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Bleichmar, S. (1995)
Bleichmar, S. (1995)
PROBLEMÁTICA COGNITIVA
Todas las teorías que pretenden ofrecer un cuerpo coherente respecto de la inteligencia, se
plantean los orígenes del pensamiento. ¿Es el pensamiento algo que forma parte del
patrimonio biológico del sujeto, o es el efecto de la cultura? O sea, ¿se nace o no se nace
con representaciones?
Freud fue oscilante al respecto, pero de lo que no abdica nunca es de que el inconciente, y
por tanto el pensamiento, no surgen como correlato de la adaptación, sino como
formaciones dentro del proceso de constitución del sujeto, como elementos de profunda
desadaptación.
Castoriadis plantea que la relación con el objeto está atravesada por la subjetividad. La
relación sujeto-objeto no es inmediata sino que está mediatizada por el otro humano que
parasita con sus sistemas representacionales y sexuales el quiebre de la inmediatez que da
surgimiento a la simbolización y a la inteligencia. La objetividad se constituye por un largo
rodeo por los caminos de la fantasía y la desadaptación.
Se instituye así el inconciente, que es el efecto de una fundación en dos planos: a) en tanto
inscripciones que el semejante instaura sin saberlo; es el parasitismo simbólico de la madre
hacia el hijo (contrapartida del biológico respecto del hijo hacia la madre); b) estatuto
posterior de ese parasitismo como 'lo inconciente', o sea, será reprimido hacia el fondo del
psiquismo constituyéndose como sus últimos recursos.
Por ello, la lógica no es de entrada una lógica aristotélica preparada para entrar en contacto
con el objeto, sino otra lógica para defenderse de los ataques provenientes del exterior.
El hecho de que sigamos comiendo sin hambre o hasta morir muestra que lo imaginario
representacional no se agota en la alimentación, y hasta atenta contra lo autoconservativo.
Si me cuido al comer es porque luego hemos incorporado una lógica de la autopreservación,
no es algo dado desde los orígenes.
Yo "recorto un conjunto que se convierte en significativo para mí, y a partir de ese conjunto
que separo, clasifico, ordeno, me permito armar un interrogante".
En "El proyecto" Freud dice que la única posibilidad de conocer pasa por el yo, no por el
inconciente: este sólo puede reencontrar aquello que tiene inscripto. Por ello la alucinación
se juega cuando cayó la represión, "cuando el inconciente no ha sido obturado pro el yo".
El Yo o el preconciente inhiben al inconciente en tanto alucinatorio.
La pulsión epistemofílica es patrimonio del sujeto en tanto atravesado por enigmas que
activan permanentemente el inconciente. "No es pensable el preconciente o el yo sino en
relación a este inconciente al cual sofoca y que permite constantemente pequeños pasajes
de representaciones que hacen que el objeto real tenga sentido para mí". El perro toma
cualquier agua pero para el hombre los diversos tipos remiten a significados diferentes: les
da horror el agua de pozo, etc.
El psicoanálisis sostiene que para que haya pulsión epistemofílica, interés, interpelación de
la realidad, el sujeto debe estar constituído (si no, encontraremos un trastorno). Para que
esta interpelación tenga algún sentido, para que evoque algo, tiene que estar funcionando
el inconciente. Deben estar funcionando a pleno las categorías de espacio y tiempo.
Los "prerrequisitos estructurales del cerebro" (el sujeto en tanto vinculado libidinalmente
con el otro) no alcanzan para la supervivencia, pero por el otro lado las relaciones sociales
inscriben del lado del yo la autopreservación de la vida.
Los casos de dispersión del pensamiento (niño distraído) pueden entenderse como
trastorno, aunque también como inhibición como cuando el niño está abstraído en un
problema (divorcio de los padres, nacimiento del hermanito), y no puede investir el
conocimiento porque está tratando de resolver el enigma que lo atraviesa.
En cuanto a cómo serían los abordajes terapéuticos, un niño con por ejemplo un grave
déficit en la estructuración psíquica (trastorno), no hay que reeducarlo sino implantarle el
lenguaje como categoría, fundar lo psíquico, la capacidad de simbolizar. Sólo luego de esto
se puede encarar un análisis. Si no hay constitución del aparato psíquico de nada sirve
interpretar en análisis, o tratar de 'enchufar' estructuras cognitivas, o el fonoaudiólogo
tratar de que emita sonidos. Tampoco sirve coregir problemas de psicomotricidad, en tanto
plus de excitación que no se peude canalizar. No se trata de educar, es decir, de impartir
contenidos, sino de crear las estructuras de base.
En cuanto a las inhibiciones, primero hay que ver qué la produce y luego hacer
psicopedagogía para rellenar las estructuras colgadas.
Bleichmar responde: hay patologías del 'tercer mundo', por ejemplo, modalidades
confusionales, deteriorantes de la marginación y las migraciones, y que no tienen que ver
con la modalidad de pensamiento indígena ni con la lógica en sentido progresivo hegeliano
del capitalismo. Se vio que niños migrantes tenían problemas muy graves de conocimiento
que no los tenían los niños pauperizados de familias proletarias del cinturón industrial.
La lógica del proceso secundario se juega en la represión originaria, pero está también en
relación con la represión secundaria, la represión edípica: el Edipo complejo implica una
lógica binaria (amor-odio, castrado-no castrado). Los niños enuncian verbalmente su deseo
de casarse con el papá o la mamá.
Lo que se reprime secundariamente, no es algo que fue conciente desde los primeros
tiempos de vida sino loque estuvo articulado por una lógica del lenguaje, y es con lo que se
trabaja en el análisis del neurótico. Lo originariamente reprimido no podría trabajarse pues
nunca fue "representación palabra".
La familia migrante rompe con pautas de su cultura de origen y no puede inscribirse en las
nuevas con sus formas singulares de organización de la constelación psíquica. Cada cultura
tiene su modalidad para pautar las reglas edípicas. Una nueva cultura crea confusión,
entonces. La trasculturación crea también un problema de identidad, a su vez relacionada
con los ideales y el conocimiento.