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2- La novela a principios de siglo. Pío Baroja y Miguel de Unamuno.

En el último tercio del siglo XIX tuvieron lugar una serie de crisis y conflictos políticos,
económicos y sociales.
El incipiente movimiento obrero dio lugar a un nuevo modelo social, la sociedad de masas,
enfrentado al modelo liberal burgués, lo que provocó la aristocratización de la burguesía.
La visión del mundo de la época pasó del positivismo al irracionalismo y el pesimismo, que dieron
lugar a estilos de vida caracterizados por el decadentismo, como la bohemia.

Se instala una visión pesimista de España como país enfermo, a la que tratarán de hacer frente los
planteamientos regeneracionistas.

Generación del 98

La generación del 98 está formada por el denominado Grupo de los Tres (Pío Baroja, Ramiro de
Maeztu y Azorín), al que se añaden posteriormente Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet y,
puntualmente, Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán.

Los principales rasgos comunes a los autores de la generación del 98 son: contaban con una edad
aproximada, compartían ideas políticas liberales, mantenían una postura crítica frente al retraso
de España y participaron activamente en revistas y publicaciones que promovieron las nuevas
ideas.

Los temas fundamentales de la generación del 98 son: la regeneración de España, asociada a


valores espirituales y éticos y a la búsqueda en la tradición y la historia españolas; el
existencialismo, presente en el enfrentamiento entre fe y razón, la búsqueda de sentido y el
vacío vital; y la influencia determinista del paisaje en el carácter.

Las principales características del estilo de los autores de la generación del 98 son: la sobriedad y
la escasa ornamentación, el tono reflexivo, la escasez de acción y la ausencia de sensualismo.

El género esencial para transmitir las ideas noventayochistas es el ensayo.

La narrativa noventayochista se caracteriza por el uso de un protagonista único y la importancia


del diálogo.

José Martínez Ruiz, Azorín

Los temas fundamentales de su obra son la necesidad de regeneración, la reflexión sobre


personajes clásicos de la literatura española, la preocupación por el paso del tiempo, la lucha
entre voluntad y abulia y la contemplación del paisaje.

Los rasgos principales de su estilo son: el uso de elementos autobiográficos, la abundancia de


descripciones minuciosas y evocadoras, el lenguaje claro y sencillo y la escasez de trama
narrativa.
Sus principales novelas son:

La voluntad (1902) y Antonio Azorín (1903).

Sus principales ensayos son:

El alma castellana (1900) y La ruta de don Quijote (1905).

Ramón María del Valle-Inclán

El estilo de Valle-Inclán se caracteriza por el amplio registro lingüístico, y el uso de innovadoras


metáforas y neologismos.

Valle-Inclán experimentó una evolución literaria desde el modernismo hasta planteamientos


revolucionarios e innovadores, jalonada en tres etapas:

- Etapa de las Sonatas. Marcada por la preocupación por la belleza refinada y sensualista y el
decadentismo. Destacan las Sonatas.

- Etapa de transición. Son historias más críticas ambientadas en escenarios rurales y pobladas
por personajes violentos, como la trilogía de La guerra carlista.

- Etapa de los esperpentos. La deformación grotesca del esperpento se refleja en novelas como
El ruedo ibérico o Tirano Banderas.

Las principales características de la obra de Valle-Inclán son la preocupación por temas como
amor, religión y muerte, la recreación del mundo rural, la presencia de la violencia y los
instintos y la crítica sociopolítica de España.

Novecentismo

El novecentismo o generación de 1914 fue un movimiento situado entre el modernismo, la


generación del 98 y las vanguardias.

Las principales propuestas novecentistas son reformistas y europeístas y propugnan un nuevo arte
puro, de base intelectual y contrario al sentimentalismo.

La novela novecentista se caracteriza por su lirismo e intelectualismo, alejado del tono realista y
angustiado de la generación del 98. Destacan dos autores: Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró.

La obra novelística de Ramón Pérez de Ayala se caracteriza por el uso de un lirismo sensorial, el
componente autobiográfico y la evolución hacía la crítica social y, posteriormente, el
intelectualismo. Destacan sus novelas AMDG (1910) y Belarmino y Apolonio (1921).

Las novelas de Gabriel Miró destacan por su estilo lírico y formalista que combina con una actitud
crítica y reflexiva. Sus principales novelas son Nuestro padre San Daniel (1921) y su continuación,
El obispo leproso (1926), que destacan por las descripciones sensoriales y evocadoras y por el
predominio de la representación de los estados de ánimo de los personajes.
Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno fue uno de los intelectuales más prestigiosos de su época cuya ideología
cercana al socialismo quedó eclipsada por una profunda crisis espiritual que lo llevó al
existencialismo.

Los temas fundamentales de su obra son la decadencia de España, el sentimiento trágico de la


vida, es decir, la lucha tiempo-muerte, y la concepción de la vida como agonía.

En la obra narrativa de Unamuno destaca el género de la nivola, que son narraciones


caracterizadas por la escasez de descripciones, la importancia del diálogo y la presencia de
personajes agonistas. Sus principales nivolas son:

- Niebla (1914). Aborda la idea de la muerte de su personaje como destino inevitable y agónico.

- San Manuel Bueno, mártir (1930). Trata la relación entre fe y bienestar desde una perspectiva
existencialista.

Dentro de la obra ensayística de Unamuno destacan:

En torno al casticismo (1895). Explora el concepto de intrahistoria e identifica Castilla y el


espíritu nacional.
Del sentimiento trágico de la vida (1913). Analiza la lucha existencia-muerte.

Pío Baroja

Pío Baroja fue un prolífico autor de novelas, ensayos, obras de teatro y una gran obra
memorialística.

Los principales temas de la obra y el pensamiento de Baroja son: la importancia de la filosofía


moderna, la idea de resignación y ataraxia, el escepticismo, el vacío vital y la situación de
España.

El estilo literario de Baroja se caracteriza por la sencillez y naturalidad y la importancia de los


diálogos.

Muchas de sus novelas se agrupan en trilogías, que reflejan la evolución de sus personajes.
En su obra se distinguen dos etapas:

- Primera etapa. Llega hasta la Primera Guerra Mundial. Son obras cercanas a los intereses y estilo
de la generación del 98, como la trilogía La lucha por la vida y las novelas El árbol de la ciencia
(1911), Las inquietudes de Shanti Andía (1911) o Zalacaín el aventurero (1908).

- Segunda etapa. Marcada por la preferencia por la novela histórica. Destacan las Memorias de un
hombre de acción (1913-1935), El laberinto de las sirenas (1923), El cura de Monleón (1936) y
Los amores tardíos (1942).

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