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Construccionismo social

Reporte de lectura:
Distinciones terapéuticas en una terapia en curso

ALUMNA: DIANA MOCTEZUMA

PROFESORA: MTRA. IRENE AYALA

FECHA: 10 DE AGOSTO DE 2018

CUATRIMESTRE: 02/2018
Una distinción es una discriminación lingüística dada ante la observación de cierta
situación, usada para describir a esta última. Implica dar un significado a esta
situación, lo cual nos lleva a organizar nuestro comportamiento. Surge como
fenómeno individual, pero es resultado de la interacción social previa del
observador. De esta manera, una distinción es susceptible de modificarse
mediante mayor interacción social; por lo cual, la conversación terapéutica surgida
en la Terapia familiar permite modificar las distinciones usadas por la familia, de
manera que las distinciones nuevas puedan alterar sus modelos de conversación,
y éstos a su vez generen cambios en su comportamiento.
Una distinción consiste en destacar de un fondo (del mismo fondo de la interacción
humana pueden extraerse diferentes distinciones). La forma de la distinción influye
en la experiencia consciente y en la respuesta, pues determina las “propiedades”
atribuidas a la distinción y su significado. Por ejemplo, de la distinción de una
sonrisa (cuyo fondo es el rostro), se le puede atribuir e significado de “sonrisa
falsa” (forma), lo que influye en la respuesta a la distinción original. El acto de
distinguir implica adoptar una postura ante el fenómeno distinguido. El elegir una
distinción sobre otra, implica tomar una posición política en relación con el
fenómeno que se describe; además, siempre están implicadas las dinámicas del
poder interpersonal.
Una distinción terapéutica consiste en realizar una segunda distinción, la cual
orienta al observador en dirección a la curación.
Existen también distinciones patologizantes (como las brindadas por los modelos
de evaluación psiquiátrica), por lo que el terapeuta debe escuchar con empatía las
distinciones que realiza el cliente respecto a su problemática para poder examinar
las excepciones a éstas y así generar distinciones terapéuticas, así como
reflexionar sobre los efectos de sus propias distinciones para no generar más
patología.
Es así que la acción de establecer distinciones dirige el curso de la terapia, pues
éstas orientan al consultante y al terapeuta en una dirección común.
Este capítulo me gustó mucho porque Karl Tomm lo realiza con la participación de
la familia con la que, en su momento, colaboró en un proceso terapéutico. La
explicación de distinción, de distinción terapéutica y de distinción patologizante,
considero que es muy útil para el terapeuta, principalmente porque su papel es
orientar al consultante hacia la curación, y porque no debemos olvidar que las
distinciones son políticas. Esto último es digno de considerar, pues, aunque como
terapeuta elijas un modelo de colaboración y co-participación con el consultante,
no dejas de tener cierta posición de poder en la relación, donde la distinción que
elijas de entre muchas otras que pudieron hacerse acerca de la misma situación
(porque has elegido cierta posición política en relación a ésta) podría imponerse a
la distinción realizada por la persona o familia. Es por esta razón que es
importante poner a consideración del otro la distinción realizada, ya que las
políticas implícitas en las distinciones suelen percibirse cuando los otros nos las
hacen notar, y esto lleva al terapeuta y a los consultantes a una reflexión respecto
a si siguen el camino hacia el objetivo que persiguen en la terapia. De esta
manera, con la inclusión de la familia en el encuentro de distinciones útiles para
ella, se logra que éstas duren más en sus mentes para que puedan así, recurrir a
ellas en otras situaciones de vida que surjan.
Por otro lado, el hecho de que explicara las distinciones realizadas en un caso
familiar, me clarificó la utilidad e importancia de orientar las distinciones hacia la
curación, con el cuidado de no contribuir a la patologización de un miembro de la
familia. Así, como terapeuta puedo contribuir a cambiar aquellas distinciones
familiares de una conducta que patologiza a un miembro, hacia localizar la
patología en el modelo de la interacción familiar; asimismo, el distinguir la
participación en este modelo como involuntaria, permite al terapeuta tener
compasión hacia quienes representan el modelo sin dejar de tener una posición
política contra su persistencia. Una vez que distingues el modelo interpersonal, la
identificación de comportamientos con significados opuestos o mutuamente
excluyentes a dicho modelo, lleva a la distinción de un modelo curativo, el cual es
importante que sea reforzado mutuamente entre los miembros de la familia.
Destaca la utilidad de describir explícitamente el modelo patologizante para
proponer un modelo curativo. Tomm destaca la importancia de otras distinciones
que llevan a la curación, como la distinción de cualidades, la distinción de los
problemas como separados de las personas, y distinguir los aprendizajes ante las
crisis interpersonales como oportunidades para el cambio.

Bibliografía:
Karl, Cynthia, Andrew y Vanessa (1996). Distinciones terapéuticas en una terapia
en curso. En S. McNamme y K. Gergen (ed.). La terapia como construcción social.
Barcelona: Paidós.

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