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El rol crucial de la motivación y de las

emociones en el aprendizaje en el aula.


Las emociones pueden potenciar o inhibir la motivación de las y los estudiantes
para aprender. Por ello, las emociones se consideran importantes en el proceso
de aprendizaje.
Los estudiantes están más motivados para aprender cuando se sienten
competentes para hacer lo que se espera de ellos y perciben la existencia de
vínculos estables entre las acciones y el desempeño; valoran la asignatura y
comprenden claramente su propósito; cuando perciben que el entorno favorece el
aprendizaje y cuando experimentan emociones positivas respecto a las
actividades de aprendizaje y, al contrario, se alejan del aprendizaje cuando
experimentan emociones negativas. Los estudiantes pueden utilizar recursos
cognitivos cuando tienen control sobre la intensidad, la duración y la expresión de
sus emociones, y son más persistentes en el aprendizaje cuando pueden manejar
sus recursos y hacer frente a los obstáculos eficientemente.
Hacer clases atractivas generan motivación y emociones positivas en las y los
estudiantes.

Autoridad pedagógica y posición docente.


Se sostiene cuando se recupera lo que se vino haciendo, pero repensando lo que
se está haciendo.
El docente no debe ser solo el autor sino ser el que potencia, enriquece y da
espacios para que el otro se despliegue. Es fundamental no confundir la autoridad
pedagógica con autoritarismo y obediencia ciega.
El rol del docente es el de habilitar el acceso al conocimiento abriendo caminos
hacia el saber proponiendo que los y las estudiantes sean cada vez más
autónomos en aspectos cognitivos, afectivos y sociales.
La autoridad pedagógica debe ser una relación practica y reflexiva entre alumnos
y profesor. Es el conjunto de normas, disciplina límites y medidas dentro del aula
que se construye generando orden y motivando al alumno con la finalidad de crear
un espacio óptimo para que se desarrolle el proceso enseñanza aprendizaje que
permita el logro de los objetivos.

Promoviendo la participación eficaz en el aula.


La participación en el aula puede darse por medio de comentarios perspicaces y
conexiones interesantes con una conversación prolongada en todo el grupo o por
intercambios breves entre docente y estudiantes.
Es necesario comunicar claramente a las y los estudiantes que se incluirá la
participación como un componente de la evaluación; se puede diseñar una rúbrica
y los alumnos pueden contribuir a la elaboración de la rúbrica, definiendo los
aspectos que generen una participación eficaz.
Las y los estudiantes deben ver la participación como una oportunidad de
compartir experiencias, deben conocer las habilidades necesarias para participar
efectivamente, requieren instrucciones claras y actividades basadas en la
discusión que motiven a los estudiantes a hablar entre ellos y con el docente.
La participación también puede ser facilitada por las tecnologías del aprendizaje
como clickers o Twitter en la que las y los estudiantes pueden responder de
manera individual y después socializar con su grupo. La posición del docente
también interviene en la participación de las y los estudiantes ya que, al estar
enfrente, el docente se vuelve guardián de la participación, por ello es importante
de vez en cuando moverse hacia un lado, incluso a la parte de atrás.
Puede resultar muy motivador que los estudiantes vayan evaluando y valorando
sus alcances ya que genera un sentido de responsabilidad por su participación.
Es imprescindible que todas las contribuciones sean audibles para todos, con
frecuencia se necesitara alentar a las y los estudiantes a hablar fuerte y con
claridad. Para alentar a los alumnos a participar también se les puede presentar
una encuesta como punto de partida.
Para evaluar la participación de las y los estudiantes será necesario llevar un
registro y evidencias para dar seguimiento a las contribuciones de cada alumno.
Considerar las autoevaluaciones, proporcionar retroalimentación y la evaluación
entre pares proporciona información útil y alienta a cada alumno a considerar su
participación en el contexto del grupo como un todo.
Vanessa Anaya Padilla

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