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(Mi parte desde la 134 hasta 158)

A) El suelo: Es sin duda, el componente esencial del territorio del Estado.


a. El suelo puede definirse como la porción de la superficie terrestre sobre la cual se
asienta la población y se ejerce la soberanía del Estado.

Las fronteras entre los estados pueden ser de dos tipos: naturales o artificiales. Las
primeras pueden estar constituidas por el mar, los grandes ríos o lagos, los grandes
macizos montañosos; las segundas son fijadas por acuerdo mutuo sobre puntos
imaginarios y según diversos criterios.

Para determinar esas fronteras se han aplicado dos principios, cuyo estudio
corresponde fundamentalmente al derecho internacional público: el uti possidetis de
facto (posesión por el uso de hecho) y el uti possidetis juris (posesión por el uso
jurídico)

B) El subsuelo: Está constituido por el espacio físico que se encuentra debajo del suelo y que
se prolonga verticalmente en un cono cuyo vértice se encuentra en el centro de la tierra.
C) El espacio aéreo: Está constituido por la atmosfera que cubre el territorio del Estado.
D) El mar territorial y la plataforma submarina: comprenden una zona determinada del mar
que baña las costas del Estado, y el subsuelo marítimo correspondiente.
a. En la época moderna todos los Estados del mundo reconocen al mar territorial
adyacente a sus costas como sujeto de su soberanía. La Convención de Ginebra de
1958 lo definió como “la zona de mar adyacente a las costas del Estado, fuera de
su territorio y de sus aguas interiores, del cual se ejerce la soberanía del mismo”.
La razón que ha llevado a los Estados modernos a incorporar el mar territorial
como componente de su territorio, ya no son solamente de tipo estratégico, sino
adicionalmente, de índole económica; se trata de asegurarse la apropiación y
explotación de los recursos naturales renovables y no renovables del mar.

La plataforma submarina está comprendida por el lecho del mar y el subsuelo de las
zonas submarinas continuas a las costas, pero ubicadas fuera de las zonas de las aguas
territoriales, donde la profundidad de los mares permite la explotación de los recursos
naturales de los mismos.

E) Otros componentes: el territorio nacional se proyecta también, por extensión, a los


buques de guerra, que se consideran parte del Estado al cual pertenecen y se rigen por las
normas de este; lo contrario ocurre con los buques mercantes o particulares que llegados
a aguas territoriales extranjeras, quedan sujetos a las leyes del país correspondiente.
También las residencias de los jefes de misión diplomática se consideran parte integrante
del territorio del Estado que representan.

Relación jurídica entre el Estado y el territorio

El dominio sobre un objeto exteriorizado por acciones físicas sobre el mismo, es lo que
constituye desde el punto de vista jurídico, la propiedad.
Para algunos autores, como Jellinek, el dominio que el Estado ejerce sobre su territorio no
es, desde el punto de vista del derecho púbico dominum sino un imperium.

Entre nosotros, Copete Lizarralde propone lo que él llama dominio eminente para referirse
a los derechos del Estado sobre su territorio, tras advertir su coincidencia con la concepción del
derecho real institucional: define el dominio eminente como “el derecho que tiene el Estado, en su
condición de persona jurídica, para ejercer soberanía sobre su territorio y sobre los bienes en él
contenidos.

Palacios Mejía refuta los anteriores enfoques por cuanto extraen criterios del derecho privado
que, según él, no hacen sino añadir confusión a tema tan complejo.

El territorio, dice él, es un elemento del Estado, por lo cual más que un derecho del Estado sobre
el territorio, es un condicionamiento territorial de la vida del Estado, condicionamiento que da
lugar a diferentes situaciones jurídicas. Estas son básicamente de dos clases: la primera se refiere a
la facultad de ejercer poder sobre las personas que viven dentro de las fronteras, y es la que se
denomina imperium. Esta noción tiene un carácter más político que jurídico. La segunda expresa
una verdadera relación directa entre el Estado y ciertas partes del territorio, pero sin recurrir a la
figura del derecho particular de propiedad; esta se denomina dominio público.

El territorio como campo de aplicación de la política

Napoleón sostenía que “la política de los Estados está en su geografía” Esta frase expresa
una antigua idea, cuyo germen se encuentra en el Tratado sobre el aire, el agua y los lugares de
Hipócrates. Herodoto la aplica en sus Historias. Aristóteles formula, en su política, una teoría entre
el clima y la libertad política, que será aplicada a través de los siglos por autores diversos, como
Santo Tomás y Jean Bodín, antes de ser desarrollada por el barón de Montesquieu en El Espíritu de
Las Leyes.

La influencia de los medios geográficos en los desarrollos políticos es generalmente admitida.

De manera general, la influencia de la geografía no es separable de las técnicas inventadas por el


hombre, que le permiten vencer las dificultades del medio natural. Así, los factores geográficos
son sociológicos, al mismo tiempo que físicos; el primer elemento crece en detrimento del
segundo, a medida que avanza el progreso técnico. En las sociedades arcaicas los fenómenos
políticos dependen mucho de la geografía, en tanto que en las sociedades modernas esa
dependencia es menor.

El poder público, Elemento formal del Estado

La sociedad organizada no podría constituirse política y jurídicamente para convertirse en


Estado, sin la existencia de un poder público, de una autoridad soberana, acatada y respetada por
el conglomerado.
Concepto de poder

Al analizar el Estado como estructura de poder, veíamos como este fenómeno es anterior
al Estado; De manera que el concepto de poder no es un concepto meramente político y jurídico
sino, ante todo, sociológico. Bodenheimer dice que en sentido sociológico “el poder es la
capacidad de un individuo o grupo de llevar a la práctica su voluntad, incluso a pesar de la
resistencia de otro individuos o grupos”.

Debe precisare que el poder a que nos referimos es al poder público, es decir aquel que se ejerce
por parte de los gobernantes, ya sea de facto o ya sea con base en una normatividad jurídica
preestablecida, sobre un conglomerado, y no al poder genéricamente considerado, en las diversas
manifestaciones en que este fenómeno se presenta en el seno de la sociedad.

Hauriou define el poder como “una energía de la voluntad que se manifiesta en quienes asumen la
empresa del gobierno de un gran grupo humano; y que les permite imponerse gracias al doble
ascendiente de la fuerza el carácter de poder de hecho, y se convierte en poder de derecho o el
consentimiento de los gobernados”.

a) Que este es un fenómeno inherente a la naturaleza humana


b) Que es capaz de crear organizaciones sociales
c) Que comporta dos elementos: dominación y competencia.
d) Que cuando es consentido por los gobernados se convierte en poder de derecho.

Elementos que conforman el poder público

El poder público conforma, pues, dos elementos esenciales: el de la dominación y el de la


competencia. El elemento dominación consiste en la capacidad material de hacer cumplir las
decisiones de los gobernantes, es decir, de poder obligar, aun por la fuerza, a los gobernados a
obedecer esas decisiones. La voluntad de dominación es característica común del gobernante.

Al lado del elemento dominación aparece también el elemento competencia, el cual consiste en la
aptitud reconocida al gobernante para adoptar soluciones justas a los problemas que plantea la
conducción del conglomerado social.

En el ejercicio del poder público, en un régimen auténticamente democráticos, y en un Estado de


derechos, el elemento competencia debe predominar sobre el elemento dominación; es decir este
viene a estas subordinado al primero.

Puede decirse, entonces, que cuando se da una organización política determinada primacía el
elemento competencia, se está frente a un poder de derecho; en cambio, cuando en esa
organización predomina el elemento dominación, generalmente se está frente a un poder de
hecho.

Poder de hecho y poder de derecho


El poder de hecho se caracteriza, pues, por el predominio de la voluntad de dominación
sobre la competencia, por la imposición de la autoridad mediante la fuerza y por la ausencia de
consentimiento por parte del conglomerado que lo soporta. Sin embargo, los gobiernos de facto
para subsistir, deben evolucionar en el sentido de buscar un asiento solido al poder que ejercen,
orientando su actividad hacia los intereses colectivos, hacia la búsqueda del bien común, antes
que la satisfacción de los intereses personales de los gobernantes; en una palabra, a subordinar los
instintos de dominación y a hacer prevalecer la competencia. La culminación de esta evolución
debe ser el logro del consentimiento al poder que ejercen por parte de los gobernados, con el cual
el poder de hecho puede llegar a convertirse en un poder de derecho.

El consentimiento al poder

El consentimiento al poder surge de la necesidad de que el conglomerado social tome


conciencia de que existe un lazo de unión entre él y el poder que se ejerce en su beneficio. El
consentimiento al poder ha sido considerado como condición esencial para la existencia del
Estado, ya que cuando ese fenómeno se cumple se le da un asiento solido al poder institucional,
en el cual, el fundamento del poder se transfiere de la persona que lo ejerce a un ente que es el
Estado. Es condición esencial para las relaciones de mando y obediencia se mantengan dentro de
una atmosfera de calma y de respeto mutuo; en el momento que falta ese consentimiento,
sobreviven la inestabilidad y la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, lo cual puede
conducir, como de hecho ha ocurrido, a la disolución y desaparición del Estado.

Pero es preciso aclarar que este consentimiento no se da de manera exclusiva al titular o titulares
actuales del poder, lo cual sería en tremo peligroso ya que pondría en tela de juicio el fundamento
de la autoridad cada vez que hay transmisión de mando, sino que se otorga a la institución del
poder público, en cuyo nombre gobiernan esos titulares.

El reconocimiento casi unánime de que debe existir este elemento, constituye un testimonio de
que no puede fácilmente descartarse. En efecto, sin un consentimiento, al poder no queda sino el
imperio de la fuerza material y está sola es impotente para darle un fundamento sólido, como ya
se ha dicho, a la autoridad de los gobernantes. Este funcionamiento, del cual venimos hablando, es
el hecho que da base para establecer la legitimidad del poder.

A) Diferentes tipos de legitimidad, Max Weber ha distinguido tres tipos de legitimidad, según
que el poder sea tradicional (gobierno de dinastías), carismático (gobierno de un jefe
calificado por su prestigio personal) o racional (gobierno de autoridades investidas de
poder por la ley)
Ella revela que en los tres casos la legitimidad es la expresión de una calificación: la
autoridad aparece cualificada por el ejercicio de la función gubernamental.

B) Alcances de consentimiento al poder, la autoridad política procede, como antes se dijo, e


la conformidad entre las decisiones del poder y la idea de derecho valedera en el grupo
nacional. No es ciertamente el consentimiento el que ha creado la autoridad; al menos
constata su existencia no poniendo obstáculo a su ejercicio.
Consentir es aceptar, no es dominar, sino admitir a legitimidad de la dominación; no es
tener el manejo de una actividad, sino reconocer el bien fundado en sus fines y la
oportunidad en sus medios.
C) El consentimiento y las disciplinas colectivas; con razón afirma Burdeau que el ideal para el
buen orden político sería que el consentimiento procediera de una autentica adhesión
individual de parte de cada uno de los miembros del grupo social.
Lo cierto es que los gobernadores aceptan el poder por costumbre, por negligencia para
concebir otro distinto, o por el simple temor del castigo que los gobernantes podrían
ejercer si ellos se rebelaban contra ese poder.

Teorías sobre el fundamento del poder

A) Doctrina sobre el origen divino del poder: esta doctrina, que sostiene que el poder viene
de Dios, se encuentra consignada en textos sagrados de diversas religiones.
B) Doctrina sobre el origen popular del poder: Esta doctrina, según la cual el poder viene del
pueblo, tuvo sus orígenes en épocas en las cuales aún estaba muy arraigada la anterior, y
los acendrados sentimientos religiosos de gobernantes y gobernados la admitían como
dogma, pero en las que el absolutismo imperante hacía sentir la necesidad de oponer al
poder omnímodo de los reyes ciertas barreras que contrarrestaran ese poder, basado en
la teoría del origen divino. Con el objetivo de buscar el bien común.

La diferencia fundamental entre estas dos concepciones sobre el fundamento del poder
radica, pues, en la titularidad. Para la primera, la titularidad puede ser individual, y de hecho
casi siempre lo es bajo la forma de la monarquía absoluta. Para la segunda titularidad es
siempre colectiva: pertenece a todo el conjunto de la nación, en el cual reside la soberanía.

Características del poder en el Estado de derecho.

El poder del Estado, que denominamos poder público para distinguirlo de las otras formas
de poder, presenta características que le son propias.

Principales caracteres específicos del poder del Estado los siguientes:

- Es un poder de superposición y de centralización


- Un poder político
- Un poder civil
- Un poder temporal
- Un poder monopolizador de la coerción material
- Un poder soberano

A) Es un poder de superposición de centralización: el poder del Estado es esencialmente un


poder de superposición y de centralización. Ello significa que el proceso de formación y
consolidación del poder del Estado supone, al mismo tiempo, la supresión de los poderes
políticos intermedios.
B) Es un poder político: el poder del Estado es también, por esencia, un poder político que no
proviene necesariamente del dominio económico. Decimos que el poder del Estado es
esencialmente poder político, por tres razones principales: es un poder de arbitraje, es un
poder que no es patrimonial y es un poder cuya obediencia está asegurada por sanciones
impuestas al individuo y no a sus bienes.
C) Es un poder civil: otra de las características del poder en el Estado es la supremación del
poder civil sobre el poder militar.
D) Es un poder temporal: el poder temporal corresponde exclusivamente al Estado. El poder
religioso o espiritual, que corresponde a la iglesia, tiene una indiscutible influencia sobre la
conciencia individual.
E) Es un poder monopolizador de la coerción material: El Estado moderno se configuró, a
partir de los siglos XV y XVI. Una de estas funciones era la de la protección y seguridad de
los asociados, la cual se logra mediante los sistemas de coerción material: ejércitos,
armamentos, política, cárceles, jueces y tribunales.
F) Es un poder soberano: es decir que en el orden interno el poder del Estado se impone a
todos los demás poderes que coexisten dentro de él, y en el plano internacional está
colocado en pie de igualdad con los demás Estados.

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