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Temas de

gramática y variación

Laura Malena Kornfeld (coord.)

Autores:
Alicia Avellana
Andrea Bohrn
Lucía Brandani
Laura Kornfeld
Romina Trebisacce

Este libro se ha llevado a cabo con financiación del proyecto “Categorías


funcionales en variedades de la Argentina” (Cód. 20020160100016BA),
subsidiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de
Buenos Aires.

Este libro está dedicado a la memoria de

Inés Kuguel

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Temas de gramática y variación / Laura Malena Kornfeld... [et al.] ;
coordinación general de Laura Malena Kornfeld.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Waldhuter Editores, 2020.
192 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-4916-14-3

1. Gramática. 2. Lingüística. I. Kornfeld, Laura Malena, coord.


CDD 465

© Laura Malena Kornfeld, 2020


De esta edición:
D.R. © Waldhuter Editores, 2020
Pavón 2636, (1248) Buenos Aires, Argentina
waldhutereditores@fibertel.com.ar

Coordinador editorial: Gabriel Waldhuter


Diseño de colección y diagramación: Isabel Barutti
Corrección: Mónica Herrero

Fotocopiar libros está penado por la ley.


Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier
medio de impresión o digital, en forma idéntica, extractada
o modificada, en español o en cualquier otro idioma,
sin autorización expresa de la editorial

Impreso en Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723

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Procesos de formación
de palabras en lunfardo
Andrea Bohrn

1. Introducción

La gramática generativa intenta comprender cómo los hablantes de una lengua


son capaces de combinar, de forma creativa, unidades simples (como morfemas
o palabras) para formar estructuras complejas (como palabras u oraciones) que
respondan a las reglas de ese sistema. Su objeto de estudio es el conocimiento
que los hablantes tienen sobre su lengua, y asume que este es intuitivo, incons-
ciente e innato (Chomsky 1988). Dentro de las unidades de la gramática, que
aquí entenderemos en sentido estricto como morfología y sintaxis, la palabra
ocupa un lugar destacado. De esta forma, tal como señala Di Tullio (2014a), la
palabra es la unidad máxima de la morfología, que se ocupa del estudio de la
estructura interna de los ítems léxicos y es, al mismo tiempo, la unidad mínima
de la sintaxis, que se centra en las combinaciones de palabras en estructuras
mayores de tipo sintagmático u oracional. Pero, además, en sentido amplio, las
palabras conforman el léxico, es decir, el conjunto de unidades de vocabulario de
una lengua, en el que también se incluye la información gramatical, semántica y
fonológica que estos ítems requieren. De esta manera, el modelo formal de una
lengua implica la existencia de una gramática y de un léxico, que pueden entrar,
a su vez, en relación con la fonología y la semántica.
La distinción entre gramática y léxico se fundamenta en diversas razones,
que no retomaremos aquí, pero basta señalar que mientras el conocimiento
gramatical se adquiere a temprana edad (cfr. Brandani en este volumen), el
léxico, que presenta mayor variación entre hablantes y puede vincularse con el
desarrollo individual (en función del nivel cultural o la experiencia individual)
se aprende a lo largo de toda la vida. Asimismo, mientras que a la gramática
solo le resulta relevante la combinación regular y sistemática de unidades en
estructuras mayores, el léxico reúne ítems que no pueden ser entendidos o
procesados a partir de las reglas de combinación de la morfología o la sintaxis

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y que presentan significados especiales1. Estos ítems pueden tener un origen


morfológico o sintáctico, como ocurre típicamente con las locuciones; así,
poner el gancho, que equivale a ‘firmar’, debe estar guardada en el léxico dado
que su significado no es composicional (i.e., no se desprende de la suma de sus
constituyentes).
Teniendo presentes estas nociones teóricas, en este capítulo nos centraremos
en distintas clases de procedimientos de formación de palabras que permiten
expandir el vocabulario lunfardo. Entendemos que los procesos que aborda-
remos aquí, y que se vinculan con la gramática de diversas formas, permiten
observar el conocimiento innato del sistema lingüístico y el potencial creativo
del que disponen los hablantes del español rioplatense. Siguiendo a Varela
Ortega (2005), el léxico del español general está constituido por palabras que
provienen del latín y que han sido/son objeto de variación diacrónica, por
palabras que se incorporan desde otras lenguas (préstamos) y también por
palabras que se crean a partir de procedimientos morfológicos (derivación y
composición), semánticos (como en las extensiones metafóricas) y sintácticos
(como en el caso de las locuciones).
El español del Río de la Plata comparte con el español general un porcentaje
muy importante de ese tipo de unidades, pero, además, cuenta con un repertorio
propio de palabras al que denominamos lunfardo. El lunfardo es un conjunto
de palabras fuertemente vinculadas al ámbito urbano y que pertenecen al re-
gistro informal. A menudo, como señala Conde (2011), lo más relevante del
lunfardo no es su valor referencial o denotativo, sino que introduce una con-
notación particular en una interacción comunicativa, con valores apreciativos,
lúdicos, de complicidad o ironía. Dado que es esencialmente un repertorio de
palabras, el lunfardo no constituye una lengua en sí mismo, porque requiere de
la sintaxis y de las categorías funcionales del español general para la formación
de sintagmas.
El origen del lunfardo se remonta al contexto de la inmigración masiva de fi-
nales del siglo xix y principios del siglo xx, bajo la cercana influencia de los
dialectos del italiano, tal como explica Di Tullio (2014b). Aunque su origen
esté relacionado con los estratos populares, este primer lunfardo comenzó a
expandirse a través de la vida en el conventillo y otras esferas de la vida social,
del periodismo, de la literatura costumbrista, pero fundamentalmente, del
teatro y del tango, lo que permitió su penetración en otras regiones y sectores

1. Al respecto, Di Tullio & Malcuori (2012: 26) observan: “A la gramática no le concierne el significado
de las unidades simples (que es arbitrario y no motivado), pero sí el de las unidades más complejas que
se forman a partir de estas”.

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sociales. Por eso, el lunfardo atraviesa actualmente todas las capas sociales del
español rioplatense, sin distinción etaria (si bien, como veremos, no todos los
procesos de formación de palabras tienen la misma vitalidad o productividad
en las diferentes franjas de edad). A su vez, esa expansión cultural y social, su-
mada a la propagación de las formas lingüísticas a través de los medios masivos
de comunicación y de las redes sociales ha permitido la expansión geográfica
del lunfardo, que hoy excede el área original del Río de la Plata (así, existen
trabajos sobre los lunfardismos –palabras provenientes del lunfardo– en Salta o
en Córdoba). En consecuencia, en la actualidad, el lunfardo y el léxico del habla
coloquial rioplatense (y de otras áreas de la Argentina) son conceptos que se
superponen.
Este proceso de cambio diacrónico tiene su correlato gramatical. El lunfardo de
principios del siglo xx (o “lunfardo clásico”) se asoció fuertemente a los prés-
tamos. Así, entre el amplio conjunto de palabras que provienen de los dialectos
del italiano podemos mencionar birra, manyar, mishiadura (Di Tullio 2014b).
Conde (2011), asimismo, registra unidades que se incorporaron del francés
(fifí, mishé, marote, ragú), del inglés (espiche, luquear, a full), del alemán (caput,
lumpen), del idish (meshígine, tuje) y del portugués (tamango, chumbo, mango,
bondi). De las lenguas bantués provienen capanga, tongo y matungo, mientras que
chucho o cancha son de origen quechua. Por su parte, el lunfardo de principios
de la segunda mitad del siglo xx y del siglo xix se nutre de procesos creativos
y productivos de formación de palabras a partir de los aportes de la variedad
juvenil (Kuguel 2014), pero también de vocabularios específicos como los del
fútbol (estar orsai, ponerse la camiseta), la psicología (paranoiquear, psicopatear),
entre otros (Conde 2011).
Los procesos de formación de nuevas palabras del lunfardo son sumamente
variados. Entre los procedimientos morfológicos, es posible reconocer casos de
derivación (botón> botonear, flash> flashear) y de composición (chupamedias, tra-
galibros). También se observan diversos procesos semánticos, que implican la (re)
lexicalización y el listado de una palabra ya existente, como ocurre, por ejemplo,
con los casos de metaforización en sentido amplio (por ejemplo, bagre por ‘persona
fea’, quincho por ‘peluquín’).
En este capítulo abordaremos (sin afán de exhaustividad) un conjunto de procesos
de formación de palabras del lunfardo, de naturaleza morfológica y sintáctica. En la
primera sección, nos centraremos en ciertos procedimientos que se pueden asociar
a la morfología apreciativa, como la creación o resignificación de morfemas (cfr.
2.1), incluyendo la no concatenativa (i.e., que no resulta del agregado de un afijo a
una raíz o de la combinación de dos bases): el “vesre” o inversión silábica (feca por
café), la paranomasia (durazno por duro), el acortamiento (depre por depresión, pi
por pibas), la reducción de compuestos (traga por tragalibros, tinto por vino tinto,

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tecno por tecnológico) y el cruce léxico (tarúpido, bagarto). En relación con estos
procesos, tendremos en cuenta cuál es la información apreciativa presente, qué
clases de palabras se ven involucradas, qué sucede con los morfemas flexivos nece-
sarios para la concordancia (cfr. 2.2).
En la segunda sección, haremos referencia a mecanismos sintácticos de ex-
pansión del vocabulario, vinculados con la lexicalización (cfr. 3.1) y con la
gramaticalización (cfr. 3.2). En el primer caso, nos referiremos a la aparición
de nuevos significados y configuraciones sintácticas en el español rioplatense,
a partir de verbos del español general, como sucede con rescatarse, caretearla
o pintar. En el segundo caso, retomaremos la noción de gramaticalización (cfr.
Kornfeld en este volumen), a partir de la cual una palabra de clase léxica se reca-
tegoriza como una palabra gramatical o funcional, para describir escuetamente
la formación de vocativos (jefe, bolú, bichi), de adjetivos elativos (alto/zarpado/
tremendo tema) y de marcadores de modalidad (capaz que, Magoya, ni ahí) en
el español rioplatense.

2. Procedimientos morfológicos

Los procedimientos morfológicos propios del lunfardo corresponden bási-


camente al dominio de la morfología apreciativa, tal como la describe Varela
Ortega (2005). Si bien la morfología apreciativa se considera parte de la deriva-
ción, presenta ciertas peculiaridades. No crea una nueva palabra o lexema, ni da
lugar a una nueva entrada en el diccionario, ya que no aporta ningún significado
referencial, sino que agrega a su base léxica distintos significados connotativos,
i.e. diminutivo (casita), aumentativo (casona), peyorativo (casucha), atenuativo
(¿Me podrás hacer un favorcito?), afectivo (Te hice un tecito), irónico (Cada
maestrito con su librito), etc.
En el primer apartado de esta sección, haremos referencia a procedimientos del
lunfardo que corresponden a la morfología apreciativa concatenativa, es decir, a
procesos derivativos que involucran la adjunción de un afijo a una raíz o base. En
el segundo apartado, nos centraremos en la morfología apreciativa no concate-
nativa, que supone la creación de nuevas unidades a partir de la modificación de
la secuencia fonológica, sin el agregado de elementos afijativos.

2.1. Morfología concatenativa: sufijos privativos del lunfardo

Los sufijos que analizaremos aquí son privativos (o exclusivos) del lunfardo. Por
privativos nos referimos al hecho de que no son compartidos con otras variedades

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del español (o presentan otros significados en el Río de la Plata). Por el contrario,


el sufijo –ito, por ejemplo, es un morfema que aparece reiteradamente en unidades
del español rioplatense (reciencito, problemita), por lo que podría ser parte de la
descripción integral de esa variedad (cfr. Kornfeld 2015), pero no puede ser consi-
derado un elemento privativo de la región, ya que es utilizado en la mayor parte de
los dialectos del español.
El primer proceso de formación de palabras del lunfardo al que nos referiremos es
la creación de sufijos a partir de la gramaticalización o morfologización de termi-
naciones de apellidos. Esto permitió la aparición de los formantes italianísticos -eti,
-oni, -ati, -ani, -eri, -ini, entre otros de productividad reducida (Meo Zilio 1989, Di
Tullio 2014b), y del formante -ovsky y sus variantes gráficas (-ovski, -owsky, -osky
y -oski). El origen de ambos conjuntos de elementos se remonta al contexto de la
inmigración masiva y, en particular, a la existencia de variedades de contacto. Así
como los formantes italianísticos coexisten con el cocoliche, el morfema -o(w/v)
sky/i surge en la misma coyuntura histórica, en la que también se forma el valesco,
variedad de contacto entre el idish o las lenguas de Europa oriental2 y el español
rioplatense (Conde 2011: 167).
En la actualidad, si bien tanto los formantes italianísticos como -ovsky continúan
vigentes, se utilizan con una productividad de media a baja entre hablantes de más
de 30 años, con una frecuencia un poco mayor en hablantes de 50 ó 55 años en
adelante. Formalmente, se aplican a nombres (cfr. 1.b-d, 2.b-c) y a adjetivos (cfr.1.c
y f., 2.d.), incorporando matices apreciativos, lúdicos o irónicos.

(1) a. -eli (bigoteli, cansadeli), -oni (cortoni, zonzoni), -ato (avivato, azonzato),
-ani (escasani), -eri (baratieri), -oti (guisoti)
b. El muerteli ese nunca pasa la pelota.
c. El pibe es un poco robusteli/sacadeli/taradeli/dureli.
d. Si podés explicarlo te agradezco, perdón si soy medio cortoni o ando dor-
mido todavía.
e. Sos un avivato / ¡qué le vas a hacer! / Estás en la ola / nunca hacés la cola.
(Lino Palacio, “Avivato”, 1950)
f. baratieri y ordinario… muy feo lugar… baños asquerosos
g. ¡Gracias loquini por el apoyo!

2. Feierstein (1993: 109) reconoce que, entre 1889-1914, ingresaron al país un promedio de 8000 in-
migrantes judíos askenazis anualmente. Entre los apellidos vinculados con estas oleadas inmigratorias,
aquellos terminados en -ovsky o en sus variantes ocuparon un lugar destacado dado que superaron
los mil doscientos patronímicos, lo que nos permite conjeturar que eran formas accesibles al oído del
hablante promedio que utilizaba el lunfardo.

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(2) a. bizarroski, boludoski, borrachoski, cabezoski, cansadoski, feoski, gor-


doski, guachoski, lentoski, limadoski, negrovski, pesadoski, taradoski,
viejoski, zurdoski, etc.
b. Ese no es cualquier drone. No había caído en la cuenta de que no es un
bichoski tripulado.
c. No te hagas el boludoski.
d. Medio boludoski tu primo.

Si tenemos presente que ambos conjuntos de formantes cumplen con las propieda-
des que Varela Ortega (2005) atribuye a los sufijos (i.e., presentan una asociación
sistemática entre un significado y una forma fonológica, cuentan con una paráfra-
sis semántica asociada, poseen su propia acentuación y son selectivos, al adjuntarse
exclusivamente a bases nominales), podemos afirmar con claridad que se trata de
morfemas apreciativos. Al respecto, Meo Zilio (1989) observa que los elementos de
(1.a) no son morfemas del italiano que se incorporen al sistema del español, sino
que parecen relacionarse o imitar las terminaciones de apellidos. En este sentido,
Di Tullio (2014) propone que, en la situación de contacto, los apellidos italianos
sufrieron un proceso de reanálisis, lo que implicó que los hablantes rioplatenses
los interpretaran como unidades de estructura compleja. Así, apellidos como Loc-
(at-)elli, Barat-ieri, Escas-ani fueron reanalizados como una raíz con un significado
léxico en español (‘loco’, ‘barato’, ‘escaso’), mientras que las terminaciones italianas
(-elli, -ieri, -ani) se gramaticalizaron como sufijos apreciativos, capaces de aplicarse
a nuevas bases del español3.
Este mismo proceso de reanálisis motivó el origen de -o(w/v)sky/i, a partir de seg-
mentación de la secuencia final de apellidos de Europa del Este, también con valor
apreciativo4, como hemos visto en (2).
Un caso diferente es el de ciertos sufijos de valor diminutivo o despectivo que
pertenecen al español general, pero que, en la variedad rioplatense, adquieren
otros matices apreciativos. Así, Lázaro Mora (1999) reconoce en –ucho un sufijo
despectivo (como en casucha o pueblucho), pero, en el Río de la Plata, este valor

3. En ese sentido, se produce cierta ambigüedad con el proceso de la paranomasia (cfr. sección 2.2),
ya que el primer paso de la creación de los formantes italianísticos implica la utilización del apellido
Escasany, por escaso. Es, entonces, a partir de la paranomasia que se desarrollará el reanálisis propuesto
por Di Tullio (2014b).
4. En El conventillo de la Paloma, de Alberto Vacarezza (1929), encontramos un primer testimonio de
-o(v/w)sky/i como elemento lúdico-apreciativo vinculado a un apellido, que se usa como verbo (Ascon-
dosky con valor de escondió), por lo que también aquí se produce cierta ambigüedad con la paranomasia
(cfr. nota anterior).

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coexiste con otros. Así se comprueba en la formación de hipocorísticos con valor


afectivo a partir de nombres propios (Pablucho, Danielucha, Cristinucha, Ivancho,
Juliancho)5. En los nombres comunes y en los adjetivos del español rioplatense, por
su parte, el matiz que aporta el sufijo puede ser despectivo, igual que en español
general (cfr. 3), o afectivo, como en (4).

(3) a. V as a sufrir, amigacho, nadie te va a dar bola.


b. S oy lo peor. De muerta de hambre me comí un guisacho recontra grasoso.
c. S os tan comunacho que me embola hablar con vos.

 i querido amigacho. ¡Mil gracias de corazón, che!


(4) a. M
 icimos un guisacho que salió de primera.
b. H
 i abuela y mi madre fueron dos tremendas luchadoras sociales, ambas se
c. M
decían comunistas. Ser comunacha es una forma de concebir la vida.

De esta manera, mientras que en el español general solo se verifica el valor des-
pectivo del sufijo, los hablantes de la variedad rioplatense lo usan también con
valor afectivo, como en los ejemplos de (4). A partir de algunos de los casos
mencionados (Ivancho, Cristinucha, peronacho), vemos que hay alomorfia moti-
vada por las propiedades fonológicas de la base o por decisiones estilísticas de los
hablantes (cfr. la alternancia entre caloracho, calorcho, calorucho). La utilización
de –ucho/-cho/-acho, con las características aquí presentadas, constituye, así, un
rasgo propio de la variedad rioplatense.
Otro sufijo existente en español general que parece tener otra extensión y
otros significados en español rioplatense es –ng–, que es la representación de
una serie de formas de alta variabilidad en términos de la vocal inicial y la
final: -ango/a, -engo, -ingo/a, -ongo/a, -unga, -e/ingue/i. En el lunfardo, Conde
(2011: 293) le atribuye un origen africano y un valor peyorativo (en chinonga,
minonga, vedetonga) o “festivo” (bailongo y mistongo). Ejemplos contemporá-
neos, como los de (5), nos permiten señalar cierto grado de productividad en
la utilización de este morfema.

(5) a. f acilongo, fritanga, salsonga, asadongo/asadongui, boludanga/boludin-


gui, birringa, fiestonga, fotonga, machongos, mierdinga/mierdonga,
mujeronga, tristongo/a, siestonga, etc.
b. u n buen asadongo al aire libre

5. Algunas formas hipocorísticas con -cho pueden estar sujetas a otros procesos apreciativos, como el
acortamiento: (Mar)Tincho, (Ig)Nacho.

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c. D
 ios...¡si será boludanga eh!
d. A
 cá estoy yo, tomando una birringa en la calle.
e. C
 ámara y trípode en mano, para hacer alguna fotonga que mereciera
la pena.

Aun si asumimos la vinculación del afijo -ongo/a con las lenguas africanas (como
hace Conde 2011), resulta complejo determinar su desarrollo en función de la
ausencia de investigaciones detalladas sobre la situación y el tipo de contacto del
español con las lenguas bantúes. De momento, podemos considerar que se trata
de un morfema con un significado fácilmente segmentable, vinculado con valores
apreciativos y que selecciona bases sustantivas.
En suma, a diferencia de los formantes italianísticos o de –ovsky, lo que resulta
exclusivo del lunfardo, en los casos de –ucho (–cho y –acho) y de –ng–, es el valor
afectivo que pueden expresar.

2.2. Morfología no concatenativa

A diferencia de la afijación, la morfología no concatenativa no agrega o combina


morfemas o lexemas, sino que modifica la estructura lineal de la palabra, ya sea
alterando el ordenamiento o el número de sílabas de un ítem léxico, ya sea susti-
tuyendo una secuencia fonológica por otra. Estos mecanismos no concatenativos
no modifican la denotación de los ítems involucrados, pero les imprimen matices
afectivos, lúdicos, atenuativos o irónicos; tienen una productividad limitada en el
español general, pero son especialmente prolíficos en el lunfardo, que presenta, de
hecho, dos procedimientos privativos: el vesre y la paranomasia (cfr. también Bohrn
2013 y 2017). Nos centramos en ellos y en un procedimiento compartido con otras
variedades: el acortamiento de palabras, con algunas notas sobre la reducción de
compuestos o el cruce léxico.

2.2.1. El vesre

El vesre, tal como se indica en su nombre (revés> vesre), consiste en la inversión


de sílabas de una palabra. Existe un repertorio documentado de más de doscientas
unidades (Conde 2011), pero su productividad actual es limitada y casi no se han
registrados nuevos casos en las últimas décadas. Si bien resulta difícil determinar
con precisión una franja cronolectal que utilice este recurso, se observa en la va-
riedad coloquial adulta, con mayor frecuencia entre hablantes de más 50 años, sin
que se observen grandes diferencias entre estratos sociales. Su valor semántico más
distintivo es el lúdico, si bien puede ser usado afectiva o despectivamente.

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En tanto mecanismo regular, es posible reconocer patrones de formación, que se


aplican principalmente a nombres y adjetivos (6), en menor medida a verbos (7) y
en una proporción muy restringida a adverbios (8).

(6) Nombres6
a. Patrón 1: ca-fé> fe-ca (sílaba 1 - sílaba 2> sílaba 2 - sílaba 1)
a. b roli, lleca, ispa, gotán, ofri, rioba, rope, sope, trompa, tapuer, telo, zapi,
zapán, etc.

b. Patrón 2: a-mi-go> go-mí-a (s1-s2-s3> s3-s2-s1)


a. b
 olonqui, chegusán, chelibo, chochamu, dolape, dorima, tegobi, troesma,
zabeca, etc.

c. Patrón 3: tra-ba-jo> jo-tra-ba (s1-s2-s3> s3-s1-s2)


a. c heboli, choborra, ñocorpi, ñorcompa, sopermi, zochori, etc.

d. Patrón 4: pa-be-llón> be-llom-pa (s1-s2-s3> s2-s3-s1)


a. b
 areca, cheronca, jeropa, manife, sadapa, talompa, etc.

(7) Verbos
afanar> anafar, cagar> garcar, caminar> namicar, pasar> sarpar, apolillar>
yolipar, dije> jedi (solamente en la locución nominal el/ la que te jedi)
(apud Conde 2011: 335)

(8) Adverbios
adentro> atroden, abajo> ajoba, afuera > arafue

Puede asumirse, al ver los ejemplos, que el vesre es sensible al tipo de categoría
involucrada, de forma tal que se aplica a palabras de clase léxica, con contenido
descriptivo, con predominio de las formas simples (pero cfr. cheronca, jeropa), al
tiempo que excluye a las palabras de clase funcional, como las preposiciones o
los determinantes.
Un conjunto acotado de unidades vésricas se especializa semánticamente tras la
inversión, lo que determina que no siempre sean sinónimos de las palabras a par-
tir de las cuales se gestaron. Ejemplos de esta especialización son jermu (mujer>
jermu, ‘esposa’), jabru (bruja> jabru, ‘esposa’) y, el más lexicalizado, telo (hotel>

6. Existen también diversos patrones de formación para palabras de cuatro sílabas, como por ejemplo
solsillonca, ñorecompa, yotibenco o yorugua.

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telo, ‘albergue transitorio’). Incluso, parecen estar restringidas las posibilidades de


recategorización entre nombres y adjetivos o entre subclases de nombres, al limitar
la acepción resultante solo a una de estas opciones. De esta manera, vieja puede
alternar entre el uso adjetival (9.a) y la recategorización como nombre (9.b), pero
su vesre, javie, funciona solamente como nombre (9.d), ya sea con el sentido de
afectivo de ‘madre’ o con el valor despectivo de ‘anciana’, y resulta incompatible
en el uso adjetival en el sintagma nominal (cfr. 9.c). Lo mismo ocurre con pelado/
dolape en (10)7.

(9) a. una mina vieja


b. una vieja
c. *una mina javie
d. una javie

(10) a. un tipo pelado


b. un pelado
c. *un tipo dolape
d. un dolape

En cuanto a la morfología flexiva, si bien la inversión de las sílabas no interfiere en


las relaciones de concordancia sintáctica, como se observa en (11), la realización
del género y del número en el vesre presenta asimetrías interesantes.

7. En esta línea, en relación con la recategorización entre nombres contables y no contables (cfr. Bos-
que 1999), observamos que el nombre no contable café (i.a) puede recategorizarse como contable, si
aparecen disponibles lecturas de porción (pocillo, taza, etc., cfr. (i.b)) o de lugar (i.c). Sin embargo, feca
no comparte todos estos contextos de aparición, ya que no puede aparecer en contexto de nombre de
masa (ii.a) y queda asociado únicamente al nombre contable (ii.b) y al establecimiento donde se toma
la infusión (ii.c).
(i) a. mucho café
b. un café cortado
c. en el café de la esquina
(ii) a. *mucho feca
b. un feca cortado
c. en el feca de la esquina
Si bien el repertorio de nombres de masa es limitado y se refiere al ámbito alimenticio principalmente
(carne> nerca, vino> novi, tinto> totín, cariño> ñorica, frío> ofrí, queso> soque, jamón> monja), pare-
ciera que el vesre tiende a privilegiar (aunque de manera no consistente) la variante contable por sobre
la no contable, aun cuando otro tipo de modificaciones semánticas sean posibles, como su aplicación
metafórica a una entidad humana (como se observa en ejemplos del tipo Aclaro que soy un soque en
electricidad).

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

(11) a. los brolis más vendidos del año


b. Nos vamos con la zapán llena.
c. dos chegusanes recién hechos

En lo concerniente a la flexión de número, no son posibles unidades como *brosli,


*zaspán o *chesgusan, donde la inversión se llevaría a cabo sobre la unidad léxica
pluralizada (libros, panzas, sanguches). En este sentido, la selección del alomorfo de
plural -s o -es resulta sensible a la terminación de la palabra vésrica y no a la unidad
previa a la inversión silábica, según se detalla en el cuadro 1.

CUADRO 1
Formación de plural en unidades vésricas
FORMACIÓN DEL PLURAL FORMACIÓN DE PLURAL
EN EL ESPAÑOL GENERAL EN EL VESRE

muerto> muerto-s muerto> tomuer> tomuer-es


chancho> chancho-s chancho> chochán> chochan-es
gordo> gordo-s gordo> dogor> dogor-es
sánguche> sánguche-s sánguche> chegusán> chegusan-es

país> país-es país> ispa> ispa-s


hotel> hotel-es hotel> telo> telo-s
chofer> chofer-es chofer> fercho> fercho-s
patrón> patron-es patrón> trompa> trompa-s

En relación con la flexión de género, los nombres con género inherente, es decir,
aquellos nombres con asignación de género arbitraria y que no lo manifiestan
mediante un morfema particular, establecen correctamente la concordancia con
sus respectivos determinantes y/o adjetivos (cfr. 12). Lo mismo ocurre con los
nombres animados no flexivos, con raíces léxicas diferenciadas (cfr. 13):

(12) a. un rioba antiguo / unos riobas antiguos


b. la yeca oscura / las yecas oscuras

(13) a. mujer> jermu, madre> drema, padre> drepa, macho> choma, marido>
dorima
b. todas las jermus hinchas del club
c. Feliz día a todos los drepas, a los que son, los que van a ser y a los que
quieren serlo.
d. ¿Sus dorimas/novios/concubinos etc., se hicieron también el análisis?

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 141

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

En cambio, los nombres animados que manifiestan flexión de género, como los de
(14), presentan un comportamiento diferenciado para los sufijos flexivos: mientras
el plural sigue realizándose en posición final y está condicionado por el contexto
fonológico de la palabra (tras la inversión), el morfema flexivo de género participa
de la inversión, por lo que se ubica en el interior de la palabra.

(14) a. jovie/javie (viejo/vieja), dogor/dagor (gordo/gorda), chogua/chagua (gua-


cho/guacha), choborra/chaborra (borracho/borracha), troesma/traesma
(maestro/maestra), dolape/dalape (pelado/pelada), chochamu/chachamu
(muchacho/muchacha)

La formación del vesre de este tipo de unidades implica que se lleva a cabo la flexión
de género, luego la inversión y, finalmente, la realización del morfema del plural,
como ilustramos en (15). Las relaciones de concordancia no se ven afectadas por
esta modificación del orden visible de la información flexiva.

(15) a. v iej- + [masculino]> viej- + -o> viejo> aplicación del vesre> jovie + [plu-
ral]> jovies
b. v iej- + [femenino]> viej- + -a> vieja> aplicación del vesre> javie + [plu-
ral]> javies

 ay cierta edad a la que llegan los jovies donde ya nada importa.


(16) a. H
 as javies llegaron todas juntas en un solo micro.
b. L
 uenas chochamus, chachamus.... Me llegó el rumor de que cerraron las
c. B
playitas de Olivos.

Si bien a simple vista podría pensarse que el vesre responde al acto individual
y espontáneo de un hablante que intenta conscientemente introducir un efecto
lúdico o jocoso en su discurso, se trata de un procedimiento de formación de pa-
labras en el lunfardo. Como proceso regular y sistemático, el vesre tiene patrones
específicos de restructuración de las sílabas, se aplica a palabras simples con con-
tenido léxico y establece una diferencia entre la realización del morfema flexivo
de género (cfr. 15 y 16) y el morfema de plural (cfr. cuadro 1). Por consiguiente,
entendemos que las palabras vésricas no son ítems listados en el diccionario
mental de los hablantes rioplatenses (como sí sucede con las locuciones), sino
que responden a un mecanismo de formación que responde a las propiedades
gramaticales de la variedad rioplatense.

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

2.2.2. La paranomasia

La paranomasia implica la asociación de dos palabras (lenteja/lento, por ejemplo)


siempre que tengan cierta similitud fonética: una de ellas aportará la forma fonoló-
gica (lenteja) y la otra, el significado (lento). Al igual que el vesre, se presenta como
un proceso regular de la morfología no concatenativa, a partir del cual se expresan
valores afectivos, despectivos, atenuativos o, incluso, cierto matiz irónico.
Si centramos nuestra atención en las categorías gramaticales involucradas, obser-
vamos que pueden asociarse dos nombres comunes (17), un nombre común y un
nombre propio (18) y un adjetivo y un nombre común (19).

(17) a. v iolín/violador> violín


b. E scracharon a un violín.
c. c ometa/coima> cometa
d. A mí me pidieron una cometa para no multarme.
e. g allego/gaita> gaita
 uimos para el bar del gaita.
f. F

(18) a. mate/Matienzo> matienzo


b. L os vecinos de Palermo nos tomamos unos matienzos.
c. m ujer/Mujica> Mujica
d. las mujicas milongueras
e. hambre/Ambrosio> ambrosio
 e voy a morfar, porque tengo un ambrosio…
f. M

(19) a. lentoa/lentejan > lentejaa


b. E s un poco más lenteja que los otros bancos, pero anda bien.
c. d uroa/duraznon > duraznoa
d. L a caja del citroen es media durazna pero precisa.
e. v agoa/vagonetan > vagonetaa
 nos vecinos muy vagonetas
f. u

Las propiedades gramaticales de la palabra resultante corresponden a la unidad


que aporta el significado, y no a la palabra que presta su forma fonológica. Así,
en el caso del par nombre común (durazno) - adjetivo (duro), la unidad para-
nomástica será un adjetivo con la forma fonológica de dicho nombre (durazno).
Como adjetivo, pertenece a la clase de los calificativos, por lo que participa de
los típicos contextos que implican cuantificación: puede ser parte de una estruc-
tura comparativa (19.b) y puede ser cuantificado mediante medio y muy (19.d-f).
También la concordancia de género y número con el sustantivo (como en 19.d) es

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 143

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

una indicación de esa clase de palabra. A su vez, al igual que sucede en el español
general, las unidades de tipo adjetival se pueden recategorizar como nombres (20),
posibilidad que, como observamos en el apartado previo, no se verifica con el vesre
(cfr. ejemplos de 9 y 10):

 n lenteja para la política no es un lenteja para los negocios.


(20) a. U
 o trabaja, no por ser un vagoneta sino porque no consigue laburo.
b. N

En el caso de que los dos nombres involucrados tengan diferente género (21.a-
b), prevalece el género del nombre que aporta el significado. De esta manera, en
la combinación del nombre femenino tragedia con el nombre masculino traje, el
ítem paranomástico (tragedia) tendrá género masculino, por lo que constituirá una
secuencia gramatical con el determinante definido el, como se observa en (21.c).

(21) a. t ragedia: f. género teatral


b. t raje: m. prenda de vestir
 ueno, ese soy yo, sí: aunque parezca mentira me puse el tragedia.
c. B

La paranomasia que combina nombres comunes y nombres propios también


muestra la preeminencia del nombre que aporta el significado. Si bien los nombres
propios cuentan con propiedades referenciales particulares, por las que denotan
un individuo unidireccionalmente y son designadores rígidos (Di Tullio 2014a:
148, Bosque 1999: 5), pueden participar en procesos de formación de palabras que
modifican esas propiedades8. La unidad paranomástica proveniente del cruce de
un nombre común y de un nombre propio tendrá el comportamiento típicamente
de un nombre común, esto es, denotará una clase de entidades cuya referencia debe
ser acotada, requerirá de un determinante en ciertas posiciones sintácticas (22.a-b)
y podrá llevar modificadores restrictivos (22.c), una posibilidad vetada para los
nombres propios.

(22) a. E l matienzo estaba medio lavado. / *Matienzo estaba un poco lavado.


b. ¿ Te paso un matienzo? / *¿Te paso matienzo?
c. e l primer matienzo de la mañana (cfr. *Matienzo de la mañana)

8. Dentro de esos procesos, Camacho (2010) distingue la eponimia y la deonomástica. En el primer


caso, el nombre propio sirve de base para un proceso morfológico derivativo al tiempo que hay una he-
rencia del significado (peronista: ‘seguidor de Perón’). En el caso de la deonomástica, el nombre propio
se transforma en nombre común y no es necesario recurrir al nombre propio de la base para parafrasear
el significado del nombre nuevo, es decir, no hay herencia del significado (quijote: ‘persona idealista’).

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

En relación con la productividad, si bien existe un conjunto de cien unidades ya


registradas en la bibliografía de referencia (Teruggi 1979, Conde 2011), existen
formas novedosas en la variedad juvenil, ejemplificadas en (23), cuya vigencia en
el sistema solo podrá determinarse con el correr del tiempo.

(23) a. H  ace fiestas en la casa con cada billiken… (billiken por villero).
b. E  stá bien que sea nuevo en el foro y todo, pero están re confite y confianza
no le di a nadie (confite por confianzudo).
c. T  engo todo el cuello durán barba (durán barba por duro).
d. H  ojaldre, que no se te pasen las fechas (hojaldre por ojo).
e. H  oy sale jirafa con las pibas (jirafa por gira).
f. ¡ Alto temaiken el de Wos! (temaiken por tema musical).
g. N  o vino la de historia… Zafaroni del examen… (zafaroni por zafar).
h. M  e estoy tomando unos re matarazos (matarazos por mate).
 e dejaron solapa (solapa por solo).
i. M

En suma, si bien la paranomasia y el vesre coinciden en aportar valores lúdicos y


afectivos y se aplican mayoritariamente a nombres, solo la paranomasia permite
la recategorización de adjetivo a nombre (cfr. 20), puede operar sin límites sobre
palabras con estructura interna (como violín por violador, en 17.a) y actualmente
presenta una mayor vitalidad y productividad.

2.3. Acortamiento, reducción de compuestos y cruce léxico

El acortamiento, la reducción de compuestos y el cruce léxico (o blending) son fe-


nómenos sumamente emparentados que se inscriben también en la morfología no
concatenativa, aunque no se trata de fenómenos privativos del español rioplatense
y se dan también en otras variedades.
El acortamiento, según Varela Ortega (2005: 89), puede definirse como una reduc-
ción fonológica, muy frecuente en la oralidad, mediante la cual la unidad resultante
no cambia su denotación, pero incorpora valores afectivos, de cercanía o cierto
matiz irónico:

(24) a bu/abue(la), bolche(vique), conserva(dor), deco(ración), depre(sión),


fana(tico), info(rmación), ma(má), ofi(cina), peli(cula), pelu(quería), pi(be),
poli(cia), presi(dente), profe(sor), etc.

El acortamiento puede tomar como base palabras simples (abu, celu, ma, pe, pi),
pero también unidades léxicas con mayor complejidad interna, como en (25). Aun

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 145

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

cuando la palabra presente estructura morfológica y sea posible diferenciar raíces


o bases de afijos (colectiv-idad, decora-ción), la reducción eliminará sílabas y no
sufijos, como parece indicar la variante agramatical de cada caso9.

(25) a. c olectividad> co-lec-ti-vi-dad> cole (cfr. *colectivo/*colectiva)


b. d ecoración> de-co-ra-ci-ón> deco (cfr. *decora)

Este procedimiento también es frecuente en la variedad juvenil rioplatense en


secuencias fraseológicas como buenpro(vecho), mildis(culpas), porsu(puesto), vo(s)
fi(jate), porfa(vor)/porfi/porfis, yafu(e), yaqui(sieras), en las que la estructura mor-
fológica o incluso el límite entre palabras tampoco es respetado, en favor de la
reducción de sílabas en las unidades involucradas.
Asimismo, si bien los morfemas flexivos son borrados como resultado del acor-
tamiento, las relaciones de concordancia no se ven afectadas. Los ejemplos de
(26.a-d) con nombres que presentan flexión de género y los ejemplos (26.e-f) con
nombres con género inherente así lo demuestran:

(26) a. V amos las pi.


b. N o me junto con los pi desde hace meses.
c. P ara los abues cuentacuentos, para las mamis y los papis.
d. L as abues más famosas del espectáculo.
e. F altan 5 pe pa comprar ese vi pa tomar con los pi en la plaza (Los Turros,
“Faltan 5 pe”, 2016).
 n el diario decía que las facus de la UBA mañana estaban cerradas.
f. E

La reducción del número de sílabas a raíz del acortamiento, lejos de ser aleatoria
o irregular, responde al patrón silábico y acentual más frecuente en español. En
este sentido, de acuerdo con Gil Fernández (2005), la combinación silábica más
productiva del español está constituida por una consonante y una vocal (CV, como
va, pe, mi), seguida de secuencias del tipo CVC (con, de, par), CCV (tra, bla) y solo
una vocal (a, o). Asimismo, el patrón para asignar el acento está dado por la es-
tructura de la palabra grave, es decir, por una unidad fonológica compuesta de dos
sílabas, en la que la primera es fuerte y recibe el acento y la segunda sílaba es débil
o menos prominente. El acortamiento, entonces, reduce un ítem léxico nominal a

9. El acortamiento también se aplica a nombres propios, para la formación de hipocorísticos: Facu,


Santi, Lau, Manu, Lu, Lili, Moni, Cris, Fede (véase Kornfeld 2015). Otros casos emparentados con el
acortamiento que no abordaremos aquí son aquellos en los que se produce una sustitución de la vocal
final, como sucede en mamu/i, papu/i, besi, neni, bebu. Asumimos que opera allí un acortamiento y una
posterior sustitución de la vocal original por otro elemento vocálico (u/i), con claro valor apreciativo.

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

una unidad de dos sílabas del tipo CV y le asigna una acentuación grave, más allá
de si las palabras de base son agudas, como en (27), o esdrújulas, como en (28).

 epresión
(27) a. d depre
b. f acultad facu
 rofesor
c. p profe
d. p eluquería pelu

(28) a. f anático fana


b. p elícula peli

Aun en el caso de las palabras graves, se produce un desplazamiento acentual, ya


que la sílaba tónica de la base no coincide con la sílaba tónica del elemento acor-
tado. De esta forma, mientras en colegio la sílaba acentuada es -le-, en cole, el acento
se recalcula tras la reducción de las sílabas y se aplica a -co-.

(29) a. colegio cole


b. instituto insti
c. presidente presi

La única excepción a este patrón regular son las palabras bisílabas que, tras el acor-
tamiento, se comportan como monosílabos (papá, mamá, tía, piba, peso).
Siguiendo a Bohrn & Kornfeld (2018), un caso distinto del acortamiento está
representado por la reducción de compuestos propios (tragalibros> traga),
de compuestos impropios (cerveza rubia> rubia) y de compuestos cultos (ci-
bercafé> ciber). Los compuestos propios reducidos, ejemplificados en (30),
presentan un valor afectivo y se corresponden con el patrón bisílabo grave,
pero se diferencian de los casos previos de acortamiento en que las unidades
resultantes (traga, pianta, rompe, etc.) coinciden con el tema verbal del com-
puesto. Esa coincidencia permite suponer que no se trataría de un proceso
puramente fonológico.

(30) a. t raga(libros), pianta(votos), rompe(pelotas), cuida(bosque), guarda(bos­


que), pincha(ratas), etc.
b. Bruera, amén de ser un impresentable, es un pianta marca cañón.

En la reducción de compuestos impropios o sintagmáticos, ya sea que se conserve


el primer elemento (cfr. 31 y 32.a) o el segundo (32.c), no se observa una reducción
silábica ni la incorporación de valores afectivos o apreciativos.

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 147

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

(31) compuestos nombre + de + nombre


a. s ecador (de pelo, de piso), tarjeta (de crédito), dulce (de batata/membrillo)
b. q ueso y dulce: un postre muy argento

(32) compuestos nombre + adjetivo


a. p ortero (eléctrico), contestador (automático), lamparita (eléctrica)
b. c ómo quitar el contestador de mi celular
c. ( teléfono) celular/inalámbrico, (supermercado) chino, (cerveza) rubia/
roja/negra
d. Pidamos una rubia y una roja y compartimos.

Convendría entonces considerar que se trata, no ya de acortamiento, sino de elip-


sis10 de uno de los constituyentes, motivada por razones de economía en relación
con la extensión fonológica del compuesto. En lo concerniente a la reducción de
compuestos con temas cultos en el registro coloquial, Bohrn & Kornfeld (2018)
señalan que la reducción opera también sobre un constituyente, como se ve en
(33). Esto, junto con el hecho de que algunos elementos resultantes son trisílabos
y no responden al patrón del acortamiento de dos sílabas (como hetero, otorrino,
oligo o esquizo), sugiere que aquí también opera la elipsis.

(33) a. c iber(café), disco(teca), foto(grafía), hetero(sexual), narco(tráfico/trafi-


cante), psico(lógo)
b. insólito robo en un ciber de Neuquén

Por último, vale la pena hacer una mención al cruce léxico, que forma nuevas
palabras combinando la secuencia inicial de una palabra con la parte final de
otra (Varela Ortega 2005). De este modo, puede considerarse que se trata de una
intersección entre el fenómeno del acortamiento y de la composición. De allí
que lo mencionemos aquí pese a que, al tener valor referencial, no se trata de un
fenómeno estrictamente apreciativo.

10. La elipsis se entiende, en la gramática generativa, como un fenómeno de discordancia entre lo que se
interpreta desde un punto de vista semántico y lo que se pronuncia desde un punto de vista fonológico.
Así, en Compré una remera verde y una roja, no es necesario que se pronuncie la segunda ocurrencia
de remera, a pesar de lo cual se puede reponer esa información semántica. Bohrn & Kornfeld (2018)
establecen que el tipo de elipsis más pertinente para los datos analizados aquí es la elipsis nominal,
que puede tener un antecedente lingüístico (=si el nombre ha sido mencionado previamente, p.ej., Las
almohadas son todas lindas, pero me gustan las rojas grandes) o discursivo (=si hay un señalamiento o
un contexto que puede reponerse en el momento de la enunciación).

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

(34) a. n ombre + nombre: choripán, bondipan, salchipapa, hamburteja, choco-


torta, merencena, almueryuno, femininja, bagarto, juniembre, motocleta,
parripollo, etc.
b. a djetivo + adjetivo: argenchino, tranquipiola, gordibueno, boliguayo, portu-
ñol, psicobolche
c. a djetivo + nombre: pequebú, rapipago
d. v erbo + nombre: adelgamate

Resulta evidente que en unidades como tarúpido, bagarto o femininja se puede


verificar una valoración apreciativa, mientras que en otros casos, como hamburteja
o almueryuno, prima el valor denotativo presente frente a la denominación de una
nueva entidad.
En suma, el acortamiento, la reducción de compuestos y el cruce léxico (proced-
mientos compartidos con diversas variedades del español) tienen en común la
eliminación de una parte de la estructura fonológica, pero, mientras que el acor-
tamiento es un procedimiento no concatenativo, estrechamente vinculado con la
fonología, a partir de cual se generan unidades con valores afectivos (cfr. 24), la
elipsis es un procedimiento sintáctico que reduce uno o más constituyentes de la
palabra por economía. Por su parte, el cruce léxico funciona como un procedi-
miento de formación de palabras que da lugar a unidades con carga apreciativa
variable a partir de la combinación de dos palabras previamente acortadas.

3. Procedimientos sintácticos

En esta última sección, nos referiremos a la creación de nuevas unidades de la


variedad rioplatense a partir de procesos de lexicalización y la gramaticalización.
La lexicalización es el fenómeno que ocurre cuando el significado de una unidad
no puede deducirse de ninguna regla gramatical y debe listarse, incrementando
así el vocabulario de la lengua. Así se comprueba con las unidades complejas que
no pueden interpretarse a partir de su estructura interna (sea sintáctica o morfo-
lógica) ni de la sumatoria de los significados de las partes, como sucede con las
locuciones (e.g., caído del catre, de cuarta, ir a cantarle a Gardel) o con las unidades
morfológicamente complejas como compadrito o arbolito (que no se interpretan
como ‘un N pequeño’, sino que refieren a un personaje social propio de principios
del siglo xx o a un vendedor de moneda extranjera).
Otros casos de lexicalización, menos estudiados, ocurren cuando aparecen nuevos
significados de una palabra ya existente, que también deben ser listados en el léxico
y, por lo tanto, lo amplían. En el primero de los apartados de esta sección, nos
referiremos puntualmente a un conjunto de verbos que representan este tipo de

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 149

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

lexicalización, como limar o fisurar, que en sus acepciones del español rioplatense
presentan un cambio semántico que puede ser descripto a partir de modificaciones
en su estructura argumental o temática original.
Por su parte, la gramaticalización, siguiendo a Kornfeld (en este volumen), hace
referencia a un conjunto de procedimientos responsables de la ampliación del re-
pertorio de las palabras de clases funcionales de la lengua. Implica que una palabra
de clase léxica pierda su significado denotativo y adquiera propiedades y funciones
gramaticales, o bien que una forma funcional ya existente se gramaticalice aún más,
con nuevos significados o nuevas funciones sintácticas. En el segundo apartado,
recuperaremos, brevemente, fenómenos asociados a la ampliación del repertorio
funcional en la variedad rioplatense (i.e. formación de vocativos, gramaticalización
de adjetivos elativos y creación de marcadores de modalidad), que responden a
estos procesos de gramaticalización.

3.1. Cambios argumentales o temáticos

La lexicalización, como se ha señalado, incrementa el vocabulario del español


rioplatense, al generar nuevas acepciones de palabras ya existentes que, como
tales, también tendrán que ser listadas en el repertorio de palabras de la lengua.
Ilustraremos este proceso a partir de una serie de verbos que presentan un signi-
ficado novedoso y una estructura sintáctica particular, que puede describirse con
sistematicidad a partir de modificaciones en la estructura argumental y temática.
Así, la aparición de nuevos sentidos en los verbos se vincula con la reducción o el
incremento de la valencia argumental, como también con la modificación o susti-
tución de los papeles temáticos asociados a los argumentos.

3.1.1. Reducción argumental

Algunos de los significados nuevos de los verbos que amplían el vocabulario del
español rioplatense pueden ser descriptos en términos de la reducción de la valen-
cia argumental del verbo. En el caso del lunfardo actual, Kuguel (2014) se detiene
en numerosos fenómenos que marcan el carácter innovador y creativo del habla
juvenil (así refuta una serie de prejuicios en torno a esa variedad). En particular,
recupera el cambio sintáctico y semántico de limar y fisurar, en el que la reducción
de argumentos permite la lectura de ‘enloquecer, estar exaltado’ para limar, mien-
tras que fisurar se asocia con ‘quedar agotado’.

(35) a. limar las uñas


b. L imaste, ¿cómo se te ocurrió algo así?

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

(36) a. fisurar un hueso


 legué del laburo y fisuré.
b. L
(apud Kuguel 2015)

También arrugar, arreglar, aflojar, entre otros verbos, han perdido su argumento
interno, generando significados especializados que no siempre mantienen una
relación sistemática con la base.

 o uso el cinturón porque arruga la ropa.


(37) a. N
 rrugaron más que camisa de tachero.
b. A

 ablo arregló las luces de la cocina.


(38) a. P
 l delegado se le plantó al encargado, pero alguien arregló por atrás.
b. E

Un caso particular es el del verbo pintar, estudiado por Kornfeld & Kuguel (2013).
En su acepción prototípica se trata de un verbo diádico que requiere un agente y
un paciente, pero sufre una clara simplificación de su estructura argumental en
casos como (39). Vemos allí que puede tomar un único argumento-paciente si se
transforma en un verbo inacusativo que puede presentar diversos significados:
‘aparecer’ (cfr. 39.a), ‘ocurrir’ (=verbo de acaecimiento), con el paciente como
sujeto pospuesto (cfr. 39.b), o ‘parecer’ (=verbo de ascenso, cfr. 39.c). A su vez,
también puede dar lugar a una interpretación psicológica, en que el verbo es equi-
parable a gustar, con un experimentante dativo y un sujeto en infinitivo (39.d):

 esta altura de la vida ni pinto/pintó/pintábamos por el club


(39) a. A
b. Pintó bardo/aburrimiento/bajón/birra.
c. Pinta que va a llover.
d. No me pinta correr.
(apud Kornfeld & Kuguel 2013)

Una mención aparte merecen diversos casos de verbos del lunfardo en los que
la presencia del se señala alguna clase de modificación (productiva o no) de la
estructura argumental. Si tenemos presente la clasificación de tipos de construc-
ciones con se de Trebisacce (en este volumen), basada a su vez en Di Tullio (2014a),
podemos identificar diferentes tipos de comportamientos. Por un lado, se encuen-
tran los verbos acompañados por un se anticausativo. Un grupo significativo está
constituido por verbos transitivos del español general que, en el lunfardo, se com-
portan como verbos psicológicos del tipo de preocuparse (e.g., Juan se preocupa
por la inflación / La inflación preocupa a Juan). En efecto, verbos como embalar
o acelerar, en su significado general, implican un sujeto-agente y un argumento

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 151

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

interno-paciente (Juan embaló los libros), pero, en sus acepciones rioplatenses,


presentan una alternancia entre una variante con el clítico, como en (40), y una
variante causativa, menos frecuente, como en (41).

(40) a. J uan se embalóse aceleró con la planificación de sus vacaciones.


b. J uan se atacó/se brotó/se sacó con el aumento de los servicios.
c. J uan se desconectó/se desenchufó/con el viaje de fin de semana.
d. L os hinchas se descontrolaron con el gol.

 a planificación de las vacaciones embaló/aceleró a Juan.


(41) a. L
b. E l aumento de los servicios atacó/brotó/sacó a Juan.
 l viaje de fin de semana desconectó/desenchufó/descontroló a Juan.
c. E
 l gol descontroló a los hinchas.
d. E

Por otro lado, encontramos casos relativamente frecuentes en los que el se es


una marca léxica que permite oponer dos significados diferentes. Así ocurre, por
ejemplo, con el verbo propio del habla juvenil rescatarse (analizado por Kuguel
2014), que cambia su significado literal de ‘salvar/recuperar a alguien o a algo’ por
‘darse cuenta’ y, simultáneamente, modifica su estructura sintáctica al reemplazar
al sintagma nominal que se desempeña como argumento interno (cfr. 42.a) por
una proposición subordinada sustantiva (cfr. 42.b). También el verbo abrir parti-
cipa de una construcción de este tipo, en la que la variante transitiva (43.a) alterna
con predicaciones que requieren un complemento régimen encabezado por de, tal
como se ve en (43.b).

 os bomberos rescataron a los niños. / Rescaté algunos libros de la basura.


(42) a. L
 e rescaté que me quiso boludear. / Ahí me rescaté que estaba pasada de
b. M
cosas.

 brieron los regalos navideños.


(43) a. A
b. S e abrió del partido/del negocio familiar/del debate.

3.1.2. Incremento argumental

En relación con el incremento de la valencia argumental, Pujalte & Zdrojewski


(2013) denominan transitivización a la incorporación de un nuevo argumento en
ciertos verbos inacusativos (verbos intransitivos con el sujeto paciente) y en ciertos
verbos inergativos (verbos intransitivos con el sujeto agente). Observan que, si bien
es posible incorporar un participante en ambos casos, el significado y la configu-
ración sintáctica particular de cada tipo de verbo intransitivo genera resultados

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

diferentes. Por un lado, los verbos inacusativos como morir, desaparecer o llegar
pueden incorporar un argumento externo que se interpretará como el agente o la
causa del evento, tal como se observa en (44-46.b).

 urió Juan.
(44) a. M
 Juan lo murieron unos encapuchados.
b. A

 esapareció Pedro.
(45) a. D
 Pedro lo desaparecieron los militares.
b. A

 legó Tévez.
(46) a. L
 o llegaron a Tévez al hospital.
b. L
(ejemplos adaptados de Pujalte & Zdrojewski 2013)

Las oraciones resultantes en (44-46.b) estarán sujetas a una reorganización de las


funciones sintácticas, en tanto el argumento agregado será el sujeto sintáctico (en
los ejemplos previos, unos encapuchados, los militares y un pro arbitrario de tercera
persona del plural, cfr. Di Tullio 2014a y Trebisacce en este volumen), mientras
que el argumento original del verbo en las variantes inacusativas de (44-46.a)
(Juan, Pedro o Tévez) mantendrá su rol de paciente, pero pasará a desempeñarse
sintácticamente como objeto directo. A través de este incremento de la valencia
argumental, se desencadena, de manera sistemática y regular, la causativización de
la predicación (i.e, el agregado de una causa) y se obtiene una secuencia parafra-
seable como ‘X hizo que Y muriera/desapareciera/llegara’. Este significado se repite
en forma estable en diversas variedades del español.
El agregado de un argumento interno con función de objeto directo en los verbos
inergativos, por el contrario, genera significados especiales y no predecibles, que
son particulares del español rioplatense.

(47) a. J uan madrugó.


b. J uan (lo) madrugó al vecino.

(48) a. J uan caminó.


b. J uan (lo) caminó al vecino

(49) a. J uan bailó.


b. J uan (lo) bailó al vecino.

La lectura resultante, tras la transitivización, es idiosincrásica, de forma tal que, por


ejemplo, lo madrugaron o lo caminaron se asocian al significado de ‘estafar, engañar’,

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

que nada tienen que ver con el significado original de los verbos. De hecho, Pujalte
& Zdrojewski (2013) determinan que no hay una relación sistemática entre los
significados literales del español general para los verbos inergativos y los valores
propios del lunfardo para esos mismos verbos transitivizados. En consecuencia, el
incremento argumental de los verbos inergativos no implica que el evento incor-
pore una causa, como sucedía con la transitivización de los verbos inacusativos,
en (44-46). Por consiguiente, en el caso de los verbos inergativos transitivizados
de (47-49), tanto la acepción inergativa como la transitiva deberán estar listadas
en el léxico de los hablantes, con sus propias selecciones argumentales y temáticas.

3.1.3. Cambio de un papel temático

Es posible reconocer otra serie de unidades verbales en las que el nuevo significado
no implica que varíe la cantidad de argumentos, pero sí el tipo de papel temático
asignado a los argumentos. El patrón más productivo parece obedecer a la sustitu-
ción del argumento interno paciente (u objeto afectado) por un paciente animado,
como se observa en (50-52). El primer ejemplo de cada par mínimo recupera la
acepción del español general, en la que el verbo transitivo tiene significado de pro-
ceso físico y presenta un objeto directo no animado, mientras que, en el segundo
ejemplo, el argumento interno se corresponde con un paciente humano (me, todos
los dirigentes de FIFA y los comerciantes de la zona) y la interpretación es propia de
los llamados “verbos de relaciones humanas” (‘robar’, ‘echar’, ‘amenazar’).

 eló el caramelo y arrojó el papel.


(50) a. P
 ntre todos me pelaron con la cero / tu silueta fue el anzuelo donde yo me
b. E
fui a ensartar. (Enrique Santos Discépolo, “Chorra”, 1933)

 osa limpió la casa toda la mañana.


(51) a. R
 iego Armando Maradona amenazó con limpiar a todos los dirigentes
b. D
de FIFA.

 aría apretó la ropa en la valija.


(52) a. M
 pretaron a los comerciantes de la zona.
b. A

Un segundo tipo de estructura frecuente es la reinterpretación de un verbo de


proceso físico (en general, transitivo, con sujeto agente o causa) como un verbo
psicológico, con un paciente (sujeto) y un experimentante (objeto directo o in-
directo), como sucede con aplastar, desgastar, pudrir, reventar, hinchar, romper,
inflar, sacar y sobar. Los ejemplos (55-58.b) presentan la típica estructura de
verbo psicológico, en la que el experimentante se realiza en el pronombre clítico

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

(e.g., me en 55.b) y el sujeto sintáctico suele estar en posición posverbal (e.g., tu


presencia en 55.b).

 as cañerías pueden reventar en invierno.


(55) a. L
b. ¡ Me revienta tu presencia, pagaría por no verte! (Celedonio Flores, “Mar-
go”, 1919)

(56) a. J uan desgastó la ropa.


b. M e desgastan los mismos planteos de siempre.

 os científicos pudrieron las mezclas para el experimento.


(57) a. L
 o pudrió tu falta de compromiso.
b. L

 l agua hincha la madera.


(58) a. E
 e hincha que siempre llegues tarde.
b. L

Otro caso vinculado con la modificación de la estructura temática es la presencia


de objetos acusativos no referenciales en construcciones transitivas del tipo ama-
sarla, descoserla, colgarla, gastarla, pisarla (cfr. Conde 2011).

 olgamos la ropa en el baño porque llovía.


(59) a. C
 econozco que la re colgué con el blog.
b. R

 os chicos dibujaban a sus mascotas.


(60) a. L
 ibujala como quieras, naboleti.
b. D

Se trata de modificaciones en la estructura temática porque el predicado man-


tiene la cantidad de argumentos de la acepción original del verbo y el papel
temático del sujeto permanece constante, pero se lleva a cabo la sustitución del
argumento interno (referencial, específico y con papel de paciente) por un pro-
nombre acusativo femenino, no referencial, es decir, por una forma pronominal
que no remite a un elemento extralingüístico ni a un constituyente nominal
de la oración. A veces la aparición del clítico dispara lecturas idiosincrásicas o
especiales, como sucede con los distintos tipos de verbos de (61), en los que
el significado obtenido no es predecible ni composicional (Masullo & Bertora
2014). Así, embarrarla no significa ‘poner barro en un objeto definido femenino’
sino ‘arruinar algo’.

(61) a. Verbos transitivos: embarrarla, pincharla, bardearla, cagarla, vacilarla,


pilotearla, romperla

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

b. Verbos con dativo reflexivo: bancársela, jugársela, ingeniársela, dárselas,


traérselas, buscársela
c. P redicados complejos: hacerla corta, tenerla clara
d. V erbos con complemento régimen: pelearla, lucharla (por algo)
e. V erbos inergativos: laburarla, trabajarla
 erbos neológicos denominales: bardearla, chapearla, matearla
f. V

Otras veces, en cambio, la combinación de la y el verbo presenta llamativas regu-


laridades, como ocurre con los verbos denominales en –ear de (62), analizados
por Silva Garcés (2017), en los que el significado es más sistemático (‘actuar a la
manera de N’, ‘tener comportamientos propios de N’)11.

(62) caretearla, cirujearla, flashearla, hipearla, manijearla, panquequearla, rockearla.

3.2. Unidades producidas por gramaticalización

Tal como ya hemos mencionado, mediante la gramaticalización un ítem léxico


puede adquirir el comportamiento y el significado propio de las categorías gra-
maticales (cfr. Kornfeld en este volumen). A menudo, el significado léxico del
ítem coexiste con el significado gramaticalizado, como ocurre con capaz en tanto
adjetivo calificativo (Juan es muy capaz) y marcador de modalidad epistémica
(Capaz refresca mañana). De esta forma, la gramaticalización amplía el repertorio
de categorías funcionales de la lengua y, en ese sentido, representa también un
proceso de expansión del léxico.
Resnik (2014) analiza el caso de los vocativos, formas gramaticalizadas de trata-
miento que se especializan en llamar la atención de un interlocutor y que están
asociadas a la segunda persona gramatical, sea de confianza o de respeto.

 ale, bolú, no me dejes en banda


(63) a. D
 a le traigo la cuenta, jefe.
b. Y

Como se advierte, los vocativos siempre van separados entonacionalmente del


resto del enunciado (en la escritura, entre comas) y carecen de valor denotativo,
por eso no se combinan con determinantes:

11. Debemos observar, no obstante, que si bien la formación de esos verbos en -ear es regular, las bases
tomadas como punto de partida para la derivación presentan un alto grado de lexicalización; así, la
interpretación de panquequearla como ‘tener comportamientos propios de un panqueque’ remite (solo)
a la acepción lexicalizada de panqueque como ‘persona que cambia de convicciones rápidamente’.

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

(64) a. * La/El bichi, ¿por qué no ponés la mesa?


b. * Dale, la/el bolú, no me dejes en banda.

Entre los vocativos, Resnik menciona los que se utilizan en relaciones de parentesco
(bicho/bichi, gorda/a, mami/ papi), de amistad (negra/a, bolú, loco, nena/a), otro
tipo de relaciones: tratamiento de confianza, trato superficial o primer contacto
(campeón, capo/a, chicos/as, gato, linda, loco, ñeri, pibe/a, vieja/a, papá/pa), con
unos pocos utilizados solo para un primer contacto, como forma de tratamiento
respetuosa (jefe, maestro). Se trata, en todos los casos, de nombres que han perdido
su contenido denotativo y, consecuentemente, sus contextos sintácticos de apari-
ción (cfr. 64). Como se advierte fácilmente, estas unidades son variables dialectal,
social y etariamente, y en el vocabulario rioplatense coloquial deberían agregarse
nuevas entradas (o subentradas) que reflejen estos usos gramaticalizados.
Otro caso de gramaticalización estudiado por Resnik (2013) es el de los adjetivos
elativos gramaticalizados, como alto, bruto, tremendo y zarpado. Cuando funcio-
nan como adjetivos calificativos, se ubican en posición postnominal y pueden
ser cuantificados (una escalera sumamente alta, una persona bastante bruta, un
problema muy tremendo, un comentario muy zarpado). Por el contrario, en la va-
riedad rioplatense y como primera instancia de gramaticalización, se comportan
como elativos, es decir, adjetivos que denotan una propiedad en grado máximo,
de acuerdo con la definición de Demonte (1999). Esto los vuelve incompatibles
con adverbios de grado, en tanto no se puede cuantificar una propiedad que ya ha
alcanzado su punto más elevado.

(65) a. a lto tema/*muy alto tema


b. b ruta casa/*bastante bruta casa
c. t remendo auto/*poco tremendo auto
d. z arpado partido/*medio zarpado partido

Asimismo, la pérdida de contenido léxico-descriptivo y la adquisición de propie-


dades funcionales puede correlacionarse con un cambio de posición en el sintagma
nominal, ya que los adjetivos elativos gramaticalizados solo se ubican en posición
prenominal.

(66) a. Tocamos alto tema en el ensayo (cfr. *Tocamos tema alto en el ensayo).
b. Tiene bruta casa (cfr. *Se compró casa bruta/tremenda).
c. Jugó zarpado partido (cfr. *Jugó partido zarpado).
(ejemplos adaptados de Resnik 2013)

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

Zarpado12 presenta además un punto más alto de gramaticalización en casos como


(67), en los que se recategoriza como cuantificador, lo que lo equipara a mucho/a:

 abía zarpada gente.


(67) a. H
 n panqueque con zarpado dulce de leche y chocolate
b. u
 e faltan zarpadas horas de sueño.
c. M
(apud Resnik 2013)

Por su parte, Di Tullio & Kornfeld (2013) estudian operadores de modalidad epis-
témica del español rioplatense, que se originan a partir de la gramaticalización
de elementos léxicos. Reconocen diferentes valores semánticos asociados a estos
operadores: duda (capaz, por ahí), certeza (posta, clavado, re-), negación polémica,
en la que se cancela una suposición previa, (-iola, magoya, otra que) y negación
enfática (ma qué, minga, ni ahí, ni por las tapas) (cfr. también Avellana & Kornfeld
en este volumen).

(68) a. Capaz que/ por ahí te lo encontrás.


b. Posta/Clavado/ Re te lo vas a encontrar.

(69) a. A: – Marta es muy bonita.


a. B : ¡Ma que/Minga bonita! Es un cuco.
b. A: – ¿Vas a lavar los platos?
a. B : – Lavariola/MAGOYA/TU ABUELA los va a lavar.
c. A: Martín es alto.
a. B : ¡Otra que alto! (= ‘es un gigante’).
d. Ni ahí/Ni por las tapas/Ni a ganchos voy a lavar los platos.
(apud Di Tullio & Kornfeld 2013)

Como se puede observar, estos elementos gramaticalizados tienen distinto tipo de


alcance (sobre toda la oración o sobre algún constituyente en particular). Aquí el
proceso de gramaticalización es más variado que en los casos anteriores, ya que
estos marcadores de modalidad surgen de adjetivos (capaz), de sintagmas prepo-
sicionales (por ahí) o de afijos (re-, -iola), pero también de préstamos del italiano
(minga, macchè>ma que, altro che>otra que/altro que). La incorporación de nuevos
ítems gramaticales o de los valores de certeza, duda o negación implicará, en cual-
quier caso, una ampliación y complejización del vocabulario rioplatense.

12. Nótese, además, que zarpado es un caso de vesre, mientras que entre los vocativos encontramos
acortamientos y otros procedimientos apreciativos (bolú, bichi, ñeri).

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TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN ●

4. Conclusiones

A lo largo de este capítulo, hemos descripto una serie de procedimientos de formación


de palabras propios del lunfardo. Este panorama, que no pretende ser exhaustivo, nos
permitió dar cuenta de las interacciones entre el léxico y la gramática.
En la primera parte, en el ámbito de la morfología apreciativa concatenativa, nos
referimos a los formantes italianísticos (del tipo -eli, -eni), a -o(w/v)sky/i y a los
valores particulares que adoptan -ucho y -ng- en el Río de la Plata. En los dos pri-
meros casos, hemos observado el proceso de gramaticalización que da origen a
esos sufijos a partir de apellidos, mientras que en -ucho y -ng- dimos cuenta de la
aparición de nuevos valores en elementos ya existentes del español general. Pos-
teriormente, hemos abordado una serie de procesos (privativos o no) del ámbito
de la morfología no concatenativa, incluyendo el vesre (para el que establecimos
la existencia de patrones de inversión y la realización particular de la morfología
flexiva nominal) y la paranomasia, con las asociaciones posibles entre palabras en
virtud de su categoría gramatical (duro/durazno, mate/matienzo, etc.). En relación
con el acortamiento y la reducción de compuestos, señalamos que, mientras el
acortamiento (abuela) supone la eliminación de sílabas y es un proceso fundamen-
talmente fonológico, la reducción de compuestos propios (tragalibros) e impropios
(dulce de batata) responde a la elipsis de uno de los constituyentes, al igual que en
los compuestos cultos (discoteca). Por último, revisamos también el cruce léxico
(tarúpido), que supone el acortamiento de las palabras que intervienen. Para cada
uno de estos procedimientos de formación, hemos enfatizado su carácter siste-
mático y regular, fuertemente emparentado con los requerimientos y los patrones
fonológicos del español.
En la segunda parte del capítulo, nos hemos referido a procesos de lexicalización o
gramaticalización que también pueden ampliar el vocabulario del lunfardo. En el
caso de los verbos, la reducción de la cantidad de argumentos (Los pibes arrugaron,
Pintó bardo, entre otros), la ampliación de la valencia argumental (Lo madrugaron/
Lo caminaron) o la reasignación de papeles temáticos (Le revienta/pudre/hincha la
música alta los domingos) nos han permitido ilustrar que la generación de nuevas
acepciones, en la variedad rioplatense, puede involucrar mecanismos sintácticos. En
este mismo sentido, hemos mencionado los procedimientos de gramaticalización de
ítems léxicos en vocativos (bolú, mami, jefe), adjetivos elativos (zarpado/tremendo
auto) y marcadores de modalidad (capaz, por ahí, magoya, ma qué, entre otros).
Sobre la base de lo expuesto, podemos observar las estrechas relaciones entre el lé-
xico, la gramática y otros componentes de la lengua (fonología, semántica). Así, los
procedimientos que implican la modificación de la estructura lineal de una palabra,
como el vesre o el acortamiento, determinan que la fonología “revise” la estructura
de las sílabas resultantes, para respetar los patrones de la lengua, o bien reasigne

PROCESOS DE FORMACIÓN DE PALABRAS EN LUNFARDO. ● 159

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● TEMAS DE GRAMÁTICA Y VARIACIÓN

el acento de la palabra. Al mismo tiempo, el vesre nos ha permitido mostrar cómo


la asignación del plural en español, que es un rasgo morfosintáctico, está asociado
a la alomorfia motivada por el segmento final de la unidad (como reflejamos en
el cuadro 1). Por otro lado, a través de la gramaticalización de terminaciones de
apellidos, ilustramos la ampliación de los recursos de los que dispone la deriva-
ción. En efecto, la creación de sufijos como -eli, -eni u -o(w/v)sky/i permite que la
morfología disponga de recursos adicionales para producir palabras de manera
regular, que se incorporarán al vocabulario de los hablantes, en una articulación
entre el léxico y la morfología. Finalmente, los fenómenos de lexicalización y de
gramaticalización ponen de manifiesto que la creación de nuevas unidades no es
tarea exclusiva de la morfología, sino que la realización sintáctica particular de un
ítem puede dar lugar a nuevos valores semánticos, sean estos léxicos (como en los
casos de las modificaciones de la estructura argumental) o funcionales (como en la
creación de marcadores de modalidad o adjetivos elativos).
En suma, a través de la descripción de este conjunto de procedimientos de for-
mación de palabras del lunfardo, hemos podido ilustrar las relaciones entre los
distintos componentes de la lengua. En este sentido, la caracterización formal del
vesre, la paranomasia, el acortamiento y los demás procesos aquí tratados nos ha
permitido establecer que, aun si no pertenecen a la variedad estándar, responden
perfectamente al conocimiento internalizado que los hablantes tienen de su sis-
tema lingüístico y, también, a los recursos de que dispone la lengua.

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