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“AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA”

UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL PERÚ

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TEMA: “Dolo, culpa, caso fortuito y fuerza mayor”.

ASIGNATURA:

DERECHO CIVIL V (DERECHO DE LAS OBLIGACIONES)

CATEDRÁTICO : Dr. Jorge Cruz Coaquira

INTEGRANTES : - Araujo del Águila, Rodolfo Valentino


- López Torres, Álvaro
- Soto Hoyos, Jean Paul
- Panduro Torres, Marcia
- Trujillo Ocampo, Flavia Alexandra
-Vásquez Del Águila, Tayra Nicole

CICLO : VIII

FACULTAD : DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

AÑO LECTIVO : 2021


Iquitos-Perú

“La libertad es el derecho a hacer lo que las leyes permiten”

-Montesquieu-

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DEDICATORIA

A nuestros padres y hermanos que nos alientan


y nos guían por el buen camino de la vida y nos
motivan a cumplir nuestros sueños; que, con un
consejo o una enseñanza, pretenden que
mejoremos como personas. A nuestros
profesores, quienes con ímpetu nos enseñan y
tratan de sacar lo mejor de nosotros para poder
llegar a ser buenos estudiantes y destacables
profesionales.

3
AGRADECIMIENTO.

A Dios, por habernos dado la vida, el conocimiento


y estar rodeado de las personas que más
queremos en este mundo, como son nuestra
familia.

4
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………..6
INEJECUCIÓN DE LAS OBLIGACIONES: DOLO Y CULPA…………………….. 7
DOLO………………………………………………………………………………….... 7
EL DOLO COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO COMO CAUSA DE
INEJECUCIÓN DE OBLIGACIONES……………………………………………..... 8
DIFERENCIA ENTRE LA RESPONSABILIDAD POR DOLO Y POR CULPA…. 9
PRUEBA DEL DOLO……………………………………………………………..…. 11
LA CULPA………………………………………………………………………….…. 12
EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA DE LA CULPA………………………………….…. 14
PRUEBA DE LA CULPA………………………………………………………….…. 17
CULPA DEL ACREEDOR……………………………………………………….….. 18
¿EL ARTÍCULO 1969 REGULA UNA CULPA IN ABSTRACTO O UNA CULPA
IN CONCRETO?................................................................................................. 19
CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR EN EL DERECHO COMPARADO...… 20
EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR EN EL DERECHO PERUANO.. 22
DEFINICIÓN DE CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR SEGÚN EL PORTAL
WEB LA PASIÓN POR EL DERECHO…………………………………………….. 23
CARACTERÍSTICAS DEL CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR……………. 23
EXTRAORDINARIO………………………………………………………………..… 23
IMPREVISIBILIDAD………………………………………………………………….. 24
IRRESISTIBILIDAD…………………………………………………………………... 25
CASO: PRECEDENTES VINCULANTES…………………………………………. 25
CONCLUSIONES…………………………………………………………………..… 29
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………………... 30

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene por objetivo abordar los distintos tipos de inejecución de
las obligaciones y determinar la responsabilidad extracontractual, es decir,
estaremos tratando acerca de la culpa, el dolo, el caso fortuito y la fuerza mayor.
Cabe mencionar que en el presente trabajo abordaremos cada uno de los
puntos más relevantes de las causas mencionadas anteriormente, teniendo en
cuenta que todas se encuentran debidamente reguladas en nuestro
ordenamiento jurídico, tal como el artículo 1969 del Código Civil.

Por otro lado, según el sistema subjetivo de responsabilidad civil, se atribuye


responsabilidad solamente a quien sea culpable por dolo o culpa, por lo que, en
el presente trabajo, trataremos de abordar con total precisión los puntos
requeridos, tales como la evolución histórica, las principales diferencias en qué
es lo que consiste cada uno.

Con respecto al caso fortuito y fuerza mayor, como se señaló con anterioridad,
también se encuentra debidamente regulado en el artículo 1315 del Código Civil
el mismo que señala que el caso fortuito o fuerza mayor es la causa no
imputable, es decir, no se le puede imputar a una persona por no cumplir con su
obligación puesto que ocurrieron hechos no predecibles que afectan la misma,
pudiendo incluso llamarlos, como lo hace nuestro Código Civil, hecho
extraordinario, imprevisible e irresistible. De esta manera, se estaría afectando la
obligación, por lo que determinaría su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso.

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INEJECUCIÓN DE LAS OBLIGACIONES: DOLO Y CULPA

1. EL DOLO

Dice Raymundo Salvat que "el dolo del deudor consiste en la inejecución
voluntaria de la obligación con el propósito de perjudicar al acreedor".
Sigue Salvat, al definir el doto, el mismo criterio que Chiron. El enunciado,
sin embargo, es por lo menos diminuto, ya que contempla sólo un aspecto
parcial del dolo como causa de inejecución de las obligaciones. El dolo es
algo más. No es sólo la intención de causar un daño. Es también la
intención de no cumplir, aunque al proceder así el deudor no tenga en
mira causar un daño.

El dolo existe pues cuando el deudor tiene conciencia de no cumplir su


obligación, sea con el propósito de causar un daño al acreedor o no. Y
esta característica, justamente, hace al dolo diferente de la culpa. En la
culpa no hay intención de no cumplir; el deudor no ejecuta su obligación
por descuido o negligencia. En el dolo hay mala fe; en la culpa no.

Cabe advertir que generalmente el deudor, cuando incumple su


obligación por dolo, no lo hace para causar un perjuicio al acreedor, sino
para conseguir ventajas para sí mismo. Cuando el transportista, por
ejemplo, incumple su obligación de trasladar a una persona de un lugar a
otro, generalmente lo hace porque ha obtenido para la misma fecha otro
contrato más ventajoso. Aquí el transportista incumple su obligación
deliberadamente y no por un simple descuido o negligencia. Pero su
incumplimiento doloso no está destinado a causar un perjuicio al
acreedor, sino a obtener un mayor beneficio económico. Es claro que el
dolo también se configuraría en caso que el transportista incumpliera su
obligación con el único propósito de causar un daño al acreedor y no por
haber obtenido un contrato más ventajoso. Pero también es cierto que la
hipótesis es remota o, por lo menos, poco frecuente.

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El dolo se manifiesta como una acción u omisión. La primera forma es
propia de las obligaciones de no hacer y la segunda de las obligaciones
de dar y de hacer, aunque en estos casos la destrucción de la cosa
debida también puede obedecer a una acción dolosa del deudor, que
origina, como consecuencia, la omisión dolosa de dar o de hacer.

Hacemos hincapié en que el carácter dominante del dolo es la intención


de no cumplir. Sin embargo, la intención es un elemento subjetivo, difícil,
muchas veces, de precisar. Puede haber negligencia con una dosis de
intención. El elemento de imputabilidad, claro en el dolo, se presenta un
tanto oscuro en la culpa.

No tenemos dudas, sin embargo, que la naturaleza jurídica del dolo y de


la culpa es distinta: en un caso hay intención y en el otro no. Su dificultad
de apreciación, librada al criterio del juez, es un problema diferente. En
estos casos no contamos con fórmulas matemáticas, pues el Derecho
carece de ellas. El Derecho no es una ciencia exacta.

Esta dificultad de apreciación, sin embargo, se ha superado en el Código


Civil alemán y el Código Federal suizo de las obligaciones, equiparando,
al menos para decidir el monto de la indemnización, los conceptos de
dolo y de culpa.

En la legislación alemana el deudor está obligado por los hechos o


abstenciones que realice intencionalmente o por negligencia, a la
reparación integral del daño. Igual criterio informa al Código federal suizo
de las obligaciones.

En ambas legislaciones se distingue, sin embargo, el dolo y la culpa grave


para los efectos de las cláusulas de no responsabilidad, prohibiendo su
dispensa anticipada.

1.1. EL DOLO COMO VICIO DEL CONSENTIMIENTO COMO CAUSA


DE INEJECUCIÓN DE OBLIGACIONES

El dolo, en su acepción estricta, es toda argucia o maquinación destinada


a conducir a una persona a concertar un acto jurídico. Así se presenta
como vicio del consentimiento, limitado a la formación de los actos

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jurídicos, y como una de las causas de anulabilidad, de acuerdo con los
artículos 21 y siguientes del Código Civil peruano de 1984. Aquí el dolo es
previo o contemporáneo al acto jurídico.

El dolo, en su acepción más amplia, es sinónimo de mala fe, y en este


sentido se presenta como causa de inejecución de las obligaciones. El
dolo, en este campo, no está constituido por la argucia o maquinación del
agente, sino por el ánimo del deudor de incumplir una obligación
válidamente contraída; aquí el agente doloso no se propone obtener de
otro una declaración de voluntad, ni necesita, eventualmente, lograr la
cooperación del engañado. El dolo, en esta acepción, se manifiesta con
posterioridad al nacimiento de la obligación y en nada al ter a su valor
legal· sólo hace al deudor responsable de los daños y perjuicios por
incumplimiento.

1.2. DIFERENCIA ENTRE LA RESPONSABILIDAD POR DOLO Y


POR CULPA

En la legislación peruana, la responsabilidad por dolo, en el caso de


inejecución de las obligaciones, es igual a la responsabilidad por culpa
inexcusable, pero más severa que cuando ella obedece a culpa leve del
deudor.

Además, se prohíbe, al igual que en la ley alemana y suiza, que el


acreedor renuncie anticipadamente a hacer efectiva la responsabilidad del
deudor cuando éste incumple su obligación por dolo o por culpa
inexcusable.

Y, por último, el incumplimiento de la obligación hace presumir, juris


tantum, la culpa leve del deudor; corresponde al acreedor, para agravar la
responsabilidad del deudor, probar que la inejecución es atribuible a dolo
o culpa inexcusable.

El Código Civil de 1852 contemplaba, en materia de inejecución de


obligaciones, una regla genérica en virtud de la cual en los casos de dolo
y de culpa lata -entendiéndose por ésta última, según el artículo 1267, la
omisión de aquellas precauciones o diligencias que estén al alcance de

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los hombres menos cautos o avisados-debía responderse por sus
consecuencias (artículo 1269). Aunque para los dos casos de culpa leve y
de culpa levísima establece reglas diferentes, no distinguía la
responsabilidad por dolo y por culpa lata, equivalente a la denominación
de culpa inexcusable o grave. El Código Civil de 1936 cambió la regla. El
artículo 1323 prescribía la responsabilidad del deudor, en caso de dolo,
por todos los daños y perjuicios que conocidamente se derivaran de la
falta de cumplimiento de la obligación, como efecto directo e inmediato.
Pero este mismo precepto, sin distinguir entre la culpa inexcusable o
grave y la culpa leve, disponía que en estos casos los daños y perjuicios
de que respondía el deudor eran los previstos, o los que se hubiese
podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que fueran
consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento.

El Código Civil de 1984 ha regresado a la concepción del Código de


1852. Para los efectos de la responsabilidad el artículo 132 señala que
queda sujeto a la indemnización de daños y perjuicios quien no ejecuta
sus obligaciones por dolo, culpa inexcusable o culpa leve; que el
resarcimiento por la inejecución de la obligación o por su cumplimiento
parcial, tardío o defectuoso, comprende tanto el daño emergente como el
lucro cesante, en cuanto sean consecuencia inmediata y directa de tal
inejecución; y agrega, refiriéndose a la culpa leve, que en este caso el
resarcimiento se limita al daño que podía preverse al tiempo en que la
obligación fue contraída.

Afirma Pothier que cuando hay dolo "...el deudor es responsable


indistintamente de todos los daños e intereses que yo he sufrido, a los
cuales su dolo ha dado lugar, no tan sólo por aquellos que yo he sufrido
en relación a la cosa que ha sido objeto del contrato, propter rem ipsam,
sino de todos los daños e intereses que he sufrido en relación a mis otros
bienes, sin que haya lugar de distinguir y de discutir en ese caso si el
deudor viene obligado a ellos: pues aquel que comete un dolo se obliga,
velit nolis, a la reparación de todo el daño que ese dolo causare". Los
mismos principios deben aplicarse, a juicio nuestro, cuando hay culpa
inexcusable o grave.

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Ya hemos señalado que las cláusulas de no responsabilidad, de acuerdo
con la doctrina dominante, prohíben al acreedor renunciar
anticipadamente a hacer efectiva la responsabilidad en que incurriría el
deudor al incumplir, por dolo o por culpa grave o inexcusable, su
obligación. Sólo se acepta la renuncia anticipada de la responsabilidad
por culpa leve o, usando la expresión romana de Pothier, por “culpa levis"
Esta regla del derecho romano prevalece en todas las codificaciones
modernas. Así lo establece el artículo 1328 del Código Civil de 1984 y su
antecedente inmediato el artículo 1321 del Código Civil de 1936. Y
aunque el Código francés, excepcionalmente, no lo dice en forma
expresa, nadie extrae de ese silencio una derogación del principio. Admitir
ese pacto no sólo sería inmoral, sino que haría inútil la obligación,
destruyendo el vínculo jurídico: él estaría en pugna con la voluntad de
concluir la obligación. Es claro, por cierto, que incumplida la obligación
por dolo o por culpa inexcusable del deudor, el acreedor puede renunciar
al derecho de exigir el pago de la indemnización de daños y perjuicios.
Nada le impide condonar esta obligación. Lo que la ley impide es el
compromiso anticipado de extinguirla por condonación.

1.3. PRUEBA DEL DOLO

El sistema peruano, por último, adoptando como modelo otras


legislaciones modernas, presume, en caso de inejecución de la
obligación, la culpa leve del deudor. El artículo 1329 del Código Civil
señala que se presume que la inejecución de la obligación, o su
cumplimiento parcial, tardío o defectuoso, obedece a culpa leve del
deudor. Pero se trata de una presunción juris tantum. El deudor puede
exonerarse probando su culpabilidad. El acreedor, por su parte, puede
agravar la responsabilidad del deudor, probando la inejecución por dolo o
culpa inexcusable (artículo 1330).

La tesis enunciada se explica con facilidad, pues la gravedad del dolo o


de la culpa inexcusable y, por consiguiente, sus caracteres
excepcionales, exigen que no se presuman. Para destruir la presunción
juris tantun de la culpa leve el acreedor deberá aportar al juez todos los

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elementos que le otorguen la convicción de la existencia del dolo o, en su
caso, de culpa inexcusable.

Es verdad que los principios del Código Civil vigente modifican lo


preceptuado por el Código de 1936. Pero también es cierto que el germen
de estos principios se encuentra en el artículo 1326 de este Código que,
con impropiedad en el lenguaje, disponía que el obligado a entregar la
cosa destruida por caso fortuito o fuerza mayor estaba en el deber de
probar su inculpabilidad. Aquí el Código de 1936 pareció entender que el
principio sólo se aplicaba a las obligaciones de dar o a las de hacer que
concluían con un dar, pues no aludió a las otras obligaciones de hacer, ni
a las de no hacer. Y aquí también el Código pareció considerar que los
únicos casos de inculpabilidad en la inejecución de relaciones
obligacionales eran aquellos que se configuraban como casos fortuitos o
de fuerza mayor.

2. LA CULPA

Cuando el deudor, por negligencia, omite ejecutar la prestación


prometida, en el caso de las obligaciones de dar o de hacer, o
abstenerse, en el caso de las obligaciones de no hacer, incurre en culpa.
El resultado dañoso, no querido por el deudor, obedece pues a su
imprudencia, torpeza o, en general, a su falta de diligencia.

La doctrina recoge las más variadas definiciones de la culpa. Sin


embargo, todas coinciden en señalar la característica de falta de
diligencia en el deudor.

Así, Planiol y Ripert expresan que la culpa consiste "en la falta no


intencional de cumplimiento a sus obligaciones por el deudor".

Para Henri, León y Jean Mazeaud "la culpa es un error tal de conducta,
que no se habría cometido por una persona cuidadosa, situada en las
mismas circunstancias externas que el demandado".

Según Enneccerus, Kipp y Wolff, culpa es "la omisión de la diligencia


exigible en el tráfico, mediante cuya aplicación podría haberse evitado un
resultado contrario a derecho que no ha sido querido".

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Ya hemos expresado que, en la culpa, a diferencia del dolo, no hay
intención de no cumplir, no hay mala fe de parte del deudor. Hay
simplemente una negligencia, una acción (culpa in faciendo) u omisión
(culpa in non faciendo) no querida, pero que obedece a la torpeza o falta
de atención del deudor, pues tanto vale obrar contra derecho o sin
derecho, como dejar de obrar por lo que era debido.

El Código Civil peruano de 1936 definía la culpa, en el artículo 1322,


como "la omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la
obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo
y del lugar". Esta regla teórica, sin embargo, tan sólo estaba destinada a
dar pautas generales o líneas directivas al juez. Pues tocaba a éste, en
cada caso, apreciar si la acción u omisión del deudor contravenía la
obligación y, si lo hacía, decidir si la contravención obedecía a dolo o a
culpa de éste Las propias decisiones judiciales difícilmente podían
constituir un precedente válido para otros casos, pues el criterio tenía
necesariamente que variar de acuerdo con las nuevas circunstancias de
hecho que generalmente no habían sido planteadas ni discutidas ante los
tribunales.

Es verdad que el dolo tiene un carácter intencional, mientras que la culpa


-por más grave que sea- no lo tiene. Pero también es cierto que al ser
generalmente borrosos los linderos entre el dolo y la culpa inexcusable,
en razón de que el factor determinante -la intención- es un elemento
sicológico, no asimilar ambos conceptos podría significar en la práctica
aligerar significativamente la carga de responsabilidad del deudor que
procede con negligencia grave. Por ello la doctrina de la asimilación, de
origen romano, corresponde al estado actual del derecho.

Por tales razones, el Código Civil peruano de 1984 no se limita a admitir


la equivalencia -como lo hacía el Código Civil de 1936- para el solo efecto
de prohibir la dispensa anticipada de responsabilidad del deudor cuando
incumple la obligación por dolo o por culpa grave. El Código va más lejos
y equipara la responsabilidad por dolo y por culpa inexcusable. En estos
casos el resarcimiento comprende tanto el daño emergente como el lucro
cesante, en cuanto sean consecuencia inmediata y directa de la

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inejecución de la obligación. En el caso de la culpa leve el resarcimiento
se limita al daño que podía preverse al tiempo en que la obligación fue
contraída.

2.1. EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA DE LA CULPA

La teoría de la culpa nació en Roma.

Distinguidos autores, Hasse en particular, señalan que los romanos


clasificaron la culpa en grave o lata y en leve o levis, atribuyendo a
esta última noción, a su vez, las acepciones de culpa leve in
abstracto y culpa leve in concreto.

La culpa grave consistía en no poner los cuidados más


elementales, en la más absoluta falta de diligencia.

Culpa leve in abstracto era aquella en que incurría quien no


prestaba los cuidados de un bonus et diligens pater familias. Se
utilizaba, para saber si el deudor había incurrido en culpa, un tipo
abstracto de comparación el del buen padre de familia, o sea el de
una persona de diligencia común.

En la culpa leve in concreto se usaba no un tipo ideal o abstracto


para comparar, sino al propio deudor. La imputabilidad del deudor
se determinaba decidiendo si había puesto o no los mismos
cuidados que en sus otros asuntos. Si el deudor era habitualmente
una persona muy cuidadosa y no había aportado, en el caso
específico, estos cuidados, debía considerarse responsable. Si el
deudor, por el contrario, era habitualmente descuidado, y procedía
así en el caso específico, no debía considerarse responsable. No
parece pues exacta la opinión de Raymundo Salvat cuando
expresa que la culpa leve in concreto era sólo una atenuación de
responsabilidad, porque la diligencia in concreto podría ser
superior a la comúnmente querida y se debía entonces.

Pothier, sin embargo, interpretó los textos romanos de distinta


manera La culpa, según Pothier, tenía cuatro grados:

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1. Dolo o culpa mala, intencional.

2. Culpa grave o lata "que consiste en no poner en el asunto de


otro el cuidado que las personas menos diligentes y las más
estúpidas no dejan de poner en sus asuntos".

3. Culpa leve o levis, que es la diligencia que el común de los


hombres poner ordinariamente en sus asuntos; y
4. Culpa levísima o muy leve "que consiste en no poner la
diligencia que las personas más atentas ponen en sus asuntos".

Si el deudor no obtenía ninguna ventaja de la obligación sólo


respondía de su culpa grave o lata. Por ejemplo, el depositario en
un depósito gratuito.

Si ambas partes retiraban ventajas de la obligación, el deudor


respondía de su culpa grave o lata y de su culpa leve o levis. Por
ejemplo, en un contrato de compraventa.

Si sólo el deudor retiraba ventajas de la obligación, respondía no


sólo de la culpa grave y leve, sino también de la culpa levísima o
muy leve. Por ejemplo, el comodatario.

El sistema de Pothier, consagrado por las antiguas legislaciones


española y francesa, no tuvo acogida en el Código Napoleón.
Observamos, sin embargo, que esa clasificación de la culpa la
reproducía el Código Civil peruano de 1852 (artículo 1267) y que
aún se encuentra en algunas legislaciones vigentes (Código Civil
chileno, artículos 44 y 1547)

El Código Civil peruano de 1936 abolió el sistema de clasificación


de la culpa que consagraba el Código Civil de 1852. El admitía, sin
embargo, la culpa grave -denominándola culpa inexcusable- al
prohibir la renuncia de la acción por la responsabilidad en que
podía incurrir el deudor por esa causa (artículo 1321}. Y también
admitía la culpa in concreto al consignar, corno una de las

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obligaciones del depositario, la de "cuidar de la cosa depositada
como propia" (artículo 1609, inciso 1 del Código Civil).

La legislación peruana de 1936 tampoco seguía el sistema francés


del tipo abstracto de comparación, del "buen padre de familia".

El artículo 1322 de ese Código disponía que "la culpa consiste en


la omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la
obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar". La regla estaba plenamente justificada. En esta
materia las situaciones de hecho son siempre distintas y ello
originaba una singular dificultad para apreciar de acuerdo con una
idea abstracta, la del "buen padre de familia". "Lo que realmente se
debe apreciar y juzgar, es la conducta de determinado deudor v no
el proceder de cualquier sujeto del género humano"

El Código Civil de 1984 reproduce, en el artículo 1320, la misma


doctrina que el artículo 1322 del Código Civil de 1936, al estatuir
que "actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia ordinaria
exigida por la naturaleza de la obligación y que corresponda a las
circunstancias de las personas del tiempo y del lugar".

El nuevo Código también acoge, como se ha expresado, la


diferencia entre la culpa inexcusable y la culpa leve, no sólo para
los efectos de la cláusula de no responsabilidad sino también para
determinar los daños y perjuicios.

Es pues prudente que el concepto de culpa no se atenga a


principios rígidos: ni a la clasificación en grados, ni al tipo abstracto
de comparación.

En nuestro sistema la diligencia es el común denominador. Y, para


saber si ella se empleó, deben apreciarse la "naturaleza de la
obligación" y "las circunstancias de las personas, del tiempo y del
lugar".

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Teóricamente la distinción entre los sistemas del Código Napoleón
y del Código Civil peruano es nítida. En su aplicación esa
diferencia es con frecuencia irrelevante.

Es difícil pensar que un juez prudente cree en el sistema francés la


figura inmutable y, por tanto, aplicable a todos, del "buen padre de
familia". Creará un tipo abstracto, a no dudarlo, pero vinculado a la
forma como había procedido concretamente en esa obligación, de
acuerdo con su rango social, económico e intelectual, de acuerdo
con el tiempo; de acuerdo con el lugar; de acuerdo, en fin, con la
naturaleza de la obligación.

¿Y acaso no proceden los jueces en nuestro sistema de igual


manera? porque para saber si el deudor incurrió o no en culpa, el
juez, necesariamente, comparará el caso concreto con la manera
como hubiera procedido el de las gentes, creando, aunque sea sin
quererlo, un tipo ideal o abstracto.

El juez, en síntesis, compara siempre la forma como ha procedido


el deudor con la forma como hubiera procedido un hombre normal,
usando, para ello, su propia experiencia.

Podemos preguntarnos, por eso, si no hemos llegado, sin quererlo,


al bonus et diligens pater familias del derecho romano

2.2. PRUEBA DE LA CULPA

El Código Civil de 1852 establecía, en el artículo 1268, que la culpa


no se presumía y, por tanto, que debía ser probada por el
acreedor.

No era éste, sin embargo, el sistema del Código Civil de 1936


Cuando se incumplía la obligación o se ejecutaba en forma parcial
o defectuosa, se presumía la culpa del deudor y tocaba a éste, por
consiguiente, demostrar su inculpabilidad. Se trataba pues de una
presunción juris tantum. Este principio se infiere, como ya lo hemos
señalado, del artículo 1326 del Código Civil anterior, con las
imperfecciones de limitar el precepto a la entrega de la cosa -como

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si las únicas obligaciones que existieran fueran las de dar- y a
confundir el caso fortuito o fuerza mayor con la ausencia de culpa.

El nuevo Código señala en sus artículos 1329 y 1330 principios


inconfundibles. Se presume -dice la ley- que la inejecución de la
obligación, o su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso, obedece
a culpa leve del deudor; agregando que la prueba del dolo o de la
culpa inexcusable corresponde al perjudicado por la inejecución de
la obligación, o por su cumplimiento parcial tardío o defectuoso.

Luego, si el deudor quiere eximirse de responsabilidad, deberá


probar que la inejecución obedece a una causa no imputable,
ausencia de culpa salvo que la ley o el pacto lo obliguen a probar,
como causa exoneratoria, el caso fortuito o fuerza mayor. Y, a su
turno, si el acreedor pretende agravar la responsabilidad del
deudor deberá probar que la inejecución obedece a dolo o a culpa
inexcusable.

3. CULPA DEL ACREEDOR

La inejecución de la obligación puede también obedecer a culpa del


acreedor, o a culpa exclusiva del acreedor o a culpa del acreedor
concurrente con la del deudor.

Es evidente, en el primer caso, el efecto liberatorio y, desde luego, la


inimputabilidad del deudor. El tema no merece mayores comentarios.

Por ello ese primer caso no está tratado dentro de las disposiciones
generales referentes a inejecución de obligaciones del Código Civil de
1984. Él está tratado en situaciones especiales; por ejemplo, el artículo
1138, incisos 3) y 4), señala las consecuencias jurídicas de la pérdida o
deterioro del bien, por culpa del acreedor, en las obligaciones de dar; el
artículo 1155, relativo a obligaciones de hacer, se refiere a la
imposibilidad de cumplimiento por culpa del acreedor, y el artículo 1160,
sobre obligaciones de no hacer, al mismo supuesto.

La concurrencia de culpas entre deudor y acreedor sí está tratada en las


disposiciones generales sobre inejecución de obligaciones. Dice el

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artículo 1326 que "si el hecho doloso o culposo del acreedor hubiese
concurrido a ocasionar el daño, el resarcimiento se reducirá según su
gravedad y la importancia de las consecuencias que de él deriven". Y el
artículo 1327 agrega que "el resarcimiento no se debe por los daños que
el acreedor habría podido evitar usando la diligencia ordinaria, salvo pacto
en contrario".

Vemos pues que en el supuesto del artículo 1326 la responsabilidad por


la inejecución de la obligación es compartida entre el acreedor y el
deudor, configurándose una situación intermedia entre el daño inculpable
y el daño debido por entero a culpa del deudor. Es lo que en doctrina se
conoce con el nombre de concurso de culpas, en que cada sujeto
responde en proporción al grado de su culpa eficiente. Es lo que también
se conoce en doctrina como la compensación de culpas, no haciéndose
referencia a la compensación, naturalmente, en sentido propio.

Y, en el supuesto del artículo 1327, la ley se limita a consignar un


principio ético que incuestionablemente debe presidir toda relación
obligacional: SI el acreedor, utilizando diligencia ordinaria, puede evitar
los daños, no se debe al resarcimiento por la no utilización de dicha
diligencia

4. ¿EL ARTÍCULO 1969 REGULA UNA CULPA IN ABSTRACTO O UNA


CULPA IN CONCRETO?

Si se postulara que el juez debe estudiar la personalidad efectiva de ese


sujeto en particular que es el causante y las circunstancias específicas e
irrepetibles en que se produjo el accidente. “¿Cómo sabría él si, frente a
su propia consciencia, un individuo, ha sido imprudente o negligente?
Bajo el color de analizar un estado de alma, se vería fatalmente obligado
a abandonar el examen de esa conciencia en particular, a salir de la
intimidad del investigado, para echar una mirada en torno a sí a fin de
comparar la conducta de aquel respecto de quien se debe establecer su
responsabilidad con la que hubiera tenido cualquier otro individuo en
circunstancia semejante”.

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En lo que sí coincidimos con el citado jurista, es que se debe evitar
concebir, por todos los medios, una culpa absolutamente subjetiva.
Ejemplo, la culpa levísima, la cual es la contrapartida de la noción de
buen padre de familia, ya que pedir extrema cautela a las personas en su
actuar cotidiano resultaría extremadamente gravoso para que estos
puedan desarrollar sus respectivos proyectos de vida. Debiendo entender
que los accidentes han existido desde los albores de la humanidad,
forman parte de la vida misma y son hasta cierto grado inevitables. No
obstante, lo dicho, ello no implica que deba prescindirse de un modelo de
conducta a seguir por los sujetos en las relaciones de su vida diaria. Ese
estándar, en el ordenamiento peruano, es la “diligencia ordinaria” cuya
contrapartida es la “culpa leve”.

En definitiva, lo que debe ser apreciado y juzgado es la conducta del


deudor ante determinado suceso, y no el «proceder genérico de un
miembro de la especie humana», realmente antojadizo y abstracto. El
concepto de culpa no debe entenderse como un principio rígido, ya que el
juez debe apreciar y decidir según cada caso en concreto. Dentro de tal
orden de ideas, la culpa también es un tipo de imputabilidad que implica
un incumplimiento reprochable, aunque en menor grado, que el dolo, por
haberse omitido las diligencias exigidas por la ley; de ahí que los tipos de
culpa impliquen una interrelación entre negligencia, impericia,
imprudencia, ignorancia y descuido.

5. CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR EN EL DERECHO


COMPARADO

Según una doctrina brasileña, en las hipótesis de fuerza mayor o caso


fortuito, el nexo causal entre el incumplimiento y el daño desaparece, por
lo que no habrá obligación de indemnizar. Es, por lo tanto, una causa
excluyente de la responsabilidad civil, contractual o extracontractual. Sin
embargo, nada impide que las partes establezcan que la indemnización
se deberá pagar en caso de incumplimiento, incluso si es causada por un
caso fortuito o fuerza mayor.

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Se considera caso fortuito o fuerza mayor el hecho necesario, cuyos
efectos son imprevisibles o inevitables. Aunque la ley no hace distinción
entre estas figuras, el caso fortuito representa un hecho o acto ajeno a la
voluntad de las partes (huelga, guerra, etc.); mientras que fuerza mayor
es la expresión destinada a fenómenos naturales (rayos, tormentas, etc.).

Agrega, que la característica más importante de estas exclusiones es la


inevitabilidad, es decir, la imposibilidad de que el acontecimiento pueda
ser evitado por las fuerzas humanas. Los requisitos para configurar el
caso fortuito o la fuerza mayor, en su opinión, son los siguientes: el hecho
debe ser necesario y no determinado por la culpa del deudor; el hecho
debe ser sobreviniente e inevitable; el hecho debe ser irresistible-fuera del
alcance del poder humano.

Entonces, siguiendo a esta doctrina brasileña, el caso fortuito o fuerza


mayor no solo excluirían al criterio de imputación subjetivo sino también al
nexo causal quedando fuera dos de los cuatro elementos constituyentes
de la responsabilidad civil ya sea por inejecución de obligaciones o por
violar el deber genérico de no dañar a otros.

Estima un autor español, que el caso fortuito es una causa de


exoneración (o de inimputabilidad) en el cumplimiento de las obligaciones,
y en este sentido puede definirse genéricamente como aquel accidente no
imputable al deudor que impide el exacto cumplimiento de la obligación.
De modo más concreto, tomando como referencia el art. 1.105 CC puede
definirse como “el acontecimiento no imputable al deudor, imprevisto, o
previsto pero inevitable, que imposibilita el exacto cumplimiento de la
obligación”.

Es decir, para el derecho español, el caso fortuito es aquello que no


puede ser advertido, algo de lo que nadie puede darse cuenta que va
ocurrir (imprevisible) o es algo que advertible, de lo que alguien se puede

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dar cuenta que va a ocurrir no obstante nadie lo podrá evitar (previsible
pero inevitable o sea irresistible.

6. EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR EN EL DERECHO


PERUANO

Las causas no imputables en el derecho peruano están reguladas en los


artículos 1314 y 1315 del Código Civil. En estas normas, se parte de
diferenciar una causa no imputable genérica equivalente a la noción de
ausencia de culpa, de causas no imputables específicas, que serían los
conceptos de caso fortuito o fuerza mayor.

El efecto liberatorio de la causa no imputable se encuentra reconocido en


el artículo 1317 del Código. Conforme a lo establecido en esta norma, el
deudor no responde de los daños y perjuicios resultantes de la
inejecución de la obligación, o de su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso, de las obligaciones por causas no imputables, salvo que lo
contrario esté previsto expresamente por la ley o por el título de la
obligación.

De una lectura literal del mencionado artículo 1315 colegimos que para la
legislación nacional los conceptos de caso fortuito y fuerza mayor se usan
indistintamente, es decir, su significado es el mismo. Sin embargo, la
Casación 823-2002, Loreto advierte que la doctrina y la jurisprudencia ya
han establecido que su origen es distinto, aunque sus hechos
constitutivos, comunes.

Agrega que el caso fortuito se aplica a los hechos producidos por la


naturaleza y la fuerza mayor a los hechos del hombre. En consecuencia,
el caso fortuito debe entenderse como un acontecimiento extraordinario,
imprevisible e irresistible producido por el hombre y para calificarlo como
tal se trata de un hecho que no puede preverse o que previsto no puede

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evitarse, no debiendo ser una previsibilidad exacta y precisa sino por el
contrario conocida por el hombre común para cada caso concreto.

La STS 16 noviembre 2006 española establece la existencia de caso


fortuito en el caso de muerte de los ocupantes de un carro tirado por
animal que recibe la colisión de un convoy ferroviario en paso a nivel sin
barrera, al estimar que es imprevisible la irrupción del animal desbocado
en el momento en que el tren alcanzaba ese punto, así como la ineficacia
de posibles barreras para impedir el cruce de un animal desbocado.

7. DEFINICIÓN DE CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR SEGÚN EL


PORTAL WEB LA PASIÓN POR EL DERECHO

De las doctrinas expuestas, podemos concebir al caso fortuito o fuerza


mayor como aquellos acontecimientos extraordinarios, imprevisibles e
irresistibles que excluyen dos de los cuatro elementos de la
responsabilidad civil, ósea a la culpa (criterio de imputación subjetivo) y al
nexo causal, exonerando con ello de responsabilidad civil al deudor de la
prestación.

8. CARACTERÍSTICAS DEL CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR


8.1. EXTRAORDINARIEDAD

Algo extraordinario es, como la propia palabra lo indica, algo fuera


de lo ordinario, esto es, fuera de lo común. Lo contrario a lo común
es la excepción; por ello, concluimos en que se trata de algo que
se encuentra dentro del campo de lo excepcional, de un
acontecimiento que se produce por excepción, lejos de lo que en
forma normal o natural se espera que ocurra. Lo extraordinario es,
pues, lo que atenta o irrumpe en el curso natural y normal de los
acontecimientos, quebrándolos. Invade temporalmente el espacio
de lo común, de lo ordinario. Vemos que este concepto va
seriamente ligado a la impredictibilidad o imprevisibilidad.

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Por tanto, lo extraordinario es lo excepcional, lo que se aparta de la
regla general, lo extraño, lo poco común y que además está ligado
a la imprevisibilidad.

8.2. IMPREVISIBILIDAD

La imprevisibilidad se relaciona con el carácter de


extraordinariedad. Son dos conceptos, dos características, que van
juntas. El hecho o evento es imprevisible cuando supera o excede
la aptitud normal de previsión del deudor en la relación obligatoria.
En otras palabras, el deudor tiene el deber de prever lo
normalmente previsible, lo que equivale a decir que el acreedor
puede exigir un nivel mínimo de previsión. Para ello debemos
determinar qué constituye este factor o índice de previsión del que
se parte para ingresar en el terreno de la imputabilidad.

Este punto es bastante delicado, ya que resulta fácil entrar en el


campo de las subjetividades. Pero, por otro lado, aplicar aquí un
criterio objetivo puede acarrear un desbalance desmesurado que
implicaría injusticia e inseguridad. Por ello, la pregunta ¿qué es
normalmente previsible?, reviste mayor complejidad de lo que a
primera vista pudiera aparentar y, por tanto, amerita un análisis
serio y reflexivo, diríamos que casi casuístico.

La imprevisibilidad camina al lado de los deberes de diligencia,


prudencia, cuidado. Esto quiere decir que el evento no sólo debe
revestir la objetividad en sí mismo como hecho extraordinario, lo
cual se demuestra sin mayores problemas al analizar la frecuencia
o habitualidad del suceso, sino que además se requiere del
elemento inherente al individuo, relativo a la conducta diligente que
se espera de él.

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Por tanto, cuando hablamos de imprevisibilidad hacemos alusión a
uno de los criterios de imputación subjetivo u objetivo
(decantándose nuestro Código Civil por un sistema subjetivo)
exigibles al deudor al momento de cumplir su prestación. En otras
palabras, la posibilidad que tenga el deudor de advertir o de darse
cuenta de ese hecho extraordinario lo cual el juez tendrá que
apreciar en el caso concreto. Normalmente ese estándar de
conducta será la diligencia ordinaria.

8.3. IRRESISTIBILIDAD

El que un evento sea irresistible quiere decir que la persona (en


este caso el deudor) es impotente para evitarlo; no puede impedir,
por más que quiera o haga, su acaecimiento. Esta noción tampoco
es simple, aunque a primera vista lo aparenta. Reviste también
peculiaridades o complejidades que es menester tomar en
consideración a fin de no incurrir en arbitrariedades. Un factor de
suma relevancia es el económico, por ejemplo. Para un deudor con
recursos, es más factible en determinados casos, afrontar un
obstáculo que para otro que carece de ellos. La imposibilidad,
entonces, muchas veces resulta relativa. Va a depender, una vez
más, de las condiciones personales del deudor, situación que se
debe evaluar a la luz de un criterio que no adolezca de estrechez.

Por tanto, cuando hablamos de irresistibilidad hacemos alusión a la


imposibilidad del deudor de evitar el acaecimiento del caso fortuito
o fuerza mayor. La imposibilidad deberá ser apreciada por el juez
en cada caso en concreto y además obedecer a las circunstancias
personales del deudor como el factor económico. Debiendo quedar
claro el que un acontecimiento resulte irresistible para una persona
no impide que sea resistible para otra.

9. CASO: PRECEDENTES VINCULANTES

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En Sesión De Sala Plena Nº 018-2020 De Fecha 02 De diciembre De
2020, Los Vocales Del Tribunal De La Superintendencia Nacional De
Salud - Susalud, Por Unanimidad, Han Adoptado El Siguiente Acuerdo:

Precedente administrativo sobre el caso fortuito y la fuerza mayor como


causal eximente de responsabilidad por infracciones administrativas.

El señor Presidente del Tribunal, en este acto concede el uso de la


palabra a los integrantes de la Comisión revisora conformada por los
señores Vocales Enrique Varsi Rospigliosi, Christian Guzmán Napurí,
Leysser León Hilario y Manuel Quimper Herrera, a fin de efectuar la
exposición del proyecto de acuerdo presentado sobre el tema referido al
caso fortuito y fuerza mayor como causal eximente de responsabilidad por
infracciones administrativas, quienes luego del planteamiento formulado
sometieron al debate y aprobación de los miembros de la Sala Plena la
referida propuesta.

Análisis del Caso Fortuito y Fuerza Mayor como Condiciones


Eximentes de Responsabilidad

El Código Civil Peruano, en el artículo 1315º, establece que el “caso


fortuito o fuerza mayor es la causa no imputable, consistente en un
evento extraordinario, imprevisible e irresistible, que impide la ejecución
de la obligación o determina su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso”.
Se advierte que el acotado cuerpo legal otorga la misma definición a
ambas figuras jurídicas, siendo la doctrina y la jurisprudencia las que
realizan la diferenciación entre una y otra, teniendo cada cual un origen
distinto pero sus hechos constitutivos son comunes; así, vemos que la
corriente mayoritaria considera que el caso fortuito se aplica a los hechos
producidos por la naturaleza y la fuerza mayor se origina en los hechos
del hombre; lo cual no siempre es claro o exacto

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Tenemos que el caso fortuito se configura cuando “(…) el incumplimiento
de la obligación puede tener origen en causas independientes de la
voluntad del deudor, extraordinarias, imprevisibles e irresistibles (…)”, y la
fuerza mayor cuando “(…) el evento extraordinario e irresistible, es
generado por una autoridad que goza de un poder otorgado por el
Estado, es decir, no requiere el elemento de imprevisibilidad, pues basta
con que el mismo, de haberse podido prever, fuera inevitable (…)”

En ese sentido, el incumplimiento de una obligación legal por parte del


proveedor puede responder a causas imputables y no imputables. En lo
referente a las causas no imputables, como el caso fortuito y la fuerza
mayor, la doctrina establece que éstas deben ser entendidas como un
“evento extraño a la esfera de control del obligado” por cuanto existen
impedimentos que por ser expresión de un riesgo típico de la actividad
comprometida se consideran imputables al obligado.

ACUERDO N° 009-2020

El caso fortuito es un hecho natural extraordinario, imprevisible e


irresistible, proveniente de la naturaleza. La causal relevante que lo
caracteriza de manera sustantiva es la imprevisibilidad, porque el hecho
no pudo ser previsto, el administrado infractor no lo pudo evitar y por lo
tanto se podría eximir de responsabilidad.

La fuerza mayor, es un evento humano extraordinario e irresistible,


proveniente de una autoridad que goza de un poder otorgado por el
Estado. No requiere necesariamente de la imprevisibilidad. El hecho o
evento de haber sido previsible o no, debe ser inevitable, irresistible, este
es el elemento relevante que sustantivamente lo caracteriza.

En una obligación de resultados, como en la medicina satisfactiva, el


consumidor espera que al solicitar los servicios médicos se le asegure un
resultado, el cual no solamente es previsible, sino que constituye en la

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práctica la razón por la cual se han contratado dichos servicios. Por lo que
se entenderá cumplida la obligación, cuando se haya logrado el resultado
prometido por el especialista sanitario y la satisfacción del interés del
consumidor o paciente.

El presente acuerdo constituye Precedente Administrativo de Observancia


Obligatoria, por lo que se dispone su publicación en el Diario Oficial El
Peruano y en el Portal web de la Superintendencia Nacional de Salud,
www.susalud.gob.pe. Encargar a la Secretaria Técnica del Tribunal
comunicar el presente acuerdo al Superintendente Nacional de Salud.

CONCLUSIONES

- Podemos concebir al caso fortuito o fuerza mayor como aquellos


acontecimientos extraordinarios, imprevisibles e irresistibles que excluyen
dos de los cuatro elementos de la responsabilidad civil, ósea a la culpa
(criterio de imputación subjetivo) y al nexo causal, exonerando con ello de
responsabilidad civil al deudor de la prestación.

- La culpa puede ser entendida, como aquella negligencia, impericia,


imprudencia o descuido en que las personas incurren, al interactuar los
unos con los otros en el desarrollo de su vida diaria, y de la que se
derivan daños para sus congéneres. Siendo la “culpa leve” uno de los

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grados que admite la culpa (además del menos gravoso) y la “diligencia
ordinaria” el mínimo de precaución exigido a las personas como modelo
de conducta a seguir (hombre medio normal).

- El dolo puede ser entendido, como aquella negligencia, impericia,


imprudencia o descuido intencional en que las personas incurren, al
interactuar los unos con los otros en el desarrollo de su vida diaria, y de la
que se derivan daños para sus congéneres. Tiene los mismos efectos que
la “culpa inexcusable” (uno de los varios grados de la culpa) y exige a las
personas, como modelo de conducta a seguir, un nivel bajo de diligencia
como contrapartida (absoluta mayoría de los hombres).

REFERENCIA BIBLIOGRAFÍA

- Coca, Saúl. (2020). ¿Qué es el caso fortuito y fuerza mayor? (artículo


1315 del Código Civil). 6 de agosto del 2021, de Pasión por el Derecho.
Recogido de: https://lpderecho.pe/caso_fortuito-fuerza_mayor-derecho-
civil/

- Osterling, Felipe. (2019). INEJECVCION DE OBLIGACIONES: DOLO-Y


CULPA. 6 de agosto del 2021, de Osterling Abogados y Asociados.
Recogido de:
http://www.osterlingfirm.com/Documentos/articulos/Inejecucion%20de
%20Obligaciones.pdf

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- Código Civil (2020). Lima, Perú.

- Coca, Saúl. (2020). Sistema subjetivo de responsabilidad extracontractual


(dolo y culpa) (artículo 1969 del Código Civil). 6 de agosto del 2021, de
Pasión por el Derecho. Recogido de: https://lpderecho.pe/sistema-
subjetivo-responsabilidad-civil-extracontractual-dolo-culpa/

- LEÓN HILARIO, Leysser (2016). Responsabilidad Civil Contractual y


Extracontractual. Lima: Academia de la Magistratura.

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