron unas grandes protestas populares en contra de
un paquete de medidas económicas y financieras de corte neoliberal
presentadas por el Presidente Carlos Andrés Pérez, quien respondió en una
manera represiva. Después de cinco días terminó la protesta y se calculan
que hubo por lo menos 250 muertos y miles de heridos. A partir de entonces
las protestas se convirtieron en un acto recurrente en la vida cotidiana. En
febrero de 1992 los comandantes Hugo Rafael Chávez Frías y Francisco
Arias Cárdenas intentaron liderar un golpe de Estado que fue controlado por
el gobierno rápidamente. Chávez fue encarcelado, pero su perfil nacional
empezó a subir mientras el apoyo para el presidente caía. En noviembre del
mismo año otro grupo intento liderar un golpe de Estado. Una vez mas el
gobierno pudo controlar la situación dentro del mismo día. El gobierno no
cambió de manos pero los golpes fallidos impulsaron cambios en los
diálogos políticos e económicos que terminaron propulsando a Chávez a la
presidencia en 1999 y le permitió ser reelegido en el 2005.
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Venezuela atraviesa desde finales de la década de los 80, un
proceso de transición política de velocidades múltiples, cuya
orientación fundamental proviene del triunfo de Hugo Chávez
Frías en las elecciones presidenciales de 1998. La naturaleza de
las transformaciones político-institucionales sucedidas a partir de
esa fecha en Venezuela, el origen militar del presidente y los
cambios en el entorno subregional, regional e internacional, han
incidido en la conformación de una nueva agenda de seguridad,
en la que han variado, en algunos aspectos sustancialmente, la
percepción de las amenazas a la seguridad del país, dado que se
observa un proceso de redefinición del enemigo estratégico, más
por la dinámica doméstica que por amenazas reales de carácter
interestatal. Dichos cambios han tenido lugar en medio de una
intensa confrontación política, resultado de dos posturas
contrapuestas en la interpretación de la realidad política,
económica y social de Venezuela, la cual es consecuencia de la
fractura que divide a las élites venezolanas y que se proyecta al
resto de la sociedad. Esta pugna por el rumbo del destino
nacional muestra un patente desacuerdo sobre temas clave del
desarrollo del país, del que no escapan las áreas de seguridad,
defensa y política exterior. Los temas en los que es patente un
mayor desacuerdo son los del manejo de la economía, los
mecanismos de inserción internacional de Venezuela y el rol de la
Fuerza Armada Nacional en el desarrollo del país.
3
Reforma de la Seguridad Social en Venezuela
La reforma de la seguridad social en Venezuela, data en sus inicios
desde finales de la década de los años 1980. Al igual que el resto de
los países de América Latina, este proceso abrió caminos para que
expertos sobre el tema e instituciones incursionaran sobre su
contenido y dieran a conocer sus propuestas de solución a la crisis del
mismo.
La crisis del seguro social en Venezuela marca la pauta del proceso
de reforma. Los problemas de liquidez del Estado, aunados a la mala
gestión pública, dieron paso a su colapso definitivo, lo cual se tradujo
en constantes protestas de los ancianos con el petitorio de ajuste a
sus pensiones, así como de otros sectores sociales. Por otro lado, los
fondos previstos para la seguridad social en Venezuela no fueron
utilizados en su oportunidad para potenciar la institución Instituto
Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), sino para otros planes que
concluyeron en costear corrupción y clientelismo político.
Cabe mencionar aquí lo referido por la Comisión Tripartita en 1997. La
constatación de la enorme crisis del IVSS en cuya base confluyen,
entre otros, factores demográficos, poca relación entre contribuciones
y beneficios, ausencia de incentivos, evasión de contribuciones,
pésimo manejo administrativo, elevado costo fiscal y corrupción, todo
ello dio lugar a la propuesta de reforma que en Marzo de 1997
formularon los empleadores, los trabajadores y el gobierno.
Como consecuencia de este proceso, se destaca que es en el
programa de gobierno del presidente Caldera, la Agenda Venezuela
(1996), donde se asume el compromiso de reestructurar
integralmente el Sistema de Seguridad Social . La citada
reestructuración contempla:
a) Eliminar el régimen legal de prestaciones sociales. Hecho este que
se materializa con la reforma parcial de la Ley Orgánica del Trabajo.
b) Crear un sistema pensional fundado en cuentas o fondos de
capitalización individual administrados por el sector privado (fondos de
pensiones), cuyos lineamientos generales ya han sido aprobados en la
Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social Integral (1997).
c) Transformar el IVSS en un organismo financiero y por lo tanto no
oferente de servicios o prestaciones en forma directa.
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En Venezuela, durante la década de los 90, gobernaron el
socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, quién no concluye su
mandato y es destituido en mayo de 1993. Asume como
presidente encargado por un par de semanas el presidente del
Congreso Octavio Lepage; luego es designado por el Congreso
Ramón José Velásquez para culminar el mandato restante. El
socialcristiano Rafael Caldera, ahora por Convergencia, llega por
segunda vez a la presidencia en febrero de 1994 y le entregará la
banda presidencial a Hugo Chávez, del Movimiento Quinta
República, el 2 de febrero de 1999.
A manera de conclusión
Es claro que el principal desafío que tiene por delante la sociedad venezolana,
ampliamente movilizada en la búsqueda de la consolidación de sus derechos, es
la construcción social de nuevas prácticas de seguridad ciudadana, a través de la
expansión de la ciudadanía, garantizando un funcionamiento de las agencias de
control bajo criterios homogéneos y universalistas, para así ir eliminando el patrón
antidemocrático de interrelación Estado-sociedad. La mejor prevención de las
violaciones a los derechos humanos en una sociedad democrática se sustenta,
entre otros, en un adecuado diseño de una política de seguridad ciudadana,
formulada desde la perspectiva del derecho al desarrollo.
Por ello, el Estado debe reformular su política pública de seguridad mediante la
inclusión de la ciudadanía, no sólo por la magnitud que el fenómeno ha alcanzado
en Venezuela, sino porque la complejidad y agudización del problema exigen
involucramiento de la comunidad para su resolución. Está claro que las respuestas
represivas son sólo débiles intervenciones frente a la dimensión del fenómeno. Es
imprescindible desplegar políticas preventivas desde las cuales se generen
nuevos ámbitos de vinculación entre la sociedad civil y el Estado. Es obligación
indelegable del Estado procurar la seguridad de todos sus habitantes y para
lograrla debe estar en condición de efectuar precisos diagnósticos así como
también planes y programas ajustados a las nuevas realidades, factibles de ser
evaluados externamente de modo sistemático y que admitan un fuerte
componente en la prevención del delito y la violencia. Más que en ninguna otra
política pública, la problemática de la inseguridad y la violencia social requieren de
una fuerte participación comunitaria para un abordaje positivo. Por otro lado la
sociedad civil debe encontrar un espacio de protagonismo que le garantice una
efectiva participación en la distribución de poder.
En un Estado democrático social de derecho, las políticas de seguridad ciudadana
deben ser un conjunto de medidas destinadas a proteger las relaciones sociales
que hacen posible el ejercicio de los derechos fundamentales, estimulando las
sensibilidades democráticas de la población para que la sociedad prefiera la
justicia a la ley de los exterminadores. La construcción de consensos sobre los
factores vinculados a la seguridad y el despliegue de mecanismos democráticos
de control son uno de los puntos clave para cambiar de la razón de Estado a la
razón de la persona.
El área de prevención debe ser especialmente atendida, no sólo porque apunta
directamente a la racionalización de los recursos toda vez que la literatura muestra
claramente que es menos costosa la actividad de previsión que la de control del
delito; sino también (y principalmente) porque es donde se abre espacio para la
participación ciudadana sin que ello suponga la delegación de las funciones y
responsabilidades propias del Estado.
Algunos aspectos importantes a considerar por programas de prevención social de
violencia son:
1. Programas específicos e inclusivos para los jóvenes en situación de riesgo.
2. Programas de combate a la pobreza y de urbanización de áreas de pobreza
permanentes y con sistemas de monitoreo de los resultados.
3. Consolidación de sistemas de información georreferenciados sobre pobreza
y estudios sectoriales sobre la criminalidad que sean propositivos.
4. Mayor coordinación y articulación entre los componentes de la justicia.
5. Profundizar en la sociedad civil la discusión sobre el modelo de policía
orientado comunitariamente, establecer canales de representación entre las
instituciones democráticas y el sistema de seguridad pública.
6. Consejos regionales y locales de seguridad ciudadana con participación
ciudadana.
7. Tratar los problemas de seguridad localmente, mediante la creación de los
Consejos Comunitarios, Locales y Regionales de Seguridad Ciudadana, con la
participación paritaria de autoridades civiles y policiales y las comunidades.
8. Establecer mecanismos de evaluación de la implementación de políticas
públicas de seguridad.
9. Llevar adelante una efectiva reforma policial.
10. Discutir cuestiones relativas a las organizaciones policiales, como tema
crucial. No sólo las policías deben coordinarse e integrarse, sino que debe
contarse con un diagnóstico específico de la realidad de cada región
venezolana.
11. Política de transparencia en la información sobre seguridad ciudadana: una de
las razones por las cuales es difícil la aplicación y formulación de políticas
públicas de seguridad es la escasez de datos y su baja calidad.
12. Control de armas de fuego y del consumo excesivo de alcohol.
o.
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