Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CÁTEDRA “D”
5) Caracterizar al mundo espiritual islámico entre los siglos X y XIII, teniendo en cuenta el
principio de la Umma, la vida material e intelectual en el desarrollo urbano. Cómo resultó la
cohabitación con otros pueblos dominados por el Islam entre los Siglos IX y XIII? Tenga en
consideración lo aportado por las fuentes y la bibliografía. Puede usarse material de etapas
anteriores para ampliar referencias.
Consignas de elaboración:
Para los redactores de los periódicos jacobinos la crueldad que manifiestan los
bandos de Vigodet reproducidos en la Gaceta de Montevideo es la de los españoles
europeos y de su eterno afán de dominación sobre los criollos. En agosto el Grito del
Sud comenta las medidas represivas de Vigodet y sus aprestos bélicos y dice que
los realistas odian aun más al pueblo de Buenos Aires que al gobierno patriota. En
esa línea rebate por hipócritas las afirmaciones realistas de que en Montevideo no se
distingue entre españoles y americanos. En una ingeniosa inversión de una imagen
tomada de la retorica realista, dice que las invocaciones a Sagunto y Numancia no
encuentran símil en la España actual. En una interesante información sobre los
ámbitos de debate y discusión en el Buenos Aires patriota el Grito comenta que en
un bar de Buenos Aires un vecino leyó en voz alta la Gaceta de Montevideo y las
proclamas de Vigodet que siguieron a la ejecución de Alzaga y que sus palabras
fueron saludadas por la carcajada general. (32) En octubre el periódico jacobino
comenta en tono burlón las crónicas de la Gaceta de Montevideo sobre la jura de la
constitución gaditana en la ciudad sitiada. Le reprocha al diario realista haber
tergiversado el significado del movimiento porteño del 8 de octubre que derivo en la
asunción del segundo triunvirato. Contestándole al órgano realista que calificaba al
incidente como la destitución de “tres déspotas” por el mismo pueblo que los había
entronizado, el Grito sube la apuesta y afirma que la mudanza de gobierno por un
movimiento cívico militar es una muestra de la madurez y la conciencia política del
pueblo de Buenos Aires. Pueblo que tendría un nivel mayor de conciencia que el
pueblo español ya que, aparte de no haber podido expulsar a los franceses de su
suelo, tampoco se conocían movimientos del pueblo en Cádiz, Alicante, Cartagena o
Valencia. Respondiendo a la acusación de impiedad que se le hace a los patriotas
en una carta publicada en la Gaceta de Montevideo el Grito acusa de anticristianas a
las tropas realistas a las que criticaba por haber saqueado la iglesia del pueblo de
San Nicolás en un reciente ataque.(33) En noviembre el Grito reproduce una arenga
de Monteagudo ante la sociedad patriótica en donde luego de loar los triunfos
patriotas en distintos frentes se refiere a la “orgullosa Montevideo” como la espina
que la perfidia realista mantiene clavada en el costado de la heroica y virtuosa
Buenos Aires.(34) A comienzos de enero, el Grito… ya pronto a dejar de editarse,
comenta en tono exaltado el triunfo de la batalla de Cerrito en las afueras de la plaza
en manos realistas. El fuerte tono anti español que caracteriza a este periódico
vuelve a hacerse presente en el siguiente párrafo en el cual le regala también una
ironía a los redactores de la Gaceta de la ciudad sitiada:
Pero Dios que ha derramado sobre los españoles el espíritu del error, y
de aturdimiento infundio tal entusiasmo a nuestros soldados, que
siendo menor el número que el de los enemigos, los batieron
con bizarría, los desordenaron, y obligaron a refugiarse a la plaza,
dexando en el campo gran multitud de muertos y heridos. Aseguran
que el gazetero de Montevideo se hallo en esta acción, y que al huir
despavorido, dixo, que ya creía ser cierta la victoria de Tucumán, y que
así lo iba a poner en su gazeta. (GDS; 12 de enero de 1813; S/t; pág.
205)
Los redactores del Sol se esforzaron por afirmar que la nueva era que
comenzaba a partir de la derrota de los realistas significaría para Montevideo el
nacimiento de una vida política como la que había nacido en Buenos Aires a partir
del 25 de mayo de 1810. El nuevo orden se instalaba en Montevideo incorporando
como primer punto de su agenda la necesidad de liquidar la herencia del despotismo
realista vencido por las armas. En el plano simbólico esta tarea se iniciara
incorporando a la ciudadela vencida todos los rituales de triunfo que se habían
celebrado en Buenos Aires. Al triunfo de una ciudad sobre otra debía seguir el triunfo
de la ciudad vencida sobre su propio pasado. El órgano oficial de los vencedores
promovió la incorporación a la sociabilidad de la ciudad liberada de los rituales
patriotas reproduciendo los bandos de los jefes militares y políticos porteños y
reseñando los homenajes a los vencedores realizados del otro lado del rio. Tambien
difundiendo la idea que los infortunios de la ciudad fueron consecuencia de la
camarilla realista que se había encaramado al poder y fomentado una guerra inútil
con Buenos Aires metrópoli natural de la región. Las páginas de El Sol… le recuerda
machaconamente a los montevideanos que Buenos Aires había marchado a la
guerra contra la ciudad de la Banda Oriental del rio, contra su voluntad expresada en
su continua búsqueda de la paz. (50) En el mismo orden las proclamas de Alvear y
los bandos directoriales reproducidos en la prensa de ocupación insisten que los
liberadores no guardan rencor para con nadie. La ciudad se ha rendido a un ejercito
de hombres virtuosos:”…fieles a los principios del honor, como invencibles en el
campo de la guerra, solo son terribles para los enemigos del orden, de la libertad, y
de su gobierno”. (51) Este nuevo orden, humano y virtuoso será, sin embargo,
inflexible contra los enemigos de la patria. Mientras el Sol…reproduce llamados a los
españoles europeos a integrarse al nuevo orden triunfante, también publica los
bandos de Alvear que ordenan, bajo amenaza de castigos, entregar testamentos,
deudas, títulos y dinero de los peninsulares y de los naturales de las provincias bajo
el poder de los realistas.
El articulista afirmaba que la mayor parte de los vecinos prefería quedarse en sus
casas que recorrer los paseos de la ciudad, participar de los fastos públicos, del
teatro, etc. Luego se preguntaba si los montevideanos no estaban contentos de
haberse liberado del yugo realista. Les recordaba que su ciudad había sido ocupada
por los ingleses en 1807 y en ese entonces no se había notado un retraimiento
semejante. Reconocía la existencia de un cierto malestar producto de algunos
destierros dispuestos por las autoridades patriotas y por las contribuciones que el
poder patriota ha solicitado de los vecinos. (60) Unos días después el Sol…
publicaba su último número marcando el fin de un intento de difundir en la
Montevideo “liberada” las pautas, los discursos y los rituales de la sociabilidad
patriota importados desde la otra orilla del rio. Unos meses después las tropas
porteñas evacuarían una ciudad en donde ya habían dejado de ser vistas como
liberadoras.
Conclusiones
Tal vez la conclusión mas primaria que emerja del análisis del tratamiento de la
disidencia montevideana en la prensa porteña es la constatación de la centralidad
que el conflicto de la Banda Oriental tuvo para los sucesivos gobiernos patriotas. La
mayor importancia conferida en la prensa revolucionaria al conflicto con Montevideo
en relación a la guerra en otros frentes (Alto Perú, Paraguay) no se manifiesta,
solamente, en el mayor espacio reservado a la reproducción de documentos y
reseña de los hechos políticos y militares ocurridos al otro lado del rio. Para la
Gaceta el desafío montevideano de 1810, herencia de un reciente conflicto regional
no del todo olvidado, tomaba la forma de un intento de reconstrucción en las mismas
narices de la ex capital virreinal del orden colonial vencido y del poder de sus
agentes políticos recientemente derrotados. La “orgullosa” e insubordinada
Montevideo era un puñal apuntado a la yugular de la ciudad que había cargado
sobre sus espaldas la tarea de crear un mundo nuevo. Era el lugar desde donde se
bloqueaba el comercio porteño, desde donde se saqueaba las costas patriotas y
donde la prepotencia del europeo sobre el criollo se negaba a morir. La ciudad
donde el símbolo máximo de la burocracia colonial vencida reaparecía personificado
en el nombre, particularmente irritativo, de un virrey enviado por la metrópoli
gaditana para gobernar un virreinato residual desde los muros del apostadero naval
de la vecina orilla. Entre 1810 y 1814 la guerra en la Banda Oriental será para la
prensa patriota la guerra de Buenos Aires. Y será sobre los ejes anteriormente
trazados que la imagen de Montevideo como adversario de Buenos Aires mantendrá
una fuerte continuidad estructural sin que por eso dejase de evolucionar el peso
específico de los distintos elementos particulares que le daban forma. Evolución
apreciable en la transición entre la “orgullosa Montevideo” de 1810-1812 y la
ciudadela del despotismo realista del periodo del segundo Sitio entre 1813-1814. Si
bien desde el primer momento la prensa porteña sindico a las autoridades del
Montevideo como una camarilla de realistas recalcitrantes, autoritarios y
manipuladores durante el bienio 1810-1812 Montevideo (la ciudad y su vecindario)
siguió siendo presentado como una entidad política y moral que había tomado el
partido de los enemigos de la patria. Para la prensa de la capital patriota durante los
dos primeros años del conflicto la ciudad de la Banda Oriental del rio era un pueblo
soberbio e insubordinado que se había dejado seducir por los enemigos de la patria.
En cambio en el periodo 1813-1814 la ciudad sitiada por el ejercito patriota, a la que
su propia campaña le había retirado la obediencia para transferirla a la
causa revolucionaria, fue presentada como una plaza ocupada en la que una
pandilla de realistas y españoles europeos oprimía a la inmensa mayoría de sus
ciudadanos victimas del despotismo colonial.
A esta continuidad estructural, no exenta de rupturas internas, de la imagen de
Montevideo como el “otro” de la patriota y virtuosa Buenos Aires se corresponde una
cierta continuidad de los distintos instrumentos y esquemas utilizados por la prensa
revolucionaria para construir y reproducir la imagen de la ciudad rival. Principalmente
la polémica con las autoridades montevideanas a través del esquema basado en la
reproducción de documento patriota/ respuesta realista/contra respuesta patriota (o
viceversa), seguida de un comentario editorial en donde se podía apreciar la toma de
posición del órgano revolucionario. Este esquema fue utilizado tanto para brindar una
versión propia de los intercambios diplomáticos con los realistas como para
presentar la versión patriota de las acciones bélicas. El otro recurso particular
utilizado fue la carta “anónima” escrita por un leal a la causa patriota que vive bajo el
yugo realista. Este recurso utilizado profusamente por la prensa patriota en relación
a la reseña de la situación en otras plazas controladas por realistas (Lima, Chile
después de 1814, etc) (61) permitía dibujar una imagen del despotismo, sus
arbitrariedades y sus debilidades contada desde sus mismas entrañas. Mientras la
estrategia principal de la Gaceta fue reproducir la polémica directa entre ambos
campos a través de sus documentos la polémica directa con la prensa realista se
relego a algunas discusiones más puntuales. Tácitamente las gacetas de ambos
campos mantenían un contrapunto a través de las versiones contrapuestas que
presentaban de la guerra en la península y, en menor medida, de la guerra en el Alto
Perú. En lo concerniente al conflicto Buenos Aires/Montevideo la Gaceta reservaba
la polémica entre ambos órganos oficiales para desmentidas de hechos puntuales.
En ese sentido los diarios no oficiales que aparecieron en 1812 tuvieron mucho más
vocación por la polémica directa con el órgano de prensa realista. Se trataba en
parte de una división de funciones que diferenciaban a los diarios fraccionales del
órgano oficial pero, también, de una vocación mayor por abordar la polémica política
e ideológica. Los diarios jacobinos se la pasaron rebatiendo distintas acusaciones de
la Gaceta de Montevideo hacia el campo patriota (impiedad, vandalismo, traición a la
causa de la península). No obstante creemos que, en un sentido mas profundo, la
iniciativa en fijar la agenda siempre residió en el campo de la prensa patriota. La
prensa realista, mas modesta en recursos y en debilidad de condiciones frente al
experimentado aparato de propaganda patriota, expresión de un naciente ámbito de
sociabilidad política que en Montevideo solo existía en el plano simbólico, siempre
estuvo conminada a responder a la ofensiva política e ideológica que llegaba del otro
lado del rio. O si se quiere siempre tuvo necesidad de trabajar mas para responder al
ataque ideológico y propagandístico que llegaba desde Buenos Aires. No existía en
la Montevideo ocupada una versión realista y regentista de la Sociedad Patriótica
Porteña con sus exaltados oradores y eso se reflejaba también en la prensa.
Como lo vienen señalando distintos trabajos sobre el discurso revolucionario
(62) ya desde 1810 la prensa revolucionaria construyo una imagen del español
europeo como el sostén básico de la causa realista y el enemigo natural del campo
revolucionario. Hemos tenido oportunidad de señalar en otro trabajo que la imagen
del español europeo en la prensa porteña como enemigo fue tomando
características diferentes a lo largo del quinquenio 1810-1815. ( 63) El tratamiento
del conflicto Buenos Aires/Montevideo por la prensa de Buenos Aires acentuó, mas
tempranamente, que en relación a otros escenarios y otros recortes temáticos, la
imagen del español europeo como represor sanguinario. Esta ya estuvo presente a
fines de 1810 en la reseña de las acciones militares de las fuerzas de Montevideo
por controlar la campaña oriental y se acentuó a partir de la rebelión de los gauchos
orientales y el incremento de la guerra fluvial contra el litoral. Hasta final del conflicto
la imagen negativa del “español europeo” fluctuara en su aparición en las páginas
de la prensa patriota sobredimensionándose su importancia en coyunturas
específicas como la conspiración de Alzaga o la llegada de refuerzos peninsulares
en los últimos meses del sitio.
Hemos señalado mas arriba que fue una política permanente de la prensa
patriota el soslayar, o minimizar cuando no podía ignorárselas del todo, las tensiones
entre Buenos Aires y el campo artiguista. En nuestra opinión no se trataba de una
política que buscaba evitar el conocimiento en Buenos Aires de la existencia de un
conflicto ya que el cumulo de impresos y folletos de todo tipo que circulaban en la
ciudad desde 1810 y aun antes, traían los ecos de estos disensos. Tambien por la
Gaceta de Montevideo que alguna difusión tenia de este lado del rio. La política de la
prensa de alternar la negación con la minimización de las tensiones en el campo
patriota apuntaba a consolidar la imagen de un conflicto binario en el cual las
tensiones laterales carecían de importancia o a lo sumo eran perturbaciones que no
afectaban el curso general de los acontecimientos. Mientras sirvió a la estrategia
política porteña los diarios editados en Buenos Aires presentaron a Artigas y sus
lugartenientes como la primera línea de defensa de la patria en tierra enemiga y
como la avanzada de los ejércitos liberadores patriotas enviados desde Buenos
Aires. Los distintos momentos anteriores a junio de 1814 en el cual las tensiones
derivaron en conflicto abierto vieron la disminución y aun la desaparición de las loas
a los jefes orientales en las páginas de la prensa. El relato oficial de la prensa
patriota nunca reconoció un conflicto abierto, a la sumo se reconocieron a posteriori
tensiones que se anunciaban como superadas. Junto con la negación de un conflicto
puertas adentro del campo patriota la prensa busco en todo momento demostrar que
las autoridades realistas de Montevideo no contaban con el reconocimiento o el
beneplácito oficial de ningun otro actor político de peso en el marco regional (La
corte portuguesa de Rio de Janeiro,(64) la flota británica en el Rio de La Plata, etc)
En las paginas de la Gaceta porteña los únicos apoyos externos que se le
reconocían a la Montevideo sitiada eran el Cádiz regentista y monopólico y el auxilio
del perverso virrey Abascal, “Visir de Lima”.
La construcción en el bienio 1813-1814 de la imagen del Sitio de Montevideo
como una representación unitaria del conflicto político-militar en la Banda Oriental
refleja una cierta aplicación de la experiencia adquirida por la prensa revolucionaria a
la hora de presentar imágenes potentes y claras de la guerra patriota como un
proceso no solo militar sino también político. Pensamos, por ejemplo en la imagen
que la Gaceta construyo en el periodo 1810-1811del Alto Perú liberado por el
Ejercito del Norte. (65) La imagen del Sitio buscaba confundirse con la etapa final y
el desenlace inevitable del conflicto. Y es evidente que era una imagen funcional a la
caracterización del Montevideo de las vísperas de la capitulación como una ciudad
oprimida por una camarilla de españoles europeos que gobernaba sobre las
bayonetas de las tropas peninsulares. Pero también, incluso, en esa imagen del Sitio
con la figura en primer plano de los jefes militares heroicos y virtuosos y de los
ciudadanos-soldados en formación de combate frente a los muros del despotismo,
pueda leerse como un reflejo bélico del orden político e institucional patriota. Es
tentador relacionarla con la imagen de centralidad eficiente del poder político y
militar, organicidad y desarrollo institucional que el segundo triunvirato, desde la
convocatoria de la Asamblea, y luego el Directorio se propusieron difundir. El cerco
de Montevideo por el Ejercito Libertador era un espacio donde no solo se hacia la
guerra sino que se ejercía contra poder tanto en el plano simbólico como en el
terreno político institucional (jura de fidelidad a la patria y a la Asamblea, instalación
de las autoridades de los pueblos, realización de un congreso de los orientales para
elegir representantes a la Asamblea, etc) Mientras que la ya citada imagen del
ejercito del Norte impulsando la revolución en Alto Perú había sido una imagen
plural, que invocaba la diversidad de actores sociales en curso y la derogación del
viejo orden colonial a gusto de los paladares jacobinos de los primeros tiempos de la
revolución (abolición del sistema de castas, creación de las milicias de indios,
formación de juntas locales como embriones de poder revolucionario) la imagen del
Sitio se adaptaba mas a la morfología del poder pensada por los gobiernos patriotas
que habían avanzado por el camino de institucionalización del proceso
revolucionario.
La prensa porteña presento la capitulación de Montevideo como el fin del
dominio español en el Rio de La Plata y la definitiva consolidación del poder político
y territorial nacido de la revolución de 1810. A Buenos Aires, como sujeto político y
moral, le competía el merito de este triunfo. Así lo presento la prensa y ese es el
espíritu que anima el relato de la victoria en testimonios de la época de cuño
porteñista como las Memorias Curiosas de Berutti.(66) Al capitular Montevideo
Buenos Aires celebraba un triunfo semejante a la rendición de los ingleses en 1806 y
1807. El meta mensaje asociaba este triunfo con un puerto de llegada y con el fin de
los enemigos del proceso emancipador en el Rio de La Plata. Con esta idea y esta
simbología se afronto la tarea de liquidar la herencia realista en Montevideo e
incorporar a la antigua plaza rebelde al coro de pueblos que reconocían en Buenos
Aires la maternidad de la nueva patria por nacer. El Sol, como efímera prensa
porteñista montevidiana, intento cumplir esta misión adaptando para dicha tarea los
instrumentos y estrategias forjados en cuatro años de combate político e ideológico.
El fracaso de este objetivo se hace manifiesto en sus paginas donde no es posible
disimular la tensión existente entre los rituales de la libertad a los que se invita a los
vecinos a sumarse entusiastamente y la resistencia que suscitan las medidas de
control propias de un ejercito ocupante que tomaban las nuevas autoridades
patriotas.
Notas
1. De Lucia, Daniel Omar; Oger, Adriana; Filipon, Leandro y Lucas Ricci; El Buenos
Aires patriota vs el Montevideo realista. Imágenes y representaciones en una
contienda político-ideológica en Anuario de investigaciones (2011) del Centro de la
Cooperación Floreal Gorini (Edición en CD)
2. Gaceta de Buenos Aires (GBA); 9 de junio de 1810; Excmo señor; pág. 9
3. Ibídem; 14 de junio de 1810; Contestación de la junta de Montevideo a la circular
de la junta; págs. 23-24
4. Idem; Nuevo oficio en contestación del anterior; págs. 25-28
5. Ibídem; 5 de julio; Carta de un comerciante de Montevideo a un corresponsal de
Buenos Aires; págs. 61-68
6. Correo de Comercio; 14 de julio de 1810; Reflexiones que pueden hacerse a favor
de la habilitación del puerto de Maldonado; págs. 154-158
7. GBA; 26 de julio de 1810; Montevideo 13 de julio de 1810; págs. 126-127
8. Ibídem; 16 de agosto de 1810; Buenos Ayres 13 de agosto de 1810. Orden del
Dia; págs. 169-178
9 .Ibídem; 25 de septiembre de 1810; Buenos Ayres 24 de septiembre de 1810;
págs. 9-11
10. Los comentarios sobre el contubernio entre los realistas y la corte portuguesa en
GBA; 18 de octubre de 1810; S/t; págs. 310-311. La alusión a los vínculos de
Montevideo con los realistas cordobeses en GBA; 23 de octubre de 1810; S/t; pág. 4
11. GBA; 17 de enero de 1811; Reflexiones sobre el manifiesto del gobierno de
Montevideo; págs. 497-501
12. Ibídem; 24 de enero de 1811; Contestación de la junta; págs. 516-517
13. Ibídem; 31 de enero de 1811; Sr. editor de la Gaceta; págs. 527-529
14. Ibídem; 7 de febrero de 1811; Manifiesto; págs. 537-541
15. Ibídem; 25 de mayo de 1811; S/t; págs. 583-587
16. Ibídem; 16 de mayo de 1811; En la Gaceta de Montevideo de 7 del corriente se
inserta un capitulo del Conciso bastante notable por el modo con que lo explica
sobre nuestra revolución y dice así; págs. 713-717. (Subrayado en el original)
17. Ibídem; 14 de octubre de 1811; Montevideo; pág. 676
18. Ibídem; 27 de octubre de 1811; Tratado de Pacificación entre la Excma. Junta
executiva de Buenos Aires, y el excmo. Sr Virrey D. Francisco Xavier de Elio; págs.
688-692.
19. Ibídem; 20 de diciembre de 1811; Artículo comunicado; pág. 60
20. Ibídem; 31 de enero de 1812; El Editor; pág. 85. Al articulo citado siguen una
serie de oficios del triunvirato y Vigodet discutiendo sobre la presencia de los
portugueses de la Banda Oriental
21. Gaceta Ministerial (GM); 12 de junio de 1812; Noticias de los ejércitos de la
Banda Oriental y el Perú; pág. 42
22. Ibídem; 3 de abril de 1812; S/t; págs. 2-3
23. Ibídem: 10 de julio de 1812; S/t; págs. 55-58
24. Ibídem; 17 de julio de 1812; Manifiesto político y moral tomado de texto; págs.
59-62.
25. Suplemento a la GM; 17 de julio de 1812; Nota al pie al manifiesto que continua
del numero anterior; pág. 62
26. GM; 31 de julio; Primer bando publicado en Montevideo; págs. 69-70
27. Ibídem; 7 de agosto de 1812; Relaciones Exteriores; págs. 71-73
28. Ibídem; 28 de agosto de 1812; Relaciones Exteriores; 84-85
29. Suplemento a El Censor (EC); 14 de enero de 1812; En la gaceta de Montevideo
de 7 de enero de 1812. Se lee el articulo siguiente; pág. 7
30. Mártir o libre; 29 de marzo de 1812; Observaciones didácticas; pág. 2-4
31. Ibídem; 4 de mayo de 1812; El grito de la libertad; pág. 42
32. Grito del Sud (GDS); 4 de agosto de 1812; Carta dirigida a los editores de este
periódico; págs. 26-32
33. Ibídem; 27 de octubre de 1812; Reflexiones sobre la gaceta de Montevideo del
20 del corriente; págs. 121-128
34. Ibídem; 10 de noviembre de 182; Declamación. Que en la sesión del 29 hizo el
ciudadano Monteagudo presidente de la sociedad; págs. 139-143
35. Ibídem; 29 de septiembre de 1813; Del ejercito sitiador se ha recibido la relación
que sigue, con detalle que recomienda su publicación; págs. 447-448
36. Ibídem; 22 de enero de 1813; Carta recibida de Montevideo; págs. 192-194
37. Ibídem; 14 de abril de 1813; Oficio del general D. José Rondeau al Supremo
Poder Ejecutivo; pág. 452.
38. Extraordinaria de la GM; 8 de enero de 1813; PARTE DEL CORONEL JOSÉ
RONDEAU XEFE DE LOS CUERPOS que bloquean la plaza de Montevideo, sobre
la completa victoria conseguida de los enemigos en la salida general que hicieron
para atacar a nuestro campo el dia 31 de diciembre (S/p) (En mayúsculas en el
original)
39. GM; 28 de abril de 1813; págs. 143-144
40. Ibídem; 9 de marzo de 1814; Continua la correspondencia de Montevideo
interceptada en la Fragata dos Hermanas; págs. 537-539
41. Ibídem; 2 de junio de 1814; A bordo del Hércules al frente de Montevideo 10 de
mayo de 1814; págs. 599-600. En el mismo numero se reproducen varios
documentos sobre las negociaciones.
42. El Redactor de la Asamblea; 12 de junio de 1813; Sección del 11 de junio; págs.
39-40
43. GM; 29 de diciembre de 1813; Guerra. Diario militar del exercito de oriente.
Boletín 8; págs. 501-502
44. Ibídem; 6 de octubre de 1813; EXCM O S.P.E.; págs. 451-452
45. Ibídem; 12 de marzo de 1814; S/t; pág. 443
46. Extraordinaria de la GM; 4 de julio de 1814; Oficio del General D Carlos de
Alvear dando cuenta al Director Supremo del Estado, de haber derrotado al caudillo
Otorgues (S/p)
47. GM; 2 de julio de 1814; Excmo señor; pág. 612
48. Ibídem; 9 de agosto de 1814; Buenos Aires 1 de agosto; pág. 629
49. Ibídem; 13 de julio de 1814; S/t; págs. 617-618
50. El Sol de las provincias unidas (ESDLPU); 9 de julio de 1814; S7t; págs. 5-6
51. Ibídem; 3 de julio de 1814; Proclama del Director Supremo del Estado a las
tropas de mar y tierra que han rendido la plaza de Montevideo; pág. 3
52. GM; 28 de agosto de 1814; La municipalidad de Montevideo hace la siguiente
comunicación al Director Supremo del Estado; págs. 641-642
53. ESDLPU; 18 de julio de 1814; Proclama de Nicolás Rodríguez Peña como
gobernador de la Banda Oriental; págs. 9-10 y Pacificación de la campaña de la
Banda Oriental; pág. 11
54. Ibídem; 2 de septiembre de 1814; Oficio del cabildo de Montevideo; págs. 37-38
55. Ibidem; 1 de septiembre de 1814; págs. 35-36 y 8 de septiembre de 1814; págs.
43-44
56. Ibídem; 15 de septiembre de 1814; Relaciones interiores; pág. 48
57. Ibídem: 18 de agosto de 1814; S/t; págs. 26-27
58. Ibídem; 18 de julio de 1814; Pacificación de la campaña de la Banda Oriental;
pág. 11 y 25 de agosto de 1814; S/t. Decreto de Posadas reponiendo a Artigas en su
cargo de comandante de blandengues; pág. 13
59. Ibídem: 2 de septiembre de 1814; Sr editor; pág. 39
60. Ibídem; 8 de septiembre de 1814; Reflexiones patéticas; págs. 41-42
61. De Lucia, Daniel Omar; La imagen de los movimientos emancipatorios
hispanoamericanos en la prensa revolucionaria de mayo (1810-1815) en Anuario de
la UNLA (en prensa)
62. Goldman, Noemí; El discurso como objeto de la historia; Bs. As., Hachette, 1989;
Goldman, Noemí; Historia y lenguaje. Los discursos de la revolución de mayo; Bs.
As, Ceal, 1992
63. De Lucia, Daniel Omar; op. cit.; pág. 42 y siguientes
64. Luego de la polémica por el contubernio carlotista en 1810 y la complicidad con
la invasión portuguesa a la Banda Oriental concluida por el tratado Rademaker-
Herrera (26 de mayo de 1812) la prensa de Buenos Aires siempre intento demostrar
el no apoyo de la corte portuguesa de Rio de Janeiro al gobierno realista de
Montevideo.
65. Idem; págs. 7-9 y 13-16
66. Berutti, Juan Manuel; Memorias Curiosas, Emece, 2001; págs. 246-250
Bibliografía:
Diarios consultados:
El Censor (1812)
El Correo de Comercio (1810-1811)
Gaceta de Buenos Aires (Luego Gaceta Ministerial) (1810-1814)
El Grito del Sud (1812-1813)
Mártir o Libre (1812)
El Redactor de la Asamblea (1813-1815)
El Sol de las Provincias Unidas (1814)
Obras de consulta:
c) Del fin del primer ciclo revolucionario a la crisis del poder central en el año
1820 que incluye el texto de Halperin sobre disolución del orden revolucionario de
mayo y el desarrollo del proyecto centralista y neo colonial del directorio, el de
Romero sobre la crisis del 20 y el de Di Meglio sobre los movimientos políticos de la
plebe porteña en el decenio emancipador.
Respecto al sub grupo a) la cátedra propone los siguientes ejes para abordar el
análisis de los textos que lo integran. Del texto de Halperin Donghi nos interesa
comprender las lineas generales sobre la cual se desarrolla la lucha de facciones en
Buenos Aires entre 1806 y 1810 y cuales son los factores de poder y grupos de
interés que forman en el bando realista y patriota en vísperas de la revolución de
mayo de 1810. Tambien nos interesa establecer los alcances y limites del proceso
que Halperin Donghi denomina “movilización limitada de la plebe”. O sea cual es el
sujeto central de esta vida política naciente, cuales son sus aliados, cuales son los
canales de movilización y cual es el “otro”, en términos políticos y sociales, de este
nuevo orden. Del texto de Pilar González nos interesa comprender cuales eran las
formas de concebir ideológicamente el nuevo orden saliente y los distintos actores
sociales que participan en el. Del texto de Noemí Goldman nos interesa retener la
idea general de la autora sobre las características del “jacobinismo” porteño y las
lineas generales del discurso ideológico de los tres dirigentes patriotas mencionados
en el texto.
1
Manuel Pedro González: Conciencia y voluntad de estilo en Martí, La Habana, s/n, 1957, p. 5
inmaculados, sino como seres humanos hijos de las circunstancias y de las
pasiones. Lo que sí es evidente es que presenta al personaje con un equilibrio tal
que ajusta a los ojos del lector los aciertos por encima de los deslices. Para ello,
utiliza una idea muy similar a la que utilizó para describir a Bolívar en el artículo
“Los tres héroes” de La Edad de Oro: “(…) pero ¿quién que sea digno de mirar
al sol verá antes sus manchas que su luz?”.2
Todo el que conozca la historia de la vida de Páez, que Martí ofrece en el
artículo de 1888 con excelente poder de síntesis, coincidirá en el carisma que
disfrutó Páez mientras fue general de los llaneros venezolanos y jefe de la
Caballería de Bolívar y hasta después de su muerte. Personaje nacido en
Venezuela de padre blanco y madre con rasgos indígenas, ya en su adolescencia
demostró coraje al defenderse de unos asaltantes matando a uno de ellos.
Después, en su vida de peón aprendió en dura prueba la vida del llanero, repleta
de escenas extraordinarias como dormir a la intemperie en parajes inhóspitos,
cruzar a nado ríos atormentados, pastorear reses y domar potros y toros bravos.
Un personaje típico de las dotaciones de peones de la Doña Bárbara, de Rómulo
Gallegos.
Era el prototipo del héroe salido del pueblo que dio un vuelco a las batallas
emancipadoras de América Latina, pues en su primera etapa, los jefes
independentistas no poseían un proyecto social y por su elitismo, no supieron
aprovechar el aporte de los sectores sociales más humildes. Martí bebe de toda
esa historia y al presentar la figura de Páez trata también de formar una
conciencia que cercenar sucintamente cualquier brote de estas tendencias en su
proyecto libertador. En efecto, el fracaso de la II República venezolana se ubica
en la falta de una proyección social hacia los estratos más humildes. Esta falla
fue utilizada por generales realistas para utilizar con éxito a los rudos y
excepcionales soldados llaneros contra sus compatriotas. Páez es un ejemplo del
cambio de esa política:
2
José Martí: Obras Completas, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1973, tomo 8, p. 213.
El ascenso en el ejército patriota del elemento popular a costa
de la vieja oficialidad mantuana que, desde entonces, se observó
tuvo su mejor expresión en el caso de José Antonio Páez (1790-
1873), que de oscuro peón de un hato ganadero de Barinas devino,
a los 26 años, jefe indiscutido de los llaneros y uno de los más
importantes generales de la República.3
Asimismo, junto a la preponderancia del héroe, Martí presenta y
cuestiona el panorama interno que compartieron la mayoría de los procesos
independentistas en todo el continente: la desunión, las contradicciones, los
conflictos de intereses, las desavenencias, los errores de los revolucionarios que
muchas veces convirtieron en derrotas lo que pudieron ser victorias. Dice de
Páez: “Tres años sirvió de soldado en la primera guerra, y cuando en sus filas no
había llegado más que a sargento, en las del enemigo, triunfante en 1813, lo
querían para capitán de caballería”.4
Al parecer seduce a Martí su poder sobre sus subordinados, su capacidad
para resurgir y superarse, pues conoce que son estos los héroes que aglutinan las
fuerzas, las que logran los grados a golpes de coraje y de fidelidad, por encima
del celo y las divisiones de raza y clase social, también presentes en Cuba. Estos
indomeñables llaneros, a los que al principio Bolívar le fue difícil disciplinar
bajo su mando, se asemejan mucho a los recios mambíses, como Maceo, que
desconfiaban de los extraños y sólo seguían a los que compartían sus penurias,
aunque después valoraran el genio y la integridad de los que antes habían
recelado. Martí describe a Páez con su estilo característico, plástico, exaltado,
abundante, atrayente:
Al azar nada fía, y lo prevé todo antes de empeñar el combate; pero
ya en él, no pierde un gesto. Improvisa recursos singulares en los
instantes más comprometidos. Engaña al más astuto. Siempre le ocurre
3
Sergio Guerra Vilaboy: El dilema de la independencia, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del
Libro, La Habana, 2007, p. 161.
4
José Martí: Ob. Cit., p. 215
lo que el enemigo no puede prever. Lleva la carne muerta de tres días,
para que no lo delaten los buitres que caen sobre la matazón reciente.
Cada encuentro le enseña el modo de vencerlo.5
En otro momento incluso lo compara con un héroe clásico para exaltar sus
cualidades y lograr referencias instantáneas acerca de sus estrategias con una
apoyatura veraz y ineludible, algo que habla muy bien de las tácticas
comunicativas de El Maestro. Dice de Páez un poco más adelante:
Se prepara Morillo, con el favor de la noche, a echarles encima
sus fuerzas mayores; y Páez, que no sabe de Aníbal ni de sus dos mil
bueyes, ata cueros secos a la cola de cuatro caballos, y a la vez que
echa al aire un tiroteo, lanza a los brutos desesperados sobre el
campo español, que presa del pánico levanta tiendas.6
Un historiador venezolano subraya este sortilegio que rodeaba a la figura de
Páez y lo hizo destacarse:
Páez no se quedó en la verdad tumultuosa de de sus compañeros
de armas simplemente porque el proceso de institucionalización del
país exigía la reflexión más que el instinto, la creación más que la
fuerza. De aquí que Páez era el hombre que buscaba en la
convivencia con el grupo social que lo apoyaba un estilo de vida que
se adecuara a la realidad.7
Estos dos son algunos de los ejemplos de la plasticidad y riqueza con que
Martí describe, narra y transmite las emociones de los ingenios militares de Páez,
pues cualquier lector pudiera hasta llegar a afirmar que Martí narra lo que vivió y
admiró en el mismo terreno, aunque, como sabemos, El Apóstol no necesitaba
encontrarse en un lugar para escribir sobre lo que pasaba allí. En un ejemplo de
periodismo moderno, Martí se alimentaba de informaciones de varios medios y
creaba sus propias versiones. Así nos legó joyas como sus crónicas El terremoto
5
José Martí: Ob. Cit., p. 217
6
José Martí: Ob. Cit., p. 218
7
Edgardo Mondolfi: Páez: las razones del héroe, Monte Ávila, 2 tomos, Caracas, Venezuela, 1990, p. 13.
de Charleston, Un drama terrible (que acaeció en la ciudad de Chicago), La
inundación de Johnstown, El linchamiento de los italianos en Nueva Orleáns y
otros.
Martí estudia la trayectoria de estos hombres y aunque trata sus hechos con
benevolencia, los presenta con decoro. Incluso en lo que pueden derivar los
héroes que como muchos, y no sólo en las guerras independentistas del siglo
XIX, creyendo preservar un legado y oyendo opiniones capciosas, apostaron por
caminos alejados de sus primeras trayectorias. Se sabe que Páez, mientras fue
presidente de Venezuela, no sólo expulsó a Bolívar a la isla de Santa Marta sino
que optó por el gobierno dictatorial, pero Martí lo trata con indulgencia, viendo
en todo eso un producto de la circunstancia y un ejemplo aleccionador:
Esa música heroica, ese estruendo de cureñas (…) son cortejo
propio del que con el agua al pecho y la lanza en los dientes salió de
los esteros del salvaje para ganar en la defensa de la libertad los
grados y riquezas que otros ganan oprimiéndola (…) Erró después:
reyó que el brazo es lo mismo que la frente, vencer lo mismo que
juzgar, pelear lo mismo que gobernar, ser caudillo de llaneros lo
mismo que ser presidente de república…8
En lo que a la figura de Páez respecta, Martí trata de presentar sus hechos e
historia de una manera novedosa, atractiva, que se mantiene en el límite entre la
realidad y la fantasía, sobre todo para lograr un estado de emoción en el lector.
Sépase, y por eso es que insisto en la riqueza narrativa de este periodismo
cronicado que las convenciones actuales pugnan por alejar de la literatura como
si fuera el hermano díscolo y desheredado, que también la influencia romántica y
naturalista, española y francesa, se encuentra en la preocupación por insertar
elementos psicológistas, tanto de su personaje como hacia los receptores. Y esto
lo maneja el Maestro con algunos de sus más usuales recursos formales como la
repetición anafórica, la afirmación por medio de preguntas que remedan un
8
José Martí: Ob. Cit., pp. 212-213.
emplazamiento y, también, el uso de los pensamientos del propio personaje,
protagonista de su texto. En un párrafo dice Martí:
¿No era él quien desmontaba en un encuentro a treinta jinetes?¿el
“tío”, “el compadre”, “el mayordomo” de los llaneros?¿el que por
generoso los deslumbraba, y por astuto y por fuerte?¿el que veía de una
legua, clavaba de un saetazo al puerco montés, domaba un potro con
mirarlo fijo, volcaba el toro de un tirón de cola?9
Otro elemento que no se debe pasar por alto, algo que no hizo Martí, es la
relación del general Páez con los proyectos bolivarianos de extender la ofensiva
libertadora a las Antillas. Martí conocía que Páez era el oficial que Bolívar
pretendía enviar en sendas expediciones para libertar a Puerto Rico y a Cuba,
aunque condiciones ajenas a sus deseos no lo permitió. Asimismo, Páez también
era promotor, y no sólo ejecutante, de ese proyecto; algo que, gracias a Martí, lo
dignifica ante los cubanos beligerantes. En una carta a Bolívar de agosto de
1824, El León de Apure escribe:
(…)Yo cuento con que usted no hará otra cosa que voltear las
bayonetas en el Perú, a favor de aquella preciosa parte de nuestros
hermanos, que gimen bajo el pesado yugo de los españoles (…) y sobre
quienes recargan su odio y furor. Para ésto sí cuente Ud. Conmigo y
cuente con 3 o 4,000 hombres de Venezuela, los más guapos, y que en
un mes de recibidas las órdenes aquí estaremos en La Habana.10
No sería festinado decir que esta actitud también caló hondo en el sensible
espíritu martiano, ante tamaña actitud de aquel caudillo. Por eso, en la otra
crónica que dirige a El Porvenir, de Nueva York, en junio de 1890, Martí le da
una presencia a los cubanos en las ceremonias luctuosas tributadas a, como él
mismo dice, “los restos, harto tiempo solitarios, de José Antonio Páez”. En
primer lugar, señala que entre las ofrendas florales que cubrían el féretro del
9
José Martí: Ob. Cit., p. 215.
10
Citado por Sergio Guerra Vilaboy: El dilema de la independencia, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto
Cubano del Libro, La Habana, 2007, p. 194.
héroe estaba la de los cubanos y ya al final de su texto, como un último y
definitivo homenaje, dice Martí:
¿Podrá un cubano, a quien estos recuerdos estremecen, olvidar
que, cuando tras dieciséis años de pelea, descansaba por fin la lanza
de Páez en el Palacio de la Presidencia de Venezuela, a una voz de
Bolívar saltó sobre la cuja (…)para caer en un puerto cubano, dar
libres a los negros y coronar así su gloria de redentores con una
hazaña que impidieron la sublevación de Bustamante en el Perú (…) y
la protesta del Gobierno de Washington, que “no deseaba cambio
alguno en la condición ni en la posición política de Cuba.11
Ningún cubano bueno olvidó su legado y el mismo Martí tuvo su
recompensa en una guerra organizada con los preceptos de mesura, respeto al
enemigo y relámpago que aconsejaba Páez después de tantas campañas. La
historia recogió el arrepentimiento del héroe por todos los errores que cometió en
el pasado y su humildad es tal que en sus Memorias escribe: “Bien merece
perdón quien sólo pecó por ignorancia o por concepto equivocado. Mi propio
naufragio habrá señalado a mis compatriotas los escollos que deben evitar”. 12 Y
el héroe también recibió la admiración de un latinoamericano universal que
definió el sentir de todos, y con el también perfiló su aporte a la libertad, ahora
renaciendo, de Nuestra América, en el epitafio que reza en su lápida del Panteón
Nacional de Caracas, Venezuela: “¡Dondequiera que estés, duerme! ¡Mientras
haya americanos, tendrás templos; mientras haya cubanos, tendrás hijos”.13
11
José Martí: Ob. Cit., p. 221.
12
Jesús Antonio Cova: Páez y la independencia de Cuba, discurso leído el 4 de marzo de 1949 en la sede de la
Academia de Historia de Cuba, Imprenta Siglo XX, La Habana, 1949, p. 30.
13
Jesús Antonio Cova: Ob. Cit., p. 31.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Mondolfi, Edgardo: Páez: las razones del héroe, Monte Ávila, 2 tomos, Caracas,
Venezuela, 1990.