Está en la página 1de 3

Los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) son instrumentos que se ocupan de la

territorialización de las políticas sectoriales específicas, lo que implica adaptar y aplicar estrategias
y directrices establecidas por el gobierno o las autoridades en materia de educación, salud,
transporte, medio ambiente, vivienda, cultura, entre otras, en áreas específicas o en un contexto
espacial o geográfico específico, como una ciudad, un municipio o una región.

Los POTs determinan cómo se utilizará el suelo, la zonificación de usos, la infraestructura


requerida y otros aspectos relacionados con la organización y el desarrollo del territorio, y es
precisamente la interpretación que lo limita exclusivamente a definir un estatuto de usos del suelo
para la delimitación de las zonas residenciales, comerciales o industriales, la principal dificultad a
la que se enfrentan.

Los POTs abarcan no solo la regulación de los usos del suelo, sino también cuestiones político-
administrativas y de planificación física (Carmona et al. ,2010).

1. Decisiones político-administrativas: no se trata solo de establecer dónde se pueden ubicar


diferentes tipos de actividades, sino que también implica decisiones políticas y administrativas que
afectan a la comunidad en general. Estas decisiones pueden incluir la asignación de recursos, la
toma de decisiones sobre infraestructura, la inversión en servicios públicos, la gestión del
crecimiento urbano y la distribución de competencias entre los diferentes niveles de gobierno.

Algunas de las decisiones políticas y administrativas que pueden estar incluidas en el Plan de
Ordenamiento Territorial (POT) y que tienen un impacto significativo en la comunidad en general:

Asignación de recursos: incluye la inversión en infraestructura, servicios públicos como agua


potable, saneamiento, transporte y educación, así como programas de desarrollo social. La
asignación de recursos puede afectar directamente la calidad de vida de los residentes y su acceso
a servicios esenciales.

Regulación del crecimiento urbano: establecen políticas de crecimiento que determinen la


densidad de población, la altura de los edificios y la expansión de la ciudad. Estas decisiones tienen
un impacto directo en la calidad del entorno construido, la movilidad y la accesibilidad a las áreas
urbanas (Jacobs, 1961).

Gestión del suelo: regulan el uso del suelo y puede decidir la zonificación, lo que influye en la
ubicación de actividades residenciales, comerciales e industriales. Esto afecta la distribución de
empleo, vivienda y servicios, lo que a su vez tiene un impacto en la dinámica de la comunidad y en
la forma en que las personas se desplazan en la ciudad. Además, la gestión del suelo puede influir
en la preservación de áreas verdes, espacios públicos y la conservación de entornos naturales, lo
que tiene un impacto directo en la calidad de vida y en la sostenibilidad ambiental de la
comunidad (Gehl, 2010).

2. Planificación física: La planificación física es esencial en los POT, incluyendo la definición de áreas
para conservación ambiental. La gestión ambiental y la protección de los recursos naturales son
consideraciones fundamentales en el proceso de ordenamiento territorial. Como lo destaca
Carmona et al. (2010), la gestión ambiental debe ser considerada en todas las etapas del proceso
de planificación territorial, desde la identificación de zonas de riesgo hasta la implementación de
medidas de mitigación, adaptación y atención de desastres.
Es precisamente en la complejidad que implica la formulación e implementación de un POT que
vale la pena advertir que este tipo de instrumento no puede reducirse exclusivamente al
crecimiento económico.Bustamente en esta misma línea acuña el termino urbanismo
reduccionista como una forma de referirse a ese tipo de enfoque de planificación urbana que
simplifica en exceso los procesos de desarrollo urbano, centrándose principalmente en aspectos
económicos o en el crecimiento sin considerar adecuadamente factores sociales, culturales,
ambientales y de calidad de vida.

Es precisamente uno de los objetivos de los POTs contribuir a una planificación del territorio a
partir del desarrollo económico, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental por lo que
cuestiones como la calidad de vida de los residentes y la diversidad cultural deben valorarse de
manera complementaria con el desarrollo económico buscando que los impactos ambientales y
sociales no sean adversos para la población.

Esta perspectiva reduccionista del urbanismo de la lógica de la ganancia localizada, que centra en
obtener ganancias económicas en un lugar determinado sin considerar de manera suficiente los
impactos sociales y ambientales que esto pueda tener en la comunidad y el entorno natural puede
dar lugar a la concentración de riqueza en ciertas áreas, en contravía de un proceso de
planificación urbana sostenible.

La Ley 388 de 1997, la cual establece las bases para el ordenamiento territorial en Colombia
precisamente se propone establecer unos principios rectores para que ordenamiento territorial se
realice de manera integral superando los enfoques reduccionistas del urbanismo y de la lógica de
la ganancia localizada. Esta ley insta a que el ordenamiento territorial se realice teniendo de
presente dos principios que la constitución colombiana le otorgo a la propiedad, la función social y
ecológica de la propiedad.

En consonancia con ese principio de la función social y ecológica esta ley le otorga al proceso de
planificación territorial una importancia fundamental para el desarrollo sostenible del país, en la
medida que esta tiene entre varias tareas la de promover la conservación del medio ambiente y la
protección de los recursos naturales. Además, la ley establece la necesidad de considerar la
gestión ambiental y la gestión del riesgo en todas las etapas del proceso de planificación
territorial.

La gestión ambiental debe ser considerada en todas las etapas del proceso de planificación
territorial, desde la identificación de las zonas de riesgo hasta la implementación de medidas de
mitigación, adaptación y atención de desastres.

El ordenamiento rural se refiere a la planificación y gestión del territorio en las zonas rurales del
país. Esta actividad es fundamental para garantizar el desarrollo sostenible de estas zonas,
promoviendo la conservación del medio ambiente y la protección de los recursos naturales.

Otro de los aspectos a tener en cuenta es lo relacionado con el ordenamiento rural que refiere al
proceso ordenar el territorio buscando un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección
del medio ambiente, teniendo en cuenta las particularidades de las zonas rurales. Para ello, se
deben identificar las potencialidades y limitaciones del territorio, así como las necesidades y
demandas de la población rural.

La ordenación del territorio debe adelantarse de tal manera que se garantice la participación de
las comunidades locales en el proceso de planificación y gestión del territorio, ya que es la
población local es la que mejor conoce las particularidades de su territorio y puede aportar
soluciones y propuestas para su desarrollo sostenible con el fin de que la coordinación entre los
diferentes niveles de gobierno y las mismas comunidades permitan su implementación.

La participación ciudadana en el proceso de ordenamiento territorial implica la identificación de


los actores locales y la definición de mecanismos de participación que permitan la toma de
decisiones de manera conjunta. Esto implica la realización de consultas populares, audiencias
públicas, mesas de trabajo y otros espacios de diálogo y concertación entre los diferentes actores
territoriales.

La participación ciudadana en el proceso de ordenamiento territorial también implica la


promoción de la educación y la cultura ciudadana en torno a la importancia del desarrollo
sostenible y la protección del medio ambiente. Esto implica la realización de campañas de
sensibilización y educación ambiental, así como la promoción de la participación ciudadana en la
gestión ambiental y la gestión del riesgo.

La participación de diversos actores de la sociedad permite además del ejercicio de la legitimidad


proporcionado por la sociedad misma tener una visión prospectiva del ordenamiento territorial
construyendo una visión a largo plazo que logre anticipar las necesidades y desafíos futuros en
lugar de simplemente reaccionar a las circunstancias actuales. Esto significa considerar cómo
evolucionará la ciudad en el futuro y planificar en consecuencia, en lugar de simplemente
responder a los problemas a medida que surjan (Francis, 1984)..

Este asunto de realizar un proceso de planificación del territorio de manera democrático facilita no
solo la igualdad de acceso a servicios y recursos, sino también que abona el camino para que los
municipios en Colombia pueda ir acercándose a una noción de "justicia espacial", que se refiere a
la distribución equitativa de beneficios y cargas en todo el territorio. Esto es crucial para garantizar
que todas las comunidades, independientemente de su ubicación o nivel socioeconómico, tengan
igualdad de oportunidades y calidad de vida.

Bibliografía

 Carmona, M., Heath, T., Oc, T., & Tiesdell, S. (2010). Public places, urban spaces: The
dimensions of urban design. Routledge.
 Jacobs, J. (1961). The Death and Life of Great American Cities. Vintage.
 Gehl, J. (2010). Cities for People. Island Press.
 Francis, M. (1984). The interplay of urban form and community. Journal of the American
Planning Association, 50(3), 286-300.

También podría gustarte