Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Dialogos ENTREVISTA
Carlos Altamirano:
“Pensar editorialmente
El trabajo de Carlos
me permite deambular
por mi mente, mi memoria
A ltam iran o se h a
caracterizado por
atravesar distin tos
procesos de la produ cción
cu ltu ral n o solo
y por la historia”
desarrollan do obras de
arte y participan do en u n SEBASTIÁN VALENZUELA-VALDIVIA
sin n ú m ero de
exposicion es, sin o
tam bién colaboran do con
su visión y sen tido
editorial en pu blicacion es
de otros au tores, En este diálogo nos centramos en el rol que ha cumplido la fotografía y la
catálogos y revistas
imagen dentro de la producción artística de Carlos Altamirano y, a su vez,
cu ltu rales
también abordamos las distintas estrategias de pensamiento y metodológicas
que ha empleado en su trabajo editorial. La estratificación de estos procesos
culturales responde principalmente a un modo de pensar y dialogar con
escenas chilenas, latinoamericanas e internacionales que orientan tal división
desde sus estudios hasta sus procesos de circulación. Quizá, luego de esta
entrevista, sea posible asegurar que la separación entre productor/editor
resulta innecesaria a la hora de pensar en la imagen.
Sí, en ese libro ninguna de las fotografías fue tomada por mí, todas las hizo
Jaime Villaseca. Un día salimos juntos por el centro de Santiago y yo le iba
diciendo qué fotografías debía tomar. Él podía capturar aquellas imágenes
con la habilidad técnica que yo no tenía. Ese libro-catálogo, como tú lo
llamas, era el catálogo de la muestra, sin embargo, ninguna de las fotografías
que aparecen en él formaron parte de la exposición. En la publicación solo
aparecen los títulos de las obras expuestas, algunos textos y lo demás son las
fotos de Villaseca recortadas y combinadas sobre las páginas, como obras
gráficas autónomas. En cambio, la exposición estaba compuesta de grandes
piezas hechos con planchas de metal clavadas sobre un bastidor que mandé a
fabricar y pintar a una fábrica de letreros camineros. Yo hice un boceto y en
la fábrica los pintaron. Ese acto, que eliminaba la subjetividad del pintor, era
para mí lo importante, lo revolucionario.
Porque con el tiempo se relativizan las cosas, nada es tan revolucionario. Hay
una mitificación de lo hecho en esos años, una exacerbación del heroísmo
que me agota un poco, hace tiempo que me aburrió.
Eugenio Dittborn y Ronald Kay eran referentes para mí, yo era menor que
ellos, estaba con las antenas levantadas, captaba todo lo que podía y ellos eran
parte de esas referencias. Todo lo que leía o escuchaba era nuevo para mí, los
textos de Walter Benjamin o Susan Sontag eran parte de las reflexiones
habituales de las conversaciones con ellos. Con Nelly Richard y con Carlos
Leppe hablábamos de estos autores cotidianamente, pero no te podría
asegurar que los leyera, las ideas me entraban por osmosis, las respiraba en
todos los espacios y encuentros de aquellos años.
Además de estos encuentros, ¿recuerdas el Taller de Artes Visuales
(TAV) o el Departamento de Estudios Humanísticos (DEH), o a otros
intelectuales con los que te hayas vinculado y que formen parte de tu
biografía?
Ante todo, son amigos, y por eso se genera una relación de confianza donde
no tengo que impostar una sabiduría que no tengo. Soy como soy, las ideas
circulan de una manera más libre cuando trabajas con amigos, además, sus
mentes me provocan, me encienden. Por ejemplo, el texto que escribió
Roberto Merino para el catálogo de Exposición de Cuadros (1995) en la galería
Gabriela Mistral describía mi cerebro; al leerlo vi cómo funcionaba mi cabeza
por primera vez, como si hubiese sido una autopsia. Él describió como pienso
y eso fue muy iluminador para mí.
He hecho uno que otro pegoteo, como dices, después de eso, pero, Retratos en
particular, fue realizada íntegramente en formato digital y armada en
Photoshop. Materialmente la obra es un código que toma un cuerpo físico
cada vez que la imprimo, sea sobre una tela, como en las exposiciones, o en
las páginas de un libro. Durante un año me dediqué a la realización de esta
obra. Mucha concentración y consultas a amigos que tuvieran un mejor
manejo que yo; de esta forma fui aprendiendo a usar el software. Esta
metodología de trabajo la he usado para aprender distintas técnicas, por
ejemplo con la pintura. Aprendí a pintar cuando necesité pintar un cuadro, y
luego aprendí a usar un software y técnicas digitales con las obras de esta
exposición.
Hace tiempo que mis fotografías son digitales, el proceso de edición es digital
y, además, en mis obras actuales utilizo la impresión digital. Tengo muchos
negativos de tiempos pasados que escaneo cuando lo necesito, pero la
fotografía análoga, en la práctica, ha quedado superada por la fotografía
digital, me resulta mucho más dúctil, y las diferencias teóricas entre ellas –
tan importantes para Jean-Louis Déotte– no me afectan demasiado.
Cierto. El diseño de libros es mi trabajo diario desde hace más de treinta años.
Hace tiempo que aprendí el oficio y ahora lo hago casi mecánicamente, me
resulta muy fluido pensar de esa manera, editorialmente.
Tránsito de la serie Nueve relaciones inscritas en el paisaje urbano, Galería Cromo, 1977
Desde 1985, o sea desde Pintor como un estúpido (Galería Bucci, 1985), que
prefiero no trabajar con curadores. Todo lo que hago es una sola obra,
independiente del formato que adopte. Por ejemplo, o si no (Museo Nacional
de Bellas Artes, 2019) es una instalación desplegada en varias salas del
museo, que reúne construcciones de sentido (llamémoslas obras) hechas por
mí especialmente para la ocasión o que dormitaban en el corral (para seguir
con la analogía) esperando otra oportunidad. La manera como están
dispuestas esas obras, qué objeto está cerca de cuál otro, qué distancia los
separa, el color del muro sobre el que están, a qué altura, etcétera, forma
parte de la gramática de la obra. Por eso, cuando decido hacer esta exposición
(o un libro), no tiene sentido entregarle a otro los elementos dispersos para
que haga la obra final de acuerdo a su criterio, por muy sabio que sea el
sujeto, sería absurdo.
Me encanta la figura del corral; puede ser visto como un espacio que
aloja elementos, recuerdos, imágenes, algo así como un álbum
fotográfico o nuestro propio imaginario. También se relaciona con
las formas en que se percibe la historia o el relato. Jamás es lineal,
está articulado por múltiples líneas que confluyen y se separan, y a su
vez, con múltiples rupturas que frenan una posible linealidad.
II
La primera vez que supe de Carlos Altamirano fue a través de una pequeña
publicación que lleva por título Santiago de Chile (Galería Cromo, 1977). Me
pareció muy extraño que ese fuese el título real de la publicación, pero en
distintos archivos, centros de documentación y bibliotecas especializadas se
encontraba registrada de esa manera. Quizá esa tautología y simpleza
nominal fue la que me animó a hojear y detenerme en ella. Santiago de Chile
corresponde a la primera publicación realizada por Altamirano. Con tan solo
23 años, nos invita a reflexionar sobre el paisaje urbano de la ciudad de
Santiago a través de una serie de grabados. Aquí, la técnica del grabado se
transforma en una excusa para hablar y utilizar la fotografía.
Reproducciones fotográficas del Metro de Santiago, tiras de contacto y los
ángulos y encuadres en las tomas nos instan a observar fragmentariamente la
ciudad. No una ciudad cualquiera, sino una ciudad afectada por los
continuos cambios tecnológicos, por ejemplo, del propio metro (registros
fotográficos usados en las obras de la publicación), y también, de la
fotografía. Este interesante dispositivo tecnológico poco a poco fue
ingresando a la escena de las artes visuales en Santiago. Altamirano se
transformó en uno de los primeros artistas en utilizar este medio en su
producción de obra. Relacionando la fotografía con la pintura, el grabado, la
instalación, la performance, la intervención en el espacio público y el video.
Santiago de Chile, Galería Cromo, 1977
En el año 2014 se publica el libro Ah! los días felices. Historia de un hoyo y 40
relatos inconclusos (Ocho Libros). Libro de artista, fotolibro o libro objeto que
transcurre en su totalidad en 1977. Por medio de múltiples registros
fotográficos, documentos de archivo de la época e intervenciones gráficas
dispuestas en las páginas, Altamirano nos presenta una de sus obras más
significativas y atractivas. La austeridad y simpleza de este proyecto rescata
un sinnúmero de estrategias empleadas por Altamirano a lo largo de toda su
carrera.
Ah! los días felices. Historia de un Hoyo y 40 relatos inconclusos, Ocho Libros,
2014
Sí, fui entrelazando las fotos con contextos de diversa procedencia, fechados
en ese mismo año, para que aportaran y apoyaran el relato. Los textos
editoriales de El Mercurio del año 1977 estaban digitalizadas en microfilm en
la Biblioteca Nacional. Seleccioné una por cada mes. El resto del material fue
rescatado de internet.
La mayor parte del tiempo, mi acercamiento al libro fue como lector y como
diseñador: leía y daba forma física a lo que otros escribían. La escritura me
seduce y me rechaza. Sin duda, escribir es lo más difícil que he intentado
hacer. Pero, creo que he logrado domesticar al libro lo suficiente como para
hacer algunos que me representen. Actualmente, me resulta más estimulante
pensar en un libro que en una exposición. La exposición se me queda un
poco anacrónica. El libro es menos solemne. Es un soporte laico, de persona
natural, no tiene el aura ni la solemnidad de una exposición.
En aquellos años no tenía interés por clasificar mi trabajo, de hecho hay muy
poca obra de esa época, jamás tuve interés archivístico. Los negativos de las
fotos incluidas en el libro Ah! Los días Felices. Historia de un hoyo y 40 relatos
inconclusos me los trajo Carlos Leppe. Años después de que me fuera de la
casa que compartíamos, yo los daba por perdidos. En cada cambio de casa se
iban perdiendo las cosas, no había ningún interés por guardar.
Aclaremos que yo no soy editor, soy diseñador. Como el editor, formo parte
de la cadena de producción de un libro. El editor ha existido desde siempre en
la literatura, está normado, es parte de la división del trabajo, tiene varias
funciones que ayudan a que un manuscrito sea libro, desde corregir la
gramática hasta velar por su inserción en el mercado. En la literatura se
pueden estratificar más esos roles que en el ámbito de las artes visuales. La
industria del arte como la conocemos es más o menos reciente, en ella, el
curador, que podría ser el equivalente del editor, es un personaje muy
determinante en el curso de las ideas sobre arte y sobre el devenir de las
obras mismas, el curador, a estas alturas, tiene una obra propia que
construye tejiendo con la obra de artistas. Si el curador no da su sello
personal a lo que muestra, no le irá bien en la vida. En cambio el trabajo del
editor es más técnico.
Claro, entiendo, y puede haber otros como él. Aquellos que le dan una
impronta a un sello editorial, y está bien eso, pero es distinto a que el editor
sea el autor. En el caso del curador, este es el autor de la exposición, en la que
confluyen artistas, y él los ‘manipula’ como un DJ. En todo caso, es un tema
sobre el que no he pensado mucho.
o si no, MNBA, 2019
Cómo citar:
VALENZUELA-VALDIVIA, Sebastián, Entrevista con Carlos Altamirano: “Pensar
editorialmente me permite deambular por mi mente, mi memoria y por la historia”,
LUR, 19 de octubre 2021, https://e-lur.net/dialogos/carlos-altamirano
Contenidos relacionados
Marian Montesdeoca
Esther Ferrer: “No transito entre el Luis González Palma: “Mi trabajo es
arte y la vida, ¿cómo separarlos?” una conversación dilatada con
Enrique Lista diversas formas de pensar y sentir”
ENTREVISTA Ros Boisier
Jee Eun Esther Jang ENTREVISTA
Marta Gili: “Los espacios de Alfredo Jaar: “Los espacios del arte
resistencia no se construyen con son los últimos espacios de libertad
imágenes. Se constituyen con ideas, que nos quedan”
imaginación, solidaridad y mucho Mane Adaro
deseo” ENTREVISTA
Alejandro León Cannock
ENTREVISTA
H ome Artículos Reseña s de fotolibros Diá logos B log L ibrería Premio LUR
ISSN 2659-6792 ¿Qu é es LUR? Con ta cto Con dicion es de com pra P olítica de priva cida d