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En segundo lugar, se trata de una figura que permite crear una empresa con las
aportaciones de los socios, cuya titularidad corresponde a la persona jurídica que
nace de la sociedad, y que funcionalmente se destina a la consecución del objeto
social. En tercer lugar, la sociedad actúa de causa determinante del posterior
nacimiento de una persona jurídica (empresario social o empresario mercantil
colectivo) distinta de los socios, cuya perfección difiere según el tipo social de que
se trate.
Por eso, en lugar de acudir a la teoría del contrato para explicar el negocio
constitutivo de la sociedad, se afirma en ocasiones que este es un acuerdo colectivo,
un negocio jurídico unilateral, caracterizado por venir formado por varias personas
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que, poseyendo el mismo interés, actúan como una sola parte, a diferencia de la
dualidad de partes que integran todo contrato (GARRIGUES).
Del referido concepto de sociedad del artículo 1665 CC cabe inferir los tres
elementos esenciales de la sociedad y que vienen a ser los propios todo contrato
(art. 1261 CC): a) el consentimiento manifestado de la voluntad de asociarse, b) el
objeto, consistente en la aportación que hacen los socios, y c) la causa, esto es el fin
común que se persigue con la sociedad. En efecto toda sociedad se constituye para
conseguir un fin común, que normalmente será la obtención por la sociedad de un
beneficio económico a repartir entre los socios (arts. 116.1 CdC y 1665 CC).
Finalmente, el contrato de sociedad exige que todos los socios contribuyan a la
consecución del fin común, lo que se traduce en que todos ellos deban obligarse a
realizar una aportación idónea para alcanzarlo.
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ii) Una sociedad que se dedique a una actividad civil, por ejemplo, una
explotación artesanal, puede adoptar bien una forma civil, o bien una
forma mercantil1. El sujeto que nace de ese contrato no será en ningún
caso un comerciante.
Subsidiaria, puesto que para satisfacer las deudas de la sociedad es preciso proceder
contra el patrimonio de la sociedad primero y, a falta de éste, se procederá contra el
de los socios. Ilimitada, dado que los socios responden con todo su patrimonio.
Solidaria, puesto que a cualquiera de socios se le exigirá la integridad de la deuda de
modo tal que, frente al acreedor, cada socio se comprita como si fuera el único
1 A las sociedades civiles con forma mercantil se las denomina sociedades mixtas. Éstas se rigen por
las reglas de los tipos societarios del código de comercio que adopten. Se han acogido la forma de
sociedad colectiva le será de aplicación la regla de este tipo societario. Ahora bien, las sociedades
mixtas son sujetos civiles y por ello, deberán quedar sustraídos del estatuto del comerciante y, por
tanto, no vendrán obligadas a inscribirse en el registro mercantil, ni deberán observar el deber de
llevanza de contabilidad, etc.
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deudor sin perjuicio del derecho de repetición que tiene todo deudor solidario que
paga contra los demás deudores solidarios.
La sociedad colectiva se regula en los arts. 125 y ss. CdC y es la forma más simple y
más antigua de sociedad mercantil. La sociedad colectiva es el prototipo de sociedad
personalista. En su régimen jurídico están presentes todas las características típicas
de esta clase de sociedades:
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La sociedad comanditaria, que se regula en los arts. 145 y ss. CdC, se diferencia de la
colectiva en que, junto a la existencia de socios colectivos a quienes aplica el mismo
estatuto jurídico de los socios de la sociedad colectiva, hay otros socios que no
responden de forma ilimitada, sino solo con las aportaciones que realizan de la
sociedad. Éstos se denominan socios comanditarios, y a diferencia de los colectivos,
no pueden gestionar la sociedad ni tan siquiera ser apoderados de un socio gestor
(art. 148 CdC).
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Por este contrato, una parte (cuenta partícipe) aporta un dinero, y otra (gestor) lo
invierte con la finalidad de repartirse las ganancias posteriormente. Lo
característico de este contrato es la separación de funciones (las cuenta partícipes
solo aportan, no gestionan, y viceversa) y, sobre todo, que frente a terceros, los
gestores actúan como si el negocio fuese suyo, sin hacer constar que en realidad
gestionan un patrimonio de otra persona. Las cuentas en participación se regulan en
los artículos 239 y siguientes del CdC.
Todas las sociedades de capital tienen su capital dividido en partes alícuotas que
atribuyen a su titular la condición de socio y que, según la clase social de que se trate,
reciben una determinada denominación -acciones o participaciones sociales-.
Asimismo, todas son sociedades de responsabilidad limitada, en el sentido de que el
socio se obliga a aportar el importe de las partes alícuotas del capital social, pero sin
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asumir ninguna responsabilidad personal por las deudas sociales (excepto en el caso
de los socios administradores de la sociedad comanditaria por acciones).
Las sociedades de capital son sociedades mercantiles cualquiera que sea el objeto al
que se dediquen lo que impide que pueden existir sociedades civiles con cualquiera
de las formas de sociedades de capital. Las tres clases de sociedades de capital son
la sociedad anónima (incluida la sociedad anónima europea), la Sociedad de
responsabilidad limitada (con su variante denominada sociedad nueva empresa) y
la sociedad comanditaria por acciones y, habiendo recibido tradicionalmente una
regulación autónoma, todas ellas se regulan en el Texto Refundido de la Ley de
Sociedades de Capital aprobado por Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio -
LSC en adelante-.
Pero además, posee una peculiaridad tipológica consistente en que esa división del
capital en partes alícuotas se materializa en acciones, que son susceptibles de
representación “por medio de títulos o por medio de anotaciones en cuenta” (art.
92.1 LSC), que en principio son libremente transmisibles (lo que explica la habitual
caracterización de la anónima como una sociedad abierta) y que tiene la
3 De este modo, para conocer con mayor detalle el marco jurídico de las sociedades anónimas, se
deberá tener en cuenta la existencia de muchas otras disposiciones normativas de carácter sectorial
que se ocupan de tipos concretos de esta clase de sociedades (sociedades anónimas de seguros,
bancos, sociedades anónimas deportivas, sociedades de inversión colectiva, sociedades de capital
riesgo, etc.) y que las someten, por la índole específica de su actividad o por operar en mercados
intensamente regulados, a determinadas especialidades de régimen jurídico más o menos
sustantivas respecto del régimen general, al que en todo caso quedan sometidas de forma supletoria.
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Conforme al art. 1.2 LSC “en la sociedad de responsabilidad limitada el capital, que
estará dividido en participaciones sociales, se integrará por las aportaciones de
todos los socios, quienes no responderán personalmente de las deudas sociales”. La
sociedad limitada, aún participando de las características comunes a toda la
sociedad de capital, presenta una mayor consideración a la figura del socio, -reflejo
de las sociedades personalistas-.
Conforme al artículo 3.2 LSC “las sociedades comanditarias por acciones se regirán
por las normas específicamente aplicables a este tipo social y, en lo que no esté en
ellos previsto, por lo establecido en esta ley para las sociedades anónimas”. El
legislador considera a la sociedad comanditaria por acciones como una sociedad
anónima especial que, con independencia de alguna distinción menor (p. ej., en
materia de denominación, art. 6.3 LSC), solamente se distingue de la anónima
4 Así ocurre en particular cuando las acciones sean admitidas a negociación en un mercado
secundario oficial de valores, como sería el caso de las bolsas de valores, en cuyo caso la sociedad
tendría la consideración legal de sociedad cotizada (art. 495.1 LSC) Y quedaría sometida al régimen
especial previsto para estas sociedades.
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Por esta razón, dispone el art. 1.4 LSC que “en la sociedad comanditaria por acciones,
el capital, que estará dividido en acciones, se integrará por las aportaciones de todos
los socios, uno de los cuales, al menos, responderá personalmente de las deudas
sociales como socio colectivo”. Aunque ese último inciso pueda inducir a pensar que
en estas sociedades existen, como en las comanditarias simples, dos clases de socios,
a saber: comanditarios y colectivos, ello no es así.
Lo que sucede es que en la sociedad comanditaria por acciones la ley exige que a los
socios que sean, a su vez, administradores, se les atribuya la condición legal de
socios colectivos lo que se traduce, básicamente, en la asunción de una
responsabilidad personal e ilimitada por las deudas sociales. Para contrarrestar ese
agravamiento de la responsabilidad, los administradores de la sociedad
comanditaria por acciones disfrutan de unas facultades y poderes mucho más
extensos que los de una sociedad anónima (art. 294 LSC), así como una mayor
estabilidad en el cargo (art. 252.2 LSC).
No existe, por tanto, un régimen jurídico unitario y completo que se aplique por igual
a todas las sociedades anónimas europeas, pues ese régimen se integra tanto con
normas de naturaleza comunitaria como con las normas nacionales de los distintos
estados miembros que serán de aplicación numerosas materias. Dada la finalidad a
que responde, la sociedad anónima europea solo puede constituirse por empresas
que no limiten su actividad al territorio de un Estado miembro lo cual se traduce en
los diversos procedimientos previstos para la constitución de la sociedad que se
vinculan de una u otra forma a la existencia de ese elemento transnacional.
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3. Sociedades Profesionales.
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Las sociedades de capital, como todas las demás sociedades, dan nacimiento a una
persona jurídica, con capacidad para mantener sus propias relaciones jurídicas y
para operar como sujeto de derecho. La sociedad se constituye mediante escritura
pública, que deberá inscribirse en el registro mercantil (art. 20 LSC), y con esa
inscripción, como establece el art. 33 LSC, adquirirá la personalidad jurídica que
corresponda al tipo social elegido.
También, como cualquier persona jurídica, las sociedades de capital tienen una
nacionalidad y un domicilio que pueden ser, y de hecho suelen serlo, diferentes de
los de los socios. En relación a ello, las sociedades de capital que tengan su principal
establecimiento o explotación en España han de fijar su domicilio en territorio
español y constituirse de acuerdo con la ley nacional, española (arts. 8 y 9 LSC).
Por último, las sociedades de capital pueden disponer igualmente de una página web
corporativa (arts. 11 bis y 11 ter LSC), a los efectos de difundir determinada
información societaria (convocatoria de juntas, etc.). Con carácter general se trata
de una simple facultad, salvo en el caso de las sociedades cotizadas que legalmente
están obligadas a disponer de una página web que además ha de tener un contenido
determinado.
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